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Full text of "Enciclopedia Moderna: Diccionario Universal de Literatura, Ciencias, Artes, Agricultura, Industria y Comercio /publicada por Francisco de P. Mellado. vol.33"

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Ciencias,  Artes  y  Letras 

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Joseph  P.  Healey  Library  at  the 
University  of  Massachusetts  Boston 


www.umb.edu 


UMASS 
BOSTON 


1012425 

030  ENC  MANCHEÑO 


MIGUEL 


MA  \ 

x    o  i. 


ENCICLOPEDIA  MODERNA. 

TOMO  TREINTA  Y  TRES. 


3170   llIHrjIJTKíH  cwi/lak. 


T,    MXI1!.  t 


ENCICLOPEDIA 


MODERNA. 
DICCIONARIO  UNIVERSAL 

DE  LITERATURA,  CIENCIAS,  ARTES, 

AGM1ULTUM»  INDUSTRIA  Y  COMERCIO. 

VVULKAM 

POR  FRANCISCO  DE  P.  MELLADO. 


TOMO  TREINTA  ¥  TRES. 


ESTABLECIMIENTO 

MADRID , 

CALLE  DE  SANTA  TERESA,  NUMERO  8, 
y  del  Principe,  número  25. 

1S55 


DE  MELLADO. 

PARIS, 

RUS  St.  ANDRES  DES  ARTS,  NUHM  47, 
y  de  Provence,  nóm.  12. 


ENCICLOPEDIA  MODERNA' 

DICCIONARIO  UNIVERSAL 
DE  LITERATURA,  CIENCIAS ,  ARTES ,  INDUSTRIA  Y  COMERCIO- 


T 


TEMPLAMOS,  (caballeros»  De  este  modo 
se  llamaron  los  cristianos  aliliados  i, la  orden 
del  Templo  ó  del  Templa  creada  en  Jeriisalcn 
por  Hugo  de  Paganis  y  Godofre  de  Saint  Orner. 

Conquistada  Jerusalen  en  el  año  de  1099 
por  Godofredo  de  Bullan,  duque  de  borona,  los 
cristianos  que  habían  contribuido  á  la  conquis- 
ta-se  dedicaron  á  varias  profestones  y  oficios; 
reuniéndose  otros  para  fundar  casas  y  asilos 
en  donde  se  recogieran  los  cruzados  conquis- 
tadores y  los  peregrinos  que  en  gran  número 
acudían  á  visitar  los  Santos  Lugares. 

Hugo  de  Paganis,  Godofre  de  Saint  Omer  y 
otros  piadosos  varones,  á imitación  de  Gerardo 
Tom  ó  Tune,  fundador  de  la  orden  de  San  Juan 
Bautista  de  Jerusalen,  crearon  un  establecimien- 
to acogiéndose  en  él,  é  hicieron  anteel  patriar- 
ca de  la  ciudad  santa  !os  votos  de  castidad, 
pobreza,  hospitalidad  y  obligación  de 'pelear 
contra  los  infieles;  tomando  por  lo  mismo  la 
órden  desde  el  principio  uu  carácter  esencial- 
mente hospitalario  y  mililar. 

Establecido  el  hospital  por  algún  tiempo  en 
la  parte  meridional  del  palacio  ó  morada  real, 
que  Baiduino  II  cedió  con  esíe  objeto,  paso 
Hugo  á  solicitar  la  continuación  del  papa, 
quien  remitió'  el  conocimiento  de  este  asunto 
a!  concilio  de  T  royes,  que  se  abrió  en  13  de 
enero  de  1 128.  En  esta  asamblea  se  aprobó  la 
órden  y  se  le  dio  regla  por  escrito. 

Hugo  corrió  después  la  Inglaterra,  la  Es- 
paña, la  Francia  y  la  Italia,  recogiendo  en  to- 
das partes  grandes  limosnas  y  estableciendo 


diversos  hospitales  dependientes  del  que  se  ha- 
bía levantado  en  Palestina,  á  cuyo  pais  volvió 
en  1130.  En  el  añO'de  1131  teñían  ya  los  ca- 
balleros templarios  tan  grande  nota  en  España 
que  et  rey  de  Aragón  Alfonso  el  Batallador 
les  dejó  en  nníou  con  los  de  San  Juan  una  gran 
parte  de  sus  reinos,  disposición  que  no  se  cum- 
plió, pera  que  sirvió  para  que  estas  dos  órde- 
nes fueran  remuneradas  con  el  otorgamiento 
de  grandes  posesiones  en  Aragón  y  en  Na- 
varra. 

,  En  et  año  de  1135  escribió  San  Bernardo 
"para  esta  milicia  una  bellísima  exhortación, 
que  todavía  se  conserva.  En  1 136  murió  Hugo 
de  Paganis,  sucediéudole  Roberto,  que  fué  ele- 
gido gran  maestre,  y  era  natural  de  Borgoña  y 
cuñado  de  San  Anselmo. 

En  los  primeros  años  vivieron  con  estrema 
pobreza  los  caballeros  dell'emple,  y  fué  muy 
corto  su  número;  pero  andando  los  tiempos 
adquirieron  inmensos  tesoros  y  creció'la  mili- 
cia, de  tal  modo  que  en  vida  de  Guillermo,  ar- 
zobispo de  Tiro,  se  contaban  en  Jerusalen 
mas  de  trescientos  caballeros,  y  no  habia  na- 
ción en  donde  no  tuvierau  haciendas;  asegu- 
rando algunos  autores  que  lenian  mas  de 
9,000  casas  y  fabulosas  riquezas  en  metálico. 
De  aquí  provino  el  decirse  que  estaban  en  dis- 
posición de  resistir  á  todas  las  testas  corona- 
das y  aun  al  mismo  papa,  cuyo  acuerdo  refie- 
ren varios  escritores  tomaron  los  caballeros  en 
un  capítulo  general. 

En  España  se  drstraguiei'on  los  tempten<>% 


TEMPLARIOS 


43 


desde  su  establecimiento;  poro  dieron  señal;»-, 
dísimas  muestras  de  valor  y  de  constancia  en 
la  gnerra"cpnfra  ios  moros,  y  nías  especial- 
mente en  la  campaña  de  diez  años  que  comen- 
zó en  1  U6. 

En  í  147  celebraron  los  caballeros  del  Tem- 
ple un  capitulo  en  París,  que  honraron  con  su 
presencia  el  jdven  rey  Luis  y  sus  cortesanos 
y  prelados. 

En  1 187  pelearon  valerosamente  en  Pales- 
lina  contra  los  turcos;  y  en  5  de  julio  sostu- 
vieron la  batalla  de  Tiberiade,  en  la  cual-fue- 
ron  derrotados  por  el  inmenso  número  de  ma- 
hometanos que  comandaba  el  suban  Saladino; 
perdiéndose  inmediatamente  la  ciudad  de  Se- 
rasalen. 

Retirados  de  ella  continuaron  los  templa- 
rios  peleando  con  los  Ínfleles;  pero  su  prepon- 
derancia les  infundió  demasiado  orgullo,  lle- 
gando á  tal  estremo  que  en  1119  vinieron  á  las 
manos  con  los  de  la  orden  de  San  Juan,  der- 
ramándose bastante  sangre;  estando  la  justicia 
de  parte  de  esta  milicia,  como  lo  reconocieron 
los  obispos  de  Oriente  á  quienes  el  papa  Ino- 
cencio III  remitió  el  conocimiento  de  la  cansa. 

En  1201  comentaron  ya  los  templarios  á 
dar  muestras  de  rebelión,  alzándose  contra  el 
rey  de  Armenia  y  contra  los  obispos,  á  quie- 
bcs  desobedecían,  por  cuya  razón  el  primero 
les  privó  de  algunos  caslilios  qne  poseían  en 
sus  estados,  les  echó  de  ellos  y  confiscó  todos 
sus  bienes;  viéndose  Inocencio  111  en  la  ne- 
cesidad do  reprenderlos  seriamente  por  su  re- 
sistencia á  las  órdenes  de  ios  prelados  ordi- 
narios. 

En  1213  ganaron  en  España  los  caballeros 
del  Temple  la  batallado  Ubeda,  derrotando  un 
poderoso  ejército  morisco,  y  cu  1224  volvie- 
ron á  batirse  con  los  moros  en  defensa  del  ter- 
ritorio castellano,  lin  1225  dijeron  en  sns  ca- 
sas de  Aragón  asilo  al  jóven  rey  don'  Jaime  I 
cuando  huía  de  las  asechanzas  del  ambicioso 
Moneada.. 

En  1227  y  1229  sostuvieron  largas  con- 
tiendas los  caballeros  contra  el  emperador  Fe- 
derico, enemistado  con  el  papa  ,  á  quien  se- 
guían aquellas,  vejándolos  el  monarca  por  es- 
ta cansa  en  Sicilia  y  en  chantas  partes  alcanza- 
ba su  poderío. 

En  1229  concurrieron  con  don  Taime  el 
Conquistador  á  la  loma  fie  las  islas  Maleares, 
habiendo  sido  nombrado  en  123:)  ayo  del  prin- 
cipe Alfonso  el  grcm maestre  del  Templa. 

En  1237  ganaron  los  templarios  la  batalla 
de  Alopo  ,  habiendo  tenido  inmensas  pérdidas 
en  la  que  perdieron  los  francos  en  1244. 

En  1 2-iS  llegó  San  Lilis  á  Cbiprc,  y  duran- 
te toda  su  desgraciada  cruzada  formaron  la 
vanguardia  de  su  ejército  los  caballeros  del 
Temple. 

Eii  1260  pelearon  valerosamente  los  tem- 
plarios con  los  moros  de  Andalucía  y  con  los 
sarracenos  de  Palestina,  venciendo  en  España 
y  siendo  derrotados  en  !a  tierra  Santa. 


En  1  üG4  escomulgó  e!  papa  Urbano  IV  á 
Esteban  deSissi.  mariscal  de  la  orden,  por  de- 
lito de  desobediencia,  de  cuya  pena  fué  absuel-  , 
fo  por  Clemente  IV. 

En  1220  perdieron  los  milicianos  del  Tem- 
plo la  fortaleza  de  Saphad,  después  de  soste- 
ner un  sitio  contra  todas  las  tropas  del  soldán 
de  Egipto  durante  cuarenta  y  dos  dias.  En  12GS 
perdieran  también ,  tras  larga  resistencia  ,  el 
castillo  de  É'éaufórt  y  todas  bis  plazas  que  te-* 
man  en  los  confines  de  la  Armenia. 

En  1270  formaron  la  vanguardia  déla  nue- 
va cruzada,  defemliendo  dorante  olla  los  res- 
tos de  la  Tierra  Santa  y  protegiendo  á  su  rey 
Hugo  de  Ensillan. 

En  1279  se  indispusieron  con  el  rey  Alfon- 
so de  Portugal ,  quien  los  despojó  de  todos 
cuantos  bienes  tenían  en  este  reino. 

En  1289  y  siguientes  perdieron  los  templa- 
rios todos  sus  fuertes,  viéndose  reducidos  á 
concentrarse  en  San  Juan  do- Acre,  la  antigua 
Toiemaida,  á  la  cual  amenazaba  asimismo  Sa- 
ladillo. Con  efecto,  el  B  de  abril  fué  sitiada  la 
plaza  que  mandaba  el  gran  maestre  dolos  tem-  . 
plarios;  el  1.°  de  mayo  murió  este  gefe,  y  el 
IS  entró  el  ejército  sitiador,  defendiendo  toda- 
vía los  caballeros  del  Temple  su  cuartel  hasta 
sepultarse  casi  todos  en  sus  ruinas.  El  20  de 
mayo  salieron  los  pocos  que  quedaron  con  los 
tesoros  de  la  orden,  y  se  establecieron  en  Chi- 
pre en  la  ciudad  de  Limisol  con  ¡os  caballeros 
de  San  Juan. 

En  1299  volvieron  á  reconquistar  los  cris- 
tianos áJerusalen,  perdiéndolaotravez  en  1300, 
y  á  estas  jornadas  contribuyeron  poderosa- 
mente loa  individuos  de  ta  milicia  del  Templo. 

En  1301  se  retiró  el  gran  maestre  Santia- 
go de  Molay  á  la  isla  de  Arado,  y  apoderados 
de  esta  los  musulmanes  en  1302,  se  vieron  los 
caballeros  en  la  necesidad  de  regresar  á  Eu- 
ropa ,  en  donde  siguieron  el  partidó  del  rey 
Felipe  el  Hermoso  conlra  el  papabonifucio  VIII. 

En  lilis  Santiago  de  Molay  ,  llamado  por 
otros  Jacobs  de  Mójis,  sus  oficiales  y  todos  ios 
individuos  de  la  orden  fueron  públicamente 
acusados  al  papa  Clemente  V,  do  apóstalas,  do 
hereges  y  de  criminales,  El-  papa  ordenó  que 
fuese  á  Aviñon  el  gran  maestre,  y  se  présenlo 
con  sesenta  compañeros.  El  pontifico  empezó 
á  conocer  de  los  delitos  que  se  imputaban  á 
la  órden,  y  determinó  suprimirla;  determina- 
ción que  combatieron  denodadamente  Holay  y 
sns  colegas.  Volvióse  á  abrir  nueva  informa- 
ción sobre  los  heclios  atribuidos,  y  se  presen- 
taron como  acusadores  un  templario  y  un  le- 
go. El  día  13  de  octubre  de  ];;07  fueron  pre- 
sos en  una  misma  hora  todos  los  caballeros 
residentes  cu  Francia,  siéndolo  en  París  el 
gran  maestre.  El  paparen  22  de  noviembre 
mandó  á  lodoS  los  soberanos  de  Europa  qne 
castigasen  á  los  caballeros  del  Temple,  for- 
mándolos el  debido  procesó. 

Continuando  la  causa  se  convocó  para  co- 
nocer de  ella  el  concilio  general  de  Viena  del 


13 


TEMPLARIOS— TEMPLO 


Detonado  ,  y  tuvo  principio  en  131!  bajo  la 
presidencia  del  papa  Clemente  V  y  con  asis- 
tencia del  rey  Felipe  el  Hermoso,  de  bu  her- 
mano Carlos  de  Yalois,  de  sus  tres  hijos,  de 
Luis  rey  de  Navarra,  de  Eduardo  II  de  Ingla- 
terra y  de  Jaime  rey  de  Aragón. 

En  la  huía  de  convocación  del  concilio,  di- 
ce el  pontífice  que  lia  sabido  con  dolor  que  los 
templarios  habían  cuido  en  aposlasia  y  en  de- 
litos abominables;  habiendo  confesado  algunos 
que  al  recibirse  hermanos  renunciaban á  Jesu- 
cristo, escupían  sobre  una  cruz  y  ejecutaban 
acciones  deshonestas.  Los  caballeros  presos 
confesaron  en  el  tormento  muchos  sacrilegios 
y  horribles  impurezas,  arrancada  la  confesión 
por  la  crueldad. 

El  maestre  Santiago  deMolay,  citado  cu  Pa- 
rís ante  los  comisarios  apostólicos,  el  arzobispo 
de  fiarbonay  los  obispos  de  Ilayeux,  deMemie 
y  de  Limqges,  negó  la  perpetración  délos  he- 
chos imputados,  y  sostuvo  que  solo,  el 'dolor 
pudo  arrancar  en  et  tormento  á  sus  compañe- 
ros declaraciones  tan  con I ranas  á  la  verdad.  Lo 
mismo  sostuvieron  cincuenta  y  nueve  caba- 
lleros quemados  en  las  cercanías  de  París  y 
nueve  que  fueron  arrojados  á  las  llamas  en 
Senliss,  Todos  dijeron  que  morían  inocentes, 
acusados  y  condenados  con  injusticia. 

Reunido  el  concilio  de  Vicna  y  celebrada 
la  primera  sesión  el  1 3  de  octubre  se  ocupó  de 
los  hechos  que  se  imputaban  álos  templarios, 
y  después  de  varias  conferencias  se  acordó  en 
22  de  marzo  de  1312  la  supresión  de  ta  mili- 
cia, publicándose  en  3  de  abril  delante  de  Fe- 
lipe el  Hermoso  y  de  su  real  familia  el  decre- 
to do  estíncion.  Los  bienes  de  la  orden  se  dio- 
ron  á  los  hospitalarios  de  San  Juan  de  Jerusa- 
len  y  á  otras  religiones,  escepto  los  existentes 
en  España  que  se  destinaron  á  la  defensa  del 
-  pais  contra  los  musulmanes. 

El  gran  maestre  JIolay,  varios  comendado- 
res y  muchos  caballeros  protestaron  contra  el 
decreto  del  concilio,  por  cuya  razón  fueron  en- 
tregados al  brazo  secular,  y  íelipe  el  Hermoso 
los  condenó  á  muerte  por  sí  y  sin  asistencia  de 
tribunal  alguno.  Esta  sentencia  se  pronunció 
el  18  de  marzo  de  1314,  y  se  ejecutó  inmedia- 
tamente en  París  en  una  isteta,  en  donde  hoy 
se  halla  la  plaza  Beltina.  El  gran  maeslre'tuvo 
por  compañero  en  el  suplicio  á  Guido,  deliin 
de  Auveruia  y  comendador  de  Aquitania, 
Ambos  al  morir  volvieron  á  protestar  su  ino- 
cencia. 

Asi  acabó  esta  célebre  órdeu  ,  cuya  exis- 
tencia había  durado  ciento  odíenla  y  cuatro 
años,  eternizándose  su  memoria  tanto  por  sus 
ínclitas  hazañas  como  por  sn  lamentable  y 
desastroso  fin. 

Los  historiadores  varían  mucho  en  la  apre- 
ciación de  las  ¿ansas  de  ia  supresión,  llegan- 
do algunos  á  sostener  que  solo  so  les  persiguió 
por  apoderarse  de  sus  bienes,  mientras  otros 
los  consideran  reos  de  prácticas  fracmasóni- 
cas,  de  heregías  estraordinarias  y  de  críme- 


nes repugnantes  al  decoro  y  á  la  honestidad 
Entonces  se  fundó  la  sociedad  secreta  co- 
nocida con  el  nombre  de  Orden  de  los  tem- 
plarios, la  cual  ha  contribuido  poderosamente 
á  realizar  las  revoluciones  ocurridas  en  el  si- 
glo pasado  y  en  el  presente ;  pero  que  nada 
tiene  do  común  con  la  antigua  milicia. 

El  hábito  de  los  templarios  era  blanco, 
tenían  túnica  y  manto  ,  y  en  una  y  en  otro 
una  cruz  roja  semejanle  á  los  caballeros  de 
Monlesa  en  España.  En  tiempo  de  guerra  sobre 
la  armadura  llevaban  una  túnica  corla. 

Esta  caballería  observaba  los  estatutos  de 
la  úrdeu  del  fjister,  y  la  regia  particular  que 
les  Labia  dado  el  concilio  de  Troves.  La  hos- 
pitalidad y  la  defensa  de  la  religión  eran  su 
divisa  principal. 

TEMPLO.  Esta  palabra  derivada  de  la  latina 
temphim,  indica  el  edificio  dedicado  á  Dios  y  - 
en  que  se  da  culto  á  los  santos. 

Todos  los  pueblos  conocidos  y  todas  la  re- 
ligiones de  que  existe  noticia  han  tenido  y  de- 
dicado edificios  á  sus  dioses  respectivos,  acu- 
mulando en  ellos  las  mayor.es  riquezas  posi- 
bles, en  muestra  de  que  todo  es  insuficiente 
para  dar  culto  i  los  que  son  mas  que  los 
hombros.  Eslos  edificios  se  conocieron  y  co- 
nocen en  los  pueblos  antiguos  y  en  los  mo- 
dernos, lo  mismo  entre  las  gentes  que" tuvie- 
ron noticia  del  verdadero  Dios  que  entre  los 
que  adoraron  las  falsas  divinidades. 

Celebrados  han  sido  en  la  historia  sagrada 
el  suntuoso  templo  levantado  por  Salomón  al 
dios  de  los  judias :  en  la  historia  profana  los 
dedicados  en  Grecia  y  én  Roma  á  Júpiter,  Ja- 
no,  Jícptuno,  Venus ,  Diana  y  á  todos  los  dio- 
ses y  semi-dioses  de  la  gentilidad,  y  entre  los 
cristianos  los  que  se' Pan  edificado  para  ren- 
dir gracias  y  dar  culto  al  Dios  único  y  trino, 
y  álos  varones  piadosos  y  mugares  ejempla- 
res á  quienes  la  Iglesia  ha  declarado  santos. 

No  es  fácil  enumerar  ni  contar  la  incalcu- 
lable multitud  de  edificios  que  los. mortales 
han  construido  y  elevado  para  que  sirvieran 
de  templos ;  y  tampoco  es  posible  referir  la 
belleza  de  los  mas  notables  que  han  admirado 
á  todas  las  naciones  por  espacio  de  siglos  en- 
teros. Para  este  trabajo  seria  necesario  mas 
espacio  y  mas  tiempo  del  que  permite  un  ar- 
ticulo de  la  Enciclopedia.  Basta  por  lo  mismo 
decir  que  el  de  Jcrusalen  fué  el  templo  mas  . 
hermoso  y  mas  rico  déla  antigüedad:  que  los 
de  Jano  y  Júpiter  Capitolino  en  liorna  fueron 
suntuosos:  y  que  en  el  día  sorprenden  por  su 
magnificencia  los  de  Iteims,  Orleans,  Colonia, 
Maguncia,  San  Pedro  de  Huma,  Sania  Sofía  de 
CpHstaMmc-pJa,  San  Pablo  de  Londres;  y  en 
España  las  catedrales  do  Sevilla,  Toledo,  León, 
Oviedo,  Burgos  y  otras  varias. 

El  estilo  arquitectónico  que  se  ha  emplea- 
do en  los  templos  ha  sido  el  dominante  en  el 
!  pais  en  la  época  de  su  construcción.  Los  grie- 
gos usaron  los  tres  órdenes,  dórico,  jónico  y 
corintio.,  Los  romanos  estos  tres,  ya  solos,  ya 


43 


TEMPLO— TENEDERO 


combinados  con  su  arco,  y  que  se  llamó  gre- 
co-romano. Los  cristianos  en  los  siglos  IX  y 
siguientes'hasta  el  XII  el  bizantino;  desde  el 
XIII  al  XVI  el  ojival  ó  gótico,  aunque  con  im- 
propiedad se  le  ha  llamado  asi;  mas  tarde  el 
greeo-romauo  restaurado  ó  del  renacimiento; 
y  con  posterioridad  otros  menos  agradables  y 
proporcionados.  De  todos  estos  estilos  tenemos 
en-España  escelentes  ejemplares. 

El  templo  considerado  como  la  casa  de 
Dios  merece  el  mayor  respeto,  y  es  el  lugar 
de  recogimiento,  de  oración,  de  penitencia  y 
de  culto.  Los  cánones  y  las. leyes  determinan 
que  en  estos,  edificios  se  esté  con  la  mayor 
compostura,  con  ademan  y  gesto  humilde,  cun 
el  ánimo  puesto  en  el  que  lodo  lo  ve  y  lo  sa- 
be,, con  corazón  contrito,  y  con  disposiciones 
paramente  religiosas. 

El  templo  está  destinado  solo  para  orar  y 
para  cumplir  con  los  preceptos  de  la  Iglesia  y 
de  la  religión;  y  por  consiguiente  no  debe  ce- 
lebrarse en  él  ningún  acto  profano  ó  ageuo  del 
objeto  para  que  ba  sido  construido.  Tenas  se- 
veras y  graves  censuras  garantizan  el  uso 
santo  que  debe  hacerse  del  templo,  podiendo 
verse  sobre  este  particular  las  disposiciones 
del  tit.  I,  iib.  I  de  la  Novísima  Recopila- 
ción. 

El  templo  ba  sido  considerado  en  muchas 
naciones  como  lugar  de  asilo  para  los  crimi- 
nales, porque  se  entendía  que  el  delincuente 
que  buscaba  á  Dios  estaba  arrepentido  de  su 
delito  y  se  hallaba  bastante  castigado  con  el 
remordimiento.  El  abuso  que  se  hizo  de  este 
derecho  ha  obligado  á  restringirle  notable- 
mente. 

Para  terminar  este  artículo  copiaremos  un 
trozo  precioso  de  uno  de  los  mas  célebres  es- 
critores de  nuestros  úias.  Dice  asi:  «Los  primi- 
tivos templos  de  la  Divinidad  fueron  los  bos- 
ques, y  de  ellos  tomaron  los  hombres  la  pri- 
mera idea  de  la  arquitectura.  Los  griegos  hi- 
cieron sus  templos  al  estilo  de  los  árboles  que 
tenían  en  su  suelo,  al  estilo  de  sus  bosques, 
desde  donde  trasladaban  sus  dioses  á  los  edi- 
ficios construidos  por  los  hombres,  y  por  esta 
razón  tornearon  la  elegante  columna  corintia, 
con  sú  capitel  de  hojas,  por  el  modelo  de  la 
palmera.  Los  egipcios  construyeron  templos 
con  enormes  pilares ,  representando  el  sicó- 
moro, ia  higuera  oriental,  el  banano  y  otros 
árboles  corpulentos.  Los  cristianos  tuvieron 
sus  templos  en  los  bosques  de  encinas,  y  de 
ellos  tomaron  para  el  estilo  ojival  las  bóvedas 
cinceladas  en  hojas  y  los  pilares  que  soslic- 
nenlas  paredes  como  fuertes  y  esbeltos  árbo- 
les, terminando  en  troncos  despedazados.» 

El  que  desee  tener  otras  noticias  sobre  la 
significación  mística  del  templó,  puede  ver  el 
articulo  IGLESIA. 

TEMPORAL.  [Marina.]  Aumento  considera- 
ble, impetuosidad  del  viento  á  que  acompa- 
ñan, por  lo  común,  la  lluvia,  chubascos,  ráfa- 
a.s  violentas,  que  obligan  á  reducir  conside- 


rablemente el  velamen,  y  también  á  veces  á 
suprimirlo  del  todo,  según  la  intensidad  de 
aquel,  á  ponerse  á  la  capa  ó  á  correr,  esto  es, 
á  navegar  en  popa,  con  poca  ó  ninguna  vela. 

Correr  un  temporal  ó  un  tiempo,  es  na- 
vegar con  el  viento  y  la  mar  en  popa,  por  no 
poder  aguantar  su  fuerza  á  la  .capa. 

TGWjÜLO.  (Cirugía.)  Instrumento  que  se 
usa  con  frecuencia  y  utilidad  eu  las  maniobras 
y  operaciones  quirúrgicas;  es  de  aniigua  in- 
vención y  se  usa  con  ventaja  para  la  ligadura 
de  las  arterias  y  venas  principalmente  pro- 
fundas en  las  grandes  operaciones,  como  am- 
putaciones, .resecciones,  etc.  Su  compone  de 
una  aguja  delgada,  encorvada  en  forma  de 
gancho  y  terminada  por  una  puota  acerada, 
en  la  que  á  veces  existe  un  ojo  cuyo  objeto 
ahora  diremos ;  su  modo  de  usarlo  es  el  si- 
guiente: sujeto  y  cogido  por  el  maugo  á  la 
manera  de  una  pluma  de  escribir,  se  dirige 
A  la  boquilla  de  los  vasos  situados  en  la  su- 
perficie cruenta  de  la  herida,  á  los  qne  se  pro- 
cura enganchar  para  que  aislados  el  ayudante 
coloque  con  mas  comodidad  la  ligadura;  cuan- 
do <se  trata  de  ligar  un  tumor  aneurismátíco 
en  el  trayecto  de  alguna  arteria  grande,  en- 
tonces se  enhebra  en  el  tenáculo  un  cordpnete 
que  sirve  para  hacer  la  ligadura,  después  de 
bien  aislada  la  arteria.  » 

Esto  'antiguo  instrumento  no  ha  variado 
esencialmente  en  su  forma  desde  la  época  de 
su  invención,  pero  ha  recibido  ligeras  modifi- 
caciones que  hacen  mas  espedito  su  uso. 

TENCAS,  (/fisiona  natural.)  Género  de  pe- 
ces óseos  del  órden  de  los  ma|acopterigios  ab- 
dominales y  de  la  familia  de  los  ciprinoides; 
tienen  las  aletas  impares  cortas  y  sin  espinas; 
las  escamas  del  cuerpo  y  las  barbillas  muy 
pequeñas.  La  especie  de  nuestro  país  es  el 
cyprinus  tinca  de  Lineo ,  que  habita  en  las 
aguas  estancadas. 

TENEBR10N.  (Historia  natural.)  Género  de 
coleópteros  heterómeros  que  sirve  de  tipo  ¡i 
la  tribu  de  los  tenebrionitas  eu  la  familia  de 
los  melasomos.  Los  caractéres  de  la  tribu  son; 
alas;  cuerpo  ovalado  ú  oblongo,  deprimido  ó 
poco  elevado;  corselete  cuadrado  ó  trapezoidal 
y  del  ancho  del  abdómeu  en  su  estremida  d 
posterior;  palpos  engrosados  en  su  remate;  el 
último  artejo  de  los-  maxilares  en  forma  de 
hacha;  la  barba  angosta  y  dejando  al  descu- 
bierto la  base  de  las  quijadas.  Se  divide  en  los 
géneros  cryptieus,  opatrum,  corticus,  oriho- 
oerus,  chiroscelis,  toxicum,  boros,  calcar, 
lipis,  ienebrio  y  heter  otar  sus. 

En  cuanto  al  género  Ienebrio  comprende 
doce  especies  entre  las  que  ligura  el  Ienebrio 
molitor  de  Lineo  muy  común  en  las  panaderías 
y  molinos,  cuya  larva  vive  en  la  harina,  y  es 
uno  de  los  manjares  mas  esquisitos  para  los 
ruiseñores. 

TENEDERO.  [Marina.]  Lugar  ó"  parage  del 
mar  donde  hay  fondo  á  propósito  para  fondear 
y  aguantarse  las  embarcaciones.  De  aqui  el 


17 


TENEDERO— TENIA 


18 


llamar  á  veces  tenedero  al  fondeadero,  ó  ha- 
cer arfabas  voces  equívalenles. 

La  calidad  misma  del  fondo  considerado  cu 
su  relación  á  la- mayor  ü  menor  tenacidad,  ó 
adherencia  de  las  partes  que  lo  componen. 

Dice»  Mnrií.  Esp. 

TENIA'ó  SOLITARIA.  (Historia  natural.}  Es- 
pecie de  helminto  parenquimaloso,  de  la  fami- 
lia de  los  Icnioides  que  es  el  lipo  del  verda- 
(|ero  genero  lamia  que  comprende  una  mul- 
lilud  de  especies  todas  parásitas  de  los  anima- 
les vertetaíoa  y  parjicüIaVmenle  de  los  ma- 
míferos y  las  aves.  Su  cabeza  está  provista  de 
cuatro  chupadores  ó  ventosas,  y  tienen  colo- 
cadas en  las  parles  laterales  los  orificios  de 
los  órganos  de  la  generación.  Los  animales  de 
esle  género  vanan  en  la  forma  de  su  cabeza 
que  es  mas  ó  menos  proboscidiforme,  en  el 
número  y  disposición  de  los  gáticfiüs  cefálicos, 
en  la  forma  mas  ó  menos  énsan'ch'ádá  de  sus 
anillos,  cn  la  situación  á  derecha  ú  i'zqpier- 
da  6  bilateral  de  los  órganos  genitales  y  en 
oíros  muchos  caracteres. 

La  tenia  de  la  especie  humana  [lamia  so- 
lium, f.  cuburbilana)  vive. en  los  intestinos 
delgados,  adquiriendo  «na  longitud  rcgular- 
meulc  de  (i  íi  S  metros  y  algunas  veces  aun- 
que [locas  llega  á  pasar  de  40.  Hay  un  error 
muy  difundido  y  que  sin  duda  origina  el  nom- 
bre vulgar  que  lleva  dicho  helminto,  y  es  el 
de  creer  que  en  el  cuerpo  de  im"Tridividuo  no 
piiéden éflcoñ&rie  a  la  vez  dos  solitarias,  pe- 
ro hay  ejemplos  que  prucban'lo  contrario,  tal 
os  el  tpie  observó  llacn  en  una  muger  que  en 
muy  pocos  días  arrojó  diez  y  ocho  tenias. 

El  número  de  articulaciones  achatadas  del 
cuerpo  de  esle  gusano  es  proporcional  á  su 
longitud.  En  la  parle  anterior  se  encuentran 
la  cabeza  y  el  cuello;  luego  siguen  articula- 
ciones muy  pequeñas  que  van  aimtcnlando 
progresivamente,  pero  "sin  que  las  mayores 
pasen  de  3  ¡í  14  milímetros  de  ancho;  las 
ultimas  articulaciones  son  mas  blandas  que 
las  demás  y  se.  desprenden  con  facilidad  y 
aun  espontáneamente-.  Cada  una  es  entonces 
una  especie  de  bolsa  que  contiene  ademas  del 
órgano  masculino  uu  ovario  ó  aparato  femeni- 
no cun  mas  ó  menos  hueveemos,  y  se  espo- 
lón fácilmente,  por  medio  de  las  sales. 

No  se  sabe  aun  como  se  verifica  la  trasla- 
ción á  otros  individuos  de  los  huevos  conte- 
nidos en  cada  articulación.  Hay  autores  que 
lian  tomado  estas  articulaciones  por  gusanos 
particulares  á  que  lian  dado  el  nombre  de  cu- 
curbilanos. 

El  cuerpo  de  la  tenia  parásita  del  hombre 
es  blanquecino;  su  parle  anterior  ó  cabeza, 
que  es  lo  que  principalmente  se  debe  procu- 
rar que  el  enfermo  espela,  es  delgada  y  se  ter- 
mina en  una  especie  de  hinchazón  que  es  la 
parte  cefálica  propiamente'  dicha;  en  ella  se 
encuentra  la  corona  de  ganchos  espinosos  y 

217.1    HIBLIOTKUA.  POMJljUl,- 


las  cuatro  ventosas  ó  chupadores,  que  no  son 
sino  bombas  musculares,  porcuyo  medio  se 
alimenta  el  animal,  trasmitiendo  los  üquidosá 
los  vasos  longitudinales  por  endosmosis  indu- 
dablemente pues  nó  existen  perforaciones  en 
a  peí  aparato.  Después  do  la  hinchazón  cefá- 
lica sigue  un  cuello  no  articulado;  viniendo 
luego  los  artejos  cada  vez  mas  desarrollados 
y  mas  largos  que  anchos.  Los  orificios  genita- 
les son  aliemos.  Mientras  que  no  se  arroja  la 
paite  anterior  de  la  tenia,  sus  anillos  conti- 
núan desarrollándose  y  el  enfermo  no  se  puede 
ver  libre  de  su  parásito. 

La  lamia  solium  es  muy  frecuente  en. In- 
glaterra, Holanda,  Alemania  y  Oriente. 

Se  lian  exagerado  mucho  los  desórdenes 
eme  la  presencia  de  las  feuias  puede  causar  en 
el  organismo.  Sin  embargo,  la  mayor  parte 
de  las  veces  no  sabe  el  individuo  que  la  tie- 
ne hasta  que  arroja  algunos  anillos,  y  enton- 
ces es  cuando  ío  inipiitla  y'asusla;  con  todo, 
hay  varios  signos  de  su  existencia  que  están 
al  alcance  de  la  mayor  parle  de  los  facultati- 
vos, á  cuya  dirección  debe  uno  entregarse  pa- 
ra evitar  las  matas  consecuencias  de  un  trata- 
miento imprudente.  Pero  lo  que  no  deja  de  ser 
interesaniees  la  observación  deque  hay  olicios 
mas  espuestos  que  oíros  á  esta  enfermedad  y 
que  uno  de  aquellos  es  el  de  los  salchicheros 
ó  choriceros. 

La  tcenia  solium  no  se  lia  encontrado  mas 
que  en  el  hombre  y  únicamenle  en  la-  raza 
blanca."  , 

La  í.  serrata,  y  t.  cucumerina  en  el 
perro'. 

La  t.  opuntioides  y  í,  margínala  en  el 
lobo. 

La  f.  Iliterata  y¿.  erassiceps  en  el  zorro. 

Laí.  elliplica  y  t.  crassiooUis  en  el  gato. 

La  i.  ffiamülata,  la  i.plicaia  jt.  perfo- 
Hata  en  el  caballo. 

Laí.  espansa  en  el  carnero  y  la  catira. 

La  í,  denlkulála  en  el  buey. 

La  i.  infundibuliformis,  la  t,  malleus,  y 
i.  exilis  en  el  gallo. 

-La  i.  infundibuliformis,  laí,  malleus,  la 
í.  sinuosa,  la  t.  cor  nula  y  laí.  megalops  en 
el  pato. 

Estos  helmintos  son  muy  raros  en  los  rep- 
tiles y  aun  mas  en  los  peces,  no  habiéndose 
encontrado  hasta  ahora  eu  los  invertebrados. 

En  la  actualidad  está  pciti-clamenle  de- 
mostrada la  existencia  de  un  ¡sislcma  nervioso 
ganglionar.  en  las  tenias  pero  miso  conoce 
ningún  órgano  sensorial.  Eslos  anímales;  como 
liemos  dicho  al  principio,  se  hallan  colocados 
entre  los  parenquiniatosos,  pero  impropia- 
mente, pues,  aunque  no  tienen  boca,  ni  estó- 
mago, ni  canal  intestinal,  ni  ano,  tienen,  sin 
embargo,  hilitos  y  ganglio?  nerviosos  y  dos 
vasos  longitudinales  con  muchas  ramiticacio- 
nes  y  anastomosis. 

Mr.  bujardin  divídelas  tenias  en  siete  sec- 
ciones del  modo  siguiente: 

T      S.XXIII  2 


tí 


TENÍA- TENSION 


1  .*  Corona  simple  ó  doble  de  seis  á  sesen- 
ta ganchos;  orificios  genitales  alternos:  ícenia 
solium,  í.  terrosa. 

2.1  Corona  como  la  anterior;  orificios  ge- 
nitales unilaterales. 

3.1  Trompa  armada  de  seis  á  treinta  gan- 
chos en  dos  ó  tres  Mieras;  oriflcios  genitales 
opuestos  en  cada  anillo:  í.  cucumeñna. 

4.  "  Trompa  inerme;  oriflcios  genitales  opues- 
tos: í.  lameüigeru  del  flamena. 

5.  a  Trompa  inerme;  oriflcios  genitales  uni- 
laterales ó  alternos:  í.  leptoccphala  de  las 
ratas. 

6.  "  Trompa  rodeada  do  un  reborde  liso  ó 
erizado  de  espinillas  y  con  una  corona  de  mu- 
chos ganchitos, 

Y  7.a  Cuerpo  terminado  anteriormente  por 
una  dilatación  foliácea  trasversal;  trompa  cor- 
ta y  armada  de  gandíos:  t.  malteus. 

El  número  de  especies  conocidas  es  de  cer- 
ca de  ciento  cuarenta,  pero  mas  de  la  tercera 
parte  están  descritas  muy  imperfectamente  pa- 
ra clasificarlas  como  es  debido. 

TEÍíIOlDES  {Historia  natural.) Nombre  que 
se  da  á  una  familia  de  peces  muy  largos,  apla- 
nados lateralmente  y  con  escamas  pequeñas, 
corresponden  al  órden  de  los  acantopterigios, 
y  tienen  mnelia  semejanza  con  los  escombe- 
roides.  Sus  géneros  principales  son:  el  liga 
(lepidopus),  triquiuro  (trichiurus),  gimnetro 
(gymnelr  us),  y  cinta  [cepola]. 

También  se'ha  denominado  asi  un  segun- 
do órden  de  gusanos  cestoideos,  que  compren- 
de los  géneros  ¡cenia,  bothriocephalus,  schis- 
tocephalus,  trioenophorus,  bolhridium,  6o- 
thrimijnus  y  lígula. 

TENRECO.  (Historia  natural.)  Género  de 
insectos  de  la  familia  de  los  erinaceidos.  Tie- 
nen dos  incisivos  y  la  cabeza  prolongada;  los 
caninos  son  grandes.  Dicho  género  comprende 
dos  especies  que  son  el  ttnrecu  [erinaceus 
ecaudalus  deLin.)y  el  tenreco  rayado  (e.  se- 
mispinosus,}  El  cuerpo  de  estos  animales  está 
cubierto  de -púas,  y  carecen  de  cola.  Son  pro- 
pios de  Madagascar. 

TENSION.  Esta  palabra  indica  el  estado  de 
lo  que  se  halla  estendido  ó  estirado,  por  ejem- 
plo, el  de  una  cuerda  ó  de  un  hilo  muy  tirado 
en  sentidos  contrarios  por  ambas  puntas.  Es 
el  estado  opuesto  al  de  relajación,  y  solo  pue- 
de aplicarse  á  sustancias  flexibles.  En  medi- 
cina, la  tensión  mas  ó  menos  pronunciada  Je 
las  partes  blandas  es  el  resultado  ordinario  de 
la  inflamación ,  y  de  ese  eslado  ó  de  la  com- 
presión ejercida  sobre  el  sistema  nervioso  de- 
pendo el  dolor  que  causa  esa  especie  de  afec- 
ción. Desaparece  ese  dolor  habituatmeiile  con 
la  cesación  del  eslado  de  tensión  de  las  partes. 

El  grado  de  sonoridad  de  las  cuerdas  en 


los  instrumentos  müsicos  depende  de  su  ten- 
sión. 

Cuando  hay  fijeza  y  concentración  de  fa- 
cultades mentales,  se  dice  que  hay  tensión  de 
ánimo  ó  de  espíritu,  la  cual  puede  ser  tan  mar- 
eada que  absorba  todas  las  demás  facultades  y 
reduzca  á  la  insensibilidad,  como  sucedió  con 
aquel  matemático  que  se  quemó  una  pierna  sin 
notarlo ,  y  cou  Arquímedes,  que  no  reparó  en 
el  asalto  y  toma  de  Siracusa.  Semejante  esta- 
do mental  es  muy  frecuente  en  los  locos  y  en 
los  hombres  de  genio,  que  se  parecen  entre  si 
mucho  mas  de  lo  que  se  cree. 

En  mecánica ,  la  tensión  ó  tracción  de  los 
cuerpos  es  la  fuerza  que  tiende  á  prolongar- 
los en  el  sentido  de  su  longitud. 

Cuando  un  cuerpo  está  sometido  en  el  sen- 
tido de  su  longitud  á  tales  esfuerzos  de  trac- 
ción que  las  prolongaciones  que  resulten  no 
pasen  délos  ¡imites  déla  elasticidad,  la  obser- 
vación enseña  que  las  prolongaciones  tota- 
les son: 

t , 0  Propo rcio nales  á  la  longi tud  del  cuerpo. 

2.  "  En  razón  inversa  del  área  de  la  sección 
trasversal. 

3.  *  Proporcionales  á  los  esfuerzos  ejerci- 
dos hasta  cierto  limite  peculiar  á  cada  cuerpo, 
y  que  es  la  prolongación  mas  allá  de  la  cual, 
el  cuerpo  no  vuelve  á  su  dimensión  primitiva 
cuando  deja  de  estar  sujeto  al  esfuerzo  que  !o 
ha  estirado. 

Podrá  calcularse,  pues ,  el  estiramiento  de 
un  cuerpo  sometido  a  la  tensión  longitudinal/ 
por  Ja  fórmula  siguiente: 


\  EA  ' 

en  la  cual 

i  representa  el  estiramiento  del  cuerpo  por 
cada  metro  de  longitud,  en  metros, 

P ,  el  esfuerzo  que  produce  la  tensión  lon- 
gitudinal. 

A,  el  úrea  de  la  sección  trasversal  del  cuer-  ■ 
po,  espresada  en  milímetros  cuadrados. 

E ,  un  número  constante  para  cada  cuerpo, 
llamado  codiciante  ó  módulo  de  elasticidad, 
que  espresa  en  kilógramos  el  peso  que  seria 
capaz  de  alargar  en  una  cantidad  igual  á  su 
longitud  primitiva  una  barra  prismática  forma- 
da de  esa  sustancia,  y  que  tenga  la  unidad  de 
superficie,  por, sección  trasversal,  si  seme- 
jante cambio  en  las  dimensiones  fuese  posible 
sin  que  ese  número  E  mudase  de  valor. 

Vamos  á  consignar  cuales  son  los  valores 
de  E  para  los  cuerpos  que  mas  se  usan  en  las 
construcciones,  asi  como  los  de  ¡y  de  P  re- 
lativos á  los  límites  de  tensión  y  de  carga  que 
no  pueden  salvarse  sin  alterar  la  elasticidad. 


2f 


TENSION 


NOMBHES  DE  LOS  CUEHPOS. 


Alargamien  lo  re- 
lativo al  limito  de 
elasticidad  natu- 
ral. 


Carga  por  mili' 
metro  cuadrado 
Berrea  pendiente 
al  limite,  en  kilo- 
gramos. 


Valor  det  coefi- 
ciente E  de  elas- 
ticidad por  milí- 
metro cuadrado, 
CU  kilogramos. 


Encina  

Fino  blanco  . 

Pino  rojo  

Haya  

Fresno  

Olmo  

Abedul  

Álamo   .  .  .  . 

Hierro  dulce  pasado  por  la  hilera.  

Hierro  en  barras  

Acero  de  Alemania  de  buena  calidad  

Acero  fundido  fino  

Hierro  fundido  de  grano  fino  

Alambre  de  latón ,  recocido  

Lalon  fundido  ,  

Bronce  de  cañones  ,  ,  , 

Hilo  de  plomo  de  copela,  estirado  en  frió  de  4 

milímetros  de  diámetro.  .  

Id,  impuro,  de  6  milímetros.  .-■>,  

Plomo  fundido.  ,  


0,00!67 

0,00117 

0,00210 

0,00236 

0,00113 

0,00242 

0,00162 

0,00195 

0,00080 

0,000G6 

0,00120 

0,000222 

0,00083 

0,00135 

0,00076 

0,00063 

0,OOOG7 
0,00050 
0,00210 


2,00 

2,17 

3,15 

2,317 

1,27 

2,35 

1,617 

1,007 

14,75 

12,205 

25 

66 

10,000 
1  5,00 
4,80 
2,00 

0,40 
0,40 
1,00 


1200 
1300 
U00 
980 
1120 
370 
997 
517 
18000 
20000 
21000 
30000 
12000 
10000 
6450 
3200 

600 
800 
500 


Para  saber  el  alargamiento  c[ue  sufre. un 
cuerpo  sometido  á  la  tensión,  se  practica  con 
auxilio  de  los  datos  anteriores  lina  serie  de 
operaciones  que  para  ser  mejor  comprendida 
contraeremos  á  un  ejemplo.  ¿Qué  estiramiento 
ó  alargamiento  recibirá  una  barra  de  hierro  de 
25  milímetros  de  diámetro  y  8  metros  de  lon- 
gitud, tirando  de  ella  con  .una  fuerza  de  4000 
k  ilógramo.1;? 

1.  "  Se  divide  la  fuerza  4000  por  el  área 
de  la  sección  trasversal  de  la  barra  que  sien- 
do cilindrica  es  en  el  caso  presente  igual  al 
cuadrado  del  diámetro  25  multiplicado  por  la 
cuarta  parte  de  3,14,  relación  dfl  diámetro  á 
la  circunferencia,  es  decir,  igual  á  437  '/,  mi- 
límetros cuadrados.  Partido,  pues,  el  esfuerzo 
400»  por  esta  área,  nos  dará  8  kil.  15. 

2.  'J  Se  multiplica  este'  resultado  por  el 
alargamiento  del  hierro  consignado  en  la  ta- 
bla, es  decir,  por  0,00066,  y  et  producto  se 
divide  por  la  carga  correspondiente  al  limite 
de  elasticidad  según  la  tabla,  es  decir,  por 
12,205.  Esta  operación  nos  dará  el  resultado 
0,00044. 

_  3  "  Multiplicado  este  resultado  por  la  lon- 
gitud total  de  la  barra,  es  decir,  por  8  metros, 
tendremos  0,00352. 

Es  decir,  que  la  barra  de  hierro  se  habrá 
alargado  352  cien  milésimas  de  metro  ó  algo 
mas  de  3  '/>  milímetros,  con  un  peso  'de  4000 
quilogramos. 

Es  prudente  no  emplear  en  las  construc- 
ciones mas  esfuerzos  de  tensión  que  los  cor- 


respondientes á  la  mitad  de  los  que  marcan  el 
limite  de  elasticidad. 

Conviene  mucho  no  someter  los  cuerpos 
mas  que  á  un  décimo  para  las  maderas  y  un 
sesto,para  los  metales  de  las  fuerzas  de  ten- 
sión capaces  de  romperlos,  para  lo  cual  vamos 
á  apuntar  cual  es  el  esfuerzo  por  milímetro 
cuadrado  necesario  para  romper  los  cuerpos 
siguientes: 

Encina  fuerte   8  kilógs. 

Fd.  endeble.  .............  6 

Pino   6  á  7 

Fresno    12 

Olmo   10 

Haya   8 

Doj   14 

Peral   6,9 

Caoba   5,6 

Hierro  forjado  ó  estirado  en  barras, 

el  mas  fuerte   60 

El  mas  endeble  25 

El  mediano   40 

Hierro  en  plancha   38 

Alambre  de  hierro,  según  sea 

grueso  ó  delgado,  de   50á90 

Cable  de  hierro   50 

Cadenas  de  24  á  32 

Hierro  colado,  de.   12  á  13 

Acero  bueno  de  cementación,  es- 
tirado al  martillo  100 

Acero  malo  •   36 

Acero  mediano.  .  .  75 


23 

Bronce  de  cañones .  ........  23 

Cobre. rojo  en  plancha,  de  ...  .  gt  á'26 

Cobre  baiicío   25 

Cobre  fundido   ,13,4 

Cobre  amarillo  ó  latón   12,6 

Cobre  rojo  en  alambre  no  recoci- 
do, el  mas  delgado   70 

El  mas  grueso   50 

Cobre  amarillo  enalambre,  el  mas 

delgado   -85 

El  mas  grueso   50 

Hilo  de  platina,  no  recocido,  de 

pequeño  diámetro   116 

El  recocido   34 

Estaño  fundido   3 

Zinc  fundido..   6 

Zinc  eu-planelia   5 

ílomo  fundido.  .  ,  1,28 

Plomo  en  plancha  ■  .  1,35 

Hilo  de  plomo  de  copela,  fundido, 
pasado  por  la  hilera,  ele  4  mili- 


1,36 

Cuerdas  de  cáñamo  de  buena  ca- 

G  á  ti 

4  á  6 

Correa  de  cuero  negro  

2 

Piedra  ealcárea  de  Portland.  .  .  . 

no 

Id.  blanca,  grano  fino  y  homo- 

14,4 

Piedra  arenácea  calcárea  

"2  9 

19^50 

Yeso,  cuando  la  masa  es  fuerte.  , 

S 

11,70 

H,  amasado  claro  de  

4  á  5 

Mortero  de  cal  y  arena  de  14  años. 

4,2 

0,7o 

Id.  de  cal  hidráulica  y  arena .  .  . 

0 

Id.  de  cal  eminentemente  hidráu- 

lica í .  . 

15 

Según  los  dalos  que  anteceden,  una  barra 
de  hierro  que  tenga  un  centímetro  de  sec- 
ción ó  sean  100  milímetros,  no  se  romperá 
siendo  un  material  regular,  sino  con  una  fuer- 
za de  100  veces  40  iilógramos  ó  sean  4000 
Miligramos. 

Una  barra  de  plomo  en  iguales  circunstan- 
cias se  rompería  siendo  fundido,  con  una 
fuerza  de  128  kilogramos. 

En  la  práctica  sulo  podríamos  someter  la 
citada  barra  de  hierro  á  una  tensión  de  6G6  ki- 
logramos y  la  de  plomo  a  2. 1 . 

Una  buena  cuerda  de  cáñamo  que  tuviese 
100  milímetros  de  sección  se  rompería  con 
unos.GOO  kilogramos  de  peso;  en  la  práctica 
solo  podríamos  aplicarle  60.  Un  hombre  que 
pese  sobre  60  quilogramos  puede,  pues,  col- 
garse con  toda  seguridad  de  una  cuerda  del 
grueso  citado  que  viene  á  ser  próximamente 
el  de  un  dedo,  pues  para  romperse  aun  nece- 
sitaría una  fuerza  diez  veces  mayor.  El  mismo 
hombre  puede  colgarse  dé  un  alambre  ile  hier- 
roqtie  tenga  6  milímetros  de  sección  6  sean 


U 

algo  menos  que  3  de  diámetro,  sin  riesgo  nin- 
guno de  que  se  rompa. 

^TENTACION.  [Religión.)  Dase  este  nombre 
á  toda  instigación  ó  estímulo  que  sentimos  y 
que  nos  impulsa  á  hacer  alguna  cosa  mala.  La 
tentación  es  la  prueba  á  que  Dios  somete  al 
cristiano,  para  que  venciéndola,  se  haga  acree- 
dor á  una  recompensa  y  se  ciña  la  corona  del 
triunfo. 

Con  suma  oportunidad  advierte  vin  escritor 
teológico  que  cuando  la  Escritura  nos  dice  que 
Dios  tienta  á  los  hombres,  no  significa  que 
los  seduce  6  qneles  tiende  redes  para  hacer- 
los caer  en  el  pecado;  la  palabra  tentar  no 
tiene  este  sentido  en  los  libros  del  Antiguo  Tes- 
tamento, sino  que  quiere  decir  que  pone  su 
virtud  á  prueba.  Del  misino  modo,  tentar  á 
Dios,  no  es  querer  escitarle  al  mal,  sino  que- 
rer poner  su  omnipotencia  y  su  bondad  4 
prueba,  esperando  de  él  un  milagro  sin  nece- 
sidad ó  esponiéndose  temerariamente  áuu  pe-, 
ligro  del  cual  no  se  puede  salir  sin  un  auxi- 
lio milagroso  que  Dios  no  debe  ni  lia  prome- 
tido á  nadie.  Por  otra  parte,  cuando  alguno 
es  tentado,  dice  muy  oportunamente  el  após- 
tol Santiago,  capitulo  1  v.  XIII,  que  no  diga 
que  es  Dios  quien  te  tienta;  Dios  no  condu- 
ce al  mal,  no  tienta  a  nadie,  sino  que  todo  hom- 
bre es  tentado  por  su  propia"  concupiscencia 
que  le  seduce  y  le  inclina  al  pecado. 

Una  de  las  cuestiones  que  fueron  agitadas 
entre  los  padres  de  la  Iglesia  y  los  pelagia- 
nos  consistía  en  saber  si  el  hombre  puedo  re- 
sistir á  ias  tentaciones  aift  el  auxilio  de  la 
gracia  divina;  eslos  bereges  lo  sostenían,  y  su 
error  fué  unánimemente  condenado  por  la 
Iglesia.  Fué  proscripto  de  nuevo  por  el  con- 
cilio de  Trento. 

J.osqúetio  leen  el  Evangelio  mas  que  cou- 
espiritu  de  critica,  se  han  escandalizado  de 
que  el  Salvador  permitiese  al  demonio  tentar- 
le: esto  era,  dicen,  conceder  al  enemigo  de 
la  salvación  un  poder  injurioso  á  la  dignidad 
del  Hijo  de  Dios.  Los  padres  de  la, 'Iglesia,  han 
respondido  que  no  era  mas  injurioso  al  Salva- 
dor del  mundo  ser  tentado,  que  estar  reves- 
tido de  las  debilidades  de  la  liuiiianidad,  ser 
injuriado,  ultrajado  y  erucllieado  por  los  ju- 
díos. Quería  enseñarnos,  que  la  lenlacion  por 
sí  misma  no  es  un  crimen:  que  cuando  se  re- 
siste á  ella,  la  virtud  recibe  un  nuevo  lauro  y 
adquiere  mayor  mérito.  Quería  tranquilizar  á 
las  almas  tímidas  y  escrupulosas,  que  se  creen 
.culpables  porque  son  leuladas,  y  que  sedes- 
animan  en  el  camino  de  la  virtud;  quería  ma- 
nifestarles con  qué  armas  so  resiste  al  tehla- 
dor.  Estas  son  la  oración,  el  ayuno  y  las  lec- 
ciones de  la  palabra  de  Dios,  olla  sido  nece- 
sario, dice  San  Pablo,  que  el  Hijo  de  Dios  fuese 
semejanle  en  todo  á  sus  hermanos,  i  lia  de 
que  fuese  misericordioso  y  fiel  pontífice  cerca  , 
de  Dios,  para  obtener  el  perdón  de"  los  peca- 
dos de  su  pueblo:  puesto  que  ha  espcrimenla- 
do  tentaciones  y  padecimientos,  ha  adquirido 


TENSION— TENTACION 


TENTA  C10N— TEOLOGIA 


26 


el  poder  ele  socorrer  á  los  que  son  tentados; 
no  tenemos,  pues,  un  pontíllce  incapaz  de 
participar  de  nuestras  enfermedades,  puesto 
ijuo  las  lia  esporimentsuto  to  las,  á  eseepeiou 
del  pecado. 

TKNTHEUO.  [Historia  natural.)  fléncro  de 
Insectos  litrñéüáijterOB  déla  támüiá  de  los  ta- 
ladradores serrlfcros.  Eu  nuestro  pais  existen 
algunas  especies,  tales  son  las  llamadas  mos- 
cas de  sierra,  de  las  cuales,  la  que  vive  en  la 
escrofularia  ítenthredo  scrophularíce  dé  Tjtn.j 
es  parecida  á  una  avispa;  la  verde  i  f.  viridis 
de  Un;)  que  vive  en  el  abedul;  y  la  del  rosal 
(í.  rosee  de  Un.) 

TKXUIROSTKKS.  {Historia  natural.)  Con 
eslo  nombre  lia  establecido  Diuneril  dos  fami- 
lias de  aves,  una  en  el  órden  de  los  páseres 
y  que  tiene  por  caracteres:  dedos  estemos 
imidos  solo  fia  su  base;  pico  delgado,  largo  y 
sin  escotadura.  Comprende  los  géneros  alcedo, 
sitia,  merops,  órihorijhcKüS,  trochilus,  eéí"- 
thia  y  upupa.  La  otra  familia  es  del  orden  de 
las  zancudas  y  comprende  los  géneros  reettr- 
virostra,  numenius ,  scolopax,  vanellus  y 
ehará'df'iás. 

TEOCRACIA.  Forma  de  gobierno  en  que  el 
Estado  es  regido  y  gobernudo  por  la  yólUblád 
de  solo  Dios.  Según  Josefo,  el  antiguo  gobier- 
no de  los  judftis  era  teocrático,  porque  Dios 
mismo  decidía  de  todo  cnanto  tocaba  al  poder 
supremo.  Esta  teocracia  duró  hasta  Saúl;  y  co- 
tonees el  estado  se  hizo  monárquico. 

Atenas  tuvo  una  teocracia  pasagera:  en  tan- 
to que  los  hijos  de  Codro  se  dispufaban  el  po- 
der, el  pueblo  abolió  la  dignidad  real  y  decla- 
ró que,  Júpiter  era  e!  único  rey  del  pais.  El' 
gobierno  de  los  ¡neis  en  el  Perú  era  ieocráti- 
co.  También  es  hoydia  una  teocracia  el  siste- 
ma que  rige  al  'libelen  nombre  de  lama. 

En  rigor  pudiera  decirse  que  todas  las  na- 
ciones que  han  principiado  á  civilizarse  han 
estado  bajo  un  régimen  teocrático,  y  esto  pu- 
diera alirniarse  de  los  egipcios,  sirios,  caldeos, 
persas,  indios,  griegos  y  romanos,  puesto  que 
entre  estos  diferentes  pueblos  los  sacerdotes 
han  tenido  ntia  gran  participación  cu  la  auto- 
ridad y  en  el  gobierno,  y  es  muy  fácil  éspliclir 
la  razón  de  esto.  El  gobierno  paternal  ha  sido  el 
mas  antiguo  de  todos,  ni  era  posible  que  Hu- 
biese otra  autoridad  respetable  en  los  tiem- 
pos primitivos,  y  como  el  padre  de  familias 
era  al  misino  tiempo  el  gefe  de  la  religión,  el 
sacerdocio  y  la  autoridad  civil  se  hallaron  na- 
turalmente reunidos.  Luego  que  se  j untaron 
muchas  familias  en  una  ciudad  ó  se  asociaron 
para  hacerse  mas  fuertes,  necesitaron  un  ge- 
fe,  y  su  autoridad  se  modeló  por  la  que  ha- 
bían ejercido  antes  los  padres  de  familia;  de 
modo  que  el  poder  civil  y  la  autoridad  religio- 
sa eonlihuai'pn  en  una  misma  mano. 

Asi  es  como  nos  representa  la  Sagrada Ks- 
critura  á  ilfclqúlsédech  y  á  Jotró,  y  cómo  nos 
pinta  Virgilio  á  Anin  y.liiodoro  dé  Sicilia,  los 
primeros  reyes. 


Luego  que  las  naciones  fueron  siendo  mas 
numerosas,  se  multiplicaron  las  funciones  del 
sacerdocio  y  del  imperio,  y  se  conoció  la  ne- 
cesidad de  separarlas.  Las  del  rey  fueron  des- 
de entonces  practicar  la  justicia  civil  y  mar- 
char ai  frente  de  los  ejércitos,  asi  como  las  del 
sacerdote  el  presidir  al  culto  divino,  l'oro  co- 
mo para  este  cargo  se  elegía  comunmente  á 
los  ancianos  y  á  los  mas  sabios  y  mas  virtuo- 
sos de  la  nación,  ellos. vinieron  á  ser  los  con- 
sejeros ile  los  reyes  y  á  tomar  una  parte  prin- 
cipal en  el  gobierno. 

Todo  estose  concibe  perfectamente  sin  ne- 
cesidad de  recurrir  para  esplicarlo,  á  la  ambi- 
ción, á  la  impostura  de  ios  sacerdotes  y  á  su 
afectación  de  hacer  intervenir  á  la  Divinidad  eu 
todas  las  cosas:  cargos  que  se  les  han  dirigi- 
do injustamente,  mirando  las  cosas  á  través  del 
prisma  exagerado  del  espíritu  de  partido.  Asi 
como  los  reyes  no  ejercieron  en  un  principio 
las  funciones  del  sacerdocio  en  virtud  de  su 
autoridad  civil,  sino  por  la  sencillez  délos  go- 
biernos primitivos,  asilos  sacerdotes  no  loma- 
ron liarte  en  los  negocios  políticos  en  calidad 
de  mi  nistros  de  la  religión,  sino  porque  se  les 
llamaba  á  esta  participación  por  sus  grandes 
virtudes  y  capacidad  personal. 

TEOLOGÍA.  Llámase  asi  á  la  ciencia  que  tra- 
ta de  Dios  y  de  las  cosas  que  pertenecen  á 
su  naturaleza  y  operaciones,  y  á  la  religión 
que  es  el  callo  debido  al  mismo  Dios.  Bien  me- 
rece esta  importante  ciencia  que  le  dediquemos 
algunas  páginas  en  una  obra  de-la  índole  de 
la  présenle  ¥  como  las  materias  que  á  ella 
dicen  relación  están  tratadas  en  muchos  y  muy 
interesantes  artículos  esparcidos  en  diferentes 
lugares  de  nuestra  Enciclopedia,  vamos  á  li- 
mitarnos aqui  á  esponer  su  historia  y  vicisi- 
tudes desde  los  primitivos  tiempos  hasta  nues- 
tros dias. 

Divídese  la  teología  en  natural  (que  tam- 
bién se  llama  metafísica)  y  no  es  otra  cosa,  que 
el  conocimiento  de  Dios  por'sns  efectos,  por 
sus  obras  maravillosas,  por  el  órden  y  armo- 
nía que  en  ellas  reina,  por  la  sabiduría  que 
les  preside,  y  por  las  luces  de  la  humana  razón; 
y  en  sobrenatural  ó  revelada,  que  es  el  mis- 
mo conocimiento  de  Dios  y  de  las  cosas  divi- 
nas, obtenido  por  la  revelación.  Fundada  en 
la  fé  y  3b  la  autoridad  de  Dios,  que  ni  puede 
engañarse  ni  engañarnos,  reconoce  como  ver- 
daderos los  hechos  que  la  razón  humaua  no 
alcanza  á  descubrir,  porque  son  superiores  á 
ella,  y  los  misterios,  que  tan  poco  le  es  dado 
espllcar  porque  su  misma  naturaleza  los  hace 
incomprensibles. 

En  la  teología  se  fundan  la  religión,  que 
es  el  lazo  que  une  al  hombre  con  Dios,  cuyo 
pacto  misterioso  se  manifiesta  csioriormenle 
en  lodos  los  pueblos  del  mundo  por  medio 
del  culto,  que  no  es  otra  cosa  que  los  actos  de 
adoración  y  de  respeto  con  que  todos  los  pue- 
blos veneran  el  Ser  Supremo  aunque  de  dife- 
rente manera  unos  que  otros;  y  la  moral,  que 


27 


TEOLOGIA 


38 


es  la  ciencia  que,  enseñando  los  deberes  na- 
turales y  revelados  del  hombre  para  con  Dios, 
para  consigo  mismo  y  para  con  sus  semejan- 
tes, le  muestra  el  camino  que  le  conduce  pn 
este  inundo  al  aprecio  de  sus  hermanos  y  las 
bendiciones  del  cielo,  y  en  el  otro  á  ¡a  pose- 
sión de  la  gloria. 

Para  hacer  esta  esposieion  histérica  con 
el  orden  debido,  y  tomarla  desde  el  principio 
de  los  tiempos,  vamos  á  ocuparnos  ante  todo 
de  lo  que  era  la  teología  desde  Adán  hasta 
Moisés. 

En  los  sagrados  libros  aparece  claramente 
la  teología  de  este  período.  Adán,  criado  en 
gracia  de.  Dios  y  hablándole  familiarmente  en 
el  Paraíso  terrenal ,  logró  no  solo  alcanzar  y 
comprender  todas  las  cosas,  sino  el  mas  útil 
de  todos  los  conocimientos,  el  de  lo  que  es 
necesario  para  la  salvación.  Allí  vio  á  su  Ha- 
cedor, y  en  él  la  suprema  felicidad;  alli  cono- 
ció que  fué  criado  para  gozar  de  su  presencia; 
que  lá  gozarla  perpetuamente  si  quisiese;  que 
debía  amar  y  veuerar  á  su  Criador;  llenar  sus 
deberes  para  con  los  hombres  y  obedecer  los 
preceptos  de  Dios. 

Este  conocimiento  no  fué,  sin  embargo, 
bastante  poderoso  para  contenerle  en  su  de- 
ber; su  debilidad  le  precipitó  en  la  desobedien- 
cia; pecó,  y  él  y  so  triste  descendencia  quedó 
espuesta  á  la  ignorancia  ,  á  la  miseria,  á  las 
enfermedades,  á  la  muerle.  Tero  alli,  en  el 
lugar  de  su  infidencia,  en  el  momento  de  im- 
ponérsele el  castigo  de  su  culpa,  tuvieron  con- 
suelo sus  desgracias  con  la  noticia  de  que  Je- 
sucristo, hijo  único  de  Dios,  vendría  al  mun- 
do en  cierto  tiempo  para  redimir  al  género 
humano;  y  que  cuantos  creyeren  en  él  serian 
socorridos  con  el  auxilio  de  la  gracia. 

Fortificados  con  esta  creencia,  Adán,  sus 
hijos  y  descendientes,  manifestaron  aquella 
piedad  é  inocencia  de  vida  tan  agradable  á 
Dios,  y  en  que  tanto  sobresalen  Abel,  Unos, 
Enoc ,  Noé,  Sem,  Jafet  y  otros.  A  esto  se  aüa- 
de  que  muchos  de  ellos  vivieron  largo  tiem- 
po, que  conocieron  muchas  generaciones,  que 
hablaron  y  oyeron  al  mismo  Dios;  y  asi  pu  - 
dieron  dar  fé  de  lo  que  sabían  por  sus  ante- 
pasados y  enseñar  á  sus  sucesores  lo  que  ellos 
mismos  habían  conocido. 

Y  no  solo  antes  del  diluvio,  florecieron  es- 
tos hombres  piadosos  y  estos  patriarcas  san- 
tos, sino  que  después,  siguiendo  el  mismo 
método  y -practicando  las  mismas  virtudes,  hu- 
bo otros  mucho  i  que  se  hicieron  gratos  á  Dios 
por  su  inocencia,  por  su  fé,  por  su  obediencia 
y  por  su.  piedad:  hombres  cuya  memoria  no 
han^odido  borrar  los  siglos  con  sus  revolu- 
ciones, ni  el  tiempo  con  su  planta  asoladora. 
Entre  ellos  sobresalen  las  gigantescas  (¡guras 
de  Abraham,  Isaac  y  Jacob,  profetas  santísimos 
que  en  todos  los  actos  de  su  vida  seguían  los 
preceptos  de  sus  mayores,  y  no  se  apartaban 
en  un  ápice  de  la  ley  natural,  con  lauto  ma- 
yor motivo  cuanto  qucleshabia  prometido  que 


et  Redentor  del  mundo  nacería  de  su  familia. 

Nadie  ignora  que  cuanto  la  antigüedad  nos 
ha  trasmitido  ha  sido  por  medio  de  la  tradi- 
ción. Asi,  pues,  estos  eminentes  varones  ni 
formaron  ni  escribieron  libros,  y  mucho  me- 
nos tratados  de  teología,  siendo  asi  qne  el 
arte  de  reunir  estos  sistemas  era  á  la  sazón 
desconocido:  por  eso  los  críticos  se  afanan 
inútilmente  buscando  un  cuerpo  de  teología 
anterior  á  Moisés. 

Si  pasamos  ahora  á  los  tiempos  de  este 
inspirado  profeta  y  los  que  siguen  hasta  la  des- 
trucción del  primer  templo  de  Jerusalen,  ha- 
llaremos en  primer  lugar ,  que  Dios  no  dió  á 
Moisés  nuevos  dogmas,  y  antes  y  después  de 
este  legislador  los  hebreos  observaron  fiel- 
mente los  antiguos.  Mas  por  desgracia,  la  ido- 
latría habia  envuelto  en  su  manto  tenebroso 
muchos  pueblos,  .y  la  superstición  y  el  tiempo 
habían  borrado  de  la  memoria  cuantos  el  Se- 
ñor les  mandara  observar;  asi  es,  que  solo  el 
pueblo  judaico  era  el  depositario  de  la  buena 
doctrina;  solo  él  sabia  y  creía  que  vendría  el 
Mesías,  que  seria  Dios  y  hombre  y  que  espia- 
ría con  su  sangre  los  pecados  del  mundo. 

Constituido  Moisés  en  libertador  y  gefe 
del  pueblo  hebreo,  el  Señor  le  hizo  su  legis- 
lador dándole  en  el  Sinaí  tres  clases  de  leyes: 
naturales,  sagradas  y  políticas:  las  dos  pri- 
meras se  dirigen  á  confirmar  la  fé  del  Mesías: 
las  leyes  naturales  se  contienen  en  los  diez 
preceptos  del  Decálogo,  délos  cuales  los  tres 
primeros  comprenden  los  deberes  para  con 
Uios  ylareugion  naturai,  y  los  otros  siete  los 
deberes  para  con  los  hombres.  Las  leyes' sa- 
gradas esplican  los  ritos  que  debian  obser- 
varse en  el  templo  y  en  los  sacrificios.  Ulti- 
mamente, las  políticas  pertenecen  á  la  forma 
y  gobierno  de  la  república,  y  tienen  por  ob- 
jeto asegurar  las  vidas  y  haciendas  de  los  bo- 
breos.  Todas  estas  leyes  están  comprendidas 
en  el  Pentateuco. 

Por  esta  simple  esplicacion  se  vendrá  fá- 
cilmente en  conocimiento,  que  en  el  tiempo  á 
que  nos  referimos  tampoco  había  sistema  ni 
compendio  alguno  de  doctrina;  porque  si  bien 
el  Decálogo  contiene  los  principales  capítulos 
de  los  oltcíos,  sin  embargo,  ni  se  tratan  dis- 
tintamente, ni  se  distribuyen  con  el  órden  de- 
bido para  que  se  deduzcan  otras  consecuen- 
cias. 

Tampoco  nos  dejaron  compendio  alguno  de 
teología,  ni  usaron  método  alguno,  ni  tuvieron 
un  sistema  fijo  los  historiadores  sagrados,  que 
escribieron  los  preceptos  dogmáticos  ó  mora- 
les, como  David,  Salomón,  Daniel,  Jeremías, 
Isaías,  Ecequiel,  y  los  demás  profetas  que  flo- 
recieron autes  y  después  de  la  cautividad  de 
ISabilona;  limitándose  á  referir  algunas  cosas 
en  el  estilo  oriental,  esplicándolo  todo  por 
parábolas,  metáforas  y  figuras,  sacadas  de  las 
cosas  mas  vulgares  y  sencillas. 

También  hubo  desde  Samuel  á  Malaqnias 
en  Dethel,  Jericó  y  Caígala,  una  serie  de  pro,- 


TEOLOGIA 


felas,  (pie  divinamente  inspirados,  anunciaban 
lo  futuro,  instruían  al  pueblo  en  las  leyes  dei 
Señor,  cantaban  himnos  y  escribían  la  historia 
de  la  república.  Estos  profetas  se  ocupaban 
solo  de  !a  observancia  de  la  ley  divina,  de  que 
se  consideraban  custodios,  asi,  pues,  no  se 
entregaban  á  dispulas,  ni  entablaban  cuestio- 
nes didácticas  ,  ni  escribían,  ni  refutaban,  ni 
establecían  órdenes,  ni  sistemas;  y  siempre 
dedicados  á  la  contemplación  santa  del -Señor 
y  entregados  á  la  penitencia,  enseñaban  y  ex- 
hortaban al  pueblo;  y  si  por  casualidad  predi- 
caban doctrinas  erróneas  algunos  falsos  profe- 
tas, y  apartaban  al  pueblo  del  culto  debido  al 
Señor,  entonces  los  profetas  verdaderos,  en 
vez  de  argumentos ,  los  oponían  milagros  y. 
prófecfüs ,  y  Ja  impugnación  era  mas  bien  la 
obra  de  la  omnipotencia  que  la  del  discurso 
y  los  preceptos.  De  modo  que  la  teología  ju- 
daica ,  en  el  largo  espacio  que  media  desde 
Moisés  hasta  el  cautiverio  de  Babilonia,  consis- 
tía en  cumplir  la  íey  que  Dios  les  diera,  y  es- 
taba contenida  en  los  libros  santos;  y  en  ins- 
truir en  ella  al  pueblo,  confirmándolo  en  la 
esperanza  de  un  Mesías,  cuyas  circunstancias 
espusiero.n  claramente  los  profetas  que  le  su- 
cedieron. 

Durante  la  cautividad  de  Babilonia,  el  pue- 
blo judio,  viendo  destruido  su  templo,  olvidó 
con  el  trato  y  comunicación  de  los  caldeos, 
los  sagrados  ritos  y  sacrificios;  sin  embargo, 
la  energía  de  Daniel  y  Ecequiel,  y  sobretodo, 
la  misericordia  de  Dios,  hicieron  que  conser- 
vara en  su  corazón  los  principales  dogmas. 
Asi  cuando  volvió  á  su  patria  con  Zorobabel, 
Neemias,  Mardoqueo,  y  sus  primeros  jueces, 
para  edificar  de  nuevo  la  ciudad  de  Jenisalen 
y  el  templo,  suscitó  Dios  a  Esdrás,  Agen  y  Zaca- 
rías, que  gobernaron  sabiamente  la  república 
judaica,  y  devolvieron  su  primitivo  esplendor 
al  culto  estemo  de  la  religión.  Zacarías  y  Ageo 
escribieron  de  un  modo  pasmoso  algunos  ar- 
tículos de  nuestra  religión,  haciéndose  notar 
éste  por  la  precisión  con  que  trata  el  misterio 
de  la  Santísima  Trinidad ,  y  aquel  de  las  sa- 
gradas escrituras,  unidad  y  trinidad  de  Dios. 
También  disertaron  claramente  de  la  resurrec- 
ción de  los  muertos  y  del  purgatorio,  espli- 
cando  según  la  costumbre  antigua  en  las  sina- 
gogas los  demás  dogmas  judaicos. 

Muerto  Malaquias,  faltó  el  espíritu  de  pro- 
fecía, el  pueblo  careció  de  profetas  que  le  in- 
terpretasen los  divinos  artículos;  y  entonces 
los  rabinos  abusaron  de  su  posición,  y  llenos 
deunaorgullosa  conüanza,  despreciaron  aquel 
método  sensillo  de  enseñar,  que  aprendieron 
de  sus  mayores,  y  envolvieron  al  pueblo  en 
un  fárrago  de  cuestiones  y  controversias,  de 
que  resultó,  que  algunos,  poco  satisfechos  de 
los  preceptos  divinos  que  contenia  la  Sagrada 
Escritura,  y  sabiendo  que  existían  algunas  tra- 
diciones verbales  entre  ellos,  añadieron  é  in- 
terpretaron Ja  ley,  y  obligándose  a  cierta  dis- 
ciplina estenov,  muy  diferente  de  la  antigua, 


formaron  una  práctica  enteramente  nueva,  con 
nuevos  ritos  y  nuevas  ceremonias,  de  donde 
nació  la  llamada  ley  oral.  Otros  por  el  con- 
trario, se  adhirieron  á  las  palabras  de  la  ley, 
y  la  defendieron  enérgicamente.  De  aquí  re- 
sultó una  grave  desavenencia  entre  los  rabi- 
nos, que  produjo  su  división;  y  faltos  ya  de 
acuerdo,  sin  el  lazo  de  unión  que  los  estrecha- 
ba, se  pusieron  al  frente  de  las  diversas  es- 
cuelas, que  al  flu  dieron  por  resultado  las  sec- 
tas de  los  saduceos,  caraitas,  fariseos  y  ese- 
manos,  de  los  cuales  consta  la  teología  j  udáica. 

Sin  que  entremos  á  dar  á  conocer  á  cada 
secta  de  por  si  en  atención"  á  que  hablamos  de 
ellas  en  artículos  especiales,  debemos  mani- 
festar que  había  artículos  de  fé  en  que  todos 
convenían,  y  eran  la  creencia  de  un  Dios  cria- 
dor del  mundo ,  y  autor  de  la  ley  mosaica,  y 
la  de  que  el  pueblo  de  Israel  habia  sido  esco- 
gido por  Dios  entre  las  demás  naciones  para 
establecer  con  él  su  alianza  perpétua,  por  lo 
cual  todas  las  promesas  debían  cumplirse  con 
él  y  no  con  otros.  Tales  son  las  creencias  co- 
munes i  todas  las  sectas  judaicas. 

Llegamos  ya  á  los  tiempos  do  Jesucristo, 
en  cuya  época  recibió  la  teología  un  grande 
incremento  y  perfección.  En  esios  días  eterna- 
mente memorables,  por  la  virtud  del  Espíritu 
Santo  se  dieron  á  conocer  á  los  apóstoles  fo- 
sos los  dogmas  de  la  fé,  y  les  fueron  espli- 
cados,  para  que  comprendiesen  los  divinos 
misterios  y  enseñasen  esta  doctrina  á  la  Igle- 
sia, los  apóstoles  la  propagaron  de  palabra 
entre  el  pueblo.  El  mismo  Jesucristo  no  dejó 
escritos  sus  dogmas,  esto  es,  sus  leyes  y  con- 
sejos, ni  mandó  á  sus"  discípulos  que  los  es- 
cribiesen; sino  solo  que  los  predicasen  á  los 
pueblos.  Algunos  apóstoles,  sin  embargo,  juz- 
garon que  convenia  conservar  escrita  la  doc- 
trina del  Salvador,  á  cuyo  íin,  y  no  con  ob- 
jeto alguno  científico,  escribieron  el  Evan- 
gelio, y  los  que  publicaron  algunas  epístolas, 
hablaron  en  ellas  solo  de  aquellos  dogmas  que 
convenía  saber  a  los  que  escribían  ó  que  las 
pedían  para  aclarar  las  controversias  suscita- 
das en  la  Iglesia.  Nunca  se  dedicaron  á  publi- 
car compendios  de  teología,  sino  á  esplicar 
verbalmente  los  dogmas  con  toda  claridad, 
como  el  mismo  San  Pablo  manifiesta.  De  suer- 
te, que  aunque  el  apóstol  espone  en  el  capi- 
tulo VI  de  su  epístola  á  los  hebreos  los  prin- 
cipales dogmas  de  nuestra  religión,  no  formó 
de  ellos  un  compendio  completo,  niél  ni  los 
demás  apóstoles  pudieron  hacerlo,  pues  em- 
plearon toda  su  vida  en  combatir  con  los  ene- 
migos de  la  doctrina  cristiana.''  Así,  él  credo 
apostólico,  qile  abraza  los  principales  dogmas 
de  nuestra  fe,  no  debe  considerarse  como  el 
compendio  de  1  oda  la  teología  en  el  sentido 
que  hablamos,  pues  no  están  coordinados  ni 
esplicados  con  aquel  orden  que  es  propio  de 
los  compendios,  ni  uno  se  deduce  de  otro,  ni 
se  demuestra  con  argumentos,  como  es  pecu- 
liar á  los  sistemas. 


TEOLOGIA. 


32 


Los  padres  que  vivieron  en  tiempo  de  los 
apóstoles,  y  que  aprendieron  de  ellos  la  reli- 
gión .cristiana,  usaron  el  mismo  método  para 
encuñar.  Los  principales  fueron  Simón,  Igna- 
cio, Policarpo,  Papías  y  otros:  todos  los  cua- 
les se  dedicaban  á  predicar  el  Evangelio  á  íos 
in líeles,  á  confirmarlo  con  prodigios,  y  ense- 
ñar á  todos  la  doctrina  que  aprendieron  dé 
los  apósloies ,  sin  añadir  nada  nuevo  por  si 
misinos. 

Por  este  tiempo  Horacio  un  cierto  Hermas, 
discípulo  de  San  Pablo,  autor  del  libro  Pastor, 
que  dividió  cu  tres  partes:  la  primera  abraza 
la  cuatro  visiones ,  la  segunda  los  diez  pre- 
ceptos, y  la  tercera  las  diez  semejanzas.  Este 
libro  fué  tan  estimado  en  la  Iglesia,  que  no 
soíq  mereció  el  aprecio  de  eminentísimos  es- 
critores, sino  qué  fue  leído  publicamente  en 
las  de  Oriente.  Sin  embargo,  este  libro  solo 
trata  de  la  moral  ,  y  esto  sin  método  ni 
elegancia,  por  cuya  razón  no  podemos  iuferir 
de  él  sistema  alguno:  el  mismo  juicio  se 
debe  formar  déla  epístola  de  San  Ignacio  á  los 
magnesianos,  que  pertenece  mas  á  la  moral 
que  al  dogma.  Estos  doctores  fueron  mas  so- 
lícitos para  instruir  á  los  fieles  en  la  doc- 
trina de  Cristo,  qne  para  escribir  libros.  Los 
padres  apostólicos  enseñaban  á  los  fieles  y  ca- 
tecúmenos los  rudimentos  de  la  religión  cris- 
tiana, pero  de  un  modo  absolutamente  diver- 
so. Esplicaban  á  los  mas  ignorantes  la  nece- 
sidad de  la  penitencia  y  de  conformarse  á  las 
máximas  dei  Evangelio  y  ¡i  los  preceptos  del 
Decálogo,  enseñándoles  asimismo  el  Credo;  y 
á  todas  estas  cosas  las  daban  el  nombre  de 
liagoga.  En  cuanto  á  los  neófitos,  después  del 
bautismo  les  esplicaban  los  misterios  de  los 
cristianos,  como  la  Trinidad  ,  la  Encarnación, 
los  Sacramentos,  y  en  especial  ja  Eucaristía, 
Les  aconsejaban  ademas  que  guardasen  cons- 
tantemente la  misma  doctrina,  y  que  estuvie- 
sen preparados  para  defenderla  aun  á  costa  de 
la  vída  si  fuese  necesario.  De  estos  elementos 
constaba  su  teología. 

El  mismo  catequista  esplicaba  estas  cate- 
queses  en  lenguaje  familiar.  Por  esta  razón, 
después  de  mucho  liempo  se  llamaron  cale- 
quistas  aquellos  que  enseñaban  una  teología 
mas  abstracta,  esto  es,  que  interpretaban  los 
libros  sagrados;  y  con  este  nombre  se  desig- 
naba también  á  los  teólogos  que  interpretaban 
las  sagradas  letras,  y  aun  las  mismas  cuestio- 
nes teológicas.  , 

En  el  siglo  II  se  observó  el  mismo  método 
de  enseñar  la  teología  ,  tanto  respecto  á  los 
catecúmenos  como  á  los  infieles,  y  el  mismo 
usaron  también  los  catequistas.  Pero  si  se 
suscitaba  alguna  polémica  entre  los  fieles  acer- 
ca de  ta  inteligencia  de  las  escrituras  sanias, 
sacaban  el  Evangelio,,  que  se  tenía  en  gran 
veneración  y  de  este  modo  se  ponia  fin  á  la 
controversia.  Por  el  contrarío,  si  nacía  alguna 
duda,  si  ocurría  algún  lugar  oscuro,  se  con- 
sultaban los  ancianos  que  babíau  oído  á  los 


apóstoles  el  verdadero  sentido  de  las  palabras 
y  doclrinas',  y  asi  so  tranquilizaban.  De  esta 
suerte  se  confeccionaron  los  primeros  libros 
de  la  tradición  escrita,  en  los  cnales  los  teó- 
logos consignaban  aquellas  doctrinas  que  bu- 
bian  aprendido  de  sus  mayores  inspirados  por 
Dios. 

En  el  sigjo  J1I  ya  se  trató  la  teología  con 
mas  método  eu  las  escuelas,  especialmente  en 
las  de  Alejandría,  donde  enseñaron  muchos 
maestros  eruditos  como  Pantono ,  Clemente 
Alejandrino,  Orígenes,  Iteradas  y  oíros.  Ver- 
sados estos  en  la  ciencia  do  los  étnicos,  que 
trataban  las  cuestiones  cuidadosa  y  ordenada- 
mente, cuando  trabajaban  para  instruir  á  los 
cristianos,  les  enseñaban  los  dogmas  clara  y 
ordenadamente,  y  para  acomodarse  á  la  capa- 
cidad de  cada  uno,  distinguieron  la  isagoge  de 
ios  indoctos  de  la  do  los  mas  instruidos,  re- 
servando estapara  si,  y  dejaron  aquella  á  los 
demás.  Y  para  decirlo  de  una  vez,  aquellos  se 
llamaron  isagógicos,  y  estos  teólogos.  El  cargo 
de  los  teólogos  era  interpretar  alguna  parle 
de  la  Sagrada  Escritura  das  dias  de  la  semana, 
lo  cual  badán  los  mismos  obispos  ú  otras 
personas  por  su  mandato.  Estas  catequeses, 
|sin  embargo,  no  estaban  esplicadas  ni  escri- 
|  las  con  arle  y  método,  sino  que  se  improvi- 
!  saban  las  mas  veces  según  requería  la  ocasiou. 

Asi  ta  leologia  de  estos  padres  puede  re- 
ducirse á  cuatro  punios  principales.  I."  A  ins- 
truir á  los  catecúmenos  en  los  rudimentos  de 
la  fé  y  á  los  fieles  en  la  moral.  2."  A  vindicar" 
tanto  los  dogmas  como  los  ritos  de  los  cris- 
tianos, de  las  calumnias  de  los  étnicos.  3."  A 
demostrar  á  los  judíos,  si  era  necesario,  la 
verdad  de  la  religión  cristiana.  4."  A  interpre- 
tar los  teslos  de  la  Sagrada  Escritura  acomo- 
dados i  la  doctrina  evangélica  según  la  tradi- 
ción apostólica,  para  impugnar  á  los  hereges, 
y  rechazar  toda  novedad.  Pero  nunca  se  dedi- 
caron á  escribir  libros,  y  se  contentaban  con 
refutar  los  que  corrompían  la  doctrina  recibi- 
da de  sus  mayores,  figura  entre  los  escritores 
mas  notables  de  aquel  tiempo,  Orígenes,  que 
en  su  obra  De  priiicipiis  (de  que  solo  nos  que- 
da la  versión  latina  de  Rufino),  nos  dejó  una 
especie  de  compendio  de  la  religión  cristiana 
y  de  su  filosofía,  que  está  dividido  en  cuatro 
libros.  En  el  'primero  trata  del  Padre,  del  Hijo 
y  del  Espirito  Santo,  en  el  segundo  del  mundo, 
y  cuanto  en  él  se  contiene,  de  Dios,  como  au- 
tor del  Kuevo  y  Viejo  leslamcnlo;  do'la  En- 
carnación, del  mismo  Espíritu  Santo,  y  afirma 
que  asistió  á  Moisés,  á  los  profetas  y  á  los 
apóstoles;,  también  Labia  del  alma  del  hombre  , 
de  la  resurrección,  de  las  penas  y  de  los  pre- 
mios. En  el  tercero  trata  de  la  libertad  y  es- 
plica  por  qué  los  demonios  dañan  al  género 

I»  no;  esplicando  asimismo  ja  doctrina  déla 

terminación  del  mundo.  En  el  cuarto  habla  de 
iá  divinidad  de  los  libros  sagrados,  y  do  los 
j  muchos  y  muy  importantes  motivos  porque 
'  deben  leerse. 


TEOLOGIA 


Aunque  en  estos  libras  eslén  contenidos 
los  principales  dogmas  de  nuestra  .religión, 
sin  embargo,  se  engañan  los  quo  juzgan  que 
abrazan  un  sistema  completo  de  teología.  Al- 
go mas  se  formalizo  esle,  aunque  ne  llegó  i 
constilnirso  en  realidad,  porlos  padres  del  cuar- 
to y  quinto  siglo,  liulonees  varió  algún  lanío 
el  sistema  de  discutir  los  dogmas  teológicos 
y  se  dejó  el  método  sencillo  cou  que  babian 
gldo  ■traUtdíB8-;en  los  tiempos  anteriores,  porque 
los  doclores  cristianos  no  eseribiau  sino  para 
combatir  á  sus  enemigos,  y  en  aquel  tiempo 
se  disputaba,  no  solo  con  los  judíos  y  los  ét- 
nicos, sino  con  los  hereges. 

Su  método  de  discutir  era  el  siguiente:  pri- 
mero esponjan  los  íoslimonios  de  la  Sagrada 
Escrituro,  que  demostraban  laverdad  de  la  doe- 
Irina  cristiana.  A  ellos  unían  ios  Ioslimonios  de 
los  padres,  y  la  doctrina  recibida  de  losaposlo- 
les,  y  conservada  por  la  tradición.  En  seguida 
couausiliode  la  di  ¿íctico  y  con  el  raciocinio, 
sacaban  consGctienrlas,  no  escolástica,  sino  fa- 
miliarracnle.  Pero  como  los  padres  no  usaban 
de  este  método  sino  contra  los  bereges  y 
cuando  era  necesario,  porque  estos  no  ataea- 
ban  ni  alteraban  todos  los  dogmas,  sucedió  que 
lo.;  antiguos  obispos  y  saulos  padres,  no  es- 
pusieron  toda  la  doctrina  cristiana  con  el  mis- 
mo método,  ni  escribieron  obras  de  teología 
en  (Jriento  ni  Occidente. 

So  deben  considerarse  como  instituciones 
teológicas  las  cuatro  disertaciones  de  San  Gre- 
gorio Nacianceno  sobre  la  teología  aunque 
comprenden  cosas  muy  útiles;  porque  cu  la 
primera  demuestra  quien  debe  considerarse 
maestro  de  la  teología;  en  seguida  enseña  de 
que  manera  y  con  que  método  deba  disputarse;, 
también  arguye  a  los  que  proceden  temeraria- 
menie,  disputando  sobre  los  misterios  mas 
venerandos  de  nuestra  religión.  El  mismo  jui- 
cio debemos  formar  de  otros  escritores. -Exis- 
ten dos  libros  do  San  Atanasio,  de  los  cuales 
e!  primero  se  titula  Sinopsis  del  Viejo  y  iVuc- 
i»  Testamento  y  el  otro  S-yntagma  de  ¿adoc- 
trina para  todos  los  solitarios  y  cristianos, 
aun  los  legos.  Pero  unos  y  otros  pertenecen 
al  dogma.  En  el  primero  se.esplsca  cuanto  se 
contiene  en  cada  libro  de  ta  Sagrada  Escritura, 
en  el  otro  se  instruye  á  los  fieles,  en  especial 
á  Sos  monges,.  en  la'  moral. 

No  es,  poes,  posible  bailar,  ni  cu  San  Agus- 
tín ni  en  cualquier  otro  escritor  de  los  sis 
■glos  IV  y  V,  un  sistema  ó  compendio  de  tep- 
ogia.  Los  padres  ni  aun  creyeron  de  su  de- 
ber escribir  los  dogmas  de  fé  ordenadamente 
y  según  el  método  observado  por  los  filósofos; 
poniendo  todo  su  conato  en  defenderlos  de 
los  ataques  de  los  gentiles,  judíos  y  bereges; 
porcaya  raüon  no  conservamos,  ni  existen  es- 
critos algunos  de  los  santos  padres,  que  traten 
metódica  y  ordenadamente  de  la  teología,  tan- 
to mas  cnanto  que  no  lodos  los  dogmas  fue- 
ron atacados  por  los  bereges  en  un  mismo 
tiempo,  sino  unos  en  pos  de  otros. 

2172    DIDLIOTECA  IfOCtJLAft. 


Sin  embargo,  algunos  se  dedicaron  por 
entonces  á  la  critica  y  prestaron  con  ella  gran- 
des servicios  á  la  Iglesia.  Tales  fueron  Euso- 
bio  Cesariense,  tos  dos  Teodoros,  el  .de  Ileru- 
clea  y  el  de  Mopsuerta,  San  Gerónimo,  San 
|  Juan  Crisóstomo  y  Tcodoreto,  que  enriquecie- 
I  rou  sus  comentarios  con  advertencias  ciáticas 
é  históricas  de  grande  interés  y  tanto  que  los 
intérpretes  modernos  del  Nuevo  Testamentó, 
como  advierto  oportunamente  Calmet,  nada 
han  adelantado  sóbrelo  que  dejaron  escrito  los  ~ 
auliguos,  aunque  casi  todos  ignoraron  el  be- 
breo;  sin  embargo,  dejaron  acomodar  sus  in- 
terpretaciones al  texto  nebreo,  sacando  al 
efcclo  cun  lauto  tino  sus'  esposlciones  de  los 
escritores  precedentes,  no  sólo  en  lo  peiTene- 
..ciente  al  sentido  literal,  sino  también  al  ale- 
górico y  moral. 

Las  obras  que  aun  nos  quedan  de  los  san- 
tos padres  sobre  la  Escrilura,  pueden  reducir- 
se á  tres,  á  saber,  á  escoliones  redactados  por 
les  mas  sabios;  comentarios  para  utilidad  de 
aquellos  que  se  dedican  á  la  contemplación  de 
¡as  cosas  díviuas;  y  homilías,  acomodadas, 
bien  á  la  inteligencia  del  vulgo,  bien -a  la  de  '" 
los  bombres  ilustrados. 

A  fines  deí  sesiu  siglo  los  teólogos  esta- 
blecieron un  método  de  bablar  ordenado;  de- 
biéndose esto  principalmente  á  Anido  Jlanlio, 
que  babiéndose  dedicado  al  estudio  de  Aristó- 
teles, y  traducido  del  griego  al  laliu  algunas  de 
sus  obras,  empleó  en  varios-de  sus  libros  un 
órden  sistemático,  y  sirvió  á  otros  de  ejemplo 
para  publicar  algunos  cómpeodios'aunque  tos- 
cos é  imperfectos;  y  á  la  verdad  no  cabe  duda 
que  fueron  publicados  por  los  cristianos  mu- 
chos  libros  filosóficos  cu  este  siglo.  A  su  ter- 
minación empezaron  á  publicarse  algunos  com- 
pendios de  leologia,  aunque  imperfectos,  bajo 
diversos  títulos.  San  Isidoro  de  Sevilla,  publif 
có  tres  libros  de  sentencias  tomados  en  mu- 
cha parte  de  los  morales  de  San  Gregorio  Mag- 
no, ■  añadiendo  algunas  cosas  de  San  Agustín. 
Leoncio  Cipro  escribió  los  lugares  comunes 
teológicos,  que  tomó  de  las  obras  de  los  san- 
tos padres;  y  lo  mismo  hicieron  otros  varios, 
que  recopilaron  las  sentencias  de  la  Escritura 
Sagrada  y  de  aquellos  escritores,  como  Atana- 
sio, llamado  el  Sinatla,  que  se  valió  de  eilus 
para  refutar  los  acéfalos. 

Las  mismas  huellas  siguieron  los  escrito- 
res del  sétimo  siglo,  sobre  lodo  en  Occidente, 
pudiéndonos  servir  de  prueba  los  cinco  libros 
de  sentencias  de  Tajón,  obispo  de  Zaragoza., 
recopilados  de  los  escritos  de  San  íires'oriu 
Magno  y  de  San  Agustiu,  en  los  quu  trata  dü 
la  naturaleza  y  atribuios  de  Dios,  de  la  Eupar- 
naeion,  de  los  prelados,  de  los  órdenes  de  la 
Iglesia,  de  las  virtudes,  de  los  vicios,  de  los 
juicios  divinos,  .tentaciones  y  pecados,  délos 
condenados,  del  juicio  Opal  y  de  la  resurrec- 
ción de  la  carne. 

Pero  casi  todos  los  teólogos  sé  dedicaban 
coa  mas  .especialidad  á  la  interpretación  de 
T.   xxxm.  3 


36 


TEOLOGIA 


36 


los  sagrados  códices,  y  descuidaban  el  estu- 
dio de  Ja  filosofía  y  demás  ciencias  profanas, 
á  causa  de  que  San  Gregorio  quemó  ia  biblio- 
teca que  se  conservaba  en  el  templo  de  Apo- 
lo, de  suerte  que  esceptuando  algunos  escri- 
tores algo  versados  én  la  lectura  de  los  anti- 
guos hereges  y  mahometanos,  los  demás  se 
dedicaban  á  espliear  los  sagrados  libros  si- 
guiendo en  primer  lugar  á  Orígenes;  si  bien 
después  que  se  suscitaron  tan  graves  contro- 
versias sobre  sus  libros,  los  griegos  siguieron 
en  sus  interpretaciones  á  San  Juan  Crisóslomo, 
y  los  latinos  á  San  Agustín  y  San  Gregorio-, 

A  mediados  del  siglo  VIH  dió  á  luz  San 
Juan  Damasceno  ún  exacto  compendio  de  teo- 
logía, a  que  puso  por  tii.ulo  De  fide  ortodoxa. 
Habla-en  el  primer  Síbro  de  !a  naturaleza  y 
atributos  de  Dios,  y  de  las  divinas  personas; 
en  el  segundo  de  las  cosas  que  Dios  crió,  en 
particular  del  bombre,  de  la  Providencia,  de  la 
presciencia,  de  la  predestinación  y  del  pecado 
de  Adán;  trata  en  el  tercero  de  la  Encarnación 
de  la  persona,  y  de  las  dos  naturalezas  de 
Cristo;  y  por  último,  en  el  cuarto  de  la  fé,  del 
bautismo  y  de  otros  dogmas  de,  la  religión 
cristiana. 

'Esta' obra  se  escribió  para  combatir  á  los 
hereges-,  y  en  ella  toma  sus  argumentos  de  ¡as 
sagradas  escrituras  y  santos  padres;  y  como 
el  santo  gustaba  mucho  de  la  lilosofia  aristo- 
télica, en  particular  de  la  lógica,  á  causa  de 
su  mucha  familiaridad  con  los  árabes,  trató 
ja  teología  eon  un  mélodo  iilosóíico  y  trajo  á 
su  terreno  algunas  sutilezas  enteramente  des- 
conocidas á  los  primeros  maestros  de  esta 
ciencia,  siendo  uno  de  loa  primeros  que  dieron 
este  carácter  á  los  estudios  teológicos.  Por 
esta  razón  creen  algunos  que  el  Damasceno 
debe  ser  confado  en  el  número  de  tos  prime- 
ros escolásticos:  ademas  escribió  los  Paralelos 
sagrados,  que  condenen  la  misma  doctrina  que 
el  libro  anterior,  si  bien  ordenada  alfabética- 
mente. Esta  puede  llamarse  cou  razón  la  pri- 
mera época  del  sistema  teológico. 

l'or  lo  "demás,  todo  cuanto  escribieron  y 
adelantaron  los  teólogos  desde  el  siglo  VII  al 
X,  se  reduce  en  sn  mayor  parte  á  interpretar 
las  sagradas  escrituras  por  las  autoridades  do 
los  padres,  que  los  habían  precedido;  asi  lo 
líizo  en  el  siglo  VI  Procopío  Caceo,  en  el  Vil 
Apolonio  y  Julián  de  Toledo,  en  e!  VIH  Beda, 
Alcuirio,  Antonio  Mellísa,  Ambrosio  y  Antper- 
lo;  en  el  IX.  Paseasio  Radherto,  Esmaragdo, 
benito  Auséntense,  Floro  I.ugdouense,  Kaymo 
Halborstiidiensc,  Angel  Ludobiense,  Haimonio, 
Habana  Mauro,  Watafridó  Estrabo ,  Cristiano 
Drutmano,  Focion  y  Enrique  Aulosiodorensc; 
en  el  siglo  X  Moisés.  Bar-Cefa  y  otros,  aunque, 
pocos,  que  se  dedicaron  á  trabajar  en  el  mismo 
sentido.  Ademas  escribieron  Imm'Hias  que  di- 
rigían al  pueblo,  y  Combatían  las  lieregias  que 
nacieron  ó  se  renovaron  en  aquellos" tiempos. 

En  particular  el  siglo  IX  produjo  en' una  y 
otra  iglesia  muchos  teólogos  dados  á  la  polé- 


mica,, qiie  suscitaron  tres  grandes  conlrover- 
sías:  la  primera  se  trabó  entre  la  iglesia  orien- 
tal y  occidental  bajo  Focion,  patriarca  de  Cons- 
lantinopla,  y  bien  pronto  se  convirtió  en  un 
cisma:  la  seguuda  entre  los  occidentales,  so- 
bre ta  presencia  real  de  Jesucristo  en  la  Euca- 
ristía; una  y  otra  fué  reñida  y  duró  mucho 
tiempo:  la  tercera  ejercitó  el  talento  de  los 
teólogos  de  Occidente  contra  el  monge  Gontes- 
calco;  acerca  de  esto  escribieron  Aurelio,  Amu- 
lo Lugdonense,  Lupo  Servato,  Remigio  Lugdo- 
nense,  Hincmaro  Repiense,  Habano  y  otros. 
Contra  los  iconoclastas  escribieron  Nicéforo, 
Binigalo,  Teódulo  Estudita,  Jonás  Aurelianense 
y  otros.  Ejercitaron  sus  talentos  contra  los 
mahometanos,  judíos  y  hebreos,  Teodoro  Abo- 
cara, Agobardo ,  Anastasio ,  Rábano  Mauro  y 
Focion,  Finalmente  en  el  siglo  X  Moisés  Bar- 
Cefa,  Herígero  y  ltaterio  Veronense  disputaron 
sobre  el  i'araiso,  sobre  el  cuerpo  y  sangre  de 
Jesucristo,  y  sobre  varios  otros  artículos  de 
fé.  Muy  pocos,  fuera  de '  los  referidos,  torna- 
ron á  su  cargo  el  cuidado  de  tratar  los  dogmas 
en  este  siglo. 

Todos  estos  teólogos,  en  sus  polémicas  con 
I  sus  adversarios  se  acogieron  á  los  escritos  de 
'  tos  santos  padres  que  les  habían  precedido,  y 
'  refutaban  las  heregías  con  las  tradiciones,  sin 
necesidad  de  usar  de  ta  lilosofia;  por  cuya  ra- 
'  zon  es  inútil  buscar  en  ellos  orden  ni  método 
alguno,  porque  en  estos  tiempos  eran  enlera- 
:  mente  desconocidos;  y  ni  es  posible  hallar  en 
'sus  controversias  esa. manera  agradable  de 
:  presentar  las  cuestiones  que  es  hija  de  un  in- 
genio agudo  y  un  entendimiento  claro. 

En  el  periodo  trascurrido  desde  el  siglo  X 
al  XV,  es  donde  principia  yaá  encontrársela 
teología  escolástica.  Entonces  los  que  se  dedi- 
.  caban  á  su  estudio  no  se  ocupaban  de  ella  en 
todas  sus  partes,  sino  que  trataban  indistinta- 
mente una  que  otra,  ejercitándose  en  la  dia- 
léctica alejandrina,  de  modo  que  con  razón  se 
'  llama  este  el  siglo  de  la  dialéctica.  Esto  se  es-, 
I  plicja  por  si  mismo  muy  fácilmente.  A  lines 
del  siglo  XI  empezó  la  dominación  de  los  nor- 
mandos en  Italia,  y  bajo  sus  auspicios  empezó 
.  el  siglo  XII.  En  to,do  el  Occidente  dominaba 
el  gusto  por  la  dialéctica  ,  y  tos  ítíólogos  se 
!  ejercitaron  mucho  en  ella  con  oujelo  de  esci- 
'  tar  mas  fácilmente  lajuventud  al  estudio  y  lec- 
tura de  los  códigos  sagrados.  En  los  últimos 
años  de  este  siglo  se  fundó  la  universidad  de 
Nápoles,  donde,  como  en  las  demás  escuelas; 
se  enseñó  la  teología  mezclada  con  la  dialéc- 
tica y  las  demás  sutilezas  y  argucias  que  cu 
otras  se  usaban;  y  este  mélodo  no  dejo  de 
traer  consigo  abusos  lamentables,  puesto  que 
algunos,  teólogos  trataron  de  esclarecer  tos 
míslerios^quesolo  deben  esplicarse  por  la  re- 
velación) bajo  los  principios  de  la  lógica  y 
metafísica,  de  lo  cual  surgieron  muchos  erro- 
res, en  cuya  impugnación  se  ocuparou  ilustres 
teólogos.  Entre,  los  autores  de  aquel  funesto 
sistema,  merecen  particular  mención  por  sus 


37 


TEOLOGÍA. 


38 


talentos  y  por  el  renombre  que  alcanzaron, 
Abelardo,  Amálelo  de  Brescia,  Gilberto  l'orre- 
tauo,  Almarico,  David  y  Dinanlo,  á  los  que 
pudieran  añadirse  otros  dé  menos  fama,  cu- 
yas doctrinas  condenaron  los  concilios  y  la 
tradición,  y  que  escitaron  la  animadversión  de 
doctos  y  santos  teólogos ,  grandemente  ins- 
truidos en  la  dialéctica.  Lo  peor  fué  que  como 
el  estudio  dé  la  dialéctica  estaba  tan  arraiga- 
do, no  pudo  ponerse  remedio  al  mal  con  es- 
tas medidas  y  continuó  el  prurito  de  disputar 
y  de  mezclar  las  cosas  sagradas  con  las  cavi- 
laciones y  so  Asmas,  dando  esto  ocasión  á  que 
se  escribiesen  en  el  siglo  Xll  muchos  compen- 
dios de  teología  con  el  nombre  de  Sentencias. 
Asi  vemos  la  teologia  en  este  tiempo  llena  de 
cuestiones  dialécticas  y  metafísicas,  merecien- 
do particular  distinción  entre  los  autores  de 
esta  clase  de  obras  Simón  Toniacense ,  Gil- 
berto Porretano,  Pedro  Pielaviense-,  Hugo  de 
San  Víctor,  Roberto  Pulo,  y  Pedro  Lombardo, 
que  escedieron' en  mérito  á  los  demás.  Aun- 
que algunos  de  estos  hayan  sido  calificados 
por  los  teólogos  de  innovadores,  temerarios  y 
aun  liereges,  muchos  de  ellos  brillaron  indu- 
dablemente por  la  elevación  de  sus  talentos, 
y  de  eslas  controversias  nació  indudablemente 
la  teologia  escolástica  que  tanto  brilló  en  el 
slguienle  siglo,  y  llegó  en  éi  á  su  mayor  apo- 
geo. Esta  suele  llamarse  en  los  historiadores 
eclesiásticos  la  adolescencia  de  la  ieologia  ecle- 
siástica ,  porque  como  en  la  universidad  de 
París  fué  admitida  y  aun  ensalzada,  desde  alli, 
como  de  un  centro  luminoso,  se  cstendió  por 
las  demás  universidades  del  mundo. 

Las  sumas  ó  compendios  á  que  hemos  alu- 
dido, eran  colecciones  de  las,scntencia3  de  los 
sanios  padres,  que  coordinaban  para  ilustrar 
y  esclarecer  mas  la  doctrina  católica,  y  para 
dirimir  mas  fácilmente  las  cuestiones  que  so- 
lían establecer,  y  á  las  que  añadían  otras  su" 
tilezas  qué  definían  con  palabras  metafísicas. 
El  mas  templado  en  su  estilo  de  todos  estos 
autores,  fué  Pedro  Lombardo ,  quien  aunque 
seguía  á  Aristóteles  como  contrario  á  San  Agus- 
tín, se  abstuvo  en  cuanto  pudo  de  la  dialécti- 
ca, argumentos  filosóficos  y  autoridades  de  los 
mismos  filósofqs.  Era  tan  estimada  su  doctrina, 
gozaba  de      autoridad  en  la  universidad  de 
París  y  en  palacio,  y  se  leia  con  tanta  avidez 
por  sus  discípulos,  que  á  pesar  de  todos  los 
esfuerzos,  no  pudo  conseguirse  destronarla  de 
aquella  universidad , .  donde  si  no  la  inventó, 
fué  el  primero  que  la  enseñó  públicamente;  y 
como  después  fue  elevado  á  la  silla  episcopal 
de  París,  fueron  aprobados  su  modo  de  filoso- 
far y  su  obra ,  y  pocos  años  después  acep- 
tada por  todos  los  teólogos  y  enseñada  á 
la  juventud.  Aunque  Lombardo  tomó  de  Cam- 
pillo y  Abelardo  el  método  de  enseñar  las 
facultades  sagradas ,  sin  embargo  ,  anlcs  que 
los  demás  formó  y  practicó  con  ayuda  de  la 
dialéctica  un  método  teológico  confeccionado 
de  citas  de  la  Sagrada  Escritura  y  santos  pa- 


dres, que  fué  aprobado  y  recibido  por  fodos 
los  demás  teólogos,  por  cuya  razón  figura  en 
primer  lugar- entre  los  teólogos  de  aquel  tiem- 
po y  es  considerado  como  0u  gefe  y  maestro. 

En  el  siglo  X.11  hubo  algunos  leólogos  que 
interpretaron  ordenadamente  la  Sagrada  Escri- 
tura; pero  cuan  -estéril  y  casi  iuúiil  fué  este 
trabajó  lo-  demuestra  Pedro  Coinestor  en  su 
Historia  escolástica.  Debe,  no  obstante,  hacer- 
se una  honorífica  escepcion  en  favor  del  gran 
padre  San  Bernardo,  que  lo  llevó  á  cabo  con 
admirable  sabiduría. 

Movidos  del  ejemplo  de  Alejandro  de  Alés, 
que  fué  el  primero  que-espíicú  allfaestro.de 
las  sentencias,  Lombardo  ,  muchos  teólogos 
escribieron  comentarios  sobre  ellas,  como  Al- 
berto Magno  y  otros,  y  las  llenaron  de  tantas 
disertaciones  nuevas  ,  que  cualquiera  que  los 
compare  con  Pedro  Lombardo  ,  le  juzga ''anti- 
escolástico. Los  que  de  este  modo  trataban  la 
teologia,  no  podían  contenerse  sin  mezclar 
nuevas  é  inútiles  cuestiones,  que  trataban  di? 
ínsaniente  ,  y  en  las  que  hacían  consistir  la 
ciencia  y  la  erudición. 

Al  ver  llevada  la  teologia  á  este  terreno, 
hubo  hombres  instruidos  que  se  opusieron 
á  esle  sistema,  siendo  el  primero  Inocencio  III, 
que  queriendo  reformar  en  París  el  número  de 
los  maestros^  que  enseñaban,  asi  la  teologia, 
escribió  al  arzobispo  para  que  redujese  á  ocho 
los  profesores  de  aquella  universidad,  repután- 
dolos suficientes  para  desempeñar  las  cáiedras, 
si  bien  se  ignora  el  éxito  que  tuvo  este  man- 
dato. La  misma  universidad  de  París  viendo  la 
corrupción  que  en  sus  escuelas,  se  había  intro- 
ducido, nombró  ocho  de  sus  mas  célebres  doc- 
tores y  les  mandó  que  renovasen  los  antiguos 
esl atufos,  añadiendo  lo  que  creyesen  necesa- 
rio, para  remediar  los  males  que  habían  inva- 
dido las  aulas,  en  particular  las  de  íilosofia 
y  teologia,  estableciéndose  entonces  que  solo 
se  enséñase  según  los  santos  padres  y  sagra- 
das escrituras. 

Entretanto  el  eminentísimo  Santo  Tomás 
de  Aquino,  honor  y  gloria  de  Ñapóles,  en  cu- 
ya universidad  fué  profesor,  viendo  tan  mal 
enseñada  la  teologia  y  destituida  de  método, 
trabaja  para  descubrir  los  errores  de  Averroes 
é  interpretar  reciamente  los  libros  de  Aristó- 
teles. Esto  se  propuso  en  su  admirable  Suma 
teológica;  y  mas  aun  que  todo,  el  demostrar 
que  la  santa  doctrina;  solo  puede  hallarse  en 
la  Sagrada  Escritura ,  concilios  y  santos  pa- 
dres, descartando  de  ella  el  fárrago  de  cues- 
tiones inútiles.  Y  no  se  detuvo  aqui,  sino  que 
demostró  ademas  que  podían  tomarse  algunas " 
cosas  de  Aristóteles  sin  perjudicar  en  lo  mas 
mínimo  los  dogmas  recibidos  de  nuestros  ma- 
yores. 

Al  contemplar  los  medios  empleados  por 
este  santo  doclor  para  establecer  y  llevar  á  ca- 
bo su  plan  admirable,  es  imposible  no  ensal- 
zarle hasta  las  nubes,  y  mas  si  se  considera 
que  en  medio  de.  tanta  ignorancia,  y  precisa- 


39 


TEOLOGIA 


40 


mente  en  un  siglo  en  que  todos  los  talentos 
se  ejercitaban  en  cuestiones  vanas  6  inútiles, 
se  opuso  á  las  peliyi'osas  novedades  introdu- 
cidas eñ  las  ciencias,  las  refutó  vigorosamente, 
y  puso  remedio  á  tanta  desgracia  sin  arredrar- 
se en  peligros  de  ningún  género.  Después  de 
sn  muerte,  y  aleccionados  por  sus  escritos,  se 
dedicaron  muclios  á  reducir  al  método  de  la 
filosofía  aristotélica  la  teología  escolástica,  por 
cuya  razón  dicen  los  eruditos  que  esta  ciencia 
llego  á  su  perfección  dcspnrs  de  mediado  el 
siglo  XIII,  esto  es,  después  de  Alberto  Magno 
y  de  Santo  Temías;  y  efectivamente,  en  esta 
época'  fué  cuando  empezó  á  figurar  en  la  re- 
pública literaria  adornada  con  todos  los  mati- 
ces dé  la  filosofía- arábiga  ,  por  lo  cual  no  pa- 
rece fuera  de  propósito  fijar  aquí  la  segunda 
.  época  de  la  teología  escolástica,  que  llegó  has- 
ta Durando  de  San  Pociano,  que  floreció  en 
el  siglo  siguiente. 

Lo  mas  célebre  y  digno  de  admiración  de 
cuanto  escribió  Santo  Tomás,  es  sin  dispula  la 
Suma  teológica,  que  dividid  en  Ires  partes: 
en  la  primera  trata  de  Dios  y  de  sus  atribuios, 
de  la  bienaventuranza,  y  do  la  Trinidad;  la  se- 
gunda está  dividida  en  dos ,  en  las  cuales  la 
primera  traía  del  último  fin  del  hombre,  de  los 
aclos  humanos,  de  su  origen,  de  los  vicios  y 
virtudes  y  ademas  de  la  ley  y  de  la  gracia;  y 
la-  segunda  de  las  virtudes  teológicas  y  mo- 
rales; por;  fin,  la  tereera  y  última,  trata  de  la 
Encarnación,  de  Jesucristo  y  de  los  Sacramen- 
tos. Ademas  escribió  el  santo  un  comen- 
tario sobre  Lombardo,  y  otras  obras.  También 
son  muy  dignos  de  elogio  sus  libros  contra 
los  étnicos,  en  los  cuales  espóne  de  un  modo 
admirable  la  teología  natural,  y  nos  manifiesta 
claramente  cuanto  hubiera  podido  adelantar  y 
escribir  en  filosofía  y  erudición,  si  sé  hubiera 
dedicado  á  estos  trabajos. 

Su  método  de  disertar  en  teología  es  e!  si- 
guiente: usa  do  las  autoridades  de  la  Sagrada 
Escritura  y  santos  padres  para  decidir  las. con- 
troversias y. las. corrobora,  cuando  puede  y  lo 
cree  oportuno,  con  argumentos  metafisicos  y 
autoridades  de  los  filósofos.  También  añade  al- 
gunas cuestiones  sutiles*  que  esplíca  y  resuel- 
ve- según  el  modo  de  raciocinar  de  los  árabes 
que  estaba  en  aquel  tiempo  muy  admitido,  por 
cuya  razón  se  ve  que  siguió  un  término  me- 
dio entre  las  doctrinas  ingeniosas  de  los  esco- 
lásticos y  la  rígida  filosofía  de  los  santos  pa- 
dres antiguos. 

Contemporáneo  de  Santo  Tomás  fué  cf  car- 
denal San  Buenaventura,  que  ademas  de  mu- 
chos comentarios  sobre  las  sagradas  escritu- 
ras y  otras  obras,  escribió  también  sóbrelos 
cuadro  libros  de  las  sentencias  ,  imitando  á 
Hiles  y  Santo  Tomás,  cuya  obra  fué  tenida  en 
gran  precio  por  los  eruditos.  Este  santo  doc- 
tor se  aparta  mas  que  nirigun  otro  de  las 
cuestiones  dialécticas. 

Desde  esle  tiempo  loa  teólogos  se  dividie- 
ron .en  sentenciarios,  sumistas  y  quodlibeta- 


rios;  los  primeros  esplicaban  los  libros  de  las 
sentencias  de  Podro  Lombardo;  los  segundos 
daban  á  luz  nuevas  sumas  ó  seguían  á  la  le- 
tra y  comentaban  la  de  Santo  Tomás;  y  los 
terceros  no  sigui  .ndo  un  sistema  lijo,  como  lo 
indica  su  nombre  {quod  libet)  disputaban  co- 
mo los  antiguos  académicos,  siguiendo  ya 
esta,  ya  la  otra  doctrina,  y  dejando  en  liber- 
tad á  sus  adversarios  para  impugnar  ó  defen- 
der la  opinión  que  gustasen,  El  gefe  de  estos 
fué,  según  algunos,  Gualtcro  obispo  pictavie- 
no,  á  quien  imitó  Santo  Tomás,  En  estas  tres 
clase  de  teólogos  estuvo  dividida  la  escuela  en 
la  segunda  y  tercera  edad  de  la  teología. 

A  principios  del  siglo  XIV,  floreció  el  fran- 
ciscano Juan  Dnrts  Bcoto ,- doctor  de  teología 
en  París,-  quien  espnrgando  las  doctrinas  de 
Santo  Tomás,  San  Buenaventura  y  otros,  re- 
chazaba los  argumentos  que  le  parecían  dé- 
biles con  una  sutileza  de  raciocinio  admirable; 
mas  . como  esto  lo  hacia  precisamente  en  la 
época  que  estaba  en  su  apogeo  la  doctrina  de 
Santo  Tomás,  los  afiliados  á  esta  escuela",  y  los 
que  se  declararon  por  la  del  doctor  parisiense, 
se  pusieron  en  pugna  basta  dividirse  en  dos 
partidos,  que  del  nombre  délos  doctores  se  lla- 
maron tomistas  y  escotistas,  partidos  que  por 
mucho  tiempo  se  han  disputado  y  aun  se  dis- 
putan el  campo  de  la  ciencia  teológica,  sin  que 
haya  habido  quien  se  tome  el  trabajo  dé  con- 
ciliarios. 

Estas  controversias  metafísicas  formaban 
la>  base  de  la  teología  en  los  tiempos  á  que 
nos  referimos,  porque  los  teólogos  en  vez  de 
seguir  las  huellas  de  Santo  Tomás,  estudiando 
y  utilizando  este  admirable  modelo,  sé  ocu- 
paron principalmente  en  .inventar  cuestiones 
nuevas,  ingeniosas  y  sutiles,  sin  que  ningu- 
no quisiere  ceder  de  su  opinión,  naciendo  dé 
cada  cuestión  otras  infinitas,  en  las  que  se  ocu- 
paban los  ingenios,  malgastando  unos  talen- 
tos que  bien  empleados  y  bien  dirigidos  hu- 
bieran sido  muy  útiles  á  la  iglesia  y  á  la 
ciencia.    -  .-  ' 

Todavía  vinieron  á  animar  y  acalorar  es- 
fas  discusiones  dos  hombres  celebérrimos,  el 
dominicano  Guillermo  Durando  de  San  Porcia- 
no  y  el  franciscano  Guillelmo  Ochamo,  que.  ha- 
cia la  mitad  de  este  siglo  obtuvieron  grau  re- 
putación entre  los  teólogos. 

Casi  todos  los  de  Occidente  siguieron  la 
teología  escolástica,' y  los  mas  sobresalientes 
interpretaron  á  i'edro  Lombardo,  ansiosos  de 
adquirir  por  este  medio  la  reputación  que 
anhelaban:  algunos  para  hacerse  mas  nota- 
bles, escribían  sumas  de  cuestiones  teóricas 
y  morales;  asi  lo  hicieron  en  el  siglo  X 1 II 
Guiilelmode  Salome,  San  Raimundo  dePBñalbrt 
y  otros;  en  el  XtV,  Astesano,  Monaldo,  Alva- 
ro Pelagio,  Bartolomé  de  Santa  Concordia;  en 
el  XV  San  Antonino ,  Bautista  Salvis,  Tróva- 
malis,  Angel  do  Clavario,  Pacífico  Noyarienso 
y  otros.  Otras  veces  daban  á  luz  compendios 
sacados  de  las  sumas,  como  hizo  Juan  Tentó- 


TEOLOGIA. 


nicoqiie  .formó  el  suyo  de  las  de  Santo  Tomás, 
Pedro  Taranlariense,  Ilosliensc,  San  Eaimumlo 
y  oíros  varios.  Otros,  imri([uc  pocos,  so  dedi- 
caron á  lajeologia  polémica,  tales  fueron  en  el 
siglo  SBÍ  Santo  Tomás  de  Aqnino,  en  el  XIV 
Guido  PerpiniHiio  y  Pelagio  y  en  e!  XV  Paulo 
Burgense,  Gerónimo  de  Santa  Fe,  Párchelo  de 
Salvaticis,  Alfonso  Espina  y  otros,  que  impug- 
naron á  los  judios.  fUilio 'también  en  este  si- 
glo algunos  que  refiflaron  á  los  wiclelistas  y 
husitas;  otros  compusieron  obras  contra  los 
errores  de  los  griegos  y  en  deFensa  det  conci- 
lio florentino,  entre  los  que  podemos  enume- 
rar á  los  griegos  Jorge  Trapeznnlino  y  Esco- 
larlo, Jo?é  Metouiense,  Prolosincelo,  el  car- 
denal Besurion.  Isidoro  Tesalonicense  y  oíros 
varios.  Por  último,  entre  los  que  se  dedica- 
ron i  la  hermenéutica,  podemos  contar  en  el 
siglo  XII!  á  San  Antonio  de  Padua,  primer 
lector  del  órrien  seráfico  que  interpretó  sa- 
biamente los  códices  sagrados;  y  Hugo  de  San 
Caro,  que  fué  el  primero  que  liiüo  concordan- 
cias; Pedro  Tarantariense  y  otros.  En  el  si- 
glo XIV  Engclberto,  Aureolo,  Lodolfo  Sacio, 
(¡ofiamo  liyinerico  y  sobre  todos  Nicolás  lira, 
que  abjurando  el  judaismo  y  abrazando  el  es- 
tado religioso  en  la  órden  de  San  Francisco, 
restauró  en  este  siglo  el  estudio  de  las  sanias 
escrituras  y  escribió  su  Postülam  ai  Glosam. 
Ademas  hubo  machos  en  el  siglo  XV  que  tra- 
taren esle  asiuító  con  el  mayor  esmero;  tales 
fueron  Pablo  Burgense,  Gerónimo  de  Santa  Fe, 
Tomás  Inglés,  y  el  Tostado,  que  nos  ha  lega- 
do unos  eruditos  comentarios  sobre  las  sagra- 
das escrituras. 

Si  de  la  Iglesia  de  Occidente  nos  traslada- 
mos ahora  á  la  Oriental,  veremos  que  en  ella 
fué  diverso  el  modo  de  enseñar  la  teología 
desde  el  siglo  XI  hasta  la  mitad  de!  XV.  Los 
griegos  no  disputaban  como  los  escolásticos 
ineiafisicautente,  sino  por  otro  método,  corno 
puede  verse  cu  la  obra  titulada  Panoplia  ad- 
versus  hwrulicoz,  de  Eutimio  Zigabeno,  que 
vivió  á  principios  del  siglo  XII,  en  la  que  se 
noia  cierto  sistema  de  teología  polémica,  y 
como  algunos  teólogos,  para  refutar  á  los  lie- 
reges,  judíos  y  sarracenos,  tomaban  algunas 
sentencias  de  los  padres  griegos.  Eutimio  los 
coleccionó  para  alivio  de  los  lectores,  aunque 
sin  establecer  cuestiones  ni  controversias  nue- 
vas, como  hacían  los  escolásticos.  Et  mismo  sis- 
tema siguieron  en  el  siglo  XIII,'  como  lo  niant- 
Itcsta  entre  oirás  obras  la  titulada  Tkescturus 
fiihi  ortodoxa  de  Ricotas  Achomiiiates,  en  la 
que  este  ilustrado  escritor  refiere  detenida- 
mente todas  las  heregias. 

Volviendo  al  Occidente,  vemos  que,  aun- 
que casi  Iodos  los  escolásticos  malgastaban  el 
tiempo  en  cuestiones  metafísicas,  ya  en  el  si- 
glo XV  se  levantaron  enérgicamente  contra 
esle  sistema  y  l'o  condenaron  abiertamente  al- 
gunos muy  notables;  entre  ellos  Juan  Gerson, 
canciller  de  París,  Nicolás  Clemangio,  su  ilus- 
tre discípulo,  y  otros  varios  franceses,  á  los 


que  pueden  añadirse  los  italianos  Francisco 
Petrarca,  Rodulfo  Agrícola, "Pico  Mirandulatio  y 
luis  Antonio  Muratori.  Al  mismo  tiempo  los 
teólogos  latinos  de  aquel  íiompo  en  la  preci- 
sión de  impugnar  á  los  griegos,  wiclelistas  y 
á  los  husitas,  se  vieron  obligados  á  leer  la  Sa- 
grada Escritura,  la  tradición  y  los  santos  pa- 
dres; y  asi  llegaron  á  convencerse  que  solo 
en  estas  fuentes  podían  encontrar  los  verda- 
deros fundamentos  de  la  teología.  Por  otra 
parte,  el  estudio  délas  humanidades  y  espe- 
cialmente, el  de  las  lenguas  griega  y  latina, 
hizo  que  muchos  leyesen  el  original  de  los 
padres  de  aquella  Iglesia,  y  alli  bebiesen  las 
mas  puras  y-  sanas,  doctrinas.  Esto,  no  obstan- 
te, muchos  teólogos  siguieron  distinto  sistema, 
y  he  aqni  porque  en  aquellos  tiempos  se  die- 
ron á  conocer  casi  todos  los  casuistas  que 
por  espacio  de  tres  siglos  fueron  desconocidos 
en  la  Iglesia  y  nacieron  de  la  teología  escolás- 
tica. Los  teólogos  que  ignoraban  la  Sagrada 
Escritura,  la  tradición  y  los  decretos  de  ios 
concilios  en  las  cosas  pertenecientes  á  la  teo- 
logía moral,  delinian  todas  las  cosas  según  la 
razón  y  con  arreglo  $  la  filosofía  peripatética. 
De  donde  resultó,  según  Mabillou,  tanla  dife- 
rencia de  opiniones  y  tan  licenciosas,  que 
apenas  hay  maldad  alguna  que  no  haya  sido 
disculpada,  para  lo  cual  han  buscado  mil  y  mil 
razones  especiosas. 

Viendo  que  e!  mal  iba  en  aumento,  Ale- 
jando VII,  Inocencio  XI,  y  después  sus  suce- 
sores, llenos  de  santo  celo,  lanzaron  las  ana- 
temas contra  estas  doctrinas,  significando  el 
primero  todo  el  dolor  de  su  espíritu  en  su 
constitución  del  24  de  setiembre  de  10(55- 

La  teología  escolástica  se' dividió  en  varias 
sectas,  de  las  cuales  las  mas  célebres  son  la 
de  los  tomistas,  la  de  los  escotístas,  la  de  los 
jesuítas  y  la  de  los  agustinos.  La  primera  re- 
conoce por  gefe  á  Sanio  Tomás,  la  segunda  á 
Escoto,  la  tercera  al  jesuíta  español  Luis  de 
Molina,  que  floreció  en  el  siglo  XVI,  y  la  cuar- 
ta á  Sau  Agustín  ó  mejor  dicho  á  los  que  ilus- 
traron sus  doctrinas.  Estas  escuelas  no  disien- 
ten en  todos  y  cada  uno  de  los  puntos  de  la 
teología,  sino  en  los  relativos  á  la  gracia  de 
Jesucristo,  y  á  las  cuestiones  quede  aqui  ema- 
nan. Pero  en  todas  estas  controversias  es  pre- 
ciso distinguir  cuidadosamente  el  dogma  de 
las  opiniones  particulares  de  las  escuelas, 
puesto  que  estamos  obligados  á  adherirnos  de 
todo  corazón  ai  primero,  al  paso  que  no  nos  es 
absolutamente  necesario  adoptar  ó  rechazar 
esta  ó  la  otra  opinión. 

Conviene  observar  aqni  que  la  teología  se 
ha  enseñado  bajo  diversos  métodos  según  lo 
han  exigido  las  circunstancias  de  los- tiempos; 
asi  es  que  cuando  dominó  en  las  escuelas  cris- 
lianas  la  filosofía,  se  cultivó  la  teología  como 
sucedió  en  el  siglo  111,  IV  y  V;  donde  decayó 
aquella,  decayó  también  esla  en  lo  loeanlc  a! 
método,  como  aconteció  en  todo  el  tiempo  que 
medía  desde  el  siglo  VI  al  XII;  y  cuando  la  ft- 


43 


TEOLOGIA 


losofía  se  vició  entre  el  fárrago  inútil  ele  ar- 
gucias y  de  cuestiones  inútiles,  la  teología  se 
estiüivio  en  el  mismo  sentido  descendiendo  de 
aquella  majestuosa  dignidad" que  llenó  de  ad- 
miración hasta  á  los  étnicos  en  los  primeros 
tiempos  del  cristianismo,  á  la  fraseología  que 
afeó  el  noble  y  severo  carácter  (|ue  lauto  la 
ensalzó  en  sus  orígenes;  asi  sucedió  en  el  si- 
glo XIV  y  XV.  Por  el  contrario,  desde  el  feliz 
instante  en  que  la  saña  filosofía  salió  como 
por  grados  de  entre  las  sombras  del  error,  re- 
cobró ia  leología  su  primitivo  esplendor,  ro- 
deándose de  uttlisimos  conocimientos  que  á 
manera  de  fuerte  valladar  la  defendieron  de 
las  acometidas  de  sus  enemigos.  Tan  cierto  es 
que  la  buena  filosofía,  lejos  de  ser  inútil  y 
aun  perjudicial  á  la  teología,  le  es  muy  con- 
veniente y  hasta  necesaria. 

Afines  del  siglo  XVI. Ta  teología  decayó 
algnn  tanto  á  causa  de  lasberegias  que  ocupa- 
ron toda  la  atención  de  los  teólogos  y  agita- 
ron la  Iglesia  del  Señor.  Martin  Lotero,  fué 
el  gefe  y  principal  corifeo  de  los  heresíarcas 
de  este  siglo,  y  empezó  su  campaña  contra  la 
iglesia  católica  en  !  522,.  publicando  el  Nuevo 
Testamento  en  lengua  teutónica,  truncando  su 
sentido  y  aun  alterándolo  en  muchos  pasages 
"con  climpio  designio  de  encubrir  y  aun  coho- 
nestar con  los  testos  de  tan  santos  libros  sus 
lamentables  y  funestos  errores. 

A  esto  rial  sucedieron  como  ora  de  espe- 
rar, otros  mayores,  pues  como  los  antiguos 
teólogos  habían  abandonado  completamente  el 
estudio  de  las  ciencias  humarías  y  de  las  len- 
guas, Lotero,  mny  desde  el  principio  por  me- 
dio de  Melanclon,  Zu'niglis,  Ecolampadio  y  En- 
cero, antes  que  discordasen  entre  si,  atrajo  á 
su  partido  la  juventud  que  so  dedicaba  al  es- 
tudio de  las  lenguas  y  déla  oratoria,' y  tanto  se 
aprovechó  de  ella  en  el  estudio  literal  de  la 
Sagrada  Escritura,  (que  era  el  único  sentido 
que  Lutero  le  dabal  que  en  la  esposicion  de  su 
contenido  aventajaba  á  los  teólogos  mas  per- 
fectos y  consumados:  asi  fué  que  enorgulleci- 
dos y  llenos  de  vanidad,  par  su  conocimiento 
en  las  lenguas  y  por  su  elegancia  en  el  estilo, 
no  solo  despreciaron,  sino  que  hasta  empeza- 
ron á  provocar  á  los  antiguos,  con  especiali- 
dad siempre  que  enseñaban  al  pueblo.  Ademas, 
los  hereges,  para  probará  nuestros  teólogos 
que  sus  opiniones  estaban  sancionadas  por  la 
antigüedad,  examinaron  cuidadosamente  los 
monumentos  antiguos  y  los  escritos  de  los  san- 
tos padres.  El  primero  que  obró  de  esla  mane- 
ra fué  Martin  Tlaco  Dirico,  que  dió  á  luz  sus 
Centurias  Magdeburgenses  y  su  Catálogo  de 
autoridades,  en  el  cua!  recopiló  lodos  los  tes- 
timonios desde  los  apóstoles  hasta  él  año  1517, 
para  persuadir  á  los  católicos  de  que  su  doc- 
trina estaba  corroborada  con  la  autoridad  de 
los  hombres  mas  doctos  6  instruidos  de  todos 
los  siglos:  el  mismo  objeto  se  propuso  Martin 
Cbemenito  en  sus  Lugares  teológicos,  y  mas 
esteosamente  Miguel  Meandro,  que  puso  todo 


su  conato  en  coleccionar  y  escribir  los  testir 
momos  de  los  santos  padres,  En  esta  cruda 
guerra  los  hereges  calumniaron  mucho  á  los 
católicos,  dando  viólenlas  interpretaciones  á 
muchas  cosas  que  los  escolásticos  habían  di- 
cho en  un  sentido  verdadero  y  recto,  al  mismo 
tiempo  que  atacaban  con  fundamento  las  doc- 
trinas "de  aquella  teología  que,  queriendo  apa- 
recer como  tal,  todo  era  menus  lu  que  indica- 
ba su  propio  nombre;  de  suerte  qiío  la  igno- 
rancia dió  armas  á  lámala  fé.  Bastantedeploraba 
este  mal  el  padre  bernardo  Lamy  cuando decia: 
«Jamás  fué  tan  vejada  la  Iglesia  como  en  el  si- 
glo pasado,  en  que  sus  mismos  hijos  se  hicie- 
ron tan  encarnizada  guerra,  precisamente 
cuando  los  que  la  permanecieron  fieles  eran 
los  menos  á  propósito  para  defenderla.»  Pero 
el  qiic  mas  dolorosamente  se  lameniaba  de  es- 
te mal,  era  el  inolvidable  Melchor  Cano,  que 
fué  testigo  ocular  de  los  hechos  y  á  quien  lla- 
ma el  cardenal  Palavicino:  «Sobresaliente  en 
erudición  y  taleoto,  eminente  por  su  reputa- 
ción, y  mucho  mas  por  lo  que  ora  en  reali- 
dad.» He  aquí  como  habla  aquel  sapientísimo 
obispo  español:  «Mas  en  este  siglo  hubo  mn- 
chus  en  las  universidades  que  reducían  ta  teo- 
logía á  sofismos.  Entonces  hizo  el  diablo,  no 
lo  puedo  decir  sin  llorar  ,  que  cuando  Alema- 
nia suscitaba  por  todas  partes  heregias,  en  vez 
dé  íener  la  Iglesia  teólogos  instruidos ,  no  sa- 
bían otra  cosa  que  malgastar  el  tiempo  en  inú- 
tiles discusiones,  y  asi. sucedió  que  al  presen- 
tarse al  combate ,  vinieron  armados  de  cañas 
en  vez  de  traer  armas  vigorosas  y  bien  tem- 
pladas.» 

Esto  mismo  conocieron  los  padres  del  con- 
-cilio  de  Trcnto,  pues  queriendo  poner  térmi- 
no á  tantos  niales  como  habían  traído  á  la  igle- 
sia aquellos  hereges,  tan  perversos  como 
instruidos  y  ejercitados  en  las  contiendas  li- 
terarias y  deseando  dirimir  las  controversias 
pendientes,  sacaron  sus  argumentos  de  las  pu- 
ras fuertes  de  la  teología,  esto  es,  de  la  tra- 
dición y  de  la  Sagrada  Escritura,  y  desterraron 
de  las  aulas  las  cuestiones  escolásticas  y  las 
argumentaciones  inútiles.  Y  asi  fué  también 
que  cuando  los  teólogos  desearon  proveerse 
de  buenas  armas  antes  de  entrar  en  combate 
con  los  hereges  empezaron  por  purgar  lateo- 
logia  de  todas  las  cuestiones  supértluas,  y  vol- 
verla á  su  antigua  sencillez  y  esplendor.  Con 
este  objeto  se  dedicaron  al  estudio  de  las  len- 
'guas  orientales  ,  en  particular  la  hebrea  y  la 
griega:  luego  procuraron  dará  luz  los  códices 
sagrados,  lo  mas  correctamente  que  les  fué 
posible^  y  publicaron  políglotas  ,  como  lo  hi- 
cieron entre  otros  Pagnino  y  Arias  Montano. 
También  confeccionaron  historias  eclesiásticas 
Baronía  y  otros  para  refutar  los^noie-sy  falsas 
Centurias  Magdeburgenses:  por  último,  se 
empaparon  de  lleno  en  las  santas  escrituras,  y 
de  alli  sacaron  argumentos  con  que  combatir 
tas  falacias  y  sofismas  de  los  hereges,  y  como 
los  disidentes  del  siglo  XVI  ponian  en  duda 


TEOLOGIA 


46 


casi  todos  los  dogmas,  procuraron  nuestros 
teólogos  ilustrarlos,  reforzarlos  con  nuevos 
argumentos,  y  (¡ofenderlos  de  sus  ataques  con 
buenas  doctrinas,  por  cuya  razón  escribió -sa- 
bia y  prudentemente  un  escolástico  ,  que  los 
teólogos  católicos  debían  mucho  á  los  hereges, 
que  al  menos  los  habían  despertado  de  su  le- 
targo y  enseñado  lo  que  debían  aprender ,  lo 
que  seguramente  no  hubieran  hecho  si  ellos  no, 
les  hubieran  obligado. 

Enlre  los  célebres  teólogos  de  esla  época 
sobresale  el  ya  nombrado  Melchor  Cano,  que 
asistió  al  concilio  Tridenlino  y  murió  después 
en  I  üGO.  El  fué  el  primero  que  escribió  con 
elegancia  sus  Lugares  teológicos,  cuya  pureza 
de  estilo.linn  encomiado  tanto  los  mas  ilustres 
teólogos,  nu  dudando  en  compararle  i  Cicerón, 
y  en  efecto,  demostró  á  los  escolásticos  que 
la  teología,  aunque  vieja,  podía -  engalanarse 
con  llores  oratorias.  Imitó  á  Melchor  Cano  el 
portugués  Santiago  Pai  va  And  rada,  que  también 
asistió  al  concilio,  hombre  doctísimo,  que  se 
ciñó  Inmarcesibles  laureles  publicando  las 
Yindicias  de  la  doctrina  ortodoxa  del  conci- 
lio Tridentino,  contra  los  novadores  y  parti- 
cularmente contra  Cliemnicio.  A  estos  puede 
añadirse  Gregorio  (le  Valencia,  de  la  compañía 
de  Jesús,  en  su  Análisis  de  la  fé  católica. 
También  los  padres  del  concilio,  jara  reprimir 
la  audacia  de  los  hereges,  cuidaron  de  que  se 
hiciese  un  compendio  de  ¡oda  la  teología  dog- 
mática, que  es  el  que  conocemos  y  se  llama 
Catecismo  romano,  y  que  se  publicase  para 
bien  de  los  [leles  y  para  que  los  teólogos  tu- 
viesen á  mano  un  cuerpo  de  doctrina  con  que 
instruir  á  los  católicos. 

Entonces  los  teólogos  se  dedicaron  á  traba- 
jar en  eslclerrcno  bajo  distintos  puntos  de  vis- 
ta, tratando  unos  esmeradamente  la  teología 
escolástica,  como  Silvio  y  listio,  escribiendo 
otros  bajo  nuevo  método  y  órden  en  la  polémi- 
ca,- como  el  cardenal  de  Eelarminio,  llamado 
vulgarmente  el  Martillo  de  los  hereges,  el  car- 
denal Perrouió,  l'igio  y  Secano;  y  consagrán- 
dose otros  á  confeccionar  catecismos,  entre 
los  cuales  podemos  contar  á  Pedro  Carrisio, 
Belarminio,  Costero  y  Granada. 

Pasado  el  siglo  XVI  los  teólogos  tuvieron 
olro  motivo  muy  poderoso  para  ampliar  y  es- 
purgar la  teología.  Como  casi  todos  los  nova- 
dores ejercitados  en  las  disputas  diarias,  ad- 
virtiesen que  los  católicos  se  liabian  dedicado 
at  estudio  de  los  santos  padres  y  de-la  tradi- 
ción de  la-Iglesia,  pusieron  todo  su  conato  en 
violentar  el  senlido  do  aquellos  para  probar 
sus  errores,  y  en  deprimir  é  invalidar  la  auto- 
ridad. Por  esla  causa  nuestros  teólogos,  estu- 
diaron detenidamente  los  monumentos  antiguos, 
separaron  lós  libros  verdaderos  de  los  apócri- 
fos, y  esplicaban.el  senlido  de  cada  uno  de 
ellos  con  auxilio  de  la  historia.  Entre  los  emi- 
nentes escritores  que  trabajaron  en  este  sen- 
tido, ocupan  el  primer  lugar  los  mongos  be- 
nedictinos de  San  Mauro,  instruidos  en  las  len- 


guas griega  y  latina,  y  muy  versados  en  la 
critica,  que  adornaron  sus  ediciones  á los  san- 
tos padres  con  notas  de- los  antiguos  códices, 
y  con  ayuda  de  los  manuscritos  los  hicieron 
tan  inteligibles,  que  los  jóvenes  sin  un  gran 
trabajo  pudiesen  comprender  su  verdadero 
seníido.  De  esle  modo  publicaron  Cotelerio 
las  Constituciones  apostólicas;  Valerio  á  En- 
sebio Cesariense  ;  Potatio  á  San  Epifanio; 
Pamelio  á  Tertuliano ;  Le-Quieu  al  Damas- 
ceno;  Huela  Orígenes;  Sismondi  á  Teodoreto, 
y  asi  otros,  ilustrando  las  ediciones  con  eru- 
ditísimas notas.  Duceo  publicó  los  escritos  de 
Gregorio  Nacianceno  y  Niceno,  de  San  Basilio 
y  de  San  Juan  Crisóstomo.  También  redactaron 
un  Apañalo  con  el  íin  de  que  los  estudiosos 
comprendiesen  mas  fácilmente  las  obras  de 
los  santos  padres  de  los  primeros  siglos:  así 
lo  hicieron  Surry-y  Honorato  de  Santa  María, 
lo  cual  sirvió  en  gran  manera  para  hacer  flore- 
cer la  teología  posiliva  y  polémica.  Otros  es- 
critores pusieron  especial  cuidado  en  colee-_ 
eionar  los  concilios  y  adornar  sus  ediciones, 
lo  que  llevaron  á  cabo  babeo,  Sísmondo,  Aguir- 
re,-  Dail,  y  últimamente  Juan  Domingo  Mauro, 
arzobispo  de  Lúea.  Oíros  publicaron  la  Historia 
de  la  Iglesia,  como  Baronio,  los  dos  Pago!, 
Godo,  Natal  Alejandro,  Dupin,  Tiilemont,  Fleu- 
ry  y  el  padre  ürsio,  que  dejó  su  obra  incom- 
pleta por  haber  fallecido  cuando  la  escribía. 
Oíros  tomaron  á  su  cargo  ilustrar  una  parte  de- 
terminada de  la  historia,  como  Valerio,  Launo- 
so,  Mabillon,- que  pusieron  todo  su  conato  en 
promover  la, critica  eclesiástica .  Otros,  final- 
mente, espusieron  con  gusto  las  antigüedades 
de  la  Iglesia,  como  Marteu,  Gavanto,  Durante, 
Buces,  Fleiiry,  Mamaquio  y  el  padre  Plores. 

Con  estos  auxiliares,  nuestros  teólogos  re- 
dujeron la  ciencia  á  mejor  forma  y  método, 
principalmente  desde  mediados  del  siglo  XVIÍ 
hasta  su  Un.  Muchos  escribieron  sobre  el  dog.- 
ma,  sin  argucias,  ni  cabilosidades  y  corrobo- 
rándolo con  las  autoridades  de  los  santos  pa- 
dres. £1  primero  que  emprendió  esla  vía  fué 
Petavio,  cuya  teología  dogmática  nunca  será 
bastantemente  alabada,  y  para  cuya  continua- 
ción seriado  desear  que  Dios  suscitase  alguno 
que  le  igualase  en  ciencia  y  tálenlo.  El  mismo 
sirvió  de  modelo  á  otros,,  como  Natal,  Alejan- 
dro, üu-IIamel,  Tomasino  y  Boucal.  Muchos 
ingenios  esclarecidos  defendieron  de  los  he- 
reges la  doctrina  de  los  apóstoles:  tales  fueron 
Adriano  y  Pedro  de  VValeraburg;  Bosnet,  que 
impugnó  á  Basnagío,  á  los  que  puede  añadirse 
el  autor  de  la  obra  Ululada  De  perpetua  fidv 
cclesitB  catolices  quo  ad  Eucaristiam  y  otros 
muchos  cuyos  nombres  omitimos  por  no  tras- 
pasar los  ¡¡miles,  que  nos  hemos  propuesto 
en  esta  reseña. 

Enloncés  también  aparecieron. los  errores 
de  Jnnsetüo  ,  que  sedujeron  á  muchos  asi  en 
Bélgica  como  en  Francia ,  por  lo  cual  los  teó- 
logos pusieron  todo  su  esmero  en  esplicar  la 
doctrina  de  Sail  Agustín  y  la  de  los  pelagia- 


4? 


TEOLOGIA— TERAPEUTAS 


48 


nos,  separando  tina  y  oirá,  y  enseñando  cual 
fué  la  mente  del  santo  doctor  acerca  de- ellos. 

Un  el  siglo  XVllí  hubo  también  muchos 
que  se  dedicaron  concienzudamente  al  estudio 
de  la  teología  positiva;  algunos  de  estos  la  tra- 
taron sin  cuestiones,  ni  método  escolástico; 
otros,  para  no  fallar  á  la  escuela  á  que  esta- 
ban afiliados,  mezclaron  á  los  dogmas  algunas 
cuestiones  metafísicas,  en  particular  aquellas 
que  parecían  mas  á  propósito  para  la  fácil  in- 
teligencia de  aquellos.  Entre  los  regulares  dio 
u¡i  ejemplo  de  esta  práctica  el  erudito  domi- 
nicano Goti,  en  su  Teología,  quien  condenó  la 
decidida  aíicion  que  muchos  teólogos  profesa- 
ban á  la  escuela  peripatética.  El  mismo  ejem- 
plo imitaron  lioucat  y  Iierll,  á  los  que  pueden 
añadirse  los  seculares  Tournoi  y  Witase,  y  en-, 
tre  los  que  confeccionaron  compendios  para  i 
uso  de  ios  seminarios,  Juenin,  llabct,  L'IIer- 
míner,  Abellas,  y  sobre  todos  Du-plessis,  el 
franciscano  Sgarnbali  y  el  jesuíta  Perrom. 

De  aqui  nace  que  los  teólogos  modernos 
llamen  á  sus  sistemas  positivo-escolásticos, 
porque  tratan  los  dogmas  por  el  método  de 
las  escuelas,  tomando  dos  cosas  del  escolasti- 
cismo; primero,  el  que  demuestran  sus  pro-  j 
posiciones  por  argumentos  lomados  de  la  Es- 
critura, tradición  y  do  la  razón;  y  segundo,  j 
que  proponen  los  argumentos  contrarios  y  tos 
rebaten  unas  veces  por  silogismos  y  las  mus  j 
dialécticamente.  También  añaden  algunas  enes- '. 
tiques  teológico-melafisicas  que  parecen  acó-' 
modadas. á  esplicar  con  mas  facilidad  los  dog- 
mas; sin  embargo,  las  usan  con  mucha  sobrie- 
dad, porque  saben  que  estas  cuestiones  no 
son  á  propósito  para  ilustrar  y  confirmar  los 
dogmas. 

En  nuestro  siglo  y  en  nneslro  suelo  he- 
mos tenido  hombres  eminentes  y  los  obispos 
Quevedo,  lisguanzo,  Arias  Tejeiro,  Veloz,  Al- 
varado  y  otros,  serán  siempre  respetados  en 
el  mundo  católico.  En  nuestros  dias  cuenta 
nuestra  Iglesia  celosos  ministros,  cuyos  es- 
fuerzos para  defender  la  buena  doctrina  lian 
probado  al  mundo  que  son  dignos  herederos 
de  la  ciencia  y  piedad  de  sus  "mayores,  y  cu- 
yos nombres  omitimos,  porque  viviendo  entre 
nosotros  no  queremos  ofender  su  modestia; 
pero  no  terminaremos  esto  articulo  sin  encar- 
gar al  clero  que  imite  al  malogrado  Balmcs, 
cuyos  escritos  deben  servir  dé  norte  y  con- 
suelo, yaque  la  Providencia  se  dignó  hacerle 
'  aparecer,  para  que  con  sus  consejos  animase 
los  corazones  piadosos,  y  con  sus  luces  des- 
terrase las  sombras  del  error,,  que  parecían 
esteuderse  ya  sobre  nuestra  patria  para  arre- 
balamos  su  gloria  y  su  felicidad. 

Ta!  es  en  compendio  la  historia  de  la  teo- 
logía desde  el  principio  del  mundo  hasta  nues- 
tros dias;  de  ella  se  deduce  fácilmente  de  qué 
manera  lia  venido  propagándose  desde  Adán 
hasla  Jesucristo;  como  se  ha  ido  desenvol- 
viendo y  perfeccionando,  y  las  diversas  for- 
mas que  en  ese  espacio  de  tiempo  ha  recibido. 


Con  osle  motivo  manifestaremos  en  con- 
clusión que. á  nuestro  juicio  necesita  alguna 
reforma  el  mélodo  que  hoy  su  sigue  en  la  en- 
señanza de  esta  impurtautisima  ciencia,  refor- 
ma que  exigen  de  consuno  el  interés  de  la 
religión,  el  honor  del  clero  y  el  bien  de  la 
Iglesia.-  .  , 

Para  esto  debe  espurgarse  la  teología  de 
una  multitud  de  cuestiones  inútiles,  y  que  son 
enteramente  agenas  á  ella,  algunas  de  las 
cuales  hasta  sirven  de  punto  de  ataque  y  , son 
objeto  de  las  burlas  de  los  impíos  y  mal  in- 
tencionados. También  deben  cesar  las  rivali- 
dades de  escuela  que  mas  de  una  vez  han  con- 
vertido en  enemigos  losqne  siempre  debieron 
ser  hermanos  cariñosos  y  celosos  defensores 
de  la  Iglesia.  So  deben,  pues,  resanar  por 
mas  tiempo  las  palabras  escolista,  tomista, 
motinista,  y  otras:  y  lo  que  en  nuestro  hu- 
milde juicio  debia  hacerse  era  formarse  de 
todas  las  escuelas  una,  que  refundiéndolas  cu 
si  misma,  hicieran  desaparecer  rivalidades  que 
solo  han  contribuido  para  dar  armas  de  mala 
ley  á  los  adversarios  del  catolicismo 

'TERAPEUTAS.  (Historia  religiosa.)  Con  es- 
te nombro  formado  del  griego  terapeou,  que 
significa  igualmente  enrar  y  servir;  se  ha  de- 
signado á  unos  hombres  que  ponían  todo  su 
conato  en  curarse  de  las  enfermedades  del  al- 
ma.'Filón,  en  su  libro  primero  de  la  vida 
contemplativa,  dice,  que  había  en  Egipto,  es- 
pecialmente on  las  cercanías  de  Alejandría,  un 
gran  número  de  hambres  y  de  miigcres  que 
observaban  un  género  de  vida  singular.  Re- 
nunciaban á  sus  bienes,  á  su  familia  y  á  lodos 
los  negocios  temporales,  vivían  en  la  socie- 
dad y  tenían  cada  uno  su  habitación  separada 
á  alguna  dislaucia  unos  de  los  otros,  y  la  lla- 
maban seminario  ó  monasterio,  es  decir,  lu- 
gar de  soledad.  Allí,  dice  Filón,  se  entrega- 
ban sin  descanso  á  los  ejercicios  de  la  ora- 
ción, de  la  contemplación  y  de  la  presencia  de 
Dios;  hacían  sus  preces  eir  común  por  la  lardo 
y  por  la  mañana;  no  comían  sino  después  de 
ponerse  el  sol;  algunos  permanecían  muchos 
dias  siivcomci',  y  no  vivían  mas  que  de  pan  y 
de'  sal,  añadiendo  á  eslo  algunas  plañías. 
Lfiiün  en  sus  monasterios  los  libros  de  Moisés, 
los  profetas  y  los  salmos,  en  los  cuales  busca- 
ban sentidos  místicos  y.alegóricos  persuadi- 
dos de  que  la  Escritura  Santa  envuelve  en  Su 
lelra  significaciones  ocullás  é  importantísi- 
mas. Tenían  también  algunos  libros  de  sus  an- 
tepasados, y  componían  himnos  y  cánticos 
para  escitarse  á  alabar  á  Dios:  los  hombres  y 
Las  iiiHgeres  guardaban  continencia  y  se  reu- 
nían todos  los  sábados  para  conferenciar  jun- 
tos y  ocuparse  en  ejercicios  de  religión. 

En  qué  tiempo  haya  principiado  esta  sec- 
la,  donde  tomó  sus  doctrinas  y  cuales  fuesen 
los  motivos  de  su  manera  de  vivir,  es  lo  que 
no  ha  sido  posible  determinar.  Brucker,  en  su 
Historia  crítica  de  lá  filosofía,  cree  que  sobre 
trescientos- años  antea  de  Jesucristo  muchos 


19 


TERAPEUTAS— TERAPEUTICA 


SO 


judíos  pava  susfraerse  á  los  trastornos  y  de- 
sastres que  sufrió  su  país,  se  retiraron  unos  á 
los  lugares  ocultos  de  la  Jndca  y  otros  á  Egip- 
to, y  abrazaron  cada  uno  por  su  parte  un  gé- 
nero de  vida  particular;  que  adoptaron  las  opi- 
niones de  los  filósofos  pitagóricos  que  ense- 
ñaban alli  por  entonces,  y  que  en  esta  filoso- 
fía se  inspiraron  del  amor  á  la  soledad,  al  des- 
prendimiento de  todas  las  cosas,  á  la  austeri- 
dad, á  la  contemplación  y  á  las  espiraciones 
alegóricas  de  la  Sagrada  Escritura. 

TERAPEUTICA.  {Medicina.)  Es  la  parte  de 
la  medicina  que  da  reglas  para  el  tratamiento 
de  !as  enfermedades,  y  consiste  en  la  aplica- 
ción racional  de  los  medios  capaces  para  com- 
batirlas. Llámase  terapéutica,  ¡¡encral,  aquella 
parle  de  las  instituciones  médicas  que  prescri- 
be las  reglas  leranéulicas  que  son  aplicables  á 
tudas  las  enfermedades  en  general:  y  se  llama 
terapéutica  particular  aquella  parle  de  la  me- 
dicina ó  cirugía,  que  se  ocupa  del  tralamieu- 
to  de  cada  una  de  las  enfermedades  en  espe- 
cial. Se  divide  también  en  dietética,  farma- 
cológica y  quirúrgica:  la  primera  se  ocupa  de 
los  medios  higiénicos  aplicados  á  !a  curación 
de  las  enfermedades;  la  segunda  de  los  agen- 
tes de  la  materia  médica  ó  medicamentos,  y 
en  íln  la  tercera  da  reglas  para  la  práctica  ra- 
zonada de  las  operaciones  quirúrgicas.  La 
dietética  se  propone  evitar  que  la  .influencia 
de  los  modilicadores  higiénicos  dañe  al  en- 
fermo, y  al  mismo  tiempo  cambiar  sus  cuali- 
dades actuales,  para  que  por  sí  solas  ó  acom- 
pañadas de  los  demás  medios  terapéuticos  pue- 
dan ayudar  a  la  naturaleza  en  la  curación  de 
las  enfermedades;  se  distingue  de  la  higiene 
en  que  esta  enseña  á  usar  bien  las  cosas  de 
que  trata,  con  el  objeto  de  que  no  sean  noci- 
vas al  hombre  sano,  y  aquella  arregla  estas 
mismas  cosas  para  que  no  dañen  y  aprovechen 
de  un  modo  directo  al  enfermo,  contribuyendo 
eücazmentepara  que  se  cambie  el  estado  mor- 
boso en  el  de  salud.  Importa  mucho  arreglar 
el  uso  (pie  debe  hacerse  de  las  cosas  higiéni- 
cas, porque  los  oíros  auxilios  son  ineficaces 
ti  perjudiciales  cuando  no  favorece  el  régi- 
men, y  porque  algunas  veces,  estableciendo 
bien  el  plan  dietético  con  relación  á  la  en- 
fermedad y  al  individuo,  no  se  necesitan  mas 
remedios;  siendo  preferible  el  tralar  la  en- 
fermedad con  la  dietética  sola,  cuando  con 
esta  se  puede  llenar  el  todo  de  la  indicación, 
porque  asi  se  gasla  menos  la  acción  vital.  Sin 
embargo,  debe  tenerse  presente  que  los  auxi- 
lias dietéticos  ,  aunque  siempre  indispensa- 
bles para  obtener  la  curación-  no  son  tan  dica- 
ces en  el  tratamiento  de  enfermedades  agudas 
como  los  otros  medios  sacados  tic  la  farmaco- 
logía ó  la  cirugía  ,  al  paso  que  en  el  de  las 
crónicas  la  dietética  ocupa  el  primer  lugar,  y 
el  segundo  los  oíros  medios ,  sin  que  por  es- 
to  en  las  crónicas  j  en  las  agudas  se  pueda 
prescindir  en  el  mayor  número  de  casos  de 
tinos  y  otros  medios  y  auxilios.  La  farma- 

1173     BIBLIOTECA  POPÜLAIU 


cologia  se  divide  en  general  y  especial:  la  ge- 
neral es  aquella  parte  de  "la  terapéutica  que 
trata  de  las  virtudes  medicinales  de  todos  los 
preparados  farmacéuticos,  y  enseña  colectiva- 
mente el  uso  que  debe  hacerse  de  estos  en  el 
tratamiento  de  las  enfermedades:  la  especial 
se  llama  materia  médica ,  y  se  ocupa  de  los 
medicamentos  -en  particular:  se  llama  medica- 
mento todo  cuerpo  formado  de  una  ó  mas  sus- 
tancias naturales,  dotado  de  la  facultad  de 
obrar  sobre  nuestros  órganos  y  cambiar  su 
disposición  actual,  empleado  en  medicina  pa- 
ra combatir  las  causas  morbosas,,  cohibir  los 
movimientos  patológicos  y  arreglar  las  funcio- 
nes de  la  vida:  el  medicamento  cuyo  Dn  es  ar- 
reglar el  desórden  en  que  se  halla  la  econo- 
mía animal,  se  distingue  del  alimento  y  del 
veneno,  porque  estos  tienen  por  objeto,  eL 
primero  nutrir  y  el  segundo  destruir  Ja  má- 
quina viviente,  aunque  en  ciertas  ocasiones 
podrá  el  medicamento  ser  alimento  y  aun  con- 
vertirse en  veneno  cuando  se  use  indiscreta- 
mente, y  al  contrario:  el  sabor,  olor,  color, 
los  caracteres  botánicos,  la  propiedades  quí- 
micas, la  mezcla  de  los  cuerpos,  medicamen- 
tos presuntos  con  los  varios  humores,  ya  del 
hombre,  ya  de  otros  animales,  sacados  de  sus 
propios  vasos;  la  aplicación  ó  administración 
de  los  mismos  cuerpos  á  irracionales,  ya  sa- 
nos ya  enfermos;  la  inyección  de.  aquellos  en 
las  venas  de  los  mismos-,  y  aun  en  las  del  hom- 
bre, y  por  último,  los  ensayos  hechos  en  el 
citado  hombre,  en  el  estado  de  salud  con  las 
predichas  sustancias,  no  bastan  por  sí  solos 
para  darnos  ¡m  conocimiento  exactó  de  -sns 
virtudes  medicinales:  algunas  de  estas  consi- 
deraciones, juntas  ó  separadas,  pueden  servir 
para  conjeturar  hasta  cierto  punto  las  virtudes 
medicinales  de  los  cuerpos;  la  observación  clí- 
nica hecha  con  la  exactitud  posible,  es  la  úni- 
ca que  debe  dar  el  conocimiento  verdadero 
de  los  medicamentos. 

,a  terapéutica  quirúrgica  comprende  los 
llamados  indicados  quirúrgicos  y  operaciones 
manuales,  con  los  medios  de  ponerlas  en  prác- 
tica, a  los  que  se  les  llama  apositos:  entre  es- 
tos los  hay  de  virtud  curativa  esencial  ó  in- 
trínseca, llamados  tópicos,  y  hay  otros  qiie  si 
curan  no  es  porque  posean  cualidad  algbna 
esencial,  sino  por  la  disposición  que  les  co- 
munica el  arlo,  y  se  llaman  opósitos  propia- 
mente dickos.  Casi  todos  los  indicados  qui- 
rúrgicos generales,  es  decir,  los  que  pueden 
emplearse  en  el  tratamiento  de  varias  enfer- 
medades, corresponden  á  la  clase  de  meno- 
res óá  la  parte  de  la  cirngia  menor  ó  minis- 
trante. Como  por  lo  regular  no  los  practica  el 
facultativo  que  los  ordena,  el  cual  snele  en- 
cargar su  ejecución  á  un  practicante,  y  aun 
en  muchos  casos  á  los  asistentes  del  enfermo, 
es  preciso  que  aquel  esplique  cuidadosamente 
todo  lo  que  estos  han  de  hacer,  como  la  can- 
tidad de  sangre  que  debe  sacarse  en  la  sangría, 
el  número  de  sanguijuelas  que  Itayan  de  apli- 

T.    XXXIII.    4  - 


St 

curse,  el  sillo  en  que  se  han  de  poner,  etc.  El 
alíjelo  do  las  operaciones  quirúrgicas  cu  gene- 
ral es  corlar,  esfumar  las  partes  del  cuerpo  hu- 
mano, cuya  conservación  pondría  en  riesgo  la 
vida  de!  eurermo,  modificar  e!  estado  actual  de 
las  pitqiiedadeí  vitales, -cuando  lo  requiere  su 
trastorno  general  ó  local,  auxiliar  á  la  inefica- 
cia du  la  mediciua,  cuando  la  presencia  de  un 
cuerpo  eslraño  en  un  órgano  Ó  un  cambio  eu 
la  disposición  natural  de  ciertas  parles  del 
cuerpo  ,  originan  gravea  desórdenes  y  ttua 
gran  deformidad,  ó  en  fin,  amenazan  cuncluir 
cqn  la  vida  del  paciente.  En  vista  de  los  sín- 
tomas que  observan  en  el  enfermo  ,  y  del 
es-lado  en  que  este  se  halla,  y  según  la  opi- 
nión que  hit  formado  el  médico  acerca  de  la 
enfermedad  que  debo  combatir ,  concibe  esle 
la  indicación,  que  por  lo  mismo  no  es  mas 
que  el  juicio  que  forma  el  práctico  acerca  del 
método  curativo  que  debe  emplear  y  los  agen- 
tes de  que  debe  valerse  para  el  indicado  obje- 
to: llámase  indicante  todo  el  conjunto  de-cir- 
cunstancias que  se  desprenden  del  enfermo, 
es  decir,  las  mutaciones  que  el  médico  obser- 
va en  él,  comparándolo  con  el  hombre  sano, 
las  cuales  manifiestan  el  carácter  y  estado  de 
la  enfermedad,  y  hacen  concebir  la  indicación: 
indicados  son  los  medios  terapéuticos  que  de- 
ben emplearse  para  satisfacer  las  indicaciones. 
Siempre  que  en  una  enfermedad  cualquiera 
se  observa  alguna  circunstancia- que  confirma 
6  coi-robora  la  indicación,  eslacs  mas  evidente 
y  se  dice  que  hay  cúindicacian:  la  circunstan- 
cia que  confirma  ei  indicante  ó  establece  la 
coiodieaciou  se  llama  coindicanle,  y  coindi- 
cado el  remedio  propio  para  cumplirla:  al  con- 
trario, cuando  se  présenla  alguna  circunstan- 
cia en  el  enfermo  que  se  opone  al  cumplimien- 
to de  una  indicación,  se  dice  que  bay  contra- 
indicación ,  llamándose  contraindicante  la 
circunstancia  ó  el  síntoma  que  constituye  ó 
da  á  conocer  la  contraindicación,  y  contrain- 
dicado el  remedio  ú  mélodo  curativo  que  de- 
bería usarse  sino  se  opusiera  á  ello  el  conlra- 
inJicanle:  algunos  autores  señalan  con  el  nom- 
bre de  correpugnancia  a  una  contraindicación 
muy  evidente  que  resulta  de  la  reunion,dc  rau- 
cbos  contraindicantes  ó  correpugnanies,  y  en 
este  caso  se  conserva  el  nombre  de  contrain- 
dicante á  la  circunstancia  que  se  opone  con 
mayor  energía  al  cumplimiento  de  la  indica- 
ción, y  son.  correpugnanies  los  domas  con- 
traindicantes. Se  han  distinguido  muchas  cla- 
ses de  indicaciones;  las  principales  son  las  si- 
guientes: la  indicación  vital  ó  conservadora, 
que  ,es  seguramente  la  que  lia  de  cumplir  el 
práctico  con  mayor  cuidado,  se  dirige  á  con- 
servar las  fuerzas  de!  enfermo  en  un  grado 
conveniente,  para  que  se  hallo  en  disposición 
ile  soportar  los  cambios  que  pueden  sobreve- 
nir durante  su  dolencia,  y  para  que  contribu- 
yan aquellas  á  la  eliminación  de  la  causa  mor- 
bífica que  ha  envenenado,  si  asi  puede  decir- 
le, al lenfermo:  para  cumplir,  pues,  con  esta 


indicación,  debe  el  médico  reprimir  las  fuer- 
zas del  enfermo,  cuando  sean  escesivas,  avi- 
varlas si  son  débiles,  reproducirlas  cuando  es- 
tán exhaustas  ó  se  han  perdido,  levanlarlas 
cuando  están  oprimidas,  destruyendo  la  cansa 
que  las  mantiene  en  tal  estado,  equilibrarlas 
si  .están  desarregladas,  y  por  fin  ,  mantener- 
las .en  eí  mismo  grado  cuando  son  snlicienles 
y  se  hallan  en  buen  estado  para  vencer  el  nial; 
la  indicación  se  llama  profiláctica  ó  pro- 
strmtiva  cuando  induce  al  médico  ú  em- 
plear el  tratamiento  profi láctico.  Cumple  el 
práctico  con  esta  indicación  cuando  se  va- 
le de  los  medios  oportunos  para  modificar 
ó  combatir  la  disposición  congénila  ó  adqui- 
rida que  ¿presentan  algunos  sugetos  para  con- 
traer una  enfermedad,  como  el  vicio  escrofu- 
loso; cuando  medica  á  MQ  enfermo  en  el  que 
so  presentan  algunos  síntomas  que  hacen  temer 
la  invasión  pronta  do  una  enfermedad,  por  ha- 
berso  considerado  como  prectírsores  de  la  mis- 
ma, como  sucede  algunas  veces  con  respecto 
á  la  apoplegia;  cuando  prescribe  remedios  que 
son  propios  para  precaver  alguna  afección 
propensa  á  recidivas  ¡i  los  sugetos  que  la  han 
padecido  una  ú  muchas  veces  comu  eu  la  gu- 
ra^ cuando  reina  una  enfermedad  epidémica, 
endémica  o  contagiosa  y  e!  médico  aconseja 
algún  medio  propio  para  oponerse  al  conta- 
gio, elc.:'la  indicación  es  curativa  ó  radical, 
cuando  se  dirige  á  la  curación  de  las  enferme'* 
dades;  esta  se  llama  directa  ó  fundamental, 
cuando  la  cansa  próxima  del  mal  es  bien  co- 
nocida do  manera  que  están  bien  indicados  los 
remedios  que  deben  prescribirse,  sin  que 
pueda  temerse  que  sobrevenga  algún  mal  re- 
sultado, por  él  exacto  cumplimiento  de  la  in- 
dicación, como  cuando  en  un  caso  do  enve- 
nenamiento se  administra  el  antidoto  corres- 
pondiente: es  indirecta,  cuando  se  desconoce 
absolutamente  ó  solo  es  conjeturable  ó  muy 
oscura  la  naturaleza  del  mal,  dudándose  igual- 
mente cual  baya  sido  su  cansa:  y  ámas  cuan- 
do á  pesar  de  que  se  conozca  la  enfermedad, 
por  no  conocer  el  intrínseco  oslado  patológi- 
co suyo  no  está  en  nuestra  mano  impedir, 
atajar  ó  abreviar  su  curso,  como  sucede  con 
las  viruelas;  entonces  debemos  "atenernos  á 
la  indicación  indirecta,  prescribiendo  los  re- 
medios adecuados  al  estado  del  enfermo,  á  la 
naturaleza  de  la  causa,  etc.;  sollama  causa/, 
cuando  se  dirige  á  apartar  las  causas  que  to- 
davía siguen  obrando,  ó  que  sostienen  y  agra- 
van la  enfermedad,  ó  bien  á  prevenir  el  des- 
arrollo de  las  que  pueden  sobrevenir  y  au- 
mentar el  mal:  en  el  úllimo  caso  constituye 
una  especie  de  indicación  profiláctica.  Cuando 
en  una  enfermedad  cualquiera  se  presenta  un 
grupo  de  síntomas  de  una  importancia  secun- 
daria que  complican,  sin  embargo,  á  la  enfer- 
medad principal,  la  indicación  se  llama  acce- 
soria: esta  indicación  se  presenta  Con  fre- 
cuencia en  la  práctica:  la  indicación  se  llama 
sintomática  siempre  que  faltando  los  dalos 


TERAPEUTICA 


TERAPEUTICA 


54 


suticicnles  para  establecer  una  indicación  fun- 
damental, nos  vemos  limitados  ;'i  una  indica- 
ción indirecta,  combatiendo  los  sintomas  mas 
sobresalientes  y  temibles,  j  lo  mismo  cuando 
al  ÜénTaCl  que  88  empica  una  medicación  indi- 
recia  se  combalo  alguno  de  los  sintonías  que- 
so manifiestan,  ya  para  impedir  que  contribu- 
yan á  agravar  el  mal,  ya  para  hacerlo  mas  so- 
portable al  enfermo  mientras  para  que  pueda 
sobrellevar  su  desgraciada  existencia,  en  este 
último  caso  se  llama  ala  indicación  paliativa: 
por  Qn,  se  llaman  consecutivas  á  las  indica- 
ciones que  debe  cumplir  el  práctico  cuando 
habiendo  cesado  la.enJermedad  se  presentan 
fenómenos  consecutivos  que  debe  combatir. 
J,as  circunstancias  principales  que.  modifican 
las  indicaciones,  son  relativas  al  enfermo,  á  la 
enfermedad  y  á  las  circunstancias  estertores, 
entre  ollas  se  cuenta  ol  sexo,  el  temperamen- 
to, la  constitución,  cíe.,  en  cuanto  al  individuo; 
la  cansa,  el  sitio,  el  curso,  las  complicacio- 
nes, etc.,  en  cuanto  á  la  enfermedad;  y  el 
clima  y  las  localidades  en  cumio  á  las  circuns- 
tancias esteriores.  La  fuerza  medicatriz,  po- 
tencia vital  ó  principio  vital  tiene  gran  in- 
fluencia en  !a  marcha,  tendencias  y  tóVmina- 
ciones  de  las  enfermedades,  para  lo  que  va- 
mos á  dar  de  ella  una  sucinla  ¡dea,  asi  como 
de  las  principales  bases  de  las  indicaciones. 
La  única  base  racional  cuque  pueden  fundar- 
se es  el  conocimiento  de  la  naturaleza  del  mal, 
ó  sea  la  modificación  vital  que  determina  los 
fenómenos  morbíficos  que  observamos.  Por 
Consiguiente,  sea  cual  fuere  la  edad,  sexo  y 
conslitucion  del  enfermo  y  las  demás  circuns- 
tancias, considerándolas  como  propias  para 
modificar  las  indicaciones,  la  base  de  estas 
siempre  será  la  misma  y  las  modificaciones  que 
aquellas  circunstancias  determinen,  sólo  po- 
drán considerarse  como  indicaciones  secun- 
darias y  subordinadas  á  las  que  resultan  de 
aquella  base,  es  decir,  de  la  naturaleza  del 
mal.  Asi,  por  ejemplo,  como  dice  Begin,  una 
flegmasía  aguda  y  viva  debe  tratarse  siempre 
por  medio  de  los  antiflogísticos,  sea  cual  fuere 
su  causa  y  sitio,  la  fuerza  ó  la  debiliJn'!  del 
sugeto,  su  edad,  sus  hábitos,  etc.;  estas  y  otrtts 
circunstancias  pueden  obligar  al  médico  á  dar 
preferencia  á  ciertos  agentes  terapéuticos,  á 
administrarlos  de  diferente  numera,  ú  á  otras 
modificaciones,  pero  jamás  liarán  mudar  la 
naturaleza  del  tratamiento  (logística;  las  liases 
do  las  indicaciones  lian  estado  subordinadas 
en  diferentes  épocas  á  varias  teorías  médicas, 
participando  en  tal  caso  de  sus  vicios  y  ha- 
biéndose establecido  endóneos  de  un  modo 
tan  diferente,  como  lo  eran  las  teorías  do  que 
dependían;  asi,  los  humoristas,  creyendo  que 
todas  las  causas  patológicas  residían  en  los 
humores,  sc-proponian  corregir  la  acrimonia 
de  estos  y  evacuarlos  después  de  su.  cocción; 
los  solidisla$,  olvidando  que  en  efecto  se  al- 
teran los  humores  en  algunos  casos  y  desen- 
tendiéndose de  las  indicaciones  que  pueden 


ofrecer  estas  alteraciones,  atendían  solamente 
á  restablecer- el  estado  normal  de  ios  sólidos: 
ios  mecánicos,  haciendo  depender  la  vitalidad 
de!  movimiento,  y  atendiendo  solamente  á  la 
parte,  descuidaron  el  estudia  de  las  propieda- 
des ile  la  vida  y  dirigían  siempre  sus  indica- 
ciones al  restablecimiento  de  los  movimientos 
ó  sea  de  la  libertad  de  las  acciones  vitales  y 
de  la  permeabilidad  de  los  vasos:  los  brownia- 
nos,  preocupados  con  las  doctrinas  de  su  maes- 
tro, comhatiart  la  debilidad  en  todas  parles, 
y,  al  contrario,  algunos  broncistas,  en  todas 
ellas  ven  la  indicación  de  los  debilitantes,  gc- 
nenilizarnlo  demasiado  las  debilitaciones  y 
escediéndose  á  veces  de  la  doctrina  de  Brnu- 
sais:  por  fin,  lus  partidarios  de  la  medicina 
sintomática,  atentos  solamente  al  grupo  que 
forman  los  síntomas  mas  sobresalientes,  ó  n 
alguno  de  ellos  en  paríicular,  se  limitan  á 
oponer  los  medios  curativos  confirmados  por 
la  esperioncia  como  útiles  para  curarlos;  ol- 
vidan lo  las  causas  (¡ue  los  han  producido  y 
que  la  naturaleza  de  la  enfermedad  que  repré- 
senla!] puede  sor  diferente;  á  primera  vista  se 
distinguen  los  vicios  de  todas  y  cada  una  de 
eslas  bases,  y,  por  lo  mismo,  ninguna  de  ellas 
puede  admitirse  como  fundamental  ó  esclusiva 
en  el  estado  actual  de  la  ciencia:  nos  falta  ha- 
blar ya  solamente  de  la  fuerza  medicatriz  co- 
mo tafee  de  indicaciones  de  lo  que  se  ha  lla- 
mado medicina  especiante,  fundada  por  Hipó- 
crates: no  hay  duda  que  en  el  hombre  como 
en  los  demás  seres  organizados,  existe  una 
fuerza  vital  ó  una  pujanza  interior  que  preside 
todos  los  fenómenos  do  la  vida,  lucha  sin  ce- 
sar contra  los  agentes  de  destrucción  y  con- 
tra las  leyes  generales  del  universo,  recibe  la 
impresión  de  \os  agentes  deletéreos1/  se  reha- 
ce contra  ellos  de  lo  que  resulta  el  desarrollo 
de  ios  síntomas  de  las  enfermedades,  deter- 
mina el  curso  de  estas  y  efectúa  su  solución 
por  no  mecanismo  impenetrable:  la  alteración 
de  las  fuerzas  vitales  constituye,  pues,  los  des- 
órdenes patológicos,  cuya  diferencia  consiste 
solamente  en  los  grados,  naturaleza  y  sitio  de 
esta  nlleraekm:  y  la  dirección  de  estas  fuerzas 
al  restablecimiento  del  orden  alterado,  debida 
á  la  tendencia  de  la  naturaleza  sola  ó  favore- 
cida por  los  esfuerzos-del  arte,  es  la  que  pro- 
duce las  curaciones:  estas  se  llaman  espontá- 
neas en  el  primer  caso  y  artificiales  en  el  se- 
gundo. De  estos  principios  que  ha  confirmado 
la  observación  y  la  esperioncia,  se  han  dedu- 
cido también  consecuencias  equivocadas  por 
algunos  autores  que,  confiando  escesivaraen- 
te  en  esta  tendencia  de  la  naturaleza  hacia  la 
salud,  han  sostenido  que  el  médico  debe  li- 
mitarse esclusivamente  á  observarla  (medi- 
cina especiante)  abandonando  á  ella  las  en- 
fermedades: y  de  este  modo  han  dado  ocasio- 
nes á  terminaciones  funestas.  Otros,  al  contra- 
rio, desentendiéndose  demasiado  de  aquella 
disposición  natural,  han  sostenido  que  son 
siempre  necesarios  loa  esfuerzos  activos  de  la 


55 


TERAPEUTICA. 


se 


medicina  (medicina  activa)  y  asi  perturban  á  ,  fermo,  mal  podrá  conocer  los  efectos  pri  mi- 


veces  con  ellos  los  saludables  movimientos  do 
la  naturaleza  y  aumentan  la  intensidad  de  la 
dolencia  que  deseaban  combatir.  En  efecto,  si 
bien  es  verdad  que  la  esperiencia  diariamente 
acredita  que  ia  naturaleza  abandonada  á  si 
misma  escita  reacciones  cuyo  resultado  es  el 
restablecimiento  de  la  salud,  también  vemos, 
con  frecuencia,  que  alterada  nuestra  economía 
por  una  causa  morbosa  violenta,  continúa  au- 
mentándose esta  alteración, '  llega  á  destruir 
las  parles  que  ocupa  y  á  causar  la  muerte  del 
enfenho:  ademas,  considerando  atentamente  e! 
curso  de  las  enfermedades,  se  ve  con  evidencia 
que  hay  casos  en  que  las  reacciones  escitadas 
por  ia  naturaleza  agravan  notablemente  el  mal 
y  exigen  que  se  oponga  un  dique  al  tor- 
rente de  desórdenes  que  de  ellas  dimanan. 
Resulta,  pues,  de  todo  lo  dicho  que  existe  real- ' 
mente  en  nuestra  economía  una  disposición 
que  tiende  á  repeler  las  causas  morbosas,  á 
sustraerse  de  sd  acción  y  á  restablecer  el 
equilibrio  de  las  funciones:  que  esta  tenden- . 
cia  es  en  muclios  casos  suficiente  para  veriíi- 1 
car  la  curación,  al  paso  que  en  otros  no  basta 
y  debe  ser  auxiliada  por  el  arte,  y  que  en  al- 
gunos puede  ser  nociva  estraviáudose,  y  debe 
ser  contrariada.  Es;  pues,  preciso  ponerse  en 


tiros  y  secundarios  de  los  medicamentos  que 
ha  administrado.  Sin  embargo,  no  debe  dedu- 
cirse de  eslo  que  solo  pueden  ejercer  debida- 
mente la  medicina  los  que  tengan  todos  los 
sentidos  bien  espedilos,  pues  el  defecto  que 
lal  vez  tenga  el  observador  en  alguno  de  ellos, 
no  siendo  muy  clásico,  puede  corregirse  con 
el  continuo  ejercicio  de  ,1a  observación,  su- 
pliéndose á  veces  el  uno  con  el  olro;  los  sen- 
tidos por  sí  solos  no  son  suficientes  para  for- 
mar un  juicio  acertado  de  la  enfermedad  que 
debe  combatirse  y  para  elegir  los  agentes  te- 
rapéuticos que  están  indicados,  sino  que  deben 
concurrir  también  para  ello  un  buen  racioci- 
nio, la  memoria,  y  en  una  palabra,  todas  las 
facultades  intelectuales.  La  atención  es  de  ab- 
soluta necesidad  en  el  módico  para  ejercer  con- 
acierto  la  noble  facultad  que  profesa:  su  ima- 
ginación debe  ocuparse  enteramente  en  el  en- 
fermo que  observa  sin  que  tenga  otra  idea  que 
lo  distraiga  en  manera  alguna,  pues  que  sin 
la  debida  atención  no  so  puede  observar  bien, 
y  todo  Id  que  sea  capEfe  de  alterarla  ó  debili- 
tarla, hará  que  la  observación  sea  inútil,  como 
dice  mfiy  bien  fihomcl.  Es  también  indispensa- 
ble que  el  médico  se  halle  en  un  estado  de  cal- 
ma perfecta,  no  solamente  porque  una  pasión 


un< justo  medio  respecto  á  la  medicina  aeli-  ¡  viva  absorbe  cu  algún  modo  todas  las  faculta- 
va  y  especiante:  debemos  ser  racionalmente  ¡  des  morales,  aparta  de  aquel  la  debida  atención 
activos;  favorecerla  espresada  tendencia  cuan-  ¡  y  no  permite  que  su  espíritu,  ocupado  en  lo 


do  es  saludable,  oscilarla  cuando  es  insuíl 
cíente  y  oponernos  á  ella  cuando  puede  per- 
judicar, Estas  son  las  bases  de  la  indicación  de 
ia  medicina  activa  y  de  laespectánte:  debiendo 
advertirse  que  esla  palabra  no  se  ha  de  enten- 
der en  su  sentido  absoluto,  porque  en  rigor 
no  bay  médico  alguno  que  se  contente  con  ser 
simple  espectador  de  la  naturaleza,  pues  pro- 
cura porSo  menos  remover  las  causas  oscilan- 
tes, prescribe  medios  negativos  y  sostiene  en 
un  grado  conveniente  las  fuerzas  del  enfermo. 
El  ejercicio  de  la  terapóulica  debe  fundarse  en 
ia  combinación  de  la  teoría  con  la  observación 
y  la  esperiencia,  siendo  preciso  antes  de  ele- 
gir los  remedios  que  se  han  de  prescribir  te- 
ner un  conocimiento  exacto  de  ta  enfermedad 
qne  debe  combatirse;  por  consiguiente,  antes 
de  formular  la  terapéutica  debe  establecer  el 
diagnóstico  del  mal.  La  observación  en  medi- 
cina, requiere  que  los  que  se  dedican  á  ejer- 
cerla estén  dotados  de  sentidos  fieles,  de  un 
espíritu  átenlo  y  observador  y  de  una  calma 
perfecta,  debiendo  ademas  hallarse  exentos  de 
toda  prevención:  en  efecto,  á  mas  de  que  son 
indispensables  estas  circunstancias  en  el  médi- 
co para  que  pueda  establecer  un  diagnóstico 
exacto  de  la  enfermedad  que  debe  combatir,  lo 
que  constituye,  como  hemos  dicho,  la  base 
principal  de  la  terapéutica,  tiene  una  particu- 
lar aplicación  también  á  la  parte  meramente 
curativa:  si  no  tiene  el  médico  espeditos  los 
sentidos  de  manera  qne  pueda  apreciar  clara 
y  debidamente  todo  lo  que  ocurre  en  el  en- 


que  le  afecta,  se  fjje  en  otros  objetos,  si  que 
también  porque  una  tierna  pasión ,  como  e! 
amor  que  ?n  profesa  al  enfermo,  por  ejemplo, 
vuelve  al  observador  inhábil  en  los  mas  de  los 
casos,  por  lo  menos  para  conocer  bien  las  in- 
dicaciones y  determinar  acertadamente  los  me- 
dios terapéuticos  que  deben  emplearse,  aun 
cuando  conozca  bien  la  enfermedad  y  ia  gra- 
vedad que  induce:  por  esta  razón  no  debe  el 
médico  tratar  por  si  solo  las  enfermedades  de 
sus  deudos  y  amigos  qne  le  merezcan  un  par- 
ticular cariño,  ni  menos  las  suyas  propias, 
pues  la  preocupación  de  su  espirita  por  el 
amor  y  el  femor  pudieran  ocasionar  graves 
consecuencias:  también  conviene  que  el  mé- 
dico se  présenle  al  enfermo  ageno  de  toda  pre- 
vención para  qne  pueda  formar  tm  juicio  exac- 
to del  mal  y  de  la  indicación  que  presenta, 
pues  en  e!  caso  contrario  es  inepto  para  ob- 
servar y  solo  se  le  presenta  la  indicación  que 
está  ocupando  su  espíritu:  por  esto  nunca  de- 
be el  médico  apasionarse  por  un  remedio  de- 
terminado, porque  en  este  caso'veria  su  indi- 
cación en  muchos  de  sus  enfermos.  La  cuali- 
dad mas  interesante  que  puede  tener  el  médi- 
co, es  sin  duda  alguna  el  espíritu  de  observa- 
ción, porque  supone  la  reunión  de  todas  las 
demás:  esta  es  una  disposición  innata,  un  don 
infundido  por  el  Criador  que  no  es  igual  en  to- 
nos los  hombres,  pero  que  puede  adquirirse 
con  ta  aplicación  y  la  práctica,  pues  qne  como 
el  juicio  se  modifica  por  el  hábito.  No  debe 
confundirse  la  observación  con  la  esperiencia: 


57 


TERAPEUTICA— TERCERIA 


58 


la  observación  es  un  conocimiento  exacto,  que 
presta  la  naturaleza  y  gtte  adquiere  el.  módico 
observando  atentaqjente  todas  las  circunstan- 
cias i|iie  sedesprendeñ  del  enfermo,  y  la  espe- 
riencia es  el  resultado  de  las  tentativas  que  lia 
heclio  el  práctico  eou  el  lin  do  conocerla  rea- 
lidad de  alguna  cosa:  tampoco  debe  confun- 
dirse la  esperiencia  con  los  espcriinenlos:  el 
médico  que  esperimenla  pregunta  á  la  natura- 
leza y  la  esperiencia  depende  del  resultado 
constante  de  muchos  esperimentos  repetidos. 
Asi  se  lia  adquirido  el  conocimiento  de  la  uti- 
lidad de  ciertos  medicamentos  contra  determi- 
nadas afecciones.  De  estas  dos  interesante  ba- 
ses de  la  terapéutica,  la  observación  y  la  es- 
periencia resulta  el  tino  práctico,  por  medio 
del  cual  el  médico  que  lo  posee  ejerce  con 
mayor  facilidad  y  acierto,  su  profesión:  por  él 
adquiere  el  médico  una  especie  de  esperien- 
cia qüe  puede  llamarse  individual ,  porque  es 
propia  del  que  la  tiene,  sin  que  pueda  casi 
replicarla  ni  comunicarla  á  los  demás:  consis- 
te en  una  liabilidad  particular,  en  un  modo  es- 
pecial de  ver  y  observar,  por  lo  cual  con  un 
solo  golpe  de  vista,  si  asi  puede  decirse,  co- 
noce el  práctico  la  enfermedad  que  va  á  tratar, 
el  métndo  curativo  que  ha  de  emplear  y  aun 
en  muchos  casos  las  esperanzas  que  puede  con- 
cebir, ií  sea  la  terminación  que  el  mal  debe 
tener:  el  tino  práctico,  lo  mismo  que  el  espí- 
ritu observador,  no  es  igual  en  todos  los  mé- 
dicos, aunque  hayan  procurado  adquirirlo  con 
la  misma  aplicación  y  conato,  pues  participa 
en  gran  parte  de  esa  disposición  innata,  de 
ese  don  particular  de  que  hemos  hablado;  na- 
die podrá,  empero,  conseguirlo  sino  á  la  vista 
del  enfermo,  libro  el  mejor  do  la  ciencia.  La 
terapéutica  es  el  complemento  y  perfección  de 
la  ciencia  médica;  constituye  esencialmente 
el  arte  de  curar;  suprimida  ella,  la  medicina 
no  es  mas  que  una  ciencia  puramente  teórica 
ó  iconográfica,  es  una  rama  seca  de  la  histo- 
ria natural ,  un  objeto  de  estudio  del  natura- 
lista, como  la  mineralogía  y  la  zoología;  crece 
la  terapéutica,  adelanta  en  sus  trabajos  y  apa- 
rece entonces  la  medicina  grande,  majestuo- 
sa como  la  ciencia  mas  úlil  y  sublime,  cómo 
el  arte  divino  por  escelencia:  los  medicatnen 
tos  revelan  al  sacerdote  módico  los  profundos 
secretos  de  su  admirable  poder  como  cofas 
inaccesibles  é  inescrulables  á  la  debilidad  del 
espíritu  humano;  en  esta  parle,  como  en  to 
das  las  demás  de  la  medicina,  es  inadmisible 
el  esclusivismo;  ni  los  orgameislas,  ni  los  vi- 
táoslas, ni  los  brousistas,  ni  los  estáticos,  ni 
los  humoristas  ,  ni  ningún  sistema,  en  lin,  es 
suficiente  á  comprender  con  una  doctrina  única 
todas  las  verdades  de  la  terapéutico:  es,  pues, 
necesario,  que  (ornemos  de  cada  uno  de  ellos 
las  verdades  que  contienen  para  formar  un  có- 
digo de  los  verdaderos  principios  de  la  cien- 
cia médica. 

TERCERIA,  {Jurisprudencia.)  Llámase  ter- 
cer opasilor  en  el  lenguaje  forense  el  que  se 


presenta  á  litigar  en  un  pleito  que  otros  están 
siguiendo,  y  su  pretensión  y  las  actuaciones 
áque  da  origen  se  designan  con  el  nombre  de 
tercería.  Puede  haber  tercerías  en  cualquier 
clase  de  juicios;  pero  son  mas  frecuentes  en 
losjuicios  ejecutivos  y  en  los  deapremio- 

Dividense  las -ten-crias  y  los  terceros  en 
coadyuvantes  y  escluyentes:  los  primeros  son 
los  que  loman  parte  en  el  pleito,  ayudando  ó 
sosteniendo  el  derecho  de  uno  de  los  liíigun- 
les:  los  segundos  son  los  que  personándose 
en  el  juicio  incoado,  alegan  un  derecho  pecu- 
liar suyo,  sin  ayudar  ni  soslener  uinguua  de 
las  pretensiones  de  los  primeros  litigantes, 
sino  por  el  contrario  escluyéndolas.  Los  coad- 
yuvantes pueden. serlo  en  favor  del  reo.  ó  del 
actor.  De  sus.  demandas  se  conliere  traslado  á 
la  parte  contraria,  para  que  tenga  conocimien- 
to de  la  nueva  pretensión  y  pueda  impugnar- 
la, con  ellos  hay  que  entenderse  eu  lorestau- 
le  del  liligio;  porque  por  medio  de  la  tercería 
vienen  a  ser  partes  legitimas;  pero  el  juicio 
seguirá,  según  el  estado  en  que  se  halle,  has- 
la  su  terminación,  sin  que  los  terceros  puedan 
hacerlo  retroceder  ni  obtener  plazo  alguno  que 
ya  haya  pasado.  Asi,  por  ejemplo,  si  ha  pasado 
el  término  probatorio ,  cuando  comienzan  la 
tercería,  no  podrán  probar  nada  de  lo  que  solo 
dentro  de  él  haya  debido  probarse. 

Las  tercerías  escluyentes  pueden  ser  de  do- 
minio y  de  prelacion:  las  primeras  tienen  por 
objeto  el  desembargo  de  bienes  que  no  perte- 
necen aun  deudor  ejecutado;  pero  que  fueron 
embargados,  creyéndose  que  le  pertenecían: 
el  objeto  de  las  segundas  es  que  con  el  valor 
de  los  bienes  embargados  se  haga  pago  al  ter- 
cero con  preferencia  al  que  antes  había  ejecu- 
lado,  por  tener  su  crédito  algon  privilegio.  Pa- 
ra que  se  admita  esta  última  especie  de  terce- 
ría es  necesario  que  el  deudor  no  posea  mas 
bienes  que  los  embargados,  ó  que  los  demás 
que  le  pertenezcan  y  hayan  quedado  libres  no 
basten  para  reintegrar  al  tercero;  pues,  sien- 
do bastantes  para  cubrir  los  créditos  de  am- 
bos, los  dos  cobrarán  sin  necesidad  de  ter- 
cería. 

Algunos  escritores  tratan  de  las  tercerías 
que  interponen  las  mngeres  para  el  reintegro 
ó  devolución  de  su  dote,  como  si  fuesen  de 
distinta  especie  que  las  que  ya  hemos  clasifi- 
cado; pero  en  realidad  no  lo  son;  pues  si  el  do- 
te fué  estimado,  en  cuyo  caso  no  liene  el  ma- 
rido mas  obligación  que  lade  devolver  el  pre- 
cio de  los  bienes  dótalos,  la  tercería,  que  se 
interponga  para  conseguir  esto  será  de  mejor 
derecho,  y  si  el  dote  fué  sin  estimar,  estando 
el  marido  obligado  á  conservar  y  devolver  los 
mismos  bienes  que  le  entregaron,  da  tercería 
que  con  este  fin  se  interponga  será  de  do- 
minio. 

Como  las  tercerías  escluyentes  son  una 
nueva  demanda  que  ha  de  producir  un  liligio 
diferente'del  que  se  está  sustanciando,  no  de- 
ben admitirse  sin  que  antes  se  haya  celebrado 


89 


TERCERIA. 


SO 


juicio  de  conciliación  con  el  actor  y  con  el  reo. 

Torta  tercería  por  regla  general  debo  inter- 
ponerse en  el  juzgado  donde  se  signen  los 
autos  principales,  porque  son  casos  de  acu- 
mulación necesaria;  y  aunque  las  escluyenles 
se  interponen  con  mayor  frecuencia  en  la  via 
de  apremio,  es  indudable  que  todas  ellas  pue- 
den ser  interpuestas  en  cualquier  estado  del 
juicio.  ' 

Cuando  tos  bienes  de  un  deudor  ejecutado 
se  lian  vendido  y  cou  su  precio  fe  ha  hecho  el 
pago  al  demandante,  no  es  admisible  la  terce- 
ría de  prelaeion;  asi  como  no  lo  es  la  de  do- 
minio, cuando  de  los  bienes  vendidos  se  ha 
hecho  entrega  al  comprador.  En  el  primer  ca- 
so no  queda  al  nuevo  acreedor  otro  Medio  que 
esperar  hasta  que  el  deudor  adquiera  otros 
bienes:  en  el  segundo  podrá  reivindicar  la  co- 
sa vendida,  dirigiendo  su  demanda  contra  el 
comprador. 

A.  ia  demanda  de  tercería  han  de  acompa- 
ñar, como  á  todas  tas  demás,  los  documentos 
que  sirvan  para  justificarla;  mas  esta  regla  no 
obsta  para  que  fa  demanda  no  documentada  se 
admita,  si  no  hay  documentos  ó  se  ignora  por 
entonces  su  paradero,  porque  en  el  término 
de  prueba  podrán  probarse  los  fundamentas 
del  derecho  que  se  alega. 

Es  doctrina  en  que  están  conformes  nues- 
tros jurisconsultos,  y  qué  ademas  está  apoya- 
da por  la  práctica  de  los  tribunales,  que  un 
acreedor,  cuyo  plazo  para  pedir  no  esté  ven- 
cido, puede  legalmente  interponerse  como  ter- 
cero; tanto  porque  el  derecho  de  prelacion 
existe  desde  que  se  contrajo  la  obligación, 
cuanto  porque,  á  no  ser.  asi,  él  acreedor  que 
había  pedido,  conseguiría  reintegrarse  de  su 
crédito,  no  obstante  haber  otro  que  debiera 
ser  preferido,  el  cual,  no  reclamando  basta 
que  no  venciese  el  plazo,  podría  no  encontrar 
bienes  con  que  ser  pagado. 

El  efecto  inmediato  de  la  terceria  eselu- 
yeñte  es  suspender  la  ejecución  o  el  apremio, 
cuando  sea  dota!,  ó  cuando  se  presente  con  la 
demanda  un  documento  fehaciente  en  el  caso 
de  ser  dominio;  mas  si  el  tercero  no  presenta 
esta  clase  de  documentos ,  aunque  proteste 
presentarlos  en  el  término  de  prueba,  no  se 
suspenderá  ni  la  ejecución  ni  el  apremio;  si- 
no que  seguirán  su  curso,  siguiéndose  á  la  par 
la  tercería.  Tampoco  produce  esta  ¡a  suspen- 
sión de  procedimientos,  cuando  se  interpone 
en  juicio  criminal,  siendo  regla  general  que  en 
estos  casos  debe  conocerse  de  ella,  formando 
rumo  separado. 

Cuando  la  tercería  sea  de  prelacion,  pues- 
to (¡no  el  tercero  y  el  demandante  pretenden 
cobrar  sus  respectivos  créditos,  se  deberá  con- 
tinuar el  juicio  hasta'  la  venta  de  los  bienes 
embargados;  pero  llegado  este  caso,  debe  es- 
perarse que  se  decida  la  terceria  para  saber  á 
quien  se  ha  de  pagar  primero.  Entre  lauto  el 
precio  de  los  bienes  debe  permanecer  en  se- 
guro depósito,  y  cuando  por  no  haberse  ven- 


dido-por  falla  de  compradores  haya  do  hacer- 
se pago  con  su  adjudicación,  serán  adjudicados 
á  aquel  que  tenga  mejor  derecho. 

Si  la  tercena  suspendo  el  juicio,  so  van 
uniendo  al  ramo  pendiente  los  escritos  y  ac- 
tuaciones relativas  á  ella,  mas  cuantío  aquel  y 
esta  so  han  de  seguir  á  la  vez,  dobe  formarse 
ramo  separado  para  la  última  con  el  objelo  de 
evitar  confusión  y  entorpecimiento-i 

En  los  escritos  en  que  se  interpongan  ter- 
cerías eacluyentes  debe  decirse  que  sobre  su 
admisión  se  forma  articulo  de  previo  y  es¡ie- 
ciat  pronunciamiento;  para  rpie  se  entienda 
que  estas  pretensiones  han  de  sustanciarse  cotí 
audiencia  de  las  otras  partes,  y  decidirse  por 
medio  de  un  auto  separado  del  que  recaiga  so- 
bro la  principal  cuestión  del  pleilo. 

Propuesla  la  terceria  cseluyenle,  se  con- 
fiere traslado  de  ella  al  actor  y  at  demandado. 
En  la  práctica  por  lo  general  solo  contesta  el 
primero  y  cou  él  se  sigue  hasta  la  terminación; 
mas  cuando  c!  reo  quiera  defenderse,  deberá 
ser  oído  como  parte  legitima  y  no  menos  inte- 
resada que  el  ador  en  la  esclusion  del  terce- 
ro. Para  contestar  este  traslado  hay  nueve  días 
de  término,  como  en  cualquiera  otra  deman- 
da y  los  trámites  restantes  asi  en  la  primera 
como  en  la  segunda  instancia  son  los  de  un 
juicio  ordinario;  porque  á  esta  clase  pertene- 
cen las  tercerías,  aunque  la  demanda  se  pre- 
sente apoyada  en  un  documentó  ejecutivo; 
Asi,  pues,  por  regla  general  toda  tercería  es- 
clnyente  debe  sustanciarse  en  via  ordinaria, 
purque  son  un  nuevo  pleilo  y  no  un  articulo 
incidente  do  aquel  en  que  se  Interponen. 

Cuando  se  propusieren  dos  ó  mas  tercenas 
contra  un  solo  demandado,  deberá  procederse 
de  otra  manera;  pues,  pidiendo  judicialmente 
tres  acreedores  contra  un  mismo"  deudor,  de- 
be ser  éste  declarado  en  concurso,  y  entonces 
el  juicio  es  universal  y  de  muy  distintos  trá- 
mites. 

En  los  pleitos  mercantiles  hay  también  lu- 
gar á  las  tercerías;  pero  con  sujeción  á  leyes 
especiales.  Según  la  ley  do  enjuiciamiento  pa- 
ra los  negocios  y  causas  de  comercio ,  el  ter- 
cer opositar  debe  fundar  su  derecho  en  docu- 
mentos fehacientes,  única  prueba  que  se  ad- 
mite para  justificarlo.  Propuesla  la  lerceria  se 
suspende  el  juicio  ejecutivo:  I"  cuando  la  ac- 
ción deducida  es  de  dominio:  i."  cuando  pro- 
viene de  dote  estimada.  De  la  oposición  se 
confiere  traslado  al  ejecutante  y  al  ejecutado 
por  término  de  tres  días,  y  después  de  la  con- 
testación se  recibe  el  incidente  á  prueba,  á 
petición  de  Cualquiera  de  las  parles,  si  se  cre- 
yere necesario;  y  si  no,  sí  procede  con  cita- 
ción de  ellas  á  la  decisión  de  ta  tercería.  El 
'  término  probatorio  es  de  veinte  .días  perento- 
I  ríos,  4  cuyo  vencimiento  se  entregan  los  aií- 
'-  tos  á  ¡os  interesados  por  dos  dias  precisos  pa- 
í  ra  que  se  inslrnyan,  pasados  los  cuales,  y  he- 
'  cha  la  citación  para  la  vista,  se  sentencia  en 
'  definitiva,  Firme  la  sentencia,  si  es  favorable 


61 


TERCERIA— TEREBINTACEAS 


62 


al  tercero,  se  le  mandan  restituir  los  bienes 
embargados,  siéndola  tercería  de  dominio. 
Si  ha  sido  u"e  prelacion  se  forma  para  sustan- 
ciarla ramo  separado,  y  se  continúa  el  juicio 
ejecutivo  hasla  la  venta  de  los  bienes ,  cuyo 
.  producto  sedeposila  para  entregarlo  en  su  día 
al  acreedor  i¡ue  obtenga  la  preferencia.  Guin- 
do tenga  el  deudor  otros  bienes,  ademas  de 
los  embargados  puede  el  ejecutante  pedir  que 
se  amplié  el  embargo  á  ellos,  luego  que  se 
baya  propuesto  la  tercería,  y  si  resaltare  tpie 
son  suficientes  para  cubrir  ambos  créditos,  se 
continúan  los  procedimientos  á  instancia  del 
actor,  según  su  estado,  y  el  tercero  usará  de 
su  derecho  contra  los  comprendidos  en  su  ter- 
cería. 

TERCETO.  [Literatura.)  El  terceto  es  una 
combinación  métrica  muy  usada  por  los  poe- 
tas españoles,  italianos  y  franceses.  Se  com- 
pone de  Iros  versos  endecasílabos,  de  los  cua- 
les el  primero  va  rimado  con  el  tercero  y  el 
segundo  rima  con  el  primero  y  tercero  del  si- 
guiente, observándose  este  orden  en  toda  la 
composición,  por  larga  que  sea.  Por  ejemplo: 

Fabio,  las  esperanzas  cortesanas 
Prisiones  son,  do  él  ambicioso  muere, 
Y  donde  al  mas  astuto  nacen  canas; 

Y  el  que  no  las  limare  ó  las  rompiere, 
Ni  el  nombre  ríe  varón  ba  merecido, 
Ni  subir  al  honor  que  pretendiere. ' 

BÍ  ánimo  plebeyo  y  abatido 
Elija,  en  sus  intentos  temeroso, 
Primero  estar  suspenso  que  caído: 

Que  el  corazón  entero  y  generoso 
Al  caso  adverso  inclinará  la  frente 
Antes  que  la  rodilla  al  poderoso. 

El  terceto  se  usa  generalmente  por  nues- 
tros poetas  en  las  sátiras  y  epístolas,  sin  que 
por  eso  deje  de  emplearse  con  buen  éxito  en 
otro  género  de  composiciones.  En  todas  ellas, 
la  conclusión  es  una  cuarteta  también  de  en- 
decasílabos. 

T E  REBELA.  (Historia  natural.)  Las  terebe- 
las  son  nnnélidos  de  los  mares  de  Europa, 
pertenecientes  al  orden  de  los  cefalobranquios 
y  á  la  familia  de  los  sabelarios  ó  anQtritcs,  y 
se  caracterizan  de  este  modo:  anélidos  selíge- 
ros,  con  cuerpo  prolongado  y  subcilindrico, 
compuesto  de  anillos  diversiformes,  ensan- 
chado cu  su  tercio  anterior  y  adelgazado  por 
detrás;  cabeza  poco  distinta  formada  de  tres 
segmentos  y  superada  por  barbillas  que  sirven 
para  !a  prehensión;  tórax  con  doce  anillos; 
abdomen  con  muchos  artejos  y  sin  tentáculos; 
branquias  en  forma  de  arisolillos  y  dispuestas 
por  pares  en  los  tres  primeros  segmentos  to- 
rácicos; pies  desemejantes,  los  torácicos  con 
dos  remos  y  los  abdominales  provistos  única- 
mente de  sedas  con  ganchos. 

Divldense  en  tres  tribus,  que  son:  las  sen- 
cillas, las  /¡celias  y  las  idalias.  flállanse  en 


nuestras  cosías  del  Oeéa  no,  del  Afediterráneo 
y  del  mar  Rojo  y  junto  la  isla  de  Francia.  Vi- 
ven en  la  arenad  dentro  de  tubos  compuestos 
de  fragmentos  de  conchas  ú  de  conchas  en- 
teras. 

TEREBINTÁCEAS,  (familia  de  las)  [Botáni- 
ca.) Las  terebintáceas,  que  toman  este  nombre 
del  pislaclio  terebinto,  ofrecen  muchas  espe- 
cies notables  por  las  sustancias  balsámicas, 
gomosas  ó  resinosas  que  producen.  En  esta 
familia  encontramos  los  árboles  ó  arbustos  de 
los  cuales  se  sacan  la  resina  elemi,  el  bálsa- 
mo de  la  Meca,  la  mirra,  la  trementina  de 
Cilio,  etc.  Algunas  contienen  leche  cáustica, 
como  el  zumaque  venenoso  y  otras  especies 
del  mismo  género.  Varios  ofrecen  frutas  pul- 
posas y  refrescantes,  ó  bien  almendras  bue- 
nas para  comer  y  llenas  de  un  aceite  dnlce, 
como  el  pistacho.  Las  hay,  en  fin,  cuya  corte- 
za astringente  se  emplea  en  medicina,  como 
la  del  sahinus  molle,  ó  en  las  fábricas  de  cur- 
tidos, como  la  de  varios  zumaques.  En  gene- 
ral las  terebintáceas  tienen  flores  poco  apa- 
rentes; pero  en  casi  todas  ellas  el  follage  es 
muy  elegante,  y  en  las  regiones  ecuatoriales 
se  encuentran  algunas  especies  que  forman 
árboles  magníficos. 

Los  caracteres  distintivos  de  esta  fami- 
lia son: 

Arbolas  á  arbustos  de  jugos  propios  resi- 
nosos, gomosos  ó  lechosos. 

Hojas  sin  estipulas,  alternadas,  sencillas, 
ó  bien  imparipennatas,  rara  vez  paripennaías. 

Florescencia  terminal  ó  axilar,  dispuesta 
de  diversas  maneras  (la  mayor  parte  de!  tiem- 
po en  panículas);  flores  pequeñas,  regulares, 
bracteadas,  generalmente  diclines  ó  polígamas. 

Cáliz  inadberenle,  persistente  ó  pocas  ve- 
ces caduco,  pentasépalo  (á  veces  tri,  letra  ó ' 
heptasépalo),  idiadelfo  ó  sinadelfo,  casi  siem- 
pre provisto  en  el  fondo  de  un  disco  anular  ó 
urceolar;  estlvacion  imbricativa. 

Corola  ¡diado Ifa  (por  escepcion  nula  ó  si- 
nadelfa  por  la  base),  inserta  debajo  del  disco 
ó  en  su  ausencia  en  el  fondo  del  cáliz;  pélalos 
en  mismo  número  (pie  los  sépalos  y  alternos 
con  ellos;  estivacion  imbricaliva  ó  valvaria. 

Estambres  con  ¡a  misma  inserción  que  la 
corola,  en  igual  número  que  los  pétalos  e  iu- 
terpositivus,  ó  bien  en  número  doble  y  alter- 
nativamente opositivos  é  interposilivos;  fila- 
mentos libres  ó  algunas  veces  monodelfas  pol- 
la base;  antenas  bilobadas,  introrsas,  longitu- 
dinalmente dehiscentes  (nulas  en  las  flores 
machos). 

Pistilo:  &  veces  con  una  sola  bistrela  uni- 
locular,  monost.ila;  otras  con  dos  á  cinco  bis- 
trelas,  igualmente  unilocnlaresv  monostilas, 
conjanlas,  ora  por  sus  ovarios  solamente,  ora 
por  sus  ovarios  y  por  sus  estilos,  ó  bien  se- 
paradas; estigmas  libres  ó  contluyentes  en  su 
base;  óvulos  solitarios  ó  gemíneos,  ascenden- 
tes ó  cafólos;  fuñicólo  mas  ó  menos  largo  que 
empieza  desde  lo  hondo.de  la  cavidad. 


I 


fi3 


TEREBINTACEAS 


64 


Pericarpio:  nuez  uni-quinque-locular  ó 
carcérula  ó  folíenla. 

Semillas  anatrupas  (ó  á  vece?  campulilru- 
pas),  generalmente  solitarias;  tegumento  sim- 
ple ó  doble;  perispernía  nulo;  embrión  dicoti- 
ledóneo, rectilíneo  unas  veces,-  curvilíneo 
otras; 

las  terebintáceas  presentan  muchas  rela- 
ciones con  las  celastríneas,  las  rhanmeas,  las 
ruláceas,  las  rosáceas  y  las  leguminosas.  Por 
su  aspecto,  se  acercan  muebo  á  esta  última 
familia,  de  las  cuales  difieren  notablemente 
por  sus  hojas  nti  estipuladas.  Este  mismo  ca- 
rácter las  distingue  de  las  rosáceas.  En  ellas  ad- 
mite hoy  el  ilustre  autor  del  Genéralos  cuatro 
grupos  siguientes,  que  varios  celebres  botá- 
nicos consideran  como  otras  tantas'  familias 
distintas,  reservando  á  la  primera  de  eslas 
secciones  el  nombre  de  terebintáceas. 

1.  "  Anacardicas  ó  terebintáceas  verda- 
deras; cáliz  provisto  de  un  disco,  eslivacion 
de  la  corola  ¡lubricativa,. (¡lamentos  libres;  pis- 
tilo sencillo  ó  compuesto  de  varias  lustrólas 
conjuntas  en  una  caja  ó  cápsula  umlocular; 
óvulos  solitarios,  colgantes;  embrión  curvilí- 
neo; cotiledóneos  carnosos  foliáceos:  á  este 
género  pertenecen  los  zumaques  y  los  alfón- 
sigos. 

2.  "  Burseráceas:  cáliz  provisto  de  un 
disco;  estivaejon  de  la  corola  valvularia  por 
lo  regular;  filamentos  libres;  dos-á  cinco  lús- 
trelas conjuntas  en  una  caja  bi-qninquilocular; 
óvulos  geminados;  estilos  soldados  ó  nulos;- 
drupa  de  dos  ácinco  huesos  monospermos;  em- 
brión rectilíneo;  cotiledones  carnosos.  Ex. 
bursera. 

3.  "  Espondiáceas:  cáliz  provisto  de  un 
disco;  estuación  de  la  corola  imbricativa;  fila- 
mentos libres;  cinco  hislrelas  conjuntas  en  una 
caja.qninquilocular;'est¡lo3  libres;  óvulos  soli- 
tarios; drupa  de  hueso  b¡-quinquiloeular.  Ex- 
el  mombin.  ó  cinilo  délas  Antillas. 

4íu  Cannabáceas:  disco  nulo;  eslivacion 
de  la  corola  imbricativa,  rara  vez  valvularia; 
separadas  en  número  de  cinco  ó  en  menor 
número,  por  causa  de  aborto;  óvulos  gemina- 
dos ascendentes;  folículos  monospermos;  em- 
brión rectilíneo;  cotiledones  carnosos.  Ex,  el 
¿omitirá, 

'Se  conocen  unas  ciento  óchenla  especies 
que  puedan  con  seguridad  referirse  á  esta  fa- 
milia.  Eslas  especies  pertenecen  casi  esclusi- 
vamente  á  la  zuna  ecuatorial  y"  á  los  países 
poco  distantes  de  los  trópicos,  las  pocas  que 
crecen  en  las  zonas  templadas  desaparecen 
mucho  untes  de  alcanzar  los  limites  septen 
trionales.  También  crecen  algunas  especies  de 
zumaques  en  la  America  Septentrional  y  en 
el  Canadá;  pero  de  todas  las  que  se  encucli- 
llan en  el  antiguo  continente  ninguna  resiste 
con  facilidad  un  Invierno  riguroso  en  el  clima 
de  París. 

La  distribución,  geográfica  de  las  especies 
es  la  siguiente: 


Zona  ecuatorial:  América,  60;  Asia,  40; 
Australia,  2;  Africa,  31.  Total,  133. 

Zona  templada:  Cabo  de  liuena  Esperan- 
za, 44;  Chile,  2;  China,  3;  Japón,  4;  Nepal,  2; 
región  mediterránea,,  3;  Canarias,  12;  Estados 
Unidos  de  América,  3;  Canadá,  10.  Total,  83.  . 

Daremos  íin  á  esle  articulo  con  algunas 
nociones  históricas  sobre  las  terebintáceas 
mas  interesantes. 

El  alfónsigo  [pistacia  vera,  Lio.)  oriundo 
de  Pérsia  y  de¡  Cabul,  se  cultiva  boy  en  todo  el 
litoral  del  Mediterráneo.  Sus  almendras,  de  un 
hermoso  color  verde,  son  muy  nombradas  por 
su  escelente  sabor.  Pueden  emplearse,  en  vez 
de  almendras  dulces,  para  emulsiones.  La  al- 
mendra del  anacardium,  oriéntale  (Un.),  es 
muy  buscada  en  la  India  y  en  las  islas  Mollinas. 
Su  nuez  cordiforme  va  sostenida  por  un  pe- 
zón en  espiral,"  carno?o  y  mas  grueso.  La  coi> 
toza  de  esta  nuez  contiene  un  jugo  acre  y  cáus- 
tico, que  se  emplea  en  veterinaria  y  en  lasen- 
fermedades  cutáneas,  y  que  sirve  también  pa- 
ra la  fabricación  de  una  linta  indeleble.  Varios 
autores  pretenden  que  las  plantas  de  esle  géne- 
ro tienen  la  propiedad  do  exaltar  las  faculta- 
des intelectuales.  La  caoba  de  manzanas  ó 
anacardium  oecidenlale,  Lin. ,  ó  eassuvium 
pomiferum  (Lam.l  crece  en  las  Antillas  y  en 
la  América  Meridional.  Su  fruía  es  una  nuez 
sostenida  por  un  pezón  en  espiral  y  carnoso,  y 
del  tamaño  de  una  pera  gruesa.  Esta  parte  su- 
culenta es  astringente  antes  de  la  madurez, 
pero  acaba  por  ponerse  azucarada  y  de  gusto 
vinoso.  Su  zumo,  mezclado  con  agua,  propor- 
ciona una  bebida  agradable  y  refrescante,  y 
fermentado,  da  un  licor  espirituoso.  La  cásca- 
ra  de  la  nuez  contiene  un  aceite  cáustico  con 
el  cual  so  hace  una  linta  que  marca  la  ropa  de 
una  manera  indeleble.  La  almendra  se  come 
cruda  ó  tostada. 

El  spondias  mombin  yspondias  purpúrea, 
(Lin.)  árbol  indígeno  de  la  América  Ecuatorial, 
produce  una  fruta  del  tamaño  y  de  la  formado 
una  ciruela ,  de  tloude  proviene  el  nombre  de 
ciruelo  de  las  Antillas  que  aqui  se  lo  da,  ó  de 
ciruela  de  España  que  se  le  da  en  las  coló-' 
nias.  La  pulpa  de  esta  fruta  es  acida  y  aromá- 
tica. Las  frutas  del  spondias  amarillo,  [spon- 
dias cuíeay  spondias  myrolialanus,  Lin.)  son 
mas  apreciadas  que  las  del  rojo.  De  esle  gé- 
nero hay  otra  especie,  que  es  el  nervy  ó 
árbol  de  Citores ,  {spondias  dulcís,  Porst  ; 
spondias  cyterea,  Lam,),  oriundo  de  Taiti,  se 
cultiva  i  generalmente  en  los  establecimientos 
coloniales  do  la  zona  tórrida.  Sus  frutos  tie- 
nen nn  gusto  do  manzana  y  con  ellos  se  pre- 
para nna  bebida  análoga  á  la  sidra.  La  fruía 
úelmangifera  indica,  (Lin.)  es  una  de  las  pro- 
ducciones mas  deliciosas  do  los  países  cálidos. 
De  ella  se  cuentan  unas  cien  variedades,  de 
forma,  de  color  y  de  sabor  diversos,  que  se 
tienen  por  depurativas  y  autiscorbúticas. 

El  alfónsigo  lentisco  'pistacia  lentiscus, 
Lin.)  es  un  arbusto  indígena  (lela  Europa  Aus- 


C5 


TEREBINTACEAS— TEREBRANTES 


66 


tral;  de  Berbería  y  de  Orienté.  Doél.ypormc- 
liio  de  corladuras  en  su  corteza,  se  obtiene  la 
almáciga.  Esta  resina  aromática  es  en  la  actua- 
lidad mucho  mas  empleada  por  los  perfumis- 
tas que  por  los  médicos.  Suelen  mascarla  las 
mugeres  griegas  del  Archipiélago,  para  darse 
ira  aliento  suave  y  agradable.  La  tercbenlina 
ó  trementina  de  Chio  se  recoge  en  esta  misma 
isla,  del  alfónsigo  terebinteoi/jisíacía  terebin- 
Ihus),  especie  conocida  en  ¡oda  la  región  me- 
diterránea. De  una  epecié  dé  amyris  (amyris 
opobalsamum,^'.),  común  en  Arabia,manacl 
bálsamo  de  la  Meca,  al  cual  se  atribuían  tantas 
cualidades  maravillosas.  Otra  especie  de!  mis- 
mo género,  c\'kataf  délos  árabes  (anujriska- 
taf,  Forsk.)  produce  la  mirra;  asi  á  lo  menos 
lo  atestigua  el  célebre  Forskal.  Esta  goma  re- 
sina se  emplea  todavía  como  estimulante  y  tó- 
nico, be  un  bosiuellia  de  la  India  (boswelia  ser- 
rata, Roib.)  sesaca  una  resma  muy  análoga  al 
verdadero  incienso  ú  olibaa,  que  proviene  del 
Ihuya  articúlala,  arbolito  de  !a  familia  de  los 
coniferos,  descubierto  en  el  Atlas  por  Mr,  Des- 
fontaines, 

El  género  zumaque  ó  rhus  de  los  botáni- 
cos es  el  ünico  del  cual  existen  én  el  centro 
y  el  Mediodía  de  Europa  especies  que  salen  en 
plena  tierra.  Deeste  número  es  el  fustete  [rhus 
colinus),  que  crece  espontáneamente  en  laEu- 
ropa  Austral  y  se  distingue  por  su  hermoso 
follage  verde  claro,  has  raices  déosle  arbusto 
producen  un  color  amarillo  ó.  rojo,  con  ei  cual 
se  tiñen  las  lelas.  El  zumaque  lampiño  {rhm 
glalrum,  Un.),  el  zumaque  de  Virginia  (rhus 
iijphinum,  Lin.)  y  el  zumaque  elegante  [rhus 
elegáns;  íiL\  los  tres  oriundos  de  los  Estados 
Unidos  de  América  ,  son  muy  comunes  en  los 
vergeles  y  en  los  plantíos ,  y  forman  cuando 
su  follaje  adquiere  un  color  de  púrpura,  en 
oloño  sobre  todo,  árboles  de  muy  buen  efecto. 
El  zumaque  venenoso  (r. 'toxicad  endron,  Lia.) 
arbuslo  sarmentoso,  indígena  también  cíe  los 
Estados  Unidos,  os  célebre  mucho  tiempo  ha 
por  sus  cualidades  deletéreas.  Su  jugo,' pues- 
to aunque  sea  cu  corla  cantidad  en  contacto 
con  la  piel,  basta  para  producir,  ampollas,  y 
basta  erisipelas  y  obstinadas  hinchazones.  Se 
asegura,  sin  embargo,  que  hay  personas  que 
no  sienten'  los  efectos  de  este  veneno*  Algu- 
nos médicos  han  empleado  el  jugo  del  zuma- 
que venenoso  en  dosis  muy  pequeñas,  para  el 
tratamiento  de  la  epilepsia  y  délas  enfermeda- 
des cutáneas  inveteradas.  El  zumaque  para  el 
barniz  [rhus  vernix,  Un.),  que,  según  dicen, 
crece  tanto  en  el  lapon  como  en  la<  América 
Septentrional,  no  és  menos  venenoso  que  el 
loxkodemlron.  Su  jugo  ,  que  se  coagula  fá- 
cilmente al  contacto  del  aire,  proporciona  un 
barniz,  del  cual  sacan  gran  partido  los  japone 
ses.  Cuenta  Koempfcr  que  las  emanaciones  de 
esta  sustancia  hacen  hincharse  los  labios  y  las 
narices  y  causan  á  los  opéranos  que  le  mani 
pulan  dolores  de  cabeza;  para  evitarlo  se  cu- 
bren con  caretas.  Los  chinos  hacen  un  hermo 

2174    ltlBUPTECA  POPULAR, 


so  barniz  con  el  jugo  de  un  árbol  que  llaman 
tsi-chou  y  es  quizás  el  mismo  que  el  rhusver- 
nix  del  lapon.  La  goma  copal  mana  de  las 
incisiones  que  se  hacen  á  la  corteza  de  uu.zu- 
maqne  que  crece  en  Méjico  y  en  la  parte  me- 
ridional de  los  Estados  Unidos  (rhus  capalli- 
num,  Lin.)  En  fin,  la  corteza  del  zumaque  de 
"os  curtidores  de  pieles,  (rhus  corriaria,  Un.), 
arbusto  indígena  del  Mediodía  de  Europa,  es 
objeto  de  un  comercio  bastante  general,  en  ra- 
zón del  gran  consumo  que  de  él  se  hace  para 
el  curtido  de  cueros. 

Los  nogales,  que  al  principio  calificó  mon- 
sie'ur  Jussieu  en  la  categoría  de  las  terebintá- 
ceas, forman  hoy  un  grupo  "distinto  ,  el  de  las 
juglandeas*  Esta  pequeña  familia  es  interme- 
dia entre  las  amentáceas  y  las  terebintáceas  y 
se  compone  de  árboles  mas  ó  meuos  elevados, 
de  semillas  oleaginosas  en  su  mayor  parle 
buenas  para  comer. 

Ademas  del  nogal  común  {fuglaus  regia, 
Lin.},  oriundo  de-Persia  y  de  Cabul,  este  géne- 
ro ofrece  varias  especies,  no  menos  interesan- 
tes, de  los  Estados  Buidos  de  América.  Nos  li- 
mitaremos ú  citar  las  siguientes: 

El  nogal  negro  (juglaris  nigra ,  Lin.) ,  ár- 
bol enorme,  cuya  nuez  se  conserva  fresca  du- 
rante muchos  meses. 

El  nogal  oliva  (juglans  oüvaformis,  Aie.) 
Sus  nueces  tienen  la  forma  de  aceitunas,  y  la 
almendra  -que  encierran  produce  escelenle 
aceile. 

El  nogal  blanco  ó  hikory  Ijuglans  alba, 
Lin.,  juglaría  tomentosa,  Micb.)  produce  nue- 
ces de  poco  valor;  pero  se  aprecia  por  su  ma- 
dera, que  se  emplea  en  una  infinidad  de  usos. 

TEREBINTINA.  (V.  trementina). 

TEREBRANTES,  (anuíales)  {Historia  natu- 
ral,) De  todas  las  particularidades  que  en  los 
animales  se  observan,  la  que  mas  teme  el  hom- 
bro es  sin  contradicción  la  costumbre  que  tie- 
nen algunas  especies  de  taladrar  los  cuerpos 
sólidos  de  varias  clases,  que  emplea  para  sa- 
tisfacer sus  necesidades  físicas  é  industriales. 
Rajo  este  punto  de  visla  pueden  reunirse  to- 
dos los  animales  que  para  proporcionarse  su 
sustento,  depositar  sus  huevos  y  hacerse  una 
habitación,  se  sirven  de  sus  instrumentos  na- 
turales para  perforar  ó  terebrar  los  cuerpos 
aólidos,  en  cuyo  interior  encuentran  los  me- 
dios de  conservarse  como  'individuos  y  como 
especie. 

El  estudio  comparativo  déla  terebración  ó 
perforación  que  esponemos  aqui  muy  sucinta- 
mente, comprende  tres  órdenes  de  considera- 
ciones que  son  relativas:  t."  las  tinas  álos 
animales  terebrantes:  2."  las  otras  al  fenóme- 
no de  esta  acción  ejercida  en  sustancias  de  di- 
versa naturaleza,  por  medio  de  agentes  diver- 
sos y  para  varios  objetos  especiales:  3..'  otras, 
en  fin,  á  das  consecuencias  de  la  terebración 
para  el  hombre  que  puede  utilizarla  ó  preser- 
var de  ella  los  cuerpos  deque  hace  uso.  • 
.-'  Sunca  deberían  las  simples  picaduras  ó 
T.  xxxiii,  5 


67 


TEREBRANTES 


mordeduras,  hedías  por  animales  con  instru- 
mentos muy  agudos,  confundirse  con  los  agu- 
jeros, mas.  ó  menos  .grandes,  producidos  por 
un.  órgano  de  terebración,  en  razón  de  que  el 
orificio  de  la  picadura  vuelve  á  cerrarse  al  ins- 
tanle  y  no  larda  en  desaparecer,  en  tanló  que 
cu  pl  agujero  ó  boquete  producido  pur  un 
instrumento  terebrante  ,  resulta  siempre  una 
pjrd'uía  do  sustancia,  y  nn  hueco  ó  espacio 
abierto"  en  el  cuerpo  agujereado'.  Los  entomó- 
logos, sin  embargo,  designan  á  veces  con  e! 
nombro  de  insectos  terebrantes  ciertos  gru- 
pos de  especies  que  producen  simples  picadu- 
ras [tara  depositar  sos  huevos  en  el  cuerpo  de 
otros  animales.  Antes  de  ponerse  á  examinar 
una  por  una  .  todas  las  especies  terebrantes  del 
reino  animal,  era  indispensable  establecer  una 
distinción  clara  y  precisa  cairela  picadura  y 
la  terebr  ación. - 

En  el  gran  Upo  de  los  vertebrados  se  con- 
sideran  únicamente  como  e  species  terebran- 
tes las  de  los  pájaros,  que  en  busca  de  insec- 
tos que  comer,  taladran  las  superficies  mas 
claras  de  los  árboles ,  y  abriendo  con  el  pico 
anchos  y  profundos  hoyos  en  su  corleza.  Las 
mordeduras  de  los  vertebrados  chupantes  (vam- 
piros y  lampreas)  no  son  masque  pcríoraaiien- 
nes  de  partes  blandas ,  y  no  verdaderas  tere- 
braciones; pero  principalmente  en  el  segundo 
gran  tipo  del  reino  animal ,  el  de  los  anima- 
les eslernebrados  ó  articulados  ,  es  donde  se 
encuentra  un  número  bastante  crecido  de  es-^ 
pecies  que  los  naturalistas  han  considerado  co- 
mo animales  terebrantes.  Y  como  la  mayor 
parte  de  estas  especies  agujerean  las  cortezas, 
la  albura  y  la  madera,  dentro  de  los  cuales 
practican  galerías  mas  o  menos  profundas  y 
sinuosas,  se  han  distribuido  por  grupos  de- 
signados con  los  nombres  de  xilófagos,  hilo- 
fagos  y  teridilos.  En  el  orden ,  sobre  todo, 
de  los  coleópteros,  se  encuentra  el  mayos;  nú- 
mero de  animales  croe  terebran  las  maderas, 
los  cuales  se  dividen  en  seis  familias ,  á  sa- 
ber: esternoxos,  teredilos,  lamelicornios,  cur- 
culionídeos,  xilófagos  y  longicornios. 

Con  respecto  á  estos  insectos,  ha  propuesto 
Mr.  Eugenio  Robert  establecer  dos  grandes  ca- 
tegorías: la  primera  que  comprende  los  insec- 
tos cuyos  gusanillos  viven  esencialmente  en 
la  corteza,  ora  viva  para  algucios,  ora  para  otros 
muerta;  la  segunda,  las  larvas  que  viven  esen- 
cialmente en  el  cuerpo  leñoso,  vivo  ó  muerto. 

También  deben  colocarse  en  el  número  de 
los  animales  terebrantes  algunas  especies  de 
nevrópferos  (los  termilos) ,  de  himenópteros, 
de  lepidópteros  y  dé  dípteros.  Ün  pequeño 
crustáceo  del  órden  de  los  isópodos,  hay  cono- 
cido por  los  destrozos  que  causa  en  las  made- 
ras, con  el  nombre  de  Umrioria  terebransrTA 
vez  entre  los  crustáceos  Laya  mas  tarde  que 
reconocer  varias  otras  especies  terebrantes. 
En  los  articulados  vermiformes  hay  cierto  nú- 
mero de  especies  anillosas  que  pueden  aguje- 
rear y  taladrar  las  piedras  calcáreas ;  -pero  en 


los  lietebrados  higrabiunos,  principalmente,  ó 
en  los  moluscos,  se  encuentra  un  número  bas- 
tante considerable  do  especies  que  pueden, 
ora  agujerear  las  conchas  de  oíros  moluscos, 
ora  penetrar  en  el  inferior  de  las  piedras  cal- 
cáreas muy  duras  ,  y  ora  también  roer  todas 
las  esencias  de  maderas  vivas  ó  muertas,  fres- 
cas ó  podridas,  y  nías  ó  menos  duras  ó  blan- 
das. Ni  entre  los  zoolitos  radiados,  exiiminan- 
do  sucesivamente  los  equinodermos,  los  aisi- 
Icfos  ó  medusas,  y  los  pólipos ,  ni  entre  los 
zoófitos  infusorios  se  conoce  especie  ninguna 
que  tenga  la  costumbre  de  perforar  Sfls' cuer- 
pos duros  ,  si  bien  gusta  á  algunos  ilp  ellos 
ocultarse  en  los  "scavaiíioues.  naturales  que 
encuentran  Ifay,  sin  embargo,  varias  especies 
de  equinodermos  (equinos)  provistos  de  ins- 
trumenlos  dentarios  capaces  de  romper  con- 
chas y  caparazones  de  crustáceos;  pero lo 
que  quizá  parecerá  extraordinario,  es  ver  re- 
producirse la  propiedad  terebrante  cu  dorios 
cuerpos  organizados  de  animales  que  no  lle- 
nen boca,' estómago  ni  inleslinos,  ni  mas  cu- 
bierta esterior  que  una  membrana  muy  blan- 
da y  aglutinante.  En  el  tipo  de  los  amoiTozoi- 
reos  ó  espóngjarios  existe,  en  efecto,  una  es- 
pecie que  con 'razón  se  ha  designado  con  el 
nombre  de  spongiaterebrans,  la  cual  penetra 
y  corroe.no  solo  las  conchas  de  los  moluscos, 
y  particularmente  de  las  ostras,  sino  hasta  las 
piedras  calcáreas  mas  duras.  Entre  estas  las 
hay  de  tal  manera  cubiertas  de  agujeros  re- 
dondos al  esterior,  á  veces  tan  roídas  interior- 
menté  y  cruzadas  en  todos  sentidos  por  gale- 
rías tortuosas  y  sinuosidades  adyacentes,  que 
á  primera  vista  se  las  tomaría  por  esponjas  la- 
pídeas, si  no  fuese  muy  conocido  el  animal 
que  las  trasforma  de  esta  manera. 

Fenómeno  de  ta  terebración.  Según  lo 
que  acabamos  de  decir,  examinando  rápida- 
mente todos  los  animales.do lados  de  esta  pro- 
piedad consiste  este  fenómeno  en  una  perfora- 
ción de  la  cual  resulta  siempre  una  pérdida  do 
sustancia. 

.Los cuerpos  asi  perforados,  son  de  natura- 
leza animal,  vegetal  ó  mineral,  y,  en  atención 
á  que  las  partes  duras  son  siempre  las  que  mas 
fácilmente  pne.den  perforarse,  resulla  que  son 
los  mas  espuestos  á  la  terebración  los  huesos, 
los  tejidos  córneos  ó  epidérmicos,  los  leñosos 
de  los  vegetales  y  en  clase  de  minerales  las 
materias  calcáreas  nada  mas.  Se  ha  notado, 
empero,  en  eslos  últimos  tiempos  que  algunos 
gusanillos  de  insectos  son  capaces  de  taladrar 
el  plomo  de  los  tejados  y  el  metal  de  los 
clichés. 

La  terebración  se  produce  por  la  interven- 
ción de  varios  agentes  que  se  reducen  á  tres 
principales  clases;  «saber:  los  medios  raeoá-, 
nicos,  los  físicos  y  los  agentes  químicos. 

Los  primeros  son,  sin  perjuicio  de  los  mús- 
culos poderosos  que  imprimen  los  movimien- 
tos, varios  instrumentos,  por  lo  general,  du- 
ros, córneos  ó  calcáreos,  colocados  en  la  bo- 


w 


TEREBRANTES  -TERMOMETRO 


ca,  6  en  el  orificio  de  los  órganos  cíe  la  gene-  ■ 
ración  o  en  varias  partes  de  la  superficie  de  la  ; 
piel,  A  estos  instrumentos  se  clan  los  nombres 
usuales  de  taladro,  de  sierra,  do  Musa  ó  cíe 
.  raspa ,  cuando  se  quiere  espresar  su  modo 
de  obrar. 

La  acción  emoliente  del  agua  y  los  grani- 
tos (inisinios  deJas  arenas  silíceas  ó  calcáreas 
que  se  adhieren  á  lu  piel  mucosa  de  los  ani- 
males, son  medios  físicos  auxiliares  de  los  ro- 
zamientos y  de  las  presiones  mecánicas. 

Ciertos  jugos,  en  fin  ,  considerados  como 
ácidos,  ú  otros  capaces  de  disolver  las  mate- 
rias calcáreas  y  las  sustancias  leñosas,  provie- 
nen, segnn  algunos  naturalistas,  como  los  se- 
ñores Turlon  y  Desbaics,  ora  de  la  piel,  ora 
ele  órganos  segregantes  especiales,  y  bastan, 
como  simp'es  agentes  químicos,  para  corroer 
las  sustancias  y  perforar  en  todos  sentidos  las 
maderas  y  las  piedras  calcáreas. 

Los  reactivos  químicos  son  probablemente 
los  únicos  medios  de  terebración  de  los  ani- 
males muy  blandos,  como  la  esponja  silícea 
terebrante,  y  que  son  al  propio  tiempo  e!  agen- 
te principal  de  la  erosión  y  los  auxiliares,  cu- 
ya índole  es  indeterminada  aun,  de  los  roza- 
QÜcwtOB  efectuados  por  las  conchas  de  todos 
los  moluscos  llamados  lilófugos. 

También  es  probable  que  la  naturaleza 
combine  las  distintas  acciones  de  las  tres  cla- 
ses de  medios  de  terebración,  segnn  debe  es- 
ta efectuarse  lenta  ó  rápidamente  para  coope- 
rar á  !a  multiplicación  de  las  varias  especies 
que  habitan  eu  el  interior  de  las  piedras  y  de 
las  maderas.       i  • 

El  objeto  cié  los  diferentes  grados  de  tere- 
bración efectuada  por  los  animales,  es:  1." 
proporcionarles  simplemente  una  morada  pára 
ponerlos  al  abrigo  ele  los  ataques  de  sus  ene- 
migos: 2  0  proporcionarles,  .ademas  del  abri- 
go, el  alimento  peculiar  á  cada  especie,  ó  so- 
lamente parte  de  las  sustancias,  necesarias  á 
su  alimentación:  3."  servirles  para  depositar 
sus  huevos,  ya  en  el  suelo,  ya  debajo  do  las 
cortezas,  ó  debajo  de  la  piel  de  otros  anima- 
les. El  grado  de  terebración  relativo  i  este  úl- 
timo objeto  es  el  mas  débil  y  el  que  mas  se 
acerca  á  las  picaduras  producidas  por  los  ani- 
males chupones. 

Las  principales  consecuencias  de  todos  los 
grados  de  terebración,  son;  1."  los  destrozos 
que,  atacando  los  edificios  civiles  hidráulicos 
ó  navales,  no  solo  prodneen  pérdidas  y  daños 
de  consideración,  sino  que  esponeu  ademas  á 
grandes  peligros  á  los  navegantes,  á  los  habi- 
tamos del  litoral  del  mar  y  de  los  rios,  y  has- 
ta á  los  del  campo  y  de  las  ciudades  cuyas  ca- 
sas son  de  madera  y  susceptibles  do  ser  inva- 
didas por  los  termitas:  2."  los  perjuicios;'  las 
perdidas  que  cansan  estos  insectos  en  los  ár- 
boles de  varios  especies  que  mueren  en  pie: 
3."  los  destrozos  y  tas  pérdidas  que,  constan- 
temente y  con  mas  ó  menos  eficacia,  ocupan  la 
atención  de  los  agentes  dedicados  "eo  las  na- 


j  ciónos  marítimas  á  conservar  los  grandes  aco- 
¡  pios  de  maderas  espuestas  al  aire,  ó  colocadas 
eu  agua  ó  en  la  tierra:  4."  los  perjuicios  oca- 
sionados  en  todos  los  muebles,  instrumentos 
y  utensilios,  empleados  en  la  economía  do- 
méstica, rural  é  industrial,  cuya  primera  ma- 
teria es  la  madera;  y  finalmente:  5."  los  des- 
engañosde  los  entomólogos  que,  después  de 
haber  criado  gusanillos,  en  lugar  de  ver  salir 
el  verdadero  insecto,  en  su  estado  perfecto,  no 
recogen  mas  que  un  individuo  del  grupo  de 
las  especies  terebrantes,  que  en  él  deposita 
sns  huevos. 

TEltEBRATULA.  Género  de  moluscos  acéfa- 
los del  órden  de  los  braquiópodos,  de  concha 
inequivalva,.  regular,  simétrica  y  subtrtgona, 
inserta  á  los  cuerpos  marinos  por  un  pedículo 
corto  y  tendinoso  que  pasa  por  un  agujero  que 
hay  en  una  de  las  valvas;  su  aparato  muscular 
está  bastante  desarrollado  y  prendido  á  un  pe- 
queño armazón  sólido  interior. 

TERM1TES.  [Historia  natural.}  Género  de 
insectos  neurópteros  de  la  familia  de  los  pla- 
nipennes,  llamados  también  hormiyas  blan- 
cas y  piojos  de  la  madera  ó  de  bosque,  y 
cuyos  caractéres  son:  cabeza  gruesa  con  tres 
ojillos  en  lá  parte  superior  y  delante  de  las 
antenas  que  son  cortas  y  monilifórmes;  alas 
recorrida*!  por  nervaduras  longitudinales;  las 
inisversuies  solo  son  rudimentarias,  y  los  tar- 
sos compuestos  de  cuatro  artejos. 

Una  de  las  especies  mas  notables  es  el  ter- 
mcslmipugum,  de  Rossi,  que  aunque  pequeño 
ocasiona  estragos  terribles  en  la  Rochela,-  Ro- 
chefúrt,  Saiulea  y  en  muchos  puntos  del  de- 
partamento de  la  Citáronle  Inferior.  Casas,  edi- 
ficios enteros  han  sido  minados  hasta  los  ci- 
mienlos  por  estos  neurópteros.  Los  techos  Se 
han  desplomado  muchas  veces,  y  lo  que  hay 
mas  raro  en  estos  estragos  es  que  jamás  se' 
perciben  al  estertor,  pues  respetan  la  superficie- 
de  las  maderas  en  tanto  que  agujerean  todo  el 
interior  y  lo  llenan  de  galerías  en  todos  senti- 
dos. Lo  mismo  ataca  las  ropas  y  el  papel,  y  en 
la  Rochela  lian  tenido  que  meter  los  papeles 
del  archivo  cíe  la  prefectura  eu  cajas  de  zinc 
para  preservarlos. 

TERMOMETRO,  {Física.)  El  calor  influye  de  - 
tul  manera  en  lá  mayor  parte  de  los  fenóme- 
nos naturales  que  debió  muy  pronto  ocurrir  la 
necesidad  de  imaginar  un  instrumento  que 
sirviera  para  medir  la  energía  de  esa  cansa  ac- 
tiva, sucesivamente  llamada  fuego,  materia 
del  calor  y  por  último  calórico,  ürebbel  dé 
Alcmaer  pasa  generalmente  por  inventor  del 
termómetro,  descubrimiento  que  algnnos  atri- 
buyen también  á  Sanciono.  .Esto  instrumento 
fué  al  principio  sumamente  imperfecto,  y  solo 
en  estos  últimos  tiempos  se  ha  conseguido  dar- 
do un  perfeccionamiento  que  permite  tener  se- 
guridad on  las  indicaciones  que  suministra. 
Amontras  y  Newton  observaron,  el  uno  que  el 
agua  hirviendo,  y  el  otro  que  el  hielo  funden- 
te tienen  una  temperatura  constante,  concibie.» 


TERMOMETRO 


ron  la  feliz  idea.de  hacer  servir  esas  tempera- 
turas  para  la  determinación  de  dos  puntos  Ajos 
de  la  escata  terinométrica.  Desde  entonces,fuó 
posible  construir  termómetros  comparables  en- 
tre si,  es  decir,  termómetros  que  colocados 
en  iguales  circunstancias,  diesen  rigurosamen- 
te las^  mismas  indicaciones. 

Reaumur  buscó  la  solución  de  otro  proble- 
ma: quiso  que  el  termómetro  fuese  compara- 
ble consigo  mismo  y  creyó  lograrlo  dividien- 
do el  tubo  en  partes  de  igual  capacidad;  la 
manera  con  que  procedía  á  osla  división,  daba 
al  termómetro  un  volumen  muy  considerable; 
por  eso  mismo  era  poco  sensible;  por  otra  par- 
te, la  temperatura  que  Reaumur  indicaba  como 
la  dol'  agua  liirvicndo  ora  realmente  la  tempe- 
ratura de  .ebullición  del  alcobol,  y  dista  mu- 
cho detener  igual  fijeza:  por  eso  la  escala  ter- 
jjiométricaquetodavía  se  distingue  con  el  nom- 
bre de  tan  ilustre  físico,  no  es  precisamente  la 
que  él  babia  -adoptado,  sino  ima  división  susti- 
tuida por.  Del  uc,  uno  de  los  que  mas  lian  contri- 
buido á  perfeccionar  el  instrumento  que  ea  ob- 
jeto de  este  articulo.  ~ 

Deluc  dió  electivamente  á  conocerlas  pre- 
cauciones minuciosas  que  han,  deobservar- 
se  para  dar  exactitud  á  un  termómetro;  y  ade- 
mas fijó  la  naturaleza  de  las  sustancias  que  de- 
bo usarse  como  medio  termométrico.  El  aire, 
el  espíritu  de  vino,  el  aceite  de  linaza  y  el  mer- 
curio se  habían  usado  ya,  y  como  se  pudo  no- 
tar que  la  dilatación  del  alcobol  era  mas  con- 
siderable que  las  de  otros  líquidos,  se  le  con- 
cedía la  preferencia;  pero  el  alcohol  se  dilata 
con  irregularidad  que  varia  según  su  mayor  ó 
menor  grado  de  concentración.  No  sucede  lo 
mismo  con  el  mercurio;  siempre  es  fácil  obte- 
nerlo en  estado  de  pureza,  y  entonces  su  cs- 
pansion  es  sensiblemente  uniforme,  al  mono 
éntrelos  limites  de  nuestra  escala  termomótri- 
ca.  Mas  abajo  y  mas  arriba  ofrece  irregular!- 
dades  y  entonces  hay  que  recurrir  al  termó- 
metro de  aire,  que  es  realmente  el  mas  exac- 
to de  todos,  pero  cuyo  empleo  presenta  dificul- 
tades ojie  restringen  considerablemente  su 
uso. 

El  tubo  de  vidrio  con  que  ha.  de  ser  cons- 
truido un  termómetro,  debe  escogerse  con  su- 
mo cuidado;  ha  de  ser  angosto  y  de  perfecto 
calibre,  lo  cual  se  reconoce  introduciendo  en 
él  una  cokimnila  de  mercurio.  Si  el  tubo  tiene 
en  todas  partes  el  mismo  diámetro,  la  colum- 
na será  de  igual  longitud,  cualquiera  que  sea. 
el  sitio  en  que -se  encuentre.  En  la  eslremidad 
del  tubo  se  sopla  una  bola,  ó  bien  se  suelda. un 
cilindro  cuya  capacidad  ha  de  estar  en  rela- 
ción Con  el  grueso  de  dicho  tubo,  y  sobre  to- 
do, con  la  sensibilidad  que  se  quiero  dar  al  ter- 
mómetro. Fácil  es  concebir,  en  efecto,  que  e! 
mercurio  del  receptáculo  tiene  que  refluir  ha- 
cia el  tubo  cuando.se  dilata,  y  que  ocupará 
un  espacio  en  longitud  tanto  mayor  cuanto 
menor  sea  la  latitud.  Por  la  misma  razón  tam- 
bién la  forma  del  receptáculo  no  es  indiferente 


porque,él  termómetro  para  ponerse  en  equili- 
brio de  temperatura  con  los  cuerpos  inmedia- 
tos, da  paso  al  calórico  por  todos  los  puntos  de 
su  superficie.  Por  consiguiente,  la  prontitud 
de  las  indicacioLics  crecerá  á  proporción  que  la 
superficie  alimente,  y  asi  os  que  suponiendo 
res  termómetros  iguales  bajo  todos  conceptos, 
ñero  con  un  receptáculo  esférico  el  primero, 
un  cilindro  el  segundo  y  una  espiral  el  terce- 
ro; si  se  sumergen  simultáneamente  en  un  me- 
dio de  una  temperatura  diferente  de  la  suya, 
acabarán  po i'  marcar  el  mismo  grado,  pero  en 
tiempo  diferente,  en  este  órden:  primero  el 
termómetro  en  espiral,  después  el  cilindrico  y 
por  último  el  esférico. 

Oponiéndose  la  estrechez  del  tuboálu  in- 
troducción directa  del  mercurio  en  el  receptá- 
culo, se  recurro  al  medio  que  sigue:1  se  presen- 
ta este  receptáculo  sobre  una  hornilla  que  con- 
tenga ascuas,  el  aire  se  dilata  y  una  parle  do 
él  queda  desalojada;  sumergiendo  entonces  la 
eslremidad  abierta  dol  tubo  1311  un  vaso  que  con- 
tenga mercurio  purificado,  el  aire  dilatado  se 
enfria,  disminuye  do  volumen  y  la  presión  atr 
mistérica  hace  subir  el  liquido  al  receptáculo 
que  se  calienta  de  nuevo  hasta  verificarse  la 
ebullición.  El  vapor  mercurial  que  se  desar- 
rolla hace  salir  completamente  ct  aire  que  po- 
día quedar  en  el  aparato,  de  suerte  que  basta 
sumergir  segunda  vez  en  el  mercurio  la  estre- 
midad  abierta  del  tubo  para  acabar  de  lle- 
narlo. 

Terminada  osla  operación, ,  es  menester, 
anles  de  proceder  á  la  graduación  del  termó- 
metro, no  conservar  mas  que  la  cantidad  de 
mercurio  conveniente  á  los  diferentes  usos  á 
que. está  destinado  el.  instrumento.  Para  ello 
se  reconoce  primero  con  ensayos  prelimina- 
res, si  e!  líquido  se  sale  del  tubo  á  la  tempe- 
ratura mas  alta  ó  entra  en  cL  receptáculo  á  la 
mas  baja.  Se  eierra  después  el  tubo  procuran- 
do cscinir  el  aire  que  ocupa  la  parte  superior. 
Esta  precaución  es  indispensable,  para  preca- 
ver las  intercalaciones  del  aire  y  del  mercu- 
rio ó  impedir  la  salida  de  una  porción  de  este 
metal,  inconvenientes  que  alterarían  la  mar- 
cha del  termómetro  y  que  se  evitan  adelga- 
zando en  la  lámpara  la  eslremidad  abierta  del 
tubo,  y  calentando  después  suficientemente 
el  receptáculo  para  obligar  al  mercurio  á  diri- 
girse a  esa  eslremidad,  que  se  funde  entonces 
en  la  llama  do  una  bugia  á  fin  de  cerrarla  her- 
méticamente. En  un  termómetro  asi  construido, 
la  columna  de  mercurio,  cuando  se  invierte  el 
instrumento,  cae  sin  dividirse. 

Por  simple  que  pueda  parecer  el  modo  de 
graduar  el  termómetro,  exige,  sin  embargo, 
ciertas  precauciones.  Para  obtener  el  limito 
inferior,  ó  punto  da  partida  de  la  escala  se 
envuelve  con  hielo  fúndenle' el  receptáculo, 
asi  como  la  porción  del  tubo  que  contiene 
mercurio,  y  en  el  parage  donde  se  0ja  el  me- 
tal se  marea  cero;  después,  sumergiendo  el 
termómetro  enagua  hirviendo,  so  mantiene  en 


7.-5 


TERMOMETRO 


74 


tal  estado  hasta  que  el  mercurio  haya  llegado 
al  máximum  de  elevación;  entonces  en  el  pun- 
to donde  se  parase  marca  SO  6  bien  1,00,  se- " 
gun  se  quiere  obtener  la  graduación  de  Deluc 
ó  la  escala  centígrada.  El  agua  empleada  para 
obtener  tft  tcraperalnra  de  la  ebullición  debe 
ser  pura  y  estar  contenida  en  una  vasija  de  nie- 
la!, porque  la  que  tiene  sustancias  salinas  en 
disolución,  ó  que  está  encerrada  eu  una  vasija 
de  tierra,  hierve  á  una  temperatura  mas  ele- 
vada. Por  la  misma  razón  es  menester  tener 
en  cuenta  la  presión  barométrica.  En  efecto, 
la  ebullición  no  se  mauiíicsla  sino  cuando  la 
fuerza  clástica  del  vapor  se  equilibra  con  la 
presión  atmosférica;  y  como  en  nuestros  cli- 
mas la  «llura  habitual  de  la  columna  de  mer- 
curio es  dennos  76  centímetros,  la  tempera- 
tura del  agua  que  hierve  á  esta  presión  .es  la 
que  señala  el  limite  superior  de  la  escala  ter- 
mométrica,  Estando -fijos  los  dos  limites,  se 
divide  el  intervalo  que  los  sopara  eu  SO  ó  100 
pui  lcs,  llamadas  grados  del  termómetro,  di- 
visión que  se  continúa  por  arriba  y  por  abajo 
de  los  dos  puntos  estreñios. 

Si,  como  acontece  por  los  termómetros 
íinicamcnlc  destinados  á  esplorar  la  tempera- 
tura de  la  atmósfera,  no  se  necesitase  mas 
que  una  fracción  de  la  escala,  seria  preciso 
graduar  el  instrumento  por  comparación,  es 
decir,  colocándolo  al  lado  de  olro  termómetro 
cuya  marcha  fuese  regular,  y  que  sirviendo  de 
muestra,  diese  la  facilidad  de  tomar  en  el  se- 
gundo termómetro  dos  temperaturas  distantes 
entre  si  unos  20  ó  25  grados,  con  las  cuales 
seria  fácil  después  obtener  oirás  subdivi- 
siones. 

.  Ademas  del  termómetro  que  acabamos  de 
describir,  hay  otro  muy  usado  en  el  Norte  de 
Europa  y  cuya  invención  es  debida  á  Fahren- 
hcit-  Habiendo  notado  este  fisico  que  la  tem- 
peratura del  hielo  fundente,  no  lan  solo  no  es 
la  mas  baja  posible,  sino  también  mas  eleva- 
da que  la  que  reina  habilualmecte  durante  el 
invierno  do  las  regiones  templadas,  creyó  qiie 
era  preciso,  para  acercarse  mas  al  cero  abso- 
luto del  calor,  colocar  el  origen  de  la  escala 
termométrica  mas  abajo  .del  punto  de  conge- 
lación. Tara  ello  sumergió  el  instrumento  en 
una  mezcla  refrigerante  formada  do  partes 
iguales  de  sal  amoniaco  y  de  hielo  picado, 
Este  frió  que  entonces  se  creía  muy  riguroso, 
era  considerado  como  un  máximum  mas  allá 
del  cual  la  temperatura  no  podia  ya  bajar.  Esta 
idea  es  falsa,  no  solo  porque  so  pueden  obte- 
ner temperaturas  mucho  mas  bajas,  sino  por- 
que las  condiciones  con  que  se  obra  influyen 
en  el  frió  que  producen  aquellas  mezclas.  Se 
cometería  un  grave  error  si  para  obtener  la 
graduación  de  Fahrenhelt,  se-  recurriese  al 
mismo  procedimiento  indicado  por  61.  Se  usa 
el  hielo  fundente;  sólo  que  en  lugar  de  fijar 
el  origjén  de  la  escala  en  el  parage  donde  se 
detiene  el  liquido  del  termómetro,  se  inscribe 
el  número  32,  porque  la  observación  ha  ■  dado. 


á  conocer  que  ese  número  corresponde  en  el 
indicado  instrumento  á  la  temperatura  de  con- 
gelación del  agua;  colocando  después  el  ter- 
mómclro  en  agua  hirviendo,  se  señala  el  nú- 
mero 2 12  en  el  punto  en  que  se  lija  la  colum- 
na de  mercurio.  Es  decir,  que  se  cuentan  180" 
entre  ambos  limites:  asi,  pues,  18°  de  Fuh- 
renheit  corresponden  á  10  .del  centígrado  y 
á  8  de  Deluc.  Es  fácil,  pues,  trasformar  las  in- 
dicaciones suministradas  por  el  primero  de 
estos  instrumentos  en  los  grados  correspon- 
dientes a  los  otros  dos  termómetros.  En  efec- 
to, después  de  haber  bajado  del  número  de 
grados. dados  las  32  divisiones  que  espresan 
la  diferencia  entre  los  puntos  de  partida  de 
ambas  escalas,  bastará  multiplicar  el  resto 
por  7,  para  obtener  la  temperatura  centígrada, 
y  . por  7„  para  la  de  Deluc.  Asi,  pues,  supo- 
niendo que  un  termómetro  de'Fahrenheit  mar- 
ca 122°,  si  suprimimos  32  y  se  multiplica  el 
resto,  90  por  5  y  se  divide  después  por  ü, 
lendremos  50  para  la  temperatura  que  indica- 
rla un  termómetro  centígrado  en  iguales  cir- 
cunstancias. Multiplicando  por  4  y  dividiendo 
después  por  9,  el  resultado  40,  es  la  tempe- 
ratura de  Deluc  ó  Reaumur.  Fácil  es  concebir 
que  multiplicando  los  números  50  ó  40  por  9 
y  dividiendo  el  primer  producto  por  5  y  el  se- 
gundo por  4  tendremos  de  nuevo  la  gradua- 
ción de  Fahrenheit,  añadiendo  32.  En  cuanlo 
á  los  termómetros  cuya  escala  se  divide  en  100 
u  80  partes,  se  determina  fácilmente  su  cor- 
respondencia mutua,  multiplicándo  las  tempe- 
raturas que  el  uno  da,  por  7,  y  ¡a  del  otro 
por  7,. 

La  dilatabilidad  de  las  sustancias  metálicas 
se  ha  usado  algunas  veces  como  medio  propio 
para  remover  la  temperatura  de  los  cuerpos; 
pero  como  las  dilalaciones  son  generalmente 
muy  cortas,  soto  se  recurre  á  ellas  para  eva- 
luar temperaturas  muy  altas ,  y  entonces  los 
instrumentos  reciben  el  nombre  A&pirúmelros. 
Debemos,  sin  embargo,  señalar  una  especie  en 
favor  del  termómetro  metálico  de  Breguet. 
Consta  de  tres  laminitas  delgadas,  oro;  plata  y 
platina,  unidas  y  contorneadas  en  espiral  de 
dos-á  tres  pulgadas  de  largo;  en  su  parte  infe- 
rior hay  una  aguja  que  en  los  cambios  de  tem- 
peratura y  á  causa  de  la  desigual  dilatabilidad 
de  Gada  una  de  las  porciones  de  .la  espiral,  se 
mueve  sobre  un  círculo  horizontal  graduado. 
Eso  instrumento  no  tanto  es  recomendable  por 
su  exactitud  como  por  una  estraordinaria  sen- 
sibilidad, debida  á  su  poca  masa  y  á  la  débil 
capacidad  calorífica  de  las  sustancias  que  lo 
componen.  Es  tan  marcada  esa  sensibilidad  que 
en  las  circunstancias  en  que  otros  termóme- 
tros se  muestran  insensibles,  esta  indica  dife- 
rencias demias  de  20u,  por  eso  se  usa  espe- 
cialmente para  medir  variaciones  de  tempera- 
turas que  se  maniflestau,  por  decirlo  asi,  ins- 
tantáneamente, como  se  observa,  pór  ejem- 
plo, en  mía  masa  de  aire  que  se  comprime  ó 
enrarece. 


TERMOMETRO— TERRA.-NOVA  N  76 


Hay  variaciones  de  temperatura  tan  poco 
considerables,  que  los  termómetros  oráinarios 
no  podrían  darlas  á conocer.  Sellan  imaginado, 
aparatos^.suscepliblos  de  emplearse  en  estas 
circunstancias,  á  los  cuales  se  lia  dado  el  nom- 
bre do  termósoopos.  Para  que  estos  instrumen- 
tos tengan  mucha  sensibilidad  é  indiquen  con 
mucha  prontitud  los  cambios  de  temperatura, 
es  preciso  que  la  materia  empleada  en  su  cons- 
trucción sea  muy  dilatable,  y  tenga  una  ma- 
sa muy  poco  considerable.  Ahora  bien ,  el  ai- 
re atmosférico  posee  estas  dos  cualidades  en 
el  mayor  grado:  por  eso  la  mayor  parte  de  los 
termósoopos  no  son  en  realidad  mas  que  termó- 
metros de  aire:  en  lodos,  ese  fluido  al  dilalnr- 
se,  hace  mover  .una  burbuja  ó  columna  de  li- 
quido teñido,  y  para  una  pequeña  variación  de 
temperatura,  le  hace  recorrer  grandes  espacios. 
.  '  Con  el  nombre  de  termómetros  para  el 
máximum  y  el  mininiun,  se  han  imaginado 
aparatos  en  los  cuales  un  índice  puesto  en  mo- 
vimiento por  la  dilatación  y  contracción  del 
líquido  termómétrico,  queda  en  la  situación  á 
■  que  lo  llevó  la  variación  de  temperatura  ,  de 
suerte  que  el  observador  puede  reconocer  el 
mas  alto  grado  de  calor  ó  de  frío  que  ocurre, 
sin.  verse  en  la  necesidad  de  tener  constante- 
mente, la  vista  fija  en  el  instrumento 

TEROBÁCTILÁS.  .{Historia  natural.)  Nom- 
bre con  que  se  ha  querido  designar  una  nueva 
familia  de  aves  constituida  por  el  género  avó- 
cete [recúrvirostra). 

TERODACTILO.  {Historia  natural.)  Animal 
fósil  de  la  clase  de  los  reptiles  que  sin  duda 
debía  volar  si  se  atiende  á  la  conformación 
particular  do  su  esqueleto,  pues  uno;  de  los  de- 
dos de  sus  estremidades  anteriores  tenia  un 
enorme  desarrollo  y  bastante  analogía  con  los 
de  los  queirópieros  actuales. 

TEROP0U0S.  [Historia  natural.)  Clase  de 
moluscos  con  dos  órganos  locomotores  á  los 
lados  del  cuello  en  forma  de  remos.  Son  her- 
niaírodilas  y  nadan  en  el  mar  sin  poder  fijarle 
ni  arrastrarse.  Las  especies  mas  notables  de 
csía  clase  son  la  dio  boreal  y  la  hiala  córnea. 

TEROPOS.  [Historia  natural.)  Sombre  que 
se  da  también  á  'los  encárnaditlos  ó  berme- 
jizos, género  de  murciélagos  frugívoros. 

TERRA-NOVA,  (I]  [Geografía.)  Ko  es  por  la 
belleza  de  su  clima  ni  por  la  riqueza  de  sus 
producciones  territoriales  por  lo  que'  se  ha 
hecho  célebre  -Terra-Nova,  osla  gran  isla  del 
Occéane  Atlántico  ,  situada  cerca  de  la  costa 
orienta!  do  la  América  del  Norte,  está  incluida 
entre  los  47"  y  51°  46'  de  latitud  septentrio- 
nal y  entre  los  55"  y  Ci"  de  longitud  occiden- 
tal. Aunque  correspondiente  á  la  región  scp-. 
tenti'ional  dé  la  zona  templada,  su  lempcralu-' 
ra  es  mas  áspera  y  fría  que  la  que  supone  su 
situación.  La  tierra  se  halla  en  osle  país  cn- 

(I)  En  inglés  Nrw-Tuundland.  Ayunos  csorilo- 
res, -Ignorando  esla  particularidad,  lian  nvrad»  cslc 
último  nombro  como  indicante  cié  tutu  isla  ilü'rrcjik! 
dol  Mira-Nova. 


bierta  de  nieve  desdo  el  mes  de  noviembre 
hasta  el  de  mayo;  durante  un  1  invierno  tan 
prolongado  las  numerosas  bahías  que  corlan 
profundamente  las  costas  de  la  isla,  se  hallan 
enteramente  ludadas.  Este  rigor  del  clima  os 
ocasionado  por  los  hielos  que  se  amofitonan  en 
el  estrecho  de  Bellü-Isle,  que  solo  tiene  una 
latitud  de  siete  leguas,  desde  la  punía  norte  de 
Terra-iíova  hasta  la  cosía  del  Labrador,  y  por 
los  vientos  procedentes  de  las  regiones  pola- 
res, y  quo  "hielan  la  costa  de  la  isla,  echando 
sobre  ella  cúmulos  de  nieve.  Durante  el  ve- 
rano, que  realmente  solo  alcanza  desde  julio 
hasta  mediados  de  setiembre,  presenta  la  at- 
mósfera cargada  con  frecuencia,  lo  mismo  que 
en  las  domas  estaciones  y  el  tiempo  por  lo  co- 
man está  cubierto.  Las  auroras  boreales  son 
ajli  frecuentes,  los  vientos  soplan  á  las  veces 
con  gran  impetuosidad,  especialmente  en  in- 
vierno, y  á  la  aproximación  del  equinoccio 
de  otoño 

El  terreno,  muy  montañoso,  no  ofrece  mon- 
tes de  gran  elevación,  pues  ninguno  de  ellos 
conserva  nieves  ni  hielos  perpetuos,  resultan- 
do de  ello  según  el  clima  de  la  isla,  que  la  al- 
tura de  los  puntos  culminantes  no  llega  á  500 
toesas  por  cima  del  nivel  .del  mar.  El  Centelló 
á  lo  largo  de  las  costas  es  rocoso  y  desnudo  y 
á  veces  escarpado;  las  pendientes  rápidas  for- 
nví.n  por  una  y  otra  parte  valles  estrechos  y 
tortuosos,  cuyo  terreno  esponjoso  se  halla  cons- 
tantemente empapado  en  aguas.  Estas  cuencas 
contienen  numerosos  estanques,  lagos  ó  panta- 
nos quo  á  meniido  no  desaguan.  La  isla  ,  bas- 
tante  alta  por  el  Sur,' lnija  progresivamente  se- 
gún que  se  dirige  á  la  estrerniJad  norte.  Un 
bosque  no  interrumpido  de  árboles  resinosos, 
cubre  todas  las  colinas  y  no  rc  delicne  sino  en' 
sus  eminencias  rocosas.  Aparte  de  varias  es- 
pecies do  pinos,  pinabetes  y  alerces,  so  ven 
en  ella  abedules,  alisos,  olmos,  encinas  y  otros 
árboles,  ai-bolillos,  arbustos  y  plañías  de  las 
regiones  frite,  húmedas  y  boreales.  La  indus- 
tria humana  no  ha  logrado  cultivar  en  esla  re- 
gión sino  guisantes,  coles,  patatas,  cebada, 
avena  y  nabos. 

Osos  blancos  y  negros,  linces,  zorros,  in- 
festan la  isla,  en  que  también  so  encuentran 
renos  ó  caribes,  liebres,  ptíco  ganado  mayor, 
caballosfovejas  y  la  hermosa  y  corpulenta  es- 
pecie 'de  perros,  á  la  cual  ha  trasmitido  su 
norrio  re. 

La  pesca  de!  bacalao  es  lo,  que  ha  dado-ce- 
lebridad "á  Tcrra-Nova  en  los  fastos  del  comer- 
cío,  tisis  muchos  bancos  esparcidos  pur  las 
aguas  circunvecinas  y  cu  especial  el  gran  ban- 
co, atraen  á  aquel  punto  todos  los  años  tropas 
numerosas  de  dichos  peces.  Las  brumas  ya- 
cen cárslanlemenle  sobre  el  gran  banco;  y 
hasta  son  tan  densas,  que  apenas  puede  ¿lis* 
linguirsc  desde  un  estremo  de  un  buque  el 
otro  cstremo.  La  altura  del  agua  sobro  el  ban- 
co, varia  de"  15  á  fiO  brazas.  Los  buques  que 
haeeu  la  pesca  sobre  el  gran  banco  solo  pre-- 


77 


TERRA-Nü  VA— TERRENOS 


1H 


■paran  el  bacalao  saludo,  que  lleva  en  e!  co- 
mercio el  nombre  de  bacalao  verde;  no  tocan 
en  las  costas  de  la  isla,  y  en  cuanto  llegan  á 
completar  sn  cargamento,  se  dan  é  la  vela  pa- 
ra regresará  su  destino.  Por  el  contrario,  las 
embarcaciones  despachadas  pura  preparar  la 
merluza  ó  bacalao  seco  hacen  su  pesca  sobre 
los  bancos  mas  inmediatos  á  Terra -Nova  y. en 
las  hablas  de  la  isla.  Los  ingleses,  los  norte- 
americanos, los  franceses  son  naciones  que 
toman  tina  parle  preferente  en  este  comercio, 
del  cual-  se  lia  dicho  con  razón  que  era  mas 
productivo  que  las  minas  del  Perú.  Produce 
anualmente  mas  de  10.000,000.  G-sda  nación 
tiene  por  los  tratados,  el  derecho  de  sacar  su 
pescado  sobre  la  playa  de  cierta  estension  de 
costas. 

Terra-ííova,  descubierta  en  1497  por  Se? 
bastían  .Cabol,  Üene  120  leguas  do  longitud  de 
Norle  á  Sud;  su  mayor  latitud  es  de  80;  su 
superficie  de  5,560  leguas  cuadradas.  Su  for- 
ma es  casi  triangular.  Las  costas  están  muy 
corladas;  espaciosas  bahías  penetran  dentro  de 
ellas,  pero  solo  ofrecen  embocaduras  de  nos 
medianos,  ó  aun  solo  lechos  de  torrentes  pe- 
dregosos. En  el  Stid-esle  dos  bahías  profundas 
y  opuestas  separan  en  lo  demás  do  la  isla 
una  península  en  que  está  San  Juan,  capital 
de  ta  isla.  Hacia  esta  parte  es  por  la  que  se 
encuentran  los  establecimientos  de  los  ingle- 
ses, y  á  las  cuales  pertenece  la  soberanía  de 
la  isla;  esta  les  fué  cedida  por  el  tratado  de 
Ulrecht.  Los  franceses,  que  antes  la  poseían, 
lian  conservado  sobre  la  cosía  meridional  las 
islas  de  San  Pedro  y  Miquelon,  y  el  derecho 
de  tender  sus  redes  sobre  la  Costa  del  Norte. 
La  población  fija  de  Terra-Nova  es  de  30,000 
almas.  Hay  en  su  interior  aborígenes  que  per- 
tenecen á  la  tribu  de  los  miemaes. 

Denfis:  Descripción  de  las  cosías  de  la  América 
Septentrional,  (Trancés). 

La  Pillaje;  Noticia  acerca  de  la  isla  de  Terra- 
Nova,  (francés). 

TERRENOS.  (Geología.)  Entiéndese  esolusi- 
vamente  por  esta  palabra  una  fracción  .mayor 
ú  menor  del  suelo,  considerado  en  si  como 
un  lodo  sucesivamente  formado  por  diversas 
cansas. 

Los  terrenos  dividen  el  suelo  en  secciones 
cronológicas,  cuyo  carácter  se  saca  de  su  edad 
relativa,  asi  como  las  formaciones  Y  tes  rocas 
agrupan  los  materiales  de  que  el  suelo  se  com- 
pone, las  primeras  según  el  origen  de  estos 
materiales,  y  las  segundas,  según  su  natura-? 
loza,,  fin  los  artículos  formación,  geología  y 
smoSoNiSMÓ,;  se  ha  procurado  ya  lijar  el  sen- 
tido relativo  que  contiene  dar  á  espresiones 
consagradas  al  lengn -je  geológico,  poro  que 
muebas  veces  so  emplean  arbitraria  y  contra- 
riamente. 

Después  de  reparar  ios  artículos  reciente- 
mente citados,  nos  detendremos  algunos  mo- 
mentos sobre  la  definición  exacta  del  suelo, 


debiendo  servir  el  conocimiento  do  este  <de 
punto  de  partida  para  el  verdadero  estudio  de 
la  tierra,  ya  que  esta  palabra  no  es  objeto  de 
un  articulo  especial. 

El  .sucio,  en  lenguaje  vulgar,  es  la  parte 
estertor  sólida-  del  esferoide  terrestre,  sobre 
la  que- andamos,  en  la  que  nacen  la  mayor 
parte  de  las  plantas  ,  de  la  que  extraemos  las 
sustancias  minerales  útiles,  y  la  que  horada- 
mos por  encontrar  las  aguas  de  los  pozos  ó  de 
los  manantiales. 

'■'  Los  agrónomos  y  el  vulgo  no  llaman  suelo 
mas  que  á  la  parte  superljcial  de  las. tierras  no 
cubiertas  de  agua,  y  aun  distinguen  á  veces  el 
subsuelo  del  suelo  cultivable;  pero  la  geo- 
logía aplica  la  palabra  suelo  á  todo  el  espesor 
de  la  tierra  susceptible  de  investigaciones  di- 
rectas, y  el'  fin  que  se  propone  es  el  .de  llegar 
á  conocer  la  composición,  el  origen  y  la  edad 
de  sus  diferentes  partes. 

Las  mas  exactas  observaciones  demuestran 
en  efecto  l.°  que  la  porción  estertor  de  la  tier- 
ra no  es  en  todas  partes  de  igual  naturaleza 
(Y.  minerales.,  rocas,  FOSii.ESl:  2.°  que  lian 
presidido  á  su  formación  distintas  causas  (véa- 
se formación),  y  ít,°,  en  Un,  que  esta  forma- 
macion  ha  sido  sucesiva.  A  las  capas  cronoló- 
gicas del  suelo,  es  decir,  á  los  minerales,  ro- 
cas y  formaciones  que  se  han  formado  en  un 
mismo  periodo  ,  es  á  los  que  conviene  aplicar 
la  voz  terreno. 

El  espesor  relativo,  la  estructura,  la  forma 
esterior  del  suelo,  no  ha  sido  siempre  lo  que 
es  hoy. 

En  la  parte  del  suelo  mas  próxima  á  nos- 
otros ,  y  cuyo  espesor  actual  no  tiene  acaso 
sino  algunas  leguas,  se  halla  ja  masa  planeta- 
ria (véase  tierra),  y  mas  allá  la  atmósfera. 

Las  aguas  líquidas  y  sólidas,  forman  acce- 
soriamente parle  del  suelo. 

Este  se  divide  en  primitivo,  ó  sea  primiti- 
vamente consolidado.  Por  suelo. primitivos 
entiende  (admitiendo  la  hipótesis  del  estado 
originario  candente  del  esferoide  terrestre)  la 
primera  película  afianzada  por  el  enfriamien- 
to alrededor  de  la  masa  planetaria;  puede  de- 
cirse que  es  una  linea  ó  zona  idea!,  y.sn 
espesor  ha  ido  aumentándose  por  grados,  in- 
teriormente en  un  principio  por  medio  de  la 
consolidación  sucesiva  de  las  materias  inter- 
nas; este  es  el  suelo  sub-primilibo ,  y  este- 
nórmenle  después  por  el  desnivel  y  depósito 
de  las  sustancias  minerales  esparcidas  por  el 
suelo  primitivo  ó  abandonadas  por  las  aguas 
de -la  superllcie. 

Se  da  el  nombre  de  sucio  primeramente 
consolidado ,  compuesto  de  estos  depósitos 
ígneos  y  acuosos. 

E]  suelo  consolidada  se  compone"  de  pisos 
ó  grupos  cronológicos,  es  decir,  de  terrenos, 
y.  se  ha  forma'do  simultáneamente  por  causas 
distintas  unas  de  otras,  pero  análogas  á  las 
que  obran  en  la  actualidad  (véase  sincronismo), 

Erespesur  del  suelo,  su  figura,  ó  el  relie- 


79 


TERRENOS 


80 


ve  de  su  superficie,  han  variado  siempre  y  va- 
rían aun  diariamente,  dependiendo  esto  de  la 
adición  de  .  nuevos  depósitos,  ó  bien  de  dislo- 
caciones que  producen  hundimientos  ó  terre- 
motos. 

La  superficie  del  suelo  es  continua,  y  pue- 
de ser  o  no  inundada.  Ei  estado  de  los  con- 
tinentes y  da-las  islas  es  en  la  actualidad  con 
respecto  al  de  las  partes  cubiertas,  por  las 
aguas,  lo  que  1  á  3.  La  relación  y  proporción 
de  estas  partes  ha_  variado  macho  anterior- 
mente. 

Ahora  bien,  ya  que  hemos  fijado  el  valor 
relativo  de  las  palabras  sueíu,  terreno,  forma- 
cion,  roca,  fácil  es  comprender  que  por  clasi- 
ficar los  terrenos  debe„obseryarse  mucho  su 
superficie,  cualquiera  que  sea  el  origen  y  las 
materias  de  que  cada'  uno'  se  compone,  y  que 
para  caracterizarlos  es  necesario  comparar  en 
la  serie  -de  los  terrenos'  las  formaciones  de 
igual  clase,  tomando  por  tipo  las  acuosas  ma- 
rinas, como  mas  predominantes  y  generales. 

Asi  puede  decirse  que  cada  terreno  es  un 
cuadro  en  que  se  colocan  primero  las -forma- 
ciones marinas,  después  las  fluviátiles  de  agua- 
dulce y  las  diversas  ígneas  contemporáneas. 

La  serie  do  los  terrenos  es  comparable  á 
laque  reconocen  los  historiadores  en  los  su- 
cesivos acontecimientos  que  las  tradiciones  les 
revelan;  y  asi  como  no  es  idéntica  la  historia 
de  un  pueblo  á  la  de  otro  en  la  misma  época, 
de  igual  modo  sucede  que  la  composición  y 
la  estructura  del  suelo  formado  en  el  mismo 
periodo  présenla  diferencias  locales  mas  órne- 
nos notables,  y  eslas  llegan  á  ser  un  obstáculo 
para  establecer  una  clasificación  que  conviene 
igualmente  al  sueio  de  todas  las  regiones. 

íío  siendo  sino  local  ó  arbitraria  toda  di- 
visión de  la  serie  de  los  terrenos  en  grupos, 
y  no  pudiendo  en  el  estado  actual  déla  ciencia 
ser  considerada  ninguna  como  definitiva,  pru- 
dente es  imitar  á  los  arqueólogos' que  han  di- 
vidido la  historia  de  la  lium  anidad  en  ¡res  gran- 
des períodos,  antigüedad,  edad  media  y 
tiempos  mudemos;  estas  tres  épocas  difíciles 
de  confundir  cuando  se  las  compara  en  su  con- 
junto y  de  una  manera  general ,  no  pueden, 
sin  embargo,  limitarse  clara  y  terminante- 
mente. 

El  mismo  sentido  debe  darse  á  la  división 
del sueío  en  I.™  terrenos  primarios  :  2."  se- 
cundarios: 3."  terciarios;  lo  cual  significa 
tínicamente  terrenos  inferiores,  medios  y  su- 
periores, ó  terrenos  número  I,  2,  y  3.  En  esfa 
división  de  tres  pueden  variar  y  confundirse 
las  líneas,  sin  que  los  centros  de  cada  uno  de 
los  tres  grupos  dejen  de  diferenciarse;  cada 
grupo  de  primer  órden  es  y  debe  ser  suscep- 
tible de  tres  subdivisiones,  y  asi  hasta  la  uni- 
dad, según  las  necesidades  locales. 

Si  se  bailase  conocida  y  descrita  lá  serie 
.  general  de  los  terrenos,  podría  designarse 
cada  uno  de  sus  miembros  con  un  número  de 
Orden ;  pero  es  mas  conveniente  dar  á  cada 


uno  el  nombre  mas  sencillo  y  aun  mas  vulgar 
que  sea  posible. 

Por  desgracia,  la  costumbre  nos  ha  hecho 
ya  adoptar  un  gran  número  de  voces,  que  vale 
mas  conservar  que  reemplazar  por  nombres 
nuevos  griegos  ó  bárbaros,  que  amenazan  in- 
vadir el  dominio  de  ra  geología,  á  ejemplo  de 
lo.sucedido.cn  los  demás  ramos  de  historia 
natural.  Asi  es  que  se  dice  terreno  de  ulla, 
terreno  cretáceo,  terreno  olilico,  etc.,  para 
indicar  capas  del  suelo  que  en  ciertas  regio- 
nes contienen  ulla,  geoda,  calizos,  olilicas,  etc., 
sin  que  de  esto  se  deduzca  que  deba  el  mismo 
terreno  caracterizarse  en  todas  partes  por  ¡gua- 
les sustancias  y  voces-.-' 

Asimismo  las  palabras  terrenos  cambria- 
nos, silurianos,  diornianos,  jurásicas,  in- 
dican tipos  observados  en  ciertos  países,  y  que 
no  se  hallan  generalmente  representados  en 
toda  la  superficie  de  la  tierra. 

Bastan  las  precedentes  consideraciones  pa- 
ra demostrar  que  en  la  clasificación  arriba  in- 
dicada, no  pueden  lógicamente  introducirse 
los  terrenos  primitivos,  los  de  transición  ó 
intermediarios,  los  cuartenarios,  diluvia- 
nos, etc.  (véanse  los  artículos  geología,  for- 
mación, FOSIL,  TIERRA). 

TEÍtítENOS.  [Geología.)  Según  lo  que  tan 
claramente  se  lia  esplicado  »cn  el  artículo 
teoría  (véase  esta  palabra)  se  da  este  nombre 
a  las  grandes  fi'aéciones'ó  capas  cronológicas 
de  la  corteza  terrestre.  Los  terrenos  se  com- 
ponen de  rocas  (véase  esta  palabra)  formadas 
por  diferentes  causas  y  bajo  la  influencia  dé 
circunstancias  variables.  Estas  rocas,  homogé- 
neas á  veces,  y  las  mas  heterogéneas,  tienen 
un  origen  ígneo  acuoso.  En  el  primer  caso 
provienen  de  materias  fluidas  y  candentes  con- 
solidadas por  medio  dcU  enfriamiento,  como 
son  los  granitos,  los  pérfidos,  basaltos ,  etc.; 
en  el  segundo  es  el  resultado  do  materias  de- 
positadas ó  precipitadas  al  fondo  de  las  aguas, 
como  el  asperón,  arcilla,  calcáreos,  etc. 

.  Examinando  detenidamente  la  disposición 
y  la  naturaleza  de  las  masas  minerales  que 
conslituyen  la  corteza  consolidada  ta!  como  la 
vemos  nosotros,  se  reconoce  en  seguida  que 
no  han  podido  producirse  estas  masas  sino 
sucesivamente.  Este  aserto  es  evidente,  tratnn- 
.dose  de  las  rocas  de  origen  acuoso,  estratifi- 
cadas siempre,  y  ocultando  la  mayor  parle  res- 
tos orgánicos,  despojos  de  animales  ó  de  ve- 
getales que  han  vivido  en  diferentes  épocas, 
y  cuyas  formas  se  alejan  tanto  mas  de  las  de 
los  seres  actualmente  organizados,  cuanto  que 
pertenecen  á  periodos  mas  antiguos. 

En  cuanto  á  las  rocas  Igneas,  se  reconoce 
igualmente  su  formación  sucesiva,  por  16s  ca- 
rácleres  particulares  (pie  presentan,  y  por  las 
modificaciones  por  ellas  operadas  en  el  nivel 
del  suelo,  cuando  lanzadas  del  punto  central 
vienen  á  disiparse  en  la  superficie,  como  ve- 
mos aun  en  nuestros  dias  que  sucede  con  las 
lavas  que  arrojan  toa  volcanes.  Asi,  pues,  la 


ffl  TKRP 

corteza  sólida  del  globo  no  es  el  resultado  de 
una  creación  ó  de  una  solidificación  inslantá- 
noa;  antes  al  contrario,  todo- demuestra  que 
ha  sido  formada  por  grados,  durante  una  lar- 
ga sucesión  de  años,  y  que  continúa  aumen- 
tando aun  de  poder  bajo  la  influencia  de  cir- 
cunstancias diversas.  Aunque  el  ceñido  margen 
de  este  articulo  no  nos  permita  enlrar  en  gran- 
des detalles  sobro  la.  parte  teórica  de  la  forma- 
ción de  la  '  corteza  terrestre,  no  podemos,  sin 
embargo,  dejar  pasar  desapercibidos  los  lie- 
dlos principales  que  concurreu  en  favor  de 
hipótesis  hoy  admitidas  por  los  geólogos  de 
toctos  las  escuelas.  Ademas,  esta  parle  teórica 
que  vamos. á  compendiar  con  toda  la  exactitud 
posible,  permitirá  al  lector  apreciar  fácilmente 
el  conjunto  y  los  detalles  del  edificio  geog- 
nóstico.  Ea  ligera  reseña  que  después  hare- 
mos de  los  terrenos,  ofrecerá  mus  interés  por 
la  sencilla  razón  de  que  gusta  conocer  las 
causas  probables  de  los  hechos  que  uno  debe 
examinar. 

La  forma  esférica  de  la  tierra,  cuyo  apla- 
namiento bácia  los  polos  está,  según  el  cálcu- 
lo de  los  mas  célebres  geómetras,  cu  la  pro- 
porción exacta  prescrita  por  la  conexión  dé 
su  masa  supuesta  fluida,  con  la  celeridad  do 
su  movimiento  de  rotación,  afirma  que  no 
siempre  basido  solido  el  estado  de  la  tierra,  y 
que  las  partículas  que  la  componen  han  teni- 
do en  cierta  época  bastante  movilidad  para 
ceder  á  la  acción  de  la  fuerza  centrifuga. 

En  los  domas  planetas  encontramos  una 
figura  semejante,  y  salvo  algunas  particulari- 
dades debidas  á  causas  escepcionales,  es  de 
tanta  mas  consideración  el  aplanamiento  de 
estos  pianolas  hácia  sus  polos,  cuanto  mas  rá- 
pido es  su  movimiento  de  rotación;  prueba  de 
esto  es  su  origen  fluido  como  el  de  la  tierra. 

la  fluidez  de  esta  ¿iia  sido  acuosa  ó  ígnea? 
Los  físicos  con  la  péndola  y  los  geómetras 
aplicando  el  cálculo  á  las  esperiencias  de  la 
física  admiten  todos  ahora  la  fluidez  originaria 
dclesferdide  terrestre,  y  consideran  este  esferói- 
de  formado  de  capas  ó  estrados  concéntricos 
de  distintas  materias,  cuya  densidad  va  cre- 
ciendo desdela  circunferencia  al  centro,  be  las 
esperiencias  hechas  con  la  balanza  de  torsión 
de  Cavemlish,  se  infiere  que  la  densidad  me- 
dia de  la  tierra  entera  es  cinco  veces  y  media 
mayor  que  la  del  agua,  y  por  consiguiente 
mas  de  doble  de  la  de  la  c.orfeaa  terrestre  ac- 
cesible á  las  observaciones  de  ios  geólogos, 
pues  el  feldespato;  el  cuarzo,  la  mica,  el  fal- 
co y  la  cal  carbonatada  y  sulfatada,  que  son 
los  principales  elementos  de  ella  (véase  el  ar- 
tículo iiocas),  tieuen  de  densidad  2, 5,  y  cento- 
la densidad  media  de  los  continentes  y  de  los 
mares  no  llega  á  .1,0,  necesario  es  que  el  cre- 
cimienlo  de  esta  sea  mas  rápido  á  medida  que 
se  desciende  debajo  de  la  superficie  terrestre. 

Todo,  pues,  demuestra  que  se  llalla  el  cen- 
tro del  globo  ocupado  por  metales  y  sus  mas 
pesados  agregados,  y  que  estas  sustancias 

2175     UIUUOTKCA  POPULAN. 


.«NOS  82 

dispuestas  por  ófden  de  densidad,  están  aun 
sujetas  á  un  calor 'capaz  de  mantenerlas  en  es- 
tado de  fusión.  1  <- 
■  Esta  fluidez,  sin  embargo,  no  es  acaso  com- 
pleta hasta  el  centro;. al  menos  tal  es  la  con- 
secuencia que  podriá  sacarse  de  varios  he- 
chos, en  particular  de  los  fenómenos  magné- 
ticos, y  de  su  instabilidad.- 
-    Nadie  ignora,  en  efeclo,  á  cuantas  variacio- 
nes se  halla  sujeta  la  aguja  magnética:  estas  _ 
variaciones  son  de  tres  especies,  á  saber;  l¡js" 
que  se  ejecutan  en  el-  espacio  de  un  día,  ó 
seaJa  diurnas,  fas  que  se  manifiestan  en  dis- 
tintas épocas  del  año  y  corresponden  á  las  di- 
ferentes posiciones  de  ta  tierra  en  el  espacio 
relativamente  al  sol,  y  las  que  guardan,  en 
fin,  largos  periodos  y  abrazan  una  sucesión 
considerable  de  años. 

^'Tratando  de  espinar  este  fenómeno  Halley, 
concede  que  es  líquido  el  interior  de  la  tier- 
ra, pero  que  en  el  centró  existe  probablemen- 
te un  núcleo  magnético  sólido  que  ofrece  ir- 
regularidades de  configuración  y  de  intensidad 
magnética;  de  estas  irregularidades  nos  pre- 
sentan las  observaciones  un  ejemplo  casi_aná- 
logo-cu  jos  imanes  naturales. 

Esta  masa  interior  magnética  que  formaría 
el  eje  magnético  del  globo  terrestre,  se  halla- 
ría sujeta  á  un  movimiento  particular  deroiu- 
ejot)  sobre  si  misma,  mas  ó  menos  indepen- 
diente del  que  anima  al  globo  terrestre.  Nada 
mas  estraordinario  tendría  este  movimiento 
que  el  que  el  anillo  de  Saturno  describe  alre- 
dedor de  este  planeta,  del  cual  se  halla  com- 
plelanieoté  independiente. 

Muchos  fenómenos  existen  que  podrían 
apoyar  esta  hipótesis,  tales  son:  1,°  la  densi- 
dad incesantemente  creciente  de  las  materias 
que  componen  la  masa  del  globo  terrestre, 
tanto  en  las  profundidades  como  en  el  estado 
fluido  y  en  su  superficie:  2."  la  naturaleza 
misma  de  eslas  materias  en  que  vemos  que 
el  hierro  parece  ser  el  elemento  que  á  medi- 
da que  ellas  vienen  de  las  mayores  profundi- 
dades, predomina  mas  y  mas:  3.°  la  naturale- 
za de  los  areolitos  ó  piedras  caídas  de  la  at- 
mósfera en  que  la  presencia  de!  hierro  en  es- 
tado metálico  y  asociado  á  otros  principios 
magnéticos,  el  níquel  y  el  cromo,  nos  hace 
creer  que  aquel  mismo  metal  podría  encon- 
trarse en  estado  de  hierro  Metálico,  en  las 
profundidades,  formando  asi  el  núcleo  sólido, 
él  eje  magnético  del  globo.  Este  eje  se  di- 
ferenciaría algo  del  de  rotación  diurna,  y  cs- 
perimenlaria  tina  nmlacioit  particular. 

lista  hipótesis  infinitamente  probable,  se- 
gún .Mt\  Cordier,  nos  esplicoiia  fenómenos 
que  sin  ella  son  para  nosotros  incomprensi- 
bles. Tendría  ademas  el  importante  resultado 
de  determinar  de  un  modo  positivo  el  limite 
del  grado  de  temperatura  interior  de  la  fierra,- 
por  la  sola  razón  de  que  el  núcleo  permane- 
cería sólido  en  la  temperatura  blanca,,  bajo  el 
efeclo  de  una  presión  enorme. 

t    ¡isxiu.   6  , 


83 


TERRENOS 


Se  lian  hecho  á  la  verdad  .esperimentos  de  i 
que  lia  resultado  que  el  hierro  fundido  y  can- 
dente pierde  su  virtud  magnética  Jal  aire  li- 
bre, tajo  la  presión  atmosférica  ordinaria.  Pe- 
ro ¿no  debe  de  esto  deducirse  que  el  efecto 
mismo  déla  considerable  presión  que  se  ejer- 
ce en  el  interior  de  la  masa,  sobre  el  núcleo 
sólido,  debe  ser  el  de  conservar  la  virtud  mag- 
nética, no  obstante  Ja  elevación  de  temperatu- 
ra del  núcleo? 

La  fluidez  originariamente  candente  de  la 
tierra,  ™  está  solo  probada  por  la  geometría 
y  por  la  física,  puesto  que  apoyándose  la  geo- 
logía en  hechos  indisputables,  resuelve  tan 
afirmativamente  la  misma  cuestión. 

És,  en  efectp,  notable  en  el  que  desciende 
á  profundas  minas,  por  ejemplo,  que  cuanto 
mas  se  interna  en  la  tierra  siente  mas  el  ca- 
lor; los  terremotos  son'  inesplicables  supo- 
niendo el  globo  sólido  basta  el  centro,  las  al- 
teraciones délos  ilíones,  la  existencia  de  los 
manantiales  termales  y  de  los  pozos  artesía- 
,  nos  ó  fuentes  ascendentes  que  brotan  de  gran- 
des profundidades,  las  huellas  de  ignición  de 
ciertas  masas  minerales  cristalizadas,  que  se- 
gim  la  espresion  de  Buffon  parecen  fundidas 
de  un  solo  tira,  losmimerosos  quebrantamien- 
tos y  trastornos  que  se  notan  en  gran  núme- 
ro de  regiones;  multitud  de  hechos  coneomi- 
tentes  nos  prueban  que  la  cubierta  sólida  que 
cou  tanta  seguridad  pisamos,  cerca  por  todos 
lados  una  materia  inflamada  que  brama  bajo 
su  débil  envoltura,  lo  cual  ha  podido  en  cual- 
quier tiempo  hacer  presumible  la  existencia 
de  esas  enormes  masas  de  materias  fluidas  que 
vomita  el  cráter  de  los  volcanes. 

be  cuantos  hechos  geológicos  posee  la 
ciencia  y  seria  prolijo  enumerar  aquí,  resulta 
que  fué  la  tierra  en  na  principio'  una  masa 
flúida  ó  incandescente  de  materia  liquidada 
que  adquirió  bajo  el  doble  poder  dé  la  atrac- 
ción central  y  de  la  fuerza  centrífuga,  la  for- 
ma esferoide  que  le  conocemos.  Es  evidente 
que  durante  este  periodo  de  incandescencia, 
se  hallaban  en  estado  gaseoso  y  reunidos  á  los 
Huidos  elásticos  de  la  atmósfera  el  agua  y  de- 
mas  materias  que  volatiliza  el  simple  calor  de 
nuestros  hornillos,  debiendo  por  consiguiente 
presentar  la  atmósfera  nn  volúmen  de  consi- 
deración, y  ejercer  después .  una  presión  in- 
mensa, calculada  sobre  cincuenta  veces  mas 
fuerte  que  la  de  hoy. 

Ya  lanzado  en  el  espacio  por  intervención 
de  voluntad  suprema,  debió  este  globo  incan- 
descente obedecer  alas  leyes  de  la  irradiación 
y  perder  por  grados  parte  de  su  calórico  para 
distribuirlo  á  los  cuerpos  celestes.  A  este  en- 
friamiento incesante  se  debió  sin  duda  la  con- 
solidación de  la  superficie  del  globo,  y  que 
separase  la  primera  película  sólida,  ó  la  míisa 
■  incandescente  interna,  de  la  atmósfera  que 
nos  rodea,  empezando  de  jesuítas,  el  sistema 
de  formación  de  rocas  ígneas.  Esta  primera 
costra  debió,  aunque  con  lentitud,  engruesar 


cada  vez  mas,  y  compréndese,  en  efecto,  que 
hubieron  de  aproximarse  y  cristalizarse  suce- 
sivamente las  moléculas  mas  allegadas  á  la 
parte  ya  indicada,  y  que  esta  cristalización 
tan  visible  en  las  rocas  primordiales,  pudo  sin 
cesar  operarse  interiormente  de  alto  á  bajo, 
por  influencia  del  continuo  descenso  de  tem- 
peratura. Sin  embargo,  según  la  perfecta  es- 
plicacion  de  un  sabio  geólogo  (Mr.  d'Archiac), 
como  esta  costra  produce  relativamente  á  la 
masa  interna  auu  liquida  y  encandescente  el 
efecto  de  una  pantalla,  efecto  tanto  mas  eficaz 
cuanto  que  esta  costra  es  por  sí  misma  mas 
gruesa,  y  se  halla  formada  de  sustancias  ,que 
son  muy  malos  conductores  del  calor,  se.con- 
cibe  que  ha  de  llegar  época  en  que  apenas 
se  note  en  la  superficie  el  brillo  del  calor  in- 
terno, y  que  de  ello  resultará  para  el  globo 
un  estado  casi  estacionario,  que  es  precisa- 
mente el  de  que  se  trata.  El  enfriamiento  de 
una  masa  produce  necesariamente  disminución 
en  su  volúmen,  y  estadisminucion del  esferóide 
hubiese  aumentado  la  velocidad  de  su  movi- 
miento angular  de  rotación  que  se  hubiese  ma- 
nifestado por  un  cambio  correspondiente  en  la 
duración  deldia.  Queda, pues,  establecido,  que 
desde  Hipparque;  es  decir  desde  hace  unos 
dos  mil  años,  no  habia  variado  esta  duración 
de  1  /3O0  de  segundo.  . 
.  Mientras  que  de  este  modo  rodaba  nuesiro 
globo  en» el  espacio,  llevando  tras  si' su  in- 
mensa atmósfera  impropia  á  la  vida,  y  que 
ningún  rayo  de  sol  podía  atravesar,  conden- 
sábanse algunas  materias  gaseiflcadas  en  la 
atmósfera,  y  se  precipitaban  á  la  superficie  de 
la  tierra.  Aun  el  vapor  del  agua  debió  ceder  á 
esta  ley  cuando  no  í'ucya  suficiente  la  tempe- 
ratura á  mantenerla'  en  el  estado  aeriforme. 
Cayeron  las  primeras  aguas,  y  el  calor  que 
aun  reinaba  en  la  superficie  del  globo  las  pu- 
so en  ebullición. 

Esta  particularidad  dió  origen  á  combina- 
ciones químicas  que  tenian  condiciones  en  su 
favor  para  manifestarse  con  grande  "energía. 
También  debió  operarse  por  contacto  una  oxi- 
dación inmensa. 

Tales  precipitaciones  y  combinaciones  di- 
versas dieron  lugar  esteriormeníe  y  de  baja  d 
alto,  á  depósitos  de  mas  ó  menos  considera- 
ción, y  á  modificaciones  mas  ó  menos  sensi- 
bles en  la  estructura  de  las  rocas.  Está  pro- 
babilidad esplica  ciertas  variaciones  de  rocas 
que  en  la  superficie  del  terreno  primitivo  pa- 
san insensiblemente  de  unas  á  otras,  y  que 
suelen  presentar  el  carácter  de  rocas  produci- 
rlas á  la  vez  por  la  via  ígnea  y  por  la  acuosa. 
Sirviendo  de  intermediario  el  agua,  y  bajo  la 
influencia  de  un  calor  y  presión  considerable, 
esplica  desdo  luego  como  debieron  formarse  las 
primeras  capas  minerales,  y  como  empezó  osla 
larga  serie  de  capas  estratificadas  sedimen- 
tarias que  continúa  auu  en  nuestros  dias. 

Pasan,  sin  embargo,  los  siglos,  sucédeusc 
los  mas  largos  períodos,  y  adquiriendo  la  eos- 


85 


TERRENOS 


tra  sólida  mas  espesor  por  ambos  lado3,  de  i  gauizados,  asi  que  disminuyó  sensiblemente  la 
alio  á  bajo  por  el  enfriamiento  incesante,  y  de  i  presión  atmosférica*  y  que  no  pasó  la  lempe- 
Mo  á  alio  por  la  acumulación  de  dclrila's  que  ralura  mas  de  80  á  00°  se  manifestó  en  tá 
por  razón  natural  producían  la  mudanza  de  las  tierra,  vi 
ágttas,  y  de  los  agentes  erosivos  continuados; 
esta  corteza,  decimos,  debe,  en  fin,  formar  una 
capa  ú  masa  bastante  espesa,  sí  no  para  neu- 
tralizar, para  temperar  al  nienos  la  influencia 
del  calOT  interior.  Las  aguas  pudieron  reunir- 
se en  masas  mas  estensas,  y,  por  último,  for- 
mar mares  que  cubrían  casi  toda  Ja  superficie 
del  globo, 

A  medida  que  se  efectuaba  la  solidificación 
interior  de  la  corteza  terrestre,  disminuía  el 
volumen  de  la  masa  fluida  por  consecuencia 
de  su  enfriamiento  sucesivo.  La  costra  de  en- 
cima debía  entonces  experimentar  un  vano, 
contraerse  y  romperse  lisurándose  en  varios 
puntos.  Operando  ademas  esta  contracción  pre- 
siones enormes  sobre  la  masa  Huida,  debia  ha- 
ber cu  el 'gas  y  cnias  materias  en  fusión, 
tendencia  á  salirse  por  los  puntos  de  menos 
resistencia,  y  por  las  Usuras  preexistentes.  A 
eslas  influencias  dinámicas  se  debieron  los 
primeros  levantamientos  y  hundimientos  quo 
empezaron  siendo  de  poca  consideración,  por- 
que la  costra  que  era  frágil  cedia  fácilmente 
fracturándose  y  despedazándose  por  todos  la- 
dos; asi  es  que  en  el  suelo  resultaron  rompi- 
mientos y  ondulaciones,  pero  no  grandes  mon- 
tañas. Produciendo  siempre  alteración  en  las 
aguas  estos  trastornos  y  dislocaciones  en  la 
configuración  del  suelo,  resultaban  necesaria- 
mente inundaciones  y  corrientes,  cuya  poten- 
cia erosiva  acumulaba  gran  cantidad  de  varios 
sedimentos  consolidados  bajo  las  aguas  por 
medio  de  un  cimiento  como  sucede  todavía. 

l)c  creer  es  que  las  dislocaciones  sufridas 
por  la  corteza  sólida,  se  operaban  sobre  una 
ostensión'  grande;  asi  es  que  se  veri  los  Ierre- 
nos  antiguos  destrozados,  rotos  y  presentando 
en  los  puntos  fracturados  la  materia  eruptiva 
que  se  introducía  en  ellos  siempre  que  se  pre- 
sentaba este  fenómeno. 

Con  él  se  halla  directamente  ligado  el  ori- 
gen de  los  filones,  y  bien  se  comprende  que 
cuando  se  abria  paso  en  el  suelo,  tamalería  Ig- 
nea y  algo  coherente  era  produciendo  infinitas 
hendiduras  mucho  mayores  que  las  que  resul- 
tan de  los  temblores  de  fierra.  Daban  asimis- 
mo paso  estas  hendiduras,  á  gases  de  diferen- 
tes naturalezas,  y  probablemente  á  diversas 
sustancias  también  metálicas  y  vaporizadas.  Ha 
podido  gran  parte  también  de  estas  fisuras  re- 
llenarse debajo  á  alto,  bien  por  medio  de  la 
materia  misma  en  fusión,  bien  por  la  conden- 
sación de  emanaciones  minerales  que -según 
la  ley  de  cristalización,  venían  sucesivamente 
á  lapizar  las  paredes  de  las  lisuras. 

Este  es  el  origen  de  los  ilíones  de  óxido  de 
cobro,  de  eslaño  y  de  plomo  que  se  encuen- 
tran en  los  terrenos  antiguos. 

Empero,  aunque  no  existían  las  condicio- 
nes necesaTias  al  desarrollo  de  los  seres  or- 


ida.  Vegetales  y  animales  marinos  se 
presentaron  casisimultáneamenie.  No  son  pre- 
cisamente los  seres  mas  sencillos,  los  que  se 
encuentran  en  las  capas  fosiliferas  mas  anti- 
guas; en  estas  aparecieron  á  la  .voz  varias  cla- 
ses, sin  que  pueda  exactamente  decirse  cual 
de  ellas  lia  precedido  á  las  demás.  Señales  do 
plantas,  de  moluscos  y  poliperos,  y,  por  últi- 
mo, algunos  pescados  y  crustáceos  anuncia- 
ron la  aparición  de  la  vida  y  habitaron  este 
globo  antes  desierto. 

Como  la  temperatura  bajó  sensiblemente 
al  terminar  este  primer  período  orgánico,  de- 
bieron absorberlas  aguas  una  parte  do  la  enor- 
me cantidad  de  gas  ácido  carbónico,  esparci- 
do en  la  atmósfera,  ejerciendo  desde  entonces 
una  acción  química  sobre  varias  sustancias 
minerales:  aumentáronse  las  rocas  calcáreas, 
siendo  de  notar  el  que  después  se  desarrollen 
sin  guardar  proporción  con  la  pequeña  canti- 
dad de  cal  contenida  en  el  suelo  originario,  lo 
cual  hace  creer  que  son  causa  de  esto  los  mu- 
chos manantiales  termales,  unidosal  ácido  car- 
bónico de  la  atmósfera. 

Por  otra  parte,  los  seres  organizados,  Jas 
plantas,  sobre  todo,  debían  también  apropiarse 
una  parto  de  este  ácido  carbónico,  de  que  la 
atmósfera  estaba  saturada.  De  aquí  resellaba 
que,  purificándose  esla  atmósfera,  so  hacia  ca- 
da vez  mas  conveniente  at  desarrollo  de  la  vi- 
da animal. 

Mientras  que  se  bacian  estas  modificacio- 
nes incesantes  eíi  la  masa  atmosférica,  conti- 
nuaban los  sedimentos  depositándose  debajo 
do  las  aguas,  ora  por  vía  de  precipitación,  ó 
hien  de  agregación  mecánica,  y  presentarían 
los  depósitos  que  resultaron,  una  gran  conti- 
nuidad, sino  hubiese  trastornado  de  vez  en 
cuando  la  acción  ignea,  estos  depósitos  ,  solidi- 
ficados. Nunca  ha  sido,  pues,  mas' que  aparen- 
te al  descenso  de  la  acción  plutónica,  y  siem- 
pre que  se  rompía  el  equilibrio  éntrela  resis- 
tencia de  la  cubierta  y  la  fuerza  espansiva  de 
los  gases,  que  á  consecuencia  del  enfriamiento 
se  estendian  en"  el  interior,  se  conmovían  al 
hallar  una  salida  estos  gases,  y  rompían  poco 
ó  mucho  la  costra  terrestre:  La  materia  Uñida 
y  encandeseente  se  abria  muchas  veces  camino 
hasta  la  superficie  en  que  llega  á  derramarse, 
siendo  esto  causa,  del  gran  desorden  que  exis- 
te en  la  disposición  délas  capas  antiguas,  quo 
de  planas  y  horizontales  que  eran,  son  ahora 
algo  inclinadas,  y  dando  también  lugar  á  las 
diversas  curvaturas  y  repliegues  que  presentan 
ciertas  rocas  de  esta  época,  que  probablemen- 
te se  encontraban  en  un  estado  "de  blandura 
suficiente  para  doblarse  sobre  si  mismas  sin 
romperse. 

Por  efecto  de  sucesivas  conmociones  debia 
ofrecer  la  superficie  del  globo  el  aspecto  que 
presenta  hoy  la  Oceania;  es  decir,  hallarse  lie-. 


87 


TERRENOS 


88. 


na  de  innumerables  islas,  ¿onde  pudiese,  bajo 
ia  ililuénfiia  de  favórables'circunstancias,  des- 
arrollare una  riquísima  vegetación,  empe- 
zando por  manifestarse  las  gigantescas 'formas 
délos  heléchos,  los  equice táceos,  etc. 

A  esta  época  corresponde  la  formación  de 
Ja  hulla,  que  debe  su  origen  amasas  de  vege- 
tales .enterradas  en  el  seno  de  las  aguas,  y 
(fue  bajo  una  fuerte  presión  lian  sufrido  ya  una 
descomposición  particular.  Compréndese,  en 
efecto,  que  i  consecuencia  de  cataeli sinos  mas 
ó  menos  violentos,  hayan  podido  las  aguasal 
salirse,  barrer  islas  enteras,  ó  partes  de  con- 
tinentes muy  pobladas  de  árboles.  Las  mas  ó 
menos  rápidas  inundaciones  y  corrientes  ar- 
rancaron las  plantas  del  sucio  cu  que  habían 
nacido,  y  arrastrándolas  las  lanzaron  enmasa 
á"  los  lagos,  á  los  golfos  y  á  las  embocaduras 
de  los  rios,  en  cuya  superficie,  después  de  do- 
tar durante  algún  tiempo,  saturados  sin  duda 
por  el  agua  estos  bosques,  se  sumergieron  con 
tos  deíritas  gne  "sucesivamente  acumulaba  la 
repetición  del  mismo  renómeno.  Asi  cubier- 
tos y  bajo  la,- ¡afluencia  probable  de  acciones 
químicas  y  de  diversas1  circunstancias,' es  co- 
ntó poco  á- paca  han  cambiado  de  formáoslos 
vegetales  y  pasado  al  estado  de  carbón  mine- 
ral. El  acarreo  de  troncos  de  árboles  que  aun 
hoy  iiacen  ciertos  rios,  debe  darnos  una  idea 
de  lo  que  semejante  á  ésto  jiudo  hacerse  cuan- 
do se  reunían  todas  las  circunslancias  favora- 
bles para  permitir  el  desarrollo  de  una  vegeta- 
ción gigantesca,  cuyos  restos  hallamos  en  la 
formación  de  la  hulla.  Otros  geólogos  atribu- 
yen el  origeude  la  hulla  á  antiguos  hornague- 
ros, es  decir,  que  en  su  opinión  seria  aquella 
el  resallado  de  .una-abundante  vegetación  her- 
bácea, acumulada  en  ciertas  depresiones,  y 
que  por  medio  de  lá  compresión  y  bajo  láin- 
lluenciá  de  circunstancias  particulares,  ha  po- 
dido pasara!  estado  de  hulla.  .Muchas  circuns- 
íaucias  apoyarían  fuertemente  esta  opinión,  y 
parlicidarmeníe  el  estado  de  compacidad  y  ho- 
jnqgeneidadde  la  hulla,  en  cuyo  iuteriorno  hay 
nunca  partes  vegetales  leñosas  ó  arborescentes, 
pues  soleen  las  esquistas  arcillosas  y  en  otras 
malcrías  dcacarreo  que  acompañan  álosdepó- 
sltoá  de  hulla,  se  encuentra  gran  cantidad  de 
restos,  tallos  ó  hondas-de  los  vegetales  que 
caracterizan  estas  formaciones. 

Vegetación  [au  brillante  como  la  que  ori- 
ginó la  formación  de  k  hulla,  quitó  sucesiva; 
mcjjic  á  la  atmósfera  una  cantidad  enorme  de 
ácido  carbónico;  entonces  el  aire  mas  puro, 
mas  oxigenado  pudo  sostener  la  vida  de  ani- 
males mas  perfectos,  desde  aquel  momento 
respiraron  seres  mas  complexos,  y  aparecie- 
ron esos  enormes  reptiles  de  formas  tan  pe- 
regrinas y  tan  variadas,  como  peces,  grandes 
tortugas,  y  mucha  variedad  de  moluscos,  to- 
dos marinos.  También  aparecieron  después,  es 
decir,  cuando  la  atmosfera  era  ya  mas  favora- 
ble-al  desarrollo  de  la.  organización;  algunos 
pájaros  raros  de  la  casta  de  los  (ohásiieos,  y 


en  seguida  interrumpieron  los  árboles  conife- 
ros la  uniformidad  de  la  vegetación.  Todo  ha- 
ce creer  que  andando  el  tiempo,  sufrían  es- 
tos seres  organizados  la  influencia  de  incesan- 
tes modificaciones,  manifestadas  en  la  tempe- 
ratura, _en  la  presión  y  en  la  composición  de 
la  atmósfera  y  que  en  consecuencia  se  estiu- 
guian  familias  cuándo  su  organización  no  se 
hallaba  en  relación  con  las  nuevas  circuns- 
tancias ¡idea  admirable  del  Criador  que  al  po- 
blar la  superficie  del  globo  de  distintos  seres, 
parece  haber  multiplicado  primero  aquellos 
cuyos  órganos  estaban  en  armonía  con  el 
medio  en  que  debian  vivir,  al  parque  otros  se- 
res mas  complexos  no  hallaban  aun  todos  los 
elementos  necesarios  á  su  existencia! 

Grandes  levantamientos  continuaban  siem- 
pre elevando  nuevas  tierras  á  la  superlicie  del 
mar,  formábanse  paulatinamente  los  continen- 
tes, y  con  ellos  los  grandes  lagos  de  agua 
dulce  querecibiau  también  diversos  sedimen- 
tos. La  mudanza  de  las  aguas  producía  grandes 
corrosiones,  ponían  por  todas  partes  Los  ma- 
nantiales termales,  que  pagaban  su  tributo  á 
la  formación  de  ciertas  masas  miucrales,  der- 
ramamientos frecuentes  cubrían  do  asperezas 
el  globo,  y  obrando  siempre  las  mismas  cau- 
sas se  tocaban  también  siempre  iguales  re- 
sultados. 

.Aun  no  había  mamíferos. en  la  tierra,  pero 
purificándose  cada  vez  mas  la  atmósfera  por  las 
causas  ya  citadas,  llega  al  fin  la  época  en  que 
pueden  nacer  y  desarrollarse  animales'  mas 
completos;  durante  este  periodo  aparecen  tam- 
bién los  grandes  mamíferos  acuáticos  y  ter- 
restres; los  manatos,  los  delfines,  las  focas  etc., 
eompastene!  dominio  de  las  aguas  con  los  ya 
numeraseis  pescados;  los  herbívoros,  los  car- 
nívoros, los  roedores  habitan  con  los  pájaros 
una  tierra  cubierta  por' una  rica  vegetación  de 
[•lanías  dicotiledones.  Entoijees  también  em- 
pezaron á  vivir  todos  esos  animales  ,  cuyas 
clases  ya  perdidas  ahora,  ha  restablecido  Cu- 
vier  en  sus  admirables  obras.  A  pesar  del  au- 
mento progresivo  de  poder  en  la  corteza  ter- 
restre, se  oponían  los  fenómenos  de  contrac- 
ción y  de  presión  á  que  .pudiesen  los  gases 
interiores' y  la  masa  Huida  quedar  completa- 
mente encerrada  en  su  frágil  cubierta,  asi  es 
que  cuanto  mayor  era  el  esfuerzo  que  parecía- 
deberlos  contener,  mayor  era  también  la  fuer- 
za espansiva  que  los  empujaba  hacía  la  super- 
ficie. Manifestábase  principalmente  esta  acción 
por  la  salida  de  materias  ,  siempre  pastosas  ó 
coherentes,  que  'crecían  á  veces  bajo  la  forma 
de  crestas  con  bases  mas  ó  menos  estensas. 
De  estas  inllueueia'S  resultaban  levantamientos 
operados,  no  por  un  movimiento  lento  y  con- 
tinuo, sino  á  consecuencia  de  violentos  y  rá- 
pidos sacudimientos,  coum  lo  indican  el  asen- 
tamiento de  las  capas  conmovidas,  y  el  brusco 
movimiento  de  las  aguas,  cuyas  huellas  se 
reconocen  perfectamente.  La  intensidad  de  es- 
tos levantamientos  parecía  aumentar,  á  medida 


89 


TERRENOS 


90 


que  adquiere  mas  poder  ¡a  corteza  terrestre, 
dp  suerte  que  los  últimos  acontecimientos  de 
este  genero  hubieran. formado  las  mas  ailas 
undenas  de  montañas,  y  como  es  probable  que 
subsistan  en  el  dia  las  mismas  causas,  y  que 
sé  deba  la  tranquilidad  de  que  goza  el  globo 
mas  bien  á  su  descanso  que  ú  su  anonada- 
miento, nada  nos  garantiza  de  (pie  no  añada  ta 
acción  plulónica  en  el  trascurso  de  los  siglos 
venideros,  nuevos  sistemas  (¡c  montañas,  mas 
elevadas,  mas  imponentes  aun  que  las  que 
existen  actualmente. 

Fácil  es  el  figurarse  las  perturbaciones  oca- 
sionadas por  estos  levantamientos  cuando  se 
manifestaban  bruscamente  en  el  senu  de  los 
mares.  Desbordadas  entonces  las  agías,  er- 
rantes durante  algún  tiempo,  debían  producir 
espantosas  inundaciones  que  barrían  una  parte 
del  continente;,  así  es  que  en  todos  lados  se 
ven  depósitos  de  guijos  rodados,  cuyos  mate- 
riales se  bailan  rara  vez  conglutinados,  hue- 
llas irrecusables  de  diluvios  parciales  de  que 
sin  duda  lia  sido' con  frecuencia  teatro  nnosiro 
-  globo.  La  impetuosidad  délas  aguas  aumenta- 
da aun  por  los  detritos  que  detenía,  debió  en 
algunas  circunstancias  adquirir  fuerza  sutt- 
ciente  para  esplicar  ei  acarreo  de  petlruzeos 
errativos. 

El  poder  de  estas  corrientes  debia  produ- 
cir grandes  accidentes,  de  erosionen  particu- 
lar, cuando  se  ejercía  subre  masas  de  poca 
coliesi¿D>  y  dcsmoronabSe;  asi  se  concibe  que 
dejaran  entonces  las  aguas  enormes  surcos  y 
profundas  huellas  de  su  paso,  y  tal  es  proba- 
blemente la  causa  de  las  ondulaciones  que 
presenta  la  superficie  de  la  tierra;  pues  do 
ningún  modo  debe  pensarse  (pie  sean  todas  las 
asperezas  de!  globo  resultado  de  levantamien- 
tos y  depresiones.  También  deben  tenerse  pre- 
sente los  corles,  hendiduras  y  denudaciones  á 
que  sin  duda  os  debido  grau  número 'de  va- 
lles y  barrancos. 

La  fdrmacictn'dé  la  sal  gema  debe  hallarse 
igualmente  unida  al  desbordamiento  de  tas 
aguas.  Se  comprende  que  en  estas  convulsiones 
de  la  naturaleza,  cuyas  huellas. podemos  hacer 
conslar.muchas  veces,  hayan  tenido  entrada  en 
grandes  cavidades,  aguas  saladas  y  errantes  en 
los  continentes';  y  que  sostenidas  en  estas  de- 
presiones aisladas  hayan  sufrido  en  ellas  nua 
evaporación  mas  ó  menos  prolongada,  aumen- 
tada acaso  por  alguna  infidencia  plulónica,  de 
suerte  que  de  aqui  resaltarían  masas  masó  me-r 
nos  puras  de  sal  gema,  ennegrecidas  ó  man- 
chadas algunas  veces  por  depósitos  arcillosos. 

Todo  hace  también  presumir  qne  al  au- 
mentar de  espesor  la  corteza  terrestre  pasa- 
ba la  temperatura  sobre  ciertos  puntos,  co- 
ÍM  qn  Europa  por  ejemplo,  del  grado  .ecua- 
torial al  .que  actualmente  sentimos:  fúndase 
esta  opinión  sobre  cicitos  caracteres  botánicos 
y  zoológicos  que  pueden  apreciarse  en  ios  fó- 
siles correspondientes  á  esta  edad.  Asi,  pues, 
solo  el  calor  emitido  por  el  sol,  bastarla  en 


adelante  al  globo  para  la  organización  y  la  vi- 
talidad de  sus  nuevos  habitantes. 

Conveniente  es  hacer  observar  aqui,  que'á 
pesar  do  la  eatiiicfon  sucesiva  de  vegetales  y 
animales  victimas  de  las  modificaciones  qué 
osporimentaba  el  medio  en  que  se  encontra- 
ban, siempre  lia  ido  en  aumento  el  número  de 
especies  animales  y  vegetales,  al  paso  que  se 
complicaba  cada  vez  mas  su  organización,  pues 
los  últimos  lechos  fosiliferos  nos  presentan 
abundancia  de  rumiantes,  carnívoros  y  hasta 
cuadrumanos  recientemente  descubiertos  por 
Mr.  Lazlel,  en  un  calcáreo  de  agua  dulce  cor- 
respondiente al  piso  de  las  capas  de  conchas 
rotas  que  se  hallan  debajo  de  la  tierra.  Mas- 
tarde,  eñ  fin,  cuando  se  encontró  él  globo  con 
condiciones  propias  para  el  libre  desarrollo  de 
todos  los  seres  organizados,  y  cuando  pnecie 
decirse  que  ya  se  habia  hecho  el  ensayo  de  la 
vida  en  una  escala  cada  vez  mas  elevada,  apa- 
reció el  hombre;  ningún  hecho  positivo  ba 
probado  ,  al  menos  hasta  el  dia,  que  hubiesen 
quedado. despojos  ni  huellas  de  su  paso  cu 
otro  silio,  que  en  los  aluviones  modernos. 
Todo,  pues,  hace  pensar  que  él  es  el  ulti- 
mo producto,  así  como  la  obra  maestra  de  la 
creación.  - 

Ka  pbdido  notarse  en  este  rápido  bosquejo 
geogeuico ,  resultado  de  multitud  de  observa- 
ciones adquiridas  en  la  ciencia  ,  que  muchas 
veces  han  contribuido  tres  hechus  principales 
á  modificar  la  superficie  del  globo;  son  estos 
los  levantamientos,  las  emisiones  de  materia 
ígnea,  y  la  producción  de  depósitos  sedimen- 
tarios formados  por  capas  regulares  en  el  seno 
de  las  aguas,  y  que  lásnias  veces  provienen  de 
la  desagregación  ó  de  la  trituración  de  toda 
especie  de  rocas.  Estas  tres  clases  de  fenóme- 
nos han  marchado  constantemente  sin  inter- 
rupción durante  la  larga  serie  délas  edades 
geológicas,  y  únicamente  parece  que  bajo  cier- 
to punto  de  vista  ha  disminuido  la  intensidad 
de  su  acción  á  medida  que  se  acercaba  la  épo- 
ca actual.  Siempre  han  estado  intimamente  li- 
gados entre  sí  estos  tres  géneros  de  fenóme- 
nos,' pues  determinando  los  levantamientos, 
ia  posición  de  las  aguas,  determinaban  tam- 
bién el  sitio  de  los  depósitos  sedimentarios, 
y  tenían  al  mismo  tiempo  con  las  rocas  íg- 
neas las  relaciones  que  existen  entre  los  re- 
sultados'de  una  misma  causa.  Hay  acción 
del  fuego  por  un  lado,  y  por  otro_  la  del 
agua ;  son ,  pues ,  los  dos  grandes  agentes 
que  alternativa,  y  algunas  veces  simultánea- 
mente ,   han  presidido  á  la  formación  de 
todas  ias  masas  minerales,  y  como  esla  do- 
ble acción  de  emisión  de  materia  iguea,  y  de 
depósito  de  detritus  no  ha  sufrido  nunca  in- 
terrupción alguna;  como  liabia  siempre  ten- 
dencia cu  la  causa  ígnea  á  producir  nuevas  as- 
perezas cu  la  superficie,  por  los  levantamien- 
tos ó  par  el  hacinamiento  de  materias  erupti- 
vas, mientras  que  la  causa  acuosa  trabajaba  en 
hacerlas'  desaparecer  llenando  las  depresiones 


9! 


TERRENOS 


92 


con  sedimentos  diversos,  ha  resollado  de  oslo 
cfeclos  generales,  que  acumulándose  do  siglo 
en1  siglo,  de  época  en  época,  han  formado  la 
corteza  terrcslrcrtal  como  la  conocemos  hoy, 
y  como  vamos  á  describirla  'ahora  sucinta- 
mente. 

Dividimos  los  materiales  que  componen  la 
corteza  mineral  en  tres  grandes  clases,  ó  series 
distintas. 

La  primera  se  compone  de  terreno  primi- 
tivo, ó  terreno  de  cristalización  estratiforme, 
formado  por  enfriamiento  alrededor  de  la  ma- 
sa terreslré  fluida  y  encandesoente. 

La  segunda  comprende  todos  los  terrenos 
sedimentarios,  resultantes  ora  de  una  preci- 
pitación mecánica'  ó  química,  ora  de  un  acar- 
reo; Sil  estructura ,  los  fragmentos  rodados, 
triturados,  y  los  restos  orgánicos  que  conlie- 
nen,  denotan  evidentemente  la'  acción  de  las 
aguas. 

La  tercera,  en  fin,  abrázalos  producios  de 
derramamiento  tj  erupción  ,  rocas  de  crista- 
lización como  las  de  la  primera  clase,  pues 
que  su  origen  es  común,  pero  que  las  mas  ve- 
ces se  presenta  sin  estratificación  aparente, 
y  en  todas  las  épocas  geológicas  se  lian  for- 
mado, sea  por  inyección  de  la  materia  caóti- 
.  ca,  sea  por  erupciones  volcánicas,  constitu- 
yendo acumulaciones  trasversales  ú  acumula- 
ciones estratiformes  en  medió  de  los  terrenos 
de  diversos  períodos. 

Aunque  bien  decididos  y  absolutos  estos 
caractéres  generales,  existen,  sin  embargo, 
masas  minerales  que  desde  luego  parecen  sus- 
traerse á  ellos,  pues  según  ya  hemos  diclio, 
han  dado  nacimiento  á  efectos  compuestos  no 
siempre  fáciles  de  apreciar,  las  dos  grandes 
causas  productoras  de  las  rocas,  el  fuego  y  el 
agua,  y  para  su  formación  han  obrado  simul- 
táneamente por  lo  general  en  las  épocas  an- 
tiguas. 

Para  conocer  mejor  los  caractéres'y  la  po- 
sición de  las  masas  minerales  que  forman  ía 
corteza  terrestre  conocida,  empezaremos  por 


ocuparnos  únicamente  de  las  dos  primeras 
clases  de  terrenos  do  que  acabamos  de  hablar, 
y  cuya  serie  estraüforme  es  muy  regular, 
cuando  se  hace  abstracción  do  los  producios 
de  derramamiento  y  de  erupciones  que  se  ba.u 
introducido  en  ellas. 

Estas  capas  estratificadas  afielan  enlro  si 
un  cierto  orden  constante  de  superposición, 
es  decir,  que  las  que  son  superiores  en  un 
punto,  no  llegan  jamás  á  ser  inferiores  en 
otro.  Cada  formación  independiente  se  distin- 
gue de  la  que  la  precede  ú.  la  sigue,  por  ca- 
racteres particulares  que  le  son  propios.  En 
cuanto  á  la  edad  relativa  de  cada  una  do  ellas. , 
suficientemente  indicada  se  halla  por  el  orden 
de  superposición;  asi  es  que  se  ha  comparado 
la  disposición  de  las  capas  estralilicadas  á  una 
serie  ó  cierto  número  de  libros  de  historia  ha- 
cinados unos  sobre  otros,  y  colocados  de-mo- 
do que  cada  volumen  se  encuentre  siempre 
inmediatamente  encima  del  que  encierra  la  re- 
lación de  ios  acontecimieritos  de' la  época  pre- 
cedente: comparación  que  no  es  rigorosamen- 
te exacta  mas  que  bajo  ciertas  consideracio- 
nes, pues  pronto  veremos  que  la  estralilica- 
cion  de  los  terrenos  scdimenlarios  eslá  lejos 
de  presentar  una  disposición  tan  regular. 

Suponiendo  sin  embargo,  que  asi  fuese,  y 
que  fuese  igualmenlc  posible  abrió  una  zanja 
que  los  pusiese  todos  á  descubierto,  desde  los 
depósitos  mas  modernos  hasta  la  base  o  arran- 
que, digámoslo  asi,  del  terreno  primitivo,  en- 
tonces pues,  se  tendría  las  sucesivas  disposi- 
ciones de  los  terrenos  que  se  presenta  en  ta 
tabla  ó  estado  siguiente. 

En  este  estado  no  figuran  los  terrenos  pi- 
rogénicos formados  cu  todas  las  épocas  geo- 
lógicas, ora  por  inyección  y  derramamien- 
tos de  la  materia  caótica,  ora  por  erupciones 
i  volcánicas,  y  que  constituyen  montones  tras- 
versales ó  acuuiulacioucs  estratiformes,  en 
medio  de  los  terrenos  do  los  diversos 'pe- 
riodos. 


93 


TERRENOS 


94 


ESTADO  GENERAL  DE  LA  ESTRUCTURA  DE  LA  TIERRA. 


a  a 


Terreno  (le  aluvión 


p  I  o 


Terreno  fosilifero  (ó 
supercretáceo) .  .  . 


1  *§,¿ 

■  u 


Terreno  cretáceo 


( Aluviones  modernos. 
[  Aluviones  antiguos  (ó  difuvium). 
f  XVIII.  Sistema  de  la  cordillera  principal  de  los 
Alpes. 

(Crag,  colinas  sub-apeninas. 

XVII.  Sistema  de  los  Alpes  Occidentales. 
Faliius. 

XVI.  Sistema  da  Sancerrois.  ? 
Molasas  (gredas  de  Fontainebleau,  travertins,  etc). 

XV.  Sistema  de  Córcega  y  Cerdeña. 
Piso  parisién  (inferior). 

XIV.  Sistema  de  los  Pirineos. 
Piso  cretóico  (creta  blanca,  etc). 

XIII.  Sistema  del  monte  Viso.  '  ■ 
Piso  glanceo  (gredas  verdes,  creta  cíoritica). 
Tiso  de  las  arenas  ferruginosas  {ó  nencomianoj. 

XII.  Sistema  de  la  Costa  de  Oro. 
Oolitieo  superior. 

Terreno  jurásico  { "o{  Oolitieo  medio.  . 

Oolílico  inferior. 
Piso  del  lias. 

ÍXI.  Sistemadel  Thuringerwald . 
Margas  irisadas  \ü  cacupér). 
Musclielkalk, 
Arenisca  abigarrada, 

X.  Sistema  del  Rhin. 
Areniscas  de  los  Vosges. 

IX.  Sistema  de  los  Países  Bajos  y  del  Sur  del 
país  de  Gales. 

Zeebstein. 

Psfttas  (ó  areniscas  rojas). 

VIII.  Sistema  del  norte  de  ¡nght&rra: 
Piso  carbonífero  ú  de  Imita . 

VII.  Sistema  del  Forez. 

Terreno  carbonífero  (  Piedra  molar.  » 

VI.  Sistema  do  los  recipientes  (Vosges)  y  de  las 

colinas  delBocage.  (Calvados). 
Caliza  antraxifero  (o  caliza  carbonífera). 

Areniscas  purpúreas  (ó  antigua  arenisca  roja). 

V.  Sistema  del  Westmorelan  y  del  Hundsruch 
J  Estilitas,  ampelitas,  calcáreo,  areniscas. 

IV.  Sistema  del  Morbikan. 
III.  Sistema  de  Longmynd. 
Terreno,  cambriano  (ó  terreno  (  II.  Sistema  de  Finislerra. 

de  transición,  inferior)  .  .^Filados,  grainvackes,  calizas. 

ÍI.  Sistema  de  la  Vendée. 
Talccos  (ó  esquistas  lálqueas). 
Mícacilas  (ó  esquistos  micáceos). 
Gneis.  '  '  i 

Terrenos  inaccesibles  y  desconocidos  que  el  enfriamiento  ba  formado  en  el  inte- 
rior de  la  corteza  terrestre,  y  de  alí;o  á  bajo  inlerin  !a  duración  de  los  perio- 
dos sedimentarios.  , 


'5  \  Terreno  del  trias  (o  triásico) 


Terreno  peneo  (o  pormiano) 


Terreno  devoniano  (ó  terreno 
de  transición  superior)  .  . 

Terreno  siluriano  (ó  terreno 
medio  de  transición)  .  .  . 


;3  /  Terreno  primitivo  . 


Zona  6  región  subterránea  de  los  agentes  volcánicos. 

Masa  incandescente  y  liquida  que  contiene  el  principio  de  los  fenómenos  magnéticos. 


TERRENOS 


% 


Creemos  conveniente  dejar  subsistir  cu 
una  columna  especial  del  interior  estado  ó  ta- 
bla,cMa, división  do  los  terrenos,  los  nombres 
de  las  cinco  grandes  divisiones  de  la  escuela 
wenieriana,  correspondiente  á  la  clasificación 
actual,  pues  aunque  la  p redicha  nomenclatu- 
ra antigua,  uo  solo  está  impugnada  y  aun  re- 
chazada por  los  modernos,  pues  no  está  con- 
forme con  los  adelantos  de  la  ciencia,  conti- 
nua, empero  su  esposicioa  cuando  se  trata  de 
generalizar.  Estas  cinco  divisiones  son  las  si- 
guientes: terrenos  primitivos,  terrenos  de 
transieión,  terrenos  secundarios,  terciario!, 
y  de  aluvión. 

Apresurémonos  á  añadir  que  un  corto  se- 
mejante en  que  se  encuentran  todos  los  terre- 
nos reunidos,  es  ciertamente  ficticio,  La  cor- 
teza mineral  no  se  divide  en  cortes  ú  hojas  con- 
céntricas,' cuyo  número  sea  igual  en  lodos 
puntos,  como  los  películas  de  una  cebolla;  se 
compono  de  diferentes  masas  de  rocas,  estra- 
tificadas unas,  y  otras  no.  Las  primeras  son  las' 
qué  se  dividen  en  capas  mas  o  menos  gruesas, 
á  que  se  da  algunas  veces  el  nombre  de  te» 
chos.  Estas  capas,  do  formas  irregulares,  y 
de  naturaleza  diferente,  se  hallan  colocadas 
con  variedad  al  lado  o  encima  unas  de  otras, 
sin  que  se  "trastorne  por  esto  el  orden  de  las 
superposiciones.  Cuando  se  hallan  los  lechos 
paralelamente  superpuestos  entre  si,  como  las 
hojas  de  un  libro,  se  llama  concordante  la  es- 
tratificación, y  toma  el  nombre  de  discordan- 
te ó  trasgresiva  en  el  caso  contrario;  es  decir 
cuando  no  existe  el  paralelismo  de  los  lechos 
ó  capas. 

Finalmente,  se  dice  que  está  una  roca,  nna 
capa,  una  masa,  subordinada  á  un  grupo  de 
rocas,  cuando  se  hallan  intercalados  cnlre 
estos. 

Enciiéntranse  á  veces  colocados  sin  inter- 
mediarios los  terrenos  antiguos  sobre  los  mo- 
dernos, y  otras  los  mas  antiguos  depósitos 
nunca  vueltos  á  cubrir  en  algunas  de  sus  par- 
fes,  ó  denuiladus  fuera  de  tiempo,  pueden  io 
mismo  que  los  mas  modernos  mostrarse  en  la 
superficie  del  suelo:  asi  es  que  acaso  falten 
lino  ó  varios  terrenos  en  tal  ó  tal  región,  como 
á  tal  ó  cual  altura  de  la  serie  geognósíica,  y 
esto,  es  lo  que  sabemos  positivamente  á  fuerza 
de  observaciones;  por  esta  razón  se  compren- 
de que  ios  punios  escarpados,  los  trabajos  sub- 
terráneos y  los  trabajos  de  sonda  ¡ios  permitan 
reconocer  claros  semejantes.  Ademas  de  esto 
y  por  mucho  que  se  haga  no  puede  marearse 
sino  una  parte  de  la  serie  lomada  á  diferentes 
niveles,  ha  serié  entera  no  se  ve  nunca,  y  so- 
lo combinando  las  observaciones  recogidas  por 
los  geólogos  en  diversas  regiones,  ha  podido, 
'establecerse  como  lo  hemos  trazad». 

Hemos  intercalado  por  su  orden  cronúlo- 
gico,  en  el  estado  que  precede,  los  diez  y  ocho 
sistem-as  de  montañas,  según  están, indicados 
por  Mr.  Elias  de  beanmont,  en  su  sabio  artí- 
culo Sislemas  de  mbutañas.  Recomendamos  la 


obra  de  esta  ilustre  geólogo ,  par  la  descrip- 
ción de  estos  diversos  sistemas  y  por  los  im- 
importautes  consideraciones  que  á  ellos  se 
agregan. 

Aunque  generales,  oran  necesarios  los 
principios  que  acabamos  de  esponer,  pues  ilus- 
tran al  lector  sobre  la  disposición  y  la  supor- 
pesicion  de  los  terrenos  estratificados.  Ahora 
vamos  á  describir  rápidamenle  estos  mismos 
terrenos,  empezando  por  el  primitivo  que  es 
la  base  de  todos;  después  volveremos  á  subil- 
la escala  geog,.ósíica,  siguiendo  el  orden  na- 
tural ile  las  formaciones  basta  las  capas  mas 
recientes,  y  terminaremos  por  los  diversos 
depósitos  de  origen  Ígneo  intercalados  en  to- 
das las  formaciones  primitivas  y  sedíraeñtai'ias, 
y  que  eri  razun  de  su  posición  irregular  ó  fue- 
ra de  serie,  hemos  creído  deber  reunir  en  un 
grupo  distinto. 

TERRENO  PRIMITIVO. 

Sinonimia:  terrenos  csiraliíieados  no  fosi- 
liferos.  Terreno  primario, Terreno  uipqgenodc 
Mr.  Syell.  Terreno  originario.  Terrenos  del  pe- 
riodo primitivo  y  parte  del  suelo  primordial 
de  Mr.  Cordiur.  Terreno  esquitáceo  de  mou- 
sleiir  Ifuol. 

El  terreno  primitivo  constituye  Ja  masa 
esencial  de  la  parte  conocida  de  la  corteza 
consolidada,  y  forma  el  asiento  de  todos  los 
terrenos  sedimentarios.  Se  manifiesta  .sobre 
una  gran  parte  de  la  superficie  del  globo,  y 
como  présenla  caracteres  generales  constan- 
tes en  todas  las  regiones  en  que  se  le  ha  po- 
dido observar,  se  infiero  qpedebe  su  origen  á 
una  sola  cansa  manifestada  á  la  vez  en  lodos 
los  puntos  del  globo,  y  asi  tiene  que  suceder 
puesto  que  es  la  primera  película  solidificada 
por  .enfriamiento,  película  que  constantemente 
se  im  aumentado  de  alto  á  bajo  interiormente, 
que.  aumenta  aun  ilc  poder  por  la  adición  de 
nuevas,  capas,  y  -se  hace  sólida  á  proporción 
que  va  disipándose  el  calórico.  Mr.  Cordier 
atribuye  á  la  cortesa  consolidada  [compren- 
diendo todas  las  capas  inferiores  inaccesibles  á 
nuestras  investigaciones)  un  espesor  de  unas 
20  leguas  métricas  y  considera  el  suelo  pri- 
mordial (l)  como  de  un  espesor  6  potencia 
media,  probablemcnle.  diez  y  nuoye  ó  veinie 
veces,  mas  considerable  que  el  de  los  terrenos 
sediméntartos. 

El  terreno  primitivo  propiamente  dicho,  se 
diferencia  de  los  sedimentarios,  en  que  se  ha- 
lla siempre  compuesto  de  rocas  con  elementos 
cristalinos  agregados,  formados  an  el  momen- 
to y  sin  presentar  jamás  la  menor  señal  de  ci- 
nienlo,  Si  contiene  arena,  ni  cantos  rodados, 
ni  ningún  resto  de  cuerpos  orgánicosfeE  pues 

(I)  El  nombre  de  suelo  primordial  significa  para 
Mr.  Cordicr,  no  \<si  tórrenos  mas  antiguos  (como 
son  los  primitivos;  sinn  los  que  su  hallan  primero  en 
oí  orden  de  las  superposiciones,  y  forman  lu  baso  de 
]a  escala  geognoslica. 


97 


TERRENOS 


98 


anterior  á  toda  creación  orgánica;  la  estratifi- 
cación frecuentemente  confusa  qne  presentan 
las  rocas  que  lo  componen,  parece  resultar  del 
modo  de  enfriamiento,  bajo  la  influencia  de 
circunstancias  diversas.  Fuera  dé  esto  no  e,s 
estraño  ver  que  ofrecen  algunas  rocas  de  der- 
ramamiento, indicios  de  una  disposición  en  ca- 
pas, debida  á  circunstancias  análogas. 

Unidas  á  ios  caracteres  generales  y  cons- 
tantes que  presentan  las  rocas  del  terreno  pri- 
mitivo, nos  autorizan  estas  consideraciones  á 
inferir  que' no  resulta  como  croen  varios  geó- 
logos, la  cristalización  de  estas  mismas  rocas 
del  calor  de  la  acción  'central  sobre  capas  de 
origen  acuoso  yaíormadas.  Generalizando  fie- 
masiado  ciertos  fenómenos  metamórlieosse.ha 
calculado,  eu  efecto  que  depuesto  por  las  aguas 
bajo  forma  de  arena  arcilla,  etc.,  el  terreno 
que  describimos  fuertemente  impregnado  de 
calor  después  por  la  vecindad  de  las  rocas  plu- 
fónicas  aun  incandescentes,  dió  por  resultado 
un  cambio  completo  en  la  textura  y  en  el  ca- 
rácter de  los  elementos  de  estos  pretendidos 
depósitos  acuosos,  y  que  aun  estos  elementos 
pudieron  fundirse,  cambiar  en  parte  de  com- 
posición, perder  sus  fósiles  y  cristalizar  eu  fin 
bajo  la  influencia  de  una  fuerte  presión. 

No  espltcando  de  manera  ninguna  esla  teo- 
ría establecida  por  Hutton,  el  origen  de  esos 
pretendidos  terrenos  sedimentarios,  que  seria 
siempre  necesario bacer  resultar  de  la  descom- 
posición ó  de  la  trituración  de  las  rocas  pre- 
existentes, nos  parece  mas  racional  aceptar 
con  Jifr.  Cordier  y  otros  muchos  sabios  la  for- 
mación primitiva  de  una  costra  cualquiera  que 
lia  servido  de  base  y  facilitado  los  materiales 
á  los  primeros  depósitos  sedimentarios:  la  na- 
turaleza cristalina  de  esta  costra  primitiva  se- 
ria entonces  el  resultado"  natural  del  enfria-  \ 
miento  de  la  masa  fluida  ígnea.  Saí-vo  los 
punios  en  que  se  encuentra  hendida  ó  parti- 
da esta  corteza  que  envuelve  al  globo  por 
todas  parles,  el  caries  es  el  que  ciñe  la  masa 
incandescente,  y  el  que  tiene  boy  baslantc  po- 
der para  neutralizar  esteriormenle  la  casi  to- 
talidad de  sus  efectos  calóricos. 

l;a  solidilicacion  del  terreno  primitivo  se 
Jíb.  operado,  pues,  sucesivamente  de  alto  á 
bajo,  á  la  inversa  de  lo  que  lia  sucedido  en 
los  terrenos  sedimentarios,  y  como- la.  materia 
de  la  masa  eu  fusión  no  era  homogénea,  y, 
contenia  el  principio  do  diversas  sustancias  de', 
densidades  desiguales  que  poseían  sin  duda' 
alinidades  varias,  han  resultado  productos  di- 
fercnles  de  aspecto  y  de"  composición,  en  el 
estado  sólido.  El  talco  parece  que  dominó  en 
los  primeros  tiempos,  y  fué  después  reempla- 
zado por  la  mica,  á  la  cual  sucedió  mas  tarde 
el  feldespato. 

A  consecuencia  de  esta  diferencia  de  com- 
posición de  los  primeros  productos  solidifica- 
dos, se  puede  dividir  el  terreno  primitivo  en 
tros  pisos  ó  miembros  que  se  presentan  siem- 
pre en  estratificación  concordante,- y  que  son 

Í17C    UIULIOTKCA  POOTIMIL. 


partiendo  de  la  superficie  al  centro  según  el 
órden  de  formación:  i.°los  talcüasó  [esquis- 
tos íaicosos!  primeros  productos  del  enfria- 
miento: las  micacitas  ó  (esquistas  micáceas) 
que  pasan  al  gneiss  en  su  parte  inferior;  los 
gneiss  que  por  la  mayor  abundancia  de  cuarzo, 
deben  presentar  la  composición  del  granito 
en  las  regiones  inferiores,  conservando  siem- 
pre la  testura  estratiforme  inherente  á  su  mo- 
do de  formación . 

Debajo  de  los  gneiss  coloca  Mr.  Cordier 
primero:  los  depósitos  que  ha  formado  gradual- 
mente el  enfriamiento  planetario  mientras  la 
duración  de  los-  períodos  sedimentarios,  des- 
pués la  zona  subterránea  de  los  agentes  vol- 
cánicos actuales,  y,  por  último,  la  masa  in- 
candescente y  liquida  que  contiene  el  princi- 
pio de  los  fenómenos  magnéticos. 

No  es,  pues,  posible  al  geólogo  hacer  la 
descripción  completa  del  suelo  primordial, 
cuya  mayor  parte  es  y  seria  siempre  inacce- 
sible á  sus  investigaciones.  Hl  solo  medie  de 
apreciación  que  está  en  su  peder  respecto  á 
esto,  consiste  en  que  proviniendo  las  masas- 
filones  trasversales  que  se  encuentran  en  los 
terrenos  primitivos  y  sedimentarios,  de  los 
derramamienlos  que  sucesivamente  han  ocur- 
rido, pueden  estas  materias  eruptivas  ser  con- 
sideradas como  los  representantes  mineralógi- 
cos de  la  masa  interior,  en  via  de  consolida- 
clon,  de  donde  han  partido,  y  nos  proporcio- 
nan datos  sobre  la  composición  de  la  parle 
inferior  del  suelo  primordial;  por  otra  parte, 
las  materias  procedentes  de  las  erupciones 
volcánicas  que  han  sucedido  á  los  derrama- 
mientos, nos  facilitan  el  medio  de  prejuzgar  la 
composición  del  suelo  á  mayores  profundi- 
dades. 

Sentadas  estas  consideraciones  generales, 
abordemos  la  descripción  particular  de  cada 
piso  ó  miembro  del  terreno  primitivo,  no  si- 
guiendo la  edad  de  formación  de  los  tres  miem- 
bros-ó  pisos  mencionados,  pues  tendríamos 
entonces  que  seguirlos  de  alto  ábajo,  sino  em- 
pezando por  el  de  los  gneiss,  y  subiendo  su- 
cetivamente  según  el  órden  de  superposición. 
Esta  marcha  natural  tendrá  para  nosotros  la 
ventaja  de  no  sufrir  interrupción  cuando  lle- 
guemos á  la  descripción  de  los  terrenos  sedi- 
mentarios. Podrá  ademas  ser  útil  a  las  perso- 
nas (pie  estudien  las  completas  colecciones 
geológicas  délos  museos  de  historia  natural, 
pues,  á  cscepcion  de  los  productos  de  derra- 
mamientos y  de  erupciones,  que  creemos  de- 
ber describir  á  parle,  en  este  artículo,  esla 
marcha  está  casi  conforme  con  la  que  siguen 
los  sabios  profesores,  de  geología  cuyas  'lec- 
ciones nos  proporcionan  una  gran  "parte  délos 
hechos  compendiados  en  este  trahajo. 

I'vSo  ó  miembro  de  los  gneiss. 

Sinonimia:  grupo  gneissico  de  Mr.  Huot. 
.Esencialmente  compuesto  de  feldespato  y 

T.    XXXIIf.  7 


99 

ile  mica,  con  cuarzo  coito  elemento  acceso- 
rio, es  el  gneiss  la  roca  [¡omitíanle  de  este 
inmenso  piso  ó  miembro,  que  presenta  ordi- 
hariamenlc  nna  estratificación  muy  trastorna- 
da. El  conlralecho  bastante  ^pronunciado  de 
esía  roca  depende  de  que  las  hojas  de  mica 
están  dispuestas  en  el  mismo  sentido,  y  en  di- 
rección paralela  al  lecho  de  estratificación. 

Las  masas  minerales  subordinadas  al  gneiss 
ofrecen  á  veces  bastante  poder,  como  tas  do 
leplinila,  de  pegmatila  estratiforme,  de  unfl- 
bolila,  de  dimita  y  de'  calizas  calcáreos  con 
"cristalizaciones  que  -condenen  Ademas  mn  - 
ellas  sustancias  minerales  que  frecuentemeute 
son  las  siguientes:  tcorindonó  corundo,  zafiro, 
espinelas,  fosfato  de  cal,  mica,  anllbol,  grana- 
te," etc.,)  este  es  e!  criadero  mas  común  de  va- 
rias piedras  Unas  que  se  encuentran  en  los 
aluviones.  Independientemente  de  estos  gran- 
des depósitos  interpuestos,  encierra  el  miem- 
bro de  los  gneiss,  capas  y  masas  estratifor- 
mes subordinadas  de  poca  estension;  tales  son 
la  cocolita,  el  granate  en  masa,  el  hierro  di- 
gisto, y  el  hierro  oxklulado;  finalmente,  el 
granito  aunque  ihny  accidentalmente. 

Es1e  gran  miembro  constituye  en  casi  to- 
das las  regiones  del  globo,  montañas  y  depó- 
sitos inmensos,  y  se  encuentra  con  abundan- 
cia en  el  Norte  de  Europa;  existe  en  Escocia, 
en  Yolanda  y  en  los  Alpes;  está  muy  desarro- 
llado en  Asia,  en  la  Himálayaí  vuelve  á  hallár- 
sele en  América  y  en  Africa,  y  puede  decirse 
que  en  ninguna  estension  algo  considerable 
han  dejado  de  ocurrir  incidentes  que  lo  han 
sacado  siempre  á  luz. 

La  potencia  del  gneiss  imposible  de  apre- 
ciar mas  que  por  esquisilas  consideraciones 
teóricas,  forma  según  Mr.  Cordier,  la  miarla  ó 
quinta  parle  de  la  corteza  Consolidada. 

Si  el  miembro  de  los  gneiss  es  ingrato  y  es- 
téril para  el  agricultor,  es  en  cambia  uno  de 
los  mas  ricos  para  el  minero.  Encuóntranse  en 
'él  crecido  número  de  lilones  metalíferos,  con- 
tiene oro,  como  en  la  Gardetle,  en  el  Delflnado, 
plata  en  Sajonia,  óxido  de  estaño  en  varias  lo- 
calidades, cobro  en  Fahlua  en  Suecia,  cobalto 
en  Tuncmherg  y  España,  y  ricas  formaciones 
de  hierro.  En  fin,  ya  hemos  dicho  que  se  en- 
cueraran en  él  eon  frecuencia,  el  granate,  o! 
corindón  ó  cunmda,  el  rubí  espinela  y  oirás 
varias  piedras  preciosas. 

Miembro  del  micacitas.  ' 

Sinonimia:  esquitas  micáceas,  micasqui- 
tas,  grupo  mieaqiiísleo  de  Mr',  lluot. 

La  micacita  (micastita)  que  forma  el  princi- 
pal elemento  de  este  miembro,  cubre  el  gneiss 
y  pasa  á  él  insensiblemente:  es  una  roca  .■esen- 
cialmente compuesta  de  cuarzo  y  de  mica.  Es- 
cepto  la  diferencia  iln  composición,  la  micaci 
ta  y  el  gneiss  presentan  entre  sí  tanta.  seme-¡ 
janza  y  analogía,  que  se  podría  en  rigor  con- 
siderarlos como,  modificaciones  de  una  misma» 


i  00 

roca;  sin  embargo,  la  estructura,  de-la  micaci- 
ta presenta  hojas  mas  trabajadas,  y  su  aparien- 
cia es  mas  ondulada.  . 

El  miembro  de  las  micaeilas  constituye 
grandes  masas  que  ocupan  estonsíones  de  con- 
sideración.' Su  potencia  xaria  entre  100  y 
2,0QQ  metros,  y  cuando  alguna  vez  falla,  lo 
reemplaza  el  miembro  de  los  falceos. 
.  Las  principales  rocas  subordinadas  á  la  mi- 
cacita, son  algunas  veces  la  cuarcita,  y  la  cali- 
za queforman  en  ella  capas  de  bastante  poder. 
Asociada  la  caliza  á  la  idoernsa,  al  gránale 
compacto,  al  feldespato,  al  peritelo,  á  la  mi- 
ra, etc. ,  constituye  una  parte  de  las  montañas 
de  las  Cevennes,  y  el  miembro  correspondien- 
te al  Mediodía  de  los  Pirineos,  tan  notable  pol- 
los contornos  que  presenta. 

Contieue  ademas  este  miembro  la  macla,  la 
dienriía,  dolomía  (Saint  Gothard)  y  otras  varias 
sustancias  en  pequeñas  capas  ó  masas,  como 
.el  hierro  oxidado,  y  á  veces  zincífero  ,  el  ye- 
so, el  anfibol,  etc.,  contiene,  en  fin,  gran  nú- 
mero de  Ilíones,  algunos  estériles  como  losde 
cuarzo,  cales  flautadas,  etc.  Los  demás  se  ha- 
llan esplotados  en  razón  do.  las  sustancias  me- 
talíferas que  contienen  (galena  argentífera, 
cobre,  estaño,  etc.) 

Miembro  de  los  talceos. 

Esquilas  ialqueas,  talquislas,  esquilas 
primitivos,  esquitas  primitivas. 

Este  miembro  que  domina  al  precedente, 
se  divide  en  dos  sub-niiembros,  uno  inferior 
que  comprende  las  talcilas  cristaliferas  ,  de 
l!r.  Coi'dicr,  y  otro- superior  que  comprende 
los  [álceos  cristalifeios  del  mismo  geólogo. 

Los-  talceos  crislaliferas ,  esencialmente 
cristalinos,  tienen  por  elemento  principal  de 
los  talcos  ó  talquísitas,  colores  variados,  y  tan 
pronto  puros  como  mas  ó  menos  cuarzosos, 
ieldespáticos  ó  cloríticos. 

Las  materias  á  ellos  subordinadas  pertene- 
cen primero  á  la  protogína,  que  suele  formar 
montañas  y  picos  muy  elevados,  como  la  cor- 
dillera del  Monte  Illanco,  después  vienen  las 
rocassiguienles:  protogina,  pedernal  jaspeado, 
serpentina,  eidotida,  varioleta,  seiagita,  calcá- 
reos muchas  veces  talcü'eros,  cípolino,  (esplo- 
tados por  mármol,  yeso,  etc.)  Encnéutranse  y 
se  esplotan  ademas,  varias  especies. de  mine- 
rales qué  constituyen  montones  estratiformes, 
á  saber:  el  hierro  oxidado  y  el  hierro  oligislo 
acerifero,  descubierto  en  el  Brasil ,  el  cobre  ó 
pirita  cobriza,  muy  abundante  en  el  l'iamonle, 
en  Noruega,  etc.,  y  el  hierro  crouialado  esplo- 
íado  en  los  Estados  Unidos  para  e¿lraer  de  61 
el  cromo.  •    .  ~ 

Las  muchas  suslancias  minerales  que  en- 
cierran los  talcos  cristal) teros,  y  el  volumen 
prodigioso  qoe  han  adquirido  ciertos  cristales 
parlicularmente  los  del  gránale,  prueban  que 
precedieron  á  la  formación  de  ellos  ,  un-largo 
periodo  de  tranquilidad  y  ■  una  lentitud  escesi- 


TERRENOS 


101 


TERRENOS 


102 


vade  enfriamiento,  Citaremos  con  particulari- 
dad entre  estas  sustancias  minerales,  la  piríla, 
el  hierro,  oxidado,  el  asbesto,  la  dialaga,  el 
granate,  el  anfibol. 

Los  pocos  ii Iones  queeneierran  los  falceos, 
sna  plombiferos  y  mas  ricos  enjplulaque  los 
de  los  terrenos  inferioi'es-  *  „ 

El  sub-miembro  de  los  ¡álceos  p~ladiform.es 
que  reúnen  algunos  geólogos  en  el" terreno 
eumbriano.,  está  formado  por  capas  no  fosili- 
feras,  principalmente  compuestas  de  talceo  íila- 
bilbrme,  glaudulario  á  veces  ,  y  de  "las  rocas 
subordinadas  siguientes:  pórliro  protoginieb, 
cuarcita,  pedernal  jaspeado,  gneiss  Icptinoide, 
calcáreo  taícifero,  hierro  oligisío,  etc:  Los  tai- 
ceos  fiiadirormes,  primer,  producto  del  enfria- 
miento y  de  li  consolidacioa  de  la  corteza  del 
globo,  pasan  algunas  veces  á  las  rocas  filadia- 
nas  del  terreno  eumbriano  que  sigue.  La"  es- 
tremada  atenuación  de  los  elementos  que  com- 
ponen estos  lalceos,  prueba  una  cristalización 
precipitada:  contienen  ademas  indicios  de  car- 
bono, el  contralecbo  es  muy  pronunciado,  todo 
lleva,  en  fin,  en  la  contestara  de  estás  rocas, 
señales  de  un  enfriamiento  rápido.  - 

Aquí  concluye  el  terreno  primitivo.  Aun 
no  habiaaparecido  ia  nalnraiezaorgánica,  pues 
los  tres  miembros  que  componen  este  suelo 
originario  están  enteramente  desprovistos  de 
fósiles.  En  los  terrenos  sedimentarios  que  á 
continuación  se  hallan,  veremos  la  huesa  mis- 
teriosa en  que  están  sepultados  las  notables  y 
aglomerados  despojos  de  la  mas  antigua  orga- 
nización conocida, 

TERRENOS  SEDIMENTARIOS. 

Sinonimia:  terrenos  neptunianos  ,  suelo 
secundario  de  Mr.  Cordier. 

Los  terrenos  sedimentarios  considerados  en 
masa  forman  una  cubierta  muy  heterogénea  eo 
su  composición,  y  se  estienden  sobre  inmen- 
sas superficies.  Su  poder  medió  total,  supouien- 
do  reunidas  y  superpuestas  todas  las  capas  ea 
un  mismo  y  -único  punto,  no  escederia  de 
1  miriámetro,  (i  leguas!,  pero  como  no  sucede 
eso  es  raro,  según  Mr.  Cordier,  que  llegue  es- 
te poder  á  5,000  metros  (1  legua)  y  aun  á  1  á 
3,000  metros. ' 

Como  que  han  sido  formados  unos  después 
de  otros,  necesariamente  son  de  distintas  eda- 
des los  terrenos  sedimentarios,  que  cuando  no 
se  haltan  formados  por  via  de  precipitación, 
contienen  casi  siempre  restos  de  cuerpos  or- 
ganizados. 

Compónense  en  general  de  capas  arená- 
ceas, arcillosas,  margosas  y  calcáreas,  forma- 
das á  espensas  de  los  terrenos  primitivos,  á 
consecuencia  de  la  desagregación  y  descom- 
posición de  una  parte  de  sus  elementos  cons- 
tituyentes. ' 

Ruede  considerarse  cada  terreno  sedimeñ- 
tario,  como  un  verdadero  periodo  geogtióslii'.o,  ■ 
(Jurante  el  cual  obrando  las  fuerzas  de  la  pato- 1 


raleza  bajo  la  influencia  de  circunstancias  de- 
terminadas, producían  efectos  partí  ciliares: 
cada  uno  de  ellos  puede  igualmente  conside- 
rarse como  un  periodo  orgánico,  pues  enciér- 
ralos restos  fósiles  de!  fauno  y  de  la  llora  que 
existían  en  tiempo  de  su  formación,  fósiles 
mas  ó  menos  antiguos  que  los  trabajos  del  mi- 
nero ó  el  martillo  del  geólogo  extraen  diaria- 
mente de  su  tenebrosa  estancia. 

TERRENO  CAMBRIANO. 

Sinonimia:  terreno  inferiorde  transición; 
grupo  inferior  fosilifero,  terreno  tilcoso, 
miembro  ¡ilddico  deMr.  Cordier:  sistema  cam- 
briano de  Mr.  Seegwijch:  esquilas  cambria- 
nas de  Mr.  Elle  de  Beaumont:  sistema  cam- 
briano de  Mr.  Muremssnn:  formación  espon- 
doniana  de  Mr.  JIuQt:  parte  inferior  del  pe- 
riodo polasóico,  etc. 

Mr.  Seegwich .ha  dadoáeste  terreno  la  de- 
nominación de  eamhriauo,  con  arreglo  al  nom- 
bre de  una  colonia  céltica  Jlamada  Cambre, 
que  ha  hecho  un  papel  importante  en  la  histo- 
ria de  Inglaterra,  pero  recientes  observacio- 
nes demuestran  que  las  capas  que1  han  servido 
de  tipo  al  sistema  cambriano  (las  de  Westmo- 
reland,  del  [luadsonch,  etc/)  pertenecen  al  sis- 
tema siluriano  inferior,  y  ha  propuesto  mon- 
sieur  Éliede  Beaumont  reemplazaren  adelante 
eL  nombre  ya  inexacto  d  e  cambriano  por  el  de 
eumbriano,  derivado  de  la  provincia  de- Cuín- 
berland,  en  que  se  manifiesta  á  descubierto  es- 
te terreno,  sobre  una  gran  estension. 

Las  rocas  que  constituyen  este  terreno  tie- 
nen en  general  una  estructura  esquitosa,  y  las 
representan  principalmente  /Hades  ó  esquitas 
arcillosas,  alternando  con  grauvíachas  filadi- 
i'eras,  varias  areniscas,  anageuitas,  lidiarías,  y 
á  veces  con  porciones,  masas  ó  capas  de  euri- 
lina,  de  cuarcita  compacta,  de  jaspe,  de  cali- 
zas ftladiferas-y  magnesianás-,  de  hierro  oli- 
gisío, etc. 

El  terreno  eumbriano  que  se  apoya  sobre 
el  terreno- primitivo,  existe  en  varios  puntos 
de  Erancia^notablemente  en  su  parte  septen- 
trional, y  mas  ó  menos  estensos  se  ven  peda- 
zos suyos  en  casi  todas  las  regiones  del  anti- 
guo y  del  nuevo  continente.  Su  mayor  poder 
llegará  hasta  3.,0 00  metros,  pero  no  pasa  ordi- 
nariamente de  5,000  metros. 

Aunque  sea  difícil  eu  el  estado  actual  de  la 
ciencia  lijar  rigorosamente  el  limite  "de  los  pri- 
meros depósitos  fosiliferos ,  convienen  casi 
Lodos  los  geólogos  en  reconocer  que  en'  el 
terreno  eumbriano  es  donde  aparecen  los  pri- 
meros vestigios  de  la  organización.  Ifallanse 
algo  confusas  las  íinellas  de  vegetales ,  pero 
depende  probablemente  esta  circunstancia  de 
que  no  han  podido  conservarse  las  plantas  tan 
fácilmente  como  los  animales.  Por  lo  demás, 
bien  han  podido  verse  señales  y  restos,  perte- 
necientes sin  duda  todos  á  los  cryptógamos. 
Este  terreno  encierra  ademas  piontoncitos  «fe 


403 


TERRENOS 


antracita,,  sustancia  carbónica  á  que  es  preciso 
conceder  uñ  origen  vegetal.  Los  -restos  de  ani- 
males se  hallan  mejor  conservadas:  pertene- 
cen á  ios  zoóQtasy  á  los  moluscos. 

TERRENO  SILURIANO. 

Sinonimia:  terreno  pizarroso,  formación 
caradooiana  de  Mr.  Huot:  grupo  de  lagrau- 
toache  de  Mr.  de  la  Itechc:  terreno  medio 
de  transición,  sistema  siluriano  de  Mr.  Mur- 
chisson  comprendiendo  el  carados-sandstone 
de  los  ingleses:  piso  ampelilico  de  Mr.  Gor- 
dier:  parle  del  periodo  paleozoico. 

Débese  según  Mr.  Murchisson  la  denomi- 
nación de  terreno  siluriano,  al  nombre  de  una 
poblacioncita  céltica  (tos  siluros)  que  habitaba 
el  país  de  Gales,  y  que  se  defendió  con  encar- 
nizamiento cuando  la  invasión  de  los  romanos 
en  la  Gran  Bretaña', 

Este  sistema  de  capas,  cuyo  tipo  existe  en 
Inglaterra  se  compone  principalmente  de  fila- 
des  (esquitas  pizarrosos)  de  ampelíta,  y  de  va- 
rias calizas  de  un  gris  tan  pronto  claro  como 
azulado  ó  negruzco,  de  testura  compacla  y  de 
estructura  fósil. 

Uno  de  estos  calcáreos,  muy  rico  en  fósi- 
les, es  conocido  en.  Inglaterra  bajo  el  nombre 
de  caliaza  de  Dudley  porque  se  le  esplota 
cerca  de  la-  ciudad  asi  denominada^  También 
se  encuentran  en  el  terreno  siluriano  otras  va- 
rias rocas  que  le  están  subordinadas ,  como 
son  la  lidiana,  ó  piedra  de  lidia,  los  genis*  cuar- 
zosos, las  calizas  algunas  veces  magnesianas, 
masas  de  yeso  y  de  euritina,  de  camoasita  ó 
silicato  de  hierro  esplotado  en  Bretaña;  liállau- 
se  en  fln  además  la  lluorina,  la  pirita,  la  bari- 
tina, las  macras  y  algunas  criaderos  de  galena 
argentífera,  como  en  Huelgoat  y 'en  Pou- 
llaouen,  en  Bretaña.  Empléase. la  ampelita  por 
los  carpinteros,  como  lápiz  negro,  y  como  abo- 
no para  las  tierras.  Las  esquitas  de  Aogcrs  pro- 
mueven una  inmensa  esplotacion  de  pizarras.' 

■  El-  terreno  siluriano  tiene  un  poder  que 
acaso  llegue  á  2,000  metros,  pero  que  no  pasa 
generalmente  de  5,000.  En  él  se  encuentran 
algunos  vegetales  fósiles,  (calamitas ,  hele- 
chos^  etc.,).  15  á  20  especies  de  pescados,  y 
un  gran  número  de  restos  de  trilobitas,  qué 
abundan  sobre  todo  en  Francia  en  los  esquis- 
tos, esquíta-pizarrosos  de  Angers,  y  en  Ingla- 
terra en  la  caliza,  de  Dudley,  donde  estos  crus- 
táceos se  hallan  asociados  é  muchos  pólipos  y 
moluscos. 

Los  fósi  I  es  mas  caracterislicos  de  éste  miem- 
bro son  los  sigientes;  1."  entre  los  zoófilos, 
los  cyathophtjllum  turbinalum;  catenipora 
escharoides  y  labyrinlkica:  2."  entre  ios  mo- 
luscos ,  los  orthoceras  duplee  ,  filosus  y 
pyriformis,  el  cevdmphalus  oliscar  s;  lospew- 
tamerus  Icinghtii  y  oblongus;  la  atrippe  affi- 
nis;  los  terebratula  reticulares  y  totisoni; 
los  spirifer  orbicularis,  y  radiatus;  los  oUhis 
bilobata,  y  granáis',  los  leptaina  englipha,  fu- 


niculata,  duvalii,  el  producías  depressus,  el 
conularie  pyramidata:  3."  entre  los  crustá- 
ceos, los  trilobitas  llamados  calymene  blu- 
menbachii,  asáphus  caudatus  >.t  ouc/tít  ogy~ 
gia  desmaresti,  guetardi  y  wahUmbergii. 

TERRENO  DEVOSICANO. 

Sinonimia:  terrenó  de  transición  supe- 
rior: antigua  arenisca  roja  {oíd  ved  sands- 
tonp.  de  los  ingleses.)  Formación  paleosume- 
rilíca  de  Mr.  Iluol:  miembro  délos  yneiss 
purpureas  de  Mr.  Gordier:  parle  del  período 
paieozóieo. 

Este  terreno  ba  recibido  su  nombre  del  de 
Devonsbirc,  en  que  lo  lia  estudiado  Mr.  Mur- 
chisson;  pero  no  es  solo  en  Inglaterra  donde 
se  manifiesta,  se  desarrolla  también  en  Bélgi- 
ca, en  las  orillas  del  Rhiii,  en  Francia,  en  Bre- 
taña, en  España  y  en  oirás  varias  regiones  de 
Europa.  Su  poder  varia  desde  200  hasta  1 ,500 
metros. 

Caracterizan  generalmente  al  terreno  devo- 
sioano,  gneiss  de  varias  naturalezas,  frecuente- 
mente rojizas  con  granos  mas  ó  menos  linos 
principalmente  formados  de  elementos  silí- 
ceos, y  que  á  causa  de  su  antigüedad  han  re- 
cibido el  nombre,  de  areniscas  rojas  "anti- 
guas. Alternan  á  veces  con  esquitas  que  en- 
cierran en  algunos  punios,  capas  de  untr'acita 
y  de  hulla  esplotadas  en  los  departamentos  del 
Sena  Inferior  y  de  Maine  y  Loire.  También  se 
encuentran  traumalas,  melaritas,  masas  ó  ca- 
pas de  calcáreos  nodulosos  y  concrecionados, 
cuntiría,  acumulaciones  porfirlcas,  etc.  Se  ci- 
ta entre  las  sustancias  metalíferas  que  allí  so 
bailan,  el  óxido  de  hierro  carbonatado  ó  si- 
deróso. 

Mr.  Raulin  ha  dado  á  conocer  en  el  terre- 
no devonicaiio  (en  Montocley)  un  cierto  nume- 
ro de'especies  de  vegetales  fósiles,  entre  los 
cuales  citaremos  los  sphenopleris  tenecifolia 
y  virletii,  el  pecopteris  áspera,  el  sigiüaria 
venosa,  el  lepopodites'  imbricatus,  el  lepi- 
dodrendon  carinalum,  el  stigmaria  tubercu- 
losa, etc. ,  y  también  bay  gran  cantidad  de 
zoólitas,  como  la  aidopora  serpens,  galho- 
phyllum  ananas,  davosites  gothdandica,  ca- 
lamopora  spongites. 

Los  géneros  de  moluscos  presentan  cierta 
analogía  con  los  de  !a  época  siluriana,  aunque 
algo  menos  abundantes  los  primeros,,  que  son 
el  hautilus  bilobatus,  los  orthoceras  cordifor- 
mis  y  subpyriformis,  el  belletóphon  tuber- 
culatus,  los  laptena  altérnala  y  depressa,  el 
oríhis  Uriata,  \osspirifer  speciosus  y  depres- 
sus, la  terebratula  reticularis,  etc. 

El  terreno  devonicano  contiene  algunas 
especies  de  trilobitas ,  tal  que  el  asaphus 
brongngrtü,  pero  lo  caracteriza  sobretodo 
zoológicamente  el  gran  número  de  pescados 
fósiles,  entre  los  cuales  se  cuenlan  74  espe- 
cies, respecto  de  las  cuales  ha  hecho  una  mo- 
nografía notable  el  sabio  Mr.  Agassiz.  Presen- 


105 


TERRENOS 


tan  á  veces  estos  pescados  formas  especiales, 
y  tan  raras,  que  su  inclusión  eíresta  clase  na 
ofrecido  muclias  dudas. 

TERRENO  CARBONIFERO. 

Sinonimia:  terreno  dehulla-,  grupo  carbo- 
nífero; parte  del  periodo  antraxifero  de  mon- 
sieur  r,úvd¡er;  parte  media  de  la  formación  ó 
perivdu  paleozoico. 

lisie  terreno  se  baila  simplemente  carac- 
terizado por  la  antracita,  y  sobre  todo  por  la 
gran  cantidad  de  hulla  que  contiene  en  su  par- 
te superior.  Esiasdos  sustancias,  en  que  do- 
mina el  carbono,  esplicán  sulkieníemenle  el 
nonibre  de  carbonífero  que  lleva  este  terreno. 
Divídese  naturalmente  en  dos  miembros  dis- 
tintos: 1.°  el  miembro  de  la  caliza  anlraxifc- 
ra:  2."  el  miembro  de  bulla. 

Miembro  de  la  caliza  antraxifera. 

Sinonimia :  caliza  carbonífera  [carboni- 
feroses  limestone  de  tos  ingleses.)  Caliza  de 
montaña  [mountain  limestone.)  Caliza  me- 
talífera. 

lisie  miembro,  cuyo  poder  medio  es  de  4 
á  500  metros,  présenla  earactéres  casi  seme- 
jantes en  todos  los  puntos  donde  se  lia  podido 
observarle.  En  Francia,  en  Bélgica,  en  Ingla- 
terra, en'  Escocia,  en  ios  Estados  Unidos  y 
liasla  en  la  Nu,eva  Holanda,  se  ha  notado  evi- 
dentemente que  descansa  c!  citado  miembro 
sobre  el  déla  hulla  propiamenlcdicho.  Se  com- 
pone de  la  caliza  compacla,  comunmente  gra- 
nuda y  atravesado  otras  por  filones  de  espato 
calizo:  esta  caliza  despide  un  olor  fétido  cuan- 
do se  la  frota  y  liene  un  color  gris  azulado  y 
negruzco,  producido  sin  dudapor  materias  car- 
bónica, y  bituminosas.  Esfa  roca  es  laque  pro- 
vee al  comercio  de  mármoles  de  Flandes  y  de 
Bélgica,  conocidos  bajo  el  nombre  de  mármo- 
les cemsinos  ó  de  pequeño  granito,  asi  como 
el  mármol  de  Namur  y  de  üinao,  esplotado  ba- 
jo el  nombre  de  mármol  de  Sania  Ana. 

Este  miembro  tan  sencillo  por  su  composi- 
ción, es  muy  variado  por  los  fósiles  que  con- 
tiene: en  él  se  han  reconocido  algtraa's  espe- 
cies de  vegetales,  muchos'políperos,  y  mas  de 
cuatrocientas  clases  de  vivalvos  y  de  unival- 
vos, asi  como  de  crustáceos  y  de. pescados. 

Se  cita  particularmente  entre  los  zoófitos  el 
relevare  flustiformis,  el  cijathaphillum  plica- 
tum  y  el  amplexus  gigas.  Los  moluscos  mas 
caracterizados  de  esla  formación,  parecen  ser 
el  orüioeeres  tateralis,  los  gonialites  erenis- 
triatus  y  striaius,  el  evomphdus  celillus,  el 
luobo  tiara,  el  cardiún  htbernicum,  los  speri- 
fer  altennutus  y  trigonalis,. el  productes  gi- 
ganteus, 

Se  ve  en  varias  localidades,  como  en  las 
Ardennus  y  sobre  todo  en  las -islas  Británicas, 
un  lecho  de  sedimentos  que  se  confunde  con 
el  miembro  carbonífero  y  que  atribuyen  algu- 


nos geólogos  á  la  parte  superior  de  las  calizas 
antraxiferas,  mientras  que  otros  lo  consideran 
como  formando  la  parte  inferior  del  terreno 
hulloso. 

Este  lecho  se  compone  principalmente  de 
esquitas,  de  arcillas,  de  la  caliza  algunas  ve- 
ces bituminosa,  arenisca  feldespática,  y  por 
último  de  gneiss  gruesos  cuarzosos,  bastante 
abundantes  para  proveer  de  ruedas  de  molino 
á  toda  Inglaterra.  A  esta  eirciinslancia  se  ha  de- 
vido  el  nombro  de  mill-slone-grit.  Mr.  Elie  de 
Bcaumont  coloca  su  Sistema  demontañas  del 
Forcz,  entre  el  mill-slone-grit  y  elterreno  de 
hulla. 

Miembro  de  la  hulla. 

Sinonimia:  terreno  de  hulla,  de  varios 
geólogos,  formación  carbonífera  de  monsieur- 
Huot.  Terreno  abisieo  hullero,  'de  Mr.  Al. 
Brongniart. ' 

Présenla  este  miembro  un  interés  especial 
á  causa  de  la  abundancia  del  precioso  combus- 
tible que  encierra.  Se  compone  de  capas  suce- 
sivas, mas  ó  menos  potentes,  de  varias  arenis- 
cas llamadas  hulleras,  de  esquistas  á  veces  bi- 
tuminosas é  inflamables,  (como  en  Aluse  cer- 
ca deAutun),  y  por  último  de  bulla.  Esta  últi- 
ma sustancia  no  perlenece  esclusivamente  al 
miembro  carbonífero,  pero  en  él  adquiere  el 
máximum  de  su  abundancia  .y  llega  á  serla 
parte  que  mas  constantemente  le  caracte- 
riza. 

Independientemente  de  algunas  rocas  su- 
bordinadas como  son  el  carbonato  de  hierro,  la 
seflte,  arcilla,  caliza  antraxifera,  contiene  '  el 
miembro  carbonífero,  pirita  do  Merro  (spe- 
rhise),  cuya  sustancia  perjudica  á  la  calidad 
del  combustible. 

El  hierro  carbonatado  puede  considerar- 
se como  una  roca  constituyente  de  la  forma- 
ción carbonífera.  Esceptuando  los  departamen- 
tos del  Aveyron  y  del  Gard,  rara  vez  es  este 
mineral  bastante  abundante  enFrancia  para  ser 
esplotado  ventajosamente,  pero  en  cambio  lo 
es  tanto  en  Inglaterra  que  surte  á  la  mayor  par- 
te de  las  ricas  y  numerosas  ferrerias  de  este 
pais. 

Los  depósitos  de  hulla  se  hallan  muy  espar- 
cidos en  la  parle  occidental  de  Europa.  El  es- 
pesor medio  de  sus  capas  no  pasa  de  un  metro, 
sin  embargo,  en  algunos  pimíos  llegan  hasta 
.4  ó  5  melros  de  potencia,  y  en  ciertos  grue- 
sos hasta  30  y  nias^ 

No  hay  pais  en  que  haya  adquirido  mas  im-" 
porlaricia  que  en  Inglaterra,  la  esplotacion  de 
minas  de  hulla,  y  á  este  precioso  combustible 
debe  en  gran  parte  ese  pais  su  importancia  in- 
dustrial, 

Aunque  menos  importante  y  rico  bajo  este 
concepto  el  territorio  de  Francia  que  el  de  In- 
glaterra, es  sin  embargo,  bastante  rico  en  for- 
maciones carboníferas.  Las  cuencas  de  Francia 
mas  notables  son:  primero  el  de  Saínt-Etienne 


TERRENOS 


108 


y  de  Rive  de  Gier  (Loire),  después,  los  del  Avei- 
ron,  de  Alais,  en  el  G-ard;  del  fireuzot  y  de  Au- 
tica  (Saonay  Loire);  de  Ausin  moviel,  etc. 

-  En  él  miembro  carbonífero  existen  pocos 
restos  de  animales.. 

Encuéntrense  solamente  algunos  moluscos, 
como  el  pectea  papyraceus  elnio,  el  ammoni- 
tes-histeri,  varias  clases  de  pescados  y, señales 
de  insectos,  pero  en  cambio  bay  un  número 
prodigioso  dé  vegetales,  sobre  todo  en  las  es- 
quitas de  la  bulla,  tales  son  las  calamites  auu- 


kowii  canrueformis,  los  pecopteris  aquüine 
j  lidie ijone,  \o*  sygillarie  robtagi  y  lyndhyi, 
los  sphenopteris  hoeninfjha'usi  y  schoioteimü, 
los  lepidodrendon  sternbergii,  el  asterophi- 
Hites  equisetiformis,  etc.  , 

El  estado  siguiente  que  pre.senla  Mr.  Urong- 
niart  mucb'o  mus  compIeW  én  el  articulo  vege- 
xales  fósiles,  bastará  para  dar  una  ¡dea  de  la 
naturaleza  de  la  vegetación  que  cubria  la  tier- 
ra en  tiempo  de  la  formación  carbonífera. 


lEquisitáeeas , 


Griptógamas  vascu- 
lares   


Heledlos. 


/Eqniselum  .   2i 

Eqniselites  .  .  .   1     27  especies. 

(Calamites   •  24j 

j  Spenopteris   54t 

|  Ilymenopbyllites   7 

Irichomanites   5 

Sleffensia.   1 

Gylopteris   19 

Oilontopteris   13 

Glossopteris  v. ,.  2 

Scliizopitetis   t 

Gaulopteris   .  "8 

Pictyopleris   I 

Loncbopleris   2 

N'europteris..  .   34 

Pecopteris.  .  -   4C| 

Ueinartia   -  I 

Diplazites   2 

Asplenites;  .  ■   9' 

Woodwartites   2  S  28 1 

Alctbopleris   3(1 

Cycateites   10| 

Itemitelliles  4 

Ralaníites   I 

Oligocarpia  ...........  1 

l'olypoditcs   .  2 

Aspiuites  

llaostenia   2 1 

Cottoea  ,  .  1 

Bockscbia.    1 

filocberla  ........  ¡  .  . 

Dancoites  

(¡leiclienitcs  

I'urtscbia.  


\  Asténica 
Ffljeites 


irpus 


1! 


Marsileáceas. 


Ilicopodáceas. 


.  i  Spbenopliyllum   81 

j-Lycopoditos   14  i 

/  Lepidopbloyos.   I 

Pelaginites. ..........     2  , 

l  Lepidodrendon   .    31  j 

IBerfrena   6| 

¡Jllodendron .  . 
.(Bothrodendron 
¡Megapbitura.  . 

KuoíTia .  .  .  . 

llulonia  .... 

Lcpidopbyllnm. 

Lepidroslobus . 
\Gardiocarpon  . 


r  r  ,t  f.t  i  t  i 


Í09 


TERRENOS 


Sigilarías. 


■  Sigillaria  .  .  .  . '                .  53' 

Stígmaria                          /  9  ■ 

Syringodrendon   2 

,  Ilosggevathia  ..........  4 , 


68 


HÍ cotiledones  gim-  / Coniferas, 
'nospermas. .  . 


\  Cicácleas. 


Monocoliledones,  familias  inciertas. 


Vegetales  de  clases  inciertas. 


!  WalcHtó   2' 

Piniles  ^  .  .  .  .  fi\ 

Pense   3  . 

,  Pisadrendon   2 , 

'Cycadiles   2  • 

::::::  !i 


1 üemiíes,, 

Plerophylluni 
I  Cy'caideoidea  . 

Caiamorilon .  , 
.  Pachypteris  .  , 


j  Caiiolilitas.  -.  .  .  .  1  |  q 

|  Zeugoplilas   1  i 

í  Trigonoearpum   8) 

j  Musocarpnm   2  J  30 

(carpotiles                    .  .  .  30 ) 

.  Total:  


69  géneros,  530  especies. 


Por  este  oslado  podrá  verse  cuanto  sé  dife- 
rencia la  flora  carbonífera  de  las  que  la  lian 
seguido,  y  sobre  todo  de  la  actual.  Las  cripto- 
gamas  vasculares,  es  decir,  los  heléchos  y  las 
familias  contiguas  ,  forman  sobre  poco  mas  ó 
menos  las  cuatro  quintas  partes  de  los  vegeta- 
les de  esa  época,  mientras  que  no  constituyen 
sino  unas  treinta  de  la  vegetación  actual,  al 
contrario  de  las  plantas  dicotiledóneas  que  com- 
ponen mas  de  tres  quintas  partes  de  tas  cin- 
cuenta o  sesenta  mil  especies  de  vegetales  hoy 
existentes,  que  écan  poco  numerosos  en  la 
época  de  la  formación  del  terreno  carbonífero. 
Por  último,  los  géneros,  calamites,  ncurop- 
teris,  sphenophyllum ,  lepidodendron,  etc., 
cuyas  especies,  abundaban  tanto  entonces,  no 
tienen  ninguna  representación  en  la  naturale- 
za actual. 


TERRENO  FE-ffiO. 

terreno  per  miaño ,  de  Mr.  Murchissoh. 
Formación  wmeritiaa,  de  Mr.  Uuot;  parte  del 
periodo  salino-magnesiano  de  Mr.  Cordier: 
parte  superior  del  periodo  paleozóico. 

Mr.  Omalius  d'Halloy  ha  dado  el  nombre 
de  peneino  que  signiliea  pobre,  ó  sea  terreno 
.compuesto  de  tres  miembros  distintos,  que 
según  •su  orden  de  antigüedad  son:  t.°  el,  si¡- 
fita  Jó  arenisca  nieva  roja:.)  1."  sechstün:, 
3  "  la  arenisca  de  los  VpsgéS.  Muy  propenso 
á  faltar  este  terreno,  no  se  ha  representado 
nunca  completamente,  y  lo  que  ofrece  de  .im- 
portante, es  que  se  encuentran  en  él  los  pri- 
meros restos  de  enormes  reptiles  saurianos. 


Miembro  de  pséfites. 


Sinonimia:  areniscas  rojas  de  varios  geólo- 
gos. Todthieyeade  de  los  alemanes ;  nueva 
greda  encamada  inferior  de  Mr.  Marohis- 
son;  formación  samerítied  de  Mr.  Huot. 

Arenisca  medio  roja. 

La  potencia  media  de-Cste  'miembro  es  de 
100  á  20O  metros,  y  existe  en  gran  parte  de 
laAlcmania,  en  Inglaterra,  etilos  Vosgns,  etc. 
Hállase  principalmente  compuesto  de  una  roca 
casi"  siempre  rojiza  con  base  de  conglomera- 
dos porf trieos,  á  la  cual  ha  dado  Mr.  Cordier 
el  nombre  de  pscpliita.  Esta  roca  de  grue- 
sos granos  angulosos  ó  redondeados ,  alter- 
na con  materias  arcillosas.  Las  rocas  que  le 
están  subordinadas  son  masas  de  hierro  di- 
gisto, y  á  veces  capas,  de  bulla  que  anuncian 
la  vecindad  del  terreno  carbonífero  sobre  que 
descansan. 

Los  escasos  fósiles  que  presenta  este  miem- 
bro, son  generalmente  restos  de  palmeras,  co- 
niferas, etc. 

Miembro  de  zechsíein. 

Sinonimia:  calina  alpina  {alpea  Icalks- 
tein)  de  los  alemanes :  caliza  magnesiana 
(magnesiam  limestone)  de  los  ingleses:  cali- 
za penecina,  de  Mr.  Brogniarr;  formación 
magnesiana  de  Mr  Huot ,  esquüas  cobrizas. 

En  Francia  no  se  baila  representado  el 
zesbstein  mas  que  por  a-gunos  trozos  insigni- 
ficantes, pero  en  Alemania  y  en  Inglaterra, 
donde  adquiere  un  poder  de  tOO  á  150  me- 


TERRENOS 


412 


tros,  se  compone  generalmente  de  caliza  mag- 
nesiana,  de  caliza  arculifera  y  de  caliza  bitu- 
minosa; esta  última  es  casi  siempre  negruzca 
y  de  mal  olor. 

Las  rocas  subordinadas  á  este  miembro  son 
margas,  dolomius,  yesos,  sal  gemh,  y  esqiTi- 
tos  'calcáreas  y  bifumino'sas,  inllamables,  nota- 
bles en  el  pais  de  Mansfekl  y  en  Thucingé]  por 
los  minerales  de  cobre  gris  argentífero  y  plo- 
mífero que  encierran  y  que  son  objetó  de  im- 
portantes esplotaciones. 

Se  encuentran  en  estas  esquitas  muchos  ves- 
tos  orgánicos,  y  por  primera  vez  los  de  rep- 
tiles saurianos  de  que  hemos  hablado,  como 
son  el  monitor  thuringiensis  y.elprotorosau- 
rus  speneri.  También  contiene  pescados  y 
cierto  número  de  especies  do  moluscos  {pro- 
ductus  aculeatus  y  rugosus)  spirifer  undula- 
tus  y  trigonalis  etc.,  de  radiarios  Icyathocri- 
netes  planus) ,  de  zoo  ti  tas  relep or a  ¡lusiracea, 
gorgonia  anceps,  etc.,  y  algunos  vegetales 
(fucoides  brardii  y  leiaginoides,  etc.) 

Arenisca  vosgiprvde  Vosges.. 

Sinonimia:  areniscas  de  los  Vosges,  parte 
de  las  areniscas  abigarradas  de  Mr.  Cordier: 
parle  de  la  arínisca  superior  de  varios  geó- 
logos. 

Aunque  algunos  reúnen  este  depósito  á  las 
areniscas  abigarradas,  Mr.  Elie  de  Beaumont 
lo  ha  separado,  considerándolo  como  una  for- 
mación enteramente  distinta.  Compúnese  de 
areniscas  cuarzosas  desmenuzables  por  lo  ge- 
neral, de  granos  mas  ó  menos  gruesos,  y  á 
veces  enrojecidas  por  el  óxido  de  hierro.  Pue- 
de contener  alguna  mica  y  granitos  de  fclds- 
patos  intacto  ó  descompuesto. 

La  arenisca  vosgiana  la  constituye  toda  la 
parte  septentrional  de  los  Yosges,  con  una  po- 
tencia (¡Lie  pasa  algunas  veces  de  150  metros. 
En  algunos  puntos,  y  particularmente  en  los 
Vosges',  lo  atraviesan  filones  de  ácido  de  hier- 
ro bastante  ricos  para  ser  esplotados. 

'  Acompañan  ¿"estos  filones  el  carbonato,  el 
fosfato  y  el  arsenialo  de  plomo ,  el  cobre  de 
galene  y  la-calamina,  pero  la  arenisca  de  los 
Yosges  no  contiene  casi  nunca  cuerpos  orga- 
nizados. 

TEMIENO  DE  TRIAS. 

Sinonimia:  formación  triásica,  parle  del 
período  salino-magnesiuno  de  Mr.  Cordier. 

Se  lia  dado. i  este  terreno  el  nombre  de 
trias  (tri,  tres),  porque  se  compone  de  tres 
depósitos,  mineralógicamente  muy  distintos: 
1."  las  areniscas  abigarradas:  2."  el  múschel- 
,  kalh:  3.u  las  margas  irisadas  ó  keuper  -de  los 
alemanes. 

Miembros  de  las  areniscas  abigarradas. 
Sinonimia:  arenisca  nueva  roja  de  los  in- 


gleses (new  red  sandslone)  formación  peei- 
liana  de  Mr.  Huot. 

Este  miembro,  cuyo  poder  medio  es  de 
unos  150  metros,  es  con&cido  en  varios  inul- 
tos de  Francia,  en  Alemania,  en  Inglaterra,  en 
Rusia,  en  América,  etc.  Lo  componen  por  lo 
regular,  samitas  ó  areniscas  cuarzosas  .arení- 
feras, de  granos  mas  ó  menos  pequeños  y  de 
colores  variado?.  Encierran  generalmente  es- 
tas areniscas  alguna  parte  de  mica,  y  alternan 
con  capas  de  arcilla. 

Las  principales  rocas  subordinadas  á  estas 
samitas,  son  metacitas,  calizas  magnesianas  y 
globulosas,  yeso  aniidrita  y  arcillas  i-alcalífe- 
ras, que  frecuentemente  contienen  masas  de 
sal  gemfi;  y  también  se  ven  algunas  sustancias 
minerales  como  el  cobre  carbonado  (esplotado 
en  Chessy  cerca  de  Lion,  en  Alemania  y  en  Ru- 
sia), hierro  digisto.,  etc. 

Las  areniscas 'abigarradas  contienen  mu- 
chos vegetales,  pero  pocos  restos  de  animales. 

Citaremos  éntrelos  vegetales  de  este  miem- 
bro que  tanto  difieren  del  terreno  carbonífero, 
los  característicos  siguientes:  el  equisclum  co- 
lumnare,  el  calamites  arenáceas,  el  anomop- 
ieris  mougeoíii,  el  neuropteis  vottzii,  ele. 
Encuéntrense  asimismo  el  trigousice  vulgaris, 
el  baceinum  antiquum,  la  natka  gaellíar- 
dote,  los plagioslorne[ó  \imn\ lineatum  y  slria- 
tuffi,  etc.  También  hay  algunos  poliperos,  crus- 
táceos, seis  ó  siete  especies  de  pescados,,  y 
algunos  saurianos. 

En  los  Estados  Unidos  ha  indicado  Mr,  Hit- 
ebeoch.  en  las  areniscas  abigarradas  huellas  de 
pájaros  que  ha  llamado  ornilhichnites  ,  y  de 
los  cuales  Hay  ocho  clases  distintas:  también 
se  han  encontrado  en  Escocia  indicios  de  tor- 
tugas terrestres;  y  asimismo  descubierto  en  las 
areniscas  cuarzosas  de  Hüdburghausca  (en  Sa- 
jorna) huellas  pertenecientes  a  un  animal  des- 
conocido que  el  profesor  Kanp  considera  como 
un  genero  de  mamífero  vecino  de  los  kaugu- 
roos,  y  para  el  cual  ha  propuesto  el  nombre 
de  cheiroterium. 

Miembro  del  muscheUcalk, 

Sinonimia:  calcáreo  conchüiano.  Forma- 
ción conchüiana  de  Mr.  Huot.  caüza  de  ce- 
rátitas, de  Mr.  Cordier. 

El  nombre  de  musclielkalk,  (calcáreo  con- 
chudo) lo  lian  dado  los  alemanes  á  un  miem- 
bro superior  á  las  areniscas  abigarradas,  que 
se  manifiesta  principalmente  en  Alemania,  en 
donde  frecuentemente  adquiere  un  poder  de 
100  &  150  metros.  Consiste  en  varias  capas  de 
caliza  compacta' de  diversos  colores  agrisados, 
magnesiana  algunas  veces,  y  con  partes  de 
pedernal:  alterna  con  margas  y  arcillas,  y  es 
muy  rico  en  restos  de  fósiles,  como  las  tcic- 
brátulas,  ostras,  plagiostomcs,' trigonias,  etc.; 
pero  las  especies  mas  características  son  el 
encrimites,  liliiformis  ú  monili formes,  el  le- 
rebratula  mlgaris,  la  avicula  (ó  mitilas  so- 


TERRENOS 


ciatis) ,  etc. ,  y  los  curiosos  fósiles  llamados 
rhyucholithes ,  que  han  colocado  algunos  au- 
tores cutre  los  crustáceos.  Entre  los  reptiles 
sahriauos  que  se  encuentran,  cuéntanse  los 
ichtyosaurus  dunevitleiisis ,  plesiosaurus, 
etc.,  pescados  y  algunas  especies  vegetales. 

Miembro  de  las  margas  irisadas.  < 

Sinonimia:  formación  Iteceprica,  kcoeper 
délos  alemanes  ,  red  marte  de  los  ingleses. 

Este  miembro,  cubierto  poreimnsc'ielkallc, 
llosa  en  Francia  yon  Alemania  ¿  una  potencia 
que  pasa  algunas  veces  de 200  metros.  Compó-' 
nese  de  multitud  de  capitas  arcillosas  ó  mar- 
gosas de  colores  variados,  que  alternan  gene- 
ralmente con  areniscas  cuarzosas  desmorona- 
bles  arcillferas  vSaruUai  también  de  disliutos 
colores 

Las  principaies  rocas  subordinadas  á  las 
margas  irisadas  son  arcillas  salíferas,  yeso, 
anfklrita,  bulla  piritosa  (eslipila)  calcáreos  ar- 
citiferos,  calcáreos  magnesianos,  galena,  cobre 
carbonado,  pirita,  bierro  bydrocidado,  etc. 
Pero  lo  mismo  en  Wurtcmberg  que  en  Francia, 
la  sal  gema  es  ta  materia  mas  abundante  do 
este  miembro.  Esta  sustancia  alterna  en  capas 
de  7  á'8,  y  aun  10  metros,  con  capas  de  arr 
cilla.  Estas  diversas  capas  salíferas  reunidas 
presentan  juntas  en  algunos  puntos  una  po- 
tencia romo  de  I  50  metros.  De  este  miembro' 
salen  igualmente  los  manantiales  salíferos  que 
se  esplóSa»  en  el  Jura.  También  son  objeto 
de  explotación  las  masas  yesosas  mas  6  me- 
nos abundantes,  que  acompañan  á  estos  depó- 
sitos de  sal  gema. 

Las  margas  irisadas  coatienen,  lo  mismo, 
que  las  areniscas  abigarradas,  bastantes  vege- 
tales, pertenecientes  á  unos  treinta  géneros. 
Cflé'ntanse  entre  ellos  los  equisetum  meriani 
y  cohimnure,  cicalemetes,  arenáceas,  el  re- 
copteris  meriani,  etc.  Los  moluscos  son  poco 
numerosos:  citaremos  solamente  el  plagiosto- 
ma  lineatum,  el  cardium  pectinalum,  la  tri- 
gonia  vulgaris,  etc. ,  y  restos  de  saurianos  y 
de  pescados. 


TERRENO  JURASICO. 


El  terreno  jurásico  se  presenta  en  una  es- 
tension  considerable  en  Francia,  en  Alemania, 
eu  las  regiones  alpinas,  en  Inglaterra,  ven 
casi  todas  partes  de  Europa,  siendo  á  la  vez 
uno  de  los  mas  poderosos  y  de  los  mas  com- 
pletos. Debe  su  nombre  este  terreno  ,  á  que 
de_ét  se  bailan  enteramente  formadas  las  mon- 
tañas del  Jura,  que  han  servido  de  término 
do  comparación  paralas  demás  regiones  en  que 
se  mariÍBeJta  en  descubierto.  Se  divide  en  dos 
miembros  distintos:  1."  el  lias;  2;°  el  miem- 
bro oolitíco. 

2177     I1IIÍUOTKCA  MH'ULAÜ, 


Miembro  del  lías. 

Sinonimia:  caliza  de  grifeas  arqueadas, 
de  varios  geólogos:  formación  liesicaúa  mon- 
sictir  fíuqt.  Terreno  abisico  del  lias. de  mon- 
sienr  Brogníart  :  areniscas  y  calizas  bajo- 
Iiasico. 

Se  ba  adoptado  generalmente "  el  nombre 
inglés  de  Iras  para  designar  un  miembro  que 
constituye  la  base  del  terreno  jurásico,  y  cuya 
potencia  es  de  unos  100  metros.  La  parte  in- 
ferior de  esta  formación  (sub-mie robre- de  la 
arcosa  sililifara  de  Mí.  Cordierj  es  un  siste- 
ma de  Capas  arenáceas. variables,  según  las 
regiones.  La  componen^ regularmente  arenas  y 
c'tórtas  areniscas  cuarzosas  blancuzcas  ó  ama- 
rillentas, llamadas  areniscas  del  has. 

Estas  son  mnj''feldcspáticas  en  algunos 
pantos  del  centro  de  la  Francia';  sobro  lodo 
cuando  descansan  sobre  rocas  cristalizadas,  y 
se  convierten  en  arkosas  y  mabmtas,  qué  con- 
tienen á  veces  capas  subordinadas  de  calcá- 
reos, sulfato  de  plomo,  óxido  verde,  cromo, 
sulfato  de  barda,  etc.  Este  fecho  inferior  cu 
que  se  encuentran  muy  pocos  fósiles  marinos, 
oculta,  por  el  contrario,  gran  número  ¡Jé  res- 
tos de  vegetales  continentales,  como  los  cla- 
Ihropieris,  meniscoides,  glossopteris,  nilsso- 
riana,  pecopteris,  agardláana,  etc. 

Las  parles  del  lias  se  componen  general- 
mente 1.°  de  calizas,  compactas  arciliferas, 
azuladas,  grises  ó  amarillentas  ,  llenas  á  ve- 
ces de  conchas,  entre  las  que  domina  la  ¡jn- 
faa  arqueada:  tí.0  de  margas  areníferas  ó  bi- 
tuminosas, alternando  frecuentemente  con  ca- 
pas subordinadas  de  arcilla  de  marmolila.de 
calcáreo  de  granos  estáticos:  3.°  en  liu  ,  en- 
euéntranse  solire  ciertos  puntos  gredas  cuar- 
zosas, olla  piritosa,  protósido  'é  hidrato  de 
hierro,  que  ha  dado  lugar  á  importantes  espu- 
taciones en  algunas  localidades. 

El  lias  es  en  genera!  muy  rico  en  fósiles,  y 
se  encuentran  en  él  vegetales,  zoófitos  y  gran 
numeróle  moluscos.  Las  principales  conchas 
características  de  este  miembro  son  las  gry- 
phea  arcuata  {ó  inourva)  y  lymbium,  el  pla- 
giosioma  (ó  lima)  gigantea;  los  ammonkes 
walcotii;  ,cl  nautilustruncatus,  etc.;  enenén- 
transe  ademas  unas  veinte  especies  de  pesca- 
dos pertenecientes  todos  á  géneros  estinguidos, 
como  son  el  dapedium  politusa,  el  tetragaao- 
lopis  heteroderma;  pero  los  cuerpos  organiza- 
dos fósiles  mas  uolabtcs  son  los  reptiles,  wiyo 
número,  tamaño  y  forma  tocan  en  lo  prodi- 
gioso: tales  son  los  ichthyseaurus  (ícll.  com- 
munistenuirostris ,  etc.!  ó  pescados-lagartos, 
de  los  cuales  debe  tener  alguno  rtnfe  «fe  7  me- 
tros de  largo:  \os  phsiosaurus  [l"i.-dolichr>dei- 
cits  macrocephalus),  uolali'.c  por  su  cuello, 
que  parece  el  cuerpo  de  una  serpiente. 

A  estos  diversos  reptiles  pertenecen  los 
escrementos  fósiles  llamados  cropolitas,  cpie 
tan  frecuentemonle  se  encuentran  en  el  lias 
de  Lima-Regís,  en  Inglaterra. 

T.    XXXIII.  S 


TERRENOS 


Miembro  oolitiao. 

,  Sinonimia:  formación  oolitica;  caliza  al- 
pina de  varios  geólogos. 

Esle  miembro,  cuya  potencia  llega  algunas 
veces  basta  mas  de  700  metros,  está  minera- 
lógicamente caracterizado  de  una  manera  ge- 
neral por  la  teslura  oolitica  (globular)  que  con 
frecuencia  presentan  sus  capas  calizas.  Se  di- 
vide en  tres  sub-miembros:  t.°  el  oolita  infe- 
rior: 1°  el  oolita  medio:  3."  el  oolilasupe-" 
ñor.  En  Inglaterra  se  ban  establecido  ademas 
otras  varias  subdivisiones  secundarias,  que 
ban  recibido  particulares  denominaciones, 

Oolita  inferior.  Empieza  porlecbos  á  que 
se  ba  dado  el  nombre  de  oolita  ferruginosa, 
y  que  liega  basta  40  metros  de  potencia.  Se 
compone  principalmente  de  calizas  amarillen- 
tas, pardas,  rojizas,  cargadas  de  hidrato  de 
hierro,,  ooliticas  muchas  veces  y  descansando 
sobre  arenas  catcariferas.  Estas  calizas,  mag- 
nesianaspor  lo  regular,  contienen  gran  número 
de  restos  de  euerinas  y  de  otros  fósiles. 

A  este  depósito  suceden  en  varias  re- 
giones: 

1.  u  Alternativas  do  arcilla  y  de  marga 
azulada  ó  amarillenta,  que  han  llamado  los  in- 
gleses tierra  de  batan,  porque  sirve  para 
limpiar  los  paños  que  salen  de  las  fábricas. 

2.  "  La,  grande  oolita,  lecho  compuesto  de 
alternativas  de  caliaas  ooliticas,  de  calizas  tos- 
cas conchíferas  con  arenisca  magnesifera  su- 
bordinada y  pedazos  diseminados  de  jaspe  j 
de  pedernal. 

3 .  "  La  arcilla  de  Bradfort  [bradfórt  clay) , 
de  los  ingleses,  que  en  realidad  do  es  mas 
que  una  marga  azulada  que  muchas  veces  con- 
tiene gran  número  de  eucrinites. 

A."  El  forest-marble  ó  mármol  de  bos- 
que, llamado  asi  porque  en  Inglaterra  se  le- 
esplota  en  el  bosque  Wichwood;  compónese 
ordinariamente  de  delgadas  capas  de  arena 
cuarzosa,  de  arena  margosa  y  de  caliza  muy 
conchífera. 

5."  Termínase  el  sub-miembro  del  oolito 
inferior,  por  la  caliza  tosca  ó  grosera  masó 
menos  olitica,  llamado  cora-brash  por  los  in- 
gleses y  que  se  halla  dividido  en  tres  capitas 
que  casi  siempre  alternan  con  margas  esquis- 
tosas. 

La  riqueza  de  la  oolita  inferior,  es  notable 
en  restos  de  cuerpos  organizados.  Se  ban  re- 
conocido mas  de  cuarenta  especies  de  vegeta- 
les, muchos  zoófitos  (eucrinites  pyriformis), 
mas  de  cien  clases  de  canchas,  crustáceos, 
insectos  (bupreslis),  pescados,  reptiles  y  res- 
tos de  pájaros, 

Los  vegetales  pertenecen  á  las  familias  de 
las  algas  [fumides  fureatus),  equisetáceas 
(equisetum  columnare),  [pecopteris  desnoy- 
cosie,  sphamopteris  hymenophüloide),  etc.,  ei- 
cádeos  {ptcrophytlum  williamsonis,  zamia- 
¡ongifolia),  eto.,  coniferos  [thuytes  dimrica- ! 
ta),  j  diliáecas  ibucklandia  desnoyeosii). 


Entre  las  conchas  características  mas  nu- 
merosas de  este  sub-miembro,  citaremos  las 
siphonia  uriopora  conifera,  los  terebralu- 
la  digona,  orbicularis,  la  lima  proboscidea, 
el  pleuroto-maña  conoidea,  etc. 

Oolita  media.  Esle  sub-miembro  ofrece 
en  su  parte  inferior  potentes  capas  de  arcilla 
azul  llamada  arcilla  de  Oxford  [oxford  clay), 
perfectamente  caracterizada  por  el  gryphca 
dilátala,  que  se  encuentra  en  todas  partes. 

Las-  principales  rocas  subordinadas  á  estas 
arcillas,  son:  lechas  do  caliza  margosa  y  es- 
quistos bituminosos,  hidrato  de  hierro  globu- 
lar csplotado  en  varios  puntos  do  Frauda,  no  • 
dulas  de  pedernal  y  de  calcáreo  ferruginoso 
llamado  peptaria  por  los  ingleses. 

La  oolita  media  termina  en  su  parte  supe- 
rior por  un  grupo  compuesto,  primero  de 
arena  y  gredas  caícariferas,  designadas  en 
Inglaterra  bajo  el  nombre  de  ealcáreous  gtít; 
después  de  varios  lechos  de  diversos  calcáreos 
ú  veces  magnesianos  qué  comprenden  el  co- 
ralrag  ó  calcáreo  de  corales,  notable  por  la 
abundancia  de  poliperos  (caryophylliaannu- 
laris,  columnaria  oblonga,  etc.,  etc.),  que 
forman  á.  veces  bancos  continuados  de  4  ó  5 
metros  de  potencia,  conservando  la  mayor 
parle  la  posición  en  que  han  estado  siempre 
en  el  fondo  del  mar. 

Se  han,  encontrado  en  la  oolita  media  al- 
gunos vegetales,  unas  ciento  treinta  especies 
de  zoolilas,  sesenta  de  radiarios,  mas  de  dos- 
cientas clases  de  moluscos,  insectos  \libellula), 
pescados,  reptiles  y  pájaras.  Entre  las  espe- 
cies de  moluscos  mas  comunes,  citaremos  el 
diceras  arietina,  las  oslrea  dilatata  marshii 
gregaria,  el  trigonia  clavettala,  el  melania 
heddingtonensis,  el  nerinea  godhallii,  etc. 

Oolita  superior.  Comprende  la  arcilla  de 
Kimmeridge  {kimmerídye-clay),  y  la  caliza 
de  Porlland.  La  arcilla  de  Kimmeridge  está 
formada  de  muchas  capas  de  arcilla  azul  ó 
amarillenta,  alternando  á  veces  con  margas  y 
marnolitas  conchíferas,  margas  bituminosas 
inflamables  y  calizas  magnesianas.  Se  halla 
este  lecho  bastante  bien  representado  en  Fran- 
cia en  el  cabo  de  la  lleve,  cerca  del  Havre,  en 
Hecorert,  cerca  de  Eeauvais,  etc.  En  Inglater- 
ra adquiere  nna  potencia  de  200  á  250  metros, 
y  se  caracteriza  orgánicamente  porosírea  dcl- 
toidea,  y  por  gryphea  virgula  (ó  exogira 
virgula)  que  se  encuentra  en  abundancia. 

En  cuanto  á  la  caliza  de  Portland  (por- 
iland-stone),  que  termina,  la  parte  superior  de 
Información  oolitica,  secompone generalmen- 
te de  una  serie  de  diversas  calizas  ooliticas, 
compactas,  gruesas,  margosas  ó  arenáceas, 
conteniendo  á  las  veces  pedazos  silíceos. 

La  oolita  superior  no  encierra  mas  que  un 
pequeño  número  de  vegetales,  de  zoófilas,  do 
radiarios  y  de  anelidas,  pero  se  encuentra  un 
ella  gran  cantidad  de  especies  de  moluscos, 
,  de  pescados,  de  reptiles  y  de  mamíferos  per- 
tenecientes -á  los  géneros  palaolherium  y 


TERRENOS 


118 


anoplolherium.  Entre  las  conchas  caracterís- 
ticas d  mas  abundantes,  pueden  citarse  la  gry- 
pkea  vírgula  üef.  {exogyra  virgula  Goldf., 
ostrea  vírgula,  Desu.,  etc.l 

Se  ve  que  el  miembro  oolitico'encierra  mu- 
chos restos  orgánicos,  cuya  mayor  parte  varia 
según  los  sub-miembros. ' 

Entre  los  saurianos  que  se  encuentran  en 
este  predicho  miembro  oolilieo  superior,  apa- 
recen por  primera  vez  los  géneros  megalo- 
sauros,  tehosaurus,  pleurosauros,  pailcilo- 
pleuron,  rhaoheosatirus,  y  otras  diversas 
especies  nuevas  del  género  pterodatyio,  reptil 
volador,  y  que  ya  se  ha  reconocido  su  exis- 
tencia en  la  época,  del  lias.  También  se  ha  re- 
conocido como  correspondientes  al  terreno 
oolitico  vestigios  nada  equívocos  de  algunos 
pájaros  que  parecen  pertenecer  al  orden  de 
los  cazadores. 


TERRENO  CRETACEO. 

Sinonimia:  terreno  cretoso;  grupo  cre- 
táceo. 

Este  terreno,  lo  mismo  que  el  precedente, 
tiene  mucha  estension  y  potencia.  El  origen  de 
j¡u  nombre  es  la  caliza  blanca,  blanda  y  des- 
menuzare que  se  llama  creta,  y  que  ocupa  la 
liarte  superior:  preséntase  en  muchas  y  diver- 
sas localidades. 

l'ucde  decirse  en  general  que  este  terreno 
descansa  sobre  casi  todos  los  que  le  han  pre- 
cedido. 

Divídese  por  lo  común  el  terreno  creláceo 
en  tres  miembros  dislintos  á  saber,  'según  su 
orden  do  antigüedad:  1."  el  miembro  délas 
arenas  ferruginosas:  2."  el  miembro  gtauceo: 
3."  el  miembro  cretoso. 

Miembro  de  las  arenas  ferruginosas. 

Sinonimia:  grupo  ivealdiano:  formación 
wealdiana,  terreno  ó  miembro  neocomiano, 
(pie  comprende  el  terreno  aptiano  de  mon- 
sieur  Ale.  d'Orbigni. 

Este  miembro,  no  conocido  en  todo  su 
desarrollo  mas  que  en  Inglaterra,  donde  se  le 
llama  terreno  de  Weald,  nombre  que  designa 
varias  partes  de  los  condados  de  Kent,  de  Sur- 
rey  y  de  Sussex,  en  qne  se  le  ha  observado 
con.  particularidad.  Adquiere  «na  potpncia  de 
2  á  300  metros  y  se  divide  en  tres  . lechos  dis- 
puestos como  sigue,  y  siempre  de  bajo  á  alto. 

1.  "  La  caliza  de  Pecobeck,  compuesta  en 
la  península  de  este  nombre,  de  caliza  arení- 
fera amasada  con  paludintis  vivíparas,  y  otras 
conchas  de  agua  dulce.  Esta  caliza  alterna 
frecuentemente  con  capas  de  margas  más  ó 
menos  esquistosas.  La  potencia  media  de  este 
¡echo  es  de  unos  75  metros. 

2.  "  I.as  arenas  de  Hastings  (Haslings- 
Saud)  del  nombre  de  una  ciudad  del  condado 
do  Sussex,  en  cuyos  alrededores  adquiere  mu- 


cha importancia.  Su  potencia  media  es  de  unos 
130  metros. 

3."  La  arcilla  wealdiana,  propiamente 
dicha,  alterna  con  techos  marinos  de  arena  y 
de  caliza  conchífera. 

El  miembro  de  las  arenas  ferruginosas 
existe  en  los  alrededores  de  Beauvais  (Oise), 
con  caraetéres  casi  semejantes,  pero  en  gene- 
ral se  le  representa  por  un  depósito  corres- 
pondiente á  que  se  ha  dado  el  nombre  de  neo- 
comiano. Éste  depósito  se  compone  ordina- 
riamente de  margas  y  de  calizas  areníferas 
con  capas  subordinadas  de  arena  y  areniscas 
cuarzosas,  frecuentemente  ferruginosas.  Estas 
últimas  capas  contienen  el  holaster  complana- 
tus,  la  trigonie  alaformis ,  la  gripheaaquila, 
la  plica-luía  asperrivia,  etc.,  etc.,  etc. 

Miembro  glauconien. 

Sinonimia:  formación  de  la  arenisca  ver- 
de; greem-sand  de  los  ingleses,  compren- 
diendo el  glauce  de  los  ingleses  ó  terreno  al- 
biano  de  Mr.  Ale.  d'Orbigni,  y  el  terreno  tu- 
roniano  del  mismo  autor. 

Este  miembro  á  que  varios  geólogos  han. 
llamado  areniscas  verdes  llega  algunas  veces 
hasta  200  metros  de  potencia,  pero  ordinaria- 
mente no  pasa  de  20  á  30  de  espesor.  Puede 
dividirse  en  dos  lechos  muy  distintos  por  los 
fósiles  que  encierran.  . 

El  lecho  inferior,  llamado  primero  glauce 
y  después  terreno  albiano  por  Mr.  Ale.  d'Or- 
bigni, comprende  la  glausánea  arenácea  de 
Mr.  Brogniart,  las  areniscas  verdes  inferio- 
res de-la  pérdida  del  Bódano  (Ain)  y  del  cabo 
de  la  Heve  (Sena  Inferior)  los  calcáreos  ne- 
gruzcos de  la  montaña  de  los  Fis(Saboya),  etc. 

Este  Jecho  se  halla  generalmente  compues- 
to de  arenas  cuarzosas  mas  ó  menos  cargadas 
de  glauzónea  ó  silicato  de  hierro  que  les  co- 
munica un  color  verdoso.  Las  principales  ro- 
cas subordinadas  á  estas  arenas  verdes,  son 
cuarzosas,  micáceas  ó  ferruginosas,  gredas 
cuarzosas,  arcillosas  y  margas  de  un  gris  azu- 
lado qne  los  ingleses  llaman  glauce. 

Hay  muchos  restos  de  fósiles  en  este  terre- 
no, caracterizado,  sobre  todo,  por  la  abundan- 
cia que  contiene  de  cefalópodos,  como  son  la 
ammonitas,  hamitas,  haphitasy  turrililas.  Cita- 
remos entre  estos  fósiles  íús  ammonitas,  ar- 
chiácianus,  au^ilas,  michelinianus,tubercu- 
latus,  monile,  alpinus,  beudanti,  ele. 

Al  lecho  superior  del  niiemhro  giáuceo,  ha 
dado  Mr,  Ale,  d'Orbigni  el  nombre  de  terreno 
turoniano,  comprende  según  este  geólogo  la 
creta  doritea,  la  glauceonca  cretosa  de  Mr.  Brog- 
niart, la  arenisca  verde  superior  dé  Honfleur 
(Calvados),  la  creta  tobada  de  lloucn  y  del 
Havre,  la  creía  de  vaculitas  de  Yaloque  (Man- 
cha), etc. 

Entrelos  muchos  fósiles  que  encierra  este 
terreno,  indicaremos,  los  nautilus  angulatus, 
archiacianus  racííaíws,  las  ammonitas  beau- 


i  19 


TERRENOS 


420 


monlianus,  el  peclea  quinquecpstatus  ó  ija- 
niva  quinquecostata  de  Orb.,  cío.)  También 
se  encuentra  ve¡retales  pertenecientes  á  los 
géneros  fucoide  zosterite,  cié.,  restos  dé  pes- 
cados y  de  reptiles,  y  muchos  alciones  de 
formas  muy  variadas,  como  syphonka  pirifor- 
mes, halirboa  costata,  etc. 

Miembro  de  lácrela. 

La  roca  dominante  de  este  miembro  es  la 
-  érela  blanca  casi  cora  puesta  en  su  totalidad  de 
carbonato  de  cal.  Esta  creta  Wanda  y  dnsme- 
nuzable-  presenta  en  los  alrededores  de  París, 
una  potencia  que  pasa  de  200  metros,  y  se  ba- 
ila mezclada  a  veces  con  arenas.  En  su  parle 
superior  encierra  generalmente  miicho  peder- 
nal piromaco,  pero  no  asi  en  su  parte  inferior 
que  se  hace  margosa.  Entonces  adquiere  gra 
dualmente  cierta Jlüreza  y  aun  pasa  al  estado, 
de  piedra  sólida,  cmpleable  en  las  construc- 
ciones. 

La  creía  blanca  encierra  muchas  conchas, 
entre  las  que  se  ven,  sote  todo,  en.  los  alre- 
dedores de  Paris,  el  belemnitas  mucronalm, 
el  plagiostoma  s-psiiosuro,.el  ostoca  msicuia- 
ris,  los  terebralula  defranisi  y  ocloptica- 
ta,  eic. 

Los  caracteres  generales  de  la  creta,  varían 
según  las  regiones:  asi  la  creta  de  MaBstrichtj 
que  forma  la  parte  mas  superior  del  miembro  j 
cretáceo,  es  una  caliza  tosca  amarillenta,  des- 
moronare ó  endurecida  que  encierra  parte  de  ' 
pedernal  ealccdonioso.  Couliene  el  belemnites  ■ 
mucronatus,  la  terebralula  defranisi,  lacra- 1 
nío  parisiensis,  y  un  reptil  gigantesco,  el ! 
mosasuurus  hoffmmisk . 

También  se  atribuye  al  miembro  que  nos  ¡ 
ocupa,  inmensos  depósitos  de  calizas  que  for-  ¡ 
man  una  zona  existente  en  varios  punios  de. 
Francia,  .eu  España,  en  Morea,  en  el  Asia  Me-  ¡ 
ñor  y  aunen  las  dos  Aracricas.  A  estas  varias  ! 
formaciones  ile  cal  y  á  la  que  se  hallan  subor- 
dinadas algunas  rocas,  como  la  arcilla,  lignita, 
anhidrita,  yeso,  azufre,  etc.,  y,  caracteriza  á 
aquellos,  una  gran  abundancia  de  numulitas.  • 
fío  se  hallan,  sin' embargo,  de  acuerdo  los 
geólogos  sobre  la  edad  de  las  últimos  terre- 
nos numiditicos  ni  do  su  verdadera  posición 
geológica.  / 

Finalmente,  la  creta  de  los  alrededores  de 
París,  inmediatamente  cubierta  por  la  arcilla 
pláslica,  según  consideraban  en  otro  tiempo 
los  geólogos,  se  halla  en  realidad  separada 
por  un  depósiío  distinto  ya  descrito,  por  el 
cual  hemos  propuesto  el  nombre  de  caliza  pi- 
solilica  que  se.  lia  adoptado.  En  ireudoñ,  en 
Eougival,  y  eu  otras  muchas  localidades  masó 
rneuos  lejanas  de  Paris,  se  reduce  esle  depo- 
sito";1! calizas  pisolilicas  ó  arenáceas,  alternando 
con  margas,  etc  En  el  pe  ha  encontrado  y  da- 
do á  conocer  según  Ja  determinación,  de 
3írs.  Dashayes  y  d^Archiac  varios  restos  .de 
fósiles  malinos,  como  zoolitos  y  unas  veiule 


especies  de  moluscos,  considerados  todos  co- 
mo característicos  del  terreno  paleoteriano. 
[crasatela  túmida,  corbis  lamelhsa,  etc.)  En 
razón  á  su  estado  de  fragmentos,  era  de  difí- 
cil determinación  la  mayor  parte  de  estas  con- 
chas, pero  nuevas  formaciones  de  la  caliza 
pisolitica  han  permitido  descubrir  uno  en  Fa- 
lnis.  La  formación  cretácea  en  general,  y  en 
particular  la  creta  blanca,  abunda  en  conchas 
malinas,  nállanse  en  él  algunos  vegetales  [con- 
farvas,  algas,  inadeas,  etc.),  varias  especies  de 
pescados  (squalas,  diodou,  ele),  reptiles  (ter- 
mes, crocodiles,  etc.),  pero  ningnn  mamífero, 
dolos  que  veremos  aumentarse  á  medida  que 
adelantemos  en  las  formaciones  posteriores. 


TERREN'0  PALEOTJ1ERIA.NO. 


Sinonimia:  terrenos  supr a -cretáceos:  ter- 
renos ¡erci'ffinosyeítóíernarMMdevanos  geó- 
logos: terrenos  del  periodo  paleotoriano  de 
Mr.  Cordier:  terreno  de  sedimentos  superio- 
res^ de  Mr.  Erogniart:  ierreno  terciario  de 
Mr.  d'Omalius  d'Halloy:  grupos  eoceno,  mio- 
ceno'y  plioceno  de  Mr.  Lyell,  que  espresa  con 
estas  voces  la  mayor  ó  menor  analogía  que 
ofrecen  los  moluscos  fúsiles  de  estos  tres  de- 
pósitos con  los  moluscos  que  existen  actual- 
mente. 

El  terreno  paleoteriano  asi  denominado  á 
causa  de  los  muchos  restos  que  contiene  de 
paleotherinm,  comprende  la  larga  serie  de  for- 
maciones.que  empieza  encima  de  la  creta  blan- 
ca, y  se  termina  en  los  aluviones.  Antique,  de 
mucha  potencia  y  muy  complexo,  presenta, 
sin  embargo,  menos  esteusiou  y  espesor  (pie 
el  precedente  terreno  sobre  que  se  apoya.  Los 
virios  miembros  que  lo  componen,  no  tienen 
la  notable  continuidad  de  los  anteriores.  Eslán 
dispuestos  en  cuencas  aisladas,  de  miincraquc 
para  describirlos  en  particular  seria  necesario 
un  espacio  que  no  tenemos  en  los  limites  ¡le 
este  articulo,  y  asi  trataremos  únicamente  de 
abruzaren  general  el  conjunto  do  varios  miem- 
bros que  constituyen  el  terreno  paleote- 
riano. 

No  cubriendo  á  estos  depósitos  mas  que  ca- 
pas de  aluvión,  se  manifiestan  mas  fácihnen- 
te  en  muchos  puntos  de  la  superliciedel  glo- 
bo, y  son  mas  conocidos.  Ofrecen,  ademas,  un 
interés  especial  por  !a  prodigiosa  abundancia, 
y  gran  variedad  de  fósiles  qucoculhtn,  y  cu  ya 
naturaleza  orgánica  prevenía  por  primera  vez 
especies  análogas  á  las  de  la  organización  ac- 
tual. 

Se  lia  dividido  el  terreno  paleoteriano  en 
tres  formaciones  y  del  que  constituimos  cua- 
tro miembros  distintos. 

I.*  La  parle  inferior  {formación  eoceno) 
compuesta  del  miembro  parisién,  en  el  cnal 
según  Mr.  Lyell  no  abrazan  las  conchas  fósi- 
les mas  que  3  á  4  por  í 00  de  especies  fósi- 


121 


TERRENOS 


les,  idénticas  á  las  (inc  .existen  en  la  actua- 
lidad (1). 

2.  °  La  parte  media  {formación  mioceno,), 
comprende  e!  miembro  de  la  molasa  y  el  del 
falún  que  contienen  unas  17  por  100  de  es- 
pecies, con  sus  análogas.en  eslado  viviente. 

3.  "  La  parte  superior,  [formación  plioce- 
na)  se  halla  representada  por  el  miembro  del 
grag,  en  donde  según  Jlr.  Lyell,  han  tenido 
mas  analogía  aun  las  especies  fúsiles  con  las 
actuales,  pues  que  presentan -unas  35  á  50  por 
100  de  especies  idénticas  álas  que  existen  ac- 
tualmente. 

A  su  tez  se  han  subdividido  estos  cuatro 
miembros  en  varios  sub-uiiembros  6  superpo- 
siciones diversas,  con  el  fin  de  agrupar  conve- 
nientemente los  diferentes  depósitos  que  les 
pertenecen,  cuyo  conjunto  no  se  halla  reuni- 
do en  ningún  punto.  Continuaremos  indicando 
brevemente  los  rasgos  mas  característicos. 

Miembro  parisién  inferior  (2). 

Sinonimia:  formación  ó  sistema  eoceno  de 
Mr.  Lyell,  terreno  terciario  inferior. 

Compóncsc  la  parle  inferior  del  miembro 
parisién  de  varios  cachos  de  arcilla  plástica, 
Y  debajo  de  estos  se  baila  casi  siempre  la  ca- 
liza pisolílica.  Esta  arcilla  presenta  diversos 
colores  y  debe  su  nombre  á  la  propiedad  que 
tiene  de  hacerse  pasta  en  el  agua  y  da' tomar 
después  con  facilidad  las  formas  r¡ue  se  le  da. 
Alterna  aveces  con  capas  de  arena,  jle  arenís; 
cas,  de  pndiugas  y  de  lignitos,  que  en  algu- 
nas localidades,  ofrece  lechos  de  bastante  po- 
tencia para  ser  ventajosamente  esplotados. 

Suelen  contener  estas  capas  hidrato  y  car- 
bonato de  hierro,  sucino,  cristales  de  yeso, 
tvcbsterila  y  eierlo  número  de  especies  de 
conchas  de  agua  dulce  y  marinas  como  las 
!¡rena  unligica.y  cuneiformes,  melannpsis 
bueainadeo,  planorbis  prevoslinus,  etc.  He- 
mos comprobado  en  la  base  de  este  depósito 
la  presencia  dé  un  conglomerado  compuesto  de 
creía  y  de  caliza  pisolitica,  encontrando  en  él 


(1)  De  las  tablas  formadas  por  Mr.  Deshayes 
en  1830  y  publicadas  por  Mr.  Lycll  en  1833-  en  sus 
Principia*  di:  geología,  resulta  esa  proporción  en  las 
especies  lósiles'que  tienen  análogas  en  estado  exis- 
téfllei  pero  descubiertas  después  de  aquella  época 
y  cuidadosamente  comparadas  á  las  conchas  ré- 
denles, mul.ilud  do  fósiles,  se  ha  adquirido  la  cer- 
tcsta  ile  ser  mucho  menor  ta  proporción  de  espe- 
cies vivientes  halladas  en  estado  fósil  en  los  grupos 
eoceno,  mioceno  y  plioceno,  que  la  que  indican  los 
nutnerosqueaqui  presentamos  con  arreglo  á  la  obra 
de  Mr.  Lycll,  Ínterin  se  ponen  de  acuerdólos  con- 
chiólogos  para  sus  verdaderos  nombres  proporcio- 
nales. 

(2)  Teniendo  por  objeto  este  articulo  dar  una  idea 
estracta  del  conjuulo  de  los  terrenos  que  constitu- 
yen la  corten  terrestre,  tío  podemos  decir  mucho 
respecto  al  miembro  parisién,  pero  aconsejamos  A  las 
personas  qnedeseen  mas  detalles,  que  consulten  el 
articulo  general  inserto  [en  la  voz  parís)  en  el  Dic- 
ownario  pintoreteo  de kutari»  natural,  y  en  la  es- 
célenle  carta  laográfica  del  terrero  terciario  parisién 
publicada  por  Mr,  Yictor  Raulien, 


restos  de  varios  géneros  de  reptiles  y  dientes 
de  mamíferos  como  el  antracotherium,  lo- 
phiodon,  loutre,  ele. 

Este  descubrimiento  indica  que'  según  to- 
da probabilidad  debió  preceder  at  periodo  pa- 
leotcriauo,  la  aparición  de  mamíferos  ter- 
restres. 

Después  de  la  arcilla  plástica  cuya  poten- 
cia varia  entre  10  y  60  metros,  vienen  tres  le- 
chos marinos  muy  ricos,  á  saber: 

1.  "  has  arenas  glauconiferas,  orgánica- 
mente caracterizadas  por  la  nerita  conoidea, 
y  que  llega  en  los  alrededores  de  haon,  hasta 
a  26  metros  de  potencia. 

2.  °  Este  grande  y  poderoso  depósito  de 
calizas  toscas,  compuesto  de  muchas  capas 
mariuas. 

Con  esta  piedra  caliza  se  hallan  fabricados 
parte  de  los  edificios  de  París:  contiene  nn  nú- 
mero prodigioso  de  müliolitas  y  de  conchas, 
entre  las  que  indicaremos  solamente  las  si- 
guientes, como  mas  frecuentes  ó  mas  caracte- 
rísticas: ccrithium  gigantum,  lapidum  y  mu- 
tabile,  turritela  imbricatoria,  llatica  eplí- 
gottina  y  spirata,  ampullaria  acula,  terebe- 
llum  conoalutum,  etc.  También  se  encuentran 
restos  de  vegetales  ifioslera  phyllites) ,  repti- 
les, tortugas  y  mamíferos  \paloolherium  lo- 
phiodon,  anoplotherium.) 

3.  °  Las  arenas  y  areniscas  llamadas  de 
Beauchamps. 

La  potencia  de  esta  gran  capa  ó  lecho  pasa 
á  veces  de  40  metros  y  se  compone  principal- 
mente de  una  masa  de  arena  que  contiene  ha- 
cia su  parte  superior  bancos  de  areniscas.  Mon- 
sieur  d'Archlac  ha  reconocido  en  estp  depósito 
trescientas  veinte  y  una  especies  de  moluscos, 
de  las  cuales  ciento  sesenta  y  seis  pertenecen 
á  las  capas  inferiores  y  ciento  cincuenta  y  cin- 
co álas  areniscas  llamadas  de  Beauchamps.,  Ci- 
taremos entre  íás  especies  mas  características 
la  corbula  angulata,  la  cytherea  cunéala,  la 
vesieoicardia  complánala,  el  pectunculas 
depressus,  1-n'ostreaárcuaria,  el  trochuspa- 
tetlatus,  etc. 

Preséntase  encima  de  la  arenisca  de  Beau- 
champs un  lecho  de  caliza  do  agua  dulce  (ca- 
liza de  St.  Ouen)  muy  desarrollado  en  la  liria1: 
contieue  esla  formación  caliza  muchos  granos 
de  chara  medicaginula,,  varios  géneros  de 
conchas  fluviátiles,  como  la  lymnea  longisca- 
ta,  planobis  rotundalus,  paludina  pyormi- 
dalis,  mjolostoma  mumia ,  etc.  ,  restos  de 
pescados  y  pájaros,  y  osamentas  de  pala¡o- 
terium. 

Finalmente,  corona  el  grupo  ó  miembro  pa- 
risién un  importante  depósito  de  yeso  coá  mu- 
chas  capas  de  marga.y-arcilla  de  varios  colo- 
res, entre  las  que  se  suele  intercalar  'un  nuevo 
lecho  de  la  caliza  de  agua  dulce  {Iravertin 
medio),  son  pedernales  cavernosos  ó  piedra  de 
molino  que  se  esplotan  en  Ferté-sous-Jotiarre, 
para  hacer  de  ellos  escolenlcs  piedras  de  mo- 
lino. En  la  situación  parisienne  es  donde  se 


423 


TERRENOS 


124 


han  descubierto  también  los  restos  de  mamí- 
feros terrestres,  que  han  servirlo  al  ilustre fiu- 
vier,  á  quien  se  deben  ks  sabias  investigaciones 
sobre  la  osteología  fósil,  paradeducir  la  forma 
y  proporción  délas  otras  partes  de  estos  ani- 
males, y  á  reconstruir  sus  esqueletos  con  tal 
exactitud  que  los  descubrimientos  posteriores 
de  otros  fragmentos  de  esosmismos  animales, 
han ,  confirmado  cuanto  su  genio  habia  adi- 
vinado. 

El  miembro  parisién  se  presenta  en  otras 
regiones  equivalentes  que  ofrecen  diferencias 
notables  con  los  depósitos  de  los  alrededores 
de  París.  En  Inglaterra,  por  ejemplo,  se  hallan 
estos  equivalentes  formados  por  arenas  y  arci- 
llas (arcilla  de  Lóndrp.s)  que  se  ve  pertenece 
á  esta  época,  pues  contienen,uua  parte  de  ios 
moluscos  de  caliza  tosca  parisién,  lo  mismo 
sucede  en  Bélgica,  pero  en  el  Vicentia,  en  Si- 
cilia y  en  varios  puntos  de  nuestra  península 
presentan  estós  equivalentes  ó  depósitos  in- 
crónicos,  caract  eres  aun  mas  diversos  sin  em- 
bargo de  pertenecer  á  la  misma  edad. 

Aunque  con  duda,  atribuyen  algunos  auto- 
res al  grupo  parisién,  el  célebre  depósito  do 
sal  gema  de  IVietizeka  en  Polonia,  que  acaso 
pertenezca  al  miembro  de  las  molosas,  y  aun 
á  un  nivel  mas  reciente.  Según  un  geólogo 
forma  este  depósito  una  masa  de  400  kilóme- 
tros de  largo  sobre  125  de  ancho.  Los  trabajos 
do  csplolacion  llegan  basta  240  metros  de  pro- 
fundidad, se  cstienden  á  3,000  metros  en  lar- 
go y  á  Í,G00  enancho.  Encuéntranse  en  el 
citado  depósito  salas  cortadas  en  GÜadro,  sos- 
tenidas por  pilares  de  sal  y  con  una  elevación 
de  100  metros.  En  el  interior  de  estos  es traor- 
dinarios  subterráneos  hay  capillas  adornadas 
de  altares,  columnas,  estatuas  y  bañóos  de  la 
misma  sustancia  salina;  también  hay  lagos  de 
agua  salada  en  que  se  pueden  embarcar,  de  12 
á  15,000  obreros  ó  trabajadores  y  40  ó  50  ca- 
ballos permanecen  1  sin  incomodidad  durante 
años  enteros  en  estos  admirables  subterráneos. 

Miembro  de  las  molosas. 

Sinonimia:  parte  inferior  del  grupo  mio- 
ceno de  Mr.  Lyell,  y  del  terreno  terciario 
medio. 

¡rállase  compuesta  ]a  base  de  este  miembro 
en  la  cuenca  parisienne,  de  arenas  cuarzosas  y 
á  veces  micáceas  de  grande  espesor,  contie- 
nen bancos  de  arenisca  que  se  esplotan  en  Ton- 
tainebleau,  en  Orsay,  en  Montmoreney  ,'etc, 
para  el  empedrado  de  París.  Encierra  la  os- 
trea  flabelhda,  cytkerea  nilidula,  Iwvigala  y 
elegans,  cerithium  lamellosum,  etc. 

Sucede  á  estas  arenas  y  aremscás  nn  depo- 
sito de  agua  dulce,  formado  de  arcilla,  de  ca- 
liza travestía,  de  pedernales  molosas  eó  qite 
suelen  verse  algunos  restos  do  vegetales,  co- 
mo son  los  granos  de  chara  medicaginula  y 
helictres;  carpolithes  ovulunc  nymphea  are- 
tusa  y  conchas  lacustcas,  tales  que  potámides 


lamarcldi,  planorbis  cornea,  hilie  lomani, 
hymen  venlrieosa  y  cornea,  etc. 

El  miembro  de  las  molosas  lo  mismo  que  el 
precedente,  cambia  de  composición  según  las 
localidades.  Lo  representan  en  Auvernia  capas 
de  arcosa,  de  metacita,  margas  y  traverlin 
roca  algunas  veces  [alrededores  de  Bourges) 
otras  tubercular,  son  areniscas  fisasfalticos, 
venas  de  yeso,  esquita  inflamable  (Dusodyle) 
susceptible  de  csplolacion;  y  en  algunos  de 
estos  depósitos  se  encuentran  congloméralos 
casi  del  todo  formados  do  cyprisfaba.  Contie- 
nen estas  diocosas  capas  muchos  restos  do 
mamíferos  y  de  pájaros,  y  hasta  huevos  y  plu- 
mas fósiles  perfectamente  conservados. 

El  piso  que  describimos  se  halla  represen- 
tado, en  el  Mediodía  de  la  Francia,  por  molo- 
sas (areniscas  cuarzosas  mezcladas  con  marga, 
granos  del  feldespato  y  de  mica)  caliza  íro- 
vertina,  á  veces  tuberculosa,  margas,  brechas, 
calizas  con  capas  subordinadas  de  lignitos  y 
de  yeso. 

También  se  agrega  al  miembro  de  las  mo- 
losas, los  esquistos  silíceos  y  zoóticos  de  Bilin 
(en  Bohemia)  que  consideran  algunos  geólogos 
como  formando  parte  de  los  faluns  y  aun  del 
crag.  Este  esquisto  llamado  tripoli  forma  una 
capa  cstensa  de  una  potencia  de  4  á  ó  metros, 
y  hace  tiempo  que  se  emplea  en  las  arles  ba- 
jo forma  de  polvo  para  pulimentar  los  metales 
y  según  el  profesor  Ebrenberg,  sp  halla  ente- 
ramente compuesta  de  carapaces  silíceos,  de 
infusorios  á  que  se  ha  dado  el  nombre  de  gai- 
llonella  distans:  su  pequenez  es  tal,  y  Inn 
prodigioso  su  número,  que  para  dar  de  ello  una 
¡dea  bastará  decir  que  cada  pulgada  cúbica  de 
esto  esquilo,  contiene  mas  de  411.000,000  de 
los  prediclios  animales  infusorios. 

Miembros  de  los  faluns. 

Sinonimia:  parte  superior  del  grupo  mio- 
smo  de  Mr.  Lyell  y  del  terreno  terciario 
medio. 

Llámanse  faluns  varias  capas  formadas  ca- 
si todas  de  conchas  rotas  que  sirven  á  las  ve- 
ces para  abono  de  las  tierras  en  algunas  loca- 
lidades, como  en  los  alrededores  de  Tours  y 
de  Burdeos.  En  las  cercanías  de  Viena  (Austria) 
en  Patagonia  y  en  Australia  suele  pasar  de  300 
metros  lo  potencia  de  los  faluns. 

Estos  depósitos  conchíferos  que  no  se  pre- 
sentan en  los  alrededores  de  París,  alternan  á 
veces  con  capas  de  arcilla,  margas,  arenas  y 
areniscas  ferruginosas  que  contienen  varias 
porciones  y  ríñones  de  hidrato  ' de  hierro  y 
algunas  veces  betún  como  en  Rastennes  cerca 
de-Dax  (departamento  de  las  Landas),  de  donde 
se  saca  casi  todo  el  betún  empleado  en  Eu- 
ropa. 

Independientemente  de  los  fragmentos  de 
moluscos  que  componen  los  faluns,  se  en- 
cuentra también  gran  cantidad  de  conchas  en- 
teras, mejor  ó  peor  conservados,  que  presen- 


V, 


TERRENOS 


tan  mucha  analogía  con  las  especies  que  vi- 
ven actualmente.  Citaremos  sobre  todo_  el  so- 
ten, siliquarius ;  la  panopea  menardi;  los 
cardium  multicostatum  y  hians;  el peciuncu- 
lus  qhjcimerii,  la  usina  virginita,  el  conus 
ponderosus,  etc.,  y  también  se  reconocen 
pescados,  reptiles  y  grandes  mamíferos,  como 
et  dinolherium,  lophiolon,  rhinoceros,  mas- 
todonte, lúppopotaiiie,  etc. 

Al  miembro  de  los  faliins  es  al  que  perte- 
nece la  caliza  de  agua  dulce  de!  célebre  cer- 
rillo osit'cro  do  Sausau  cerca  ríe  Aucb  (Gersl, 
eu  que  según  Mr.  Lartel  bay  gran  número  de 
osanientos  fósiles  de  mamíferos,  como  el  pa- 
IrMherium  aurdianense,  rhinoceros  ineisio- 
nes,  brackypus  y  le.tr  adaciijlas  sus  cbaro- 
therium  y  iamuroides  feiis antiqua, ,  quadri- 
ú 'enlata  y  palmideus,  ele,  asi  como  restos  de 
pájaros,  torlugas  y  "otros  animales.  Mr.  Lartel 
ba  descubierto  ademas,  dientes  y  quijadas  de 


cuadrumanos  pertenecí  en  les  á  una  especie  de 
monos  Ipithecus  antiquus)  del  grupo  de  los 
orangutanes. 

Miembro  del  crag. 

Sinonimia:,  formación  pliocena  de  mon- 
sieur  byell.  Terreno  terciario  superior:  ter- 
reno cuaternario  de  varios  geólogos. 

Han  dado  los  ingleses  el  nombre  de  crag 
á  mi  depósito  de  unos  10  nuciros  de  potencia, 
que  existe  en  el  condado  de  Sulíoltc.  Consiste 
principalmente  osle  depósito  en  una  serie  de 
capas  marinas  de  arenas  cuarzosas  teñidas  de 
rojo  por  materias  colorantes  ferruginosas.  Con- 
tienen estas  arenas  muchos  restos  de  molus- 
cos poco  alterados,  pero  algo  teñidos  de  ocre, 
por  efecto  de  las  materias  minerajes  que  los 
cubren  á  saber  el  fusus  contrarius,  el  murca 
almolaius,  la  cijprca  coninclloides,  la  voluta 
lamberti. 


t«tVISIOISnS  Y  ENCHUCHADAS. 


FAMILIAS. 


í,   Cripiogamas  anligcnos. 


«Algas. 
[Setas.. 

í  Musgo. 


Criptogcmas  acrogenas  .......  .(Helecbos  .  . 

(Caraceas. .  . 

(Nipáceas. .  . 

I'anegoramas  mouocoliledones  I  Palmeras  .  . 

(Náyades.  .  . 

{  Apocimadas. 
•Camopelales.  ]  Ericáceas  .  . 

(ilicíneas  .  .. 

íMalváceas.  . 
'Aceríneas,  . 
Sapináceas  . 
Celtldeas  .  . 
1  Platáneas  .  . 
Lauríneas.  . 

4.  Panegora-Í  \Dialipelales. .  jProtáceas  .  . 

masdicotile- |      -  \Ramunadas  . 

dones.  .  .  ./      ,  juapiloncadas. 

I  Juglandeadas, 
Salicíneas.  . 
Cuarcíneas. . 
i  Betiilineas.  . 
\Miriceas.  .  , 


/Angiospermes. 


'Gymnospormas 


/Tar:'noas.  .  . 
]  Cuprestneas. 
(Abietineas.  . 


Terreno 
eoceno 
(grupo  pa- 
risién.) 


15 


1 
1 

4 

14 
C 

15 


10 


7 
3 
20 


Terreno 
mioceno 
(molosa  y 
capas  de 
conchas.1) 


11 

5 


4 
4 
1 

11 

7 

» 

2 

5  . 

1 

S 

3 
3 
7 


Terreno 
plioceno 
(crag.) 


6 

5 

5 
10 
I 


10 
1 


17 


II 

6 
i  5 
13 
21 

8, 
3 

10 

25' 
'39 

234 


MI 


TERRENOS 


128 


El  miembro  del  crag  forma  grandes  acumu- 
laciones en  varios  puntos  de  Europa..  Hállanse 
enteramente  formados  de  ellas  una  parte  dé  la 
Bresse  en  Francia,  y  todo  el  valle  del  Ródano 
hasta  el  Mediterráneo. 

lo  componen  generalmente  arcillas  y  are- 
nas que  alternan  con  margas  y  calizas  arení- 
feras. Estas  diversas  capas,  que  no  presentan 
ya  las  tintas  rojas  del  deposito  de  Suffolt, 
contienen  gran  número  de  conchas;  y  citare- 
mos entre  ellas  el  peotuncuius  glycimeris,  la 
paropea  aldrovandi,  lapinne  nobilis,  el  pec- 
tén jacobeus,  la  venus  verrucosa,  etc.  Enceste 
grupo,  dcl.crag,  se  encuentran  restos  de  nota- 
bles mamíferos  como  el  elefante  meridional, 
el  mastodonte  angustidens,  clkippopotamus 
mayor  y  otros  grandes  y  peregrinos  mamífe- 
ros-, existe  esta  formación  del  crag  en  la  Hueva 
Holanda  en  uua  centena  de  leguas  cuadradas. 

No  hemos  hablado  de  los  vegetales  fúsiles 
en  Iá  descripción  de  los  diversos  miembros, 
del  terreno  paleoteriano,  porque  nos  reservá- 
bamos para  reproducir  aqui  algunos  párrafos 
de  una  interesante  tesis  de  botánica  que  acalla 
de  presentar  y  de  sostener  en  la  Facultad  de 
las  Ciencias  de  París,  Mr.  Raulieu.  En  esta  me- 
moria intitulada  Sobre  la  trasformacion  de  la 
¡lora  de  la  Europa  central  durante  el  perio- 
do terciario,  indica  Mr.  Haulieu  bajo  forma  de 
estados  detallados,  todos  los  vegetales  fósiles 
que  pueden  agregarse  según  él  á  los  miembros 
eoceno,  mioceno  y  plioceno,  y  no  contando 
después  sino  con  las  familias  que  tienen  por 
lo  menos  cuatro  representantes  ó  especies  en 
uno  de  estos  tres  miembros,  reduce  su  trabajo 
por  medio  del  anterior  estado. 

El  estado,  que  como  ya  hemos  dicho  no  com- 
prende las  familias  representadas  por  menos 
de  cuatro  especies  en  uno  de  los  tres  grupos 
paleóterianos,  nos  presenta  los  caracteres  si- 
guientes parala  vegetación  de  cada  uno  de  es- 
tos grupos  ó  miembros. 

-La  llora  cocona  se  compone  de  ciento  veinte 
y  siete  especies ,  de  las  cuales  ciento  trece 
pertenecen  á  las  familias  siguientes:  algas,  ca- 
ráceas,  uipáceas,  palmeras,  náyades,  malvá- 
ceas^  lapináceas,  protáceas,  papílonáceas  ycu- 
presíneas. 

Sobre  ciento  trece  especies  comprende  la 
(lora  mioeena,  sesenta  y  nueve  repartidas  en- 
tre las  algas,  palmeras,  náyades,  apocimodas, 
aceríneas,  platáceas,  lauríneas,  papílonáceas, 
cüarcincas,  miñosas 'y  abitineas. 

La  dora  fliocena  se  compone,  en  fin,  de 
doscientas  cincuenta  y  nueve  especies ,  dos- 
cientas veintiuna  entran  en  las  algas,  Io- 
tas, musgo,  heléchos,  'palmeras,  ericáceas,  ili- 
Cíneas,  aceríneas,  celtídeas,  rameadas,  papílo- 
náceas, juglandeas,  salicíneas,  cuarcineas,  he- 
lulireas,  miríceas,  teríneas,  cupresíneas  y  abri- 
tineas. 

■  Cada  una  tle  estas  tres  doras ,  ha  sido  ca- 
racterizada por  vegetales  particulares,  ■ 


TERRENOS  DE  ALUVIONES, 

Sinonimia"  terreno  de  acarreo.  Período 
alttvial  de  Mr.  Cordier/ 

Al  fin  llegamos  á  las  capas  sedimentarias 
mas  modernas,  n  las  que  forman  las  partes 
mas  superliciarcs  de  la  corteza  terrestres  yq'ie 
son  también  las  mas  universalmente  repar- 
tidas en  nuestros  continentes.  Estas  capas  alu- 
viales ocupan  posiciones  relativas  lales,  que 
es  muy  fácil  confundirlas  á  primera  vista;  pues 
se  enredan  á  veces  y  se  cubren  reciproca- 
mente, como  si  no  observasen  nihguua  regla 
de  superposición  constante.  A  pesar  de  esto 
ha  podido  reconocerse  con  seguridad,  que  per- 
tenecen estos  depósitos  generalmente  arená- 
ceos é  incoherentes,  á  dos  épocas  muy  distin- 
tas. De  aquí- nace  su  división  en  dos  miembros 
ó  grupos  denominados  aluviones  antiguos  y 
aluviones  modernos  Se  cree  que  provienen 
los  primeros  de  perturbaciones  violentas,  de 
causas  mucho  mas  poderosas  que  las  que  ri- 
gen en  nuestros  dias ;  las  segundas  por  el 
contrario,  deben  simplemente  su  origen  á  las 
acciones  erosivas  actuales,  ó  que  han  tenido 
lugar  desde  los  tiempos  históricos  mas  lejanos. 

Miembro  de  los  aluviones  antiguos. 

Sinonimia:  miembro  diluviano  de  Mr.  Cor- 
dier.  Düuvium  de  los  geólogos  ingleses;  nm- 
loer  pliocene  ó  nuevo  plioceno  de  Mr.  Lyell; 
terreno  clismiano  de  fes.  ürogniart  y  lluot, 
Terreno  de  acarreo.  Terreno  de  acarreo  an- 
tiguo. 

La  composición  de  los  aluviones  antiguos 
varía  necesariamente  seguíi  la  naturaleza  mi- 
neral de  las  regiones  que  los  han  suministra- 
do materiales.  Compóucnse  en  geneyal  de  ca- 
pas, muebles,  de  fragmentos  rodados,  que  pro- 
ceden de  toda  especie  de  i-ocas,  mezcladas  con 
arenas,  arcillas  ó  margas.  Estas  capas  varían  de 
espesor,  y  se  hallan  mas  ó  meuos  profunda- 
mente colocadas  debajo  de  la  tierra  vegetal. 
Consiste  su-carácler  principal  en  hallarse  casi 
siempre  acompañadas  de  enormes  fragmentos 
de  rocas  con  ángulos  musgosos  llamados  blocs 
erráticos,  de  los  cuates  presentan  algunos  un 
volumen  hasta  de  20  metros  cúbicos. 

Los  cantos  rodados  y  los  blocs  erráticos  cu- 
bren una  gran  parto  de  nuestro  continente, 
y  se  les  encuentra  sobre  montañas  tan  eleva- 
chis,  que  es  imposible  suponer  que  haya  lle- 
gado nuuca  á  su  nivel  ningún  curso  de  agua 
movida  por  las  mas  poderosas  fuerzas  actua- 
les, de  suerte  que  hay  que  creer  para  espli- 
car  su  trasporte,  en  un  violento  cataclismo, 
que  habiendo  producido  grandes  accidentes  de 
erosión,  y  bajo  la  influencia  do  poderosas  cor- 
rientes, habría  dispersado  esos  detritus  roda- 
dos á  distancias  y  á  alturas  mas  ó  menos  con- 
siderables. 

En  el  vallo  del  Sena,  encima  del  nivel  del 
rio,  se  nota  una  zona  de  aluviones  antiguos, 


TERRENOS 


130 


cuya  anchura  llega  á  mas  de  una  legua  en  al- 
gunos pujitos  (Saint  Gerraain,  Boulogne,  etc.) 
Examinando  con  cuidado  este  depósito,  se  re- 
conoce que  contiene,  no  solamente  blocs  de 
areniscas  procedentes  de  la  arcilla  plástica  de 
los  alrededores  de  Hontereau,  sino  también 
.de  Ja  caliza  jurásica  que  evidentemente  vie- 
ne 'do  !a-  Borgoña,  y  aun  de  los  detritus  de 
granito  ,  de  sienita ,  de  porliro  y  de  gneis, 
idénticos  a  los  de  las  montañas  del  Morvan 
(Nievre),  de  donde  han  sido  acarreados.  Estos 
depósitos  y  sus  análogos  deben  ser  el  resulta- 
do del  último  cataclismo  que  puso  fin  al  pe- 
riodo paleoteriano  ,  produciendo  una  erosión 
general. 

El  modo  de  trasporte  de  estos  blocs  errá- 
ticos tan  enormes  y  que  se  asemejan  muchas 
veces  á  las  masas  de  cantos  rodados  que  cu- 
bren las  zonas  nortes  del  Antiguo  y  de!  Nuevo 
Mundo,  lian  sido  objeto  de  grandes  discusio- 
nes, y  se  lian  concebido  hipótesis  mas  ó  me- 
nos ingeniosas;  pero  sin  que  ninguna  espli- 
que el  hecho  de  un  modo  satisfactorio.  Por 
eso  piensan  algunos  geólogos  que  los  blocs 
erráticos  han  sido  trasportados  por  grandes 
bancos  de  hielos  lanzados  de  los  ventisque- 
ros y  empujados  con  violencia  hacia  el  Sur. 
Cuando  se  efectuaba  el  deshielo,  se  precipita- 
ban las  rocas  desprendidas  ya  en  el  fondo  de 
las  aguas,  en  Jas  llanuras,  en  los  valles,  ó  en 
las  montanas  submarinas. 

Por  último  ,  no  encontrando  varios  geólo- 
gos estas  hipótesis  suficientes  para  dar  cuenta 
de  un  fenómeno  tan  general,  y  para  esplirar 
el  trasporte  de  los  blocs  erráticos,  llamaron 
cu  su  socorro  á  unórdende  cosas  casi  sobre- 
natural ,  auuque  posible  según  algunos  astró- 
nomos. Se  trata  nada  menos  que  del  choque  ó 
paso  de  un  cometa  por  la  vecindad  de  la  tier- 
ra. Aumentándose  la  atracción  de  este  astro 
errante,  en  razón  de  su  proximidad  ,  hubiera 
producido  en  la  tierra  grandes  desbordamien- 
tos en  las'agiins  del  mar,  de  donde  resultarían 
inmensas  corrientes  que  hubieran  desunido  y 
arrastrado  á  grandes  distancias  esa  musa  do, 
materiales  diversos  que  constituye  el  grupo  de 
los  aluviones  antiguos. 

Agréganse  á  estos  mismos  aluviones  los 
criaderos  rcslaniíeros  del  Cornouailles ,  los 
depósitos  auvoplelinifcros  esplotados  en  la 
vertiente  occidental  de  los  montes  Ourals;  los 
depósitos  tan  nombrados  de!  Brasil ,  de  la  Co- 
lombia, de  la  California,  y  todos  los  depósitos 
gemíferos  ó  de  piedras  preciosas  formados  de 
cantos  rodados ,  entre  los  cuales  se  encuen- 
tran varios  metales  preciosos  ,  acompañados 
de  esmeraldas ,  de  topacios  y  de  diamantes 
desprendidos  de  sus  situaciones  originarias 
por  la  acción  combinada  de  los  agentes  ero- 
sivos. 

Los  aluviones  anligiios  encierran  gran  can- 
tidad de  mamíferos  fósiles ,  de  los  cuales  tie- 
nen algunos  sus  congéneres  cutre  los  anima- 
les actualmente  vivientes;  pero  en  otros  mu» 

2178    UrUUÜTECA  l'Ol'OLAB. 


chos  géneros  y  especies  no  tienen,  represen- 
tantes en  la  naturaleza  animada.  Entre  ellos  se 
hallan  varias  clases  de  mastodontes,  de  rino- 
cerontes, el  megaterio,  colosal  mamífero  que 
existe  en  el  Gabinete  de  historia  natural  de 
Madrid,  y  el  megalonim.  Citaremos  entre  los 
restos  orgánicos  hallados  en  el  valle  del  Sena, 
el  celephas  primigenias  y  el  gran  alee  de  Ir- 
landa (cervus  giganteas) ,\esveá&s  igualmente 
perdidas.  Al  grupo  que  estamos  describiendo 
se  refieren  también  los  notables  depósitos  oxi- 
feros  de  la  costa  de  la  Siberia,  en  que  se  ha 
encontrado  el  elephas  primigenius  ó  gran 
mammouth,  y  el  rinoceronte  tichorinus,  que 
después  de  encerrados  durante  miles  de  años 
en  arcillas  arenáceas,  tenían  sus  cadáveres  en 
un  estado  de  conservación  que  pudieron  los 
perros  comerse  la  carne ,  lo  cual  hace  creer 
que  se  helaron  aquellos  inmediatamente  des- 
pués de  muertos. 

Para  todo  lo  que  á  este  género  concierne, 
recomendamos  al  lector  el  notable  artículo 
Grutas  y  cavernas,  que  ha  insertado  Mr.  Des- 
noyers.  „ 

Miembro  délos  aluviones  modernos. 

Sinonimia:  terreno  post-diluviano  {posl- 
diluvium);  periodo  joviano  de  Mr.  Ale.  Brong- 
niart:  terreno  de  la  época  actual:  terreno 
reciente. 

Este  último  miembro  comprende  todos  los 
depósitos  que  se  han  formado  desde  el  prin- 
cipio del  período  actual,  durante  los  tiempos 
históricos,  y  todos  los  que  en  la  actualidad  se 
forman  á  nuestra  vista.  Presenta  productos 
muy  variados,  resultantes  en  general  de  la 
desagregación  de  toda  especie  de  rocas. 

En  las  regiones  montañosas ,  y  al  pie  de 
las  escarpadas,  vemos  formarse  diariamente 
acumulaciones  de  tierras  desprendidas,  com- 
puestas de  la  descomposición  de  rocas  que 
son  desagregadas  por  la  acción  de  la  lluvia, 
el  hielo  y  demás  agentes  erosivos.  Estos  depó- 
sitos presentan  á  veces  in filtraciones  de  ma- 
teria caliza  ó  ferruginosa,  y  que  sirven  á  las 
'veces  de  cimento  que  se  solidiQca  con  el  tiem- 
po, dando  origen  á  las  brechas  ó  pudingas,  se- 
gún que  los  fragmentos  son  angulosos  ú  re- 
dondeados. 

Existen  en  varios  pantos  depósitos  de  di- 
ferente naturaleza,  como  son  los  de  aguas 
pantanosas,  en  que  diariamente  se  forma  la 
turba,  con  otros  depósitos  mas  ó  menos  cena- 
gosos, que  debiendo  hallarse  en  gran  número 
al  principio  de  la  época  actual,  contienen  mul- 
titud de  osamentos  pertenecientes  por  lo  co- 
mún á  especies  vivientes,  y  también  á  veces 
á  especies  perdidas. 

Sabido  es,  ademas,  que  acarrean  y  deposi- 
tan sedimentos  los  cursus  de  agua,  ora  en  el 
fondo  de  los  valles  que  recorren,  ora  basta  su 
embocadura,  ó  aun  en  el  mar;  dando  asi  naci- 
miento á  islas  nuevas  ó  deltas  de  mu3  ó  me* 
i,   as!  ni  a 


flU 

nns  consideración.  En  otras  partes  hacinan  loa 
mures  en  algunas  de  las  costas,  ó  en  su  seno, 
montones  dn  guijarros  y  bancos  de  arena  que 
forman  escollos  peligrosos  para  la  navegación. 

lincuéntranse  en  las  costas  de  algunas  re- 
glones restos  de  conchas  mas  ó  menos  arená- 
ceas, consolidadas  a  efecto  de  la  precipitación 
del  carbonato  de  cales  que  tienen  en  disolu- 
ción las  aguas. 

[le  esto  tenemos  nn  ejemplo  en  las  costas 
do  la  Morca  en  Sicilia,  y  sobre  todo  cu  la  Gua- 
dalupe, donde  se  ha  hallado  np  esqueleto  de 
mugor  cíe  raza  caribe  probablemente,  incrus- 
tado en  un  depósito  conchífero. 

Los  deposites  marinos  mas  notables  cor- 
respondientes á  este  miembro,  son  los  que 
resultan  de  la  acumulación  de  ciertos  moluscos 
que  viren  en  familias,  y  principalmente  de 
los  poliperos  Las  secreciones  calcáreas  y  acu- 
mulaciones de.  despojos  de  estos  animalitos, 
bancos  inmensos  ó  arrecifes  que  abundan  con 
particularidad  en  los  mares  de  la  zona  inter- 
tropical. 

Por  último,  también  se  hallan  los  depósi- 
tos de  tobas  calcáreas  en  los  aluviones  moder- 
nos, asi  Como  otras  concreciones  calizas  qun 
depositan  ciertos  manantiales  minerales,  ó 
que  se  forman  por  rezumamienlo  en  las  gru- 
tas y  cavernas,  produciendo  el  origen  de  las 
estalactitas  y  las  estalagmitas. 

En  estascav  ernas  es  dond e  parece  q  u e  debían 
habitar  los  mamíferos,  y  donde  se  encuentran 
otros  restos  de  anímales  que  probablemente 
servían  de  pasto  ¡i  los  primeros,  pues  se  dis- 
tinguen perfectamente  lasseñales  de  los  dien- 
tes de  animales  carnívoros  en  los  huesos  roí- 
dos y  rotos  que  se  han  bailado1.  También  se 
han  visto  en  algunas  cavernas  mezclados  con 
los  restos  de  animales  de  especies  perdidas 
osamentos  humanos,  y  fragmentos  de  vagillas 
y  utensilios  groseros,  producto  de  la  indus- 
tria de  los  primeros  hombres.  (Véase  el  artícu- 
lo Gruías  y  Cavernas^,  de  Mr.  üesnoyers. 

Aquí  termina  la  descripción  de  los  terrenos 
sucesivamente  formados  por  la  vía  acuosa, 
siendo  el  Un  que  nos  proponemos  poner  en 
relieve  los  rasgos  mas  importantes  de  los  gru- 
pos que  los  componen.  Pitea  completar  este 
bosquejo  geognóstico,  vamos  á  esponer  breve 
y  cronológicamente  la  aparición  y  descripción 
de  las  primordiales  rocas  Ígneas  que  en  todas 
épocas  han  salido  de  la  masa  central  de  la 
tierra  al  través  de  los  terrenos  sedimentarios, 
trastornando  estos  con  frecuencia  y  viniendo 
á  derramarse  sobre  ellos  algunas  veces. 

TEMIMOS  PLUfÓNICOS  Ó  DE  OMG15N  IGNEO. 

Sinonimia:  terreno  pirogeno  que  com- 
prende los  terrenos  granítico,  piroíde  y  vol- 
cánicos ó  vukánicos  de  varios  geólogos.  De- 
pósitos en  masa  ó  Ígneos  de  Mr.  Boué. 

Según  hemos  indicado,  las  rocas  que  cons- 
tituyen estos  terrenos  se  hallan  mezcladas  ó 


139 

intercaladas  con  ias  masas  cstralitlcadas  de 
todas  épocas,  y  en  particular  de  las  épocas 
antiguas,  llevando  el  carácter  de  rocas  ema- 
nadas del  seño  de  la  (ierra  en  estado  de  fusión 
ígnea.  Ilállanse  como  engastadas  en  el  snob 
primordial  y  en  los  terrenos  BeíiWiéntáííos, 
bajo  forma  de  montones  trasversales,  formados 
por  inyección,  ó  al  través  de 'las  hendiduras 
causadas  por  quebrantamientos  en  la  corteza 
terrestre. 

Tarto  mucho  el  aspecto  y  la  testura  de  es- 
tas rocas  ígneas,  debiendo  ecsullar  tales  dife- 
rencias, de  la  ausencia  ó  de  la  presencia  de 
cierto  número  de  elementos  de  formación,  y 
do  varias  circunstancias  que  han  presidido  á 
su  enfriamiento;  asi  es  que  por  pequeña  que 
sea  una  roca,  suelen  verse  en  ella  lauta  va- 
riedad de  aspecto  y  de  composición,  que  si 
en  lugar  de  ocuparse  de  la  masa  entera  so  fi- 
jase uno  en  cualquiera  de  sus  paites,  se  veria 
cualquiera  inclinado  á  dar  un  nombre  distinto 
á  cada  una  do  ellas.  Su  edad  es  do  difícil  de- 
terminación, pues  no  pueden  clasificarse  tan 
rigorosamente  los  producios'  acuosos  Boma 
los  Igneos,  en  razón  de  que  en  la  casi  totali- 
dad de  las  materias  ígneas,  no  existen  la  es- 
tratificación ni  los  fósiles,  bases  de  la  estrati- 
ficación de  las  rocas  sedimentarias.  Sin  em- 
bargo, como  estas  últimas  corresponden  gene- 
ralmente á  épocas  distintas  de  los- terrenos 
sedimentarios  que  lian  atravesado,  y  que  pre- 
sentan en  otras  partes  caracteres  mineralógi- 
cos  que  los  distinguen,  según  las  épocas  mae 
8  menos  attttgaas  á  que  pertenecen,  se  ha  po- 
dido á  fuerza  da  combinar  observaciones  he- 
chas en  varias  regiones,  establecer  un  ótflen 
relativo  do  antigüedad  de  un  modo  positivo, 
aunque  general. 

Ya  se  comprende  que  no  permiten  los  lí- 
mites de  un  articulo  de  enciclopedia  dar  una 
descripción  detallada  de  las  principales  rocas 
ígneas,  y  asi  á  ejemplo  de  varios  geólogos, 
rouniremos  todos  en  cuatro  grupus  distintos, 
(pie  según  su  orden  cronológico  son  los  ter- 
renos granitóides  ó  graníticos,  tr achilo -ba- 
sáltico, y  lávico  ó  volcánico  propiamente 
dicíw. 

tjerRbno  cranitoide  ó  del  giunito. 

Principalmente  caracterizado  este  grupo 
por  eL  predominio  que  tiene  el  granito,  y  de  la 
testura  granitóide  que  presenta,  comprende 
también  sienitas,  dioritas,  pegmalilas,  etc. 

Todas  estas  rocas  constituyen  ciertas  ma- 
sas y  zonas  trasversales,  que  cortan  los  pla- 
nos de  estratificación  de  ias  capas  ó  estratos 
del  terreno  primitivo,  en  cuya  parte  superior 
se  igualan,  y  á  veces  se  prolongan  avanzando 
hasta  los  antiguos  terrenos  sedimentarios.  Pre- 
sentanse  por  lo  regular  en  anchas  Usuras,  por 
donde  se  ha  derramado  la  materia  liquida  é 
incandescente  crup  ha  llenado  los  eápacios 
preexistentes, 


TERRENOS 


133 


TERRENOS 


(34 


El  granito  compuesto  de  feldespato  de 
cuarzo  y  do  mica,  es  la  roca  mas  abundante  que 
lian  proiiíicitlo  las  cspansioncs  y  levantamieñ- 
los  tle  la  tierra  en  las  primeras  edades.  Ade- 
mas de  las  montunas  y  terrenos  de  considera- 
ción ipie  forma  en  ia  superficie  de  la  tierra,  se 
lceitacn  enormes  fiionesó  rlykes  tfue  atraviesan 
algunos  terrenos  antiguos  sedimentarios,  loqHC 
indudablemente  indica  cjue  bu  salido  en  dife- 
rentesépocas.En  relación  con  su  ostensión  ipic 
suele  llegar  liasta  30  y  40  leguas  cuadradas, 
lia  participado  el  granito  de  lodos  los  movi- 
mientos de  dislocación  queban  agitado  la  cor- 
teza terrestre,  y  prueba  de  esto  son  los  uni- 
dlos filones  que  le  atraviesan,  cuya  naturaleza 
diversa  y  posterior, formación,  pueden  hacer 
recordar  la  historia  de  las  indicadas  disloca- 
ciones y  enunciar  sn  edad.  Estos  filones,  que 
suelen  entrecortarse,  son  estanníferos,  cobri- 
zos, plomíferos,  etc.  En  el  granito  se  encuen- 
Irah  generalmente  las  sustancias  metálicas, 
í'sreptuando,  empero,  el  eslaño  de  Sajonia,  el 
do  CorriouaUies,  y  los  minerales  de  plomo  del 
Tirul,  como  la  mayor  parle  de  los  criaderos  de 
plomo  ó  galena  de  nuestra  península. 

Espuestas  algunas  variedades  de  granito  á 
la  acción  de  la  atmósfera,  se  desagrega  fácil- 
mentu  A  consecuencia  de  la  descomposición 
del  elemento  feldespáticn.  A  esta  circunstan- 
cia se  deben  los  notables  trozos  redondos  de 
granito  que  cubren  frecuentemente  el  suelo, 
y  que  se  apilan  unos  sobre  otros  de  un  modo 
raro. 

La  sieiiüa  es  después  del  granito  la  roca 
mas  importante  del  ¡erreno  que  nos  ocupa; 
presenta  variedades  de  composición  que  la  lia- 
oen  cambiar  de  aspecto,  y  constituye,  lo  mismo 
que  el  granilo,  territorios  de  consideración. 
En  .Siena,  en  Egipto,  forma  una  banda  trasver- 
sal á  la  dirección  del  Nilo,  que  se  estiende  so- 
bre unas  60  ieguas  del  Este  al  Oeste.  Es  me- 
nos susceptible  de  descomposición  la  sienita 
que  el  granito,  y  se  nota  que  no  contiene  filo- 
nes metalíferos. 

Las  demás  rocas  del  terreno  granitoide, 
tienen  rnueba  menos  importancia  que  el  gra- 
nito y  la  sienita,  y  son  principalmente pegma- 
liias  y  dioritas  que  forman  también  masas 
trasversales;  la  primera -es  una  especie  de  gra- 
nilo sin  mica,  y  en  su  seno  es  donde  existen 
los  cristales  mayores  que  se  conocen.  En  con- 
tacto con  la  pegmatita  se  ban  bailado  algunas 
grandes  hojas  de  mica  de  Siberia  que  ban  uti- 
lizado los  aldeanos  rusos  para  vidrios  de  las 
ventanas  de  sus  cabanas ,  y  que  se  emplean 
muy,  útilmente  para  servir  de  vidrieras  en  los 
navios.  Igualmente  procede  de  esla  roca  el 
magnifico  cristal  de  cuarzo  hialino  6  cristales 
de  roca,  (pie  se  ven  y' admiran  en  el  Gabinete 
de  historia  natural  de  Madrid. 

Las  pegmatilas  presentan  uu  fenómeno  cu- 
rioso de  alteración,  cuya  causa  esaun  poco  co- 
nocida; se  descomponen  por  sitios,  basta  mu- 
cha profundidad,  sin  quelas demás  partea  cons- 


titutivas del  granito  participen  de  esta  des-j 
composición.  A  esla  particularidad  se  debe  el 
origen  del  kaolín  ó  tierra  de  porcelana. 

La  dioriia  se  diferencia  del  granito  en  que 
el  cuarzo  y  la  mica  se  bailan  reemplazados 
por  el  amfibol.  Esla  roca  es  generalmente  de 
granos  pequeños  y  suele  presentar  en  la  agre- 
gación de  sns  moléculas,  un  género  particular 
de  cristalización ,  como  en  la  diorita  orbicu- 
lar de  Córcega,  formada  de  una  pasta  de  diori- 
ta  que  contiene  partes  orbiculares  con  capas 
concéntricas  alternativamente  compuestas  de 
feldespato  y  de  antibol.  Como  pertenecí  ente- al 
terreno  granitoide,  los  montículos  de  keosan-. 
ion  que  se  encuentran  principalmente  en  Bre- 
taña, y  por  último  selagitas  fraidonüas,  eto., 
que  existen  en  varias  regiones.  Menos  espar- 
cidas que  jas  otras,  eslas  rocas,  forman  un 
territorio  de  poca  consideración  en  alguno  de 
los  puntos  del  terreno  primitivo. 

En  la  mayor  parte  de  los  paises  montaño- 
sos se  manifiesta  en  la  superficie  del  suelo  el 
terreno  granitoide.  Se  le  ve  en  ciertas  partes 
de  los  Pirineos,  de  los  Alpes,  en  Bretaña,  los 
Vosges,  el  Limosin,  etc.  Se  presenta  con  abun- 
dancia en  Sajonia,  en  Silesia,  en  Bohemia,  etc., 
y  en  nwcltos  puntos  de  Africa,  de  América,  y 
sobre  todo  del  Asia.  Las  cordilleras  que  cons- 
tituye son  muy  elevadas  ,  y  redondas  por  lo 
genera!,  pero  i  veces  se  hallan  escarpadas  sus 
cimas  y  terminadas  en  punta. 

TERRENO  P0RFIRIC0. 

Rállase  bastante  esparcido  en  la  naturaleza 
este  terreno,  comprende,  como  el  anterior,  va- 
rias rocas  diferentes,  entre  las  que  dominan 
los  pórticos.  No  permitiendo  el  estado  actual 
de  los  conocimientos  geognóslieos,  establecer 
datos  cronológicos  muy  rigorosos  sobre  la  apa- 
rición de  estas  diversas  rocas,  diremos  únicas 
mente  en  general  que  empezó  su.  salida  y  es- 
ponsión después  de  la  formación  del  terreno 
primitivo,  y  que  los  diques  ó  masas  trasversa- 
les ó  productos  eruptivos  que  han  formado  en 
los  terrenos  sedimentarios,  pertenecen  princi- 
palmente á  las  épocas  siluriana,  devoniana  y 
carbonífera. 

La  composición  y  aspecto  de  los  porfiros 
varia  mucho  (véase -el  articulo  rocas.)  Aun- 
que salidos  todos  del  mismo  centro  presentan, 
según  Mr.  Cordier,  dos  clases  diferentes  de 
formación.  Unas,  las  mas  antiguas,  resultan  de 
las  expansiones  causados  por  dislocaciones  ge^ 
nerales  ó  locales,  mientras  que  otras  parecen 
producidas  por  erupciones  volcánicas  análogos 
á  las  actuales:  asi  es  que  tendremos  en  ade- 
lante que  considerar  dos  especies  de  productos 
ígneos;  las  de  salida  y  esponsión  por  entre 
las  fisuras  de  la  corteza  terrestre ,  y  las  de 
erupciones  llevadas  á  la  superficie  por  medio 
de  chimeneas  volcánicas:  estas  últimas  adquie^ 
,  ren  mas  importancia  á  medida  que  aumenta  el 
poder  de  la  corteza  terrestre;  las  otras  por  el 


TERRENOS 


136 


contrario  desaparecen  en  la  época  de  la  forma- 
ción paleoteriana,  ó  si  es  que  aun  existen  no 
forman  ya  mas  que  diques  resultantes  de  las  ¡ 
salidas  y  espansiones  de  las  lavasen  las  H-  ¡ 
surns.  ,  j 

Los  producios  dct  terreno  porflroide  son 
principalmente  porfiros  pretosiüceos,  sieküi-  ' 
eos,  protoginicos  y  pirogénicos,  dioritas,  sie- 
nitas  circonianas  (Noruega)  piromerides  (Cór-, 
cega)  y  rocas  piroxénicas  mas  raras,  llamadas 
lerzolita,  ofitona,  ofita  y  mimosita. 

Se  considera  generalmente  que  el  terreno 
porfirico  propiamente  dicho,  no  subo  mas  que 
el  carbonífero  en  la  escala  geognóstica,  pero 
se  agregan  á  la  formación  porfirica  varios  de- 
pósitos pirógenos,  que  si  bien  salieron  algo 
después  del  mismo  centro,  se  colocan  como 
intermediarios  del  terreno  porfirico  pro'piamen- 
te'dicho,  y  del  trac-hito  balsáticoqae  le  sigue. 
No  se  han  formado  en  efecto  durante  los  perio 
dos  penjuatriásico  y  erósico,  sino  productos 
pirógenos  de  mediana  estension.  Estos  son  los 
porliros  dioriticos,  levcostiles,  mimosites,  etc. 

lío  sucede  lo  mismo  en  el  periodo  cretá- 
ceo que  parece  terminado  por  erupciones  vol- 
cánicas casi  semejantes  á  las  actuales,  y  por 
muchos  derramamientos  operados  por  entre  las 
fisuras  de  la  corteza  terrestre.  El  terreno  cre- 
táceo presenta  eu  el  Mediodía  de  la  Francia, 
grandes  intercalaciones  de  rocas  antibélicas, 
como  son  la  diorüa  anfiboliia  y  porfiro  dio- 
ritico.  En  otras  partes  domina  el  sistema  piro- 
génico que  consiste  en  mimosita  y  en  porfi- 
ro piroxénico.  En  Sajornase  ven  también  ro- 
cas análogas  representadas  por  retinitas. 

El  terreno  porfirico  contiene  varias  sus- 
tancias metalíferas,  como  el  mercurio,  manga- 
neso, imán,  sulfuros  de  hierro  y  varios  óxidos 
de  este  metal:  también  se  encuentra  oro  y  plata, 
y  sabido  es  que  las  situaciones  importantes  de 
estos  dos  metales  preciosos  existen  en  esta  for- 
mación, en  Méjico,  en  Transilvania,  en  Hungría 
y  en  la  Península. 

El  aspecto  del  suelo  de  las  montañas  por- 
firicas  es  de  forma  cónica.  Su  altura  en  los 
Yosges  es  de  1,000  á  1,500  metros.  En  otras 
partes  son  menos  elevadas,  y  presentan  co- 
munmente grandes  depresiones  en  sus  flancos. 
El  terreno  porfirico,  es,  por  lo  demás,  tan  fre- 
cuente en  la  naturaleza  que  seria  , ocioso  em- 
prender aquí  una  enumeración  ni  aun  general, 
de  los  sitios  en  que.  existe.  Se  le  encuentra 
siempre  y  en  todas  las  situaciones  posibles, 
mezclado  con  las  formas  estratificadas  que  le 
corresponden,  y  tan  prorito  se  hallan  inyecta- 
das ó  intercaladas  estas  rocas  entre  las  capas 
sedimentarias,  sobre  grandes  ostensiones,  co- 
mo conslituyen  cimas  de  colinas'ó  de  monta- 
fias,  y  otras  veces,  en  fin,  forman  también 
en  la  superficie,  acumulaciones  ó  terrenos  bas- 
tante estensos,  como  en  algunos  puntos  de 
Alemania. 


TERRENO  TRACTOTO— BASALTICO. 

Los  depósitos  pyrogenos  de  este  grupo 
resultan  únicamente  de  erupciones  volcánicas 
ocurridas  durante  el  p'eriodo  paleoteriauo.  Es- 
tas rocas  de  tesüira  cristalina  menos  aparen- 
te que  la  de  los  grupos  que  anteceden,  pue- 
den dividirse  en  tres  sistemas  mineralógica- 
mente distintos.  ■  - 

El  primero  no  presenta  mas  que  rocas  fcl- 
despáticas  (traqiüias). 

El  segundo  no  ofrece  mas  que  rocas  de  ba- 
se piroxénicas  (basaltos]. 

El  terreno  es  misto,  ó  compuesto  de  rocas 
feldespáticas  y  piroxénicas. 

.  Eltipo  del  sistema  feldespático  ó  traquhi- 
co  se  manifiesta  principalmente  en  los  mon- 
tes Engáñeos,  en  el  Siebengebirge,  en  el  Vi- 
varees,  etc.,  se  compone  de  traquita,  de  pór- 
tico l  raquítico,  (leucostita)  de  fonolita,  de  óí>si- 
diana  y  de  conglomeratos  traquiticos.  Estas 
rocas  traquíticas  forman  dykes,  filones  y  so- 
bre todo  masas  espansivas  ó  eruptivas  de  cier- 
to espesor  y  menos  diseminadas  que  el  basal-  ■ 
to,  circunstancia  que  indica  que  á  su  salida 
tenían  cierto  estado  de  pastosidad  y  consisten- 
cia que  no  les  ha  permitido  estenderse  tanto 
como  ha  sucedido  á- otras  materias  eruptivas 
de  distinta  naturaleza;  asi  es  que  presentan 
ondulaciones  y  asperezas  en  los  declives  don- 
de se  han  desparramado. 

La. mayor  parte  de  los  volcanes,  apagados 
ó  en  actividad,  se  hallan  establecidos  sobre 
masas  traquíticas,  como  en  el  centro  de  la 
Francia,  en  las  islas  del  Cabo  Verde,  y  sobre 
todo,  en  América  en  la  grande  cordillera  de  los 
Andes,  donde  todas  las  bocas  ignívomas  ó  que 
arrojan  lavas,  etc.,  descansan  sobre  rocas  de 
esta  naturaleza.  La  traquita  constituye  masas 
de  consideración  en  otras  muchas  regiones  vol- 
cánicas y  se  presenta  bajo  forma  de  terrenos 
y  de  montículos  cónicos,  i  veces  muy  eleva- 
dos. Se  le  considera  como  anteriores  á  las  ro- 
cas basálticas  que  forman  nuestra  segunda  di- 
visión. 

Caracterizan  el  sistema  piroaténivo  ó  ba- 
sáltico, el  basalto,  la  basanita,  la  mimosita,  la 
dolerita,  la  anfigenila,  la  peridolita,  las  es- 
corias, etc.  Teniendo  las  capas  que  formaban 
eslas  rocas  mas  estension  que  la"  de  las  rocas 
traquíticas,  maniiieslan  haber  gozado  de  ma- 
yor Quidez,  contribuyendo  esta  á  que  so  ha- 
yan eslendido  eon  menos  espesor.  Manifiésta- 
se en  Francia  el  terreno  basáltico  en  los  depar- 
tamentos del  Aveiron,  del  Cantal  y  de  1' Arde- 
che,  y  en  España  en  Olot  (Cataluña),  en  las. is- 
las Canarias,  y  en  otras  localidades.  También 
semupstra  en  Sajonia,  en  Bohemia,  enlallesse, 
y,  sobre  todo,  en  las  Islas  Ilebrides  (en  Esco- 
cia), donde  se  ve  en  la  isla  de  Slaffa  la  célebre 
columnata  prismática,  llamada  Gruía  de  Fin- 
gal,  y  por  último,  en  Irlanda,  en  Antrim,  lo- 
calidad célebre  por  su  Calzada  de  los  Gi- 
gantes. 


437 


TERRENOS 


438 


La  estructura  basáltica  de  3,  4,  5,  6,  7  y  S 
lados  ó  planos  afectan  casi  constantemente  las 
masas  basálticas,  proviene  del  retrocedlmienlo 
producido  por  el  enfriamiento.  Se  ve  á  las  p re- 
dichas sustancias  basálticas  del  mismu  aspecto 
mineralógico,  tanto  en  las  masas  eslendidas  ó 
deespansiou,  como  en  lasque  constituyen  dy- 
kes  y  aun  filones;  la  forma  exagonal  es  la  que 
presentan  comunmente,  y  la  de  cuatro  caras  ó  | 
planos  es  la  menos  frecuente.  Estos  prismas 
tienen  a  las  veces  de  alto  de  25  á  30  metros  y 
su  diámetro  es  muy  variable  pues  que  los  hay 
desde  5  á  40  centímetros  Se  ven  estas  colum- 
natas prismáticas  que  son  perpendiculares  y 
guardan  cierta  simetría,  como  si  fueran  parte 
de  «na  obra  arquitectónica. 

Debe  saberse,  porque  es  importante  y  cu- 
rioso, que  la  predioha  estructura  prismática  no 
la  ofrecen  solamente  las  indicadas  rocas  basál- 
ticas, sino  que  también  algunas  masas  erupti- 
vas traclnücas  de  Islandia  ofrecen  semejante 
forma  y  disposición  columnar,  lo  .que  es  de- 
bido igualmente  al  retraimiento  que  lia  esperí- 
mentado  la  materia  eruptiva  en  su  enfria- 
miento, 

Respecto  al  sistema  misto  (feldspálico  y 
piroxenico)  está  este  en  lo  general  mas  esten- 
dido que  los  dos  anteriores,  y  aunque  este 
sistema  deuominado  misto,  presenta  diversas 
irregularidades,  se  ha  observado  que  estas  ir- 
regularidades tienen  lugar  en  las  eslremidades 
de  las  rocas  ó  lavas  piroxénicas,  y  en  el  .cen- 
tro las  feldspáticas,  que  en  razón  de  su  estado 
mas  consistente,  no  lian  podido  avanzar  tan 
lejos  como  las  primeras.  De  esta  disposición, 
hay  magníficos  ejemplos  en  Tenerife,  en  el 
Puig  de  Dome,  en  el  Mont-Dore ,  y  en  otras 
varias  regiones. 

las  rocas  sedimentarias  ofrecen  en  la  pro- 
ximidad de  las  masas  de  origen  ígneo,  huellas 
visibles  de  alteración,  y  presentan  por  consi- 
guiente un  aspecto  diferente  de  su  estado  ha- 
bitual. Asi  es,  como  en  contacto  con  los  ba- 
saltos, han  adquirido  ciertas  calizas  una  tes- 
tara mas  ó  menos  cristalina;  la  hulla  en  cir- 
cunstancias análogas,  pierde  su  betún  y  pasa 
á  la  antracita;  las  areniscas  se  rompen,  y  to- 
man á  voces  un  aspecto  de  vitrificación,  y  las 
demás  rocas  se  trastornan  siempre  poco  ó  mu- 
cho. Estas  especies  de  alteraciones  no  se  re- 
producen, sin  embargo,  infaliblemente  eu  cir- 
cunstancias análogas,  asi  es  que  frecuente- 
mente vemos  que  Tos  productos  de  origen  acuo- 
so, están  en  contacto  inmediatamente  con  los 
productos  ígneos,  sin  presentar  por  esto  la 
menor  señal  de  alteración,  lo  cual  no  sucede 
ademas  sino  sobre  una  escala  muy  limitada. 

Es  probable  que  alterados  grandemente  por 
el  gran  cataclismo  diluviano,  hayan  perdido 
en  parle  su  forriia;primiliva  los  numerosos 
depósitos  de  erupciones  volcánicas  del  periodo 
pahotariemo.  Preséntense  la  mayor  parte  de 
las  rocas  pirogenas  de  esta  ¿poca,  bajo  for- 
mas de  corrientes  de  lavas,  de  escorias,  de 


cenizas  ó  de  materias  incoherentes,  consoli- 
dadas á  veces  por  un  cimiento  posterior,  que 
ha  formado  conglomeraciones. 

En  los  puntos  donde  han  sido  movedizas 
estas  materias,  seencueutran  accidentalmente 
á  las  veces,  algunos  restos  orgánicos  perte- 
necientes al  elephas  primígenius ,  al  rhino- 
ceros  tichorinm ,  etc.  Estos  animales  y  sus 
restos,  han  sido  sin  duda  envueltos  por  sus- 
tancias minerales  de  poca  consistencia  y  lan- 
zados muy  lejos  por  los  volcanes.  Encuén- 
transe  estos  restos  orgánicos  de  especies  per- 
didas, en  Avernie,  en  el  Mont-Dore,  en  la  pro- 
longación de  los  Apeninos,  ele. ,  pero  hasta 
aquí  ningún  indicio  ó  resto  de  la  industria  hu- 
manase ha  descubierto,  lo  cual  conviene  per- 
fectamente con  lo  que  en  el  estudio  de  los 
terrenos  sedimentarios  correspondientes  -A.  es- 
ta época  se  ha  manifestado. 

TERRENO  LAVICO  Ó   VOLCANICO  PROPIAMENTE 

JUCHO, 

Conságrase  generalmente  esta  denomina- 
ción i  los  depósitos  volcánicos,  resultantes  do 
las  erupciones  sobrevenidas  desde  el  princi- 
pio de  la  época  actual  ó  histórica,  hasta  nues- 
tros dias.  ítingun  carácter  particular  presenta 
este  grupo  pirogeno  moderno,  que  lo  distinga 
del  terreno  precedente.  Las  materias  que  lo 
componen  son  absolutamente  semejantes  á  las 
materias  arrojadas  durante  el  período  paleo- 
teriano,  con  la  diferencia,  sin  embargo ,  de 
que  el  tiempo  ni  las  circunstancias  permitie- 
ron á  las  infiltraciones  minerales,  obrar  sobro 
estos  productos  recientes  como  sobre  los  mas 
antiguos,  resultando  de  esto  que  los  primeros 
difieren  de  los  productos  antiguos  por  la  au- 
sencia casi  completa  de  minerales  accidenta- 
les. Sos  elementos  incoherentes  no  han  podi- 
do volver  á  consolidarse  después  por  medio 
de  nn  movimiento  cualquiera,  como  ha  sucedi- 
do a  las  materias  volcánicas  del  periodo  pre- 
cedente. Hedía  la  abstracción  de  estas  cir- 
cunstancias, se  halla  representado  el  terreno 
lávico,  por  las  mismas  lavas  ó  rocas  feldspáti- 
cas, basálticas,  peridóticas  y  vitreas. 

Importa  observar  aqui  que  las  rocas  volcá- 
nicas del  período  precedente ,  son  el  resulta- 
do de  erupciones  considerables,  y  que  eran  á 
la  vez  mas  generales  y  mas  poderosos  los  fe- 
nómenos quo  las  producían,  que  los  de  la  épo- 
ca actual.  Resulta  de  esta  observación  per- 
fectamente probada,  que  ha  perdido  y  pierde 
cada  dia  mas  importancia  la  causa  que  presidé 
á  la  salida  de  rocas  pirogenas ,  pues  desde  el 
principio  de  nuestro  período,  resultan  apaga- 
dos mas  de  la  mitad  de  sus  volcanes. 

Nada  mas  diremos  sobre  el  terreno  lávico, 
tan  fácil  de  apreciar,  y  solo  repetiremos  que 
sus  productos  no  se  diferencian  de  los  do  la 
época  precedente,  mas  que  por  el  carácter  cro- 
nológico que  los  separa,  y  porque  contienen 
algunas  veces  restos  de  la  industria  humana, 


TERRENOS— TERUEL 


(40 


unidos  á  despojos  de  animales  pertenecientes 
á  las  especies  que  viven  actualmente. 

Reasumiendo  en  pocas  palabras  loa  liectios 
capitales  de  los  terrenos  Ígneos  ó  pirógenos, 
veremos  que  desde  la  época  mas  remola  hasta 
nuestros  dias,  ha  habido  continuidad  en  la  sa- 
lida de  las  materias  pirogenas;  que  se  lia  he- 
cho esta  espresion  ,  primero  por  espansiunes 
de  la  materia  terrestre  y  después  por  erup- 
ciones; que  ha  sido  mas  frecuente  y  de  mas 
consideración  en  las  épocas  anteriores;  que  ai 
mismo  tiempo  tenían  mayor  fuerza  o  disposi- 
ción para  la  cristalización  estos  productos  ter- 
restres; y  finalmente,  que  cuanto  mas  se  acer- 
ca ta  época  actual ,  mas  se  reduce  y  aminora 
el  poder  que  preside  á  los  fenómenos  erupti- 
vos, de  suerte  que  las  lavas  (fue  brotan  actual- 
mente V  se  encuentran  aisladas  y  estrañas  has- 
ta cierto  punto  al  suelo  que  las  recibe. 

Terminamos  aqni  este  articulo,  tal  vez  al- 
go estenso  para  el  espacio  que  le  eslá  destina- 
do, pero  demasiado  corto  ciertamente  para 
"  reasumir  con  exactitud  todos  los  caracteres  de 
los  terrenos  y  buscar  las  diversas  causas  que 
lian  presidido  á  su  formación.  Se  encuentra 
ademas  completado  por  los  arliculos'y  obras 
de  Mr.-  HT.  Elie  de  Beaumont  y  Constan!  I'rcvosl; 
y  por  los  importantes  trabajos  de  otros  dis- 
tinguidos geólogos. 

TERRESTRES.  (Historia  natural.)  Familia 
de  moluscos  gasterópodos  det  orden  de  los 
pulmonados,  caracterizada  por  la  existencia  de 
cuatro  tentáculos,  de  los  cuales  dos  llevan  fos 
.ojos  en  su  estremidad.  Los  hay  desnudos  y 
testáceos.  Entre  los  primeros  se  hallan  las  6a- 
bosas  ó"  limazas,  y  entre  los  segundos  losfté- 
íices  y  bulimos. 

TERRÍCOLAS.  {Historia  natural.)  Orden  de 
annélidos,  caracterizados  por  carecer  de  ca- 
beza y  branquias  esleriores  y  tener  cerdas 
para  la  locomoción.  Viven  tinas  veces  en  tu- 
bos sólidos  y  otras  metidos  en  el  fango  ó  en 
la  arena.  Pertenecen  á  este  orden  la  lombriz 
de  íterro-y  las  náides. 

TERUEL.  [Geografía.)  Provincia  de  España, 
de  tercera  clase,  y  una  de  lastres  que  formaban 
el  antiguo  reino  de  Aragón.  Confina  por  el  N. 
con  la  de  Zaragoza  y  Huesca,  por  el  E.  y  S. 
con  las  de  Tarragona,  Castellón  de  la  Plana  f 
Valencia,  y  por  el  ü.  'con  las  de  Cuenca  y 
Cuadalajara.  Se  halla 'situada  en  el  limite  meri- 
dional del  anligub  reino  de  Aragón  á  los  3í)u 
51'  WJ  latitud  S;,  41°  50'  00"  N.  y  3"  57' 
40"  longitud  E.,  Iu  58'  15"  0.,  tómalo  del 
meridiano  de  Madrid'.  Corresponde  en  lo  ecle- 
siástico, parle  á  la  diócesis  de  su  mismo  nom- 
bro y  parle  á  la  de  Zaragoza,  Albarracin  y  Se- 
gorbe;  en  lo  judicial  á  la  audiencia  territorial 
de  Zaragoza,  en  lo  militar  á  la  comandancia 
general  de  Teruel,  afecta  á  la  capitanía  gene- 
ral de  Aragón,  y  en  lu  civil  y  administrativo 
al  gobernador  (le  la  misma.  El  clima  es  frió 
por  Ib  general  á  causa  de  las  muchas  sierras 
que  la  cruzan  en  diferentes  direcciones.  Cuin- 


prende  S9ÍI  leguas  cuadradas  de  superficie, 
los  diez  partidos  de  Albarracin,  Alcañiz,  Aliaga, 
Calamncba,  (Mellóte,  Ilijar,  Mora,  Segura, 
Teruel  y  Valclorrobres,-  y  62,7 IR  vecinos  y 
250,000  almas.  Una  gran  parte  del  territorio 
de  esta  provincia  es  quebrado  ,  montuoso  y 
dominado  por  encumbradas  sierras,  si  bien  en- 
t re  ellas  se  forman  dilatadas  llanuras, 'como 
los  campos  de  Celia,  Mpíireál¡  Visedo,  Visiedo, 
y  la  mayor  parte  de  la  Tierra  Baja  ,  viéndose 
en  sus  cañadas  vegas  frondosas  y  ricas  ferti- 
lizadas por  los  ríos  que  corren  en  diferentes 
direcciones  y  por  multitud  de  arroyos  y  ma- 
nantiales. La  sierra  mas  estensa  que  recorre  la 
provincia  y  puede  considerarse  como  matriz 
de  las  demás  es  la  de  Albarracin,  que  Antillou 
reputa  un  su  Gaografia  como  emanación  de  la 
gran  cordillera,  denominada  Ibérica.  Los  ríos 
principales  son  el  Ebro,  el  Jiloea,  el  Martin, 
el  Guadalope,  el  Alfambra,  el  Mijares,  el  Turia 
y  el  Guadalaviar.  Hay  cuatro  fábricas  de  sal  de 
de.  agua  en  esta  provincia;  la  primera  y  prin- 
cipal está  situada  alS.  en  los  confines  de  la  de 
Valencia;  llámase  las  Salinas  de  Arcos  por  ha- 
llarse á  media  legua  de, distancia  del  pueblo  de 
este  nombre.  Elabora  anualmente  9,000  fane- 
gas .de  sal.  La  segunda  se  denomina  de  Ojos 
Negros,  entre  S.  yN.  á  inedia  hora  del  pueblo 
del  mismo  nombre;  produce  unas  4,000  fane- 
gas anuales.  La  tercera  se  titula  de  Armillas 
y  la  cuarla  situada  en  el  valle  de  Valtablado  se 
halla  á  tres  huras  del  pueblo  de  Frias,  confi- 
nante con  Castilla  la  Nueva,  y  produee  anual- 
mente 3,00(1  fanegas. 

Las  producciones  que  mas  abundan  en  esta 
provincia  son.  revéales,  vino,  aceite,  lanas, 
seda,  cáñamo,  Uno,  azafrán,  frutas  esquisitasy 
hortalizas  de  todas  clases;  se  cria  mucho  ga- 
nado'lanar,  vacuno  y  de  cerda.  En  los  pueblos 
de  la  ribera  de  Mosqueruela  se  hacen  sabrosos 
quesos,  distinguiéndose  el  de  Troncbon.  Los 
montes  abundan  en  maderas  y  leña,  y  en  caza 
do  todas  clases  Los  rios  producen  buen  pes- 
cado. 

El  estado  de  los  caminos  de  eata  provincia 
es  muy  poco  satisfactorio ,  pues  no  la  cruza 
ninguna  carretera  general;  poro  se  construye 
actualmente  una  que  partiendo  de  la  capital 
sigue  el  curso  derecho  del  Jtlocapor  medio  de 
ios  campos  do  Celia  y  Monreal ;  por  lo  demás 
existen  varios  proyectos  para  abrir  diferentes 
vias  de  comunicación,  siendo  el  mas  impor- 
tante la  construcción  do  una  carretera  que  par- 
tiendo desde  Monreal  del  Campo  atraviese  los 
partidos  de  Calamocha,  Segura,  Caslellole  y  Al- 
cañiz hasla  el  Ebro,  poniéndose  en  contacto 
con  la  provincia  do  Tarragona.  Todos  los  de- 
mas  caminos  son  trasversales  en  su  mayor 
parlo  y  los  restantes  do  herradura  en  muy  mal 
estado. 

La  inslruecion  pública  eslá  bastante  atra- 
sada, pues  á  escepciou  de  la  capital  y  de  las 
cabezas  do  partido,  apenas  se  encuentran  es- 
íableciimenlos  de  esta  clase  en  los  domas  pue- 


TERUEL 


U{2 


los  de  la  provincia.  La  industria  se  halla  li- 
mitada á  algunas  fábricas  de  paños  bastos  y 
bayetas  de  Albarraein,  RuLiielos  de  Mora  y  No- 
g-uerneías,  á  !a  nuil tilud  de  telares  que.  se  en- 
cuentran en  casi  lodos  los  pueblo?  para  la  fa- 
bricación de  lana  y  cáñamo  destinados  á  los 
usos  domésticos,  mantas,  fajas  de  diferentes 
colores,  alpargatas,  algunas  fábricas  do  papel, 
siendo  muy  notable  la  de  los  señores  Tempra- 
do  y  compañía,  establecida  eu  Yillarlunngo, 
varias  de  jabón,  curtidos,  batanes,  martinetes 
de  batir  cobre  y  alfarerías.  El  comercio  es  bas- 
tante animado,  especialmente  el  de  cereales, 
que  sostiene  con  las  provincias  de  Cuenca, 
Ouadalajara,  Castellón  y  Valencia.  Se  espolian 
los  artículos  siguientes:  granos,  lanas,  seda, 
aceite,  lienzos,  bayetas  y  paños,  y  la  impor- 
tación se  reduce  á  géneros  ultramarinos,  arroz, 
bacalao,  garbanzos  de  Castilla  y  manufacturas 
nacionales  y  estrangeras.  Se  celebran  en  toda 
la  provincia  ias  siguientes  ferias:  en  la  capital 
el  lio  de  mayo  y  21  de  setiembre;  en  Mijar  el 
2  de  febrero;  en  Montatban  en  ID  do  marzo; 
en  Canlavieja  el  28  de  agosto  ;  en  Aliaga  el 
8  de  setiembre;  en  Orilmela  de  Aragón  el  12 
do  ídem;  en  Calauda  ei  29  de  ídem;  en  Alcalá 
de  la  Selva  el  4  de  octubre;  en  Santa  Eulalia  el 
12  de  idem;  en  la  Hoz  de  la  Vieja  el  3  de 
noviembre;  en  Calaceite  el  13  de  diciembre,  y 
en  ílotfili  el  21  de  id. 

MOTEE!  ciudad  de  España,  capilal  de  la 
provincia,  partido  judicial  y  diócesis  de  su 
nombre,,  residencia  de  las  autoridades  supe- 
riores de  la  misma,  situada  sobre  una  altura 
en  la  orilla  izquierda  del  rio  Guadalaviar,  con 
clima  sano  aunque  algo  húmedo  y  frió  por  la, 
noche.  Su  población  asciende  á  1 ,791  vecinos 
y  7,105  almas.  Está  cercada  de  antiguas  mu- 
rallas, y  su  contorno  es  una  figura  irregular, 
con  7  puertas  que  dan  entrada  á  la  población. 
Las  calles  son  por  lo  general  estrechas,  tor- 
tuosas y  mal  empedradas.  La  altura  de  las  ca- 
sas es  de  30  á  40  pies,  y  su  distribución  inte- 
rior es  antigua  y  de  poco  gusto.  Su  aspecto 
estertor  nada  oTrece  de  notable,  pues  no  reve- 
la ningún  orden  arquitectónico.  Hay  14  pla- 
zas, las  principales  son:  la  Mayor,  que  forma 
un  polígono  y  tiene  537  varas  cuadradas  y 
soportales  en  sus  contornos  perfectamente  pa- 
vimentados, viéndose  en  ella  las  principales 
tiendas  de  comercio  y  una  antigua  fuente  de 
construcción  irregular;  la  plaza  do  la  Marque- 
sa, que  es  de  figura  cuadrilátera,  de  420  va- 
ras  de superiieic;  la  de  la  Catedral,  que  es  un 
polígono  de  389  varas  de  superficie  con  una 
fuente  en  el  costado  N.;  la  de  Santiago,  de  fi- 
gura cuadrilálara  con  66  varas  de  superficie  y 
una  fuente  al  lado  del  0  ;  la  del  Seminario  que 
"gara  un  polígono  de  43G  varas  y  está  deco- 
rada con  el  frontispicio  delsemluario  conciliar 
que  |e  da  nombre;  la  de  San.  Miguel,  de  forma 
cuadrilátera  con  72  varas  de  superficie;  la  del 
Pescador;  la  de  la  Judería;  la  de  Bobinar;  la  de 
San  Andrés;  la  de  San  Juan,  donde  se  ha  hecho 


una  plantación  de  calles  de  árboles  para  que 
sirvan  de  paseo  con  una  fuente  en  el  lado  N.; 
la  plaza  del  Tremedal  y  la  del  Gobernador. 

Hay  en  esta  ciudad  monumentos  notables, 
enlre  los  que  debemos  citar  primeramente  la 
catedral,  que  tiene  la  advocaeionde  Sta.  Muría 
de.Media  Vila,  y  fué  en  lo  antiguo  simple  par- 
roquia. Consta  de  tVes  naves  paralelas  con  un 
crucero,  sobre  el  cual  descansa  un  cimborio 
de  dos  cuerpos  al  estilo  gótico.  La  na,ve  del 
medio  y  el  Iras-altar,  han  sido  renovados  de 
arquitectura  moderna.  Los  adornos  del  templo 
son  bastante  escasos  por  cierto,  siendo  muy 
regular  el  feciio  de  las  naves  laterales.  Él  altar 
mayor  cu  cuanto  á  su  arquitectura  es  do  estilo 
medio  ó  plateresco;  pero  el  de  la  escultura  es 
mas  grandioso;  pertenece  á  la  escuela  lloren- 
tina  del  tiempo  de  Miguel  Angel.  En  doce  ta- 
bleros colocados  en  los  diferentes  cuerpos  del 
retablo.,  se  ven  asuntos  de  la  Vida  y  pasión  del 
Redentor  con  figuras  casi  totalmente  relevadas: 
en  el  parage  principal  está  la  Asunción  de 
Nuestra  Señora,  de  escultura,  y  33  estátuas  co- 
locadas en  los  nichos  del  retablo.  Al  lado  de  la 
epístola  y  propiedad  de  los  duques  de  Villa- 
hermosa  está  la  capilla  de  los  Santos  Reyes. 
En  dos  urnas  colocadas  á  cada  lado  de  laca- 
püla  se  encierran  las  .reliquias  de  los  santos 
mártires  Alejandro,  Jacinto  León  y  Eugenio,  y 
las'de  las  vírgenes  Gerónima,  Margarita  y  Es- 
colástica. La  reja  del  coro,  de  gusto  gótico  se 
vé  adornada  con  grandes  follages,  y  algunos 
ramilletes  ejecutados  con  el  mayor  primor.  Su 
sillería,  regalo  del  obispo  de  esta  santa  iglesia 
Bon  Martin  Terrer,  después  de  ser  promovido  á 
la  de  Tarazona,  á  principios  del  siglo  XVII,  es 
de  órdeu  dórico,  con  columnas  estriadas  eu- 
tre  los  asientos.  Cutre  las  varias  alhajas  de  este 
lemplo  se  conservan  una  custodia  de  plata  de 
orden  plateresco  con  seis  columnas  abalaus- 
tradas; en  el  tabernáculo  ovalado,  y  entre  los 
dos  ángeles  que  sostienen  la  Santa  Hostia,  hay 
un  pequeño  dosel,  y  un  arca  para  el  monu- 
mento, todo  del  nlejor  gusto,  teniendo  la  si- 
guiente inscripción:  Humilium  celsitudini  Pe- 
trus  ¡tfartiiius  Rubio,  decanu?  Turolensis, 
mrdinm  vice-Rugía  Qubernalor ,  sacroi  Ro- 
manos Rotee  auditor.  Posteriormente  el  iius- 
(risimo  señor  obispo  de  aquella  iglesia  regaló 
otra  custodia  labrada  en  Córdoba  en  1742  por 
Bernabé  (jarcia  de  Sos  Reyes;  liene  mas  de  14 
arrobas  de  plata;  su  estilo  es  churrigueresco, 
y  su  forma  la  de  un  templete  de  dos  cuerpos 
sobrepuestos,  sostenidos  por  columnas  con  re- 
lieves y  adornos  de  bueu  gusto  y  terminando 
eu  una  corona  imperial. 

Los  demás  templos,  San  Miguel,  San  Pedro, 
San  Andrés,  San  Juau  y  San  Salvador,  todos 
parroquias,  nada  ofrecen  de  notable,  á  ascen- 
ción de  algunos  retablos  y  pinturas  ,  obra  de 
los  mejores  artistas  de  aquella  época.  El  semi- 
nario es  un  ediíicio  de  colosales  dimensiones, 
pero  sin  ningún  órdeu  arquitectónico  marcado. 
Sin  embargo,  su  iglesia  es  magnifica  y  consta 


143 


TERUEL 


444 


de  una  nave  con  cmz  latina.  Es  notable  el 
busto  de  su  fundador  el  obispo  de  Teruel  é  in- 
quisidor general  donfrancisco  Pérez  de  Prado, 
ejecutado  por  don  Felipe  de  Castro.  Fué  en  un 
principio  colegio  de  jesuítas,  después  semi- 
nario conciliar  y  en  el  día  sirve  de  cuartel. 
Hay  tíos  conventos  de  monjas  y  ludio  dos  de 
frailes,  el  Carmen  y  Santo  Domingo,  donde  se 
hallan  hoy  todas  las  oficinas  de  hacienda.  Las 
casas  consistoriales,  cuyo  frente  principal  da 
á  la  plaza  de  la  Catedral,  se  hallan  en  un  esta- 
do ruinoso,  particularmente  por  el  costado  que 
da  á  la  plazoleta  del  Almudi  Viejo.  Ademas 
de  los  ediücios  que  dejamos  mencionados,  tie- 
ne esla  ciudad  una  casa  de  misericordia,  don- 
de hay  telares  de  lienzo  y  alpargatería  á  que  se 
dedican  los  hospicianos  que  se  acogen  en  di- 
cho establecimiento;  un  hospital ,  que  en  su 
principio  fué  destinado  á  los  leprosos  con  la 
denominación  de  San  Lázaro,  y  por  último  va- 
rios edificios  eslramuros  que  fueron  conventos  ¡ 
de  frailes.  - 

La  instrucción  pública  cuenta  con  cinco  es-  ' 
cuelas  de  primera  educación  sostenidas  por  el ' 
ayuntamiento,  con  el  instituto  provincial  de; 
segunda  enseñanza  y  el  seminario,  donde  hay : 
doce  alumnos  internos  y  cuatro  catedráticos,  j 
uno  de  moral,  otro  de  teología  escolástica,  1 
olro  de  filosofía  y  otro  de  gramática  latina,  j 

El  rio  Guádalaviar  riega  antes  y  después 
de  Teruel,  una  hermosa  vega  bien  cultivada.  ¡ 
Tiene  hermosos  paseos  por  la  parte  de  dicho  ' 
rio, -en  el  que  sé  cogen  abundantes  truchas,  i 
anguila-  y  barbos.  A  un  cuarto  de  hora  de  la  j 
ciudad,  por  la  parte  del  Norte,  hay  una  casa  de  ] 
baños  medicinales,  cuyas  aguas  tienen  la  vir- 
tud de  curar  prodigiosamente  los  dolores  reu- 
máticos, las  afecciones  de  estómago  y  otras  de 
esta  clase.  Su  industria  consiste  en  fábricas  de 
paños,  curtidos,  tintes  y  batanes,  telares  para 
lienzos  y  talleres  de  cordelería,  alpargatería  y 
obra  prima.  Hay  fábricas  y  alfarería. 

TERUEL.  (H  istoria.)  Esta  ciudad,  tanto  por  su 
situación  en  territorio  que  fué  délos  celtíberos 
tusones,  como  por  la  alusión  de  los  nombres, 
es  indudablemente  la  famosa  Turba  de  la  España 
primitiva.  Sobre  la  etimología  de  esta  palabra 
nu  han  faltado  autores  que  hayan  dicho  proce- 
der del  idioma  vascuence ,  interpretándolo 
aguaducho;  pero  el  erudito  don  Miguel  Cortés 
lo  deduce  del  hebreo,  de  las  voces  thor  y  bat 
ó  bel,  interpretándolo  Domus  Tanre,  según  la 
costumbre  antiguado  llamará  las  ciudades  con 
el  nombre  de  Domus.  La  primera  noticia  his- 
tórica que  aparece  de  Turba  ó  Teruel  es  con 
motivo  de  la  célebre  guerra  saguntina.  Según 
Tito  Livio,  los  tnrbitanos  eran  vecinos  de  los 
sagtmtinos,  quienes,  sostuvieron  una  empeña- 
da cuestión  de  límites  por  haber  invadido  es- 
tos iiltinios  el  territorio  de  los  primeros:  as;  es 
que  los  turbitanos,  no  solo  no  se  opusieron  á 
la  ruina  de  Sagunto,  sino  que  fueron  los  pri- 
meros en  acometerla  al  frente  de  su  poderoso 
auxiliar,  y  cuando  los  saguntinos  pidieron  con- 


diciones honrosas  para  evitar  la  total  ruina 
que  llegaron  á  mirar  de  cerca,  una  de  las  que 
se  les  impuso  fué  la  restitución  de  los  territo- 
rios que  tenían  usurpados  á  los  turbitanos. 
Estos  vieron  por  Un  colmados  sus  deseos  coa 
la  destrucción  de  Sagunlo,  y  entraron  en  po- 
sesión de  los  territorios  cuestionados,  mientras 
aquellos  de  sus  enemigos  que  habían  sobrevi- 
vido á  los  horrores  de  tan  terrible  guerra,  eran 
vendidos  por  esclavos;  pero  Ires  años  después 
los  Escipiones  victoriosos  de  los  ejércitos  car- 
tagineses por  toda  la  España  Citerior,  libertan 
del  cautiverio  á  los  desgraciados  saguntinos; 
les  restituyen  su  ciudad  y  sus  campos,  la  en- 
greída Turba  es  arrasada,  sus  vecinos  vendidos 
en  pública  subasta  ,  y  sos  -campas  y  aldeas 
quedan  tributarios  de  sus  antiguos  émulos.  Sia 
embargo,  los  turbitanos  de  las  aldeas,  auxilia- 
dos por  los  cartagineses,  cuando  volvió" á  mos- 
trárseles propicia  la  guerra,  lograron  recobrar 
su  ciudad  y  desechar  mas  adelante  el  predomi- 
nio saguntino.  En  el  año  196  antes  de  Jesucris- 
to, fué  testigo  esla  ciudad  de  una  Famosa  bala- 
lia  ganada  junto  á  ella  por  el  pretor  Q.  Minu- 
cio  Termo,  sobre  los  celtiberos  mandados  por 
sus  generales  Bndar  y  hesasides,  de  los  cuales 
quedé  preso  el  primero  con  12,000  muertos  y 
completa  dispersión  del  resto  del  ejército,  no- 
minada Teruel  por  los  árabes  permaneció  en 
su  poder  basta  el  año  de  1171  en  que  la  con- 
quistó el  rey  don  Alonso  11  de  Aragón  sin  mu- 
cha pérdida  ,  y  la  restauró  y  pobló  por  el  mes 
de  octubre  para  ser  elfuerley  homenage  de  la 
conquista  del  reino  de  Valencia.  Los  morado- 
res de  Teruel  fueron  los  que  socorrieron  á 
don  Jaime  el  Conquistador,  cuando  se  hallaba 
en  Murcia  en  grande  apuro  por  falta  de  víve- 
res. La  ciudad  disfruta  varios  fueros,  entre 
ellos  el  de  Sepúlvcda,  Durante  la  guerra  de  la 
independencia  contra  la  invasión  francesa  de 
1808,  prestó  esta  ciudad  importantísimos  ser- 
vicias á  la  causa  nacional.  En  ella  se  restable- 
ció la  junta  de  Aragón  en  30  de  mayo  de  1  SOS. 
En  julio  de  1843  resistieron  sus  habitantes  con 
estraordinaria  constancia  á  las  tropas  sitiado- 
ras, por  cuyo  motivo  obtuvo  la  ciudad  para  su 
ayuntamiento  el  titulo  de  escelenlisimo,  de 
que  goza,  y  ademas  un  nuevo  cuartel  para  sus 
armas,  cual  es,  en  campo  rojo  un  canon  y  un 
obús  cruzado,  con  una  pila  de  balasen  su  cen- 
tro, como  emblema  del  ataque  sufrido  y  de  la 
victoria  conseguida.  Al  mismo  tiempo  le  fueron 
también  conlirmados  los  títulos  que  de  inme- 
morial goza,  de  muy  noble,  fidelísima  y  ven- 
cedora.  Ademas  del  cuartel  espresado,  ostenta 
el  escudo  de  armas  un  murciélago,  en  memo- 
ria de  la  parte  que  tuvo  esta  ciudad  en  la  con- 
quista de  Valencia,  y  un  toro  con  una  estrella 
encima. 

En  esta  ciudad  nacieron  los  famosos 
clon  Juan  Diego  -Martínez  de  Mareilla  y  do- 
ña Isabel  de  Segura,  conocidos  por  losAman- 
tesde  Teruel,  cuyos  esqueletos  se  conservan 
en  el  claustro  de  la  catedral;  el  padre  Gcrónh 


MS  TERUEL- 

modellipalda,  do  la  compañía  deJesiis;  don  Se- 
bastian Navarro  de  Arroita,  obispo  de  Tarazona. 
y  don  Pascual  lbañez,  escritor. 

TEliHEL.  (orikpado  be)  Es  sufragáneo  del 
aBÓÉIS'pttdü  de  Zaragoza,  con  el  que  confina 
por  el  N.;  por  ct  B.  con  el  mismo  y  la  diócesis 
de  Tortosay  Valencia;  por  i'í-5.  con  esta  úl- 
tima y  la  do  Scgorbe;  y  por  el  0.  con  la  de 
Segorbe  y  Albarracin.  El  círculo  es  de  unas  54 
leguas,  distando  de  la  capital  el  estremo  más 
aportado  unas  14  leguas  al  E.,  y  el  mas  cerca- 
no J  leguas  al  0.  Pertenece  á  ésto  obispado  el 
piiebíti  de  ltcchi,  enclavado  en  la  diócesis  de 
Torlnsa,  que  dista  1S  leguas  de  su  capital  Tc- 
rocl;  pero  no  bay  parte  alguna  eslraña  dentro 
de  sus  confines.  Toda  la  diócesis  pertenece  á 
la  provincia  civil  do  Teruel,  cscepto  o)  segre- 
gado pueblo  de  Becfal  que  eslá  en  la  de  Caste- 
llón de  la  Plana  Comprende  el  obispado  89 
parroquias,  co  lasque  hay  2GI  beneficiados, 
373  beneficios,  36  capellanías  colativas  y  113 
laicas.  En  1822  eran  los  perceptores  de  diez- 
mos 330,  y  los  no  perceptores  17(5:  lialna  5 
conventos  con  102  individuos,  á  mas  de  14  se- 
cularizados y  esclauslrados;  siendo  la  pobla- 
ción total  de  la  diócesis  12,019  vecinos  ó 
48,565  almas.  La  iglesia  fué  erigida  en  cate- 
dral en  1677  y  cuenta  6  dignidades,  10  ca- 
nónigos, 5  racioneros  y  2  medios.  Hay  ademas 
una  colegiala  en  Rnbielos  y  otra  en  Mora  con 
33  sirvientes;  y  no  seminario  conciliar,  ad- 
vocación de  la  Concepción  y  Santo  Toribio  de 
Mogrobejo,  incorporado  á  la  universidad  de 
Huesca. 

TERUEL;  (paivtido  de)  Es  do  término  en.  la 
provincia  y  diócesisde  su  nombre,  y  consta  de 
los  34  pueblos  de  Aldehuela,  Alfambra,  Cama- 
fias,  Camarona,  Campillo,  Cascante,  Castralbo, 
Cándele,  Cedrillas,  Coladas,  Gomad,  Corbalan, 
(¡nula,  Cuevaslabradas,  Escorigüela,  Escrielie, 
Libros,  Orrios,  Peralejos,  Perales,  Pobo,  Puebla 
de  Valverde,  Hiodeva,  Rubiales,  Teruel,  Tor- 
lojada,  Tramaeasliel,  Valaclocbe,  Valdecebro, 
Víllalbl  Alia",  Villalba  Baja,  Villaspesa,  Villas- 
tar  yVillel,  con  5,319  vecinos  y  29, S06  al- 
mas. 

TESALIA.  [Geografía  éhisioria.)Vñm\U\d.- 
nienle  Ilemonia,  hoy  dia  sundjakato  de  Triga- 
la,  ele:  una  de  las  siete  Comarcas  de  la  pe- 
nínsula helénica  al  S,  de  los  monles  Seardo  y 
del  Humus,  situada  en  ía  costa  oriental  entre 
la  Maccdonia  al  N,  y  la  Grecia  propia  al  S.; 
fenia  al  0.  la  cadena  del  Pindó,  que  la  separa- 
La  del  Epico,  al  E.  el  mar,  y  al  S.  la  cadena 
del  Oeta;  el  Olimpo,,  el  Ossa  y  el-  Pelion  for- 
maban otra  casi  paralela  á  la  costa;  el  pais  es- 
taba regado  por  dos  ríos  principales,  el  Sper- 
chio  al  S.,y  el  Feneo  al  N»  Eslavo  en  un  prin- 
cipio habitada  iior  los  pelasgos  y  se  le  dió  el 
nombre  de  Ilemonia,  recibiendo  luego  á  una 
porción  de  pueblos  de  la  misma  raza,  aunque 
menos  civilizados;  los  tesados,  procedentes  de 
Tespota  que  comunicaron  su  nombre  átodo  el 
pais,  los  pbtiotas  y  los  dorios-aqueos,  que  de- 

'¿17D    IHULIOTKCA  POPULA». 


-TKSORO  146 

jaron  la  Tesalia  por  la  Grecia  propia  y  el  Pe- 
loponeso,  y  los  en  ¡anos  que  acabaron  por  fi- 
jarse al  SO.  de  la  provincia.  También  estuvo 
ocupada  en  los  tiempos  mas  remotos  por  los 
lapitas,  los  mirmidones,  los  dolopes  y  los  driu- 
pes  que  desaparecieron  pronto.  Cuando  los  do- 
rios abandonaron  el  pais  ochenta  años  antes 
de  la  toma  de  Troya,  hubo  cinco  regiones 
principales  en  Tesalia:  1.a  la  Magnesia:  2.*  la 
Philiotída;  3.a  laTesaliolida:  4.a  la  Palasglpti- 
da,  y  5.a  la  Ilisticolida:  siendo  sus  ciudades 
principales  Voleos,  Magnesia,  Peres,  Farsalia, 
Larisa  y  Trica.  Filipo  sometió  la  Tesalia  al  pro- 
tectorado de  la  Macedonia  (352),  y  quedó  en 
tal  estado  hasta  que  los  romanos  se  apodera- 
ron de  ella  y  del  reino  de  Macedonia,  Los  te- 
sados eran  ingeniosos,  laboriosos  y  guerre- 
ras:, su  caballería  fué  la  -primera  de  la  Grecia. 

TESORO.  (Jurisprudencia  )  Viene  la  voz 
tesoro  dcjhesaurus,  que.  entre  los  griegos  y 
los  latinos  significaba  una-  gran  cantidad  de 
dinero  guardada,  ó.  depositada  para  usar  de 
ella  en  lo  futuro;  mas  en  los  códigos  roma- 
nos, asi  como  en  los  nuestros,  tiene  dieba  pa- 
labra una  significación  meaos  genérica.  Pau- 
lo, famoso  jurisconsulto  romano,  la  definió, 
diciendo  que  por  tesoro  debia  entenderse  un 
depósito  antiguo  de  dinero,  de  que  no  existía 
memoria  y  que  no  tenia  dueño:  vetusquwdam 
depositio  pecunim,  cujus  non  eaXat  memoria, 
ut  jam  dominum  non  habeat. 

La  existencia  de  un  tesoro  olvidado, .y  cu- 
yo dueño  no  se  conoce,  puede  ser  fruto  de  la 
avaricia,-,  porque  en  todo  tiempo  ha  habido 
hombres  dominados  por  tan  degradante  vicio, 
y  algunos  por  temor  de  verse  privados  de  sus 
riquezas  han  muerto  sin  revelar  á  nadie  donde 
las  ocultaban.  En  los  países  regidos  por  go- 
biernos despóticos,  no  habiendo  seguridad  pa- 
ra las  personas  ni  para  los  bienes,  no  es  és- 
traño  que  la  previsión  y  no  la  avaricia  mueva 
á  algunos  particulares  á  conservar  oculta  una 
parte  mayor  ó  menor  de  sus  riquezas,  y  que 
un  accidente  imprevisto  ó  una  muerte  repen- 
tina les  impida  revelar  á  sus  herederos  donde 
las  habían  ocultado  para  sustraerlas  á  ia  rapa- 
cidad del  gobierno.  En  los  casos  de  guerras," 
invasiones,  trastornos  políticos  y 'emigracio- 
nes, se  ha  visto  mas  de  una  vez  apelar  "al  me- 
dio de  esconder  el  dinero  y  las  alhajas  preciu- 
sas  para  conservarlas,  y  perecer  sus  dueños 
sin  haber  podido  revelar  el  secreto  á  sus  hi- 
jos ú  á  los  que  tenían  derecho  de  heredarles. 

La  distinción  hecha  por  el  jurisconsulto 
Paulo,  al  definir  el  tesoro,  es  muy  importante, 
porque  determina  las  circunstancias  en  que  el 
hallarlo  puede  ser  cansado  su  adquisición.  Eu 
primer  lugar  ha  de  ser  áñtigüo'j  y  tan  remóla 
su  autignedad,  que  con  razón  pueda  presumir- 
se que  ya  no  existe  su  dueño,  ni  quien  tenga 
derecbo  á  él  por  titulo  hercdílurio.  En  esle 
caso  los  legisladores  romanos  lo  consideraron 
como  cosas  mtllius,  y  fundados  en  este  prin- 
cipio establecieron  las  siguientes  reglas.  • 

'  T.     K.KXriI,  10 


TESORO-5-TESTAMENTO 


1.  f  Cualquiera  que  encontraba  un  .tesoro 
ca  terreno  suyo,  se  hacia  dueño  de  él  sin  mas 
ijue  ocuparlo,  ya  lo  encontrase  por,  casuahdad, 
ya  porque  teniendo  indicios  de  su  existencia 
lo  hubiese  buscado.  El  propietario  de  un  ter- 
reno adquiría  el  tesoro  que  bailaba  en  él,  aun 
cuaudo  olra  jersoha  tuviese  el  usufructo,  y 
ademas,  tenia  derecho  ála  mitad  si  lo  encon- 
1  raba  olra  persona  ó  e!  mismo,  usufructuario, 
conforme  á  oteas  reglas  de  que  mas  adelante 
trataremos.  Del  tesoro  encontrado  por  un  ma- 
rido en  una  (inca  dolal  pertenecía  á  este  lina 
milad,  y  la  olra  babia  de  restituirse  con  el 
dote.  El  enlileula  era  considerado  como  due- 
ño cuando  se  bailaba  uu  tesoro  en  la  tinca  so- 
bre que  tenia  el  derecho  de  enfiteusis.  Según 
una  constitución  del  emperador  Adriano,  no 
obstaba  el  que  un  tesoro  se  encontrase  en  lu- 
gar religioso  ó  sagrado  para  que  lo  adquiriera 
el  que  lo  encontró,  concurriendo  en  él  las  cir- 
cunstancias de  ser  dueño  de  la  tinca  ó  pie- 
dlo donde  oslaba  situado  eL  lugar  religioso  ó, 
sagrado.  Es  opinión  de  muchos  jurisconsultos, 
que  los  emperadores  Antonino  y  Lucio'  Vero 
establecieron  por  medio  de  un  rescripto,  que 
del  tesoro  encontrado  en  cualquier  lugar  de 
esta  especie,  correspondiese  la  mitad  al  lisco; 
mas  aunque  esto  sea  cierto,  Justiniano  resta- 
bleció lo  dispuesto  por  Adriano,  bien  que  con 
la  restricción  de  no  poderse  buscar  tesoros 
en  ninguno  de  dichos  lugares,  pudíeudo  ad- 
quirirse ta  propiedad  de  ellos  solo  en  el  caso 
de  que  Ja  casualidad  descubriese  su  existencia. 

2.  a  El  tesoro  encontrado  sin  buscarlo  en 
terreno  ageno  pertenecía  por  mitad  al  que  lo 
encontraba  y  al  dueño  del  terreno;  pero  el 
que  se  encontraba  buscándolo  en  una  linca 
quien  no  tenia  el  dominio  sobre  ella,  perte- 
necía por  entero  al  dueño.  La  razón  de  esta 
diferencia  es  que  se  consideraba  como  un  ata- 
que contra.la  propiedad  el  penetrar  en  la  he- 
redad agena,  y  haeer  escavaeiones  con  el  ob- 
jelo  de  hallar  riquezas. 

3.  a  Cuando  el  tesoro  se  bailaba  en  lugar 
perteneciente  al  César,  al  fisco  ó  a  una  ciu- 
dad, correspondía  la  mitad  al  que  había  teni- 
do la  fortuna  de  hallarlo,  y  lo  restante  al  Cé- 
sar, al  (¡seo  ó  á  la  ciudad  á  quien  pertenecía 
el  terreno. 

Tales  eran  en  suma  las  reglas  del  derecho 
romano  con  respecto  á  los  tesoros  que  por  su 
antigüedad  se  consideraban  como,  cosas  sin 
dueño.  Veamos  lo  que  sobre  ellos  fué  esta- 
blecido en  nuestras  leyes. 

La  ley .'45.a;  til.  XXVIII,  de  la  3.a  Partida, 
ilice:  «tesoros  fallan  los  ornes  á  las  vegadas  en 
sus  casas  ó  en  sus  heredades  por  aventura  ó 
buscándolos.  E  porque  podría  acaecer  dubda 
cuyo  debo  ser  decimos  que  «i  el  tesoro  es  1a! 
qué  ningund  homo  non  pueda  saber  quien  lo 
y  inetiu,  nín  euyu  es,  gana  eí  señorío  dello,  .é 
que  debe  ser  lodo  de  aquel  que  lo  falla  en  su 
casa  ó  en  su  heredad.  Fueras  ende,  silolialla- 
es  rjDi'  encantamiento,  ca  entonce  todo  debe 


ser  del  rey.  Mas  si  por  aventura  lo  ovlese  y 
alguno  escondido  ¿^pudiese  probar  ó  averi- 
guar que  es  suyo,  entonce  non  ganaría  el  se7 
ñorío  delló  el  que  lo  fallare  en  su  heredad. 
K'  si  acaeciese  que  alguno  lo  tallare  en  casa  ó 
en  heredad  agena,  labrando,  ú  en  otra  mane- 
ra cualquier,  si  lo  fallare  por  aventura  non  lo 
buscando  él  á  sabiendas,  entonce  debe  ser  la 
mcatad  suya,  é  la  olra  mealad  del  señor  de  la 
casa,  ó  déla  heredad,  do  lo  fallé:  mas  si  lo 
fallare  buscándolo  estudiosamente  é  non  pur 
acaescimiento  de  ventura,  entonce  debe  sor 
todo  del  señor  de  la  heredad,  6  non  ha  en 
ello  el  que  asi  lo  falle  ninguna  cosa.  Eso  mis- 
mo decimos  que  seria,  si  el  tesoro  fuese  falla- 
do encasa  ó  en  heredamiento  que  pertenecie- 
se al  rcy.ó  al  común  de  algún  concejo.»  Bien 
claro  se  ve  en  esta  ley  que  no  es  mas  que  un 
trasunto  de  las  romanas..  En  tiempo  de  don 
Juan  I  se  dio  una  ley  que  en  el  concepto  do 
algunos  escritores  corrigió  la  de  Partida  que 
acabamos  de  citar,  estableciendo  que  el  tesoro 
sin  dueño  fuese  del  rey,  y  que  solo  se  diese 
la  cuarta  parle  de  él  al  descubridor.  «Ordena- 
mos y  .mandamos,  dice  el  rey  don  Juan,  que 
cualquier  que  stipiere  ó  oyere  decir  que  en  la 
ciudad,  villa  ó  lugar  donde  morare,  ó  en  sti< 
término  hubiere  tesoro  ó  oíros  bienes, algunos 
ó' otras  cosas  que  pertenezcan  á  Mos,  que  nos 
lo  vengan  á  hacer  saber  luego  por  atile  escri- 
bano público  á  la  justicia  que  lloviere  juris- 
dicción en  aquel  lugar:  y  el  que  asi  lo  lucie- 
re saber  si  fuere  lindado  que  fué  asi  verdad 
lo  que  hizo. hazer  saber,  que  haya  por  galar- 
dón la  cuarta  parle  »  De  estas  palabras 

cjerlamenlo  no  debe  inferirse  que  fué  corre- 
gida la  ley  de  don  Alonso  el  Sabio,  porque  no 
tratándose  en  ella  de  los  que  hallan  tesoros, 
sino  de  los  que  supieren  que  los  hay  en  algún 
lugar  ó  lo  oyeren  decir,  es  evidente  que  nada 
nuévó  se  estableció  en  cuanto  á  los  dereclms 
del  hallador.  Lo  que  don  Juan  1  se  propuso  al 
promulgar  dicha  ley,  fué  únicamente  oscilar  á 
la  denuncia  délos  bienes  que  de  cualquier 
modo  le  perteneciesen:  de  modo  que  según  lo 
dispuesto  en  ella,  cualquiera  que  denuncíase 
la  existencia  de  un  tesoro  en  terreno  real, 
tendría  derecho  á.la  cuarta  parte  de  él,  si  "su 
encontrase;  pero  si  por  casualidad  lo  encon- 
traba ,él  mismo,  tendría  derecho  á  la  milad 
conforme  a  la  ley  de  Partida. 

Hoy  ya  no  es  cuestionable  este  punió,  por- 
que la  ley  de  9  de  mayo  de  1835  dispone  qnn 
en  la  distribución  de  los  tesoros  sin  dueño 
se  observo  la  cilada  ley  de  las  Partidas. 

TESTACEOS.  [Historia  natural.)  Nombre 
con  que  designan  algunos  á  todos  los  molus- 
cos conchíferos. 

TESTAMENTO.  [Legislación.)  He  aqui  uno 
de  los  punios  de  la  legislación  civil  que  mas 
vivamente  interesan  albomíire  y  en  particular 
al  padre  de  familia.  Aqui  se  ve  envuelto  hasla 
cierto  punto  el  derecho  de  propiedad,  y  so  po- 
nen limitas  ú  su  ejercicio:  aqui  se  establece 


449 


TESTAMENTO 


ISO 


Ja  base  principal  de  la  autoridad  de  los  pudres 
y  de  las  madres  sobres  los  hijos,  y  se  fijan  las 
relaciones  de  fortuna  que  deben  unir  entré  tí 
á  los  individuos  c!c  una  misma  familia:  aqiii, 
en  fin,  se  establece  cuales  la  libertad  respecto 
á  los  actos  de  heneficencia  y  á  los  testimonios 
de  amistad  ó  de  reconocimiento,  compatibles 
con  los  deberes  de  familia.  ' 

La  naturaleza  y.la  ley  han  hecho  al  padre 
gofo 'y  magistrado  de  ella;  y  malpodria  ejer- 
cida- sus  derechos  y  cumplir  sus  deberes  sino 
tiene  medios  para  recompensar  á  los  unos, 
para  castigará  los  otros,  para  animar  á  los  que 
$<;  inclinan  al  bien,  para  dar  consuelos  á  los 
que  se  encuentran  en  desgracia  ó  son  víctimas 
de  alquil  revés  de  fortuna.  Estos  medios  con- 
sislcnprincipalmente  en  el  mejor  empleo  de 
su  patrimonio  y  en  una  distribución  presidida 
por  la  justicia  y  la  equidad. 

El  que  ha  perdido  á  los  autores  de  sus  dias 
y  lio  tiene  la  felicidad  de  ser  padre,  cree  de- 
ber tener  derecho  á  una  mayor  independencia 
en  sos  disposiciones,  pues  no  tiene  otras  con- 
sideraciones á  que  consultar  sino  sus  afeccio- 
nes particulares  ó  los  motivos  de  agradeci- 
miento qne  puedan  ligarle  á  algunas  personas. 
Si  sus  parientes  han  rolo  ó  no  han  mantenido 
los  vínculos  que  les  han  unido  con  él,  no  cree 
eslar  obligado  á  llenar  para  con  ellos  deberes 
de  ninguna  clase. 

Algunos  jurisconsultos  oponen  á  estas  ideas 
y  principios  de  independencia  respecto  á  la 
disposición  de  la  propiedad,  la  observación 
de  qne  el  que'dispone  para  un  tiempo  en  que 
ya  no  ha  dé  existir,  no  ejerce  un  derecho  na- 
tural; qne  no  hay  verdadera  propiedad  sino 
cuando  puede  acompañarla  la  posesión,  la  cual 
término  con  la  vicia;  que  la  .trasnlision  de 'los 
bienes  después  delamnerle  del  poseedor  per- 
tenece á  la  ley  civil,  que  tiene  por  objeto  im- 
pedir el  desórden  á  que  la  sociedad  se  vería 
espuesta  si  estos  bienes"  fueran  entonces  presa 
del  primer  ocupante,  ó  si  fuera  preciso  divi- 
dirlos entre  todos  los  miembros  de  la  sociedad, 
como  un  objeto  eomun  á  todos.  Estos  juriscon- 
sultos pretenden  que  el  orden  primitivo  y  fiiñ- 
damental  de  la  trasmisión  de  los  bienes  des- 
pués de  la  muerto  es  el  de  las  sucesiones  ab- 
inlettalo,  y  que  si  el  hombre  (iene  alguna  fa- 
cultad de  disponer  para  un  tiempo  en  que  ya 
no  exista,  este  es  un  beneficio  de  la  ley;  que 
es  una  parte  de  su  poder  lo  que  esta  le  cede, 
estableciendo  límites  que  no  pueda  traspasar 
y  formas  do  enjuiciamiento  á  qué  deba  estar 
sujeto;  que  la  trasmisión  sucesiva  de  las  pro- 
piedades no  hubiera  podido  quedar  abandona- 
da á  la  voluntad  del' hombre,  voluntad  que  es 
muchas  veces  el  juguete  de  las  pasiones,  y 
qne"  solo  la  ley  puede  establecer  sobre  bases 
equitativas  y  estables. 

\  .Este  sistema  es  combalido  por  oíros  publi- 
cistas; que  lo  consideran  atentatorio  á  los  fun- 
damentos del  orden  social,  porque  altera  los 
principios  generales  sobro  que  ..descansa  el 


derecho  de  propiedad:  dicen  que  este  derecho 
consiste  esencialmente  en  la  facu'tad  que  cada 
uno  tiene  de  disponer  de  loque  le  pertenecí"'; 
y  que,  aunque  la  disposición  no  baya  de  cum- 
plirse hasia  después  de  la  muerte,  no  por  eso 
ha  dejado  de  hacerse  durante  la  vida  del  pro- 
pietario; y  que  cercenándole  ó  limitándole  ja 
facultad  de  disponer,  se  reduce  su  propiedad 
á  un  simple  usufructo. 

En  medio  de  estas  encontradas  opiniones 
hay  una  guia  que  puede  conducirnos  con  se- 
guridad; y  es  la  voz  que  la  naturaleza  ha  he- 
cho oir  á  todos  los  pueblos,  y  que  ha  dictado 
los  preceptos  de  todas  las  legislaciones. 

Los  laz.os  de  la  sangre  que  unen  y  que 
constituyen  las  familias,  forman  esos  senfi- 
mientos  de  mutua  afección  que  'la  naturaleza 
ha  colocado  en  los  corazones  de  todos  los  in- 
dividuos de  una  misma  familia:  la  energía  de 
estos  sentimientos  se  aumenta,  en  razón  de  la 
proximidad  del  parentesco,  y  llega  al  mas  al- 
to punto  entre  los  padres  y  las  madres  respec- 
to de  sus  hijos.  No  hay  un  legislador  cutre  to- 
dos los  que  el  mundo  ha  conocido  como  dig- 
nos de  este  nombre,  que  no  haya  visto  cu 
estos  grados  de  afecto  el  mejor  orden  para  la 
trasmisión  de  los  bienes.  Asi  la  ley  civil  para 
ser  perfecta  en  esta  parte,  no  tiene  nada  que 
crear;  y  los  legisladores  no  se  lian  separado 
de  ella  sino  cuando  han  sacrificado  al  interés 
de  su  poder  la  mayor  ventaja  y  la  mejor  or- 
ganización de  las  familias. 

Asi,  pues,  y  toda  ven  que  la  ley  no  debe 
seguir  sino  los  movimientos  de  la  naturaleza;- 
y  que  para  la  trasmihion  de  estos  biúnes  solo 
debe  consultar  el  corazón  de  cada  miembro  de 
la  familia,  debia  reputarse  como  una.  cosa  in- 
diferente el  que  la  trasmisión  de  los  bienes  se 
hiciese  por  la  voluntad  del  hombre  ó  por  auto- 
ridad de  la  ley.  Hay,  sin  embargo,  aun  partien- 
do de  estos  principios,  una  ventaja  indispu- 
table en  dejar  obrar  hasta  cierto  punto  la  li- 
bertad, del  hombre.  La  ley  no  podría  atender 
sino  al  orden  general  de  las  familias;  sus  mi- 
radas no  pueden  fijarse  en  cada  una  de  ellas, 
ni  penetrar  en  su  interior  para  calcular  los 
recursos,  la  conducta  y  las  necesidades  .de 
cada  uno  de  sus  miembros,  y  para  determi- 
nar lo  que  mejor  convieno  á  su  prosperidad. 
Estos  sonjnedios  de  conservación  que  sblo 
puede  disponer  el  padre  de  familia,  que  co- 
noce mejor  que  nadie  las  necesidades  y  la 
posición  especial  de  la  suya.  Asi  la  ventaja  que 
la  ley  puede  sacar  de  dejar  obrar  hasta  cierto 
punto  la  voluntad  del  hombre,  es  demasiado 
preciosa  para  que  pudiera  privarse  de  ella;  y 
su  único  cuidado  ha  sido  el  de  prever  los  in- 
convenientes á  que  pudiera  dar  lugar  el  uso 
ilimitado  de  esta  libertad.  Ademas,  la  voluntad 
del  hombre  en  esle  caso  ha  podido  no  mani- 
festarse, ó  por  negligencia  ó  por  inccrtidnnibi  o 
del  último  momento;  puede  haberse  degradado 
por  pasiones'  injustas;  y,  por  lo  tanto,  ya  sea 
que  el  hombre  uo'haya  llenado  su  misión  ó  que 


TESTAMENTO 


152 


a!  hacerlo,  haya  Fallado  al  cumplimiento  de 
sus  deberes  y  de  sus  sentimientos  naturales, 
la  ley  debe  colocarse  en  su  lugar  para  reparar 
su  omisión  ó  sus  yerros. 

Sila  voluntad  no  se  ha  manifestado,  la  ley 
no  necesita  establecer  nuevas  reglas, ¡sino  con- 
formarse en  la  sucesión  con  lo  que  baca  lose 
padrps  que  siguen  el  orden  natural  do  sus 
alectos.  Esta,  si  uo  es  la  voluntad  declarada 
del  fiiwdo,  es  voluntad  presunta.  Cuando  ha 
sido  desmentida  por  la  razón,  cuando  en  lugar 
de  ser  el  ejercicio  de  uno  de  los  mas  bellos 
derechos  naturales,  es  mas  bien  un  ultragc  de 
estos  sentimietítos;  cuando  en  lagar  de'  un 
principio  de  conservación,  la  inspira  un  senti- 
miento de  destrucción  y  de  desorganización, 
la  Igy  en  este  caso,  todavía  no  hace  mas  que 
purgarla  de  las  pasiones  dañosas,  dejándole 
todo  lo  que  tiene  de  justo  y  de  razonable.  Ella 
no  destruye  las  liberalidades  escesivas,  no  ha- 
ce mas  que  reducirlas.  La  voluntad,  pues,  que- 
da intacta  en  todo  cuanto  es  conforme  al  orden 
público.  De  modo  que  los  propietarios  mas  ce- 
losos de  su  independencia  no  tienen  nada  de- 
que quejarse,  ni  pueden  considerarla  cercena- 
da por  la  ley  civil,  ya  cuando  esta  suple  á  su 
voluntad  no  manifiesta,  ya  cuando  sujeta  esta 
voluntad  á  ciertos  limites  "justos  y  razona- 
bles. 

Como  la  facultad  de  disponer  de  los  bienes 
por  testamento,  de  la  manera  que  antes  he- 
mos indicado,  ofrece  tan  grandes  ventajas, 
no  'es  sorprendente  el  hallarla  consagrada  en 
todas  las  legislaciones,  Y,  en  efecto,  los  mo- 
nufnentos  históricos  mas  antigües  uos  sumi- 
nistran pruebas  de  estar  en  práctica  los  tcsta- 
mcnlos,  sin  que  se  pueda  descubrir  la  época 
en  que  eonienzaron  á  conocerse. 

liste  derecho  se  ejercito  entre  los  egipcios. 
Se  le  encuentran  asimismo  en  las  ciudades 
de  Luoedemouia  y  Atenas,  y  eil  todas  las  co- 
marcas y  regiones  de  la  Grecia.  Cuando,  tres- 
cientos años,  después  de  la  fundación  de  Roma, 
sus  diputados  volvieron  de  Atenas'lrayendo  las 
leyes  que  habían  adoptado  para  su  patria,  la 
relativa  á  los  lesíaraentos  se  redactó  de  este 
modo:  Paler  familias,  uti  legasset  super  fa- 
milia pecuniaque  sua,  ita  jus  esto.  De  modo 
que  los  romanos  penetrados  entonces  mas  que 
nunca  del  sentimiento,  de  la  libertad  pública, 
no  le  encontraron  un  fundamento  mas  sólido 
que  la  autoridad  paterna,  investida  de  un  po- 
der absoluto.  Temieron  que  la  ley  se  «slravla- 
se  mas  fácilmente  que  el  afecto 'paterno  y  es- 
ta gran  medida  fué  una  de  las  liases  de  su  go- 
biernb. 

Los  testamentos  eran  conocidos  nn  las  Ga- 
llas antes  que  el  derecho  romano  se  introdu- 
jese en  ellas,  Marenlfo,  en  su  colección  de  fór- 
mulas, ha  conservado  las  que  se  empleaban 
paradH.  trasmisión  de  los  bienes.  La  facultad  de 
disponer  de  ellos,  ya  por  testamento,  ya  a.b- 
inlestuto,  forma  asimismo  parte  'Je  todas  las 
.dernás  legislaciones  de  los  pueUos  de  Europa. 


En  unos,.  los  legisladores  han  tomado  por 
base  de  todo  su  sistema  ta  presunción  de  los 
diversos  grados  de  afecto  de  los  parientes  en- 
tre sí,  y  su  confianza  en  este  afecto. les  lia  de- 
cidido á  dejar  á  los:  parientes,  toda  la  libertad 
compatible  con  los  deberes  de  que  ¡a  natura- 
leza no  permite  prescindir.  Otros  legisladores 
han  establecido  también  el  orden  de  suceder 
sobre  las  presunciones  de  afecto  según  los 
grados  de  parentesco,  pero  por  una  especie  de 
contradicción  han  reducido  á  muy  estrechos 
limites  la  facultad  concedida  á  estos  parientes 
para  disponer  de  sus  bienes  respecto  de  los 
suyos,  y  aun  en  algunos  países,  esta  voluntad 
ha  quedado  completamente  encadenada. 

Otros,  en  fin,  se  han  separado  de  estos 
principios  y  han  creido  que  podían  contar  co- 
mo nao  de  los  resortes  de  su  autoridad,  el 
modo  de  trasmitir  y  de  repartir  los  bienes.  No 
se  han  limitado  á  dirigir  la  voluntad  del  hom- 
bre, sino  que  la  han  hecho  casi  nula,  no  con  - 
íiándnle  sino  una  muy  pequeña  parte  de  estos 
bienes. 

Nuestra  legislación  es  en  esta  parte  muy 
antigua  y  está  caicada  sobre  el  derecho  ro- 
mano, donde  ciertos  requisitos  tenian  una 
significación  especial,  que  no  pueden  tener  en 
nuestro  pais,  no  obstante  So  cual  se  les  ha 
conservado  como  indispensables.  Vamos  á  es- 
ponerla muy  brevemente,  pues  no  puede  en- 
trar en  nuestro  propósito-dar  aqui  un  tratado 
sobre  testamentos. 

El  testamento,  á  que  nuestros  tratadistas 
definen,  «un  aclo  solemne  revocable  por  el 
que  dispone  alguno  de  sus  bienes  ¡  para  des- 
pués de  su  muerte, »  es  de  diferentes  especies, 
á  saber:  nunoupativo  ó  abierto,  y  escrito  ó 
aerfado,  segnn  que  es  manitlesta  y  pública  la 
voluntad  del  testador,  ó  que  es  oculta  y  reser- 
vada. Hay  (amblen  testamentos  comunes  y 
testamentos  privilegiados. 

El  testamento  mtncupativo  sobaco  mani- 
festando el  testador  su  última  voluntad  ante 
las  personas  que  concurren  al  acto,  y  no  es  de 
esencia  que  se  le  reduzca  á  escritura  pública, 
aunque  regularmente  se  hace  así  por  no  liar  á 
la, memoria  declaraciones  tan  importantes.  Es- 
te acto  puede  ser  válido, .según  su  forma,  de 
tres  modos  distintos,  ó  haciéndolo  aute  escri- 
baño  y  tres  testigos  vecinos  del  lugar  donde 
se  hiciere,  ó  sin  escribano,  pero  con  la  asis- 
tencia de  cinco  testigos  déla,  misma  vecindad, 
ú  con  solo  tres  testigos,  si  por  lo  reducido  del 
vecindario  uo  hubiere  en  él  escribano  ni  cin- 
co testigos.  También  es  válido  el  hecho  con 
siete  de  estos,  aunque  no  sean  vecinos  del  lu- 
gar, si  tienen  las  demás  condiciones  que  exige 
la  ley.  Debe  advertirse  que  según  la  legisla- 
ción especial  de  Aragón,  puede  hacerse  allí  el 
testamento  abierto  ante  dos  testigos  con  asis- 
tencia de  escribano,  y  en  defecto  de  este  fija-, 
cionario,  el  cura  párroco:  en  Cataluña  rige 
análoga  disposición. 

151  testamento  escrito  o  cerrado  sb  otorga 


TESTAMENTO 


154 


ante  siete  testigos  y  escribano,  presentando  el 
testador  á  aquellos  ol  testamento  cerrado-,  fia- 
ra que  ou  ía  cubierta  pong,¡n,  eon  la  suya,  las 
flamas  de  los  referidos  testigos.  Guando  e!  tes- 
tador no  pueda  y  los  testigos  no  sepan  ó  no 
puedan  Armar  ,  lo  liarán  unos  por  otros:  si  el 
testador  no  sabe  firmar,  en  ese  caso  no  puede 
Iiacer  testamento  cerrado.  En  todo  caso  basta 
rá  con  que  sean  dos  los  testigo;  que  sepan 
íirmar,  y  asi  el  testimonio  del  escribano  como 
el  de  los  testigos,  se  limita  á  responder  de  la 
declaración  tiecliá  en  la  cubierta ,  ó  de  (fue 
aquella  es  la  voluntad  del  tcslador  según  lo 
manifestado  por  el  mismo.  En  Aragón,  Cataluña 
y  Navarra  se  entrega  el  testamento  al  escriba- 
no por  el  tcslador  enpreseociade dos  testigos. 

Las  leyes  romanas  hablan  establecido  para 
Ja  validez  del  testamento  algunas  condiciones 
que  al  principio  se  trasladaron  literalmente  á 
las  leyes  de  Partida, pero  quemas  tarde  caye- 
ron en  desuso  ,  porque  no  habia  en  nuestras 
costumbres  razón  alguna  que  las  autorizase. 
Tales  eran  la  necesidad  de  (pe  en  el  testamen- 
to hubiese  institución- de  heredero,  y  la  ro-i 
(¡ación  ó  llamamiento  solemne  de  los  testi- 
gos, que  en  el  pueblo  romano  representaba  la 
convocación  á  tos  comicios  donde  se  otorga- 
ba el  testamento,  como  acto  público  que  era." 

Las  mismas  solemnidades  antes  indicadas 
deben  concurrir  ep  la  declaración  de  pobre, 
ó  sea  en. el  testamento  en  (fue  un  individuo  de 
esta  clase,  que  tal  ■vez  no  posee  en  el  momen- 
to bienes  algunos,  pero  puede  esperar  adqui- 
siciones futuras,  manifiesta  que  carece  de  bie- 
nes, sin  perjuicio  de  lo  cual  puede  instituir  he- 
rederos, sustituir,  mejorar  y  dejar  legados,  con 
referencia  á  las  indicadas  adquisiciones. 

Al  leslauicnto  del  ciego,  que  como  antes 
liemos  dicl»,  solo  puede  ser  abierto  ó-nuncu- 
palivo,  deben  etmenrrir  cinco  testigos,  y  aun- 
que la  ley-no  dice  claramente  si  estos  han  de 
ser  vecinos,  ni  si  ha  de  concurrir  al  acto  el 
escribano,  parece  lo  mas  conveniente,  para 
evitar  todo  vicio  de  nulidad,  que.no  se  omitan 
estas  circunstancias. 

Hemos  indicado  mas  arriba  que  hay  testa- 
mentos privilegiados,  á  cuyo  número  -pertene- 
cen los  otorgados  por  personas  que  gozan  fue- 
ro de  guerra.  En  estos  la  voluntad  del  testador 
es  respetada  por  la  ley  de  cualquier  modo  que 
consto,  lo  cual  se  halla  asi  establecido,  porque 
en  campaña  y  en  guerra  no  siempre  pueden 
otorgarse  estos  actos  con  las  formalidades  que 
rcquieVe' el  derecho.  Las  Partidas  enumeraban 
entre  los  testamentos  privilegiados  los  que  se 
celebraban  ante  el  monarca  ó  con  autorización 
real  gara  los  incapacitados,  y  los  que  hace  el 
padre  entre  sus  hijos" 

A  la  clase  ña  últimas  disposiciones  perte- 
necen también  las  llamadas  memorias  testa- 
mentarias, que  aunque  no  tienen  fundamento 
en  la  ley,  están  autorizadas  por  la  práctica. 
Estas  memorias  valen  cuando  están  citadas  en 
un testamento  valedero,  de  modo  que  no.  que- 


da duda  en  la  cita,  y  cuando  es  indisputable  la 
autenticidad  del  escrito.  En  tales  papeles  pri- 
vados los  testadores  escriben  aquello  que  no 
quieren  q.ue'se  sepa  antes  de  su  muerte,  y  que 
después  de  ella  viene  á  formar  parte  de  su  tes- 
tamento. Con  razoí  observa  on  entendido  es- 
critor de  derecho,  que  este  modo  de  disponer 
los  hombres  de  sus  cosas,  es  abiertamente 
opuesto  á  la  letra  y  espíritu  del  derecho  escri- 
to, y  muy  espuesto  á  fraudes,  por  lo  cual  se- 
ria con  veniente- su  prohibición,  y  con  ella  se 
evitarían  '.os  dispendiosos  y  largos"  pleitos  á 
que  frecuentemente'  suministran  materia. 

Conviene  tocar  aquí  otro  punto  interesan- 
te en  asunto  de  testamentos,  yes  el  délos  tes- 
tigos que  pueden  ser-  llamados  á  .autorizarlos 
con  su  presencia,  sobre  lo  cual  impone  la  ley 
algunas  prohibiciones.  So  pueden  ser  testigos, 
por  ejemplo,  los  menores  de  catorce  años,  ni 
las  mugeres,  dimanando  esto  déla  constituciou 
romana,  en  que  las  mugeres  no  podian  con- 
currir á  los  comicios,  ni  después  á  los  testa- 
mentos, respecto  á  que  la  presencia  de  los  tes- 
tigos siguiücabaallila rennion popular:  adver- 
tiremos, sin  embargo,  que  conformeálas  leyes 
de  Aragón  pueden  las  mugeres  ser  testigos  en 
los  testamentos.  Tampoco  pueden  concurrir 
como  testigos  á  estos  actos  los  física  y  moral- 
mente  impedidos,  como  sordos,  mudos  y  pró- 
digos. Todos  los  referidos  están  inhabilitados- 
por  regla  general.  Tienen  ademas  prohibición, 
respectiva:  los  descendientes  respecto  álos  as- 
cendientes,, y  al  contrario,  escepto  en  los  tes- 
tamentos otorgados  por  personas  que  gozan 
de  fuero  militar:  el  heredero  y  sus  parientes 
hasta  el  cuarto  grado,  en  el  testamento  en  que 
se  ha  hecho  la  institución,  y  los  legatarios  y 
fideicomisarios  particulares  en  aquellos  testa- 
mentos en  que  se  les  dejan  mandas,  Estableci- 
das estas  escepeiones,  queda  dicho  que  pueden 
ser  testigos  en  los  testamentos  todos  los  no 
comprendidos  en  ellas. 

La  facultad  de  testar  no  se  concede  por  la 
ley  á  todas  las  personas.  Hay  algunas  que  no 
la  tienen  y  son  los  menores  de  catorce  años, 
siendo  varones,  y  de  doce  siendo  hembras; 
los  que  padecieren  enagenacion  mental;  los 
mudos  y  los  sordos,  ámenos  que  supiesen 
escribir,  y  los  religiosos  y  profesos  . 

lo  dicho  hasta  aqui  es  lo  mas  esencial  que 
conviene  dejar  consignado  en  asunto  de  testa- 
menrifáccion;  pero  ann  nos  resta  decir  algo  del 
testamento  por  comisario,  institución  introdu- 
cida*en  nuestro  derecho  por  ei  Fuero  Real,  y 
de  que  luego  no  se  hizo  mención  en  las  Parti- 
das, siendo  como  era  poco  conforme  al  espíri- 
tu de  las  leyes  romanas,  en  que  esla -legisla- 
ción se  hallaba  basada.  Las  leyes  de  Toro  la 
confirmaron  y  dieron  reglas"  para  su  ejercicio, 
por  lo  cual  debemos  dar  á  conocer  aqui  la  ju- 
risprudencia vigente  en  este  punto, 

Testamento'  por  comisario  es  como  ¡o 
indica  esta  palabra,  el  que  se  hace  por  medio 
de  una  persona  á  quien  se  coipele  el  encargo 


485 


TESTAMENTO 


156 


de  llevar  á  cabo  este  importante  acto.  El  'tes- 
tador ¿lobo  dar  al  comisario  para  este  oferto 
un  poder  investido  de  las  mismas  solcmnuk- 
des  que  conminen  en  los  testamentos,  y  quo 
es  revocable  como  estos,  por  su  carácter  de 
última yoliiiltad.  Todo  cl  que  está  facultado  pa- 
ra testar,  puede  dar  á  otro  poder  para  hacerlo, 
asi  como  puedo -ser  comisario  para  este  efecto, 
todo  el  une  puedo' ser  apoderado.  Aunque  so 
diga  cu' la  ley  que  puede  conferir  poder  para 
testar  el  que  no  puede. hacerlo;  esta  imposibi- 
lidad no  se  entiende  respecto  de  la  legal,  sino 
déla  física. 

Lasta'GQltüdéSdel  comisario  no  son,  sin  em- 
bargo, por  regla  general  ,  tan  latas  como  las  . 


este  concepto,  pues  el  ífue  presuma  que  en 
algún  (estamento  cerrado  recibe  alguna  manda 
Ú  otra  cosa,  puedo  presentarse  al  juez  con-  im 
escrita  pidiendo  su  apertura.  ,-RI  juez  lo  recla- 
ma de  lo  persona  en  cuyo  poder  estuviere,  5¡ 
ellos  no  lo  hiciesen  por  si  mismos ,  siendo  de 
advertir  que  están  obligados  á  hacerlo  dentro 
del  término  de  un  mes  contado  desdo  el  fallo- 
cimiento  de!  .testador  todos  los  (pie  guardaren 
un  testamento,  y  que  si  no  lo  lucieren,  pier- 
den lo  que  en  él  se  les  deja,  lo  cual  se  em- 
picará cu  sufragios  por  el  alma  del  difunto;  y 
en  una  multa  y  resarcimiento  de  daños. 

En  este  acto,  los  testigos  deben  recono- 


cer las  firmas  de  la  cubierta  antes  de  abrirse 
del  testador.  Se  limitan  ácuinplir  los  encargos  el  testamento,  á  cuyo  efecto  se  requerirá  an 


de  conciencia  de  éste,  pagar  sus  deuda?,  dis- 
tribuir el  quinto  por  su  alma;  y  repartir  lo 


ticipadalnente  para  que  asistan  á  la  apertura,  á, 
os  que  estuvieren  fuera,  del  pueblo.  Cuando 


demás  entre  los  que  tengan  derecho  á  la  suce-  muchos  de  ellos  se  encontraren  ausentes,  y  el 
sion;  y  si  no  hubiese  persona  asistida  de  este  :  juez  tema  que  puede  sobrevenir  algún  pcrjni- 
derecho,  lo  empleará  todo  en  sufragios  por  su  1  ció  por  esta  causa,  debe  citar  á  personas  do 
alma.  Para  instituir  heredero,  desheredar,  tía*  j  honradez,  abrir  el  testamento  en 'prcse.ncia  su- 
cer  mejoras,  instituciones  y  nombramiento  de  ¡  ya,  tacar  copiar  de  él  y  cerrarlo  después,'  man- 
tutores,  es  necesario  que  en  él  poder' se  con-  ■  dando  que  los  testigos  presentes  á  la  apertu- 
cedan  especialmente  estas  facultades,  y  aun  ;  ra  firmen  la  cubierta  que  se  le  ponga.  Réjgre- 
respecto  á  la  institución,  debe  designarse  la  j  sados  los  testigos  deben  reconocer  el  testa- 
persona  que  lia  de  ser  instituida.  Tampoco '  meato ,  ó  enviárseles  óste,  si  no  es  posible 
puede  el  comisario-alterar  ó  revocar  un  testa-  su  vuelta  sin  perjuicio  para  los  mismos.  Fallc- 
mento  anterior  del  testador,  si  éste  no  le  bu-  cidos  los  testigos,  debe  practicarse  la  conci- 
biese, concedido  facultad  para  ello,  ni  hacer  j  pondiento  información  de  abono,  fionviene  ati- 
esto mismo  respecto  al  que  él  hubiese  otorga-  '■  vertir  aqui  que  el  testador  puede  ordenar  que 
do  cu  virtud  de  la  autorización  recibida,' aun- :  no  se  abrá  hasla  cierto  tiempo  ,una  parte  de 
que  se  hubiese  reservado  esta  facultad.  j  so.  testamento,  y  que  deberá  cumplirse  osla 

Los  comisarios  nombrados  pueden  ser  mu- !  disposición.  De  todos  modos,  una  vez  abierto 
chos  asi  como  puede  serlo  uno  solo:  en  el  |  el  -testamento,  se  manda  protocolizar,  reducir- 
primor  caso-,  se  estará  siempre,  en  discordan-  j  lo  á  escritura  pública,  y  dar  á  los  interesados 
cia  de  opiniones,  á  lo  que  decida  la  mayoría,  las  copias  que  necesiten,  (blando  el  lesíamcn- 


y  en  caso  do  empate,  á  la  decisión  del  joca:  i 
y' como  era  preciso  que  las  leyes  señalasen' 
al. comisario  un  plazo  dentro  del  cual  cumplie- ' 
se  su  cometido,  se  le  lia  señalado  el  de  uua- 
.  tro  meses  si  se  balla  cn  el  mismo  pueblo  don- 
de se.  le  confirió-  el  poder;  el  de  seis  estando 
fuera,  pero  dentro  del  reino;  y  el  de  un  año 
cuando  se  halle  fuera  de  España;  no  pudiendo 
alegar  ignorancia  pontra  estos  plazos.  Pasados 
ellos,  no  podrá  ya  hacerse  uso  de  la  facultad 
concedida  por  el  testador,  y  pasarán  los  bie- 
nes á  los  herederos  ab-inteslato,  respetando, 
no  obstante,  cuanto  el  testador  bubiese  orde- 
nado hacer  al  comisario  (  aun  cuando  este  no 
lo  hubiese  verificado,  siempre  que  la  Voluntad 
de  aquel  constase  de  un  modo  indudable.  Un 
el  caso  de  que  por  Sos  motivos  indicados  los 
bienes  pasen  á  los  herederos  ab-intestato  es- 
tos estarán  obligados,  no  siendo  hijos  o  des- 
cendientes -suyos,  á  emplear  el  quinto  por  el 
alma  del  testador  y  á  ello  se  les  puede  com- 
peler por  el  tribunal.       .,  , 

.  Los  testamentos  y  los  codictlos  escritos,  lo 
mismo  quo  los  mmoupativos,  .deben  reducirse 
á  escritura  pública,  para  que  surtan  en  juicio 
todos  sus  efectos,  y  puedan  comunicarse  de 
ellos  traslados  á  las  personas  interesadas.  En 


to  nuncupativo  no  so  "haya  reducido  á  escritu- 
ra pública,  puede  pedirlo  cualquiera  de  los 
interesados  en  él  y  el  juez  lo  mandará  eje- 
cutar. 

lie  aqui  cnanto,  en  materia  de  testamentos, 
asi  en  la  parte  histórica  de  esta  institución  le- 
gal como  en  su  parte  dispositiva,  nos  ha  pa- 
recido del  caso  consignar  en  este-articulo.  En- 
trar-ahora  en  cuestiones  de  derecho  y  cu  por- 
menores sobre  tan  vasto  y  complicado  asunto, 
seria  hacer  interminable  nuestra  tarea  y  age- 
no  por  otra  parte  al  espíritu  de  la1  presente 
obra.  Remitiendo,-  pues  á  nuestros  lectores  á 
los  libros  de  derecho  para  el  examen  de  Ins 
muchas  dudas  y, dificultades  que  pudiera  su- 
gerir ia  Interpretación  de  los  testamentos  en 
ciertos  casos  particulares,  vamos  á  dar  Un  á 
osle  articulo  espllcando  la  significación  de  al- 
gunas locuciones  relativas  á  la  palabra  lesla- 
■piento,  cuyo  conocimiento  puede  ser  de  algu- 
na utilidad.. 

Xo.  nos  detendremos  'á  esplicar  lo  que  <cs 
testamento'  público  ,  privado,-  f/rivilegiado, 
solemne,  abierto,  nuncupalivo  y  escrito,  por- 
que la  significación  de  estas  voces  la  hemos 
dado  ya  á  conocer  en  el  curso  de  este  articu- 
lo. Nos  ocuparemos  de  otras  locuciones  que 


Í87 


TESTAMENTO 


458 


no  han  sido  ilustradas  en  el  mismo,  ó  que  no 
lo  lian  sido,  con  el  detenimiento  necesario.  Ta- 
les son  todas  las  qne  siguen. 

Testamento  militar  es,  como  antes  liemos 
indicado  brevemente,  el  qne  hacen  las  perso- 
nas que  gozan  del  fuero  de  guerra,  ínánifes- 

'  taudo  su  ultima  voluntad  de  palabra  ante  dos 
testigos  ó  por  escrito  sin  ellos,  en  papel  sim- 
ple firmado  dé  su  mano  ó  de  otro  cualquier 
modo,  sin  sujetarse  á  Jas  formalidades  de  de- 
recho. Según  la  ley  4.ay  tit.  I,  Part.  6.°  podía 
teslar  el  militar  ó  soldado  en  la  hueste  ante 
dos  testigos  llamados  y  rogados;  y  estando  en 
acción  ú  peligro  de  muerte  según  quisiese  y 
pudiese  de  palabra  ú  por  escrito,  y  aun  escri- 
biéndolo con  su  sangre  en  su  escudo  ó  armas, 
ó  cu  la  tierra  ri  arena,  con  tal  que  se  probase 
con  dos  testigos  presenciales  y  lio  de  otra  for- 
ma; pero  fuera  de  la  hueste,  os  decir  fuera  de 
campaña,  tenia  que  arreglarse  á  las  leyes  co- 
munes. Posteriormente  se  dispuso  en  las  Or- 
denanzas del  ejército  (tratado  S.u,  tit.  Xi,  ar- 
ticulo 1,"  basta  el  4."]  que  todo  individuo  qué 
gozase  del  fuero  militar  lo  goce  también  tocan- 
te á  testamento,  en  cualquiera  parte  que  teste, 
sea  dentro  ó  fuera  de  campaña;' que  en  el  con- 
llicto  de  un  combate  ó  cerca  de  empezarle,  en 
naufragio  n  otro  inminente  peligro  militar, 
pueda  teslar  como  quisiere  ó  pudiet'e,  por  es- 
crito, sin  testigos,  en  cuyo  caso  valdrá  la  de- 
claración de  su  voluntad  como  conste  ser,  suya 
la  letra;  ó  de  palabra  ante  dos  testigos  que  de- 
pongan conformes  haberles  manifestado  su  úl- 
tima voluntad;  que  se  tenga  por  valida  la  dis- 
posición del  militar  escrita  de  su  letra  en  cual- 
quiera papel  que  la  haya  hecho,  sea  en  guarni- 
ción, cuartel  ó  marcha;  y  que  siempre  que 
pueda  testar  en  parage  donde  haya  escribano 
lo  haga  con  éste,  según  costumbre.  Ultima- 
mente so  deidaró  que  todos  los  individuos  del 
fuero,  de  guerra  pueden,  por  virtud  de  sus  pri- 
vilegios, otorgar  por  sí  sus  testamentos  en  pa- 
pel simple  lirmado  de  su  mano  ó  de  otro  cual- 
quiera modo  en  que  conste  su  voluntad,  ú  ha- 
cerle ante  escribano  con  las  fórmulas  y  cláu- 

.  sulas  de  estilo,  y  que  en  !a  parte  dispositiva 
pueden  usar  á  su  arbitrio  del  privilegio  y  fa- 
cultades que  les  da  la  ley  militar,  la  civil  ó  ¡a 
municipal. 

De  aqui  se  deduce  claramente  que,  no  solo 
los  militares,  sino  también  todos  los  que  go- 
zan del  fuero  de  guerra  por  sus  empleos  ú  des- 
linos, puedenhacer  testamento  de  palabra  an- 
te dos  testigos  ó  por  escrito  en  papel  simple 
turnado  de  su  mano  ó  de  otro  cualquiera  mo- 
do ó  bien  ante  escribano,  sea  en  tiempo  de  paz 
ó  de  guerra; 

Testamento  pagánico  so  llama  al  otorgado 
por  cualquier  paisano  en  contraposición  al  tes- 
tamento militar:' es  decir  c!  testamento  so- 
lemne, sea  cerrado  ó  abierto.  ' 

Llámase  iestamen lo  con  fó  pública  el  que 
se  hace  dolanle-del  rey;  y  testamento  con  fé 
privada  el  que  se  otorga  del  modo  acostum- 


brado. El  testamento  que  presenciase  el  rey 
seria  válido  y  tendria  autoridad  aunque  no 
concurriese  otro  testigo. 

Se  da  el  nombre  de  testamento  común  el 
que  hacen  juntamente  dos  personas,  dispo- 
niendo'en  un  mismo  acto  de  sus  Ancas  á  fa- 
vor deua  tercero,  como  el  que  otorgan  en  unión 
un  padre  y  una  madre  á  beneficio  de  sus  hijos; 
y>  testamento  mutuo  al  que  hacen  reciproca- 
mente dos  personas  á  favor  de  la  qué  sobre- 
viva,, como  cuando  marido  y  muger  se  institu- 
yen herederos  el  uno  al  otro  para  el  caso  de 
morir  sin  herederos  forzosos. 

Llámase  testamento  inoficioso  al  que  con- 
tiene una  desheredación  ó  preterición  injusta, 
ó  bien  al  testamento  en  que  el  testador  des- 
hereda ó  pasa  en  silencio  las  personas  que 
por  afecto  natural  ó  deber  de  piedad  debia  ins- 
tituir como  herederos  suyos.  Este  testamento 
no  es  nulo;  pero  se  rescinde  por  medio  de  la 
acción  llamada  querella  da  inoficiosa  te'sta- 
mentó. 

Testamento  místico  ó  secreto  es  el  que  se 
escribe  por  el  testador  ú  otra  persona  de  su 
con  lianza,  y  se  presenta  cerrado  al  escribano 
y  siete  testigos  para  que  autoricen  y  lirmen  el 
otorgamiento  en  la  cubierta. 

Testamento  ológrafo  es  el  escrito  por.en- 
tero,  fechado  y  firmado  de1  la  mano  del  testa- 
dor sin  necesidad  de  otras- formalidades,  la 
denominación  de  ológrafo  se  deriva  de  dos 
voces  griegas,  una  de  las  cuales  significa  solo 
y  otra  escribí?-.  Este  modo  de  testar,  que  está 
admitido  en  algunas  naciones,  como  por  ejem- 
plo, en  Francia,  no  se  conoció  entre  los  ro- 
manos ni  tampoco  está  en  uso  entre  nosotros- 
sino  con  respecto  á  los  militares,  los  cuales 
pueden  testar  en  esta  forma  ó  en  otra  que  me- 
jor les  parezca,  según  ya  se  ha. indicado,  la 
prueba  de  este  testamento  no  puede  hacerse 
sino  comparando  la  letra  y  firma  del  lestador 
con 'la  letra  y  firmas  .hechas  por  él.  en  otros 
papeles  reconocidos  por  suyos;  pero  como  hay 
muchas  personas  que  saben  imitar  con  la  ma- 
yor perfección- las  letras  y  firmas  de  mano  es- 
traüa,  no  cabe  duda  en  que  es  poco  seguro 
este  género  de  prueba  y  muy  peligroso  por 
lo  tanto  esta  manera  de  consignar  la  última 
voluntad. 

TESTAMENTO,  (antiguo ¥  nuevo!  (Religión, ) 
El'hebreo  berith  y  el  griego  diatzege.  que 
.corresponden  á  esta  palabra,  significan  en  ge* 
ne\'d\disposicion, institución,  tratado,  orde- 
nanza, alianza  y  declaración  de  la  última  vo- 
luntad; aquellas  palabras  han  sido  traducidas 
por  los  latinos  en  el  sentido  de  testamento, 
aunque  designan  mas  bien  á  la  letra  una  alian- 
za y  im  tratado  solemne  por  el  cual  declara 
Dios  á'los  hombres  sn  voluntad  y  las  condicio- 
nes bajo  las  cuales  tes  hace  sus  promesas  yl.es 
otorga  sus  beneficios. 

Dios  seha  dignado  mas  de  una  vez  hacer 
estas  clases  de  tratados  con  los  hombres;  hizo 
alianza  con  Adán,  con  Noé  al  salir'dcl  arca  y 


■159 


TESTAMENTO 


160 


con  Abraham,  mas  no  se  da  á  estos  actos  so- 
lemnes el  nombre  de  testamento,  el  cual  está 
reservado  á  las  dos  alianzas  posteriores,  á  sa- 
ber á  la  que  formo  Dios  con  los  hebreos  por 
el  ministerio  de  Moisés,  y  á  la  qne  lía  hecho 
con  todas  tas  unciones  por  la  mediación  de  Je- 
sucristo. La  primera  se  llama  !a  antigua  alian- 
za 6  Antiguo  Testamento  y  la  segunda  es  la 
nueva  alianza  ó  Nuevo  Testamento. 

El  apóstol  Saiv  Pablo  ba  dado  á  uno  y  otro 
el  nombre  de  testamento  en  el  sentido  mas 
propio,  haciendo  notar  que  son  como  unos  ac- 
tos de  la  última  voluntad.  Jesucristo,  dice,  es 
el  mediador  de  un  testamento  nuevo,  á  fin  de 
que  por  la  muerte;  .que  ha  sufrido  para  espiar 
las  iniquidades  qne  se  cometían  bajo  el  primer 
testamento;  'los  que  son  llamados  por  Dios  re- 
ciban la  herencia  cierna  que  lesba  prometido, 
Eii  efecto,  para  cumplir  un  testamento  es  ne- 
cesario que  intervenga  la  muerte  del  testador, 
puesto  que  no  tiene  lugar  sino  después  de 
aqnella-, 

¿Mas  deberá  inferirse  de  las  palabras  de 
San  Pablo  que  el  Antiguo  Testamento  era  una 
alianza  imperfecta  y  desventajosa  á  los  hebreos 
y  ud  mal  mas  bien  que  un  beneficio?  Este  es 
el  error  que  han  sostenido  Simón  el  llago  y 
sus  discípulos,  los  mareionistas,  los  mám- 
emeos, y  después  de  ellos  los  incrédulos  mo- 
dernos. Conviene  no  perder  aqui  de  vista  que 
las  palabras  bueno,  mulo,  perfecto  ó  imper- 
fecto son  términos  puramente  relativos  y  que 
no  son  verdaderos  mas  que- por  comparación. 
La  antigua  alianza  era  sin  düda  menos  perfec- 
ta y  ventajosa  que  la  nueva;  mas  este  defecto- 
era  análogo  al  carácter,  á  los  hábitos  de  los 
judíos,  y  á la  situación  y  circunstancias  eu  qne 
se  encontraban.  En  el  estremo  opuesto  han 
caído  los  judíos,  sosteniendo  que  Dios  no  po- 
día dar  á  los  hombres  una  ley  mas  sania,  un 
cnllo  mas  puro  y  una  religión  mas  perfecta 
qíie  lasque  habia  prescrito  á  sus  padres.  Ha- 
bía, pues,  agotado  Dios  en  su  favor  todos  Jos 
tesoros  de  su  poder  y  de  su  bondad.  Por  lo 
demás,  nada  mas  lejos  de  nuestro  ánimo  como 
católicos,  que  reconocer  ni  consentir  jamás 
las  desfavorables  apreciaciones  que  hacen  los 
hereges  del  Antiguo  Testamento,  de  las  cuales 
creemos  deber  hacernos  cargo  brevemente. 

Dicen,  pues  que  los  libros  del  Antiguo  Tes- 
tamento dan  falsas  ideas  de  la  Divinidad,  atri- 
buyéndole miembros  corporales  y  pasiones 
humanas  cómo  la  ira  y  la  envidia.  Para, cono- 
cer lo  infundado  de  este  cargo,  basta  conside- 
rar que  el  lenguaje  de  los  escrilores  sagrados 
es  un  lenguaje  popular  y  debía  serlo  en  efec-  ¡ 
to:  que  las  ideas  metafísicas  de  la  Divinidad  ¡ 
son  superiores  al  "alcance  del  pueblo;  y  que. 
cuando  los  escritores  sagrados  atribuyen  áj 
Dios  pasiones  humanas,  no  le  atribuyen  en  el 
foitdu  mas  que  sus  efectos  legítimos,         -  ' 

Ohjelaban  asimismo  los  rnaníqueos,  que  los 
preceptos  morales  existían  antíis  de  Moisés, 
el  cual  los  habia  desfigurado  por  otras  leyes 


y  por  promesas  y  amenazas  qi.e  no  convenían 
al  verdadero  Dios:  que  la  conducta  de  muchos 
patriarcas  era  vituperable  y  causaba  muy  mal 
ejemplo.  Puede  observarse  áesle  propósítu  que 
añníj¡iie  la  ley  moral  sea  tan  antigua  como  el 
mundo,  Dios  ha  debido  hacerla  escribir  en  el 
pecálogo  y  vigorizarla  en  calidad  de  legisla- 
dor con  el  sello  de  su  autoridad;  y  que  la  His- 
toria Santa,  al  referir  las  faltas  de  los  patriar- 
cas, ñolas  aprueba  de  modo  alguno.  Las  relie- 
re  si,  porque  este  libro  está  escrito  con  un 
fondo  de  verdad  é  Imparcialidad  desconocidas 
en  las  obras  del  mundo. 

Los  mauiqueos  se  escandalizaban  laminen 
de  que  Moisés  no  hacia  eu  la  antigua  ley  á  los 
judíos  mas  qne  promesas  temporales,  condue- 
la contraria  á  la  de  Jesucristo,  que  no  promete 
á  los  justos  mas  que  los  bienes  eternos.  Para 
justificar  las  promesas  temporales  de  la-  ley 
mosáica,  basta  considerar  que  Dios  debía  obrar 
asi,  ya  atendido  el  carácter  material  y  grose- 
ro de  los  judíos,  que  se  habían  entregado  fre- 
cuentemenlc  al  culto  de  las  falsas  divinidades 
con  la  esperanza  dooblener  la  abundancia  de 
bienes  temporales;  y  ya  porque  no  convenid 
unir  la  idea  de  una  recompensa  cierna  á  lo 
observancia  de  la  ley  ceremonial  como  á  la  de 
la  ley  moral. 

Como  en  los  designios  de  Dios  el  Antiguo 
Testamento  era  un  preliminar  del  nuevo,  lia 
sido  muy'coávenieute  que  Dios  hiciese  poner 
por  escrito  sus  disposiciones,  sus  condiciones 
y  sus  promesas,  y  que' nos  fuesen  trasmitidas 
por  el  lirismo  Moisés  y  por  los  domas  hombres 
que  eligió  para  anunciar  su  voinnlad.  Dios  la 
ha  hecho  y  sus  libros  son  en  numero  de  cua- 
renta y  cinco,  á  saber: 

Los  que  los  judíos  han  llamado  la  ley,  que 
son:  el  Génesis,  él  Exodo,  el  Levitico,  los 
Números  y  el  Deutefonomio. 

Los  libros  históricos,  que  son:  Josué,  los 
Jueves,  Ruth,  los  cuatro  libros  de  los  Reyes, 
los  dos  de  los  Paralipómenos,  los  dos  de  ¿i- 
dras,  Tobías,  Judith,  Esther,  y  los  de  los  Ma- 
eabeos. 

Los  libros  morales  ó  sapienciales,  que  son: 
Job,  los  Salmos,  los  Proverbios,  el  Eclesias- 
les,  el  Cántico,  la  Sabiduría,  y  el  Eclesiás- 
tico. 

Los  cnalro  profetas  mayores,  que  son: 
Isaías,  Jeremías  y  Baruch,  Ezequiel  y  Da- 
niel. 

Los  doce  menores  que  son:  Oseas,  Jod, 
Amos,  Abdiasl  Jonás,  Miqucas,  Nahum, 
Habacuc,  Sofonias,  Ageo,  Zacarías  y  Mala- 
quias . 

Hemos  hablado  de  la  mayor  parte  de  estas 
obras  en  su  articulo  correspondiente. 

Los  judíos  no  admilen  como  auténticos y 
no  consideran  como  palabras  de  Dios  sino  los 
que  lian  sido  escritos  en  hebreo,  preocupación 
qne  no  tiene  ningún  fundamento  atendible, 
porque  Dios  ba  podido  inspirar  á  los  hombres 
para  escribir  en  cualquier  idioma.  Mas  como 


!01 


TESTAMENTO 


462 


[os  judíos  aun  están  en  la  creencia  de  que  Dios 
nunca  ha  nublado  nías, que  para  cilios,  no  quie- 
ren recibir  como  libros  sagrados  sino  los  que 
lian,  sido  escritos  en  la  lengua  de  sus  mayo- 
res. En  verdad  que  si  tal  hubiese  sida  la  inten- 
ción de  Dios,  hubiera  conservado  esía  lengua 
siempre  viva,  ¡ce  cual  no  lia  Sucedido,  lis- 
iaba predicho  por  los  profetas  que  todas  ¡as 
naciones  serian  atraídas  al  conocimiento  del 
verdadero  Dios,  por  las  lecciones  del  Mesías; 
mas  no  so  infiere  de  ningún  hecho  ni  precep- 
to divino  la  necesidad  del  idioma  hebreo  para 
las  revelaciones  del  Señor.  Asi,  es  tanto  mas 
de  admirar  que  ios  protestantes  conlirpicn  la 
preocupación  de  los  judíos,  como  que  cuando 
se  Inda  de  saber  cómo,  en  que  tiempo  y  por 
quién  lia  sido  formado  el  canon  ó  el  patílogo 
de  los  libros  (pie  estos  lian  recibido  como  divi- 
nos, nada  se  encuentra  que'  tenga  caracteres, 
de  certidumbre. 

Como  los  libros  del  Antiguo  Testamento 
contienen  los  únicos  orígenes  verdaderos  del 
género  humano  y.  muchos  detalles  históricos 
sóbrelas  primeras  edades  del  mundo,  intere- 
san esencialmente  á  todas  las  naciones.  Aun 
cuando  se  quisiese  olvidar,  que  son  tos  únicos 
que  nos  enseñan  con  certeza  el  nacimiento, 
los  progresos  y  las  vicisitudes  de  la  verdadera 
religión,  seria  preciso  leerlos  para  subir  á  la 
cuna  de  las  naciones  antiguas,  para  conocer 
sus  costumbres,  sus  usos,  la  derivación  de  las 
leus  mas,  los  diversos  estados  de  la  sociedad 
civil  y  délas  ciencias  humanas.  Fuera  de  aójii 
no  so  encuentran  mas  que  conjeturas,  errores 
y  sistemas  frivolos,  que  son  ían  fáciles  de  dis- 
truir  como  de  construir. 

Espuestas  estos  breves  ideas  sobre  e[  Anti- 
guo Testamento,  vamos  á  ocuparnos  ahora  del 
Nuevo.  Sabemos  que  asi  se  llama  al  orden  Je 
cosas  que  ha  querido  Dios  establecer  por  me- 
dio do  Jesucristo  su  Hijo,  ó  la  nueva  alianza 
que  ha  querido  formar  con  los  hombres  por  la 
mediación  del.Salvador  divino.  Este  testamen- 
to no  es  nuevo  en  cí  sentido  de  que  Dios  for- 
mase su  designio  recientemente  sin  haberlo 
anunciado  en  ios  siglos  anteriores,  sin  haberlo 
advertido  al  género  humano  y  sin  haberle  pre- 
parado paradlo;  puesto  que  lo  contrario  está 
demostrado  con  las  pruebas  mas  solemnes  é 
irrecusables.  Pero  es  nuevo  en  el  concepto  de 
que  Dios  nos  ha  dado  por  Jesucristo  lecciones 
mas  claras,  leyes  mas  perfectas,  pro.mesas  mas 
ventajosas,  una  esperanza  mas  tirme,  motivos 
de  amor  mas  interesantes,  gracias  mas  abun- 
dantes que  á  los  judíos  y  que  exige  de  nos- 
otros virtudes  mas  sublimes. 

Desde  que  Dios  hizo  poner  por  escrito  la 
historia,  las  promesas,  las  condiciones  y  tos 
privilegios  del  Antiguo  Testamento,  era  toda- 
vía mas  necesario  que  hiciese  lo  mismo  res- 
pecte al  Nuevo,  puesto  que  á  la  venida  de  Jesu- 
cristo las  letras  y  los  conocimientos  humanos 
nanian  hecho  mas  progresos  que  en  el  siglo 
do  Moisés.  Sin  embargo,  este  divino  maestro 

2180    UIDLIOTKCA  POPULAll. 


no  lia  escrito  nada  por  sí  mismo,  y  no  vemos 
tampoco  que  las  haya  mandado,  escribir  nada. 
Tampoco  los  enviados  del  Salvador  nos  han 
dejado  tan  gran  número  de  obras  como  los  es- 
critores del  Antiguo  Testamento. 

Los  que  lian  sido  declarados  canónicos  porel 
concilio  de  T rento  son  veinte  y  siete,  á  saber: 
ios  cuatro  Evangelios  de  San  Maleo,  de  San 
Múreos,  -de  San  Lucas  y  de  San  luán;  U\% 
Acias  de  los  apóstoles,  catoree  cartas  ó  Epísto- 
las de  San  Pablo,  á  saber:  á  los  romanos,  pri- 
mera y  segunda  á  los  corintios,  á  los  gálatas, 
á  los  efesios,  á  los  fllipenses,  á  los  colasen* 
ses,  primera  y  segunda  á  los  tesalonicenses, 
primera  y  segunda  á  Timoteo,  á  Tito,  áKilc- 
mon  y  ú  los  hebreos;  las  Epistolar  canónicas, 
i  saber;  una-de  Santiago,  primera  y  segunda 
de  San  Pedro,  primera,  segunda  y  tercera  de 
San  Juan,  una  de  San- Judas,  y  linulmenie  el 
Apocalipsis  de  San  Jiwu._  liemos  hablado  de 
la  mayor  parle  de  estos  escritos  en  sus  artícu- 
los respectivos. 

Antes  de  dejar  de  hablar  de  la  palabra  tes- 
tamento, considerada  en  su  sentido  religioso, 
debemos  decir  dos  palabras  acerca  del  Testa- 
mento de  los  doca  patriarcas,  obra  apócrifa, 
escrita  en  griego  por  un  judio  convertido  al 
cristianismo  á  fines  del  siglo  primero  de  la 
Iglesia  <)  á  principios  del  segundo.  El  aútót*fe 
esta  obra  hace  hablar  allí  uno  después  de  olro 
á  los  doce  hijos  de  Jacob,  supone  que 'en  el  le- 
cho de  la  muerte,  á  ejemplo  ele  su.  padre,  han 
dirigido  á  sus  hijos  las  predicciones  é  instruc- 
ciones que  refiere.  Esta  ficción  nada  tiene  de 
vituperable:  no  hay  razón  alguna  para  creer 
que  este  autor  haya  tenido  la  idea  de  persua- 
dir A  sus  lectores  que  los  doce  patriarcas  han 
pronunciado  en- realidad  los  discursos  que  les 
atribuye,  Platón  cu  sús  diálogos  hace  hablar 
á  Sócrates  y  á  otros  persouages  de  su  tiempo. 
.Cicerón  ha  hecho  lo  mismo  en  la  mayor  paríe 
de.  sus  libros  tilosóíicós;  se  han  publicado  en 
nuestros  días  ias  Conversaciones  de  Focio  y 
otras  obras  del  mismo  género,  y  por  eso  nadie 
lia  sido  engañado  ni  ha  acusado  de-  impostura 
á  estos  escritores. 

La  antigüedad  del  Testamento  dé  los  doce 
patriarcas  .es  indisputable.  Orígenes,  en  su 
primera  homilía  sobre  Josué,  maniliesta  que 
había  visto  esía  obra  y  que  hallaba  en  ella 
buen  sentido;  Grabe  cree  que  Tertuliano; lo 
había  conocido  también  y  ánn  opina  que  San 
l'ablo  ha  citado  algunas  palabras  de  ella;  mas 
esta  suposición  es  poco  fundada. 

Por  mucho  tiempo  ha  sido  desconocido  es - 
te  libro  á  los.  subios  de  la  Europa  y  aun  á  los 
griegos;  los  ingleses  son  los  (pie  nos  jo  han 
dado  i  conocer,  ttobertq  Grosse-'i'esle,  obispo 
de  Lincoln  ,  tuvo  conocimiento  de  él  por 
medio  de  Juan  BasiugestaUus,  arcediano  de  Le- 
gies  que  estudió  en  Atenas  é  hizo  traer  un 
ejemplar  á  Inglaterra  y  le  tradujo  al  latín  con 
el  auxilio  de  ¡Nicolás,  griego  de  nacimiento  y 
clérigo  de  la  abadía  de  San  Altana,  el  año  do 

T.     XXXlli.  11 


163 


TESTA.M  ENÍO  — f ESTIGO 


164 


1552.  Después  lo  ha  presentado  Grabe  en  grie- 
go con  la  traducción,  en  su  Spicilegio  de  los 
padres,  en  1698,  y  también  lo  insertó  Vabri- 
cio  en  sus  Apócrifos  del  Antiguo  Testamento. 

TESTIGO,  TESTIMONIO,  PRUBBÍl  TBSTIMO- 
Mkh.  ¡Legislación.)  Llámase  testigo  á  la  per-, 
sona  que  está  en  el  caso  de  'declarar  sobre  la 
verdad  ó  falsedad  dc-lus  hechos  que  se  contro- 
vierten ante  un  tribunal  de  justicia.  A  la  decla- 
ración ó  dicho  del  testigo  se  da  el  nombre  de 
testimonio,. y  el  de  prueba  testimonial' á  la 
que  resulta  de  las  declaraciones  de  varios  tes- 
tigos, a  diferencia  de  la-  prueba  instrumental 
ó  documental,  que  es  la  que  resulta  de  los 
documentos  6  inslrnmenlos  públicos  ú  pri- 
vados'. 

'Compréndese  fácilmente  y  sin  necesidad 
de  grandes  capitaciones  sobre  osle  punto, 
cuan  interesante  es  la  persona  que  comparece 
como  testigo  ante  un  tribunal  do  justicia.  Sus 
dichos  van  á  ilustrar  el  ánimo  del  juez  sobro 
la  verdad  ó  falsedad  de  los  hechos  controverti- 
dos, y  por. consiguiente  á  ser  el'  fundamento 
en  que  estriba,  muchas  veces  el  fallo  de  un 
proceso.  La  ley,  por  lo  tanto,  al  verse  eu  "la 
nocesidad  de  dar  su  valor  legal  al  dicho  de  las 
personas  que- comparecen  ante  un  tribunal  y 
declaran  sobre  los  hechos  que  se  controvier- 
ten, no  lia  podido  menos  de  exigir  en  ellas 
ciertas  cualidades,  indispensables  para  que 
valga  su  testimonio,  y  sin  las  cuales  se  invali- 
da ó  pierde  mucha  parle  do  su  fuerza. 

Estas  cualidades  son  ¡a  edad,  el  conoci- 
miento, la  probidad  y  la  imparcialidad;  vea- 
mos lo  que  la  ley  dispone  sobre  cada  una  de 
ellas. 

Respecto  á  la  edad,  se  exige  para  poder 
ser  testigo  en  asuntos  civiles ,  'tener  mas  de 
catorce  años ,  y  mas  <le  veinte  para  declarar 
en  asuntos  criminales.  La  Tazón  de  esta  dife- 
rencia se  concibe  muy  fácilmente,  porque  al 
paso  que  en  los  primeros'  solo  se  disputa  so- 
bré intereses,  en  la  segunda  se  ponen  en  tela 
de  juicio  la  honra  y  la  vida  de  las  personas. 
Sin  embargo,  como  seria  desfavorable  álasin- 
vestigaciones  judiciales  privará  los  jueces  del 
testimonio  'de  las  personas  menores  de  la  edad 
señalada,  cuando  conocen  los  hechos  y  pueden 
deponer  sobre  ellos ,  pueden  ser  llamadas  á 
'  declarar,  y  su  dicho  será  atendido  como  pre- 
sunción. 

Por  falta  de  conocimiento  no  pueden  ser 
testigos  el  fátuo ,  el  loco ,  el  mentecato ,  el 
ebrio  ,  y  ei  que  de  cualquiera  otra  manera  está 
destituido  de  juicio.  El  dicho  de  estas  perso- 
nas no  puede,  ,en  efecto,  'tener  valor  ni  impor- 
tancia de  ningún  genera. 

En  cnanto  á  la  probidad!,  este  es  también, 
como  hemos  dicho  ,  un  requisito  que  debe 
adornar  las  personas  de  los  testigos.  No  pne- 
der  serlo,  por  falta  de  ella,  según  nuestras 
leves,  el  conocido  por  do  mala  fama,  el  que 
hubiese  dicho  falso  testimonio  ó  falseado  car-1 
ta,  sello  ó  moneda  del  gobierno;  el  que  faltase 


á  la  verdad  en  su  testimonio  por  precio  i-eciiii- 
do;  el  que  hubiese  dado  yerbas  ó  veneno  para 
causai-  algún  aborto ,  muerte  ú  otro  mal  cor- 
poral; el  homicida;  el  casado  que  tiene  en  su 
casa  barragana  ó.  manceba  conocida;  eT  forza- 
dor de  mnger,  aunque  no  se  la  llevo;  ol  que 
saque  religiosa  de  algún  convento;  el  após- 
tala; el  que  se  casare  sin  dispensa  con  porten- 
ta  en  grado  prohibido;  el  traidor  ó  alevoso;  el 
de  mala  vida,  como  ladrón,  rudan,  ó  tahúr,  y 
el  excomulgado  vitando, 

Lo  que  acabamos  de  decir  está  esnriln  en 
nuestras  leyes;  pero  doloroso-es  confesar  que 
esta  no  es  mas  que  una  Setra  muerta  y  una 
disposición  que  no  se  observa  en  rigor  en  la 
práctica.'  Doloroso,  decimos,  porque  es  impo- 
sible dejar  do  aplaudir  la  justicia  de  semejan- 
tes disposiciones.  Debiendo  apoyarse  el  fallo 
judicial  sobre  los  dichos  de  los  testigos,  ¿une 
valor  puede  dar  á  ellos ,  si  sabe  que  vienen 
de  personas  completamente  desacreditadas  y 
de  malas  costumbres  ,  que  del  mismo  motlu 
que  violan  oíros  preceptos  mas  graves  fi  im- 
portantes de  la  religión,  do  la  moral  y  de  las 
leyes,  pueden  faltar  á  la  verdad,  por  interés 
ó  por  odio  ó  afecto  hacia  determinadas  perso- 
nas? Cuando  el  juez  sepa  que  el  testigo  cuyo 
dicho  condena,  á  otro,  es  un  infame  raptor,  es 
un  desalmado  tahúr,  es  un  falsificador  de  do- 
cumentos, ó  un  homicida,  (Pun  hombre  cuyas 
costumbres  son  materia  de  escándalo  para  ta 
sociedad,  ¿podrá  dar  valor  alguno  ú  sus  di- 
chos? Esto  es,  sin  embargo,  lo  que  sucede  mo- 
chas veces  en  la  práctica  en  estos  tiempos, 
en  que  las  costumbres'  se  hallan  tan  perverti- 
das ,  en  que  se  conocen  tantos  y  tan  eficaces 
medios  para  ocultar  el  victo,  y  en  que  esto 
mismo  vicio  es  muchas  veces  tolerado  en  la 
sociedad  mientras  observa  ciertas  formas  esle- 
riofes,  á  saber:  que  el  dicho  de  los  malvados 
es  el  que  condena  con  frecuencia  á  los  hom- 
bres de  bien] 

Hemos  indicado  que  el  último  reqnisito  in- 
dispensable que  exige  la  ley  en  los  testigos 
es  la  imparcialidad.  Diremos,  pues,  que  por 
falta  de  ella  no  pueden  ser  testigos  el  ascen- 
diente y  descendiente  en  cansas  reciprocas;  la 
mugerpor  su  marido  ó  el  marido  por  su  mn- 
ger ,'ni  un  hermano '  por  otro  mientras  vivan 
juntos  bajo  la  patria  potestad;  el  interesado  en 
la  causa,  escepto  el  individuo  de  ayuntamien- 
to ó  universidad ,  que  puede  serlo  en  las  can- 
sas de  dichas  corporaciones;  el  criado  familiar; 
el  enemigo^-capital;  el  hombre  muy  pobre,  á 
menos  que  sea  de  bneria  reputación  y  arregla- 
da conducta;  el  juez  ,  en  pleito  que  juzgó  A 
ha  de  juzgar;  el  abogado  y  el  procurador  por 
su  parte  ó  cliente;  el  tutor  d  curador  en  plei- 
tos de  sus  pupilos  ó  menores;  el  cómplice  en 
el  delito  contra  su  compañera  ,  pues  podría 
culparse  a  un  inocente  ,  bien  por  venganza, 
bien  por  embrollar  o  retardar  la  causa  ,  biea 
por  mezclar  alguna  persona  poderosa  con  la 
esperanza  de  mejorar  el  éxito  del  proceso;  el 


165 


TESTIGO 


.160 


ciuo  está  preso  eu  cansa  criminal  contra  cual-  ralgunas  palabras  de  su  art,  -."  «Toda  persona, 
rmier  acusado,  por  recelo  do  que  podría  dar  dice,  de  cualquiera  clase,  fuero  y  condición 
falso  testimonio  á  ruego  de  alguno  que  le  pro-  que  sea,  cuando  tenga  que  declarar  como  tes- 
métiesé  sacarle  de  la  cárcel;  el  presentado  por  ligo,  en  una  causa  crimina!,  está  obligada  á 
el  acusador,  si  fuese  su  pariente  dentro  del  comparecer  para  este  efecto  ante  el  juez  que 
tercer  grado  ó  viviese  con  él  cotidianamente;  conozca  de  ella  luego  que  sea  citado  por  él 
el  que  por  dinero  lidie  con  bestia  brava,  y  la  mismo,  sin  necesidad  de  previo  permiso,  del 
mu^er  prostituta  ó  meretriz  en  causas  crimi-  juez  ó  superior  respectivo.»  Y  en  el  3.°  se  lee: 
nales;  por  último,  el  moro,  judio  óherege  con-  «Toda  persona  en  estos  casos,  cualquiera  que 
Ira  un  cristiano.  Debemos  advertir  que  las  con-  sea  su  clase  ,  debe  dar  su  testimonio  ,  no  por 
sideraciones  antes  indicadas  respecto  á  la  pro-  certificación  Ó  informe,  sino  por  declaración 
bulad ,  son  aplicables  á  este  capitulo;  porque,  bajo  juramento  en  forma,  que  deberá  prestar 
fuera  ilc  algunas  escepciones  legales  muy  mar-  según  su  estado  respectivo ,  ante  el  juez  'de  la 
cadas,  se  admiten  muebos  testimonios  en  que  cansa  o  el  autorizado  por  este. »  Como  se  ve, 
concurre  notoria  falta  de  imparcialidad.  Fuer-  estas  disposiciones  no  pueden  ser  mas  termi- 
m  es  confesar,  sin  embargo,  que  se  observan  nanles ,  y  se  llevan,  á  eí'eclo  con  gran  rigor, 
estas  disposiciones  con  algún  mas-rigor  que       La  forma  como  deben  ser  recibidas  las  de- 
aquellas, claraeiones  de-  los  tesligos  es  un  punto  lam- 
Despues  de  haber  lijado  de  este  modo  las  bien  interesante,  y  de  que  nuestras  leyes  se 
condiciones  que  deben  concurrir  en  los  testi-  ocupan  eslensamente.  Tamos  á  reasumir  aquí 
sos ,  la  ley  se  ocupa  de  establecer  la  obliga-  lo  que  en  ellas  se  dispone  sobre  esto, 
cion  en  que  están  de  prestar  su  testimonio  an-       El  juez  debe  tomar  á  los  testigos  con  cita- 
te  la  justicia,  y  de  la  forma  en  que  han  de  ser  clon  de  la  parte  contraria  ,  juramento  de  que 
recibidas  sus  declaraciones.                    .  dirán  verdad  sobre  lo  que  saben  del'becbo,  y 
ltcspeeío  á  lo  primero  ,,  la  ley  ordena  que  no  descubrirán  siis  testimonios  á  las'partes, 
ioilos  los  ciudadanos  están  obligados  á  decía-  sin  cuyo  requisito  no  valdrá  su  declaración, 
mi  cuando  se  les  mande,  y  el  juez  puede  apre-  á  no  ser  que  ambas  partes  se  conviniesen  en 
miarlos  á  ello  basta  con  prisión  y  embargo  .dispensar  esta  ceremonia,.  Luego  recibirá  á  ca- 
de bienes,  como  también  a  que  'comparezcan  da  uno  separadatuenle  la  declaración,  que  irá 
eu  el  tribunal  con  dicho  objeto;  pero  se  dis-  poniendo  por  escrito  el  escribano,  empezando 
peiisjju  de  esta  obligación  losancianosque  pa-  por  preguntarle  si  es  pariente  ó  enemigo  do 
san  de  setenta  años,  las  mugeres  honradas,  alguna  de  las  partes,  y  demás  generales  de  la 
bis  personas  ilustres,  los  que  se  bailen  grave-  ley,  y  cuidando  de  averiguar  por  sus  respues- 
menlé  enfermos,  los  prelados  y  los  sugetos  que  tas  si  sabe  lo  que  depone  por  haber  visto  el 
tengan  otros  impedimentos  ó  inconvenientes,  hecho  ó  la  cosa  que  se  dispula,  con  espresion 
á  (¡uien  se  ha  de  tomar  la  declaración  en  sus  del  año,  mes,-  dia  y  lugar,  y  de  las  personas 
casas  por  el  mismo,  juez  siendo  el  pleito  de  que  estaban  dolante,  ó  si  solo  lo  sabe  por  ba- 
imporlaiicia,  ó  por  el  escribano  sino  lo  fuere,  borlo  oido  decir  á  otros ;  pues  en  el  primer 
No  puede  ademas  ser  apremiado  ningún  su:  caso  es  válido  el  testimonio  y  no  en  él  segun- 
gcto  para  ser  testigo  contra  sus  ascendientes  do,  ánb  ser  que  no  pudiese  darse  Otra  prueba 
ú  descendientes  ó  parientes  colaterales  hasta  por  ser  el  suceso  muy  antiguo,  ó  por  otro  rao- 
d  cuarto  grado,  ni  el  suegro  contra  el  yerno,  |  üvo  semejante,  liará,  por  último,  que  se  léala 
ni  él  padrastro  contra  el  entenado,  ó  al  contra-' 
rio  en  causa  criminal.  Tales  son,  pues,  la  os 
tensión  y  los  limites  de  la  obligación  de  de 
clarar  ante  la  justicia  ,  que  no  es  por  cierto 


declaración  al  testigo,  por  si  tuviere  que  aña- 
dir, enmendar  ó  quitar,  y  la  ñrmará  con  e!  es- 
cribano y  el  mismo  testigo,  si  supiese.  Pueden 
los  testigos  corregir  sus  dichos,  aun  después 


de  las  monos  incómodas  que  pesan  sobre  el  de  hecha  y  filmada  la  declaración,  con  tal  que 
ciudadano.  mediare  poco  tiempo  y  no  hubiesen  hablado 
Muchos  son,  en  efecto ,  y  muy  poderosos  con  la  parte  interesada;  y  el  juez  liena  facul- 
tos motivos  que  concurren  para  retraer  ála  lad  de  llamarlos  de  nuevo  y  examinarlos  ,  en 
mayor  pafte  de  las  personas  de  ilustrar  con  razón  de  las  palabras  dudosas  que  hubiesen 
sus  dichos  al  'Criterio  judicial.  Sin  ocuparnos  dicho.  Si  el  juez  hallare  variedad  en  los  testi- 
aliora  de  ellos,  como  lo  haremos  antes  de  ter-  gos,  debe  carearlos  para  averiguar  la  verdad- 
minar  este  articulo ,  manifestaremos  que  el  Si  algún  testigo  no  supiere  la  lengua  vulgar, 
retraimiento,  observado  en  este  punto  ha  pro-  se  le  examina  por  medio  de  dos  intérpretes 
(lucido  en  diversas  épocas  la  necesidad  de  dis-  juramentados  como  los  tesligos;  y  si  no  hubie- 
posieiones  muy  severas.  Después  de  lo  que  i  se  mas  que  un  intérprete  en  el  pueblo,  ó  se 
acabamos  de  ver,  todavía  se  impuso  una  obii-  convinieran  las  parles  en  que  sea  uno  solo. 


gacion  mas  estrecha  é  indeclinable  de  decla- 
rar ante  los  tribunales  en  el 'real  decreto  de  4 
de  setiembre  de  1820,  espedido  bajóla  domi- 
nación de  principios.,  liberales,  y  restablecido 
en  época  análoga  á  aquella  bajo  su  aspecto  po- 
lítico, o  sea  en  30  de  agosto  de  1S36.  He  aqui 


valdrá  sn  dicho.  Cuando  el  juez  viere  que  los 
testigos  se  hallan  fuera  de  su  territorio  ,  debe 
enviar  requisitoria  con  inserción  del  interro- 
gatorio al  juez  del  pueblo  donde  aquellos  vi- 
ven, para  que  reciba  sus  declaraciones  y  se 
las  remita  cerradas ,  á  no  hacerse  por  medio 


TESTIGO 


de  receptores;  pero  en  causas  por  !as  cuales 
haya  de  imponerse  pena  de  muerte,,  mutilación 
ó  destierro,  debe  el  mismo  juez  que  conoce  i!e 
de  la  causa,  examinar  los  testigos,  quienes>por 
tanto  habrán  ¡le  presentarse  en  su  tribunal.  Si 
el  testigo  ilicc  que  du'da  o  no  se  acuerda  bien 
de  lo  que  se  le  pregunta,  ó  que  tiene  pe  ver 
algunos  papeles  y  pide  término,  se  le  debe 
conceder  este;  y  la  parte  puede  hablarle  y 
traerle  á  ia  memoria  los  hechos,  encargarle 
su  conciencia  sobré  que  diga  la  verdad,  y  «¡fe- 
fregarle  á  este  efecto  copia  del  interrogatorio. 

Aqui  será  preciso  observar  que- la  mayor 
parle  de  las  disposiciones  relativas  al  eximen 
de  testigos,  se  cumplen  muy  mal  en  la  prác- 
tica. Los  jueces  no  se  loman  el  trabajo  Se 
examinarlos  por  si,  porque  les  dispensan  de 
hacerlo  las  leyes  fuera  de  las  causas  y  nego- 
cios de  gravedad;  y  de  aqui  resulta  que  en  las 
capitales,  sobro  tarto,  loslestigos  no  haden  mas 
que  prestar  juramento  en  manos  del  juez,  y 
pasar  después  al  oficio  del  escribano,  donde 
esplauan  su  declaración  en  ios  términos  quo 
mas  les  acomoda.  Como  allí  no  hay  aparato  de 
tribunal,  ni  temor  de  ser  sorprendido  con  pre- 
guntas sugestivas,  la  declaración  se  escribe  coi) 
'  gran  desembarazo  aunque  contenga  un  tejido 
dé  falsedades.  No  aludimos  aqui  ni  recorda- 
mos á  este  propósito  hechos  algunos:  nos  re- 
ferimos á  lo  que  generalmente  sucede,  -salva 
algunas  esccpcioncs  honrosas.  Si  el  juez  exa- 
minase siempre  los  testigos,  seria  imposible 
que  so  consignase  tanta  falsedad  en  los  pro- 
cesos. Su-  presencia  impondría  respeto  ñ  los' 
que  hubiesen  pensado  desfigurar  iü  verdad,  'y 
tal  vez  les  desconcertaría  clespectácutá  im- 
ponente que  siempre  ofrece  la  justicia.  La 
práctica  da  ademas  á  los  jueces  medios  de  co- 
nocer cuando  se  aparta  el  lesíigo  de  la  verdad 
en  sus  dichos;  y  aunque  las  preguntas  capcio- 
sas están  prohibidas,  podría  en  estos  casos  con 
habilidad,  sacar  !a  verdad  de  la 'mentira,  <5 
al  menos  algunas  inducciones  favorables  á 
aquella.' 

Vamos  á  indicar  aun  algunas  dé  las  dispo- 
siciones de  nuestras  leyes  sobre  los  testigos 
que  pueden  presentarse  al  tribunal,  su  número, 
su  carácter -y  los  derechos  de  indemnización 
que  asisten  al  testigo. 

Cada  litigante,  según  nuestras  leyes,  puede 
presentar  hasta  treinta  testigos  y  no  nías  sot 
bre  cada  hecho  que  intenta  probar,  como  jure 
que  no  lo  hace  por  malicia  ni  por  cansar  di- 
laciones, y  nimijiic  después  dé  haber  presen- 
tado algunos  diga  que  üó  quiere  presentar  mas, 
puede,  no  obelante,  presentar  otros  nuevos, 
ítttSrta  bis  treinfa  con  tal  que  sea  dentro  del 
término  probatorio  y  jure  (pie  ignora  las  de-, 
claraciones  de  los  primeros  que  ha  presentado 
y  las  de  los  ríe  su  contrario.  A  pesar  ríe  lo  que 
antes  liemos  visto  cuando  ha  de  testificar  al- 
guna persona  condecorada,  como  magistrado 
ó  gofo  ríe  ¡uri-^lirriiin,  no  se  le  suele  exigir 
declaración  jurada,  Sitio  solo  certificación  so- 


bre el  hecho  ó  delito,  oblen  se  1c  pasa  un  ofi- 
cio preguntándole  lo  que  se  desea  saber.'.  Las 
testigos  tienen  derecho  á  que  !as  partes  les 
satisfagan  las  espensas  é  intereses  que  pierdan 
por  el  tiempo  empleado  en  ir  á  declarar  y  re- 
gresar á  sus  casas. 

lie  aqui  lo  que  repulamos  mas  digno  de 
conocerse  entre  lo  que  la  legislación  dispone 
respecto  á  la  prueba  de  testigos.  Y  en  verdad 
que  es  esta  una  materia  que  pudiera  darnos 
asunt.o  para  muchas  y  mny  importantes  con- 
sideraciones, si  nos  permitiera  tu  Índole  da 
estos  trabajos  e!  entrar  en  ellas.  Nos  limita- 
remos  á  indicar  que  la  prueba  de  testigos  no 
puede  apreciarse  sino  con  mucho  pulso  y 
prudencia,  porque  la  depravación  de  las  cos"- 
fumbres,  y  el  poco  respeto  á  la  santidad  del 
juramento,  han  hecho  que  se  pruebe  con  tes- 
tigos cuantu  se  quiera,  en  términos  de  haberse 
presentado  en  asuntos  civiles  y  criminales 
pruebas  robustísimas  de  este  género,  bochas 
afirmados  por  un  prodigioso  número  de  testi- 
gos, ¿  gusto  ríe  la  parle  qne  los  ha  presentado, 
cuya  falsedad  consta  estra-judicialinentc.  En 
medio  de  todo,  sin  embargo,  forzoso'  es  con- 
fe.-ar  que  este  género  de"  prueba  no  puede 
menos  de  utilizarse  en  el  foro,  porque  ¿qué 
baria  la  justicia  en  ciertos  casos,  sino  fuese 
informada  do  los  hechos  por  las  declaraciones 
de  los  que  pueden  ilustrado  sobre  ellos?  ¿Co- 
mo se  probarían  y  so  castigarían  los  debías, 
en  los  cuales  no  hay  de  ordinario  otro  media 
de  prueba  que  los  testigos?  Pero  debe  tenerse 
siempre  por  seguro,  que  si  bien  merece  fe 
por  lo  general  el  testimonio  ríe  las  personas 
que  por  casualidad  han  presenciado  un  hecho, 
y  vienen* á  ligurar  en  un  proceso  del  cual  se 
consideraban  muy  agenas,  no  es  tan  digno  do 
créríüo  en  los  mas  de  los  casos  el  de  los  Ies- 
Jigos  que  presenta  una  parte  para  probar  lo 
que  se  propone,  ya  sea  cu  asuntos  civiles,  ya 
en  causas  criminales  . 

No  terminaremos  este  articulo  sin  haccnius 
cargo  de  tina  especie  quehemos  apuntado  neis 
arriba  acerca  de  la  repugnancia  qne  cuesta  el 
comparecer  úntelos  tribunales  para  prestar  ea 
ellos  declaraciones,  á  casi  todas  las  personas 
á  quienes  se  llama  para  este  objeto.  Esta  ro- 
pugoaocia  no  nace  río  otra  cosa  sino  de  los 
vicios  de  nuestro  sistema  de  enjuiciar,  que 
cansan  muchas  veces  vejaciones  y  perjuicios 
inmerecidos  al  mismo  que  va  á  ¡lustrar  al  Iri- 
bünal'con  sus  declaraciones;  y  también,  y  muy 
principalmente,  de  la  desconfianza  qne  so  abri- 
ga de  ipie  se  imponga  al  reo  el  casligo  mere- 
cido, y  el  temor  de  que,  eludiendo  esle  el  ri- 
gor ríe  las  leyes,  no  venga  á  hacer  blanco  do 
sus  ataques  al  que,,  en  el  deber  de  manifestar 
la  verdad,  hizo  cu  el  tribunal  manifestaciones 
que  sinicron  de  fundamento  á  una  acusación 
criminal-. 

Queremos  dar  á  conocer,  por  conclusión 
de  este,  articuló,  ci  significado  ríe  algunas  lo- 
etlHonóS  formarías  sobre  ta  palabra  tusttgo. 


469 


TESTIGO— TESTIMONIO 


170 


Llámase  testigo  abonado  al  que  no  tiene 
tticba  legal,  y  también  al' que  no  podiendo  ra- 
tificarse en  su  declaración  por  haber  muerto 
ó  hallarse  ausente,  es  tenido  por  idóneo  y  fi- 
dedigno mediante  ía  justificación  que  se  luce 
de  su  veracidad  y  de  no  tener  taclias. 

Testigo  auricular  ó  de  oidas  es  el  que 
depnnedealgun  hecho  por  haberle  oído  á  otros, 
fío  tiene  fuerza  su  testimonio,  sino  cuando  re- 
cae sobre  algún  suceso  antiguo,  ú  cuando  se 
traía  de- probar  la  fuma  pública. 

Llámase  testigo-Oeular  ó  de  vista  al  que 
depone  de  algún  hecho  á  que  se  halló  presen- 
te. Su  testimoniu  es  Válido,  concurriendo  las 
circunstancias  antes  indicadas." 

Testigo  instrumental  es  el  que  asiste  al 
otorgamiento  de  un  instrumento  ó  escritura. 

Testigo  falso, se  llama  al  que  faifa  mali- 
ciosamente á  la  verdad  en  sus  deposiciones, 
sea  negándola,  sea  diciendo  lo  contrario  á 
ella. 

-  Testigos  necesarios  son  lodos  aquellos 
que  teniendo  tacha  legal  para  dar  testimonio, 
son  admitidos,  no  obstante,  por  necesidad  en 
algunas  causas  cuando  faltan  otros  hábiles  y 
capaces,  listo  es  lo  (pie  sucede  en  los  delitos 
de  lésar-magestad  ó  ¡csa-nacion  y  cu  el  pecado 
nefando,  en  los  cuales  se  admiten  como  testi- 
gos lodus  laspersonas  sin  escepciou,  fuefa  del 
enemigo  capital  del  acusado. 

Testigos  .singulares  se  llaman  á  los  que 
discordau  de  los  otros  en  el  hecho,  persona, 
tiempo,  lugar  ó  circunstancias  esenciales  del 
mismo; 

Testigos  iestamantarios  se  denomina  á 
los  que  asisten  al  otorgamiento  de  algún  tes- 
tamento ú  otra  disposición  do  última  vo  - 
luníad. 

Por  último,  se  da  el  nombre  de  testigos  mu- 
ios á  las  cosas  inanimadas  .que  sirven  para  el 
esclarecimiento  de  algún  hecho  y  la  convicción 
del  acusado;  como  son  los  instrumentos  con 
que  se  ha  cjeculado  algnn  delito,  como  el  pu- 
ñal ó  la  llave  falsa  que  pertenece  ó  se  encuen- 
tra á  la  persona  sobre  quien  recaen  las  sos- 
pechas. No  hacen  prueba  plena;  pero  inducen 
presunción. 

TESTLUOSIALBS.  Asi  se  llaman  las  certifi- 
caciones espedidas  por  los  obispos  para  paten- 
tizar los  méritos,  servicios,  grados  y  conduc- 
ía do  los  sacerdotes  o  clérigos  residentes  en 
sus  diócesis.  También  se  da  el  mismo  nombre 
alus  cartas  firmadas  por  los  obispos  y  sellada.-: 
con  sus  sellos,  por  las  que  remite  uno  de  sus 
diocesanos  á  otro  obispo  para  que  !e  confiera 
las  órdenes;  denominándose  vulgarmente  estas 
cartas  dimisorias.  ' 

■El  uso  de  las  testimoniales  es  muy  antiguo, 
y  se  introdujo  para  que  el  clérigo  que  se  tras- 
ladara de  una  provincia  eclesiástica  á  ofra  pu- 
diera acreditar  lodos  los  unlceédcnies  de  su 
vida,  teniendo  en  la  manifestación  do  su  pie- 
lado  un  lesfimnnio  de  su  idoneidad  m'oral,  in- 
telectual v  física. 


Posteriormente  se  ha  establecido  que  las 
testimoniales  sirvan  de  recomendación  para 
obtener  piezas  eclesiásticas  y  de  titulo  justi- 
ficativo para  probar  la  carrera  literaria  y  los 
servicios  délos  clérigos  que  aspiran á  obtener 
algún  beneficio. 

Desde  los  primitivos  siglos  de  la  Iglesia  se 
prohibió" espesamente  á  los  obispos  ordenar 
á  un  sábditb  de  otro  sin  Ucencia  de  éste,  y  el 
cánon  XVI  de!  concilio  de  Kicea  confirmó  esta 
prohibición  de  una'  manera  terminante,  habién- 
dolo hecho  también  con  la  mayor  claridad  el 
primer  concilio  de  Cartago.  Esta  prohibición  ha 
sido  siempre  'sostenida-ñor  lalglesia,y  el  con- 
cilio de  Tronío  on  la 'sesión  XIV,  capitulo  II  De 
Reform.,  dispone  que  ningún  obispo  confiera 
órdenes  fuera  de  su  diócesis,  ni  aun  á  sus  fa- 
miliares, sin  el  consentimiento  espreso  de  su 
propio  prelado  ó  cartas  dimisorias,  imponien- 
do al  que  contraviniere  á  este  precepto  la  pe- 
na de  suspensión  ipso  jure  por  un  año  de  las 
funciones  pontificales,  y  el  que  hubiese  sido 
ordenado  queda  privado  del  ejercicio  de  las 
órdenes  que  hubiere  recibido  todo  el  tiempo 
que  plazca  á  sis  prelado. 

-En  la  sesión  VII,  cap.  X  De  Reform,  del 
TrJdentino,  se  derogaron,  las  facultades  que 
antes  tenían  loa  cabildos  "catedrales  Jiara  dar 
dimisorias  durante  la  vacante  de  lásese,  y  se 
ordenó  que  hasta  pasado  el  primer  año  de  la 
vacante  no  so  espidiera  dimisoria  alguna. 

El  mismo  concilio  en  la  sesión  XX111,  ca- 
pitulo X,,  De  Reform.,  dispuso  que  los  aba- 
des y  prolados  inferiores  no  pudieran  dar  dt- 
misorias,,yenel  cap.  IX  consignó  que  los  obis- 
pos no  pudieran  ordenar  ¡f  sus  familiares  de 
otras  diócesis,  sino  después  de  estar  tres  años 
en  su  compañía,-  Esto  mismo  han  repetido  en 
diferentes _bulas  de  lósanos  1624  y  1G94  los 
papas  Urbano  Yin  6  Inocencio  Xll. 

LaS  testimoniales  se  espiden  ó  en  forma 
de  certificación  ó  en  forma  de  carta,  y  van 
siempre  refrendadas  por  el  secretario  del  pre- 
lado ó  por  un  notario  de  !a  curia. 

En  cualquier  parle  cu  doudo  so  presenten 
las  testimoniales  producen  el  mismo  efeclo 
que  si  se  presentaran  los  documentos  origina- 
les á  que  suelen  referirse,  y  de  ellas  se  sacan, 
en  España  én  Ja  cancillería  del  ministerio  de 
Gracia  y  Justicia  los  eslractos  do  méritos  y 
servicios  que  deben  unirse  á  todos  los  espe- 
dientes de  pretcnsiones  á  dignidades,  preben- 
das, curatos  y  beneficios  eclesiásticos. 

TKSTIMOSIÓ;  (Jurisprudencia.)  Llámase 
testimonio  lo  que  un  testigo  dice  eu-juicio,  el 
instrumento  legalizado  por  escribano,  en  (pie 
da  fé  de  algún  hecho  y  la  prueba  ó  justifica- 
ción de  la  verdad  de  alguna  cosa. 

La  copia  que  se  saca  por  exhibición  de  la 
escritura  original,  ó  de  la  que  hace  veces  de 
tai,  se  llama  testimonio,  y  puede  autorizarse 
por  el  mismo  escribano  ante  quien  pasó  la  es- 
critura, ó  por'olro  ¡míe  quien  se  exhibe.  Eu 
ol  primer  caso  hace  plena  fé  el  testimonio, 


17J 


TESTIMONIO— TETANOS 


mas  no  produce  ejecución:  en  el  segundo  no 
hace  fé  sino  contra  la  parte  que  se  vale  de  .él 
on  juicio,  á  no. ser" que  se  de  por  mandato  ju- 
dicial y  con  citación. 'de  la  parte  contraria,  6 
que  precediendo  dicha  citación  se  compruebe 
con  el  protocolo,  pues  entonces  probará  con- 
tra pija. 

TÉTANOS.  (Medicina.)  Viene  de  una  voz 
griega  que  significa  estender,  estirar.  Es  una 
enfermedad  caracterizada  por  la  contracción 
¿olorosa,  permanente,  con  repeticiones  ó  ac- 
cesos convulsivos,  de  algunos  ó  de  todos  los 
músculos  sometidos  al  imperio  do  la  volun- 
tad, dependiente,  según  Iiegin,  de  una  irrita- 
ción inflamatoria  de  la  médula  espinal. 

Variedades.    El  tétano  se  divide  en  idio- 
pático  y  traumático.  El  primero  "comprende 
todos  los  casos  do  tétanos  independiente  de 
heridas;  el  segundo,  por  el  contrario,  todo, 
aquellos  eu  que  sobreviene  á  consecuencia  de 
estas.  Se  divide  también  según  el  sitio  espe- 
cial que  ocupa  ia  contracción  espasmádica  de 
los  músculos;  asi  es  que  se  liau  admilido: 
1.°  el  trismo,  caracterizado  por  la  don  tracción 
de  las.  mandíbulas:  2."  el  amprostólmios,  en 
el  qué  los  músculos  de  la  parte  anterior  del 
cuello  y  del  tronco  se  hallan  tan  contraidos, 
que  doblan  la  'cabeza  hacia  el  pecho:  3."  el 
opistátones,  en  el  que  la  cabeza  so  dirige  ha- 
cia atrás  por  la  contracción  de  los  músculos 
de  la  parte  posterior  del  cuello:  4.°  el  plettros- 
tótonos,  en  el  que  se  observa  el  cuerpo  do- 
blado iateraimenfe:  y  5."  el  tétano  Iónico,  en 
que  la  contracción  muscular  es  general.  01ra 
diferencia  importante  se  establece  segxin  la. 
marcha  de  la  enfermedad,  eu  cuyo  concepto 
se  divide  el  tétano  na  ayudó,  crónico  é  inter- 
mitente. Es  agudo  cuando  los.  síntomas  se  su- 
ceden con  rapidez  y  .son  muy  intensos;  es 
crónico,  si  el  curso  de  los  sintonías  es  lento  y 
ostos  son  poco  graduados.  Es  iiitermilenle',por 
último,  cuando  se  reproduce  con  regularidad 
por  accesos,  del  cual  Dance  refiere  cuatro  ca- 
.'  sos.  Se  ha  observado  también  el  tolano  inter- 
mitente cu  las  calenturas  perniciosos  tetá- 
nicas. 

Hay,  finalmente,  otra  variedad  de  tútanos 
descrita  con  el  nombre  de  trismus  nascen- 
tium  ó  trismo  de  los  rccícn-nacidos,  que  se 
observa  prúicipaluicntej  según  Fonrnicr  Pes- 
cay,  hacia- los  trópicos  y  sobre  todo  en  las  An- 
tillas, en  los  niños  durante  los  ocho  primeros 
.dias  de  su  vida.  Se  desarrolla  'particularmente 
en  los  niños  de  los  negros,  y  muy  -rara  vez 
en  los  de  los  blancos.  Es  ,á  curta  diferencia  el 
leíanos  de  los  recien-nacidos,  lo'  mismo  que  el 
de  los  adultos,  sino  que  en  aquellos  el  único 
fenómeno  bien  prounneiadoj  el  eulmiuaide, 
es  el  trismo; 

Etiología,  Se  ba  dividido  el  télanos  en 
idiopúücb  y  traumático,  pero  sus  síntomas  son 
siempre  los  mismos  y  la  diferencia  está  solo 
en  las  causas.  Hay  una  influencia  general  que 


se  aplica  á  todos  los  casos  de  tétanos,  y  con- 
siste en  el  clima;  por  esta  razón  es  casi  endé- 
mico en  los  países  cálidos,  donde  so  ñola  un 
contraste  maravilloso  cutre  el  calor  escesivo 
del  día  y  el  frió  de  las  noches,  circunskmclas 
que  todos  los  autores  que  se  han  ocupado  do 
esta  afección  asignan  como  la  mas  idónea  pa- 
ra determinarla,  al  . paso  que  es  muy  raro  en 
tas  regiones  frías.  Las  lombrices  intestinales,, 
el  frió,  las  impresiones  mbrales  fuerles,  el  es- 
treñimiento pertinaz  y  Sos  viruelas  son  otras 
tantas  causas  ocasionales  del  tétano  idiopático. 
El  traumático  ss  desarrolla  á  veces  por.  Uis 
mas  leves  causas  físicas.  Las  heridas  no  son 
causa  inmediata  del  tétano,  sino  en  los  prime- 
ros dias,  cuando  la  irritación  subsiguiente  á 
picaduras ,  di  si  acerad  o  ii.es  ,  la  presencia  de 
cuerpos  estrados,  es  todavía  aguda,  Intensa  y 
se  hace  sentir  en  cierto  modo  en  toda  la  eco- 
nomía. ,A  medida  que.se  aleja  este  periodo  la 
herida,  por  la  disminución  do  la  flogosis  ó  in- 
farto délos  tejidos,  la  abundancia  de  la  supu- 
ración etc.,,  queda  reducida  á  un  aféelo  local 
poco  á  propósito  para  escitar  simpatías. 

Eu  los  ¡países  fríos  apenas  se  ve  sino  á  con- 
secuencia de  heridas  contusas  ó  por  dislaeera- 
cion  ó  por  instrumentos  punzantes,  en  las  heri- 
das de  las  articulaciones  giugllmoideas  con  ro- 
turado tendones  y  ligamentos,  cu  las  luxaciones 
y  fracturas  complicadas.  Lns  principales  cau- 
sis del  tétano  traumático  son  las  punturas  de 
la  planta  del  pie  y  las  fracturas  de  los  dedos 
y  de  la  mano  y  del  pie.  Se  lía  atribuido  el  l 
taños  á  la  división  parcial  de  un  nen  io;  puto 
en  casi  todas  las  heridas  hay  algunos  nervios 
incomplelamenle  «orlados,  y  sin  embargo,  no 
sobreviene:  puede  dudarse,  por  consiguiente, 
de  la  realidad  de  esta  causa.  El  Iránsito  repen- 
tino de  los  heridos  del  calor  al  frió  ocasiona 
también  esta  terrible  enfermedad. 

La  constricción  do  un  cordón  nervioso  por 
una  ligadura  de  arteria  le  determina  en  ocasio- 
nes, y  [d  mismo  la  presencia  de  cuerpos  es- 
truúos  cu  las  heridas,  las  afecciones  morales 
deprimentes,  el 'abuso  del  coito,  el  csceso  ele 
beber  licores  espirituosos,  los  tópicos  irritan- 
tes y  las  curas  demasiado  largas,  cuando  el 
aire  os  frió  y  húmedo  son  también  otras  lan- 
ías causas  que  pueden  favorecer  el  desarrollo 
del  tétanos. 

Sintomatología.  Como. pródromos  déla  en- 
fermedad, por  lo  general,  podemos  citar  la 
tristeza,  el  abatimiento  de  los  enfermos,  la 
pérdida  del  apetito  y  del  sueno :  tienen  la 
boca  amarga,  la  lengua  ofrece  un  empaste 
medio  amarillento  y  se  quejan  de  cefalalgia; 
esperimentau  después  bostezos,  movimien- 
tos convulsivos  pasageros  en  las  mandíbulas, 
el  cuello  y  los  músculos  de  la  deglución  y  re- 
cargos cada  vez  mas  frecuentes  y  durade- 
ros hasta  la  invasión  definitiva  det  mal.  So  es 
raro  tampoco  observar,  cuando  debo  declararse 
el  telamos,  que  los  bordes  de  la  herida  se  hin- 


m 

dbm  y  desecan,  la  supuración  disminuye^  vol- 
viéndose negruzca  y  fétidáj  ó  bg  suprime. 

■  Acaso  de  veinte  Veces  en  las  dieü  y  sois 
comienza  el  tétanos  por  el  trismo  ó.sca  la  con- 
tracción espasmódica  de  los  músculos  maséle- 
ros  y  temporales,  los  cuates  aplican  la  mandí- 
bula inferior  contra  la  superior  con  tal  fuerza, 
que  se  hace  por  grados  imposible  separarlas 
lo  mas  mínimo:  algunas  veces  ha  sido  preciso 
valerse  do  medios  mecánicos  ó  aprovechar  el 
hueco  procedente  dé  la  pérdida'de  un  diente 
para  introducir  algún  líuuido  en  la  boca.  En 
los  enfermos  que  no  pueden  tragar  la  saliva 
so  ve  salir  á  este  liquido  entre  los  labios. 

El  télanos  puede  .permanecer  en  este  gra- 
do por  muchos  dias,  pero  llega  al  fin  una  épo- 
ca en  que  la  rigidez  se  estiende  á  los  múscu- 
los' de  la  cara,  d'eí  cuello,  etc.,  hasta  que  se 
hace  tónico,  en,  cuyo  caso  lodo  el  cuerpo  se 
reduce  á  una  masa  inflexible.  Al  paso  que  esto 
sucede  los  otros  órganos  déla  economía  pier- 
den el  uso  de  sus  funciones.  Los  ojos  carecen 
de  su  animación  ordinaria,  se  hunden  en  la 
órbita  y  se  ponen,  llorosos;  las  paredes  del 
vientre  se  aproximan  ;í  la  columna  vertebral  y 
comprimen  las  visceras  que  protegen;  se  de- 
primen las  costillas,  y,  siendo  mas  limitados 
los  movimientos  dínfragmáticos,  la  respiración 
es  corta  y  difícil;  las  contracciones  de!  cora- 
zón son  frecuentes  pero  débiles,  y  do  aquí  la 
debilidad  del  movimiento  circulatorio.  Hay  en- 
sueños tristes,  agdacion  é  insomnio;  todos  es- 
tos accidentes  progresan  con  tal  rapidez,  que 
á  las  veinte  y  cuatro  horas  no  puede  ya  mu- 
chas veces  Iragar  el  enfermo  ó  lo  hace  con 
mncho  trabajo,  auuqde  siente,  vehementes  de- 
seos de  beber  y  aun  comer,  lo  que  contribuye 
mucho  á  agravar  el  mal  .  El  pulso  es  pequejip 
y  acelerado,  y  por  la  lardo  manifiesta  por  lo 
general  un  acceso  febril  seguido  de  sudores 
parciales.  Enflaquece  nolablementc  el  enfer- 
mo, sufre  dolores  atroces,  la  rigidez  aumenta, 
la  deglución  le  es  ya  imposible,  y  en  este 
caso  es  cuando  conocen  el  peligro  en  que  se 
llalla  su  vida  que  termina,  sin  perder  el  uso 
de  sn  inteligencia,  al  tercero,  cuarto ,  quinto 
ó  sétimo  dia,  y  rara  tez  se  prolonga  hasta  los 
diez  y  siele.  Esta  circunstancia,  anotada  últi- 
mamente de  conservar  su  integridad  las  facul- 
tades inlelectüalés,  es  un  hecho  tan  digno  de 
atención  como  constante ,  cuya  exactitud  ha 
sido  confirmada  por  todos  los  autores. 

La  muerte  á  consecuencia  del  télanós  so- 
breviene eii  dos  circunsiancias  ó  se  presenta 
hajo  dos  formas  diferentes.  Unas  veces,  en 
efecto,  siendo  permanentes  y  mny  intensos 
los  espasmos  durante  los  continuos  y  rápidos 
progresos  del  mal,  la  respiración  no  larda  cu 
debilitarse,  apenas  se  percibe  el  pulso,  sobre- 
viene nna  congestión  cerebral  que  aumenta 
gradualmente,  la  fisonomía  del  enfermo  se 
descompone,  se  cubre  el  cuerpo  de  un  sudor 
frío  y  viscoso  y  concluyo  la  vida,  resultado 
que  parece  debido  esencialmente  á  la  asfixia 


m 

consecutiva,  á  la  imposibilidad  de  respirar. 
En  otros  casos,  'por  el  contrario.,  el  tétanos  se 
prolonga  en  estado  crónico,  sin  adquirir  el 
grado  de  agudeza  que  !e  haría  prontamente 
mortal,  pero  si  conserva  bástanle  violencia 
para  privar  al  enfermo  de  todo  reposo,  impe- 
dirle Ja  ingestión  de  -alimentos  sólidos  y  lí- 
quidos y  agolar  la  acción  nervipsa  ó  determi- 
nar la  desorganización  de  la  médula  espinal, 
en  cuyas  circunstancias  los  enfermos  mueren 
de  debilidad,  y  otros  sufren  exacerbaciones 
sucesivas  acompañadas  de  dolores  raquidianos, 
y  sucumben  en  medio  de  uu  paroxismo,  mas 
marcado  y  duradero  que  ios  anteriores. 

Pronóstico.  El  tétano  general  es  muy  gra- 
ve porque  casi  necesariamente  es  agudo,  es 
decir,  muy  intenso.  El  idiopáticoes  menos  pe-- 
ligroso  que  el  traumático,  siendo  el  intermi- 
lenle  el  rueños  grave,  segnn  resulta  de  las 
observaciones  de  Denaus,  ano  ser  que  se  com- 
plique con  el  elemento  pernicioso,  "y  asi  es 
que  de  cualro  casos  de  liebre  perniciosa  tetá- 
nica, l'nccinolti  no  pudo  salvar  sino  un  en- 
fermo. Finalmente,  el  tétanos  de  cualquiera 
especie  que  sea,  es  siempre  una  afección  muy 
grave  y  con  razón  temida  por  lodos  los  prácti- 
cos; pero  esta  gravedad  tiene  sus  grados  se- 
gún la  mayor  ó  menor  violencia  y  aproxima- 
ción de  los  paroxismos. 

Anatomía  patológica.  La  mayor  parte  de 
los  autores  están  contestes  en  la  existencia  de 
una  lesión  de  la  médula.  Los  autores  Thomp- 
son, en  Filadelüa,  y  Goells,  en  Viena,  han  ob- 
servado muchas  veces  la  influencia  del  bulbo 
raquidiano  en  los  recien-naeidos  que  habían 
sucumbido  de  trismo;  el  profesor  Brear  refiere 
muchas  observaciones  de  télanos,  en  los  cua- 
les dice  haber  descubierto  la  inflamación  de 
la  médula;  en  '.as  Transacciones  del  colegio  de 
médicos  de  irlanda  se  ha  publicado  una  lámi- 
na que  representa  la  médula  espinal  de  un  tc- 
táníco'que,  ademas  de  ofrecer  una  imperfec- 
ción notable  de  sus  vasos,  se  bailaba  comple- 
tamente destraillada  sustancia  de  la  médula  al 
nivel  de  la  novena  y  décima  vértebras  dorsa- 
les. Combetlé  cita  un  caso,  en  que  se  encontró 
gran  cantidad  de  serosidad  en  el  conducto  ra- 
quídeo. Bouilland  vió  en  ia  autopsia  de  un  te- 
tánico reblandecidos  los  hacecillos  anteriores 
de  la  médula.  Monod,  Cloi,  Ccndrin  y  otros  ci- 
tan casos  análogos^ 

Según  las  complicaciones  de  la  enferme- 
dad, asi  varían  las  lesiones  secundarias  tpic 
presenta  los  cadáveres  de  individuos  muertos 
del  tétanos.  Asi  que,  en  unos  so  observan  se- 
ñales de  gastro-enterilis;  en  otros  inyección 
del  cerebro;  rin  algunos  el  corazón  contraído, 
duro  ó  reblandecido,  y  en  casi  todos  hay  hi- 
tarlo pulmonal,  rubicundez  en  la  garganta,  en 
la  faringe,  etc.  Los  músculos  en  (in,  que  han 
eslado  contraídos  durante  la  vida  ofrecen  ge- 
novalmcnlc  inyección",  equimosis,  ó  tal  ve?,  dis- 
laceracionos  ó  rcblaadecimíeutos  mas  ó  menos 
considerables. 


TETANOS 


475 


TETANOS-TETMGONURO 


Tratamiento.  Es  tal  la  resistencia  que  lia 
opucstp  el  tétanos  liasta  el  dia  á  los  diferentes 
métodos  curativos ,  que  se  lian  multiplicado 
hasta  el  inlinito.  los  medios  para  triunfar  do  él. 
De  necesidad  es  confesar  que  si  cada  uno  de 
estos  tratamientos  cuenta  en  su  favor  algunos 
resultados  felices,  son  á  la  verdad  tan  raros,  que 
deben  considerarse  como  casos  escepcionalcs. 
Mencionaremos,,  pues,  ligeramente  los  mas  y 
solo  nos  detendremos  e,n  el  que  nos  merece  el 
dictado  de  racional,. vistos  los  resultados  de 
las  autopsias.  Permitásemos,  sin  embargo,  de- 
cir algo  antes  de  Jas  precauciones  que  convie- 
ne tomar  para  oponerse  al  desarrollo  de  esta 
enfermedad. 

Tratamiento  profiláctico.  La  precaución 
mas  importante  de  todas  es  preservar  al  heri- 
do do  la  impresión  del  frío.  Desembarazar  las 
heridas  do  los  cuerpos  estraíios  que  contengan, 
practicar  los  deslindamientos  convenientes, 
curaciones  suaves,  ligeras  y  tardías,  situar  los 
heridos  en  lugares  sanos  y  de  igual  y  buen 
temple,  administrarles  calumnies  al  interior, 
preservarles  de  afecciones  morales,  corregir 
los  empachos  gástricos  ¿intestinales  que  aca- 
so existan;  he  aqui  los  medios  mas  adecua- 
dos á  que  debemos  recurrir  con  el  fin  de  pre- 
venir el  .desarrolló  del*  tétanos.  Cuando  reine 
epidémicamente  y  en  heridas  que  mas  fácil- 
mente lo  ocasionan,  es  prudente  practicar  la 
amputación. : 

Tratamiento  curativo.  Una  vez  desarro- 
llado, es  lo  esencial  descubrir  si  ..proviene  de 
la  herida  ó  depende  de  alguna  causa  estrada. 
En  este  úítimo  caso  no  ha  precedido  dolor  en 
la  herida,  y  á  pesar  de  la  invasión,  del  tétanos 
le'  mantiene  colorada  y  cubierta  de  un  pus  lau- 
dable; y  si  bien  mas  tarde  toma  un  tinte  pálido 
y  deja  de  supurar,  esto  depende  de  que  la  in- 
flamación medular  desarregla  ó  aniquila  todas 
las  acciones  orgánicas.  Si  á  esto  se  añade  el 
conocimiento  de  las  causas  verdaderas  tle  la' 
invasión  del  tétanos,  tales  como  una  indiges- 
tión, un  pasmo  por  el  frió,  un  acceso  de  cóle- 
ra n  otra  cualquiera  que  haya  ejercido  su  fu- 
nesta influencia  sobre  el  herido,  el  diagnósti- 
co es  evidente. 

Asi,  pues,  remover  la  causa  que  haya  da- 
do origen  al  létanos,  es  el  punto  mas  impor- 
tante. Satisfecha  esta  indicación  tan  esencial, 
las  sangrías  generales,  las  ventosas  y  sangui- 
juelas á  lo  largo  del  "raquis,  los  baños  tibios 
prolongados,  los  calmantes,  las  embrocaciones 
emolientes,  aceitosas  y  aromáticas,  seguidas 
de  aplicaciones  de  bayeta  en  todo  el  cuerpo, 
¡¡c  aqui  los  modificadores, que  conslilnyen  el 
tratamiento  metódico  racional  del  tétanos.  Las 
emisiones  sanguíneas  necesariamente  luin  de 
guardar  proporción  con  las  condiciones  del  en- 
fermo é  intensidad  del  tétanos,  no  deben  exa- 
gerarse del  modo  que  lo  han  hecho  algunos 
prácticos  En  los  enfermos  que  no  carezcan  do 
algún  diente,  conviene  colocar  entre  las  arca- 


das dentarias  un  pedacito  de  corcho  ó  madera 
desde  la  invasión  del  mal. 

Los  sudoríficos  y  el  álcali  volátil  han  con- 
tribuido en  algunos  casos  á  prevenir  y  curar 
el  tétanos.  El  opio,  sobre  todo  en  el  tétano 
crónico,  es  tal  vez  el  n.edicamenlo  que  mejor 
ha  correspondido  á  las  esperanzas  que  cotí  i¡\ 
se  proponían  al  emplearle;  pero  os  menester 
administrarle  á  dosis  alias  y/frecuentes  y  des- 
de  el  principio  de  la  enfermedad.  Se  bu  re- 
currido asimismo  al  éter  y  al  almizcle  á  do- 
sis crecidas,  pero  no  gozan  de  la  reputación 
que  el  .opio. 

•.  Los  chorros  de  agua  fría  en  ia  cabeza  du- 
rante hKcstaucia  de  los  enfermos  en  el  baño 
son  provechosas  cuando  los  músculos  del  cue- 
llo y  cabeza  están  muy  rígidos  y  se  observan 
señales  de  congestión  cerebral.  En  vez  de  ba- 
ños templados  se  han  usando  compuestus  de 
legía  de  ceniza  con  la  adición  de  una  ó  dos 
onzas  de  piedra  de  cauterio.  Provocan  un  su- 
dor copioso,  sobremanera  útil. 

El  mercurio,  la  digital,  los  enemas  de  ia- 
baco  y  algunos  otros  medicamentos  aislados  se 
han  empleado  también  para  combatir  esta  ter- 
rible enfermedad,  pero  aun  no  están  sancio- 
nados por  la  práctica. 

La  amputación  del  miembro  lastimado  acon- 
sejada por  Larrcy,  en  cuanto  aparecen  los  pri- 
meros síntomas  del  tétanos,  no  debe  practicar- 
se, porque  no  contiene  su  desarrollo  aun  cuan- 
do la  ca'usa  esté  en  el  daño  local. 

En  el  tratamiento  del  tétanos  idiopático  es- 
tán aconsejados  los  mismos  medios 'que  hemos 
enumerado,  solo  que,  como  bien  se  compren- 
de, no  hay  necesidad  detener  los  cuidados  que 
las  heridas  requieren. 

El  trismo  de  los  .recién  nacidos  por  último, 
se  halla  en  iguales  circunstancias,  sino  que  las 
dosis  de  los  medicamentos  han  de  sor  propor- 
cionadas á  su  corta  edad,  y  solo  liáremos  men- 
ción de  uno  empleado  con  buen  éxito  por  al- 
gunos autores  y  que  por  lo  mismo  lo  aconse- 
jan con  eficacia;  esle  es  la  tintura  de  cáñamo 
indiano,  del  que  se  administra  cinco  gotas  de 
hora  en  hora  el  primer  dia,  diez  el  segundo  y 
asi  sucesivamente  hasta  producir  el  sueño. 

T ETRABEASQDIOS.  (Historia  natural.)  Fa- 
milia  de  moluscos  cefalópodos,  caracterizada 
por  tener  dós  branquias  á  cada  lado,  muchos 
tentáculos  sin  ventosas  y  colocados  en  varias 
fitas..  Comprende  dos  géneros  que  son  la.  espí- 
rala" y  la  laza  de  Venus.  También  se  colocan  en 
esta  familia  las  ammonitas ,  belcmnilas,  mi- 
mulilas  y  otras  varias  especies  fósiles. 

TETIUGOXURO.  (Historia  natural.)  Género 
de  peces  óseos  del  órden  de  los  acantoplcri- 
gios,  familia  de  los  estrepsibranquios,  caracte- 
rizado por  dos  Crestas  salientes  á  cada  uno  de 
los  lados  de  la  baso  de  la  cola.  El  único  géne- 
ro descrito  hasta  ahora  es  el  letragonurus  cu- 
vieri  de  llisso,  de  color  negro  y  cuya  carne 
según  se  dice  es  venenosa,  Habita  en  el  Medi- 
terráneo. 


477 


TEUTONICA. 


478 


TETRÁMEROS.  {Historia  natural.)  Tercera 
sección  de  coleópteros,  caracterizada  por  te- 
ner cuatro  artejos  en  cada  uno  de  los  seis  tar- 
sos. Divídense  en  siete  familias  que  son:  cur- 
ctítimúlos  ,  filófagos  ,  plaikomos  ,  longicor- 
nios,  cíclicos  y  clavipalpos. 

TETRAS.  {Historia  natural.)  Género  de  la 
familia  de  las  tctraonidcas  en  el  órden  de  las 
gallináceas,  caracterizado  por  su  pico  corlo. y 
robusto;  la  mandíbula  superior  abovedada,  en- 
corvada por  la  punía,  mas  larga  que  !a  infe- 
rior y  rebasándola  por  todos  partes;  las  ven- 
lanas  de  la  nariz  medio  cerradas  por  una  mem- 
brana hinchada  y  ocultas  por  las  plumas;  ¡a 
región  superciliar  desnuda  y  cubierta  de  una 
piel  verrugosa;  larsos  emplomados;  Iros  dedos 
delante  y  uno  detrás,  guarnecidos  en  sus  boi>- 
desde  asperezas;  alas  cortas,  cóncavas  y  re- 
dondeadas; la  cola  también  redondeada  y  al- 
guna; veces  ahorquilla.da. 

El  urogallo  {tetrao  urogaüus),  el  urogallo 
pequeño  \T.  iutrix),  y  !a  ortega  (T.  bonasia) 
son  comunes  en  nuestra  península. 

TETRODIMTES.  (Historia  natural.)  Género 
de  peces  pleclognatos  de  la  familia  de  los 
giinnodontcs,  caracterizado  por  !as  láminas  de 
marfil  que  guarnecen  sus  mandíbulas  y  que 
están  divididas  en-  su  parte  media  por  una  su- 
tura, de  modo  que  parece  tener  cuatro  dientes, 
dos  arriba  y  otros  dos  abajo.  Se  hinchan  como 
los  diodontes  y  se  defienden  de  la  misma  suer 
te  qne  eslos.  La  carne  de  muchas  especies  pa- 
sa por  venenosa.  Llámansc  erizos  de  mar 
ciertas  especies  que  tienen  el  cuerpo  espino- 
so. Las  de  piel  desnuda  y  sin  puntas  óseas  son 
eléctricas. 

La  especie  conocida  de  mas  tiempo  es  el 
tulrodonle  del  Nilo  lletraodon  linéalas  de 
Lin.)  que  el  Nilo  deja  abundantemente  en  tier- 
ra en  sus  avenidas  y  que  sirve  entonces  de 
juguete  á  los  muchachos. 

TEIÍTIOS.  (Historia  natural.)  Familia  de 
peces  óseos,  del  orden  de  los  acantopterigios, 
caracterizada  por  su  boca  pequeña  poco  ó  na- 
da ostensible,  dieníes  cortantes  solo  en  las 
mandíbulas,  cuerpo  comprimido  y  oblongo  con 
una  sola  dorsal.  Los  peces  de  esta  familia  son 
exóticos  y  pertenecen  á  los  géneros  anfacan- 
io,  acanluro,  nason ,  prionuro ,  axinuro, 
priodonte  y  queris. 

TEUTÓNICA,  (orden)  Esta  órden  fué  funda- 
da cu  ti  DO  delante  de  San  Juan  de  Acre  por 
algunos  ciudadanos  do  Lubeck  y  de  Rrema, 
que  establecieron  en  el  campo  de  los  cruzados 
op  hospital  para  los  .cristianos  enfermos  y  he- 
ridos. Al  año  siguiente,  12  de  febrero,  dio  el 
papa  Celestino  III  una  bula  por  la  cual  confir- 
maba el  Instituto  de  los  hermanos  hospitalarios 
teutónicos  do  Nuestra  Señora  de  Sion,  mandán- 
dolos que  llevasen  cruz  negra  sobre  carablan- 
ca y  vivieran  bajo  la  regla  de  San  Agustín  con 
todos  los  privilegios  concedidos 'á  los  hospita- 
larios de  San  Juan  y  a  los  caballeros  del  Tem- 
ple. Al  poco  tiempo  los  hospitalarios  teutónicos 

'■¿181    UIULIOTliCA  POMJLAIl. 


se  lucieron  mUitares.á  imitación'  de  los  dos  ór- 
denes que  Ies  habian  precedido. 

He  aqui  la  lista  de  sus  grandes  maestres : 

1191.    Enrique  de  Walpot. 

1200.    Olton  de  Kaerpen. 
1200.    Hermán  de  Bard. 

1210.  Hermán  de  Sallza,  En  esta  época 
fué  cuando  los  caballeros,  retirados  al  princi- 
pio á  Venecia,  fueron  llamados  á  Alemania  por 
el  emperador  Federico  II,  que  les  propuso  la 
conquista  de  la  Prusia,  todavía  pagana  ,  para 
poseerla  en  feudo  dependiente  del  imperio. 
Llevaron  la  guerra  á  aquel  pais  en  1227  y  se 
apoderaron  de'la  mayor  parte  de  él.  L03  caba- 
lleros del  Cristo  ó  porla-espadas,  en  Livonia, 
se  sometieron  en  1238  á  ,1a  órden  Teutónica. 

1240.  Conrado,  landgrave  deTkuringia  y 
de  Hesse.  Conquistó  la  Curiandia  y  una  parle 
de  la  Lituania. 

1253.  Poppon  de  Osleme.  En  su  tiempo, 
año  de  125G,  edificaron  los  caballeros  la  ciu- 
dad de  ICoonigsberg. 

1263.    Hannon  de  Sangershauacn. 

1275.  Hartman  de  Hetdrungen.  Fijó  su 
residencia  en  Venecia,  y  durante  su  magisterio 
fué  fundada  la  ciudad  de  Marienhorgo. 

1283.  Burchard  de  Schewenden,  Dirigió 
inútilmente  en  1290  una  espediciou  enviada  al 
socorro  de  Acre,  sitiada  por  los  infieles. 

1 290.  Conrado  de  Feuchtwangen.  Toma- 
da Acre  en  1231  se  retiraron  los  caballeros 
definitivamente  á  Alemania  y  eligieron  por  ca- 
pital á  la  cíufSad  de  Marburgo  en  Hesse. 

1297.    Godofredo  de  Hohenloke. 

1309.  Sigefredo  de  Feuchtwangen.  Ad- 
quirió los  derechos  del  margrave  de  Brande- 
burgo  sobre  Dantzig  y  compró  la  Pomerelia. 

1312.    Carlos  tíeffart,  de  Tréveris. 

1324.  Werner  de  Or salen.  Tuvo  que  ha- 
cer la  guerra  á  los  libramos,  á  los  polacos  y  al 
gran  duque  de  Moscovia. 

1331.    Ludger  de  Brunswick. 

1335.    Dietrik  de  Otdenburgo. 

1341.    Ludolfo  Kanig. 

1345.    Enrique  Duseniers  de  Arffbcrg. 
Compró  á  la  Dinamarca  parle  de  la  Estonia. 

1351.  Wcinrich  de  Knipenrode.  Ganó  á 
los  tituanios  una  victoria  sangrienta,  el  17  de 
febrero  de  1370. 

1352.  Conrado  Zolner  da  Itodenslein. 

■  1390.  Conrado  de  Wallenrode.  Tomó  el 
Ululo  de  principe  gran  maestre. 

1393  .  Conrado  de  Jungingen.  Adquirió  de 
los  polacos  la  Samoglciaque  perdióse  sucesor. 

1407.  Ulrico  da  Jungingen,  hermano  del 
anterior.  Fué  muerto  011  la  sangrienta  batalla 
de  Tanneberg  que  perdió  contra  los  polacos  y 
lituanios  reunidos  (15  de  julio  de  1410).  , 

1410.  Enrique  Reuss  I,  co  n  de  d  e  Pl  au  e  11 . 
Por  sospechas  de  sostener  inteligencias  con  los 
polacos,  fué  depuesto  y  encerrado. 

1413.  Miguel  Kuchenmeisier  de  Stem- 
berg. 

1422.   Pablo  Petlnitzer  de  Rusdorff. 
t.  xxxin.  12 


J79 


T  E  UTO  NICA^-Tl  AR  A 


180 


1 44 1 .  Conrado  de  ErliehshaUsen.  Bajo  su 
magisterio  sacudieron  las  ciudades  de  Elbing, 
Tlim-Ti ,  lícenigsberg  y  Dantzig  la  dominación  de 
la  orden,  su  rebelión  produjo  una  guerra  san- 
grienta entré  los  caballeros  y  los  polacos. 

1 440.  Luis  de,  Erlichshausen.  En  1 4CG  fué 
obligado  á  aceiitar  la  paz  que  le  fué  impuesta 
cu  Thoine  por  Casimiro  IV,  rey  de  Polonia, 
cedió  la  Frusta  Occidental,  y  no  conservó  la 
Prtisia  Oriental,  si  no  reconociendo  la  sobera- 
nía de  Casimiro. 

1 4G9.    Enrique  Tteuss  ¡I,  conde  de  Plauen. 

I470.    Enrique  Reffl  de  Rkhlenberg. 
/     1477.    Martin  Truchses  deWetschau- 
son. 

149E.    Juan  de  Tieffen. 

1498.    Federico,  duque  de  Sajonia. 

1510.  ¿ibertg,  margrave  <3e  Brandeburgo 
y  sobrino  de  Sigismundo,  rey  de  Polonia.  In- 
tentó sustraerse  á  la  soberanía  de  su  !¡o,  ñero 
esta  empresa  causó  una  guerra  que  por  espacio 
do  muchos  años  devastó  los  dos  países  sin  re- 
sultados definitivos.  En  lio,  en  1525  Alberto, 
quebabia  abrazado  con  ardor  las  doctrinas  de 
Lutero,  se  dirigió  á  Cracovia  y  concluyó  el  8 
de  abril  un  tratado  por  el  cual  fué  reconocido 
duque  hereditario  de  todo  lo  que  la  orden  po- 
seía, en  Prusia,  tanto  por  si  como  por  sus  her- 
manos y  sucesores,  á  condición  de  recibir  la 
investidura  del  rey  Sigismundo.  Ayudado  des- 
pués por  los  polacos,  tomó  posesión  del  duca- 
do, echó  de  él  á  los  católicos,  y  á  pesar  de  los 
rayos  del  papa  y  délas  amenazas  del  empera- 
dor, se  hizo  luterano  asi  como  gran  número  de 
sns  caballeros.  En  1526  se  casó  con  la  bija  del 
rey  de  Dinamarca. , 

Este  acontecimiento  puede  ser  .considerado 
como  el  término  de  la  existencia  política  de  la 
órden  teutónica,  cuyo  poder  se  habia  debilita- 
do considerablemente  en  el  espacio  de  un  si- 
glo por  las  guerras  desastrosas  y  las  discusio- 
nes intestinas.  Ademas  en  1521,  Waithcr  Plet- 
tenberg,  maestre  teutónico  de  bivonia,  se  ha- 
bía flecho  independiente  del  gran  maestre,  y 
había  sido  reconocido  príncipe  del  imperio  por 
Carlos  Y. 

1526.  Walther  de  Cronberg.  Después  do 
la  defección  de  Alberto  fué  elegido  gran  maes- 
tre por  un  capitulo  general  celebrada  el  16  de 
diciembre  de  1526. 

1543.  Walgang  Sehulzbar,  llamado MU- 
ehling.  Bajo  su  magisterio  perdió  la  orden  la 
Livonia. 

1 5GG.    Jorge  Ilund  de  W  encliheim. 
1572.'  Enrique  de  B'Aenhausen. 
1585.    Maximiliano,  archiduque  de  Aus- 
tria. 

1618.    Carlos,  archiduque  de  Austria. 
1G25,    Juan  Eustaquio  de  Weslernach. 
i  627.    Juan  Gaspar  de  Stadion. 
1641.    Leopoldo  Guillermo,  archiduque  de  : 
Austria. 

1672.  Carlos-José,  archiduque  de  Austria. ' 
1 664 .    Juan  Gaspar  de  Ámpringen. 


1685.  Luis  Antonio,  conde  palatino  de 
Neuburgo. 

I.GU4.  Franmco  Luis,  conde  palatino  de 
Neuburgo. 

1732.   'Clemente  Augiisto  de  Baviera. 

17G1.    Carlos  Alejandro  de  Lorena. 

1780.  Maximiliano,  archiduque-  de  Aus- 
tria. 

En  1S05  el  tratado  de  Prcsburgo  concedió 
al  emperador  de  Austria  los  títulos,  derechos 
y  rentas  del  gran  maestre  de  la  orden,  que 
fue  definitivamente  suprimida  por  Napoleón  el 
24  de  abril  de  1S09.  . 

SVoiL.  GetchieMe  Preu'scns  von  dir  asUesltn  7,iil 
bi$zum  VnlerganQ  des  ieutschenordens,  KmiiMing. 
IB27-18:>.9, .fl-vol.  in  S.u 

Dueil'ms:  Historia  ar'dinis  cquihtm  teutónico- 
ricm  hospitalis  Sánela  Mario!,  Viena,  1727, 

De  Wall:  tlisloire  de  l'órdre  ituloiiiqut ,  París 
el  Ueiuis,  1784,  8  vnl.  in  8  " — Seek*rehe*  sur  <«  rom- 
titution  de  bordre  leutoftiqiie.  Mergenlheím,  181)7, 
2  vol.  in  8." 

Arl  de  verifier  les  dales,  eilitiou  in  8,°  2.a  parí. 
I.  XVI. 

TIARA.  Es  lamüra  propia  del  Sumo  Ponüíi- 
ce,  compuesta  de  un  gorro  interior  al  cual  si: 
ciñen  esteriormcule  tres  coronas  ducales,  lisia 
mitra  es  redonda,  cerrada  en  la  parte  superior 
y  elevada,  con  dos  listas1  pendientes,  una  á  ca- 
da lado,  franjadas  al  cabo,  sembradas  de  era- 
celas,  ceñidas  de  tres  coronas,  cimada  en  un 
mundo  ó  globo  de  oro  centrado  y  cruzado  dolo 
mismo. 

I.a  antigua  tiara  era  un  bonete  alto  y  re- 
dondo que  remataba  en  una  corona.  Bonifa- 
cio VIII  añadió  á  este  bonete  lasegunda  coro* 
na,  y  Benedicto  XI l  la  tercera.  En  el  siglo  XIV 
recibió  la  tiara  la  forma  que  boy  tiene,  y  [Jr- 
bano  V  fué  el  primer  papa  que  usó  la  de  tros 
coronas. 

La  liara  es  la  señal  de  la  dignidad  ponlifl- 
cia,  asi  como  las  llaves  son  la  señal  de  la  ju- 
risdicción, y  por  lo  mismo  aquel  distintivo  so- 
lo corresponde  á  la  categoría  del  padre  de  los 
fieles  cristianos.  Por  esta  razón  cuando  el  pa- 
pa muere  se  ponen  sus  armas  solo  con  la  tia- 
ra, sin  llaves,  porque  si  bien  queda  en  el  ca- 
dáver la  representación  de  la  dignidad  ,  con- 
cluyó con  la  muerte  el  ejercicio  de  la  juris- 
dicción. 

Las  tres  coronas  con  que  está  ceñida  la 
tiara  significan  las  tres  dignidades  del  papa, 
régia,  impeiial  y  sacerdotal. 

El  pontífice  tiene  varias  tiaras,  y  cidro 
ellas  so  distingue  por  su  riqueza  la  que  el  em- 
perador Napoleón  regaló  á  Pió  Vil  cuando  vi- 
no á  Paris  á  consagrarle.  I.a  reina  de  España 
acaba  de  regalar  á  nuestro  actual  pontífice 
Pió  IX  una  riquísima  tiara,  cuyas  coronas  son 
de  brillantes  y  el  globo  y  cruz  di;  zafiros.  Esta 
bella  y  notable  alhajase  lia  construido  en  Ma- 
drid en  la  fábrica  del  señor  Pizzala,  y  será  sin 
duda  la  obra  artística  mas  magnífica  que  ha 
salido  en  los  últimos  años  de  Íes  [atieres  es- 
pañoles. 


HERMAS 


<H2 


TllHMtON.  [Historia  natural.)  Género  cíe 
petos  cartilaginosos,  tlcl  órddrJ  de  Vos  selacios, 
trilm  !o  los  cpcuu'us,  caracterizado  por  su  ho- 
cico prominente  con  las  narices  y  la  boca  en 
la  parle  &'ferior'j  la  alelsi  caudal  con  un  lóbulo 
por  debajo  que  la-hace  parecer  casi  ahorquilla- 
da;  la  primera  dorsal  mucho  mas  adelante  que 
las  ventrales  y  la  última  abertura  branquial 
encima  de  las  pectorales;  carece  de  espiráeulos 
y  sus  dientes  son  corlantes,  puntiagudos  y 
casi  siempre  aserrados  en  sus  bordes. 

lis  especies  mas  conocidas  son:  e!  tiburón 
comün  [squakts  carcharías,  de  L.),  que  se  en- 
cuentra en  lodos  los  mares,  llega  á  tener  hasta 
2D  pies  y  es  el  terror  de  los  navegantes;  la 
guadañad  zorra  de-mar  (sq.  vulpes)  y  el  azul 
(st|.  glaucusl,  que  se  encuentran  en  nuestros 
níares  y  aunque  de  menor  tamaño  que  el  pri- 
mero no  dejan  de  ser  temibles. 

TjCODROMOS.  [Historia  natural.)  Género  de 
aves  do  ia  familia  de  ios  lernuiroslres,  en  el 
órdeu  de  los  páseres,  caracterizado  por  su 
pico  muy  largo,  delgado,  cilindrico,  arqueado, 
triangular  y  deprimido  en  su  base,  ventanas 
de  la  nariz  longitudinales,  desnudas  y  situa- 
das cerca  de  la  base;  tarsos  largos  y  delgados; 
dedos  largos  con  fuertes  uñas;  alas  muy  gran- 
des, .siendo  la  cuarta,  quinta  y  sesta  remera 
las  mas  largas;  cola  redondeada,  ancha  y  com- 
puesta de  pennas  con  tallos  débiles. 

El  trepador  de  pared  [tidiodromo  mura- 
ría, de  lllig.)  es  tal  vez  la  única  espacie  dé- 
oste género.  Habita  en  nuestra  península  y  £u 
toda  la  parle  meridional  de  Europa. 

TIEMPO. '  (Marina  )  Ademas  de  las  acepcio- 
nes comunes  de  esta  voz,  se  usa  de  ella  en  va- 
rias frases  ú  aplicaciones  particulares  ,  como 
tiempo  regular,  manejable,  bonancible,  du- 
ro, furioso,  y  en  la  de  cargar  el  tiempo,  cal- 
mar, ceder,  etc.,  también  se  dice  correr  -el 
tiempo  ó  un  tiempo ,  capearlo,  aguantar- 
lo, etc.  (Véase  íehfoIííl). 

En  cuanto  á  su  primera  acepción. común 
o  á  su  significado  como  duración  de  las  cosas, 
se  distingue  en  tiempo  sidéreo,  sideral  ó  del 
primer  móvil;  tiempo  verdadero  ú  aparente, 
tiempo  medio,  tiempo  astronómico  y  tiempo 
civil,  que  en  cada  uno  de  estos  casos  es  el  que 
se  compone  de  horas  y  dias  do  sn"  respectiva 
especie  ó  denominación,  ó  el  que  se  cuenta 
según  los  unos  y  los  otros. 

En  la  segunda  desús  acepciones  comunes 
tiene  también  mucho  uso  en  la  marina,  con  la, 
variedad  de  calificaciones  que  admite  el  esta- 
do de  la  atmósfera,  como  tiempo  claro,  oscu- 
ro, cargado,  fosco,  calimoso,  cerrado,  azor- 
rado, achubascado ,  ahirbonudo,  svcio  ,  etc. 
Asimismo  se  dice  calmoso  ó  encalmadoi  de 
juariele,  da  dos  rizos,  de  tres  rizos,  efe,  con 
relación  al  estado  ó  fuerza  del  viento. 

Dice.  Maril.  Etp. 

HERMAS,  (baños, de)  En  la  margen  derecha 


del  no?iragon,  éñetiria  de  un  cerro,  al  pie  de 
la  sierra  de  Leyre,  en  los  confines  del  reino  de 
Aragón  con  Navarra,  provincia  de  Zaragoza  y 
pai'tido  judicial  de  Sos,  está  situada  la  villa  de 
'Hermas,  conocida  por  las  aguas  termales  que 
la  dan  nombre.  lüsla  unas  veinte  y  cuatro  lio- 
ras  de  Zaragoza,  doce  de  Jaca,  de  cuya  dióce- 
sis forma  parte,  y  oirás  tantas  de  Pamplona. 
Desde  -esta  última  ciudad  sale  una  diligen- 
cia diaria  para  Liodeua,  que  dista  legua  y 
media  de  los  baños.  El  coste  de  los  asientos 
basla  este  último  punto  es  de  40  rs.,  esto'es, 
20  por  el  de  la  diligencia,  y  otros  tantos  por 
las  caballerías  que  se  necesitan  para  el  último 
trozo  de  camino. 

Su  suelo,  notable  por  sn  feracidad' y  bella 
posición,  es  muy  á  propósito  para  el 1  cultivo 
de  toda  clase  de  cereales,  vifias,  olivos,  horta- 
lizas, legumbres  y  árboles  fruíales,  especial- 
mente en  la  dilatada  vega  que  se  esliendo  de 
E.'á  0.,  la  cual  présenla,  como  en  un  delicioso 
panorama,  un  coujnnlo  de  objetos  variados; 
eslá  cubierta- de  verdura  por  todas  partes  y  re- 
gada en  todas  direcciones  porlas aguas  del  rio 
Aragón  que  la  atraviesa. 

Semejante  posición  topográfica,  hace  agra- 
dable la  permanencia  en  este  sitio  durante  los 
calorosos  meses  de!  verano,  asi"  como  so  inme- 
diación á  los  montes  Pirineos;  su  elevación,  su 
proximidad  á  un  caudaloso  rio  y  las  montañas 
que  le  circundan,  cubiertas  de  nieve  lina  gran 
parle  del  año,  hacen  que  el  invierno  seatriste, 
muy  largo  y  sumamente  rigoroso. 

Al  pie  del  cerro  denominado.  Pelrillon,  á 
ciento  ochenta  pasos  del  rio  y  en  el  mismo  si- 
tio que  ocupaban  las  antiguas  y  magniOcas  ter- 
mas romanas,  conocidas  con  el  nombre  dé 
Tarmm  Vasconicc  ó  de  Aqute  Urenses,  de 
las  que  qliedan  todavía  algunas,  minas,  están 
situados  los  edificios  que  ha  hecho  construir  el 
excelentísimo  señor  don  Alejandro  Olivan,  los 
cuales  pueden  figurar  entre  los  buenos  de  Es- 
paña. Uno  de  clloí  eslá  ya  concluido  y  contie- 
ne cincuenta  y  dos  habitaciones  decentes  con 
muy  buenos  catres  de  hierro;  tres  cocinas,  dos 
de  ellas  para  cl'servicio  de  los  bañistas  que 
comen  por  su  cuenta,  y  la  otra  para  la  fonda; 
un  salón  de  descanso,  otro  destinado  para  co* 
medor  y  dos  almacenes  bien  surtidos  de  ropas 
y  vajilla  excelentes.  Eu  el  mismo  estableci- 
miento están  encerrados  ocho  pozos  ó  baños 
con  agua  abundantísima,  que  so  renueva  tío 
conliiiuo,  y  unus  criarlos  sudaderos  con  camas 
donde  se  recogen  los  enfermos  á  la  salida  del 
baño. 

El  segundo  cdiücio  no  eslá  todavía  conclui- 
do, pero  se  está  trabajando  en  él  cn-la  cons- 
trucción de  habitaciones  de  lujo. 

Entre  ambos  edilicios  se  va  á  construir,  es* 
te  mismo  año,  otro  de  planta  baja,  destinado 
eselusivamente  para  baños  y  tendedero  délas 
ropas  de  sudar. 

Pocos  establecimientos  poseen  una  abun- 
dancia tan  grande  de  agua  mineral  como  el  de 


183 


HERMAS 


181 


Tiermas.  Alrededor  de  la  casa,  se  pueden  con- 
tar hasta  doee  manantiales,  pero  de  ellos  tan  so- 
lo  se  benefician  cuatro,  que  son:  el  del  esta-  | 
blepímiento,  la  fuente  del  Chorro,  la  del  Arzo-  ¡ 
hispo  y  la  del  Alambre,  El  primero,  que  es  el 
míe  surte  los  baños,  ileuu  completamente  una 
cañería  tío  5  y  '/,  pulgadas  de  diámetro,  sa- 
liendo con  mucha  fuerza.  El  segundo  brota  á 
cuatrocientos  pasos  del  anterior  y  da  24  cuar- 
tillos de  agua  por  minuto.  Solo  se  usa  en  bebi- 
da. Et  tercero,  descubierto  por  el  actual  médi- 
co director,  y  denominado  fuente  del  Arzobis- 
po, por  haber  costeado  la  conducción  del  agua 
y  construcción  de  una  fuente  de  sillería  el  ex- 
celentísimo señor  arzobispo  de  Zaragoza,  en 
beneficio  de  Ja  humanidad  y  en  agradecimien- 
to á  los  buenos  efectos  que  le  produjo  el  uso 
del  agua  del  indicado  manantial,  El  cuarto,  en 
fin,  está  situado  á  unos- cinco  cuartos  de  hora, 
y  se  denomina  fuente  del  Alambre  por  ser  fer- 
ruginosa su  agua. 

Él  agua  de  las  dos  primeras  fuentes  es  cla- 
ra, transparente,  suave  y  untuosa  al  tacto,  for- 
ma copos  blanquecinos,  mana  con  ruido  for- 
mando ampollitas,  y  tiene  un  sabor  salado  y 
caldoso,  y  olor  á  huevos  podridos.  Su  tempe- 
ratura es  de  32°  R. 

La  de  la  segunda  tiene  las  cualidades  de  la 
anterior,  escoplo  el  sabor  salado  que  es  menos 
pronunciado,  el  olor  á  huevos  podridos  que  es 
mas  fuerte  y  la  temperatura  que  no  pasa  de 
20"  R. 

■La  última  tiene,  ademas  de  las  cualidades  de 
la  que  la  precede,  un  sabor  ferruginoso  muy 
marcado,  y  forma,  cuando  está  algún  tiempo 
en  reposo,  una  telilla  en  su  superficie  de  un 
brillo  metálico,  y  un.precipitado  abundante  de 
color  de  ocre, 

,  Del  análisis  practicado  en  Madrid  por  los 
señores  Moreno  y  Lletget -resulta,  que  la  gra- 
vedad del  agua  de  la  fuente  del  establecimien- 
to es  Ja  del  agua  destilada,  como:  1.03:1., 
siendo  la  temperatura  atmosférica  de  -I-  12", 
y  la  presión  barométrica  de  28  ps,  csp. 

Cada  libra  de  agua  mineral  contiene  una 
pulgada  cúbica  de  gas  snlfidrico,  y  deja  un  re- 
siduo salino  de  42  granos  de  peso  estando  bien 
seco,  cuya  composición  detenidamente  estu- 
diada resulla  ser  la  siguiente: 

Bicarbonato  calcico   1.  granos. 

 magnésico   0,5- 

Cloruro  sódico..  .   10,5 

—  cálcico  ■ .  1 . 

—  magnésico.  .......  0,5 

Sulfato  sódico  "...  8,4 

—  cálcico   ■  •  ■  3. 

Acido  silícico   0,5 

Materia  orgánica  .     ,   5. 

36.4 

Lá  diferencia  que  se  nota  entre  el  peso„del 
residuo  salino  yelde  sus  componentes,  es'de- 


bida  sin  duda  al  agua  de  cristalización  que  to- 
davía contenia  el  residuo. 

El  agua  de  la  fuente  del  Chorro  dió  resul- 
tados análogos  á  los  de  ia  anterior,  y  la  del 
Alambre  llegó  tan  descompuesta,  eme  solo  se 
pudo  examinar  el  depósito  que  había  formado, 
c!  cual  manifestó  que  ol  agua  es  efectivamente 
ferruginosa. 

.  Las  aguas  de  las  dos^primeras  fuentes  cor- 
responden por  su  temperatura á  las  muy  calien- 
tes, y  por  su  composición  á  las  sulfurosas;  las, 
de  la  segunda  á  las  sulfurosas  frescas  y,  por 
0n,  las  de  la  última  á  las  ferruginosas  sulfata- 
las  frias. 

El  terreno  donde  nacen,  pertenece  á  la  cla- 
se de  los  íilades  ó  pizarras  arcillosas,  y  tiene 
entre  sus  capas  gran  cantidad  de  piritas  fer- 
ruginosas y  de' óxidos  de  hierro. 

Se  usan  en  bebida,  baño  y  chorro. 

Sea  cual  fuere  el  modo  como  se  empleen, 
son  siempre  un  estimulante  que  obra  interior 
ó  esteriormente  con  mas  ó  menos  fuerza.  Su 
principa-l  acción  se  reduce  por  lo  tanto  á  pro- 
ducir una  escitacion  en  los  órganos  (pie  pro- 
mueva secreciones  ó  escreciones  mas  ó'menos 
abundantes,  y  á  aminorar  las  que  sean  dema- 
siado copiosas. 

La  primera  impresión  que  se  esperimenla 
al  entrar  en  el  agua,  es  un  aumento  general  de 
calor,  al  que  poco  á  poco  se  Va  habituando  el 
cuerpo.  Si  ia  permanencia  en  el  baño;  no  se 
protonga  mucho,  no  se  percibe  desazón  algu- 
na; mas  si  se  permanece  en  él  demasiado,  se  per- 
cibe una  sensación  molesta  y  aun.  penosa  en 
el  epigastrio,  que  conduciría  hasta  et  desfalle- 
cimiento. Al  principio  so  aumenta  la  circula- 
ción y  consecutivamente  se  activan  todas  las 
funciones;  la  cara  se  pone  animada,  se  inyec- 
tan ¡as  conjuntivas,  parece  que  el  cuerpo  au- 
menta de  volumen  y -que  se  redondean  las  for- 
mas, lo  cual  es  consecuente  al  mayor  acumulo 
de  sangro  en  la  piel  debido  ála  acción  estimu- 
lante del  agua.  A  esto  so  sigue  una  especie  de 
cansancio  y  debilidad  cu  lodos  los  miembros 
y  un  sudor  copiosísimo,  lo  cual  hace  agrada- 
ble la  quietud  y  promueve  un  sueño  apacibley 
reparador. 

La  acción  de  los  baños  so  hace  sensible  en 
lodos  los  sistemas  de  nuestro  organismo,  asi 
es  que  coa  su  uso  vemos  que  se  regularizan 
las  funciones  de  la  piel,  se  aumenta  la  activi- 
dad dei  sistema  linfático,  se  activa  el  circulo 
sanguíneo,  se  calma  la  escesiva  eseitacion  del 
sistema  nervioso;  si  se  toman  tibios  y  de  corta 
duración,  ejercen  una  influencia  notable  sobro 
los  sistemas  óseo  y  muscular,  y  por  lin,  esci- 
tan directamente  las  funciones  de  los  órganos 
genito-urinarios. 

'  Numerosos  enfermos  .acuden  todos  los  años 
á  curarse  sus  dolencias  á  beneficio  de  tan  sa- 
iudables  aguas.  Seria  prolijo  enumerar  los  in- 
finitos casos  de  curaciones  sorprendentes  que 
se  han  operado  en  el  establecimiento,  asi  es 
que  .todos  los  años  es  mayor  el  número  de 


Í85  TIERMAS- 

eooeurrentes  atacados  do  gota,  reumatismo, 
parálisis,  «miraduras,  anquilosis,  fracturas 
mal  consolidadas,  caries,  afecciones  herméti- 
cos, gástricas,  catarrales,  de  los  órganos  geni- 
to-urinarios,  etc.,  etc.;  los  cuales,  si  no  salen 
je  allí  curados  todos,  ven  por  lo  menos  miti- 
gadas sus  dolencias. 

Respecto  á  la  sitilis,  de  que  lanío  se  ha  ha- 
blado por  algunos,  solo  podemos  decir  que,  si 
las  aguas  de  Tiermas  no  la  curan,  tienen  por 
lo  menos  la  propiedad  de  desarrollar  las  sifili- 
das,  cuando  el  virus  venéreo  está  todavía  ocul- 
to; son  un  coadyuvante  hucnisimo  para  el  tra- 
tamiento de  esta  enfermedad,  puesto  'que,.  la 
ponen  de  manifiesto,  y  reparan  los  estragos 
causados  por  el  mercurio  administrado  sin 
cautela.  Esto  nos  demuestra  toda  la  ridiculez 
de  aquel  adagio,  que  aun  i  principios  de  este 
siglo  e&taba  escrito  encima  de  la  puerta  princir 
pal  del  edificio:  Bubas,  amor  y  locura  este  ba- 
ño no  los  cura. 

Tomadas  en  bebida  nuestras  aguas,  obran, 
sobre  todo  el  sistema  abdominal  á  manera 
do  un  ligero  irritante,  provocando  la  energía, 
de  estos  órganos,  absorben  los  ácidos  del  es- 
tómago por  medio  de  sus  carbonatas  tórreos, 
y  resuelven  por  medio  de  sus  sales  los  ¡ufarlos 
é  ingurgitaciones  de  los  órganos,  produciendo 
con  su  uso  moderado  ligeras  evacuaciones  de 
vientre  y  orina,  sin  dolor  ni  incomodidad  al- 
guna. 

In  general  podemos  decir  que  los  baños  de 
Tiermas  son  perjudiciales  en  todas  las  enferme- 
dades agudas;  tampoco  convendrían  á  aquellos 
individuos  sumamente  debilitados  y  de  empo- 
brecimiento orgánico  muy  notable,  á  los  cua- 
les las  menores,  irritaciones  les  promueven  ca- 
lenturas, inflamaciones  inteosas  ó  espasmos. 

Es  infructuoso  su  uso  en  la  ínayor  parte 
de  las  epilepsias  y  en  las  atrofias  de  los  miem- 
bros consecutivas  á  antiguas  parálisis,  y  de- 
lien  guardarse  muy  bien  de  usarlas  las  perso- 
nas dispuestas- á  flujos  sanguíneos'  agudos,  y 
las  que  tengan  alguna  afección  orgánica  del 
corazón:  en  ambos  casos  producirían  fatales 
resultados. 

El  establecimiento  está  abierto  desde  el 
15  de.  junio  basta  el  :í0  de  setiembre. 

TIERRA.  (Marina.)  Ademas  de  su  acepción 
común  como  planeta,  con  respecto  al  nave- 
gante, hallándose  en  el  mar,  es  la  costa  del 
continente  ó  isla  ó  bajío  que  sale  y  piiede  ser 
visto  á  alguna  distancia.  Por  consecuencia, 
esta  voz  admite  idénticamente  las  mismas  ca- 
lificaciones y  frases  que  la  de  costa,  á  escep- 
cíun  de  algunas  otras  que  no  tienen  uso  sino 
con  ella  sola;  como  hacerse  con  tierra,  na- 
veyar por  tierra,  arranchar  tkrra,  tomar 
ó  coger  tierra,  amarrarse  á  tierra,  etc.:  y 
ademas  las  de  buscar  la  tierra,  que  es  manio- 
brar para  descubrirla  hacia  el  rumbo  en  que 
puede  hallarse;  cantar  tierra,  que  es  anun- 
ciar su  vista  el  vijía  de  topes  ó  el  primero 
que  la  descubre;  reconocer  la  tierra,  que  es 


-TIERRA  486 

llegar  á  lá  distancia  necesaria  para  venir  en 
conocimiento  seguro  déla  que  sea,  y  aun  na- 
vegar hacía  la  que  lo  parece  para  cerciorarse 
de  la  realidad  de  su  existencia,  en  caso  que 
asi  convenga  cuando  hay  sombra  de  ella  en 
el  horizonte;  meterse  en  tierra,  que  es  atra- 
carse iuueho  á  ella  ó  ensenarse;  cortar  la 
tierra,  que  es  turnar  y  seguir  un  rumbo  que 
intercepte  el  de  la  embarcación  que  se  persi- 
gue, antes  que  esta  pueda  atracarse  á  la  tier- 
ra para  varar  ó  tomar  puerto;  perder  La  tier- 
ra, que  es  dejar  de  verla  por  haberla  ya  ocul- 
tado el  horizonte;  salir  ó  saltar  en  tierra, 
bajar  á  tierra  ó  en  tierra,, que  es  desembar- 
car en  ella. 

Tierra  firme,  lo  mismo  que  continente. 

Tierral  Esclamacion  usada  á'  bordo  del 
que  la  descubre  ó  ve  primero. 

Dice.  Marit.  Etp. 

TIERRA.  En  el  articulo  suelo  hemos  traía- 
do  de  laformacion  de  las  tierras  y  de  sus  di- 
versos caractéres  geológicos,  reservando  para 
el  presente  las  consideraciones  puramente 
agrícolas., Entraremos,  pues,  desde  luego  én 
esta  segunda  fase  que  puede  considerarse  co- 
mo segunda  parte  ó  complemento  del  artícu- 
lo suelo,  al  cual  remitimos  para  los  dalos 
geológicos. 

Con  los  nombres  de  forometria,  agrono- 
metría, estadística  agrícola  6  grado  de  ferti- 
lidad de  las  tierras  se  designa  el  método  que 
en  estos  últimos  años  han  empleado  los  ale- 
manes para  medir  exactamente  las  variaciones 
de  la  fecundidad  del  suelo,  valuarlas  en  gua- 
rismos, y  poder  establecer  entre  ellas  compa- 
raciones, por  medio  de  una  escala  común. 
Thaer inauguró  este  mélodo,  que  perfecciona- 
ron después  Wulfon  y  Vogbt. 

Thaer  supone  que  una  tierra  que  produce 
anualmente,  por  término  medio  liheclólitros, 
Sí  centímetros  de  trigo  por  hectárea,  posee 
t00u  de  fecundidad,  supliendo,  con  esta, indi- 
cación abstracta,  todo  lo  que  ignoramos  rela- 
tivamente á  las  verdaderas  cualidades  de  la 
tierra.  Estos  100°  no  se  agotan  en  una  cose- 
cha, pero  sufren  una  disminución,  cuya  im- 
portancia calcula  Thaer  por  medio  de  dos  pro- 
cedimientos que  se  comprueban  mútuamente, 
tomando:  1."  el  conjunto  de  los  resultados 
obtenidos  en  los  años  anteriores  por  esputa- 
ciones bien  entendidas:  2."  y  como  funda- 
mento de  sus  deducciones,  las  análisis  que 
de  las  varias  especies  de  cereales  ha  hecho 
Einhof,  con  arreglo  al  principio  de  que  las 
cosechas  absorben  los  jugos  alimenticios  con- 
tenidos en  el  suelo,  en  proporción  directa  de 
la  sustancia  nutritiva  qne  ellas  contienen  par- 
ticularmente en  sus  granos.  Valiéndose  de  es- 
tas dos  clases  de  consideraciones,  halló'  que 
una  cosecha  que  inmediatamente  y  sin  abonos 
sucediese  á  la  que  hemos  tomado  como  tipo, 
producirla  7  hectolitros  70  centímetros  del 


[ 


487  TIEI 

teísmo  grano;  y  de  esto  ha  deducido,  jkfr  una 
simple  regla  de  pro  porcia  ti,  uha  díiwninüt'iOLi 
de  40  por  100  de  íéftíUflid  un  \&  primeva  co- 
secha. Por  medio  del  mismo  prcccdimicnlo,  ha 
üegatlo  á  señalar  únad[sminucionde30poi- 100 
a  consecuencia  de  una  cosecha  de  centeno,  y 
lado  25  por  loó,  cié  resultas  de  una ü'ú  cebarla 
ó  de  avena.  Resulta,  pues,  que  para  producir 
un  hectolitro  en  una  hectárea,  el  trigo'  consu- 
me 3°,2L  de  fecundidad,  e!  centeno  2,34,  la 
cebada  L ,64  y  1,18  la  avena. 

Varios  medios  se  conocen  para  hacer  ;i  las  j 
tierras  recuperar  la  fecundidad  que  les  falla  ó 
para  aumentar  el  grado  de  la  que  contienen: 
entre  ellos  figuran  el  descanso  6  sea  la  conver- 
sión en  pastos,  y  el'barhecho.  Thacr  calcula 
que  un  carro  de  estiércol  de  20  quintales  au- 
menta en  '2,55  grados  la  fecundidad  de  una 
hectárea,  sin  tomar  en  críenla  por  lo  demás 
en  qué  parlé  contribuyen  á  éste  resultado  la 
calidad  del  estiércol 'en  el  oslado  de  la  tierra; 
Al-contrario,  esta  úlliraa  condición  influye  en 
su  concepto  directamente  sobre  el  aumento  cíe 
fecundidad  por  medio  del  descanso.-  Según  sus 
cálculos; 

Una  tierra  que  posee  10°  gana  anualmente  4° 


La  que  20°    G" 

La  (pie.  '  30"    S° 

La  que  40°  ,   10" 

La  que  50°    1  lu 

La  que  60o-    12° 


La  mejora  obtenida  por  rnédjt)  del  barbe- 
cho es  también  proporcional  á  la  fecundidad 
que  posee  la  [ierra  en  el  momento  que  se  la 
culliva.  Thacr  valuáosle  resultado  en  ID"  para 
una  tierra  que  tiene  ya  40  y  aumenta  un  gra- 
do por  cada  decena  de  olios  que  su  añade  á 
esto  limite  inferior. 

Üdfl  la  escala  furoniétrica  de  Thaer,  lo  mis- 
mo que  con  la  de  los  que  le  'lian  sucedido,  es 
fácil  apreciar  el  valor' comparativo  de  las  át- 
fetsas'  c&nibihaciónés  de  cultivo,  y  dlsliuguir 
la  que  ruellos  esquilma  la  tierra.  Ño  todas  las 
tierras  pueden  ctásilicarse  en  la  misma  cate- 
goría, ni  ceden  tudas  ellas  40  pur  f  00  de  su 
fecundidad;  ni  utilizan  ludas  en  la  misma  pro- 
porción ¡os  ¡tbdíííis  que  se  les  da,  asi  cuino 
kmpÓGb  es  igual  pura  todas  el  aumento  de 
valor  que  resulla  del  barbecho,  debiendo  tam- 
bién mollinearse,  en  razón  de  los  climas,  los 
términos  de  la  formula, 

En-ol  ¡llediodia  de  Francia,  existen  por  ejem- 
plo, según  Mr:  dedusparin,  algunas  tierras,  que 
sin  abono  y  únicamente  con  el  barbecho,  repro- 
ducido cada  desafíos,  pueden  producir  8,  Itíhec- 
túlitros  por  hectárea;  -estas  tierras  poseen  por 
consiguiente  GS0  do  fecundidad,  y  parís  que 
pueda  haber  paridad  entre  ias  cosechas  antes  y 
después  del  barbecho, 'es  necesario  que  esta 
reproduzca  los  25,66?  que  los  8  hectolitros, 
16'  cent,  han  quitado  al  suelo. 


IRA  188 

Thaer,  en  éste  caso,  no  hubiera  admitido 
según  sus  cálculos,  que  pudiese  haber  musita 
12°, s0  de  reslilucloñ;  deduciendo  de  aqii¡ 
que  en  estas  tierras  ta  facultad  de  reparación 
es  doble  de  la  que  notó  Thaer  eji  les  (.•limas 
donde  hacia  sus  observaciones 

El  señor  de  Vnlphen  concibió  que  la  fecun- 
didad debía  resultar,  asi  de  los  principios  nu- 
tritivos contenidos  en  la  fierra,  como  de  la  ap- 
titud de  esta  misma  tierra  para  darles  activi- 
dad y  apropiarlos  á  la  vegelaciun.  Vio,  pues, 
en  la  fecundidad  hi  resultante  de  la  riqueza 
del  suelo  en  .malcrías  orgánicas  asimilables 
por  los  vegetales,  y  de  su  turran  ó  su  actividad 
para  hacerlos  susceplibles  de  ésta  asimilación, 
elaborándolos  en  mas  ó  menos  tiempo,  y  tras- 
formando  de  esta  manera  la  riqueza  en  fecun- 
didad. Bajo  este  punto  de  visto  dió  á  la  agi:u- 
nometria  el  nombre  de  estadística  «//ritióla 

De  las  observaciones  del  señor  da  wulplien 
resulta  lo  siguiente: 

1.  "  El  proiiucío  en  cereales  está  en  rela- 
ción directa  con  la  fecundidad  del  suelo. 

2.  °  Dnavéz  conocido  el  número  de  gra- 
dos de  fecundidad  íes  decir,  lijado  &rbílrária- 
mente  un  guarismo  cualquiera  que  sirvo  des- 
pués de  medida  invariable  para  represen  lar  el 
producto  de  un  campol  se  encuentra  la  cifra 
que  deben  representar  los  dos  factores  de  la 
riqueza  y  de  la  actividad,  cuyo  producto  for- 
ma la  fecundidad,  por  medio  de  la  diferencia 
de' los  productos  (pie  da  una  misma  pínula 
cultivada  dos  veces  seguidas  en  el  mismo 
campo,  suponiéndola  cada  vez  precedida  de 
1  un  barbecho.  Esta  diferencia  es  al  gnu! o  de 
fecundidad  indicado  por  la  primera  cosedia, 
lo  ([no  á  ta  riqueza  es  la  disminución  de  fecun- 
didad. La  proporción  presentada  asi,  da  el 
factor  de  la  riqueza,  por  el  cual  se  divide  el 
número  dolos  grados  de  fecundidad  pura  ob- 
tener el  Factor  de  la  actividad.  El  señor  de 
Wúfp'uen  ha  dado  en  estilo  algébrico  Un  pro- 
cedimiento general  que  sirve  para  determinar 
aquellos  dos  factores. 

3.  "  El  valor  numérico  de  la  actividad  deis; 
siempre  ser  una  fracción  de  ta  unidad;  poique 
minea  hay  mas  que  una  parle  de  la  ritjirat 
que  se  Irasl'uruia  en  fecundidad,  y  esin,  por 
consiguiente,  es  menor  que  aquella.  81  pro- 
ducto de  ta  actividad  por  la  'riqueza  es  por 
lauto  siempre  menor  que  el  número  que  rtí- 
presenta  la  riqueza. 

4.  "  La  pérdida  de  fuerza  que  a!  suelr  ci- 
sionan los  cereales  es  proporcional  á  la  Caisli- 
dud  do  inaleria  nutritiva  contenida  én  el  gra- 
no, y  esla  pérdida  debe  sustrarse  del  número 
que  espresu  la  riqueza. 

5o  l'uede  compensarse  la  disminución  de 
la  actividad  del  suero,  ó  producir  un  efeclo 
análogo  ¡i  Una  elevación  de  esla  actividad,  pQT 
medio  de  frecuentes  cultivos  efecluados  en  la 
tierra. 

AI  señurdcWulphcn  ensus  apreciaciones  y 
en  sus  cálculos,  lian  guiado  úuicameúle,  se- 


TIERRA 


190 


aun  parece;  deducciones  de  observaciones 
vagas,  y  muy  poco  repetidas,  pues  ni  siquiera 
]iu  emprendido  las  esperiencias  necesarias  pa- 
ra confirmar  la  exactitud  de  sus  ingeniosas 
ronrepeioueg,  }'  dar  á  sus  determinaciones  el 
grado  de  precisión  que  convenía. 
~  Pero  lo  que  en  este  concepto  fallaba  á  su 
teoría  so  encargó  de  sii|ilirU>  Mr.  'Je  Woght, 
pEonicíarlg  de  la  finca  de  ífpsbepk,  cercado 
Eamburgo'^  Sus  ensayos  tari  variadas  y  tan- 
tas veces  repetidos,  deben  inspirarnos  toda 
confianza. 

Al  adoptar  elsistema  de  W ulphen,  introdujo 
en  él  Mr.  dp  Woglit  una  importante  modiíica- 
cíoh,  A  ¡a  palabra  actividad  sustituyó  la  de 
¡minucia,  la  cual  espresa  otra  manera  de  conV 
siderar  los  hechos.  En  efecto,  según  Mr.  do 
Wiilphen,  el  resultado  de  Ja  actividad  sobre  la 
riqueza  es  una  fecundidad  inferior  á  esta  ri- 
queza, porque  en  su  concepto,  las  siislancias 
orgánicas  contenidas  en  el  suelo,  son  las  úni- 
cas materias  susceptibles  de  proveer  las  [dan- 
tas de  principios  nulrilívos,  y  porque  su  masa 
es  siempre  superior  a  los  principios  que  se 
lian  elaborado. 

SegubjMx.  de  Woghl,  al  contrario,  el  erec- 
to de  la  potencia  sobre  la  riqueza,  es  una  fe- 
cundidad superior  á  esta  riqueza  ,  porque  la 
tierra,  en  su  opinión,  posee  la  facultad  de 
atraer  á  si  los  Huidos  atmosféricos  que  en  los 
vegetales  so  insinúan  también  á  través  de  los 
órganos  absorbentes  de  las  raices,  ya  directa- 
mente, ya  después  de  haberse  combinado  con 
algunos  de  los  elementos  del  humus.  De  ahi 
resalla  que  las  tierras  que  menos  actividad  tie- 
nen cu  concepto  del  uno ,  poseen  mas  poten- 
cia á  los  ojos  de!  olro ,  y  vice  versa ,  que  las 
«pie  tienen  mayor  actividad,  tienen  menor  po- 
tencia; en  una  palabra  ,  que-son  inversas  una 
dé  otra  las  escaias  de  Wulphcn  y  de  Woght. 

l'ara  punto  lijo  de  la  suya,  escogió  este  úl- 
timo un  campo  de  21  áreas,  que,  después  de 
haber  recibido  cinco  carros  de  estiércol  á  me- 
dio consumir,  que  formaban  uua  cantidad  to- 
tal de  435  pies  cúbicos,  había  producido 
■íOG,SI  kilogramos  de  trigo;  designó  esta  fe- 
cundidad por  el  guarismo  720,  et  cual  deter- 
minó el  número  de  divisiones  en  una  eslen- 
siou  dada  de  su  escala ,  y  al  cual  dió  ia  pre- 
ferencia, porque  creyó  que  asi  se  acercaría 
mas  su  medida  á  la  de  Wulphcn. 

Pesde entonces  pudo,  merced  á  esta  -.mi- 
dad  métrica,  apreciar  la  fecundidad  relativa  de 
sus  otras  üerras  por  uua  simple  regla  de  pro- 
porción, basada  en  el  conocimiento  de  su  pro- 1 
(laclo.  Entre  lodas  sus  espericncias,  merece 
citarse  una  que  ba  servido  do  norma  para  la. 
determinación  de  los  dos  factores  de  la  fecun- ! 
iliilad.  ¡J'n  pampo  situado  inmediatamente  al- 
iado del  primero,  produjo  700  libras  de  trigo! 
en  el  mismo  aúo,  en  una  superficie  igual  de  2 1  j 
arcas  y  en  circunstancias  idénticas,  pero  sin- 
babor  sido  abonado.  El  campo,  por  consiguicn-1 
te,  poseía  000  grados  de  fecundidad.  Estable- 


cida esta  base,  examináronse  sucesivamente  y 
con  cuidado  sus  propiedades  físicas  y  quími- 
cas, asi  como  la  naturaleza  de  ias  plantas  (fue 
producía  espontáneamente,  y  se  le  dió  como 
espresion  de  su  potencia  el  número  8,  por  la 
misma  razón  que  había  determinado  la  fijación 
del  número  720 ,  como  espresion  normal  de 
lá  fecundidad.  Para  hallar  la  riqueza  natural 
de  esle  suelo,  ó  la  descomposición  anterior  de 
las  sustancias  que.  contenia  ,  quedaba  tan  solo 
dividir  el  número  600,  espresion  do  ia'  fecun- 
didad por  8,  espresion  de  la  potencia:  el  re- 
sultado fué  75. 

El  campo  que  bahía  recibido  cinco  carros  de 
estiércol  por  21  áreas,  habiendo  tüaRifestaác- 
nnafecuudidad  de  720  grados,  y  siendo  su  po- 
tencia la  misma  (píela  del  segundo  campo,  pues- 
to que  so  hallaba  en  circunstancias  idénticas, 
resullaque  Í35  pies  cúbicos  de  estiércol  por  21 
áreas  han  aumentado  la  riqueza  en  15  grados 
y  la  fecundidad  en  120,  resultando  aumentado 
en  tres  grados  cada  carro  de  estiércol  el  Factor 
de  la  riqueza.  Tal  es  el  resultado  que  por  tér- 
mino medio  atribuye  Mr.  de  Woght  á  la  espe- 
cie de  estiércol  do  que  hace  uso. 

Si-  un  campo,  con  la  misma  cantidad  de 
abono  y  en  circunstancias  iguales,  hubiese 
producido  mas  , de  840  libras,  el  resultado  de 
mayor  polencia  hubiera  sido ,  por  ejemplo, 
!050.  Para  determinarla  habría  primero  que 
buscarla  fecundidad  qúc  suponen  1050  libras 
proporciooalnicnie  coíi  840;  y  hecho  esto,  di- 
vidir él  resultado  900  por  00,  número  que,  en 
este  caso,  representa  la  riqueza;  y  la  poten- 
cia obtenida  seria  de  10  grados.  Si  con  la  mis- 
ma cantidad  do  abono  se  produjese  menos  de 
700  libras  ¡le  trigo,  las  cuales  no  suponeúmas 
que  1500  gradas  de  fecundidad,  habría  que  bus- 
car ia  causa  de  la  disminución  en  el  número 
de  la  fecundidad  en  la  menor  polencia  del  sue- 
lo, lo  cual  se  obtendría  por  un  procedimiento 
análogo.  De  este  modo  es  como  ha  medido 
Mr.  de  Woght,  la  potencia  del  suelo  por  el 
efecto  de  un  abono  en  igual  cantidad  y  de 
igual  calidad  sobre  este  suelo,  siendo  ademas 
exactamente  idénticas  todas  las  domas  cir- 
cunstancias. 

Algunas  cii'cuntancias  estrenas,  y  especial- 
mente los  fenómenos  atmosféricos ,  pueden  ha- 
cer variar  la  potencia  de  ¡a  tierra.  Para  evitar 
en  lo  posible  estas  causas  de  perturbación,  ha 
tomado  Mr.  de  Woght  por  base  de  su  sistema 
la  cosecha  sobre  la  cual  ejerce  menos  influjo 
la  acción  atmosférica,  es  decir,  el  trigo.  Tiene 
ademas  én  cuenta  la  influencia  de  la  temperar 
tura  en  las  varias  fases  do  la  vegetación ,  y 
combinando  luego  estas  observaciones  con  el 
juicio  emitido  por  los  prácticos  acerca  de  la 
productividad  del  año  por  cada  especie  de 
plantas  cultivadas  por  él,  calculad  tanto  por 
ciento  á  que  asciende  relativamente  á  losaúos 
anteriores,  y  alza  ó  baja  en  consecuencia  el 
guarismo  de  la  potencia,  el  cual  por  su  mul- 
tiplicación con  el  de  la  riqueza  que  no  lm  va-. 


TIERRA 


492 


riado ,  le  da  la  diferencia  en  mas  ó  en  menos 
del  año  comparado  con  un  año  mediano.  No 
basta,  ademas,  un  solo  año  para  determinar 
irrevocablemente  la  potencia  del  suelo.  Para 
llegar  á  una  certeza  racional  se  necesitan  re- 
pelidas comparaciones. 

Sentadas  de  esta  manera  las  primeras  ba- 
ses de  la  fdrometria,  se  aprecia  con  la  mayor 
facilidad  el  grado  do  potencia,  siendo  conoci- 
do el  de  la  riqueza.  Lo  mismo,  y  por  reci- 
procidad, conociendo  el  grado  de  la  primera, 
puede  saberse  el  de  la  segunda,  con  una  exac- 
titud á  la  cual  era  antes  imposiblc-llegar,  des- 
de el  mámenlo  en  que  se  aumenta  la  fecun- 
didad con  igual  cantidad  de  estiércol,  en  cam- 
pos de  diferente  potencia  ,  y  en  cuanto  por 
consiguiente  es  mayor  el  producto.-  La  foro- 
melria  ofrece  asi  el  medio  de  conocer  la  can- 
tidad de  abono  que  necesita  tal  o  cual  tierra, 
para  alcanzar  una  fertilidad  mediana,  después 
de  la'cual  se  hacen'mas  perniciosas  que  útiles 
las  aplicaciones  de  abonas.  Por  ella  sabemos, 
asimismo,  que  debe  guardarse  úna  jusla  pro- 
porción entro  los  grados  de  la  potencia  y  los 
de  la  riqueza,  según  la  mayor  ó  menor  ferti- 
lidad del  suelo,  y  segtm  la  especie  de  vegeta- 
les  qiie  en  él  se  trata  de  cultivar.'  Asi  es,  por 
ejemplo,  que  en  Tlosbeck,  el  colza  exige  1000 
grados  y  resiste  difícilmente  mas  de  1200,  y 
que  el  trigo  por  tanto,  para  ser  .cultivado  con 
ventaja,  debe  sembrarse  en  tierra  cuya  poten- 
cia sea  por  lo  menos  de  10  grados.  Las  pata- 
tas finas  exigen  800  grados,  las  ordinarias  G00, 
la  cebada  GS0  á  700,  etc. 

Por  medio  de  esperiencias  repelidas  duran- 
te muchos  años,  ha  descubierto  Mr.  de  Woglit 
que  la  producción  do  100  libras  de  trigo  dis- 
minuye en  Io,  19  la  riqueza  del  suelo,  y  le 
quitará  10  por  100  de  su  potencia;  que  el 
centeno  produce  el  mismo  efecto  sóbrela  po- 
tencia; pero  que  la  disminución  de  riqueza 
que  resulla  de  su  cultivo  es  de  10  por  100  me- 
nor que  con  el  trigo;  la  cebada  produce  los 
mismos  efectos  que  oí  centeno,  y  la  avena  los 
mismos  que  el  trigo;  pero*  como  los  granos-de 
primavera  no  aminoran  4a  calidad  de  la  tierra; 
la  fecundidad  no  se  desminuye  sino  por  efecto 
de  la  disminución  de  la  riqueza;  el  trigo  sar- 
racénico devuelve  á  la  potencia  lo  que  quita  á 
la  riqueza;  las  patatas  disminuyen  !a  riqueza 
en  '/,,  de  grado;  pero  añaden  1 á2  por  100 
á  la  potencia.  Por  medio  de  estos  datos  se  ha- 
ce fácil  calcular  el  aumento  ó  la  disminución, 
de  fecundidad ,  según  el  estado  preesisterjte 
de  sus  dos  factores. 

A.  pesar  do  sus  inmensos  trabajos,  Mr.  de 
■\Voght  no  ha  podido  llegar  á  un  conjunto  sis- 
temático de  hechos  generales  y  constantes, 
porque  cada  uno  de  sus  datos  habrá  de  modi- 
ficarse en  las  diversas  localidades,  en  razón  de 
lü  diferencia  del  clima  y  1ambien.de  la-tierra; 
pero  ha  fundado,  sobre  bases  sólidas,  un  mé- 
todo cuya  adopción  proporcionará  á  los  agri- 
cultores todas  las  ventajas  que  resultan  de  la 


precisión  y  de  la  exactitud  y  que  seria  inútil 
enumerar. 

Si  pasamos  ahora  á  estudiar  cuales  son  las 
funciones  de  las  tierras  en  la  vegetación,  lo 
primero  de  (pie  tenemos  que  ocupamos  es  la' 
germinación  de  las  semillas  y  su  primor  des- 
arrollo en  las  sustancias  ferrosas. 

Para  observarla  influencia  especial  que  on 
la  germinación  ejercen  las  sustancias  conteni- 
das en  la  tierras,  pusiéronse  cantidades  igua- 
les de  estas  tierras  en  vasos  de  igual  capaci- 
dad, do  pulgada  y  media  de  hondo  y  de  4  pul- 
gadas cuadradas  de  superlicie,  que  se  espu- 
sieron al  aire  en  el  mes  de  julio,  de  modo  que 
podían,  en  un  tiempo  despejado ,  recibir  tos 
rayos  del  sol  durante  ocho  á  nueve  horas.  To- 
dos estos  vasos  se  regaron  al  mismo  tiempo, 
una  y  otra  vez  y  tantas  como  pudo  hacerlo 
necesario  la  insuficiencia  de  aguas  pluviales. 
El  riégo  de  la  tierra  de  labor  ordinario  servia 
de  norma,  y  en  todas  se  sembraron  granos  do 
trigo  de  una  misma  especie. 

En  arena  cuarzosa,  las  semillas  germinaron 
en  pocos  dias;  los  tallos  llegaron  hasta  una 
pulgada  de  altura;  pero  bien  pronto  se  mar- 
chitaron y  se  socaron  en  verano. 

En  la  arena  calcárea  ,  germinaron  asimis- 
mo en  pocos  diasr  adquirieron  una  pulgada  y 
medía  de  altura,  y  presentaron  mas  vigor  de 
vegetación  que  en  la  arena  cuarzosa;  pero 
siendo  el  tiempo  cálido  se  marchitaron  y  se 
secaron  también. 

En  Ja  greda  floja,  las  semillas  germinaron 
bien,  desarrollóse  una  radícula  de  una  linca  y 
media,  pero  esta  murió  sin  haber  podido  lio- 
radar  la  superficie  de  la  tierra  que  se  cubría 
de  una  corteza  muy  dura. 

En  la  greda  compacta,  se  observaba  lo  mis- 
mo, pero  en  mayor  grado,  puesto  que  la  ra- 
dícula no  llegaba  ni  á  una  linea  de  largo. 

En  la  tierra  arcillosa  plástica  era  todavía 
menor  el  desarrollo  que  en  los  casos  ante- 
riores. 

En  la  arcilla  sin  arena,  no  se  notaba  ya 
ninguna  germinación,  y  por  mas  de  quince 
dias  estuvieron  en  olíalas  semillas,  sin  entrar 
en  vegetación,  ora  estuviese  la  arcilla  seca  ú 
mojada,  ora  se  cuidase  de  esponcrla  al  sol  ó 
á  la  sombra. 

Estas  mismas  semillas  que  parecían  muer- 
tas se  sembraron  luego  en  una  tierra  ordinaria 
de  labor,  y  á  los  pocos  dias  germinaron  y  echa- 
ron vigorosos  tallos, 

Ei¡  el  carbonato  de  cal,  la  vegetación  se 
desarrollo  á  los  pocos  dias;  los  alfós  alcanza- 
ron una  altura  considerable  y  salieron  muchas 
raices  que  parecían  perfectamente  sanas. 

En  la  magnesia  carbonatada,  sucedía  lo 
mismo/  asi  como  en  el  humus. 

■  En  la  tierra  de  labor  y  en  la  de  barbecho, 
la  simiente  germinaba  y  se  desarrollaba  bien, 
pero  con  mas  lentitud  que  en  la  magnesia  y 
en  el  humus;  y  esto  sin  duda  resulta  de  la 
gran  cantidad  de  agua  que  detienen  estas  sus- 


193 


TlÜRRA 


19* 


tanc.ias  y  de  su  porosidad,  que  permite  á  las 
plañías  ponerse  en  contacto  coa  la  atmósfera. 

listos  resollado»  prueban  que  la  porosidad 
y  la  humedad  de  las  tierras  son  dos  do  las  con- 
diciones mas  indispensables  para  ia  vegeta- 
ción, y  que  la  arcilla  pura  ejerce  una  inllueii- 
cin  nociva,  meóos  por  su  gran  facilidad  de  de- 
tener el  agua  que  por  su  tenacidad  y  su  con- 
sistencia, y  por  los  obstáculos  mecánicos1  que 
opone  al  desarrollo  de  la  [danta,  privándola 
dH  contacto  det  diva,  ei  cual  es  indispensable 
para  la  vegetación. 

De  lo  diebo  ya  puede  sacarse  en  conclu- 
sión que  las  tierras  girven  esencialmente: 

í."  Para  proporcionar  ála  semilla  las  con- 
diciones de  humedad,  de  temperatura  y  de 
presencia  de  oxigeno  que  determinan  la  ger- 
minación. 

2.  "  A  presentar  iulcrslieios  en  tos  cuales 
puedan  insinuarse  las  radicólas,  y  crear  las 
raíces,  los  tubérculos  y  los  tallos  tiara  desar- 
rollarse gradualmente,  dejando,  á  la  planta 
nna  basa  sólida  que  lo  permita  resistir  á  la 
violencia  del  aire  y  de  otros  agentes  cslerio- 
res. 

3.  °  A  conducir  el  agua,  y  las  disoluciones 
alimenticias  y  estimulantes  hacia  las  estremi- 
dades  esponjosas  de  las  raices., 

■1."  Y  reciprocamente  la  tierra  recibe  en 
depósito  la  humedad  atmosférica  cuudensada 
por  las  hojas ,  la  cual  compensa  la  pérdida 
considerable  espcriinenlada  en  las  sequías. 

5.  °  A  recoger,  durante  el  dia,  el  calor  de 
los  rayos  solares  para  espenderlos  á  su  vez 
durante  la  noche,  en  mayor  abundancia  c¡ue  la 
que  entonces  reciben;  y  de  esle  modo  es  co- 
mo se  forma  un  medio  templado  en  el  cual  se 
hallan  las  plañías  preservadas  de  las  variacio- 
nes demasiado  bruscas  de  temperatura. 

6.  "  A  entretener  la  estación  eléctrica  que 
contribuye  al  desarrollo  de  las  plantas. 

7.  "  A  proveer  el  agua  de  parles  muy  mí- 
nimas de  su  propia  sustancia ,  y  particular- 
mente de  sales  calcáreas ,  las  cuales,  no  pu- 
diendo,  con  el  agua,  volatilizarse  en  la  atmós- 
fera, quedan  interpuestas  en  el  tejido  de  los 
vegetales. 

8.  "  A  ofrecer  á  los  despojos  vegetales  que 
quedan  después  de  las  cosechas,  asi  como  á 
oíros  varios  abonos  orgánicos,  las  circunstan- 
cias de  humedad  y  de  calor  que  favorecen  su 
descomposición  ,  mientras  que  la  porosidad 
del  suelo  conserva  parte  do  los.  gases  alimen- 
ticios que  resultan  de  esta  alteración  espon- 
tánea. 

Por  estos  datos,  que  son  tan  conformes  con 
la  teoría  como  con  la  práctica,  no  es  de  temer 
que  se  esquilme  el  suelo,  siempre  que  pueda 
devolvérsele  la  escasa  proporción  de  abonos  y 
do  estimulantes  que  le  liayan  quitado  las  co- 
sechas, y  que  podrán  suprimirse  los  barbe- 
chos en  todas  las  localidades  que  no  sean  inac- 
cesibles á  los  agentes  de  la  fertilización. 

Las  propiedades  y  la  apariencia  física  pue- 

2182    DIDUOTÉCA  POPULAn. 


don  servir  muy  útilmente  para  apreciar  las  ca-i 
lidades  do  las  tierras. 

Una  tierra  parda,  ó  amaiillay  dividida  ofre- 
cería los  primeros  indicios  de  fertilidad.  A  al- 
gunos ceutimelros  deberá  ser  bastante  húme- 
da y  tenaz  para  aglomerarse  si  se  la  apric- 
j  ta  entro  las  manos,  y  ponerse  de  nuevo  en 
|  polvo  con  facilidad. 

A  primera  vista,  puede  conocerse  un  suelo 
de  mala  naturaleza  cuando  ,  por  ejemplo,  las 
parles  arenosas  no  adhieren  entre  si,  ó  que 
fuertemente  plásticas,  ofrecen  grandes  grietas 
en  tiempo  de  sequía,  ó  bien  en  íiu  se  cubren 
de  agua  cuando  Hueve  y  adhieren  muy  tenaz- 
mente á  los- pies  y  á  los  utensilios  oratorios. 

El  aspecto  particular  á  bis  tierras  demasia- 
do arcillosas  ó  arenosas,  ó  divisibles  y  que 
poseen  las  condiciones  físicas  que  son  las 'de 
uua  tierra  útil,  se  nota  muy  bien  en  general 
después  de  la  primera  labor.  Asi  es  que  des- 
pués de  esta  operación  la  tierra  arcillosa  hú- 
meda se  mantiene  en  tarugos  ó  rajas  consis- 
tentes, y  los  surcos  quedan  mal  trazados. 

El  suelo  arenoso  al  contrario,  es,  en  las 
mismas  circunstancias,  pulverulento,  en  gra- 
nos que  no  tienen  adherencia  entre  si,  y  en 
que  apenas  queda  marcado  el  surco. 

Las  tierras  sueltas  'que  contienen  residuos 
orgánicos  ofrecen,  con  identidad  de  circuns- 
tancias, una  forma  menos  pulverulenta;  sus 
moléculas  adhieren  ligeramente  entre  sí,  de 
¡iiancra  que  en  ellas  quedan  los  surcos  perfec- 
tamente trazados. 

De  estas  y  de  todas  las  tierras  varian  basta 
el  infinito  la  índole  y  la  composición,  en  ra- 
zón de  los  elementos  que  entran  en  su  forma- 
ción; no  de  otro  modo  que  el  clima,  la  espo- 
sieiony  la  calidad  de  la  capa  situada  debajo 
del  suelo  arable,  modifican  esencialmente  sus 
propiedades  particulares,  y,  por  lo  Unto,  su 
acción  sobro  las  plantas  que  se  le  confían.  En 
cada  pais  conoce  perfectamente  todo  cultiva- 
dor cual  es  la  tierra  que  promete  á  sus  fatigas 
una  abundante  cosecha  de  trigo,  y  cual  la  que 
solo  puede  producir  una  mata  de  escanda  ó  de 
centeno.  En  este  conocimiento  fundan  los  la- 
bradores los  precios  de  venta  y  arriendo  de 
sus  tierras:  mas  ignoran,  ó  cuando  menos  des- 
cuidan frecuentemente  el  empleo  de  los  me- 
dios mas  convenientes  para  beneficiar  ctula 
una  de  estas  diferentes  especies  de  suelo,  y 
trabajándolas  por  lo  común  todas  de  un  mismo 
modo,  y  sin  salir  de  la  jolina  del  pais,  des- 
perdician, como  fácilmente  deduce,  una 
gran  parte  del  producto  de  sus  campos. 

A  esta  clase  do  genios  va,mos,  pues,  á  en- 
señar metódica  y  sencillamente  los  medios  de 
proceder  en  vista  de  las  principales  circuns- 
tancias en  que  se  puede  encontrar. 

La  labranza  es  la  principal  operación  de 
aquellas  á  favor  de  las  cuales  fecundizan  los 
bombres  la  tierra  y  Sa  disponen  para  la  pro- 
ducción, 

Las  tierras  tigqras,  arenosas  ó  silíceas, 

í.     XX  XIII.  13 


TIEKM 


m 


es  decir,  aquellas  en  cuya  composición  domi- 
nan la  arena  y  la  grava,  tienen  las  propiedades 
de  ser  calientes,  de  acelerar  la  vegetación,  de 
ser  fáciles  de  trabaja*  y  de  prestarse  perfecta- 
mente á  una  infinidad  de  cultivos;  pero  tienen 
en  cambio  el  defecto  de  no  retener  el  agua; 
resultando  de  aquí  que  se  agostan  con  facili- 
dad las  plantas  de  que  se  las  cubre,  que  de- 
jan escapar  de  su  seno  los  jugos  fertilizantes, 
asi  como  los  gases  necesarios  á  la  vida  de 
las  plantas,  y  que  en  suma  son  poco  produc- 
tivas. 

En  estas  tierras,  pues,  se  hace  preciso  te- 
ner abonos  pingues,  compactos  y  de  lenta  des- 
composición, hacer  labores  hondas'*  á  menos 
que  la  segunda  capa  de  tierra  presente  cir- 
cunstancias contrarias  á  la  de  la  superficie; 
no  repetir  muy  á  menudo  estas  labores,  á  no 
ser  que  en  el  campo  crezcan  yerbas  parásitas 
que  importe  destruir,  y,  por  último,  sembrar 
mas  junto  y  enterrar  la  semilla  mas  honda  que 
en  los  terrenos  compactos. 

Dichas  tierras  presentan  de  cuando  en 
cuando  nn  aspecto  blanquecino,  casi  siempre 
de  mal  agüero,  como  sucede  en  ciertos  are- 
nales situados  á  orillas  del  mar;  oirás  veces 
se  compon™  de  grava  y  de  guijo  menudo, 
semejante  a!  que  se  advierte  en  los  álveos  de 
los  rios,  en  cuyo  caso  son  de  mucho  peor  ca- 
lidad que  aquellas  en  que  es  mas  grueso  el 
guijarro.  Estas  tierras  cuando  tienen  un  color 
pardo  mas  subido,  pueden  muy  bieu,  á  favor 
de  un  buen  cultivo,  de  abundantes  abonos,  y 
de  un  sistema  de  plantíos  que  las  resguarde 
del  sol,  adquirir  un  grado  inmenso  de  ferti- 
lidad, sobre  lodo,  si  se  logra  conservar  la 
humedad  á  poca  distancia  de  la  superücie.  De 
esta  naturaleza  son  los  ricos  campos  del  pais 
de  Waes,  situados  en  los  contornos  de  (¡anle 
y  de  Amberes,  y  los  terrenos  destinados  en 
muchas  partes  al  cultivo  do  toda  clase  de  hor- 
talizas. 

Las  tierras  arcillosas,  gredosas  ó  compac- 
tas tienen  propiedades  enleram ente  opneslas  á 
las  de  las  .arenosas,  y,  deben,  por  lo  tanto,  tra- 
tarse de  distinta  manera.  Las  primeras  cierran 
el  paso  á  las  aguas,  presentan  á  las  raices  de- 
masiada resistencia,  se  endurecen,  se  llenan 
de  grietas  con  el  calor,  y  llegan  á  hacerse 
impenetrables  al  arado.  Para  atenuar  estos  in- 
' convenientes,  conviene  abonarlas,  ya  con  es- 
tiércoles procedentes  de  paja,  juncos  ti  otras 
plantas  análogas,  no  cortadas  ni  descompues- 
tas, ya  con  ciertas  especies  de  fon-ages  enter- 
rados en  verde,  y  darles  frecuentes  y  hondas 
labores  que  las  .dividan  y.  las  oreen  perfecta- 
mente. Las  tierras  de  esta  especie  son  mas 
difíciles  de  trabajar  que  las  otras,  y  se  prestan 
menos  que  ellas  á  una  gran  variedad  de  culti- 
vos; pero  en  cambio  son  mas  productivas  y 
convienen,  sobre  todo,  para  trigo  y  prados  ar- 
tificiales. 

Toda  tierra  calcárea  tiene  un  color  mas  6 
menos  blanco  que  la  hace  reflejar  los  rayos  del 


sol,  impidiéndoles  que  penetren  en  la  tierra, 
mas  "no  que  abrasen  las  plantas  que  nacen  á 
su  superficie.  Asi  es  que  todo  terreno  donde 
hay  csceso  de  materia  calcárea  es  casi  com- 
pletamente improductivo,  y  puede  apenas  ser- 
vir para  plantíos  do  árboles  resinosos,  lin  al- 
gunos parages  donde  se  encuentran  suelos 
calcáreos  de  tercera  formación,  las  tierras,  por 
lo  común,  son  ligeras  y  porosas,  circunstan- 
cias que  las  hace  sumamente  aptas  para  el 
cultivo,  sobre  todo,  cuando  la  capa  de  tierra 
sobre  que  descansa  la  superficial  puede  rete- 
ner el  agua.  Las  plañías  que  mas  particular- 
mente convienen  á  esta  clase  de  tierra  soa  la 
vid,  la  esparceta  y  el  centeno. 

Las  tierras  mas  favorables  para  la  vegeta- 
ción son  aquellas  en  cuya  composición  entran 
en  justas  proporciones  los  tres  elementos  de 
que  acabamos  de  hablar.  A.  la  ventaja  de  mi 
ser  demasiado  flojas  ni  demasiado  compactas, 
reúnen  estas  tierras  la  de  ser  fáciles  de  trabajar 
y  la  de  conservar  el  grado  justo  de  humedad 
que  les  conviene,  lleconócense  las  que  se  ha- 
llan en  esle.  caso  por  su  tersa  y  untuosa  apa- 
riencia, y  por  la  facilidad  con  que,  sin  redu- 
cirse á  polvo,  se  desmenuzan. 

Hay  también  otra  infinidad  de  especies  lie 
tierras  distintas  unas  de  otras,  pero  que,  por 
lí)  regular,  son  peculiares  á  este  ó  aquel  limi- 
tado territorio.  Tales  son  las  (¡erras  ¡írnosos, 
las  volcánicas,  las  hornagueras,  ele,  , 

Inútil  es  insistir  para  hacer  comprender 
que  todas  estas  especies  de  tierras,  presentán- 
dose mezcladas  hasta  lo  infinito,  constituyen 
una  multitud  de  suelos  diferentes. 

Ademas  de  esto  las  propiedades  de  (ierras 
semejantes  entre  si,  varían  las  mas  de  las  ve- 
ces por  efecto  de  las  situaciones  y  de  los  lili- 
mas.  Asi,  por  ejemplo,  una  tierra  arenosa  que 
descansa  sobre  una  capa  impermeable,  ó  bien 
una  tierra  arcillosa  dispuesta  con  cierto  decli- 
ve que  permita  al  agua  correr,  serán  mejores 
que  otras  de  igual  composición,  pero  que  se 
hallen  en  condiciones  opuestas.  Las  lien-as  ara- 
nosas tienen  menos  inconvenientes  en  los  paí- 
ses frios  y  húmedos  que  en  la  seca  y  ardien- 
te temperatura  del  Mediodía.  Lo  contrario  su- 
cede con  las  tierras  arcillosas. 

Para  cultivar  con  fruto,  es  de  la  mayor  im- 
portancia estudiar  y  conocer,  no  solo  la  su- 
perficie del  suelo,  sino  también  la  calidad  y 
las  propiedades  de  la  segunda  capa  de  tierra, 
es  decir,  de  aquella  sobre  la  cual  descansa  lí 
que  se  labra,  y  á  la  cual  dan  los  agrónomos 
el  nombre  de  subsuelo  Cuando  este  es  de  ta! 
naturaleza,  que  puede  mejorar  la  tierra  vege- 
tal ó  aumentar  su  cantidad,  sin  por  eso  dete- 
riorarla, lo  que  conviene  es  arar  hasta  una 
gran  profundidad.  En  ninguna  parte  de  España 
sc'da  bastante  á  las  labores:  falta  gravísima, 
sobre  todo,  cuando  recae  en  un  suelo  ligero 
que  descansa  sobre  una  capa  compacta  ú  sobre 
una  marna  arcillosa  ó  -vice-versa.  fiuando  el 
subsuelo,  por  el  contrario,  encierra  propíeda- 


197 


TIERRA 


m 


des  que  ya  dominan  en  las  tierras  que  se  cul- 
tivan, es  meuesler  limitarse  áarar  superiieial- 
menleleniendo  cuidado  de  no  atacar  la  se- 
gunda capa,  6  á  lo  menos  de  hacerlo,,  si  se 
hace,  conmuclia  circunspección. 

Sin  perjuicio  de  los  demás  efeeíos  que  ya 
liemos  dicho  que  produce,  obra  el  subsuelo  de 
dos  modos  que  importa  examinar. 

i.1  Comprimiendo  las  raices,  en  cuyo  ca- 
so no  hay  que  esperar  que  en  aquella  tierra 
prosperen  otras  plantas  que  las  de  raices  cór- 
neas, á  no  ser  que  tenga  mucha  profundidadla 
capa  arable.  El  subsuelo,  cuando  es  iinpercnea- 
blo,  ofrece  ventajas  el  cultivo  de  plantas  de 
raices  largas  y  verticales  que  van  ¡i  buscar  á  lo 
lejos  alimento  y  humedad. 

2."  Dando  á  las.  aguas  demasiado  fácil  ó 
demasiado  difícil  paso,  es  decir,  encharcando 
ó  dejando  absolutamente  privada  de  agua  á  la 
capa  superior.  El  primero  de  estos  dos  incon  - 
venientes  no  es  fácil  dé  remediar,  como  no  sea 
humedeciendo,  á  ser  posible,  osla  capa  á  favor 
del  riego,  ó  resguardándola  do  la  acción  de 
los  vientos  y  del  sol,  ya  plantando  árboles,  ya 
cultivando  plantas  de  muchas  y  grandes  hojas. 
Los  inconvenientes  de  la  impermeabilidad  cíe 
la  secunda  capa  pueden  atenuarse  por  medio 
do  surcos  mas  ó  menos  anchos,  y  de  mayor  o 
menor  número  de  acequias  mas  ú  menos  hon- 
das. En  Inglaterra,  doudc  es  grande  el  eseeso 
de  luimedad  de  algunas  tierras,  se  sigue  la  cos- 
tumbre de  horadar  en  varios  punios  por  me- 
dio de  una  sonda,  los  terrenos  inferiores  que 
obstruyen  el  paso  a  las  aguas  cuando  estos 
terrenos  son  demasiado  compactos  y  poco 
hondos,  v  descansan  sobre  una  capa  permea- 
ble. Este  medio  es  fácil  y  poco  costoso,  sobre 
todo  empleado  en  los  parages  donde  el  terreno 
présenla  un  declive  natural  ú  donde  suelen  ve- 
nir ¿acumularse  las  aguas. 

Tara  reconocer  las  cualidades  de  la  tierra, 
os  decir,  su  naturaleza,  su  valor  y  su  grado  de 
fertilidad!,  es  menester  proceder  á  su  análisis 
químico  y  ai  examen  de  sus  propiedades  físi- 
cas, como  son  su  densidad,  su  fuerza  de  ab- 
sorción, su  facilidad  para  retener  el  agua  ó 
pura  secarse  al  contacto  del  aire,  etc. 

1 1°  El  análisis  de  las  tierras  es  una  de  las 
operaciones  mas  delicadas  que  tiene  la  quími- 
ca, y  superior  por  lo  tanto  á  los  cortos  alcan- 
ces de  un  simple  cultivador,  razón  por  la  cual 
debo  osle  dirigirse  á  un  quimico  de  profesión 
ó  ¿un  farmacéutico,  siempre  que  desee  cono- 
cer la  naturaleza  y  las  proporciones  de  las 
sustancias  qne  entran  en  la  composición  .de 
sus  terrenos. 

Hay,  sin  embargo,  algunos  esperimentos, 
mejor  diré ,  algunos  signos  esteriores  que, 
aunque  sumamente  sencillos  por  si,  pueden 
bastar  en  muchos  casos  para  dar  á  un  labrador 
inteligente  las  nociones  generales  que  necesi- 
te acerca  de  la  constitución  química  de  las  tier- 
ras que  so  propone  beneficiar, 

Asi,  pór  ejemplo,  una  tierra  que  es  rica  en 


pri nci pí  os  vegetativos,  se  reconoce  por  su  col or 
negro,  por  sit-  poca  gravedad  espceíüca,'  porel 
olor  que  exhala  oslando  húmeda,  y  por  la  no- 
table pérdida  de  peso  que  quemada,  esperi- 
monta.  Cuando  el,  humo  que  durante  esta  ope- 
ración se  desprende,  huele  á  huesos  ,  cuero, 
pelo  ó  pluma  quemados,  es  uua  prueba.de  que 
existen  en  esta  tierra  sustancias  procedentes  de 
animales,  asi  como  es  una  prueba  de  que  soto 
contiene  sustancias  puramente  vegetales,  cuan- 
do el  olor  del  humo  producido  por  su  combus- 
tión se  parece,  al  producido  por  la,  de  paja, 
madera,  etc. 

iLos  terrenos  ferruginosos  son  encarnados, 
negros  ó  de  un  color  que  desde  el  amarillo 
puede  ir  oscureciendo  hasta  el  pardo.  Unios 
primeros  no  daña  el  óxido  de  hierro,  daña  un 
poco  en  los  segundos,  los  cuales  se  diferencian 
de  los  terrenos  ricos,  por  su  aspereza,  su  den- 
sidad, y  por  el  color  rojizo  que  calcinados  so- 
bro una  pala  de  hierro,  adquieren.  Las  peores 
lierra.sde  todas  son  por  lo  común  las  amarillas, 
las  cuales,  al  contacto  del  fuego  ,  toman  uua 
tinta  rabiosamente  encarnada. 

Las  tierras  ricas  cu  principios  calcáreos  se 
descomponen  ál  contacto  de  los  ácidos,  pro- 
duciendo una  especie  de  hervor. 

A  continuación  vamos  á  indicar  un  proce- 
dimiento poco  complicado  y  casi  mecánico  pa- 
ra segregar  de  cualquier  especie  de  tierra  las 
principales  sustancias  que  influyen  en  sus  pro- 
piedades vegetativas,  que' son;  la  grava,  las 
arenas,  los  esquilmos  orgánicos,  la  tierra  fi- 
na y  ténueque  encierra  principios  calcáreos, 
la  arcilla,  elmantillo,  eló£ido  de  hierro,  etc. 

-Núcese  secar  la  tierra  en  un  horno  de  don- 
de y\i  se  haya  sacado  el  pan,  y  que  aunque 
caliente  todavia,  no  lo  esté  bastante  para  que- 
mar algunas  pajas  echadas  en  él,  terminada 
esta  operación  pésense  tres  onzas  de  esta  tier- 
ra y  póngasela  á  hervir  durante  una  hora  en 
un  cuartillpde  aguado  lluvia.  Todo  esto  se  echa 
luego  en  un  tamiz  ó  colador ¡  de  hoja  de  lata 
cuyos  agujeros  circulares  tendrán  */4  de  linea 
de  diámetro.  Bien  agitada  esta  tierra,  dentro 
del  agua,  preeipitanse  todas  las  partes  linas 
por  Jos  agujeros  del  colador,  en  el  fondo  del 
cual  quedan  tan  soLo  la  grava,  las  arenas 
gruesas,  y  la  parte  gruesa  también  délas  sus- 
tancias; orgánicas. 

Para  separar  estas  tres  materias  basta  agi- 
tarlas en  un  vaso  lleno  de  agua  común.  Las 
sustancias- orgánicas,  compuestas  por  lo  regur 
lar  de  algunas  semillas  de  yerbas ,  de  frag- 
mentos de  raices  ó  ramas,  se  quedan  sobre  el 
agua  y  pueden  fácilmente  cogerse  y  sacarse  con 
una  espumadera:  acto  continuo  écbansela  gra- 
va y  las  arenas  depositadas  en  el  fondo  del  co- 
lador de  hoja  de  lata  dentro  de  otro  del  mismo 
metal,  pero  cuyos1  agujeros  tengan  lineay  me- 
dia de  diámetro, '. de  modo,  que  por  ellos  pue- 
dan pasar  las  arenas,  pero  no  la  grava.  Separa- 
das asi  estas  tres  materias  se  sacan  y  se  pesan 
cada  una  de  por  si,  Para  conocer  si  la  grava  y 


199 


TfEítEA 


200 


las  arenas  son  calcáreos,  basta  echar  sobre 
ellas  algunas' gofas  ilo  vinagre,  si  ningún  her- 
vor produce  su  contacto,  es  prueba  iln  que 
aquellas  sustancias  son  puramente  silíceas 
Como  la  tierra  que  en  la  primera  operación  pa- 
só por  el  colador  contiene  todavía  arenas  fi- 
nas, conviene,  para  separarlas  del  resto,  agi- 
tarlas dentro  de  la  vasija;  después  de  un  mi- 
nuto de. reposo  se  saca  el  agua,  y  lo  que  que- 
da en  la  vasija  es  la  arena  lina,  la  cual  seseea 
y  se  pesa  después, 

l,o, mismo  se  hace  con  la  tierra  ténuti  que 
quedó  dentro  de!  apáralo,  y  cuya  riqueza  de 
principios  vegetativos  se  determina  fácilmente 
en  razón  á  la  pérdida  de  peso  que,  una  vez  se- 
co, esperimenta  por  efecto  de  su  calcinación 
sobre  una  badila  ó  plancha  de  hierro  caliente. 
Tratando  esta  tierra  calcinada  con  ácido  clor- 
hídrico desleído  en  un  volumen  de  agua  cua- 
tro veces  mayor  ,  quitante  la  parte  calcárea,, 
quedando  insoluble  la  parte-arcillosa  de  la  tier- 
ra, la  cual  puede  recogerse  en  un  filtro  para  pe- 
sarse después  de  lavada. 

Asi,  pues,  yernos  que  por  medio  de  las  ope- 
raciones que  acabamos  de  indicar,  se  han  se- 
parado y  pesado:  la  grana,  las  arenas  finas, 
el  mantillo,  las  arenas  gruesas ,  ios  abonos, 
esquilmos  orgánicos  ,  la  arcilla, 

1,0  que  para  completar  las  tres  onzas  pri- 
mitivamente empleadas  falta,  consiste  en  cal- 
cáreo, en  algunas  partículas  de  óxido  dehier- 
ro, de  fosfato  de  cal,  de  carbonato  de  magne- 
sia ú  otras  s^les  solubles,  cuyo  peso  se  puede 
despreciar. 

El  procedimiento  que  acabamos  de  indicar 
esfá  lejos-de  ser  riguroso,  pero  no  por  eso  de- 
ja de  dar  resultados  muy  aproximados,  que  es 
cnanlo  en  la  práctica  senp-cesilu. 

Al  que  desee  datos  mas  exactos,  la  quími- 
ca se  los  dará.  _ 

2."  No  menos  que  la  composición  quími- 
ca de  los  suelos  arables  -influyen  en  el  valor 
de  estos,  bajo  el  pufito  de  vistade  la  fertilidad 
sus  cualidades  físicas,,  que  es  de  suma  . impor- 
tancia apreciar.  Mas  esia  apreciación,  para  que 
de  ella  se  puedan  obtener  dalos  seguros,  exige 
operaciones-  delicadas  que  no  siempre  puede 
el  labrador  ejecutar:  en  cuyo  caso  también  es 
conveniente  y  aun  necesario,  recurrir  al  quí- 
mico, que  en  todas  ocasiones  es  un  auxiliar 
casi  indispensable  del  hombre  puramente  prác- 
tico. Vamos,  pues,  á  limitarnos  á  indicar- aqui 
las  propiedades  físicas  que  importa:  conocer  y 
la  parle  do  influencia  que -eje roe  cada  una  de 
ellas,  señalando  los  resultados  de  la  esperien- 
cia  sin  mencionar  oí  modo  de  que  se  obtuvie- 
ron. A  las  personas  (pie  quieran  profundizar 
mus  esta  importante  materia,  recomendamos 
el  estudio  de  los  grandes  tratados  de  agri- 
cultura. 

A.  I.a  densidad  o  gravedad  específica  de 
las  ¡prrSs  es  cualidad  q¡¡e  conviene  conocer  y 
que  dependo  absolntatné'ule  de  su  constitución 
física. 


La  arena  es  la  mas  pesada  de  todas  las  par- 
tes de  que  se  componen  las  tierras  arables. 

Las  arcillas  son  tanto  mas  ligeras,  cnanto 
menos  cantidad  de  arena  contienen. 

La  tierra  calcárea  fina,  el  carbonato  de 
magnesia  y  el  mantillo  disminuyen  la  densi- 
dad de  los  terrenos  y  los  hacen  ligeros,  pul- 
verulentos y  secos. 

Las  tierras  arables  son  por  lo  regular  tanto 
mas  posadas,  cuanto  mas  arena  contienen;  y 
por  el  contrario  tanto  mas  ligeras  cnanto  ma- 
yor es  la  densidad  de  ■arcilla,  de  sustancias 
calcáreas,  y  sobre  todo  de  mantillo  que  en- 
cierran. 

En  vista  de  esto,  puédese  hasta  cierto  pun- 
to conocer  por  el  peso  de  una  tierra  cuales  son 
los  principales  elementos  de  que  se  compone, 
B.  La  tenacidad  y  la  consistencia  del  suc- 
io influyen  también  en  la  vegetación  y  en  ef 
cultivo. 

La  consistencia  de  las  tierras  arables  está 
por  lo  regularen  razón  directa  de  la  cantidad 
de  arcilla  que  contienen. 

La  cohesión  de  estas  mismas  tierras  dismi- 
nuye notablemente  cuando  sobreviene  una  he- 
lada á  poco  de  labrarlas,  y  cuando  todavía  es- 
tán bastante  húmedas;  razón  por  la  cual  pro- 
ducen siempre  buenos  efectos  las  labores  de 
otoño,  sobre  todo  en  las  tierras  arcillosas, 

0.-  La  permeabilidad  es  la  propiedad  que 
tiene  la  tierra  de  dar  paso  al  agua  á  través  de 
sus  moléculas.  Esta  propiedad  es  muy  útil; 
pues  solo  á  favor  de  olla  llegan  á  la3  estfe- 
midades  esponjosas  de  las  raices  el  agua,  los 
iiquidos  nutritivos  ó  estimutanles,  y  el  aire  y 
toda  especie  de  gases  Todos  los  trabajos,  cuyo 
efecto  es  disminuir  la  cohesión  y  la  tenaci- 
dad délas  tierras,  contribuyen  ni  mismo  tiem- 
po á  su  permeabilidad,  favoreciendo  su  vege- 
tación. Los  dos  estreñios  en  esta  parle  son  la 
arena,  que  deja  al  agua  filtrarse  con  la  ma- 
yor facilidad  y  la  arcilla  plástica,  que  apenas 
la  permite  c'orrer  gola  á  gota. 

D.  Facultad  que  tienen  las  tierras  de  ab- 
sorber y  de  atajar  las  aguas.  A  primera  Vista, 
parece  que,  esla  facultad  de  las  tierras  se  di- 
ferencia.poco  de  la  permeabilidad  de  que  se 
acaba  de  tiablar;  pero  examinando  cpn  alguna 
atención  estos  dos  efectos,  no  larda  en  cono- 
corso  que  dependen  de  dos  propiedades  cule- 
ramente distintas.  Las  sustancias  porosas  de- 
jan al  agua  pasar  mas  ó  menos  pronto  por 
ellas,  sin  que  por  eso  se  conozca  la  cantidad 
de  agua  que  entre  sus  partículas  conservan; 
cantidad  que  depondede  su  mas  ú  menos  mar- 
cada afinidad  con  este  liquido.  Si  esta  alinidad 
no  existe,  resultaría  que  el  agua  que  cayese  en 
una  tierra,  ó  se  quedaría  en  su  superficie  sin 
pendrar  en  ella,  ó  desaparecería  toda  por  sus 
intersticios ,  sin  poder  ni  en  uno  ni  en  otro 
caso  dar  á  las  raices  de  las  plantas  el  alimento 
que  para  desarrollarse  necesitan.  Quede  sen- 
tado, pues,  que  la  facultad  de  absorberá  de- 
tener entre  sus  moléculas  el  agua;  es  una  de 


201 


TIERRA. 


202 


las  propiedades  mas  importantes  de  las  tier- 
ras, y  una  de  las  que  mas  principalmente  in- 
fluyen en  fu  fertilidad. 

He  ac|tii  lo  que  sobre  este  punto  nos  ense- 
ña la  esperiencia: 

1.  "  La  arenas  son  las  tierras  que  menos 
conservan  e!  agua. 

2.  "  Las  tierras  arcillosas  la  contienen 
tanlo  mas,  cuanto  menos  arena  encierran. 

3.  "  la  afinidad  que  para  el  agua  tienen  las 
tierras  calcáreas  varia  según  la  . forma  énlqtie 
están;  pues  en  forma  de  arena  absorben  solo 
39  por  100  de  agua,  al  paso  que,  convertidas 
en  polvo  fino,  rellenen  Iiasl¡i  85  por  100. 

4.  "  La  eseesiva  afinidad  que  con  el  agua 
llénela  magnesia,  es  indudablemente  una  de 
las  causas  que  mas  impropias  las  hace  para  el 
eiiíttvo  á  las  tierras  muy  castigadas  de  aque- 
lla sal. 

5.  "  De  todos  los  elementos  de  que  se  com- 
pone el  suelo,  e\mantillo  es  el  que,  después  de 
la  magnesia,  liene  mayor  grado:  de  afinidad 
con  el  agua,  pueslo  que  absorbe  una  cantidad 
doble  que  la  de  su  peso, 

E!  conocimiento  de  las  propiedades  físicas 
de  que  acabamos  de  babbir,  unido  á  la  análi- 
sis tpiimiea ,  pueden  en  la  mayor  parle  de  los 
casos  bagtaf  á  determinar  el  valor  de  una  tier- 
ra, pues  del  eximen  de  estas  propiedades  es 
fácil  inferir  todas  las  demás.  Asi,  pues: 

Cuanto  mas  pesa  una  licrra,  1unto  mas  fácil- 
mente conserva  su  calórico  y  se  seca, 

Unalierra  especialmente  pesada  forma  por 
lo  regular  un  suelo  poroso,  seco  y  ligero. 

Cuanto  mayor  es  la  disposición  de  una 
tierra  para  conservar  el  agua  y  absorber  la 
humedad  y  el  oxigeno  de  la  atmósfera,  tanlo 
mayor  es  el  tiempo  que  larda  en  enjugarse;  y  j 
encaso  de  poseer  esta  facultad  en  alto  grado,  ' 
es  señal  casi  infalible  de  que  dieba  (ierra  es 
naliii'idmente  fría  y  húmeda. 

1Á  lenacidad  de  un  suelo  no  está  en  pro- 
porción ni  con  su  facullad  de  retener  el  agua, 
ni  tampoco  con  su  peso,  y  es  tanto  nías  fuer- 
te, cuanto  mayor  es  la  cantidad  de  arcilla  que 
contiene:  si  bien  son  escepciotics  de  esta  re- 
gla la  arcilla  quemada,  y  alguna  que  otra  es- 
pecie de  tierra  en  su  estado  naíural,  como  por 
ejemplo,  la  marga. 

Otra  circunstancia  hay,  por  último,  que  in- 
Huye  nofablementc  en  el  valor  de  la  tierra,  y 
que  es  menester  no  perder  de  visla:  trátase  de 
la  profundidad  de  la  capa  arable,  es  decir,  de 
la  capa  vegetal;  Todas  las  plantas,  y  en  parti- 
cular las  que  licúen  raices  largas,  prosperan 
mas  á  medida  que  es  mas  honda  esla  capa,  y 
resisten  lanío  á  la  sequedad  como  á  la  hume- 
dal, mejor  que  en  los  suelos  superficiales. 

I'or  suelo  superficial  entendemos  nosotros 
aquel  cuya  capa  vegetal,  no  tiene  arriba  de 
cuatro  pulgadas  de  espesor;  por  suelo  media- 
no, el  que  fienc  de  seis  á  nueve  pulgadas;  por 
suelo  hondo  aquel  que  liene  de  nueve  á  diez 
pulgadas  para  arriba. 


Este  último  vale  casi  siempre  el  doble  que 
el  primero. 

Los  suelos,  como  ya  hemos  dicho,  pueden 
dejar  de  ser  productivos  por  dos  razones 
opuestas;  el  esceso  de  sequía,  y  el  esceso  de 
humedad.  Al  remedio  del  primero  de  estos  in- 
convenientes se  acude  con  oportunos  y  mas  6 
menos  abundantes  riegos.  (Véase  esta  voz.) 
En  otros  artículos,  .véase  desagüe  y  deséca- 
.  cion),  hemos  indicado  igualmente  los  medios 
de  evitar  ios  malos  consiguientes  al  esceso  de 
humedad. 

Algo,  sin  embargo,  nos  queda'  que  decir 
!  en  esta  parte;  la  ocasión  para  ello  nos  parece 
'  oportuna,  y  no  queremos  desaprovecharla.' 

Una  grande  innovación  se  ha  hecho  en  es- 
tos últimos  años  en  el  arte  de  desecar  lástier- 
i  ras.  La  idea,  según  parece,  no  es  completa- 
!  mente  nueva,  pero  su  aplicación  en  la  forma 
t  y  sobre  todo  en  la  escala  en  que  se  ha  hecho, 
ora  seguramente  cosa  desconocida  basta  aqui. 

Para  espresar  la  idea  que  en  este  momen 
lo  nos  ocupa,  y  la  cosa  de  que  queremos  ha- 
blar á  nuestros  lectores,  nos  fallan  vocablos,  y 
es  el  caso  que  no  nos  atrevemos  á  crear  uno. 
Y  ¿por  qué  no?  Tomemos  con  la  cosa  la  pala- 
bra; é  ínterin  no  se  encuentre  otra  cosa  mas 
adecuada,  demos  el  nombre  inglés  de  drai- 
nage, adoptado  también  por  los  fianceses.á 
una  operación  que  de  tiempo  inmemorial  se 
practica  en  aquel  pais,  y  consiste  en  desaguar 
los  terrenos  por  medio  de  zanjas  ó  fosos  cu- 
biertos. Esto,  ni  en  Inglaterra,  ni  en  ningún 
otro  pais  de  Europa  es  nuevo  ni  estraordina- 
rio;  pero  lal  cual  en  Inglaterra,  en  Francia-  y 
en  Bélgica  se  practica  en  el  dia,  es  un  perfec- 
cionamiento que  importa  generalizar  én  los 
países  bajos  y  húmedos,  y  cuyas  ventajosas 
aplicaciones  no  podemos  nosotros  dispensar- 
nos de  consignar. 

No  ha  mucho  tiempo  que  á  Mr.  Barra!,  dj- 
rector  de!  Diario  francés  de  Agricultura  prác- 
lica,  escribía  un  cultivador  de  Ctermonl-Fer- 
ranrl,  y  le  decía:  «Las  palabras  nuevas  em- 
pteadaspor  !a  ciencia,  confunden  muy  fre- 
cuentemente á  los  que  las  leen.  Indicando  en 
su  periódico  el  .drainage  orno  uii  medio 
poderoso  desanear  las  tierras  demasiado  hú- 
medas, preconizando  las  ventajas  que  de  esta 
operación  sacaban  los  agricultores  de  Ingla- 
terra y  de'  Délgica,  han  picado  vds.  mi  curio- 
sidad y  preocupado  vivamente  mi  espíritu:  A 
con  secuencia  de  esto  echóme  á  investigar  qué 
cosa  fuese  drainage,  y  al  saberlo  me  encon- 
tré con  que  drainage  no  e's  ni  mas  ni  menos 
que  lo  quede  padres ,á  hijos  cjecufamos  aqui 
en  Auvernia,  y  que,  con  Olivicr  de  Serres,  lla- 
mamos calzadas  subterráneas.  Eslc  descu- 
brimiento, lo  confieso,  me  causó  por  dé  pron- 
lo  no  poca  satisfacción,  pues  ya  he  da''o,  me 
dije,  con  el  quidáe  la  dificultad.  ¡Pero  que!.-.... 
¡Si  prosiguiendo  mi  lectura,  me  encuentro  lue- 
go en  el  citado  periódico  con  que  el  medio 
mas  eficaz  y  menos  dispendioso  para  el  objetó 


203 


TIERRA 


204 


eran  unos  conducios  tubulares  de  arcilla!  En 
vano  lie  tratado  de  darme  á-ml  mismo  cuenta 
de  corno  en  estos  tubos  podría  penetrar  el  agiia 
que  superabundase  en  uña  gran  superficie. 
No  bay  duda;  he  pensado  que  si  esia  agua, 
por  ejemplo,  mana  en  un  solo  punto,  y  por 
falta  de  desagüe  se  derrama  por  toda  la  eslen- 
sion  del  campo,  fácil  es,  después  de  haberla 
recogido  como  se  recoge  en  una  cañería,  in- 
troducirla en  los  tubos  y  conducirla  á  un  pun- 
to muy  bajo.  Pero  si  esto  no  es  asi,  si  en  lu- 
gar de  tener  que  guiar  un  solo  mananlinl,  hay 
que  combatir  varios;  si  el  agua  sobrante,  des- 
pués de  la  saturación  normal  del  suelo,  no  es 
mas  que  el  resultado  producido  por  las  lluvias 
escesivas  durante  ciertos  años  y  en  ciertas 
localidades,  ¿cúmo,  repito,  los  pequeños,  y 
multiplicados  manantiales  podrán  penetrar  y 
encontrar  una  salida  por  entre  la  linea  de  tu- 
bos? Suponiendo  que  las  estremidades  de  estos 
«o  estuviesen  bien  unidas,  y  que  antes  hu- 
biese habido  posibilidad  de  que  las,  aguas  se 
filtrasen  por  las  pequeñas  aberturas  dejadas  al 
hacer  el  drainage,  ¿no  se  introduciría  tam- 
bién la  tierra  en  los  tubos,  ó  no  taparía  tal 
vez  las  junturas?  En  ambos  casos  se  habría  he- 
cho una  operación  inútil  y  dispendiosa.!' 

Dudas  de  esta  naturaleza,  emitidas  por  un 
cultivador  ilustrado,  prueban  que  aun  queda 
mucho  por  decir  para  convencer  á  los  agri- 
cultores de  la  utilidad  de  la  operación  de  que 
queremos  hablar,  y  hacerles  conocer  sus  ven- 
tajas. Por  otra  parte,  son  muchos  los  qne  abri- 
gan y  conservan  dudas  sobre  la  manera  de  ha- 
cer los  tubos,  la  elección  de  las  tierras  que 
en  ellos  se  emplean,  las  máquinas  que  sirven 
para  amoldar  los  tubos,  el  grado  do  cocimien- 
to que  estos  deben  tener,  él  precio  á  que  sa- 
len, los  resultados  que  de  ellos  se  deben  es- 
perar, etc.,  etc.  No  parece,  que  los  trabajos 
necesarios  para  la  colocación  de  los  tubos  sean, 
por  regla  general,  aquellos  cuya  comprensión 
y  "cuya  ejecución  ofrezcan  mas  dificultades.  La 
multitud  de  escritos  que  relativamente  á  este 
punto  se  han  publicado  ya,  y  buen  número  de 
artículos  insertos  en  diferentes  periódicos,  han 
convencido  á  la  mayor  parte  de  los  cultiva- 
dores. 

Sobre  la  utilidad  de  la  operación  no  creemos 
necesario  insistir,  Esta  utilidad  se  ha  puesto 
en  evidencia  cu  pocas  palabras  y  de  una  ma- 
nera palpable  en  las  columnas  del  Diario  de 
Agricultura,  por  Mr.  Marlinellí,  presidente  del 
comicio  agrícola  de  Narac,  que  se  ba  espresa- 
do en  estos  términos:  «Tómese  una  mácela,  y 
examínese  ¿por  qué  tiene  en  el  fondo  aquel 
ugujerillo?  llago  esta  pregunta  (dice),  porque 
en  su.  contestación  se  encierra  una  completa 
revolución  agricola.  Obsérvese  que  al  tal  aguí 
jerillo  es  debida  la  renovación  del  agua,  pues- 
to que  por  él  sale  la  que  la  mácela  contenia, 
á  medida  que  se  introduce  la  nueva.  ¿Y  para 
qué  renovar  el  agua?  Porque  el  agua  da  la  vida 
ó  la  muerte;  la  vida,  cuando  no  hace  mas  que 


atravesar  la  capa  de  fierra  dándole  primera- 
mente los  principios  de  fertilización  que  con- 
tiene, saneando  después  los  elementos  desli- 
nados  á  la  manutención1  de  la  planta;  la  muer- 
te, por  el  contrario,  cuando  se  estaciona  en  la 
maceta,  porque  corrompiéndose,  no  tarda  en 
podrir  las  raices,  impidiendo  ademas  que  pe- 
netre en  ellas  e!  agua  nueva.»  El  drainage  no 
es  mas  que  el  agujerillo  de  la  maceta,  abierto 
en  todos  los  campos. 

Esta  operación  consiste  esencialmente  en 
el  empleo  de  regueras  cubiertas.  De  ¡as  do 
otra  clase,  que  constituyen  el  medio  hasta  aqui 
conocido  do  quitar  á  la  tierra  su  esencia  liú- 
meda,  no  es,  por  lo  tanto,  nuestro  objeto  ocu- 
parnos en  este  lugar. 

La  ideado  no  inutilizar  parala  prodnccinii 
agricola  el  terreno  ocupado  por  las  snperlicics 
de  zanjas  abiertas  se  pierde  en  la  noche  <le 
los  tiempos.  Los  romanos  conocían  el  arle  de 
enjugar  las  tierras  por  este  procedimiento,  que 
tal  vez  aprendieron  de  pueblos  de  civilización 
mas  antigua.  Entre  los  escritores  agrícolas, 
sin  embargo,  Columéla,  que  vivió  en  tiempos 
de  Augusto  y  de  Tiberio,  fué  el  primero  que 
habló  de  las  regueras  subterráneas.  Catón,  Var- 
ron  y  .Virgilio  aconsejaron  tan  solo  las  zanjas 
abiertas  Y  be  aqui  de  qué  manera  se  espita 
Columola:  «Si  el  suelo  está  húmedo,  háganse 
zanjas  para  enjugarlo  y  dar  salida  á  las  aguas. 
Dos  clases  de  zanjas  se  conocen:  Jas  ocultas  y 
las  abiertas.  Para  las  primeras  se  harán  esca- 
vaoiunes  de  lies  pies  de  profundidad,  qne  has- 
ta la  mitad  de  su  altura  se  rellenarán  de  pie- 
dras pequeñas,  ó  bien  de  grava  pura,  acallán- 
dolas de  rellenar  ton  su  propia  tierra.  Si  ni 
piedra  ni  grava  se  encuentra  á  mano,  fórmen- 
se, con  ramas  bien  unidas  entre  si,  haces  ilc 
faginas  del  grueso  y  de  la  capacidad  del  fomlo 
de  la  zanja,  y  dispónganse  de  manera  que  lle- 
nen su  vacío.  Metidas  en  las  zanjas,  cúbranse 
con  hojas  de  ciprés,  de  pino  ó  de  cualquier 
otro  árbol,  comprimiéndolas  fuertemente,  des- 
pués de  haber  cubierto  el  todo  con  la  tierra 
que  se  estrajo  al  hacer  la  escavacion:  en  am- 
bas estremidades  pónganse,  á  manera  de  con- 
trafuertes, y  según  se  practica  en  los  puenlcs 
pequeños,  dos  grandes  piedras,  sobre  las  cua- 
les se  colocará  otra,  á  fin  de  consolidar  los 
costados  de  la  zanja  y  favorecer  la  entrada  y 
el  curso  de  las.  aguas,  o 

He  aqui  en  qué  términos  Paladio,  bastante 
mas  moderno  que  Colurnela,  describió  las  zan- 
jas subterráneas:  jSí  las  tierras  están  húme- 
das, dice,  deberán  enjugarse  abriendo  zanjas 
en  todas  direcciones,  Nadie  hay  (pie  ignore  lo 
que  es  una  zanja  abierta;  de  las  suWerráneas 
me  voy,  pues,  á  ocupar.  Abronse  en  medio  de 
los  campos  eseavaciones  de  tres  pies  de  pro- 
fundidad, que  se  rellenan  después,  hasta  la 
mitad  de  su  altura,  de  piedras,  pequeñas  ó  de 
grava,  cubriéndolo  luego  todo  con  !a  tierra  s¡i- 
cada  rio  la  escavacion.  Pero  la  estremidad  Je 
estas  eseavaciones  debe  venir  por  cierto  de- 


SOS  TIE 

olive  á  parar  A  una  zanja  abierta,  á  la  cual  se 
dirija  toda  la  humedad,  sin  arrastrar  consigo 
la  tierra  del  campo.  Si  se'  carece  de  piedra, 
échense  en  las  zanjas  sarmientos,  paja  ó  ma- 
tas de  cualquier  especie  que  sean.» 

Asi,  pues,  el  drainage,  por  medio  de  zan- 
jas cubiertas  de  tierra  y  rellenas  coa  materia- 
les permeables,  como  las  piedras  ó  ramas,  etc., 
es  una  invención  que  ningún  autor  moderno 
pnede  reclamar  en  justicia. Y  bien  que  eldrai* 
nage,  tal  como  lo  describen  Columela  y  Pala- 
dio,  se  practique  en  muchos  puntos  de  Francia, 
ha  querido  Inglaterra  atribuir  at  capitán  Wal- 
!er  Blight  la  idea  "de  las  zanjas  hondas,  pero  á 
nosotros  nos  parece  que  Walter  Blight  no  ha 
tenido  mas  mérito  que  el  de  reproducir  pre- 
ceptos aplicados  por  otros  antes  que  por  él,  y 
peí  rectamente  indicados  por  el  antiguo  agró- 
nomo francés  Olivier  de  Serres. 

En  la  obra  publicada  por  Walter  Bligh  (I), 
cuya  tercera  edición  se  imprimió  en  IG52,  se 
lee  lo  siguiente: 

«Haz  la  zanja  de  drainage  bastante  honda, 
para  que  á  su  fondo  vaya  á  parar  el  agua  ffia 
que  Dltra  y  que  corrompe.  Si  de  tu  operación 
esperas  buen  resultado,  da  á  tu  zanja  de  tres  á 
cuatro  pies  de  profundidad.  Y  de  nuevo,  en 
llegando  al  agua,  profundiza  ademas  un  espa- 
cio equivalente  al  largo  de!  hierro  de  tu  laya, 
cualquiera  que  sea  la  profundidad  á  que  ya 
hayas  llegado....  Pero  respecto  alas  zanjas  or- 
dinarias que  con  frecuencia  se  hacen  á  uno  ó 
dos  pies  de  profundidad,  digo  que  es  una  so- 
lemne locura  y  un  trabajo  perdido  que  deseo 
evitar  al  lector.»  Cierto  que  estos  preceptos 
son  justos,  y  que  aun  en  el  día  pueden  servir 
de  norte;  de  ellos,  sin  embargo,  no  conviene 
concluir,  como  se  ha  Lecho,  que  a  Inglaterra 
pertenece  todo  el  mérito  de  la  propagación  de 
las  regueras  cubiertas,  Olivier  de  Serres ,  mas 
antiguo  que  Walter  Bligh,  y  cuyo  Teatro  de- 
Agricultura  se  imprimió  por  lós  anos  de  1600, ; 
hace  una  completísima  descripción  de  las  zan- 
jas subterráneas,  cuyo  empleo  recomienda  con 
instancia. 

V  he  aqui  en  qué  términos  se  esplica  so- 
bre lo  mismo  aquel  patriarca  de  la  agricultura 
francesa  (2). 

«Para  quitar,  dice,  á  las  tierras  las  aguas 
que  las  perjudican,  es  conveniente  abrir  zan- 
jas, las  cuales  sirven  también  para  cercar  las 
propiedades.  El  limo  que  de  la  limpia  de  las 
zanjas  resulte,  servirá  de  abono  para  las  tier- 
ras. Si  en  el  interior  de  estas  hay  manantiales, 
no  bastan  las  zanjas  que  las  rodean  para  su 
completo  saneamiento ,  á  cuyo  efecto  se  au- 
mentarán los  trabajos  en  proporción  á  la  abun- 
dancia de  aguas  esc od entes;  teniendo  presente 
que  los  terrenos  mas  fértiles  suelen  ser,  una 
vez  desaguados,  aquellos  que  mas  aguas  cor- 

il)  Tlii>  ciiglísh  fmproier  ¡mproved,  (sí  mejora- 
aor  ittglit  mejorado). 

,(3)  Se»nn[lo  lugar  del  Tcalro  de  Aqrieultura, 
pas.  I,  l.  97,  -  '  ■ 


JRA  206 

rompidas  contenían.  A.  esta  ventaja  hay  que 
añadir  la  de  poder  reunirse  por  este  medio  las 
aguas  esparcidas  por  los  campos  y  utilizarse, 
bien  para  el  riego  de  los  prados  que  estén  á 
un  nivel  mas  bajo  que  el  de  las  tierras  desa- 
guadas, hien  para  la  construcción  de  molinos 
ú  otros  establecimientos  que  necesitan  salios 
de  agua  si  la  posición  del  terreno  y  demás  cirr 
cuastancias  requeridas  al  efecto  son  favo- 
rables. 

«Es  indispensable  que  el  fondo  de  las  zan- 
jas esté  en  declive,  sin  cuyo  requisito  no  po- 
drían correr  las  aguas.  Esto  asi,  fácil  sera  la 
escavacion  de  una  gran  zanja  principal  que 
atraviese  todo  el  campo  ,  y  según  lo  exijan  la 
abundancia  de  aguas  y  demás  circunstancias 
particulares,  la  de  otras  zanjas  pequeñas  y  la- 
terales que  vayan  á  desaguar  en  la  principal. 
Las  zanjas  serán  tanto  mas  largasy  mas  anchas, 
cuanto  mas  estensa  y  mas  llano"  sea  el  terre- 
no. Mas  no  sucede  lo  mismo  con  respecto  á  la 
profundidad,  pues  cualquiera  que  sea  el  terre- 
no, es  preciso  que  tenga  sobre  unos'  cuatro 
pies  para  cortar  y  recoger  como  conviene  los 
ramales  de  agua  que  corren  por  debajo  de  la 
superficie.  La  disposición  de  las  zanjas  depen- 
de déla  del  íerreno. 

«La  zanja  principal  debe  tener  cinco  pies  de 
profundidad,  y  tres  las  otras,  sobre  una  anchu- 
ra y  un  declive  proporcionados  á  las  circuns- 
tancias arriba  indicadas  del  terreno  en  que  se 
opere.  Tanto  la  zanja  grande  como  las  peque- 
ñas se  rellenarán  hasta  la  mitad  de  su  altura 
de  piedras  pequeñas,,  y- el  todo  se  cubrirá  con 
la  tierra  sacada  de  la  misma  zanja;  hecho  lo 
cual  se  nivelará  el  terreno  de  tal  manera,  para 
la  comodidad  de  las  labores,  queni  rastro  que- 
de  de  la  operación.  En  caso  de  no  poder,  para 
el  rellenamiento  de  las  zanjas,  echar  mano  de 
otros  materiales  que  piedras  grandes  y  planas, 
rómpalas  el  operario  y  colóquelas  de  punta, 
procurando  que  su  disposición  sea  tal  que  no 
impida  el  paso  delagua. 

«Los  trabajos  se  empezarán  siempre  por  la 
parte  mas  baja  delterreno  que  se  quiera  desa- 
guar, á  Ande  que  las  aguas  empiecen  también 
á  recorrer  desde  luego,  lo  cual  no  sucedería  si 
por  la  parte  mas  alta  se  empezasen  dichos  tra- 
bajos. Estos,  se  harán  con  esmero,  señalando 
anletodo  la  linea  que  debe  seguir  la  zanja,  y 
cuidando  al  abrirla,  de  echar  toda  la  tierra  á 
un  lado,  con  el  objeto  de  dejar  libre  el  otro  pa- 
ra ir  poniendo  cu  él  las  piedras  destinadas  al 
rellenamiento,  el  cual  se  hará  inmediatamen- 
te después  de  concluida  la' escavacion ,  procu- 
rando, sobretodo,  dejar  bien  espedilas  las  en- 
tradas del  agua.  Lo  contrario  inutilizaría  todo 
lo^ieclm  al  cabo  de  poco  tiempo.  Las  zanjas, 
en  la  parle  mas  alta  del  terreno  ,  no  deberán 
ser  tan  anchas  como  en  la  parte  inferior  ,  por 
la  sencilla  razón  de  que  en  esta  ñlünia  se  re- 
coge mas  agua. 

«Si  para  el  rellenamiento  de  las- zanjas  fal- 
ta piedra  ó  es  necesario  traerla  de  muy  lejos, 


207 


TIERRA 


208 


lo  cual  ocasionaría  gastos  considerables  de 
acarreo,  reemplácese  con  paja,  prefiriendo  la 
de  centeno,  y  en  caso  de  no  haber  de  esta,  la 
de  trigo.  En  la  zanja,  para  ello,  coloqúense 
unas,  tablas  sobre  un  pie  de  paja,  y  rellénese 
con  tierra,  etc.» 

Con  motivo  del  empleo  de  la  paja  que  para 
formar  el  fondo  de  las  zanjas  aconseja  Olivier 
de  Serres,  Mr.  Víctor  kart,  en  una  nota  de  la 
edición  de  las  obras  del  ilustre  agrónomo,  pu- 
blicada en  IS04  por  la  Sociedad  de  Agriculfu- 
ra  del  departamento  del  Sena,  dice  lo  siguiente; 

«lias  prudente  y  mas  económico  seria,  en 
el  caso  de  que  venimos  tratando,  emplear  fa- 
ginas de  aliso,  que  es  madera  que  se  conserva 
perfectamente  en  agua,  y  en  su  defecto  otros 
ramages,  que,  colocados  en  el  fondo  de  las 
zanjas ,  dejan,  entretejiéndose,  libre  paso  á 
las  aguas,  y  tienen  todas  las  ventajas  de  lapa- 
ja,  sin  ofrecer  ninguno  de  sus  inconvenientes.» 
■  Por  la  importante  cita  que  acabamos  de  ha- 
cer se  patentiza  que  la  invención  de  las  re- 
gueras subterráneas  para  el  saneamiento  de  las. 
tierras  arables  no  puede  considerarse  como 
perteneciente  á  un  autor  inglés,  ya  sea  este 
autor  Walter  Bligbí,  yaElkington.  Era  Elking- 
ton  un  arrendatario  del  condado  de  "Warick, 
que,  dotado  de  gran  talento  de  observación,  y 
teniendo  mucha  perseverancia  en  sus  trabajos, 
se  ocupó,  en  el  último  tercio  del  siglo  pasado, 
de!  drainage  de  los  terrenos  infectados  por. la 
abundancia  de  sus  aguas  manantiales.  El  éxito 
que  obtuvo  llamó  la  atención  del  parlamento, 
el  cual  le  concedió  una  multitud  de  recompen- 
sas. Pero  el  método  seguido  por  este  agricul- 
tor no  difiere  sensiblemente  del  procedimiento 
descrito  por  Olivier  de  Serres :  la  diferencia 
consiste  solo  en  que  el  método  de  Elkinglon 
no  conduce  las  aguas  fuera  del  campo  por 
medio  de  tina  zanja  principal,  en  términos  de 
poderlas  utilizar  para  usos  diferentes.  Tres  son 
los  sisíemas  que  se  siguen  en  el  empleo  de 
esté  método. 

1 .  °  tino  de  ellos  tiene  por  objeto  hacer 
que  las  aguas  vayan  á  perderse  por  medio  de 
un  pozo,  el  cual  se  llena  de  piedra  seca.  . 

2.  "  Otro,  cuando  la  profundidad  del  pozo 
debe  esceder  de  5  varas  ó  5  Vi.  consiste  en 
reemplazar  esle  pozo  por  una  perforación  he- 
cha con  la  sonda  y  profundizar  hasía  encon- 
trar un  terreno  absorbente. 

3.  "  Otro,  en  fin,  dar  salida  á  las  aguas  por 
la  parte  superior,  como  sucede  en  las  fuentes 
ascendentes  ú  artesianas,  á  favor  de  perfora- 
ciones convenientemente  dispuestas  para  que' 
las  aguas  puedan  salir  por  medio  de  tubos  de 
descarga. 

«Este  método  (diceElkington),  que  consis- 
te en  el  empleo  simultáneo  de  las  zanjas,  cu- 
biertas y  de  los  pozos,  exige  que  se  tomen 
disposiciones  especiales  que  solo  cierta  confi- 
guración del  terreno  permite  adaptar.» 

Pero  en  este  método  no  vemos  todavía  el 
drainage  tal  como  lo  hemos  descrito,  y  tal 


como  nos  parece  que  en  la  actualidad  se  debe 
considerar. 

Hasta  el  año  de  IS10,  no  se  pensó  en  reem- 
plazar los  materiales  empleados  en  las  zanjas 
subterráneas;  y  adn  esto  se  liizo  primero  con 
tejas  llanas  y  cóncavas,  tile,  en  inglés.  El  tile 
drainage  parece  haberse  ejecutado  por  pri- 
mora  vez  eu  Nelherby  (qondado  de  Cumber- 
land},  en  la  propiedad  de  sir  James  Graban. 
«Una  teja  cóncava,  colocada  sobre  otra  llana, 
con  una  pequeña  porción  de  piedra,  he  aquí  el 
nec  plus  ultra  de  esta  operación,»  se  lee  en 
una  Memoria  publicada  en  Wi  I  en  el  Diark 
de  la  Sociedad  de  Agricultura  de  Inglater- 
ra (l).  De  donde  se  deduce  que,  treinta  años 
después,  no  se  pensaba  pudiese  adelantare  im 
pasg  en  el  método  inaugurado  en  18  tu.  Mus 
durante  este  tiempo,  dióse,  merced  en  parle  á 
los  descubrimientos  del  escocés  Sniith,  consi- 
derable ostensión  á  los  trabajos  de  que  veni- 
mos hablando.  Admirado  de  la  fertilidad  de  un 
terreno,  llegó  Smííh,  á  fuerza  de  exactas  ob- 
servaciones, á  reconocer  que  de  aquel  defecto 
era  causa  su  cscesiva  humedad;  y  sin  estar  al 
corriente  de  los  trabajos  de  ios  antiguos  culti- 
vadores, imaginó  las  zanjas  subterráneas  para 
sanear  el  suelo  arabio.  Del  buen  éxito  que  ob- 
tuvo' se  habló  mucho  por  el  pais,  y  en  IS33 
salió  á  luz  un  folleto,  titulado  Smüh's  re- 
markrsvii  thorottghdraining.  Con  ¿si,  Siuitli, 
aunque  no  fué  en  realidad  el  primer  inventor 
de  aquel  procedimiento,  hizo  á  íuglalena  y  á 
Escocia  el  servicio  de  inducirlas  á  emplear 
uno  que  aumenta  en  grandes  proporciones  los 
productos  do  la  tierra  de  la  Gran  Bretaña.  Pre- 
ciso es,  ademas,  añadir  en  honra  de  este  pais 
que,  tanto  sus  grandes  propietarios ,  cuanto 
sus  gobernantes,  se  apresuraron  á  dar  el  ejem- 
plo. Citaremos  con  particularidad  á  sir  Rober- 
to Peel,  que  en  1840,  hizo  drainar  por  el 
mismo  Simth  una  parte  de  su  propiedad  de 
Drayton,  en  el  condado  de  Stratford  (2).  Por 
centenares  de  millones  de'ruales  se  cuentan 
las  sumas  que  para  trabajos  de  esta  especie  ha 
adelantado  el  gobierno  inglés,  á  propietarios 
y  á  colonos  eu  eslos  diez  últimos  años. 

A  mano  se  hicieron  las  primeras  tejas  que 
para  esta  operación  se  fabricaron;  mas,  ¿eó- 
mo  era  posible  que  el  genio  de  los  ingleses, 
tan  inventor  en  mecánica,  dejase  por  mucho 
tiempo  siu  perfeccionar  tal  procedimiento?  Tan 
luego,  pues,  como  este  empezó  á  generalizar- 
se," debieron  las  máquinas  reemplazar  la  ma- 
no del  hombre  en  la  fabricación  de  las  tejas. 
La  primera  de  aquellas,  que  á  la  vez  amoldaba 
tas  tejas  cóncavas  y  las  llanas,  fué  inventada 
en  1812  (3)  por  Irving.  Inmediatamente  des- 
pués, el  marqués  de  Twceddalc,  Mr.  rtansome, 
y  luego  Mr.  Elheredge,  imaginaron  otras  má- 

(i)  Tomo  II,  páü.  203. 

¡2)  «Joufiial  of  ihe  rojal  agricultura!  sectetjor 
Eiitfliim!.»  Tomo  111,  püg,  18. 

(3)  «Jdurnal  oí  tüc  rojal  agricultura!  «orietj  oí 
Kagíanil.»  Tomo  III,  pag.  18, 


209  T1EI 

quinas  para  el  mismo  objelo  (I).  Pero  hacerlos 
tubos  subterráneos  de  dos  piezas  ora  evidente- 
meníe  imponerse  lin  doble  é'  inútil  cuidado. 
Kustiluir  á-' las  lejas  tubos  cilindricos  fué  idea 
que  por  aquel  tiempo,  ocurrió  á.  Mr.  John 
Ilelds  Esíe  fabricante,  por  consiguiente,  lia 
aiiaaido  á  los  antiguos  procedimientos  la  últi- 
ma mejora,  que"  da  á  este  método,  do  sanea- 
miento de  las  tierras  el'  carácter  que  actual- 
mente tiene.  En  el  concurso  de  la. sociedad  de 
agricultura,  que  en  Derby  se  celebró  en  1  Si:1,, 
filé  donde  se  presentaron  las  primeras  rháijiii- 
nas  de  este  género,  y  dieron  lugar  á  un  detalla- 
do iid'orme  de  Mr.  JosiahPaskes,  elctial,  com- 
prendiendo toda  su  importancia,  hizo  (¡ne  á 
las  inventores  se  concediese  una  medalla  de 
plata.  Desde  entonces,  hasta  hoy,  no  hay  año. 
en  que  no  so  hagan  importantes  y  felices  mo- 
djlfeacioii'es  en  la  construcción  de  dichas  má- 
quinas. Pero  todo  esle  movimiento  que  se 
produjo  en  Inglaterra  con  motivo  de  ¡a  opera- 
ción alli  llamada  drainage;  la  acalorada  polé- 
mica sostenida  por  los  señores  Smith  y  Pastees 
respecto  á"  la  profundidad  que  deben  tener  las 
zanjas  de  desagüe,  y  las  .votaciones  del  parla-, 
mentó,  que  conceden  centenares  de  millones 
por  vía  de  estimólos,  de  premios  y  de  recom- 
pensas, algún  eco  debían  tener  necesariamen- 
te fuera  de  Inglaterra, 

La  agricultura  francesa  permaneció  por 
muchos  años  indiferente  al  ruido  que  á  la  otra 
parte  del  estrecho  se  hacia.  Desconfiábase  de 
lo  que  en  Francia  se  llaman  csccntricidades 
inglesas,  y  el  gasto  de  algunos  centonares  de 
trancos  que  importaban  los  primeros  trabajos 
ile  aquel  género  parecia  un  hijo  permitido  tan 
solo  á  ciertos  lores  millonarios,  poseídos  de  la 
inania  do  tirar  ol  dinero1  por  la  ventana.  La  voz 
empleada  para  delirar  la  nueva  operación  era 
ile  por  si  una  dilicultad,  pues  no  por  lodos  se 
entendió  bien  desde  un  principio.  Los  france- 
ses, ademas,  leían  poco  en  aquella  época,  y 
las  publicaciones  en  lengua  eslrangera  no  lle- 
gaban sino  muy  leutamenle,  rara  vez,  y  por 
medio  de  I  roaos  de 'traducciones',  á  los. hom- 
bres mas  deseosos  de  saber  cosas  nuevas.  So- 
lé asi  puede  explicarse  como  hasta  el  año  de 
IS-1G  no  se  agitó  en  1' rancia  esta  imporlaulu 
cuestión. , 

Hasta  mayo  del  citado  año  do  1846.  no' 
publicó  el  Journal  d' Agricultura  practique 
su  primer  articulo  d&  esta  materia,  debido  á 
Mr,  Mes  Naville,  de  Ginebra.  Por  entonces 
también  empezó  eí  público  agrícola  á  preocu- 
parse de  algunos  ensayos  que  en  Moulereau 
se  hacían  en  la  propiedad  de  Mr.  de  Manoir, 
por  inspiración  de  'Mr,'  Thaekeray,  que  se  em- 
peñó en  hacer  ".onocer  cb  Francia  los  mejores 
procedimientos  adoptados  en  Inglaterra  para 
la  ejecución  de  los  trabajos  del  arainage.  En 
marzo  de  |¡S4G  so  draiuó  uu  campo  de  algo 

v»  \  "í01!™"'  of  llwroyul  aRricuUucal  socicty  of 
bngland.a  Tomo  IV ,  pág.  370.  (i8l3). 

2183    IHDIJOTECA  VWÍÍUMÍ, 


IRA  210 

mas  de  cuatro  fanegas  con  seis  mil  tubos  que 
á  su  costa  mandó  Mr.  Tbackeray  llevar  de  In- 
glaterra el  mes  anterior.  En  junio  del  mismo 
año  importó,  para  la  fabricación  de  los  tubos, 
una  maquipa,  llamada  de  Ainslie,  que  se  pre- 
sentó en  el  concurso  del  comiólo  del  departa- 
mento de  Seine-ct-Marnc. 

"Mr.  du  Manoir  es,  pues,  el  primer  .propie- 
tario qne  en.  Francia  desecó  sus.  tierras  ;  por 
los  nuevos  procedimientos  de  que  fué  inlro- 
ductor  Mr.  Tbackeray.  .  : 

Este,  además,  lia  publicado  varios  folletos 
y  una  multitud  de  artículos  en  los  periódicos 
para  vulgarizar  este  método  de  desagüe  por 
medio  de  Tos  tubos  subterráneos  :  el  primero 
de  aquellos  folletos' salió  á  luz  en  I84G.  lie 
aquí  en  que  términos  se  esplica  sobre  el  parti- 
cular Mr.  Molí,  en  su  informo  al  jurado  de  la 
esposicion  de  los  productos  de  la  industria 
nacional  en  1840. 

«Mr.  Tbackeray,  de  origen  inglés,  pero  re- 
-side'nte  en  Francia  hace  veinte  y  siete  años,  ha 
querido,  según  sus  espresíones,  .pagar  labuoua 
y  cordial  hospitalidad  que  ha  recibido  en  nues- 
tro pais,  utilizando  en  provecho  de  nuestra 
agricultura  sus  cocimientos  en  la  materia  y  las 
relaciones  que  ha  conservado  en  su  pais. 

«Espiraciones  sobre  nuevos  procedimien- 
tos, máquinas  acatarías  y  semillas  de  varieda- 
des perfeccionadas  de  plantas,  han  sido  nue- 
vamente importadas  por  él  y  comunicadas  con 
,la  mayor  liberalidad  á  muchos  agricultores 
distinguidos,  con  los  cuales.se  ha  puesto  en 
relación.  Por  una  singularidad,  de  que  sin  du- 
da no  se  debe  acusar  mas  que  á  las  circuns- 
tancias, jamás  á  dicho  señor  ha  cabido  la  me- 
nor parte  délos  elogios  y  de.  las recampensas 
á  que  con  frecuencia  lian  dado  lugar  sus  im- 
portaciones. Mr.  Thaekeray  ha  sido  uno  de  los 
primeros  que  en  Francia  han  hecho  conocer 
las  inmensas  ventajas  obtenidas  en  Inglaterra 
para  el  desagúnc  de  los  terrenos  húmedos  por 
ol  método  conocido  con  el  nombre  de  drai- 
nage,  método  practicado  á  la  verdad,  aunque 
do  una  manera  imperfecta,  en  ciertas  localida- 
des de  nuestro  pais  (en  los  departamentos  del 
Iserc  y  de  los  Altos  Alpes!;  pero  desconocido 
en  las  domas.  No  contento  con  hacer  conocer 
este  método  por  medio  de  artículos  periódicos 
y  de  buen  número  de  folletos,  que  ha  publica- 
do, trajo  á  su  costa  de  Londres,  en  1S4G, 
(¡,000  tubos  y  dos  trabajadores,. para  hacer  un 
esperimcuto  en  las  tierras  de  Forges,  cerca  de. 
Monlcreau,  pertenecientes  á,  Mr.  du  Manoir. 
Inúlií  es  añadir  que  este  esperimento  iiivb  un 
éxilo  completo,  y  que  á-  consecuencia  de  él 
importó  la  máquina  de  Ainslie  para  la  fabrica- 
ción de  tubos,  y  los  planos  y  el  modelo  deL 
horno  para  el  económico  cocimiento  de  los 
mismos. 

«Esta  máquina  figuró  en  la  esposicion  de 
Lóndres,  donde  funcionó  do  la  manera  mas 
satisfactoria,  cu  presencia  de  la  comisión.» 

Los  folletos  publicados  por  Mr.  Thaekeray 

T.    XXXIII.  14 


241 


TIERRA 


fí'á 


no  lian  podido  tampoco  contribuir  ;'i  dar  á  co- 
nocer !a  operación  y  sus  buenos  efectos.  El 
principal  do  estos  folletos,  publicado  en  ISÍ9, 
lleva  el  titulo  de  Filosofía  y  arte  del  drama- 
ge  y  está  dividido  en  dos  partes:  en  la  prime- 
ra traía  el  autor  de  la  influencia  del  agua  en 


los  que  la  habitan  es,  según  creen,  tí.  mundo, 
no  es  verdaderamente  mas  que  una  ¡jequeñl- 
ma  parle  do!  universo,  es  uno  de  los  cuerpos 
menos  voluminosos  y  quizá  monos  influyen- 
tes de  esas  innumerables  é  inmensas  éáí'erás 
que  parecen  están  y  que  giran  sobre  nuésiriia 


la  temperatura  del  suelo,  y  en  la  segunda  nía-  cabezas,  y  que  está  sujeta  á  las  leyes  eomu- 
niflcslu  los  procedimientos  puestos  en  «so  en  nes  que  rigen  et  universo;  la  (ierra,  en  une 
Inglaterra  para  drainar  las  tierras.  palabra,  no  es  mas  que  un  átomo  de  eslu 

Mr.  Tbaclceray  atribuye  á  esta  operación,  grandiosa  obra,  tan  admirable  en  su  cdojliiito 
lio  tan  solo  la  acción  de  quitar  á  los  terrenos  como  en  sus  detalles, 
la  humedad  eseesiva  y  perjudicial  al  dcsarro-  So  solamente  la  tierra  no  es  el  cent'o  del 
lio  de  los  vegetales,  sino  laminen  la  de  penni-  |  universo,  paro  ni  siquiera  es  el  astro  ó  mus 
tir  que  á  las  pianlas  comunique  el  sol  ¡a  can-  j  propiamente  el  planeta  principal  del  gran  sis- 
titlad  de  calor  necesario  para  la  realización  de  '  lema  salar,  culem.liéiidi)se  por  sistema  el  enn- 
los  diferentes  Irámiles  que  sigúela  vegetación;  |  junto  de  cuerpos  celestes  ijnc  Circulan  al  red n- 


alri  huyesele  también  la  de  favorecer  la  pulvu 
ri Ración  del  suelo,  la  de  dejar  á  las  raices  y 
a!  aire  que  penetran  cu  el  suelo,  y  por  úlliiuo 
la  de  conservar  precisamente  la  cantidad  de 
humedad  necesaria  ai  desarrollo  de  las  pianlas. 

A  ésta  operación  se  lia  procedido  y  se  está 
procediendo  en  varios  punios  de  Francia.  Los 
señores  Lupiri,  Carean,  de  llunville,  Dnfonr  y 
oíros  muchas  propietarios  6  arrendatarios  han 
cedido  en  esta  partea  las  Indicaciones  de 
Mr.  Tuackrtray,  y  es  probable  que  no  larde  en 
haber  en  aquel  pais  sulicienle  número  de 
hombres  instruidos  en  osle  nuevo  arle,  para 
que  no  sea  necesario  recurrirá  un  eslrangcro. 

~  En  resúmen:  dolos  pormenores  históricos 
en  los  cuales  nos  ha  parecido  deber  entrar,  po- 
demos concluir, 

1 .  "  Que  el  empleo  do  las  zanjas  subterrá- 
neas, con  el  fondo  rellenado  de.  piedras  0  do 
ramas,  era  conocido  de  Sus  romanos. 

2.  "  Que  la  reuuioii  de  una  porción  de  zan 
jas  cubiertas,  que  sanean  una  vasta  cílcnsiqu 
de  terrenos,  y  que  se  desaguan  en  una  zanja 
principal,  ha  sido  descinta  por  Olivior  de  Ser- 
res  y  empicada  en  Francia  antes  quecu  Ingla- 
terra se  pensase  siquiera  cu  ello. 

3.  "    Que  la  sustitución  de  las  tejas,  y  lue- 
go de  los  tubos  ,  á  los  materiales  empleados 
antiguamente  para  rellenar  el  fondo  de  las  zan- 
jas de  saneamiento,  es  la  única  invención  que 
.justamente  puede  reclamar  ¡a  Inglaterra. 

í."  Que  osla  sustitución ,  y  el  empleo  de 
las  máquinas  para  la  fabricación  de  los  tubos 
han  asegurado  el  buen  éxito  de  la  operación, 
y  permiten  ejecutarla  pronto  y  económica 
inenle,  sobro  todo  si  sé  compara  con  el  tiem- 
po y  el  dinero  que  costaban  los  procedimien- 
tos antiguos,'  el  tiempo  y  el  dinero  que  cues- 
tan los  empleados  hoy. 

TIEREA.  (Geología,)  El  .cspacio  sin  limites 
que  nos  rodea  y  que  constituye  el  universo, 
eslú,  digámoslo  asi,  poblada  de  millones  de 
cuerpos,  cuyo  número,  dimensiones,  movi- 
mientos, sus  relaciones  con  el  globo  en  gene- 
ral y  con  cada  uno  délos  cuerpos  que  lo  com- 
ponen, las  distancias  inmensas  én  que  se  ha- 
llan, etc.,  causan  ciertamente  nuestra  admi- 
ración: la  tierra,  que  para  la  mayor  parte  de 


dor  del  áol, 

Para  distinguir  y  reconocer  las  propieda- 
des y  piirtiGuterMades  de  Isa  cuerpos  celosías 
que  esláir*  al  alcance  de  nuestra  vista  íi  de 
nuestros  Instrumentos,  y  que  á  favor  de  estos 
se  lian  podido  observar,  bien  medir,  etc.,  y 
que  es  uno  de  los  mus  grandes  adelantos  de  lii 
inteligencia  Immana;  asi  es  que  se  ha  llegado 
á  couocer  cual  sea  la  forma,  el  volúmen,  aun 
la  exacta  magnitud,  el  peso,  el  movimiento  ba- 
jo el  doble  aspecto  sobre  su  eje,  y  el  que  tie- 
nen en  e!  espacio  alrededor  del  sol,  rio  sola- 
mente de  la  Harta',  sino  de  oíros  rhuchosp/rc- 
netas  y  aun  del  mismo  sol:  se  ha  averiguado 
la  distancia  que  exislc  cutre  cada  uno  de  es- 
tos cuerpos,  la  que  los  separa  del  que  habita- 
mos, la  dirección,  la  celeridad  de  su  curso,  va- 
rios de  los  fenómenos  complicados  que  tienen 
lugar  on  la  economía  del  universo,  en  una  pa- 
labra, nada  de  lo  que  corresponde  á  la  bisto- 
ala  del  sistema  solar  se  ha  ocullado  á  la  pe- 
netración é  iiilctigencia  é  investigaciones  de 
ios  astrónomos,  que  apoyados  y  partiendo  de 
los  ai-nntecimienlus  y  observaciones  ••corres- 
pondientes á  los  tiempos  pasados ,  como  por 
el  conocimiento  de  lo  que  actualmente  obser- 
van puede  predecir  con  cierta  seguridad  ios 
fenómenos  y  acontecimientos  qué  han  de 
ocurrir. 

1.a  condensación,  pues,  mas  ó  menos  gran- 
de da  la  materia  que  constituye  los  cuerpos  si- 
derales es  la  causa  de  su  diferente  aspec- 
to y  de  los  distintos  caracteres  que  ofrecen  al 
observador:  unos  aparecen  como  cuerpos  ó  mu- 
sas mas  ó  menos  trasparentes  (nebulosos  co- 
metas) otros  son  luminosos,  (el  sol  y  las  estre- 
llas) y  otros  son  opacos  y  solamente  brillan  á 
las  veces  por  la  reflexión  de  la  biz  que  reciben 
y  que  por  consiguiente  reflejan,  planetas  .sa- 
télitesu  Lü  tierra  es  uno  de  los  doce  phmelas 
(hasla  aflora  reconocidos)  que  constituyen  el 
sistema  talar,  la  distancia  media  que  Ja  se- 
para del  soles  demás  de  15.000,000  de  biiria- 
melros:  otros  dos  planetas,  Mercurio  y  Venus, 
se  hallan  entre  la  tierra  y  el  sol:  lodos  los  do- 
mas piñuelas  se  mueven  en  una  órbita  que  es 
escéntíica  á  la  de  la  ¡ierra;  la  de  Urano  está 
diez  y  nueve  veces  mas  lejos  del  sol  que  la 


213 


TIERNA 


21  i 


estú  la  tierra,  ó  lo  que  es  lo  mismo,  dista  de 
esta  290.000, 000  de  miriáinetros. 

l,a  tierra,  como  sucede  á  otros  planetas,  es- 
tá acompañada  ó  soguilla  en  su  marcha  por  nn 
satélite,  que  C5tl!  ''¡'jo  la  acción  de  ella,  como 
osla  lo  estáá  la  del  sol,  este  planeta  secunda- 
rio es  la  Luna,  cuya  relación  con  la  tierra  es 
tan  necesaria  njís  su  historia  fisiea  se  reÜL-re 
precisamente  á  la  de  nuestro  globo. 

Despues.de  haber  indicado  la  posición  ó 
lugar  que  la  tierra  ocupa  en  el  gran  niiíversu, 
deben  saberse  sus  particulares  propiedades  y 
las  distintos  aspectos  bajo  Sos  que  se  puede 
considerar, 

fio  es  la  tierra  una  esfera  regular,  es  si  un 
esferoide  deprimido  en  sus  polos,  de  tal  mo- 
do, que  el  eje  tlcticio  alrededor  del  (¡ue  pare- 
ce gira  diariamente,  es  mas  corto  en  la  cifra 
de  cerca  de  -¡^  que  el  opuesto  diámetro  ó 
oquatfltóiíli 

El  diámetro  medio  de  (atierra es  de  15,732 
kilómetros  ósea  de  unas  3,000  leguas,  su  cir- 
cunferencia es  de  cerca  de  9,000  leguas,  cuan- 
do el  diámetro  solar  ó  de  sol  es  ciento  diez  ve- 
ces mayor. 

Según  las  observaciones  y  los  cálculos  que 
se  han  lieclio  se  ha  averiguado  que  la  gran 
misa  del  esferoide  terrestre  pesa  cerca  de  cin- 
co veces  y  media  mas  fpie  el  agua  ósea  la  pe- 
santez especifica  relativa,  y  que  por  consi- 
guiente la  mayor  parte  de  los  metales  es- 
cedea  en  dos  veces  mas  su  peso  especifico  que 
el  que  corresponde  á  las  rocas  que  constituyen 
el  suelo. 

Él  globo  terrestre  tiene  una  admirable  pro- 
piedad, que  es  la  magnética,  cuya  efecto  se 
conoce  porque  es  atraída  la  aguja  imantada  bi- 
ela el  polo  boreal,  que  es  el  inslruiueoto  de- 
nominado brújula. 

Es  sabido  también  que,  la  tierra  ofrece  dos 
movimientos  el  uno  sobre  su  mismo  eje,  cuyo 
movimiento  !o  efccíua  en  23  horas  5G  minu- 
tus  y  4  segundos:, el  otro  movimiento  que  tie- 
ne la  tierra,  aquel  por  el  que  gira  alrededor 
del  sol,  y  larda  en  él  305  dias,  5  horas,  y  49 
minutos,  teniendo  este  movimiento  una  velo- 
cidad de  unas  412  leguas  por  minuto. 

Ul  inovimienlo  circular  de  la  tierra  alrede- 
dor del  sol  íorma  una  órbita  elíptica  en  un  pla- 
no ijtie  tiene  !a  iuclinacionde  23"  y  27"  rela- 
tiviuueutc  á  la  dirección  que  ofrece  el  eje  de 
rotación  diurna, ' 

Estos  dos  movimientos  de  la  tierra  se  efec- 
túan de  la  misma  manera  y  cu  la  misma  di- 
rección que  lo  hacen  y  signen  ol  sol,  los  de- 
más planetas  y  sus  satélites,  y  todas  estas  ór- 
bitas y  movimientos  tienen  lugar  en  un  plano 
que  se  separa  muy  poco  del  plano  del  eqiia-. 
dor  del  sol,  in dórese  lógicamente  de  esta  uní- 
formidaden  la  dirección  do  los  movimientos  de 
los  planetas,  que  la  causa  que  diera  á  la  tier- 
ra la  impulsión  primera  y  cuyo  ef'eclo  han  si- 
do y  son  los  movimientos  que  efectúan,  son  re- 


sultado preciso  y  determinado  porla  ley  gene- 
ral de  atracción, -que  indudablemente  ha  debi- 
do  ser  el  mismo  que  obró  y  puso  en  movimiento 
todos  los  cuerpos  delsistema  solar. 

Resulta  comprobado  por  las  varías  obser- 
vaciones que  se  han  hecho  en  las  grandes  pro- 
fundidades de  las  minas,  como  también  por  las 
correspondientes  á  las  aguas  termales  ó  muy 
calientes  ,  c  igualmente  por  las  de  los  pozos 
artesianos,  que  la  parte  interior  dei  globo  ter- 
restre tiene  uu 'grande  calor  propio,  y  cuyos 
efectos,  aunque  al  presente  no  se  perciben  en. 
la  superliciede  la  tierra,  son  muy  perceptibles 
y  se  observan  prontamente  á  algunos  metros  de 
profundidad,  asi  es  que  el  termómetro  se  ele- 
va cerca  de  uu  grado  centígrado  porcada  trein- 
ta inetrus  que  se  profundiza  cu  la  tierra,  to- 
mando en  cuenta  y  partiendo  de!  punto  en  que 
deja  de  ejercer  su  acción  eí  calor  de  irradia- 
ción producido  por  el  sol. 

Cualquiera  que  sea,  pues ,  la  causa  origi- 
naria ó  actual  de  este  calor  interno'  de  la  tier- 
ra, el  hecho  de  que  existe  es  uno  de  los  fe- 
nómenos mas  importantes  de  la  historia  de  la 
Tierra  estando  ciertamente  bien  contestado 
por  tantas  y  tan  repelidas  observaciones. 

Bajo  esté  punto  de  vista,  se  puede  conje- 
turar fundadamente  que  la  tierra  ha  debido  te- 
ner anteriormente  una  temperatura  muy  supe- 
rior á  la  que  ai  presento  íonserwi,  y  por  con- 
siguiente no  puede  menos  de  admitirse  que  la 
tierra  tuvo  un  estraordínario  grado  de  calor 
que  debió  estar  en  completa  fusión,  pero  que 
colocada  en  un  medio  mas  frió,  se  ha  ido  en- 
friando sucesiva  y  gradualmente  del  esterior 
al  interior,  y  esto  que  parece  muy  natural  sc- 
guu  las  leyes  físicas,  confirma  la  idea  ¡que  ha 
habido  tienipo  en  que  la  masa  terrestre  estando 
en  completa  fusión  y  á  efecto  del  impulso  y 
movimiento  que  adquiera  sobre  su  mismo  cen- 
tro, se  desarrollase  la  fuerza  centrifuga  y  de 
aquí  debió  provenir  la  forma  aplanada  que  ofre- 
ce la  tierra  en  los  polos  según  se  ha  dicho  en 
virtud  de  las  observaciones  astronómicas,  ca- 
si conforme  con  las  apreciaciones  teóricas:  si 
ademas  se  ha  reconocido  que  otros  planetasco-- 
o\o  Júpiter  y  Saturno  están  igualmente  en 
sus  polos  deprimidos  en  la  relación  correspon- 
diente á  la  rapidez  de  los  movimientos  y  de 
la  masa  que  le  correspondiera;  se  puede  de- 
ducir como  una  verdad  i  u  contestable,  que  la 
forma  de  la  tierra  como  la  de  los  otros  plane- 
tas es  un  efecto  de  la  fuerza  llamada  centrifu- 
ga aplicada  á  un  cuerpo  que  estuviese  en  el 
estado  de  cierta  liquidez  ó  raas  propiamenle  en 
el  de  fusión. 

Estas  observaciones  fisicas  y  los  hechos 
concluidos  por  las  mismas  han  dado  márgen 
á  la  brillante  hypótesis  que  propusieran  mu- 
chos eminentes  filósofos  outre  ellos  el  profundo 
filósofo  Leibnitz,  el  insigne  matemático  y  gran 
físico  Newton  y  el  elocuente  naturalista  BufiTon, 
losque  opinaron  que  la  tierra  debió  ser  un  cuer- 
po incandescente,  y  como  un  astro  luminoso 


SU  TIERRA.— 

que  se  ha  vuelto  opaco  por  haberse  enfriado  y 
estinguido  su  brillanteluz. 

El  ilustre  geómetra  Founier  lia  tratado  fté 
esprofeso  esla  importante  cuestión,  opinando 
que  la  musa  terrestre,  primitivamente  incan- 
tlesccnle,  lia  esperimeniado  las  variaciones 
que  según  las  leyes  generales  físicas  esperi- 
menlu  lodo  cuerpo  colocado  o  inmergido  en  un 
medio  mas  frió  que  61.  Eslc  sabio  matemático 
es  de  Opinión  que  en  la  actualidad,  cualquiera 
que  sea  el  calor  inlerior  del  globo  terrestre  no 
se  eleva  la  lemperalura  de  la  superficie  mas 
de  un  30°  de  grado;  por  consiguiente,  el  en- 
friamiento sucesivo  que  pueda  esperinientar  la 
tierra  en  los  tiempos  venideros,  no  podrá  ha- 
cer variar  mucho  los  climas  que  actualmente 
se  determinan  y  eslán  relacionados  intima- 
mente por  la  acción  del  sol,  y  por  las  particu- 
lares cuanto  numerosas  circunstancias  esteno- 
res  de  cada  localidad:  pero  quejndudabiemen- 
te  eu  los  precedentes  tiempos  y  remotas  épo- 
cas'del  globo  terrestre,  Ja  temperatura  clima- 
térica debió  ser  mas  elevada  y  uniforme 
obrando  de  consuno  el  calor  inteuso  que  po- 
sea la  tierra,  y  el  que  le  comunicara  y  proce- 
día del  sol. 

Si, se  toma  un  globo  de  ira  pie  de  diámetro 
que  tenga  la  misma  composición  y  que  esté 
en  las  mismas  condiciones  y  eircuuslnneias 
que  liene  el  globo  terrestre,  necesitará  mil 
doscientos  ochenta  mil  aüos,  para  que  se  dis- 
minuya su  temperatura iju  lauto  igual,  en  los 
puntos  homólogos  del  globo  terrestre  á  la  que 
se  advertirá  ó  esperimeutará  el  globo  de  un 
pie  en  un  segundo  do  minuto. 

l'ara  que  la  influencia  que  se  ejerce  en  la 
superficie  de  la  tierra  por  el  calor  inlerior  de 
la  misma,  que  está  inducida  como  se  lia  mani- 
festado á  1,30=  de  grado  llegue  á  1,G0U. -de 
grado  se  necesitarán  cnando  menos  treinta  mil 
años. 

las  teorias  y  los  hechos  que  se  han  espues- 
to, las  consecuencias  que  lógica  y  naturalmen- 
te se  deducen  de  tales  premisas  y  de  eslos  he- 
chos sóñ  suficientes  para  contestar  afirmati- 
vamente la  hipótesis  emitida  por  la  mayor 
parte-de  los  geólogos,  de  la  alia  temperatura 
que '¡«^tenido  la  fierra  en  los  primitivos  tiem- 
pos, y  que  en  virtud  de  lau  elevada  tempera- 
tura, la  tierra  hubo  de  estar  en  el  estado  de 
fusión,  y,  por.  consiguiente,  esta  gran  masa 
en  su  estado  de  liquidez  á  efecto  de  la  rota- 
ción diurna,  y  por  la  fuerza  Centrifuga  que  se 
desarrolla  según  las  leyes  generales  de  la  fí- 
sica, tuvo  lugar  necesariamente  el  aplasta- 
roienlo  de  su  masa  en  los  polos.  También  de- 
bia  progresivamente  enfriársela  parte  eslerior 
de  esla  gran  masa  incandescente,  .y  por  esfe 
sucesivo  enfriamiento  ha  llegado  hasta  el  pun- 
to de  que  toda  la  parte  estertor  del  globo  -ter- 
resfre  se  baya  solidificado,  pues  que  el  en- 
friamiento y  aun  la  solidificación  de  la  (ierra 
lia  debido  propagarse  de  lacircunferenciahácia 
el  centro,  y  hasja  tal  puolo  que  en  la  época 


-TIERRAS  216 

actual  está  toda  la  capa  esterior,  del- globo  y 
hasta  muchos  miles  de  miles  de  metros  no  so- 
lamente enfriada,  sino  endurecida  y  muy  sa- 
lida; porque  á  algunas  leguas  de  esla  misma 
costra  sólida,  eslá  indudablemente  ¡amasado 
la  (ierra  eu  el  estado  incandescente  y  de  fu- 
sión iguea. 

J.as  lavns  qué  vomitan  los  volcanes  cu  ac- 
íividad,  indican  cipriamente  que  son  parle  do 
lu  muleria  ígnea  que  constituye  lo  inlerior  del 
globo  terrestre;  obsérvase  lambien  que  las  mu- 
sas lávicas  incandescentes  que  corren  sóbrala 
(ierra,  llegan  á  ennegrecerse  y  enfriarse  has- 
ta el  punió  de  que  pasado  algún  (¡cuspo  eslán 
sólidas,  principalmeule  en  su  parle  eslerior, 
pudiéndose  pusar  sobre  ellas  impunemutilc, 
pero  que  á  mío  ó  dos  pies  de  profundidad  eslá 
su  masa  inlerior  incandescente  y  hasta  lal 
punió  que  quema  prontamente  la  punía  del 
buclon  que  se  introduce  en  aquella  masa  que 
parece  sólida  y  fría  en  sn  superficie. 

La  historia  primitiva  del  globo  terrestre  ba- 
jo el  aspecto  astronómico  se  termina  en-  la 
época  en  que  la  pelicuhi,  digámoslo  asi,  de  la 
(ierra  se  solidificara,  y  cuya  parte  eslerior  ya 
sólida  envolviese  la  masa  del  planeta;  cu  csic 
caso  hay  ya  un  sucio  primitivo  constituido, 
desde  está  época  en  que  existe  un  suelo  sólido 
y  con  diversos  .relieves,  enlra  especialmente 
la  Jurisdicción,  digámoslo  asi,  del  geólogo, 
cuya  historia  natural  con  lodas  las  modiHia- 
ciones  ó  accidcntaeioncs  que  ha  (cuido  la  fier- 
ra son  el  objelo  del  geólogo,  y  cuyas  inves- 
tigaciones le  llevan  á  reconocer  las  causas. y 
los  erectos  de  las  alteraciones  sucesivas  que  iia 
esperimeníada  el  globo  terráqueo,  y  siguien- 
do en  sus  profundos  estudios  la  observación 
de  la  naturaleza,  y  valiéndose  ademas  de  la 
guia  segura  de  la  analogía,  puede  llegar  cicr- 
lamcnle  á  comprender  y  conocer  la  composi- 
ción y  la  estructura  del  suelo  ó  de  la  parte 
eslerior  de  la  tierra,  como  de  las  alteraciones 
ó  cataclismos  que  ha  sufrido  el  globo  ferros- 
Ire,  y  aun  los  cambios  y  modificaciones  qno 
puede  esperimenlaren  la  sucesión  de  los  liem- 
pos.  Véanse  los  artículos,  geología,  Fonsiv 

CION,  TE1U1ENOS,   FOSILES  y  SUELO. 

TIERRAS.  [Mineralogía.)  Con  k  denomina- 
ción de  (ierras  se  designa  comunmente  un  gran 
número  de  sustancias  minerales  amorpbas,  que 
son  de  diversa  naturaleza,  y  que  tienen  gene- 
ralmenle  líh  aspecto  lerroso  y  male;  y  que  no 
Se  hallan  en  cí  estado  crislalino.  Las  principa- 
les especies  delierras  con  las  denominaciones 
vulgares,  digámoslo  asi,  conque  se  conocen 
son  las  siguientes! 

Tierra  absorbente:  designase  con  esla  de- 
nominación á  la  magnesia  por  la  propiedad 
que  tiene  esla  sa!  terrosa  de  absorber  losácidos 
que  á  las  veces  preponderan  en  el  estómago. 

Tierra  de  almagra:  es  una  tierra  ocrácea 
do  color  rojo,  y  cuyo  color  rojizo  so  asemeja 
al  de  la  sangro,  empleándose  útilmente  en  la 
pintura  al  fresco  ó  al  temple. 


217 


TIERRAS— TIFUS 


218 


Tierra  aluminosa:  esta  tierra  se  halla  ge- 
neralmente asociada  al  lignito  terroso  pirilife- 
to,  ó  sea  un  esquisto  piritoso;  do  osla  sustan- 
cia terrosa  se  estrac  el  alumbre  que  tiene  cier- 
to uso  en  las  artes. 

Tierra  ¡ni/lesa:  es  una  especie  de  arcilla 
plástica  con  la  que  se  hace  loza  escelente  que 
ofrece  cierta  traspariencia, 

fierra  de  Armenia:  es  un  ocre  rojo  mas 
oscuro  que  la  almagra,  que  también  le  deno- 
mina bol  de  Armenia,  que  se  usa  en  algu- 
nas fórmulas  médicas  y  que  se  emplea  igual- 
mente cu  la  pinlura, 

Tierra  azul:  es  un  fosfato  de  hierro  pulve- 
rulento, que  presenta  un  aspecto  ferroso. 

Tierra  parda  de  Colonia:  es  un  lignito 
terroso  de  color  pardo,  cuya  sustancia  terrosa 
se  emplea  en  la  pintura,  y  con  la  que  los  ho- 
landeses adulteran  el  tabaco  de  polvo. 

Tierra  de  China:  es  el ;  feldespato  'en  el 
estado  pulverulento,  cuya  sustancia  se  conoce 
con"  eí  nombre  de  kaolín,  y  que  se  emplea 
muy  útilmente  en  la  fabricación  do  la  loza, 
llamada  china  y  porcelana. 

Tierra  comestible:  es  una  tierra  que  parti- 
cipa de  naturaleza  arcillosa  y  también  parece 
magnesia  por  ser  algo  untuosa  al  tacto,  cuya 
sustancia  mineral  sirve  de  alimentoso  nlgunas- 
épocas  á  los  indios  de  América,  según  lo  ha 
observado  el  célebre  naturalista  Me.  de  Hum- 
Mdt.  i 

Tierra  de  batan:  es  una  arciüa  compacta, 
suave  al  laclo  ó  como  jabonosa,  y  que  so  em- 
pica ventajosamente  en  las  fábricas  de  paños 
para  quitar  á  estos  la  grasa  ó  parle  aceitosa 
que  contiene  la  lana  con  que  se  fabrican. 

Tierra  de  Italia:  es  un  ocre  pardo  forma- 
do por  la  sustancia  mineral,  llamada  limonita  y 
laacerdesa;  se  emplea  también  en  la  pintura. 

Tierra  de  Lemnos:  es  esta  tierra  una  de 
arcilla  blanca,  de  la  que  se  forman  una  espe- 
cie de  pastillas,  y  las  que  se  sellan  para  que 
circulen  en  el  comercio,  y  que  por  esta  parti- 
cularidad se  la  da  igualmente  la  denominación 
de  (ierra  sellada;  tiene  mucha  analogía  con 
la  ya  descrita  tierra  de  Armenia,  aunque  el 
color  de  la  tierra  sellada  es  mas  bajo,  pues  es 
do  un  color  rosáceo;  se  ha  empleado  igual- 
mente como  medicamento. 

'  Tierra  de  pipa:- es  una  variedad  de  arcilla 
plástica  de  color  oscuro  ó  agrisado  subido,  que 
por  la  cocción-adquiere  color  blanco,  cuya  sus- 
tancia se  emplea  para  hacer  pipas,  pla- 
tos, ote. 

Tierra  verde:  bajo  esla  denominación  se 
comprenden  diversas  sustancias  terrosas  de 
color  verde,  que  provienen  do  la  descomposi- 
ción de  algunos  silicatos  alufñinosos  o  de,  otra 
naturaleza. 

Tierra  de  Verana:  es  una  tierra  compues- 
ta, ó  sea  una  mezcla  de  otras  sustancias,  que 
también  se  ha  denominado  íaíco1  zoográfico; 
hene  un  color  verde,  se  encuentra  en' Monte- 
Mdo,  cerca  de  la  ciudad  de  Verona,  y  cuya 


tierra  lavada,  decantada  y  secada,  produce  una 
materia  colorante  que  -es  muy  apreciada*  para 
los  usos  de  la  pinlura. 

Tierra  vegetal:  es  la  parle  terrosa  de  todo 
suelo  que  es  apto  6  tiene  las  circunstancias 
necesarias  para  la  vegetación;  la  tierra  vegetal 
es  la  capa  superior  ó  superficial  que  cubre  los 
terrenos,' corresponde,  por  consiguiente,  álos 
terrenos  que  se  denominan  por  los  geólogos, 
terrenos  de  detritus,  de  aluvión  moderno,  etc.; 
la  tierra  vegetal  es  de  diversa  naturaleza,  so^ 
gun  es  la  del  terreno  sobre  el  que  está  super- 
puesta ó  de  los  inmediatos  que  han  sido  arras- 
trados por  el  detritus.  En  la  tierra  vegetal  ya 
predomina  la  'cal,  ya  la  arcilla,  ya  la  arena  si- 
lícea, y  contiene  generalmente  ademas  sus- 
tancias animales  ó  vegetales,  que  descom- 
puestas se  mezclan  con  la  tierra  vegetal  en  su 
parte  Superior  y  constituye  lo  que  so  llama 
humus  ó  mantillo. 

TIFON,  [Marina.)  Sombre  que  se  da  á  cier- 
tos huracanes,  particulares  á  los  mares  de  la 
China.  Su  violencia  es  mayor  ú  las  inmedia- 
ciones do  las  costas:  acontecen  durante  cada 
uno  de  los  dos  monzones,  pero  particularmen- 
te desde  el  raes  de  mayo  hasta  el  de  diciem- 
bre, y  casi  nunca  en  el  espacio  que  media 
entre  estos  dos  meses.  El  equinoccio  de  otoño 
es,  pues,  la  época  en  que  mas  so  declaran, 
sobre  todo  si  el  périgeo  y  la  luna  nueva  coiu- 
'  ciden  con  esle  equinoccio.  Es  muy  difícil  pre- 
veerio,  aun  estando  muy  próximo.  El  color 
rojo  del  cielo,  la  bruma  del  horizonte,  bastan- 
te frecuente  en  aquellas  regiones,  los  mares 
encontrados  aun  en  un  tiempo  claro  y  la  apa- 
rición de  nubes  espesas  sobre  las  tierras  veci- 
nas, no  soil  anuncios  de  su  proximidad:  solo 
el  barómetro  parece  dar  de  ,ella  algunos  in- 
dicios. Los  tifones  no  sen  por  lo  general  de 
larga  duración;  pero  la  fuerza  del  viento  que 
traen  consigo  es  á  veces  tan  considerable,  que 
pone  en  peligro  de  zozobrar  hasta  los  buques 
de  grandes  dimensiones.  (Véase  huraco, 

TEMPESTAD,  VIENTO.) 

TIFUS  0  TIFO.  {Medicina.)  Se  da  este  nom- 
bre á  una  enfermedad  grave  epidémica  en  Eu- 
ropa, caracterizada  principalmente  por  cí  estu- 
por en  que  yacen  sumidos  los  individuos  que 
ataca:  durante  mucho  tiempo  esta  palabra  no 
ha  tenido  mas  que  esta  signiQcacioni  pero  hoy 
se  le  ha  dado  mas  estension  y  se  le  aplica  co- 
mo término  genérico  de  muelias  enfermeda- 
des epidémicas,  qué  ofrecen  entre  si  numero- 
sas analogías,  á  saber:  el  antiguo  tifus,  \a pes- 
te J  la  fiebre  amarilla  (tifus  de  América),  á 
las  que  se  les  ha  querido  unir  todavía  el  cóle- 
ra morbo  (tifus  de  Asia.)  Los  enlaces  y  seme- 
janzas de  estas  afecciones  son  de  grande  im- 
portancia por  las  ventajas  que  proporciona  á 
su  estudio  práctico;  pero  no  se  puede  reunir 
bajo  la  sola  denominación  de  tifus  todas  cs.tas 
enfermedades,  porque  esta  palabra  no  espresa 
la  naturaleza  de  ninguna  de  ellas,  rii  un  ca- 
rácter esencial  que  sea  común  á  todas,  no  di- 


219 

co,  no  significa  mas  que  estupor:  el  nombre 
genérico  de  pestes  que  á  estas  afecciones  da- 
ban  los  antiguos,  circunscribe  y  espresa  mejor 
el  carácter  de  estas  enfermedades,  pues  aunque 
no  espllca  su  naturaleza,  indica  que  estas  en- 
fermedades resultan  de  ¡a  introducción  en  la 
economía  de  un  cuerpo  deletéreo  probable- 
mente gaseoso,  diferente  para  cada  uua  de 
ellas,  por  lo  que  no  se  pueden  llamar  enve- 
nenamientos, y  si  intooaicaciones  miasmáti- 
cas, ó  mejof  diebo,  envenenamientos  por  cau- 
sas desconocidas,  hasta  que  la  química  y  la 
física  hayan  esclarecido  con  sus  luces  usía 
cuestión.  Nosotros,  sin  embargo ,  asemejamos 
todas  tas  intoxicaciones  miasmáticas  á  los  en- 
venenamientos, proposición  que  no  dudamos 
encontrará  quien  la  impugne.  Mas  ¿qitc  es  uu 
envenenamiento?  Es  la  introducción  de  una 
sustancia  vegetal,  animal  o  mineral,  sólida,  lí- 
quida ó  gaseosa,  en  lo  Interior  de  nuestros  ór- 
ganos, susceptible  de  sorabsorbida-y  que  ejer- 
ce una  acción  morbosa  sobre  ia  economía,  que 
puede  dar  lugar  á  la  muerte,  sea  que  esta  sus- 
tancia baya  penetrado  por  las  vías  respirato- 
rias, gástricas  ó  tegumentarias;  las  cansas  que 
producen  las  intermitentes,  el  tifus,  la  pesie, 
el  cólera  morbo,  ele.,  son  sustancias  en  esta- 
do do  vapores  ó  gases,  que  se  introducen  en  la 
economía  principalmente  por  las  vias  respira- 
torias, rpje  obran  de  la  misma  manera  que  los 
venenos,  y  que  por  lo  mismo  enconiramos  ló- 
gico asemejarlos  á  ellos,  pues  obran  de  igual 
rundo;  para  combatir  esta  verdad  se  negará  la 
existencia  de  las  exhalaciones  miasmáticas, 
dando  por  razón,  como  yu  dejamos  dicho,  que 
no  afectan  nuestros  sentidos  y  que  no  pode- 
mos verlos  ni  tocarlos;  mas  ¿negamos  la  exis- 
tanuia  de  los  Huidos  imponderables,  eléctrico, 
calórico  y  magnético?.  No,  pijes  tampoco  los 
podemos  apreciar;  tampoco  sabemos  su  natu- 
raleza; admitimos  su  existencia  porque  sus 
efectos  son  claros  y  disUntos,  y  porque  seria 
una  utopia  admitir  un  efecto  sin  causa,  pues 
el  mismo  error,  el  mismo  absurdo,  comete- 
ríamos uuadmiliendo  la  existencia  de  los  mias- 
uiarí,  cuyos  efectos,  por  desgracia,  son  bien 
mortíferos  y  destructores:  las  enfermedades 
miasmáticas  son  sin  duda  alguna  verdaderos 
euvcuenamienlos,  y  lo  .prueba,  ademas  de  lo 
dicho,  que  la  inyección'  de  sustancias  pútri- 
das en  las  venas  de  los  animales,  da  lugar  á  fe- 
nómenos morbosos,  semejantes  ó  iguales  en  su 
marcha,  simonías  y  terminación,  &  los  de 
la  generalidad  de  los  envenenamientos.  Lq  na- 
ini  ¡ili.'/.a  de  loihfü  oslas  enfermedades,  su  asien- 
to, primitivo  es  la  sangre.  Asi,  pues,  es  indu- 
dable que  los  miasmas  que  se  desprenden  de 
los  paútanos  son  la  causa  productora  de  las 
flebres  intermitentes;  la  química  todavía  no 
nos  ha  dado  á  conocer  la  naturaleza  de  estos 
miasmas:  mas-si  se  recogen,  y  como  hemos 
dicho,  se  inyectan  en  las  venas  de  los  anima- 
les con  el  agua  que  los  tiene  en  suspensión, 
nosotros  vemos  prusenlarse  estas  euferareda- 


220 

des  que  podemos  hacer  aparecer  y  desapare- 
cer á  voluntad:  hemos  visto  que  el  desarrollo 
de  la  peste  era  debido  á  la  absorción  de  un 
miasma  que  las  aguas  del  fsilo  producían  poc 
su  continuada  esposicion  á  los  grandes  calo- 
res; que  el  colera  so  debía  á  la  existencia  i|fi 
un  principio  contenido  en  ia  atmósfera;  y  quo 
la  (lebru  amarilla  era  Ocasionada  por  epilacio- 
nes pútridas  y  miasniá'icas  desprendidas  en 
los  puerlos  y  bahías  en  ciertas  ocasiones:  el 
tifus  se  desarrolla  laminen  probablemente  bajo 
la  inilucncia  de  un  ageulede  naturaleza  aná- 
loga, pues  que  se  le  ve  aparecer  á  consecuen- 
cia delescesivo  acumulo  de  personas  en  loca- 
les reducidos,  en  donde  la  atmósfera- SO  vicia 
pur  las  emanaciones  de  los  cuerpos  vivos.  La 
viu,  pues,  de  su  introducción  en  la  economía, 
es  como  la  de  todas  las  enfermedades  mias- 
máticas, la  absorción;  por  ella  se  mezclan  con 
la  sangre  alterando  osle  liquido,  ya  en  su  com- 
posición, yapar  la  simple  mezcla  con  sus 
elementos  propios:  de  esta  analogía  en  el  mo- 
do de  producción  de  todas  estas  enfermeda-' 
des,  nacidas  y  desarrolladas  cu  focos  do  tafee? 
ciou,  resulla  que  ú  pesar  de  la  diferencia  quu 
existe  CO  la  naturaleza  de  sus  causas  produc- 
toras, ellas  se  parecen  y  asemejan  entre,  sí 
por  grandes  rasgos  y  analogías  en  su  fisono- 
mía especial.  En  efecto,  en  grados  diversos 
todas  presenlnn  coa  un  mismo  orden  una  su- 
cesión de  fenómenos  morbosos  que  correspon- 
den perfectamente  con  la  marcha  del  princi- 
pio morbífico  al  través  de  nuestras  órganos  y 
tejidos,  desdo  su  introducción  Inula  su  elimi- 
nación. Un  mal  estar  general  precede  la  esce- 
na que  va  á  presentarse  en  un  organismo  ya 
enfermo,  y  parece  indica  el  motneulo  de  ab- 
sorción del  agente  morboso ;  los  esgalofrios 
violeotos,  .la  cefalalgia,  el  delirio  ,  los  vérti- 
gos,  los  calambres,  las  convulsiones  y  otros 
síntomas  nerviosos  aparecen  bien  pruína, 
anunciando  la  presencia  de  este  agente  en  el 
torrente  circulatorio ,  y  obrando  al  mismo 
tiempo  sobre  la  vitalidad  fisiológica  de  los 
ceñiros  nerviosos  que  según  su  naturaleza  ir- 
ril.inle,  estupefaciente,  etc.,  asi  reflejan  sín- 
tomas de  estupor ,  postración  ó  oscilación  ;  y 
en  lin,  también  oslos  diversos  fenómenos  reu- 
nidos. Después  de  un  lienipo  mas  ó  menos 
largo,  que  necesariamente  varia  según  el  gra- 
do de  resistencia  vital  de  los  individuos  y  la 
energía  del  principio  dcleléreo  sobrevienen 
síntomas  de  oscitación  ;  tales  son  la  frecuen- 
cia del  pulso',  el  calor  general,  una  sed  iu- 
lensa,  orinas  encendidas,  salios  de  tendones, 
agilacion,  ansiedad,  y  domas  fenómenos  alác- 
sícos,  los  que  nos  indican  que  el  miasma  ar- 
rastrado por  el  torrente  circulatorio  ha  sido 
conducido  á  todos  los  órganos  de  la  economía, 
llevando  el  desorden  y  la  muerte  á  ludas  \¡\> 
funciones:  oslos  fenómenos  aumentan  mas  y 
mas,  hasta  que  por  íin  sobrevienen  los  siulo- 
rnas  de  reacción  y  el  enfermo  sucumbí-,  ó  ;i|w- 
rece  eíi  l¿ salud paulalinameute;  en. este  idti- 


T1FUS 


mo  caso,  se  observan  sudores  generales  y 
abundantes,  vomites  de  diversas  materias, 
oi  iiias  sedimentosas,  coloración  amarilla  de  la 
piel,  y  en  algunos  casos  espeetoraciones  mas 
ó  menos  abundantes:  todo  lo- que  nos  indica 
el  Irabajo  eliminatorio  de  ima  naturaleza  que 
se  desembaraza  de  agentes  que  conspiran  con- 
tra su  existencia.  Iguales  fenómenos ,  como 
liemos  dicho,  se  observan  con  la  inyección  de  | 
sustancias  pútridas  en  las  venas  de  los  anima- 
les; mal  eslar  á  s«  introducción  en  la  econo- 
mía, fenómenos  producidos  por  su  presencia 
en  In  sangre,  acción  deiecterea  sobre  los  cen- 
tros nerviosos,  y  en  (in ,  mas  lar.de  sintonías 
ilt¡  reacción  sobro  el  aírenle  que  produjo  ta- 
les fenómenos;  y  no  solo  se  ve  esta  mareba 
y  sucesión  en  estos  casos,  sino  en  casi  todos 
ios  env.enenamiei.tos;  con  modificaciones  mas 
o  menos  diferentes,  según  la  naturaleza  del 
veneno  y  bis  condiciones  individuales:  si  la 
intoxicación  es  débil  y  el  sugeto  posee  gran 
fuerza  de  reacción,  el  mal  abortará  en  su  prin- 
cipio; si  al  contrario,  el  veneno  es  enérgico, 
la  dósis  absorbida  es  considerable  y  el  orga- 
nismo débil  y  sin  fuerza  ,  la  muerte  sobreven- 
drá sucesivamente;  mas  cutre  estos  dos  estre- 
ñios liay  grados  diferentes  en  que  la  sucesión 
de  las  cosas  no  pocas  veces  queda  oscurecida; 
pero  en  general  estos  fenómenos  se  suceden, 
según  el  orden  que  liemos  establecido  y  en 
¡os  casos  en  que  este  órdeti  se  altera  ó  hace 
latente,  se  puede  aun  con  una  observación 
¡líenla,  descubrir  su  curso  y  sus  tendencias, 
iguales  siempre  á  las  que  hemos 'descrito  co- 
mo (ipo  de  las  infecciones  miasmáticas.  He- 
mos insistido  tanto  en  esta  cuestión,  porque  es 
la  luento  de  las  indicaciones  acerca  de  la  na- 
turaleza, diagnostico  y  tratamiento  de  esta  cla- 
so  de  dolencias  j  quizá  las  mas  difíciles  de  la 
patología  médica.  Las  lesiones  anatómicas  de 
las  enfermedades  llamarlas  miasmáticas,  ofre- 
cen entre  si  grandes  analogias  y  semejanzas, 
los  mismos  órganos  se  bailan  utas  ó  menos 
afectados  en  todas  ellas,  atestiguando  la  exis- 
tencia de  un  agente  morbífico  que  ataca  de 
una  misma  manera  á  casi  la  totalidad  de  la 
economía:  se  observan  síntomas  de  inflama- 
ciones considerables  en  todas  las  mucosas,  y 
principalmente  en  las  digestivas,  inyecciones 
del  cerebro  y  sus  membranas,  congestiones 
parciales,  equimusis  en  los  pulmones,  el  (li- 
gado, el  bazo,  alguna  vez  en  los  riñónos  y  ve- 
jiga, en  (in,  flemones,  gangrenas  y  diversas 
erupciones  cutáneas,  aparecen-en  el  cadáver, 
recordando  asi  bis  síntomas  que  presentó  la 
enfermedad  en  su  curso  durante  !a  vida:  una 
cansa  deletérea  ba  sido  puesta  en  contado 
con  lodos-Ios  órganos  de  hi  ecunomía,  produ- 
ciendo las  lesiones  profundas  que  observamos; 
de  aqut,  pues ,- el  que  las  lesiones  anaforoo- 
patolúgieas  se  asemejen  tanto  ó  sean  iguales 
en  todas  las  enfermedades  miasmáticas,  pues 
siendo  la  cansa  igual,  iguales  deben  ser  tam- 
bién sus  efectos.  Ademas  de  estas  grandes  y  ¡ 


fundamentales  analogías ,  tienen  también  el 
carácter  eomitn  de  ser  epidémicas:  las  fiebres 
intermitentes  son  rara  vez  epidémicas,  es  de- 
cir ,  no  suelen  trasportarse  de  la  localidad 
donde  han  tomado  origen  á  otras  mas  ó  me- 
nos dislantes:  al  contrario ,  el  tifus,  la  fiebre 
amarilla,  el  cólera  morbo  y  la,  pesie,  se  pro- 
pagan con  tanta  frecuencia,  por  desgracia,  á 
lejanos  lugares  ,  y  su  propagación  no  sé  de- 
tiene sino  por  la  destrucción  del  agente  dele- 
téreo contagioso;  pero  todas  se  parecen  en  que 
■atacan  á  un  gran  número  de  individuos  á  la 
vez,  y  que  los  síntomas  que  desarrollan  son 
también ,  como  liemos  dicho  ,  iguales  en  su 
esencia  aunque  diferentes  en  alguna  ocasión 
en  su  forma,  á  consecuencia  de  las  varias  con- 
diciones individuales;  hacen  cesar  todas  las 
enfermedades  esporádicas  cuandosu  intensidad 
es  grande,  y  si  su  fuerza  no  es  suficiente  para 
suspenderlas  (odas,  al  menos  le  imprimen  tft 
carácter  é  índole  particular  y  sui-géiieris;  en 
fin,  &  eseepcion  do  las  fiebres  ¡nlermilenles, 
todas  las  enfermedades  miasmáticas  son  con- 
tagiosas, pues  esta  proposición  esta  fuera  de 
toda  duda  cuando  se  trata  del  1ifns,  de  la  pes- 
te, etc.  Siendo,  pues,  la  naturaleza  y  causas 
de  estas  enfermedades  casi  enteramente  se- 
nt<:  jantes,  sus  medios  de  tratamiento  y  sus 
indicaciones  terapéuticas,  deben  también  ofre- 
cer muchos  puntos  de  semejanza:  la  prime- 
ra indicación  que  hay  que  satisfacer  en  eslas 
enfermedades,  consiste  en  desembarazar  á 
la  economía  del  principio  morbífico  que  es 
la  causa  productora  de  todos  los  movimien- 
tos patológicos  que  en  ella  so  verifican  ,  asi 
que  nos  dirigimos, con  este  objeto  á  las  vias 
eliminatorias  por  eseelencia,  tales,  son  las 
gástricas,  las  urinarias  y  la  cutánea ,  en  las 
que  se  determinan  estos  efectos,  con  los  pur- 
gantes, los  diuréticos  y  los  sudoríficos:  la  2.a 
consiste  en  combatir  los  efectos  del  agente  de- 
letéreo sobre  la  ecouomia,  efectos  alguna  vez 
asténicos,  en  los  mas  de  los  casos  inflamato- 
rios y  en  los  mas  raros  participan  de  unos  y 
otros;  por  consecuencia  los  medios  terapéuti- 
cos variarán  segnn  la  naturaleza  y  las  modi- 
ficaciones de  los  mismos:  la  3.a  consiste,  en 
no  limitarse  eschssivameute  á  ninguna  de  es- 
tas dos  indicaciones,  sino  procurar  satisfacer- 
las á  un  mismo  tiempo  y  modificarlas  según 
las  circunstancias  lo  exijan:  4.a  el  tratamien- 
to de  estas  dolencias  no  es  igual  en  lodos  sus 
periodos,  lo  que  nos  esplica  el  por  qué  de  las 
curaciones  con  medicaciones  al  parecer  con- 
tradictorias: J,a  no  existe  inas  que  nn  medio 
verdaderamente  preservativo  de  eslas  enfer- 
medades que  es  alejarse  pronto  det  lugar  don- 
de se  han  desarrollado,  ó  en  oíros  términos 
sustraerse  do  la  influencia  del  agente  que  da 
lugar  á  estos  fenómenos,  pues  la  mayor  parte 
de  las  precauciones  higiénicas  que  en  estos 
casus  se  recomiendau  carecen  de  importancia: 
6."  debe  hacerse  salir  á  los  enfermos  del  foco 
de  infección,  separarlos  lo  mas  posible  ya.de 


223 


TIFUS 


224 


los  individuos  sanos  ó  ya  de  los  enfermos:  7.a 
no  debemos  desesperar  de  encontrar  en  un  dia 
un  antidoto  pura  cada  uno  de  estos  agentes 
tóxicos.  Tales  son  las  consideraciones  preli- 
minares que  hemos  juzgado  necesarias  para 
entrar  en  los  detalles  de  la  historia  especial 
del-üfus. 

Se  da  este  nombre  á  una  infección  mias- 
mática que  se  desenvuelve  ordinariamente  en 
las  grandes  acumulaciones  de  hombrea,  cuan- 
do los  individuos  que  las  componen  están 
afectados  por  pasiones  tristes.,  debilitados  por, 
la  miseria,  la  falta  de  aseo,  ei  uso  de  carnes 
fermentadas  y  la  putrefacción  de  las  aguas 
corrompidas  y  estancadas:  en  razón  de  estas 
diversas  circunstancias  que  lo  originan  asi  se 
llama,  tifus  del  campo,  tifus  de  tus  hospita- 
les, fiebre  nosopomial,  de  los  navios,  de  los 
campamentos,  de  las  cárceles,  de  las  pobla- 
ciones sitiadas ,  fiebre  de  Hungría,  purpú- 
rea, etc.,  y  si  nos  limitamos  ¿  observar  algu- 
no de  sus  síntomas  culminantes,  le  designa-, 
mos  con  los  nombres  de  fiebre  petequial, 
fiebre  nerviosa,  adinámica  ó  atóxica:  nos- 
otros creeuios  que  debe  continuar  llamándosé- 
le  ¡litis,  olvidando  el  valor  etimológico  de  es- 
ta palabra^  basta  que  se  le  pueda  denominar 
con  una  que  esprese  la  alteración  de  ta  san- 
gre, en  que  consiste,  ó  la  naturaleza  del  mias- 
ma que  lo  produce:  el  lifus.se  presenta  á  ve- 
ces esporádicamente,  pero  lo  mas  común  es 
que  afecte  la  forran  epidémica:  en  la  deliniciou 
que  acabamos  de  dar  del  tifus  hemos  enume- 
rado las  principales  causas  que  lo  producen; 
el  miasma  que  le  origina,  difiere  del  que  da 
lugar  d  la  pesie,  el  cólera  morbo,  la  fiebre 
amarilla,  etc.,  en  que  no  nace  como  estos,  en 
focos  de  infección,  bajo  su  influencia  al  sol,  si- 
no que  en  cualquier  sitio  en  donde  haya  al- 
teración de  las  evaporaciones  y  exhalaciones 
que  se  desprenden  en  grandes  reuniones  de 
personas  sanas  ó  enfermas  acumuladas  en  pe- 
queño espacio,  lo  vemos  aparecer  espontánea- 
mente: asi  se  concibe  como  la  miseria,  lafalta 
de  aseo,  las  aguas  corrompidas  y  los  alimentos 
mal  sanos  dan  lugar  á  su  desenvolvimiento, 
contribuyendo  eficazmente  á  esto  el  temor  y 
las  marchas  forzadas,  que  debilitan  al  soldado 
en  campaña,  ó  á  bordo  de  embarcaciones  mas 
ó  menos  higiénicas,  el  olor  desagradable  que 
se  desprende  de  toda  reunión  de  hombres-  en 
condiciones  desfavorables,  y  en.  fin  la  desmo- 
ralización y  las  pasiones  que  en  estos  casos 
aquejan  á  la  generalidad  son,  como  hemos  di- 
cho, condiciones  muy  favorables  para  dar  lu- 
gar al  tifus;  encerrados, en  un  espacio  peque- 
ño, por  la  influencia  de  un  frió  intenso  ó'de 
otra  cansa  que  uü  les-permíte  moverse,  vician 
é  infectan  la  atmósfera  que  les  rodea,  dando 
por  producto  un  principio  miasmático  deleté- 
reo, que  da.  la  muerte  á  los  mismos  á  que  de- 
be su  origen:  en  fin  si  las  pasiones'  de  ánimo, 
los  malos  alimentos  y  una  temperatura  húme- 
da, priva  á  estos  individuos  de  toda  su  fuerza 


de  reacción  vital,  el  tifus  se  desarrollará  coa 
una  intensidad  mortífera,  y  una  vez  asi  forma- 
do se  propagará  rápidamente  por  contagio;  ca- 
da enfermo  será  un  pequeño  foco  deinfeccioo 
bastante  enérgico  para  comunicar  la  enferme- 
dad á  los  _que  .se  somcíau.á  sus  influencias 
miasmáticas  y  morbosas.  Los  sinlomas  del  ti- 
fus ofrecen  siempre  mucha  gravedad:  la  mejor 
descripción  de  ellos  la  debemos  úflildebrarid, 
el  cual  tan  perfectamente  ha  descrito,  el  orden 
y  las  modificaciones  que  estos  presentan  en  el 
tifus  ordinario. 

La  enfermedad  se  anuncia  desde  luego  por 
un  cambio  en  el  carácter  y  humor  de  la  perso- 
na atacada,  la  tendencia  á  la  inacción,  la  apa- 
tía, la  fátiga  y-losinsoiunios  penosos  aparecen 
sucesivamente;  la  fetidez  del  aliento,  el  tem- 
blor, de  las  manos,  los  vértigos,  una  conmo- 
ción dolorosa  en  los  micmbro3_  y  la  ansiedad 
epigástrica,  forman  en  su  conjunto  loque  llil- 
debrand  llama  el  primer  período  del  tifus,  co- 
mo nosotros  liemos  dicho,  señala  el  momento 
de  la  intoxicación:  este  estado  dura  algunos 
dias,  cinco  ú  siete  por  locoomn,  es  el  perio- 
do de  incubación  del  'miasma.  A  estos  suce- 
den los  escalofríos,  la  cefalalgia,  los  temblo- 
res, la  sed,  eL  abatimiento  y  una  sensación  de 
angustiá  y  estupor,  vértigos,  náuseas  y  vómi- 
tos de  una  materia  mas  ó  menos,  blanquecina, 
piel  hatítuosa ,  orinas  escasas  y  encendidas, 
pulso  lleno,  acelerado  y  contraído,  sueño  agi- 
tado é  inquieto,  fenómenos  que  n<>  tardan  cu 
agravarse;  la  pesadez  de  cabeza  y  el  estupor 
se  hacen  mas  intensos,  la  vista  se  turba,  los 
vértigos  se  hacen  mas  frecuentes,  el  bido  se 
debilita  y  los  enfermos  contestan  lentamente 
á  las  preguntas  que  seles  dirigen,  están  in- 
móviles y  repugnan  los  movimientos,  la  len- 
gua apenas  se  mueve  y  el  enfermo  no  puede 
á  pesar  de  sus  esfuerzos  sacarla  de  la  boca 
pues  una  fuerza  irresistible  Ip  obliga  á  cncer- 
.rarla  cuesta  cavidad;  los  ojos  se  inyectan,  la 
deglución  se  hace  difícil,  únalos  fatigosa  y  ua 
dolor  en  los  hipocondrios-,  molestan  continua- 
mente al  enfermo,  cuyos  dolores  so  hacen 
sentir  en  los  lomos,  á  lo  largo  de  la  espalda 
y  en  las  articulaciones  de  los  dedos;  hacia  el 
cuarto  dia  se  presenta  por  lo  común  una  epis- 
lasís  mas  ó  menos  abundante  que  cesa  casi  mo- 
mentáneamente y  sale  gota  ú  gola:  al  mismo 
tiempo  se  observan  en  la  piel  manchas  ,  pe- 
queñas pústulas  y  peteqidas  que  aparecen  en 
los  lomos,  vientre  y  miembros  mas  ó  menos 
confluentes  y  de  un  color  violado  casi  negraa- 
co:  ya  es  aquí  evidente  Inacción  del  veneno 
miasmático  que  lleva  Ja  muerte  y  la  destruc- 
ción á  tgda  la  economía  en  cuyo  seuo  se  agi- 
ta; los  pulmones,  el  hígado  y  la  piel  se  resien- 
ten principalmente de  su  acción;  esf  os  fenóme- 
nos snclen  durar  sois  ó  siete  dias;  hacia  el  lia 
del  primer  septenario  la  enfermedad  loma  un 
nuevo  aspecto:  en  esta  época  se  observan  las 
tumefacciones,  inflamatorias  délas  parótidas  y 
de  algunos  ganglios  inguinales,  ó  bien  tumo- 


223 


TIFUS 


na 


res  íleginonosos,  ó  mancbas  lívidas  y  gangre- 
nosas aparecen  en  diversas  partes  del  cuerpo: 
este  es  un  esfuerzo  eliminatoiio  y  medicatriz 
de  la  naturaleza,  y  si  el  no  traspasa  ciertos  li- 
mites, si  las  gangrenas  esteriores  ¿Ó  son  muy 
violentas,  lodos  los  síntomas  mejoran  gradual- 
mente y  bien  prorito  no  queda  al  enfermo  mas 
que  las'iiiuamacio&es  gangrenosas  que  produ- 
jeron su  curación:  mas  el.  desarrollo  de  estos 
fenómenos  críticos  es  muy  raro  y  está  lejos  de 
observase  siempre,  lo  mas  ordinariamente  el 
esfuerzo  reparador  aborta:  á  una  exacerbación, 
marcada  de  todos  los  sintonías  sucede  un  li- 
gero alivio  de  muy  corla  duración ,  que  es 
reemplazado  bien  pronto  por  fenómenos  mor- 
bosos mas  graves:  el  calor  se  'hace  mas  acre, 
mas  seeo  y  mas  intenso ,  las  manchas  de  la 
epidermis  desaparecen  y  se  desprenden  por 
descamación,  las  facultades  intelectuales  ya- 
cen sumidas  en  un  estupor  profunda,  los  en- 
fermos son  indiferentes  á  lodo  lo_  que  les  ro- 
dea, no  obstante  que  tienen  conciencia  de  lo 
rpie  pasa  á  su  alrededor,  no  beben  por  no  pe- 
dir agua,  la  lengua  eslá  soca,  negruzca  y  en- 
durecida! la  deglución  se  linee  mas  y  mas  di- 
fícil', las  fosas  nasales  están  obstruidas  por 
sangre  y  moco  desecados,  los  dientes  se  cu- 
bren de  costras  fuliginosas  lo  mismo  que  la 
lengua  (lentorcs),  la  opresión  y  latos  disminu- 
yen ó  cesan,  mas  la  respiración  se  hace  mas 
difícil  y  frecuente:  el  hipo  y  una  diarrea  abun- 
dante y  sanguinolenta  de  olor  fétido  y  cada- 
vérico sobreviene,  el  vientre  se  meteoriza  y 
Irace  sensible  á  la  presión,  el  pulso  es  toda- 
vía lleno,  fuerte  y  acelerado,  jamás  pequeño 
ni  débil;  cuyo  carácter  es  debido  á  que  las  pa- 
redes de  la  arteria  carecen  de  fuerza  para  con- 
traerse sobre  la  sangre  que  las  atraviesa,  las 
orinas  escasas,  sin  color  y  un  poco  turbadas, 
los  temblores,  los  saltos  de  tendones,  los  es- 
pasmos convulsivos,  la  dureza  del  oído  y  la 
perversión  ó  abolición  de  todos  los  sentidos 
completan  esle  cuadro  de  sintonías;  los  enfer- 
mos sueñan  sin  dormir  y  á  esta  especie  de 
delirio  se  le  llama  tifuinania,  ¡son  acometidos 
de  algunos  accesos  de  delirio  furioso  y  ha- 
blan y  gesticulan  sin  cesar.  Después  de  algu- 
nos dias  en  este  estado,  es  decir,  liácia  el  un- 
décimo de  la  enfermedad ,  hasta  el  décimo 
cuarto,  observamos  que  si  la  terminación  va  á 
ser  favorable,  se  présenla  uno  de  estos  dos 
ordenes  de  fenómenos,  ó  bien  los  esfuerzos  de 
eliminación,  como  las  llcgransins,  las  paróti- 
das y  las  gangrenas,  son  susceptibles  de  des- 
em baratar  á  la  economía  del  agente  que  tien- 
de d  su  muerte  y  mejorar  de  esta  manera  to- 
dos los  síntomas  generales,  ó  bien,  los  acci- 
dentes se  disminuyen  gradualmente  como  en 
el  liij  de  íodas  las  enfermedades  por  resolu- 
ción; la  piel  se  humedece,  sobreviene  no  po- 
cas veces  una  epistasis,  las  narices  y  la  boca 
se  humedecen  también,  las  costras  ó  leulores 
Que  las  cubrían  caen,  y  en  fin,  una  espectora- 
cion  fácil  y  abundante,  sudores  generales  con 

Ü184.    MUUUTKCA  POl'ÜLAIl, 


u»  olor  especial,  y  orinas  abundantes  y  sedi- 
mentosas, depuran  asi,  y  libran  á  la  natura- 
leza del  agente  morboso:  el  delirio  cesa,  los 
sentidos  recobran  su  actividad,  el  apetito  se 
presenta  y  el  sueño  se  hace  tranquilamente. 
Largo  tiempo  después  de  la  curación  los  en- 
fermos conservan  comunmente  la  dureza  de 
oído,  el  encatonamiento  de  las  orejas  y  aun  la 
pérdida  de  la  memoria.  Cuando  la  enfermedad 
tiende  á  una  terminación  funesta,  ios  sínto- 
mas se  exacerban  mas  y  mas  y  nuevos  fenó- 
menos vienen  á  presentarse;  escaras  gangre- 
nosas aparecen  sobre  las  partes  comprimidas 
por  el  peso  del  cuerpo  y  principalmente  en  el 
sacro,  la  piel  toma  un  aspecto  lívido,  se  cubre 
de  un  sudor  frió  y  viscoso,  los  esputos  son  de 
color  gris  negnizp  exbalan  por  veces  una  fe- 
tidez insoportable,  las  orinas  exhalan  un  otor 
amoniacal  muy  pronunciado,  todos  los  esfínte- 
res se  relajan  y  las  escrecíones  se  verifican 
sin  que  el  enfermo  tenga  de  ello  conciencia, 
balbucean  palabras  ininteligibles  y  sin  senti- 
do, parece  que  quieren  coger  molitas  ó  mos- 
cas que  estuviesen  en  el  aire  ó  en  su  cama,  á 
cuyo  fenómeno  se  llama  carfologia,  los  miem- 
bros se  enfrian,  las  bebidas  pasan  al  través  de 
la  faringe  y  del  esófago  como  en  un  tubo  iner- 
te, caen  en  el  estómago  por  su  propio  peso  y 
como  si  fuera  en  un  pozo,  la  espectoracion  se 
hace  mas  difícil  y  se  detiene,  la  respiración  se 
embaraza  y  se  apaga  y  el  velo  de  la  agonía  y 
de  la  muerte  se  estiende  encima  de  estos  des- 
graciados seres.  Tales  la  marclia  del  tifus  lla- 
mado regular  que  nosotros  liemos  visto  atra- 
vesar por  las  mismas  fases  de  todos  los  enve- 
nenamientos ,  pero  esta  marcha  no  es  cons- 
tante, sucede,  por  ejemplo,  muchas  veces  que 
los  síntomas  cerebrales  predominan  desde  el 
principio  de  la  enfermedad  con  una  intensi- 
dad considerable  y  que  la  lifomania  y  los  mo- 
vimientos convulsivos ,  se  muestran  ya  desde 
la  invasión,  os  de  presumir  entonces  una  ter- 
minación funesta,  pues  la  intosicacion  es  tam- 
bién fuerte  é  intensa:  otras,  son  los  síntomas 
gástricos  los  que  se  hacen  notar  mas,  tales  co- 
mo las  náuseas,  los  vómitos,  la  diarrea,  los 
dolores  abdominales,  etc.:  otras  veces  obser- 
vamos fenómenos  característicos  de  una  neu- 
monía mas  ó  menos  aguda,  como  et  eslertor 
crepitante,  los  esputos  herrumbrosos,  el  dolor 
de  costado,  etc.;  ó  bien  síntomas  de  hepatitis, 
como  dolor  en  el  hipocondrio  derechp,  icle- 
ricia,  etc.:  en  algunos  casos  desde  los  primeros 
dias  se  manifiestan  las  petequias  y  las  escaras 
gangrenosas  y  epistasis  de  uña  sangre  serosa  y 
fétida,  la  muerte  entonces  camina  á pasos  agi- 
gantados, en  fin,  en  alguna  ocasión  se  ve  tam- 
bién qué  en  el  periodo  en  que  deben  apare- 
rocer  los  síntomas  de  reacción  eliminatoria,  se 
presentan  los  que  indican  una  terminación 
inevitablemente  mortal;  esta  inversión  en  el 
curso  y  síntomas  de  la  enfermedad  constituye 
lo  que  se  llama  tifus  irregular.  La  convalecen- 
cia no  siempre  es  franca  é  inmediata  después 

T.    ¡tXXIU.  15 


TIFUS— TIGRE 


228 


do  la  desaparición  do  !os  sínl ornas  del  tifus, 
asi  se  observa  que  los  enfermos  conservan 
sintonías  de  inllamuulon  crónica  en  las  menin- 
ges, en  la  pleura  ó  en  los  pulmones,  en  el  hí- 
gado o  en  ¡a  membrana  mucosa  gaslro-in  tes- 
tina!,  en  oirás  las  escaras  gangrenosas  del  sa- 
e.ro  y  los  trocánteres  producen  úlceras  de  mal 
carácter  y  de  difícil  curación,  alleraeioues  bajo 
cuyo  inlluju  no  es  raro  ver  sucumbir  á  los  con- 
valecientes lo  estas  afecciones.  El  tifus,  es 
pues,  una  enfermedad  muy  grave,  su  forma 
epidémica  causa-  tantos  estragos  como  la  pes- 
te y  aun  como  el  cólera,  porque  cu  nuestros 
países  es  mucho  mas  f recítenle  (pie  esta  ú!tk 
jna  enfermedad,  las  lesiones  anatómicas  que 
caracterizan  el  üfus  son  signos  de  inilama- 
eion  de  todas  las  mucosas,  principalmente  las 
meninges  y  la  mucosa  gasiru-intestinal  en 
la  que  se  observa  la  ulceración  de  las  chapas 
da  Peyero  ,  el  reblandecimiento.-  de  ia  mucosa 
y  el  infarto  é  induración  de  los  ganglios  nie- 
sekléricos  correspondientes;  en  el  pulmón  y 
el  hígado  se  encuentran  signos  de  pulmonía  y 
hepatitis,  equimosis  y  congesliones  parciales 
de  eslus  visceras,  el  bazo  no  pecas  voces  se 
halla  Siiperlroíiado  y  attn  alterado  en  stí  sus- 
tancia; en  fln  ,  la  sangre  venosa  se  encuentra 
mas  Huida  que  en  su  esturlu  natural  y  como 
descompuesta,  io  cual  confirma  nuestra  opi- 
nión acerca  de  la  infección  miasmática  que  da 
lugar  al  tifus.  Sos  parece  ya  suliuictileiueiiio 
demostrado  que  )a  naturaleza  del  tifus,  con- 
siste en  una  infección  de  la  sangre,  laque 
da  lugar  rápidamente  á  congestiones  y  luego, 
inhumaciones  de  los  principales  órganos,  la 
mucosa  gaslro-inleslinal ,  las  meninges  y  el 
cerebro  primero,  luego  los  pulmones,  el  hí- 
gado y  las  pleuras.  La  esencia  del  miasma 
causa  de  estos  efectos  nos  es  desconocida  ,  lo 
mismo  que  la  délas  liebres  intestinales ,  la  I 
liebre  amarilla  y  el  cólera  morbo  asiático, 
pero  á  juzgar  por  los  resultados  tiene  mucha  I 
analogía  con  el  modo  de  obrar  de  los  vene-  | 
nos  narcótico-aeres,  de  los  que  como  hemos  ! 
dicho  difiere  por  su  diverso  modo  de  forma-  I 
clon.  Dar  salida  al  agente  morboso,  ncutrali-  ¡ 
z.arlo,  combatirlo  y  destruir  las  inflamaciones; 
á  que  Él  da,  origen,  y  en  fln,  favorecer  por  lo-  ' 
das  las  vías  posibles  la  eliminación  de  los 
principios  morbosos  que  producen  Ja  intoxi- 
cación, tales  son  las  indicaciones  terapéuticas 
que  présenla  e!  tifus  como  todos  los  domas  en- 
venenamientos. La  sangría,  tiene  loco,s,  partida- 
rios y  tenaces  detractores:  debe  usarse  en  el 
principio  de  la  enfermedad  cuando  los  sínto- 
mas llogisíieós  predominan  y  el  sugeto  es  ro- 
busto, debemos  abstenernos  de  ella,  cuantío 
la  enfermedad  acomete  en  su  principio  con 
síntomas  adinámicos  y  aláxicos  marcados, 
cuando  el  sngelo  es  débil  o  enfermizo  ó  sq 
constitución  está  empobrecida  á  consecuen- 
cia de  enfermedades  auleriores;  en  el  curso 
de  la  enfermedad  son  preferibles  las  evacúa-  • 
clones  sanguíneas  locales,  que  se  aplican  al- 


rededor de  las  parles  principalmente  conges- 
tionadas, asi  las  sanguijuelas  se  pondrán  en 
el  ano,  detrás  de  las  orejas  ó  en  el  epigastrio, 
según  los  síntomas  de  colitis,  meübjgiüs  6 
gastritis  predominen,  eslos  medios  serán  ayu- 
dados por  las  cataplasmas  y  fomentos  emo- 
lientes, aplicaciones  de  tópicos  fijos  en  la  ca- 
beza, fricciones  con  agua  y.  vinagre  en  todo 
el  cuerpo,  bebidas  acctdulas  y  una  diela  absu- 
luta;  en  los  casos  cuque  el  abatimieulo  y  pu¿- 
iraccíon  de  fuerzas  es  grande,  se  administran 
con  éxslo  los  tónicos,  entre  ellos  el  mejor  es 
la  quinina,  que  se  empleará  ya  por  las  vias 
gástricas  o  ya  en  las  fricciones  ó  por  el  mé- 
todo endémico,  cuando  estas  esleí»  inilan tu- 
das; el  alcanfor,  el  almizcle,  el  castóreo  y  In- 
dos los  demás  antiespasmódicos,  en  los  casos 
en  que  los  síntomas,  aláxicos  amenacen  con- 
cluir con  la  existencia  del  paciente;  los  anti- 
sépticos y  los  cardiacos,  el  acetato  de  amonia- 
co y  el  álcali  volátil,  en  aquellos  en  que  las 
escaras,  petequias  y  erupciones ,  afecten  las 
formas  gangrenosas  con  degeneración  humo- 
ral; ios  «vinos  generosos  y  aun  los  helados 
cuando  e!  estómago  no  está  tullamadu,  produ- 
cen aquiesceientes  efectos:  los  vomitivos  y  las 
purgantes  se  usan  muy  pocas  veces  y  casi 
siempre  con  éxito :  no  obstante ,  no  es  raro 
verlos  indicados  al  principio  de  la  enl'ermc- 
dad ;  las  bebidas  diaforéticas  y  las  de  lila  y 
(lores  de  naranjo  se  .usarán  durante  el  curso 
de  la  enfermedad:  los  vejigatorios  se  usan  liú- 
da su  terminación  con  feliz  éxito,  y  aun  cu 
estos  casos  suele  producir  buenos  efectos  un 
ligero  laxante;  procuraremos  ademas  hacer 
curas  metódicas  délas  ulceraciones  que  á  su 
caida  dejen  las  escaras  gangrenosas ,  hacien- 
do que  el  p'eriodo  de  reparación  libre  al  en- 
fermo de  supuraciones  (.blindantes,  que  con- 
ducirían necesariamente  al  .  sepulcro  un  or- 
ganismo debilitado  por  dolencia  tan  larga  y 
tan  grave. 

TIGRE.  {Historia  natural.)  Especie  de  ma- 
mífero del  género  gato,  comparable  con  el 
león  en  magnitud,  y  al  mismo  tiempo  el  mas 
hermoso  y  cruel  de  todos  los  cuadrúpedos.  Es 
mas  delgado  y  bajo  que  el  león,  con  lu  cabe- 
za mas  pequeña  y  redondeada  y  su  cola  llega 
al  suelo.  Su  pelage  es  amarillo  vivo  por  enci- 
ma y  blanco  p.ar  debajo  con  fajas  trasversales 
negras  que  bajan  desde  el  dorso  al  vientre  y 
al  'rededor  de  los  muslos,  y  la  cola  eslá  cubier- 
ta de  anillos  amarillos  y  negros,  siendo  esíc 
último  color  el  de  la  punta.  La  hembra  se  pa- 
rece al  macho.  So  se  halla  esle  animal  sitio 
en  las  ludias  ürieulales,  en  la  península  del 
Ganges,  en  Touquin,  Siam,  la  Cochiuchina  y 
bis  istas;'de  Sumatra  y  do  la  Sonda.  Su  fuerza 
prodigiosa  unida  á  su  ferocidad  le  hacen  el 
ton?»  de  aquellos  países,  y  como  suele  ser 
muy  común  en  algunas  comarcas,  son  también 
muy  frecuentes  lo=  estragos  que  causa  cu  los 
ganados,  Escepto  et  elefante,  ningún  animal 
puede  resistirle.  Es  capaz  de  llevarse  un  buey 


TIGRE-TILO 


230 


en  la  boca  y  de  despanzurrarlo  domina  mano- 
tada. A  pesar  tic  cimillo  se  lia  dicho,  piiede 
domesticarse  como  el  león,  y  en  nuestras  ca- 
sas de  íieras'sn  ve  que  conoce  perfeelamcnle 
á  los  miele  aliraé'i'rtáh  y  que  se  complace  en 
recibir  sus  caricias  arqueando  el  espinazo  co- 
mo fes  gafos  Y  haciendo  la  carretilla  Su  rugi- 
do es  parecido  al  del  león,  Cuando  amenaza 
da  un  grito  corto  y  fuerte,  y  por  el  contrario 
cuando  se  acerca  "a  alguno  pacificamente  pro- 
duce una  especie  de  resoplido  que  se  parece 
bastante  al  estornudo.  La  caza  del  tigre  (feüs 
ligris  de  Lin.l,  se  buce  de  varios  modos.  Unas 
voces  ios  cazadores  acechan  en  escondrijos 
situados  cerca  de  los  sitios  en  que  los  tigres 
van  i  beber.  Otras  se  adelantan  en  carretas 
¡iradas  de  bueyes,  y  en  cuanto  descubren  al 
tigre  le  apuntan  á  la  cabeza  á  íin  de  que  que- 
de muerto  del  tiro,  pues  de  no  hacerlo  así  se 
arroja  sobre  el  cazador  y  lo  despedaza.  Tam- 
bién suelen  cogerse  los  tigres  con  lazos  ó  co- 
locando cerca  de  un  animal  atado  una  vasija 
llena  de  agua  saturada  de  arsénico.  Hay  veces 
que  se  forman  verdaderos  ejércitos  para  ata- 
carlos ó  se  llevan  elefantes-adiestrados,  que 
apoyados  por  los  hombres  y  los  porros  cogen 
al  tigre  con  su  trompa  y  lo  aplastan  con  Jos 
pies.  , 

Hace  pocos  años  presenció  Madrid  unas 
llamadas  luchas  de  fieras  en  que  se  inmorta- 
lizaron los  nombres  de  dos  toros,  el  Señorito 
y  Caramelo,  y  que  por  cierto  hubieran  logra- 
do poner  en  duda  el  valor  y  fuerza  de  los  ti- 
gres y  los  leones,  sino  se  supiera  cuanto  de-, 
grada  á  lodos  los  animales,  incluso  el  hombre, 
ei  oslado  de  esclavitud. 

TIJERETAS.  {Historia  natural.)  Género  de 
insectos  del  orden  de  los  ortópteros  y  de  la 
familia  de  los  corredores.  En  España  se  cono- 
cen dos  especies,  la  grande  {forfícula  auri- 
cularia),  y  la  pequeña  [F.  minur),  que  se- 
gún se  dice  se  introducen  en  el  oído  de  los 
animales. 

TILO.  [Botánica  y  selvicultura) .  Tilia.  Gé- 
nero tipo  de  la  familia  ele  las  liliáceas.  Es  ár- 
bol de  grandes  dimensiones queTonrnefort  co- 
loca en  la  sección  primera  de  la  clase  veinte 
y  una,  que  comprende  los  árboles  con  floren 
rosa,  cuyo  pistilo  se  convierte  en  Frutó  de  una 
sola  raja  y  le  llama  tilia  famenina  folio  maja- 
re. Lineo  le  nombra  tilia  europcea,  y  le  clasi- 
fica en  la  poliandria  numoginia. 

Flor:  compuesta  de  cinco-  pótalos  oblon- 
gos y  almenados  en  su  cima.  El  cáliz  es  cón- 
cavo, casi  del  color  de  la  corola  y  dividido  en 
cinco. 

Fruto:  caja  dura,  correosa,  casi  redonda, 
con  cinco  celdillas  y  cinco  .ventallas  que  se 
abren  por  su  base,  con  una  sola  semilla  casi 
redonda;  las  otras  aborlan. 

Hojas:  sostenidas  por  largos  peciolos,  sen- 
cillas, enteras,  aovadas,  acorazonadas,  termi- 
nadas en  punta,  aserradas  v  de  un  hermoso 
Yerde, 


Baiz:  ramosa  y  leñosa.. 

El  tilo  es  árbol  de  tronco  alto  y  recto,  fron- 
doso y  acopado.  La  corteza  del  tronco  está 
agrietada,  y  la  de  las  ramas  es  de  nn  pardo 
verdoso:  las  flores  están  soslenidas  por  largos 
pezones,  -y  tienen  en  su  base  una  estípula  lar- 
ga, angosta,  y  redondeada  por  su  eslremidad. 
Sus  flores,  de  suave  olor,  son  axilares,  arra- 
cimadas y  eíláu  'sujetas  por  el  medio  á  una 
bractea  membranosa,  protongada,  de  un  color 
blanco  amarillento  y  soldada  en  su  mayor 
parle  al  pezón. 

El  tilo  crece  en  los  bosques  de  Europa  y 
florece  en  junio.  Su  Ironco  adquiere  un  grue- 
so de  tres,  y  aun  de  cuatro  pies  de  diámetro, 
si  el  árbol  está  solo  y  en  terreno  que  le  con- 
venga. Abandonado  a  si  mismo,  echa  una  her- 
mosa copa  y  no  necesita  que  !e  dirijan  sino 
cuando  esta  empieza  á  echar  ramas.  Pasado  el 
primer  año,  ó  el  segundo  á  lo  mas,  se  le  qui- 
tan las  ramas  achaparradas  á  Iin  de  dejar  solo 
las  que  en  lo  sucesivo  han  de  formar  ¡a  copa. 

.  El  tilo  es  un  árbol  eseelenle  para  formar 
calles  de  árboles,  y  sus  ramas  flexibles  se 
prestan  á  onantas  formas  se  le  quiera  dar. 

Los  torneros,  los.  ebanistas  y  los  esculto- 
■res  eslimau  sumadora,  porque  es  suave,  fle- 
xible y  ligera.  Echada  á  remojar  en  agua,  la 
corteza  de  las  ramas  nuevas,  y  aun  la  del  tron- 
co, se  separa  en  hojas  delgadas  de  que  se  ha- 
cen cuerdas  bastante  fuertes. 

Las  (lores  tienen  el  olor  suave  y  aromáti- 
co, y  un  sabor  dulce  y  algo  acre.  Reaniman 
ligeramente  las  fuerzas  vitales,  y  son  de  muy 
buen  efecto  en  las  enfermedades  nerviosas; 
especialmente  eu  la  epilepsia,  y  en  muchas 
de  las  del  ánimo,  cerno  vértigos  causados  por 
humores  serosos,  locura  y  afectos  hipocon- 
driacos; pero  no  provocan  ni  la  traspiración 
insensible,  ni  el  curso  de  la  orina.  Reducidas 
á  polvo  son  cefálicas. 

Las  llores  frescas  se  maceran  al  bañomaría 
desde  unadracma  basta  una  onza,  en  cinco 
onzas  <lc  agua',  y  secas  desde  media  dracma 
hasta  media  onza  en  la  misma  cantidad  de 
agua.  El  agua  destilada  no  tiene  casi  ninguna 
vii  ind. 

De  este  árbol  hay  muchas  variedades,  y  de 
ellas  son  las  mas  notables  el  tilo  de  Holanda 
[tilia  planluphtjllos  ó  grandi  folia':,  ó  de  hojas 
muy  anchas.  Es  mas  dedica  lo  que  el  nuestro 
en  cuanlo  á  h  calidad  del  terreno,  y  sus  hojas 
son  ordinariamente  mucho  miyorcs.  Ofro  hay 
{tilia  syhestris),  que  tiene  his  hojas  bastante 
semejantes  á  las  del  olmo  silvestre,  y  con  lu 
caja  de  su  fruto  exágeua.  El  tilo  de  hojas  lige- 
ramente borrosas,  con  las  libras  rojas  y  la  caja 
cuadrangular.  El  tilo  llamado  de  llohemia,  con 
las  hojas  pequeñas  y  lisas,  caja  oblonga,  agu- 
da por  ambos  lados,  y  cuyos  ángulo  sapenas 
'son  sensibles.  No  se  debe  confundir  con  estas 
variedades  principales  el  tilo  de  América  que 
se  cria  eu  Virginia  y  en  el  Canadá,  porque  es 
una  especie  real,  caracterizada  por  sus  flores. 


231 


TILO— TIMBAL 


232 


que  tienen  nn  nectario,  y  por  sus  grandes  lio» 
jas  lanceoladas. 

•  Todas  estas  variedades  se  multiplican  de 
semilla,  por  renuevos  arraigados,  por  acodos 
y  por  eslacas-.  El  primer  método  es  preferible. 
Para  ello  se  recoge  la  semilla  luego  que  es!á 
madura,  y  se  deja  secar  á  la  sombra  por  al- 
gunas semanas,  á  fin  de  que  adquiera  su  ma- 
durez complela.  Parante  esle  intervalo  se  pro-, 
para  para  almáciga  una  porción  de  terreno 
sustancioso,  suave,  ligero  y  prohondo,  y  en 
él  se  hacen  rayas  ó  surquitos 'de  dos  pulgadas 
de  profundidad,  á  distancia  de  seis  pulgadas 
entre  sí.  En  estos  surcos  y  á  los  quince  dias 
de  cogida,  se  echa  la  semilla  bastante  clara,  y 
después  se  cubre  con  la  tierra  de  los  lados. 
En  los  países  del  Mediodía  se  hace  necesario 
cubrir  la  superficie  del  suelo  con  paja  menuda 
ó  con  hojas,  á  íin  de  mantener  alguna  frescu- 
ra un  la  tierra,  y  regarla  ligeramente  algunas 
veces  en  el  verano;  pero  en  los  del  Norte  son 
en  general,  inútiles  estos  riegos,  por  ser  me- 
nos intenso  el  calor  y  mas  frecuentes  las  llu- 
vias. En  la  elección  de  la  grana  conviene  ser 
muy- escrupuloso.  La  del  tilo  de  Holanda  es  la 
que  mejor  se  reproduce;  pero  como  quiera  que 
esle  árbol  es  puramente  de  adorno,  !a  semilla 
del  árbol  que  da  mas  sombra  es  laque  se  de- 
be preferir. 

En  tiempo  conveniente  puede  injertarse  el 
tilo  de  boj  as  anchas  sobre  el  común;  pero  asi 
se  aumenta  inútilmente  él  trabajo/  podiendo 
evitarle  sembrando  una  grana  que  produzca  su 
semejante.  Por  otra  parle,  todo  árbol  ingería- 
do  tiene  menos,  vigor  en  su  tronco,  en  su  ma- 
dera y  en  sus  ramas  que  los  demás.  Sembran- 
do en  surcos  se  labran  con  mas  comodidad  los 
píes  de  las  plantitas  y  se  arrancan  mejor  las 
malas  yerbas  que  sembrando  á  paño.  Si  des- 
pués de  haber  .cogido  la  semilla  se  espera  á  la 
primavera  siguiente  para  sembrarla,  hay  mu- 
cho mas  riesgo  de  que  no  nazca  la  décima 
parte,  y  frecuentemente  ninguna  hasta  el  se- 
gundo año. 

La  siembra  por  medio  de  estos  surquitos 
tiene  también  la  ventaja  de  permitir  que  per- 
manezcan un  año  mas  las  plantas  nuevas  en 
almáciga,  porque  se  aclaran  ó  sesuprimen  con 
mas  facilidad  las  sobrantes  y  las  desmedradas, 
la  época  de  trasplantar  los  pies  buenos  que 
han  quedado  en  el  semillero  es  el  segundo 
año. de  sembrados;  de  esle  modo  adelantarán 
mucho  mas  en  la  almáciga  que  si  se  hubiesen 
trasplantado  pasado  el  primero.  La  trasplan- 
tación es  faena  sobre  que  debe  estar  el  culli- 
vador,  cuidando  de  que  se  principien  á  sacar 
las  plantitas  de  la  almáciga  por  uno  de  los 
lados  del  cuadro,  abriendo  una  zanja  al  menos 
de  dos  pies  de  profundidad,  y  continuando 
esta  escavacion  de  una  estremidad  á  otra.  Si- 
guiendo este  método  la  escavacion  irá  por  de- 
bajo de  las  raices;  no  se  romperá  ninguna  y  se 
conservará  entera  la  raíz  central  ó  madre; 
con  esto  prenderá  seguramente. 


Para  trasplanlar  los  pies  nuevos  en  el  pin  ti- 
ltil ,  observará  las  mismas  precauciones,  po. 
niéndolos  átres  pies  por  lo  menosunos  deotros 
y  mejor  á  cuatro.  De  esla  manera  podrá  eslur 
seguro  de  que  no  so  ahilarán,  y  de  que  ti 
grueso  del  tronco  será  naturalmente  propor- 
cionado á  su  elevación.  Si  el  terreno  es  bue- 
no y  fértil,  puede  sembrar  durante  los  prime- 
ros años,  en  el  inlérvalo  de  los  cuatro  pies, 
una  6  dos  filas  de  habichuelas  ó  guisantes: 
cl'cullivo  que  á  oslas  legumbres  dé,  aprove- 
chará á  los  árboles,  para  los  cuales  serán  mi 
buen  abono  los  despojos  de  los  tallos  y  de  la 
rama  de  las  primeras. 

La  hermosa  forma  det  tilo,  la  elegancia  y 
la  lozanía  do  su  follago,  qíic  da  mucha  y  grala 
sombra,  el  olor  suave  que  en  primavera  des- 
piden sus  llores,  y. su  aptitud  para  lomar  to- 
das las  formas  que  se  lo  quiere  dar  son  títulos 
que  en  este  árbol  concurren  para  que  se  le 
considere  y  se  le  emplee  como  uno  Je  lusmas 
propios  pani  adornar  los  paseos.  Su  madera 
es  blanda,  ligera,  y  su  corteza,  conveniente- 
meulc  preparada,  sirve  para  fabricar  cuerdas, 
cables,  lienzos  y  papel  de  estraza.  La  corteja 
que  para  ello  se  pretiere  es  la  de  árboles  de 
doce  á'  quince  años.  El  mucilago  abundanlc 
que  en  ella  so  encierra  le  da  calidades  nutri- 
tivas que  podrían  hacerla  servir  de  alimento 
cu  momentos  do  grande  escasez.  El  carbón 
procedente  de  ella  y  de  (oda  la  madera  del  ár- 
bol es  escelen  le  parala  fabricación  de  la  pól- 
vora, y  encuentra  aplicaciones  en  la  pintura. 
En  sus  hojas  se  ñola,  alguna  vez  un  jugo  me- 
loso que  tiene  todas  las  propiedades  del  azú- 
car de  caña.  Las  abejas  buscan  con  afán  las 
flores  del  ülo,  cuyos  usos  medicinales  liemos 
indicado  ya.  Rus  frutos  contienen  una  almen- 
dra aceitosa  que  puede,  según  algunos,  su- 
plir al  cacao  pura  la  elaboración  de  chocolate; 
y  su  savia,  (¡tic  se  eslrae  por  incisión,  con- 
tiene bastante  gran  cantidad  de  azúcar  crista- 
llzable,  que  fermentada  produce  un  licor  vino- 
so de  bastante  .grato  sabor. 

El  tronco  del  tilo  llega  á  veces  á  lomar  un 
grueso  muy  considerable.  Roy  diceque,  en  su 
tiempo,  existía  cerca  de  Scnstadt  (ducado  de 
Wlleiriberg),  un  tilo  cuyo  tronco  lenia  0  me- 
tros de  circunferencia,  y  cuya  copa  media  17 
metros  de  Norte  á  Sur  y  40  de  Este  á  Oeste. 
Haller  cuenta  que,  junio  á  Berna  se  veian 
en  1720  varips  tilos  decrépitos,  plantados 
en  1410,  y  de  los  cuales  había  alguno  que  te- 
nia 12  metros  de-circunferencia.  El  doctor  lloe- 
fer  declara  haber  visto  en  Doeschnilz  (pueblo 
situado  en  un  valle  lateral  al  rio  Schwarza,  cu 
Turingia)  un  tilo  que  media  de  6  á  7  metros 
de  circunferencia  junio  á  la  base  y  mas  de  40 
metros  de  altura. 

TIMBAL.  Especie  de  tamboril  formado  con 
dos  á  modo  de  calderas  de  bronce  cubiertas 
con  «na  piel  ó  pfergamino  tendido  que  sehace 
sonar  con  palillos;  se  sujeta  al  cuello  de  un 
caballo  con  fuertes  correas.  Se  usa  mas  en 


233  TIMBAL- 

plural,  los  timbales.  Este  instrumento  es,  al 
parecer,  de  origen  indio  y  lo  introdujeron  en 
Kuropü  los  sarracenos,  que  los  trajeron  á  Es- 
paña, Eos  timbales  se  consideran  á  veces  co- 
mo trofeo  militar.  En  el  dia  ya  no  se  usan  mas 
(|iie  para  algunos  efectos  de  orquesta,  y  en  al- 
gunas funciones  de  las  corporaciones  munici- 
pales, en  cuyo  caso  están  adornados  con  col- 
gaduras bordadas  de  oro  ú  plata. 

TIMBRE.  Es  la  insignia  que -se  coloca  sobre 
el  escudo  de  armas  para  distinguir  los*  grados 
de  nobleza.  Es  la  acción  gloriosa  que  ensalza 
y  ennoblece.  Es  un  inslrumento  de  metal  des- 
liando á  producir  un  sonido  semejanleal  golpe 
de  una  campanilla.  Es  un  derecho  establecido 
sobre  el  papel  destinado  á  ciertos  usos  oficia- 
les y  públicos.  Es  uno  de  los  títulos  con  que 
se  designa  el  papel  sellado,  llamándole  pajiei 
del  timbre.  Es,  en  íin,  una  máquina  qué  ¿se 
emplea  para  reproducir  eu  papel  armas,  nom- 
bres, letras  y  Dguras.  De  todas  estas  signifi- 
caciones solo  !a  primera  y  la -que  se  refie- 
re al  papel  sellado  tienen  verdadera  impor- 
tancia. 

El  timbre  como  parte  del  escudo  de  armas 
se  conoce  desde  muy  antiguo,  y  consiste  ya 
en  las  coronas,  ya  en  los  morteros,  ya  en  los 
yelmos  ó  celadas,  ya  eu  las  cimeras,  ya  en 
los  sombreros,  mitras  y  bonetes  de  los  ecle- 
siásticos. No  es  propio  de  este  lugar  hacer 
detenida  mención  de  cada  uno  de  estos  atribu- 
tos ó  distintivos  que  completan  el  escudo  de 
armas  de  una  persona,  y,  por  lo  mismo,  solo 
se  indica  su  existencia. 

El  timbre  como  equivalente  de  papel  se- 
llado no  es  otra  cosa  que  este  misino,  ó  sea  el 
que  llevando  las  armas  reales  y  el  busto 
de  S.  M.  reinante  se  emplea  en  todos  los  asun- 
tos oficiales,  públicos  y  solemnes.  El  papel 
sellado  ó  del  timbre  real  se  estableció  en  los 
apuros  del  reinado  de  don  Felipe  IV,  y  con- 
siste la  renta  en  la  venta  esclusiva  que  hace 
la  hacienda  pública  del  papel  en  que  so  estien- 
den los  títulos  y  despachos  reales,  las  escritu- 
ras públicas,  Jos  contrato_s  entre  partes  y  las 
actuaciones  judiciales  de  ios  tribunales.  El  va- 
lor del  papel  sellado  ba  variado  mucho  desde 
su  introducción,  asi  como  sus  productos  han 
tenido  un  aumento  considerable.  El  que  quie- 
ra tener  mas  antecedentes  puede  leer  el  arti- 
culo PAPEL  SELLADO, 

En  Valencia  se  llamaba  timbre  una  mone- 
da cuyo  valor  ascendía  á  10  sueldos  ó  sean  7 
reales  y  2  maravedises  vellón.  Hace  tiempo 
que  desapareció  esta  moneda. 

El  timbre  metálico  para  producir  sonidos 
es  de  diversas  formas  y  tiene  un  toque  agudo 
y  penetrante  La  introducción  de  esta  maqui- 
nita  es  moderna. 

TIMON.  {Marina.)  Aparato  compuesto  de  va- 
rias piezas  de  madera  que  forman  un  sólido  de 
forma  casi  prismática,  cuyas  dos  principales 
caras  ó  planos,  iguales  y  paralelos  entre  si,  li- 
mitan su  grueso  ó  espesor  poco  considerable 


-TIMON  23¿ 

con  relación  á  sus  otras  dimensiones  ,  y  que 
colocado  en  el  codaste  ó  estremo  de  popa  de  la 
embarcación  sobre  goznes ,  puede  girar  con 
desahogo  á  la  derecha  ó  á  la  izquierda,  para 
darle  dirección.  . 

Constituye  la.  parte  principal  de  su  cons- 
trucción una  fuerte  pieza  de  roble  llamada 
madre,  á  la  cual  se  unen  y  enlazan  otras  de 
madera  de  pino,  que  fuertemente  trabadas  en- 
tre sí,  forman  la  parte  esterior  ¿aliente  llama- 
da azafrán  y  también  pata.  Su  movimiento  se 
facilita  con  la  barra,  que  en  los  buques  mayo- 
res es  uña  palanca  de  madera  ó  de  hierro  de 
suficiente  grueso  y  resistencia,  que.se  intro- 
duce y  engasta  en  su  cabeza,  y  acciona  hori- 
zonlalmente  eu  la  parte  interior  de  la  popa  lla- 
mada Santa  Bárbara,  por  medio  de  aparejos  si- 
tuados lateralmente:  desde  allí ,  á  favor  de 
retornos  convenientemente  dispuestos,  laborea 
por  ambos  lados  un  fuerte  cabo  de  veta  blan- 
ca que  va  á  enrollarse  sobre  cubierta  al  tam- 
bor de  la  rueda  colocada  eu  el  alcázar,  cuyo 
movimiento  de  rotación  es  el  que  obliga  al  ti- 
món á  presentar  una  de  sus  caras  laterales,, 
mas  órnenos  oblicuamente  respecto  del  plano 
vertical  longitudinal,  que  se  supone  pasar  por 
el  centro  de  la  embarcación. 

De  la  forma  y  condiciones  de  este  aparato 
se  infiere  que.si  caminando  la  embarcación  se 
presenta  la  parte  plana  del.timon  de  un  mo- 
do oblicuo,  chocando  contra  ella  el  Huido  ó  una 
corriente  encontrada,  el  buque  se  verá  obliga- 
do á  girar  en  íorno  de  su  eje  vertical  de  ma- 
nera que,  ya  sea  que  el  timón  choque  con  el 
Unido  óque  sea  choeadopor  lacorriente,  cam- 
biará siempre  su  dirección;  efecto  admirable 
de  la  ley  del  movimiento  en  los  líquidos,  cuyo 
estudio  y  aplicación  proporciona  uno  de  los 
medios  de  seguridad  para  las  operaciones  en 
la  práctica  de  la  navegación.  Concíbese  que  la 
mayor  ó  menor  oblicuidad  que  pueda  darse  al 
timón  con  velación  al  plano  longitudinal  pende 
de  la  longitud  de  su  barra ,  y  que  siendo  esta 
menor  será  mayor  aquella,  si  bien  necesitan- 
do mayor  fuerza  para  su  manejo.  Para  'llenar, 
pues,  del  modo  posible  las  condiciones  de  este 
movimiento  se  ba  adoptado,  como  el  máximo 
de  inclinación  mas  conveniente  para  el  ángulo 
del  timón  con  el  plano  longitudinal  el  de  35 
á  45".' 

Aunque  la  operación  de  reemplazar  ó  sus- 
tituir un  timón  en  la  mar,  en  caso  de  desmon- 
tarse ó  inutilizarse  esta  pieza  importante  du- 
rante un  temporal,  es  en  estremodificil,  se  lle- 
va, no  obstante,  á  bordo  preparado  para  tal 
ohjeto  un  timón  de  respeto.  Este  reemplazo 
y  colocación  se  hacen  comunmente  mas  nece- 
sarios en  el  conflicto  de  un  temporal,  y  esta 
necesidad  lia  escitado  el  estudio  y  las  investi- 
gaciones de  marinos  muy  inteligentes,  siendo 
origen  de  multitud  de  invenciones  mas  ó  me- 
nos ingeniosas  y  practicables,  cuya  realización 
se  ha  estrellado  casi  siempre  en  la  dificultad 
de  la  ejecución,  impidiéndola  el  estado  déla 


238 


TIMON— 


TtMPANÜ 


mar  y  otros  graves  obstáculos.  Eu  tales  casos 
suelen  también  recurrir  los  ta&rtnóis  a  la  for- 
ináBion  de  una  especie  de  timón  provisional 
llamado  ele  espadilla,  efífé.  se  forma  con  una 
de  las  vergas  de  respeto,  á  la  cual  se  clavan 
cuartones,  labias,  etc.;  timón,  como  se  ve,  de 
muy  difícil  confección  y  éxito  aventurado,  á 
lo  rpie  sin  dudase  ..'ene  el  nombredo  timón  de 
fortuna  que  comunmente  se  le  da. 

Atan  grande  necesidad  ha  conseguido  ocur- 
rir del  modo  mas  completo  y  satisfactorio 
Mr.  Fouque  oficial  de  la  marina  francesa,  por 
medio  de  una  invención  tan  sencilla  como  se- 
gura, cuyos  resultados,  después  de  reiteradas 
esperieucias  practicadas  por  diferentes  na- 
ciones marítimas,  colocan  este  invento  entre 
.  los  mas  útiles  y  beneficiosos  á  la  humanidad. 
Diremos  también  que  nuestra  marina  no  ha 
sido  la  última  en  ensayar  y  adoptar  esta  inge- 
niosa invención,  y  que  las  espericnoias  que 
con  el  objeto  de  asegurarse  de  su  utilidad  se 
lian  practicado  por  disposición  del  gobierno 
en  un  buque  de  nuestra  armada,  para  el  cual 
se  construyó  espesamente  el  nuevo  aparato 
bajo  la  dirección  del  mismo  Mr.  Fouque,  han 
coi-respondido  perfectamente  con  sus  resulta- 
dos y  áierecidp  al  inventor  tina'  demostración 
honorütea  por  parte  de  aquel  (I}. 

La  venlaja  mas  esencial  de  este  nuevo  ti- 
món de  reemplazo,  consiste  en  su  fácil  é  instan- 
tánea sustitución  al  perdido,  á  favor  de  su  es- 
table colocación  sobre  los  lados  ílel  codaste, 
escusando  laiarga  y  penosa  maniobra  de  calar 
ó  suspender  un  timón  nuevo  ó  supletorio,  con 
mayor  seguridad  y  facilidad  aun,  en  medio  de 
los  tiempos  mas  rudos. 

Iil  nuevo  sistema  imaginado  por  Mr.  Fou- 
que consiste  en  dos  limones  de  bronce  6  de 
hierro  galvanizado  de  poco  grueso,  y  dis- 

íl}  En  el  Museo  Naval  «le  esta  córte  hay  un  es- 
ce  lente  modelo  de  es  la  invención,  que.  pono  á  ta  vista 
del  observador  torios  los  pormenores  de  su  ingenioso 
á  la  par  que  sencillo  mecanismo. 

Las  csííériencins  que  por  efecto  de  la?  gestiones 
hechas  al  gobierno  español  se  han  practicado  en  el 
bergantín  de  guerra  Galiana,  provisto  del  aparato 
ársMrl  Fuutfue,  Correspondieron  del  modo  mas  com- 
pleto y  salssractorto.  Habiendo  tenido  la  suerte  el 
que  esrribe  estos  renglones,  de  contribuir  á  la  adop- 
ción ile  este  invento  eii  nuestra  marina,  cree  le  será 
licita  consignarlo  en  este  lugar,  como  un  titulo  hon- 
roso. He  aquí  io  que  Mr.. Fouque  Je  escribía  á  este 
proposito  (en  28 do  febrero  de  18»))  desde  Cádii, 
penetrado  de  reconocimiento  por  la  lisonjera  acogida 
ffüo  Ic hilo  nuestro  ministro  de  Marina  (que  lo  era  a 
ia  sazón  el  gefe  de  escuadra  ilon  Aníotwi,  DufBíj ,  ya 
asegurados  los  preparativos  para  (a, experiencia  que 
fué  consumada,  como  hemos  dicho,  con  el  éxito  mas 
eomplcin,. 

«Ja  pnis  tom5  assurer  d'  avance  qnc  le  sijcces  cor- 
responderá i  vos  desús  ainsi  ñu'  íi  ecui  de  votre 
honorable  gouvernemeul;  j'  ai  !a  ennvietion  qu'  un 
jour  la  marine  de  sa  majesté  la  reino  d'Espaitic  vnus 
saurá  gre  des  demarclies  qu*  vous  ave?,  faitsaupics 
du  ministre  pour  obtcru'r  l'adoplíon  de  ec  gou'vor- 

nail.  et  nini  je  éorisérv'érai's  une  proferid ■■•  rcre- 

noissanee  de  vous  etre  asooioa  más  deslrs  de  olTrir 
parson  adnplion  un  moyen  desurde  á  votre  marine 
miiilaire  rlprocurc  une  plauchedc  salut  ponr  l'hu 
mauité.u 


puestos  sobre  el  codaste  do  manera  qtte  no 
impiden  de  modo  alguno  los  movimientos  r|c[ 
timón  común;  lisios  dos  limones  sujetos,  mien- 
tras no  funcionan,  por  cada  lado  de  la  popa  ¡i 
la  paríe  maciza  del  casco  por  medio  de  cer- 
rojos ó  pasadores,  bacen  imposible  para  ellns 
todo  movimiento;  y  a  favor  de  esla  disposición 
y  no  prcsenlando  alguna  superficie  saliente, 
sa  ftallan  al  abrigo  de  los  golpes  de  mar,  de 
tocar  en  el  fondo  y  de  las  balas.  Ambos  li- 
mones están  siempre  prontos  á  funcionar  des- 
de el  móntenlo  que  el  ordinarin  se  Italia  fuera 
de  servicio  por  ttn  accidente  cualquiera.  Lle- 
gado este  caso,  se  retiran  los  pasadores  ú  cer- 
rojos de  retenida,  y  se  presentan  paralelamen- 
te al  plan  longitudinal  de!  buque.  La  cabeza  de 
los  dos  timones  se  halla  á  la  altura  convenien- 
te, y  pueden  ligarse  cutre  sí  por  medin  de 
barras,  si  se  quiere  funcionar  con  ambos  á  la 
vez.  Las  esperieucias  han  becbo  ver  que  cu 
las  maniobras  difíciles  de  virar  de  bordo  en 
todas  posiciones  en  que  es  necesaria  toda  la 
acción  del  limón,  esta  operación  se  ha  ejecu- 
tado casi  con  igual  facilidad,  y  por  lo  contint 
usaudo  de  uno  solo  de  estos  timones. 

Se  da  también  a!  timón  el  nombre  de  éavn, 
gobierno,  y  antiguamente  se  llamaba  Jeme, 
y  gobernalle. 

TIMPANO.  (Anatomía  y  cirugía,)  La  mem- 
brana del  tímpano  se  ¡talla  encapóla  en  el 
oriüeio  interno  del  conducto  auditivo,  sepa- 
rando á  éste  de  la  caja  del  tímpano.  Es  una 
membrana  elíptica,  delgada,  que  se  dirige  un 
poco  oMícuamepte  de  arriba  abajo,  de  fuera 
adentro  y  de  atnis  adelante.  No  se  ve  en  ella 
.absolutamente  abertura  alguna  en  el  estado 
normal,  por  mas  que  se  baya  emitido  la  opl- 
nion  contraria  bajo  muchas  formas  diferentes, 
Por  lo  lanío  separa  completamente  la  caja  del 
tímpano  y  el  laberinto  de  la  porción  ósea  del 
conducto  auditivo,  nomo  es  un  poco  mayor  que 
la  abertura  que  la  recibe,  es  susceptible  su 
formado  sufrir  varias  modificaciones  relativas 
á  su  grado  de  tensión  ó  de  relajamiento,  de- 
pendje'níéá  eu  parle  de  la  acción  de  los  múscu- 
los de  los  buesceiilos  del  oído.  Engrana  exac- 
tamente en  la  ranura  que  se  ve  en  la  éslremi- 
dad  interna  del  conducto'andilivo. 

Los  anatómicos  disienten  en  punto  ii  la 
composición  de  la  membrana  del  limpano,  pe- 
ro lamas  exacta  es  la  (pie  !a  considera  cons- 
tituida por  una  membrana  propia,  siltiada  co- 
medio de  una  sggu'u'da  esterna  qne  sigue  ¡i  la 
déla  porción  ósea  del  conduelo  auditivo,  y  de 
una  tercera  interna  que  se  continúa  con  la 
mucosa  del  citado  conduelo.  Según  esc  modo 
de  ver  bis  capas  estertores  son  prolongacio- 
nes sin  salida  de  los  síntomas  cutáneo  interno 
y  estenio,  ;d  paso  que  la  capa  inlerior  cons- 
tituye una  membrana  disfiÜta  y  parlicidar 
qu'e  nace  de  la  porción  ósea  del  conduelo  au- 
ditivo. , 

lisia  membrana  especial  consta  do  libras 
bien  distintas  que  se  estienden  irradiantes  de! 


2d7 


TIMPANO 


238 


centro  á  ln  circunferencia,  y  que  son,  sobre 
lüM  aparentes  en  sil  cara  interna.  A  jnjg^r 
por  analogía,  es  decir,  por  lo  i|iio  se  observa 
(>n  los  ¡miníales  mas  corpulentos,  en  el  ele- 
fante en  particular,  estas  libras  son  muy  pro- 
bablemente de  naturaleza  muscular.  E.  Home 
os  (¡alen  pretendió  fiabev  encontrado  Abras 
musculares  en  la  membrana  del  tímpano' del 
elefante;  pero  su  exisiencia,  es,  por  lo  menos 
dudosa,  pues  lUlrlolíi  no  pudo  observar  nada 
análogo  en  la  ballena,  ni  en  el  e-aballo.  Las 
¡nyecoioiies  becbas  con  cuidado  demuestran 
también  la  exisiencia  de  un  considerable  nú- 
mero de  vasos  sanguíneos,  que  provienen 
prineipalmcnlc  do  dos  troneos  circulares,  uno 
interno  y  otro  esterna,  que  se  anasloniosati 
frecuentemente  entre  sí. 

lio  las  dos  capas  superficiales  es  la  esmerila 
la  que  con, nías  facilidad  se  aisla,  siendo  ya 
nías  difícil  separar  la  interna  de  la  media,  ya 
á  causa  de  su  finura,  ya  también  porque  está 
adherida  de  un  modo  mas  intimo  á  esta  úl- 
tima. ' 

Después  de  haber  estudiado  anatómica- 
mente el  tímpano,  debemos  pasar  abura  á  ha- 
cernos cargo  de  sus  enfermedades, 

Se  verifica  á  veces  por  el  oido  un  derrame 
puriforme  acompañado  de  .una  sordera  cuyo 
grado  es  proporcionado  á  la  alteración  que  re- 
sille en  la  cavidad  del  tímpano.  Si  respirando 
por  la  nariz,  sale  aire  por  el  conducto  auditi- 
vo, es  ovidenle  en  lulcaso  que  se  halla  alterada 
ó  destruida  la  membrana  del  tímpano.  Cuando 
se  encuentra  obliterada  la  trompa  de  Eustaquio 
por  muciis  ó  por  cualquiera  otra  materia  ,  ó 
cuando  la  inflamación  ha  determinado  su  obs- 
trucción, bien  (pie  no  esté  intacta  la  membra- 
na del  tímpano,  claro  es  en  tales  condiciones 
no  saldrá  aire  por  el  oido.  Conviene,  pues,  no 
eciiar  en  olvido  el  examen  del  conducto  audi- 
tivo espouiéudole  á  la  luz  del  so!  ó  esplorán- 
dolc  con  una  sonda.  Si  está  agujereada  la 
membrana  del  liuipano  penetrará  el  cirujano 
dentro  de  la  cavidad  y  tocará  los  huesecillos 
que  forman  la  cadena. 

Dé  esta  suerte  se  conseguirá  distinguir  esa 
alteración'  de  la  ulceración  herpética  del  con- 
duelo auditivo.  Las  causas  do  esla  enfermedad 
son  muy  variables.  Vésela  que  se  desarrollad) 
la  escarlatina  maligna,  como  que  a  veces  se 
inflama  la  membrana  del  tímpano  y  se  destru- 
ye, caen  los  huesecillos  y  queda  sordo  el  pa- 
ciente, si  es  que  sobrevive,  ha  inllamacion 
aginia  de  la  cavidad  del  tímpano  determina  en 
esta  cavidad  una  acumulación  de  pus!  que  in- 
vade igualmente  las  celdas  mastouleas.  La 
membrana  del  tímpano  se  ulcera  alílu,  fluyen- 
do una  gran  cantidad  de  pus  ,  pero  como  no 
por  eso  cesa  la  secreción  purulenta  ,  continua 
verificándose  el  derrame  por  el  oido  estenio. 

La  inflamación  del  lunpuiiodcbesercomba- 
lida,  no  por  los  tópicus  estimulantes,  sino  al 
contrario,  por  el  mas  severo  régimen  autillo  - 
gíslico.  Mas  por  desgracia  reina  la  costurabrq 


funesta,  en  la  práctica,  de  no  servirse  mas  que 
de  medicamentos  irritantes  y  espirituosos.  De- 
bemos insistir  sobremanera  en  la  aplicación 
de  sanguijuelas  cerca  del  oido  eslerno  y  de  la 
apólisis  masloidea;  á  medida  que  se  disminuye 
la  inflamación  va  desapareciendo  la  sordera 
que  motivaba,  si  bien. no  siempre  se  presenta 
un  ter/uino  tan  feliz.  ' 

Toda  vez  formado  un  absceso  en  la  cavidad 
"Id  tímpano,  cree  Mr.  Saunders  que  no  se  de- 
be esperar  que  el  pus  baya  ulcerado  la  mem- 
brana, sino  que  es  preciso  practicar  una  lige- 
ra punción.  Sin  embargo,  parécenos  (¡ue  aolo 
en  el  caso  de.  que  haya  un  poderoso  inolivo 
para  creer  que  se  halla  obliterada  la  trompa 
de  Eustaquio,  no  se  debe  recurrir  á  este  me- 
dio, porque  los  síntomas  de  la  presencia  del 
pus  en  la  cavidad  del  tímpano  son  liarlo  in- 
ciorlos  para  poder  senlar  un  diagnóstico  po- 
sitivo. 

A  veces  es  muy  insidiosa  en  su  origen  la 
enfermedad  en  cuestión;  el  enfermo  sufre  al- 
gunos ataques  de  dolor  que  cesan  después  de 
un  ligero  derrame,  continuando  asi  basta  que 
tiene  lugar  un  derrame  continuo  por  la  oreja. 
En  lauto  se  altera  mas  y  mas  el  oido,  hasta  que 
encontrándose  totalmente  desorganizadas  la 
cavidad  del  tímpano  y  las  partes  que  contiene, 
es  completa  la  sordera.  En  vista  de  esta  consi- 
deración, insiste  Mr.  Saunders  en  la  necesidad 
de  oponerse  desde  un  principio  á  los  estragos 
del  mal,  y  declama  contra  el  temor  ridiculo  de 
que  la  supresión  de  este  derrame  produzca  fu- 
nestos efectos  en  la  salud  del  individuo  Si  se 
descuida  esta'afecciou,  continua  Mr.  Saunders, 
so  carian  las  paredes  del  tímpano,  mienlras 
que  no  es  incurable  el  mal  antes  qlie  sobre-* 
venga  esta  alteración. 

Mr.  Saunders  reconoce  tres  periodos  en 
esta  enfermedad,  á  saber: 

1 .  "    Simple  derrame. puriforme. 

2.  "  Derrame  puriforme  complicado  con  es- 
crecencias  fungosas. 

3.  "  Derrame  puriforme  con  caries  del  tím- 
pano. 

Como  el  mal  es  local  es  preciso  que  se  ten- 
ga suma  confianza  en  los  tópicos  que  se  leapli- 
can,  pudiéndose  emplear  con  ventaja  los  ve- 
jigatorios y  los  sedales.  Mr.  Saunders  adminis- 
tra los  laxantes  y  se  vale  de  fomentos  libios 
en  la  oreja  durante  el  periodo  inflamatorio,  re- 
curriendo en  seguida  á  las  inyeccionesde  snl- 
fulos  de  zinc  y  de  acetato  de  plomo.  En  el  se- 
gundo período,  cuando  se  desarrollan  cscre- 
cencias  fungosas,  las  arranca  con  pinzas,  y  to- 
ca en  seguida  la  superficie  sobre  laque  habían 
salido  con  el  nitrato  de  piala,  ó  bien  con  una 
disolución  de  alumbre,  de  sulfato  de  zinc  y  de 
nitrato  argéntico. 

Lus  autores  baldan  de  cierto  estado  de  re- 
lajación de,  la  membrada  del  tímpano,  consi- 
derándola como  causa  de  sordera.  Si  después 
de  un  derrame,  cuyo  origen  esté  en  el  con- 
ducto auditivo  ó  en  la  cavidad  del  tímpano,  di- 


239 

ce  el  autor  crne  acabamos  de  citar,  ó  biencon- 
secútivamente  á  una  hidropesía  de  esta  caja, ; 
queda  duro  el  oíd  o, motivos  hay  para  creer  que 
dependa  esta  dolencia  de  la  relajación  de  la 
membrana  timpánica  ó  de  la  parálisis  de  los 
músculos  del  martillo.  Y  macho  mayor  será 
aun  la  razón  para  creerlo  asi^  si  aumenta  la 
sordera  cuando  reina  un  Uempohúmedo  y  dis- 
minuye en  el  caso  de  que  sea  este  seco,  y  si 
mejora  el  oido  después  de  inyecciones  cóni- 
cas ó  después  de  espuesto  el  órgano  al  humo 
de  la  madera  de  nebrina.  Es  también  muy  bue- 
no el  cocimiento  de  quinina  en  inyección. 

Es  una  enfermedad  incurable  la  relajación 
de  la  membrana  del  tímpano  resultante  de  la 
rotura  del  músculo  del  martillo;  pero  no  en  el 
caso  que  dependa  do  la  parálisis  del  mismo 
músculo.  Se  ha  aconsejado  en  tales  casos  el 
uso  de  las  inypeciongs  tónicas  por  la  trompa 
de  Eustaquio,  habiéndose  empleado  ó  ensaya- 
do también  la  electricidad",  los  gargarismos  y 
los  linimentos  estimulantes. 

Podemos  suponer  que  la  imperfección  del 
oido  reconozca  por  causa  una  considerable  ten- 
sión de  la  membrana  del  tímpano ,  !o  cual  se 
conoce  porque  el  enfermo  oye  mejor  cuando 
el  tiempo  está  húmedo  que  cuando  seco.  Oye 
lambien  mejor  las  palabras  pronunciadas  con 
suavidad  cerca  de  su  oreja  que  las  articuladas 
con  fuerza.  Son  puramente  hipotéticas  las  es- 
piraciones tpio  lian  dado  los  actores  de  ese 
oslado,  Aconséjense  como  tratamiento  local 
las  inyecciones  por  el  conducto  auditivo  de  co- 
cimientos-emolientes  ó  de  leche  caliente,  ó 
bien  la  introducción  en  el.oido  de  algodón  em- 
papado en  aceile  de  almendras  dulces.  Nada 
se  ha  indicado  para  el  trnlamiento  general  á 
causa  de  nuestra  ignorancia  sobre  las  verda- 
deras causas  de  esta  enfermedad. 

La  dureza  del  oido  puede  depender  del  en- 
grnesamienfo  do  la  membrana  del  tímpano,  y 
hasta  se  ha  pretendido  que  acaso  dependiese 
alguna  vez  de  una  causa  sifilítica  y  reclamase 
el  uso  del  mercurio.  Se  han  aconsejado  igual- 
mente para  este  caso  la  aplicación  deuncaute- 
rio  en  el  brazo  del  lado  enfermo  y  lociones 
emolientes  y  ligeramente  estimulantes.  Cuan- 
do es  harto  considerable  este  engruesamíento 
para  esperar  su  resolución,  ¿no  seria  preferi- 
ble, se  pregunta  Mr.  Portal,  perforar  la  mem- 
brana? Cheselden  fué  el  primero  que  aconsejó, 
esta  operación. 

Morgani  encontró  la  cavidad  del  tímpano 
interceptada  por  muchas  capas  membranosas 
que  impedían  los  movimientos  de  los  hueseci- 
llos  del  oido.  llectel  no  cita  ejemplo  alguno 
de  la  falta  completa  de  estos  huesecíllos.  Mor- 
sanni  encontró  que  fallaba  el  yunque;  üaldn- 
ni  el  martillo  y  el  yunque,  pero  en  esto  últi- 
mo caso  no  liabia  alteración  alguna  del  oido, 
mientras  que  en  el  segundo  reinaba  la  sordera. 
Iiailly  observó  en  una  criatura  de  tres  años  que 
los  hnesecülos  solo  median  la  tercera  parte  de 
sus  acostumbradas  dimensiones,  y  por  el  con  • 


240 

traite,  en  otro  caso,  en  que  estaba  oblilera- 
;  da  la  membrana  redonda,  notó  Cotunni  que 
eran  dos  veces  mas  voluminosos  quede  ordina- 
rio.' Por  fin,  recientemente  hemos '  visto  con- 
signada en  un  diccionario  la  falta  completa  ilc 
la  cadena  ó  sea  de  lu  caja  timpánica. 

TINTE.  (Tecnología.)  El  arle  de  teñir  ocupa 
sobrado  puesto  entre  las  industrias  de  los 
pueblos  civilizados  para  hacernos  presumir 
qne,  había  adelantado  mucho  ya  en  épocas  muy 
remotas.  Homero  habla  de  sus  héroes  como 
adornados  con  vestimentas  de  púrpura  y  teji- 
dos estampados,  lierodoto  nos  enseña  que  en 
el  Cáucaso  los  habitantes  imprimían  en  sus 
vestidos  diversos  colores,  por  medio  de  cier- 
tos mordientes  y  que  estos  colores  duraban 
tanto  como  la  tela.  Plinto,  por  último,  nos  re- 
vela la  perfección  con  que  se  teñía  en  Egipto 
en  la  época  de  la  dominación  do  los  romanos. 
«Es  curioso ,  dice ,  ver  en  este  pais  cómo  los 
tejidos  blancos,  después  de  haber  sido  cubier- 
tos con  sustancias  sin  color,  toman  en  un  ba- 
ño de  tinte  los  matices  mas  variados,  sin  re- 
cibir niugnna  alteración  do  los  efectos  del 
aire.»  Espresiones  que  son  una  declaración  in- 
contestable de  ser  conocido  entonces  éntrelos 
egipcios  el  eslampado  de  los  tejidos.  Por  ¡o 
demás,  si  en  el  illa  se  trata  de  averiguar  en 
qué  consistía  el  arte  do  teñir  entre  los  anti- 
guos, cuando  florecían  Tiro  y  Cartago,  ó  canu- 
do las  conquistas  de  Alejandro  lucieron  pasar 
á  Europa  lo1  industria  de  los  persas  y  todas  las 
artes  del  Asia,  no  hay  mas  que  atender  á  lo 
que  maquinalmente  hacen  boy  los  indios,  cu- 
yos procedimientos  no  son  de  desdeñar.  En 
efecto,  la  causa  de  ser  superiores  los  produc- 
tos europeos  á  los  de"  la  India,  no  consiste  en 
la  mayor  perfección  de  los  tejidos,  ni  el  brillo 
y  solidez  de  los  colores,  pero  en  la  celeridad 
del  trabajo  y  en  la  gracia  y  perfección  <Ie  los 
dibujos  á  los  cualbs  preside  comunmente  mi 
gusto  esquisito.  Seria,  en  nuestro  entender, 
muy  preciosa  adquisición  ,  la  de  conocer  los 
procedimientos  seguidos  en  la  India  ,  porque 
ta  práctica  sacaria  de  ellos  grandes  auxilios  y 
suministraría  á  la  teoría  deducciones  lumi- 
nosas. 

Pero ,  sea  cual  fuere  el  estado  do  perfec- 
ción á  que  habia  llegado  el  arte  de  teñir  en  la 
antigüedad,  es  lo  positivo  que  fué  olvidado 
después  de  la  invasión  de  los  bárbaros  ,  sin 
conservarse  de  él  mas  que  algunos  vestiglos 
en  cierlas  ciudades  industriosas. 

ES  comercio  establecido  din-ante  las  cruza- 
das con  el  Oriente,  y  sucesivamente  la-intro- 
duccion  de  lu  cochinilla  y  del  añil,  dieron  por 
fin  alguna  importancia" al  arle  del  tinte;  pero 
no  adquirió  desarrollo  hasta  el  siglo  pasado, 
aumentándose  su  dominio  con  ei  auxilio  de 
las  ciencias  químicas  y  la  introducción  de  los 
rudimentos  de  un  artemuCvo,  el  de  la  impre- 
sión de  tejidos,  importado  de  ludía  á  Europa, 
debía  hacer  en  pocos  años  grandes  adelantos, 
El  arte  del  tinte  duplicó  sus  recursos  hasta  que 


TIMPANO— TINTE 


TINTE 


242 


llegó  á  ser,  para  los  que  se  dedican  á  él,  un 
campo  inmenso  de  observaciones  y  de  estu- 
diasen que  siempre  hay  descubrimientos  por 
haber;  para  los  gobiernos  es  uno  de  los  mas 
imporlantes  ranios  dé  industria,  y  para  las 
genfe  nti  objeto  de  admiración. 

É  arle  del  tinté  tiene  por  objelo  fijar  cier- 
tas malerias  colorantes  sobre  diferentes  sus- 
tancias del  reino  animal  ó  vegetal  de  tpie  se 
componen  los  tejidos  empleados  en  nuestros 
miiebles  y  vestidos,  l'cro  como  esas  sustancias 
liciicn  generalmente  poca  afinidad  inicia  ¡as 
malerias  colóranles,  hay  que  someterlas  á  la 
reacción 'de  ciertos  cuerpos  llamados  mordien- 
tes que  modifican  hasta  cierto  punió  su  natu- 
raleza ó,  ebntesfnra  y  los  disponen  á  formar 
combinaciones  mas  permanentes  con  las  pai- 
tadas del  cuerpo  colorante.  La  investigación 
de  los  fenómenos  á  que  da  lugar  la  reacción 
de  los  mordientes,  lo  mismo  en  el  tejido  que 
ha  de  teñirse  que  en  la  misma  materia  colo- 
rante, merecerla  gran  desarrollo;  pero  como 
no  liemos  de  escribir  un  tratado  especial,  rea- 
sumiremos en  pocas  palabras  los  principios 
,  fundamentales. 

Los  cuerpos  que  hacen  el- oficio  de  mor- 
dícales, ademas  de  su  modo  de  obrar,  dife- 
renle  según  la  naturaleza  del  tejido,  tienen 
laminen  propiedades  particulares,  según  su 
propia  naturaleza.  Los  ácidos  usados  como 
mordientes,  obran,  al  parecer,  como  las  sales 
de  base  soluble,  modificando  hasta  cierto  pun- 
to, la  coidestura  del  tejido  con  el  cual  quedan 
ligadas  sus  moléculas,  aunque  sin  descompo- 
nerse, y  en  Lat  estado,  si  el  tejido  se  somete 
al  baño  de  tinte,  el  mordiente ,  á  causa  de  sus 
propiedades,  agrupa  y  conglomera  las  partí- 
calas  colorantes  en  contacto,  las  cuales  se 
precipitan  sobre  la  tela  y  se  adhieren  á  ella 
con  mas  o  menos  fijeza,  según  su  naturales», 
la  del  mordiente  y  la  de  la  suslancia  á  que  se 
aplica  el  (inte. 

Cuando  el  mordiente  3bS  una  sal  de  base 
¡nsoluble,  el  tejido,  ademas  de  las  modifica- 
ciones análogas  á  las  citadas  que  su  contesta- 
ra puede  recibir,  se  combina  con  una  cantidad 
variable  de  ia  base  y  cuando  se  somele  al  baño 
de  tinte ,  roba  á  este  una  gran  cantidad  de 
principios,  verificándose  nna  combinación  tri- 
ple entre  ellos,  el  objeto  por  teñir  y  las  par- 
tes del  mordiente  ya  combinadas  con  este. 

Por  último,  cuando  se  usa  para  mordiente 
el  principio  astrin'genlo  que  encierran  algu- 
nos vegetales,  el  objelo  por  teñir  entra  en 
combinación  con  él,  y  adquiriendo  propieda- 
des nuevas,  forma  con  las  materias  colóranles 
una  combinación  mucho  mas  duradera  que  an- 
tes de  la  reacción  del  cuerpo  astringente. 

La'práctica  qué  debe ,  seguirse  para  hacer 
entrar  al  mordiente  en  combinación  con.  las 
dilcrentes  sustancias  que  deben  teñirle,  no  es 
la  misma  cuando  estas  son  vegetales  y  cuan- 
do pertenecen  al  reino  animal.  Tara  estas  úl- 
timas, tales  como  la  lana,  los  polos  y  lasplu-. 

21 85     HIBLIOTKOA  POPULAN, 


mas,  fa  combinación  del  mordiente  debe  ha- 
corse  á  una  temperatura  alta,  ordinariamente 
á  la  de  ebullición,  al  paso  que  se  verifica  en 
frió,  ó  afínenos  auna  temperatura  baja,  cuan- 
do dichas  sustancias  son  de  naturaleza  vege- 
ta!, como  el  algodón  ó  el  lino.  Eñ  cuanto  á  la 
seda,  aunque  es  un  produelo  dol  reino  animal, 
la' ebullición  no  le  es  favorable,  y  no  recibe' 
la  acción  de  los  mordientes  sino  "á  muy  baja 
temperatura. 

Para  concebir  con  claridad  basta  que  pimío 
la  acción  de  los  mordientes  es  susceptible  de 
modificar  la  naturaleza  de  los  objetos  que  lito 
de  leñirse,  basta  considerar  que  las  pieles  pro- 
paradas por  los  gamneeros  deben  á  la  combi- 
nación de  la  alúmina,  base  del  alumbre,  ¡a 
cualidad  de  hacerse  indescomponibles  é  impu- 
trescibles. l,a  acción  de  la  suslancia  astringen- 
te que  se  usa  para  el  curtido  produce  efectos 
de  igual  naturaleza  y  en  mas  alto  grado;  por 
último,  las  redes  de  pescar  sometidas  á  las 
modificaciones  que  determina  un  jugo  astrin- 
gente, son  susceptibles  de  durar-  mucho  mas 
tiempo  que  sino  hubiesen  recibido  semejante 
preparación.  .„,u! 

En  verdad  ojíelos  tejidos  de  lana,  seda,  al- 
godón ó  lino,  dispuestos  para  recibir  el  tinle 
por  medio  del  mordiente,  uo  sufren  modifica- 
ciones tan.  imporlantes  como  las  mencionadas, 
pero  son  algo  análogas,  lo  cual  basta  para  que 
la  comparación  de  que  se  trata  no  sea  inútil 
para  .el  leclor. 

El  modo  con  que  se  presenta  ei  mordiente 
al  objeto  por  teñir,  puede  variar  según  las  cir- 
cunstancias y  frecuentemente  a.  gusto  del  prac- 
tico. Generalmente  en  ei  tinte-de  lanas  secora- 
bina  el  mordiente  con' el  objeto  por  medio  de 
ebullición,  que  suele  durar  dc'dos  á  tres  horas, 
después  de  lo  cual  se  pasa  al  baño  do  tinte. 
Antiguamente  se  acostumbraba  hacer  entrar  en 
esfe  toda  la  materia  colorante  necesaria  para 
la  operación;  sin  embargo,  para  los  ^colores 
subidos  o  muy  compuestos  se  distribuía  fre- 
cuentemente esla  malcría  en  dos  ó  tres  baños 
que  se  aplicaban  sucesivamente.  De  este  modo 
la  misma  lana  se  trabajaba  varias  veces  en'ba- 
ños  hirviendo,  pero  hoy  se  resfriuge  el  núme- 
ro de  operaciones,  y  al  tiempo  de  dar  el  mor- 
diente suele  aplicarse  una  parte  considerable 
del  cuerpo  colorante,  algunas  veces  todo  él,  y 
en  este  último  caso,  toda  fa  operación  del  tínte- 
se reduce  á  lia  solo  baño. 

Las  propiedades  de  los  mordientes  son.  va- 
riables como  es  fácil'  presumirlo,-  no  solo  á 
causa  de  la  naturaleza  de  las  sustancias  l'mto- 
riales,  sjuo  también  por  su  uátiiraloaa  y  com- 
posición particular.  Asi  es  ([tic  los  mordientes 
salinos,  en  los  cuales  predomina  el  ácido,  y 
cuya  base  no  es  un  óxido  metálico,  ó.  al  me: 
nos  óxido  de  color,  tienen  la  propiedad  de  acla- 
rar y  avivar  los  matices,  al  pa.-o  que  los  oscu- 
recen cuando  la  base  predomina.  En  cuanto  á 
las  sales  metálicas,  cuya  base  es  de  color,  la- 
les  como  las  de  hierro,  cobre,  bismuto  6  man- 

T.     XXXlll.  16 


TINTE 


Sfi 


ganeso,  contribuyen  siempre  á  alterar  el  matiz 
por  el  color  de  su  base,  tanto  mas  cnanto  que 
las  materias  colorantes  en  su  mayor  parte,  es- 
tán dotadas  de  alguna  astricción  y  forman  con 
las  sustancias  de  esa  especie  precipitados  mas 
o  menos  subidos,  Para  las  mordientes  astrin- 
gentes, modifican  también  casi  siempre  muy 
sensiblemente  el  matiz  de  las  materias  coloran- 
tes que  han  de  fijar,  y  esto  porque  no  so  em- 
plean jamás  puros,  y  porque  las  materias  Ve- 
getales que  los  contienen,  tales  como  , el  zuma- 
que, agallas,  casca  de  nuez,  etc.,  son  unos 
compuestos  en  (pie  el  principio  astringente  va 
siempre  unido  á  alguna  materia  colorante. 

Todos  los  colores,  como  lo  hemos  visto,  no 
se  obtienen  con  el  mismo  mordiente;  añadire- 
mos que  cuando  el  color  es  el  mismo,  sin  di- 
ferenciarse mas  qne  en  mayor  ó  menor  viveza 
0  intensidad,  él  mordiente  ha  de  ser  uno  mis- 
mo también,  pero  en  proporciones;  variables 
como  los  matices.  Asi,  puede  sentarse  como 
■principio,  que  con  el  alumbre,  el  tártaro  ó  las 
sales  de  estaño,  los  matices  obtenidos  son  tan- 
to más  vivos,  cuanto  que  la  proporción  del 
mordiente  es  mas  fuerte  relativamente  á  la 
cantidad  de 'materia  colorante  empleada,  y  tan- 
to menos,  por  el  contrario,  cuanto  menos 
abundante  está  el  mordiente  y  mas  en  escoso 
la  materia  colorante. 

Pero  nos  estralimitariamos  si  tratásemos  de 
estendernos  en  este  asunto,  por  lo  cual  pasa- 
remos á  las  aplicaciones  y  espondremos  sucin- 
tamente de  qué  modo  pueden  alterarse  los  di- 
ferentes colores. 

Las  lanas  que  ban  de  teñirse  deben  ser  pri- 
mero desengrasadas  en  un  baño  de  agua  libia, 
al  cual  se  añade  orina  putriticada  y  algunas 
veces  jabón  ó  un  álcali.  Las  lanas  para  paños 
regulares  se  tiñen  en  vellón,  los  merinos  y 
suertes  finas,  después  de  tejidos,  y  las  que  ban 
de  servir  para  tapices  y  mantones  reciben  el 
color  en  hilo.  En  estos  diferentes  casos  no  es 
igual  la  manipulación,  pero  los  mismos  princi- 
pios dirigen  la  operación  y  pueden  usarse  igua- 
les sustancias  tinloriales. 

Encarnado  sobre  lana.  El  color  enearna- 
do  se  obtiene  comunmente  con  la  rubia,  .el  pa- 
lo brasil,  la  cochinilla  y  la  laca.  Con  la  rubia 
debe  darse  á  las  lanas  un  hervor  donde  el 
alumbre  entre  en  la  proporción  de  un  décimo 
del  peso  de  la  lana,  y  el  tártaro  en  la  de  un 
vigésimo  séptimo;  se  tiñe  después  en  un  segun- 
do baño  en  que  se  emplea  casi  tanta  rubia  co- 
mo lana,  y  al  cual  se  añade  cierta  cantidad  de 
disolución  dé  estaño,  una  décima  6  décima 
quinta  parte,  según  el  matiz  que  se  desea.  Es- 
ta disolncion  se  prepara  con  una  parte  de  esta- 
ño, otra  de  sal"  marina,  ocho  de  ácido  y  ocho 
de  agua. 

Para  teñir  de  colorado  con  brasilete,  es  ne- 
cesario emplear  de  alnuibre  un  quinto  y  de  tár- 
taro un  décimo  del  peso  de  la  lana  en  el  hervor, 
y  teñir  después  en  una  decocción  mas  órnenos 
cargada,  segrni  el  matiz  que  se  quiere  obtener. 


Para  los  encarnados  de  cochinilla  ó  de  la- 
ca,  se  emplean  el  alumbre  y  el  tártaro  en  pro- 
porción muy  considerable,  y  después  se  tiñe 
en  una  decocción  pura  y  simple  de  aquellas 
materias  cuando  los  matices  ban  de  ser  rosa- 
dos, pero  cuando  ban  de  ser  subidos  y  vivos, 
en  lugar  de  alumbre  se  emplea  la  disolución  ilo 
estaño,  y  al  baño  se  añade  una  nueva  cantidad 
de  esa  misma  disolución.  Variando  las  propor- 
ciones do  la  materia  colorante  y  las  del  mor- 
diente, é  introduciendo  en  el  baño  cantidades 
mas  ó  menos  considerables  de  una  materia 
amarilla  so  pueden  obtener  los  mas  variados 
matices  de  anaranjado. 

Amarillo  sobre  lana.  Las  sustancias  em- 
pleadas comunmente  para  teñir  la  lana  on 
amarillo  sólido  son  la  gualda  y  el  palo  amari- 
llo. La  lana  se  combina  fácilmente  con  estas 
sustancias  después  de  un  hervor  de  alumine 
y  tártaro,  siendo  el  primero  del  cuarto  al  do- 
zavo del  peso  de  la  tela  y  el  segundo,  del  oc- 
tavo al  vigésimo  cuarto.  En  cuanto  á  la  pro-- 
porción  de  la  materia  colorante,  varia  también 
según  el  matiz  que  se  desea  obtener,  y  no  de- 
be olvidarse  que  debe  ser  tanto  mayor  cuanto 
mayor  es  también  el  matiz  que  se  desea  ob- 
tener. 

Azul  sobre  lana.  El  palo  de  Indias  ó  de 
campeche  comunica  á  tas  tanas,  después  du 
un  ligero  hervor  de  alumbre  y  de  tártaro,  un 
color  violado  que  pasa  al  azal  con  la  adición 
de  una  corta  cantidad  de  vitriolo  azul  ó  salíalo 
de  cobre;  pero  este  matiz  no  ofrece  solidez,  y 
solo  el  añil  puede  comunicar  á  los  tejidos  de 
cualquiera  naturaleza  que  sean,  un  azul  sólido. 

Para  teñir  con  el  añil,  es  preciso  recurrir 
á  una  práctica  particular  que  en  nada  se  pare- 
ce á  las  demás  operaciones  del  tinte.  El  añil, 
después  de  haberse  molido  con  agua  hasta  re- 
ducirse á  moléculas  impalpables,  se  introduce 
en  una  gran  vasija  de  cobre  llamada  tina  y  que 
difiere  de  las  calderas  ordinarias  por  su  fondo, 
que  es  de  cimento.  Tuesto  en  digestión  á  una 
temperatura  de  45  a'  55  grados,  con  un  peso 
igual  al  suyo  de  rubia  común  y  salvado  y  on 
peso  triple  de  potasa  del  comercio,  sufre  una 
alteración  quedo  hace  soluble  en  los  álcalis  y 
toma  un  color  amarillento.  Sin  embargo.  Gomo 
no  todo  el  añil  entra  simultánearacnlc  en  diso- 
lución, el  baño  parece  verde  con  una  super- 
ficie azul,  irisada  y  cobriza;  en  él  se  sumer- 
gen'las  lanas  por  espacio  de  un  cuarta  hora,  la 
esposicion  al  aire  torna  azul  el  color  verdoso; 
sin  que  haya  necesidad  de  mordiente. 

Este  modo  de  disolver  el  añil  no  os  el  úni- 
co usado  en  los  talleres:  se  emplea  algunas 
veces  la  cal  en  lugar  de  potasa,  para  tener  la 
materia  colorante  en  disolución.  Pero  se  aña- 
de entonces  al  baño  en  que  ha  de  ser  disuelto 
el  añil  una  cantidad  considerable  de  pastel, 
cuya  éntíada  en  fermentación  se  determina  con  ' 
un  poco  de  rubia'  y  salvado.  En  estas  tinas  la 
temperatura  debe  mantenerse  á  un  grado  lijo 
comprendido  entre  50  y  60  grados. 


I 


345 


TINTE 


216 


l'ara  mantener  las  tinas  en  estado  de  teñir, 
es  menesler  tomar  precauciones  minuciosas 
que  no  tratamos  de  esponer  aquí;  diremos  tan 
solo  que  ta  disolución  del  añil  va  siempre  pre- 
cedida de  un  movimiento  de  fermentación  en 
los  materiales  de  que  se  compone  et  baño, 
siendo  necesario  entretener  ese  movimiento 
si  no  se  quiere  que  el  añil  se  descomponga  y 
q  11  c  el  baño  cese  de  teñir;  pero  también  pue- 
de este  al lerarsc  por  csceso,  en  cuyo  caso 
conviene  recurrir  á  la  adición  de  nn  álcali, 
por  ejemplo,  la  cal  ó  la  potasa.  Por  lo  demás, 
la  dirección  de  lus  tinas  es  tan  importante  que 
se  considera  como  la  parte  mas  importante  del 
arte  de  teñir. 

La  diUculIad  de  hacer  entrar  al  añil  en  di- 
solución en  los  álcalis  hu  liecbo  recurrir  á  una 
práctica  mas  sencilla  para  utilizar  la  materia 
calorante  de  aquella  sustancia;  pero  el  resul- 
tado obtenido  es  tan  inferior  á  los  citados  ar- 
riba, que  el  calor  no  tiene  sulidez  alguna.  Con- 
siste esta  práctica,  en  disolver  el  añil  en  un 
peso  séxtuplo  de  ácido  sulfúrico  concentrado, 
cuya  reacción  se  facilita  por  una  ligera  eleva- 
ción de  temperatura.  Se  tiñe  después,  intro- 
duciendo cantidades  variables  de  esta  disolu- 
ción en  una  caldera;  pero  este  tinte,  como  lo 
liemos  observado,  no  es  solido,  y  como  no  se 
conoce  mordiente  alguno  para  darle  (Ijcza,  es 
casi  desusado  por  tos  buenos  tintoreros,  no 
ofreciendo  buen  recurso  mas  que  para  los  te- 
jidos ligeros  de  poca  duración.  , 

Gn  estos  últimos  tiempos,  se  ba  tratado  de 
teñir  la  lana  con  el  azul  de  Frusia,  pero,  no  es 
color  sólido  y  solo  es  aplicable  á  tejidos  de 
poco  precio  como  los  ligeros  de  algodón  ó 
seda. 

Neyro  -sobre  lana.  .  La  nuez  de  agallas,  el 
zumaque,  el  palo  campeche  y  algunas  otras 
sustancias  tíntoriales  que  tienen  la  propiedad 
de  formar  con  la  caparrosa  (sulfato  de  hierro) 
precipitados  negros  mas  ó  menos  subidos,  son 
las  sustancias  .preferentemente  usadas  para  te- 
ñir en  negro.  Para  este  tinte  se  mezcla  siem- 
pre el  campeche  con  las  agallas  o  el  zumaque, 
á  íln  de  dar  mas  brillo  al  color,  y  después  que 
ol  tejido  lia  hervido  en  una  decocion  de  estas 
sustancias  se  añade  caparrosa.  El  matiz  se  mo 
dilica  al  punto  y  pasa  al  negro.  La  ventilación 
aumenta  después  la  intensidad  del  color;  pero 
si  so  apetece  obtener  un  negro  muy  sólido  la 
pieza  que  se  tiñe  debe  recibir  un  matiz  bien 
pronunciado  de  azul  añil  antes  de  pasarla  al 
baño  de  campeche. 

Colores  compuestos  sobre  lana.  Combi- 
nando los  cuatro  "colores  principales  de  que 
acabamos  de  hablar,  se  pueden  obtener  tin- 
tas y  matices  muy  variados.  Los  verdes  sóli- 
dos se  consiguen  trabajando  sobre  tinas  de 
azul  las  lanas  pasadas  por  gualda,  y  para  los 
morados  es  menester  llevar  las  piezas  del  ba- 
íiqi  de  azul  al  de  cochinilla  ó  laca;  asociando 


Combinando  en  mayor  número  los  mismos 
colores  principales,  se  pueden  obtener  todas 
las  tintas  variadas  que  se  usan  en; ciertos  teji- 
dos. Trabajando  las  lanas  empapadas  de  azul, 
en  un  baño  de  gualda,  palo  amarillo  y  rubia, 
al  cual  se  añade  caparrosa,  á  fin  de  hacer  el 
color  mas.  oscuro,  se  obtienen  todos  los  mati- 
ces bronceados  verdes  y  rojos,  en  cuya  escala 
están  comprendidos  todos  los  colores  mistos 
desde  la  venturina  hasta  el  verde  botella.  Los 
grises  se  obtienen  con  pequeñas  cantidades  de 
materia  colorante,  diversamente  combinadas, 
sirviéndoles  de  base  el  azul. 

Tinte  de  la  seda.  La  seda  antes  de  teñirse 
debe  ser  desengomada,  y  en  seguida  se  su-  ' 
merge  durante  muchas  horas  en  una  fuerte 
disolución  de  alumbre,  después  de  lo  cual  se 
pasa  por  agua  clara.  En  esta  disposición  puede 
pasar  á  los  baños  de  tinte. 

Encarnado  sobre  seda.  Se  obtiene  el  en- 
carnado carmesí  sobre  seda  por  medio  de  la 
cochinilla,  haciendo  hervir  dos  partes  de  eslo 
insecto  pulverizado  y  una  de  agallas  para  cada 
doce  ó  quince  de  seda.  Este  color  puede  con- 
vertirse en  escarlata  ó  grana,  pasando  la  se- 
da teñida  por  un  baño  de  alazor  y  por  olro  li- 
geramente amarillo ;  pero  este  ofrece  siempre 
bastantes  diücultades. 

Los  bellos  matices  de  color  de  fuego,  ce- 
reza, rosa,  etc.,  se  consiguen  disolviendo  una 
corta  cantidad  de  azafrán  romi  en  un  álcali, 
después  se  satura  la  disolución  por  un  ácido, 
se  trabájala  seda  en  ella,  y  asi  se  obtiene  un 
matiz  rosado  que  adquiere  intensidad  con  nue- 
vos baños.  También  se  recurre  á  decocciones  de 
achiote  en  un  álcali.  Algunos  usan  para  lo 
mismo  el  brasilero. 

Amarilla  en  seda._  Se  usa  á  una  tempe- 
ratura baja  una  ligera  decocción  de  gualda. 
También  el  cuercitron  produce  matices  amari- 
llos á  una  temperatura  mediana.  Son  muy 
buenos  asimismo  los  tintes  obtenidos  sumer- 
giendo la  seda  á  un  calor  suave  en  el  acetato 
de  plomo  y  en  el  cromato  neutro  de  potasa. 

Azul  en  seda.  Las  tinas  del  añil  en  que  se 
disuelve  esta  sustancia  tintorial  por  la  potasa 
sirven  también  pará  las  sedas.  A  veces  se  usa 
el  sulfuro  de  arsénico  en  lugar  de  la  rubia  y 
salvado,  para  lo  cual  es  preciso  hervir  en  cua- 
renta partes  de  agua,  una  de  añil,  una  de  cal  ó 
potasa  y  otra  de  sulfuro  pulverizado,  y  csLen- 
der  esta  preparación  en  una  tina  que  couteii- 
ga  una  ligera  disolución  de  potasa  algo  ca- 
liente. 

La  seda  toma  primero  un  matiz  azul,  perú 
muy  fugaz,  en  una  decocción  de  palo  campe- 
che enfrio,  después  de  haberla  dejado  por  al- 
gún tiempo  en  una  disolución  de  una  sal  de 
cobre. 

El  tinte  por  el  azul  de  Prusia  es  mas  sóli- 
do c[ne  el  mencionado  últimamente,  pero  mas 
alterable  que  el  de  añil.  Para  obtenerlo  se  in- 


dul  propio  modo  el  amarillo  y  encarnado  se.troduce  la  seda  en  una  ligera  disolución  de 
obtienen  los  tinles  mas  variados  de  anaranjado,  hidroclorato  de  triióxido  de' hierro,  y  d'espue 


247 


TINTE  -TIÑA 


248 


de  haberla  lavado  se  somete  A  una  disolución 
de  jabón  hirviendo;  se  lava  otra  vez  y  se' in- 
troduce en  oua  débil  disolución  de  prusiato 
alcalino,  acidulado  con  un  poco  de  áoido  sul- 
fúrico. Esta  inmersión  le  hace  lomar  inmedia- 
tamente un  color  azul  que.  tiene  brillo,  pero 
une  parece  verdoso  siempre  que  se  espone 
al  sol. 

Negro  en  seda.  Ei  tinte  de  !a  seda  en  ne- 
gro se  obtiene  por  diferentes  procedimientos 
que  ¡10  describiremos,  pero  cuyo  objeto  es  com- 
binar esa  sustancia  con  las  agallas,  el  zuma- 
.que,  cí  campeche  y  las  sales  de  cobre  y  hier- 
ro, sustaucias  que  con  su  reacción  producen 
el  negro.  . 

Colores  compuestos  en  seda.  En  cnanto  á 
los,  colores  compuestos  se  obtienen  combinan- 
do los  diferentes  matices  citados,  por  medios 
en  cuyos  pormenores  iío  entraremos,,  pero  que, 
dependen  de  la  habilidad  del  tintorero. 

Tinte  del  algodón  y  del  lino.  Esías  sus- 
tancias se  traen  casi  siempre  en  frió  como  la 
seda.  Lo  que  digamos  del  algodón  es  aplica- 
ble 'igualmente  al  liuo. 

Se  procede  ptimero  al  Tranqueo  por  los 
procedimientos  conocidos  para  esta  operación 
y  después  se  someten  las  piezas  á  una  decoc-. 
croo  caliente  de  agallas  y  á  otra  tibia  de  alum- 
bre, después  de  lo  cual  se  pasa  á  los  baños  de 
titile. 

Enmmado  en  algodón.  Se  introducen  los 
objetos  en  un  baño  qnc  tenga  rubia,  cuya 
temperatura  se  eleva  basta  la  ebullición  y  des- 
pués á  otro  absolutamente  semejante.  Las  pro- 
porciones de  rubia  han  de  ser  ¡guales  al  peso 
de  las  piezas.  El  encarnado  asi  obtenido  care- 
ce do  brillo;  para  obtenerlo  es  menester  hacer 
preceder  el  tiute  de  ciertas  opcracíunes,  cuyo 
objeto  es  combinar  el  tejido  con  sales  anima- 
les. También  se  Uñe  de  encarnado  con  el  bra- 
silete;  pero  sin  solidez. 

Amarillo  en  algodón.  La  gualda,  el  palo 
amarillo  y  el  cuercitron  suministran  matices 
de  color  amarillo,  sóüdo.  También  se  usan  las 
sales  de  hierro,  pero  haciendo  pasar  después 
los  objetos  por  una  disolución  de  álcali  cáus- 
tico. El  crómalo  de  plomo  aplicado  del  mis- 
mo modo  que  en  la  serla ,  comunica  también 
a!  algodón  un  color  amarillo. - 

Azul  an  algodón  El  algodón  toma  un  ma- 
tiz azul  sólido  cuando  se  trabaja  en  frío  en  una 
tina  de  cal,  caparrosa,  añil  y  un  poco  de  sosa; 
á  esta  suele  sustituirla  otra  en  que  la  potasa 
Y  el  oropimente  se  emplean  para  disolver  el 
añil;  pero  en  estos  dos  casos,  el  producto  tiene 
igual  solidez.  >'o  sucede  lo  mismo  con  el  tinte 
de  aznl  de  Prusia,  que  se  aplica  casi  de  igual 
modo  que  en  la  seda,  yes  un  matiz  muy  malo 
el  obtenido  cuu  eampei.ho. 

Negro  en  algodón.  ihiede  darse  un  matiz 
negro  al  ajgbdoíi  recurriendo  á  diferentes  ppe- 
raciones,  cuyo"  objeto  es  someterlo  á  la  reac- 
ción de  las  aballas,  del  zumaque  ó  del  cam- 
peche y  á  la  de  una  sal  de  hierro;  comunmente 


el  acetato.  Hay  otros  procedimientos,,  per» 
creemos  supérll'uo  mencionarlos. 

Sara  los  colores  complexos  téngase  pre-. 
senté  lo  dicho  acerca  del  tinte  sobre  lana  y  seda. 

Impresión  de  los  tejidos  en  algodón.  Ko 
podemos  dar  una  idea  completa  del  estampa- 
do. Soto  haremos  notar  que  los  mordientes 
mas  usados  son  los  acetatos  de  alúmina  y 
hierro,  espesados  con  almidón  y  trasportados 
al  tejido  por  medio  de  planchas  á  propósito. 
Esas  sustancias  sirven  de  escipientes  para  el 
color;  cuando  las  piezas  se  someten  á  los  ba- 
ños de  tinte,  solo  toman  matiz  las  parles  im- 
presas con  el  mordiente.  Un  lavado  fácil  lia- 
ce  desaparecer  la  mancha  de  color  que  pu- 
dieran tomarlas  parles  no  cubiertas.  Los  ma- 
tices de  rojo  y  amarillo  exigen  el  uso  del  ace- 
tato de  alúmina;  los  violarlos  y  negros  el  ace- 
tato de  hierro.  En  cuanto  á  los  colores  com- 
puestos se  obtienencon  la mezclade  mordientes 
y  colores. 

TI.Ñ'A.  [Medicina.)  Bajo  el  nombre  gonú- 
rico  de  tinas  ó  pórrigos,  se  han  comprendido 
todas  las  inflamaciones  del  cuero  cabelludo, 
y  no  es  raro  ver  algunos  autores  que  han  res- 
tringido tanto  su  sentido,  que  han  considera- 
do como  enfermedades  diferentes  las  varieda- 
des del  mismo  nial:  el  nombre  de  estas  es- 
pecies ha  variado  según  las  opiniones  de  los 
nosologistas,  y  lo  mismo  su  nomenclatura  y 
sus  descripciones:  algunos  llaman  pórrigo 
&  lo  que  otros  ezema,  impétigo,  psoriasis,  etc., 
nosotros  vamos  á  dar  primero  su  definición  y 
etimología,  y  luego  nos  ocuparemos  de  su 
clasificación  y  descripciones.  La  tina,  es  una 
erupción  de  pústulas,  psydraciadas,  esto  es, 
pústulas  pequeñas  sin  areola  inflamatoria  y 
contagiosa,  cuyo  sitio  principal  es  el  cuero  ca- 
belludo, aunque  no  osla  exento  de  padecerlas  el 
resto  del  cuerpo:  según  Mosquillón  la  palabra 
linea  fué  empleada  por  primera  voz  pur  Es- 
teban Autioche  que  tradujo  en  1127  las  übras 
de  Habi-Ilabas  induciéndole  á  servirse  de  esla 
palabra,  la  analogía  que  existia"' entro  la  en- 
fermedad que  describió  y  las  cualidades  de  un 
inseclo  del  mismo  nombre,  pues  que  la  pri- 
mera corroe  las  partes  aféetadas  y  el  otro  des- 
truye los  tejidos:  otros  elimologistas  creen, 
que  la  palabra  linea  es  deríva  la  ríe  tenere  y 
que  hace  alusión'  á  la  rebeldía  de  la  erupción; 
últimamente  según  otros  esta  palabra  es  deri- 
vada del  árabe.  Muchas  han  sido  las  clasifica- 
ciones que  de '.esta  enfermedad  se  ha  hecho, 
vamos  á  enumerar  rápidamente -las  principa- 
les; Guy  de  Chaiiliac  ailmiliq  Uñas  favosas, 
¡¡cosas ,  amedosas,  tuberosas  y  lupinosas. 
Alibort  admitió  cinco  especies  que  son:  la 
mucosa,  furfurúcea,  ámiantácea,  granulo- 
sa y  favosa;  Willam  recurriendo  á  la  palabra 
griega  pórrigo.,  admitió  seis  variedades:  el 
pórrigo  larvalis,  el  furfurans,  el  lupinosa, 
el  scutidata,  al  decalvans  y  el  favosa.  Mayer, 
en  Un,  admite  solo  cuatro,  que  spn  la  favosa,* 
la  (titular,  la  granulosa  y  la  mucosa*  nos- 


240 


TINA. 


■230 


oíros  seguiremos  para  su  descripción  la  división 
de  Aliberl,  pues  nos  parece  la  mejor:  las  cau- 
sas mas  comunes  de  las  liñas,  son  la  edad  de 
dos  ú  siete  años,  la  labes  escrofulosa  y  sifilí- 
tica, congénilas  ó'  adquiridas,  el  empobreci- 
miento orgánico,  el  desasco,  la  miseria,  las 
liabilaeioiics  bajas,  húmedas  y  mal  ventiladas, 
los  nialos  alimentos:  el  desabrigo,  el  lemflem- 
nicntü  litifálico  y  laaueniia,  predisponen  y  aun 
determinan  en  la  generalidad  de  los  casos  esla 
enfermedad:  los  empachus  gástricos  y  nn  es- 
tado (le  irritación  crónica  del  tubo  digestivo, 
son  también  causas  abonadas  pura  su  produc- 
ción: esla  enfermedad  es  esencialmente;  con- 
liigiosa  en  el  mayor  número  de  sus  especies  y 
variedades,  y  si  algunos  han  querido  negarle 
esta  propiedad,  ha  sido  porque  ta  confundie- 
ron con  los  ezenia,  ¡mpeligos,  ele,,  se  cotnu- 
nica  por  medio  de  los  peines,  gorros  ú  otros 
utensilios  impregnados  del  p'is-  que  mana  de 
las  coslras  de  los  tinosos,  y  eslo  mayurmeule 
cuando  hay  algunas  escoriaciones  en  el  cuero 
cabelludo  que  recibe  el  contagio;  por  eslo  se 
la  observa  lan  frecuentemente  en  ,  los  hospi- 
cios, hospitales  y  casas  de  bcncQceneia,  en 
que  ¡as  reglas  higiénicas  no  se  ponen  en  prác- 
tica, ó  son  totalmente  iuatendidas,  como  suce- 
de eu  nuestro  desgraciado  pais,  en  el  que, 
todavía  se  cree,  que  los  preceptos  higiénicos, 
son  solo  para  los  convalecientes  y  que  los 
médicos,  solo  deben  intervenir  en  el  Iratamien? 
to  de  las  enfermedades.  ¡Plegué  al  cielo  que 
la  civilización  de  oíros  países  derrame  en  bre- 
ve su  riego  por  nuestra  hermosa  patria! 

Tiña  favosa:  generalmente  los  que  van  á 
padefier  la  liña  esperimenlau  un  prurito  y  ar- 
dor insoportable  en  la  cabeza,  la  culis  del  crá- 
neo se  pone  roja  y  tumefacta  y  en  seguida  se 
manifiesta  la  erupción  con  caracteres  algo  di- 
versos seguu  la  especie  do  liña.  La  favosa  se 
presenta,  por  lo  coinnn,  en  la  cabeza,  el  cue- 
llo y  los  codos,  con  pústulas  ó  mejor  peque- 
ños puntos  amarillos,  hundidos  en  la  piel  de 
cuyo  nivel  no  csceden,  circulares  y  deprimi- 
dos en  el  centro,  de!  cual  nace  un  pelo  ó  ca- 
bello, la  depresión  de  estos  puntos  empieza 
á  ser  visible  desde  el  quinto  dia  déla  erupción; 
la  comezón  aumenta,  rásganse  las  pústulas  y 
el  liquido  se  coucrela  que  tenían  formando  ¡ 
costras  circuidas  de  una  areola  rubicunda,  las ! 
cuales  crecen  insensiblemenle  hasta  adquirir : 
en  alguna  ocasión  una  pulgada  de  diámetro,  j 
Reuniéndose  estas  unas  con  oirás,  forman  cos- 
tras cstensas  y  amarillas,  con  depresiones  yj 
luindiinieutos  que  corresponden  á  los  de  las  ■ 
pústulas  primitivas,  eu  cuyo  estado  se  las ' 
compara  á  nn  panal  de  miel:  la  irrilaeiou  y 
prurito  que  causa  el  mal,  y  peor  todavía,  l'a! 
que  ¡producen,  los  innumerables  piojos,  que  se' 
anidan  debajo  de  estas,  ocasionan  un  comezón  i 
insoportable:  las  costras  se  levanlany  se  abren  ' 
rascándose  las  enfermos  y  mana  de  ellas  y  de 
jas  grietas  que  las  separan,  un  liquido  que 
liuele  á  ojina  de  gato,  y  muy  nauseoso  cuan- ' 


do  las  costras  se  cae  por  el  auxilio  del  arte  ó 
con  los  esfuerzos  de  la  naturaleza;  entonces 
queda  rubicundo  el  cutis,  liso  con  úlceras  que 
profundizan  hasta  los  huesos  del  cráneo  y  sin 
cabellos,  o  solo  con  algunos  que  parece  se 
hallan  eu  estado  .morboso  por  ser  de  color 
elaro  muy  delgados  y  de  aspecto.  lanoso:  es- 
la variedad  de  la  liña  es  esencialmente  conta- 
giosa. 

Tiña  rugosa  ó  granulosa:  empieza  por 
pústulas  blancas  y  amarillas  muy  inflamadas 
en  su  circunferencia,  pruriginosas  y  con  un 
pelo  en  el  centro,  (fue  revientan  al  segundo  ó 
tercer  dia  de  haber  brotado;  babean  un  humor 
que  secándose  forma  costras  de  color  gris  os- 
curo, las  cuales  pegan  los  cabellos  en  mano- 
jos, se  endurecen  con  el  tiempo  y  cuando  se 
desprenden  quedan  esparcidas  entre  aquellos, 
confundiéndose  con  la  multitud  de  piojos  que, 
son  muy  abundantes  en  esta  variedad  de  liña. 
Los  tubérculos  que  forman  las  castras  soldu- 
ras, abollados,  desiguales,  irregulares,  bastan- 
te separados  unos  de  otros,  sin  hundimiento 
en  el  centro,  secos  y  del  color  espresado; 
estos  tubérculos  que  resulian  déla  desecación 
de  las  costras  constituyen  los  caracteres  de  la 
tiñá  granulosa,  mirada  por  algunos  como  uno 
de  los  periodos  de  la  mucosa.  Jamás  es  conta- 
giosa ni  destruye  el  bulbo  de  los  cabellos.  - 

Tiña  mucosa  ó  benigna:  esta  especie  se 
presenta  comunmente  durante  la  infancia  y 
puede  durar  basta  la  edad"  de  tres  á  cuatro 
aiius:  se  diferencia  de  las  demás  especies  eu 
que  las  úlceras  y  costras  dan  siempre  un  hu- 
mor amarillo,  (¡lamentoso,  circunstancia  que 
ha  dado  origen  al  nombre  de  tiña  mucosa, 
con  que  se  la  designa:  empieza  por  ulceracio- 
nes superficiales  del  cuero  cabelludo,  siempre 
humedecidas  por  el  liquido  que  segregan,  mu- 
coso, amarillento  y  parecido  á  la  miel  corrom- 
pida, este  liquido  se  seca  y  forma  costras, 
comunmente  amarillas,  á  veces  cenicientas, 
con  nu  tinte  verdoso  yque  se  desprenden  con 
facilidad  del  cuero  Cabelludo,  las  mismas  cosr 
tras  abriéndose  luego,  se  hallan  reblandecidas 
por  un  humor  fétido,  espeso,  de  consistencia 
de  jarabe,  que  mana  en  abundancia  de  la  úl- 
cera que  está  debajo,  adquieren  sucesivamen- 
te mayor  grueso  y  estension  y  alcanzándose 
unas  á  oirás  forman  chapas  muy  anchas  que 
cubren  á  veces  toda  la  cabeza  á  manera  de  un 
casquete:  el  olor  que  despiden  los  niños  sino 
se  les  mantiene  muy  limpios,  es  sumamente 
nauseoso  c  insoportable.  Aun  cuando  se  cai- 
gan los  cabellos,  vuelven  á  aparecer  dentro 
de  poco  con  señales  que  manilleslau  no  estar- 
afectados  los  bulbos  que  los  nutren:  la  tiña 
mucosa  puede  propagarse  á  la  frente,  sienes  y 
orejas  desarrollándose  en  estos  puntos  por 
medio  de  pústulas,  vesículas  ó  pequeños  abs- 
cesos, muy  dolorosos  de  que  mana  después  de 
su  abertura,  espontánea  o  efecto  de  rascarse, 
un  liquido  tenaz,  el  cual  desecándose  se  con- 
creta éft  costras  blandujas,  amarillentas,  ¿  ít&i 


251 


TINA 


252 


ees  algo  rojizas:  la  tumefacción  del  cuero  ca- 
belludo se  estiende  á  veces  ¡«isla  las  orejas 
yadquieren  estas  doble  volumen,  del  natural; 
la  comezón  es  tan  vivaque  obliga  á  los  infan- 
tes á  rascarse  sin  cesar:  después  do  caídas  las 
costras  la  cutis  del  cráneo  se  preséntamenos 
inflamada  que  en  las  especies  anteriores,  se 
mantiene  siempre  húmeda  y  despide  un  olor 
análogo  al  de  la  leche  cuando  empieza  á 
agriarse,  Mr.  Alibert  ha  observado  que  cuando 
las  costras  no  fluyen,  los  niños  están  tristes, 
inquietos,  taciturnos  y  enfermizos  y  muy  ale- 
gres, ai  contrario,  euarjdo""cl¡ui  una  cantidad 
propurcionada  de  ruucus;  esta  variedad  nunca 
es  contagiosa  según  la  mayor  parte  de  los  auto- 
res: el  desaseo  del  cuerpo  y  principalmente  de 
la  cabeza,  parece  influir  mas  que  ninguna  otra 
circunstancia  en  su  desarrollo:  muchos  han 
confundido  la  liña  mucosa  con  las  costras  lác- 
teas, pero  estos  dos  exantemas,  se  diferencian 
esencialmente  por  su  sitio,  duración  y  sínto- 
mas que  los  acompañan. 

Tíña  furfurácea:  con  este  nombre  se  de- 
signa la  inflamación  del  cuero  cabelludo  (pío 
empieza  por  una  comezón  viva,  seguida  de  pe- 
queñas manchas  rojas,  descamación  del  epi- 
dermis y  secreción  de  un  humor,  que,  cuaján- 
dose en  forma  de  escamas  delgadas,  blancas  ó 
rojizas,  adherentcs  á  la  raiz  de  los  cabellos, 
forma  cajias  escamosas  que  ceden  á  la  .presión 
del  dedo,  al  contrario  de  las  costras  de  latina 
favosa,  que  resisten  á  esta  acción:  las  escamas 
se  desunen  con  solo  tocarlas  ligeramente  y 
cuando  caen  dejan  la  piel  sonrosada  y  relu- 
ciente, cual  si  hubiese  sido  barnizada,  que- 
dando muy  raras  veces  áspera. 

Tina  amiantácea;  esta  tina  ha  sida  des- 
crita poco  tiempo  hace  por  Alibert,  el  que  di- 
ce, aparece  por  boloncitos  en  la  parle  fiogo- 
seada  del  cuero  cabelludo,  de  los  cuales  mana 
nn  liquido  gris  que  le  solidifica  formando  es- 
camas muy  delgadas ,  relucientes,  de  color 
blanco,  plateado  ó  nacarado,  que  &  manera  de 
canutos  envuelve  los  cabellos  ó  manojos,  del 
mismo  modo  que  la  película  blanca  de  las  plu- 
mas de  una  ave  tierna  envuelve  los  Clámen- 
los de  que  consta  y  -los  aglutina  entre  si:  cua- 
tro-circunstancias  caracterizan,  según  él,  es- 
ta nueva  especie  de  tifia,  el  color  blanco  pla- 
teado de  las  escamas  que  jamás  forman  cos- 
tras, la  disposición  arrollada  y  oblonga  de  las 
mismas,  la  división  por  manojos  de  cabellos 
que  esta  secreción  reúne  y  los  surcos  superfi- 
ciales que  las  separan,  Los  mas  de  los  enfer- 
mos que  padecen  la  tifia  tienen  infartadas  las 
glándulas  cervicales  ú  occipitales  y  muy  a  me- 
nudo doiorosas;  la  tifia  inveterada  hace  estra- 
gos dé  consideración,  especialmente  cuando 
se  ha  descuidado  en  su  principio,  las  orejas 
se  ponen  sumamente  hinchadas,  los  ojos  pa- 
decen la  psoroftalmia  y  un  lagrimeo  habitual, 
las  pústulas  adquieren  cada  dia-mayor  hedion- 
dez, los  cabellos  se  secan  y  se  caen  y  son 
blanquecinos  y  lanosos  los  que  nacen,  la  in- 


teligencia está  como  sofocada,  aniquiladas  las 
fuerzas  musculares  y  aun  según  algunos  Im- 
pedido el  desarrollo  de  los  órganos  genitales. 

La  tina,  aun  cuando  siempre  presenta  im 
carácter  benigno,  es  una  de  las  enfermedades 
mas  asquerosas,  á  menudo  <liUctl  de  curar,  y 
á  veces  de  peligrosa  curación,  se  reproduce 
con  facilidad,  cuando  al  parecer  ya  se  habla 
destruido  y  es  rebelde  á  los  medios  terapéuti- 
cos; las  revoluciones  que  acarrea  en  la  econo- 
mía el  paso  de  una  edad  á  otra,  la  cura  á  ve- 
ces, pero  no  es  raro  observar  cu  estos- casos 
la  aparición  de  un  hidroeéfalo  ,  empiema,  los 
ferusa,  ú  otras  enfermedades  internas,  conse- 
cutivas á  su  desaparición,  que  no  pocas  ve- 
ces ponen  en  peligro  la  vida  de  los  enfermos; 
de  aqui  la  necesidad  de  tratarla  con  método 
para  no  suprimirla  de  repente  y  prevenir  un 
trasporte  de  irritación  ,  que  se  lia  visto  con 
frecuencia  cuando  se  ha  suprimido  impruden- 
temente un  flujo  que  al  propio  tiempo  que  ya 
habitual,  se  habia  hecho  depuratorio:  cuando 
no  se  ha  curado  la  tina  anles  de  la  pubertad, 
poca  ó  .njngima  esperanza  nos  queda  de  su 
curación  posterior,  y  nos  debemos  guardar  de 
asegurar  el  éxito  de  nuestras  medicaciones, 
hasta  que  no. hayan  pasado  meses  y  aun  años 
después  cío  su  total  desaparición. 

£n  su  tratamiento  debemos  cuidar  de  ar- 
reglar primero  las  funciones  que  aparezcan  al- 
teradas, moderar  la  inflamación  de  las  parles 
enfermas,  ó  tal  vez  escitarlas;  quitar  las  cos- 
tras á  medida  que  aparezcanfusav  do  una  es- 
merada limpieza  en  todas  estas  partes;  esta- 
blecer puntos  de  fluxión  mas  ó  rnenos  lejos  del 
cuero  cabelludo  ;  secar  luego  la  liña  y  preve- 
nir la  recidiva:  vamos  á  dar  una  ligera  idea 
de  lOs  medios  mejores  de  satisfacer  estas  in- 
dicaciones. La  .limpieza  del  cuerpo  os  indis- 
pensable para  facilitar  la  traspiración,  á  cuyo 
íln  emplearemos  los  baños  tibios  y  repetidas 
lecciones  sobre  toda  la  superficie  del  cuerpo: 
mantendremos  el  vientre  libre  por  medio  do 
un  laxante,  usando  ademas  con  frecuencia  do 
las  leches  y  aun  do  algún  tónico,  si  la  atonía 
intestinal  llamase  nuestra  atención:  en  las  ti- 
pas algo  antiguas  antes  de  aplicar  tópicos  que 
puedan  suprimirlas,  debemos  promover  por 
espacio  de  tres  ó  cuatro  dius  evacuaciones  ven- 
trales frecuentes:  como  la  cabeza  por  lo  co- 
mún está  muy  sucia,  y  en  la  generalidad  pla- 
gada de  piojos,  se  cortará  el  pelo,  se  lavará 
cuidadosamente  con  un  liquido  emoliente  ,  y 
se  untará  repetidas  veces  con  la  pomada  do 
cebadilla,  y  si  hubiese  tumefacción  y  síntomas 
inflamatorios,  convienen  algunas  aplicaciones 
de  sanguijuelas  alrededor  de  la  cabeza,  su  nú- 
mero proporcionado  á  la  lension,  rubor,  ca- 
lor y  dolor  de  la  parte,  añadiendo  á  esto  el 
uso  de  los  semicupios.  Asi  como  en  muchos 
casos  reclama  esta  afección  el  uso  de  los  anti- 
flogísticos, asi  en  otros  también  debemos  em- 
plear los  tónicos;  cuando  la  anemia,  el  empo- 
brecimiento de  la  constitución  y  la  pérdida  de 


253 


T1ÑA— TIPOGRAFIA 


las  fuerzas  se  hacen  sentir,  ostán  indicados  los 
cocimientos  de  plantas  amargas  y  aromáticas, 
y  un  pin»  higiénico  reconstituyente.  No  son 
siempre  suficientes  para  la  curación  de  la  tiña 
los  sencillos  medios  que  acabamos  de  enume- 
rar, v  se  liace  por  lo  general  indispensable 
ruc'u'rir  á  otros  mas  enérgieos,  las  prepara- 
ciones alcalinas,  sulfurosas  en  chorros  y  en 
loccloncs,  las  pomadas  de  la  misma  naturale- 
za, los  caterélicos,  los  revulsivos  á  partes  mas 

0  menos  distantes  del  centro  de  fluxión  y  los 
antiflogísticos  usados  con  constancia,  seliacen 
á  veces  necesarios  para  triunfar  de  tan  rebel- 
dc  dolencia.  En  algunos  casos,  las  erupciones 
Uñosas  han  traído  con  su  aparición  notables 
mejoras  en  enfermedades  internas  invetera- 
da ,  estableciendo  sobre  el  cuero  cabelludo 
una  especie  de  revulsión  saludable;  en  tales 
circunstancias,  procederemos  con  mucha  pru- 
dencia en  su  tratamiento,  cuidando  de  no  ha- 
cerla desuparecer  bruscamente,  pues  esto  po- 
dría traer  futirles  consecuencias.  Por  último 
diremos  que  hay  ciertas  tinas  que  recaen  en 
silgólos  linfáticos  y  caquécticos,  que  solo  des- 
aparecen á  beneficio  de  medios  higiénicos, 
tales  son  el  aire  puro,  los  buenos  alimentos, 
d)  ejercicio ,  el  aseo  ,  la  tranquilidad  de  espí- 
ritu, ble. 

TIODÁCTILOS.  {Historia  natural.)  Grupo  de 
reptiles,  del  orden  de  los  saurios  y  de  la  fa- 
milia de  los  gecotios.  Los  animales  de  este 
grupo  tienen  los  dedos  dilatados  en  sn  estre- 
rno,  en  forma  de  placas  esl  riadas  por  debajo 

1  manera  de  abanico ,  con  una  hcndidura'en 
el  medio ,  y  eñ  ella  la  uña  que  es  muy  gan- 
chuda, 

TIPOGRAFIA..  El  descubrimiento  de  la  im- 
prenta separa  al  mundo  antiguo  del  mundo 
moderno ,  abre  un  nuevo  horizonte  al  genio 
del  hombre,  y  por  su  relación  intima  con  las 
ideas,  parece  ser  un  nuevo  sentido  de  que  le 
dola.  Una  grande  diferencia  lé  distingue  de 
los  oíros  grandes  descubrimientos  de  la  mis- 
ma época,  la  pólvora  y  el  Nuevo  Mwido,  y 
aun  el  que  nos  es  contemporáneo  ,  el  vapor, 
no  puede  serle  comparado.  Jíu  efecto,  estos 
grandes  y  útiles  descubrimientos  no  han  obra- 
do i  mas  <¡ue  sobre  la  parte  material  de  la  hu- 
manidad: la  pólvora  igualando  la -fuerza  bru- 
ta ,  el  Nuevo  Mundo  completando  los  dones 
terrestres  del  Criador,  yol  vapor  acrecentando 
las  fuerzas  productivas  del  hombre ,  á  quien 
libra  del  esceso  de  fatiga  á  que  estaba  conde- 
nado: mientras  que  la  imprenta,  que  todavía 
no  lia  terminado  su  misión  de  ilustrar  al  mun- 
do sin  ponerle  en  combustión,  eleva  el  nivel 
de  la  inteligencia  humana  y  nos  aproxima  á 
la  soberana  inteligencia  con  que  Dios  dotó  al 
liombre  al  criarle  á  su  imagen. 

La  imprenta  es  un  descubrimiento  que 
Hinchas  ciudades' se  disputan,  que  ha  mereci- 
do grandes  elogios,  y  que  los  pontiltees  y 
prelados  han  proclamado  divino  desde  su  na- 
cimiento. A  la  imprenta  se  deben  los  grandes 


progresos  de  la  civilización,  y  sin  ellalos  pue- 
blos no  hubieran  podido  comunicarse  sus  pen- 
samientos y  sus  sentimientos  y  vivir  en  cierto 
modo  en  una  vida  común.  Abandonados  á  la 
ignorancia  y  á  las  preocupaciones  que  sostie- 
nen las  antipatías  nacionales,  nunca  podrían 
ofrecer  el  maravilloso  espectáculo  de  una  con- 
cordia universal. 

Es  de  admirar' que  el  inventor  de  un  arte 
que  anota  todas  las  invenciones  y  conserva 
para  siempre  su  recuerdo,  haya  querido  ocul- 
tar su  nombré  á  la  posteridad.  La  antigüedad 
so  aproximó'  mucho  al  descubrimiento  de  la 
imprenta:  los  chinos  concibieron  la  impresión 
tabellada  300  años  antes  de  Jesucristo.  Los 
egipcios  y  los  griegos  grababan  caracteres  en 
relieve,  y  la  impresión  húmeda  ya  fué  hallada 
por  Agesiluo  entre  los  griegos.  Qúintiliano  y 
San  (Jerónimo  nos  dicen  que  en  su  tiempo  se 
empleaban  letras  movibles  para  enseñar  á 
leer  á  los  niños ; '  los  patrones  recortados  y 
otros  medios  de  señalar  los  caracíéres,  ya  es- 
tuvieron en  uso  desde  .la  edad  media.  A  estos 
informes  ensayos  hechos  con  tablas  de  made- 
ra, con  letras  movibles  de  madera ,  y  por  úl- 
timo con  caracteres  de  metal,  primero  escul- 
pidos y  luego  fundidos  y  retocados  al  buril, 
se  debe  el  origen  de  la  imprenta.  La  urgencia 
del  descubrimiento  de  este  arte  era  ya  tan  ge- 
neralmente sentida  ,  que.,  para  probarlo  basta- 
citar  el  pasage  siguiente  de  Sebastian  Munster, 
en  su  Cosmografía  universal, 

«Casi  en  nuestro  tiempo  se  ha  inventado 
este  arte  de  imprimir  los  libros  con  tipos  de 
estaño:  invención  divina  ,  suceso  memorable, 
que  ya  por  sí  tan  diguo.de  admiración,  lo  se- 
ria aun  mas  si  no  hubiese  inconveniente  en  di- 
vulgarle. Es  una  maravilla  casi  increíble,  aun- 
que verdadera,  que  un  solo  operario,  y  en  uii 
solo  día,  pueda  producir  tanto  eómo  en  dos 
años  el  escribiente  mas  espedito.  Esta  inven- 
ción alemana  produjo  al  principio  mucho  asom- 
bro y  después  grandes  beneficios.  El  autor  de 
este  bello  descubrimiento  fué  juaíí  gütemberg 
(1440),  noble  de  nacimiento,  que  hizo  sus  pri- 
meros ensayos  en  Maguncia,  con  una  perse- 
verancia que  sobrepujó  á  la  fé  que  tenia  en  su 
descubrimiento.  Débil  en  sus  principios,  bien 
pronto  este  ingenioso  descubrimiento  del  en- 
tendimiento humano  llegó  á  la  perfección  que 
en  el  día  tiene.  Sin.  él  perdidos  eran  todos  los 
buenos  estudios  en  estos  últimos  tiempos  en 
que  nadie  cuida  mas  quede  su  provecho,  y  en 
que  domina  la  insaciable  sed  de  la  ganancia 
basta  tal  punto  que  apenas  so  dignan  recoger 
en  las  calles  esos  libros  escelontes  que  no  se 
podían  adquirir  en  otro  tiempo  á  fuerza  de  di- 
nero. Ciertamente  que  antes  del  descubrimien- 
to de  la  imprenta,  cuando. ya  los  buenos  auto- 
res empezaban  á.  ser  abandonados ,  todas  las 
doctrinas  hubiesen  desaparecido  con  ellos,  si 
este  arle  no  hubiese  venido  ásu  auxilio.  Ha  si- 
do Dios  ordenador  de  todas  las  cosas,  que  no 
abandona  jamás  las  do  este  mundo  y  provee 


i 

iberaknente  al  bienestar  general,  el  que  hizo 
á  los  mortales  el  don  indispensable  de  la  im- 
prenta en  el  momento  en  que  perecían  las  le- 
tras y  Ja  bisloria.  Mas  por  'ella  revivieron  y  se 
esparcieron  por  lodos  los  países,  lo  mismo  que 
la  memoria  de  ¡os  tiempos  antiguos,  la  sabi- 
duría de  los  filósofos,  etc.» 

Sin  embargo,  de  que  Gutemberg  está  gene- 
ralmente reconocido  como  el  inventor  de  la 
imprenta,  no  hay  un  libro  siquiera  impreso 
que  lleve  su  nombre.  Se  ignora  cual  sea  la 
causa:  tal  vez  sea  uno  de  esos  misterios  que 
rodean  el  origen  de  la  imprenta  y  que  nadie 
lia  podido  penetrar.  ¿Gnlemberg  lia  tenido  par- 
te en  las  obras  que  lian  aparecido  con  el  nom- 
bre de  Faust  y  de  Schosfer?  $f  en  este  caso 
por  qué  )a  omisión  de  su  nombre  eotte  los  de 
sus  asociados?  Si  es  tan  difícil  en  un  gran  nú- 
mero de  descubrimientos,  sobre  todo  .en  la 
edad  media,  saber  el  nombro  de  los  invento- 
res y  lijar  la  época  de  la  invención,  se  conci- 
be cuanto  se  aumentará  la  dificultad,  cuando 
los  inventores  han  querido  rodearse  de  un 
profundo  misterio,  para  que  los  productos  de 
sus  nuevos  descubrimientos  no  pudieran  dis- 
tinguirse délos  que  la  mano  de  los  escribien- 
tes creaba  tan  lenta  y  penosamente. 

Lo  que  aumenta  las  dificultades  y  compli- 
ca la  cuestión  es  que  casi  desde  su  origen,  in- 
•tereses  nacionales  y. también  intereses  de  fa- 
milia, lian  querido  atribuirse  el  honor  de  este 
descubrimiento  y  hacer  inclinar  la  balanza  en 
favor  ya  sea  de  tlarlem¿  ya  sea  do  Maguncia, 
de  Estrasburgo  y  de  Barnberg,  y  uo  se  citan 
aquí  mas  que  las  ciudades  cuyas  pretensiones 
tienen  algún  titulo  en  que  apoyarse.  Solo  Es- 
trasburgo y  Maguncia  tienen  derechos  incon- 
testables al  descubrimiento  de  la  impresionen 
caracteres  movibles,  dejando  á  ¡Jarlem  el  mé- 
rito de  haberlas  adelantado  respecto  de  ía  im- 
presión en  tabla. 

Se  pretende  que  en  Ja  biblioteca  real  de. 
Munich  existe  uu  libro  en  versos  alemanes, 
impreso  con  caracteres  de  madera  hacia  fines 
de  1434,  pero  de  todos  los  libros  mas  antiguos 
que  se  han  podido  reunir,  resulta  quclos  de 
fecha  mas  remota  datan  de  1442.  A  los  veinte 
y  cinco  años  de  haberse  impreso  este  primer 
libro,  ya  en  las  cortes  y  principales  ciudades 
de  Europa  estaba  difundido  el  instrumento  que 
es  por  escelencia  él  propagador  de  los  cono- 
cimientos humanos. 

La  imprenta  se  introdujo  en  España  mas 
tarde  que  en  Italia  y  que  en  Francia,  sin  em- 
bargo de  que  ia  fabricación  del  papel  ya  esta- 
ba introducida  eu  España  desde  el  tiempo  de 
los  árabes.  En  1474  se  imprimió  el  primer  li- 
bro en  Valencia  con  el  titulo  de  Trabes  della 
Ver  ge  María  en  i."  En  Sevilla  Ja  imprenta 
apareció  en  1475,  1,0  mismo  que  en  Zaragoza, 
En  Salamanca  en  1485;  en  Toledo, en  1486;  en 
Barcelona  en  ]  407.  y  en  Madrid  en  1 499. 

En  Alcalá  fué  impresa  á  toda  costa  y  por  la 
voluntad  del  cardenal  Jiménez  de  Cisneros;  la 


TIPOGRAFIA. 


966 


primera  Biblia  Políglota,  6  vol.  en  folio,  des- 
de 13 14  ¡i.  ¡517,  por  Arnaído  Guillermo  de  nro. 
car.  .\Tíula  se  omitió  para  el  buen  desempeño 
de  los  trabajos  y  para  el  esmero  en  la  parte 
tipográfica.  Reuniéronse  por  todas  parles  ma- 
nuscrilos  y  Lfeon  X  que  se  lomaba  un  grande 
interés  en  esta  empresa  y  animaba  á  Jltnrjhei 
á  elevarla  á  la  mayor  perfección,  le  comunicó 
los  manuscritos  de!  Vaticano.  El  trabajo  empe- 
zado en  1502  duró  quince  años  y  la  impresión 
acababa  de  terminarse  cuando  el  cardenal  mu- 
rió Su  suscitaron  dudas  cu  Roma  sobre  la  uli- 
lidad  de  dar  publicidad  á  la  obra  y  solo  eu  2! 
de  marzo  de  1520  fué  cuando  el  papa  León  X 
autorizó  la  publicación. 

Joaquín  lbarra  el  célebre  impresor  de  Jla- 
drid  que  uinríó  en  I7S5  fué  el  primoru  (pife 
empleó  el  satinado  de  el  papel  después  de  la 
impresión.  Carlos  III  le  nombró  impresor  ilc 
cámara  y  en  1772  publicó  la  traducción  espa- 
ñola del  Saluslio  hecha  por  el  infante  don 
Gabriel,  obra  maestra  de  la  lípugrafia,  á  laque 
pueden  agregarse  el  Quijote,  la  Biblia  y  la 
Historia  da  España  de  Mariana, 

La  impresión,  propiamenle  dicha  no  esotra 
cosa  mas  que  el  medio  por  el  que  los  punios 
superficiales  del  relieve  so  aplican  fuertemen- 
te sobre  otra  superficie,  cuyo  procedimiento 
consiste  eu  que  los  punios  de  contacto  de  las 
superficies  so  hallan  en  dos  planos  esactamíu- 
te  paralelos.  El  arte  de  la  imprenta  se  compo- 
ne de  dos  diversos  ramos,  a  saber  arreglar, 
ordenar  las  dicciones  que  es  lo  que  constituye 
las  operaciones  de  el  cajista -y  estamparlas 
después,  que  es  el  oficio  de  el  prensista,  y  es 
preciso  espliear  cada  una  de  estas  operaciones 
y  los  objetos  que  para  ellas  se  necesitan. 

Se  llama  caja  de  imprenta  á  dos  cuadri- 
longos de  madera  cuya  longitud  y  latitud  va- 
rían; pero  que  siempre  tienen  como  pulgada  y 
media  de  profundidad  con  unas  divisiones  lau- 
to horizontales  como  verticales  que  forman 
unos  cuadrados  llamados  cajetines,  donde  se 
colocan  las  letras.  Estas  dos  cajas  llamadas  la 
una  alia  y  la  otra  baja,  ó  bien  las  dos  unidas 
en  una  sola,  se  colocan  subre  unos  pies  de  ma- 
dera á  la  altura  de  un  hombre,  llamados  e/t¡- 
valetes.  hit  lelra  se  va  colocando  on<el  compo- 
nedor que  es  un  listón  cuadrilongo  con  una 
entrada  forrada  de  metal  eii  que  se  colocan  las 
letras  para  formar  la  linea  ó  renglón.  Las  letras 
se  colocan  segundas  palabras  escritas  que  tie- 
ne enfrente  el  cajista  en  un  papel  que  se  lla- 
ma original,  'colocado  en  un  listón  de  madera 
con  una  ranura  y  un  punzón  ó  hierro,  que  cn- 
Ira  en  un  agujero  de  la  caja  y  á  esto  se  llama 
el  mordanle. 

Se  conocen  diferentes  y  bonitos  grados  de 
letra  considerados  de  mayor  á  menor  y  cono- 
cidos con  tos  nombres  de  pelicano,  misal, 
parangona,  texto,  aianasia,  lectura,  entre- 
dós, breviario,  glosilla  y  numpareille  con  si- 
gimas  oirás  clases,  que  varían  según  el  uso, 
el  páiSj  la  necesidad,  etc.,  como  son  los  ca- 


3S7  TIPOG 

ractéres  góticos,  ingleaes,  franceses  y  las  vi- 
ñeta!, orlas,  y  marmosetes.  Hasta  ahora  eran 
estos  los  únicos  grados  y  las  diferentes  clases 
de  letras;  pero  luego  que  se  estendió  el  circu- 
lo de  las  ciencias  y  que  se  tuvieron  que  redu- 
cir obras  voluminosas  á  menores  dimensiones 
se  idearon  otros  caracteres  que  por  su  tama- 
ño diminuto  se  les  señaló  con  el  nombre  de 
microscópicos  de  lo  que  felizmente  se  tienen 
ya  ejemplos  en  España  en  ios-Sinónimos  de 
nuestra  lengua  y  en  la  obra  del  Quijote  publi- 
cada en  París  por  don  Joaquín  María  Ferrer. 

Se  hace  asimismo  uso  en  la  caja  de  una  re- 
gleta común,  do  un  inaderito  cuadrado  y  liso 
torrado  por  un  lado  de  valdés  para  bajar  tas 
¡elras  que  están  alias  y  quedar  todas  en  un 
completo  paralelismo,  y  de  algunos  otros  ob- 
jetos, que  por  ser  demasiado  minuciosos  no 
me  detengo  á  esponer.  Resta  solo  en  la  caja 
esponer  sus  operaciones  de  las  que  se  deduci- 
rá la  acción  del  cajista. 

Distribuidas  las  letras  y  evitando  que  ten- 
ga posfeí  la  caja  (se  llama  paslel  cuando  las 
lunas  de  un  cajetín  e;tán  en  otro),  se  colocará 
frente  á  ella  el  operario,  cuidando  de  que  'el 
cuerpo  y  las  piernas  estén  rectas,  ya  se  halle 
sentado,  ya  puesto  en  pie,  evitando  todo  mo- 
vimiento que  uo  sea  natural,  y  procurando  te- 
ner soltura  y  desembarazo,  pues  todo  vicio  una 
vez  adquirido  acarrea  graves  daños  en  la  prác- 
tica: en  esta  disposición  toma  el  componedor 
en  la  mano  izquierda  descansando  en  la  pulpa 
(le  ella  y  en  el  pulpejo  del  pulgar,  sujetándole 
con  los  demás  dedos  y  arreglando  con  algu- 
nos cuadrados  la  longitud  que  se  quiera  tenga 
el  renglón,  lo  que  se  evita  en  los  de  muelle; 
con  los  dedos  índice  y  pulgar  de  la  mano  de- 
recha se  toma  la  lelra  de  los  cajetines,  te- 
niendo cuidado  en  lijar  !a  vista  en  ella  para 
ponerla  derecha,  para  cuyo  caso  se  necesita 
conocer  el  eran,  pues  de  Jo  contrario  resulla 
una  pérdida  de  tiempo  considerable. 

Concluida  la  linea  ó  renglón  se  endereza  y 
ajnsla  á  la  medida  exactamente  en  el  compone- 
dor, y  abrazando  sus  dos  estreñios  con  los 
dedos  índice  y  pulgar  de  la  mano  derecha,  se 
coloca  eu  la  galera:  cuando  la  linea  es  algo 
larga,  en  cuyo  caso  la  apertura  de  la  mano  es 
pequeña,  se  toma  con  la  regleta  sujetándola- 
ron  todos  los  dedos:  la  operación  que  acaba- 
mos de  indicar  respecto  de  este  renglón  es  la 
misma  en  lodos  los  casos  y  la  que  constituye 
el  todo  del  cajista,  no  olvidando  que,  según 
los  mejores  tipógrafos,  la  colocación  do  los 
espacios  es  la  base  de  una  buena  impre- 
sión. 

Después  que  se  lia  llenado  la  galera  se  re- 
visa con  cuidado  la  composición  por  si  nay  al- 
guu  error,  y  no  resultando,  se  pasa  á  dividir 
eu  planas  del  tamaño  que  se  desee,  bien  sea 
en  cuarto,  octavo  ó  diez  y  seisavo,  etc.  para 
lo  que  se  valen  de  la  regleta  separando  tanta  de 
aquella  cuanla  es  la  longitud  de  esta  y  atando 
cada  plana  con  un  cordel;  pero  no  tan  fuerte 

'¿18G    BIBLIOTECA  POPULAR. 


RAFIA  358 

que  se  tuerza  el  molde  y  salte  la  letra,  á  cuya 
operación  se  llama  justificar. 

En  este  estado  pasa  por  encima  de  las  pla- 
nas el  rotiiüo  de  que  hablaremos  después,  y 
se  coloca  un  papel  sobre  ellas  apretando  coa 
la  mano  hasta  que  resulte  estampada  toda  la 
composición,  á  ctiya  operación  se  denomina 
sacar  pruebas.  Estas  primeras  planas  ya  im-" 
presas  se  leerán  con  cuidado,  notando  al  mar- 
gen todos  los  descuidos  ó  errores  que  se  ha- 
yan cometido  para  corregirlos  inmediatamen- 
te: eslo  se  hace  si  es  una  sola  letra  sacando-, 
la  con 'las  pinzas,  ó  si  fueren  mas  desatando 
la  composición,  lo  que  varia  según  los  erro- 
res, aunque  siempre  conviene  mas  desatarla 
por  ser  mas  útil  abandonar  un  poco  de  tiempo 
que  echar  á  perder  la  letra  con  las  punías  de 
aquellas.  Se  volverán  á  sacar  otras  pruebas, 
se  comprobarán  unas  con  otras,  ó, nuevamente 
con  el  original  hasta  quedar  plenamente  satis- 
fechos de  no  haber  equivocaciones,  examinan- 
do con  cuidado  el  modo  de  colocar  los  folios 
en  las  planas  para  que  no  se  cambien  estas  al 
tiempo  de  doblarlas,  de  todo  lo  que  hablaría  si- 
no temiera  incurrir  en  detalles  á  cuyo  cono- 
cimiento se  puede  llegar  mucho  mas  pronto 
por  la  práctica  que  por  largas  esplicaclones  y 
multiplicadas  estampas. 

De  la  prensa.  Entre  las  importantísimas 
aplicaciones,  que  dimanan  del  sublime  templo 
de  las  matemáticas,  ninguna  ha  aliviado  tanto 
la  especie  humana,  como  la  que  se  ha  dirigido 
á  vencer  la  resistencia  de  los  cuerpos  y  á  po- 
nerlos en  movimiento.  El  hombre  á  pesar  de 
teñera  su  disposición  varios  agentes  mecáni- 
cos dotados  de  diferentes  especies  y  grados  de 
potencia,  se  encontró  muchas  veces  sin  apti- 
tud para  obrar  en  la  dirección  propia  que  ne- 
cesitaba, ó  para  lograr  la  velocidad  ó  intensi- 
dad que  requería,  en  cuyo  caso  tuvo  que  re- 
currir á  un  agente  intermedio,  que  convirtiese 
un  movimiento  dado  y  de  que  podia  disponer 
en  otro  también  dado  y  que  le  era  necesario, 
sobre  onyo  punto  no  se  puédemenos  de  admi- 
rar el  talento  inventor  de  los  dos  célebres  es- 
pañoles don  José  Sanz  y  don  Agustín  de  Betan- 
court,  los  que  en  su  aprecíabilisima  y  original 
obra  intitulada  Éssai  sur  la  composition  des 
machines,  publicada  en  París  y  recibida  en  Eu- 
ropa con  la  mayor  aceptación,  han  tratado  esta 
materia  con  tal  sublimidad  y  maestría,  que  se 
hallan  encadenadas  por  un  sistema  ingenioso, 
no  solo  todas  las  máquinas  que  existen,  sino 
lo  que  acaso  parecerá  una  paradoja,  todas 
cuantas  podrán  existir  en  los  siglos  venideros. 

Mas  si  esta  proposición  es  eslraordinaria 
y  manifiesta  de  un  modo  directo  el  punto  á 
donde  ha  llegado  el  iugeuio  humano,  no  cau- 
sa menos  admiración  el  observar  las  conse- 
cuencias absolutamente  ciertas  y  las  verdades 
importantes,  que  so  han  deducido  de  una  sola 
verdad  demostrada;  en  efecto,  refiriéndonos  á 
nuestro  objeto  desde  luego  echamos  de  verlos 
dos  grandes  principios  aplicables  á  todos  los 
t.  xxx  m.  17 


259 


TIPOGRAFÍA. 


SCO 


casos  y  que  contienen  (oda  la  ciencia  meeáni-  l 
ca,  á  saber:  el  principio  de  las  velocidades  j 
virtuales  para  las  máquinas  simples  y  el  de  la  ' 
conservación  de  las  fuerzas  vivas  para  las  j 
compuestas,  de  cuyos  dos  luminosos  pi'in.ci-  j 
píos  se  lian  deducido  todas  las  tecinas,  que  ] 
han  conducido  inmediatamente  á  las  trasmi- 
siones y  trasEormacioiíes  del  movimiento,  que 
tanto  lian  cooperado  al  trabajo  y  adelantamien- 
to de  la  especie  humana,  sirviendo  de  fecun-  j 
dos  manantiales  de  riquezas,  y  l'ormando  al  ' 
aplicarlas'  á  nuestras  necesidades  la  partero- 
nocida  en  el  mundo  científico  con  el  nombre 
de  mecánica  industrial. 

La  historia  de  esta  ciencia  es  de  tal  natu- 
raleza que  verdaderamente  no  se  puede  ni  es- 
tender ni  compendiar:  solo  para  descender 
progresivamente  al  punto  donde  nos  dirigi- 
mos,me  valdré-dé  las  observaciones,  que  hace 
sobre  este  particular  Mr.  I.  A.  Borguis  en  el 
prólogo  de  uno  de  sus  tomos  del  gran  Trata- 
do compUto  de  mecánica  aplicada  á  las  ar- 
tes. «La  historia  de  las  arles. industriales  pre- 
senta el  mismo  tránsito  qne  la  de  las  ciencias; 
hemos  visto  á  estas  seguir  largo  tiempo  en  un 
estado  de  decadencia,  y  de  repenle  producir 
con  el  mayor  ligar  y  rapidez  unos  adelanta- 
mientos admirables,  deducidos  de  las  investi- 
gaciones laboriosas  de  algunos  ingenios  es- 
iraordinarios:  esta  época  se  puede  fijar  para 
las  artes  industriales  á  últimos  del  siglo  ante- 
rior;» pero  como  todos  los  inveotos  cuando  se 
efectúan,  se  tienen  por  paradójicos  destru- 
yendo y  aniquilando  al  que  los  produce,  y  co- 
mo los  de  esta  clase  tuvieron  que  luchar  con 
artistas  de  una  educación  (descuidada  entonces 
y  todavía  en  España),  resulta  que  hasta  nues- 
tros dias  no  han  esperimentado  las  grandes 
masas  populares  las  ventajas  do  su  aplicación, 
de  todo  lo  que  se  puede"  concluir  que  la  me- 
cánica industrial  es  ciencia  de  nuestro  tiem- 
po, pues  que  en  él  se  ha  empezado  á  conocer 
su.  iuilujo,  como  se  ve  en  los  paises  ilus- 
trados,- de  los  que  .podría  citar  muchísimos 
ejemplos. 

Los  diversos  medios  de  aplicar  los  dife- 
rentes motores  y  las  propiedades  del  movi- 
miento y  de  la  fuerza  á  los  trabajos  industria- 
les, han  sido  tantos  ojiantes  lian  respondido 
de  un  modo  positivo  á  las  necesidades  de  la  vi- 
da, usando  no  solo  los  motores  animados  ó 
de  sangre,  sino  los  inanimados,  que  son  tan- 
to 'mas  propios  para  el  objeto  cuanto  la  natu- 
raleza, nos  los  suministra,  como  el  agua,  el 
aire,  el  vapor,  la  dilatación  de  los  cuer- 
pos, etc.;  pero  como  Siempre  todas  estas  apli- 
caciones han  sido  la  reunión  de  las  piezas. que 
constituyen  el  modo  de  aplicar  ei  motor  á  las 
trasmisiones  y  trasformaciones  del  movimien- 
to, resulta  que  los  principios  de  cada-una  de 
ellas- han  sido  y  serán  los  mismos  en,  todos 
los  casos,,  consistiendo  su  única,  variación  en 
modificar  los  agentes  intermedios, con  el  .obje- 
to de  qne  den  mas  economía  de  fuerzas,  mas 


solidez  en  el  producto,  mas  simplicidad  en  la 
composición,  pero  no  variando  nada  en  el  prin- 
cipio genera!;  lo  que  comprueba  lo  espuesto 
de  Mres.  Sanz  y  Betancomi,  y  manifiesta  que 
liara  que  se  iorme  idea  de. una  operación  cual- 
quiera se  debe  proceder,  no  dando  á  conocer 
la  estructura  particular  de  los  agentes  inter- 
medios, sino  el  principio  general  sobre  que 
son  construidos. 

Las  máquinas  que  nos  sirven  para  ejercer 
la  presión  en  general  se  llaman  prensas:  las 
que  son  de  diversos  géneros,  á  saber:  de  pa- 
lancas, de  roscos,  escenificas  y  de  cütnrfros. 
La  prensa  de  palancas  es  la  mas  simple  de  to- 
das, componiéndose  de  una  pieza  de  madera 
mas  ó  menos  fuerte  y  estando  una  de  sus  es- 
tremidades  suspendida  en  un  punto  de  apoyo 
inmoble  y  la  otra  ejerciendo  la  acción.  Este 
sistema  de  prensas  no  da  una  potencia  consi- 
derable á  la  acción,  por  lo  que  tiene  que  estar 
enlazado  con  otro. 

La  prensa  de  roscas damucha  mas  potencia 
y  nn  servicio  mas  cómodo  tanto  por  el  espacio 
que  ocupa,  cuanto  por  el  desarrollo  de  su  ar- 
ción y  efectos  que  produce.  Su  principal  ven- 
taja es  la  de  oprimir  á  un  lado  y  deprimir  háj 
cia  el  otro  por  la  misma  acción  de  potencia; 
pues  alejándose  ella  misma  después  de  haber 
oprimido  no  se  pierde  nada,  de  tiempo  ni  de 
fuerza  en  ponqria  en  aptitud  de  volver  á  im- 
primir. Esia  doble  facultad,  que  desde  luego 
manifiesta  sus  utilidades,  ha  hecho  que  se 
aplique  á  la  impresión,  y  habiéndose  fundado 
esta  tuerca  en  los  principios  generales  de  la 
teoría  de  la  rosca  y  palanca,  se  observa  hoy 
con  admiración  que  á  pesar  de  los  adelantos 
que  han  hecho  las  artes  en  estos  últimos  tiem- 
pos, todas  las  prensas  de  imprenta  no  son  si- 
no una  modificación  del  principio  general  de 
presión  y  tuerca  ú  rosca,  que  fué  el  que  cons- 
tituyó la  primitiva.  Tan  enlazados  están  los  co- 
nocimientosartíslicos  con  los  científicos  que 
no  pueden  existir  sin  auxilio;  se  ha  visto  á  pro- 
fundos sabios  consumir  todos  sus  talentos  en  re- 
solver algunas  cuestiones  de  mecánica  indus- 
trial y  no  tener  niliaber  encontrado  resultado 
alguno,  efecto  de  caminar  ó  buscar  tierra  ca 
lina  región  vacia  ¿qué  resultados,  qué  adelan- 
tos se  habían  de  hacer  sin  un  profundo  cono- 
cimiento de  las  artes,  sin  aquella  firmeza,  sin 
aquella  guia  que  suministra  la  práctica?  Toda 
la  riqueza  de  las  ciencias  en  este  caso  de  po- 
co nos  serviría,  quienes  pueden  adelantar  las 
operaciones  mecánicas  son  Solo  aquellos,  que 
los  manejan  diariamente,  que  conocen  los  de- 
fectos de  sus  inlrumentos,  y  por  lo  tanto  he 
aqui  la  sublime  aplicación  de  la  ciencia  para 
que  aprovechándose  de  esta  feliz  coyuntura 
puedan  resolver  problemas  de  conocida  uti- 
lidad y  adelanto. 

El'  gran  uso  que  se  ha  hecho  de  la  im- 
prenta en  estos  últimos  años  y  su  conoci- 
da utilidad  ha  llamado  la  atención  de  profe- 
sores respetables,  que  han  sacado  su  prensa 


TIPOGRAFIA 


232 


déla  primitiva:  la  Francia  y  la  Inglaterra  han 
manifestado  esto  aserto  en  toda  su  estension, 
produciendo  la  de  Mr.  Haas,  4'Anisson,  de 
fierre,  de  liidleij,  de  Prasser,  de  lord  Slan- 
hope,  de  Chjmer  y  algunos  otros,  que  omito 
por  no  ser  del  todo  esenciales  á  esta  manifes- 
tación: hablaría  gustoso  del  problema  eme  cada 
uno  de  estos  se  han  propuesto  resolver  y  del 
punto  hasta  que  lo  habían  resuelto;  pero  me 
apartaría  demasiado  de  mi  objeto ;  sin  embar- 
go hablaremos  en  general  de  todas  ellas,  y  en 
particular  de  la  primitiva  como  mas  general 
y  como  base  de  las  demás. 

Prensa  primitiva.  Esla  prensa  se  com- 
pone de  dos  piernas  de  madera  de  unos  sie- 
te pies  de  altura,  sujetas  por  la  parte  supe- 
rior con  un  madero  horizontal  con  sus  cor- 
respondientes espigas ,  que  encajan  en  las 
dos  piernas,  y  cuyo  nombre  es  el  de  som- 
brero;  mas  abajo  de  este  y  colocado  del  mis- 
mo modo  hay  otro  que  es  mucho  mas  grue- 
so y  se  llama  somero:  en  medio  de  este  hay. 
una  mortaja  donde  entran  las  orejeras  dé  un 
cilindro  cóncavo,  llamado  matriz,  compuesto 
de  una  ó  muchas  espiras,  á  las  coates  so 
ajustan  perfectamente  las  de  la  rosca  ó  husillo, 
que  son  mas  vivas  que  las  otras  con  el  objeto 
de  que  la  ejecución  sea  mas  suave :  á  esla 
rosca  se  halla  unido  un  hierro  como  de  una 
tercia  de  largo  con  un  ojo  en  un  lado  donde 
entra  otro  hierro  rancho  mas  largo,  que  se  lla- 
ma barra,  en  cuya  eslreraidad  hay  una  manija 
de  madera  denominada  caña  que  sirve  para 
colocar  la  mano  y  hacer  los  tiros;  este  huso  va 
á  pasar  por  un  agujero,  que  tiene  un  madero 
llamado  cubo,  colocado  en  medio  do  nna  tabla 
rajada  y  dos  listones  mas  anchos  pendientes 
y  encolados  en  la  misma  y  abrazando  los  ma- 
deros de  las  piernas  de  la  prensa,  cuyo  me- 
canismo se  llama  cárcel ,  por  cuyo  agujero 
entra  el  cubo  y  por  este  el  huso,  que  va  á  pa- 
rar con  su  punta  al  tejuelo  de  un  cuadro  de 
madera  de  nogal  muy  liso  y  sujeto  con  unos 
cordeles  amarrados  á  unos  hierros,  que  están 
en  los  esquinazos  del  cubo;  de  manera  que  á 
impulso  de  la  barra  da  una  vuelta  el  husillo, 
entra  su  punta- en  el  tejuelo,  y  baja  el  cuadro 
para  verificar  la  presión  sobre  el  cuerpo,  que 
debe  encontrar  debajo. 

Este  cuerpo  en  la  parte  inferior  está  dis- 
puesto de  tal  modo,  que  mas  ahajo  é  indepen- 
diente de  todo  esto,  hay  otro  madero  colocado 
en  la  misma  disposición  que  el  que  hemos 
llamado  somero ,  por  el  que  se  empieza  á  ar- 
mar la  prensa  y  en  el  que  descansa  un  cuadri- 
longo, que  se  llama  escalera,  compuesto  de  dos 
listones  de  madera  gordos  y  anchos  con  otros 
dos  que  cierran ,  y  entre 1  los  que  anda  un  ta- 
blón adelante  y  atrás  para  que  no  se  vaya  ni 
a  un  lado  ni  á  otro;  á  estos  listones,  conside- 
rados horizontalmentc,  se  hallan  asegurados 
con  ocho  tornillos  embutidos  otros  dos  de 
"erro  mi  8  ec  llaman  batidas ,  poV  encima  de 

m tmisi  toa  \u  Utnbnm  (Jípate  m  ü 


tablón,  descansando  el  otro  estremo  de  la  es- 
calera en  un  caballete.  En.  la  parle  anterior 
de  esla  hay  una  anilla  donde  se  asegura  con 
na  nudo  un  pedazo  de  maroma  de  una  vara, 
que  se  llama  vaca,  metiéndose  por  un  aguje- 
ro qne  tiene  el  tablón  en  la  misma  parte;  que 
sirve  para  detenerle  después  de  hacer  los  ti- 
ros. En  ni  mismo  agujero  se  pone  otro  pedazo 
de  maroma  con  un  nudo,  que  va  debajo  de 
dicho  tablón  y  rodeándose  al  rodete,  que  cita- 
remos después,  viene  á  parar  á  otro  agujero 
que  Heno  el  tablón  en  la  parte  posterior.  Éste 
cordel  sirve,  para  dar  impulso  y  hacer  andar  el 
tablón  con  lodo, lo  que  se  coloque  encima,  cu- 
yo movimiento  se  efectúa  por  medio  del  ro- 
dete; que  es  un  madero  torneado_con  un  ci- 
lindro de  hierro  que  le  atraviesa  y  sujeto  con 
unos  •tornillos  á  los  listones  de  la  escalera, 
saliendo  afuera  una  cigüeña  con  su  corres- 
pondiente manija,  que  hace  dar  vueltas  al  ro- 
dete y  por  lo  tanto  da  movimiento  al  tablón. 

Encima  de  este  se  coloca"  el  cofre  ,  que 
es  un  cuadrilongo  formado  de  cuatro  listones 
de  hierro  y  otro  cabecero  en  la  parte  poste- 
rior de  álamo  negro  adonde  están  clavadas  dos 
medias  vi  sagras,  que  encajan  cu  las  qne  tiene 
un  listón  cabecero  de  otro  cuadrilongo,  lla- 
mado tímpano,  unido  al  cofre  por  estas  vísa- 
gras.  A  la  parte  opuesta  á  la  que  se  halla  uni- 
da al  tímpano  con  el  cofre  hay  otras  visagras, 
que  encajan  en  otras  medias ,  que  tiene  un 
cuadrado  igual  al  tímpano,  que  se  llama  fras- 
queta, con  unas  varillas  de  hierro,  que  for- 
man una  cruz,  con  una  chapa  de  hierro. en  tín 
lado.  Encima  de  la  frasqueta  se  colocan  unas 
bayetas  y  para  sujetarlas  se  pone  dentro  del 
tímpano  otro  cuadrilongo,  que  encaja  justa- 
mente en  el  tímpano,  teniendo  sus  dos  estre- 
ñios amarrados  por  un  lado  con  unos  goznes 
y  por  otro  con  un  pasador,  á  lo  qtíe  se  llama 
timpanillo. 

Encima  del  cofre  Ee  pone  una  piedra  de 
mármol  muy  lisa,  donde  se  sienta  el  molde,  y 
en  sus'  esquinazos  hay  clavadas  dos  cantoneras 
de  álamo  negro  mas  altas  que  la  piedra,  donde 
se  asegura  y  encaja  la  rama,  que  es  uu  cerco 
de  hierro  para  ceñir  el  molde  apretándole  cou 
doce  tornillos,  colocando  antes  unos  coronde- 
les de  hierro  arrimados  á  la  imposición  de  ma- 
dera qne  osla  amparando  las  planas. 

En  el  tímpano  hay  enmedio  de  el  unas  pie- 
zas de  hoja  de  lata  con  unas  puntas  de  hierro, 
que  se  llaman  punturas,  donde  se  clava  el 
pliego  que  se  hade  imprimir:  la  cubierta  déla 
frasqueta  se  arregla  de  tal  modo  que  echada 
encima  riel  tímpano  deje  solo  en  blanco  el  pa- 
pel donde  se  desee  quede  la  impresión. 

Operaciones  de!  prensista.  La  operación 
del  prensista  esta  reducida  á  tomar  el  pliego 
de  los  que  tenga  en  el  tablón,  y  colocándole 
sobre  el  tímpano  clávale  en  las  punturas  ya 
dichas.  Hecho  esto,  vuelve  la  frasqueta  sobre 
ei  pliego  i  el  ttmttancr  Con  pliego  y  frasqueta 
m  tm <s  Ü  msltU  saltando  las  jHirtfuws  etl 


9fl3 


TIPOGRAFIA. 


264 


el  crucero  de  la  rama;  dando  una  vuelta  á  la 
manija,  que  dirige  el  rodete,  el  cofre  con  mol- 
de, tímpano  y  frasqueta,  entra  entre  Irs  pier- 
nas de  la  prensa  y  debajo  del  cuadro;  en  este 
caso,  elprensista  con  la  mano  derecha  toma  el 
mango  de  hbarra  y  tirando  de  ella  velozmen- 
te nace  bajar  el  husillo,  con  cuyo  impulso  la 
punta  de  éste  entra  en  el  tejuelo  y  apretando 
el  cuadro  por  una  ó  das  veces,  queda  impreso 
el  molde  en  el  blanco,  que  dijimos  dejaba  la 
frasqueta:  se  da  otra  vuelta  al  rodete  en  direc- 
ción contraria  á  la  anterior,  y  luego  que  ha 
salido  el  cofre,  se  levanta  la  frasqueta  por  me- 
dio déla  chapa  de  quien  hablamos,  y  volvién- 
dola hasta  que  encuentre  un  punto  de  apoyo 
se. saca  el  pliego  del  tímpano  y  se  coloca  al  la- 
do de  los  que  no  están  impresos,  lo  que  forma 
la  operación  del  prensista. 

Como  estos  no  son  unos  elementos  ni  una 
Instrucción  práctica  de  la  imprenta,  liemos 
omitido  los  diversos  preceptos  que  constituyen 
el  arte  perfeccionando  el  producto  y  dando 
mas  utilidad,  omitiendo  por  lo  mismo  la  diver- 
sidad de  imprimir  en  seda,  pergamino,  con  tin- 
ta encarnada,  etc.  - 

Como  para  redactar  estos  apuntes  hemos 
hecho  varias  investigaciones  y  reunido  algu- 
nos datos,  citamos  con  elogio  un  papelito  inti- 
tulado: Mecánica  aplicada  ai  arle  de  la  im- 
prenta, en  el  que  se  tratará  con  toda  estén- 
sion  todo  género  de  prensas,  siguiendo  los  lu- 
minosos principios  delires.  Sanzy  Detancourt; 
mas  á  pesar  de  esto  citaremos  las  mas  esencia- 
les en  e!  momento. 

La  prensa  de  Mrj  Haas  se  asemeja  mucho 
su  rosca  á  los  balancines,  y  se  observa  que  la 
presión  es  mas  vigorosa  que  en  el  método  or- 
dinario. 

La  de  Mr.  Anisson  tiene  un  mecanismo  de- 
masiado largo,  su  rosca  es!á  cortada  de  un  ci- 
lindro de  acero,  de  la  longitudide  las  roscas 
ordinarias,  y  el  problema  que  Mr.  Anisson  se 
propuso  resolver,  ha  sido  el  imprimir  de  un 
solo  golpe  por  ambos  lados. 

En  la  prensa  de  Mr.  Pierres  la  presión  se 
hace  tomando  por  purtto  de  apoyo  una  báscu- 
la, que  hay  en  el  costado  de  las  gemelas  que  se 
vuelve  á  levantar  por  la  acción  de  las  ge- 
melas. 

El  objeto  de  la  prensa  de  Mr.  Prosser  ha 
sido  obtener  mas  elasticidad  y  que  no  trabaje 
tanto  el  pape!. 

En  la  prensa  de  Mr.  líidley  se  reemplaza  la 
rosca  con  una  barra  perpendicular  de  acero 
terminando  en  un  cono  metido  en  un  quicio 
puesto  sobre  la  plancheta;  la  presión  se  obtie- 
ne por  un  eje  horizontal  que  pasa  las  dos  geme- 
las de  la  prensa,  al  que  se  atan  tres  cadenas, 
dos  que  sirven  para  hacer  bajar  la  barra  de 
acero  y  la  plancha,  y  la  tercera  para  relevar  á 
estas. 

la  prensa  de  Mr.  Clymer,  á  que  su  autorha 
dado  el  nombre  de  colümbian  press,  tiene  mu- 
cha analogía  con  la  de  Mr.  Ridley:  en  la  una  y 


la  otra  no  hay  rosca,  reemplazándola  una  pa- 
lanca compuesta,  que,  produce  la  presión,  y 
uua  barra  armada  de  un  contrapeso  sostiene  la 
plancha  luego  que  el  hombre  deja  do  ser  mo- 
tor, teniendo  las  ventajas  mas  apreciables  y  las 
propiedades  de  una  buena  prensa. 

Todas  estas  son  de  hierro  colado  ó  forjailo. 
Mr.  Earnet,  cónsul  de  los  Estados  Unidos  en 
I'aris,  publicó  un  folleto  en  el  que  da  noti<;ia 
de  las  prensas  que  existen,  de  sus  ventajas,  etc., 
autentizado  todo  con  los  nombres  de  profeso- 
fes  respetables.  Mr.  Didot  en  un  informe  que 
eslendió  sobre  prensas,  dice,  hablando  de  la 
de  Mr.  Clymer,  que  una  prensa  que  présenla  la 
misma  solidez  que  las  de  lord  Stanhope,  y  en 
que  pueden  tirar  formas  de  cualquier  carácter, 
debe  ser  preferida. 

Las  prensas  de  vapor  presentan  si  ventajas 
considerabilísimas,  pero  ofrecen  la  misma  difi- 
cultad que  todas  las  de  cilindro,  á  saber:  es- 
tropearse mucho  la  letra,  quedando  inservible 
después  de  una  larga  lirada,  por  cuya  razón  so- 
lo podrán  continuar  en  Inglaterra  donde  la  le-, 
tra  es  mucho  mas  fuerte  que  en  España,  donde 
ya  se  ha  esperimenlado  lo  que  acabo  de  in- 
dicar. 

La  parte  técnica  de  la  imprenta  propende  i 
mejorarse,  principalmente  en  lo  relativo  á  las 
prensas,  cuyos  diversos  sistemas  han  cambiado 
'de  tal  modo  de  forma  que  ya  no  hay  una  solí 
pieza  en  las  máquinas  nuevas  que  tenga  la  me- 
nor analogía  con  la  prensa  de  Gutemberg. 

Las  máquinas  para  componer  las  letras, 
que  debían  sustituir  á  la  mano  del  cajista,  no 
han  tenido  hasta  ahora  éxito  ninguno,  á  pesar 
do  todo  lo  que  los  sistemas  nuevos  ofrecen 
de  ingenioso.  Se  puede  asegurar  quelacomp- 
sicion  nunca  será  ventajosamente  ejecutada 
por  la  mecánica,  y  en  cuanto  á  la  distribución 
mecánica  se  mira  como  .imposible  por  los  ope- 
rarios. 

Las  numerosas  transformaciones  de  las  pren- 
sas de  imprimir,  han  sido  mas  bien  un  motivo 
de  ruina  para  los  impresores.  Las  unas  tienen 
por  principio  la  fuerza,  como  en  la  prensa 
Stanhope,  y  las  otras  la  palanca,  como  en  la 
prensa  Clymer,  y  en  otras,  el  plano  inclinado 
Inicia  arriba  o  hácia  abajo,  como  en  la  prensa 
Frapie.  Estas  diversas  combinaciones  se  mocii- 
ücan  al  infinito:  en  las  linas  la  palanca  está 
quebrada,  articulada,  y  adapta  una  forma  seme- 
jante á  la  de  la  rodilla:  las  hay  en  que  el  con- 
trapeso y  la  palanca  (pie  sirven  para  levantar 
la  platina,  se  hallan  felizmente  reemplazadas 
por  la  reacción  de  cierto  resorte,  y  de  esta 
clase  es  la  prensa  llamada  Albion,  imitada 
después  en  la  prensa  Gutembergesa.  Otras  mas 
complicadas  entintan  á  la  vez  las  formas  con 
rodillos  que  hace  mover  el  mismo  obrero  que 
da  la  presión,  tal  es  la  prensa  Ilopkinson.  Hay 
oirás,  en  fin,  como  la  prensa  de  Frapié  en  la 
que  no  es  la  platina  la  que  b;ija,  sino  el  már- 
mol que  para  dar  la  presión  es  levantado  con- 
tra la  platina,  que  permanece  inmóvil,  efe. 


TIPOGRAFIA— TISIS 


26G 


Las  prensas  mecánicas,  ya  sean  de  cilin- 
dro, con  reacción  ó  sin  ella,  ya  sean  do  plati- 
na 'varían  al  infinito  y  son  generalmente  co- 
nucidas  con  el  nombre  del  mecánico  que  las 
l¡a  construido,  como  Gi rondel,  Gavaux,  Lenor- 
mand  y  otros  muchos.  Han  introducido  en  sus 
prensas,  sobre  todo  en  las  de  Dutartre  y  Le- 
uormand,  mejoras  tales  que  han  llamado  mu- 
cho la  atención  en  las  últimas  esposiciones 
déla  industria  francesa.  ■ 

El  bello  descubrimiento  de  las  máquinas 
de  imprimir  lia  librado  á  la  impresión  de  todo 
lo  que  esta  parte  mecánica  de  la  profesión  te- 
nia de  penoso  ó  repugnante.  l.°  La  fatiga  de 
los  brazos  para  tirar  de  la  palanca  de  la  pren- 
sa, distribuir  la  tinta  en  las  balas  y  tocar  á  las 
formas  para  dar  tinta  á  los  caracteres.  2.°  La 
molestia xde  la  preparación  y  sostenimiento  de 
las  balas  de  lana  cubiertas  de  piel  de  perro, 
las  que  solo  daban  una  impresión  perfecta, 
cuando  esta  piel  se  hallaba  casi  en  estado  de 
putrefacción.  El  antiguo  uso  de  estas  balas  se 
ha  reemplazado  con  gran  ventaja  de  los  obre- 
ros con  rodillos  hechos  de  cola  ó  gelatina  y 
melaza  cuya  proporción  -varia  según  los  gra- 
dos de  la  temperatura  atmosférica  que  hace  á 
veces  necesario  el  cambio  en  un  mismo  dia  de 
los  rodillos. 

TIPULA.  [Historia  natural.)  Género  de  díp- 
teros de  la  familia  de  los  nemóceros  cuyos  ca- 
racteres son:  prolongación  de  la  cabeza  bas  • 
íante  larga  y  angosta;  frente  plana;  los  tres 
primeros  artejos  de  los  palpos  algo  clavífor- 
mes,  el  cuarto  largo  y  flexible;  antenas  filifor- 
mes, casi  setáceas  y  de  trece  artejos:  el  1.° 
largo  y  cilindrico,  y  el  2."  pequeño  y  ciaüfor- 
me,  los  diez  siguientes  cilindricos  y  guarne- 
cidos de  sedas  en  su  base,  y  el  13,°  delgado  y 
oblongo;  alas  separadas;  cinco  celdillas  pos- 
teriores y  la  segunda  peeiolada. 

Las  hembras  ponen  en  ¡as  margas  general- 
nenie  sus  huevos,  que  son  duros,  de  un  ne- 
gro brillante  y  de  figura  oblonga  y  un  poco 
curva  á  manera  de  media  luna.  Las  Jarras  pa- 
recen gusanillos  cenicientos,  largos  y  cilin- 
dricos, aunque  algo  adelgazados  por  sus  dos 
esfremidades.  La  cabeza  es  pequeña,  escamosa 
■y  susceptible  de  esconderse  en  el  anillo  in- 
mediato. En  el  estado  perfecto  se  parecen  á 
los  mosquitos  en  sus  formas  pero  no  en  sus 
costumbres.  No  son  nocivos;  y  en  el  estado  de 
larvas  únicamente  so  alimenlan  de  tierra,  por 
lo  que  solo  dañan  los  sembrados  cuando  son 
muchos  porque  entonces  aislan  las  raices  de 
las  plantas.  Tenemos,  por  ejemplo,  la  típula 
de  los  prados  [típula  olerácea  de  Lin.) 

TIRANO.  {Historia natural'.) Género  de  aves 
do)  orden  de  los  páseres  y  de  la  familia  de  los 
denlirostres.  Sus  caracteres  son:  pico  largo, 
robusto,  guarnecido  de  sedas  en  su  base  y  de- 
primido en  toda  su  longitud;  la  mandíbula 
superior  convexa,  escotada  y  ganchuda  en  la 
punta;  la  inferior  recia;  las  ventanas  de  la  na- 
n*  básales,  redondas  y  abiertas;' .  los  tarsos 


muy  robustos  y  anillados;  las  alas  regulares, 
siendo  la  primera,  segunda  y  tercera  remera 
las  mas  largas;  cola  de  forma  variable. 

¡  Todas  las  especies  de  este  género  son  pro- 
pias de  América;  son  pendencieras  y  poco,  so- 
ciables y  se  alimentan  de  insectos,  reptiles  y 
pajarillos.      .  ' 

TISANUROS.  (Historia  natural.)  Orden  de 
Insectos  caracterizado  por  carecer  de  meta- 
morfosis y  de  alas;  su  abdomen  está  guarne- 
cido de  falsas  patas  ó  apéndices  propios  para 
el  salto;  tienen  tres  pares  de  patas  torácicas, 
y  contienen  dos  familias,  la  de  los  lepisme- 
nos  y  le  de  los  podurelos. 

TISIS.  {Medicina.)  Una  estenuacion  ó  con- 
suncion.de  todo  el  cuerpo  con  calentura  lenta, 
tos,  dispnea  y  espeeloracion  purulenta  es  lo 
que  se  llama  tisis. 

Se  divide  en  pulmonar  y  traqueal  ó  la- 
ríngea. 

En  la  pulmonar  el  principal  órgano  afec- 
tado es  el  pulmón,  y  en  la  traqueal  ó  laríngea, 
la  tráquea  ó  laringe. 

Puede  dividirse  también  la  tisis  en  escro- 
fulosa ó  tuberculosa,  carcinomaiosa,  hemop- 
toica,  hemorroidal  6  clorótica,  escorbútica,  si- 
filítica, reumática  ó  artrítica,  metastálica,  vó- 
mica y  ulcerosa. 

Se  consideran  en  esta  enfermedad  tres  pe- 
ríodos. El  primero  es  aquel  en  que  se  mani- 
fiesta la  predisposición  á  ella,  presentándose- 
esta  de  tres  distinos  modos  ó  formas.  La  pri- 
mera forma  se  manifiesta  con  entorpecimiento 
ó  inercia  en  todo  el  cuerpo,  dolor  gravativo 
de  cabeza  y  pecho;  laxitud  en  los  músculos 
de  esta  cavidad;  mucha  facilidad  en  acatarrar- 
se con  difícil  espectoracion;  tos  violenta  re- 
petida mayormente,  al  andar  ó  bebiendo  agua 
fria;  somnolencia  y  supresión  de  algún  flujo 
habitual  como  el  deuu  cauterio,  sedal,  úlcera, 
flujo  blanco,  etc.  La  segunda  con  una  consti- 
tución muy  irritable,  sensible  ó  espasmódica; 
conformación  viciosa  de  la  cavidad  del  pecho 
asi  hereditaria  como  accidentalmente  adquirida; 
mucha  tristeza;  falta  de  respiración  al  menor 
movimiento;  fácil  iracundia;  propensión  á  la 
venus;  inconstancia  en  el  modo  de  pensar; 
dolores  vagos  en  las  plantas  dejos  pies  ó  en 
las  palmas  de  las  manos;  esputos  de  saugre; 
epistaxis;  voracidad  sin  aumento  de  nutrición; 
mucha  afición  al  estudio,  etc.  La  tercera  con 
un  estado  de  la  constitución  enteramente  opues- 
to al  precedente,  sensibilidad  apagada,  apatía, 
disposición  á  las  escrófulas  ó  al  escorbulo;  es- 
pectoracion abundante  por'  la  mañana  con  sa- 
bor salado,  falta  de  apetito,  postración  de  áni- 
mo, tos  incómoda  y  endurecimiento  de  las 
glándulas  del  cuello. 

En  el  segundo  periodo  se  "declara  la  tisis 
moviéndose  una  tos  particular  diferente  de  la 
catarral  mas  de  noche  que  de  dia  y  que  au- 
menta poco  á  poco  en  intensidad;  cosquilleo 
en  la  laringe  y  tráquea;  vigilias  perli naces 
que  acrecen  el  movimiento  febril;  respiración 


267 


nsis 


308 


muy  difícil;  mutación  de  la  voz  qué"  se  vuelve 
ronca  ú  débil  y  poco  sonora;  suma  inapeten- 
cia; dolor  gravativo  ea  el  estómago  y  vómitos 
repetidos  después  de  haber  comido;  una  ca- 
lenturilla lenta  que  aumenta  por  las  tardes  non 
calofríos  al  principiar  el  recargo;  calorinten- 
so,  pénense  encendidas  las  megiltas  y  enfla- 
quece gradualmente  el  cuerpo. 

En  el  tercer  periodo,  que  es  el  de  conflr- 
macioo,  el  pulso  es  pequeño,  muy  frecuente 
y  alguna  vez  un  poco  duro;  .hay  un  calor  bée- 
tico  por  toda  la  superficie  del  cuerpo  con  cier- 
ta acritud  que  se  percibe  al  tomar  el  pulso  del 
paciente:  mientras  dura  la  exacerbación  febril 
está  muy  molestado  el  enfermo  de^  la  tos  y 
dilicultad  de  respirar  con  gran  opresión  en 
el  pecho;  ¡as  noches  las  pasa  con  mucha  in- 
quietud, durmiendo  tan  solo  un  poco  sosega- 
damente por  las  mañanas;  no  pierde  nunca 
la  esperanza  de  curar,  proyectando  viages  ha- 
lagüeños para  emprenderlos  luego  que  se  vea 
restablecido;  alternan  los  dolores  colicuativos 
de  noche  al ,  amanecer  con  la  diarrea  igual- 
mente colicuativa,  de  modo  que  cuando  cesa 
esta  entran  aquellos  y  lo  mismo  viceversa; 
arroja  con  mas  ó  menos  dificultad  un  esputo 
purulento  ó  globuloso,  aveces  salado  y  otras 
dulce;  las  pies  se  le  ponen  edematosos;  la 
lengua  y  boca  encarnadas  y  aftosas;  van  fal- 
tando las  fuerzas  para  la  espectoracion;  la 
respiración  se  vuelve  sihilosa  ó  estertorosa; 
entra  el  delirio,  vienen  las.  lipotimias,,  la  cara 
se  pone  hipocrátíca,  y,  por  último,  acaba  sus 
dias  el  enfermo. 

En  la  tisis  tuberculosa  se  manifiesta  la  diá- 
tesis escrofulosa  habiendo  padecido  de  ante- 
mano el  enfermo  algunas  afecciones  de  esta 
naturaleza,  con  una  tos  seca  é  impertinente  al 
principio  que  después  se  vuelve  mucosa  y  á 
ia  que  se  agregan  todos  los  síntomas  análogos 
á  las  escrófulas.  Es  esta  tisis  la  que  comun- 
mente reina  en  los  pueblos  donde  predomina 
dicho  vicio,  presentándose  regularmente  desde 
la  edad  de  diez  y  seis  años  hasta  los  treinta  y 
seis;  sin  embargo,  de  que  no  lian  dejado  de 
ocurrir  ejemplos  de  haberse  manifestado  mu- 
cho antes  de  la  pubertad. 

En  la  carcinomatosa,  habiéndose  puesto 
escirrosas  las  glándulas  pulmonales,  hay  do- 
lores lancinantes  en  el  pecho,  presentándose 
al  mismo  tiempo  ia  diátesis  de  dicho  nombre 
por  todo  el  cuerpo,  particularmente  en  el  sis- 
tenia  glandular,  y  arrojando  el  enfermo  por 
esputo  una  materia  lardosa  fétida.  Esta  espe- 
cie de  lísis  es  muy  común  entre  las  mugeres 
al  cesarles  la  menstruación,  y  también  después 
de  haber  sufrido  por  el  vicio  canceroso  algu- 
na operación  quirúrgica,  como  la  operación  de 
un  pecho  escirrado,  etc. 

En  la  tisis  hemoptóica precede  ia  hemopti- 
sis, ó  la  epistaxis,  ó  la  supresión  de  algún 
otro  flujo  habitual  como  el  ménstruo,  ■hemor- 
roidal ó  loquial.  Aparecen  en  ella  síntomas 
tie  plenitud  sanguínea  general  ó  parcial  del 


pecho,  como  pulso  duro  y  lleno,  mucho  ca 
lor  por  todo  el  cuerpo,  dispnea,  opresioa  en 
la  cavidad  torácica  can  dolor  pungitivo  en  los 
costados  de  la  misma,  rubicundez  en  las  megi- 
liad,  oriua  encendida,  etc.  Esta  especie  de  ti- 
sis  suele  sobrevenir  desde  la  edad  de  quince  á 
veinte  y  cinco  años,  y  cmmto  mas  jóvenes-el 
enfermo  tanto  mas  rápido  es  su  curso.  Tam- 
bién se  presenta  alguna  vez  en  edad  mas  avan- 
zada por  !a  supresión  del  flujo  hemorroidal, 
mas  no  es  osla  muy  común. 

La  lísis  escorbútica  va  acompañada  de  esta 
diátesis:  ios  esputos  son  siempre  sanguinolen- 
tos, negruzcos  y  fétidos,  !a  calentura  afecta 
un  carácter  decididamente  adinámico,  y  ataca 
á todas  edades. 

La  tisis  reumática  ó  artrítica  suelen  pade- 
cerla aquellos  que  han  sido  muy  molestados  por 
dolores  reumáticos  ó  artríticos,  si  al  propio 
tiempo  es  escrofulosa  su  constitución,  ó  son  muy 
propensos  á  los  catarros.  Se  ve  que  hay  fre- 
cuente espnlsion  por  esputo  de  pequeñas  con- 
creciones calculosas.  Esta  tisis  suelo  padecer- 
se en  una  edad  mas  avanzada  que  la  de  otras 
especies.  " 

La  tisis  metastá  tica -ataca  á  aquellas  perso- 
nas que  padeciendo  una  enfermedad  cutánea, 
hermética  ó  de  otra  especie,  ó  una  fluxión  se- 
rosa ó  purulenta  habitual,  ó  un  flujo  de  sudor 
en  los  pies,  se  desvanece  repentinamente  el 
elemento  morboso  cutáneo  ó  el  humor  iluxio- 
nario,  dirigiéndose  al  interior  del  pecho  para 
determinar  la  tisis. 

La  tisis  sifilítica  es  la  procedente  del  mal 
venéreo,  existiendo,  sin  embargo,  de  antema- 
ño  disposición  escrofulosa  ó  caquéctica  en  el 
paciente  para  producir  esta  lísis. 

La  tisis  por  vómica  va  precedida  ,de  alguna 
inflamación  aguda  ó  crónica  del  pulmón  ú  de 
los  bronquios,  de  catarros  inflamatorios  ó  fie- 
bres eruptivas  graves  mal  terminadas  ú  otra 
irritación  constante  que  ha  producido  óú  di- 
chas partes  una  inflamación  terminada  por  su- 
puración. Ya  acompañada  de  mucha  sofoca- 
ción ¿.inquietud  y  de  tos  seca,  hasta  que  rom- 
piéndose el  pequeño  saquilo  que  contiene  la 
materja  purulenta,  que  es  lo  que  forma  la  vó- 
mica, se  la  espectora  en  abundancia,  vienen 
las  lipotimias,  y  si  no  se  consigue  arrojarlo  ó 
sofoca  repentinamente  al  enfermo  ó  se  derra- 
ma en  el  interior  de  la  cavidad  del  pecho  for- 
mando  un  empieraa. 

La  ulcerosa  es  el  último  término  de  todas 
las  citadas  tisis  en  las  que  se  han  formado  úl- 
ceras en  los  pulmones,  manifestándose  los 
síntomas  del  tercer  periodo  de  la  tisis. 

La  lísis  pulmonar  sé  distingue  déla  larin- 
geaó  traqueal,  porque  en  aquella  los  síntomas 
mas  gravosos  de  dolor  y  opresión  del  pecho 
nacen  del  interior  de  esta  cavidad,  y  en  la  tra- 
queal se  nota  desde  sus  principios  un  estado 
affoso  y  Uogislico  en  la  cámara  posterior  de  la 
boca,  fijándose  la  irritación  en  las  fauces;  la 
!  itiá  es  roQoa  ó  afónica  desde  el  principio)  y  W 


969 


.  TISIS 


270 


los  continua  con  poco  ó  ningun  esputo,  pu- 
diondo  estar  sellado  el  enfermo  de  todos  lados 
sin  opresión  ni  peso  en  el  pecho. 

La  duración  de  la  tisis  es  varia,  pues  en 
los  jóvenes  es  mas  corta  que  en  los  de  edad 
avanzada,  citándose  casos  de  haberse  prolon- 
garlo durante  largos'años  en  estos  últimos. 

No  se  ven  en  la  práctica  las  lísis  que  aca- 
llamos de  describir  con  solo  los  sintonías  pro- 
pios de  cada  uña  de  ellas,  porque  se  mezclan 
yse  confunden  frecuentemente  los  ele  una  es- 
pecie con  los  de  otra;  del  mismo  modo  que  su- 
cede con  los  que  hemos  indicado  para  cada  pe- 
riodo, presentándose  á  reces  ios  del  segundo 
en  el  tercero,  y  apareciendo  en  otros  casos  los 
de  este  en  el  segundo. 

En  los  cadáveres  de  los  tisicos,  hecha  su 
autopsia,  se  encuentran  las  siguientes  modifi- 
caciones: adhesiones  de  la  pleura  con  los  pul- 
mones y  de  estos  entre  st  en  varios  puntos; 
derrames  purulentos,  sanguíneos,  mezclados 
á  v,eces  con  alguna  sustancia  gaseosa  dentro 
de  la  cavidad  del  pecho,  y  en  algunos  cadáve- 
res so  han  observado  también  on  los  ventrícu- 
los del  cerebro  y  canal  vertebra!;  el  pulmón 
ulcerado,  saliendo  pus  á  Sa  mas  mínima  pun- 
tura que  se  haga  en  él,  y  en  muchos  están 
consumidos  uno  ó  mas  de  sus  lóbulos,  que- 
dando solo  de  ellos  un  ligero  vestigio,  un  hu- 
mor purulento,  fétido,  de  varios  colores  y  di- 
versa consistencia  en  su  superficie,  y  los  va- 
sos sanguíneos  de  dicha  cavidad  en  algunas 
ocasiones  enteramente  vacíos. 

En  la  lísis  escrofulosa  aparecen  unos  cuer- 
pos redondos,  duros,  trasparentes  ,  mayores  ó 
menores  en  los  pulmones  ó  pleura,  y  mas  en 
el  derecho  que  en  el  izquierdo,  los  cuales  pre- 
sentan varias  formas  como  la  cistica,  lahidati- 
dosa,  tuberculosa,  cartilaginosa  ó  verrucosa, 
de  varios  colores  y  entretejidos  de  toda. clase 
de  vasos,  cuerpos  que  se  conocen  con  el  nonu 
bre  de  tubérculos.  Los  mismos  vestigios  escro- 
fulosos se  hallan  también  en  las  visceras  ab- 
dominales. Los  huetos  de  los  tísicos  de  esta 
clase  son  mas  blandos  y  se  ha  encontrado  al- 
guna vez  aneurismada  la  aorta. 

En  la  tisis  carcinomatosa  se  manifiestan  los 
vestigios  dé  este  vicio,  no  solo  en  el  pulmón, 
sino  también  en  otras  partes  del  cuerpo. 

En  la  hemoploica  se  hallan  el  corazón  y  los 
pulmones  abultados  con  varicosidades  y  livi- 
dez en  varios  puntos,  derrames  sanguíneos  y 
manchas  azuladas  en  diferentes  U'micas  de  las 
visceras  del  pecho  y  abdomen. 

En  la  escorbútica!  se  observan  en  todo  el 
cuerpo  varias  desorganizaciones  procedentes 
del  estado 'do  disolución  general  que  ocasiona 
este  vicio. 

En  la  sifilítica  se  ven  comunmente  caria- 
dos el  esternón  y  los  cartílagos  de  la  laringe 
Y  traquea,  úlceras  corrosivas  y  saniosas  en  los 
pulmones ,  derrames  serosos  en  los  mis- 
mos, etc. 

En  la,  mef asiática,  según  la  observación  de : 


varios  pi'ácii  eos,  bg  han  bailado  en, los  pulmo- 
nes algunos  restos  de  la  enfermedad  rfctroeéT 
dida  que  ocasionó  esta  especie  de  tisis,  como 
por  ejemplo,  en  la  procedente  de  la  leche  des- 
viada y  abocada  al  pecho,  pero  aunque  se  di- 
ce que  se  encontró  este  humor  en  dicha  visce- 
ra ,  probablemente  no  seria  verdadera  le- 
che, sino  pus  ó  humor  puriforme  parecido  á 
ella. 

En  la  tisis  artrítica  se  hallan  las  glándulas 
bronquiales  y  traqueales  duras  y  llenas  de  to- 
fos calcáreos,  lo  mismo  se  observa  en  la  sus- 
tancia pulmonar,  en  las  válvulas  del  corazón, 
en  la  aorta  y  en  la  arteria  pulmonar,  osifica- 
dos los  cartílagos  de  la  tráquea  con  otras  alte- 
raciones en  varios  puntos  del  cuerpo  produci- 
das por  el  mismo  vicio  gotoso. 

Un  la  tisis  por  vómica  se  ven  grandes 
abscesos  y  úlceras  en  el  pulmón,  mucho  der- 
rame purulento,  destrozos  de  las  membranas 
de  los  quistes,  etc. 

Entre  las  causas  predisponentes,  la  princi- 
pal es  la  hereditaria.  La  talla  alfa  y  el  repen- 
tino y  prematuro  crecimiento,  la  delgadez  del 
cuerpo,  ¡a  piel  blanca,  tina  y  descolorida,  la 
cara  pálida  con  alguna  rubicundez  a  manera 
de  mancha  eñ  los  pómulos,  el  cuello  largo  y 
demás  organización  propensa  á  la  homopfisis, 
el  ingenio  precoz,  la  caquexia  escrofulosa,  ar- 
trítica, etc.,  el  ser  hijo  de  padres  caquécticos 
ó  atrofíeos,  el  clima  húmedo,  frió  é  inconse- 
cuente en  la  temperatura,  el  vivir  en  ciudades 
populosas  y  de  mucho  lujo,  los  países  maríti- 
mos y  bajos,  ta  ociosidad,  etc.,  etc.,  son  tam- 
bién causas  predisponentes  de  esta  desastrosa 
enfermedad. 

La  determinan  las  largas  vigilias,  los  ejer- 
cicios violentos  á  pie  y  é  caballo,  el  poco  abri- 
go, las  bebidas  frías  estando  el  cuerpo  sudado, 
todo  error  dietético  ,  toda  especie  de  pasiones 
de  ánimo,  las  liebres  intermitentes  y  las  erup- 
tivas precedidas,  é  igualmente  las  infamacio- 
nes pneuraónicas,  pleuriíicas  ,  etc.,  el  ona- 
nismo, el  coito  inmoderado,  y  principalmente 
el  prematuro,  el  abuso  dé  purgantes  drásticos, 
el  vicio  sifilítico,  el  eareinomatoso,  etc.,  !a  lac- 
tancia, la  entrada  de  cuerpos  cstraños  en  Ja 
tráquea  y  los  pulmones,  las  compresiones  so- 
bre-el  pecho  y  las  malas  posiciones  del"  cuer- 
po, los  ejercicios  violentos  del  canto,  de  reci- 
tación, de  instrumentos  músicos  de  viculo,  el 
bracear  mucho  y  demás  esfuerzos  violentos. 

La  causa  próxima  de  esta  terrible  enferme- 
dad es  todavía  desconocida.  - 

Se  duda  si  es  ó  no  contagiosa.  Tarece  que 
no  lo  es  tanto  como  las  demás  fiebres  de  con- 
tagio, pero  con  todo  llegando  al  tercer  grado 
es  muy  prudente  tomar  algunas  precauciones 
para  que  no  se  rocen  mucho  ó  por  largo  tiem- 
po con  el 'enfermo  mayormente  aquellos  que 
tienen  la,  salud  quebrantada,  pues  en  la  prác- 
tica se  citan  varios  casos  que  hacen  sospechar 
con  cierto  fundamento  et  carácter  contagioso 
de  la  tisis,  bien  qne  no  tan  general  ni  tan  ac- 


TISIS 


272 


tivo  como  lo  tienen  otras  muchas  enfermeda- 
des evidentemente  contagiosas. 

En  punió-  al  diagnostico  siempre  que  se 
sospeche  la  existencia  de  esta  enfermedad,  de- 
bemos examinaren  su  principio  eon  todo  cui- 
dado los  síntomas  y  las  cansas,  comparando 
aquellos  con  estas,  para  no  equivocar  la  pre- 
disposición tlsi  ca  con  una  clorosis,  hipocondría, 
afección  espasmódica  vaga,  etc. 

La  percusión  en  el  pedio  para  dislínguir 
la  tisis  tuberculosa  no  deja  de  dar  alguna  luz, 
pues  da  un  sonido  oscuro  o  mate  distinto  del 
natural.  El  estetóscopo  de  Laennec  y  el  pnl- 
mómatro  de  Keltisch  son  instrumentos  que  en 
la  práctica  están  espuestos  á  muchas  equivo- 
caciones^ tratando  de  conocer  esclusivanienle 
por  ellos  el  estado  de  vacuidad  6  de  plenitud  del 
interior  del  pecho.  Nádanos  ilustra  tanlo  para 
conocer  esla  especie  de  tisis  como  el  ver  que 
domina  en  el  enfermo  la  dialesis  tísica,  sea 
qne  esta  se  presente  en  el  estertor  ó  que  la 
presumamos  en  el  interior  por  las  señales  ra- 
cionales evidentes  de  la  misma.  Ademas  do 
esto  el  estado  de  opresión  del  pecho  y  la  so- 
focación eon  una  tos  seca  y  muy  continua  nos 
dan  á  conocer  por  si  solas  el  eslado  tuberculo- 
so del  pulmón,  y  mas  cuando  rompiéndose  los 
tubérculos  supurados  se  vuelve  la  ios  húmeda 
con  una  espectoracion  purulenta  continua. 

La  tisis  artrítica  no  debe  confundirse  con 
el  asma,  ni  con  la  los  espasmúdica,  ni  con  los 
vicios  orgánicos  del  corazón,  pues  en  estas 
enfermedades  no  se  presenta  la  calentura  héc- 
tic'a  que  hemos  dicho  ocurre  en  la  tisis. 

En  ,1a  carcinonialósa  se  notan  las  señales  de 
la  dialesis  cancerosa  y  se  distinguen  fácilmen- 
te los  síntomas  propios  de  esta  diátesis. 

„En  la  tisis  hemoptóica  ha  precedido  la  he- 
moptisis ó  la  supresión  de  algún  flujo  sanguí- 
neo, y  es  preciso  no  confundirla  con  alguna  de 
las  afecciones  de  las  visceras  abdominales  que 
simpáticamente  á  veces  irritan  el  pecho,  sien- 
do por  lo. mismo  muy  útil  el  informarnos  si 
los  lia  padecido  el  enfermo. 

La  escorbútica  y  la  melastática  se  conocen 
por  el  estado  anamnéstico  del  enfermo  y  porlos 
sinfonías  que  se  presentan,  los  cuales  no  per- 
miten dudar  de  la  existencia  de  estos  dos  ma- 
les que  líayan  dado  lugar  á  la  producción  de 
la  tisis. 

-  En  la  tisis  producida  por  una  vómica,  an- 
tes de  que  esta  se  rompa  hay  una  gran  sofo- 
cación y  respiración  muy  difícil,  luego  de 
romperse  se  espulsa  del  pecho  gran  canlidad 
de  la  materia  purulenta,  eon  pedazos  del  quis- 
te ó  paredes  que  formaban  la  vómica;  quedan- 
do el  enfermo  por  algún  tiempo  eon  mas  ó 
menos  tranquilidad  después  de  haber  arrojado 
(odo  el  pus  acumulado  cu  los  pulmones,  hasla 
la  formación  de  otra  vómica  déla  misma  natu- 
raleza, que  sea  motivo  de  que  le  moleslen  de 
nuevo  los  mismos  sintonías  que  experimentó 
con  la  anterior,  y  asi  sucesivamente  otras  mu- 
chas mientras  el  paciente  las  vaya  tolerando; 


por  lo  que  se  ve  que  esta  tisis  sigue  su  curso 
con  unos  ataques  intermitentes  que  poco  á  po- 
co van  acabando  con  la  existencia  del  enfermo. 

En  todas  las  especies  de  tisis  suele  notarse 
alguna  remisión  de  la  calentura  de  cuando  ca 
cuando. y  escalofríos-,  principalmente  á  la  en- 
trada de  la  noche,  por  cuya  razón  se  lian  cu- 
ganado  muchos  lomando  las  tisis  por  calentu- 
ras  intermitentes,  en  lo  que  es  preciso  poner 
sumo  cuidado,  para  no  equivocar  el  pronósti- 
co y  esponerse  á  perder  el  concepto  faciiU 
tativo.  , 

•.  Es  difícil  distinguir  á  veces  el  verdadero 
pus  del  humor  pm  ieniulo,  pues  todos  los  ca. 
sayos  físico-químicos  que  se  han  hecho  para 
esta  distinción  son  equívocos;  porque  el  pre- 
cipitarse al  fondo  de  un  vaso  lleno  de  aguad 
humor,  su  color  blanco  de  leche,  el  mal  olor 
que  despide  al  quemarlo,  el  concretarse  coa 
el  aceite  de  tártaro  y  el  ir  mezclado  con  k 
sangre,  puede  verificarse  todo  esto  en  mi  hu- 
mor mucoso  de  mala  calidad. 

Las  calenturas  liéclicas  procedentes  de  su- 
puraciones del  hígado,  ríñones,  intestinos  y 
otros  órganos  del  cuerpo,  no  deben  confundir- 
se con  la  tisis,  porque  esla  es  una  enfermedad 
sui  géneris  distinta  enteramente  de  las  predi- 
chas  por  mas  que  la  remeden.  • 

En  el  primer  periodo  puede  curarse  algu- 
na vez  la  tisis;  en  el  segundo  es  ya  difícil  su 
curación,  y  en  ni  tercero  casi  ó  del  todo  ídi- 
posible,  sobretodo  al  íln  de  ella. 

La  tisis  hereditaria  es  la  mas  temible  üe 
todas. 

La  escorbútica,  la  escrofulosa  y  lacarciuo- 
maíosa  se  vencen  laminen  con  muchísima  di- 
ficultad. 

La  artrítica  ó  reumática  suelen  ser  de  larga 
duración  como  no  se  hagan  agudas. 

Lahemoplóíca,  la  metastáticay  la  que  vie- 
ne por  vómica,  como  no  vayan  acompañadas 
de  una  diátesis  tísica  muy  marcada,  se  consi- 
gue alguna  vea  curarlas,  Mu  embargo,  de  que 
dejan  siempre  noa  predisposición  á  renovarse 

Generalmente  hablando  siempre  que  acom- 
paña á  la  tisis  una  organización  favorable  á  su 
producción  hay  poco  que  confiar  en  los  reme- 
dios; pero  dependiendo  de  una  causa  acciden- 
tal, con  el  buen  régimen  dietético  y  fanija- 
céutíco  apropiado  á  las  causas  que  la  hayan 
originado,  puede  obtenerse  alguna  vez  su  cu- 
ración, como  no  haya  llegado  al  último  perio- 
do en  que  sea  ya  una  tisis  desesperada. 

Cuando  la  tisis  de  crónica  se  hace  aguda, 
si  entra  el  enfermo  cu  delirio  quedan  péididas 
ya  todas  las  esperanzas  de  poderse  esle  salvar, 

Para  conseguir  la  curación  "es  picciso  in- 
dagar con  mucha  solicitud  las  cansas  y  sinto- 
nías de  la  .tisis  en  su  primer  periodo,  para  lo- 
mar las  indicaciones  convenientes,  sin  dejir 
pasar  la  ocasión  oportuna  que  se  présenla  en 
aquel,  única  tal  vez  para  poder  esperar  un 
buen  resultado  de  los  indicados.  En  dicho  pe- 
riodo es  cuando  se  deben  remover  lorias  las 


273 


TISIS 


274 


causas  que  hayan  dudo  lugar  ó  sostengan  la 
indisposición  física  del  enfermo,  y  mandar  á 
este  que  observe  severamente  un  buen  régi- 
men dietético,  encargándole  que  evite  el  cons- 
tiparse guardándose  de  pasar  repentinamente 
de  un  aire  frió  á  otro  caliente  y  viceversa,  que 
no  liaga  ejercicios  violentos,,  «pie  se  pasee  sin 
fatigarse  demasiado  cuando  la  atmosfera  esté 
ipjifita  y  templada  i  que, no  viva  en  aposentos 
muy  cerrados  ó  de  mucho  concurso,  llenos-de 
humo  ó  vapores;  que  no  bracee  mucho,  ni  can- 
te, ni  levante  demasiado  la  voz,  ni  toque  nin- 
gún instrumento  de  viento;  que  se  abstenga  de 
bebidas  espirituosas,  de  las  reiformes,  como  el 
té,  café  y  demás,  y  asimismo  de  alimentos 
indigestos,  picantes  ó  salados ;  ,qu.e  no  supri- 
ma el  sudor  de  los  pies  poniéndolos  descalzos 
sobre  los  ladrillos;  que  evite  las  pasiones  de 
ánimo  violentas  y  contristantes,  y  que  guarde 
en  todo  las  demás  reglas  higiénicas. 

Pero  la  medicina  mas  á  propósito  en  el  pri- 
mer periodo  de  esta  insidiosa  enfermedad  es 
!a  lüetaSiiicriüca;  como  el  mudar  de  aires  y  de 
aguas,  mayormente  si  la  ha  contraído  el  en- 
fermo en  un  clima  frío  y  húmedo,  pasar  á  otro 
seco  y  templado;  el  ejercicio  moderado-  del 
cuerpo  á  pie  ó  á  caballo,  tanto  mas  si  la  vida 
ociosa  ha  contribuido  a  la  disposición  tísica 
del  paciente;  la  rusticación;  los  viages  por  mar 
Jante  con  la  distracción  de  los  negocios'  case- 
ros que  abruman  el  entendimiento,-  y  todo 
cuanto  puede  contribuir  á  la  tranquilidad  de! 
espíritu.  Es  estala  medicina  que  ha  producido 
mas  ventajas  que  otra  ninguna  teniendo  pro- 
porción de  poderla  emprender  el  enfermo  en 
diclio  primer  periodo;  pues  pasado  este,  en  los 
mas  dé  los  casos  se  hace  ya  superfina. 

En  la  tisis  hemoptóica  ó  por  efecto  de  la 
supresión  de  algún  flujo  sanguíneo  en  la  que 
se  ve  marcado  él  carácter  II  ogistieo,  las  eva- 
cuaciones sanguíneas  generales  y  locales  son 
el  principal  remedio  en  su  origen,  porque  des- 
pués cuando  lia  sobrevenido  una  terminación 
por  supuración,  escirroSa  ó  de  otra  especie  de 
dicho  estado  flogislico  son  mas  perniciosas 
que  favorables  las  citadas  evacuaciones.  Mas  no 
siempre  deben  ser  copiosas,  sino  cortas  y  re- 
petidas de  cuando  en'  cuando,  coadyuvando  á 
las  mismas  ios  demás  medios  antiflogísticos 
como  los  atemperantes,  los  alimentos  poco 
sustanciosos  y  en  corta  cantidad,  mantenién- 
dose el  cuerpo  por  largo  tiempo  con  este  pian 
curativo  debilitante.  Muchos  jóvenes  acometi- 
dos de  esta  especie  de  tisis  "se  han  libertado 
poco  á  poco  de  ella  guardando  rigurosamente 
una  dieta  láctea,  principiándola  con  la  leche 
unida  al  agua  de  cebada,  hasta  llegar  poco  .  á 
poco  por  grados  á  Bebería  pura;  no  pasando 
a  los  alimentos  de  mas  sustancia  hasta  al  cabo 
de  largo  tiempo,  y  absteniéndose  sobretodo 
de  cuaido  pueda  enardecer  el  cuerpo  y  el  es- 
píritu. 

En  la  tisis  escrofulosa,  no  manifestándose 
61  su  principio  con  un  carácter  irritativo,  con- 

¿187    ¡JILILIOTUCA  I'CHMILAII. 


■  vendrá  aquellos-remedios  que  se  recomiendan 
en  el  vicio  escrofuloso;  pero  á  poco  que  se 
presente  la  flógosis,  como  sucede  con  frecuen- 
cia en  esta  enfermedad, '  mayormente  cuando 
sigue  su  curso  con  alguna  rapidez,  en  este 
caso  debemos  adoptar  el  plan  antiflogístico  lo 
mismo  que  en  la  hemoptóica;  valiéndonos  tan 
solo  de  los  anti-escrofulosos  que  tengan  muy 
poca  fuerza  estimulante  como  son  los  coci- 
mientos é  infusiones  de  la  achicoria,  del  sa- 
raxacum,  de  la  ahónide  ó  bonagra  con  un  po- 
co de  la  dulcamara  ó  del  nitro,  el  suero  clari- 
ficado con  un  poco  del  crémor  tártaro,  la  tier- 
ra foliada  de  tártaro,  etc.,  etc.  En  verano  pue- 
den ser  también  conducentes  los  baños  de 
agua  del  mar  de  corta  duración,  junto  con  el 
régimen  dietético  apropiado.  Pasado  empero 
el  estado  inüamatorio,  adelantada  que  esté  ya 
la  tisis  de  que  tratamos,  deberemos  desistir 
del  plan  antiflogístico,  sirviéndonos  de  los 
anfiescrofulosos  unidos  con  los  demulcentes  y 
lacticinosos,  conforme  mejor  pareciere  para 
cumplir  con  la  indicación  que  se  presente  en 
■el  enfermó,  pues  tísico  escrofuloso  hay  que 
resiste  muy  bien  el  muriato  calcáreo,  las  aguas 
alcalinas,  los  medicamentos  jabonosos  ú  otros 
de  la  misma  clase;  al  paso  que  otro  no  podrá 
sobrellevarlos  sin  la  unión  de  ellos  .con  ¡ale- 
che  ó  con  alguna  de  las  féculas  del  salep,  del 
liquen,  arrowroot,  patatas  ó  alguna  otra. 

En  cuanto  al  uso  de  la  leche  que  la  han 
considerado  muchos  como  uno  de  los  medica- 
mentos mas  á  propósito,  no  solo  para  curar 
los  tísicos,  sino  para  nutrirles  también  conve- 
nientemente, no  podemos  prescribir  una  regla 
general.  Hay  naturalezas  á  las  que  prueba  muy 
bien  este  alimento  digiriéndole,  perfectamen- 
te; al  paso  que  otras  le  digieren  con  mucha 
dificultad,  en  lo  que  se  debe  poner  particular 
atención  para  aconsejaría  á  los  sugetos  de  las 
primeras  circunstancias  y  no  permitirla  á  los 
de  las' segundas.  Lo  mismo  se  debe  tener  en- 
tendido con  respecto  á  la  elección  de  la  espe- 
cie de  leche,  si  debe  ser  de  mugeí,  de  burra, 
de  cabra  ó  de  vaca,  á  fin  de  prescribir  la  que 
se  acomode  mejor  á  las  fuerzas  digestivas  del 
paciente,  y  !e  sea  mas  grata  al  mismo  tiempo. 

Los  medicamentos  béchicos  ó  mucilagino- 
sos,  como  los  cocimientos  del  liquen,  de  la 
tapioca,  de  la  fócala  del  almidón  é  igualmente 
los  caldos  de  víboras,  de  ranas,  de  tortuga,  de 
caracoles,  etc.,  al  misino  tiempo  que  son  nu- 
tritivos, facilitan  la  espectoracion,  y  por  tanto 
podrán  ser  conducentes  mientras  no  fastidien 
ai  enfermo,  pues  en  tal  caso  acarrearían  mas 
bien  daño  que  provecho.  También  las  mistu- 
ras gomosas,  íosjámedores  ya  simples  ya  mez- 
clados con  algún  calmante  son  muy  útiles  al- 
guna vez  para  mitigar  la  irritación  nerviosa 
del  pecho;  no  obstante  de  que  debemos  ir  con 
mucho  cuidado  en  no  abusar  de  los  opiados, 
valiéndonos  solamente  de  ellos  en  casos  de 
mucha  vigilia,  y  estando  bien  seguros  de  que 
p.0  hay  ninguna  escandescencia  en  el  cuerpo, 
T.    ¡SXXI».  18 


TISIS 


276 


Los  medicamentos  balsámicos  en  casos  de 
suma  flojedad  del- pulmón  sin  nada  de  llógo- 
sis  en  esta  \iscera,  como  el  jarabe  del  bálsa- 
mo del  ,Perú,  las  pildoras  balsámicas  de  Mor- 
ton,  y  otros  de  esta  clase,  no  dejan  de  ser  muy 
útiles  para  facilitar  la  salida  del  esputo  al  mis- 
mo tiempo  que  promueven  la  secreción  de  la 
orina,  por  cuyo"  medio,  se  desvía  á  la  par  ta  flu- 
xión hácia  el  pecho  que  tanto  incomoda  y  per- 
judica al  paciente.  Por  igual  razón  se  ve  que 
son  muy  útiles  estos  medicamentos  en  muchos 
catarros  crónicos,  á  que  están  muy  sujetos  los 
■viejos. 

El  cocimiento  de  la  polígala  con  la  regaliz 
es  también  muy  útil  para  Ionizar  el  pecho  y 
suavizarle,  no  solo  al  fin  de  la  tisis  escrofulo- 
sa, sino  también  en  las  de  otra  especie,  no- 
tándose mucha  debilidad  en  dicha  entraña.  El 
cocimiento  de  la  rab  de  mecerco  con  leche  no 
deja  de  ser  conveniente  en  casos  análogos. 

La  digital  purpúrea. prescrita  con  modera- 
ción, asi  en  infusión  como  en  polvo,  es  muy 
conveniente  en  esta  tisis  y  también  en  la  he- 
moptoica,  artrítica  ó  reumática  y  demás,  no 
solo  como  sedante  del  sistema  sanguíneo,  sino 
también  del  nervioso,  en  los  casos  de  irrita- 
ción en  el  pecho,  favoreciendo  al  mismo  tiem- 
po la  resolución  del  eslado  flogistico  y  linfá- 
tico que  puede  haber  en  él. 

.¡En  la  tisis  escorbútica,  según  sea  mas  ó 
menos  exaltada  esta  diátesis ,  convendrán  ya 
los  remedios  sub-ácidos  atemperantes  mezcla- 
dos con  los  mucilagiuosos.,  ya  los  tónicos  qui- 
nados, los  cocimientos  de  las  bellotas,  de  la 
quasia,  rubia  y  demás  tónicos  permanentes 
mientras  pueda  el  enfermo  soportarlos,  porque 
sucede  muchísimas  veces  en  este  estado  que 
se  vuelvan  nauseabundos  ó  suprimen  la  es- 
pectoracion  poniéndose  la  respiración  difícil  y 
anhelosa.  Cuando  esto  suceda  es  lo  mejor  ate- 
nerse á  un  simple  cocimiento  ligeramente  amar- 
go, con  una  corta  dosis  dé  nn  vino  seco  que 
facilite  la  digestión,  siguiendo  en  todo  el  mis- 
mo régimen  que  en  el  escorbuto,  valiéndonos 
igualmente  del  plan  tónico,  siempre  que  no- 
temos en  el  enfermo  un  estado  adinámico 
decidido. 

En  la  curación  déla  tisis  sililítica,  no  sien- 
do muy  al  principio,  rara  vez  están  indicados 
los  anti-siflltticos  mercuriales ,  á  no  ser  que 
bajo  meras  apariencias  ó  remedo  de'  esta  tisis 
se  trate  de  una  calentura  procedente  de  la  si  lilis 
constitucional  muy  radicada  en  el  cuerpo,  en 
cuyo  caso  los  mercuriales  son  á  propósito 
para  combatirla,  mas  no  cuando  la  tisis  es  ver- 
dadera, producida'  secundariamente  por  el  mal 
venéreo. 

fin  la  tisis  artrítica  ó  reumática,  en  su  ori- 
gen ,  pueden  ser  conducentes  los  polvos  ■  de 
llower  ó  la  ipecacuana  en  muy  corta  dósis,  ó 
igualmente  algún  preparado  antimonial  en  pe- 
queña cantidad,  á  fin  de  promover  la  traspira- 
ción; mas  nunca  nos  valdremos  de  estos  reme- 
dios habiendo  precedido  una  hemoptisis  ó  ha- 


llándose el  enfermo  con  una  disposición  á  es- 
ta hemorragia.  El  extractó  del  acónito  y  del 
beleño,  el  agua  destilada  del  lanro-ceraso  y 
demás  remedios  calmantes, de  la  afección  reu- 
mática pueden  ser  muy  útiles  en  unión  con  los 
demulcentes  y  lacticinosos ,  procurando  sobre 
todo  promover  la  traspiración,  mas  con  los  me- 
dios higiénicos  que  con  los  farmacéuticos,  si- 
guiendo lasmismas  reglas,  que  se  prescriben  en 
el  reumatismo;  poro  siempre  que  se  notasen 
síntomas  de  irritación  Ilogistica  no  podremos 
prescindir  de  las  evacuaciones  de  sangre,  lo 
mismo  que  hemos  dicho  hablando  de  la •  tisis 
escrofulosa. 

En  la  tisis  metaslálica ,  mayormente  si  el 
elemento  morboso  reconcentrado  es  de  Índole 
herpélica,  ademas  de  los  épispásticos  podrán 
ser  útiles  los  baños  sulfurosos  y  también  Ids 
aguas  hepáticas;  mas  estos  remedios  deben 
ser  prescritos  muy  al  principio,  pues  una  vez 
constituida  en  el  segundo  ó  tercer  periodo,  asi 
los  baños  sulfurosos  como  los  baños  de  la  mis- 
ma especie  tomados  interiormente,  determi- 
nan mas  pronto  los  sudores  colicuativos  ó  le 
diarrea.  El  creer  que  dichas  aguas  son  un  es- 
pecifleo  para  toda  especie  de  tisis,  bajo  cuyo 
concepto  fas  aconsejan  muchos  ,  es  un  error 
muy  clásico,  habiendo  la  esperiencia  demos- 
trado los  funestísimos  efeclos  qué  han  surgi- 
do de  la  indiscreción  en  prescribirlas. 

En  la  tisis  carcinomatosa  son  pocos  los  re- 
cursos del  arle;,  pues  no  hay  mas  que  atener- 
se á  la  medicina  paliativa  calmante,  demulcen- 
te ó  lacticinosa  que  mejor  se  acomode  á  la  na- 
turaleza del  enfermo,  para  hacerle  menos  sen- 
sibles en  cuanto  se  pueda  sus  padecimientos 
en  una  tisis  tan  dolo-rosa. 
'  En  los  casos  de  tisis  por  vómica  han  sido 
diversos  los  pareceres  de  muchos  prácticos  so- 
bre si  conviene  ó  no  procurar  la  rotura  do  di- 
cha vómico.  Nosotros  somos  de  parecer  que  lo 
único  que  puede  hacerse  en  caso ,  es  reblan- 
decerla cuanto  sea  posible  por  medio  de  los 
emolientes  y  demulcentes ,  tomados  interior- 
mente en  unión  con  algunos  balsámicos  expec- 
torantes, junto  con  la  inspiración  délos  vapo- 
res de  la  misma  especie,  para  facilitarla  aber- 
tura de  dicho  quiste  purulento  á  (In  de  que  lu 
naturaleza  pueda  con  menos  esfuerzo  verificar- 
la; mas  nunca  . se  deben  emplear  los  eméticos 
paru  la  consecución  de  este  objeto,  por  ser 
muy  propensos  á  determinar  una  sofocación 
repentina  del  pulmón. 

Algunos  prácticos  han  aconsejado  en  la  li- 
sia ulcerosa  ó  dé  nn  carácter  muy  irritativo, 
que  pasen  los  enfermos  á  vivir  en  Un  pesebre 
donde  estén  reunidas- muchas  vacas,  á  fin  Je 
que  inspiren  aquel  aire,  que  por  ser  poco  oxi- 
genado podrá  convenir  en  algunos  tísicos,  mas 
como  remedio  paliativo  que  como  radical  cura- 
tivo. Esta  práctica  pocas  vece¿  ó  casi  úunca  es 
provechosa. 

La  medicina  de  los  gases,  en  particular  la 
del  cloro  que  fué  muy  de  moda  algunos  años 


2Í7 


TISIS— TITANES 


atrás,  ¡suele  mas  bien  agravar 'que  mejorar  á 
los  enfermos. 

lomillos  son  los  remedios  empíricos  que 
lian  estado  en  boga  para  la  Usis,  como  el  agua 
de  la  pez ,  el  fumar  las  hojas  do  la  belladona, 
ó  las  del  estramonio,  la  inspiración'  del  vapor 
del  alazor  quemado  y  otros  muchos  por  medio 
de  los  cuales  si  alguna  vez  después  de  su  pres- 
cripción ban  mejorado  algunos  tísicos  y  hasta 
lian  curado,  es  muy  presumible  que  la  me- 
joría procediese  de  los  esfuerzos  de  la  natura- 
leza, que  no  combatía  con  una  verdadera  tisis 
sino  con  otra  enfermedad  que  la  remedaba, 
como  sucede' muchísimas  veces  en  algunas 
afecciones  catarrales  crónicas  que  han  sido  cla- 
sificadas de  verdaderas  Usis,  y  que -habiéndo- 
se curado  espontáneamente  se  glorian  algu- 
nos facultativos  de  haber  salido  victoriosos  de 
ellas  con  cualquier  remedio  insignificante. 

Sobre,  todo  en  la  tisis  de  larga  duración  en 
que  afecta  al  enfermo  nn  estado  de  decaimien- 
to universal  de  fuerzas ,  el  pasar  á  un  aire  pu- 
ro y  elástico  es  lo  que  mas  le  conviene,  junto 
con  las  aguas  ferruginosas  naturales  que  pue- 
dan proporcionársele  en  el  sitio  donde  se  halle 
con  un  plan  dietético  corroborante  en  toda  su 
extensión. 

I.os  medios  paliativos  como  son  para  con  - 
tener  la  diarrea,  el  diascordio  ó  la  triaca;  los 
cocimientos  de  la  salvia ,  el  elixir  de  vitriolo 
dnloc  ó  pequeñas  dosis  del-acetato  de  plomo 
para  reprimir  los  sudoros  colicuativos,  deben 
administrarse  con  mucho  cuidado  no  abusan- 
do de  ellos ,  á  (in  de  que  en  ciertos  casos  no 
causen  mas  daño  que  provecho  si  somos  de- 
masiado oliciosos  eusu  prosecución. 

La  medicina  profiláctica  para  librarnos  de 
las  tisis,  consiste  en  un  régimen  dietético  bien 
arreglado ,  pero  sobre  todo  la  vida  activa  es  el 
medioque  mas  conduce  á  dicho  objeto,  según 
lo  demuestra  la  experiencia.  Todos  los  que 
lian  estado  acostumbrados  á  dicho  género  de 
vida  activa  si  repentinamente  pasan  á  la  ocio- 
sidad ,  por  poca  disposición  que  tengan  á  esa 
dolencia  al  momento  la  contraen.  Eso  es  lo 
que  suele  observarse  en  los  militares  que  du- 
rante el  servicio  ban  tenido  que  sufrir  los  tra- 
bajos, lasfatigas  y  penalidades  de  una  guerra; 
pues  mientras  dura  el  empeño  muchísimos  ni 
siquiera  experimentan  el  menor  asomo  de  ti- 
sis ,  al  paso  que  después  de  regresados  á  sus 
casas  no  pocos  son  victimas  de  tan  terrible  en- 
fermedad. Mucho  puede  coutribuir  también  al 
fomento  de  la  tisis  el  abuso  de  las  bebidas  es- 
pirituosas que.  se  ha  introducido  de  bastantes 
años  a  esta  parte  y  que  tanto  influye  en  la  pro- 
ducción de  toda  clase  de  inflamaciones"  asi 
agudas  como  crónicas; 

TITANES.  Con  este  nombre  son  conocidos 
en  la  mitología  griega  los  hijos  de  Urano  (el 
cieto)^  ydeGhé(la  tierra.)  Después  de  estas 
dos  divinidades,  materias  nacidas  del  caos  y 
que  encierran'  toda  la  creación  ,  los  titanes, 
lujos  de  su  amorosa  alianza ,  personifican  los 


elementos  en  el  sentido  de  los  antigaos  (pues 
la  mayor  parte  de  esos  elementos  no  son  ya 
reconocidos  como  tules  en  nuestros  días) ,  y 
los  fenómenos  físicos  deque  son  rnaruvj lioso • 
teatro,  según  las  disposiciones  del  arquitecto 
universal,  En  efecto,  muchos  de  esos  titanos  son 
Hyperion  (el  sol),  el  Océano  ,  Orónos  [el  tiem- 
po) ,  Rfrea  (la  naturaleza  vivilicada) ,  Febe  (la 
luna),  Tetis  (el  mar  tranquilo),  Brontes ,  Ste- 
ropes,  Arges,  tres  ciclopes,  fraguadores  .tib- 
ios rayos  celestes ;  Briáreo ,  uno  de  los  tres 
hecatonquiros  ó  centimanos  ,  imágenes  de  las 
grandes  montañas  volcánicas.  Después  de  Ja 
sangre  de  Urano,  muiilado  por  Saturno  (el 
tiempo),  su  propio  hijo,  nacieron  los  gigan- 
tes, raza  monstruosa  de  hombres,  ciiya  exis- 
tencia prueba  la  Biblia,  y  con  ellos  Afrodita, 
el  amor  físico,  que  los  latinos  llamaron  Venus. 
Después  de  la  nulidad  viril  de  Urano  ,  su  pri- 
mer esposo ,  la  Tierra  se  unió  con  Pontos,  el 
universal  montón  de  agua  salada  llamado  mar. 
De  aquí  nacieron  cuatro  hijos  titanes,  entre 
los  cuales  se  cuenta  Nereo ,  el  mar  Archipié- 
lago.y;Ceto,  muger-ballena  ó  monstruosa  co- 
mo un  cetáceo.  De  los  descendientes  de  Gbé  y 
Urano  nacieron  Vesla  (el  fuego),  Ceres  (la  vir- 
tud nutritiva  del  humus),  Juno  (el  aire),  Hades 
ó  Pintón  (las  tinieblas  internas  del  globo),  Nep- 
tuno  (el  mar  sometido  á  leyes) ,  Júpiter  (el  re- 
gulador del  universo),  y  después  las  tres  mil 
oceánides,  todas  ensenadas ,  radas  y  golfos 
del  Océano  su  padre.  En  Un,  de  la  descenden- 
cia de  Ghé  y  de  Pontos  t  alieron ,  entre  otros 
vastagos ,  la  encantadora  Iris ,  con  faja  de  sie- 
te colores ,  arco  admirable  de  los  cielos ,  y 
Seila,  horrible  escollo..  ¿Pero  la  etimología  del 
nombre  de  titanes  no  jusliQca  bastante  esa 
simbolización  de  Ja  naturaleza?  Procede  del 
hebreo  íií  (barro) ,  y  por  filiación,  del  griego 
titanos  (cal,  yeso);  ademas  estos  seres  pri- 
mordiales tienen  por  madre  i  Ghé  (la  tierra) 
ó  Titea  (la  arcillosa).  Sin  embargo,  participan- 
do también  del  Cielo ,  su  padre  ,  nacieron  de 
vez  en  cuando  brillantes  ó  diáfanos;  tales,  son 
la  Luna  y  el  arco  Iris;  Saturno,  á  quien  la  mi- 
tología ha  hecho  pasar  por  hijo  segundo  deTi- 
tan-llyperion ,  el  padre  del  Sol  ó  el  Sol  mis- 
mo ,  recibió  de  su  madre  una  guadaña  de  ace- 
ro ,  con  la  cual  mutiló  á  Urano  ,  sobre  el  pe- 
cho mismo  de  su  pérfida  esposa ;  la  Tierra; 
después  se  apoderó  del  reino  del  universo. 
Llevado  de  su  furor,  Urano  envolvió  en  su 
venganza  á  todos  sus  hijos ,  precipitándolo!: 
en  el  tenebroso  Tártaro,  y  entonces  fué,  pre- 
tenden algunos  mitos ,  cuando  les  dió  el  ul- 
trajante nombre  de  titanes  (hombres  de  lodo 
y  de  polvo).  Estos  dioses  gigantes  rompen  sus 
cadenas ,  hacen  la  guerra  á  Saturno,  é  iban  á 
destronarlo,  cuando  Júpiter  .su  hijo  les  arroja 
los  rayos,  arma  nueva  de  los  ciclopes,  titanes 
también ,  pero  partidarios  suyos  ,  y  los  hunde 
para  siempre  en  la  tenebrosa  noche ,  de  la 
cual  no  habian  salido  un  momento  mas  que 
para  espantar  á.  la  Tierra,  su  propia  madre.  41- 


279 


TITANES— TOCADOR  *    „  280 


giraos  dicen  que  Saturno  no  arrebató  -violen- 
tamente el  trono  á  sns  hermanos,  sino  que  la 
soberanía  le  fué  benévolamente  cedida  por  Ti- 
tán ,  con  la  condición  de  que  haría  perecer 
todos  sus  hijos  varones ,  luego  que  hubiesen 
nacido ,  medio  homicida  con  el  cual ,  el  im- 
perio del  universo  había  de  pasar  á  la  rama 
mayor.  Conocido  es  el  ardid  con  que  Rhea  su 
esposa,  salvó  á  Júpiter  de  la  infanticida  gar- 
ganta de  Saturno,  que  se  tragaba  á  sus  re- 
cien nacidos :  admirable  síntoma  del  tiempo, 
que  destruye  sin  piedad  sus  propias  obras.  Por 
"último  ,  Saturno  ,  Orónos  ó  el  tiempo ,  en  su 
furor  suspicaz  ,  iba  á  mutilar  á  su  propio  hijo, 
cuando  éste  se  anticipólo  arrojó  deí  trono 
celeste  ala  playa  itálica,  y  se  sentó  en  él  para 
siempre,  con  el  rayo  en  la  mano.  Los  titanes, 
según  algunos  mitólogos,  fueron  relegados  ¡i 
las  estremidades  de  la  Hesperia ,  no  lejos  del 
palacio  de  la  Noche.  Tres  dinastías  se  sucedie- 
ron, pues  en  el  Olimpo  griego:  Urano,  Satur- 
no y  Júpiter,  tres  grandes  divisiones  ó  divi- 
nidades cosmogónicas  del  universo,  el  Cielo, 
el  Tiempo,  y  la  Atmósfera  que  había  quedado 
estable  y  nivelada ,  sobre  todo  después  del 
parcial  cataclismo  del  globo.  Júpiter  ó  Zeus 
(el  fuego  y  la  vida)  representa  la  atmósfera, 
cuyo  reinado  dura  desde  aquella  .época  casi 
siempre  igaal  sobre  todo  lo  que  respira.  La 
guadaña  con  que  Saturno  ó  el  tiempo  está  ar- 
mado ,  y  con  la  que  mutiló  á  su  padre  el 
Cielo  ,  del  cual  efectivamente  ese  ser  incom- 
prensible, misterioso,  impalpable,  que  los 
griegos  llamaron  Chronos  ,  sacó  su  existencia 
despUes  de  despejado  el  caos,  es  ese  anonada- 
miento futuro  cumplido  por  los  siglos  y  pro- 
metido por  los  profetas  al  globo :  «Los  cielos 
y  la  tierra  pasarán,  dice  el  hijo  del  nombre 
en  el  Evangelio  ,  pero  mis  palabras  no  pasa- 
rán^ Si  queremos  ver  en  los  lítanos ,  no  tres 
dinastías  distintas,  sino  tres  religiones  análo- 
gas ,  sucediéndose  en  la  pequeña  porción  del 
globo ,  entonces  civilizada,  esceptuadas  las 
Indias  ,  ¿quién  no  reconocería  en  aquellos  hi- 
jos de  la  Tierra  divinizados,  esos  dioses  1 1c  ar- 
cilla y  yeso  ,  indignación  deí  cristiano  Poliuc- 
to?  Del  cielo  alegórico  ,  los  titanes  descendie- 
ron ala  tierra,  de  la  cual  nabian  nacido:  rei- 
naron allí,  según  algunos  eruditos,  300  años, 
bástala  emigración  de  los  hebreos  en  Egipto. 
131  Asia  Menor  y  toda  Europa  hasta  el  Occidente 
les  estuvieron  sometidas,  otros  muchos  rei- 
naron en  las  Gallas.  ífo  falla  quién  pretende 
que  descendían  todos  de  Comer,  hijo  de  Jafet. 
Dio  doró  cree  ([ue  nacieron  en  Creta  durante  la 
juventud  de  los  coretes,  maestros  de  Júpiter. 
Alli  se  hicieron  célebres ,  dice  el  citado  histo- 
riador, con  descubrimientos  útiles  á  los  hom- 
bres. Aquellos  seres  fuertes,  de  una  estatura 
elevada,  de  una  civilización  salvage,  debian1 
pasar  necesariamente  por  hijos  del  Cielo  y  de 
la- Tierra,  origen  que  también  les  atribuye  DÍOr 
«Joro.  Suidas  quiero  que  ios  titanes  sean  los 
yientps  furiosas  de  ios  espíritus  encerrados  en 


las  cuevas  de  la  tierra;  perdonemos  á  ese  ero* 
nista  su  descubrimiento  geológico  y  cabalís- 
tico que  no  tiene  alcance  alguno. 

Llámanse  tilánides  los  descendientes  de 
los  titanes.  La  Tesalia,  entonces  trastornada 
por  un  diluvio  y  terremotos,  fué  escogida  pol- 
los poetas  para  teatro  del  combate  de  Júpiler 
y  de  los  dioses  contra  los  hijos  monslruosos 
de  la  Tierra,  á  la  cual  representan  como  Apo- 
lodoro  en  su  Biblioteca,  con  horrible  rostro, 
cabellera  desmesurada,  barba  de  espantoso 
grueso,  á  veces  con  cien  brazos  y  piernas  á 
modo  de  cola  de  serpiente.  Una  prueba  de  que 
ios  titanes  eran  hombres  poderosos  y  no  el 
producto  de  las  repugnantes  uniones  amorosas 
del  Cielo  con  la  Tierra,  es  que  en  una  piedra 
sardónica  antigua,  uno  de  ellos  está  represen- 
tado con  broquel  redondo  en  el  brazo  izquier- 
do y  una  piel  de  león;  en  otra  piedra  igual, 
otro  de  los  mismos  está  armado  con  una  maza; 
solo  una  calcedonia  presenta  uno  de  esos  hijos 
de  la  Tierra  con  piernas  á  modo  de  cola  de 
dragón. 

TITANIO.  {Mineralogía.)  Este  metal  se  en- 
cuentra generalmente  cristalizado  en  la  forma 
prismática,  y  que  ofrece  una  disposición  par- 
ticular en  hacecillos,  ó  como  si  fuesen  cabe- 
llos por  ser  muy  delgados  estos  prismas  aci- 
culares; hállase  á  las  veces  en  esta  forma  el 
titanio,  dentro  del  cuarzo  cristalizado  ó  sea  el 
cristal  de  roca,  cuya  circunstancia  le  da  na 
aspecto  muy  hermoso  y  peregrino.  Es  el  üta- 
nio  infusible  al  soplete,  como  no  sea  por  me- 
dio de  un  fundente.  Se  eneuenlra  este  metal 
en  algunos  terrenos  graníticos  y  del  gneis,  y 
en  los  micaesquistos,  y  frecuentemente  en  el 
cristal  de  roca  como  se  ha  indicado,  viéndose 
estos  en  cantos  rodados  y  atravesados  por  el 
titanio.  Se  emplea  esta  sustancia  metálica  pa- 
ra colorarla  porcelana. 

TfTÍS.  {Historia  natural.)  Sombre  pe 
suele  darse  á  los  monos  del  género  seimiri. 
[Callitkrix.) 

TITÍ-TIGPiE.  (Historia  natural.)  Así  suelen 
llamar  aldnruculi.  especie  de  mono  del  géne- 
ro nictipitbecus  por  su  grito  que  es  bástanle 
parecido  al  del  jaguar. 

TOCADOR.  Dase  este  nombro  a  un  mueble 
que  consiste  en  una  mesa  con  espejo,  mas  ú 
.menos  lujoso,  donde  se  colocan  todos  los  úti- 
les necesarios  para  el  asco,  limpieza  y  ador- 
no de  una  persona.  También  se  da  el  mismo 
nombre  á  la  habitación  donde  se  coloca  este 
mueble,  ó  sea  la  que  se  destín»  esclusivamen- 
tq  para  asearse,  vestirse  y  adornarse.  También 
se  llama  tocador  al  arte  de  componerse,  sobre 
todo  cnanto  se  hace  con  esmero  y  para  stgti; 
na  solemnidad,  y  asi  se  dice  que  alguno  «esta  , 
haciendo  su  tocador.» 

El  tocador  de  los  hombres  es  necesaria- 
mente muy  breve  y  sencillo,  y  si  no  lo  es, 
esto  hace  poco  honor  á  sn  carácter  y  denuncia 
una  reprensible  vanidad,  Pero  respecto  de  las 
señoras,  es  upa  de  sus  ocupaciones  principa* 


281 


TOCADOR 


les,  y  el  respeto  con  que  estas  ocupaciones  se 
miran,  es  un  tributo  que  paga  la  sociedad  de 
muy  antiguo  á  la  debilidad  del  seso.  Las  seño- 
ras necesitan  nn  peinado  que  requiere  tiempo; 
llevan  para  su  adorno  una  porción  de  cosas 
cuya  colocación  también  lo  exige;  y  como 
esln  es  una  cosa  de  que  no  pueden,  ni  en 
cierto  modo  deben  prescindir,  de  aquí  el  que, 
cbíBB  liemos  diebo,  se  considere  su. cuarto  de 
tocador  como  uno  de  esos  objetos  necesarios. 
Es  verdad  que  en  estaparle  bay  no  poca  exa- 
geración en  nuestras  costumbres-,  e!  tocador  de 
las  señoras  es,  según  la  folia  espresion  de  un 
contemporáneo,  un  altar  donde  pasan  algún 
tiempo  contemplándose  á  si  mismas,  y  donde 
se  ostentan  á  porfía  los  perfumes,  loa  cosmé- 
ticos, las  aguas  olorosas  y  todo  cuanto  puede 
conducir  á  cscitar  la  vanidad  y  á  producir  un 
sentimiento  de  sensualidad  siempre  pernicio- 
so, y  origen,  por  lo  general,  de  la  frivolidad 
de  carácter  y  de  otros  defectos  análogos  de 
que  suele  adolecer  la  bella  mitad  del  género 
liumano. 

Parece,  sin  embargo,  que  esta  debilidad 
baya  sido  desde  muy  antiguo  patrimonio  de  la 
humanidad,  si  juzgamos  por  un  articulo  pu- 
blicado años  ha  en  la  Revista  Dritánica,  en  que 
se  hace  la  descripción,  tal  vez  algo  poética  y 
exagerada  del  tocador  de  una  israelita  en  tiem- 
po de  las  grandezas  de  Jcrusalen. 

«nrillnn,  dice,  sobre  ta  cumbre  del  templo 
de  Jcrusalen,  los  primeros  resplandores  del 
alba  y  doran  las  orillas  del  Ebron  y  del  Sinai. 
La  multitud  se  agolpa  á  las  calles  de  la  ciudad 
santa  en  dirección  al  templo,  y  este  movimien- 
to matutino  anuncia  que  acaba  de  nacer  el  dia 
en  que  ha  de  tener  lugar  una  gran  solemnidad. 
Adormecida  eu  tranquilo  sueño  y  oculta  á  los 
ojos' de  lodos,  reposa  la  jóven  Raquel  en  el  in- 
terior de  su  palacio  rodeada  de  sus  doncellas 
sobre  almohadas  guarnecidas  de  pieles  precio- 
sas y  los  ricos  tejidos  preparados  por  la  indus- 
tria de  los  fenicios,  y  se  admira  de  dispertar 
se  antes  de  la  hora  ordinaria,  en  que  se  abren 
á  la  luz  del  dia  sus  bellos  ojos.  Circundan  su 
lecho  sus  servidoras,  cuyos  pies  siíenau  car- 
gados de  mía  multitud  de  campanillas  de  plata: 
visten  unas  corlas  túnicas  que  apenas  bajau  de 
la  rodilla  y  sujetan  sus  cabellos  con  lazos  de 
seda  de  varios  colores. 

"La  primera  de  ellas  presenta  á  su  señora 
unas  sencillas  sandalias  de  piel  de  cabra,  que 
liga  al  pie  con  dos  pequeñas  cintas,  de  las 
cuales  una  pasa  entre  los  dus  primeros  deiíos 
del  pie,  y  otra,  después  do  haber  dado  dos 
mellas  por  la  pierna,  se  culaza  con  la  prime- 
ra. Deja  Raquel  la  toca  de  algodón  que  cubría 
su  cabeza  y  recibe  de  una  de  sus  doncellas 
iiua  eolia  de'lana  do  color  de  purpura,  galonea- 
da con  oro  y  plata,  sostenida  por  detrás  por 
un  semicírculo  de  metal,  del  que  penden  co- 
mo adorno  algunas  tiras  de  galón.  Vístesela 
corta  y  finísima  camisa  de  lino  llamada  syndon; 
IMia  túnica  sin  mangas  que  no  llega,  á  la  ro- 


dilla, y  después  ira  segundo  vestido  de  igual 
ligereza  que  la  envuelve  toda  entera  en  sus 
vaslos  pliegues.  Levántase  una  cortina  y  se 
descubre  la  piececita  interior  en  que  bajo  la 
sombra  apacible  de  palmeras  y.  dátiles  puestos 
alli  para  conservar  la  frescura  del  agua  que 
salta  en  un  receptáculo  de  mármol,  Raquel  va 
á  gustar  la  delicia  del  baño,  que  según  -  las 
costumbres  asiáticas  y  los  ardores  del  clima 
oriental  es  una  de  las  primeras  necesidades  y 
hasta  un  acto  prescrito  terminantemente.  Es- 
tos no  son  aun,  sin.embargo,  mas  que  los  pre- 
parativos para  el  tocador  de  Raquel, 

«Sentada  al  estilo  oriental  sobre  las  ricas 
alfombras  de  que  está  cubierto  el  pequeño  par- 
.que,  deja  á  discreción  de  sus  doncellas  las 
ondulantes  trenzas  de  su  negra  y  .  brillante  ca- 
bellera, que  hacen  pasar  por  encima  de  brase- 
rillos  cuyo  perfume  les  penetra, 'y  tas  tiñen 
después  con  aceite  de  nardo,  de  mirra  y  de 
cinamomo.  Ni  Raquel  ni  sus  servidoras  cono- 
nocen  el  uso  del  peine,  de  este  instrumento 
tan  propio  para  el  adorno  y  comodidad.  Las 
doncellas  hacen  pasar  mil  veces  sus  dedos 
blancos  como  el  marfil,  por  entre  los  bucles 
naturales  que  forma  la  cabellera  de  su  se- 
ñora. 

«Terminada esta  operación, -sujetan  con  cin- 
tas encarnadas  los  cabellos  de  Raquel,  á  los 
que  la  habilidad  y  el  arte,  de  sus  criadas  ha 
sabido  dar  un  brillo  de  azabaehe-y  el  suave 
olor  que  exbalan -los  árboles  floridos  de  Cache- 
'  mira.  Una  doncella  se  le  acerca  llevando  en 
sus  manos  una  copila  de  marfil  cerrada,  don- 
de se  echa  una  sustancia  crasa  y  perfumada, 
que  por  medio  -  del  fuego  de  un  braserillo  se 
reduce  a!  estado  de  liquidez.  En  este  esquisito 
perfume,  llamado  makaehol,  de  un  color  ne- 
gro y  lustroso ,  moja  un  pequeño  pincel  de 
piafe  aecho  á  propósito  para  recibir  y  conser- 
bar  la  materia  colóranle.  Cierra  Raquel  sus 
párpados  y  se  desliza  el  pincel  borizontalmen- 
te  entre  los  dos  arcos  de  pestañas  que  los 
adornan;  y  cuando  vuelve  á  abrir  sus  ojos,  la 
doble  linea  negra  que  describe  el  contorno 
aumenta  su  brillo  como  si  los  engrandeciera 
y  les  comunicara  cierta  languidez  y  aquella 
gracia  melancólica  que  no  concebirá  fácilmen- 
te quien  no  baya  podido  entreveer  alguna  de 
las  bellezas  orientales  que  se  guardan  cerra- 
das en  los  harems.  Llega  también  el  pincel  á 
las  cejas  de  Raquel,  cobra  mas  vivo  lustre  su 
ligera  curva,  y  tal  vez  se  prolongan  ambas  li- 
neas de  manera  que  se  toquen  y  confundan 
bajo  la  frente. 

"Levántase  entonces  lar  jóven  judía,  deja 
sus  vestidos  de  mañana  y  la  túnica  romana,  y 
se  hace"  llevar  otro  tejido  de  la  misma  forma, 
pero  mucho  mas  ajustado  y  hecho  de  finísi- 
mos bordados  de  seda,  Este  vestido  interior, 
que  no  llega  al  tobillo,  y  cuyas  mangas  al- 
canzan apenas  hasta  el  codo,  le  cubre  por  de- 
lante todo  el  pecho  y  se  le  cierra  por  detrás 
por  medio  de  un  brpolie  de  plata  muy  ajusta? 


283 


TOCADOR— TOISON  DE  ORO 


381 


do,  pero  que  no  perjudica  á  la  gracia  de  sus 
formas..  La  parte  superior  de  esta  túnica,  bor- 
dada con  mucho  arte  y  profusión,,  ofrece  á  la 
vista  (lores  y  frutos  imitados  con  oro  y  plata; 
y  la  franja  dé  seda  violada  que  la  guarnece 
Mee  resaltar  mas  su  blancura  y  su  diáfana  tras- 
parencia. 

«Después  de  colocarla, las-doncellas  pasa- 
ron largo  rato  en  disponer  con  estudiada  ele- 
gancia los  pliegues  que  formaba  por  delante 
esle  ligerisimo  vestido.  Presentáronle  después 
muchos  pares  de  sandalias,  todas  semejamos 
en  su  forma,  pei'O  diferentes  en  los  adornos  y 
coloros.  Las  correas  y  cintas  que  servían  para 
Jijarlas  eran  encarnadas,  amarillas  ó  azules, 
otras  de  muchos  colores  á  la  vez. 

«Solo ^faltaba  un  ceñidor  para  mantener  los 
pliegues  de  su  ropa  y  marcar  el  elegante  talle 
de  Raquel:  el  que  ella  escogió  después  de  al- 
gún rato  de  incertidumbre  era  de  escarlata  y 
de  la  misma  mezcla  que  las  flores  de  que  es- 
taba sembrado  su  vestido.  La  faja  era  de  un  al- 
godón (ljiisinio  adornaimbou  guirnaldas  de  llo- 
res orieutales,  que  un  hábil  artista  había  borda- 
do sobre  plata.  Cuando  este  ceñidor  ajustó  el 
flexible  y  gracioso,  talle  de  la  judia,  tas  dos 
estremidados  guarnecidas  de  franjas  cayendo 
sobre  un  lado  se  unían  con  los  últimos  plie- 
gues del  vestido. 

«Raquel  se  hace  llevar  el  turbante  magnifleo 
con  que  por  la  primera  voz  va  á  cubrir  su  ca- 
beza: á  este  adorno,  que  reúne  la  gracia,  el 
lujo  asiático  y  una  especie  de  magostad  des- 
lumbradora y  de  dignidad  guerrera,  se  añade 
otro  adorno  que  parece  recordar  el  carácter 
sacerdotal  de  que  estaba  revestida  toda  la  na- 
ción judaica.  Una  tiara  de  oro,  circulo  brillan- 
te y  delgado,  en  el  cual  las  perlas  trazaban  ca- 
ractéres  sagrados,  rodeaba  sin  cubrir  la  parte 
de  la  frente  mas  inmediata  á  las  cejas  y  se  per- 
día bajo  su  casco:  pendían,  del  turbante  dos  ca- 
denas de  coral ,  siguiendo  la  línea  de  las  sie- 
nes hastd  reunirse  bajo  del  manto.  Tal  es  el 
adorno  nacional  y  característico  de  las  muge- 
res  judías.»' 

i  lo  dicho  por  la  Revista  Británica  solo  po- 
demos añadir  nosotros  que  tal  vez  la  descrip- 
ción que  hace  de  Un  antiguo  tocador,  es  apli- 
cable al  que  hacen  hoy  la  mayor  parte  de  las 
mugeres  orientales.  Es  en  efecto,  oondicionde 
aquel  clima  ardoroso  y  lánguido  eique  la  sen- 
sualidad domine  hasta  el  último  estremo,  y  que 
la  muger  no  se  ocupe  de  otra  cosa  que  del 
adorno  personal  y  de- sus  galas  y  perfumes, 
para  servir  al  capricho  de  su  señor.  Pero  nose 
pierda  de  vista  cual  es  la  condición  inherente 
á  esle  estado.  La  muger  en  aquellos  paises  es 
una  pobre  esclava,  encerrada  en  lo  Interior  de 
una  habitación,  sumisa  y  obediente  á  los  pre- 
ceptos de,  sn  señor,  que  tiembla  y  se  estreme- 
ce en  su  presencia  ,  al  paso  que  en  nuestras 
sociedades  es  la  compañera  del  hombre,  la 
que  comparte  con  él  los  honores  de  la  socie- 
dad, qiie  ea'el  hogar  doméstico  es  su  mejor 


amiga  y  que  goza  denlro  y  fuera  de  él  de  uná 
libertad  sin  limites. 

Si  las  dumus  europeas  recuerdan,  pues,  en- 
los  trasportes  de  una  vanidad  que  suele  doaií- 
par  á  algunas  personas  de  su  sexo,  el  lujoso  y, 
magnífico  tocador  de  las  orientales,  recuerden 
también  que  él  es  el  instrumento  de  un  gro- 
sero sensualismo  y  el  dorado  que  barniza  las 
cadenas  de  su  misera  esclavitud,  y  noquicran 
colocarse  ellas  mismas  al  nivel  de  unas  mu- 
geres cuyo  estado  es  el  oprobio  de  su  seso. 
Sepan  calcular  que  allí  donde  la  muger  vale 
mas  moralmente,  se  estiman  en  menos  sus 
adornos  y  perfumes,  los  cuales,  por  el  contra- 
río son  mas  de  una  vez  repugnantes  y  desagra- 
dables: renuncien  sobre  todo'  á  esos  afeiles 
reservados  hoy  para  el  teatro,  que  tan  mal 
sientan  y  tan  poco  se  disimulan,  á  esos  simu- 
lados colores  deque  por  desgracia  se  usa  mas 
de  loque  convendría,  y  crean  que  siempre  se- 
rán condenadas  e-itas  exageraciones  por  las 
personas  de  buen  sentido,  asi  como  la  sociedad 
apreciará  en  ellas  mas  que  nada  ,  las  cualida- 
des que  las  hagan  mas  A  propósito  para  ser 
buenas  esposas  y  madres  de  familia,  y  que  no 
son  ciertamente  incompatibles  con  los  encan- 
tos de  una  belleza  natural  vsin  artíllelo. 

TOISON  DE  ORO.  La  insigne  órden  del  io¡- 
son,  tusón  ó  collar  del  vellocino  de  oro,  no  es 
un  instituto  sujeto  á  los  votos  de  religión  ni  á 
constituciones  regulares,  aun  cuando  se  creo 
con  el  objetó  de  recordar  la  gran  batalla  que 
el  israelita  Gedeon  ganó  á  los  madianitas,  que 
eran  enemigos  del  verdadero  Dios. 

Felipe  11,  llamado  el  Bueno,  duque  de 
Borgoña  y  conde  de  Flandes,-  Instituyó  en  el 
año  de  1429,  en  la  villa  de  Tomer  y  su  igle- 
sia de  San  Berlín  esta  órden  de  caballería  con 
motivo  de  su  casamiento  con  la  infanta  doña 
Isabel,  hija  del  rey  de  Portugal  don  Juan  I;  y 
tuvo  por  objeto  la  fundación  ta  defensa  de  la 
Iglesia  de  Dios  y  de  la  religión  cristiana.  ■ 

La  insignia  consiste  en  un  collar  compues- 
to de  eslabones  dobles  entrelazados  de  peder- 
nales ó  piedras  centelleantes  inflamadas  de 
fuego  con. esmalte  de  azul,  y  tos  rayos  de  ro- 
jo, rematando  en  un  cordero.  El  toisón,  esto 
es,  la  piel  de  un  carnero  con  su  lana  y  estre- 
ñios adornada  de  oro,  fiada  por  el  medio  y 
suspendida  del  collar,  todo  de  oro  esmaltado. 
La  alusión  del  carnero  se  refiere  at  vellocino 
ó  vellón  que  Gedeon,  de  la  tribu  de  Manasés, 
ofreció  á  Dios  en  Sacríücio  y  acción  de  gracias 
por  la  victoria  conseguida  contra  los  madiani- 
tas. Los  eslabones  y  piedras  de  fuego  siguiti- 
can  ta  divisa  que  el  mismo  duque,  fundador, 
traía  siempre  en  sus  armas,  que  era  un  esla- 
bón con  su  pedernal  y  un  epígrafe  que  decía: 
Ante  ferit  gmm  ftamma  micet:  (Hiere  antes 
de  que  óe  vea  la  llatna.) 

Esta  órden  tuvo  solo  al  principio  veinte  y 
cuatro  caballeros,  y  luego  en  1433  Felipe  II 
de  Borgoña  los  aumentó  basta  el  número  de 
treinta,  y  uno-I  El  emperador  Cirios  V  estén- 


m 

dió  esle  hasta  cincuenta  y  uno  en  el  capitulo 
general  cel  obrado  en  Bruselas  en  154  6. 

La  bula  de  cohOrmacion  de  la  órden  y  de 
aprobación  de  sus  constituciones  y  ordenan- 
zas se  espidió  por  el  papa  Eugenio  I  V  eu  7  de 
setiembre  de  1433. 

Las  dignidades  de  la  órden  ,son  cuatro:  el 
canciller,  el  tesorero,  el  rey  de  armas  y  el  se- 
cretario. El  gran  maestrazgo  corresponde  al 
rey  de  España  por  bulas  de  los  pontííices  Gre- 
gorio XIII,  de  1574,  y  de  Clemente  VIH, 
de  1000. 

Las  principales  constituciones  de  la  órden 
son  las  siguientes: 

Que  los  caballeros  sean  nobles  de  sangre  y 
merecedores  por  sus  hazañas. 

Que  no  sea  admitido  caballero  quien  tenga 
otra  orden  militar,  esceptuándose  los  empera- 
dores, reyes  y  duques  que  sean  maestres 
üe  ellas. 

Que  solo  el  maestre  pueda  conferir  el  toi- 
són, el  cual  han  de  usar  los  caballeros  cons- 
tantemente si  no  hubiere  impedimento  grave. 

Que  el  caballero  guarde  fidelidad  á  la  ór- 
den, respeto  al  superior,  amistad  al  compañe- 
ro, debiendo  el  presente  defender  la  honra 
del  ausenlc. 

Que  el  caballero  está  obligado  á  armarse 
en  defensa  del  maestre  y  de  sus  vasallos  y  de 
la  religión  cristiana. 

Que  el  maestre,  antes  de  declarar  guerra  á 
otros  principes  haya  de  consultar  á  la  mayor 
parle  de  los  caballeros. 

Que  los  caballeros  ■vasallos  del  maestre  no 
pueden  servir  sin  licencia  de  este  á  ningún 
principe.  ,  1 

Que  el  maestre  conozca  de  todas  las  causas 
de  los  caballeros. 

Que  lodos  los  caballeros  salgan  á  la  defen- 
sa de  aquel  que  hubiere  sido  ofendido  con  al- 
guna superchería. 

Que  cada  caballero  ayude  á  los  demás,  co- 
mo pueda,  en  sus  necesidades,  y  si  en  manos 
de  uno  cayese  otro  prisionero  debe  darle  la  li- 
bertad sin  rescate. 

Que  el  caballero  incurso  en  lieregia,  trai- 
ción, fuga  de  sus  banderas  ó  delito  grave,  sea 
espelido  déla  órden. 

Que  el  caballero  mas  antiguo  preceda  al 
roas  moderno,  aun  cuando  esle  sea  empera- 
dor ó  rey. 

Oíros  muchos  capitulas  y  particulares  com- 
prenden las  constituciones;  pero  se  omiten 
por  no  ser  de  tanta  importancia. 

Esta  distinción  solo  se  confiere  á  las  -per- 
sonas reales,  á  los  personuges  mas  distingui- 
dos de  las  naciones,  y  i  los  hombres  mas  emi- 
nentes en  la  guerra  ó  eu  el  gobierno  de  los 
estados. 

Cuando  vaca  uno  de  los  collares  por  muer- 
te del  caballero  que  le  tenia  se  devuelve  este  • 
¡>1  maestre,  quien  nombra  al  sucesor.  EÍ  se- 
cretario registra  el  nombramiento  en  el  libro 
de  la  órden,  y  el  collar  se  confiere  ó  coloca 


286 

por  el  mismo  maestre,  6  por  otro  caballero  á 
quien  se  de  especial  mensage  y  encargo  para 
tal  objeto. 

T0LD1LLA.  [Marina.)  La  cubierta  que  sirve 
de  techo  á  la  cámara,  alta  ó  del  alcázar  y  se 
estiende  desde  el  palo  de  mesana  hasta  el  coro- 
namiento de  popa.  Llámase  también  chupeta 
y  sobreeámara,  y  antiguamente  se  decia  cfto- 
pa,  chapeta-;  duneiay  castillo  depopa, 

Dite.  Maril.  Eip. 

TOLEDO.  [Geografía  é  historia.)  Provincia 
de  España  de  segunda  clase,  la  mas  central  de 
las  cinco  que  componen  el  distrito  de  Castilla 
la  Nueva,  entre  la  cordillera  Carpetana  y  las 
sierras  de  Guadalupe,  participando  de  la  aspe- 
reza de  las  montañas  y  ocupando  una  parte 
de  las  llanuras  de  la  Mancha.  Conüua  al  N.  con 
las  de  Avila  y  Madrid,  al  E.  con  la  de  Cuenca, 
al  S.  con  la  de  Ciudad  Real,  y  al  0.  con  la  de 
Cáceres,  y  tiene  4CS  leguas  cuadradas  de  su- 
perficie. Se  divide  en  los  doce  partidos  de  Es- 
calona, lllescas,  Lillo,  Madridejos,  Navahermo- 
sa,  Ocaña,  Orgaz,  Puente  del  Arzobispo,  Quin- 
tanar  déla  Orden,  Talavera  de  lalleiua,  Tole- 
do y  Torrijos  ,  con  una  población  de  61,714 
vecinos  y  239,896  almas.  En  la  parte  militar 
depende  de  la  capitanía  general  de  Castilla  la 
Nueva;  en  la  eclesiáslica'del  arzobispado  de  su 
nombre;  en  la  judicial  de  la  audiencia  del  ter- 
ritorio, sita  en  Madrid ;  y  en  la  civil  de  las 
autoridades  residentes  en  la  capital.  El  clima 
es  en  lo  general  vario  y  desapacible,  sintién- 
dose un  calor  escesivo  en  algunos  puntos  en 
el  eslío ,  al  paso  que  en  otros ,  en  la  misma 
estación^  refrescan  estraordinariamente  las  no- 
ches y  se  suceden  dias  destemplados. 

Atraviesan  y  fertilizan  esta  provincia  el 
rio  Tajo  y  sus  afluentes  el  Alberche ,  el  Gua- 
darrama, el  Jarama,  el  Tajuña  y  otros.  La  par- 
te llana  está  desprovista  de  árboles ;  pero  se 
cogen  abundantes  cosechas  de  granos  y  le- 
gumbres en  la  Mancha  y  la  Sagra.  La  parle 
montañosa,  compuesta  de  una  cordillera  de 
montañas,  llamada  |montes  de  Toledo,  ocupa 
una  eslension  de  160  leguas  cuadradas.  Se  es- 
tienden desde  las  dehesas  de  Guadalerza  y 
montes  de  Malagon,  hasta  la  tierra  de  Pusa  y 
Talavera,  y  desde  las  sierras  del  Castañar  has- 
ta el  puerto  de  Yiltarla,  que  son  de  17  leguas 
E.  á  0. ,  y  1 1  de  N.  á  S.  Comprenden  los  diez 
y  seis  pueblos  que  siguen:  Yentas  con  Peña- 
Aguilera,  San  Pablo,  la  Retuerta,  Navas  de  Se- 
tena, Horcajo,  Navahermosa,  Hontanar,  Naval- 
cecillos,  Navalmoral,  el  Molinillo,  Alcoba,  Fón- 
tanarejo",  Arroba,  Navalpino,  Marjaliza  y  Yebe- 
nes.  Todo  este  esleñso  territorio  correspondía 
en  el  siglo  XIII  al  arzobispo  y  cabildo  de  To- 
ledo, ya  por  donaciones  reales,  ya  por  dota- 
ción de  la  memoria  fundada  por  Alonso  Tellez, 
pero,  en  20  de  abril  de  1243  lo  adquirió  el 
rey  don  Fernando,  dando  en  cambio  al  cabildo 
y  al  arzobispo  la  villa  de  Añover  de  Tajo  y  la 


TOISON  DE  ORO— TOLEDO 


287 


TOLEDO 


ciudad  de  Baza,  que  aun  estaba  en  poder  de 
los  moros.  Poseyólo  el  rey  hasta  4  de  enero 
de  1246,  en  que  lo  vendió  todo  al  concejo  y 
vecinos  de  la  ciudad  de  Toledo  por  45,000 
maravedises  alfónsies;  y  desde  entonces  se 
llamaron  estos  terrenos  Montes  fie  Toledo.  El 
ayuntamiento  de  la  ciudad  los  administró  con 
un  juzgado  privativo,  que  causaba  infinitas 
vejaciones  A  los  pueblos,  sin  sacar  gran  pro- 
vecho de  tantas  vastas  y  pingües  dehesas; 
pues  los  productos  se  reducían  al  dozavo  de 
los  frutos  cogidos  en  los  pocos  terrenos  que 
se  permitía  cultivar,  y  a!  carboneo  de  ios  mon- 
tes, en  cuyo  manejo  eran  pocos  los  beneflcia- 
dos.  Los  pastos,  que  era  la  principal  riqueza, 
se  disfrutaba  de  mancomún  por  los  labradores 
de  los  diez  y  seis  pueblos  de  los  montes,  por 
los  ganaderos  de  Toledo  y  por  los  de  Orgaz, 
Cuerva,  Pulgar  y  Mora,  que  parece  contribu- 
yeron también  á  !a  compra.  En  IS"25y  siguien- 
tes, se  dividieron  el  millón  y  medio  de  fane- 
gas de  estos  propios  en  dehesas  proporciona- 
das, después  de  dejar  á  los  pueblos  las  boya- 
les necesarias,  y  se  han  enagenado  á  censo 
perpéíuo,  conforme  á  la  legislación  vigente. 
El  suelo  de  los  mouíes  es  variado,  con  sierras, 
malezas  y  valles  entremezclados;  contiene  di- 
iferentes  granitos  ,  cristal  de  roca,  pizarra  ar- 
cillosa, piedra  biográfica,  lápiz,  plomo  y  otros 
minerales:  y  cu  sus  bosques  abundan  las  en- 
cinas, robles,  quegigos,  alcornoques,  sauces, 
brezos,  j^ras,  fresnos,  .castaños,  acebuches  y 
otros  vegetales,  entre  los  que- se  abrigan  mul- 
titud do  animales  salvages,  y  donde  hallan 
guarida  los  malhechores  por  la  escabrosidad 
y  la  despoblación.  Para  perseguirlos,  en  lo  an- 
tiguo, se  establecieron  las  santas  hermanda- 
des, que  vinieron  á  sustituir  los  vejámenes  de 
los  cuadrilleros  á  las  violencias  de  los  saltea- 
dores, y  fué  necesario  abolirías.  En  la  última 
guerra  civil  cobraron  estos  montes  una  triste 
celebridad  por  los  asesinatos  que  en  ellos  co- 
metían los  facciosos. 

A  pesar  de-  la  importancia  irue  en  todos 
tiempos  ha  tenido  la  ciudad  de  Toledo,  como 
residencia  de  la  antigua  córte  ,  y  después 
del  arzobispado  primado  de  las  Espadas,  pue- 
de decirse  que  no  tiene  ni  un  solo  camino 
bueno  que  la  ponga  en  comunicación  con  los 
diferentes  puntos  de  la  península,  El  de  Madrid, 
por  lltescas  y  la  Sagra,  aunque  llano,  está  des- 
trocado, y  a  escepcion  del  pueblo  de  Olias, 
todo  el  terreno  se  halla  desnudo  de  árboles. 
No  es  mejor  el  que  dirige  desde  Aranjuez  á 
Toledo ;  por  cuya  razón,  los  viageros  que  de- 
sean visitar  la  ciudad  imperial,  para  economi- 
zar las  molestias  del  camino  ,  van  por  el  de 
hierro  hasta  dicho  real  sitio,  cuyas  inmedia- 
ciones pintorescas,  cubiertas  de  vegetación  y 
^arbolado,  forman  triste  contraste  con  las  de 
Toledo,  cubiertas  de  lodazales  en  el  invierno 
y  de  polvo  insufrible  en  el  verano.  El  camino 
de  Talavera  de  la  Reina  á  Toledo,  tercero  en 
importancia,  es  también  malísimo,  si  se  escep- 


túa  la  primera  legua  hasta  el  puente  de  Albei 
che,  la  chai  forma  parte  do  la  carretera  de  Es- 
(remaiiura.  Ademas  de  estos. caminos,  cruzan 
la  provincia  las  carreteras  generales  siguien- 
tes: ¡a  de  Valencia  ,  desdo  Ocaña  á  Villalobos 
corral  de  Almaguer  y  Qtiintanar  de  la  Orden; 
la  de  Andalucía  desde  el  mismo  Ocutia,  ¡i  |¿ 
Guardia,  Tembleque  y  Madridejos;  y  la  de  Es- 
tremad  ura  desde  Valmojudo  á  Santa  Cruz  del 
Pietamar,  Quismomlo,  Maqueda,  Santa  i  Hulla, 
el  Bravo,  puente  de  Alberche,  Talavera,  Torral- 
ba  y  Calzada  de  Oropesa ;  hay  finalmente,  e¡- 
minos  de  Toledo  á  Cuenca  por  Ocaña  ,  Villar- 
rubia  de  Santiago,  y  Santa  Cruz  de  la  Zarza;  á 
Ciudad  Iteal  por  Orgaz  y  Yébenes ;  á  Almadén 
por  bayos,  Pulgar ,  Cuenca  y  San  Pablo;  á  Ávi- 
la de-de  Talavera  al  puente  de  Hontanares  su- 
bre  el  Tietar;  á  Guadalupe,  por  filcaudete,  Es- 
pinoso del  Itey,  Sevilleja  y  Puerto  de  San  Vi- 
cente, "y  los  vecinales  de  unos  pueblos  con 
otros. 

Variando  estreñidamente  la  calidad  del 
terreno  de  esta  provincia,  son  por  consecuen- 
cia variados  también  sus  productos.  Abunda 
en  toda  ella  la  cosecha  de  cereales  ,  sí  bien 
se  distinguen  los  partidos  de  lllcscasy  Torri- 
jos,  asi  como  la  de  lentejas,  quijas,  titos,  al- 
berjas,  almorlas,  algarrobas,  guisantes,  gar- 
banzos y  patalas.  En  el  partido  del  Puente 
abundan  las  castañas;  en  los  de  Talavera,  To- 
¡edu  y  Xavahermosa  las  frutas ;  en  los  de  Ma- 
dridejos y  Ocaña  el  salicor  y  la  barrilla;  en  ios 
de  Talavera  y  el  Puente,  melones  y  sandías; 
en  los  de  Lilío,  Madridejos  y  Quintauar,  anís, 
cominos  y  azafrán;  en  los  de  Talavera,  Escür 
¡ona  y  Puente,  seda  y  lino;  y  en  el  de  Ocaña, 
cáñamo  y  esparto.  También  es  general  en  la 
provincia  la  recolección  de  aceite,  no  esca- 
seando tampoco  el  vino  en  ninguno  de  los  par- 
tidos; el  de  Cebolla,  cerca  de  Talavera,  es  es- 
relente.  Ilay ganado  lanar,  cabrío,  mular  y 
yeguar;  del  vacuno  solo  existen  las  cateas 
necesarias  para  la  labranza;  algunas  piaras  de 
cerdos,  y  colmenas  en  los  del  Puente  y  Nava- 1 
hermosa.  La  caza  es  abundante  en  todos  ellas, 
y  la  pesca  de  ios  ríos  que  ya  liemos  mencio- 
nado. .  , 

Industria.  Antiguamente  sobresalía  Tole- 
do por  la  riqueza  de  sus  tejidos  de  lana,  cuya 
industria  empezó  á  decaer  durante  los  reina- 
dos de  los  últimos  descendientes  de  la  casa 
de  Austria,  y  desapareció  casi  totulmenlc  por 
la  introducción  de  lelas  eslrangeras  en  el  rei- 
nado de  Felipe  V".  Empleábanse  anualmente 
en  estas  manufacturas  45,000  quintales  de  la- 
na para  la  fabricación  de  paños,  gergas  y  es- 
tameñas, que  ocupaban  38,250  personas;  se 
fabricaban  ademas  7J)0, 000.  pares  demedias, 
en  lo  que  se  ocupaban  16,000  individuos, 
5.000,000  de  gorros  encarnados  de  laua,  en 
lo  que  se  empleaban  564  fabricantes;  tas  ma- 
nufacturas de  seda  no  eran  menos  considera- 
bles, si  bien  por  los  años  de  1 G20  hacia  dis- 
minuido el  consumo  de  seda  en  430,000  libras 


289 


TOLEDO 


290 


y  habían  dejado  de  tener  trabajo  en  su  conse- 
cuencia 38,442  personas  empleadas  en  este 
ramo.  Igual  auerie  corrió  la  magnifica  fábrica 
de  espadas  de  Toledo,  únicas  que  se  usaban 
eu  la  n¡ic¡oií,  por  su  forma  peculiar  al  trage  y 
costumbres  españolas,  pues  desapareció  tam- 
bién esla  industria  á  causa  de  las  modas  fran- 
cesas que  introdujo  el  mismo  Felipe  V.  Bajo 
los  reinados  de  Carlos  II 1  y  Carlos  IV  se  resta- 
blecieron algunas  do  las  fábricas  de  telas  y 
la  de  espadas.  La  industria  dominante  boy  en 
la  provincia  es  la  fabricación  de  telas  y  galo- 
nes do  seda  en  Taiavera  y  Toledo;  la  de  punto 
inglés  y  liso  en  esta  capital;  la  de  telas  ordi- 
narias de  la  lana  en  algunos  pueblos  del  par- 
tido de  Torrijos,  Consuegra,  Madridejos',  Me- 
nasalvas  y  Santa  Cruz  de  la  Zarza;  la  de  loza, 
en  Taiavera ,  Puente  del  Arzobispo ,  Toledo  y 
Ocaña;  la  de  jabón,  eu  Mora,  Torrijos,  Ocaña 
y  Gerindote;  la  elaboración  del  salitre  en  Tem- 
bleque, y  la  de  armas  blancas  en  Toledo, 

Comercio.  Esta  provincia  consume  deníro 
de  sus  limites  sus  granos,  su  aceite,  y  el  poco 
vino  que  en  la  misma  se  cosecha.  Sin  embar- 
go, en  algunos  pueblos  se  esporlan  granos  y 
vinos  á  la  de  Madrid,  y  aceite  ¿Madrid  y  Casti- 
lla la  Vieja  basla  León.  Las  manufacturas  do 
'falaveru  se  esporlan  en  pequeña  cantidad  para 
Madrid.  Pura  facilitarlas  transacciones  comer- 
ciales y  la  circulación  de  sus  producios,  cuen- 
ta la  provincia  coa  las  siguientes  ferias,  El  22 
de  marzo  en  I'uenle  del  .Arzobispo;  el  15  de 
mayo  en  Taiavera  de  la  Reina;  el  1  a  de  agosto 
en  Toledo;  en  el  mismo  día  en  el  (Juintanar 
de  la  Orden,  en  cuya  villa  se  celebra  también 
todas  los  sábados  ün  mercado  de  los  mas  con- 
(inrridbs  de  España;  el  I  £  de  setiembre  en  Tor- 
rijos y  Escalona;  el  fi  del  mismo  eu  Navamor- 
cuende  y  Calera;  el  8  en  Ocaña  y  Casarubios 
del  Monte;  el  14  en  Madridejos  y  Mora;  el  20 
en  la  Puebla  de  Montalvan;  eí  2 1  en  Consue- 
gra, Taiavera  y  Torre  de  Esteban  Ambran;  el 
30  en  Hqvés  y  ürdn,  y  en  9  de  diciembre  en 
Oropesu.  Los  principales  arüculos  son:  gana- 
dos de  todas  clases,  géneros  del  país,  paños 
ordinarios,  lienzos,  quincalla,  aperos  de  labor 
y  comestibles. 

Inxtruccioii  pública.  Aunque  corlo  el  nú- 
mero de  escuelas  superiores  públicas,  es  pro- 
porcionado al  de  alumnos  que  las  frecuentan. 
El  total  de  escuelas,  incluidas  las  de  niños, 
niñas  y  comunes  para  ambos  sexos,  ascienden 
a  doscientas  cuarenla  y  ocho ,  que  distribui- 
das entre  269,53a  almas,  dan  la  proporcionde 
uno  por  242  habitantes,  líl  número  de  niñas 
que  concurren  á  los  escuelas  se  calcula  en  una 
quinta  parle  del  de  los  ñiños.  Aunque  la  ins- 
trucción pública  mejora  de  dia  en  día  en  esta 
provincia,  se  halla"  todavía  muy  distante  del 
estado  que  las  necesidades  públicas  reclaman 
y  tienen  otras  provincias. 

La  beneficencia  cuenta  con  los  siguientes 
establecimientos :  en  Almo  o  acid  u  n  hospital  pa  - 
i'a  la  curación  de  los  enfermos  naturales  ó  ve- 

2188    IHBHOTKGA  P0F8L&H. 


cinos  del  pueblo,  en  Casar  de  Escalona  otro  ti- 
tulado Santiago  el  Zebedeo  para  los-  pobres  de 
ambos  sexos  de  esta  villa  y  el  Bravo  ,  en  Ca- 
sarrubias  el  de  Corpus  Cristi  para  los  naturales 
ó  vecinos,  en  Esquivias  el  hospital  de  Quijada, 
que  sostiene  dos  camas,  en  Escalona  el  de  San 
Andrés  para  curar  enfermos  pobres,  en  ia  mis- 
ma villa,  otro  con  destino  á  albergue,  en  Fuen- 
salida  el  de  la  Soledad  para  socorros,  en  la 
Guardia  el  de  la  Cruz  para  hospitalidad,  en  Ma- 
queda  el  de  San  Ildefonso  para  ídem;  en  Noble- 
jas  el  de  Caridad  para  socorros  y  una  memoria 
de  don  Manuel  Avilés  para  educar  veinte  niños 
pobres,  parientes  del  fundador  y  dotar  dos 
doncellas,  en  Oropesa  el  de  San  Joan  Bautista 
para  curación  de  los  pobres  y  estado  de  Orope- 
sa, en  Puente  del  Arzobispo  el  de  Santa  Cata- 
lina para  asistencia  de  enfermos  de  esta  villa, 
en  Santa  Olalla  el  de  Corpus  Cristi  para  los  ve- 
cinos y  transeúntes,  en  Sonseca  uno  para  so- 
corros, en  Torralva  el  de  Santa  Ana  para  hos- 
pedar pobres,  en  Taiavera  de  la  Heina  el  de  la 
Misericordia  para  enfermedades  agudas ,  en 
'torrijos  el  de  la  Santísima  Trinidad  para  cura- 
ción, en  villarreai  ó  Ciruelos  un  hospital  para 
acoger  pobres  y  dar  socorros,  en  Illescas  el  de 
la  Caridad  para  pobres  de  la  villa  y  estancia 
por  ocho  dias  de  los  forasteros  ,  en  Yepes  el 
de  la  Concepción,  San  Pedro  y  San  Nicolás,  y 
por  último  en  Toledo  varios  establecimientos 
de  que  hablaremos  en  el  articulo  relativo  á es- 
ta ciudad. 

Minas.  Según  el  señor  Madoz  se  cuentan 
en  esta  provincia,  dos  de  oro,  setenta  y  seis 
de  plata,  doscientas  cincuenta  de  plomo,  cin- 
cuenta y  seis  de  hierro,  setenta  y  cinco  de  co- 
bre, nueve  de  cinabrio,  una  de  alumbre,  tres 
de  azogue,  tres  de  carbón,  una  de  bismuto, 
una  de  ocre,  una  de  graQto,  tres  de  estaño  y 
quince  de  varios  metales 

TOLEDO.  Ciudad  metropolitana  de  España, 
capital  de  la  provincia,  partido  judicial  y  dió- 
cesis de  su  nombre,  situada  sobre  una  monta- 
ña de  dura  peña,  cercada  por  el  rio  Tajo  á  los 
lados  E.  S.  y  0.  á  manera  de  herradura  ¡  con 
clima  benigno  y  una  población  de  3,528  ve- 
cinos y  13,580  almas.  Está  naturalmente  de- 
fendida, y  ademas  tiene  murallas,  con  tres 
puertas  principales,  llamadas  del  Cambrón,  Vi- 
sagra  y  Nueva,  y  dos  puentes  sobre  el  Tajo  ti- 
tulados do  Alcántara  y  San  Martin:  el  primero 
situado  al  E.  se  compone  de  un  guau  arco  ti- 
rado con  valeutiade  unaá  otra  margen  del  rio, 
y  de  otro  mas  pequeño,  ambos  de  fortisima 
cantería,  y  fué  construido  por  Alef,  hijo  de 
Mahomat  Alameri,  alcaide  de  Toledo  por  los 
años  3S7  de  ios  moros,  y  renovado  por  el  rey 
don  Alonso  X.  año  de  1258;  el  de  San  Martin  se 
encuentra  al  0.  y  consta  de  fres  arcos  de  piedra 
labrada,  edificado  en  1203,  derribado  por  el 
conde  don  Enrique  cuando  cercó  á  la  ciudad,, 
durante  la  guerra  civil  que  sostuvo  con  el  rey 
don  Pedro,  renovado  por  el  arzobispo  don  Pe- 
dro Tenorio  y  reedificado  en  ÍG'JO  por  su  mal 

T.    XXXIII.  19 


TOLEDO 


292 


estado.  Conserva  restos  de  sus  primitivos  mu- 
ros durante  la  dominación  de  los  romanos,  en 
cuya  época  contenia  á  lo  sumo  una  tercera 
parte  del  perímetro  que  tuvo  masadelantc.  Los 
árabes  dilataron  la  ciudad,  abrazando  en  ma- 
chos puntos  las  fortificaciones  romanas  para 
construir  las  nuevas  puertas.  En  el  recinto  in- 
terior se  conservan  dos  puertas,  que  son-.Puer- 
ta  de  la  Cruz,  que  nada  ofrece  de  notable  y  se 
llama  también  de  Yalmardonesó  del  rey  Agila, 
y  la  Puerta  del  Sol,  que  se  cree  ejecutada  en 
el  último  periodo  del  reinado  de  los  sarrace- 
nos. La  población  está  dividida  interiormente 
en  tres  distritos  o  cuarteles,  asi  para  la  admi- 
nistracion  municipal  como  para  el  servicio  de 
protección  y  seguridad;  en  cuanto  á  policía 
urbana  se  subdivide  enseis  distritos.  La  mon- 
taña sobre  que  tiene  asiento  la  ciudad,  se  divi- 
de en  siete  cerros  con  sus  valles;  el  primero 
abraza  el  espacio  que  media  éntrela  puerta  de 
Visagra  y  Zocodover;  el  segundo  desde  esta 
plaza  al"  alcázar,  conocido  con  el  nombre.de  el 
Espinar  del  Can;  el  tercero  desde  este  al  rio; 
el  cuarto  de  Aihadanaqufi  á  la  catedral;  el  quin- 
to ocupa  el  barrio  do  San  Román;  elsesto  el  de 
Montiehel,  y  el  sétimo  ia  Solana.  De  estas  mul- 
tiplicadas pendientes  resultan  las  calles  torci- 
das y  empinadas  con  muchas  revueltas  y  calle- 
jones sin  salida  que  forman  un  verdadero  la- 
berinto. Las  plazas  principales  son  las  de  la 
Constitución,  que  vulgarmente  se  dice  de  Zo- 
cudover,  palabra  árabe  que  significa  plaza  de 
las  bestias,  donde  se  corrían  toros  y  cañas,  se 
celebraban  los  autos  de  féy  los  mercados,  está 
cercada  de  portales  y  tiene  una  pequeña  glo- 
rieta que  sirve  de  paseo;  la  Mayor  ó  de  las 
Verduras,  donde  se  iiace  el  mercado  diario  pa- 
ra los  artículos  de  consumo ,  la  del  Ayunta- 
miento ,  donde  se  hallan  las  casas  para  esta 
corporación  ,  la  iglesia  catedral  y  el  palacio 
arzobispal;  la  de  San  Juan  Bautista  y  por  últi- 
mo la  que  forma  el  solar  de  la  casa  de  Padilla, 
derribada  por  orden  del  emperador  Carlos  Y. 

Muchos  son  los  edificios  que  se  admiran  en 
esta  ciudad,  entre  los  destinados  al  culto  Ocu- 
pa el  primer  rango  la  catedral,  fundada  desde 
la  época  de  San  Eugenio ,  primer  obispo  de 
Toledo,  en  el  misino  sitio  en  que  hoy  se  halla, 
aunque  bajo  un  plano  mas  reducido.  Los  is- 
maelitas, la  convirtieron  en  mezquita,  en  cu- 
yo destino  continuó,,  aun  después  de  la  con- 
quista, por  haberse  estipulado  asi,  basta  que 
el  sanio  rey,  Temando  111,  pareciéndose  inde- 
ccnle  que  la  catedral  estuviese  edificada  á  ma- 
nera de  mezquita,  ordenó  su  derribo,  fundan- 
do en  el. mismo  lugar  otra  ,  cuyos  primeros  ci- 
mientos se  echaron  en  1227.  Se  debió  la  tra- 
za y  dirección  al  maestro  Pedro  Pérez,  que 
falleció  en  1275.  Pertenece  su  arquitectura  al 
género  gótico  puro,  aunque  por  la  larga  dura- 
ción.de  la  obra  se  encuentren  caracléres  de 
todas  las  edades.  El  icmplo  tiene  ocho  puer- 
.'tas,  enriquecidas  con  infinitas  bellezas  del  ar- 
le; la  fachada  principal  se  halla  al  0.  con  tres 


portadas,  llamadas  del  Infierno  ó  de  la  Torre 
del  Perdón,  y  de  Escribanos  ú  del  Juicio,  La 
del  Perdón,  que  ocupa  el  centro  es  la  mayor 
y  mas  rica  de  todas;  consta  de  un  magnifico 
arco  apuntado,  dividido  en  dos  ojos  y  reves- 
tido de   hermosos  ornamentos  góticos  que 
forman  dos  graciosos  cuerpos  de  arquitectu- 
ra; las  molduras  y  archi voltas  que  van  abrien- 
do el' arco  basta  su  parte  esterior  se  bailan 
cuajadas  de  figuras  de  ángeles,  santos  y  pro- 
fetas, y  en  la  cornisa  se  representa  la  cena 
del  Salvador;. las  puertas  de  los  lados,  igua- 
les entre  sí,  pero  de  menos  dimensiones  que 
la  del  centro,  constan  de  un  solo  arco  sin 
división,  enriquecido  por  multitud  de  esta- 
tuas delicadamente  trabajadas.  Dividen  lastres 
portadas  dos  grandes  pilarones  que  se  levan- 
tan en  forma  de  torres  hasta  la  parte  mas 
elevada,  viéndose  decorados  de  cuerpos  sobre- 
puestos, en  los  cuales  hay  20  estatuas.  Cierra 
esta  fachada  una  verja  sencilla  sujeta  por  ma- 
chones de  piedra  coronados  con  jarrones,  y  á 
los  lados  el  cuerpo  de  la  torre  á  la  derecha,  y 
á  la  izquierda  la  capilla  muzárabe:  la  altura  de 
la  torre  es  de  321  pies;  consta  de  tres  gran- 
des cuerpos,  acabando  el  último  en  forma  de 
pirámide,  adornada  de  tres  circuios  de  rayos 
que  figuran  tres  coronas  de  espinas,  las  cua- 
les están  cubiertas  de  plomo:  todo  el  cuerpo 
de  la  torre  es  de  piedra  berroqueña;  el  arma- 
zón del  capitel  es  de  madera  y  está  cubierta 
de  pizarra.  Las  campanas  están  distribuidas  en 
los  dos  primeros  cuerpos;  en  el  centro  del  pri- 
mero estala  tan  celebrada  por  su  magnitud,  tie- 
ne 34  pies  de  circunferencia  y  pesa  1,543  arro- 
bas: fué  construida  el  año  1637  y  refundida  en 
1753  bajóla  dirección  de  don  Alejando  (Jorga* 
llo.  La  planta  de  la  capilla  muzárabe  es  igual 
á  la  de  la  torre;  poro  al  segundo  compartí- 
mienlo  termina  con  dos  lindos  antepechos  ca- 
lados, levantándose  después  el  cuerpo  de  la 
media  naranja,  la  cual  es  de  planta  octágona, 
presentando  en  cada  ochava  una  graciosa  ven- 
tana y  termina  con  una  linterna.  La  fachada 
del  S.  tiene  dos  puertas,  la  primera  entera- 
mente nueva  construida  en  1800,  es  eldelór- 
den  jónico;  la  segunda,  llamada  de  los  ¿co- 
rles, es  una  do  las  mas  bellas  en  su  género; 
consta  de  un  arco  de  grandes  dimensiones, 
guarnecido  de  molduras  que  van  estrechándose 
á  medida  que  se  acercan  al  centro,  ostentando 
infinidad  de  cstátuas  y  labores;  tiene  (amblen 
un  atrio  cerrado  por  una  verja  que  se  apoya 
en  sois  columnas,  sobre  las  cuales  asientan 
otros  tantos  leones  que  sostienen  escudos.  Lt 
fachada  del  Norte  se  compone  ríe  un. arco  gnu- 
da,  adornado  de  tres  anchas  molduras,  en  las 
cuales  se  conlemplan  multitud  de  ángeles  y 
profetas;  en  el  segundo  Cuerpo  está  la  esfera 
del  reloj,  cuya  torre  se  eleva  á  su  derecha.  La 
catedral  tiene  oirás  dos  puertas  que  comuni- 
can con  el  claustro  y  este  con  la  calle,  por 
medio  de  otra  puerta,  llamada  del  Mollete, 
qne  se  halla  á  la  derecha  de  la  torre:  deno- 


593 


TOLEDO 


minándose  aquellas  puertas  de  Sajúa  Catali- 
na y  do  la  Presentación;  la  primera  es  gótica 
y  la'segunda  del  renacimiento. 

El  templo  tiene  cinco  espaciosas  naves  con 
72  bóvedas  sostenidas  en  l(j  columnas;  la  plan- 
ta es  cuadrilonga  de  E.  á  0.,  aunque  termi- 
nando en  su  cabecera  con  semicírculo:  .su 
longitud  total  es  do  404  pies,  su  latitud  de  204 
y  su  elevación  en  la  nave  principal  de  180, 
descendiendo  gradualmente  ¡as laterales:  alum- 
bran este  grandioso  recinto  750  ventanas  y 
trasparentes  adornados  de  vidrieras  de  colo- 
res, que  representan  pasages  del  Nuevo  Tes- 
tamento y  otros  asuntos.  Hay  varias  capillas, 
la  mayor  está  en  el  centro  ocupando  el  espa- 
cio de  las  bóvedas  tercera  y  cuarta  y  elevada 
sobre  el  pavimento,  á  su  í'reufc  so  ve  el  coro. 
Aliado  de  la  Epístola  de  esta  capilla  están  los 
senulcrosde  don  Sancho  II  y  el  infante  don  Pe- 
dro, y  al  del  Evangelio  los  de  don  Alonso  Vü, 
don  Sancho  el  Deseado  y  el  infante  don  San- 
cho, hijo  de  Don  Jaime  el  Conquistador;  en 
el  mismo  lado  del  Evangelio  y  después  de  ba- 
jar las  seis  gradas  del  presbiterio  se  halla  el 
enterramiento  del  cardenal  Mendoza,  suntuoso 
en  todos  conceptos.  En  una  bóveda  debajo  de 
la  capilla  se  halla  la  del  Santo  Sepulcro,  en  la 
que  se  guardan  las  reliquias  de  Santa  Ursula. 
J,o  mas  notable  del  coro  es  sii  sillería, -que 
eonsla  de  dos  cuerpos  de  arquitectura,  com- 
puestos el  primero  de  7 1  arcos  apoyados  en 
72  columnas  de  vistoso  mármol  rojo,  en  cuyos 
espacios  existen  las  sillas,  que  son  de  nogal 
y  de  una  estructura  inimitable. 

Enlre  las  demás  capillas  merece  mención 
aparte  la  Muzárabe,  coustrnida  por  disposi- 
ción del  cardenal  Cisnoros,  con  el  objeto  de 
perpetuar  el  antiguo  rito  de  los  godos  con  e! 
esplendor  que  merece,  destinándola  únicamen- 
te para  todos  los  curas  y  beneficiados  de  las 
seis  iglesias  muzárabes  que  babia  en  Toledo, 
que  después  de  cumplir  con  sus  obligaciones 
parroquiales  asistiesen  bajo  graves  penas  á 
celebrar  diariamente  lodo  ei  olicio  canónico  de 
su  rito,  por  la  mañana  y  por  la  tarde  á  la  mis- 
ma hora  en  que  lo  hacia  en  su  coro  mayor  el 
cabildo  catedral,  y  esto  con  el  doble  objeto  de 
que  áun  mismo  tiempo  resonasenbajo  las  bó- 
vedas del  templo  las  preces  romanas  y  espa- 
ñolas, ta  planta  de  la  capilla  es  cuadrada,  te- 
niendo 50  pies  en  toda  su  latitud,  cerrada  al 
í.  por  una  reja  de  hierro;  el  retablo  es  de 
gusto  moderno,  trazado  en  1791  por  don  Juan 
Manzano:  en  su  intercolumnio  existe  una  de 
las  mas  preciosas  joyas  que  posee  la  catedral 
es  un  magnifico  mosaico  de  piedras  duras  que 
tienen  una  pulgada  de  grueso  y  dos  lineas  de 
superficie,  formando  un  cuadro  de  6  pies  de 
alio  por  4  y  medio  "de  ancho,  el  cual  repre- 
senta la  Concepción  tan  esmeradamente  dise 
nada  y  de  tan  brillaute  colorido ,  que  parece 
mas  biemuna  soberbia  pintura  do  escuela  ita- 
liana. Esta  iglesia  tiene  vavias  capillas,  dedi- 
cadas i  San  Gil,  San  Juan  Bautista,  Santa  Ana, 


los  lleves  Viejo?,  .Santa  Encía,  San  Eugenio, 
San  Martin,  la  Concepción,  la  Epifanía,  San- 
tiago, San  Ildefonso,  la  Trinidad,  San  Nicolás, 
Reyes  Nuevos,  Santa  Leocadia,  Cristo  de  la 
Columna,  el  Sagrario,  San  Pedro,  Virgen  de 
los  Dolores,  el  Bautisterio,  la  Antigua  y  la  de 
doña  Teresa  de  Haro.  Es  también  notable  en 
esta  iglesia  la  sala  capitular ,  comenzada  en 
1504  y  concluida  en  1512;  presenta  eu  su  es- 
rior  una  portada  de  gusto  gótico,  y  en  lo-in- 
ferior  de  la  sala  hay  una  colección  de  relra- 
íos  de  todos  los  arzobispos. 

Al  .costado  W.  de  la  catedral  se  halla  el 
claustro,  digno  del  templo  á  que  pertenece, 
comenzado  en  !3S9  por  órdc.i  del  arzobispo 
don  Pedro  Tenorio,  y  concluido  por  el  carde- 
nal Gisneros.  Ene!  ángulo  del  N,  está  la  capi- 
lla de  San  Blas,  con  tos  enterramientos  de  di- 
chos arzobispos  y  del  obispo  de  I'lascucia,  don 
Vicente  Arias  Balboa;  al  lado  de  es!a  capilla 
hay  una  verja  que  da  paso  á  la  biblioteca  de 
los  canónigos  ,  donde  se  conservan  multitud 
de  obras  Taras  y  sumamente  «preciables  y  có- 
dices escelentes  que  pasan  de  7,000.  Muchos 
de  estos  manuscritos  fueron  regalados  por  el 
cardenal  Lorenzana,  que  los  compró  en  Roma 
en  la  almoneda  del  cardenal  Celada.  Los  mas 
raros  son  el  Talmud,  escrito  en  hojas  do  pal- 
ma, un  precioso  Coran,  el  libro  de  Ester  en  un 
rollo  bien  conservado,  y  un  devocionario  que 
sirvió  á  Carlos  V  y  está  escrito  en  Francia. 
Hay  tambieo  varios  libros  chinos  y  una  defen- 
sa en  latin  de  los  jesuítas .  estampada  en  !a 
China  en  papel  de  seda.  Las  obras  mas  antiguas 
de  esta  biblioteca  son  los  misales ,de  San  Gre- 
gorio, obra  en  folio  escrita  en  el  año  083,  por 
el  monge  Florencio  en  Valeria  (Castilla),  y  una 
biblia  también  en  folio,  escrita  toda  en  el  año 
988-  por  el  obispo  de  Ecija  San  Servando.  Esla 
obra  fué  de  la  catedral  de  Sevilla.  También  os 
rarísimo  y  de  un  mérito  sin  igual  uu  libro  pre- 
cioso de  coro  con  iluminados  de  Juan  y  José 
de  Salazar,  hijos  de  Toledo.  Está,escrito  y  di- 
bujado en  los  últimos  años  del  siglo  XVI  y 
principios  del  siguiente.  La  mayor  parte  de  los 
libros  son  italianos.  Entre  estos  se  tiene  por  de 
gran  valor  una  traducción  única  en  verso  ita- 
liano de  las  comedias  de  Aristófanes,  se  igno- 
ra desgraciadamente  el  nombre  del  traductor, 
si  bien  parece  ser  de  gran  familia,  por  la  ri- 
queza de  sus  armas.  Eu  esta  biblioieca  está  el 
ejemplar  mas  autorizado  y  -correcto  de  las 
obras  de  Plinio,  el  naturalista.  En  la  sacristía 
se  guarda  tambie'S  una  biblia  manuscrita  del 
siglo  IÍ£¡  adornada  de  viñetas  bien  conser- 
vadas, que  se  dice  la  regaló  á  e;ta  iglesia 
San  Luis,  rey  de  Francia.  Entre  las  riquísimas 
alhajas  que  posee  esta  iglesia,  descuella  la 
gran  custodia  de  la  procesión  del  Corpus,  de 
plata  sobredorada  y  de  795  marcos  de  peso; 
el  viril  consta  de  dos  cuerpos,  ambos  de  oro, 
que  pesan  57  marcos,  8  castellanos  y  4  tomi- 
nes; los  diamanf,es  abundan  por  todks  partes 
con  profusión.  Esta  grandiosa  obra  fué  debida 


295 


TOLEDO 


S96 


al  alemán  Enrique  de  Arfe,  á  quien  el  carde- 
nal Eisneros  encomendó  la  traza,  y  se  supone 
que  trabajaron  en  ella  el  mismo  Enrique,  su 
hijo  y  su  nieto,  durando  la  obra  cien  años  y 
concluyéndose  en  1594.  Es  asimismo  admi- 
rable el  manto  de  la  Virgen  del  Sagrario,  bor- 
dado en  17E¡'2,  que  contiene  256  ouzas  de  al- 
jófar, 85,000  perlas  y  un  número  inmenso  de 
diamantes,  rubíes ,  amatistas  y  otras  ricas  pie- 
dras, completando  el  adorno  de  esla  presea  sin 
igual  el  -vestido  del  niño  Dios,  la  corona  y  las 
pulseras.  En  uno  de  los  estantes  de  la  sacris- 
tía se  guarda  la  espada  de  don  Alonso  VI  y  la 
urua  que  encierra  los  huesos,  de  los  reyes 
"ft'amba  y  Hecesvinto,  trasladados  á  este  sitio 
en  ib  de  febrero  de  1845  de  la  bóveda  de  la 
colegiata  de  Santa  Leocadia,  donde  eslaban 
enterrados. 

■  La  ciudad  de  Toledo  cuenta  en  el  día  dos 
parroquias  muzárabes  y  nueve  latinas,  siendo 
aquellas  las  de  Santa, Justa  y  BuDua  y  la  de 
San  Marcos,  y  estas  las  de  San  Pedro,  Santiago 
apóstol,  San  Martin,  San  Justo  y  Pastor,  San 
Andrés,  San  Juan  Bautista,  ia  Magdalena.  San- 
ta Leocadia  y  San  Hicolás.  Hay  diez  y  nueve 
conventos  de  monjas,  a  saber:  San(a  Fó,  la 
Concepción,  Santa  Isabel,  Santaclara,  Capuchi- 
nas, San  Juan  de  la  Penitencia,  Santa  Ana, 
San  Pablo,  la  reina  y  la  vida  pobre,  Nuestra 
Señora  de  la  Misericordia,  Santo' Domingo  el 
Beal,  Jesús  y  Mana,  San  José,  San  Torcuata, 
Santa  Ursula,  Santo  Domingo  el  Antiguo,  San 
Clemente  el  geal,  la  Asunción  y  la  Purísima 
Concepción.  Hubo  diez  y  seis  convenios  de 
frailes,  de  los  que  en  el  dia,  solo  están  dedi- 
cados al  culto,  los  siguientes:  el  de  los  jesuí- 
tas, boy  parroquia  de  San  Juan  Bautista,  San 
Juan  de  los  Beyes,  cuya  iglesia  ocupa  hoy  la 
parroquia  de  San  Martin ,  San  Pedro  mártir 
(dominicos)  y  la  Trinidad,  destinada  para  par- 
roquia muzárabe  de  San  Marcos.  Los  demás 
están  destinados  á  diferentes  establecimientos 
públicos. 

El  alcázar  y  famoso  palacio  llamado  de  Ga- 
liana, ocupan  el  mismo  sitio  que  hoy  tiene  ei 
convento  de  Santa  Fé  y  el  hospital  de  Santa 
Cruz  con  mucha  parte  del  monasterio  de  la 
Concepción  y  estaban  fortalecidos  con  torres 
macizas  al  S.  y  al  E.;  en  los  tiempos  que  es- 
tos palacios  fueron  de  los  reyes  godos  se  lla- 
maron el  pretorio  y  hubo  en  ellos  iglesia  epis- 
copal de  San  Pedro.  Cuando  los  moros  so  apo- 
deraron de  la  ciudad,  Alfahri,  hijo  de  Yussuí', 
llamado  Galafre  por  nuestras  historias,  cons- 
truyó para  su  hija  Galiana  palacios  junto  á  su 
casa,  de  donde  que,  asi  el  pretorio  como  la  ca- 
sa de  ¡a  infanta,  se  llamasen  palacios  de  Ga- 
liana. En  el  dia  están  casi  destruidos  estos  so- 
berbios edilieios,  á  consecuencia  del  horroroso 
incendio  que  sufrieron  el  auode  I8Ü9,  causado 
por  la*  tropas  franceses.  «A  pesar  de  tantos 
contratiempos,  dice  el  señor  Madoa  en  su  Dic- 
cionario, aun -se  encuentra  mucho  que. admi- 
rar; su  planta  es  cuadrilonga,  viéndose  colo- 


cado, de  N.  á  Bij  presentando  en  aquel  lado  ¡a 
fachada  principal,  obra  de  Alonso  de  Covarru- 
bias,  ayudado  de  Luis  de  Ycrgara  y  Francisco 
de  Villalpando,  la  cual  consta  de  tres  cuerpos 
de  arquitectura  del  género  plateresco :  la  fa- 
diada  do  S.  pertenece  á  Juan  de  Herrera,  y 
se  compone  de  cuatro  cuerpos  de  órden  dóri- 
co, de  magestuoso  aspecto  y  bellas  proporcio- 
nes: los  lados  de  E.  y  0.  ofrecen  poco  nota- 
ble; en  los  cuatro  ángulos  hay  torres  cuadra- 
das, que  dominan  toda  la  ciudad.  Dé|magnl{¡- 
eo  vestíbulo  á  que  da  entrada  la  puerta  princi- 
pal, se  pasa  al  gran  patio,  obra  también  de 
Cüvarrubias,  compuesto  de  treinta  y  dos  arcos 
de  suntuosa  perspectiva,  que  forman  una  es- 
paciosa galería,  y  asientan  en  columnas  de 
órden  corintio;  al  frente  se  halla  la  escalera, 
que  es  una  de  los  obras  mas  suntuosas  y  mag- 
nificas que  pueden  imaginarse,  trazada  por 
Francisco  de  Villalpando,  á  que  ayudó  Gaspar 
de  Vega,  y  en  el  muro  del  frente  existen  las 
puertas  que  daban  entrada  á  la  capilla,  (pie 
debió  ser  una  de  las  mejores  piezas  de  este 
despedazado  palacio;  las  demás  que  se  conser- 
van aun  ofrecen  interés,  siendo  denotarlas 
caballerizas,  en  las  que  se  han  encerrado  en 
diferentes  ocasiones  algunos  centenares  de  ca- 
ballos. La  restauración  del  siglo  pasado  fué 
dirigida  por  don  Ventara  Rodríguez  y  en  ella 
se  cerraron  los  arcos  superiores  de  la  galería 
del  patio,  dejando  en  cada  intercolumnio  mía 
ventana.» 

A  la  inmediación  del  convenio  de  Santa 
Isabel,  se  ven  las  ruinas  del  /antiguo  alcázar 
del  rey  don  Pedro,  que  á  juzgar  por  los  bellos 
adornos  y  ia  disposición  de  los. muros  que  atril 
se  mantienen,  eu  pie,  debió  ser  muy  suntuo- 
so. El  palacio  arzobispal,  situado  en  la  plaza 
del  ayuntamiento  donde  tiene  su  faciiada  prin- 
cipal, es  el  qne  ocupan  los  reyes  cuando  visi- 
tan esta  ciudad,  trasladándose  entonces  los. 
prelados  á  otra  casa  que  se  halla  á  su  espalda. 
Al  lado  de  este  palacio  están  las  casas  de  ayun- 
tamiento; cuya  fachada  tiene  dos  cuerpos  de 
arquitectura  greco-romaua,  los  cuales  se  le- 
vantan sobre  una  lonja  que  se  alza  del  suelo 
en  nueve  arcos  de  foitisima  construcción,  co- 
ronados de  un  antepecho:  el  primer  cuerpo 
tiene  el  mismo  número  de  arcos  que  estriñan 
en  gruesos  pilares  y  adornados  de  columnas 
dóricas:  el  segundo  es  jónico  y  consta  de  ca- 
torce columnas,  recibiendo  el  arquitrabe  J' 
cornisa :  sobre  los  tres  espacios  del  cenlro, 
descansa  el  frontispicio  triangular,  presentan- 
do en  el  hueco  el  escudo  de  armas  do  la  ciu- 
dad: á  los  lados  se  levantan  dos  torres,  qne 
rematan  con  una  pirámide  y  veleta;  la  puerta 
de  entrada  está  en  el  muro  del  N.  que  no  ofre- 
ce cosa  notable. 

,  Entre  las  antigüedades  que  se  «onseivan 
dentro  y  fuera  de  la  ciudad,  debemos  mencio- 
nar la  cueva  de  Hércules,  célebre  por  las  por- 
tentosas tradiciones  de  que  es  objeto;  ia  final 
parece  ser  obra  de  ta  naturaleza  antes  de  )o 


297 


TOLEDO 


fundación  de  la  ciudad  en  las  mismas  "peñas 
en  que  esta  se  edificó,  haciéndose  después  al- 
gunos trabajos  en  ella;  es  lafjp  J  no  se  le  ave- 
rigua el  Un;  la  cidrada  es  ancha,  después  se  va 
angostando  y  en  ella  hay  muchos  caminos  y 
veredas;  el  Circo  Máximo  de  que  se  conserva 
tadaíía  un  arco;  las.  ruinas  deltempio  de  Hér- 
cules; la  naumaquia;  el  anfiteatro;  los  baños  do 
la  Cava;  ¡a  Huerta  del  Bey  y  los  restos  de  lós 
palacios  de  recreo  de  la  princesa  Galiana. 

Dentro  de  la  ciudad  hay  tres  paseos,  llama- 
dos de  San  Cristóbal,  el  Tránsito  y  las  Carreras, 
todos  al  S.  sobre  el  rio  y  ademas  una  bonita 
glorieta  en  la  plaza  de  Zocodover,  y  estramu- 
ros  los  titulados  paseo  de  las  llosas,  el  de  Ma- 
drid y  la  Vega  baja.  Hay  un  teatro  en  lo  plaza 
de  las  Verduras,  un  liceo,  un  presidio  y  dos 
cárceles. 

1.a  beneficencia  pública  cuanta  con  los  si- 
guientes establecimientos:  un  hospital  de  de- 
mentes, vulgo  del  Nuncio,  casa  provincial  de 
maternidad  y  caridad,  j:  hospitales  del  {(efugio 
y  Santiago,  refundidos  en  el  convento  de  San 
Pedro  mártir,  el  hospital  de  Santiago,  el  de 
Santa  Cruz,  una  casa  de  caridad,  fundada  por 
el  cardenal  Lorcnzana,  en  1774,  el  de  Nuestra 
Señora  de  la  Misericordia  y  el  del  Rey,  el  de  la 
cofradía  de  la  Santa  Caridad,  el  de  la  Concep- 
ción, el  de  San  Lázaro,  el  de  San  Juan  de  Dios 
y  otros;  un  pósito,  creado  en  1507  por  el  car- 
denal Cisneros  con  20,000  fanegas  de  trigo 
que  entregó  para  este  efecto  y  los  préstamos 
que  los  vecinos  pudientes  hicieron  para  el  aco- 
pio do  los  demás  granos. 

Instrucción  pública.  Entre  los  varios  es- 
tablecimientos con  que  cuenta  debe  citarse  co- 
mo el  primero  el  colegio  general  militar,  su- 
cesor de  la  escuela  establecida  el  año  de  IS0Ü 
por  la  junta  central  y  á  propuesta  del  teniente 
coronel  de  artillería  don  Mariano  OfN  de  Ber- 
nabé. Hállase  el  colegio  en  los  edificios  del 
hospital  de  Santa  Cruz,  fonda  de  la  Caridad  y 
bospital  do  Santiago.  Se  compone  de  un  ge- 
neral director  é  inspector;  un  secretario  para 
la  dirección;  un  oficial  para  la  misma  encar- 
gado del  archivo;  un  subdirector,  coronel  se- 
gundo gefe;  un  coronel  gefe  del  detall;  únge- 
le de  estudios;  un  capitán  y  4  subalternos  por 
compañía;  3  ayiulanles  para  todas;  2  profesó- 
se? por  compañía;  S  capellanes  castrenses;  2 
médicos-cirujanos  do  ejército;  3  maestros  de 
idiomas;  3  de  geografía;  2  de  esgrima;  uno  de 
gimnasia;  uno  do  baile;  un  armero  ,  uu  sar- 
gento l,u; -2  id.  m¡  4  cabos,  un  trómpela  de 
urden;  12  cornetas;  12  tambores;  24  soldados 
de  infantería  y  24  do  caballería  para  el  servi- 
cio de  la  guardia  estertor  del  colegio,  ordenan- 
zas de  los  gofos  y  ¡a  asistencia  para  los  24  ca- 
ballos, destinados  á  la  escuela  de  equitación 
y  ejercicios  de  caballería,  y  por  último  (300 
cadetes,  distribuidos  en  0  compañías  y  4  bri- 
gadas con  un  brigadier  y  2  sub-brigadieres, 
cada  uno  formando  actualmente  un  batallón 
Con  bandera.  SI  curso  de  estudios  es  de  tres 1 


años.  En  el  primero  se  enseña  aritmética  y 
primera  y  segunda  parte  de  álgebra,  ordenan- 
zas, táctica  de  infantería  y  ligera,  religión, 
hisloru  y  francés;  en  el  segundo,  geometría, 
trigonometría  y  geometría  práctica,  táctica  de 
caballería  y  ligera,  y  geografía  y  en  el  tercer 
año  fortificación,  castramenlacion,  y  reconoci- 
mientos militares,  láctica  sublime,  teoría  ge- 
neral de  ecuaciones  y  repaso  general,  descrip- 
tiva y  dibujo  militan,  equitación,  esgrima  y 
baile. 

El  instituto  de  segunda  enseñanza,  que 
reemplazó  en  1845  á  la  universidad  fundada 
por  don  Francisco  Alvarez  de  Toledo,  ocupa  el 
mismo  edificio  donde  estaba  aquella,  y  el  cual 
es  uno  de  los  mas  suntuosos  de  la  ciudad.  Las 
asignaturas  que  se  estudian  son  las  siguientes: 
Iatin  y  castellano,  geografía,  religión  y  moral, 
historia  general,  retórica  y  poética,  matemáti- 
cas, lógica  é  ideología,  física  y  química,  his- 
toria natural,  lengua  francesa.  Posee  la  biblio- 
teca de  la  universidad  con  2,400  volúmenes. 
Hay  ademas  en  Toledo  un.  setninario  conci- 
liar establecido  en  el  convento  que  fué  de 
carmelitas  descalzos.  El  número  de  alumnos 
internos  puede  ser  Hasta  de  100';  los  50  de 
gracia  y  los  otros  de  pensión;  hay  2 5, becas  de 
gracia.  El  número  do  cátedras  es  e!  qne  señala 
el  plan  de  estudios  para  la  segunda  enseñan- 
za y  para  la  facultad  de  teología;  posee  tam- 
bién una  biblioteca  con  4,000  volúmenes.  Por 
último,  cuenta  en  instrucción  pública  con  un 
colegio  de  doctrinos,  otro  de  doncellas  nobles, 
fundado  en  1557  por  el  cardenal  Silíceo,  con 
una  escuela  de  nobles  artes;  cuatro  escuelas 
de  primera  educación  á  cargo  de  maestros  con 
litulo  dotados  de  fondos  municipales,  un  gabi- 
nete de  historia  natural,  una  sociedad  econó- 
mica de  amigos  del  pais,  biblioteca  y  museo 
provincial. 

Industria.  Llama  justamente  la  atención 
en  esta  ciudad  la  gran  fábrica  de  ornamentos 
de  iglesia  y  pontificales,  única  en  España,  en 
la  cual  se  elaboran  suntuosas  ' vestiduras  de 
una  sola  pieza,  con  todos  sus  adornos,  cene- 
fas y  galones:  de  esla  fábrica  han  salido  1er- 
nos  completos  para  Constantinopla,  Jerusalen, 
Roma,  Nápúles  y  otras  ciudades  de  Europa  y 
América;  Es  también  notable  y  de  merecida 
fama  la  fábrica  de  armas  blancas,  que  está  á 
cargo  del  cuerpo  de  artillería,  donde  se  cons- 
truyen toda  clase  de  armas,  desde  las  mas  an- 
tiguas hasta  las  del  jnas  ridiculo  capricho, 
siendo  sometidas  á  pruebas  que  no  sufren  las 
estrangeras.  De  esta  fábrica  son  todas  las  ar- 
mas qne  gasta  el  ejérciio.  Hay  ademas  103  te- 
lares de  galones  de  seda  y  cintas,  7  de  sargas; 
tafetanes  y  pañuelos  de  seda;  uno  de  medias 
de  seda  y  otro  de  gorros;  k  fábricas  de  curti- 
dos, 3  de  sombreros,  5  de  loza,  2  de  ti  ja  y 
ladrillo,  varios  molinos  de  aceile,  harineros 
y  de  chocolate,  tahonas,  batanes,  tintes  y  to- 
dos los  demás  oficios  necesarios  para  las  aterj- 
eiunep  de  la  vida.  -  ■ 


209 


TOLEDO 


.100 


Comercio.  Se  esportan  con  bastante  esti- 
mación granos  y  aceite,  y.  se  importan  las  ma- 
terias para  los  telares  dé  la  galoneria  y  torce- 
dores de  seda,  y  su  despacho  se  va  á  buscará 
Castilla  la  Vieja  y  á  las  ferias  de  Almagro  y 
Trujillo,  pues  "lian  cesado  totalmente  los  pe- 
didos á  Portugal.  Las  fábricas  de  Alcoy,  Tar- 
rasa  y  Sajle.pt  surten  de  paños  á  Toledjj,.  y  la 
lencería  se  suple  con  elefantes  calalanes  para 
la  gente  trabajadora;  los  géneros  coloniales 
se  toman,  por  lo  comuu,  en  Anmjnez.  Celebra 
una  feria  del  15  al  23  de  agosto,  reducida  á  la 
venta  que  hacen  varios  comerciantes  de  quin- 
calla, modas  de  Madrid  y  juguetes  de  niños, 
y  un  mercada  todos  los  martes  para  la  venia 
de  provisiones  y  arlículos  de  consumo;  de 
veinle  años  a  esta  parte  se  presenlan  caballe- 
rías cu  algunos  mercados.  - 

TOLEDO.  (Historiad  Procede  la  palabra 
Toletum  de  las  raices  Thol  que  en  caldeo  sig- 
nifica altura  y  eta  de  donde  etum,  que  equiva- 
le á  población,  por  lo  que  Toletum  (Toledo), 
vale  tanto  como  población  elevada  ó  fuerte. 
Según  dice  bivio,  cuando  llegó  sobre  esta  ciu- 
dad el  procónsul''  Marco  Fuívio  era  pequeña, 
fortificada  por  el  sitio.  Aunque  Toledo  era  ciu- 
dad de  la  Carpetania,~nol'ué  capital  de  esta  re- 
gión, como  han  creido  algunos  autores,  entré 
ellos  el  maestro  Ftorez.  La  primera  mención 
que  hace  la  historia  bajo  la  dominación  roma- 
na, es  la  que  hemos  indicado  de  bivio;  el  es- 
presado Fulvio  ganó  cerca  de  esta  ciudad  una 
famosa  batalla  á  los  ejércitos  de  la  liga  de  las 
regiones  del  interior  el  año  193  antes  de  Je- 
sucristo. Al  año  siguiente  (102),  se  puso,  sobre 
Toledo:  los  vellones,  acudieron  á  socorrerla, 
pero  fueron  vencidos:  FutVio  la  combatió  con 
máquinas  y  al  íln  se  apoderó  de  ella,  viniendo 
de  este  modo  al  poder  de  los  romanos,  quie- 
nes la  fortificaron  y  hermosearon  con  sun- 
tuosos edificios  públicos,  llegando  á  ser  muni- 
cipio muy  importante.  Con  la  irrupción  de  tas 
tribus  del  Korle  padeció  bastante  Toledo;  pero 
afianzada  la  monarquía  de  los  godos,  se  hizo 
cabeza  de  España,  no  solo  en  lo  tempural, 
sino  en  lo  espiritual  con  ia  introducción  del 
Evangelio,  y  siendo  su  iglesia  primada  de  las 
Españas,  habiendo  seis  santos  entre  sus  arzo- 
bispos. Sellan  celebrado  en  Toledo  veinle  con- 
cilios, y  sus  decisiones  eran  entonces  la  legis- 
lación del  mundo  cristiano.  Leovigildo  se  lijó  en 
Toledo,  Teodorico  celebró  cortes  y  Wamba  la 
guarneció  de  murallas  y  torres.  Los  árabes  se 
apoderaron  de  Toledo  en  el  año  de  7 15,  y  fue- 
ron tan  tolerantes  que  permitieron  .quedasen 
seis  parroquias  de  cristianos,  llamados  muzá- 
rabes. Estuvo  en  poder  de  los  infieles  368  años, 
siendo  cabeza  de  uno  de  los  reinos  mas  po- 
derosos que  se  formaron  después  do  la  des- 
membración del  califato  de  Córdoba.  La  ganó 
el  rey  don  Alonso  VI  el  Bravo,  que  ensanchó 
los  muros,  siendo  inútiles  todas  las  tentativas 
que  hicieron  después  los  moros  para  recupe- 
rarla. En  Toledo  ha  habido  sangrientos  moti- 


nes contra  los  judíos,  discordias  funestasen  Ir 
época  do  don  Pedro  el  Cruel  jjj  su  hermano  don 
Enrique,  y  también  los  restos  de  los  eomnne- 
ros  sostenidos  por  la  viuda  de  Padilla,  hicie- 
ron una  resistencia  heroica.  En  la  guerra  ile 
sucesión  padeció  bástanlo  Toledo  y  los  portu- 
gueses quemaron  el  alcázar,  y  reedificado  en 
tiempo  de  Carlos  III,  fué  segunda  vez  deslnñ- 
do  en  la  guerra  de  ia  independencia.  Toleilu 
tiene  el  título  de  «Real  ó  Imperial»  y  sosiic- 
ne  por  el  voto  en  c'órtes,  competencia  con 
Burgos. 

En  Toledo  han  nacido  muchos  varones  ilus- 
tres. Prescindiendo  de  los  reyes,  principes  y 
notabilidades  políticas,  cuyo  catálogo  seria 
interminable,  podemos  citar  los  siguientes: 
Santa  Obdulia,  Santa  Leocadia,  San  Ildefonso, 
San  Gumersindo  y  otros  menos  ciertos.  Estos 
lian  honrado  á  Toledo  por  su  santidad  y  oíros 
por  su  valor  y  virtudes  militares,  y  por  sus 
trabajos  literarios  cuyas  obras  existen  en  las 
bibliotecas  y  son  los  siguientes:  Alfonso  Aira- 
re/ de  Toledo,  Alfonso  Pérez  de  Lara,  Alfon- 
so Tellez  de  Meneses,  Alfonso  de  Rojas,  Al- 
fonso de  Pisa,  Alfonso  de  Castra,  Alvaro  Gu- 
tiérrez de  Torres,  Angela  Sigea  de  Velasen, 
Antonio  de  Cobarrubias,  Andrés  Ceuon,  Balta- 
sar Eliso  de  Mediuílla,  Baltasar  de  Sotomayor, 
Bernardina  de  Sandoval,  Blas  de  la  Serna,  Bar- 
tolomé Díaz  de  Encinas,  Baltasar  Gómez  de 
Amezciia,  Cristóforo  de  Rojas,  Cosme  de  Palma 
Fuentes,  Diego  de  la  Vega,  Diego  Paslrana  y 
Sotomayor,  Diego  de  Narbona,  Diego  Hurtado 
de  Mendoza,  Diego  de  la  Madre  do  Dios,  Die- 
go Alvarez  de  Paz,  Eugenio  de  Robles,  Eugenio 
de  Manzanas,  Esteban  de  Villalobos,  Eugenio 
Martínez,  Francisco  de  Villalpando,  Francisco 
Ñoñez  de  Cépeda,  Francisco  de  Fuensalida,  Fer- 
nando Suarez  del  Castillo,  Francisco  de  Pisa, 
Francisco  de  Sosa,  Francisco  Rades  de  Anilla- 
da, Fernando  Diaz  Patermano,  Gabriel  de  Val- 
des  y  Saracola,  Gerónimo  do  la  llua,  Gaspar  de 
IUvadeneira,  García  Lasso  de  la  Vega,  Gaspar 
de  Villachoaga,  José  de  Valdivieso,  Juan  de 
Vergara,  Juan  de  Luna,  Juan  de  Silva  y  Tole- 
do, Juan  González  de  Mendoza,  Juan  de  Molo, 
Juan  Bautista  de  Loyola,  Juan.de  Santiago,  Inu 
de  Ürozco  y  Covarrubias,  Tres  Juan  de  Rojas, 
Lorenzo  de  Ayala,  Luis  Hurtado,  Luisa  Sigea, 
Luis  Gallan  de  Vozmediano,  Luis  Belltiga,  Ma- 
nuel de  Nájera,  Melchor  de  Sania  María,  Mar- 
eo de  Sepúlveda,  Martin  Alfonso  Vivatdo,  l'or 
dro  Chacón,  Pedro  de  IUvadeneira,  Pedro  Vaa- 
quez  Belluga,  Pedro  de  Navarro,  Pedro  Pantoja 
de  Ayala,  Pedro  de  Reinosa,  Pedro  de  Rojas, 
Pedro  de  Herrera,  Pedro  Uuiz  de  Visitación, 
Pedro  Salazar  de  Mendoza,  Rodrigo  Cota,  Se- 
bastian de  ürozco,  Sancho  de  Moneada,  Se- 
bastian de  Covarrubias  y  Tomás  Hurtado. 

Las  armas  de  esta  ciudad  son-  uua  corona 
cerrada  ó  imperial  de  oro  en  campo  azur,  se- 
gún so  las  dió  Alfonso  VI,  su  conquistador  con 
el  titulo  de  imperial.  El  escudo  de  armas  fue 
en  lo  antiguo,  según  se  asegura,  dos  estrellas, 


TOLEDO 


302 


dos  mundos  y  un  león.  Dieese  que  después 
representó  un  rey  sentado  sobre  su  trono,  por 
haberlo  tenido  en  esta  ciudad  los  godos. 

TOLEDO,  (arzobispado  de'i  Lleva  el  título 
de  primado  de  las  Españas  y  tiene  por  sufragá- 
neos los  obispados  de  Cúrdoba,  Cuenca,  Si- 
giienza,  Jaén,  Segovia,  Cartagena,  Qsma  y  Ya- 
Uadolid.  Confina  al  N.  con  la  diócesis  de  Sego- 
via y  Sigüenzn,  al  E.  con  las  de  Cuenca  y  Car- 
lacena,  al  S.  con  las  de  Jaén  y  Córdoba  ,  al  0. 
con  las  de  Plaseneia  y  Avila.  Su  circunferen- 
cia es  de  mas  de  180  teguas,  de  cuyo  punto 
mas  lejano  á  la  capital  se  cuentan  ¿18  leguas 
por  la  parte  de  Cartagena,  y  desde  el  mas  cer- 
cano, ipie  es  el  limite  de  Avila,  8  leguas.  Tie- 
ne dos  grandes  porciones  aisladas  en  otros 
territorios:  ú°  el  partido  de  Cazorla  de  28  le- 
guas de  circunferencia;  enclavado  entre  las 
diócesis  de  Jaén  y  Guadis,  y  la  vicaria  de  Se- 
gurado la  órden  de  Santiago,  y  2."  el  partido 
de  Huesear  de  24  leguas  de  perímetro  encer- 
rado entre  las  diócesis  de  Almería  y  Guadix,  y 
las  vicarias  santiaguislasde  Segura  y  Caravaea. 
Kl  esleusu  pais  que  abraza  este  arzobispado 
comprende  en  lo  civil  las  provincias  enteras 
de  Madrid  y  Ciudad  Real,  casi  toda  la  de  Tole, 
do  y  algunas  porciones  de  las  de  Guadalajara, 
Albacete,  Badajoz,  Cácercs  y  Segovia.  Divídese 
en  dos  vicarias  generales  (de  Toledo  y  Alcalá 
de  licuares),  y  ocbo  foráneas  ó  de  partido, 
que  son  Madrid,  Talavera  de  la  lleina,  Puente 
del  Arzobispo,  Alcázar  de  San  Juan,  Ciudad 
Real,  Alcázar,  Cazoria  y  Huesear,  contando  en 
lodo  SU  iglesias  parroquiales,  las68'J  matrices 
y  las  125  restantes  anejas  y  en  ellas  287  be- 
neficios servidores  y  35S  simples.  La  iglesia 
primada  fué  restaurada  por  don  Alonso  YI  en 
10S5,  y  tiene  á  inas  del  prelado  y  obispos  au- 
xiliares en  Toledo  y  Madrid ,  1 4  dignidades, 
40  canónigos,  (G  do  ellos  con  el  título  de  es- 
travagantes),  50  racioneros  y  33  capellanías. 
Al  cuerpo  de  racioneros  corresponden  por  bu- 
las poulifleias  todas  las  iglesias  despobladas  de 
la  diócesis.  Hay  ademas  tres  colegiatas,  las  de 
Talavera  y  Pastrana  y  la  magistral  de  Alcalá; 
en  Toledo  ia  capilla  de  los  Reyes  nuevos  y  la 
Muzárabe,  en  Madrid  la  real  capilla  do  Sanlsi- 
ilro,  en  el  Puente  del  Arzobispo  la  capilla  de 
Sania  Catalina,  y  dos  parroquias  capitulares  en 
Escalona  y  Torrijos:  contándose  en  los  nueve 
cuerpos  17  a  eclesiásticos. 

TOLEDO,  (partido  de)  Es  de  término,  pro- 
.  vincia  de'su  nombre,  compuesto  délos  13  pue- 
blos de  Argés,  Bargas,  BurguUIos,  Casasbuc- 
nas,  Covisa,  Cuadamur,  Sayos,  Magan,  Moce- 
jo:i,  Nambroca,  Olías,  Polan  y  Toledo. 

_  TOLEDO,  (Arqueología.)  Pocas  ciudades  ha- 
brá  cu  España  tan  ricas  como  Toledo-  de  mo- 
numentos artísticos.  Corle  esla  famosa  pobla- 
ción en  otros  tiempos,  .acariciada  por  la  abun- 
dancia casi  basta  nuestros  días  y  objeto  cons- 
tante del  cariño  de  su  opulento  cabildo  y  de 
bus  prolados;,  no  es  de  estrañar  que  las  artes 
™yun  asentado  en  ella  su  trono  en  mas  feliz 


época,  poblándose  las  orillas  del  Tajo  de  cíen 
y  cien  monumentos,  cuyas  copiosas  bellezas 
son  abora  admiradas  por  naturales  y  estran- 
geros. 

Si  en  el  siglo  XVI,  si  en  ese  largo  perio- 
do de  las  glorias  de  España,  se  enriqueció  To- 
ledo con  las  primicias  de  las  artes,  en  siglos 
anteriores  habian  embellecido  también  su  re- 
cinto monumentos  de  otros  géneros,  que  por 
lá  antigüedad  de  suoi'igen  y  por  las  preciosi- 
dades que  encierran,  son  cada  diamas  aprecia- 
dos de  los  inteligentes.  El  pueblo  romano  que 
dominó  largo  tiempo  en  España  é  hizo  á  Tole- 
do silla  de  sus  prefectos,  la  bonró  con  el  titu- 
lo de  colonia,  la  cercó  de  robustos  muros  y  la 
enriqueció  con  soberbios  monumentos,  de  que 
aun  todavía  se  conservan  vestigios  y  ruinas. 
El  pueblo  sarraceno,  qué  también  fué  dueño 
de  esta  ciudad,  durante  un  largo  periodo,  dejó 
en  ella  brillantes  muestras  de  su  dominación: 
levantó  mezquitas  á  sus  creencias,  ediücó  si- 
nagogas páralos  judíos  y  elevó  ese  género  de 
arquitectura,  que  le  es  .propio  absolutamente, 
á  un  grado  de  perfección  admirable. 

Asi,  pues,  considerada  Toledo  artisticamen- 
le,  pueden  clasificarse  susmonumentos  y  rui- 
nas, délos  cuales  vamos  á  dar  una  ligera  idea, 
en  romanos,  arábigos  y  cristianos.  No  son  tan 
numerosos  los  edificios  debidos  á  los  árabes  1 
como  los  que  levantaron  los  católicos:  de  los 
romanos  apenas  queda  mas  que  algunas  rui- 
nas; pero  estas  y  aquellos  son  de  sumo  inte- 
rés para  los  amantes  de  las  artes  y  para  los 
que  se  dedican  á  estudiar  la  historia  de  nues- 
tra civilización. 

I. 

Monumentos  romanos. 

Circo  Máximo.  DouFrancisco  Santiago  de 
Palomares,  tratando  de  este  monumento  en 
una  carta  que  dirigió  en  1748  á  fray  Esteban 
de  Terreros,  decia:  «Se  ven  boy  en  la  vega  de 
Toledo  las  ruinas  de  un  edificio  de  piedra  me- 
nuda y  cal,  tan  unidos  los  materiales  que  está 
hecho  un  cuerpo  sólido,  fortisimo,  tanto  que 
la  injuria  de  los  tiempos  no  lo  ha  deshecho 
del  todo.  Estas  ruinas  se  estienden  formando 
un  espaciosísimo  óvalo  envo  mayor  diámetro 
tiene  1,045  pies  castellanos,  y  el  menor  332: 
por  la  parte  oriental,  en  .que  está  fabricado  un 
humilladero  que  llamaban  la -capilla  del  Mon- 
tero, se  miran  ciertas  bóvedas'  de  dicha  fábri- 
ca ó  argamasa,  cuyas  entradas  hoy  están  por 
la  parte  estertor,  elevadas  como  0  pies  de  la 
superficie  de  la  tierra,  y  van  estrechándose 
hasta  fenecer  en  un  arco  de  poca  altura  que 
sale  del  óvalo.  Por  la  parte  superior  tiene  un 
plano  de  !  2  pies  de  ancho  con  bastante  de- 
clive ó  pendiente. 

«Indican  oslas  ruinas  haber  sido  lo  primi- 
tivo un  gran  anfiteatro  para  juegos,  espectá- 
culos ó  ejercicios  militares  de  á  caballo  ó  en 


303 


TOLEDO 


■su 


carrea.  Tuvo  entrada  y  salida  por  cuatro  ar- 
cos muy  capaces,  del  mismo  argamasón:  uno 
de  elios  está  entero  en  la  parte  que  mira  en- 
tre Norte  y  Poniente.  Es  bastante  grande,  pues 
puede  entrar  por  él  ua  carro  triunfal  aunque 
sea  muy  corpulento.  En  ellado  opuesto  y  otros 
á  correspondencia  solo  lian  quedado  los- estri- 
eos de  otro  igual.  Fuera  dei  anfiteatro,  conti- 
guo á  él,  se  miran  ruinas  de  algunas  piezas  ú 
oficinas  para  sus  usos.» 

El, doctor  don  Cristóbal  Lozano  trató  tam- 
bién dei  Circo  Máximo  de  Toledo,  y  su  rela- 
ción, aunque  algo  exagerada¡  no  deja  de  ser 
interesante.  «Como  se  vieron,  dice,  los  roma- 
nos, señores  de  esta  imperial  ciudad,  y  luego 
vieron  en  ella  sitio  tan  acomodado  ,  tan  deli- 
cioso y  saludable  ,  como  es  lo  que  llamamos 
la  Vega,  descubierta  al  Norte  y  cerrada  al  Me- 
diodía, fundaron  y  edificaron  un  famoso  circo, 
del  cual  boy  ae  ven  y  están,  hartos  vestigios 
en  pie  entre  el  humilladero  y  el  monasterio  de 
San  Bartolomé,  que  no  es  poco  que  al  cabo  de 
mas  de  dos  mil  años  queden,  ruinas  que  Icslifi- 
quen.la  verdad  de  este  edificio.  Era  ovado  y  te- 
nia de  largo  y  de  ancho  en  proporción  1,500 
píes:  sus  puertas,  sus  apartados  y  sus  cuevas 
de  la  misma  forma,  ventajosa  en  todo,  asi  en 
lo  grande  como  en  lo  bien  acabado  á  los  de- 
mas  circos  que  hubo  en  algunas  ciudades  de 
España,  como  en  Barcelona,  Tarragona,  Carta- 
gena y  Herida.» 

Los  godos,  no  obstante  su  aversión  á  todo 
lo  que  tenia  relación  con  el  imperio  de  los  Cé- 
sares, y  aun  los  árabes  mismos,  vieron  con 
cierta  especio  de  veneración  el  Circo  Máximo 
de  Toledo  que  se  conservó  integro  hasta  el 
año  9 1 1  en  que  sublevado  el  walid  Kalib-Aben- 
Ilatamconlra  el  califa  de  Córdoba  Ábd-er-lüia- 
man  i!  se  vio  ésto  en  la  necesidad  de  sitiar  á 
Toledo  y  destruir  una  gran  parte  del  circo  que 
servia  á  la  defensa  de  los  sitiados. 

Al  Norte  dei  Circo  se  encuentran  varios  tro- 
zos de  tiiurallas  quedan  indicio  de  haber  exis- 
tido en  aquel  sillo  algún  templo,  en  lo  cual 
están  conformes  los  escritores  toledanos,  si 
bien  creen  algunos  que  son  ruinas  de  templo 
consagrado  á  Venus,  á  Marte  ó  á  Esculapio, 
mientras  asientan  otros  que  hubo  alli  un  tem- 
plo dedicado  á  Hércules,  siendo  esta  .a  opi- 
nión mas  generalmente  admitida.  «Un  poco 
mas  distante,  dice  el  citado  Palomares,  pero 
no  lejos  del  Circo,  hacia  el  Norte,  hay  vesti- 
gios del  mismo  material,  como  son,  once  ce- 
pas macizas  en  figura  triangular  equilátera,  co- 
locadas por  huen  orden,  formando  todas  un 
espacioso  medio  óvalo,  cuya  entrada  tiene  de 
ancho  158  pies  castellanos,  y  de  fondo  hasta 
el  foro  101  .  Estos  fragmentos  parecen  ser  co- 
mo de  algún  templo  que  alli  babia.  Hacia  Po- 
niente hay  unos  fregones  macizos  y  muy  abul- 
tados, de  tal  snerle  desfigurados,  que  no  se' 
viene  en  conocimiento  del  lin  para  que  han 
servido,  Al  todo  de  estas  ruinas  llaman  en  To- 
ledo el  Circo  Máximo  de  la  Vega,  y  es  co- 


mnn  opinión  entre  los  que  'saben  algo(  fué  |ai 
anliteatro  del  tiempo  de  los  romanos,  y  qu0 
allí  cerca  tuvieron  ua  templo  dedicado  á  una 
deidad.» 

Don  Francisco  de  Palomares' hace  mención 
tambieu  de  varios  fregones  macizos,  situa- 
dos en  la  parte  occidental  del  Circo  Máxi- 
mo,, pero  sin  atreverse  á  señalar  el  uso  que 
pudieron  tener  en  un  principio,  si  bien  da  á 
entender  que  eslaban  construidos  del  mismo, 
material  que  el  Circo  y  lus  machones  del  lem- 
plo. .No  asi  el  aulor  do  los  Reyes  «usuos  de  To- 
ledo, el  cual  debió  tener  ocasión  de  examinar 
detenidamente  estos  vestigios  ea  niejur  osla- 
rlo de  conservación,  y  aseguró,  que  perlino-, 
cian  á  la  naumaquia,  que  supone  haber  te- 
nido los  romanos  en  Toledo,  llegando  su  cre- 
dulidad hasta  ol  punto  de  describirla  minucio- 
samente. Su  opinión,,  sin  embargo,  no  tiene  un 
fundamento  sólido,  no  obstante  que  en  cierto 
modo  parece  apoyarla  el  haberse  encontrado 
en  las  azudas  vestigios  de  arcaduces,  por  don- 
de ól  creia  que  iba  el  agua  á  la  naumaquía. 

Oíro  de  los  monumentos  con  que  lus  ro- 
manos enriquecieron  á  Toledo,  fué  ol  teatro, 
anfiteatro  ó  hipódromo,  cuyos  vestigios  se  con- 
servan en  ol  barrio  llamado  de  las  Covachue- 
las, cerca  del  hospital  del  cardenal  Tavera. 
Juan  Bautista  lloncgro.  que  los  examinó  en  el 
siglo  XV!,  aseguró  en  unacarla  dirigida  al  doc- 
tor Pisa,  que  pertenecían  á  un  teatro,  teniendo 
en  cuenta  para  emitir  esta  opinión  la  forma 
(otal  que  presentaban  comparándola  con  la  de 
otros  nmclios  que  habla  examinado.  El  doctor 
Lozano,  tratando  de  este  monumento  dice,  que 
ora  de  forma  circular,  pero  mas  recogido  que 
el  Circo,  que  estaba  situado  sobre  una  emi- 
nencia á  la  orilla  de^  Tajo,  y  que  lenia  eu 
contorno  mas  de  catorce  gradas,  debajo  de  las 
cuales  habla  muchas  cuevas  pequeñas.  Palo- 
mares, que  también  vló  estas  ruinas,  cuando 
se  conservaban  en  mejor  estado,  dice:  «Un  uu 
sillo  no  muy  lejano  de  !a  Vega,  que  llaman 
las  Covachuelas,  barrio  ó  suburbio  a  la  parle 
oriental  de  la  ciudad,  inmediato  al  convento 
ile  Trinitarias  descalzas,  se  miran  hoy  unas 
ruinas  de  semcjaulc  argamasa  que  la  del  Mr- 
co,  ca  diferentes  parages:  son  unos  fregones 
muy  robustos,  eu  que  hay  algunos  huecos  o 
cañones  de  bóvedas,  anchas  ú  la  entrada  y  an- 
gostas á  la  salida:  hoy  no  se  puede  hacer  jui- 
cio cabal  de  la  planta  do  todo  el  edificio,  por- 
que hay  fabricadas  diferentes  casas  sobre  ¿I; 
pero  si  manifiestan  las  ruinas  ser  circular,  J 
entre  la  gente  mas  culta  está  recibida  la  opi- 
nión de  haber  sido  teatro  para  representacio- 
nes y  escenas  cómicas  de  romanos.»  Todos 
los  autores  que  han  escrito  SDbre  estas  ruinas 
en  tiempos  anteriores  á  los  nuestros,  convie- 
nen eu  que  debieron  ser  de  un  lealro  ó  anli- 
teatro,  inclinándose  los  mas  autorizados  á  lo 
primero;  mas  hoy  aunque  subsisten,  se  halla» 
tan  desfiguradas,  que -no  es  posible  determi- 
na!? ú  quégénei'o  ríe  monumento  pertenecieron. 


305 


TOLEDO 


306 


Uno  de 'os  mas  curiosos  monumentos  que  tribuyó  á  robustecer  las  fábulas  que  habían 
existen  en  Toledo  es  la  famosa  cueva  de  Hér-  corrido' basta  aquel  tiempo.  Algunos  escritores 
cuíes,  cuya  boca  se  encuentra  en  la  antigua '.  que  se  han  distinguido  por  el  conocimiento  de 
in-lesia  de  San  Ginés,  en  lo  mas  alto  de  la  po- ;  las  antigüedades  romanas,  opinan  que  la  cueva 


bíacion,  y  sobre  cuyo  origen  andan  muy  di¡ 
cortes  los  autores.  Asientan  algunos  que  alie- 
nas vino  Tabal  á  líspaña  conieuzó  abacería, 
añadiendo  que  Hércules  la  reeditieó  y  amplió, 
sirviéndose  de  ella  como  de  real  palacio, 
y  leyendo  alli  la  arte  mágica.  Sostienen 
otros  que  esta  cueva  fué  desde  el  principio  un 
templo  consagrado  á  Hércules.  Hay  también 
quien  opine  que  los  romanos,  después  de  su 
venida  á  España,  la  engrandecieron  y  ensan- 
charon, ya  para  que  les  sirviera  de  refugio,  ya 
para  desalojar  la  ciudad  cómodamente  y  sin 
riesgo  alguno,  caso  de  ser  entrada  por  fuerza. 
Escriben  otros,  .que  durante  las  persecuciones 
sufridas  por  los  primitivos  cristianos,  fué  asi- 
lo, oratorio  y  cementerio  délos  mártires-  Ha 
sido  también  esta  cueva  objeto  de  una  tradi- 
ción fabulosa,  consignada  en  nuestras  antiguas 
crónicas,  donde  se  dice  que  don  Rodrigo,  At- 
ibad rey  de  los  godos,  penetro  en  ella  y  en 
un  cofre  que  encontró  cerrado  é  hizo  abrir, 
bailó  ira  lienzo  con  caractéres  latinos  y  algu- 
nas figuras,  que  siguí  llcaban  la  próxima  perdi- 
ción del  reino. 

Hállase  cerrada  la  cueva  de  Hércules  desde 
tiempo  inmemorial,  y  aunque  se  han  hecho  va- 
rias (colativas  para  reconocerla,  todas  han  si- 
do en  vano.  Asi,  pues,  nos  contentaremos  con 
citar  aqui  lo  que  de  su  forma  y  disposición  di- 
ce elaulorde  los  Reyes  nuevos  de  Toledo,  siu 
que  por  esto  se  crea  que  en  nuestro  concepto 
deba  darse  crédito  á  todo  lo  que  dice  en  su 
descripción.  «Va  la  cueva,  dice  el  'doctor  Lo- 
Mío;  por  debajo  de  tierra,  tan  dilatada  y  lar- 
ge,  que  no  solo  cogo  el  espacio  qne  hay  hasla 
el  cabo  de  la  ciudad,  sino  que  sale  de  ella  por 
término  de  tres  leguas.  Su  fábrica  es  notable, 
magnilica  y  primorosa,  compuesla  de  muchos 
arcos,  pilares  y  columnas,  y  adornada  toda  de 
labradas  y  menudas  piedras,  ülras  cosas  de 
grandeza  y  de  primor  (seguu  lo  que  vieron 
ciertos  especuladores)  se  dejan  al  discursó  y 
al  sentir  de  cada  uno.  Que  las  hay  grandes  y 
aun  quizá  tesoros,  no  lo  dudo,  pues  en  parles 
menos  guardadas  y  secretas,  donde  vivieron 
los  moros,  sabembs,  y  lo  venios  cada  din,  que 
■se  han  bailado  y  descubierto  joyas  y  riquezas 
de  sumo  valor,  A  una  manga  ó  cabo  de  esla 
cueva,  &i  bien  los  autores  varían  el  sitio,  como 
tan  gran  mágico  hizo  labrar  Hércules  un  pala 
cío  encantado,  en  que  puso  ciertos  lienzos  y 
flguras  con  algunos  caractéres,  alcanzando  por 
ciencia  propia  que  bubia  de  verse  España  des- 
truida por  aquella  gente  bárbara  y  estruiia.» 
Entre  las  varias  esploracioues  que  se  lian  bo- 
cho de  esta  cueva,  es  la  mas  importante  la 
que  se  llevó  á  cabo  en  1 546  por  mandato  del 
arzobispo  don  Juan  Martínez  Silíceo;  pero  los 
exploradores,  llenos  de  miedo,  vieron  lo  que 
no  existía  ni  podia  existir,  y  su  relación  con- 

Ü18Ü    UIDUOTRCA  POPOLA!!. 


de  Hércules  no  pasa  de  ser  una  cloaca. 

En  dirección  al  puerto  de  Yébenes,  se  es- 
líenden  por  espacio  de  siete  leguas  unos  tro- 
zos de  muralla,  restos  de  un  acueducto  que 
los  romanos  construyeron  en  Toledo.  Don  An- 
tonio Pons,  siguiendo  los  informes  que  le  habían 
dado  el  padre  liiiriel  y  dou  Santiago  Francisco 
Palomares,  dice  de  él  en  su  Viage  de  Sspaña: 
«Entraban  sus  aguas  por  el  parage  que  llaman 
de  Doce  cantos,  y  antiguamente  de  Doce  cau- 
ces, enfrente  del  cual  y  á  una  y  á  otra  parte 
del  Tajo  se  ven  grandes  frogones  de  los  cimien- 
tos sobre  que  se  levantarían  series  de  arcos, 
como  el  acueducto  de  Segovia,  nivelando  las 
aguas  hasta  lo  mas  elevado  de  Toledo.  Este 
acueducto  se  reconoce  en  mas  de  600  pa- 
sos, junto  al  camino  que  llaman  de  la  Plata, 
en  la  falda  de  aquellos  cerros,  y  es  nn  canal 
coáio  de  media  vara  de  ancho  y  una  tercia  de 
hondo,  formado  de  una  fuerte  argamasa.  Jun- 
to al  camino  de  Toledo  al  monasterio  de  Sisla, 
se  ven  á  trechos  frogones  de  argamasa,  que 
parecen  pilares  de  arcos,  y  en  este  sitio  hay 
un  conduelo  por  donde  va  el  agua  al  Cigarral 
ó  casa  de  campo  de  los  padres  trinitarios  calza- 
dos, que  claramente  se  ve  ser  de  construcción 
romana.  Entre  la  ermita  de  Santa  Ana  y  el  re- 
ferido monasterio  de  Sisla,  existe  todavía  .un 
castillo  ó  Torre  acuaria,  á  cuyas  ruinas  llama  el 
viilgo  Horno  del  vidrio.  Mas  adelante,  como 
000  pasos  de!  monasterio ,  se  encuentra 
otro  y  allí  nace  a  borbotones  una  copiosa  fuen- 
te que  hoy  se  pierde  en  el  Tajo  por  el  arroyo 
de  Val-de-la-degollada. u  En  toda  la  esteosiou 
que  tenia  el  acueducto  se  conservan  aun  gran- 
des torreones  en  la  misma  disposición  que  los 
mencionados  por  el  autor  del  Viage  de  Es- 
paña, y  se  ven  gruesos  paredones  de  trecho 
en  trecha,  conociéndose  en  ellos  perfectamen- 
te la  tarjea  por  donde  venia  encañonada  el 
agua,  apareciendo  unas  veces  mas  estrecha  y 
mas  profunda  y  manifestándose  otras  mas  an- 
cha y  somera. 

.  También  hicieron  los  romanos  varios  cami- 
nos, de  ¡pie  apenas  quedan  ya  vestigios.  Siu 
embargo,  á  las  inmediaciones  del  castillo  de 
San  Cervantes,  todavía  se  halla  nn  trozo  de  ca- 
mino que  en  su  latitud  y  manera  particular  de 
construcción  no  es  inferior  á  los  mus  celebra- 
dos de  Italia.  Debió  de  conocerse  en  la  anti- 
güedad con  el  titulo  de  Via  lata,  de  donde 
corrompida  aquella  frase  con  el  tiempo  vino  á 
llamarse  camino  de  la  Plata.  Siguiendo  la 
misma  dirección  de  esla  via,  se  descubren 
otras  reliquias  eu  diferentes  puntos,  pero  tan 
destrozadas,  que  es  imposible  formar  idea  de 
ellas.  > 


1\    XKSIII.  20 


307 


TOLEDO 


30fi 


m 

Monumentos  arábigos. 

Santa  María  la  Blanca.  Don  Tomás  T.i- 
mayo  de  Vargas  asienta  en  sus  Antigüedades 
nuevas  de  Toledo,  que  este  edilieio  fié  en  su 
principio  una  sinagoga  fundada  por  los  bebrS  >s 
antes  de  la  era  cristiana,  pero  esta  opinión  es- 
triba únicamente  en  nial  fundadas  COTjétB'ras, 
y  ademas  basta  tener  algún  conocimiento  dol 
arte  y  examinar  dicho  edificio  para  no  dudar 
que  no  tiene  semejanza  alguna  con  los  templos 
hebreos,  ácuya  imitación  se  dice  que  fué  he- 
cho, pues  sti  plañía,  la  distribución  de  sus  na- 
ves, la  ornamentación  de  sus"  muros  y  la  for- 
ma de  sus  arcos,  oslan  demostrando  que  paite; 
nece  al  segundo  periodo  de  la  arquitectura 
arábiga,  no  habiendo  podido  existir'  sino 
pues  que  los  árabes  ocuparon  á  Toledo.  Una 
inscripción  que  se  encuentra  en  ta  puerta  oc- 
cidental, manifiesta  quo  este  edificio  fué  sina- 
goga hasta  el  año  de  1405  en  que  se'  consagró 
en  iglesia  por  la  predicación  de  Sai)  Vírenlo 
Ferrcr;  que  después  so  fundó  alli  un  monaste- 
rio; que  mas  tarde  quedó  reducida  á  ser  una 
ermita  ú  oratorio;  que  después  de  ésto  fué 
profanado  y  convertido  en  cuartel,  y  que  por 
último,  vino  á  ser  almacén  de  enseres  de  la 
real  hacienda.  El  aspecto  que  ahora  presenta 
en  su  parle  estertor,  no  puede  ser  mas  som- 
brío, y  está  muy  distante  de  dar  una  idea  de  la 
mag'nilicenciaque  se  encuentra  en  su  interior. 
Este  monumento  asi  por .  su  mérito  como  por 
su  antigüedad,  es  indudablemente  uno  de  los 
mas  importantes  déla  arquitectura  de  les  ára- 
bes, entre  cuantos  se  han  conservado  en  Es- 
paña. 

El  Tránsito,  conocido  vulgarmente  por  San 
•Benito.  Este  edificio,  que  está  situado  no  le- 
jos de  Santa  María  la  Blanca  y  mas  inmediato 
al  ,  rio.,  fué  también  sinagoga.  Fué  edideado 
en  13GG,  es  decir,  en  la  época  mas 'floreciente 
de  la  arquitectura  árabe  andaluza.  La  abun- 
dancia y  riqueza  de  los  ornatos  que  cubren 
sus  muros  y  la  disposición  de  todo  et  templo, 
no  permiten  dudar  que  tan  bello  monumento 
fué  erigido  en  distinta  época  que  el  anterior, 
cuando  ya  el  arte  sarraceno  había  tenido  nn 
gran  desarrollo ,  y  alejado  de  su  origen,  se 
ostentaba  verdaderamente  original  como  en  la 
Alhambra  de  Granalla,  l'uó  el  arquitecto  dei 
Tránsito  nn  hebreo  llamado  don  Meir  Abdeli, 
persona  muy  ducta  y  respetada  cutre"  sn  pue- 
blo, y  costeó  la  obra  Samuel  Leví,  tesorero  del 
rey  don  'Pedro  ,  á  quien  los  judíos  prodigaron 
las  mayores  alabanzas.  Sirvió  este  edificio  de 
sinagoga  hasta  la  iotat  expulsión  de  los  judíos 
en  1492.  Después  fué  cedfda  por  los  reyes  Ca- 
tólicos á  los  caballeros  de  Cakilrava,  en  cam- 
bio det  priorato  de  Santa  Fe,  y  vino  á  conver- 
tirse en  la  iglesia  de  San  Benito. 
^Palacio  de  ViÜana.  A  corta  distancia  del 
Tránsito  y  de  Santa  María  la  Blanca,  se  con- 


templan las  ruinas  de  un  antiguo  palacio  fa- 
bricado también  por  ot  famoso  tesorera  dol 
rey  don  Pedro  y  confiscado  con  todos  sus  ble- 
nes,  cuando  cayó  en  desgracia  do  aquel  sobo- 
rano.  La  circunstancia  de  haberlo  habitado  el 
célebre  don  Enrique  de'Viücna,  durante sn 
permanencia  en  Toledo,  ha -dado  origen  á  nuil- 
titud  de  cuentos  relativos  á  aquel  famoso  ni- 
gromante,  Ahora  se  reducen  estas  Tuinas  i  <t¡. 
rios  arcos  de  ladrillo  rolos  unos  por  sus  di- 
ves  y  culeros  otros,  y  á  varias  bóvedas  de 
Tortísima  construcción,  que  han  podido  resis- 
tir la  injuria  de  los  tiempos.  Reconócese  en 
estos  fragmentos  el  estado  de  la  arquitectura 
arábiga  en  la  época  á  que  la  fábrica  portena- 
ce;  y  aunque  no  pueden  examinarse  de  lleno 
los  subterráneos ,  por  estar  cortados  en  dife- 
rentes viviendas  ,  se  deja  ver  que  un  palacio 
que  tenia  taies  Jjóvedas  debia  ser  verdadera- 
mente suntuoso  y  digno  del  nombre  con  que 
son  reconocidas  sus  reliquias, 

El  Cristo  de  la  Lik.  Lleva  esle  nombre 
upa  venerada  ermita,  celebre  desdo  el  liempo 
de  la  conquista,  y  objeto  ya  en  aquella  época 
de  milagrosas  tradiciones.  Su  arquitectura  es 
árabe  y  se  remonta  ai  primer  periodo  que  be. 
mos  llamado  de  imitación.  Prescindiendo  de 
estas  tradiciones,  se  sabe  que  la  primer  iglesia 
(¡ue  se  bendijo  al  tomar  Alonso  VI  la  ciudad  itc 
Toledo,  fué  dicha  ermita.  Hasta  entonces  creen 
alganas  escrilpres,  no  sin  razón,  que  sirvií 
demezquila.  Parle  de  ella,  que  se  hallaba  rui- 
nosa, fué  restaurada  por  el  abad  y  arzobispo 
don  Bernardo,  l'or  los  años  de  1 1SG  el  rey  don 
Alonso  VIH  ,  queriendo  distinguir  á  los  enlia- 
lleros  de  San  Juan  por  los  servicios  que  le 
habían  prestado ,  tuvo  á  bien  entregarles  esta 
iglesia,  que  permaneció  en  poder  de  dichos 
caballeros  hasta  la  época  del ,  gran  •cardenal 
Mendoza,  quien  la  recobró  bajo  ciertas  condí1 
clones,  y  la  hizo  restaurar  nuevamente,  lisios 
reparaciones  ,  si  bien  han  contribuido  á  desd- 
gurar  la  capilla  del  Cristo  ,  despojándola  en  su 
parte  interior  de  los  ornamentos  arábigos,  m 
han  afectado  mucho  la  eslerior,  ni  lo  que  es 
ahora  cuerpo  de  la  iglesia. 

Taller  del  Moro.  Llámase  asi  uno  délos 
bellos  monumentos  toledanos  sin  que  la  histo- 
ria dé  alguna  razón  bastante  para- justificar  es- 
te titulo.  A  juzgar  por  su  aspecto  no  es  de 
creer  sino  que  so  erigió  para  ser  habitación 
de  algún  magnate ;  pues  no  se  concibe  como 
pudo  emplearse  para  un  taller  la  riqueza  de 
ornatos  y  suntuosidad  que  se  ven  en  el  misino 
salón  y  en  las  dos  piezas  á  él  contiguas.  La 
Alhambra  de  Granada  y  el  Alcázar  de  Sevilla, 
licnen  muchos  punios  de  contacto  con  elTa- 
ller  del  Moro  con  respecto  á  la  ornamentación. 
Por  su  arquitectura  no  parece  este  edificio  an- 
terior al  siglo  XIV,  siendo  probable  que  lo  ft- 
brtcára  algún  magnate,  valiéndose  do  alhari- 
fes  musulmanes  como  se  habia  hecho  antes  y 
se  hizo  mucho  tiempo  después.  Mas  adelante 
se  convirtió  en'  convento  de  monjas ,  bajo  la 


309 


TOLEDO 


lili 


advocación  de  Santa  Eufemia,  y  ha  sido  .objeto 
de  agregaciones  y  demoliciones  que  le  hafl  ro- 
baao°álgo  de  su  méritu.  Lo  que  ahora  existe 
del  antiguo  palacio,  es  un  cuadrilongo  de  cien 
nies  y  ipísdio  de  longitud  dividido  en  los  estre- 
ñios por  dos  secciones  de  23  pies  en  cuadro 
cada  una  y  presentando  en  el  grande  espacio 
del  centro  54  y  medio  de  largo  y  21  de  ancho, 
á  lin  do  engrosar  algún  lauto  los  murasen  esta 
parte.  No  es  posible  averiguar  la  forma  total  y 
primitiva  de  este  monumento,  ni  la  distribución 
que  tuvo  la  iglesia  de  Santa  Eufemia.  El  inte- 
rior de  lo.-;  departamentos  mencionados  est:i 
revestido  de  estufó  y  adornado  de  és'quisitos 
relieves,  en  que  resalta  el  lujo  de  la  imagina- 
ción oriental.  En  la  actualidad  sirve  de  alma- 
cén de  muebles  de  la  catedral. 

La  casa  de  Musa,  Al  lado  de  la  parroquia 
de  San  Román  hay  una  antigua  casa,  objeto  de 
cariosas  tradiciones,  que  lleva  el  nombre  del 
mayorazgo  úqtie  pertenece  en  estos  tiempos. 
Dícese  que  perteneció  á  don  Pedro  Ulan  y  que 
fué  una  de  las  casas  que  le  dio  el  rey  Alfon- 
so VI,  cuando  conquistó  ¡i  Toledo.  En  ella  se 
conserva  todavía  un  magnifico  salón  ricamen- 
te exornado  según  el  gusto  de  los  musulma- 
nes, cosa  que  ha  hecho  sospechar  que  en  tiem- 
pos mas  lejanos  fué  una  sinagoga;  pero  ia  ri- 
queza de  sn  ornato  y  la  disposición  de  todo 
el  edificio  no  deja  duda  de  que  fué  levantado 
con  posterioridad  á  ia  conquista. 

San  Román.  Hay  varias  opiniones  sobre 
la  época  en  que  se  levantó  este  odideio,  y  su 
construcción  es  indudablemeute  arábiga  ,  y 
atendiendo  á  algunas  inscripciones  que  habia 
en  él,  puede  creerse  que  fué  mezquita  antes 
de  ser  un  templo  cristiano.  Opinan  algunos 
qne  fué  consagrado  por  el  arzobispo  don  Ro- 
drigo coa  el  titulo  de  San  Román.  Esta  iglesia, 
aunque  desfigurada  por  las  restauraciones  pue- 
de clasificarse  entre  los  monumentos  del  pri- 
mer periodo  de  la  arquitectura  arábiga  en  Es- 
paña. Su  planta  se  asemeja  á  la  de  las  anti- 
guas basílicas  ,  de  que  tanto  imitaron  los  ára- 
bes, y  las  formas  délos  arcos  que  aun  subsis- 
ten se  acercan  mucho  á  los  de  la  grande  aljama 
da  Córdoba.  La  capilla  mayor  fué  conslruida  á 
principios  del  siglo  XVI  y  pertenece  al  género 
plateresco.' El  retablo  mayor,  aunque  no  tan 
suntuoso  y  bien  ejecutado  como  la  capilla,  es 
una  obra  notable  del  renacimiento.  La  torre 
de  San  Itoman  es  de  planta  cuadrada  y  se  com- 
pone de  tres  cuerpos.  El  primero  se  levanta  á 
una  razonable  altura  sin  presentar  adorno  al- 
guno :  el  segundo  ofrece  á  k  vista  una  arque- 
ría estalactilica  que  determina  !a  época  do  su 
fundación :  el  tercero  contiene  los  arcos  de 
las  campanas,  cuyas  formas  son  Característi- 
cas del  arte  arábigo. 

Palacio  de  don  Diefío.—Arco  del  Alcázar 
del  rey  don  Pedro.— Colegio  de  Santa  C  daii- 
JJS'  Estos  tres  monumentos  testifican  la  in- 
fluencia que  necesariamente  hubo  de  ejercer  so- 
bre las  costumbres  y  las  artes  de  nuestros 


abuelos  la  civilización  despueblo  mahometano. 
Todos  tres  pueden  clasillcarso  como  pertene- 
cientes ¿  una  misma  época  de  la  arquitectura 
arábiga.  El  palacio  de  don  Diego,  que  ahora  se 
halla  convertido  en  casa  de  vecindad  con  e¡  de-" 
nigranto  titulo  de  Corral,  fué  edificado  por  el 
conde  de  Trastauiara ,  hermano  del  rey  don 
Pedro.  Esta  situado  á  la  inmediación  de  la  par- 
roquia de  la  Magdalena,  y  aunque  no  presenta 
ninguna  fachada  principal,  su  aspecto  estertor 
da  á  conocer  desde  luego  que  debió  ser  un 
edificio  importante.  La  injuria  del  tiempo  y  la 
mano  de  los  hombres  lo  han  desfigurado  de 
tai  manera  ,  que  hoy  do  seria  posible  formar 
idea  de  su'  plan|a,  sin  echar  por  tierra  mu- 
idlas de  las  diferentes  casas  y  viviendas  en 
que  está  dividido.  Subsiste  aun  una  grandiosa 
tarbea  de  plañía  cuadrada,  cuya  estension  es 
de  unos  35  pies  y  su  elevación  de  15  a  50 
hasta  el  artesonado.  El  arco  que  Je  da  entrada 
manifiesta  cu  el  interior  mucha  suntuosidad  y 
majj  iiilicencia,  tanío  por  la  magnitud  como  pol- 
la riqueza  de  su  ornato.  Al  ícente  de  esle  arco 
se  ve  iodavia  otro  de  gran  mérito  y  muy  nota- 
ble por  su  ornamentación.  Elartesonado,  aun- 
que oscurecido  por  ebbumo  ,  conserva  aun 
vestigios  de  lo  que  fué,  descubriéndose  en  al- 
gunas parles  el  antiguo  dorado  y  la  pintura.  El 
arco  del  alcázar  del  rey  don  Pedro  exisle 
entre  las  ruinas  de  una  antigua  casa  cercana  al 
convento  de  Santa  Isabel  y  no  muy  distantedel 
colegio  de  Santa  Calaíina.  Se  ignora  que  fun- 
damento tiene  el  nombre  conque  es  conocido. 
El  ediíicio  á  que  perteneció  debió  levantarse  á 
iiues  del  siglo  XIV  ó  principios  del  XV,  La  ar- 
quitectura de  este  arco  es  rica  de.  ornamentos, 
tan  bien  modelados  que  encantan  la  imagina- 
ción al  contemplarlos;  mas  á  pesar  de  tanta  ri- 
queza se  advierte  que  el  ediíicio  de  que  formó 
parte  pertenecía  al  cuarto  periodo  del  arte 
sarraceno.  El  colegio  de  Santa  Catalina  ha 
sufrido  tales  y  tan  importantes  "variaciones, 
que  apenas  da  una  idea  de  su  estado  primiti- 
vo. Algunos  escritores  quieren  remontar  la 
antigüedad  del  palacio  en  que  existe  dicho  co- 
legio, á  la  época  de  la  dominación  de  los  ára- 
bes en  Toledo;  pero  el  examen  de  su  arquitec- 
tura da  á  conocer  que  no  .debió  ser  labrado 
sino  á  mediados  del  siglo  XIV.  Lo  mas  nota- 
ble que  se  encuentra  en  este  edificio  es  la 
puerta  del  patio  principal  y  el  soberbio  arte- 
sonado  de  su  modesta  capilla  construida  á  la 
manera  arabesca,  el  cual  quedó  por  pintar  do- 
lorosamente. 

Santiago  del  Arrabal,  lis  un  edificio  nota- 
ble por  sus  tradiciones,  que  está  situado  cer- 
ca de  la  puerta  Nueva  de  Visagra.  El  doctor 
Salazar  y  Mendoza  da  á  entender  en  su  Monar- 
quía de  España,  que  quien  debió  erigirlo  fué 
don  Saneho  Capelo,  rey  de  Portugal.  Lo  que 
puede  asegurarse  es  que  esta  iglesia  se  fabri- 
có, ó  al  menos  sufrió  una  restauración  impor- 
tante á  mediados  del  siglo  XIII,  cuando  co- 
menzaba á  hacerse  sensible  el  tercer  periodo 


3H 


TOLEDO 


W 


de  la  arquitectura  árabe.  Compónese  de  tres 
naves  espaciosas,  levantándose  la  del  centro 
mucho  mas  que  las  laterales,  y  estribando  en 
cuatro  arcos  arábigos,  que  por  su  desacostum- 
brada elevación  debieran  ser  dignos  de  detenir 
do  examen,  á  no  haber  sufrido  en  el  último 
tercio  del  siglo  pasado  algunas  alteraciones. 
En  esta  época  de  intolerancia  artística  se 
Cebaron  ciclos  rasos  á  esta  misma  iglesia, 
cuyos  ricos  artesonados  de  alerce,  formados 
de  mnltitnd  de  combinaciones  geométricas, 
producirían  indudablemente  un. efecto  agrada- 
ble. En  la  nave  del  centro  y  al  lado  del  Evan- 
gelio, se  encuentra  un  palpito  tallado  de  es- 
tuco, de  forma  octógono,  entre  cuyas  ocbavas 
hay  algunas  revestidas  de  ornatos  puramente 
góticos,  acomodándose  en  el  relieve  á  la  ín- 
dole y  carácter  de  tos  ornamentos  arabescos. 
La  forma  total  de  este  pulpito  no  puede  ser  mas 
bella  y  gallaría,  estribando  sobre  una  colum- 
na enieramenle  árabe  que  tiene  por  basa  un 
capitel  inverso.  Ocupa  el  centro  una  estátua 
de  no  escaso  mérito,  que  figura  á  San  Viceute 
Ferrer,  presentando  en  su  mano  izquierda  un 
crucifijo,  mientras  con  la  otra  señala  al  cielo. 
Ademas  contiene  esta  iglesia  algunos  retablos 
debidos  al  buen  tiempo  de  las  artes  españolas. 

La  basílica  de  Santa  Leocadia.  Situada 
en  la  vega,  no  muy  distante  de  la  puerta  del 
Cambrón,  se  fundó,  segnn  la  opinión  conteste 
de  los  historiadores,  írácia  el  año  GIS  ,  man- 
dándola construir  Sisebnto.  Nada  se  sabe  del 
deslino  que  se  dio  á  esta  basílica  mientras  los 
árabes  fueron  dueños  de  Toledo,  Recobrada 
esta  ciudad  por  los  cristianos ,  se  restauró  di- 
cha iglesia,  según  algunos  cronistas,  por  el  ar- 
zobispo don  Jijan  I;  según  .otros  en  tiempo  de 
don  Alonso  el  Sabio;  y  mas  posteriormente,  en 
concepto  de  otros,  por  don  Juan  111,  entre  los 
arzobispos  toledanos.  Este  famoso  santuario 
pertenece  iududablemeute  á  la  arquitectura 
mozárabe  ó  morisca.  Su  interior  no  revela 
por  si  ninguno  de  aquellos  grandes  pensamien- 
tos, que  brotan  eu  la  imaginación  al  pisar  el 
recinto  de  ios  grandiosos  templos  del  arte  gó- 
tico, consagrado  esencialmente  al  cristianis- 
mo. La  iglesia  se  halla  reducida  á  una  sola 
nave  de  36  pies  de  longitud  por  21  de  latitud, 
cubierta  por  una  bóveda  de  36  pies  de  eleva- 
ción, sostenida  en  fuertes  y  robustos  muros. 

los  baños  de'la  Cava.  No  muy  distante 
de  la  basílica  y  en  la  orilla  oriental  del  rio,  se 
encuentra  un  torreón  conocido  con  este  nom- 
bre y  despedazado  en  parte  por  las  injurias 
de  los  siglos.  Si  se  sabe,  ni  es  fácil  averiguar, 
cual  es  la  causa  de  que  se  haya  denominado 
asi,  no  encontrándose,  por  otra  parte,  entro 
dicho  torreón  y  unos  baños  la  relación  mas 
leve.  Supónese  por  tradición  que  el  rey  don 
Rodrigo  tenia  su  palacio  enfrente,  en  lo  que 
ha  sido  después  convento  de  San  Agustín,  y 
de  aqoi  ha  debido  tenor  origen  el  suponer  que 
la  torre  eran  los  baños  de  la  hija  del  conde 
don  Julián;  pero  observando  como  está  situa- 


do el  torreón  y  viendo  los  grandes  trozos  de 
argamasa  qne  se  encuentran  en  el  vio  en  su 
dirección  horizontal,  parece  que  debió  sor  uno 
do  tos  estribos  del  antiguo  puente.  Su  arqui- 
tectura es  sin  duda  arábiga. 

Puerta  antigua  da  Visagra  Los  filólo- 
gos, opinan  de  diferentes  maneras  ea  cuanto 
á  ta  etimologia  de  la  voz  visagra.  Pretenden 
unos  que  es  corrupción  de  las  palabras  via  y 
■sacro,  y  otros,  que  se  deriva  de  bab  y  sitara, 
que  significan  puerta  y  campo.  La  arquitectu- 
ra de  esta  puerta  es  esencialmente  árabe,  ;- 
debió  construirse  antes  de  la  rebelión  de  ¡les- 
eham  contra  el  califa  Abd-el-lUiaman,  que  acon- 
teció por  los  años  S38.  Compónese  su  fachu- 
da de  tres  arcos,  siendo  el  del  centro  mnclio 
mas  ancho  y  elevado  que  los  laterales  ,  qtB 
conservando  las  tradiciones  de  los  primeros 
templos  del  Asia,  presentan  la  forma  apuntada, 
si  bien  con  menos  atrevimiento  que  los  arcos 
do  ojiva,  qne  caracterizan  en  parte  la  segunda 
época  de  esta  rica  arquitectura.  El  arco  ilcl 
centro  contiene  otro  de  mas  reducidas  dimen- 
siones, que' se  aparta  de  aquel  por  el  grueso 
del  muro  que  lo  forma,  y  constituía  la  pueda, 
propiamente  hablando.  Coronada  de  almonas 
1  esta  torre  como  las  do  las  murallas  inmedia- 
'  tas,  aparecen  eslas,  sin  embargo,  menos  ga- 
>  llardas  y  masgrnesas,  completando  asi  aquel 
lodo  un  tanto  pesado  qne  constituyela  llsono- 
¡  mía  do  la  celebrada  puerta  de  Visagra. 

La  puerta  del  Sol.    Has  conocida  y  sira- 
i  luesa  que  la  de  Visagra,  pertenece  á  una  c-po- 
!  ea  mas  adelantada  del  arte  árabe.  No  se  sabe 
j  á  punto  fijo  en  que  tiempo  se  fabricó,  aunque 
j  no  haya  faltado  quien  comparándola  con  otros 
;  monumentos,  la  lia  tenido  por  obra  defines 
j  del  siglo  XI.  Sin  embargo,  parece  mas  proba- 
j  ble  que  sea  de  los  primeros  monumentos  ¡M 
•  tercer  periodo  de  la  arquitectura  arábiga.  Bslá 
■  defendida  esta  puerta  por  un  fuerte  torreón 
¡  cuadrado  y  un  enhn,  y  ademas  se  halla  coro- 
nada de  almenas.  El  espacio  que  resulta  entre 
una  y  otra  torre  está  ocupado  por  los  arcos 
que  abren  paso,  siendo  el  primero  mucho  mn- 
¡  yor  que  los  restantes,  y  levantándose  sobre 
dos  columnas  hasta  llegar  con  su  ojiva  i  la  li- 
nea que  separa  este  de  los  domas  cuerpos  que 
decoran  el  monumento.  Le  sirven  de  órnalo 
dos  arquerías  sobrepuestas  ,  presentando  la 
primera  seis  arcos  redondos  enlazados  gracio- 
samente, y  la  segundo  oíros  tantos  de  forma 
cstalacíltica.  Los  restantes  arcos  de  la  poerla 
son  de  herradura',  y  mucho  roas  cerrados  quo 
los  de  la  de  Visagra 

Castillo  de  San  Cervantes.  Al  frenlo  del 
celebrado  puente  de  Alcántara,  sobre  un  escar- 
pado cerro,  se  levanta  el  castillo  de  San  Cer- 
vantes, voz  corrompida  por  el  tiempo,  que  ape- 
nas da  idea  del  verdadero  nombre  que  tuvo  esta 
antigua  fortaleza.  El  rey  don  Alfonso  VI  fundó 
eu  ¡030  un  monasterio  c.luniense,  concediendo 
!  á  los  monges  varios  privilegios  y  entregándoles 
1  la  iglesia  de  Nuestra  Señora  del  Alfieen  (de 


f 


313 


TOLEDO 


314 


i,  la  cual  habla  permanecido  abierta  a! ,  culos,  adorno  pcmiliar  del  torcer  periodo' de  la 
culto  cristiano  durante  la  dominación  de  los  j  urqutf  uíu  ra  arábiga 


sarracenos.  Al  lado  del  monasterio  se  constru- 
yó para  su  defensa  por  mandado  del  rey  este 
castillo  conocido  al  principio  con  el  nombre  de 
San  Servando.  Cuando  se  estendió  por  Euro- 
pa la  orden  runfiar  del  Temple,  entregó  el  rey 
don  Alfonso  VIII  dicha  fortaleza, á  sus  esforza- 
dos caballeros,  que  la  conservaron  largo  tiem- 
po; pero  después  de  la  extinción  de  los  tem- 
plarios quedó  abandonada,  y  en  el  espacio  de 
poco  mas  de  medio  siglo,  vinieron  casi  por 
tierra  sus  maros.  El  arzobispo  don  Pedro  Teno- 
rio la  restauró  y  ensanchó  sus  muros ,  com- 
prendiendo en  su  recinto  el  antiguo  monas- 
terio. Su  arquitectura  ,  que  pertenece  al  gus- 
to arábigo,  no  pasa  de  ser  bija  de  la  imita- 
ción mozárabe  que  en  tiempo  del  arzobispo 
Tenorio  comenzaba  á  aparecer  con  mas  sen- 
sibles caracteres.  Consérvanse  solo  tres  lien- 
zos de  muralla  ,  defendidos  por  robustos  tor- 
reones coronados  de  almenas  y  guarnecidos 
de  aspilleras' y  barbacanas.  En  el  frente  del 
Mediodía  hay  una  puerta  formada  por  un  ar- 
co dn  herradura.,  despojado  ya  algún  tanto 
déla  gracia  y  de  los  airosos  contornos  de  los 
propiamente  árabes.  Presenta  esta  fachada  tres 
gruesas  torres,  coyas  barbacanas  están  ador- 
nadas de  arcos  estalacliticos.  En,  la  parte  de 
Oriente  se  conservan  solo  dos  torreones  deco- 
rados en  la  misma  forma.  AlKorte  se  adelan- 
tan otros  dos  mas  gruesos.  Al  Occidente  se 
halla  desmantelado,  hallándose  solo  un  gran- 
de arco  de  herradura  que  daba  frente  al  famo- 
so puente  de.  Alcántara.  En' la  parte  interior 
existen  algunas  cuadras  do  armas,  cubiertas 
de  tortísimas  bóvedas  y  algunos  sótanos. 

Palacio  de  Galiana.  Según  antiguas  tra- 
diciones, en  la  Huerta  del  rey  liubo  un  palacio 
suntuoso  construido  por  on  rey  "moro  llamado 
Calatee  para  recreo,  y  habitación  de  una  hija 
suya  conocida  con  el  nombre  de  Galiana  y 
muy  célebre  por  su  hermosura.  Esto  podrá  ser 
fabuloso;  pero  lo  que  no  cabe  dudar  es  que 
en  dicha  huerta  existió  un  magnifico  ediücio, 
cuya  importancia  prueba  el  hacerse  mención 
de  él  en  las  capitulaciones  firmadas  por  ei 
rey  don  Alonso,  al  entregarse  la  ciudad  de  To- 
ledo. Lo  que  queda  de  los  palacios  de  Galia- 
na son  dos  torreones  y  algunos  muros  de  po^ 
ca  elevación  que  sirven,  no  obstante,  de  firme 
estribo  á  las  bóvedas  que  aun  subsisten.  Pa- 
rece que  el  palacio,  si  no  se  fabricó  después 
de  la  conquista,  fué  á  lo  menos  restaurado, 
do  lo  cual  es  prueba  la  forma  de  su  arquitec- 
tura y  el  hallarse  en  diferentes  partes  varios 
escudos  de  armas  Con  un  león  y  otros  con  dos 
calderos  cruzados  por  tres  barras  y  en  su  par- 
le superior  la  siguiente  leyenda:  Guzman.  La 
fachada  principal  debió  existir  al  Norte,  como 
indican  algunos  vestigios.  En  el  centro  de  su 
maro  so  contempla  todavía  un  grande  arce  de 
herradura/  y  en  el  centro  otros  tres  mas  de 
forma  piramidal  decorados  de  pequeños  clr- 


Casa  de  iis  Tornerías.    El  monumento 
conocido  con  este  nombro  se  .  halla  situado 
en  una  calle  llamada  de  las  Tornerías  y  desig- 
nado con  el  número  17  entre  las  casas  de  la 
misma.  Al  examinar  esle  edificio,  no  puedo 
menos  de  advertir  quien  conozca  la  historia 
del  arte  monumental  que  pertenece  á  la  época 
primitiva  de  la  'arquitectura  muslímica,  la,  cual 
hemos  designado  bajo  el  titulo  de  Período  de 
imitación.  Én.este  antiguo  palacio  ó  mezquita 
todo  está  dando  á  conocer  la  influencia  del 
arfe  antiguo  en  el  arte  arábigo,  todo  está  ma- 
ní fe?  lado  que  esto  nació  y  debió  nacer  de  la 
imitación  modüicada  por  el  influjo  que  hubo 
de.  ejercer  en  ella  naturalmente  el  carácter  par- 
ticular de  la  arquitectura  que  en  cada  pueblo 
se  propusieron  por  modelo.  Encuéntrase  divi- 
dido dicho  monumento  en  trps  grandes  de- 
partamentos que  concluyen  otras  tanlascasas 
con  diferentes  puertas,  quedando  todo  él  por 
consecuencia  absolutamente  desfigurado.  A  juz- 
gar por  la  disposlcion  qne  conserva  debió  tener 
la  puerta  principal  en  la  parle  do  Occidente, 
que  da  vista  á  una  pequeña  plaza.  Aun  cuando 
su  distribución  y  disposición  total  sea  en  par- 
te desconocida,  se  advierte  que  las  columnas 
que  lo  decoraron  y  que  aun  subsisten,  guardan 
el  mismo  orden  que  las  de  la  célebre  catedral 
de  Córdoba,  formando  naves  cruzadas  del  mis- 
mo modo,  si  bien  es  imposible  hacerse  cargo 
del  número  total  de  ellas,  asi  como  del  de  las 
bóvedas.  Tampoco  existe  fragmento  alguno 
del  artesonado;  pero  en  cambio  los  arcos  y 
columnas  se  encuentran  muy  enleros. 

El  Temple,  Otro  edificio  encierra  Toledo 
en  su  seno,  si  no  tan  importante  por  sn  arqui- 
tectura, de  tanto  interés  at  menos  por  sus  anti- 
quísimas leyendas.  Al  lado  de  la  parroquia  de 
San  Miguel,  entre  Norte  y  Mediodía,  se  en- 
cuentra una  mauzana  de  casas  de  singular 
aspecto,  que  revelan  desde  luego  su  antigüe- 
dad y  que  presentan  multitud  de  inscripcio- 
nes árabes  talladas  en  el  maderamen  de  los 
techos,  las  cuales  conservan  la  pureza  do  los 
primeros  caracteres  usados  por  los  musulma- 
nes en  sus  edificios  Tienen  estas  casas  fuer- 
tes bóvedas  de  ladrillo,  que  mantienen  las  ha- 
bitaciones subterráneas  que  resultan  del  gran 
declive  del  terreno,  y  presentan  al  lado  de 
Oriente  !a  entrada  de  la  que  debió  ser  princi- 
pal entre  ellas,  la  cual  contiene  anchurosort 
patios  y  6alones.  Es  fama  en  Toledo  que  dichas 
casas  fueron  morada  délos  caballeros  del  Tem- 
ple, y  aunase  cuenta  que  la  casa  ó  palacio  del 
lado  de  Oriente  fué  habitada  por  el  procurador 
ó  dignidad  que  tenia  el  imperio  sobre  los  que 
vivían  en  esta  parlo  de  España,  ocupando  los  de- 
mas  caballeros  el  resto  de  la  manzana,  Ladistri- 
bncion  de  ios  departamentos  que  se  conservan  en 
su  primitiva  forma  en  !a  casa  principal  ó  palacio 
que  hemos  mencionado  demuestra  que  el  arte 
mozárabe  lia  influido  y  alterado  notablemen- 


31S 


TOLEDO 


316 


te  cuanto  existia  del  arte  arábigo.  El  patio,  qüe 
ha  sufrido  también  algunas  alteraciones,  con- 
serva en  la  parte  de  Occidente  un  arco  tapiado 
en  su  totalidad,  exornado  de  varias  labores  de 
atanriqne  une  semejan  vastagos  y  bojas  de 
yedra,  viéndose  rodeado  de  una  orla  con  una 
inscripción  lalina  de  caradores  monacales, 
(¡onticneel  arco  en  el  centro  una  especio  de 
oratorio,  compuesto  de  dos  euerpecillos  arábi- 
gos de  varios  arcos  estalaeíiiícos,  ipve  ponen  de 
manifiesto  la  época  en  que  debió  fabricarse 
este  edilicio,  viéndose  cuajado  de  menudas  y 
graciosas  labores  de  cinías  y  follagos,  y  pro- 
duciendo, un  agradable  efecto  en  su  conjunto. 
Los  relieves  están  ennegrecidos  pos-  el  humó 
de  una  cocina  inmediata. 

Ruinas  de  San  Agú$tin.  En  la  pacte  mas 
occidental  de  la  antigua  córíe  española,  y  muy 
próximo  á  Ja  puerta  del  Cambrón,  se  encuen- 
tra el  despedazado  convento  de  agustinos,  fun- 
dado por  los  condes  de  ürgaz,  sobre  los  es- 
combros del  antiquísimo  palacio  de  ios  reyes 
godos,  que  fué  después,  habitado  é  ilustrado 
por  los  musulmanes.  Créese  generalmente  que 
este  palacio  Tué  morada  del  padre  do  Santa 
Casilda,  tercer  rey  de  la  dinastía  árabe  de  To- 
ledo, habiendo  nacido  aquella  gloriosa  mártir 
en  el  mismo  edilicio.  Gónséryunse  todavía  las 
paredes  de  las  grandiosas  tarbeas  del  alcázar 
arábigo;  y  dan  testimonio  de  su  magnitud  y 
suntuosidad  algunos  arcos,  en  donde  el  tiem- 
po ha  guardada  bellísimos  trozos  de  estucados 
relieves.  En  las  deshechas  paredes  que  dan 
vista  á  la  íroridosa  Vega,  se  han  conservado 
acaso  algunos  «preciables  trozos  úcataurique, 
que  si  no  prometen  largo  tiempo  de  vida,  al 
menos  han  bastado  para  revelar,  lo  que  fué  es- 
te famoso  edificio.  Entre  las  ricas  labias  de 
bellas  labores,  se  contemplan  algunas  orlas 
que  contienen  inscripciones  arábigas  con  ole- 
gantes  caracteres  cúficos. 

Abside  da  Santa  Fé.  En  este  monumento 
aparece  caracterizado  completamente  el  arte 
arábigo,  al  pasar  á  las  manos  de  los  mozára- 
bes sus  imitadores.  La  placíaos  octógona,  pre- 
sentando ahora  solamente  tres  ochavas,  aunque 
no  completas,  merced  á  los  edilL'ios  que  se  te 
han  arrimado  para  uso  y  comodidad  del  con- 
vento. Las  dos  ochavas  que  han  quedado  in- 
tegras se  hallan  exornadas  de  dos.  cuerpos 
sobrepuestos,  viéndose  lodas  divididas  por  una 
especie  de  machón,  adherido  al  edilicio,  que 
asciende  hasta  el  mismo  alero  del  tejado.  El 
primer  cuerpo  se  levanta  sobre  un  muro  de 
piedra,  que  guarda  la  furnia  total  del  ábside  y 
consiste  en  ambas  divisiones  en  un  arco  apun- 
tado, que  encierra  otros  varios  de  herradura  y 
de  ojiva.  El  segundo  cuerpo  consta  de  ana 
bella  arquería,  enlazada  cómo  la  déla  Pitarla 
del  Sol,  que  debió  tal  vez  tenerse  presente, 
formando  un  agradable  conjunto., Sobre  estos 
arcos  se  ve  una  especie  de  friso  que  apenas 
conserva  su  diseño,  y  que  da  la  vuelta  todo 
alrededor,  y  mas  arriba  un  gracioso  cordón 


de  canecillos,  cobijado  por  el  alero  del  tejado 
que  se  divide  en  bello  compartimiento.  ' 

Torre  dd  convenio  da  la  Concepción.  Js 
una  de  las  mas  bellas  y  airosas  que  existen 
en  Toledo,  y  tiene  mucha  analogía  con  la  do 
San  Román. 

111. 

Monumentos  da  los  cristianos. 

La  catedral.  La  historia  de  las  artes  es- 
pañolas desde  principios  del  siglo  XI!1  hasta 
nuestros  días,  se  halla  comprendida  en  este 
gran  monumento  que  se  levanta  en  medio  de 
Toledo,  para  revolar  el  espíritu  de  las  genera- 
ciones pasadas  y  poner  de  manifiesto  al  punto 
que  llevaron  nuestros  padres  su  cultura.  La 
historia  religiosa,  militar  y  política  de  aquel 
pueblo  que  snsfuvo  una  encarnizada  lucha  do 
siete  siglos  para  recobrar  su  independencia, 
que  arrancó  palmo  á  palmo  el  suelo  de  la 
península  ibérica  al  poder  sarraceno,  se  halla 
escrita,  esculpida  y  piulada  en  tan  suntuoso 
templo,  silla  de  grandes  prelados  y  depósito 
de  misteriosas  tradiciones.  El  aspecto  de  aquel 
magnifico  edificio,  que  da  á  conocer  á  prime- 
ra vista  cuál  fué  Disentimiento  dominante  que 
elevó  sus  naves,  y  que  levantó  su  esbelta  6 
imponente  torre,  despierta  en  la  imaginación 
de  cuantos  tienen  la  fortunado  contemplarlo, 
ideas  elevadas,  pensamientos  sublimes,  cuya 
grandeza  parece  aumentarse  at  tender  la  vista 
sobre  cuanto  nos  rodea  en  la  época  que  al- 
ean ¡sanios.  La  catedral  de  Toledo,  como  las  de 
León,  Burgos  y  Sevilla,  pertenece  al  gusto  gó- 
tico en  toda  su  pureza;  á  esc  género  de  ar- 
quitectura, nacido  para  consagrarse  al  crislia- 
nismo  en  la  edad  inedia,  que  aparece  ahora  á 
nuestros  ojos  como  una  personificación  del 
sentimiento  religioso,  alma  de  aquellas  socie- 
dades, y  que  tenido  en  menos  por  nuestros, 
padres,  ha  recobrado  toda  su  importancia  con 
el  estudio  de  la  arqueología  de  los  tiempos 
niedios. 

I'oco  después  de  conquistada  Toledo,  fué 
erigida  la  mezquita  en  iglesia  molropolitana, 
si  bien  conservando  sus  formas  arábigas,  has- 
ta principios  del  siglo  XIII,  época  en  que  ocu- 
pando el  trono  de  Castilla  Fernando  III  se  echa- 
ban los  cimienlos  á  las  grandes  empresas  que 
habían  de-inmortalizar  su  nombre.  El  cabildo 
toledano  mas  rico  y  poderoso  entonces  que  en 
el  iÍL'mpo  de  la  conquista  y  teniendo  á  su  ca- 
beza al  arzobispo  don  Rodrigo  Jiménez  de  Ra- 
da, pensó  cu  levaular  un  templo  digno  del 
Dios  á  quien  adoraba.  Abriéronse,  pues,  los 
cimientos  de  la  nueva  catedral  en  1227,  y  se 
continuó  la  obra  durante  la  vida  de  este  pre- 
lado y  de  aquel  monarca  con  el  mayor  enlu- 
siusmo.  Después  no  continuó  la  fábrica  con  el 
mismo  empeño;  pero  esta  lentitud  fué  úlil  al 
edificio  que  iba  enriqueciéndose  con  los  pro- 
gresivos adelantos  del  arle,  En  siglos  anteria- 


317 


\ 

TOLEDO 


318 


res  al  nuestro  hubo  escritores  que  pava  ciar  lina 
Mea  de  la  magnificencia  de  la.  catedral  de  To- 
ledo dijeron  qué  era  igual  en  su  planta  al  ce- 
lebrado de  Diana  en  Efeso;  pero  la  verdad  es 
que  lejos  de  ser  asi,  este  templo  no  tuvo  na- 
da rjué  ver  en  su  origen  con  griegos  ni-  con 
romanos,  siendo  su  arquitectura  enteray  esen- 
cialmente cristiana.  Su  planta  es  cuadrilonga, 
si  bien  (ermina  por  la  parle  de  Oriente  eu  un 
semicírculo:  so  levanta  sobre  óchenla  y  ocho 
pilares,  compuestos  cada  uno  de  diez  y  seis 
gallardas  comunas,  sobre  las  cuales  asientan 
setenta  y  dos  bóvedas  derramándose  en  cinco 
espaciosas  naves,  y  formando  la  del  centro, 
que  es  mas  elevada  que  las  restantes  una  cruz, 
al  portar  de  Serle  á  Mediodía  las  cuatro  men- 
cionadas, de  cuya  división  resulta  Su  crucero. 
Tiene  todo  el  templo  la  longitud  de  400  pies 
de  Oliente  á  Occidente,  y  204  de  latitud:  en 
esle  espacio  encierra  inmensos  tesoros  artis 
ticos,  cuya  descripción  seria  mas  que  sufi- 
ciente materia  para  escribir  un  volumen. 

San  Juan  de  los  reyes.  Este  suntuoso  mo- 
numento, que,  como  la  catedral  pertenece  al 
género  de  la  arquitectura  gótica:genlil,  es  in- 
dudablemente uno  de  los  edideios  que  mas 
renombre  han  dado  á  Toledo.  Tanto  la  iglesia 
como  el  convento  de  San  Juan  de  los  Reyes 
fueron  debidos  á  la  piedad  de  ios  reyes  Caló- 
liras.  Está  situado  en  la  parte  mas  occidental 
de  Toledo  fuera  de  la  puerta  del  Cambrón  y 
del  puente  de  San  Martin.  Forma  en  la  parle 
estertor  un  cuadrilongo  presentando  su  porta- 
da en  el  lado  del  Norte  y  quedando  a!  Medio- 
día su  bellísimo  claustro.  La  planta  de  la  igle- 
sia es  de  cruz.  Consta  de  una  sola  nave  que 
concluye  con  un  semicírculo  en  su  cabecera, 
y  presenta  eu  su  cuerpo  principal  seis  arcos 
hiérales.  El  crucero  está  dividirlo  por  dos  ga- 
llardos pilares  sembrados  de  ricos  ornatos  y 
estatuas  de  gran  mérito.  Sus  arcos,  su  bóveda, 
su  claustro  y  sus  capillas,  asi  como  toda  su 
ornamentación  han  llamado  y  llamarán  junta- 
mente la  atención  de  cuantos  visitan  este  fa- 
moso santuario. 

El  hospital  de  Santa  Cruz.  Comenzó  á 
edificarse  en  1504,  trayéndose  la  madera  que 
había  de  emplearse  en  él  par  el  Tajo,  cosa  no 
visla  hasta  entonces,  y  se  concluyó  cu  15t4, 
Es  uno  de  ios  primeros  edificios  en  que  em- 
pezó á  ensayarse  el  género  plateresco,  y  bajo 
éste  aspecto  es  uno  de  los  monnmenlos  mas 
dignos  do  estudio.  Don  Antonio  I'ons,  cuyos 
conocimientos  en  artes  son  bástanle  estima- 
Mes,  dice,  hablando  de  su  arquitectura,  que 
«da  todavía  á  conocer  qne  es  hija  de  la  llama- 
da vulgarmente  gótica, n  lo  cual,  á  decir  ver- 
dad, no  carece  de  fundamento.  El  hospital  de 
Santa  Cruz,  y  especialmente  su  bellísima 
portada,  señala  en  efecto  uno  de  los  pasos  mas 
notables  que  dieron  las  artes  entre  nosotros  á 
principios  del  siglo  XVft  presenta  esa  especie 
de  maridnge  que  debió  hacer  la  arquitectura 
gótica  con  la  arquitectura  del  renacimiento, 


liara  crear  el  género  plateresco  llamado  á  pro- 
ducir tantas  preciosidades  en  nuestro  suelo. 
En  el  hospital  de  Santa  Cruz  las.lmjarascas  y 
los  calados  góticos  se  mezclan  con  los  relie- 
ves y  ornatos  con  que  habían  ya  enriquecido 
los  italianos  la  arquitectura  de  Miguel  Angel, 
decorando  ademas  sus  puertas  y  ventanas  airo- 
sas fajas  de  arabescos,  como  después  tendre- 
mos ocasión  de. notar.  La  planta  de  la  iglesia 
es  de  cruz  griega,  siendo  sus  cuatro  brazos 
enteramente  igualas,  si  bien  fueron  tapiados 
los  trasversales  á  fines  det  siglo  pasado,  des- 
tinándolos á  otros  usos  y  dejando  reducido  el 
templo  á  una  nave  prodigiosamente  larga,  cu- 
ya estension  es  de  309  pies  por  30  de  ancho. 

El  Alcázar.  Esle  famoso  monumento  que 
domina  la  ciudad  con  su  jnraensa  mole,  y  cu- 
ya grandeza  escitaba  el  entusiasmo  de  Car- 
los V,  yace  en  nuestros  dias  desmantelado  en 
su  mayor  parte;  mas  á  pesar  de  eslo  revela  el 
estado  á  que  llegaron  las  artes  españolas  en 
el  siglo  XVI  en  manos  de  los  C.ovarrubias,  'Vi- 
ltaljtaiHlos  y  Herreras.  Fué  el  alcázar  al  princi- 
pio, según  se  cuenta,  una  fortaleza  construida 
por  Alfonso  VI  para  ia  defensa  de  los  cristia- 
nos, que  después  de  la  conquisla  fneron  á  mo- 
raren Toledo.  Hicieron  agregaciones  y  restau- 
raciones en  los  tiempos  de  Alonso  VIH  y  don 
Alonso  el  Sabio.  Carlos  V  peusó  en  levantar  un 
palacio  digno  de  sus  altas  empresas. y  renom- 
bre, y  escogiendo  el  terreno  mismo  que  ocu- 
paba la  antigua  fortaleza,  encargó  su  traza  á 
Alonso  Covarrubias  y  Juan  de  Herrera.  Que-' 
dó  terminada  la  fábrica  en  1 551.  Destruido  en 
gran  parte  porlpsportugueses  durante  la  guer- 
ra de  sucesión,  y  por  los  soldados  de  Napo- 
león posteriormente,  solo  quedan  algunos  de- 
parlamentos de  segundo  orden,  que  respetaron 
las  llamas,  permaneciendo  erguidos,  sin  em- 
bargo, sus  fuertes  muros.  Su  planta  es  cua- 
drilonga, viéndose  colocado  de  Korte  á  Me- 
diodía, presentando  eu  aquel  la  fachada  prin- 
cipal, que  consta  de  tres  cuerpos  de  arquitec- 
tura del  género  plateresco.  En  el  primero  se 
contempla  la  -portada,  compuesta  de  un  gran- 
de arco  esornado  de  un  gracioso  cuerpo  jóni- 
co que  óslenla  dos  columnas  á  cada  lado,  las 
cítales  reciben  el  cornisamento:  el  segundo  se 
alza  sobre  la  cornisa  que  le  sirvo  de  remate  en 
toda  la  fachada  y  lo  decoran  ventanas  triangu- 
lares flh  sus  frontones,  gallardas  pilastras  y 
candelabros  que  le  sirven  de  reñíate.  El  terce- 
ro tiene  nueve  arcos  con  caprichosas  colum- 
nas de  balaustres,  presentando  en  sus  claves 
las  armas  de  Castilla  y  acabando  con  diferen- 
tes pirámides.  Del  magnífico  vestíbulo  a  que 
daba  entrada  dicha  puerta  solo  han  quedado 
los  tres  arcos  dóricos  que  comunicaban  con.el 
gran  patio,  el  cual  consta  •  de  treinta  y  dos  ar- 
cos de  suntuosa  perspectiva  que  forman  una 
espaciosa  galería  y  asientan  en  columnas  de 
orden  corintio,  notándose  en  cada  ángulo  un 
grupo  de  dos  pareadas. 

El  hospital  de  Tavera,    Comenzóse  la  fí- 


319 


TOLEDO 


320 


brica  de  este  edificio  en  1541,  debiendo  su 
fundación  al  cardenal  don  JuanTavera.  En  1562 
se  puso  !a  primera  piedra  en  la  iglesia  capi- 
lla. El  hospital  que  está  consagrado  bajo  la 
advocación  de  San  Juan  Bautista,  tiene  cuatro 
fachadas;  la  principal  está  al  Mediodía  y  cons- 
ta de  tres  cuerpos  sencillos  en  estremo.  En  el 
centro  se  ve  lu  porlada  que  se  compone  de 
tres  cuerpos:  los  dos  primeros  de  orden  dórico 
y  el  tercero  de -orden  jónico.  Las  otras  tres 
fachadas  no  tienen  .nada  do  notable  en  su  ador- 
no: El  vestíbulo;  .que  comunica  con  el  patio 
principal,  se  compone  de  tres  bóvedas  algirtl 
lanío  apuntadas  y  revestidas  de  aristones  góti- 
cos, hallándose  en  el  muro  del  frente  la  puer- 
ta que  da  paso  á  aquel.  En  el  lienzo  del  Norte 
y  al  frente  de  la  cidrada  del  magnifico  claus- 
tro se  ve  la po.rlada  de  la  capilla,  obra  debida  á 
Berrngoete,  y  muy  digna  delaprcclo  de  los  ar- 
tistas por  la  belleza  de  sus  proporciones  y  la 
delicadeza  de  sus  relieves  y  esculturas.  Hay 
antes  do  entrar  en  la  iglesia  un  veslíbulo,  pre- 
sentando ene!  muro  del  Norte  otra  portada  no 
menos  estimable  por  su  belleza.  El  templo, 
cuya  plañía  es  de  cruz  lalina,  tiene  una  sola 
nave  adornada  con  un  soberbio  cuerpo  de  or- 
den dórico'.  Otra  de  las  cosas  notables  que  ha; 
en  él,  es  el  sepulcro  del  fundador,  obra  de  las 
mejores  de  Berrúguété,  El  hospital  de  Tarara 
puede  competir  en  magniíiceneia  con  cual- 
quiera de  los  monumentos  célebres  del  si- 
glo XVI. 

Las  casas  de  ayuntamiento.    Están  situa- 
das frente  á  la  fachada  principal  de  la  santa 
iglesia  metropolitana  y  al  lado  del  palacio-ar- 
zobispal, preseulundo  el  agradable  aspecto  de 
un  iROnuaienlo  cu  donde  á  la  belleza  del  to- 
do se  agrega  la  sencillez  de  los  pormenores 
en  la  parte  estertor,  mientras  encuentran  tos 
artistas  no  pocas  cosas  dignas  de  reprenderse 
en  la  interior,  terminada  en  mas  adelantados 
tiempos.  Trazó  todo,  el  edilicio  y  se  encargó 
de  su  dirección  Jorge  Theotocópuli  y  se  con- 
cluyó la  obra  en  1G1S.  En  IG0O  fué  restaura- 
da la  parle  interior,  y  en  1704  sufrió  olra  re- 
paración de  bastante  importancia.  La  fachada 
se  compone  de  dos  cuerpos1  de  arquitectura 
greco-romana,  En  el  muro  occidental  se  ve  la 
portada,  que  sobre  estar  en  un  terreno  falto 
de  nivel  ño  ofrece  cosa  notable.  La  sala  capi- 
tular tampoco  tiene  nada  que  merezca'  men- 
cionarse, fuera  de  las  molduras  do  mal  gusto 
que  (icnc  en  la  bóveda  y  Los  azulejos  que  la 
rodean  en  ta'  parle  inferior.  Las  casas  de  ayun- 
tamiento presentan  la  historia  de  las  artes  en 
el  largo  periodo  de  un  siglo  en  que,  siguien- 
do la  suerle  de  la  nación  española,  caminaban, 
como  las  letras,  al  despeñadero. 
■  El  palacio'arzobispal.    No  es  este  uno  de 
aquellos  edilicius  que  pm  den  presentarse  por 
modelo  en  un  género  de  arquitectura,  cual- 
quiera que  esla  sea,  por  uo  ofrecer  ningún 


ciones  del  talento.  Levantado  en  la  época  en 
que  se  operaba  una  do  las  reacciones  mus  ia- 
tolerantes  que  han  esperimenlado  tal  vez  las 
artes  y  las  letras,  ,  ocupa,  sin  embargo,  su 
puesto  en  te  historia  de  los  monumentos  tota 
danos.  En  la  descomposición  y  mala  combina- 
ción de  su  traza  presenta  tres  fachadas,  guar- 
dando solo  alguna  simetría  la  del  lado  de 
Oriento,  compuesta  de  tres  cuerpos  sencillos 
de  arquitectura,  viéndose  en  el  primero  Si 
portada.  Adornante  dos  pilastras  almohadilla- 
das  que  dejan  en  el  centro  el  arco  de  entrada, 
sobre  coya  claye  asienta  un  baleen  cubierto 
de  un  frontispicio  redondo,  mientras  que  bou 
triangulares  los  que  decoran  los  demás  en  los 
dos  primeros  cuerpos,  sin  que  se  adviertan 
otros  ornatos  en  toda  la  fachada.  ELarco  de  la 
puerta  descubre  una  galuriaoblieua,  compues- 
ta de  varios  arcos  en  la  misma  dirección.  Ea 
el  muro  del  Norte  del  segundo  patio  existe  la 
escalera  principal,  cubierta  de  un  artesoDailo 
con  casetones  octógonos  y  de  otras  ligaras 
geométricas,  ostentando  en  sus  muros  dos 
cuerpos  de  arquitectura  con  pilastras  dóricas, 
sin  que  en  sus  salones  encierre  objeto  alguno 
que  merezca  mencionarse.  En  cambio  ofrece 
grande  interés  para  los  eruditos  la  Biblioteca, 
que  contiene  sobre  trece  mil  volúmenes  esco- 
idos,  entro  tos  cuales  se  encuentran  los  que 
componían  la  biblioteca  de  los  jesuítas,  varias 
colecciones  de  Biblias,  Concilios,  SanlosPa^ 
dres  y  autores  que  han  tratado  de  Toledo; 
multitud  de  manuscritos  relativos  ú  América, 
y  una  colección  de  sinodales  españolas. 

La  Casa  del  Nuncio.    Llámase  asi  un  hos- 
pital construido  en  tiempo  del  cardonal  Loren- 
zana,  y  que  antes  existió  en  unas  casas  yac 
fueron  de  la  propiedad  del  nuncio  de  Su  San- 
tidad don  Francisco  Ortiz  ,  á  cuya  caridad  se 
debió  te  fundación  de  este  establecimiento  de 
benolicencia.  La  planta  de  dicho  hospital  perte- 
nece esciüsLvameúte  á  la  arquitectura  greco- 
romana,  es  cuadrilonga  y  consta  de  530  pies 
de  longitud  por  22,0  do  ancho.  Gompónese  de 
dos  cuerpos,  dórico  el  primero  y  jóuico  el  se- 
gundo, presentando  en  sus  cuatro  fachadas  do- 
cc  ventanas  iguales,  ornadas  tes  bajas  de  jam- 
bas de  molduras  y  coronando  las  altas  fronto- 
nes de  bástanle  elegancia.  La  fichada  principal 
está  situada  al  Mediodía,  viéndose  en  su  cea- 
tro  te  portada  ,  que  se  compone  de  dos  cuer- 
pos en  los  cuales  se  atendió  mas  á  la  arquitec- 
tura griega  que  á  la  romana.  La  puerta  princi- 
pal da  entrada  á  un  espacioso  atrio,  y  al  fren- 
te se  ve  una  escalera  suntuosa  que  conduce» 
la  capilla  y  habitaciones  del  segundo  cuerpo. 
La  capilla  os  de  fonna'ciiptica  y  está  decorada 
de  un  gracioso  cuerpo  de  órden  corintio, 

Existen  ademas  en  Toledo  oíros  muchos 
monumentos  hijos  de  las  creencias  de  laeítal 
medía,  fundados  unos  íobre  los  restos  do  an- 
tiguas mezquitas,  levantados  otros  en  el  titm- 


carácter  decidido,  ni  tener  ninguna  de  aque-!po  déte  conquista;  monumentos  que  no  uejaa 
lias  prendas  que  hacen  resallar  tes  produecio-  J  dé  ofrecer  algo  notable  para  la_  historia  de  l*s 


321 


TOLEDO 


322 


arles  españolas.  Tales  son  las  iglesias  parro- 
quiales de  San  Andrés,  San  Bartolomé,  San 
Justo,  San  Juan  Bautista,  Santa  Justa,  SanfaLeo- 
cadia'  San  Lorenzo,  San  Lucas,  la  Magdalena, 
San  Miguel,  San  Salvador,. Santo  Tomé  y  San 
Vicente.  Al  estudiar  estos  edificios  se  vén  en 
ellos  confundidos  todos  los  géneros  y  qué  cu- 
da' época  lia  puesto  atli  alguna  piedra  para  do» 
jar  un  testimonio  de  sus  creencias  y  costum- 
bres respectivas.  Los  cristianos  se  servían  do 
las  iglesias  de  sus  aldeas  y  sus  villas  en  los 
tiempos  de  la  lucha  con  los  árabes  ,  como  de 
fortalezas,  donde  se  defendían  cuando  sus  ho- 
gares eran  invadidos  por  la  morisma,  y  por 
eso  las  dejaban  aisladas  y  las  guarnecían  de 
torres  y  las  coronaban  de  almenas.  Las  cos- 
Inmbresde  aquellos  tiempos  están  representa- 
das en  las  obras  artísticas,  y  eslo  mismo  se  ob- 
serva en  las  iglesias  parroquiales  de  Toledo. 

Aunque  el  rey  don  Alonso  el  Sabio  conce- 
dió ala  ciudad  de  Toledo  el  privilegio  de  que 
no  pudiesen  fundarse  dentro  de  ella  monaste- 
rios ni  conventos,  con  el  objeto  laudable  de 
que  su  vecindario  no  se  viera  en  la  dura  pre- 
cisiones de  estrecharse  en  el  circuito  de  sus 
muros,  andando  el  tiempo  y  convertida  en  fa- 
natismo la  piedad  fervorosa  de  nuestros  abue- 
los, se  fundaron  no  pocos  conventos.  Eslo  si 
jior  una  parto  fué  perjudicial  á  la  riqueza  y 
prosperidad  de  Toledo,  contribuyo  por  otra  ¡i 
que  el  buen  gusto  en  las  arles  no  desapare- 
ciese tan  pronto  de  su  suelo  como  de  otras  po- 
blaciones. Los  convenios  ciertamente  no  ofre- 
cen el  interés  monumental  que  las  iglesias 
parroquiales,  pero  sus  templos  son  en  cambio 
mas  regulares  y  suntuosos  generalmente  ha- 
blando. Las  iglesias  mas  notables  tanto  parti- 
culares como  de  monasteriosy  conventos  son: 
la  de  la  Asunción,  ta  de  las  Capuchinas,  la  de 
Santa  Clara,  la  de  San  Clemente,  la  del  Colegio 
de-doncellas  nobles,  la  de  la  Concepción,  San- 
to Domingo  el  Antiguo,  Santo  Domingo  el  Real, 
Sania  Fé,  las  Galianas,  San  José,  San  Juan  de 
la  Penitencia,  San  Pablo,  San  Toreuato,  la  Tri- 
nidad, la  Reina,  Santa  Ursula  y  Santa  Isabel. 

Puertas  del  Cambrón  y  Ñueva  de  Visa- 
gra.  La  primera  está  situada  cu  la  parte  oc- 
cidental de  Toledo  y  fué  reedificada  en  1576. 
Antes  de  esta  restauración  se  hallaba  exorna- 
da n  la  manera  árabe,  habiendo  sido  edificada 
en  los  tiempos  de  Wamba.  Al  presente  lá  de- 
coran ilos  cuerpos  de  arquitectura  de  ta  época 
del  renuciinienlo,  ambos  de  orden  dórico,  pre- 
sentando en  su  parte  esterior  dos  torres  á  los 
esíremos  y  las  armas  reales  en  el  centro,'  y  en 
la  [interior  otras  dos  torres  y  una  hornacina, 
qué  sirvió  en  tiempos  anteriores  á  una  estatua 
de  Santa  Leocadia.  La  segunda  fué'  edificada 
también  á  mediados  del  siglo  XVI.  Sobreel  ar- 
co de  la  entrada,  que  se  ve  guardado  por  dos 
fuertes  torreones,  existe  un  grande  escudo  con 
Jas  armas  imperiales.  Entre  dichas  torres  se 
levanta  un  frontispicio  triangular,  en  cuya 
cúspide  asienta  un  ángel  custodio.  En  cada 

í¡  190    IIIBLITJT8CA  POI'UXAB. 


torreón  se  halla  un  rey  de  armas  de  mediana 
escultura,  y  sobre  la  clave  del  arco  hay  un 
nicho  cffn  una  bellísima  estátua  de  mármol 
qne  figura  ser  el  primer  arzobispo  toledano, 
atribuida  por  unos  á  Rerruguete  y  por  otros  á 
Monegro. 

El  puente  de  San  Martin  s  ituado  en  la 
parte  occidental  de  Toledo,  fué  edificado  por 
los  años  1203  en  que  una  terrible  aveuida 
destruyó  el  antiguo,  cuyas  ruinas  se  encuen- 
tran á  corta  distancia  del  mismo.  Posterior- 
mente lta  sido  restaurado  y  reedificado.  Es  de 
sillería  y  se  compone  de  tres  ojos,  pero  el  rio 
no  pasa  sino  por  el  del  centro,  que  es  mucho 
mayor  que  los  otros.  Su  altura  es  de  90  piesy 
su  anchura  de  140:  á  cada  estremo  se  levanta 
un  torreón  Tortísimo  que  lo  defiende ,  los  cua- 
les han  sufrido  modificaciones  que  los  han  des- 
pojado de  una  gran  parte  de  su  mérito  y  be- 
lleza. En  ambos  se  ve  lo  arraigada  que  estaba 
en  nuestros  abuelos  la  manera  de  construir  de 
los  árabes. 

El  puente  de  Alcántara  asentado  en  la 
parte  oriental  de  la  antigua  corte  de  España,  se 
refiere,  como  su  nombre  indica,  á  la  época  en 
que  los  árabes  dominaban  esta  ciudad.  El  mo- 
ro Rajis  escribe  en  su  célebre  Crónica:  «E  To- 
ledo yace  sobre  ét  rio  Tejo  é  sobre  Tejo  hay 
una  puente  rica  émuy  maravillosa:  é  tanto  fué 
sotilmeute  labrada,  que  nunca  orne  puede  ar- 
mar con  verdad  que  Otra  tan  buena  haya  fecho 
,en  España» .  'El  arco  de  entrada  se  hizo  en  el 
reinado  de  Felipe  V.  Se  compone  de  un  cuer- 
po de  órden  dórico  decorado  de  festones  de 
gruesas  frutas  y  hojarasca  de  mal  gusto,  levan- 
tándose sobre  la  clave  un  escudo  de  armas.  En 
la  parte  interior  de  este  arco  se  ve  una  estátua 
do  la,Coucepcion,  de  bastante  mérito  aunque 
algo  amanerada.  Es  el  puente  de  sólida  y  du- 
rable construcción,  y  recibe  todo  el  rio  por  el 
ojo  principal,  cuya  elevación  es  estraordinaria. 
Eu  la  parte  occidental  hay  un  alto  tdrreon  ará- 
bigo que  le  sirve  de  estribo.  La  entrada  que 
ofrece  paso  á"  la  ciudad  se  compone  de  varios 
arcos,  viéndose  sobre  la  clave  de  uno  de  ellos 
una  estátua  que  representa  á  San  Ildefonso. 

El  artificio  de  Juanelo.  Fué  construido 
para  dar  agua  á  la  ciudad  en  tiempo  de  Cár- 
los  V.  noy  se  halla  reducido  al  último  eslrc- 
mo.  lie  aqui  como  describo  Ambrosio  de  Mora- 
les: esta  gran  máquina.  «La  suma  de  ella  es 
anejar  ó  engoznar  unos  maderos  pequeños  en 
cruz  por  en  medio  y  por  los  estreñios  de  la 
manera  que  en  Roberto  Valturnio  está  una  má- 
quina para  levantar  un  hombre  en  alto,  aun- 
que esta  de  Juanelo  tiene  nuevos  primores  y 
sutilezas.  Estando  asi  todo  el  trecho  encadena- 
do, al  moverse  los  dos  primeros  maderos  jun- 
to al  rio,  se  mueven,  todos  los  demás  hasta  el 
alcázar  con  gran  sosiego  y  suavidad,  cual  para 
la  perpetuidad  de  la  máquina  convenia.  Y  esto 
ya  parece  que  estaba  hallado  por  Valturnio, 
aunque,  como  dije,  Juanelo  le  añadió  tanto 
mas  en  concierto  y  sosiego  del  movimiento  que 
T.  xxxin,   2 1 


m 


TOLEDO-TOLItUNGU  RELLGIOS  A 


es  sin  conipara.ciqn  mas  que  lo  que  antes  ha- 
íiia.  Mas  lo  qué  es  todo  suyo  y  muy  maravi- 
lloso, es  haber  encajado  y  engoznado  en  esle 
movimiento  do  la  madera  unos  caños  largos 
de  latoa,  cuasi  de  una  braza  en  largo,  con  dos 
vasos  dol  mismo  metal  á  los  cabos,  los  cuales 
subiendo  y  abajando  con  el  movimiento  de  la 
madera,  al  bajar  el  uno  va  lleno  y  el  otro  va- 
cío, y  juntándose  por  el  lado  ambos,  están 
quedos  todo  el  tiempo  que  es  meuesler  para 
que  el  lleno  derrame  en  el  vacio.  En  acabando 
de  hacerse  esto,  se  levanta  para  derramar  por 
el  caño  vacío  y  el  que  derramó  ya  y  quedó  va- 
cio, se  levanta  para  bajarse  y  juntarse  con  el 
lleno  de  atrás  que  también  se  baja  para  hen- 
chirle. Asi  los  dos  vasos  de  un  caño  están  al- 
guna vez  vacíos,  teniendo  sus  dos  laterales  un 
vaso  lleno,  yéndose  guardando  asi  el  que  tuvo 
un  vaso  lleno,  luego  queda  vacio  del  todo  y  el 
vacio  del  todo  tiene  luego  un  vaso  lleno,  y 
siempre  entre  dos  llenos  hay  un  caño  con  dos 
vacíos.» 

Museo  provincial.  Existe  en  el  edificio 
que  fué  convento  de  San  Pedro  mártir,  uno  de 
los  mas  .notables  por  su  magnitud  y  por  la  be- 
lleza de  su  templo.  Tiene  este  una  portada 
compuesta  de  dos  columnas  y  dos  pilastras 
corintias  qne  forman  el  primer  cuerpo,  en  cu- 
yos intercolumnios  existen  dos  estatuas  de 
gran  mérito  atribuidas  á  Berruguele.  Concluye 
la  fachada .  con  un  escudo  de  armas,  en  que 
abundan  las  bellezas.  El  altar  mayor  obra  del 
tiempo  de  Felipe  IV  ofrece  algún  interés  ar- 
quitectónico. En  el  museo  se  conservan  cier- 
tamente obras  de  no  escaso  mérito;  pero  no 
corresponden  al  gran  número  de  cuadros  re- 
cogidos, por  haber  concurrido  a  enriquecer 
el  museo  déla  córíe  muchos  délos  lienzos  que 
mas  llamaban  la  atención  de  los  inteligentes. 

La  fábrica  de  armas  blancas,  '-  No  puede 
negarse  á  Toledo  la  gloria  do  haber  suminis- 
trado desde  antiguo  toda  clase  dé  armas  para 
los  ejércitos  de  nuestros  reyes,  por  lo  cual 
han  llevado  algunos  de  sus  maestros  el  título 
de  sús  espaderos,  si  bien  no  estaban  sus  talle- 
.res  cerrados  á  cuantos  deseaban  adquirir  toda 
clase  de  armas.  El  gremio  de  espaderos  obtu 
vo  algunos  privilegios,  pero  con.  la  muerte  de 
Felipe  II  empezó  á  decaer  su  prestigio  y  con 
el  uso  de  las  armas  negras  que  se  hizo  mas 
general  decayó  su  industria.  Cárlos  III  quiso 
dar  nuevo  impulso  á  la  fabricación  de  armas 
toledanas  y  mandó  construir  la  gran  fábrica 
que  hoy  existe,  encargando  la  elección  del 
terreno,  la  traza  y  dirección  de  la  obra  al  ar- 
quitecto (Ion  Francisco Sabalini,  Suplanta  for- 
ma un  rectángulo  de  400  pies  de  longitud  y 
22E  de  latitud;  pero  el  edificio  considerado 
arquitec iónicamente  no  ofrece  nada  que  pue- 
da llamar  la  atención. 

La  portada  de  la  casa  de  los  Toledos, 
inmediata  al  convento  de  Santa  Ursula  merece 
mencionarse.  Compónese  de  un, arco  apunta- 1 
do,  sostenido  por  columnas  ochavadas,  á  cu- ' 


yos  lados  se  levanla  otra  hasta  recibir  na  sea-' 
cilio  cornisamento  con  qne  termina.  En  el 
centro  del  arco  sé  encuentra  un  escudo  de  J. 
mas,  soslcnido  por  dos  perros,  rodeándolo 
vástagos  de  frondosa  yedra.  Corta  la  ojiva  n¡la 
arquitrabe  revestido  de  grandes  hojas  de  ye- 
dra, en  cuyo  alrededor  hay  una  orla  con  una 
inscripción  latina. 

TOLERANCIA  RELIGIOSA  (\).  Nada  hay  lau 
común  en  los  escritos  de  la  incredulidad,  lia 
dicho  un  escritor  casi  contemporáneo,  como  la 
palabra  tolerancia.  En  efecto,  esla  palabra  era 
en  él  siglo  pasado  como  el  grito  de  reunión  de 
los  enemigos  del  cristianismo;  y  al  oir  á  los 
novadores,  parecía  que  á  una  voz  lan  dulce  y 
pacificadora  iban  á  reconciliarse  todos  los  áni- 
mos, á  calmarse  los  odios,  á  desaparecer  to- 
das las  rivalidades  de  las  naciones;  y  que  uní 
nueva  filosofía,  recorriendo  todo  el  globo,  iba 
á  llevar  con  la  tolerancia  la  paz  y  la  felicidad 
á  los  pueblos,  A  la  manera  que  el' sol  hace  go- 
zar á  ambos  hemisferios  de  los  beneficios  de 
su  luz;  Sin  embargo,  cuanto  mus  so  prometa 
ver  salir  de  esta  fuente  la  felicidad  pública, 
mas  odiosa  representaban  la  religión  cristiana, 
a  la  que  acusaban  de.  intolerancia.  Si  se  rür 
contaba  para  gloria  suya  que  en  cuantas  par 
tes  se  había  establecido,  había  abolido  el  culto 
frecuentemente  licencioso  y  cruel  de  los  fal- 
sos dioses,  hecho  cesar  los  sacrificios  de  vic- 
timas humanas,  el  divorcio,  la  poligamia,  los 
infanticidios  legales,  el  rigor  desmesurado  de 
la  esclavitud,  y  aquel  derecho  atroz  de  la  guer- 
ra que  ponía  al  vencido  á  discreción  del  ven- 
cedor, en  nada  al  parecer  se  tenían  estos  be- 
neficios, porque  era,  seguir  decían,  intoleran- 
te: por  último,  si  los  hombres  sabios  é  ilus- 
trados se  sobresaltaban  al  ver  aquella  muche- 
dumbre de  obras  que  enseñaban  el  desprecio 
ú  la  Divinidad,  el  odio  á  la  religión  y  á  la  au- 
toridad,.y  que  por  lo  mismo  podia  conmover 
todos  los  fundamentos  de  la  sociedad,  se  re- 
clamaba la  libertad  de  pensar,  la  tolerancia. 
De  este  modo  se  esparcían  por  todas  partes 
doctrinas  nuevas,  se  miraban  las  antiguas  co- 
mo preocupaciones,  y  se  insultaba  lo  pasado, 
ensalzando  lo  presente. 

He  aqui  una  muy  breve  reseña  histórica  de 
lo  que  la  tolerancia  ha  sido,  y  de  lo  que  en  su 
nombre  se  ha  hecho  desde  que  por  ella  se 
aboga.  Mas  como  al  haber  de  hablar  conlra 
una  cosa  denominada  tolerancia ,  tengamos 
desde  luego  en  contra  nuestra  el  gran  presti- 
gio que  esfa  palabra  lleva  siempre  consigo, 
hemos  de  permitirnos  una  pequeña  esplicaeion 
sobre  su  verdadero  sentido.  Por  tolerancia  se 
entiende  comunmente  el  principio  general  de 
dejar  a  cada  cual  tranquilo  en  sus  creencias, 

(1)  Para  que  se  comprenda  que  no  bájenoslo 
articulo  espíritu  alguno  de  polémica,'  bastará  decir 
que  osla  sacado  ñor  su  autor  de  una  memoria  que 
el  mismo  escribió  doce  anos  lia  para  un  cerla»"1 
académico,  A  mejor  dicho  que  es  la  misma  menui' 
lia  suprimida  una  parte  da  ella» 


TOLERANCIA  RELIGIOSA 


326 


de  no  forzarle  á  que  las  abjure  y  abandone  por 
seguir  las  que  nosotros  profesamos.  Bajo  esle 
Hipucslo,  nosotros  somos  acérrimos  defenso- 
res de  la  tolerancia.  Esta  palabra,  sin  embar- 
go, signiiiba  también  otra  cúsa  muy,  dtstíula. 
Si  ea  su  nombre  se  pule  que  abramos  la  puer- 
ta dentro  de  nuestra  nación  á  todas  las  reli- 
giones del  mundo,  que  permitamos  creer  y 
fomentar  en  nuestro  suelo  mil  creencias  di- 
versas, en  este  sentido  combatiremos  en  este 
articulo  la  idea  de  tolerancia. 

Era  lanío  mas  necesario  para  nosotros  es- 
plicav  en  esle  lügár  el  verdadero  sentido  de  la' 
palabra  tolerancia,  cuanto  que  dado  este  paso 
pueden  rechazarse  victoriosamente  los  'argu- 
mentos que  bajo  de  -otro  concepto  pudieran 
oponerse. 

Asi  es  que  no  se  nos  alegue,  por  ejemplo, 
que  en  úú  gobierno  monárquico  representati- 
vo se  toleran  y  escueban  las  doctrinas  de  hom- 
bres tjae  profesan  principios,  ya  democráticos, 
ya  monárquicos  absolutos.  Las  diferencias  en- 
tre las  creencias  religiosas  y  las.  creencias  po- 
líticas,.es  tan  inmensa  como  la  distancia  que 
media  entre  el  cielo  y  la  tierra.  En  efecto, 
¿quién  les  negaría  los  escritores  republicanos 
el  derecho  de  sostener  en  teoría  sus  principios 
y  de  creer  en  ellos  firmemenle,  si  Aleñas  y 
Esparta  fueron  felices  bajo  este  régimen,  y  si 
coala  misma  fonua.de  gobierno  llegó  á  abar- 
car Roma  el  imperio  del  mundo?  ¿Y  cuánto  me- 
nos deberá  estragarse  que  los  amantes  del  ab- 
solutismo defiendan  de  buena  l'é  sus  doctrinas, 
si  las  épocas  de  felicidad  para  muchas  nacio- 
nes están  unidas,  á  la  en  que  se  gobernaron 
baja  el  régimen  absoluto;  si  la  Francia  nunca 
fué  mas  grande  que  en  tiempo  de  Luis  XI Y,  ni 
la  España  mas  poderosa  que  bajo  el  gobierno 
de  Felipe  II?  Pero  ningún  defensor  de  la  tole- 
rancia nos  dirá  de  buena  fé  que  es  posible  sal- 
varse siguiendo  la  religión  de  los  judíos  ó  con- 
virtiéndose en  creyente  de  Alá.  ¿Y  lan  indife- 
rente puede  serle  á  un  gobierno  el  que  irnos 
dosnssúbditos  adórenla  verdad,  mieutrasque 
los  demás  tributen  culto  á  la  mentira?  ¿Tan  po- 
co puede  importarle  que  los  unos  se  salven  al 
paso  que  los  otros  se  condenan? 

Es  necesario  no  perder  de  vista  que  en  las 
cuestiones  religiosas  son  lo  primero  los  prin- 
cipios religiosos;  por  eso  liemos  traillo  la 
cuestión  á  este  terreno,  en  el  qne  aun  conti- 
nuaremos tratándola  sin  perjuicio  de  examinar- 
la defpnes  bajo  otros  aspectos.  Y  ahora  bien, 
queremos  que  se  nos  diga:  ¿tiene  la  criatura  un 
derecho  á  desobedecer  los  mandatos  de,'  su 
Criador?  ¿Pügdc  dispensarse  de  pagar  un  tribu- 
to de  adoración  y  de  amor  á  aquel  de  quien  to- 
da lo  ba  recibido?  ¥  habiéndose-  dignado  este 
mismo  Criador  manifestarnos  su  voluntad  san  - 
ia, darnos  una  religión  positiva  y  revelarnos 
de  una  manera  clara  y  terminante  lo  que  de- 
bemos creer  y  lo  que  debemos  obrar,  ¿podre- 
mos despreciar  impunemente  este  benefició  y 
dictarle  la  ley  en  lugar  de  recibirla?  l'ucs  si 


nosotros  consideramos  moralmente  imposible 
sustraernos  al  imperio  de  sus  doctrinas;  si  la 
obligación  que  á  su  observancia  nos  liga  es 
tan  sagrada  é  inmutable  como  la  voluntad  di- 
vina de  donde  emana;  y  si  nosotros  creemos 
firmemente  que  la  religión  cristiana  es  la 
única  verdadera,  ¿corno  pudiéramos  pensar 
que  es  útil  y  conveniente  para  la  felicidad  de 
un  país,  mezclar  la  mentira  y  las  tinieblas 
con  la  verdad  y  la  radiante  luz  del  Evan- 
gelio? 

Has,  aun  queriendo  prescindir  de  este  sa- 
grado deber,  aun  queriendo  olvidarnos  entera- 
mente de  la  obligación  moral  qne  nos  llama  á 
conservar  la  creencia  católica,  apostólica,  ro- 
mana, sin  mezcla- de  otra  alguna;  aun  conside- 
rada la  cuestión  bajo  su  aspecto  filosófico,  ha- 
ríamos con  la  tolerancia  de  cultos  el  mas  grave 
desacato  á  la  religión  cristiana  y  nos  mostra- 
ríamos altamente  desagradecidos  i  los  benefi- 
cios que  derramó  desde  su  advenimiento  sobre 
el  mundo  entero.  Ño  bien  aparece  el  cristianis- 
mo sóbrela  tierra,' cuando  predicando  igualdad 
y  fraternidad  ante  los  hombres,  rompe  las  ca- 
denas al  esclavo,  arranca  á  la  muger  del  domi- 
nio despótico  del  hombre  para  hacerla  su  com- 
pañera, quita  á  los  padres  el  derecho  de  vida  y 
muelle  sobre  sus  hijos,  y  proclama  en  voz  alta 
que  solo  se  saívaráelqne  sea  virtuoso,  hones- 
to, hijo  obediente,  amante  de  sus  hermanos  é 
indulgente  con  sus  enemigos.  Poco  le  importa 
que  el  inundo  no  esté  dispuesto  á  recibir  estas 
doctrinas.  Ella  se  difunde  bajo, el  disfraz  délos 
misioneros  por  las  orillas  del  rio  Santo,  y  las 
llanuras  do  Siria  y 'Armenia;  visita  con  ellos 
misinos  el  Japón  y  Tong-Kipf,  para  instruir  i 
los  discípulos  de  Confticio  y  predicar  en  la 
corte  delirñperio  chino;  se  interna  con  su  ayu- 
da en  las  Antillas,  la  Cuayana  y  basta  en  los 
bosques  del  Paraguay,  y  no  se  olvida  de  ilumi- 
nar con  la  luz  del  Evangelio  las  provincias  del 
ludostan  y  las  nuevas  Filipinas.  A  su  voz  las 
doncellas  huyen  de  esarvida  sensual  á  que  las 
reduelan  las  groseras  creencias  del  paganismo 
para  consagrarse  á  Dios  en  el  estado  puro  de 
la  virginidad,  las  costumbres  se  corrigen  y  me- 
joran, los  hombres  todos,  en  fin,  aprenden  de 
ella  á  obedecer  las  potestades  legítimamente 
constituidas  y  á  respetarse  recíprocamente  en 
sus  derechos. — Ninguno  de  estos  inmensos  be- 
neficios, s'rque  no  pocos  desastres,  han  ocasio- 
nado en  el  mundo  las  demás  religiones.  ¿Y  se 
nos  negará  ahora  que  el  colocarlas  á  la  misma 
altura  de!  cristianismo;  el  dispensar  á  éste  la 
misma  protección  que  á  aquellas,  no  es  ser 
marcadamente  ingratos  con  nuestro  bien- 
hechor? 

dispuestas  estas  lijcras  indicaciones  sobre 
la  tolerancia  considerada  religiosa  y  Ulosófica- 
mente,  no  solo  rehuiremos,  sino  que  vamos, 
por  el  contrario,  con  el  mayor,  gusto  á  hacer 
algunas  muv  breves  observaciones  sobre  la 


cuestión  considerada  en  su  parte  política. 
[Cuán  diverso  se  ofrece  á  nuestros  ojos  e 


327 


TOLEltANCU  RELIGIOSA. 


328 


espectáculo  de  ira  pueblo  iluminado  por  una 
sola  creencia,  que'dirige  los  ojos  hacia  una  so- 
la luz  y  pot-  ella  se  guia,  del  que,  dividido  eu 
varias  fracciones,  ve  entregada  cada  una  de 
ellas  á  una  superstición  distinta,  que  cree  ha- 
llar su  felicidad  eterna  en  aquello  en  que  pre- 
cisamente la  otra  ve  su  eterna  condenación!  Y 
81  enmedio  de  las  tribulaciones  á  que  las  fami 
lias  y  los  pueblo»  enteros  se  ven  muchas  veces 
condenados,  es  dulce  aunar  los  corazones  en 
ta  contemplación  de  un  solo  Dios,  é  invocar 
juntos  su. misericordia,  ¡euán  triste  no  debe 
ser,  por  el  contrario,  ver  orando  á  nuestro  la- 
do á  nuestros  enemigos  religiosos,  ver  invo- 
car á  dioses  cuyo  culto  creemos  como  la  causa 
de  nuestras  desgracias,  ver  acaso  moribundo 
un  amigo  á  quien  miramos  irremisiblemente 
perdido  para  siempre! 

Ko  insistiremos  ciertamente  sobre  una  idea 
que  basta  enunciarla  para  conocería,  porque 
la  fuerza  que  la  diversidad  de  la  religión  qní 
ta  á  la  unión  entre  las  familias,  se  ve  también 
disminuida  en  las  relaciones  de  pueblo  á  pue 
blo  y  do  provincia  á  provincia,  ¿Cómo  podrá 
sentir  un  pueblo  las  ofensas  que  olro  de  dis- 
tinta religión  reciba  en  las  cosas  pertenecien- 
tes á  su  culto?  ¿Cómo  volará  á  defenderle,  aun- 
que los  comprenda  fina  patria  común,  cuando 
se  profanen  sus  ceremonias  religiosas  y  se  til- 
tragen  sus  altares  y  sus  templos?  *Una  ley, 
una  fé,\>  decia  el  valiente  y  virtuoso  conde  de 
Montmorency,'  y  bajo  tan  gloriosa  enseña  la 
Francia  entera  sostuvo  cuarenta  anos  una  lu 
cha  en  que  los  sanos  principios  salieron  al  fin 
vencedores.  Una  fe  quería  también  Tención, 
cuando  decia  al  lujo  de  Jacobo  11,  que,y  aun 
concedida  la  tolerancia,  no  era  conveniente 
mirarlo  todo  como  indiferente,  sino  atraer  á 
los  hombres  por  medios  dulces  y.  persuasivos 
á  una  sola  creencia. 

Y  en  efecto,  ¿dónde  podría  encontrarse  la 
unión  y  acuerdo  de  todos  los  habitantes  de  un 
pais  más  prontay  seguramente  que  en  la  unidad 
religiosa!  En  ninguna  ciertamente.  He  aqui  lo 
que  lia  hecho  decir  á  Monlcsquieu  en  su  Es- 
píritu de  las  leyes,  que  ida  religión  cristiana 
por  el  apoyo  que  presta  á  !a  caridad,  por  su, 
culto  publico  universal  y  por  la  participación 
de  linos  mismos  sacramentos,  parece  exigir 
que  todo  se  una  y  acuerde  en  un  solo  princi- 
pio. ¿Y  cómo  podrá  esto  verificarse  cuando  los 
pueblos,  por  la  variedad  de  creencias,  rompan 
este  vínculo  de  unión,  cuando  este  vinculo 
venga  á  convertirse  en  un  principio  de  dis- 
cordia? Con  razón  dice  Bodin  que  la  variedad 
de  religiones  es  perniciosa  al  Estado  por  las 
desavenencias  que  puede  ocasionar,  y  cita  co- 
mo ejemplos,  la  Suecia,  la  Escocia,  la  Ingla- 
terra, la  Dinamarca,  la  Suiza  y  la  Alemania. 
Con  no  menos  exactitud  dice  también  mon- 
sieur  de  Iteal  en  sn  obra  intitulada,  Science 
du  gouvernemcnt,  que  uno  de  los  principios 
de  disolución  del  gobierno  helvético  es  la  di- 
versidad de  los  cultos  y  que  este  es  también  j 


el  mayor  mal  de  los  que  afeclan  á  la  conslítn- 
cion  polonesa.  Y  con  igual  acierto  lia  confesa- 
do  también  el  mismo  gefe  de  los  tolerantes 
Juan  Jacobo  Rousseau,  que  es  imposible  qK 
vivan  en  paz  personas  que  piensen  de  diverso 
modo  en  materia  de  religión. 

Supuesta  la  exactitud  de  los  principios 
asentados  ¿quién  seria  capaz  de  negar  [pie  el 
indiferentismo  ó  la  irreligión  se  seguirían  in- 
dudablemente á  la  admisión  de  diversos  cul- 
tos? Imposible  'es  desconocer  que  eu  un  país 
donde  existen  varias  creencias  religiosas,  de- 
be haber  necesariamente  disputas  sobre  ellas 
entre  unos  y  otros  "ciudadanos.  Ahora  bien,  si 
estas  "disputas  son  acaloradas  yreñidas,  ¿quién 
podrá  calcular  sus  tristes  efectos?  ¥  si  son 
frías  ó  poco  frecuentes,  ¿qué  señal  mas  risi- 
ble de  que  los  pueblos  han  perdido  el  interés 
por  la  religión,  y  que  de  la  tolerancia  se  lia 
pasado  á  la  indiferencia,  de  la  cual  al  despre- 
cio, es  muy  corta  la  distancia?  Platón  en  su 
República,  y  Cicerón  en  la  Academia  no  que- 
rian  que  se  disputase  jamás  sobre  asuntos  de 
religión.  «-Mala  et  impía  consuettido  esl  dts- 
putandi  contra  Deui,  sive  id  ex  animo  ftal, 
s'we  simúlate.*  Y  es  que  conocían  muy  bien 
que  al  pueblo  le  basta  oír  estas  disputas  para 
principiar  á  dudar,  y  que  basta  la  duda  para 
relajar  aquel  temor  que  la  idea  de  un  juez  Su- 
premo y  justiciero  infunde  en  los  hombres, 
sirviendo  de  freno  a  sus  pasiones. 

Pero  ,  donde  mas  marcados  se  verían  los  fu- 
nestos efectos  de  esta  libertad,  seria  sin  duda 
en  los  funcionarios  del  gobierno',  en  sus  agen- 
tes, en  los  encargados  de  administrar  justicia 
á  los  pueblos  y  velar  por  el  bien  estar  y  tran- 
quilidad. ¿Deberían  ser  estos  de  una  sola  reli- 
gión? En  este  caso  es  indudable  que  escita- 
rían  contra  si  la  antipatía  de  los  sectarios  de 
todas  las  domas  que  se  creerían  tan  dignos  co- 
mo ellos  de  ocupar  un  lugar  en  la  magistra- 
tura y  cargos  públicos,  y  que  no  verían  cu 
aquel  privilegio  mas  que  un  destello  tic  ¡into- 
lerancia en  medio  do  la  tolerancia  qué  por  to- 
das partes  se  predicaba.  ¿Deberían,  pues,  ser 
do  todas  indiferciitcmcu le?  Entonces  nunca  po- 
dría conseguirse  que  cada  uno  administrase 
justicia  con  la  misma  imparcialidad  á  los  de  su 
mismo  culto  ([uc  á  los  eslraños,  nunca  podrían 
impedirse  las  rencillas  de  los  funcionónos  per- 
tenecientes á  uno  de  ellos  con  los  que  profe- 
sase otro  diverso,  jamás  se  evitarían  las  par- 
cialidades de  cada  uno  cu  favor  de -los  suyo?, 
y  los  odios  ó  venganzas  particulares,  para  cu- 
yo desahogo  lodos  aquellos  que  tuviesen  en 
sus  manos  algiui  poder  ó  alguna  autoridad  sa- 
brían aprovecharse  de  ella,  ¿Y  á  dónde  iriau 
entonces  á  fallarse  las  cansas  en  que  alguna 
religión  se  hallase  interesada?  ¿A  los  jueces 
sectarios  de  ella ,  parciales  en  su  favor  y  en 
contra  de  los  ofensores;  ó  á  los  de  diverso  cul- 
to, parciales  en  favor  de  los  ofensores  y  e& 
contra  de  la  religión  ofendida? 

Todos  esíqs  daños  }'  peligros  á  que  la  to- 


329 


TOLERANCIA  RELIGIOSA 


330 


lcrnncia  religiosa  espone  á  lospueblos,  fueron 
bien  conocidos  de  los  antiguos  legisladores,  y 
aun  (le  loS  naciones  modernas.  Principiando 
por  los  israelitas,  ¿quién  uo  conoce  Jas  leyes 
que  Dios  les  impuso  de  no  tener  con  los  idó- 
latras comunicaciones  ni  tratos  íntimos,  ni  en- 
lazarse cou  las  familias  de  ellos?  Non  socia- 
¡lis  cum  eis  conjngia  nec  filiam  tuam  dabis 
jilio  ejus,  nec  filiam  illius  accipies  filio  tuo, 
quia  scduoet  eum,  dice  esp Tesamente  el  Deu- 
terouomio.  La  ley  nueva  prohibió  después  las 
comunicaciones  con  los  apóstatas,,  el  comer  á 
la  mesa  de  los  hereges,  ó  tener  con  ellos  irato 
alguno.  Si  Ecclesiamnonaudierü,  sit  tibisi- 
nul  Ethmcus  et  Publicanus  ,  dice  el  Evange- 
lio do  San  Mateo.  Los  egipcios  odiaban  ato-, 
dos  los  forasteros  que  profesaban  un  culto  dis- 
tinto al  suyo,  como  Homero  y  Diodoro  de  Si- 
cilia lo  manifiestan  en  sus  historias,  y  Jnve- 
nal  en  sus  sátiras.  Platón,  en  su  libro  da  le- 
jtfrus,  quiere  que  los  particulares  no  tengan 
otros  dioses  que  los  reconocidos  por  la  repú- 
¿lica,  y  que  no  se  forjen  ritos  á  capricho, 
entendiendo  la  religión  á  su  manera.  Los  grie- 
gos obligaban  siempre  á  sus  subditos,  cuando 
eran  llamados  á  ocupar  algún  lugar  eminente, 
á  jurar  que  defenderían  la  religión  de  sus  pa- 
dres, con  esdusion  de  todo  culto.  Bien. cono- 
cido era  el  rigor  de  los  romanos  eu  no  admi- 
tir ni  dioses  ni  religiones  estrangeras,  porque, 
como  deeia  Cicerón,  Déos,  aut  novos  aut  alie- 
nigenas  coli ,  confusionem  habebat  religio- 
nurn.  Del  principio  de  intolerancia  general 
trae  origen  la  persecución  suscitada  contra  los 
primeros  cristianos  en  los  pueblos  gentiles,  y 
la  sangre  de  los  infinitos  mártires  que  nues- 
tra religión  cuenta.  Del  mismo  origen  nace  la 
persecución  que  los  hereges  antiguamente  y 
después  los  protestantes  han  dirigido  contra 
los  católicos,  temiendo  ver  decaidasu  religión 
en  el  momento  que  abriesen  las  puertas  á  las 
(lemas.  Y  fundado  en  iguales  principios  ha  di- 
cho Montesquieu,  uno  de  los  primeros  políti- 
cos modernos,  que  cuando  un  principe  ó  un 
goMerno  pueden  admitir  en  sus  estados  una 
nueva  religión,  ó  no  admitirla,  es  lo  mejor  es- 
tar por  lo  último. . 

Algunos  escritores  do  economía  política 
declaman,  sin  embargo,  á  favor  de  la  toleran- 
cia, porque  la  creen  indispensable  para  au- 
mentar la  población,  el  comercio  y  la  opulen- 
cia de  las  naciones.  Pero  prescindiendo  de  que 
nosotros  no  indicamos  aquí  si  los  principios 
di?  intolerancia' deben  eslenderse  contra  un 
culto  ya  introducido  y  establecido,  porque  es- 
ta cuestión  es  ociosa  en  el  oslado  de  nuestro 
país,  y  olvidándonos  también  de  que  con  to- 
lerancia ó  con  intolerancia,  la  población  de  un 
]>ais  oslará  siempre  en  equilibrio  con  su  ri- 
queza, como  ha  dicho  un  célebre  economista, 
sentando  en  este  punió  un  axioma  de  indes- 
Tuctibie  -verdad,  es  también  indisputable  que 
¡a  felicidad  de  una  nación  no  depende  tanto 
del  inmenso  número  de  sus  habitantes,  como 


de  la  unión  recíproca  de  estos,  de  sus  virtudes 
y  del  interés  de  todos  ellos  por  una  causaco- 
mun.  Con  esta  unión  y  estas  virtudes  fueron 
felices  Esparla  y  Atenas,  y  se  ensancharon 
tanto  los  limites  de  la  república  romana;  mien- 
tras que  la  corrupción  de  costumbres,  conse- 
cuencia de  una  población  heterogénea  y  de  la 
cscesiva  opulencia,  fué  la  causa  principal  de 
la  decadencia  del  imperio;  y  mientras'  que  he- 
mos visto  naciones  opulentas  y  florecientes  en 
tiempos  en  que  la  tolerancia  religiosa  era  una 
idea  enteramente  desconocida,  ó  por  lo  menos, 
ahogada  bajo  el  peso  de  los  principios  de  go- 
bierno que  entonces  reglan.  Luis  XIV  revocó, 
en  <  685, -el  edicto  de  Nantes  dado  en  15 1 8  por 
razones  políticas  muy  poderosas  en  favor  de 
los  calvinistas  de  Enrique  IV,  y  á  pesar  de  es- 
te gran  golpe  de  intolerancia,  la  Francia  no  de- 
jó de  continuar  tan  poblada  y  floreciente  co- 
mo antes  y- cotí  la  ventaja  de  eslar  mas  unida, 
mas  acorde  y  mas  tranquila  que  nunca. 

Mas  si  por  ventura  nos  propusiéramos  ad- 
mitir en  nuestra  patria  diversas  religiones, 
¿cuáles  serian  estas?  ¿Acaso  el  mahometismo? 
¿Será  digna  de  las  sociedades  modernas  una 
religión  que  obliga  á  recibir  como  otros  tan- 
tos oráculos  las  estravagancías,  las  ridiculeces 
y  las  obscenidades  del  Alcorán?  ¿Recibiríamos 
la  enseñanza  religiosa  de  la  mano  de  aquel  im- 
postor á  quien  Dios,  según  él,  había  concedi- 
do como  hombre  santo  y  como  profeta  el  pri- 
vilegio de  tener  y  emplearen  sus  caprichos  una 
multituddemugeresy  cuantas  esclavas  quisiese? 

Por  lo  que  respecta  al  judaismo,  si  se  le 
considera  eii  el  estado  á  que  lo  han  reducido 
los  talmudistas  y  los  rabinos,  ciertamente  que 
ninguno  creerá  dignas  de  un  pueblo  civilizado 
las  ridiculas  supersticiones,  y  las  pueriles  ce- 
remonias, bajo  las  cuales  se  ha  confundido  el 
culto  del  verdadero  Dios.  Cierto  es  que  si  se 
considera  la  religión  hebre'a  tal  cual  fué  en  su 
primitivo  origen,  su  verdad,  su  santidad  y  su 
institución  divina  aparecen  á  nuestros  ojos  tan 
respetables  y  tan  santas  como  en  realidad  lo 
fueron.  Pero  seguramente  no  es  de  desear  que 
de  la  religión  hebrea  siga  profesándose  sobre 
la  tierra  otra  parte  que  aquella  que  conservó 
la  ley  de  gracia.  Nosotros  por  lo  menos  jamás 
podremos  persuadirnos  de  que  en  un  siglo  en 
que  tanto  se  declama  por  la  libertad  de  con- 
ciencia, y  aun  se  desea  sacudir  el  yugo  suave 
y  el  peso  ligero  que  el  Salvador  nos  ha  im- 
puesto, pueda  juzgar  conveniente  ningún  po- 
lítico la  Teligion  judaica  que,  como  dice  San 
Agustín,  se  impuso  con  mucha  razón  y  sabi- 
duría á  un  pueblo  de  dura  cerviz. 

Hay  todavía  otra  seda  religiosa  que  es  la 
que  mas  nos  amenaza,  que  es  la  que  quiere 
invadir  nuestro  terreno  y  disputar  al  catoli- 
cismo las  almas  destinadas  á  la  salvación.  Es 
esta  él  protestantismo;  pero  de  él  no  quere- 
mos ocuparnos  siquiera  en  este  artículo,  lo 
hemos  hecho  en  su  lugar  correspondiente,  y 
allí  remitimos  á  nuestros  lectores, 


331 


TOLERANCIA  RELIGIOSA—TOMATE 


Para  complemento  de  este  artículo  debe 
leerse  el  de  unidad  religiosa ,  y  también  el 

de  CRISTIANISMO. 

TOLON.  [Historia  y  geografía.)  Telo  Mar- 
tius  ó  Telonis  Partus,  primer  puerto  de  mar 
de  Francia  en  et  Mediterráneo,  y  ciudad  princi- 
pal del  departamento  del  Var,  de  el  que  sin  em- 
bargo, solo  es  capital  de  distrito.  Fundada  en 
el  siglo  IV,  era  ya  en  el  siguiente  ciudad  de 
cierta  importancia,  pues  tenia  obispo.  Los  ára- 
bes la  saquearon  y  arruinaron  completamente 
en  el  siglo  X.  Reedificada  por  los  condes  de 
Provenza  y  rodeada  de  algunas  fortificaciones, 
tuvo  no  obstante  que  sufrir  todavía  igual  de- 
sastre en  1 178  y  1 19G,  siendo  reducidos  á  es- 
clavitud los  habitantes  que  escaparon  de  ta  ma- 
tanza. A  pesar  de  estas  desgracias,  se  repobló 
la  ciudad,  favoreciendo  mucho  á  su  acrecenta- 
miento y  riqueza  la  protección  de  los  princi- 
pes de  la  primera  y  de  la  segunda  casa  de  An- 
jou,  en  términos  de  llegar  á  ser  una  de  las  ciu- 
dades mas  importantes  de  la  Provenza,  cuan- 
do esta  provincia  fué  reunida  á  la  Francia.  To- 
dos los  reyes  desde  Luis  XI  aumentaron  sus 
formicaciones.  El  condestable  de  Borbon  ta 
tomó  en  1524  y  Carlos  V  en  1536.  Luis  X!V 
encomendó  sn  fortificación  á  Vauban,  y  en 
1707  fué  inútilmente  sitiada  por  el  dnqpie  de 
S aboya,  ayudado  de  todas  las  fuerzas  de  Ja 
Holanda  y  de  la  Inglaterra.  En  1793  fué  en- 
tregada á  los  ingleses  por  una  traición  de  los 
realistas,  y  recuperada  por  ios  republicanos 
el  18  de  diciembre  del  mismo  año.  Antes  de 
huir  tos  ingleses  pegaron  fuego  al  arsenal  y  á 
los  buques  surtos  en  el  puerto,  y  soltaron  á 
los  presidiarios  con  el  objeto  de  que  hicieran 
sufrir  la,  misma  "suerte  á  la  ciudad,  después 
de  haberla  saqueado;  pero  -frustróse  la  espe- 
ranza, y  se  vio  á  aquellos  foragidos  unir  sus 
esfuerzos  á  los  de  los  habita  utos  para  apagar 
el  incendio.  Treinta  y  un  navios  de  linea  y 
veinte  y  cinco  fragatas  había  en  Tolón,  cuan- 
do entraron  los  enemigos;  pues  bien,  de  todos 
estos  buques  quedaron  solamente  intactos  -en 
la  dársena  siete  navios  y  once  fragatas,  pues 
todos  los  demás  fueron  quemados,  á  escepcíon 
de  tres  navios  y  nueve  fragatas  que  se  lleva- 
ron los  ingleses. 

La  población  de  Tolón  que  desde  la  con- 
quista de  la  Argelia  aumenta  rápidamente,  se 
calcula  hoy  en  mas  de  40,000  habitantes.  - 

Hay  en  esta  ciudad  buenos  establecimien- 
tos de  marina,  cordelería,  arsenal,  fundición, 
talleres  de  construcción  y  grandes  almacenes 
de  madera,  cuarteles  y  ira  vasto  presidio.  En 
sus  cercanías  se  encuentra  un  hospital  militar 
y  un  lazareto.  Posee  un  colegio  comunal,  es- 
cuela real  de  navegación,  idem  do  medicina, 
y  de -la  marina,  biblioteca,  museo  de  historia 
natural,  jardín  botánico  y  sociedad  de  cien- 
cias, literatura  y  artes. 

Es  patria  del  jesuíta  Amyot,  del  pintor  Pa- 
blo Oneriu ,  del  gefe  de  escuadra  Gliabert  y 
del  vice -almirante  Truguet. 


Vidal  (el  abalo  H).  Essaí  tur  ¡'origine  de  ¡Tos- 
ían, 18-27,  ííi  S.o 

Pona:  Mr.mnire  ponr  servir  d  l'histaire  de  te  ijilia 
de,  Tnulon,  (sai),  ¡n  8."— flec/urcAe»  s«r  ¡'origine it 
Toulon,  1838,  in  8  " 

TOLOSA.  [Tolüuse;.)  [Historia  y  geografía]. 
Tolosa,  antigua  capital  del  Languedoc,  hoy  c> 
buza  do  partido  del  departamento  del  Allo-fia- 
rona,  tiene  59,700  habitantes. 

El  origen  de  esta  ciudad  es  muy  romoto,  y 
se  atribuye  su  fundación  úlosmarselleses.  Ala 
llegada  de  los  romanos  á  las  (¡alias ,  era  una 
ciudad  muy  floreciente  y  capital  del  país  de  los 
-voleos  tectosagos.  Fué  tomada  y  saqueada  por 
el  cónsul  S.  Servilto  Copión,  el  año  106  antes 
de  Jesucristo.  Acto  continuo  trasladaron  á  ella 
los  vencedores  una  colonia  y  la  ensancharon 
y  embellecieron  todavía  mas,  tanto  que  por 
el  Cuarto  siglo  era  mirada  como  la  décima- 
quinta  ciudad  del  imperio  y  ta  tercera  de  las 
Galias. 

Apoderóse  Clovis  de  esle  punto  en  50S,  eu 
cuya  época  era  capital  del  rcynp  de  los  visi- 
godos. También  lo  fué  del  reino  de  Aqmtania, 
formado  después  por  Garlo-Magno,  siendo  mas 
adelante  gobernada  por  condes  independien- 
tes. Tuvo  mucho  que  sufrir  en  la  cruzada  con- 
tra losiilbigenses.,  que  fué  dirigida ,  como  es 
sabido,  en  primer  Jugar  por  el  conde  de  Tolo- 
sa Raimundo  VI.  Las  guerras  de  religión  del 
siglo  VI  no  fueron,  menos  funestas  á  su  tran- 
quilidad: Goligny  intentó  apoderarse  de  ella 
bajo  el  reinado  de  Carlos  !X.;  sus  habitantes 
abrazaron  con  entusiasmo  el  partido  de  la  Li- 
ga; solo  se  sometieron  á  Enrique  IV  en  1506, 
a  los  tres  años  trascurridos  de.su  abjuración, 
y  cuando  ya  hacia  mucho  tiempo  (pie  todos  loa 
gefes  de  la  Liga  se  habían,  avenido.  Fué  en  To- 
losa donde  se  cometió  en  176"  el  célebre  ase- 
sinato jurídico  de  Calas. 

Las  inmediaciones  de  esta  ciudad  fueron 
teatro  en*  1814  de  una  célebre  batalla  entre 
el  mariscal  Soult  y  el  general  inglés  We- 
Uingtop,.* 

Tolósa  es  patria  de  Clemencia  Isaura  ,  ins- 
tauradora  de  los  juegos  dorales:  de  t'ibrac,  del 
presidente  Duranti ,  del  jurisconsulto  Cujas 
{Cujacio),  del  pintor  Antonio  Rivaíz,  de  Pablo 
¡tíquet ,  de  Lapeyrouse  ,  de  Fermat ,  de  Maig- 
nan  ,  de  Palaprat,  de  Campistron.,  .de  Barras, 
del  pintor  Gres ,  etc. 

Cavia  (J.  M.)  V  Perrjn-PavioL;  Historia  de  ii  ciu- 
dad da  fohn.  I83Ü,  8,"  (Trances). 

Lafíiille  (Gcrmain);  Anales  de  ta  ciudad  de  ÜH 
losa,  mi,  -2  vol.8."  (¡el,).  ' 

Durosoi:  Anales  de  ln  ciudad  de  rotoso,  17JI, 
5  vol.  i.°  (n\.) 

TOMATE.  [Solano  tomatera,  tamalera,  to- 
mates.) [Botánica  y  horticultura.)  Toumefonl 
le  coloca  en  la  sección  sétima  de  la  clase  se- 
gunda, que  comprende  tas  yerbas  con  flor  ro- 
sada, cuyo  pistilo  se  convierte  en  un.  fruto 
tierno  y  carnoso ,  y  se  llama  lycopersicum 


333 


TOMATE— TONELADA 


ÍÍ34 


qakni.  Lineo  le  clasifica  en  la  pentandria 
monoginiu,  y  le  llama  solanum  licopersicum. 

Tiene  la  llor  una  sola  pieza,  y  está  abierta, 
en  forma  de  salvilla,  y  dividida  en  cinco  seg- 
mentos ovalados  y  puntiagudos.  Los  estambres, 
en  número  de  cinco ,  están  reunidos  por  so 
cima  y  forman  una  especie  de  clavo.  El  cáliz 
es  dé  una  sola  pieza,  dividido  en  cinco  par- 
les largas,  rectas,  angostas  y  puntiagudas, 

El  fruto  es  una  baya  tierna  y  jugosa,  divi- 
dida ordinariamente  en  tres  celdillas.  Las  gra- 
nas están  encerradas  en  el  fruto,  cuyo  colól- 
es de  un  hermoso  encarnado  vivo,  y  tiene  fre- 
cuentemente la  forma  de  una  manzana. 

Sus  hojas  so.n  aladas ,  con  dos  grandes  y 
dos  pequeñas  alternativamente  ;  sus  hojuelas 
casi  iguales  y  hendidas. 

Su  raíz  es  rojiza,  larga  y  fibrosa. 

En  las  provincias  meridionales  se  eleva  el 
lalld,  que  es  herbáceo  y  tierno,  ála  altura  de 
muchos  pies,  poniéndote  rodrigones.  Las  flo- 
res y  los  frutos  están  en  racimos  opuestos'  á 
las  hojas. 

En  países  templados  se  puede  sembrar  .en 
campo  raso,  sobre  todo  en  tierras  estercoladas 
para  diferentes  frutos.  La  siembra  se  hace  en 
terreno  bien  labrado  y  abonado ,  y  en  estan- 
do las  matas  fuertes,  se  clarean,  y  se  dan 
las  labores  y"  los  riegos  regulares.' De  este 
modo  se  cogen  tomates  muy  tempranos.  Pero 
lo  común  es  ejecutar  la  siembra  por  diciem- 
bre en  era  ó  almáciga:  de  marzo  en  adelante 
se  trasplantan á  pie  y  medio  de  distancia,  en 
saelo  preparado  ,  y  este  dividido  en  tablares 
con  sus  regueras;  se  cuida  de  escardar  y  re- 
gar á  su  tiempo.  A  fines  de  mayo  empiezan 
los  tomatares  á  dar  fruto,  el  cual  dura  hasta 
las  heladas  ,  sucediéndose  en  una  misma  ma- 
ja. Algunos  disponen  lo  que  llaman  barraca, 
que  es  como  una  bóveda  ,  larga  á  voluntad, 
de  una  vara  de  ancha 'y  una  y  inedia  de  alta, 
formada  de  cañas,  bien  asegurada;  al  pie  de 
los  dos  lados  esteriores  se  plantan  los  matas,  á 
una  distancia  proporcionada  unas  de  otras  ,  y 
conforme  crecen  los  brazos,  se  les  dirige  por 
cima  del  encañado  ,  de  modo  que  le  lleguen  á 
cubrir  por  completo.  Eü.esla  disposición  ma- 
duran los  tomates,  y 'bien  pronto  se  mantienen 
fructitteando  bastante  tiempo.  Por  gusto  se 
suelen  reservar  matas,  que  se  levantan  sobre 
encañizadas  á  buena  esposicion  al  sol  ó  al  abri- 
go délos  aires  fríos ;  durante  el  tiempo  rígido 
se  cubren  con  esteras,  que  no  toquen  á  las  ma- 
tas, las  cuales  debeu  disfrutar  del  aire  ;  y  de 
este  modo  se  recogen  tomates  muy  tempra- 
nos, y  hasta  sucede  que  no  dejan  de  producir, 
particularmente  en  los  inviernos  templados. 
Los  brazos  de  las  tomateras  también  se  pue- 
den amugronar,  y  en  estando  bien  arraigados, 
trasplantarse  donde  se  quiera. 

Esta  planta  no  es  conocida  en  los  paises 
del  Norte,  donde  si  la  cultivan  es  mas  bien 
por  curiosidad  que  por  el  producto  que  de  ella 
se  obtiene;  pero  en  España,  en  Italia  y  en  el 


Mediodía  de  Francia  se  da  fácil  y  abundante- 
mente, y  es  muy  estimada. 

TOMILLO.  [Botánica.)  Planta  del  género  de  . 
las  labiadas  que  Lineo  coloca  en  la  didinamia 
gymnospermia ,  y  llama  thijmus  vulgaris. 
Tourncfürt  le  pone  en  la  sección  tercera  de  la 
clase  cuarta,  que  compréndelas  yerbas  y  ma- 
tas con  llores  de  una  sola  pieza  y  labiadas, 
con  el  labio  superior  erguido,  y  le  llama  thy- 
mus  vulgaris  folio  tenniore. 

Flor:  labiada,  el  tubo  tan  largo  como  el 
cáliz;  el  labio  superior  erguido  y  revuelto,  es 
mas  corto  que  el  inferior,  que  está  dividido  en 
tres  y  es  ancho  y  obtuso. 

Fruto:  cuatro  semillas  casi  redondas,  en 
un  cáliz  en  forma  de  tubo  y  estrecho  por  la 
cima. 

Hojas:  pequeñas,  estrechas,  ovales,  y  do- 
bladas sobre  ellas  mismas  por  los  costados. 
Hay  una  variedad  de  esta  especie  con  las  hojas 
mas  anchas. 

Raiz;  dura,  leñosa  y  ramosa. 

El  tomilloesmata  cuyo  tallo  subsiste  du- 
rante el  invierno.  Es  recto,  poco  elevado,  ra- 
moso y  leñoso.  Las  flores  están  en  espiga 
■  colocadas  alrededor  del  tallo,  y  las  hojas  son 
opuestas.  Crece  en  España,  en  Berbería,  en  los 
Alpes 'marítimos  del  Píamente  sóbrelas  rocas, 
en  las  colmas  incultas  y  los  jardines;  florece 
desde  el  mes  de  junio  al  de  octubre. 

Sus  hojas  son  de  un  olor  aromático,  fuer- 
te y  agradable  y  de  un  sabor  acre.  -  Son  mas 
activas  que  las  del  serpol,  y  tienen  las  mis- 
mas propiedades.  Cultivase  por  su  buen  olor 
en  los  jardines;  tiene  pocos  usos  etí  medicina, 
pero  bastantes  en  perfumería.  Con  tomillo  se 
aromatizan  los  frutos  secos  que  se  quieren 
conservar  como  los  higos,  las  uvas  y  los  dá  - 
tiles. 

TONEL.  [Historia  natural.)  Género  de  mo- 
luscos gasterópodos  de  la  familia  de  los  bucá- 
nidos,  cuyas  conchas  tienen  él  labro  dente- 
llado' ó  acanalado  en  toda  su  longitud.  La  espe- 
cie tipo  es  el  dolium  olearium. 

TONELADA  [Marina. — Navegación  y  co- 
mercio.) Unidad  de  peso  ó  de  medida  que  sir- 
ve para  averiguar  la  capacidad  de  las  embar- 
caciones y  su  desplazamiento.  Como  unidad 
de  medida  consta  de  ocho 'codos  cúbicos  de 
ribera,  y  como  unidad  de  peso  contiene  20 
quintales  ó  2,000  libras.  La  primera  se  llama 
tonelada  de  arqueo,  y  la  segunda  tonelada 
de  desplazamiento ;  mas  debe  advertirse  que 
estas  medidas  no  guardan  rigorosamente  rela- 
ción entre  si,  porque  el  sólido  ó  ciiho  repre- 
sentado por  la  de  arqueo  desocuparía  en  el 
agua  un  volumen  que  contendría  una  vez,  mas 
708,  ó  si  se  quiere,  nueve  milésimos  de  otra, 
el  peso  de  la  de  desplazamiento:  esto  es,  que 
aquella  pesaría  3,417  libras,  cuando  esta  no 
pesa  mas  que,  2,000. 

Se  llama  también  tonelada  la  provisión  ó 
conjunto  de  toneles  que  se  hace  en  los  na 
vlos;  y  derecho  de  tonelada  el  que  con  relé- 


TONELADA— TONICOS 


rencia  al  número  de  las  que  miden  pagan  las 
embarcaciones.  1 

Dice.  Marit.  Esp. 

TÓNICOS.  (Medicina. )  Llámanse  tónicos 
aquellos  ^edicamenlos  que  levantan  las  tuer- 
zas aumentando  gradualmente  la  acción  vital 
de  los  tejidos,  sin  contraer  sus  fibras,  como  las 
contraen  los  astringentes,  y  sin  determinar 
una  acción  viva,  pronta  y  casi  esclusivamente 
nerviosa,  como  la  determinan  los  estimulantes. 
Los  tónicos,  asi  llamados  del  griego  tonos,  to- 
no, tensión,  son  medicamentos  que  entonan 
la  máquina  orgánica,  medicamentos  cuya  ac- 
ción genera!  sobre  la  economía  tiende  á. au- 
mentar la  energía  de  los  órganos. 

íJo  existe  linea  de  separación  bien  marca- 
da entre  las  sustancias  túnicas  y  las  asfrin- 
gentes:  en  efecto,  los  túnicos  administrados 
en  corlas  dosis  casi  no  obran  mas  que  local- 
mente  y  á  )a  manera  de  los  astringentes;  pero 
á  mas  altas  dosis  ejercen  sebre  ia  mayor  par- 
te'de  las  funciones  vitales  una  influencia  di- 
recta é  independiente  de  su  acción  local.  En 
este  último  caso,  las  contracciones  del  cora- 
zón se  liacen  mus  enérgicas,  sin  que  por  esto 
aumenten  de  frecuencia,  y  el  pulso,  al  paso 
que  adquiere  fuera,  se  pone  al  propio  tiem- 
po mas  duro  y  lleno  Sin  embargo,  el  sem- 
blante no  se  anima,  ni  se- aumenta  el  calor 
animal  á  menos  de  que  se  prolongue  mucho 
la  medicación  tónica:  pero  entonces  tales  fe- 
nómenos, asi  como  la  aceleración  dé  la  circu- 
lación que  les  acompaña,  no  son  mas  que  efec- 
tos secundarios  dependientes  del  aumento  de 
la  nutrición  y  «o  del  influjo  directo  de  los  tó- 
nicos sobre  el  sistema  nervioso. 

Los  medicamentos  iónicos  activan  la  nu- 
trición, no  solo  mediante  su  acción  sobre  la 
economía  en  genera!,  sino  también  ,  por  las 
modificaciones  que  imprimen  en  los  órganos 
digestivos.  Hacen  la  digestión  mas  rápida  y 
completa  y  vuelven  las  materias  fecales  mas 
consistentes;  disminuyen  su  cantidad,  y  hasta 
llegan  á  producir  la  constipación  ó  el  estreñi- 
miento de  vientre. 

Igualmente  marcada  es  la  acción  de  los  tó- 
nicos sobre  los  órganos  secretorios,  tendiendo 
á  fortalecer  y  aumentar  la  energía  de  estos, 
aun  cuando  de  es!a  acción  puedan.rcsultar  á 
veces  efectos  diametralmenle  opuestos.  Asi 
cuando  la  eiuberancia  de  los  productos  de  la 
secreción  depende  de  la  debilidad  del  órgano, 
los  medicamentos  tónicos  tienden  evidente- 
mente á  disminuirlos,  volviendo  el  tejido  se- 
cretor al  estado  normal;  y  cuando,  por  el  con- 
trario, las  secreciones  están  disminuidas  por 
causa  de  la  inercia  de  los  órganos,  se  las  ve 
aumentar  bajo  la  ¡¡¡fluencia  de  los  Iónicos.  Asi 
se  esplica  c!  por  qué  muchas  veces  obran  co- 
mo diuréticos,  diaforéticos,  enienagogos,  es- 
pectorantes,  etc. 

Los  medicamentos  tónico,  se  sacan,  por  lo 


general,  de  los  reinos  vegetal  y  mineral.  Los 
tónicos  vegetales  se  distinguen  por  los  princi- 
pios amargos  que  contienen- y  á  los  cuales  son 
en  mucha  parte  deudores  de  sus  virtudes  tera- 
péuticas. En  muchos  de  ellos,  et  principio 
amargo  presenta  todos  los  caracteres  de  la 
alcalinidad,  como  son  !a  quinina,  la  cinconi- 
na, etc.  Al  principio  de  este  siglo  todos  esos 
diversos  elementos  amargos  se  confundían  lu- 
jo el  nombre  de  extractivo;  pero  hoy  saben 
que  el  estractivo  es  un  producto  cuya  compo- 
sición varia  según  la  naturaleza  de  ia  plañía 
que  lo  da.  Como  sea,  en  el  análisis  de  muchos 
vegetales  se  designa  todavía  bajo  el  nomine 
de  extractivo  una  sustancia  amarga,  azoada, 
soluble  en  el  agua  y  en  el  alcohol. 

Ademas  de  estos  principios  á  menudo  con- 
tienen los  medicamentos  tónicos  sustancian 
curtientes,  ácido  agállico,  etc.,  lo  cual  les  da 
una  semejanza  de  composición  con  los  astrio. 
gentes;  mas  por  lo  general  es  débil  la  pro- 
porción en  que  se  hallan  esas  sustancias,  y  no 
son  ellas  las  que  ejercen  una  influencia  mas 
directa  sóbrela  economía  animal. 

Los  tónicos  que  se  sacan  del  reino  mineral 
se  acercan  algo  mas  á  los  astringentes,  y  no 
existen  caractéres  químicos  que  puedan  ha- 
cerlos distinguir  de  una  mañera  terminante. 

Los  tónicos  sacados  del  reino  animal  son 
muy  pocos.  Apenas  si  puede  contarse  como 
tal  otro  que  la  bilis  de  buey,  sustancia  em- 
pleada antiguamente  con  gran  le. 

Aprovéchase  el  influjo  fortificante  de  los 
tónicos  sobre  toda  la  economía  pai'a  levantar 
las  fuerzas  generales  cuando  se  hallan  postra- 
das y  aumentar  la  energía  de  los  órganos  en 
un  gran  rúmero  de  enfermedades.  El  uso  ile 
los  medicamentos  de  esla  clase  puede  decirse 
adoptado  con  toda  generalidad  en  la  curación 
de  las  fiebres  intermitentes  y  de  derlas  afec- 
ciones periódicas,  como  las  neuralgias,  ele.  En 
tales  casos  son  tan  marcados  sus  efectos,  co- 
mo que  muchos  de  ellos  fueron  por  largo 
tiempo  considerados  como  específicos,  y  de- 
signados bajó  el  título  de  febrífugos  j  defln- 
ti-lipicos  ó  anti- periódicos.  Este  resultado  pa- 
rece debido  á  su  acción  tónica,  porque  admi- 
nistrados durante  la  apirexla  se  oponen  al  rc- 
lorno  déla  enfermedad,  imprimiendo  á  toda  la 
economía  una  energía  y  una  actividad  insóli- 
tas, al  paso  qoe  si  se  administran  durante  el 
acceso,  aumentan  la  intensidad  de  los  sínto- 
mas, haciéndose  dañosos  por  la  misma  razón 
que  son  útiles  en  eí  primer  caso. 

El  uso  de  los  tónicos  está  indicado  tam- 
bién en  las  enfermedades  esencialmente  ató- 
nicas, como  son  ks  calenturas  adinámicas  y 
las  afecciones  gangrenosas,  escorbúticas  j' 
escrofulosas.  Con  ventaja  se  emplean  también 
los  fortificantes  al  fin  de  la  mayor  parle  de  las 
inflamaciones  crónicas  cuando  el  enfermo  está 
limpio  de  calentura  y  no  hay  ya  dolor,  en 
los  casos  de  debilidad  de  los  órganos  diges- 
tivos, etc. 


337 


TONÍCOS-TONO 


338 


Pov  lo  dicho  se  ve  claro  que  conviene  abs- 
tenerse (le  los  medicamentos  tónicos,  si.erapre 
i[Lie  el  canal  digestivo  ú  otro  órgano  impor- 
tante sea  asiento  de  liria  inflamación  mas  ó 
meaos  aguda. 

Los  tónicos  se  emplean  al  esterior  en  mu 
r.lios  casos,  y  sobre  todo  en  las  úlceras  atóni- 
cas y  de  gangrena.  Entonces  su  acción  se  ase- 
meja muebo  á  la  de  los  astringentes. 

Las  sustancias  minerales  tónicas  mas  co 
munmeiilo  empleadas  son:  las  limaduras  de 
hierro,  el  óxido  negro  de  hierro,  el  subearbo- 
nalo,  el  tartruro  de  potasa  y  de  hierro,  el  pro- 
toclornro  y  el  hidroelorato  del  mismo  metal  y 
de  amoniaco.  A  estos  preparados  químicos  ó 
ftrmacóuticos  hay  que  añadir  las  aguas  mine- 
rales tónicas,  llamadas  ferruginosas,  marcia- 
les ó  calibeadas,  porque  en  general  contienen 
una  muy  regular  proporción  de  hierro,  que 
suele  encoutrarsc  en  el  estado  de  peróxido 
mantenido  en  disolución  por  el  ácido  carbó- 
nico, y  rara  vez  en  el  estado  de  sulfato.  Esta 
es,  por  ¡o  menos,  la  opinión  general.  Sin  em- 
bargo, el  químico  francés,  Longchamps,  ea 
virtud  de  sus  repelidos  ensayos,  opina  que  en 
la  mayor  parle  de  estas  aguas  el  óxido  de  bier- 
ro se  encuentra  combinado  con  la  cal;  que 
respecto.de  esla  base 'desempeña  el  papel  de 
un  ácido;  y  que,  por  lo  mismo,  la  sal  calcá- 
rea mantenida  en  disolución  será  nn  ferrato, 
de  cal.  Encuéiitranse  ademas  en  tales  aguas, 
y  en  proporciones  varias,  ácido  carbónico,  sa- 
les de  sosa,  de  magnesia,  de  cal  y  hasta  do 
manganeso,  etc.  Por  otra  parte,  se  compor- 
tan, con  los  reactivos,  como  todas  las  demás 
disoluciones  de  hierro. 

Las  aguas  ferruginosas ,  tomadas  al  salir 
del  manantial,  son  generalmente  límpidas, 
inodoras  y  de  un  sabor  estíptico  y  metálico. 
L'spnesías  á  la  acción  del  aire,  se  cubren  pron- 
tamente de  una  película  irisada,  y  depositan, 
al  cabo  de  cierto  tiempo,  copos  de  un  amari- 
llo de  ocre  formados  de  protóxido  de  hierro. 
'  las  aguas  ferruginosas  tónicas  son  todas 
filas;  las  calientes  ó  termales  gozan  de  pro- 
piedade?  purgantes  y  contienen  una  muy  es- 
cala proporción  de  hierro. 

La  acción  de  estas  aguas  sobre  la  econo- 
mía animal  es,  á  corta  diferencia,  la  misma  que 
in  de  los  preparados  de  hierro;  asi  es  que  so 
emplean  á  menudo  con  buen  resultado  en  las 
enfermedades  que  exigen  el  neo  de  los  ferru- 
ginosos. Oblicúense  de  ellas  grandes  ventajas 
en  las  afecciones  crónicas  de  las  visceras  ab- 
dominales, en  la  clorosis  ú  opilación,  en  los 
flujos  mucosos  atónicos  y  rebeldes,  etc.  Ad- 
nu'uistnmse  por  lo  común  en  bebida  y  á  do- 
sis variables. 

las  aguas  .ferruginosas  principales  que  te- 
nemos en  España  son  las  de  Aliseda  (Jaén), 
Caldas  de  Oviedo,  Castañar  de  Ibor  (Toledo, 
Cuerva  (Cádiz),  Covtegada,  Ferreira,  Fuen  Cá- 
beme, (¡raería,  Santa  Agueda,  Lanjaron,  Fanti- 
wsa,  Ispluga  del  Fraucolj,  Font  den  Xirot, 

2191    UIISLJOTECiV  ra-ULAIl. 


FonGroga,  Gavá,  (Barcelona),  etc.,  eíc.  De  las 
principales  de  estas  fuentes  hemos  hablado  ya 
en  los  artículos  especiales  de  esta  Enciclo- 
pedia. 

Las  sustancias  vegetales  tónicas  que  mas 
uso  tienen  son:  la  quina  y  sus  preparados,  la 
cuasia  ó  casia  amarga,  la  súnaruba,  la  angus- 
íura,  la  raíz  de  colombo,  la  genciana,  la  con- 
laurea,  el  tusílago ,  la  achicoria  silvestre,  el 
hombrecillo  ó  lúpulo,  la  fumaria,  la  sapona- 
ria, el  liquen  de  Islandia,  etc.,  etc. 

Entre  las  sustancias  medicamentosas  tóni- 
cas animales  sólo  se  cnenta  el  estrado  de  bi- 
lis de  buey  ó  la  hiél  de  buey,  sustancia  blan- 
da, de  color  amarillo-verdoso,  de  sabor  muy 
amargo,  de  un  olor  ligero,  pero  muy  especi- 
fico, y  que  atrae  un  poco  la  humedad.  Se  ob- 
tiene haciendo  evaporar  suavemente  la  bilis 
del  buey- en  una  vasija  de  plata.  Hoy  día  es 
medicamento  poco  usado. 

Los  tónicos  se  administran  bajo  diversas 
formas,  tanto  al  interior  como  al  esterior.  Asi 
Iqs baños  pueden  hacerse  tónicos  añadiendo  un 
fuerte  cocimiento  de  plantas  aromáticas.  Lo 
mismo  puede  decirse  ¡le  los  fomentos,  fric- 
ciones y  gargarismos,  etc. 

Hace  treinta  años,  cuando  se  hallaba  en  su 
apogeo  el  brousseismo  ó  la  escuela  llamada 
fisiológica,  los  tónicos  estaban  como  proscri- 
tos, teniéndoles  por  agentes  de  la  irritación. 
Hoy  vuelven'á  usarse,  y  con  particular  ventaja 
siempre  que-  están  razonablemente  indica- 
dos. 

TONO.  (Música.)  Esta  palabra  tiene  en  mú- 
sica muchas  significaciones. 

l.°  Se  emplea  para  designar  y  precisar  el 
valor  acústico  de  la  estension  que  ha  de  con- 
tener el  intérvalo  que  separa  un  sonido  de  otro 
sonido,  sea  subiendo  ó  bajando  la  escala  en  un 
tono.  Asi  se  dice:  del  primer  al  segundo  gra- 
do, ó  de  ¿o  á  re,  hay  un  íono;  del  sétimo  al 
octavo  grado,  ó  de  si  á  do,  hay  medio  lono,  etc. 
Tomado  en  este  sentido,  el  tono  y  el  semitono 
son  A  la  escala  musical  lo  que  la  pulgada  y 
media  pulgada  son  al  pie  de  rey.  La  estension 
del  pie  de  rey  es  de  doce  pulgadas  divididas 
en  medias  pulgadas  y  lineas:  la  estension  de 
la  escala  musical  consta.de  ocho  sonidos  y  se 
divide  en  tonos  y  semitonos,  lo  cual  siempre 
da  una  suma,  sea  para  la  escala  del  modo  ma- 
yor, sea  para  la  del  menor,  de  seis  tonos;  los 
teóricos  dividen  el  tono  en  nueve  comas.  En 
caanlo  al  valor  preciso  de  este  último  interva- 
lo, hablaremos  de  ello  mas  adelante.. 

La  palabra  íono,  tomada  en  el  mismo  sen- 
tido, pero  colectivamente,  sirve  también  para 
designar  el  valor  de  la  distancia  que  existe  re- 
cíprocamente entre  cada  uno  de  los  grados  de 
que  consta  la  es.cala  musical.  Dícese  en  este  ca- 
so: del  primer  al  segundo  grado  hay  una  dis- 
tancia de  quinta  inalterada,  que  se  compone  en 
el  modo  mayor  de  una  sucesión  de  dos  tonos, 
de  un  semitono  y  de  un  tono,  al  todo  tres  to- 
nos y  un  semitono,  y  en  el  modo  n.enor,  de 
T.   xxxiri.  22 


839 


TONO 


3  0 


una  sucesión  de  nn  tono,  -tin  semitono  y  dos 
tonos,  tota!  también  tres  tonos  y  medio 

Esta  manera  de  computar  el  valor  de  las 
distancias  respectivas  de  los  intérvalos,  es  pa- 
ra la  escala  musical  lo  que  son  para  un  termr> 
metro  las  cifras  qne  indican  el  grado  de  tem- 
peratura. - 

2.  "  La  palabra  tono  se  emplea  también  pa- 
ra designar  la  nota  (¡ue  se  escoge  para  punto  de 
partida  de  una  escala,  haciéndola  que  sirva  de 
fundamento  á  esta,  con  lo  cnat  las  demás  no- 
tas tienen  qne  modificarse  colocándose  en  el 
ítigai  y  orden  requeridos  para  la  tonalidad. 
Dicha  nota  se  llama  tónica. 

Asi,  pues,  cuando  la  palabra  tono  se  toma 
en  ese  sentido,  se  dice:  esa  pieza  está  en  el 
tono  de  do  natural,  mayor  ó  menor;  esa  otra  en 
el  de  mi  natural,  mayor  ó  menor;  aquella  en 
el  de  mi  bemol,  mayor  ó  menor,  etc. 

3.  "  También  se  dice:  dar  el  tono,  tomar 
el  tono.  Este  modo  de  espresarse  significa  que 
en  una  reunión  de  músicos,  antes  de  empezar 
á  tocar  es  menester  templar  los  instrumentos, 
y  á  este  fin  uno  de  ellos  da  el  tono,  que  es  un 
sonido  convenido,  generalmente  el  la.  La  elec- 
ción de  esta  nota  para  dar  el  tono,  ha  hecho 
sustituir  á  las  locuciones  dar  y  tomar  el  tono, 
estas  otras-,  dar,  tomar  el  la.  Para  obtener 
siempre  un  mismo  sonido,  se  han  ideado  algu- 
nos instrumentos,  entre  ellos  el  diapasón  de 
■metal,  que  es  una  especie  de  horquilla  de  aee 
ro  de  dos  ramas  elásticas,  que  al  vibrar  pro 
duce  siempre  el  mismo  sonido  para  el  la. 

4.  °  Se  dice  igualmente  los  tonos  de  igle 
sia.  Es  un  modo  de  modular  el  canto  llano  en 
las  iglesias.  Se  cuentan  ocho  tonos  regulares, 
cuatro  auténticos  ó  principales  y  cuatro  cola- 
terales. Los  primeros  son  aquellos  en  que  la 
tónica  es  lanota casi  mas  grave  delcanto;  etilos 
segundos,  dicha  nota-desciende  algunos  grados. 

No  analizaremos  esos  toóos  de  iglesia  con 
que  nos  dotaron  los  tiempos  bárbaros,  porque 
esperamos  que  llegará  á  quedar  proscrita  una 
música  que  se  halla  en  contrasentido  con  nues- 
tra civilización  y  que  carece  de  tonalidad. 

Aqui  nos  referimos  al  canto  llano  tal  como 
se  entiende  generalmente,  pero  hay  una  parle 
de  la  música  de  iglesia  que  es  un  resto  de  la 
antigua  de  los  griegos,  aunque  bastante  desfi- 
gurada y  privada  del  ritmo  y  de  la  medida. 

Generalmente  esa  música  se  aplica  á  cier- 
tos himnos,  y  de  algunos  de  ellos  han  sacado 
partido  los  grandes  maestros,  para  algunas 
composiciones  sagradas  en  nada  parecidas  á  la 
salmodia. 

5.  °  Dícesetambien  íono  /S/ocomo  sinónimo 
de  sonido.  Pero  el  tono  6  sonido  aislado  es  siem- 
prejusto,  si  verdaderamente  es  sonido  y  no  rui- 
do. Los tonosy  los  sonidos  queles  suceden  son 
los  únicos  que  pueden  apreciarle  como  afina- 
dos ó  falsos  comparativamente  y  según  las  re- 
laciones mutuas.  Esta  proposición  nos  lleva 
naturalmente  á  hablar  de  la  coma,  aduciendo 
las  consideraciones  de  Berton. 


Los  teóricos  reconocen  tres  especies  do 
comas. 

1.  °  La  menor,  cuya  razón  matemática  es 
de  2025  á  2048. 

2.  "  La  mayor,  cuya  razón  es  de  80  á  8!. 

3.  "  La  máxima,  ó  de  Pitágoras,  cuya  ra- 
zón es  de  524288  a  531441. 

Los  prácticos  pretenden  que  la  coma  es  la 
octava  ó  novena  parte  del  tono,  ¡ncerlidumbre 
que  prueba  lo  inapreciable  que  es  semejante 
intervalo,  para  el  cual  se  necesitarían  micros- 
copios de  oido.  Los  teóricos  pretenden  haber 
logrado  ese  objeto  por  el  cálculo;  pero  no  lo- 
dos tienen  igual  opinión  y  diariamente  apare- 
cen nuevos  sistemas  sobre  esa  parte  datarla 
musical,  cuyos  autores  tratan  de  demostrar 
con  A  mas  B  los  yerros-cometidos  por  sus  pre- 
decesores. Sin  embargo, :  no  hay  ciencia  mas 
positiva  que  la  de  los  números,  y  esa  diver- 
gencia de  opiniones  en  la  parte  especulativa 
de  la  música  nos  demuestra  que  hay  punto 
que  mas  depende  del  instinto  que  de  la  cita, 
cia.  También  estamos  convencidos  deque  un  ar- 
tista que  tratase  de  hacer  sentir  la  diferencia 
délas  comas  entre  si,  acabaría  por  cantar  ó  lo- 
car sin  afinación  porque  la  música  obra  sobre 
nosotros  con  dos  influjos  muy  distintos  uno 
de  otro.  Siendo  la  parte  intelectual  susceptible 
de  analizarse,  puede  agradar  á  nuestro  espíri- 
tu, pero  la  parte  sensitiva  embarga  nuestros 
sentidos  antes  que  nuestra  inteligencia  baya 
podido  comprender  la  causa  de  semejante 
efecto,  y  esta,  por  decirlo  asi,  es  la  parte  mú- 
sica del  arte,  es  una  especie  de  misterio  es 
que  debemos  creer  sin  tratar  de  profundi- 
zarlo. 

La  tonalidad,  que  es  la  esencia  de  nueslrn 
sistema  moderno  en  música  y  el  manantial  itc 
todas  las  sensaciones  que  tan  bello  arte  nos 
hace  esperimentar,  no  puede  ser  sentida  ni 
apreciada  mas  que  por  la  coincidencia  recipro- 
ca de  los  diferentes  grados  de  la  escala.  Estos 
son  los  que  constituyen  la  tonalidad  y  el  mo- 
do. La  tercera  de  la  tónica,  en  ambos  modos, 
establece  ya  esa  función;  pero  la  cuarta  y,  so- 
bre todo,  la  séptima,  son  las  que  comprueban 
y  confirman  !a  tonalidad;  no  sin  razón  se  lia 
dado  al  sétimo  grado  ó  sétima  nota  el  nom- 
bre de  sensifeie,  porque  realmente  por  su  me- 
dio se  percibe  la  tonalidad.  Sn  tendencia  na- 
tural á  acercarse  todo  lo  posible  á  la  tónica  ú 
octavo  grado,  es  una  cosa  probada;  pero  lo 
que  no  está  demostrado  matemáticamente  os  el 
grado  de  elevación  que  debe  recibir  la  nota 
sensible,  y  ¿quién  es  capaz  de  decir  si  el  se- 
mitono que  la  separa  de  la  tónica  ha  de  dismi- 
nuirse en  una  ó  dos  comas,  ó  quizá  media? 
Nadie;  y  los  teóricos  mismos  permanecen  rau- 
dos sobre  esta  cuestión.  Solo  la  práctica  lia 
demostrado,  ó  mas  bien  inspirado,  la  elevación 
de  la  ñola  sensible,  y  aqni  'es  donde  la  parte 
especulativa  del  arte  no  puede  combatir  venta- 
josamente un  hecho  sancionado  por  la  espe- 
rlencia,  é  inspirado  por  un  sentimiento  que  nos 


34t 


TONO 


343 


dice:  eso  está  bien;  aunque  no  es  po-ihle  for- 
mular cotí  números  el  motivo..  La  cuarta  oon- 
ciurt:  larobioii  ¡i  formar  la  tonalidad,  sobre  to- 
do, cuando  sé 'baila  eu  contacto  con  la  séptima. 
Entonces  se  puede  observar  que  estando  ambas 
notas  en  la  posición  de  cuatro  al  grave  y  siete  al 
agudo,  lo  cual  armónicamente  bablando,  da 
un  acorde  de  cuarta  aumentada,  parece  .que 
por  una  fuerza  repulsiva  tienen  que  exagerar 
el  valor  de  su  distancia,  tendiendo  la  cuarla 
¡i  bajar  para  acercarse  á  la  mediante,  y  la  sép- 
tima a  subir  para  aproximarse  á  la  tónica;  por 
el  contrario  en  el. acorde  insulso  que  da  siete 
al  grave  y  cuatro  al  agudo,  es  decir,  una  quin- 
ta diminuida,  parece  que  una  fuerza  atractiva 
hace  que  la  sélima  propenda  á  subir  bácia  la 
tónica,  y  la  cuarta  á  "bajar  hacia  la  mediante. 

Si  tanto  bemos  insistido  en  la  esencia  cons- 
titutiva del  tono,  es  para  demostrar  que  no 
puede  haber  otro  tono  lijo  propiamente  dicho 
mas  que  el  del  punto  de  partida  ,  es  decir,  la 
Iónica  ó. primer  grado.  Todos  los  demas  iónos 
en  su  proporción  respectiva  ,  deben  estarle 
subordinados,  como  miembros'  de  una  misma 
familia  cuya  base  es  la  tónica.  Debe  esta  con- 
siderarse como  el  centro  de  gravedad  meló- 
dica y  armónica  bácia  et  cual  son  atraídos 
lodos  los  demás  grados  de  la  escala;  por  eso, 
esc  movimiento,  esa  calda  de  las  demás  oolas 
sobre  la  primera,  han  recibido  en  música  el 
nombre  de  cadencia,  del  latín  cadera,  y  para 
obedecer  á  esta  necesidad  imperiosa,  toda  mú- 
sica tiene  que'  hacer  descansar  el  canto  y  el 
bajo  sobre  la  tónica,  apelando  a  un  acto  de 
cadencia.  ío  hay,  pues,  tono  lijo  propiamente 
dicho  mas  que  el  de  la  tónica;  el  de  su  domi- 
nante ó  quinta  al  agudo  es  también  de  esa  na- 
turaleza, pero  nada  mas  que  relativamente  y 
para  satisfacer  el  órden  físico  de  los  sonidos, 
dado  por  la  resonancia  del  cuerpo  sonoro;  el 
intervalo  que  separa  uua  tónica  de  su  domi- 
nante, procediendo  del  grave  al  agudo,  debe 
contener. un  valor  de  tres  tonos  y  un  semito- 
no, bo  repetimos,  pues;  todos  los  demás  gra- 
dos de  la  escala  están  sometidos  á  la  influencia 
de  la  Iónica.  Las  mínimas  alteraciones  que  es- 
ta introduce  en  ellos  son  inapreciables  por 
el  cálculo,  pero  el  sentimiento  las  inspira  á 
todo  el  que  esté  dotado  de  las  cualidades  que 
han  de  abundar  en  un  verdadero  músico. 

Para  comprender  materialmente  lo  que  de- 
jamos sentado ,  hágase  un  esperimento  com- 
parativo entre  un  piano  y  unviolin.  Sabido  es 
que  el  primero  está  afinado  convenientemente 
y  sin  tener  en  cuenta  las  exigencias  de  ta  to- 
nalidad; pero  el  segundo,  asi  como  la  voz  hu- 
mana y  otros  instrumentos,  tiene  la  preciosa 
facultad  de  elevar  ó  bajar  los  sonidos  volunta- 
riamente y  en  una  proporción  incómenstira- 
ble.  En  el  piano  el  si  natural  y  el  do  bemol 
son  una  misma  cosa;  el  uno  no  es  mas  alto  ni 
mas  bajo  que  el  otro;  pero  en  el  violin,  el  si 
natural  es  mas  alto  que  el  do  bemol ;  el  sol 
sostenido. mas  alto  que  el  la  bemol,  etc.,  ¿quién 


puede  inspirar,  quién  puede  dictar  esos  ralo- 1 
res?  Solo  el  sentimiento  ,  y  especialmente  el 
iLela  tonalidad,  probándonos  esto  que  no  hay 
mas  tono  lijo  que  el  de  la  Iónica,  y  por  ana- 
logía y  relación  el  de!»  dominante. 

Las  observaciones  que  anteceden  son  debi- 
das á  Berlon;  pero  á  pesar  de  lo  que  asegura, 
la  teoría  esplica  perfectamente  lo  mismo  que 
él  atribuye  al  instinto.  En  erecto,  ' tomemos  la 
escala  cuya  tónica  sea  el  ¿o  natural.  Eslá  fue- 
ra de  duda  que  la  tonalidad  depende  de  una 
relación  entre  el  número  de  vibraciones  de 
los  grados  de  la  escala.  Asi,  por  ejemplo,  para 
el  acorde  de  quinta,  es  menester  que  por  ca- 
da vibración  de  la  tónica,  la  quinta  haga  una 
y  media.  Ahora  bien,  en  la  escala,  mientras  el 
do  vibra  una  vez,  el  sol  vibra  vez  y  media,  lo 
cual  da  la  quinta  perfecta;  en  la  misma  esca- 
la, mientras  el  do  vibra  una  vez,  el  re  vibra 
una  vez  y  '/»■  7  ei  .'fl  vibra  una  vez  y  '/,;  en- 
tre el  re.  j  el  la  no  puede  baber  por  consi- 
guiente quinta,  por  cuanto  k  relación  de  sus 
vibraciones  no  es  de  I  á  f  '/,  i  sino  de  1  á  1 
y  "/„.-  Si  alteramos  el  tono,  y  tomamos  el  re 
como  tónica,  tendremos  que  aumentar  las  vi- 
braciones del  la  y  hacerlas  a7i«  en  lugar  de  */,. 
es  decir,  que  ya  no  usaremos  para  satisfacer 
las  exigencias  de  la  tonalidad  el  mismo  la  de 
la  escala  de  do,  sino  un  la  mas  alto.  Lo  mismo 
decimos  de  la  tendencia  á  la  elevación  de  la 
sétima;  entre  esta  y  la  octava  ha  de  haber  una 
relación  de  !  á  "/,s ,  Y  esla  es  te  que  hay  en- 
íre  el  si  y  el  do  de  la  escala  natural;  pero  si 
tomamos  de  dicha  escala  como  tónica  ,  por 
ejemplo,  el  re,  su  sétima  será  el  do  sostenido, 
y  entre  este  y  el  re  para  la  tonalidad,  ha  de 
haber' la  misma  relación  de  t  á  'V,t,  ó  sea  de 
I  á  sV,s  I  es  asi  que  en  la  escala  natural  de 
do,  la  relación  entre  el  do  sostenido  y  el  re  es 
de  l  á  'V»,  luego  es  mayor  de  laqne  debe  ser 
para  el  tono  de  re,  y  hay  necesidad  de  elevar 
el  do  sostenido  para  que  sea  una  verdadera 
sétima  del  re.  En  este  caso  hay  que  tomarel 
re  bemol  y  no  el  do  sostenido,  porque  entre  - 
el  re  bemol  y  el  re  hay  la  misma  relación  que 
entre  el  sí  natural  y  el  do.  Con  este  motivo 
haremos  notar  que  los  sostenidos  no  son  mas 
altos  que  los  bemoles,  como  asegura  Berton, 
sino  todo  lo  contrario,  que  los,  bemoles  son 
mas  elevados  que  los  sostenidos,  es  decir,  por 
ejemplo,  que  el  do  sostenido  es  mas  bajo  que 
el  re  bemol,  habiendo  entre  ambos  ana  rela- 
ción imperceptible  para  muchos  oidos ,  pero 
apreciante  por  el  cálculo,  porque  las  leyes 
del  sonido  y  de  la  armonía  son  invariables 
y  lijas  como  todas  las  de  la  naturaleza,  y  por 
consiguiente  sujetas  á  cálculo;  mientras  el  do 
sostenido  hace  15,000  vibraciones,  el  re  be- 
mol da  15,552. 

Solo  el  mi  sostenido  y  el  si  sostenido  son 
mucho  mas  altos  que  el  fa  bemol  y  el  do  be- 
mol, como  se  comprende  al  instante,  sabiendo 
que  de  mi  á  fa  y  de  si  á  do  solo  hay  medio 
Itono.  Vamos  á  apuntar  la  tabla  siguiente  del 


343 


TONO— TONSURA 


34* 


número  de  vibraciones  que  corresponden- con 
toda  exactitud  á  cada  uno  de  loa  sonidos  de 
ana  escala  cromática  perfecta ,  para  cada 
14400  que  esperimente  la  tónica  que  llama- 
remos do.  ■ 

do.  .  .  ;  .  .  U400 

Do  sostenido   15000 

Re  bemol   15552 

RE.  ......  16200 

Re  sosteuido   16S75 

Mi  bemol  '.  17280 

MI.  .  .'   18000 

Fa  bemol.  .  .  '.   18432 

Mi  sostenido   ¡S750 

i'A.                              .  19200 

Fa  sostenido   19920 

Sol  bemol   2073G 

sol  ....  .   21600 

Sol  sostenido.   22500 

La  bemol   23040 

LA  '.   24000 

.  la  sostenido   25000 

•   Si  bemol.   25900 

sr   27000 

Do  bemol   27648 

Si  sostenido   28  125 

no  ......   v.  28800 

Esta  relación  de  vibraciones  puede  ser  mas 
sencilla,  aplicada  á  la  escala  natural,  en  la 
cual  las  notas  vibran  el  número  de  veces  que 
indica  el  estado  siguiente  por  cada  24  que  vi- 
bra la  tónica. 

Do.  ............  .\  24 

Re  ;  .  .  27 

'Mi   30 

Ta.-  .  .   32 

.    Sol.  .'   36 

La .'   40 

Si  .  '  ".  ■.  45 

Do.   48 

Resulta  también  que  no  todos  los  tonos  son 
iguales;  de  aqui  la  necesidad  de  alterar  las 
notas,  según  la  tónica,  para  que  las  vibracio- 
nes correspondan  á  la  tonalidad  requerida.  La 
razón  entre  do  y  re,  fa  y  sol,  la  y  si,  es  de 
'(,;  son  tres.touos  iguales  entre  si.  La  relación 
entre  re  y0  Y  entre  s°lj  es  "i,  distinta 
de  la  anterior  aunque  muy  inmediata.  Los  se- 
'  mitonos  de  mi  á  fa  y  de  si  á  do  son  absoluta- 
mente iguales  y  su  razón  es  "tl. 

,Las  notas  se  alteran,  pues,  según  la  tóni- 
ca, no  porque  solo, ei  sentimiento  lo  indique, 
sino  porque  asi  lo  exige  también  la  teoría,  ai 
las  leyes  de  la  tonalidad  no  lian  de  infringirse. 
Es  digno,  de  notarse  que  los  acordes  ó  Ja  ar- 
monía són  debidos  á  la  concurrencia  de  aque- 
llos sonidos  cuyas  vibraciones  entre  sí  están 
en  la  relación  mas  sencilla,  al  paso  que  hay 
disonancia  en  la  concurrencia  de  aquellos  cu- 
ya relación  de  vibraciones  es  mas  complica- 


da. Por  ejemplo,  mientras  eJ  do  vibra  24  ve- 
ces, el  mi  vibra  30,  lo  cual  reducido  á  su  es- 
presion  mas  sencilla,  da  4  vibraciones  del  pri- 
mero por  cada  5  del  segundo;  á  cada  4  vibra- 
ciones del  dü,  ambos  sonidos  terminan  juntos 
un  periodo  pequeñísimo  de  vibración,  inapre- 
ciable para  nuestros  sentidos  y  agradable  al 
oido  para  el  cual  desaparecen  las  pequeñísi- 
mas diferencias  intermedias  del  periodo  per- 
fecto. Mientras  el  mi  vibra  30  veces,  el  sol  vi- 
bra 36,  lo  cual  reducido  á  sti  espresion  mas 
sencilla  da  5  vibraciones  del  primero  por  caía 
6  del  segundo,  periodo  también  pequeñísimo, 
aunque  no  tanto  como  el  primero,  y  por  con-, 
siguiente  menos  perfecto.  Mientras  el  do  vibra 
24  veces,  el  sai  vibra  3G, -lo  cual  reducido  i 
su  espresion  mas  sencilla  da  dos  vibraciones 
del  do  por  cada  3  del  sol,  periodo  mas  pe- 
queño aun  que  los  anteriores,  y  por  consi- 
guiente mas  perfecto  y  agradable.  Este  es  el 
acorde  llamado  quinta.  Mientras  el  do  vibra 
2-í  veces,  eiicf  vibra  40,  lo  cual  reducido  á  su 
espresion  mas  sencilla  da  3  vibraciones  del 
primero  por.  cada  5  del  segundo,  concurren- 
cia agradable  también.  Lo  mismo  pudiéramos 
deducir,  .respecto  del  do  con  el  fa,  de  este  con 
el  la,  del.  mi  con  el  si,  del  re  con  el  -soí  y  con 
sí,_  etc.  La  concurrencia  de  las  tres  notas  do, 
mi,  sol,  produce  una  armonía  agradable,  por- 
que en  cada,  periodo  de  4  vibraciones  del  dio, 
terminan  las  otras,  dos  también  una  revolución 
completa  de  vibraciones.  Pero  tomemos  otras 
coincidencias  de  sonidos,  el  do  con  el  re,  por 
ejemplo;  mientras  el  primero  vibra  24  veces, 
el  segundo  lo  ejecuta  27,  lo  cual  reducido  á 
su  espresion  mas  sencilla,  da  8  vibracioues 
del  do  por  cada  9  del  ra,  periodo  mucho  mas 
largo  que  los  anteriores,  mas  perceptible  al 
oido,  y  por  consiguiente  mas  desagradable. 
Lo  mismo  decimos  de  la  concurrencia  del  do 
con  el  si,  que  da  S  vibraciones  del  primero 
por  cada  15  del  segundo.  La  del  re  con  el  mi 
es  de  9  vibraciones  por  10,  etc. 

TONSURA.  Es  una  ceremonia  santa,  estable- 
cida por  la  Iglesia  para  dar  entrada  en  el  es- 
tado clerical  á  las  personas  que  la  reciben, 
disponiéndolas  para,  aspirar  á  las  órdenes  sa- 
gradas. Esta  ceremonia  se  llama  tonsura, 
porque  su  principal  acción  consiste  eu  cortar 
los  cabellos;  significándose  de  este  modo  (pie 
los  clérigos  deben  separarse  del  mundo  y  de 
sus  vanidades,  despojándose  de  los  vicios,  de- 
dicándose á  la  práctica  de  las  virtudes  y  con- 
virtiéndose el  hombre  viejo  en  un  ser  nuevo, 
cuyo  símbolo  es  la  sobrepelliz  blanca  que  se 
pone  al  tonsurado. 

La  tonsura  no  es  una  órdeu  y  solamente 
coloca  á  los  que  la  reciben  en  la  clase  de 
clérigos. 

Los  autores  no  están  acordes  respecto  i  ¡a 
antigüedad  de  esta  ceremonia.  Unos  creen  que 
se  practicaba  desde  ¡os  primeros  siglos;  otros 
que  comenzó  á  usarse  á  linea  del  siglo  V; 
otros  que  se  confería  en  unión  con  la  prime- 


345 


TONSURA-TOPOGRAFIA 


34(1 


a  de'  las  órdenes;  otros,  en  fin,  que  siempre-  de  la  planclreía,  brújula,  grafómetro,  semi 


se  confirió  por  separado.  Pero  de  todos  ni  o 
dos  es  lo  cierto  que  su  uso  es  tan  antiguo,  que 
hoy  se  considera,  sin  disputa,  como  una  pre- 
paración indispensable  para  recibirlas  órdenes. 

J5l  concilio  deTrento  eo  la  sesión  XXIII, 
cap.  III,  De  Reform.,  dice  que  no  se  admitirá 
ála  primera  tonsura  á  los  que  no  bayan  reci- 
bido el  sacramento  de  ta  Continuación,  y  no 
hayan  sido  instruidos  en  los  primeros  princi- 
pios de  la  fé,  ni  á  los  que  no  sepan  leer  ni  es- 
cribir, y  de  quienes  no  se  tenga  una  conjetu- 
ra probable  de  que  han  elegido  esle  género 
de  vida  para  servir  á  Dios  Belmente,  y  no  para 
sustraerse  fraudulentamente  á  la  jurisdicción 
secular. 

TOPACIO.  {Mineralogía.)  Véase  fiedp.as  fi- 

iüs  ó  PISECIOSAS. 

TOPACIO.  {Historia  natural.)  El  topacio 
(Irochüus  pena)  llamado  asi  á  causa  del  color 
y  brillo  de  sus  plumas,  es  seguramente  una 
de  las  especies  mas  bonitas  del  género  colibrí 
en  la  familia  de  los  páseres  tenuirostres.  Son 
propios  de  América. 

TOPO.  (Historia  natural.)  Género  de  car- 
niceros insectívoros  que  no  deja  de  ofrecer 
particularidades  muy  notables  en  su  organi- 
zación. Su  cabeza  está  terminada  por  una  es- 
pecie de  geta,  armada  de  un  buesecillo  parti- 
cular y  que  le  sirve  al  mismo  tiempo  que  para 
hozarla  tierra  como  órgano  del  tacto;  susmus- 
culos  cervicales  son  vigorosos  y  tanto  que  en 
el  ligamento,  se  forma  un  hueso  que  da  mayor 
fuerza  á  estos  órganos.  Los  ojos  son  muy  pe- 
queños y  ocultos  por  los  petos.  Los  miembros 
anteriores  están  en  estremo  desarrollados;  yel 
esternón  tiene  una  gran  cresta  saliente.  En  !a 
hembra  el  aparato  genital  y  el  urinario  tienen 
diferentes  orificios  esleriores,  la  pelvis  es  es- 
trecha y  los  huesos  pubis  no  están  unidos;  y 
la  uretra  pasa  al  través  det  cliloris. 

Los  topos  son  animales  cavadores  y  sub- 
terráneos y  construyen  en  el  suelo  con  arte 
y  rapidez  largas  galerías  con  numerosas  sali- 
das, y  de  trecho  en  trecho  unas  especies  de 
respiraderos  que  se  conocen  con  el  nombro  de 
toperas . 

Disliuguense  dos  especies:  el  topo  común 
{talpa  vulgaris)  de  peiage  negro  intenso  y 
aterciopelado  y  e!  topo  ciego  (talpa  caica)  mas 
pequeño  que  el  común  y  que  vive  en  los  Ape- 
ninos. 

TOPO  MAK1N0.  (Historia  natural.)  Especie 
deannéliílos,.  del  orden  de  los  dorsibranquibs 
y  del  género  afrodita  (aphrodila  acuhata 
de  lin.}  cuyas  cerdas  presentan  los  mas  bri- 
llan les  colores. 

TOPOGRAFIA.  Yoz  derivada  del  griego  (torco;, 
lugar  y  Ypáow,  descrito),  que  significa  la 
descripción  ó  el  diseño  de  una  ciudad,  de  nn 
terreno  ó  de  una  porción  de  territorio  de  me- 
diana ostensión. 

fa  topografía  se  funda  en  el  levantamiento 
de  planos  ó  geodesia  práctica  que, por  medio 


circulo,  seslante,  etc.,  mide  la  abertura  de  los 
ángulos  y  la  longitud  de  los  lados  de  una  su- 
perficie cualquiera. 

La  topografía  espresa  con  el  dibujo  y  con 
caracteres  mas  ó  menos  pronunciados,  los  co- 
.lores,  las  sombras  convencionales  ó  imitativas, 
la  estension,  la  altura  y  la  inclinación  del  ter- 
reno; las  corrientes  de  agua,  el  estado  de  las 
comunicaciones,  la  naturaleza  del  suelo  y  sus 
productos,  y  otros  muchos  pormenores  de 
igual  género. 

Para  ello  no  basta  que  todos  los  puntos 
estén  situados  del  mismo  modo  que  los  del 
terreno,  sino  que  el  ojo  debe  también  adver- 
tir las  diferencias  de  nivel  y  los  accidentes 
locales. 

Entre  los  diferentes  métodos  propuestos  be 
aqui  los  que  suelen  usarse. 

Se  imagina  el  terreno  cortado  por  diferen- 
tes planos  horizontales  equidistantes.  Esta  dis- 
tancia de  los  planos  es  de  5,  10  metros,  etc., 
según  la  magnitud  de  la  escala.  Proyectadas 
octogonalmenie  estas  secciones  en  el  plano, 
las  configuraciones  de  la  superficie  quedan 
bien  marcadas.  Cada  monte-  aislado  tiene  su 
sistema  de  secciones  aislado  y  según  estas  se 
acerquen,  se  alejen  ó  se  toquen,  la  inclinación 
del  terreno  se  aumenta,  disminuye  ó  se  hace 
vertical.  Se  ha  modificado  este  método,  y  en 
lugar  de  trazar  en  et  dibujo  las  curvas  hori- 
zontales, se  llena  el  claro  de  dos  secciones 
consecutivas  con  plumeados  que  representan 
la  sección  del  terreno  según  su  mayor  pen- 
diente. 

Los  trazos  son  por  consiguiente  perpendi- 
culares á  las  secciones  horizontales,  y  es  de- 
eonveneion  aproximarlos  en  proporción"  á  la 
inclinación  del  terreno;  de  suerte  que  cuanto 
mayores  son  las  pendientes,  mas  cortos  son 
y  mas  inmediatos  están  los  rasguitos  ó  plu- 
meadlos. 

El  dibujo  se  sombrea  después,  suponiendo 
que  la  luz  forma  un  ángulo  de  45"  con  la  ver- 
tical, y  que  procede  del  ángulo  de  la  izquier- 
da en  lo  alio  del  plano. 

En  muchos  trabajos  topográficos  el  rayo 
luminoso  se  considera  como  vertical  y  enton- 
ces las  pendientes  se  alumbran  proporcional- 
mente  á  su  inclinación,  y  los  vértices  de  las 
montañas,  asi  como  el  fondo  de  los  valles  se 
encuentran  igualmente  alumbrados;  pero  es- 
tos dos  estados  se  distinguen  por  un  signo 
particular,  después,  con  tintas  'Convencionales 
se  indica  la  naturaleza  del  terreno,  según  es- 
té cubierlo  de  bosques,  viñas,  praderas,  etc. 
Se  procura  ademas  indicar  en  pies  ó  metros 
la  elevación  de  los  puntos  principales  sobre 
el  nivel  del  mar.  Estos  números  se  denomi- 
nan «¿oías  de  altura. 

Los  planos  topográficos  en  la  arquitectura 
civil,  dan  á  conocer  todo  cuanto  pertenece  á 
la  distribución  y  decoración  de  un  edificio  pro- 
yectado ó  existente:  ta  arquitectura  militar  los 


347 


TOPOGRAFÍA 


348 


aplica  para  juzgar  de  la  disposición  general, 
de  la  fuerza  absoluta  y  del  valor  relativo  de 
las  obras  de  una  plaza  de  guerra;  el  comercio 
los  usa  para  decidir  de  la  construcción  de  fá- 
bricas, del  lugar  que  ocupa  un  camino,  de  las 
ventajas  de  un  canal  ó  del  curso  de  un  rio; 
eu  la  economía  doméstica  ofrecen  á  los  pro- 
pietarios de  las  tierras  la  facilidad  d§  evaluar 
su  estensioti,  partirlas  con  exactitud  y  lijar 
sus  limites;  por  último,  el  general  de  un  ejér- 
cito solo  funda  la  seguridad  de  sus  operacio- 
nes en  la  descripción  exacta  de  los  diferentes 
puntos  que  abraza  eL  teatro  eu  que  se  qpera. 

El  levantamiento  de  planos  indica  también 
los'  procedimientos  mas  sencillos  y  espeditós 
para  trazar  toda  especie  de  mapas.  Pero  este 
móto'do  se  aplica  particularmente  al  arte  mi- 
litar, sobretodo,  desde  que  la  defensa  de  las 
fronteras  de  un  pais  se  apoya  mas  en  los  recur- 
sos de  la  estrategia  que  en  la  existencia  de 
plazas  fuertes.  - 

Todo  ofleial,  dice  un  ingenioso  militar,  de 
quien  tomamos  algunas  entendidas  reflexio- 
nes sobre  la  topografía,  todo  ofleial  destinado 
á  esa  clase  de  trabajos,  debe  reunir  á  los  es- 
tudios particulares  que  exige  una  teoría  bas- 
tante sobre  la  guerra  para  dar  á  sus  conoci- 
mientos todo  el  desarrollo  'de  que  son  sus- 
ceptibles. 

El  que  no  sabe  hacer  otra  cosa  mas  que 
representar  un  terreno  es  un  simple  dibujan- 
te; el  que  solo  posee  la  facilidad  de  escribir 
memorias  no  presenta  ideas  exactas  del  con- 
junto y  es  menester  reuuir  ambas  circunstan- 
cias para  desempeñar  con  éxito  el  objeto  de  un 
reconocimiento  militar. 

El  hábito  de  -juzgar  el  terreno  militarme»  - 
te  es  el  fruto  de  meditaciones  mas  profundas 
de  lo  que  generalmente  se  cree.  Es  menester 
estudiarlo  como  geómetra  para  graduar  su  os- 
tensión; como  táctico  para  combinar  los  mo- 
vimientos de  un  ejército  en  razón  de  las  for- 
mas que  presenta;  como  mecánico  para  des- 
cubrir la  posibilidad  de  crear  ó  destruir  obs- 
táculos. 

La  teoría  de  las  fortificaciones,  la  ciencia 
de  la  artillería,  el  examen  de  los  diferentes  ór- 
denes en que  se  fundan  los  grandesmoviraien- 
los  estratégicos,  el  análisis  de  sus  relaciones 
con  ei  ataque  y  la  defensa,  la  combinación  de 
las  armas,  de  las  maniobras  y  de  las  circuns- 
tancias, tales  son  las  fuentes  donde  se  debe 
beber  para  aprender  á  juagar  pronta  y  segura- 
mente del  partido  que  puede  sacarse  de  un 
terreno. 

Los  escritos  de  Jenofonte,  Follbio,  César, 
Ycgecio,  Puisegur,  Folard,  etc.,  etc.,  ofrecen 
mucha  luz  á  los  que  quieran  iniciarse  en  el 
grande  arte  de  las  batallas.  El  genio  del  hom- 
bre, movido  por  elevados  intereses  ,  muestra 
en  'dichos  autores  el  origen  y  los  efectos  de 
esos  recursos  ingeniosos  que  sabe  añadir  á  la 
naturaleza  para  multiplicar  las  fuerzas.  La  ra- 
i0n.se  ve  alti  guiada  por  la  espériencia  de  to- 


dds  los  tiempos,  y  se  apropia  sin  esfuemo 
verda  Jes  que  la  práctica  nunca  descubre  ó  quizá 
adquiere  á  espeusas  de  muchos  errores. 

fío  se  sigue  de  aqui  que  el  arle  de  estudiar 
un  pais  exija  minuciosos  detalles  sobre  todos 
los  ramos  del  arte  de  la  guerra.  No  deben  pro- 
fundizarse sino  de  un  modo  relativo  á  la  nece- 
sidad que  haya  do  ellos;  se  generalizan  y  se 
estrada,  por  decirlo  asi,  todo  lo  perteneciente 
á  la  carrera  que  se  abraza. 

Ni  el  simple  manejo  de  las  armas,  ni  las 
maniobras  de  pequeños  -cuerpos  deben  dis- 
traer la  atención;  esta  debe  solo  fijarse >cn  la 
estrategia,  en  el  arte  de  disponer  un  ejército 
y  combinar  sus  movimientos  del  modo  mas  ' 
favorable  para  lograr  un  tin  determinado. 

Se  huirá  de  la  adopción  esclusiva  de  esos 
sistemas  'que  acomodan  todos  los  terrenos  a 
sus  métodos  y  á  sus  diferentes  organizaciones; 
se  apreciará  cada  orden  según  sus  ventajas  ¿ 
inconvenientes  absolutos  y  relativos  y  se  lle- 
gará á  reconocer  que  la  superioridad  de  uno 
sobre  otro,  depende  de  las  localidades  y  de 
una  infinidad  de  condiciones  que  el  hábito  en- 
seña á  apreciar  con  tino.  Importa  conocer  tam- 
bién la  teoría  de  los  despliegues  y  formacio- 
nes en  columnas,  asi  como  la  organización  de 
los  regimientos,  batallones  y  escuadrones,  la 
estension  de  estos  cuerpos  en  batalla,  ele. 
Ejercitándose  en  representar  eu  el  papel  los 
movimientos  combinados  de  esas  masas,  so 
adquirirá  la  costumbre  de  trazar  con  exactitud 
é  inteligencia  los  movimientos  de  los  ejércitos. 

Cualquiera  que  sea  la  época enquu  se  ha- 
gan reconocimientos  militares,  ora  en  tiempo 
de  guerra,  ora  durante  la  paz,  siempre  debe 
atenderse  á  iguales  miras  parala  redacción  do 
las  memorias.  Se  supone  en  tiempo  de  paz  lo 
que  sucedo  cuando  los  ejércitos  están  reuni- 
dos en  la  guerra,  y  se  discurre  con  arreglo  i 
esas  suposiciones,  para  dar  á  conocer  los  re- 
cursos de  que  es  susceptible  cada  localidad. 

Las  aguas  y  las  montañas  son  los  objetos, 
por  decirlo  asi,  permanentes  que  la  naturaleza 
opone  al  ataque  para  favorecer  la  defensa.  £1 
arle  que  sabe  obrar  sobre  estos  obstáculos;  dis- 
pone absolutamente  de  todos  tos  demás. 

Los  medios  que  ofrecen  las  montañas  para 
hacer  posible  la  defensa  con  pocas  tropas,  no 
son  iguales  á  los  que  presenlan  las  llanuras, 
donde  se  necesitan  lineas  estensas;  estas  cir- 
cunstancias deben  tenerse  muy  en  cuenta ,  y 
por  eso  en  la  memoria  que  acompaña  álos  pla- 
nos, deberán  mencionarse  los  montes,  llanos, 
arroyos,  caminos,  poblaciones,  castillos,  mo- 
linos, etc.,  indicando  las  ventaja»  que  propor- 
cionen ó  los  inconvenientes  que  ofrezcan  ;  la 
memoria  se  divide  en  tantos  capítulos  como 
objetos;  se  designan  después  las  posiciones 
mas  favorables,  los  recursos,  el  estado  de  sub- 
sistencias, forrages,  etc. 

La  utilidad  que  resulta  de  los  trabajos  es- 
tratégicos hechos  en  tiempo  de  paz  es  incon- 
testable, pero  su  principal  objeto  debe  consis- 


TOPOGBAFIA— TORMENTILA. 


850 


t¡r  en  formar  hombres  que  adquieran  el  hábito 
de  juzgar  con  presteza  todo  el  partido  que 
puede  sacarse  de  una  localidad, 

La  lentitud  en  la  guerra  es  Incompatible 
con  lo  que  se  espera  de  un  oíicial  encargado 
de  un  reconocimiento.  Entonces  no  se  trata  de 
dibujos  tinos  ni  de  memorias  bien  redactadas; 
solo  debe  tratarse  de  instruir  por  medio  de 
croquis  y  notas.  Conviene  adquirir  práctica  en 
este  género  de  trabajos,  sin  descuidar  ta  per- 
fección del  dibujo  que  es  la  base  de  los  bue- 
nos bosquejos. 

La  topografía  era  bastante  imperfecta  en 
íuropa  á  mediados  del  siglo  XVIII.  Desde  en- 
tonces acá  adquirido  una  perfección  es- 
traordinaria. 

T0IIACQZ0AR1OS.  [Historia  natural.)  Nom- 
bre dado  por  Carus  al  grupo  de  los  anillados. 

TORCEDORA  ó  TORTRIX.  (Historia  natu- 
ral.) Género  de  lepidópteros  nocturnos  que 
Fabricáis  designó  con  el  nombre  de  pirala  y 
que  comprende  una  mulüUid  de  especies,  délas 
cuales  mas  de  cuatrocientas  pertenecen  á  Euro- 
pa; Duponcbel  y  Lattreille  han  hecho  de  este 
género  una  tribu  {platyamides  de  Dup.  (torce- 
doras de  Latt.)  dejando  la  palabra  lortrix  para 
designar  una  división  de  este  grupo  cuyos  ca- 
racteres son:  antenas  sencillas  en  los  dos  se- 
ios;  palpos  gruesos;  el  segundo  artejo  muy 
guarnecido  de  escamas  y  claviforme;  el  terce- 
ro subcónico;  trompa  corta  y  casi  nula;  cabe- 
za bastante  fuerte  y  en  el  mismo  plano  que  el 
corselete;  cuerpo  delgado;  alas  que  terminan 
rectangularmente  y  que  á  veces  están  algo 
encorvadas  en  su  vértice.  Las  orugas  están  cu- 
biertas de  puntos  tuberculosos  con  nn  pelo  en 
la  cúspide  de  cada  uno;  no  labran  capullo  y  lo 
único  que  hacen  para  convertirse  en  crisáli- 
das es  arrollar  ó  reunir  en  paquetes  las  hojas 
délos  árboles  ó  plantas  de  que  se  alimentan 
por  medio  de  hilitos  con  los  cuales  tapizan  in- 
teriormente sn  morada. 

Délas  torcedoras  propiamente  dichas  la 
única  especie  europea  es  la  torcedora  ó  pirala 
tic  la  viña  (tortrix  pilkriana  de  Dup„  pyra- 
Us  pilkriana  de  Fab.  T.  luteana  de  11.  pyra- 
Hs  vitana  de  Rose.  P.  vitis  de  Latt.  P.  dauti- 
cana  de  Walck.)  que  apenas  tiene  2  centíme- 
tros de  crucero;  la  cabeza,  el  corselete  y.  las 
alas  superiores  son  de  un  amarillo  verdoso 
con  cambiantes  metálicos  dorados;  las  alas  su- 
periores tienen  tres  líneas  trasversales  obli- 
cuas de  un  pardo  ferruginoso,  muy  anchas  en 
el  macho  y  angostas  ó  casi  nulas  en  la  hem- 
wa;  las  alas  inferiores  son  pardas  con  cam- 
biantes sedosos  y  la  franja  nías  descolorida, 
la  oruga  aunque  polífaga  aíacu  de  preferencia 
e|i  las  países  meridionales  á  la  viña  y  es  de 
fflis  de  2  centímetros  de  larga ,  de  un  verde 
nías  ú  menos  amarillento  según  la  edad,  con 
la  cabeza  y  el  disco  superior  del  primer  seg- 
mento pardos  lustrosos  y  algunos  pelos  salpi- 
cados en  todos  los  segmentos.  Para  construir 
su  morada  se  reúnen  muchas  y  atacan  juntas 


los  vasos  nutritivos  del  peciolo  de  la  hoja  to- 
davía tierna,  con  lo  que  estas  se  marchitan  y 
en  seguida  las  juntan  con  otras  hojas  próxi- 
mas y  de  esta  manera  se  forman  un  abrigo 
contra  la  intemperie  del  que  no  salen  sino  pa- 
ra buscar  su  alimento,  devorando  entonces  los 
fallos  tiernos  de  las  flores  y  los  racimos  que 
entretejen  y  aglomeran  en  paquetes  informes 
que  se  desecan,  marchitan  y  pudren  y  destru- 
yen de  esta  manera  las  esperanzas  de  la  mejor 
cosecha.  ■ 

La  crisálida  tiene  la  forma  común  y  es  par- 
da oscura;  los  segmentos  de  su  abdómen  es- 
tán ribeteados  por  detrás  de  pequeños  dienle- 
citos  y  se  coloca  en  la  misma  cavidad  que 
ocupaba  la  oruga.  Las  mariposas  empiezan  á 
salir  á  principios  de  agosto  no  concluyendo 
hasta  veinte  y  cinco  días  después  cuando  me- 
nos; en  todo  este  intérvalo  ponen  las  hembras 
sus  huevos,  los  cuales  salen  también  en  épo- 
cas distintas. 

Los  huevos  son  depositados  sobre  la  cara 
superior  de  las  hojas,  situados  unos  junto  á 
otros,  y  formando  unaláminamas  ó  menos  es- 
tensa y  cubierta  de  uumueilago  verdoso  y  blan- 
do que  poco  á  poco  se  va  desecando  y  adqui- 
riendo mas  consistencia,  cambiándose  al  par 
su  color  y  tomando  un  tinte  mas  amarillento. 
Dicho  mucilago  insoluble  en  el  agua  sirve  de 
barniz  protector  á  los  gérmenes  que  cubre. 
Los  huevos  se  abren  veinte  dias  después  de  la 
puesta.  La  ornga  al  principio  no  se  mantiene 
mas  que  de  la  sustancia  parenquimatosa  de  las 
hojas;  asi  que  ha  ¡crecido  un  poco  y  es  mas 
fuerte,  se  baja  huyendo  del  frió  y  se  esconde 
debajo  de  la  corteza  inmediata  á  la  raiz  ó  en 
cualquier  grietecilla.  Reunidas  alli  en  mas  ó 
menos  número  hilan  una  especie  de  tienda  ó 
capullo  sedoso  dentro  del  cual  se  aletargan  y 
no  vuelven  á  salir  hasta  los  primeros  dias  de 
primavera,  entonces  se  esparcen  sobre  la  vid, 
crecen  con  rapidez  y  si  alguna  circunstancia 
no  las  hace  perecer,  acaban  por  comprometer 
gravemente  la  recolección. 

Varios  medios  se  han  propuesto  para  es- 
tinguir  esta  plaga,  pero  el  mas  eficaz  es  el  co- 
ger con  sumo  cuidado  las  hojas  en  que  se  en- 
cuentran los  huevos  y  las  crisálidas  y  quemar- 
ías en  seguida,  sin  embargo,  nada  se  habrá 
conseguido  en  tanto  que  haya  nn  propiciarlo 
de  viñedos-  en  las  cercanías  que  no  practique 
.este  desorugamietito  pues  por  su  desidia  se 
infestarán  de  nuevo  todas  las  viñas  del  con- 
torno. 

TORDO.  (Historia  natural.)  Género  de  aves 
del  Orden  de  los  páseres  y  de  la  familia  de  los 
dentirostres,  que  ostentan  en  su  ptumage  pe- 
queñas manchas  oscuras,  son  muy  cantores, 
viajan  en  bandadas  y  su  carne  es  esquisila.  Las 
especies  propias.de  nuestro  pais  son:  el  ¡or- 
do vulgar  (merhn  viscivorus  de  L.),  el  sor- 
zal  {M.  pihris  de  L.),  y  el  malvis  [M.  ilia- 
cus  de  L.|. 

TORMENTILA,   TGRMENTILLÁ,  (Botánica.) 


351 


T0RMENT1LA— TORMENTO 


352 


Tournefort  la  coloca  en  la  sección  sétima  de 
k  clase  sesta,  que  comprende  las  flores  con 
muchas  piezas  regulares  dispuestas  en  forma 
tle  rosa,  cuyo  pistilo  se  convierte  en  un  fruto 
compuesto  de  muchas  semillas  recogidas  en 
cabezuela,  y  se  llama  tormentüla  silvestris, 
Lineo  la  clasifica  en  la  icosandria  poliginia,  y 
la  llama  tormentüla  erecta. 

flor,  en  rosa,  compuesta  de  cuatro  púla- 
los oblongos,  ligeramente  corlados  eu  cora- 
zón; los  estambres  están  prendidos  á  la  orilla 
del  tobo  del  cáliz;  el  pistilo  está  colocado  e.n 
e!  centro  de  los  estambres  en  el  fondo  del  cá- 
liz; este  es  un  tubo  de  una  sola  pieza,  dividi- 
do en  ocho  lacinias ,  cuatro  grandes  y  cuatro 
pequeñas,  dispuestas  en  cruz. 

Su  fruto  es  una  cápsula  pequeña,  con  unas 
sesenta  semillas  oblongas  y  menudas. 

Hojas  sostenidas  por  pezones,  de  tres  en 
tres,  ó  de  cinco  en  cinco.  Las  foliólas  son 
sencillas,  f  recortadas  por  los  bordes. 

La  raíz  es  nudosa  y  rastrera. 

Sus  tallos  son  recios,  cosa  de  un  pie  de  lar- 
go, delgados,  débiles,  vellosos  y  rojizos;  las 
(lores  solitarias  y  opuestas  á  las  hojas  ,  eslán 
sostenidas  por  largos  pezones  y  colocadas  al- 
terñativameule  sobre  los  tallos. 

En  terrenos  ligeramente  húmedos,  la  plan- 
ta es  vivaz  y  florece  en  junio,  julio  y  agos- 
to; también  se  cria  en  las  orillas  de  los  bos- 
ques, por  los  caminos  ,  y  es  rara  en  tos  países 
meridionales. 

Su  raiz  tiene  un  sabor  bastante  áspero,  y 
triturada  eshala  un  olor  aromático  muy  ligero. 
Aveces  es  úlil  para  corregir  la  debilidad  de! 
estómago  y  de  los  intestinos  ,  en  la  diarrea  se- 
rosa, la  disentería  benigna,  la  hemolisis  esen- 
cial por  relajación  ,  y  la  hemorragia  ulerina 
por  plétora  ó  por  herida.  En  gárgaras  ayuda 
á  deterger  las  úlceras  de  la  boca,  á  detener  la 
inflamación  reciente  de  las  amígdalas  y  del 
cielo'del  paladar,  y  á  fortificar  las  encías. 

La  raíz  secase  da  como  medicina  de  media 
á  una  onza,  en  maceracion  al  baño  de  María 
en  seis  onzas  de  agua,  y  las  hojas  frescas  des- 
de media  á  dos  onzas,  en  infusión  en  cinco  do 
agua. 

TORMENTO.  (Legislación.)  Asi  se  llamábala 
pena  corporal  qoe  se  imponía  aireo  contra  e! 
cual  aparecían  indicios  de  culpa,  para  que 
confesara  la  perpetración  del  delito? 

ES  uso  del  tormento  es  antiquísimo  y  le  han 
practicado  casi  todos  los  pueblos  del  Oriente. 
Entre  los  hebreos  parece  que  no  so  conocía, 
pues  nada  dicen  sobre  él  las  leyes  do  Moisés. 
En  Atenas  no  habia  tormento  preparatorio;  pe- 
ro los  ya  condenados  le  sufrían  treinta  días 
después  ele  la  sentencia.  En  Roma  tenia  lugar 
el  ¡ormcíiío  antes  de  la  condenación;  pero  su- 
jo en  los  delitos  de, lesa  magostad. 

Casi  todos  los  pueblos-adoptaron  osla  bár- 
bara costumbre  como  medio  de  averiguación, 
siendo  de  eslraíiar  que  se  haya  conservado  en 
la  legislación  hasta  tiempos  muy  inmediatos  y 


que  lo  adoptasen  las  autoridades  eclesiásticas, 
i  La  Inglaterra  fue  la  primera  nación  de  En- 
,  ropa  que  abolió  el  tormenta  ¡  Francia  siguió  el 
\  ejemplo  dado  por  la  nación  británica  ;  y  ]q3 
l  domas  estados  han  derogado  las  leyes  en  que 
se  establecía  aquel  horroroso  é  injusto  espec- 
táculo. 

La  introdueciou  del  tormento  en  las  legis- 
laciones europeas  fué  hija  de  la  barbarie  délas 
razas  del  Norte  que  se  apoderaron  de  casi  lodos 
los  pueblos  del  Mediodía1  y  del  Occidente.  l¡¡ 
España  su  uso  fué  ilegitimo  y  contrario  al  es- 
píritu de  noeslrtó  leyes.  Nada  se  habla  de  él 
en  el  Fuero  Viejo  de  Castilla  ,  ni  en  el  Fuero 
Real,  ni  eu  el  Ordenamiento  de  Alcalá;  y  solo 
se  consigna  su  memoria,  en  las  Partidas  de  don 
Alonso  el  Sabio,  que  como  todos  saben  están 
tomadas  del  Derecho  Romano  y  del  Canónico. 

'¡Tormento,  según  la  ley  1."  lit.  XXX, 
«Partida  7,  es  manera  de  pena  que  fallaron 
«los  que  fueron  amadores  de  la  justicia  para 
«escodriñar  ct  saber  la  verdal  por  el  de  los 
«malos  fechos  que  se  facen- encubiertanieiile, 
«que  non  pueden  seer  sabidos  nin  probados 
«de  otra  manera.» 

El  tormento  se  daba  de  varios  modos;  pe- 
ro dos  eran  los  principales,  uno  con  heridas 
de  azotes,  otra  colgándole  al  reo  de  los  bra- 
zos ,  y  cargándole  las  espaldas  y  piernas  con 
alguna  cosa  pesada.  ¡\'o  debia  procederse  á  él 
sin  espreso  mandato  del  juez  ordinario,  y  solo 
cuando  resultasen  presunciones  ú  sospechas 
ciertas  contra  el  acusado;  no  podia  emplearse 
en  'el  menor  de  catorce  años,  en  el  caballero, 
en  el  muestro  de  ciencias,  en  los  consejeros 
del  rey  ó  del  pueblo  ,  en  la  muger  preñada, 
en  et  siervo  para  que  declarara  contra  su  se- 
ñor, en  los  parientes  del  acusado  dentro  del 
cuarto  grado. 

Tampoco  podia  hacerse  uso  del  tormento 
cuando  el  delito  estaba  plenamente  probado; 
permitiéndose  tan  solo  cuando  VmicameDle 
existían  pruebas  semiplenas  ó  indicios  vehe- 
mentes. 

El  tormento  se  pedía  por  los  acusadores 
[invades  ó  por  los  acusadores  públicos; y  déla 
petición  se  conferia  traslado  al  acusado  para 
que  pudiera  contradecirla.  Vista  la  súplica  y  la 
contestación  proveía  el  juez,  ya  declarando  la 
clase  del  tormento  que  se  balda  de  dar  al  acu- 
sado, ya  sin  declarar  el  género  de  él ;  enten- 
diéndose en  este  caso  que  había  de  ser  el  mas 
benigno.  De  la  sentencia  se  apelaba,  y  la  ape- 
lación se  admitía  en  ambos  efectos,  no  impo- 
niéndose la  pena  hasla  que  fuese  continuada 
aquella  por  tribunal  superior. 

En  algunas  naciones  se  daba  el  tormento 
en  lugar  público;  mas  en  España  se  hacía  sieni- 
pre  en  lugar  secreto ,  y  ni  aun  se  permitía 
asislir  á  los  defensores  del  reo. 

Recibida  la  declaración  al  atormentado  de- 
bía restituírsele  á  la  prisión:  si  habia  confe- 
sado el  delito  durante  la  tortura,  habia  de  pre- 
guntarle el  juez  en  el  dia  inmediato,  libre  del 


353 


TORMENTO-TORNASOL 


354 


tormento,  y  ratificándose  pasaba  á  sentenciarlo 
con  arregle  á  derecho.  Si  antes  de  pronunciar 
la  sentencia  resultaba  incierto  lo  confesado, 
debía  el  juez  absolver  al  procesado,  Si  fuera 
del  tormento  negaba  el  reo  lo  confesado  en 
el,  se  le  volvía  á  atormentar,  y  sino  confesaba 
el  delito  era  absuelto, 

El  juez  encargado  de  dar  tormento  cuando 
le  daba  fuera  de  la  ley  y  contraía  ley,  debía 
sufrir  igual  pena  que  habla  sufrido  el  atormen- 
tado. 

Cuando  debía  darse  tormento  á  muchos, 
había  de  principiarse  por  el'  menor  de  edad  ó 
por  la  persona  de  mas  vicios  y  de  peor  con- 
ducta, continuando  eu  la  misma  forma,  y  ha- 
ciéndolo con  separación,  de  modo  que  unos  no 
oyesen  lo  que  otros  confesaban.  En  todo  caso 
debía  procurarse  que  el  tormento  no  causara 
la  muerte  del  atormentado. 

1.a  clase  de  tormentos  fué  muy  distinta,  se- 
gún la  mayor  ó  menor  cultura  délas  naciones 
y  de  la  épocas.  En  España  los  mas  usados  fue- 
ron los  siguiente:  el  de\ayua  y  cordeles;  el 
de  l¡i  ¡/arrucha;  el  del  sueño  ;  el  del  ladrillo, 
y  el  de  las  tablillas. 

El  tormflíiío  del  agua  y  cordeles  consistía 
en  ser  atado  e!  procesado  de  pies  y  manos  en 
el  potro  ,  dándole  en  cada  pierna  dos  garrotes 
ó  vueltas  de  cordeles  apretados  á  torno,  uno 
en  el  muslo  y  otro  en  la  caña  izquierda,  déla 
rodilla  abajo ,  y'  otros  dos  garrotes  en  cada 
brazo,  el  uno  en  el  morcillo  y  el  otro  en  el 
antebrazo.  Colocado  asi  el  infeliz  paciente  le 
echaban  siete  cuartillos  de  agua  por  un  embudo 
á  la  boca,  obligándole  á  tragárselos. 

El  tormento  de  la  (¡arrucha  se  aplicaba  de 
eslemodo.  De  la  techumbre  mas  alta  de  la  cár- 
cel colgaban  una  soga  gruesa  de  cáñamo  ó  de 
esparto,  doblada  por  medio  y  asida  á  una  po- 
'lea  b  garrucha  pendiente  del  mismo  techo,  pa- 
ra que  pudiese  correr.  Al  reo  le  ataban  á  esa 
cuerda  por  las  muñecas  de  los  brazos  vuelíos 
hácia  la  espalda ,  le  sujetaban  los  pies,  y  de 
sus  gargantas  le  ponían  y  colgaban  cien  libras 
de  peso.  En  esta  forma,  tirando  de  un  cabo  de 
l¡i  soga  ,  levantaban  al  atormentado ,  suspen- 
diéndole en  el  aire  á  una  altura  notable,  y  lue- 
go le  suhian  y  bajaban  sin  dejarle  locar  en  el 

.  'BUClo, 

Kl  tormexio  del  ladrillo  y  del  sueño  era 
eomo  sigue.  Ataban  al  acusado  á  una  viga  de 
la  cárcel  con  una  soga  que  le  sujaban  los  bra- 
zos á  las  espaldas,  y  le  ponían  los  pies  juntos 
y  descalzos  encima  de, un  ladrillo  frió  por  es- 
pacio de  veinte  y  cualro  horas,  sin  dejarle 
dormir;  y  pasadas  estas  solían  dar  fuego  al  reo 
en  las  plantas  de  los  pies  con  el  mismo  la- 
drillo encendido. 

El  tormento  de  las  tablillas  se  daba  en  es- 
ta forma.  Colocado  el  acusado  en  el  potro  agar- 
rotado, según  convenia,  de  pies  y  de  manos, 
se  tomaban  cuatro  tabliUas  pequeñas  cuadra- 
das del  tamaño  de  un  palmo  cada  una,  que  te- 
nían cinco  agujeros  que  pasaban  de  una  parte  á 

'-M92    mnUOTWJA  POPULAD. 


otra  ,  tan  angostos  que  no  cabia  mas  que  un 
dedo.  Por  estos  agujeros  se  metían  los  dedos 
de  los  pies  y  de  las  manos  de  los  atormenta- 
dos ,  y  luego  por  entre  el  agujero  y  el  dedo 
se  introducía  una  cuña  de  madera,  haciéndola 
entrar  á  golpe  de  martillo;  de  modo  que  los 
dedos  se  hacían  completamente  pedazos. 

Horroriza  escribir  estos  pormenores,  y  pa- 
rece imposible  que  por  espacio  de  tantos  si- 
glos hayan  consentido  los  legisladores  estas 
monstruosas  crueldades. 

En  España  tenemos  ejemplos  de  personas 
notables  y  de  gran  categoría,  á  quienes  se  apli- 
có el  tormento  sin  la  menor  consideración  y 
sin  respeto  alguno  á'su  clase,  Antonio  Pérez, 
secretario  de,  Felipe  II,  sufrió  ocho  vueltas  de 
cuerda.  Don  Rodrigo  Calderón,  ministro  de  Fe- 
lipe 111,  sufrió  seis  vueltas.  El  duque  de  Hijar, 
don  Rodrigo  Sarmiento  de  Villandrando,  sufrió 
doce  vueltas  en  1648.  Pudieran  citarse  otros 
muchos  casos,  pero  bastan  estos  para  demos- 
trar que.  ni  la  dignidad  ni  la  nobleza,  dispensa- 
ban totalmente  de  la  pena  de  la  tortura. 

El  tribunal  de  la  Inquisición  prodigó  el  tor- 
mento de  una  manera  inhumana,  y  le  hizo  to- 
davía mas  frecuente  y  odioso. 

Desde  el  principio  del  siglo  XVIII  comenzó 
á  escribirse  y  declamarse  contra  el  tormento, 
y  en  1770  publicó  don  Alvaro  de  Acebedo  una 
memoria  pidiendo  su  abolición,  memoria  que 
fué  refutada  en  1778  por  don  Pedro  de  Castro. 
La  civilización  de  la  centuria  presente,  hizo 
que  desde  los  primeros  años  del  reinado  de 
don  Fernando  VII  se  mirase  el  tormento  como 
impropio  de  un  pueblo  culto.  Las  córtes  de  Cá- 
diz de  1812  abolieron  tan  brutal  é  ineficaz  me- 
dio de  prueba-,  y  el  rey  don  Fernando,  por  real 
cédula  de  25  de  julio  de  1814,  la  desterró  >dé 
nuestra  legislación. 

Desde  entonces  cesó  esta  horrorosa  pena 
anterior  á  la  justificación  de  la  delincuencia 
del  acusado,  y  fué  tal  el  horror  que  el  monar- 
ca concibió  de  aquel  castigo  qne  en  uña  visi- 
ta que  hizo  en  4817  á  la  cárcel  de  Villa,  man- 
dó quemar  el  potro  para  qué  no  quedase  en 
lo  sucesivo  ni  aun  la  idea  de  semejante  in- 
fernal máquina. 

T0RKAS0L.  (Tecnología.)  Con  el  nombre  de 
tornasol  en  panes  se  designa  una  sustancia 
que  se  espende  en  forma  de  pequeños  parale- 
lip'tfedos  recios,  de  color  azul  oscuro.  Hasta 
nuestros  dias  no  habla  sido  posible  tener  nocio- 
nes ciertas  sobre  la  naturaleza  y  la  fabricación 
de  dicho  compuesto.-  No  bacé  mucho  tiempo 
que  este  secreto  ha  sido  descubierto,  y  hoy  sa- 
bemos cual  es  la  sustancia  que  lo  produce,  y 
cuales  son  los  medios  de  obtenerla. 

Prepárase  el  tornasol  en  los  países  montuo- 
sos' de  Europa,  donde  crecen  con  abundancia 
los  liqúenes  que  sirven  para  la  confección  de 
la  orchilla  terrosa.  Se  pulverizan  los  liqúenes 
y  se  mezclan  en  una  tina  con  la  mitad  en  peso 
de  cenizas  gra veladas.  Se  echan  allí  orines 
basta  formar  una  pasta  blanda,  añadiendo  ori- 

T.    XXXIII.  23 


TORNASOL— TORNEO 


386 


ha  á  medida  .que  estase  evapora.  Al  cabo  de 
cuarenta  dias,  la  mezcla  toma  un  color  purpú 
reo;  entonces  se  pasa  á  otra  tina  añadiendo 
mas  orina.  La  pasta  adquiero  en  algunos  dias 
un  color  azul;  se  distribuye  después  en  unas 
gamellas  donde  se  añade  mas  orina  y  derla 
cantidad  de  cal  en  polvo.  Por  último,  so  iucor- 
pora  la  pasta  con  la  suficiente  dosis  de  carbo- 
nato de  cal  en  polvo  para  darle  consistencia 
rme,  y  se  vacia  en  moldes,  después  de  lo 
cual  se  pone  á  secar  á  la  sombra. 

El  tornasol  en  panes  es,  pues,  una  especie 
de  laca  usada  en  las  fábricas  de  papel  piulado, 
y  en  muchos  talleres.  Es  uu  reactivo  muy  sen- 
sibleusado  en  química,  sea  en  forma  liquida, 
sea  por  medio  de  tiras  de  papel  teñido  con  esa 
sustancia,  para  averiguar  la  presencia  de  los 
ácidos  libres;  estos  Uñen  en  rojo  ese  liquido 
llamado  tintura  de  tornasol ,  el  cual  se  prepara 
del  siguiente  modo: 

'  Tomase  un  decigramo  do  tornasol  en  pa- 
nes; se  introduce  en  polvo  en  un  frasco  que 
contenga  cinco  centilitros  de  agua  destilada. 
Se  deja  en  ¡¡ilusión  en  frió  durante  dos  dias, 
procurando  agitar  de  vez  en  cuando.  La  tinlu- 
ra  de  tornasol  asi  preparada  no  se  conserva 
mucho  tiempo,  porque  fermenta.  En  un  frasco 
bien  tapado  pasa  espontáneamente  al  color 
amarillo  oscuro,  y  exhala  cuando,  se  destapa  el 
olor  del  hidrógeno  sulfurado.  Espuesta  al  aire 
en  tal  estado,  recobra  su  color  primitivo. 

Para  evitar  toda  alteración,  se  puede  aña- 
dir á  la  solución  quince  gramos  de  sal  marina; 
después  de  disuetta  esta  se  trasiega  el  . liquido 
y  se  conserva  en  frascos  tapado. 

TORNEO.  Según  la  Academia  en  so.  gran 
Diccionario  de  autoridades  de  ta  lengua  es- 
pañola, es  el  »eowioaíe  de  á  caballo  entre  va- 
rias personas,  puestas  en  cuadrillas  y  ban- 
dos de  una  parte  y  otra,  en  que  batallan  y 
se  hieren  sangrientamente,  dando  vueltas'en 
tomo,  para  perseguir  cada  cual  á  su  contra- 
rio. Se  llama  asi  también,  añade,  la  fiesta  pú- 
blica, que  se  ejecuta  entre  caballeros  arma- 
dos, unidos  en  cuadrillas,  que  entrando  en 
un  circo  dis/mesto  á  este  fin,  escaramucean, 
dando  vueltas  al  rededor,  á.  imitación  de 
una  reñida  batalla.  Es  muy  parecida  á  las 
justas,  y  solo  se  diferencia  en  que  en  eslases 
el  combate  singular,  y  en  el  torneo  acuadri- 
llado.» 

En  esta  última  acepción  trataremos  de  los 
torneos,  que  definen  algunos  autores  juego  ó 
ejercicio  de  guerra  y  galantería,  sujeto  á 
ciertas  reglas,  que  hadan  entre  silos  anti- 
guos caballeros  para  ostentar  su  valor  ó  lo- 
grar aplauso  y  preferencia  entre1  ios  damas. 
Según  Ja  opinión  mas  recibida,  .derivase  esta 
palabra,  ó  de  la  francesa  tourner,  ó  de  las  la- 
tinas bárbaras  tomare,  torneamentum,  por 
la  figura,  dice  el  padre  Terreros  en  su  Dic- 
cionario, de  las  vueltas,  torneos  y  escaramu- 
zas que  hucian  unos  contra  otros  los  comba- 
tientes que  se  ejercitaban  en  esta  clase  de  jue- 


gos militares.  Suponen  algunos'  que  'lostor- 
neos  tomaron  el  nombre  de  la  ciudad  de 
Tours  en  Francia;  pero  Valtaire  (1)  tiene  por 
mas  probable  que  se  llamaron  asi  por  la  espa- 
da denominada  en  la  baja  latinidad  ensis  íor- 
nealicus,  espade  de  sable  sin  punía  pomo  es- 
lar  permitido  en  estos  juegos  herir  con  otra 
que  con  la  de  la  lanza. 

l  as  armas  de  que  generalmente  hacíase  aso 
en  esta  clase  de  ejercicios,  consistían  en  bas- 
tones, cañas,  lanzas  sin  hierro  y  con  la  punta 
roma,  ó  espacias  sin  corte,  por  cuya  razón  lla- 
mábanse armas  corteses  6  graciosas.  Esto  im 
obstante,  algunas  veces  usábase  en  dichos 
combates  de  toda  clase  de  armas  de  batalla  y 
entonces  se  llamaban  armas  á  ludo  trance  o 
de  muerte. 

El  espíritu  caballeresco  de  la  edad  media 
dio  vida  á  los  torneos  ,  juegos  mas  notables 
que  la  lucha,  el  disco  y  la  carrera  de  los  grie- 
gos, y  menos  bárbaros  que  los  combates  délos 
gladiadores  romanos;  si  bien  algunos  autores 
solo  ven  en  aquellos  una  continuación  dees- 
tos.  Cuando  cesaban  las  fatigas  do  la  guerra, 
ya  por  haberse  terminado  esta,  ya  por  ha- 
berse ajustado  una  tregua  cualquiera,  ejerci- 
tábase la  nobleza  con  npble  ardimiento  en  ese 
linage  de  juegos  militares.  Ue  ese  modo  pre- 
parábase á  las  suertes  de  la  futura  guerra,  y 
como  entonces  teníase  en  tanto  el  vigor  del 
cuerpo,  contribuían  poderosamente  esos  ejer- 
cicios ¿desarrollar  la  fuerza  muscular  de  aque- 
llos esforzados  guerreros.  Ademas  los  túnicos 
eran  muy  útiles,  según  las  leyes  del  buen  rey 
Rene  ti)  «pues  podrá  acontecer  que  algún  jo- 
ven caballero  ó  escudero,  por  hacerlos  bien, 
adquiera  gracia  6  aumento  de  amor  de  su  da- 
ma.» Hoy  que  las  costumbres  han  cambiado 
de  tal  manera,  hoy  que  los  adelantos  hechos 
en  el  arle  de  la  guerra  son  tan. prodigiosos, 
hoy  que,  merced  á  la' institución  de  las  armas 
de  fuego,  son  ios  soldados,  segnn  la  espresíon 
de  un  autor  contemporáneo,  «máquinas  desti- 
nadas á  dar  la  muerte  sin  cólera  ni  piedad, 
ejecutando  un  pequeño  número  de  movimien- 
tos regulares;  n  hoy,  repetimos,  estos  juegos 
no  lienen  objeto  alguno,  han  caidq  necesaria- 
mente en  completo  desuso,  y  solo  nomo  un  gra- 
to recuerdo  de  apartadas  edades,  celébranse  ea 
grandes  regocijos  públicos,  principalmente  en 
nuestra  nación.  Prueba  de  ello  las  justas  y 
torneos  que  en  nuestros  mismos  dias  hemos 
visto  con  motivo  del  nacimiento  de  Isabel  II  y 
del  de  su  bija  la  princesa  de  Asturias. 

Las  crónicas  de  Tours  atribuyen  la  inven- 
ción ó  establecimiento  de  los  torneos  á  6o- 
defroy  11,  señor  de  Preuilly  ,  que  dicen ,  dio 
el  primero  en  1066.  Pero  esto  no  es  exacto: 


(1)  Eitaii  surtes  maeursr  cap.  XCIX. 

(2)  René  de  Anjuu,  rey  de  Sicilia  y  ¡te  Jcrusalen 
y  duque  do  Lürraine,  yn  erue  no  podía  poseer  nin- 
guno de  sus  «indos,  consolábase  componiendo  ver- 
sos y  haciendo  leyes  para  los  lorneos¿  en  los  cuatí* 
tomaba  parle. 


357 


TORNEO 


3S8 


antes,  esla  época  la  historia  refiere  habían 
tenido  lugar  varios  ejercicios  de  esta  clase,  y 
lo  mas  que  pudo  hacer  e!  señor  de  Preuüly, 
fué  regularizar  los  torneos,  dictar  ciertas  re- 
Has  y  establecer  ó  perfeccionar  algunas  suer- 
tes i  evoluciones)  en  una  palabra,  dar  el  or- 
den y  la  forma  de  estos  juegos  y  hacerlos ,  si, 
se  quiere  ,  de  práctica  mas  frecuente.  Asi  es, 
en  efecto,  que  Ennodio  bahía  ya  de  los  tor- 
neos en  el  siglo  VI,  que  en  el  VIH  elponfifice 
Eugeríio  ¡I  los  anatematizo  ,  que  en  U20  En- 
rique el  Pajarero  torno  parle  en  uno  celebra- 
do con  motivo  de  su  coronación;  que  los  caba- 
lleros de  las  comitivas  de  Luisel  Germánica  y 
Carlos  el  Calvo  combatieron  a  caballo  en 
Strasburgo,  después  de  la  batalla  de  Fontenoy 
para  manifestar  su  adhesión  á  dichos  reyes; 
que  la  Crónica  deGeo/froy  de  Montmculh,  re- 
dactada el  siglo  XII,  describe  minuciosamen- 
telas  circunstancias  de  un  torneo,  sin  que  sea 
fuera  de  nuestro  propósito  citar  el  Valhallade 
ios  scandinavos,  especie  de  paraíso  en  que 
los  héroes,  después  del  banquete,  combatían 
todos  los  dias  duranle  la  eternidad. 

Generalizado  el  uso  de  los'  torneos  por  to- 
da Europa,  constituyó  por  largo  tiempo  la  prin- 
cipal diversión  de  las  cortés  y  ciudades  popu- 
losas. Los  franceses  dedicáronse  ú  eaos  jue- 
gos con  la  energía  propia  de  ese  pueblo  tan 
apasionado  ,  y  habiendo  llegado  á  ser  entre 
ellos  muy  frecuentes,  llamáronse  los  torneos, 
según  Mateo  París,  citado  por  Du  Cange, 
Conslictus  yallici,  combates  franceses.  Los  in- 
gleses primero  ,  los  alemanes  después,  y  mas 
lardo  los  ilalianos  y  bizantinos  ,  introdujeron 
en  sus  pueblos  respectivos  la  costumbre  de  ce- 
lebrar dichos  ejercicios. 

Los  españoles  fueron  de  antiguo  muy  da- 
dos á  esta  clase  de  juegos,  y  su  bizarría  y  ca- 
ballerosidad crecieron,  si  cabe,  con  motivo  de 
la  entrada  de  los  árabes  en  nuestro  suelo.  Los 
adalides  mas  famosos  de  uno  y  otro  bando  me- 
dían sus  armas  en  esta  clase  de  funciones,  no 
por  espirita  de  rivalidad,  sino  por  cortesanía 
y  amor  á  las  bellas.  Las  historias  de  aquella 
época  reOeren  multitud  de  espectáculos  de  es- 
ta naturaleza  tenidos,  ya  en  las  cói'tes  de  los 
reyes  cristianos,  ya  en  las  de  los  moros.  Omi- 
timos su  relato  por  no  hacer  pesado  este  aril- 
lo, pero  referiremos  en  pocas  palabras  el  de- 
safio ó  torneo  concertado  entro  Carlos  de  Va- 
tois  y  Pedro  IIJ  de  Aragón,  con  cíen  caballe- 
ros tle  cada  parte,  con  motivo  de  la  posesión 
del  reino  de  Sicilia,  que  correspondía  á  la  es- 
posa del  segundo,  y  que  el  primero  le  dispu- 
tan;!. El  palenque  alzóse  en  el  territorio  del  rey 
de  Inglaterra,  y  tan  crecido  fué  el  número  de 
caballeros  nacionales,  estrnngevos  y  aun  del 
nando  contrario,  que  se  ofreció  al  monarca 
aragonés,  que  receloso  del  éxito  Carlos  de  Va- 
lois,  rogó  al  ponliticc  bendijese  el  cartel  de 
desalió.  Pero  esto  era  solicito r  la  prohibición 
del  torneo,  y  asi  on  efecto  sucedió.  El  pontí- 
fice, como  era  natural,  fulminó  graves  censa- 


ras contra  Oárlos  si  concurría  k  la  batalla  y 
contra  el  rey  de  Inglaterra  'si  concedía  terri- 
torió  en  sus  estados  para  que  se  verificase,  pe- 
ro nada  habló  de  Pedro  fi¡ ,  con  quien  tenia 
cortada  su  correspondencia.  En  este  estado,  y. 
á  pesar  de  todo,  dirigióse  éste  disfrazado  coa 
solos  tres  caballeros  ,  á  Burdeos:  presentóse 
al  senescal,  de  Inglaterra  como  un  comisionado, 
del  monarca  aragonés,  éhízose  conducir  al  si-, 
tio  ]i reparado  para  el  combate:  dió.  en  él  va- 
rias vueltas  á  caballo  y  se  descubrió  por.fln. 
Aturdido  el  senescal  instóle  vivamente  á  ques.é 
retirara,  á  causa  del  gran  peligro  que  corría  su 
persona  por  tan  temerario  empeño,  estando 
rodeado  de  numerosos  é  implacables  enemigos: 
convino,  por  fln,  en  ello,  á  condición  no  obs- 
tante de  que  un  escribano  diese  fé  de  su  .lle- 
gada y  de  los  motivos  que  le  obligaban  á  no 
publicarla.  Dejó  escritas  algunas  carias  para 
varios  puntos  de  Europa,  noticiando  su  arribo 
á  Burdeos,  y  salió  de  la  ciudad  con  dirección  á 
■sus  estados,  ¿Pero  á  qué.  cansarnos  en  probar 
las  altas  prendas  de  valor  y  caballerosidad,  de 
los  guerreros  españoles?  Suestes  lectores  co- 
nocen demasiado  nuestra  historia  nacional,  tan 
fecupda  en  lances  maravillosos,  si  bien  oscu- 
recidos ó  tergiversados  algunos  por  la  envi- 
.dia  de  los  estrangeros. 

En  Alemania  tenian  lugar  cada.  tr,cs  años 
solemnes  torneos,  que  servían  de  prueba  de 
nobleza,  porque  el  caballero  que  había  asisti- 
do á  dos  de  ellos,  era  ya  suficientemente  bla- 
sonado y  publicado,  es  decir,  reconocido  por 
noble,  y  llevaba  desde  este  momento  dos  cuer- 
nos ;l)  sobre  la  cimera.de  su  casco.  Los  tor- 
neos dieron  ocasión  á  las  armerías  ó  escudos 
de  armas  á  causa,  dice  un  autor  español,  «de 
las  armas  ó  vestidos  de  que  se  servían  en  esr 
tos  ejercicios  militares;  v.  gr,  los  palos,  che- 
brones  y  sotueres  se  tomaron  de  los  pedazos 
de  las  barreras  y  palenques  que  servían  de 
vallas;  los  roques  y  los  anillos,  de  los  juegos 
y  carreras  de  la  sortija;  las  bandas,  de  las  que 
sacaban  los  caballeros;  y  como  otros  de  estos 
afectaban  llamarse  el  caballero  del  Icón,  del 
águila,  etc.,  quedaron  también  semejantes  ani- 
males por  divisa  (2).» 

Cuantas  solemnidades  públicas,  profanas  ó 
eclesiásticas  tenian  las  naciones,  otras  tantas 
daban  ocasión  á  la  nobleza  de  la  edad  media 
á  lucir  su  ánimo  resuelto,  su  valor  y  apostura 
en  esta  clase  de  juegos.  Natalicios,  matrimo- 
nios, coronaciones  de  reyes,  principes  y  se- 
ñores principales  ;  conquistas,  paces ,  treguas 
y  alianzas,  recibimiento  de  reyes,  principes. 


ti)  Tíngase  presenil!  que  blasón  viene  de  !a pa- 
labra alemana  blasen,  tacaré  sanar  ti  cuerno. 

(2)  Es  preciso  confesar,  no  obstante,  que  la  cien- 
cia del  blasón  fué  estudiada  por  todos  ios  pueblos  an- 
tiguos, si  bien  es  cierto  que  duranle  el  siglo  XI  reci- 
bió una  forma  dcoconoeida:  ..el  blasón  'de  la  edad 
media,  dice  on  autor  moderno,  es  nuevo,  si  .se 
atiende  ñ  sus  reglas;  antiguo,  si  se  consideran  sus 
elementos;  de  todas  ta;  épocas,  si  se  mira  á  su  abr- 
ieto,»        '        ' . 


TORNEO 


360 


embajadores  y  personajes  de  alta  estima,  to- 
dos estos,  y  otros  varios  sucesos,  celebrában- 
se con  juslas  y  ¡órneos. 

Desarrollada  encía  (lia  mas  la  afición  por 
estos  guerreros  pasatiempos,  el  número  de 
combatientes  (pie  en  ellos  querían  tomar  par- 
te, creció  de  un  modo  sorprendente.  Hubo  tor- 
neos, en  que  se  presentaron  quince,  treinta, 
cincuenta  y  aun  cisn  caballeros  de  un  bando 
contra  igual  número  del  opuesto.  Tuvieron  gran 
parte  en  ello  el  espíritu  de  galantería  y  las 
ideas  caballerescas  que  se  apoderaron  de  los 
nobles  de  la  edad  media;  pues  niugtino  había 
que  no  consagrase  su  pensamiento  y  sus  triun- 
fos á  una  dama,  ni  señora  que  no  graduase 
por  la  suerte  y  ardimiento  que  en  la  pelea 
mostraba  el  mérito  de  un  caballero.  Algunos 
de  estos,  tan  lieros  como  indomables  en  el 
combate,  presentábanse  en  público  al  comen- 
zar los  torneos,  en  pos  de  la  señora  de  sm 
pensamientos,  que  los  conducía  atados  con 
cadenas  de  oro  al  lugar  de  la  liza.  ¡Tal  era,  y 
tan  poderoso  el  influjo  que  la  belleza  ejercía 
en  nuestros  mayores!  Si  no  en  todos  era  tan 
intenso  el  amor  que  á  tanto  se  allanaran,  era, 
no  obstante,  demasiado  profundo  para  que  no 
hicieran  prodigios  de  valor  antes  que  dejarse 
arrebatar  un  objeto  Cualquiera  que  su  dama 
■  les  hubiere  regalado.  Una  banda,  un  brazale- 
te, un  rizo  de  sus  cabellos  ,  era  para  el  ena- 
morado caballero  la  joya  mas  preciada,  y  no 
trocara  la  ventura  de  poseerla  por  todas  las 
riquezas  del  universo.  Con  ella  presentábase 
ufano  en  el  palenque,  y  si  por  azar  en  las 
suertes  del  combate  perdíala,  su  dama  se  apre- 
suraba á  remitirle  otra  segunda  prenda,  cuya 
vista  infundía  al  caballero  nuevo  valor  y  lan- 
zábase denodado  á  recuperar  la  primera.  En 
cierto  torneo  celebrado  en  Francia,  encontrá- 
ronse al  finias  damas  con  el  pecho  y  los  bra- 
zos completamente  desnudos,  por  haber  dado 
á  sus  caballeros  cuantos  adornos  y  prendas  de 
su  vestido  llevaban.  Cuando  se  apercibieron  de 
la  descompostura  de  su  trage,  avergonzáronse 
de  la  indiscreción  de  su  entusiasmo,  pero  vien- 
do que  todas  estaban  en  el  mismo  estado,  rié- 
ronse largamente  de  la  aventura  que  habíalas 
hecho  dar  cuanto  encima  llevaban. 

Al  comenzar  este  artículo" dejamos  dichola 
clase  de  armas  que  comunmente  empicaban 
en  los  torneos,  esto  es,  las  corteses;  pero  tam- 
bién hemos  indicado  que  en  algunas  ocasiones 
se  hacia  uso-de  las  llamadas  d  todo  trame  ó 
de  muerte.  Estos  juegos,  cuyo  principal  ob- 
jeto era  amaestrar  á  los  caballeros  en  los  lan- 
ces de  la  guerra,  que  tan  al  vivo  remedaban, 
juegos  por  otra  parte  que  tenían  lugar  casi 
siempre  al  celebrarse  las  fiestas  mus  señala- 
das del  pueblo,  no  podían  llevar  consigo  la 
idea  de  heridas  peligrosas,  desgracias  y'aun 
muerte  de  los  combatientes;  pero  esto  no  obs- 
tante, acontecía  algunas  veces  á  los  que  to- ' 
maban  parte  en  estos  ejercicios  olvidarse  com- ) 
pletamente  de  la  Indole  especial  de  ellos,  y 


ciegos  de  cólera  y  desatentados,  cebarse  en  los 
contrarios  combatientes  para  satisfacer  algu- 
na antigua  enemistad  nacional  ó  particular;  to- 
mar venganza  de  cualquiera  agravio;  dar  rien- 
da suelta  al  odio  ó  la  envidia,  ó  deshacerse, 
en  fin,  de  este  modo  de  un  molesto  rival.  En 
vano  era  que  en  tal  conflicto  los  heraldos  y  re- 
yes de  armas  interpusiéronse  entre  los  com- 
balientes;  asi  sus  razones  é  influencia,  como 
la  autoridad  de  los  jueces  y  el  llanto  de  las 
damas,  eran  ineficaces  para  calmar  las  pasio- 
nes de  que  se  hallaban  poseídos  aquellos  mal 
aconsejados  caballeros. 

Muchos  ejemplos  présenla  la  historia  de 
personas  principales  que  perdieron  su  vida  cu 
el  palenque,  ya  casualmente,  ya  por  los  mo- 
tivos que  acabamos  de  apuntar.  En  II 56  su- 
cumbió en  París  Geoffroy  Plantagemito ,  hijo 
de  Enrique  II,  rey  de  Inglaterra.  En  1 175  mu- 
rieron en  varios  torneos  de  Sujonia  diez  y  aeis 
caballeros,  sucediéudole  también  igual  per- 
cance en  el  mismo  año  á  un  príncipe  de  la 
casa  de  Misnia.  Roberto  de  Jermakn,  conde 
de  Essex  en  Inglaterra,  pereció  en  I2lfi.  Flo- 
rent,  conde  de  Hainant,  y  Felipe ,  conde  de 
lloulogne  y  de  Clermonf,  sucumbieron  en  Cor- 
bie  el  año  f223,  asi  como  también  el  conde 
di'  Holanda  en  Nimegue  el  de  1234,  Gilber- 
to, conde  de  Pembroefc  el  de  1241,  y  Juan, 
marqués  de  Brandebourg  el  de  1269.  Un  el 
torneo  que  tuvieron  en  Chalón  el  año  1274  el 
rey  Eduardo  y  los  ingleses  contra  et  conde 
de  Chalón  y  los  Bourguignons  quedaron  ea 
el  campo  muchos  caballeros,  de  suerte  que  sa 
conocía  este  torneo  bajo  el  nombre  de  peque- 
ña guerra  de  Chalón.  Fué  gravemente  herido 
en  1279  el  conde  de  Clermont,  y  Luis,  hijo 
del  conde  palatino  del  Ilhin,  perdió  la  vida  en 
1289:  igual  suerte  sufrieron  Juan,  duque  de 
Brabante,  en  1294,  y  cuarenta  y  dos  caballe- 
ros y  otros  tantos  escuderos,  en  Neuss,  el  año 
1403.  Renunciamos  á  enumerar  mas  desgra- 
cias, si  bien  no  podemos  pasar  por  alto  la 
muerte  en  un  torneo  del  rey  de  Francia-  En- 
rique II,  en  1559,  la  del  caballero  aragonés 
Esberte  de  Claramonte,  en  el  paso  honroso 
de  Suero  de  Quiñones,  el  año  1434,  y  la  del 
principe  Enrique  Borbon-Montpensier ,  ea 
Orteans,  el  de  1530. 

La  Iglesia  desde  luego  trató  de  poner  re- 
medio á  estas  desgracias,  prohibiendo  los_  (ór- 
neos, y  negando  sepultura  eclesiástica  á  loa 
que  eu  ellos  morían;  cuyas  disposiciones  se 
mandaron  observar  por  nuestra  leyes  de  Par- 
tida (I).  Eugenio  //por  los  años  de  827, Ino- 

(ti  La  ley  10,  fíf.  Xltt,  Partida*.»,  dice  as¡:«rit- 
so  por  pena  (la  Iglesia)  n  los  que  enlrasscn  en  «1  M~ 
neamento  e  allí  muriessen,  que  los  non  solcrraücn 
en  el  cementerio  con  los  otros  fieles  chrislianos,  roa- 
Ruer  se  confcssassen,  e  rescibiessen  el  cuerpo  o» 
Nuestro  Sefior:  a  esto  mando,  porque  lo»  ornes  tomas- 
sen  escarmiento,  en  los  que  viessen  soterrar  por  Its 
campos,  ose  guardassen  de  lo  faier  ...  E_  si  alsan 
clérigo  rescibiesso  eu  sepultura  de  su  celesta  a  al?"' 
na  de  las  personas,  a  quien  es  defendido  por  Us  lt- 


361 


TORNEO 


362 


unció  II  por  los  de  1 140,  y  Eugenio  111  en 
e!  concilio  de  Lelran  celebrado  en  1 170  lanza- 
ron sus  anatemas  conlra  los  lómeos,  inocen- 
cia prohibiólos  por  lresaüos  en  el  concilio 
de  León  (1245),  no  pudiéndolos  abolir  comple- 
tamente. Nicolás  ill  escoraulgó  á  cuantos 
combatientes  y  espectadores  concurrieron  á  un 
torneo  celebrado  ^en  Francia  el  año  1279  en 
tiempo  de  Felipe'et  Atrevido.  Finalmente,  Ni- 
colás IV  (12881,  y  Clemente  V  (1313)  renova- 
tod  sus  censuras  conlra  estos  juegos.  No  obs- 
tante, algun  pontífice  parece  que  hubo  que  los 
liennilió  y  aun  asistió  á  ellos;  entre  otros,  Ur- 
bano V,  a  quien  el  rey  de  Francia  Juan  II 
ofreció  el  espectáculo  de  un  torneo,  cuando 
después  de  haber  estado  prisionero  en  Lón- 
dres  por  la  batalla  de  Potiers,  dirigíase  á  la 
ciudad  de  Avignon  con  objeto  de  cruzarse"  (1), 
Algunos  reyes  prohibieron  también  por  su 
parle  los  torneos,  y  entre  ellos,  parece  que  el 
de  Francia  Felipe  Augusto  hizo  jurar  á  sus 
hijos  el  año  1209  no  asistirían  á  ninguna  de 
estas  funciones.  I'ero  después  ele  esta  época, 
los  mismos  reyes  de  Francia  han  combatido 
en  ellos,  entre  otros  Carlos  VI,  Francisco  I 
y  el  desdichado  Enrique  II, 

Ya  por  las  frecuentes  desgracias  ocurridas, 
ya  por  los  anatemas  de  la  Iglesia,  y  ya  sobre 
lodo  por  el  cambio  que  en  las  costumbres  se 
operó,  es  lo  cierto  que  los  torneos  fueron  ca- 
da día  perdiendo  terreno,  dejándose  por  últi- 
mo de  celebrar  completamente.  «Con  la  aboli- 
ción de  los  torneos,  dice  Vohaire,  desapare- 
ció el  antiguo  espíritu  de  la  caballería,  sobre.- 
viviendo  solo  en  los  romances.  Ese  espíritu, 
no  obstante,  reinaba  todavía  en  tiempos  de 
Francisco  I  y  Carlos  V.  Empero,  encerrado  en 
su  palacio  Felipe  ÍI,  no  hubo  en  España  otro 
mérito  que  el  de  la  sumisión  á  su  voluntad. 
La  Francia,  después  de  la  muerte  de  Enri- 
que II  fué  presa  del  fanatismo  y  asolada  pol- 
las guerras  de  religión.  La  Alemania,  dividida 
en  católicos  romanos,  luterauos  y  calvinistas, 
olvidó  todos  los  usos  caballerescos,  y  el  espí- 
ritu de  intriga  destruyólos  en  Italia  (2).» 

El  sitio  en  que  se  verificaban  los  torneos 
era  generalmente  una  plaza  pública,  un  espa- 
cioso circuito  ó  tela  magnifica:  á  su  derredor 
colocábanse  dos  órdenes  de  barreras,  desple- 
gando en  todo  gran  lujo  de  adornos,  tapices, 
banderas,  gallardetes,  escudos  de  armas,  etc. 
Construíanse  varios  labiados  suntuosos  para 
las  personas  reales,  nobleza,  jueces  del  cam- 
po y  de  paz,  y  caballeros  esperimentados,  re- 
yes de  armas,  farautes,  persevantes,  músicos 

¡fei  (léale  Ululo,  o  lo  snlc rrasse  olro  cualquier  en  ee- 
Jifijitrio  de  dglcíia  redada,  puédelo  vedar  su  perla- 
do <le  oficio  e  beneficio,  fasta  que  venga  a  emienda 
"el  yerro  que  lito.» 

jt)  La  ley  87,  ¡ti.  V,  Partida  t.s  prohibe  á  los 
odesiisiicos  jnp;ar,  catar  y  asistir  i  las  funciones  de 
loros  y  oirás  bestias  bravas,  bajo  pena  de  privación 
«e  olicio  por  cierto  tiempo  seiiun  ios  casos,  pero  ffa-f 
<la  dice  de  los  torneos. 

i»  Eisay  mr  tet  moeart,  cap.  ICIX. 


y  otros  varios.  El  pueblo  ocupaba  un  lugar  es- 
pecial. Cerca  del  palenque  elevábanse  algu- 
nas tiendas  para  los  caballeros,  escuderos, 
criados  y  oficiales  destinados  al  servicio  efe  la 
plaza.  Anunciábanse  los  ¡órneos  con  bastante 
anticipación  para  que  los  combatientes  se  fue- 
ran preparando,  y  dirigíanse  á  las  córtes,  casti- 
llos y  ciudades  populosas  los  heraldos  y  reyes 
de  armas  con  los  carteles  de  desafío.  Mientras 
tanto  se  hacían  todos  los  preparativos  para  el 
dia  de  la  tiesta.  La  víspera  de  este  corrían  los 
escuderos  una  especie  de  justa  con  armas  li- 
geras y  poco  peligrosas,  que  se  llamaba  jjrue- 
6a,  ensayo  ó  esgrima.  Según  iban  llegando 
los  caballeros  al  lugar  de  la  cita,  colgaban  sus 
escudos  de  armas,  en  un  sitio  público,  como  el 
patio  del  castillo  ó  los  claustros  de  alguna  igle- 
sia ¿monasterio.  Un  rey  de  armas  decía  á  todos 
los  que  á  verlos  iban,  los  nombres  de  los  caba- 
lleros á  quienes  pertenecían.  Según  las  leyes 
del  buen  rey  Relié,  solo  podian  hacer  armas 
los  príncipes,  ó  á  lomas  los  altos  barones.  Pa- 
ra tomar  parte  en  el  torneo  era  preciso  que  el 
escudo  quedara  intacto,  que  no  hubiera  nada 
que  tildar  en  él,  pues  si  alguna  dama  ó  caba- 
llero se  hal(aban  ofendidos  de  cualquier  modo, 
por  alguno  de  los  que  á  combatir  se  prepara- 
ban, podia  íocar  ó  volver  su  escudo,  y  con 
solo  esto  se  daba  parle  inmediatamente  á  los 
jueces,  los  cuales  disponían,  después  de  un 
maduro  esámen,  la  clase  de  castigo  que  debia 
sufrir  aquel  mal  caballero.  Si  á  pesar  de  todo, 
osaba  éste  presentarse  en  la  liza,  descarga- 
ban sobre  él  los  demás  combatientes  gran  nú- 
mero de  golpes  de  lanza,  y  solo  por  los  rue- 
gos y  compasión  de  las  damas  podia  librarse 
el  desdichado  que  olvidado  había  los  deberes 
de  su  clase.  El  día  del  combatej  notábase  des- 
de el  amanecer  gran  animación  y  contento  en 
la  ciudad:  preparábanse  todos  á  acudir  al  si- 
tio señalado,  desplegando  todos,  según  sus 
clases  y  posición  gran  lujo  en  trages,  caballos, 
paramentos,  arneses,  adornos,  armas,  etc. 
Dada  la  señal  conveniente,  al  son  de- instru- 
mentos marciales,  que  alegraban  los  ánimos 
con  ciertas  fanfarrias,  presentábanse  los  ca- 
balleros en  la  liza^con  gran  aparato  y  nume- 
roso séquito.  Las  leyes  comunes  de  esta  clase 
de  ejercicios  consistían  en  no  herir  de  punta; 
en  no  pelear  fuera  de  filas,  ni  varios  contra 
uno  solo;  en  no  hacer  armas  contra  el  caballo; 
en  no  descargar  golpes  al  adversario  mas  que 
en  el  rostro  y  entre  los  cuatro  miembros,  es 
decirí  en  el  pecho;  en  no  herir  al  caballero 
que  se  alzara  la  visera.  Las  damas  elegian  un 
juez  de  paz  para  recordar  la  clemencia,  cuan- 
do por  alguna  falla  de  cortesía  ó  violación  de 
las  leyes  de  caballería,  un  combatiente  se  veia 
rodeado  de  muchos  adversarios.  Difícil  es  pin- 
tar el  interés  con  que  se  seguían  los  mas  pe- 
queños movimientos  de  los  caballeros,  y  difí- 
cil lambien  describir  la  animación,  el  júbilo 
con  que  se  aplaudían  las  suertes  y  lances  en 
que  mas  se  distinguían  la  pericia  y  valor  de 


363 


TORNEO 


364 


los  combatientes.  El  vencido  y  sus. aunas  y  ca-  r 
ballos  quedaban  por  lo  común  á  disposición 
del  vencedor.  Entre  nosotros  asi  lo  dispone 
una  ley  de  Partida  (i),  y  tanto  en  la  legisla- 
ción como  en  la  costumbre,  apoyábase  don 
Quijote  al  querer  se  presentasen  i  Dulcinea 
aquellos  á  quienes  había  vencido.  La  última 
suerte  que  se  corria  en  los  torneos  llamábase 
el  golpe  6  la  parta  de  las  damas. 

Los  vencedores  .eran  saludados  con  frené- 
ticas aclamaciones  y  prolongados  aplausos,  al 
compás  de  marchas  marciales:  en  triunfo  eran 
conducidos  á  recibir  de  manos  de  los  , jueces  ó 
de  las  damas  los  premios  ofrecidos,  que  apre- 
surábanse ellos  á  deponer  á  los  pies  do  las  se- 
ñorasde  sus  pensamientos.  Luego  en  palacio 
celebrábase  casi  siempre  un  suntuoso  banque- 
te en  que  los  vencedores  eran  objeto  de  laS 
mayores  atenciones  de  parte  do  las  damas  y 
caballeros. 

Tenían  lugar  en  los  torneos  varios  juegos 
de  distintos  nombres,  como  el  carrusel',  la 
sotlija,  la  quintería,  ademas  de  arrojarse  el 
dardo,  romperse  lanzas,  etc.  Consistía  el  car- 
rusel én  una  fiesta  militar  con  earros  y  deco- 
raciones, en  que  so  representaban  bechos  de 
los  antiguos  héroes  y  paladines.  Uno  de  los 
"mas  célebres  es  „el  dado  en  Berlín  por  el  rey 
de  Rusia  el  año  1750;  pero  el  mas  magm'fico 
'y  singular  fué  el  de  San  Petersburgo ,  dado 
por  Catalina  II,  en  el  cual  las  damas  corrieron 
con  los  caballeros,  y  ganaron  el  premio.  Era 
la  sorlija  un  ejercicio  sin  peligro  cu  que  mar- 
chando los  caballos  al  gran  galope,  debían  los 
gioetes  ensartar  un  anillo  colgado.  La  quinte- 
ría era  im  juego  en  que  ..descarga lian  sus  gol- 
pes á  un  maniquí  movible,  dispuesto  sobre  un 
eje  de  tal  modo,  que  herido  en  la  [rento  se  vol- 
vía y  asentaba  un  fuerte  garrotazo  sobre  el 
torpe  asaltador:  otras  varias, suertes  tiabia  que 
fuera.largo  enumerar. 

Una  de  las  empresas  mas  arriesgadas  á  qiie 
se  dedicaban  los  caballeros >de  la  edad  media, 
era  sin  duda  lo  que  se  llamaba  paso  de  armas: 
en  ninguna  como  en  ella  mostrábase  mas  á 
las  claras  el  valor  que  distinguía  á  aquellos  au- 


(I).  ,He  aqui  lo  que.  dice  la  ley  IB,  lit.  XXVI,  Par- 
tida %a:  (r  el  torneamienlo,  que  se  fafce  por  razón 

de  vsar  las  armas,  e  non  por  matarse,  nín  por  olra 

enemistad  que  los  ornes  ouiess.e»  vnos  con  oíros  

con  loilo  lo  que  y  ganasse,  doue  ser  suyo,  c  non  ha 
de  partir  con  ninguno,  nin  dar  quinto,  uin  derreho 
al  rey,  nin  á  otro  señor  que  aya.  E  aun  si  aeaescie- 
re,  quealgun  cnuallero  fuesse  y  preso,  puede  y  bien 
llenar  aqiiel  que  le  pri»io,  tamaña  quanlia  de  aner, 
segund  la  postura  que  ante  niiiesc  piieS'to,  que  aquel 
torncamientn  eotiienrafsc.  I!  si  aíliiíjeSB  que  algunos 
se  remoniessen,  e  ouiesen  de  justar  uno  por  otro  tan 
solamente'de  laucas,  el  que  derribase,  auria  el  cana- 
lio  del  derribarlo,  de  aquella  manera  que  lo  fallasse, 
armado,  o  por  armar.  1L  tiesto  non  ha  de  (Jar  parte, 
nin  derecho  á  ninguno.  Mas  si  por  aventura  fuesse, 
que  lidiassen  en  prncua  uno  por  otro,  o  mas  por  ra- 
zón de  ricplo,  deuen  los  vep -edores  auer  pa'ra  si  ,  to- 
das las  co^as  que  ganaren  de  los  vencidos.  E  non 
deuen  dello  dar  parte,  nin  derecho  íi  ninguno.  Fue- 
ras ende,  si  aquello  que  iraxessen  los  vencidos,  tp 
iju  ó  alguna  partida  dello  fuesse  de  otro,* 


tiguos  guerreros,  siempre  ganosos  de  gloria, 
Eran  los  pasos  un  combale  que  sostenían  su. 
jeto  á  ciertas  reglas  y  por  cierto  mímero  de 
dias ,  uno  ó  varios  caballeros  ,  con  cuantos 
acertaban  á  pasar  por  las  inmediaciones  rJel 
castillo,  puente,  camino  ú  encrucijada  en  que 
se  situaban  y  se  proponían  defender.  La  Mí- 
loria  bace  mención  de  varias  empresas  de  esta 
clase,  pero  ninguna  es  tan  famosa  como  la 
que  llevó  á  cabo  el  español  Surtro  de  Qui- 
ñones con  su  paso  honroso  de  la  puente  dt 
Orbigo.  Tanlo  por  esta  circunstancia,  como 
por  ser  una  cosa  enteramente  nacional,  damos 
á  continuación  un  estrado  del  libro.  o  íbu 
bien  acta  ,  que. se  redactó,  comprensiva  di; 
cuantos  hechos  particulares,  desafios;  carteles, 
mensages,  carias,  juramentos,  etc.,  tuvieron 
lugar  en  estai  famosísima  empresa.  I'or  olra 
parte,  el  libro  de  que  hablamos  es  la  desetipejoh 
mas  acabada  que  puede  presentarse  de  los  tor- 
neos de  la  edad  media,  pues  este  ofreció  cuan- 
tos lances  y  acontecimientos  tenien  lugar  en 
todos  y  cada  uno  de  ellos.  Copiamos  testual-  ' 
mente  largos  trozos  de  la  relación  oficial  del 
paso  honroso,  por  conservar  su  estilo  especial 
y  la  fórmula  precisa  de  sus  curíeles,  juramen- 
tos, etc.,  asi  como  hacemos  uso  de  sus  mis- 
mas palabras  al  calificar  los  caballeros  ó  los 
sucesos  que  ocurrieron.  He  aqui  la  relación; 

El  paso  honrosa  fué  defendido  «por  el  ge- 
neroso de  magnánimo  corazón,  forzado  de 
gran_  virtud ,  honorable  caballero  Suero  de 
Quiñones» ,  cerca  deb  puente  de  Orbigo ,  dis- 
tante seis  leguas  francesas  rlí  León  y  tres  de 
Astorga,  por  espacio  de  treinta  dias,  desde  el 
10  de  julio  de  1434  al  9  de  agosto  siguiente 
Dicho  año  «fué  de  jubileo  ó  perdonanzas,  re- 
misión otorgada  al  bienaventurado  npúsiol 
Sanliagoii,  cuya  festividad  cayó  en  domingo. 

Nueve  lijos-dalgó  de  limpia  sangre,  roga- 
ron muy  estrechamente  á  Suero  de  Quiñones, 
los  admitiera  por  particioneros  de  la  honrosa 
empresa  que  pensaba  acomeler.  Recibiólas,  en 
efecto  por  tales,  siendo  sus  nombres .los  si- 
guientes, con  las  calificaciones  que  de  ellos 
liace  el  Libro  del  passo  honroso: 

«K  Honrado,  virtuoso,  discreto  y  genero- 
so caballero  Lope  de  Estúñiga ,  hijo  del  muy 
famoso  y  honorable  caballero,  mariscal  que 
fué,  lingo  de  Eslóñiga  ,  nieto  del  muy  ilustre 
é  magnifico  don  Carlos,  rey  , que  fué  de  Na- 
varra; 

u2.  Diego  de  Basan  ,  hijo  del  honrado  y 
famoso  caballero  Pero  Jluiz  áCBStíSMj; 

Pedro  de  Nava,  hijo  del  honrado  y 
famoso  caballero  Jlossen  Suero  de  Nava,  afi- 
liado que  fué  del  rey  don  Fernando  de  Arugui); 

n 4.  Alvaro,  hijo  del  honrado  Alvar  Comea 
de  fjumones; 

» 5.  Sancho  de  Ravanal,  hijo  deí  honrado 
Juan  Arias  de  Ravanal,  nieto  del  muy  fumoso 
caballero  Suero  de  guiñones; 

ni!.  Lope  da  Aller ,  pariente  de  Sueru 
Quiüonesj  A :* 


TORNEO 


»7,  Diego  de  Venavides ,  nieto  del  hon- 
rado caballero  Gonzalo' Alfonso  de  Venavides; 

»8.  Pedro  de  los  Rios,  criado  del  muy  ho- 
norable, famoso  y  gerierosó  don  Fadrique,  al- 
mirante de  Castilla,  y  sobrino  del  muy  famo- 
so mariscal  Diego  Fernandez  de  Córdoba,  señor 
de  Baena;  y 

«9.  Goinez  de  Vülacoria,  sobrino  del  hon- 
rado y  famoso  caballero  Luis  de  Almanza ,  se- 
ñor de  Alcañices.» 

Con  los  sostenedores  del  paso  honroso, 
fueron  como  jueces  los  honorables  y  discre- 
tos caballeros  virtuosos  y  antiguos  Pero  Bar- 
ha  v  (jumes  Arias  de  Quiñones,  acompa.ña- 
dos'de  varias  otras  personas  y  del  escribano 
del  rey  y  notario  público  de  so  corte  y  reinos, 
Pero  Rodrigues  Deleita,  que  fué  el  encarga- 
do de  escribir  la  relación.  También  marcha- 
ron varias  dueñas  para  et  cuidado  y  asistencia 
de  los  caballeros  Heridos.' 

El  1.°  de  enero  de  1434,  á  la  primera  ho- 
ra de  la  noche,  y  mientras  el  rey  con  su  fami- 
lia y  la  corte  estaba  era  Medina  del  Campo  en 
grandes  fiestas  é  gasajado  ,  presentáronse 
en  la  real  cámara  Suero  de  Quillones  y,  sus 
compañeros;  besaron  al  rey  pies  y  maños,  y 
un  faraute  ó  avanguarda  leyó  la  siguiente 
petición 

«Deseo  justo  é  razonable  es,  los  que  en 
prisiones,  o  fuera  de  su  libre  poder  son,  desear 
¡iberliid:  é  como  yo  vassallo  é  natural  vuestro 
sea  en  prisión  de  una  señora  de  gran  tiempo 
ncá,  en  señal  de  lo  qual  todos  los  jueves  traygo 
i  mi  cuello  este  (ierro,  segund  notorio  sea  en 
vuestra  magnifica  corte,,  é  reynos  é  fuera  de- 
llos  por  los  farautes,  que  la  semejante  prisión 
con  mis  armas  han  llevado.  Agora,  pues,  po- 
deroso sejjor,  en  nombre  del  apóstol  Sanctiago 
yo  he  concertado  mi  rescate,  el  cual  es  tres- 
cienlas  lanzas  rompidas  por  el  asta  con  Cerros 
de  Milán,  de  mi  édestos  caballeros,  que  aqui 
son  en  estos  arneses,  segund  mas  complida- 
mente  en  estos  capítulos  se  contienen,  rom- 
piendo con  cada  caballero  ó  gentil-orne,  que 
alli  verná,  tres,  contando  la  que  fisciere  san- 
gre, por  rompida  en  este  año,  del  qual  hoy 
es  el  primero  dia.  Conviene  saber,  quince 'días 
untes  del  Apóstol  Santiago  abogado  e  guiador 
de  vuestros  subditos,  é  quince  días  después, 
salvo  si.  antes  deste  plazo  mi  rescate  fuere  com- 
plido  Eslo  será  en  el  derecho  camino  por  don- 
de las  mas  gentes  suelen  passar  para  la  cib- 
dad  donde  su  sancta  sepultura  eslá,  certifican- 
do á  todos  los  caballeros  'ó  gentiles-ornes  es- 
trangeros  que  alli  se  fallaren,  que  alli  fallarán 
arneses,  é  caballos,  é  armas  é  lanzas,  tales, 
que  qualquier  caballero  ose  dar  con  ellas  sin 
temor  de  las  qoébrar  con  pequeño  golpe.  E  no- 
torio sea^í  lodas  las  señoras  de  honor,  que 
cualquiera  que  fuere  por  aquel  lugar  do  yo 
seré,  que  si  non  llevare  caballero  ó  gentil-orne, 
(|ue  faga  armas  por  ella,  que  perderá  el  guan- 
te de  la  mano  derecha.  Mas  lo  dicho  se  en- 
tienda salvando  dos  cosas:  que  vuestra  mages- 


tad  real  non  ha  de  entrar  en  estas  pruebas,' 
ni  el  muy  magníQco  señor  condestable  don  Al- 
varo de  Luna.» 

El  rey,  después  de  conferenciar  con  la  no- 
Meza,  concedió  el  permiso  que  solicitaba,S«a- 
ro  de  Quiñones,  diciendo  en  consecuencia  en 
alta  voz  el  avanguarda:  «Sepan  todos  los  ca- 
balleros é  genliles-omes  del  muy  alto  rey 
nuestro  señor,  como  él  da  licencia  á  este  ca- 
ballero para  esta  empresa,  guardadas  las  con- 
diciones, que  nin  el  rey  nuestro  señor,  nin 
su  condestable  entren  en  ella.»  Quitado  el 
almete,  Quiñones  subió  al  estrado  en  que  es- 
taba el  rey,  á  quien  dirigió  la  palabra  en  los 
términos  siguientes:  «Muy  poderoso  señor, 
yo  tengo  en  mucha  merced  á  vuestra  gran  alta 
señoría,  otorgarme  esta  licencia  que  yo  dispues- 
to fui  á  vos  demandar;  pues  tanto  necesaria 
á  mi  honor  era:  é  yo  espero  en  el  Señor  Dios, 
que  yo  le  serviré  á  vuestra  real  magestad, 
segund  que  han  servido  aquellos  donde  yo 
vengo  á  los  poderosos  príncipes  de  que  vues- 
tra esclarecida  magestad  desciende.»  Desar- 
mados luego  los  caballeros,  tomaron  parte 
en  las  danzas,  concluidas  las  cuales,  publicá- 
ronse los  capítulos  que  debian  observarse  erí 
la  empresa  del  Paso  honroso.  Decían  asi: 

«En  el  nombre  de  Dios,  é  de  la  bienaven- 
turada Virgen  Nuestra  Señora  é  del  apóstol 
señor  Sanctiago,  yo  Suero  de  Quiñones,  ca- 
ballero é  natural  vassallo  del  muy  alto  rey  de 
Castilla,  é  de  la  casa  del  magnifico  señor  su 
condestable,  notifico  é  hago  saber  las  condi- 
ciones de  una  mi  empresa,  lacaal  yo  notifiqué 
dia  primero  del  año  ante  el  muy  poderoso  rey 
ya  nombrado:  las  cuales  son  las  que  por  su 
ónleu  parecen  en  los  capítulos  de  yuso  es- 
criptos. 

I.  «El  primero  es,  que  á  todos  los  caballe- 
ros é  gentiles-ornes,  á  cuya  noticia  verná  el 
presente  fecho  de  armas,  les  sea  manifiesto, 
que  yo  seré  con  nueve  e'aballeros,-que  comigo 
serán  en  la  deliberación  de  la  dicha  mi  prisión 
é  empresa,  en  el  passo  cerca  de  la  puente  de 
Orbigo,  arredrado  algún  tanto  del  camino, 
quince  días  antes  de  !a  Gesta  de  Santiago,  fas- 
la  quince  dias  después,  si  antes  deste  tiem- 
po mi  rescate  non  fuere  cumplido.  El  qual  es 
trescientas  lanzas,  rompidas  por  el  asta  con 
fierros  fuertes  en  arneses  de  guerra,  sin  es- 
curto  ni  u  tarja,  nin  mas  de  una  dobladura -so- 
lí re  cada  pieza. 

n.  «El  segundo  es,  que  alli  fallarán  todos 
los  caballeros  estrangeros  arneses,  caballos 
é  lanzas,  sin  ninguna  mejoría  de  mí,  nin  de 
los  caballeros,  que  comigo  serán.  E  quien  sus 
armas  quisiere  traer  podrido  fascer. 

III.  «El  tercero  es,  que  correrán  con  cada 
uno  dé  los  caballeros  ó  gentiles  ornes  que  ay 
vinieren,  tres  lanzas  rompidas  por  el  asta:  con- 
tando por  rompida  la  que  derribare  caballero 
ó  fisciere  sangre. 

IV.  «El  cuarto  es,  que  cualquiera  señora 
de  honor,  que  por  alli  passare  ó  á  media  len- 


367 


TORNEO 


363 


gua  dende,  que  si  non  llevare  caballero,  que 
por  ella  faga  las  armas  ya  devisadas,  pierda  el 
guante  de  la  mano  derecha. 

V.  «El  quiuto  es,  que  si  dos  caballeros  ó 
mas  vinieren,  por  salvar  el  guante  de  alguna 
señora,  será  rescebido  el  primeroi 

YI.  «El  sesto  es,  que  porque  algunos  non 
aman  verdaderamente,  é  querrían  salvar  el 
guante  demás  de  una  señora;  que  non  lo  pue- 
dan fascer,  después  que  se  ovleren  rompido 
con  61  las  tres  lanzas. 

Y1I,  uEl  sétimo  es,  que  por  mi  serán  nom- 
bradas tres  señoras  deste  reiuo  á  los  farautes, 
que  allí  comigo  serán  para  dar  fé  de  lo  que 
passare-  é  asseguro,  que  non  será  nombrada 
la  señora  cuyo  yo  soy,  salvo'por  sus  grandes 
virtudes:  é  al  primero  caballero,  que  viniere 
á  salvar  por  armas  el  guante  de  cualquiera  de- 
lias  contra  mí,  le  daré  un  diamante. 

YIII,  «El  octavo  es,  que  porque  tantos  po- 
drían pedir  las  armas  de  uno  de  nos,  ó  de  dos 
que  guardamos  el  passo,  que  sus  personas  non 
bastarían  á  tanto  trabajo,  ó  que  si  basfassen, 
non  quedaría  lugar  á  los  oíros  sus  compañe- 
ros, para  fascer  armas;  sepan  todos  que  nin- 
guno ha  de  pedir  á  ninguno,  nin  ha  de  saber 
coa  quien  justa,  fasta  las  armas  eomplidas: 
mas  al  tanto  estarán  ciertos,  que  se  fallarán 
con  caballero  ó  gentil-orne  de  todas  armas  sin 
reproche. 

IX.  «El  nono  es,  que  si  alguno  (non  em- 
peciente lo  dicho)  después  de  las  tres  lanzas 
rompidas  quisiere  requerir  y  alguno  de  los  del 
paso  señaladamente,  envíelo  á  descir,  que  si 
el  tiempo  lo  sufre  romperá  con  él  otra'lanza. 

X.  «El  deceno  es,  que  si  algún  caballero  ó 
gentil-orne  délos  que  a  justar  vinieren,  qui- 
siere quitar  alguna  pieza  del  arnés  de  las  que 
por  mi  son  nombradas,  para  correr  las  dichas 
lanzas,  ó  de  alguna  dellas,  envíenmelo  á  des- 
cir, é  serie  ha  respondido  de  gracia,  si  la  ra-, 
zon  é  el  tiempo  lo  sufriere, 

XI.  «El  onceno  es,  que  con  ningún  caba- 
llero, que  ay  viniere,  serán  fechas  armas,  si 
primero  non  disce  quien  es,  é  de  donde. 

XII.  «El  doceno  es,  que  si  algún  caballe- 
ro, fasciendo  las  dichas  armas,  incurriere  en 
algún  daño  de  su  persona  ó  salud  (como  suele 
acontecer  en  los  juegos  de  armas),  yo  le  daré 
allí  recabdo ,  para  ser  curado,  también  como 
para  mi  persona,  por  todo  el  tiempo  necesa- 
rio é  por  mas. 

XIII.  «El  treceno  es,  que  si  alguno  de  los 
caballeros,  que  comigo  se  probaren  ó  con  mis 
compañeros,  nos  ílciereu  ventaja,  yo  les  asse- 
guro á  fé  de  caballero,  que  nunca  les  será  de- 
mandado por  nosotros  nin  por  nuestros  pa- 
rientes ó  amigos, 

XIV.  ,  «El  catorceno  es,  que  qualquiera  ca- 
ballero ó  geñtil-ome,  que  fuere  camino  dere- 
cho de  la  sancta  romería,  non  acostándose  al 
dicho  lugar  del  passo  por  mi  defendido,  se  po- 
drá ir  sin  contraste  alguno  de  mi  nin  de  mis 
compañeros,  á  cumplir  su  viage 


XV:  «El  quinceno  es,  que  qualquiera  caba. 
llei;o  que,  dexado  el  camino  derecho,  viniere 
al  passo  defendido  é  por  mí  guardado,  non  se 
podrá  de  ay  partir  sin  fascer  las  armas  di- 
chas, ó  dexar  una  arma  de  las  que  llevare,  6 
la  espuela  derecha,  so  fé  de  jamás  traer  aque- 
lla arma  ó  espuela,  fasta  que  se  vea  en  fecho 
de  armas  tan  peligroso,  ó  mas  que  este,  ei 
que  la  de^a. 

XVI.  «El  sexto  décimo  es,  que  si  qual- 
quicr  caballero  ó  gentil-ome  de  los  que  comi- 
go estarán,  matare  caballo  á  qualquiera  que 
allí  viniere  á  fascer  armas,  que  yo  se  lepa- 
garé:  é  si  ellos  mataren  caballo  a  qualquiera 
de  nos,  bástele  la  fealdad  del  encuentro  por 
paga. 

XY1I.  «El  decisieteno  es,  que  si  qualquier 
caballero  ó'genlil-ome  de  los  que  armas  Hi- 
cieren, encontrara  á  caballo,  si  el  que  corrie- 
re con  él  le  encontrare  poco  ó  mucho  en  el 
arnés,  que  se  cuente  la  lanza  de  este  por  rom- 
pida, por  la  fealdad  del  encuentro  del  que  al 
caballo  encontrare. 

XVIII.  «El  deciocheuo  es,  que  si  algún  ca- 
ballero ó  gentil-ome  de  los  que  á  fascer  arma 
vinieren,  después  de  la  una  lanza  ú  de  las  doi 
rompidas,  por  su  voluntad  non  quisiere  fascer 
mas  armas,  que  pierda  la  arma,  ó  la  espuela 
derecha,  como  si  non  quisíesse  fascer  ninguna. 

XIX.  «El  décimo  nono  es,  trae  allí  se  darán 
lanzas  6  fierros  sin  ventaja  á  todos  los  del  rei- 
no, que  llevaren  amias  é  caballo,  para  fascer 
con  las  suyas,  en  caso  que  las  lleven,  por  qui- 
tar la  ventaja. 

XX.  '«El  veinteno  es,  que  si  algún  caba- 
llero en  la  prueba  fuere  ferido  en  la  primera 
lanza,  en  la  segunda,  tal  que  non  puede  ar- 
mas fascer  por  aquel  dia,  que  después  noa  sea- 
mos tenudos  á  fascer  armas  con  él ,  aunque 
las  demande  otro  dia. 

XXI.  «El  veinte  é  uno  es,  que  porque  nin- 
gún caballéro  ó  gentil-ome  dexe  de  venir  i 
la  prueba  del  passo  con  recato  de  que  non  se 
te  guardará  justicia  conforme  á  su  valor;  alli 
estarán  présenles  dos  caballeros  antiguos  i 
probados  en  armas  é  dignos  de  fé,  é  dos  fa- 
rautes, que  farán  á  los  caballeros  que  á  prue- 
ba venían,  que  juramento  apostólico  é  lioate- 
ge  les  farán  de  estar  á  todo  lo  que  .ellos  les 
mandaren  acerca  de  las-dichas  anuas.  F,  los 
sobredichos  dos  caballeros  jueces  é  farautes 
igual  juramento  les  farán  de  los  guardar  de  en- 
gaño, é  que  juzgarán  verdad,  segund  razón  t 
derecho  de  armas.  E  si  alguna  dubda  de  nuevo 
(allende  lo  que  yo  en  estos  mis  capítulos  es- 
cribo) acaesciese,  quede  á  discreción  de  ®0' 
líos  juzgar  sobre  ello;  porque  non  sea  escon- 
dido el  bien,  ó  ventaja  que  en  las  armas  algu- 
no ílsciese.  E  los  farautes,  que  alli  esUrwi. 
dará  signado  á  qualquiera  que  lo  demandare, 
lo  que  con  verdad  cerca  dello  fallaren  aver 
sido  fecbn.  ,  . 

XXII.    «El  veintidoseno  capitulo  do  mi  deli- 
beración es,  que  sea  notorio  á  todos  los  bcíip- 


3G9 


TORNEO 


370 


res  tlcl  mundo,  é  á  los  caballeros  é  geñüles- 
omes,.  que  los  canitulos  susodichos  oirán,  que 
sí  la  señora  cuyo  yo  soy,  passáre  por  aquel  lu- 
¡rar;  que  podrá  ir  segura  su  mano  derecha  de 
perder  e!  guante;  é  que  ningún  genlil-orae  fará 
por  ella  armas  sin  yo;  pues  que  en  el  mundo 
non  ha  quien  lan  verdaderamente  las  pueda 
fascercomo  yo.» 

Luido  es  lo,  Suero  de  Quiñones  'entregó  á 
lAOn,  (tj  rey  de  armas,  la  siguiente  carta  fir- 
mada de  su  nombre  y  sellada  con  sus  armas: 

«León,  rey  de  armas,  vos  diréis  á  todos  los 
reyes,  duques,  principes  é  señores,  á  cuyas 
setarias  vos  llegaredes,  que  como  yo  haya  sói- 
do en  prisión  de  una  señora  de  mucho  tiem- 
po acá,  é'como  yo  haya  concertado  mi  rescate 
en  trescientas  lanzas  rompidas  por  el  asta,  é 
como  sin  ayuda  de  caballeros,  que  consigo  é 
con  mis  ayudadores  justen,  non  pueda  llegar 
á  efecto  mi  rescate,  vos  les  ofrecéis  mis  nie- 
go*, pidiéndoles  por  gentileza '  é  por  amor  de 
sus  señoras,  les  plega  venir  en  mi  socorro.  E 
á  los  dichos  revi-í,  duques,  principes  ó  seño- 
res, con'  la  reverencia  á  sus  personas  debida 
suplicareis,  que  á  contemplación  mia  plega  á 
sus  señoras  dar  graciosas  é  otorgar  licencia  á 
sus  caballeros  6  gentilcs-omes,  para  venir  á 
la  dicha  mi  deliberación.  E  porque  los  reyes, 
duques  6  principes,  que  en  amistad  son  con 
el  muy  alio  rey  de  Castilla  mi  señor,  non  ha- 
yan á  enojo  la  dicha  mi  empresa  sér  traída  á 
sus  reynos;  vos  faredes  ciertas  á  sus  señorías, 
como  el  rey  mi  señor,  viendo  el  dicho  rescate 
mío  non  poder  ser  complido  de  ligero  sin  com- 
pañía de  muchos,  caballeros  é  gentiles- ornes,  á 
mi  contemplación  dio  licencia  á  todos  sus  na- 
tales, entre  los  quales  muchos  son  á  mi  muy 
cercanos  en  debdo.  E  si  allende  desto  fuere- 
des  preguntado  por  algunos  señores,  caballe- 
ros é  gentiles-ornes,  assi  cerca  de  mi  empresa, 
como  de  la  persona,  vos,  rey  de  armas,  los 
podréis  l'ascer  ciertos  de  mi  licencia  é  de  to- 
das las  demás  cosas,  que  yo  en  mis  capítulos 
mando  publicar:  las  quales,  por  evitar  enojo  de 
prolijidad,  aqui  non  escribo.» 

Partido  .que  hubo  el  rey  de  -  armas  y  algu- 
nos farautes  para  hacer  la  publicación  del  pas- 
so  «en  toda  la  cristiandad  que  andar  se  podia,» 
comenzaron  los  preparativos  para  la  función 
de  armas  proyectada.  Reuniéronse  gran"  núme- 
ro de  armas  y  Gaballos,  y  trescientos  carros 
de  bueyes  ocupáronse  en  trasportar  la  madera 
necesaria  para  construir  los  cadahalsos,  liza, 
salas,  etc.  Armóse  una  gran  liza  de  madera, 
de  14G  pasos  de  largo:  de,  uno  á  otro  estremo 
de  la  tela  colocóse  una  linea  de  maderos  de 
un  estado  de  altura,  sujetos  en  tierra.  Al  der- 

(11  Los  reyes  rio  armas  v  heraldos  lomaban  gene- 
ralmente el  nombre  de  la  nació»  ú  orden  de  cahalle- 
na  cuyo  señor  era  soberana  Q  gele,  escupió  el  prime- 
ro ue  Jos-de  Francia,  que  se  llamaba  Mont-joh  Saint 
íJeiíji,  ({rilo  de  guerra  ¡16  los  franceses;  los  demás  se 
oro1  ele"  Le°n'  Portu,ia!'  s,ci)«a> Brdtaña,  Toiion  de 

2H»3    U1ÜLIOTKCA  POPULA!!. 


redor  de  la  liza  construyéronse  siete  cadahal- 
sos; uno  cerca  de  la  puerta  destinado  para  los 
mantenedores  del  paso,  que  no  tomaban- parte 
en  el  combate;  dos  para  los  caballeras  estran- 
geros  que  iban  á  hacer  armas;  uno  para  los 
jueces  del  campo,  rey  de  armas,  farautes, 
trompetas  y  escribanos;'  otro  para  los  genero* 
sos,  fumosos,  honrados  caballeros  que  con- 
currieran á  presenciar  el  passo,  y  otros  dos, 
en  fin,  para  el  público  y  para  los  trompetas  y 
oficiales  de  los  caballeros  y  gentiles-hombres 
que  se  proponían  romper  lanzas.  Había  dos 
puertas,  "por  la  una  entraban  en  la  liza  los 
mantenedores  y  por  la  otra  los  aventureros;  en 
ambas  estaba  enarbolada  una  bandera  coa  las 
armas  de  Suero  de  Quiñones.  Armáronse  tam- 
bién veinte  y  dostiendas  para  vestirse  y  descan- 
sar los  mantenedores,  y  aventureros,  asi  como 
para  alojamiento  de  los  reyes  de  armas,  farau- 
tes, armeros,  herreros,  médicos,  cirujanos,  lan- 
ceros, sastres,  bordadores,  etc.,  etc.  Ademas,  en 
varios  tugares  cercanos  del  señorío  de  su  padre, 
hospedó  bizarramente  Suero  de  -Quiñonesé. 
gran  número  de  personas.  La  concurrencia  fué 
muy  grande,  de  todas  las  clases  de  la  so- 
ciedad. 

Llegado  el  dia  señalado  para  dar  principio 
al  paso,  presentáronse  en  el  puente  deOrbigo 
tres  caballeros,  uno  alemán  y  dos  valencianos,- 
demandando  entrar  en  combate  con  los  soste- 
nedores del  mismo.  Recibidos  por  estos  con 
gran  contento  y  cortesía,  los  valencianos,  que 
eran  hermanos,  cedieron  á  su  ruego  al  alemán 
su  defecho  de  pelear  los  primeros.  El  rey  de 
armas  y  un  faraute  quitaron  luego  á  los  tres 
caballeros  las  espuelas  -derechas  por  haber  pa- 
sado 50  pasos  dentro  de  la  liza,  las  cuales,  se- 
gún las  condiciones  publicadas,  debían  serles 
devueltas  al  entrar  en  combate,  y  permanecer 
en  tanto  colgadas  sobre  na  paño  francés  en  el 
cadahalso  de  los  jueces. 

Al  día  siguiente,  12  de  julio,  Suero  de  Qui- 
ñones fué  con  sus  compañeros  á  oír  misa,  y 
vueltos  de  ella  salieron  poco  después  con  gran 
aparato  á  recibir  su  campo  y  liza.  Montaba  el 
gefe  un  brioso  caballo  con  paramentos  azules 
y  . en  la  divisa  el  mote/¡  faui  deliberér.  El  ves- 
tido era  rico  y  vistoso,  y  llevaba  en  el  brazo 
su  empresa  de  oro  con  letras  azules,  que 
decia:  . 

Si  avous  neplait  de  avoyr  mesure, 
Certes  ie  dis, 
Que  iejuis 
Sans  venture. 

Seguíanle  tres  pages  á,  caballo  y  con  lan- 
zas. Precedíanle  los  nueve'  compañeros  de  su 
empresa  ricamente  ataviados,  llevando  todos 
la  divisa:  11  faut  deliberér.  Formaban  parte  de 
la  comitiva  Sos  trompetas  y  atabales  del  rey 
y  de  los  cabalaros,  y  buen  número  de  estos 
iban  á  pie  al  lado  de  Suero,  á  quien,  para  mas 
honrar,  llevábanle  algunos  el  caballo  de  las 

Ti    XXXIII.  24 


£7< 


TORNEO 


372 


riendas.  Dadas  dos  vueltas  por  la  liza,  paróse 
la  comitiva  aníe  los  jueces,  á  los  cuales  requi- 
rióse para  que  juzgasen  sin  odio  ni  enemistad. 
Algunos  señores  pidieron  ser  nombrados  sus- 
titutos para  el  caso  de  que  alguno  de  los  man- 1 
tenedores  se  pusiera  fuera  de  combate,  y  aun- 
que á  ello  consintió  Quillones,  los  jueces  de- 
clararon al  dia  siguiente  que  no  procedía  la 
demanda  como  Contraria  á  la  concesión  real. 
Oida  la  misa,  vistiéronse  los  caballeros  en  pre- 
sencia de  los  jueces,  los  cuales  examinaron 
las  armas,  asi  de  estos  como  del  alemán.  Para 
el  servicio  de  la  liza  nombráronse  treinta  es- 
cuderos, con  gran  número  de  ballesteros  y 
piqueros,  con  sus  correspondientes  capitanes. 
Dada  la  señal  oportuna,  entraron  en  la  liza  con 
gran  música  y  acompañamiento,  primero  Qui- 
ñones y  después  el  caballero  alemán,  lil  rey 
de  armas  y  el  faraute  publicaron  en  alta  voz, 
«que  ninguno  fuesse  ossado,  por  cosa  que  su- 
cediesse  a  ningún  caballe.ro,  dar  voces  ó  avi- 
so, ó  menear  mano  nin  facer  seña,  so  pena  de 
que  que  por  hablar  le  cortarían  la  lengua,  ó 
por  facer  seña  le  cortarían  la  mano.»  Ademas 
dijoseá  los  justadores,  »fuessen  seguros,  que 
por  ninguna  ferída  que  diessen,  nin  muerte 
que  flseiessen  á  sus  contrarios,  procediendo 
confórmenlas  condiciones  de  la  justa,  les  se- 
ria fecho  agravio,  nin  fuerza,  nin  jamás  les 
seria  puesto  en  demanda.»  Después  de  volver 
al  caballero  alemán  su  espuela  derecha,  y  de 
disponer  que  soto  acompañasen  á  los  comba- 
tientes para  su  servicio,  dos  criados,  unoá  ca- 
ballo y  otro  á  pie,  mandaron  los  jueces  «sonar 
toda  la  música  con  grandes  estruendos,  é  en 
tono  rasgado  de  romper  en  batalla, »  al  propio 
tiempo  que  el  rey  de  armas  y  el  faraute  die- 
ron «la  grida,  ó  viva  la  gala,  en  esta  manera: 
Legeres  aller,  legeresaller,  é  fair  Sun  de- 
ber.» Entonces  arrancaron  los  caballeros,  ar- 
remetiéronse lanza  en  ristre  y  comenzaron 
tan  famosas  fiestas. 

Narrar  los  mil  y  mil  lances  que  ocurrieron 
durante  el  tiempo  que  estuvo  abierla  la  liza, 
la  gentileza-  y  gallardía  de  los  combatientes, 
el  lujo  y  aparato  que  todos  desplegaron,  los 
encuentros  y  hechos  de  armas  que  tuvieron 
lugar,  seria  demasiado  prolijo,  y  por  otra 
parte  baria  interminable  /este  artículo.  Sin 
perjuicio  de  notar  luego  algunos  pormenores 
qiic  den  á  conocer  la  naturaleza  de  estos  com- 
baten, sus  formalidades  y  ceremonias,  inser- 
tamos aquí  el  siguiente  curioso 


Estado  que  manifiesta  el  nombre  de  los  ca- 
balleros que,  como  conquistadores  ó  aventu- 
reros, se  presentaron  á  disputar  el  paso  del 
puente  de  Orbiyo,  propuesto  por  Suero  4e 
Quiñones,  con  espresion  de  su  patria,  lan- 
zas que  corrieron  y  número  de  las  que  que- 
braron. 

LAMAS. 


.NOMBRE  V  PATM.l, 


1.  "  Micer  Arnaldo  de  la  Floresta  Ber- 

meja, alemán   C  5 

2.  °  Mosen  Juan  Tabla,  valenciano.  19  ;¡ 

3.  "  Mosen  Pero  Tabla,  id   5  3 

4.  °  Rodrigo  de  Zayas,  aragonés  .  .  23  3 

5.  °  Antón  de  Funes,  id   15  3 

6.  "  Sancho  Zapata,  id   ta  3 

7.  "  Fernando  de  Liñan,  id   14  1 

8.  °  Francisco  Muñoz,  id   l(i  5 

9. 5  Mosen  Gonzalo  de  León,  id.  .  .  18  4 

10.  Juan  de  Eslamari,  id   8  1 

11.  Jofre  Jardín,  id   3  3 

12.  Francisco  de  Funes,  id   27  3 

13.  Mosen  Per  Davio,  id.  ....  .  23  2 

14.  Mosen  Francés  Davio,  fd.  ...  23  3 

15.  YascodeBarrionuevo   7  3 

16.  Juan  deSoto.  .'.   24  3 

17.  Diego  de  Mancilla                 .  1  I 

18.  Rodrigo  de  Olloa   7 

19.  Juan  Freyre  de  Andrada.  ...  3  3 

20.  Lope  de  Mendoza                 .  (i  3 

21.  Juan  de  Gamoz,  catalán   9  3 

22.  Mosen  Bernal  de  Requesenes, 

Id..   8  :l 

23.  Pedro  de  Vesga  -21  3 

24.  Juan  de  Villalobos   8  3 

25.  Gonzalo  de  Castañeda   5  2 

26.  Alonso  Quijada   12  .1 

27.  Bueso  de  Solis.  ..........  II  2 

28.  Juan  de  Castellanos   5  i 

29.  Gutierre  Quijada   4  'i 

30  Rodrigo  de  Quijada   2  3 

31.  García  Osorio   8  3 

32.  Diego  Zapata   20  3 

33.  Alfonso  de  flavedo             .  .  19  3 

34.  Arnao  de  Sovalles,  aragonés.  17  3 

35.  Ordoño  de  Valencia,   10  « 

3G,  Rodrigo  de  Xuara.   17  • 

37.  Juan  de  Merlo.  .  .    'i  • 

38.  Alfonso  Deza   13  |¡ 

39.  Galaor  Mosquera.   4  S 

40 :  Pero  Vázquez  de  Castilblanco.  22  3 

4 1 .  Lope  de  la  Torre   0  * 

42.  Marlin  de  Almeida  14  3 

43.  Gonzalo  de  León   18  * 

44.  Juan  de  Soto. .  . ,  1*  3 

45.  Juan  Vázquez  de  Olivera.  .  .  .  19  3 

46.  Pedro  de  Linares.,   16  J 

47  Antón  Deza   &  > 

48.  Juan  de  Carvallo   20 


373 


TORNEO 


374 


LANZAS. 


rtOHDRES  T  PATRIA. 

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15 

3 

üft  Mnenn  RiPinhíif)  tlp  f!t*t*'Vftr¡-j  Ca- 

l 

1- 

'.Q  Unípn  Traiiíü  de  Yütlfü  catalán 

| 

l 

un   ITchAfin  íTf1  nlaríininiiíf*  riraffi- 

n¿*i   miirirt  pn  f*l  Inrnpn 

n 

1 

61.  Jliccr  Luis  de  Aversa,  italiano. 

5 

1 

62.  Pero  Gil  de  Ahreo,  portugués. 

4 

1 

63.  Arnao  Bojue  Bretón..  

2 

61.  Sancho  tle  Ferrera.  ...... 

3 

2 

65.  Lope  dejen-era  

6 

1 

66.  ".losen  Francés  Perobasle. .  .  . 

12 

ii 

67.  Don  Juan  de  Portugal.  .  .  .  . 

2 

1 

15 

3 

68.  Caballeros.  727  I6ü 


■1  Tales  sucesos  ocurrieron  en  este  célebre 
paso  honroso,  y  de  tal  manera  se  guardaron 
en  todo,  asi  las  leyes  de  caballería,  como  en 
los  capítulos  y  bandos  contenido,  sin  omitir 
formalidad  alguna,  que  referiremos  algunos 
acontecimientos  que  tuvieron  lugar,  persuadi- 
dos de  que,  al  hacerlo  asi,  ponemos  á  nues- 
tros lectores  en  el  casó  tle  formar  tina  idea 
cabal  y  exacta  del  espirita  y  forma  de  aque- 
llas famosas  fiestas  a  que  los  guerreros  de  la 
edad  media  tan  aficionados  se  mostraban. 

Los  caballeros  y  gentiles-hombres  que  al 
paso  acudían,  presentábanse  á  los  oficíales  del 
combate;  por  si  ó  por  algún  enviado,  solici- 
tando ser  admitidos  á  probar  su  esfuerzo.  Re- 
conocida su  nobleza  y  visto  que  eran  caballe- 
ro «ime  sin  reproche  podían  fascer  cota  de  ar- 
mas,» recibiáseles  por  el  rey  de  armas  el  ju- 
ramento y  homeuage  correspondiente,  en  los 

tórmutos  siguientes  «señor  vos  é  todos  los 

caballeros  (cuando  eran  varios)  que  coa  vusco 
Tienen,  é  aqui  están,  para  en  estepasso  fascer 
armas  ¿fascédes  homeuage  por  vos  mesmo,  é 
por  todos  los  que  descides  ser  venidos  con  vus- 
co, que  estaredes  á  mandado  é  gobernanza  de 
los  jueces  deste  passo,  é  manternedes  é  com- 
pliredes  todo  lo  contenido  en  los  capítulos  que 
Suero  de  Quiñones  sobre  este  passo  ordenó?» 
Asi  lo  ofrecían  los  caballeros,  levantaudo  sus 
manos  derechas  en  señal  de  fé  y  homenage. 

Entonces  los  jueces  prometíanles  «guar- 
darles» toda  «igualdad  ¿justicia,»  quitándoles 
a  seguida  el  faraute  sus  espuelas  derechas  bas- 
ta que  les  locase  entrar  en  combate.  Hospe- 


dábanse luego  los  caballeras  en  tiendas ,  pro- 
pias ó  de  Quiñones,  y  pasaban  el  tiempo  sola- 
zándose en  fiestas  y  comidas. 

Como  ya  hemos  dicho  antes,  los  caballeros 
oían  misa  todos  los  días  al  amanecer,  dicién- 
dose ademas  otras  dos  á  las  horas  de  prima  y 
tercia.  Vestidos  y  armados  los  mantenedores 
y  aventureros,  presentábanse  en  la  liza  al  son 
de  instrumentos  músicos.  Comenzaba  íuego  el 
combate,  en  el  cual  Suero  y  sus  amigos  pro- 
curaban siempre  accederá  cuantas  exigencias, 
mas  ó  menos  razonables,  y  oportunas  ,  espo- 
njan los  caballeros  forasteros.  Algunos  lances 
hubo  peligrosos,  bastante  encuentros  de  ries- 
go, algunas  heridas,  mas  ó  monos  graves,  y 
también  esperimenlóse  la  desgracia  de  babee 
muerto  el  caballero  aragonés  Esbtrle  de  Cía- 
ramonte  al  combatir  con  el  mantenedor  Suero, 
hijo  de  Alvar  Gómez, 

Ya  que  de  tan  desdichado  lance  hemos  ha- 
blado, diremos  algunas,  palabras  sobre  el  mis- 
mo. Gran  pesar  tuvieron,  no  solo  sus  amigos 
los  jaballeros  aragoneses  y  catalanes,  sino 
Quiñones,  y  el  matador,  mjjy  especialmente. 
El  primero  «procuró  todas  las  honras  que  pudo 
para  el  cuerpo  muerto:  é  para  lo  del  alma  non 
¡opuso  en  olvido, »  Envió,  pues,  religiosos  para 
que  le  administrasen  los  sacramentos,  rogán- 
doles cantasen  nn  responso  sobre  el  cadáver, 
como  si  él  mismo  fuera;  empero,  el  sacerdote 
principal  dijole  «que  la  saucta  iglesia  non  tiene' 
por  Bjos  á  los  que  mueren  en  tales  ejercicios; 
por  que  non  se  pueden  fascer  sin  pecado  mor- 
tal: nin  ruega  por  ellos  á  Dios,  como  deján- 
dolos por  condenados.»  A  pesar  de  estas  rabo- 
nes, pidió  por  carta  Suero  al  obispo  de  Aslor- 
ga  licencia  para  sepultar  en  sagrado  á  Clara- 
monte,  cuya  gracia  no  le  fué  coucedida  (1). 
Entérresele,  pues,  fuera  de  sagrado,  cerca  de 
una  ermita  ,  cotí  la  mayor  honra  que  pudie- 
ron, derramándose  muchas  lágrimas  por  cuan- 
tos caballeros  estaban  presentes. 

No  terminaremos  la  narración  de  este  des- 
graciado incidente  sin  copiar  antes  la  declara- 
ción que  hizo  al  partir  Afosen  Gonzalo  de 
Liori,  paisano  y  compañero  del  infortunado 
Ciar  amonte.  TAce  asi:  «Señorea  caballeros  jue- 
ces del  honroso  passo,  yo  parezco  ante  vos  á 
vos  decir,  como  soe  espedido  del  multo  hono- 
rable caballero  Mosen  Suero  de  Quiñones, 
capitán  mayor  del  famoso  passo,  para  me  ávár 
á  mi  tierra,  si  á  NuestroSeñor  plascerá.  E  por 
quantó  algunos  maliciosamente  que  bau  di- 
to, que  bañ  parlado  aveluutariosameníe  so- 
bre la  muerte  del  honrado  Esberte  de  Clára- 
monle,  clamando,  é  non  con  verdad,  que  le 
non  fueron  donadas  armas  de  igualdad,  se,- 
gund  los  capítulos  de  ilosen  Suero  de  Quiño- 
nes: lo  qual  sin  falta,  quien  tal  ha  dito  ó  dirá, 
lo  avrá  parlado  ó  parlará  plus  con  pujanza  de 
malecia  ó  coa  envidia,  por  afear  la  veritad,  é 

(!)  Recuérdese  \n  ley  de  Partid*  que  dejamos  ci-. 
ta¡)  a  mas  arriba,  y  lo  que  en  el  artículo  decimos., 


375 


TORNEO 


376 


lanovelindad  é  gentileza  del  multo  famoso  é 
honorable  Mosen  Suero  de  Quiñones,  que  por- 
que ventad  sea.  Por  ende,  señores,  yo  ruego 
a  los  escribanos  de  los  honrables  fechos'  de 
armas  aquí  recrescidos,  que  escriban ,  que  yo 
en  nombre  de  Nuestro  Señor ,  ó  de  la  Señora 
Virgen  María  su  madre,  é  del  señor  Sanct  Jor- 
ge, que  confiando  ventad,  é  gran  igualdad, 
que  aqui  lia  passado  ,  digo  de  agora  para  en- 
tonce, é  de  entonce  por  agora „  que  al  que 
tal  razón  dixere  ó  dirá,  que  al  trance,  como 
él  querrá,  yo  le  combatiré  en  que'  non  disce 
veritad*.  é  á  vos,  señores,  plegade  me  perdo- 
nar, é  onde  quiera  que  yo  sea,  seré  muy  pres- 
to dó  honor  vuestro  sea,  é  con  vuestra  gracia, 
señores, » 

Antes  hemos  indicado  la  puntualidad  con- 
que se  cumplía  todo  lo  publicado,  y  ahora  di- 
remos á  nuestros  lectores  que  á  un  criado  de 
tope  de  Estúñiga,  en  cierto  encuentro  que  su 
amo  tuvo  con  un  caballero  valenciano,  hubié- 
ronsele  de  escapar  la  palabras  á  él ,  á  él,  di- 
chas sin  reflexión,  arrebatado  por  su  entusias- 
mo y  olvidado  delbando  del  primer  dia.  Cara 
pudo  cosíarle  su  imprudencia,  porque  apenas 
los  jueces  oyeron  su  voz,  mandáronle  cortar 
la  lengua;  mas  interpuestos  el  ruego  é  influen- 
cia de  varios  caballeros,  eonmutósele  la  pena 
en  «treinta  buenos  palos» ,  ademas  de  llevarle 
á  la  cárcel.  _  . 

Cierto  dia  presentóse  el  gentil-hombre  Vas- 
co de  Barrionuevo,  á  tomar  parte  en  el  tor- 
neo; pero  suplicando  antes  á  Suero  le  hiciese 
la  gracia  desarmarle  caballero.  Concedióselo 
Quiñones  muy  gustoso,  y  haciendo  esperar  al 
aspirante  fuera  de  la  puerta  de  los  aventu- 
reros,-dirigiéronse  á  ella  Suero  y  ios  .  nue- 
ve mantenedores,  con  gran  acompañamiento 
de  nobles,  gente  del  pueblo  y  músicos.  Llega- 
dos alli,  preguntó  Suero  á  Vasco  «si  quería 
ser  caballero»,  á  lo  que  contestó  ailrmativa- 
inente.  Entonces,  sacando  su  espada  dorada, 
díjote:  «¿Vos,  gentil-ome,  proponedes  de  te- 
ner y  guardar  todas  las  cosas  debidas  al  hono- 
rable oficio  de  caballería,  é  que  antes  morí- 
redes,  que  faltedes  en  ninguna  dellas?»  Juró 
hacerlo  asi  Barrionuevo;  Quiñones  dióle  con 
la  espada  desnuda  sobre  el  almete  y  dijole: 
«Dios  te  faga  buen  caballero,  é  te  dexe  com- 
plir  las  condiciones  que  todo,  buen  caballero 
debe  tener»;  con  lo  cual  terminóse  la  ceremo- 
nia y  entró  á  combatir  contra  Pedro  de  los 
Ríos 

Algunos  caballeros  no  quedaban  satisfechos 
con  los  peligros  corridos  y  solieitaban,  ya  por 
una  causa,  ya  por  otrá,  continuar  la  pelea.  De 
este  número  fué,  entre  otros,  Lope  de  Men- 
dosa, el  cual  envió  á  decir  á  Suero  de  Qui- 
ñones «que  por  quanto  él  avia  fecho  aquellas 
armas  en  servicio  de  una  dama ,  que  mucho 
amaba,  e  de  la  qual  non  era  amado;  que  le 
snpücaba  le  dexasse  fascer  ~mas  armas  para 
ganar  su  voluntad.»  Suero  de  Quiñones,  tan 
mesurado  como  esforzado,  le  respondió  «que 


á  saber  quien  fuesse  su  señora,  él  iriaá  la  no- 
tificar quan  buen  caballero  é  gran  guerrero-la 
servia;  mas  que  fascer  armas  mas  de  con  uno 
fasta  ser  rompidas  tres  lanzas,  era  contra  las 
condiciones  de  su  aventura.» 

En  uno  de  los  primeros  dias  del  torneo, 
acertaron  á  pasar  por  cerca  del  campamento 
coú  dirección  á  la  romería  de  Santiago  dos  se- 
ñoras acompañadas  de  un  caballero.  Mandaron 
les  jueces  al  rey  de  armas  y  al  faraute  averi- 
guasen si  eran  nobles  y  si  ¡levaban  caballeros 
que  las  franqueassen  el passo,  Eranlo  en  erec- 
to, éíbaias  sirviendo  el  marido  de  una  do  ellas, 
el  cual  ni  tenia  noticia  del  torneo  ni  venia 
prevenido  para  combatir;  pero  ofreció,  sin 
embargo,  volver  &  hacer  armas  tan  pronto 
como  concluyese  el  viage  de  su  romería.  Pi- 
dió el.  rey  de  armas  los  guaníes  á  las  damas 
hagta.ffue  algún  caballero  les  delibrasso  su 
cabsa,  á  lo  cual  se  ofreció  desde  luego  el  ara- 
gonés Mosen  Francés  Davio,  Colocados  los 
guantes  en  el  paño  francés  del  cadahalso  de 
los  jueces,  determinóse  después  con  mejor 
acuerdo  no  debian  ser  detenidos  «por  ¡ion 
parescer  que  iban  (los  del  paso)  contra  la  de- 
voción christiana  de  la  romería,,  c  por  la  ca- 
ballerosa respuesta  de  Juan  de  la  Vega  (el  ma- 
rido].» Remitiéronse,  pues,  los  guantes  á  las 
señoras  por  medio  de  un  persovante,  «dando 
por  libres  á  los  guaníes  é  al  caballero  de  las 
armas  que  por  ellos  se  avia  ofrescido  fascer,' 

Oirás  varias  damas  pasaron  también  en  los 
dias  siguientes  por  las  inmediaciones  del  cam- 
po del  torneo ,  y  con  todas  observáronse  las 
leyes  prescritas,  teniendo  que  dejar  algunas 
sus  guantes,  segun,  atendido  cada  caso,  falla- 
ban los  jueces.  Lope  de  Forga,  gentil-liom- 
bre,  á  quien  Swero  de  Quiñones  hauia  prorae- 
lido  admitir  por  nno  desús  nueve  compañeros, 
oferla  que  no  pudo  realizarse  por  hallarse  en- 
fermo con  una  pierna  rola  al  licmpo  de  comen- 
zarse el  torneo,  ofrecióse  ahora,  restableci- 
do ya  de  su  dolencia,  á  lomar  á  su  cargo  el 
rescate  de  los  guantes  de  cuantas  damas  fue- 
ran sin  caballero.  Para  dar  á  conocer  su  pro- 
pósito hizo  publicar  la  siguiente  carta,  después 
de  recibido  el  beneplácito  y  aquiescencia  de 
los  jueces  y  caballeros: 

«Como  las  dueñas  é  señoras  generosas  de 
virtud  con  su  digno  merescimienfo  tragan  los 
trabajos  homeniles  a  su  servicio  loable,  sepan 
todas  las  mundanas  generaciones,  que  un  gen- 
til-ome de  renombre  é  de  armas,  ávida  consi- 
deración del  agravio  que,  resciben  las  dignas 
de  preeminencia  por  la  indignidad  de  serles 
vedado  ningún  camino  nin  passo,  que  plas- 
oienlé  de  proseguir  les  sea:  mayormente  los 
honrosos  é  pelcgrinos  passages,  como  es  de  la 
puente  de  Ortigo,  peligroso  á  las  honradas 
dueñas  por  la  pérdida,  de  sus  guantes,  si  non 
dan  caballero  sin  reproche  de  balalla:  yo  po- 
nedor de  las  présenles  letras  aviendo  pesante 
é  cou'sideroso  estudio  sobra  tanta  graveza  fe- 
cha á  las  dueñas  valerosas  de  quien  se  proco- 


377 


TORNEO 


378 


de  amor  con  todos  sus  gloriosos  vínculos,  ó 
atamientos  de  amistad,  deliberé  de  fascer  mi, 
fé  sufragánea  con  homenage  que  pongo,  é  do 
segund  puedo,  é  abasta  limpieza  de  fidalguía, 
que  non  cessará  por  falta  de  caballero  ser  fe- 
cho seguro  el  ya  contenido-passo  á  todas  las 
venientes  dueñas,  que  sus  caminos  por  aquel 
lugar  quisieren  enderezar.  El  qual  assi  fasce- 
dor  (le  armas  por  la  libertad  de  sus  guantes 
fallarán  alli  do  serán  apremiadas  sus  manos 
merescedoras  de  obediencia  en  defensión  fa- 
vorable suya.  Por  (estamento  firme  de  la  qual 
verdad  ,por  non  tener  sello  al  presente  de  mis 
armas,  á  contemplación  mía  movido  Portugal 
rey  de  armas  con  la  cierta  autoridad  de  su  se- 
llo acostumbrado  selló  la  contenida  letra,  en 
que  escribo  mi  nombre  de  mi  propia  mano  en 
lai'uenle  de  Orbigo  á  veinte  é  seis  de  julio 
año  de  jubileo,  é  del  Señor  de  mil  ó  quatro- 
cienlos  6  treinta  6  qualro  años.»' 

Pero  Alvarez  Osorio,  señor  de  Villalobos, 
envió  un  dia  á- Suero  de  Quiñones  un  faraute 
con  la  siguiente  razón  deparSedeGuíten-eQui- 
¡ada:  «Muy  honrado  caballero,  como  vuestro 
oficio  sea  de  caballeros  ,  non  liay  para  qué 
gastar  tiempo  nin  palabras  en  decir  lo  porque 
api  soy  llegado,  como  vos  estéis  en  la  misma 
ocupación.  Solamente  vos  digo,  que  Gutierre 
Quijada  se  vos  encomienda,  al  qual  yo  dexé  po- 
cos dias  ha  con  otros  nueve  gentiles-ornes  pa- 
rientes ó  amigos  suyos,  é  caballejos  de  armas  ! 
vestir,  para  ir  en  romería  al  apóstol  Santiago. 
Los  cuales,  sabiendo  de  vuestra  prisión  é  quan 
trabajosa  sea,  non  passarán  sia  ayudaros  á  sa- 
iirdella,  probándose  en  vuestra  honrosa  aven- 
tura.» Al  dia  siguiente  llegaron  al  passo  Gu- 
tierre Quijada  y  sus  compañeros,  á  los  cua- 
les Quiñones  envió  al  rey  de  armas  y  al  farau- 
te, (¿  les  dar-la  buena  profaga  de  su  llegada, 
¿muchas  gracias,  por  le  venir  á  ayudar  en  la 
deliberación  de  su  capliverio...  Tambieu  les 
ofresció  lo  que  oviessen  menester  para  sus  ex- 
pensas, afirmando  que  le  farlan  mucha  honra 
enrescibir  déllo  que  oviessen  menester.» 

Son  muy  curiosas  las  siguientes  comuni- 
caciones que  entre  Suero  y  dos  caballeros  ca- 
talanes mediaron.  Dirigieron  estos  al  prime- 
ro una  caria  en  papel  cíbli  del  tenor  siguien- 
te: «Señor  Suero  de  Quiñones,  como  nosotros 
dos  caballeros  catalanes  c  hermanos  de  armas 
seamos  ciertos,  que  vos  tenedes  un  passo  en 
la- puente  de  Orbigo  camino  romero  de  Sanc- 
Uagó,  aviendo  fecho  una  empresa  de  armas., 
por  la  qual  conviene  á  los  romeros  caballeros, 
é  gentiles-omes  que  van  á  la  dicha  perdonan- 
za,  eslorvar  sus  devociones,  é  tardar  la  rome- 
ría, como  por  sus  honras  sean  forzados  de  com- 
plircon  vuestra  voluntariosa  empresa:  !o  qual 
visto  por  nos,  partimos  de  Cataluña  con  la  ma- 
yor priessa  que  avenios  podido,  esperando  ser- 
virá Diosé  al  apóstol  Sanctiago,  é  nos  ofres- 
cemns  á  vos  á  romper  todas  aquellas  lanzas 
contenidas  en  vuestros  ■carteles  con  las  condi- 
ciones alli  señaladas:  deseando  quitar  vuestro 


estorvo  á  los  devotos  romeros  dentro  deltiem- 
po  por  vos  tomado,  é  que  los  torneros  non  re-  - 
ciban  de  aqiii  adelante  mas  embargo.  Paracom- 
ptimiento  de  lo  dicho  pedimos  se  fagan  las  ar- 
mas dentro  de  dos  días  ,  porque  non  nos  po- 
demos engorrar  mas,  aviendo  negocios  que 
delibrar  ea  otra  parte  de  mucha  estima.  Va 
esla  letra  Armada  de  nuestros  nombres,  Tran- 
ci  d&  Valle  é  ñiembao  de  Corvera  ;  é  sellada 
con  nuestros  sellos  de  nuestras  armas  é  parti- 
da por  a.  b.  c.  Dado  en  la  cibdad  de  León,  á 
veinle  édos  de  julio,  de  mit,  ó  cuatrocientos, 
é  treinta  é  quatro.»  ' 

Suero  de  Quiñones  respondió  lo  siguien- 
te: .Alosen  Tranci  de  Valle,  é  Masen  Riembao 
de  Corvera,  por  Portugal  rey  de  armas  me  fué 
reportada  una  letra  hoy  sábado  víspera  del 
apóstol  Sanctiago,  en  la  cual,  se  contenía  que 
vos  fuisteis  dispuestos  de  partir  de  Cataluña, 
por  servir  á  Dios,  é  al  apóstol  Sanctiago,  que- 
riendo romper  comigo  las  lanzas  contenidas 
en  mis  carteles,  por  me  delibrar  de  ia  prisión 
en  que  estoy,  lo  qual  yo  vos  mucho  agradez- 
co ¿estimo:  mas  entended,  que  á  ningún  con- 
quistador es  lícito  (conforme  á  mis  capítulos) 
justar  con  ninguno  de  los  defensores  del  passo 
honroso  mas  de  fasta  romper  tres  lanzas  en- 
tre ellos:  6  non  me  alargo  mas;  porque  las 
manos  son  menester  para  otras  cosas  L'e  mas 
honor.  Sábado,  víspera  de  Santiago  de  mil,  é 
quatrocientos,  é  treinta  é  cuatro  años.  Esta  es 
mi  respuesta  firmada  de  mi  nombre,  é  sellada 
del  sello  de  mis  armas  partida  por  a.  b.  c. 
Suero  d'e  Quiñones.» 

Los  caballeros  catalanes  replicaron  con  la 
carta  que  á  continuación  insertamos. 

nlloscii  Suero  de  Quiñones,  por  Sintra  Per- 
sevant  avernos  reseíbido  una  letra  vuestra  hoy 
sábado  víspera  de  señor  Sanctiago,  respuesta 
á  una'  por  nos  á  vos  enviada,  á  la  qual'  nos 
conviene  responder";  pues  vos  en  ninguna  ma- 
nera quisisteis  aceptar  nuestra  afrenta,  por  la 
qual  aviamos  venido  con  priessa  de  Cataluña, 
á  delibrar  todos  los  romeros,  que  por '  su  ho- 
nor son  forzados  de  cumplir  á  vuestra,  volun- 
tariosa empresa.  É  non  peusedes  ser  nos  aqui 
venidos,  por'  romper  tres  lanzas,  como  non 
tengamos  encuentro;  pero  pues  non  ha  lugar 
la  dicha  oferta,  que  vos  avenios  fechó,  porvos 
non  la  aver  querido  aceptar,  conviene  á  noso- 
tros de  cumplir  el  voto  que  fecho  avernos, 
aquesto  es  requerirvos  de  batalla  á  todo  tran- 
ce, pensando  ende  fascer  servicio  á  Dios,  ó  al 
apóstol  Sanctiago,  é  averíos  de  nuestra  parle 
por  el  grande  estorvo,  que  por  vos  los  dichos 
romeros  han  ávido  en  muchas  maneras.  Por 
¡o  que  por  la  presente,  nosotros  requerimos  á 
vos  Suero  de  Quiñones,  combatirvos  á  todo 
trance,  é  á  otro  qualquiera  caballero,  que  vos 
■  querréis  tomar  por  compañero,  ofreciendo  vos 
de  aver  plaza  segura,  é  juez  convenible  é  á 
;  noso'ro's  en  nada  sospechoso.  E  porque  kis  en- 
I  cima  dichas  cosas  non"  se  puedan  mudar  nin 
traspassar,  vos  enviamos  In  presente  por  Tor- 


379 


TORNEO 


tugal  rey  de  armas  de  yuso  escripia  de  nues- 
tras manos,  é  sellada  con  el  sello  de  nuestras 
armas  partida  por  a.  1),  c.  Dada  en  Leoa  la  ma- 
ñana de  Sanctiago  año  de  mil,  é  quatrocientos, 
é  treinta  é  quatro:  Riembao  di  Corvera,  é 
Trancl  de  Valle.» 

'  Disgustó  esta  carta  á  Quiñones,  que  res- 
pondió lo  siguiente: 

«Mosen  Riembao  defiorvcru,  é  Mosen  Tran- 
ci  de  Valle,  por  el  rey  de  armas  de  l'ortugal 
me  fué  dada  una  letra  vuestra  subscripta  de 
vuestras  manos  ó  sellada  de  los  sellos  de  vues- 
tras armas  hoy  domingo  "lia  del  apóstol  se- 
ñor Sancliagó.  En  la  qual  se  contenia,  que  vos- 
otros non  teniendo  encuento  de  romper  las 
tres  lanzas  (según  j  se  contiene  eu  mis  capí- 
tulos) vosotros  me  requeriades  de  batalla  á 
lodo  trance,  de  lo  qual  non  poco  soy  mara- 
villado de  vosotros,  siendo  vosotros  caballe- 
ros que  pensades  saber  de  armas,  requerirlo 
semejante,  sabiendo  vosotros  que  yo  manten- 
go empresa  contra  torios  los  caballeros  é  gen- 
tües-óines  del  mundo:  la  cual  ya  puesta  en 
obra,  es -querer  vosotros  perturbar  mi  fecho 
con  la  vuestra  voluntariosa  respuesta.  Que  si 
mi  empresa  fuera  con  un  caballero  ó  dos, 
debiera  aver  lugar  la  mas  peligrosa:  mas  á  lo 
susodicho  vos  respondo,  (pues  en  poco  tene- 
des  las  tres  lanzas)  que  leades  bien  mis  capí- 
tulos, é  fallaredes,  que  el  deceno  dice,  que 
cualquier  caballero,  ó  gentil-orne  que  quisie- 
re quitar  qualquiera  pieza  del  arnés,  para  cor- 
rer las  dichas  lanzas,  ó  algunas  dellas,  que 
me  lo  envié  a  desoír,  é  que  será  respondido  a 
su  grado,  si  la  razón  é  el  tiempo  la  a  liuilie- 
re.  E  pues  á  vosotros  plasceio  mas  peligroso, 
yo  vos  requiero,,  que  vos  ptega  venir  apis, 
é  requerir  de  quitar  aquella  pieza  en  que  ra- 
zonablemente mas  peligro  venir  puede:  cé'rli- 
íicándovos,  que  aqui  fallaredes  do  caballeros  é 
gentiles-ornes,  tales  que  ningún  caballero  del 
mundo  reprocharlos  pueda,  que  lo  quitarán 
luego.  R  sed  ciertos  que  son  tales,  que  pues 
vosotros  avedes  voluntad  de  combatir  por  el 
servicio  de  Dios,  que  muy  prestamente,  é  con 
ayuda  suya,  vos  enviarán  delante  del:  é  non 
vos  trajedes  de  saber  quien  son,  sino  de  mas 
me  escribir  sobre  este  caso,  si  en'plascer  non 
vos  viene  de  fascer  lo  sobredicho,  que  certi- 
l)cp  vos  de  non  rescibir  vuestra  letra.  Assi  vos 
respondo  por  esta  Qrmada  de  mi  nombre,  é 
sellada  del  sello  de  mis  armas  partidas  por 
a.  b.  c.  Dada  en  el  passo  de  la  puente  de  Or- 
bigo  el  dia  del  bienaventurado  apóstol  Santia- 
go de  mil,  é  quatrocíentos,  é  treinta  é  quatro 
años.  Suero  de  Quiñones.»  • 

:  Como  tan  ganosos  de  batalla  se  mostraban 
los  catalanes,  don  Juan  de  Benavertle,  en- 
vióles la  carta  que  capiomos  á  continuación. 

«Mosen  Tranci  de  Valle,  é  Mosen  Riembao 
de  Uorvera,  vista  una  letra  por  vos  enviada  á 
Mosen ^Suero  de  Quiñones  Caballero,  la  qual 
demostraba  devoto  é  animoso  propósito  ser 
por  amor  del  soberano  é  ¿honor  del  bienaven- 


turado apóstol  Saucliago,  de  delibrar  al  dicho 
Suero  todas  las  lanzas,  porque  él  fuesse  resca- 
tado de  su  prisión,  á  fln  de  los  devotos  rome- 
ros non  ser  detenidos  é  quitos  de  su  devoción: 
yo,  don  Juan  de  llenavente  (amigo  suyo  en 
tanto  grado,  que  el  peligro  non  es  tanto),  por 
quitar  los  desastres,  que  en  los  fechos  de  ar- 
mas suelen  suceder,  razón  me  constriñó,  que 
en  este  honroso  passo  de  armas  non  fisciese, 
siendo  esto  en  contra  de  mi  deseo.  Vo  bien 
voté  non  ir  á  casa  del  apóstol  ya  dicho,  fusta 
en  semejante  caso  é  inas  ser:  é  segund  veo  i 
ni  ha  plascido,  que  vuestra  venida  sea,  á  ¡1q 
de  dar  lugar  á  sus  devotos* ,  como  á  su  casa 
puedan  ir.  Por  tanto,  si  en  plascer  á  vos  vor- 
ná,  después  de  ser  libre  el  caballero,  por  cu- 
ya cabsa  de  vuestra  tierra  vinisteis,  é  á  cuya 
honor  nosotros  somos  venidos,  de  librar  mi 
voló:  porque  mis  deseos  sean  eomplidos,  (por- 
que tengo  votado  6  debo  cumplir  mi  voto  de 
devoción,  fasta  que  me  falle  en  otro  fecho  do 
armas  tan  arduo  ó  mas  que  este,  é  el  año  de 
los  perdones  se  va  yendo)  en  gran  gracia  por 
mi  vos  será  tenido,  si  lo  dicho  aceptar  ros " 
plasce,  é  fallaredes  coniigo  otro  caballero  gen- 
til-ome,  del  qual  todo  caballero  deba  ser  con- 
tento. E  porque  mas  verdad  la  presente  pueda 
dar,  va  íirmada  de  mi  nombre ,  é  sellada  con 
el  sello  del  rey  de  armas  Portugal:  el  qual 
selló  á  mi  ruego;  porque  al  presente  mi  sollo 
non  se  pudo  aver.  Dada  en  .el  puente  de  Orti- 
go á  veinte  é  tres  de  Julio.  Don  Juan.* 

Los  catalanes  respondieron  que  no  podían 
aceptar  este  desafio  hasía  íantn  que  hubiesen 
cumplido  el  voto  de  quitar  á  ¿'«ero  de  Quiño- 
nes de  aquel  passo;  porque  después  de  alcan- 
zado esto,  mantendrían  batalla  de  las  trescien- 
tas  lanzas,  si  menester  fuese,  no  solo  con  Be- 
navente,  sino  con  otro  cualquiera  campeón 
que  se  eligiese.  Túvoseles  por  palabreros,  dice 
la  historia ,  y  se  Ies  contestó  no  escribiesen 
caria  alguna  sobre  el  particular,  pues  no  so 
recibiría.  "Asi  quedaron  las  cosas  por  alguuos 
dias, '  mas  los  caballeros  "catalanes,  que  á  la 
cuenta  eran  sobrado  voluntariosos,  presentá- 
ronse á  deshora  en  el  campo  de  Suero  pre- 
tendiendo entrar  desde  luego  en  batalla  y  co- 
menzaron sin  mas  dilación  ni  aviso  á  vestirse 
y  armarse  para  el  combate.  Sabido  esto  ñor 
Suero  de  Quiñones  envíales  ai  rey  de  armas 
y  al  faraute  rogándoles  desisliesen  por  aquel 
día  de  su  propósito  á  causa  de  estar  los  defen- 
sores del  passo  «mal  parados  por  feridos  d 
por  lisiados,  porque  al  siguiente  encontrarían 
con  quien  se  probar.»  No  cedieron' los  catala- 
nes, y  en  tal  caso  los  jueces  del  campo  con  el 
rey  de  armas  y  el  faraute,  se  fueron  á  su  tien- 
da y  les  dirigieron  la  siguientes  razones:  «Ca- 
balleros, ya  sabedes  el  juramento  ó  pleito  bo- 
menage,  que  fechos  nos  lenedes,  de  estar  á 
nuestra  goheruanza  ó  mandado  en  este  fecho 
de  armas,  de  que  nos  somos  jueces:  6  también 
sabedes,  quenos  vos  juramos  de  guardar  vues- 
tro derecho  é  igualdad  con  toda  justicia:  é  en 


88Í  TOR 

virtud  de  tales  condiciones  vos  notificamos 
que  iodos  los  diez  defensores  del  passo  están 
mal  feridos,  6  desencasados  manos  é  brazos: 
(.  por  ende  vos  rogamos,  como  mejor  pode- 
mos, é  vos  lo  mandamos,  que  cessen  por  hoy 
vuestras  armas,  é  que  mañana  fallaredes  caba- 
lleros sanos  ó  enfermos,  que  vos  mantornan 
justa.»  Hubieron  de  ceder  por  fin,  aunque  de 
mala  gana  y  esperar  á  que  fueran  llamados  al 
palenque. 

Omitimos,  en  gracia  de  la  brevedad,  otra 
porción  de  incidentes,  y  terminaremos  esta 
reseña  dando  cuenta  ú  nuestros  lectores  de  las 
formalidades  con  que  concluyó  la  famosa  em- 
presa del  Paso  Honroso,  defendido  por  Suero 
de  Quiñones  por  espacio  de  treinta  dias,  «con 
grandes  costas,  é  con  grandes  trabajos  é  pe- 
ligros suyos,  é  de  sus  nueve  compañeros,  é 
con  muy  mayores  bonras  alli  conqueridas.» 
Llegado  el  término  deseado,  celebróse  tan 
fauslodia  con  grandes  músicas  é  iluminacio- 
nes. Los  jueces  devolvieron  á  los  caballeros 
que  por  falta  de  tiempo  no  pudieron  entrar  en 
combate  las  espuelas  que  se  custodiaban  en  el 
paño  francés,  diéronles  las  gracias  «por  el 
¿uenzelo  de  su  honra,  con  que  se  avian  ofres- 
cido  al  peligro  de  las  armas,  é  dieron  por  sen- 
tencia, que  por  non  aver  fecho  armas,  non 
avian  menoscabado  en  su  honor,  pues  non  que- 
dó por  ellos,  si  non  por  la  falta  del' tiempo.» 
Luego  entraron  en  la  liza  Quiñones  y  sus  com- 
pañeros, esceplo  «noque  estaba  mal  herido,  y 
pasearon  el  campo,  como  victoriosos  que  ha- 
bían salido,  con  igual  pompa  y  aparato  que  el 
primer  dia.  Suero  se  dirigió  á  los  jueces  y  ha- 
bló en  estos  términos:  «Señores  de  gran  ho- 
nor, ya  es  no  lorio  á  vosotros  como  yo  fui  pre- 
sentado aquí  hoy  ha  treinta  dias  con  los  caba- 
lleros, gentilcs-omes ,  que  présenles  son:  é 
mi  venida  es,  paracomplir  lo  restante  de  mi 
prisión,  que  fué  fecha  por  una  muy  virtuosa 
señora  de  quien  yo.  era  fasta  aqui:  en  señal  do 
laqual  prisión  yo  lie  traído  este  fierro  al  cuello 
lodos  los  jueves  continuamente.  E  porque  la 
razón,  porque  me  concerté,  fué  (como  sabe- 
des),  de  trescientas  lanzas  rompidas  por  el  as- 
ía, ó  estar  en  guarda  de  este  passo  treinta 
dias  continuos,  esperando  caballeros  é  geníi- 
les-homes  que  me  librassen  de  tal  rescate, 
quebrando  las  dichas  lanzas  comigo  é  con  los 
caballeros  gentiles-ornes  con  quien  emprendí 
esta  empresa:  é  porque  yo,  señores,  pienso 
aver  complido  todo  lo  que  debía  segund  el  te- 
nor de  mis  capítulos,  yo  pido  á  vuestra  virtud 
me  querades  mandar  quitar  este  fierro  en  tes- 
timonio de  libertad,  pues  mi  rescato  ya  es 
complido.  E  si  yo  en  algo  he  fallescido,  que 
W  notifiquéis,  porque  yo  lücgo  de  presente 
pueda  de  mi  dar  razón:  ó  si  algo  queda,  que 
fascer  deba,  que  yo  lo  compla  é  satisfaga,  pa- 
ra 'o  qual  me  fallo  dispuesto  é  aparejado.  15 
Porque  assimesmo,  señores,  en  el  dia  prime- 
ro que  rescibí  este  campo,  propuse  que  todos 
tos  caballeros  é  gentiles-ornes  que  han  seido 


UO  382 

en  esta  empresa  comígo,  puedan  traer  por 
devisa  este  fierro,  que  fasta  agora  era  prisión 
mia,  con  condición,  que  cada  é  quando  que 
por  mi  leS  fuesse  mandado  expresamente  que 
la  dexassen,  fuessen  tenidos  á  la  mas  non  po  • 
der  traer;  empero,  honrosos  señores,  la  tal 
condición  non  fué,  nin  es  mi  voluntad,  que 
se  entienda  de  mi  primo  Lope  de  Estúñiga,  nin 
de  Diego  de  Dazan,  que  presentes  están:  antes 
digo,  que  la  puedan  traer  como  é  quando  su 
voluntad  fuere;  sin  que  á  mi  me  quede  poder 
de  se  lo  contrallar  en  ningún  tiempo.  >i 

Los  jueces  contestaron  lo  siguiente:  «Vir- 
tuoso caballero  é  señor,  como  hayamos  oido 
vuestra  proposición  é  arenga,  é  nos  parezca 
justa,  descimos,  segund  que  de  la  justicia  re- 
foir  .non  podemos,  que  damos  vuestras  ar- 
mas por  complidas,  é  vuestro  rescate  por 
bien  pagado.  E  notificamos  as'si  á  vos,  como 
á  los  demás  presentes,  que  de  todas  las  tres- 
cientas lanzas  en  vuestra  razón  limitadas  que- 
dan bien  pocas  por  romper:  é  que  aun  esas 
non  quedaran,  siuou  fuera  por  aquellos  dias 
en  que  non  fecistes  armas  por  falta  de  caba- 
lleros conquistadores.  E  acerca  de  vos  man- 
dar quitar  el  fierro,  descimos  é  mandamos  lue- 
go ul  rey  de  armas  é  al  faraute,  que  vos  le 
quiten;  porque  nosotros  vos  damos  de  aqui 
por  libre  de  vuestra  empresa  é  rescate.» 

Entonces  procedióse  con  solemnidad  á  qui- 
tar la  argolla  que  Suero  llevaba  al  cuello,  tras 
lo  cual  Lope  de  Estúñiga,  dirigiéndose  á  los 
jueces  habló  de  la  manera  siguiente:  «Señores 
honorables  caballeros,  como  todos  los  que 
aqui  son,  oido  hayan  la  libertad,  que  con  su 
devisa  mi  muy  amado  señor  primo  Suero  de 
Quiñones,  que  presente  es,  capitán  é  defensor 
mayor  deste  Honroso.  Passo,  ya  á  Diego  de 
Bazan  é  á  mi,  oyan  é  sea  notorio  assimesmo, 
nosotros  la  rescibí  r  en  el  grado  de  mas  sobe- 
rana gracia  que  nos  es  possible:  é  regrades- 
cieudo  con  todo  nuestro  poderla  voluntad  amo- 
rosa, con  que  á  lo  fascer  se  mueve,  plascerá 
á  nuestro  señor,  que  por  nuestras  personas 
dispuestas  á  toda  su  ordenanza  é  honor  le  se- 
rá agradescido  bien  sin  mucha  dilación  de 
tiempo.  E  porque  arenga  larga  de  presente 
non  satisfaría  segund  pienso  al  regradesci- 
míento,  que  nuestras  voluntades  mandan,  dó 
fln  á  mi  prolongada  fabla  en  este  caso,  é  tor- 
no á  mi.  Muy  virtuosos  señores  é  jueces  jus- 
tos que  sois  presentes,  como  en  el  principio 
de  aquestas  armas  yo  non  haya  manifestado  la 
cabsa  de  mi  venir  á  ellas,  después  de  aquel 
gran  amor  que  yolié  á  Suero  de  Quiñones,  mi 
primo  é  señor,  esrae  necessario  agora  descir 
la  final  razón,  porque  á  esta  empresa  movido 
fui.  Assi  que,  muy  virtuosos  señores,  saber 
vos  plega,  que  en  las  manos  de  una  muy  vir- 
tuosa é  honrosa  señora,  cuyo  yo  soy,  ha  gran 
tiempo  que  homenage  fJsce  de  jamás  non  jus- 
tar, fasta  en  tanto  que  corriesen  justas,  en 
que  oviesse  comunal  peligro,  é  esto  por  tal  d 
ganar  honor:  'con  el  qual  yo  me  dando  á  ello, 


383 


TORNEO 


384 


me  lo  pudiesse  dar  todos  tiempos  servidor, 
aunque  non  tanto  como  la  virtud  suya  es  me- 
rescedora.  E  assi  ella  ya  movida  con  acata- 
miento-de  galardón,  mirando  mi  voto  ser  fe- 
cho só  titulo  de  servicio  suyo,  me  dió  su  firme 
palabra  é  fé,„  que  por  cada  que  las  armas,  só 
que  mi  verdad  obligada  estaba,  yo  compliesse, 
me  seria  dada  por  ella  en  testimonio  de  galar- 
dón una  rama  de  aquella  yerba,  que  por  su 
propio  nombre  es  agramonia  llamada,  cuya  de- 
visa era  suya,  al  tiempo  quela  otorgó.  Assique 
vos  muy  suplicando,  é  omilmente  requeriendo 
con  aquel  capitulo  contenido  entre  los  désta 
empresa,  que  dísce,  que  será  dado  con  vues- 
tra cierta  abtoridad  á  cada  caballero  ó  gentil- 
orne  esso  que  con  verdad  de  lo  que  fizo  de- 
mandar querrá  por  escripto,  que  vos  plega  las 
armas  que  fecho  lié  en  aquesta  liza  é  campo 
me  sean  dadas.  Lo  qual  demando  por  tal,  que 
de  mi  presentarse  queda  á  la  señora  de  quien 
obediente  soy;  porque  haya  ella  mas  segura 
certinidad  del  voto  mió  ser  compUdo,  é  me 
satisfaga  segund  su  fé,  é  mi  mérito  fallará. 
E  porque,  muy  honorables  señores,  assi  como 
yo  los  otros  caballeros  é  gentiles-ornes  desta 
empresa  son  movidos  por  diversas  cabsas,  á 
demandar  la  auctoridad  cierta  de  sus  armas, 
según  yo  fago;  en  nombre  suyo  dellos,  api 
como  puedo,  vos  omilmente  suplico,  que  á  ca- 
do  uno  se  dé  segimd  verdad  testimonio  de  lo 
que  en  estas  armas  fecho  haga.» 

Los  jueces  concedieron  de  buen  grado 
cuanto  se  les  pedia,  y  mandaron  al  punto  que 
los  escribanos  llenaran  desde  luego  los  deseos 
de  aquellos  caballeros. 

Al  siguiente  dia  levantóse  el  campo ,  y  los 
mantenedores  del  paso,  coa  los  nobles  y  mu- 
cha gente  principal,  pusiéronse  en  camino  há- 
cia  la  eórte  do  León,  en  donde  fueron  recibi- 
dos con  grandes  fiestas  y  regocijos. 

Para  poner  fin  á  este  articulo,  y  como  com- 
plemente á  lo  dicho  en  él ,  nos  ha  parecido 
muy  curiosa  la  ioserciou  de  los  dos  documen- 
tos siguientes.  £1  primero  es  el  cap.  XXII  de 
las  Ordenanzas  de  la  drden  du  caballería  de 
la  Banda,  que  en  1330  instituyó  el  rey  de  Cas- 
tilla Alonso  XI,  cuyo  original  se  conserva  en 
el  archivo  de  la  villa  de  Brloues,  y  el  segundo 
el  Ceremonial  ú  Sumario  de  batalla  á  iodo 
trance ,  escrito  'en  lemosin  por  los  años 
de  1470,  documentos  ambos  no  muy  conoci- 
dos y  dignos  ambos,  asi  como  la  relación  del 
Paso  honroso,  de  figurar  en  lá  Enciclopedia. 
He  aqui  el  primer  documento: 

Capítulo  XX1L  Que  habla  de  los  ordena- 
mientos de  los  torneos.  «Decimos  que  la  pri- 
mera cosa  que  deben  facer  los  fieles  qaando 
los  caualleros  quisieren  comenzar  el  torneo 
que  an  á  catar  las  espadas  que  las  non  trayan 
agudas  en  el  tajo  nin  en  la  punta,  si  non  que 
sean  romas,  ^et'  eso  mesmo  que  caten  que  non 
trayan  agudos  los  arcos,  de  las  carelinas;  et 
otrosi  que  tomen  jura  á.  todos  los  caualleros 
que  non  den  con  ellas  de  punta  en  ninguna 


guisa  nin  de  rebes  el  rostro,  et  otrosi  si  algu- 
no cayere  la  Carolina  ó  el  yelmo  que!  non  den 
fasta  que  la  ponga  ;  et  otrosi  si  alguno  cayese 
en  tierra  que  el  non  estropellen,  otrosi  bardes 
de  decir  los, fieles  que  comiencen  el  torneo 
quando  tannieren  las  trompetas  é  los  atabales, 
et  quando  quieren  lamiere!  annaftl  que  se  re- 
tiren fuera,  é  se  recojan  cada  uno  á  su  paite; 
et  otrosi  decimos  que  si  el  torneo  fuere  gran- 
de de  muchos  caualleros  en  que  aya  pendones 
de  cada  parte,  et  se  ovieren  á  trauar  los  cana- 
neros los  ynos  de  los  otros  para  se  derribar 
de  los  cauallos,  que  los  cauallos  de  los  caua- 
lleros que  fueren  ganados  de  la  vna  parte  c 
de  la  otra  que  sean  leñados  á  do  estudieren 
los  pendones,  et  que  non  sean  dados  á  los  ca- 
ualleros que  los  perdieren  fasta  que  sea  el  tor- 
neo pasado,  et  oírosi  decimos  que  desque  fue- 
re pasado  el  torneo  que  so  detien  ayuntar  to- 
dos los  fieles  é  decir  é  escoger  por  la  venial 
que  son  temidos  de  decir  asi  como  fieles  so- 
gunt  su  entendimiento  qual  cauallero  ovo  la 
rnejoria  del  torneo,  también  délos  de  una  par- 
te como  de  la  otra,  porque  deu  prca  al  vn  ca- 
uallero de  la  vna  parte  é  al  otro  de  la  ulra, 
quo  fallaren  que  andovicnm  y  mejor  ó  si  fuere 
e!  torneo  de  treinta  caualleros  ayuso  decimos 
que  aya  y  quatro  fieles  de  la  una  parte  ó  otros 
quatro  de  la  otra;  ct  si  fuere  de  cincoenla  ca- 
ualleros ó  dende  arriba  que  sean  de  lio  de- 
les de  la  una  parte  et  otros  de  bo  de  la  otra,  el 
si  fuere  el  torneo  de  cient  caualleros  ó  mas, 
que  sean  doce  fieles  de  la  vna  parte  é  otros  do- 
ce de  la  otra.» 

El  libro  lemosin  es  como  sigue; 

Jesús  Curistiis, 

Sumar  i  de  Batalla  á  Ullransa,  fet  per  Mos- 
sen  Pere  /ocm  Ferrer,  Cavaller. 

Anligament  s'a  tractat jots  diverses  formes 
de  Batalla  á  Ullransa,  d'  on  s'  a  seguit  que  en 
cascun  Regne  s'  a  fet  Leys  estranyent  en  cerls 
casos  é  no  allres  tal  Batalla  concentirse.  lí'  com 
fentre  Cavallors  servar  nos'  sia  pogut  que  seis 
per  aquells  s'e  bagues  á  combatre,  per  ser  mes 
1' avismo  lur  inclinat  ab  armes,  quo  en  altra 
manera  lur  diferencias  aclarir  s'a  pres  entra 
aquels  en  costnm  qui  vuy  te  forsa  de  Ley  per 
boa  tal  Batalla  entre  aquels  es  permesa  no 
otorgan!  per  aso  liberlat  ais  qui  sens  licencia 
de  lur'  Princep  combatre  no  poden  mes  en 
aquells  á  qui  es  concernida.  E'  per  que  en  los 
actos  de  Gavalleria  es  lo  mes  principal  é  pus 
honrat  aquest  do  Batalla  l!  Itransa  miran!  jo  malJ 
tas  Leys,  practiques  é  costums  qui  de  aquelle 
tracten  lie  volgut  fer  un  breu  Sumad  truclanl 
de  aquella  no  presumint  com  autor  les  coses 
dites  á  mi  tribuirse  degnen  mes  com  aquoll 
qui  ab  traball  miran!  les  acles  pasáis  brennient 
be  posat  lo  que'm  par  á  tot  Cavaller  ser  nece- 
sari.  lí'  per  co  aquest  tractat  haurá  non  Suma- 
mari  de  Batalla  de  Ultransa.  la  correcció  del 


385 


TORNEO 


386 


cual  si  falliment  hi  hauvá  remet  en  aguells  qui 
jier  la  gran  esa  de  lur  entendre  áper  sa  espe- 
riencle  de  tais  actes  s'esguarde, 


CAPITOL  i. 

Com  Batalla  se  ka  de  tractat  per  páranles 
de  present,  é  per  müga  de  Cariéis. 

Tola  Batalla  a  Ullransa  se  ha  de  tractar  per 
paraules  de  present  ó  per  mitga  de  Cartels. 
Per  paraules  de  present  ha  de  ser  en  aquesta 
forma  díent  un  Cavaller  á  altre  vos  me  haben 
fiillit  en  tal  cosa  é  direu  eri  quina  manera.  E 
laltre  deu  respondre  3ous'  dits  que  non  dien 
ver  ó  nicñliu  segons  la  calitat  del  crin  imposat 
seas  pus  ni  mes.  E  aquesta  resposta  de  men- 
li  ncs  eomplida  satisfacció  en  acte  de  traició  é 
del  major  surs  al  menor.  E-no  afretúra  dir 
Jáis'  lio  delendré  par  Batalla  com  sia  cert  tot 
Cavaller  qui  projuou  Batalla  formant  querella 
ab  qualsevolnom  es  requeridor  per  quant  es 
actor  de  aquella  é  sens  neeecitat  de  honra  sua 
Irada  é  promoit  la  Batalla.  E  axi  com  lo  To- 
cable de  mentir  satisfa  á  tot  creiu  imposat..  E 
axi  lo  vocablo  de  Batalla  formant  querela  es 
ile  tanta  forsa  que  lo  qui  primer  lapromon.es 
actor  de  aquella  6 -per  so  requeridor.  ' 


capítol  ir. 

Com  lo  qui  inculpa  á  allre  es  oblígat  en  pr.o- 
var  lo  crim  qui  li  posa. 

Loque  inculpa  c-  repte  á  altre  es  oblígat  á 
provar  per  Batalla  lo  crim  qufli  posa  no  po- 
dentse  provar  en  altre  manera,  com  Batalla  no 
tinga  loe  sino  endefallsnient  de  prova.  E  per 
so  com  lo  tráete  de  Batalla  ab  paraules  de  pre- 
sent dea  lo  reptador  lensar  gatge  al  reptat  en 
senya!:  delals  paraules  de  que  l'inculpa,  lo 
cual  guatge  lo  raplat  no  deu  pendre  fnís  son 
acorts  de  querela  perqué  seria  oblígat  á  com- 
batido perqué  aquell  auvia  dooat  lo  gatge; 
mes  com  son  de  acorts  de  querela  á  tal  hora 
lo  reptat  lo  deu  acceptar  é  teñir  ñns  á  la  torna- 
da que  son  compareguís  en  la  lit  aon  aquell 
(lia  lo  Bey  d'Armas  lo  den  pendre  é  reslituhir 
sa  aquell  al  reptador,  Ver  es  que  posat  per  pa- 
raules de  present  ells  sien  de  acort  é  lo  gatge 
daté  acceptat  es  necesari. per  cartels  entre 
ells  fets  aparega  lur  querela  é  concordia  -  de 
Halaba  é  lo  divisar  de  llui's  armes  á  íi  que 
aq u el  1  qui  iTá  á  cercar  la  plasa  pnga  mostrar 
al  Jutge'la  causa  de  la  Batalla  é  la  concordia 
de  aquella,  car  ningún  Princcp,  Bey  ó  Senyo 
no  ácosluma  dar  loe  á  tais  actes  sens  que  no 
Tage  lo  Procos  fot  euire  aquells  qui  combatre 
volen. 


1194    BIBLIOTECA  POPULAR, 


CAPITOL  m. 

Com  no  apretura  gatge  com  per  mitga  de 
Cartels  les  Batalles  se  tracten. 

Com  por  mitga  de  Cartels  aqüestes  Batalles 
,se  tracten  aquelles  hores  no'  y  afretare  gatge 
car  los  Cartels  signats  de  lur  ma  é  segellats  de 
lur  Armes  fan  eomplida  fe,  los  quals  Cartels 
han  eser  partits  per  A,  B,  C.  Signat  é  segellat 
com  ja  es  dit  é  tramesos  per  oGeials  d'Armes 
é  en  defallimení  d'ells  per  trompeta  los  qúals 
han  de  fer  verdadera  relació,  esenilii  per  lur 
otici  tinguts  é  obligats. 

CAPITOL  iv.  . 

Del  orde  que  lurs  Cartels  deuen  teñir. 

L'orde  deis  Cartels  ha  eser  lo  mes  breu 
que's  pnga  ab  paraules  limitades  posan  lorep- 
tador  la  querela  sua  clara  é  afermetiva  dient 
!o  reptador:  Yo  dic  que  Vos  mehabeu  fallit  en 
tal  cosa  é  te  a  dir  lo  falliment  qual  es  é  en 
quina  forma  fuá  fet.  E  lo  reptat  den  respondre 
Vos  no  dien  ver  ú  mentía  segons  5a  caiitat  del 
crim  imposat.  Les  altres  páranles  en  le  cartel 
posadés  deuen  eser  á  mi  semble  ó  per  tal  co- 
sa á  ti  que  lo  reptat  no  puga  mudar  querela 
sobre  alguna  páranla  dita  afirmativa  majorment 
si  aquella  tal  era  de  mes  importancia  que  no 
la  de  ia  querela  de  qne  tráete:  E  son  de  paper 
alguns  que  si  dos  letrejanse  están  en  deferen- 
cia sobre  una  querela,  si  per  ears  parlant  sur- . 
ten  en  attra,  no's  poí  mudar  ni  partir  déla 
primera  si  dones  no  será  de  major  importancia 
á  tal  hora  lio  pot  fer  com  á  cosa  mes  necesaria 
á  la  honra  sua  é  perqué  lo  major  cars  pre- 
cehep  lo  menor.  Ver  es  que  son  alguns  de  pa- 
rer  si  deu  quant  pot  mesclar,  la  primera  que 
mes  honrada  cosa  es  perqué  mostra  que  en 
aquella  te  veritat  é  que'stá  ferm'  en  un  propo- 
sit  é  no  manda  sino  per  necesitatde  major  cars 
mes  aso  fase  ell  si  li  fa  al  fet  é  no  en  altre 
manera  car  moltes  voltes  se  seguex  que  hom 
no  te  bona  querela  en  la  primera  é  ab  contra- 
rietats  de  paraules  ne  surt  alguna  altre  com  es 
dit  qui' es  major  importancia  y  en  aquella  hom 
la  te  hona,  y  es  gran  discreció  en  tal  cars  mi- 
rar tot  son  avantatge. 

CAPITOL  V. 

Com  en  Cartel  de  Batalla  no's  deuúesmen- 
iir  sino  per  la  sola  querela. 

Son  alguns  de  parer  que  en  Cartel  de  Ba- 
talla no's  deu  desmentir  sino  per  la  querela  ó 
per  cosa  major  d'eila,  per  cuant  lo  desmentir 
te  tanta  forsa  que  si  algn  es  incufpát  de  trai- 
ció dient  mentía  es  eomplida  satisfacció  é  per 
so  es  vist  que  la  desmentir  importa  tant  ab  sí 
qne  sí  algu  clesment  l'altre  fará  la  querela 
aquel  tal  pot  dexar  aquella  é  formar  querela 
T,  xxxiii.  ¿5 


387 


TORNEO 


388 


nova  de  aquella  cosa  perqué  lo  desmentiment 
es  fet,  ó  per  lo  desmentiment  com  á  infamat 
de  mentiros. 

capítol  vi. 

Com  tot  Septat  es  defenedor. 

Tot  reptat  es  defenedor  é  te  do  son  dret 
per  antigás  Leys  é  Costums  divisar  la  forma  de 
la  Batalla,  so  es  á  pcn  6  á.caval  é  los  armes, 
é  cercar  Jutge  gni'ls  tinga  la  Masa,  ó  ha  facul- 
tat  sis'vol  de  dónamelo  earrech  al  requiridor. 

CAPITOL  VII. 

Com  deuen  eser  divísenles  les  Armes. 

Tot  Home  qui  divise  Armes  les  deu  divisar 
que  sien  ofensives  pera  si  é  defensives  pera 
si,  car  altrament  no  son  ditas  Armes.  É  feta 
diferencia  en  la  segona  Partida  de  Espanga  que 
les  defensives  propiament  no  son  ditas  Armes 
ans  se  anomenan  armaduras.  É  son  aquestas 
las  que'ns  vestim  é  ns  armám  per  defensió  de 
la  Persona.  É  acerca  de  asó  es  dit  que  asi  com 
en  lo  divisar  deis  senyals  c,  bandera  sont,  ú 
cota  d'Armes  qui  son  les  lnsinias  deis  cava- 
llers  guanyadas  per  fets  d'Armes.  Un  sol  co- 
lor no  fa  divisa  ni  senyal  asi  en  lo  divisar  de 
les  Armes  com  de  combatre  cors  Icors  no  son 
dites  Armes  sino  son  divisades  de  ofensives  é 
defensives.  É  per  so  en  lo  divisar  de  aquellessc 
deu  mOlt  entendre  que  aten  lals>  quals  eser 
deuen  é  tant  cavallerivols  com  fer  se  puga,  car 
:  1  rament  ían  gran  earrec  á  qnl  les  divise  per 
qnant  asenyala  no  volver  Batalla,  car  qui  Ba- 
tirla vol  deu  divisar  lo  que  es  rehonuble  é 
pirtinent  per  atal  acto,  so  es  posar  querela 
psrtineut,  Armes  rehonables,  é  Jntge  compe- 
tent  tant  per  esercregut,  com  cucara  perqué 
mes  facilment  Iiagen  Jutge  qni'ls  tingue  la 
Plaia,  car  com  los  Princeps  o  Senyors  vciient 
cf lio  la  forma  ab  que  anen  á  combatre  es  deso- 
nesla  é  foi'a  de'stil  per  algún  desordenat  divi- 
sar d'Armes  ó  per  querela  Civil  ó  desrabona- 
ble  no  volen  donar  loe  ne  otorgat  aquella,  6 
asi'  á  culpa  de  tal  la  Batalla  se  alargue  é'sdila- 
1e  lo  que  enien  á  senyalar  aete  com  es  Bata- 
lla á  Ullrunsa  se  deu  molt  atendré.  É  son  al- 
guna de  parer  tais  Armes  no  deuen  ser  accep- 
ladcs,  car  aceeptar  lo  que  es  molt  difícil  de 
fer  es  voler  pendre  temps  sens  fer  acte  de 
fet,  Ver  es  qneposat  aso  sia  dit  ellas  se  deuen 
accc|jlar  per  no  metre  en  ningún  duple  ne 
perill  la  Honra. 

CAPITOL  VIII. 

Qual  arde  deuhen  teñir  aqudls  qui  son,  en 
diferencia  de,  requiridor  á  defendedor. 

Son  de  parer  algñns  que  si  dos  lelrcjantse 
stan  en  diferencia  de  requiridor  ó  defendedor 


no  podentse  concordar  deuen  pendre  lo  Pro- 
cés  de  lurs  Cariéis  é  cercar  Jutge  qui'ls  acla- 
resca  la  tal  diferencia  é  que  aquel  males  los 
tíngala  Plasa  perqué  no's  hage  á  perdre  leai- 
ps  en  cércame  altre. 

CAPITOL  IX. 

Com  vengú  deu  dar  temps  al  altre  eu  fon 
scriure. 

Estant  dos  en  cariéis  de  Batalla  dcgt'i  no 
deu  donar  temps  al  altre  eu  son  scriure,  si 
dones  no  era  de  tal  edat  que  perdés  en  la  dis- 
posició  ó  si  habie  entendre  en  menors  empre- 
ses  de  que  per  aquell  fet  stigués  empatxat,  car 
por  les  majors  cada  ha  escusat  reste. 

CAPITOL  X. 

Qital  ordu  deu  teñir  Coqui  te  á  cercar  é  tra- 
bar. Jutge  y  Plasa. 

Com  son  de  acort  de  querela  lo  qui  te  lo 
carree  de  cercar  la  Plasa  deu  demanar  aquella 
si  es  acte  de  traició,  ó  de  fe  a  son  Senyor  na- 
tural, si  es  per  altre  cars  á  Senyor  strany  feut 
sa  diligencia  ell  eu  persona  6  trametrerbi  al- 
tre qui  sia  altre  ell  mates  eu  cercar  aquella 
dins  spay  de  sis  mesos  per  stil  d'Armes  acus- 
tumats  de  donar;  é  si  aquella  R  es  denegada 
peq  algún  Princep  ó  Senyor  scusantse  per  al- 
guna causa  6  rao,  en  tal  cars  deu  suplicar  lo 
Senyor  qui  aquella  li  dessega  11  vulla  donarla 
rcsposla  en  sbrits,  dient  la  causa  perqué  aque- 
lla no'  ls  conceut,  la  cual  resposta  age  auten- 
ticada é  treta  en  forma  ab  son  Segéll  per  ea- 
ler  segellada  á  ti  que  si  dins  lo  dit  temps  aque- 
lla hagut  no  haurá  puga  per  los  actes  mostrar 
baberfet  sa"  diligencia.  E  si  pasará  per  alguna 
Ierra  de  Senyor  qui  puga  tenir  Plasa  y  aquell 
tal  seráabseut  fase  levar  acte,  lo  qual  sen  por! 
autentie  com  ell  es  stat  en  lo  dit  loe  per  di- 
manar la  Plasa  al  dit  Senyor  é  que  no'l  lia 
irobat  eu  sa  térra. 

CAPITOL  XI. 

Qué  deu  fer  aquell  qui  la  Plasa  aura  anuda 
ne  que  deu  haber  del  Jutge  qui  aquella  li 
otorga  ¿  consen. 

É  com  lo  qui  cerca  la  Plasa,  aquella  ama 
aguda,  tleu  haber  del  Senyor  qui  aquellali  coii- 
cent  letra  citatoria  per  aquell  ab  qui  combalre's 
te ,  é  un  guiatge 6  salconduyt  per  aquell ,  é 
per  totes  seseosas,  é  per  tots  los  qui  en  la  Ba- 
talla lo  aeompangarán ,  ó  per  lo  semblan!  por 
si'malei.x.  treinetmrti  aquella  en  temps  ab  mu 
letra  sna  ;  avisanllo,  com  r.b  sa  diligencia  lia 
dat  complüinent  al  que  obligat  s're,  la  cual 
letra  citatoria,  ha  eser  tremesa,  ó  aportadla  per 
Rey  d'Armes,  Araut  ó  Personan!  si  ni  háurí, 
la  qual  donada  ha  aíer  rclació  al  qui  aquella 


TORNEO 


39  0 


iramét  de  la  qual  relació  safer  actc  per  mitga 
de  Kota'ri ,  6  aquella  ensertar  en  lo  Procés  do 
lurs Cariéis  ó  Letres.  É  si  Rey  d' Armes,  Araut 
6  I'ersonaiil  no  hi  hanri  en  tais  caos  la  den 
portar  trómpela  poriant  a!)  ell  un  Notari  ab 
dos  testimonia,  é  si  terse  pot,  que  sien  gentils 
Horneas,  lo  quu.1  Notari  leu  acte  de  la  prcsen- 
lactó  de  aquella  ¡  é  per  lo  semblant  sia  encel- 
lada en  lo  Srocés  de  Inr  Balatla. 


CAPITOL  XII. 

Que  den  en  fer  tos  combalenst  aprés  de  pre- 
sentada la  Letra  citatoria. 

Présenla  'a  la  letra  cilnloria  6  rets  los  no- 
tes demnnl  dits,  los  cabnllcrs  qui  rómbatrór 
teñen  prcslnmenl  parlir  tirant  la  viude  la  cin- 
lat,  ó  vila  hun  lo  Senyoriós  lia  asignada  la ■  Piu- 
sa aueiil  les  Persones  Ifui;  laiil  guardadas  cuni 
terse  puga,  c  per  lo  semldant  los  cavaÜers  é 
armes  que  portan. 


CAPITOL  XIH, 

Si  algún  inconvenieni  seguía  ais  combalens 
finaitl  ú  la  Batalla  que  es  lo  que  deuen  fer. 

Si  per  c'ars  anan  los  enmbalonts  á  la  Bata- 
lla ert  jo  cania  los  seguía  algún  impediment  de 
mahiltin,  ó  altee  qjualseval  do  aquell  fase  fer 
ueles  auleutics  é  tan  probables  com  fer  se 
puxa,  irametcnt  aquells  al  Senyor  qui'ls  te 
filáis  per  á  la  Batalla,  porque  sia  autenticament 
cerlilieat  de  la  causa  qui'ls  deté  en  no  poder 
eser  ;i  la  Jornada,  y  encara  per  major  cornpll 
ment,  si  fer  bo  pot,  bi  trenieta  Procurador  per 
tlav  ralio  de  tot  son  eser  no  moventse  james 
ilel  loe  bont  lo  la¿  inconyenient  U  es  seguit, 
si  dones  no  aeostanse  a  la  ciutat  ó  Yila  lion  la 
1'  lasa  li  es  asignada. 


CAPITOL  XIV. 

Que  deuen  fer  ios  Combalents  quant  arriben 
en  algún  loe  círcxtmvehi  pres  del  loe  hont  los 
es  asignada  la  Plasa. 

Com  los  Cavallers  serna  arribáis  en  algún 
loe  circumyehi  profs  de  la  Ciutat  ó  Vtla  bont 
los  es  asignada  la  Plasa  den  cascií  per,  si  en 
arribaut  tremetre  un  Oficial  d' Armes  si  aquell 
tindrá  d  sino  alguna  Persqua  principal  al  Se- 
nyor qiü  la  Plasa  los  ba  donada  certiflcantlo  de 
delavtnguda  soplicant  á  sa  Senyoria  man  li 
sia  donat  aposentament  per  ell  é  sa  Gent,  per 
que  encontinent  pnga  entrar  en  la  Ciutat  ó  Vi 
la  hont  lo  Senyor  los  ha  asignada  la  Plasa. 


CAPITOL  XV. 


Que  es  lo  que  deuen  fer  los  Combatents  com 
son  arribáis  en  lo  Loe  hon  lo  Senyor  los  ha 
asignada  la  Plasa. 

Com  los  dos  cavallers  será  arribáis  dins  la 
Cinlut  o  Vila  hon  lo  Senyor  será  deuen  infor- 
marse quL  son  los  Oficiáis  é  grans  Homens  pus 
favorits  de  Rey  ó  Senyor,  é  parlar  abs  aquells 
tiruntlos  á  sa  voluntat  qnaut  puga,  é  perqué  lo 
qni  ha  liagut  la  Plasa  de  rao  deu  haber  y  ha 
pi'eccbir  cu  guanyarse  aquells.  Lo  qui  derrerá 
la  Batalla  ve  deu  dir  cutre  les  altres  coses, 
coui  ell  los  te  per  tant  Nobles  é  valents  Cava- 
lies  que  no  eren  que  per  eser  vingut  primer 
fon  "Adversan  é  nomenaullo  clls  falgucsent  un 
res  á  la  honra  sua,  ans  per  la  fama  que  ha  oit 
dul  rey  ó  Senyor  é  deis  conlia  tant  de  lur  vir- 
tut  com  faria  per  pensament  deParents  é  Per- 
dones á  cIL  raolt  acostadas.  Aso  sia  dit  3egonts 
la  eondieió  deis  Uomeus  proporcionaut  las 
paraulas  segons  la  Granosa  c  stlma  de  aqi.ells 
é  axi'ls  demana- de  gracia  en  en  tot  é  per  tot 
lo  vullan,  aconsellar  é  haber  la  honra  sua  per 
recomanada  aixi  com  ell  faria  per  ells  6  per 
qunlseval  dell  senlitab  semblanls  maneras  é  al» 
tres  la  voluntat  de  aquells. 

CAPITOL  XVI. 

Qual  orde  deuen  teñir  los  Combatents,  y  qw 
deuen  dir  com  venen  á  fer  reverencia  al  Se- 
nyor qui  la  Plasa  los  ha  eoneentida. 

Asignada  la  hora  per  venir  á  fer  reveren- 
cia al  Senyor,  fasa  cada  hu  aquella  segons  la 
eondieió  del  Senyor,  qual  será  veniut  devant 
la  Senyoria  sua  ab  cara  ferma  é  ha  cotinensa 
s'forsada,  é  si  lo  Senyor  es  tal  que  hage  me- 
nester turcimany  suplió  aquell  que  li  do  de 
anar  lo  cual  digne  tres  cosas,  la  primera  com 
ell  es  aqui^ier  ferli  reverencia,  é  regresia  ¡i 
Deu  com  li  ha  fot  gracia  de  doDarll  causa  de 
veiire  un  tal  virtuós  y  famós  Rey  ó  Senyor  lo 
qual  tota  sa  vida  bahia  desitjalveure  per  lá  sua 
gran  lama  de  sa  molta  vlrtut  é  cavaUeria.  É  lo 
qui  agut  la  Plasa,  regraciad!  la  mercé  qni  li 
lia  feta  de  concentivli  aquella.  La  segona  que 
ell  comparega  devant  sa  gran  Senyoria  com  á 
citat  á  Batalla  per  ell  faedora  ab  tal  é  per  qual 
soplique  sia  de  mercé  que  sa  comparado  li 
man  eser  fet  é  liurat  acte  autentic.é  perpet- 
nal  memoria  é  testimoni  de  veritat.  La  tercera 
que  protesta  que  en  cars  lo  Cavaller  qui  l'fa 
comparerli  fális  del  que  per  sur  letres  ó  Car- 
iéis, é  concordia,  é  en  altre  manera  li  perlanga 
proteslant  en  aso  temps  alguno  li  incorrega  ó 
de  asso  aximatex  requerirá  lisia  fet  é  liurat  ac- 
te publie  é  aquell  é  tots  altres  actes  qui  fas  en 
á  consérvame  de  la  honra  sua  hage  en  públi- 
ca é  autentica  forma,  é  aso  fase  cada  tni  d'ellí 
segons  la  obligació  en  que  será. 


TORNEO 


CAPITOL  XVII. 

Com  se  han  de  comportar  veyentse  los  Com- 
batents. 

Estant  en  la  Giutat  hont  los  es  asignada  la 
Plasa  los  Gavallersqui  á  corubatrer  teñen,  ma- 
jorment  en  la  Cotí  del  Rey  ó  Senyor  ans  de  la 
jomada  de  la  "Batalla  veentse  la  hu  al  altre  se 
detieti  saludar  ab  continensa  alegre  é  s'forsa- 
da  per  mostrar  que  te  alegría  de  la  compavició 
de  aquel  per  venir  á  eonclusió  de  Batalla. 


capítol  xvm. 

Qual  arde  deu  teñir  lo  requiridor  si  es  re- 
questde  Concordia  ab  son  adversar  i. 

E  si  lo  Rey  ó  Senyor  ó  per  qualsevol  altre 
persona  era  traetat  entre  ells  combatents  con- 
cordia alguna  ó  compromis,  axi  fora  la  Batalla, 
ó  com  diüs  la  Batalla  prohibintse  per  lo  Jutge 
la  Batalla,  lo  requiridor  no  M  deu  dar  loe, 
com  sia  obligat  á  dar  fl  al  que  comeiisa  é  non' 
püt  esir  konradament  sino  fa  otorgat  al  dete- 
nedor lo  de  que  1' inculpa  ó  I'mata  per  quant 
te  facultat,  si  lo  .Tutge  que  lo  request  haurá 
agut,  sopren,  de  liaberne  altre.  O'si  ell  n'a 
pres  primer  lo  carree  es  en  culpa  sua ,  sino 
l'agat  tal  que  lidex  la  Batalla  venir  á  C  E 
per  so  deu  molt  guardarse  cada  bu  ans  de  re- 
querir de  Batalla  á  que  s'obliga,  car  molt  es 
gran  la  obligasió  en  que  lo  requeridor  se  pasa. 


CAPITOL  XIX* 

Sí  lo  defanedor  es  request  de  la  matexá 
'  Concordia  que  deu  fer  é  dir. 

E  si  lo  defenedor  es  request  de  la  matexa 
Concordia,  la  sua  resposta  deu  eser  com  el  es 
aqui  demanat  á  Batalla  pertalqui  l'h'a  request, 
é  axi  te  donar  execució  á  la  Batalla,  -  com  de 
metre  aquella  á  tota  lur  diferencia  á  conexen- 
sa'ell  es  prest,  seguiníse  la  voluntat  del  qui 
l'te  request  axi  de  femé  conaguda  com  de 
combatre. 


CAPITOL  XX. 


Si  lo  requisidor  se  concordaban  de  metre  sa 
diferencia  á  conaguda,  que  deu  fer  lo  de- 
fenedor. 

E  sí  per.  lo  Senyor.  Jutge  ó  per  altres  lo 
requiridor  se  concordaba  de  voler  metre  la  di- 
fenencia  á  couéguda  ó  en  poder  de  algu  deo 
lo  defenedor  eser  coucert  de  seguir  aquel  com 
á  ell  en  quant  es  request  no  li  pot  seguir 
carree 


CAPITOL  XXI. 

Si's  concordaban  los  combatents  de  metre  lur 
diferencia  á  coneguda,  é  diferien  der  for- 
mar primer,  si  es  carree  al  defenedor  fer- 
mar  primer. 

E  posat  se  concordasen  de  metre  lar  dife- 
rencia á  coneguda  é  diferisen  qual  de  les  parís 
fermarian  ó  parlarían,  primer,  en  tal  cars  ao 
es  carree  ni  inconvenient  algu  que-  lo  rcquesl 
ferme  ó  parle  primer,  protensíanl  que  res  que 
en  tal  cars  per  ell  dit,  promes,  ó  ferraat  sia, 
no  vaja  per  dit,  promes,  ni  fermant  (ins  á  tau! 
que  lo  requiridor  haja  dit,  promes  ó  fermat. 

CAPITOL  XXII. 

Com  tota  Batalla  te  tres  temps. 

E  perqué  tota  Batalla  á  Vetransa  lia  tres 
temps,  la  ha  en  lo  qual  lia  eser  compareguts; 
L'altre  lo  dia  en  que  es  asignada  la  Batalla; 
L'allre  la-hora  para  combatre,  deu  lo  requiri- 
dor arribant  dinslo  temps  en  la  part  hont  li  es 
asignada  la  Plasa  suplicar  lo  Senyor  que  li 
asigne  lo  dia  para  la  Batalla,  car  de  stil  é  cos- 
tura es  que  posat  siau  citat  per  lo  Jutge  asig- 
nantvos  Jornada,  que  siau.  comparegiit  perá 
la  Batalla  sempre  lo  Jutge  apres^que  los  (lava- 
üers  son  arrihat  al  Regué  aquella  per  metre 
en  orde  lo  camp  é  les  coses  que  per  á  la  jor- 
nada de  la  Batalla  son  necesarias.  E  per  la 
semblan  asignat  lo  dia  de  la  Batalla  vos  asig- 
ne la  hora  que  haheu  á  esser  en  lo  Camp  pera 
combatre.  Ver  es  que  posat  los  Jutges  molíes 
voltes  aso  practiquen,  ells  no  poden  de' justi- 
cia prorogar,  ni  alargar  la  jornada  déla  Bata- 
lla sino  essent  los  dos  Combatents  compare- 
guts  é  presents  ó  per  temps  molt  curt,  car 
aftrement  es  fet  en  gran  perjuy  en  aquel)  s.  E 
per  so  com  tal  prorogació  es  felá  á  cada  lili 
deis  Combatents  deu  requerir  é  protestar  al 
Jutge  dal  perjuy  que  li  fá  alargant  la  Batalla 
mes  del  terme  asignat  fentne  casen  levar  acte. 

CAPITOL  xxni.  i 

Com  ans  del  dia  de  laBatallalos  Combatents 
deuen  elegir  lurs  Padris. 

Ans  de  la  jornada  dé  la  Batalla  los  Comba- 
tents deuen  elegir  lurs  Padris  so  es  dos  Cava- 
llers  s'perimenfats  en  Jets  d'Armes  qui'ls 
aconsellen  en  tot  lo  que  es  necesari  per  la  Ba- 
talla. 

CAPITOL  XXIV. 

Com  deuen  venir  los  Combatents  á  la  hora 
del  Combatre. 

•  Venint  los  Combatents  á  la  Plasa  deu  ve- 
nir primer  lo  requiridor  porlant  cada  Im  so- 


393 

bra  la  persona  saa  mía  cofa  de  ses  Armes  ves- 
tida, e  una  Bandera  de  ses  Armes  devant-  sa 
Perspna,  é  devant  la  Bandera  un  standart  de 
divisa  poríant  aquellas  dos  gentils  homcns,  é 
si  Bey  d' Armes,  Arant,  ó  Personant  hi  aura, 
per  lo  semblant  úcu  anar. devant  la  Persona 
]ur  Je  de  entrar  lo  requisridor  per  la  porta 
de  Camp  qui  sta  á  Orient.  Semblant  orde  ha 
de  teñir  lo  defenedor  en  lo  venirsen  a  la  llssa, 
sino  que  le  entrar  per  la  porta  qui  es  á  Deci- 
den!. Lo  pavaló  del requiridor  den  star  ala 
part  dreta  del  Jutge,  é  lo  defenedor  A  la  siuis- 
Ira.  Lo  Jurament  te  á  fer  primor  lo  requiridor 
sferraulivament  aflrmant  la  querela  sua  é  lo 
defendor  per  lo  semblant  te  á  pirar  sens  con- 
úiciú  alguna  afermant  lo  eonlrart. , 

CAPITOL  XXV. 

Conclutní  la  forma  del  Camp  é  la  fi  del  Su- 
mar i. 

La  forma  del  Camp  lia  eser  segons  cascun 
Senyor  en  sa  térra  acostuma  car  jo  trop  una 
forma  del  Rey  don' Alonso  de  Castella  el  de- 
sé  en  la  Setena  Partida  de  S'panya  en  lo  tito! 
tercer  qui  tráete  deis  Reiptos  sobre  aeíe  de 
(raició,  é  de  altre,  que  ordena  que  los  faels 
asenyalen  lo  Camp  é  l'aniollenon  roostrantho 
ais  Cavallers  perqué  enfangan  é  sapian  per 
quin  loo  son  los  Mollons.  E'  aquest  Camp  es 
sens  nenguna  clausura.  Trobe  per  lo  semblant 
que  lo  Rey  pn  Pero  d'Arogó  cri  acte  de  traicid 
édefé  rornpúda  ordena  altre  forma  de  Camp 
é  apest  ab  clausura  cobrada  de  país,  feta  é 
doblada  de  tres  paíenes  sots  certa  mesura  ab 
son  eadafal  alt  posat  en  la  andana  del  Campo 
segons  largament  er>  la  dita  Ordinació  es  con- 
tened. E'  per  lo  semblant  en  Fransa  é  en  Ají.- 
glelerraab  clausura  combaten.  É'  perqué  aqües- 
tes cases  tota  vegada  fer  no's  poden  ab  la  ce- 
rimaniá  deguda,  aus  segons  lo  loe  é  tenjps 
s'ba  de  practicar,  par  A  mi  que  tota  votta  que. 
fer  se  pot  le  Camp  dega  esor  fet  quadrat  é  de 
tres  palencs  doblat  per  mesura  perqué  silgué 
ab  l'orde  que's  don  é  á  tota  seguretad  deis 
flombatents  ames  perqué  la  forma  del  se  s'guar- 
de  al  fulge  de  la  Batalla  é  no  ais  combatents, 
dexe  al  carree  del  Senyor  qui  la  Plasá  con- 
cent  la  ordinació  d'aqpell.  Sois  lie  volgut  dir 
aquellos  coses  qui  m'an  ocorregut  quant  at 
s'gnart  deis  Cavallers  per  informació  det-órde 
que  deueu  teñir  tractant  de  Batalla  á  Vetransa 
tos  i  la  execuciú  do  aquella.  Lo  restantremet 
ála  virtut  é  animo  lur  é  ai  ben  obrar  de  ses 
mans  per  hon  lo  premi  de  la  vicloria  s'al- 
cansa. 

¡TORRERO.  {Tnonalogia.)  No  puede  formar- 
le dea  del  arte  del  tornero  sin  un  prolijo  tra- 
tado ageno  de  esla  obra  por  su  naturaleza  y 
s¡a  una  abundante  colección  de  láminas.  Es 
ana  de  los  mas  útiles  y  frecuentes,  porque 
ademas  de  constituir  por  sí  solo  una  profesión 
°ra  para  tornear  la  madera,  ora  para  el  bronce 


394 

y  oíros  metales,  es  una  parte  muy  importante 
de  otras  artes,  entre  las  cuales  citaremos  el 
relojero,  el  maquinista,  el  sillero,  etc. 

La  herramienta  principal  de  los  torneros  es 
un  aparato  conocido  con  el  nombre  de  ionio, 
del  cual  hay  muchas  especies,  siendo  las  prin- 
cipales el  torno  de  puntas  y  el  torno  at  aire. 

En  el  primero  la  pieza  que  se  tornea  está 
stijela  entre  dos  puntas  aceradas  y  sostenidas 
por  dos  piezas  llamadas  muñecas  susceptibles 
de  acercarse  6  alejarse  según  sea  necesario. 
Para  estaclasede  tornos  basta  un  corto  número 
de  herramientas  que  consisten  generalmente 
en  cinceles  y  puntas  de  diferentes  especies. 

En  el  torno  al  aire  la  pieza  solo  esta  ase- 
gurada por  una  de  sus  estremidades  sobre  el 
árbol,  que  ademas  de  girar  cireularmente,  pue- 
de tomar  diferentes  movimientos  simultáneos 
para  que  los  objetos  reciban  las  formas  apete- 
cidas. Los  instrumentos  usados  son  numero- 
sos ,  asi  como  es  inmensa  la  categoría  de  ob- 
jetos que  pueden  labrarse  ,  por  lo  cual  aconse- 
jamos quu  se  consulten  los  tratados  especia- 
les. Consignaremos  aqui  tan  solo  una  cosa  de 
mucha  utilidad  para  los  torneros,  y  de  la  cual 
no  se  suele  hacer  mención  en  los  libros  dedi- 
cados al  arte. 

»  Sabido  es  quelas  herramientas  del  tornero, 
por  lo  mucho  que  trabajan  ,  deben  adiarse  á 
cada  paso  .en  una  muela  á  propósito.  Ofreco 
esla  el  inconveniente  de  usarse  mas  por  un  la- 
do que  por  otro  ,  y  esta  circunstancia  obliga  á 
redondear  la  piedra  con  frecuencia.  Habiéndo- 
se observado  que  el  desgaste  es  debido  at  es- 
fuerzo que  hacen  involuntariamente  las  manos 
cuando  el  pie  pisa  la  calca  de  la  muela ,  se  ha 
remediado  el  inconveniente  adaptando  al  eje 
una  rueda  de  21  dientes  que  engrana  con  otra 
dé  20. 151  manubrio  se  aplica  al  eje  de  este ,  de 
cuya  disposición  resulta  que  cada  pisada  déla 
eájea  no  coincide  con  el  mismo  sitio  de-la  mue- 
la sino  A  cada  21  vueltas,  después  que  todos 
los  puntos  de  la  circunferencia  han  estado  so- 
menlidos  por  igual  á  la  diferencia  de  presión. 
Una  muela  con  esta  modificación  estuvo  traba- 
jando sin  necesidad  de  ser  redondeada ,  hasta 
llegar  á  perder  con  el  uso  seis  pulgadas  de  diá- 
metro. 

Aconsejamos  al  aficionado  y  al  artista  que 
consulte  las  obras  siguientes: 

Plumicr;  E!  (tríe  del  tornero,  ITiO. 

Uergcron:  Manual  del  tornero,  3  tomos  en  i. o  con 
muchas  lámina:. 

Paulino  Dcsormeaux:  el  Arte  del  loriare,  3  lo- 
mos en  tí,  con  atlas. 

Dfisalles:  Jíanual  del  tornero,  de  la  colección 
Itoret,  -2  tom.  un  iS,  con  láminas. 

TORNIQUETE.  {Historia  natural:)  Especie  de 
coleóptero  penlámero,  de  la  familia  délos  car- 
niceros y  de  la  sección  de  los  hidrocánlaros, 
llámase  también  pulga  acuática,  y  es  el  gyri- 
nus  natator  {de  L.,  notable  porque  se  le  vé 
describir  incesantemente  círculos  dentro  del 
agua..  '  • 


TORNEO— TORNIQUETE 


305 


TOROZON 


395 


TOROZON.  (Medicina  veterinaria.)  Dolor . 
ajado  en  el  vientre  que  da  á  las  bestias, "se- 
mejante al  que  en  los  racionales  llaman  cólico. 
Procede  de  diferentes  causas,  y  es  por  esta  ra- 
zón de  varias  especies.  Hay  torozones  vento- 
sos, de  indigestión ,  de  agnafria,- de  bezoar  y 
rojos.  De  cada  especie  vamos  ú  tratar  por  se- 
parado. 

1.°  Torozones  ventosos,^  Las  causas  comu- 
nes de  esta  dolencia  son  las  malas  digestio- 
nes ,  la  putrefacción  ,  la  fermentación  de  los 
alimentos  y  el  calor  que  desprendiéndose  de 
ellos,  enrarece  el  aire.  A  estas  causas  puede 
agregarse  la  relajación  de  las  libras  délos  in- 
testinos, en  cuyo  caso  no  tienen  estos  bastan- 
te fuerza  para  expeler  los  vientos.  Los  sínto- 
mas, 'ó  'mejor  dicho  los  cfeclos  de  la  enferme- 
dad, son  dilatación  de  vientre,  dificultad  en 
respirar,  latidos  en  los  ijares,  Humanización 
en  fin. 

Ésta  enfermedad,  cono  ciclaba  rabien  con  los 
nombres  dé  memorización  ó  indigestión  me- 
fítica, no  es  ,  otra  cosa  que  una  indigestión 
acompañada  de  hincbazon  de  vientre,  produ- 
cida por  la  dilatación  de  ¡os  gases  en  el  estó- 
mago del  animal.  A.  ella  están  casi  únicamente 
expuestos  los  herbívoros,  y  íes  síntomas  con 
que  se  presenta  son  distintos  según  lu  especie 
■i  que  ellos  pertenecen. 

En  los  rumiantes  suele  esta  enfermedad 
manifestarse  por  primavera  ,  sobre  toda  des- 
pués de  lluvias  ó  de  abundantes  rocíos,  y  á 
consecuencia  de  haber  comido  cierta  cantidad 
de  trébol  ó  de  alfalfa  en,  verde  antes  de  su 
completa  fermentación.  El  centeno,  las  pata- 
tas, los  nabos,  las  coles  y  otras  plantas  de  la 
misma  especiepueden  también  determinar  esta 
dolencia;  pero  lo  hacen  menos  frecuentemen- 
te. Esta  enfermedad,  que  muy'amenudo  apare- 
ce antes  de  haber acabado  el  animal  de  comer 
las  sustancias  que  la  ocasionan,  empieza  por 
producir  hinchazón  en  toda  el  arca  del  cuerpo, 
y  mas  particularmente  en  el  ¡jar  izquierdo. 
A  medida  que  aumenta  está  hinchazón  vese  al 
animal  alargar  el  cuello,  respirar  con  trabajo, 
"  abrir  los  sallares  y  la  boca,  ponerse  triste  y 
cabizbajo,  y  quejarse.  A  complicarse  coa  eslos 
síntomas  viene  lue^o  lo  bajo  del  pulso_que  á 
veces  llega  á  hacerle  inexplurable;  y  por  últi- 
mo ,  si.  desde  luego  no  se  cuida  de  poner  re- 
medio al  mal,  vese  al  animal  atacado  de  él  agi- 
tarse ,  bambolearse,  caer  asfixiado  al  suelo  y 
morir  enmedio  de  horribles  convulsiones ,  ar- 
rojando por  la  boca  y  por  tas  narices  una  can- 
tidad mas  ó  menos  cunsiderable  de  materias 
alimenticias.  Veces  hay  en  que  es  talla  rapidez 
con  qne  se  suceden  estos  síntomas  que  tres  ú 
cuatro  horas ,  y  muy  frecuentemente  menos, 
bastan  para  producir  la  muerte. 

De  ganado  lanar  se  ha  visto  á  mas  de  una 
res  caer  estando  pastando,  y  morir  sin  que  ha- 
ya tenido  el  pastor  tiempo  siquiera  de  adver- 
tirlo. 

El  tratamiento  para  este  mal  consiste  en 


administrar  medicamentos  capaces  de  absor- 
ber los  gases,  como  son  bebidas  de  agua  sala- 
da, agua  de  jabón,  de  legia  do  cenizas,  de 
snb-carbonato  de  potasa  ó  do  sosa,  y  sobre  lo- 
do álcali  volátil ,  cuyos  buenos  cfeclos  pan 
hacer  desaparecer  inmediatamente  la  hincha- 
zón, son  conocidos,  administrado  eii  dúsis  de 
una  ó  tíos  onzas  para  uñares  mayor,  y  de 
dos  á  veinte  y  cinco  gotas  desloidas'en  su  cor. 
respondiente  cantidad  de  agua  commi  para 
una  menor.  El  éter  en  doble  .dósis  y  mezcla' 
do  con  agua'  fria,  puede  convenir  lambien; 
pero  el  remedio  mas  eficaz  de  todos  es  el  qne 
aconseja  Mr.  Cuortot,  y  consiste  en  una  cu- 
charada de  cloruro  de  potasa  líquido  cebado 
en  nna  botella  de  cenizas.  Este  remedio,  ü  no 
produjese  efecto  la  primera  vez  debe  repetirse. 

Otro  medio  hay  que  á  veces,  y  en  caso  de 
no  surtir  afecto  aquellos,  conviene  emplear. 
Consiste  este  eo  introducir  hasta  el  rumen  del 
animal  por  la  boca  y  el  exófugo,  ya  una  sua  ta 
de  alambre  retorcido  en  forma  de  espiral  y 
forrado  de  cuero,  ya  una  vara  larga  y  flexible. 
También  se  consigue  hacer  á  los  bueyes  es- 
petar los  gases  por  la  boca,  levantándolas  k 
cabeza,  ó  metiéndoles  en  el  tragadero  un  pu- 
ñado de  sal,  á  fin  de  escitar  el  movimiento  de 
las  mandíbulas,  y  apoyando  al  mismo  íiempo 
con  una  paleta  de  palo  sobre  la  parte  superiur 
de,  la  lengua.  Este  mismo  efecto  suele  obte- 
nerse con  las  resés  lanares,  apretándoles  sua- 
vemente en  los  ijares  con  las  manos.  Y  por 
último  cuando  la  timpanizacion  entra  con  sín- 
tomas alarmantes  y  hace  temer  sofocación,  « 
indispensable,  recurrir  á  la  punción  de  la  paa- 
za;  operación  qúe  se  práctica  introduciendo 
en  el  ijar  izquierdo  un  punzón  ó  simplemeiilc 
un  instrumento  cualquiera  punzante  ó  corlan- 
te. Hecha  en  tiempo  oportuno,  la  punción  es 
el  medio  mas  eficaz  y  mas  seguro  de  atajarlos 
progresos  del  mal. 

De  los  solípedos,  el  animal  en  quien  mas 
particularmente  se  manifiesta  esta  enfermedad 
es  el  caballo.  Son  causas  principales  (le  ella 
la  alimentación  de  este  cuadrúpedo  con  plan- 
tas leguminosas  en  verde,  y  las  indigestiones 
producidas  por  las  orvejas,  las  babas,  los  gui- 
santes ó  el  salvado.  En  sus  síntomas,  en  su 
marcha,  y  en  su  terminación  presenta  esta  en- 
fermedad en  el  caballo  las  mismas  circunstan- 
cias.que  en  el  buey.  En  su  tratamiento  tam- 
bién hay  bastantes  puntos  ele  semejanza. 

Para  su  curación  será  bueuo  administrar 
bebidas  estimulantes ,  aromáticas  ó  etéreas,  ó 
bien  compuestas  de  álcali  volátil  ó  de.  agua  de 
cloruro  de  potasa.  A  estos  medios  que  por  su- 
puesto solo  pueden  dar  resultados  cuando  la 
enfermedad  está  poco  desarrollada,  hay  nue 
agregar  las  friegas  y  el  ejercicio  al  paso,  pe- 
ro cuando  los  síntomas  del  mal  "son  muy  in- 
tensos, conviene  sustituir  las  bebidas  mucila- 
gibosas,  las  fricciones  con  esencia  de  tremen- 
tina y  hasta  la  sangría ,  si  hay  señales  de  in- 
flamación intestinal.  En  la  especie  caballa' 


397 


TOROZON 


rara  vez  produce  buenos  efectos  la  punción, 
5,"  Torozones  por  indigestión.  De  esta 
enfermedad  suelen  ser  atacados  los  individuos 
de  la  especie  caballar,  y  de  ella  puede  inferir- 
se q ue  padecen  cuando,  después  de  haber  co- 
mido ipiicho  grano,  patean,  se  agitan  y  se  po- 
nen tristes,  alargando  de  cuando  en  cuando  la 
cabeza  y  resollando  con  dificultad. 

En  tal  caso  no  hay  que  sangrar  al  caüallo, 
por  lémur  do  que.se  ie  disminuyan  las  fuer- 
tas  digestivas,  y  de  ésponerle  á  morir  sofoca- 
do; al  contrario,  se  le  dará  una  onza  de  triaca 
desleída  en  medio  cuartillo  de  vino  bueno;  ha- 
ciéndale tragar  después  en  abundancia  ou  co- 
cimiento emoliente,  y  se  le  echarán  algunas  la- 
valivas  de  lo  mismo  terminando  la  curación  con 
tina  lavativa  purgante,  compuesta  de  cuatro 
onzas  ile  pulpa  de  caña  fistola  disuelta  en  el 
mismo  cocimiento. 

Del  éter  sulfúrico  vitriólico  obtuvo  escá- 
lenles resultados  el  marqués  de  San  Vicente 
contra  los  cólicos  que  tan  frecuentes  son  en- 
tre la  gente  del  campo,  por  las  aguas  crudas, 
impuras  y  selenitosas  que  beben  y  por  la  mala 
calidad  <ie  los  alimentos  que  usan.  No  tenia  el 
marqués  noticia  do  que  este  remedio  se  hubie- 
se aplicado  á  los  animales;  pero  la  uecesidad 
iliislra  machas  veces.  A  poco  de  morlrscle  de 
cóligo  por  la  impericia  de  un  albeitar,  un  ca- 
ballo muy  bueno  que  tenia  vinieron  á  avisar- 
le, que  en  la  misma  disposición  se  halla- 
ba otro. 

Eu  vista,  pues,  de  la  insuficiencia  de  los 
remedios  ordinarios  contra  estas,  enfermeda- 
des peligrosas,  resolvió  probare!  éter,  y  halló 
medio  de  hacer  al  caballo  tragar  una  dosis  pro- 
porcionada. El  animal,  que  se  revolcaba  y  for- 
cejaba con  la  mayor  violencia,  que  estaba 
sndunflo,  tenia  las  avivas  duras  é  hinchadas, 
las  orejas  frias,  y  todos  los  síntomas  de  peor 
carácter,  se  calmóy  tranquilizó  en  un  instante, 
arrojó  ana  gran  cantidad  de  escrccnenlos,  y 
se  salvó.  Algunos  meses  después,  una  yegua 
vieja  de  labor,  atacada  de  un  cólico  que  no 
creyó  fuese  de  la  misma  especie,  aunque  te- 
nia síntomas  muy  terribles,  curó  mhy  pronto 
con  el  mismo  remedio.  Esto  prueba  la  utilidad 
del  uso  del  éter  tanto  en  los  cólicos  de  indi- 
gestión como  en  los  ventosos.  A  la  mañana  si- 
guiente volvió  la  yegua  á  su  trabajo,  sin  la 
menor  incomodidad. 

La  reaes  vacunas  están  con  mas  frecuencia 
«puestas  á  cólicos  qne  los  caballos,  porque 
pasando  de  un  alimento  seco  y  poco  sustancio- 
so a  pastos  abundantes  y  húmedos,  ó  bien  dán- 
doles con  esceso  trébol  ó  alfalfa,  sus  digestio- 
nes deben  ser  malas.  El  marqués  de  San  Vi- 
cente tuvo,  una  ocasión  de  probar  el  éter  en 
"u  vaca  preñada,  que  tenia  un  cólico  ,y  otra 
<Hifi?rmedad;  y  juzgó  per  su  pronta  curación 
•Militan  efeolo  de  osle  remedio,  que  para  los 
cólicos  de  los  animales  de  asías,  se  puede  usar 
e¡i  cualquier  circunstancia. 

la  dósis  que  creyó  conveniente  para  cada 


animal  es  cincuenta  á  sesenta  gotas  de  éter;  y 
el  medio  de  hacérselo  tragar  el  siguiente. 

Hacia  atar  muy  corto  al  pesebre  el  animal, 
llenaba  un  cuerno  de  agua  pura,  echaba  en 
una  cuchara  de  mango  largo  azúcar  molido,  y 
en  ella  derramaba  el  éter  que  introducía  pron- 
tamente en  la  boca  del  animal,  lo  mas  adentro 
posible,  y  al  mismo  tiempo  le  echaba  el  agua 
preparada  en  el  cuerno.  Obligándole  asi  á  que 
tragase  el  éter,  y  el  azúcar.  Pasados  algunos 
minutos,  cuando  ya  había  tragado  bien  el  éter, 
le  soltaba,  y  si  le  parecía  le  hacia  pasear  lle- 
vándolo del  diestro.  Al  poco  rato  comenzaba  el 
animal  á  arrojar  ventosidades  ó  escrementos, 
y  volvía  perfectamente  bueno  al  establo.  De 
comer  ni  de  beber  no  se  le  daba  en  tres  días. 

3."  Torozones  por  haber  bebido  agua 
fria.  Sobteviene  este  mal  á  aquellos  anima- 
les que,  estando  en  ayunas  ó,  sudando,  beben 
una  gran  cantidad  de  agua  fria,  la  cual,  obran- 
do fuertemente  sobre  los  nervios  del  estóma- 
go, comprime  los  vasos,  y  causa  en  ellos  in- 
flamación: de  aquí  proceden  el  dolor  y  los 
torozones. 

Esta  enfermedad,  que  no  es  peligrosa,  se 
cura  manteniendo  el  caballo  bien  caliente,  y 
haciéndole  pasear.  Si  eu  algunos  casos  no  fue- 
ran suficiente  estos  remedios,  puede  recurrir- 
se  á  Sos  que  indicaremos  para  los  torozones 
rojos. 

•  4."  Torozones  de  bezoar.  El  bezoar  es 
una  especie  de  bola,  ya  esponjosa,  ya  pétrea, 
que  se  forma  en  los  intestinos  de  los  aníma- 
les, especialmente  del  caballo. 

En  el  primer  caso  se  halla  formada  de  po- 
los, borra  y  oirás  sustancias  análogas,  de  co- 
lor sucio  y  amarillento,  y  que  en  llegando  á 
cierto  tamaño  no  toman  mas  grueso,  ni  rue- 
dan en  los  intestinos.  Esta  bola  es"  mas  bien 
un  ügagropilo  (véase  esla  palabra)  que  un  be- 
zoar. Eu  1778  halló  Rozier  una  en  el  apéndi- 
ce del  intestino  ciego  de  un  caballo  de  doce 
años. 

La  segunda  ó  la  otra  especie  de  bezoar  par- 
ticipa de  la  naturaleza  de  la  piedra.  Se  forma 
origínariamenle  por  una  píedrecita  que  se  ha- 
lla en  los  intestinos,  y  alrededor  de  Ja  cual  so 
va  pegando  uu  sedimento  semejante  ni  tártaro 
de  los  dientes:  esta  piedrecita  es  el  núcleo  del 
bezoar,  y  á  veces  se  forma  por  capas  sensi- 
bles, ya  concéntricas,  ya  excéntricas.  Todo  be- 
zoar existenle-en  el  canal  intestinal,  impide  á 
los  alimentos  el  puso  á  los  intestinos  gruesos, 
causando  el  torozón  y  la  muerte  del  animal. 

5."  Torozones  rojos..  Esta  enfermedad  no 
es  otra  cosa  que  la  inflamación  del  estóma- 
go y  de  ios  intestinos  llevada  al  último  gradó/. 
A  ella  está,  mucho  mas  espnesto  el  caballo 
que  los  demás  animales.  El  caballo  que  la  pa- 
decí oslá  casi  siempre  echado  con  la  cabeza 
vuelta  Inicia  el  vientre,  mueve  las  manos,  espe- 
cialineiile,  estando  en  pie,  y  escarva  la  tierra.  Si 
se  echa,  esliendo  al  punto  las  patas  y  las  mue- 
ve; da  grandes  resoplidos;  tiene  la  lengua  se- 


399 


TOROZON 


¿00 


ca  y  caliente,  y  el  pulso  frecuente  y  duró;  es- 
tá triste  y  abatido  y  rehusa  todo  alimento. 
Cuando  le  tocan  bajo  del  vientre  siente  dolor  en 
la  conjuntiva  y  el  esfínter  del  ano,  hay  infla- 
mación, y  es  raro  que  no  calmándose  esta 
viva  el  animal  arriba  de  veinte  y  cuatro 
horas. 

las  principales  causas  de  esta  enfermedad 
son  íá  avena'ó  la  alfalfa1  comidas  en  demasia- 
ba cantidad;  los  brevages  espirituosos,  los 
purgantes  violentos,  las  aguas  demasiado  frins 
durante  los  calores  del  verano  ,  y  la  mala  ca- 
lidad de  los  Jugos  contenidos  eii  el.  estómago  ó 
en  los  intestinos, 

Para  moderar  la  inflamación,  relaxar  las 
partes  inflamadas  y  facilitar  el  paso  de  los  me- 
dicamentos muciláginosos  á  los  intestinos,  el 
primer  remedio  es  la  sangría,' la  cual  'conviene 
repetir  cuatro  ó  cinco  veces  en  el  espacio  de 
veinte  y  cuatro  horas,  teniendo  siempre  con- 
sideración a  la  edad  y  al  temperamento  del 
animal,  á  la  estación  ,  'y  á  la  especié  de  en- 
fermedad y  su  gravedad.  Las  lavativas  muciía- 
ginosas  después  de  la  sangría  son  sumamente 
útiles  para  disminuir*  la  inflamación.  Tómense 
tres  libras  de  infusión  de  hojas  de  lechuga,  y 
disuélvanse  en  ella  tres  onzas  de  nitro-  para 


ta  mas  que  el  buey,  y  como  él  se  mira  al  vien. 
Iré  y  escarva la  tierra.  Cuando  el  iriat  progre. 
sa,  se  queda  el 'animal  echado,  se  le.  aumenla 
la  agitación  cu  el  cuerpo,  suspira ,  tiene  lai¡. 
dos  de  ijares,  y  orina  y  estercola  cou  dificul- 
tad, á  menos  que  la  sustancia  sea  purgante  ii 
haya  pasado  a  los  intestinos. 

Las  sustancias  venenosas  introducidas  en 
las  primeras  vias  de  los  animales,  son-régela- 
les,  minerales  6  animales.  El  reino  vcgetalesel 
que  ofrece  mas  venenos,  perode  cnalqiüeradc 
ellos  que  sean  deben  obrar  diferentemente  en 
las  primeras  que  -en  las  segundrs  vias.  Se  lia 
observado  que  la  misma  sustancia  venenosa 
produce  síntomas  diferentes  en  cada  animal, 
pues  esperiruentos  hechos  sobre  los  vegelalc? 
qae  se  crian  en  los  prados  en  que  al  buey  al 
caballo,  a  la  oveja,  á  la  cabra  y  ul  cerdo,  se 
han  presentado  diferentes  plantas  ,  se  ha  ob- 
servado que  algunas  que  eran  dañosas  al  ca- 
ballo, eran  provechosas  al  buey,  á  la  cabra  y 
al  cerdo,  que  plantas  que  comen  con  ansia  eii 
primavera,  las  desdeñan  en  olúño  y  que  la  dis- 
posición del  animal  hace'  variar  su  gusto: 
cuando  las  vacas  están  criando  comen  las  le- 
chelrcznas,  y  en  otras  ocasiones  las  rehusan, 
Los  bueyes,  los  caballos  y  las  ovejas  despre- 
cian las  plantas  acuáticas,  amargas  y  aeres,  ai 
paso  que  los  cerdos  gustan  de  muchas  acuáti- 


úna lavativa,  (píese  reproducirá  cinco  ó  seis 
veces  al  dia.  Si  en  los  tegumentos  y  en  la  len- 
gua hubiese  ardor,  se  añadirá  medía  onza  de  ticas,  las  ovejas  de  las  aromáticas ,  y  las  ca- 
cremor  de  tártaro ,  sin  otro  alimento  que  una  bras,-  que  son  mas  delicadas  ,  de  los  cogollos 
corta  cantidad  de  agua  blanqueada  con  harina  1  y  las  flores  de  las  plantas  de  ios  brotes  del  ro- 
dé trigo  y  que  en  "disolución  tenga  una  onza  ;  ble,  r"oi  olmo  y  de  otros  muchos  árboles.  La 
de  nitro  en  seis  libras  de  agua,  6  si  con  esfo 
no  calmas'e  la  irritación,  un  cocimiento  ligero 
de  raiz  de  malvavisco  en  pequeña  dosis  y  ti- 
bio. Los  alimentos  contenidos  en  el  estómago 
del  caballo  ,  fio  pudiendo  pasar  por  el  orificio 
delexófago,  fuerza  es  que  pasen  por  eí  dúo 


cicuta  mata  las  vacas  y  alimenta  las  cabras, 
'  et  acónito  no  hace  daño  á  los  caballos  y  mata 
1  las  cabras.  El  olor  y  el  sabor  de  las  plantas  de- 
termina á  los  animales  á  escoger  ¡as  que  les 
son  útiles  y  desprecian  las  dañosas  ,  pero  m 
i  todas  las  que  les  repugnan  son  capaces  de  in- 


flamar sus  estómagos.  Entre  las  dañosas  las 
hay  que,  comidas  en  dosis  medianas,  fatigan 


deno  que  es  ía  porción  mas  espuesta  á  !a  in- 
flamación. El  estómago,  por  lo  tanto,  sí  al  ani- 
mal se  hiciese  tomar  grau  cantidad  de  fluido,  se  j  á  los  animales  sin  causarles  la  muerte,  y  otras, 
dilataría  demasiado,  lo  cual,  lejos  de  favorecer  en  corto  número,  que  son  verdaderamente  ve- 
la espulsion  de  materias,  alimentaria  la  infla-  nenosas  inflaman  sus  estómagos  y  les  causan 
macion.  Reitérenselas  bebidas  en  corla  dosis,  |  la  muerte.  A  esta  última  clase  pertenecen  la 
y  las  lavativas  mucilaginosas  y  cuidóse  sobre  jalapa,  la  colóquintida  ,  el  cólquico,  la  cebolla 
todo  de  no  confundir  la  enfermedad  de  que  es-  albarrana,  el  eléboro  y  otras  muchas.  Es  cosa 
tamos  tratando  con  el  cólico  ventoso,  y  de  no  '  probada  que  estas  sustancias,  dadas  en  pro- 


administrar  las.bebidas  aromáticas,  espirituo 
sas  y  purgantes  que  arrastrarían  el  animal  á 
una  muerte  violentísima. 

A  torozones  rojos  ó  inflamación  del  estó- 
mago ó  de  los  intestinos,  dan  también  lugar 
las  sustancias  venenosas. 

Luego  que  nn  buey  ha  tragado  una  sustan- 
cia venenosa,  deja  de  comer,  se  agita,  tiene  la- 
tidos de  ijares,  da  resoplidos,  y  se  le  hincha  porción  duodenal  del  estómago  del  caballo » 
el  vientre  de  un  modo  pronto  y  estraordinario.  del  rumen  del  buey  y  de  la  oveja. 
A  medida  que  se  agrava,  aumenta  la  palpitación-  .  Aunanimal  que  coma  alguna-  sustancia  ve- 
del  corazón,  las  orejas,  las  astas  y  las  narices,  -  nenosa  vegetal,  adminístresele  inmediatameo- 
frias  al  principio,  adquieren  muy  pronto  con-  te  en  bebida  y  en  lavativa  una  gran  cantidad 
siderable  calor,  del  ano  sale  á  veces  una  sus-'1  de  fluido  mucilaginoso,  tal  como  agua  blan- 
tancia  mucosa  y  sanguinolenta,  y  se  vuelve  fre-'  queada,  melada,  cocimiento  de  raíz  de  malva- 
cuente  la  orina.  El  caballo  en  este  caso  se  agí-  visco  y  leche,  ó  de  aceite  común  fresco,  etc.. 


porción  al  tamaño  y  al  temperamento  del  ani- 
mal, causan  casi  siempre  al  caballo  la  inflama- 
ción de  estómago  en  el  orificio  del  duodeno, 
y  al  buey  y  á  la  oveja  en  el  rúmen ,  lo  cual 
prueba  que  no  siempre  se  deben  atribuir  los 
malos  efectos  de  los  purgantes  á  ¡a  demasiada 
sensibilidad  de  los  intestinos  del  caballo  ni  de 
ía  panza  tlel  buey,  sino  a  la  inflamación  de  la 


< 


401  TOROZOtS 

y  désele  en  la  vena  yugular  una  sangría  mas  ú 
menos  copiosa. 

Si  el  veneno  estuviese  compuesto  de  una 
sustancia  mineral  unida  á  un  ácido'  como  el 
arsénico,  el  álcali  lijo  ó  la  potasa  desleídos  en 
gran  cantidad  de  agua  melada,  descompondrán 
la  sal  metálica,  y  evitarán  sus  malos  efectos; 
c!  agua  de  cal  y  la  magnesia  producen  igual 
efecto,,  pero  mas  lento.  Navier,  médico  de  Cha- 
tas lia  encontrado  contraveneno  para  el  ar- 
sénico, que  consiste  ,en  una  malcrió,  que  sc- 
combina  con  esla  sustancia  por  la  vía  húme- 
da, la  satura,  y  destruye  la  mayor  parte 
desús  propiedades.  Esta  materia,  dice  Itozier, 
os  el  hígado  de  azufre  calizo  o  alcalino,  amo- 
niacal, y  todavía  mejor  el  hígado  de  azufre  que 
tiene  en  disolución  un  poco  de  hierro.  Ver- 
lieuáo  esta  sustancia  en  una  disolución  de  ar- 
sénico, el  hígado  ríe  azufre  sé  descompone 
sin  exiliar  ningún  olor,  porque  el  arsénico  se 
combina  con  el  azufre,  con  el  cual  lince  el  oro- 
pimente  ú  óxido  de  arsénico  sulfurado  amari- 
llo y  se  une  al  mismo  tiempo  con  el  hierro. 
Sr.  Navier  prescribe  un  drncma  de  azufre  en 
media  azumbre  de  agua,  que  manda  lomar  á 
vasos,  A  las  personas  envenenadas,  se  Ies 
pueden  dar  también  de  5  á  6  granos  de  hí- 
gado de  azufre  seco  en  pildoras,  y  encima  de 
cada  una  un  vaso  do  agua  caliente.  Disipados 
los  primeros  síntomas  deben  usarse  las  aguas 
minerales  sulfurosas,  las  cuates  ha  manifesta- 
do la  esperiencia  que  son  útilísimas  para  des- 
truir los  temblores  y  la  parálisis,  que  siguen 
ordinariamente  al  efecto  del  arsénico  y  que 
conducen  á  la  tisis  y  á  la  muerte.  Con  los  ani- 
males seria  acaso  conveniente  emplear  el  mis- 
mo método  proporcionando  la  dosis  al  tamaño 
y  temperamento  de  cada  especie. 

Las  sustancias  venenosas  del  reino  animal 
exigen  til  uso  del  ag  ua  melada;  del  suero  y  del 
¡ISHá  blanqueada  con  harina  de  arroz  ó  de  ce- 
liada.  Si  se  sospecha  que  las  sanguijuelas  son 
las  que  producen  los  cólicos  violentos  y  los 
convulsiones,  hágase  beberuna  cantidad  gran- 
de do  agua  salnrada  de  sal  común.  En  vez  de 
cnqu'ñarse  cu  oscilar  el  vómito,  lo  cual  es 
imposible  en  el  buey  y  en  el  caballo,  debe 
Iwcérsélea  arrojar  por  el  ano  las  suslancias 
venenosas,  impedir  que  entren  en  el  torrente 
Ud  la  circulación,  y  moderar  su  acción  sobre 
(■'1  estómago  ó  sobre  ios  intestinos;  pero  si  han 
oscilado  inllamacion,  duplíquense  los  cuidados, 
sángrese  al  animal  una  y  mas  veces  de  la  ve- 
aa  yugidar,  désele  á  beber,  con  frecuencia  y 
en  corla  dosis,  cocimiento  de  echada  ó  de 
i'uiz  de  malvavisco,  avivada  con  una  pequeña 
cantidad  de  nilro  ó  de  suero,  reitérense  las  la- 
vuiivas  mucilaginosas  ya  indicadas,  proscrí- 
banse la  leche,  los  aceites  y  toda  especie  de 
alimentos,  y  manténgase  el  animal  sin  hacer 
ningún  ejercicio  en  cuadra  ó  establo  limpio  y* 
bien  ventilado. 

De  cólicos  ó  torozones,  que  padecen  al  po- 
co tiempo  de  haber  nacido,  mueren  muchos 

i  190    UIDLiOTECA  VOI'I'fcAIÍ, 


—TORSO  402 

terneros,  y  en  pocas  horas  á  veces.  No  habla- 
remos aquí  del  cólico  que  acompaña  un  curso 
disentérico,  y  que  en  algunos  años  húmedos  y 
Mos  mata  muchos  de  estos  animales;  de  lo 
qne  hablamos  es  del  cólico  sencillo,  que  debe 
atribuirse  al  uso  de  la  leche  ó  de  otros  malos 
alimentos. 

Si  con  las  bebidas  y  las  lavativas  suavizan- 
tes y  refrigerantes,  como  el  salvado,  la  miel, 
etcétera,  no  curan  pronto,  es  necesario  hacer- 
les tomar  algún  laxante  ó  láudano,  ó  ambas 
cosas  juntas,  con  30  granos  .de  azufre,  ó  de 
sal  de  nitro  pulverizada  y  mezclada  con  leche, 
lo  mismo  que  el  láudano.  El  azufre  se  volverá 
á  dar  al  cabo  de  seis  horas,  y  lo  mismo  al  dia 
siguiente  si,  á  pesar  de  haber  repetido  las  be- 
bidas y  las  lavativas,  subsistiese  todavía  el  có- 
lico. * 

TORSO.  Palabra  con  que  en  escultura  se 
designa  la  parle  del  cuerpo  humano  llamada 
tronco.  También  se  aplica  el  nombre  de  torso 
á  ciertas  estatuas  antiguas  mutiladas,  cuyos 
miembros  y  cabeza  están  rotos.  Citaremos  en- 
tre otros  el  fragmento  de  un  Hércules,  llama- 
do el  torso  del  Delveder,  que  Napoleón  agregó 
ásu  museo,  donde  permaneció  basta  1815.  Se 
creia  que  dicho  torso  representaba  á  Hércu- 
les en  reposo,  siendo  ya  dios  inmortal  en  el 
monte  OEta.  La  piel  de  león  que  está  sobre 
la  peña  en  que  se  halla  sentado  el  hijo  de 
Júpiter  y  Alcmene,  la  fuerza,  el  desarrollo  de 
sus  miembros  no  permiten  duda  alguna  sobre 
el  verdadero  asunto  de  la  estatua. 

Nótase  que  el  escultor  no  marcó  ninguna 
vena  en  los  miembros  de  la  estatua,  á  pesar 
de  haberla  representado  con  formas1  no  juve- 
niles y  músculos  muy  pronunciados,  Yinkel- 
man  cree  que  el  artista,  con  la  firmeza -pura 
y  tersa  de  los  contornos  quiso  representar  á 
Hércules  dios  y  no  á  Hércules  hombre.  Esla 
opinión  es  muy  plausible.  Ademas,  no  fallan 
arqueólogos  que  partiendo  de  ciertos  indicios 
juzgan  que  esa  figura  deAlcides  formaba  gru- 
po con  otra  colocada  á  la  izquierda,  y  sabido 
es  quela  fábula  del  apoteosis  de  Hércules  ha- 
bla de  Ilebe,  diosa  de  la  juventud,  á  quien  ha- 
bía tomado  por  esposa,  el  héroe  deificado. 

El  célebre  escultor  Flaxman  quiso  restau- 
rar en  ese  sentido  una  copia  del  torso  y  lo 
consiguió  con  tal  perfección  que  nadie  al  ver- 
lo dudaría  que  el  escultor  moderno  ha  repro- 
ducido tal  cual  era  la  escultura  antigua  y  des- 
conocida. - 

En  la  peña  que  sirve  de  base  al  cílado  tor» 
so,  ejecutada. en  mármol  del  monte  Pentélico, 
hay  una  inscripción  griega  que  descubre  el 
nombre  del  artista  escultor.  He  aquí  sn  tra- 
ducción: nApolania,  hijo  de  Nuator,  atenían' 
¡se,  la  hada.»  La  forma  de  la  letra  omega, 
que  se  encuentra  en  el  nombre  de  Apolonio, 
parece  indicar  una  fecha  que  no  ha  de  ser 
muy  anterior  á  los  últimos  tiempos  de  la  re- 
pública romana;  y  si  es  cierto  que  tan  precio- 
so fragmento  se  aneontró  en  Roma,  á  fines  del 
T.    xtíxiií.  2G 


403 


TORSO-TOSCANA 


404 


siglo  XV,  en  las  escavaciones  practicadas  cer- 
ca del  teatro  de  Pompeyo,bay  Campo  di  Fio- 
re,  pudiera  emitirse  una  opinión,  la  de  que 
Apolonio  esculpió  el  Alcides  en  la  época  de 
Pompeyo. 

El  papa  Julio  II  habia  colocado  el  torso  de 
Belveder  en  los  jardines  del  Vaticano,  con  eí 
Apolo  Pitia  y  el  grupo  de  Laocoonte;  en  esté 
parage  le  vieron  y  copiaron  todos  los  hombres 
célebres  á  qaieues  la  civilización  moderna  debe 
el  perfeccionamiento  de  las  bellas  artes.  Sirvió 
para  los  estudios  de  .Miguel  Angel,  Rafael,  Julio. 
Romano,  Carracba,  etc. 

-  Cuéntase  que  Miguel  Angel,  cuando  estaba 
ciego,  hacia  que  lo  llevasen  delante  el  torso 
de  Belveder  y  allí  palpaba  el  suave  modelado, 
y  las  formas  tersas  de  tan  bello  tronco. 

«El  torso  de!  Belveder,  dice  Rafael  Mengs, 
es  completamente  ideal;  tiene  todos  las  belle- 
zas de  las  demás  estatuas  antiguas,  un  loque 
imperceptible  y  la  mas  perfecta  variedad. « 
Vinkelman  cree  que  Apolonio  de  Atenas  vivía 
en  tiempo  de  Alejandro  Magno,  y  al  hablar  de 
la  estatua,  dice:  «Mutilada  basta  el  último  pun- 
to, sin  cabeza,  sin  brazos  y  sin  piernas,  esa 
estatua  de  Hércules,  tal  como  la  vemos  hoy, 
se  presenta,  aun  para  los  que  saben  penetrar 
los  misterios  del  arte,  con  un  brillo  que  revela 
su  belleza  primitiva.  No  hay  figura  que  es- 
prese las  carnes  mejor  que  esta.  Pudiera  de- 
cirse que  ese  Hércules  se  acerca  mas  á  la  bue- 
na edad  del  arte  que  el  Apolo  del  Belvedere.» 

La  mayor  parte  de  los  estatuarios  convie- 
nen en  decir  con'  los  arqueólogos,  que  no 
existe  escultura  antigua  ejecutada  con  tan  gran- 
de estilo. 

TÓRTOLA.  [Historia  natural.)  Especie  de 
-  aves  del  órden  de  las  gallináceas,'  familia  de 
las  columbinas  y  del  género  paloma.  Eñ  la  ac- 
tualidad hay'mncbos  que  consideran  la  tórtola 
como  un  género  del  que  es  tipo  la  tárlolaw- 
muri  (columba  türtur  de  Lin.)  Este  animal 
tiene  los  mismos  instintos  y  hábitos  que  el 
palomo,  se.  alimentan  del  mismo  modo  y  se 
rennen  también  en  bandadas  en  ciertas  esta- 
ciones. Las  caricias  mutuas  del  macho  y  de  la 
hembra  son  bastante  parecidas;  la  misma  voz, 
ó  mejor  dicho,  el  mismo  gemido  lastimero  y 
el  mismo  modo  de  incubar  y  criar  suspollue- 
los.  Se  lian  citado  á  estas  aves  como'  mode- 
los de  fidelidad,  y  por  cierto  quesentímos  de- 
(  sengañar  á  los  que  aun  están  en  tal  creencia.  El 
macho  busca  sin  escrúpulo  muchas  hembras, 
y  estas  no  temen  favorecer  á  mas  de  uno.  Vi- 
ven por  lo  común  en  la  parte  mas  fresca  y 
■sombría,  délos  bosques,  y  anidan  generalmen- 
te en  los  grandes  árboles.  Se  cazan  con  tazos, 
■  redes,  reclamos  y  escopetas. 

TORTUGA.  (Historia  natural.)  Lineo  reunía 
todos  los  quelonios  conocidos  en  su  tiempo 
bajóla  denominación  genérica  de  testudo.  En 
la  actualidad  no  se  llaman  asi  mas  que  lasíor- 
tugas  terrestres  ó  quersitos,  y  aun  este  gru- 
po se  encuentra  todavía  restringido  dividién- 


dose por  algunos  autores  en  cuatro  géneros, 
que  son:  tortuga  {testudo),  píxide  [piséis), 
ciniscide  (cinyxis)  y  homopodo  [homopodus], 
Todos  estos  animales  se  reconocen  por  un  es- 
paldar muy  abombado,  A  veces  mas  alto  que 
ancho,  y  debajo  de  cuya  bóveda  esconden  com- 
pletamente la  cabeza,  cola  y  estrcmiilades, 
quedando  al  abrigo  de  golpes  y  presiones  enor- 
mes; las  placas  son  grandes,  córneas  y  no  re- 
cargadas, y  su  número  apenas  varia,  contán- 
dosc  siempre  trece  en  el  disco  que  corres- 
ponde á  las  vértebras  y  costillas,  y  de  veinte 
y  tres  á  veinte  y  cuatro  en  la  circunferencia. 
Las  estremidades  propias  para  andar  y  no  pura 
la  natación  rematan  en  dedos  casi  iguales,  in- 
móviles y  reunidos  por  una  piel  gruesa  en  una 
especie  de  muñen,  en  cuya  circunferencia  se 
ven  las  uñas  gruesas,  cortas  y  cónicas.  Se  ali- 
mentan principalmente  de  vegetales  y  de  al- 
gunos insectos  y  moluscos.  En  los  países  tem- 
plados se  aletargan  durante  el  invierno,  Su 
lentitud  andando  es  proverbial,  y  su  carácter 
es  estúpido  y  familiar  al  mismo  tiempo.  5fl 
generación  es  ovípara  y  los  machos  buscan  á 
las  hembras  con  mucho  ardor.  Estas  ponen  sus 
huevos,  que  son  pocos,  y  casi  siempre  esféri- 
cas en  un  agujero  en  donde  los  abandonan,  y 
parece  que  no  se  cuidan  de  los  pequeñnelus. 

Las  especies !  mas  conocidas  del  género 
testudo,  sou:  la  tortuga  griega  {testudo  grte- 
ca,  de' Lin.),  de  unas  diez  pulgadas  de  longi- 
tud con  la  coraza,  amarilla  manchada  de  ne- 
gro y  una  prominencia  en  el  borde  posterior 
del  espaldar,  algo  encorvada  sobre  la  cola;  la 
tortuga  morisca  [chersus  iberas),  y  la  tortu- 
ga bordada  (Ch.  marginaius.) 

En  tas  islas  del  caual.de  Mozambique,  en  la 
India,  en  la  América  del  Sur  y  en  las  islas  de 
los  Galápagos  hay  tortugas  mucho  mayores 
que  las  de  Europa,  y  suele  haberlas  que  pe- 
san de  400"  á  500  libras,  y  que  por  ello  han 
merecido  los  nombres  de  elefantinas  y  g¡~ 
gantes. 

TOSCANA.  (c  n  as  ducado  de)  Toscana.  (Geo- 
grafía.) La  Toscana,  uno  de  los  principales 
estados  de  la  Italia  Central,  está  limitada  ¡il 
Norte  por  et  ducado  de  Módena,  á  el  Usté  y 
Sur  por  los  estados  de  la  Iglesia,  y  al  Oeste 
por  el  Mediterráneo.  El  actual  Gran  ducado  de 
Toscana  consta  de  varios  países:  la  Toscana 
propia,  ó  sea  el  Florentin,  el  Siennes  ó  Pisano, 
los  Présides,  el  principado  de  Piombino,  la 
isla  de  Elba  y  el  ducado  de  Luca  (i). 

La  superficie  de  la  Toscana  se  regula  en 
unas  1,100  leguas  cuadradas,  y  su  población 
en  1848,  en  1,700,000  habitantes. 

Él  Apenino  cubre  toda  la  parte'  oriental  tic 
la  Toscana  y  eclia.  numerosos  estribos  sobre 
lo  demás  del  pais;  está  bañada  la  Toscana  por 
el  Arno  y  el  Ombronc;  es  un  pais  fértil  en  lo 

(14,  En  18.47  turnó  posesión  la  Toscaua  del  ducado 
de  Luca,  cediendo  á  los  ducados  de  MAdena.  y  far- 
iña, T¡vi7,?.ana,  Ponlremoli  y  oíros  puntos. 


«5 


TOSCANi— TRABAJO 


406 


general,  bien  cultivada,  y  que  lia  sido  titulado 
el  jardin  de  la  Italia.  Xo  obstante,  desde  el 
Monle-fiirccllo,  cerca  de  Liorna,  son  sus  lito- 
rales bajos,  pantanosos  y  malsanos,  tul  es  el 
territorio  marítimo  que  se  conoce  por  el  nom- 
bre de  llaremmas. 

El  ejército  toscano  es  de  unos  5,000  hom- 
brea. 

La  marina  militar  cuenta  tres  goletas  y.  al- 
gunas chalupas  ó  lanchas  cañoneras;  la  mer- 
cante se  componía  en  1835  de  793  buques. 

Las  rentas  ascienden  á  unos  21.0(10,000 
de  francos. 

Divídese  la  Toucana  en  seis  provincias  lia-' 
¡nadas  compartimento. 

Florencia,  caneza  de  partido  Florencia, 
capital  de  la  Toscana;'  Pistoyu,  Volalcrra. 

Arezzo,  cabeza  de  partido  Arezzo. 

Sienna,  cabeza  de  partido  Siena  , 

Gro-selta,  cabeza  de  partido  Grosclíe. 

Pisa,  cabeza  de  partido  Pisa;  Liorna,  gran 
centro  comercial,  -puerto  franco.  Piombino, 
I'orto-FcrrajQ,  capital  de  la  isla  de  Elba. 

Luco,  cabeza  de  partido  Laica. 

TOTIPALMAS.  [Historia  natural.)  Familia 
de  aves  palmípedas  caracterizada  por  tener  el 
dedo  pulgar  comprendido  con  los  otros  dedos 
en  la  palmeadura  común;  alas  largas  y  pico 
córneo.  Sus  principales  géneros  son:  e\ pelica- 
no tpeieoanus) ,  cormorán  {phalacrocoraos), 
ave  (oca  (suía),  fragata  ilaehypeles),  anhinga 
(piafad),  y  fietonte  iphaeton). 

TOURS.  [Geografía  é  historia.)  Turones. 
Cwsarodunum.  Está  antigua  capital  de  la  Tu- 
rena,  boy  cabeza  de  partido  del  departamento 
de  Indre-y-Loire,  fué  primitivamente  la  ciudad 
de  los  turones  ó  turoni,  que  Julio  César  en 
sus  Comentarios  incluye  en  el  número  do  los 
celtas.  Bajo  Honorio  so  elevó  ,á  metrópoli  de 
tercera  ciudad  que  era  en  el  Lyonés;  y  cuan- 
do el  imperio  romano  de  Occidente  fué  invadi- 
do y  desmembrado  por  los  bárbaros,  cayó  en 
poder  de  los  visigodos,  del  cual  la  arrancó 
Clovís  en  507.  Habiendo  sido  divididos  á  su 
muerte  los  estados  de  este  principe  entre  sus 
hijos,  tocó  Tours  á  Tierry,  rey  de  Austrasia, 
pasando  ¡l  sus  sucesores  hasta  el  tiempo  de 
Clolario  II ,  que  reunían  baio  su  mando  toda  la 
monarquía  francesa.  Posteriormente,  bizo  par- 
te esta  ciudad  del  reino  de  ííeusíria ,  al  cual 
permaneció  incorporada  bástala  disolución  del 
imperio  de  Carlo-Maguo. 

Durante  ln  anarquía  precedente,  y  que  oca- 
sionó este  ruidoso  acontecimiento,  Thikuid,  el 
Tramposo,  conde  de  Blois  y  Chartres,  se  apo- 
deró de  Tours ,  sosteniéndose  en  ella  y  tras- 
mitiéndola á.sus  descendientes.  Eu  1044  Tht- 
liaml  III,  que  era  uno  de  estos,  se  vió  precisa- 
do á  cederla  con  las  poblaciones  de  Clúnou  y 
l.angey,  por  valor  de  su  rescate ,  á  Geoffroy 
Marle!,  conde  de  Anjou,  que  lo  habia  vencido 
y  hecho  prisionero.  .Habiendo  subido  al  trono 
ÍP  Inglaterra  la  casa  de  Aujou  ,  cedió  Enri- 
que III,  en  1250  la  ciudad  de  Tours  á  Luis  IX., 


quien  la  agregó  al  dominio  de  la  corona.' 

Grandes  asambleas  nacionales  y  eclesiásti- 
cas se  celebraron  en  Tours.  Convocáronse  los 
oslados  generales  en  1470,  84,  1500  y  10.  Hu- 
bo en  ella  diez  y  seis  concilios,  el  primero  en 
506,  y  el  tillimo  en  1 583.  Espulsado  Enrique'III 
de  París  el  12  dp  mayo  de  158S  por  la  jor- 
nada de  las  barricadas ,  huyó  primero  á  Char- 
tres y  luego  á  Tours,  donde  le  faltó  poco  para 
ser  pillado  por  los  de  la  Liga.  Llamó  á  aque- 
llos miembros  del  parlamento  de  París  que  ha- 
bían permanecido  fieles  á  su  causa,  y  esta 
asamblea  ,  que  subsistió  en  Cuerpo  separado 
iiasta  en  1594,  derogó  con  frecuencia  los  de- 
cretos que  eran  contrarios  á  los  intereses  del 
rey,  espedidos  por  los  consejeros  queso  ba- 
ldan quedado  en  París  á  iuíluencias  de  la  Liga. 

Tours  es  patria  del  historiador  Andrés  Du- 
chesne,  del  cardenal  Jorge  de  Amboise,-del 
poeta  latino  Rene  Rapin,  de  Destouches,  de 
Ilonore  de  Dalzac,  de  Duténs,  del  célebre  ci- 
rujano Heurteloup,  del  grabador  Abrabam 
Bosse,  de  los  escultores  Juan  y  Justo  Lejuste, 
del  mariscal  Boucícot ,  del  superintendente 
Serablancay,  etc.,  etc. 

Chctiu  (i,)':  Privilegios  d*  te  ciudad  de  Tours, 
1620,  i."  {francéi). 

Duverüé:  Memoria  topográfica  y  física  da  la  ciu- 
dad de  Tours,  I3.u  (id.) 

TRABAJO.  (Economía política.)  Llámase  asi 
la  aplicación  de  las  fuerzas  físicas  y  morales 
del  hombre  á  la  agricultura  y  á.la  industria,  ó 
la  acción  continuada  que  se  emplea  en  ejecu- 
tar cualquiera  do  las  operaciones  de  la  agri- 
cultura ó  de  la  industria. 

El  trabajo  es  uno  de  los  agentes  de  la  ri- 
queza de  las  naciones,  y  es  productivo  sea 
el  que  fuere  su  objeto,  puesto  que  concurre  á 
la  creación  de  un  producto.  Según  un  célebre 
economista  español,  el  trabajo  es  el  genio  es- 
clusivo  de  la  felicidad  de  nuestra  especie,  por- 
que proporciona  todas  las  cosas  útiles  eme  sa- 
tisfacen las  necesidades  y  los  placeres  de  la 
vida.  Cuando  en  un'  pueblo  se  aumenta  la  ma- 
sadet  trabajo,  se  aumenta  su  riqueza;  y  cuan- 
do el  trabajo  disminuye  decae  visiblemente 
ta  prosperidad.  Esta  doctrina  proclamada  como 
nueva  por  los  economistas  modernos,  era  co- 
nocida hace  muchos  años  en  España,  y  el  doc- 
tor Pérez  de  la  Oliva,  exhortando  en  1524  á 
los  cordobeses  á  emprender  la  navegación  del 
Guadalquivir,  les  decía  que  do  quier  que  sem- 
brasen les  nacería  oro,  y  do  quiera  que  planta- 
sen el  fruto  seria  riqueza;  siendo  todavía  mas 
espllcito  el  doctor  Sancho  Moneada ,  que  en. 
el  año  de  1619,  y  en  e!  discurso  sobre  la  ri- 
queza firme  y  estable  de  España,  al  recordar 
los  medios  "de  producir  la  riqueza,  decía  que 
facilitando  los  consumos  crecerían  el  trabajo 
y  los  arbitrios  de  mantenerse,  que  son  las  ri- 
quezas. Osorio  escribía  al  manifestar  las  causas 
que  ofendían  esta  monarquía,  que  lo  que  se 
necesitaba  era  que  ninguno  estuviera  ocioso, 


407 


TRABAJO 


408 


y  que  todos  se  ejercitaran  según  su  calidad  y 
"posibilidad.  Francisco  Martínez  de  íaMafa  afir- 
maba que  los  reyes  que  tenían  vasallos  indus- 
triosos y  trabajadores  no  necesitaban  oro,  por- 
que en  él  convertían  las  materias  por  medio 
de  la  industria,  Don  Miguel  Caja  de  témela  es- 
presaba  que  el  mejor  género  de  acrecentar  y 
conservar  el  patrimonio  son  las  labores  y  la 
pastoría.  Campomanes,  en  fin,  espuso  que  el 
trabajo  era  mas  productivo  y  útil  que  los  Te- 
soros venidos  de  las  Indias.  Seré,  pues,  que 
antes  qnc  los  economistas  estrangeros,  los  es- 
pañoles conocían  el  valor  del  trabajo,  y  sa- 
cian que  este  era  la  fuente  verdadera  de  la  ri- 
queza de  las  naciones. 

Todo  trabajo  produce  real  y  verdaderamen- 
te, aun  cuando  por  de  pronto  no  se  vean  sus 
efectos.  El  trabajo  del  hombre  de  letras,  que 
se  ocupa  en  escribir  y  hacer  esperieucias,  es 
productivo:  lo  es  el  del  que  idea  ú  concibe  el 
pensamiento  de  una  obra  nueva,  aun  cuando 
no  se  realice  esla  inmediatamente:  lo  es  el 
del  operario  qae  ejecuta  lo  qué  otro  lia  pensa- 
do ó  inventado.  Tío  hay  por  lo  mismo  hombre 
que  no  produzca  at  emprender  cualquiera  cla- 
se de  trabajo. 

La  naturaleza  ayuda  al  hombre  en  su  íra- 
bajo,  y  este  la  obliga  á  que  trabajo  de  consuno 
con  él  en  la  creación  de  los  productos.  Asi  el 
fuego  concurre  á  la  producción  ayudando  al 
hombre  para  ablandar  los  metales;  el  viento 
concurre  para  mover  los  molinos;  el  fuego, 
el  agua,  la  tierra,  el  vapor,  concurren  para  dar 
movimiento  á  las  máquinas;  el  agua,  el  aire  y 
la  tierra,  concurren  para  producir  las  plantas 
y  los  bosques.  La  elasticidad  ,  el  peso  de  los 
cuerpos,  la  electricidad,  la  gravedad,  nos  ayu- 
dan en  el  trabajo  ;  y  la  naturaleza  toda  con- 
vierte en  utilidad  del  hombre  todas  sus  leyes 
físicas. 

El  trabajo  del  hombre  nada  produce  sino 
de  acuerdo  con  la  naturaleza,  porque  la  acción 
del  hombre  no  puede  hacer  otra  cosa  que  pro- 
ducir movimiento;  no  sabiendo  mas  que  lo 
que  la  esperiencia  y  la  observación  le  han 
enseñado.  La  mayor  parte  de  los  objetos  que 
el  hombre  desea  son  el  resultado  de  una  señe 
de  operaciones  que  exigen  cierto  trascurso  de 
tiempo  ;  y  de  consiguiente  el  trabajo  es  una 
parle  importantísima  de  la  producción;  pero 
no  basta  por  si  solo  para  producir. 

El  trabajo  puede  en  muchos  casos  conci- 
llarse con  las  máquinas,  porque  la  mano  del 
trabajadores  insuficiente  para  formar  el  obje- 
to, y  la  producción  será  mayor  y  tanto  mas  be- 
neficiosa cuanto  mayor  paite  de  trabajo  car- 
guemos á  la  naturaleza  ó  á  la  maquinaria.  Los 
antiguos  apenas  conocían  las  máquinas  ,  y  por 
esta  razón  tardaban  mucho  más  tiempo  en  pro- 
ducir y  producían  con  menos  igualdad  y  esme- 
ro. Las  máquinas  6  son  sencillas  ó  complica- 
das; las  primeras  son  indispensables  para  ob- 
tener varios  productos,  y  proporcionan  como- 
didades y  riquezas ;  las  segundas  no  son  tan 


precisas,  poro  sirven  para  conseguir  un  resul- 
tado que  de  otro  modo  no  poclria  obtenerse, 

Las  máquinas  de  la  primera  clase  no  au- 
mentan el  trabajo,  pero  no  le  limitan  hasta  el 
punto  de  reducir  la  mano  del  trabajador:  las 
máquinas  de  la  segunda  clase  disminuyen  (;| 
Irabüjo  del  hombre  y  suelen  dejar  paralizados 
y  sin  ocupación  á  muchos  jornaleros. 

Cuanto  mayor  os  la  división  del  trabajo, 
tnnto  mas  se  estrechan  los  vínculos  sociales; 
tanto  mas  se  estienden  las  relaciones  entre 
los  pueblos,  tanto  mas  grande  es  la  cantidad 
de  productos  obtenida  en  un  determinado  tiem- 
po de  trabajo.  Poco  se  necesita  reflexionar 
para  convencernos  de  la  ventaja  qne  rastilla 
de  la  división  del  trabajo.  Aon  en  el  estado 
socuü  de  mayor  atraso  estas  ventajas  son  muy 
notables  para  que  no  se  vean.  A  proponmiu 
que  es  mayor  la  facilidad  de  las  permutas,  mas 
cstensa  es  la  división  del  trabajo,  principio 
vital  de  la  industria.  Sin  cambios  ó  división  do 
■ocupaciones  nadie  produciría  otros  artículos 
que  los  que  él  mismo  consumiese.  La  división 
del  trabajo  contribuye  de  tres  modos  á  au- 
mentar su  eficacia.  Primero,  aumentando  k 
destreza  del  trabajador;  porque  cuando  eslo 
se  dedica  á  un  solo  ramo  de  industria  adquie- 
re un  grado  de  agilidad  y  destreza  muy  supe- 
rior al  que  adquirirla  si  se  dedícase  á  varias 
ocupaciones.  Segundo,  proporcionando  al  tra- 
bajador economía  dn  tiempo;  porque  cuantío 
éste  se  dedica  a  diferentes  ramos,  pierde  ne- 
cesariamente una  parte  considerable  de  tiem- 
po aí  variar  de  ocupación  Tercero,  facilitar 
at  trabajador  inventar  instrumentos  para 
abreviar  el  trabajo;  porqué  ésle,  conocedor 
de  cada  una  de  las  piezas  indispensables  para 
dar  un  resultado  ventajoso,  puede  idear  me- 
dios de  perfeccionar  los  útiles  de  qne  neix- 
sita  valerse. 

La  división  del  trabajo  ha  producido  ¡a 
mayor  parte  de  los  adelantamientos  inlaloc- 
tuulés  y  materiales,  científicos  y  artísticos;  y 
á  ella  debemos  multitud  de  resultados  que  no 
se  hubieran  logrado  por  ntugun  otro  medio. 

Persuadidos  todos  los  economistas  de  este 
siglo  de  que'  el  trabajo  es  el  agente  del  bien- 
estar y  de  la  riqueza,  lian  deseado  proporcio- 
nar á  las  clases  obreras  y  mas  necesitadas 
ocupación  regularizada,  fácil,  productiva  y 
constante;  y  para  realizar  sus  deseos  han  in- 
ventado una  multitud  de  sistemas  dirigidos  lo- 
dos á  organizar  el  trabajo.  Unos  han  creído 
que  el  obrero  tiene  derecho  á'  emplear  poco 
tiempo  y  pocas  fuerzas  corporales  y  á  ser  re- 
compensado con  Ja  canlida.d  necesaria  para 
atender  cómodamente  á  las  necesidades  de  la 
vida.  Otros,  avanzando  todavía  mas,  lian  de- 
fendido que  el  trabajador  debe  reportar  de  su 
ocupación  una  notable  pane  de  la  riqueza  que 
contribuya  á  producir.  Otros,han  sostenido  que 
el  trabajo  debe  ser  repartido  entre  todos5  ¡os 
hombres  en  proporciones  iguales ,  obteniendo 
cada  uno  ana  recompensa  idéntica  á  la.  de  los 


409 


TRABAJO 


410 


dcmaf.  Otros,  en  fln,  que  los  hombres  deben 
viviré»  comunidad,  repartiéndose  los  bienes 
v  las  ocupaciones  como  hermanos.  Seria  in- 
ícrminable  referir  las  diversas  escuelas  y  las 
diferentes  opiniones  que  los  utilitarios,  los  so- 
cialistas, los  comunistas,  los  niveladores  y 
laníos  oíros  dementes  han  creado  y  tratado  de 
hacer  prevalecer,  sin  que  hasta  ahora  hayan 
podido  mejorar  la  condición  de  la  clase  obre- 
ra, y  siu  que'puedan  con  tales  utopias  mejo- 
rarla en  adelante. 

Lo  que  han  conseguido  es  inocular  el  ve- 
neno (le  sus  doctrinas  en  el  corazón  de  mu- 
chos tle  los  infelices  jornaleros,  haciéndolos 
desgraciados,  porque  han  despertado  en  ellos 
el  deseo  de  los  goces  y  les  han  hecho  creer 
que  pueden  lograr  en  este  mundo  una  gran 
suma  de  felicidad.  De  estas  ideas  provienen  las 
revoluciones  y  los  sacudimientos  que  en  este 
siglo  lian  acaecido  en  los  pueblos  fabriles  é 
industriales  en  donde  la  clase  obrera  es  nume- 
rosa y  está  mas  adelantada  en  conocimientos. 

Y  lo  uias  estraño  es  que  los  propagadores 
de  tan  anárquicas  é  irreligiosas  doctrinas  se 
llaman  observadores  del  cristianismo  y  procu- 
tan  acreditarlas  con  testos  del  Evangelio,  que 
Tergiversan  á  su  antojo.  Esta  conduela  trastor- 
na las  sociedades  y  perjudica  á  las  verdaderas 
máximas  que  defiende  la  Iglesia  Católica,  y 
que  recopilaremos  para  evitar  sensibles  y  la- 
mentables estravios. 

El  Irabajo  productor  nació  con  las  necesi- 
dades del  hombre,  y  comenzó  desde  que  el  Cria- 
dor en  el  Paraíso  dijo  á  Adán;  Comerás  el 
pan  con  el  sudor  de  tu  rostro;  y  con  efec- 
to: desde  entonces  solo  por  medio  del  trabajo 
lia  podido  libertarse  el  hombre  de  los  tormen- 
tos de  la  necesidad  y  de  la  miseria.  El  Criador, 
castigando  el  pecado  original,  condenó  al  hom- 
bre al  trabajo;  pero  no  le  prohibióla  comodidad, 
ni  la  riqueza,  ni  el  descanso,  puesto  que  es- 
tos bienes  debían  resultar  necesariamente  del 
trabajo  y  de  la  virtud.  Dios  previó  que  por  la 
multiplicación  de  los  hombres  y  por  la  forma- 
ción de  las  sociedades  babian  de  originarse  di- 
versas especies  de  trabajo,  á  la  manera  que 
por  el  acrecentamiento  de  las  riquezas  y  por 
la  desigualdad  de  las  condiciones  habían  de 
crearse  nuevos  deberes  y  nuevas  vistudes,  en- 
tre las  Guales  sobresaldría  la  caridad.  Todo  en- 
tró en  el  plan  del  destino  religioso  del  hom- 
bro sobre  la  tierra,  y  el  trabajo  de  la  inteli- 
gencia ocupó  un  gran  lugar,  como  que  era  el 
lialriniooio  de  los  hombres  á  quienes  la  Pro- 
videncia dotase  de  un  genio  superior  ó  de  con- 
diciones mas  perfectas.  Por  último,  hasta  á  los 
ricos  se  ha  impuesto  su  trabajo,  porque  la  ad- 
mmistracion  de  los  bienes,  la  buena  inversión 
de  su  fortuna,  el  tiempo. consagrado  á  ocupa- 
ciones útiles ,  y  .la  práctica  de  la  beneficen- 
cia, son  trabajos  por  cuyo  medio  continúa 
obedeciendo  la  suprema  ley  del  Criador.  El 
trabajo  material  del  cuerpo  ,  el  trabajo  de 
la  inteligencia,  el  trabajo  de  la  conservación, 


el  trabajo  de  la  distribución,  todos  son  tra- 
bajos ;  y  asi  so  cumple  el  mandato  de  Dios 
pronunciado  en  el  Paraíso  después  que  el  hom- 
bre le  ofendió.  Todos  los  hombres  comen  el 
!  pan  con  el  sudor  de  su  rostro. 
|  '  Es  verdad  que  en  el  actual  estado  de  las 
sociedades  hay.  respecto  ñ  muy  pocos  y  deter- 
í  minados  individuos,  imposibilidad,  falla  ó  de- 
legación del  trabajo;  pero  estos  casos  aisla- 
lados  son  insignificantes  escepciones  de  la  re- 
gla general.  Existe  la  imposibilidad  cuando 
existen  en  una  persona  la  debilidad  tísica  ó 
moral,  las  enfermedades,  la  edad  avanzada,  ó 
la  ignorancia  absoluta;  ocurre  la  falla  cuando 
la  dirección  de  la  industria  ó  el  desarrollo  de 
la  población  aumentan  la  producción  í  mayor 
altura  que  el  consumo.  Tiene  lugar  la  denega- 
ción cuando  el  hombre  se  entrega  á  la  pereza 
ó  á  la  inmoralidad.  Estas  diversas  sil  naciones 
producen  la  indigencia;  pero  ;i  todas  se  aplica 
la  caridad,  que  completa,  fortifica  y  concier- 
ta la  suprema  ley  del  trabajo.  La  teoría  del 
trabajo  y  la  teoría  de  la  caridad  caminan  es- 
trechamente unidas  en  el  catolicismo. 

Por  lo  mismo  el  trabajo  inherente  á  la  na- 
turaleza del  hombre  tiene  ante  la  doctrina  de 
la  religión  de  Jesucristo  un  poder  efectivo. 
Convertido  en  lazo  de  unión  entre  los  ricos  y 
los  pobres  elévase  á  la  categoría  de  las  virtu- 
des, aunque  siempre  sirve  de  espiacíon  del 
pecado  original.  Ya  no  es  el  trabajo  el  indi- 
cio del  gran  castigo  del  género  humano;  es, 
por  el  contrario,  el  germen  de  esc  progreso 
que  debe  incesantemente  acercar  al  hombre 
n  sü  primitiva  condición.  Unido  con  la  cari- 
dad,  concurre  á  mejorar  de  día  en  dia  la  si- 
tuación del  cuerpo  y  ¡a  del  alma;  produce  el 
bienestar  y  la  riqueza;  desenvuelve  la  inteli- 
gencia en  provecho  de  todos  los  hombres  y 
en  el  órden  de  su  destino  físico  y  religioso. 

Por  estas  razones  en  vez  de  halagar  á  las 
masas  de  trabajadores  con  quiméricos  ensue- 
ños de  dicha  y  de  goces  lo  que  importa  es  in- 
culcarles que  practiquen  los  principios  positi- 
vos de  la  Iglesia  católica;  que  tengan  fé  en 
Dios,  resignación  en  las  desgracias,'  templan- 
za en  los  deseos,  moralidad  en  las  acciones, 
esperanza  en  el  porvenir,  y  seguridad  en  las 
recompensas  de  la  vida  eterna.  En  vez  de  ater- 
rorizar al  rico  con. Ja  espectativa  de  la  despo- 
seston  de  lo  suyo  se  le  debe  recomendar  el 
socorro  de  los  pobres,  el  cuidado  de  los  en- 
fermos, la  manutención  de  los  desvalidos,  el 
sustento  de  los  imposibilitados,  la  práctica,  en 
Un,  de  la  caridad. 

De  este  modo  la  especie  humana  será  me- 
nos desgraciada  caminará  derecha  y  tranqui- 
lamente hacia  su.  objeto,  sin  que  la  sociedad 
esperimente  y  sienta  los  efectos  terribles  de 
esos  sistemas  filosófico-econóniicos  que  tienen 
trastornado  el  mundo  y  que  amenazan  hun- 
dirle en  el  caos. 

De  este  modo  comprendemos  nosotros  la 
teoría  del  trabajo. 


4M  TRADICIONES  UNIVERSALES 


TRADICION.  Es  la  palabra  de  Dio3  emanada 
de_boca  del 'mismo  Jesucristo,  ó  recogida  por 
ios  apóstoles  inspirados  por  el  Espíritu  Saulo, 
ó  trasmitida  de  viva  voz  por  los  primeros  rie- 
les á  sus  sucesores.  Se  baila. consignada  en 
los  concilios,  en  los  escritos  íle  los  Padres,  y 
y  en  la  uniformidad  de  creencia  de  todas  las 
iglesias. 

La  tradición  divina  es  ,1a  que  Dios  nos  •  lia 
revelado,  ó  por  Jesucristo  ó  por  sus  apóstoles. 
Según  la  doctrina  de  San  Agosto  B0  se  colo- 
ca en  el  número  de  las  tradiciones  apostóli- 
cas, sino  aquello  que  es  generalmente  ense- 
ñado y  practicado  en  toda  la  Iglesia,  sin  saber- 
se su  principio. 

Hablando  de  las  tradiciones,  dice  el  conci- 
lio de  Trento  en  la  Sesión  IV,  «que  la  verdad 
y  la  disciplina  de  la  Iglesia  eslá'n  contenidas 
en  los  libros  escritos,  y  en  las  tradiciones  no 
escritas,  que  recibidas  de  boca  del  mismo  firis- 
to  por  los  apóstoles ,  ó  enseñadas  por  los 
mismos  apóstoles  inspirados  por  el  Espíritu 
Santo,  han  llegado  como  de  mano  cu  mano 
basta  nosotros ;  por  cuya  razón  siguiendo  el 
concilio  Sos  ejemplos  de  los  padres  católicos, 
recibe  y  venera  con  igual  afecto  de  piedad  y 
reverencia,  todos  los  libros  del  Viejo  y  Nuevo 
Testamento ,  pues  Dios  es  el  único  autor  de 
ambos,  asi  como  las  mencionadas  tradiciones 
pertenecientes  á  la  fe  y  á  las  costumbres ;  co  - 
mo  que  fueron  dictadas  verbalmente  por  Jesu- 
cristo ó  por  el  Espirita  Santo,  y  conservadas 
perpetuamente  sin  interrupción  en  la  Iglesia 
católica. » 

Este  decreto  del  Tridentino  enseña  que  las 
tradiciones  merecen  respeto  y  üenen  autori- 
dad, ya  se  refieran  á  la  fé ,  ya  &  las  costum- 
bres ;  puesto  que  sú  objeto  es  la  manifesta- 
ción de  los  dogmas  de  la  primera  ó  la  demos- 
tración de  las  reglas  de  las  segundas,  que  for- 
man parte  de  la  fé. 

Las  tradiciones  se  relieren  á  muchos  y 
Iniiy  distintos  puntos,  porque  ó  esplican  va- 
rios pasages  de  la  vida  del  Redentor  consig- 
nando sus  preceptos,  ó  contienen  las  creencias 
y  opiniones'  del  divino  Salvador,  ó  dau  idea 
de  tos  misterios  de  la  santa  religión  del  Cru- 
cificado. Asi  las  tradiciones  son  como  el  com- 
plemento de  los  libros  santos  y  una  parte  in- 
tegrante y  preciosa  de  las  doctrinas  del  cris- 
tianismo. 

No  es  Fácil  ni  es  propio  de  este  logar  ha- 
cer una  reseña  de  las  principales  tradiciones 
crisiianas  que  reconoce  y  acata  la  Iglesia  ca- 
tólica, y  por  lo  oiismo  creemos  haber  dicho 
lo  bástanle  para  acreditar  el  respeto  que  me- 
recen. '- 

TRADICIONES  UNIVERSALES.  [Religión.)  Asi 
se  denominan  las  noticias  que  de  los  princi- 
pales sucesos  de  la-  Historia  Sagrada,  tal  como 
la  conserva  el  catolicismo,  tenían  varios  pue- 
blos de  la  antigüedad  y  tienen  algunos  de  los 
modernos  que  todavía  no  conocen  la  luz  del 
Evangelio,,  cuyas  noiicias  han  venido  desde 


m 

una  época  desconocida  de  padres  á  hijos  y  se 
han  comunicado  por  relación  sucesiva  de  aj¡a 
generación  á  otra. 

La  caída  del  hombre  y  la  promesa  de  un  [i- 
berlador  son  los  dus  hechos  culminantes  de  la 
narración  de  .Moisés  contenida  en  lus  libros 
que  escribió,  á  saber,  el  Génesis,  el  Exodo,  el 
Levitico,  el  libro  de  los  Números  y  el  Dcule'ro. 
nomio,  que  forman  el  código  de  la  ley  llama, 
do  el  Pentaleucho ,  en  el  cual  se  comprendí 
todo  lo  que  pasó  desde  la  creación  del  mundo 
hasta  la  muerte  del  mismo  Moisés,  Nuestros 
primeros  padres  ,  al  ser  arrojados  del  Paraíso 
ninguna  otra  cosa  podrían  iencr  mas  Bjaén 
su  idea  que  aquellos  dos  acoulecimienlos ;  el 
primero  como  causa  de  la  desgracia  cu  que  se 
veían  envueltos,  yol  segundo  como  "el  único 
consuelo  que  podría  dulcificar  sus  amarguras. 
Claro  es  pat  la  mismo  que  irian  comunicando' 
á  su  descendencia  el  conocimiento  de  estos 
sucesos ,  y  que  de  este  modo  so  iría  su  noticia 
eslendiendo  y  propagando  por  el  mundo. 

La  longevidad  de  los  primeros  patriarcas 
hizo  llegar  esta  tradición  hasta  el  tiempo  do 
Moisés  en  bien  pocas  generaciones.  Para  com- 
prenderlo basta  tener  presente  (pie  Matusalén 
alcanzó  de  la  vida  de  Adán  doscientos  cuaren- 
ta y  cuatro  anos,  que  tto  murió  'hasta  un  año 
antes  del  diluvio.  Tliare ,  padre  de  Abrflliáii, 
nació  mas  de  cien  años  antes  de  la  muerte  do 
Noé.  Jacob,  lujo  de  Isaac,  nació  viviendo  ana 
sti  abuelo  Abrahan;  y  unos  ciento  setenta  años 
después  de  la  muerte  de  José,  hijo  de  Jacob, 
fué  cuando  nació  Moisés,  sobre  el  año  2433 
del  mundo,  777  después  del  diluvio,  y  250  de 
la  muerte  de  Abrahan. 

Si  no  se  conoce  ,  pues,  antigüedad  supe- 
rior á  la  que  refiere  Moisés  ni  hay  tampoco 
tradición  que  nías  pronta  y  derechamente  se 
aproxima  al  origen  del  mundo  que  la  que  fil 
mismo  nos  enseña,  tenemos  que  convenir  en 
que  los  dos  grandes  sucesos  de  la  eaiila  del 
hombre  y  de  la  promesa  de  un  Uedenlor,  son 
las  dos  verdades  mas  antiguas ,  las  primera- 
mente sabidas,  y  lasque  naturalmente  debían 
ser  como  el  centro  común  de  donde  dimanase 
y  se  propagase  ¡a  tradición  por  todo  d 
inundo. 

Pues  bien ;  todas  las  tradiciones  de  los 
pueblos,  esto  es,  todas  las  tradiciones  univer- 
sales ,  encierran  la  idea  do  armellas  dos 
grandes  verdades.  Según  las  noticias  van 
apartándose  de  su  origen,  los  hombres  las 
desfiguran  :  •'  los  errores  adquieren  poco  á 
poco  antigüedad  y  se  unen  á  las  verdades; 
pero  á  pesar  de  todo  y  de  los  delirios  de  los 
hombres  que  dan'un  nuevo  giro  á  los  hechos 
notables-,  se  conservan  no  obstante  ideas  ca- 
pitales sobre  los  dos  puntos  culminantes  délos 
libros  de  Moisés.  Todos  los  pueblos  primitivos 
tienen  el  convencimiento  de  una  falta  en  el 
hombre  y  Ja  esperanza  en  un  Redentor.  Kl 
principal  carácter  de  la  verdad  és  el  de  apare- 
cer en  lodas  partes;  y  por  todas  partes  en  efec- 


0 

to  asoma  para  demostrárnosla  exactitud  de  lo 
escrito  por  Moisés, 

Todos  los  tratados  mitológicos  nos  ense- 
ñan que  'a  Kbula  no  es  otra  cosa  que  una  ¡il- 
.teracíon.  de  las  verdades  reveladas  y  de  los 
tochos'  principales  de  la  historia  sagrada  y 
profana,  que  las  opiniones  de  los  pueblos  han 
ido  desnaturalizando  al  pasar  de  boca  en  boca. 
La  fábula  nos  dice  que  Prometeo  formó  el  pri- 
mor hombre  de  barro,  y  habiendo  conseguido 
roliar  por  medio  de  Minerva  un  rayo  de  fuego 
celestial  para  animar  á  la  estatua,  irritó  esto  n 
Júpiter,  quien  mandó  entonces  á  Pandora  (mu- 
ger  que  habian  formado  los  otros  dioses!  con 
una  caja  en  que  estaban  encerrados  todos  tos 
males:  la  caja  fuó  ahiérta  por  lacuriosidad  de 
hmuger,  y  entonces  salieron  para  el  mundo 
lodos  los  males:  por  pronto  que  quiso  cerrarla 
ya  no  pudo  dejardontro  mas  que  la  esperanza. 
Esta  alegoría  es  una  copia  bastardeada  de  la 
creación  del  hombre ,  del  pecado  original,  y 
del  único  cunsuclo  (pie  quedaba  con  la  espe- 
ranza de  un  libertador,  ha  tradición  conserva 
la  idea  de  la  verdad,  pero  envuelta  en  groseros 
errores. 

En  la  Media  y  en  la  Persia  se  creia  que  el 
primer  hombre  fué  criado  inocente  y  feliz  ,  y 
que  después  de  él  y  de  su  semilla  brotó  la' 
planta  Ileivas,  de  donde  nacieron  los  primeros 
padres  de  los  hombres;  que  el  enemigo  de  ta 
naturaleza  viéndolos  felices  saltó  del  cielo  á  la 
tierra  en  figura  de  culebra,  les  engañó  con 
unos  frutos,  y  se  corrompieron  ;  y  por  último 
que  entre  el  enemigo  de  la  naturaleza  y  el  dios 
fiiieiío  estaba  un  medianero  puesto  por  esto 
último  para  que  combatiese  &  su  favor,  el  cual 
llegarla  un  tiempo  en  que  vencería  al  enemigo 
del  hombre. 

Los  egipcios  tenían  el  genio  del  mal  al 
que  daban  la  figura  de  serpiente,  y  el  cual  ha- 
bla de  ser  vencido  por  un  descendiente  de  la 
diosa  Isutí 

•  Los  indios  hablaban  o*é  la  serpiente  Kaly, 
ála  que  representaban  mitad  serpiente  y  mi- 
tad muges-,  y  la  atribuían  la  causa  de  grandes 
males,  creyendo  en  la  encarnación  del  dios 
Brihma  para  reparar  los  estragos  que  aquella 
había  hecho. 

En  la  China  también  hahia  la  creencia  de 
haberse  rebelado  el  hombre  y  alterado  su  na- 
turaleza, y  esperaban  que  había  de  bajar  del 
cielo  un  santo  que  inspiraría  una  fé  espontá- 
nea y  produciría  Un  mar  de  acciones  meri- 
torias. 

ios  mejicanos  llamaban  A  la  primera  mu- 
gir madre  de  nuestra  carne,  y  en  sus  gero- 
gltícos  ponian  siempre  á  su  lado  una  serpien- 

ála  cual  representaban  en  otros  puntos  ro- 
la, esperando  que  un  espíritu  triunfaría  de  los 
espíritus  feroces  reformando  los  sacrificios  y 
las  ceremonias  religiosas. 

Los  incas  creían  en  la  existencia  de  un  es- 
píritu malo,  y  decían  que  hallándose  los  hom- 
aros en  un  estado  casi  salvage,  el  sol  se  apia-* 


4U 

dó  y  hubo  lastima  de  ellos,  y  envió  del  cielo 
á  la  tierra  un  hijo  y  una  hija  de  los  suyos  pa- 
ra que  les  enseñasen  á  conocerle,  y  le  adora- 
sen y  tuviesen  por  su- dios,  y  para  que  les 
diesen  preceptos  y  leyes  en  que  viviesen  co- 
mo hombres,  en  razón  y  urbanidad.  Creían 
ademas  en  otra  vida  mejor  que  -  la  de  este 
mundo. 

Todo  Jo  dicho  sacado  de.los  escritos  de  la 
(f  recia;  de  Roma,  de  Zoroaslro,  de  Confucio, 
de  los  signos  cabalísticos  de  la  India  y  de  la 
América,  y  de  las  relaciones  deles  habitantes 
de  estos  pueblos,  demuestra  que  en  todo  el 
orbe,  en  todos  ios  países,  entre  todos  los 
hombres,  se  tenían  tradiciones  que  llamare- 
mos por  lo  mismo  universales,  acerca  de  las 
verdades  capitales  de  la  religión  verdadera. 
Esas  tradiciones  del  descenso  del  cielo  a  la 
tierra  de  un  ser  creador,  de  la  corrupción  del 
hombre,  atribuyéndosela  á  la  muger,  y  de  ía 
esperanza  de  la  regeneración  del  género  hu- 
mano por  un  medio  fuera  de  las  fuerzas  del 
hombre,  persuaden  que  existían  tradiciones 
universales  sobre  el  pecado  original  y  la  re- 
dención. . 

í  son  tan  evidentes  y  notorias  estas  tra- 
diciones universales  que  hasta  los  mas  famo- 
sos incrédulos  del  siglo  pasado,  Voltaire,  Tol- 
ney  y  Boulanger,  se  han  visto  precisados  á 
confesar  que  en  todos  los  pueblos  antiguos 
existia  la  creencia  de  que  el  hombre  había 
caido  y  degenerado,  como  asi  bien  que  todos 
abrigaban  la  esperanza  de  un  santo,  un  media- 
dor, un  libertador  que  traería  el  reinado  de  la 
justicia  y  salvaría  á  los  hombres  del  dominio  del 
mal.  Y  reconocieron  también  que  la  esperanza 
se  dirigía  por  todos  hacia  un  mismo  punto:  los 
indios  y  los  chinos  hacia  Occidente;  la  Europa  y 
la  América  hacia  el  Oriente;  habiendo  un  país 
entre  Críenle  y  Occidente  que  era  el  polo  de 
la  esperanza  de  todas  las' naciones. 

Estos  antiguos  pueblos  se  habían  alejado 
tanto  do  la  luz  de  la'revelacion,  que  solo  co- 
lumbraban por  entre  sombras  el  débil  resplan- 
dor de  algunos  de  sus  rayos.  Faltos  de  la  luz 
sobrenatural,  que  solo  se  conservaba  pura  en 
un  rincón  del  mundo  ,  en  el  pueblo  judio, 
amoldaron  á  los  alcances  de  su  pobre  razón 
las  ideas  que  había  esparcido  la  tradición  pri- 
mitiva; nías  minea  pudieron  borrarla.  No  hi- 
cieron otra  cosa  que  retratos  imperfectos  y 
desfigurados  de  un  mismo  tipo;  pero  estas  im- 
perí'eclisimas  copias  reunidas  no  hacen  cono- 
cer cual  es  el  original  de  donde  han  dimana- 
-do,  á  fin  de  que  las  palabras  de  verdad  salidas 
de  la  boca  del  inspirado  Moisés  reciban  la  san- 
ción mas -universal  y  solemne. 

Las  tradiciones  por  tanto  del  pecado  ori- 
ginal y  de  la  redención  eran  universales,  por- 
que se  tenían  en  la  mayor  parte  de  los  pue- 
blos del  viejo  y  del  nuevo  mundo. 

Otro  tanto  acontecía  con  las  tradiciones 
sobre  los  misterios  de  la  Santísima  Trinidad 
(véase  tiuphbad)  y  de  ia  Encarnación;  sóbrela 


TRADICIONES  UNIVERSALES 


445 


TRADICIONES  UNIVERSALES— TRAGEDIA 


41 S 


inmortalidad  del  alma;  sobre  el  cielo  y  el  in- 
fierno; sobre  el  porvenir  de  otra  vida;  y  so- 
bre los  puntos  principales  de  nuestra  sacro- 
santa religión. 

En  todos  los  países  del  globo  se  tenian no- 
ticias, antes  de  la  predicación  del  Evangelio, 
de  las  principales  verdades  de  la  historia  sa- 
grada; habiendo  'venido  estas  noticias  desde 
una  época  remotísima  de  padres  á  hijos,  co- 
municándose por  la  relación  sucesiva  de. una 
eo  otra  generación,  que  son  los  modos  de  cons- 
tituirse las  tradiciones  universales. 

TRAGE  CLERICAL., En  los  primeros  tiempos 
de  la  Iglesia  y  durante  los  siglos  en  que  la  re- 
ligión del  firucillcado  sufrió  tas  persecuciones 
délos  emperadores  romanos,  et  trage  esterior 
de  los  clérigos  fué  el  mismo  que  usaban  los 
seglares,  y  solo  los  monges  comenzaron  en 
el  siglo  III  á  vestir  un  hábito  Humilde  y  po- 
.  bre.  Esta  costumbre  siguió  después  de  haber 
abrazado  Constantino  el  cristianismo,  y  no  se 
alteró  basta  que  fueron  elevados  al  episcopado 
algunos  monges,  que  conservaron  su  hábito, 
y  de  aquí  tomaron  los  clérigos  la  idea  de  ves- 
tirse de  un  modo  mas  sencillo  que  los  segla- 
res. Sin  embargo,  este  uso  no  se  generalizo 
notablemente,  y  los  clérigos  siguieron  vis- 
tiendo el  trage  común,  sin  otra  diferencia  que 
la  de  llevar  cortados  los  cabellos,  hasta  la  ir- 
rupción de  los  bárbaros  del  Norte  acaecida  en 
e!  siglo  VI.  Entonces  los  seglares  abandonaron 
el  trago  romano,  que  consistía  en  la  túnica  y 
el  manto  talar,  y  le  conservaron  los  clérigos. 
Desde  esla  época  se  ha  diferenciado  el  vestido 
clerical,  publicándose  en  los  siglos  desde  el 
VII  hasta  el  XVI  un  número  considerable  de 
cánones  y  de  leyes  civiles  con  el  objelode  li- 
jar el  trage  de  ias  personas  deslinadas  al  ser- 
vicio de  los  templos. 

El  coneilio  de  Trento  en  la  sesión  XIV  cu- 
pílulo  VI 'de  reform.  establece  penas  para  los 
eclesiásticos.,  que  no  usen  constantemente  el 
trage  clerical,  basta  llegar  á  privarlos  de  sus 
beneficios  y  dignidades.  Esto  mismo  disponen 
varias  bulas  de  los  suipos  pontífices,  y  seña- 
ladamente la  publicada  por  Sisto  Y  con  el  prin- 
cipio de  Sacrosatwtan, 

El  trage  clerical  se  diferencia  según  los 
países,  reinos  y  naciones,  y  sobre  este  parti- 
cular nada  disponen  los  cánon'esl  Unicamente 
se  halla  prevenido  que  sea  talar  de  modo  que 
cubra  las  piernas;  que  sea  de  color- negro;  que 
sea  sencillo;  que  no  aféele  lujo,  y  que  se  com- 
plete con  la  corona.  Por  esla  razón  la  iotana 
y  la  corona  son  los  signos  jieculiares  y  gene- 
rales del,  hábito  de  los  clérigos  católicos  en 
todas  las  partes  ilel  mundo. 

.  Ademas  de  las  prescripciones  de  los  cáno- 
nes sobre  el  uso  conslanie  del  trage  clerical 
es  i. Uert  acerca  de  este  punto  singulares  man- 
datos de  los  obispos  y  terminantes  disposicio- 
nes de  las  leyes  civiles.  En  España  casi  todas 
las  sinodales  de  las  diócesis  previenen  el  tra- 
ge que  deben  usar  los  clérigos;  y  diferentes 


leyes  de  las  Partidas  y  de  la  Novísima  Recopi- 
lación acuerdan  lo  mismo.  Ultimamente  en  js 
de  febrero  de  1844  y  en  15  de  noviembre  de 
1852  se  ha  recordado á  los  clérigos  la  prohi- 
bición de  usar  trage  seglar. 

El  trage  clerical  en  España  consiste  en 
ropa  interior  negra,  sotana,  manteo  y  sombre- 
ro de  teja  negros,  alzacuello  y  corona. 

El  trage  de  los  clérigos  para  el  interior  del 
templo  y  para  celebrar  los  divinos  misterios 
comenzó  en  el  siglo  II  de  la  Iglesia,  y  ha  su- 
frido muclias  niodiíicaciones,  aunque  conser- 
vando bastante  de  su  primitiva  forma.  Sobre 
este  particular  puede  verse  el  articulo  orna- 
mentos. 

TRAGEDIA.  [Literatura.)  Xo  vamos  á  espo- 
ner  en  este  artículo  las  reglas  establecidas  par 
los  escritores  antiguos  sobre  la  tragedia,  ni  i 
decir  cual  fué  el  origen  xlc  esta,  ni  coraoís 
perfeccionó  entre  los  griegos,  porque  habien- 
do tratado  ya  de  lo  primero  y  de  lo  segundo 
en  los  artículos  drama  y  teatiío,  y  habiendo 
dado  ademas  en  éste  último  algunas  noticias 
generales  sobre  los  progresos  de  la  literatura 
dramática  en  casi  todas  las  naciones  de  Europa, 
nos  ha  parecido  conveniente  tratar  aqui  solo 
de  la  tragedia  española. 

Hemos  dicho  en  otros  arliculos  de  esla 
misma  obra,  que  al  principiar  el  siglo  XVI, 
generalizada  ya  en  España  la  afición  á  los  es- 
pectáculos teatrales,  y  viéndolos  hombres  eru- 
ditos que  los  ensayos  dramáticos  que  se  hacina 
por  otros  no  eran  en  nada  conformes  ul  gasto 
de  los  antiguos,  intentaron  poner  remedio  í 
este  mal,  de  lo  cual  nació  la  contienda  cutre 
lo  que  se  llamó  uso  antiguo  y  «so  ;iuei>o;-cs 
decir,  entre  los  hombres  sabios  que  preten- 
dían aclimatar  en  nuestra  nación  el  teatro  grie- 
go, sin  tener  en  cuenta  lo  que  nuestra  civili- 
zación se  diferenciaba  de  la  civilización  heléni- 
ca, y  los  autores  que  sin  conoeerja  literatura 
antigua,  pero  dotados  de  originalidad  y  ani- 
mados de  las  misrnas4deas  y  sentimientos  que 
el  pueblo  se  acomodaban  á  su  gusto  y  seguían 
como  por  instinto  el  único  camino  que  podía 
conducir  á  la  formación  de  un  teatro  verdndí- 
ramente  nacional. 

Los  primeros  poetas  españoles  que  se  in- 
dicaron ,  al  género  trágico  fueron  Vasco  Dl« 
Tanco  de  Fregenal,  Juan  Roscan  y  el  maestro 
Fernán  Pérez  de  Oliva,  que  florecieron  á  prin- 
cipios de  dicho  siglo.  El  primero  asegura  Ú 
el  prólogo  de  una  obra  suya  titulada  Jardín 
del  alma  cristiana,  que  compuso  Ire3  trage- 
dias: una  con  el  titulo  de  Absalon,  otra  ow 
el  de  Amoti  y  olra  con  el  de  Saúl;  pero  no 
habiéndose  impreso  se  han  perdido  como  olra 
varias  obras  del 'mismo  autor,  siendo  de  la- 
|  mentai-  esta  pérdida  que  nos  impide  ver  baila 
j  qué  punto  imitó  Vasco  Uiaz  los  modelos  an- 
tiguos. , 

Coscan  escribió  una  tragedia  de  latuol  na- 
da se  sabe,  constando  solo  que  esistió  por  el 
privilegio  dado  para  que  se  imprimiese. 


417 


TRAGEDIA 


418 


Las  tragedias  que  compuso  el  maestro  OH- 
M,  y  publicó  su  sobrino  Ambrosio  de  Morales, 
fueron  dos,  ambas  escritas  en  prosa  é  imita- 
das del  griego:  una  se  titula  La  venganza  de 
Aaameuim,  y  otra  Hécuba  triste.  Los  asun- 
tas son  tomados  do  tragedias  griegas;  pero  ei 
autor  hizo  en  ellos  bastantes  alteraciones,  prin- 
cipalmente en  el  primero,  ^procurando  parecer 
inas  bien  imitador  que  traductor.  Dialogaba  el 
maestro  Oliva  con  notable  facilidad;  su  prosa 
es  elegante,  son  nobles  y  adecuados  sus  píen 
samíenlos,  pero  es  un  detecto  no  pequeño  de 
sus  tragedias  el  carecer  de  la  armonía  de  la 
versificación,  asi  como  cierta  falta  de  ani- 
mación y  de  interés  que  se  advieite  en  las 
escenas  y  el  encontrarse  en  ellas  no  pocos re- 
truócaiios. 

Juan  de  la  Cueva  hace  mención,  en  su 
Ejemplar  poético,  de  Juan  de  Mal-Lara,  como 
uno  de  tos  mejores  poetas  dramáticos  de  su 
tiempo,  llamándole  Menandro  español,  y  aña- 
diendo que  compuso  tragedias  mil,  pero  como 
no  lia  llegado  basta  nosotros  ninguna  de  di- 
chas tragedias,  no  es  posible  decir  el  lugar 
que  merece  su  autor  entre  nuestros  poetas 
trágicos. 

-  El  primer  poeta  español,  de  quien  s.e  sabe 
ijue  empleó  el  verso  en  la  tragedia  y  busco 
asuntos  de  los  tiempos  modernos,  es  el  padre 
Gerónimo  Bermudez,  de  la  órden  de  Santo  Do- 
mingo, el  cual  publicó  dos  obras  de  esta  es- 
pecie: una  con  el  titulo  de  Nisa  lastimosa,  y 
otra  con  el  de  Nise  laureada.  El  asunto  de 
la  primera  es  la  muerte  de  la  famosa  doña 
Inés  de  Castro,  á  consecuencia  de  sus  amores 
coa  tin  hijo  del  rey  de  Portugal.  La  marcha  de 
la  obra  se  ajusta  á  la  de  los  modelos  griegos, 
basta  el  punto  de  alternar  el  coro  en  el  diálo- 
go con  los  interlocutores.  El  plan  es  suma- 
mente sencillo,  y  la  catástrofe  se  veriüca  en 
el  cuarto  acto,  reduciéndose  el  quinto  á  pintar 
el  dolor  y  la  desesperación  del  principe  por- 
tugués, al  saber  la  muerte  de  su  amada.  El  ar- 
gumento, sin  embargo,  no  está  bien  desarro- 
llado, pudiendo  huber  dado  lugar  á  mas  de  una 
situación  que  hubiese  aumentado  mucho  su 
Interés;  pero  en  medio  de  su  escaso  artificio 
la  acción  está  bien  seguida  y  ordenada.  Em- 
pleó Dermudeis,  no  solo  versos  endecasílabos, 
sino  también  otros  mas  cortos;  pero  ni  en  es- 
tes ni  en  todos  aquellos  usó  de  la  rima  ni  de 
la  asonancia,  notándose  en  todos  ellos  cierta 
llojudad  y  descuido.  A  pesar  de  e¿.tos  defectos 
tiene  la  tragedia  do  que  hablamos  algunos  tro- 
zos muy  bellos,  donde  resalla  el  sentimiento 
y  la  naturalidad  con  que  el  poeta  saina  espre- 
sarlu.  El  siguiente  que  es  parte  de  la  escena 
en  que  doña  Inés  implora  el  perdón  del  rey, 
ladre  de  su  amante,  es  diguo  de  notarse  por 
la  suavidad  y  ternura. 

DOÑA  INES. 

.  Amigos, 
venia  también  vosotros  á  tal  punto 

2 196    UIDUOUCA  l'OVULAlt, 


No  me  dejéis:  pedid  misericordia, 
Pedid  misericordia  por  aquesta 
Tan  inocente  cuanto  desdichada; 
Llorad  el  desamparo  de  estos  niños, 
Tan  tiernos  y  sin  madre.  Mis  amores, 
El  padre  veis  aquí  de  vuestro  padre; 
Aquel  es  vuestro  abuelo  y  señor  nuestro: 
La  mano  le  besad:  á  su  clemencia 
Os  entregad,  pedidle  que  la  emplee 
En  esta  vuestra  madre  cuya  vida 
Os  vinen  i  robar. 

cono. 

¿Quién  puede  verte 
Que  no  se  ablande  y  llore? 

DOÑA  INES. 

<,  Señor  mió, 

Esta  es  la  triste  madre  de  tus  nietos, 
Estos  son  hijos  de  aquel  hijo  tuyo, 
Legitimo  heredero  de  tu  reino; 
Esta  es  aquella  triste  muger  flaca 
Contra  quien  vienes  de  crudeza  armado. 
Aquí,  señor,  me  tienes:  tu  mandato 
Bastaba  solo  para  que  aquí,  donde 
Agora  estoy  sin  falla  te  esperara, 
En  ti  y  en  mi  inocencia  confiada. 
Todo  ese  estruendo  de  armas  y  caballos 
Pudieras  escusar;  porque  no  huye 
Ni  teme  la  inocencia  de  frontarse 
Con  la  justicia.  Y  ciertamente  cuando 
Mis  pecados  y  culpas  me  acusaran 
A  tí  fuera  á  buscar,  á  ti  tomara 
Por  valedor  y  amparo.  ...... 


Existe  otra  tragedia  sobre  el  mismo  asun- 
to escrita  efl  portugués  por  Antonio  Ferreira 
y  tan  semejante  á  la  de  Bermudez  que  forzo- 
samente debe  ser  la  una  imitación  de  la  otra; 
pero  todavía  no  está  suficientemente  aclarado 
cual  de  estos  dos  autores  fué  el  imitador,  aun- 
que falte  no  quien  opina  que  la  obra  originales 
la  portuguesa. 

La  Nise  laureada,  cuyo  asunto  es  la  ven- 
ganza tomada  por  don  Pedro  contra  los  ma- 
tadores de  doña  Inés,  se  tiene  con  razón  por 
nna  obra  muy  inferior  i  la  iVíse  lastimosa. 
El  asunto  no  era  de  suyo  muy  bueno  y  el 
poeta  lo  afeó  todavía  mas  con  arrocidades  que 
no  pueden  sufrirse  en  la  escena,  como  la  de 
sacar  á  Coello  y  á  Pacheco  los  corazones  en 
el  mismo  teatro,  al  uno  por  el  pecho  y  al  otro 
por  la  espalda.  Sin  embargo,  hay  cu  ella  ul- ' 
gunos  bellos  trozos  de  versificación,  entre  los 
cuales  merece  notarse  el  siguiente,  porque  sus 
versos,  aunque'  cortos  y  sueltos  son  en  est re- 
mo fluidos  y  basta  cantables. 

|D  corazones 
Mas  que  de  tigresl 
¡0  manos  crudas 
T.    XXXIII.    21  - 


TRAGEDIA 


Í20 


Mas  que  de  fieras! 

iGóíno  pudistes 

Tan  inoceíite 

Táü  apurada 

Sangre  verterl  • 
.  ¡Ay  que  su  grito 

Desda  la  tierra  í 

ño  rapó. los  cielos, 

Rompe  las  nubes, 
.  Rompe  los  aires, 

Trae  las  llamas 

Del  celo  vivo 

Trae  los  rayos 

Del  vivo  friego 

QUe  purifica 

Toda  la  tierra 

Contaminada 

Con  la  crudeza, 

Que  cometiste!  ele, 

Lupercio  Leonardo  de  Argensola,  uno  do 
nuestros  mas  famosos  poetas  líricos,  escribió 
también 'tres  tragedias  con  los  títulos  de  ¿o 
Isabela,  la  Alejandra  y  la  Filis.  Elogiólas 
Cervantes  como  obras  sujetas  á  todas  las  re- 
glas'del  arte,  y  míe,  según  su  testimonio,  me- 
recieron general  aplauso,  cuando  se  pusieron 
en.  escena,  deduciendo 'de  aquí  que  se  podía 
agradar  al  público,  sin  necesidad  de  los  dispa- 
rates que  escribían  los  autores  de  su  tiempo. 
Esto  junto  eon  ser  obras  de  un  poeta  de  buen 
gusto  y  sano  jüio  fue  cansa  de  que  por  algún 
tiempo  se  lamentase  la  perdida  de  dichas  tra- 
gedias, pues  por  perdidas  se  tenían  todas  ellas; 
mas  á  fines  del  siglo  anterior  se  descubrieron 
la  Isabela  y  la  Alejandra  y  fueron  publica- 
das, con  lo  cual  quedó,  un  tanto  rebajada  la 
fama  de  Argensola  y  hasta  varió  la  opinión  que 
se  habia  formado  Con  respecto'  al  gusto  del 
autor  de  don  Quijote  en  punto  á  oíras  dramá- 
ticas. Entonces,  lejos  de  tenerse  por  obras 
maestras  ¡íi  Isabela  y  la  Alejandra,  parecie- 
ron mónstrüos  indignos  de  la  escena,  y  aun 
hoy  no  falta  qülen  juzgue  de  la  raisina  mane- 
ra; si  bien  algunos  criticos  califican  de  exa- 
gerados los  elogios  de  Cervantes  asi  como  el' 
juicio- poco  favorable  de  los  modernos.  Cier- 
tamente no  estuvo  libre  Argensola  del  espíri- 
tu de  imitación;  pero  en  estas  dos  tragedias 
se  advierte,  sin  embargo,  que  se  apartó  y  uo 
poco  de  los  antiguos  modelos  tanto  en  los  ar- 
gumentos como  en  et  modo  de  manejarlos, 
pues  'Sobre  haberlos  inventado  él,  hay  en  ellos 
cierta  complicación  y  artificio,  que  distan,  mu- 
cho de-la  sencillez  de  las  tragedias  griegas. 
Los  asuntos  de  la  Isabela  y  la  Alejandra  eran 
de  suyo  no  poco  interesantes;  pero  Lupercio 
los  cargó  de  lu ti  eslrauos  incidentes  y  amon- 
tonó las  muertes  de  ttn  modo  tStl  absurdo  y 
atroz,  que'  sus  obra?  fueron  insufribles  en  el 
teatro  para  espoctadores  cultos.  Por  lo  demás, 
en  él  lenguaje  hay  pureza,  corrección  y  ele- 
gancia; facilidad  ¿h  el  dialogó,  armonía  en  la 
versificación  y  variedad  en  Ids  metros;  pero  el 


estilo  peca  unas  veces  por  humilde  y  bajo  y 
otras  tiene  el  defecto  do  ser  demasiado  lírico. 
Como  prueba  de  esto  citamos  el  siguiente  mo- 
nólogo de  Isabela. 


Noelio  triste,  deseada 
Para  descansar  los  moros, 
A  los  cristianos  pesada 
Pues  con  suspiros  y  lloros 
Has  de  sur  amenizada. 

Con  justa  causa  la  luna 
Esconde  su  Manca  cara, 
Sin  dar  claridad  alguna, 
Por  no  mirar  la  fortuna 
Que  contra  nos  se  prepara. 

Tú,  Ebro,  que  te  apresuras 
Ron  tus  aguas  enturbiadas, 
En  cuyas  olas  murmuras 
Nuestras  glorias  ya  pasadas 

Y  presentes  desventuras; 

Como  cuando  de  trofeos 
Sus  aguas  turbias  y  fieras 
Adornaban  los  caldeos, 
Llorando  por  las  riberas 
Los  ya  vencidos  hebreos; 

Cuyos  muchos  instrumentos 
En  los  árboles  colgados 
"Algunos  de  sus  acentos 
Eran  solo  frecuentados 
De  los  importunos  vientos: 

Tales  verás  tus  cristianos 
En  los  nudosos  cordeles 
Puestas  las  cruzadas  manos. 
Sujetos  ¿  los  infieles 

Y  bárbaros  africanos.  . 

Vuelve,  pues,  padre  clemente, 
Los  ojos  á  nos;  y  mira 
Del  tirano  rey  la  ira, 

Y  á  tn  perseguida  gente 
Lo  que  debe  hacer  inspira 


Juan  de  la  Cueva,  poeta  sevillano  que  .flo- 
reció á  fines  del  siglo  XVI  y  escribió  en  varios 
gónei'os,  compuso  también  diez  tragedias  que 
se  publicaron  en  1588;  pero  á  decir  verdad, 
na  hay  entre  ellas  una  de  mediano  mérito  si- 
quiera,'siendo  de  notar  que  se  cuidó  tan  poco 
de  observar  las  reglas  sobre  la  unidad  de  lu- 
gar y  tiempo  que  hay  tragedia  suya  que  dura 
multitud  de  años,  y  en  que  se  recorren  mu- 
chas' provineras.  ■  Ademas  los  caractéres  son, 
por  lo  común,  exagerados;  las  inverosimili- 
tudes se  encuentran  á  cada  paso;  el  lenguaje, 
es  incorrecto';  el  esülo  hinchado  con  frecuen- 
cia y  altisonante  y,  á  pesar  de  esto,  la  versi- 
ficación escasa  de  armonía. 

Por  el  mismo  tiempo  vivió  el  capitán  Cris- 
tóbal de-  Virués,  autor  del  poema  titulado  B 


TRAGEDIA 


422 


Monserrate,  el  cual  compaso  ademas  cinco 
tragedias  que  se  publicaron  en  Madrid  con  to- 
das sus  poesías  en  1609,  llevando  por  títulos: 
la  GranSemvrnmis,  la  Cruel  Casandra,  Ati- 
Iíí  furioso,  la  infeliz  Marcela  y  Elisa  Dido. 
En  las  cuatro  primeras  procuró,  como  él  mis- 
ino dice,  unir 

La  mayor  fineza 
Del  arte  antiguo  y  del  moderno  uso. 


Y  la  caballería  entonces  troíe 
Por  el  inmenso  globo  de  la  luna. 


Mis  entrañas  son  fuego  del  infierno, 
lil  vino  es  el  amor  de  nuestras  bodas, 
La  dulce  copa  ya  no  es  copa,  es  capa, 
Es-eápa-se  del  alma  y  del  infierno, 
V  del  fuego,  y  de  amor,  y  de  la  boda. 


en  la  ultima  aspiró  ¡i  escribir  una  obra  con 
enlera  sujeción  á  las  regbss  antiguas. 

Juan  de  la  Cueva  había  columbrado  que 
la  sencillez  de  las  acciones  dramáticas  de  los 
antiguos,  no  era  á  propósito  para  interesar  á 
los  espectadores  de  su  tiempo,  y  por  dar  ma- 
yor complicación  y  movimiento  al  drama, 
prescindió  de  las  antiguas  reglas;  pero  des- 
graciadamente, sin  conocer  el  punto  on  don- 
de debía  detenerse,  al  acometer  esta  reforma, 
y  sin  tener  ingenio  bastante  para  suplir  con 
bellezas  la  fa'iía  de  regularidad  de  sus  llama- 
das Iragedias.  Y  no  fué  lo  peor  esto,  sino  que 
Juan  de  la  Cueva  tuvo  también  imitadores, 
catre  los  coales  se  cuenta  Viriles,  que  como 
otros,  siguió  por  el  mal  camino  que  aquel  les 
labia  enseñado.  Cueva  eréis  hacer  una  gran 
cosa,  reduciendo  á  cuatro  jornadas  sus  obras 
dramáticas,  y  Virues  presentaba  como  un  mé- 
rito el  haberlas  dividido  en  tres  actos  ó  partes, 
con  la  circunstancia  de  que  considerándolas 
independientes  una  do  otra,  eran,  eo  realidad 
tres  acciones  distintas.  Asi  en  la  Gran  Setní- 
ramis,  el  primer  acto  es  el  casamiento  de  es- 
ta muger  estraordinaria  con  Nina,  rey  de  Así- 
ría;  en  el  segundo  da  muerte  á  su  marido  y 
usurpa  el  trono;  y  en  el  tercero  ¡  espia  este 
crimen,  muriendo  á  manos  de  su  hijo. 

Ilablando  de  las  tragedias  de  este  autor 
decia  nuestro  ilustre  compatriota,  don  Alberto 
de-Lisia:  «los  caracteres,  por  lo  general,  son 
atroces;  las  situaciones  amatorias  indecentes 
las  trágicas  honiblesy  hasta  nauseosas,  y  nin 
guno  de  estos  defectos  está  resarcido  con  el 
mévittí  de  la  "versificación.»  Diferente  juicio 
lia  formado  de  Virues  chm  Francisco  Martínez 
de  la  llosa  ,  concediéndole  algún  mérito  como 
autor  dramático  y  culpándole  solamente  de  ha- 
ber contribuido  al  desorden  que  por  aquellos 
tiempos  se  iba  introduciendo  en  nuestro  tea 
tro;  pero  no  cabe  dudar  que  la  falta  de  regu 
laridad  y  de  buen  gusto  en  las  llamadas  tra- 
gedias de  Virues  llega  á  un  estremo  muy  re- 
prensible, bastando  decir  en  prueba  de  esto 
que  en  el  Atila  mueren  nada  menos  que  cin 
cuenta  y  seis  personas,  y  toda  la  tripulación 
de  u'ira  galera  que  se  abrasa.  En  cuanto  á  su 
estilo,  puede  juzgarse  de  él  por  los  siguientes 
¡rozos  tomados  de  dicha  tragedia: 

Formados  escuadrones ,  lo  presenten 
Al  enemigo  la  batalla,  y  talen  i 
El  campa  todo  donde  están  las  nayas:, 


Armas  son  esas  para  mí  ridiculas: 
¿Víboras  me  arrojáis,  culebras  y  áspides? 
Con  el  aliento  solo  yo  consumólas: 
Ministros  fuertes-  de  mi  esfuerzo  y  ánimo,  - 
Capitanes,  soldados,  armas,  máquinas, 
Militares,  bravísimos  ejércitos, 
Antropófagos,  lestrigonos  y  ciclopes, 
Mundos,  infiernos,  manos  mias  sólidas 
Mas  que  diamantes,  y  mas  fuertes  y  ásperas, 
Dadme  aquí  montes  de  pesantes  pórfidos  - 
Con  que  sepulte  estos  gigantes  pérfidos. 

La  tragedia  de  Elisa  Dido  que  procuró  es- 
cribir Virues  con  arreglo  á  los  preceptos  de 
'os  antiguos,  observundo  las  tres  unidades,  está 
dividida  en  cinco  actos,  cada  uno  de  los  cua- 
les termina  con  un  coro.  No  son  el  asunto  de 
esta  composición  los  amores  de  Dido 'y  Eneas, 
aventados  por  Virgilio,  sino  la  constancia  de 
aquella  famosa  reina  de  Carlago  en  la  fé  que 
guardaba  á  ía  memoria  de  su  marido,  su  resis- 
tencia á  Yarbasque,  enamorado -de  ella,  la  so- 
licita, y  por  último,  la  muerte  que  se¡  da  ella 
misma  por  no  faltará  su  propósito.  El  argu- 
mento no  está  mal  conducido;  pero  falta  el 
contraste  de  las  pasiones,  los  caracteres  no  es- 
tán bien  desarrollados  y  las  situaciones  tienen 
poco  ó  nada  de  patético.  El  siguiente  trozo,  que 
es  uno  de  los  mejores,  basta  para  conocer  la  fal- 
la de  animación  y  colorido  poético  que  hay 
en  toda  la  tragedia.  He  aqui  con  cuanta  tibieza 
se  espresa  un  amor  que  na  puede  sermas  puro. 


¡Ay,  mi  Siqueo!  Si  la  Té  debida 

A  mi  amor  ni  i  tu  amor  no  es  la  mas  alta, 

No  es  la  mayor  de  cuantas  tiene  el  inundo, 

La  de  Ismeria  será,  yo  asi  lo  creo; 

Pero  no  puede  ser,  porque  es  sin  duda 

Esta  fé  la  mayor.  Tú,  Ismeria  mia, 

Luego  signe  tras  ella,  y  vé  contenta. 

Que  es  escelsn  el  lugar  que  te  señalo, 

Tanto  que  pocos  aun  de  vista  apenas 

Se  alcanzarán:  que  en  fé  y  amor  son  pocos 

Los  que  á  sublime  puerto  se  levantan. 

Que  pasiones  mortales  miserables 

Con  pesados  afectos,  viles,  bajos, 

Estorban  al  espíritu  el  alzarse 

Al  punto  que  el  amor  y  fé  se  debe. 

Pero  en  mi  ni  mortal  pasión  ni  afeto, 

Ni  misera,  pesada  y  yü  bajeza 

Me  estorbarán  que  á  mi  Siqueo  muestre 

Mi  fé  y  amor  en  su  debido  punto. 

Miguel  Cervantes  de  Saavedra,  quilo  tam- 
bién ejercitar  su  ingenio  en  la  BeeBía.dramá- 


423 

tica  y  escribió  una  tragedia,  tomando  por  asun- 
to de  ella  la  destrucción  de  Numancia,  hecho 
histórico  que,  aunque  antiguo,  no  podía  me- 
nos de  ser  muy  interesante  para  espectadores 
de  nuestra  nación.  De.  cuantas  obras  dramáti- 
cas compuso  Cervantes,  que  no  fueron  mu- 
chas, la  Numancia  es  indudablemente  la  me- 
jor, no  obstante ,  que  la  critica  baila  cu  ella 
mas  de  un  defecto.  En  cuanto  á  la  acción  no 
puede  negarse  que  produce  en  ella  cierta  falta 
de  unidad  la  mezcla  de  amores  y  episodios 
impropios;  el  e»lilo  decae  algunas  veces  hasta 
ser  trivial  y  bajo;  la  versificación  es  desigual, 
y  se  encuentran  muchos  trozos  que  por  su  en- 
tonación pertenecen  mas  bien  al  poema  épico 
que  á  la  tragedia;  pero  en  cambio  se  encuen- 
tran escenas  de  gran  interés,  cuadros  bellísi- 
mos, rasgos  admirables,  y  algunos  trozos  muy 
notables  por  la  armonía  de  sus  versos.  Dignos 
son  ciertamente  del  mejor  poeta  las  siguien- 
tes ocla  vas: 

No  con  tanta  presteza  el  rayo  ardiente 
Pasa  rompiendo  el  aire  ea  presto  vuelo, 
Ni  tanto  la  cometa  reluciente 
Se  muestra  presurosa  por  el  cielo, 
Como  estos  dos  por  medio  de  la  gente 
Pasaron,  coronando  el  duro  suelo, 
Con  la  sangre  romana  que  sacaban 
Sus  espadas  do  quiera  que  llegaban. 

En  el  cuadro  de  la  destrucción  de  tínmun- 
cia  hay  las  siguientes  también  bellísimas: 

Cual  suelen  las  ovejas  desenidadas 
Siendo  del  ¡iero  lobo  acometidas, 
Andar  aqni  y  alli  descarriadas, 
Con  temor  de  perder  las  tristes  vidas; 
Tal  niños  y  mugeres  delicadas 
Huyendo  las  espadas  homicidas, 
Andan  de  calle  en  calle  ¡ohJiudo  insanol 
Su  cierta  muerte  dilatando  en  vano. 

El  pecho  de  la  amada  nueva  esposa 
Traspasa  del  esposo  el  hierro  agudo; 
Contra  la  madre,  ¡  oh  nunca  vista  cosa! 
Se  muestra  el  hijo  de  piedad  desnudo; 
Y  contra  el  hijo  el  padre,  con  rabiosa 
Clemencia  levantando  el  brazo  crudo, 
Rompe  aquellas  entrañas  que  ha  engendrado, 
Quedando  satisfecho  y  lastimado. 

Las  reconvensiones  de  las  numantinas  á 
sus  compatriotas  son  uno  de  los  mejores  tro- 
zos de  esta 'tragedia: 

¿Qué  pensáis,  varones  claros? 
¿Revolvéis  aun  todavía 
En  la  triste  fantasía 
De  dejarnos  y  ausentaros? 
¿Queréis  dejar  por  ventura 
A  la  romana  arrogancia 
Las  vírgenes  de  Numancia 
Para  mayor  desventura?  i 


424 

¿T  á  los  libres  hijos  nuestros 
Queréis  esclavos  dejallos? 
¿No  será  mejor  ahogal los 
Con  los  propios  brazos  vuestros? 


Basta  el  ligero  análisis  que  acabamos  rio 
hacer  de  las  tragedias»  españolas  compuestas 
hasta  la  gloriosa  época  de  Cervantes  y  Lajic 
de  Vega,  para  no  dudar  que  ninguno  de  nues- 
tros grandes  ingenios  acertó  á  producir  una 
obra  de  fisto  género  que  pasase  siquiera  de  l¡i 
medianía.  Después  quedó  la  tragedia  como  ol- 
vidada por  largo  tiempo  en  España,  no  obslan- 
lc  ser  mayor  el  número  de  los  poetas  que  cnl- 
Livaron  ¡a  poesía  dramática- 

Al  hablar  de  Juan  de  la  Cueva  y  de  Cristó- 
bal de  Virues,  dijimos  que  en  su  tiempo  era 
ya  conocida  la  necesidad  de  prescindir  de  Al- 
gunas de  las  antiguas  reglas  para  dar  mayor 
interés  y  animación  á  nuestras  produccionej 
dramáticas;  que  uno  y  otro  habían  traspasad» 
los  estrechos  limites  del  arte  antiguo,  pero 
que  A  pesar  de  eso  ninguno  de  ellos  habia  te- 
nido bastante  ingenio  para  dará,  las  una  pro- 
ducción nolahle  por.sus  bellezas.  ¿Qué  impor- 
taba no  sttjelarse  á  las  reglas  que  prescribidii 
la  unidad  de  Jugar  y  tiempo  conforme  á  tai 
modelos  de  los  griegos  y  los  latinos,  si  loque 
faltaba  de  regularidad  alas  nuevas  prodúcelo- 
oes;"  juzgándolas  con  arreglo  al  uso  antiguo, 
no  era  compensado  con  bellezas  de  olro  géne- 
ro*? Faltab:i  indudablemente  osla  compensación, 
y  á  ninguno  otro  do  nuestros  grandes  ¡no- 
nios fué  debida  sino  á  Lope  de  Vega.  Hablan- 
do de  tan  célebre  escritor  y  de  la  influencia 
que  tuvo  en  nuestro  teatro,  dice  el  erudito  don 
Agustín  Duran:  «Conoció  Lope  que  las  reglm 
clásicas  relativas  á  las  unidades  no  eran  esen- 
ciales mas  que  á  cierto  y  determinado  siste- 
ma de  ímila.-ion  á  cierta  clase  de  verosimili- 
tud; pero  que  existiendo  eu  la  naturaleza  ot res 
medios  de  imitación  y  de  verosimilitud  queea 
aquellos  no  cabían,  ningún  inconveniente  re- 
sultaba de  abandonarlas.  Buenas,  escelentes, 
indispensables,  eran  para  las  naciones  bajo 
enya  civilización  se  crearon  y  en  cuyas  cos- 
tumbres las  hallaron  sus  poetas;  pero  en  un 
pueblo  meridional  por  escelencia,  místicamen- 
te religioso,  ferviente  de  imaginación,  que 
buscaba  las  impresiones  intimas  del  alma  mas 
bien  que  las  de  los  sentidos,  los  efectos  délas 
luchas  de  las  pasiones  y  no  los  resultados  del 
fatalismo;  en  un  pueblo  ansioso  de  asuntos 
complicados,  curioso  de  examinarse  á  sí  mis- 
mo, lleno  de  fé  para  con  los  hechos  maravi- 
llosos y  las  enredadas  situaciones,  ¿cómo  ha- 
bían de  bastar  á  interesarle  las  sencillas  r 
breves  combinaciones  que  caben  en  un  cuadro 
clásico?  Nuestro  genio  especial  abarcaba  un  in- 
menso espacio  poético;  para  tenerle  suspenso 
y  entretenido  en  el  teatro,  se  necesitaba  una 
historia  entera,  un  poema  épico  completo.  Po- 
co nos  importaba  qqe  el  poeta  corriese  de 


TRAGEDIA 


425  TRA 

Oriente  á  Occidente ,  que  pasase  de  siglos  ú 
siglos:  pues  como  nuestro  drama  era  una  his- 
toria, y  eso  buscábamos  alii,  volábamos  en 
el  teatro  con  el  poeta,  como  seguíamos  en  un 
libro  al  historiador.  La  curiosidad  que  nos  con- 
ducía á  la  escena,  y  nuestra  imaginación,  abar- 
caban las  creaciones  del  ingenio;  y  ya  en  ei 
cíelo,  ó  ya  en  el  abismo,  estábamos  contentos, 
sí  como  en  la  tierra  veíamos  al  héroe  que  con 
hechos  maravillosos,  intrigas  complicadas, 
combates  íntimos  de  pasiones,  cuestiones  de 
punto  de  honor,  galantería,  mclarisica,  accio- 
nes caballerescas  y  religiosas  nos  reproducía 
á  nosotros  y  á  nuestros  Íntimos  sentimientos, 
y  ni  aun  esto  bastaba  para  construir  el  drama 
popular.  En  ello  ciertamente  consistía  su  esen- 
cia; mas  para  su  partede ornato  exigía  nuestro 
gusto  y  tendencia  natural  que  se  revistiese  de 
todos  los  tonos -de  la  poesía;  necesitábamos, 
en  fin,  que  la  lírica,  la  épica,  la  narrativa, 
ostentasen  todos  los  recursos  en  el  teatro,  por- 
que ¡icosl timbrados  á  la  gala,  riqueza,  y  abun- 
dancia de  nuestra  hermosa  lengua,  los  oídos  es- 
pañoles no  podían  renunciar,  ni  aun  en  el  dra- 
ma, los  encantos  de  sus  variados  y  armonio- 
sos sonidos.»  Mas  adelante  añade  este  mismo 
escritor;  «Al  ingenio  grande,  audaz,  emincnle- 
mente  español  de  Lope,  estuvo  reservado  com- 
prender é  inventar  un  sistema  dramático  que 
fuese  verdadera  espresion  de  nuestras  necesi- 
dades intelectuales  y  morales.  Por  inspiración 
ó  por  sentimiento  Intimo ,  quizá  mas  que  por 
estadio,  halló  el  drama  español,  y  formándolo 
con  la  quinta  esencia  del  carácter  indígena,  le 
apropió  ademas  cuanto  no  era  incompatible 
con  ella  y  habíamos  adquirido  de  losestraños. 
Cultivado  el  árbol  de  nuestra  poesía  popular, 
creció  magnifico  y  robusto  hasta  las  nubes,  y 
sus  vigorosas  ramas  asombraron  la  culta  Euro- 
pa. Modelo  fué  de  ella  casi  un  siglo  entero,  y 
sus  mayores  ingenios  se  alimentaron  de  su 
sustancia  para  producir  obras  análogas,  en 
cuanto  lo  permitía  la  diferente  índole  de  las 
naciones  para  quienes  escribían.» 

El  grande  aplauso  que  encontraron  los  dra- 
mas de  Lope ,  tan  conformes  al  gusto  de  los 
españoles  en  aquellos  tiempos,  fué  mas  que 
tetante  para  que  otros  Ingenios  siguiesen  por 
«I  mismo  camino  en.  que  él  babia  ..recogido 
tantos  laureles,  resultando  de  aqui,  como  lie- 
mos dicho  antes,  el  quedar  olvidada  la  tra- 
gedia. 

Después  de  la  época  de  Calderón,  que  su- 
peró en  el  nuevo  género  dramático  á  todos 
los  poetas  anteriores,  incluso  Lope  de  Vega, 
comenzó  á  decaer  nuestro  teatro  y  continuó 
su  decadencia,  llegando  á  un  estremo  lamen- 
table en  el  siglo  último.  Ya  por  este  tiempo 
reinaba  en  España  la  dinastía  borbónica,  cuyo 
advenimiento  al  trono  inauguró  un  periodo  dé 
restauración  para  las  letras  y  las  artes  españo- 
«s,  y  hubo  algunos  varones  que  consagraron 
m  esfuerzos  á  desterrar  del  teatro  las  dispa- 
ratadas producciones  de  los  últimos  tiempos 


5EDIÁ.  426 

'de  la  corrupción  y  del  mal  gusto;  mas  como 
la  nación  francesa  ejercía  entonces  en  España 
una  gran  influencia,  no  solo  política,  sino  lite- 
raria, nuestros  literatos  reformadores  confun- 
dieron ábope  y  Calderón  con  los  infelices  co- 
pleros que  desatinaban  á  destajo,  y  admirando 
las  grandes  obras  del  teatro  francés,  quisie- 
ron naturalizar  entre  nosotros  la  tragedia  y  ¡a 
comedia  clásica,  tales  como  la  hablan  cullíva- 
do  en  Francia  Corneille,  Itacine  y  Moliere. 

El  primero  que  dió  el  ejemplo,,  fué  don 
Agustín  Montiano  y  Luyando,  que  publicó  dns 
tragedias,  una  titulada  Virginia  y  otra  Ataúl- 
fo ,  ambas  escritas  en  verso  endecasílabo  suel- 
to; mas  este  ensayo  fué  bien  poco  feliz,  á  pe- 
sai-  de  la  grande  erudición  del  autor ,  notán- 
dose en  dichas  obras  gran  falta  de  interés  y 
movimiento,  y  no  poca  escasez  de  armonía 
en  la  versificad  o  u ,  aunque  el  lenguaje  no 
deja  de  ser  correcto  y  fácil  el  estilo. 

Otros,  como  don  Eugenio  Llaguuo  y  Amí- 
rola,  don  Pablo  Olavide  y  don  José  Clavijo  y 
Fajardo,  no  sintiéndose  con  fuerzas  para  com- 
poner tragedias,  se  dedicaron  á  traducir  las 
mejores  de  los  franceses;  pero  casi  todas  es- 
tas traducciones  fueron  olvidadas  bien  pronto, 
escípto  la  de  Atalia,  hecha  por  Llaguno. 

Don  Nicolás  Moratin  dió  á  luz  tres  tragedias 
suyas  tituladas  Lucrecia,  Hormesindav  Gua- 
rnan el  Bueno  ;  Cadalso  escribió  otra  titulada 
Sancho  Garda  ;  López  de  Ayala  hizo  repre- 
sentar la  Numancia,  y  Jovellanos  escribió  el 
Munuza,  Casi  todas  estas  producciones  son  de 
muy  escaso  mérito.  En  las  de  Moratin  se  en- 
cuentran algunos  bellos  trozos  de  versifica- 
ción; pero  ninguna  de  ellas  podría  represen- 
tarse ahora  con  buen  éxito.  Cadalso  cometió 
el  yerro  de  escribir  la  suya  en  versos  parea- 
dos, que  ademas  tienen  el  defecto  de  ser  muy 
flojos:  el  Munuza  tiene  un  plan  bastante  mal 
trazado,'  notándose  no  pocos  defectos  sn  los 
caracteres  y  en  la  versificación:  solóla  trage- 
dia de  Ayala,  reducida  á  mas  eslrecbas  dimen- 
siones y  purificada  de  algunos  defectos,  se  ha 
sostenido  en  el  teatro  basta  estos  últimos  tiem- 
pos, merced  á  los  sentimientos  patrióticos  que 
en  ella  resaltan  ,  y  á  no  pocos  trozos  de  su 
bueña  versificación, 

Don  Vicente  García  de  la  Huerta,  á  quien 
no  parecieron  bien  los  esfuerzos  que  se  bacian 
para  acreditar  en  el  teatro  español  el  sistema 
francés,  emprendió  publicar  una  colección  de 
nuestras  mejores  comedias;  pero  tnvo  mala 
elección  y  no  consiguió  lo  que  se  babia  pro- 
puesto; siendo  lo  mas  notable  que  después  de 
largas  declamaciones  contra  los  innovadores, 
no  solo  siguió  su  ejemplo,  escribiendo  una 
tragedia  original,  sino  que  publicó  una  traduc- 
ción de  la  Zaira  de  Voltaire,  siendo  estas  dos 
las  mas  apreciadas  y  conocidas  de  sus  obras. 
La  Raquel',  que  asi  se  titula  la  tragedia  origi- 
nal de  Huerta,  descuella"  á  una  inmensa  altura 
entre  todas  las  obras  de  este  género  qfie  se 
compusieron  en  el  último  siglo,  porque  aun 


427 


TRAGEDIA— TRAtíES  NACIONALES 


cuando  se  hallen  en  ella  algunos  defectos,  el 
plan  está  Lien  ordenado  y  bien  pintados  los 
caractéres;  lataccion  es  interesante  y  los  ver- 
sos por  lo  general  son  muy  buenos. 

Don  'Sfieasio  Alvarez  Gienfuegos  publicó 
jwsteriormente  el  Idomeneo,  la  Zoraid.ay  la 
Condesa  de  Castilla,  ensayos  del  género  trá- 
gico que  nunca  han  logrado  los  honores  de  la 
representación.  Después  de  su  muerte  se  im- 
primió otra  tragedia  suya  titulada  el  Pitaco. 
Conio  producciones  dramáticas,  solo  la  segun- 
da tiene  algún  interés:  la  acción  de  la  tercera 
es  demasiado  horrible,  y  el  Pitaco,  aunque 
mejor  escrita  que  todas,  carece  de  movi- 
miento. 

Enlos.primerosaños  de  este  siglo  tuvo  Es 
paña  un  actor  dotado  de  tan  raras  prendas  que 
hizo  aplaudir  en  el  teatro  las  composiciones 
que  parecían  contrarias  á  nuestra  índole  y  gus 
tos  literarios.  Tal  fué  el  entusiasmo  que  produ 
jo  Maiquez  representando  tragedias,  que  un 
gran  número  de  poetas  se  dedicaron  á  tan  di 
ficil  género,  unos  traduciendo  las  mejores  que 
tenia  el  teatro  francés  y  otros  escribiéndolas 
originales.  'Pero  de  todas  ellas  la  mayor  parle 
han  quedado  olvidadas  por  su  escaso  mérito, 
escepto  el  Pdatjo,  obra  compuesta  antes  de 
1808  y  que  pasará  á  la  posteridad  con  la  fama 
de  su  autor,  á  quien  hemos  vislo  coronar  co- 
mo eminente  poeta. 

TRAGES  NACIONALES.  De  una  preciosa  obra 
contemporánea  tomamos  este  sentido  artículo, 
que  reproducimos  con  levísimas  alteraciones. 
En  él  se  nota  un  espíritu  de  nacionalidad  que 
encanta,  y  se  pinta  con  bellos  colores  la  poe- 
sía de  nuestros  dos  trages  característicos,  la 
capa  y  la  mantilla  La  historia  de  nuestra  ga- 
lantería, dice,  la  Indole  particular  que  en  las 
pasiones  de  los  españoles  dejaron  impresas  la 
invasión  íagarena,  y  las  disensiones  domésti- 
cas que  por  tanto  tiempo  agitaron  ios  diversos 
imperios  del  cristianismo  español,  son  la  ver- 
dadera fuente  de  dondé  salieron  los  originales 
rasgos  que  aun  en  la  actualidad  determinan  de 
un  modo  ideal  y  poético  al  habitante  de  la  ?e~ 
nlnsiila. 

Los  árabes  españoles  fueron  sin  disputa  el 
pueblp  mas  civilizado  del  mundo.  La  inteligen- 
cia alcanzó  entre  ellos  un  grado  de  desarrollo 
muy  superior  al  que  obtenía  entre  las  demás 
naciones.  Sus  costumbres  también  eran  las  mas 
dulces  y  su  galantería  !a  mas  culta  entre  las 
que  imperaban  sobre  los  pueblos  qoe  se  deno- 
minaban civilizados,  Tan  cierto  es  esto,  que 
nilestro  trato  continuo  con  ellos  >ñió  la  verda- 
dera causa  de  que  la  enérgica  aspereza  de  los 
hábitos  góticos  se  templase  con  la  dulzura  de 
los  usos  árabes,  con  la  ilustración  que  las  es- 
cuelas cordobesas  sin  cesar  derramaban,  con 
la  blandura  que  por  todo  el  ámbito  de  España 
esparcían  las  industrias,  talleres  y  comercio  de 
los  moros  toledanos,  valencianos  y  grana- 
dinos. 

Mas  detenidamente  demostraríamos  esta 


verdad,,  si  pudiéramos  ocuparnos  esclusiva- 
mente  de  esto.  Válganos,  pues,  de  escusa  esla 
razón,  si  saltando  las  épocas  y  esquivando  his- 
tóricas computaciones,  consideramos  demos- 
trado el  origen  de  las  .dos  partes  del  vestido 
español.  La  cipa  y  la  mantilla. 

Nada  se  parece  mas  á  un  albornoz  que  una 
capa  española.  Ningún  tocado  tiene  con  el  velo 
de  las  moras  mas  semejanza  que  las  mantillas 
de  nuestras  damas.  Los  árabes,  ardientes  y  ce- 
losos amadores,  idearon,  sin  duda,  estos  trages 
para  mejor  favorecer  al  misterio  de  sus  galan- 
teos, para  mejor  esquivar  las  miradas  inopor- 
tunas de  los  eslraños.  Los  cristianos,  nacidos 
y  criados  bajo  la  influencia  del  sol  que  calien- 
ta la  vega  granadina,  teniendo  acaso  en  sus 
venas  no  poca  parte  de  sangre  berberisca  y 
árabe,  tenían  el  mismo  temple  en  sus  pasiones 
la  misma  poesía  de  sentimientos  que  á  los  mo- 
ros habla  inspirado  el  lujo  de  sus  conquistas, 
la  preponderancia  de  su  cultura,  el  i n II ir j o  do 
los  climas  de  donde  eran  indígenas* 

Si  los  abencerrages  de  Granada,  depuesta 
la  pesada  cota,  embozados  hasta  los  ojos,  no 
bien  limpias  las  mauos  de  la  sangre  cristiana 
con  que  las  mancharon  en  el  rebato  de  por  la 
mañana  junto  á  los  muros  de  Santa  Té,  vola- 
ban apenas  anochecía  á  suspirar  rendidas  baja 
las  celosías  de  sus  amadas,  entregando  á  loa 
perfumados  vientos  de  los  cármenes  los  armo- 
niosos versos  de  sus  romances;  el  cristiano 
del  campo  católico,  calando  en  vez  del  casco  li 
ligera  toca,  envuelto  también  en  una  capa 
rondalla  por  entre  las  tiendas  de  las  damas  de 
la  reina  esperando  la  hora  de  ver  brillar  al  ra- 
yo de  la  luna  los  hermasos  ojos  de  su  dama,  y 
entreteniendo  ei  tiempo  con  la  canción  de  ena- 
moradas trovas. 

Iguales  eran  ya  las  costumbres  y  confundi- 
dos estaban  los  hábitos,  cuando  en  las  sierras 
alpujarreñas  cayó  espirante  nadando  en  su  he- 
roica sangre,  la  última  esperanza  de  libertad, 
de  gloria  y  nacionalidad  que  el  islamismo  es- 
pañol habia  concebido.  Las  callos  toledanas, 
las  de  Zaragoza,  las  de  Sevilla,  presentábanla 
misma  escena.  Edificios 'cargados  .de  celosías, 
misteriosos  embozados,  damas  lapadas,  escude- 
ros, pagos  y  dueñas,  sirviendo  todo  al  fanatis- 
mo con  que  nn  pueblo  original,  exaltado,  poé- 
tico y  heroico  en  su  vivir,  daba  culto  á  los  dos 
sentimientos  que  le  caracterizaban:  su  religión 
y  sus  amores. 

Emulas  de  la  careta  y  del  dominó  venecia- 
nos, mas  lísongsras  que  estos  disfraces  y  mas 
que  ellos  elegantes  y  airosas,  la  capa  y  la 
mantilla  españolas  fueron  dejando  escrita  en  la 
tradición  y  en  el  gusto  para  vestir  la  curiosa 
crónica  de  nuestra  galantería.  Una  mujer  ve- 
lada pasando  como  un  sueño  de  felicidad  debá- 
jo  el  manto  una  pulida  jamo,  símbolo  tal  vez 
de  su  rara  belleza,'  decidía  de  la  suerte  de  un 
hombre:  para  siempre  regulaba  sus  movimien- 
tos: la  vida  del  caballero  estaba  á  los  pies  de 
la  dama,  que  desde  el  encierro  de  su  hogar 


TRAGES  NACIONALES 


430 


acaso  disponía  de  una  conquista  ó  de  la  paci- 
ficación de  un  reiQO. 

has  reyes  y  los  sasaYJos,  los  grandes  y  los 
simples  hidalgos,  los  escuderos  y  los  malones, 
lodos  al  anochecer  calaban  el  sombrero,  se 
hundían  en  el  rebozo  de  su  capa  y  acariciando 
por  debajo  de  ella  los  gabikmes  de  la  tizona  ó 
]a  culata  del  pistolete,  se  ponían  en  ia  calle  cu- 
pos de  sus  buenas  o  malas  andanzas:  y  llovían 
con  esto  los  tajos  y  reveses,  y  las  rejas  se  cer- 
raban de  golpe  y  la  justicia  corría  á  meterse 
cu  su  casa,  y  si  se  quedaba,  era  para  recoger 
innci'losó  heridos,  ó  cuando  menos  alguu  som- 
brero 6  guanle  de  los  reñidores.  Amanecía  el 
cirio  como  si  nada  hubiera  sucedido:  sonaba 
la  campana  llamando  á  misa;  doncellas  y  due- 
ñas, casadas  y  viudas,  bien  embebidas  en  sus 
mantos,  salían  de  sus  casas  mirando  de  reojo 
á  los  madrugadores  galanes  y  seguras  de  que  no 
fallaría  algún  page  rutianque  al  volver  una  es- 
quinapusiera  en  sus  manos  elbiltete  del  enamo- 
rado caballero.  Asi  nuestros  abuelos,  divinizan- 
do sus  pasiones  y  llenando  el  mundo  con  la 
fama  de  su  valentía,  pasaron  sendos  años  de 
vida  y  de  ilusión,  años  de  poesias,  hasta  en  las 
catástrofes  sangrientas  que  los  recelos  dei  po- 
der venían  á  decretar  de  cuando  en  cuando. 

Con  tales  antecedentes,  con  tan  variados 
recuerdos,  ¡a  capa  y  la  mantilla  reinaban  so- 
bre nuestro  suelo,  mandando  todavía  y  fasci- 
nando las  imaginaciones  mas  Anas,  cuando  la 
moda,  esclava  de  la  influencia  política,  vino  á 
variar  de  capricho  porque  la  suerte  de  la  Es- 
paña liahia  variado-.  Los  estilos  ultramontanos 
invadieron  nuestros  salones,  paseos  y  teatros, 
hollando  recuerdos  lisongeros,  destruyendo  la 
nacionalidad  de  las  costumbres,  atacando  la 
melancólica  gravedad  que  a  pesar  de  lodo  ca- 
racteriza aun  á  ios  ardientes  hijos  de  la  Espa- 
ña. Todo  fué  cediendo  al  tórrenle  dominador, 
lodo  fué  cejando  anle  su  poderosa  influencia. 
Sin  embargo,  el  caballero  español ,  si  dejó  la 
espada,  si  abandonó  la  daga  y  el  sombrero  de 
anchas  alas,  no  quiso  desprenderse  de  su  ca- 
pa; ni  muchas  damas  dejaron  do  veiar  al  sol 
sus  encantos ,  por  mucho  que  gustasen  de 
prenderse  al  estilo  de  Francia  é  Inglaterra. 

Las  ciases  acomodadas  de  nuestro  pais 
adoptaron  las  modas  estrangeras,  sin  abando- 
nar las  garbosas  ropas  españolas.  Admitieron 
a,  las  primeras  como  medio  de  variar  en  eluso 
de  las  segundas,  empleándolas  en  los  actos  de 
la  vida  y  eu  las  costumbres  introducidas  tam- 
bién por  los  estrangeros. 

Ta  desde'  entonces  forma  olro  periodo  la 
historia'  de  nuestros  trages  nacionales.  Insen- 
siblemente fueron  desapareciendo  sus  formas. 
Quedaron  sus  galanes  y  lujosos  adornos  para 
lances  de  legitimo  capricho  español,  para  las 
romerías  y  funciones  de  tradición  puramente 
española.  Lá  capa  y  la  mantilla  solamente  perma- 
necieron dominando  como  símbolo  poderoso  de 
nuestro  carácter,  como  recuerdo  vivo  de  nues- 
tra poesía,  del  romanticismo  de  nuestra  vida. 


Sin  embargo ,  forzoso  es  confesar  que  ia 
mantilla  es  aun  el  trage  dominante  de  nuestro 
suelo,  y  el  adorno  que  mejor  sienta  á  nues- 
tras damas.  En  cuanto  álos  hombres,  por  mas 
que  anden  vestidos  á  la  inglesa,  sienten  aun 
en  sus  venas  arder  un  resto  de  sangre  africa- 
na, y  por  mas  que  se  introduzcan  capotes  con 
mangas  ó  sin  ellas  del  otro  lado  de  los  Piri- 
neos, el  español  lleva  capa  y  con  ella  se  em- 
boza, ya  que  no  para  rondar  las  rejas  por  la 
noche  (que  de  ésto  nos  ha  librado  la  civiliza- 
ción moderna)  para  guarecerse  del  frió  y  evi- 
tar las  intemperies  del  invierno.  El  pueblo  es- 
pañol, coinoel  anciano  que  recuerda  los  goces 
de  su  juventud,  ama  todavía  las  prendas  que  de 
aquella  época  venturosa  le  han  quedado.  To- 
davía los  españoles  preüeren  las  ropas  y  los 
usos  que  en  otros  tiempos  eran  compañeros  y 
protectores  de  sus  delicias.  Y  mientras  mas  se 
desciende  á  las  ciases  que  por  su  posición  no 
están  en  el  caso  de  haber  alterado  sus  cos- 
tumbres, mas  se  conoce  el  apego  de  los  es- 
pañoles á  los  antiguos  usos  de  sus  gloriosos 
tiempos. 

.  Pueblos  hay  en  la  Península  donde  nues- 
tros abuelos  tendrían  muy  poco  que  echar  de 
menos  en  punto  á  costumbres  y  tradiciones,  y 
muchas  son  las  ciudades,  que,  si  bien  han  su- 
frido los  .trastornos  de  las  modernas  revolucio- 
nes, todavía  conservan  en  sus  usos  trages  gó- 
ticos y  moriscos,  resto  de  lo  que  fueron  hace 
dos  ó  tres  siglos. 

Sin  embargo,  la  tendencia  general  llegará 
nn  día  á  conseguir  la  abolición  de  nuestros  tra- 
ges nacionales.  Como  sombra  que  se  desvane- 
ce en  nn  dibujo  ,  desde  el  oscuro  mas  negro 
hasta  la  mayor  claridad  ,  asi  nuestras  usanzas 
vendrán  á  confundirse  en  los  estilos  eotrange- 
ros.  La  ropa  española,  tan  bella,  tan  galana, 
tan  ideal,  será  una  tradición ,  un  sueño  de  los 
pasados  tiempos,  y  no  pudiendo  ya  brillar  en 
los  asiáticos  saraos,  en  las  lujosas  ferias,  en 
las  plazas  de  toros,  en  las  nocturnas  serénalas, 
lucirá  su  elegante  forma  eu  los  "bailes  de  más- 
caras, sino  con  la  fe  de  su  juventud,  con  el  ar- 
dor al  menos  del  deseo, 

Mientras  tanto  ,  en  algunas  provincias  de 
nuestro  suelo  son  todavía  características,  toda- 
vía necesarias  al  pueblo,  que  sin  ellas  y  sin  las 
costumbres  que  á  ellas  van  eslabonadas ,  no 
puede  pasar  la  vida.  Y  por  lo  que  respecta  al 
objeto  de  este  artículo,  aun  podemos  decir 
que  reina  su  influencia  con  poderosa  energía 
en  nuestros  compatriotas.  Los  españoles,  por 
muy  elevada  que  sea  su  clase  ,  conservan  aun 
en  su  vestir,  como  en  otras  muchas  cosas,  al- 
gunos rasgos  característicos,  bastantes  signos 
para  distinguirse  de  cualquier  estrangero. 

Aquí  concluye  el  articulo  que  liemos  repro- 
ducido. Conformes  con  el  autor  del  mismo  en 
las  apreciaciones  que  hace  de  nuestros  trages 
nacionales.  y  en  los  sentidos  recuerdos  que  les 
consagra,  no  lo  estamos  del  mismo  modo  res- 
pecto á  sus  temores  de  que  desaparezcan  estos 


431 


TRAGES  NACIONALES— TRAICION 


439 


consejo,  que  alguna  gente  ó  tierra,  que  obe- 
descieseh  á  su  rey  se  alzaren  contra  él ,  qm> 
no  lo  obedcsciesen  ansi  como  solian:  la  quar- 
ta  es,  cuando  algún  rey,  6  señor  de  alguna 
tierra  (le  fuera  del  señorío,  le  quiere  darla 
tierra  ó  le  obesdecer,  dándole  parias  6  tríbulo 
y  alguno  de  su  señorío  lo  estorba  de  becho  ó 
de  consejo:  la  quinta  es  cuando  el  que  tiene 
por  et  rey  villa  o  fortaleza,  se  alzare  con  aquel 
lugar  ó  lo  da  á  sus  enemigos,  ó  lo  pierde  por 
su  culpa,  ó  algún  engaño  que  él  hiciere:  !a 
sexta  es,  cuando  alguno  tiene  castillo  de  royó 
villa  de  otro  señor  por  homenage,  y  no  lo  da 
á  su  señor  quando  gelo  pide,  ó  lo  pierde,  no 
muriendo  en  defendimiento  de  el,  teniéndolo 
abastecido  y  haciendo  las  otras  cosas  que  de- 
be hacer  por  defender  el  castillo  según  fuero  y 
costumbre  de  España,  ó  si  tuviese  el  castillo, 
villa  ó  ciudad  del  rey  y  maguer  no  la  tuviese 
por  él :  la  Séptima  si  alguno  desamparare  a! 
rey  en  batalla  ó  se  fuere  i  los  enemigos,  ó  se 


vestigios  de  la  nacionalidad  española.  Nosotros 
creemos  que  se  conservarán  siempre,  y  en 
prueba  de  ello  podemos  notar  cuan  corto  es  el 
número  de  las  personas  que  lian  abandonado 
el  trage  español  por  el  estrangero.  Las  hay  en 
Madrid  y  en  las  grandes  capitales;  pero  en  las 
demás  poblaciones,  fuera  de  cuarenta  ó  cincuen- 
ta, su  número  es  muy  reducido.  Ademas  no  se 
cuentan  en  él  las  señoras,  que  no  han  aban- 
donado nunca  la  mantilla  para  los  usos  comu- 
nes de  la  vida,  y  aun  para  su  lujoso  atavío. 

Con  gusto  daríamos  en  este  articulo  una 
noticia  de  los  principales  trages  de  las  provin- 
cias de  España,  pero  renunciamos  á  nuestro 
deseo  por  no  alargar  demasiado  el  presente  ar- 
ticulo. Los  mas  mareados  por  sus  diferencias 
características  son  el  andaluz,  el  valenciano, 
el  pasiego  y  el  raaragato.  Todo  el-mundo  co- 
noce sus  desemejanzas  con  eltruge  de  Castilla, 
que  es  el  mas  usado  con  pocas  modificaciones 
en  toda  España. 

TRAICION.'  (Jurisprudencia.)  Una  ley  del  j  fuere  de  la  hueste  ,  ó  eu  otra  manera,  sin  su 
Ordenamiento  de  Alcalá  trata  de  los  diferenles  mandado,  ante  del  tiempo  que  hubiere  de 
delitos  que  entonces  se  conocían  con  el  uom-j  vir,  y  si  alguno  descubriere  á  los  enemigos  las 
bre .  de  traición  y  los  distingue  de  esta  mane- '  puridades  del  rey  á  daño  de  éi:  la  octava  es,  si 
ra.  «Traición  es  la  mas  vil  cosa  que  puede  '  alguno  ílciere  bollicio  ó  levantamiento  del  rey- 
caer  en  el  corazón  del  hombre  y  nascen  delta  no  haciendo  juras  ó  cofradías  de  caballeros  6 
tres  cosas  que  son  contrarias  de  la  lealtad,  y  de  villas  contra  el  rey,  dequenascieredañoal 
son  estas:  mentira,  vileza  y  tuerto:  y  estas  tres  rey  ó  al  reyno:  la  novena,  quien  poblase  cas- 
cosas  hacen  al  corazón  del  hombre  tan  flaco  tillo  viejo  del  rey,  6  de  peña  brava,  sin  man- 
que  yerra  contra  Dios  y  su  señor  natural,  y  !  dado  del  rey,  para  hacer  deservicio  al  rey,  o 
contra  todos  los  hombres,  haciendo  lo  que  uo  guerra,  ó  mal  daño  á  la  tierr::,  ó  si  alguno  po- 
deben  hacer:  y  tan  gran  %  es  la  vileza  y  mal-  blase  por  servicio  del  rey,  y  no  gelo  hiciere 
dad  de  ios  hombres,  y  de  mala  ventura  que  saber  hasta  treinta  días,  desde  el  dia  que  le 
tal  yerro  facen,  que  no  se  atreven  á  tomar  ven- 
ganza de  otra  guisa  de  los  que  malquieren, 
sino  encubiertamente  y  con  engaño:  y  trai- 
ción tanto  quiere  decir,  como  traer  un  hombre 
á  otro  so  semejanza  de  bien  á  mal,  y  es  mal- 
dad que  tira  asi  la  lealtad  del  corazón  del  hom- 
bre. Y  caen  los  hombres  en  yerro  de  traición  menage,  y  cualquier  que  lo  no  hiciere  asi,  sen 
en  muchas  maneras:  la  primera  y  la  mayor,  y  por  ello  traidor.  Otro  si,  si  algunos  hombres 
lá  qne  mas  cruelmente  debe  ser  escarmentada, :  son  dados  por  rehenes  al  rey,  por  causa  qué 
es  la  que  atañe  á  la  persona  del  rey,  asi  como  él  sea  guardado  del  cuerpo  ó  del  estado  ó  por- 
si  alguno  se  trabajase  de  le  malar,  ó  lo  hiriese  que  cobre  alguna  villa  ó  castillo,  ó  señorío  ó 
ó  lo  prendiese,  ó  le  hiciere  deshonra,  hacien-  j  vasallage  en  otro  rey,  ó  reyno  6  señorío,  óal- 
do  tuerto  con  la  reina  su  muger,  ú  con  su  hija  guno  mata  todos  los  rehenes  ó  alguno  dellos, 
del  rey,  no  siendo  ella  casada,  ñ  se  trabajase  '  ó  los  sueltan  ó  hacen  huir:  y  otro  si,  si  el  rey 
por  le  hacer  perder  la  honra  de  su  dignidad ;  tuviese  algún  hombre  preso,  de  quien,  seyen- 
que  tiene:  y  otro  si,  cualquier  que  hiciere  es-  ¡  do  suelto,  le  vernia  peligro  al  cuerpo  ó  desde- 
tos  yerros  susodichos  al  infante  heredero,  cae-  redamiento,  y  alguno  lo  soltare  de  la  prisión, 
ria  en  este  mismo  caso;  fueras  ende  si  él  qui-  '  ó  huyese  con  él:  y  cualquier  que  hiciere  apu- 
siere matar  ó  herir,  prenderé  deshonrar  al  rey  i  na  cosa  de  las  susodichas  contra  cualquier  se- 
su  padre,  ca  entonces,  que  quier  que  hiciesen  j  ñor  que  hoviere,  con  quien  viviere,  baria  ale- 
les vasallos  por  defender  al  rey  su  señor,  no  j  ve  conoseido,  pero  si  lo  matase  ó  hiriese  ó  le 
dehen  haber  pena  por  ende,  ante  deben  haber  j  prendiese,  ó  le  hiciere  tuerto  con  su  muger 
galardón;  y  esto  es  porque  el  señorío  del  rey 
debe  ser  guardado  sobre  todas  las  cosas:  la  se- 


pobló  para  hacer  dello  lo  que  mandare:  y  cual 
quier  que  tal  fortaleza  tuviese  aunque  él  no  la 
tuviese  poblada,  ni  labrada,  mas  otro  algmio 
de  quien  la  bobo,  sea  tenido  de  venir  al  pla- 
zo del  rey,  y  hacer  della  lo  que  él  mandare, 
asi  como  de  olro  castillo  que  tuviese  por  lio- 


Banda,  si  alguno  nel  pone  con  los  enemigos 
para  guerrear  0  hacer  mal  al  rey  ó  al  reino,  ó 
les  ayudare  de  hecho,  ó  de  consejo,  ó  les  en- 
viare carta  ó  mandado  porque  se  aperciban  en 

alguna  cosa  contra  el  rey  en  daño  de  la  tierra:  1  la  traición  que  hicieren  contra  el  rey,  y  coi- 
la tercera,  si  alguno  se  trabajare  de  hecho  ó  de  I  tra  su  señorío,  ó  contra  procomunal  del  reyno, 


ó  no  le  entregase  su  castillo,  quando  gelo  de- 
mandase y  traxese  ciudad  ó  villa  ó  castillo, 
maguer  no  lo  tuviere  por  él,  en  eslas  cosas  lia- 
ría traición,  y  seria  por  ello  traidor  ,  y  mere- 
ció muerte  de  traidor,  y  perder  los  bienes,  co- 
mo quier  que  este  yerro  no  es  tan  grave  como 


T  R A1CI0N— T&  A  NSILV  A  NIA 


434 


ni  su  linagc  no  haya  aquella  mancilla  que  ha- 
bría en  lo  c¡ue  tangiere  al  rey  ó  álreyno.» 

Según  el  código  penal  -rigente  ,  el  delito 
do  traición  solo  se  comete  por  los  que  alentan 
de  algwi  modo  .contra  la  seguridad  esterior  del 
Estado". 

La  tentativa  para  destruir  la  independencia 
ú  h  iufegridad  de!  listado,  sera  castigada  con 
la  pena  de  muerte.  (Arttó'ulo  13!)). 

El  español  que  indujera  á  nna  potencia  es- 
Inmgera  á  declarar  guerra  á  España  ú  se  con- 
certare cotí  ella  para  el  mismo  fin,  será  casti- 
gado bou  ¡a  pena  de  muerte ,  si  llegare  á  de- 
clararse la  guerra,  y  en  otro  caso  con  la  de 
cadena  perpetua.  (Arl.  140). 

El  español  que  lomare  las  armas  contra  su 
patria  bajo  Lamieras  enemigas,  será  castigado 
con  la  pena  de  cadena  temporal  en  su  grado 
máxima  ú  la  de  muerte.  (Art.  141). 

Se  impondrá  también  la  pena  de  cadena 
temporal  en  Su  grado  máximo  á  la  de  muerte: 

!t*  Al  que  faciliiare  al  enemigo  la  entra- 
da en  el  reino,  el  progreso  de  sus  armas  ó  la 
lóala  de  nna  plaza,  puesto  militar,  buque  del 
Estado,  ú  almacenes  de  boca  y  guerra  del 
mismo, 

1.a  leiilativa  de  estos  delitos  se  castigará 
con  la  misma  pena  qne  su  consumación. 

2  "  Al  que  suministrare  á  las  tropas  de 
tina  potencia  enemiga  cándales,  armas,  embar- 
caciones, otéelos  ó  municiones  de  boca  ó  guer- 
ra, ú  otros  medios  directos  para  hostilizar  á 
España. 

3.°  Al  qne  suministrare  al  enemigo  planos 
de  fo'ftnleüa  o  terrenos,  documentos  ó  noticias 
que  conduzcan  directamente  al  propio  fln  do 
hostllMaí  &  España. 

Al  qne  en  tiempo  de  guerra  impidiere 


halle  comprendida  en  el  número  3."  del  arti- 
culo 142.  (Art.  144). 

TRANSACCION  {Jurisprudencia.)  La  transac- 
ción es  oh  convenio  celebrado  entre  partes  que 
litigan  una  contra  otra,  y  por  medio  del  cual 
queda  decidido  el  punto  litigioso  y  termina-el 
litigio. 

Es  esencial  en  las  transacciones  que  ten- 
gan por  objeto  nna  cosa  dudosa  ;  y  por  tanto 
seria  nula  la  qne  se  hiciese,  siendo  indudable 
que  uno  de  los  contrayentes  no  tenia  derecho 
alguno,  ó  habiéndose  ejecutoriado  la  sentencia 
daila  sobre  la  materia  del  litigio.  Ademas  debe 
ser  onerosa  y  no  gratuita ,  de  manera  que  los 
transigentes  se  den,  retengan  ó  prometan  mú-/ 
luamente  alguna  cosa;  porque  sin  esto  habría 
redunda  en  vez  de  transacción.  Et  que  queda 
en  posesión  de  alguna  cosa  ó  llega  á  poseerla 
por  haber  transigido  ,  no  tiene  derecho  á  la 
eviccion ,  si  un  tercero  le  priva  de  ella.  En  la 
transacción  jamás  se  entienden  comprendidas 
las  cosas  no  señaladas  expresamente.  Para 
Iransigir  se  necesita  la  misma  capacidad  que 
paTa  enagenar.  Puede  transigirse  por  medio  de 
procurador  dándole  un  poder  especial,  y  aque- 
llo en  que  convenga  el  apoderado  será  valido 
en  cuanto  no  esceda  á  los  limites  do  las  facul- 
tades concedidas  por  el  poderdante. 

No  puede  transigirse  sobre  eausas  matri- 
moniales porque  se  opone  á  ello  la  indisolubi- 
lidad del  matrimonio;  ni  sobre  lo  que  se  deja 
en  algún  testamento,  sin  que  preceda  su  aper- 
tura, ni  sobre  alimentos  futuros  legados  entes- 
tamento,  á  no  autorizarlo  el  juez,  ni  sobre  de- 
litos futuros,  aun  cuando  pueda  transigirse  so- 
bre la  responsabilidad  pecuniaria  de  los  pa- 
sados. 

Ha  sido  práctica  muy  común  en  nuestros 


que  las  tropas  nacionales  reciban  los  auxilios  tribunales  el  moderar  las  penas  aun  tratándo- 


espreaados  en  el  número  2."  ó  los  datos  ó  no< 
líelas  indicadas  en  el  número  3.° 

5."  Al  que  sedujere  tropa  española,  ó  que 
se  halle  al  servicio  de  España,  para  que  se  pa- 
se i  las  filas  enemigas,  ó  deserte  de  sus  ban- 
deras, estando  en  enmpaña. 

G.°  Al  que  reclutare  en  España  gente  para 
el  servicio  de  las  afinas  de  una  potencia  ene- 
miga, (Art.  Í42). 

ha  conspiración  para  cualquiera  de  los  de- 
litos espresados  en  los  artículos  anteriores,  se 
castigará  con  la  pena  de  presidio  mayor.  (Artí- 
culo Vú). 

la  proposición  para  los  mismos  delitos  será 
castigada  Bífoiü  dé  presidio  correccional.  (Id,) 

El  qne  comunicare  n  revelare  directa  ó  in- 
directamente al  enemigo'  documentos  ó  nego- 
ciaciones reservadas  de  que  tuviere  noticia 
por  razón  de  su  otlcio  ó  por  algún  medio  re- 
probado, incurrirá  en  la  pena  de. cadena  tem- 
poral en  su  grado  máximo  á  la  de  muerte.  , 

Si  hubiere  adquirido  los  documentos  ó  las 
noticias  de  las  negociaciones  por  otro  medio 


se  de  delitos  graves,  cuando  la  parte  agravia- 
da  concedía  el  perdón ;  práctica  que  se  fun- 
daba en  una  ley  de  Partida,  donde  se  dice  que 
si  un  acusador  de  delito  por  el  cual  debiera 
imponerse  la  pena  de  muerte  ó  de  perdimien- 
to de  miembro,  se  conviniere  con  el  acusado 
en  dejar  la  causa  antes  de  darse  la  sentencia 
por  recibir  alguna  cosa,  no  deberla  imponer- 
se pena  corporal,  porque  todo  hombre  puede 
redimirán  sangre.  Pero  la  ley  4.a  tit.  XL,  li- 
bro 12  de  la  Novísima  Recopilación ,  declaró, 
que  aunque  hubiera  perdón  de  parte,  Si  el  de- 
lito merecía  pena  corporal,  podría  imponerse 
el  servicio  de  galeras. 

La  transacción  tiene  fuerza  de  cosa  juzgada 
y  no  puede  rescindirse  sino-  por  dolo  ó  false- 
dad, por  miedo  que  cae  en  un  varón  constante, 
por  error  sustancial  y  por  lesión  enormísima, 
según  el  decir  de  algunos  intérpretes  de  mies- 
tro  derecho;  pues  otros  opinan  por  el  contra-- 
rio  rpic  ninguna  lesión,  por  grande  que  sea, 
produce  la  rescicion. 

TRMS1LYAN1A.  {Geografía.)  Erdehj  Ors- 


sera  castigado  con  la  pena  de  presidio  menor,  zag  en  húngaro,  Ardalu  en  valaco,  Sieben 
a  iic i  ser  que  la  revelación  ó  comunicación  sel  burgen  en  alemán. 

'¿10?    UlULIOTfíCA  POPULAlt.  T,    XXXIII,  28 


m  TRANS UVAN I  A— TRAPA 


130 


La  Tránsilvania  es  una  provincia  del  im- 
perio austríaco,  limitada  al  Norte  y  al  Oeste 
por  la  Hungría,  al  Sud  por  la  Yalaquia  y  al 
Iste  por  la  Moldavia,  La  Tránsilvania.  forma 
parte  de  la  región  llamada  Rumania  ó  antigua 
Dacia,  cuyo  centro  viene  á  ocupar.  (Véase  nu- 
5i ama.)  Su  superficie  es  de  2,925  leguas  cua- 
dradas ó  61,275  kilómetros  cuadrados. 

La  Tránsilvania  es  una  meseta  o  mejor  una 
tierra  elevada  (hocliland)  formada  por  los  Kar- 
patos,  y  cubierta  de  altas  montañas  lionas  de 
bosques  y  asperezas,  especialmente  hacia  el 
Esto  y  el  Sud,  punios,  por  ios  cuales,  el  pais 
no  es  franqueable  más  que  por  desfiladeros 
de  difícil  acceso.  Los  rios  principales  son  el 
Maros  y  el  Szamos,  afluentes  del  Teis,  y  el 
Aluta  ó  Alt,  afluente  del  Danubio. 

Aunque  montuosa  y  generalmente  llena 
de  bosques,  la  Tránsilvania  es  un  pais  muy 
fértil;  pero  la  agricultura  está  muy  atrasada; 
los  ganados  son  bellos  y  numerosos.  El  reino 
mineral  es  riquísimo*  pues  se  encuentra  oro, 
plata,  cobre,  plomo,  hierro,  mercurio,  sal, 
hulla,  etc.  "La  producción  anual  de  las  mi 
Das  es  .  . 


Oro. . 
Plata,  . 
Cobre. 
Hierro. 


700  fca, 

1,500 
123,000  . 
1.047.000 

Sal   62.000,000 

Por  desgracia,  tan  bello  pais  carece  de  ca- 
minos y  comunicaciones,  oponiéndose  al  des- 
arrollo de  sus  riquezas  naturales  su  estado 
atrasado  de  civilización  y  el  antagonismo  de 
castas. 

La  población  en  1849  era  de  2. 1 26,948  ha- 


che y  reformada  en  1664  por  Armando  Ji¡aB 
le  Boutillier  de  Raneé,  que  la  tuvo  en  Enco- 
mienda con  oíros  muchos  beneficios,  hasta  que 
■  constituido  abad  regular,  consolido  en  aquel 
monasterio  la  primitiva  observancia  y  regla 
del  patriarca  San  Benito,  con  los  antiguos  usos 
y  costumbres  de  los  primeros  padres  del  cister, 
renunciando  todas  las  dispensas  autorizadas 
por  la  Sania  Sede 

Esta  reforma  perseveró  en  todo  su  vigor  has- 
ta las  novedades  ocurridas  en  Francia  en  17-111. 
Los  monges  de  la  Trapa,  felizmente  ignoran* 
tes  de  los  sucesos  delmundo,  supieron  do  pron- 
to lo  acaecido  por  su  padre  abad,  que  se  lia- 
Haba  entonces  en  los  últimos  periodos  di;  su 
vida,  y  no  pudiendo  por  su  achacosa  debilidad 
arrastrar  su  cuerpo  á  donde  le  llamaba  el  es- 
píritu en  medio  de  sus  amados  hijos,  se  hijo 
llevar  ála  sala  capitular,  y  penetrado  del  nías 
vivo  dolor,  desplegó  los  labios  con  aquella  es- 
presion  del  sabio:  Tcmptit  tacendi,  et  tmgu 
loquendi,  pintándoles  con  tristes  y  sentidos 
rasgos  los  trastornos  ocurridos  y  la  obligación 
que  se  les  imponía  de  abandonar  su  vida  mo- 
nástica. 

El  padre  don  Agustín  de  Lestrangues,  en- 
tonces maestro  de  novicios,  recomendable  por 
su  ilustre  nacimiento  y  práctica  en  los  nege- 
cios  eclesiásticos,  y  mas  sobresaliente  aun  en 
el  claustro  por  su  humildad,  caridad  y  celo  de 
la  observación  religiosa,  con  aquella  confianza 
propia  de  las  almas  puras,  tranquilizó  á  los 
monges  ofreciéndoles  practicar  todas  las  dili- 
gencias necesarias  para  conseguir  una  nueva 
mansión  donde  pudiesen  fijar  su  permanencia; 
y  revesiido  de  todas  las  facultades  del  supe- 
rior inmediato,  pasó  al  cantón  de  Friburgnoi 
Suiza,  para  solicitar  del  senado  el  permiso  de 


hilantes,  á  saber:  250,00(1  alemanes  sujones  ;  un  establecimiento  religioso  én;  su  territorio, 


luteranos;  8,448  slavos;  1.290,000  romanos  ó 
valacos  del  rito  griego;  556, B00  magyares 
católicos  y  calvinistas;  9,000  armenios,  0,000 
judíos  y  7,000  bohemios. 

La  Tránsilvania  se  divide  en  condados  y 
distritos  militares.  Las  ciudades  principales 
■son  Kiausenburgo  J(olosvai-)¿  Karlsburgo  (Ka- 
rol  y  Fcjervar),  Zatahnn,  Hcrmansladt,  capilal 
del  [jais  sajón,  Kronsladt,  capital  de  los  con- 
fines militares. 

La  Tránsilvania  pertenece  al  Austria  des- 
de IG99.  ¡ 
T'ItAl'A.  (groen  religiosa  dim.a)  Vamos  á 
consagrar  un  breve  espacio  en  esta  obra,  don- 
de figuran  ya  otros  artículos  sobre  las  órdenes 
religiosas  mas  notables,  á  describir  la  historia,  i 
recientes  vicisitudes  y  carácter  de  este  nota- ' 
ble  instituto,  cuyo  nombre  no  se  pronuncia  sin 
cierto  temor  y  reverencia,  'y  cuyos  miembros ' 
han  dejado  en  el  mundo  tantos  recuerdos  cíe 
sus  virtudes,  austeridad  y  penitencia.  El  mo- 
nasterio de  la  Trapa  es  una  abadía  de  la  orden 
del  Cister,  filiación  de  Claraval  en  el  Perche, 
diócesis  de  Scez.  en  la  Normandla  Jíuja,  funda- 
da en  el  siglo  XII  por  Rotron,  conde  de  Per- 1  das  las  criaturas. 


lo  que  no  solo  obtuvo  de  aquel  respetable  con- 
sejo, sino  que  ademas  se  le  concedió  una  pe- 
queña cartuja  abandonada  trece  años  antes, 
I  situada  entre  montes  casi  inaccesibles  y  en- 
Lierlos  de  nieve  la  mayor  parte  del  año,  con 
destino  á  la  nueva  colonia  cisterciense,  para 
que  la  disfrutase  con  todos  lós  privilegios  que 
gozaba  en  el  monasterio  de  la  Trapa,  A  pesar 
dé  ía  esterilidad  del  terreno  y  de  la  estrecIn'J 
de  la  casa,  la  consideró  á  propósito  el  podre 
don  Agustín,  que  regresó  luego  á  la  Trapo  para 
informar  de  todo  á  sus  hermanos:  y  en  con- 
secuencia, pasó  la  comunidad  á  elegir  pur  vo- 
tos secretos,  que  remitió  bajo  sello  y  BiuM* 
los  electores  al  señor  abad  de  Claraval,  un  su- 
perior y  veinte  y  cuatro  monges  para  el  nucro 
establecimiento,  no  pudiendo  por  entonces 
reunirse  todos  en  el  mismo. 

En  medio  de  una  profunda  tristeza,  nns 
hacia  aun  ma§  sensible  la  inviolable  ley  del 
silencio,  marchó,  pues,  la  colonia  fundadora 
entrado  el  mes  de  mayo  de  1791,  sin  mas  pro- 
visión para  lan  largo  viage  que  una  fe  viva  y 
una  segura  confianza  en  el  padre  común  do  lo- 


137 


TRAPA 


438 


Caminaban  á  pie  aquellos  cuyas  fuerzas  se 
lopenntliaii,  qué  eran  casi  todos,  y  algunos 
tocos  en  un  cSPró:  en  todos  se  manifestaba 
lien  á  los  clara*  la  pobreza  evangélica:  duran  - 
(c  su  penoso  viage  se  alimentaron  con  verdu- 
ras? legumbres,  siguiendo  todos  los  ejercicios 
del  silencio,  M  rezo  y  lección  espiritual,  en 
cuanto  les  ora  posible:  tina  vez  llegados  a  las 
fronteras  de  Suiza,  se  postaras  dando  gracias 
al  MHsimo  con  varios  salinos  y  preces;  y  des- 
pués á  su  entrada  en  Fribnrpo,  eapitalde!  can- 
tón del  «tomo  nombre,  pasaron  ú  dar  gracias 
a!  senado  y  á  besar  la  mano  del  señor  obispe,  i 
(¡nien  dijo  la  mi-a  del  Espíritu  Sortlo  y  les  dio  | 
la  comunión  y  bendición.  [lechas  las  inescu-  ¡ 
sables  visitas1  de  gratitud  y  atención  se  diri- 1 
gieron  al  término  de  su  vU.^c,  que  antes  so" 
llamaba  solamente  'Valle-Santa  y  ahora  de 
Nuestra  Señoril  de  la  Trapa. 

El  edificio  del  monasterio  inhabitado  por 
espacio  de  ireto  años,  aiiminc  pnr  arnera  pré-  ¡ 
sentaba  un  mediano  aspecto,  por  adenlro  era 
casi  un  aioiiloii  de  tuinas;  ya  escepcion  de  la 
sala  capitular,  apenas  se  conocían  los  vestigios 
ife  los  rlcmas  lugares.  Durante  mochos  meses 
una  sala  de  techo  muy  elevada  servia  de  re- 
fectorio, sin  Otrá  mesa  que  unas  malas  tablas 
puestas  sobre  (roncos  de  arboleé;  Unas  babas 
don  sus  vastagos,  y  pellejos,  unas  zanahorias  y 
rállanos  ron  sus  hojas,  y  algunas  yerbas  de 
inferior  calidad,  componían  la  comida  dees- 
Ios  solitarios,  con  un  pan  que  casi  todo  era  de 
salvado,  pero  ci  penoso  lraba],o  con  que  ocu- 
paban la  mayor  parle  del  día  sazonaba  sus 
alimi'ulus.  En  el  primer  invierno  después  de 
su  arribo,  una  muy  húmeda  bodega  era  su 
fínico  dormitorio,  sin  paja,  sin  tarima  y  sin. 
mantas  para  cubrirse  en  un  pais  sumamente 
frío,  Pasaron  muchas  semanas  sin  poderse 
mudar  por  falla  de  hábitos  y  de  lavadero  para 
limpiarlos.  En  medio  de  todo  su  espíritu  ja- 
más cedió  á  semejantes  trabajos:  si  bien  los 
cuerpos  no  dejaban  de  esperimontar  sus  tris- 
tes efecios.  Tres  religiosos,  que  perecieron 
entonces,  bien  podría  decirse  que  murieron 
mártires  de  la  santa  pobreza:  y  el  glorioso  fin 
d(¡  sus  dias,  llenos  de  bendición  y  consuelo, 
en  lugar  de  esa' pena  que  suelen  eseilar  una 
natural  compasión,  hacia  desear  ásus  herma- 
nos que  les  cupiese  la  misma  snerte. 

Con  el  trascurso  del  tiempo  fueron  adqui- 
riendo lo  mas  urgenlc  y  necesario,  y  aunque 
so  eslendia  á  muy  poca  cosa,  se  creyeron  des- 
de entonces  con  todas  las  comodidades  que 
podían  apetecer.  Para  cubiertas  de  cama,  en 
defecto  de  lana,  se  sirvieron  del  musgo  ó  de 
apella  yerbecilla  que  se  cria  en. ta  corteza 
<ic  los  árboles,  y  con  este  abrigo  se  preser- 
vaban del  Mo  de  la  noche  á  fin  de  dar  ai  cuer- 
po algún  descanso,  que  era  bien  necesario 
Para  qae  no  decayese  enteramente. 

Su  vida  laboriosa  les  hacia  menos  sensi- 
ble, el  frío  durante  el  dia,  y  aunque  tenían  un 
lomillo  de  hierro  llamado  caiefactorio,  era  su 


calor  ile  tan  poca  actividad  que  apenas  se  de- 
jaba sentir  tocándolo  con  la  mano;  esta  morti- 
ficación era,  sin  embargo,  menos  voluntaria 
que  inevitable,  porque  mal  podían  procurarse 
alguna  leña  para  calentarse,  cuando  la  nece- 
saria para  cocer  sus  legumbres  estaba  tan  es- 
casa y  verde,  que  ora  preciso  buscarla  entre 
la  nieve  que  llegaba  hasta  la  cintura.  Luego 
que  pudieron  adquirir  algunos  instrumentos  y 
utensilios,  cultivaron  la  huerta,  de  donde  ha- 
bían de  sacar  casi  lodo  su  alimento;  mas  co- 
mo la  tierra  era  muy  estéril  y  no  podían  fe- 
cundarla por  falta  de  estiércol,  recogían  poco 
fruto  ile  sus  sudores,  bien  que  algún  tiempo 
despees  cultivaron  los  campos  inmediatos  al 
monasterio,  cuando  algunas  personas  caritati- 
vas les  socorrieron  á  fln  deque  pudiesen  pro- 
curarse lo  necesario  para  e!  cultivo  de  las 
tierras. 

Los  religiosos  de  la  Trapa,  que  se  habían 
quedado  en  Francia  en  su  monasterio,  espe- 
rando siempre  que  se  modificarían  las  ideas 
políticas  dominantes  respecto  á  la  religión, 
conocieron  luego  que  la  persecución  iba  cun- 
diendo de  dia  en  dia,  pues  habiéndose  vendi- 
do la  hacienda  del  monasterio  y  basta  la  mis- 
ma huerta,  se  encontraron  los  religiosos  re- 
ducidos á  la  estrema  pobreza,  de  modo  que  se 
mantenían  con  el  poco  pan  que  algunas  per- 
sonas caritativas  les  echaban  por  las  venta- 
nas. En  e¡'  año  de.  1793  el  monasterio  fué  ven- 
dido á  unos  mercaderes  de  hierro  que  lo  des- 
tinaron á  fraguas  y  otros  usos  semejantes.  Los 
nuevos  dueños,  sin  respetar  las  leyes  de  la 
religión  ni  de  ta  humanidad,  al  entrar  en  ei 
monasterio,  maltrataron  á  los  religiosos,  y  los 
arrojaron  de  él,  llenándolos  de  injurias  y  bal- 
dones, y  amenazando  acabar  con  ello3  Si  in- 
sistían en  permanecer  en  él. 

En  tan  lastimosa  posición  alzaron  sus  ojos 
al  nuevo  establecimiento  de  Fri burgo,  que  mi- 
raban como  su  único  asilo,  y  allá  dirigieron 
sus  pasos,  bien  condados  en  el  amor  de  sus 
hermanos:  en  efeclo,  el  superior  del  estable- 
cí miento,  aunque  se  encontraba  sumamente 
pobre  y  falto  de  arbitrios  para  acogerlos  y 
sustentarlos,  no  obstante  su  triste  situación, 
con  su  natural  afabilidad  les  abrió  pronta  y 
generosamente  las  puertas  del  monasterio. 

Viéndose  entonces  este  digno  prelado  con 
sesenta  y  cuatro  subditos  y  en  la  dolorosa  im- 
posibilidad de  mantenerlos  á  su  lado  en  la  es- 
trechez y  pobreza  de  aquella  casa,  determinó 
enviar  dos  monges  comisionados  para  suplicar 
á  nuestro  monarca  don  Carlos  IV  la  gracia  es- 
pecial de  un  trozo  de  tierra  inculta  en  algún 
yermo  de  su  dilatado  imperio,  donde  pudie- 
sen fijar  su  morada  y  procurarse  la  subsisten- 
cia algunos  de  sus  hermanos. 

El  padre  Gerásimo  y  el  padre  Juan  fueron 
los  dos  monges  comisionados  que  partieron 
de  Valie-Sauta  para  España  en  el  mes  de  mar- 
zo de  1 793.  Llenos  de  una  santa  confianza  los 
dos  monges,  emprendieron  su  rula  ála.  ciudad 


TRAPA 


de  Lucerna,  que  dista  treinta  leguas  de  su  mó-  ¡ 
nasterio,  y  habiendo  llegado  se  presentaron 
al  ministro  de  España,  que  les  recibió  con  sin- 
gular afecto  y  benevolencia,  dándoles  cartas 
de  recomendación  para  el  ministro,  de  Estado 
español,  para  su  enviado  en  Genova  y  para 
otras  personas,  á  fin  de  que  les  facilitasen  su 
embarco  y  la  entrada  en  el  reino  de  España. 

Son  estremadamente  curiosos  los  porme- 
nores de  este  viage  que  aqui  no  podemos  re- 
ferir estensamente.  En  el  monte  de  San  Go- 
tardo,  uno  de  los  mas  elevados  de  Europa, 
cuya  cima  está  siempre  cubierta  de  nieve,  y 
donde  es  muy  frecuente  caer  precipitados  en 
horribles  ventisqueros,  se  apoderó  de  los  re- 
ligiosos on  frió  intenso,  que  aumentándose 
hasta  dejar  sus  miembros  casi  yertos,  les  hu- 
biera dejado  sin  vida,  si  la  Providencia  no  les 
hubiera  socorrido  en  aquellos  instantes  de 
una  manera'inesperada.  Hay  en  la  cima  de  la 
montaña  un  hospicio  de  capuchinos,  estableci- 
do para  el  socorro  de  los  pasageros:  el  meso- 
nero de  estehpspicio,  avisado  por  un  aldeano 
que  los  habla  divisado,  del  peligro  en  que  so 
encontraban  los  dos  monges,  salió  con  otros 
á  su  encuentro,  con  guantes,  pieles  y  capotes, 
y  hallándolos  desfallecidos  y  medio  muertos, 
los  condujeron  al  mismo  hospicio,  donde  los 
capuchinos  los  cuidaron  y  trataron  con  su 
acostumbrada  caridad.  Trasladados  de  allí  á 
Genova,  donde  permanecieran  algunos  dias 
hospedados  en  un  convento,  se  embarcaran 
para  Barcelona,  dirigiéndose  al  monasterio  de 
Santas  Cruces,  cuyos  monges  los  recibieron 
con  caridad  fraternal,  y  sucesivamente  se  tras- 
ladaron, continuando  su  viage,  de  este'tnonas- 
teria  al  de  Santa  Fé  á  dos  leguas  de  Zaragoza, 
después  al  de  Piedra,  al  de  Huerta  en  Castilla, 
y  por  último,  el  de  Santa  Ana  en  Madrid,  don- 
de se  les  ofreció  asilo  para  el  tiempo  que  dura- 
sen sus  pretensiones. 

En  Madrid  se  colocaron  bajo  la  protección 
del  duque  de  flijar,  por  cuyo  conducto  presen- 
taron al  rey  un  memorial  solicitando  un  terre- 
no inculto  y  estéril  para  vivir  de  sus  produe- 
tosy  construir  en  él  un  limitado  edificio  de  pie- 
dra y  barro,  para  continuar  en  la  práctica  de 
su  santo  estado.  El  monarca,  en  vista  de  este 
memorial  y  del  -compendio  de  los  ejercicios, 
impreso  en  Zaragoza,  que  los  monges  presen- 
taron, acordó  darles  la^granja  llamada  de  San- 
ta Inés  en  el  reiuo  de  Murcia,  que  liabia  sido 
de  los  jesuítas;  pero  habiéndosele  hecho  pre- 
sente que'  era  de  mucho  valor  y  no  corres- 
pondía á  la  Tigorosa  pobreza  de  que  hacian 
profesión  estos,  monges,  dejó  en  suspenso  la 
concesión;  sin  embargo  de  lo  cual  el  abad  de 
Valle-Santa,  avisado  del  buen  éxito  de  las  pri- 
meras gestiones,  envió  sin  dilación  diez  reli- 
giosos para  la  fundación  española,  que  salie- 
ron de  aquel  punto  el  2  do  febrero  de  1794, 
trayendo  algunas  reliquias  que  el  obispo  de 
Friburgo.  reconoció  y  dio  por  legitimas  en 
vista  de  los  testimonios  que  las  acompañaban. 


üna  obrita  que  tenemos  á  la  vista  refiero  la 
despedida  de  estos  monges  en  términoa  muv 
sentidos  e  Interesantes,  describiendo  las  ¡¿ 
remonias  religiosas  que  en  ella  tuvieron  l¡i»ar 
y  que  sentimos  no  poder  reproducir  en  csio 
articulo.  Las  jornadas  de  estos  piadosos  vía- 
gerós  eran  de  seis  i  siete  leguas,  rezando  su 
ellas  el  oficio  las  horas  scñaladas.y  alternando 
cou  las  demás  oraciones,  saludando  la  vista 
de  las  iglesias  y  délas  cruces  con  las  preces 
de  costumbre,  observando  el  silencio  rigoroso 
y  el  ayuno,  sin  comer  hasta  la  tardo  o  la  no- 
che sin  tomar  mas  alimento  que  el  pcrmililo 
por  su  regla.  Su  aspecto  y  su  piedad  interesa- 
ba de  tal  modo,  que  algunos,  sugetos  de  Milán 
y  Gónova  quisieron  alistarse  on  la  orden;  poro 
los  monges  no  se  creyeron  fuculladosparu  ad- 
mitirlos. Embarcados  para  Barcelona  y  llega- 
dos á  Tleus,  pidieron  hospitalidad  á  los  paltas 
de  San  Francisco,  que  se  ¡a  otorgaron  con  gran 
cariño,  y  alli  supieron  que  ya  no  tenia  lujar 
su  establecimiento  en  el  reino  de  Murcia,  Ajan- 
do por  entonces  su  residencia  en  una  «'insta 
llamada  de  la  Misericordia,  distanla  un  cuarto 
de  hora  de  la  ciudad,  donde  practicaban  sus 
ejercicios  en  cuanto  !o  permitían  las  circuns- 
tancias. En  Reus  tuvieron  una  entrevista  con 
el  padre  Gerásimo,  que  al  efecto  hahia  salido 
de  Madrid,  cuyas  gratas  emociones  es  fácil 
concebir  teniendo  en  cuenta  el  mucho  amor 
que  estos  hermanos  se  profesaban  mutuamen- 
te. Las  reliquias  que  consigo  habían  traído  las 
remitió  el  señor  arzobispo  de  Tarragona  al  mo- 
nasterio de  Poblet,  donde  se  habían  trasladado 
los  monges  de  la  Trapa,  y  recibidas  con  toda 
solemnidad  por  el  vicario  general  de  la  con- 
gregación, se  les  dio  el  culto  debido. 

Tal  era  el  conslantc  deseo  de  estos  reli- 
giosos por  consagrarse  á  su  vida  laboriosa, 
que,  como  la  comunidad  de  Poblet  no  les  per- 
mitía ir  á  leñar  al  monte  ni  A  trabajar  los 
campos,  el  abad  los  empleó  en  conducir  de  un 
puesto  á  otro  un  montón  de  piedras  y  cascos, 
Ademas  no  quisicron  aceptar  el  vino  y  el  pan 
blanco  que  les  hubian  ofrecido  aquellos  mon- 
ges, limitándose  á  legumbres  y  verduras,  agua 
y  el  pan  de  los  pobres,  según  la  observancia  do 
su  regla. 

Mientras  que  los  mongos  de  la  Trapa  se 
ocupaban  en  Poblet  de  estos  ejercicios,  el  pa- 
dre Juan  agenciaba  en  Madrid  su  fundación,  ti 
vicario  general  de  Aragón,  ¡astado  por  el  se- 
cretario del  Consejo  de  Castilla,  visitó  la  co- 
munidad de  la  Trapa  y  deseó  desde  luego  darle 
uu  asilo  en  España,  á  cuyo  tln  propuso  al  mo- 
nasterio de  Escarpe  la  cesión  de  un  priorato  que 
tenia  en  las  inmediaciones  dé  las  villas  desue- 
lla y  Fabara,  que  parecía  muy  á  propósito  para 
este  objeto,  y  e!  monasterio  convino  desde 
luego  en  la  cesión.  Dado  este  primer  paso,  el 
espediente  de  la  fundación  se  instruyó  de  ip 
manera  solemne  y  completísima,  informando 
el  consultor  de  la  congregación  de  Casi ijla, 
la  universidad  de  Cervera,  el  arzobispo  dcTar- 


441 


TRAPA 


442 


ragona,  si  comanduíilc  general  de  Cataluña  y 
losmangesde  Poblet;  cuyos  informes,  esten- 
didos todos  en  julio  de  1793  ,  contienen  los 
mayores  elogios  que  puede  imaginarse  délas 
altos  virtudes,  caridad  cristiana  y  abnegación  de 
aquellos  raonges,  de  su  vida  mortificada  y  pe- 
nitente y  de  su  laboriosidad  iníatííjahle¡  pues- 
to que,  acostumbrados  á  vivir  del  trabajo  de 
sos  manos ,  cultivaban  Sos  campos  eriales  y 
desiertos,  produciendo  con  esto  un  bien  á  la 
agricultura,  ademas  de  lo  niucbo  que  daban  A 
los  pobres. 

Cuando  el  padre  (lenísimo  pasó  á  reconocer 
el  edilicio  que  se  había  destinado  para  morada 
de  sus  religiosos,  se  bailaba  este  tan  derrota- 
do, que  amenazaba  ruina  por  todas  parles.  La 
iglesia  se  encontraba  cu  un  estado' deplorable; 
la  sacristía  desprovista  de  todos  los  ornamen- 
tos indispensables  al  culto  divino;, el  claustro 
maltratado',  sin  suelos  ni  ventanas;  ¡os  cuartos 
superiores  llenos  de  paja  y  basura;  la  sala  ca- 
pitular, el  refectorio,  cocina  y  hospedería,  in- 
vertidas en  cuadras  de  ganado;  las  puerlas  me- 
dio deshechas,  sin  seguridad  ni  cerraduras; 
los  tejados  con  las  maderas  podridas,  las  tojas 
rotas  y  las  paredes  desniveladas  ó  llenas  de 
grietas;  pero  el  celoso  agente  de  la  comunidad 
encargó  á  una  persona  que  arreglase  provi- 
sionalmente el  edilicio,  y  en  tanto  dispuso  su 
morulla  para  el  dia  4  de  enero  de  179G,  em- 
prendiendo su  viage  á  pie  desde  el  monaste- 
rio de  Poblel  con  las  santas  reliquias,  que  fue- 
ron objeto  de  la  mas  entusiasta  adoración  asi 
como  ellos  de  singulares  muestras  de  afecto  y 
de  grandes  agasajos  durante  el  tránsito.  En  él 
atravesaron  varios  pueblos,  cuyos  moradores 
salían  á  recibirlos  hasta  un  cuarto  de  legua, 
generalruenle  con  muchas  luces,  porque  su 
llegjtla  se  verificaba  ya  entrada  la  noche.  En 
el  monasterio  de  Escarpe  se  abrazaron  mutua 
inenle  ambas  couíiuiidadei¡,  dispensando  gran 
des  agasajos  la  que  moraba'  eu  el  convento  á 
sus  huéspedes,  y  acompañándolos  en  su  des- 
pedida hasta  el  rio,  donde  separándose  los  pa- 
dres de  la  Trapa,  navegaron  dos  leguas  cantan- 
do luirnos  y  cánticos'al  Señor. 

Llegados  al  monasterio  de  Santa  Susana, 
celebraron  solemnes  olidos  y  tomaron  po- 
sesión de  las  tierras  que  les  pertenecían.  Poco 
a  poco,  auxiliados  por  algunas  almas  piado 
sas,  fueron  reparando  su  ruinoso  edilicio;  y 
por  lo  que  loca  á  su  subsistencia ,  como  care- 
cían de  Trutosde  propia  cosecha,  se  alimenta- 
ron por  lo  pronto  con  maíz  molido  en  puches, 
alternando  á  veces  con  judias,  sin  mas  condi- 
mento que  sal  y  agua. 

Es  digno  de  notarse  que  de  resultas  de  la 
espulsion  de  los  truponses  del  territorio  fran- 
cés, ademas  de  fundarse  el  monasterio  de  Va- 
lle-Sania en  Friburgo ,  se  establecieron  uno 
en  España,  otro  en  Wcstfalia,  otro  cerca  de 
Turiu,  dos  ou  Valais,  y  otro  en  el  ducado  de 
ftorfolck  en  Inglaterra. 

hasta  ajnü  la  historia  de  las  últimas  vici- 


situdes de  los  raonges  de  la  Trapa  y  de  su  es- 
tablecimiento en  España.  Si  ahora  quisiéramos 
conocer  á  esta  austera  y  venerable  órdea  en 
su  vida  interior,  seria  preciso  enseñar  sos  ad- 
mirables estatutos,  que  ellos  cumplían  con 
tanto  rigor.-  Pero  aunque  estamos  seguros  de 
que  su  lectura  habia  de  ser  muy  agradable  á 
'os  que  recorran  este  articulo,  renunciamos  i 
hacerlo  en  gracia  de  la  brevedad.  Los  que  de- 
seen consultarlos  los  hallarán  en  una  obrita 
impresa  en  Madrid  en  1797,  con  el  titulo  de 
Compendio  de  los  ejercicios  y  obligaciones 
da  los  monqes  cistercienses  de  Nuestra  Seño- 
ra dn  la  Trapa.  Aqui  nos  limitaremos  á  re- 
producir dos  artículos  de  los  estatutos,  que  in- 
dican las  tareas  de  los  días  da  trabajo  fía  in- 
vierno y  en  verano,  para  que  por  ellos  pueda 
formarse  una  idea  de  aquella  vida  penitente, 
asunto  de  verdadera  admiración  páralos  hom- 
bres lodos,  que  tanto  tiempo  pierden  en  el' 
discurso  de  su  vida,  y  dedican  la  mayor  parle 
de  él  á  la  disipación  y  la  holganza. 

He  aguí  los  dos  espresados  artículos,  que 
son  el  segundo  y  el  quinto  de  sus  estatutos: 

De  los  dias  de  trabajo  en  invierno.  En  los  . 
días  feriales  se  comienzan  á  la  una  y  media 
los  maitines  y  laudes  del  oficio  mayor  y  me- 
nor, á  que  sigue  el  de  difuntos,  hasta  las  cua- 
tro; pero  cuando  el  oficio  mayor  es  de  doce 
lecciones  se  empieza  á  la  una,  se  amite  el  de 
difuntos  y  se  termina  á  la  misma  hora.  A  las 
cuatro  lección  espiritual  ó-estudio  de  los  sal- 
mos ú  oración  privada  basta  las  cinco.  A  las 
cinco  contemplación,  prima  y  el  capitulo  de 
las  culpas  hasta  las  seis  y  media.  A  las  seis  y 
media  las  misas  privadas  ó  lección  espiritual, 
bástalas  siete  y  media.  A  las  siete  y  media  la 
misa  mayor,  tercia  hasta  las  nueve.  A  las  nue- 
ve, la  labor  de  manos  hasta  las  once  y  media. 
k  las  once  y  media  la  sesta,  y  el  esámen  de 
conciencia  hasta  las  doce.  A  las  doce,  las  ora- 
ciones del  Ave  María  y  se  continúa  el  trabajo 
hasta  las  dos.  A  las  dos,  nona  hasta  las  dos  y 
media.  A  las  dos  y  media  al  refectorio.  A  las 
tres  y  media  lección  de  canto,  instrucción  de 
los  novicios,  leceiou  espiritual  ú  oración,  hasta 
las  cuatro  y  Cuarto.  A  las  cuatro  y  cuarto  vis- 
poras  y  contemplación,  hasta  las  cinco  y  me- 
dia. A  las  cinco  y  media  lección  espiritual  d 
oración,  hasta  las  seis.  A. las  seis  ¡a  lección 
de  completas,  hasta  las  sois  y  cuarto.  A  las 
seis  y  un  cuarto  completas,  salve,  esámen  do 
conciencia  y  las  oraciones  del  Ave  María,  hasta 
las  siete.  A  las  siete,  recibida  el  agua  bendita, 
se  recogen  al  dormitorio. 

De  los  dias  de  trabajo  en  verano.  Eu  los 
dias  de  feria  se  empieza  el  oficio  divino  a  la 
una  y  media  y  dura  basta  las  tres  y  tres  cuar- 
tos, y  en  lo;;  de  doce  lecciones  se  comienza  á 
la  una  y  se  termina  á  la  misma  hora.  A  las  cua- 
tro prima  y  el  capítulo  de  las  culpas  hasta  las 
cinco.  A  las  cinco  la  labor  de  manos  hasla  las 
ocho  y  media.  A  las  ocho  y  media  las  misas 
privadas,  instrucción  de  novicios  ,  lección  ú 


TRAPA—' 


TRAPA  NI 


oracfon,  hasla  las  nueve  y  media.  A  las  nueve 
y  media  la  contemplación,  tercia,  misa  mayor, 
sesta  y  examen  de  conciencia  hasta  las  once  y 
media.  A  las  once  y  media  las  oraciones  del 
Ave  María  y  al  refectorio.  A  las  doce  y  media 
la  meridiana  hasla  la  una  y  modín  y  si  la  co- 
munidad se  lia  levantado  á  la  uua  de  la  noche 
hasta  las  dos  y  media.  A  la  ana  y  inedia  ó  á  las 
dos  y  media  la  nona  hasta  las  dos  ó  hasla  las 
tres.  A  lasaos  ó  á  las  tres  la  labor  de  manos 
hasta  las  cuatro  y  media.  A  las  cuatro  y  media 
la  lección  «  oración  hasla  las  cinco,  A  las, cin- 
co vísperas  y  contemplación  hasla  las  seis.  -A 
las  seis  la  cena,  hasta  las  seis  y  media.  A  las 
seis  y  media  lección  ú  oración  hasta  las  siete. 
A  las  siete  la  lección  de  completas  hasta  las  sie- 
te y  cuarlo.  A  las  siete  y  cuarto  completas, 
salve,  examen  de  conciencia,  etc.,  hasta  las 
ocho.  A  las  odio,  recibida  el  agua  hcndila,  al 
dórmilorio. 

Dada  esta  brevísima  idea  de  sú  vida  inte- 
rioj  y  de  sus  ocupaciones,  solo  nos  resta  aho- 
ra añadir  que  para  recordarse  incesantemente 
la  práctica  de  su  vida  penitente  y  de  las'  vir- 
tudes cuyo  cumplimiento  se  habían  impuesto, 
tenían  llenas  los  paredes  de  su  convento  de 
edificantes  máximas  de  religión ,  sacadas  de 
las  santas  escrituras,  y  especialmente  de  aque- 
llas que  mas  exhortan  á  la  rígida  severidad  de 
costumbres.  Darlas  á  conocer  todas,  seria  una 
tarea  inacabable.  Copiaremos  sin  embargo,  al- 
gunas de  estas  edificantes  máximas  que  se  leen 
en  el  monasterio  español  de  Santa  Susana,  cu- 
ya fundación  acabamos  de  narrar. 

En  la  portería  se  leen  estas:  ¡ 

«De  toda  Apalabra  ociosa  que  hablaren  los 
hombres,  darán  razón  en  el  dia  del  juicio.»  ■ 

ii Casa  de  Dios  puerta  del  cielo.» 

En  la  hospedería. 

«¡Cuati  angosta  es  la  puerta  y  estrecha  la 
senda  que  conduce  á  !a  vida!  esforzaos,  ú  en- 
trar por  ella.» 

«Escogí  ser  el  desecho  de  la  casa  de  Dios 
antes  que  morar  en  los  palacios  de  los  peca- 
dores,» 

«Aprende  ahora  á  morir  al  mundo,  para 
que  después  empieces  á  vivir  con  Cristo. » 

«Si  no  quieres  dejar  al  mundo,  él  te  deja- 
rá á  tí.» 

«Toda  iniquidad  ha  de  ser  castigada,  o  por 
la  penitencia  del  pecador  ó  por  la  justicia  de 
Dios.» 

«Dimos  un  año  al  cuerpo:  demos  unos  dias 
al  alma:  vivamos  un  poco  para  Dios  los  que 
tanlo  hemos  vivido  para  el  siglo.» ! 

En  el  claustro  se  lee: 

«En  el-  silencio  y  en  la  esperanza  está 
vuestra  fortaleza.» 

«Medité  los  dias  remotos,  y  tuve  en  mi 
pensamiento  los  años  eternos.» 

n¿Cuál  otro  es  nuestro  Dn  sino  llegar  al  rei- 
no que  no  tiene  fln?» 

«Como  es  la  vida,  tal  es  la  muerte;  y  como 
es'la  muerte,  tal  es  la  eternidad. 


«Me  alejé  huyendo,  y  fijé  mi  morada  en  la 
desierta  soledad.» 

Sobre  la  puerta  del  capitulo: 

«Arjui  no  puede  estar  ninguno  que  un  [fulo, 
ra  humillarse  de  todo  corazón  por  amor  de 
Dios.» 

Al  lado  del  reloj: 

«Velad        porque  no  sabéis  el  día  ni  la 

hora.» 

En  la  sala  capitular  sobre  la  silla  del 
abad: 

«Los  que  presiden,  serán  juzgados  con 
gran  dureza. » 
En  la  librería: 

«La  ciencia  de  los  santos  consistió  en  cru- 
cificarse temporalmente  para  deleitarse  por 
toda  la  eternidad.» 

En  el  refectorio  al  pie  del  crucifijo: 

«Tuvo  hambre.» 

«Me  dieron  de  comer  hiél,  y  para  saciar 
mi  sed  me  dieron  vinagre.» 

«El  hombre  no  vive  de  solo  pan,  sino  di 
toda  palabra  que  sale'de  la  boca  de  Dios.» 

«Al  que  vive  sobriamente,  le  basta  para 
alimento  sal  con  hambre.» 

En  el  dormitorio:  » 

«El  Hijo  del  hombre  no  tiene  donde  recli- 
nar su  cabeza.» 

«Esta  noche  te  vendrán  á  pedir  tu  alma.» 

«Reposarás  dulcemente',  si  no  te  arguye  lu 
corazón.» 

En  la  enfermería: 

«Quemad  aquí,  cortad  aquí,  que  no  perdo- 
néis aquí,  señor,  con  tal  que  perdonéis  en  It 
eternidad.» 

«Poco  es  lo  que  sientes;  mucho  lo,  que  me- 
reces.» 

«Cristo  es  mi  vida,  y  mi  muerte  es  ga  ■ 
nancia.» 

Todos  estos  testos,  que  son  nna  muy  pe- 
queña parte  de  los  qué  allí  se  loen,  están  lite- 
ralmente tomados  de  las  sagradas  escrituras, 
especialmente  los  Evangelios  y  los  salmos  i 
los  santos  padres. 

TRÁPANI.  (Apeitávov.)  Ciudad  merlo  de  la 
Sicilia,,  capital  de  una  de  las  siete  intendencia 
de  la  isla,  situada  sobre  la  costa  Occidental  á  IS 
leguas  0.  de  Palermo.  No  hay  noticias  posi- 
tivas acerca  de  su  fundación,  ni  los  eruditos 
están  de  acuerdo  sobre  el  origen  de  su  nom- 
bre, .que  parece  recordar  la  forma  curva  (le  la 
playa  donde  está  situada  (Apettáva,  Apsrtívov, 
hoz.)  Se  sabe  solamente  que  en  los  tiempos 
antiguos  sirvió  de  puerto  y  de  mercado  á  la 
ciudad  de  Eryx,  situada  sobro  una  montaña 
vecina.  Virgilio  hace  morir  en  ella  al  viejo 
Anqu¡ses(y  coloca  el  teatro  de  los  juegos  fú- 
nebres que  Eneas  celebró  en  honor  de  su  pa- 
dre. Durante  la  primera  guerra  púnica  el  ge- 
neral cartaginés  Hamilcar,  después  de  haber 
destruido  á  Eryx,  trasladó  á  sus  habitantes  á 
Drepanum,  que  cercó  de  murallas  (261  anles 
de  Jesucristo.)  Los  cartagineses  hicieron  todos 
los  esfuerzos  para  asegurarse  la  posesión  do 


TRAPANI— TRAQDEA 


4*6 


aquella  plaza  importante,  y  los  romanos  para 
hacerse  dueños  de  ella.  El  cónsul  Publio  Claudio 
Pulcher,  durante  el  sitio  de  Lilibeo  intentó  sor- 
prender á  la  flota  cartaginesa  que  estaba  an- 
clada en  el  puerto  de  Drepano;  pero  esperi- 
nicnlo  una  derrota  completa:  noventa  y  tres 
buques  fueron  perdidos  y  casi  todo  el  ejército 
degollado  ó  ahogado  (249  antes  de  Jesucristo.) 
Has  adelante,  habiendo  ocupado  el  puerto  el 
cónsul  (!•  Lnlacio  y  puesto  sitio  á  la  ciudad, 
derrotó  al  ejército  cartaginés,  mandado  por 
Baniion  y  dictó  á  la  rival  de  Uoma  rigurosas 
condiciones  de  paz.  Drepuao  figura  como  ciu- 
dad importante  en  los  itinerarios  romanos  y 
gracias  á  la  riqueza  de  su  territorio  y  á  la  ac- 
lividad  industriosa  de  su  población,  ha  conser- 
vado un  rango  considerable  entre  las  ciudades 
ilc  la  Sicilia.  Contiene  cerca  de  25,000  habi- 
tantes que  se  dedican  al  comercicr  del  aceite, 
de  la  sosa  y  del  vino.  La  pesca  del  atún  que 
se  hace  en  las  costas  es  muy  productiva.  La 
población  se  dedica  también  á  trabajar  el  co- 
ral, el  nácar,  el  ámbar  y  las  conchas,  que  tras- 
lóenla en  objetos  de  locador  y  en  juguetes.  En 
las  inmediaciones  se  fabrican  grandes  canti- 
dades de  sal  marina. 

El  puerto  de  Trápani,  pasaba  en  tiempo  del 
musulmán  Mabomed-Ebni  Djovair  (siglo  XII), 
por  uno  de  los  mas  hermosos  y  cómodos  para 
los  buques  (l).  En  12C4,  fue  teatro  de  la  vic- 
toria de  los  venecianos  sobre  los  genoveses. 
Está  adornado  de  diferentes  estatuas,  entre 
otras  las  de  Víctor  Amadeo  y  Felipe  V.  A  poea 
distancia  sobre  una  roca  se  levanta  un  castillo 
fuerte,  llamado  ¿a  Colombara,  donde  según  la 
tradición,  se  criaban  las  palomas  consagradas 
i  la  diosa  Venus,  que  tenia  sobre  el  monte 
Eryx  un  templo  venerado;  hoy  sirve  de  lugar 
de  detención  para  los  condenados  por  graves 
dcliios.  Mas  lejos  están  las  islas  de  Atinello  y 
de  Buon  Consiglio  y  Jas  Agnades,  Levanso", 
Flaviguana  y  Maretimo,  llamadas  antiguamente 
Phorbartia  Mgusa  y  Hiera: 

Trápani  está  atravesada  casi  en  toda  su  es- 
tensiun  por  una  gran  calle,  en  la  que  ae  ha- 
llan, el  palacio  senatorial,  el  museo  de  pintu- 
ras rt  cuadreria,  las  tiendas  y  los  cafés  mas 
elegantes.  Llaman  ta  atención  en  la  cuadreria, 
los  del  Dominiquino  de  Lúea  Giordano,  de  Car- 
io Maratla,  del  Borguiñon  y  muchas  composi- 
ciones del  pintor  José  Erranti ,  que  nació  en 
Trápani  en  I7G0  y  murió  en  18!¿l.  Las  iglesias 
soo  de  construcción  moderna  y  en  general  pir- 
co notables.  Sin  embargo,  podemos  citar:  San 
Francisco,  ía  ¡ndolorata,  que  contiene  algu- 
nos buenos  euadros,  y  Han  Lorenzo,  que  tiene 
columnas  de-mármol,  una  cúpula  adornada  de 
frescos  y  el  sepulcro  de  Erranti.  Fuera  de  la 
ciudad  hay  un  convento  de  capuchinos  que  po- 
see relicarios  muy  ricos  y  una  de  esas  sepul- 
turas, bastante  comunes  en  Italia,  donde  los 

t)   Finges  de  Sicilia,  traducidos  de  Mr.  Amar!, 
pi(¡lna  Si, 


cuerpos,  preparados  convenientemente  y  mo- 
mificados en  cuevas  subterráneas  son  espues- 
tos á  las  miradas  del  público  con  sus  vestidos 
y  casi  con  todas  las  apariencias  de  vida. 

Orliindini:  Dcscriíione  di  Trápani,  Pakrino,  1803, 
in  i.» 

Fctro:  Ouidt  per  Trimrti,  Trápani,  1835,  in  8." 
Biografía  de-jl'iUtisíri  Trapam,  Trápani,  1830, 
2  val.  in  8." 

TRAQUEA.  (Anatomía.)  Entre  las  diversas 
partes  que  entran  en  la  composición  del  pul- 
món,  la  traqueateria  es  la  que  sirve  de  base 
á  todas  la  demás  y  también  la  mas  importante, 
porque  sirve  de  entrada  y  salida  al  aire  del 
pulmón.  Consiste  en  un  canal  de  unas  cuatro 
pulgadas  de  longitud  por  nueve  líneas  de  an- 
chura, que  principia  á  la  altura  de  la  quinta 
vértebra  cervical,  debajo  de  la  laringe,  y  que 
está  cubierto  solo  por  algunos  músculos ,  y 
en  particular  por  el  esterno-hioidico  y  por  el 
esterno-tiroídico.  Situado  exactamente  en  la  li- 
nea media,  pasa  por  delante  del  esófago,  y  des- 
ciende en  linea  recta  al  pecho,  entre  los  vasos 
mayores  de  la  cabeza.  Se  va  inclinando  poco 
á  poco  hacia  el  lado  derecho,  de  modo  que  la 
porción  izquierda  de  su  circunferencia  corres- 
ponde a  la  parte,  inedia  delacolurnna  vertebral, 
dividiéndose,  en  ángulo  obtuso,  detrás  del  ca- 
yado de  la  aorta,  casi  enfrente  de  la  tercera 
vérlebra  dorsal,  en  dos  ramas  laterales  llama- 
das bronquios.  El  bronquio  derecho,  que  se 
separa  formando  un  ángulo  mas  abierto  que 
en  el  otro,  viene  á  ser  una  pulgada  mas  corto 
(¡ue  este  ,  pero  también  es  mus  grueso.  El  iz- 
quierdo mide  de  ordinario  ocho  lineas  de  an- 
chura por  una  pulgada  de  longitud,  y  el  rec- 
to presenta  una  anchura  igual  á  seis  lineas,  y 
una  longitud  de  dos  pulgadas.  Este  último  si- 
gue también  una  dirección  menos  perpendicu- 
lar que  el  otro,  hallándose  situado  entre  la  ve- 
na cava  superior  y  la  ácigos.  El  izquierdo  se 
contornea  por  debajo  del  cayado  de  la  aorla 
para  dirigirse  hacia  adelante. 

Coda  bronquio,  tapizado  por  la  pleura, 
marcha  oblicuamente  de  arriba  d  bajo  y  de  den- 
tro afuera,  hacia  el  pulmon  que  le  correspon- 
de, y  una  vea  llegado  á  él  se  divide  en  dos  ra- 
mas, una  superior  y  otra  inferior,  destinadas 
cada  una  á  un  lóbulo.  La  rama  inferior  del  ló- 
bulo derecho,  no  tarda  en  subdividirse  á  su  vea 
en  dos  ramos,  uno  superior  mas  pequeño,  y 
otro  inferior  mayor,  para  los  lóbulos  medio  ó 
inferior. 

Estos  canales  se  ramifican  prodigiosamen- 
te en  el  interior  del  pulmón,  y  representan  un 
árbol  sin  salida  en  todos  los  puntos  de  la  su- 
perficie del  órgano  á  lo  largo  del  cual  se  dis- 
tribuyen todas  las  demás  parles- que  entran 
en  la  composición  del  órgano  pulmonar.  Las 
últimas  ramificaciones  ó  sean  las  mas  tenues, 
que  carecen  de  salida,  han  recibido  el  nom- 
bre de  celdillas  pulmonares. 

¡toni  la  formación  de  la  traquea  se  reúnen 


4*7 


TRAQÜEA 


partes  muy  diferentes  entre  si,  como  tejido  fi- 
broso ,  cartílagos,  libras  musculares  y  una 
membrana  mucosa. 

El  tejido  fibroso  se  compone  de  haces  lon- 
gitudinales que  no  constituyen  una  membrana 
continua,  sino  quedejan  entre  sí unarnultitud  de 
vacíos  oblongos.  Forma  la  circunferencia  es- 
tertor de  la  traquearteria,  y  adhiere  muy  Inti- 
mamente á  la  membrana  mucosa  subyacente. 
Sus  vasos  son  mas  numerosos  qne  los  de  los 
demás  órganos  fibrosos,  y  por  eso  se  parece 
mucho  tal  vez  á  !a  túnica  fibrosa  de  las  arte- 
rias. 

La  considerable  elasticidad  que  posee  es- 
te tejido  es  cansa  de  que  la  traquearteria,  des- 
pués de  haberse  distendido  en  el  sentido  de  su 
longitud,  vuelvan  sns  primitivas  dimensiones 
luego  qne  cesan  las  tracciones  que  sobre  ella 
se'ejercian. 

ÉL  tejido  fibroso  de  la  traquearteria  y  de 
sus  ramificaciones  contiene  piezas  cartilagino- 
sas situadas  las  unas  detrás  de  las  otras  de  ar- 
riba abajo,  adhiriéndose  á  sus  dos  caras.  Sin 
embargo  no  cubre  inmediatamente  la  superfi- 
cie de  estos  cartílagos  que  eslán  completamen- 
te, envueltos  por  un  pericondrio  propio.  La  for- 
ma ,  las  dimensiones  y  la  situación  de  estas 
piezas  cartilaginosas  no  son  las' mismas  en  to- 
da la  ostensión  de  la  traquearteria  y  de  sus  ra- 
mificaciones. 

En  la  traquearteria  forman  anillos  incom- 
pletos ,  abiertos  por  so.  parte  posterior  y  que 
rodean  las  parles  anteriores  y  laterales  del 
conducto.  Estos  anillos  tienen  casi,  dos  lineas 
ele  altura  por  inedia  de  grueso  y  pulgada  y  me 
dia  de  largo.  Circunscriben  los  dos  tercios  de 
la  traquea,  cuando  está  lo  mas  distendida  posí 
sible,  y  mas  de  los  tres  cuartos  de  su  cirenn 
ferenci a  cuando  se  halla  recogida  sobre  si 
misma. 

El  número  de  estos  cartílagos  varía  desde 
diez  y  seis  á  veinte.  Su  forma,  es  mas  regular 
y  mas  constante  en  la  parle  media  de  la  tra 
quearteria  que  en  sus  estremidades  superior  6 
inferior.  En  la  mayor  parte  de  la  longitud  de 
este  canal  forman  por  punto  general,  de  es- 
tensión  y  de  altura  poco  menos  qne  ¡guales 
El  primero  de  todos  es,  al  contrario,  mucho  mas 
alto  que  los  demás,  y  su  altura  sobre  lodo  es 
mas  considerable  en  su  parte  anterior  que  en 
la  posterior:  Esta  disposición  establece  una 
correspondencia  bastante,  notable  de  rielante 
atrás  entre  él  y  el  cartílago  cricoides,  que  se 
comporta  de  un  modo  inverso.  Al  propio  tiem- 
po se  halla  soldado  este  anillo  con  el  segando 
por  sus  estremidades  posteriores,  de  lo  cual 
resulta  una  unión  que  es  imposible  descono 
eer  con  el  Upo  de  la  formación  de  la  laringe 
k  veces  se  ñola  solo  una  adherencia  análoga 
entre  el  tercer-anillo  y  el  cuarto,  ya  por  ata 
bos  lados,  ya  en  uno  solo- que  es  el  caso  mas 
ordinario. 

Por  lo  que  hace  á  los  anillos  inferiores,  su 
cede  bastante  á  menudo  que  presentan  en  uno 


etro  lado,  tina  cisura  ilias  ó  menos  larga,  és 
decir,  que  unas  veces  se  estieude  hasta  su'es- 
emidad  ,  parándose  oirás  antes  de  llegar  á 
ella.  Muchas  veces  en  tal  caso  ,  pero  no  siem- 
pre, se  ve  en  el  lado  opuesto  uu  pequeño  seg- 
mento de  circulo  incompleto  correspondiente 
'  una  de  las  dos  mitades  producidas  por  la  in- 
cisión, ó  un  anillo  hendido  en  el  otro  lado,  fr> 
cual  compensa  en  cierto  modo  la  falta  de  si- 
metría. Mas  también  suele  ser  común  obser- 
var un  anillo  ordinario  completo  ó  semUtienfii. 
do  de  igual  manera  y  en  el  mismo  lado. 

Los  anillos  de  la  porción  Ubre  de  los  bron- 
quios se  parecen  en  general  álos  últimos  aros 
cnrlilag'mosos  de  la  tniqueartoria.  Su  número 
no  pasa  de  ordinario  do  ocho  en  el  bronquio 
derecho,  al  paso  que  olí  el  izquierdo  se  cuen- 
tan ouce  ó  doce.  A  medida  que  se  acercan  á 
los  pulmones,  se  vuelven  mas  irregulares  y  se 
hienden  ó  se  confunden  con  los  anillos  inme- 
diatos. 

El  número  délas  piezas  cartilaginosas  dis- 
minuye de  repente  y  de  un  modo  muy  nota- 
ble en  el  interior  de  los  pulmones,  de  suerte 
que  en  ól  son  mas  membranosas  las  ramifica- 
ciones délos  bronquios.  Pero  al  propio  lic.mpn 
pierden  estos  cartílagos  su  forma  regular,  de- 
án de  represcnlar  anillos,  y  se  parecen  mas  á 
¡imillas  irregularmcnte  cuadriláteras,  triangu- 
lares ,  etc.  Por  lo 'domas,  se  les  observa  cu 
lodos  los  puntos  do  la  estension  del  árbol  tra- 
queal. Se  vuelven  cada  vez  mas  pequeños  y 
raros,  á  proporción  del  angosUnnienlo  gradual 
de  las  ramificaciones  brónquicas.  Los  Ultimos1 
que  se  perciben  tienen  una  forma  redondeada. 
Ya  no  se  encuentra  ninguno  en  las  ramifica- 
ciones reducidas  á  un  tercio  de  linea  de  diá- 
metro, ó  por  lo  menos  son  tan  sumamente  pe- 
queños que  no  se  les  distingue.  Por  Un ,  los 
últimos  filetes  brónquicos  son  simplemeiile 
membranosos,  no  observándose  ya  indicio  al- 
guno de  cartílago  á  pocas  lineas  de  profundi- 
dad debajo  de  la  superficie  del  pulmón. 

La  parte  posferior  de  la  Iraquearteria  se 
compone  de  una  memhratia  musculosa  de  me- 
dia linea  de  espesor  cuando  no  está  distendida. 
Esta  membrana  consta  únicamente  de  libras 
trasversas  inserías  en  los  anillos  cartilaginosos 
y  en  el  tejido  fibroso  situado  en  sus  intervalos, 
de' modo  que  cubre  la  cara  inferna  de  estos 
anillos  y  de  este  tejido  en  la  ostensión  de  una 
á  dos  lineas.  En  el  interior  del  pulmón,  don- 
de las  piezas  cartilaginosas  se  hallan  dispncs- 
las  sin  regularidad  y  esparcidas  por  toda  la 
circunferencia  del  árbol  branquial ,  rodean 
iambien  oslas  fibras  todo  el  tubo  aéreo, 
Aumentan  en  razón  inversa  de  Sos  cartílagos, 
pudiéndoselas  seguir  mas  lejos  que  á  estos  úl- 
timos. 

Los  tejidos  fibroso  y  muscular  de  la  tra- 
quearteria  sehalian  tapizados  en  toda  sn  esten- 
sion por  una  membrana  mu'cosa  -delgada 
que  forma'im  saco  continuo  y  adhiere  ínfima- 
mente á  las  partes  inmediatas.  Su  cara  posle- 


i 


449 


TRAQUEA 


45» 


r¡or  presenta  en  toda  la  circunferencia,  glán- 
dulas muclparas ,  muy  compactas,  comidera- 
bles  por  su  número  y  volumen,,  sobre  todo  en 
la  parte  inferior  de  la  traquea  en  el  punto  de 
su  bifurcación  y  en  la  porción  de  los  bron- 
quios situada  fuera  de  los  pulmones.  Están 
muy  aproximadas  en  estos  diversos  puutos,  y 
su  volumen  iguala  á  menudo  el  de  una  lente- 
ja, Torman  una  capa  continua,  situada  en  gran 
parle  detrás  de  la  membrana  musculosa,  entre 
cuyas  fibras  se  insinúan  sus  conduelos  excre- 
tores que  son  muy  cortos.  Esta  capa  se  estar- 
de  de  un  ¡nodo  uniforme  sobre  la  porción  de 
la  traquea  constituida  por  las  libras  muscula- 
res, al  paso  que  delante  de  las  glándulas  se 
acumulan  principalmente  entre  los  anillos  car- 
tilaginosos, de  suerte  que  tina  vea  separados 
estos,  se  reconoce  sin-  trabajo  alguno  el  sitio 
que  ocupaban  por  los  vacíos  que  se  notan  en 
la  capa  glandulosa.  Conviene  no  confundir  es- 
las  glándulas  muciparas  con  las  denominadas 
bfónqnicas  ,  pues  ocupan  los  mismos  puntos, 
La  membrana  mucosa  es  la  última  parle  vi- 
sible entre  las  que  concurren  á  la  formación 
de  la  traquea  y  de  sus  ramificaciones,  aunque 
el  raciocinio  y  la  observación  se  reúnen  para 
demostrar  questi  irritabilidad  se  estiende  mas 
allá  de  los  puntos  donde  dejan  de  percibirse 
asomos  de  testura  musculosa.  Las  mas  tenues 
ramificaciones  de  la  traquea,  formadas  por  una 
suslaiscia  homogénea ,  carecen  de- salida  y  no 
so  continúan,  conforme  lo  pretendía  Helvecio, 
ron  el  tejido  celular  que  reúne  los  diversos 
elementos  orgánicos  del  pulmón.  La  traquear- 
feria  forma  un  árbol  hueco,  cuyos  ramos  co 
mimican  entre  si  por  las  ramas  y  estas  por  los 
troncos  que  resultan  de  su  reunión,  pero  no 
por  el  intermedio  del  tejido  mucoso  interpuesto 
«Ufe  todas  estas  ramificaciones.  Esta  verdad 
se  baila  bien  cimentada  por  las  disecciones  y 
por  un  considerable  número  de  esperimentos. 

'  Las  mas  tenues  ramificaciones  del  árbol 
brtnjfücQ  ,  llenas  de  aire  o  de  cualquiera  otro 
Huido  .presentan  siempre  la  misma  forma  y  la 
misma  exacta  delimitación,  ora  se  les  examine 
con  la  vista  natural,  ora  se  recurra  al  micros 
copio.  Si  se  inyecta  aireó  cualquiera  otro  flui- 
do en  un  bronquio,  hasta  que  esté  lleno ,  por 
ejemplo ,  todo  un  lóbulo  pulmonar,  y  se  ata  en 
seguida  uno  de  sus  ramos  secundarios,  queda 
bmeliada  y  distendida  la  parle  de  pulmón  por 
la  que  se  distribuye  este  último,  mientras  que 
al  poco  tiempo  so  deprime  sobre  si  misma  la 
porción  por  donde  se  ramifica  el  otro  ramo 
bronquico. 

Las  enfermedades  de  la  traquea,  y  también 
as  de  la  laringe,  son:  el  catarro,  la  irritación, 
la  úlcera  y  la  retención  de  cuerpos  estraños. 

El  paso  súbito  de  un  aire  caliente  á  otro 
'fio,  y  las  bebidas  frias  cuando  uno  tiene  mu- 
flió calor,  causan  en  la  túnica  i  nlerna  déla 
aringe  y  de  ]a  traquea  una  ingurgitación  ca- 
'WiiJ  con  tos,  ronquera,  dolor  y  dificultad  de 
'espirar;  las  más  de  las  veces  con  liebre.  Se 

fl9S    UinrjOTEGA  POI'TILiVU.  - 


remedia  esta  dolencia  eseitando  la  traspiración 
con  abundancia  de  aromáticos  tomados  calien- 
tes, teniendo  al  enfermo  en  aire  seco  y  tem- 
plado, y  con  los  eméticos  en  dósis  refractas, 
ó  con  los  purgantes  si  hay  necesidad  y  el  ca- 
tarro se  resiste.  El  aire  frío,  ó  demasiado  ca- 
liente, ó  caTgado  de  miasmas  pútridos ;  los 
gases  que  dominan  en  la  constitución  y  el  de- 
fecto de  moco  en  la  membrana  que  tapiza  Jas 
vias  aéreas,  causan  una  irritación  continua  con 
tos  seca  y  eonstricion  de  garganta. 

Estos  males  se  deben  tratar  con  los  sahu- 
merios emolientes,  y  batiendo  que  respire  el 
enfermo  un  aire  puro,  húmedo  y  templado. 

La  úlcera  de  esta  membrana  causa  dolor 
local  con  tos  ,  fiebre  y  espectoraeion  de  pus 
ó  de  moco  puriforme.  Este  estado  constituye 
la  tisis  traqueal,  que  comunmente  acaba  con 
la  muerte.  Se  alivia  el  enfermo  con  los  reme- 
dios indicados  contraía  irritación.  Si  dicha  úl- 
cera se  complica  con.  erosión  de  cartílagos  y 
fístula  al  esteríor,  se  cara  dilatándola  como  las 
fístulas  resultantes  de  las  heridas. 

Los  cuerpos  estraños  que  se  detienen  en  la 
traquea  pueden  ser  volátiles ,  líquidos  y  sóli- 
dos. Los  volátiles  que  irritan  la  túnica  interna 
de  la  laringe  y  causan  latos  convulsiva,  son: 
el  aceite  frito,  el  vapor  de  sustancias  pútridas, 
de  las  minas,  y  de  varios  cuerpos  en  el  acto 
de  fermentación.  Los  líquidos  son  todos  los 
que  escapan  por  la  glotis  dentro  de  la  laringe, 
como  la  saliva,  el  agua,  el  vino,  el  caldo,  etc. 
Los  sólidos  son  los  coágulos  de  sangre  resul- 
tantes de  heridas  y  varios  cuerpos  deglutidos 
que  han  equivocado  el  conducto.  Asi  nos  su- 
cede que  una  miga  de  pan  nos  causa  tos  con- 
vulsiva con  vómito,  que  dura  hasta  que  la  na- 
turaleza ha  espelido  el  cuerpo  estraño. 

Es  preciso  advertir  que  la  túnica  interna 
de  la  laringe  tiene  un  sentido  tan.  esquisito, 
que  todo  le  repugna,  escepto  el  aire  puro  y  la 
linfa  traqueal  no  alterada;  pues  todo  lo  demás 
la  irrita  hasta  llevar  los  músculos  de  la  res- 
piración á  movimientos  convulsivos  que  esei- 
tan  la  los.  La  túnica  interna  de  la  traquea  es 
sin  comparación  menos  irritable,  y  no  sujeta 
á  los  músculos  de  la  respiración  bajo  su  impe- 
rio, de  lo  cual  se  sigue'  que  los  cuerpos  eme 
detenidos  en  la  laringe  dan  mucha  tos,  bajados 
á  la  traquea  no  incomodan  tanto,  como  no  ta- 
pen del  todo  el  paso  al  aire. 

El  señor  Luis  en  el  quinto  .volúmen  en  4.a 
de  las  Memorias  de  la  Real  Academia  de  ciru- 
gía de  París,  nos  da  dos  observaciones,  en  que 
la  falta  de  este  conocimiento  ha  hecho  vícti- 
mas de  su  ignorancia  á  los  pobres  pacientes. 
La  primera  sucedió  en  19  de  mayo  de  1750, 
en  una  niña  de  nueve  años,  que  habiéndose; 
metido  algunas  babas  en  la  boca  se  la  cayo- 
una  á  la  traquea.  Luis  bien  conoció  la  enfer- 
medad, mas  los  consultores  Riéndola  en  sumo 
descanso  ,  no  contaban  que  la  haba  podia  ha- 
berse bajado  á  la  traquea  y  haber- cesado  por 
'  este  moüvo  el  tormento  de  tos  y  de  sofocación 
t,  xxxin.  29 


451:  TMQ 

que  antes  habia  tenido.  En  suma,  la  niña  fué 
•victima  de  la  ignorancia  de  los  consultores, 
por  no  haber  asentido  á  una  operación  senci- 
lla y  exenta  de  peligro.  La  liaba,  después  de 
la  muerte  de  la  niña,  fué  sacada  por  el  señor 
Bordenabe  en  presencia  de  lodos  los  consulto- 
res para  que  asi  quedasen  confusos. 

Lo  mismo  sucedió  á  un  .grabador  y  Comer- 
ciante de  estampas ,  que  cerca  de  cinco  años 
tuvo  un  luis  de  oro  eu  la  traquea ,  que  unas 
veces  le  sofocaba  y  otras  no,  Je  daba  ratos  de 
tos  y  ratos  de  descanso,  de  modo,  que  no  sen- 
tía la  menor  inpomodidad,  esceplo  un  pequeño 
peso  en  aquel'puuto  y  una  especie  de  sibila- 
cion  al  hablar.  Esta  calma  interpolada  engañó 
igualmente  á  los  médicos  como  en  el  caso  an- 
terior, por  cuyo  motivo  tampoco  asintieron  á 
la  operación,  y  el  pobre  mercader  fué  victima 
de  las  disputas. 

Leseare  cita  una  observación  de  una  niña 
de  cuatro  años  que  estando  comiendo  almen- 
dras de  albaricoques  se  le  cayó  una  á  la  tra- 
quea. Pasando  los  facultativos  el  tiempo  en 
dudas  fundadas  en  la  variedad  do  síntomas, 
pues  ahora  se  sofocaba,  ahora  no,  murió  á  las 
setenta  horas  del  accidente. 

La  operación  de  la  traquea  es  en  semejan- 
te caso  el  único  recurso;  es  una  operación  que 
aturde  á  los  ignorantes;  pero  á  la  verdad ,  es 
de  las  mas  sencillas  y  milagrosas  que  tiene  la 
cirugía.  Es  una  inhumanidad  dejar  morir  á  los 
enfermos  por  no  ejecutar  esta  simple  opera- 
ción ,  y  asi  dijo  muy  bien  Pareo:  «Los  qne 
en  adelante  dejen  morir  á  los  infelices  que  se 
les  haya  metido  nn  cuerpo  estrado  indisoluble 
en  la  traquea,  deben  ser  mirados  como  homi- 
cidas, no  habiendo  nada  suBcieníe  para  casti- 
gar su  timidez,  u 

La  broncolomia  comprende  la  incisión  de 
la  laringe  llamada  laringotomia  y  la  de  la  tra- 
quea llamada  traqueolomia.  Estas  operaciones 
fáciles  de  práctiear  y  nada  peligrosas,  son  su- 
mamente útiles  cuando  se  ejecutan  con  tiem- 
po. Nunca  se  hace  en  los  bronquios,  aunque 
de  ellos  tomó. su  primitivo  nombre. 

La  laringotomia  consiste  en  la  división  lon- 
gitudinal del  cartílago  tiroides  para'  esl raer 
cuerpos  fijados  en  la  laringe,  ó  en  incindir 
trasversalmente  el  ligamento  orico-siroides 
para  restablecer  la  respiración  interceptada 
por  una  sustancia  eslraña  contenida'en  la  la- 
ringe. Se  rpractica  también  en  la  angina  verda- 
dera que  ataca  á  la  laringe,  mayormente  si  la 
glándula  tiroides  está  tan  tumefacta  qne  no 
sea  posible  hacerla  mas  baja. 

Los  instrumentos  para  esta  operación  son 
el  bisturí  recto  y  las  pinzas  de  anillo.  Sentado 
el  enfermo  enfrente  del  cirujano,  teniendo  la 
cabeza  apoyada  sobre  el  pecho  de  un  ayudan- 
te en  la  actitud  que  menos  incomode  á  ¡a  res- 
piración, formarán  el  cirujano  y  el  ayudante 
una  eminencia  trasversa  de  los  tegumentos  qne 
se  cortará  á  lo  largo  del  cuello-  de  un  solo 
golpe  de  bisturí ,  tomando  el  espacio  medio 


USA  4SS 

éntrelos  músculos  cutáneos  y  los  esterno-clei- 
(lo-iriastoideos.  Quedarán  con  esla  incisión  des- 
cubiertos los  cartílagos  tiroides  y  cricoides;  y 
apartados  los  labios  de  la  división  con  los  de- 
dos, so  dilatará  longitudinalmente  el  cíartOagrj 
Hroirles  en  el  centro,  y  luego  con  las  plnka's 
se  quitará  el  cuerpo  estraño.  Después  se  hala- 
rá la  herida  como  simple.  Cuando  se  hace  osla 
operación  para  dar  paso  al  airo,  se  ejecuta  en 
ía  traquea. 

Si  la  glándula  tiroides  se  baila  obstruida 
de  modo  que  forme  un  verdadero  contrata- 
dicanle,  é  insta  la  indicación  de  abrir  paso  al 
aire,  en  esle  caso  se  incinde  ó  se  escinde  !a 
glándula  y  se  pasa  á  la  abertura  do  la  traquea. 

El  enfermo  se  debe  colocar  del  modo  que 
mejor  respire,  por  temor  de  sofocarse  en  el 
acto  de  la  operación.  Si  el  cuello  es  largo  y 
flaco,  los  instrumentos  de  Bauxot  bastan  para 
ejecutar  en  un  instante  la  operación,  lisios  con- 
sisten en  un  traqueótomo  y  en  un  conductor  á 
manera  de  horquilla  para  que  la  traquea  no 
vacile,  al  tiempo  de  ser  perforada.  No  hay  ne- 
cesidad de  buscar  el  espacio  internilloso ,  co- 
mo antes  se  creía.  Puede  perforarse  tma  terni- 
lla sin  que  de  su  herida  resulte  incidente  al- 
guno, y  pueden  abrirse  muchas  al  través  sin 
que  por  esto  deje  de  ser  simple.  Pe  este  úlli- 
mo  descubrimiento  es  deudora  la  faculiad  al 
insigne  y  memorable  don  Pedro  de  Yirgili, 
gloria  de  la  cirugía  española,  honor,  de  la  na- 
ción, catalana,  fundador  del  colegio  de  Barcc- 
lona  y  del  Liceo  de  Cádiz. 

La  necesidad  ie  obligó  á  esta  empresa  en  nn 
soldado  del  regimiento  de  Cantabria,  que  des- 
pués de  haber  sufrido  la  traqueotomia  se  ío- 
focaba  por  un  coágulo  de  sangre  resalíanle 
de  la  operación.  Yiéndose  en  este  apuro,  dila- 
tó hasta  el  sétimo  anillo  cartilaginoso,  sacó  k 
sangre,  puso  al  enfermo  boca  abajo  dejándole 
sin  cánula,  y  el  infeliz  dichoso  se  puso  bueno 
en  pocos  dias.  Besonó  por  todo  el  orbe  lite- 
rario la  a.certuda  resolución  de  Yirgili,  quitó  de 
la  mente  de  todos  los  profesores  la  falsa  idea 
de  que  las  ternillas  no  se  reunían  jamás,  fun- 
dada solamente  en  un  aforismo  de  Hipócrates, 
y  fué  tanta  la  revolución  en  el  saludable  arte, 
que  de  entonces  acá  no  ha  habido  autor  que 
no  le  haya  celebrado  con  superiores  elogios. 

Si  no  se  aplica  el  método  de  Bauxot  por  te- 
ner que  hacerse  muy  baja  la  operación,  en 
esle  caso  se  hace  una  incisión  longitudinal  cu 
el  tegumento  sobre  un  pliegue  trasverso  que 
harán  el  cirujano  y  el  ayudante.  Esta  incisión 
se  practica  .mejor  con  un  bisturí  conveso  que 
con  el  recto.  Dilatado  el  tegumento  y  descu- 
bierta la  traquea,  puede  abrirse  esta  con  una 
láncela  buscando  el  espacio  ínter-ternilloso, 
que  entonces  se  encuentra  fácilmente  en  el 
acto  de  la  respiración.  Luis  y  Lebhmcli  opinan 
que  seria  mejor  y  mas  seguid  abrir  de  un  gol- 
pe de  .bisturí  dos  ó  tres  anillos  cartilaginosos, 
que  romper  al  través  y  con  lanceta  algunas  li- 
bras musculares. 


453 


TRAQUEA— TRASLACION 


454 


Hecha  la  operación  debe  quedar  el  enfer- 
mo boca  abajo',  teniendo  el  cuerpo  al  través 
déla  cama  y  el  cuello  y  la  cabeza  fuera  de 
ella,  puesta  la  frente  sobre  una  almohada,  co- 
locada en  una  silla  ó-oiesa.  Si  queda  puesla  la 
cánula;  no-debe  estar  cubierta  de  gaza,  como 
previenen  Yelasco,  Villaverdey  sus  anteceso- 
res, ¡raes  el  moco  traqueal  detenido  por  la  ga- 
za licuaría  la  cánula  y  sofocaría  al  paciente 
Tampoco  se  debe  barrer  el  aposento  mientras 
la  trapea  está  abierta  por  temor  de  la  tos  con- 
vulsiva que  el  polvo  podría  causar,  lo  que  es- 
lorbavia  mucho  la  curación. 

Cuando  se  detiene  en  el  evófago  un  cuer- 
po estriñen,  que  de  ningún  modo  puede  salir 
j  sofoca  por  instantes ,  en  tal  caso ,  se  debe 
pasar  á  la  operación  llamada  esofagotoniia; 
¡¡peracion  mil  veces  mas  temible  que  la  ante- 
rior, pero  menos' espantosa  que  la  muerte.  Es- 
ta operación  se  ejecuta  echado  el  "enfermo  en 
la  orilla  de  la  cama,  y  situado  á  su  derecha  el 
cirujano,  quien  con  un  bisturí  recto  dilatará  el 
tegumento  longitudinalmente  dei  lado  izquier- 
do. La  incisión  será  de  unas  dos  pulgadas  y 
corlará  la  piel;  se  incinde  en  seguida  el  múscu- 
lo cutáneo,  luego  se  diseca  el  tejido  celular  y 
se  separan  las  partes  de  ambos  lados  basta  dar 
con  el  esófago  en  el  sitio  de  la  eminencia  for- 
mada por  el  cuerpo  estraño.'  Entonces  se  loma 
oirá  vez  el  bisturí,  se  dilata  el  exófago  lo  suíi- 
ciiinle  para  dar  paso  á  la  sustancia  que  inco- 
modaba, la  cual  se  saca  con  las  pinzas. 

Se  ha  de  tener  mucho  cuidado  al  entrar  el 
bisturí  para  dilatar  el  esófago  de  no  herir  en. 
el  lado  interno  la  tráquea  y  -el  nervio  recur- 
rente, y  'en  el  estenio  de  no  lastimar  la  caróti- 
da y  la  yugular  interna.  Se  contiene  fácilmen- 
te la  hemorragia  si  no  se  ha  tenido  la  desgra- 
cia de  haber  abierto  algún  vaso  mayor,  y  se 
trata  la  herida  como  simple,  cuidando  de  que 
no  tome  nada  el  enfermo  por  la  boca  durante 
cinco  ó  seis  dias. 

TRAQUEAMOS.  (Historia  natural.)  Orden 
de  arácnidos,  que  tienen  por  caracteres  distin- 
tivos respirar  por  tráqueas,  circulación  rudi- 
mentaria y  ojos  que  no  pasan  de  cuatro.  Divl- 
dense  en  tres  familias,  que  son:  falsos  escor- 
piones (pieudo-scorpioncs),  falangios  \pha- 
laugia  y  acáridos  (acar'ides). 

TRAQUÉL1D0S.  (Historia  natural.)  Familia 
de  coleópteros  helerúmeros,  cuyos  caracteres 
son:  cabeza  triangular  ó  acorazonada  prendi- 
da á  un  pedículo;  cuerpo  comunmente  blando 
non  los  élitros  üéxihles  y  algunas  veces  muy 
«orlos;  máitilas  sin  ganchos.  Dividense  en  seis 
tribus,  que  son:  lagiHarios,  piroaroides,  mor- 
dellones,  anticidos,  horiales  yvegigatorios. 

T1UQUELÍPO0OS.  [Historia  natural.)  Nom- 
bre con  que  designa  Lamarck  á  los  gasterópo- 
dos con  concha  estertor.  Véase  moluscos,  i 

TRASLACION.  Es  el  acto  por  el  cual  se  mue- 
ve upa  cosa  o  una  persona  desde  un  punto  á 
otro.  Canónicamente  considerada  esta  puede 
hacer  referencia  á  la  traslación  de  los  bene- 


ficios, de  los  beneficiados  y  de  los  religiosos. 

Las  traslaciones  de  benelicios  son  perpé- 
tqas  6  temporales.  Las  temporales  no  producen 
cambio  en  el  título  del  misnio  beneficio,  sino 
que  mas  bien  son  una  alteración  del  servicio 
de  este,  que  se  dispone  por  el  obispo,  ya  por 
hallarse  ruinosa  la  iglesia,  ó  por  la  escasez  de 
habitantes  ó  por  la  incomodidad  del  lugar  en 
que  esté  situado  eS  edificio.  Las  traslaciones 
perpétuas  sé  hacen  suprimiendo  el  título  de  la 
iglesia  que  se  abandona,  y  erigiendo  otra  ea 
lugar  distinto  con  igual  advocación;  de  modo 
que  cambian  el  estado  del  beneficio  haciéndo- 
le perder  sus  privilegios. 

Para  trasladar  tw  obispado  son  necesarias 
causas  graves,  tales  como  la  estrechez  del  lu- 
gar, el  estado  ruinoso  de  la  capital  de  la  silla, 
el  corto  número  de  clero,  la  escasa  población, 
la  variación  de  la  capitalidad  civil,  la  mutación 
de  limites,  y  otras  á  este  tenor. 

Para  trasladar  una  abadía  y  los  demás 
beneficios  son  causas  la  vecindad  con  hereges 
que  impidieran  el  culto  divino,  la  insalubridad 
del  lugar,  la  dificultad  en  las  comunicaciones 
con  los  lieles,  el  bien  de  la  Iglesia  y  el  mejor 
servicio  de  Dios. 

En  todos  los  casos  referidos  se  instruye  un 
largo  espediente  para  justificar  las*  causas,  ha- 
ciéndose las  traslaciones  do  los  obispados  por 
la  autoridad  del  papa,  de  acaerdo  con  los  su- 
premos poderes  de  los  estados,  y  las  de  los 
demás  beneficios  por  la  de  autoridad  de  los 
ordinarios,  de  acuerdo  también  con  la  potes- 
tad temporal. 

Guando  se  abandona  un  beneficio  debe  cui- 
darse que  el  edificio  en  que  estaba  fundado  no 
se  destine  á.osos  profanos. 

Las  traslaciones  deben  hacerse  con  mucha 
cautela  y  bien  justificadas  las  causas  que  las 
motiven. 

Las  traslaciones  personales  de  los  benefi- 
ciados deben  ser  mas  ó  menos  fáciles,  según 
la  importancia  de  lasJunciones  que  ejerza  ca- 
da uno  de  ellos.  Los  obispos  no  deben  ser 
trasladados  de  una  silla  á  otra  sino  mediando" 
una  necesidad  reconocida  ó  una  utilidad  noto- 
ria, ya  sea  la  primera  originada  de  la  destruc- 
ción de  la  primera  silla  ó  de  impedimentos 
que  hagan  imposible  desempeñar  en  ella  elcar- 
1  go  de  pastor,  ya  sea  la  segunda  producida  por 
la  conveniencia  de  emplear  los  conocimientos 
y  servicios  de  una  persona  en  un  punto  de- 
terminado, ó  cuanc'o  de  tal  modo  desagrade 
el  obispo  al  pueblo,  que  en  lugar  de  hacer 
bien  su  subsistencia  cause  un  mal.  Los  cáno- 
nes lian  considerado  las  traslaciones  de  los 
obispos  como  actos  tan  poco  conformes  con  el 
espíritu  de  la  Jglesia,  que  han  establecido  pe- 
nas para  los-  que  soliciten  au  traslación,  y  es- 
ta severidad  se  funda  en  la  obligación  que  tie- 
nen los  prelados  de  permanecer  en  la  iglesia, 
titulo  de  su  ordenación,  y  en  la  elevación  de 
la  dignidad  episcopal. 

El  papa  puede,  mediando  causa  justa,  tras- 


45ft  TRASLACION— TMT 

ladar  i  un  obispo  de  una  silla  áotra,  aunque 
rara  vez  lo  ejecuta. 

Las  traslaciones  ile  los  demás  beneficiados 
se  obtienen  veces  varias,  pero  tampoco  deben 
hacerse  fáciles  y  comunes;  teniendo  presen- 
te, que  en  los  primeros  tiempos  de  la  Iglesia 
los  clérigos  ordenados  para  regir  una  de  ellas 
se  consideraban  ligados  perpétuamente.  Los 
cánones  nada  espresamente  tienen  determina- 
do respecto  á  estas  traslaciones  secundarias; 
pero  es  doctrina  generalmente  admitida  que 
los  obispos  pueden  trasladar  de  un  lugar  á 
otro  á  tos  clérigos  siempre  que  lo  consideren 
útil  ó  necesario,  contando  con  el  consenti- 
miento de  los  que  hayan  de  ser  trasladados,  á 
lio  ser  que  la  causa  sea  gravísima,  -  pues  en 
tal  caso  pueden  hacerlo  aun  sin  su  consenti- 
miento. ' 

Las  disposiciones  de  varios  concilios  pro- 
hibiendo severamente  las  traslaciones  de  los 
beneficiados  deben  entenderse  respecto  .de  Ios- 
obispos,  á  quienes  se  dijo  en  el  concilio  de 
Sardiea,  que  si  pasaren  de  una  silla  á  otra  por 
razón  de  aumento  de  intereses  serian  ^privados 
en  la  hora  de  la  muerte  basta  de  comunión. 
Pero  este  rigor  solo  recaía  sobre  las  traslacio- 
nes irregulares  y  ambiciosas  de  los  obispos, 
Y  no  sobre. las  de  los  clérigos,  los  cuales  están 
facultades  para  mejorar  de  beneficios  adelan- 
tando en  su  carrera. 

Las  traslaciones  de  religiosos,  ó  son  de 
una  órden  á  otra,  esto  es,  mudando  de  regla 
ó  de  disciplina,  ó  son  simplemente  de  un  mo- 
nasterio á  otro.  Las  primeras  deben  conceder- 
se con  grande  parsimonia,  si  bien  pueden  ha- 
cerse cuando  los  estatutos  de  la  órden  que  se 
quiera  abrazar  sean  mas  austeros  que  los  de 
aquella  á  que  se  pertenece.  En  este  caso  basta 
justificar  la  austeridad  mayor,  cuidando  dé  que 
la  traslación  no  cause  deshonor  ó  pérdida  á 
la  órden  primitiva,  y  probando  que  el  religio- 
so está  verdaderamente  animado  del  espíritu 
de  Dios.  En  estos  casos  con  la  aprobación  del 
superior  puede  hacerse  la  traslación.  Cuando 
la  regla  sea  igual  ó  mas  benigna  debe  proce- 
derse  á  demostrar  las  justas  causas  de  la  tras- 
lación, qne  pueden  ser  el  mayor  afecto  á  otra 
órden,  los  malos  tratamientos  recibidos  en  la 
primitiva,  la  falta  de  salud  para  continuar  en 
ella  y  otras  menos  interesantes.  Estas  trasla- 
ciones deben  elide uitarse  todo  lo  posible,  por- 
que pocas  veces  tienen,  un  fin  religioso  ni  pro- 
ducen resultados  provechosos.  Las  traslacio- 
nes de  monasterio  á  monasterio  son  frecuen- 
tes, j  se  acuerdan  por  los  superiores  consnl- 
■  tando  el  bien  de  la  órden,  el  mejor  servicio  de 
Dios  y  , la  conveniencia  de  los  interesados.  Es- 
ta materia  de  las  traslacioneS'áe  los  religiosos 
ha  dado  ocasión  á  escritos  larguísimos  y  á  dis- 
putas empeñadas;  pero  lo  espresado  en  este 
artículo  es  suficiente  para  dar  una  idea  capital 
de  la  forma  en  que  deben  hacerse  y  de  los 
motivos  que  bastan  para  verificarlas. 
.  En  general  las  traslaciones  son  considera- 


dos DE  COMERCIO  456 

das  en  el  derecho  canónico  i  como  poco  con- 
formes  con  el  espíritu  de  la  Iglesia,  cuyo  ca- 
rácter-determinante en  todas  sus  cosas  es  la 
perpetuidad;  debiendo  considerarse  todos  los 
casos  de  traslaciones  como  escepciones  de  u 
regia  general  motivadas  por  la  necesidad  ¿ 
utilidad  de  la  misma  Iglesia,  ó  por  la  necesi- 
dad del  individuo  trasladado. 

TRASMIGRACION  DELAS  ALMAS.  Los  filósofos 
antiguos  inventaron  y  generalizaron  la  creen- 
cia de  que  las  almas  de  los  que  morían  pasa- 
ban  á  otros  cuerpos  antes  de  obtener  la  eterna 
felicidad:  áesto  se  llamó  metehpsicosis.  Véa- 
se el  articulo  do  este  nombre. 

TRATADOS  DE  COMERCIO.  (Economía  poli- 
tica.)  Son  las  estipidaciones  ó  pactos  que  con- 
ciertan los -gobiernos  de  dos  naciones  dislin- 
tas  para  realizar  el  cambio  ó  permuta  de  los 
artículos  que  en  cada  una  se  producen. 
'  Desde  que  ia  política  europea,  sustituyanlo 
el  espíritu  mercantil  al  de  las  conquisas,  ha- 
lló en  el  comercio  uno  de  los  mineros  del  po- 
der de  las  naciones,  los  soberanos  se  apresu- 
raron á  facilitarle  á  sus  subditos  por  medio  de 
convenios  diplomáticos  ajustados  con  las  de- 
mas  potencias;  y  en  virtud  de  ellos  abren  ó 
cierran  las  puertas  de  su  injperio  al  tráfico 
reciproco,  con  mayores  ó  menores  ventajas, 
según  Jes  parecen  mas  ó  monos  interesantes 
á  sus  miras  los  frutos  de  la  agricultura  ó  de  la 
industria  de  los  demás. 

Como  por  desgracia  la  ambición  y  las  riva- 
lidades deciden  muchas  veces  de  la  conduela 
de  los  gobiernos,  de  aqui  ha  nacido  que  so 
falte  al  cumplimiento  de  lo  eslipulado  cuando 
la  política  ó  el  cálculo  asi  lo  aconsejan;  sien- 
do esto  el  origen  de  la  sanción  y  de  ia  nuli- 
dad de  los  tratados  de  comercio. 

Sensible  es  que  este  se  convierta  en  olí- 
jeto  de  negociaciones,  cuando  cada  nación  de- 
be sostener  ó  modificar  sus  leyes  mercantiles 
según  lo  requieran  las  necesidades  y  la  utili- 
dad de  los  individuos  del  pueblo  mismo;  y 
por  esta  razón  causa  muchos  daños,  sujetará 
obligaciones  constantes  un  objeto  tan  variable 
como  el  comercio  y  tan  sujeto  á  mudanzas. 
Los  convenios  mercantiles  debieran,  por  lo 
mismo,  limitarse  á  consignar  las  obligaciones 
generales  relativas  á  la  libertad  de  la  navega- 
ción; arreglándose  luego  por  leyes  especiales 
favorables  á  todos  los  estados  la  estraccinn  de 
los  frutos  indígenas  y  la  importación  de  ¡los 
producidos  en  otros  países;  pero  'esto  no  se 
lia  ejecutado  asi,  y  por  lo  mismo  vamos  á  con- 
signar los  principios  generales  que  deben  te- 
nerse' presentes  al  realizar  un  tratado  de  co- 
mercio. 

Es  indispensable  que  se  favorezca  igual- 
mente al  nacional  y  al  estrangero,  para  que  no 
se  sofoque  la  industria  ni  se  destruya  el  comer- 
cio propio;  para  que  no  se  .abuse  del  privilegio; 
y  para  que  el  monopolio  no  arruine  los  esta- 
blecimientos análogos  del  país.  Es  necesario 
que  no  se  concedan  á  una  nación  privilegios 


457 

mié  se  niegan  á  otra;  porque  en  este  caso  el 
mercado  se  alimenta  solo  con  los  productos 
de  un  pueblo,  y  este  impone  el  precio  á  su 
voluntad  por  la  falta  de  concurrencia.  Es  con- 
veniente que  no  se  otorguen  beneficios  gravo- 
sos á  la  nación  que  estipula;  porque  en  tal 
caso  sentirá  esta  un  perjuicio  positivo  y  tras- 
cendental. Es  inútil,  en  fin,  que  se  contrape- 
sen y  pongan  en  flel  balanza  los  intereses  de 
los  dos  pueblos  que  se  conciertan  sin  mejorar 
la  condición  de  ninguno  de  ellos.  Estas  pre- 
venciones indican  que  no  deben  ajustarse 
tratados  esclusivos  de  comercio,  sino  que 
caía  gobierno  debe  estipularlos  cuando. lo  re- 
clame el 'bien  del  país  que  está  rigiendo. 

],a  España  ha  celebrado  desde  tiempos  re- 
motos multitud  de  tratados  comerciales,  en 
virtud  de  los  cuales  los  naturales  de  varias  na- 
ciones gozan  de  las  mismas  prerogalívas  que 
los  nacidos  en  este  pais,  no  habiendo,  derecho 
diferencial  entre  la  bandera  española  y  la  fran- 
cesa, inglesa,  austríaca,  napolitana,  sarda, 
anseática,  holandesa,  danesa  y  sueca,  que  to- 
das han  estipulado  sobre  !a  base  de  naciones 
favorecidas;  de  modo  que  según  esos  tratados 
ios  buques  de  dichas  potencias  podrían  ejer- 
cer en  las  costas  españolas  el  comercio  de  ca- 
botage  ó  de  entre-puertos;  harian  el  de  tránsi- 
to; no  adeudarían  otros  ni  mas  altos  derechos 
de  puerto  y  navegación  y  sanidad  que  los  que 
adeudan  los  buques  españoles;  y  sus  mercan- 
cías serian  recibidas  y  despachadas  en  nues- 
tras aduanas  por  un  arancel  inmutable.  Esta 
seria  la  consecuencia  legal  de  la  observación 
délos  tratados  estipulados;  pero  muchos  de 
ellos,  casi  la  mayor  parte,  están  en  desuso  y 
sin  observarse  hace  años.  • 

Ninguna  nación  tiene  con  España  ir  atados 
de  comercio  mas  estrechos  que  ¡a  Francia.  El 
vinculo  de  las  dos  familias  reinantes  en  estas 
naciones  en  todo  el  siglo  XVIII  y  la  afinidad 
(fue  existe  entre  nuestro  sistema  comercial  y 
el  francés  han  estrechado  la  alianza  mercantil 
de  los  dos  países. 

La  España  á  principios  de  estu  siglo  se  ha- 
llana  ligada  á  otras  naciones  de  un  modo  tal 
que  ellas  ejercían  casi  esclusivamente  el  co- 
mercio esterior,  y  fué  necesaria  la  guerra  de 
la  independencia  pava  que  rompiese  ias  liga- 
duras y  adquiriese  alguna  libertad  mercantil. 
En  1814  celebró  ya  el  gobierno  español  nue- 
vos tratados  de  amistad,  y  si  bien  no  volvió 
á  la  dependencia  de  muchas  de  las  naciones 
une  antes  ejercían  en  elia  el  monopolio  del 
comercio  no  consiguió  su  entera  emancipación, 
porque  restableció  las  relaciones  eon  Francia 
y  con  Inglaterra  y  con  otras  naciones  en  el 
mismo  pie  que  estaban  en  fines  del  siglo  XVIII, 
esto  es,  como  venían,  desde  los  tratados  de 
btrecbt  y  de  Viena.  Los  autores  de  estos  nue- 
vos convenios  conocieron  pronto  los  males 
que  se  seguían  con  tan  fatal  sistema,  y  desde 
entonces  se  está  en  continua  lucha  con  aque- 
llos gobiernos,  procurando  ellos  conservar  sus  I 


45S 

privilegios  y  tratando  nosotros  de.  restrin  - 
girlos. 

El  principio  de  asimilación  contenido  en 
los  tratados  de  18 14  ha  sufrido  en  los  últimos 
treinta  anos  visibles  reformas,  porque  se  han 
introducido  en  la  legislación  de  aduanas  di- 
ferencias que  le  destruyen;  tales  son  los  re- 
cargos que  pesan  sobre  ia  bandera  estrangera 
en  los  derechos  de  introducción  y  en  los  de 
puerto,  navegación  y  sanidad;  porque  sé  ha 
prohibido  á  los  buques  estrangeros  la  facul- 
tad de  hacer  el  comercio  de  cabotage;  y  por- 
que se  ha  suprimido  el  privilegio  de  la  mejo- 
ra de  manifiestos.  Pero,  sin  embargo,  todavía 
quedan  restos  de  los  antiguos  pactos,  porque 
á  todos  los  buques  de  las  naciones  amigas  se 
les  dispensa  una  protección  y  amparo  tan 
grandes  sino  mayores  que  los  quedisfrulan  los 
nacionales. 

Los  tratados  de  comercio  celebrados  en 
todo  el  siglo  pasado  no  han  sido  favorables  á 
España  y  han  contribuido  poderosamente  al 
decaimiento  en  que  la  nación  se  encontraba 
á  principios  de  la  presente  centuria.  Emanci- 
padas hoy  las  provincias  que  poseíamos  el  Ul- 
tramar, y  formando  estas  estados  independien- 
tes, nuestras  alianzas  mercantiles  deben  bus- 
carse en  América.  La  España  se  encuentra  de- 
caída en  la  industria' y  en  el  comercio,-  y  en 
cuanto  á  nuestras  producciones  agrícolas  care- 
ce de  mercados  á  donde  llevar  con  ventaja 
los  frutos  dé  su'suelo.  A.  la  administración  in- 
cumbe proporcionar  mercados  alas  produccio- 
nes de  nuestra  agricultura,  que  solo  han  me- 
nester el  estímulo  de  iaesportacion  para  crecer 
y  desarrollarse  aumentando  prodigiosamente 
nuestra  riqueza.  Nuestros  mercados  naturales 
están  en  los  pueblos  americanos,  que  bajo  es- 
te concepto  pueden  sernos  mas  útiles  como 
amigos  y  aliados,  que  lo  fueron  en  otro  tiem- 
po como  subditos. 

El  gobierno  español,  tiene,  por  lo  mismo, 
el  deber  de  establecer  alianzas  y  de  hacer 
tratados  de  comercio  con  todas  las  naciones 
de  América 

TREBOL.  Planta  forragera  del  género  délas 
leguminosas,  tribu  de  las  papilloAáceas.  Li- 
neo le  nombra  trifolium  pratense,  y  le  clasi  - 
üca  en  la  diadelfia  decaudria.  Tournefort  le' 
llama  trifolium  pratense  purpureum ,  y  le 
coloca  -en  la  sección  cuarta  de  la  clase  déci- 
ma, que  comprende  las  yerbas  de  flores  irre- 
gulares y  que  llevan  tres  hojas  en  un  mismo 
peciolo.  Es  planta  trienal. 

Kl  trébol  pratense  echa  flor  encarnada  y 
amariposada,  y  bien  que  su  corola  sea  de  una 
sota  pieza  ,  lo  cual  lo  distingue  de  los  demás 
tréboles,  cuyas  flores  son  de  muchos  pétalos, 
tiene  un  estandarte  encorvado  hacia  atrás ,  las 
alas  mas  cortas  que  este  y  una  quilla  mas  cor- 
ta que  las  alas.  El  cáliz  es  de  una  sola  pieza  tu- 

I bular,  con  cinco  dientes  y  permanece  después 
que  se  cae  la  flor.  - 
Su  froto  es  una  legumbre  corta ,  un  poco 


TRATADOS  DE  COMERCIO— TREBOL 


i  59  TRE 

mas  larga  que  el  cáliz,  con  una  sola  válvula  y 
contiene  en  corto  número  simientes  casi  re- 
dondas- 

.  Sus  hojas  tres  en  tres,  alternas  y  sosteni- 
das por  peciolos  cortos,  son  aovadas,  enteras 
y  menudamente  dentadas,  algunas  veces  ter- 
minadas en  punta,  y  frecuentemente  marcadas 
de  ana  mancha  blauca  ó  negra  colocada  en.  el 
centro  en  forma  de  semicírculo. 

Su  raiz  es  larga,  leñosa,  rastrera,  fibrosa  y 
central. 

Sus  tallos  tienen  un  pie  de  altura,  son  del- 
gados, acanalados  y  algunas  veces  vellosos. 
En- su  parte  superior  nacen  las  flores  en  espi- 
gas obtusas  que  parecen  vellosas  y  están  ro- 
deadas de  hojas  dorales,  membranosas  y  ner- 
viosas. 

Hay  autores  que  dicen  que  el  trébol  gran- 
de forma  un  prado  artificial  que  dura  basta 
cuarenta  ó  cincuenta  años,,  pero  que  degene- 
ra insensiblemente  á  los  últimos  años,  y  que 
al  fin  perece.  Asi  podrá  ser  que  suceda  en  al- 
gunos países  privilegiados,  pero  lo  cierto  es 
que  en  cualquiera  otra  parle  no  subsiste  este 
prado  mas  que  tres  años,  y  aun  en  el  último  es 
la  planta  delgada,,  mezquina  y  de  poca  sustan- 
cia. El.de  Piamonte  solo  vegeta  con  lozanía 
durante  dos  años,  y  en  el  tercero  decae,  se  le 
seca  la  raiz  y  apenas  subsiste  ya  sino  por  me- 
dio de.sus-bijos.  ■ 

■  -  El  trébol  grande,,  como, tiene  una  raiz  cen- 
tral, requiere  tierras  suaves,  ligeras  y  profun- 
das, y  como  que  echa  muchas  hojas,  necesita 
un  fondo  : sustancioso.  Estas  dos  calidades  Üe 
terreno  son.,  indispensables  cuando  se  quiere 
reerigevsémillar,  por  cuanto, si  esta  es  de  ma- 
la calidad;^  lo, mismo  el  suelo  ,  bastardéala 
planta,  y  después;  de  muchas  degeneraciones 
consecutivas  este 'trébol  grande  se  vuelve  ásu 
primer. estado-,  -es  decir,  al  de  los  prados  ó  pe- 
queño. Siel  pais  no  es  muy  escaso  de  pastos, 
no.es  útil  establecerle  en  los  terrenos  de  me- 
dianá'calidad,  sobre  todo  si  es  seco  y  escaso 
de.  lluvias,  requiere  se  le  den  dos  labores  cru- 
zadas después  de  hechas  las  sementeras,  pro- 
fundizándolas mucho.  La  primera  labor  doble 
debe  darse  antes  del  invierno  con  el  objeto  de 
que  á  la  tierra  aprovechen  mejor  los  hielos.  Es 
importante  escoger  buena  simiente,  y  la  me- 
jor es  la  del  segundo. 

Como  ía  semilla  del  trébol  os  pequeña,  con- 
viene mezclarla  con  arena  seca  antes  de  sem- 
brarla,, no  es  bueno  enterrarla  mucho  ,  pues 
en  este  caso  no  nace.  Esta  planta  se  siembra 
en  febrero  ú  marzo,  y  se  siega  cuando  esté 
enteramente  madura,  pues  si"  se  anticipa  esta 
operación  sus  hojas  están  demasiado  herbá- 
ceas, y  si  se  retardaestán  muy  correosas^  muy 
secas,  menos  nutritivas  y  padece  la  plañía. 

Esta  planta  es  escalente  para  entrar  con 
olías  en  alternativa  ó  rotación. 

El  trébol,  por  lo  común,  se  siembra  sobre 
el  trigo  de  otoño,  algunos  lo  hacen  en  el  mes 
de  marzo,  pero'  esta  época  no  es  lija,  porque 


BOL  ¿60 

depende  del  clima  y  debe  adelantarse  6  re- 
tardarse, según  la  temperatura  de  la  esta- 
ciou.  . 

Hay  quien  dice. que  la  vegetación  del  trébol 
debe  perjudicar  A  la  del  trigo,  pero  la  esperten- 
cia  demuestra  lo  contrario,  sobre  todo  sí  se 
trata  de  trigos  de  primavera,  como  por  ejem- 
plo, el  treinesi.no.  El  calor  del  mes  de  marao 
es  en  general, suficiente  para  lu  germinación 
del  trébol,  .que  limitándose  á  echar  algunas 
pequeñas  hojas  hasta  que  se  siega  el  trigo,  se 
desarrolla  entonces  y  con -poco  que  !e  favo- 
rezcan Jas  lluvias,  se  encuentra  en  disposición 
de  segarse  por  setiembre  ú  octubre  del  mismo 
año,  logrando  asi  dos  cosechas.  Seria  muy, 
conveniente  beneficiarle  con  yeso  ó  cal  apaga- 
da y  hecha  polvo,  á  principios  del  invierno  si- 
guiente á  su  siembra. 

El  trébol  se  siega  y  se  seca  como  lasdemaj 
yerbas  de  los  prados,. pero  es  mucho  mejor 
hacerlo  cuando  está  todavía  empapado  er¡  ro- 
cío para  que  no  se  le  caigan  tantas  hojas. 

Trébol  meliloto  ,  oficinal ,  (meliloto  ofi- 
cinal.) Trábolde  olor.  TourneEorty  Lineo  le  co- 
locan con  el  anterior,  el  primero  le  llama  meli- 
lotus  of/icinarum  germanim  ,  y  el  segundo 
trifdium  melüotus  officinalis.  Sus  tallos  son 
rectos,  algunas  veces  tan  altos  como  un  hom- 
bre. Las  legumbres  en  racimo,  desnudas,  ju- 
gosas, agudas  y  de  dos  semillas,  las  llores  na- 
cen de  los  encuentros  délas  hojas  y  varían  en 
el  color,  pues,  las  hay  amarillas,  blancas  y  al- 
gunas, veces  de  unas  y  oirás  en  un  mismo  pie, 
Las  hojas  tío  rajes  apenas  se  ven  y  las  de  los 
tallos  están  colocadas  alternativamente. 

Crece  en  los  setos  y  los  matorrales  y  flore- 
ce, en  juoio  y  julio. 

Sus  hojas  son  olorosas,  de  sabor  acre  amar- 
go y  nauseabundo,  emolientes,  carimueelivas 
y  ligerameute  resolutivas. 

Se  emplean  en  cataplasmas,  fomenlacioaes, 
baños  y  rara  vez  interiormente. 

Trébol  molihlo  a%ul,  Tournerorl  y  Lineóle 
colocan  con  los  anteriores  ,  el  primero  le  lla- 
ma melüotus  major  odor  ata  violácea,  y  el 
segundo  trifolium  melilolus  oarulea.  Se  dis- 
tingue por  sus  racimos  aovados  y  densos,  tan 
largos  como  las  hojas  y  con  pocas  (lores,  Sus 
estipulas  son  muy  .pequeñas,  sin  brúcteas,  y 
las  hojuelas  ovales  y  con  dientes  ,  las  legum- 
bres medio  desnudas,  terminadas  en  punta  rí- 
gida y  el  tallo  derecho. 

Nace  y  se  da  muy  bien  en  Africa,  enBolie- 
mia  y  en  eí  Languedoc.  Cultivado  crece  laminen 
en  los  jardines.  Es  planta  anual  y  llorece  en 
julio.  • 

El}  su  estado  natural  es  detersiva  y  vulne- 
raria. En  infusión  ó  destilada  enagua  es  oftál- 
mica. Los  cogollos  lloridos  echados  endoshde 
una  dracma,  en  infusión  de  vino,  provocan  el 
sudor,  el  menstruo  y  ¡a  orina;  en  infusión  de 
aceite  común  sé  recomiendan  para  cerrar  l»s 
heridas  y  curar  las  hernias  de  los  niños. 

El  cultivo  del  trébol  en  los  jardines  no  exi- 


JÉ-I 


TREBOL— TREMENTINA 


ge  mas  cuidado  que  el  general  para  las  otras 
plantas. 

El  momento  mas  oportuno  para  esta  siem- 
bra es  el  mes1  de  marzo. 

TREMADOTOS.  {Historia  natural.)  Familia 
de  helmintos  parenquimatosos  que  tienen  ór- 
ganos á  manera  de  ventosas  situadas  debajo 
del  cuerpo  ó  en  sus  estreñios.  Son  animales 
rnie  viven  como  parásitos  en  las  visceras  de 
oíros,  La  .especie,  mas  notable  es  \adistoma 
del  hígado,  {fasciola  hepática  de  Lin.),  que 
vive  en  el  hígado  f  vasos  biliares  del  hombre 
y  otras  animales. 

TREMENTINA.  Es  una  snslancia resinosa  que 
se  endurece  al  aire  y  se  desprende  natural- 
mente ú  por  medio  de  incisiones,  de  varias 
especies  de  árboles  lerebintáceos  y  coniferos, 
ín  el  comercio  hay  muchas  variedades  de  tre- 
mentina, como  las  de  Cbio,  de  Yenecia,  de 
Istraburgo,  y  la  común,  que  es  la  mas  im- 
portante. 

La  tle  Cbio  es  de  un  color  blanco  verdoso, 
trasparente  y  casi  insípida.  La  produce  el  pis- 
tacia terebintus,  de  Lineo,  que  solo  crece  en 
los  paises  cálidos,  á  saber:  la  India,  la  Persia, 
k  Siria,  y  sobre  todo  en  las  cercanías  de  aque- 
lla ciudad. 

La  de  Yenecia  es  mas  odorífera  y  traspa- 
rente que  la  anterior  y  se  estelé  en  las  inme- 
diaciones de  esta  ciudad,  del  pinus  lariw.  La 
de  Estrasburgo  esproducida  por  el  ¡tinus  picea, 
de  Lin.;  es  muy  trasparente  y  casi  carece  de 
color,  por  lo  cual  se  emplea  muebo  en  medi- 
cina. Se  obtiene  reventando  con  un  instrumen- 
to corlante  unos  tumores  que  se  desarrollan 
sobre  la  corteza  de  dicho  árbol  en  !a  prima- 
vera y  en  otoño.  Los  que  la  recogen  trepan  á 
la  copa  de  los  árboles,  valiéndose  de  zapatos 
armados  de  garfios,  y  sosteniéndose  con  un 
hazo  en  el  tronco,  practican  con  el  otro  las 
incisiones  necesarias.  La  herramienta  que  usan 
parece  un  cuerno,  que  les  sirve  de  tajador  por 
la  punía  y  de  vaso  para  recoger  la  trementina 
por  la  boca;  la  sustancia  obtenida  se  clarifica 
antes  que  se  endurezca,  filtrándola  al  través 
de  hojas  de  pino  colocadas  en  el  fondo  de  una 
especie  de  embudo  fabricado  con  ta  corteza 
misma  del  árbol. 

Latrcmentina  común  tiene  aplicaciones  mu- 
cho mas  numerosas  é  importantes  que  las  ci- 
cladas Se  recoge  en  gran  cantidad  en  el  pi- 
nus sylvcstris  y  el  marítima.  La  cosecha  dura 
todo  el  año  y  solo  se  aprovecha  en,  árboles 
que  tengan  solo  40  centímetros  de  diámetro. 
Para  que  la  trementina  corra,  se  quita  del  pie 
íe  cada  árbol  una  banda  de  corteza  de  12  cen- 
tímetros de  ancha  por  50  de  alta,  y  en  su  par- 
te inferior  se  practica  en  ei  árbol  uíia  sajadura 
■dennos  G  milímetros  de  profundidad  y  3  ceu- 
límelros  de  altura;  por  aquí  sale  lá trementina, 
toda  ocho  dias  se  hace  otra  igual  sobre  la  an-> 
'erior,  de  manera  que  la  llaga  asi  formada  ad- 
quiere en  un  año  sobre  un  metro  de  altura. 
W  año  siguiente  se  qeita  otra  banda  encima  de 


la  primera  y  asi  sucesivamente  hasta  llegar  á 
los  4  ó  5  metros,  en  cuyo  caso,  se  vuelve  á 
principiar  por  abajo  al  lado  de  la  primera  he- 
rida, hasta  que  al  cabo  de  cierto  número  de 
años  se  haya  .dado  todala  vuelta  al  árbol.  Para 
entonces,  ya  tiene  nueva  corteza  la  primera 
sajadura,  y  se  renuevan  todas  las  operaciones 
en  el  mismo  orden,  mientras  el  árbol  dé  pro- 
ductores decir,  durante  una  época  que  varia 
de  00  á  80  años.  La  trementina  que  mana  sé 
recibe  al  pie  del  árbol  'en  una  vasija  6  en  un 
hoyó.  Cada  árbol  prodoce  al  año  4  kilogramos 
de  resina  en  bruto,  esto  es,  de  una  mezcla 
de  resina  y  esencia,  que  se  emplea  para  dife- 
rentes aplicaciones  comunes,  pero  inútil  en 
tal  estado  para  otras.  Hay  que  someterla,  pues, 
á  algunas  operaciones,  consistiendo  la  prime- 
ra en  una  especie  de  escurridura  parecida  á  la 
que  se  practica  con  la  miel  para-  segregar  la 
cora.  El  procedimiento  mas  antiguo  consiste 
en  colocar  la  resina  bruta  en  toneles  perfora- 
dos y  espuestos  primero  al  sol  y  después  en 
una  estufa:  al  eabo  de  cierto  tiempo  la  resina 
se  separa  de  la  esencia,  y  los  primeros  pro- 
ductos son  necesariamente  los  mas  líquidos  y 
puros,  el  comercio  les  da  el  nombre  de  tre- 
mentina fma  ó  trementina  al  sol.  Este  proce- 
dimiento es  muy  sencillo,  pero  ofrece  un  gra- 
ve inconveniente,  el  de  exigir  mucho  tiempo, 
de  lo  cual  resulta  necesariamente  una  pérdida 
de  esencia  por  la  evaporación  al  contacto  del 
aire.  Para  evitar  semejante  inconvenieure  se 
ha  ideado  otro  procedimiento  que  consiste  en 
colocar  la  materia  bruta  en  sacos  de  lienzo 
colgados  en  un  cuarto  y  en  medio  de  los  cua- 
les hay  un  tubo  perforado  en  muchos  puntos 
que  comunica  con  una  caldera,  de  donde  pro- 
ceden chorros  de  vapor  cuando  se  considera 
este  necesario.  De  los  sacos  se  desprende  en 
frió  un  producto,  cuya  tluidez  y  pureza  son 
muy  notables;  después  se  introduce  el  vapor; 
la  trementina  corre  en  abundancia  y  la  opera- 
ción concluye  en  pocas  horas.  Este  método, 
debido  á  Chevalier,  produce  doble  cantidad  de 
esencia  que  el  anterior. 

El  residuo  de  la  operación  en  cualquiera  de 
los  procedimientos  anteriores  se  destila  para 
sacar  la  esencia  de'trementina  que  aun  contie- 
ne y  convertirlo  en  pez  ú  colofana.  La  desti- 
lación se  practica  en  un  alambique  común:  la 
esencia  se  condensa  en  el  serpentín  y  la  resina 
queda  en  la  caldera,  de  donde  se  saca  cuando 
cesa  el  desprendimiento  de  aquella.  Subido  es 
que  la  esencia  se  emplea  como  secante  en  pin- 
tura y  en  la 'preparación  de  casi  toáoslos  bar- 
nices; en  cuanto  á  la  colofana,  tiene  menos 
aplicaciones:  entra  también  en  algunos  barni- 
ces y  sirve  para  untar  las  crines  de  los  arcos 
"'  de  violin.  La  brea  mezclada  con  humo  de  pez 
1  ú  otras  sustancias  carbonosas  constituye  la  pez 
i  negra  o  alquitrán,  que  son  unos  productos,  ac- 
cesorios de  la  fabricación  de  esencia  de  tre- 
'mentina. 

La  brea  se  obtiene  quemando  en  un  horno 


¿63 


TREMENTINA— TREPANO 


464 


cónico  inverso,  de  3  á  4  metros  de  altura  y 
unos  dos  de  anchura,  la  paja  que  se  pone  en 
el  fondo  de  los  toneles  donde,  se  fíltrala  esen- 
cia de  trementina,  los  mismos  toneles  ya  in- 
servibles y  todos  los  residuos  de  otras  opera- 
ciones. Durante  la  combustión  dé  esas  mate- 
rias sale  una  sustancia  parda  rojiza,  que  cae 
en  el  fondo  del  horno,  del  cual  mana  por  una 
canalija  hasta  una  tina  llena  de  agua.  Cuando 
ya  se  ha  obtenido  bastante  cantidad  de  brea, 
se  decanta  para  separar  todas  las  impurezas  y 
después  se  pone  á  hervir  en  una  caldera  de 
hierro  colado  hasta  que  tenga  la  suficiente 
consistencia. 

El  alquitrán  se  estrae  de  los  pinos  viejos 
ya  cansados  de  dar  trementina,  spara  lo  cual 
se  cortan  en  trozos  de  60  a  SO  centímetros  de 
longitud,  se  rajun  y  se  amontonaren unhorno 
circular  de  6  á  7  metros  de  diámetro,  donde 
se  someten  á  una  destilación  que  consiste  en* 
prender  fuego  á  la  parle  inferior  del  moniou, 
después  de  cubierto  con  una  capa  de  césped. 
-La  solera  del  horno  tiene  una  abertura  central 
por  donde  el  alquitrán  corre  hasla  una  vasija; 
después  se  ' hace  hervir  para  desembarazarlo 
de  la  pequeña  cantidad  de  agua  y  de  ácido  acé- 
tico con  que  está  mezclado.  Se  fabrican  en  las 
cercanías  de  Burdeos  grandes  masas  de  alqui- 
trán por  ese  procedimiento.  Los  usos  de  esa 
sustancia  son  muy  importantes,  especialmen- 
te en  tnariná ,  para  calafatear.  El  alquitrán 
mezclado  con  ¿vea  ó  resina  se  llama  pez  vege- 
tal ó  naval. 

El  buen  alquitrán  comunica  al  agua  ó  á  la 
saliva  un  color  rosado;  el  malo  lo  da  un  as- 
pecto lechoso. 

TREMIELGA.,  TRIMIELGA ,  TEMBLADORA  ó 
TORPEDO.  (Historia  natural.)  Género  de  peces 
cartilaginosos  del  órden  de  los  salacios  y  de 
la  tribu  de  las  rayas,  caracterizados  principal- 
mente por  la  existencia  de  un  aparato  eléctri- 
co situado  éntrelas  pectorales,  cabeza  y  bran- 
quias. Su  piel  es  enteramente  lisa,  sin  escu- 
dos puntiagudos  ni  espinas  en  las  nadaderas 
que  es  justamente  lo  que  se  observa  en  todos 
los  peces  eléctricos.  Hállanse  en  todos  los 
mares. 

TREMOLITA.  ( Mineruloyia. )  La  tremolila 
corresponde á  la  especie  del  amphibol,  es  una 
variedad  de  esta  sustancia,  que  ofrece  el  color 
blanco  ó  verdoso  y  que  eslá  compuesta  de  cal 
y  magnesia:  se  la  da  la  denominación  de  ac- 
iinota  á  la  variedad  que  tiene  un  verde  subi- 
do, y  en  la  que  la  magnesia  es  reemplazada 
en  todo  o  en  parto  por  el  protóxído  de  hierro. 
La  tremolita  se  encuentra  en  prismas  romboi- 
dales mas  ó  menos  prolongados;  siendo  modi- 
ficaciones particulares  de  esla  crislalizacion, 
las  variedades  indicadas,  como  son  la  actino- 
ta,  la  hornUenda  y  la  granmaüta,  que  es 
igualmente  otra  de  las  denominaciones  que  se 
han  dado  á  la  tremolita.  Se  encuentra  particu- 
larmente en  la  dolomía,  en  los  carbonates  de 
cal  de  Suecia,  etc. 


TREPADORES.  (Historia  natural.)  Género- 
de  aves  del  urden  de  los  páseresy  de  la  fani¡. 
lia  de  los  tenuirostres.  Su  pico  es  largo,  ar- 
queado  y  endeble,  y  la  cola  rozada  en  las  pun- 
tas de  las  peonas  á  causa  de  que  se  sirven  de 
ella  apretándola  en  arco  contra  los  troncos  pa- 
ra encaramarse  en  busca  de  insectos.  La  es- 
pecie propia  de  nuestro  pais  es  el  trepador 
de  Europa  (certhia  familiaris  de  L.) 

TREPADORES  BE  PARED.  (Historia  natu- 
ral.) Véase  tioodromos. 

TRÉPANO.  (Cirugía.)  Es  un  Instrumento 
por  medio  del  cual  se  perforan  los  huesos, 
mas  especialmente  los  de  cráneo,  con  el  ob- 
jeto de  dar  salida  á  los  líquidos  derramados  y 
llenar  diversas  indicaciones  terapéuticas  que 
vamos  á  dar  ó  conocer,  al  hablar  do  la 

Trepanación ,  nombre  con  que  antigua- 
mente se  designaba  la  perforación  lotal  délos 
huesos  que  forman  cavidades.  Los  únicus  hue- 
sos á  que  se  aplicaba,  eran  á  los  del  cráneo, 
al  esternón  y  las  costillas.  Pero  habiéndose 
estendido  sucesivamente  las  aplicaciones  de 
esta  operación  á  todos  los  huesos  accesibles  á 
los  instrumentos,  debe  entenderse  hoy  por  tre- 
panación, la  perforación  total  ó  parcial  dt 
un  hueso  cualquiera,  con  instrumento  apro 
piado,  y  con  objeto  de  prevenir  ,  paliar  o  cu- 
rar alguna  lesión. 

Procedimiento  operatorio.  Los  objetos  que 
se  usan  en  el  dia  y  que  se  reúnen  habitual- 
mente  en  una  caja  llamada  trépano  son:  I," 
una,  o  mas  coronas  de  trépano  montadas  cu 
un  árbol  en  forma  de  barrena,  á  lo  que  se  lla- 
ma trépano  francés;  6  mas'sencillamenle,  en 
una  varilla  terminada  en  un  mango  trasversal, 
lo  cual  constituye  la  trefina  inglesa:  2."  un 
perforativo  atornillado  al  contrario  en  el  centro 
de  la,  corona  y  que  se  quita  cuando  se  quiere: 
3.°  un  tira-fondo,  especie  de  tornillo  doblo 
muy  fuerte,  de  acero:  4.°  un  cuchillo  lenticu- 
lar de  hoja  muy  fuerte  provisto  de  un  disco  me- 
tálico y  cortante  en  su  punta:  5.°  una  legro, 
y  6."  una  brocha  pequeña  para  limpiar  el  ser- 
rín del  hueso.  En  el  dia  ocuparían  fácilmen- 
te el  lugar  del  trépano  ordinario,  la  sierra  os- 
leotonio  de  Heine  y  la  giratoria  de  Thall,  si 
fuesen  mas  fáciles  de  manejar  y  de  menor 
precio. 

La  parte  en  que  se  opera  debe  descansar 
sobre  un  plano  sólido,  tal  como  una  tabla  cu- 
bierta con  un  cogin,  y  hacer  que  la  sosteugau 
los  ayudantes.  Se  pone  el  hueso  al  descnbicr- 
to-y  se  le  legra  en  el  punto  en  que  debe  üe 
aplicarse  la  corona.  Si  se  hace  uso  del  trepa- 
no, se  le  arma  de  su  corona  y  perforativo;  í 
tomándole  el  operador,  son  la  mano  dercclnu 
manera  de  una  pluma  de  escribir,  dirige  h 
punta  del  perforativo  y  la  lija  en  el  centro  de 
la  pieza  huesosa  que  se  ha  de  levantar;  loma 
el  pomo  de  ébano  en  que  termina  el  trépano 
superiormente,  colocando  alrededor  de  su  bor- 
de los  dedos  pulgar  é  Indice  de  la  mano  i¡* 
qnierda  reunidos  en  forma  de  círculo,  y  ® 


TREPANO 


466 


apoya  sobre  este  pomo  con  la  frente  ó  con  la 
barba,  y  cogiendo  con  la  mano  derecha  el 
cuerpo  del  árbol  del  trépano,  hace  girar  de 
csle  modo  y  medíanle  una  compresión  mode- 
rad ¡i,  la  corona,  y  ei  perforativo  de  derecha  á 
izquierda.  El  perforativo  forma  primero  su  ho- 
yo, y  muy  en  breve  los  dienles  de  la  corona 
llegln  á  tocar  el  hueso  y  trazan  también  su 
ranura  circular.  Cuando  esta  es  bastante  pro- 
funda para  impedir  que  se  escape  la  corona, 
ec  quita  el  perforativo,  introduciendo  en  su 
lujar  dos  ó  tres  vueltas  del  tornillo  del  lira- 
fondo  que  aseguren  ia  pieza;  y  desde  entonces 
se  wralinúa  la  operación  con  la  corona  sola, 
uéleMÉó  íl  moviraíenlo  de  rotación.  Debe 
ciuuatsa  de  (pie  obren  con  igualdad  todos  los 
punios  de  su  circunferencia,  y  para  asegurar- 
se de  ella,  se  la  retirá  de  cuando  en  cuando, 
limpiando  al  mismo  tiempo  sus  dienles  con  la 
broclia  y  barriendo  el  serrín  que  se  va  deposi- 
tando eii  la  ranura  circular.  Cuando  se  cree 
estar  próximo  á  terminar  la  sección  del  hueso, 
debe  obrarse  son  mas  lentitud,  examinar  fre- 
cuentemente con  el  eslremo  de  una  ploma  si 
el  hueso  sií  halla 'taladrado  en  algún  punto  de 
la  ranura,  y  si  asi  fuese,  procurar  levantar  con 
el  lira-fondo  el  disco  huesoso.  Cuando  esle  se 
desprende  enteramente,  se  oye  un  chasquido 
muy  claro;  se  retira  entonces  el  trépano, '  y 
algunas  veces  sale  la  pieza  del  hueso  at  mis-., 
mo  tiempo  que  la  corona.  Si  esto  no  sucede, 
se  vuelve  á  aplicar  el  tira-fondo,  ó  bien  se  le 
liace  saltar  con  la  estromidad  de  nn  elevador 
empleándole  como  una  palanca  de  primer  gé- 
nero. 

Si  la  sección  es  limpia,  la  operación  está 
terminada,  y  cuando  quedan  algunas  puntas, 
salientes  de  hueso,  se  destruyen  con  el  cuchi- 
Mu  lenticular. 

Hay  ocasiones  en  que  no  basta  una  sola 
corona,  en  cuyo  caso  se  aplica  el  trépano  á 
alguna  distancia  y  después  se  corta  el  puente 
huesoso  que  separa  las  dos  abertnras  con  la 
sierra  de  cresta  de  gallo,  por  medio  de  dos 
secciones  paralelas.  Algunos1  cirujanos  prefie 
rea  aproximar  las  coronas  do  modo  que  launa 
«si  loque  á  la  otra,  y  que  solo  queden  entre 
ellas  «nos  ángulos  huesosos  fáciles  de  separar 
con  el  escoplo  ó  con  nuas  tenazas  incisivas. 

Con  la  treiina  es  algo  mas  sencilla  la  ope- 
ración. Se  la  aplica  desde  luego  armada  del 
perforativo,  y  mediante  algunos  movimientos 
de  rotación  de  derecha  á  izquierda  y  de  iz- 
quierda á  derecha,  acompañados  de  una  pre- 
sión conveniente,  se  le  abré  la  corona  una 
vía  bastante  capaz.  Se  quita  el  perforativo  y  se 
continúa  la  operación  hasta  la  sección  com- 
pleta del  hueso,  siendo  las  mismas  las  demás 
reglas. 

Indicaciones  y  contraindicaciones:  cues- 
tión es  esta  que  desde  los  nías  remotos  siglos 
flcupa  a  los  cirujanos  mas  hábiles,  principal- 
mente desde  estos  últimos,  en  que  se  proscri- 
bió casi  completamente  la  operación  del  tré- 

'<!199     DIULIOTBCA  POPULAJi, 


paño:  una  simple  fractura,  nna  contusión  eran 
condiciones  que  reclamaban  esta  operación, 
aun  cuando  no  hubiese  derrame;  se  prescribía 
en  ciertos  casos  la  multiplicación  del  trépano 
y  se  conocen  ejemplos  verdaderamente  sor- 
prendentes de  trepanación  múltiple.  Sin  em- 
bargo, üessault,  se  ha  decidido  contra  esta 
práctica,  habiendo  probado  con  esperimentos, 
'I  uc  muchos  casos  en  que  se  prescribía  el 
trépano,  podían  curarse  sin  operación;  que  la 
operación  misma  era  mas  grave  de  lo  que  se 
creia,  y,  finalmente,  que  la  indicación  de  eva- 
cuar los  líquidos  derramados,  no  se  llenaba  en 
ei  mayor  número  de  casos.  En  efecto,  áe  com-' 
prende  tpje  descubrir  una  fractura  simple  del 
cráneo,  para  trepanarle  según  el  precepto  de 
Quesnay,  era  convertir  una  lesión  simple,  en 
lesión  complicada  y  esponer  el  órgano  mas 
delicado,  á  la  acción  del  aire,  y,  por  consi- 
guiente, á  graves  reacciones.  La  doctrina  de 
Dessault  ha  prevalecido  en  gran  parte  entre  los 
cirujanos  modernos;  pero  nos  engañaríamos 
si  creyésemos,  que  puede  omitirse  la  opera- 
ción del  trépano,  en  lodos  los  casos.  La  tre- 
panación no  está  jamás  indicada  sino  en  los 
casos  que  hemos  citado,  es  decir,  para  la  com- 
presión del  cerebro  porque  nunca  se  debe  ol- 
vidar qne  la  introducción  del  aire  en  el  foco 
de  una  contusión,  es  una  de  las  causas  mas 
poderosas  de  inflamación  violenta  y  qne  no 
debemos  decidirnos  á  abrir  este  foco  sino  cuan- 
do no  podamos  esperar  su  resolución.  En  fln, 
no  debe  el  cirujano  practicarla  sino  cuando 
los  síntomas  de  la  compresión  se  hagan  ma- 
nifiestos y  urgentes:  cuando  la  operación  del 
trépano,  está  indicada  por  un  derrame  de  li- 
quido que  debe  evacuarse,  es  preciso  ocupar- 
le desde  luego  en  buscar  el  sitio  que  ocupa 
el  derrame:  si  hay  una-  herida  y  una  fractura 
directa,  siempre  es  fácil  conocer  el  sitio  déla 
lesión  y  el  punto  en  que  debe  hacerse  la  tre- 
panación. También  se  puede,  casi  siempre, 
pero  no  infaliblemente  determinar  el  uno  y  el 
otro  cuando  los  síntomas  de  compresión  han 
sucedido  á  los  dé  la  contusión,  porqueestase 
verifica,,  generalmente,  hacia  el  punto  de  la 
periferia  del  cerebro  que  corresponde  al  sitio 
en  que  se  ha  dirigido  el  cuerpo  contundente: 
pero  cuando  el  derrame  se  ha  verificado,  por 
debajo  de  una  fractura  indirecta  hecha  por 
contra-golpe,  cuando  existe  sin  fractura  y  no 
hay  señal  citerior  alguna  del  golpe,  del  mis- 
mo modo  que  cuando  el  cuerpo  contundente, 
sin  haber  producido  solución  de  continuidad 
de  los  tegumentos,  ha  obrado  muy  oblicua- 
mente y  ha  ocasionado  un  gran  derrame  por 
debajo,  del  dermis  cabelludo,  etc.,  es  muy 
difícil  determinar  el  sitio  precisa  en  que  se 
ha  de  perforar  el  cráneo.  Entonces  á  falla  de 
signos  sensibles,  es  necesario  echar  mano  de 
todi.s  los  signos  racionales,  y  cuando  haya 
alguna  razón  para  sospechar  el  sitio  que  ocu- 
pa el  derrame,  conviene  aun  con  riesgo  de 
engañarse,  practicar  la  operación:  en  estos 
t.   Jtxxm.  30 


467 


TREPANO 


casos  es  donde  nías  conviene  emplear  un  me- 
dio incierto  que  ninguno,  pues  la  operación 
del  trépano  no  puede  aumentar  nada  á  la 
grave  posición  del  enfermo,  y  puede  salvarle 
cuando  se  la  conceptué  necesaria.  En  algunos 
casos  de  derrame  profundo,  es  preciso  dividir 
la  dura  madre,  la  amenoidesy  aun  el  cerebro, 
sí  el  foco  está  en  la  superficie  de  este  órgano, 
y.  con  este  atrevido  procedimiento,  se  han 
salvado  algunos,  enfermos.  Un  individuo  á 
quien  asistía  Lapeyronie,  por  una  herida  con 
fractura  en  el  cráneo,  fué  atacado  de  síntomas 
de  compresión  al  cabo  de  un  mes;  el  trépano 
permitió  millar  muchas  esquirlas  pero  los  acci- 
dentes continuaron:  se  decidió  que  dehia  di- 
vidirse la  dura  madre,  esta  incisión  dió  sali- 
da á;  una  tacita  de  pus:  el  foco  podia  admi- 
tir un  huevo  de  gallina,  y  habia  empujado  el 
cerebro  hasta  el  cuerpo  calloso.  Royer  fun- 
dándose ademas  en  el  buen  resultado  obtenido 
por  1.  L.  Pelit,  es  de  la  opinión  de  Quesnay 
y  no  teme  introducir  profundamente  el  bis- 
turí £n  ta  sustancia  propia  del  cerebro,  para 
evacuar  los  derrames  traumáticos  que  hayan 
podido  formarse.  Esta  doctrina  y  estos  pre- 
ceptos se  seguían  generalmente  cuando  Vel- 
peáu  creyó  que  debía  volver  á  las  opiniones 
antiguas,  multiplicando  casi  al  infinito  las 
indicaciones  del  trépano  cefálico;  en  las  heri- 
das con  contusión,  en  las  necrosis  y  caries, 
en  las  simples  fracturas  y  en  las  fracturas 
complicadas,  en  los  casos  de  cuerpos  eslraños, 
en  tos  derrames,  sea  cualquiera  su  natura- 
leza,y  asiento,  eu  los  de  compresión,  contu- 
sión, dolores  fijos,  accidentes  nerviosos  y  tu- 
mores, en'  todas  estas  ocasiones  aconseja  este 
autor  proceder  sin  temor  á  la  trepanación;  no 
obstante  en  estos  últimos  años  el  mismo  Vel- 
peau  (dice  en  su  Medie,  operat.  t.  111  pági- 
na 4.a,  3.a  edic.)  «Sin  ser  tan  pródigo  en  la 
trepanación,  como  lo  era  antes  de  Dcssault  y 
sin  admitir  positivamente  con  Foville  y  Flou- 
rens  que  pueda  ser  útil  para  sustraer  el  órga- 
no de  la  compresión,  en  las  Ilusiones  inlla- 
matoriasú  Otras  del  encéfalo,  que  parece  que 
se  debería  á  lo  menos  recurrir  á  él  con  mas 
frecuencia  de  lo  que  se  hace  en  el  dia.  Si  bien 
os  verdad  qno  muchas  veces  nos  venios  em- 
barazados para  reconocer  el  sitio  y  naturaleza 
de  las  enfermedades  que  le  indican,  no  lo  es 
menos  que  en  algunos  casos,  no  está  fuera 
del  alcance  de  los  conocimientos  de  un  prác- 
tico instruido.  Ademas,  cuando  nos  .decidimos 
á  iutcnlurln,  están  los  enfermos  en  un  estado 
bastante  alarmante  para  que  una  simple,  perfo- 
ración del  cráneo  pueda  aumentar  mucho  los 
peligros  que  les  amenazan.  De  consiguiente, 
si  se  adquiere  de,  un  modo  cualquiera  ta  cer- 
teza de  que  un  cuerpo  estraño,  una  esquirla,  un 
ángulo  del  hueso  ó  un  depósito  de  líquido,  son 
l¡i  causa  de  ios  fenómenos  alarmantes  que  se 
observan  se  debe  trepanar:  y  lo  mismo  de- 
berá hacerse  para  los  derrames  antiguos  ó 
consecutivos  que  anuncien  la  necrosis  de  los 


huesos,  el  desprendimiento  del  perí cráneo,  el 
color  negruzco  de  los  lejidos  -inmediatos,  el 
aspecto  pálido  de  los  labios  de  la  herida,  \¡¡ 
crepitación  de  los  tegumentos  del  cráneo,  etc.. 
Los  preceptos  del  arte  han  cambiado  mucho 
en  el  día  con  respecto  á  esto  y  no  se  practi- 
ca la  operación  del  trépano  sirio  muy  rara  Vez. 
En  las  lesiones  traumáticas,  no  se  aplica  ei  irf.. 
paño  mas  que  cuando  se  trata  de  estraer  un 
cuerpo  estraño,  uñábala,  una  esquirla  ósea,  cl- 
cétera:  es  varo  que  los  síntomas  llamados  de 
compresión  ofrezcan  condiciones  ljasiuiilc  hicii 
circunscritas  para  autorizar  la  operación,  p¡ÍDS 
la  depresión  misma  de  los  huesos  no  la  re. 
clama  con  tanta  frecuencia  como  se  había  creí- 
do  hasta  el  dia.  Entre  las  afecciones  conse- 
cutivas ó  espontáneas,  las  únicas  que  áutorlzja 
en  el  dia  la  operación  del  trépano,  son,  la 
necrosis  acompañada  de  supuración  en  la  dura 
madre,  los  fungus  de  esta  membrana  y  ciertos 
exostosis,  pues  la  epilepsia,  que  otras  votos 
se  habia  combatido  por  la  perforación  dolerá- 
neo,  no  entra  en  las  indicaciones  del  trepano 
mientras  no  dependa  de  una  causa  material 
susceptible  de  poderse  separar  con  el  trepa- 
no: tal  seria,  por  ejemplo,  un  exostosis,  mu 
necrosis,  etc.  El  trépano  ha  producido  en  da- 
das ocasiones  efectos  satisfactorios  usado  ilc 
una  manera  recta  y  juiciosa:  el  alivio  que 
produce  la  operación  es  á  veces  tan  repentino 
y  sorprendente  que  en  ningún  caso  se  des- 
plega con  mas  ventaja  la  asistencia  del  arle' 
el  restablecimiento  inmediato  de  la  vista  y  la 
depresión  ó  estraccion  de  una  parte  opaca  del 
ojo,  no  es  tan  encantador  y  admirable,  come 
el  restablecimiento  instantáneo  de  las  faculta- 
des intelectuales,  de  la  palabra,  de  la  sensibi- 
lidad, asi  como  de  los  movimientos  volunta- 
rios en  una  persona  que  esté  en  estado  de 
muerte  aparente,  á  consecuencia  de  una  heri- 
da de  cabeza,  y  efectivamente  la  utilidad  i/A 
trépano  se  manifiesta  á  veces  hasta  este  punto, 
En  el  escclenle  ensayo  de  Abernethy,  sobre 
las  heridas  de  cabeza  se  puede  ver  un  caso, 
en  que  ej  enfermo  estaba  casi  comptetameuli; 
privado  de  vida,  se  levantó  y  habló  tan  Luego 
como  se  le  quitó  de  encima  de  la  superficie 
del  cerebro  la  sangre  que  estaba  esí.ravasada; 
y  entre  los  soldados  de  la  batalla  de.Waterloo, 
bahía  uno  del  regimiento  número  44  ujue  no 
ofreció  el  menor  interés:  en  un  caso  de  fun- 
gus de  la  dura  madre  con  afección  del  hueso, 
referido  por  Sumcker,  se  aplicó  el'  trepano 
once  veces  en  menos  de  un  mes  y  la  operación 
causaba  siempre  tan  poca  indisposición,  que 
apenas  pedia  el  enfermo  después  que  se  le 
llevase  á  la  cama,  y  una  vezfué  efectivamente 
á  la  plaza  una  hora  después  de  la  operación. 
Se  puede  trepanar  en  todos  los  puntos  com- 
prendidos por  encima  de  una  linea  circular 
que  pase  sobre  la  depresión  nasal  y  la  proto- 
berancía  occipital,  pero  en  las  suturas,  enci- 
ma de  los  senos  de  la  dura  madre,  en  el  án- 
gulo inferior  anterior  del  parietal  y  en  la  par- 


TREPANO— TRIACA 


470 


te  inedia  jinierioí  de  la  frente,  ó  sean  los  se-  feecíouó  de  orden  de  éste  el  famoso  efectuarlo , 
ios  frontales  tío  trepanaremos  sino  en  casos  que  según  se  tinenta,  fué  denominado  triaca 


de  muy  urgente  necesidad,  por  razones  de 
estructura  y  organización  especia!  de  estas 
partes.  A  pesar  de  quedar  indicadas  las  cir- 
cunslaneias  que  reclaman  la  trepanación,  tan- 
to en  el  cráneo  como  en  lus  demás  huesos-, 
no  estará  de  mas  esponer  sucintamente  ciertas 
realas  que  deben  recordarse  cu  todos  los  ca- 
sos en  (pie  se  trate  de  aplicar  el  trépano:  son 
las -siguientes:  li*  la  trepanación  debe  apli- 
carse en  todos  los  puntos  de  los  huesos  afée- 
los, cuando  esté  bien  indicada:  2.*  la  trepana- 
ción puede  practicarse  en  todas  las  edades  jj 
estaciones:  3.a  procúrese  cuando  se  baga  la 
trepanación,  verificarlo  lo  mas  pronto'  posible, 
sobre  todo  en  estío.  Ténsase  présenle '  el  si- 
guiente dicho  de  Hipócrates  »uo  fe  debe  ig- 
norar (pío  en  todas  épocas  y  estaciones,  los 
malos  signos  anuncian  el  mal  y  los  buenos  el 
bien:»  4.'  siempre  quese  practique  la  trepana- 
ción en  cualquier  punto  lia  de  ser  en  el  caso 
de  no  creer  probable  paliar  ó  curar  la  lesión 
con  otro  medio  mus  sencillo.  Este  precepto 
tiende  á  que  no  se  abuse  do  una  operación  que 
pudiera  caer  en  descrédito  por  su  aplicación 
innecesaria:  5.a  nunca  debe  trepanarse  en  pun- 
ió ttlgttho¿  cuando  no  deba,  esperarse  proba- 
blemente un  cambio  favorable  á  la  curación: 
ti.*  tampoco  se  practicará  la  trepanación  no 
teniendo  certidumbre  de  que  la  operación,  no 
comprometerá  la  salud  ni  la  vida  del  enfermo, 
mas  que  la  misma  enfermedad:  7."  y  última, 
no  se  aplicará  tampoco  la  trepanación,  sino 
para  llenar  una  indicación  conocida. 

TRIACA.  [Medicina.)  Esta  palabra  tiene, 
segim  algunos  autores,  de  8fc,  liera,  y  de  ockeo- 
yo  curo.' El  diccionario  de  materia  médica 
ilc  Merat  y  de  Lens  indica  como  etim'ologia 
probable  la  palabra  terriac, -que  es  uno  de  los 
nombres  del  opio  en  Oriente,  donde  llaman 
Iherrickis  á  los  que  se  embriagan  con  opio. 
Tero  se  daba  el  nombre  de  triaca  desde  los 
primeros  tiempos  del  imperio  romano  á  varios 
electuarios  en  los  cuales  no  entraba  el  opio. 
Tal  ora  el  que  Plinio  formula.  El  rey  An- 
:  tioeo,  dice,  le  usab'a  contra  todos  los  anima- 
les venenosos  escepto  el  áspid.  Dicba  fórmula 
estaba  grabada  en  versos,  en  una  piedra,  en 
el  templo  de  Esculapio  en  Cosí. 

El  mismo  autor  se  espresa  del  modo  si- 
guiente: 

►Se  da  el  nombre  de  triaca  á  una  compo- 
sición que  ideó  el  lujo;  se  la  prepara  con  sus- 
tancias estrañas  »  y  un  poco  mas  adelante: 

«El  antídoto  (le  Mitridates  se  compuso  con  cin- 
cuenta y  cuatro  ingredientes,  sin  que  ningu- 
no entrara  en  la  misma  dosis  »  A  lo  que 

parece  no  tiene  Plinio  en  tanta  estima  estos 
electuarios  como  el  preparado  muy  insignifi- 
cante de  Autioco.  Machas  son,  sin  embargo. 


por  Nicander  otro  médico  griego.  Se  han  de- 
signado modernamente  con  este  nombre  mu- 
chos preparados  ó  varias  sustancias  de  que 
luego  hablaremos;  pero  la  triaca  de  mas  uso 
fué  siempre  la  de  Andrómaeo.  Comprende,  se- 
gún la  farmacopea  de  t.cmery,  sesenta  y  seis 
sustancias,  alpinas  de  las  cuales,  como  los 
troqniscos  de  fieilicroori  constan  de  unos  vein- 
'te.  Estas  sustancias,  divididas  por  el  códice  en 
doce  secciones  particulares;  puede  referirse  á 
cinco  divisiones  principales  á  saber:  astrin- 
gentes vy  tónicos,  espitantes,  narcóticos,  sus- 
tancias alimenticias;  gomosas,  amiláceas  ó 
azucaradas,  sustancias  inertes.  He  aqui  su  lista: 
Troquiscos  de  escila,  de  víboras  y  de  hedi- 
croon. 

Pimentones,  opio,  iris  de  Florencia,  y  ro- 
as rojas. 

Jugo  de  regalicia,  semillas  de  bunías  (na- 
bo); escordio,  opobálsamo,  canela,  agárico,  es- 
picanardo,  dicíamo  de  Creta. 

Raices  de  cinco  en  rama,  de  gengibre,  de 
costo,  de  rapóntigo,  de  marrubio  blanco,  de 
esteco  arábigo,  de  jugo  oloroso. 

Semilla  de  peregil  de  Macedonia,  calaminta 
de  montaña,  caña  fistola  olorosa ,  azafrán,  pi- 
mientas blanca  y  negra,  mirra  de  troglodita, 
olíbano,  trementina  de  Chio.  1 

Amonio  en  racimos,  raices  de  genciana, 
acoro  verdadero,  meo  atamántico,  valeriana.- 
nardo  céltico,  camepilis,  retoños  de  hipé- 
rico. 

Semillas  de  jirta,  tlaspi,  de  anis,  de  hinojo, 
de  seseli,,de  cardamomo,  de  hoja  india  (ma- 
labatro). 

Retoños  de  chamedris,  carpobálsamo. 
Jugos  de  hipocristia,  de  acacia  verdadera, 
goma  arábiga,  estorax  calamita,  tierra  de  Léña- 
nos, calcitis  verdadero,  sagapena,  raiz  de  la 
pequeña  aristolognia ,  retoños  det  pequeño 
centauro. 

Semilla  del  dauco  de  Creía,  opopanax,  gal- 
bano  ,  betún  de  Judea,  castóreo,  miel  y  vino 
de  muy  buena  calidad. 

Los1  troquiscos  de  Iiedicroon,  eran,  confor- 
me hemos  dicho,  un  preparado  polifármaco, 
compuesto  de  mas  do  diez  y  ocho  sustancias, 
repelidas  en  su  mayor  parte  en  la  fórmula, de 
la  triaca.  En  cuanto  á  la  calcitis  describió  Pli- 
nio con  este  nombre  un  mineral  de  cobre  y 
una  piedra  preciosa;  sea  por  error,  sea  por 
cualquiera  otra  causa,  es  lo  cierto  que  el  mi- 
neral de  cobre  era  reemplazado  por  el  colcotar 
en  la  preparación  de  la  triaca. 

La  triaca  celeste  difiere  de  la"de  Andró- 
maco,  sobre  todo  en  que  el  cinabrio  reem- 
plaza al  colcotar,  y  en  que  no  contiene' sustan- 
cias fermeutescibles. 

La  triaca  de  los  pobres  ó  diatesaron  se 
las  fábulas  que  se  divulgaron  sobre  el  antido- '  componía  de  cuatro  sustancias  incorporados 
lo  de  Mitridates ,  ese  contraveneno  universal, 1  con  el  estrado  de  nebrina  en  miel.  ■ 
y  Andrómaeo  dé  Creta,  médico  de  íieron,  per- !      Por  fin,  se  citan  también  otras' triacas  ma 


471 


TRIACA— TRIBUNAL 


472 


ó  menos  semejantes  á  la  que  acabamos  de  es- 
tudiar. 

Dábase  antiguamente  grande  importancia  á 
'  la  preparación  de  la  triaca.  En  IrauCia  se  ba- 
cía con  gran  ceremonia  en  el  colegio  de  far- 
macia de  París;  adonde  acudían  á  comprarla 
todos  los  boticarios  del  reino.  Era  preciso  fa- 
bricar cada  Tez  cantidades  enormes;  porque  su 
uso,  o  mejor  su  abuso,  era  tal,  que  eu  cierta 
época  todos  los  enfermos  del  hospital  de  Mom- 
peller  tomaban,  cada  tarde  ún  poquito,  ademas 
de  que  todos  los  particulares  tenían,  en  sus 
casas  un  repuesto  de  >este  electuarío,  como  si 
fuera  un  objeto  de  primera  necesidad.  La  tria- 
ca de  Venecia  era  la  mas  estimada.  Esta  droga 
se  emplea  hoy  con  una  parsimonia  igual  á  la 
antigua'  prodigalidad;  recétase  tau  solo  eu  al- 
gunas afecciones  de  las  vías  digestivas;  y  su 
acción  se  reduce  á  la  de-un  tónico,  y  sobre  to- 
do á  la  de  un  narcótico.  Todas  las  virtudes  que 
la  triaca  poseía  en  tiempo  de  las  leyendas,  se 
reducen  al  efecto  producido  por  la  proporción 
de  opio  que  contiene  (de  0,0.")  á  4  gramos.)  En 
tiempo  de  Mitridates  neutralizaba  fácilmente 
los  venenos  de  la  sangre  de  toro  y  el  de  la 
salamandra;  pero  hoy  tampoco  ha  perdido  nin- 
guna dé  sus  propiedades  alesiteras  contra  di- 
chas sustancias  y  otras  igualmente  inofensi- 
vas, {a  triaca  era  tan  maravillosa  en  su  género 
como  los  venenos  á  que  se  había  acostumbrado 
el  rey  del  Ponto,  como  que  cuando  quiso  en- 
venenarse-no  lo  consiguió ;  lo  cual  tiende  á 
probar  que  los  envenenamientos  de  aquel  tiem- 
po eran  mas  malos  que  hábiles  y  aun  no  cono- 
cían el  cardenillo. 

En  resumen,  la  triaca  es  un  preparado,  cu- 
yo uso  está  hoy  dia  casi  abandonado ,  y  cuya 
acción  depende  casi  únicamente  det  opio  que 
contiene.  Resulta  de  ahí,  que  puede  servir  de 
calmante  ó  de;  astringente  en  corta  dosis  (de  2 
á  4  gramos),  pero  que  es  un  veneno  sí  se  to- 
ma en  gran  cantidad  (de  20  á  30  gramos.)  Tal 
es  lo  mas  cierto  que  podemos  decir  de  las  vir- 
tudes de  este  antidoto. 

Para  mayores. pormenores  consúltense  las 
obras  siguientes: 

J.  Camerarius:  De  Tlieriacis  el  Mithridatlt  com- 
mentariolut,  Nuremberg,  1534,  en  8. o  i 

C.  Bagaril:  Discuno  sóbre  la  historia  de  la  triaca, 
con  el  poema  de  Andrúmaca  sobre  la  misma,  Man- 
cy  ,  1725,  en  4." 

TRIÁNGULO.  (Geometría.)  El  espacio  encer- 
rado entre  tres  lineas  rectas  es  la  figura  mas 
simple  que  se  conoce.  Todos  los  polígonos  se 
descomponen  en  triángulos,  para  calcular  sus 
partes;  por  eso  las  propiedadés  de  los  triángu- 
los son, objeto  de  muchas  investigaciones  en 
los  tratados  de  geometría  elemental. 
,  Llámase  triángulo  equilátero  aquel  cuyos 
tres  lados  son  iguales;  isósceles  el  que. tiene 
dos  lados  iguales,  y  escaleno  el  que  tiene  sus  ; 
tres  lados  desiguales. 


El  triángulo  rectángulo  es  el  que  tiene  un 
ángulo  recto.,  y  el  lado  opuesto  á  este  ángulo 
se  llama  hipotenusa,  al  paso  que  los  otros  dos 
se  denominan  catetos. 

En  todo  triángulo  hay  seis  elementos,  ása- 
saber;  tres  lados  y  tres  ángulos.  Cuando  tic 
estos  seis  elementos  se  conocen  tres,  los  do- 
mas se  determinan  fácilmente,  como  puede 
verse  en  el  articulo  trigonometría,  con  lal 
que  uno  de  los  tres  elementos  conocidos  sea 
un  lado.  Para  el  triángulo  rectángulo  basta  co- 
nocer dos  elementos  que  no  sean  el  ángulo 
recto,  y  haya  siquiera  un  lado  en  ellos. 

En  todo  triángulo,  la  suma  de  los  ángulos 
es  igual  á  dos  rectos. 

El  área  de  un  triángulo  es  igual  á  la  mi- 
tad del  producto  de  la  base  por  la  altura. 

Dos  triángulos  son  semejantes  cuando  los 
tres  ángulos  son  iguales  uno  á  otro.  Los  lados 
opuestos  á  los  ángulos  iguales  se  llaman  fto- 
mólugos, 

los  lados  homólogos  de  dos  triángulos  son 
proporcionales. 

Dos  triángulos  que  tienen  los  lados  pro- 
porcionales son  equiángulos,  y  por  consiguien- 
te semejantes. 

En  todo  triángulo  rectángulo,  el  cuadrado 
de  la  hipotenusa  es  igual  ála  suma  de  los  cua- 
drados de  los  catetos. 

líos  triángulos  que  tienen  un  ángulo  igual 
son  entre  si  como  los  rectángulos  de  los  la- 
dos que  comprenden  el  arco  igual. 

Los  perímetros  de  dos  triángulos  son  cu- 
tre si  como  los  lados  homólogos  y  sus  super- 
ficies como  los  cuadrados  de  esos  lados. 

Todas  estas  propiedades  de  los  triángulos 
y  las  que  se  derivan  de  ellas,  están  demostra- 
das en  los  tratados  elementales,  en  donde  pue- 
den estudiarlas  nuestros  lectores.  Véase  trigo- 
nometría y  TOPOGRAFIA. 

TRIBUNAL.  [Jurisprudencia.)  Por  Iribuid 
entendemos,  ademas  del  lugar  en  que  se  ad- 
ministra la  justicia-,  el  ministro  ó'  ministros 
que  lo  componen,  ya  sea  uno,  ya  varios,  yes- 
te  nombre  genérico  se  aplica,  lo  mismo  á  los 
simples  alcaldes  que  á  la  mas  alta  corporación 
de  este  género  en  el  Estado.  Sin  embargo,  el 
uso  actual  es  llamar  tribunales  álos  colegiados, 
como  las  audiencias  y  los  tribunales  supremos 
de  Justicia,  Guerra  y  Marina:  á  los  inferiores 
so  les  llama  juzgados,  porque  es  un  solo  juez 
ol  que  ejerce  ahila  jurisdicción  y-represenla  la 
justicia. 

Para  tratar  con  la  debida  claridad  el  inte- 
resante asunto  do  que  es  objcío  esle  articulo, 
debemos' considerar  en  él  Ires  cosas  distintos: 
1.a  La  constitución  de  los  tribunales  en  los 
países  estrangeros,  y  la  manera  como  en  ellos 
está  organizada  la  administración  dé  jus- 
ticia. 

k-r  Esta  misma  organización  tal  cual  existe 
entre  nosotros. 

3.a  Lo  que  concierne  á  cada  usode  nuestros 
tribunales  en  particular, 


473 


TRIBUNAL 


474 


Vamos  á  ocupamos  con  la  debida  separa- 
ción de  cada 'ímo  de  estos  puntos.  - 

1°  Organización  de  los  tribunales  en  los 
vahes  eslrangeros.  Ra  esta  breve  reseña 
enumeraremos  tan  solo  aquellos  cuyas  institu- 
ciones mas  nos  importa  conocer,  como  la  Fran- 
cia, la  Inglaterra  yJa  Alemania.  I.a  Enciclope- 
dia dedereohn  y  administración  que  actual- 
mente se  publica,  y.  cuyos  trabajos  son  tan 
útiles  y  preciosos,  trac  sobre  la  administración 
do  justicia  en  estos  países  cseelcnles  noticias, 
que  reduciremos  aqui  á  la  menor  estension  po- 
sible. 

Francia,  La  administración  de  justicia 
francesa  tiene  noíable  analogía  con  lanncslra, 
pero  también  esenciales  diferencias.  Asi,  vemos 
allí  la  jurisdicción  de  los  arbitros,  jueces  y  tri- 
bunales de  conciliación,  de  corrección,  de  pri- 
mera instancia,  de  apelación,  y  por  último,  un 
tribunal  supremo,  también  llamado  de  casa- 
eion;  pero  ios  tribunales  de  primera  instancia 
son  colegiados;  bay  para  lo  criminal  la  insti- 
tución del  jurado,  y  admitido,  como  entro  nos- 
otros, el  principio  del  procedimiento  gradual 
ó  de.  instancias  diversas,  no  se  da  en  ningún 
caso  tercera  instancia  y  bay  solo  una  en  los 
crímenes,  consecuencia  casi  necesaria  del  jui- 
cio por  jurados. 

lio  el  orden  civit  bailamos  en  primer  tér- 
mino la  jurisdicción  de  arbitros.  Hay-  casos  en 
iroe  es  obligatoria;  casos  en  que  está  prohibi- 
da, y  otros  en  que  es  potestativo  resarcir  á 
ella.  Sucedo  lo  primero  en  todas  las  cuestio- 
nes prosocio  en  sociedades  mercantiles'  io  se- 
segundo  en  cuestiones  de  alimentos,  sobre 
separación  de  marido  y  mnger,  en  las  relati- 
vas a]  estado  civil  de  las  personas  y  en  todas 
aquellas  en  que  debe  intervenir  el  ministerio 
fiscal;  lo  tercero  en  todas  las  demás,  podien- 
do convenir  las  partes  en  que  los  arbitros  co- 
nozcan con  apelación  ó  sin  ella. 

En  cada  cantón  hay  un  funcionario  público 
llamado  jti es  de  paz,  como  si  dijéramos  entre 
nosotros  un  alcalde,  que  conoce  de  los  juicios 
de  conciliación  y  ejerce  jurisdicción  conten- 
ciosa sin  intervención  liscal  ni  de  abogados,  y 
sin  apelación,  en  iodos  los  casos  de  obligación 
personal  y  sobre  cosas  inmuebles  por  valor  de 
monos  de  100  francos,  y  con  apelación  para 
¡míe  el  tribunal  de  primera  instancia  cuando 
el  valor,  pasando  de  100  francos,  no  escocia 
de  ?00,  y  también  en  las  cuestiones  sobre,  da- 
nos del  campo  en  las  posesorias  rurales,  sobre 
precio  de  arriendos  é  inquilinatos, 'y  sobre  sa- 
larios de  sirvientes,  cualquiera  que  sea  su  im- 
porte. 

En  cada  distrito  comunal  (arrodissemenl) 
lipy  tili  tribunal  colegiado  de  primera  instan- 
cia, compuesto  de  una  ó  muchas  salas,  según 
lacsicnsion  del  distrito,  llegando  en  algunos 
al  número  de  siete  ó  mas.  Hay  tribunal,  como 
el  de  Sena,  que  consta  de  cuácenla  y  tres  jue- 
ces propietarios  y  20  suplentes.  Hay  ademas 
on  estos  tribunales  el  procurador  del  rey, 


equivalente  entre  nosotros  al  fiscal  de  S.  ir., 
y  los  abogados  del  rey,  que  son  los  abogados 
fiscales.  En  los  tribunales  que  constan  de  mas 
de  una  sala,  son,  diversas  las  de  lo  civil  y  las 
de  l.o  criminal. 

Los  tribunales  de  primera  instancia  cono- 
cen de  las  apelaciones  de  los  juzgados  de  paz; 
de  toda  cuestión  por  obligación  personal  'ó  so- 
bre cosas  muebles,  en  que  el  valor  litigado  no 
esceda  de  1,000  francos  sin  apelación,  y  coa 
apelación  para  ante  la  cour  roijal,  equivalente 
á  nueslra  audiencia,  en  todos  los  demás  asun- 
tos civiles. 

Donde  no  bay  tribunal  de  comercio  cono- 
cen de  estos  asuntos  en  primera  instancia  los 
(le  que  vamos  hablando,  escepto  en  los  casos 
de  la  acción  prosocio. 

Las  eours  royales  son  también  colegiados, 
como  nuestras  audiencias.  Se  componen  de  dos 
salas  por  lo  menos  y  las  hay  de  seis,  estando 
separados  en  ellas  los  ramos  civil  y  criminal. 
Su  fallo  causa  ejecutoria  no  babiendo  nulidad, 
en  cuyo  caso  bay  el  recurso  al  tribunal  de  ca- 
sación. El  ministerio  fiscal  se  ejerce  en  estos 
tribunales  por  el  procurador  del  rey  y  por  los 
abogados  del  rey. 

El  tribunal  de  casación  es  s?Í  supremo.  Se 
compone  de  dos  salas;  una  para  lo  civil  y  olra 
para  lo  criminal.  Asegura  y  uniforma  la  admi- 
nistración de  justicia  en  todo  el  pais,  sin  deci- 
dir nunca  Sobre  el  fondo.  Sus  atribuciones  en 
lo  civil  son  anular  los  fallos  dados  en  última 
instancia  por  los  demás  tribunales,  cuando  ba 
habido  incompetencia,  infracción  de  ley  clara 
y  terminante,  6  falla  de  las  formas  del  procedi- 
miento, devolviendo  el  conocimiento  sobre  lo 
principal  al  tribunal  á  quo.  Este  supremo  tribu- 
nal es  presidido  algunas  veces  por  el  gran  can- 
ciller ó  guardasellos  del  rey,  que  es  el  minis- 
tro de  la  justicia.  Desempeña  en  é!  el  ministe- 
rio fiscal  el  procurador  general,  cuyos  sustitutos 
se  llaman  abogados  generales. 

En  el  urden  penal  son  mas  nolables  las  di- 
ferencias entre  Francia  y.  España,  porque  alli  se 
sigue  el  sistema  con  que  el  código  penal  cla- 
sifícalas infracciones  de  la  ley,  las  cuales  se 
dividen  en  contravenciones,  delitos  y  eríníe- 
nes.  Ademas,  en  Francia  Ja  administración  de 
justicia  en  lo  criminal,  se  desempeña  y  comple- 
ta por  los  tribunales  de  policía,  por  los  correc- 
cionales de  primera  instancia  y  de  apelación, 
por  el  jurado  y  cours  d' assises  y,  como  regu- 
lador, por  el  tribunal  de  casación. 

El  código  penal  francés  consagra  todo  el  li- 
bro.primero  á  la  policia  judicial.  La  ejercen, 
bajo  la  autoridad  é  inspección  de  las  cours  ro~ 
yaks,  los  gnardas  de  campiñas  y  montes,  los 
comisarios  generales  y  particulares  de  policía, 
los  maires  y  sus  adjuntos,  los  procuradores 
del  rey  y  sus  lenientcs  ó  abogados  del  rey,  los 
jueces  de  paz,  los  oficiales  de  gendarmería  y 
los  jueces  de  instrucción.  En  España  tenemos 
idénticos  y  no  inferiores  elementos,  pero  sin 
organización,  río  está  determinado  el  deber  de 


475 


TRIBUNAL 


i7S 


cada  uno,  la  regularidad  de  su  ejercicio,  ni  su 
sujeción  á  la  autoridad  jurisdiccional  superior 
por  una  ley. 

La  policía  judicial  tiene  en  Francia  una  or- 
ganización conocida.  El  tribunal  del  ramo  juz- 
ga las  faltas  leves  que  no  tienen  señalada  por  la 
ley  mayor  pena  que  la  de  15  francos  de  mul- 
ta ó  cinco  días  de  prisión.  Son  jueces  de  poli- 
cía, el  de  paz  en  lodo  el  cantón,  y  el  maire  en 
su  común,  ejerciendo  al  ministerio  fiscal  ante 
el  primero  el  comisionado  de  policía,  el  maire 
ó  su  teniente:  ante  el  segundo  un  adjunto  del 
maire  ó  un  individuo  municipal. 

No  está  menos  organizada  la  jurisdicción 
correccional.  Son  tribunales  de  corrección  los 
mismos  de  primera  instancia,  que  conocen  en 
sala  de  tres  de  la  apelaciones  de  los  jueces  de 
paz  en  materia  de  policía;  y  en  primera,  con 
apelación ,  de  todas  aquellas  violaciones  de 
ley  mayores  que  una  simple  contravención  y 
menores  que  un  crimen.  Los  tribunales  dc'pri- 
mera  instancia,  eu,  sala  de  consejo,  envista 
de  las  diligencias  practicados  por  el'  juez  de 
instrucción,  declaran  haber  lugar  i  instruc- 
ción de  procedimiento  por  crimen,  remitién- 
dole en  su  consecuencia  con  lo  actuado  á  ¡a 
cour  royal;  ó  bien  declaran  no  liaber  lugar  á 
continuar ,  y  sentencian  según  sus  atribu- 
ciones. 

La  jurisdicción  criminal ,  en  fin,  propia- 
mente dicha,  la  ejercen  las  cours'royales  con 
el  jurado,  en  esta  forma:  el  procedimiento  cri- 
minal tiene  tres  estados:  el  de  prevención,  el 
de  acusación  y  el  de  juicio.  El  primero  en  los 
tribunales  de  primera  instancia,  por  lo  que  so 
llama  mise  en  prevention  i¡  haber  lugar  á 
abrirse  juicio  criminal.  La  mise  en  acusalion, 
esío  es,  de  haber  lugar  á  la  acusación,  se  -ve- 
rifica en  los  cours  royales,  en  una  sala  espe- 
cial. Si  esta  llega  á  deerelar ,  se  entra  ya  en 
el  juicio,  que  verifica  en  la  cuestión  de  liecho 
el  jurado;  y  en  la  de  derecho  una  sala  de  la 
misma  cour  royal-  que  se  llama  cour  d'  assi 
ses,  como  si  dijéramos  sala  ó  tribunal  de  se- 
siones, porque  no  son  continuadas  ni  perió- 
dicas las  que  celebra,  sino  interrumpías. 

Forman  la  cour  d-  assises  tres  magistrados 
de -la  cour  royale,  uno  de  los  cuales  hace  de 
.presidente;  y  fuera  de  ella  se  compone  de  un 
magistrado,  que.se  traslada  al  efecto  y  preside, 
y  dos  de  los  presidentes  ó  magistrados  mas 
antiguos  del  tribunal  de  primera  instancia  de 
aquel  distrito.  Esto  supuesto,  la  cowr  d'  asis- 
ses  con  el  jurado  forman  el  tribunal.  En  loa- 
dos ellos  hay,  para  instruir  el  proceso,  un  juez 
que  se  llama  de  instrucción,  y  lo  .es  uno  de 
los  magistrados  de¡  tribunal.  En  estos  juicios 
ejercen  también  el  ministerio  fiscal,  el  procu- 
rador del  rey  ó  sus  tenientes.  Las  atribucio- 
nes de  la  cour  de  cassalion  son  en  lo  crimi- 
nal lo  mismo  que  en  lo  civil. 

Inglaterra.  En  esle  país  la  administración 
de  justicia  suele  ser  tan  admirable  en  sus  re- 
sultados generales,  como  es  complicada  y  hasta 


monstruosa  en  su  organización,  pues  sus  ins- 
lüuciones  judiciales  bajo  muchos  puntos  de 
vista,  son  aun  lo  que  eran  tas  de  toda  Mmta 
hace  seis  ó  mas  siglos,  y  !o  que  eran  laide 
España,  hace  cuarenta  años.  En  Inglaterra  ú 
mayor  parto  de  los  tribunales  tienen  alriljn- 
ciones  administrativas:  está  autorizada  en  tns 
de  orden  superior  la  avocación  de  autos  tajo 
la  fórmula,  entre  nosotros  abolida,  de  ad  c/yéc- 
tum  videndi:  lo  está  la  retención  de  ellos  y 
su  conocimiento  en  el  mismo  tribunal  que  los 
avoca:  y  lo  que  eí  mas  asombroso ,  por  un 
estatuto  todavía  de  1833,  se  determina  que  el 
rey  pueda  cometer  á  la  sala  de  justicia  de  su 
consejo  privado  cualquier  negocio  que  tenga 
por  conveniente. 

Los  tribunales  de  derecho  son  colegiados, 
y  sin  embargo,  el  fallo  viene  á  darse  muchas 
veces  por  uno  solo.  El  primer  tribunal  de  ape- 
lación del  reino  es  la  cámara  de  los  ¡ores;  v 
á  pesar  de  ello,  el  juicio  se  ha  dado  alguna 
vez  por  solos  tres  individuos,  y  mas  bien  por 
uno,  el  único  letrado  entre  los  tres. 

Losjueccs  inferiores  de  derecho  no  licncii 
jurisdicción  propia,  sino  que  la  reciben  de  los 
tribunales  superiores,  resultando  de  aquí  que 
los  tribunales  mas  elevados  del  fuero  común 
lo  son  al  propio  tiempo  de  primera  instancia 
en  la  generalidad  de  los  casos,  y  que  los  tribu- 
nales inferiores  lo  son  en  comisión  ó  comu  de- 
legados, pues  que  el  juicio-  no  se  radica  eu 
ellos ,  ni  pueden  obligar  á  comparecer  al  de- 
mandado sino  en  virtud  de  provisión  ad  lioc 
[original  viril) ,  dada  por  los  tribunales  i 
nombre  del  rey. 

Eu  Inglaterra  subsisten  en  cierto  modi>1o: 
davia  tas  justicias  ambulantes.  Otros  niuclins 
tribunales  no  son  permanentes  sino  que  ad- 
ministran justicia  por  épocas.  Las  petty-ía- 
sions,  por  ejemplo,  se  reúnen  alguna  vez  por 
semana:  las  quater  session  cuatro  veces  ¡il 
año:  las  cours  d' assises  dos  veces,  y  respec- 
to de  algunas  ciudades  una  sola:  otros  soloru 
el  verano,  llamado  por  eso  piepowder  murl 
(tribunal  de  los  pies  empolvados). 

En  Inglaterra  se  .halla  establecido  el  jan- 
do para  todas  las  cuestiones  de  hecho  civiles 
y  criminales,  y  solo  hay  algunos  tribunales 
que  fallan  el  hecho  y  el  derecho  sin  el  jurado, 
como  las  peííy  sessims  y  la  cámara  de  los  lo- 
res en  ciertos  casos  lleaqui  la  división  gene- 
ral de  los  tribunales  de  Inglaterra  en  tfiW¡>«- 
les  de  solo  hecho,  de  solo  derecho  y  de  hecho 
y  de  derecho. 

El  centro  de  la  jurisdicción  general  sobre 
el  derecho  puede  considerarse  en  los  tres  su- 
periores tribunales  de.  plasid-  comunes,  dfl 
banco  -del  rey  y  del  echiquier  (de  haciMilai 
csislcntes  en  Wesminster,  compuesto  cada  uno 
de  tres  vocales  y  un  presidente.  Ellos  cono- 
cen eu  apelación,  y  realmente  también  en  pri- 
mera instancia;  ya  porque  en  la  mayoría  de 
los  casos  en  lo  civil  se  acude  á  ellos  con  Ja 
demanda,  cuyo  conocimiento  cometen  á  leu 


477 


TRIBUNAL 


478 


tribunales  inferiores  por  medio  del  original 
lon'íi  ya  pon|ue  en  cosos  dudosos  dichos  tri- 
bunales interiores  consultan,  suspendiendo  el 
procedimiento  hasta  la  resolución  qnese adop- 
te por  los  tres  reunidos,  formando  lo  "que  se 
llama  sala  (chambre)  del  ecuiquier;  ya  porque 
las  cdiirs  de  assises,  presididas  precisamente 
por  jueces  de  dichos  altos  tribunales,  deciden 
en  lo  civil  de  los  pleitos  preparados  por  los 
inferiores  en  virtud  del  original  writv 

También  '  reside  en  Vesrninsler  el  centro- 
de  las  jurisdicciones  llamadas  de  equidady  de 
conciencia,  cu  el  tribunal  superior  de  la  can- 
cillería. 

He  aqui  ahora  la  inmensa  escala  judicial 
¡ngto-en  bosquejo. 

Los  beadles  ó  celadores  de  policía  de  par- 
roquia, los  constables,  los  oficiales  de  losjue- 
[!.?  de  paz  y  de  los  cheritTs,  los  guardas  de 
día  y  los  de  noche,  forman  la  policía  judi- 
cial; 

En  rada  condado  hay  un  cheriff,  como  si 
dijéramos  n'ti  prefecto,  que  en  lo  criminal  co^- 
noce  principalmente  del  delito  de  felonía:  y 
dos  ó  cuatro  coroner,  que  conocen  con  jura- 
do de  los  casos  de  muerte:  y  hay  la  cour  del 
condado,  compuesta  de  sinlors  6  jurados,  pre- 
sididos por  el  cheriff. 

En  cada  condado  hay,  por  último,  un  cuer- 
po numeroso  de  jueces  de  paz,  llamado  bench, 
presidido  por  el  cheriff.  Sus  individuos  se 
llaman  mas  comunmente  magistrados.  Aunque 
su  institución  es  de  paz,  no  concillan  á  las 
parles,  sino  que  juzgan  en  lo  civil  y  criminal 
los  casos  no  muy  graves,  en  lo  que  se  llama 
pellysemmis,  compuestas  por  lo  menos  dé 
(¡os  magistrados  ó  jueces  de.  paz. 

De  sus  fallos  se  apela  para  la  quarter  ses- 
éms,  compuestas  de  individuos  del  mismo 
lii'iich  o  cuerpo  de  jueces  de  paz,  el  cual  co- 
noce también  en  primera  instancia  de  los 
delitos  reservados  por  las  petly  sessions. 

la  cour  d'asises,  como  los  demás  tribu- 
nales inferiores,  está  aun  subordinada  á  los  tres 
altos  tribunales  de  Wesminsler.  En  cuanto  a 
estos,  hay  casos  en  que  del  fallo  del  uno  se 
apela  para  ante  el  otro:  otros  para  ante  la. sa- 
la del  echiqüicr,  compuesta  de  los  otros  dos 
Iribanales  (distinta,  por  lo  tanto,  del  tribunal 
del  cnUiqnier);  otros  directamente  á  la  cámara 
de  los  lores;  y  siempre  se  apela  á  esta  del  fa- 
Jlo  de  la  sala  del  echiqüicr.  A  la  cámara  de 
los  lores,  en  fin,  se  apela  de  lodos  los  tribu- 
nales superiores  del  reino,  yes  ademas  tribu- 
nal criminal  respecto  de  sus  individuos,  y 
también  de  los  que  no  lo  son  en  ciertos  deli- 
tos políticos  de  alta  gravedad. 

Hay  infinitos  tribunales  particulares  y  fue- 
ras especiales,  y  se  conserva  hasta-  el  fuero 
académico. 

los  tribunales  de  conciencia  son  distintos 
de  los  do  paz:  son  arbilradores  elegidos  por 
las  parles.  -  '  * 

I«v  jurisdicción  de  equidad  tiene  su  centro 


¡  en  el  alto  tribunal  de  la  cancillería,  y  á  él  se 
■  recurre  siempre  quería  oscuridad  de  la  ley 
¡  embaraza  6  detiene  la  acción  de  los  tribuna- 
les de  derecho,  con  suspensión  del  procedi- 
miento en  lo  principal  basta  que  el  tribunal 
resuelve.  Este  tribunal,  corno  se  ve,  tiene 
por  ley  la  equidad  ó  el  arbitrio,  y  mas  que  ad- 
ministrar justicia,  legisla.  En  el  d'ia  ejerce  ade- 
'  mas  jurisdicción  estricta  en  varios  casos,  y  ha 
|  perdido  tanto  de  sus  atribuciones  de  equidad 
:  cuanto  los  demás  tribunales  participan  ya  tam- 
bién del  arbitrio  prudencial. 

Por  último,  en  Inglaterra  el  procedimiento 
j  se  divide  en  técnico  y  natural.  El  primero  se 
i  observa  en  los  tribunales  de  derecho:  el  segun- 
j'do  en  los  de  conciencia,  aquivalente  al  que 
se  llama  entre  nosotros  de  arbilradores,  ver- 
val  y  de  plano. 

Alemania.  En  este  país,  por  lo  general, 
la  jurisdicciou.de primera  instancia  es  delegada 
y  consultiva,  como  lo  fué  en  cierto  modo  en- 
tre nosotros  la/  criminal  en  la  época  de  las 
cnancillerías:  y  aun  hoy  vemos  que,  apelen  ó 
no  las  partes,  el  inferior  ha  de  remitir  su  fallo 
en  consulta  ó  revisión  á  la  audiencia. 

Pero  en  Alemania  lo  consultivo  lo  es  en 
el  rigor  de  la  palabra,  pues  muchas  veces, 
con  suspensión  del  procedimiento,  se  consul- 
ta al  superior  inmediato  sobre  casos  difíciles; 
por  esle  al  que  es  superior  suyo,  y  á  veces  ú 
la  facultad  de  derecho  de  las  universidades, 
que  por  esie  medio  tan  singular  vienen  á  te- 
ner parteen  la  administración  de  justicia. 

"Después  de  esto,  dice  la  Enciclopedia  de 
donde  tomamos  estos  datos,  ya  puede  juz- 
garse completamente  á  priori  y  por  compara- 
cien  de  nuestra  administración  dé  justicia  y 
el  juicio  no 'había  de  ser  tan  desventajoso:  al- 
go mas  habrá  de  concedérsenos  por  la  opinión 
esirangera  y  por  la  crítica,  que  lo  que  de  or- 
dinario, menguando  nuestra  justicia,  se  nos 
concede.» 

2.  ''  De  la  administración  de  justicia  en 
España.  lie  aqui  un  punto  sobré  el  cual  no 
podemos  detenernos  en  el  presente  artículo, 
porque  lo  liemos  desenvuelto  estensamente  en 
el  de  AbmNKTBACiON  de  justicia  ,  á  donde 
remitimos  á  nuestros  lectores.  Alli  espusimos 
la  historia  de  esta  institución  en  España  y  la 
gerarqnia  judicial,  manifestando  el  Orden  que 
cada  uno  de  nuestros  tribunales  ocupa  en 
la  escala  de  ellos,  y  su  carácter  particular, 
añadiendo  todavía  en  los  artículos  juicio,  ju- 
niSDieoioN,  pouuiies  públicos  (donde  se  trata 
del  judicial),  y  oiiden  judicial,  algunas  otras 
consideraciones  y  noticias  sobre  el  mismo 
asunto,  que  si  no  bastan  á. formar  un  tratado 
detan  importante  materia,  satisfacen  por  lo 
menos  cumplidamente  al  objeto  que  en  la  pre- 
sente obra  nos  hemos  propuesto. 

3.  °  De  cada  uno  de  nuestros  tribunales  en 
particular.  Este  es  otro  punto  que  tampoco 
podemos  locar  aqui  con  detenimiento,  porque 
existen  en  la  presente  obra  tantos  artículos  es- 


479 


TRIBUNAL 


4«0 


pedales  como  tribunales  se  conocen;  y  esta- 
blecida ya  la  relación  y  dependencia  que  tie- 
nen eolre  si  por  lo  dicho  eti  los  artículos  AD- 
MINISTRACION DE  JUSTICIA,  JUEZ,  JUICIO,  JURIS- 
DICCION, MAGISTRADO  y  MINISTERIO  FISCAL,  nOS 

bastará  hacer, las  oportunas  referencias  á  los 
lugares  de  esta  obra,  donde  pueden  consultar- 
se los  detalles  que'  puedan  interesar  al  lector. 
En  primer  lugar,  para  conocer  las  difercn- 

.  tes  clases  de  jurisdicciones  que  entre  nosotros 
hay  establecidas,  cada  una  de  las  cuales  supo- 
ne un  orden  especial  de  tribunales,  pueden 
verse  los  artículos  fuero,  juez  y  jurisdicción. 
Para  conocer  aliora  los  diferentes  tribuna- 

*\es  del  fuero  ó  de  la  jurisdicción  común,  léan- 
selos artículos  alcalde,  Arbitros,  audiencia, 

JUEZ,  TRIBUNAL  SUUREMO  DE  JUSTICIA  y  TfllUUV 
NAL,  CORRECCIONAL. 

Para  los  tribunales  del  orden  administrati- 
vo, véanse  los  de  consejo  provincial,  conse- 
jo real  y  jurisdicción  administrativa;  aun- 
que debemos  advertir  que  cuando  escribimos 
este  articulo  (mayo  de  1855)  están  suprimidas 
ambas  instituciones  ,  y  reemplazada  laúliima 

P0r  el  TRIBUNAL  CONTENCIOSO  ADMINISTRATIVO- 

(véase  este  articulo). 

Para  los  tribunales  del  fuero  militar.  Véan- 
se los- artículos  auditor  y  tribunal  supremo 

DE  GUERRA  Y  MARINA. 

Para  los  de!  fuero  eclesiástico,  véanse  los 
de  nunciatura  ,  rota,  vicaria  y  otros,  ade- 
mas de  lo  dicho  en  la  palabra  jurisdicción',  al 
tratar  de  la  de  este  ramo. 

Para  los  del  fuero  mercantil,  véase  tribu- 
nal de  comercio.  ' 

Véanse  ademas  el  de  tribunal  de  cuentas 
y  el  de  tribunal  de  aguas  de  Valencia,  cuyo 
■  último  articulo  hemos  creído  deber  añadir  para 
completar  este  cuadro,  por  ser  una  institución 
curiosa  y  que  merece  ser  conocida. 

Por  último,  para  conocer  la  historia  de  al- 
gunos de  nuestros  antiguos  tribunales,  adornas 
de  lo  dicho  en  el  artículo  administración  de 
justicia,  puede  verse  la  palabra  consejo. 

A  todos  los  citados  puede  añadir  el  lector 
algunos  que  lo  están  en  otra  parte  y  otros  que 
.nuestra  memoria  no  recuerda. 

Espuestas  ya'  las  principales  ideas  que'  de- 
ben ser  objeto  de  este  artículo,  réstanos  ,  por 
conclusión  del  mismo,  esponer  algunas  con- 
sideraciones sobre  la  importancia  de  los  tribu- 
nales y  las  bases  en  que  descansa  su  constitu- 
ción; punios  que  examinaremos  muy  breve- 
mente, porque  délo  contrario,  se  alargaría  de- 
masiado el  presente  trabajo. 

Lbs  tribunales  son  el  instrumento  de  la  ad- 
administracion  de  justicia  que  por  medio  de 
los  juicios  aplica  los  preceptos  de  la  ley  á  los 
casos  que  ocurren,  asi  en  las  cuestiones  civi- 
les como  en  las  criminales,  ora  declarando  ios 
derechos  de  los  ciudadanos,  ora  imponiendo 
penas  á  los  transgresores  de  sus. mandatos. 
Asi ,  pues,  para  que  la  sociedad  pueda  asegu- 
rarse de  que  la  justicia  se  ha  de  distribuir 


convenientemente,  deben  organizarse  los  tr¡. 
|  bunales  de  un  modo  conforme  con  las  necesi- 
dades de  los  pueblos  y  de  acuerdo  ademas  con 
los /buenos  principios  de  fa  ciencia  del  dere- 
cho. Lo  primero  dependo  de  una  división  ler- 
!  ritorial  en  que  se  consulten  debidamente  por 
1  la  administración  los  intereses  de  las  respes- 
Uvas  localidades  ,  habida  consideración  á  si¡ 
vecindario,  riqueza  ,  posición  topográfica  y 
otras  circunstancias:  lo  segundo  consiste  cu 
la  manera  como  debe  estar  formado  el  perso- 
nal de  los  tribunales. 

Aqui  llegamos  á  la  cuestión  de  los  tribu- 
nales unipersonales  y  colegiados,  que  tanta 
materia  suministra  hoy  ¿da  discusión.  Véase 
como  se  espresa  sobre  éste  punto  nú  escritor 
contemporáneo,  el  señor  Pareja  de  Marean  eu 
su  Revista  jurídica  El  Faro  nacional,  en  una 
serie  de  artículos  que  al  comenzar  ú  piiblíctir- 
la  escribió  sobre  la  administración  de  justicia 
en  general.  .  ;. 

«Sobre  este  punto,  dice  hablando  del  que 
nos  ocupa,  hace  muchos  años  que  se  debate 
cutre  los  hombros  de  la  ciencia  la  cuestión  de 
los  tribunales  unipersonales  ó  colegiados.  Es 
indudable  que  considerada  esta  cuestión  tojo 
el  aspecto  de  los  principios  y  de  la  ülosofiMel 
derecho ,  los  tribunales-compiiestos  de  tres  ó 
de  mas  ministros,  son  preferibles  á  los  de  uno 
■  solo.  La  razón  menos  ilustrada  de  uu  juez  re- 
¡  cibe  el  auxilio  que  le  proporcionan  las  mayo- 
res luces  dé  su  compañero,  y  en  la  discusión 
que  produce  el  examen  de  las  cuestiones  jurí- 
dicas en  los  tribunales  colegiados,  el  error  es 
mas  difícil  y  la  sociedad  tiene  en  sus  fallos  ia 
posible  garantía  de  acierto.  Por  otra  parte,  la 
corrupción,  á  que  por  desgracia  se  halla  alíje- 
la la  fragilidad  humana,  es  mas  difícil  entre 
muchos  que  cuando  decide  un  solo  individuo, 
Y  si  á  esto  se  añade  el  mayor  prestigio, que 
da  á  los  tribunales  el  número  de  magistrados 
que  los  componen,  habrá  de  convenirse  une 
en  tesis  general  sou  preferibles  los  colegiados 
á  los  que  se  componen  de  un  solo  individuo. 
Esto,  no  obstante,  conviene  que  la  adminis- 
tración, al  resolv.er  esta  cuestión  importante, 
tenga  muy  presente  los  intereses-  de  'las  loca- 
lidades, las  lecciones  de  la  esperiencia  y  has- 
ta las  costumbres  de  los  pueblos  Tal  vez  un 
término' prudente  entre  ambos  principios  es  el 
que  debe  adoptarse,  y  en  este  punió  creemos 
que  nuestra  organización  judicial  ha  sido  fe- 
liz y  accYlada.  Tribunales  unipersonales  en 
primera  instancia,  y  colegiados  eu  segunda  y 
tercera;  he  aqui  combinadas  las  exigencias 
atendibles  de  la  localidad  y  (le  la  mayor  espe- 
dicion  en  el  despacho  de  los  negocios,  asi  co- 
mo de  los  hábitos  y  costumbres  del  país,  con 
las  importantes  garantías  de  la  mayor  seguri- 
dad y  acierto  en  los  fallos  de  la  justicia.» 

.El  mismo  escritor  espone  estas  otras  con- 
sideraciones no  menos  exactas  sobre  el  orden 
de  enjuiciamiento  con  aplicación  á  los. tribu- 
nales! 


W   .\ñM  1RIBÜNA.L —TRIBUNAL  E 

m  «Siendo  los  juicios,  dice,  el  medio  de  ha- 
cer efeclivos  con  el  auxilio  del  débale  judicial 
los  derechos  de  las  partes,  interesa  en  gran 
nianera  á  la  administración  de  justicia  el  que 
aquellos  se  organicen  y  regulen  bajo  las  mc- 
jofíjs fta,se§  y  principios,  m  el  (halen  de  los 
juicios  debe  observarse  una  gradación,  prn- 
denlé  pura  asegurar  en  lo  posible  Injusticia 
en  los  fallos  de  los  Inbunales.  El  error  puede 
¡iniciáis  veces  turbar  el  espíritu  del  juca  mas 
ilustrado  y  recio,  y  gs  necesario  que  para  cor- 
rií.sii'lo  existan  tribniiales  dé  alzada  con  irís- 
¡¡¡Mi'íiis  sucesivas,  que  ni  sean  lanías  que  dila- 
len  ¡íitlcbídaiuenle  la  decisión  de  los  negocios, 
ni  tan  pocas  que  dillcnllen  la  discusión- de  las 
Mustiónos  forensos  por  sulieicnle  número  de 
lr¡j)UR»jes  y  de  jueces.  Otra  consideración  im- 
pórtantisirna  que  debe  lomarse  en  cuenla  cu 
Ú  organización  de  los  tribunales,  es  la  bre- 
vedad de  los  juicios.  Este  punió  es  de  la  ma- 
yor gravedad,  y  conviene  que  la  legislación 
¡(i  (¡je  y  deslinde  con  prudente  criterio.  El  en- 
tusiasmo por  la  brevedad  es  peligroso,  porque 
suele  precipitar  los  juicios,  atrepellar  las  de- 
fensas y  sacrilicar  la  justicias,  y  con  ella  los 
derechos  y  la  inocencia  de  los  interesados: 
mas  por  Otra  parte,  también  es  funesto  para 
aquella  el  exagerado  celo  por  la  discusión  y  la 
observancia  nimia  de  fórmulas  inútiles,  que 
entorpecen  el  curso  de  las  cuestiones  judicia- 
les, y  consumen  la  fortuna  de  las  partes,  ha- 
ciéndeles estéril  hasta  la  misma  victoria.  La 
administración  en  rsla  parle  debe  ser  breve 
sin  dejar  de  ser  justa,  y  justa  sin  ser  dilato- 
ria.» 

Estas  sensatas  y  juiciosas  consideraciones 
pudieran  estenderse  hasta  lo  infinito;  y  en 
verdad  que  nuuea  seria  demasiado  el  tiempo 
y  el  espacio  que  consagrásemos  ú  la  dilucida- 
ción de  tan  interesante  asunto.  Pero  no  es  unes- 
Ira  Enciclopedia  una  pbra'de  polémica,  sino 
mi  repertorio  de  los  mas  útiles  é  indispensa- 
bles conocimientos. 

l'or  osla  razón  nos  abstenemos  de  tocar 
cueste  articulo  el  punto  relativo  a  las  cuali- 
dades que  deben  adornar  á  los  jueces  y  magis- 
trados, y  de  los  requisitos  inórales  que  la  ley 
debe  exigirles. 

l'or  eso  también  nos  abstenemos  de  entrar 
an,ni  en  discusión  sobre  el  arreglo  de  nuestros 
tribunales,  aun  cuando  esta  cuestión  se  halla 
ahora  á  la  úrden  del  dia.  Solo  diremos  que  se 
lisa  presentado  en  estos  últimos  anos  tres  pro- 
yectos, ninguno  de  los  cuales  ha  sido  aproba- 
do hasta  ahora.  Esto  mismo  justifica  el  que  no 
loquemos  el  punió  cu  cucslion  en  el  presente 
avilado.  Si  antes  de  ierminarse  esta  obra  se 
hubiese  llevado  á  cabo  el  proyectado  arreglo, 
lo  indicaremos  en  el  suplemento,  en  la  pala- 
bra TMBIWAL. 

TltlEUSAE  SUPREMO  DE  JUSTICIA.  Asi  se 
denomina  al  mas  alto  tribunal  del  Estado  en 
el  úrden  gerárquieo  de  la  administración  de 
Justicia,  á  la  cabeza  del  poder  judicial,  cuya 

'^00    UilJLlOTríeA  POPULAN. 


SUPREMO  DE  JUSTICIA,  ijat/iT  g# 

organización  y  funciones  describiremos  bre- 
vemente. 

Aníes  de  hacerlo  diremos  qne  el  origen 
del  Tribunal  supremo  de  Justicia,  de  esta  ins- 
titución respetabilísima  y  que  tan  grandes 
servicios  prcsla  á  la  causa  pública  y  al' interés 
de  los  particulares,  se  encuentra  en  el  km  cé- 
lebre Consejo  de  Castilla,  cuya  historia  he- 
mos trazado  brevemente  en  el  articulo  con- 
sejo «bal,  porqno  aquella  institución  es  tam- 
bién el  origen  de  este  cuerpo,  püdiendo  decir- 
se que  el  establecimiento  del  Tribunal  supremo 
da  Justicia  y  del  Consejo  Iínal  (hoy  reempla- 
zado por  el  Tribunal  contencioso  administra- 
tivo) no  fué  mas  que  la  división  en  dos  dife- 
rentes secciones  de  las  facultades  judiciales 
y  administrativas  que  antes  se  hallaban  reu- 
nidas en  una  sola  mano. 

L'oiiiu  la  esposiciun  histórica  hecha  en  el 
articulo  consejo  ueal  nos  escusa  de  referir 
aqui  cuanto  concierne  á  lus  orígenes  y  vicisi- 
tudes del  Tribunal  supremo  de  Justicia,  pasa- 
remos á  ocuparnos  desde  luego  de  su  orga- 
nización y  atribuciones. 

Principiaremos  diciendo  que  osle  supremo 
tribunal  tiene  la  misma  jurisdicción  y  atribu- 
ciones gubernativo-judiciales  que  competen  a 
las  aüdiexci.vs  ¡Tóase  este  articulo)  en  escaía 
mas  elevada  y  sin  limitación  ele  territorio  si- 
no ostensivamente  ó  todos  los  dominios  es- 
pañoles. Siéudoje  ademas  peculiar  por  su  alto 
carácter;  I ."  el  oir  las  dudas  de  los  domas  del 
reino  sobre  la  inteligencia  de  alguna  ley  y 
consultar  sobre  ellas  á  S.  M.:  2."  hacer  que  se 
le  presenten  lasbulas,  breves  y  rescriptos  apos- 
tólicos para  examinarlos  ó  retenerlos  con  ar- 
reglo á  las  leyes:  3.°  examinar  también  y  dar  ó 
negar  el  pase  á  las  preces  que  se  dirijan  á  lio- 
rna en  los  casos  en  que  deben. 

Esto  en  cuanto  á  sus  atribuciones  guber- 
nativo-judiciales. Como  tribunal  de  justicia  son 
de  su  esclusivo  conocimiento,  ya  en  el  orden 
civil,  ya  cu  el  criminal,  todos  ios  asuntos  que 
vamos  á  enumerar. 

En  el  orden  civil.  1."  Dirimir  las  compe- 
tencias que  susciten  las  audiencias  entre  si 
en  todo  el  reino;  y  también  las  que  cu  la  pe- 
nínsula ó  islas  adyacentes  se  promuevan  en- 
tre audiencias  y  jueces  ordinarios  ó  entre  unas 
ú  otros  con  tribunales  o  juzgados  especiales 
que  no  sean  de  los  del  inoro  militar  de  guer- 
ra ó  de  marina  ó  de.  alguno  de  los  ramos  de 
que  conoce  en  apelación  la  Real  y.  suprema 
junta  patrimonial.  2."  Decidir  los  recursos  de 
nulidad  con  arreglo  al  real  decreto  de  i  de 
noviembre  de:  1 838.  3."  Conocer  de  lodos  los 
asuntos  contenciosos  pertenecientes  al  real 
patronato  asi  de  España  como  de  Indias,  i." 
Conocer  asimismo  de  los  juicios  de  espedios 
de  los  prelados  eclesiásticos  de  Ultramar.  5." 
Conocer  de  las  demandas  sobre  bulas,  breves 
y  rescriptos  aposlólicos,  ó  de  gracias  concedi- 
das á  consulla  de  las  suprimidas  cámaras  y 
sección  de  gracia  y  justicia  del  Consejo  Real: 

T      KKXllí,  31 


483   TRIBUNAL  SÜP.  DE  JÜST.-TRIB.  SOI».  DE  GÍ1ER.  Y  MARI.  ifi,{ 


6."  Entender  en  los  negocios  judiciales  deque 
antes  conocía  la  cámara  de  Castilla  como  tri- 
bunal especial.  7."  Decidir  los  recursos  de 
fuerza  que  se  interpongan  de  la  nunciatura  del 
tribunal  especial  de  Ordenes  y  de  todos  los 
demás  tribunales  eclesiásticos  superiores  de 
la  corte,  8."  Conocer,  de  las  apelaciones,  com- 
petencias, segunda  suplicación,  injusticia  no- 
torta  y  demás  recursos  judiciales  que.  antes 
correspondían  -al  suprimido  Consejo  de  In- 
dias. 

En  el  órden  criminal.  t.°  Separar  y  sus- 
pender audiencias.  2."  Conocer  de  las  cansas 
que  se  formen  por  culpas  ó  delitos  cometidos 
en  el  ejercicio  del  respectivo  cargo  público, 
contra  ministros  del  estinguido  Consejo  Real 
de  España,  subsecretarios  de  Estado  y  del  des- 
pacho, magistrados  del  tribunal  especial  de 
Ordenes,  funcionarios  superiores  de  la  corte 
que  dependen  inmediatamente  del  gobierno  y 
que  no  correspondan  como  tales  á  jurisdicción 
especial,  ministros  de  las  audiencias  del  reino, 
intendentes  y  gefes  políticos.  3."  Conocer  de 
las  causas  criminales  que  por  delitos  comu- 
nes ocurrieren  contra  vocales  del  suprimido 
Consejo  de  gobierno,  secretarios  y  subsecre- 
tarios del  Despacho,  consejeros  de  Estado,  mi- 
nistros del  estinguido  Consejo  Real  y  magis- 
trados del  Tribunal  supremo  del  especial  de 
Ordenes  y~de  las  audiencias.  4."  Conocer  de 
la  residencia  de  los  vireyes,  capitanes  gene- 
rales y  gobernadores  de  ultramar,  y  de  todo 
empleado  público  qoe  esté  sujeto  á  la  misma 
investigación  judicial  por  disposición  de  las 
leyes,  a."  Conocer  asimismo  de  las  causas  que 
por  delitos  comunes  sea  preciso  formar  con- 
tra algún  arzobispo,  obispo  ó  eclesiástico  de 
los  que  en  la  córte  ejercen  autoridad  ó  digni- 
dad de  dicha  clase  suprema  ó  superior  cuan- 
do el  caso  deba  ser  juagado  por  la  jurisdicción 
real;  y  asimismo  de  las  que  se  prevengan  con- 
tra dichos  prelados  ó  autoridades  por  los  deli- 
tos oficiales  cuyo  conocimiento  corresponde 
á  la  misma  jurisdicción  común  y  contra  los 
arzobispos  y  obispos  por  delitos  contrarios  á 
la  Constitución. 

Tales  son  los  límites  hasta  donde  se  es- 
tiende  la  potestad  del  primer  tribunal  de  la 
monarquía.  Comola  ejerce,  lo  dicen  por  nos- 
otros sus  mismos  hechos,  en  los  cuales  nos 
ofrece  á  toda  hora  grandes  muestras  de  alta 
justificación,  otorgando  á  veces  merecidas  re- 
paraciones á  los  que  por  largo  tiempo  venían 
siendo  victimas  del  error  ó  de  la  injusticia  de 
los  tribunales  de  un  órden  inferior. 

.  TRIBUNAL  SUPREMO  DE  GUERRA  Y  MARI- 
NA. Este  tribunal,  que  ha  sucedido  al  antiguo 
Consejo  supremo  de  Guerra,  es  el  superior  de 
la  jurisdicción  militar  y  como  tal  conoce  en 
grado  de  apelación  ó  revisión  los  procesos 
militares  y  los  asuntos  contenciosos  de  los 
fueros  de  guerra,  marina  y  estrangeriá.  Tam- 
bién liene  el  carácter  de  cuerpo  consultivo  y 
gubernativo  y  en  su  consecuencia  evacúa  con- 


sultas graves  en  negocios  de  guerra.  La  ¡m. 
portancia  de  este  tribunal,  nos  mueve  á  rese- 
ñar muy  brevemente  su  historia  desde  sos 
principios  hasta  la  época  presente. 

Algunos  escritores  hacen  subir  sus  oiigp. 
nes  hasta  los  tiempos  de  don  Pelayo.  Asi  lo  di- 
ce  Alonso  Nuñez  de  Castro  en  su  libro  históri- 
co político  titulado:  «Solo  Madrid  es  corle,» 

Pero  según  cronistas  particulares  y  otras 
autores  parece  que  los  consejos  de  Estado  y 
Guerra  traen  su  origen  de  aquel  único  y  pri- 
mitivo consejo  que  hubo  en  lo  antiguo  y  que 
entendía  en  tantos  y  tan  diversos  negocios 
como  lo  prueban  los  varios  nombres  que  so  lo 
daba  á  saber  consejo  del  Rey,  consejo  de  e$. 
tado,  consejo  Supremo,  consejo  de  España, 
consejo  Real,  consejo  de  la  Cámara,  consejo 
de  Castilla,  consejo  Secreto,  consejo  de  S.  í|. 
De  todos  modos  el  Consejo  de  Guerra  ha  teni- 
do en  su  constitución  y  formas  lai  siguientes 
variaciones. 

Por  real  cédula  de  21  .de  mayo  de  159) 
mandó  el  señor  don  Felipe  II  que  todos  lo; 
negocios  civiles  y  criminales  así  de  oficio  co- 
mo á  pedimento  de  partes  que  se  trataban  Dn 
el  Consejo  de  Guerra  se  sustanciasen  y  fallasen 
sin  consultarlas  con  este  tribunal  por  los  al- 
caldes de  casa  y  córte.  Y  por  la  real  cedulade 
1 1  de  diciembre  de  1 598  el  señor  don  Feli- 
pe III  revocó  la  antecedente ,  mandando  nnu 
el  Consejo  volviese  á  conocer  de  estos  nega- 
dos y  que  solo  interviniese  en  ellos  una  per- 
sona de  -letras  para  que  los  sustanciase  y  se 
viesen  luego  en  él  con  asistencia  y  voto  ils 
este  letrado.  En  este  año  de  1598  fué  la  pri- 
mera vez  que  el  rey  nombró  dos  asesores  pa- 
ra el  Consejo,  uno  propietario  y  otro  interino. 

En  17  de  diciembre  de  1G47  se  redujo  a 
cuatro 'el  número  de  los  consejeros  mandando 
que  solo  lo  fuesen  los  cuatro  mas  antígliós; 
que  á  falla  ó  ausencia  de  ellos,  fueran  entran- 
do los  demás  que  entonces  había  según  su  an- 
tigüedad, y  que  los  consejeros  de  Estado  pu- 
dieren asistir  al  de  Guerra  siempre  qu'eá  íl 
concurriesen. 

En  23  de  abril  de  1714  el  señor  don  Feli- 
pe Y  dió  nueva  planta  al  Consejo  como  n  los 
de  Castilla,  Indias,  Ordenes  y  Hacienda  y  man- 
dó que  se  compusiera  de  diez  y  seis  ministra;; 
seis  militares,  de  los  cuales  el  mas  antiguo  ha- 
bía de  ser  siempre  cabo  y  decano  del  Conse- 
jo; los  otros  seis  togados,  y  de  estos  el  uno 
decano  en  ausencia  del  que  nombró  el  rey  puf 
cabo  y  decano  del  Consejo;  un  fiscal,  dos  aba- 
gados  generales  y  un  secretario  en  géfé.  U 
esta  real  cédula  se  espresan  los  asuntos  de  que 
había  de  conocer  el  Consejo  y  las  personas 
que  gozan  fuero  militar,  pues  era  necesario 
poner  coto  al  abuso  que  se  habia  introducido 
en  estaparte. 

En  27  de  agosto  de  1715  se  le  dió  nueva 
planta,  constando  de  diez  ministros;  seis  mi- 
litares de  los  cuales  cuatro  fuesen  generales 
de  tierra  y  dos  de  mar;  cuatro  togados  pan 


(85 


TRIBCNAL  SUPREMJ  DE  (ÍÜERRA  Y  MARINA 


486 


las  mal  crias  de  justicia;  un  fiscal  y  un  secre- 
tario, derogando  ios  dos  decanos  nombrados 
en  el  decreto  de  1714  y  suprimiendo  dos  con- 
sejeros y  el  empico  de  comisario  general  de 
ia  infantería  y  cabullería.  A  los  ministros. -to- 
gados se  Jes  "concedieron  honores  y  antigüe- 
dad de  consejeros  de  Castilla,  para  quitar  to- 
do motivo  de  disputa  en  la  concurrencia  de 
ministros  de  ambos  tribunales.  Se  conü'rnióla 
distinción  de  no  tener  el  Consejo  otro  presi- 
dente que  el  rey- y  se  mandó  que  los  minis- 
tros militares  ocupasen  el  banco  de  la  derecha 
y  los  togados  el  de  la  izquierda,  pretiriendo 
siempre  los  militares,  fuesen  capitaues  ó  te- 
nientes generales,  á  los  togados,  aunque  es- 
tos fueran  mas  antiguos  en  el  juramento.  Be 
declaró  igualmente  que  los  ministros  de  Guer- 
ra y  de  Harina  concurriesen  al  Consejo  en  vir- 
tud de  sus  empleos  en  la  misma  forma  que  los 
consejeros  militares- y  que  se  sentasen  por  la 
antigüedad  del  grado  que  tuviesen,  concedien- 
do la  misma  distinción  al  empleo  de  cspitait 
general  de  la  artillería  siempre  que  le  hubiera. 

En  20  de  enero  de  1717  se  alteró  su  eons- 
liluciou  separando  de  su  conocimiento  lodo  lo 
pertenocienle  á  consultas  y  proposiciones  de 
empleos  militares,  levas,  recluías,  remonta, 
cuarteles,  alojamientos,  -vestuarios,  asientos  y 
provisiones,  que  debia  correr  á  cargo  del  mi- 
nistro de  la  Guerra,  dejuudo  solo  reducida  su 
jurisdicción  á  lo  contencioso  y  de  justicia;  y 
se  compuso  entonces  del  ministro  déla  Guer- 
ra y  cuatro  consejeros  togados  con  un  fiscal, 
sin  que  quedase  ningún  militar  en  el  Consejo. 
Estos  ministros  habian  de  conocer  de  los  ne- 
gocios civiles  y  criminales  de  todos  los  mili- 
lares  y  demás  individuos  del  fuero  de  guerra: 
se  declaró  también  que  el  ministro  de  la  Guer- 
ra tuviese  solo  voto  en  los  asuntos  gubernati- 
vos, pero  no  en  los  de  justicia  no  siendo  le- 
trado. . 

A  consulta  del  Consejo  de  27  de  agosto  de 
mí  publicada  en  8  de  junio  de  44  se  resta- 
Meció  á  su  planta  antigua  .el  Consejo,  sepa- 
raudo  de  él  á  los  ministros  togados  y  dejando 
por  consejeros  lijos  á  los  militares,  mandando 
que  los  tres  togados  que  había  entonces  pasa- 
sen al  Consejo  de  Castilla  con  la  antigüedad 
que  teuian  en  el  de  Guerra,  y  para  los  asuntos 
do  justicia  que  ocurriesen  en  el  Consejo  se 
nombraron  por  asesores  á  tres  consejeros  de 
Castilla  con  la  obligación  de  que  asistiesen 
IMS  dias  á  la  semana  por  la  tarde  con  los  mi 
litares  para  verlos  y  fallarlos. 

Por  otra  de  10  de  mayo  de  1797,  que  es  la 
'fijíS,  tít,  XXII,  libro  II 'de  la  Novísima  Reco- 
pilación se  concedió  al  Consejo  de  Guerra  el 
grado  de  segunda  suplicación  é  injusticia  noto 
j'ia  en  los  casos  en  que  tenia  lugar  según  las 
lBYes  y  autos  acordados. 

Subsistió"  el  Consejo  con  los  ministros  del 
™  Castilla  por  asesores,  hasta  que  el  señor  don 
Caclos  lii  dio  á  este  tribunal  una  nueva  planta 
en  4  de  noviembre  de  1773,  creando  veinte 


consejeros,  diez  natos  y  los  otros  diez  de  con- 
tinua asistencia,  dos  fiscales,  uno  militar  y  otro 
togado  y  un  secretario.  f,os  consejeros  natos 
habian  de  ser  íos.queiuviesen  los  empleos  de 
secretarlo  de  Estado  y  del  despacho  universal 
de  Guerra,  que  líabia  de  ser  el  decano,  el  capi- 
tán mas  antiguo  de  guardias  de  Corps.  el  coro- 
nel mas  antiguo  de  los  regimientos  de  Guar- 
dias de  infantería,  los  inspectores  generales  de 
infantería,  caballería,  dragones,  marina  y  mi- 
licias, y  los  comandantes  generales  de  artille- 
ría ó  ingenieros.  Los  diez  consejeros  de  conti- 
nua asistencia  debían  ser  dos  generales  d,e 
tierra,  dos 'de  mar,  un  intendente  de  ejército  y 
otro  de  marina,  y  los  cuatro  restantes,  minis- 
tros togados;  en  1783  se  aumentó  una  plaza  de 
ministro  político,  y  en  los  de  178o  y  1788  se 
crearon  algunos  consejeros  de  continua  asis- 
tencia. 

Abolido  el  gobierno  representativo  con  to- 
das sus  consecuencias,  quedó  estinguido  dicho 
tribunal  especial  y  se  restableció  el  Consejo  de 
Guerra  por  real  decreto  de  15  de  junio  de  1814, 
compuesto  de  diez  generales  del  ejército  de 
tierra,  cuatro  de  mar,  dos  intendentes  del  ejér- 
cito y  marina,  cinco  togados,  dos  fiscales  mili- 
tares y  dos  secretarios  para  los  demás  ramos. 
En  1812,  suprimidos  por  decreto  de  las  cortes 
de  17  de  abril  del  misino  año,  los  tribunales 
conocidos  con  el  nombre  de  consejos,  se  dispu- 
so por  decreto  de  2  de  junio  la  creación  de  un 
tribunal  especial  de  Guerra  y  Marina,  para 
conocer  de  todas  las  causas  y  negocios  conten- 
ciosos del  fuero  militar  de  que  habia  conocido 
el  consejo  de  Guerra  y  Marina,  hasta  nueva  re- 
solución. 

La  nueva  planta  se  espidió  en  15  de  junio 
de  1814,  y  tuvo  efecto  la  instalación  en  18  de 
agosto  del  mismo,  en  cuyo  intermedio  se  creó, 
por  real  órden  de  ¡8  de  julio,  el  consejo  del 
Almirantazgo  para  conocer  en  todos  los  asun- 
tos de  marina.  . 

Restablecida  la  Constitución  eu  1820  volvió 
á  restablecerse  el  tribunal  de  1812.  Vuelto  nue- 
vamente el  gobierno  absoluto,  cedió  dicho  tri- 
banal  su  lugar  al  Consejo  en  virtud  de  decreto 
de  la  regencia  de  31  de  agosto  de  1823,  hasta 
que  en  24  de  marzo  de  1834  se  volvió  á  supri- 
mir el  Consejo,  creando  en  su  lugar  un  tribu- 
nal  supremo  de  Guerra  y  Marina  y  de  es- 
trangería,  para  que  conociera  en  grado  de 
apelación  de  todos  los  procesos  militares  y  de 
todos  los  negocios  contenciosos  del  fuero  de 
Guerra  y  Marina  y  de  estrangeria. '  «Dicho 
tribunal,  decia  el  decreto  citado,  se  compon- 
drá de  un  presidente  y  dos  salas,  una  compues- 
ta de  ocho  vocales,  cinco  generales  del  ejérci- 
cito  y  tres  generales  de  marina,  y  dos  fiscales 
militares,  uno  del  ejército  y  otro  de  marina; 
otra  compuesta  de  seis  ministros  togados, 
tres  por  guerra  y  tres  por  marina,  y  dos  fisca- 
les de  la  misma  clase,  uno  por  guerra  y  otro 
por  marina.  La  sala  de  los  generales  conocerá 
de  la  revisión  de  los  procesos  militares  y  de- 


487   TR1B.  SÜP.  DE  GÜER.  Y  M\RINi— TRIGONAL  DE  CUENTAS  48fj 

Asi  continuó  este  tribunal  supremo,  Lasla 
quejurada  nuevamente  la  constitución  de  1836 
se  redujo  el  Consejó  de  Guerra  á  tribunal  espe- 
cial dé  Guerra  y  Marina,  arreglándose  en  católo 
á  sus  funciones  á  las  que  desempeñaba  en  vir- 
tud del  decreto  de  11  de  marzo  de  1 820,  refe- 
rente al  de  11»  de  marzo  de  1812,  que  lo  res- 
tableció. 

Suprimido  el  Consejo  de  España  é  indias 
como  contrario  ála  ley:  fundamental,  los  nego- 
cios y  atribuciones  de  la  sección,  de  Guerra  del 
mismo  hubieron  de  recaer  en  el  Tribunal  supre- 
mo, el  cual  tuvo  que  ejercer  de  hecho  una  ju- 
risdicción facultativa  militar  á  semejanza  do  la 
que  ejercia  en  1779  y  1SI4,  y  entender  en 
!os  negocios  que  por  el  decreto  de  31  de  julio 
de  1835,  se  encargaron  á  ambos  cuerpos, 

En  1845  se  creó  el  Consejo  Ueal,  el  cual  se 
dividió  en  siete  secciones  páralos  asuntos  ad- 
ministrativos,'y  entre  ellas  se  enumera  la  de 
guerra,  disponiéndose  en  el  real  decrelo  de 
!S45  qtie  las  secciones  instruyan  los  espedien- 
tes relativos  á  los  negocios  de  su  competencia, 
acordando  los  informes  que  hubieran  de  dar  al 
gobierno  acerca  de  los  asuntos  sobre  que  ha- 
yan sido  consultadas.  En  su  consecuencia,  I; 
sección  de  guerra  del  Consejo  Rea!  despachó  c 
informó,  hasta  su  supresión  en  julio  de  IS5í, 
los  negocios  y  espedientes  gubernativos  que 
se  !e  remitian  por  el  gobierno;  mas  no  par  es- 
to ha  dejado  el  Consejo  supremo  de  la  Guerra 
de  despachar  y  entender  de  los  que  por  el  de- 
creto de  31  de  julio  de  1835  se  en  cargaban  i 
la  sección  de  guerra  del  Consejo  de  España  fl 
Indias  en  la  forma  indicada. 

Tal  es  ia  historia  de  la  Creación  y  vicisi- 
tudes del  alto  tribunal  que  nos  ocupa.  Su  cn- 
ráetc-ry  atribuciones  quedan  indicados  cu  ella 
lo  bastante  para  que  pueda  formarse  idea  ilc 
ellas,  y  aunque  pudiéramos  añadir  aqui  algu- 
nos dalos  sobre  su  constitución  interior,  los 
requisitos  necesarios  para  ser  magistrado  del 
mismo,  y  otros  análogos,  creemos  deber  omi- 
tir estos  detalles,  -  que  nuestros  lectores  pue- 
den ver  en  los  autores  de  derecho. 

TRIBUNAL  DE. CUENTAS.  11c  aqui  otro  dt 
los  tribunales  supremos  de  la  nación. 

liste  tribunal,  por  la  alta  posición  que  ocu- 
pa en  la  administración  del  Estado,  por  la  Ín- 
dole y  naturaleza  de  los  negocios  de  que  le 
incumbe  conocer,  está  colocado  en  una  ale- 
goría muy  elevada.  El  tiene  la  misión  de  resi- 
denciar los  actos  de  todos  los  funcionarios  <[i¡c 
intervienen  en  la  recaudación  y  distribución 
de  los  fondos  públicos;  y  esta  indicación  bas- 
ta para  penetrarse  de  su  importancia,  y.#ii 
persuadirse  al  propio  tiempo  de  que  su  acción, 
mas  ó  menos  directamente,  alcanza  á  lodos, 
desde  el  funcionario  mas  elevado  hasta  el  em- 
pleado subalterno,  que  en  un  pueblo  recauda 
ó  distribuyo  fondos  del  lisiado. 

Sus  atribuciones  están  designadas  en  U 
ley  de  25  de  agosto  de  1851  y  princi pálmen- 
te en  los  artículos  16  y  siguiente  de  la  misma- 


cisiones  délos  consejos  de  oficiales  generales,-' 
y  asistirá  á  ella  un  ministro  togado,  ajuicio  del 
presidente,  siempre  que  lo  exija  la  gravedad 
del  negocio.  Este  ministro  será  de  guerra  ó 
marina  según  la  calidad  del  mismo  negocio,  y 
en  cada  una  de  estas  clases  será  siempre  el 
mas  moderno.  La  sala  de.mioistros  togados  co- 
nocerá de  los  negocios  contenciosos  del  fuero 
de  guerra,  de  marina  y  de'  esfrangeria:  Estas 
salas  podrán  dividirse  en  cuatro  ó  .reunirse' en 
pleno,  á  juicio  y  disposición  de  la  "superiori- 
dad ó  del  presidente,  según  el  número 'y  la  In- 
dole particular  de  los  negocios.» 

En  7  del  mismo  mes  y  año  se  publicó  un 
decreto  de  nueva  planta,  marcando  las  atribu- 
ciones del  tribunal,  separándose  detallada- 
mente de  las  judiciales,  las  administrativas  y  de 
consulta.  Por  su  articulo  ,10  se  dispuso  que  poi- 
cada ministerio  de  los  de  Guerra  y  de  Marina, 
se  formase  una  comisión  compuesta  de  indivi- 
duos del  Consejo  Ueal,  del  de  España  é  Indias 
y  del  Tribunal  supremo,  que  con  arreglo  á  las 
bases  que  se  le  comunicasen  por  S.  M.,  deslin- 
dara y  fijara  Jos  negocios  qne  debían  asignarse 
ú  cada  uno  de  estos  dos  cuerpos,  según  las 
atribuciones  de  su  ministerio.  El  19  del  mismo 
mes  se  nombró  ta  comisión  por  los  señores 
presidente  y  decano  de  dieho  Consejo,  y  ha- 
biendo presentado  después  al  gobierno  la  es- 
presada comisión  los  trabajos  que  le  estaban 
encargados,  se  espidió  el  real  decreto  de  31 
de  julio  de  1835,  por  el  cual  se  marcaron  las 
atribuciones  que  competían  á  la  sección  de 
Guerra  del  Consejo  de  España  é  Indias,  y  al  tri- 
bunal supremo  de  Guerra  y  Marina. 

A  la  sección  se  le  confiaron  por  los  artícu- 
los í|°  a!  5.°,  y  por  él  10  de  dicho  real  decre- 
to las  consultas  sobre  inteligencia  délas  orde- 
nanzas, leyes,  reglamentos  ó  reales  órdenes 
vigentes  acerca  de  cualquiera  de  los  ramos  del 
servicio  de  guerra,  incluso  el  de  haciendamili- 
tar;  todos  los  negocios  de  cuya  decisión  debiese 
resultar  alguna  regla  general,  y  aquellos  de  que 
pudiese  resultar  variación  en  la  jurisdicción  que 
ejercen  los  gefes  militares  en  la  disciplina  de 
la  tropa  y  acerca  de  cualquier  '  establecimiento 
militar..  Al  Tribunal  supremo  se  le  confirió  la 
atribución  de  conocer  de  las  sumarias  y  proce- 
sos mililares  sobre  hechos  sujetos  á  los  con- 
sejos de  guerra  de  oficiales  generales,  asi  del 
ejército  como  de  la  armada,- y  á  los  ordinarios 
y  cslraordinarid  de  cualquier  clase  que  fuesen. 
Sin  entrar  en  el  detalle  de  estas  disposiciones, 
diremos  que  por  ellas  se  separaron  las  funcio- 
nes jndiciales  de  las  administrativas  y  de  con- 
sulta, atribuyéndose  al  Tribunal  supremo  las 
primeras  y  á  "la  sección  de  guerra  del  Consejo 
de  España  é Indias  las  segundas.  Sin  embargo, 
-consideróse  al  Tribunal  supremo  como  útil  ba- 
jo el  carácter  consultivo,  autorizándole  para 
instruir  é  informar-mejoras  de  retiró,  solicitu- 
des sobro  empleos  y  honores,  y  abonos  de 
tiempo  doble  de  América  por  otras  disposicio- 
nes pósteriores. 


489 


TRIBUNAL  DE  CUENTAS 


490 


Mli  se  establece  que  es  de  su  incumbencia: 
l.f>  requerir  la  presentación áe todas  las  cuen- 
tas que  deben  sometérsele,  compeliendo  al 
efecto  á  los  morosos:  2."  examinarlas,  poner- 
las reparos  y  Tallarlas:  hacer  efectivos  por 
Spfflíó  fCts  alcances  tpie  resulten:  4,"  vigilar 
á  los  gefe3  encargados  do  la  colirauaa  de  al- 
cances descubiertos  antes  de  la  presentación 
de  tas  cuentas:  5."  declarar  la  cancelación  de 
[tanzas  respecto  á  los  (pie  las  hayan  prestado: 
e,"  conocer  de  los  recursos  que  interpusiesen 
los  depositarios  de  fondos  del  común  y  de  be- 
neficencia contra  los  fallos  de  los  consejos 
provinciales:  7."  examinar  las  cuentas  do  lo- 
dos los  ministerios:  8."  hacer  observaciones 
nafa  mejorar  la  recaudación  de  los  fondos  pú- 
blicos: y  9."  hacer  propuestas  para  la  provi- 
sión de' algunas  vacantes.  El  tribunal  puede 
ademas  requerir  á  las  oüeinas  para  la  presen- 
tiototi  de  las  cuentas  y  tiene  varios  medios  de 
apremio  para  verificarlo,  que  son:  el  requeri- 
miento, la  multa,  la  suspensión  de  empleo,  la 
fiinnainou  de  oficio  de  !a  cuenla,  y  la  pro- 
puesta al  gobierno  para  la  destitución  del  em- 
picado moroso,  alcanzando  Su  jurisdicción  á 
nianlus  sean  responsables  en  lodos  conceptos; 
aunque  debiendo  conocer  de  los  delitos  de  fal- 
sitiaicion  ó  malversación  los  tribunales  compe- 
tentes, y  lo  mismo  las  tercerías  de  dominio  en 
espedientes  de  cobranza  de  alcances,  que  son 
de  la  competencia  del  Tribunal  de  cuentas.  Es- 
ta es  en  brevísimo  resumen,  la  materia  del  ti- 
tulo segundo  de  la  ley  antes  citada,  cu  el  cual 
se  trata  de  -las  atribuciones  del  tribunal,  asi 
como  el  primero  se  ocupa  de  su  carácter  y  or 
gélflifecíra  y  el  tercero  y  siguientes  de  lasalri 
bueiones-  de  los  funcionarios  que  lo  compo 
nen,  examen  y  juicio  de  las  cuentas  y  ¡un 
(lo  de  proceder  sobre  alcances  y  desfalcos. 

Como  la  institución  de  que  nos  ocupamos 
os  de  lanía  importancia  en  el  orden  admiüis 
(cativo  y  económico,  creemos  conveniente  de- 
jar aquí  consignadas  algunas  observaciones  y 
aclaraciones  sobre  los  puntos  que  comprende 
la  lev  orgánica  de  que  acabamos  de  hablar,  es- 
pecialmente sobre  los  que  necesitan  mas  que 
otros  estás  esplicaciones,  y  sin  que  estas  tengan 
ni  puedan  tener  aqui  el  carácter  ele  un  comen- 
.  tacio  de  dicha  ley,  pues  no  las  consideramos 
como  un  cuerpo  de  doctrina,  sitio  como  rellcxio- 
nes  aisladas  que  pueden  ser  de  alguna  utilidad. 

Empozaremos  observando  que  la  ley  en 
cuestión  ha  dado  nías  importancia  al  tribunal 
do  la  que  antes  de  ella  tenia,  y  lia  rodeado  de 
algunas  garantías  á  los  ministros  que  le  com- 
ponen. Es  verdad  qne  no  se  ha  establecido  la 
hmmovilidad;  pero  el  art.  7.°  sienta  el  princi- 
pio de  que  la  suspensión  ha  de  acordarse  en 
consejo  de  ministros,  lo  cual  conduce  á^que 
sea  ilisculida  y  meditada  y  nacida  do  una  can- 
sa grave,  yes  esto  lanío  mas  probable,  cnanto 
que,  si  no  se  instruye  el  espediente-  de  sepa- 
ración en  eL  término  de  un  mes,  la  suspensión 
se  entiende  aliada  por  esta  sola  omisión.  Si 


el  espediente  se  Instruye,  es  indispensable 
que  antes  de  acordar  la  separación  sean  oidos 
el  interesado,  el  presidente  del  tribunal  y  el 
Consejo  Real,  asistiendo  únicamente  los  con- 
sejeros ordinarios.  No  parece  por  tanto  presu- 
mible, qne  después  de  emitir  su  parecer  fun- 
cionarios tan  autorizados,  se  prescinda  de  su 
dictámen,  ni  que  la  separación  se  acuerde  por 
motivos  ligeros  y  despreciables.' 

Al  mejorar  la  ley  en  esjp  parle  la  con- 
dición del  tribunal,  ha  introducido  también 
otra  reforma  importante  en  el 'mismo.  Antes 
de  ella  era  indudable  que  el  tribunal  de  Cuen- 
tas, a  mas  de  ser  una  autoridad  gubernativa, 
tenía  el  conceplo  de  autoridad  judicial.  Basta 
para  convencerse  de  esta  verdad  pasar  la  vista 
por  la  real  cédula  de  1.°  de  noviembre  de  18'ÍSi 
cu  ella  a!  propio  tiempo  que  se  le  encomen- 
daba exigir,  examinar  y  fenecer  las  cuentas 
do  las  corporaciones  ó  particulares,  se  le  da- 
ba también  facultad  para  conocer  de  los  deli- 
tos de  falsificación,  infidencia  o  malversación 
que  de  las  mismas  resultasen.  Hoy  se  le  ha 
reservado  únicamente  la  acción  administrati- 
va. Sin  salir  de  los  límiiesen  que  esta  puede 
ejercerse,  exige,  como  antes,  !a  presentación 
de  las  cuentas,  las  examina  y  aprueba,  y  pro- 
cede contra  los  que  resulten  deudores,  hasta 
conseguir  que  el  Estado  sea  completamente 
reintegrado.  Pero  el  conocimiento  y  castigo 
de  los  delitos  de  falsificación  ó  malversación 
y  demás  que  puedan  cometer  los  empleados 
que  manejan  fondos  públicos,  asi  como  las  ter- 
cerías de  dominio  y  preferencia,  y  los  inci- 
dentes sobro  legitimidad  de  las  lianzas  y  cua- 
lesquiera otras  cuestiones  que  puedan  susci- 
tarse en  los  espedientes  de  alcances,  si  tienen 
por  objeto  declarar  un  derecho  civil,  soncom- 
pletamente  ágenos  al  tribunal  de  Cuentas  y 
debe  reservarse  su  conocimiento  á  los  de  jus- 
ticia.-En  la  ley  de  25  de  agosto  de  1851  está 
asi  espresaraenle  declarado. 

¿Ha sido  esta  alteración  útil?  ¿Está  de  acuer- 
do con  lo  que  nos  enseña  la  ciencia?  Nosotros 
creemos  que  lo  está  en  efecto,  y  el  gobierno 
al  consignarlo  asi,  ha  pagado  un  tributo  á  la 
justicia.  Era,  en  nuestra  opinión,  altamente 
improcedente,  que  de  tales  cuestiones  cono- 
ciera el  tribunal  de  Cuentas,  porque  ni  su  or- 
ganización anterior,  ni  la  que  ahora  tiene,  es 
la  que  los  principios  legales  recomiendan  co- 
mo conveniente  para  los  que  han  de  conocer 
y  decidir  cuestiones  puramente  civiles.  Enco- 
mendar la  declaración  de  tales  derechos  á  un 
tribunal,  en  que  la  mayoría  de  los,  ministros, 
ni  oran,  ni  son  letrados:  disponer  que  el  que 
tiene  á  sil  cargo  en  la  esfera  administrativa 
activar  la  recaudación  de  los  alcances  y  proce- 
der contra  los  deudores,  según  las  cuentas,  sea 
al  propio  liempo  el  que  decida  una  cuestión 
previa,  como  la  de  si  la  lianza  prestada  es  ó  no 
legítima,  y  resulta  ó  no  válidamente  otorgada; 
era,  á  nuestro  juicio,  hacer  actor  y  juez  á  la 
misma  persona. 


491 


TRIBUNAL  DE  CUENTAS 


49a 


la  cuestión  a  que  puede  dar  lugar  este  pre- 
cepto estará  casi  siempre  reducida  á  quien  es 
realmente  el  juez  que  debe  conocer  del  delito 
descubierto.  No  es  fácil,  por  cierto,  decidirla 
con  una  proposición  general,  porque  la  com- 
petencia no  puede  fijarse  bien  sino  conocien- 
do el  heclio,  et  punto  en  que  se  cometió  el 
delito  y  la  persona  responsable.  Delitos  de  es- 
'•  ta  especie  hemos  visto  perseguir  por  la  juris- 
dicción ordinaria,  mientras  que  de  otros  han 
conocido  losjuzgados  de  las  suprimidas  sub- 
delegaciones  de  hacienda.  Hoy  han  reempla- 
zado á  estos  tribunales  los  juzgados  de  prime- 
ra instancia  de  las  capitales  de  provincia,  en 
los  términos  que  dispone  el  real  decreto  de  20 
de  junio  de  1852.  Para  dejar,  pues,  sentado  si 
á  los  jueces  de  la  capital,  ó  á  ios  del  domici- 
lio, corresponde  y  toca  conocer  de  los  delitos 
insinuados,  seria  preciso  entrar  á. examinar  y 
esplicar  el  citado  decreto.  Solo  diremos  que 
en  caso  de  duda,  nosotros  optaríamos  por  la 
jurisdicción  ordinaria,  porque  ella  es  la  regla, 
de  la  cual  las  demás  no  pueden  considerarse 
sino  como  eseepcioiies. 

En  et  titulo  II,  en  que  se  marcan  las  atri- 
buciones del  tribunal,  hay  disposiciones  que 
es  preciso  meditar  debidamente.  En  el  art.  16 
se  declara  que  al  tribunal  corresponde. exigir 
la  presentación  de  las  cuentas  que  deban  so- 
meterse á  su  calificación,  y  compeler  á  los 
morosos  á  que  las  presenten.  ¿Cuáles  son,  em- 
pero, los  medios  coercitivos  que  ticue  para 
hacer  cumplir  esta  disposición?  No  son  oíros 
que  los  detallados  en" el  art.  18,  á  saber:  el 
requerimiento  conminatorio;  la  imposición  de 
multas  hasta  en  cantidad  de  3,000  rs.;  la  sus- 
pensión de  empleo  y  sueldo  por  tiempo  que 
no  esceda  de  dos  meses;  la  formación  de  ofi- 
cio de  la  cuenta  retrasada,  á  cargo  y  riesgo 
de!  apremiado;  y  la  propuesta  al  gobierno  de 
la  destitución. 

Estos,  y  no  mas,  son  los  medios  de  que 
puede  valerse  el  tribunal  para  hacer  cumplir  á 
cada  cual  su  deber;  pero  no  puede  poner  en 
juego  todos  esos  medios  á  la  vez,  ni  principiar 
suspendiendo  o  multando,  porque  es  indis- 
pensable que  haga  uso  de  tales  medios  por  el 
mismo  orden  con  que  se  han  establecido,  to- 
da vez  que  el  articulo  dice  que  podrá  emplear- 
los gradualmente,  sin  salirse  del  orden  con 
que  la  ley  se  los  concede.  Antes ,  pues,  de 
apelar  al  segundo,  es  preciso  que  se  haya  uti- 
lizado el  primero,  y  que  se  haya  puesto  en 
juego  sin  resultado.  La  ley  no  ha  querido  dejar 
al  tribunal  ese  arbitrio:  le  ha  marcado  exacta- 
mente la  senda  que  ha  de  seguir,  y  no  le  es 
permitido  salirse  de  ella.  Asi,  cuando  llega  el 
caso  de  adoptarse  una  providencia  que  lastima 
y  perjudica  al  funcionario  moroso,  esa  provi- 
dencia está  ya  justificada,  y  no  puede  atribuir- 
la mas  que  á  su  morosidad,  ásu  falla  de  exac- 
titud y  al  desprecio  con  que  hasta  cierto  pun- 
to ha  mirado  las  prevenciones  del  tribunal. 

Pero  no  todos  los  alcances  deben  perse- 


guirse por  el  tribunal  desde  luego.  Los  des- 
cubiertos  conocidos  antes  de  las  cuentas  cor- 
responde hacerlos  efectivos  ,i  los  gefes  de  los 
empleados  alcanzados,  porque  el  tribunal  so- 
lo  debe  entrar  á conocer  directamenle  de ;ique- 
llo,s  que  resultan  de  los  faltos  de  calificación 
acordados  por  el  mismo.  Contra  las  providen- 
cias que  dicten  los  gefes  délos  alcanzados  en 
los  espedientes  instruidos  por  ellos,  puede  ha- 
ber lugar  á  apelar  para  ante  el  tribunal,  y  el 
articulo  159  del  reglamento  establece  que  so- 
lo sean  apelables  aquellas  providencias  c¡i 
que  se  declare  alguna  responsabilidad  princi- 
pal ó  subsidiaria.  Este  recurso  se  ordena  por 
el  articulo  64  de  la  ley  que  se  interponga  eu 
el  término  de  los  cinco  dias  siguientes  al  en 
que  se  les  hubiese  hecho  saber  la  providen- 
cia. Mas  como  la  apelación,  aunque  Jusla,  po- 
día no  admitirse,  pueden  los  /interesados  acu- 
dir en  este  caso  en  queja  al  tribunal,  y  el  cur- 
so que  este  incidente  ha  de  seguir,  está  mar- 
cado eu  la  sección  2.*  del  cap.  II,  del  til,  III 
del  reglamento  ya  citado;  asi  como  en  los  ar- 
tículos 164  al  1S5  se  establece  la  susiancia- 
cion  de  los  recursos  de  apelación. 

Al  ocuparse  el  párrafo  7."  del  mismo  arti- 
culo 16  de  la  ley  de  las  cuentas  ministeriales, 
sienla  el  principio  de  que  el  tribunal  las  exa- 
mina y  comprueba,  y  declara  su  conformidad 
ó  las  diferencias  que  ofrezcan,  cotejadas  con 
los  resultados  de  las  cuentas  particulares  pre- 
sentadas, y  con  las  disposiciones  del  presu- 
puesto correspondiente.  Tara  cumplir  esta  dis- 
posición el  reglamento  lia  ordenado  también 
lo  conveniente  en  los  artículos  49  al  52.  La 
simple  lectura  de  las  disposiciones  citadas 
demuestra  que  el  tribunal  no  aprueba  las  cuen- 
tas ministeriales;  sus  facultades  están,  por  el 
contrario,  limitadas  á  comprobarlas  con  las 
particulares  de  que  proceden  y  á  declarar  íi 
están  conformes  con  ellas  y  con  el  prcsupues: 
to,  y  á  hacer  notar  las  diferencias  que  resul- 
ten. Por  esta  razón  el  art.  19,  al  establecer 
que  la  jurisdicción  del  tribunal  alcanza  á  lo- 
dos cuantos  resulten  responsables  como  re- 
caudadores, etc.,  dice  que  no  seestiende,  sin  1 
embargo,  á  los  actos  de  los  ministros  de  la  co- 
rona. De  aqui,  pues,  la  prescripción  del  pár- 
rafo 2."  de  dicho  articulo,  declarando  exentes 
de  responsabilidad  á  los  que  ordenan  ó  ejecu- 
tan un  pago  con  autorización  previa  ó  aproba- 
ción posterior  de  dichos  ministros. 

Esta  disposición  de  la  ley  no  merecerá  la 
aprobación  de  todos,  porque  algunos  quisieran 
que  el  tribunal  pudiese  rechazar  aquellos  pa- 
gos que,  aunque  autorizados,  lo  habían  sido 
faltando  á  las  prescripciones  legales.  En  ver- 
"dad  que  ta  cuestión  es  de  gravedad;  pero  no 
podernos  menos  de  manifestar  que  estamos  en 
este  punto  de  acuerdo  con  lo  que  la  ley  dis- 
pone. El  gobierno  no  puedo  en  manera  algu- 
na ser  residenciado,  como  lo  seria  habiéndoso 
resuelto  la  cuestión  en  distinto  sentido,  ni  por 
el  tribunal,  ni  por  ninguna  otea  corporación, 


Tior  elevada  que  sea,  porque  seria  desacerta- 
do que  los  que  están  subordinados  al  gobier- 
no supremo  estuvieran  al  propio  tiempo  auto- 
rizados para  juzgar  sus  actos.  Y  no  se  crea 
nni'  eslo  que  tratamos  de  defender  la  irres- 
ponsabilidad de  los  que  gobiernan,  porque  no 
es  tal  nuestro  pensamiento.  Pero  esa  respon- 
sabilidad, al  parlamento  únicamente  corres- 
ponde hacerla  efectiva,  y  el  parlamento  por 
(auto  es  el  que  puede  y  debe  discutir  amplia- 
mente las  cuentas  generales  del  ministerio  y 
aprobarlas  ó  censurarlas.  A  nadie  sino  á  los 
reprcsenlaules  del  país  debe  otorgarse  seme- 
jante facultad,  ya  por  ser  esto  conforme  con 
los  principios  de  la  ciencia  del  gobierno,  ya 
porqué  eso  es  lo  que  se  ordena  en  los  artícu- 
los 41  y  4?  de  la  ley  vigente  de  contabilidad, 
con  la  cual  debia  guardar  armonía  la  que  mo- 
tiva estas  reflexiones'. 

El  tit.  111  de  la  ley  deslinda,  como  antes 
hemos  dicho,  las  atribuciones  del  presidente, 
fiscal  y  secretario.  El  primero  es  el  gefe  del 
tribunal,  y  como  tal,  tiene  á  su  cargo  el  gobier- 
no interior  del  mismo:  sus  atribuciones,  pues, 
son  de  dirección  y  mando  ;  el  detallarlas  es 
propio  del  reglamento,  que  lo  ba  hecho  en  la 
sección  1.a  del  til.  I,  parte  II,  con  sobrada 
minuciosidad  por  cierto. 

Las  atribuciones  del  ministerio  flseal  son 
las  que  á  la  Índole  de  su  cargo  corresponden: 
todas  eslán  reducidas  á  inspeccionar  y  vigilar 
cuidadosamente  la  observancia  de  las  leyes  y 
reglamentos  ,  á  reclamar  en  consecuencia  la 
correccioif  de  los  abusos,  á  promover  el  pro- 
cedimiento criminal  cuando  aparezca  un  deli- 
to, y  ¡i  representar  i  la  hacienda  pública  en 
las  instancias  de  apelación  y  revisión  de  que 
las  salas  del  tribunal  conozcan.  El  ministerio 
fiscal,  en  suma,  es  el  representante  nato  del 
gobierno  y  del  lisco;  sus  atribuciones  por  tan- 
to, no  pueden  ser  mas  naturales,  puesto  que 
él  tiene,  y  debe  tener  a  su  cargo,  ia  defensa 
di'  los  intereses  públicos. 

En  las  disposiciones  relativas  al  eiámen  y 
juicio  de  las  cuentas,  que  todas  son  sumamen- 
te claras  y  sencillas,  se  advierten  algunas,  co- 
mo el  articulo  32  y  el  último  párrafo  del  3C, 
ifié  tieoden  á  impedir  todo  género  de  frau- 
des y  confabulaciones  en  el  examen  de  las 
cuentas,  ordenando  que  al  principio  de  cada 
año  se  lije  el  orden  de  la  distribución  de  tra- 
bajos, evitando  en  lo  posible  que  un  contador 
examine  en  años  consecutivos  las  cuentas  de 
un  mismo  responsable,  y  se  previene  igual- 
mente á  los  ministros  que  dispongan  cuando 
menos  una  vez  al  mes  ta  comprobación  o  nue- 
vo examen  de  unaeueula  por  distintos  emplea- 
dos de  los  que  io  hubiesen  hecho  anterior- 
mente. 

Aunque  el  examen  de  las  cuentas  es  un 
asunto  puramente  administrativo ,  no  puede 
¡legarse  que  es  de  suma  importancia  y  tras- 
cendencia, tanto  para  el  fisco  como  para  los 
Peliculares,  porque  en  ellas  se  decide  sobre 


194 

cantidades  crecidas  ,  y  al  admitir  ó  desechar 
una  partida  puede  causarse  un  grave  perjuicio 
al  listado  ó  arruinar  una  familia.  Por  eso  la 
ley  ha  querido  que  se  proceda  con  soma  cir- 
cunspección, y  ha  dispuesto  que  se  guarden 
ciertas  formas,  estableciendo  como  necesaria 
la  audiencia  del  interesado  antes  que  recaiga 
el  fallo  de  calificación.  Siempre,  pues,  que  se 
repase  una  cuenta,  es  preciso  dar  conocimien- 
to de  los  reparos  al  interesado  para  que  pueda 
contestarlos  satisfactoriamente  ó  manifestar  su 
conformidad. 

Fallada  ya  definitivamente  una  cuenta,  to- 
davía la  ley  concede  á  las  partes  medios  para 
que  se  subsanen  los  perjuicios  que  aquel  fallo 
pudiera  originarlas;  y  son  el  de  aclaración, 
el  de  revisión  y  el  de  tasación,  según  lo  pre- 
venido en  los  articulas  47,  48  y  50  de  la  ley 
que  nos  ocupa.  De  los  dos  primeros  ha  de  co- 
nocer el-mismo  tribunal;  pero  el  último,  como 
afecta  ya  en  su  esencia  á  la  justicia  de  la  de- 
cisión por  este  acordada,  se  reservó  al  Con- 
sejo Real.  Cuando  quiera,  pues,  que  estos  re- 
cursos se  presentan,  puede  decirse  que  se  en- 
tra en  la  vía  contenciosa ,  y  por  esto  se  orde- 
na que  el  tribunal  observe  para  sustanciarlos 
lo  prevenido  en  el  reglamento  de  10  de  diciem- 
bre de  1846,  sobre  el  modo  de  proceder  el 
Consejo  Real  en  los  negocios  contenciosos  de 
la  administración.  Eslo  dispone  la  ley;  pero 
el  reglamento  se  ha  separado  de  ella  y  dis- 
puesto se  observen  también  los  trámites  mar- 
cados en  los  artículos  16S  al  182,  que  no  son 
idénticos  á  los  que  se  observan  en  el  Consejo 
Real. 

El  recurso  de  aclaración  dice  su  mismo 
nombre,  que  solo  puede  ser  procedente  cuan- 
do la  decisión  no  se  comprende ú  ofrece  duda 
su  inteligencia,  por  ser  oscura  0  ambigua  en 
sus  cláusulas,  como  espresa  la  ley  en  su  ar- 
ticulo 47.  El  término  para  interponerle  es  el 
de  cinco  dias  para  el  que  por  sí  o  por  apo- 
derado compareció  en  el  tribunal,  y  el  de 
treinta  para  el  que  no  se  hubiese  presentado. 
Este  plazo  lia  de  contarse  desde  el  siguiente 
dia  en  que  la  decisión  fué  nolillcada,  y  se  hizo 
saber  á  los  interesados  en  la  forma  que  el  ar- 
ticulo de  ta  ley  ordena  se  háganlos  em- 
plazamientos. 

Respecto  al  recurso  de  revisión,  ya  puede 
asegurarse  que  reconoce  otros  fundamentos: 
no  ha  de  fundarse,  pues,  en  que  el  fallo  sea 
oscuro,  ni  tampoco,  sea  nulo  por  haber  sido  la 
ley  desatendida:  se  apoya  esclnsivamentc  en 
que  la  decisión  debe  reformarse,  porque  nue- 
vos datos  que  antes  no  se  tuvieron  presentes, 
hacen  la  reforma  á  la  vez  justa  y  necesaria. 
1.a  Índole  de  este  recurso  no  permite  que  se 
lije  un  término  para  plantearle;  el  dia  para  ha- 
cerlo será  aquel  en  que  los  errores  se  descu- 
bran ó  las  inexactitudes  se  prueben. 

El  recurso  de  casación  ataca  ya  el  fallo  por 
creerlo  esencialmente  injusto,  ú  porque  se  ha" 
faltado  eir  la  tramitación  del  juicio  á  las  formas 


TRIBUNAL  BE  CÜENTA.S 


495       TRIBUNAL  DE  CUENTAS— TRIBUNAL    E  COMERCIO  490 


sustanciales  de  la  actuación  que  la  ley  esta- 
blece. Ku  este  cíiso,  el  mismoX¡onsejo  Peal  de- 
bió proceder  á  juzgar  la  cuenta  una  vez  qnc 
haya  declarado  la  nulidad.  Pero  si  La  nulidad 
se  acuerda  por  defectos  en  la  suslauciacion, 
la  cuenta  ha  do  volver  al  tribunal  para  que  es- 
tos se  subsanen  y  para  que  sea  de  nuevo  exa- 
minada y  juzgada  por  el  mismo,  si  bien  todo 
ha  de  tener  efecto  eo  distinta  sección  y  sala. 
Eslc  recurso  debe  interponerse  en  la  misma 
sala  que  dictó  el  fallo,  denira  del  término  de 
diez  á  treinta  días,  según  que  las  partes  hu- 
bieren ya  comparecido  ó  no  en  el  tribunal; 
pero  si  se  interpone  por  tas  partes  interesadas 
y  no  por  el  fiscal,  debe  preceder  el  depósito 
de  5,000  rs.  cu  el  establecimiento  público  au- 
torizado al  efecto;  y  esta  suma.es  aplicada  al 
fisco  siempre  que  se  declare  no  haber  lugar  al 
recurso. 

E¡  último  titulo  de  !a  ley  tiene  por  esclusi- 
vo  objeto  lijarlas  alrlbuciones  del  tribunal  en 
materia  de  alcances  y  desfalcos,  y  establecer 
los  trámites  que  han  de  seguirlos  espedientes 
para  hacerlos  efectivos,  ficrlamentc  que  el 
asunto  es  de  tanto  interés  como  trascendencia, 
porgue  si  ha  de  haber  moralidad  en  la  admi- 
nistración, es  tan  indispensable  como  necesa- 
rio que  al  empleado  que  distrae  ó  malversa 
los  fondos  públicos  se  le  persiga  coa  la  activi- 
dad mas  esquisita  hasta  hacerle  reintegrar  lo 
que  indebidamente  se  ha  apropiado. 

Para  conseguir  el  fin  indicado  se  ha  con- 
cedido al  tribunal  la  jurisdicción  administrati- 
va mas  esteiisa,  porque  lodos  cuantos  manejan 
fondos  del  Estado  y  los  distraen,  están  sujetos 
á  ella  mas  ó  menos  inmediatamente.  Si  los  al- 
cances resultan  de  las  cuentas  que  el  tribunal 
ha  examinado,  él  abre  desde  luego  los  espe- 
dientes para  perseguirlos;  asi  lo  ordena  el  ar- 
tículo Gl  déla  ley  disponiendo  el  modo  do 
ejecutarlo  los  artículos  06  y  97  del  reglamen- 
to. Si  han  sido  averiguados  anles  de  las  cuen- 
tas, pueden  y  deben  los  respectivos  gefes  del 
que  los  causó,  como  ya  hemos  indicado  ,  dar 
principio  al  espediente,  pero  siempre  obran 
bajo  la  -vigilancia  y  jurisdicción  del  tribunal, 
y  vienen  obligados  por  lanío,  según  el  articu- 
lo C3,  á  dar  parle  al  mismo  instantáneamente 
de  cuantos  espedientes  formen,  fin  uno  y  otro 
caso  los  han  de  seguir  por  la  via  de  apremio, 
de  suerte  que  se  procederán  desde  luego  al 
embargo  y  venta  de  bienes,  según  el  conteni- 
do del  art.  61. 

Los  espedientes  de  alcances,  si  bien  son 
administrativos,  pueden  también  tomar  el  ca- 
rácter de  contenciosos,  puesto  que  el  art.  64 
establece  que  de  las  providencias  definitivas 
que  dicten  los  gefes  delegados,  según  lo  que 
mas  arriba  indicamos ,  puede  apelarse  para 
ante  el  tribunal,  debiendo  el  recurso  interpo- 
nerse dentro  del  término  de  cinco  días.  Para 
qpe  la  apelación  sea  procedente,  es  pues  ne- 
cesario que  la  providencia  reclamada  sea  defi- 
nitiva ó  imponga  alguna  responsabilidad  prin- 


cipal o  subsidiaria  independiente  délas  cuen- 
las.  y  que  no  tenga  por  objeto  ejecutar  sini- 
plomcnle  un  precepto  determinado  del  tribu- 
nal. Si  solo  á  esto  se  dirige  no  es  admisible  la 
apelación;  lo  que  entonces  procede,  sepn  el 
art.  65,  es  el  recurso  de  súplica  que  lia  de  in. 
tentarse  dentro  de  diez  dias;  pero  eslc.  reCflrso 
es  legal  únicamente,  tratándose  de  dcclni ¡i  iu- 
nes  de  responsabilidad  independíenle  il(!  ú 
discusión  de  las  cuenlas,  ó  no  comprendida! 
en  estas.  . 

Tanto  al  recurso  de  apelación  como  al  J 
súplica  ,  debe  proceder  por  regla  geiienil  1 
consignación  del  descubierto,  lisia  es  ia  res- 
tricción (fue  la  ley  ha  puesto  pura  evitar  recur- 
sos temerarios;  mas  esla  restricción  no  es  tul 
que  no  pueda  desaparecer  en  ciertos  casos.  El 
tribunal  puede  sin  necesidad  de  la  eongigná, 
cion  acordar  qne  se  suspenda  el  apremio,  si 
cree  que  la  lianza  es  segura,  ó  por  oíros  mo- 
tivos especiales. 

Los  trámites  de  los  recursos  de  que  veni- 
mos tratando  son  por  demás  breves  y  sencillos: 
un  solo  escrito  se  ha  de  aJmiiir  á  cada  parle, 
y  con  él  se  lia  de  declarar  la  actu.ac.iop  por 
conclusa.  El  art.  68  de. la  ley  en  que  asi  m 
dispone,  y  los  16o  al  1 3*2  del  reírlameulü ,  en 
que  lodo  se  detalla,  dicen  también,  que  ni  se 
ofreciese  prueba,  cuando  no  la  hubiese,  luía- 
la señale  un  término  que  no  esceda  de  trata)) 
dias  para  la  península  é  islas  adyactíute.-.  ¡e,- 
sado  ei  cual,  debe  dictar  desde  luego  ¡a  resolu- 
ción que  estime.  El  reglamenta,  á  pesar  do  lo 
dispuesto  en  la  ley,  ha  prorogado  á  quince 
dias  el  último  término. 

Hemos  espneslo,  aunque  muy  brevemcnle, 
las  disposiciones  de  la  legislación  novísima  so- 
bre el  tribunal  de  Cuentas,  sin  poder  entrar 
en  otras  cuestiones  sobre  su  aplicación,  aun- 
que las  hay  muy  interesantes,  porque  oslo  nos 
llevaría  muv  lejos  de  nuestro  propósito. 

TlllllUNAb  CONTENCIOSO  ADMINISTRATIVO. 
Este  tribunal,  de  reciente  creación,  lia  sido 
establecido  para  sustituir  al  Consejo  Real1,  pe 
se  suprimió  por  un  acuerdo  de  la  junta,  de 
salvación  dé  Madrid,  en  los  dias  de  la  revolu- 
ción de  julio  de  (854.  El  decreto  establecien- 
do este  tribunal  es  .de  7  de  agosto,  y  por  otro 
de  10  de  enero  de  185o  se  modificó  la  organi- 
zación establecida  en  aquel. 

Nada  debemos,  pues,  decir  de  este  tribu- 
nal, que  no  llene  ni  hisloria  nj  antecedentes; 
ni  es  otra  cosa  que  la  sustitución  del  Consejo1 
Peal  por  una  institución  que  no  es  masque  un 
pálido  bosquejo  de  aquella,  que  es  de  esperar 
se  restablezca  mas  tarde  ó  mas  temprano. 

Nos  limitaremos,  pues,  á  decir,  que  el  Tri- 
bunal contencioso  administrando  sigue  por 
ahora  fiel  y  exactamente  las  tradiciones  (pie 
le  ha  legado  el  Consejo,  ajustando  sus  fallos  n 
la  legislación  administrativa  vigente  y  a  la  ju- 
risprudencia sancionada  por  los  numerosos 
fallos  del  mismo  Consejo. 

TUIBUNAL  DE  COMERCIO.  Asi  se  llama  al  in- 


*97 


TRIBUNAL  DE  COMERCIO 


498 


bunal  especial,  establecido  para  conocer  en 
primera  instancia  de  los  negocios  y  causas  de 
comercio, 

Creemos  de  algún  interés  consignar  aqui 
algunas  noticias  sobre  el  establecimiento  en 
nuestro  país  do  una  institución  tan  interesante, 
después  de  lo  cual  es'pondrenios  la  constitu- 
ción legal  de  estos  tribunales  y  el  Orden  de 
enjuiciamiento  en  los  mismos,  todo  con  suma 
brevedad, 

Tara  desempeñar  la  primera  parle  de  nues- 
tra tarea,  tenemos  á  laxista  un  trabajo  de  su- 
mo precio,  á  saber,  una  serie  de  artículos  que 
etn  un  periódico  de  jurisprudencia  escribió  so- 
bre los  tribunales  de  comercio  uno  de  nues- 
tros'mas  eminentes  jurisconsultos,  el  señor 
don  Manuel  Seijas  Lozano,  be  estos  artículos, 
en  que  se  contienen  notables  apreciaciones, 
tomamos  la  reseña  que  á  continuación  trasla- 
damos, y  en  la  que  liemos  procurado  conser- 
var lo  mas  esencial  del  trabajo  en  cuestión. 

La  organización  qne  en  los  siglos  medios 
vinieron  á  recibir  las  sociedades  europeas,  di- 
ce el  señor  Seijas,  no  permitía  que  el  comer- 
cio y  la  industria  fabril  fuesen,  como  lo  sou 
en  el  dia,  un  poderoso  elemento  poderoso  en 
el  seno  de  las  mismas  sociedades;  ni  que  los 
ciudadanos  á  eslos  ramos  dedicados  pudieran 
constituir  una  clase  influyente  en  el  Estado. 
Algunas  ciudades,  cuya  situación  geográfica 
era  favorable  al  desarrollo  de  esos  elementos 
Je  riqueza,  tales  como  Veneciu,  Marsella,  Ge- 
nova y  otras,  vinieron  á  adquirir  el  monopo- 
lio comercial  de  la  Europa,  y  como  esta  pro- 
fesión produjo  la  acumulación  de  inmensas  ri- 
quezas, todos  los  habitantes  de  esos  pueblos 
se  lucieron  comerciantes  é  industriales,  y  sus 
gubíemos  participaron  de  este  mismo  carácter. 
Ln  preponderancia  de  algunas  casas  de  comer- 
cio, tales  como  la  de  Mediéis  en  Florencia,  fué 
cambiando  las  ideas  admitidas  en  el  continen- 
te europeo,  y  el  comercio  se  reputó  como  un 
elemento  de  poder  en  las  naciones. 

El  reino  de  Aragón  fué  de  los  de  España  el 
primero  que  dió  impulso  á  estos  dos  ramos. 
Sp  posición  geográlica,  atendida  la  importan- 
cia del  Mediterráneo  en  aquellas  épocas,  sus 
lineaos  pnurlos,  el  carácter  emprendedor  y 
aventurero  de  sus  habitantes,  y  sus  relacio- 
nes en  la  lialia  y  en  el  Mediodia  de  la  Francia, 
lodo  convidaba  á  este  desarrollo,  no  empeña- 
do tampoco  este  reino,-  como  el  de  Castilla,  en 
ana  guerra  constante  contra  los  sarracenos. 

Asi  es  que  cuando  en  Castilla  puede  decir- 
se que  ni  se  conocía  el  comercio  ni  la  indus- 
tria fabril,  Barcelona  y  Valencia  habían  pro- 
gresado tanto,  que  su  comercio  babia  fundado 
ya  sus  universidades  de  mercaderes,  y  tenian 
sus  famosas  lonjas  ó  cosas  de  contratación, 
pe  rivalizaban  con  las  mejores  de  Europa, 
las  leyes  suntuarias,  harto  rigorosas;  las  de  la 
tasa  de  efectos,  renovadas  con  exageración  fre- 
cuentemente; las  prohibitivas  de  la  estraccion 
W  la  moneda  y  de  los  artículos  con  que  po 

25<M    IHDLIOTfíCA  POPULAD.. 


dian  hacerse  los  cambios,  y  sobre  todo,  la 
perenne  guerra  con  los  sarracenos,  eran  obs- 
táculos insuperables  para  el  comercio  de  Cas- 
tilla, siendo  imposible  su  desarrollo. 

El  progreso  de  los  tiempos  produce;  sin 
embargo,  sus  efectos,  y,  asi  fué  que,  á  pesar 
de  los  errores  del  gobierno,  el  comercio  fué 
progresando;,  y  logró  al  fiu  constituir  gremios 
y  universidades,  ¿úrgos  llegó  a  hacerse  una 
plaza  mercantil  de  importancia  en  los  reinados 
de  don  Juan  II  y  don  Enrique  IV,  como  tam- 
bién Mórida  y  Sevilla;  pero  reservado  estaba  á 
la  gran  Isabel  delinear  los  fundamentos  de  la 
prosperidad  y  desarrollo  de  nuestro  comercio. 
En  su  reinado  data  nuestra  legislación  mer- 
cantil, propiamente  dicha. 

Desde  luego  comprendió  la  gran  reina  la 
triste  condición  del  comercio  del  país,  debida 
á  causas  diversas,  y  trató  de  removerlas  con 
la  energía  de  su  carácter.  No  entra  en  nuestro 
propósito  examinarlas,  habiendo  de  concretar- 
nos á  la  jurisdicción  mercantil,  creada  por  la 
reina  Calólica  en  1494. 

Para  los  que  mediten  sobre  las  ideas  que 
en  aquellos  tiempos  se  tenian  acerca  de  la  ju- 
risdicción, creyéndose  esta  inseparable  del  se- 
ñorío, que  era  una  especie  de  soberanía,  de- 
pendiente solo,  y  con  limitación,  de  la  sobe- 
ranía central  del  monarca;  la  creación  de  una 
jurisdicción  sin  señor,  independiente,  conce- 
dida á  una  clase,  á  un  gremio,  para  ser  ejer- 
cida por  sus  mismos  individuos  con  inhibición 
de  todo  tribunal,  es  una  obra  que  por  si  sola 
revela  revela  el  genio  de  la  reina  de  Castilla 
Esta  creación  no  fué  menos  importante  que 
necesaria.  El  pais  carecía  entonces  de  comuni- 
caciones fáciles;  no  se  habían  regularizado 
correos,  y  menos  para  el  estrangero;  los  co- 
merciantes tenian  qne  valerse  de  factores  para 
todas  sus  operaciones:  hallándose  á  larga  dis- 
tancia de  sus  principales,  autorizados  con  po- 
deres de  los  mismos,  abusaban  frecuentemente 
de  sn  representación;  se  apropiaban  los  cau- 
dales que  se  les  habian  encomendado;  com- 
prometían las  fortunas  de  sus  mandantes,  y 
huian,  encontrando'  muchas  veces  auxilio  y 
protecciun  en  los  ptieblos'de  señorío,  cuyas 
justicias  los  patrocinaban. 

De-  estas  circunstancias  se  aprovechaban 
frecuentemente,  no  solo  los  factores  deslea- 
les, sino  las  otras  personas  que  con  los  mer- 
caderes trataban,  y  aun  de  estos  los  de  mala 
fé,  para  burlar  á  los  otros,  eludiendo  las  obli- 
gaciones que  por  sus  actos  habian  contraído. 
Llevadas  las  cuestiones  á  los  tribunales,  había 
que  debatirlas  con  arreglo  al  dereetio  común, 
y  en  este  terreno  el  comercio  de  buena  fé  era 
victima  siempre,  porque  la  justicia  y  la  ley  es- 
taban divorciados  en  esta  materia. 

El  comercio  de  líúrgos  acudió  á  la,  sobera- 
na de  Castilla  solicitando  al  principio  la  juris- 
dicción privativa  en  los  negocios  del  ramo,  líu 
las  preces  para  la  cédula  que  se  espidió  en  21 
de  julio  de  1494,  se  hace  mención  de  las  ra- 
-T,   xsxiii.  32 


499 


TRIBUNAL  DE  COMERCIO 


500 


zon.es  espuestas  y  de  oirás  mas,  y  en  ella  se 
apoyó  la  concesión.  La  organización  de  estos 
.tribunales  era  muy  sencilla,  el  prior  y  cónsn-  ' 
les,  comerciantes ,  conocían  ele  la  contienda 
en  primera  instancia,  sin  trámites  lijos,  y  sin 
mas  regla  que  la^de  verdad  sabida  y  buena  í'é 
guardada.  Por  lo  tanto,  ni  tenían  asesor,  ni  se 
permitía  la  intervención  de  aburados.  De  las 
seuícucias  del  consulado  babia  apelación  pura 
el  juez  de  alzadas,  que  era  el  corregidor,  quien 
se  asociaba  á  dos  comerciantes,  previamente 
designados;  y  si  este  tribunal  revocaba  la  sen- 
tencia del  consulado,  se  admitía  la  remisión, 
asociándose  al  corregidor  otros  dos  comercian- 
tos,  también  señalados  con  anterioridad.  En  la 
segunda  y  tercera  instancia,  asi  como  en  la 
primera,  ni  se  admitía  al  intervención  de  le- 
trados en  la  dirección  de  los  negocios,  ni  el 
tribunal  consultaba  asesor  letrado. 

Sin  que  nosotros  atribuyamos  á  esta  insti- 
tución el  admirable  desarrollo  que  turnó  el 
comercio  de  Burgos  en  seguida  de  esta  conce- 
sión, es  lo  cierto  que,  sin  las  ventajas  que 
esta  te -.prestara,  no  sa. .hubiese  visto  á  una 
ciudad,  situada  casi  en  el  centro  de  Castilla, 
sostener  el  comercio  marítimo  mas  pujante 
que  tuvo  ciudad  alguna  de,  España,  si  escep- 
tuarnos  á  Cádiz  en  tiempos  posleriores,  üasi 
reasumió  el  monopolio  del  comercio  maritimo 
de  muchas,  costas  de  Galicia  y  Cantabria. 

No  obstante,  ninguna  otra  plaza  mercantil 
solicitó  la  concesión  de  consulado,  á  excep- 
ción de  Bilbao,  que  no  lo  estableció,  aunque 
le  fué  concedido  por  la  reina  doña  Juana,  re- 
novando el  privilegio  en  tiempo  de  Felipe  II. 
Cuando  la  naturaleza  de  esta  jurisdicción  de- 
generó.en  los  reinados  posteriores,  fué  cuan- 
do los  consulados  se  multiplicaron. 

En  efecto,  creciendo  la  dominación  de  los 
jurisconsultos  en  dichos  reinados,  estos  no 
pudieron  comprender  cómo  podia  haber  tribu- 
nales, aunque  especiales,  sin  jueces  letrado», 
ya  como  depositarios  de  la  jurisdicción,  ya 
como  asesores  de  los  jueces  legos.  Si  esta 
idea  para  ellos  era  incomprensible,  mucho 
mas  lo  debia  ser  la  de  que  un  juez  real  y  fun- 
cionario de  cierta  categoría  tuviese  por  cole- 
gas ó  conjueces  á  dos  legos,  dos  mercaderes 
sin  nociones  algunas  del  derecho.  No  menos 
resistían  aquellos  que  en  estas  contiendas  de- 
jase de  proceder  el  recurso  estraordinario  de 
injusticia  notoria,  y  su  admisión,  que  se  de- 
claró luego,  fué  el  principio  porque  se  barre- 
nó la  naturaleza  de  esta  jurisdicción. 

Reconocida  la  procedencia  legal  de  este 
remedio,  la  intervención  de  los  letrados  era 
necesaria.  Los  jueces  de  alzadas  de  algunos 
consulados  pidieron  asesores  letrados,  y  se 
les  concedieron;  después  los  solicitaron  va- 
rios consulados  que  les  nombraron,  y  á  otros 
también  se  les  impusieron,  sin  pedirlos,  ó  se 
determinó  su  existencia  en  las  ordenanzas  al 
espedirse  estas.  El  cargo  de  cónsul  vino  en  la 
mayor  parte  de  los'  tribunales  á  ser  puramen- 


te honorífico,  y  lo  mismo  el  de  colega  de  al- 
zadas, en  donde  estos  se  conservaron, 
"  Estas  y  oirás  causas  fueron  empeoran, lo  h 
administración  de  justicia  en  lo  mercantil,  la 
cual  aules  de  Id  publicación  del  cúéigo  ile  Co- 
mercio, era  tan  desigual  en  todo  el  ceiao;  que 
ninguna  persona,  al  contraer  una  obligaron 
111,'r-aniil,  podía  saber  con  certeza  por  ipui 
ley  se  juzgaría,  ni  (faé.  tribunales  decidirían 
las  contiendas  que  se  suscitasen.  Acuda  con- 
sulado se  le  daban  ordenanzas,  y  oslas  arre- 
glaban, tanto  el  'derecho  como  la  jurisdicción. 
Todos  diferían  en,  puntos  muy  capitales,  y  pa- 
rece que  se  ponia  un  conato  en  que  cada  pro- 
vincia y  aun  cada  ciudad  se  rigiese  por  legis- 
lación dístinla. 

Las  consecuencias  de  esas  disposiciones 
respecto  ¿  la.  jurisdicción  fueron  las  de  ojie 
perdiese  su  especialidad  característica,  dejan- 
do de  ser  la  que  creó  la  gran  reina,  sometién- 
dose, los  negocios  mercantiles  á  los  mismos 
trámites  y  á  mayores  dilaciones  que  los  ki- 
rnuues,  desapareciendo  el  influjo  profesional, 
la  intervención  de  la  especialidad  en  los  fallos, 
de  la  que  se  esperaba  el  acierto  en  las  con- 
tiendas para  !a  pericia  mercantil  de  losjueces, 
Los  juicios  de  quiebras  se  hicieron  intermina- 
bles, y  en  lo  general  fueron  el  patrimonio  Je 
los  prácticos,  síndicos  perpetuos  y  ñniversalas 
que  se  absorbían  la  masa  perteneciente  á  los 
acreedores,  que  jamás  veiau  el  término  de 
estos  juicios  ni  lograban  el  reintegro  de  sus 
créditos.  Pendientes  hay  aun  juicios  de  quie- 
bra cu  algunos  tribunales  de  comercio,  que 
datan  de  principios  de  este  siglo,  y  quizá  de 
mas  tiempo. 

El  gobierno  de  Fernando, VII  se  propuso 
remediar  este  mal,  y  se  publicaron  el  código 
de  Comercio  y  la  ley  de  enjuiciamiento. 

Tres  únicos  sistemas  presentaba  lu  ciencia, 
entre  ¡os  cuales  pudo  haberse  elegido  con  ma- 
yor ó  menor  acierto.  O  el  que  adoptó  el  Códi- 
go francés,  que  no  han  justificado  ciertamen- 
te ni  la  doctrina,  ni  la  esperiencia;  ó  el  délo? 
reyes  Católicos,  consignado  en  las  primitivas 
ordenanzas  del  consulado  de  Burgos,  con  lo- 
dos sus  inconvenientes  de  actualidad;  ó  el  del 
Código  de  Holanda,  que  con  razón  pasa  por  el 
primero  de  Europa. 
.  En  Francia  se  admitieron  los  tribunales  es- 
peciales de  comercio;  esto  es,  tribunales  com- 
puestos de  comerciantes,  con  las  apelaciones» 
las  cortes  reales  (audiencias),  y  el  recurso  de 
casación,  análogo  al  nuestro  de  nulidad,  A 
primera 'vista  parece  que  es  un  sistema  iguol 
al  de  nuestro  código,  y  muchos  han  censura- 
do á  este,  calificándole  de  trasplantado  déla 
nación  vecina,  sin  duda  por  no  haberle  exami- 
nado profundamente.  Con  toda  esa  semejanza 
de  formas  estertores,  no  tienen  nada  de  común 
en  sus  principios  fundamentales. 

En  los  tribunales  de  comercio  de  Frajicia 
no  hay  asesores,  ni  se  admite  la  intervención 
de  abogados,-  ni  los  juicios'  tienen  una  ritúali- 


501  TRIBUNAL  DE  COMERC[0  SOS 

dad  marcada:  por  manera  que  son  idénticos  á  lociones,  los  gastos  y  los  inconvenientes  que 
nuestros  antiguos  consolados,  creados  para  esto  ofrece  están  al  alcance  de  cuantos  tienen 
fallar  de  buena  fé  y  por  el  buen  sentido.  á  su  cargo  negocios  de  esta  especie.  Si  la  ley 
El  sistema  de  los  reyes  Católicos  consistía,  quitó  á  los  juicios  mercantiles  su  Índole  pecu- 
cooio  hemos  esptteslo  en  nuestros  anteriores  liar  de  verdad  sabida  y  buena  fé  guardada, 
artículos,  en  tribunales  compuestos  de  comer-  mejor  habría  sido  que  sometiese  á  los  consul- 
tantes, con  las  apelaciones  á  otros  comer-  fores  !a  tramitación,  en  lo  que  se  oconomiza- 
cianíes,  sin  la  concurrencia  de  asesores,  sin  ría  tiempo  y  grandes  gastos  á  los  litigantes, 
la  intervención  de  abogados,  sin  trámites  piar-  Ademas  la  grave  responsabilidad  que  se  impo- 
catios  y  precisos,  y  sin  otra  regla  que  la  de  ne  á  los  jueces  de  comercio,  cuando  no  siguen 
buscar  "la  verdad  por  las  inspiraciones  de  la  el  parecer  de  sus  consultares,  es  otro  obstá- 
mnn,  T  aplicar  la  juslícia  por  el  criterio  co-  culo  poderosísimo  que  se  opone  á  la  pronla  y 
raim  y  el  conocimiento  de  la  profesión.  No  espedirá  administración  do  justicia  en  lo  mer- 
sosteñdremos  seguramente  que  estos  tribuna-  cantil, 

les  Iludieran  boy  llenar  su  objeto,  como  lo  lie-  i  Respecto  á  los  juicios  de  quiebra,  es  aun 
narria  en  aquella  época.  Las  circunstancias  do  mas  peligrosa  esta  organización.  Dos  son  los 
los  tiempos  son  distintas,  y  estamos  persuadí- '  objetos  que  la  ley  se  propone,  ó  debe  propo- 
dos  de  que  hoy  la  ley  seria  impotente  para  1  nerse  en  este  procedimiento:  I."  tomar  bajo 
alejar  de  los  negocios  la  intervención  de  le- ;  su  protección  los  bienes  que  fueron  del  que- 
nados, como  lo  fué  la  ley  de  minería  de  182D.  !  brado,  á  fin  de  que  los  acreedores  los  reciban 

fin  Holanda,  pueblo  escncialmciiie  mor-  ¡  pnntrialíáiénte  según  sus  derechos,  y  i."  asev 
cantil,  cuyo  Código  se  formó  á  presencia  del  gtirar'la  fé  mercantil  por  uña  especie  de'jui- 
fráhCBs  y  consultándose  todos  los  adelantos  de  ció  de  residencia  á  que  so  someten  todos  los 
la  ciencia  y  las  lecciones  de  la  esperiencia,  en  actos  anteriores  del  quebrado. 
Holanda,  en  donde  nació  la  autoridad  de  los  j  itero  con  la  organización  defectuosa  de 
prebostes  gremiales  y  la  jurisdicción  e.-pceial  ¡  nuestros  tribunales  de  comercio,  ni  la  admi- 
de comercio,  se  suprimió  esta,  y  los  negocios  '  nistraoion  de  la  quiebra  puede  estar  vigilada, 
mercanliles  se  sometieron  á  la  jurisdicción  ni  se  ha  combinado  un  interés  moral  en  la  ce- 
eomun,  aunque  rigiéndose  por  leyes  especia-  ( leridad  de  la  terminación  y  distribución,  ni  la 
les  y  sabiamente  redactadas  listo  fué  guiarse  investigación  y  fiscalización  de  los  actos  au- 
par los  principios.  I  tenores  puedo  ejercerse  debidamente:  puesto 

Lo  que  entre  nosotros  se  baila  establecido  que  se  comete  á  compañeros  de  profesión, 
no  satisface  cumplidamente  á  los  objetos  de  ,  probablemente  á  amigos,  quizá  á  interesados, 
esta  institución.  i  y  siempre á  personas  que  carecen  de  todoes- 

vóamoslo,  si  no.  i  íimulo  para  desempeñar  funciones  odiosas.  La 

A  dos  clases  -de  juicios  pueden  reducirse  1  esperiencia  ha  dado  á  conocer  los  resultados 
los  qué  se  ventilan  en  los  tribunales  de  Co- ;  de  este  falso  Sistema,  y  el  tribunal  de  .Madrid, 
mcrcio;  á  saber:  los  que  tienen  por  objeto  el '  por  on  aclo  que  ie  honra,  lo  hizo  presente  al 
cumplimiento  de  alguna  obligación  mercantil,  '  gobierno  en  la  esposicion  que  motivó  la  crea- 
y  los  do  quiebras.  Conviene,  por  lo  tanto,  exa-  j  cion  de  los  fiscales  de  comercio.  ¡Quién  ere- 
minar  con  separación  las  consecuencias  prác-  '  yera  que  aun  este  débil  remedio  á  los  males 
ticas  que  en  cada  uno  de  ellos  ha  producido  la  í  que  se  locaban  hubiese  sido  anulado  al  poco 
organización  dada  á  esta  jurisdicción  especial.  :  tiempo!  ¡Cómo,  había  de  esperarse  que  los  in- 
Debemos  hacer  notar,  ante  lodo,  que  ni  el  Có-  i  teresados  en  los  abusos  triunfasen,  contra  tan* 
digo  de  comercio,  ni  la  ley  de  enjuiciamiento,  .  tos  y  tan  legítimos  intereses!  Por  esta  medida 
se  ocuparon  absolulamenlc  de  la  industria  fa- '  hemos  retrocelido  al  antiguo  estado  délos 
liril,  leniéndolo  equivocadamente  para  todos j  tribunales,  y  la  fé  mercantil  lia  quedado  sin 
los  efectos  legales  como  un  ramo  del  comer-  i  garantías  aSgunas. 

«o  al  cual  se  creyeron  aplicables  todas  sus  j  Hasta  aqui  las  noticias  históricas  y  las  apre- 
ilisposicioncs.  j  daciones  mas  notables  qus  contiene  el  trabajo 

Viniendo,  pues,  al  orden  establecido  para  ;  del  señor  Seijas..  Réstanos  esponer  algunas  in- 
olilener  el  cumplimiento  de  las  obligaciones  ¡  aleaciones  sobre  ta  constitución  de  los  tribu- 
inercantilcs,  sise  nos  preguntase  sobre  dicho  j  nales  de  comercio,  su  carácter  legal  y  siis 
únlan  abstractamente  considerado,  dirlamossiu  ¡  formas  de  cnjuieiamieiilo.  Esía  iarea  también 
vacilar  que  es  el  mas  lógico,  nías  exacto,  mas  -■  nos  la  dan  hecha  los  artículos  1 178  y  siguien- 
Wcn  calculado,  iufinilamcnlc  mas  que  al  admi-  ¡  tes  hasta  el  1218  del  código  de  Comercio,  ca- 
lido pura  el  fuero  común,  y  que  con  la  mejor  '  ya  doctrina  vamos  á  reproducir  brevemente, 
voluntad  lo  aceptaríamos  para  este  fuero,  l'cro  ¡  La  adminisl  ración  do  justicia  en  primera 
rsc  orden  lan  bien  calculado,  lejos  de  ser  un  instancia  en  maleria  mercantil  está  confiada  ¿ 
Wtn  pura  tribunales  legos,  es  Un  grave  nial,  tribunales  especiales  de  comercio,  y  en  su  de- 
liorque  amenazando  á  cada  paso  la  ley  con  la  fecto  a 'los  jueces;  en  segunda  y  tercera  ins- 
nnliclaa  y  la  responsabilidad  de  los  jueces,  tanda  ó  las  audiencias,  y  en  los  recursos  de 
esbs  la  declinan,  y  hacen  bien,  en  el  cónsul-  injusticia  notoria  al  tribunal  Supremo  de  Jusli- 
t°r,  sin  cuyo  acuerdo  nada  resuelven,  tos  di- '  cia:  todos  deben  arreglarse  en  el  proccdijnjen- 


503    TRIBUNAL  DE  COMERCIO— TRIBüNAL  DE  AGUAS  DE  VAL.  tiflt 


to  álas  leyes  comerciales.  Los  tribunales  es- 
peciales se  componen  de  un  prior  anual,  do 
dos  cónsules  y  dos  sustitutos  de  cónsules  que 
ejercen  sus  funciones  (los  años  y  se  renuevan 
por  mitad  en  cada  año;  de  un  consultor  letra- 
do, que  da  su  dictamen  por  escrito  cuando  el 
tribunal  se  lo  pide;  de  un  escribano  y  los  de- 
pendientes necesarios. 

Para  ser  juez  en  estos  tribunales  es  nece- 
sario ser  español  y  mayor  de  treiuía  años;  lle- 
var cinco  en  la  matrícula  y  ejercicio  del  co- 
mercio por  mayor,'  en  nombre  y  con  caudal 
propio;  tener  buena  opinión  y  íamá;  no  haber 
hecho  quiebra  culpable  ni  fraudulenta,  y  en 
el  caso  de  haberla  hecho  inculpable,  ó  suspen- 
sión de  pagos,  hallarse  rehabilitado;  no  haber 
sido  condenado  a  penas  corporal  ó  aflictiva: 
no  ser  deudor  á  la  hacienda  ni  a  los  fondos 
municipales.  Ademas  el  prior  debe  ¡levar  diez 
anas  de  matricula  y  ejercicio  en  el  comercio 
y  haber  sido  antes'  cónsul  en  propiedad  ó  sus- 
tituto. 

Para  asegurarla  imparcialidad  en  los  fallos 
no  pueden  concurrir  aun  mi  sirio  tiempo  como 
jueces  los  parientes  en  cuarto  grado  n¡  los 
consocios  en  compañfa  de  comandita,  y  el  que 
haya  sido  juez  de  comercio,  no  puede  volver 
á>  serlo  hasta  dos  años  después.  El  cargo  es 
obligatorio,  y  ningún  comerciante  matricula- 
do puede  escusarse  de  él  sino  por  edad  sexa- 
genaria, por  enfermedad  habitual  conocida,  ó 
por  ejercer  otro  cargo  público. 

La  jurisdicción  de  estos-  tribunales  se  es- 
tiende á  toda  contienda  judicial  procedente  de 
negociaciones,  contratos  y  operaciones  mer- 
cantiles, aunque  el  demandado  no  sea  comer- 
ciante matriculado;  pero  no  á  las  demandas 
intentadas  por  comerciantes  ó  contra  ellos  so- 
bre obligaciones  ó  derechos  que  no  procedan 
de  actos  mercantiles  ni  tampoco  á  asuntos  cri- 
minales, cuyos  incidentes,  cuando  ocurren,  se 
pasan  á  la  jurisdicción  ordinaria  con  testimo- 
nio de  los  antecedentes,  ni  puede  admitir  plei- 
tos que  no  sean  de  su  competencia,  pues  su 
jurisdicción  no  es  prorogable  ni  aun  á  volun- 
tad de  las  partes  litigantes. 

Esto  en  cuanto  á  ias  facultades  de  los  tri- 
bunales. En  cuanto  á  la  tramitación  de  los  ne- 
gocios diremos,  que  en  los  de  mayor  cuantía 
no  se  puede  intentar  demanda  sin  que  prece- 
da juicio  de  avenencia  ante  el  prior  cesante 
donde  bay  tribunal  de  comercio,  y  donde  no 
lo  hay  ante  el  comerciante  nombrado  por  él 
rey  cada  tres  años.  En  los  de  menor  cuantía, 
que  son  los  que  no  eseeden  de  1,000  reales 
vellón  en  los  tribunales  do  comercio,  y  500 
en  los  juzgados;  es  verbal  la  instrucción,  re- 
dactándose solo  un  acta  de  todo,  en  que  se 
consigna  la  resolución  judicial  que  se  lleva  á 
efecto  sin  apelación  ni  recurso  por  la  via  de 
apremio. 

Las  sentencias  délos  tribunales  de  comercio 
no  pueden  darse  por  menos  de  tres  jueees,-de- 
biendo  haber  dos  rotos  conformes  de  toda  con- 


formidad: las  discordias  se  deciden  por  los 
cónsules  sustitutos. 

En  los  asuntos  de  mayor  cuantía,  cuyo  in- 
terés no  sea  mayor  do  3,000  reales  en  los  Iri- 
-bunales  de  comercio,  y  de  2,000  en  loa  ¡ní, 
gados  ordinarios,  causan  ejecutorias  sus  res- 
pectivas sentencias,  y  solo  (iene  lugar  el  re- 
curso de  nulidad  para  ante  la  audiencia  por 
violación  de  las  formas  del  procedimiento. 

.  Las  sentencias  definitivas  é  interlocutorias 
deben  fundarse  fijando  la  cuestión  dedercclio 
ó  de  hecho,  y  citando  las  leyes  que  te  sean 
aplicables.  1 

Hay  tercera  instancia  en  materia  mercan- 
til cuando  en  la  segunda  se  hubiese  revocíultí 
en  todo  ó  en  parte  la  sentencia  de  primori 
inslancia.  Los  jueces  de  la  lercera  instancia 
son  siempre  distintos  de  los  que  fallaron  en 
grado  de  apelación.  De  la  sentencia  en  grado 
de  apelación  confirmatoria  de  la  primera  ins- 
tancia ni  de  . la  de  revista  en  los  casos  que  us- 
ía procede,  no  puede  interponerse  otro  recur- 
so que  el  de  injusticia  notoria  respecto  lan 
solo  á  las  definiciones  y  en  negocios  de  mas 
de  50,íi00  reales  vellón,  la  declaracioa  de 
injusticia  notoria  no  puede  veriücarsesino  por 
violación  manifiesta  de  las  formas  sustancia- 
les del  juicio  en  la  última  inslancia,  ó  por  ser 
el  último  fallo  de  esta  contra  ley  espresa  y  ter- 
minante. 

Esto  es  cuanto  nos  parece  mas  necesario 
dar  á  conocer  respecto  á  la  organización  ¡r  fa- 
cultades de  los  tribunales  de  comercio,  y  li 
modo  de  proceder  en  materia  mercantil.  Par» 
mayores  detalles,  que  no  son  de  este  lugar, 
puede  recurrirse  ;i  obras  especiales. 

TRIBUNAL  DE  AGUAS  DE  VALENCIA.  (I)  El 
tan  celebrado  tribunal  de  aguas  de  Valencia  fnc 
creado  por  los  árabes  en  el  tiempo  que  domi- 
naron este  país,  según  lo  atesligua  una  tradi- 
ción constante  que  se  presenta  desdo  luego 
con  manifiestas  señales  de  verdad.  Cuando  .i 
los  pocos  meses  de  la  conquista  de  este  reino 
concedió  el  rey  Conquistador  á  los  baMlanlcs 
y  pobladores  del  mismo  las  siete  acequiasen 
la  Vega,  añadió  que  debían  lomar  las  aguas  de 
ellas  según  antiguamente  fué  establecido  y 
acostumbrado  en  tiempo  de  los  sarracenos, 
De  estos  tomó  dicho  rey  la  distribución  de  las 
indicadas  aguas  y  las  reglas 'y  prácticas  por- 
que se  regían,  con  otros  muchos  «sos  y  cos- 
tumbres tocantes  a  la  agricultura,  fundada- 
mente, pues,  se  puede  creer  que  tornó  de  los 
mismos  la  institución  del  tribunal  de  que  se 
Irata,  con  su  modo  de  conocer  y  proceder, 
puesto  que  la  historia  legal  del  pais  no  ales- 
tigua  su  primitiva  creación,  ni  encuentra  se- 
mejanza do  él  en  ninguna  otra  provincia  do  I» 
que  pudiera  haber  sido  importada  en  esla, 

Componen  el  indicado  tribunal  los  ace- 

(f)  Este  iirlíciilo  es  pnrle  i!e  un  M)'plU)l».it  ^ 
Jircciosn  nbrila  Tratado  de  tcuidacim  u  }0'}sPr"' 
dencia  sobre  agitas,  publicada  en  Valencia  por 
el  abogado  don  Francisco  Qalan, 


305 

miieros,  ú  sea  los  síndicos  labradores  de  las 
acequias  de  la  Vega,  con  esclusion  del  de  la 
de  Moneada,,  que  se  gobierna  por  distintas  re- 
das. Estos  síndicos  son  en  número  de  ocho; 
su  elección  es  absolutamente  popular,  los  pro- 
pietarios regantes  de  cada  una  de  las  acequias 
nombran  respectivamente  el  suyo  en  el  tiem- 
po y  forma  que  prescribe  la  ordenanza  parti- 
cular, el  cual,  ademas  de  formar  parte  del 
Iributial,  tiene  la  presidencia  de  la  junta  gu- 
bernativa de  la  acequia  á  que  corresponde 
y  la  dirección  principal  délos  asuntos  de  la 
misma. 

Un  día  en  la  semana,  qnc  es  el  jueves,  no 
mediando  la  circunstancia  de  ser  festivo,  se 
renne  el  tribunal  enlre  once  y  doce  do  la  ma- 
ñana debajo  del  arco  de  la  catedral  que  da  á 
lo  plaza  llamada  vulgarmente  de  la  Seo.  Los 
jueces  toman  asiento  en  bancos  de  madera; 
los  juicios  se  celebran  á  presencia  del  públi- 
co, que  suele  ser  numeroso ,  atraído  por  el 
espectáculo  que  presenta  un  tribunal  patriar- 
cal, compuesto  de  sencillos  labradores,  y  cu- 
yas formas  de  enjuiciamiento  distan  tanto  de 
¡as  que  se  emplean  en  otros  juzgados.  En  el 
tribunal  y  el  público  se  echa  de  ver,  no  obs- 
tante, la  gravedad  y  compostura  que  tan  bien 
se  hermanan  con  la  recta  administración  de 
justicia.  ]¡1  tribunal  de  Aguas  de  Valencia  go- 
za de  cierto  prestigio,  debido  a  la  ventajosa 
idea  rpie  generalmente  se  tiene  de  su  recti- 
tud y  de  su  utilidad  para  la  conservación  de 
los  intereses  agrícolas  de  la  huerto,  fundados 
principalmente  en  la  equitativa,  distribución 
de  las  aguas  :  en  nuestro  concepto  ,  lo  que 
mas  lo  recomienda  es  la  economía  y  celeri- 
dad de  sus  juicios,  circunstancias  muy  dignas 
de  tenerse  en  cuenta  cuando  se  trata  de  inte- 
reses poco  cuantiosos,  y  de  infracciones  de 
ordenanzas  que  exigen  una  pronta  repara- 
ción. 

Asuntos  de  esta  naturaleza  son  por  lo  re- 
gular los  de  la  competencia  del  tribunal  de 
,  Aguas  de  Valencia.  Sus  atribuciones  se  redu- 
cen á  cuidar  de  la  policía,  distribución  y  con- 
servación de  las  aguas  de  las  siete  acequias 
de  la  Vega,  y  del  cumplimiento  de  las  orde- 
nanzas, por  las  que  respectivamente  se  rigen". 

Su  modo  de  proceder  es  por  demás  senci- 
llísimo; en  él  nada  se  escribe,  y  esta  circuns- 
¡ancialiace  que  no  se  necesite  escribano.  I.os 
interesados  discuten  y  defienden  por  si  mis- 
nos  sus  derechos  sin  ayuda  de  procuradores 
n¡  abogados.  Previa  citación  hecha  por*  el 
guarda  de  la  acequia,  en  cuyo  distrito  ha  su- 
cedido el  hecho  que  da  margen  al  juicio,  com- 
parecen el  dia  señalado  la  persona  ó  personas 
a  quienes  ae  hace  cargo,  en  virtud  de  denun- 
cia del  mismo  guarda  ó  de  otro  interesado  en 
el  riego.  Si  el  cilado  no  comparece,  se  le  cita 
uor  un  segundo  alguacil.  El  sindico  á  quien 
«responde  hace  los  cargos,  admite  la  prueba 
de  testigos  que  se  ofrece,  o  acuerda  el  reco- 
nocimiento pericial,  si  se  necesita.  Si  las  jus- 


50  G 

tifleaciones  se  presentan  en  el  acto,  se  dis- 
cute la  cuestión  por  los  síndicos,  haciendo 
separar  á  los  interesados  y  se  falla  por  vota- 
ción desde  luego ,  con  presencia  de  lo  dis- 
puesto en  la  ordenanza  de  la  acequia  en  que 
ha  tenido  lugar  el  hecho,  absteniéndose  de 
votar  el  sindico  de  ella  para  mayor  garanda 
de  la  imparcialidad  del  fallo.  Este  se  difiere 
para  otra  audiencia  cuando  la  necesidad  de 
oir  las  pruebas  lo  exige;  y  siempre  se  hace 
saber  en  el  acto  á  los  interesados,  volviéndo- 
les á  llamar  para  ello  al  tribunal.  La  sentencia 
es  de  suyo  inapelable,  y  se  lleva  á  efecto  por 
el  sindico  á  quien  corresponde,  procediendo 
también  de  plano  en  su  ejecución,  para  la  cual 
se  impetra,  si  eS  necesario,  el  auxilio  de  la 
autoridad  administrativa. 

Por  lo  dicho  ¡se  ve  que  el  llamado  tribunal 
de  los  síndicos  acequieros  de  la  Vega  de  Va- 
lencia, participa  mas  del  carácter  gubernativo 
que  del  judicial,  de  donde  nace  que  en  el  dia 
os  considerado  como  dependiente  en  el  ejer- 
cicio de  sus  funciones  de  la  autoridad  política 
de  la  provincia,  en  yirtud  de  orden  de  la  re- 
gencia provisional  delreino,  espedida  en  2(j  ríe 
abril  de  1841.  \ 

Lo  dicho  nos  parece  suficiente  para  apre- 
ciar en  todo  su  valorjla  interesante  Institución 
de  que  hablamos,  fique  nuestro  país  cuenta 
entre  sus  tradiciones;  mas  respetables.  Todavía 
añade  sobre  osle  asurtto  algunos  detalles  que 
no  creemos  necesario  i  reproducir,  el  aidor  de 
la  obra  indicada  en  la  nota  que  va  al  principio 
de  este  arliculo,  obra  Ique  debemos  recomen- 
dar como  un  trabajo  út^ly  curioso,  que  honra 
á  la  laboriosidad  de  sn  jautor.  ' 

TRIBUNO.  (£fistoria.l)  La  creación  de  los  tri- 
bunos de  la  plebe  y  hai  de  los  tribunos  mili- 
lares  señalan  dos  de  la¿  épocas  mas  notables 
de  la  historia  de  los  romanos.  La  suerte  de  la 
plebe  no  mejoró  en  nada  con  la  espulsion  de 
los  reyes  y  la  creación  idel  consalado.  Según 
una  ley  antigua  todo  deudor  insolvente  que- 
daba reducido  á  la  triste  Wondicion  de  esclavo 
del  acreedor,  y  los  plebeyos,  contrayendo  deu- 
das que  no  podían  pagar  mientras  servían, al 
estado  en  las  guerras  con  los  pueblos  vecinos, 
venían  á  ser  con  frecuencia  esclavos  de  los 
patricios  que  tos  trataban  ^  veces  con  cruel- 
dad inaudita.  Acercábase  é\  Roma  un  ejército 
enemigo  que  había  levantado  en  Etruria  la  fa- 
milia de  los  Tarquines:  los  cónsules  quisieran 
hacer  el  alistámiento^pero  la  plebe  opuso  re- 
sistencia: el  senado  propuslo  entonces  y  se 
aprobó  La  creación  de  un  magistrado  supremo, 
nombrado  por  los  cónsules,  inagislrado  cuyas 
decisiones  debían  ser  inapelables,  y  cuya  au- 
toridad no  podía  durar  mas  dq  seis  meses.  El 
primer  dictador  que  se  nombró  en  Roma  fué 
Tito  Larda,  el  cual  hizo  el  alistamiento  del 
ejército  y  aniquiló  el  poder  dolos  Turquinos; 
pero  esta  vez,  como  las  anteriores,  no  consi- 
guió la  plebe  que  fuesen  atendidas  susquejas, 
no  obstante  que  reclatnó  la  abolición  de  las 


TRIBUNAL,  DE  AGÜ.NS  DK  VALENCIA— TRIBUNO 


507 


TRIBUNO— TRIBUS  DE  ISRAEL 


808 


demias  y  de  las  leyes  que  tanto  la  oprimían. 
Los  patricios  pata  evitar  las  consecuencias  de 
aquel  descontento  querían  que  no  so  licencia- 
se el  ejército,  porque  asi  tendrían  sujeta  á  lu 
plebe,  habiendo  prestado  las  tropas  el  juramen- 
to, no  al  dictador  que  ya  habia  abdicado  Ja 
dictadura,  sino  á  los  cónsules.  Mando  al  sena- 
do que  Sos  tropas,  saliesen  de  la  ciudad,  pre- 
textando que  los  volseos  recién  vencidos  ha- 
bían renovado  sus  hostilidades,  y  con  esto  esta- 
lló la  sedición.  Propusieron  ájannos  dar  muer- 
te á  los  cónsules  para  quedar  libros  del  jura- 
mento, mas  esta  proposición  fué  rechazada,  y 
la  ptebe,  siguiendo  oí  consejo  de  un  tal  Siei- 
nio,  abandonóla  ciudad  y  se  retiró  alMonle  Sa- 
grado, donde  se  fortificó  y  permaneció  algu- 
nos dias  sin  atacar  ni  ser  atacada. 

Reconcilióse  al  fin  el  senado  con  la  plebe, 
mediando  Menenio  Agripa,  bajo  la  condición 
de  que  los  plebeyos  tendrían  en  adelante  ma- 
gistrados propios  encargados  de  protegerlos, 
con  la  potestad  de  oponerse  á  la  ejecución  do 
los  decretos  de  los  cónsules  que  pudieran  pe'1' 
judicarles.  Estos  magistrados,  á  quienes  se 
dio  el  nombre  de  tribunos,  debiau  ser  elegi- 
dos por  la  plebe,  eran  inviolables,  mientras 
ejercianel  tribunado,  y  los:  patricios  no  podían 
en  ningún  caso  aspirar  á  la  potestad  tribuni- 
cia. En  consecuencia  do  esto  convenio  se  nom- 
braron inmediatamente  dos  tribunos,  que  fue- 
ron p,  Licinio  y  L.  Albino.  Estos  nombraron 
tres  colegas,  uno  de  los  cuales  fué  Sioiuio,  el 
mismo  que  propuso  la  retirada  al  Monte  Sa- 
grado: Eos  nombres  de  los  otros  no  se  salva- 
ron del  olvido,  según  dice  Tito  Li vio. 

•Tal  fué  el  origen  do  la  polcstad  tribunicia 
en  Roma,  La  historia  del  tribunado  es  |a  histo- 
ria de  la  'porfiada  lucha  sostenida  por  largo 
tiempo  entre  los  patricios  y  los  plebeyos.  La 
potestad  de  los  tribunos  fué  en  su  '  principio, 
como  hemos  dicho  meramente  protectora,  pero 
bien  pronto  comenzó  á  ensancharse,  y  á  tener 
proporciones  que  aumentaban  el  poder  de  lu 
plebe  y  disminuían  el  de  los  patricios. 

Tres  años  después  de  la  retirada  al  Monte 
Sagrado  se  trataba  r:n  el  senado  del  precio  en 
que  hubia  de  venderse  al  pueblo  una  gran  can- 
tidad de  trigo  que  se  habia  traillo  de  fuera  pa- 
ra su  subsistencia.  Hubo  algunos  senadores 
que  pretendieron  retener  o!  trigo  hasta  que  los 
plebeyos,  forzados  por  la  necesidad,  renuncia- 
van  los  derechos  que  habían  adquirido  por  la 
ley;sagrada,  y  uno  de  los  que  con  mas  ener- 
gía sustentaban  este  dictamen  era  C.  Mareio, 
apellidado  Corioluno,  por  haber  tomado  á  Cu- 
riólos, ciudad  de  los  volseos.  Enfurecida  la 
plebe  contrae  Mátelo,  estuvo  á  punto  de  aco- 
meterle un  dia  ai  verle  salir  de  la  Curia,  pero 
lp  evitaron  los  tribunos,  emplazándole  como 
reo-  para  ante  el  pueblo  y  sometiéndole  á  un 
juicio.  El  senado  y  los  patricios,  aunque  muy 
á  su  pesar,  se  vieron  en  la  necesidad  de  con- 
sentirlo, y  desde  entouces  quedó  reconocida 
la  facultad  de/emplazar  y  someter  á  los.  patri- 


cios al  juicio  del  pueblo  como  inherente  á  la 
potestad  tribunicia 

Continuaron  las  disensiones  entre  las  pj; 
tricios  y  plebeyos.  Publilio  Yolernu,.  que  per- 
tenecía ú  esta  clase  y  habia  estado  para  ser 
apaleado  delante  del  pueblo  por  mandato  de 
un  cónsul,  logró  salvarse'  de  esta  afrenta,  con- 
citando la  ira  popular,  y  al  ano)  siguiente  Im- 
biéndose  hecho  nombrar  tribuno,  consiguió 
que  se  formara  (¡na  ley,  por  la  cual  se  esta- 
bleció que  los  comicios  para  la  elección  de 
tribunos  se  celebrasen  por  tribus,  quedando 
por  este  medio  anulada  la  influencia  del  órden 
senatorio  en  el  nombramiento  de  tales  ningis- 
trados.  En  esta  época,  dice  Tito  Livio,  que  se- 
gún el  testimonio  de  Pisón,  con  el  cual  no 
está  conforñie,  se  aumentó  basta  cinco  el  mi- 
mero  de  los  tribunos. 

En  e!  consulado  de  L.  Ebucio  y  P.  Seni- 
lio,  trató  un  tribuno  llamado  C.  Terenlilo,  de 
proponer  una  ley  cuyo  objeto  era  restringir 
la- autoridad  consular,  y  aunque  se  abstuvo  tic 
proponerla,  mientras  duró  la  ausencia  jfe 
aquellos  cónsules  que  estaban  haciendo  1;¡ 
guerra  contra  los  volseos,  al  fin  se  hizo  la 
proposición,  que  encontró,  como  era  de  es- 
perar, mucha  resistencia,  pero  que  dio  por  ra- 
stillado un  convenio  en  que  el  número  de  los 
tribunos  se  aumentó  hasta  diez,  á  condición 
de  que  ninguno  pudiese  ser  reelegido  para  us- 
ía magistratura. 

Mas  adelante  propuso  el  tribuno  Canillero 
una  ley  aboliendo  la  prohibición  de  mezclar- 
le las  familias  plebeyas  con  las  patricias  por 
medio  del  matrimonio,  y  sus  "colegas  propu- 
sieron que  los  cónsules  pudieran  ser  elegidos 
indistintamente  cutre  los  patricios  y  los  ple- 
beyos, y  uo  solo  entre  los  primeras  como  en- 
tonces. La  primera  de  dichas  proposiciones 
encontró  menos  resistencia  que  la  segunda  y 
fué  aprobada.  En  cuanto  á  la  segunda  hubo  una 
especie  de  transacción,  pues  se  convino  en 
que  en  vez  de  cónsules  se  nombrasen  unos 
magistrados  que  tenían  las  mismas  facultades 
que  estos  y  podían  ser  plebcyus,  pero  deno- 
minándose tribunos  militares.  Sin  embargo 
de  haber  triunfado  la  plebe,  los  primeros  tribu- 
nos militares  que'se  nombraron  fueron  patricios, 

So  mucho  después  C.  Licinio  Stolou  y  li- 
cinio Seslio,  tribunos  do  la  plebe  propusieron 
doí"  leyes  que  hicieran  aprobar  ai  On.  Una  es- 
tableció que  loa  plebeyos  pudieran  ser  cónsu- 
les y  otra  que  ningún  romano  pudiera  poseer 
mas  do  quinientas  yugadas  de  tierra,  licinio 
Sextio  fué  el  primer  cónsul  plebeyo. 

Cuándo  la  plebe  encontró  abierto-el  cami- 
no para  [a  magistratura  suprema  adquirió  una 
influencia  .  política  que  por  necesidad  quilo 
gran  parle  tic  su  importancia  al  tribunado. 

itlBÍÍÍ)  !)!•:  I.UIÁEI..  La  palabra  Iribú  sig- 
nifica una  parte  de  aquellas  en  que  se  divide 
un  pueblo,  ó  bien  la  ■porción  de  gentes  que 
pertenecen  á  una  de  las  fracciones  en  que  so 
reparte  una  nacipu. 


TR1UUS  DE  ISRAEL 


510 


El  pueblo  de  Israel,  él  pueblo  escogido,  el 
pébld  bebi'co,  el  pueblo  de  Dios,  que  con  to- 
dos estos  nombres  es  conocido  en  lii  liisté'ría 
él  que  salió  de  Egipto  para  habitat  la  tierra  de 
promisión,  se  dividió  en  doce  tribus,  cftié  se 
Humaron  ¡as  doce  tribus  de  Israel  listas  chm 
jaae'Juda,  palabra  que  sigiiiíiea  alabanza; 
la  de  Sime'M.  palabra  que  Significa  escuchar; 
]a de  Benjamín,  palabra  que  significa  hijo  de 
la  veje?-;  la  de  Dan,  palabra  que  significa 
jéeio;  la  de  Efrain,  palabra  que  significa 
acrecentamiento;  la  de  Munasé's,  palabra  que 
significa  olvido;  la  dé  ¡sacar,  palabra  que  sig- 
nifica recompensa;  la  de  Zabulón,  palabra  que 
significa  morada;  la  de  Mér¡  palabra  que 
sigaífles  dicha;  la  de  Neptali,  palabra  que 
significa  comísate;  la  de  Rubén,  palabra  que 
significa  hijo  de  l¡¡  visión;  y  la  de  Gad,  pala- 
bra que  significa  prosperidad.  La  tribu  de  Le- 
ti¡,  palabra  que  significa  consagrado  á  Dios, 
no  se  contó  verdaderamente  en  el  número  por 
su  deslino  especial  y  por  oslar  mezclada  con 
todas  las  demás. 

Llegados  que  fueron  los  israelitas  á  la  tier- 
ra de  llanaam,  llamada  después  tierra  de  pro- 
misión, Palestina,  .ladea,  y  boy  Tierra  Santa, 
se  dividió  el  terreno  entre  las  doce  tribus  .ver- 
daáéiiSj  escluycndose'  por  consiguiente  la  de 
Levi,  que  por  estar  dedicada  al  cullo  no  se  la 
repartió  territorio,  aunque  se  le  señalaron  cua- 
renta v  ocho  ciudades  de  las  oirás  tribus,  á 
fin  de  que  pudiera  habitat  en  ellas,  con  sus  al- 
rededores, estando  sus  ganados  en  la  facultad 
de  paslar  basta  la' distancia  de  dos  mil  codos 
de  las  mismas  poblaciones. 

La  división  que' se  practicó  fué  la  siguiente: 
La  írifií*  de  Judd  obtuvo  ei  territorio  á  la 
parte  Occidental  del  Mar  Muerto ,  teniendo  al 
Mediodía  los  desiertos  de  la  Idímiea. 

La  de  Simeón  al  Oeste  úe  la  de  Iudá,  y 
confinaba  al  Sur  con  el  desderlo,  y -A  la  parle 
Occidental  con  el  Mediterráneo,  ó  mejor  di- 
cho, con  el  pais  de  ios  Filisteos. 

La  de  Benjamín  tenia  al  Slid  la  de  Jiidá,  y 
por  el  Este  lindaba  con  el  Jordán  y  el  Mar 
Mnerto.  .  . 

La  de  Dan  se  bailaba  al  Norte  de  la  de  Si- 
meón: por  el  Este  confinaba  con  la"-,  de  Benja- 
mín, y  al  Oeste  con  el  Mediterráneo  y  los  fi- 
listeos. *  ;' 

La  de  £ /"rain,  estaba  al  Norle  de  las  de  Dan 
}'  Benjamín,  lindando  al  Este,  con  el  Jordán,  y 
al  Oeste  con  el  Mediterráneo. 

La  de  Manases,  una  parte  estaba  al  Orien- 
te del  Jordán,  y  la  otra  tenia  el  territorio  á  bi 
parle  del  Norte  de.  la  de  Efrain,  y  se  estendia 
por  el  Este  hasta  el  Jordán,  y  al  Ocaso' termi- 
naba en  el  Mediterráneo. 

La  de  ¡sacar  tenia  al  Oriente  el  Jordau';  -  al 
s«r  la  segunda  mitad  de  Manasés,  y  por  el 
Oesle  llegaba  basta  el  Mediterráneo. 

La  de  Zabulón  estaba  situada' al  Norte  de  la 
de  /socar,  y  en  los  otros  términos  se  hallaba 
rodeada  por  las  de  Aser  y  Neptali. 


La  de  Aser  tenia  al  Este  .las  de  Zabulón  y 
Neptali,  al  Norte  el  Líbano,  y  por  el  Oeste*' 
confinaba  con  la  Fenicia  y  el  Mediterráneo. 

.  La  de  Neptali  estaba  entre  la  de  Aser  y 
primera  mitad  de  Manasés,  y  tenia- al  Norte 
el  Líbano  y  al  Sur  la  de  Zabulón. 

La  de  Rubén  y  ta  de  Gad  estaban  ála  par- 
te Oriental  del  Mar  Muerto  y  del  Jordán. 

Para  dar  teas  claridad  á  todo  lo  dicho  po- 
nemos^ continuación  dos  cuadros  uno  de  los 
nombres  de  las  tribus,  sus  capitales  y  terri- 
torio, y  otro  de  las  ciudades  levilicas  ó  de  re- 
fugio. De  este  modo  se  conocerá  á  primera 
vista  todo  cuanlo  inleresa^aber  respecto  á  es- 
ta parte  de  la  historia  del  pueblo  judio. 

Primer  cuadro. 


Sombres  de  r„„i,„i.„ 
las  tribus.  Capitales. 


Situación. 


.Iudá.  . 

Simeón. 

Benjamín 

Dan..  . 
Efrain.. 

Manasés. 

Isacar  . 

Zabulón. 
Aser.  . 
Neptali. 
Rubén. . 

Gad.  .  . 


Ilebron. . 

üersabé.. 


.  Jebus,  . 

.  Joppe.  . 
,  Siqnen.  . 

.  Astarot.  . 

.  Ramet.  . 

.  Belulia.  . 

.  Caná.  .  , 

i  Azor.  .  . 

.  llesedon. 

.  Manain. . 


J  Al  Oeste  del  Mar 
i  Muerto. 
( Al  Oesle  dé  la  de 
1  Judá. 

iríl  Oeste  del  Jordán 
|  y  NOrte  de  la  de 
[  Judá. 

i  Al  Norle  de  la  de 
)  Simeón. 
Al  Norle  de  las  de 
Dan  y  Benjamín. 
La  1.a  mitad  al  Es- 
te del  Jordán  y 
(    la  de 'i. 4  al  Oeste. 

ÍAl  Norte  de  la  i." 
porción  deMana- 
sés  y  al  Oesle 
del  Jordán.  . 
i  Al  Norte  de  la  de 
í  Isacar. 
j  Al  Oesle  de  la  de 
(  Zabulón. 
1  Al  Este  de  la  de 
}  Aser. 
Al  Este  del  Mar 

Muerto. 
Al  Este  del  Jordán, 
Norte  de  la  de 
Rubén,  y  Sor  de 
j    la  1."  mitad  de 
v.  Manasés. 


Segundo  cuadró. 


Tribus. 


r.  (Ilebron,  Lábana, 

Jatia-  •  " \  •  Istemo,  Ilolon, 


Simeón. 


Nombres  de  las  ciudades 
levilicas  y  de  refugio. 

Jether, 
Dabír. 
Bethsa- 


Bcnjamin. 
Dan..  .  . 


(Ain  ó  Asan,  Jeta, 
'  í  mes. 

IGabaon,  Gabaé,  Analot, 
'  i  Almoi). 

(Eltlieco,  Gabathon,  Aya- 
'  l    Ion,  Getbremon. 


\ 


Mi 


TRIBUS  DE  ISRAEL— TRIBUTOS 


513 


Tribus. 


Nombres  de  las  ciudades 
levíttcas  y  do  refugio. 


„  JSiquen,  Gazer.. 

Mraul )  Beth-horon. 


Cibsain, 


Manasés(  limitad.). 
Manases  (2. 'mitad.). 

Isaear. 


Gaulon,  Bosra. 
Thauch,  Gelhremon. 
Cesión,  Dabareth ,  Jara- 
moth,  Engannin. 
,  .  ¡Jecnána,  Carta,  Damna, 

¿aüal0Q |  Naalól. 
.  ,  Masal ,  Abdon,  Ilelcatli, 

Asei  |  Rohob. 

..  Ceder,  llanmonth-Bor, 

"epia" j  Carlliau, 
„  .  -    Bosói' ,  Jasér ,  Jeflrsón, 

Ruben '  ■  SefaatU; 
„\,  (Ramoth,  Manain,  Hese- 

uaa {    bon,  Jaser. 


Con  estos  cuadros  se  adquiere  inmediata- 
tamenle  el  conocimiento  de  cnanto  interesa 
saber  sobre  el  número,  nombres,  capitales,  si- 
tuación y  ciudades  levüicas  y  de  refugio  de 
las  tribus  de  Israel. 

TIUBb'TOS.  De  este  modo  se  denominan  las 
cantidades  que  pagan  los  habitantes  de  un  es- 
tado por  el' repartimiento  qne  se  les  hace  para 
sostener  las  cargas  públicas,  consignadas  en 
los  presupuestos  generales,  provinciales  y  mu- 
nicipales. 

Las  obras  de  los  antiguos  legisladores  y 
economistas  españoles  contienen  tan  sublimes 
leorias  sobre  la  imposición  de  los  tributos,  que 
no  podemos  resistir  al  deseo  de  éstractar  lo 
mas  notable  que  en  ellas  hallamos  para  dar 
una  idea  de  la  madurez  y  de  la  sabiduría  de 
nuestros  codificadores  y  hombres  de  gobierno 
y  de  letras. 

Las  leyes  de  Partida,  después  de  consignar 
que  los  reyes  solo  tienen  derecho  á  exigir  de 
sus  subditos  lo  que  tomaron  sus  antecesores 
para  satisfacer  sus  necesidades,  dicen  en  la 
ley  ?.s,  del  título  XXVIII,  de  la  Partida  3. 
«que  las  rentas,  los  pechos  y  los  tribuios  que 
dan  los  bornes,  son  de  los  reyes,  é  filáronles 
otorgadas  estas  cosas  para  que  hobiesen  con  que 
se  mantener  honradamente  en  sus  despensas, 
ó  con  que  pudiesen  amparar  sus  tierras,  é 
guerrear  con  los  enemigos. » 

Don  Jnan  II  en  las  cortes  de  Castilla  de 
13S5,  al  lamentarse  de  la  funesta  jornada  de 
Aljubarrota,  decía  que  la  sentía  por  los  pechos 
que  era  necesario  imponer  a  los  pueblos,  por 
que  como  «de  eolos  pechos  pese  á  vosotros, 
debe'des  entender  que  mas  pesa  á  nos;  cá  bien 
subedes  que  nos,  en  cuanto  rey,  debémonos 
haber  como  un  padre  acerca  de  su  fijo,  y  fio 
mo  tal  padre  de  este  regno  somos  temidos  é 
obligados  de  aliviar  los  pechos  en  cuanto  pu- 
diéramos.» Y  habiéndole  ofrecido  las  corles  de 
Bríviesca  varios  tributos  no  los  quiso  aceptar, 
respondiendo' «que  faria  sinrazón  á  sus  vasa- 
llos eu  demandarles  y  tomar  mas  de  lo  que  le 
fuere  menester.» 


Los  ministros  reunidos  en  159,5,  bajo  h 
presidencia  del  marqués  de  Poza,  para  busca 
arbitrios,  dijeron,  «que  el  medio  mas  principa! 
de  aumentar  y  boneliciar  la  hacienda  no  era  el 
de  imponer  tributos,  sino  el  de  enriquecer  á 
los  vasallos,  porque  de  las  piedras  no  puede 
sacarse  aceite. » 

Don  Diego  de  Saavedra  Fajardo  escribía  en 
la  Empresa  LXVIl  de  las  suyas  políticas  «que 
los  tributos  no  se  han  de  imponer  en  aquellas 
cosas  que  son  precisamente  necesarias  parala 
vida,  sino  en  las  que  sirven  á  las  delicias,  áli 
curiosidad,  al  ornato  y  á  lá  pompa,  en  lo  cual, 
quedando  castigado  el  esceso,  cae  el  mayor 
peso  sobre  los  ricos  y  poderosos,  y  quedan 
aliviados  los  labradores  y  oficiales.  >> 

Osorio  en  su  Estension  política  y  económi- 
ca, asegura  «que  bajando  la  mitad  de  los  tri- 
butos valdrían  mas  las  rentas;,  que  el  mayor 
tributo  que  debieran  pagar  los  vasallos  era  un 
por  100.» 

Solorzano,  en  sus  Emblemas,  ha  estableci- 
do en  versos  latinos  máximas  luminosas  sobre 
la  imposición  de  tributos. 

Martínez  de  la  Mata  aconseja  que  se  impon- 
gan los  menores  tributos  que  ser  pueda  y  que 
se  repartan  bien. 

El  marqués  de  la  Ensenada  decia  al  rey  don 
Fernando  VI,  «que  el  esceso  de  los  íriiwlot 
mataba  los  manantiales  de  la  riqueza  pública, 
por  lócual  aquellos  debían  reducirse.» 

Macauáz  esponia  á  don  Felipe  V,  «que  los 
tribuios  debían  ser  muy  moderados  y  arregla- 
dos en  todo  al  producto  de  los  bienes  de 
los  vasallos,  teniendo  eu  consideración  que  no 
sean  vejados." 

Cándara  manifiesta  «que  cuanto  mas  se 
acrezcan  los  impuestos,  cuanto  mas  se  eslaa- 
qneu  los  géneros,  cuantos  mas  arbitrios  seia- 
tenten  de  nuevo,  y  cuantas  mas  contribucio- 
nes se  exijan  á  la  nación,  oíro  tanto  bajarán 
las  rentas  del  rey.» 

Campománes  espresa  «que  el  acierto  en  li 
materia  de  tributos  está  en  lijar  de  tal  modo  la 
imposición  que  no  pueda  ser  engañado  el  qiic 
lá  exije  ni  el  que  la  paga,  y  comprenda  i  la- 
dos los  contribuyentes  en  una  exacta  propor- 
ción.»     .  . 

Don  Bernardo  Ward  «quería  que  para  la  im- 
posición de  los  tributos  se  tuvieran  présenles 
la  diferencia  de  las  clases  de  los  vasallos  j'  I» 
diferente  calidad  de  los  objetos.» 

De  estas  doctrinas  de  los  legisladores  y  ec* 
nomistas  antiguos  españoles,  se  deduce,  que 
los  tributos  se  deben  al  principe  6  á  la  nación 
para  mantener  el  decoro  de  la  persona  de  aquel 
y  la  seguridad  ó  independencia  del  Eslaito; 
que  los  sacrificios  pecuniarios  deben  tenería 
limite,  cual  es  las  necesidades  del  país  y  la  ri- 
queza deL  pueblo;  que  los  tributos  debcu  se- 
guir la  razón  directa  de  las  necesidades  verda- 
deras; que  su  número  debe  reducirse  al  aiini; 
mo  posible;  que  la  utilidad  del  erario  no  con- 
siste en  el  pesoescesivo  de  los  tributos,  sin» 


513 


TRIBUTOS 


en  que  se  concillen  con  la  posibilidad  del  con- 
tribuyente; que  deben  establecerse  las  contri- 
buciones bajo  reglas  que  lejos  de  destruir  fo- 
menten los  manantiales  de  la  riqueza, pública; 
que  no  deben  recaer  sobre  la  clase,  indigente; 
que  se  lian  de  imponer  con  igualdad  y  equi- 
dad, cuidando  de  la  nivelación  en  los  reparti- 
mientos; que  la  recaudación  debe  ser  la  mas 
económica  y  menos  vejatoria;  que  los  tribu- 
losdeben  imponerse  sobre  los  fondos  que  pro- 
ducen las  riquezas;  que  la  cuota-  individual, 
(Inalmente,  no  debe  esceder  de  un  5  por  100 
en  circunstancias  ordinarias  de  paz  y  de  pros- 
peridad. 

Los  tributos  deben  destinarse  á  cubrir  las 
atenciones  de  los  Estados,  y  para  que  aquellos 
no  sean  crecidos  deben  estas  disminuirse, 
prescindiendo  de  todo  gasto  innecesario,  porque 
los  gastos  en  general  son  improductivos  y  es- 
tériles, consumiendo  y  no  creando. 

Todos  los  tributos  pueden  comprenderse 
en  seis  especies  principales.  Primera,  los  tri- 
butos territoriales,  que  pesan  sobre  la  propie- 
dad rústica  y  urbana:  segunda;  los  de  inquili- 
nato, que  gravan  sobre  los  alquileres  de  las 
casas:  tercera;  los  de  la  renta  pública,  que  se 
dirigen  contra  los  acreedores  del  Estado:  cuar- 
ta; los  personales,  que  se  imponen  sobre  el 
individuo,  como  la  capitación,  el  derecho  de 
patentes  y  las  contribuciones  suntuaria  y  movi- 
liaria:  quinta;  los  convencionales,  que  se  im- 
ponen por  derechos  sobre  los  actos  civiles  y 
sobre  las  transacciones  sociales,  como  los  que 
tienen  el  papel  sellado,  el  registro,  las  hipote- 
cas, las  ventas:  y  sesta;  los  comerciales,  (pie 
gravitan  sobre  los  efectos  de  comercio,  como 
la  sal,  el  tabaco,  los  hierros,  etc.  Todos  estos 
impuestos  destruyen  y  no  crean,  y  por  lo 
mismo  disminuyen  la  riqueza  pública,  por  lo 
cual  debo  hacerse  uso  de  ellos  con  sobriedad 
y  parsimonia. 

Mucho  soba  disputado  y  dispula  sobre  si 
son  mas  ventajosos  los  tributus  directos  que 
los  indirectos  y  viceversa,  dividiéndose  los 
cconomMas  en  dos  escuelas  enteramente  con- 
trarias; pero  preciso  es  decir  que  es  mucho 
mayor  el  número  de  tos  que  sostienen  los  im- 
puestos directos.  Estos  esponen  que  el  tributo 
directo  pesa  sobre  el  pudiente  tan  solo,  y  siem- 
pre en  relación  proporcionada  con  su  riqueza, 
(ic  modo  que  de.esla  manera  se  causa  el  menor 
perjuicio  posible  y  únicamente  á  quien  puede 
soportarte,  Sus  adversarios  dicen  que  tanto  es 
mas  beneficiosa  y  mas  llevadera  una  contribu- 
ción, cuanto  menos  se  advierte  que  se  paga  y 
cuanto  menos  se  aféela  en  el  momento  de  sa- 
tisfacerte; siendo  esto  lo  que  acontece  con  los 
impuestos  indirectos.  Lomas  razonable  es  sos- 
tener que  los  tributos  directos  deben  ser  prefe- 
ridos, y  que  los  indirectos  solo  deben  exigirse 
en  cantidades  cortísimas,  de  modo  que  no  ve- 
jen ni  ofendan  á  los  pobres  y  necesitados. 

Los  ¿ri&utos  tienen  un  limite,  y  una  vez 
traspasado  ocasionan  graves  disminuciones  en 

'¿202    D1ULIOTKCA  POPULA». 


sus  productos.  Asi  es  que  en  este  particular 
conviene  ser  parcos,  y  mas  vale  pecar  por  can- 
tidad de  menos  que  por  esceso. 

Los  tributos  han  tenido  en  España  distin- 
tos nombres;  que  no  es  del  caso  referir  en  es- 
te lugar. 

Para  terminar  el  articulo  ponemos  dos  cua- 
dros de  los  tributos,  derechos  y  contribuciones 
que  pagaba  el  pueblo  por  todos  aspectos  en  el 
año  de  1S0G,  y  de  los  que  se  cobraron  con  ar- 
reglo á  las  leyes  de  presupuestos  generales, 
provinciales  y  municipales,  aprobados  para  el 
año  de  1853,  haciendo  espresion  del  importe 
quo  aquellos  tuvieron  y  del  que  se  calculó  á 
los  últimos. 

Cuadro  correspondiente  al  año  do  1S0G. 

Rs.  vn. 


Aduanas   60.000,000 

Aguardiente  19.000,000 


Albufera 

Alcabalas  

Almirantazgo 
Alojamiento/  .  .  .  ,  ¿ 

Amortización  

Andage  

Ancorage.  ...... 

Anualidades  

Avería  

Azúcar  

Azogue  

Azufre  

Bagages  ....... 

Barcage  y  portazgos. 

Bailias  

Braceage  y  señoriage. 
Bula  de  cruzada, .  .  . 
Bulas  de  obispos.  .  . 
Caballos  de  regalo.  . 

Cal  y  ladrillo  

Cámara  (sus  efectos). 
Capitanías  de  puerto. 
Catastro  en  Cataluña. 
Cena  de  ausencia.  .  . 
Censos  enfttéuticos.  . 

Cientos  

Coches  

Cofradías.  .  .  .  -.  .  . 

Correos   .  . 

Criados  

Curia  romana  


i. 000,000 
30.000,1)00 
"4.600,000 
20.000,000 
90,000 
2.000,000 

I.  000,000 
4.000,000 

11.000,000 
1.000,000 
16.000,000 
400,000 
73.000,000 
20.400,000 
400,000 
200,000 
22.000,000 
500,000 
2.000,000 
100,000 
1.200,000 
2.000,000 
17.000,000 
14,000 
00,000 
40.000,006 
1.000,000 

II.  000,000 
10.000,000 

2.000,000 
8.000,000 

Derechos  de  estola   127,-670,000 

Id.  feudales  de  los  señores.  .  83.000,000 

Diezmo  eclesiástico   900.000,000 

Equivalente. .  .  .   8.000,000 

Bscusadq.  .....    30.000,000 

Espolios,   1.500,000 

Fiestas  religiosas  .  ,   490.000,000 

Bel  medidor.  ........  6.000,000 

Fondo  pió   H.000,000 

l'rutos  civiles   10.000,000' 

Generalidades   800,000 

Gracias  al  sacar   2,000,000 

T.     SSXHI.  33 


515 


InqnisícLon  

Internación.  

Jabón  

Legados  y  herencias.  .  .  .  . 

Lanzas  ,  

Limpia  de  puerto  

Linterna  ,  .  .  . 

Lleuda.  .  .  .  

Lotei-iu  

Luismos..  

Maestrazgos  

Media  anata  

Manutención  de  frailes  mendi- 
cantes •. 

Mesadas  eclesiásticas  

Millones..  .  

Misas.  

Mortajas.  

ííaipes  

Navarra  (sus  contribuciones). 
Novales.  .■  

Noveno  

Ocho  por  cieuto.  ....... 

Paja  para  las  tropas  

Pantano  de  Alicante.  ..... 

Papel  sellado  

Pariage  (Derecho  de)  

Pasaportes  

Patrimonio  real.  .  ■  

Pecha  

Penas  de  cámara  

Plomo  (Renta  del)  

Población  de  Granada  

Pólvora  (Renta  déla)  

Pósitos  

Práctico  

Primicia  

Propios  y^arbUrios  

Puertas  (Derechos  de)  

Rentillas  '  

Salinas.  

Subsidio  eclesiástico.  .... 

Tabaco.  .   

Talla  

Toneladas.  '.  . 

Unica  contribución  '. 

Unos  por  ciento.  ....... 

Utensilios.  

Vacantes  eclesiásticas. .  • .  .  . 
Vino  (Derechos  sobre  el).  .  . 
Total  del  importe  de  todos  los 


TRIBUTOS 


Rs.  vti. 


400,000 
20.000,000 
3.000,0'Oü 
4.000,000 
2.000,000 
2.000,000 
500,000 
400,000 
to. 000, 000 
.  100,000 
¡.000,000 
1.300,000 

24.000,000 
1.000,000 
30.000,000 
54.000,000 
7:000,000 
1.000,000 
4.000,000 
200,000 
32.000,000 
3.000,OUO 
7.000,000 
200,000 
18.000,009 
2.000,000 
500,000 
000,000 
22,000 
1.264,000 
23.000,000 
200,000 
15.000,000 
100,000,000 
2.000,000 
230.000,000 
103.000,000 
6.000,000 
30.000,000 
66.000,000 
4.000,000 
50.000,000 
1.500,000 
3.000,000 
7.000,000 
12.000,000 
9.000,000 
2.000,000 
60.000,000 


51G 
Hs.  vn. 


tributos  en  1806   3,006.150,000 

Estos  tres  mil  seis  millones ,  ciento  cin- 
cuenta mil  reales  vellón,  grababan  sobre 
"  12.000,000  de  habitantes  á  que  ascendía  en 
aquella  época  la  población  de  España, 

Cuadro  del  presupuesto  para  el  año  de'  1853. 

Contribución   de  inmuebles, 
cultivo  y  ganadería.  .  .  .  300.000,000 


Id.  del  subsidio  industrial  y 

de  comercio  

Derechos  de  hipotecas.  .  .  . 
Veinte  por  ciento  de  propios. 
Productos  de  ios  bienes  de  la 
Inquisición,  del  Estado,  de 
adjudicación  por  débitos,  de 
secuestros  particulares ,  del 
de  don  Carlos,  del  de  don 
Sebastian  y  su  madre",  de 
canales ,  de  baldíos  y  rea- 
lengos, de  la  orden  de  San- 

Jiian   . 

Obligaciones  de  compradores 
de  bienes  del  clero  secular. 

Hcnta  de  población  

Regalía  de  aposento  

Fondo  de  equivalencia.  .  .  . 
Impuestos  sobre  grandezas  y 

títulos  

Espedicion  y  toma  de  razón  de 

títulos  

Descuento  gradual  de  sueldos 

de  empleados  

Impuesto  de  5  por  100  de  mi- 
nas y  derechos  de  sus  per- 
tenencias  

Equivalente  de  las  provincias 
Vascongadas ,  calculado.  . 
Derechos  de  arancel  de  Adua- 
nas  

Id.  de  navegación,  puertos  y 
■  faros  sobre  las  naves  .  .  . 
Guias,  pases,  registros,  trán- 
sitos, abandonos,  recargos, 
precintos  y  derechos  me- 
nores.. .  .'  

Parte  de  comisos  pertenecien- 
te a  la  Hacienda  

Contribución  de  consumos.  . 
Derechos  de  puertas.  .... 
Diez  por  ciento  de  administra- 
ción de  participes  

Ingresos  eventuales  

Renta  de  tabacos  

Renta  de  sal  

Renta  de  papel  sellado  y  do- 
cumentos de  giro  

Multas  y  penas  de  cámara.  . 

Renta  de  pütvora   . 

Arbitrios  de  amorlizacion.  .  . 

Casas  de  moneda.  

Minas  de  Almadén.  ..... 

Id.  de  Rio^tinto  

Id.  de  Linares.  

Id.  de  Falset  

Id.  de  Alcaráz   .  . 

Id.  de'  Marbelta  

Loterías.  

Obligaciones  de  la  Península 
qüB  pesan  sobre  las  cajas 

de  la  Habana.   . 

Id  sobre  las  cajas  de  Fili  pinas. 


3.035, 


5.000,000 
16.000,000 
¡60,7  00,000 
3.000,000 

1.100,000 


4.000,000 
400,000 
200.000,000 
100,000,000 

35.000,000 
4.000,000 
8.000,000 
5.300,001) 
3.472,000 
12.775,00(1 
6.120,001) 
1.7  6  5,000 
27,001) 
1  6,000 
fi,500 
90.000,000 


5,000,000 
10.038,450 


517 


TRIBUTOS-TKIDENTINO 


Rs.  vil. 


3Í8 

Rs.  vn. 


Sóbrenle  de  las  cajas  de  la  Ha- 
bana 40.000,000 

Idem  délas  de  Puerto  Rico.  .        G. 000,000 
Itoii  de  las  de  Filipinas.  .  .  8.000,000 
Dolelui  del  ministerio  de  Ha- 
cienda  288,100 

Premio  del  3  por  100  del  giro 

de  forróos   030,000 

Proiluclu  líquido  du  la  venia 

,!,!  (¿cienes  de  carreteras,     82. 200,000 
Tres  por  ciento  sobre  el  fon- 
do de  preces  á  Boina,  .  .         701), ton 
Inlerpi  elación  de  lenguas.  .  20,000 

Consalados.  .  .  .  '.   680,000 

Importe  de  grados  y  exáme- 
nes de  escolares   '  700,000 

Derecho^  de-  títulos   000,000 

Derechos  de  matriculas  y  gra- 
dos. .   8.220,000 

Productos  de  fincas,  rentas  y 
censos  de  universidades  y 

colegios  ."  400,000 

Consignaciones  de  institutos.  500,000 

Arbitrios.  .  .  .   80,000 

Cancillería  del  ministerio,  (le 

Gracia  y  Justicia   25,000 

Contingente  de  pósitos.  .  .  .  1.500,000 

Correas   36.3iO.0DU 

huilienta  Nacional   1.500,000 

Presidios   1.000,000 

Vigiluuciu   ■  6.000.000 

Policía  sanitaria   1.300,000 

Montes  y  plantíos,   250,000 

Fincas  y  rentas  del  comercio.  13,000 
Escocias  especiales  .....  1.180,000 

Obras  públicas   18.357.ihk) 

Boletín  del  ministerio  de  Fo- 
mento  200,000 

Alquileres  do  casas   -      -1  1. 177 

fletes  de  buques   4,570 

Deposito  hidrográfico   185  HU 

Observatorio  astronómico.  .  .  3' 5,000 

Ventas  y  auxilios  ......        *  14,500 

Bidentes  de  navegación  y  con- 
traseñas  2,260 

Almadravas   I 

Rentas  de  edificios  y  terrenos.  43  800 

l'roductos  de  Heles  de  los  va- 

„  P°ros.  .  .  ,   t. 767, 600 

■contribuciones,  arbitrios,  pro- 
ductos de  propios  ,  y  todos 
los  ingresos  por  derechos 
provinciales  y  municipales, 

Mo  calculado  eu  1,460.000,000 

Diezmos  y  primicias  que  se 
pagan  en  las  Provincias  Vas-  • 
congadas,  calculado  ....       3  000,000 
tiestos  religiosas ,  entierros,.  ' 
misas,  derechos  de  estola  y 
,P¡  de  altar,  todo  calcula- 

J™*»   200.000;000 

1  afras  por  todos  los  demás  con- 


ceptos <.  130.000,000 

Tola!  del  importe  do  todos 

los  tributos  eu  1853.  ....  3,340.229,348 

Eslos  irasmil  trescientos  cuarenta  millo- 
nes, doscientos  veinte  y  nueve  mil ,  ír-esetefi- 
los  cuarenta  y  ocho  reales  vellón ,  se  han  pa- 
gada por  cerca  de.  quince  millones  de  habi- 
tantes. 

Los  dos  cuadros  precedentes  demuestran 
que  en  el  año  de  ¡S53  los  tributos  en  España 
ban  superado  á  los  de  1 806  en  334.079,348 
reales;  pero"  si  se  advierte  que  la  masa  de  con- 
tribuyentes se  lia  aumentado  en  eerca  de  Ires 
millones,  aparecerá  que  en  1853  han  pagado 
los  españoles  menos  cantidad  proporcional  qué 
la  que  pagaron  en  1806. 

TRICÜCEFAI.I)  MI  HOMBRE.  (Historia  na- 
tural.) Esto  animal  i  llamado  lambien  lombriz 
de  cotadehilo  Itrichocefalus  dispar]  es  una  es- 
pecio ríe  helminto  cavitario  del  género  tricocé- 
falo,  rpic  vive  comunmente  como  parásito  en 
el  intestino  grueso  y  en  el  ciego  del  hombre. 

TRIlí#-Tfi?0.  Asi  se  llama  el  último  conci- 
lio ecuménico  celebrado  en  la  cristiandad,  y  to- 
ma su  nombre  de  la  ciudad  de  Trento,  capital 
del  Trentino  en  Italia  ,  por  haber  sido  esta  el 
punto  en  donde  se  reunieron  los  obispos  del 
orbe  católico  para  dictar  sus  santas  disposi- 
ciones. 

La  propagación  de  las  heregias  de  Lotero, 
de  (¡alvino  y  do  Ziiiuglio  tomaba  de  dia  en  día 
en  el  siglo  XVI  un  incremento  maravilloso,  y 
amenazaba  invadir  todos  los  estados  católicos. 
Por  otra  paite  la!  relajación  de  la  disciplina 
eclesiástica  sebabia  hecho  tan  general  desde 
el  siglo  XII,  que  era  necesario  acudir  al  reme- 
dio de  los  males  que  ocasionaba,  buscando  sin 
demora  un  correctivo  á  todos  los  abusos. 

El  emperador  Carlos  V,  rey  de  España,  cre- 
yó que  no  era  posible  corlar  los  progresos  de 
las  lieregtas  y  restablecer  las  buenas  costum- 
bres de  los  clérigos  sin  acudir  á  la  celebra- 
ción de  mi  concilio  general ,  y  en  esta  per- 
suasión acudió  personalmente  al  papa  Paulo  111, 
solicitando  la  convocación  de  la  asamblea  uni- 
versal déla  Iglesia.  Largo  tiempo  resistió  el  pon- 
tífice á  los  deseos  del  monarca  alemán  y  espa- 
ñol; pero  convencido  al  fin  de  la  urgente  nece- 
sidad de  poner  término  á  los  males  de  la  Iglesia, 
espidió  una  bula  por  la  cual  convocaba  el  conci- 
lio general  para  la  ciudad  de  Mantua,  debiendo 
reunirse  el  dia  23  do  mayo  de  1537.  Poco 
tiempo  antes  de  esta  Fecha  so  conoció  la  im- 
posibilidad de  llevar  á  efecto  la  asamblea,  ya 
porque  el  duque  de  Mantua  se  negó  á  consen- 
tir que  se  celebrara  en  esta  capital,  y  ya  por- 
que el  emperador  y  el  rey  de  Francia  oponían 
obstáculos  á  la  reunión  ;  resollando  de  aqni 
que  el  papa  espidió  otra  bula  señalando  la  po- 
blación de  Vicencia,  Vieenüo,  y  el  dia  1.a  de 
mayo  de  1538  para  la  primera  sesión.  Nuevas 


51  ft 


TRIDKNT1N0 


520 


dificultades  surgieron  que  hicieron  nula  esla 
segunda  convocatoria,  y  por  lo  mismo  fue  pre- 
ciso prorogav  la  apertura  del  concilio  hasta 
la.  Pascua  de  Resurrección  del  año  de  1539; 
mas  como  no  se  terminaran  las  diferencias 
que  cada  dia  tenían  entre  si  los  principes  ca- 
tólicos, el  papa  suspendió  la  convocación  del 
concilio  hasta  un  tiempo  indeterminado. 

llorante  este  periodo  el  sumo  pontífice 
nombró  comisiones  de  teólogos  y  de  cardena- 
les que  esíeudiesen  la  reforma,  fundándola  en 
la  necesidad  de  corregir  los  abusos  que  exis- 
tían en  la  Iglesia  y  en  la  córtede  Roma;  y  ve- 
rificado este  importantísimo  trabajo  propuso 
en  pleno  consistorio  por  si  mismo  la  reforma,- 
que  no  se  estimó  por  creer  lamayorparte  del 
sacro  colegio  que  asunto  tan  vital  debía  ser 
examinado,  discutido  y  aprobado  en  un  con- 
cilio general. 

Esta  resolución  hizo  que  se  volviera  á  pen- 
sar en  la  reunión  de  la  ecuménica  asamblea, 
y  orillados  los  muchos  y  nuevos  inconvenien- 
tes que  ocurrieron  se  lijó  la  ciudad  de  Trento 
y  se  señaló  el  día  15  de  marzo  de  1543  para 
la  apertura  del  concilio.  Otra  vez  fué  preciso 
suspender  y  prorogar  el  tiempo  de  esta,  y  asi 
es  que  no  se  realizó  definitivamente  hasta  el 
13  de  diciembre  de  1545,  siendo  legados  del 
papa ,  y  como  tales  presidentes,  los  cardena- 
les Juan  María  del  Monte,  obispo  de  Palestina, 
Marcelo  Cervini,  presbítero  de  Santa  Cruz  en 
Jerusalen,  y  Reginaldo  Polo ,  inglés,  diácono 
en  Santa  María  in  Cosmedin,  Asi  aparece  de  la 
bula  que  se  halla  al  frente,  de  las  actas  del 
concilio  y  de  la  reseña  que  en  el  mismo  se 
hace  antes  de  insertárselas  disposiciones  acor- 
dadas por  los  padres  que  asistieron. 

En  la  primera  sesión,  tenida  en  13  de  di- 
ciembre de  1545,  se  declaró  el  concilio  y  se 
señaló  el  7  de  enero  de  1546  para  celebrar  la 
inmediata. 

En  la  sesión  II ,  celebrada  en  dicho  7  de 
enero,  se  decretaron  el  arreglo  de  vida  y  otras 
GOsas  que  debían  observarse  en  el  conciíio,  di- 
rigidas todas  al  buen  órden  y  á  la  mejor  edi- 
ficación de  los  padres  y  de  los  fieles. 

En  la  sesión  I¡1,  cetebrada  en  4  de  febrero, 
se  decretó  el  símbolo  de  la  fé. 

En  la  sesión  IV,  cetebrada  eu  8  de  abril, 
se  hicieron  declaraciones  sobre  las  Escrituras 
canónicas  y  sobre  la  edición  y  uso  de  la  Sa- 
grada Escritura. 

Eu  la  sesión  V,  celebrada  en  17  de  junio, 
se  redactaron  decretos  sobre  el  pecado  origi- 
nal f  sobre  el  establecimiento  de  cátedras  de 
Sagrada  Escritura ;  sobre  los  predicadores  de 
la  palabra  divina,  y  los  demandantes. 

En  la  sesión  V!, 'celebrada  en' 13  de  enero 
de  15*7,  se  hicieron  decretos  sobre  la  juslííf- j 
cacion;  sobre  la  residencia  de  los  prelados  en  1 
sus  iglesias;  sobre  la  residencia  de  los  bene- 
ficiados en  sus  beneficios,  sobre  la  corrección 
de  los  escesos  de  los  clérigos  seculares  y' re- 
gulares; sobre-  la  visita  de  las  iglesias  po"r  los 


obispos  y  prelados  mayores,  y  sobre  el  no 
ejercicio  de  la  autoridad  episcopal  fuera  du  |¡i 
respectiva  diócesis. 

Eu  la  sesión  VU,  celebrada  el  3  de  mmn, 
se  estendieron  decretos  sobre  los  Sacramen- 
tos; sobre  ei  gobierno  de  las  iglesias  cálete- 
les; sobre  la  obtención  y  retención  de  bcueil- 
cios;  sobre  sus  uniones;  sobre  separación  tic 
iglesias  y  cuidado  de  las  almas;  sobro  consa- 
graciones de  prelados;  sobre  dimisorias  en  se- 
de vacante;  sobre  dispensas  de  edad ;  sobre  el 
examen  precursor  de  la  ordenación;  sobre  el 
conocimiento  - de  las  causas  exentas  por  las 
obispo,  y  sobre  gobierno  do  los  hospitales. 

En  la  sesión  VIH,  celebrada  en  i  ¡  do  mar- 
zo, se  leyó  la  bula  espedida  por  el  papa  en  2.1 
de  febrero:  y  en  su  vista  y  mediante  estar  lia- 
ciendo  estragos  en  Trento  la  pesie,  habiéndo- 
se rcllrado  del  concilio  muchos  padres,  se 
acordó  trasferirlo  interinamente  á  Bolonia  f 
celebrar  en  esta  ciudad  la  novena  sesión  el 
dia  21  de  abril  .  Esta  disposición  fué  combatida 
por  los  padres  españoles,  y  dio  origen  á  serias 
controversias  y  á  que  se  formulara  de  órden 
del  emperador  Carlos  V  la  célebre  mniilfesl»- 
cionde  fé  conocida  con  el  nombre  de  Intérai, 
Llegado  el  dia  en  que  debía  tenerse  la  novena 
sesión  fué  necesario  prorogarla  por  no  liabcr 
en  Bolonia  número  suficiente  de  obispos  y  teó- 
logos, y  convocado  el  concilio  para  el  !  de 
junio  volvió  á  prorogarse  en  la  sesión  X  has- 
ta el  14  de  setiembre;  prorogándose  en  osle 
dia  en  uná  congregación  general  hasta  un  (¡cul- 
po indefinido 

Suspensa  quedó  la  célebre  asamblea  sin 
saberse  cuando  continuaría  sus  impártanles 
trabajos,  y  así  permaneció  húsja  que  muerto  el 
papa  Paulo  111  eu  1549,  y  habiéndole  sucedi- 
do con  el  nombre  de  Julio  III  el  cardenal  dtf 
Monte,  el  legado  en  las  sesiones  celebradas, 
convocó,  por  bula  espedida  en  14  de  noviem- 
bre de  1550,  el  concilio  otra  vez  jiara  la  ciu- 
dad de  Trento,  debiendo  reunirse  ell."dc 
mayo  de  1551,  bajo  la  presidencia  de  los  lega- 
dos Marcelo  de  ürescentiis,  Sebastian  Pigliino, 
arzbbíspo  de  Siponto,  y  Luís  bipomano,  obis- 
po de  Vcrona.  El  día  señalado  so  reunieron  lus 
padres  y  acordaron  la  reasunción  del  conci- 
lio, siendo  esla  la  sesión  XI. 

En  la  XII,  celebrada  eu  l."  de  setiembre, 
se  prorogó  para  cuando  llegaran  algunos  pre- 
lados que  todavía  no  habían  podido  con- 
currir. 

En  la  sesión  XIII,  celebrada  en  11  de.  oc- 
tubre, se  hicieron  decretos  sobre  el  Santísimo 
Sacramento  de  la  Eucarislia;  sobre  el  deber  du 
los  obispos  de  velar  en  la  reforma  de  las  cos- 
tumbres, de  sus  subditos;  sobre  apelaciones; 
sobre  degradación  de  los  clérigos;  sobre  ab- 
solución de  los  delitos  y  remisión  de  las  pe- 
nas; sobre  citaciones  délos  obispos;  sóbrelas 
calidades  de  los  testigos  para  deponer  contra 
los  obispos,  y  sobre  el  conocimiento  da  las 
causas  graves  de  estos.  Eu  esla  sesión  se  con- 


531 


TÍUDENTÍNO 


522 


cedió  también  un  salvo-conducto  á  los  protes- 
tantes para  que  acudiesen  al  concilio. 

En  Ja  sesión  XIV,  celebrada  en  25  de  no- 
viembre, se  consigno  la  doctrina  de  los  Santí- 
simos Sacramentos  de  la  Penitencia  y  Extrema- 
unción; y  se  publicaron  decretos  sobre  el  de- 
ber de  los  obispos  de  amonestar  á  sus  subditos 
á  pe  cumplan  con  su  ministerio ;  sobre  el 
castigo  de  los  que  ascienden  i  las  órdenes 
cuando  tienen  prohibición,  cuando  están  en- 
tredichos ú  suspensos;  sobre  las  penas  de  los 
obispos  que  confieran  órdenes  á  quien  no  sea 
súbdilo  suyo;  sobre  suspensión  de  los  clérigos 
ordenacos  por  un  obispo  estraúo;  sobre  cor- 
recciones de  los  clérigos;  sobre  la  jurisdicción 
do  los  jueces  conservadores;  sobre  la  obliga- 
ción de  vestir  el  trage  clerical;  sobre  prohibi- 
ción de  ascender  á  las  órdenes  al  homicida  vo- 
luntario; sobre  impedimento  de  castigar  á  clé- 
rigos de  otra  diócesis;  sobré  incompatibilidad 
do  las  uniones  de  beneficios  de  distinta  dióce- 
sis; sobre  conferir  á  los  regulares  los  benefi- 
cios regulares;  sobre  la  vida  de  obediencia  en 
los  monasterios;  sobre  obtención  del  derecho 
de  palronalo,  ó  sobre  la  presentación  é  insti- 
tución de  los  beneficios. 

En  la  sesión  XV,  celebrada  en  25  de  enero 
de  1552,  se  acordó  prorogar  la  decisión  de 
varios  puntos  pendientes  y  se  concedió  nue- 
vo salvo-conducto  á  los  protestantes. 

En  la  sesión  XVI,  celebrada  en  28  de  abril, 
se  estimó  la  suspensión  del  concilio  por  dos 
años,  siendo  los  motivos  del  decreto  pontifi- 
cio que  asi  lo  disponían  las  nuevas  disputas 
ocurridas  entre  el  emperador  y  los  legados 
del  papa,  la  retirada  de  la  mayor  parte  de  los 
padres,  el  temor  de  una  guerra  entre  Carlos  V 
7  el  elector  de.Sajonia  Mauricio  y  las  difi- 
cultades que  los  bereges  suscitaban- para  im- 
posibilitar la  terminación  de  las  tareas  de  la 
sania  asamblea.  Suspendido  quedó  de  nuevo 
el  concilio,  y  asi  estuvo  por  espacio  de  diez 
años,  hasta  que  el  papa  Pió  IV,  sucesor  en  1555 
de  Julio  III,  espidió  en  29  de  noviembre  de 
1560  bula  de  celebración  y  continuación. 

lín  i  ü  de  enero  de  1 562  se  celebró  la  se- 
sión XVII  bajo  la  presidencia  del  cardenal  de 
Mantua  Gonzale,  nombrado  primer  legado,  ha- 
biendo dado  lugar  á  una  seria  protesta  de  va- 
rios prelados  españoles  la  nueva  fórmula  que 
se  pretendía  usar  de  decidir  los  puntos  de 
dogma  y  de  disciplina  proponentibus  legatis, 
frase  que  al  fin  pasó  y  so  consignó  en  el  de- 
crclo. 

En  la  sesión  XVlll,  celebrada  en  26  de.  fe- 
brero de  1562,  se  decretaron  la  elección  de  li- 
bros, el  convidar  a  todos  los  (leles  á  la  asis- 
tcnciade!  concilio,  ,y  el  i.ar  un  salvo-conduc- 
to amplísimo  á  los  protestantes,  lo  cual  se 
confirmó  en  la  congregación  geueral  de  4  de 
marzo. 

En  la  sesión  XIX  celebrada  en  14  de  ma- 
yo, se  prorogó  la  discusión,  y  lo  mismo  se  hi- 
zo en  la  XX,  tenida  en  4  de  junio, 


En  la  sesión  XXI  celebrada  en  1G  de  julio, 
se  estableció  la  doctrina  de  la  computan  en 
ambas  especies  y  lado  los  párvulos,  y  se  hi- 
cieron decréíos  ordenando  .que  las  dimisorias 
y  lostimouiales  se  espidan  gratis,  escluyendo 
de  las  sagradas  órdenes  á  los  que  no  tienen 
de  que  subsistir;  prescribiendo  lo  conveniente 
sobre  las  distribuciones  cuotidianas,  sobre  el 
nombramiento  de  coadjutores  delos*curas  pár- 
rocos; sobre  líuiones  de  parroquias;  sobre 
nombramiento  de  vicarios;  sobre  traslación  de 
beneficios;  sobro  visita  de  los  monasterios,  y , 
sobre  las  indulgencias  y  supresión  de  de- 
mandantes. 

En  la  sesión  XXII,  celebrada  en  17  de  se- 
tiembre, se  consignó  la  doctrina  sobro  el  sa- 
crificio de  la  misa,  y  se  publicaron  decretos 
sobre  la  vida  y  conducta  honesta  de  los  cléri- 
gos; sobre  promociones  al  gobierno  de  igle- 
sias catedrales;  sobre  distribuciones  cuotidia- 
nas; sobre  las  votaciones  en  los  cabildos;  so- 
bre dispensas-ecciro  curiam;  sobre  conmuta- 
ción de  las  últimas  voluntades;  sobre  apela- 
ciones; sobre  obras  pías;  sobre  notarios;  sobre 
usurpación  de  bienes  de  la  Iglesia,  y  sobre 
concesión  del  cáliz. 

En  la  sesión  XXIII,  celebrada  cu  15  deju-, 
lio  de  15G3,  se  reuovó  la  doctrina  sobre  el 
sacramento  del  Orden,  .y  se  dieron  decretos 
sobre  residencia  en  las  iglesias;  sobre  la  con- 
sagración de  los  obispos;  sobre  conferir  órde- 
nes; sobre  la  primera  tonsura;  sobre  la  edad 
para  obtener  beneficios;  sobre  el  examen  de 
los  ofdenandos;  sobre  su  promoción;  sobre 
conferir  órdenes  y  beneficios  y  dar  dimiso- 
rias; sobre  la  edad  para  recibir,  órdenes  ma- 
yores; sobre  las  cualidades  para  ser  promovi- 
do á  las  mismas  órdenes;  sobre  oír  en  confe- 
sión; sobre  agregación  á  determinada  iglesia, 
y  sobre  seminarios. 

En  la  sesión  XXIV,  celebrada  en  11  de  no- 
viembre, se  estableció  toda  la  doctrina  sobre 
el  sacramento  del  Matrimonio,  y  se  dictaron 
decretos  sobre  la  creación  de  obispos  y  carde- 
nales; sobre  sínodos  provinciales;  sobre  las 
visitas  de  los  obispos^  sóbrela  predicación; 
sobre  las  causas  contra  los  obispos;  sobre  dis- 
pensas de  irregularidad;  sobre  esplicacion  de 
los  sacramentos;  sobre  penitencias  públicas; 
sobro  visitas  de  iglesias  seculares;  sobre  inte- 
gridad del  derecho  de  los  obispos;  sobre  pro- 
moción á  dignidades  y-canongias  de  las  igle- 
sias; sobre  socorro  y  limites  de  las  iglesias; 
sobre  rebaja  de  frutos;  sobre  prebendas;  sbbrc 
nombramiento  de  vicario  capitular  sede  vacan- 
te; sobre  concesión  y  retención  de  varios  bene- 
ficios; sobre  administración  de  las  iglesias  va- 
cates;  sobre  supresión  de  inmunidades;  sobre 
procedi'mientos  en  causas  del  fuero  eclesiás- 
tico, y  sobre  el  modo  dé  tratar  las  malerias 
en  los  concilios  generales.  Este  decreto  alude 
á  las  palabras  proponentibus  legatis,  contra 
las  cuales  protestaron  los  obispos  españoles. 

En  la  sesión  XXV  y  última,  celebrada  en 


S23 


TRIDENTINO 


3  y  en  4  de  diciembre  de  1563,  se  hicieron 
decretos  sobre  el  purgatorio;  sobre  la  invoca- 
ción, veneración  f  reliquias  de  los  santos,  y 
de  las  sagradas  imágenes;  sobre  los  regulares 
y  monjas;  sobre  monasterios  y  casas;  sobre  el 
ajuar  y  mesa  de  los  prelados  y  no  enriquecer 
á  sus  parientes;  sobre  recibir  los  decretos  del 
concilio  y  hacer  profesión  de  fe;  sobre  la  cs- 
comunion  y  censura  eclesiásticas;  sobre  cele- 
bración de  misas;  sobre  cumplimiento  de  las 
cargas  impuestas  á  los  beneficios;  sobre  visita 
de  los  cabildos  exentos;  sobre  accesos  y  re- 
gresos de  los  beneficios;  sobre  administración 
délos  hospitales;  sobre  derecho  de  patronato; 
sobre  atribuciones  del  sínodo;  sobre  arrenda- 
miento de  bienes  y  derechos  eclesiásticos;  so- 
bre diezmos;  sobre 'Ja  cuarta  de  !os  funerales; 
sobre  castigo  de  los  clérigos  concubina  rio»; 
sobre  esclusion  de  los  beneficios  de  los  hijos 
ilegítimos  de  los  clérigos;  sobre  conversión 
de  los  curatos  en  beneficios  simples;  sobre  la 
dignidad,  con  que  deben  conducirse  los  obis- 
pos, sobre  observancia  de  los  cánones;  sobre 
prohibición  del  duelo;  sobre  inmunidad  y  li- 
bertad de  la  Iglesia,  sobre  la  autoridad  de  la 
sede  apostólica;  sobre  las  indulgencias;  sobre 
los  ayunos  y  dias  de  fiesta;  sobre  libros;  so- 
bre recibir  y  observar  los  decretos  del  concilio, 
y  sobre  el  fin  del  mismo. 

Se  acaban  de  reseñar  las  principales  dispo- 
siciones del  santo  y  ecuménico  concilio  de 
Trento,  y  según  se  ve  consta  de  veinte  y  ein- 
co  sesiones,  en  las  que  primero  se  ponen  de- 
cretos sobre  el  dogma,  y  luego  los  relativos  á 
la  disciplina  eclesiástica.  El  concilio  fué  fir- 
mado ,por  cuatro  legados,  dos  cardenales,  tres 
patriarcas,  veinte  y  cinco  arzobispos,  ciento 
sesenta  y  ocho  obispos,  treinta  y  rraeve  pro- 
curadores de  los  ausentes,  siete  abades  y  siete 
generales  de  órdenes  religiosas. 

Asistieron  al  concilio  los  españoles  don 
fray  Bartolomé  de  los  Mártires,  don  Pedro  Guer- 
rero, el  cardenal  racheco,  don  Martin  de  Aya- 
la,  don  Diego  Hurtado  de  Mendoza,  don  Fran- 
cisco Alvarez  de  Toledo,  Alepns,  iofre,  .Manri- 
que, don  Diego  de  Alava  y  otros  varios,  y  fue- 
ron consultores  los  sabios  Domingo  y  Pedro, 
de  Soto,  Carranza,  Vega,  Castro,  Carvajal,  Lni- 
nez,  Salmerón,  Yillalpar¡do,Covarrubins,  Meíi- 
chaca,  Arias  Montano,  Fuenlidueñas,  Yeiasco, 
Herrera,  Varga*,  ¡Zorrilla,  Naya,  Quintana,  Mo- 
rdí, Jarra,  Zclin,  Zarabia  y  Yozmetíiano.  Fir- 
maron el  acta  final  los  españoles  Guerrero, 
arzobispo  de  Granada;  Mártires,  arzobispo  de 
Braga;  Agustín,  obispo  de  Jaca;  Stiarez,  obispo 
de  Coimbra;  Torre,  obispo  de  Ceneda;  Ayala, 
obispo  de  Segovia;  Hcnriquez  de  Atmansa, 
obispo  de  Coria;  San  Miguel,  obispo  de  Monte- 
Mnrano;  Sarmiento,  obispo  'de  Astorga;  Arias 
Gallego,  obispo  de  Gerona;  Muñaíones,  obispo 
de  Segoi've;  Blanco,  obispo  de  Orense;  Agn ir- 
re,  obispo  de  Corteña;  Cuesta,  obispo  de  León; 
Gorrionera;  obispó  de  Almería;  Antonio  Agus- 
tín, obispo  de  Lérida;  Quiñones,  obispo  de 


Calahorra;  Covarrubias,  obispo  de  Cfu'ffáMif- 
clrigo;  Cazador,  obispo  de  Barcelona;  González 
de  Mendoza,  obispo  de  Salamanca;-  Cófduva  y 
Mendoza,  obispo  dcTortosn;  Xaque,  obispo  de 
Kioche;  Álvarez,  obispo  de  Giiadis;  León,  obis- 
po coliimbrien.se;  Itnmircz  Sedeño,  obi.qio  de 
Pamplona;  Delgado,  obispa  de  Lugo;  Nogueras, 
obispo  de  Alife;  Trago,  obispo  deUsél;  Lóseos, 
abad  de  San  benito  de  Ferraría;  [lorióla,  abad 
de  Villa  Berfrátido;  liazona,  general  de  los 
franciscanos;  Lainoz,  prepósito  general  de  la 
compañía  de  JÍisus;  Zumel,  canónigo  de  inda- 
ga; Sancho,  catedrático  do  teología  en  Sala- 
manca; Ludeña.  profesor  do  teología  sn  Si- 
güenza;  Villalpando,  doctoren  teología  en  Se- 
govia; Sóbanos,  canónigo  de  León;  Salmerón, 
jesuíta;  Polaneo,  jesuíta;  Fuentes;  teólogo  de 
Salamanca;  y  Delgado,  canónigo  de  Tiiy. 

El  concilio,  desde  ta  celebración  de  la 
primera  sesionen  13  de  diciembre  de  1*542 
basta  la  realización  de  la  última  en  3  y  4  de 
diciembre  de  15G3,  duró  diez  y  ocho  años  me- 
nos nuevo  dias,  si  bien  estuvo  suspenso  las 
tres  cuartas  parles  de  este  tiempo.  Durante  el 
trascurso  do  este  período  ocuparon  la  Bateara 
de  San  Pedro  los  papas  Paulo  111,  Julio  III  y 
Pío  IV,  y  se  sentaron  en  el  trono  de  España 
Carlos  1  y  Felipe  II. 

Este  concilio  es  el  último  general  celebra- 
do por  la  Iglesia,  y  sus  disposiciones  mere- 
cen mucho  respeto.  Pió  IV  lo  confirmó  por  la 
bula  tBenedicius  Deus  el  Pater  D.  N,  J.  C> 
dada  en  Homa  el  día  26  de  enero  de  1503,  y 
el  rey  don  Felipe  II  aceptó  y  recibió  el  mis- 
mo, y  mandó  obedecerle  y  cumplirle  por  real 
cédula  espedida  en  12  de  julio  de  i5(>-i,  rpie 
es  la  ley  13,  titulo  I,  libro  I,  de  la  Novísima 
-Recopilación. 

lin  Francia  y  en  otras  naciones  so  lian  re- 
cibido las  disposiciones  acerca  dei  dogma  y 
no  las  que  atañen  á  la  disciplina. 

Para  concluir  este  articulo  quisiéramos  po- 
der trasladar  todo  cuanto  dice  el  sabio  escri- 
tor don  Modesto  de  la  Fuente  en  el  capitu- 
lo V  del  libro  11  de  la  parte  III  de  su  notabi- 
lísima obra  Historia  de  España,  porc¡ue_  na- 
die puede  decir  mas  ni,  mejor  sobre  la  histo- 
ria del  concilio  Trjdcnlino.pero  no  siendo  es- 
to posible  nos  limitarnos  á  trascribir  las  si- 
guientes lineas.  «La  prudencia,  la  discreción, 
la  sensatez  y  la  cordura  mas  recomendables 
reinaron  en  las  discusiones  y  deliberaciones; 
el  orden  y  hi  sabiduría  presidieron  en  aquella 
asamblea  congregada  á  nombre  del  Espirita 
Santo;  ÍSjósc  xoa  admirable  precisión  y  cla- 
ridad la  verdadera  doctrina  de  la  fé  católica; 
se  condenaron  con  dignidad  las  heregías  que 
infestaban  el  mundo  cristiano;  se  dieron  re- 
glas seguras  para  saber  lo  que  había  de  creer- 
se en  los  puntos  mas  esenciales  do  la  religión; 
se  establecieron  útilísimas  reformas;  y  el  con- 
cilio de  Trento,  el  último  general  que  lia  ce- 
lebrado la  Iglesia,  fué  la  obra  mas  provechosa 
j  y  mas  grande  del  siglo  XVI. » 


m  tr 

TRIESTE.  {Geografía.)  Tergeste.  Ciudad'de 
los  Istaáus  austríacos  de  la  Confederación  ger- 
mánica, reino  de  Iliria,  capital  del  gobierno 
del  litoral  y  del  círculo  do  Trieste;  al  Sudoeste 
de  Laihaeh,  sobre  ei  golfo  del  mismo  nom- 
bre, 70,000  habitantes  con  los  arrabales.  Es 
la  residencia  do  un  obispado  católico  y  de  otro 
griego.  So  puerto  franco  es  bajo  el  punto  de 
vista  comercial,  el  primero  del  imperio,  el 
centro  de  la  navegación  de  vapor  en  el  Adriá- 
tico. I'erlenece  el  Austria  desde  1382.  Los 
franceses  se  apoderaron  de  ella  en  1707  y  1S05. 

TRIGL01DBS.  [Historia  natural.)  Familia  de 
peces  óseos  del  urden  de  los  acanloplerigios 
caracterizada  por  tener  la  cabeza  armada  de 
escudos;  lossuborbilarios  mas  ó  menos  ealen- 
didos  sobre  las  megillas  y  articulados  detrás 
con  el  proopérculo.  Sus  géneros  mas  notables 
son:  el  trigla  (Irigla),  malarrnado  [p«.risle- 
dion),  dactilóptero  (daclylopter'us),  coló  ¡coi- 
fus),  escorpena  [scorpama\,  y  espinoso  [gas- 
tero&lews).  ■  ■ 

TRIGO.  Género  de  gramínea,  cuya  espiga 
es  simple,  terminal,  compuesta  de  espiguillas 
sésiles,  solitarias,  colocadas  una  á  una  sobre 
los  ilionles  de  un  eje  doblado  en  zig-íag,  y 
opuestas  á  este  eje.  El  trigo  so  diferencia  del 
centeno  {sécale)  en  que  en  este  no  encierran 
Jas  espiguillas  mas  que  do=  llores;  de  la  ceba- 
da se  distingue  en  no  tener  ciertas  escarnillas 
sedosas  que  en  la  cebada  rodean  y  sirven  de 
zarrón  á  cada  dos  ó  tres  espiguillas. 

De  cual  sea  la  patria  del  trigo  nada  se  sabe 
positivo:  pero  segun  autores  dignos  de  fé  ,  se 
creé  (pie  sea  el  norte  de  Persicu  Muchas  de  las 
principales  variedades  que  presenta  el  trigo, 
y  las  que  mas  particularmente  interesan  ai 
agrónomo,  bau  sido  reunidas  por  Lamarck  con 
el  nombre  de  trigo  cultivado  ó  trigo  común, 
triticum  sativum.  La  presencia  ó  la  carencia 
de  aristas  es  en  el  trigo  un  carácter  muy  va- 
riable. 

ñtrilkum  turgidum,  de  Lineo,  y  c-l  tri- 
tirawn  durum  de  Desfonlaines,  no  dejan,  aun- 
que mejor  caracterizados  ,  de  ser  variedades 
procedentes  de  la  especie  primera.  El  trigo  co- 
mún es  el  que  mas  generalmente  se  cultiva, 
el  que  mas  abunda  en  gluten  y  mejor  hari- 
na da. 

(¡orno  especies  botánicas  se  conocen  otra 
porción  de  trigos  que  del  anterior  se  distin- 
guen asi  por  la  calidad  de  sus  granos  como 
por  los  caracteres  que  les  son  particulares. 

El  Irigo  de  espiga  ramosa  {triticum  compo  - 
sUuro)  de  Lineo,  vulgarmente  llamado  trigo 
del  milagro,  es  notable  por  sus  tallos  gruesos 
ymedulosos,  que  sostienen  varias- espigas  se-, 
siles  reunidas  en  baz.  -Sus  espiguillas  se  com- 
ponen de  tres  dores  muy  apretadas,  velludas 
en  su  base  y  armadas  de  largas  aristas.  Sus 
granos,  mas  pequeños  que  los  de  otras  espe- 
cies, se  separan  con  dificultad  de  la  película 
pe  los  cubre,  y  dan  poca  harina;  el  pan  que 
pe  ellos  proviene  tiene  poco  sabor. 


GO 

El  trigo  espolia  {triticum  speita  de  Lineo) 
se  diferencia  á  primera  vista  del  trigo  cultiva- 
do en  sus  espiguillas,  muclio  menos  anonas  y 
menos  gruesas,  y  entre  las  variedades  de  esta 
especie  se  distinguen: 

a.  La  espelta  barbuda,  de  espiga  blanca, 
con  barbas  blancas  y  el  hollejo  abierto  y  apar- 
tado. 

b.  Empella  barbuda  de  espiga  roja,  con 
espiga  y  barbas  rojas  y  el  hollejo  abierto  y 
separado. 

c.  Espelta  lampiña,  ó  sin  barbas,  con  es- 
piga blanca,  que  tiene  en  efecto  la  espiga  de 
este  color,  el  hollejo-  abierto  y  separado. 

d.  Espelta  sin  barbas  y  de  espiga  roja, 
que  como  los  anteriores,  tiene  el  hollejo  abier- 
to y  separado.  . 

«.  Espelta  apretada,  con  espiga  estrecha,, 
blanca,  achatada,  barbas  blancas  y  apretado  el 
hollejo. 

El  trigo  locular  {triticum  nonococum  de 
Lineo),  se  parece  bastante  á  la  espeleta,  la 
cual,  sin  embargo ,  se  diferencia  en  tener  la 
espiga  mas  delgada,  mas  comprimida  y  mas 
lustrosa. 

EL, trigo  de  Polonia  \lriticum polonicum  de 
Lineo)  es  de  color  azulado,  ligeramente  ceni- 
ciento y  fácil  de  reconocer  en  la  focara  de  sus 
espiguillas,  que  tienen  de  largo  una  pulgada 
y  mas. 

A  los  trigos  cultivados  pueden  tambienagre- 
garse. los  silvestres,  éntrelos  cuales  y. los  pri- 
meros no  hay  mas  puntos  de  semejanza  que 
los  que  caracterizan  el  género,  pues  desde 
luego,  lejos  de  prestar  servicios  á  la  agricul- 
tura y  alimento  álas  poblaciones,  son  mas  da- 
ñosos que  útiles  bajo  el  punto  de  vista  de  la 
economía  doméstica.  Tal  es,  por  ejemplo  ,  el 
trigo  rastrero  (triticum  repansie  Lineo;  agros- 
pyrum  repens  de  lieauvois),  vulgarmente  lla- 
mado grama,  que  infesta  los  terrenos -cultiva- 
dos, y  es  muy  difícil  de  estopar,  en  razón  á 
sus  largas  raices  vivaces  ,  articuladas,  que  se 
estienden  á  larga  distancia,  y  ahondan,  reto- 
ñan" y  se  multiplican  del  mas  insignificante 
de  sus  fragmentos.  El  trigo  de  los  setos  [triti  - 
cum sepium  de  Lineo),  que  otros  colocan  en 
el  género  elymus,  tiene  de  tal  manera  el  porte 
y  el  aspecto  de  la  especie  anterior  que  casi  ' 
podría  considerarse  como  una  variedad  de  olla. 
Sus  raices  ,  sin  embargo,  y  esto  lo  distingue, 
no  son  ni  articuladas  ni  rastreras. 

El  trigo  dehojas  de  junco  [triticum  jun- 
ceum  de  Lineo)  es  otra  especie  que  se  asemeja 
mucho  á  las  dos  anteriores;  pero  sus  hojas  son 
mas  duras,  y  están  enrolladas  por  los  bordes, 
y  sus  espiguillas ,  que  son  obtusas  ,  carecen 
de  aristas:  sus  anteras  sün  moradas  y  sus  rai- 
ces rastreras. 

(Jiras  especies,  muy  parecidas  á  las,  que 
acabamos  de  citar,  y  que  de  ellas  vienen  casi 
á  ser  variedades,  nacen  también  ,  ora  en  los 
sitios  secos  y  estériles,  ora  en  los  arenales  de 
las  playas,  y  sirven  principalmente  ,para  lie- 


527 


TRIGO 


var  por  medio  de  sns  raices  rastreras  la  ve- 
getación á  los  suelos  áridos,  A  esta  clase  do 
plantas  pertenece  el  triticum  glaucum,  nota- 
ble por  su  color  azulado  y  sus  gruesas  espi- 
guillas obtusas,  del  cual  hay  algunas  varieda- 
des convertidas  en  especies  por  los  autores 
que  de  la  materia  han  escrita,  en  lauto  que 
del  género  trigo  han  eliminado"  mas  de  una  es- 
pecie algunos  autores  modernos.  Todas,  ó  casi 
todas  ellas ,  se  encuentran  comprendidas  eu 
el  género  brachypodium  de  Beauvois,  y  ape- 
nas prestan  otra  utilidad  que  cubrir  las  tierras 
mas  ingratas,  erüas  cuales  crece  perfectamen- 
te; mantener  ganado  lanar  y  reproducirse  fá- 
cilmente, cuando  son  vivaces  ,  ó  de  semilla 
cuando  son  anuas.  Tales  son  el  trítüum  tene- 
Uum  de  Lineo,  que  crece  en  los  parages  áridos, 
entre  las  peñas  y  en  los  tejados;  el  triticum  1 
nardus,  muy  parecido  al  anterior,  del  cual, 
sinembargo,  se  diferencia  por  sus  espiguillas, 
que  están  todas  ellas  vueltas  hacia  un  mismo  | 
Jado,  armadas  de  arislas  y  que  viven  en  los ' 
mismos  parages:  el  triticum  maritimum  de 
Lineo,  que  apenas  se  diferencia  del  anterior.  , 
Todas  estas  plañías  se  elevan  poco,  y  tienen 
las  espigas  muy  delgadas  y  las  espiguillas  muy 
pequeñas.  > 

El  triticum  poa  y  el  triticum  halieri  son 
el  festucapoa  de  Kunt,  El  triticum  leneüum, 
ul  triticum  nardos  de  Kost  y  el  triticum  vni- 
laterale  de  Lineo  son  el  festuca  tenellu  de  ' 
Schrader.  El  triticum  pinnatum  de  Mamch  es 
el  fesiuca  pinnaia  de  Huds.  ¡ 

El  grano  del  trigo  tiene  la  íigu'ra  de  nnhu-  ' 
so  truncado  por  ambas  estremidades,  aplastado 
por  un  lado  y  convexo  por  el  otro.  En  la  parte 
inferior  de  esle  se  nota  un  bullito  que  indica  ' 
el  sitio  del  germen,  y  en  el  opuesto  hay  una 
raya  bastante  honda  que  divide  el  grano  en  dos  ' 
glóbulos,  que  parecen  reunirse  en  uno  solo  por 
la  parte  de  la  convexidad,  en  términos  de  que 
á  algunos  naturalistas' haya  esto  hecho  creer 
que  no  había  en  realidad  mas  que  uno. 

El  grano  está  cubierto  de  un  tegumento 
formado  de  tres  ¡únicas  ó  membranas;  las  dos 
primeras  formadas  de  tubos,  que  verlicalmen- 
te  dispuestos,  unos  al  lado  de  otro?,  se  comu- 
nican entre  si  por  inserciones  laterales  y  for- 
man cu  el  vértice,  terminando  en  un  mismo 
punto  y  reuniéndose  alli,  una  especie  de  mi- 
lano. La  tercera  membrana  que  cubre  interior- 
mente uno  y  otro  glóbulo  es  tan  delgada  qne 
nunca  pudo  el  abate  Ponselet  observar  ni  dis- 
tinguir su  textura,  y  soto  con  mucha  dificultad 
se  consigue,  descubrir  su  existencia.  Entre  es- 
ta y  la  segunda  Se  encuentra  una  capa  de  sus- 
tancia glutinosa,  que  es  acaso  una  resina,  y  la 
parte  mucilaginosa,  puede  igualmente  estar 
alojada  en  el  mismo  sitio.  Esla  especie  de  go- 
mo-resina envuelve  complctamenie  el  grano. 
En  la  parle  Inferior  hay  una  abertura  que  co- 
munica con  la  caña,  introducida  y  dividida  del 
mismo  modo  en  (odas  las  parles  de  la  espiga; 
á  lo  largo  de,  la  raya,  existe  un  vaso  grande  di- 


vidido en  machos  ramales,  los  cuales  á  su  m 
se  subdividen  eu  otros,  todos  terminados  por 
un  glóbulo.  Estos  vasos  admirablemente  suib 
les,  encierran,  sin  embargo,  cada  uno  eu  par- 
ticular dos  canales  que  provienen  originaria, 
mente  de  la  caña  ó  tallo  do  la  planta.  El  uno 
está  destinado  á  llevar  el  jugo  nutritivo  á  uada 
glóbulo  de  uno  y  otro  lóbulo,  mientras  querc- 
ciprocamente  el  segundo  canal  partiendo  de 
cada  glóbulo,  está  destinado  á  ^evar  el  jugo  al 
gérmen  por  la  mediación  del  canal  introducid» 
como  se  ha  dicho  en  la  raya.  El  canal  grande 
ó  vaso  principal,  trasmitiendo  asi  al  gérmen  la 
sustancia,  alimenticia  que  recibe  de  todas  par- 
tes, hace  propiamente  hablando,  las  funciones 
del  cordón  umbilical,  é  ingiriéndose  luego  eo 
la  parte  inferior  del  gérmen,  le  suministra  in- 
mediatamente el  alimento  necesario  á  sa  sub- 
sistencia Tal  es  el  sistema  orgánico  del  gra- 
no del  trigo. 

El  primer  desarrollo  del  gérmen,  depende 
de  un  movimiento  inteslino  que  se  puede  lla- 
mar fermentación.  Mientras  esta  no  se  ve  esci- 
laila  por  uua  causa  estertor  ,  todas  las  paite; 
orgánicas  del'  grano  permanecen  en  absoluto 
reposo,  el  gérmen  mismo  se  queda  en  inacción 
y  como  sepultado  en  un  profundo  sueño,  pero 
no  bien  penetra  ta  humedad  por  el  orificio  infe- 
rior, comunicándose  al  tullo  y  siguiendo  las 
ramificaciones  en  sus  infinitas  sinuosidades 
hasta  el  interiorado  los  glóbulos,  la  sustancia 
mucosa  que  está  contenida  en  ellos,  se  disuel- 
ve, se  bincha  y  agita,  se  estiende  hasta  el  gér- 
men, le  comunica  su  movimiento,  lo  despierta 
y  lo  escita  á  desplegar  su  potencia  vegetativa. 
Entonces  siente  necesidad  de  alimentarse  y 
atrae  á  si  y  chupa  vigorosamente  por  medio  del 
canal  conductor,  que  hace  las  funciones  de 
cordón  umbilical,  el  jugo  nutritivo  necesario 
á  su  subsistencia.  De  ahi  proviene  su  acrecen- 
tamiento insensible  y  el  aumento  gradual  de 
sus  fuerzas.  Asi  principia  y  continua  el  movi- 
miento de  las  partes  orgánicas  del  grano  de 
trigo,  hasta  que  en  fin  los  dos  glóbulos,  ente- 
ramente esténuados  no  ofrecen  mas  que  uq sa- 
co vacio.  El  gérmen  no  espera  este  inslante 
para  briscar  por  otra  parte  un  alimento  mas 
abundante;  á  los  ocho  dias  de  hecha  la  siem- 
bra, unas  veces  antes  y  otras  después,  rompe 
sus  túnicas  y  deja  ver  las  primeras  señales, 
asi  de  las  hojas  como  de  las  raices,  encerradas 
unas  y  otras  en  una  especie  de  bolsa  particu- 
lar: Algunosdias  después  se  rasga  estesutil te- 
gumento, y  entonces  quedan  descubiertas  las 
hojas  seminales  y  las  primeras  raices.  Todo  ci- 
to se  observa  en  el  grano  del  trigo  cuando  em- 
pieza á  desarrollarse  observándose  ademas  qne 
de  la  sustancia  globulosa  vulgarmente  llamada 
harina,  sale  un- líquido  dulce  que  sirve  de  ali- 
mento al  gérmen. 

Algunos  dias  después  que  el  grano  bastó* 
sembrado  en  tierra  bien  mullida,  la  humedad, 
habiendo  pasado  por  uno  de  los  dos  conductos 
que  componen  el  vaso  grande  destinado  á  ta- 


529 


TRIGO 


S30 


corlas  funciones  de  cordón  umbilical,  pondrá 
insensiblemente  hasta  el  interioi'  de  los  glóbu- 
los, donde  ataca  .y  disuelve  la  sustancia  mu- 
cosa. Esta  liquidada,  y  no  eneputrando  ya  obs- 
táculos que  vencer  para  reunirse  al  gérraen, 
deja  el  glóbulo  y  corre  de  ramales  en  rama- 
les iia&tato  especie  de  cordón  umbilical  ya  in- 
dicado, aumenlaudo  por  consecuencia  necesa- 
ria el1  volumen.'  de  lodos  las  parles  orgánicas. 
Cuando  osle  acreeenlaiuienlo  liega  á  cierlo  gra- 
do, las  raices  loman  vigor,  penetran  en  lutier. 
raque  las  rodea,,  se  estienden  por  lodos  lados 
j  airaeu  la  tierra  soluble,  alimento  necesario1 
¡i  toda  plantev  Usía  atracción  es  tan  notable  qne 
alguna  vez  suele  ¡a  rain  desviarse  do  la  tierra 
muy  blanda  Vim  ir  *  lJuscai1'  'a  compacta. 

Sacando  de  la  tierra  sembrada  un  grano  de 
trigo  á  los  seis  dias  de  echado  en  ella,  se  ad- 
vierte que  este  grano  está  hinchado.  A  losquin- 
06  ya  se  ifi  nota  no  lallo  bastante  largo.  De- 
bajo de!  primer  nudo,  so  halla  la  primera  ho- 
ja, empezando  el  nudo  á  una  pulgada  de  la 
miz.  Cuando  la  caña  ha  llegado  A  su  mayor  al- 
tura, no  cesa  la  espiga  de  aumentar  de  volii- 
men, y  abriendo  y  dilatando  el  zurrón  donde 
estttvq  encerrada,  se  eleva  basta  tres  pulgadas 
jior  encima  de  la  última  hoja. 

Bien  que  de  la  producción  dei  trigo  de- 
penden la  prosperidad  material,  el  reposo  y 
liasfa  puede  decirse  la  existencia  de  las  nacio- 
nes civilizadas,  hállanse  hoy  poco  menos  atra- 
sados, que  en  la  primera  edad  del  mundo  el 
arle  de  seriibrar  y  de  cultivar  ó  sea  de  pro- 
ducir acpiel  cereal.  Nadie  hay  que  conozca  to- 
davía con  bastante  exactitud  el  número  y  el 
valor  especifico  de  sus  variedades,  nadie  que 
pueda  decir  á  punto  fijo,  que  especie  de  si- 
miente conviene  á  las  diferentes  naturalezas 
de  tierras  arables;  nadie  que  se  atreva  á  desig- 
nar de  un  modo  positivo  la  variedad  qne,  eu 
un  terreno  dado,  produce  mayor  cantidad  de 
grano,  ni  cual  es  entre  las  diferentes  clases  de 
granos,  que  cou  el'  cultivo  se  obtienen,  la  que 
mayor  cantidad  de  sustancia  alimenticia  da; 
nadie  que  no  corra  peligro  de  equivocarse  al 
indicar  las  bases  de  la  composición  del  abono 
conveniente  para  cada  clase  de  cereales;  na- 
die que  sepa  todavía  antes  ó  después  de  que 
cosecha  es  oportuna  su  siembra,  si  debe  pro- 
cederse  á  esta  operación  taíde  ó  temprano ,  si 
conviene  ejecutarla  en  lineas,  por  golpes,  ó  al 
vuelo;  nadie  en  fin  esta  todavía  completamen- 
te seguro  deda  cantidad  justa  de  semilla  que 
debe  echarse,  para  sacar  el  mejor  "partido  po- 
sible de  un  determinado  espacio  de  tierra.  Es- 
cáldala cuestión,  que  hadado  márgéhá  mu- 
chas y  vivas  reyertas  entre  los  agricultores  in- 
geses, está  todavía  para  resolver.  ¿Conviene, 
sembrar  claro,  ó  conviene  sembrar  espeso?  lie 
aqui  un  problema  digno  seguramente  de  ser 
estudiado  con  el  mayor  interés.  En  un  meeling 
celebrado  en  llorthampton  el  26  de  julio  últi- 
mo por  la  Sociedad  real  de  agricultura,  un  dis- 
tinguido cultivador,  llamado  Thompson,  hizo 

"03    IIIIJLIOTECA  POPULAR. 


en  presencia  de  una  numerosa  asamblea  un  re- 
lato de  sus  esperimontos  en  los  términos  si- 
guientes: 

«Ninguna  prevención  tengo  en  favor  de  las 
siembras  espesas,  ni  de  las  siembras  Claras, 
pero  no  por  eso  dejó  de  conocerlos  resultados, 
que  de  uno  y  otro  método  he  obtenido.  Ante 
todo  diré  que,  por  siembras  espesas,  entiendo 
las  fue  emplean  desde  ocho  basta  doce  pecks 
de  grano  por  acre,  y  por  siembras  claras,  las 
que  no  consumen  mas  que  de  tres  á  seis  pedes 
por  la  misma  ostensión  de  tierra,  fiuatro  oein- 
.00  años  lia,  que  después  de  algunos  ensayos 
practicados  en  pequeño,  reduje  mis  siembras, 
que  eran  de  doce  pecks  á  ocho,  nada  mas.  De 
esta  reducción  obtuve  resultados  completa- 
mente ventajosos,  sí  bien  noté  mas  de  una 
vez,  que  solían  quedar  algunos  claros  en  las 
cosechas,  sobro  todo  cuando  estas  venían  en 
"barbechos  de  prados  artificíales,  lo  cual  proba- 
blemente no' habría  sucedido  á  ser  la  siembra 
mas  abundante  de  granos. 

«En  1844,  seducido  por  algunos  artículos 
del  señor  ííewit  Davís  en  favor  de  las  semen- 
teras claras,  me  decidí  á  sembrar  por  golpes 
un  pedacito  de  tierra  á  razón  de  cuatro  pecks 
por  acre;  he  aqui,  el  resultado  de  mi  tentativa, 
ha  esperiencia  tuvo  lugar  en  dos  acres  de  loam 
seco,  arenoso,  y  de  buena  calidad,  que  aca- 
baba de  producir  una  cosecha  de  patalas  fuer- 
temente abonadas,  llizose  la  siembra  el  26  de 
noviembre  eoh  Irigo  del  llamado  proliQco  de 
Spaldiug:  colocóse  la  simiente  de  B  en  6  pul- 
gadas de  distancia;' y  hecho  esto,  se  rastrilló 
perfectamente  la  tierra.  El  trigo  salió  mal;  la 
mitad  de  Jos  golpes  no  dieron  una  sola  mata, 
y  hasta  buho  sitios  en  que  marraron  completa- 
mente cinco  ó  seis  golpes.  En  vista  de  esto, 
no  me  quedó  duda,  de  qne  la  siembra  habia 
salido  demasiado  clara;  y  el  resultado  fué  ob- 
tener rueVlia  cosecha.  Sorprendido  de  lo  mái 
qne  habia  brotado  la  planta,  y  no  sabiendo  á. 
que  achacar  este  accidente,  que  nada,  en  con- 
cepto mió,  tenia' que  ver  con  el  método  que 
seguí,  di  la  operación  por  nula,  y  me  resolví-  á 
volverla  á  empezar,  poniendo  en  ella  eí  mas 
escrupuloso  esmero. 

oCoiuencéle  de  nuevo,  pues,  en. un-  campo 
de  diez  acres  de  escelente  tierra  en  que  acaba- 
ba de  romperse  un  prado  artificial,  pacido  por 
carneros.  La  circunstancia  de  que  este  prado 
artificial,  sembrado  sobre  rastrojo  de  trigo,  y 
abonado  por  encima,  habia  estado  dañdo  du- 
rante todo  el  verano,  un  escélenle  forrage,  me 
hizo  temer,  que  saliese  el  trigo  con  demasiado 
vigor,  y  se  volcase,  inconveniente  que  pensé 
evitar  sembrando  claro.  El  21  de  octubre,  pues,' 
sembré  cuatro  acres,  empleando  Wo.  tres  o 
cuatro  pecks  distribuidos  en  golpes,  y  el  mis- 
mo dia  sembré  al  vuelo  otros  seis  acres,  á  ra- 
zón de  oelio  pecks  de  la  misma  variedad  de 
trigo.  Hecho  eslo.  pase  eí  rodillo  por  encima 
deí  campo,  que  puse  en  el  mejor  estado  posi- 
ble, dejando  9  pulgadas  de  espacio  entre  gol- 
t.   xxxin.  34 


531 


TRIGO 


532 


pe  y  golpe.  La  siembra  hecha  al  vuelo  salió 
superiormente,  y  a  pesar  de  haber  muchas 
espigas  pequeñas,  produjo  una  esceleute  co- 
secha, en  tanto  ,  que  el  trigo  sembrado  por 
golpes,  salió  lo  mismo-que  en  el  primer  ensa- 
yo, eseesivamente  claro.  De  las  dos  terceras 
partes  de  los  golpes  nada  se  obtuvo,  á  pesar 
de  haber  funcionado  muy  bien  la  máquina,  de 
que  me  serví,  como  de  ello  me  convencí  exa- 
minando si  el  grano  habia  cambiado  de  sitio, 
y  comprobando  que  se  hallaba  aun  en  todos 
los  hoyos  en  que  lo  puse.  Los  pies  que  salie- 
ron echaron  muchisimas  matas,  pero  no  bas- 
tantes ¿cubrir  los  inmensos  huecos,  que  por 
doquiera  se  adverlian.  Llegado  el  momento  de 
la  recolección,  y  queriendo  yo  averiguar  lo 
que,  en  un  determinado  espacio  de  tierra,  ha- 
bia producido  cada  sistema,  reconocí  que  en  la 
misma  estension  el  sembrado  á  golpes  habiá 
dado  150  pies,  que  cunteniati  1,185  espigas, 
en  tanto  que  el  sembrado  al  vuelo,  dába  983 
pies  con  1,040  espigas;  lo  cual  hace  siete  eapi 
gas '/,.  por  cada  pie  de  eadagolpe,.y  1  a/4  nada 
mas  porcada  mata  de  las  sembradas  al  vuelo; 
pero,  en  cambio  también  la  siembra  hecha  al 
vuelo  daba  9S3  pies  en  el  espacio,  en  que  so- 
lo daba  150  la  siembra  hecha  á  golpes.  Lle- 
vando mas  allá  el  examen,  busquemos  el  pro- 
ducto comparado  de  las  espigas  en  uno  y  otro 
sistema.  Cien  espigas  de  trigo"  por  golpe,  pe- 
saban 10  onzas  */,-:  cien  espigas  de  las  cogi- 
das, en  el  terreno  sembrado  al  vuelo,  pesaban 
7  onzas  */,.  Estas  espigas,  cogidas  por  supues- 
to de  la  mata  al  acaso,  y  sin  escoger,  conte- 
nían en  el  primer  caso  3,481  granos,  j  3,003 
en  el  segimdo.  De  este. ensayo  se  deduce,  pues, 
que  la  siembra  por  golpes,  tiene  no  solo  la 
ventaja  de  echar  mas  pies,  sino  también  de 
dar  mas  cantidad  de  espigas,  y  estas  mas  ren- 
dimiento de  grano..  En  efecto,  las  espigas  pro- 
cedentes de  la  semillapuesta  á  golpes,  dieron 
t  ,25  granos  por  100  mus  que  las  del  trigo  sem- 
brado al  vuelo.  Ademas  de  esto  los  granos 
pesaban  mas,  puesto  que  489  de  la  primera 
especie,  pesaban  tanto  como  508  de  la  segun- 
da. Desgraciadamente  estas  ventajas  so  halla- 
ban contrabalanceadas  por  inconvenientes  de 
Bincha  gravedad  como  son:  que  la  siembra 
hecha  por  golpes  tardó  mucho  mas.  tiempo 
que  la  otra  en  desarrollarse  y  madurar;  que, 
habiendo  sufrido  mucho  por  efecto  del  tjzon, 
su  grano  fué  inferior  al  otro;  y  en  fin,  qiie  en 
razón  á  esta  circunstancia,  produjo  en  dinero 
un  sbylüug  porbuschel,  de  menos  que  el  tri- 
go sembrado  al  vuelo.  Por  lo  que  respecta  al 
rendimiento  total,  las  cuentas  probaron,  que  la 
cosecha  del  grano  sembrado  por  golpes,  dio 
por  acre. diez  y  siete  buschel  de  menos,  que  el 
trigu  sembrado  al  vuelo;  resultando  de  aquí, 
bien  calculado,  todo,,  una  pérdida  de  8  libras 
esterlinas  por  acre,  en  perjuicio  de  las  siem- 
bras claras. »,. ...  '  . 

Satisfecho  con  esta  lección ,  resolvióse 
Thompson  á  proseguir  sus  estudios  sobre  la 


materia,  practicando  ensayos  en  pequeño,  (■ 
hizo  nuevos  y  mayores  esfuerzos,  por  ejñcpn- 
trar  la  causa  de  aquellas  faltas,  -  que  á  cada 
instante  venían  á  hacer  ilusorias  las  no  poco 
importantes  ventajas,  que  por  otra  parle  ofre- 
cía el  método  de  las  siembras  claras.  \  esta 
efecto  repitió  en  su  jardín  la  operación  con 
dos  variedades  escogidas  de  trigo  blanco ,  que 
sembró  él  mismo,  colocando  cada  grano  en 
su  hoja  á  2  pulgadas  de  profundidad  ,  en  una 
tierra  que  era  un  buen  loam  bastante  fuerte. 
La  operación  tuvo  lugar  en  10  de  marzo:  de 
una  de  las  variedades  cien  granos  produjeron 
43  matas  ,  de  la  otra  salieron  5,9  matas  de  los 
mismos  cien  'granos.  Algún  tiempo  después 
de  brotados  tos  pies,  descubrió  Mr.  Tliompsmi 
los  hoyos  que  nada  habian  producido,  y  ad- 
virtió que  en  casi  todos  ellos  habia  germi- 
nado la  semilla  ,  pero  que  !a  planta  ha- 
bía sido  destruida  por  ciertos  insectos  de  tina 
especie- particular.  Observando  entonces  aten- 
tamente las  siembras  por  golpes  ejecutadas  en 
los  campos ,  reconoció  la  existencia  de  lo; 
mismos  insectos,  que  eran  allí,  como  eu  In- 
das partes ,  la  causa  de  las  marras  ,  que  tunlü 
habian  contrariado  sus  operaciones.  Eslo  le 
hizo  comprender  un  hecho  bien  conocido  de 
todos  tos  labradores,  y  que  nadie  alcanzaba  á 
esplicar,  a  saber  que  una  cantidad  de  gruía 
sembrada  en  un  barbecho,  produce  mucho  ma- 
yor número  de  pies,  que  la  misma  cantidad 
sembrada  en  un  prado  recién  roto;  deducién- 
dose de  aqui ,  que  hay  en  los  prados  una  mul- 
titud de  insectos  roedores,  que  viven  á  capen- 
sas  de  las  raices  de  las  plantas.  Cuando  se  re- 
vuelve un  prado  para  sembrarlo  de  trigo, 
échanse  inmediatamente  dichos  insectos  Sobre 
tas  raices .  y  el  germen  todavía  tierno  del  ce- 
real ,  al  paso  que  después  de  un  barbecho,  tos 
labores  sucesivas  y  la  desnudez  del  suelo,  en 
el  cual  no  se  deja  crecer  vegetal  alguno,  ale- 
jan necesariamente  aquellos  insectos,  y  ponen 
verdaderamente  al  grano  en  condiciones  mas 
favorables  para  el  desarrollo  de  sus  facíillades 
germinativas.  Las  siembras  hechas  en  lineas 
aumentan  los  inconvenientes,  áque  en  el  mo- 
mento de  la  germinación  está  'espueslo  el  (tru- 
no ;  pues  los  insectos  saben  seguir  perfecla- 
mente  las  tincas  que  sirvieron  para  Iwznr  la 
siembra  de  un  campo. 

De  todos  estos  hechos  deduce  Mr.  Thomp- 
son, que  las  siembras  claras  deben  mirarie  úni- 
camente como  una  práctica  especial,  y  aun 
en  caso  de  llevarse  a  efecto,  será  solo  con  la 
condición  de  ejecutarse  temprano.  Cuanto  mus 
tarde  so  hace  la  siembra  ,  tanto  mas  espesa 
debe  hacerse ,  si  cuatro  pecks  de  semilla 
bastan  por  acre  á  ünes  de  setiembre,  por  ca- 
da quince  dias  de  retraso  debe  añadirse  un 
pecks  mas. 

«Por  mi  parte,  dice  Mr.  Elíseo  Lefcbrc,  de- 
claro queno  me  satisfacen  completamente  las 
condiciones  del  agricultor  inglés,  cuyos  espen- 
nientos  prueban  sin  duda  alguna,  qué  las  sien- 


533 


TRIGO 


iras  hedías  en  línea,  se  bailan  á  menudo  ex- 
puestas á  los  estragos  de  nu  insecto,  que  hace 
perderse  una  parte  de  la  cosecha.  Pero  en  cam- 
bio ,  venios  que  el  trigo  sembrado  á  uua  dis- 
tancia conveniente,  ó  bien  por  golpes  ó  porli- 
neasconíinuas,  se  desarrolla  con  notable  ener- 
gía, j  da  mas  espigas  y  mas  granos  en  cada 
espiga,  que  o!  trigo  sembrado  al  vuelo.  A  haber, 
pues,  medio  de  preservarse  de  los  daños  causa- 
dos por  los  insectos,  es  indudable  que  las  siem- 
bras claras  ofrecerían  muchas  ventajas  sobre  el 
método  común  ,  puesto  que,  en  el  mismo  es- 
pacio de  (ierra  darían- mas  benetlciocon  mucho 
menos  gasto  de  semilla.  Lo  cierto  es  que  varios 
cultivadores  ,  presentes  á  la  sesión  de  la  So- 
ciedad real  de  Inglaterra,  han  combatido  fuer- 
teraeute  la  opinión  de  Mr.  Thompson,  citando 
sobre*  todo  en  Favor  del  sistema  de  las  siem- 
bras claras,  la  explotación  de  Mr.  Ilerwit  Da- 
vis  que,  de  muchos  años  á  esta  parte  sigue  es- 
te método,  obteniendo  de  él  los  mas  felices 
resultados.» 

La  Sociedad  de  agricultura  del  deparlameu- 
Id  francés  del  Var  ha  hecho  investigaciones  al 
efecto  do  saber  á  que  profundidad  debían  en- 
terrarse los  granos  de  trigo  para  obtener  la 
mejor  cosecha  posible.  Los  esperimentos  prac- 
ticados con  este  fin  lo  fueron  en  surcos  de  dis- 
tinta profundidad,  que  contenían  cada  uno  150 
granos. 

He  aquí  los  resultados  de  este  ensayo. 


Hnndurn  do 

la  siembra  en 
pulentas. 


Granos  bro- 
tadas. 


Espigas  pro- 
ducidas. 


6  

67  

5  

47, 

37,.*  '.  '.  '. 
3  

v¡  

2  

[7  

1  .  .  .  . 

.  i. i'/.  ■  ■  • 

k  la  superficie. 


5. 

14, 

20. 

40. 

72. 

03. 
[25. 
130. 
148, 
142. 
137. 

64. 

20. 


*  53 
140 
173 
400 
720 
092 
1*417 
1560 
1593 
1610 
1461 
529 
107 


Estos  guarismos  revelan  la  imperfección  de 
pe  adolece  el  método  de  sembrar  al  vuelo, 
operación  que  ora  sepulta  el  grano  átal  pro- 
fundidad, que  no  germina  y  se  pudre,  ora 
le  deja  espuesto  casi  á  la  superficie,  donde  pe- 
rece por  efecto  de  la  intemperie  el  que  no  se 
comen  los  pájaros.  En  presencia  de  estos- he- 
chos i  fácilmente  se  comprende  que  se  haya 
despertado  en  labradores  inteligentes,  el  deseo 
de  introducir  en  su  siembra  un  método  mas 
racional.  Un  cultivador  muy  distinguido  de  Ya- 
lenciennes,  llamado  Mr.  Devred,  ha  empleado 
'Jurante  veinte  años  el  método  de  sembrar  el 
higo  á  roano  y  grano  á  grano ,  á  cuyo  efecto 
i-os  trabajadores  armados  de  almocafres,  iban. 


abriendo  hoyos  puestos  en  línea  y  á  nueve  pul- 
gadas unos  de  otros.  En  estos'hoyos  depo- 
sitaban dos  niños,  que  .iban  detrás  algunos 
granos  ,  que  cubrían  luego  con  el  píe.  Asi  se 
sembraba  hasta  muy  cerca  de  una  fanega  por 
dia.  Los  productos  escedian  por  lo  común  14 
fanegas  de  grano  pbr  una  de  sehradura,  en  - 
tanto  que  las  mejores  tierras  sembradas  al 
vuelo  apenas  llegaban  á  í).  Las  ganancias, 
p°ues  ,  indemnizaban  anchamente  el  gasto  de 
mano  de  obra,  el  cual  resultaba  asimismo  com- 
pensado con  la  economía  de  la  semilla,  pues 
la,  cantidad  de  grano  (pie  en  tierra  depositaba 
Mr.  Devred,  no  escedia  de  un  tercio  de  fane- 
ga, al  paso  que  sembrando  al  vuelo,  se  gasta- 
ban por  lo  menos  dos  fanegas.  El  único  in- 
conveniente  de    este  sistema  consiste  en 
la  dificultad  de  encontrar  bastantes  brazos 
cuando  se  trata  de  sembrar,  pero  esta  difi- 
cultad es  fácil  de  vencer ,  sustituyendo  á  la 
mano  del  hombre  las  máquinas  que,  para  to- 
das las  operaciones  del  campo  conoce  ya  el 
arte  agrícola.  Las  sembraderas  están  ya  bas- 
tante generalizadas,  y  su  uso  se  propaga  de 
dia  en  dia  en  todos  los  países  que  entienden  y 
se  ocupan  sériamente  de  este  arte.  Siempre 
que  se  siembra  en  lineas,  ya  sea  á  mano,  ya 
con  máquina,  no  solo  se  coloca  la  simiente  en 
las  mejores  condiciones  posibles  para  su  bue- 
na germinación,  sino  que  se  encuentra  al  mis- 
rao  tiempo  mas  convenientemente  dispuesta 
para  recibir  las  labores,  que  en  primavera  exi- 
ge el  trigo  cuando  vuelve  á  vegetar,  k  trueque 
de  repetir  algo  de  lo  que  acerca  de  la  germi- 
nación del  trigo  llevamos'  espuesto  ya,  dire- 
mos que  el  grano  colocado  debajo  de  la  tier- 
ra echa  un  tullo  cuya  base  se  halla  rodeada  de 
raices;  y  este  tallo,  en  el  momentode  salir  de 
tierra ,  forma  un  nudo  del  cual  sale  una  hoja, 
Luego  que  llega  la  época  favorable  para  su  vege 
taclon  salen  de  este  nudo  superú'ciallas  raices 
laterales  que  son  lasdestinadas  á  mantener  mas 
tarde  el  trigo,  y  á  darle  todo  su  vigor;  pues 
asi  el  tallo  como  las  raices  subterráneas  pere- 
cen á  la  vuelta  de  poco  tiempo.  Este  hecho  de- 
muestra cuan  importante  es  reconocer  la  su- 
perficie del  suelo  y  hacerlo  permeable  á  todos 
los  agentes  atmosféricos,  puesto  que  toda  la 
esperanza  do  una  buena  cosecha,  reside  esen- 
cialmente en  el  mayor  ó  menor  grado  de  vi- 
talidad, que  adquiere  el  primer  nudo.  De  aquí 
se  infiere  lo  útil  que  es  binar  los  campos  de 
trigo,  desde  el  momento  en  que,  con  la  entra- 
da de  la  primavera,  empiezan  las  plantas  á  to- 
mar la  cantidad  de  calórico  necesaria  para  po- 
nerse en  movimiento.  La  bina  es  operación 
que,  en  las  tierras  sembradas  por  lineas,  se 
ejecuta  con  facilidad.  En  la  siembra  hecha  al 
vuelo,  se  la  suple,  rastrillando  enérgicamen- 
te la  tierra;  esta  operación  llena,  aunque  no 
con  toda  la  perfección  apetecible ,  el  objeto  á 
que  se  destina.  Acerca  de  las  variedades  del 
trigo,  su  clasificación  y  de  su  valor,  agrícola- 
mente  hablandp,  se  han  hecho:  iimchas  y  m\i 


sas  TB 

nuciosas  observaciones  y  esperi  encías,  entre 
las  cuales  debemos  citar  las  de  Mr.  Leconteur, 
de  la  isla  dé  Jersey,  que  hablando  de  ella?,  se 
ésptica  asi:  «He  hecho  esperimentos  con  se- 
tenta y  seis  variedades,  Je  las  cuales  una  me 
lia  dado  veinte  y  cinco  libras  de  rico  y  her- 
moso pan  por  diez  y  ocho  libras  de  harina. 
Cun  una  sola  espiga  de  este  trigo  reproducida 
durante  tres  años,  be  obtenido  el  grano  sufi- 
ciente para  sembrar'  cuatro  fanegas  de  tierra, 
"de  una  variedad  sin  mezcla,  muy  productiva 
de  grano  y  paja.  Ro  hay  que  creer,  añade, 
que  todas  las  tierras  pueden  producir  trigos 
Mancos;  pero  en  cambio  sépase  que  hay  es- 
pecies encarnadas,  amarillas  y  pardas,  capa- 
ces de  indemnizar  al  labrador  de  los  gastos 
de  cultivo  hechos  hasta  en  los  terrenos  mas 
pobres.»  La  Providencia,  permitiendo  que  esta 
planta  fructificase  asi  en  los  climas  ardientes 
como  en  la  región  de  las  nieves,  lo  ha  lieclio 
sin  duda  con  el  objeto  de  que  hasta  el  mas 
tosco  labrador ,  pudiese  obtener  su  pan  coti- 
diano, por  medio  de  este  cultivo;  pero  ¿es- 
esfa  una  razón  para  que  el  hombre  civilizado 
é  ilustrado  por  la  ciencia  deje  de  hacer  algo 
mejor,  de  esperar  descubrir,  y  de  elegirlas 
especies  de  trigo,  cuya  semilla,  le  asegure 
(salvo  los  accidentes  ocasionados  por  las  in- 
fluencias atmosféricas)  la  mejor  y  mas  abun- 
dante cosecha,  que  del  suelo  sea  posible  ob- 
lener?  . 

Ei  trigo  es,  en  agricultura,  un  producto  de 
tanto  valor,  que  se  queda  uno  verdaderamente 
sorprendido  al  ver  que  hasta  este  dia  no  han 
hecho  los  botánicos  mas  caso  de  esta  planta 
que  de  los  menos  preciosos  vegetales;  entre 
sus  innumerables  variedades ,  han  escogido 
tees  ó  cuatro,  que  han  medio  definido,  y  me- 
dio clasificado,  dándoles  el  nombre  de  espe- 
cies: y  hecho  esto,  han  desechado  todas  las  de- 
mas,  sin  examen,  y  cual  si  se  tratase  de  esas 
plantas  insignificantes,  cuyas  variedades  mul- 
tiplica la  horticultura  al  capricho  de  la  moda; 
pero  lo  que  mas  sorprende  todavía  es,  que 
ninguna,  tentativa  formal  hayan  hecho  los 
agrónomos  para  resolver  todas  las  cuestiones 
relativas  al  cultivo  del  trigo  ,  cuestiones  bas- 
tante indicadas  ya  por  la  diversidad  de  resul- 
tados obtenidos  con  los  mismos  elementos, 
por  hombres  prácticos  en  el  arte,  y  versados 
en.  la  ciencia.  Los  pocos  trabajos  que  sobre 
esta  materia  se  han  hecho ,  son  reconocida- 
mente insignificantes,  pues  ni  aun  el  de  mon- 
sieur  Leconteur. puede  considerarse  mas  que 
como  un  ensayo  mas  lalo  si  se  quiere,  y  mas 
apropiado  á  la  práctica;  pero  del  cual  no  se 
puede,  al  menos  por  ahora,  deducir  conclusio-. 
nes  generales  y  positivas,  para  otras  localida- 
des, que  aquellas  en  que  operó  el  autor. 

Para  ello  se  presen  ta  desde  luego  un  gran- 
de obstáculo,  que  detiene  á  cuantos  quieren 
ocuparse  de  esta  materia,  y  es  Ja  de  no  exis- 
tir una  clasificación  sistemática,  á  favor  de  la 
cual  se  pueda  reconocer  y  designar  sin  difi- 


IGO  536 

cuitad,  la  clase  de  trigo  con  que  se  ha  proce- 
dido al'ensayo. 

Radic  ha  determinado  toda'via,  deunnma- 
ñera  formal,  signo  alguno  caraclerlslico  que 
pueda  servir  para  separar  las  especies  de  las 
variedades;  hay  mas,  todavía  está/por  resolver 
si  hay  especies  y  variedades,  y  Si  está  ó  no 
en  mano  del  cultivador  el  trasformarlas  á  su 
antojo.  Mr.  Leconteur  roconoee  la  necesidad 
de  una  clasificación;  pero  salva,  ó  por  mejor 
decir,  elude,  con  demasiada  facilidad,  los  ga- 
yes obstáculos  con  que,  en  un  trabajo  de  esta 
naturaleza,  se  debe  necesariamente  tropezar. 
Verdad  es  que  la  modestia  del  autor  desarma 
el  ciático,  y  que  las  ideas  enteramente  filie- 
vas,  que  en  esta  ocasión  emite  son  dignas  del 
mayor  elogio.  «Clasificar  los  trigos  dice  él, 
es  empresa  difícil,  y  que  exige  mucho  traba- 
jo; Sin  embargo,  en  atención  á  que  nadie  lia 
tratado  este  asunto  todavía  bajo  el  punto  de 
vista  agrícola,  en  términos  usuales  ¿  inteli- 
gibles, no  solo  á  los  botánicos  y  á  los  sabios, 
sino  también  a  la  gran  masa  de  cultivadores, 
vamos  á  aventurarnos  á  presentar  un'  ensayo, 
hecha  en  las  especies  comunmente  eullka- 
daí.»  Mr.  Leconteur  divide  los  "trigos  en  dos 
grandes  divisiones,  que  son:  trigos  sin  bar- 
bas, ó  de  invierno,  y  trigos  barbudos,  o*  de 
primavera:  clasificados  según  su  color  blanco, 
rojo,  amarillo  ó  pardo,  ün  sistema  tan  senci- 
llo no  hay  agricultor,  que  no  lo  pueda  com- 
prender, pero  por  desgracia  no  ha  caido  suau- 
tor  eu  que  de  ningún  valor  son  los  caracteres 
de  que  se  quiere  servir;  pues  tanto  las  burlas 
de  la  espiga  como  el  color  del  grano  varían 
según  los  terrenos,  y  según  el  método  de 
cultivo  que  se  sigue.  Esto  no  lo  ignoraba  se- 
guramente Mr.  Leconteur;  ¿por  qué,  pues,  lia 
hecho  de  este  principio  falso  el  fundamento 
de  su  clasificación?  Esta  clasificación  podrá  fa- 
cilitar lamarchay  acaso  el'buen  éxito  de  al- 
gunos trabajos  individuales;  pero  nunca  servi- 
rá de  base  á  una  teoría  completa,  destinada  á 
conciliar  y  coordinar  todas  las  observaciones 
particulares. 

El  señor  Lagasca,  uno  de  los  botánicos  mas 
distinguidos  de  nuestra  época  y  compalriota 
nuestro,  tuvo  sobre  este  punto  varias  confe- 
rencias con  Mr.  Leconteur  y  le  suministró  da- 
tos curiosísimos  y  escelentes  consejos.  El  se- 
ñor Lagasca  ha  estudiado  profunda  y  deteni- 
damente esta  materia;  pero  lo  ha  hecho  bajo 
el  punto  de  vista  de  la  clasi  ficación  de  loa.  tri- 
gos, sin  ocuparse  de  su  vaior  agrícola.  Esta 
es  la  razón  porque  no  nos  entendernos  ai» 
acerca  de  los  importantes  trabajos  de  este  dis- 
tinguido botánico.  Loudon,  en  su  Enciclope- 
dia de  agricultura,  y  Sinclair  en  su  escelen- 
te  Tratado  de  ¡as  gramíneas,  han  omitido, 
hablando  del  trigo,  un  punto  que  es  do  los 
principales.  Ni  uno  ni  otro  se  ocupándo  la 
naturaleza  ni  de  las  cualidades  de  cada  varie- 
dad, ni  de  su  valor,  calculado  por  la  cant'uM 
de  pan 'que  con  ella  se  puede  obtener.- As» 


537 


TRIGO 


538 


pues,  cualquiera  que  sea  la  clasificación  que 
se  adopte,  be  aquí  las  circunstancias  que  pa- 
ra cada  variedad  de  trigo,  deben  tener  presen- 
te los  observadores. 

(.a  El  suelo  y  el  clima  mas  convenientes, 
la  época  del  año  mas  favorable  para  sembrar- 
la; si  teme  la  sequedad,,  la  humedad,  ó  ¡as 
heladas,  ya  sea  en  los  primeros  tiempos,  ya 
en  los  últimos  de  su  vegetación;  y,  en  fln,  si 
está  espuesto  á  algunas  enfermedades,  y  cua- 
les son"  estas. 

í.-1  La  época  de  la  florescencia  y  de  la 
madurez. 

3.  "  La  altura  y  la  calidad  déla  paja;,  su 
coior  blanco  tí  oscuro;  su  fragilidad,  ó  resis- 
tencia; si  se  vuelca  ó  no  con  facilidad;  si' es 
buena  para  alimento  de  ganado,' ú  otros- usos, 
y  cuales  son  estos. 

4.  "  La  calidad  de  la  espiga;  si  es  floja  ó 
apretada;  su  longitud  y  la  mayor  ó  menor 
comodidad  con  que  se  desgrana. 

5.  "  ET  color  del  grano;  su  forma,  su  grue- 
so, f  'a  mayor  ó  menor  figura  de  su  película 
ó  cascarilla. 

6.  a  La  calidad  de  la  harina  y  del  salvado, 
y  su  proporción  respectiva. 

*  7.a  Si  la  pasta  hecha  con  esta  harina  le- 
vanto bien  ó  mal. 

8.a  La  cantidad  de  pan  producida  por  cier- 
ta canlidad  de  harina,  su  color,  y  el  tiempo 
qne  se  conserva  fresca. 

So  hay  seguramente  cultivador  que  no  en- 
cuentre alguna  ventaja  en  hacer  por  si  mis- 
mo ensayos  y  observaciones  de  este  género 
sobre  los  trigos  cultivados,  en  el  territorio 
pe  habita;  y  fuera  1  ííiuy  de  desear  que  los 
observadores  hiciesen  al  público  participe  de 
estos  esperimenlos  designando  la  especie  que 
lmhiesen  estudiado  con. caradores,  que  en  to- 
do tiempo  la  hagan  reconocer;  objeto  que, 
tal  voz  se  propuso,  pero  que  seguramente  no 
lia  conseguido  el  citado  Mr.  Lecoiiteur. 

tiiii)  de  los  puntos  mas  importantes  seria 
seguramente  el  conocimiento  exacto  de"  la 
composición  de  los  abonos  indispensables  pa- 
ra la  prosperidad  del  trigo. 

Sobre  este  punto  está  todavía  tan  atrasada 
la  ciencia,  que  apenas  nos  atrevemos  á  tocar- 
lo y  solo  diremos  en  pocas  palabras,  que  en 
clase  de  estiércoles,  el  de  cuadra  bien  des- 
compuesto, es  el  "que  reime  todas  tas  cuali- 
dades necesarias  para  la  completa  vegetación 
fiel  trigo,  y  que  en  clase  de -abonos,  hay  una 
sustancia  mineral,  que  en1  ciertos  y  ciertos  ca- 
sos influye  muy  favorablemente  en  el  pro- 
ducto de  las  cosechas;  Mr.  Puvis  que  hahecbo 
muchas  esperiencias  sobre  el  uso  de  la. cal 
en  sus  tierras  del  deparlamento  del  Ain,  ha 
estudiado  y  reconocido  su  influjo  - sobre  el 
-rendimiento  del  centeno  y  del  trigo  durante 
doce  afio¥.  El  siguiente  cuadro  que  compren- 
de tres  años  antes  y  nueve  después  de  ^quel 
en  que  se  eebó  la  cal  muestra  el  aumento  dé 


producto  que  á  las  cosechas  pueda  dar  y  da 
efectivamente  el  principio  calcáreo. 


Afios  en  nue  se 

Simientes.. 

Productos. 

1322  

24.  .  .  . 

14fi 

24.  .  .  . 

136 

1824..  .... 

24.  .  .  . 

156 

1825  -. 

27.  .  .  ; 

25.1 

¿0.  .  .  . 

210 

1827  

30.  .  .  '. 

249 

1828.,  .... 

36.  ... 

391 

1829  

40.  .  .  . 

309 

1830  

60. .  :  . 

459 

1831  

,    ?8.  .  .  . 

419 

1832  

68  

816 

1833..  .... 

52.  .,.  . 

'  545 

Ahorabien,  dice  estehábil  cultivador,  3,000 

heetólilros  de  cal,  que  cuestan  6,000  pesos, 
echados  en  32  hectáreas  de  tierra,  han  pas 
que  doblado  en  nueve  años  el  producto  de  ce- 
reales de  invierno  después  de  sacada  la  si- 
miente. 

Las  demás  cosechas  cultivadas  en  la  misma 
finca  ban  tenido  un  aumento  proporcional,  y  el 
propietario,  doblando  su  rentaj  lia  recuperado 
en  menos  de  año  y  medio  el  capital  invertido 
en  compra  de  cal.  Estos  escelentes  efectos  del 
principio  calcáreo  son  ya  eosa  demostrada  en 
un  gran  número  de  países,  en  los  cuales  se 
emplea  ya  bajo  la  forma  de  falún  ya  bajo  la 
de  marna  ó  marga,  ya  (y  esto  es  lo  mas  común) 
bajo  la  de  carbonato  de  cal. 

A  pesar  de  lo  que  sobre  este  punto  dice 
Mr.  Puvis,  y  hacen  muchos  cultivadores,  la 
prudencia  exige  que  se  tengalamayor  circuns- 
pección en  el  empleo  de  la  cal,  sobre  todo,  en 
un  pais  como  el  nuestro,  donde  por  efecto 
de  la  escasez  de  aguas  suele  tener  la  tierra  mas 
calor  ó  menos  jugo  del  necesario  para  la  vege- 
tación de  las  plantas.  Como  quiera  que  sea,  fá- 
cilmente so  concibe  que  en  los  terrenos  cali- 
zos es  inútil,  cuando  no  nocivo,  echar  cal. 
Donde  conviene  esta  es  en  los  terrenos-pura-  ' 
mente  arcillosos  para  dividirlos  y  soltarlos;  en 
los  puramente  areniscos  para  darles  cuerpo  y 
calor,  y  en  una  palabra,  en  todos  aquellos 
donde  naturalmente  no  existe  este  principio 
necesario  para  la  composición  de  la  buena  tier- 
ra vegetal . 

Sobre  las  diferentes  bases  de  la  vegetación 
del  trigo,  se  han  hecho  también  curiosísimas  • 
observaciones.'  Mr.  de  Gasparin  ba  observado 
que  esta  planta  empezaba  á  echar  tallos  latera- 
les desde  el' momento  en  que,  llegando  la  tem- 
peratura media  á  5",  ha  despedido  ya  el  sol 
sobre  la  tierra  431".  La  florescencia  comienza 
asi  tpte  la  temperatura  media-llega  á  16°,  3',  ó 
Men  cuando  la  suma  de  calor  tomando  su  tér- 
mino medio  ba  llegado  á  813',  contados  desde 
el  momento  én  que  de  nuevo  ha  empezado  la 
vegetación.  Asimismo,  ha  calculado  Mr.  deGas- 
narin,  fundando  sus  cálculos  en  observaciones 


839 


TRIGO 


5i0 


hechas  en  el  Mediodía  de  Francia,  y  aplicables 
á  nuestro  país;  que  el  grano  madura  cuando  la 
tierra  ha  recibido  2,450"  de  calor  solar,  conta- 
dos solo  duranle  el  día.  * 

£1  rendimiento  del  trigo  varia  considerable- 
mente, según  se  deja  ver  por  la  adjunta  tabla 
formada  por  el  mismo  Mr.  deGasparin. 

Producto  medio  por  hectárea,  equivalente  á 
fanega  y  media  castellana  de  tierra. 


27 1  /2  fanegas 

Lombardia,  en  tierras  de  riego. 

33  1/2 

21 

38  1/4 

Estados  Unidos,  tierras  ricas. 

57 

131/4 

Venezuela",  valle  de  Aragua.  . 

57 

19 

Departamento  del  Sena.  .  .  . 

33 

Toda  Francia  tomando  el  tér- 

n    '  * 

Departamento  que  menos  da. 

6 

18  1/2 

21 

68  . 

En  esta  tabla  no  va  incluida  España,  porque 
ya  sea  por  faltare  datos  estadísticos,  ya  por 
el  estado  de  atraso  en  que  se  halla  nuestra 
■agricultura,  ya  también  por  las  inmensas  dife- 
rencias que  entre  la  cosecha  de  un  año  y  la  de 
otro  resultan  de  esta  o  aquella  circunstancia 
atmosférica,  no  es  posible  fijar  ni  medio  apro- 
ximadamente siquiera  el  término  medio  de  la 
producción.  Nuestra  opinión,  sin  embargo,  es 
que  cultivando  menos  trigo,  y  cultivándolo 
con  mas  esmero  y  mas  capital,  nada  seria  mas 
fácil  que  aumentarsu  producción  hasta  el  pun- 
to de  esceder  absoluta  y  relativamente  á  la  de 
todos  los  demás  países  del  mundo. 

El  clima,  el  suelo  y  el  cultivo,  influyen 
mucho  sobre  la  calidad  de  los  granos,  y  hasta 
tal  punto  quo  no  es  posible  establecer  caracte- 
res lijos  y  decisivos  entre  los  llamados  trigos 
con  aristas  y  trigos  pelones  ó  chamorros,  su- 
cediendo mudar  el  color  délos  granos  de  cada 
especie.  Entre  los  trigos  con  aristas  ó  con  bar- 
bas se  distinguen  los  que  tienen  estas  largas, 
y  los  quo  las  tienen  cortas,  lisas,  escabrosas 
ó  como  ligeramente  espinosas;  los  que  las  tie- 
nen aplastadas  ó  mas  cuadradas;  los  quelienen 
los  granos  de  -color  de  paja  ó  amarillo  dorado, 
rojo  ó  blanco,  y  en  fin,  los  mas  ó  menos  grue- 
sos, mas  ó  menos  redondos  ó  largos.'  Las  mis- 
mas diferencias  se  observan  en  cuanto  al  color 
y  á  la  forma  en  ios  trigos  chamorros. 

En  España  también  se  distinguen  trigos  de 
invierno  ó  de  otoño,  y  de  verano  ó  tremesinos, 
Los  de  otoño,  se  siembran  comunmente  en  se- 
tiembre ú  octubre,  y  pasan  el  invierno  en  tier- 
ra, délo  enalban  tomado  la  denominación  ge- 
neral. Los  llamados  tremesinos  se  siembran 


en  marzo  y  no  están  mas  que  tres  meses  en 
tierra. 

El  grueso  del  grano  no  puede  servir  para 
caracterizar  la  especie.  El  chamorro  es  mas 
grueso  que  el  de  las  otras  especies;  transpor- 
tado de  las  provincias  del  Norte  al  Mediodía, 
varia,  no  solo  en  la  forma,  sino  en  el  color  ihi 
grano,  puesto  que  el  del  Norte  no  es  tan  blan- 
co como  el  del  Mediodía.  La  espeHencia  Im 
acreditado  que  la  cosecha  de  los  trigos  de  olu- 
ño  sembrados  en  primavera  es  mala,  porque  U 
especie  no  ha  adquirido  todavia  su  carácter  li- 
jo de  generación. 

El  trigo  denominado  de  Berbería  produce, 
según  esperimentos  hechos,  cuarenta  por  uno 
sembrado  en  huerta,  y  de  doce  á  quince  cu 
tierra  común  de  labor.  El  pan  que  da  es  bue- 
no y  muy  sabroso,  aunque  no  tan  blanco  como 
el  del  otro  trigo,  porque  siendo  la  corteza  de 
su  grano  bastante  gruesa  y  muy  delicada,  con 
dificultad  se  puede  moler  como  se  requiere 
para  hacer  que  el  pan  sea  muy  blanco,  y  asi 
se  convierte  casi  todo  en  harina  con  poco  sal- 
vado; inconveniente  que,  sin  embargo,  cede 
en  beneficio  de  la  economía. 

'En  Sicilia  se  conoce  una  especie  de  trigo 
que  no  está  espuesta  al  tizón,  según  lo  ha  de- 
mostrado la  esperiencia  de  su  cultivo.  Los  ale- 
manes sacan  mucha  utilidad  de  él,  porque  en 
el  invierno  alimentan  sus  ganados  con  la. paja 
que  es  muy  buena 

El  método  de  cultivarle  es  sencillo;  convie- 
ne sembrarlo  temprano  en  tierra  bastante  cra- 
sa y  bien  preparada,  echando  un  poco  mas  üe 
simiente  que  de  los  otros  trigos. 

El  cullivo,  tanto  de  esta  especie  de  granu, 
como  de  las  demás  conocidas  y  da  que  va  he- 
cho mérito,  depende  del  clima. 

El  labrador  al  hacer  la  siembra  no  debe  re- 
parar en  gastos,  tratando  de  lograr  un  trigo 
bueno  para  simiente  y,  sobre  todo,  limpio  de 
toda  semilla.  El  trigo  picado  de  gorgojo  puetle 
servir  para  simiente,  porque  los  insectos  un 
atacan  el  gérmen.  Elinsecto  no  destruye  abso- 
lutamente toda  la  sustancia  harinosa;  pero  la 
poca  que  queda  suministra  un  alimento  media- 
no al  gérmen,  el  cual  sale  como  puede  y  se  cria 
mezquino 

A  la  siembra  deberá  procederse  en  los  me- 
ses de  setiembre  ó  principios  de  octubre,  por- 
que haciéndola  en  estas  épocas  obra  la  natura- 
leza con  libertad,  y  haciéndola  mas  tarde,  ó 
sea  á  fines  de  noviembre  ó  diciembre,  se  vio- 
lenta. Cuando  las  circunstancias  impiden  sem- 
brar antes  el  trigo,  germina,  vegeta  y  crece,  i' 
aunque  se  siembre  mucho  después  de  octnlirc 
madura  casi  al  mismo  tiempo,  por  lo  que  con- 
vendrá mas  bien  anticipar  la  siembra  algunos 
días  que  retardarla,  y  una  prueba  de  esta  ver- 
dad, es  la  de  que  en  ciertos  países  del  Norte  ile 
Europa  en  el  término  de  cincuenta  á  ochenta 
dias,  que  es  el  tiempo  en  que  se  cultivan  los 
campos,  siembran' el  grano,  vegeta,  madura  y 
lo  siegan,  En  España  no  se  lograrían  tales  cose- 


541  ,  TR1 

chas  y  la  razón  de  ello  es  sencilla.  En  aque- 
llos países  septentrionales  se  halla  el  sol  en 
verano  sobre  el  horizonte  durante  casi  las  vein- 
te y  cuatro  horas  del  dia  y  de  la  noche,  y  esta 
continuación  de  calórico  activa  y  acelera  nota- 
blemente la  vegetación. 

Pocas  cuestiones  ofrecen  mas  interés  que 
la  de  la  cantidad  de  simiente  que  conviene  em- 
plear para  obtener,  en  igualdad  de  circunstan- 
cias, la  mayor  cosecha  posible.  Mucho  queda 
piehicer  en  esta  parte;  queda,  sobre  todo, 
formar  una  tabla  exacta  de  las  cantidades  de  ca- 
da especie  de  simiente  mas  apropiadas  á  cada 
clase  ile  tierra,  ün  agrduomo  inglés  evalúa  en 
diez  y  seis  millones  de  fanegas  la  cantidad  de 
cereales  empleada  de  mas  en  la  siembra  de 
aíidel  pais.  A  40  reales  por  fanega,  que  es 
aproximadamente  alli  él  precio  medio  de  la  de 
un  cereal  con  otro ,  habria  una  economía  de 
640.000,000  de  reales,  si  al  sembrarse  se  II- 
rnitaya  cada  labradora  hacerlo  en  cantidad  ri- 
gurosamente necesaria. 

Las  siembras  claras  aumentan  la  altura  de 
las  plantas;  son  favorables  al  desarrollo  de  su 
rallo,  de  su  espiga  y  de, su  grano;  prolongan 
su  vegetación,  y  retardan  por  lo  tanto,  la  épo- 
ca de  su  madurez. 

Efeclos  contrarios  produce  la  siembra  es- 
pesa. Ella  disminuye  las  dimensiones  de  las 
plantas  y  su  productibilidad  individual;  abre- 
via la  duración  de  la  vegetación,  y  acelera,  por 
consiguiente,  la  época  de  la  madurez.  Asi  es, 
que  cuando  se  siembra  claro,  se  siega  tarde, 
y  cuando  espeso  temprano.  - 

Con  la  misma  cantidad  de  estiércol,  ó  en 
suelo  de  gran  fertilidad,  una  pequeña  cantidad 
iie  grano  produce  en  un  tiempo  mas  largo,  una 
cosecha  igual  á  la  que  en  uno  mas  corto,  pue- 
de dar  mayor  cantidad  de  simiente. 

ta  bina  db  los  cereales  tiene  por  objeto  re- 
lardar  la  madurez  del  grano,  pero  dispone  las 
[dantas  á  amacollarse.  Las  siembras  en  linea 
aceleran,  por  el  contrario,  la  madurez  de  las 
plantas,  pero  en  detrimento  de  su  disposición 
»  cellar  tallo. 

Fuera  de  estos  principios,  las  circunstan- 
cias locales,  es  decir,  la  naturaleza,  y  la  dis- 
posición del  suelo,  inlluyen  poderosamente, en 
los  resudados  de  una  siembra  clara,  espesa  ó 
mediana;  también  ejercen  grande  influjo  en  la 
conducta,  que  en  esta  parte  ha  de  observar  el 
labrador  lo  alto  d  lo  bajo  de  la  temperatura  y 
el  mayor  ú  menor  grado  de  humedad.  En  ge- 
neral las  cantidades  de  semillas  reconocidas, 
como  las  mas  proporcionadas  para  los  climas 
a  la  vez  templados  y  húmedos,  y  para  las  (ier- 
ras en  que  es  muy  lozana  la  vegetación,  deben 
considerarse  como  insuficientes  para  tierras 
mas  fértiles  y  países  mas  elevados,  mas  sep- 
icntrionales,  ó  que  tienen,  en  fin,  inviernos 
nías  rigurosos.  A  nada,  empero,  conduce  eco- 
nomizar, ánada  prodigar  la  simiente,  sieller- 
reao1  nu  está  en  las  condiciones  de  cullivo  y 
de  fertilidad  necesarias.  Mas,  siendo  bueno  el 


GO 11®  642 

terreno,  es  dado  esperar  nray  buena  cosecha 
de  una  corta  cantidad  de.  granos  sembrados 
on  tiempo  oportuno,  cuanto  antes  en  otoño, 
después  de  varias  labores  hondas,  sobre  todo 
si  la  siembra  se  hizo  en  lineas  bastante  espa- 
ciadas para  que  en  sus  intervalos  pueda  ma- 
niobrar la  grada  lirada  por, una  caballería.  El 
que  lleva  una  gran  labor  debe  cuidar  de  no 
sembrar  todos  sus  campos  ni  muy  espesos  ni 
muy  claros,  sino  de  variar,  en  cuanto  la  natu- 
raleza ele  los  terrenos  se  lo  permita,  el  grado 
de  espesor  de  la  siembra.  De  esta  manera  evi- 
tará el  inconveniente  gravísimo  casi  siempre 
de  tener  toda  su  cosecha  madura  á  un  tiempo, 
y  de  carecer  del  número  de  brazos  necesarios 
para  segarla  en  el  momento  crítico. 

Como  quiera  que  sea,  la  cuestión  no  solo 
es  difícil  de  resolver  teóricamente,  sino  que  aun 
resuelta  asi,  es  difícil  sujetar  á  la  práctica  el 
resultado  de  la  teoria  ínterin  no  se  adopte  en 
nuestro  pais  la  sembradera  conocida  en  oíros, 
pues  abandonada  la  delicada  operación  de  la 
siembra  á  discreción  del  primer  labriego  que 
se  encuentra,  se  corre  gran  peligro  de  no  lle- 
gar nunca  al  objeto  apetecido.  Con  las  sem- 
braderas y  la  juiciosa  aplicación  de  los  princi- 
pios que  llevamos  espuestos,  el  éxito  dé  las 
siembras  no  depende  ya  de  la  mayor  ó  menor 
habilidad  del  sembrador,  y  cada  uno  puede  li- 
sonjearse con  la  esperanza  de  una  buena  cose- 
cha, siempre  que  no  anteponga  el  capricho  ó 
la  rutina  á  los  principios  emanados  del  estudio 
de  la  naturaleza  y -de  la  marcha  de  .  la  ve- 
getación. 

Otra  délas  cuestiones  que  están  todavía  por 
resolver  es  la  de  la  mayor  d  menor  convenien- 
cia de  proceder  á  la  siembra  de  esle  cereal  en 
otoño  ú  en  primavera.  En  España  son  apenas 
conocidas  las  variedades  de  trigo  que  se  siem- 
bran en  esta  última  estación,  y  la  esposicion 
en  que  se  hallan  los  labradores,  dequeno  so- 
brevengan durarte  ella  las  aguas  necesarias 
para  hacer  con  fruto  esta  operación  ,  aconseja 
proceder  siempre  que  sea  posible  á  la  siembra 
de  otoño.  Pero  en  cambio  también  puede  suce- 
der qu'e  falten  aguas  por  setiembre  y  octubre, 
y  en  este  caso  bueno  seriaque  nuestros  labra- 
dores supiesen  que  el  trigo  puede  (y  aun  me- 
jor que  el  trigo,  lácebada)  sembrarse  con  fru- 
to en  febrero,  marzo  y  aun  en  abril.  Esto  por 
lo  que  respecta  á  los  terrenos,  de  secano.  En 
los  de  regadío  son  siempre  posibles  las  siem- 
bras de  primavera,  y  he  aquí  porqué  vamos  á 
entrar  sobre  estas  y  las  de  otoño  en  algunas 
consideraciones  que  no  dejan  de  tener  mucha 
importancia. 

Por  regla  general  los  trigos  no  están  es- 
puestos  á  helarse  á  menos  de  fríos  intensísi- 
mos, que  son,  puede  decirse,  desconocidos  en 
España.  Si  alguna  vez,  aunque  rajísima,  ha  su- 
cedido esío,  lia  sido  menos  en  razón  de  la  in- 
tensidad del  frió  que  de  la  circunstancia  de 
haber  sobrevenido  heladas  estraordmarias  en 
momentos  de  hallarse  la  tierra  en  estremo  hu- 


543  TR 

metlecida  por  lluvias  abundantes,  y  que  apre- 
tándose sobremanera  por  efecto  do  aquellas, 
sorprendió,  digámoslo  asi,  el  grano  y  deluvo 
bu  germinación.- Lo-  regular  es,  cuando  hace 
'  grandes  frios,  que  sobrevengan  nieves,  y,  es- 
tas son  un  escélente  preservativo  para  las  si- 
mientes enterradas. 

Fundándose  sin  duda  en  este  hecho  y  en 
el  de  que  por  lo  regular  los  trigos  no  tienen 
caracteres  muy  marcados  con  que  se  diferen- 
cien unos  de  otros,  niega  Tessier  la  dislinciop 
que  hacen  casi  todos  los  agrónomos,  en  trigos 
de  otoño  y  eii  trigos  de  primavera.  «Todos  ¡os 
trigos,  "dice,  son  indistintamente  de  marzo  ü 
de  otoño;  todos,  según  de  elio  me  he  conven- 
cido, pasan  con  ei  tiempo  dei  uno  al  otro  esta- 
do. La  cuestión  está  solo  en  acostumbrarlos  po- 
co á  poco,  sembrando  gradualmente  ios  de 
otoño  mas  tarde  y  los  de  marzo  mas  temprano 
que  la  época  en  que  suele  hacerse.  Asi  lo  ten- 
go observado.» 

A  confirmar  plenamente  la  opinión  del  se- 
ñor Tessier  vieneuu  hecho  observado  y  referi- 
do, por  otro  no  menos -distinguido  agrónoma, 
'i  Habiendo  en  16  de  octubre  de  IS3G,  {dice  el 
señor  LoiseleurBeslpngchamps)  sembrado  .cien- 
to y  once  variedades  de  trigo  y  vuelto  á  sem- 
brar de  las  mismas  el  9  de  marzo  de  1&37,  ob- 
servé que  unas  y  otras  granaron  igualmente 
bien,  sin  mas  diferencia  que  diez  dias  de  an- 
ticipación en  la  granazón  de  las  primeras  so- 
bre las  segundas. «.  Esta  esperiencia  prueba  del 
modo  mas  posilivp'qne  todos  los  trigos  pueden 
sembrarse  indistintamente  en  primavera  ó  en 
otoño,  puesto  que  lo  mismo  en  uno  que  otro 
caso,  llegan  al  término  de  su  vegetación.  En 
llegar  á  él  tardaron  doscientos  ochenta  y  ocho 
dias  las  especies  sembradas  en  otoño,-  por 
cnanto  durante  ciento  treinta  y  ocho  estuvo,  di- 
gámoslo asi,  paralizada  la  vegetación  ;■  las  es- 
pecies de  primavera,  cuya  vegetación,  una  vez 
'■  empezada,  no  sufrió  interrupción  alguna ,  He- 
■  garon  al  término  ¿le  su  madurez  en  solo  cien- 
to cincuenta  y  cinco  dias.  Y  adviértase  que  to- 
dos estos  trigos  fueron  sembrados  ,  io  mismo 
■los  de  otoño  que  los  de  marzo,  sin  babor  sido 
preparados  al  efecto  por  las  siembras  prelimi- 
nares gradualmente  anticipadas  ó  ratardadas, 
que  aconseja  Tessier.  Bien  ha  dicho,  pues,  es- 
te agrónomo,  que  todos  los  trigos  pueden  sem- 
brarse indistintamente  en  primavera  y  en  oto- 
ño, pues  todos  ellos,  ayudándoles  las  influen- 
cias atmosféricas,  ó  los  riegos  artificiales,  pue- 
den llegar  igual  é  indiferentemente  al  término 
de  su  vegetación.  Bueno  es,  sur  embargo,  ad- 
vertir que  los  sembrados  en  otoño  dan  por  lo 
regular  productos  de  mas  consideración. 

Esto  iio  obstante,  hay  sobre  todo  fuera  ds 
España,  (donde,  en  razón  al  gran  valor  de  la 
tierra  y  á  la  ventaja,  q'ue  páralos  cultivadores 
es  poder  disponer  de  ella  los  tres  ó  icuatro  me- 
ses de  invierno,  se  siembra  con  bastante  fre- 
cuencia el  trigo  por  primavera);  hay,  decimos, 
muchos  labradores  que  tienen  establecida  una 


distinción  entre  trigos  de  primavera  y  trigos 
de  otoño  ó  de  invierno;  pava" ello  fúndanse  en 
que  hay  ciertas  especies  de  dicho  cereal  que 
resisten  menos  bien  que  otros  los  vigores  del 
frió,  y  algunas  que  exigen,  según  parece,  mas 
tiempo  que  otras  para  llegar  á  perfecto  estado 
de  madurez;  tales  son  las  llamadas  por  Lineo 
triticum  compositum  y  irilicum  twgidum, 
De  esta  última  especie  son  muchas  las  va- 
riedades. 

La  especie  que  el  mismo  Line'o  ha  designa- 
do, con  el  nombre  de  irilicum  hybcrnum,  bu 
dado  igualmente  un  gran  número  de  varieda- 
des de  las  cuales  la  mayor  paite  se  'hallan  con- 
fundidas cutre  las  que  comunmente  sembra- 
mos en  España  por  otoño.  Algunas,  sin  embar- 
go, contiene  que  pueden  sin  inconveniente 
sembrarse  por  marzo: 

La  especie  irilicum  cnstivum  ,  del  mismo 
Lineo,  es  la  que  mas  particularmente  suminis- 
tra variedades  de  primavera;  tales  son  las  co- 
nocidas con  los  nombres  de  trigo  tremesina, 
de  noventa  dias,  de  mayo,  etc.,  etc. 

üoino  quiera  que  sea,  en  el  estado  actual 
de  nuestra  agricultura,  y  vista  la  escasez  de 
agua  que  suele  haber  en  primavera,  no  acon- 
sejamos á  los  labradores  de  secano  la  adopción 
de  este  sistema.  Se  lo  indicamos  para  que  por 
via  ele  ensayo  (pero  nada  mas  que  de  ensayo) 
vean  por  si  mismos  ei  partido  que  de  élse 
puede  sacar.  A  los  labradores-de  vega  se  lo  re- 
comendamos algo  mas,  auuque  tampoco  coa 
grande  insistencia,  pues  solo  no  creemos  que 
ofrezca  ventajas  positivas,  mas  que  en  los  pau- 
ses, raros  por  desgracia  entre  nosotros,  donde 
los  adelantos  de  la  agricultura  y  el  alto  precie 
de  las  tierras ,  consecuencia  de  ellos,  hacen 
necesaria  la  adopción  de  un  sistema  de  cultivo, 
que  ahorrando  tiempo  multiplique,  digámosle 
asi,  la  superficie  del  suelo  ,  aumentando  con 
ella  el  número  de  sus  cosechas  y  la  masa  de 
sus  productos.  Esto,  como  se  ve,  está  enlazado 
con  un  sistema  que  requiere  grandes  conoá- 
mienlos,  grandes  capitales,  muchos  brazos  y 
muchos  estiércoles,  circunstancias  que  son  ca- 
da una  de  por  si  uo  obstáculo  para  su  adopción 
en  España. 

En  los  paises  meridionales ,  corao  ei  nues- 
tro, suelen  ademas  las  siembras  tempranas  ser 
las  mejores,  por  cuanto  en  los  paises  donde  á  la 
naturaleza  no  ayuda  mucho  el  ingenio  debgrl- 
cultor,  las  plantas  cuanto  mas  tiempo  estañen 
tierra  tanto  mejer  crecen  y  tanto  mejor  nutren 
el  grano,  be  esta  verdad  fácilmente  se  convente 
uno  mirando  las  plantas  que  nacen  espontánea- 
mente en  nuestros  «ampos,  y  el  trigo  mismo 
que  cuando  ha  seguido  el  'orden  de  la  natu- 
raleza, echa  cañas  hermosas  y  bien  nutridas. 
Se  dirá  que  una  planta  aislada,  goza  del  ali-, 
mentó  que  ilebia  mantener  á  otras  inmediatas 
y  que  por  eso  ttehe  prosperar  mejor,  pbro 
aunque  esto  sea  una  realidad,  es  muy  conve- 
niente observar,  que  aunque  estando  en  buen 
terreno  vegeta  sin  cultivo,  y  esta  falta  ecwivo- 


5*5 


TBIGO 


646 


]e  con  corta  diferencia,  á  la  ventaja  en  posi- 
ción ijue  lleva  el  otro.  De  lo  que  se  deduce 
ijue  l¡i  espiga  eátii  bien  nutrida,  porque  la  ger- 
minación del  grano  y  la  vegetación  no  han 
rnntrariado  las  leyes  de  la  naturaleza. 

La  segunda  ventaja  que  ofrecen  las  siem- 
bres tempranas,  es  la  de  que  rara  vez  en  la  es- 
tación on  que  pace  el  trigo,  naturalmente  son 
las  lluvias  abundantes  y  per  consiguiente  hay 
mas  tiempo  para  acabar  cuntrnnquilidad  ta  ope- 
ración. I'or  poco  frecuentes  que  sean  las  llu- 
vias estando  adelantada  |u  estaclun  do  la  siem- 
bra, es  preciso  recurrir  á  los  trigos  Iremesi- 
iiob  cuando  no  ee  bao  podido  sembrar  los  de 
otoño,  fie  este  precioso  recurso  no  puedengo- 
m  las  provincias  mas  meridionales  del  reino 
por  cuanto  el  calor,  adelantándose,  precipita 
la  vegetación,  y  muchas  veces  á  ünes  de  ma- 
vo  y  principios  de  junio,  .bay  que  segar  una 
paja  delgada  y  débil  y  un  grano  poco  abun- 
dante y  miserable. 

Les  labradores  que  cultivan  corla  ostensión 
de  terreno,  suelen  generalmente  elegir  día 
para  la  siembra,  poro  los  que  tienen  mucha 
labranza  suelen  hacer  la  siembra  atropellada- 
mente, porque  no  cuentan  con  los  dias  malos. 
Ksecouomia  mal  entendida  no  tener  mas  cria- 
dos ni  mas  yuntas  que  los  necesarios  para  ia- 
brar  el  campo,  y  lo  que  sucede  de  esto  es  que 
si  la  tierra  eslá  demasiado  mojada  b  demasia- 
do soca,  liünen  que  esperar  un  tiempo  mas 
"iiuitiuo,  y  si  continúa  !a  lluvia  á  la  sequedad 
no  se  puede  ganar  el  tiempo  atrasado,  se  fati- 
gan los  animales  con  el  trabajo,  se  aran  mal 
los  campos,  uo  se  cubren  bien  los  granos  y 
quedan  enterrados  en  el  barro  ó  en  el  polvo. 
Para  sembrar  temprano  y  á  tiempo  es  indis- 
pensable tener  mas  criados  y  mas  yuntas  que 
las  estrictamente  necesarias  Coa  eslo  se  harán 
las  primeras  lahures  sin  premura  ni  fatiga,  en 
tiempo  oporiuuo,  y  si  se  logra  alguno  sobran- 
te se  pueden  repetir  dichas  labores  ó  dar  otras 
¡i  lis  tierras  que  mas  lo  necesiten,  pues  la  co- 
secha recompensará  ampliamente  esle  tra- 
bajo. 

SI  escribiésemos  paca  una  sota  provincia 
ó  comarca  manifestaríamos  que  los  labradores 
deberían  realizar  la  siembra  en  setiembre  ú 
octubre-,  pero  el  hacerlo  para-  todo  el  reino 
nos  Imposibilita  lijar  otra  época  qne  la  desig- 
nada por  la  naturaleza.  Decir  otra  cosa  seria 
engañar  á  los  labradores,  porque  el  clima,  co- 
ntó ya  espresado,  inQuye  en  el  momento  de 
la  siembra;  asi  lo  demuestra  la  germinación 
espontánea  de  los  trigos.  (Jada  uno,  pues,1  de- 
be en  particular  estudiar  sus  campos  para  des- 
cubrir este  momento.  El  escesivo  calor  de 
nuestras  provincias  del  Mediodía  constituye  á 
veces  una  escepcion  á  esta  regla,  porque  no 
siempre  encuentra  alli  el  grano  en  la  tierra 
a  humedad  necesaria  para  vegetar;  pero  con 
h  observación  do  muchos  años  se  adquiere  el 
conocimiento  del  instante  oportuno. 
,^mpre,  por  consiguiente,  es  mejor  anli- 


*    D1IILIQTIJCA  l'OMJLAIt. 


cipar  la  siembra  que  retrasarla.  Para  el  mejor 
acierto  respecto  á  la  época  de  siembra  no  hay 
mas  que  observar  la  caída  voluntaria  de  las 
primeras  hojas  de  los  árboles  en  otoño,  que  es 
un  cseelonto  anuncio  de  que  ha  llegado  la  es- 
tación de  la  siembra.  Esta  observación  puede 
servir  á  todos  los  países,'  asi  de  clima  cálido 
como  de  clima  frío'  ó  templado,  por  cuanto 
proviene  directamente  del  beneficio  de  la  na- 
turaleza, la  cual  provoca  al  labrador  apático  á 
dar  la  última  ¡nano  á  su  obra,  sin  dilaciones  ni 
retraso,  El  tiempo  que  debe  invertirse  eu  la 
operación  de  sementera,  es  el  de  seis  sema- 
nas, las  cuales  deberán  empezar  en  los  países 
templados  del  15  de  setiembre  al  10  de  octu- 
bre. Asi  os  la  opinión  común  de  los  buenos 
labradores,  quienes  por  cscelencia  llaman  á 
esta  época  del  año  la  luna  nueva.  El  tiempo 
oportuno  para  la  espresada  operación  es  lo 
que  inlluye,  no  el. que  la  luna  buena  sea  nue- 
va, Ueua  ó  menguante,  no  obstante  de  que 
las  diferentes  posiciones  en  que  se  encuen- 
tra intluyen  sobre  la  atmósfera  en  general,  i 
Labrada  la  tierra  en  tiempo  oportuno,  si 
los  surcos  están  inmediatos  y  cruzados  obli- 
cuamente, el  suelo  al  tiempo  de  la  sementera 
debe  estar  bien  desbecbo  y  sin  terrones,  es 
decir,  en  estado  de  recibir  el  grano,  á  menos 
que.  las  lluvias  continuas  hubiesen  endurecido 
la  superficie,  porque  en  tal  caso  seria  preciso 
labrar  de  nuevo.  El  que  siembre  debe  ir  arras- 
trando el  arado  ligeramente,  hacer  un  surco 
que  atraviese  todo  el  campo  y  señalar  asi  todo 
lo  que  ha  de  sembrar  por  la  mañana  ,6  por  la 
tarde. 

En  Otros  parages  no  señalan  los  campos 
con  surcos,  sino  con  mauojos  de  paja  puestos 
un  linea  igual  y  lijándolos  en  tierra,  pero  de- 
be ser  preferido  el  primer  método,  porque  el 
surco  becho  con  el  arado  pequeño  y  en  senti- 
do contrario  do  los  de  la  labor,  lija  mucho 
mejor  ¡a  vista  del  que  siembra  en  toda  la  lon- 
gitud del  campo,  y  asi  lo  hace  con  mas  igual- 
dad, y  verificándolo  del  otro  modo  no  se  en- 
cuentra objeto  donde  poder  dirigir  la  vista. 

EL  que  dirija  el  arado  se  colocará  en  medio 
de  él,  con  la  vista  aja  siempre  on  los  piquetes 
ó  en  los  manojos  de  paja,  y  hará  marchando 
un  surco  pequeño  que  el  color  de  la  tierra,  re- 
movida hace  diferenciar  del  resto  del  campo 
durante  tunebos  dias. 

Cada  uno  de  ¡os  que  se  dedican á  esta  cia- 
se de  trabajo ,  tiene  su  costumbre,  por  lo  que 
es  difícil  hacérsela  abandonar.  L'uo  siembra 
hojas  de  tierra  ó  amelgas  de  dos  varas  de  an- 
cho, mitad  á  la  ida  y  mitad  á  la  vuelta;  y  otro 
de  trosn  yendo- también  y  viniendo.  Este  últi- 
mo método  es  preferible,  porque  á  favor  de 
él  se  siembra  menos  espeso. 

El  que  siembra,  si  quiere  sembrar  espeso, 
debe  caminar  con  lentitud;  si  claro,  debe  alige- 
rar eL  paso,  procurando  tomar  siempre  la  mis- 
ma cantidad  de  grano  en  cada  puño,  y  derra- 
mándolo con  uniformidad,  pues  si  los  puñados 
tt    xxxni.  35 


847 


TRIGO 


8íS 


no  son-  iguales  se  perderá  la  igualdad ,  y  el 
campo  quedará  sembrado  sin  guardar  unifor- 
midad. 

No  es  posible  decir  á  punto  fijo  cual  sea  la 
canlidad  de  simienle  que  deba  ecbarse  en  ca- 
da espacio  determinado  de  tierra.  Esto  depen- 
de de  circunstancias  relacionadas  con  la  at- 
mósfera en  genera!,  y  el  clima  en  particular, 
la  calidad  del  suelo,  bueno,  mediano  ó  malo, 
su  disposición  si  es  pendiente  ú  llano, ,  si  está 
seco  ó  húmedo.  Fuerza  es  por  tanto  contentar- 
se en  esta  parte  con  indicaciones  generales. 

El  modo  de  sembrar  en  cada  país  ha  de  ser 
el  resultado  de  los  esperimentos  locales.  De 
echar  en  todos  la  misma  cantidad  de  trigo,  re- 
sultarán precisamente  terrenos  demasiado  car- 
gados, otros  qiie  lo  están  en  una  proporción 
conveniente,  y  muchos  que  no  lo  estarán  lo 
preciso,  sin  que  se  pueda  decir  con  funda- 
mento que  cada  uno  en  particular  conoce  la 
naturaleza  de  sirgúelo,  y  que  arregla  por  ello 
la  simiente.  ¡Ojalá  fuese  asi!  Pero  desgracia- 
damente sucede  lo  eoutrario. 

Las  siembras  tempranas  ó  tardías  exigen 
necesariamente  cierta  diferencia  en  la  cantidad 
de  los  granos;  las  primeras  ahijan  mucho,  y  las 
otras  muy  poco.  Muchos  ejemplos  de  esta  na- 
turaleza se  podrían  citar,  y  todo  cultivador  que 
en  esto  med'nebien  comprenderá  la  necesidad 
indispensable  de  variar  según  las  circunstan- 
cias, la  cantidad  de  simiente. 

Como  las  medidas  de  tierra  varían  conti- 
nuamente de  un  parage  á  otro,  y  1o  mismo  las 
de  los  .granos,  será  preciso  valerse  de  reglas 
generales  que  estén  conocidas  umversalmente: 
primero  porque  en  una  superficie  de  tierra  de 
quinientas  varas  cuadradas  se  pueden  sembrar 
antes  del  invierno  lü  libras  de  trigo  y  en  pri- 
mavera 12  y  media  ;  segundo,  en  los  campos 
en  que  abunda  la  yerba,  12  libras  y  media  en 
otoño,  y  15  y  después  del  invierno;  tercero, 
que  cnanto  mas  fértil  sea  el  suelo  y  mas  á  pro- 
pósito para  trigo ,  mas  se  debe  disminuir  la 
cantidad  de  simiente;  y  cuarto,  que  cuanto 
mas  endeble  tanto  mas  débese  cargar  la  mano, 
pero  sin  esceder  jamás  délas  12  y  media  y 
las  15  libras  en  invierno  y  en  primavera. 

Si  se  siembra  demasiado  espeso  un  buen 
terreno,  á  poco  qne  la  estación  favorezca  para 
que  abijen  los  trigos  ó  sobrevienen  lluvias,  es- 
tando la  espiga  formada  y  cerca  de  madurar, 
y  si  en  esta  misma  épocahacen  vientos  recios, 
el  trigo  se  volcará,  sin  que  en  el  primercaso  sea 
posible  volver  á  levantarlo,  ni  recoger  por  lo 
tanto  masque  paja  y  algún  poco  de  grano  mer- 
mado que  fermentará  en  el  granero  ó  germi- 
nará en  el  almiar,  si  los  días  de  la  siega  no 
son  cálidos  y  serenos.  Las  cañas,  cuanlo  mas 
claras  estén,  mas  fuertes  serán  y  mas  capaces 
de  sostener  las  espigas;  pero  estando  muy  es- 
pesas se  ahilarán,  serán  mas  delgadas  y  mas 
alias;  con  lo  cual  la  espiga,  mas  distante  del 
vcentro  y  sostenida  por  una  caña  débil  la  obli-, 
gara  A  ceder  al  mas  ligero  esfuerzo,  del  viento, 


ó  al  aumento  del.  mismo  peso  ocasionado  por 
la  lluvia. 

A  pesar  de  lo  manifestado  anteriormente 
respecto  á  las  siembras  en  terrenos  Uojos  o 
endebles,  no  se  halla  aun  bien  decidido  que 
sea  preciso  sembrar  en  ellos  mas  espeso  que 
en  suelo  fértil,  por  lo  cual  siempre  será  mas 
conveniente  que  la  siembra  se  haga  espesa  pa- 
ra de  este  modo  poder  mas  fácilmente  reme- 
diar cualquier  averia. 

La  pesadez  de  un  grano  de  trigo  común  lu 
servido  de  norma  y  ha  determinado  los  pesos. 
El  grano  es  la  quinientas  setenta  y  sois  parios 
de  la  onza,  y  diez  y  seis  de  estas,  peso  de 
marco,  hacen  una  libra.  Algunos  autores  son 
de  opinión  de  que  la  libra  de  trigo  se  compo- 
ne de  9,216  granos,  y  las  10  libras  de  simien- 
te para  un  campo  fértil  de  500  varas  cuadra- 
das, de  92,  ICO  granos  de  trigo. 

Arrancando  pues  de  la  tierra  en  los  meses 
de  marzo  ó  abril  una  planta  de  trigo  sembrado 
claro,  antes  de  invierno  se  verá  que  el  diáme- 
tro de  sus  raices  capilares  es  de  3  á  4  o  C 
pulgadas;  con  que  suponiendo  que  cada  grane 
ocupe  el  espacio  de  2  pulgadas,  precisamente 
deben  confundirse  y  mezclarse  raices,  y  ca- 
recer todas  de  alimento ,  resultando  de  este 
necesariamente  la  debilidad  de  la  caña,  el  que 
la  planta  no  pueda  ahijar  la  flojedad  de  la  es- 
piga; lo  que  vendría  á  suceder  precisamente 
si  según  el  uso  casi  general  se  sembrase  una 
arroba  de  trigo  en  la  estension  de  500  varas 
cuadradas,  como  lo  ejecutan  en  casi  todas  par- 
tes, destinando  á  cada  planta  menos  de  una 
pulgada  cuadrada  de  tierra. 

Sembrando  10  libras  de  trigo  en  500  va- 
ras cuadradas,  aun  cuando  por  cualquier  acci- 
dente, se  perdiese  la  mitad  y  aun  las  dos  ter- 
ceras partes  del  grano,  no  se  seguiría  perjui- 
cio á  la  cosecha,  porque  sí  quedaban  en  la  es- 
tension de  un  píe  cuadrado,  tres,  cuatro  ó  cinco 
plantas  á  lo  mas,  se  estenderian  sus  raices 
con  facilidad,  se  nutrirían  bien,  echarían  mu- 
chas cañas  con  espigas  largas,  y  los  granos  se- 
rian gruesos  y  de  escelenle  calidad.  Por  eso 
convendrá  siempre  que  el  trigo  que  se  siem- 
bre sea  bueno,  sin  granos  mermados  ni  dete- 
riorados por  los  insectos,  y  que  al  sembrarlos 
queden  cubiertos  como  debe  ser- 
Las  siembras  hechas  en  otoño  necesitan 
quedar  mas  enterradas  que  las  de  los  trigos 
tremesinos;  y  mas  en  los  países  meridionales 
que  en  los  templados  y  en  el  Norte.  La  dpi* 
cion  y  la  intensidad  del  calor  de!  otoño,  y  el 
poco  frió  que  en  nuestros  inviernos  se  deja 
por  lo  regular  sentir  hacen  esta  precaución 
indispensable  á  los  ojos  de  un  buen  labrador. 
El  grado  de  calor  en  nuestras  provincias  me- 
ridionales es  por  lo  común  en  el  mes  de  (¡c: 
tubíe  y  principios  de  noviembre  de  15, 
10  ú  8  grados  lo  mas  bajo;  de  donde  se  dedu- 
ce que  el  trigo  tendrá  fuerza  para  penetra' 
una  capa  mas  fuerte  de  tierra  que  si  el  caler 
de  esta  y  el  de  la  atmósfera  fuese  résped'- 


549 


TRIGO 


5S0 


vaioente  de  i".  Esta  circunstancia  exime  de 
]s  precisión  de  cubrir  el  grano  ligeramen- 
te, y  ningún  inconveniente  hay  en  enterrarlo 
i  derla  profundidad  con  lo  cual  tardará  mas 
en  nacer  pero  germinará  bien;  sobretodo,  si 
li  tierra  que  cubre  el  grano  esta  esponjada 
como  conviene. 

Mando  no  llueve  en  abril  al  tiempo  que 
los  trigos  principian  á  encañar  óá  salir  fuera 
del  cuello  de  la  raiz,  sucede  'con  frecuencia 
que  se  disminuye  la  cosecha,  y  si  la  sequia 
continua,  apeuas  se  recoge  la  simiente. 

En  las  provincias  del  Norte  seria  perjudi- 
cial enterrar  mucho  la  semilla,  por  cuanto  ni 
el  calor  de  la  masa  de  la  tierra  ni  el  de  la  at- 
mosfera son  tan  fuertes  en  verano  ó  cu  otoño 
como  en  los  países  del  Mediodía,  al  paso  que 
son  mas  tempranos  los  fríos  de  invierno. 

El  modo  de  cubrir  las  semillas  varia  según 
!as  provincias. 

La  semilla  debe  esparcirse  con  toda  la 
igualdad  posible,  cubriéndola  .con  solo  dos  ó 
Ires  dedos  de  tierra,  á  ün  de  que  nazca  y  crez- 
ca con  provecho,  porque  mas  ó  menos  tierra 
la  perjudicaría.  Haciéndolo  desigual,  claro  es 
que  el  trigo  saldría  guardando  la  misma  des 
igualdad,  es  decir,  espeso  en  un  lado  y  claro 
en  otro.  La  simiente  muy  enterrada  se  ahoga 
por  no  poder  romper  la  pesadez  de  la  tierra 
y  de  ella  destruyen  buena  parte  las  hormigas 
¡os  pájaros  y  los  insectos.  Esta  falta  proviene 
del  modo  de  sembrar  y  cubrir  el  grano,  á  lo 
que  se  aüade  el  no  escoger  bien  la  simiente, 
y  asi  no  es  maravilla  qno  las  tierras  no  corres 
porulan  como  debieran. 

En  los  diferentes  métodos  de  preparar,  la 
tierra  para  sembrar  trigo,  se  considera  indis- 
pensable la  operación  de  la  escarda,  lo  uno 
para  remover  la  tierra  al  pie  de  las  raices,  y 
lo  otro  para  destruir  al  mismo  tiempo  las  ma- 
las yerbas.  Algunos  autores  recomiendan 
simplemente  arrancar  las  malas  yerbas  antes 
que  los  trigos  empiecen  á-  espigar. 

Las  yerbas  son  vivaces,  bisanuales  ó  anua- 
les; las  primeras  se  destruyen  con  facilidad 
por  las  labores  dadas  oportunamente.  Las  anua- 
les san  mas  difíciles  de  destruir  porque  la 
grana  de  unas  germina  en  febrero,  la  de  otras 
en  marzo,  en  abril,  en  verano  y  en  otoño,  de 
modo  que  una  labor  puede  arruinar  una  espe 
cíe,  pero  no  destruye  las  que  deben  nacer  al 
mes  siguiente,  y  sucede  muchas  veces  que 
germinan,  vegetan,  maduran  y  se  secan  de 
una  labor  á  otra.  De  estas  generalidades,  sin 
embargo,  no  se  desprende  que  sea  inoportuno 
escardar  los  trigos.  Arrancar  las  malas  yerbas 
mientras  el  trigo  está  verde  y  antes  de  que  se 
encañe,  es'  favorecer  su  crecimiento.  De  esta 
manera  ahijará  mucho,  sus  hojas  se  estende- 
ran,  cubrirán  el  suelo,  y  por  consiguiente  so- 
tocarán  con  su  sombra  las  plantas  estrañas, 
cuya  vegetación  no  sea  tan  rápida  como  la 
del  trigo,  y  cuya  naturaleza  no  Jes  permita 
crecer,  al  mismo  tiempo,  ni  tan  alto  como 


aquel.  Las  plantas  leguminosas,  como  los  gui- 
santes y  las  arvejas,  están,  por  desgracia,  es- 
ceptuadas  de  esta  regla.  Sus  semillas  enterra- 
das germinan  naturalmente  eon  los  primeros 
calores  de  la  primavera,  hacia  el  tiempo  eri 
que  el  trigo  principia  á  espigar.  A  pocos  dias 
de  su  germinación  se  agarran  al  trigo,  crecen 
suben  por  las  cañas,  á  las  cuales  se  abrazan, 
su  simiente,  por  último,  madura  y  se  cae 
antes  de  que  se  siegue  el  trigo,  quedando  asi 
as  tierras  sembradas  de  nuevo  para  el  año 
siguiente  y  tal  vez  para  dos  mas,  si  las  labo- 
res las  entierran  profundamente.  Si  se  escarda 
en  tiempo  seco  se  rompe  la  planta  por  junto 
al  cuello  de  la  raiz;  pero  no  se  arranca,  sino 
que  vuelve  á  arrojar  de  nuevo.  Si  se  escarda 
en  tiempo  húmedo  se  arrancan  las  raices,  pero 
con  el  peso  de  las  personas  que  hacen  la  ope- 
ración, se  comprime  y  aprieta  la  tierra  en  de- 
irimento  del  trigo. 

La  escarda,  cualquiera  que  sea  la  forma  y 
la  época  en  que  se  hace,  da  por  resultado  lim- 
piar el  trigo,  el  cual  si  está  mezclado  con  otras 
semillas  pierde  mucho  para  la  venta. 

El  trigo,  durante  su  vegetación,  se  halla 
espuesto  á  la  acción  de  muchas  causas  que 
desordenan  sus  funciones  de  una  manera  sen- 
sible. Unas,  según  la  época  en  que  se  presen- 
tan, interrumpen  mas  ó  menos  el  curso  de  su 
vegetación;  otras,  manifestándose  desde  el 
primer  desarrollo,  vician  y  destruyen  su  orga- 
nización. En  el  primer  caso  conserva  el  grano 
su  forma  esteriory  su  color,  y  puede  servir 
para  hacer  pan  y  para  simiente;  en  el  segundo, 
por  el  contrario,  se  desfiguran,  se  destruyen 
enteramente  el  gérmen  y  la  sustancia  harino- 
sa, quedando  por  tanto  incapacitados  de  ali- 
mentar ni  de  reproducirse. 

Según  la  opinión  de  los  que  se  dedican  á 
las  labores  del  campo,  y  aun  algunos  escrito- 
res modernos,  todas  las  desgracias  que  sufre 
la  cosecha  son  debidas  á  las  nieblas,  á  los  ro- 
clos, á  las  lluvias  y  al  sol.. 

Los  accidentes  que  acometen  al  trigo,  des- 
de su  desarrollo  mientras  crece  y  hasta  que 
llega  a  perfecta  madurez,  han  sido  mirados  co- 
mo enfermedades,  cuya  denominación  ha  va- 
riado  singularmente.  En  cada  país,  provincia 
ó  reino  se  les  ha  dado  nombres  diferentes;  pe- 
ro por  lo  común  todas  las  enfermedades  del 
trigo  se  espresan  con  los  nombres  de  tizón  ó 
anublo. 

Cuantos  se  han  ocupado  de  este  particular 
todos  están  acordes  en  que  la  temperatura  de 
cada  estación  contribuye  notablemente  al  bue- 
no ó  al  mal  éxito  del  cultivo.  Sabido  es  que 
si  durante  la  florescencia  caen  lluvias  abun- 
dantes acompañadas  de  vientos  y  tormen- 
tas, el  grano  queda  sin  fecundar,  mermado 
ó  vacio.  t 

Si  cuando  el  trigo  está  verde  sobrevinie- 
sen calores  escesivos,  la  caña,  en  vez  de  en- 
gruesar, se  seca,  los  granos  maduran  con  mu- 
cha prontitud,  y,  por  consiguiente,  les  falta 


551  Tí 

tiempo  para  llenarse  suficientemente  de  ha- 
rina. 

La  esperíencia  lia  acreditado  que  el  gra- 
nizo ó  piedra  puede  ocasionar  daños  en  el 
trigo  cortando  las  espigas,  y  produciendo  nn 
frió  escesivo,  que,  suspende  por  algun  tiempo 
la  vegetación,  para  lo  cual  se  necesita  un  calor 
suave  y  constante 

Los  vientos  impetuosos  ocasionan  también 
daño  considerable  volcando  los  trigos;  la  caña 
entonces  mas  ó  menos  encorbada  sufre  una 
especie  de  compresión;  la  savia  interrumpida 
en  su  curso  no  sube  á  la  espiga,  y  el  grano, 
si  no  está  bien  adelantado  se  nutre  poco  y 
queda  imperfecto.  Los  granos  que  se  bailan 
en  este  caso  son  por  lo  comen  menudos;  rui- 
nes y  mermados,  y  es  raro  que  no  lleven  se- 
ñales que  descubren  la  especie  de  accidente 
que  ha  padecido  su  vegetación. 

También  se  sabe  que  una  lluvia  continua 
-  y  fria,  penetrando  basta  la  testura  del  grano 
en  Leche  se  combina  con  sus  partos  constitu- 
yentes y  le  da  mayor  volumen,  de  lo  cual 
resulta  que  el  trigo  aunque  bastante  grueso, 
es  ligero  en  razón  á  la  mucha  corteza  y  la 
poca  cantidad  de  harina  que  encierra:  razón 
por  la  cual.no  se  puede  conservar.  Si  la  lluvia 
dura  mas  tiempo  y  se  prolonga  hasta  el  mo- 
mento y  aun  después  de  la  siega,  en  vez  de 
perfeccionarse  el  grano  en  la  gavilla  y  acabar 
su  madurez  en  el  almiar,  germina  y  se  daña 
en  medio  del  campo. 

De  los  accidentes  espresados  se  deduce  que 
la  influencia  do  la  atmósfera. en  los  términos 
referidos  puede  aumentar,  disminuir  ú  destruir 
el  producto  de  las  cosechas. 

A  este  mismo  resultado  pueden  contribuir 
otras  causas.  La  naturaleza  del  grano  que  se 
siembra  y  las  precauciones  con  que  se  proce- 
de a  la  operación  influyen  muchas  veces  lanío 
como  la  atmósfera  en  la  calidad  y  el  producto 
de  la  cosecha;  por  eso  es  indispensable  que 
se  ponga  el  mayor  cuidado  en  la  elección  del 
grano  que  se  hade  sembrar,  preparándole  an- 
ticipadamente. 

En  el  modo  de  recoger  el  trigo  se  encuen- 
tra el  medio  de  libertarle  de  la  humedad,  que 
le  hace  tanto  daño,  é  impedir  que  Jas  lluvias 
que  caen  durante  y  después  de  la  siega  pe- 
netren interiormente,  debiliten  las  propieda- 
des de  las  partes  constituyentes  y  les  den  la 
disposición  próxima  á  germinar  y  aun  á  da- 
ñarse. Este  medio  es  sencillísimo  y  consiste 
en  poner  el  trigo  en  bacinas  pequeñas  en  el 
.mismo  campo,  al  instante  que  se  siega;  cada 
bacina  debe  tener  de  6  ó  7  pies  de  elevación 
y  de  cincuenta  á  sesenta  gavillas. 

Ademas  de  las  enfermedades  mas  comu- 
nes del  trigo  y  de  los  varios  accidentes  que 
le  atacan  durante  su  vegetación  puede  haber 
aun  otras  muchas  circunstancias  capaces' de 
ocasionar  otros  efectos  particulares  al  grano. 
Trigos  hay  con  apariencias  de  sanos,  dañados 
en  sus  esfremidades  nada  mas;  otros  cubiertos 


tiGo  m 

de  manchitas  negras  que  en  el  interior  con- 
servan la  blancura  de  la  harina;  y  álgtitjoí 
por  ultimo,  que  antes  déla  siega  exhalaban  ma| 
olor  y  que,  segados  no  presentaron  señal  ¡d- 
guna  de  vicio. 

Es  digno  de,  notarse  el  que  en  un  mismo 
campo  se  hallen  muchas  espigas  unas  sanas  y 
otras  enfermas,  y  aun  en  una  misma  granos 
raquíticos,  cariados,  atizonados  y  buenos. 

La  raquitis  ó  sea  el  trigo  abortado  se  tria; 
niuesta  sensiblemente  en'  primavera  en  las 
macollas  afectadas;  el  zurrón,  las  glumas  y 
las  aristas  se  enroscan  y  se  arrugan  á  medida 
que  la  espiga  sale  de  su  cubierta,  y  que  el 
grano  se  adelanta  liácia  su  madurez.  El  color 
varia  sensiblemenle  porque  de  verde  toma  na 
matiz  azulado,  y  después  se  vuelve  moreno 
mas  ó  menos  oscuro.  La  forma  de  este  grano 
contrahecho  no  tiene  apenas  semejanza  con 
la  del  trigo  sano;  estriado  en  toda  su  longitud, 
no  pasa  de  la  mitad  del  grano  ordinario,  y  se 
termina  en  una,  dos,  y  algunas  voces  tres 
puntas;  de  modo  que  á  primera  vista  parece 
que  hay  muchos  granos  reunidos  eu  uno. 

La  sustancia  que  contiene  esta  clase  de 
trigo  no  llena  enteramenle  la  cavidad  del  gra- 
no; y  es  blanca  estando  húmeda. 

La  planta  atizonada  nose  distingue  al  prin- 
cipio de  la  del  trigo  bueno;  pero  apenas  ad- 
quiere la  espiga  dos  pulgadas  de  largo,  se 
percibe  ya  una  especie  de  moho  que  blanquea 
insensiblemente,  y  el  zurrón,  la  caña  y  las 
aristas  toman  una  apariencia  sana,  lo  cual 
prueba  al  parecer  que  solamente  el  grano  es 
quien  está  viciado. 

Esta  enfermedad  se  presenta  con  un  as- 
pecto terrible,  pues  la  espiga  se  pudre  y  se 
seca;  la  parte  harinosa  del  grano,  y  lo  mis- 
mo su  cascarilla  se  reducen  ú  un  polvo  ne- 
gro y  como  quemado,  sin  quedar  mas  que 
el  armazón  ó  el  esqueleto  de  la  espiga,  la 
cual  se  troncha  cou  facilidad. 

La  verdadera  causa  del  tizón  no  está  liten 
conocida  aun;  sobre  el  particular  hay  opiniones 
encontradas. 

La  carie  es  de  todas  las  enfermedades  del 
trigo  la  mas  teinible,  y  se  manifiesta  en  el 
mes  de  febrero,  nó  retardando  los  progresos 
de  la  vegetación.  La  caña  es  alta  y  dereclia, 
y  ¡as  hojas  no<  tienen  defecto  alguno,  pero 
apenas  principia  á  tlorecer  se  dejan  conocer 
las  espigas  cariadas  por  su  color  vertíe,  las 
glumas  están,  mas  ó  menos  salpicadas  dupiin- 
tos  blancos,  los  granos  adquieren  un  volumen 
mas  considerable  que  en  el  estado  natural,  su 
color  es  pardo  sucio,  tirando  un  poco  á  mo- 
reno y  ln  cascara'  delgada  y  menos  fuerte,  tn 
lo  interior  del  trigo  cariado  se  encuentra  un 
polvillo  negro  que  despide  nñ  olor  á  pescado 
podrido. 

El  único  preservativo  que  se  conoce  pura 
remediar  esta  clase  do  enfermedad  y  quo  lia 
tenido  buen  éxito,  es  la  legia  de  conizas  y  ni 
viva.  Con  este  remedio  í'oríiflca  el  grano  y  le 


353 


TRIGO 


m 


pone  en  estado  ele  resistir  mejor  las  intempe- 
ries del  aire,  pnra  esta  operación  puedo  apro- 
vecharse la  legia  qne  ha  servido  para  colar  ro- 
pa, por  tener  aun  en  disolución  una  parte,  de 
ía  potasa  ú  sal  de  ¡as  cenizas  con  que  ta  han 
liento. 

Hl  modo  fíe  emplear  las  tógfita  es  el  de- 
collar lu  caiUidaci  de  trigo  que  se  conceptué 
bastante  para  la  legia  preparada  removiéndo- 
lo ludo  con  un  palo  y  quitando  con  una  espu- 
madera los  granos  ligeros  y  dañados  que  su- 
ban á  la  superficie.  En  la  tina  se  meien  unas 
cestas  de  dos  asas  y  de  ocho  á  diez  pulgadas 
de  toado  llenas  de  trigo,  el  cual  se  volverá  á 
menear  como  anteriormente  luego  que  haya 
escurrido  bien,  so  estenderá  por  el  suelo  para 
que  seseqtie,  y  se  le  dará  vuelta  por  lo  menos 
Hita  vez  al  dia'hasln  el  momento  de  sembrar. 

En  los  países  próximos  a!  mar  se  puede 
servir  de!  agua  en  vez  de  legia.  En  otros  lam- 
ínense emplean  los  orines  y  escretuentos  po- 
driilusde  los  animales;  el  ollin,  la  salmuera  y 
el  agua  del  estiércol,  pero  en  todos  estos  casos 
será  precisó  no  olvidarse  de  echar  cal. 

Las  legtas  de  cal  y  de  cenizas  preparadas 
y  aplicadas  cual  conviene,  preservan  los  gra- 
nos de  los  insectos  y  de  las  enfermedades  ¡  y 
les  dan  mucho  vigor.  • 

Tal  es  la  opinión  del  abate  llozicr  y  deciros 
ranchos  agrónomos.  ?ío  ha  mucho,  sin  em- 
bargo, que  de  un  pueblo  de  Rastilla  la  Vieja 
remitió  ála  Revistada  agricultura  un  enten- 
dido labrador  de  aquel  distrito,  una  série  de 
observaciones  referentes  á  esperimentos  hechos 
alli,  contrarios  todos  á  la  doctrina  arriba  sen- 
tada de  Jas  ventajas  de  encalar  las  semillas  pa- 
ra preservarlas  de  ta  carie,  el  tizón,  el  carbon- 
cillo y  demás  enfermedades  del  trigo.  lie  arjbt 
en  quetórminos  se  esprestt  dicho  labrador  de 
Hampos: 

En  vano,  dice,  se  lia  pretendido  iníroducir 
el  uso  de  la  cal  como  verdadero  especifico 
contra  el  carboncillo,  pues  para  que  obre  con 
utilidad  es  necesaria  la  concurrencia  de  oíros 
accidentes,  ó  sea  la  calidad  del  terreno.  Hos- 
pedando aqui  aquellos  sistemas  fondados  en  los 
usos  agrícolas,  y  que  tanta  aceptación  tienen 
en  la  ciencia,,  queremos  manifestar  á  nuestros 
labradores  que  pnra  combatir  esla  epidemia  es 
'en  muchos  casos  inútil  la  encaladura. 

Mientras  que  la  química  no  descubra  otro 
amoniaco  liquido  (y  esto  es  imposible)  queha- 
ga  rendir  y  evolucionar  á  nuestro  antojo  la  at- 
mósfera, asi  como  el  que  usa  la  medicina  des- 
P6ja  una  habitación  axüsiada  por  el  ácido 
carbónico,  inútiles  y  ostra  vagantes  son  los"  re- 
medios de  que  se  valen  generalmente  los  agri- 
cultores para  que  las  espigas  no  se  contagien 
tol  vicio  carbonoso,  .¿Quién  dice  que  el  trigo 
encalado  no  padece  osla  enfermedad  tan  en  - 
'ñapen  Tierra  de  Hampos,  por  ejemplo,  que  es 
ijno  de  los  países  del  mundo  mas  productores 
de  trigo?  Respóndasenos  de  la  manera  que  se 
quiera,  preséntesenos  uno,  dos,  tres  ó  mas  re- 


sultados prósperos  en.  virtud  de  este,  y  pruebe- 
senos  (y  esto  es  lo  difícil)  que  tales  resultados 
son  obtenidos  por  la  cal  y  nada  mas  que  por 
la  cal. 

Este  vicio,  que  desdora  nuestro  fruto,  que 
destruye  nuestro  capital,  procede,  -uo  hay  qne 
dudarlo,  de  accidentes  de  temperatura,  y1  pue- 
de desaparecer  el  día  en  que  emprendamos  el 
cultivo  con  discernimiento,  con  la  elección  de 
semillas  sanas,  pesadas  y  lustrosas,  con  una 
sazón  esquislía  del  terreno  ,  con  los  abonos 
.empleados  con  medida  y  oportunidad  ,  y  con 
el  saneamiento  de  parages  húmedos.  Salte  de 
este  circulo  es  retrogradar  en  la  agricultura,  es 
perseverar  en  lu  rutina,  es  querer  temeraria- 
mente atacar  ála  naturaleza,  ias  mas  de  las  ve- 
ces incspugnable,  con  proyectiles  vanos  y  dé- 
biles, vanos  porque  no  nacen  déla  ciencia,  dé- 
biles porque  van  dirigidos  sin  arte. 

La  costumbre  de  encalar  el  trigoen  la  siem- 
bra, cuando  el  terreno  preparado  no  ayuda  por 
sus  accidentes  á  impedir  el  carboncillo  ,  tiene 
el  inconveniente  dé  debilitar  la  epidermis,  y 
hacer  que  esta,  obligada  por  la  humedad,  ceda 
sin  tiempo  á  la  coacción  que  se  presenta  natu- 
ralmente, al  descomponerse  la  materia  feculen- 
ta para  abortar  el  tallo,  y  de  aqui  resulta  que, 
lejos  de  curar  esta  enfermedad  carbonosa,  pre- 
cipita la  planta  á  la  debilidad,  como  feto  con- 
cebido y  nutrido  en  medio  de  ios  ataques  de 
un  agente  abortivo. 

La  dureza  de  la  pieles  en  su  principio  ne- 
cesaria, por  cuanto  lleva  en  si  los  caracteres 
de  abrigo  y  de  resistencia.  Paralo  primero  no 
hay  mas  que  hacer  una  observación,  cual  es  la 
de  que  el  grano  se  conserva  intacto  al  abrigo 
de  aquella  capa. -Para  lo  segundo  debemos  fi- 
jar la  atención  en  el  origen  de  las  plantas,  pa- 
ra conocer  que  sin  ella  no  puede  haber  des- 
composición completa,  porque  las  semillas  no 
podrían  ejercer  de.  lleno  sus  funciones  natura- 
les, atendiendo  á  los  diferentes  movimientos 
que  presentan  antes  de  verificarse  la  reacción, 
que  es  por  donde  se  termina  el  nacimiento. 
¿Cuantos  trastornos,  en  efecto,  no  sufren  di- 
chas semillas  atacadas,  como  casi  siempre  lo 
son,  porlos  accidentes  del  terreno  y  la  induen- 
cía  atmosférica,  que  las  combaten  para  redu- 
cirlas á  una  nueva  generación?  Por  otra  parle 
si  á  un  animal  so  le  obliga  á  parir  antes  de 
tiempo,  ¿qué  podrá  esperarse  del  feto  quenaz- 
ca  de  él? 

Nada;  el  felo  no  sobrevivirá  al  aborto,  y  da- 
do caso  que  sobreviva,  siempre  será  un  animal 
raquítico  é  imperfectó.  Lo  mismo  puede  decir- 
se qne  sucedo  á  las  plantas. 

¿Qué  se  propone  el  cultivador  encalando 
las  semillas?  ¿Quiere  abogar  en  la  piel  el  vicio 
del  carboncillo?  Si  este  es  su  intento  se  estfa- 
via  mucho  del  verdadero  camino,  ¿lia  contado 
para  esta  obra  con  la  naturaleza  del  terreno  en 
que  la  va  á  depositar?  ¿Ha  consultado'  sus  ac- 
cidentes? ¿Obra  por  convencimiento  propio  ó 
porimiiar  lo  que  hacen  los  demás?  Suponemos 


555 


TRIGO 


que  la  epidermis  del  grano  se  halla  manchada 
déla  ceniza  que  forma  el  carboncillo,  y  que  la 
cal  pegándose  á  la  cola  del  grano,  oponga  un 
obstáculo  al  desarrollo  de  este  vicio,  pero  ¿es 
la  parte  epidérmica  ó  la  farinácea  la  que  pro- 
duce? ¿La  epidermis  no  se  desprende  de  la  car- 
ne del  grano?  ¿No  se  pudre?  Si  la  mancha  no  ha 
penetrado  en  el  centro,  origen  del  nacimiento, 
¿qué  influencia  tiene  la  cal  enlaparle  estertor? 
¿Cómo  hay  espigas  heridas  de  un  lado  solo? 
¿Cómo  hay  granos  sanos  mezclados  con  otros 
corrompidos?  ¿Se  ha  visto  alguna  vez  arder  la 
ceniza,  para  creer  que  la  cal  quema  el  carbon- 
cillo que  se  ha  agarrado  á  la  cola  del  grano? 
Tómese  una  espiga  al  tiempo  de  la  granazón, 
examínese  con  cuidado  su  color,  su  forma  y 
sus  demás  caracteres,  y  nada  hallaremos  que 
nos  lo  haga  sospechar,  pero  de  un  día  á  otro, 
encerrando  en  sus  celdillas  partículas  de  rocío, 
presentan  unos  granos  negros,  que  no  tienen 
en  sn  figura  ninguna  analogía  con  tos  del  tri- 
go. Luego  estaenfermedad  está  basada  en  cau- 
sas de  temperatura  y  no  en  el  contagio. 

•  Para  librarnos  de  esta  y  de  otras  tantas  en- 
fermedades que  amenazan  á  los  trigos,  Ínterin 
no  se  determinen  otros  remedios,  y  esto  seria 
nu  paso  grande  en  la  agricultura,  es  muy  con- 
veniente observar  lo  siguiente:  mudar  todos 
los  años  de  simientes,  conservar  las  que  ha- 
yan mejorado  en  un  terreno,  desechar  las  (pie 
tomen  este  vicio,  y  elegir  aquellas  que  han 
nacido  en  un  clima  semejante.  En  la  elección 
de  semillas  está  el  mérito  del  agricultor.  Asi 
como  para  el  plantío  de  la  vid  buscamos  sar- 
mientos de  las  posturas  de  buen  fruto,  del  mis- 
mo modo  ,  trujándose  de  semillas,  debo  el  la- 
brador elegir  entre  las  de-su  pais  aquellas  que 
prudentemente  conozca  adornadas  de  cualida- 
des escelentes  ,  y  deslerrar  de  sus  trojes  las 
qne,  teniendo  muestras  de  buenas,  han  nacido 
entre  otras  inficionadas,  no  por  temor  de  que 
se  contagien,  porque  no  puede  suceder  que 
sus  semejantes  trasmitan  este  mal,  sino  por 
cuanto  proceden  de  un  terreno  predispuesto  á 
la  producción  de  esta  enfermedad,  y  en  el  cual, 
según  la  fuerza  y  la  constitucionde  cada  plan- 
ta, hay  unas  que  absorben  todo  el  virus  cor- 
ruptor, otras  que  solo  absorben  una  parte  ,  y 
otras,  en  fin^que  salen  heridas  y  dispuestas  á 
producirlo  en  la  sementera  Inmediata.  Fácil- 
mente se  concibe,  pues,  la  analogía  que  en  es- 
ta parte  tienen  entre  si  los  animales  y  los  ve- 
getales. 

Terminaremos  esta  revista  médico-agríco- 
la con  la  enfermedad  mas,  temible  que  hiere 
mortalmente  los  trigos  y  tiene  á  muchos  prác- 
ticos en  la  mas  completa  confusión.  Hablamos 
del  tizón,  plaga  insoportable  y  destructora, 
que  aparece  en  los  tallos  mas  fuertes ,  que 
obra  Incógnitamente  y  cuyos  fatales  resultados 
no  se  ven  hasta  después  de  echada  la  flor. 
Atacados  por  esta  enfermedad,  Iris  granos  de 
la  espiga  pierden  la  forma  que  la  naturaleza 
les  dio,  se  convierten  y  caen  en  un  polvo  ne- 


gro, y  de  mal  aspecto,  que  al  menor  sacudi- 
miento  vuela.  Hasta  aqui  hemos  tratado  de  las 
enfermedades  procedentes  de  la  naturaleza  del 
grano;  digamos  algo  de  las  que  nacen  del  vi- 
ció  del  terreno. 

No  echaremos  en  olvido  aquellas  semillas 
que  abraza  la  segunda  división:  nacidas  con  el 
trigo  mismo,  vuelven  á  reproducirse,  si,  poco 
cuidadoso  y.  discreto ,  no  limpia  el  labrador,  n<¡ 
aventa  y  criba  con  esmero  la  simiente,  para 
alejar  de  sus  sembrados,  la  cizaña,  la  arveja, 
el  eorninilo,  que  amarga  y  da  mal  sabor  al  pan' 
y  varias  plantas  de  este  y  otros  géneros  que 
vienen  á  reemplazar  la  cosecha  con  pérdidas 
considerables  para  una  esplotacion  rural. 

La  madurez  de  los  trigos  se  conoce  fácil- 
mente en  su  color,  y  la  verdadera  sazón  para 
segarlos  es  cuando  los  granos  tienen  bastante 
consistencia,  pues  cogidos  no  estremadafnenle 
duros,  acaban  de  madurar  y  de  perfeccionarsB 
en  las  gavillas,  y  no  hay  gran  peligro  de  per- 
der mucho  grano  al  segarlo  ni  al  acarrearlo 
como  sucedería  si  se  cogiese  demasiado  madu- 
ro ó  seco.  El  trigo  que  se  destine  para  simien- 
te se  debe  segar  en  su  madurez  perfecta;  y 
hay  autores  que  pretenden  que  dicha  opera- 
ción debe  verificarse  en  menguante  de  lima, 
de  madrugada,  ó  ája  caída  de  la  tarde. 

El  trigo  segado  se  coloca  en  gavillas  para 
que  -de  este  modo  pueda  ser  acarreado.  Si  el 
tiempo  estuviese  húmedo  ó  lluvioso  lo  mejor 
será  dejar  dichas  gavillas  estendidas  en  el 
campo,  á  fin  de  que  la  corriente  de!  aire  que 
las  bañe  acelere  la  evaporación  y  la  seque 
con  mas  prontitud. 

..  La  era,  sitio  determinado  para  tender  el 
grano  recolectado  y  proceder  á  su  trilla,  ddie 
estar  cercada  en  cuanto  sea  posible;  pero  con- 
viene dejar  abiertos  los  dos  lados  de  donde 
soplen  los  vientos,  á  Qn  de  aventar  con  faci- 
lidad. 

La  trilla  tiene  por  objeto  separar  el  gra- 
no de  la  paja,  y  es  operación  que  se  ejecuta 
de  diferentes  modos,  según  la  costumbre  de 
cada  pais.  Entre  nosotros  la  mas  común  es  ha- 
cerla por  caballerías  y  trillos. 

Recogida  con  un  rastro  la  paja  trillada 
queda  el  trigo  escondido,  y  mezclado  con  las 
granzas;  es  necesario  separarle  y  limpiarle 
para  desembarazar  la  era  y  repetir  la  misma 
operación  sucesivamente  basta  concluir  todo 
el  trigo. 

La  era  debe  hacerse  ó  situarse  en  pango 
elevado  y  que  este  espuesta  á  la  corriente  de 
todos  los  aires,  y  cuando  sople  alguno  no  de- 
berá perderse  momento  para  aventar.  A  este 
efecto  se  dispone  la  parva  trillada  en  medio  ó 
en  un  costado  déla  era  según  su  posición.  En 
esta  forma  se  arroja  al  aire  el  grano;  la  fuer- 
za del  viento  se  lleva  los  cuerpos  ligeros,  J 
los  granos  y  otros  cuerpos  pesados  caen  al  la- 
do del  aventador;  asi  se  continua  hasta  sepa- 
rar la  paja  larga. 

Si  los  vientos  mudasen  ó  hubiese  anuncios 


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TRIGO 


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de  tempestad  ú  de  lluvia  se  debe  amontonar  el 
rano  con  toda  celeridad  y  los  granzones  que 
antes  incomodaban  servirán  para  cubrir  el 
montón  y  preservar  el  grano  de  una  lluvia  pa- 
¡íagerii;  pero  si  es  fuerte  6  de  mucha  duración 
penetra  hasta  él  trigo,  de  modo  que  toda  la 
circunferencia  del  montón  se  empape  de  agua, 
lo  cual  es  un  gran  mal,  pues  con  esto  se  re- 
calienta  el  grano,  se  enmollece,  germina,  y  se 
liace  difícil  de  conservar. 

La  importancia  de  la  conservación  do  las 
semillas,  mayormente  la  délos  cereales,  que 
forman  el  primero  y  mas  principal  alimento 
tic  un  gran  número  de  naciones,  no  ha  sido 
tela  ahora  debidamente  estudiada  por  mies- 
Iros  agricultores;  por  cuya  razón,  y_en  vista 
de  la  importancia  del  asunto  vamos  á  indicar 
un  medio  que  de  conseguir  aquel  objeto  pro- 
pono  iró  agrónomo  francés. 

Este  medio,  dice,  es  constante,  y  gene- 
ralmente empleado  desde  el  año  de  1840  en  el 
departamento  del  Sena-Inferior  para  preservar 
el  trigo  de  la  germinación ,  cuyo  estado  de- 
pende con  frecuencia  de  las  lluvias  sucesivas 
que  ocurren  en  el  momento  de  segarlo ,  las 
cuales  no  permiten  ordenarlo  en  gavillas. 

Para  prevenir  el  mal,  se  toman  porciones 
de  mieses,  á  medida  que  se  va  segando,  equi- 
valentes i  cinco  ó  seis  haces,  y  se  atan  con  un 
iníiiojillo  de  pajas  por  la  parte  de  las  espigas; 
en  seguida  se  abre  este  grande  lias  ó  montón 
por  la  parte  de  las  cañas,  con  objeto  de  que 
forme  base,  para  sostenerse  en  pie,  y  á  lin  de 
proporcionar  una  libre  circulación  del  aire  por 
éntrelas  cañas,  colocándose  finalmente  en  for- 
ma de  sombrero,  otra  porción  ó  haz  de  mie- 
ses sobre  las  primeras  con  las  espigas  dirigi- 
das liácia  el  suelo,  sujetándolas  con  una  liga- 
dura de  paja,  retama  ú  otra  materia  á  propó- 
sito. 

Por  medio  de  estas  precauciones,  semejan- 
tes á  tas  que  se  practican  para  e!  cáñamo,  la 
lluvia  se  desliza  á  lo  largo  de  los  tallos,  sin 
[jotrar  dentro  de  las  gavillas  ó  montones;  y 
aun  cuando  el  tiempo  lluvioso  se  prolongase 
dos  ú  tres  semanas,  quedando  intacto  el  inte- 
rior del  montón,  podremos  aprovechar  el  pri- 
mer dia  de  tiempo  sereno,  para  formar  los  ha- 
ces comunes  ó  de  regular  tamaño,  sin  que  ha- 
ya sobrevenido  otro  perjuicio  que  una  ligera 
alteración  en  las  cuñas  esleriores  de  montón. 

Este  procedimiento  que  seria  importante 
vcr  generalizado,  ha  reemplazado  después  de 
on  periodo  de  treinta  años  al  uso  de  lis  gavi- 
llas en  el  departamento  del  Sena-Inferior.  Ni 
wn  en  los  casos  en  que  un  liempo  favorable 
nos  dispense  de  su  uso,  veremos  aumentarse 
«penas  los  gastos  de  la  siega,  al  pa;o  que  nos 
ofrece  la  mayor  ventaja  en  los  años  (pie  el 
mal  liempo  nos  obliga  á  emplearlo;  y  si  algún 
mayor  costo  puede  haber,  por  cierto  muy  in- 
signiflcante,  lo  recompensará  el  mejor  estado 
611  que  queda  el  trigo;  porque  si  en  los  tiem- 
pos lloviosos  formamos  haces  de,  las  mieses 


qne  acabamos  de  segar,  nos  vemos  en  la  ne- 
cesidad de  volverlos  ,y  revolverlos,  resultando 
al  cabo  de  algunos  dias  húmedos  que  la  paja 
y  el  grano  se  hayan  averiado. 

Las  ventajas  que  se  han  reconocido  á  este 
método  son: 

lj*   Que  el  trigo  puesto  en  los  montones, 
que  dejamos  descritos,  da  mayor  resultado  ' 
que  el  que  se  guardó  en  haces  ú  gavillas. 

2.  a  Que  el  color  mas  dorado  que  aquel  con- 
serva lo  hace  preferible  en  los  mercados,  ase- 
gurándole un  precio  mas  subido. 

3.  a  Que  el  procedimiento  de  que  se  traía 
da  mayor  valor  á  las  cosechas  de-pie,  por  la 
razón  de  que  asegura  al  comprador  el  género 
que  se  ha  vendido, 

5.a  Y  últimamente,  que  gracias  á  esta  prác- 
tica, el  grano  no  se  escapa  de  la  espiga  con 
tanta  facilidad,  y  por  otra  parle  no  está  tanto 
al  alcance  del  granizo  y  de  la  voracidad  de  las 
aves  6  insectos. 

Los  cultivadores  que  han  empleado  el  mé- 
todo de  que  hablamos  han  apreciado  sus  ven- 
tajas de  tal  manera,  que  lo  han  estendido  á  las 
cosechas  de  cebada  y  de  avena,  y  lo  emplean 
hasta  en  ios  años  en  que  la  atmósfera  les  iús-, 
pira  mayor  seguridad. 

Acerca  de  ta  época  en  que  conviene  proce- 
der á  la  siega,'  no  están  contestes  ías  opinio- 
nes de  los  autores  que  de  la  materia  han  es- 
crito. Golumeia  dice,  que  lejos  de  dejar  esta 
operación  de  un  dia  para  otro,  debe  preceder- 
se á  ella,  desde  el  momeuto  eu  que  se  ve  que 
el  campo  toma  un  color  uniformemente  ama- 
rillo, antes  de  que  el  grano  endurezca,  y  eu 
el  momento  en  que  empieza  á  ponerse  dorado, 
de  tal  forma  que  crezca  en  la  era,  «pues  es 
constante,  añade,  que,  cogido  en  sazón,  en- 
gruesa luego.» 

l'Hnio  adopta  en  un  todo  este  modo  de  ver 
las  cosas,  y  dice  «que  mas  vale  segar  dos  dias 
antes  que  dos  dias  después.» 

Esta  opinión  délos  antiguos,  olvidada  ó 
desatendida  durante  siglos  enteros ,  ha  sido 
reproducida  por  los  modernos,  entre  otros 
por  Mr.  fioke,  rico  propietario  y  agrómena 
injlés,  el  cual  afirma  que  la  siega  hecha  de 
ocho  á  diez  dias  antes  de  la  perfecta  madurez 
del  grano,  no  altera  ni  la  cantidad,-  ni  la  cali- 
dad de  este,  mejoi>i  la  calidad  de  la  paja,  po- 
no antes  la  cosecha  al  abrigo  de  los  daños 
que  pueden  ocasionarles  los  vientos,  las  llu- 
vias, elgrauizo,  etc.  y  disminuye  los  gas- 
tos. También  asegura  Mr.  Coke  que  este  trigo 
da  en  la  molienda  mas  harina  y  menos  salva- 
do, que  el  cogido  completamente  maduro. 

Un  compatriota  suyo,  sin  embargo,  dice 
que,  después  de  haber  examinado  esciupulo- 
. sámente  los  resultados  de  un  gran  número  de 
esperiinentos,  juzga  que  la  diferencia  de  cali- 
dad entre  dos  trigos  segados,  uno  complcta- 
'  mente  maduro,  y  olro  doce  ó  catorce  dias-an- 
les  de  este  estado,  .era  de  uno  á  tres  por  cien- 
to á  favor  del  primero;  pero  que  ninguna  di- 


ferencia  había  notado,  Rilando  el  trigo  segado 
prematuramente  lo  había  sido  solo  de  seis  á 
ocho  días. 

En  Francia  también  se  bau  ocupado  de  esla 
cuestión  muchos  cultivadores  y  agrónomos, 
entre  otros  los  señores  Domhasle,  Peburier  y 
el  conde  Luis  de  Villaneuve,  que  ahogan  por 
este  mélodo.  Nfl  falla,  sin  embargo,  quien  se 
pronuncia  en  contra.  Como  quiera  quesea, 
nuestra  opinión  es  que,  á  linde  ganar  tiempo, 
.  y  de  utilizar  mejor  los  brazos  de  que  se  dis- 
ponga ,  conviene  siempre  empezar  la  siega 
temprano,  es  decir,  de  cuatro  á  seis  dias  an- 
tes de  la  complela  madurez  del  grano. 

Otra  cuestión  que  importa  dilucidar  es  la 
de  proporcionen  que  con  respecto  al  almidón 
se  encuentra  el  gluten  en  la  harina  proceden- 
te de  los  trigos  cortados  prematuramente  y  en 
la  procedente  de  los  segados  maduros.  En  esla 
cuestión  están  todavía  por  resolver  los  puntos 
siguientes: 

1.  "  Si  el  grano  segado  antes  de  estar  per- 
fectamente maduro,  puede  realmente  adquirir 
el  mismo  tamaño  y  el  mismo  peso  que  eique 
queda  en  tierra,  y  si  amontonado  luego  en  la 
era  toma  mayor  peso  y  volumen,  segua  lo 
afirman' Columela  y  Plinto, 

2.  "  Si  es  la  misma  la  calidad  de  sus  res- 
pectivas harinas,  ó  si,  como  lo  afirma  Base, 
está  mas  espuesta  á  alterarse  que  la  del  tri- 
go cortado  maduro,  la  del  cortado  antes  de 
tiempo. 

3.  "  Si,  como,  por  el  contrario,  lo  asegura 
Mr.  Colee,  el  grano  de  trigo  segado  prematura- 
mente contiene  mas  harina  y  menos  salvado 
que  el  del  segado  maduro. 

4.  "  Si  tío  está  aquel,  seguu  lo  afirman 
muchos  'agricultores,  mas  espuesto  que  este 
á  ser  Gausa,  empleado  como  simiente,  del  ti- 
zón ú  otras  enfermedades  de  las  plantas  que 
de  él  procedan. 

5.  "  En  qué  proporciones  puede  variar  la 
cantidad  de  gluten  contenida  en  unos  ó  en 
otros. 

Por  lo  que  respecta  á  la  paja  es  innegable 
tpie,  segada  un  poco  verde,  es  mas  sabrosa, 
y  por  lo  tanto  mejor;  pero  resta  saber,  si  el 
beneficio  que  por  este  concepto  se  obtiene  de 
la  paja,  puede  compensar  el  daño  (dado  caso 
que  lo  haya}, ocasionado  al  trigo.  Cuestiones 
son  estas  de  alta  importancia,  y  de  que  va- 
le la  pena  de  ocuparse  con  detenimiento  y 
atención. 

Encerrado  el  trigo  en  el  granero,  ha  de 
tenerse  especial  cuidado  en  que  no  piiedan 
penetrar  por  su  paredes  las  conocidas  con  él 
nombre  de  ralas  grandes  del  campo.  Estos  ani- 
males consumen  cantidad  considerable  de  tri- 
go, y  como  tomen  que  les  falte  se  llevan  tam- 
bién una  porción  á  sus  guaridas.  El  ratón  se 
alimenta,  y  juega  con  los  granos,  y  semejante 
al  conejo,  tiene  el  mayor  placer  en  ejercitar 
sus' dientes  aunque  no  le  acose  el  hambre,  ro- 
yendo y  echando  á  perder  una  tercera  parle 


569 

mas  de  grano,  que  el  que  se  come.  Todos  los 
pujaros  de  pico  corto  hacen  mucho  estrago. 
Las  hormigas  son  también  perjudiciales  á  can- 
sa de  su  número  y  del  mal  olor  que  comuni- 
can al  trigo.  En  este  también  nacen  insectos 
conocidos  con  los  nombres  de  gorgojos,  poli- 
llas y  orugas,  cuya  csterminaciou  es  difícil 
lograr. 

Es  costumbre  colocar  los  graneros  en  los 
altos  de  las  casas  para  evitar  la  humedad  y 
poca  ventilación  ;  pero  también  es  nías  es- 
puesto  á  ratas  y  ratones,  y  á  los  domas  in- 
sectos de  que  hemos  hecho  mérito,  porque 
con  facilidad  se  introducen  por  las  rendijas 
de  las  vigas.  Por  esta  razón,  serla  muy  con- 
veniente colocarlos  en  sitio  aislado  del  gdiQ. 
ció,  lo  cual  es  bueno  ademas  para  evitar  in- 
cendios y  proporcionar  ventilación. 

En  lugar  de  ventanas  grandes  que  comu- 
niquen la  luz,  deben  abrirse  lumbreras  de 
tres  en  tres  pies  por  todo  el  contorno  del  gra- 
nero. Estas  lumbreras,  de  un  pie  cuando  mas 
encuadro,  estarán  guarnecidas  por  (a  parte 
esterior  del  edificio  por  una  rejilla  espesa  de 
alumbre  para  impedir  ia  entrada  de  los  nilo- 
nes. Por  medios  tan  sencillos  se  impoclirú  la 
cnlradaálos  gorgojos  y  polillas,  cuidando  so- 
cre  todo  de  cerrar  dichas  ventanilas  con  bas- 
tidorcitos  cubiertos  de  lienzo  tupido,  pero  na 
tanto  que  impida  penetrar  el  aire  en  el  grane- 
ro. En  el  lecho  de  este  se  hará  una  especie 
de  cielo  raso,-  y  como  medio  de  que  este  no 
se  resquebraje  ni  se  grietee,  mézclase  con  la 
cal  pelo  de  buey  amasándolo  todo  junio  du- 
rante mucho  tiempo.  Ademas  tambicu  es  ne- 
cesario poner  en  las  junturas  de  las  tablas  li- 
ras de  lienzo  encoladas,  á  liu  de  no  dejar  nin- 
gún asilo  á  las  polillas  ni  á  los  gorgojos;  pero 
lodo  esto  puede  evitarse  usando  el  yeso,  por- 
que ninguna  sustancia  reúne  mas  ventaja  para 
preservar  el  grano  dé  insectos.  También  debe 
cuidarse  de  no  echar  trigo  en  el  granero  sin 
haber  barrido  antes  este  muy  bien,  no  polo 
el  sneio,  sino  lambien  eí  techo  y  las  paredes. 

En  una  memoria  presentada  años  pasados 
á  la  sociedad  central  de  Agricultura  de  i'aris, 
refirió  Jtr.  Loiseleur  Deslongchamps  algunos 
hechos  curiosos  é  importantes,  que  creemos, 
como  conclusión  de  este  articulo  deber  re- 
producir. 

El  trigo  no  es  solo  la  planta  mas  útil  al 
hombre;  es  un  ejemplo  almirable  de  fecundi- 
dad. Un  solo  grano  confiado  á  la  tierra,  puede 
á  la  vuelta  de  algunos  meses  ,  producir  mu- 
chos cientos  y  aún  muchos  miles  de  su  espe- 
cie. De  este  hecho  dan  testimonio  autores  an- 
tiguos y  modernos. 

Cuenta  Plinio  que  el  procurador  de  Augus- 
to lo  envió  del  territorio  de  Dizancio  un  pie  fj 
mala  de  trigo,  de  donde  salian  (hedió  poco 
menos  que  increíble)  400  tallos.  El  mismo  au- 
tor dice  que  de  aquel  punto  recibió  Nerón  otra 
mala  con  300  tallos,  procedentes  también  de 
na  solo  grano.  Sh.av  cucnla  (pie,  hallándose 


TRIGO 


m 


TRÍGO— TRIGONOMETRIA 


562 


él  en  Avgelj  llevó  el  gobernador  de  una  de 
aquellas  provincias  una  mata  con  30  tallos  ó 
macollas,  y  ()uc  le  aseguró  que  en  Egipto  se 
habla  presentado  al  bajá  del  Cairo  uua  que 
había  producido  120.  Duliamel  cita  dos  gra- 
nos de  trigo  «[ue  produjeron  140  espigas,  y 
0,000  granos  cada  uno.  bavy,  célebre  quími- 
co, habla  de  (20  macollas,  procedentes  de  un 
<oio  grano.  Francisco  de  Seufcbatean  ciía  má- 
los'de  100,  4  17,  140,  143,  200,  300,  335  y 
37C  espigas,  producto  de  un  solo  grano. 

Tessier  afirma  haber  visto  eu  la  provincia 
francesa  de  la  Beauco  00  espigas  en  una  mala 
ilc  Irigo,  y  03  en  olra-  En  lierinon,  pueblo 
inmediato  á  Brest,  se  vio  en  1S37  un  grupo 
Je  155  espigas  que  solo  lenian  una  raiz.  El 
Jaque  de  Montmorency  llevó  ;i  i'aris,  donde 
todavía  eg  conserva,  una  mala  de  trigo,  eu 
la  cual  se  cuentan  luí.  espigas  procedentes 
ile  un  solo  grano.  Mr.  Dalbret  ha  visto  cerca 
de  .Unales  a  un  pie  de  trigo,  (pie  creció  ais- 
lado, producir  'oí  espigas,  que  dieron  2, '240 
ranos.  Mr.  Lotseleur  Deslongeliamps  recogió 
en  1 S32  una  ma!a  de  trigo,  que  llevaba  Oí 
espigas;  Carlos  Mnller  ha  obtenido  resultados 
lüilavla  mas  extraordinarios;  un  solo  grano  de 
Iriso,  dividiendo  las  ramificaciones  formadas 
por  su  pie,  ha  dado  21,109  espigas  que  pro- 
dujeron ¿70,840  granos. 

Grave  error  seria  deducir  de  estos  hechos 
csccpcionules  !a  producción  ordinaria  del  tri- 
go. Ellos,  sin  embargo,  demuestran  no  solo 
l¡i  eslraordinaria  fecundidad  de  este  cereal, 
sino  la  imperfección  de  nueslros  métodos  de 
cultivo,  pues  pediendo  sacar  mueho,  sacamos 
poco  ile  la  tierra. 

ITfiGQNOCEFALO.  [Historia  natural.)  Gém- 
roilcserpicnles^'enenosas  muy  parecidas  á  las 
ciilebrusdo  cascabel,  omiqueno  tienen  ia  cam- 
panilla caudal,  y,  como  aquellas,  es  peligro- 
sísimo su  veneno  y  tiéuep  las  mismas  excava- 
ciones ti  hoyos  detrás  de  ¡as  ventanas  de  la 
itüi'iüi  Tudas  sus  especies  son  esencialmente 
americanas;. 

El  trigonocéfalo  amarillo,  llamado  tám- 
liien  serpiente  amarilla  de.  las  Antillas,  vi- 
bra hUrro  de  lanza  \irigonocepkalus  lanceo- 
™Wf)  es  ja  [nincipal  especia  de  este  grupo. 
^  eiiciieiitra  en  Sania  Lucia,  en  [«  Martinica 
!'  en  el  islote  de  Boqnia  cerca  cié  San  Vicente, 
f10  'tallándose  en  la  Guadalupe  ni  en  las  demás 
islas  Julos  Caribes;  y  aun  se  dice  que  no 
pueden  vivir  cu  ellas  y  (|uc  eu  vano  lian  pre- 
tendido algunos  nial  inleucíonados  inlrodueir- 
te  en  algmias  de  djclias,  pues  han  muerto 
¡wtíd  después  de  su  importación.  Si  se  ha  de 
"ccr  á  las  tradiciones  de  los  caribes,  las  ser- 
Paules  de,  la  Martinica  fueron  llevadas  allí 
POt  los  arruages,  nación  de  la  tierra  firme 
con  Pieaes  eslnvioron  en  guerra  mucho  tiern* 
pe  los  caribes,  y  que  por  vengarse  do  las  in- 
cursiones de  estos  encerraron  una  multitud 
Je  estas  culebras  en  canastos  y  calabazas  y  las 
'levaron  á  la  Martinica  soltándolas  en  seguida. 

¿'-ܧ    MrSLIOTKCA  l'OPULAU. 


Como  la  picadura  de  los  trigonoe éralos  es 
moi'tat  para  el  hombre  y  para  otras  especies 
de  animales  domésticos,  se  han  propuesto  va- 
rios medios  para  cstennínar  dichos  reptiles, 
tales  como  la  aclimatación  de  cuervos  y  de 
serpentarios,  pero  hasta  ahora  el  medio  mas 
etican  es  la  prima  de  50  céntimos  concedida  á 
los  negros  y  á  los  soldados  por  cada  serpiente 
chica  ó  grande  que  presenten. 

Los  trigonocéfalos  lo  mismo  que  las  cule- 
bras de  cascabel  y  las  víboras  se  alimentan, 
por  lo  común,  de  pequeños  mamíferos  que  no 
devoran  sino  después  de  muertos.  La  especie 
de  fas  Antillas  se  alimenta  de  ratas,  lo  cual  es 
un  benellcio  para  las  plantaciones  de  la  caña, 
y  un  daño  para  los  negros  trabajadores  que 
suelen  ser  victimas  de  dichas  serpientes.  Sin 
embargo,  no  siempre  mueren  los  mordidos 
por  el  Irigonocéfalo.  y  aun  en  los  casos  mas 
graves  no  hay  que  desesperar  de  sa  curación 
que  suele  consuguirs'e  merced  á  un  procedi- 
miento bien  dirigido. 

El  trigonocephalus  lanceolatus  es  amari- 
llo ó  "gris  mas  ó  menos  salpicado  de  pardo. 
Llega  á  tener  hasta  6  ó  1  pies  de  largo,  y  vive 
en  el  brasil  y  en  algunas  otras  partes  de  la 
América  del  Sur.  Tiene  placas  sub-caudales 
dobles  y  la  cabeza  guarnecida  de  escamas  pa- 
ralelas á  tas  del  dorso. 

También  se  ha  empleado  el  nombre  trigo  - 
nocéfalo  por  algunos  autores  como  sinónimo 
de  anistoclito  insecto  hemiptero. 

TRIGONOMETRIA.  (Geometría.)  El  conoci- 
miento de  algunos  de  los  seis  elementos  de 
un  triángulo  (tres  ángulos  y  tres  lados),  nos 
conduce  necesariamente  al  de  los  demás.  La 
Irigonomeíria  tiene  por  objeto  la  investigación 
de  esas  determinaciones,  bastando  para  ello 
algunas  fórmulas.  Designaremos  por  A,  B,  C.los 
Ires  ángulos  de  un  triángulo,  y  por  a,  b,  c,  los 
lado/  qucrespectivamenle  les  están  opuestos, 

Eu  et  triángulo  rectángulo  ABC  {geometría, 
lám.  VIH,  fig.  Só'l,  la  proposición  conocida 
del  cuadrado  de  ia  hipotenusa,  daBC*  =  ABs-f- 
AC;,  ó  ¡r  =  Ir  -+■  a',  siendo  recio  el  ángulo  A. 

Si  del  vértice  C  lomada  como  centró  con 
un  radio  GD>=Rv  igual  al  de  las  tablas  de  se- 
nos, se  describe  el  arco  DE  que  mide  el  án- 
gulo C,  las  perpendiculares  DF,  GE,  sobre  AC, 
formarán  los  triángulos  semejautes  ABG,  DFC, 
GEC,  de  donde  salen  las  ecuaciones 


AC   BÜ  AC 

GC  ~  CE'  DC 


AB 
DF' 


asi  es  que  bR  =  a  eos  C,  cR=  h  tang  C.  Por 
olra  parte,  los  ángulos  agudos  B-~y  C  son  com- 
plementos, ó  B  +  C  •=  90".  Haciendo  para 
abreviar  1\  =  j¡¡  tenemos  para  resolver  los 
triángulos  rectángulos,  estas  fórmulas 

a*  =b'+  c\b=  a  eos  G,c=btang  C...,.(i) 
t.  xxxfu.  30 


TRIGONOMETRIA 


564 


Teniendo,  pues,  dos  lados,  ó  un  lado  y 
yin  ángulo  agudo,  se  pueden  -hallar  los  Ai- 
mas  elementos  de  un  triángulo  rectángulo. 

Pasemos  aiwra  a  los  oblicuángulos.  Del  án- 
'gulo  A.  {ftg.  8G),  bájese  la  perpendicular  AD 
sobre  el  lado  opuestoBC,  formaremos  dos  trián- 
gulos rectángulos  ABD,  ABC,  (Je  los  cuales 
puede  sacarse  el  valor  de  Al),  por  la  segunda 
de  nuestras  ecuaciones  (1),  á  saber:  AD'  ¡=  AD 
eos  BAD  =  AC  eos  DAc,  de  donde,  o  sen  B  — 
b  sen  0.  Bajando  la  perpendicular  al  vértice  B 
sobre  AC,  tendremos  c  sen  A=  a  sen  G. 
Asi,  pues, 


a 

sen  A 


senB 


c 

sen  C 


■(2) 


lo  cual  quiere  decir  que  en  todo  triángulo,  los 
senos  de  los  ángulos  son  proporcionales  á  los 
lados  opuestos. 

El  teorema  del  cuadrado  de  la  hipotenusa 
da  en  nuestros  dos  triángulos  rectángulos. 
AD1  «  AB'  —  BD5  =  AC1  —  DC5:  ahora  bien, 
DG  -=  BG  —  BD  =  a  —  x,  faciendo  BD  =  x;' 
asi  pues,  c!  —  xs  =  b= —  (a  — x)',  y  desar- 
rollando el  cuadrado  c3  =  b""  —  a!  4-  2ax:  y 
como  en  el  triángulo  ABB,  tenemos  BD  =  x  = 
c  cosB,  tenemos  v  * 

b:  =  a5+  cs  —  2ac  eos  B.....(3) 

La  resolución  de  los  triángulos  ofrece  tres 
casos,  á  saber: 

i>°  Dado  un  lado  y  dos  ángulos,  bailar  los 
otros  dos  lados.  La  condición  A  +  B+  C  = 
180°,  determina  el  tercer  ángulo.  La  ecuación 

(2)  resuelve  esa  cuestión. 

2.  "  Dado  un  ángulo  y  dos  lados,  la  misma 
ecuación  da  á  conocer  otro  ángulo,  cuando  los 
dos  ángulos  son  opuestos  á  los  lados:  el  pro- 
blema tiene  en  general  dos  soluciones,  porque 
el  seno  que  se  encuentra  pertenece  á  dos  ar- 
cos suplementarios.  Conocidos  dos  ángulos, 
el  tercero  se  averigua  fácilmente,  y  la  misma 
relación  (2),  determina  el  tercer  lado.  Pero  si 
el  ángulo  dado  está  comprendido  entre  los  dos 
lados  conocidos,  hay  que  recurrir  á  la  ecua- 
ción (3),  puesto  que  nos  da  6,  cuando  conoce- 
mos a,  o  y  B. 

3.  "  Dados  los  tres  lados,  hallar  los  ángu- 
los. La  ecuación  (3)  da  á  conocer  el  ángulo  B, 
cuando  a,  b,  c,  son  conocidos;  porconslguíen- 
te  resuelve  el  problema. 

Verdad  es  que  en  los  dos  últimos  casos  la 
fórmula  (3)  no  se  presta  el  cálculo  logarítmico 
á  causa  de  las  adiciones  y  sustracciones  que 
exige;  pero  esa  diQcultad  puede  evitarse  por 
medio  de  trasformaciones.  En  efecto,  como 
1  —  eos  B  =  1  sen1  '/.  H>  y  como  la  ecuación 

(3)  se  reduce  á  b1  =  (a  —  o')'  +  2ac  (i — eos 
B),  sacamos, 

b'  =  (a  —  o)'  +  -4ac  sen  ■  B.,...(4) 


Ahora  bieu,  l.°  sacamos 

i 

b!  —  (a  —  c)' 


sen'  7, B 


4ac 


y  como  el  numerador  es  la  diferencia  de  los 
dos  «ua'lrados,  es  =  (b  +  a  — C)  (b  +  c  — ai 
lo  cual  (rae  la  ecuación  á  una  forma  come' 
nieute  páralos  logaritmos  y  da  á  conóeor el 
ángulo  B  del  triángulo,  cuyos  tres  lados  a,  4, 
c,  son  ya  sabidos;  se  hace  simétrica  represen- 
lando  el  perímetro  del  triángulo  por  2p- 
o  +  b  -(-  c,  lo  cual  nos  da: 


sen  7»  B  = 


v — a — )  

2."   La  ecuación  (4)  se  trasforma  en 
.  /      4  a  c  sen'  '/« 


Ahora  bien,  determinemos  un  aren  e  por 
la  condición. 

2serí7,  B^ac 

tang©=  ¡2   6) 

(a  — c) 


el  úllimo.  factor  pasa  á  ser 


¡  +  lang"-  <o  ■■ 


I 


asi  es  que  tenemos: 


b  = 


COS  a 


.-(7) 


La  ecuación  (G)  da  á  conocer  el  arco  ató- 
liar  (p  y  la  (7)  da  el  lado  b,  lo  cual  resuelve  el 
Iriáugulo  cuyos  dos  lados  8  y  c  son  conoci- 
dos, y  el  ángulo  comprendido:  porque  mía  ve» 
conocido  el  lado  6,  se  está  en  uno  de  los  ca- 
sos primeros  y  se  obtienen  los  demás  ángu- 
los A  yC.  Por  lo  demás  se  pueden  obtener  di- 
reclámentelos  ángulos  sin  calcular  primero  i 

En  efecto,  prolonguemos  el  lado  f.B  Je! 
triángulo  ABC \fig.  87),  cuyos  lados  BC,  líí 
e!  ángulo  B  son  conocidos,  y  tomemos  LE  - 
AB;  tiremos  BG  perpendicular  sobra  la  b¡se 
AE  del  triángulo  isósceles  ABE;  en  (Id,  «T» 
puntos  B  y  G,  tiremos  BF,  CU,  paralelas  a  «• 
Como  C  es  medio  de  AE,  II  lo  es  de  CU,  y  «■ 
nemoF,  BÉ  =  7,  (GB  +  1ÍA)  =  7„  Ia  +  *  f*¡¡ 
mas,  BU  ==  HE  —  BE  =  7,  (a  +  c)  —  0, »  M 
M  7,  (a—  c).  Ademas,  el  ángulo  ABB,  es- 
lerno  del  triángulo  ABC,  es  =  C  +  A,  de  suer- 
te que  el  ángulo  GBE  es  =  */,  (A  +  G!¡  l111 


585 


TRIGONOMETRIA 


Dlru  parte,  el  ángulo  GBB  =  GBE  —  FUE,  o 
=      (A  -|-C|  —  C,  GDF  =»  '/S(A  —  C). 

Pbí'o  Ibs  paralelas  ÍTF,  HG  dari  la  propor- 
ción I1G  ;  BU  \  '.  GE  1'  GF;  resolviendo  los  trián- 
gnlos  iwtájjgülqs  BGE,  BGF  por  la  tareera  de 
las  ecuación  [\\  hallaremos, 

ÜE-HG  lang  GBE=BG  tang  '/,  ¡A+C) 
GFf=  BG-  lang  GBF  =  BG  lang  '/.  (A — C| 

Iiia'Oteueniosa  +  c;  a  — c;  '.langV.(A-f-C): 
lang  V,  (A  — C). 

En  lodo  [riáflgálti,  la  suma  de  dos  lados  es 
á  su  diferencia  como  la  tangente  de  la  semi- 
suma de  los  ángulos  opuestos  á  dichos  lados, 
es  á  la  tangente  de  la  semidiferencia  de  los 
mismos. 

Como  el  ángulo  B  es  suplemento  de  la  su- 
ma A+C,  ó  1  (1  (A  +  C)  =  00"—  1/üB,  los  tres 
primeros  términos  de  nuestra  proposición  son 
conocidos  y  puede  calcularse  el  cuarto  ó  1/2 
¡i-CI.  De  aqui  se  obtienen  los  arcos  A  y  C, 
puesto  míe  se  conoce  la  semi-suma  y  la  semi- 
diferencia. 

liemos  deducido  de  los  dos  triángulos  rec- 
tángulos AHI),  ACD  {fuj.  SO!  la  ecuación  AB'  — 
BD! «=  AG'  —  BC;  representando  por  x  é  y.  los 
dos  segmentos  BD,  DC,  hallamos  c'  —ir  — 
s'-y'.ólc+b)  (c—  b)=a  (x  —  y).  Esta 
relación  da  á  conocer  la  diferencia  x  —  y  en- 
tre los  segmentos,  cuando  se  dan  los  tres  la- 
dos, y  como  por  oíro  lado  leñemos  la  suma 
.t+j'  =  a,  los  segmentos  x  y  son  conocidos. 
Asi,  pues,  para  hallarlos  ángulos  B  y  C,  solo 
falla  resolver  los  dos  triángulos  rectángulos 
ADB,  ABC,  lo  cual  nos  da  giro  procedimiento 
pura  hallarlos  ángulos  de  un  triángulo1,  cuyos 
tres  lados  son  conocidos. 

Tales-  son  las  ecuaciones  para  resolver  les 
problemas  de  trigonometría  rectilínea. 

En  cuanto  á  la  trigonometría  esférica,  és 
ira  ramo  de  matemáticas  muy  estendido  para 
que  arftil  podamos  darle  cabida,  si  bien  apun- 
taremos ¡as  principales  fórmulas.  Guando  tres 
planos  corlan  una  esfera  pasando  por  el  cen- 
1ro.  los  arcos  de  los  círculos  máximos  que  son 
las  secciones  de  dichos  planos  con  la  superfi- 
cie forman  un  triángulo  esférico.  Las  lineas 
liradas  del  centro  á  los  tres  vértices  determi- 
nan un  triedro,  De  los  seis  elementos  del 
triáiwiln,  tres  ángulos  y  tres  lados,  siempre 
se  pueden  descubrir  tres  cuándo  se  conocen 
los  oíros  tres. 

Api  los  lados  del  triángulo  son  unos  ar- 
cos de  circulo  máximo  cuyu  magnitud  abso- 
ulano  es  necesario  tener  en  cuenta,  y  si  so- 
lo el  número  de  grados.  Asi  es  que  los  ángu- 
los ABO  y  los  lados  respectivamente  opuestos 
« tío  de  dicho  triángulo  se  introducen  en  el 
calculo,  por  medio  de  los  senos-,  tangentes,  etc. 
Los  rayos  visuales  lirados  desde  el  ojo  de  un 
espectador  á  tres  objetos  cualesquiera,  por 
ejemplo,  tres  estrellas,- 'determinan  un  trián- 


gulo esférico  por  sus  puntos  de  intersección 
con  la  superficie  de  una  esfera  de.  radio  arbi- 
trario, cuyo  centro  está  ocupado  por  la  vista, 
ha  mayor  parte  de  los  problemas  de  astrono- 
mía se  fundan  en  las  fórmulas  de  la  trigono- 
metría esférica,  al  menos  aquellos  cuyo  obje- 
to es  fijar  la  posición  de  un  astro  con  "relación 
á  la  de  otros  dos. 

Cuando  los  triángulos  esféricos  son  rectán- 
gulos, he  aquilas  fórmulas,  teniendo  en  cuen- 
ta que  a  es  la  hipotenusa,  6  y  o  los  otros  dos 
lados,  al  paso  que  B  y  G  representan  los  án- 
gulos. 


Dalos  co- 
nocidos. 


Valores  de  las  incógnitas. 


Cos.  c  = 


/Sen.  B 


Cos.  C 


eos.  a 

eos.  h 

sen.'b 
sen.  a 

tang.  b 


b,  c 


tang.  a 

E  debe  ser  de  igual  especie  queb, 

Cos.  a  =  eos.  b  eos.  c, 

tang.  b 
Tang.  'B  =  — - — 


/  tang. 
f  Tana.  C  =  — —. 


a,  B 


'Sen.  b  =sen.  a  sen.  B. 

i  Tang.  c  =  tang.  a  eos.  B. 

i  Got.  C  --  -  eos.  a  tang.  B. 

kb  debe  ser  de  igual  especie  que  B. 


Sen.  a  = 


i  Sen.  c 


sen.  b 


á,  c 


\Sen.  0 


COS.  I! 

eos.  b 

Puede  tomarse  a>  ó<  90°. 
Pero  una  vez  hecha  la  elección,  la 
especie  de  c  será  dada  por  la .  re- 
lación eos.  a=cos.  b  eos.  c,  y  es- 
ta  especie  será  también  la  de  C. 


b,  G 


Tang.  a  =  ■ 

J'Tang.  c- 
Cos.  B  = 


tang.  h 


eos.  C 
=.sen.  1)  tang.  C. 
cós.  b  sen.  C. . 


S67 

Datos  co- 
nocidos. 


TRIGONOMETRIA 

Valor  de  las  incógnitas. 


888 


Datos  co- 
nocidos. 


Valor  de  tas  fncó¡»TiiLas. 


.B,  B 


rCos.a=cot.  B  coi.  í¡, 
eos.  B 
sen.  C 
eos.  C 
Sen.  ít 


i  Cos.  b 


Cos.  c  : 


Pura  la  resolución  de  cualquier  triángulo 
esférico  que  no  sea  rectángulo ,  tenemos  tas 
formulas  siguientes: 

^Suponiendo  a+b+c=2  p,  tenemos 
,  Sen  i  /2  k=V  sñI1  (()_bj  S£m  ([)_c) 


a,  bj 


sen.  b  sen.  c  1 

Los  valores  de  ios  demás  án- 
gulos se  obtienen  por  fórmulas 
análogas,  sustituyendo  b  por  a  pa- 
Vra  B,  y  c  por  a  para  C. 


Sen.  B  =' 


sen.  A  sen.  b 


a,  b,  k{ 


a,  b,  G 


sen.  a 

Tang.  \¡%  c=tang.  1/2  (a— b)r 

sen.  1/-2(A+B) 
sen.  1/2  tA— til 

Cot.  1/2  C  =  lang.  1/2  (A— B) 

sen.  1/2  (A+B) 
sen.  1/2  ta—  b) 

El  elemento  B,  determinado 
por  su  seno,  puede  ser  agudo  ú 
i  obtuso'. 

/Tang.  1/2  (A+B]=co!.  1/2 

eos.  1  /2  (a— b) 
'  eos.  i/2  (a+b) 

(Tang.  1/2  (A— n)  =  cot.  1/2 

sen.  1/2  (a— b¡ 
sen.  1/2  (a+b) 

|A=  1/2  (A+B) +  1/2  (A-Bl. 
'  B  =  1/2  (A+B)—  1/2  (A-B). 


c,  A,  11 


Tang.  1/2  (a+b)  =  tang  1/2 

e  cosM/2  (A- til 
COS.  f/2  (A+B) 

fTang.'  1/2  (a-b)=taug.  \jz 
sen,  1/2  (AKB) 


Sen.  C  > 


Sen.  b  = 


sen.  1/2  (A+B) 

sen,  c.  sen.  A 
sen.  a 

sen.  a  sen,  I! 


a,  A,  B 


sen.  A 

jTang.  1/2  c=lang.  1/2  (a-bl 

sen.  1/2  '(A+B) 
sen.  1/2  (A— B) 

|Cot.  1/2  C^lang.  1/2  (A-B) 

sen.  1/2  (a+b) 
sen.  1/2  (a-b] 

Suponiendo  A+B+i]=180"+ 
2  P,  leñemos, 


Sen.  1/2  a=K 


A,  B,  C< 


sen.  I'scn.  (A— V) 
sen,  B  son.  C 


Sen. c= 


sen.  a  sen.  C 
sen.  A 


Se  obtienen  sen.  l/?bysen.  1/3 
G,  por  fórmulas  enteramente  ¡»- 
Vlogas. 


Los  (res  últimos  casos,  son  enteramcnlt 
análogos  á  los  tres  primeros  y  pneilen  reíe- 
:  rirse  afelios,  según  tas  propiedades  del  Irita- 
i  gfilo  polar.  El  cuarto  se  reílere  al  tercero,  cE 
,  quinto  al  segundo,  el  sesto  al  primero. 
|  Los  únicos  casos  eir  rpie  Ijay  inceiticliioibr? 
¡sobre  la  especie  de  los  élemeutos  incógnita 
¡  son  el  segundo  y  quinto.  Los  resultados  nh- 
.  fivos  al  segundo  caso  cu  que  a,  b  y  A  son  I  : 
■  datos,  se  hallan  comprendidos  en  el  siguiente 
' estado: 

1.°    Para  A  <  90". 

a  <C  b,  dos  soluciones. 


b<I.90oja~  b,  una  solución. 

'aj+"b  p;  180°,  ninguna. 


SGÍ> 


T[tIÜONOMErWA-TK!NC\DURV 


570 


a+b<  180°,  dos  soluciones. 


b>0fJ' 


a+b£ 


180",  una  solución. 


b,  ninguna, 


o  /  a<b,  dos  soluciones, 
^"l»  '£  b,  ninguna. 


2.»  Para  A  >  00". 


b<  00" 


-■a+b>180»: 
a-+b  3  180° 


dos  soluciones, 
una  solución. 


b  >  00' 


b=  90" 


la  ~  b,  ninguna. 

/a>b,  dos  soluciones, 
la  5b,  una  solución. 
\a+l>  S  ninguna, 

[a>  b,  dos  soluciones. 
¡  a  ¿  b,  ninguna, 


3,"  Para  A=00". 


(a  >  b,  una  solución. 
b  <  90"  a  —  b,  ninguna. 

(a  +  b  ií  180"  ninguna. 


b  =  90° 


ja  =  en",  infinidad  de  soluciones 
!a¿?  90°,  ninguna. 

Paralas  aplicaciones  prácticas,  véanse  los 
tratados  especiales,  (le  lo  cual  no  puede  pres- 
cindirse,  porque  los  senos  y  cosenos  se  cal- 
culan por  medio  de  sus  logari unos,  y  es  nece- 
sario acudir  i  las  tablas. 

TRIGONOMETRIA  ESFÉRICA.  [Geometría.) 
Asi  se  llama  la  ciencia  que  tiene  por  objeto 
resolver  los  triángulos  formados  sobre  la  su- 
perficie de  la  esfera  por  tres  arcos  de  círculo 
máximo.  Los  valores  de  los  lados  délos  trián- 
gulos esféricos  se  espresan  en  grados,  minu- 
tos, etc.,  y  como  dos  arcos  de  círculo  máximo 
pe  salen  de  un  punto  vuelven  á  encontrarse 
en  otro  distante  180"  del  primero  no  se  trata 
en  la  trigonometría  esférica  de  triángulos  que 
tengan  un  lado  mayor  que  la  semi-circunfe- 
rencia.  En  cnanto  á  los  ángulos  do  los  triáu- 
plos  esféricos  se  determinan  por  los  radios 
tirados  en  los  círculos  correspondientes  á  los 
lados  y  que  sean,  perpendiculares  á  la  común 
sección  de  cada  dos  círculos.  De  todo  lo  cual 
resalta  que  la  suma  de  los  tres  lados  de  un 
triángulo  esférico  puede  tener  todos  los  valo- 
res comprendidos  entre  cero  grados  y  3S0°  y 
ta  sama  de  los  tres  ángulos  puede  tener  todos 
los  valores  intermedios  entre  dos  rectos  y  seis 
«¡dos,  y  que  aunque  en  un  triángulo  esférico 
fe  conozcan  dos  ángulos  no  se  puede  hallar 
el  valor  del  tercero. 

Las  siguientes  proposiciones  son  suficien- 
tes rara  resolver  cualquier  triángulo  esférico. 

1-*  En  todo  triángulo  esférico  los  senos  de 


los  lados  son  proporcionales  con  los  senos  de 
los  ángulos  opuestos',  la  cna!  nos  puedo  servir 
cuando  conozcamos  dos  lados  y  un  ángulo 
opuesto  á  uno  de  ellos ,  o  dos  ángulos  y  un 
lado  opuesto  á  uno  de  dichos  intuios. 

2.  a  En  todos  los  triángulos  esféricos  rec- 
tángulos el  radio  es  al  seno  de  uno  de  los  ca- 
tetos como  la  tangente  del  ángulo  oblicuo  for- 
mado por  dicho  cateto,  es  á  la  tangente  del  án- 
gulo opuesto  de  la  misma  especie  que  el  án- 
gulo, con  la  cual  se  resuelven  los  triángulos 
rectángulos  en  que  se  conozcan  los  dos  catetos 
ó  un  cateto  y  el  ángulo  oblicuo  adyacente. 

3.  '1  En  todo  triángulo  esférico  rectángulo, 
el  radio  es  al  coseno  de  uno  de  los  ángulos 
oblicuos  como  la  tangente  de  la  hipotenusa  es> 
A  la  tangente  del  cateto  adyacente  á  dicho  án- 
gulo. Proposición  que  ademas  de  servir  pa- 
ra resolver  los  triángulos  rectángulos  cuan- 
do se  conozca  ttn  cateto  y  la  hipotenusa, 
ó  esta  y  un  ángulo  oblicuo,  puede  servir  para 
los  triángulos  oblicuángulos  en  que  se  conoz- 
can dos  lados  y  el  ángulo  comprendido,  para 
lo  que  se  baja  una  perpendicular  á  uno  de  di- 
chos lados  desde  el  Angulo  opuesto,  y  la  ana - 
logia  nos  dará  el  valor  de  los  segmentos ,  y 
con  estos  datos  es  fácil  resolver  los  dos  trián- 
gulos rectángulos  que  resultan. 

La  siguiente  fórmula  es  muy  útil  para  re- 
solver un  triángulo  conocidos  los  tres  lados: 


eos  V 


fie 


X  sen.  V,  S  X  sen,  d 
sen.  L  X  sen.  1 


En  la  que  s  representa  la  suma  de  los  tres 
ángulos,  d  la  diferencia  entre  la  mitad  de  es- 
ta suma  y  el  lado  opuesto  al  ángulo  a,  y  L  y 
i los  dos  lados  que  comprenden  al  ángulo;  lo 
que  ejecutado  por  medio  de  logaritmos  se  re- 
duce á  sumar  los  logaritmos  de  los  senos  de 
Ta  semisuma  y  diferencia  con  los  complemen- 
tos log.  de  los  senos  de  los  lados  que  com- 
prenden al  ángulo,  y  el  resultado  será  el  lo- 
garitmo del  cuadrado  del  coseno  de  la  mitad 
del  ángulo.  . 

TRIMEROS.  (Historia  natural)  -Sección  de 
coleópteros  con  tres  artejos  en  cada  tarso  que 
se  divide  en  tres  familias  que  son:  ftmykolas 
{fungicota},  afidífagos  [aphidiphaga)  y  seín- 
fios  ipsdaphia). 

TRIMIELGAS.  [Historia  natural.)  Véase  tre- 
mielga. , 

TRINCADO,  {Marina.)  Embarcación  de  pa- 
sage  y  carga  en  las  costas  del  Ferrol  y  la  Co- 
rtina, que  tiene  la  proa  igual  á  la  popa,  cu- 
bierta en  ambas  partes  y  los  costados  de  tin- 
gladillo, con  un  palo  solo  mas  á  proa  ¿incli- 
nado hacia  popa. 

TRINCADURA.  [Marina.)  Especie  de  lancha 
que  tiene  la  popa  y  la  proa  de  igual  figura,  y 
lleva  dos  palos  con  velas ,  al  tercio  de  ios 
cuales  la  mayor  es  mas  grande  que  la  de 
trinquete. 


[!71 


TRINIDAD 


S7á 


TRINIDAD.  (santísima)  Asi  se  llama  el  mis- 
terio del  cristianismo  que  representa  á  Dios 
tajo  la  forma  de  tres  personas-  distintas,  el 
Padre,,  el  Hijo  y  el  Espirita  Santo, -sin  ser 
mas  que  un  solo  Dios. 

l„i  doctrina  católica  acerca  de  esfe'misterio 
fué,  declára  la  en  el  concilio  general  de  Nicea, 
celebrado  en  el  año  S25J  en  los  términos  -si- 
guientes: «Creemos  en  un  solo  Dios,  Padre 
Todopoderoso ,  criador  de  io  las  las  cosas  vi- 
sibles 6  invisibles;  1/  en  ua  solo  Señor  Jesu- 
cristo, Hijo  Unico  de  Dios  engendrado  del 
Padre,  á  saber,  de  la  sustancia  del  Padre; 
Dios  de  Dios,  luz  de  luz,  verdadero  Dios  da 
verdadero  Dios;  engendrado  ;)  no  hecho;  con- 
sustancial al  Padre....  También  creemos  en 
el  Espíritu  Santo.-»  lisia  doctrina  fué  explica- 
da por  casi  -todos  los  santos  doctores,  estable- 
ciendo de  consuno  que  el  Padre,  el  [lijo  y  el 
Espíritu  Santo  son  tres  personas  y  úra  Dios 
verdadero.  EL  Pad.rc.no  hecho  ni  engendrado 
de  otro;  el  Hijo  engendrado  del  Padre  tan  sola- 
mente; el  Espiritu  Santo  proveniente  de  añinos 
á  dos:  todos  tres  de  una  naturaleza  ,  do  una 
igualdad,  de  un  poder,  de.tfu  saber  y  durables 
en  uno  para  siempre;  siendo  cada  una  de  tas 
tres  personas  Dios,  pero  no  siendo  tres  dioses 
sino  uno.  Esto  es  lo  que  todo  cristiano  está 
obligado  á  sostener  y  defender. 

Pl  sublime  misterio  de  la  Santísima  Trini- 
dad ofrece  una  larga  serie  de  profundos  estu- 
dios ,  ya  se  ie  considere  en  los  atributos  de 
Dios,  ya  se  busquen  sus  huellas  e.n  las  leyes  y 
creencias  de  los  antiguos  pueblos  orientales. 
San  Agustín, <lá  grande  antorcha  de  la  Iglesia  y 
del  mundo,  dice  que  este  misterio  es  el  mas 
profunde  de  los  secretos  del  Ser  infinito ,  en 
sus  armonías,  en  sus  grandezas  y  en  su  mag- 
nificencia; y  sin  embargo  la  Trinidad  es  ver- 
dadera ,  es  eterna)  es  amable,  y  no  está  con- 
fundida por  la  naturaleza  ni  separada  por  las 
personas.  La  imagen  de  la  Santísima  Trini- 
dad, -añade,  sfe  encuentra  en  todos  y  por  to- 
das partes,  en  la  tierra  y  en  el  cielo,  en  los  se- 
res1 materiales  corno  en  los  seres  espirituales; 
y  todo  ¡o  que  Dios  Ira  hecho  lleva  el  sello  no- 
ble y  glorioso  del  Dios  tr  ino  y  uno  que  lo  ha 
hecbo.  En  la  tierra,  como  hombres,  liemos  si- 
do creados  á  semejanza  de  nuestro  Criador, 
y  nuestra  alma  tiene  en  si  alguna  imagen  de 
la  Trinidad.  En  el  alma  hay  tres  cosas  su- 
cesivamente distintas  y  producios  unas '  de 
otras:  1."  la  misma  alma  ,  ese  fondo  de  imá- 
genes, de  pensamientos  y  voluntades  que  per- 
manecen en  ella  como  de  una  manera  confu- 
sa: 2,°  la  concepción  del  pensamiento  que 
procede  de  ella  y  que  sentimos  nacer  como  si 
fuese  el  germen  do-mieslro  espíritu  ,  como  el 
lujo  de  nuestra  inteligencia:  3."  la  fecundidad 
de  nuestro  espíritu  qfté  nos  hace  complacer 
en  el  pensamiento  concebido,  al  cual  amamos, 
y  anjándole  sentimos  algo  tan  precioso  como 
el  espíritu  y  el  pensamiento  ,  que  es  el  fruto 


y  hace  cou  ellos  una  misma  vida.  El  alma  nos 
da  indicios  del  Padre  increado;  el  pensamien- 
to que  sentimos  nacer  nos  da  una  idea  del 
Hijo  engendrado  de!  Padre;  y  el  amor  que  toa- 
cebimos  tan  precioso  como  el  espirita  y  c¡ 
pensamiento  que  los  une  é  identifica,  nos  su- 
giero la  imagen  del  Espíritu  Santo,  provenien- 
te del  amor  del  Padre  y  del  Hijo.  Pasando  de 
la  tierra  al  cielo  ,  encontramos  que  las  proce- 
dencias de  las  personas  divinas  en  Dios,  se- 
gún espresion  do  Santo  Tomás,  se  refieren  al 
acto  de  su  entendimiento  y  da  su  voluntad; 
porque  el  Hijo  procede,  como  Verbo  ,  del  en- 
tendimiento divino.;  y  el  Espíritu  Santo,  como 
(:4»io?%  da  la  divina  voluntad.  Én  las  criaturas 
'racionales,  que  tienen  un  entendimiento  y  una 
:  voluntad  .  la  representación  íe  la  divina  tri- 
nidad se  encuentra  por  manera  de  imagen, 
porque  ellas  tienen  también  un  verbo  concéi- 
do  y  wa  amor  que  se.  deriva  de  él.  ¡Sn'  las  de- 
|  mas  criaturas  la  representación  de  la  Trini- 
]  dad  se  ve  por  manera  de  vestigio,  en  cuanto 
j  en  cada  criatura  se  encuentran  cosas  que  se 
|  refieren  á  cada  una  de  las  personas  divinas,  y 
,  que  la  representan  6  la  recuerdan ;  porque  rá- 
jela criatura,   Kn  subsiste  en  su  ser:  2.°  tiene 
j  una  forma  que  le  es  propia  y  que  la  dasiti- 
i  ca  en  una  especie,  particular  entre  los  so- 
tos: 3. "¿está  subordinada  á  alguna  otra  cosa. 
En  tanto  que  cada  criatura  tiene  una  sustancio 
creada,  representa  una  causa  y  un  principio, 
y  por  esto  indica  la  persona  del  Padre ,  que 
es  un  principio  que  no  tiene  principio.  En 
cuanto  cada  criatura  tiene  una  forma  y  per- 
tenece á  una  especie  cualquiera,  representa  al 
Verbo  divino.,  por  el  que  e!  grande  artífice 
concibe  la  forma  de  la  cosa  artefacla.  En 
cnanto  cada  criatura  tiene  un  orden  cualquie- 
ra, representa  ai  Espíritu  Santo  como  amor, 
porque  una  cosa  no  está  subordinada  á  otra 
sino  por  la  voluntad  dei  que  la  ha  creado. 
Por  esto  el  vestigio  de  la  Trinidad,  segna  San 
Agustín,  se  encuentra  en'  cada  criatura  en  cnan- 
to-es  única,  en  cuanto  tiene  una  lorian  espe- 
cifica y  en  cuanto  tiene  un  orden.  He  aqni 
perfectamente  esplicado  el  misterio  de  la  San- 
tisima  Trinidad. 

Tertuliano  para  demostrar  el  misterio  ¿e 
la  Trinidad  lia  dicho:  Dios  crió  el  mundo  con 
sola  su  palabra,  su  razón  y  su  poder.  Los  in- 
crédulos convienen  en  que  logos  ,  que  es  el 
yerbo  y  la  razón  ,  es  el  criador  del  universo: 
los  cristianos  añaden  que  la  propia  sustancia 
del  Verbo  y  la  razón,  es  decir,  aquella  sus- 
tancia mediante  la  cual  Dios  lo  ha  producido 
todo,  es  espirita;  (pie  esle  verbo  ó  esta  pala- 
bra lia  debido  ser  pronunciada  por  Dios,  ha- 
biéndola pronunciado,  la  engendro;  y_  que  <lc 
consiguiente  es  Hijo  de  Dios,  y  Dios  á  cansa 
dé  la  unidad  dé  sustancia.  El  Verb'res  espíri- 
tu de  un  espíritu,  y  Dios  de  Dios,  como  m 
luz  encendida  con  otra  Asi  lo  que  procede  de 
Dios  es  Dios ,  y  los  dos  con  su  espíritu  no 


de  entrambos  que  Los  une,  que  se  une  á  ellos  I  componen  masque  uno;  se  diferencian  en  peo- 


TRINIDAD 


G74 


piedad,  na  en  número;  se  distinguen  en  ór- 
ijén,  no  en  naturaleza  ;  el  Hijo  ha  salido  de  su 
principio  sin  dejarle.  Del  cariño  y  reflejé  ele 
arabos,  del  Padre  y  del  Hijo,  resulta  el  Amor, 
v  esto  es  e!  Espíritu"  Santo,  distinto  cu  atribu- 
tos, como  en  la  esencia. 

Sáü  Agustín  dice  en  otro  pasage,  esplican- 
docl  misterio  de  la  Trinidad,  q'úe  eu  el  espi- 
ríln  ilel  hombre  hay  tres  cosas  realmente  dis- 
tintas: el  entendimiento,  el  pensamiento  y  el 
amor;  y  estas  tres  .cosas  no  son  mus  r¡ue  una 
sola  y  misma  alma.  Porque  estas  tres  cosusno 
son  tres  vidas,  sino  una  sola  vida;  no  son  tres 
sustancias,  sino  una  sola  sustancia;  no  son  tres 
espíritus,  sino  un  solo  espíritu.  Son  lies  y 
una  al  mismo'tiempo.  Son  tres,  porque  la  una 
procede  de  la  otra,  y  porque  se  relaciona  cou- 
tiniiamente  la  una  ála  otra,  y  lo  que  procede 
y  se  refiere  no  es  ana  misma  cosa  con  aquello 
iie  donde  procede  ó  se  refiere;  pero  ellas  son 
una  eu  lauto  que  no  forman  mas  que  1171a  sola 
\ida,  una  sustancia,  un  espíritu.  Este-  bellísi- 
mo trozo  demuestra. como  liay  un  ílios  en  tres 
personas,  el  Padre,  el  Hijo  y  el  Espíritu  Santo, 
las  males  no  hacen  mas  que  un  solo  Dios.  La 
distinción  está.eu  las  personas  .  la  unidad 
está  en  la  esencia.  La  persona  es  distinta  en 
el  Padre,  en  el  Hijo  y  en  el  Espíritu  Santo:  la 
unidad  es  la  misma  en  la  esencia  divina,  asi 
como  es  una  el  alma  y  son  distintas  el  en- 
leudiuliento,  el  pensamiento  y  ti  amor, 

El  misterio  por  lo  mismo  de  la  Santísima 
Trinidad,  es  superior  á  la  razón;  pero  se 
esplica  hasta  conocerle,  aun  cuando  la  limi- 
tada inteligencia  humana  no  puede  compren- 
derle en  toda  su  eslension. 

Al  estudiar  este  misterio  debe  ponerse 
mucho  cuidado  en  no  confundir  la  esencia  di- 
vina con  la  persona,  y  por  esta  razón  el  con- 
cilio de  Trcnto  encarga  á  los  pastores  que  ha- 
gan entender  á  los  fieles  'la  obligación  en  que 
están  de  retener  las  palabras  esencia  j  perso- 
na destinadas  á  la  espresion  propia  del  mis- 
terio, y  de  tener  presente  que  la  unidad  está 
cq  la  esencia  y  la  distinción  en  las  personas. 
Por  no  haber  tenido  este  cuidado  han  caldo 
muchos  en  error.  El  Hijo  y  ei  Espíritu  Santo 
se  diferencian  del  Padre;  porque  en  Dios  Pa- 
ira hay  dos  cosas,  la  Divinidad  y  la  Paterni- 
dad; en  Dios  Hijo  j  en  Dios  Espíritu  Santo 
solo  hay  una  cosa,  la  Divinidad,  que  es  la 
esencia  de  la  Triiñdad.  El  ¡fijo  y  el  Espíritu 
son  una  misma  cosa,  como  Dios  Padre  en 
«lauto  á  Dios,  pero  110  en  cuanto  á  Padre,  y 
solo  considerándolo  como.  Padre  se  dice  que 
el  Hijo,  el  Espíritu  Santo  y  61  son  tres.  La  se- 
mejanza en  el  misterio  de  la  Trinidad  está 
por  lo  mismo  en  la  esencia  divina,  >y  la  diver- 
sidad o  distinción  cu  las  personas.  Hay  en 
h'ios  tres  personas,  el  Padre,  el  Hijo  y  el  Es- 
píritu Santo.  El  Padrees  Píos:  el  f'lijo  es  .... 

"ios:  el  Espíritu  Santo  es        Dios.  Y  estas 

tres  personas  no  hacen  mas  que  un  solo  Dios. 
Tal  es  el  dogma  católico.  Se  ve;  pues,  que  el 


dogma  110  dice  nada  de  cada  una  de  las  tres 
personas,  como  lo  dice  de  las  tres  juntas,  que 
es.'..,.  Dios;  dejando  el  carácierfde  la  divini- 
dad común  á  las  tres  personas,  y  particulari- 
zándolas solo  en  su  reunión.  El  dogma  dice 
que  cada  una  de  las  Iros  personas  es  Oíos,  tie- 
ne fa  cualidad  de  Dios,  la  sustancia  de  Dios, 
que  es  «no. con  Jas  ¡res  personas.  Eí  símbolo 
redactado  en  Nicea,  dice:  Creo  en  un  solo 
Dios,  Padre  Todopoderoso;  en  Jesucristo  su 
único  Hijo,  Dios  de  Dios,  luz  de  luz,  consus- 
tancial a!  Padre;  en  el  Espíritu  Santo,  que  es 
también  Señor,  que  procede  del  Padre  y  del 
Hijo....»  Por  lo  mismo  cuando  decimos  el  Dijo 
de  Dios  no  queremos  decir. que  el  Hijo  solo  es 
un  Dios,  sino  que  es  Dios,  quees  de  Dios,  que 
está  en  Dios;  y  lo  mismo  cuando hablamosdel 
Espíritu  Santo,  el  cual  procede  del  Padre  y  del 
Hijo.  La  primera  persona  engendra  verdádéra- 

.  mente,  es,  pues,  un  verdadero  Padre;  ¡asegun- 
da es  verdaderamente  engendrada,  es,  pues, 

'un  verdadero  Hijo;  la  tercera  es  producida  y  'no 
engendrada,  resulta  de  la  espiración,  es,  pues, 

■  un  Espíritu  Santo.  Las  personas  en  Dios  no 
son  sino  las  relaciones  que  se  encuentran  en 
él;  asi  la  Paternidad  subsistente  es  la  persona 
del  Padre,  la  Filiación  subsistente  es  la  per- 

'  sona  del  Hijo,  y  la  Espiración  subsistente  es 

¡  la  persona  del  Espíritu  Santo,  ¡.as personas  son 

i  en  Dios  realmente  tres,  la  naturaleza  es  una. 

I  El  Padre,  el  Verbo  y  el  Espíritu  Santo  dan  en 
el  cielo  testimonio  de  la  Divinidad;  y  estos 
tres  no  son,  sin  embargo,  mas  que  uno.  Nin- 
guna de  las  personas  divinas  es  mas  perfecta 
que  las  otras,  sino  que  son  igualmente  eler- 

■nas  y  perfectamente  iguales.  En  estas  palabras . 
hallamos  consignado  lodo  cuanto  interesa  sa- 
bor sobre  el  sublime  misterio  de  la  Santísi- 
ma Trinidad. 

Los  incrédulos  de  todos  los  tiempos  han 
formado  grande  empeño  en  contradecir  la  doc- 
trina católica  que  dejamos  espuesta,  y  han 
negado,  por  consiguiente,  la  gran  verdad  de 
este  profundo  misterio.  Al  hacerlo  asi  han 
procedido  con  mas  ignorancia  y  torpeza  que 
tuvieron  en  sus  escritos  los  filósofos  antiguos, 
porque  el  dogma  de  la  Trinidad  se  encuen- 
tra bajo  formas  confusas  y  alteradas  en  casi 
todas  las  teologías  de  los  antiguos  pueblos. 
Platón  parece  Indicar  la  Trinidad  en  el  Timeo, 
en  elEpinomo,  y  en  una  caita  A  Dionisio  el 
Joven,  en  que  habla  del  Verbo  con  una  claridad 
sorprendente. 

Fitágovas  reconocía  la  escelencia  del  ter- 
nario: el  tres,  según  él,  no  es  engendrado  y 
engendra  todas  las  demás  fracciones. 

Los  estóicos  enseñaban  el  dogma  de  la  Tri- 
nidad, según  le  concibió  Timeo  de  Loores. 

J-os  egipcios,  debieron,  conocer  el  pensa- 
miento de  la  Trinidad,  porque  en  una  ins- 
cripción del  obelisco  de!  Circó  mayor  de  Ro- 
ma se  leia: .  el  Gran  Dios,  el  engendrado  de 
Dios  y  el  Todo  resplandeciente. 

Los  magos  tenían  los  ¿res  dioses,  Oroma- 


b75 


TRINIDAD-TRIPOLI 


576 


nis,  Mitris  y  Araminis,  á  quienes  colocaban 
siempre  unidos. 

En  las  Indias  el  número  tres  parece  que 
es  eu  la  naturaleza  el  término  por  escelencia. 

Eirel  Oriente,  entre  los  persas,  se  conocía 
cu  siglos  remotísimos  el  Verbo  del  Criador, 
el  Criador,  y  el  Grande  Hijo  del  Criador, 
que  siendo  tres  veces  no  son  Dios  mas  que 
una  vez. 

En  la  China  existe  una  doctrina  que  diñe: 
«Loque  buscáis  y  no  encontráis  se  llama,!; 
lo  que  oís  y  no  entendéis  se  llama  11;  lo  que 
vuestra  mano  busca  y  no  puede  tocar  se  lla- 
ma V.  Estos  tres  son  impenetrables  y  no  for- 
man mas  que  uno  solo.«  Este  pasage  etteierra 
claramente  el  dogma  de  la  Trinidad.  Debe  no- 
tarse que  las  letras  J  11  V  son  mas  bien  tres  si- 
labas que  tres  letras,  y  que  casi  forman  el 
nombre  de  JeñoVah,  Jehovah. 

El  pueblo  judio  estaba  perfeclamente'im- 
buido  en  el  dogma  de  la  Trinidad,  y  cual- 
quiera se  convencerá  de  ello  si  consulta  Jas 
escrituras  y  la  tradición  del  mismo.  ' 

El  misterio  de  la  Trinidad  se  manifestó 
con  toda  claridad  á  los  hombres  en  la  parti- 
cipación de  las  tres  personas  divinas  en  la  obra 
de  nuestra  redención:  el  Padre  que  la  pro- 
mete; el  Hijo  que  lu  ejecuta,  y  el  Espíritu 
Sunlo  que  la  consuma.  El  Verbo  de  Dios  he- 
cho carne  vino  á  la  tierra,  enviado  de  Dios  su 
Padre,  y  enviando  después  de  él  el  Espíritu 
consolador  para  atraernos  á  si  y  llevarnos  él 
inisnio  á  Dios,  y  para  consumarnos  por  la  Tri- 
nidad en  la  unidad,  que  es  la  verdad,  el  amor 
y  la  vida. 

El  misterio  de  la  Trinidad  nos  descubre 
tres  personas  en  un  Dios:  el  Padre  engen- 
drando un  pensamiento  eterno,  que  es  sav 
Hijo,  y  que  lo  ama  y  es  amado  por  él  con  un 
amor  que  procede  igualmente  del  uno  y  del 
olro,  y  que  constituye  el  Espirita  Santo. 

Basta  lo  dicho  pura  dar  una  idea  del  mis- 
terio de  la  Santísima  Trinidad.  El  lector  que 
quiera  conocer  mas  profnndamenle  esta  mate- 
ria, puede  leer  las  obras  de  San  Agustín,  de 
Sanio  Tomás,  de  San  Buenaventura,  de  Augus- 
to Nicolás  y  del  padre  Ventura  Ilauüca.  . 

Nosotros  terminaremos  este  articulo  mani- 
festando que  la  Trinidad  so  représenla  eu  los 
pueblos  católicos  por  medio  de  imágfenes  be- 
llísimas; ya  formando  un  triángulo  de  fuego 
que  se  imprime  en  una  oscura  nube;  ya  to- 
mando el  Padre  la  figura  de  un  anciano  vene- 
rable, el  Hijo  la  de  un  mancebo  gallardo,  y 
el  Espíritu  Santo  la  de  una  paloma;  ya  en  ün 
presentando  un  conjunto  compuesto  dé  un  ojo, 
de  una  cruz  y  de  una  lengua  de  fuego. 

El  misterio  de  la  Trinidad  confunde  nues- 
tra pequenez  y  abate  nuestros  sentidos  con  su 
inmensa  gloria. 

TMKQÜETE.  [Marina— Arquitectura  na- 
val.) El  palo  que  se  arbola  inmediato  á  la  proa 
en  las  embarcaciones  que  tienen  mas  de 
uno. 


Seilama  trinquetilla  la  vela  de  cuchillo 
triangular  que  se  larga  en  un  cabo  llamado 
normo,  paralelo  é  inmediato  al  eslay  ríe 
trinquete. 

Dice.  Mail.  Eip. 

TRIODONTE.  [Historia  natural.)  Género 
de  peces  plectognatos  que  tienen  la  mandíbu- 
la superior  dividida  como  los  tetrodontes  y  la 
inferior  como  los  diodontes;  no  se  conoce 
mas  que  una  especie  propia  del  mar  Indico. 

TRIPA.  [Anatomía.)  Esta  voz,  aunque  de 
origen  y  etimología  ignoradas,  se  usa  en  casi 
todos  los  idiomas  de  Europa.  Eu  el  nnestrocu- 
tendemos  comunmente  por  tripa  el  canal  ó 
eonducto  formado  de  una  membrana  muy  su- 
til, pero  muy  fuerte,  en  lo  interior  del  cuerpo 
del  animal,  para  recibir,  conducir  y  espelerlos 
cscreinentos.  También  significa  el  vientre  eu 
general,  sobretodo  cuando  forma  proeminen- 
cia  ya  por,  la  abundancia  de  gordura,  ya  por 
el  estado  de  preñez  en  las  mugeres.  Por  úlii- 
mo,  siguUlca  también  aveces  el  intestino  cie- 
go en  particular. 

Nada  tenemos  ya  que  añadir  aqui  después 
de  lo  que  largamente  dejamos  espuesto  en  va- 
rios artículos  de  esta  Enciclopedia.  Véase  ab- 
domen, DIGESTION,  INTESTINO,  BtC,  CtC. 

TRIPAS  DE  MAR.  [llisloria  natural.)  Som- 
bre vulgar  con  que  suelen  designarse  algunas 
especies  de  anuélidos  (ubicólas. 

TRIPOLI,  (regencia  de)  [Geografía  ¿histo- 
ria.) La  regencia  de  Trípoli  conlina  al  N.  con 
el  Mediterráneo,  al  S.  con  el  Sahara,  al  E,  con 
el  Egipto  y  al  0.  con  Túnez;  comprende  el  pais 
de  Trípoli  la  meseta  de  Burlcah  y  el  Fczzan.  Su 
población  se  calcula  en  2  000,000  de  lialiilun- 
¡es,  casi  todos  moros  y  berberiscos.  El  gobier- 
no está  á  cargo  de  un  bey  sometido  á  la  Puer- 
ta. El  ejército,  compuesto  de  3,000  hombres 
en  tiempo  de  paz,  puede  calcularse  en  tiempo 
de  guerra  eu  10,000  soldados  de  caballería  y 
40,000  infantes. 

•  Se  divide  la  regencia  en  tres  provincias 
(Trípoli,  Mectirallu  y  Barkah).  Hay  en  ella  moa- 
tañas  muy  elevadas,  carece  de  corneóles  do 
agua  considerables  y  ahnuda  en  llanuras  ári- 
das y  arenosas.  Su  clima  es  muy  caluroso,  y 
el  suelo  produce  muy  buenos  dátiles  y  otras 
frutas  delicadas,  azafrán,  vinos,  olivos,  algo- 
don,  afamadas  rubias,  algarrobas,  ele.  Entre 
loá  animales  de  carga  merecen  citarse  los  ca- 
ballos y  muías  de  este  pais,  que  tienen  una 
fuerza  estraordinaria,  y  entre  las'  Meras,  fas 
hienas,  jacales,  leones,  ele.  Sus  arenas  coulíe- 
nen  granos  de  oro  y  abunda  el  terreno  eu 
minas  de  azufre  y  canteras  de  yeso  y  piedras 
de  construcción.  Su  industria  consiste  eu  la 
fabricación  de  hermosos  -tapices,  camelotes, 
curtidos  de  pieles,  etc.  Hace  un  comercio  muy 
activo  de  esporiaeion  de  los  artículos  siguien- 
tes: sen,  rubia,  sosa,  pieles  preparadas  o  sía 
preparar,  plumas  de  avestruz,  oro  en  polvo, 


TltlPOLl — TROGLODITA 


S78 


marlll,  dátiles,  etc.,  y  de  importación  de  pa- 
lios, especiería,  articules  de  seda,  licores, 
¡¡ierro,  quincallería,  pólvora,  armas  y  made- 
ros de  construcción.  Las  ciencias  y  la  literatu- 
ra son  muy  poco  conocidas',  á  pesar  de  que  el 
inte  que  se  habla  en  Trípoli  pasa  por  ser 
mas  puro  que  el  de  los  demás  estados  Berbe- 
riscos. 

las  ciudades  mas  importantes  de  la  re- 
gencia de  Trípoli  son:  Trípoli,  residencia  del 
[ot;  cu  el  Barkali,  Denyhasy  y  Grennah,  la 
antigua  Cirene,  y  en  las  oasis  del  Fezzan, 
Mosenourk,  gran  mercado  del  Africa  del  Norte. 

El  territorio  de  la  regencia  de  Trípoli,  lia* 
mudo  por  los  antiguos  región  Tripolitana,  fué 
dividido  en  un  principio  entre  GArtagO  y  Cirene; 
formó  después  parte  de!  Africa  romana  (dióce- 
sis del  Africa  en  tiempo  de  Honorio!,  cayó  en, 
poder  de  los  vándalos,  después  del  año  43G, 
volvió  á  pertenecer  á  los  griegos  (&34)  en 
tiempo  de  Justiniano  ,  se  apoderaron  de  ella 
los  árabes  por  el  año  C70,  ha  correspondido 
sativamente  á  los  Aglabilas,  Zeirilas  y  FatJ- 
milas,  etc.;  fue  conquistada  por  Cirios  V  que 
la  abandonó  á  los  caballeros  de  Malta;  pero 
Simia  y  Uragut  volvieron  á  adquirirla  y  forma- 
ron de  ella  una  provincia  del  imperio,  otoma- 
no en  tiempo  de  Solimán  II  ( 1 556).  En  1714 
Hainct  liey,  llamado  el  Grande,  baja  entonces, 
sacudió  el  yugo  de  la  Puerta,  é  hizo  que  reca- 
yese la  dignidad  real  hereditaria  en  su  fami- 
lia, la  cual  se  ha  mantenido  siempre  en  el  po- 
der. Posteriormente  se  han  suscitado  multitud 
de  cuestiones  que  han  producido  revoluciones 
cu  palacio.  En  la  actualidad  el  bey,  es  vasallo 
de  la  Puerta. 

TRISAS.  [Historia  natural.)  Nombre  con 
i|ue  se  designan  en  algunas  partes  los  sá 
ítalos. 

TRITON.  ¡Historia  natural)  Género  de 
reptiles  batracios  de  la  familia  de  los  urode- 
los;  liejíen  la  cola  comprimida  lateralmente  y 
nunca  salen  del  agua.  Son  los  vertebrados  que 
nías  fácilmente  reparan  sus  mutilaciones.  Se 
conocen  generalmente  con  el  nombre  de  so- 
hmandr'as  acuáticas,  y  la  especie  mas  común 
en  nuestro  pais  es  la  salamandra  jaspeada 
'frilon  gesmri]. 

TRITONES.  (Historia  natural.)  Género  de 
moluscos  gasterópodos  del  órden  de  los  pec- 
tiniliranquios  y  de  la  familia  de  los  buccinoi- 
deos,  cuyos  caracteres  son;  los  rodetes  ó  vari- 
ces de  las  conchas  no  están  dispuestos  en  lí- 
neas continuas,  y  son  poco  espinosos  y  des- 
arrollados"; el  opérculo  no  es  muy  grueso  y  la 
concha  algo  mas  prolongada  que  en4os  géne- 
ros inmediatos.  La  especie  mas  conocida  es  el 
tritón  esmaltado  (murex  tritonis  de  L.)  lla- 
mado también  concfw  de  tritón  y  trompa  ma- 
rina. Algunas  especies  de  este  género  dan  un 
hórrido  amarillo  verdoso  que  al  contacto  del 
aire  toma  un  color  de  púrpura  intenso  con  el 
,  (l«e  se  teñían  en  la  antigüedad  los  tejidos  des- 
tinados á  los  monarcas  y  sacerdotes. 

'.¿206    BIULIOT1SCA  rOPULAU. 


THITON1A.  [Historia  natural.)  Género  de 
moluscos  gasterópodos  nudibranqu ios  que  tie- 
nen las  branquias  á  lo  largo  de  los  lados  del 
dorso  en  forma  de  arholitos.  La  mayor  especie 
que  se  conoce  es  la  tritonia  hombergtt  de 
C  u  v .  q  ue  se  encuentra  en  eL  canal  de  la  Mancha . 

TRIUNVIROS.  Nombre  dado  á  tres  magis- 
trados soberanos  da  la  república  romana,  lia 
habido  dos  famosos  triunviratos:  el  de  César, 
l'ompeyo  y  Craso,  sesenta  años  antes  de  Je- 
sucristo, asociación  secreta,  ilegal,  de  tres 
ciudadanos  pqderosos  que  querían  dominar  et 
listado,  y  el  de  Octavio,  llamado,  después  Au- 
gusto, Marco  Antonio  y  Lépido,  que  se  formó 
después  del  asesinato  de  César.  Un  tribuno  lla- 
mado Ticio,  propuso  solemnemente  que  esos 
tres  ciudadanos  estuviesen  revestidos  con  un 
poder  estraordinario,  superior  al  de  todos  los 
magistrados,  con  el  nombre  de  tríumviri  cons- 
tituendw  reipublkce,  moción  que  fué  sancio- 
nada por  el  pueblo  y  convertida  en  ley  Ticia-. 
Este  último  triunvirato  fué  la  tumba  de  la  li- 
bertad romana. 

TROCOIDES.  [Historia  natural.)  FamiEá  de 
moluscos  gasterópodos  pectinihrancruios,  que 
tienen  la  concha  arrollada  en  espiral  con  aber- 
tura entera;  opérculo  ú  otro  órgano  que  lo 
reemplaza,  sin  sifón  ni  conducto  alguno.  Com- 
prende los  géneros  iroco  ó  peonza  [trochus], 
trompo  [turbo],  paludina,  litorina  [littorina), 
mondonte,  fasianela,  am¡iularia,  tnelania, 
acleon,  piramidal,  juntiña  (janthina),  y 
nerita, 

TflOCOS.  [Historia  natural.) ,  Los  traeos  ó 
peonzas,  cuyo  nombre  se  deriva  de  la  seme- 
janza que  tienen  con  este  juguete,  es  un  géne- 
ro de  moluscos  gasterópodos  peclinlbranquios 
de  la  familia  de  los  trocoides.  Tienen  la  aber- 
tura de  su  concha  mas  ó  menos  angulosa.  Las 
especies  mas  comunes  en  nuestros  mares  son 
el  Ir ochus  magus,  cinerarius  y  ayglutinans. 
Esta  ultima  se  llama  también  prendera  ó  al- 
bañila  porque  pega  é  incorpora  á  su  concha  á 
mecida  que  crece,  todos  los  cuerpos  estrados 
que  encuentra. 

TROGLODITA.  [Historia  natural.)  Antigua- 
mente' se  daba  este  nombre  á  una  raza  de 
hombres  que  probablemente  no  eran  mas  que 
una  especie  de  monos  del  género  cinocéfalo. 
En  ta  actualidad  sirve  para  designar  una  espe- 
cie de  monos  catarrinos  del  género  orang 
¡pilhecus),  y  que  se  llama  también  pongo,  jo- 
có y  chimpansé  [simia  trogloditas  de  Lineo). 
Es  el  mono  que  mas  se  acerca  al  hombre  por 
sus  proporciones  generales,  y  no  decimos 
también  por  sus  cualidades  morales,  porque 
hay  un  abismo  entre  el  desarrollo  intelectual 
del  uno  y  el  del  otro,  sin  embargo,  el  chim- 
pansé es  seguramente  uno  de  los  animales  de 
disposición  intelectual  mas  notable.  La  longi- 
tud de  sus  brazos  no  es  tanta  como  en-  los 
otros  monos,  y  en  sus  piernas  se  ve  una  es- 
pecie do  pantorrillas  formadas  por  los  mis- 
mos músculos  (¡ue  las  del  hombre.  Los  dedos 
T.    X5JUII.  37 


TROGLODITA— TROPICO 


de  los  pies  y  !ae  manos  dañen  las  mismas  di- 
mensiones relativas  que  en  aquel  y  sus  uñas 
son  piañas.  Por'  la  organización  de  sus  pies 
puede  el  eliimpansé  mantenerse  de*  pie  sin 
mucha  incomodidad  y  por  mucho  mas  tiempo 
que  ¡os  demás  monos,  y  apoyados  en  un  palo 
pueden  andar  largo  trecho.'  Su  cuerpo  está 
cubierto  de  peio  menos  ei  rostro,  las  orejas  y 
las  palmas  de  las  manos,  siendo  muy  allnn- 
danle  en  el  dorso,  hombros  y  piernas;  en  ef 
antebrazo  se  dirige  el  pelo  Inicia  el  codo,  üi- 
,cho  pelo  en  general  es  negro;  sin  embargo, 
se  encuentra  alguno  que  otro  blanco  al  rede- 
dor del  ano.  Las  callosidades  isqniáticas,  aun- 
que existen,  son  poco  pronunciadas: 

El  troglodita  habita  en  Africa  en  las  sel- 
vas intertropicales  de!  Congo,  Loango,  Ango- 
la y  Guinea.  Algunos  sabios  piensan  que  Hu- 
bieron de  ser  trogloditas  las  gorilas  que  mató 
Hanuon,  33C  años  antes"  de  nuestra  era,  cuando 
este  atrevido  navegante  se  acerco  á  las  partes 
tropicales  de  la  cosía  de  Africa.  El  cartaginés 
pensaba  que  eran  mugeres  salvages  y  trajo 
pieles  de  ellas  que  los  romanos  hallaron  toda- 
vía colgadas  en  un  templo  de  Juno  cuando  se 
apoderaron  de  Cartago.  Al  principio  del  si- 
glo XVII  unos  comerciantes  holandeses  traje- 
ron una  mona  de  osla  especie  que  regalaron 
viva  al  estatuder  Federico  Enrique,  principe 
de  Orange;  apenas  tenia  el  tamaño  de  un  niño 
de  tres  años.  Hace  pocos  años  habia  un  tro- 
glodita jóVen  en  el  jardín  de  Plañías  de  París; 
el  rigor  de  aquel  clima  le  hizo  perecer.  An- 
tes de  morir  se  puso  sumamente  triste  y  se 
hizo  mas  exigente  y  caprichoso.  Al  principio 
era  cariñoso  eu  estremo  para  con  el  hombre 
que  le  cuidaba,  y  tanto  que  éste  no  podía  so- 
pararse  de  él  un  momento,  sino  que- tenia  que 
llevarle  todo  el  dia  al  hombro,  y  aun  tenia 
que  acostarse  junto  á  él. 

Pero  esta  dulzura  y  su  disposición  á  do- 
mesticarse desaparecen  con  la  edad;  se  hacen 
obstinados  y  malévolos,  y  cuando  se  irritan 
su  furor,  junto  con  una  fuerza  muscular  es- 
traordinaria,  los  convierte  en  animales  verdar 
deramente  terribles. 

Según  algunos  navegantes,  los  eliimpansés, 
cogidos  pequeños  pueden  domesticarse  de  tal 
modo  que  aprenden  á  sentarse  a  la  mesa  co- 
mo lo  haria  un  hombre,  á  mancjarel  cuchillo, 
la  .cuchara  y  el  tenedor,  servir  á  la  mesa  pri- 
morosamente y  saludar  y  despedir  á  las  vis!-, 
tas.  También,  adquieren  fácilmente  los  malos 
hábitos  del  hombre  .civilizado  y  sobre  iodo  la 
afición  á  los  licores  espirituosos.  Comen  de 
todo  y  -con  preferencia  los  dulces. 

Hay  quien  asegura  que  estos  monos  son 
sumamente  modestos  y  pudorosos,  que  no  es 
poco  decir;  eu  cambio  hay  quien  alirme  que 
son  en  sslremo  lascivos,  y  se  cuenta  que  mas 
de  una  vez  han  robado  negras  que  se  lian  lle- 
vado á  sus  bosques,  y  por  cierto  que  una  de 
ellas  que  permaneció  tres  años  entre  los  tro- 
gloditas, al  volver  con  los  suyos  contaba  que 


habla  sido  mny  obsequiada  y  que  hasla  le  ha- 
bían 'construido  una  chozado  foiíage  para boj- 
jtádttlft  difcnameüíe;  es  muy  posible  que  |j¡ 
¡  negros  sus  hermanos  no  hubiesen  hec-lie  oifo 
lanío.  Un  negrillo  de  Baltel,  robijdci  pgf  mi 
cliniipaiisé  vivió  un  mes  eu  los  bosques  en 
compañía  de  su  raptor,  sin  que  los  demás  mo- 
nos le  hiciesen  ningún  daño. 

Lo  que  nosotros  croemos  es  que  hay  ¡roj. 
dio  que  estudiar  en  los  trogloditas,  lanío  res- 
pecto  desús  hábitos  córaosle  su  organización 
para  conocerlos  perfectamente  y  clasiücavlos 
como  es  debido,  pues  se  nolan  alguaas  dife- 
rencias qué'ya  han  dado  motivo  á  sospechar 
que  existe  mas  de  una  especie.' 

También  se  ha  dado  el  nombre  de  troglo- 
dila  A  un  género  de  aves  del  orden  délos  'pa- 
seros y  de  la  familia  de  los  dentiroslres,  y  cu- 
vos  caractéres  son:  pico  (¡no,  aleonado,  recio 
ó  algo  encorvado,  puntiagudo  y  con  las  man- 
díbulas ig-iiales;  las  ventanas  de  la  nariz  oís- 
ladas  y  cubiertas  por  una  membrana;  tarsos 
largos,  delgados  y  escamosos;  alas  cufias, 
cóncavas  y  redondeadas,  con  la  terceto  y  I» 
cimrla  remera,  que  son  las  mas  tai-gas  (le  lu- 
das, y  la  cola  corta  é  igual  ó  redondeada. 

Son  pájaros  vivos  y  en  estremo  condados 
y  alegres;  durante  el  buen  tiempo  viven  en 
los  bosques  húmedos  y  sombríos,  pero  en  el 
invierno  se  acercan  á  los  lugares  habitados; 
son  insectívoros;  su  canto  es  dulce,  estenso  y 
armonioso.  Ponen  de  seis  á  ocho  huevos  blan- 
cos y  salpicados  de  manchitas  pardas  ó  roji- 
zas. Las  especies  que  habitan- en  las  regiones 
boreales  emigran  en  otoño  y  no  vuelven  basta 
la  primavera. 

La  especie  que  ha  servido  de  tipo  se-en- 
cuenlra  cu  toda  Europa  hasta  el  circulo  ártico, 
y  el  troglodita  común  (troglodytes  europeas 
de  G.  Cuvier),  á  que  en  algunas  partes  dan 
impropiamente  el  nombre  de  reyezuelo. 

TROMBA  MARISA.  (Véase  masca). 

TROMPETERO.  (Historia  natural),  Nombre 
dado  á  los  ílstularios,  peces  óseos  aeaiitüpte- 
rigios,  á  causa  de  la  prolongación  do  su  ra- 
heza, y  á  los  del  género  zanclus  de  los  escaa- 
mipennes,  por  el  contorno  circular  de  su  cuer- 
po y  otras  particularidades  de  su  forma. 

TROMPO  [Historia  natural.)  (¡enero  de 
moluscos  gasterópodos  pectinibranquios  de  la 
familia  de  los  trocoides,  que  tienen  la  abertu- 
ra de  la  concha  perfectamente  redonda.  Se  co- 
nocen cerca  de  ochenta  especies,  de, las  cuales 
pertenecen  á  nuestro  país  los  turbo  pica  y  ra- 
gosus. 

'INOPIAS.  (Historia  natural.)  Género  de 
aves  del  órden  de  los  paseres ,  familia  de  los 
con  i  rastres. 

,  TRÓPICO.  Del'  griego  trepó  (yo  regreso), 
nombre  dado  por  los  astrónomos  griegos  á  los 
dos  circuios  mas  distantes  del  ecuador  que  el 
sol  parece  alcanzar  en  su  revolución  apareóle 
alrededor  de  la  tierra.  Eu  la  época  en  q'io 
los  egipcios  establecieron  su  zodiaco,  ambos 


m 


TROPICO-I  RUYES 


683 


punios  eran  indicados  por  las  constelaciones 
del  cáncer  y  del  Capricornio,  q.ue  (lisian  hoy 
unos  30  ¡irados  (le  su  antigua  posición.  Sili 
embargo,  se  han  conservarlo  las  antiguas  de- 
UoiljHiSffioítES:  El  LWpiCÍO  de  GáBíi'ei'  es  el  del 
Jtorié,  y  tí  de  Capricornio  se  halla  en  el  hemis- 
ferio meridional.  Uno  y  otro  (lisian  del  ecua- 
iorn",  '-'8'  30",  y  enlre  si  43°  SI '.  Etf  las 
esferas  se  indican  los  trópicos  por  medio  de 
ilnsi'jiTiilos  mínimos.  Todas  las  regiones  co- 
locadas entre  los  trópicos  en  el  globo  terrestre 
Iüiii  recibido  la  denominación  de  regiones  tro- 
¡íieaks  é  intertropicales.  Al  SI  domina  la  na- 
innileaa  vegetal  en  sus  mas  grandes  manifes- 
taciones, Allí  aparece  el' sol  en  todo  sn  es- 
pléndory  derrama  sobre  la  tierra  torrentes  de 
una  luz  desconocida  para  nosotros. 

TRCII'OS.  (V.  METAFORA), 

TROVADOR.  {Literatura.)  La  voz  trovador, 
derivada  del  verbo  Lrouver  (inventar)  sirvió 
en  la  edad  media  para  designar  á  los  poelas 
provcnzales.  «Los  poetas  de  i'rovcuza,  dice 
Esteban  l'afcquier  en  stis  Recherche  sur  la 
Frailea,  se  llamaron  trovadores  por  haber  in- 
ventado difereules  formas  de  composiciones 
poéticas,  como  los  sonetos,  pastorales,  can- 
ciones, sirventerios,  etc.» 

La  mayor  parle  de  los  eruditos  (pie  lian 
consagrado  sus  tarcas  ó  la  historia  de  la  lite-' 
ralora  provenzal,  han  sostenido  la  opinión  de 
'que  el  condado  de  Trovenzu  füé  la  parle  de  la 
Francia  Meridional  donde  primero  y  en  mayor 
número  florecieron  los  trovadores;  pero  otros, 
y  entre  ellos  el  conde  de  Yaudrevil,  en  so  Ta- 
bican de  moeurs  francaises  au  tempí  de  la 
ttoftíertif,  opinan  rpie  los  primeros  poetas 
provenzaics  Rieron  limosines,  que  irías  larde 
los  hubo  en  ell'erigord,  en  el  Bajo  y  en  e!  Alto 
tanguedoc;  y  que  por  último  comenzaron  á 
brillar  en  la  Provenza. 

En  el  siglo  XI,  época  en  que  ya  había  en 
Provenza  poetas  distinguidos,  muchos  de  ellos 
dejaron  las  provincias  meridionales  de  la  Fran- 
cia para  brillar  y  recoger  larga  cosecha  fe 
aplausos  en  diferentes  corles  de  Europa,  don- 
de despertaron  el. amor  á  las  letras  y  la  afición 
¡i  la  pocsta,  hasta  el  punto  ele  tener  por  ímila- 
ilores  soberanos  de  los  mas  poderosos  y  prín- 
cipes esclarecidos. 

Ron  alguna  razón  puede  decirse  que  los 
llevadores  fueron  los  padres  do  la  moderna 
poesía.  Mr.  lUiynniinrd,  hablando  de  ellos  en 
mía  obra  que  dio  á  luz  á  principios  de  este 
'siglo,  señala  la  originalidad,  como  una  (lelas 
cualidades  características  de  sus  composicio- 
nes. He  aqni  io  que  sobre  éste  punto  dice: 
«Aunque  en  las  composiciones  de  estos  poe- 
tas se  encueiilcan  muchas  alusiones  y  rasgos 
«c  imitación  que  prueban  no  haberles  sido  riel 
todo  desconocidas  las  grandes  obras  de  la  lité- 
ratutu  griega  y  de  la  fatiiíá,  es  indudable  que 
s"  gasto  no  estaba  bastantemente  formado  ni 
ejercitado  para  admirar  con  utilidad  y  repro- 
ducir con  feliií  éxito  las  bellezas  délos  puelas 


romanos  y  helenos^  La  nueva  literatura  nada 
tomó  de  los  antiguos.  Tuvo  medios  muy  dis- 
tintos, formas  originales,  color  propio  y  ta 
espíritu  que  leerá  peculiar.  La  ignorancia  que 
tan  general  era  en  la  edad  medía  ,  y  la  falta 
de  estudios,  dejaron  á  los.  trovadores  bajo  lá 
inlhscueia'de  las  ideas  religiosas,  de  las 'eos- 
lumbres  caballerescas,  de  los  hábitos  y  hasta 
de  las  preocupaciones  de  aquel  tiempo,  y  pre- 
dominando en  ellos  su  carácter  propia  y  el  de 
M  nación,  les  fué  menos  difícil  inventar  un 
género  particular  que  tener  por  modelos  á  ios 
antiguos.» 

Distinguióse,  pues,  la  literatura  proveDzal 
por  su  carácter  de  originalidad ,  asi  en  el  fondo 
como  en  la  forma,  cabiendo  por  tanto  á  los 
trovadores  la  no  pequeña  gloria  de  haber  crea- 
do un  nuevo  género,  que  vino  á  ser  para  una 
gran  parle  de  Europa  modelo  de  las  bellezas 
de  espresion  y  de  sentimiento. 

El  amor  l'ué  por  lo  general  el  objeto  predi- 
lecto de  los  cantos  de  los  trovadores;  mas  no 
por  eso.  dejaron  de  ejercitar  su  ingenio  en 
asunto  de  otra  especie.  Algunas  veces,  movi- 
dos por  el  espíritu  religioso  que  armaba  á  los 
cruzados  contra  los  inflóles,  procuraban  enar- 
decer el  corazón  de  Sos  principes  y  despertar 
el  entusiasmo  de  los  pueblos  para  que  fuesen 
á  combatir  en  Palestina,  Otras  consagraban 
sus  versos  á  las  alabanzas  de  los  héroes,  y  no 
dejó  de  babor  muchos  que  en  sus  composicio- 
nes denunciaran  los  vicios  del  vulgo,  los  des- 
ordenes de  la  nobleza  y  la  injusticia  de  los 
reyes. 

No  deben  confundirse  los  trovadores  con 
otra  clase  de  poetas  que  también  florecieron 
en  Frauda  por  aquellos  tiempos  y  fueron  co- 
nocidos con  el  nombre  de  trouvere.  Estos 
eran  los  poetas  del  fforte  y  aquellos  los  del 
Mediodía.  La  lengua  de  que  usaban  en  sus 
composiciones  era  diferente,  asi  como  su  es- 
píritu, y  aunque  no  falta  quien  sostenga  que 
en  el  Norte  do  Franela  suelen  ser  mas  gene- 
rales en  los  hombres  las  grandes  dotes  para 
la  poesiil,  es  lo  cierto  que  los  truveres  no 
llegaron  á  la  altñrh  que  los  trovadores. 

TROVES.  [Geografía  é  historia.)  Tricasses, 
Treces,  Au  gustaban  a  Tricassium,  antigua 
capital  de  ia  Champaña,  hoy  cabeza  del  de- 
partamento del  Áube  en  Francia,  con  23,749 
habitantes.  El  origen  de  esta. ciudad  se  re- 
monta al  tiempo  de  los  romanos;  fué  quema- 
da por  los  normandos  en  8S6-¡  y  en  el  siglo 
siguiente  sostuvo  nn  largo  silio  contra  sn 
obispo  Anscgise.  En  t '22  ti  fue  sitiado  en  ella 
el  conde  Tibaldo  IV  por  los  señores  que  que- 
rían quitar  la  regencia  á  la  reina  Blanca:  fué 
socorrido  por  San  Luis  en  persona,  que  á 
pesar  de  no  contar  todavía  mas  que  catorce 
años  de  edad;  hacia  entonces  su  primera 
campaña.  El  dttq'Üe  de  llorgoña  tomó  á  Troves 
en  t*T5,  é  Isabel  de  Eaviera  tlrmó  en  dicha 
ciudad  el  año.  de  1420,  durante  la  demencia 
de  Carlos  VI,  el  vergonzoso  tratado  «Jue  en- 


583 


TROTES— TRUFA. 


fregó  el  trono  de  Francia  al  rey  de  Inglaterra 
Enrique  Y.  Ésta  ciudad  fué  sitiada  éti,  1429 
por  Jnana  de  Arco,  que  !a  obligó  á  someterse 
á  Carlos  VII.  Mas  adelante  en  el  reinado  de 
Francisco  I  fué  incendiada  por  el  ejército  de 
Carlos  V-  Padeció  mucho  durante  las  guerras 
de  religión,  y  fué  la  primera  ciudad  donde  se 
firmó  la  asociación  llamada  la  Santa  Liga,  y, 
sin  embargo,  fué  también  una  de  las  primeras 
que  se  sometieron  á  Enrique  IY,'  después  de 
su  abjuración;  este  principe  hizo  su  entrada 
solemne  en  Troyes,  el  30  de  mayo  de  1595. 
Luis  XYI  desterró  á  esla  población  al  parla- 
mento de  París  en  1787.  Los  aliados  se  apo- 
deraron de  ella  por  primera  vez  en  I&14, 
siendo  después  teatro  de  sangrientos  comba- 
tes entre  estos  y  los  franceses. 

Es  patria  de  Tibaldo  IV,  conde  de  Cham- 
paña; del  papa  Urbano  IY;  de  Juvenal  de  los 
Ursinos;  de  P.  Comestor,  de  Juan  Passerat; 
de  Francisco  Girardon,  de  Pedro  Mignard,  de 
Mateo  Molé ,  de  los  dos  Pithoú,  de  Gros- 
\  ley,  etc. 

Es  sede  de  un  obispado  y  tiene  juzgado 
de  primera  instancia,  tribunal,  de  comercio, 
colegio  monumental,  fortificaciones,  hermosa 
catedral  llamada  de  San  Pedro,  en  la  que  hay 
una  torre  de  196  pies  de  elevación;  palacio 
episcopal,  casa  de  ayuntamiento,  prefectura, 
muy  buen  paseo,  conocido  con, el  nombre  de 
Mail,  calles  angostas  y  tortuosas,  muchas  ca- 
sas de  madera,  sociedad  de  agricultura;  artes 
y  ciencias,  biblioteca  pública  y  escuela  espe- 
cial de  comercio.  Su  industria  es  bástanle  ac- 
tiva y  consiste  en  fabricas  de  gorras,  guantes, 
etcétera,  de  telas  de  algodón,  de  las  llama- 
das de  Rúan,  paños  y  bombad  y  en  construc- 
ción de  aperos  de  labor;  en  ellas  se  elaboran 
escelentes  embutidos,  etc. 

El  departamento  de  froyes  tiene  nueve 
cantones  iAix-en-Othe,  Bouilly,  Eroy,  Estissaoi 
Lusigny,'  Pissey-Luxembnrgo  y  Troyes  que 
equivale  átres)  121  pueblos  y  90,923  habi- 
tantes. 

TRUCHA.  [Historia  natural.)  Género  de 
peces  óseos  del  Orden  de  los  malacopterigios 
abdominales  y  de  la  familia  de  los  salmóneos 
y  cuyo  carácter  distintivo  es  tener  en  el 
cuerpo  del  Yomer  dos  filas  de  dientes.  Las 
especies  mas  conocidas  son  la  trucha  común 
(salar ausonii  de  Val)  y  fatrúcha  feroz  [s.  fe- 
roz de  Jardine). 

TRUCHUELA.  (Historia  natural.)  Nombre 
que  suele  darse  al  merlán  amarillo  (gadus 
polackius  de  Lin.)  del  género  merlango  y  de 
la  familia  de  los  gadoides. 

TRUFA.  Variedad  sumamente  notable  d.o  la 
especie  criadilla  efe  tierra.  (Yéaseesta  voz). 

En  la  parte  mas  meridional  del  departa- 
mento francés  de  los  bajos  Alpes,  y  en  los 
territorios  de  Yaíénsole,  Itiez ,  Montagnac, 
Allemagne,  Grionlis  y  otros,  existen  unos  en- 
cinares, en  los  cuales  crecen  también  algunos 
arbustos  resinosos  de  la.  especie  délos  ene- 


bros. En  estos  bosques  se  hace  la  recolección 
de  las  trufas,  de  las  cuales  es  raro  que  no  se 
encuentren  depósitos  al  pie  de  aquellos  u\n¡, 
tos,  en  el  recinto  de  la  sombra  que  punten 
ellos  proyectar;  de  manera  que  es  ya  ¡¡]c¡l 
generalmente  admitida,  la  deque  esta  circuns- 
tancia ejerce  cierta  inlliioncia  en  aquella  pro- 
ducción: pruébase  ademas  este  hecbo  por  el 
de  que,  muerto,  ó  derribado  un  árbol  desupa- 
recen  de  allí  las  trufas?  las  cuales  se  repruihi- 
een  desde  el  momento  en  que  vuelve  el  árbol 
á  brotar,  á  desarrollarse,  y  á  cubrir  la  tierra 
con  su  sombra.  De  estas  observaciones  resalla 
que  las  trufas  no  pueden  producirse  sino  por 
efecto  de  la  influencia  que  en  ellas'  ejercen 
los  árboles  á  cuyo  alrededor  nacen.  Cero  como 
un  mismo  bosque  no  es  igualmente  favorjMc 
al  desarrollo  de  las  trufas,  la  proximidad  de 
cualquier  especie  de  árbol,  por  mas  (plagia 
que  pueda  haber  entre  una  y  otra  clase  Je 
tierra,  otra  cesa  desconocida  para  nosolros 
hay  que  favorece  el  desarrollo  de  los  liibór- 
culos.  Prescindiendo  por  ahora  de  esta  cans» 
determinante,  que  acaso  algún  dia  lleguen 
los  hombres  á  descubrir,  busquemos  rj ue  es- 
pecio  de  influencia  pueden  ejercer,  en  el  des- 
arrolló' de  las  trufas,  los  árboies  á  cuya 
proximidad  nacen  ellas. 

Iláse  observado  que  á  su  producción  ¿os 
en  eslremo  favorables  los  años  lluviosos  di 
primavera  y  á  fines  de  verano,  en  agosto  prin- 
cipalmente. Considerando  ahora  de  que  mniir- 
ra  puede  la  humedad  influir  en  la  vegetación, 
tal  vez  lleguemos  á  conocer  la  acción,  que  cii 
la  producción  de  las  trufas  ejercen  los  arte- 
les. Estos,  en -efecto,  lo  mismo  que  lodo  lo 
que  en  la  tierra  vegela,  gana  mucho  cuaudu 
al  calor  viene  en  primavera  á  unirse  ála  Inani- 
dad. Si  espucstos  al  benéfico  influjo  de  la  at- 
mósfera,, toman  entonces  las  ramas  de  aque- 
llos árboles  un  desarrollo  mayor,  las  rnitts 
que,  destinadas  A  mantenerlas,  penetran  rn 
tierra,  se  estienden  en  la  misma  proporción. 
Considerando  ademas,  que  las  ramas  tienen 
una  relación  directa  con  las  raices,  las  cuales 
mueren  en  cuanto  se  corlan  las  ramas  que  lis 
alimentan,  al  mismo  tiempo  que  cesa  la  jiro- 
duccion  de  trufas  correspondiente  á  las  raps 
que  se  cortan,  se  vendrá  en  conocimiento  ó  cu 
vehementes  sospechas  de  que  á  las-  trufas  den 
origen  las  raices  de  los  árboles  en  rededor  Je 
tas  cuales  se  producen  ;  y  esta  producción, 
volvemos  á  decir ,  cesa  enteramente,  hjcgt 
I  .que  todas  las  plantas,  semejantes  á  los  órjra- 
¡  nos  de  la  circulación  eu  los  animales,  tienen 
un  pimío  céntrico  deTcuriion,  que  es  el  cue- 
llo del  árbol,  el  cual  constituye  el  paso  de  las 
raices  al  lallo;  y  estas-  raices  dividiéndose  y 
)  alejándose  del  tronco,  terminan  todas  ellas  en 
|  unos  íllameiitos  sumamente  sutiles,  destinad* 
á  chupar  de  la  tierra  los  jugos  alimenticios.  A 
ta  eslremidad  de  estos  filamentos  capilares  i 
imperceptibles  en  aquel  punto,  nacen  las  Ira- 
<  fas,  las  cuales  en  ninguna  manera  están  preo- 


TRUFA— TUL 


586 


i\iss  á  la  tierra  (aut  sattem  fllamcn(i)  como 
dice  Plinto. 

Cuantío  á  consecuencia  de  un  verano  llu- 
vioso, se  activa  la  vegetación  en  la  paVlC  ca- 
belluda de  las.  raices,  mnllipticanso  los  Illa- 
meatos  y  danse  las  trufas  con  mayor  abun- 
dancia. Por  analogía,  pues ,  podría  admitirse 
que  estas  deben  su  origen  á  ima  circunstancia 
idéntica  casi  á  la  que  en  la  hoja  de  algunas 
encinas  produce  cierta  escrecencia  de  que  re- 
sultan nueces  de  agalla,  es  decir  á  la  picadu- 
ra de  algún  insecto. 

En  el  territorio  de  los  Bajos  Alpes  se  co- 
nocen dos  especies  de  trufas;  una  que  se  re- 
coge en  verano  y  en  otoño;  es  blanca  en  el 
interior  y  sin  aroma.  I)c  esta  clase,  que;  es 
propiamente  hablando,  la  criadilla  de  tierra, 
hay  abundancia  en  muchas  partes  dr,  España. 
Otra,  la  verdadera,  que  se  recolecta  á  fines  de 
otoño,  en  invierno  y  en  primavera,  es  negra 
y  aromática.  Esta  es  mucho  mas  rara,  tiene 
por  patria,  ndemns  de  los  países  de  que  vamos 
hablando,  las  llanuras  de  l'crigord. 

Hay  quien  dice  que  estas  dos  variedades 
de  trufas  dehen  solo  al  intlujo  de  las  estaciones 
las  diferencias  que  las  caracterizan.  Esta  opi- 
nión es  errada  y  pruébalo,  como  dice  Mr.  B. 
Roberto,  que,  alrededor  de  tos  árboles  Cn  cuyas 
inmediaciones  nacen  trufas  blancas,  ó  sean 
criadillas  de  tierra,  no  nacen  por  lo  común 
trufas  negras,  ni  de  estas  en  los  parages  cu- 
biertos de  árboles  alrededor  de  los  cuales  cre- 
cen aquellas. 

La  trufa,  pues,  qué  llamaremos  criadilla  de 
tierra  negra,  y  que  es  muy  superior  á  las  de- 
mas  variedades  conocidas,  se  recolecta  única 
y  esclusivainente  en  algunos  territorios  de 
Francia.  Encontrarlas  es  difícil  para  el  que  de 
ello  no  tiene  costumbre,  pues,  para  ello  hay 
en  gran  parte  que  caminar  sin  guia,  cavando 
y  removiendo  la  tierra  con  nn  azadón  en  los 
parages  donde,  con  arreglo  á  la  indicación 
pe  ya  hemos  hecho,  so  cree  que  existen,  ó 
bien  examinando,  en  otoño  fínicamente,  y  al 
salir  el  sol  los  parages  en  que  se  reúnen  unas 
nubes  de  mosquitas  azules,  cuyas  larvas  vi- 
ven en  las  trufas,  sobre  las  cuates  hacen  es- 
tos insectos  por  depositar  sus  huevos. 

El  hombre,  cuya  olfato  es  menos  fino  que 
el  de  oíros  animales,  llama  á  estos  en  auxilio 
suyo.  El  cerdo,  que  es  animal  sumamente  afi- 
cionado á  las  trufas,  las  huele  de  lejos,  y  ho- 
zando, las  desentierra;  en  el  momento  en  que 
da  cou  ellas  revela  su  contento  con  un  gruñi- 
do, que  es  la  señai  qne  sirve  al  hombre,  para 
acudir  á  aprovecharse  del  hallazgo  del  animal. 
Al  cerdo,  por  varias  razones,  es  preferible  pa- 
ra este  objelo  el  perro;  pero  hay*  que  ense- 
narle, acostumbrándote  á  comer  trufas  mezcla- 
das eu  sopa,  y  enterrándole  esta  comida  á 
cierta  profundidad,  para- inducirlo  ¿buscarla. 
En  dos  ó  tres  meses  puede  dicho  animal  po- 
nerse completamente  al  corriente  de  esta  ope- 


ración, para  la  cual  es  tanto  mas  útil  cnanto 
que  no  come  tas  trufas. 

E/lns  tubérculos  se  conservan  bastante 
bien  fuera  de  lierra  durante  un  mes,  y  mas, 
sin  alterarse,  siempre  qne  no  estén  partidos, 
y  que  se  las  ponga  al  abrigo  de  la  humedad  y 
del  calor  escesivo,  en  tierra  ó  arena  ni  dema- 
siado húmeda  ni  demasiado  seca.  Cuando  se 
les  quiere  conservar  mas  tiempo,  conviene  6 
hacerlos  secar  al  horno,  cortados  en  ruedas 
muy  delgadas,  ó  bien  meterlos,  -después  de 
haberlos  medio-cocido,  en  manteca  de  cerdo 
ó  aceite  de  olivas. 

I,as  trufas  mas  estimadas  son,  como  ya  he- 
mos dicho,  las  de  ciertos  departamentos  de 
Francia,  y  en  particular  las  de  las  inmediacio- 
nes de  Angulema  y  de.  T'erigord.  Su  olor  es 
agradable,  y  su  sabor  halaga  el  palador  <ic  los 
gastrónomos;  las  i-ufas,  en  íin,  oscilan  el  ape- 
tito y  entran  como  condimento  en  una  porción 
de  platos  y  de  manjares  asi  calienles  como 
fiambres,  que  adquieren  por  esta  razón  un  alto 
precio,  y  vienen  por  tanto  á  ser  un  articulo 
de  lujo. 

Nuncn,  á  pesar  de  todo,  será  la  trufa  el  ali- 
mento del  hombre  sobrio  y  que  desee  conser- 
var su  salud;  el  tubérculo  de  que  vamos  ha- 
blando es  mal  sano,  es  indigesto,  produce  ir- 
ritación, alimenta  poco,  y  sirve  solo  para  rea- 
nimar el  apetito  en  los  momentos  en  que  la 
naturaleza  nos  manda  que  cesemos  de  comer. 

TÍÍDICOLAS.  {Historia  natural.)  Orden  de 
annélidos  sin  órganos  respiratorios  en  el  es- 
tremo anterior  del  cuerpo;  faltos  de  cabeza  y 
con  cerdas  para  la  locomorfion.  Los  géneros 
mas  notables  son  las  sérpulas  y  las  terebelas. 

TUBTJLIBnAKQÜIOS.  [Historia  natural.)  Or- 
den de  moluscos  gasterópodos  con  branquias 
ocultas  en  una  cavidad  dorsal  y  concha  en  for- 
ma de  tubo;  y  comprende  los  géneros  vérme- 
lo, magila  y  silicuario. 

TUCAS.  (Historia  natural.)  Género  de  aves 
del  orden  dé  las  zigodáctilas,  y  cuyo  pico  es 
casi  lan  largo  y  grueso  como  el  cuerpo,  lleno 
de  celdillas  interiormente,  encorvado  cn  su 
remale  y  dentellado  en  los  bordes;  lengua 
larga  y  angosta  con  barbillas  laterales  como 
de  pluma;  pies  cortos,  cola  larga  y  alas  me- 
dianas. Viven  en  los-paises  cálidos  de  Amé-  ' 
rica  y  !a  especie  mas  conocidaesel  rawphas- 
üis  tucanos  de  Lin. 

TllERGECljEl.LO.  {Historia  natural.)  Género 
de  aves  del  orden  de  las  zigodáctilas  y  que 
lienen  por  caractéres  tener  la  lengua  eslensi- 
ble  y  viscosa,  sin  espinas;  el  pico  largo,  fuer- 
te, puntiagudo,  rollizo  y  sin  aristas  y  la  cola 
cou  pennas  enteras.  La  especie  europea  yunx  - 
¡arquilla  de  Lin.  tiene  la  singular  facultad  de 
volver  la  cabeza  de  manera  que  el  cuello  que- 
da como  torcido. 

TUL.  (Tecnología.)  Esla  especie  de  lejido, 
á  su  salida  del  telar,  es  tal  como  lo  représenla 
la  fig.  1.a  (Artes  viecánicas.lám.  LSll).  Tie- 
ne á  consistir  en  unas  mallas  formadas  por 


587 


TUL 


tres  series  de  hebras  que  se  cruzan  unas  en 
otras  dando  origen  á  una  multitud  de  polígo- 
nos exactamente-semejanles.  La  fig..  1.a  se  lia 
presentado  en  escala  exagerada  para  que  pue- 
da verse  con  claridad  cí  cruzamiento  de  las 
hebras.  Fácil  es  distinguir  unas  que  se  diri- 
gen de  arriba  abajo,  otras  que  descienden  át- 
nuosamenlc  de  izquierda  á  derecha- y  otras  de 
derecha  á  izquierda.  La  primera  serie  es  la  ur- 
dimbre, y  las  dtras  dos  la  trama.  Estas  últimas 
«pie  se  cruzan  entré  las  primeras,  abrazan  á 
estas  pasando  alrededor  de  ellas  en  sentido 
contrario.  Los  hilos  de  da  urdimbre  siguen  la 
dirección  aa,  a'  a',  a"  a";  una  milad  de  los 
hilos  de  la  trama  marcha  según  bb,  y  otra  se- 
gún dd.  La  figura  manifiesta  claramente  por 
medio  dp  que  evolucic.es,  los  hilos  de  la  tra- 
ma llegan  desde  una  á  otra  orilla  del  tejido. 
Llegados  al  borde,  se  cruzan  Jos  veces  sobre 
el  último  hilo  de  la  urdimbre  y  luego  prosi- 
guen su  marcha  como  hilos  del  sistema  dife-, 
rente  á  que  pertenecían  en  la  vuelta  anterior. 

El  tul  se  fábrica  en  telares  muy  complica- 
dos para  que  podamos  dar  aqui  una  descrip- 
ción completa  de  él.  líos  limitaremos  á  indi- 
car sumariamente  su  principio,  esplicando  el 
juego  de  las  piezas  principales.  Estas  son  unos 
carretitos  planos,  representados  de  Trente  en 
la  fig.  4.a  y  de  lado  en  la  fig.  ñ.a;  contienen 
cada  uno  un  hilo  de  la  trama  y  se  Colocan  en 
una  pieza  G,  {fig.  3.a1  vista  de  lado  en  la  figu- 
ra 2.a,  para  lo  cual  está  abierta  como  se  ve 
en  la  fig.  3.a  Dicha  pieza  está  hueca  por  la 
parle  inferior,  para  poder  entrar  en  los  inter- 
valos de  la  barra  curva  representada  por  Jas 
figs.  G.a  y  7.a  Estas  tres  clases  de  piezas 
son  les  órganos  principales  del  telar  del  tul. 
Los  carroles  se  encuentran  en  las  piezas  G,  es- 
tas á  su  vez  eslán  prendidas  entre  dos  barras 
inclinadas  una  hacia  otra  y  muy  poco  distan- 
tes, pasando  entre  ellas  los  lulos  muy  estendi- 
dos de  la  urdimbre.  Las  piezas  G,  cuyo  número 
es  igual  al  deja  urdimbre  sun  llevadas  de  una 
¡Jarra  a  otra,  por  un  sistema  deimpulsadores 
animados  de  movimieulos  alternativos.  En  cada 
tiempo,  se  produce  un  íimvimiento  relativo  de 
la  anchura  de  una  malla,  entre  les  carretes  y 
la  urdimbre,  ijlie  hace  cruzar  la  trama  sobre 
esta  última;  pero  al  mismo  tiempo,  la  urdim- 
bre avanza  un  poco  para  dar  lugar  á  otro  cru- 
zamiento, formándose  asi  los  pequeños  polí- 
gonos. 

Teniendo  61  tejido  de  medias  alguna  analo- 
gía con  el  del  tul,  porque  es  Una  serie  de  ma- 
llas enlazadas  unas  en  ojras,  describiremos 
aqui  el  telar,  de  niediero.  Los  tejidos  de  ésla 
especie  son  muy  elásticos  y'por  consiguiente 
muy  á  propósito  para  acomodarse  á  las  formas 
de  lo  que  deben  cubrir.  Xo  admiten  estos  te- 
jidos otro  adorno  mas  que  el  calado  y  por  eso 
se  aplican  mas  bien  á  necesidades  reales  que  á 
objetos  de  lujo.  Se  hacen  sobre  ágnjasi  que- 
dan forma  curva  á  las  mallas  y  pueden  traba- 
jarse á  mano,  como  todos  sabemos, 


El  telar  de  medien)  se  funda  en  un  princi- 
pio muy  distinto  de  los  (pie  sirven  de  base  j 
oíros  telares,  incluso  lambien  el  del  luí. 

la  fig.  3.a  de  la  lám.  LXH  lo  presenta  en 
perspectiva. 

La  ventaja  de  esle  telar  consislc  en  pMbí 
hacer  de  un  sido  golpe  tnd?is'!as  fnÜUafc  (¡tic 
eslán  en  la  misma  li:tea;  liene  tin  fficoHvcnlBlU 
te  dé  poca  ¡nenia,  que  es  el  de  no  producir 
mas  que  snperticies  planas  que  después  sea- 
sen  para  lámar  la  forma  de  medias  ,  elásti- 
cas, etc.  En  estos  últimos  tiempos  se  trabaja 
ya.  en  ¡clares  que  producen  lasformas  circula- 
res, pero  todavía  están  poco  generalizados. 

La  máquina,  á  primera  vista,  parece  muy 
complicada;  pero  es  porque  tiene  muchas  pie- 
zas semejantes  destinadas  al  mismo  uso.  El 
principio  consiste  en  una  serie  de  agujas  «ac- 
lámente iguales,  cuya  forma  presentamos  tu 
la  fig.  9.a  [lám.  LXH).  Eslas  agujas  son  hori- 
zontales y  paralelas  en  un  misino  planu,  dis- 
tan unas  de  otras  igualmente  y  en  una  canti- 
dad que  varia  según  lo  claro  ó  tupido  oaesc 
desea  obtener  el  punto.  Pqr  uno  de  sos  rema- 
tes 11,  están  tijas  (fig.  9.a  lám.  III).  El  otro  re- 
ñíale, que  está  encorvado  sobre  el  cuerpo  de 
la  aguja,  es  bastante  eláslico  para  que  la  pun- 
ta ti,  pueda  aplicarse  sobre  la  aguja  ejercien- 
do una  presión  pequeña;  esto  se  hace  panqué 
el  hilo,  en  cierta  parle  del  trabajo  pueda  ser 
llevado  á  lo  bajo  de  la  aguja,  pasando  por  en- 
cima de  la  malla.  En  el  punto  G  hay  sobre  el 
cuerpo  de  la  aguja,  una  ranura  donde  pendra 
la  punta,  para' que  no  enganche  el  lulo,  t  re- 
presenta la  prensa  que  se  apoya  sobre  la  es- 
tremidad  de  la  aguja  para  cerrar  la  malla,  fi- 
tas agujas,  que  no  se  distinguen  muy  clara- 
mente en  la/irt/.  -S.3  [lám.  LXH),  lian  sido  ve- 
presentadas  eu  escala  mucho  mayor  en  las  10.* 
y  !  1.a:  en  la  primera  se  ha  dibujado  con  un 
trozo  ¿le  punto  Ríl,  y, en  la  segunda  están  co- 
locadas al  lado  de  las  demás  piezas  esenciales 
del  telar.  Las  piezas  hV  que  se  ven  entrera- 
da  una  de  ellas,  eu  la  fig.  1 1  son  las  plktiiiits 
dispneslas  para  oscilar  sobre  un  eje  horizon- 
tal y  destinadas  á  imprimir  al  hilo  una  forma 
undulada  SS,  representada  en  la  fig.  tO.  La  9." 
ofrece  esas  piezas  en  mayor  escala,  para  p 
se  comprenda  bien  su  forma.  H  es  el  eje  alre- 
dedor del  cual  oscilan.  í)  una  charnela/y  Sel 
gancho  que  cae  sobre  los  hilos  para  hacerlas 
(k^n-iider. 

Todas  las  platinas  no  están  dispuestas  lo 
mismo,  porque  las  hay  de  dos  especies,  a  sa- 
ber: fijas  y  abajadoras.  Alternan  unas  con 
otras  y  son  de  igual  forma.  Las  ¡jriínfiras  Se 
mueven  conda  pieza  lJ  que 'coniunica  con  (ta 
pedal,  las  oirás  entran  cu  movimiento  por  las 
piezas  horizontales  M,  cuyo  brazo  Fifí  'fig-  í';'! 
es  una  parte  de  ellas.  El  movimiento  ríe  oslas 
úllimas  les  os  comunicado,  por  la  cítenla  h 
cuando  se  trata  de  hacer  bajar  las  platinas  y 
por  la  pieza  q  cuando  por  el  contrario  han  de 
subir;  la  cuerda  tí  está  indicada  en  la  fig-  5. 


TUI.-TCLIPAN 


B90 


por  las  letras  y,  e,  f.  Da  una  vuelta  completa 
en  la  garganta  de  la  polea  U,  movida  por  ios 
Dedales  V,  Ü,  que  por  medio  de  dos  muelles 
vuelVeo  siempre  al  mismo  pirriio  de  particla, 
cuando  las  platinas  se  levantan.  Dicha  cuerda 
obra  sobre  estas  últimas  por  medio  de  la  guia 
V  \h.  1 1),  la  cual  al  avanzar  á  derecha  ó  iz- 
quierda, levanla  la  ostremidad  de  las  undula- 
ciones que  las  platinas  bajan.  Cuando  es  nece- 
sario que  suban,  un  tope  hiérela  csiremidad  q 
de  la  palanca  N,  la  cual  bajando  por  el  otro  la- 
Jo,  liacc  que  las  ondulaciones  desciendan  con 
lay  ¡afinas. 

Va  liemos  dicho  para  qué  sirven  estas; 
ahora  debemos  csplicar  porqué  las  hay  de  dos 
especies,  no  funcionando  del  mismo  modo.  Se 
traía  dcproducircon  el  hilo  las  ondulaciouesquc 
se  ven  entre  los  puntos  S,  S,  de  la  //'(/.  10.  Se 
comprenderá  fácilmente  que  si  al  misino  tiem- 
]io  bajasen  todas  las  plalinas  sobre  el  hilo  ten- 
dido, resultaría  para  este  sobre  las  agujas  y  de- 
bajo ile  los  ganchos,  una  tracción  y  un  roce  que 
podrían  romperlo  o, alargarlo  disminuyendo  su 
solidez.  También  se  comprenderá  que  estos 
efectos  no  se  sentirán  tanto,  si  las  platinas  no 
baja!)  todas  á  un  tiempo. 

Para  comprender  el  trabajo  del  telar  ,  es 
menester  suponer  lo  inverso  de  lo  que  indica 
li  fig.  10,  es  decir,  la  obra  de  punto  RR  colo- 
cada á  la  izquierda  del  hilo  onduludp  SS.  Si  en- 
tonces fas  agujas  retroceden  á  la  izquierda, 
hasta  que  eluilo  se  encuentra  prendida  en  [os 
corchetes  6  gane-hitos  r,  r   y  sé  ejerce  so- 
bre estos  una  presión  continuando  la  marcha 
de  las  agujas  cerradas  hasta  pasar  mas  allá  de 
las  mallas,  se  habrá  tejido  todti  una  nueva  li- 
nea de  puntos,  lie  aqui  cómo  se  ejecutan  esos 
movimientos.  La  prensa  E  (fig.  ¡s.s)  baja  por 
medio  del  pedal  X  y  con  auxilio  de  la  cuerda 
a,  de  la  barra G  y  de  las  palancas  lili.  El  mis- 
mo pedal  hace  bajar  las  platinas  lijas  por  ine- 
dio  del  muelle  II  y  de  las  cuerdas  a  a.  En 
cuanto á  la  marcha  de  las  agujas,  se  haceá  ma- 
no, con  los  dos  batientes  R,  U,  para  lo  cnal 
son  llevadas  en  im  carrito  que  rueda  sobre  dos 
carriles  de  hierro. 

Toda  la  armazón  de  la  máquina  se  compo- 
ne de  los  cuatro  montantes  verticales  A  y  de  va- 
rias traviesas.  Q  es  el  asiento  del  operario. 

El  telar  que  acabamos  de  describir  es  el  mas 
comiui.  Su  invenciones  debida  á  un  cerrajero 
normando  del  tiempo  de  Luis  XIV.  Los  ingleses 
lo  atribuyen  á  William  Lee.  Para  tejer  él  pun- 
to encontrado,  es  decir,  aquel  en  que  las  ma- 
llas ofrecen  alternativamente  su  lazada  por  un 
lado  y  por  otro,  los  telares  son  iguales,  pero 
en  la  parte  delantera  hay  un  bastidor  cuya  al- 
zada lateral  se  ve  en  a  (fig.  1 2):  hállase  unido 
por  dos  piezas  tí  al  montante  Aü  ó  A  de  la  má- 
tnina  [fig,  8.'a}  Ese  bastidor  tiene  en  la  parte 
superior  agujas  semejantes  á  las  del  telar,  las 
cuales  se  hallan  representadas  por  la  letra  h  en 
ja  Dgura.  Estas  agujas  ocupan,  con  relación  á 
P  otras  las  posiciques  intermedias  indicadas 


por  las  cifran  l,  2,  3...  (Véase  fig.  13).  En  g 
\fig.  12)  hay  una  prensa  que  obra  sobre  las 
agujas  del  bastidor  a,  las  cuales  son  siempre 
mucho  menos  numerosas  que  las  del  telar,  fie-" 
pendiendo  fu  cantidadde  las  dimensiones  que 
so  quieren  dar  á  los  trozos  de  punto  encontra- 
do. Para  obtener  esta  labor,  basta  cambiar  la 
posición  del  plano  do  las  partes  onduladas  del 
lijlq.  Primero  se  hacen  las  mallas  comunes  y 
después  las  inversas,  levantando  las  agujas  de°l 
bastidor  entre  las  ordinarias,  á  Qn  de  hacerles 
tomar  su  hilo  que  pasa  despuespor  lamalla  in- 
ferior. Con  esta  operación  no  se  hace  mas  que 
cambiar  el  sentido  de  entrada  de  la  nueva  ma- 
lla en  la  precedente. 

Mr.  Jóuve  es  inventor  de  un  telar  de  punto 
continuo,  que  debe  considerarse  como  un  ade- 
lanto, porque  puede  trabajar  automáticamente. 
Se  compone  de  las  piezas  principales  del  te- 
lar común;  pero  en  .vez  de  ser  cuadrado,  es 
circular  de  O1", 60,  á  D-,70  de  diámetro;  á  su 
circunferencia  van  á  parar  las  platinas,  y  lle- 
va un  carrete,  cuyo  hilo  se  desprende  por  el 
movimiento  de  un  eje  armado  de  escéntricos  y 
de  otras  piezas  que  producen  el  mismo  trabajo 
que  tm  operario.  Esta  máquina  evita  con  la  su- 
cesión de  su  movimiento,  las  pérdidas  de  tiem- 
po que  resultan'  de  ios  movimientos  alterna- 
tivos del  telar  común. 

TULIPAN.  (Tulipa.)  [Botánica.)  Planta  co- 
locada por  TourneTort  en  la  sección  cuarta  de 
la  clase  novena,  que  comprende  las  llores  ít- 
liáoeas  ó  asucenadas,  cuyo  pistilo  se  con- 
vierte en  fruto.  Liueo  la  clasifica  en  la  hexan- 
dria  monoginia,  y  solo  cuenta  tres  especies: 
la  silvestre,  que  crece  naturalmente  en  las 
cercanías  de  Montpeller,  en  las  montañas  del 
Apcnino  y  aun  en  Inglaterra,  y  le  llama  tuli- 
pa siivestris]  la  segunda  es  la  conocida  con 
el  nombre  de  gesneriáno  (tulipa  gesneria), 
originaria  de  las.  cercanías  de  Capadocia,  de 
donde  la  trajo  íiesner  á  Europa  en  1559.  Ésta 
especie  primordial  es  la  que  ha  producido  las 
hermosas  variedades  qué  con  tanto  esmero 
cultivan  los  floristas;  la  tercera  constituye  el 
tulipán  breyniano,  originario  de  Etiopia,  (lu- 
lipa breyniana.) 

Del  tulipán  silvestre  creemos  inútil  ocu- 
parnos. El  gesneriáno  tiene  la  flor  compuesta 
de  seis  pétalos  que  cuando  se  abren  ofrecen  á 
la  vista  la  forma  de  un  cáliz,  con  seis  estam- 
bres y  un  pistilo  triangular  en  su  cima,  sobre 
este  cáliz,  cual  si  fuera  un  eje,  giran  las  an- 
teras sostenidas  por  los  hilos  ó  filamentos. 

Las  hojas  del  tulipán  son  aovadas  y  acora- 
zonadas; su  raíz  bulbosa,  mas  gruesa  por  un 
lado  que  por  otro,  cubierta  de  una  película 
morena  y  guarnecida  de  raicillas  ó  barbas  que 
salen  de  la  circunferencia  de  la  corona  de  la 
cebolla,  que  es  el  repulgo  que  en  la  base  de 
esta  forman  las  raices.  Estas  hojas  son  mas  ó 
menos  grandes,  según  la, variedad  á  que  per- 
tenecen; salen  de  la  cebolla,  y  están  metidas 
por  sn  base  unas  dentro  de  otras,  elevándose 


591  TDL1 

del  centro  de  ellos  un  tallo  desnudo,  redondo 
y  recto,  en  cuya  cima  se  halla  la  llor.  Del  pis- 
tilo, convertido  en  una  columna  cilindro-trian- 
gular, dividida,  en  tres  celdillas,  cada  una  de 
las  cuales  contiene  dos  órdenes  de  semillas 
aplastadas,  colocadas  *  unas  sobre  otras,  nace 
e!  fruto. 

Los  floristas,  dice  Bozier,  dividen  los  tuli- 
panes en  tres  clases:  tempranos,  medios  y 
tardíos;  mas ,  siendo  eslas  divisiones  poco 
exactas,  opina  que  es  mas  sencillo  dividir- 
los en  dos,  á  saber:  tulipán  de  tallo  alio,  y 
tulipán  de  tallo  bajo.  La  esperiencia  ha  de- 
mostrado que  plantando  al  mismo  tiempo  los  de 
tallo  alto  que  los  de  tallo  biijo,  eran  mas  tar- 
díos los  primeros. 

La  época  de  trasplantar  los  tulipanes  está 
indicada  por  la  salida  del  tallo,  y  el  mejor 
terreno  para  ello  es  el  que  menas  retenga  ia 
humedad.  Para  la  plantación  se  separan  sus  ce- 
bollas eu  tres  clases;  primera,  las  mas  grue- 
sas; segunda,  las  medianas,  y  tercera,  las  mas 
diminutas  y  los  cascos:  las  de  la  primera  se 
ponen  de  8  á  lü  pulgadas  de  distancia  una  de 
otra,  las  de  la  segunda  de  6  á  8  y  los  cascos 
de  2  á  0.  No  tomando  eslas  precauciones  su- 
birían fas  hojas  unas  sobre  otras  y  no  goza- 
rían de  los  buenos  efeclosde  la  luz,  el  sol,  etc. 
tan  necesarios  á  su  buena  vegetación. 

Para  que  hagan  mejor  vista,  conviene  plan- 
tar en  el  mismo  cuadro  los  tulipanes  que  flo- 
recen en  la  misma  época  y  cuyos  lallos  ten- 
gan la  misma  altura,  variando'  y  casando  los 
colores,  de  manera  que  no  se  junten  los 
iguales. 

La  hermosura  del  tulipán  consiste  en  que 
su  tallo  sea  Arme,  bien  nutrido  y  alto  y  en  que 
su  flor  tenga  los  pétalos  redondeados  por  Ja 
parte  superior.  Obsérvese,  sin  embargo ,  que 
la  cebolla  del  tulipán  no  llega  á  su  última  per- 
fección hasta  la  octava  ó  décima  florescencia; 
pero  por  las  primeras  es  fácil  colegir  si  tienen 
ó  no  los  pétalos  disposición  á  redondearse; 
obsérvese  asimismo,  si  están  bien  señaladas 
las  listas,  si  parten  de  la  base  del  pélalo  basta 
su  punta  sin  variar  de  color  ni  dividirse  en 
manchas,  y  si  el  color  de  estas  contrasta  agra- 
dablemente con  el  color  principal  del  fondo 
de  los  pélalos.  El  origen  de  las  listas  o  man- 
chas, ó  al  menos  su  perfección  ideal,  depende 
de  la  calidad  del  suelo  en  que  estén  plantadas 
laj  cebollas;  para  que  aquellas  desaparezcan 
basta  Iraspluntar  estas  en  tierra  sustanciosa  y 
hien  cargarla  de  estiércol.  La  cebolla  que  pro- 
duce la  llor  no  perece  anualmente.  ^ 

El  tulipán  se  multiplica  y  reproduce  por 
los, cascos  ó  cebolletas  que  brotan  alrededor 
ile  la  corona;  pero  no  se  perpetúa  por  éste 
medio.  Para  formar  otras  nuevas  especies  es 
preciso  tiempo,  paciencia  en  la  reiteración  de 
las  siembras.  Para  ello,  se  escogen  las  cebo- 
llas mas  gruesas  y  mejor  nutridas  en  las  me- 
jores especies,  y  se  plantan  en  la  época  or- 
dinaria en  tierra  ligera,  pero  muy  esponjada, 


PAN 

i 

sustanciosa  y  abonada  con  despojos  de  estiér- 
col bien  pasado.  Estas  precauciones  unidas  al 
cuidado  de  escardarlas  de  vez  en  cuando  por 
la  primavera  y  un  poco  antes  de  la  llorescen- 
'cia,  aseguran  la  prosperidad  de  la  planta  y  su 
vegetación  vigorosa.  Se  deja  granar  la  flor  y 
desecarse  el  tallo,  y  entonces  se  llevan  las 
cápsulas  á  un  sitio  seco,  donde  permanecerán 
hasta  que  concluyan  de  madurar,  A  fines  de 
agosto  d  primeros  de  setiembre  se  recoge  la 
semilla,  se  siembra  en  macetas  de  mantillo 
preparado,  y  se  cubre  con  una  pulgada  del 
mismo  ó  de  otro  mantillo.  En  algunos  climas 
será  el  calor  de  setiembre  demasiado  fnerle 
para  que  convenga  dejar  al  sol  las  macetas 
todo  el  dia;  en  este  caso  se  ponen  al  Levaide, 
y  solo  por  algunas  horas;  pero  en  oíros  mas 
templados  pueden  estar  al  sol  todo  el  dia.  En 
invierno  se  les  busca  una  buena  esposseion 
meridional  y  abrigada  de  los  vientos  de  Norte. 
En  el.  primer  caso ,  dáseles  eu  primavera  la 
primera  esposiciou  del  mes  de  setiembre,  lue- 
go que  se  advierta  que  la  grana  ha  germinado 
y  empieza  á  nacer,  en  los  climas  mas  templa- 
dos no  es  necesaria  esta  operación  A  prin- 
cipios de  otoño  se  quita  hasla  la  cebolla  toda 
la  tierra  de  la  superficie,  se  reemplaza  con 
otra  nueva,  y  con  las  plantas  se  tiene  el  mis- 
ino cuidado.  En  la  primavera  siguiente,  cuan- 
do empiezan  á  brotar  las  hojas,  se  sacarán 
cuidadosamente  las  cebollas,  para  no  lastimar 
las'  raices,  y  se  colocarán  en  unas  tablas  del 
jardín,  bien  preparado,  siendo  muy  convenien- 
tí  que  en  esta  tierra  y  á  la  profundidad  de  6 
pulgadas,  se  coloquen  tejas,  con  el  objelu  de 
impedir  que  ahonden  las  raices,  lo  cual  las 
destruiría  completamente.  A  fines  de  invierno 
se  escarda  ligeramente  la  superficie  de  la  tier- 
ra, sin  lastimar  las  cebollas,  las  cuáles  pueden 
dejarse  en  tierra  durante  dos  años  consecuti- 
vos, teniendo  cuidado  de  renovar  la  superficie. 

Por  el  mes  de  agosto  o  setiembre  de  este 
segundo  año  se  sacan  de  tierra  las  cebollas  y 
se  plantan  inmediatamente  en  otros  tablares 
preparados  con  buen  mantillo,  donde  pueden 
dejarse  otros  dos  años.  En  estos  se  plantón 
á  3  pulgadas  de  profundidad  y  á  G  de  distan- 
cia. La  mayor  parte  de  estas  cebollas  empie- 
zan á  florecer  pasado  el  cuarto  año;  por  eso, 
luego  que  se  sacan  de  esta  segunda  almáciga, 
se  las  trata  como  cebollas  ya  hechas,  y  no  de- 
be empezarse  á  entresacar  las  buenas  de  las 
medianas  hasta  después  de  haber  examinado 
la  flor  del  tercer  año;  pero  al  oclavo,  conlado 
desde  la  siembra,  se  sabe  positivamente  sa 
mérito.  Por  este  medio  han  conseguido  los 
holandeses  hermosos  tulipanes  que  ha»  po- 
dido á  precios  fabulosos. 

La  flor  luego  que  se  marchita,  debe  cor- 
tarse al  punto  para  que  no  estenue  ni  debióle 
la  cebolla.  Las  hojas  entonces  no  tardan  en 
secarse;  y  a&i  que  están  secas,  se  procede  i 
cavar  él  tablar  empezando  por  una  de  sin  ex- 
tremidades y  á  6  pulgadas  de  profundidad,  dt 


893  TDL1PAN- 

,i]odu  que  el  (ajo  vaya  tres  pulgadas  mas  bajo 
™e  ¡a  cebolla;  de  esta  manera  se  continúa  del 
diD  al  otro  esfremo  hasta  recoger  todas  las 
cebollas,  sin  dejar  en  tierra  ningún  easco.  Ar- 
rancadas, [[uitanselas  sus  antiguas  telas,  y  se 
colocan  separadamente  sobro  zarzos  ó  tablas 
ilc  pino,  y  no  sobre  baldosas  ó  piedras,  cui- 
(lando  de  ño  amontonarlas,  ponjue  si  i'ermen- 
líin,  se  enmohecen  y  se  pudren.  Esta  enfer- 
medad, cuando  ocurre,  se  remedia  cortando 
loda  la  -parte  lastimada,  y  cubriendo  entera- 
mente la  cebolla  por  unos  dios,  con  arena 
muy  seca.  ■ 

De  todas  las  plantas  de  ornato  propias  por 
esto  coacepto  pura  entrar  en  la  composición 
de  un  jardín,  ninguna  ha  llamado  mas  que  el 
tulipán  lu  atención  de  los  aficionados.  En  Bél- 
gica y  cu  Holanda  liubo  en  una  época  furor 
por  esta  planta.  Muchas  se  pagaron  á  1,000  y 
1,,-jílO  pesos  y  alguna  basta  0,000.  En  el  dia, 
ron  la  eslension  de  este  cultivo,  han  dismi- 
hÜPq  nofableuienle,  basta  reducirse  á  pro- 
porciones ordinarias,  el  valor  y  el  precio  de 
los  tulipanes. 

TÍSEL  Los  túneles  son  unas  . obras  súb- 
Lii  áncas  construidas  para  el  paso  de  un  ca- 
nal, de  un  ferro-carril  ó  de  una  carretera  en 
losparagcs  donde  la  profundidad  del  desmon- 
te es  tal  que  el  gasto  de  este  seria  superior  al 
tte  la  apertura  de  uno  de  aquellos.  El  limite 
que  parece  señalarse  eonio  conveniente  para 
liten  un  túnel  en  vez  de  un  desmonte  es 
aquel  eu  que  las  escavaciones  llegan  á  16  6  1 S 
metros  de  altura.  Hay,  sin  embargo,  desmon- 
te mas  profundos:  en  el  canal  de  desagüe  del 
lago  de  Méjico,  se  encuentran  trincheras  de  G9 
metros  de  altura;  el  de  Nantes  á  Brest  las  lic- 
ué de  22,50,  yelde  Antoing,  de  24;  pero 
estas  escepcionns  existen  porque  el  terreno 
eswvado  es  de  bastante  consistencia,  para  que 
los  taludes  se  sostengan  con  poca  inclina- 
ción, lo  cual  disminuye  el  volumen  del  des- 
monte. 

Los  túneles  son  obras  muy  costosas  como 
todas  los  trabajos  subterráneos;  su  precio  va- 
ria uecesariamente  como  sus  dimensiones  y 
con  la  naturaleza  de  los  terrenos  en  que  es- 
tán perforados.  Se  calcula  que  por  término 
medio,  cada  metro  lineal  de  los  abiertos  para 
ferro-carriles  cuesta  4,000  reales 

La  prudencia  exige  que  los  túneles  sean 
abovedados,  conviniendo  mas  el  medio  punto 
Por  ser  la  forma  mas  sólida.  Cuando  el  em- 
puje de  tierras  es  vertical,  puede  construirse 
la  bóveda  sobre  paredes  rectas  verticales;  pe- 
lo si  lray  temores  de  empuje  lateral,  entonces 
conviene  mas  la  forma  abovedada  hasta  el  pie. 
En  cuanto  á  la  anchura,  suele  darse  ú  los  tú- 
neles ímda  mus  que  la  necesaria  para  un  har- 
to en  los  canales  ó  pura  una  sola  vía  en  los 
Ierro-carriles,  á  íln  de  evitar  gastos  de  cons- 
trucción, pero  nosotros  preferimos  los  túneles 
que  dejan  holgura. 

¿ la  perforación  de  un  túnel  es  un  trabajo 

«07    BIBLIOTECA  rOI'tJLAIl. 


—TUNEL  m 

mnj  largo  y  á  veces  dificultoso,  del  cual  solo 
podemos  dar  una  descripción  sumaria.  Exige, 
como  todas  las  grandes  construcciones,  algu- 
nas operaciones  preliminares,  que  consisten 
en  calicatas,  trazados  y  perforación  de  pozos 
en  el  eje  de  la  obra.  Las  calicatas,  sirven  para 
reconocer  la  naturaleza  del  terreno  y  la  dis- 
posición ó  profundidad  de  las  aguas.  El  trazado 
consiste  en  aplicar  ,al  terreno  ia  idea  consig- 
nada en  el  plano,  de  modo  que  ¡a  obra  se  en- 
lace bien  con  la  entrada  y  salida  y  entre  sus 
diferentes  puntos.  Estas  condiciones  se  satis- 
facen adoptando  en  cuanto  posible  sea  la  lí- 
nea recta,  y  estableciendo  jalones  en  la  al- 
tura cuya  alineación  concuerda  con  la  de  otros 
colocados  en  la  entrada  y  salitiadel  túnel.  Cuan- 
do la  longitud  de  este  pasa  de  200  á  300  me- 
tros, es  necesario  abrir  pozos,  á  íin  de  acti- 
var los  trabajos.  Esos  pozos  son  otros  tantos 
puntos  intermedios  donde  se  pueden  colocar 
operarios;  sirven  durante  la  construcción  para 
sacar  los  escombros'  é  introducir  materiales, 
y  después  de  ella  para  la  ventilación.  Se  colo- 
can generalmente  á  unos  200  metros  unos  de 
otros,  Ano  ser  que  algún  obstáculo  lo  impida. 
Su  construcción  es  la  misma  que  la  de  los  po- 
zos de  mina  y  nada  de  particular  ofrece.  Se 
coloca  siempre- en  su  enibuquilladura  un  torno 
(i  un  malacate  para  el  servicio. 

La  perforación  se  ejecuta  de  varios  modos, 
segim  la  naturaleza  de  los  terrenos  y  las  pre- 
cauciones que  exigen.  En  peña  sólida  el  tra- 
bajo es  largo,  pero  sencillo;  se  ataca  ei  ma- 
cizo en  toda  la  anchura  dividiéndolo  en  gra- 
das, para  que  los  operarios  trabajen  á  distin- 
tas alturas,  y  quepan  mas.  Cuando  se  necesi- 
ta un  revestimiento,  por  no  ofrecer  solidez  el 
terreno,  se  va  construyendo  á  medida  que 
marcha  la  perforación;,  pero  si  hubiera  peli- 
gro de  hundimiento,  es  menester  tomar  mas 
precauciones;  se  abre  una  galería  por  cada  la- 
do del  túnel  en  el  sitio  donde  haya  de  esta- 
blecerse la  fábrica  de  revestimiento,  dejando 
intacto  el  macizo  del  centro.  ¡  Después  se  le- 
vantan las. paredes  laterales,  y  se  construye 
una  serie  de  bóvedas  enlazadas  'mas  con  otras, 
para  lo  cual  se  siguen  dos  procedimientos.  El 
nao  consiste  en  perforar,  cuando  la  construc- 
ción de  las  paredes  se  halla  terminada,  una 
galería  encima  de  la  primera,  cuyos  huecos  se 
llenan  con  los  desmontes  de  !a  superior:  en 
esta  se  principia  la  bóveda;  hecho  un  trozo  de 
ella,  se  abre  otra  galería  encima,  y  asi  suce- 
sivamente hasta  llegar  á  la  llave.  Terminados 
estos  trabajos,  se  quita  el  macizo  que  ha  que- 
dado en  medio  y  todo  lo  que  obstruya  el 
túnel. 

El  olro  procedimiento  consiste  en  desmou  - 
tar  todo  el  espacio  que  ha  de  ocupar  la  bóve- 
da, no  dejando  en  medio  mas  macizo  que  el 
inferior  al  arranque.  El ,  desmonte  se  comien- 
za por  la  parte  superior,  descendiendo  suce- 
sivamente hasta  la  imposta,  y  sosteniendo  las 
tierras  con  puntales  apoyados  en  el  macizo. 

T.    JiXXIII.  38 


695  TONEL— 

Una  vez  abierto  el  semicírculo,  se  establecen 
.•entre  los  puntales  las  cimbras  .para  la  bó- 
veda. 

Cuando  la  perforación  ha  de  efectuarse  en 
terreno  acuoso  y  desmoronadizo ,  las  diücul- 
tades  son  muy  grandes.  En  este  caso,  y  siem- 
pfe  que  sea  posible,  se  comienza  abriendo  en 
toda  la  longitud  del  túnel  una  galería  baja  y 
angosta,  lo  cual  se  fortifica  por  medio  de  enti- 
baciones, y  cuyo  deslino  es  facilitar  él  desa- 
güe. Despues.se  abre  nada  mas  que  el  sitio 
que  han  de  ocupar  las  obras  de  fábrica,  las 
cuales  se  van  construyendo  á  medida  que  avan- 
za la  perforación,  no  sin  sostenerlos  terrenos 
con  sólidas  entibaciones  de  quita  y  pon.  Las 
mayores  dificultades  que  basta  el  dia  se  han 
presentado  en  la  perforación  de  túneles,  son 
lasque  oponia  el  terreno  ala  construcción  del 
Támesis  en  Londres.  Este  trabajo  se  comenzó 
en  1824.  Las  calicatas  indicaron  una  capa  de 
arcilla  de  poco  grueso,  pues  debajo  de  ella  ha- 
bía otra  de  arenas  movedizas  de  15  metros  de 
profundidad.  La  capa  de  arcilla  ofrecía  una 
ventaja,  1a  de  servir  de  garantía  contra  las  in- 
filtraciones del  agua  del  rio,  pero  era  poco 
resistente.  Por  esta  circunstancia ,  y  por  la 
magnitud  déla  escavacíon,  que  no  debía  tener 
menos  de  10  metros  de  anchura',  por  6  y  30 
centímetros  de  altara,  era  difícil  aplicar  los 
medios  ordinarios.  El  ingeniero  Briincl ,  en- 
cargado de  la  obra,  ideó  un  aparato  llamado 
broquel,  que  consistía  en  doce  bastidores  de 
hierro  colocados  uno  junio  á  otro;  cada  basti- 
dor tenia  tres  divisiones  á  modo  de  pisos,  en 
cada  una  de  las  cuales  cabía  un  operario.  Este 
aparato  se  aseguraba  sóbrela  manipostería  con 
tornillos  de  presión  que  servían  también  para 
hacerlo  caminar  hácia  adelante.  El  terreno  era 
mantenido  por  arriba.,  y  por  los  lados ,  con 
planchas  apoyadas  sobre  el  bastidor.  Cuando 
un  operario  quería  trabajar,  desatornillaba  las 
planchas  una  por  una  y  las  volvía  á  atornillar, 
después  de  abrir  20  centímetros  de  terreno, 
en  el  sitio  de  cada  una.  Hecha  la  operación  en 
toda  la  altara  del  túnel,  el  apáralo  marchaba 
hácia  adelante  por  medio  de  tornillos  depre- 
sión apoyados  en  la  bóveda,  y  se  procedía  á 
la  construcción  de  esla  en  el  sitio  escavado,  A 
pesar  de  numerosas  dificultades,  se  hicieron 
en  diez  y  ocho  meses'  160  metros;  pero  al  lle- 
gar cerca  de  la.  mitad  del  rio,  la  capa  arcillosa 
se  adelgazó  tanto  que  no  pudo  impedir  las  in- 
duraciones ,  se  llegó,  á  formar  naturalmente 
una  especie  de  embudo  por  donde  penetrando 
el  agua  invadió  ios  trabajos.  Para  taparlo  hubo 
que  echar  al  fondo  del  rio  3,000  metros  cúbi- 
•cos  de  arcilla,  que  formaron  una  capa  resisten- 
te y  permitieron  desaguar  el  túnel.  Después 
de  otras  interrupciones  menos  graves,  el  tra- 
bajo quedó  concluido  en  25  demarzo  de  1S44.' 

Harás  veces  dejan  los  túneles  de  encon- 
trar mananliales,  siendo  indispensable  darles 
alguna  inclinación  para  el  desagüe.  Seria  una 
falta  muy  grave  establecer  su  perfil  de  mane-: 


-TDNEZ     .  m 

ra  que  tuviese  un  punto  mas  bajo  que  las  dos 
estremidades,  porque  allí  se  formaría  sin 
medio  una  balsa.  Estose  observa  en  el  tím 
de  Lóndres,'  que  como  tiene  necesariame* 
el  piso  mas  bajo  por  en  medio  que  en  las  en- 
tradas, recoge  tal  cantidad  de  agua ,  que  ^ 
evitar  el  encharcamiento,  está  sin  ¡ntertiip- 
cion  trabajando  una  máquina  de  vapor. 

TUNEZ  (regencia  be)  (Geografía  é  histo- 
ria.) La  regencia  de  Túnez  confina  al  N.  con 
el  Mediterráneo,  al  E.  con  el  Mediterráneo  yk 
regencia  de  Tripoli,  al  S.  con  el  desierto,  i-ai 
0.  con  la  Argelia.  La  superficie  de  la  regencia 
deTunez  se  calcula  en  190, 000 kilómelnis la- 
drados. La  población  consta  de  2.000,01)0  de 
almas;  7  á  10,000  turcos,  7  á  10,000  ensíla- 
nos, 1 12,000  renegados,  100,000  judíos,  y  el 
resto  árabes,  moros  y  berberiscos. 

La  regencia  de  Túnez  es  en  general  im 
país  montañoso, _ cubierto  por  las  estremida- 
des orientales  del  grupo  de  montañas  ilel  At- 
las. La  parte  meridional  de  la  regencia  lleva 
el  nombre  de  Bcled-el-Djerid  ó  paisde  los  Dá- 
tiles; es  una  reunión  de  oasis  en  medio  de  las 
arenas ,  donde  ya  empieza  el  Sallara.  El  ríe 
principal  del  país  es  elMedjerdali  [Bagradas\ 
que  tiene  su  curso  superior  en  la  Argelia. 

La  regencia  de  Túnez,  ei  Africado  los  an- 
tiguos, es  un  paismuy  fértil,  oponiéndole  so- 
lamente la  lirania  y  la  ignorancia  al  desarro- 
lio  de  la  riqueza  y  de  las  producciones  de 
aquella  hermosa  comarca  que,  como  todo  el 
mundo  sabe,  fué  uno  de  los  graneros  de  Ro- 
ma. Su  situación  comercial  es  admirable,  y  es 
bien  sabido  el  partido  que  supieron  sacarde  ella 
los  cartagineses,  y  por  mas  que  los  habitante* 
actuales  no  se  aprovechen  de  ella,  Túnez  c; 
sin  embargo  el  centro  de  Un  comercio  mtiy  im- 
portante que  se  hace  con  el  interior  del  África 
por  medio  de  caravanas.  Las  esportaciones  de 
este  pais  no  pasan  de  9.500,000  francos,  líe 
los  que  4.000,000  solamente  imporlan  los 
aceites. 

El  gobierno  es  monárquico  electivo,  y  el 
poder  radica  esencialmente  en  mi  bey,  que  es 
elegido  por  el  ejército,  y  depende  de  la  Tur- 
quía, recibiendo  ..su  investidura  del  sultán.  Sos 
rentas  son  de  37.000,000  de  francos,  segim 
Mac-Culloch  ;  el  ejército,  organizado  desdr 
1 83,1  por  oficiales  franceses,  se  compone  Je 
12,000  hombres  de  infantería  regular,  de  o» 
regimiento  de  lanceros  de  800  hombres,  Je 
un  regimiento  de  artillería  y  de  20,000  calía- 
nos, dados  por  las  tribus.  La  marina  se  com- 
pone deun  vapor,  dado  por  la  Francia;  de  dos 
corbetas  de  22  y  20  cañones;  de  tres  bergan- 
tines de  18,  16 'y  14  cañones,  y  de  quince  go- 
letas y  lanchas  cañoneras. 

rjRs;,le  el  año  de  183.0  han  sido  abolidas  la 
piratería  y  la  esclavitud  délos  cristianos,  á 
consecuencia  de  tratados  concluidos  con  la 
Francia,  y  aun  la  misma  esclavitud  quedó  abo- 
lida en  la  regencia  desde  el  año  1841.  1 

Las  ciudades  principales  de  la  regencia  soo 


597 


TÜNEZ-TUSIBíNA 


598 


Tunes,  capital,  que  tiene  de  100  á  150,000 
liabiianlcs.  Tuuez  está  edificada  cerca  de  las 
minas  (le  la  antigua  Cartago,  y  es  una  ciudad 
fuert«  !'  muy  comerciante.  La  Goleta,  plaza 
fucile  y  buen  puerto ,  y  Kainvan,  ciudad  que 
liivo  en  lo  antiguo  mucha  importancia. 

Se  cree  que  la  ciudad  de  Túnez  fué  funda- 
da por  Augusto  César,  y  estuvo  en  poder  de  los 
romanos  hasta  que  jos  vándalos  !a  ocuparon. 
Después  la  conquistó  Bclisario  para  el  empera- 
dor griego  Justiniano,  y  al  fin  cayó  en  poder 
de  los  árabes  que  hicieron  de  Túnez  y  su  co- 
minea uno  de  ios  reinos  mas  poderosos  de  Ber- 
bería, ín  el  año  1535  el  emperador  Carlos  Y, 
'  reunió  una  armada  de  mas  de  .400  velas,  entre 
grandes  y  pequeñas,  y  pasando  á  'la  costa  de 
Africa  ganó  la  fortaleza  de  la  Goielay  en  segui- 
da á  Túnez,  de  donde  fué  espulsado  el  famoso 
corsario  Rarharoja,  que  se  Uahia  apoderado  de 
la  dudad  por  el  turco  Solimán  y  en  perjuicio 
del  rey  Muley-Hacen,  á  quien  el  emperador 
repuso,  libertando  mas  de  fi,00ü  cautivos  ens- 
ílanos de  las  mazmorras,  y  apoderándose  de 
muebos  trofeos  Años  después  los  moros  vol- 
vieron á  apoderarse  de  Túnez,  por  lo  que  pasó 
allá  con  o  Ira  armada  poderosa  don  Juan  de 
Austria  en  octubre  de  1 573,  y  los  turcos  ni  mo- 
ros no  lo  esperaron,  dejando  desamparada  l¡ 
ciudad,)  de  la  que  se  apoderó  don  Juansiu  re 
sisteuela,  poniendo  en  el  gobierno  del  reino 
dcTunczáMuley-Ilaccn,  hijo  de  Muley-Hacen 
ya  referido. 

TCXGSTEXO.  {Mineralogía.)  Este  metal  ra- 
li considerado  como  ácido  túngstico,  ó  sea  cou 
el  la  denominación  también  de  ácido  scbelico. 
Hállase  en  masas  pequeñas  ó  en  la  forma  de 
polvo  en  la  superficie  del  wolfram.  Ofrece  un 
color  amarillento  de  peso  de  6,  es  soluble  en  la 


pojasa  y  en  la  sosa,  infusible  al  sopletesinose  ■ 
añade  un  fundente,  coiho  el  fosfato  de  sosa  ó 
de  amoniaco,  formando  nn  vidrio  azul  en  la  fu- 
sión ú  vitrificación.  Se  le  ha  encontrado  en 
llustington  y  en  la  Bobemia. 

TUNICADOS.  (Historia  natural.)  Segundo 
grupo  de  la  gran  división  de  los  moluscos,  ca- 
racterizados por  teuer  su  sistema  nervioso  ru- 
dimentario ó  nulo;  la  reproducción  en  general 
gemmfpara  ú  ovípara,  y  el  aparato  vascular  in- 
complejo ó  nulo.  Divídense  en  dos  clases,  la 
(le  los  tunicarios  y  la  de  los  briosoarios.  - 

TUN1CA1U0S.  {Historia  natural.)  Clase  de 
moliiscos  tunicados  que  tienen  por  caracteres 
respirar  por  branquias  internas,  carecer  de  ten- 
táculos protráctiles  al  rededor  de  la  boca,  sis- 
lenia vascular  y  corazón.  Olvídense  en  dos  fa- 
milias solitarios  y  agregados. 
.  TUIUCO.  (ffistortawitt¿ra!.)Génerodeaves 
del  órden  de  las  zigodáetilas  y  de  la  familia  de 
las  musofagídeas.  Tienen  el  pico  mas  corto  que 
a  cabeza,  fuerte,  ancho ,  comprimido  pur,  los 
ados  y  dentellado  en  los  bordes,  ventanas  de 
la  nariz  ocultas  por  las  plumas  de  la  frente,  el 
deao  esterno  versátil  y  soldado  al  del  medio 
por  un  repliegue  membranoso;  cola  desarro- 


llada, redonda  y  escalonada.  Son  aves  propia* 

del  Africa. 

TURBA.  {Geología.)  Este  es  un  cuerpo  par-  . 
ticular  que  proviene  de  la  descomposición  de 
sustancias  vegetales,  que  á  favor  -de  la  hume- 
dad  y  del  calor,  sufren  notables  alteraciones. 
La  turba  ofrece  diversos  aspectos,  y  por  con- 
siguiente hay  algunas  variedades,  unas,  pues, 
son  compactas  ó  de  poca  consistencia,  las  pri- 
raerasbomogeñeas tienen  generalmente  nn  co- 
lor oscuro  ó  negruzco,  su  fractura  es  terrosay 
algo  concoidea;  las  segundas  presentan  aspec- 
to leñosu  y  aun  herbáceo,  según  que  resultan 
'de  la  alteración  de  fragmentos  de  ramas  de  ár- 
boles ó  de  plantas  herbáceas,  que  es  la  turba 
que  mas  comunmente  se  esplota.  La  turba  es 
de  aspecto  esponjoso  y  fibroso  á  las  veces,  de 
color  abigarrado  ó  pardo  rojizo  mas  ó  menos 
subido,  de  poca  cohesión,  fácilmente  desme- 
nuzable,  la  pesantez  de  las  turbas  es  variable, 
se  queman  fácilmente  ,  unas  veces  producen 
llama  y  otras  no;  cuando  se  inflaman  y  que- 
man despiden  un  Jnimo  y'un  olor  desagrada- 
ble, análogo  al  que  dan  las  yerbas  secas.  Si  se 
somete  á  la  destilación  se  obtienen  gases  infla- 
mables, agua  acidula  y  materias  aceitosas;  con- 
viértese también  en  parte  carbonosa  ,  que  es 
mucho  mas  reducido  en  su  volumen  que  el  que 
tenia  la  turba  que  se  ha  quemado",  si  bien  con- 
serva ea  parle  su  forma.  Para  satisfacer  las 
necesidades  de  lu  industria  como  combustible, 
se  empléala  turba  asi  quemada,  resultando  una 
especie  de  cok,  y  á  la  que  se  le  ha  dado  la  de- 
nominación de  turba  carbonizada.  El  carbón 
que  se  obtiene  por  la  carbonización  ó  por  la 
destilación  de  la  turba,  es  siempre  mas  consi  - 
derable  que  el  que  resulta  de  la  quema  ó  car- ' 
bonizacion  de  la  leña  comuu.  Contiene  ,  pues, 
en  100  partes  de  14  a  30  de  carbono,  materias 
volátiles  de  53  á  71,  de  cenizas  de  3  á  19.  Se 
emplea  la  turba,-  para  los  fogones  y  chime- 
neas, para  los  hornos  de  cal  en  lugar  de  ¡ale- 
ña. Cuando  está  carbonizada  puede  usarseútil- 
menle  en  las  fraguas,  para  los  hornillos  comu- 
nes, y  en  varias  fabricaciones  que  se  emplea 
combustible. 

Las  turbas  son  el  producto  ú  originarias  de 
sustancias  vegetales,  particularmente  de  las 
parles  herbáceas,  que  se  hallan  en  la  superficie 
de  la  tierra,  en  las  grandes  praderas  ,  en  las 
marismas  y  en  los  pantanos.  Se  esplotan  muy 
ventajosamente  las  turbas  ,  principalmente  en 
Holanda  y  también  en  Trancia,  Escocia,  etc. 

TURBINA.  Las  turbinas  ó  ruedas  hidráuli- 
cas horizontales  ,  aunque  de  uso  moderno , 
son  de  invención  antigua.  A  principios  del  si- 
glo pasado,  Segner,  -profesor  de  matemáticas 
en  Gcettingue,  habia  propuesto  una,  la  cual  no 
era  otra  cosa  mas  que  la  reproducción  de  una 
máquina  antiquísima  ,  compuesta  de  un  tubo 
vertical,  movible  sobre  su  eje,  y  en  cuya  par- 
te inferior  tenia  varios  otros  tutos  horizonta- 
les, doblados  en  semicírculo  y  abiertos  por  la 
punta.  El  tubo  vertical  estaba  en  comunicación 


599 


TURBINA 


600 


con  un  depósito  superior,  cuya  agua ,  al  salir 
poi'  los  tubos  horizontales,  y  ejerciendo  reac- 
ción sobre  sus  paredes,  hacia  girar  la  rueda  eu 
una  dirección  opuesta  6.  la  de  los  chorros.  Bo- 
lero estudió  detenidamente  esta  primera  turbi- 
na y  propuso  darle  la  forma  de  un  tronco  de 
cono  hueco  por  en  medio,  el  aparato  recibia  el 
agua  por  la  parte  superior  para  arrojarla  á  la 
atmósfera  por  unos  tubitos  corvos  adaptados  á 
la  parte  inferior.  Asi  establecida,  y  aimque  pe- 
sada, la  máquina  se  usó  con  un  éxito  que  no 
parecióxmuy  satisfactorio  á  Eulero,  porque  la 
volvió  á  modiílcir  poco  después.  Esta  vez  se 
componía  de  do:  partes  colocadas  una  encima 
de  otra.  La  primera  era  fija  y  consistía  en  un 
cilindro  hueco  por  en  medio ,  que  recibia  el 
agua  del  depósito  superior,  sirviendo  como  de 
embudo:  unos  pequeños  tubos  adaptados  en  el 
fondo  é  inclinados  bajo  cierto  ángulo,  la  des- 
pedían sobre  la  parte  inferior.  Esta  que  era 
movible  sobre  el  eje,  tenia  la  forma  de  una 
tina  anular,  cuyo  fondo  estuviese  lleno  de  agu- 
jeros debajo  de'  los  cuales  hubiese  unos  tubos 
torcidos  horizontalmente  en  su  estremidad.  La 
reacción  que  el  agua  ejercía  al  salir  por  estos 
tubos,  ponia  en  movimiento  la  parte  giratoria 
de  la  rueda.  Por  último  ,  en  1824,  Burdin  en- 
sayó otro  sistema  análogo  al  anterior,  pero  la 
parte  fija  era  un  receptáculo  donde  el  agua  se 
maotenia  á  un  mismo  nivel  constantemente,  y 
cuyo  fondo  tenia  tres  orificios  inyectadores 
que  arrojaban  el  agua  horizontalmente  fila  se- 
gunda; esta  última  era  una  corona  anular,  en 
cuyo  fondo  había  tres  bolsas  piramidales,  en- 
corvadas horizontalmente  en  su  estremidad,  y. 
por  las  cuales  eí  agua  salía  libremente. 

Estas  diferentes  ruedas,  desde  la  de  Seg- 
ner  hasta  ta  precedente,  eran  unas  verdaderas 
máquinas  de  reacción.  Eu  1827,  Burdin  ideó 
una  turbina  muy  distinta  de  la  primera  que 
había  construido,  porque  giraba  por  ia  acción 
de  la  fuerza  centrífuga. 

Era  en  realidad,  á  consecuencia  de  los  bue- 
nos resultados  que  dio,  la  única  que  entonces 
pudiera  clasificarse  como  máquina  industrial: 
consistía  en  un  cilindro  ó  tambor  vertical  que 
recibia  el  agua  en  su  base  superior  y  la  des- 
pedía por  la  opuesta  siguiendo  unas  palas  de 
superficie  helicoidal,  dispuestas  hácia  la  cir- 
cunferencia esterna  del  tambor.  El  ángulo  for- 
mado por  las  palas  con  la  base  superior  era 
de  45  á  50°,  y  el  que  ellas  formaban  con  la 
base  inferior,  de  15  á  20.  Una  compuerta,  dis- 
puesta encima  de  la  turbina,  permitía  dirigir 
el  agua  del  modo  conveniente  sobre  las  pa- 
las, de  modo  que  se  obtuviera  el  mejor  efecto 
posible,  lo  cual  solo  se  consigue  cuando  el 
agua  llega  á  la  máquina  sin  choque  y  sale  sin 
velocidad.  Esta  segunda  turbina  de  Burdin  da- 
ba resultados  tan  ventajosos  como  las  mejores 
ruedas  verticales,  resultados  que  bien  pronto 
sé  mejoraron  con  los  trabajos  de  Fourneyron, 
discípulo  de  Burdin,  Las  mejoras  que  Fourney- 
ron introdujo  en  la  torbina  de  Burdin  son  tan 


importantes,  que  lian  creado,  por  decirlo  asi 
una  máquina  nueva  que  tiene  su  nombre.  Ij 
turbina  Fourneyron  eS  la  mas  usada  rjajfj  él 
día,  pues  si  bien  se  lian  ideado  otras  fúndala; 
en  el  mismo  principio  y  poco  diferentes  dé 
ella,  no  se  ha  adelantado  muebo  en  su  ppj-_ 
feccionamiento. 

La  turbina  Fourneyron  está  representada 
en  las  lám.  IX  y  X  de  Hidrodinámica. 

La  figura  de  la  lám.  IX  es  un  corle  vgjf. 
cal  de  la  máquina  entera.  La  'M.  i."  de  la 
lám.  X  es  un  corte  horizontal  á  la  altura  del 
punto  U  (véase  lám.  X),  y  ta  fig.  J»  un  corle, 
según  ana  linea  que  pasa  por  las  letras  1'  \>[ 
La  escala  de  estas  dos  últimas  figuras  es  doble 
de  la  del  corle  vertical. 

Las  piezas  principales  de  la  máquina,  son: 

1.  "Ia  rueda  ó  turbina  propiamente  dicha: 

2.  °  el  platillo  fijo:  3."  la  compuerta.  La  tur- 
bina, asi  llamada,  se  compone  (véase  lám.  IX\„ 
de  un  platillo  T  u  T,  de  hierro  fundido,  plano 
en  toda  su  circunferencia  y  ligeramente  com- 
bado hasta  el  cubo  ó  eje,  que'  está  muy  biea 
calibrado  y  ajustado  en  la  parte  inferior  del 
árbol  vertical  de  hierro  U,  el  cual  se  asegura 
por  medio  de  una  abrazadera  dividida  eu  dos 
trozos,  torneada  por  fuera  y  embebida  en  la 
garganta  cilindrica  que  está  en  la  punta  del 
árbol.  La  pestaña  ó  borde  circular  plano  de 
la  rueda  se  divide  en  otras  tantas  partes  ¡goa- 
les y  en  cada  una  de  estas  hay  tañías  palas 

cilindricas  (indicadas  por  las  lineas  t,  í,  I  

déla  fig.  2.a,  lám.  X),  destinadas  á  recibirla 
acción  del  agua.  Las  palas  están  colocadas  lio- 
rizontalmente  y  se  hallan  atornilladas  sobre 
unos  refuerzos  que  forman  cuerpo  con  el  pla- 
tinó; están  cubiertas  con  un  disco  circular 
T'  f  de  plancha  de  hierro  que  tiene  la  misma 
anchura  y  el  mismo  diámetro  que  el  primero, 
al  cual  solo  se  encuentra  adherido  por  las  pa- 
las. La  altura  de  estaá  últimas  és  de  27  centí- 
metros en  la  figura;  pero  están  divididas  por 
tres  pequeños  diafragmas  de  hierro  en  plan- 
cha, situados  en  dos  planos  paralelos  á  lo's 
discos.  Los  diafragmas  forman  cuerpo  con  la 
rueda,  de  modo  que  esta  consta  de  tres  pisos 
que  permiten  gastar  mas  ó  menos  agua,  se- 
gún la  abundancia  de  esta  ó  la  necesidad  ¡le 
fuerza.  El  árbol  de  la  rueda  tiene  en  su  réte- 
te un  parahuso  de  acoro  v,  que  descansa  en 
la  punta  fija  de  una  randa  también  de  acero, 
encerrada  en  el  tejuelo  Y,  y  como  las  superfi- 
cies en  contacto  pueden  calentarse,  por  el  ln- 
bo  encorvado  ZZZ  baja  constantemente  ciélfa 
cantidad  de  aceite.  El  tejuelo  estriba  sobre 
una  palanca  Tí  cuyo  centro  de  oscilación  es 
ebeje  X,  con  lo  cual  puede  modificarse  la  al- 
tura de  la  rueda.  La  palanca  está  adherida  por 
articulación  á  la  estremidad  inferior  de  la  va- 
rilla Y,  dispuesta  de  modo  que  al  liaeer  girar 
con  una  llave  las  tuercas  por  donde  pasa,  sa- 
ba  y  baje,  para  el  efecto  indicado  de  levahlar 
ó  bajar  la  turbina.  Ún  soporte  de  hierro  fundi- 
do Y',  fijado  en  una  pieza  de  madera  que  sos- 


TURBINA 


tiene  el  piso  o  y  el  receptáculo  tle  madera  A", 
sirve  de  apoyo  á  las  tuercas.  Todo  esto  se  en- 
cnenlra  fuera  del  receptáculo,  para  poder  su- 
bir y  liajar  la  máquina,  en  pleno  movimiento 
de  esta. 

El  platillo  (¡jo  es  el  disco  QQ,  que  ocupa 
el  espacio  cilindrico  culeramente  libre  que  sp 
encuentra  en  et  interior  dé  la  rueda.  Sirve 
principalmente  para  sostener  el  peso  de  la  co- 
lumna de  asun  que  está  sobre  la  turbina.  He 
funde  con  un  cubnmuy  elevado  para  ensam- 
blarlo sólida  ó' invariablemente  con  el  tubo  de 
hierro  colado  E  que  asciende  vei'ticalmente 
cubriendo  el  árbol  hasta  mas  arriba  del  nivel 
de  agua,  donde  por  medio  de  una  pieza  D,  es- 
tola en  los  maderos  6,  6,  embebidos  en  la  fá- 
brica AA.  Cuando  la  altura  es  grande,  como  en 
el  caso  de  la  figura  de  la  lám.  IX,  se  mantie- 
dela  verticalidad  del  tubo  con  lomillos  de 
presión  pasados  por  un  anülo  sostenido  á  su 
vez  por  tres  barras  horizontales  de  hierro,  fi- 
jadas con  dos  tuercas  en  los  soportes  de  hier- 
ro colado  s;  estos  mismos  se  atornillan  sobre 
el  maderamen  c,  c.  En  la  superficie  superior 
del  platillo  Q  hay  cierto  número  de  diafragmas 

verticales  y  cilindricos  R,  11,  R       {lám.  X, 

h.  2.3],  una  de  las  cuales  parten  deí  ceulro  á 
la  circunferencia,  at  pasti  que  otros  son  mas 
cortos  y  comienzan  á  mitad  de  distancia,  al- 
ternando con  ios  primeros.  Estos  diafragmas 
dirigen  el  agua  bácia  las  palas,  por  cuya  ra- 
%aa  so  llaman  las  directrices;  hállanse  Jijados 
al  platillo  por  medio  de  refuerzos  de  hierro 
colado,  y  al  cubo  con  escuadras  de  hierro.  Su 
curvatura  es  en  sentido  inverso  de  la  de  las 
palas  y  su  forma  es  tal  que  conducen  el  agua 
i  estas,  en  dirección  normal  á  las  mismas. 

La  compuerta  consiste  en  un  cilindro  1  [lá- 
mina IX]  de  hierro  colado,  cuyo  diámetro 
interior  es  exactamente  igual  al  eslerior  do  la 
rueda;  dicho  cilindro  puede  subir  y  bajar  ver- 
íicalmente  en  la  cubierta  cilindrica  S,  también 
de  hierro  colado  ,  previamente  calibrada,  y 
con  una  pestaña  superior  por  la  cual  se  ator- 
nilla sobre  el  maderamen  c.  En  la  parte  supe- 
rior de  ta  compuerta  hay  un  circulo  de  cuero 
encorvado  j,  análogo  al  que  sirve  de  guarni- 
ción al  pistón  de  las  prensas  hidráulicas  y 
cuyo  objeto  esinmedir  el  paso  del  agua  entre 
la  compuerta  y  la  cubierta  S;  en  la  parto  in- 
liripr  hay  unas  cuñas  de  madera,  i,  [fig.  2.a, 
¡árii:  Xj  cuya  forma  so  determina  por  la  cur- 
vatura de  las  directrices,  las  cuales  corren  en- 
tre dichas,  cuñas  en  el  movimiento  de  subida  ó 
bajarla  de  la  compuerta;  sirven  para  disminuir, 
por  la  forma  redondeada  de  sus  superficies  in- 
feriores, los  créelos  de  la  cotitracoiou,  tanto 
mayor,  cnanto  menos  abiertos  se  bailan  los 
orificias  de  la  rueda,  es  decir,  cuanto  mas  cer- 
ca esté  la  compuerta  al  platillo  lijo  Q  [lámi- 
na IX]  La  compuerta  está  colgada  en  tres 
''arcas  verticales  1',  t',  1',  con  paso  de  rosca 
cn_su  parte  superior  para  que  engranen  con  un 
puion  G,  que  á  su  vez  comunica  con  la  rueda 


central  F,  movida  por  otro  sistema  de  engra- 
najes que  se  ven  á  derecha  de  la  figura  "[lá- 
mina IX,  y  ¡ig.  [*,  lám.  I).  De  esta  disposi- 
ción resulta  que  al  hacer  girar  el  árbole  n, 
en  un  sentido  ú  otro,  se  mueven  los  tres  pi- 
ñones G,  que  obran  sobre  las  tres  barras  i,  I,  I, 
las  cuales  hacen  subir  ó  bajar  la  compuerta, 
conservándole  con  toda  exactitud  su  verticali- 
dad. A  la  derecha  de  la  figura  de  la  lám.  IX, 
hay  otra  compuerta  á,  llamada  falsa,  que  se 
opone  á  la  llegada  del  agua  sobre  el  aparato, 
cuando  es  necesario  repararlo. 

Para  esplicar  la  marcha  de  la  turbina,  su- 
pongamos que  se  levante  la  falsa  compuerta 
a,  el  agua  entrará  en  la  máquina,  y  el  nivel 
se  ¡establecerá  al  instante  á  la  misma  altura 
que  en  el  canal;  la  turbina  sin  emhargo,  que- 
dará quieta,  hasta  que  levantemos  la  compuer- 
ta ¡,  en  cuyo  caso  se  establecerá  una  corrien- 
te de  arrisa  abajo  en  el  aparato,  y  el  agua,  si- 
guiendo los  conductos  cilindricos  formados 
por  las  directrices  del  platillo,  saldrá  por  to- 
dos los  puntos  de  la  circunferencia  de  este  úl- 
timo con  una  velocidad  debida  á  la  altura  de 
caida.  Ahora  bien,  inmediatamente  encontrará 
las  palas  y  se  deslizará  sobre  ellas,  ejerciendo 
una  presión  en  toda  su  longitud,  para  escapar- 
se luego  por  el  contorno  esterno  de  la  rueda, 
á  la  cual  imprimirá  un  movimiento  de  rota- 
ción continuo. 

La  acción  que  el  agua  ejerce  sobre  las  pa- 
las de  la  turbina  es  menos  fácil  de  compren- 
der que  la  desarrollada  sobre  las  palas  de  las 
ruedas  hidráulicas  verticales.  Para  esplicarla, 
hay  que  compararla  con  la  de  un  cuerpo  só- 
lido que  se  desliza  sobre  una  curva.  Este  últi- 
mo, á  cada  instante  de  su  movimiento,  á  cau- 
sa de  su  tendencia  á  marchar  en  linea  recta, 
ejerce  sobre  el  elemento  de  la  curva  en  que 
se  encuentra,  una  presión  normal,  que  puede 

espresarse  por  Sjlq  si  representamos  por  M 

-•:?)>  \t  r.kmfrs.aiírv,  H'lédi'rX-tsruS  i  Btidsb 

¡a  masa,  por  v  la  velocidad,  y  por  r  el  radio 
de  curvatura  del  elemento.  Cuando  este  mis- 
mo se  mueve  con  cierta  velocidad  y  formando 
cierto  ángulo  con  relación  al  movimiento  del 
cuerpo,  la  espresion  de  la  presión  ejercida  en 
¡a  dirección  del  movimiento  del  elemento,  es 

M  v'  .  ,     ,  •     ,  , 

 .sen.  a,  si  o  representa  el  ángulo.  La  es- 

•iíuniuóíi  e-ij'b  w-urs  lo  ái«ty  «0iwmliir»g?.,¿ 

presión  de  la  cantidad  de  acción  impresa  al 


elemento  debe  ser 


M  v« 


y  sen,  a,  sí  v  indica 


la  velocidad  de  este  último.  La  suma  de  osfas 
cantidades  elementales,  ó  S  — v  sen.  a,  se- 

¡}f.£  JUMdpJi  «¡¡febfllriY  i4.  í UüJSPTt}»!  ,7  QUJ>  ád 

ría  pues  la  acción  impresa  á  lá  superficie  cur- 
va de  cada  pala  por  et  volumen  de  agua  que 
obra  sobre  ella. 

De  los  esperlmeutos  heehós  con  el  freno 


TURBINA 


di  namomé trico  resulta  que  en  las  circunstan- 
cias  mas  favorables,  el  efecto  úlil  de  la  lurbi- 
na  Fourneyron  es  igual  á  los  setenta  cealési- 
mos  de  la  cantidad  de  agua  gastada  en  un  se- 
gundo, multiplicada  por  la  altura  de  caída,  de 
modo  que  tenemos  para  ello  la  fórmula 

Pt  =  70G  Qlt. 

Véanse  para  los  valores'  P  y  v  los  artícu- 
los MAQUINAS  y  RUEDAS  HIDRAULICAS.  Q  e,S  el 

volumen  de  agua  gastada  durante  la  unitiaü  de 
tiempo  en  metros  cúbicos  y  11  !a  altura  total 
de  caída. 

Los  dalos  principales  para  el  establecimien- 
to de  la  máquina,  son  cuando  se  busca  un 
efecto  determinado:  l."  la  altura  del  salto:  2." 
el  volumen  de  agua  por  segundo:  3."  el  diáme- 
tro interior  del  receptáculo  cilindrico  S,  en  el 
cual  se  mueve  la  compuerta,  que  determina 
los  diámetros  interiores  y  esteriores  de  la  rue- 
da, y  por  último;  el  número  de  vueltas  de  es- 
ta última. 

Para  determinarla  altura  del  salto,  es  in- 
dispensable hacer  una  nivelación. 

Para  obtener  el  volumen  de  agua  que  lia 
de  gastarse  por  segundo,  se  usa  la  fórmula  an- 
terior trasformándola  en  la  que  sigue,  des- 
pués de  modificarla  con  un  coeficiente  que 
corresponde  al  mínimum  de  efecto  úlil  en 
lugar  de  ,700. 

650  11  ■ 

En  cuanto  al  diámetro  del  receptáculo  ci- 
lindrico, se  determina  teniendo  en  cuenta  que 
la  velocidad  del  agua  en  el  mismo  no  debe  es- 
ceder de  la  cuarta  ó  quinta  parte  de  la  velo- 
cidad debida  á  la  caida  -total.  Se  toma,  pues, 
para  velocidad  medía  U  del  agua  en  el  recep- 
táculo la  cuartaó  quinta  parte  de  la  velocidad 
debida  á  ta  caida  total  II  y  se  calcula  el  diá- 


metro  D ,  por  ¡a  fórmula  D  = 

?  0,785U 
Cuando  la  caida  y  el  gasto  son  variables,  debe 
calcularse  ese  diámetro  para  diferentes  casos 
,y  adoptar  el  valqr  mas  grande  que  se  baya 
obtenido.  Cuando  se  na  determinaijo  el  diá- 
metro interior-del, receptáculo,  se  añaden  de  -í 
á  5  centímetros  para  el  grueso  de  la  compuer- 
ta y  el  juego  de  la  rueda,  y  se  obtiene  el  diá- 
metro interior  de  la  rueda,  comunmente  7. 
centímetros  mas  pequeño  que  el  esíerior. 
El  número  ra  de  vueltas  que  debe  dar  la 

¿g^.sb  jtfütfc  tJ  .mStílíis  Ufewí>'/-.v. 
rueda  se  calcula  por  la  fórmula  n=k—,  en 

la  que  V  representa  la  velocidad  debida  á  la 
altura  total  de  la  caida,  H  el  radio  interior  de 
la  rueda,  y  Iv  un  codicíente  que  varia  de  5 
á  8,  según  la  altura  probable  y  mas  ó  menos 
pronunciada  de  la  abertura  de  compuerta. 


Las  turbinas  mas  conocidas  después  de  U 
de  Fourneyron  son  la  de  Gentilhomme,  la  ¡¡e 
Foiitainc-Daron  y  lá  de  Jouval. 

La  turbina  de  Gentilhomme'  difiere  on  pe 
la  compuerta  circular  no  exisle  y  está  reem- 
plazada por  una  especie  de  tabique  circular 
de  hierro,  compuesto  de  varías  piezas  rpic  se 
abren  ó  se  cierran  como  un  abanico,  según  la- 
cantidad  de  agua  que  haya  de  darse.  Esc  iab¡. 
que  se  encuentra  á  la  altura  de  lá  parle  supe- 
rior de  la  ruedo  y  sus  segmentos  movibles 
juegan  por  medio  de  un  sistema  de  engrana- 
ges  muy  sencillo. 

La  turbina  de  Fontaine-Baron  se  compone 
de  una  zona  anular  de  hierro  colado  que  tie- 
ne palas  curvas  helicoidales.  (Jira  corona  fija 
tiene  curvas  directrices  y  unas  compucrtillis 
en  sentido  de  los  radios ,  que  se  levantan  to- 
das á  un  tiempo  por  un  medio  análogo  al  r¡uc 
usa  Fourneyron  para  la  compuerta  circular. 
El  tejuelo  que  sostiene  á  la  rueda  y  al  árbol 
vertical,  en  vez  de  estar  colocado  en  ei  agua, 
se  halla  encima  de  la  rueda,  lo  cual  permito 
untarla  con  mas  facilidad. 

La  turbina  de  Jouval,  construida  y  per- 
feccionada por  Krüchlin,  es  la  que  mas  difiere 
de  la  de  Fourneyron.  Imagínese  un  cilin- 
dro vertical  enlazado  cu  su  parle  inferior  con 
otro  tubo  rectangular  cuyo  ejc'es  harlzonlnl, 
y  está  provisto  de  una  compuerta  vertical  pira 
permitir  ó  suspender  á  volunlarl  el  movimien- 
to del  liquido,  y  se  tendrá  una  idea  exacta  de 
las  partes  fijas  de  la  máquina.  Hacia  su  parle 
superior,  el  cilindro  se  estrecha  y  D3tá  cali- 
brado para  recibir  la  rueda  que  tiene  palas  cur- 
vas de  superficie  helicoidal ,  cuya  generalm 
es  horizontal.  Inmediatamente  encima  de  la 
rueda  y  en  una  parte  también  hueca  hay  íiini 
corona  con  directrices  que  aseguran  la  direc- 
ción del  agua.  No  existe  mas  compuerta  que 
Ja  de  abajo  para  hacer  variar  el  consumo  de 
agua.  Resulla,  pues,  que  la  rueda  está  qd  la 
parte  superior  del  salto  de  agua.  Cuando  se 
trata  de  poner  la  turbina  en-  movimiento,  se 
deja  llenar  del  todo  el  espacio  de  colwnn,i 
hueca,  en  cuya  parte  superior  se  encuentra  li 
rueda;  después  se  abre  la  compuerta  del  luto 
rectangular.  La  columna  de  agua  comienza  in- 
mediatamente á  bajar,  y  hay  tendencia  al  va- 
cío entre  su  parte  superior  y  la  rueda,  vacío 
que  se  va  llenando  con  el  agua  que  pasa  per 
la  turbina  obrando  sobre  sus  palas  absoluta- 
mente del  mismo  modo  que  si  esta  última  sos- 
tuviese todo  el  peso  del  líquido,  es  decir,  co- 
mo sí  realmente  se  encontrase  en  la  parte  in- 
ferior del  salto  de  agua. 

Las  tres  turbinas  que  acabamos  de  cilnr 
producen  casi  el  mismo  efecto  que  la  de  Four- 
neyron. 

-  Las  ventajas  de  las  turbinas  consisten  en 
lo  siguiente: 

1."   Prbducpn  un  efecto  útil  igual  al  délas 
mejores  ruedas  hidráulicas  verticales. 
2. 3  .  Pueden  utilizar  los  saltos  de  todas  al- 


605 


TURBINA  -TURQUIA 


turas  desde  los  mas  pequeños  á  los  mas  gran- 
des, pueslo  que  las  hay  en  el  día  de  SO  me- 
tros, sin  mas  modificación  que  la  de  hacer  se- 
™ir'aUubo  S  (V.  lám.  IX)  la- falda  de  la  mon- 
taña á  ullV0  nie  esté  la  mAtll"na.  Para  levan- 1 
tarto  después  á  toda  la  altura  de  caida. 

3."  Marchan  dentro  del  agua  'lo  mismo 
que  fuera,  lo  cual  es  muy  de  apreciar  en  ter- 
ritorios sujetos  á  inundaciones. 

Los  inconvenientes  dé  las  turhinas  consis- 
ten en  ser  caras  y  exigir  frecuentes  repara- 
ciones; pero  es  de  poca  importancia  cuando 
se  Irala  de  establecer  una  gran  fábrica;  pero 
cu  industrias  pequeñas  aconsejamos  el  uso  de 
ruedas  hidráulicas  verticales. 

ÍUltíS,  (Historia  y  geografía.)  Augusta 
Taurinorum,  ciudad  del  l'iamontc,  capital  de 
los  Estados  sardos,  situada  en  la  confluencia 
¡leí  Po  y  de  la  Doira-fliparia;  población  de 
120,000  habitantes. 

Va  importante  en  tiempo  de  los  romanos, 
lurin  fué  en  la  edadniedía  capital  de  mi  du- 
cado lombardo;  en  tiempo  del  imperio  francés 
de  Napoleón  I  fué  capital  del  departamento 
del  Po¡ 

Turin  es  sede  de  un  arzobispado  y  su  uni- 
versidad esla  mas  frecnentada  de  Italia.  Entre 
los  numerosos  establecimientos  públicos  de 
dicha  chillad,  rilaremos  la  biblioteca,  el  mu 
seo  egipcio,  que  es  el  mas  rico  de  Europa,  la 
galería  de  cuadros,  etc. 

TURKESTAN.  [Geografía.)  El  Turkestan,  lia 
Mdo  también  Tartaria  independiente,  es  una 
vasla  región  del  Asia  Occidental,  comprendida 
entre  los  47  y  SO"  de  longitud  oriental  y  los 
3G  y  41*  de  latitud  septentrional,  y  se  halla 
limitada  al  Norte  por  la  Siberia,  al  Este  por  el 
imperio  chino,  al  Sud  por  los  reinos  de  La 
horé)  Kabul  y  Persia,  y  al  Oeste  por  el  mar 
Caspio: 

lia  superficie  del  Turkesfau  es  de  unas 
120,000  leguas  cuadradas.  Un  gran  número 
de  estados  ó  khanatos  existen  en  esta  región 
poblada  por  tribus  de  raza  turca,  y  no  de  raza 
mongola  ó  tártara  como  se  ha  creído  durante 
mucho  tiempo.  Asi  se  espites  porque  el  nom 
hre  de  Tartaria  ha  sido  reemplazado  por  el  de 
Turkestan. 

Casi  toda  la  superficie  del  Turkestan  está 
cubierta  de  estepas;  de  ríos  caudalosos,  que 
desembocan  en  el  mar  de  Ara!,  el  Syr-D.eria 
Yasartes)  y  el  Amon-Deria  (Oxus).  Toda  la 
parte  meridional  adyacente  á  la  mésela  central 
del  Asia  es  montañosa  y  está  cubierta  por 
los  estribos  del  Bobor  y  del  indukusch. 

ÍW  grandes  divisiones  del  Turkestan  son 
al  Norte,  la  estepa  de  los  Kirghiz-Easahs 
nna  parta  de  las  tribus  kirglliz  son  vasallas  de 
'■'lliisia;  al  Oeste,  entre  el  mar  Caspio,  el  mar 
de  Arai  y  el  Amon-Deria,  habitan  las  tribus  di 
os  turcomanos.  Sobre  el  Arnon  Inferior  está 
Ja  Khhia,  a  sea  el  khanato  de  Khiva:  sobre  el 
Anión, Superior  la  JJukharia,  ó  el  klianat  de 
Ankara,  y  sobre  el  Syr-Deria  el  lílianatde  Kho< 


kand.  Es  inútil  el  mencionar  varios  pequeños 
estados  de  escasa  importancia. 

la  población  de  estos  varios  países  .es  de 
unos  13.000,000  de  almas,  distribuidos  como 


sigue. 

Turcomanos   2.190,000 

Kirghis   .  2.400,000 

Khokand.  .  .  .'   1.200, 000 

Khivia  -  4.975,,ú00 

Bukharia, .   2.500,000 

Estados  menores'.  ....  4.100,000 

Total..  .  .  .  13.365,000 

TURMALINA.  (Mineralogía.)  Esta  sustancia 
mineral  tiene  diferentes  aspectos  y  se  le  han 
dado  diversas  denominaciones,  como  rubelita, 
siberita,  chorlo,  ele.  Se  encuentra  la  turmali- 
na en  la  forma  de  cristalización,  cuya  fórma 
se  deriva  de  un  romboedro  obtuso;  la  cristali- 
zación que  ofrece  mas  comunmente  es  la  pris- 
mática de  seis,  de  nueve  y  de  doce  caras  muy 
desiguales  en  su  largo:  vénse  cristales  á  las 
veces  de  tres  ó  cuatro  pulgadas.  Los  colores 
que  ofrecen  las  turmalinas,  son  comunmente 
con  cierto  brillo:  frecuentemente  tienen  el  co- 
lor negro;  empero  las  hay  ya  de  color  verde, 
ya  de lila,  ya  rojizo,  también  violado,  algu- 
nas veces,  aunque-muy  raras,  blancos  y  tras- 
parentes; su  fractura  es  concoidea,  de  lustre 
vitreo;  raya  el  vidrio;  su  peso  especifico  es  de 
3  á  4.  Es  esta  sustancia  mineral  muy  eléctrica, 
asi  es  que  con  la  frotación  se  desarrolla  fácil- 
mente la  electricidad:  por  esta  particularidad 
se  ha  aplicado  esta  sustancia  á  varios  esperi- 
mentos  de  la  electricidad:  también  se  valen  de 
ella  los  físicos  para  los  fenómenos  de  la  luz 
cuando  es  trasparente  para  la  refracción,  etc. 

.  Encuéntranse  las  turmalinas  como  engas- 
tadas en  las  rocas  micáceas,  talcosas,  en  los 
filones  de  cuarzo  y  en  ios  feldespatos.  Rallase 
la  turmalina  en  toda  la  cordillera  de  Guadarra- 
ma y  do  los  denominados  montes  Carpelanos; 
y  particularmente  en  la  sierra  de  Buítrago, 
donde  se  han  encontrado  algunas  blancas  y 
de  buen  (amaño.  Empléanselas  hermosas  varie- 
dades de  turmalina  para  objetos ,de  lujo;  asi  es 
qjie  talladas  las  que  tienen  colores  azules  y 
verdes,  las  dan  la  denominación  de  záfiros  y 
esmeraldas  del  Brasil. 

TURQUESA.  [Mineralogía.)  .Véase  piediias 

FINAS. 

TURQUIA.  [Geografía-.)  Esle  vasto. imperio, 
cuya  capital  es  Constantinopla,  está  situado  en 
Europa,  Asia  y  Africa.  Se  divide  ' vulgarmente 
en  dos  grandes  regiones:  la  Turquía  europea 
y  la  Turquía  asiática,  á  las  cuales  deben  aña- 
dirse los  paises  tributarios  situados  eu  Africa, 
Egipto,  Tunes  y  Trípoli. 

La  superficie  del  imperio  es  de  %,S0Q  le- 
guas de'  20  al  grado,  y  la  población 'asciende 
á  35.000,000  de  habitantes,  incluyendo  las 
provincias  tributarias»  y  tan  solo  á  26.550,00C 
cuando  no  se  cuentan  estas. 


fi07 


TURQUIA 


608 


al»  1s  :gúi'i¡i[  h 

Turquía  europea 
15.500,000. 


Tracia   1 .800,000 

Bulgaria   4.000,000 

Moldavia.  .  .  ,  1.400,000 
Yalaqula.  .  .  .  2.600,000 
Bosnia  y  Herze- 
govina. .  .  .  1,400,000 
Ehimeiia..  ....  2.600,000 

Senia   1.000,000 

Islas   700,000 

I  Asia  Menor.  .  .  10.700,000 
l  Siria ,  Mesopo- 
Turquia  de  Asia)  tamia  y  Kurdis- 


16.050,000 


Africa 
3.800,000. 


tan. 
Arabia,  Meca 
Medina.  .  . 


(Egipto 
¡Trf 


ipoli  y'funez. 


4.450,000 

900,000 
2.000,000 
1.800,000 


El  territorio  del  imperio  otomano  se  divide 
en  35  eyalatos  ó  gobiernos  generales,  subdi- 
vididos  en  142  livas  ó  provincias. 

Turquía  europea. 

Distrito'  particalar  de  Conslautinopla. 
Eyalato  de  Andrinópolis  (Tracia). 

—  de  Silistria. 

—  de  Bogtidan  (Moldavia). 

—  de  Et'lak  (Y alaquia). 

—  de  Vidia. 

—  de  Nich.  * 

—  de  Uslcup, 

—  ■   de  Sirp  (Servia). 
Fortaleza  de  Belgrado. 

Eyalato  de  Bosna  (Bosnia  y  Croacia). 

—  de  Rumelia  (Albania,  Montenegro  y 

parte  de  la  Macedonia). 

—  de  Janina  (Epiro). 

—  de  Salónica  (Macedonia  y  Tesalia). 

—  de  Djizair  (Islas  del  Archipiélago,  Ro- 

das y  Chipre). 

—  de  Greta. 

Turquía  asiática, 
Eyalato  de  Kastamuni  (Paflagonia). 


Razas. 


en  Europa. 


Eyalato  de  Kiiudavemlguiar  (Bilinia). 

—  ..de  Aydin  (Lidia). 

—  de  Karaman  (Frigia  y  Painfilial. 

—  do  Adana  ((¡¡lióla), 

Z  K^padocia). 

—  Treblsonda  (Ponto  yColchide).  / 

—  Erzeroiim  (Armenia). 

—  Mosson!  (Asiría). 

—  Kurdislan. 

—  de  Kharberout  (Sofeuos  y  Coma- 1 

genes).      ,  J 

,  —  de  Alepo  (Siria  y  Oscenia).  Ij 

—  de  Saida  (Fenicia  y  l'alesliuu!.  I? 

—  de  Miara  (Siria). 

—  de  Bagdad  (Babilonia). 

—  de  Habesch  (Arabia). 

Africa. 

Eyalatode  Jlizr'.  (Egipto). 

—  de  Tarabluci  (Trípoli). 

—  de  Tuuez. 

El  imperio  otomano  es  habitado  par  mu 
multitud  do  pueblos  de  raza  y  religión  abso- 
lutamente diferentes.  Esa  reunión  de  naciones 
heterogéneas  ba  sido  ya  muy  desquiciada  por 
el  restablecimiento  parcial  de  algunas  nncin- 
nalidades  (griega,  rumana,  servia)  que  lian  lo- 
grado conquistar  una  independencia  mas  i 
menos  completa.  El  bajá  de  Egipto  había  dado 
la  independencia  á  la  raza  árabe  (Egipto,  Siria, 
A  rabia  i.  Vencida  por  las  armas  de  la  Europa  y 
privada  do  gefe,  los  árabes  han  vuelfo  al  yo- 
go del  sultán,  pero  por  todas  partes  los-  pue- 
blos se  agitan,  y  ante  el  levantamiento  uni- 
versal de  las  nacionalidades  y  de  las  guerras 
de  raza  que  han  conmovido  el  mundo  de  al- 
gunos años  á  osla  parte,  es  difícil  creer  que 
los,  turcos  mantengan  por  mucho  tiempo  su  do- 
minación sobre  las  poblaciones  que  la  con- 
quista lia  colocado  bajo  su  yugo  y  que  ciertos 
intereses  poiilicos  mantienen  aun  asi. 

El  cuadro  siguiente,  presenta  datos  mo- 
dernos sobre  la  etnología  de  la  Turquía. 


Turcos. 

Slavos  

¡(uníanos  

Albaneses  

Griegos.  ...... 

Armenios  

Judíos  

Tártaros  

Arabes  

Sirios  y  caldeos  (1), 

Drusos  

Kurdos  

Turcomanos.  .... 


100,000 
.200,000 
000,000 
.500,000 
000,000 
400,000 
70,000 
230,000 


en  Asia. 
10.700,000 


1.000,000 
2.000,000 
100,000 

900,000 
235,000 
25,000 
1.000,000 
90,000 


en  Africa. 


15.500,000  16.050,000 


.800,000 


3.800,000 


ToUl. 
1 1.800,000 
7.200,  [HUI 
4.0011,000 
1.500,000 
'2.000,000 
2.400,000 
170,000 
530,000 
4.700,000 
2,15,000 
25,000 
1,000,001) 
90,000 


c--:„„ !  MarnniLaí  140,000  I 

>r">3}  JacobUa»   70,000  | 


Caldeos, 


35,850,000 
.  ,  .  3S,0W- 


61)3  TURQUÍA 

Clasificando  la  población  del  imperio  por  religiones,  tenemos; 


Religiones., 


on  Europa, 


tetones..   3.800,000 

Griegos  ,(D   11.370,000 

un»)   360'000 

indios   -70,000 


on  Asia. 

12.900,000 
2.360,000 
640,000 
100,000 


15.500,000 


16. 050,000 


en  Africa, 
3.800,000" 


3,800,000 


610 


Total. 

20.550,000 
13.730.OOG 
900,000 
170,000 

35.350,000 


El  gobierno  de  Turquía  es  una  monarquía 
despótica.  Se  lian  hecho  algunos  ensayos  de 
reformas  adminislrativas,  pero  basta  el  día 
sin  muélios  resultados,  pues  aunque  se  lian 
concedido  algunas  franquicias  á  los  cristianos, 
todana  no  pueden  considerarse  como  craan- 1 
cipadbs.  La  gran  mayoría  de  lo?  turcos  es  ene- 1 
miga  dereformas,  y  el  partido  civilizado,  cuyo 
?cFc  es  Reselñd-Bajá  cuenta  pocos  adictos.  Las 
mas  hermosas  regiones  se  encuentran  en  la 
barbarie  mas  completa. 

las  rentas  de¡  Estado,  se  calculan  en  unos 
¡(iO. 000, 000  do  reales,  y  siempre  existe  un 
déficit  ipie  se  cubre  con  papel  moneda. 

El  ejército  en  la  actualidad  consta  de  1 00, 800 
hombres  de  infantería,  17,280  de  caballería, 
1.700  ingenieros  y  un  cuerpo  de  reserva  de 
325,000  hombres;  pero  es  preciso  tener  cu 
caeata  que  las  circunstancias  son  escepeio- 
uales.  La  artillería  cuenta  3G0  piezas.  La  ma- 
rina se  compone  de  10  navios  de  línea,  7  fra- 
gatas |  60  buques  pequeños,  al  todo  7,7  bu- 
ques con  3,000  cañones. 

Geografía  da  las  provincias.  Las  provin- 
cias constituidas  eu  rasallage,  egipto,  yala- 
ouia  etc.,  forman  asunto  do  articulas  espe- 
ciales. 

La  Turquía  asiática  se  compone  de  las  co- 
marcas conocidas  con  los  nombres  do  Asia 
Maior  ó  Anatülia,  Armenia,  Kurdistan,  Mc- 
topotamiaó  Al-Djezirch,  Irak-Arabi  y  Siria. 
En  Arabia,  la  parle  del  Hedjas  llamada  líelnd- 
ét-Haram,  ó  país  sagrado,  y  que  contiene  las 
ciudades  de  la  lleca  y  Medina,  está  sometida 
nominalmenle  al  emperador  de  los  turcos;  es- 
las  diferentes  comarcas  se  lian  descrito  tam- 
bién en  artículos  especiales. 

Daremos  algunos  pormenores  sobre  la  Tur- 
quía europea. 

.  La  Turquía  de  Europa,  incluyendo  los  tres 
principados  vasallos  de  Servia,  Yalaquia  y  Mol- 
davia, está  limitada  al  N,  por  el  imperio  de 
Austria  y  por  la  Rusia,  al  E.  por  el  mar  Negro, 
;>IS.  por  el  .Archipiélago  y  la  Grecia,  alO.  por 
el  mar  Adriático  y  el  imperio  de  Austria. 

Es  upa  gran  península,  de  la  cual  dependen 
vanas  islas,  tales  como  Samotrald,  Imbrio, 
hemnos,  Skiros  y  Camila,  en  el  Arcbipiélago. 

La  Turquía  europea  es  una  tierra  alta,  cuyo 
relieve  tiene  mucha  semejanza  con  la  España; 

■J!    Inclusoi  los  arme iiios 'que  pertenecen  al  cisma 
Eflesa  de  Eü  tiques, 
r¡    ^aHnoS¡  griegos-unidos,  armenios-unidos,  si- 

«Ucos-uuidos  y  maronitas. 
"08    IHBLIOTBGA  POPIILAII, 


la  forma  general  de  la  tierra  es  la  de  un  Ironco 
de  pirámide  triangular,  cuya  parte  superior  es- 
tá ocupada  por  la  meseta  central  de  la  Mesia. 

Esta  región  de  topografía  poco  conocida 
aun,  es  muy  quebrada;  en  el  centro  bay  un  caos 
de  montañas  y  barrancos,  los  ríos  corren  en 
cañadas  profundas.  Sobre  las  faldas  de  la  me- 
seta central  se  encuentran  planicies  escarpa- 
das y  llanuras  áridas.  Las  cadenas  que  surcan 
en  todos  sentidos  tan  elevada  tierra,  no  se  en- 
lazan entre  sí;  por  el  contrario,  están  separa- 
das unas  de  otras  por  mesetas  poco  elevadas  y 
aun  por  depresiones  considerables. 

Las  diferentes  provincias  de  este  pais  están 
separadas  físicamente  unas  de  otras  por  gran- 
des accidentes  de  terreno. 

Al  Norte,  en  la  cuenca  del  Danubio,  la  bos- 
nia, la  Servia  y  !a  Bulgaria,  son  montuosas  en 
el  Sur,  al  paso  que  llanas  y  pantanosas  por  el 
Norte. 

En  el  centro  se  encuentra  la  meseta  de  Me- 
sia,  cuyas  planicies  occidentales  encierran  la 
Albania,  el  Montenegro,  la  Herzegovina  y  una 
parte  de  la  Dalmacia  austríaca.  La  Herzegovina 
y  el  Montenegro  son  unos  países  agrestes,  es- 
tériles, de  méselas  calizas,  Tegados  por  unas 
pequeñas  corrientes  de  agua  que  se  pierden 
en  las  cavidades  naturales  <Jcatavothron$)  de 
que  abunda  el  suelo ;  las  poblaciones  de  esas 
comarcas  ban  conservado,  grac: as  á  la  aspe- 
reza del  suelo,  y  á  su  valor,  una  senai-inde- 
peudencia. 

La  Albania  (Skiperi,  pais  de  peñas)  no  es 
mas  que  una  alternativa  de  rocas  abruptas  y 
mesetas  escarpadas:  la  parte  meridional ,  el 
Epiro,  es  un  bello  pais  de  colinas  y  fértiles 
valles.  Al  Sur  de  la  meseta  central  está  situada 
la  bája  Macedonia,  con  colinas  al  Norte  y  lla- 
nuras al  Sur.  Al  Levante,  por  último,  se  en- 
cuentra la  gran  planicie  de  la  Tracia. 

El  Epiro  y  la  Tesalia,  países  de  llanos,  se- 
parados por  la  cadena  del  Findo,  forman  la 
transición  entre  la  región  montuosa  del  Norte 
y  la  Grecia. 

La  orografía  de  la  Turquía  europea  se  com- 
pone déla  meseta  central  ó  de  laMesia,  delds 
Alpes  Dinárieos  ó  llirios,  de  las  montañas  de 
Servia,  de  los  Balkanes  y  de  la  parte  septen- 
trional de  la  cadena  del  Pindó  ó  Alpes  He- 
lénicos. 

'  La  meseta  central  tiene  la  forma  de  nn  cua- 
drilátero, comprende  la  Bosnia,  la  Alta  Servia, 
la  Alta  Macedonia  y  la  Alta  Albania.  Su  altura 
media  es  de  650  metros,  está  dominada  por  las 

T.    XXK1TI,  39 


en 


TURQUIA. 


61? 


montañas  que  la  rodean,  al  Noroeste  por  el 
Sco'rdio,  al  Sudeste  por  el  Rodopo  y  el  alio  Bal- 
kan.  Dicha  meseta,  de  suma  importancia  en 
la  geografía  militar  de  la  Turquía,  está  llena 
de  barrancos  y  eminencias  aisladas  qne  dan  á 
la  superficie  un  aspecto  muy  quebrado. 

Los  Alpes  Dináricos  ólliriosse  destacan  del 
ángulo  Noroeste  de  la  meseta  central  y  van  á 
enlazarse  con  los  Alpes  Orientales.  Se  compo- 
nen,-por  el  Levante  de  una  serie  de  cadenas 
paralelas,  y  por  Poniente  de  mesetas  que  des- 
cienden por  gradas  hacia  el  Adriático.  En  el  nu- 
do de  Scordio,  donde  nacen,  hay  cumbres  que 
llegan  á  la  altura  de  2,275  metros. 

Las  montañas  de  la  Servia  se  destacan  de 
la  vertiente  Norte  de  la  meseta  central  y  se 
componen  de  varios  contrafuertes  parálelos 
que  se  van  deprimiendo  hacia  el  valle  del  Da- 
nubio. Unade  dichas  cadenas  se  junta  con  la  es- 
tremidad  meridional  délos  Karpatos  paVa for- 
mar el  desfiladero  de  Qrsova,  [.atravesado  por 
el  Danubio. 

Los  montes  Balkanes  [Emineh-dagh)  co- 
mienzan en  la  falda  oriental 'de  la  meseta  de 
Mesia  y  se  dirigen  de  Poniente  á  Levante.  Ter- 
minanso  en  el  cabo  Emineh-Dagh,  sobre  el 
mar  Negro,  abrazando  G4  leguas  de  longitud 
y  unas  S  de  anchura.  Es  el  baluarte  de  la  Tur- 
quía contraía  Rusia.  Esta  cadena  se  halla  lle- 
na de  selvas  y  barrancos  angostos  y  profun- 
dos. Su  vertiente  meridional  es  muy  quebrada 
y  cae  verticalmente  sobre  la  Tracia  ,  al  paso 
qne  la  septentrional,  la  Bulgaria,  va  deprimién- 
dose háeia  el  Danubio  en  planicies  sucesivas. 
En  su  mayor  altura,  ai  Poniente,  el  Balkan  lle- 
ga á  1,650  metros.  Su  contrafuerte  principal 
es  el  Despoto-Dagh  ó  monte  ItodopO,  el  cual  se 
liga  con  el  Balkan  casia  su  nacimiento.  Es  una 
masa  ancha  compuesta  de  cuatro  cadenas  pa- 
ralelas con  cimas  de  2,50ü  metros. 

La  Turquía  europea  se  divide  en  tres  ver- 
tientes: la  Septentrional  ó  del  Danubio,  la  del 
Suroeste  ó  del ,  Archipiélago,  la  occidental  (i 
del  Adriático. 

Los  ríos'  mas  importantes  son: 


El  Danubio; 
atinentes. ' 


,  El  Save;  afluentes 

iEI  Morava. 
El  Iskar. 


¡El  Unnacz, 
\  ElBosna. 
I  El  Drin. 


El  Mañiza.  ."S 

El  Carasú. .  j  Afluentes  del  Archipiélago. 
El  Yardnr. . j 

El  Yoiutza..  1 

El  Drin.  .  .'  [Afluentes  del  Adriático. 
El-  fíarenta.  ) 

Las  divisiones  de  la  Turquía  europea  han 


la  eoslnnibrc  de  dividir  la  Turquía  cu  r.ierto 
número'de  regiones  geográficas,  muy  general- 
mente aceptadas  y  que  merecen  por  lo  ia¡'¡¡¿ 
ser  citadas:  Dichas  provincias  son: 

Los  tres  principados  vasallos  de  Moldavia 
Valaquia  y  Servia.  La  Bosnia  y  la  Croacia  |¡¡ 
Bulgaria  a!  Norte;  la  Tracia  ó  Itumelia  ol  Esto'1 
la  Macedonia  en  el  centro;  la  Tesalia  en  tí 
Sur;  la  Albania,  el  Montenegro  y  la  limco. 
vina  al  Oeste.  Las  islas  forman  una  provincia 
particular. 

En  la  Tracia  ó  Rumelia  se  encuentra. Cons- 
tantinopla,  capital  del  imperio,  poblada  e¡i 
1844  con  797,000  habitantes;  Andriuópolis, 
Calipoli,  Filipópoli. 

Las  ciudades  principales  de  la  Macedonia 
son:  Seres,  Sofía,  Nisch,  Usknp,  Monoslir;  de- 
bemos citar  también  el  célebre  convenio  del 
monte  Atbos. 

La  Bulgaria  encierra  á  Silistria,  Sclnmila, 
plaza  fuerte,  con  un  campamento  atrinchera- 
do, 'llave  del  Balkan;  Varna,  Yiddin,  Ninúpclis, 
Sistova. 

La  Tesalia,  capital  Larisa. 

La  Albania  encierra  las  ciudades  de  Scula- 
ri,  Durazzo,  Janina,  Parga,  Suli  (capital  de  los 
suüotasl,  Rroia,  antigua  capital  de  Scandeita» 

El  Montenegro,  capital  Cetina, 

La  Herzegovina,  capital  Mostar. 

La  Bosnia-y  la  Croacia,  capital  Trawnil-, 

Las  ciudades  principales  de  Candía  son: 
Candía,  la  Canea  y  Espina-Longa. 

Boné:  Turquía  europea,  44.  en  8.° 

Map  i  de  Turquía,  por  la  oficina  militar  (o|iojrD- 

fica  do  Viena  en  1829. 

C.  Robert:  Los  etlavus  <k  Turquía,  21.  en  I.' 

1844. 

manqui:  Viageen  Vulgaria,  duranleel  sf»1fi}|, 
un  tomo  en  12, ó  Í8l5, 

Grassi:  Mapa  tuna,  ú  Organización  retigimii, ci- 
vil y  mililar  ilel  imperio  otomano,  i  l,  en  8.a,  (858. 

Íliauvin-Beiliard:  Del  imperio  otomano,  di  jui 
nationes  y  de  su  dinastía,  1.a  parle,  un  tomo  en  V, 
1843. 

Á.  Rr.iyer;  Nueve  o«oj  en  Comlanlinopie,  2  Un 
S.o,  1828. 

TURQUIA.  (Etnografía  y  lin¡filíslim.\  l)b' 
manse  turcos  unos  pueblos  menos  importante 
por  su  fuerza  numérica  que  por  el  mnciio  pa- 
pel que  han  hecho  en  la  historia  de  Europa, 
Asia  y  Africa. 

Abel  Remusat  considera  á  los  turcos  cmain 
el  tercero  de  los  cuatro  grupos  de  sus  pueblos 
tíntaos.  Como  esta  denominación  de  tártaros 
da  lugar  á  muchas  incertidumbres  y  confusio- 
nes, sin  ser  propiamente  etnológica,  ia  deja- 
remos á  im  lado  para  atenernos  á  las  divisio- 
nes que  los  etnólogos  han  adoptado  con  pre- 
ferencia. Diremos,  pues,  que  la  familia  turca 
figura  entre  las  razas  humanas  junto  á  los  fi- 
neses, magyares  y  circasianos,  en  el  rumo  sel- 
jiicodela  raza  blanca.  Schott  de  Berlín,  cree 


sido  indicadas  al  principio  de  este  articulo;  ]  que  puede  probarse  la  identidad  de  la  familia 
pero  aunque  son  las  únicas  efectivas,  existe .  turca  con  la  finesa,  pues  ambos  pueblos  pro- 


6(3 


TURQUIA 


ceden,  según  él,  de  los  mongoles  y  tatiguses 
del  Altai,  como  ramas  de  un  mismo  tronco;  pu- 
ro los  materiales  necesarios  para  el  perfecto 
esclarecimiento  de  este  problema  en  cuanto  á 
lo  relativa  á  los  fineses  y  turcos,  son  muy  in- 
completos aun.  En  lo  concerniente  á  las  rela- 
ciones de  origen  de  estos  dos  últimos  pueblos 
con  los  precedentes,  parecen  desmentidos  pol- 
los rasgos  físicos  de  unos  y  otros,  pues  los 
mongoles  y  lunguses  pertenecen,  como  los 
chinos  y  japoneses,  á  la  raza  amarilla,  y  no 
como  los  turcos  y  ílneses  á  la  blanca. 

pi  pais  qúe  la  historia  nos  enseña  como 
ocupado  desde  mas  antiguo  por  los  turcos,  es- 
líi  situado  entre  el  mar  Caspio  y  el  imperio 
chino.  Es  el  Tu'rkestan,  donde,  según  algunos 
Rotores,  hubo  de  ser  descendiente  de  los  ebrás- 
inieasés  y  quizá  de  los  másamelas.  Después  del 
ialérvalo  que  separa  las  relaciones  de  los  an- 
tiguos de  los  anales  de  la  historia  moderna,  se 
encuentra  esta  región  ocupada  en  gran  parte 
por  los  ouiguros,  los  hoei  de  los  historiadores 
chinos,  que  la  mayor  parte  de  los  historiado- 
res miran  corno  antepasados  directos  de  los 
turcos,  al  paso  que  otros,  como  Sehmidt  de 
Kan  Petersburgo,  pretenden  ver  eu  aquellos 
pueblos  ílneses,  magyares  y  aun  libélanos. 
Sodio  por  to  demás  puede  negarse  á  recono- 
cer como  turcos  -los  uzbeks  ó  éuzbeks,  que 
forman  la  población  dominante  actual  del  Tur- 
kcslM  independiente,  donde  fundaron  antigua- 
mente varios  estados  regulares  y  poderosos, 
talca  como  los  del  tan  de  Buckara  y  del  sultán 
ilo  líarezui.  Al  Sur  de  la  misma  comarca  en- 
contramos una  fracción  considerable  de  esa 
familia  que  con  el  nombre  de  turcomanos  in- 
vadió" y  ocupó  parcialmente  la  Persia,  el  Ca- 
bul, el  Daguestan  y  el  Chirvan.  Una  emigración 
mas  importante  aun  fué  la  de  los  osmanlis, 
hircos  propiamente  dichos  de  la  historia  mo- 
derna, que  fundaron  el  imperio  otomano  y  ha- 
bilan  en  la  Turquía  de  Europa,  en  la  del  Asia, 
m  las  ciudades  del  litoral  de  Siria  y  del  Afri- 
ca Septentrional,  pero  que  escepto  en  la  Ana- 
lolia,  no  forman  eu  parle  ninguno  de  aquellos 
países  la  mayoria  de  la  población.  • 

El  Turkestan,  al  lado  de  los  uzbeks  nos 
ofrece  también  los  kirghlz,  subdivididos  en 
kaisaks,  que  habitan  al  Norte  del  lago  Aral,  y 
en  liourouts  que  andan  errantes  al  Este  y  al 
Nordeste  hácia  los  con.ines  de  la  Zungaria.  Los 
iiognls  se  estienden  al  Noroeste  por  los  de- 
berlos que  reinan  desde  el  Volga  al  Cáucaso  y 
iiisla  las  márgenes  del  Bajo  Danubio.  Las  po- 
blaciones de  esta  raza  son  las  que  algunas  ve- 
ces se  designan  con  el  nombre  de  tártaros  de 
Astracán,  de  Crimea  y  de  Kasaii.  Los  de  esta 
"Minia  localidad  son  los  mas  avanzados  en  civi- 
jiacion.  Los  turalienses,  llamados  también, 
uñaros  de  Siberia,  pero  que  se  dan  á  si  mis- 
mos el  nombre  de  alalis,  forman  la  mayor 
parte  de  los  habitantes  de  los  gobiernos' rusos 
'Mooolsk,  Tomsk,  Omslt  y  Oremburgo,  don 


los  fineses  y  calmucos.  Los  baschkirs  do  la 
llusia  Oriental,  aunque  hablan  un  dialecto  tur- 
co, ofrecen  rasgos  que  descubren  mas  un  ori- 
gen finés.  Los  ¡chuvaches,  otros  fineses  del 
Volga,  tienen  también  un  idioma  que  abunda 
en  palabras  turcas. 

Las  primeras  emigraciones  délos  turcos 
fuera  de  su  patria  primitiva  acaecieron  al' pa- 
recer en  el  siglo-VI;  pero  las  mas  importantes, 
aquellas  que  los  hicieron  dueños  de  Ispahan  y 
de  Hizancio,  'se  verificaron  desde  el  siglo  X 
al XV.  Entonces  aparecieron  y  se  desarrolla- 
ron aquellas  fumosas  dinastías  de  los  Gazncvi- 
das  y  Seldjukidas  cjue  tanto  tiempo  reinaron  en 
Oriente.  Losimperíosquerundaronhan  perdido 
y  pierden  diariamente  su  esplendor  y  poderlo, 
yes  digno  de  notarse  que  en  todos  los  países 
á  que  se  trasladó,  la  raza  turca  primitivamente 
nómada,  tiende  á  declinar  desde  el  momento 
que  trata  de  lijarse  en  vivienda  permanente. 
Por  lo  demás,  tiempo  hace  que  sus  caracteres 
físicos  se  han  alterado.  Fyéronlo  primero  por 
la  mezcla  de  los  turcos  con  los  mongoles,  á 
cuyas  espediciones  se  asociáronlos  primeros, 
y  después  por  el  gusto  que  mueve  á  los  turcos 
á  poblar  sus  harenes  con  esposas  y  concubi- 
nas estrangeras. 

Convertidos  al  islamismo  desde  los  prime- 
ros tiempos  de  la-hégira,  los  turcos  abrazaron 
las  opiniones  de  la  secta  de  los  sunnitas. 

Los  lingüistas  continúan  dando  el  titulo  de 
uigur  al  'idioma  de  los  turcos  del  Turkeslan. 
Entre  los  idiomas  turcos  que  tienen  relaciones 
reales  con  los  tártaros,  el  citado  es  el  primero 
que  se  (¡jó  por  la  escritura.  Su  alfabeto  es  de 
origen  siriaco  y  análogo  al  sabeo.  Es  debido  4 
unos  monges  nestorianos  y  se  escribe  de  de- 
recha á  izquierda.  A  este  idioma  oriental  se 
refieren  todos  los  que  hablan  los  pueblos  que 
viven  mas  allá  del  Volga.  La  lengua  de  estos 
habitantes,  como  la  de  los  del  Turkestan  es  mas 
'ruda  en  su  pronunciación,  pero  mas  simple 
en  su  estructura  y  mas  exenta  de  mezcla  es- 
trangera  que  el  turco  occidental  ú  osmanii,  es- 
to es,  el  de  Constantinopla.  Este  en  efecto,  ha 
disfrazado  la  pobreza  del  fondo  con  los  hurtos 
que  ha  hecho  en  lenguas  estrañas;  abunda  en 
voces  árabes  y  persas  y  cuenta  con  cierto  nú- 
mero de  griegas  é  italianas  para  espresar 
ideas  relativas  á  ciencias  y  artes.  Parece  que 
también  se  encuentran  en  el  osmanii  algunas 
raices  gerpánicas.  En  cuanto  á  sus  relaciones 
con  el  mongol  ó  kalmuko,  consisten  en.  la  se- 
mejanza de  formas  gramaticales  y  de  palabras. 
Su  pronunciación  es  sonora  y  muy  armonio- 
sa; dulcifica  considerablemente  la  dureza  de 
las  guturales  árabes.  El  acento  recae  sobre  la 
última  silaba  de  las  palabras  cuando  no  es  una 
flexión  gramatical.  Observaremos  de  paso  que 
la  vocal  final  es  con  frecuencia  el  sonido  de  la 
e  muda  francesa,  tal  como  se  pronuncia  en  los 
monosílabos  le,  me,  te,  etc.  El  dialecto  mas 
suave  es  el  de  Constantinopla.  La  gramática 


.t/uiuft,     yJUiíR    J    UiCUIUm^U,  UUÜ-  |  — «  —  '  ' 

u°  al  parecer  se  han  aliado  y  confundido  con  turca  es  poco  complicada  y  muy  regular,  fío 


615 


TURQUIA-TUSILAGO 


61! 


ofrece  gén»ros ni  articulo.  Los  sustantivos  se 
declinan  y  tienen  seis  casos.  Su  plural  se  for- 
ma intercalando  una  sílaba  particular  entre  el 
radical  y  la  desinencia.  El  adjetivo  es  invaria- 
ble. La  conjugación,  que  puede  llamarse  rica, 
se  forma  en  parte  por  medio  de  los  verbos 
im,  sin,  dir,  etc.,  (yo  soy,  tú  eres,  aquel  es, 
etc.,)  y  olmak  (estar,  llegar  á  ser).  El  verbo 
sustantivo  es  casi  el  único  irregular  del  idio- 
ma; pero  como'  auxiliar,  trasmite  su  irregula- 
ridad átodos  los  demás.  La  negación  se  inter- 
cala en  el  cuerpo  del  verbo,  para  el  cual  for- 
ma de  esta  sufrte  uua  especie  de  voz  espe- 
cial, á  la  que  debemos  añadir  cierto  número 
de  formas  derivadas  de  la  naturaleza,  de  las 
conjugaciones  i:rabes,  que  sirven  para  dar  á 
un  radical  el  se  itido  potencial,  causativo,  re- 
flejo, reciproco,  etc.  Las  preposiciones  se  po- 
nen después  do  sus  complementos  y  son  por 
consiguiente  posposiciones.  El  turco  emplea 
voces  compuéstas,  pero  en  limites  mas  redu- 
cidos que  el  persa.  La  construcción  de  esta 
lengua  es  inversiva,  y  el  estilo  de  los  escrito- 
res de  dicha  nación  es  notable  por  lo  largo'de 
las  frases  incidentales  con  que  cortan  las  ora- 
ciones. El  lenguaje  de  la  conversación,  como 
el  de  la  literatura ,  está  sobrecargado  de  vo- 
ces árabes  y  persas,  lo  cual  dificulta  la  inteli- 
gencia del  turco,  tanto  mas  cuanto  qae  la  ad- 
misión de  los  giros  y  palabras  de  los  citados 
idiomas  tan  diferentes  del  osmanlí  en  su  es- 
tructura y  etimología,  es  casi  arbitraria.  Aten- 
diendo á  la  fisonomía  genera)  de  la  lengua, 
ios  orientales  reasumen  el  juicio  comparativo 
que  se  puede  formar  del  árabe,  del  persa  y  del 
turco,  en  una  especie  de  triple  aforismo  asi 
concebido:  «el  árabe  persuade,  el  persa  adu- 
la, el  turco  manda.» 

■Los  turcos  occidentales  emplean  para  es- 
cribir su  lengua  el  alfabeto  árabe,  á  cuyas 
veinte  y  ocho  letras  añaden,  ademas  délos 
cuatro  de  los  persas,  un  quinto  carácter,  el 
saghir-nufi,  destinado  á  representar  nuestras 
vocales  nasales  an,  in,  on.  La  ortografía  tur- 
ca no  está  perfectamente  Ajada;  la  escritura  no 
se  compone  mas  que  de  consonantes  y  por 
desgracia,  las  palabras  no  ofrecen  así  en  su 
composición  esa  .  regularidad  de  mecanismo 
que  permite  en  árahe  reconocer  la  manera  de 
leer  sin  el  auxilio  de  los  signos  accesorios 
destinados  á  indicar  las  vocales  que  es  preciso 
intercalar.  . 

Los  turcos  han  adoptado  para  sus  versos  la 
medida  de  los  árabes  y  persas,  cuya  literatu- 
ra les  ha  servido  de  pauta. 

La  época  mas  brillantes  de  la  cultura  de 
la  lengua  que  nos  ocupa  aquí  son  los  reinados 
de  Amurates  II,  Mahoma  11  y  Solimán  el  legis- 
lador, nieto  de  Mahoma  II.  Después  de  la  to- 
ma de  Constantinopla  el  vencedor  hizo  tradu- 
cir á  su  lengua  varias  obras  griegas  y  latinas, 
Entre  las  obras  originales  debidas  á  los  au- 
tores turcos  so  citan  la  crónica  de  Saad-Ed- ' 
íljn,  que  llega  desde  el,  origen  de  la  nación 


basta  la  muerte  de  Selim  I,  acaecida  en  ]  550- 
los  anales  escritos  por  Naima,  Raschid  y  Xcbe- 
lebizade ,  que  comprenden  el  intervalo  de 
1592  á  1727;  los  tratados  de  bibliogralia  » 
cronología  de  tladji-Kalfá.  Entre  los  versifica- 
flores  es  digno  de  citarse  el  poeta  romántico 
Molla-Ivhosrú  y  el  lírico  Bakd. 

Un  hecho  de  alto  interés,  relativo  á  la 
historia  de  los  idiomas  turcos,  es  el  que  nos 
han  revelado  los  estudios  de  Saitley  sobre  ta 
inscripciones  cuneiformes  del  sistema  médi- 
co. De  estos  estudios  resulta  que  los  vestigios 
de  la  antigua  lengua  de  los  medas  se  encuen- 
tran con  especialidad  en  el  turco,  si  bien  al- 
gunos de  ellos  aparecen  también  ea  el  mon- 
gol, el  persa,  el  kurdo,  el  armenio  y  el  geor- 
giano. 

H.  Meniscr:  Instituciones  lingme  turcita, Icij- 
sidí,  1612,  ea  i." 

And.  Dilíjér:  Rurlimenta  grammatlcet  lingan 
turcice,  París,  1633,  en  4.° 

El  padre  Bernardo  y  el  padre  Pedro,  capaoh¡n»s, 
Grammaire  ¡urque.  Paris,  1607. 

Guil,  Seaman:  Qrammatiea  lingual  turas,  Ox- 
ford. 1070,  en  4." 

iMeninski:  Litiguarum  aricntalium,  ¡urde®, trs- 
biece,  el  persktn  institutiones,  Viena,  1680,  en  fól.- 
Thesaurus  litwjuarum  orientalium. 

P.  Holdermann:  Grammaire  ¡arque,  Constantino- 
pía,  17it0,  en  A," 

Viguier:  Elémcntsih  la  tanque  turque,  Conslan- 
linopla,  179(1,  en  4.0 

G.  Rhasis:  Vocabulaire  [rancais~turc,  San  Pe- 
tersbursto,  1828—1819.  en  i," 

A.  Dindogtu:  TheoretiscA-Prnktísehe  turkitck 
nprachlehre,  Viena.  1829,  en  t.<¡ 

1*.  A.  Janbert:  Elémenls  de  la  grammaire  turt¡u, 
Paris,  1384,  en  4," 

A.  X.  Biaueíii:  Vocabulaire  franjáis-ture,  Pa- 
rís, 1831. 

J.  D.  Kieffer  y  T.  X.  •Bianr.Ui:  Dictiónmirelart- 
francuis,  Paris,  183S,  2  tomos  en  8." 

A.  Lumley  DaviJs:  Grammaire  turque,  LónJits, 
1832,  en  4.°,  y  Paris,  1836. 

A.  ílandjeri:  Dictionnairc  francais-litrc-pcrm- 
árabe.  Moscou-,  1840—1842,  3  lomos  en  4." 

J.  W.  Iledhouae:  Grammaire  Mioimée  ie  ta  lla- 
gue otismane,  París,  4846,  en  8¿° 

A.  Plitzmaicr:  Grammaire  turque,  Viena,  1617, 
en  8." 

í».  J,  Zcnker:  Allqemeine  qrammatllc  der  tur- 
kisch-tatartech'spraelúi,  traducido  del  ruso  de  Hir- 
iá  A,  Kasem-Beg,  Leipsik,  4848.  en  3.° 

TUSILAGO.  (Traducción  latina  do  la  voz 
griega  Sr^tov.)  Planta  pectoral  descrita  por 
Utoscórides,  del  género  de  las  Btnanlárás, 
próximo  al  eupatorium.  El  tusílago  petaste, 
(tusílago  petasitas  de  Lin.,  y  petasiías  vulga- 
ris  de  Desfontaiues)  desenvuelve  por  primave- 
ra un  tirso  elegante  de  flores  purpúreas,  grao- 
d,esy  anchas,  reniformes,  casi  blancas  y  pu- 
bescentes por  su  parte  inferior.  Su  amplitud 
es  lo  que  las  lia  hecho  comparar  á  ím  sombre- 
ro, que  en  griego  se  llama  patasos.  Tiene  raí?, 
gruesa,  carnosa,  de  sabor  amargo,  y  de  suave 
y  agradable  olor.  Dícese  que  puede  servir  pa- 
ra curar  los  empeines  de  la  cabeza  de  los  ni- 
ños, y  hasta  la  tifia.  Sus  hojas  son  buen  ali- 
mento, y  alimento  grato  sobre  lodo  para  el 
ganado.  Siis  llores  son  muy  buscadas  por  luí 
abejas, 


017 


TUSiL&GO— TUTELA. 


618 


El  tusílago  oloroso  (tussllago  GagransWill; 
nardosinia  flagrans ,  Cossini}  ha  notable  poi'  el 
olor  de  vainilla  que  despiden  sus  lloros.  Su 
apirioion  durante  el  frío  ha  sido  cansa  de  que 
le  dea  el  nombre  de  heliolropo  de  invierno. 

Kl  tusílago  forjbra,  (vulgarmente  llamado 
uña  de  caballo)  es  una  planta  que  coloca  Tonr- 
uefort  na  la  sección  primera  de  la  oíase  déci- 
ma cuartel  tfüé  comprende  las  yerbas  con  llo- 
ros compuestas  y  semillas  acompañadas  de  m¡- 
laaos,  clasificándola  en  la  singonesia  poliga- 
mia supérflqa. 

Flores  blancas  radiadas,  con.  semidúseulos 
liijmbras  en  ;u  circunferencia.  La  grana  está 
adornada  de  unmilanti. 

Hojas  sostenidas  por  peciolos  largos  en  for- 
ma de  corazón,  anchas,  angulosas ,  dentadas, 
verdea  por  encima  y  borrosas  por  debajo. 

Raíz  larga,  delgada,  blanquecina,  tierna  y 
rastrera. 

Tallo  en  forma  do  pámpano,  muy  cubierto 
do  hojas  florales  dispuestas  á  manera  do  es- 
camas, de  pie  y  medio  de  alto;  ¿sote  en  pri- 
mavera, antes  que  las  hojas,  las  llores  nacen 
solitarias  en  el  vértice  de  las  ramas,  y- las  ho- 
jas salen  de  las  raices. 

Crece  en  las  orillas  de  los  nos;  junio  á  las 
fuentes,  y  esi  los  terrenos  compactos.  Es  anual 
y  florece  en  marzo  y  abril. 

las  llores  son  incipielas,  sin  olor,  lo  mis- 
mo que  las  hojas,  aunque  estas  tienen  un  sa- 
bor amargo;  la  rata  es  también  inodora,  desa- 
brida y  ligeramente  amarga;  las  hojas  favore- 
cen algo  la  espectoracioii  en  el  asma  pituitosa, 
ia  lisis  puhnonal  de  nacimiento  ,  la  tos  catar- 
ral y  la  perineumonía  esencial ,  cuando  la  cs- 
pccloraciou  es  difícil  y  se  lia  disminuido  la  in- 
flamación. Las  hojas  frescas  son  remedio  cón- 
dilos lamparones.  El  mismo  efecto  que  las 
hojas  producen  las  llores,  pero  no  así  las  rai- 
ces, ea  el  tratamiento  de  aquellas  enfermeda- 
des. El  jarabe  y  el  almíbar  de  tusílago  facilitan 
la  espeotoracíou  mas  que  las  hojas,  pero  oslo 
es  efecto  del  azúcar.  Las  hojas  frescas  se  ad- 
nnnislran  desde  media  á  tres  onzas,  en  cinco 
de  agua  en  infusión. 

TUTELA.  (Legislación  civil.)  La  tutela  es  un 
poder  ptolééoioM  qiíe  las  leyes  han  estable- 
cido cu  favor  do  las  personas,  y  bienes  c'e  los 
huérfanos  impúberos  que  por  su  edad  no  pue- 
den dirigirse,  entendiendo  aquippr huérfanos 
ajos  que  han  perdido  al  padre,  aunque  con- 
serven á  la  madre.  A  los  que  ejercen,  este  po- 
der se  les  da  el  nombre 'de  tutores,  y  ú  les 
que  están  sometidos  á  él  el  de  pupilos. 

Creemos  ocioso  encarecer  aquí  lo  impor- 
tante y  útil  de  esta  institución.  Ella  es  cuii- 
Mnteraente  humanitaria  y  benéfica,  pues  que 
sino  existiese,  quedarían  los  huérfanos  aban- 
"onados  á  si  mismos  sin  dirección  ni  amparo, 
ca  la  edad  en  que  nada  pueden  por  si  y  en  que 
«i  capacidad,  y  fuerzas  no  están  aun  desarro- 
lladas. La.  sociedad,  como  encargada  du  velar 
P»r  Ws  intereses  y  personas  áo  los  desvalidos,  ¡ 


(no  ha  podido  menos  de  atribuir  grande  impor- 
tancia y  un  carácter  respetabilísimo  al  cargo 
de  tutor,  que  lian  declarado  oficio  público  para 
que  aun  con  menoscabo  de  sus  intereses,  no 
puedan  esetisarso  de  él  los  que  no  -tengan  una 
escepcion  de  lasqtiela  ley  ha  señalado,  tenien- 
do en  cuenta  las  condiciones  particulares  en 
que  pudieran  hallarse  algunas  personas  para 
rehusar  con  justicia  la  aceptación  de  la  tutela. 

Como  el  objeto  de  esta  es  el  cuidado  inme- 
díalo  de  la  persona  del  huérfano,  su  educación 
y  dirección,  y  por  consecuencia  la  administra- 
ción de  sus  bienes,  no  puedo  ser  arbitrario  el 
tener  ó  no  tutores,  porque  la  sociedad  no  pue- 
de,dejar  sin  dirección  y  gobierno  al  mismo 
que  es  incapaz  de  conocer  el  mal  que  se  origi- 
na: de  aqui  se  infiere  que  asi  como  es  obliga* 
torio  el  aceptar  et  cargo  de  tutela  es  también 
obligatorio  el  tener  tutor,,  y  que  éste  no  puede 
ser  dado  para  uua  cansa  ó  negocio  determina- 
do, sino  que  ha  de  entender  en  todo  cuanto 
concierne  a  la  persona  ó  bienes  del  menor. 

Siendo  ademas  la  tutela  un  cargo  de  es~e- 
cialísima  confianza,  natural  era  que  hubiera 
para  él  personas  preferidas  unas  respecto  de 
otras,  y  que  las  leyes  estableciesen  un  orden 
cuesta  parte.  Estcúrden,  pues,  en  nuestrale- 
gislacion,  ha  sido  el  mismo  que  se  hallaba  es- 
tablecido en  la  romana,  prefiriendo  la  tutela 
testamentaria  ósea  la  designada  por  el  padre 
como  mas  interesado  y  mas  conocedor  de  las 
necesidades  de  sus  hijos,  y  dando  después  lu- 
gar á  ¡a  legítima  y  dativa.  La  primera  de  es- 
las  dos,  que  es  la  que  á  falta  .de  la  testamen- 
taria, ejercen  los  parientes  del  menor,  como 
se  funda  en  el  amor.de  la  familia  y  en  el  inte- 
rés de  la  conservación  de  la  persona  y  de  los 
bienes  del  huérfano  que  supone  la  ley  eu  los 
parientes,  escluye  á  la  dativa,  que  es  la  que  da 
el  juez  en  defecto  de  las  otras.  Vamos  á  ocu- 
parnos separadamente  de  cada  una  de  ellas. 

La  tutela  testamentaria  es,  como  dejamos 
indicado,  la  que  da  en  su  ultima  disposición 
legitima  el  padre  ú  'otra  persona  autorizada  al 
efecto  por  las  leyes.  Respecto  á  ella  conviene 
hacer  algunas  observaciones. 

En  nuestra  antigua  legislación  de  Partida, 
el  derecho  de  nombrar  tutor  era  una  derivación 
del  poder  del  padre,  que  señalaba  la  persona 
que  debia  reemplazarle  ensus  cuidados,  ycou- 
cedia  esta  especie  de  prorogacion  de  la  patria 
potestad.  Mas  no  siendo  siempre  consecuentes 
coii  esto  principio,  lo  cstendierou  á  personas, 
que  no  teniendo  tal  investidura,  dabau  á  los 
huérfanos  pruebas  de  amor  y  de  predilección, 
si  bien  exigiendo  entonces  la  confirmación  ju- 
dicial. En  virtud  de  estos  antecedentes,  las  re- 
glas establecidas  hoy  acerca  de  la  facultad  de 
nombrar  tutor  son;  1.a  que  puede  el  padre 
nombrarlo  á  los  hijos  que  están"  en  su  poder 
'legítimos. ó 'legitimados,  nacidos  ó  postumos: 
2.*  que  puede  asimismo  nombrarlo  para  hijos 
naturales,  instituyéndolos  herederos,  pero  do- 
liendo recaer  sobre  esfe  aombramieuto  «e- 


6(9  Tul 

sanamente  la  confirmación  del  juez:  3, 3  que  la 
madre  puede  nombrar  toipr  á  sus  hijos  legítimos 
huérfanos  de  padre  y  á  los  naturales  nom- 
brándolos herederos  ó  legatarios,  y  su  señala- 
miento también  está  sujeto  á  la  confirmación 
judicial:  y  4'.*  que  puedecualquieranombrartn- 
tor  para  un  estraño  á  quien  instituya  heredero; 
pero  sometiéndolo  también  á  la  aprobación  ju- 
dicial. Estos  son  los  principios  de  derecho  que 
rigen  respecto  al  punto  mas  interesante  en 
asunto  de  tutela  testamentaria  ó  seael  de  quie- 
nes tienen  facultad  para  conferirla.  Veamos 
ahora  el  modo  como  esta  facultad  debe  eje-r- 
citarsc. 

Comenzaremos  poí  afirmar  que  aunque  las 
leyes  solo  hablan  de  tutores  nombrados  en 
testamento,  parece  indudable  que  puedan  tam- 
bién serlo  en  codicilos  toda  vez  que  estos  re- 
quieren la  misma  formalidad  que  los  testa- 
montos  abiertos.  Añadiremos  que  la  designa- 
ción de  tutor  debe  ser  tan  clara  que  no  de- 
je dnda  de  la  persona  á  que  se  refiere,  y  que 
en  caso  de  no  hacerla,  no  valdrá  el  nombra- 
miento. Diremos,  por  último,  que  los  tutores 
testamentarios  pueden  ser  nombrados  pura- 
mente, bajo  condición,  desde  ó  hasta  cierto 
dia;  y  en  todos  estos  casos  deberá  cumplirse 
la  voluntad  del  testador,  y  que  cuando  llegue 
el  caso  de  acordar  la  suspensión  ó  cesación, 
el  juez  debe  nombrar  otro  tutor  á  los  huérfa- 
nos puesto  que,  como  hemos  dicho  mas  ar- 
riba, la  ley  no  permite  que  un  menor  se  ma- 
neje por  Si  mismo. 

Supuesto  el  cumplimiento  de  la  ley  en 
cuanto  al  uso  de  las  facultades  para  nombrar 
tutor  y  á  la  manera  de  hacerlo,  digamos  dos 
palabras  de  otro  punto  importante  ó  sea  del 
discernimiento  del  cargo  por  el  juez.  , 
■  El  discernimiento  de  que  hablamos  es  un 
poder  que  el  juez  confiere  ai  tutor  para  que 
desempeñe  su  cargo.  Esta  autorización ,  que, 
según  hemos  visto,  solo  la  exige  la  ley  en  al- 
gunos casos,  por  costumbre  es  ostensiva  á  lo- 
dos los  tutores  testamentarios,  á  escepcion  de 
la  madre  y  de  las  facultades  por  el  testador 
para  administrar  sin  dicho  requisito.  Pero 
conviene  advertir  que  ni  en  Aragón  ni  en  Ca- 
taluña es  necesario  según  su  legislación  es- 
pecial. 

La  aprobación  del  juez  en  algunos  casos 
63  necesaria  y  en  otros  voluntaria.  Es  necesa- 
ria cuando  no  hay  impedimento  legal  en  Ips 
tutores  nombrados  por  el  padre,  por  un  estra- 
ño ó  por  la  madre,  si  instituyen  á  los  huérfa- 
nos herederos.  Es  voluntaria,  cuando  el  tutor 
ha  sido  nombrado  por  la  madro_que  sin  ins- 
tiluir  por  heredero  al  hijo  solo  1c  dejó  parte 
de  sus  bienes.  En_efectb,  en  el  primer  caso, 
el  juez  nopodria  negar  su  autorización.  En  el 
segundo  cabe  hacerlo,  porque  la  fútela  en 
cuestión  no  es  enteramente  conforme  á  la  ley. 

Pasemos  ya  á  ocuparnos  de  la  tutela  legi- 
tima. Esta  tiene  lugar  siempre  que  no  hay 
tutor  testamentario,  ó  cuando  el  nombrado  no 


EIA  610 

llegue  á  serlo  por  cualquier  acontecimiento 
La  tutela  legitima  es,  pues,  la  que  dellere  lj 
ley  en  defecto  de  la  testamentaria  i  los  pa. 
rientes  mas  próximos  del  pupilo  hábiles  para 
sü  desempeño;  y  su  fundamento  íilosóllco  os 
que  el  cuidado  de  la  persona  y  bienes  del 
huérfano  pertenezca  á  aquellos  en  quienes 
recaería  la  herencia  en  el  caso  de  su  falleci- 
miento.  Este  género  de  tutela  no  se  conoce  en 
Aragón. 

Nuestra  legislación  de  Partida  estableció 
cuatro  clases  de  tutela  legítima,  que  hay  \m 
caido  en  desuso,  pues  solo  estaban  fundadas 
en  el  derecho  de  patronato  que  por  la  libertad 
ó  por  la  emancipación  retenia  el  señor  ó  el 
padre.  Hoy  solo  conocemos  un  órden  de  pre- 
lacion  con  que  son  llamados  á  la  tutela  los  pa- 
rientes del  pupilo,  el  cual  designa  en  primer 
tugar  á  la  madre,  después  al  abuelo,  luego  i 
la  abuela,  y  por  último,  á  los  paricntes  mas 
cercanos.  Cuando  muchos  parientes  coa  capa- 
cidad legal  están  en  el  mismo  grado,  tocios 
son  tutores  del  huérfano.  Pe'ro  para  evitar  des- 
acuerdos dañosos  al  pupilo  y  omisiones  en  la 
administración,  difíciles  de  evitar  cuando  mu- 
chos intervienen,  podrá  uno  de  ellos  mani- 
festar al  juez  que  está  dispuesto  á  allanaar  el 
cargo,  administrando  solo  ó  que  lo  haga  uno 
de  los  otros.  Estos  elegirán  entonces  y  el  jue¡. 
discernirá  el  cargo  al  nombrado;  y  si  no  se 
conformasen,  se  confiará  la  tutela  al  que  se 
repute  mas  idóneo  y  útil  al  huérfano,  no 
exigiéndole  préviamente  la  fianza  de  que  mas 
adelante  hablaremos.  Esta  misma  doctrina  es 
aplicable  á  los  tutores  testamentarios  cuando 
son  muchos  los  designados  por  el  testador. 
Parece,  sin  embargo,  indudable  que  entre  los 
ascendientes  de  la  linea  paterna  y  los  de  la 
materna  que  se  hallen  en  igual  grado  y  sexo, 
deben  ser  preferidos  loa  primeros. 

Vengamos  á  la  tutela  dativa.  Es  esta  la 
que,  en  defecto  de  la  testamentaría  y  lejrfÚ- 
ma,  da  el  juez  al  pupilo.  Tiene  también  lu- 
gar, como  ligerameule  henios-indicado  al  ha- 
blar de  la  testamentaria ,  siempre  que  esle 
esta  en  suspenso  por  no  llegar  el  dia  ó  estar 
pendiente  la  condición  bajo  que  se  defirió,  ó 
por  haber  concluido  el  plazo  que  la  voluntad 
del  testador  quiso  prefijarle.  Pero  estos  casos 
son  raros,  como  se  concibe  fácilmente. 

Los  parientes  llamados  ála  sucesión  de  un 
huérfano  deben  pedir  al  juez  que  le  dé  luto'1; 
y  ñ  no  lo  hacen,  pierden  su  derecho  á  la 
herencia:  en  su  defecto  pueden  todos  solici- 
tarla porque  es  popular  esta  acción,  y  el  mis- 
mo j  u  ez  debe  proveer  de  o  licio  á  la  tutela  de  los 
huérfanos ,  y  aun  cuando  nadie  lo  reclame, 
pues  se  lo  encarga  especialmente  la  ley.  Gpit- 
viene  advertir  aqui  que  en  Aragón,  cuando 
el  huérfano  se  queda  sin  padre  ni  madre,  se 
le  nombran  dos  tutores,  uno  para  cada  clase 
de  bienes. 

Espuestos  ya  los  principios  fundaméntate 
de  la  legislación  sóbrelas  varias  clases  de  tu- 


TUTELA 


622 


lela  y  su  constitución  legal ,  vamos  á  oeu- 
mrnos  ahora  de  las  obligaciones  que  la  ley 
impone  á  los  tutores  y  curadores,  pues  sus 
disposiciones  son  comunes  á  ambos  como  in- 
fernos al  hablar  de  estos  últimos  en  el  ar- 
ticulo correspondiente.  Después  trataremos  de 
sus  iucapacidades  y,  escusas  y  de  la  manera 
determinar  en  el  ejercicio  de  su  cargo. 

Las  obligaciones  impuestas  á  los  tutores  y. 
curadores  para  el  desempeño  de  su  cometido, 
é  son  anteriores  ála  administración  ó  durante 
la  misma,  ó  para  después  que  lia  concluido. 
Las  primeras  son  la  fianza ,  el  juramento  y  la 
formación  de  inventario,  de  las  cuales  vamos 
á  ocuparnos. 

Como  los  tutores  y  curadores  toman  á  sti 
cargo  la  administración  de  bienes  ágenos  de 
(pesio  rinden  cuentas  periódicas,  deben  alian- 
zar  el  éxito  de  su  cargo.  Esta  obligación  debe 
comprender  á  todos  y  debe  hacerse  con  fia- 
dores que  respondan  de.  su  buen  desempeño, 
y  no  con  prendas  ni  hipotecas,  porque  es  in- 
derfa  la  entidad  del  daño  que  pueden  origi- 
nar á  los  menores.  So  afianzando,  ni  se  les 
ilelic  discernir  el  cargo,  ni  confiárseles  la  ad- 
miuistracion,  ni  permitir  queen  ella  continúen 
si  ya  hubieren  principiado  á  ejercerla.  Asi- 
mismo,, antes  de  encargarse  de  lastunciones 
que  se  les  confian,  todos  los  guardadores  de- 
ben jurar  su  Del  y  exacto  desempeño. 

No  es  menos  estrecha  la  obligación  que  la 
ley  les  impone,  de  hacer  inventario  de  los 
bienes  del  huérfano,  sin  cuyo  requisito  seria 
ilusoria  la  responsabilidad  que  las  leyes  les 
imponen.  Este  inventario  debo  ser  solemne  y 
riitnnsínnciado,  comprensivo  en  todos  los  bie- 
nes del  huerta  no,  y.  una  vez  hecho,  no  admi- 
to ya  contradicción,  las  leyes  no  señalan 
tiempo  para  formarle,  pero  consideran  como 
sospechoso  al  que  sin  justa  causa  lo  omite; 
oh  lodo  caso  la  cantidad  y  la  calidad  de  los 
bieuos  del  pupilo  ó  menor  deben  servir  de  re 
ffla  para  la  mayor  ó  menor  estension  del  tér- 
,  rainn  que  se  ha  de  otorgar  para  darle  por  acá 
liado.  La  práctica,  para  evitar  fraude,  ha  iu- 
Iroducido  prudentemente  la  costumbre  de  que 
al  hacerse  cargo  de  la  administración  se  le 
entreguen  al  tutor  ó  curador  los  bienes  por 
inventario,  obligándose  d  responder  de  ellos 
en  el  instrumento  que  otorguen  para  la  se- 
guridad de  la  tutela. 

fiemos  indicado  que  los  tutores  y  curado- 
res tienen  también  ciertas  obligaciones  que 
cumplir  en  el  ejercicio  de  la  administración. 
Islas,  pues,  6  son  referentes  á  la  persona 
del  menor  ó  á  sus  bienes.  A  la  primera  clase 
pertenecen  la  educación  y  los  alimentos.  La 
primera  abraza  cuanto  se  refiere  al  cuidado 
dí;l  menor  y  su  dirección,  en  lo  moral  y  en  lo 
civil  conforme  á  su  posición  social  y  á  sus 
lacultades.  Debe  confiarse  esta  á  la  persona  ó 
establecimiento  que  hubiere  prefijado  e!  padre 
cuando  lo  hubiera  hecho;  y  en  su  defecto  lo 
señalará  el  juez,  quien  puede  designar  á  la  ma- 


dre mientras  permanezca  viuda;  pero  no  al 
heredero  presuntivo  del  pupilo.  Si  este  no  tu- 
viere bienes,  deberá  dedicársele  á  nn  oficio  ú 
ocupación  útil,  en  que,  al  mismo  tiempo  qnc 
se  proporcione  la  subsistencia  presente,  ad- 
quiera medios  de  facilitársela  en  lo  sucesivo, 
que  es  el  principal  punto  en  qne  consiste  la 
educación. 

En  cnanto  á  los  alimentos,  bajo  cuya  pala- 
bra se  comprenden  todos  los  gastos  que  oca- 
siona la  subsistencia  y  educación  del  menor, 
si  están  señalados  por  el  padre,  debe  regu- 
larlos el  juez  cou  arreglo  á  las  circunstancias 
y  á  los  bienes  del  huérfano,  y  se  sacarán  de 
los  frutos  de  estos,  quedando  siempre  inte-  . 
gros  los  capitales.  Cuando  los  gastos  y  los 
productos  son  casi  iguales,  se  señalan  frutos 
por  alimentos,  costumbre  ventajosa  para  to- 
dos y  que  deja  á  los  tutores  y  curadores  mas 
espedito  el  ejercicio  de  su  cargo. 

Las  obligaciones  de  los  tutores  y  curado- 
res por  lo  respectivo  á  los  bienes  de  los  huér- 
fanos consisten  en  la  '  conservación  y  empleo 
de  la  fortuna  de  ellos  y  en  la  intervención  en 
sus  negocios.  En  ambas  cosas  las  leyes  les 
hacen  estrechísimas  prevenciones.  Asi,  por  lo 
que  respecta  al  primer  punto,  los  tutores  y 
curadores  están  obligados  á  cuidar  y  conser- 
var los  bienes  del  menor  con  el  celo  que  á 
sus  negocios  dedican  los  hombres  regular- 
mente cuidadosos  de  los  suyos,  á  reparar  los 
edificios,  hacer  labrar  las  tierras,  sostener  los 
ganados,  defender  sus  derechos  judicial  y  es- 
trajudicialraente,  no  enagenar  ni  hipotecarlos 
bienes  raices  sin  autorización  judicial,  y  aun 
entonces  en  virtud  de  justas  cansas  espresa- 
das en  la  ley  y  en  pública  subasta;  y  emplear 
el  dinero  sobrante  en  fincas  ó  de  otro  modo 
que  permitan  las  circunstancias  y  que  sea 
siempre  beneficioso  á  los  menores,  pues  la 
ley  no  tolera  el  que  se  perjudiquen  por  la 
negligencia  ó  impericia  de  sus  guardadores, 
l'or  lo  que  toca  á  su  intervención,  es  indis- 
pensable en  todo  lo  que  puede  perjudicar  á 
los  que  están  confiados  á  su  protección.  Esla 
intervención  puede  variar  según  las  circuns- 
tancias: en  la  infancia  del  pupilo  ó  en  la  in- 
capacidad de  la  persona  -sujeta  á  curaduría, 
administra  el  guardador:  pasada  la  infancia, 
el  tutor  soló  interpone  su  autoridad:  llegada 
la  pubertad  el  curador  ya  no  hace  mas  que 
prestar  su  consentimiento.  Esta  autoridad  y 
consentimiento  pueden  respectivamente  defi- 
nirse « el  acto  por  el  que  el  tutor  o  curador  aprue- 
ba lo  hecho  por  el  pupilo  ó  menor  que  puede 
perjudicarle.»  Diremos,  no  obstante  lo  espues- 
to, que  en  realidad  en  3u  aplicación  práctica 
no  hay  gran  diferencia  en  estos  tres  caracte- 
res del  tutor,  puesto  que  siempre  resulta  que 
no  son  válidas  las  obligaciones  contraidas  por 
el  menor  si  él  no  las  aprueba,  aunque  si  valen 
sin  este  requisito  las  hechas  á  favor  del  pupi- 
lo. De  modo  que  éste  puede  contratar  por  sJ 
sin  obligarse  y  obligando  álos  demás. 


623 


TUTELA. 


La  intervención  lia  de  ser  en  la  misma 
celebración  de]  contrato;  no  debe  precederle 
por  falta  de  objeto,  ni  seguirle  pues  que  en- 
tonces se  reputarían  como  distintos  actos  los 
queporsu  índole  sonnno  solo.  En  el  caso  de 
que  el  guardador  tenga  que  contratar  con  el 
huérfano,  se  le  nombrará  un  curador  especial 
al  efectoj  porque  no  puede  el  tutor  ser  juez 
y  parte  en  un  mismo  negocio.  En  la  legisla- 
ción de  Aragón,  y  Cataluña  hay  algunas  dife- 
rencias en  estos  particulares.  En  Aragón,  por 
ejemplo,  el  tutor  puede  vender  los  bienes 
muebles  como  le  parezca;  para  los  raices  ne- 
cesita autorización  judicial. 

Gomo  nú  seria  justo  imponer  á  los  tnlores 
lina  carga,  que,  según  hemos  dicho,  es  obli- 
gatoria, los  guardadores,  tienen  en  recompen- 
sa de  sus  trabajos,  la  décima  parte  de  los 
frutos  asi  naturales  como  industriales  y  civiles 
de  los  bienes  del  menor  después  de  deduci- 
dos los  gastos  del  cultivo;  y  como  esta  recom- 
pensa seria  exagerada  para  los  tutores  ó  cu- 
radores de  personas  poderosas,  se  les  señala 
una  retribución  decorosa. 

Terminado1  el  tiempo  de  la  tutela  ó  cura- 
tela,  deben  los  guardadores  dar  cuentas  y  ha- 
cer entrega  de  ios  bienes  que  administraron, 
fío  están  exentos  de  esla  obligación  aunque 
el  testador  le  haya  relevado  de  ella,  porque 
con  esta  relevación  se  daría  lugar  á  que  los 
guardadores  abusaran  de  sus  funciones  de  un 
modo  escandaloso. >Si  no  se  prestan  á  hacerlo 
voluntariamente,  pueden  se,r  competidos  en  ia 
vía  judicial  por  los  menores,  exigiéndoseles  la 
responsabilidad  legal  á  que'  se  hayan  hecho 
acreedores. 

Al  éxito  de  la  administración  están  tácita- 
mente hipotecados  sus  bienes  y  los  ele  sus 
fiadores'  y.  herederos.  Si  hubiesen  rendido  sus 
cuentas,  pero  estas  no  fuesen  admisibles, 
puede  pedirse  que  las  formen  de  mievp.  Por 
su  parte,  los  pupilos  y  menores  están  á  su 
vez  obligados  á  resarcir  á  los  guardadores  los 
gastos  hechos  en  su  beneficio. 

Antes  hemos  indicado  que  la  ley  lia  esta- 
blecido algunas  escepciones  respecto  á  las 
obligaciones  que  á  todos  se  impone  de  acep- 
tar la  tutela  de  un  menor,  estableciendo  las 
incapacidades  y  escusas,  qne  sonde  varías' 
clases  y  por  varios  conceptos.  Las  incapaci- 
dades, llamadas  también  escusas  necesarias, 
traen  su  Dirigen  ó  de  la  imposibilidad  que  tie- 
nen algunas  .personas  para  ejercer' el  cargo 
ó  de  la  falta  de  garantía  que  prestan  ó  de  una 
pena  en  que  han  incurrido.  Asi,  por  imposi- 
bilidad de  desempeñar  su  cargo  no  pueden 
ser  tutores  ni  curadores:  los  que  por  impedi- 
mento físico  ó  moral  no  pueden  atender  á  sus 
asuntos,  como  los  ciegos,  mudos,  fatuos  y  fu- 
riosos: ios  menores  de  veinte  y  cinco  años:  las 
mugeres,  los  obispos  y  los  demás  eclesiásticos; 
y  los  militares  mientras  estén  en  el  servicio. 
Todo  esto  con  sujeción  á  las  escepciones  que 
mas  adelante  estableceremos.  Por  falta  de  ga- 


rantía no  pueden  serlo:  los  recaudadores  de 
tributos  d  rentas  públicas,  por  estar  sus  bienes 
hipotecados  al  fisco-  y  los  deudores  del  pupilo 
menor  ó  incapacitado.  Por  la  pena  en  que  han 
incurrido,  cuando  la  sentencia  es  ejecutoria 
no  pueden  serlo:  los  ascendientes,. tutores  cu- 
radores, maestros,  encargados  de  ia  educación 
ó  dirección  de  íá  juventud,  ó  cualquiera  per- 
sona,, que  con  abuso  de  autoridad  ó  encargo 
cooperaren  á  los  delitos  de  violación,  de  es- 
tupro, de  corrupción  de  menores  y  tic  rapio; 
y  losque  fueron  declarados  reos  de  corrupción 
de  menores  en  interés  de  tercero.  Ademas  se 
encuentra  incapacitado  temporalmeale  el  ¡jne 
sufre  !a  pena  accesoria  de  interdicción  civil, 
tanto  por  la  imposibilidad  que  tiene  parades' 
empeñar  su  cargo,  como  porque  no  es  de  creer 
queelqueeslá  privado  de  la  patria  potestad,  de 
la  autoridad  marital,  de  la  administración  de 
sus  bienes  y  de  disponer  de  ellos  por  actos 
entre  vivos,  no  lo  oslé  también  de  los  cargos 
de  tutor  y  curador. 

Aunque  acabamos  de  decir  que  no  pueden 
ser  guardadoras  las  mugeres,  se  csceptuande 
esta  regla  general  la  madre  y  la  abuela,  con 
tal  que  renuncien  al  segundo  matrimonio  y  á 
las  leyes  que  les  impiden  obligarse  por  otros. 
Entre  los  clérigos  también  so  escepluan  los  pa- 
rientes, los  cuales  pueden,  eu  el  término  de 
cuatro  meses  desde  que  supieron  la  muerte 
del  padre  que  dejó  sin  tutela  á  sus  hijos,  re- 
clamarla del  juez  ordinario.  De  ios  deudores 
hay  asimismo  escepcion  á  Tavor  de  los  que, 
siéndolo  ya,  fueron  nombrados  eu  si  testa- 
mento, porque  la  confianza  del , testador  les 
sirve  de  garantía.  Por  último,  los  menores 
pueden  ser  tutores  testamentarios,  aunque  so- 
lo administrarán  cuando  sean  mayores.  Es  de 
advertir  asimismo  que  el  rey  por  motivos  jus- 
tos y  debidamenle  justificados,  concede  dis- 
pensa de  ley  para  que  las  viudas  que  pasan  i' 
segundo  matrimonio  conserven  la  hítela  de 
sus  hijos  y  de  sus  nietos,  cuya,  dispensa  se 
cuenta  entre  las  llamadas  gracias  al  sacar. 

Estas  son  las  escepciones  que  establece  la 
ley  á  las  prnhibicionesconsignadas  en  la  mis- 
ma para  que  ciertas  personas  puedan  ejercerla 
tutela,  y  que  hemos  enumerado  mas  arriba. 

Espuestas  las  incapacidades  legales,  habla- 
remos de  Jas  escusas  voluntarias,  que  es 
resumen  no  son  otra  cosa  sino  la  alegación  que 
se  bace  id  magistrado  de  una  causa  justa  país 
eximirse  del  cargo  de  guardador.  Introducidas 
generalmente  en  benelicio  de  los  que  las  de- 
ducen, pueden  ser  espresa  0  tácitamente  re- 
nunciadas. De  eslas  escusas,  unas  se  fundan 
en  el  favor  especial  que  las  leyes  dispensan  a 
algunas  personas  por  las  circunstancias  en  que 
se  encuetdran;  oirás  en  motivos  de  opinión  y 
otras  en  la  justa  distribución  de  las  cargas  cu 
.proporción  á  las  facultades  de  cada  uno  pí 
exima  de  esla  al  que  tiene  otras  sobre  sis 

Asi,  por  razón  del  favor  especial  que  a  al- 
gunos dispensan  las  leyes,,  se  escusan  de  ser 


625 


TUTELA 


lutores:  los  qne  tienen  cinco  hijos  legítimos, 
varones,  vivos ,  reputándose  como  tales  los 
muertos  en  defensa  del  Estado:  los  ausentes 
por  causa  del  Estado,  mientras  lo  están  y  nn 
año  después  de  su  vuelta;  lo  cual  no  es  exten- 
sivo ála  tutela  que  ya  tenían  antes  de  k  au- 
sencia, que  deberá  ser  desempeñada  por  otro 
Interin  esta  dure:  los  magistrados  y  jaeces  en 
¡dual  ejercicio  respecto  á  la  que  antes  no  te- 
nían: los  recien  casados  en  los  cuatro  prime- 
ros años  de  su  matrimonio:  los  maestros  pú- 
blicos, con  nombramiento  real,  de  gramática, 
retorica,  filosofía  y  medicina:  los  que  por  el 
servicio  nacional  estuvieren  en  un  lugar  deter- 
minado, si  la  necesidad  de  residir  en  él  nn  es 
compatible  con  el  desempeño  del  cargo.  Por 
motivos  de  opinión  pública  nneden  osc.usarse: 
el  qne  sobre  toda  la  herencia  ó  su  mayor  par- 
le tuviere  pleilo  con  el  pupilo  ó  menor;  y  el 
que  hubiere  sido  enemigo  capital  del  padre, 
no  mediando  reconciliación.  Y  en  fin,  por  la 
jusla  distribución  de  cargas  entre  los  indivi- 
duos del  Estado,  se  eximen  de  la  de  tutores  y 
curadores:  los  que  ya  tienen  tres  tutelas:  el 
que  fué  tutor  de  un  huérfano  para  ser  su  cu- 
rador: los  que  se  ven  precisados  á  subsistir 
de  su  trabajo  corporal:  los  que  padecen  en- 
fermedad crónica  ó  habitual:  los  que  no  saben 
leer  ni  escribir,  si  es  complicada  la  adminis- 
tración; y  los  mayores  de  setenta  años.  Las  ra- 
jones filosóficas  en  que  están  fundadas  estas 
escusas  legales,  las  comprenderán  fácilmente 
nuestros  lectores. 

En  cuanto  á  las  escusas  ,  conviene  adver- 
tir  que  renuncia  tácitamente  á  ellas  el  (fue 
deja  pasar  el  término  prefijado  para  espon cr- 
ias, y  no  puede  gozar  después  del  benoíicio  á 
que  renunció,  Este  término  es  el  de  loa  cin- 
cuenta días  siguientes  al  de  k  noticia  del 
nombramiento,  no  distando  mas  de  cien  mi- 
llas del  pueblo  donde  reside,  y  escediendo  de 
ellas  un  dia  mas  por  cada  veinte  ,  ademas  de 
las  treinta  concedidas  por  las  leyes:  las  dili- 
gencias judiciales  sobre  la  admisión  de  escu- 
sa se  sustancian  representando  al  menor  ó  in- 
capacilado  el  curador  que  al  efecto  se  le  nom- 
bre; y  el  que  se  sienta  agraviado  puede  apelar 
del  fallo  que  pronuncie  el  juez.  Sin  embargo, 
si  el  tribunal  de  alzada  desechare  también  k 
escusa,  ademas  de  ser  apremiado  el  tutor  á 
recibir  el  cargo,  será  condenado  en  los  daños 
!'  perjuicios  seguidos  al  pupilo  ó  al  menor 
desde  el  dia  del  nombramiento. 

1.a  tutela  y  cúratela,  como  todas  las  obli- 
gaciones y  cargas,  cesan  por  las  causas  que 
señala  la  ley. 


Son  estas:  1.a  la  muerte  de  los  huérfanos, 
menores,  ó  de  sus  guardadores:  2.a  el  acto 
de  pasar  k  madre  ó  la  abuela,  siendo  guarda- 
doras, á  segundas  nupcias,  si  no  hubieren  ob- 
tenido la  dispensa  de  ley:  3.a  por  llegar  los 
huérfanos  á  la  edad  en  que  no  deben  estar  su- 
bordinados respectivamente  á  sus  guardado-, 
res,  ó  cesar  k  causa  .física  ó  moral  que  pro- 
dujo la  curaduría:  4.*  por  la  arrogación,  que, 
haciendo  al  pupilo  hijo  de  familias,  no  permK 
te  que  se' le  mantenga  en  tutela:  5.a  por  el 
cumplimiento  del  tiempo  ó  de  la  condición 
puesta  en  k  tutela  testamentaria:  6.a  por  la 
escasa  admitida  legalmente:  7.a  por  obtener 
el  menor  dispensa  de  edad:  8.a  por  entrar  el 
menor  casado  en  la  edad  de  los  diez  y  ocho 
años:  9.a  por  incurrir  el  guardador  en  pena  de 
interdicción  de  la  tutela.  10.a  por  la  remoción 
délos  guardadores  sospechosos,  sobre  lo  cual 
debemos  añadir  algunas  esplicacioues. 

Se  califica  de  sospechoso  al  tutor  ó  cura- 
dor que  por  su  conducta  hace  temer  que  no 
.desempeñará  bien  el  cargo.  Los  principales 
motivos  legales  que  inducen  esta  sospecha  son : 
l.°  haber  enseñado  malas  costumbres  ó  dial- 
pado  los  bienes  de  otro  huérfano:  2. saberse 
después  de  aceptado  el  cargo  que  el  guardador 
era  enemigo  del  menor,  del  incapacitado  ó  de 
sus  parientes:  3.'J  decir  falsamente  delante  del 
juez  que  no  podia  dar  alimento  al  huérfano- 
4."  omitir  la  formación  de  inventario  sin  fun- 
dado motivo:  5.°  no  defender  judicial  y  estra- 
•judicialmente  los  bienes  del  menor:  T.°  ocul- 
tarse cuando  supiere  su  nombramiento.  Algu- 
nas de  estas  causas ,  como  es  fácil  presumir, 
ocurrirán. muy  rara  vez;  pero  la  ley  las  con- 
signa en  su  precepto,  y  nosotros  debemos 
también  consignarlas  aqni. 

La  acusación  de  tutor  sospechoso  es  públi- 
ca, y  por  lo  tanto,  no  solo  pueden  hacerla  los 
parientes  del  pupilo,  sino  cualquiera  otro.  Aun 
el  mismo  juez  debe  proceder  de  oficio  en  este 
punto.  Su  objeto  es  la  remoción  del  gaardador 
y  el  castigo  que  merezca  después  de  declara- 
da, si  ha  habido  mala  fé  en  la  administracion- 
de  la  tutela  ó  curaduría.  Mientras  está  pen-  ■ 
diente  la  acusación  se  nombra  olro  tutor  que 
cuide  de  los  intereses  del  huérfano. 

Estos  son  los  particulares  de  mas  interés 
que  comprende  nuestra  legislación  de  tutela. 
La  institución  en  st  misiha  merecería  ser  ob- 
jeto de  algunas  consideraciones  filosóficas; 
pero  esto  alargaría  demasiado  los  limites  del 
presente  articulo. 


2209    MBLIOTECA  POITILAIÜ 


í.  xxxni.  40 


■ 


u 


U.  {Gramática}  Esta  lelra  es  la  vigésima 
tercera  de  nuestro  alfabeto  contando  la  ch;  es 
quinta  vocal  y  procede  de  los  romanos.  Tardó 
mucho  en  intio decirse,  parque  110  se  encuen- 
tra en  los  antiguos  monumentos  gráficos  lati- 
nos, inscripciones  lapidarias  ó  medallas.  Un 
estos  monumentos  ocupa  su  lugar  la  V.  De 
•  aquí  nació  que  esta  letra  se  contundiese  por 
mucho  tipmpo  con  la  tí,  asi  como  se  confundió 
la  J  con  la  I,  y  que  se  introdujesen  las  deno- 
minaciones de  U  vocal  y  V  consonante.  Mucho 
,  tiempo  transcurrió  antes  de  atribuir  especial- 
mente á  cada  una  de  las  dos  letras  su  valor 
fónico  especial.  En  los  primeros  libros  impre- 
sos en  caracteres  romanos,  se-usan  como  dis- 
tintas la  V  mayúscula  y  la  U  minúscula.  En  el 
siglo  XVI,  Ramus  habla  propuesto  entro  otras 
cosas  la  distinción  y  separación  definitiva  de 
la  Ú  y  de  la  V.  Sin  embargo,  hasta  la  primera 
mitad  del  siglo  pasado,  todavía  se  notaba  con-* 
fusión  entre  ambas  letras,  hasta  el  punto  de 
existir  diccionarios  que  las'  abrazan  juntas  y 
mezcladas  en  una  misma  sección. 

Debemos,  sin  embargo  observar,  que.  en 
la  escritura  gótica  la  distinción  de  que  se  tra- 
ta parece  haberse  hecho  mucho  mas  pronto,  y 
que  se  encuentra  observada  en  los  monumen- 
tos de  las  primeras  épocas  de  ta  imprenta,  que 
fueron,  como  sabemos,  ejecutados  con  aquel 
género  de  caractéres. 

La  letra  latina  de  que  nos  ocupamos  ofrece, 
sino  en  su  forma,  al  menos  en  su  empleo,  ana- 
logia  con  el  vav  semítico,  asi  como  el  Miffl 
armenio,  que  se  pronuncian  uno  y  otro,  unas 
veces  como  vocal,  u,  y  otras  como  consonan- 
te, v  tío.  Los  puntos  masoréticos  que  pueden 
en  hebreo  referirse  á  la  U  como  vocal,  son  el 
shurek  y  el  kibbuts.  El,  primero,  sin  embar- 
go, 110  representa  mas  que  el  sonido  u  largo, 
y  en  cuanto  al  segundo,  no  es  cierto  qne  re- 
presentó en  el  origen  mas  bien  el  sonido  de 
la  «  francesa  que  el  cíe  nuestra  u. 

Los  romanos  pronunciaban  la  u  como  nos- 
otros; dicese  que  el  upuilon  griego  tenia  un 


sonido  medio  entre  la  i  de  los  latinos  y  la  «, 
y  de  alu  ha  nacido  la  u  francesa,  si  bien  ra 
falta  quien  supone  á  esla  procedente  délos 
galos.  También  Sos  alemanes  dan  á  veces  el 
sonido  de  u  francesa  á  la  vocal  en  cuestión, 
en  wiyo  caso  lleva  dos  puntos.  En  la  lengua 
francesa,  la  u  sirve  para  la  formación  de  va- 
rias vocales  compuestas,  tales  como  au,  eu, 
eau;  Para  espresar  el  sonido  de  nuestra  u, 
empelan  la  combinación  ou.  Los  ingleses  pro- 
nuncian la  letra  «  de  tres  maneras  rl itérenles, 
á  saber-  como  nuestra  u  en  /¡«te,  ele, come  e 
muda  francesa  en  but,  etc.,  y  como  ¡u,  en 
mate,  etc. 

En  nuestro  idioma  la  u  después  de  9;  no 
suena,  pues  se'  ha  sustituido  la  c  á  la  q  en  las 
palabras  en  que  laiíse.pronunciaba  Tampoco 
suena  en  las  sílabas  gue,  (¡ni,  sino  cuando  so- 
bre la  u  se  pone  diéresis. 

U1AH-SAWA,.  .{Historia  natural )  Este  ani- 
mal que  es  el  colubcr  javanicits,  pertenece  ¡i 
las  serpientes  comunes  no  venenosas  y  al  gé- 
nero coluber,  y  es  notable  por  su  longitud, 
que  pasa  á  veces  de  treinta  pies,  [¡abita  en  las 
islas  do  la 'Sonda. 

ÚLCEltA.  [Medicina.)  Los  griegos  designa- 
ban con  e!  nombre  de  sX-/.ck  toda  clase  de  lia' 
gas  ó  de  herida,  sin  atender  á  su  naturaleza 
ni  á  su  origen.  Por  eso  iutituló  Hipócrates  sil 
libro  sobro  las  heridas  rapt  ú-/.ú>v.  Los  lati- 
nos introdujeron  esla  palabra  por  su  ulctis, 
dándole  la  misma  significación,  al  paso  que  se 
servían  de  la  voz  plaga  para  esprosar  el  gol- 
pe, ta  herida,  es  decir,  la  causa,  el  acto  roas 
bien  que  su  efecto. 

Va  en  el  artículo  u.aca  de  nuestra  Enci- 
clopedia Moderna,  al  cual  remitimos  á  nuestros 
lectores  para  todos  aquellos  pormenores  que 
dejemos  ahora  de  consignar,  dijimos  que  di- 
cha palabra  se  aplica  boy  diaá  toda  solución  (le 
continuidad  que  interesa  la  superficie  de  los 
tegumentos,  sea  cual  fuere,  por  lo  demás  sti 
estension. 

Se  ha  dado  el  nombre  de  úlceras  á  ciertos 


OLCERA 


— ULEMA 


630 


heridas  determinadas  por  una  causa  local  ó  ge- 
neral, cansa  que  por  su  influencia  hace  que 
peraiánczcan  estacionarias,  cine  se  ostiendun, 
que  se  curen  ó  que  se  reproduzcan.  Por  ulce- 
ración se  enriende  ó  el  trabajo  morboso  que 
produce  la  úlcera,  ó  la  misma  úlcera  cuando 
sus  dimensiones  son  poco  considerables.  • 

Üierfás  heridas  que  resultan  do  causas  ea- 
leriores,  de  heridas,  por  ejemplo,  pueden 
volverse  úlceras  por  la  influencia  de  una  afee- 
don  local  (i  de  una  alteración  local  de  la  eco- 
nomía; y  asi  es  que  la  inoculación  del  pus  de 
no  cáncer  venéreo  puede  írasformar  una  llaga 
sencilla  en  úlcera  sifilica;  el  escorbuto,  e!  vi- 
ciocscrufuloso,  ciertos  modos  viciosos  do  der- 
rame, el  uso  inoportuno  y  prolongado  de  las 
sustancias  irritantes,  cáusticas,  pueden  hacer 
pasar  las  llagas  sencillas  a  úlceras. 

Los  autores  lian  descrito  numerosas  varie- 
dades de  úlceras,  tomando  por  base  de  su  no- 
menclatura, unas  veces  la  causa  de  la  úlcera, 
otrassus  caracteres  deforma,  dedesarrollo,  etc. 
Esla  talla  de  método  lia  lincho  necesariamente 
mas  difícil  un  «simio  ya  oscuro  bajo  el  punto 
je  vista  del  diagnóstico.  Nos  limitaremos  á  el- 
la?, entre  las  úlceras  que  proceden  de  una 
cansa  local: 

I,"  La  úlcera  callosa  ó  atónica,  caracteri- 
zada por  la  ingurgitación  y  la  dureza  de  su 
fondo  y  de  sus  bordes.  Fija  de  ordinario  su 
asientb  en  las  piernas  ó  en  los  píes. 

1.°  La  úlcera  varicosa  cuya  etiología  no 
es  constante.  De  ordinario  proviene  de  un  des- 
garramiento accidental  ú  espontáneo  de  la  piel 
correspondiente  á  un  grupo  de  varices.  En  és- 
le  caso  es  primitiva,  pero  en  otros  secundaria 
por  suceder  á  una  úlcera  callosa,  cuyos  bor- 
des y  fondo  han  sido  invadidos  mas  ó  menos 
completamente  por  varices.  Estas  dos  formas 
de  úlceras  son  las  mas  comunes  entre  las  que 
reconocen  una  causa  local.  Ambas  son  muy 
rebeldes  y  están  muy  sujetas  ó  recaídas. 

De  todos  los  medios  propuestos  para  con- 
seguir la  curación  de  estas  úlceras,  el  único 
verdaderamente  útil  es  la  reunión  de  los  bor- 
de la  herida  y  la  compresión  del  miembro  por 
medio  de  vendas  aglutinantes  ó  de  unvendage 
arrollado.  Las  vendas  aglutinantes  determinan 
¡i  menudo  una  irritación  erisipelatosa  en  las 
parles  sanas  de  la  piel.  Este  accidente  es  casi 
inerilabltí  cuando  está  recientemente  prepara- 
do el  emplasto  aglutinante  ordinario,  el  dia- 
rjiiilon.  Por  eso  creemos  preferible  bajo  todos 
conceptos  el  vendage  arrollado.  Consiste  esen- 
cialmente en  una  tira  do  flanela.de  seis  cen- 
lunetros  tic  anchura  y  de  longitud  variable,  se- 
W  W  punto  del  miembro  donde  resida  el 
m  Lávase  la  pierna  enferma  con  agua  blan- 
ca, cúbrese  la  superfleic  de  la  úlcera  con  ira 
pedazo  de  lela  muy  ligeramente  cubierto  de 
Mi'ido  yuuas'ppcas  hilitas,  y  en  seguida  se 
«ael  vendage  compresivo  desde  la  punta  de 
»s  dedos  hasta  quince,  ó  veinte  centímetros 
ffl¡>s  arriba  de  la  úlcera. 


-'  La  tela  pnede  ser  substituida  en  rigor  por 
la  (láñela,  pero  presenta  muchísimos  incon- 
venientes. 

En  todos  ¡os  easos  conviene  humedecer 
muchas  veces  cada  dia  el  aposito  con  agua 
blanca.  (Agua  íi]trada,  un  litro;  sub-acetato  li- 
quido de  plomo,  un  gramo,  y  antes  de  usar  la 
mezcla  se  la  agita  un  boen  rato). 

Las  úlceras  que  se  desarrollan  por  ia  in- 
fluencia de  una  causa  general  hay  que  consi- 
derarlas como  síntomas  de  la  afección  de  que 
proceden.  Y  asi  es  que  las  úlceras  escorbúti- 
cas, sifilíticas,  escrofulosas,  caquécticas,  can- 
cerosas, etc.,  se  refieren  por  todos  los  puntos 
de  su  estudio  á  las  enfermedades  cuyo  nom- 
bre llevan. 

Difieren  esencialmente  de  las  úlceras  de 
causas  locales;  porque  los  medios  terapéuticos 
locales  se  les  ponen  raras  veces  con  buenos 
resulfados,  y  sea  cual  fuere  su  importancia 
aparente,  jamás  constituyen  para  el  médico 
sagaz  é  ilustrado  mas  que  un  síntoma,  un  in- 
dicio de  una  afección  que  domina  lodo  el 
resto. 

En  punto  á  las  obras  que  pueden  consultar 
nuestros  lectores  para  profundizar  cual  es  de- 
bido <m  ese  interesantísimo  estudio,  ademas 
de  la  que  ya  hemos  citado  ele  tlipóerates  irepi 
ítawv,  de  la  que  ha  dado  Mr.  Listré  una  muy 
buena  traducción  ¡París,  año  de  18-íO,  en  el 
lomo  VI  de  las  obras  completas),  añadiremos 
las  siguientes: 

«Investigaciones  sobre  la  verdadera  causa 
de  las  úlceras  que  afectan  frecuentemente  las 
estreraidades  inferiores  de  muchísimos  artesa- 
nos de  la  ciudad  de  París,»  por  Pareut-Ducbá- 
telct.  Este  trabajo  pueden  leerlo  nuestros  lec- 
tores en  el  tomo  IV"  de  los  Anales  de  higiene 
pública. 

«Informe  al  consejo  de  los  hospitales  so- 
bre el  tratamiento  de  las  úlceras  en  el  esta- 
blecimiento central, »  porP.  Boyer,  París,  Í831. 

Y  por  fin,  también  pueden  acudir  nuestros 
¡ectores  al  Diccionario  de  medicina  de  .treinta 
tomos,  articulo  ulcera,  suscrito  por  Marjolin 
y  seguido  de  una  bibliografía. 

liLEMA.  Nombre  indiferente  dado  entre  los 
turcos  á  los  doctores  de  la  ley  y  al  cuerpo  de 
que  forman  parte.  Los  osmanlis  acostumbran 
agregar  á  las  mezquitas,  ora  hospitales,  ora 
escuelas  donde  se  educan  los  miembros  del 
ulema,  que  deben  esplicar  el  Coran,  presidir 
á  los  ejercicios  de  la  religión,  vigilar  la  edu- 
cación de  los  príncipes,  ocupar  los  empleos 
diplomáticos  y  hacer  justicia  al  pueblo.  Nunca 
se  ha  visto  confusión  mas  completa.  Enumerar 
las  funciones  atribuidas  á  ese  cuerpo  seria 
abrazar  á  la  vez  el  culto  religioso,  el  gobierno, 
la  jurisprudencia  y  las  letras.  Los  primeros 
sultanes  turcos,  embebidos  en  los  placeres, 
dejaron  que  el  mufti  predicase  en  su  lugar; 
este  se  vio  alfrentedela  religión,  y  su  influen- 
cia no  tuvo  limites.  Después  del  mufti  siguen 
los  cadiles-kiers,  que  presiden  á  las  cosas  re- 


ULEJU-UNCION 


ligiosas  y  administran  .justicia  en  las  poblacio- 
nes rurales;  los  mollahs,  que  pertenecen  al  ¡ 
sapro  colegio  y  á  la  magistratura  civil,  y  los 
cadis,  que  ejercen  esa  doble  jurisdicción  en 
un  grado  inferior?  El  resto  del  ulema  se  com- 
pone de  una  multitud  de  doctores  bien  dotados, 
agregados  á  las  academias  y  bibliotecas,  de 
religiosos  subalternos  destinados  al  servicio  de 
las  mezquitas,  y  de  frailes  ó  dervis  que  viven 
de  limosnas. 

ULTRAMONTANO.  (Derecho  canónico.)  Aten- 
diendo á  la  etimología  de  esta  palabra,  es  fá- 
cil comprender  su  significación:  compuesta  de 
las  voces  latinas  ultra  y  mores,  se  uso  prime- 
ro para  designar  lo  que  está  ultra  montem 
¡mas  allá  de  los  montes);  pero  después  selva 
usado  y  continúa  usándose  en  el  lenguaje  de 
la  ciencia  canónica  en  una  acepción  menos 
genérica. 

Ea  sido  en  Francia  y  fuera  de  ella  objeto 
de  largas  controversias  entre  los  canonistas, 
el  valor  que  tienen  en  dieba  nación  la  colec- 
ción de  decretales  conocidas  con  el  titulo  de 
sextum  decrelalium.  Unos  sostienen  que  es- 
tas decretales  no  fueron  allí  admitidas  á  causa 
de  las  graves  desidencias  que  bubo  entre  el 
papa  Bonifacio  VIH  y  el  rey  Felipe  el  Hermo- 
so, y  otros,  por  el  contrario,  sustentan  la  opi- 
nión de  que  dichas  leyes  tienen  en  Francia  Ja 
misma  fuerza  que  las  de  la  colección  ó  com- 
pilación gregoriana  en  lo-  que  no  sea  opuesto 
á  las  prerogativas  del  rey,  á  las  leyes  del  pais 
y  á  las  libertades  de  la  iglesia  galicana.  Asi, 
pues ,  siendo  los  canonistas  de  las  naciones 
que  están  al  otro  lado  de  los  Alpes  con  respec- 
to á  la  Francia,  los  que  mas  generalmente  lian 
defendido  el  valor  de  las  decretales  menciona- 
das contra  la  libertad  de  los  obispos  france- 
ses, se  les  ba  designado  en  esta  nación  con 
el  nombre  de  ultramontanos. 

U&fBRÍA.  [Geografía  antigua.)  Los  antiguos 
designaron  con  el  nombre  de  Umbría  una  par- 
te de  Italia  que  por  el  Oriente  confinaba  con 
la  Etruria,  y  por  el  lado  opuesto  con  la  Sabinia, 
estendiéndose  desde  las  playas  del  Adriático 
hasta  mas  allá  del  Apenino.  Comprendía  este 
territorio,  segim  las  noticias  de  Estrabon,  las 
ciudades  de  llávena,  Sarsina,  Arimino,  Sena  y 
Gamarino  ,  Sentinum,  Fanum  Fortunae,  y  el 
monte  que  llamaban  Gingunum.  La  atravesa- 
ban dosrios:  el  uno  llamado  Aeris,  que  corre 
entre  Ancona  y  Sinigallia,  y  el  otro  conocido 
con  el  nombre  de  Metauro.  Según  diebo  geó- 
grafo, estuvieron  en  esta  parte  de  la  Umbría 
los  antiguos  límites  de  la  Italia  y  de  la  Galia; 
pero  después  semudaron,  considerándose  unas 
veces  como  línea  divisoria  el  Aesis  y  otras  el 
Rubieon,  que  está  situado  entre  Arimino  ylü- 
vena.  Desde  Ráveha  á  Arimino  se  contaban 
300  estadios.  Atravesaba  la  Umbría  desde  esta 
última  ciudad  basta  Verículum  la  famosa  via 
Flaminia.  Hacía  el  lado  del  Tiber  se  encon- 
traban Larolum,  Narnia,  Carsuli,  y  Meouania. 
Contábanse  ademas  como  poblaciones  de  la 


Umbría  Forum  Sempronü,  Spolelum,  Aarium 
Camería,  Amcria,  Tuder,  Ispellum,  é  Iíorum' 
Arimino  y  Rávena  fueron  en  su  principio  co- 
lonias salidas  de  la  Umbría,  cuyos  habitantes 
tuvieron  guerras  mas  de  una  vez  con  oleo; 
pueblos  por  ensanchar  los  límites  de  su  tet- 
ritorio. 

,  UNCION.  Esta  palabra  canónicamente  consi- 
derada significa  el  acto  de  aplicar  el  aceite  k 
oliva  bendito  por  el  obispo  á  los  catecúmenos 
á  lós  que  se  bautizan,  á  los  que  se  ordenan  y 
consagran,  y  álos  que  se  bailan  próximos  á  la 
muerte. 

Y  con  efecto,  la  unción  en  todos  los  casos 
referidos  es  Una  ceremonia  santa  que  la  He- 
siaba  establecido  para  purificará  los  cristianos, 
despojándolos  de  todos  los  vicios  de  la  debli 
humanidad  y  haciéndolos  dignos  de  la  religión 
de  Jesucristo. 

Pero  en  donde  mayor  significación  tiene 
el  acto  de  la  unción  es  en  los  últimos  mu- 
meatos  de  la  vida,  y  entouces  se  la  llama  Ei- 
trema-uncion,  siendo  uno  de  los  siete  Sacra- 
mentos instituidos  por  el  mismo  Redentor  de 
los  hombres.  Este  sacramento,  segnn  el  coi- 
cilio  de  Trenfo  en  la  sesión  XIV,  es  el  com- 
plemento de  toda  la  vida  cristiana,  y  Jesucris- 
to le  instituyó  con  el  fin  de  fortalecer  el  h 
de  la  vida  del  hombre,  librándole  en  trance 
íal  de  las  astucias  del  demonio.  Este  sacra- 
mento fué  obra  del  Salvador,  según  lo  declan 
el  evangelista  San  Marcos;  y  le  recomendó é 
intimó  á  los  fieles  el  apóstol  Santiago  con  las 
notables  palabras:  «¿Está  enfermo  alguno  ét 
vosotrosl  Haga  venir  los  presbíteros  de  k 
Iglesia,  rj  oren  sobre  él,  ungiéndole  con  acui- 
te e.n  nombre  del  Señor,  y  la  oración  de  ¡i 
salvará  al  enfermo,  y  el  Señor  le  dará  ali- 
vio; y.  si  estuviere  en  pecado,  le  será  peréo- 
nado.»  En  estas  palabras  se  halla  comprendi- 
da toda  la  doctrina  del  sacramento.  La  mate- 
ria de  él  es  el  aceite;  la  forma  es  la  unción; 
el  miutstro  propio  es  el  presbítero;  el  electo 
es  la  salud  del  alma,  si  está  en  pecado,  y  la 
del  cuerpo,  si  le  conviene.  Con  este  molhi 
dice  sabiamente  el  Tridentino  que  la  uñeta 
purifica  de  los  pecados,  asi  como  de  sus  reli- 
quias; alivia  y  fortalece  el  alma  del  enfermo, 
escitando  en  él  una  confiauza  grande  en  la 
divina  misericordia;  y  alentado  con  ella  Silfo 
con  mas  tolerancia  las  incomodidades  y  Ira- 
bajos  de  la  enfermedad  y  resiste  mas  fácil- 
mente á  las  tentaciones  del  demonio;  consi- 
guiéndose en  algunas  ocasiones  la  salad  del 
cuerpo,  cuando  es  coaveniente  á  la  del  alma. 

Varios  concilios  provinciales  ordenan  ¡ 
los  fieles  que  no  esperen  los  últimos  mo- 
mentos do  la  vida  para  recibir  la  unción;  pe- 
ro la  costumbre  ha  introducido  el  uso  de  m 
acudir  á  este  sacramento  sino  cuando  liar 
gravo  peligro  de  muerte.  La  unción  solo  déte 
administrarse  una  sola  vez  en  cada  enferme- 
dad, por  larga  que  sea."  Antiguamente  no  ss 
reiteraba  este  sacramento,  pero  habiéndole  N1 


633 


UNCION— UNCION  ES 


034 


cibido  dos  veces  el  papa  Pió  11  en  el  curso  de 
su  pontiücado  quedó  aceptado  el  hecho  de  !a 
reiteración. 

La  unción  no  se  administra  a  los  conde- 
nados á  muerte  ni  i  las  personas  que  la  bus- 
can voluntariamente;  pero  se  dad  todos  los 
qUe  espuestos  á  perder  la  vida  no  la  pierden, 
padecen  luego  lesiones  mortales,  y  dan  seña- 
les de  arrepentimiento. 

El  sacerdote  administra  el  sacramento  pro- 
nunciando las  siguientes  palabras:  Per  islam 
sánelo)»  uKcttonem,  etsuam  jiiissimam  nji- 
serkordiam,  indulgeat  Ubi  Deusquidquidpcr 
«¡¡ion  ¿mi  odoratum,  gustum,  tacbum,  audi- 
¡wi¡  deliqitisli:  »Por  esta  santa  unción,  y  por 
su  piadosísima  misericordia,  le  perdono  Dios 
todos  los  pecados  que  hayas  cometido  por  la 
vista,  por  el  oifato,  por  el  gusto,  por  el  tacto 
y  por  el  oído.» 

A  los  que  se  bautizan  solo  se  les  unge,  en 
la  cabeza;  á  los  que  se  ordenan  solo  se  unge 
en  las  manos;  á  los  que  se  consagran  se  unge 
en  ia  cabeza  y  en  las  manos. 

Concluiremos  este  articulo  con  las  elocuen- 
tes palabras  de  un  escritor  de  este  siglo  al  ha- 
blar de  la  estrema-uncion.  Dice  asi.  A  la  vista 
del  sepulcro,  pórtico  silencioso  del  otro  mun- 
do, es  cuando  el  cristianismo  manifiesta  toda 
su  sublimidad.  La  mayor  parle  de  los  cultos 
antiguos  consagraron  las  cenizas  de  los  muer- 
Ios,  pero  no  pensaron  en  preparar  el  alma  pa- 
ra aquellas  riberas  desconocidas  de  donde  nun- 
ca se  vuelve.  Llegaos  ahora  y  veréis  el  mas 
hermoso  espectáculo  que  puede  presentar  la 
tierra;  llegaos  y  veréis  morir  al  cristiano.  Es- 
te no  es  ya  el  hombre  del  mundo,  no  es  ya  el 
individuo  de  supais,  cesaron  ya  para  él  todas 
las  relaciones  que  tenia  con  la  sociedad.  Se 
acabó  ya  para  él  el  cómputo  del  tiempo;  ya 
no  tiene  otra  fecha  que  la  grande  era  de  la 
eternidad.  Un  sacerdote  sentado  i  su  cabecera 
le  consuela.  Este  ministro  santo  trata  con  el 
moribundo  acerca  de  la  inmortalidad  del  alma, 
y  aquella  sublime  escena,  que  la  antigüedad 
no  presentó  mas  que  una  vez  en  la  muerte  del 
primero  de  los  filósofos,  se  renueva  diaria- 
aicnte  en  la  humilde  cama  del  mas  in limo  cris- 
Nano  que  va  á  espirar.  Se  acerca,  en  ün,  el 
ultimo  momento;  y  asi  como  un  sacramento 
abrió  a  este  justo  las  puertas  dol  mundo,  asi 
laminen  las  va  á  cerrar  otro;  la  religión  se  ha 
complacido  en  mecerle  en  la  cuna  de  la  vida; 
sus  hermosos  cánticos  y  su  mano  maternal  le 
adormecerán  también  en  la  cuna  de  la  muerte. 
te.  religión  misma  preparó  igualmente  el  bau- 
tismo de  este  segundo  nacimiento,  para  el  cual 
no  hace  uso  del  agua,  y  si  del  aceito,  emble- 
ma de  la  incorroptibilidad  celestial.  El  sacra- 
mento libertador  rompe  poco  á  poco  Ios-lazos 
del  cristianismo,  y  su  alma,  casi  separada  del 
cuerpo,  está  como  visible  en  su  rostro.  Ya  es,- 
cucha  los  conciertos  de  los  serafines;  ya 
se  llalla  dispuesta  á  volar  lejos  del  mundo, 
hacia  aquellas  regiones  i  que  !a  convida  esta 


esperanza  divina,  hija  de  la  virtud  y  de  la 
muerte.  El  ángel  de  paz,  bajando  en  tanto  so- 
bre este  punto,  toca  con  su  cetro  de  oro  en  sus 
fatigados  ojos,  y  los  cierra  deliciosamente  a 
la  luz.  Muere,  finalmente,  sin  oirso  apenas  su 
ultimo  suspiro;  muere,  y  sus  amigos  guardan 
silencio  por  largo  tiempo  alrededor  de  su  ca- 
ma, porque  piensan  que  está  dormido.  Tul  es 
la  dulzura  con  que  salió  del  mundo  este  cris- 
tiano purificado  con  la  unción  santa.» 

UNCIONES.  {Medicina.)  Esta  palabra  desig- 
na una  operación  querúrgica,  que  consiste  en 
friccionar  melódicamenre  y  con  una  cantidad 
dada  de  pomada  ó  ungüentó  mercurial,  una 
parte  mas  ó  menos  estensa  de.  !a  economía  ó 
bien  á  todo  el  cuerpo  para  que  absorbiendo 
inmediatamente  produzca  un  efecto  terapéuti- 
co: este  medicamento  es  el  mercurio  por  lo 
común  en  pomada.  Los  antiguos  tenían  al  mer- 
curio como  sustancia  muy  peligrosa,  por  lo 
que  no  lo  usaban  en  medicina;  los  árabes  fue- 
ron los  que  primero  se  valieron  de  él  para  el 
Iratamiento  eslerno  de  las  enfermedades  cu- 
táneas y  contra  los  insectos  que  nacen  en  la 
piel;  temían,  sin  embargo,  sus  efectos,  pues 
que  únicamente  ponian  de  una  cuadragésima 
á  una  décima  parte  del  mismo  en  los  ungüen- 
tos de  que  la  hacían  formar  parte,  mezclán- 
dose con  el  aceite  de  laurel,  la  sal,  los  prepa- 
rados de  plomo,  el  eléboro,  etc. ,  todas  sus- 
tancias irritantes  y  que  aun  cuando  las  desti- 
naban, para  moderar  la  acción  del  mismo,  tío 
por  esto  podían  dejar  de  obrar  con  mucha 
actividad  los  ungüentos  que  resultaban.  Los 
efectos  obtenidos  por  los  médicos  árabes  jus- 
tiQcaban  el  buen  efecto  continuado  también 
por  la  esperiencia  de  los  preparados  alcalinos 
y  los  baños  sulfurosos  que  en  el  día  se  usan 
en  las  enfermedades  crónicas  del  sistema  der- 
moideo.  Hacia  fines  del  siglo  XV,  eu  1493, 
con  motivo  de  la  tan  grave  y  rebelde  epide- 
mia que  reinó  en  Nápolcs ,  y  en  razón  de  la 
analogía  que  tenían  algunos  de  sus  síntomas 
con  los  de  las  afecciones  leprosas ,  contra  las 
cuales  los  árabes  habían  usado  con  provecho 
ungüentos  en  que  entraba  dicho  metal,  los 
médicos  se  vieron  conducidos  á  usarle  en  ella, 
Después  de  haber  sido  mirada  la  referida  epi- 
demia de  Ñapóles,  bajo  diversos  puntos  de 
vista,  la  mayor  parte  de  los  médicos  la  con- 
sideran de  naturaleza  venérea,  de  donde  pro- 
cede el  nombre  de  mal  napolitano,  dado  á  la 
sífilis;  y  habiéndose  seguido  administrando  en 
ella  el  mercurio  que  al  principio  solo  se  ha- 
bía usado  en  forma  de  ungüento,  por  la  ana- 
logía que  se  supuso  tenia  esta  enfermedad 
con  la  lepra;  cuando  ya  fué  tenida  la  misma 
por  de  carácter  venéreo,  fué  colocado  el  mer- 
curio 4  la  cabeza  de  los  anti  venéreos.  Mas 
para  esto  no  hubo  ninguna  razón  fundada, 
porque  la  enfermedad  de  Nápoles  debía  como 
todas  las  epidemias,  irse  debilitando  por  gra- 
dos, aunque  sin  que  para  esto  contribuyese 
en  nada  el  mercurio;  pero  lo  que  mas  ponia 


63o 


UNCIONES 


636 


en  duda  la  virtud  del  mismo,  era  la  curación 
de  dicha  enfermedad,  que  muchas  veces  se 
obtenía  con  el  simple  uso  cielos  sudoríficos  y 
de  los  purgantes.  Una  vea  considerado  esle 
metal  como  el  mejor  antivencreo,  ya  no  hubo 
reparo  en  aumentar  la  dosis;  en  lugar  de  usar- 
le como  los  .árabes  mezclado  con  otras  sus- 
tancias, de  cuya  mezcla  no  hacia  masque  muy 
pequeña  parte,  llego  á  constituir  la  liase  de 
los'  ungüentos  antisifJliticos  ¡  y  asi  fué  co- 
mo vino  á  prepararse  el  ungüento,  conocido 
todavía  actualmente  con  el  nombro  de  napo- 
litano, el  cual  se  compone  de  partes  iguales 
de  enjundia  y  de  mercurio.  Desdé  la  epidemia 
de  Ñapóles,  que  ocurrió  mas  de  trescientos 
años  atrás,  no  ha  parado  el  uso  de  este  me- 
dicamento contra  ia  sífilis,  á  pesar  de  los  mu- 
chos y  graves  accidentes  que  ha  ocasionado, 
los  que  por  una  incomprensible  ceguedad  has- 
la  últimos  del  pasado  siglo;  se  tuvieron  por 
naturales  resultados  déla  enfermedad.  Admi- 
nistróse al  principio  esto  metal,  sin  regla  ni 
método,  usáronle,  sin  embargo,  con  alguna 
precaución  algunos  médicos  ilustrados  y  pru- 
dentes, pero  muchos  charlatanes  le  prescri- 
bieron desmedidamente  y  sin  discernimiento, 
por  lo  que  su  uso  fué  mucho  mas  arriesgado. 
Agravábanse  los  síntomas  esenciales  de  la  en- 
fermedad, siguiéndose  á  esto  todos  los  acci- 
dentes que  ocasiona  este  medicamento.  El  ca- 
ballero ülrich  de  Ilutten,  fué  victima  déla  no- 
table confianza  y  abuso  que  se  hacia  del  mer- 
curio para  la  curación  de  la  sífilis  por  algunos 
médicos^  que  ignoraban  el  modo  de  usarte  y 
hasta  sus  mismas  virtudes:  sabido  es  que  este 
escritor,  que  sostuvo  la  reforma  de  Lulero, 
sufrió  en  nueve  años  once  tratamientos  mer- 
curiales; y  que  linalme'nte,  solo  al  guayuco 
debió  la  radical  curación  de  los  exostosís, 
pústulas,  úlceras  corrosivas,  caries  profundas, 
dolores  y  marasmo.  Ho'aqui  una  relación 
del  mismo  Ulrich  de  Ilutten  que.  puede.dar 
una  idea  de!  singular  modo  de  usar  en  sn 
tiempo  ei  mercurio  y  do  los  efectos  tpie  pro- 
ducía. «Muchos  médicos  con  nn  linimento 
compuesto  de  mercurio  y  de  varias  drogas 
hacían  fricciones  en  las  coyunturas  de  los 
brazos  y  piernas,  en  la  espina  dorsal  y  en  el 
cuello;  muchos  otros  en  las  sienes  y  en  el 
ombligo  y  hasta  en  todo  el  cuerpo;  en  algu- 
nos enfermos  no  las  hacían  mas  que  una  vez 
al  dia,  en  otros  dos  y  en  algunos  una  cada  tres 
ó  cuatro  días,  por  espacio  de  veinte,  treinta  ó 
mas  dias,  los  tenían  encerrados  en  una  estufa, 
en  la  cual  el  intenso  calor  mantenido  de  con- 
tinuo, les  hacia  sudar  copiosamente.  Yo,  des- 
pués de  la  segunda  fricción,  dice  Ilutten,  caí 
en  suma  languidez:  el  ungüento  obraba  con 
tanta  fuerza,  que  el  mal  desde  la  superficie 
del  cuerpo  en  que  se  hallaba,  fué  arrojado  al 
estómago ,  subió  ai  cereiiro  y  ocasionó  tan 
abundante  salivación,  que  á  no  haber  tenido  la 
precaución  de  suspender  el  remedio,  me  iba 
á  quedar  sin  dientes.  Vi  algunos  de  los  que 


manába  una  baba  infecta  que  impurificaba 
cuanto  tocaba;  estos  tenían  las  encías  hincha- 
das, los  dientes  cimbreando  y  ulceradas  la  len- 
gua, el  paladar  y  la  garganta:  tan  cruel  era  este 
modo  de  curar  el  venéreo,  que  muchos  prete- 
rían la  muerte  al  procurar  por  semej antes  me- 
dios la  curación,  y  sin  embargo,  no  se  crea 
fuesen  muchos  los  que  *so  curasen,  pues  que 
á  penas  se  curaba  «no  por  ciento,  y  ana  esle 
muy  ámenudo  volvía á recaer  á  los  pocos  dias. 
Adminislrado  esto  tratamiento  por  cirujanos 
ignorantes,  ó  bien  por  hombres  que  nada  en- 
lendian  en  medicina,  le  hacía  mas  peligroso: 
era  baslantc  preocupado  el  público  y  [finidos 
los  médicos,  para  dejar  emprender  á  aquellos 
cuanto  quisiesen;  i  tanto  llegaban  las  cosas,  que 
los  enfíirmos  no  podían  valerse  de  sus  dien- 
tes; como  su  boca  no  era  sino  una  estensa  úl- 
cera y  se  hallaba  .debilitado  su  estómago,  á 
pesar  de  conservar  el  apetito  y  hallarse  ator- 
mentados por  una  sed  intolerable,  no  podían 
resolverse  á  tomar  ninguna  bebida.  Veíanse 
muchos  acometidos  de  vértigos ,  algunos  de 
inania  y  otros  de  temblor  en  las  manos,  en 
los  pies  y  en  todo  el  cuerpo,  espuestas  i  una 
■  tartamudez  las  mas  veces  incurable,  rundios 
se  morían  en  el  medio  de  su  tratamiento;  tres 
aldeanos  que  habían  sido  encerrados  par  uno 
de  esos  empíricos,  en  una  estufa  muy  calien- 
te, en  la  que  tuvieron  la  paciencia  de  perma- 
necer, con  la  esperanza  de  curarse,  murieron 
miserablemente  por  la  violencia  del  calor  que 
fué  consumiéndolos  poco  á  poco,  l.cs  sofocaba 
á  los  mas  la  hinchazón  de  la  garganta  y  su- 
cumbían otros  á  una  dificultad  de  orinar;  muy 
pocos  fueron,  los  que  se  curaron  y  aun  eslos 
corrieron  los  riesgos,  los  padecimientos  y  los 
males  queacabo  de  indicar."  Tan  funestos  re- 
sultados debían  conducir  á  los  médicos  á  va- 
riar el  método  de  administración  del  mercu- 
rio. Derenguer  de  flarpi,  médico  de  Homa,  su- 
jetó c!  uso  de  las  fricciones  á  nn  método  uni- 
forme: mas  esto  no  fué  menos  arriesgado,  pues 
que  tampoco  dejaron  de  manifestarse  los  ac- 
cidentes producidos  por  dicha,  sustancia,  de 
modo  que  este  médico  fué  desterrado  de  Ro- 
ma, aunque  habiendo  ganado  cuarenta  mil 
escudos  romanos  anles:  verdad  es  que  la  es- 
periencia  había  ilustrado  lan  poco  el  lirata- 
miento  de  la  sífilis,  que  pasados  mas  de  trein- 
ta años,  se  seguían  todavía  los  mismas  me- 
dios, los  cuales,  según  1'ernelio,  que  vivía  es 
ésta  época,  inspiraban  casi  lauto  terror  con» 
el  mismo  mal  para  cuya  curación  se  adiin- 
nistrabW:  baldando  este  íil limo  médico  del 
Iralamíeuto  mercurial,  reprodujo  á  coila  di- 
ferencia, las  mismas  observaciones  que  im 
hecho  y  prescrito  en  sn  tiempo  Félix  Ilnlteu. 
A  pesar  del  horroroso  cuadro  que  trazan  llnlleu 
y  Fmiolio  de  los  accidentes  ocasionados  por 
el  mercurio,  no  por  esto  dejó  de-fiOuliHuarse 
su  uso,  porque  la  mayor  parte'  de  los  médi- 
cos, lejos  de  atribuirle  á  él  los  accidentes 
que  ocasionaba,  no  velan  en  esto,  (¡orno  lie- 


637 


UNCIONES  - 


638 


yo  diclio,  mas  que  los  ordinarios  de  la  sífi- 
lis; y  perseverando  en  confiar  en  las  pro- 
piedades del  mercurio,  en  vez  de  regularizar 
su  uso ,  procuraron  averiguar ,  empírica- 
mente el  niodo  de  administrarlo,  pues-era 
y  es  imposible  desconocer  las  grandes  ven- 
lajas  que  este  veriüca  en  la  radical  curación  de 
las  enfermedades  sifilíticas.  Se  lian  estableci- 
do dos  métodos,  el  de  sdimciun  y  el  de  es- 
timion.  .Se  fundaba  el  primero  como  .mas  an- 
tiguo en  la  opinión  de  los  médicos  humoristas, 
(¡uicnes  (con  razón)  admitían  que  el  virus  vené- 
reo infectaba  la  masa  general  de  ios  humores 
y  creían  purificarlos  con  una  abundante  se- 
creción de  saliva.  Al  contrario,  los  partida- 
rios del  segundo  querían  oponerse  á  esta  se- 
creción moderando  la  acción  del  mercurio  y 
procurando  retenerle  dentro  del  cuerpo  ,  y 
el  tiempo  suficiente  para  aniquilar  ó  destruir 
completamente  la  causa  especifica  de  la  enfer- 
medad; los  sudoríficos  y  los  purgantes  eran  los 
medios  generalmente  usados  para  oponerse  á 
la  salivación,  la  cual  los  partidarios  del  méto- 
do de  estincion  consideran  como  una  evacua- 
ción harto  abundante  y  peligrosa,  sin  tener  al 
mismo  tiempo  el  efecto  curativo  del  medica- 
mento, ¡facía  fines  del  último  siglo  todavía 
osaban  la  mayor  parte  de  los  médicos  él  méto- 
do dé  la  salivación.  Astruc,  cuya  autoridad 
fué  de  tanto  peso,  dice  que  este  es  el  mejor 
medio  de  atacar  el  virus  venéreo;  del  mismo 
dictamen  eran  F.  L.  Telit,  fluffelland  y  Fabre, 
quien  á  pesar  de  que  admite,  que  era  necesa- 
rio modificar,  según  las  circunstancias,  el  tra- 
tamiento de  la  sífilis,  sostiene  también  la  con- 
veniencia de  la  salivación  en  la  generalidad 
de  los  casos.  El  uso  de  este  metal  hasta  la  sa- 
livación es  común  también  en  nuestros  dias, 
en  muchos  hospitales,  pero  nunca  con  la  exa- 
geración y  temeridad  antiguas;  los  médicos 
alemanes  son  los  que  mas  se  inclinan  á  estas 
doctrinas  y  dicen  obtener  resultados  satisfac- 
torio;. La  salivación  ea  eldia  se  corrigen  fácil 
T prontamente  por  medio  de  los  detergentes)' 
rateréticos. 

El  método  de  estincion  que  después  tomó 
el  nombre  de  JlontpeUcr,  cuyo  titulo  indica 
<!M  fué  admitido  por  los  primeros  prácticos 
de  dicha  ciudad,  como  lo  fué  efectivamente  en 
especial  por  Gniiiard,  Ilagnenot  y  Goulard.  Di- 
cho método  de  Moutpeller  para  valemos  de  las 
opresiones  de  aquella  época,  consistía  en  ha- 
cer rodar  mucho  tiempo  el  mercurio  por  el 
cuerpo,  apartando  de  este  modo  todo  lo  que 
contribuyese  á  espelerle  demasiado  pronto, 
por  esto  se  ponia  mucho  cuidado  en  precaver 
la  salivación  y  la  diarrea,  para  que  eslas  eva- 
cuaciones no  se  opusiesen  á  la  curación:  pre- 
parábase el  enfermo  que  había  de  sufrir  el  tra- 
fílenlo con  muchos  baños  y  un  régimen  re- 
irescantc,  pasábase  después  i  hacer  las  fric- 
ciones, cuyo  número  había  de  ser  ordinaria- 
mente de  trece,  que  se  daban  en  unos  treinta 
0  cuarenta  dias.  Servíanse  del  ungüento  napo- 


litano preparado  con  una  tercera  parte  de  mer- 
curio y  dos  de  enjundia,  empezando  por  la 
planta  délos  pies, y  cubriendo  luego  sucesiva- 
mente todo  el  cuerpo,  menos  la  parte  anterior 
del  tronco,  empleando  comunmente  de  seis  á 
ocho  onzas  del  mismo  ungüento.  He  aqui  el 
modo  corl  que  deben  practicarse  las  fricciones 
según  Guiuard,  ida  primera,  decia  este  médico, 
ha  de  eslenderse  desde  la  planta  de  los  pies 
inclusive,  hasta  cuatro  ó  cinco  traveses  de  de- 
do encima  del  tobillo:  al  tercer  día  se  hace  la 
otra  de  la  mis/na  manera  en  el  otro  pie,  la  otra 
empieza  en  el  lugar  que  acabó  la  primera  y  va 
hasta  la  rodilla:  la  cuarta  se  hace  eu  toda  la 
esíension  de  la  otra  pierna,  la  quinta  comien- 
za debajo  de>la  otra  rodilla  y  se  estiende  has- 
ta medio  muslo,  la  sesta  se  hace  de  la  misma 
manera  en  el  otro  Indo,  siendo  un  poco  mas ' 
estendidas  la  sétima  y  octava:  no  es  fuera  del 
caso,  por  poca  alteración  que  se  note  en  la 
boca,  el  descansar  dos  días,  poniendo  también 
otro  par  de  ellos  entre  una  y  otra;  ambas  de- 
ben hacerse  en  todo  el  muslo  hasta  las  inglés 
y  debajo  de  las  nalgas:  la  décima  sube  hasta 
cosa  de  la  mitad  de  la  espina,  la  undécima  has- 
ta la  ñuca  y  la  duodécima  y  dccinia-tereia  se 
hacen  en  los  brazos.»  .¡Si  en  el  curso  del  trata- 
miento, dice  Goulard,.  sobreviniese  algún  acci- 
dcHte  como  la  hinchazón  de  las  glándulas  de 
la  boca  ó  de  sus.inmediaciones,  úlceras  en  la 
lengua,  paladar,  encías;  amígdalas,  campani- 
lla, etc.,  diarrea,  calentura,  6  cualquier  otro 
síntoma  de  esta  especie,  hacemos  salir  á  los 
enfermos  de  las  salas  en  que  se  hacen  las  fric- 
ciones, se  les  muda  ú  veces  la  camisa  y  las ' 
sábanas,  se  les  purga,  se  Ies  baña,  etc.,  y  lue- 
go se  vuelve  á  cuntinuar  el  tratamiento. ¡>  Si 
bien  el  objeto  'de  este  método  ora  precaver  la 
salivación,  con  todo  no  todas  las  voces  se  lo- 
graba y  sobrevenía  indudablemente  siempre 
que  se  presentábanlos  síntomas  de  que  habla 
Goulard;  y  como  está  reconocido  que  á  veces 
no  bastan  para  precaverla  los  medios  que  se 
usan  cuando  ya  esta  desarrollada,  sucedía  ne- 
cesariamente que  ranchos  la  padecían  mas  ó 
menos  tiempo.  Pero  no  pertenece  á  Micoi- 
neau,  como  se  dice,  el  método  de  Montpeller, 
antes  do  él  era  conocido  y  practicado;  el  mé- 
todo por  estincion,  es  según  Mr.  Jourdan,  el 
mas  antiguo  de  todos  pues  se  hallaba  ya  indi- 
cado, en  Teodorico,  Benedeltí,  Almenor,  Hock 
y  Hassa,  quienes  hacian  tomar  las  fricciones 
alternadas  con  los  baños  y  los  purgantes,  para 
evitar,  según  decia  el  último,  que  se  infama- 
sen las  partes  internas  y  se  comunicase  la  in- 
(lamacion  á  la  boca  y  las  encías;  sin  embargo, 
los  partidarios  de  este  método  habían  caido  en 
el  estrémo  contrario  de  evitar  con  esecsivo 
miedo  todas  las  evacuaciones,  que  habria  po- 
dido ocasionar  el  mercurio,  suspendiéndole 
inmediatamente  que  habían  aparecido  los  sín- 
tomas mercuriales  ;  resultando  de  nqui  fre- 
cuentes recidivas  y  curaciones  incompletas, 
!  que  desacreditaron,  poco  á  poco  este  método  y 


639 


ÜNCIONES 


610 


dieron  la  preponderancia  á  su  rival,  y  estaba 
casi  olvidado  cuando  lo  preconizó  Mieoineau; 
defendióle  también  en  1797  Ilagneuot  y  au- 
mentándose siempre  progresivamente  el  nu- 
mero de  sus  partidarios,  llegó  á  derribar  i  su 
vez  el  método  que  antes  le  iiabia  eclipsado  y 
qaedó  dominante  esclusivamente.»  Por  este 
pasage  de  la  obra  de  Jourdan  podría  creerse 
que  esto  considera  al  mercurio  como  un  me- 
dicamento que  puede  convenir  muchas  veces 
contra  la  sífilis,  y  que  se  obtendrían  buenos 
efectos  en  la  generalidad,  si  se  continuase  ad- 
mitiéndole bastante  tiempo  y  se  temiesen  me- 
nos las  evacuaciones  que  puede  producir.  Pero 
se  engañará -el  que  esto  pensare,  porque  el 
mismo  autor  dice  positivamente  en  otra  parte: 
«se  ha  tenido  el  mercurio  como  principal  me- 
dio curativo,  porque  habiéndole  considerado 
en  cierta  manera  indispensable,  no  se  lia  hecho 
el  debido  caso  de  todos  los  demás  y  en  segun- 
do lugar  porque  sus  propiedades  tanto  curati- 
vas como  morbiUcas,  no  se  han  estudiado,  pues 
nnas  veces  cura  y  otras  ocasiona  enfermeda- 
des según  el  modo  mas  ó  menos  hábil  y  jui- 
cioso de  administrarlo.»  Cuando  la  oscitación 
ocasionada  por  el  mercurio  llega  á  esceder  el 
grado  de  acción  fisiológica  propia  del  indivi- 
duo que  le  usa,  «pronto  sobrevienen  dice  Jour- 
dan, los  mismos  fenómenos  que  si  se  hubiese 
administrado  en  altas  dosis;  si  los  órganos  di- 
gestivos se  hallan  muy  irritables,  aparece  al- 
gunas veces  cierta  sensación  de  calor  y  de 
debilidad  en  el  estómago  con  pérdida  del  ape- 
tito, con  epigastralgia,  nauseas,  vómitos  y  has- 
ta cólicos  y  evacuaciones  alvinas:  otras  no  se 
observa  mas  que  un  estado  febril,  caracteriza- 
do por  la  fuerza,  la  plenitud  y  la  dureza  del 
pulso,  el  aumento  de  calor  y  la  traspiración 
cutánea,  y  en  algunos  también  de  la  secreción 
renal,  la  sed,  'el  insomnio,  la  agitación  du- 
rante la  noclie,  gran  susceptibilidad  para  todas 
las  impresiones  y  la  formación  de  la  costra 
inflamatoria  en  la  sangre  sacada  de  las  venas; 
dura  algún  tiempo  este  sacudimiento  general, 
á  veces  va  acompañado  de  congestiones  san- 
guíneas en  el  sistema  nervioso,  cerebro-espi- 
nal y  en  los  órganos  del  pecho  y  el  abdómen, 
resultando  la  apoplegta,  el  temblor,  las  paráli- 
sis, el  esputo  de  sangre,  la  erupción  de  los 
menstruos  ó  la  aparición  de  un  flujo  hemor- 
roidal. Si  a  pesar  de  estos  accidentes  se  per- 
siste en  la  administración  del  mercurio,  so- 
brevienen todavía  otros,  siendo  los  mas  nota- 
bles, la  flogosis  del  canal  alimenticio  acompa- 
ñada de  tenesmo  y  deyecciones  glutinosas  y  á 
veces  sanguinolentas,  de  erupciones  cutáneas 
y  de  lesiones  délos  tejidos  fibroso  y  óseo;  las 
flegmasías  pervierten  la  asimilación  y  por  con- 
siguiente la  nutrición:  pierde  la  sangre  parle 
de  su  natural  consistencia  y  el  sugeto  se  en- 
flaquece ó  se  vuelve  pálido,  hinchado,  dismi- 
nuyendo en  gran  parte  sus  fuerzas  musculares: 
estallan  súbitamente,  para  decirlo  en  una  pala- 
bra, todos  los  síntomas  de  la  diátesis  escorbú- 


tica, ó  los  del  estado  que  tiene  comunmente  el 
nombre  de  consunción  que  puede  terminar  en 
la  muerte.  Entonces  si  el  enfermo  había  teui- 
do  úlceras  en  cualquier  parte  de  su  cuerpo 
snceVIc  á  menudo,  que  por  mas  que  estén  com- 
pletamente curadas  desde- mucho  tiempo,  se 
destruyen  sin  ninguna  causa  esterna  ks  cica- 
trices, lomando  las  nuevas  úlceras  el  aspecto 
sórdido,  ó  presentando  todos  los  caracléres de 
las  caleulurashospitalarias.n  Parece  está  bien 
averiguado  que  en  ciertas  ocasiones  pequeñas 
dosis  de  mercurio  producen  en  algunos  su»c- 
tos  inmediatamente  la  salivación,  que  en  oíros 
no  se  observa  con  dosis  mucho  mayores.  ¿)uu¡- 
cómo  se  esplica  esto?  SI  se  supusiese  qne  por  la 
simpatía  entre  el  estómago  y  las  partes  írrita- 
das,  podría  con  razón  preguntarse,  porque  no 
la  producen  las  demás  sustancias  mas  irritan- 
tes, introducidas  en  la  misma  entraña:  y  si  es 
cierto  que  los  mismos  efectos  puede  ocasio- 
nar la  primera' ó  la  segunda  fricción,  hecha  coa 
todo  cuidado,  el  mercurio  introducido  por  la 
superücie  cutánea,  nos  hallaremos  natural- 
mente inclinados  á  creer,  que  dicho  melal 
produce  una  irritación  especifica  y  que  es  pro- 
bable que  en  casos  análogos  á  los  citados  la 
reacción  no ,  se  verifica  sino  por  medio  de  su 
efecto  simpático,  de  la  sensibilidad  del  sistema 
absorbente,  y  sin  llegar  á  circular  el  referido 
metal  por  la  masa' de  los  humores,  La  saliva- 
ción se  mira  ya  desde  ha  mucho  tiempo  jr  coa 
justicia,  mas  bien  como  un  inconveniente  que 
como  cosa  necesaria  para  los  buenos  efectos 
del  tratamiento  mercurial.  Tabre  solo  lo  cree 
útil  porque  lo  considera  como  medio  depura- 
tivo, «Quisiera,  >decia,  que  el  mercurio  deter- 
minase siempre  la  crisis  que  hade  depurarla 
masa  de  la  sangre,  por  medio  de  una  via  me- 
nos incomoda,  aunque  no  menos  eíicaz.» 

De  dos  modos  se  administra  el  mercurio 
en  el  tratamiento  de  las  enfermedades  sifilíti- 
cas; el  uno  queconsisteen  aplicarlos  estertor- 
mente,  el  cual  constituye  el  método  tittnui 
por  absorción,  y  el  otro  en  que  se  adminis- 
tran al  interior  y  se  llama  método  interno  i 
por  sugestión:  del  primero  nos  ocuparemos 
principalmente,  pues  constituye  el  verdadera 
objeto  de  este  articulo. 

El  mercurio  del  modo  como  lo  proteo  la 
naturaleza,  se  conoce  también  con  el  nombre 
de  azogue,  y  se  añaden  á  veces  á  aranas  de- 
nominaciones los  epítetos  de  nativo,  liquido 
y  crudo:"  nunca  se  ha  usado  bajo  esta  forma 
en  las  enfermedades  venéreas,  porque  se  cre- 
yó que  administrado  asi  no  tendría  virtud  al- 
guna contra  ellas,  por  la  sencilla  razan  de  que 
no  escitaba  las  glándulas  salivales,  lo  cual  pa- 
roeia  mas  probable,  porque  los  ingleses  para 
preservarse  de  la  gota  y  de  los  cálculos  urina; 
rios,  le  usaban  á  principios  del  último  sigloa 
dósis  de  dos  ó  tres  draernas  al  día,  me»» 
con  aceite,  sin  que  les  promoviese  la  saliva- 
ción ni  otros  accidentes.  Sin  embargo,  ha  de- 
mostrado Orilla  que  puede  obrar  como  un  «■ 


644 


UNCIONES 


642 


reno  si  se  detiene  mucho  tiempo  en  el  canal 
alimenticio:  los  peligros  que  ocasiona  el  mer- 
curio simple,  dependen  principalmente  de  los 
vapores  que  despide-  es  sabido  que  los  dora- 
dores,'pintóles,  etc.,  están  sujetos  ásu  acción 
perniciosa,  por  esponerse  siempre  á  la  influen- 
cia de  sus  emanaciones;  no  necesita  gran  ca- 
lor para  volatilizarse,  lo  hace  á  una  baja  tem- 
peratura y  aun  á  la  temperatura  ordinaria,  y 
comprueban  muchas  observaciones  que  para 
producir  la  salivación  basta  respirar  la  atmós- 
fera de  las  salas  de  enfermos  que  tomen  las 
fricciones  mercuriales,  Reíiere  Jussieu ,  que 
los  presidiarios  que  trabajan  en  la  esplotacion 
de  nuestras  minas  de  Almadén,  se  curan  á  ve- 
ces de  los  males  venéreos  que  padecen.  En 
las  Epkemerides  dei  curieux  de  la  nature 
se  habla  de  un  hombre  que  habiéndose  puesto 
un  cinturon  de  trapo  con  mercurio  para  curar- 
se de  la  sarna,  se  viú  afectado.de  aftas,  infla- 
mación en  la  boca,  dolores  y  abundante  sali- 
vación. Un  pariente  del  profesor  Dubois  sevió 
lamuifiii  acometido  de  tiaplismo  mercurial  por 
vivir  encima,  de  un  taller  de  un  dorador,  que 
no  tenia  mas  comunicación  con  su  habitación 
que  el  tubo  de  la  estufa  que  la  atravesaba,  lo 
cual  prueba  la  escesiva  volatilización  de  este 
metal, 

Yahemos  hablado  de  algunos  de  los  pro- 
cedimientos empleados  para  hacer  ios  uncio- 
nes ó  fricciones  mercuriales,  vamos  á  dar  á 
conocer  ligeramente  algunos  otros.  El  que  se 
considera  en  el  dia  como  raas  racional  es  el 
de  larrey,  que  consiste  en  no  gastar  mas  que 
media  dracma  de  cada  vez  de  ungüento  mer- 
curial ,  dejar  entre  fricción  tres,  cuatro  y  cin- 
co (lias,  hacer  lavar  los  pies  del  enfermo,  el 
día  siguiente  á-cada  una,  con  agua  de  jabón, 
preservándolos  después  del  frío  y  de  la  hu- 
medad con  medias  h  calcetines  de  lana.  Si  se 
calcula  la  cantidad  que  se  consume  de  mercu- 
rio, para  todo  un  tratamiento  hecho  según  es- 
te método,  suponiendo  que  dure  dos  meses  y 
y  que  se  pongan  tres  días  de  descanso ,  entre 
fricción  y  fricción ,  que  es  el  término  mas 
corto  que  propone  Mr.  Larrey,  se  hallará  que 
el  enfermo  en  este  periodo  ha  hecho  veinte 
fricciones ,  en  las  cuales  habrá  gastado  diez 
dracenas  de  ungüento  mercurial,  que  prepara- 
Jo  como  el  napolitano  ordinario,,  con  iguales 
cantidades  de  enjundia  y  de  mercurio,  limita- 
ra á  cinco'  draemas  la  cantidad  de  este  metal 
consumido  en  lodo  el  tratamiento.  Mr.  Deirue- 
Hes  hace  nolarque,  según  los  médicos  mas  es- 
perimentados,  se  necesitan  para  un  tratamien- 
to ordinario  hasta  cuatro  ó  cinco  onzas  de  aí- 
ralo ungüento  mercurial,  y  que  contando  una 
dracma  por  fricción,  se  reparlirá  en  treinta  ó 
cnarenta  de  estas,  cuya  cantidad,  seguu  dicho 
autor,  es  demasiado  crecida,  por  lo  que  en  su 
practica  se  limita  á  hacer  de  veinte  á  treinta  y 
cmco,  y  aun  en  las  diez  primeras  no  emplea 
masque  media  dracma  cada  vez; de  modo  que 
P°f  lamino  medio ,  no  gasla  en  cada  tratá- 

«10    UlULIOTliCA  POPULAU. 


miento  mas  que  veinte  y  cinco  draemas  de  un- 
güento mercurial,  ó  sea  doce  draemas  y  me- 
dia de  mercurio;  de  manera  que  si  es  cierto 
que  el  método  mas  eficaz  es  el  de  Larrey,  me- 
jor se  sale  déla  curación,  cuanta  menos  canti- 
dad se  gasta  de  mercurio.  Mr.  Torreillu,  pres- 
cribe ¡as  fricciones  con  la  misma  cantidad  de 
ungüento,  haciéndolas  en  el  nombre  en  el 
glande  y  la  cara  interna  del  prepucio,  y  en  la 
muger  dentro  de  los  grandes  labios.  Delpech, 
es  partidario  de  este  método,  porque  según  el 
ataca  el  mal  en  su  origen ,  y  para  evitar  los 
inconvenientes  de  la  aplicación  del  ungüento 
mercurial  encima  departes  irritadas,  aconseja 
las  friegas  en  la  superficie  cutánea  del  miem-. 
faro,  ó  en  las  estremidades  inferiores  cuando 
están  afectados  los  órganos  sexuales,  á  causa 
de  su  simpatía  respectiva,  y  cuando  la  en- 
fermedad ocupa  la  garganta  ú  otra  cualquiera 
parte  situada  encima  del  diafragma,  propone 
por  Ja  misma  razón  hacerlas,  primero  alre- 
dedor del  sitio  enfermo,  y  luego  en  los  estre- 
ñios pectorales.  Mas,  si  según  quiere  Delpech, 
deben  hacerse  en  la  parte  afectada  ó  en  sus 
inmediaciones  para  atacar  el  mal  en  su  origen, 
esto  será  porque  tendrá  la  enfermedad  por  lo- 
cal, y  en  tal  caso,  ó  bien  será  inútil  hacer  las 
fricciones  de  modo  que  se  sientan  sus  efectos 
en  toda  la  economía,  ó  bien  si  cree  que  la  in- 
fección es  general,  poco  importará  cambiar  el 
orden  de  las  mismas,  cualquiera  que  sea  el 
asiento  de  la  enfermedad.  Asi,  pues,  el  método 
de  Torreillu,  preconizado  por  Delpech,  no  será 
.racional  sino  cuando  nos  propongamos  locali- 
zar todo  lo  posible  la  acción  de  las  fricciones 
mercuriales,  y  no  usarlas  sino  como  medica-  " 
clones  puramente  locales;  mas  en  tal  caso,  en 
vez  de  constituir  un  método  general  de  trata- 
miento, solo  tendrán  útil  aplicación  en  ca- 
sos escepcionales  y  muy  raros,  lo  cual  de 
ningún  modo  destruye  nuestra  opinión  ya  es- 
puesta anteriormente.  Piliorel,  usa  dicho  me- 
tal mezclado  con  el  sulfuro  decalammouiaeal 
en  fricciones  en  los  pies  y  las  manoSj  reco- 
mendando tener  las  partes  resguardadas  del 
frió  por  medio  de  calcetines  y  guantes  de  la- 
na. Asegura  este  médico  que  su  método  raras 
veces  produce  la  salivación,  lo  que  indudable- 
mente dc-pende  de  la  pequeña  cantidad  de  mer- 
curio que  usa,  lo  que  confirma  lo  dicho  al  ha- 
blar del  método  de  Larrey,  á  saber,  que  los 
buenos  efectos  del  mercurio  están  en  razón 
directa  de  su  buen  modo  de  administración. 

Lallemand  y  Cambria,  recomiendan  otro 
método  conocido  antiguamente ,  "que  consiste 
en  poner  cada  dosdias  media  ó  una  dracma  de, 
ungüento  mercurial  debajo  del  sobaco;  cuyo 
medio  debería  haber  quedado  en  el  olvido  en 
que  lo  hundieron  sus  inconvenientes. 

También  se  han  usado  esteriormente  contra 
la  sífilis,  el  prolo  y  deuto  cloruro  de  mercu- 
rio, .filare,  cirujano  inglés  en  ITS5,  recomendó 
él  sublimado  en  dósis  de  medi,o  á  un  grano, 
puesto  por  medio  de  fricciones,  encima  de  la 
t.   tóxiíi.  41 


I 


m  [UNG10NES- 

leogua,  en  las  encías  y  en  h  parte  misma  de 
los  oan'illos;  el  mercurio  dulce  se  usa  de  la 
misma  manera  en  dosis  de  dos  ó  cuatro  gra- 
nos. Sraitli  y  Cirilo  emplearen  también  el  dentó 
cloruro  de  mercurio,  mezclado  con  enjundia 
en  fricciones.  Fray  Cirilo  usaba  una  pomada 
formada  con  deuto-,cloruro  de  mercurio  y  sal 
de  amoniaco ,  de  cada  cosa  una  draema  ,  en 
una  onza  de  enjundia:  con  una  draema  de  es- 
ta pomada,  se  dan  fricciones  tres  días  seguidos 
en  las  plantas  de  los  pies:  al  cuarto,  el  enfer- 
mo toma  un  baño;  el  quinto,  sesto  y  sétimo, 
la  fricción  es  de  draema  y  media;  el  octavo 
dia  toma  otro  baño,  y  asi  sigue  sucesivamente 
alargando  la  cantidad  que  se  consumo  de  un- 
güento hasta  dos  dracmas. 

Finalmente,  diromos  que  antes  de  proceder 
á  las  fricciones  suele  hoy.dia  prepararse  á  los 
enfermos  administrándoles  un  purgante,  un 
emético  d  una  sangría ,  según  el  tuvo  intesti- 
nal ó  ei  sistema  icirculatorio  ¡o  exijan.  Deben 
ademas  los  enfermos  guardar  una  dicla  y  ré- 
gimen higiénico  conveniente,  preservándose 
mucho  de  las  vicisitudes  atmosféricas:  por  lo 
demás,  las  fricciones,  aunque  poco  usadas  en 
el  dia,  en  el  tratamiento  de  la  sífilis,  preslan_ 
ventajas  incomparables  en  la  terapéutica  de 
muchas  enfermedades  internas,  con  cuyos  des- 
cubrimientos se  honra  la  medicinado  nuestros 
días.  El  mercurio,  como  todos  los  demás  me- 
dicamentos, tan  heróicos  como  preciosos,  es. 
una  espada  de  dos  filos,  que  el  que  no  sabe 
empuñarla  llévala  muerte  a  su  contrario  al 
mismo  tiempo  que  éf  se  suicida  también. 

UNGÜENTO.  [Materia  médica.)  Dábase  an- 
tes el  nombre  de  "ungüento  ¿todo  medicamen- 
to estenio  de  consistencia  mas  ó  menos  blan- 
da que  se  aplica  sobre  la  piel  por  unción  ú 
fricción.  Pero  hoy  dia,.  merced  á  los  progre- 
sos de  la  ciencia,  hay  que  distinguir  cada  una 
'  de  estas  preparaciones  ungüentaría^  con  nom- 
bres particulares,  clasificándolas  metódica- 
mente para  apreciar  bien  su  diferencia. 

De  todas  las  preparaciones  farmacéuticas 
•que  usaron  los  antiguos,  salvo  la  ltiaca  ,  nin- 
guna se  conocía  compuesta  de  mayor  número 
de  sustancias,  pues  parecía  que  se  había  trata- 
do1 de,  preparar  una  panacea,  universal,  un  re- 
medio contra  todos  los  males ,  y  como  es  de 
creer,  en  medio  de  ese  pofage  de  medicamen- 
tos-, muclios  de  eü'os  debían  poseer  virtudes  no 
muy  probadas. 

Unestros  antepasados  creían,  al  obrar  asi, 
que  ■entre  este  gran  número  de  principios,  ha- 
bría alguno  que  ejerciese  una  acción,  favora- 
ble sobre  la  enfermedad  cónica  la  que  se  le  em- 
pleaba;-pero -¿no  es  acaso  posible  que  tantas 
sustancias  sufriesen  en  su  mezcla  modificacio- 
nes que  jes  neutralizasen  todas  sus  propieda- 
des ú  que  hubiese  otras  que  dañasen? 

Tantas  son'  las  causas  que  pueden  trasfor- 
rtíar  la  naturaleza  y  las  virtudes  de  Un  ungüen- 
to, que  no  pueden  menos  de  sorprendérnoslas 
maravillosas  curas  atribuidas  á  esos  especíü> 


•UÑGüENTO  m 

eos  de  todas  las  enfermedades.  En  primer  tér- 
mino  pondremos  las  descomposiciones  quiñi 
cas  que  ni  siquiera  se  sospechaban  entonces 
signen  luego  el  tiempo  o  Móflaéncia  del  aire 
que  modifica  á  voces  completamente  nn  pre! 
parado,  quitándole  sus  propiedades  ó  dándole 
otras  nuevas.  Iodos  sábemos ¡con  qué  facilidad 
se  vuelven  rancias  las  grasas,  y  por  lo  tanto 
lo  propio  pasa  con  los  ungüentos  compuestos 
de  sus[ancias,adiposas,-veriticánUolo  consuma 
rapidez,  mucho  mayor  aveces  por  cnanto  I03 
excipientes  que  se  les  añaden  dividen  losciw- 
pos  grasos  y  multiplican  suspuiitos  de  contac- 
to con  el  aire  atmosférico. 

Tan  perfectamente  han  comprendido  la  in- 
certeza y  el  peligro  de  tales  agentes  los  mé- 
dicos y  los  cirujanos  instruidos,  que  hoy  esü 
completamente  abandonado  el  uso  de  los  un- 
güentos en  los  casos  de  heridas  ú  de  upma- 
ciones.  A  menudo  110  mas  que  la  naturaleza, 
junto  cotila  falla  de  contacto  del  aire,  rura con 
mas  rapidez  que  lodos  los  ungüentos  de  una 
botica;  mus  por  desgracia  el  público,  y  sobre 
todo  las  mugares,  no  participa  de  esta  reser- 
va, pues  en  el  caso  de  que  alguien  tenga  una 
llaga  ó  se  cause  una  herida,  pronto  se  presen- 
tan esos  médicos^dc  refajo  á  porcia  con  sus 
maravillosos  específicos  que  han  de  curar  con 
estreñía  rapidez,  pero  que  á  decir  verdad  re- 
tardan, si  es  que  no  aumentan  ó  acrecen 
ct  mal. 

Los  farmacéuticos  modernos  han  trasto- 
rnado completamente  las  fórmulas  de  los  un- 
güentos, eliminando  todas  las  suslancias  de 
propiedades  no  bien' comprobadas,  y  ademas 
lian  separado  los  ungüentos  de  las  phmata, 
de  los  ceratos  y  de  los  emplastos,  conjoscua- 
les  sg  les  iiabia  confundido  antes,  reservando 
el  nombre  de  ungüento  á  las  mezclas  de  acei; 
fes  y  de  resinas,  de  consistencia  blanda  y  pe 
se  pueden  estender  fácilmente  sobre  un  pedazo 
de  tela.  En  esta: categoría  entran  todos  losme- 
dicamentos  estemos  que  en  otro  tiempo  reci- 
bían el  nombre  de  bálsamos. 

La  homogeneidad  de  los  ungüenlus  esaiTia. 
de  las  condiciones  esenciales  de.  su  buena  pre- 
paración, pues  exige  mucho  cuidado  y  cierto 
hábito  de  las  manipulaciones,  farmacéuticas, 
Dos  son  tos  procedimientos  que  se  empican 
para  prepararlos;  Infusión  y  la  mistión,  mis- 
tura ó  mezcla.  En  el  primero  se  principia  por 
.  fundir  las  resinas,  añadiendo  luego  los  demás 
cuerpos  grasos,  "y  dejándolos  después  enfriar; 
en.el  segundo  se  opera  siempre  por  fusión, 
añadiendo  'también  las  sustancias  que  haya  que 
incorporarles.  Espreciso  que  se  esté  removien- 
do de  continuo  .la  masa,  pnes.si.no  se  separa- 
rían con  la  mayor  facilidad  las  sustancias  dé 
diverso  peso  específico,  pero  luego  que  el  un- 
güento baya  adquirido  una  consistencia  man- 
tecosa, puede  cesar  la  agitación  sin  miedo  de- 
que se  aislen  los  agentes.  A  menudo  parain- 
corporar  en  los  ungüentos  sustancias  que  sen 
in  solubles  en  ellos,  espreciso  recurrir  á  agen- 


645 


UNGÜENTO 


les  eslraños  qüe  dividan  estas  sustancias.  Es- 
tos agentes  son  los  ceratos ,  la  miel ,  las  ye- 
mas ile  huevo,  etc, 

jft¡  lodos  los  ungüentos  poseen  las  mismas 
propiedades,  pues  unos  suavizan,  al  paso  que 
otros -eSojtáíi,  yá  menudo  proscriben  los  mé- 
dicos' láádicíon  do  medicamentos  que  deben 
aumentar  ó  dismlnuirsiis  virtudes  medicinales. 

Entre  los  principales  ungüentos  que' se  han 
conservado  se  encuentran  el  bálsamo  de  Arceo, 
¿I  ungüento  eslirax,  el  de  allea  y  el  de  basi- 
lieo.  Antiguamente  se  daba  el  nombre  de  un- 
güentó á  las  drogas  aromáticas  y  á  las  esen- 
cias que  servían  para  perfumar  y  también  para' 
embaiatnar  los  eadám-es.  Asi  se  dice  que  ta 
lagdifena  derramó  una  vasija  de  ungüento  á 
los  pies  de  Nuestro  Señor,  y  las  tres  liarías 
llevaron  ungüentos  preciosos  para  embalsamar 
su  cuerpo. 

Supuesto  que  los  ungüentos  se  ^distinguen 
ilc  los  ceratos,  pomadas,  etc.,  vamos  á  dar  á 
continuación  algunas  ligerisímas  ideas  sobre 
cidaimo  de  estos  preparados  farmacéuticos. 

Hl  ceruto  es  un  medicamento  blando  y  un- 
tuoso compuesto  principalmente  de  cera  y 
¡rale.  Su  consistencia  siempre  blanda  y  á  ve- 
ces un  tanfo  diluontc  varia  á  cada  paso  con- 
fórmela naturaleza  de  los  principios  queso  le 
asocian.  De  ahi  tenemos  dos  especies  de  cern- 
ios, siemple  y  compuesto  El  mas  simule  ó 
sencillo  de  todos  es  el  que  se  prepara  fundien- 
do á  un  calor  moderado  una  pai  te  de  cera,  en 
cuatro  de  aceite  de  olivas  ó  deatinendrás  dul- 
ces, á  que  se  añado  con  frecuencia  una  corla 
cantidad  de  agua  común  ó  do  rosal,  y  al  com- 
puesto se  le  agrega  algún  estrado  ,  sal  ó 
polvos ,  sirviéndoles  de  escipicnte  el  ccrato 
simple. . 

.  Elcerato  simple  se  emplea  á  menudo  para 
suavizarla  aspereza  de  algunos  tejidos,  y  sin- 
fín lamiente  para  untar  las  manos  y  los  instim- 
ulen las  que  en  la  práctica  de  las  operaciones 
quirúrgicas  deben  introducirse  con  tanta  fre- 
cuencia en  el  ano  ó  en  la  vagina.  Sirve  asimis- 
mo para  cubrir  algunas  soluciones  do  conü  -. 
miiilad,  mantener  su  frescura  é  impedir  que 
las  hilas  y  resto  del  aposito  adhiera  á  su  su- 
perficie, y  rompan  o  rasguen  la  cicatriz  en  e! 
ínomeiito  niismo  en  que  se  eslaba  organizando. 
Su  eslrema  blandura  iehace  susceptible  de  es- 
leoilerse  sobre  un  lienzo,- papel  ó  hilas,  aún 
ton  mas  facilidad  que  los  ungüentos. 

La  historia  de  la  aplicación  de  los  ceratos 
compiiéslos  sé  refiere  á  la  de  la  virtud  de  sus 
componentes;  ünos  y  oíros  han  sido  tachados 
de  que  exasperábanla  irritación  de  las  partes 
afectas,  y  que  producían  ásu.vez  erisipelas,  etc., 
])ero  semejantes  desórdenes  tendrán  lugar, 
cuando  se  apliquen  intempestivamente  los  ce- 
stos, 6  que  por  demasiado  aüejos  se  hayan 
enranciado'. 

Llámase  pomada  toda  grasa  medicamento- 
sa «¡ue  no  contenga  resinas.  Anliguamcnte  se 
Mnteccionaban  las  pomadas  con  la  pulpal  de 


las  camuesas  y  otras  sustancias  aromáticas  de 
buen  olor,  y  se  destinaban  casi  exclusivamen- 
te para  el  tocador  haciendo  con  frecuencia  el 
papel  do  cosméticos.  Hoy  dia,  tomando  por 
escipicnte  la  enjundia  ó  lá  manteca  se  le  in- 
corporan toda  clase  de  principios,  y  cou  arre- 
glo á  ellos  varia  á  cada  paso  la  virtud  de  las 
pomadas.  Solamente  las  resinas  quedan  esclui- 
das  de  tales  confecciones,  y  ahi  está  la  princi- 
pal diferencia  que  se, nota  entre  los  ungüentos 
y  las  pomadas,  por  esla  razón  Son  también  es- 
tas mas  blandas  y  mas  licuables  efue  aquellos. 
La  cera  puede  asimismo  formar  parte  de  los 
ingredientes)  de  una  pomada,  pero  en  este  caso 
no  entra  por  base  como  en  tos  ceratos,  y  sisó- 
lo como  uno  de  tantos  auxiliares  destinado 
principalmente  para- aumentarla  consistencia 
del  medicamento. 

.Cbnfeccionause  á  menudo  las  pomadas  por 
simple  trituración  ó  mezcla  de  diversas  sus- 
tancias con  la  grasa,  tales  como  la  pomada  del 
yodo,  la  pomada  estibiada,  las  que  se  prepa- 
ran con  el  azufre,  con  el  precipitado,  etc., 
otras  veces  es  preciso  hacer  sufrir  á  los  in- 
gredientes un  principio  de  disolución  ó  alguna 
alteración  quimica,  mayormente  cuando  tra- 
tamos de  aplicarlos  porel  método  endérmico  ó 
ya  trubeplico.  Efectivamente  conviene  enton- 
ces qué  la  stistahcla  que  debe  ser  absorbida  se 
encuentre  én  el  mayor  estado  de  división  po- 
sible, parque  no  basta  que  se  presente  á  las 
bocas  de  los  absorbentes  ,  sino  que  pueda  in- 
sinuarse entre  sus  paredes  y  correr  su  trayec- 
to, lo  que  no  tendría  lugar  si  no  se  bailasen 
sus  moléculas  en  estado  de  suma  lenuidad.  Y 
esta  división  , estrema  no  puede  procurarla  la 
simple  mezcla,  si  de  antemano  no,  se  diluyen 
los  ingredientes  en  vehículo  oportuno.  En  lo 
demás. ei  uso  de  las  pomadas  es  análogo  al  de 
los  ceratos  y  ungüentos. 

Bálsamo  es  una  voz  vaga  con  que  se  desig- 
naban antiguamente  algunos  medicamentos 
compuestos,  producto  monstruoso  del  lujo  far- 
macéutico y  de  un  ciego  empirismo.  Los  anti- 
guos pueblos  de  la  Arabia,  los  primeros  que 
hablaron.de  bálsamos,  empleaban  esta  voz  pa- 
ra designar  materias  resinosas  olorosas.  Su  efi- 
cacia en  los  embalsamamientos  para  impedir 
la  putrefacción  condujo  á  atribuirles  propieda- 
des análogas  para  alejar  durante  la  vida  !as 
causas  que  minan  nuestra  existencia  ó  tienden 
á  la  descomposición  de  nuestros  órganos,  y  de 
alii  su  reputación  en  Egipto,  en  Asia  y  en  mu- 
chos pueblos  de  Europa  que.  ios  pagaban  á  un 
alto  precio.  El  charlatanismo  adoptó  igualmen- 
te este  famoso  dictado  para  decorar  sus  medi- 
camentos favoritos,  de  modo  que  se  aplicó  úl- 
timamente el  titulo  de  bálsamo  á  la  idea  de  un 
medicamento  beróico  ó  escek-ntc.  .Veamos 
ahora  en  qüé  sentido  se'usa  por  nuestros  prác- 
ticos. 

El  término  bálsamo  en  su  acepción  gene- 
ral se  limita  hoy  dia  á  dos  clases,  de  , cuerpos, 
esto  es  á  algunos  productos  inmediatos  de  los 


617 

vegetales  y  á  algunas  preparaciones  farmacéu- 
ticas. Los  primeros  llamados  bálsamos  natura- 
les, son  unos  zumos  resinosos  concretos  ó  lí- 
quidos, colorados,  olorosos  y  aromáticos;  so- 
lubles como  las  resinas  en  ct  alcohol  y  en  los 
aceites;  y  diferenciándose  de  ellas  en  que  por 
la  combustión  despiden  un  bumo  blanco,  que 
es  el  ácido  benzoico:  tales  como  el  bálsamo 
del  Peni,  de  tolú,  el  benjuí  y  el  estoraque;  y 
despejando  estos  bálsamos  del  ácido  bcuzóico 
quedan  en  estado  de  simples  resinas.  Los  que 
se  lian  llamado  bálsamo  de  la  Meca,  de  copai- 
\a,  etc.,  son  pseudo-balsamos,  y  nada  mas 
que  resinas  liquidas,  ó  especies  particulares  de 
trementina  en  mezcla  con  aceites  volátiles. 

Las  preparaciones  farmacéuticas  llamadas 
bálsamos  no  tienen  ningún  género  de  rela- 
ción con  los  verdaderos  bálsamos,  lo  que  bace 
mas  impropia  tal' denominación;  mas  no  estan- 
do rectificada  esa  nomenclatura,  debemos  con- 
formarnos con  el  antiguo  uso  de  conservar- 
los en  las  oficinas,  de  admitirlos  y  de  rece- 
tarlos. 

Estos  bálsamos  farmacéuticos  se  dividen 
en  oleaginosos ,  ungttentosos,  jabonosos  y 
espirituosos.  Entran  en  la  primera  clase  el 
bálsamo  samaritano,  nerval,  tranquilo,  y  ver- 
de de  Metz;  en  la  segunda  el  de  arceo,  de  lu- 
catel,  de  la  Genoveva;  en  la  tercera  el  de  Opo- 
deldocb;  y  en  la  cuarta  el,  de  Fierovanti,  del 
Comendador,  de  guaiaco,.  etc.,  etc. 

Por  fin,  las  pastas  son  masas  blandas  y 
dúctiles  de  consistencia  análoga  á  la  de  la  le- 
vadura, compuestas  de  polvos  mezclados  con 
un  escipientc  idóneo  sea  mucilago,  zumo  ú 
otra  sustancia  viscosa.  Bien  que  la  pasta  me- 
dicamentosa se  parezca  á  la  pasla  que  emplean 
los  panaderos,  es  siempre  viscosa,  y  aquella 
nunca  adhiere  á  los  dedos.  Reducida  la  pasla 
á  porciones  pequeñas,  se  formarán  con  el!a 
pildoras,  trociscos  ó  tablillas,  según  las  que- 
ramos redondas,  prolongadas  ó  planas. 

Usase  la  pasta  en  fragmentos  de  seis  ú  ocbo 
granos, -que  ordinariamente  se  dejan  fundir  en 
la  boca  por  sus  cualidades  demulcentes;  pero 
no  deja  de  haber  otras  pastas  que  constan  de 
principios  corrosivos  que  les  dan  cierto  grado 
de  causticidad,  y  piden  gran  cuidado  en  su 
aplicación,  como  la  pasta  de  Rousselot,  la  del 
doctor  Dubois,  etc. 

UXIfJAD  RELIGIOSA.  Llámase  asi  la  unión  6 
conformidad  de  todos  y  de  cada  uno  de  los 
habitantes  de  un  pueblo  respecto  al  modo  de 
creer  y  .considerar  los  dogmas  y  doctrinas  de 
la  religión. 

Todos  los  medios  de  que  el  hombre  puede 
disponer  en  su  esfera  son  "imperfectos  ó  insu- 
ücienles  para  conseguir  el  objeto  social;  y, 
por  lo  mismo  está  obligado  á  elevarse  á  ma- 
yor altura  y  abrazar  un  sistema  que  sea  eter- 
no, una  luz  que  sea  inestinguible,  una  base 
que  sea  firmísima.  Ese  sistema,  esa  luz,  esa 
base  solo  pueden  hallarse  en  la  verdad  y  en 
las  creencias,  esto  es,  en  la  religión.  La  re- 


648 

liglon  de  Jesucristo,  que  nace  con  el  hombre 
y  le  acompaña  hasla  el  sepulcro,  que  tiene  un 
símbolo  de  doctrinas  tijas  é  inalterables,  que 
enseña  un  premio  que  no  ha  de  faltar  para  el 
justo,  del  misino  modo  que  una  peua  irremi- 
sible para  el  desobediente,  que  sigue  al  lium. 
breen  todas 'las  situaciones  de  Ja  vida  y  se 
encierra  con  ól  en  el  santuario  dé  su  concien- 
cia, que  no  hay  acción  que  desatienda,  ^ 
no  hay  pensamiento  que  no  espíe,  esa  csía 
baso  tija,  el  guia  seguro,  'la  luz  inestinguible 
que  puede  conducir  al  hombre,  lo  misma  que 
á  las  sociedades,  por  el  verdadero  camino  tic  la 
felicidad. 

La  carencia  de  ideas  religiosas,  el  aban- 
dono de  las  máximas  del  Evangelio,  el  olvido 
de  los  deberes  del  cristiano,  conducen  al  des- 
asosiego; á  la  Incisa,  á  la  alarma,  á  la  diso- 
lución. Por  eso  hoy  el  mundo  se  encuentra 
agitado;  por  eso  hoy  la  Europa  se1  conmueve 
convulsa  y  no  puede  estar  tranquila  ni  un  mo- 
mento. ¿Y  cuáles  son  las  causas  de  ese  movi- 
miento funesto  y  de  esa  conmoción  perenne? 
el  orgullo  del  hombre  y  la  falla  de  uniád 
religiosa.  Prescindiremos  de  aquel  para  ocu- 
parnos solamente  de  la  última. 

La  sociedad  no  puede  gobernarse  con  solo 
el  auxilio  de  los  recursos  humanos  y  necea- 
la  arrojarse  en  brazos  de  la  religión  como  el 
mas  firme  y  verdadero  apoyo  de  su  existencia. 
El  ser  supremo  no  puede  ser  mas  que  «no: 
la  verdad  bo  puede  ser  mas  que  uno:  la  reli- 
gión verdadera  no  puede  ser  mas  que  una;  y. 
por  consiguiente,  á  esta  es  á  laque  debe  aco- 
gerse toda  sociedad  para  existir.  Si  se  admite 
en  un  Estado  mas  de  una  religión  todas  cuan- 
tas sean  admitidas  tienen  que  entrar  como  fir- 
me-y  seguro  apoyo  de  !a  organización  social; 
y  entrando  todas  á  formar  este  elemento  sí 
confunden  entre  sí  y  se  da  el  mismo  valor  i 
lo  cierto  que  á  lo  falso,  á  la  verdad  que  áli 
mentira.  Cuando  -las  ideas  religiosas  se  coi- 
funden  y  cuando  se  da  la  misma  importancia 
y  valor  á  lo  verdadero  que  á  lo  falso  todo  es 
indiferente;  y  siéndolo  se  niega  el  apoyo  Je 
la  religión  á  la  sociedad  y  se  niega  el  princi- 
pio sacrosanto  de  que  ella  es  la  base  mas  ¡ir- 
me de  la  existencia  do  un  pueblo.  Admitiendo 
todas  las  religiones,  á  todas  se  las  repute  cu- 
ino buenas,  y  de  aqui  se  desprende  lógica- 
mente que  si  todas,  son  buenas,  todas  son 
malas;  que  si  todas  son  verdaderas,  todas  soa 
falsas;  que  si  se  acogen  todas,  se  puede  pasir 
sin  ninguna;  porque  la  bondad  es  una,  porque 
la  verdad  es  una,  y  ni  la  bondad  ni  la  verdad 
pueden  dividirse  ni  menos  existir  en  dos  eos» 
contrarias  entre  sí. 

Si  es  absolutamente  indispensable  látese 
de  la  religión,  las  sociedades  y  los  gobiero*! 
tienen  un  deber  intrínseco  y  sagrado  de  abra- 
zarla y  establecerla;  y  nó  cumplirían  con  este 
deber  estableciendo  un  sistema  que  destrip 
toda  religión,  que  la  hace  ilusoria;  porque  h 
tolerancia  eslerior  de  sectas  y  de  cultos  biff 


UNGÜENTO— UNIDAD  RELIGIOSA 


UNIDAD  RELIGIOSA 


630 


dudar  A  los  pueblos  sobre  cual  de  ellas  y  de  |  hubiera  dejado  sin  la  brújula  de  un  principio 


ellos  es  el  verdadero,  y  acaba  por  establecer 
el  indiferentismo.  Por  lo  mismo  si  la  religión 
es  necesaria  en  un  Estado,  la  unidad  religio- 
sa es  indispensable,  porque  la  libertad  de 
practicar  la  que  acomode  á  cada  cual  es  la 
negación  ó  el  aniquilamiento  de  todas. 

°li  unidad  religiosa  es  en  un  pueblo  la 
espresiun  mas  tija,  mas  segura,  y  mas  digna 
de  pe  no  se  puede  vivir  sin  el  auxilio  de  la 
religión;  porque  este  pueblo  dice:  «tengo  una 
religión  i  que  es  la  base  mas  Arme  y  estable 
de  mi  existencia;  todo  lo  conformo  y  arreglo 
¿  ella;  y  no  consiento  ni  que  se  predique 
contra  la  misma,  ni  que  se  rinda  culto  á  nin- 
guna otra.  Yo  no  penetro  en  ¡a  conciencia  de 
ningún  individuo,  este  es  un  negocio  propio 
i|ue  á  nadie  raas  que  a  él  interesa,  como  que 
él  solo  tendrá  que  dar  cuenta  en  sn  dia.  El 
pensamiento  individual  podrá  tener  las  creen- 
cias que  mejor  le  cuadren.  Pero  yo  que  nece- 
sito de  una  base  fija,  á  ella  esclusivamente 
arreglo  mis  preceptos,  á  ella  atempero  mis 
castigos,  con  sujeción  á  ella  sola  pido  cuentas 
cuando  trato  de  calificar  las  accionas  esterio- 
res.  Esla  es  mi  organización;  quien  no  la  abra- 
ce, no  está  conmigo;  quien  no  se  sienta  libre 
dentro  de  ella,  deje  de  ser  mi  ciudadano  y 
vaya  á  establecerse  en  donde  le  convenga.» 
Esto  dice  y  báce  un  pueblo  católico.  No  vio- 
lenta las  conciencias,  no  fuerza  al  nombre  á 
abrazar  una  determinada  religión ín  el  fuero 
iulernu.  io  que  le  impone  es  la  obligación  de 
conformar  sus  actos  estemos  á  las  prácLicas 
ile  la  religión  cotólica.  La  unidad  relújiosa, 
es,  por  lo  mismo,  una  doctrina  inatacable  ante 
larazonyel  sentido  común. 

Los  que  desean  la  libertad  de  cultos,  y 
téngase  presente  que  no  hablamos  de  los  que 
piden  libertad  de  conciencia,  dicen  que  la 
Kspaña  comenzó  i  declinar  cou  los  destierros 
de  los  judíos  y  de  los  moriscos  decretados' por 
los  reyes  Católicos  y  por  Felipe  III.  Los  que 
asi  discurren  cometen  graves  errores.  Enton- 
tes so  alejaron  de  España  unos  cuantos  adine- 
rados comerciantes  y  laboriosos  y  entendidos 
labradores;  pero  en  cambio  recobramos  un 
gran  vigor  y  establecimos  la  unidad  de  prin- 
cipios, de  miras  y  de  intereses.  Latinidad  re- 
ligiosa nos  dió  el  genio  emprendedor  con  que 
nos  remontamos  al  cielo,  divisamos  un  mundo, 
le  poseímos  y  le  civilizarnos,  y  nos  dió  ese 
poder  inmenso  conque  hicimos  tremolar  por 
«Europa  amedrentada  los  pendones  de  Cas- 
tilla, í-dunidad  religiosa  nos  libró  del  pro- 
testantismo, ese  Jónix  eme  se  renueva  cien  y 
cien  veces  por  carecer  de  elementos  propios; 
ese  Proteo  que  está  mudando  siempre  de  doc- 
trina porque  no  puede  bailar  una  en  donde  po- 
sarse. Sin  la  unidad  religiosa  el  protestantis- 
mo nos  hubiera  sorprendido  en  medio  de  la 
fusión  de  tantas  pequeñas  nacionalidades  como 


fijo  é  igual  en  todos,  y  con  nacionalidades 
distintas,  con  miras  diversas,  con  intereses 
enconlrados,  con  móviles  opuestos,  nos  hu- 
biera arruinado  y  hecho  impotentes  ante  la 
faz  del  mundo  que  habíamos  asombrado  antes 
con  nuestro  poder.  Otras  causas  por  lo  mismo 
han  sido  las  que  contribuyeron  á  la  decadencia 
de  España,  y"  esta  hubiera  sido  mas  rápida  y 
mas  antigua  sin  la  unidad  religiosa.  Otro 
ejemplo  muy  cercano  nos  enseñará  cuanto  va- 
le y  cuanto  puede  la  unidad  religiosa.  Cuan- 
do tos  ejércitos  de  Napoleón  se  derramaron 
por  el  continente,  ¿qué  hicieron  todos  esos 
pueblos  de  la  libertad  de  cultos,  y  qué  es  lo 
que  España  hizo?  Miejitras  ellos  huían  despa- 
voridos ó  se  afiliaban  al  conquistador,  y  este 
arrumbaba  unos  tronos  para  crear  otros  á  su 
antojo,  la  unidad  religiosa  electrizó  á  la  ca- 
tólica España,  y  sus  hijos  todos,  alumbrados 
por  la  luz  de  una  misma  fé  y  dirigidos  por  la 
voz  de  una  misma  religión,  tuvieron  suíicieu- 
le  brío  para  acometer  al  gigante,  para  comba- 
tirle y  vencerle. 

Sin  la  unidad  de  la  religión,  sin  la  fijeza 
de  ideas,  de  principios,  de  creencias,  de  mi- 
ras y  de  intereses  que  de  ella  recibimos,  las 
desgracias  de  este  pais  hubieran  sido  y  serian 
desastres;  los  reveses  destrozos;  la  debilidad 
miseria,  y  las  tempestades  políticas  la  muerte. 
Eu  nada  amengua  !a  fuerza  del  anterior  racioci- 
nio el  ejemplo  que  se  cita  de  otras  naciones 
en  que  visiblemente  se  prospera  con  la  liber- 
tad de  cultos,  porque  para  esto  era  necesario 
probar,  y  no  se  probará  por  cierto,  que  la 
prosperidad  de  que  gozan  se  debeá  esa  misma 
libertad  y  no  se  hubiera  obtenido  existiendo 
la  unidad  religiosa.  Mientras,  esto  no'  se  de- 
muestre, y  nadie  lo  ha  demostrado  hasta  el 
dia,  puedo  responder  que  esa  prosperidad  se 
debe  á  otras  causas,  y  que  no  se  obra  y  con- 
sigue por  la  falta  de  unidad  religiosa  sino  á 
pesar  de  esa  falta. 

Y  con  efecto,  los  Estados  Unidos  serian 
mas  felices  si  la  unidad  católica  fecundara  ese 
hermoso  pais;  porque  la  población  crecería, 
no  por  aluvión,  sino  gradualmente,  y  seria 
homogénea;  porque  la  industria  prosperada 
con  aplomo  y  no  ^comprometería  con  sus  gi- 
gantescos pasos  la  suerte  de  tantas  familias, 
ni  barra  tan  estensa  la  plaga  del  pauperismo; 
porque  su  civilización  seria  mas  sólida,  mas 
estable;  mas  duradera.  La  prosperidad  de  ios 
Estados  Unidos  es  inmensa,  pero  transitoria  y 
efímera.  EL  dia  eu  que  se  llene  su  territorio  y 
falte  el  gran  elemento  de  la  tierra;  el  dia  en 
que  la  industria  llegue  ásu  exuberancia;  el  dia 
en  que  su  comercio  sufra  contrariedades,  eu 
vario  se  buscará  el  lazo  que  une  al  Norte  con 
el  Mediodía  y  al  Este  con  el  Ocaso;  en  vano 
se  buscará  la  unidad  de  su  mole  envidiado, 
é  phtribus  unutti;  en  vano  se  buscará  el  vin- 


formaban  la  Españade  los  siglos. medios  y  nos  j  cilio  que  liga  unos  pueblos  con  otros.  Eutou- 
tiubrera  enemistado,  dividido  y  muerto.  Nos  ees  se  verá  que  el  unum  se  rompe,  y,  que  soto 


651 


UNIDAD  REL1GI0SA-UNIGENITUS 


653 


queda  el  pluribús  aislado,  dividido,  debilitado 
'é  impotente. 

"También  ta  Inglaterra  tiene  prosperidad  á. 
posar  de  su  libertad  de  cultos;  mas  si  no  tu- 
viera esta;  aquella  seria  niayor,  porque  no  se 
agitaría  continuamente  en  las  Incisas  en  qne 
se  ve  á  consecuencia  ds  la  diversidad  de  reli- 
giones. El  día  en  que  ese  pueblo  do  la  liber- 
tad protestante  tenga  un. desastre  en  los  mares 
ó  én  sus  posesiones  de  la  ludia,  ó  el  dia  en 
que  Itts  masas  de  bombres  miserables,  degra- 
dados y  envilecidos  por  la  pobreza  que  exis- 
ten en  las  islas  escuchen  el  ¡ema  infausTo  de 
libertad,  igualdad,  fraternidad,  ese  dia  sedes- 
bordarán  con  grande  Ímpetu  los  millones  de 
proletarios  que  cobija  su  suelo,  y  concluirán 
con  la  prosperidad  mas  artificial  que  sólida  do 
que  boy  hace  ostentación  y  gala. 

La  -unidad  religiosa  es  por  consiguiente  el 
gran  principio,  el  elemento  conservador,  ta 
baso  mas  esencial  de  la  organización  socialde 
un- Estado.  Fuera  de  ella  solo  se  encuentran 
peligros  ó  desastres;  dentro'  ele  ella  siempre 
se  ven  tranquilidad  y  confianza. 

UNIGENITOS.  Con  este  nombre  se  conoce 
una  bufa' ó  constitución  del  papa  Clemente  XI 
dada  .en  el  mes  de  setiembre  do  Í713  que  em- 
pieza por  estas  palabras,  Unigenitus  Dei  fi- 
lius  y  condena  cien  proposiciones  sacadas 
del -libro  del  padre  Qüesde!,  sacordole  del  Ora-, 
torio  titulado:  El  Nuevo  Testamento  traduci- 
do al  francés  con  reflexiones  morales.  Estas 
proposiciones  se  reducen  á  cinco  ó  seis  pun- 
tos úé  doctrina  que  son  otros  tantos  .errores  y 
que'  ya  habían  sido  condenados  en  los  escritos 
de  Bayo  y  de  Jausenio.  Asi  como  este  último 
np  habia  escrito  su  libro  titulado;  Áuijustinus 
sino  para  justificar  los-  sentimientos  de  Bayo, 
Qúesrícl  compuso  el  suyo  para  estender  bajo 
apariencias  de  piedad  la  doctrina  de  Jausenio. 
En  efecto,  el  obispo  de  Ipres  babia  enseñado 
que  nunca  se  resiste  á  la  gracia  interior,  y 
había  lachado  de  semi-pelagianismo  y'  de  he- 
regia  lo  opinión  contraria.  Qnesnel  por  su  par- 
te decia,  que  la  gracia  de  Dios  es  la  operación 
de  todo  su  poder,  á  la  que  nada  puede  resis- 
tir; compara  la  acción  de  la  gracia  á,  aquello 
por  que.  Dios  ha  creado  el  mundo,  ha  obrado 
el  misterio  de  la  Encarnación  y  ha  resucitado 
á  Jesucristo.  Concluye  de  esto  que  cuando 
Dios  quiere  salvaron  alma,  se  salva  infalible- 
mente. 'De  lo  qué  se  deduce:  !.°  que  cuando 
no  se>  salva  es  porque  Dios  no  quiere,  siendo 
asi  que  Dios  quiere  que  todos  los  bombres  se 
salven,  como  lo  afirma  San  Pablo:  2."  que  si 
un  hombre  peca,  es  porque  carece  de  gracia; 
otro  error  reprobado  por  la  Sagrada  Escritura 
y  por  San  Agustín:  3.°  que  para  pecar  ri  para 
hacer  una  obra  buena,  para  merecer  0  desme- 
recer, no  es  preciso  estar  eximio  de  necesidad, 
sino  que  basta  eslarlo  de  Coacciono  violencia, 
puesto  que  cuando  el  hombre  tiene  gracia  obe- 
dece á  el'a  necesariamente,  y  "cuando  no  la 
tiene)  está  en  ta  imposibilidad  de  hacer  obras 


buenas.  Esta  es  la  doctrina  condenada  en  la 
tercera  proposición  de  Jansenio. 

La  condenación  de  Quesnel  lo  mismo  rnic 
la  de  íáhsenio,  no  esperimentó  con híidíccioa 
en  la  mayor  parle  de  la  infesta  católica.  Todos 
los  teólogos  no  prevenidos  conocieron  desde 
luego  la  falsedad  ó  impiedad  de  la  doctrina 
censurada  por  la  bula  Unigenitus  y  la  perfec- 
ta semejanza  de  esla  doctrina,  con  la  que  Ino- 
cencio -X  babia  proscrito  en  1653.  Pero  en 
Francia,  donde  los  ánimos  estaban  en  fermen- 
tacion  y  el  error  hahia  hecho  grandes  progre- 
sos, esta  bula  osciló  muchas  disensiones,  Yié- 
ronse  obispos,  corporaciones  eclesiásticas  y 
escuelas  de  teología,  apelar  de  la  decisión  del 
papa  á  üri  futuro  concilio,  cuya  convocación 
estaban  bien  seguros  que  no  se  haría,  y  no  se 
reparó  en  medios  para  justificar  la  doctrina 
condenada.  Este  fanatismo  ha  -  durado  hasta 
nuestros  dias;  y  aunque  por  fortuna  se  lian 
catmado  algo  ¡os  ánimos,  aun  hay  espíritus 
pertinaces  imbuidos  en  él  desde  la  "infancia,  y 
que  todavía  se  obstinan  en  defender  la  dos- 
trina  de  Quesnel  y  miran  su  libro  como  una 
obra  maestra  de  teología  y  de  piedad. 

Innumerables  son  los  argumentos  que  se 
han  hecho  contra  la  bula  Unigenitus  para  ¡la- 
ceria odiosa  y  despreciable,  basta  tal  pimío, 
que  necesitaríamos  un  tomo  entera  para  re- 
ferirlos. 

Én  primer  lugar  soba  dicho  y  repelido  cien 
veces  que  las  proposiciones  condenadas  en 
Jansenio  y  en  Quesnel  son  la  doctrinapura  de 
San  Agustín. 

Se  ha  añadido  que  la  bula  Unigenüus  no 
habiendo  condenado  las  10 1  proposiciones  ile 
Quesnel  mas  que  en  globo ,  ninguna  verdad 
ensena  á  los  fieles  y  no  puede  servir  para  ar- 
reglar su  fé. 

Se  dice  ademas  que  el  asunto  de  la  conde- 
nación de  Bayo,  de  jansenio  y.  de  Quesnel  do 
ha  sido  mas  que  una  intriga  dirigida  por  los 
jesuítas,  enemigos  declarados  de  los  agustinos, 
y  que  tuvieron  bastante  influencia  en  liorna 
para  hacer  proscribir  la  doctrina  de  sus  adver- 
sarios. 

Si  los  condenados-  so  hubieran  limitado  á 
hacer  argumentos  teológicos  hasta  cierto  pun- 
to, se  les  podría  disimular  su  funesta  cegue- 
dad, pero  recorrieron  á  otros  medios  mas  re- 
prensibles. La  sátira  y  el  ridiculo  llevado  al 
■  esceso,  los  sarcasmos  y  los  dictados  injurio- 
sos se  pusieron  en  juego  para  desacreditar  al 
pontífice,  á  los  obispos,  ,á  los  doctores  y  ó  lo- 
dos.los  dffensores  do  la  bula.  Todo  París  pare- 
cía acometido  de  uu  acceso  de  frenesí,  yla 
enfermedad  se  propagó  bien  pronto  á  las  pro- 
vincias. Los  incrédulos  supieron  aprovecharse 
de  esto  para  hacer  odiosa  la  'teología  y  el  * 
por  la  religión;  afortunadamente,  la  necesidad 
ie  defenderse  contra  ellos  llamó,  la  alen'* 
dedos  teólogos  hacia  este 'objeto;  en  el  día  y* 
no  tiene  la  doctrina  de  Bayo,  de-  Jansenio  y  lo 
Quesnel  mas  defensores  que  los  protestante; 


UNIGENITOS-  UNIVERSIDADES 


654 


esle  es  el  sepulcro  que  Dios  le  había  destinado, 

CS10.  [Historia  natural.)  Género  de  mo- 
luscos acéfalos  del  orden  de  los  lamelibran- 
quios y  de  la  familia  de  los  mililáeeos,  deno- 
minado también  almeja  de  pintores,  y  cuyo 
oanider  distintivo  es  tener  su  díamela  dos 
(líenles  eu-caáa  valva.  Las  especies  mas  cono- 
cidas son;  la  concha  de  rio  (mya  pictorum  de 
L¡n,),  de  nácar  argentado  y  brillante ,  y  de 
que  se  valen  los  pintores  para  desleír  sus  co- 
lores, y  la  almeja  del  Bhin  {mya  margarüi- 
fera  de  Lin.),  cuyo  nácar  y  concreciones  pue- 
den compararse  con  las  procedentes  dé  la  es- 
pecie asiática. 

ÜSION.  Canónicamente  es  la  agregación  de 
¿os  beneficios  ó  de  dos  iglesias,  hecha  por  la 
autoridad  del  superior  eclesiástico  en  ios  lér- 
lüinüs  prevenidos  en  el  derecho. 

En  los  primeros  siglos  del  cristianismo  no 
ttrtq  ni  pudo  tener  lugar  la  unión  de  iglesias 
ó  de  beneficios,  porque  entonces,"  lejos  de  ser 
aquellas  ó  estos  escesivos,  erau  por  el  contra- 
lio  insuficientes.  Las  desgracias  sufridas  por 
varias  iglesias  en  el  siglo  VII,  y  los.  trastor- 
nos causados  en  todo  el  orbe  cristiano  durante 
la  irrupción  de  los  bárbaros  del  Norte,  hicie- 
ron necesaria  la  unión  de  varias  iglesias;  y 
desde  este 'tiempo  comenzó  á  hacerse  uso  de 
esle  remedio  para  armonizar  y  satisfacer  las 
necesidades  espirituales  de  los  fieles. 

la  unión  es  ó  real  ó  personal;  entendién- 
dose por  la  primera  la  que  se  hace  de  dos  be- 
neficios con  carácter  de  perpetuidad,  y  por  la 
segunda  la  que  se  hace  solo  temporalmente  en 
favor  de  persona  determinada.  La  unión  real 
se  verifica,  o  agregando  dos  benelicios  de  mo- 
do que  no  haya  luego  mas  que  un  solo  lítulo; 
ii  agregando  un  beneficio  como  accesorio,  á 
draque  se  considere  principal;  ó  reuniéndo- 
los  en  el  mismo  estado  en  que  se  encontraban 
sin  ninguna 'dependencia. entre  si,  aunque  con 
un  sulo  titular. 

Las  uniones  de  beneficios  se  hacen,  ó  por 
el  pina  motu  propio;  ó  por  el  papa  dando  en- 
cargo i  un  comisario  in  pariibus  •  o  por  el 
otósuo  en  los  casos  no  reservados  á  Su  san- 
tidad. 

.  La  unión  lo  mismo  puede  hacerse  de  un 
obispado  á  otro  que  de  una  parroquia  á  otra, 
siempre  que  lo  aconséjen  la  necesidad  ó  la  con- 
veniencia de  las  iglesias  y  de  los  fieles. 

Asi  como  pueden  unirse  las  iglesias  y  los 
beneficios,  asi  también  pueden  desunirse  ó 
separarse,  perteneciendo  el  poder  de  desunif 
a  la  misma  autoridad  á  quien  !  corresponde  el 
ue  unir. 

,  Para  realizar  ¡a  unión  ó  desunían  de  igle- 
sias ó  beneficios ,  <  es  preciso  instruir  mi  espe- 
dente canónico  en  que  se  haga  constar  cum- 
plidamente la  necesidad  ú  utilidad  nolable  del 
neclio;.  en  cuyo  espediente  debe  oírse  á  los 
párrocos,  á  los  patronos  de  las  iglesias  ó  be- 
neficios, á  la  autoridad  local,  á  los  vecinos  de 
111115  probidad  é  instrucción.  Formalizado  asi, 


debe  conferirse  audiencia  al  fiscal  del  tribunal 
eclesiástico,  el  cual  espondrá  su  parecer,  ha- 
ciéndose las  pruebas',  averiguaciones  é  inda- 
gaciones que  estime  conducentes  y  proponga. 
Evacuado  esto,  recaerá  auto  rleclaratario  de  la 
necesidad  y  utilidad,  notificándose  á  los  inte- 
resados y  remitiendo  copia  del  espediente  al 
ministerio  de  Gracia  y  Justicia  para  ¡a  aproba- 
ción de  S.  U.  Asi  se  dispone  en  la  real  órden 
de  24  de  febrero  de  1844,  que  se  baila  vi- 
gente. 

UNII'ELTADOS.  [Historia  natural.)  Familia 
de  crustáceos  masticadores  del  órden  de  los 
eslomápodos  caracterizados  por  tener  el  .escu- 
do de  una  sola  pieza  que  cubre  la  cabeza,  y 
cuando  menos  los  primeros  segmentos  del 
toras. 

UNIVERSIDADES.  Se  llama  asi  á  un  cuerpo 
de  profesores  establecido  por  la  autoridad  pú- 
blica, para  enseñar  las  ciencias,  la  literatura  y 
ios  idiomas  antiguos  y  modernos,  aunque  lo 
mas  general  es  que  la  enseñanza  que  se  da  en 
las  universidades  esté  distribuida  en  cuatro  fa- 
cultades, que  son:  teología,  jurisprudencia, 
medicina  y  artes.  lían  sido  muy  notables  mu- 
chos de  estos  cuerpos  académicos  de  enseñan- 
za pública,  los  que  han  disfrutado  de  muchos, 
privilegios  é  inviolabilidades,  teniendo  una  le- 
gislación especial  que  favorecía  estremadam en- 
te á  los  escolares,  y  estas  ventajas  y  el  natural 
deseo  de  conservarlas ,  han  ocasionado  dispu- 
tas y  aun  luebas  muy  encarnizadas.  La  ense- 
ñanza que  se  da  en  las  universidades  es  lla- 
mada superior,  porque  sirve  para  poseer  una 
ciencia  especial  y  también  habilita  á  los  que 
como  profesores  luego  han  de  enseñarla.  . El  es- 
tudio de  las  cuatro  facullades  ya  citadas,  pre.vio 
el  grado  de  bachiller  en  filosofía  se  hace  en 
varios  años  ó  cursos  académicos  que  nunqa 
pasan  de  siete  y  que  se  determinan  en  los  pro- 
gramas de  estudios  y  reglamenlos  -vigentes. 
En  las  universidades  se  estudian  también  .las 
asignaturas  que  se  .requieren-  para  aspirar  al 
grado  de  doctor,  que  es  ya  el  último  en  las  res- 
pectivas carreras  que  supone  la  última  per- 
fección en  ellas  y  que  habilita  para  wia's  pro- 
fesiones. Esta  multitud  y  variedad  de  materias 
de  enseñanza,  se  avienemuy  bien  con  el  nom- 
bre de  universidad  que  trae  su  origen  de  cosa 
universal,  y  que  se  aplica  no  solo  al  conjunto 
de. ios  estudios,  sino  al  cuerpo  faeiiltath-o  en- 
cargado de  la  (mseñanzay  hastasc  designa  con 
el  nombre  de  universidad  el  mismo  local  de  los 
estudios. 

Los  antiguos  no  conocieron  lo  que  nosotros 
entendemos  por  universidad.  En  Crecía  la  edu- 
cación era  pública  y  común,  y  en  Roma,  du- 
rante los  primeros  siglos  de  la  república",  el  es- 
tadio de  las  ciencias  y  la  lileratüra  era  consi- 
derado" como  inútil  y  solo, mas  adelante  se  fun- 
daron escuelas  para  la  enseñanza  de  la  reíórjca 
y  la  filosofía.  Bajo  el  imperio  estas  escuetas  se 
multiplicaron  en  todas  las  provincias  someti- 
das á  la  dominación  romana.  La  dirección  de 


(¡55 

estas  escuelas  estaba  confiada  á  un  gefe  que 
tenia  autoridad  sobre  maestros  y  discípulos  y 
que  estaba  ayudado  por  vigilantes  encargados 
de-dirigir  la  educación  física  de  los  jóvenes, 
vigilando  sus  hábitos  y  costumbres,  La  diso- 
lución de  la  sociedad  antigua  acarreó  la  ruina 
de  las  clases,  que  lucieron  lugar  á  las  escue- 
las eclesiásticas  establecidas  en  las  metrópo- 
lis, cerca  délas  iglesias,  bajo  la  protección  de 
los  obispos  que  no  se  desdeñaban  de  ensenar, 
basta  que  las  escuelas  eclesiásticas  á  su  vez, 
después  de  baber  brillado  tanto,  cayeron  en  la 
oscuridad  y  la  ignorancia  prevaleció.  Cario- 
Magno  fué  el  primero  que  hizo  algunos  es- 
fuerzos para  disipar  las  tinieblas  en  que  estaba 
sumergido  el  Occidente,  á  escepcion  de  algu- 
nos monasterios  aislados.  Llamó  a  su  lado  á 
todos  los  sabios  cstrangeros  y  cou  la  ayuda  de 
Alcuino,  de  Clemente  y  de  Juan  Seoto,  con 
otros  discípulos  de  Beda,  consiguió  reanimar 
el  estudio  de  las  ciencias  y  la  literatura  en  las 
Galias  y  la  Italia.  Alcuino  á  quien  Carlo-JIagno 
se  complacía  en  llamar  su  maestro,  fué  puesto 
á  la  cabeza  de  la  escuela  palatina  que  seguía 
al  principe  por  todas  sus  residencias,  y  por 
eso  los  antiguos  historiadores  han  atribuido  á 
Carlo-ltagno  la  fundación  de  la  universidad  ó 
mas  bien  de  las  universidades,  pero  ya  se  sa- 
be que  es  preciso  llegar  á  una  época  mas  cer- 
cana á  nosotros  para  hallar  el  origen  de  esos 
grandes  centros  de  instrucción  que  tanto  han 
influido  en  los  destinos  del  género  humano, 
los  sucesores  de  Carlo-Magno  mantuvieron  las 
escuelas  que  él  habla  fundado,  y  entre  los  dis- 
cípulos ilustres  que  salieron  de  la  escuela  de 
París,  se  cita'  á  Gerbert  que  fuó  papa  con  el 
nombre  de  Silvestre  II  y  que  había  pasado  á 
adquirir  la  ciencia  á  Córdoba  y  á  Sevilla  entre 
los  árabes  de  España.  Hacia  fines  del  siglo  XII 
comenzó  á  manifestarse  una  revolución  en  las 
escuelas  europeas  y  continuó  en  el  siglo  XIII, 
época  en  que  se  constituyeron  y  organizaron 
las  mas  célebres  universidades  como  las  de 
Italia,  Inglaterra  y  Faris.  El  origen  de  todas 
las  universidades  fundadas  en  la  edad  media, 
es  una  escuela  libre  á  la  que  los  principes  to- 
man bajo  su  protección,  ii  la  que  enriquecen 
con  sus  dones  y  á  la  que  confieren  numerosos 
privilegios.  Asi  sucedió  en  las  mas  antiguas 
universidades  de  Europa;  la  de  Bolonia  tan  cé- 
lebre por  el  renacimiento  del  derecho  roma- 
no fué  fundada  én  1  HÍ  por  la  célebre  conde- 
sa Matilde;  la  de  Oxford,  cuyo  origen  se  re- 
monta á  las  escuelas  creadas  en  el  siglo  VIH 
por  Alfredo  el  Grande.  Estas  escuelas  todavia 
florecientes  en  ol  reinado  deEduardo  el  Confe- 
sor, decayeron  con  la  conquista  de  Inglaterra 
por  los  normandos  y  solo  recobraron  su  brillo 
en  el  reinado  de  Esteban.  Una  porción  de  so- 
beranos imüaron  á  porfía  la  conduela  del  rey 
de  Francia  con  la  universidad  de  Parla,  pues  el 
impulso  estaba  dado,  y  en  el  siglo  XIII  se 
fundaron  nuevas  universidades;  la  de  Pádua  y 
Ñapóles  en  Italia,  las  deJTolosa  y  Montpeller 


m 

en  Trancia,  y  la  de  Cambridge  en  Inglaterra 
las  universidades  de  Alemania  solo  datan  del 
siglo  XIV,  y  las  mas  antiguas  son  las  de  Pra- 
ga, de  Viena,  de  Bolonia  y  de  Heidelberj,  ¿ 
dos  principales  universidades  de  los  Países  fia- 
jos,  las  de  Lovainay  de  Licja,  fueron  fundadas 
en  el  siglo  XV  y  á  todos  estos  establecí  mionlosse 
puede  decir  que  sirvió  de  modelo  la  universi- 
dad de  París.  Los  estudiantes  concurrían  i  las 
universidades  con  un  ardor  indecible  yhácia 
fines  de  el  siglo  XIII,  la  de  Bolonia  conlabi 
diez  mil  alumnos.  Había  veinte  mil  ea  Oxford 
y  veinte  y  cinco  mil  ea  París  en  U6I  ala 
muerte  de  Carlos  Vil.  Esta  universidad  de  Pa- 
rís pasó  por  la  mas  célebre  y  la  mas  imperiau- 
te  y  se  hizo  digna  de  los  favores  y  los  privile- 
gios que  se  le  otorgaron  por  el  progresivo  im- 
pulso que  dió  á  los  estudios  y  por  los  doctores 
famosos  que  en  las  diferentes  facuillades, 
atraían  á  sus  lecciones  considerable  uúmero  do 
alumnos,  siendo  la  facultad  de  teología  laque 
mas  se  distinguió  por  las  sanas  doctrinas  que 
enseñaba  y  que  defendía  en  los  concilios,  las 
universidades  do  Alemania  y  de  Inglaterra,  lian 
conservado  su  forma  primitiva  y  sus  bodíIÍIii- 
ciones  curiosas  de  estudiar,  presentan  al  ob- 
servador uno  de  los  últimos  reslos  de  la  edad 
media  en  medio  de  nuestra  civilización  mo- 
derna. Hay  una  diferencia  fundamenta!  eolre 
■las  costumbres  universitarias  de  la  Alemania  y 
otras  naciones  de  Europa:  el  cuerpo  de  profe- 
sores antiguo  y  numeroso ,  forma  una  clase 
aparte  que  ejerce  en  el  país  grande  inílueiiciaf 
lo  mismo  el  cuerpo  de  estudiantes ,  cuyo  gé- 
nero de  vida,  difiere  esencialmente  del  que 
tiene  el  resto  de  la  juventud  alemana.  Las  uni- 
versidades inglesas  abrazan  todos  los  conoci- 
mientos humanos,  pero  como  las  cátedras  son 
debidas  á  fundaciones  particulares,  no  lia)' 
aquella  unidad  de  enseñanza  que  se  advierte 
en  otras  universidades.  Por  lo  demás,  las  cos- 
tumbres de  estos  colegios,  la  disciplina,  la  du- 
ración de  los  esludios,  todo,  hasta  el  trago  o» 
poco  monacal,  conservado  por  los  maestros)' 
los  discípulos,  recuerda  el  tipo  y  las  ¡nstilucis- 
nes  del  tiempo  pasado  y  sobre  todo  caracte- 
res distintivos  de  la  edad  media. 

En  la  actualidad  se  conocen  en  España  con 
el  nombre  de  universidades  los  estnbleéimicri; 
■tos  públicos  de  enseñanza  en  que  ademas  déla 
facultad  general  de  filosofía,  se  estudian-upa 
ó  mas  facultades  superiores,  y  en  los  que  se 
confieren  los  tres  grados  académicos. 

Diez  son  las  universidades  del  reino.  I.a qus 
enlre  todas  ellas  obliene  la  primada  es  lace»- 
tral  de  Madrid,  la  única  en  que  se  enseñan  lo- 
rias las  facultades  y  la  única  en  quese  recibí" 
grado  de  doctor,  como  que  solo  en  ella  se  lu- 
cen los  estudios  necesarios  para  recibirle» 
sean  los  del  tercer  periodo  de  cada  faciil» 
Las  otras  nueve  universidades  de  distrito  exis- 
ten en  las  ciudades  de  Barcelona,  Gniws, 
Oviedo,  Salamanca,  Santiago,  Sevilla,  Valencia, 
Vallad  olid  y  Zaragoza. 


UNIVERSIDADES 


<¡S7 


UNIVERSIDADES 


(¡5S 


Hubo  fflaíor  numero  de  universidades  en 
la  Península,  y  con  dificultad  se  hallará  pais  en 
que  mas  universidades  hubiese  en  proporción 
al  ¡u'imero  de  ios  habitantes.  Para  probario  re- 
producimos !a  noticia  de  la  fundación  dé  las 
principales  universidades  del  reino,  qué  yahé- 
mrjs  insertado  en  el  tratado  especial  de,  univer- 
sidades,, de  los  ciento  qí¡e  comprende  la  ins- 
trucción para  el  pnebio. 

Universidad  de  Alcalá,  actualmente  cen- 
tral de  Madrid,  fué  fundada  por  el  lamoso  car- 
denal Cisucros  en  Alcalá,  poniéndose  la  pri- 
mera piedra  en  VG  de  febrero  de  1498, é  inau- 
gurándose tn  2G  de  julio  de  1508.  Empezó  á 
trasladarse  á  Madrid  en  1S36  y  concluyó 
en  184?. 

■  Universidad  de  Santiago.  Fué  fundada  por 
el  arzobispo  don  Aionso  de  Fonscca  cu  1532. 

Universidad  de  Oviedo.  Fué  fundada  por 
i!on  Fernando  Valdés,  arzobispo  de  Sevilla, 
qne  estableció  diez  y  siete  cátedras  y  murió 
en  15G8.  . 

Universidad  de  Valladdid.  Fué  fundada 
ene!  año  de  I34G  por  don  Alonso  XI,  con  bu- 
Sa  qnc  obtuvo  del  pontífice  Clemente  TI,  jíá- 
biraáijliegado  esta  universidad  á  sor  la  terce- 
ra en  estimación  en  España.  El  colegio  mayor 
llamado  do  Santa  Cruz,  fué  fundado  en  el. año 
de  liSÓnof  don  Pedro  González  de  Mendoza, 
cardenal  y  arzobispo  de  Toledo,  y  habiendo 
olro  colegio  llamado  de  los  Yeiartles  ,  por  ha- 
ber sido  fundado  por  (Ion  Juan  Velarde  para 
que  en  él  entrasen  y  se  educasén  lodos  los  de 
esla  familia.  Eran  rectores  alternativamente  do 
¡a  universidad  ios  graduados  y  ios  colegiales 
mayores,  aunque  no  fuesen  graduados. 

Universidad  da  Palmcia.  Fué  funddu 
por  el  rey  dou  Alonso  W  dé  Castilla  en  el 
año  de.  1100,  y  en  ella  estudió  Santo  Domingo 
de  Guzmait,  asi  como  San  Julián,  obispo  de 
Cuenca.  Fundada  la  universidad  de  Salamanca, 
se  trasladaron  á  ella  las  escuelas  que  había 
en  Falencia. 

Universidad  de  Salamanca.  El  rey  don 
Alonso  empezó  á  fundar  la  universidad  de 
Salamanca  para  que  sus  subditos  no  tuviesen 
necesidad  de  acudir  i  Falencia,  y  éstas  mis- 
mas escuelas  de  Falencia  fueron  trasladadas  á 
Salamanca  por  la  comodidad  del  siiio,  por  el 
santo  rey  don  Fernando  en  1343.  Don  Alonso 
el  Sabio  colmó  de  privilegios  y  rentas  á  esta 
universidad,  y  los  pontífices  Alejandro  IV  y 
Clemente  V  también  la  concedieron  sus  gra- 
cias, siendo*  muchos  los  pontífices  y  reyes 
que  han  consultado  y  hecho  aprecio  de  esta 
'universidad,  que  tenia  cátedras  de  todas  fa- 
cultades, y  privilegio  de.  ser  uno  de  los  etia- 
b'O  estudios  generales  del  mundo.  Los  otros 
tres  son  los  de.  Bolonia,  Barls  y  Oxford,  ha  so- 
lemnidad de  los  actos  públicos,  la  reputación 
<<e  los  maestros,  y  el  renombre  de  los  varones 
[pie  hnn  salido  de  las  escuelas  de  Salamanca, 
uan  hecho  á  esta  universidad  célebre  en  todo 
el  mundo. 

2*H    BIBLIOTECA  POPULAS. 


Universidad  de  Avila. .  Fué  fundada  en  el 
colegio  de  dominicos  de  Santo  Tomás  por 
fray  Tomás  de  Torquemada,  inquisidor  gene- 
n eral,  cu  i 482, 

Universidad  de  Tarragona.  Fué  fundada 
por  el  cardenal  arobispo,  don  Gaspar  Cervan- 
tes, en  el  año.  de'1572. 
'  Universidad  de  Lérida.  Fué  fundada  por 
el  rey  don  Jaime  II  en  el  año  de  1300,  y  en 
ella  se  graduó  y  fué  catedrático  don  Alonso  de 
Eorja,  que  después  fué  el  papa  Calixto  III. 

Universidad  de  Oñale.  Fué  fundada  en 
¡543  por  don  Rodrigo  Marcado  y  Zria'zól'a,  vi- 
rey  de  Navarra,  y  arzobispo  de  Santiago. 

Universidad  de  Valencia.  So  empezó  á 
ftindar  por  parecer  do  San  Vicente  Ferrer  en 
el' año  1411,  después  se  perfeccionó  é  ins- 
tauró, siendo  confirmada  por  el  pontífice  Ale- 
jandró VI  en  el  año  de  14íi9.  Constaba  de 
cinco  colegios,  y  cu  ella  enseñó  San  Vicente 
las  lelras  sagradas.  El  rey  non  Fernando  el 
Católico  concedió  muchos  privilegios  á  esta 
universidad. 

Universidad  de  Zaragoza.  Hay  quien 
hace  remontar  la  fundación  de  esla  universidad 
ai  año  de  1474,  en' que  prometió  la  fundación 
don  Pedro  Cerbuna,  obispo  de  Tarazo  na,  pero 
el  verdadero  carácter  de  universidad  no  le  tuvo 
hasta  el  año  de  1543  en  el  que  bajo  los  aus- 
picios del  emperador  Cárlos  V,  se  aumentaron 
cátedras  y  rentas,  habiendo  ido  en  aumentó 
después  basta  pasar  de  veinte  y  dos  las  cáte- 
dras establecidas.  Fué  confirmada  por  los  su- 
mos pontífices  Lucio  111  y  Paifío  I  V. 

Universidad  de  Cefvera.  Fué  fundada  por 
el  rey  don  Felipe  V,  que  la  dotó  con  mtiulios 
privilegios  y  con  suntuosas  aulas,  de  modo 
que  obtuvo  nombradla  á  pesar  de  estar  silua- 
da  en  una  población  de  segundo  órdetr.  Todo 
fué  porque  Cerrera  se  conservó  en  la  obe- 
diencia del  rey  durante  las  guerras  de  su- 
cesión. - 

Universidad  de  Barcelona.  Fué  fundada 
por  los  antiguos  reyes  de  Aragón.  Según  Uui 
Méndez  se  fundó. eu  el  año  de  1346,  y  se  am- 
plificó en  1501.  Esta  universidad'  decayó  eu 
la  guerra  de  sucesión,  y  fué  refundida  en  la 
de  Ccrvera  por  Felipe  V,  quejoso  tic  ios  habi- 
tantes de  Barcelona. 

ha  universidad  de  Granada  fué  fundada 
en  el  año  de  1531  por  el  invicto  emperador 
Cárlos  V.  ha  de  Pamplona  en  el  año  IGUS  por 
el  rey  don  Felipe  111,  y  la  de  Gandía  por  San 
Francisco  de  hoiau,  cuarto  duque  de  Gandía, 
en  1549,  habiendo  sido  mas  ó  menos  céle- 
bres las  de  Sevilla,  Toledo,  Tortósa.  Sigfeliiás 
Oriíuicla,  Osuna  y  Baeza,  sin  contar  con  la  cé- 
lebre universidad  de  Huesca,  fundada  por  Ser- 
torio  para  estudio  de  letras  latinas  y  griegas, 
setenta  años  antes  de  Jesucristo. 

Todas  las  universidades  del  reino " poseen 
fincas,  mitas  y  censos,  cuyo  1  producto  anual 
varia,  pero  que  arroja  un  año  con  otro  la  no- 
table suma  de  veinte  y  seis  mil  duros  distri- 
x.   xxxm.  42 


659 


UNIVERSIDADES 


baldos  del  modo  siguiente,  según  los  datos 
que  remitidos  por  el  gobierno  obran  en  la  co- 
misión de  desamortización: 


Barcelona   38,000  reales. 

Madrid.  250,000 

ttviedo.  ........  3,000 

Salamanca   90,000 

Santiago   86,000 

Sevilla   8,000 

Yalladolid   25,000 

Zaragoza   20,000 


Faltan  los  datos  de  la  universidad  de  Va- 
lencia y  ríe  Granada;  pero  á  pesar  de  esto,  de 
los  derechos  de  matriculas,  y  de  otros  produc- 
tos eventuales,  la  instrucción  pública  se  sos- 
tiene principalmente  con  las  cantidades  que 
fígnran  en  los  presupuestos  generales  del  Es- 
tado que  cada  año  deben  aprobar  las  corles, 

Los  distritos  universitarios  en  que  está  di- 
sidida la  Península  son  los  siguientes: 

Distrito  de  Madrid.  Comprende  las  pro- 
Tincias  de  Madrid,  Avila,  Guadalujara,  Toledo, 
Cuenca,  Ciudad  Real  y  Segovia. 

Distrito  de  Barcelona.  Comprende  las 
provincias  dé  Barcelona,  Gerona,  Lérida,  Tar- 
ragona é  Islas  Baleares. 

Distrito  de  Granada.  'Comprende  las  pro- 
vincias de  Granada, Málaga,  Almería  y' Jaén. 

Distrito  de  Oviedo.  Comprende  las  pro- 
vincias de  Oviedo  y  León. 

Distrito  de  Salamanca.  Comprende  Jas 
provincias  de  Salamanca,  Ciceres  y  Zamora. 

Distrito  de  Saiitiago.  Comprende  las  pro- 
vincias de  la-Coruña,  Orense,  Pontevedra  y 
Lugo 

Disirito  de  Sevilla.  Comprende  las  pro- 
vincias de  Sevilla,  Huel va,  Córdoba,  Cádiz -y 
Badajoz._ 

Distrito  da  Valencia.  Comprende  las  pro- 
vincias de  Valencia,  Alicante,  Castellón,  Mur- 
cia y  Albacete. 

Distrito  de  Valladglid.  Comprende  las 
provincias  de  Valladolid,  -  Soria,  Santander, 
Burgos,  Alava,  Vizcaya,  Guipuzcua  y  Palencia. 

Distrito  de  Zaragoza.  Comprende  las  pro- 
vincias do  Zaragoza,  Huesca,  Teruel,  Navarra 
y  Logroño. 

Las  islas  Canarias  forman  un  distrito  parti- 
cular, cuyo  gefe  es  el  gobernador  de  la  pro- 
vincia. En  los  demás  distritos  los  gefes  natos 
son  los  rectores  de  las  respectivas  univer- 
sidades. 

Asi  como  en  la  universidad  central  se  en- 
señan todas  las  facultades,  en  las  universida- 
des de  distrito  solo  se  enseñan  aquellas  fa- 
cultades que  se  determinan  en  el  real  decreto 
de  28  de  agosto  de  1850. 

Del  número  de  escolares  que  atendida  la 
población  concurren  á  las  universidades,  pue- 
den dar  idea  los  números  siguientes: 


En  la  jurisdicción  escolástica  de  Madrid  re- 
cibieron la  segunda  enseñanza  oficial  directa 
ó  con  intervención  del  gobierno  2,630  júveneí 
en  la  forma  siguiente  durante  el  curso  acadé- 
mico de  1853  á  54: 

Institutos  universitarios  ...  949 

Institutos  provinciales   302 

Escuelas  pías.  ........  289 

Colegios  particulares.  .•  .  .  .  730 

Enseñanza  doméstica   270 

2,630  ' 

■He  aqui  el  número  de  cursantes,  ó  á  ln 
menos  de  matriculados,  qué  tuvieron  las  cuito 
secciones  de  esa  facultad  heterogénea  II lima- 
da filosofía,  y  que,  no  obstante  su  titulo,  cu- 
tre treinta  asignaturas  solo  cuenta  una  do  filo- 
sofía propiamente  dicha: 

Ür»  Literatura   142 

2.  *  Administración   241 

3.  a  Ciencias  físico-matemáticas.  58 

4.  *,  Ciencias  naturales   Gl 

502 

Adviértase,  sin  embargo,  que  la  inmensa 
mayoría  de  estos  escolares  siguen  al  propio 
tiempo  los  cursos  de  otra  facultad;  resultando 
de  ello  consecuencias  harto  poco  satisfactorias 
para  la  solidez  de  los  buenos  estudios, 

Las  demás  facultades  tuvieron  en  dicho 
curso  la  matricula  siguiente: 

Farmacia   .'¡10  alumnos. 

Medicina,  cirugía,  etc.  t  .  472 

Jurisprudencia   800 

Carrera  del  notariado.  .  .  396 

2,053 

Estas  cifras 'presentan  un  ligero  aumento 
sobre  los  corespondientes  al  año  académico 
anterior,  escepluando  la  de  medicina,  facultó 
que  tiene  ocuenta  y  cinco  alumnoa.meiiosnuc 
en  1853. 

En  el  presente  curso  la  esladíslica  eseulur 
arroja  los  siguientes  resultados  en  el  ulslrllo 
universitario  de  Madrid;  qqe  comprende  por 
consiguiente  los  colegios  particulares  é  Insli- 
tutos  de  la  provincia. 

Latin  y  humanidades.  .  .  1,500  matriculados. 
Eilosofía  elemental.,  ,  .      914  _ 
Literatura.  ........  108 

Administración..  ....  209 

Ciencias  fisico-matemáli- 

cas.  .  .  .-   49 

Ciencias  naturales.  ...  27 

En  las  resLautes  facultades,  ó  sean  las  lla- 
madas mayores,  aun  con  el  restablecimiento 
de  la  facultad  de  teología,  verificado  úW»; 
mente  en  las  universidades  de  Madrid,  Sanlia- 


661 


UNIVERSIDADES 


662 


¡m  Sevilla  .y  Zaragoza,  todavía  no  pásala  ma- 
tricula en  el  distrito  de  Madrid  de  los  números 
siguientes: 


¡farmacia.  .  i.  303 

Medicina  y  cirugía   398 

Jurisprudencia   841 

Notariado                  .  ■  322 

Teología. .    j  i 


Total   1,905 


Como  se  infiere  por  la  anterior  estadística 
las  universidades  son  cabezas  de  distrito  y  á 
ellas  respectivamente  están  incorporados  para 
los  efectos  conducentes,  al  buen  gobierno  de 
la  instrucción  pública  y  para  incorporación  de 
cursos  de  ios  escolares,  aquellos  institutos  y 
establecimientos  de  enseñanza  en  que  se  dé 
Rata  con  todos  los  requisitos  y  ostensión  que 
previene  el  plan  de  estudios  vigente.  Este  es 
el  principal  motivo  de  que  todo  et  territorio  de 
la  monarquía  se  halle  dividido  en  los  distritos 
llamados  Universitarios,  de  que  ya  queda  lie- 
cha  mención  y  que  corresponden  á  la  univer- 
sidad de  quien  toman  el  nombre. 

Para  la  dirección,  gobierno  interior  y  ad- 
ministración de  las  universidades  bay  en  pri- 
mer lugar  un  redor  gefe  único  y  esclusivo 
que  dirige  bajo  su  responsabilidad,  sin  mas 
sujeción  que  á  los  reglamentos  y  órdenes  deí 
gobierno  los  que  debe-cumplir  y  hacer  cum- 
plir y  nauy  particularmente  todo  lo  prevenido 
en  el  pian  general  de  estudios,  vigilando,  el 
cumplimiento  de  las  obligaciones  de  los  deca- 
nos, catedráticos,  dependientes  y  alumnos.  So- 
lo los  rectores  pueden  seguir  correspondencia 
oficial  con  el  gobierno,  consultarle,  dirigirle 
informes  y  datos  esíadisticos,  etc.  Pero  las 
obligaciones  de  los  rectores  no  so  concretan 
al  establecimiento  de  su  inmediato  cargo:  sien- 
dii  gofos  natos  de  los  distritos  universitarios  y 
de  los  establecimientos  de  enseñanza  en  ellos 
comprendidos,  les  corresponde  visitarlos,  for- 
mar su  estadística  anual,  decidir  dudas  que 
en  el  orden  académico  se  susciten  é  informar 
al  gobierno  de, todo.  Están  encargados,  ade- 
mas, de  la  recaudación  y  distribución  de  cau- 
dales, debiendo  formar  al  principio  de  cada 
mes  y  para  elevarlo  á  la  Dirección  de  instruc- 
ción pública  el  presupuesto  de  los  gastos  que 
calculen  necesarios  para  el  mes  siguiente. 

Los  decanos  dirigen  sus  facultades  res- 
pectivas en  lo, relativo  á  la  enseñanza  y  régi- 
men interior,  con  sujeción  á  tos  reglamentos 
y  ¿  tas  disposiciones  del  rector,  pero  cuidan 
principalmente^del  orden  literario  de  los  es- 
tudios, esplioaciones  y  asistencia  de  los  pro- 
fesores, subordinación  y  compostura  de  los 
alumnos.  Los  decanos  son  los  que  tienen  i  sus 
ordenes  á  los  bedeles,  porteros  y  dependien- 
tes destinados  al  servicio  de  sus  respectivas 
facultades. 

El  bibliotecario  que  hay  en  cada  universi- 


dad custodia  los  libros,  cuida  de  su  buen  ar- 
reglo y  clasificación,  forma  los  índices  y  pro- 
cura el  aumento  de  la  biblioteca,  haciendo 
presentes  sus  necesidades. 

El  secretario-  general  estiende  las  actas 
de  los  actos  públicos  y  reuniones  del  claustro, 
instruyelos  espedientes,  espide  las  certifica 
ciones  y  lleva  los  libros  y  registros  con  órden 
y  claridad,  siendo  personalmente  responsable 
de  la  recta  instrucción  do  los  espedientes  y 
de  la  veracidad  de  los  documentos  que  en 
ellos  obren. 

El  rector  de  cada  universidad  y  el  decano 
de  cada  facultad  son  nombrados  por  S.  ÜE  en- 
tre los  catedráticos  de  la  universidad;  pero  el 
profesor  que  fuere  nombrado  rector  deja  de 
ser  catedrático. 

La  reunión  de  los  catedráticos  de  cada  fa- 
cultad forma  el  claustro  de  la  misma  y  la  re- 
unión délos  doctores  de  todas  las  facultades 
forma  el  claustro  genera!,  convocado  y  presi- 
dido por  el  rector.  Los  catedráticos  son  nom- 
brados por  S.  M.,  generalmente  por  oposición 
y  previos  varios  requisitos  que  se  marcan  en 
los  reglamentos.  El  profesorado  constituye  una 
de  las  carreras  mas  distinguidas,  en  la  que  los 
catedráticos  ascienden  y  ganan  sueldo,  se- 
gún su  antigüedad  en*la  enseñanza  y  su  cate- 
goría en  la  carrera,  que  forma  tres  clases,  de 
entrada  de  ascenso  y  de  término.  Para  estos 
erectos  los  profesores  están  inscritos  en  un 
cuadro  general  formando  escala  y  ademas  los 
méritos  contraidos  por  los  catedráticos  en  la 
enseñanza  son  recompensados  con  plazas  cor- 
respondientes en  las-demas  carreras  del  Esta- 
do, perí)  el  cargo  de  catedrático  es  incompa- 
tible con  cualquiera  otro  destino  que  tenga 
sueldo  del  Estado  y  que  requiera  asistencia 
personal  que  perjudique  á  tas  obligaciones  de 
la  enseñanza:  también  es  incompatible  con  to- 
da profesión  que  desdiga  del  lustre  dé  tan  dis- 
tingnido  cuerpo  y  con  el  cargo  de  enseñanza 
en  establecimientos  privados.  Los  catedráticos 
propietarios  no  pueden  ser  removidos  sino  por 
justa  causa,  probada  en  espediente  guber- 
nativo. 

En  todas  las  universidades  bay  un  Consejo 
de  disciplina  compuesto  del  rector  presidente, 
de  los  decanos  de  las  facultades,  de  dos  cate- 
dráticos, un  juez  de  primera  instancia  y  dos 
padres  de  familia,  nombrados  anualmente  por 
el  gobernador  de  la  provincia.  Este  consejo 
se  reúne  cuando  lo  manda  el  gobierno  para 
algún  caso  especial,  ó  cuando  el  rector  le  so- 
mete algún  hecho  para  que  sobre  él  resuelva 
lo  que  haya  lugar  con  arreglo  á  las  penas  que 
permite  el  reglamento  de  estudios.  El  juicio 
es  verbal;  pero  el  secretario,  que  es  el  mis- 
mo de  la  universidad,  estiende  el  acta,  que 
firma  y  de  que  remite  copia  á  la  Dirección  ge- 
neral para  su  conocimiento  ó  aprobación  det 
gobierno. 

Los  diversos  títulos  del  profesorado  se  ob- 
tienen mediante  varios  ejercicios  entre  ellos 


663 


UN1VERS1DADES-UR\N0 1 


661 


los  de  oposición  y  aun  después  de  obtenidas 
cátedras  eii  propiedad  todavía  hay.  que  hacer 
oposición,  para  ascender  en  categoría,  porque 
i  hay  catedráticos  de  entrada  de  ascenso  y  de 
término,  siendo  tres  años  los  que  se  lian  de 
-  servir  en  cada  una  de  estas  clases,  antes'  de 
ascender  á  la  siguiente.  El  nombre  de  cate- 
drático po  se  da  precisamente  al  que  está  ha- 
bilitado para  la  enseñanza  de  una  ó  mas  asig- 
naturas en  su  respectiva  facultad,  sino  al  que 
desempeña  en  propiedad  alguna  cátedra,  las 
oposiciones  para  obtener  cátedras  y  pava  as- 
cender en  categoría  se  verifican  en  Madrid  y 
para  .ios  últimos  ascensos  se  necesita  el  grado 
de  doctor. 

Itay  una  junta  de  clasificación  compuesta 
de  varios  profesores,  presididos  por  un  vocal 
del  consejo  de  instrucción  pidilica  y  esta  es  la 
que  lleva  el  escalafón  general  del  personal  de 
la  enseñanza  y  la  que  clasifica  á  los  profeso- 
res segan  su  antigüedad  y  su  categoría,  eva- 
cuando ios  espedientes  que  sobre  oslo  se  sus- 
citan y  teniendo  siempre  á  la  vista  las  hojas 
de  servicios  y  relaciones  de  méritos  de  lodos 
los  empleados  de  real  nombramiento  que  hay 
cu  los  establecimientos  de  enseñanza. 

Los  grados  académicos  son  tres;  id  de  6íí- 
nhiller,  el  de  licenciado  y  de  doctor  y  para 
obtenerlos  se  necesita  babor  hecho  los.  estu- 
dios especiales  señalados  en  el  plan  vigente 
de  estudios,  ser  aprobado  en  exámenes  y  ejer- 
cicios y  pagar  los  derechos  establecidos.  Los 
ejercicios  para  el  grado  de  bachiller  en  filoso- 
fía pueden  hacerse  en  los  institutos;  pero  los 
grados  de  bachiller  y  licenciado  solo  se  con- 
fieren en  las  universidades  donde  exista  la  fa- 
cultad á  fjüe  corresponda  el  grado  qüe  se  reci- 
ba, y  el  grado  de  doctor,  sea  la  que  quiera  la 
facultad,  solóse  confiere  en  (a  universidad, 
central  de  .Madrid.  La  investidura  de  los  gra- 
dos siempre  se  coadere  solemnemente  por  el 
ministro,  por  los  rectores  de  las  universi- 
dades, o  por  el  decano  de  la  facultad  respec- 
tiva, cuando  el  grado  es  de  bachiller.  El  titulo 
de  doctor  se  espide  por  el  ministro,  el  de  li- 
cenciado, por  la. Dirección  de  instrucción  pú- 
blica y  el  de  bachiller  por  el  rector  de  la  uni- 
versidad. 

'  En  la  actualidad  se  espera  algún  cambio  y 
aun  mejoras  favorables  en  el  ramo  de  ense- 
ñanza pública,  y  organización  de  las  universi- 
dades, teniendo  ya  terminados  sus  trabajos  la 
comisión  nombrada  para  revisar  'ó  mas  bien 
formar  el  plan  de  esludios  con  arreglo  á  las 
necesidades  de  la  época,  trabajo  que  discuti- 
do ásu  tiempo  en  el  seno  de  la  representación 
nacional,  obtendrá,  es  de  esperar,  la  perfec- 
ción necesaria,  comunicando  á  los  ramos  del 
saber,  el  debido  impulso. 

UÑÓ.  [Historia  natural.)  toase  taudi- 

OttAUOS. 

URANIA.  [Historia  natural.)  Género  del 
orden  de  los  lepidópteros  creado  por  fabricius 
y  adoptado  por  Lalrellle,  que  lo  coloca  en  la 


fa  i  ii  ¡  Lia  délas  diurnas  y  en  la  tribu  de  las  hes- 
péridos; mientras  que  el  doctor  Boisdnval  16 
jione,  por  'el  contrario,  en  la  familia  de  las 
nocturnas,  tribu  de  las  uránidas.  Sus  caracteres 
son;  antenas,  primero  filiformes  y  que  se  adel- 
gazan haciéndose  setáceas  en  su  éstreuii'dad- 
palpos  inferiores  largos  y  delgados,  con  el  sel 
gimdo'arte.jo  muy  comprimido  y  el  último  mu- 
cho mas  delgado  y  casi  cilindrico, 

Conócense  cinco  ó  seis  especies  de  este 
grupo,  propias  e.u  génrál  de  la  isla  de  Mada- 
gascar.  De  entre  ellas  puede  señalarse  como 
tipo: 

La  urania  rifea  [urania  rhipheus  de  Ora- 
mer,  urania  prometheus  de  Bory  de  Saint- 
Vieent.)  El  macho  es  del  tamaño  del  macaón; 
!a  parte  superior  de  las  alas  es  negra  con  tina 
multitud  de  rayitas  trasversales  y  una  banda 
ancha  y  discoidea  de  un  verde  "dorado  muy 
brillante  en  las  alas  superiores;  en  las  inferio- 
.res  hay  una  banda  inedia  y  otra  terminal  del 
mismo  verde;  lo  de  encima  de  las  alas  supe- 
riores es  parecido  á  lo  de  debajo;  pero  lo  de 
debajo  en  ¡as  inferiores  es  do  un  verde  dora- 
do en  la  base  y  en  la  estremldad  con  motilas 
negras,  estando  atravesado  en  el  centro  por 
una  faja  ancha  de  un  rojo  dorado  con  cambian- 
te dorado  muy  brillante  salpicado  A  trechos  de 
algunas  manchas  negras.  La  hembra  es  la  ter- 
cera parte  mayor  que  el  macho,  y  en  ella  la 
mancha  ovalada  de  debajo  de  las  alas  inferio- 
res, es  mayor,  no  tan  purpurina  y  mas  dora- 
da. La  oruga  vive  sobre  los  mangas.  Al  salir 
del  huevo  es  casi  lisa  y  de  color  verdoso;  des- 
pués de  ta  primera  unida  se  vuelve  negra,  se 
cubre  de  espinas,  y  hace  salir  cuando  quiere 
dos  cuernos  rosados  y  retráctiles  colocados  en 
el  primer  anillo;  al  adquirir  todo  su  crecimien- 
to, es  aguzada,  y  ensanchada  late  ra  linéate  Ini- 
cia el  centro,  y  de  cerca  de  S  centímetros  de 
largo,  a  los  lados  tiene  un  festón  de  dientes 
de  lobo,  compuesto  de  muchas  fajas  irregula- 
res de  puntos  blancos,  verdes  y  amarillos;  Ins 
cuernos,  que  al  salir  son  de  un  rosa  bajo,  se 
vuelven  carmesí.  Cuando  va  ámetamorfosearse 
se  at¡)  por  la  cola  y  por  un  lazo  trasversal,  h 
crisálida  es  larga,  puntiaguda  y  poco  angulosa, 
de  coior  verde  y  con  las  fajas  trasversales  do- 
radas; la  estremidad  es  de  uri  verde  mas  subi- 
do y  sembrada  de  muchos  puntos  dorados.  El 
insecto  perfecto  sale  al  cabo  do  tres  semanas. 
Esta  especie  que  puede  considerarse  como  el 
Icpklúplero  mas  hermoso  que  se  conoce,  ha- 
bita eu  Madagas'ear,  también  sa  ha  cogido  cu 
Itorhon,  y  si  liemos  de  creer  á  Craiuer  se  tu- 
lla igualmente  en  la  costa  de  Coromandel. 

URANO.  [Química.)  En  1789  KÍaprolli  des- 
cubrió en  nn  mineral  llamado  pcchblende  uu 
cuerpo  desconocido  hasta  cútemeos ,  (pie  so 
consideró  como  simple  y  se  llamó  nrano. 
Mr.  Peligot  ha  demostrado  recientemente  qne 
esa  sustancia  no  ora  más  que  el  óxido  de  H" 
metal  que  arde  á  una  temperatura  poco  eleva- 
da y  puede  conservarse  por  baslarite  tiempo 


665 


ÜRANO-URTICEAS 


al  contacto  del  aire  sin  sufrir  alteración.  No 
tiene  aplicación  en  las  artes. 

UilAríOSCOPO,  {Historia  natural.)  Los  njos 
situados  en  la  parle  superior  de  la  cabeza  y 
dispuestos  de  modo  que  siempre  están  ni  i  ran-- 
iío  al  ciclo  forman  el  carácter  mas  saliente  de 
los  peces  á  que  desde  los  tiempos  mas  remó- 
los se  lia  dado  el  nombre  de  uninóscopos,  y 
[|iie  pertenecen  al  orden  de  los  acatitopleri- 
g|{jÜ  j  ála  familia  de  los  percoldns  con  ven- 
trales'yugulares,  muy  parecidos  á  los  vivos, 
de  los  que  sin  embargo,  so  diferencian  por  su 
raheza  gruesa  y  cúbica  y  porque  la  espira 
que  les  sirve  de  arma  se  encuentra  implanta- 
da en  el  hombro  y  nn  en  el  opérenlo,  .(demás 
tienen  dentro  de  la  boca  y  delante  de  la  lengua 
un  apéndice  carnoso  angosto  y  largo  suscep- 
tible de  salir  afuera,  y  del  que  se  valen  como 
ile  cebo  para  atraer  los  pececillos  deque  se 
¡ilimenlan.  J.a  especie  conocida  desde  la  mas 
remota  antigüedad  es  el  uranúsropo  vnlgar  ó 
¡«cito  marino  (uranoscopus  ¡¡caber  de  L.)  pro- 
pio riel  Mediterráneo  y  de  los  mares  de  Indias. 
Aristóteles  y  otros  antiguas  escritores  lo  cono- 
cieron y  describieron  la  magnitud  escesiva  de 
su  vejiga  de  la  hiél'. 

URNA.  [Arqueología.)  Los  romanos  usaban 
de  urnas  párá'  conservar  los  restos  mortales  de 
las  personas  queridas.  Hacíanlas  de  barro  co- 
cido, de  mármol,  póríiro,  de  plata  y  aun  de 
oíros  varios  metales,  y  de  formas  varias  mas 
ó  menos  elegantes.  Era  entre  ellos  costumbre 
quemar  los  cadáveres,  y  después  de  apagar. el 
fuego  de  ta  pira,  recoger  cuidadosamente  los 
huesos  y  las  cenizas  del  difunto,  los  cuales  se 
depositaban  en  la  urna.  Esta  se  encerraba  á 
veces  en  otra  caja  de  mayor  dimensiun  y  asi 
iba  al  lugar  destinado  para  sepultura. 

URO  ó  AUltOfi.  [Historia  natural.)  El  uro 
(fes  «rus  de  Gm.)  es  nn  rumiante  tubtiiicornio 
dé!  género  buey  que  se  encuentra  en  los  gran- 
des bosques  pantanosos  de  la  Lituania,  de  los 
Krapacs  y  del  Cáneaso. 

URODELOS.  [Historia  natural.)  familia  de 
reptiles  del  orden  de  los  batracios  y  que  tiene 
ñor  caraelércs  perder  las  branquias'  al  pasar 
al  estado  adiillo,  conservando  la  cola  y  adqui- 
riendo estremidades.  Comprende  varios  géne- 
ros, siendo  los  mas  notables  la  salamandra,  tri- 
tón, nicnopoma  y  anfiuma, 

UROGALLO.  {Historia  natural.)  Esta  ave 
llamada  también  gran  ¡jallo  silvestre  [tetras 
Wógaüiís)  pertenece  á  la  familia  de  las  galli- 
náceas verdaderas  y  al  género  tetras.  Se  en- 
cuentra en  nuestro  pais-,'lo  mismo  que  elwro- 
(jatio  pequeño  [tetrao  tetrix  de  L.)  que  es 
también  del  mismo  genero. 

UilSON.  {Historia  natural.)  Nombre  de 
una  especie  de  bistrido  ó  puerco  espin  que  ha 
tenido  á  ser  c¡  tipo  de!  sub-góncro  erethhon. 

URSULINAS.  (Historia  eclesiástica.)  Con 
este  nombre  son  designadas  unas  religiosas, 
ceja  instituto  tuvo  principio  en  1 537,  en 
«reseta,  ciudad  de  Lombardtá,  debiéndose  su 


institución,  solo  á  una  muger  piadosa  llamada 
Angela.  Al  principio  solo  eran  las  ursulinas 
una  congregarion  de  doncellas  y  viudas  coli- 
sa1; inflas  á  la  educación  cristiana  de  las  jóve- 
nes de  su  sexo;  pero  en  1544,  convencido  el 
pouliticc  Paulo  111  de  la  grande  utilidad  de  es- 
fe  instituto,  lo  aprobó,  dándole  el  titulo  de 
compaFtía  de  santa  Ursula,  de  donde  nació 
el  llamarse  las  mugeres  pertenecientes  á  él 
ursulinas. 

En  \liTi  convirtió  el  papa  Gregorio  XIII 
estas  congregaciones  en  órdenes  religiosas  á 
instancias  de  San  Carlos  Borromeo,  sujetándo- 
las á  la  regia  de  San  Agustín,  obligándolas  á 
guardar  clausura  y  ligando  á  las  religiosas  con 
un  cuarto  voto  que  es  el  de  ocuparse  en  la 
instrucción  gratuita  de  las  niñas. 

Antes  de  terminar  el  siglo  XVI  hubo  en 
Francia  comunidades  de  ursulinas.  La  prime- 
ra se  estableció  en  Ais,  en  1594,  con  autoriza- 
ción del  papa  Clemente  VIH.  En  1 GOS  fueron 
llamadas  á  París  dos  hermanas  de  dicha  -órden 
para  establecer  alli  una  casa,  que  en  efecto  se 
estableció'  en  1011,  siendo  la  fundadora  Mag- 
dalena Lluuillier,  señora  de  Sainte-Benve  y 
autorizando  la  fundación  en  1612  el  rey  y  ej 
papa  Paulo  V.  Be  esta  casa  nacieron  como  de 
un  tronco  común  todas  las'que  en  adelante  se 
fundaron  asi  en  dicho  j'eino  como  en  otras 
partes,  siendo  de  notar  que  tas  comunidades 
de  la  ursulinas  se  propagaron  con  no  poca 
rapidez  á  causa  sin  duda  de  lo  útiles  que  eran 
sus  tareas.  En  Francia  han  llegado  á  contarse 
hasta  cerca  de  trescientos  conventos  de  estas 
religiosas. 

Parece  que  cuando  Gregorio  XIII  dió  á  las 
ursulinas  el  carácter  de  órden  religiosa,,  bubo 
algunas  congregaciones  que  no  quisieron  va-  • 
riar  de  régimen,  y  que  algunas  se  establecie- 
ron en  Borgoña,  continuando  bajo  las  mismas 
reglas  que  al  principio.  Sobre  esto  no  deja  de 
haber  dudas;  pero  lo  que  se  tiene  por  cierto 
es  que  en  IG06  Ana  de  Saintogne  estableció 
algunas  casas  en  el  Franco-Condado,  donde 
dos  siglos  después  se  veian  las  ursulinas  ves- 
tidas como  las  viudas  del  tiempo  en  que  se 
fundaron  sus  piadosos  establecimientos. 

UISTIREAS.  (Botánica.)  Esta  familia,  muy 
abundante  en  especies,  es  una  de  las  que  en- 
cierran mas  vegetales  diferentes  en  aparien- 
cia, y  en  las  cuales  se  encadenan  los  géneros 
unos  con  otros  sin  formar  grupos  bien  dis- 
tintos. 

Por  lo  que  respecta  á  su  utilidad  en  medi- 
cina, en  las  artes,  ó  en  la  economía  domésti- 
ca: las  urliceas  ofrecen  vegetales  de  la  mayor 
importancia;  muchas  contienen  jugos  propios, 
lechosos,  irías  ó  menos  cáusticos,  como  las  hi- 
gueras, las  moreras,  el  árbol  del  pan.  wti  obs- 
lante,  los  frutos  de  muchas  de  estas  especies 
son,  como  todo  el  mundo  sabe,  sabrosos  y  bue- 
nos de  comer:  otros,  tal  como  el  lúpulo,  las 
ortigas,  las  parietarias,  son  ligeramente  nareó 
ticas,  propiedad  que  se  encuentra  mas  ehér 


667 

gica  en  . el  cáñamo.  La  corteza  íilandrosa  de  In 
cual  se  saca  en  este  (anlo  partido,  es.  común  á 
otras  muchas  especies:  los  pimenteros  son 
muy  nombrados  por  los  aceites  escesivamente 
aromatizados,  esparcidos  principalmente  en 
sus  frutos.  De  la  familia  délas  nrliceas  forman 
parte,  en  fin,  los  olmos,  los- almeces,  las  cc- 
cropias,  y  otros  muchos  vegetales  notables. 

Arboles  ó  arbustos,.  ó  bien  yerbas  anuales 
ó  bisanuales,  ó'  vivaces. 

Rojas  alternadas  (rara  vez  opuestas  o  verfi- 
ciladas),  simples,  ya  enteras.,  ya  mas  ó  menos 
dentadas  ó  recortadas,  provistas  (le  dos  esti- 
pules peciolares. 

Flores  monoicas  ó  dioicas,  ó  alguna  vez 
hermafroditas  ó  polígamas,  generalmente  in- 
completas y  poco  aparentes,  dispuestas  en  es- 
pigas ó  espiguillas,  ó  en  panículas,  ó  en  pe- 
queñas cabezas ,  solitarias  rara  vez. 

Perianto  simple  (nulo  i  veces),  adliercnle 
o  inadherentc,  y  esto  es  lo  mas  común;  per- 
sistente, dos  ó  cinco  sépalos  idiadelfos  ó  si- 
nadelfos. 

Esiambres  interposilivos  ó  rara  vez  oposi- 
tivos,  en  número  de  cuatro  á  cinco,  y  algunas 
veces  tres,  dos,  ó  uno,  insertos  hacia  la  base 
del  perianto  j  ó  á  falta  de  este,  sobre  escamas 
dispuestas  en  forma  de' engarce ,  filetes  que 
luego  se  doblan,  volviéndose  con  elasticidad 
hacia  fuera- (rara  vez  cortos  y  derechos),  ante- 
ras redondas,  por  escepcion  lineares,  que  se 
abren  por  dos  hendiduras  laterales.  • 

Pistilo:  ovario  inadherente  ,  y  alguna  vez 
adherenle,  unilocular,  noiovulado,  óvulo  col- 
gante, ascendente  ó  descendente,  estilo  corto 
ó  nulo,  señalado  ordinariamente  por  dos  par- 
tes, algunas  veces  sin  dividir,  otras  partido 
en  imichas,  y  generalmente  belludo. 

Pericarpio:  cápsulas  crustáceas  ó  drupá- 
ceas, monospermas,  envueltas  alguna  vez  en 
periantos  carnosos  o  hundidos  en  uncliuatito 
carnoso. 

Semilla campulitropa  ó  anatropa;  perispei- 
ma  casi  siempre  delgada;  embrión  dicotiledó- 
neo (rectilíneo  ó  curvilíneo). 

Mr.  G-audichaud,  que  ha  puhlicado  un  tra- 
bajo muy  detenido  sobre  las  urticeas,  estable- 
ce en  esta  familia  las  divisiones  siguientes: 

1.  a.  Urticeas  verdaderas  de  óvulos  levanta- 
dos primitivamente,-  Ojos  por  sus  dos  estremí- 
dades. 

Embrión  encorvado;  esta  sección  compren- 
de las  elastotemeas,  las  urereas,  las  boeme- 
rias¡  las  parietarias,  las  forskaleas  y  las  ce- 
cropeas. 

2.  a  Urticeas  de  óvulos  superiores  ó  latera- 
les suspendidos;  embrión  caldo  y  corvo.  Esta 
sección  encierra  las  celtideas,  las  caunabineas, 
las  brusoneliadas,  las  moreas,  las  fleceas,  y 
las  dorstenias.  Las  celtideas  ó  ulmáceas  fueron 
colocadas  por  el  célebre  autor  del  Genera 
Plantarum,  en  las  amentáceas;  hoy  se  las 
considera  como  una  familia  particular. 

3.1  Urticeas  de  óvulos  laterales,  levanta- 


dos y  cariables.  Embrión  inclinado  ó  echada 
y  carnoso;  cotiledones  muy  gruesos  6  i rrcm. 
lares.  El  autor  comprende  en  esta  seccionas 
purúmeas  y  las  artocarpeadas. 

4.  »  Urticeas  de  óvulos  colgantes;  embrión 
muy  pequeño,  vuelto,  levantado,  colócalo  en 
el  vértice  de  la  simiente  en  un  pcrjsperira car- 
noso. Esta  sección  abraza  solo  las  cspe«s 
misandra  y  gunneva. 

5.  a  Urticeas  de  óvulos  colgantes;  embrión 
situado  en  el  vértice  esterior  de  un  perispnr- 
ma  carnoso,  mas  ó  menos  undido  en  su  subs- 
tancia. Este  grupo  está  formado  por  los  ni- 
meníeros  ó  piperáceas,  que  Mr.  de  Jussien  v 
la  mayor  parte  de  los  botánicos,  consideran 
como  una  familia  distinta. 

La  mayor  parte  de  las  urticeas,  crecen,  en 
la  zona  equatorial.  El  uúmero  de  especies  dis- 
minuye rápidamente  á  medida  que  se  alejan 
de  los  trópicos  y  se  aproximan  á  los  pote. 

Xa  higuera  común,  los  almeces,  las  more- 
ras y' los  olmos,  son  los  árboles  que  represen- 
tan la  familia,  en  la  zona  templada  del  hemis- 
ferio septentrional;  las  comarcas  boreales  no 
ofrecen  mas  que  algunas  especies  herbáceas, 

En  Europa  se  cultivan  seis  ó  siete  especies 
de  moreras,  sin  embargo,  la  morera  blanca 
(moras  alba,  Lin.)  y  la  morera  negra  (moras 
nigra,  Lin.)  son  mucho  mas  generales  que  las 
otras.  La  primera,  llamada  asi,  á  causa  del 
color  de  sus  frutos,  es  oriunda  de  China,  don- 
de ya  desde  tiempos  muy  remotos  se  cultiva- 
ba para  la  manutención  de  los  gusanos  de  se- 
da. El  árbol  y  el  insecto  pasaron  de  Cliinai 
la  India  y  de  alli  á  l'crsia.  Procepio  dice,  (pie 
siendo  emperador  Justiniano,  fueron  traspor- 
tados por  dos  monges  de  Sera  á  Constantino- 
ola;  desde  donde  se  propagaron  en  Sicilia  ¡'en 
Italia.  Carlos  VIH  hizo  trasportarla  morera  "de 
Ñapóles  d  Francia  en  1494.  Enrique  IV,  si- 
guiendo los  consejos  del  célebre  OUveiio  de 
Seríes,  estableció  los  plantíos  de  las  moreras- 
é  hizo  todos  sus  esfuerzos  para  propagar  en 
el  suelo  de  Francia  esto  precioso  árbol.  La  mo- 
rera negra,  que  parece  igualmente  oriunda  <k 
Asia ,  era  conocida  de  los  antiguos.  Con  sus 
frutos,  que  como  es  sabido,  tienen  un  sabor 
dulce  muy  agradable,  se  prepara  rl  jarabe  de 
mora,  remedio  calmante  y  ligeromente  pur- 
gante. 

La  morera  de  fruto  encarnado  (tmm'hs ru- 
bra, Lin.),  oriunda  de  los  Estados  Unidos  ¡le 
América,  es  muy  rústica,  y  merece  se  uiulti- 
plique,  ya  por  la  hermosura  de  su  hoja,  ya 
por  el  buen  sabor  de  sus  frutos.  La  morera  de 
papel  (morus  jmpyrifera,  L'IIer.),  árbol  bas- 
tante común  en  muchos  plantíos  de  recreo; 
crece  espontáneamente  en  el  Japón,  en  China, 
y  en  las, islas  del  mar  del  Sur.  Los  habitantes 
de  estas,"  fabrican  con  su  corteza  una  clase  de 
tela  no  tejida,  que  los  sirve  de  vestidos.  El  pa- 
pel de  China  se  fabrica  en  este  país  y  en  el 
Japón  con  esta  misma  corteza,  por  lo  demás. 
■  parece  que  la  corteza  de  todas  especies  desic* 


URTICEAS 


ÜRTiCEAS 


670 


te  moreras  pueden  emplearse  para  estos  usos. 
Hr.  Desfontaincs  lia  reconocido  que  los  gusa- 
nos de  seda  comían  Jas  hojas  de  brusonetia 
aun  cuando  estuviesen  mezcladas  con  las  de 
morera  blanca.  La  mora  tintórea,  Lin.,  ó  bru- 
sonetia tintórea,  Kunth,  indígena  en  Méjco  y 
en  la  América  Meridional,  abastece  de  madera 
amarilla  al  comercio.  EÍ  manzano  de  los  Osa- 
as  {madura  auranüaca,  Iluital)  que  crece 
en  Lnls'iana ,  é.  Sur  del  rio  Arkanza  ,  parece 
otra  especie  de  brusonetia,  y  autores  hay  tam- 
bién pe  opinan  que' no  es  otra  cosa  que  la 
brusonetia  tintórea.  Este  árbol,  de  hermoso 
porte,  empieza»  generalizarse  en  los  jardines 
ile  Europa;  pero  en  ellos  no  ha  florecido  aun. 
En  algunos  puntos  de  los  Estados  Unidos  ali- 
mentan con  sus  hojas  á  los  gusanos  de  seda, 
su  madera  proporciona  un  tinte  amarillo.  Los 
osages  fabrican  sus  arcos  con  sus  ramas,  los 
diales  están  dotados  de  una  grande  elasticidad; 
el  fruto  es  de  color  de  naranja  y  se  asemeja 
i  una  manzana. 

'  El  árbol  del  pan  (artocarpus  iucisa,  Lineo), 
crece  en  la  India,  y  en  el  archipiélago  de  la 
Sonda,  asi  como  en  las  islas  del  mar  del  Sur, 
de  donde  lian  sido  trasportadas  á  las  islas  de 
Vrancia  y  de  Borbou,  y  á  los  establecimientos 
coloniales  de  la  América  Ecuatorial  Llega  has- 
ta cuarenta  ó  cincuenta  pies  de  elevación,  y 
sus  ramas  forman  una  ancha  copa,_  redonda, 
sus  hojas  adquieren  unas  diez  y  ocho  pulgadas 
de  largo  y  ocho  ó  diez  de  ancho.  Su  fruto  es 
redondo,  del  volumen  de  la  cabeza  de  un  hom- 
bre, verdoso  y  áspero  en  la  superficie.  Este 
(rulo  contiene  debajo  de  una  piel  espesa,  una 
carne  blanca  y  farinácea,  con  la  cual  se  man- 
tienen la  mayor  parte  del  año  los  habitan- 
Ies  de  la  Polinesia ,  cortándolo  en  tajadas 
que  hacen  asar  sobre  las  ascuas,  y  otras 
voces  los  cuecen  enteros  en  un  horno.  Este 
alimento  se  asemeja  al  pan  candeal,  con  una 
ligera  mezcla  de  sabor  á  alcachofa.  Con  ella 
preparan  también  los  habitanles  de  la  Poline- 
sia, unn  especie  de  pasta  fermentada  y  acida 
qiíé  conservan,  y  de  la  cual  hacen  una  espe- 
cie de  pan,  en  la  época  en  que  el  árbol  eslá 
despojado  de  frutos  Cuando  está  en  completa 
madurez,  la  carne  arjnosa  de  esle  fruto  se 
vuelve  una  especie  de  jelattna  amarillenta  y 
do  un  sabor  agradable  y  dulce;  pero  en  seme- 
jante estado  es  purgante  y  se  corrompe  con 
facilidad,  las  simientes  de  este  árbol  tienen 
el  tamaño  y  el  sabor  de  las  castañas.  De  ellas 
se  hace  un  gran  uso  alimenticio  en  las  ludias, 
y  en  las  Molocasi  La  mayor  parle  ele  las  va- 
riedades cultivadas  no  producen  simiente.  El 
líber  sirve  como  el  de  la  broussonelia  para  la 
lubricación  de  telas. 

La  higuera  común  (A cus  carica)  os  oriunda 
de  Oriente.  Es  la  única  especie  del  género  que 
crece  á  alguna  distancia  al  Norte  del  trópico, 
en  el  hemisferio  septentrional,  si  bien  existe 
un  número  prodigioso  en  la  zona  equatorial. 

lores,  monoicas  y  muy  pequeñas,  están 


encerradas  en  fundas  ó  receptáculos  ■  pirifor- 
mes, los  cuales  en  madurando,  se  vuelven  car- 
nosos y  forman  el  fruto  conocido,  con  el  nom- 
bre de  higo.  La  caprilíeaciou  práctica  conoci- 
da desde  los  tiempos  mas  antiguos  y  emplea- 
da para  obtener  cosechas  mas  abundantes  de 
frutos,  consiste  en  colgar  sobre  las  higueras 
cultivadas  los  higos  silvestres,  que 'encierran 
¡useclillos  del  género  cinips.  Estos  insectos 
una  vez  qu'ihan  echado  alas,  salen  de  los  hi- 
gos silvestres  y  penetran  en  los  domésticos, 
para  poner  sus  huevos,  apresurando  el  desar- 
rollo y  la  madurez,  casi  de  la  misma  manera 
que  los  gusanos  depositados  en  las  peras,  las 
manzanas  y  otros  frutos.  También  se  adelan- 
ta la  madurez  de  los  higos  con  picadoras  arti- 
liciales,  con  ligeras  incisiones,  ó  retorciéndo- 
les un  poco  el  pezón,  ya  en  fin,  echándoles 
una  gota  de  aceite.  El  zumo  lechoso  propiamen- 
te dicho  de  la  higuera  es  corrosivo;  lo  em- 
plean para  destruir  lasberrngas  de  la  piel.  En 
muchas  higueras  exóticas,  este  jugo  es  un  ve- 
neno aere  de  los  mas  peligrosos. 

Nadie  ignora  los  dolorosos  erectos  produ- 
cidos por  la  picadura  de  nuestras  ortigas  (urti- 
ca  urcus,.  et  urtica  dioica,  Lin.)  Casi  todas  las 
especies  de  este  género,  poseen  la  misma  pro- 
piedad, la  cual  llega  á  ser  algunas  veces  muy 
temible  en  las  especies  de  los  países  cálidos, 
y  puede  ocasionarlos  mas  graves  accidentes. 
Este  fenómenos  depende  de  un  (luido  cáustico, 
que  sobre  la  piel  depositan  los  pelos  huecos 
de  las  ortigas.  La  picadura  de  las  ortigas  ya  se- 
cas, es  enteramente  inocente. 

La  luclicea  mas  deletérea  y  aun  quizá  el 
vegetal  mas  venenoso  que  se  conoce,'  es  la 
antiar"  (antiaris  toxicaría,  Lechenault),  árbol 
indígena  de  Java,  En  esta  isla  preparan  con 
algunos  ingredientes  et  famoso  veneno  titula- 
do upas  antiar.  Los  naturales  de  Java  enve- 
nenan con  él  sus  flechas  y  cuenta  llumfio,  que 
la  menor  herida  producida  por  estas  flechas  se 
hace  mortal  al  cabo  de  algunos  instantes. 

El  lúpulo  (bumulns  lúpulos,  Lin.),  crece 
espontáneamente  casi  en  toda  Europa.  La  plan- 
la  fresca  exhala  un  olor  muy  fuerte;  sn  sabor 
amargo  se  encuentra  mas  pronunciado  en  las 
escamas  del  fruto,  que  son  nn  ingrediente  in- 
dispensable en  la  fabricación  de  la  cerveza. 
Coji  este  objeto  se  cultiva  en  gran  escala  en 
el íío'rte  de  Francia,  en  Alemania,  etc.  La  de- 
cocción del  lúpulo  es  una  medicina  tónica  bas- 
tante usual.  Los  nuevos  retoños  se  comen  en. 
muchos  paises  como  si  fueran  espárragos. . 

El  cáñamo  (eannabís  sativa,  Lin.),  tiene 
por  patria  el  Asia  Templada  y  la  Siberia.  Sn 
olores  nauseabundo,  be  asegura  que,  quedán- 
dose durante  algún  tiempo  éspuesto  álas  ema- 
naciones de  un  plantio  de  cáñamo,  en  un  país 
meridional,  se  esperimentan  vértigos  y  dolo- 
res de  cabeza.  Los  orientales  y  los  habitantes 
de  Siberia^ preparan  con  el  cáñamo  una  bebi- 
da que  obra  poco  á  poco  de  ta  misma  manera 
que  el  opio.  Muchos  pueblos  del  Asia  tienen. 


ÜRTÍCEAS^-ÜSUCAPION 


también  la  costumbre  tic  fumar  las  liojas  del 
cáñamo  para  procurarse  un  estado  do  embria- 
guez. La  simiente  del  cáñamo  (llamada  vulgar- 
mente cañamón),  es  aceitosa  y  sirve  para  ha- 
cer emúlciones  emolientes. 

La  parietaria  (parietaria  ofGeinalis,  Lineo), 
planta  herbácea,  comun  en  los  escombros  y  d 
lo  largo  de  las  paredes,  posee  vi-rtudes  diuré- 
ticas y  refrigerantes  muy  marcadas;  estas  pro- 
piedades son  debidas  al  nitrato  de  potasa,  que 
esla  planta  contieno  en  gran  cantidad. 

Del  almez  (ccltisl,  y  del  olmo  (nlmusl,  no1 
creemos  necesario  entrar  aquí  en  pormenores. 
El  líber  de  los  olmos  tm  sido  encomiado 
como. un  especifico  contra  las  enfermedades 
escrofulosas  de  la  piel,  pero  el  hecho  no  pa- 
rece estar  bien  demostrado. 

La  dorstenia  coulrayerba  es  notable  por  la 
disposición  de  sus  llores,  hundidas  en  un  re- 
ceptáculo plano  alveolado.  Esta  especie  y  oirás 
muchas  sin  duda  del  mismo  género,  son  las 
que  producen  la  raíz  de  contrayerha,  medica- 
mento aromático,  pero  poco  usado  ezi  unes- 
tros  dias,  al  cual  se  atribuye  la  virtud  de  cu- 
rar las  picaduras  de  los  reptiles  venenosos. 
Las  dorslenias  crecen  en  la  América  ecua- 
torial, 

BRÜBÚ.  {Historia  natural.)  Especie  de  ra- 
paz diurna  de  la  tribu  de  los  vulturines  y  del 
género  perenóptero,  que  habita  en  las  parles 
calientes  y  templadas  de  la  América,  y  es  el 
vutlur  jola  de  los  naturalistas. 

L'SO.  [Literatura.)  Uecia  Horacio  en  ^Epís- 
tola ad  Pisones  que  el  tiempo  produce  mudan- 
zas en  el  lenguaje  lo  mismo  que  en  las  demás 
cosas,  y  el  considerar  que  algunas  palabras 
antiguas,  eran  desechadas,  admitiéndose  oirás 
nuevas,  le  sirvió  de  motivo  para  compararlas 
con  las  hojas  de  los  árboles. 

ül  silvaes  folüs  prona  nautantur  ín  annos, 
Prima  cadunt:  ita  verborum  vetus  Ínterin  aela, 
Et  juvenum  ritu  lloren!  modo  nata  vigenlqoe. 

Y  mas  adelante  anadia. 

Multa  renascentur  quao  jan  ceeidere,  cadenlque, 
Quaenunc  suntiuhonore  vocabula,  si  voletusus 
Quen  pene  arbitrium  est,  etjus  et  norma  lo- 

quendi. 

Según  las  palabras  de  esle  eminente  pre- 
ceptista, el  uso  es  la  norma  del  lenguaje,  su 
arbitro  y  su  legislador,  y  no  cabe  duda  que  él 
ha  sancionado  las  numerosas  variaciones  con 
que  las  lenguas,  pobres  y  rudas  en  un  prin- 
cipio, han  venido  á  ser  después  ricas,  suaves, 
llenas  demagestadyde  armonía;  pero  también 
es  verdad  que  el  uso  ha  contribuido  mas  de 
una  vez  á  la  corrupción  y  "decadencia  del  len- 
guaje, de  lo  óual  pudieran  citarse  numerosos 
ejemplos.  Esla  observación  nos  lleva  como  de 
la  mano  á  comprender  que  no  siempre  deberá 
respetarse  el  uso,  que  alguna  vez  será  licito 


672 


contrariarlo  y  que  será  en  osíremo  pernicioso 
para  las  letras  dar  un  sentido  absoluto  i  ¿ 
palabras  del  preceptista  romano.  - 

El  uso' guiado  por  la  ¡iiosofiay  por  el  buen 
gusto,  indudablemente  no  producirá  cu  el  leu. 
guaje  variación  alguna  que  le  empobrezca,  ti 
que  le  prive  de  su  claridad  y  precisión,  ni  nue 
le  despoje  de  la  suavidad  ó  de  la  armonía;  pero 
cuando  tiene  por  guia  el  nial  gusto  y  la '¡ino- 
rancia, rara  vez  deja  de  producir  electos  lamen, 
tables.  Hernando  de  Herrera  escribía  en  sis 
Comentarios  al  poeta  Garcilaso  lo  siguiente' 
«Por  nuestra  ignorancia  habernos  esbecuaíló' 
los  términos  estend'klós  de  nuestra  lengua;  k 
suerte  que  ninguna  es  mas  corta  y  nienestéro. 
sa  que  ella,  sieudo  la  mas  abundante  y  riede 
las  que  viven  ahora.  Porque  la  rudeza  y  poco 
entendimiento  de  muchos  la  han  reducido  i 
esl rema  pobreza,  cscusando  por  delicado  mis- 
to,, siendo  muy  agenas  del  buen'  conocimiento 
las  dicciones  puras  propias  y  elegantes,  los 
italianos,  hombres  de  juicio  y  ernáicion,  y 
amigos  de  ilustrar  sus  lenguas,  ningún  voca- 
blo dejan  de  admitir  sino  los  turpes  y  rústi- 
cos; mas  nosotros  olvidamos  los  nuestros,  na- 
cidos  en  la  ciudad,  en  la  corte,  en  las  caíjsde 
los  hombres  sainos,  por  parecer  solamente  re- 
ligiosos en  el  lenguaje;  y  padecemna  pobreza 
cu  lauta  riqueza  y  en  lanía  abundancia.» 

El  uso  deberá  estimarse  como  ¡ireceplu  ce 
materia  de  lenguaje,  cuando  con  ¡ge  ó  perfec- 
ciona, ó  cuando  establece  lo  que  está  fondado 
en  razón  y  es  conforme  ú  las  leyes  de  la  be- 
lleza y  la  armonía.  El  uso  licne  tanlo  me- 
nos que  alterar  ó  modificar  cu  una  lengaa,i 
cuanto  mas  cultivada  lia  sido  esta  por  hombres 
de  escelenle  ingenio  que  han  cuidado  de  pu- 
lirla y  enriquecerla.  El  uso  tiene  mas  anclio 
pompó  para  inlroducir  innovaciones,  cuando  si 
objelo  es  una  lengua  que  se  aprende  sin  arle. 
La  gramática,  fijando  las  leyes  del  lenguaje, 
precave  muchas  alteraciones. 

USUCAPIOS.  (Legislación.)  Es  lo  mismo  q« 
pnEscniecioN'  (véase  esta  pálajitáj /.'aunque í» 
los  antiguos  tiempos  de  Piorna  luiuo  diferencia 
eutre  uno  y  otro  derecho. 

En  efecto,  entre  los  romanos  se  llamón»- 
capion  a  la  adquisición  de  la  propiedad  de  al- 
guna cosa  verilicada  por  ta  posesión  conti- 
nuada durante  algún  liempo.  Esla  palabra  i 
traducción  de  la  latina  usucapen,  tomar  era 
el  uso,  ó  lo  que  es  igual,  adquirir  por  medí' 
de  la  posesión.  Esla  era  en  un  principio  en 
Horda  el  sistema  genera!  de  prescripción,  pac*' 
la  que  asi  se  llamaba  propiamente,  no  era 
mas  sino  un  medio  .por  el  cual  él  que  toü. 
poscido  dc  buena  le  una  cosa  raiz  diifantelíc 
go  tiempo  repelía  al  dueño  que  Ja  reclauiábi 
cu  virtud  de  esta  posesión. 

Las  diferencias  entre  una  y  otra  do  eslss 
I  instituciones  consistían:  -  f."  en  el  origen df 
que  procedían,  pues  la  usucapión  traía  su  mi- 
j  gen  de  la  ley  de  las  boce  Tablas,,  y  ja  Pr& 
cripcion  fué  introducida  por  los  empci» 


fi73  USUCAPION- 

dores  en  sus  constituciones:  2."  en  que  la  usu- 
capión se  verificaba  por  el  trascurso  de  un 
año  respecto  á  las  cosas  muebles  donde  quie- 
ra que  estuviesen  situadas,  y  dos  respecto  á 
las  raices  sitas  en  Italia;  mientras  que  la  pres- 
cripción solo  tenia  lugar  en  las  provincias, 
con  la  posesión  de  diez  años  entre  presentes 
y  veinte  entre  ausentes:  3."  en  que  la  usuca- 
pión traia  consigo  la  propiedad,  y  la  prescrip- 
ción solo  daba  escepcion  contra  la  reivindi- 
cación. 

Estas  diferencias  quedaron  abolidas  en 
tiempo  del  emperador  Justiniano. 

USUFRUCTO.  [Legislación.)  Asi  se  llama  el 
derecho  de  usar  y  disfrutar  de  las  cosas  nge- 
nas,  (iejando  ilesa  su  sustancia.  La  propiedad 
dice  muy  bien  un  jurisconsulto  moderno,  se 
compone  del  derecho  de  gozar  y  de  disponer 
delacosa.  Separados  estos  derechos,  el  de  gro- 
arse llama  usufructo,  y  el  de  disponer  nu- 
da o  simple  propiedad.  Añadiremos  que  no 
en  vano  se  reúnen  en  la  definición  las  dos  pa- 
labras usar  y  gozar,  porque  -  el  uso  se  cir- 
cunscribe i  lo  necesario;  y  el  goce  se  estien- 
de á  toda  especie  de  utilidad  y  comodidad  que 
proporciona  la  cosa  usufructuada. 

£1  usufructo  es  un  derecho  con  respecto 
al  usufructuarlo,  porque  goza  de  una  cosa  age- 
na  y  una  servidumbre  con  respecto  al  propic- 
iarlo, porque  se  priva  de  gozar  de  una  cosa 
que  es  suya. 

Hechas  estas  indicaciones  generales,  va- 
mos á  esponer  brevemente  en  este  artí- 
culo. 

1.  °  Las  diferentes  clases  de  usufructo. 

2.  "   La  manera  como  se  constituye. 

3.  "   Los  derechos  y  obligaciones  del  usu- 
fructuario y  del  propietario. 

Y  4."   Las  causas  por  las  cuales  se  esliu- 
gue  el  usufructo. 

I.  l'or  el  modo  de  constituirse  este  derecho 
se  le  divide  en  legal  y  convencional.  El  prime- 
ro es  el  que  se  halla  establecido  por  la  misma 
ley,  como  el  del  padre  en  los  bienes  adventi- 
cios del  hijo  que  está  bajo  su  potestad  ,  y  el 
del  cónyuge  viudo  en  los  bienes  que  hubo  del 
ilifmilo,  y  debe  reservar  para  sus  hijos,  si 
conlrac  segundas  nupcias.  El  segundo,  llama- 
do laminen  voluntario  es  ei  que  se  adquiere 
del  dueño  de  la  cosa  por  contrato,  testamento 
ú  voluntad  tácita  que-se  colige  de  la  prescrip- 
ción ordinaria. 

II.  El  usufructo  puede  constituirse  pura- 
mente acierto  día  v  bajo  condición;  lo  primero 
si  empieza  desde  luego  y  acaba  á  la  muerte  del 
usufructuario  ;  lo  segundo  cuando  se  conslitu- 
yc  desde  tal  dia  ó  hasta  tal  dia;  lo  tercero  de 
ilus  maneras  ó  bajo  condición  suspensiva, 
cuaiído  ha  de  empezar  al  cumplimiento  de  la 
condición,  como  si  se  da  á  uno  el  usufructo  de 
una  (inca  para  el  dia  que  se  case,  óbajo  condi- 
ción resolutoria,  cuando  aunque  empiece  des- 
de luego,  concluye  al  verificarse  la  condición, ; 
como  si  se  da  el  usufructo  de  la  misma  Anca ' 

'¿212    lllULIOTECA  P0PULA1I. 


•  USUFRUCTO  -  C7i 

mientras  permanezca  soltero  el  que  lo  conce- 
de ó  hasta  el  dia  que  se  case. 

Puede  constituirse  el  usufructo  en  toda  cla- 
se de  bienes  sean  raices,  semovientes  ó  mue- 
bles que  no  se  consumen,  aunque  se  deterio- 
ren con  el  uso,  como  utensilios  de  casa  ó  al- 
hajas. El  que  se  constituye  en  los  fnngibles, 
como  dinero,  vino  ó  trigo,  no  puede  llamarse 
propiamente  usufructo,  pues  no  queda  coa  el 
uso  salva  la  sustancia,  sino  un  cuasi  usufruc- 
to, quedando  asegurada  jurídicamente  la  sus- 
tancia de  la  cosa  por  la  obligación  de  restituir 
olro  tanto  del  mismo  género. 

111.  Examinemos  ahora  los  derechos  y.  obli- 
gaciones, asi  del  usufructuario  como  del  dueño 
de  la  Qnca  usufructuada. 

El  usufructuario  tiene  el  derecho  de  perci- 
bir toda  especie  de  frutos  que  produzca  la  co- 
sa fructuaria,  ya  sean  naturales  como  los  pro- 
ducidos espontáneamente  por  la  tierra  ó  los  ani- 
males, ya  industriales,  ó  que  se  obtienen  por 
medio  del  cultivo,  ya  civiles  ó  sean  las  rentas 
anuales  que  no  provienen  de  la  cosa  misma  si- 
no con  ocasión  de  ella  en  virtud  de  una  con- 
vención, como  los  alquileres,  réditos  ó  intere- 
ses. Los  frutos  naturales  é  industriales  pendien- 
tes al- empezar  el  usufructo,  pertenecen  al 
usufructuario,  y  los  que  se  hallan  en  el  mismo 
estado  cuando  él  usufructo  acaba,  pertenecen 
al  propietario,  con  deducción  de  gastos  ó  sin 
ella  en  ambos  casos,  á  fin  de  que  haya  igual- 
dad entre  el  usufructuario  y  el  propietario.  Los 
frutos  civiles  pertenecen  al  usufructuario  en  pro- 
porción de  la  duración  del  usufructo,  y  se  di- 
viden á  prorata  del  tiempo  entre  el  daeno  y  el 
•usufructuario  ó  sus  herederos.^ 

Esta  diferencia  eonsiste  en  que  los  frutos 
asi  naturales  como  industríales  no  se  adquie- 
ren dia  por  dia,  sino  al  tiempo  de  la  cosecha 
en  cierta  estación  del  año  ,  mientras  que  los 
civiles  se  suponen  adquiridos  dia  por  dia.  Pe- 
ro la  regla  de  los  frotosciviles  no  se  aplica  á 
las  rentas  de  las  heredades,  las  cuales  signen 
la  regla  de  los  frutos  naturales  ó  industriales 
porque  representan  sus  frutos;  y  por  tanto  si 
el  usufructuario  muere,  pertenecen  las  rentas 
á  sus  herederos  aunque  no  esté  cumplido  el 
plazo  de  su  solución  cuando  los  colonos  ó  ar- 
rendadores han  cogido  frutos  en  nombre  del 
usufructuario  á  quien  correspondían;  si  los  fru- 
tos estuviesen  pendientes,  tocan  tas  rentas  al 
propietario  aunque  aquellos  se  hallasen  ya 
maduros  y  en  estado  de  cogerse,  y  en  el  caso 
en  que  parte  de  los  frutos  estén  pendientes  y 
parte, cogidos,  pertenecen,  aquellos  al  propie- 
tario y  estos  al  usufructuario  siguiendo  Iamis- 
ma  regla. 

Aqui  Se  suscita  una  nueva  cuestión.  Unos 
quieren  que  para  que  se  entiendan  cogidos  los 
frutos  han  de  estar  ya  almacenados  ,  pero  la 
opinión  mas  común  sostiene  qnc  basta  para 
este  efecto  que  se  hayan  separado  del  suelo  ó 
de  los  árboles,  aunque  todavía  se  hallen  en  el 
mismo  campo,  si  bien  es  preciso  advertir  que 
T.    XXXIII.  43 


675 


USUFRUCTO 


fi76 


los  frutos  que  se  caen  espontánea  ó  acciden- 
talmente como  la  aceituna,  no  so  consideran 
cogidos  mientras  subsisten  al  pie  de  los  árbo- 
les, sin  que  se  empiece  la  cosecba. 

Cuando  el  usufructo  comprendo  cosas  fun- 
gióles, gobio  dinero,  granos  ó  vinos,  puede  el 
usufructuario  servirse  de  ellas  con  la  obliga- 
ción de  volver  al  lin  del  usufructo  su  estima- 
ción sise  apreciaron,  ú  otras  iguales  en  cali- 
dad y  cantidad  si  no  se  hubiesen  apreciado.  Si 
el  usufructo  comprende  cosas  que  se  deterio- 
ran poco  á  poco  con  el  uso ,  como  ropas  ó 
muebles  de  casa,  tiene  derecho  á  emplearlas 
en  el  uso  á  que  están  destinadas  restrtuyéndo- 
las  al  fln  del  usufructo  en  el  estado  en  que  se 
encuentren,  y  salvo  un  desperfecto  culpable, 
que  debe  ser  indemnizado. 

los  árboles  frutales  que  se  secan  ó  son  ar- 
rancados por  los  vientos  ú  otro  accidente  cor- 
responden al  usufructuario  como  indemuiza- 
ciou  de  la  pérdida  de  frutos  que  csperimenla, 
pero  debe  plantar  otros  en  su  lugar. 

El  usufructuario  puede  asimismo  dar  en  ar- 
riendo 6  vender,  el  ejercicio  de  su  derecho, 
pero  no  el  derecho  mismo,  pues  entonces  pa- 
sada al  propietario. 

Son  asimismo  suyos  los  productos  del  au- 
mento causado  por  aluvión  á  la  cosa  en  que 
tiene  el  usufructo  y  los  derechos  de  servidum- 
bre, caza,  pesca,  minas  y  canteras  que  están 
en  explotación  al  tiempo  de  empezar  el  usu- 
fructo, pero  no  de  las  que  todavía  no  estuvie- 
sen abiertas,  ni  del  tesoro  que  se  encontrare 
en  el  predio,  aunque  si  el  mismo  encontrase  el 
tesoro,  tendria  derecho  á  la  mitad  por  el  ha- 
llazgo. 

Hemos  espuesto  los  derechos  del  usufruc- 
tuario, veamos  ahora  sus  obligaciones.  El  usu- 
fructuario, antes  de  entrar  en  posesión  ,  debe 
hacer  inventario  de  tddos  ios  bienes  muebles  é 
inmuebles  sujetos  al  usufructo  con  interven- 
ción del  propietario,  debe  dar  fianza  ó  segu- 
ridad de  usarlos  y  gozarlos  como  buen  padre 
de  familias,  y  de  restituirlos  á  su  tiempo,  dis- 
pensándosele de  esta  obligación  en  los  casos 
siguientes:  I."  cuando  lia  sido  relevado  de  ella 
en  el  acto  constitutivo  del  usufructo,  sea  tes- 
tamento, sea  contrato,  por  mas  que  algunos  au- 
tores, apoyados  en  razones  que  no  merecen 
refutarse ,  sostengan  la  opinión  contraria: 
2."  cuando  el  mismo  usufructuario  ó  sus  he- 
rederos han  de  adquirir  la  propiedad  de  los 
bienes:  3."  coando,  el  padre  tiene  el  usufructo 
legal  de  los  bienes  adventicios  del  hijo: 
4.°cuando  el  usufructo  no  ha  de  volver  al  pro- 
pietario ó  heredero  del  testador:  5."  cuando 
uno  hace  donación  de  3iis  bienes  reservándose 
e!  usufructo,  pues  habría  ingratitud  en  exigir 
esta  caución:  6."  cuando  es  el  fisco  el  usu- 
fructuario. 

Si  el  usufructuario  por  ser  pobre  no  en- 
cuentra- fiador  y  es  ele  buenas  costumbre  bas- 
ta sa  caución  juraitoria;  pero  si  es  forastero, 
desconoeidoy  ó  de  mala  conducta  deben  po- 


nerse en  secuestro  los  bienes  inmuebles,  dar 
á  interés  el  dinero,  vender  los  géneros  y  cn_ 
tregarle  luego  los  intereses  y  los  alquileres  ¡ 
bien  los  frutos  de  las  heredades.  Kslos  su  [|E. 
ben  al  usufructuario  desde  el  momento  en  qu 
empieza  el  usufructo,  y  no  se  le  puede  privar 
de  ellos  aunque  larde  en  dar  la  lianza. 

Es  también  obligación  del  usufructuario  ha- 
cer Jos  reparos  ligeros  o  temporales  para  l} 
conservación  de  los  bienes,  pues  los  mayores 
son  de  cuenta  del  propietario;  de  manera  que 
si  hiciere  cu  ellos  grandes  espensas,  puede 
reclamarlas  de  éste,  á  no  ser  que  hubiereasi- 
do  ocasionadas  por  su  descuido  en  los  reparos 
de  conservación.  Ni  el  propietario  ni  el  usu- 
fructuario están  obligados  á  levantar  el  edifi- 
cio que  se  arruina  por  viejo  ó  por  caso  fortui- 
to; no  el  propietario  porque  solo  está  obliga- 
do  á  permitir  y  no  á  hacer:  no  el  usufructúa- 
rio,  porque  tales  gastos  no  son  carga  de  los 
frutos.  El  usufructuario  debe  cultivar  bien  las 
heredades,  viñas  ó  huertas,  plantas,  vides  (¡ár- 
boles en  lugar  de  los  quo  se  socaven  y  repo- 
ner con  las  crias  de  los  ganados,  si  los  hay,  las 
cabezas  que  murieren:  si  el  ganado  se  destru- 
ye del  todo  por  accidento  ó  enfermedad  no  se 
halla  éste  obligado  á  restituirlo  ni  á  pajar  su 
estimación. 

El  usufructuario  debe  pagarlas  contribucio- 
nes y  demás  gravámenes  anuales,  que  se  re- 
putan cargas  délos  frutos.  En  cuanto  alas 
deudas,  ol  que  lo  es  á  titido  particular,  como 
aquel  á  quien  el  testador  ha  legado  el  usufruc- 
to de  una  casa  6  de  un  campo,  no  está  obliga- 
do á  satisfacer  las  que  pesan  sobre  la  (urca,  y 
si  se  le  forzase  ¿  ello  porque  el  acreedor  per- 
siga la  finca  gravada,  ticue  salvo  su  recurso 
contra  el  propietario;  pero  el  usufructuario  á 
titulo  universal  ó  á  quien  el  testador  ha  lega- 
do el  usufructo  de  todos  sus  bienes,  debe 
contribuir  con  el  propietario  al  pago  de  las 
deudas  del  difunto,  porque  las  deudas  son 
cargas  déla  herencia,  y  esla  es  la  reunión  de 
todos  los  bienes  y  derechos  del  testador.  En 
este  caso,  si  el  usufructuario  adelanta  !a  can- 
tidad necesaria  para  cubrirlas  deudas,  podrá 
repetirla  del  propietario  al  íin  del  usufructo, 
puesto  que  este  conserva  la  parte  de  bienes 
que  en  otro  caso  se  hubiera  vendido:  si  no 
quiere  hacer  el  adelanto  el  propietario  puede 
entonces,  ó  pagar  las  deudas  y  obligar  al  usu- 
fructuario á  que  !e  abone  los  intereses  duran- 
te el  tiempo  del  usufructo,  ó  hacer  venderla 
parte  necesaria  de  los  bienes  sujetos  al  mis- 
mo. De  modo  que  el  propietario  paga  siempre 
el  capital  éea  al  fln  o  al  principio  del  usufruc- 
to, y  el  usufructuario  universal  los  intereses 
de  este  capital,  que  son  carga  de  los  frutos,  ó 
bien  vendiéndose  una  parte  de  los  bienes, 
queda  el  uno  privado  de  la  propiedad  de  ella 
y  el  otro  de  una  parte  proporcional  de  los 
frutos. ' 

El  usufructuario  no  debe  pagar  gasto  de 
pleitos  sobre  derechos  del  propietario,  sino  de 


677 


USDFRÜCTO-USURA 


los  relativos  al  usufructo:  si  el  pleito  intere- 
sare i  ambos  a  la  vez  debe  distinguirse  si  el 
usufructo  se  constituyó  á  titulo  oneroso  6  á 
(¡lulo  lucrativo,  en  él  primer  caso  solo  el  pro- 
pietario debe  pagarlos  por  estar  obligado  á 
garantir  al  usufructuario:  en  el  segundo,  am- 
bos deben  contribuir,  según  la  regla  indicada 
para  las  deudas. 

El  usufructuario  debe  denunciar  al  propíe- 
lario  lodo  alentado  que  se  comete  contra  sus 
derechos  pues  de  otro  modo  se  baria  respon- 
sable de  los  perjuicios  que  se  le  siguieron  por 
su  negligencia. 

El  legado  de  renta  vitalicia  ó  pensión  de 
alimentos  debe  pagarlo  el  legatario  universal 
del  usufructo,  sin  repetir- contra  el  propieta- 
rio, porque  estas  pensiones  son  carga  de  los 
frutos. 

IV.  El  usufructo  se  estingue:  1 .°  por  muer- 
te natural  del  usufructuario,  pues  la  propiedad 
vuelve  entonces  á  manos  del  propietario:  2,° 
por  la  muerte  civil,  esto,  es  por  el  destierro 
perpétuo  Ó  la  deportación:  3."  por  el  no  uso  en 
diez  años  entre  presentes  y  veinte  entre  au- 
sentes: 4.°  por  la  enagenacion  del  derecho  de 
usufructo,  que  siendo  personal  no  es  trasmi- 
síble:  5."  por  la  consolidación  ó  reunión  en 
una  misma  persona  de  las  dos  calidades  de 
usufructuario  y  propietario  como  cuando  el 
usufructuario  compra  !a  Anca:  6."  por  la  des- 
trucción de  la  cosa  en  que  estaba  constituido 
el  usufructo,  debiendo  advertir  qne  si  la  pér- 
dida ó  destrucción  no  es  total,  se  conserva  so- 
bre la  parte  que  queda:  7."  por  la  renuncia  ó 
remisión:  8.°  por  ef trascurso  del  tiempo  para 
tjne  fué  concedido.  El  usufructo  otorgado -á 
ciudad  ó  villa  sin  tiempo  señalado  debe  durar 
cien  años,  á  menos  que  antes  quedase  yerma, 
en  cuyo  caso  se  pierde;  pero  si  el  todo  ó  par- 
te de  sus  moradores  poblasen  después  otro 
lugar,  Ies  queda  el  derecho  del  usufructo. 

El  padre  pierde  el  usufructo  legal  en  los 
bienes  adventicios  del  íiijo:  1."  si  profesare 
en  órdon  religiosa:  2.°  si  por  disipador  se  le 
quitase  lo  administración:  3.°  si  por  delito  se 
le  impusiere  pena  de  presidio,  ó  cárcel  perpé- 
lua:  4í*  si  fuere  emplazado  por  edicto  como 
delincuente  y  condenado  en  rebeldía:  5.°  si 
emancipase  al  hijo,  aunque  en  este  cuso  pue- 
de reservarse  la  mitad  de  los  .bienes  del  usu- 
fructo hasta  que  el  hijo  se  case:  y  6.°  si  el  hi- 
jo contrajese  matrimonio. 

He  aqui  cuanto  nos  ha  parecido  necesario 
esponer  sobre  la  materia  qne  forma  objeto 
flel  presente  articulo. 

USURA.  Es  el  interés  que  se  lleva  por  el 
dinero  en  el  contrato  de  mero  mutuo  ó  em- 
préstito. 

Todos  los  filósofos  de  la  antigüedad  han 
condenado  absolutamente  la  usura,  porque  te- 
nían al  dinero  por  cosa  improductiva  é  infruc- 
tífera, uo  debiendo  por  esta  razón  pagarse 
cantidad  alguna  por  su  uso  ó  goce;  y  porque 
según  e]ios  eu  el  contrato  de  mútuo  se  traste- 


ría al  mutuatario  el  dominio  de  la  suma  pres* 
tada',  y  pagando  este  dominio  con  la  restitución 
de  ta  suma  misma  no  era  justo  exigir  otro 
preció  por,  el  uso.  Esta  doctrina  ha  caducado 
completamente,  pues  boy  todo  el  mundo  co- 
noce la  naturaleza  productiva  del  dinero,  y 
todo  el  mundo  sabe  que  no  se  traslada  real  y 
verdaderamente  en  el  contrato  de  mútuo  el 
dominio  de  la  cosa  niutuada,  y  que  por  lo 
mismo  puede  eligirse  un  precio,  interés- ó 
usura  por  el  uso  de  aquella.  Asi,  pues,  lioy 
lodos  convienen  en  que  puede  llevarse  interés 
por  el  dinero  dado  á  préstamo. 

La  razón  principal  de  esta  nueva  opinión 
consiste  en  que  se  ha  demostrado  que  la  usu- 
ra ó  interés  no  repugna  al  contrato  de  mútuo, 
ni  se  opone  á  la  justicia,  sino  que  es  muy  con- 
forme á  aquel  y  arreglada  á  los  derechos  de 
las  partes,  como  se  comprueba  esplicando  los 
priucipios  económicos  sobre  que  se  funda  el 
miímo  contrato.  Es  indudable  que  á  la  produc- 
ción de  la  riqueza  contribuyen  el  trabajo  del 
hombre  y  los  capitales,  y  que  sin  la  reunión  y 
el  concurso  de  arabas  causas  es  imposible  con- 
seguir el  Un.  Asi.como  al  trabajador  se  le  re- 
munera su  trabajo,  asi  lambien  al  dueño  del 
capital ,  al  que  le  presta,  debe  abonársele  un 
inlcrés  por  el  riesgo  que  corre  al  prestarle, 
y  de  aqui  resulta  la  justicia  de  la  usura  ó  del 
interés  que  ¿  este  prestamista  se  di-  por  su 
dinero. 

Tor  estas  consideraciones  es  hoy  opinión 
umversalmente  recibida,  sin  contradicción,  que 
puede  licitamente  exigirse  interés  del  dinero 
prestado,  con  tal  que  este  interés  esté  en  pro- 
porción justificada  con  los  beneficios  que  del 
mismo  dinero  prestado  obtenga  ta  persona  que 
lo  lomó  á  préstamo.  La  usura;  que  se  exige 
por  razón  del  mútuo  no  se  opone  por  tanto  á 
la  naturaleza  de  este  contrato,  y  de  consiguien- 
.te,  la  usura  nada  tiene  de  injusta  ó  de  inmo- 
ral en  si  misma. 

Los  lilósofos  antiguos  y  los  escolásticos  de 
los  siglos  medios,  sostuvieran  respecto  á  esle 
punto  opiniones  estremas  y  absolutas,-que  boy 
rechazan  el  buen  sentido,  los  adelantamientos 
cu  la  ciencia  del  derecho,  y  las  doctrinas  de 
la  economía  política  bien  entendida 

Seria,  sin  embargo,  un  grave  error  infe- 
rir délo  dicho  que  no  hay  circunstancias  en 
las  que  la  usura  sea  inhumana,  inmoral  é  ir- 
religiosa. No  todos  los  deberes  del  hombre  se 
hallan  encerrados  en  los  limites  do  la,  justicia 
estricta,  que  satisfecha  con  dar  á  cada  uno  su 
derecho,  cierra  sus  oidos  á  los  afectos  del  co<- 
razon;  antes  al  contrario,  ademas  de  los  debe- 
res perfectos,  existen  otros  de  beneficencia  y 
de  pública  conveniencia  que  suelen  llamarse 
imperfectos.  Base  de  estos  deberes  es  el  amor 
de  nuestros  semejantes,  y  de  este  nace  la  obli- 
gación de  prestarles  sin  exigir  interés  ó  usura 
el  dinero  que  soliciten  para  remediar  sus  ne- 
cesidades, con  sola  la  obligación  de  reintegrar- 
lo sin  perjuicio  alguno.  De  aquí  se  inller#que 


679  DS1 

la  moralidad  ti  inmoralidad  de  la  usura  no  de- 
pende exencialmente  de  lo  moderado  ó  inmo- 
derado de  ella,  sino  de  la  relación  que  guar- 
da con  las  circunstancias  del  mutuante  y  del 
mutuatario.  Si  un  negociante  tiene  fundada  es- 
peranza de  ganar  en  una  especulación  Un  50 
por  100, nada -tendrá  de  inmoral  que  se  le  exi- 
ja el  20  por  1Ü0  de  los  fondos  que.se  le  pres- 
ten para  realizarla;  y  por  el  contrario,  si  un 
hombre  acaudalado,  cuya  riqueza  encerrada 
en  sus  arcas  permaneciese  improductiva,  exi- 
giese el  módico  interés  de  l  por  100  al  po- 
bre que  .  le  pide  prestado  para  socorrer  su  ne- 
cesidad, faltarla  con  ello  á  la  humanidad,  y 
cometería  un  acto  inmoral. 

Que  esta  doctrina  es  la  verdadera  y  la  ajus- 
tada á  los  preceptos  de  la  religión  de  Jesucristo 
se  puedo  probar  cotí  muchos  testos  de  la  Sa- 
grada Escritura,  los  cuales  lodos  están  confor- 
mes en  que  la  usura  no  es  mala  en  si  sino 
cuando  se  exige  del  necesitado,  cuando  se  exi- 
ge de  los  hermanos,  cuando  se  exige  haciendo 
un  daño  ó  causando  un  grave  mal. 

Por  lo  mismo  creemos  que  la  mura  no  es 
injusta  en  si,  ni  opuesta  á  la  naturaleza  del 
contrato  de  mutuo;  que  no  siempre  es  moral, 
y  que  en  muchas  ocasiones  es  inhumana;  que 
la  religión  prohibe  la  usura  en  cuantu  se  opo- 
ne á  los  deberes  de  beneficencia  y  de  amor 
á  nuestros  semejantes. 

Los  legisladores  que  se  han  propuesto  con- 
denar la  usura  y  fijar  tasa  al  interés  de  los 
préstamos,  han  tenido  un  objeto  laudable,  que 
sin  embargo,  no  han  podido  conseguir  por  ha- 
berelegido  mal  los  medios.  Las  leyes  del  Fue- 
ro Juzgo  reconocían  como  válido  el  contrato 
de  mutuo  con  interés  ó  préstamo  á  usuras, 
aunque  fijando  las  cuotas  de  estas  en  un  l  por 
8,  ó  sea  12 por  100  al  año,  y  l  por  2,  ó  50 
por  100,  si  lo  prestado  eran  frutos  .de  la  tierra; 
imponiendo  al  que  se  escediese  de  estas  cuo- 
tas la  simple  pena  de  perder  todo  el  interés; 
pero  recobrando  el  capital,  como  se  ve  en  las 
leyes  8.a  y  9.a,  lib.  V,  tit.  VI. 

Agobiados  en  tiempos  posteriores  los  pue- 
blos con  pechos  y  tribuios  desmedidos,  y  con 
las  calamidades  y  trastornos  que  trabajaban  lá 
monarquía,  veian  acrecentarsp  .su  miseria  á 
manos  de  los  usureros,  cuyo  oDcio  entonces 
ejercían  general  y  casi  esclusivamente  ios  ju- 
díos. En  las  cortes  de  los  siglos  XIII  y  XIV  se 
interpusieron  muchas  peticiones  contra  la  usu- 
ra, y  de  ellas  resultó  que  don  Alonso  el  Sabio 
en  su  Ordenamiento  sobre  los  judíos  prohibió 
que  diesen  dinero  á  mayor  interés  que  el  de 
3  por  4  al  año,  cuya  tasa  se  encuentra  ya  "en 
la  ley  6.a,  tit.  II,  lib.  XIV  del  luero  Real,  y 
se  estimó  justa  en  las  córles  de  Valladolid  de 
1325,  y  de  Madrid  de  1329.  En  1348  las  córtcs 
de  Alcalá  prohibieron  á  los  judíos  ejercer  la 
usura  impidiéndoles  dar  dinero  prestado;  pro- 
hibición que  se  copió  en  la  ley  2.a,  üt.  XXIII 
del'  Ordenamiento  de  Alcalá.  Por  los  procura- 
dores do  las  ciudades  se  pidió  constantemente 


en  todas  las  córles  sucesivas  la  observancia  do 
aquella  ley,  y  los  reyes  la  reprodujeron  en  dis 
tintas  ocasiones,  multiplicándose  desde  enton 
ees  las  leyes  sobre  la  usura,  sin  lograrse  olm 
resultado  que  empeorar  la  suerte  do  los  deu 
dures  de  probidad  y  allanando  el  camino  ál¡¡ 
mala  fé. 

En  el  reinado  de  don  Cáiios  III  se  remedid 
algún  tanto  el  daño  reformando  la  legislación 
porque  en  I7C4,  por  medio  de  la  ley  2ü~ti' 
tulo  I,  lib.  X  de  la  Nov.  Rec. ,  se  declararon" 
legítimos  y  obligalorios  los  préstamos  liedlos 
por  el  giro  y  negociaciones  de  comercio  al  in- 
terés de  3  por  100,  que  según  el  art,  398  del 
Código  de  comercio  de  1830  se  ha  ampliado 
al  G.  La  opinión  pública  y  las  ideas  económi- 
cas generalizadas  hoy,  exigen  que  por  lo  nuj. 
nos  se  estíenda  hasta  el  12  por  100  el  ¡me. 
rés  del  dinero  dado'á  préstamo,  si  es  (¡ueuo 
se  deja  enteramente  libre  ¿tía  convención  de 
los  interesados  el  premio  ó  la  cuota  de  ti 
usura~. 

El  primer  objeto 'de  las  leyes  en  materia 
de  contratos,  debe  ser  el  de  sancionar  un  de- 
ber moral  y  religioso  respecto  ó  su  cumpli- 
miento; y  las  leyes  que  prohiben  el  interés 
del  dinero,  en. lugar  de  asegurar  la  realización 
de  lo  estipulado,  solo  han  servido  para  anular 
las  mas  solemnes  estipulaciones,  para  consen- 
tir una  usura  horrible,  que  aunque  módica  á 
veces  en  la  cantidad  suele  ser  inhumana  é 
inmoral,  y  para  impedir  que  se  halle  dinero, 
que  empleado  engrandes  negocios,  puede  dar 
benefleios  de  cuantía.  Estas  leyes  por  lo  mis- 
mo^uo  corresponden  á  su  Un  y  deben  dero- 
garse. 

El  segundo  objeto  de  las  leyes  en  materia 
de  préstamos  debe  ser  el  de  amparar  al  des- 
valido contra  la  avaricia  del  rico;  y  este  fin 
no  se  realiza  con  la  prohibición  de  la  usura 
y  con  las  graves  penas  impuestas  á  Sos  usure- 
ros, sino  que  por  el  contrarío,  con  estas  se 
aumenta  la  dificultad  de  hallar  prcstamislas, 
se  da  mayor  valor  al  numerario,  y  se  hacen 
pactos  simulados  que  concluyen  con  las  eco- 
nomías del  pobre  aumentando  el  capital  del 
poderoso,  que  incluye  en  la  suma  prestada  ca- 
pitalizándolos los  inmensos  intereses  que  se  re- 
serva. Las  personas  de  poca  conciencia  y  de 
menos  respeto  a  la  ley,  acometen  solas  esta  cla- 
se de  especulaciones,  y  hallándose  solos,  por- 
que los  hombres  timoratos  y  obedientes  se 
abstienen  de  concurrir  á  este  tráfico  con  sos 
riquezas,  monopolizan  á  su  antojo  las  opera- 
ciones, y  comercian  con  el  sudor  y  la  sangre 
de  los  infelices.  Pero  si  las  leyes  levantaran  so 
prohibición,  entonces  muchos  capitalistas,  que 
hoy  no  dan  su  dinero  á  un  5  ni  aun  6  por  100 
porque  en  lincas  ó  en  negocios  les  produce  un 
8  ó  un  9,  lo  dedicarían  al  préstamo  por  sacar 
un  10  ó  un  12  por  100,  y  los  tomadores  ob- 
tendrían un  beneficio  enorme,  porque  en  el  día 
en  las  poblaciones  urbanas  no  baja  el  interés 
fraudulento  del  dinero  de  un  16  ó  20  por  100, 


USUR^-UTERO 


v  en  las  poblaciones  agricultores  ó  rurales, 
de  un  50  á  un  100  por  100, 

Aun  es  peligroso  establecer  una  cuota  fija 
de  interés  para  todos  los  que  toman  prestado, 
porque  este  naturalmente  debe  decrecer  o  auu- 
mentar  según  las  mayores  garantías  de  devo- 
lución y  reintegro  que  ofrezcan  los  necesita- 
dos, según  la  mayor  ó  menor  cantidad  de  di- 
nero que  exista  en  la  plaza,  y  según  las  cir- 
cunstancias particulares  de  tiempo,  lugar, 
ocasión,  negocio  ó  industria.  Por  lo  mismo 
quiaá  fuera  mas  conveniente  una  absoluta  li- 
liei'tatl  en  este  punto;  pero  no  estando  esto  en 
el  ánimo  de  muchos  al  menos  debe  ampliarse 
¿mas  de  un  doble  el  interés  de  la  usura. 

La  Iglesia,  que  tan  duras  censuras  fulminó 
en  los  siglos  medios  contra  la  utura  j  contra 
los  muraros  ha  modificado  su  opinión  respec- 
to á  este  punto,  y  varias  respuestas  de  la  Sa- 
grada Penitenciaria  han  hecho  entender  que  la 
corte  de  liorna  no  juzga  hoy  en  esto  asunto 
con  jas  mismas  prevenciones  que  hace  siete 
centurias.  La  Iglesia  por  lo  mismo  tiende 
también  á  la  reforma  de  la  legislación  en  ma- 
teria de  interés  del  dinero  dado  á  préstamos 

UTENSILIOS.  Asi  se  llamaba  upa  contribu- 
ción que  se  estableció  en  España  en  el  año 
de  1719  con  el  objeto  de  atender  al  pago  del 
importe  de  las  camas,  luz,  aceite,  leña,  vina- 
gre y  sal,  que  se  suministraba  diariamente  á 
las  tropas. 

Antiguamente  los  pueblos  acudían  en  espe 
cic  con  los  referidos  artículos  para  el  servi 
ció  de  los  soldados  y  con  cierta  cantidad  de 
dinero  para  los  oficiales;  pero  siendo  moles- 
tísimo semejante  método  tomó  la  hacienda  del 
Estado  á  su  cargo  el  proveer  á  las  tropas  de 
la  necesario,  reintegrándose  del  desembolso 
con  un  repartimiento  anual  que  se  hacia  sobre 
cada  provincia,  pagándolo  los  pueblos  en  ra- 
zón del  número  de  sus  vecinos. 

la  cobranza  y  derrama  de  los  utensilios 
■  corrió  á  cargo  de  los  intendentes  primero,  y 
luego  el  repartimiento  de  las  diputaciones 
provinciales  y  la  exacción  de  loa  mismos  in- 
tendentes, bajo  la  dirección  de  los  ministros 
de  Hacienda  y  de  los  directores  generales  de 
rentas. 

A  los  vecinos  de  los  pueblos,  que  pagan- 
do utensilios  se  les  repartía  alojamiento  de 
tropas  ó  de  oGciales  en  su  tránsito  por  la- 
poblaciones,  se  Ies  abonaba  y  pagaba  por  las 
tesorerías  ó  pagadurías  de  ejército  cierta  can- 
tidad señalada  ya  de  antemano  en  un  arancel 

El  valor  de  la  contribución  de  utensilios 
en  1798  fué  el  siguiente: 

En  Castilla   1.393,632  rs.  v 

En  Andalucía  .......  1.613,451 

En  Estremadura   837,616 

En  Galicia   2.241,  ttl 

En  Mallorca.  •  380,764 

En  Valencia   1.207,797 

Total   7.674,37  l"rs.  vn 


Esta  contribución  ha  desaparecido  supri- 
miéndose en  virtud  del  nuevo  sistema  tribu- 
tario establecido  en  184  5. 

ÚTERO.  [Anatomía.)  El  útero  ó  la  matriz 
es  la  bolsa  de  depósito  donde  debB  desarro- 
llarse el  óvulo  fecundado,  desde  el  momento 
en  que  entra  en  él  conducido  por  la  trompa 
basta  el  instante  de  su  espulsion. 

El  útero,  cuando  vacio,  se  halla  situado  en 
la  pelvis,  en  la  línea  media,  entre  la  vejiga  y 
el  recto,  debajo  de  las  circunvoluciones  in- 
testinales y  encima  de  la  vagina  que  es  su 
continuación,  sostenido  á  cada  lado  por  an- 
chos ligamentos.  Sus  dimensiones,  pasada  la 
pubertad,  son  7  á  8  centímetros  (de  -2  y  media 
i  3  pulgadas)  para  el  diámetro  vertical,  y  para 
el  trasverso,  medido  en  el  fondo,  3  centíme- 
tros y  '/,  *  cuatro  (de  15  á  18  lineas)  y  medido 
en  el  cuello  un  centímetro  y  medio  (7  lineas); 
por  lin,  su  espesor  es  igual  á  un  centímetro 
y  un  cuarto  (6  líneas),  y  el  espesor  de  sus  pa- 
redes tiene  poco  mas  de  medio  centímetro 
(3  lineas);  su  consistencia  es  la  de  un  tejido 
resistente,  y  su  dirección  conviene  con  la  del 
eje  del  angostamiento  superior.'  i1 

El  peso  del  útero  oscila  entre  6  y  10  adar- 
mes en  las  jóvenes  púberes,  entre  onza  y  me- 
dia y  dos  en  las  mugeres  que  han  tenido  hi- 
jos; y  en  el  término  de  la  preñez  varia  entre 
libra  y  media  y  tres  libras,  haciendo  abstrac- 
ción del  peso  del  producto,  de  sus  anejos  y 
del  liquido  amniótico. 

Considerado  esteriormente  el  útero  es  pi- 
riforme, un  poco  aplanado  de  delante  atrás, 
con  la  base  hácia  arriba  y  el  vértice  hácia 
abajo.  Su  parte  superior,  que  es  la  mas  des- 
arrollada, se  llama  cuerpo;  y  la  inferior,  que 
es  la  mas  estrecha,  toma  el  nombre  de  cuello. 

Distinguense  en  la  superficie  eSterior  del 
útero: 

1.  "  Una  cara  anterior  convexa  y  lisa,  re- 
cubierta  por  el  peritoneo  en  sos  tres  cuartos 
superiores;  en  cuyo  punto  solo  se  halla  en  con- 
tacto inmediato  con  el  fondo  de  la  vejiga,  y  á 
-veces  también  se  halla  separada  de  ella  por 
circunvoluciones  del '  intestino  delgado.  En  el 
cuarto  inferior  dé  su  altura  se  halla  en  rela- 
ción inmediata  con  el  fondo  de  la  vejiga,  con 
la  cual  está  unida  por  medio  de  un  tejido  celu- 
lar bastante  flojo. 

Esta  última  relación  esplica  la  frecuencia 
de  la  trasmisión  de  las  afecciones  cancerosas 
del  útero  al  fondo  de  la  vejiga. 

2.  °  Una  cara  posterior  recubierta  por  el 
peritoneo  en  toda  su  eslension,  que  se  halla 
en  relación  mediata  con  la  cara  anterior  del 
recto,  y  a  veces  varias  circunvoluciones  in- 
testinales se  introducen  en  ese  tubo  posterior 
sin  salida  del  peritoneo  que  vuelve  á  bajar  á 
bastante  profundidad  para  tapizar  la  parte  su- 
perior de  la  vagina. 

El  comadrón  no  perderá  jamás  de  vista  esa 
disposición,  sobre  todo  cuando  trate  de  apli- 
car el  fórceps.  Con  efecto,  bien  se  comprende 


683  UT 

la  facilidad  cou  que  una  cuchara,  impelida 
con  fuerza  y  en  una  mala-dirección,  podría 
penetrar  en  la  cavidad  peritoneal  perforando 
ese  débil  tabique.  Esta  cara  posterior  mucho 
mas  convexa  que  la  anterior,  se  puede  es  plo- 
rar con  facilidad  con  el  dedo  inlroducido  en  el 
recto.  De  la  porción  de  esta  cara  posterior  qne 
corresponde  al  cnello  uterino  parten  dos  re- 
pliegues falciformes,  que  nacen  de  cada  lado 
de  la  linea  media  dirigiéndose  á  los  lados  del 
recto. 

Los  bordes  laterales  del  útero,  ligeramen- 
te cóncavos,  dan  inserción  a  los  ligamentos 
anchos  que  mantienen  al  útero  en  posición,  é 
impiden  que  se  incline,  ya  á  derecha,  ya  á  iz- 
quierda. De  estos  mismos  bordes  laterales 
parten  también  los  ligamentos  redondos. 

El  borde  superior,  ó  el  fondo  del  ulero, 
convexo,  es,  la  base  del  cono  aplanado  que 
representa  este  órgano;  está  recubierto  por 
las  circunvoluciones  del  intestino  delgado;  pe- 
ro cuando  vacio,  jamás  llega  al  nivel  del  es- 
trecho superior  de  la  pelvis.  Asi  es  que  no  se 
le  puede  tocar  con  los  dedos  sino  deprimien- 
do con  mucha  Tuerza  la  región  hipogastrio»,  y 
aun  asi  es  lo  regular  que  no  se  consiga. 

Por  fi  11  j,  hay  una  estremidad  inferior  ó  sea 
un  cuello  del  útero. 

Del  cuello  del  útero.  El  cuello  del  útero 
presenta  diferencias  muy  notables  cnlamuger 
según  haya  tenido  hijos  o  no  haya  sido  todavía 
madre.  Debemos  estudiarlo,  pues,  en  esos  dos 
distintos  "estados,  haciéndonos  cargo  de  sus  di- 
ferencias. 

En  la  mtiger  que  no  ha  gozado  de  los  pla- 
ceres de  la  maternidad,  es  acuminado  el  cue- 
llo del  útero,  está  un  poco  hinchado  en  su  par- 
te media,  tiene  de  largo  de  cuatro  ó  cinco  cen- 
timelros  (una  pulgada  y  inedia  ó  dos  pulgadas) 
de  grueso  un  centímetro  y  siete  milímetros 
(ocho  líneas),  y  de  ancho  dos  centímetros  (nue- 
ve lineas).  Se  presenta  como  estrangulado  por 
una  ranura  mas  profunda  por  detrás  que  por 
delante,,  formado  por  la  mucosa  vaginal  que  se 
redeja  sobre  el  cuello,  casi  en  el  punto  de 
unión  de  su  tercio  superior  con  sus  dos  ter- 
cios inferiores.  La  parte  inferior  del  cuello  ú 
hocico  de  tonca,  que  mide  de  dos  centímetros 
y  medio  á  tres  [dedooe  á  quince  lineas] de  al- 
tura, se  halla  dividido  en  dos  labios  por  una 
hendidura  trasversa  que  es  su  oriúcío  externo. 
Esta  hendidura  es  apenas  sensible  en  la  joven 
virgen.  Antonio  Dubois  ha  comparado  perfec- 
tamente la  sensación  que  percibe  el  dedo  al 
tocarla,  á  la  queesperimentaria  al  tocar  la  hen- 
didura que  separa  los  lóbulo.s  de  la  nariz.  El 
labio  anterior  es  algo  mas  grueso  y  algo  mas 
largo  que  el  posterior,  siendo  tanto  mas  sensi- 
ble al  tacto  esta  prolongación  cuanto  mas  in- 
clinado hacía  adelanic  se  halla  el  fondo  del 
litero.y  en  este  caso  estando  dirigido  hacia 
airas  el  cuello,  se  encuentra  mas  bajo  el  labio 
anterior  y  parece  mucho  mas  largo,  'Esta  direc- 
ción del  cuello  es,  por  lo  demás,  la  ordinaria 


KKU  68i 

'  y  común,  siendo  el  eje  del  útero  casi  paralelo  ai 
del  estrecho  superior  que  corresponde  á  la  ar- 
ticulación sacro-coccígea. 

La  parte  supra-vaginal,  comprendida  cairo 
la  inserción  vaginal  y  el  cuerpo  del  útero,  far- 
raa  casi  el  tercio  de  la  longitud  total  del  cue- 
llo; su  cavidad  se  continúa  por  abajo  con  la  re- 
giqn  vaginal,  y  se  abre  por  arriba  en  el  útero. 
Dorante  la  preñez  goza  de  una  fuerza  de  re- 
tracción muy  enérgica.  Esta  parte  lia  recibido 
el  nombre  de  orificio  interno. 

Bien  difícil  es'  por  cierto  ahora  asignar  uaa 
forma  precisa  y  dimensiones  exactas  al  cuello 
de  una  muger  que  ha  tenido  criaturas,  pues  á 
menudo  no  es  mas  que  una  especie  de  tubér- 
culo informe  y  municionado  que  ocupa  la  par- 
te superior  de  la  vagina,  y  que  abierto  por  un 
orificio  mas  ó  menos  considerabley  masó  rae- 
nos  irregular,  es  tanto  mas  corto  cuantos  nías 
partos  se  han  tenido.  Y  casos  se  citan  en  que 
el  cuello  apenas  formaba  una  ligera  emioen- 
cia  en  la  vagina,  reconociéndosele  únicamente 
por  la  presenciado  dos  tubérculos  situados  al- 
rodorde  un  orificio  que  ocupa  el  vértice  de  la 
vagina.  El  orillcio  vaginal  se  halla  mas  ó  me- 
nos abierto,  pudiéndose  introducir  en  él  ea 
general  la  punía  del  dedo;  pero  las  dos  comi- 
suras de  esa  hendidura  trasversa  está  masó 
menos  desgarradas,  sobre  todo  la  izquierda. 
Estas  escotaduras,  mas  ó  menos  numerosas}' 
mas  ó  menos  profundas,  son  las  cicatrices  de 
los  rasgones  que  ocasionó  el  paso  del  produc- 
to en  elmomenlo  del  parto,  y  si  á  menudo 
son  mas  profundas  y  también  mas  frecuentes 
en  el  lado  izquierdo  depende  de  que  es  lo  re- 
gular que  afecte  el  útero  cierla  oblicuidad  hi- 
ela el  lado  derecho.  Ron  efecto,  todos  los  es- 
fuerzos de  contracción  del  órgano  se  dirigen 
de  ordinario  de  derecha  ú  izquierda  y  de  arri- 
ba abajo;  inclinan  el  produelo  en  la  dirección 
de  la  comisura  izquierda  del  cuello,  el  cual  re- 
siste entoncesla  resultante  de  estos  esfuerzos. 
Las  escotaduras  raras  veces  se  manilieslau  en  1 
la  parte  media  de  los  labios,  si  bien  en  algu-, 
nos  casos,  no  muy  comunes,  se  encuentra  tan 
comprometido  el  cuello  por  esas  rasgaduras 
que  solo  presenta  una  serie  circular  de  emi- 
nencias desiguales  y  prolongadas. 

üv  la  cavidad  del  útero.  La  cavidad 
del  cuerpo  del  órgano,  visla  de  fronte,  tianela 
forma  de  un  triángulo;*está  aplanada  de  de- 
lante atrás,  pero  visla  de  perdí,  représenla 
un  surcoi  porque  sus  paredes  son  contiguas. 
Presenta  tres  ángulos,  dos  superiores  donde  se 
hallan  situados,  pero  apenas  son  visibles,  los 
orificios  de  las  trompas,  y  uno  inferior  ú  ori- 
ficio interno  que  pone  en  comunicación  esta 
cavidad  con  la  del  cuello.  Esta  última  es  estre- 
cha, cilindroidea,  y  lleva  relieves  pennifonnes 
llamados  árboles,  dé  vida.  Estas  ramilíeacíoucs 
en  forma  de  hojas  de  helécho,  desaparecen  de 
ordinario  después  del  primer  parto,  ó  por  lo 
monos  únicamente  subsisten  algunos  ligeros 
indicios;  sin  embargo,. eso  no  es  decir  que  sea 


UTERO 


jjiuy  raro  encontrarlos  en  su  eslado  de  inte- 
gridad, aun  después  de  muchos  partos.  Mon- 
sieür  fifüveíihiér  lia  hecho  observar  la  impor- 
tancia de  esta  circunstancia  en  medicina  legal. 

La  superficie  interna  del  útero  es  mucho 
mas  vascular  en  su  cuerpo  que  en  su  cuello, 
observándose  sobre  todo  esla  diferencia  enlas 
mugeres  que  han  sucumbido  durante  el  perío- 
do del  menstruo.  Eu  este  caso  lia  conservado 
el  cuello  su  blancura  y  su  densidad  regulares, 
al  paso  que  se  baila  reblandecido  é  hinchado 
ol  cuerpo  del  útero. 

Esta  disposición  esplíca  porqué  la  falta  de 
retracción  del  orificio  interno  (no  nos  referi- 
mos al  esterno  siempre  abierto  después  del 
parto)  no  determina  una  hemorragia,  mientras 
qae  siempre  se  manifiesta  este  accidente  en  los 
casos  de  inercia  del  cuerpo  del  órgano. 

La  cavidad  interna  presenta  todavía  folícu- 
los ó  sean  los  pretendidos  huevos  de  Naboth, 
que  no  son  mas  que  criptas  mucosas  oblitera- 
das en  su  orificio.  Esta  disposición  es  mucho, 
mus  manifiesta  después  del  parto. 

Estructura  del  útero.  La  disección  de  la 
matriz  presenta  de  fuera  adentro  por  el  orden 
de  superposición,  las  siguientes  capas: 

I.1  Una  porción  de  peritoneo  que  la  en- 
vuelve casi  completamente,  como  ya  pueden 
haberlo  comprendido  mas  arriba  nuestros  lec- 
tores, salvo,  sinembargo,  en  el  cuarto  inferior 
de  su  cara  anterior;  en  sus  bordes  laterales  y 
en  la  parte  vaginal  de  su  cuello.  En  los  lados 
forma  esia  membrana  dos  repliegues  que  son 
los  ligamentos  anchos.  Las  láminas  anterior  y 
posterior  de  estos  ligamentos,  aplicadas  una 
contra  otra,  contienen  los  vasos  y  nervios  nié- 
lennos y  ováricos,  con  algunos  haces  ú  fibras 
musculares;  y  su  borde  superior  se  halla  divi- 
dido en  tres  repliegues  ó  alas  que  compren- 
den al  ligamento  redondo,  la  trompa  y  el  ova- 
rio. Vense  también  detrás  y  delante  del  útero 
(los  pequeños  repliegues  falciformes  quema- 
dama  Boivin  llama  ligamentos  anterior  y  pos- 
terior del  útero. 

2.a  Debajo  de  la  capa  primera  se  encuentra 
el  tejido  propio  de  la  matriz,  que  es  agrisado,- 
denso,  resistente,  rechina  al  cortarle  con  el 
escalpelo,  sobro  lodo  en  el  cuello,  de  aparien- 
cia fibrosa  cuando  vacio  y  muscular  durante 
la  preñez.  Por  lo  mismo  en  las  recien  paridas 
debemos  estudiar  ó  examinar  el  tejido  propio 
fiel  útero,  porque  en  dicha  época  hasta  se  pue- 
de distinguir  en  él  la  dirección  de  las  Abras 
musculares.  Comprende: 

a.  En  el  cuerpo  una  capa  superficial ,  del- 
gada, compuesta  de  un  haz  medio  vertical,  que 
ocupa  ambas  caras  del  útero*  Este  haz  medio 
resulta  ai  parecer  de  la  erección  de  las  Abras 
oblicuas. 

h.  Varias  Abras  ascendentes  y  descenden- 
tes que  resultan  del  alenunmiento  de  las  que 
Tienen  de  las  trompas  uterinas,  del  ligamento 
ne  los  ovarios  y  de  los  ligamentos  redondos, 
¿slas  fibras  oblicuas  se  erectan  para  volverse  * 


verticales  hacia  la  linea  medía  y  entrecruzarse 
con  las  del  Isdo  opuesto.  Las  fibras  mas  super- 
ficiales de  esla  capa,  que  pertenecen  tan  solo  al 
cuerpo  del  útero,  se  quilanó  siguen  de  ordina- 
rio al  peritoneo. 

c.  La  capa  profunda,  compuesta  de  Abras 
circulares,  dispuestas  en  dos  series  concéntri- 
cas, pertenecen  por  decirlo  asi  á  dos  torbelli- 
nos, en  formado  cono,  prolongados  por  las 
trompas,  abriéndose/eu  su  centro, ¿  cada  lado, 
el  orificio  de  la  trompa.  La  base  de  este  cono 
mira  hacia  la  linea  media  y  va  á  confundirse 
con  la  del  ludo  opuesto. 

Al  ver  esla  disposición  va  uno  conducido 
por  la  mano  á  reconocerque  el  cuerpo  del  úte- 
ro, en  la  muger,  resulta  á  todas  luces  de  los 
dos  ad  uterum  reunidos  que  presentan  las  hem- 
bras de  los  demás  mamíferos. 

El  cuello  se  compone  casi  enteramente  de 
fibras  circulares  que  se  entrecruzan  en  ángu- 
los muy  agudos. 

Por  último  se  halja  tapizado  por  una  mem- 
brana mucosa,  cuya  existencia  á  decir  verdad, 
no  se  habia  podido  demostrar  hasta  hoy.  por 
medio  del  escalpelo,  por  mas  que  ta  analogia, 
la  anatomía  comparada  y  el  estado  patológico 
nos  conducían  necesariamente  á  admitirla.  Las 
investigaciones  de  E.  H.  Weber  acabaron  de  po- 
ner en  evidencia  este  hecho  anatómico.  , 

E.  H.  Weber,  conforme  con  Sharpey,  no 
describe  mas  que  los  folículos  simples,  tubu- 
lares, observados  efl  la  mucosa  uterina  de 
la  muger  muy  poco  después  de  la  concepción. 
Jamás  observó  en  la  muger,  en  dichos  folícu- 
los, ni  dilatación  ni  división  en  dos  ó  fres  ra- 
masde  su  estremidad  profunda,  como  en  el  per- 
ro, y  algunos  presentan  tan  solo  al  terminar 
en  la  sustancia  del  útero,  dos  ó  trestubitos  sin 
salida.  El  citado  observador  nunca  pudo  per- 
cibir estas  glándulas  tubulares  antes  de  la  con- 
cepción, sin  duda  á  causa  de  su  pequenez,'  pe- 
ro es  probable  su  existencia,  pues  se  encuen- 
tran en  el  perro  y  en  oíros  animales. 

El  doctor  Sliarpey  cree  que  estas  glándulas 
segregan  durante  la  preñez  un  fluido  que  pro- 
bablemente es  absorbido  por  los  vasos  del  fe- 
to, sirviéndole  dealimenla. 

Goodsir  cree  este  producto  de  secreción 
la  hidroperionea  de  Breschet. 

La  matriz  recibe  las  arterías  uterinas  que 
vienen  del  liipogástrico  y  de  los  ováricos,  y  da 
venas  que  desarrolladas  en  la  preñez  ,  apare- 
cen en' un  corte  como  las  venas  supra-bepáti- 
casenlos  cortes  trasversos  del  íiigado,  es  de- 
cir, casi  reducidas  á  la  túnica  propia  y  adhe- 
rentes  al  tejido  del  órgano. 

Las  arterias  uterinas  propiamente  dichas 
son  muy  voluminosas  comparativamente  con 
las  ovájicas.  Estas  se  estenitan  en. parte  al  dar 
ramas  'á  los  ovarios,  á  las  trompas  y  á  los  li- 
gamentos redondos,  no  suministrando  mas  que 
divisiones  superficiales  al  útero.  Las  primeras, 
ai  sontrario,  son  muy  gruesas,  y  dan  once  ó 
doce  gruesas  ramas  para  cada  lado,  que  pene- 


687 


UTERO 


tran  profundamente  en  el  tejido  uterino  for- 
mando en  él  numerosas  y  grandes  anastómo- 
sis.  Claro  esiá  pues  qué  Ja  compresión  de  la 
aorta  ha  de  tener  una  eficacia  completa  y  cons- 
tante, conteniendo  acto  continuo  las  hemorra- 
gias fulminantes  después  del  parto,  supuesto 
que  las  arterias  uterinas  nacen  del  hipogas- 
trio, es  decir  debajo  del  punto  comprimido. 

Mr.  A.  Belin  admite  que,  durante  la  com- 
presión de  la  aorta,  es  muy  probable  que  las 
arterias  ováripas,  ó  por  lo  menos  una  de  ellas, 
quede  comprimida,  pues  asi  inducen  á  pen- 
sarlo su  origen  y  sus  relaciones  anatómicas. 

Los  vasos  linfáticos  abundan  sobre  tocio  en 
la  superficie,  van  á  los  ganglios  pélvicos  y 
lumbares,  y  comunican  con  los  de  los  anejos. 

Los  nervios  provienen  unos  de  los  plexos 
renales  llegando  al  útero  pegados  con  las  ar- 
terias útero-ovarinas;  y  otros  del  plexo  hipo- 
gástrico  formados  por  algunas  ramas  anterio- 
res de  los  nervios  sacros  y  por  ramas  que  pro- 
vienen de  los  ganglios  lumbares  del  gran  sim- 
pático. 

Mr,  Boulard  ha  hecho  algunas  investigacio- 
nes sobre  la  cuestión  tan  oscura  y  tan  contro- 
vertida de  la  distribución  de  los  nervios  en  el 
útero.  Mr.  .Boulard  combate  el  trabajo  de  Ro- 
berto Lee,  quien  ha  descrito  y  Bgurado  un 
numero  infinito  de  ramos  nérveos  en  la  sus- 
tancia del  útero,  participando  de  la  opinión  de 
Lobstein  y  deBeclc,  que  no  pudieron  seguir  las 
divisiones  infinitamente  diminutas.  Ileaqui  por 
otra  parte  los  resultados  de  la  dirección  de 
doce  matrices  tomadas  en  diversas  condiciones. 

1.  "  Los  nervios  del  útero  vienen  del  plexo 
hipogástrico,  del  ganglio  ó  anillo  nérveo  que 
rodea  la  uretra  á  su  entrada  en  la  vejiga ,  de 
los  últimos  pares  sacros  y  del  plexo  mesenté- 
rieo  inferior.  Por  fin  Mr.  Boulard  encontró 
constantemente  a  la  derecha  un  nervio  bas- 
tante voluminoso  relativamente  que  se  des- 
prendía del  plexo  lumbo-aórtico. 

2.  °  Es  cortísimo  el  número  de  nervios  del 
útero. 

3.  "   Estos  nervios  son  muy  finos, 

4.  "  lío  es1  exacto,  como  opinaba  Mr.  Ilun- 
ter,  que  aumenten  de  volumen  estos  nervios 
durante  la  preñez;  dependiendo  probablemen- 
te este  error  que  en  el  útero  de  una  muger 
muerta  de  sobreparto  se  confunden  fácilmen- 
te los  filetes  celulares  ó  fibras  musculosas  con 
ramos  nérveos. 

5.  "  En  un  útero  de  criatura,  se  hallan  tan 
apretados  entre  si  los  elementos,  que  forman 
una  verdadera  merabrana  nérvea  de  la  que 
parten  nervios  muy  delgados.  En  la  muger 
adulta  están  mas  separados  los  elementos;  y 
en  la  que  está  en  cinta  forman  mallas  mayo- 
res, pareciendo  aun  mas  ténues  que  en  la  adul- 
ta los  filetes  que  de  él  emanan, 

O."  Las  ramas  uterinas  siguen  en  parte  las 
divisiones  arteriales,  y  van  siempre  acompaña- 
das por  una  arteríola  muy  fina.  Se  cstienden 
desde  los  bordes  del  útero  sobre  las  dos  cara3 


y  sobre  el  fondo,  pero  es  imposible  sc¡mirW 
en  la  profundidad  del  tejido  orgánico,  nuc 
rompen  al  menor  esfuerzo. 
.  7."   Mr.  Boulard  jamás  encontré  ni  s¡¡™ 
glios  ni  plexos  uterinos. 

S.u  Por  lo  que  hace  al  cuello  uterino  es 
evidente  que  la  porción  vaginal  no  carece  me 
nos  de  nervios  que  el  resto  del  cuerpo  nm 
cree  que  llegó  á  seguir  un  filamento  hasta  el 
labio  anterior  del  hocico  de  tenca.  Sin  embar- 
bargo,  Mr,  Jobert  de  Lamballc  admite  que  los 
nervios  que  llegan  á  la  parte  anterior  del  cue- 
Ilo  á  su  inserción  vaginal  se  repliegan  lame- 
diatamente  sobre  h  vagina,  abanderando  ñor 
completo  al  parecer  el  hocico  de  tenca  (parle 
vaginal  del  cuello).  Pero  no  es  admisible  que 
esta  parte  se  halle  enteramente  privada  de 
nervios,  pues  si  este  último  es  á  menudo  in- 
sensible hasta  al  hierro  candente,  depende  de 
que  no  recibe  mas  que  un  cortísimo  número 
de  ramificaciones  ó  filamentos  nerviosos. 
,  Se  ha  atribuido  al  cuello,  considerado  en 
su  conjunto  ,  un  predominio  de  sensibilidad 
sobre  el  cuerpo  del  órgano,  por  cuanto  recibe 
aquel  nervios  que  emanan  del  plexo  sacro; 
el  hecho  es  indudable,  pero  no 'está  bien  in- 
terpretado. La  parte  vaginal  ó  mejor  supra-va- 
gínal  es  la  única  que  goza  de  esa  esquisto 
sensibilidad,  á  menudo  muy  exagerada  en  el 
momento  del  parto.  La  parte  vaginal,  al  «ra. 
trario,  no  participa  en  manera  alguna  de  ella, 
á  no  ser  en  el  estado  patológico;  y  si  ai  el 
momento  del  parto  se  ha  podido  dar  crédito ú 
una  sensibilidad  constante  del  cuello  vaginal 
(hecho  que  por  otra  parte  constituye  una  es- 
cepcion)  depende  de  que  borrándose  esle  en- 
tonces, se  ha  juzgado  que  la  sensación  perci- 
bida por  la  parte  supra-vugínal  lo  labia  sido 
parla  parte  vaginal. 

Desarrollo.  En  un  principio  es  bicórnea 
el  útero  de  la  muger,  lo  mismo  que  el  de  1« 
mamíferos;  su  cuerpo  está  apenas  desarrolla- 
do, al  paso  que  las  trompas  se  bailan  muy  di- 
latadas en  su  estremidad  inferior.  A  medida, 
que  avanza  en  edad  el  embrión  y  que  se  des- 
arrolla el  útero,  se  angostan  las  trompas  "te- 
rinas, tendiendo  á  borrarse  y  á  desaparecer 
muy  pronto  por  completo  la  disposición  bi- 
córnea. 

El  cuello  predomina  también,  al  paso  que 
el  cuerpo  del  útero  permanece  por  mucho  tiem- 
po en  el  estado  rudimentario,  en  términos  de 
que  recien  nacido  solo  representa  la  cuarta 
parte  del  órgano;  un  poco  antes  de  la  pillería! 
todavía  no  forma  mas  que  la  tercera  parte,  T 
solo  pasada  esta  época  es  cuando  llega  á  igua- 
lar y  á  superar  á  esta  región.  Esle  dfisáFíollo 
del  cuerpo  se  halla  en  relación  con  la  mens- 
truación, cuyo  asiento  se  encontraría,  segun 
Mr.  Cruveilliicr,  ño  mas  que  en  el  cuerp». 
cuyo  modo  de  ver  se  halla  confirmado  por 
hechos  que  cita  aquel  hábil  anatómico.  íi|cl 
primero  uabia  falla  absoluta  de  menstroaciw 
en  una  muger  cuyo  útero  estaba  lleno,  s» 


DTERO-ÜTOPIA. 


600 


cavidad;  y  en  el  segundo,  en  una  mugcr 
muerta  durante  la  menstruación,  la  mucosa 
del  cuerpo  del  útero  estaba  Manda  y  conside- 
rablemente inyectada,  ul  paso  que  el  cuello  no 
participaba  de  tal  tumescencia,  '  1 

til  esiado  de  preñez  y  el  parto  imprimen 
al  útero  modiflcacióncs  que  permiten  siempre 
reconocer  el  de  una  rnuger  que  ha  parido.  Un 
]¡i  raugerque  ha  tenido  hijos,  según  monsiettr 
Iilaadin,  es  mas  gruesa  la  matriz,  su  cuerpo 
mas  desarrollado  relativamente  al  cuello,  y 
este  es  monos  alto  encima  de  la  vuiva,  sus  va- 
sos y  sus  nervios  son  mayores  y  mas  déxuosqs 
quejosde  la  qué  no  lia  sido  todavía  madre. 

El  parlo  modifica  también  notablemente  el 
cuello,  pues  se  vuelve  mas  estrecho  en  su  par- 
le inedia  que  en  sus  eslretuidades,  bárranse  de 
ordinario  las  ramificaciones  penniformes,  pasa 
otra  vez  á  ser  trasversa  la  abertura  del  hocico 
de  lenca,  y  sus  labios  están  mas  ó  menos  di- 
vididos, según  se  iiau  repetido  mas  ó  menos 
las  preñeces. 

Usos.  El  útero  recibe  el  germen  fecunda- 
do, se  le  une,  le  da  los  materiales  de  su  nutri- 
ción durante  el  tiempo  déla  gestación,  pasa- 
dala  cual  reacciona  sobre  si  mismo,  se  separa 
de  él  y  le  espulsa  al  esterior. 

De  los  ligamentos  anchos  y  de  hs  liga- 
menlos  redondos  del  útero.  Los  ligamentos 
anchos  son  dos  repliegues  cuadrilaterales  for- 
mados por  el  peritoneo  y  Irasversalmente'  es- 
tendidos desde  los  bordes  de!  útero  á  las  pa- 
redes laterales  de  la  escavacion.  Los  ligamen- 
tos aaclios  se  hallan  sobre  el  mismo  plano  que 
la  cara  anterior  del  útero;  se  .insertan  en  el 
Jaliio  anterior  de  los  bordes  de  éste  órgano, 
dejando  tras  si  todo  el  espesor  de  los  mismos. 

El  borde  superior  de  los  ligamentos  anchos 
se  divide  en  tres  repliegues  6  relieves  forma- 
dos, el  uno  detrás  por  los  ovarios.,  y  sus  liga- 
montos,  el  otro  delante  por  el  ligamento  re- 
dondo, el  tercero  y  medio  por  las  trompas. 
Este  es  el  mas  considerable,  el  mas  alto  y 
constituye  verdaderamente  el  borde  superior 
de  los  liganientos  anchoa. 

Eslos  ligamentos  dividen  pues  la  cavidad 
déla  pequeña  pelvis  en  dos  partes  de  las  cua- 
les la  anterior  contiene  la  vejiga  y  la  poste- 
rior el  recto,  y  á  menudo  algunas  asas  del  in- 
testino delgado,  y  una  porción  de  la  S  iliaca 
del  colon. 

Los  ligamentos  redondos  (cordones  supra- 
púliieos)  son  dos  haces  que  enlazan  el  útero 
coa  la  región  púbica,  y  que  se  estienden  des- 

las  partes  anterior,  superior  y  lateral  de  es- 
te órgano,  hacia  las  ingles  y  el  monte  de  Ve- 
nus. Soade!  grueso  poco  mas  ó  menos  de  una 
pluma  de  cuervo;  pero  el  del  lado  derecho  es 
ütl  P°co  mas  corto  que  el  del  izquierdo. 

listos  ligamentos,  al  dejar  el  útero,  se  di- 
rigen hacia  delante  y  al  esterior,  cruzan  obli- 
cuamente el  músculo  proas,  reptan  por  debajo 
del  peritoneo  y  se  meten  por  el  canal  inguinal 
recorriéndole  en  toda  su  estension,  para  per- 
2213   UIBLIOTECA  wjphlaiu 


derse  al  salir  de  este  anillo  confundiéndose 
con  la  parte  próxima  de  la  aponeurosis  fascia 
super/icialis.  Encuéntrense  asi  en  relación  in- 
mediata con'el  pene,  las  ingles  y  los  labios  de 
la  vulva,  á  cuyas  regiones  corresponde  esta 
aponeurosis. 

El  ligamento  redondo  se  baila  constituido 
por  Abras'  longitudinales  que  algunos  anató- 
micos modernos  han  considerado  como  perte- 
neciente al  tejido  amarillo  elástico,  pero  que 
son  evidentemente  uua  emanación  de  las  fi- 
bras uterinas.  La  estructura  de  estas  libras  es 
sobretodo  muy  palpable  durante  la  preñez. 

En  elfeto,  y  aun  ¿menudo  después  de  ha- 
ber nacido,  los  ligamentos  redondos  van  acom- 
pañados, en  el  trayecto  inguinal,  por  una  pro- 
longación del  peritoneo  completamente  aná- 
loga á  la  que  acompaña  al  cordón  testicular 
cuando  el  testículo  ha  franqueado  el  anillo. 
Esta  prolongación,  ó  vaina  cilindróidea,  cono- 
cida con  el  nombre  de  canal  de  Nucí,  pero 
cuyo  uso  es  tan  difícil  de  esplicar,  acaba  por 
obliterarse,  si  bien  á  veces  permanece  abier- 
to. Mr.  Cruveilhier  se  apoya  en  este  hecho  para 
esplicar,  como  !a  observación  le  ha  permitido 
esplicar,  en  contra  de  ¡as  opiniones  generai- 
raeulecorrientes,  un  número  bastante  conside- 
rable de  hernias  inguinales  en  lamuger.  Se- 
gún el  citado  autor,  este  número  es  igual  .al 
de  las  hernias  crurales. 

Los  cordones  supra-púbicos  sirven  para 
fijar  el  útero  y  prevenir  sus  dislocaciones. 

üTiLIDAf).  En  economía  politica  es  la  fa- 
cultad que  tienen  las  cosas  de  poder  servir  al 
hombre  de  cualquier  modo  que  sea;  Lo  mas 
inútil  é  incómodo  puede  tener  su  utilidad,  si 
su  uso  basta  para  darle  cierto  precio,  y  este 
precio  es  la  medida  de  la  utilidad  que  en  jui- 
cio de  los  hombres  tiene,  es  decir,  de  la  satis- 
facción que  resulta  por  su  consumo;  porque 
no  tratarían  de  consumir  esa  utilidad,  si  par 
el  precio  que.  tiene,  pudiesen  adquirir  otra 
que  les  procurase  mas  satisfacción. 

La  utilidad  así  entendida,  es  el  fundamen- 
to del  pedido  ó  demanda  de  productos,  y  por 
consiguiente  de  su  valor.  Pero  este  no  pasa 
de  los  gastos  de  producción,  pues  mas  allá 
de  este  tipo,  conviene  al  que  lo  necesita  ha- 
cerlo él  mismo,  ó  mas  bien,  nunca  se  ve  pre- 
cisado á  crearlo  por  si,  porque  al  tipo  dicho, 
hay  empresarios  que  se  encargan  de  ese 
cuidado. 

Hay  una  utilidad  mediata  y  olra  inmedia- 
ta. Esta  es  la  que  puede  usarse  inmediatamen- 
te, como  la  de  todos  los  objetos  de  consumo. 
La  mediata  es  la  de  las  cosas  que  tienen  un 
valor  como  medio  de  procurar  un  objeto  de 
uso-  inmediato;  tal  es  la  de  una  cantidaU  de 
dinero,  un  contrato  de  venta,  ira  valor  de  co- 
mercio, un  fondo  productivo  susceptible  de 
poder  ser  cuugenado, 

UTOPÍA.  Arte  de  hacer  feliz  á  un  pais,  de 
las  voces  eu  y  topos.  Por  utopía  se  entiende 
comunmente  uno  de  esos  planes  creados  por 
t.   xxxiii.  44 


69*  UTOPIA.— 

la  imaginación  de-ún  poeta  filósofo,  para  en- 
señar á  los  pueblos  las  instituciones  mas  con- 
venientes á  su  felicidad.  Asi  es  que  la  Cirope- 
dia  de  Jenofonte,  la  República  de  Platón,  son 
miradas  como  utopías.  El  canciller  Tomas  Mo- 
rus,  -victima  heroica  de  Enrique  VIII,  dio  ese 
título  á  sú  Teoría  descriptiva  de  una  legisla- 
ción y  de  un  gobierno  modelos.  El  Argenis  de 
Barclay,  el  Oceana  de  Arrington,  la  Historia 
délos  sevarambos,  el  cuadro  de  las  costumbres 
de  la  Bélica  y  del  gobierno  de  Saleuto  en  Te- 
Umaco,  de  la  felicidad  pastoril  ea  la  Arcadia 
deBernardino  de  Saint-Fierre,  de  una  política 
basada  en  la  moral  en  los  entretenimientos  de 
Focion  del  abate  Mably,  se  clasifican  en  esa 
categoría.  La  Heloisa  y  ^Emilio  no  son  mas 
que  utopias  sobre  el  amor,  sobre  el  orden  y  la 
felicidad  en  la  familia,  y  sobre  la  educación. 
Los  que  se  mofan  de  toda  reforma  necesaria 
ó  útil,  los  que  creenridicuiizar  toda  mira  nueva 
de  bien  público,  llamándola  utopia,  no  ad- 
vierten que  niegan  la  influencia  de  los  senti- 
mientos morales  sobre  la  sociedad.  Olvidan 
que  sin  esa  influencia,  todo  poder  y  la  exis- 
tencia misma  de  un  orden  social  se  bacen  im- 
posibles. Lo  que  lo  prueba,  es  que  los  hom- 
bres, cuyo  entendimiento  no  ve  en  los  pueblos 
mas  que  un  vil  rebaño,  tienen  que  apelar  al 
respeto  de  la  ley  moral.  Pero  lo  que  ni  aun 
sospechan,  los  adversarios  de  loda  idea  nueva 
cuando  se  divierten  á  espensas  de  los  utopis- 
tas, es  que  las  pretendidas  utrfpias  no,  hacen 
mas  que  reproducir  ó  anticiparse  á  hechos  que 
la  historia  no  tarda  en  consignar.  Esta  verdad 
consoladora  para  los  amigos  de  la  humanidad 
se  ha  hecho  evidente  por  Aimé  Martin  en  la 
Educación  de  las  madres  de  familia  y  en  el 
Plan  de  una  biblioteca  universal.  La  Repúbli 
ca  de  Platón  tenia  por  modelos  las  leyes  de 
Esparta.  Después  de  la  revolución  francesa  de 
1789,  se  han  hecho  en  esle  país  reformas  mu- 
cho mas  avanzadas  que  algunas  de  aquellos 
tiempos  que  se  consideraban  como  utopías. 
La  de  pesas  y  medidas  fué  al  principio  ridicu- 
lizada; cuando  comenzaron  á  cundir  los  prin- 
cipios de  Say,  muchos  se  rieron  de  ellos;  hoy, 
sin  embargo,  hay  en  Francia  bancos  de  per- 
muta que  prueban  materialmente  cual  es  la 
verdadera  riqueza,  y  que  han  logrado  supri- 
mir el  dinero  en  muchas  transacciones  y  en  la 
saüsfaccion  de  varias  necesidades.  Lo  único 
ridiculo,  lo  único  odioso  es  la  tenacidad  en 
sostener  proyectos  opuestos  á  la  moral  y  a  la 
razón  humana, 

UTRECHT.  (unión  de)  El  pacto  de  unión  ce- 
lebrado en  esta  ciudad  el  año  1570  entre  los 
representantes  de  ella  y  los  de  Holanda,  Ze- 
landa,, Gneldres,  Groninga,  Frisa  y  "Wereysel, 
es  uno  de  los  acontecimientos  mas  importan- 
tes de  aquel  tiempo.  Hacia  Felipe  II  grandes 
esfuerzos  por  establecer  en  los  Paises  Bajos  la 
unidad  política  y  religiosa,  creyendo  que  esto 
era  el  medio  mas  eficaz  de  conservar  su  so- ' 
berania,  pero  encontraba  fuerte  oposición  en 


UTRECHT  692 

aquella  gente  animosa  resuelta  A  mantener  sus 
costumbres  y  sus  antiguas  leyes.  La  muerte 
de  los  condes  de  Egmont  y  Itorn,  las  victorias 
conseguidas  por  el  duque  de  Alba  oofiíra  los 
insurrectos,  y  el  rigor  que  empleó  esto  j¡|. 
signe  capitán  contra  los  vencidos  no  bastaran 
para  destruir  el  espíritu  de  insurrección,  Al 
duque  de  Alba  sucedieron  en  el  mando  don 
Juan  de  Austria  y  el  duque  de  Panna,  Alejan, 
dro  Farnesio,  que  consiguieron  algunas  ven- 
tajas,  pero  no  lograron  afianzar  en  aquellos 
paises  la  soberania.de  Felipe  II,  Contrariaba 
todos  los  planes  de  este  monarca  Guillermo 
de  Hasau,  príncipe  de  Orange,  proclamado  por 
los  holandeses  su  slal.houder  ó  capitán  gene- 
ral en  1572,  y  viendo  que  el  partido  déla  in- 
surrección tenia  mas  que  temer  de  su  iIk- 
uuioii  que  de  los  esfuerzos  de  sus  enemigo;;, 
concibió  el  proyecto  de  formar  una  confedera- 
ción como  único  medio  de  mantener  uaidas  las 
fuerzas  délos  holandeses.  Trabajando  con  no 
poca  habilidad  para  realizar  este  pensamiento, 
consiguió  reunir  en  Gorcum  el  año  de  1578 
una  asamblea  de  los  estados  de  Holanda.  Pro- 
púsose alli  el  encargar  la  dirección  de  los  ne- 
gocios públicos  i  Guillermo  de  Orange,  que 
gobernarla  bajo  la  dependencia  de  los  Estados 
holandeses,  y  no  se  omitió  razón  alguna  de 
las  que  podían  probar  que  asi  se  evitarla  li 
discordia  y  todos  los  inconvenientes  que  nacen 
del  espíritu  de  localidad;  pero  la  asamblea  se 
disolvió  sin  acordar  nada  sobre  este  pimío. 
Sin  embargo,  como  la  proposición  iba  encami- 
nada al  triunfo  de  la  Holanda,  al  año  siguien- 
te se  volvió  á  tratar  de  ella,  y  por  último  vino 
á  formarse  una  alianza  ofensiva  y  defensiva 
con  el  carácter  de  perpetua  entre  los  Estados 
de  Holanda.  El  acta  de  esta  federación  se  lia 
considerado  siempre  por  los  holandeses  cono 
la  base  de  su  libertad  polilica,  civil  y  reli- 
giosa. 

UTRECHT.  '(paz  de)  La  muerte  del  último 
monarca  español  de  la  dinastía  austríaca, 
fué  para  la  España  y  para  la,  Europa  la  señal  de 
la  guerra  llamada  de  Sueesian,  una  de  las  mas 
famosas  de  que  nos  habla  la  historia  de  los 
tiempos  modernos.  Muerto  Carlos  II  sin  hijas, 
después  de  haber  roto  mas  de  una  vez  su  tes- 
tamento, y  habiendo  nombrado  por  último  su- 
cesor de  su  corona  á  Felipe  de  Anjon,  pido 
de  Luis  XIV,  rey  de  Francia,  acudieron  á  dis- 
putarse con  las  armas  el  trono  de  España  el 
duque' de  Anjou  y  el  archiduque  Carlos,  liijo 
de  Leopoldo,  emperador  de  Alemania.  Pusié- 
ronse de  parte  de  éste  y  se  declararon  en  fa- 
vor de  las  pretensiones  de  su  hijo  la  Inglalef- 
ra  y  la  Holanda  en  un  principio,  y  mas  adelan- 
te Portugal,  moviendo  á  estas  potencias  el  te- 
mor de  que  algún  din  pudieran  reunirse  enini 
descendiente  de  Luis  XIV  las  coronas  dp  Es- 
paña y  Francia,  con  lo  cual  peligrarla  la  inde- 
pendencia de  las  demás  naciones  lanío  como 
en  el  reinado  de  Carlos  Y.  Francia,  Italia,  Ale- 
mania, los  Países  Bajos  y  España,  fueron  tea- 


89i» 


UTRECH  1'— UTRICUURU 


694 


tro  do  esta  guerra  sangrienta  y  porfiada;  pero  I  que,  siendo  eslas  mas  ligeras  sirven  á  elevar 
iloude  se  peleó  con  mayor  obstinación  y  en-  á  la  superíloíe  el  pezón,  para  que  la  flor  pue- 
camizamiento,  y  con  mas  varia  suerte,  fué  en  da  desarrollarse  al  aire  libre;  pero  tan  pronto 
España,  siguiendo  las  banderas  del  archiduque }  como  se  acaba,  la  florescencia,  y  llegan  á  su 
los  catalanes,  aragoneses  y  valencianos,  y  dis-i 


los  — 

tUmiiéndosc  por  su  adhesión  al  duque  de  An- 
ioiu'asl  lodo  el  resto  de  la  península.  Causada 
eslaba  ya  la  Europa  de  guerrear,  cuando  acon- 
teció la  muerte  del  emperador  de  Alemania, 
Joscl,  viniendo  :i  ceñirse  por  esta  razón  la 
corona  imperial  el  archiduque  Carlos,  su  her- 
mano. Esto  bastó  para  que  las  naciones  aliadas 
de  la  casa  de  Austria  le  negasen  su  apoyo,  te- 
merosas <¡c  contribuir  á  la  reconstitución  del 
poderoso  imperio  de  Carlos  V.  Tratóse  al  fin 
de  la  paz,  y  habiendo  renunciado  Felipe  V  los 
derechos  que  pudieran  tener  en  lo  suce- 
sivo á  la  corona  de  Francia  tanto  el  como  sus 
descendientes,  se  celebró  en  Ülrecht,  en  1~  1 1 , 
el  tratado  de  paz  que  puso  fin  á  aquella  con- 
tiendas y  se  ha  considerado  despues-como  una 
de  las  bases  del  derecho  internacional  de  Eu- 
ropa. 

üTRECUT.  {Geografía  é  historia.)  Esla  ciu- 
dad, llamada  en  lo  antiguo  Trajactum  ó  Tra- 
jedum  ad  Renum,  da  nombre  boy  á  una  de 
las  provincias  del  reino  de  Holanda.  La  pros, 
paridad  y  engrandecí  miento  de  Utrecht  comen 
ib  en  el  siglo  X,  durante  eL  pontificado  de 
Valderico  de  eleves ,  cuyos  sucesores  conli 
núaron  ejerciendo  allí-  la  soberanía  hasta  la 
época  en  que  Enrique  de 'Gaviera  hizo  cesión 
de  ella  á  Carlos  V,  Éste  emperador  la  hizo  for- 
tificar en  1529  con  el  castillo  de  üreburg.  La 
población  de  Utrecht  asciende  á  mas  de  30,000 
almas.  Hay  en  ella  ricas  fábricas  de  terciopelo, 
un  jardín  botánico  y  una  universidad,  fundada 
en  I63G,  á  la  cual  lian  dado  fama  algunos  pro- 
fesores ilustres. 

UTIUCULARIA.  Lin.  (De  utrículo],  por  alu- 
sión á  las  pequeñas  vejigas  que  se  encuen- 
tran en  las  ramas.  Género  tipo  de  las  utricula- 
riceart,  al  parecer  poco  interesante,  como  no 
sea  por  sus  Uores,  cuando  estas  nadan  encima 
'del  agua,  es  notable  aun  por  3us  hojas  ente- 
ramente sumergidas  en  el  agua,  divididas  en 
,  filamentos  ramosos  muy  delgados  y  cargados 
detm  gran  número' de  vcjiguillas,  las  cuales 
se  componen  de  una  membrana  trasparente, 
elástica  y  córnea,  con  una  abertura  provista  ele 
una  válvula,  la  cual  se  abre  únicamente  hácia 
hiera  antes  de  la  florescencia.  Estas  vej ¡gui- 
llas están  llenas  de  agua,  pero  cuando  iu  flor 
se  prepara  á  aparecer,  s&efeclúa  en  la  planta 
una  descomposición  del  aire  que  despide  el 
aoUa  de  las  vejigutllas  ó  vegiculas,  de  manera 


madurez  las  semillas,  vuelven  las  vegiculas  a 
llenarse  de  agua  y  la  plañía  á  sumergirse  en 
ella,  donde  esparce  sus-  simientes  y  efectúa  asi 
su  propagación.  "Las  utricularias  pueden  vivir 
algún  tiempo  sin  adherirse  al  suelo.  Al  estre- 
mo de  las  ramas  existen  unos  bolones  gruesos 
los  cuales,  después  de  muerta  la  planta,  se 
desprenden  de  ella  y  caen  al  fondo  del  agua, 
donde  pasan  el  invierno,  y  en  primavera, 
echando  raices  que  se  internan  en  el  limo,  de- 
bajo del  agua,  dan  lugar,  ademas  de  la  repro- 
ducción por  las  semillas,  á  nuevas  plantas  por 
raices. 

La  utricularia  común  [utricularia  vulga- 
ris,  Lin.),  tiene  los  tallos  delgados,  largos, 
hundidos  en  el  agua,  divididos  en  largas  ra- 
mas que  sobrenadan,  cargadas  de  muchas  ho- 
jas. Por  encima  del  agua  suben  varios  tallos 
desnudos,  con  flores  en  número  que  varía  de 
cinco  á  ocho,  y  forman  un  racimo  simple  y 
poco  apretado,  presentando  á  la  base  de  cada 
pezón  una  brácteu  oblonga  y  escariosa.  El  cá- 
liz caduco  tiene  sus  divisiones  iguales;  su  co- 
mía es  amarilla,  bastante  grande,  con  dos  la- 
bios enteros,  el  superior  derecho  y  provisto 
de  dos  estambres;  el  inferior  mayor,  con  bor- 
des vueltos,  provisto  á  su  orificio  de  una  len- 
güela  saliente  y  terminado  a  su  base  por  «na 
espuela  subulada' y  obtusa;  el  estigma  tiene 
dos  hojas  desiguales.  La  cápsula  se  abre  con 
elasticidad  y  trasversalmente  en  dos  hemisfe- 
rios y  contiene  un  gran  número  de  semillas. 
Florece  esía  planta  en  julio  y  en  agosto,  y  es 
muy  común  en  los  estanques,  los  charcos,  los 
fosos  y  toda  clase  dé  aguas  estancadas,  des- 
de nuestras  regiones  meridionales  hasta  Sue- 
cia  y  Laponia.  Los  patos  la  buscan  con  avidez. 
Sóbrelas  vegiculas  de  esta  planta,  que  le  han 
hecho  dar  el  nombre  qne  lleva,  vive  el  mono- 
culus  pilosus,  Lin.  Antes  de  Lineo  se  le  da- 
ba los  nombres  de  millefolium,  lentibula- 
ria,  etc. 

La  utricularia'delgada  [utricularia  minor, 
Lin,),  bastante  parecida  á  la  anterior,  difiere 
de  ella  por  su  pequenez  y  por  sus  flores  de 
color  amarillo  pálido;  tiene  la  lengüeta  menos 
saliente,  la  espuela  mas  corta  y  mas  recia  y  el 
estigma  sin  vello  alguno.  Se  encuentra  en  los 
mismos  parages,  pero  con  menos  abundancia 
que  el  anterior.  En  la  utrioularia  interme- 
dia, Hayn.,  las  vegiculas  son  mayores  qne  en 
las  demás  especies. 


V 


Y.  Vigésima  cuarta  letra  de  miestro  alfa- 
beto contando  la  ch.  Llámase  w  consonante,  y 
se  lia  confundido  varias  veces  con  la  U.  En 
nuestro  idioma  su  articulación  se  confunde 
con  la  de  la  B,  y  esto  da  íugar  á  algunas  equi- 
vocaciones en  ortografía. 

Según  Tácito,  el  alfabeto  romano  carecía 
de  V;  pero  no  pocas  veces  aparece  en  monu- 
mentos romanos,  tales  como  ta  tumba  de  los 
Scipiones,  en  donde  representa  ¡a  V  y  la  ü  in- 
diferentemente. Los  arqueólogos  la  encuentran 
también  en  las  inscripciones  de  las  naciones 
primitivas  de  Italia  ,  los  etruscos ,  los  olseos, 
los  samnitas;  pero  en  estos  monumentos,  la  Y 
y  la  F  (antiguo  digama  de  los  eolios)  suelen 
bailarse  confundidas.  Según  Suetonio,  el' em- 
perador Claudio  quiso  hacer  adoptar  en  Roma 
la  forma  del  digama  invertido  y),  idea  que, 
según  Anneo  Cornuto,  pertenecía  á  Varron, 

Es  muy  probable  que  la  forma  definitiva  de 
la  V  fué  tomada  de  la  escritura  de  los  griegos, 
sirviéndole  de  modelo  el  upsilon  (y  );  porque 
vemos  en  muchos  monumentos  do  Africa,  del 
Peloponeso  y  de  la  Alta  Grecia,  esa  última 
letra  representada  sin  el  palo  inferior  y  redu- 
cida á  los  dos  rasgos  oblicuos  reunidos  por 
abajo. 

La  relación  material  que  observamos  entre 
la  Y  latina  y  el  upsilon  griego,  no  debe  hacer- 
nos  perder  de  vista  la  relación  mas  esencial 
aun  entre  la  V  y  la  F  y  el  digama  eolico,  y 
vav  semítico.  Lo  mismo  que  la  V  éntrelos  la- 
tinos, elvav  entre  losbebjeos,  y  sin  duda  en- 
tre los  fenicios,  se  usó  como  consonante  y  co- 
mo vocal.  Ademas,  correspondía  ala  labial 
pura  w. 

En  fdiomas  distintos  del  nuestro,  la  Y  es 
una  letra  denlo-labial,  de  articulación  un  poco 
análoga  á  la  de  la  F,  pero  muebo  mas  suave. , 
El  phi  (<í>)  del  alfabeto  griego  corresponde  por 
su  Jugar  a  la  Y  y  por  su  pronunciación  á  la  f. 

Ademas  de  la  analogía  qnebemos  indicado, 
éntrela  V  y  el  u«ü  hebreo,  otra  letra  del  alfa- 
beto hebraico  tenia,  según  los  rabinos,  el  so- 


nido de  V..  Llamábase  belh,  que  liabia  de  pro- 
nunciarse como  v,  cuando  no  estaba  marcada, 
con  el  daquesch,  punto  que  indicando  la  fal- 
ta de  aspiración  dejaba  al  beth  el  valor  de  la 
labial  erosiva  B. 

El  beta  de  las  gramáticas  griegas  se  pro- 
nuncia boy  día  en  Grecia  vita,  y  los  rusos  ta 
dado  á  su  B  el  valor  de  Y,  creando  para  el  so- 
nido 6  una  modificación  particular  del  signo  II. 
Entre  los  latinos  mismos  bailamos  algunas 
muestras  de  confusión  entre  la  B  y  la  V.  Da- 
nubiuí  se  encuenlrn.á  veces  escrito  Danuvius; 
belli,  velli,  vixit,  biwit. 

Los  armenios  tienen  dos  letras  diferentes 
análogas  á  la  Y:  el  leíoun  ,  con  el  doble  carác- 
ter de  vav,  y  el  viev,  que  es  constantemente 
consonante. 

La  Y  de  las  voces  latinas  representa  á  ve- 
ces el  espíritu  suave  de  los  griegos,  como  en 
ovis  íoveja),  que  se  deriva  do  oT?. 

En  alemán,  la  doble  W  suena  como  la  \'dc 
los  valencianos;  la  V  sencilla  se  llama  /son, 
y  représenla  la  articulación  sorda  correspon- 
diente; 

En  las  inscripciones  ó  medallas  Jalinasla 
Y  os  abreviatura  de  Valerius,  Valerianas,  vt- 
nerabilis,  Viciar,  ele. 

En  las  cifras  romanas  vale  S,  y  sirve  para 
representar  los  números  4 ,  0,  7,  S,  por  la 
adición  de  una  I  á  la  izquierda,  ó  de  ana,  dos 
ó  tres  á  la  derecba.  Un  tilde  sobre  la  Y  aumenta 
mil  veces  su  valor.  Algunos  creen  que  Víale 
5  por  ser  mitad  del  carácter  X,  que  vale  10. 

VACA.  [Agricultura.)  Con  este  nómbrese 
designa  la  hembra  del  toro.  Bebe  tenerse  un 
cuidado  especial  en  la  elección  de  las  que  fcW 
de  servir  para  la  propagación  de  la  especio; 
han  de  ser  de  cuatro  á  nueve  años,  dóciles, 
fuertes,  criadas  en  montañas  abundantes  en 
pastos,  ú  en  llanuras  que  no  tengan  aguas 
pantanosas;  los  huesos  de  la  pelvis  deben  ser 
anchos,  la  cabeza  levantada,  los  ojos  vivos, 
los  cuernos  fuertes  y  cortos,  grande  el  es- 
pacio que  media  entre  la  pitjia  falsa  coslillil 


607 


VACA— VACANTE 


698 


y  !a  pelvis,  carnosas  las  espaldas  y  el  pecho, 
¡as  piernas  gruesas  y  nerviosas,  las  pezuñas 
buenas  y  el  pelo  rojo  y  espeso. 

Las  mejores  vacas  de  nuestro  país  son  las 
de  Piedra-Hita  y  su  comarca,  que  son  las  lla- 
madas moruohas,  no  tienen  mas  defecto  que 
el  de  ser  bravas,  pues  por  lo  demás,  no  hay 
otras  de  tan  buena  alzada  y  proporciones,  de 
mejor  disposición  para  el  trabajo,  ni  mas  abun- 
dantes en  leche. 

Conviene  tener  presente  que  en  este  gana- 
do, como  ea  iodos  los  que  no  se  quiere  que 
degeneren  las  razas,  es  bueno  cruzar  las  cas- 
ias mezclándolas,  ó  renovándolas  Con  razas 
estrangeras. 

Las  vacas  preñadas  necesitan  de  mucho 
cuidado  y  precaución;  se  deben  preservar  de 
la  lluvia,  del  frió  y  del  escesivo  calor;  hacer- 
las trabajar  poco,  dejándolas  tomar  aliento  en 
el  trabajo,  no  hacerlas  correr  ni  obligarlas  á 
sallar  zanjas  ni  paredes,  ni  darles  golpes,  por- 
que abortan  fácilmente.  El  pasto  debe  ser  ju- 
goso, y  en  llegando  á  los  siete  meses  se  les 
puede  aumentar  la  comida  dándoles  con  ella  rá- 
banos, nabos,  calabazas,  buen  heno,  mielga  ó 
alfalfa,  y  pipirigallo  ó  espárcela.  Desde  luego 
esescelenle  señal  el  que  no  se  les  enjuguen 
las  tetas  á  las  vacas  ni  aun  en  los  últimos  dias 
de  la  gestación. 

El  parto  se  verifica  al  principio  del  décimo 
mes,  y  entonces  conviene  separarla  delasotras 
vacas,  dejarla  que  se  eche  sobre  paja,  pre- 
servarla del  frió ,  administrarle  una  hora  des- 
pués del  parlo  harina  desleída  en  agua  común, 
alimentándola  durante  ocho  dias  con  buen  he- 
no, alfalfa  y  pipirigallo  ,  y  dándole  de  beber 
agua  Manqueada  con  harina  de  cebada;  des- 
pués se  la  va  volviendo  poco  á  poco  a  sú  régi- 
men ordinario ,  cuidando  de  llevarla  al  esta- 
blo [res  ó  cuatro  veces  al  dia  para  dar  de  ma- 
mar al  ternero. 

Tanto  para  ayudarla  en  el  parto  ,  como 
después  de  él,  si  se  nota  que  la  vaca  está  dé- 
Wl y  no  se  restablece  pronto,  es  muy  bueno 
darle  una  sopa  de  libra  y  media  de  pan  tos- 
lado  en  sois  cuartillos  de  vino  mezclado  con 
igual  cantidad  de  agua.  Hasta  dos  meses  des- 
pués de  paridas  no  deben  empezarse  á  orde- 
W,  pues  antes  es  de  mala  calidad  la  leche  y 
la  necesitan  las  terneros,  asi  como- tampoco 
deben  ordeñarse  al  llegar  al  sétimo  mes  del 
embarazo,  á  no  ser  que  se  les  hinchen  las  Le- 
ías, en  cuyo  caso  es  preciso  descargársela?. 

Sisequiere  que  una  vaca  dé  lecheen  abun- 
dancia y  por  mucho  tiempo,  es  necesario  or- 
inarla aliaras  arregladas  y  equidistantes,  dos 
ieces  al  dia,  y  no  tres,  como  se  practica  en 
algunos  pueblas,  escepto  cuando  esté  recién 
panda  y  con  mucha  abundancia  de  leche!  Asi 
se  logra  que  la  vaca  necesite  y  desee  que  ¡¡ 
ordenen  -  — ' 


y  que"  espere  con  inquietud  el  mo- 


n  en  o  de  la  operación  para  librarse  del  peso 
4ue  langa  sus  telas  y  se  presenta  voluntaria- 
(Wte  acercándose  jj  la  vasija  destinada  á  reci- 


bir la  leche,  especialmente  si  el  que  cuida  de 
Ordeñarla  acostumbra  darle  después  de  comer. 
Para  esta  operación  es  necesario  escoger  una 
persona  hábil;  pues  el  que  no  sabe  ordeñar' 
cansa  á  la  vaca  y  la  irrita,' haciéndola  falsa, 
reacia  y  difícil  de  manejar  coa  el  mal  trato, 
acostumbrándola  á  temer  un  momento  que 
debe  ser  mas  sensual  que  penoso,  supu.es ^ 
to  que  para  ella  es  uña  necesidad  el  que  la  or- 
deñen. 

El  que  haga  esta  operación  debe  procurar 
en  primer  lugar  ponerse  limpio  y  aseado  para 
verificarla,  frotándose  con  el  heno  que  mas 
guste  á  la  iraca  antes  de  acercarse  á  ella ,  y 
manejará  suavemente  las  tetas  y  las  acariciará 
oprimiéndolas  de  arriba 'abajo ,  siguiendo  asi 
hasta  que  haya  sacado  toda  la  leche ;  pero 
nunca  se  principiará  esta  operación  hasta  que 
la  vaca  esté  tranquila. 

En  general  debe  procurarse  que  el  vaque- 
ro sea  fuerte,  vigoroso,-  diestro  ,  pacifico  y  de 
buen  genio;  pues  si  espanta,  maltrata  ó  casti- 
ga á  las  vacas  confiadas  á  su  cuidado  ,  se  ha- 
cen bravas,  intratables  y  aun  peligrosas  para 
los  que  seles  acercan.  También  es  muy  con- 
veniente que  el  vaquero  sepa  cantar  y  tocar 
algún  instrumento:  en  Suiza  hay  una  colección 
de  tocatas  y  canciones  de  fecha  inmemorial,  y 
que  se  denominan  retnz  des  vaahes,  que  sirven 
para  llamarlas  y  conducirlas ,  ,pues  las  vacas 
son- sumamente  aficionadas  a  la  música,  y  lo 
mismo  los  toros,  álos  cuales  se  les  ve,  muchas 
veces  suspender  sus  combates  en  cnanto  oyen 
algún  instrumento,  y  volverlos 'á  emprender 
en  el  momento  en  que  dejan  de  oirlo. 

Las  vacas  comen  de  casi  todas  las  yerbas, 
pero  las  que  seles  dau  mas  ordinariamente  en 
el  establo  son  la  alfalfa,  el  trébol,  ¡a sulla,  k 
colza,  la  pimpinela,  zanahorias,  nabos,  coles, 
patatas ,  lechugas ,  aulagas  ,  peregil ,  ramas  y 
hojas  de  olmo,  de  fresno,  de  sauce,  de  álam.o, 
de  arce  y  centinodia,  algarrobas  y  vainas  de 
guisantes  y  de  habas. 

Las  raices  es  muy  importante  el  dárselas 
partidas  á  pedazos,  y  les  nutren  mas  cuando 
se  les  administran  á  medio  cocer. 

Las  vacas  deben  beber  dos  veces  al  dia, 
y  aqui  nos  parece  oportuno  indicar  que  es  un 
error  el  creer  que  las  aguas  corrompidas  y  ce- 
nagosas sean  mas  sanas  para  dichos  animales 
que  la  pura;  y  otro  tanto  decimos  con  respec- 
to al  aseo,  pues  las  vacas  lo  necesitan  lo  mis- 
mo qué  los  caballos;  y' asi  se  nota  que  en  los 
paises  en  que  so  acostumbra  limpiar  y  almo- 
hazar las  vacas,  viven  estas  menos  espuestaa 
á  enfermedades,  están  mas  gordas  y  vigoro- 
sas, dan  mas  lecbe,  y  esta  es  de  mejor  ca- 
lidad. 

VÍ.CÁ  MARINA.  {Historia  naturai.)  Nombre 
con  que  se  designa  á  veces  el  hipopótamo,  el 
dtigongoy  algunos  peces  de  gran  tamaño,  pero 
que  mas  especialmente  se  aplica  á  la  morsa. 

-  VACASTE.  Esta  palabra  se  aplica  al  oficio, 
beneficio,  prebenda  ó  dignidad  ec]psiá.s(icaaug 


699 


VACANTE— "VACCINIAS 


701) 


se  haüá  sin  proveer.  También -se  emplea  para 
designar  el  tiempo  que  la  pieza  eclesiástica  es- 
tá sin  ocupar,  en  cuyo  concepto  se  dice  sede 
vacante,  iglesia  vacante,  ete. 

Los  cargos  ó  beneficios  vacan  de  tres  mo- 
dos: l.°  de  hecho  y  de  derecho;  2."  de  dere- 
cho y  no  de  hecho:  3.°  de  hecho  y  no  de  dere- 
cho. Yaca  un  beneficio  de  hecho  y  de  derecho, 
cuando  nadie  le  posee  ni  tiene  derecho  de  po- 
seerle, lo  que  sucede  al  morir  el  tfuele  obtie- 
ne ó  al  hacer  dimisión  si  no  hay  persona  des- 
tinada de  antemano  para  sueederle.  Vaca  un 
beneficia  de  derecho  y  no  de  hecho-,  cuando 
privado  el  beneficiado  del  derecho  que  tiene, 
le  posee  no  obstante,  lo  cual  acontece  en  el 
caso  de  permanecer  en  éí  siendo  ya  nn  intru- 
so ó  detentador.  Vaca  un  beneficio  de  hecho  y 
no  de  derecho,  cuando  no  le  posee  et-lilular 
legítimo,  como  sucede  en  el  caso  de  una  au- 
sencia larga  que  pudiera  considerarse  como 
una  renuncia  tácita. 

El  beneficio  pertenece  siempre  por  regla 
general  á  aquel  que  lo  tiene  por  derecho,  y  es- 
te, como  es  sabido,  se  adquiere  por  la  cola- 
ción, no  considerándose  por  consiguiente  va- 
cante el  beneficio  por  la  muerte  ó  resigna  del 
que  solo  lo  tenia  de  hecho. 

Vaca  el  beneficio  ipso  jure  ó  ipso  fació, 
según  dicen  los  canonistas,  por  la  muerte  deL 
poseedor,  por  la  dimisión  hecha  endebida  for- 
ma, por  la  incompatibilidad  de  tener  dos  bene- 
ficios, por  la  traslación  del  beneficiado,  por  su 
promoción,  por  incurrir  el  poseedor  en  los  de 
Íi|ó's  de  heregia,  apostasía,  cisma  y  simonía, 
por  la  perpetración  délos  de  sodomía  ó  inces 
to;  por  los  crímenes  de  confidencia,  de  falsi- 
Ucaciony  de  asesinato,  y  por  la  violación  déla 
suspensión  en  el  ejercicio  del  beneficio,  cuan- 
do esta  fuere  impuesta  por  autoridad  legitima 
¿  La  vacmte  de  pleno  derecho  solo  tiene 
logaren  los  casos  expresamente  marcados  en 
él,  necesitándose  una  sentencia  judicial  para 
declarar  la  vacante  en  cualquiera  otro  caso  por 
grave  que  sea.  -  - 

Vacan  in  curia  los  beneficios  cuando  li 
muerte  del  beneficiado  que  da  iugar  á  la  va 
cante  se  ha  verificado  en  el  lugar  en  donde  el 
papa  tiene  su  -residencia. 

Para  atender  á  la  esiineiondelos  vales  rea- 
les la  santidad  de  Pió  VI  concedió  al  señor 
don  Carlos  IV,  por  su  breve  dado  en  Romaá  7 
de  enero  de  1795,  ia  .facultad  de  cobrar  los 
productos  de  las  rentas  anejas  á  todas  las  pie- 
zas eclesiásticas  dé  las  iglesias  de  la^Península 
é  islas  adyacentes,  que  vencieran  en  todo  el 
tiempo  de  su  vacante;  es  decir,  desde  la  muer 
te,  promoción  o  traslación  del  poseedor  hasta 
su  provisión  en  olfo.  El  valor  de  este  ramo  lle- 
gó á  ser  de  2.000,000  de  reales. 

En  América1  se  daba  el  nombre  de  vacan 
tes  mayores  y  menores  á  las-rentas  de  las  mi 
tras  y  dignidades  eclesiásticas,  las  cuales  des- 
de quemorianlos  poseedores  basta  que  se  nom- 
braba sucesor  se  aplicaban  al  erario. 


Por  el  concordato  de  ¡851  las  rentas  de 
las  vacantes  eclesiásticas  se  destinan  al  ionio 
de  reserva  que  establece  en  todas  lasdiócesis  - 

VACAS  DE  SAN  AUTOS;  [Historia natural.] 
Nombre  con  que  se  designan  vulgarmente  las 
especies  indígenas  del  género  coccindla  fa- 
milia de  los  alfidifagos  de.  los  coleópteros  til, 
meros.  Llámanse  también  mariquitas  y  llenen 
la  costumbre  de  replegar  sus  pies  contra  el 
vientre  cuando  se  las  coge,  haciendo  salir  pot 
sus  junturas  un  humor  amarillo ,  fétido  y 
viscoso.  Aparecen  pronto  cu  la  primavera  v 
nos  hacen  el  servicio  de  destruir  muchos  pní- 
gones  que  constituyen  su  alimento.  Las  mas 
comunes  entre  nosotros  son  la  coccinek  de 
siete  punios  (coccineío  septempunntala  de 
Lin.),  la  de  dos  puntos  (c,  oipunetoíoilcLin,! 
y  la  de  dos  pústulas  (c.  btpustulata  de  liinJ 
VACCINIAS.  Tribu  perteneciente  a!  género 
de  las  ericáceas,  cuyo  tipo  es  el  vaccinwm. 
Su  cáliz,  adticrenle  al  ovario,  corona  con  sus 
cuatro  dientes  una  baya  ombilicada  y  de  cua- 
tro celdas;  su  corola  es  en  forma  de  cascabel 
y  tiene  ocho  estambres.  El  vaccinium  ¡wjr- 
tiüua  es  un  pequeño  arbusto  de  dos  pies  de 
alto  cuando  mas,  cuyos  tallos  son  angulosos  y 
muy  frondosos;  las  hojas  alternas,  apenas 
peccioladas,  lisas,  pequeñas,  ovales  y  denti- 
culadas; sus  llores  son  blancas,  matizadas  de 
encarnado,  y  á  ellas  suceden  unas  boyas  de 
azui  negruzco.  Las  flores  de  esta  planta  salen 
en  marzo  y  sus  frutos  maduran  en  junio.  Esle 
arbusto,  muy  común  en  los  bosques,  ea  las 
parages  cubiertos,  y  montuosos,  desde  las  co- 
marcas mas  septentrionales  hasta  en  los  mas 
meridionales,  se  encuentra  con  abundancia  cu 
las  regiones  subalpinas,  de  las  cuales  pueden 
considerarse  corrió  tipo  las  montañas  deTuringc, 
En  las  .cercanías  de  París  es  muy  raro.  ¿De  que 
proviene,  pues,  el  gusto  que  sentimos,  cuando 
en  medio  de  una  gran  selva  encontramos  las  su- 
culentas bayas  de  este  arbusto,  muy  inferiores 
por  lo  demás  á  las  frutas  de  nuestros  verge- 
les? Esto  proviene  deque,  al  cogerlas  catada  li- 
bertad, entramos  momentáneamente  en  el  ga- 
ce  de  aquellos  derechos  naturales  que  el  hom- 
bre ha  cambiado  por  el  de  propiedad,  el  culi, 
si  bien  le  hace  poseedor  tranquilo  del  fmlo  de 
sus  labores,  limítalos  derechos  al  terreno  que 
le  pertenece. 

Aunque  el  nombre  de  vaccinium  ha  sido 
empleado  por  los  antiguos,  conocemos  poco  ai 
etimología.  Todos  conocen  este  verso  de  Vir- 
gilio: 

Alba  Hijastra  cadunt  vaccinia  nigraltgud»r. 

en  el  cual  se  cree  con  bastante  razan  que  sfl 
trata  del  aligustre  de  flores  blancas  y  «I 
vaccinium  de  flores  negruzcas,  cuyo  tm 
ácido  incita  á  cogerlas. 

Estas  bayas  y  las  de  las  demás  cspcei* 
tienen  un  sabor  acidulado  y  refrescante.  U» 
moradores  del  campo  las  llaman  w»*  í*8™1' 


701  VACCiNIAS 

mes,  y  los  alemanes  heidelbere,  se  comen, 
crudas  y  aveces  con  leche;  con  su  zumo  se  hace 
un  jarabe  que  sirve  contraía  disenteria.  Pues- 
tas en  infusión  coa  alumbre,  dan  un  color  mo- 
rado, con  el  cual  se  tifien  las  telas.  Fermenta- 
das con  cierta  cantidad  de  azúcar  producen  un 
licor  vinoso  bastante  agradabio ,  con  el  cual 
aumentan  los  taberneros  la  cantidad  del  vino  y 
]e  dan  color.  Los  habitantes  de  las  montañas 
de  luringe,  donde  son  muy  abundantes  estas 
frutas,  sacan  de  elias  muy  buen  partido,  co- 
miéndolas frescas  y.  en  pasteles,  o  haciendo 
con  ellas  un  arrope  que  se  'Conserva  muchos 
ailos.  A  ellas  son  muy  aticionados  algunos  pá- 
jaros, ton  esta  planta  se  alimenta  el  ¡ihaltena 
myrlüli,  Lin.,  las  ovejas  y  las  cabras  comen 
sus  estremidades,  y  para  curtir,  pieles  sirven 
muy  bien  su  tallo  y  sus  hojas. 

Sobre  las  montañas  mas  elevadas  ,  en  los 
parages  húmedos  y  fangosos,  particularmente 
cu  los  Alpes,  crece  el  vaccinium  de  pantanos, 
{vaccinium  uliginosuin,  Lin.)  muy  parecido  al 
anterior',  pero  con  el  tallo  mas  bajo  y  de  hojas 
pequeñas,  ovales,  obtusas  y  enteras.  Sus  flo- 
res blancas,  algunas  veces  de  color  de  rosa, 
avales,  con  cuatro  ó  cinco  dientes,  son  reem- 
plazadas á  su  tiempo  por  bayas  negruzcas  de 
agradable  sabor. 

El  vaccinium  puntuado  (vaccinium  vüis 
irtea,  Lin.)  es  notable  por  sus  hojas  reticuia- 
das,  puntuadas  por  debajo,  lisas,  duras,  ova- 
les y  casi  enteras.  Sus  tallos  son  rectos,  de  un 
pie  de  aiío,  sus  llores  rojizas,  dispuestas  en 
pequeños  racimos  inclinados;  las  bayas  encar- 
nadas, muy  acidas  y  refrescantes.  Este  arbus- 
to crece  en  los  montes  poco  elevados,  hasta  en 
l.aponiu,  donde  os  muy  común.  En  algunos 
puntos  de.Alemania  se  sirven  de  estas  frutas 
para  condimentar  las  carnes,  y  los  lapones,  á 
pesar  de  lo  acidas  que  sou,  Jas  comen  coci- 
das. De  elias  se  saca  un  hermoso  color  en- 
carnado. 

El  vaccinium  oxycoccos,  Lin.;  [oxynoccos 
jmlustris,  Pers.)  estiende  por  los  musgos  sus 
tallos  delgados,  rastreros,  guarnecidos  de  pe- 
queñas hojas  ovales,  blanquizcas  por  debajo  y 
contraídas  en  sus  bordes.  Sus  flores  son  axi- 
lares, solitarias,  rojizas,  y  están  sostenidas  por 
largos  pezones,  y  sü  corola,  monopétala  al 
principio;  se  separa  en  cuatro  partes  basta  su 
base,  ¿as  bayas  son  rojas,  muy  ácidas;  atacan 
la  planta  y  la  blanquean,  y  son  buen  alimen- 
to para  los  pájaros.  Por  todas  partes,  en  los 
pantanos,  crece  esta  planta.  En  Laponia  se  en- 
cuentra unahermosa  variedad,  con  hojas  y  llo- 
res mucho  mas  pequeñas,  que  es  el  vacci- 
mum  maorocarpon  de  Aitón. 

VACUNA.  (Medicina.)  l'arécenos  que  lo  mas 
oportuno  será  principiar  este  articulo  con  la 
biografía  del  afortunado  médico  á  quien  Jebe 
la  humanidad  tan  precioso  descubrimiento. 

Eduardo  Jenner,  médico  inglés,  individuo 
ee  la  Sociedad  Real  de  Londres"  socio  eslrau- 
sm  del  Instituto  de  Francia  y  de  todas  las  so- 


-YACüNA.  702 

ciedades  científicas  de  Europa,  nació  el  17  de 
mayo  de  1749  en  Berkeiey,  en  el  condado  de 
(¡loeester.  Su  padre  Esteban  era  maestro  en 
artes  por  la  universidad  de  Oxford,  rector  de 
Rockhampton,  vicario  de  Berkeiey,  y  .poseía 
considerables  terrenos  en  el  Glocestershire.  Su 
madre  era  hija  de  Enrique  Head,  quien  habia 
poseído  el  curato  de  Berkeiey  y  era  al  propio 
tiempo  canónigo  prebendado  "de  Bristol.  Perdió 
á  su  padre  en  temprana  edad,  pero  ios  afec- 
tuosos y  solícitos  cuidados  de  su  hermano  Juan 
le  mitigaron  en  parte  el  sentimiento  que  le 
causara  aquella  gran  pérdida.  Recibió  su  pri- 
mera educación  en  Oivcester,,  pasando  desde 
alli  á  cargo  de  Daniel  Ludlow,  distinguido  ci- 
rujano de  Sudhury,  quien  le  hizo  veces  de 
maestro  hasta  !770,  en  cuya  época  habiéndose 
trasladado  á  Londres,  -fué  á  vivir  por  espacio 
de  unos  dos  años  con  el  célebre  Juan  ílunter. 
Muy  pronto  se  apercibió  el  maestro  de  las  fe- 
lices disposiciones  de  su  discípulo,  y  asi  es 
que  á  poco  estampó  su  nombre  en.muchos  en- 
sayos de  historia  natural  qne  daba  á  luz,  lle- 
gándole á  ofrecer  que  se  asociarla  con  él  pa- 
ra un  curso  de  historia  natural  que  se  proponía 
dar  bajo  un  plan  nuevo  y  muy  vasto. 

En  aquella  época  fué  cuando  por  vez  pri- 
mera se  proyectó  el  viage  del  capitán  Cook 
con  el  caballero  Banks.  Necesitábase  para  la 
espedicion  un  hombre  versado  en  el  estudio 
de  la  anatomía  comparada,  que  fuese  capaz  de 
examinar  y  de  describir  los  animales  de  espe- 
cies nuevas  que  la  casualidad  proporcionase, 
A!  punto  sé  lijaron  todas  las  miradas  en  Jenner, 
quien  desechó  las  ventajosas  proposiciones  que 
se  le  hicieron,  prefiriendo  vivir  al  lado  de  su 
hermano  que  le  habia  hecho  veces  de  padre. 
Entonces  fué  cuando  se  estableció  como  ciru- 
jano en  Berkeiey.  Ün  nuevo  incidente  estuvo 
á  punto  de  arrancarle  de  los  brazos  de  su  que- 
rido hermano,  en  aras  del  cual  acababa  de  ha- 
cer el  sacrificio  de  los  ofrecimientos  de  Hunler 
y  del  capitán  Cook.  Encontrábase  en  Batir,  en 
un  gran  banquete  en  que  se  presentó  á  la 
mesa  algún  plato  frió  que  fué  preciso  calen- 
tarlo por  medio  de  una  hugia,  y  al  ir  á  veri- 
ticarlo  se  suscitó  la  cuestión  de  si  seria  mas 
conveniente  mantener  el  objeto  á  cierta  dis- 
tancia de  la  llamad  introducirle  en  ella.  Pidió 
ienner  la  vela,  y  sin  vacilar  metió  el  dedo  has- 
ta el  mismo  centro  do  la  llama,  teniéndolo  alli 
algunos  instantes,  y  en  seguida  lo  colocó  per- 
pendicularmente  encima,  pero  al  momento  tu- 
vo que  retirarle.  «Ahí  tenéis,  señores,  dijo, 
un  argumento  demostrativo.»  Al  dia siguiente 
recibió  una  esquela  del  general  Smith,  que  ha- 
bia formado  parte  de  la  reunión  y  que  no  te- 
nia de  él  ninguna  noticia  anterior,  ofrecién- 
dole un  deslino  en  la  India,  y  asegurándo- 
le que  á  los  dos  ó  tres  años  contase  con  uu 
sueldo  de  300  libras  esterlinas.  Comunicó  la 
proposición  que  acababan  de  hacerle  a  sir  her- 
mano, y  por  una  parte  el  cariño  que  profesa- 
ba á  su  hermano,  y  por  otra  el  amor  al  pais 


703 


VACÜNA 


70¿ 


natal ,  le  decidieron  al  íin  á  despreciarla.  ¡  doctor  Parry  de  Baita,  la  causa  de  la  an°-¡n 
Dorante  su  permanencia  en  la  provincia  |  del  pecho  aunque  comunmente'  se  ármS 

et  descubrimiento  al  doctor  HéBeráen,  1W 
siempre  su  modestia  se  negó  á  reclamar  lo 
que  pertenecía  á  la  originalidad  de  su  es- 
píritu. 


Solo  de  paso,  por  decirlo  asi,  podemos  de- 
tenernos en  objetos  de  un  interés  tan  suba!, 
temo,  cuando  se  trata  de  llamar  la  atención 
acerca  de  la  importancia  de  las  investigación 
nes  que  debió  hacer  Jenner  para  establecer 
con  exactitud  la  naturaleza  de  uno  de  los  ma- 
yores beneficios  que  el  espíritu  de  observación 
ha  derramado  sobre  la  humanidad. 

No  ha  faltado  algún  francas  que  haya  tra- 
tado de  disputarie  el  mérito  del  descubrimien- 
to de  la  vaca  na.  Con  efecto,  liusson  en  el  ar- 
ticulo vacuna  del  Diccionario  de  ciencias  mé- 
dicas, reunió  hechos  y  tradiciones  que  prue. 
nan  que  era  conocida  antes  de  que  hufee 
sido  objefo  de  un  serio  estudio;  en  una  pala- 
bra  quiso  reivindicar  para  el  vecino  imperio  el 
honor  de  la  idea  primera  que  pudo  conducir 


Suavizaba  Jenner  los  penosos  deberes  de  sil 
estado  con  el  estudio  de  la  fisiología  y  de  la 
historia  natural.  Favorecido- por  exactas  obser- 
vaciones, con  insistencia  repetidas,  y  varia- 
das de  mil  diversos  modos,  llegó' a  ilustrar  "un 
punto  de  ornitología  hasta  entonces  muy  oscu- 
ro y  contradicho  por  varios  naturalistas.  Nos 
referimos  á  lo  concerniente  al  cuclillo,  el  cual 
verifica  la  puesta  en  el  nido  de  otras  aves,  y 
á  los  medios  de  que  se  valen  los  pequeñuelos 
apenas  salidos  del  huevo,  para  espulsar  del 
lugar  paterno  á  los  huevos  ó  á  las  domas  ave- 
cillas, usurpando  asi,  del  modo  mas  ilegitimo, 
no  solo  la  cuna  de  estos  últimos,  sino  también 
las  caricias  de  su  madre.  Jenner  que  fué  el  pri- 
mero, que  se  cercioró  de  este  hecho  tan  curio- 
so esplica  en  los  términos  siguientes  et  nota- 
bilísimo ingenio  que  despliega  el  cuclillo  jó  - 
ven  para  salir  airoso  en  su  empresa.  «Et  jóveti 
cuclillo,  á  las  pocas  horas  de  nacer,  auxilián- 
dose con  su  ovispillo  y  con  sus  alas,  procura 

situarse  debajo  de  la  infeliz  avecilla  con  la  |  a  Jenner  á  fijar  toda  su  atención  en  el  exúmen 
que  comparte  la  cuna,  y  colocarla  sobre  su  ¡  regular  de  la  vacuna.  Verdad  es  que  el  escritor 
dorso,-  donde  la  retiene  estendiendo  y  levan-  ¡  francés  declaró,  como  no  podía  menos  de  lis- 
tando las  alas.  En  esta  disposición  se  arrastra  '  cerlo,  que  aun  dado  ca'so  no  fuera  propiamca- 
hacia  atrás  hasta  et  borde  del  nido,  en  donde  la  hablando  el  inventor  del  descubrimiento, 
descansa  un  poco,  y  en  seguida  haciendo  un  '  nadie  podía  negarse  á  proclamar  que  estudió, 
esfuerzo  precipita  ó  despeña  su  carga.  Terml-  profundizó  é  hizo  varios  esperimenfos  con  u 
nada  esta.operacion  permanece  un  corlo  ralo  raro  talento  de  observación  todo  lo  relalitual 
moviendo  sns  alas  como  si  tratase  de  cercio  • '  origen  de  la  vacuna,  y  que  á  él  deberá  algún 
rarse  del  feliz  éxito  de  su  inhumana. empresa.  !  día  el  inunda  entero  la  estincion  de  un  a* 
Trepando  por  los  bordes  del  nido,  deja  á  ve-  que  tan  á  menudo  despobló  regiones  Gateras, 
ees  caer  su  carga,  pero  pronto  emprende  de  Bajo  este  punto  de  vista  aun  ocupa  en  la  cien- 
nuevo  su  tarea,  no  cejando  en  su  intento,  has-  cia  un  puesto  muy  elevado,  porque  al  perfec- 
ta conseguido  su  deseo.  Sorprendente  es,  por  eionar,  consiguió  que  se  diera  al  olvido  lodo 
cierto,  ver  los  reiterados  esfuerzos  de  un  cu-  io  que  se  había  hecho  antes  de  su  época,  lia- 
clillo  de  dos  ó  tres  días,  cuando  tiene  á  su  la-  mando  la  atención  eschisivdde  los  pueblos aa- 
da  una  avecilla  demasiado  pesada  ya  para  po-  bre  sus  trabajos.  No  Iremos  tenido  eí  gusto  de 
derla  levantar.  Apodérase  entonces  de  él  una  leer  el  citado  articulo  de  liusson  disputando  ¡i 
agitación  continua,  no  cesando  de  trabajar  ni  Jenner  el  honor  de  la  idea  primera  sobre  la 
por  un  momenlo  siquiera.  Cuando  se  acerca  ya  vacuna,  y,  por  lo  tanto,  nos  encontramos  en  la 
el  duodécimo  dia  de  su  nacimiento,  pierde  ya  imposibilidad  de  averiguar  el  valor  que  pueda 
el  deseo  de  arrojar  á  sus  compañeros  del  nido, !  lener  aquellos  pretendidos  hechos  y  aquellas 
y  no  les  incomoda  ya  mas.»  (Observaciones  supuestas  tradiciones, 
sohre  la  historia  natural  del  cuclillo,  publica-  j  Luego  que  Jenner  se  hubo  instruido  per 
das  en  las  Transacciones  filosóficas  de  Londres,  medio  de  tradiciones-  populares,  de  comunica- 
en  el  año  de  1788.)  La  originalidad  de  estas  eiones  amistosas,  ó  de  la  lectura  de  obras  pu- 
investigaciones  escitó  la  atención  de  los  natu-  1  blicadas  en  lengua  sánscrita,  es  lo  cierto  que 
ralisfas',  y  le  valió  el  honor  de  ser  admitido  á  datar  del  año  1770  observó  que  en  las  gran- 
como  individuo  de  la  Sociedad  Real  de  Londres,  des  inoculaciones  de  las  viruelas  que  se  praS' 
Hasta  se  publicaron  en  las  gacetas  anglo-ame- 
ricanas  las  observaciones  de  Jenner,  y  el  doc- 
tor Luis  Valentín  recogió  una  en  Norfolk,  en 
Virginia,  donde  están  en  parte  consignadas. 
•  Desde  aquella  época,  trató  de  demostrar j  viduos,  consultó  á  los  grandes  propiciaría 
Jenner,  por '  medio  de,  la  anatomía  comparada  |  reunió  las  tradiciones  populares,  del  cantón  i 
que  los  tubérculos  que  se  encuentran  en  el  comarca,  y  naturalmente  se  vió  impelido  a 
pulmón  del  hombre  son  simples hidátidas.  Ideó  estudiar  un  fenómeno  tan  nuevo  para  él  y  ím 
también  un  nuevo  procedimiento,  mas  fácil '  extraordinario  en  sus  resultados, 
que  los  hasta  entonces  conocidos,  para  oble-  j  Observó  que  aquellos  individuos  refracta- 
ner  tártaro  emético  puro;  y  parece  que  igual-  ríos-  estaban  empleados  en  su  mayor  partí  8j 
mente  descubrió,  según  una  publicación  del  las  lecherías,  y  queliabian  contraído  pupas» 


ticaban  entonces  en  Inglaterra  en  ciertas  épo- 
cas del  año,  muchos  individuos  resistían  i  K: 
dos  sus  esfuerzos  para  comunicarles  la  in- 
fección variólica.  Se'inl'orraó  con  estos  indi 


70S 


VÁCDNA 


706 


tnirujones  'en  las  manos  por  estar  siempre  ten- 
tándolas mamas  de  las  vacas  para  esprím  ir  la  le- 
che, mamas  qu  e  presen  taban  una  erupei  on  cono- 
cidácon  el  nombre  úncowpox,  frecuente,  sobre 
lodo,  en  lasque  habitaban  pastos  húmedos.  To- 
da vez  encontrado  este  primer  dato,  no  satis- 
fizo aun  plenamente  el  espíritu  indagador  de 
Jenner,  porque  quiso  remontar  al  origen  de  la 
enfermedad,  observada  ciertamente  en  las  le- 
cliorias  del  contorno,  pero  desconocida  de  los 
veterinarios.  Sus  nuevos  trabajos  le  conduje- 
roa  á  adquirir  la  certeza  de  que  el  origen  de 
la  enfermedad  venia  del  caballo,  que  la  materia 
que  (luye  de  los  talones  de  los  caballos  ata- 
cados de  las  aguas  en  las  piernas  [greas&i,  lle- 
vada por  los  mozos  de  cuadra  ¿  los  pezones 
délas  vacas,  é  inoculada,  por  decirlo  asi,  á  es- 
las  últimas,  les  daba  el  cowpox.  Luego,  si  las 
personas  encargadas  de  ordeñarlas,  no  habían 
pasado  aun  las  viruelas  y  tenían  á  su  vez  cs- 
coriaeiQP.es  en  las  manos,  contraían  de  las  va- 
cas !a  enfermedad  qne  desde  entonces  se  i Ui - 
nú  varióles  vaccince.  Jenner  apoyo  su  opinión 
con  observaciones  y  esperimentos  convincen- 
tes, Sabia  que  el  cowpox  era  desconocido  en 
Escocia,  en  Irlanda  y  en  Austria  en  donde  no 
se  emplea  ningún  hombre  en  las  lecherías  ó 
rasas  de  vacas,  y  donde,  por  consiguiente,  no 
se  establece  comunicación  alguna  entre  los 
individuos  que  cuidan  de  los  caballos  y  los 
i|ue  ordeñan  Jas  vacas;  y  ademas  babia  obser- 
eado  lambícn  que  asi  como  no  se  ven  las  aguas 
en  la  pierna  durante  la  sequia,  tampoco  reina 
el  mvpox.  Por  fin,  no  se  babia  olvidado  de 
ipie  en  Inglaterra  los  iuoculadores  habían  ob- 
servado qne  cuando  inoculaban  los  herreros 
(que  en  el  campo  hacen  las  veces  de  veterina- 
rios1, la  inoculación  salía  mal  muy  á  menudo, 
ó  solo  comunicaba  unas  viruelas  anómalas  e 
imperfectas.  A  estas  observaciones  agregó  es- 
perimentos positivos.  El  criado  de  un  labrador 
vecino  suyo  tenía  que  curar  dos  veces  al  dia 
un  caballo,  que  se  le  había  abierto  la  parte  in- 
ferior de  ia  pierna  con  derrame  de  serosidad 
muy  clara.  El  mozo  tenia  una  cortadura  en 
los  dos  meñiques,  en  los  cuates  se  desarrolla- 
ron úlceras  que  lomaron  el  carácter  de  ta  va- 
cuna incomodándole  bastante.  Tres  meses  des- 
pués le  inocularon  las  viruelas,  en  los  dos 
ltrazos  corr  nn  virus  muy  activo,  pero  sin  re- 
sultado alguno.  Jenner  vió  también  un  criado 
pe  curaba  á  un  jumento  que  padecía  de  grea- 
w>  y  l;°mo  ordeñaba  al  mismo  tiempo  las  va- 
cas, Ies  comunicó  la  infección  trasmitida  en 
seguida  á  los  criados  empleados  en  la  misma 
operación.  Ya  no  le  quedó  entonces  duda  al- 
guna sobre  el  origen  del  cowpox,  y  así  es  que 
aseguraba  que  donde  quiera  se  encontrasen 
reuuídos  un  caballo,  un  hombre,  -una  vaca  y 
una  lechería,  era  poco  menos  que  cierto  que 
ahí  se  encontraría  el  cowpox,  si  el  pais  era 
liiimedo.  Esta  opinión  confirmada  luego  por 
Mr.  Tanner,  cirujano  veterinario  de  Lóndres  y 
por  Mr.  Lupton,  en  el  London  medical  Review, 

«14    IIIIÍLIOTECA  POPULAD. 


noviembre  de  1800,  fuó  completamente  de- 
mostrada por  Mr.  Loy  en  una  escetente  memo- 
ria titulada:  «Account  of  some  esperiment  on 
Ihe  origine  y  of  tlie  cowpox.»  (Lóndres,  1802, 
en  8.",  de  29  páginas). 

Antes  de  la  publicación  de  su -obra,  que 
apareció  por  el  mes  de  junio  de  1798,  con  el 
titulo  de  «An  inquíry  inlothe  causes  and  eJTects 
of  the  yárloias  vaccine.»  (Londres,  1 J98,  en  4.°) 
Jenner  proseguía  en  silencio  sus  observacio- 
nes sobre  el  efecto  anli-variólico  de  la  vacu- 
na. Veía,  si,  que  muchísimas  personas  que 
habían  contraído  el  cowpox  nn  podían  quedar 
infectados  por  las  viruelas,  pero  también  ob- 
servaba que  algunos  de  los  individuos  que  ha- 
bían, al  parecer  padecido  aquella  enfermedad, 
se  hallaban  sujetos  á  sufrir  la  infección  varió- 
lica. Este  descubrimiento  entorpeció  por  un 
instante  su  celo;  pero  pronto  reconoció,  des- 
pués de  un  eximen  mas  profundo,  que  la  teta 
de  la  vaca  presentaba  muchas  variedades  de 
erupciones  espontáneas,  que  todas  podían  in- 
fectar las  manos  de  las  personas  que  ordeña- 
ban, pero  que  algunas  de  estas  erupciones  de 
las  vacas  no  comunicaban  la  verdadera,  vacu- 
na. Superado  este  primer  obstáculo  pudo  es- 
tablecer ya  una  distinción  entre  lo  que  él  lla- 
mó verdadera  y  falsa  vacuna,  según  tuviesen 
ó  no  la  facultad  de  preservar  la  constitución  de 
la  infección  variólica  Mas  apenas  babia  que- 
dado desvanecida  esta  primera  facultad,  cuan- 
do se  presentó  otra  mucho  mas  importante. 
Yióse  uu  individuo  que  babia  ordeñado  una 
vaca  afectada  por  la  verdadera  enfermedad  y 
que  babia  esperirnentado  al  parecer  las  con- 
secuencias ordinarias  de  la  afección  vacunal, 
y  sin  embargo,  le  atacaron  á  poco  las  virue- 
las. No  por  eso  desmayó  Jenner,  al  contrario, 
se  entregó  con  nuevo  ardor  á  sus  investiga- 
ciones; cuyos  resultados  no  pudieron  ser  mas 
prósperos.  Descubrió  que  el  fluido  contenido 
en  las  pústulas  de  la  vaca,  sufria  progresi- 
vos cambios  en  su  naturaleza  á  medida  que  se 
aproximaban  estas  á  su  desecación;  y  que 
cuando  se  le  aplicaba  á  la  piel  en  su  estado 
de  degeneración,  podía  determinar  una  ulce- 
ración, pero  no  el  cambio  constitucional  ne- 
cesario para  poner  el  cuerpo  á  cubierto  del 
contagio  variólico.  Desde  entonces  era  ya  evi- 
dente que  un  individuo  puede  ordeñar  hoy 
una  vaca,  contraer  de  ella  la  enfermedad  y 
quedar  inaccesible  para  siempre  á  las  virue- 
las; al  paso  que  otro  que  haya  ordeñado  al 
dia  siguiente  la  misma  vaca  puede  haber  es- 
perirnentado la  influencia  local  del  virus  sin 
quedar  por  eso  al  abrigo  de  las  viruelas.  Míen-, 
tras  se  estaba  dedicando  á  estas  investigacio- 
nes, que  consistían  ea  simples  observaciones, 
se  le  ocurrió  la  ¡dea  de  si  seria  posible  propa- 
gar la  vacuna  por  inoculación,  sobre  el  plan 
de  ía  inoculación  variólica,  tomando  primero 
la  materia  de  la  vaca,  é  inoculándola  luego  de 
uno  á  otro  hombre.  Trató,  pues,  de  realizar 
su  idea,  librando  asi  para  siempre  á  la  huma- 

T,    XXX1H.  45 


707 


Vacuna 


nidad  de  una  de  las  mas1  terribles  enfermeda- 
des que  hayan  afligido  jamás  á  la  tierra.  De 
paso  advertiremos  ahora  que  hoy  dia  está  de- 
mostrado que  no  hasta  la  simple  vacunación, 
sino  que-  es  preciso  una  revacunación. 

Por  grande  que  fuera  la  atlcion  de. Jenner 
al  valle  de  Glocester,  las  circunstancias  de  su 
descubrimiento  hicieron  absolutamente  nece- 
saria su  presencia  en  Londres,  viéndose  en 
cierto  modo  obligado  á  abandonar  un  estable- 
cimiento que  formaba  las  delicias  de  su  vida. 
Consagró  alli  todo  su  tiempo  en  sostener  una 
inmensa  correspondencia  con  el  estrangero, 
y  en  proporcionar  á  su  pais  todas  las  instruc- 
ciones que  necesitara.  Sus  relaciones  con  el 
mundo  entero  adquirieron' tal  desarrollo,  que 
pidió  por  favor  á  sus  amigos  del  continente 
que  dejaran  de  escribirle  cartas  ó  libros  que 
la  aduana  le  hacia  pagar  de  un  modo  ruinoso. 

Todas  las  sociedades  de  medicina  de  Ingla- 
terra y  de  Europa  so  apresuraron  á  asociarle  y  á 
esponerle  aduladores  elogiosásus  trabajos.  To- 
dos los  médicos  europeos  rivalizaron  en  celo 
para  propagar  su  descubrimiento,  y  los  anales 
déla  ciencia  no  presentan  ejemplo  de  un  con- 
curso tan  unánime  de  esfuerzos  para  librarse 
de  un  azote  cualquiera,  y  para  rendir  al  inven- 
tor de  este -descubrimiento  todos  los  homc- 
nages  á  que  se  liabia  hecho  acreedor. 

los  cirujanos  y  los  médicos  de  la  marina 
real  inglesa  hicieron  acuñar  cu  honor  suyo, 
en  1801,  una  medalla  que  representa  en  una 
cara  á  Apoto,  dios  de  la  medicina,  devolvien- 
do á  Inglaterra  curado  por  la  vacuna.  la  Usura 
alegórica  de  la  Inglaterra  tiene,  en  la  mano 
una  corona  cívica,  en  cuyo  centro  se  lee  el 
nombre  de  Jenner.  nAlba  naulis  stela  rcful- 
sis¡>  es  la  inscripción  que  se  lee  en  el  anvei> 
so  de  la  medalla,  pues  en  el  reverso  tle  la 
misma  está  grabada  un  áncora,  leyéndose  en- 
cima «Georgio  111  .rege,»  y  debajo  «Spencer 
ducec  aludiendo  á  la  administración  de  la  ma- 
rina real  en  el  reinado  de  Jorge  lll. 

Catalina  11,  emperatriz  de  Rusia,  le  escri- 
bió en  1802,  una  caria  sumamente  lisonjera, 
acompañada  de  un  diamante  de  subido  valor. 

El  parlamento  de  Inglaterra  se  complació 
en  colmarle  de  estimación  y  en  prodigarle 
testimonios  de  reconocimiento  nacional.  Des 
pues  de  haberle  volado  por  dos  veces  gracias 
publicas  y  unánimes,  le  concedió,  el  2  de  ju- 
nio de  1 802,  nna  suma  de  10,000  Ijbras  ester 
linas  (mas  de  900,000  reales),  y  rogó  al  rey 
qué  añadiera  á  ésta  cantidad  500  libras  ester- 
linas (cerca  de  50,000  reales.)  Esta  recompen- 
sa fué  acompañada  con  los  mas  honrosos  tes- 
timonios de  estimación. de  la  'cámara  de  los 
comunes  y  del  gobierno  de  la  Gran  Bretaña. 
El  canciller  dé  Ta  cámara  del  Asco,  apoyando 
la  proposición  presentada  sobre  el  particular, 
por  el  almirante  Berkeley,  declaró  que  »la  cá- 
mara podia  votar  en  favor  de  Jenner  la  re- 
compensa que  juzgara  conveniente,  porque  se 
trataba  de  uno  .de  los  mas  importantes  descu- 


brimientos que  hubiere  hecho  la  sociedad  deS- 
de  la  creación  del  mundo,  y  porque  el  méríio 
de  este  descubrimiento  era  superior  á  lodncs- 
picsion.» 

En  1804  fué  nombrado  Jenner  alcalde  de 
Gheltenliam,  pueblo  célebre  por  sus  aguas  ydí- 
nerales.  Desde  ¡aquella  época  vivió  casi  cons- 
tantemente lejos  de  Lóndres,  compartiendo  el 
tiempo  entre  el  estudio  y  sus  funciones  pú- 
blicas. Con  objeto,  sin  duda,'  de  llamarlo  á  la 
capital  el  lord  alcalde  y  los  aldermen  do  Lon- 
dres le  ofrecieron,  en  el  mes  de  diciembre  de 
1805,  sus  derechos  de  inmunidad  y  de  cinda- 
daño,  con  el  diploma  encerrado  en  una  so- 
berbia caja  enriquecida  con  diamantes. 

Pero  su  salud  y  la  sencillez  desúseos- 
lumbres  le  retuvieron  en  el  campo  dnade  pa- 
só sus  últimos  años  hasta  su  muerte,  acaecida 
el  26  de  enero  de  1823,  á-la  edad  de  sesenla 
y  cuatro  años. 

Por  Dn,  débense  ásu  pluma  las  siguientes 
obras: 

An  inquirí]  tnío  the  causes  and  jffecls 
ofthe  varióla  vaceinw,  (Lóndres,  179S,  en 
4.a;  habiéndose  publicado  una  tercera  ej¡- 
cion  en  1801.)  Esta  obra  fué  traducida  cnVie- 
na  por  Careno  con  el  titulo  de  «Eduardi  Jen- 
neri,  Med.  D.etReg.  scicnt..Acad.  Soc,  disqui- 
sitio  de  causis  et  effectibus  variolarum  vaccí- 
narum.»  (Viena,  1799,  en  4.°,  con  ligaras  ilu- 
minadas.1  El  caballero  de  la  llocqne  la  tradnja 
al  francés  con  el  titulo  de  «Invcsligacioné 
sobre  las  causas  y  los  efectos  de  la  varióla.1 
vaccime."  (Lion,  1800,  en  8.") 

Furlher  observations  on  Ihe  variolievm- 
cinm.  (Lóndres,  1799,  en  4.") 

Continualion  of  faets  and  obscrvaliom 
of  ihu  cowpox.  (Lóndres,  1SÜ0,  en  4.*j 

On'íhe  effeets  of  eutaneous  eruptionsor 
modificalions  of  Ihe  vaccine  varióle  (iSIli, 
en  el  tomo  duodécimo  del  Diario  médico  v'li- 
sico.)  Jenner  publicó  luego,  por  separado  ésta 
obra  [Cbeltenham;  ¡819,  en  4.°)  con  el  Ululo 
de  On  the  varieties  and  modifieations  ofllu 
vaccine  puslule  occasioned  by  an  herpetic 
state  of  the  skin. 

Aquí  termin;}  la  biografía  de  Jenner,  y  con 
ella  la  bisloria  del  descubrimiento  de  la  vacu- 
na. Vamos  á  entrar  abora  en  otras  considera- 
ciones, para  lo  cual  nos  parece  oporlunn  rn- 
piar  la  instrucción  y  reglamento  de  la  vacuna 
dirigidos  á  los  médicos  españoles  por  la  jimia 
superior  gubernativa  de  Medicina  y  Cirugía. 

«Estando  ya  demostrado  hasta  ta  evidencia 
la  propiedad  admirable  de  precaver  las  viradas 
descubierta  en  la  vacuna,  no  pueden  los  mé- 
dicos encargados  de  la  conservación  del  gé- 
nero humano  omitir  ninguno  de  los  medios 
que  eslén  en  su  arbitrio  para  propagar  mas  y 
mas  osle  bonétlco  descubrimiento,  sin  fe'lilr 
á  las  obligaciones  que  han  contraído  cuando 
se  han  dedicado  al  ejercicio  de  la  ciencia  sa- 
ludable y  á.sus  deberes  respecto  de  la  socie- 
dad que  los  hace  depositarios  de  su  confianza, 


709 


VACUNA 


710 


y  con  ella  délo  mas  precioso  que  tiene  el  jpo  que  da  testimonio  de  la  paternal  ternura  de 
hombre,  su  salud  y  su  vida.  ¡  su  corazón  y  de  la  ilustración  de  su  gobierno, 

Iioura  f  compromete  á  los  médicos  á  que  de^ 
diquen  incesantemente ,  como  deben,  sus  ta- 
rcas literarias,  hasta  ver  estingoidas  para  siem- 
pre las  viruelas;  esta  plaga  desoladora  que 
diezmaba  todo  el  género  bumanó,  y  estropea- 
ba otros  diez  de  cada  ciento ,  haciendo  fre- 
cuentemente un  objeto  de  compasión  y  de  hor- 
ror el  que  antes  era  las  delicias  de  su  familia 
y  el  encanto  de  todos  los  que  le  miraban.  Se 
salvará  pues  por  medio  de  !a  propagación  de 
la  vacuna  la  quinta  parte  de  los  hombres  que 
antes  eran  victimas  de  las  viruelas;  y  la  poste- 
ridad no  conocerá  este  azote  sino  por  !a  histo- 
ria médica  y  por  !a  pintura  terrible  de  sus  es- 
tragos. ¡Qué  perspectiva  tan  lisonjera,  y  que 
estimulo  para  nuestros  trabajos,  si  no  tenemos 
cerrados  los  corazones  á  los  sentimientos  de 
humanidad  y  de  religión! 

«Para  proporcionar  una  cierta  uniformidad 
en  las  operaciones  de  los  médicos;  para  que  se 
baga  común  el  conocimiento  de  la  sencillez  de 
la  vacunación,  y  para  que  pueda  sacarse  de  las 
observaciones  de  lodos  el  mayor  partido  posi- 
ble, tendrá  vd.  presentes  ías  prevenciones  si- 
guientes. 

«1.a  inoculación  del  fluido  vacuno  puede 
hacerse  en  todas  las  épocas  de  la  vida,  en  to- 
das las  estaciones  del  año,  y  no  exige  prepa- 
raciones preliminares. 

«A  los  recien  nacidos  puede  hacerse  la  va- 
cunación en  las  primeras  semanas  de  su  -vida. 

«Es  siempre  preferible  la  comunicación  del 
fluido  vacuno  de  brazo  á  brazo. 

«Aunque  la  inoculación  puede  hacerse  en 
cualquiera  parte  del  cuerpo,  la  práctica  común 
es  hacer  las  incisiones  en  los  brazos  bácia  el 
medio  de  ellos  y  en  su  parle  superior ,  y  qne 
estas  sean  cuatro,  á  suficiente  .distancia  una 
de  otra  para  que  no  se  encuéntrenlos  granos. 

«Se.  dan  unas  friegas  suaves  en  la  parte 
donde  se  ha  de  hacer  la  inoculación ;  y  hume- 
decida la  punta  de  la  lanceta  en  el  fluido  va- 
cuno, se  introduce  bajo  de  la  epidermis  mien- 
tras que  con  la  otra  mano  se  estiende  un  poco 
la  piel,  se  inclina  suavemente  en  diferentes  di- 
recciones, y  se  retira  apoyándola  y  enjugán- 
dola en  la  superficie  de  la  piel  herida. 

«Cuando  no  baya  fluido  fresco,  y  sea  nece- 
sario hacer  la  inoculación  con  el  que  suele  re- 
mitirse en  cristales ,  es  necesario  disolverle 
en  una  gotita  de  agua  fria,  meneándole  con  la 
punta  de  la  lanceta  hasta  que  se  baya  disuelto, 
y  entonces  se  toma  de  este  fluido,  y  se  hace  la 
operación,  como  cuando  se  ejecuta  de  brazo  á 
brazo.  .  / 

«Algunos  han  usado  con  preferencia  á  la 
lanceta,  unas  agujSs  parecidas  á  las  que  em- 
plean los  cirujanos  para  la  operación  conocida 
con  el  nombre  de  pico  de  liebre. 

«Al  tercero  ó  cuarto  día  de  la  operación  se 
manifiestan  los  primeros  síntomas  de  la  vacu- 
na; se  te  en  el  sitio  de  \a  inoculación  una  cier- 


«La  ■  esperiencia  universal,  la  continuada 
repetición  de  observaciones  idénticas,  en  to- 
das ías  naciones,  los  hecbosmas  irrefragables, 
Ibh  desterrado  ya  para  siempre  las  dudas  y  los 
recelos  que  pudiera  inspirar  la  prudencia  y 
buen  criterio  médico,  al  oir  por  primera  vez 
tina  novedad  verdaderamente  estrafia  y  aun 
repugnante;  pero  la  razón  cedió  á  la  eviden- 
cia, y  el  testimonio  de  esta  ha  destruido  tam- 
bién ludas  las  objeciones  dictadas  por  el  egoís- 
mo, la  malignidad  ó  la  ignorancia. 

«Va  está  umversalmente  recibido  esle  nue- 
vo aforismo  médico:  «La  vacuna  precave  las 
viruelas.»  Do  esla  verdad  resulta  necesaria- 
mente luego  los  médicos,  los  conservadores 
Je  la  salud  deben  propagar  la  inoculación 
de  la  vacuna,  pues  por  esle  medio  se  libra  al 
género  humano  de  la  enfermedad  mas  terri- 
ble, y  cuyos  estragos  son  casi  mayores  que 
los  que  causa  la  guerra,  la  peste,  las  inunda- 
ciones y  los  terremotos.  Solo  en  nuestra  pe- 
nínsula arrebataban  las  viruelas  miles  de  vi- 
das cada  uc  año,  sin  contar  los  que  quedaban 
deformes  ó  estropeados;  pero  ya  son  menos 
sus  víctimas,  ya  son  muy  raras  las  viruelas 
un  Madrid  y  en  oíros  pueblos  donde  se  ha  in- 
troducido la  vacuna;  ya  hemos  visto  algunos 
donde  no  se  ha  comunicado  aquella  enferme- 
dad al  tiempo  que  estaba  desolando  los  in- 
mediatos, porque  sus  médicos  habían  inocula- 
do la  vacuna  á  todos  los  que  no  habían  pasado 
la  viruela;  luego  el  profesor  de  medicina  que 
no  influya  todo  lo  posible  en  que  se  haga  ge- 
neral el  uso  de  este  descubrimiento,  dester- 
rando las  preocupaciones  populares,  y  hacién- 
dolo conocer  demostrativamente  como  un  don 
precioso  de  la  Providencia ,  enviado  para  re- 
medio de  tanios  males,  es  reo  de  lesa  huma- 
nidad. 

•Sobre  la  obligación,  que  por  estas  pode- 
rosas consideraciones  tienen  los  médicos  por 
rajan  de  su  ministerio,  de  procurar  la  propa- 
gación de  la  vacuna,  no  les  estrecha  menos  á 
su  cumplimiento  lá  que  como  Heles  vasallos 
del  mejor  de  los  reyes  les  impone  la  inimita- 
ble y  singular  benelicencia  de  nuestro  sobera- 
no, cuando  siempre  atento  como  el  amoroso 
padre,  á  cuanto  pueda  contribuir  á  la  felicidad 
de  los  que  tenemos  la  fortuna  de  vivir  bajo  las 
riendas  de  su  gobierno,  se  ha  dignado  confiar- 
les la  propagación  de  la  vacuna  en  todos  sus 
dominios,  encargando  á  la  Junta  superior  gu- 
liemativa  de  Medicina  y  cirugía  ponga  en 
practica  los  medios  que  crea  oportunos  para 
llenar  este  objeto,  que  es  de  suprema  impor- 
tancia. 

«La  junta,  pues,  espera  que,  estimulado 
por  todas  estas  justas  reflexiones,  trabajará 
™.  por  su  parte  cuanto  le  sea  posible  en  el 
desempeño  de  aquellas  obligaciones  y  en  el 
puntual  cumplimiento  de  la  real  resolución  de 
nuestro  augusto  soberano,  que  al  mismo  tiem- 


711 


VACUNA 


712 


ta  rubicundez  y  alguna  elevación;  al  día  quin- 
to se  aumenta  esta;  toma  una  apariencia  cir- 
cular; es  mas  rojo  el  color  de  la  parte,  f  e' 
inoculado  tiene  alguna  comezón  ó  picazón  en 
ella;  el  sesto  se  aclara  algo  el  color  rojo;  el 
rodete  ó  elevación  circular  se  ensancha  y  au- 
menta, y  esto  hace  que  la  cicatriz  aparezca  de- 
primida; rodea  y  circunscribe  al  grano  un  cir- 
culo rojo  como  de  media  linea  de  diámetro;  el 
sétimo  se  aumenta  el  grano;  se  aplana  algo  el 
rodete  circular  y  toma  un  color  plateado ;  el 
octavo  se  ensancha  el  rodete;  la  materia  que 
contiene  es  -  en  mayor  cantidad  y  levanta  sus 
bordes  que  aparecen 'tensos  y  de  un  color 
blanquecino  inclinado  á  pardo;  la  depresión 
central  y  el  hundimiento  que  se  ve  en  medio 
del  grano,  toma  un  color  mas  oscuro,  y  á  las 
veces  conserva  el  mismo  que  el  rodete;  el  cir- 
culo rojo  que  le  circunscribe  se  vuelve  mas 
encarnado  y  se  estieude  mas;  el  dia  nueve  se 
aumenta  el  volumen  de  la  erupción,  el  rodete 
es  mayor,  mas  levantado,  y  contiene  mayor 
cantidad  de  fluido;  el  circula  rojo  toma  un  co- 
lor de  rosa  hermoso  y  entonces  furnia  lo  que 
ha  merecido  el  nombre  de  areola;  el  dia  diez 
no  se  observa  novedad  sensible,  solo  aparece 
mayor  el  rodete  y  se  ensancha  la  areola.  En  esta 
época  suelen  sufrir  los  vacunados  algunos  do- 
lores en  las  glándulas  de  las  axilas  ó  sobacos, 
algan  movimiento  febril  y  rarísima  vez  cierta 
inclinación  al  vrjmilo.  Estas  incomodidades  son 
siempre  lígerísimas ;  desaparecen  pronto  y 
nunca  obligan  á  guardar  cama,  ni  á  variar  el 
método  de  vida  ordinario;  el  once  se  mantiene 
el  grano  en  el  mismo  estado  y  este  dia  termi- 
na el  periodo  inflamatorio. .Durante  este,  el 
Jluido  vacuno  está  contenido  en  las  celdillas 
del  tejido  celular,  y  si  se  pica  el  grano  se  ve 
salir  una  gota  de  una  materia  muy  limpia  que 
es  luego  reemplazado  por  otra,  y  en  este  esta- 
do es  cuando  debe  hacerse  la  inoculación  de 
brazo  á  brazo.  El  dia  doce  empieza  á  secarse 
el  grano;  su  depresión  central  toma  el  aspecto 
de  una  costra,  caminando  siempre  desde  el 
centro  á  la  circunferencia  y  conservando  el 
hundimiento  central,  que  caracteriza  este  gra- 
no. El  trece  hace  progresos  la  desecación,  y 
sucesivamente  los'  dias  siguientes,  hasta  que 
hecho  todo  una  costra,  cae  entre  el  veinte  y 
uno  y  el  treinta. 

«El  orden  sucesivo  de  sintonías  que  se  ha 
espresado  no  es  siempre  invariable;  se  obser- 
van á  veces  algunas  irregularidades  mas  ó  me- 
nos notables;  en  unos  vacunados  se  desenvuel- 
ven los  prinieros  síntomas  el  dia  dos,  y  en 
otros  no  se  ve  novedad  alguna  hasta  el  diez, 
el  doce,  ó  mas  tarde;  pero  estos  casos  son 
muy  raros,  y  generalmente  se  observa  mucha 
uniformidad  en  los  progresos  de  la  erupción 
de  varios  vacunados  en  un  mismo  dia. 

«La  descripción  que  acaba  de  darse  es  la 
de  la  verdadera  vacuna,  cuyos  caractéres  im- 
porta mucho  conocer  bien,  pues  solo  ellos 
pueden  ilustrarnos  acerca  de  los  efectos  pre- 


servativos de  las  viruelas ;  y  el  no  haberlos 
distinguidos  de  los  de  las  otras  erupciones  ha 
dado  lugar  á  frecuentes  equivocaciones  que 
han  desacreditado  injustamente  'osle  precioso 
descubrimiento. 

«Alguna  vez,  en  lugar  de  esta  verdadera 
vacuna  precautoria ,  suele  presentarse  otra 
erupción  que  no  tiene  esta  propiedad,  y  que 
se  ha  conocido  cou  el  nombre  de  vacuna  tal- 
sa;  y  esto  sucede  cuando  el  vacunarlo  lia  pasa- 
do la  viruela  anteriormente,  ó  cnandu  se  ha 
empleado  para  la  vacunación  una  materia  se- 
ca, y  que  ha  tomado  un  aspecto  y  una1  consis- 
tencia vidriosa,  6  bien  cuando  se  ha  oxidado 
en  la  punta  de  la  lanceta.  Pero  es  fácil  disiin- 
gnir  la  vacuna  falsa  de  la  verdadera,  pues  los 
síntomas  de  irritación  se  presentan  en  aquella 
desde  el  primero  ó  segundo  dia;  el  grano  no 
observa  en  su  formación  el  curso  leato  y  gra- 
duado que  el  de  la  verdadera;  suele  estar  ya 
seco  el  dia  seis,  á  lo  mas  tarde  el  nueve;  nun- 
ca sé  ve  en  él  la  depresión  central,  el  hundi- 
miento que  'en  los  granos  de  la  verdadera,  an- 
tes por  el  contrario  terminan  en  punía;  niel 
fluido  que  contienen  es  claro  como  el  de  la  va- 
cuna, sino  mas  bien  espeso,  sanguinolento  ó 
purulento;  ni  tampoco  está  contenido  en  cel- 
dillas, sino  todo  junto  en  un  grano  debajo  (le 
la  epidermis,  y  sale  enteramente  por  la  aber- 
tttrá  mas  pequeña.  Se  ha  dicho  que  esta  erup- 
ción no  precave  de  las  viruelas,  y  es  necesa- 
rio no  confundirla  con  la  verdadera  vatfuna, 
como  se  ha  hecho  frecuentemente,  pues  ojie 
esta  produce  eñ  la  constitución  uua  modiOca- 
cion  particular  que  le  asegura  para  siempre  de 
la  impresión  del  veneno  variólo,  al  pasoqaela 
falsa  solo  os  el  resultado  de  una  irritación  lo- 
cal, que  no  tiene  consecuencias  ulteriores.  Por 
fortuna  suele  ser  muy  rara  la  falsa  vacuna, 
cuando  la  inoculación  se  hace  de  brazo  á  bra- 
zo, á.no  ser  que  el  vacunado  haya  pasado  la 
viruela. 

«Ademas  de  la  preciosa  ventaja,  reconoci- 
da umversalmente  en  la  vacuna,  de  ser  un  re- 
medio precautorio  de  las  viruelas,  hay  obser- 
vaciones particulares  que  prueban  puede  sa- 
carla medicina  otras  no  pequeñas  en  beneficio 
de  la  humanidad,  y  cuya  importancia  merece 
llamar  la  atención  de  sus  profesores. 

«En  el  año  de  !8'25  so  han  observado  en 
España,  y  fuera  de  ella,  erupciones  vesiculs- 
res,  mas  ó  menos  parecidas  á  las  de  la  viruela 
volante,  y  á  veces  á  las  de  la  discreta  benigna 
en  los  vacunados;  mas  sobre  no  haber  segui- 
do aquellos  granos  los  períodos  y  carácter  do 
la  verdadera  viruela,  han  faltado  dalos  pañi  de- 
cidir de  la  legitimidad  6  falsedad  de  la  vacuna 
que  se  empleo  en  los  sugetos  que  la  tuvieron, 
y  hasta  se  ha  notado  por  facultativo  del  Días 
sano  juicio  é  imparcialidad  y  del  mejor  gcuia 
observador,  que  semejante  erupción  en  los  va- 
cunados venia  i  ser  como  suplementaria  del 
gran  número  (le  pústulas  déla  viruela  natural, 
y  que  "preservaba  de  otros  males  también,  w 


\ 

7)3  VACUNA- 

caal  deberá  serví?  para  sostener  y  fomentar 
Uas  y  mas  la  vacunación. 

«Se  ha  visto  alguna  vez  que  sngetos  débi- 
les y  enfermos  se  han  curado,  se  lia  fortaleci- 
do y  mejorado  stt  constitución  después  de  la 
inoculación  de  la  vacuna.  Se  han  visto  vicios 
jierpétieos  y  otros  de1  la  piel  curados  por  ine- 
dia ¡le  la  vacunación.  Lo  mismo  se  ha  visto  en 
algunas  oflfilmlas  rebeldes.  Puede  atribuirse 
t£\e  fenómeno  á  que  el  (luido  vacuno  obra  de 
úíi  modo  análogo  á  las  cantáridas,  sinapismos 
y  otros  estímulos  de  que  la  medicina  hace 
iiso  con  tanta  utilidad  en  los  afectos  crónicos. 

«Conviene,  pues,  reunir  observaciones; 
conviene  examinar  con  el  mayor  cuidado  to- 
dos los  fenómenos  que  se  presentan  durante 
los  progresos  de  la  vacuna,  como  las  anoma- 
lías que  puedan  observarse  en  los  diferentes 
piíílto's  de  nuestra  península,  para  que  en  esta 
rennion  de  tiecbos  tengamos  un  cuerpo  de  doc- 
Inim.  rapa/,  de  lijar  las  idea-,  y  de  dar  toda  la 
eslension  posible  a  la  utilidad  de  este  descu- 
brimiento, que  liará  siempre  una  época  glo- 
riosa en  la  historia  de  la  medicina.  . 

■■rara  llenar  estos  objetos,  y  en  conformi- 
dad de  la  regla  quinta  de  la  real  cédula  espedi- 
da para  la  propagación  de  la  vacuna,  en  2 1  de 
atril  de  1S05,  llevará  vd.  im  diario  en  que 
anotó  vd.  todas  las  particularidades  que  ob- 
serve en  los  vacunados  que  dirija,  y  cada  dos 
meses  dará  vd.  cuenta  de  sus  observaciones  al 
escelentisimo  señor  capitán  general  de  esa 
liraviucia  y  á  esta  Real  Junta. 

«Como  la  esperiencia  baya  acreditado,  que 
según  se  ha  multiplicado  el  número  de  los 
observadores,  se  ban  descubierto  en  nuevos 
parajes  vacas  que  padecen  el  cowpox  o  vi- 
ruela, de  que  se  lia  comunicado  la  vacuna, 
dedicará  vd.  sus  observaciones  á  examinar  si 
en  alguna  época  del  año  padecen  las  vacas  de 
ese  país  la  espresada  viruela,  que  forma  unos 
granos  en  sus  tetas  azulados,  y  que  en  toda 
su  circunferencia  están  rodeados  de  una  ru- 
bicundez Inflamatoria. -Esta  viruela  se  lia  ba- 
ilada ya  en  Cataluña  por  un  médico  propaga- 
dor de  esle  descubrimiento. 

«Teniendo  vd.  presente  esta  instrucción; 
consultando  á  la  junta  eii  casos  en  que  le  ocur- 
ran, algunas  eludas,  trabajando  en  eslcnclér 
todo  lo  posible  la  vacunación,  y  llevando  una 
razón  circunstanciada  de  los  individuos  vacu- 
nados por  su  dirección,  comunicando  igual- 
meiile  las  anomalías  y  variedades  que  baya 
notado,  y  recogiendo,  finalmente,  las  obser- 
vaciones importantes  que  se  presentasen  en 
este  nuevo  ramo  de  higiene  pública,  habrá  us- 
ted cumplido  con  las  sagradas  obligaciones  de 
su  deslino  en  la  sociedad;  habrá  vd.  corres- 
jiondido  por  su  parte  á  los  paternales  desve- 
tos de  S.  11.,  habrá  vd.  ayudado  á  los  esfuer- 
zos de  ia  junta,  y  habrá  vd.  hecho  servicios 
importantes  á  la  humanidad  y  al  Estarlo. 

«Asi  lo  espera  la  junta,  do  cuyo  acuerdo 
comunico  ávd.  las  anteriores  reflexiones,  sia 


■VAGANCIA  7U 

embargo  de  estar  bien  penetrada  de  la  instruc- 
ción y  conocimiento ;  ele  vd.,  que  la  hacen  pro- 
meter los  mayores  adelantamientos  en  estetan 
Importante  como  saludable  descubrimiento  en 
benelieiu  de  la  salud  pública  y  en  honor  de 
la  facultad  médica  y  de  sus  profesores  espa- 
ñoles, 

«•Dios  guarde  á  vd.  muchos  años.  Madrid  y 
setiembre  de  1 827.» 

YADIGO.  {Historia  natural.)  Especie  de 
peces  del  orden  de  los  acantopterigios,  familia 
de  los  escomberoides  y  del  género  liquía;  es 
el  scomberL  amia,  de  I,in.,  muy  bueno  de  co- 
mer j  que  suele  hallarse  en  el  Mediterráneo. 

VAGANCIA.  [Legislación,  y  administración.] 
Llámase  vaijo  á  todo  aquel  que  no  tiene  bienes 
ni  reutas,  ni  se  dedica  á  ocupación  conocida, 
viviendo  en  la  holganza  y  sin  dedicarse  á  un 
oficio.  La  vagancia  es' el  estado  propio  de  los 
vagos.  En  todos  tiempos  han  sido  los  Ya- 
gos objelo  de  la  solicitud  de  los  gobiernos 
y  de  su  vigilancia,  y  no  en  vano  ciertamente, 
puesto  que  el  vago,  después  de  violar  la  ley 
de  Dios,  que  ha  impuesto  á  toáoslos  hombres 
como  un  deber  el  del  trabajo,  suele  emplear 
su  ociosidad  en  producir  daño  a  sus  semejan- 
tes, dando  á  los  yicios,  á  la  disipación  ó  al 
crimen  el  tiempo  que  debiera  dedicar  en  una 
ocupación  honesta  y  útil. 

fin  nuestra  legislación  hay  ya  antiguas  dis- 
posiciones contra  los  vagos.  Las  leyes  de  Par- 
tida los  llaman  baldíos,  y  dicen  que  de  ellos 
anón  viene  ningún  pro  á  la  tierra; n  mandando 
quesean  echados  de'  ella  y  que  no  se  ies  dé 
limosna  si  están  sauos,  á  fin  de  que  se  dedi- 
quen á  trabajar.  Estás  disposiciones  se  reno- 
varon posteriormente.  En  elsigfo  XVI  las  cor- 
tes llamarán  varias  veces  la  atención  de  nues- 
tros reyes  liácia  este  particular,  encargándose 
por  consecuencia  á  los  ayuntamientos  que  vi- 
gilasen sobre  los  vagos.  Aumentado  este  mal 
en  el  XÍVIÍ  con  la  decadencia  de  la  agricultura 
y  de  las  artes  de  resultas  de  la  espulsion  de 
los- moriscos,  se  espidió  en  el  XVIII  la  célebre 
ordenanza  de  vagos  de  1745,  en  que  se  les  cla- 
sificó de  varias  maneras,  creándose  entonces, 
una  secretaria  de  levas,  para  cuidar  de  reco- 
gerlos y  destinarlos,  ya  á  las  armas,  ya  á  pre- 
sidio ó  i  los  arsenales,  según  el  carácter  y 
circunstancias  de  cada  uno.  En  1775  reformo 
Carlos  lll  esla  ordenanza,  estableciendo  cuál 
debía  ser  el  deslino  de  los  vagos,  según  su 
clase,  y  marcando  las  reglas  para  proceder 
contra  ellos.  En  estas  se  establecen  siempre 
como  gestiones  preliminares  el  influir  sobre 
los -padres  de.familia  y  el  adoptar  otras  medi- 
das preventivas  á  fin  de  no  verse  en  la  nece- 
sidad de  destinar  al  vago  á  servir  forzosamente 
en  las  armas  ó  á  la  dura  suerte  de  los  trabajos 
de  nn  presidio. 

La  legislación  actual  sobre  vagos  podemos 
decir  que  comprende  dos  partes,  á  saber:  la 
administrativa  ó  civil,  que  se  comprende  en  la 
ley  de  9  de  mayo  de  1845,  ley  sumamente 


715 


VAGANCIA. 


716 


notable  por  la  manera  especial  como  so  lijó  en 
este  asunto,  y  que  fue  ciada  precisamente  un 
siglo  después  de  la  famosa  ordenanza  del  XV11I, 
y  el  Código  Penal  que  en  cinco  de  sus  artículos 
define  la  vagancia  y  le  impone  las  penas  que 
ha  creído  convenientes. 

En  la  parte  civil  y  administrativa  está  es- 
tablecido que  la  declaración  de  vago  corres- 
ponde hacerla  al  tribunal  competente,  pudicn- 
i  do  instruir  á  prevención  las  primeras  diligen- 
cias los  alcaldes  y  los  comisarios  de  policía, 
pasándolas  cuyo  al  juzgado  correspondiente: 
que  cuando  de  las  diligencias  resulta  declarada 
la  vagancia  con  circunstancias  agravantes,  la 
administración  pone  al  vago  a  disposición  ele 
los  tribunales  ordinarios  para  que  los  casti- 
gue; pero  si  no  resultase  mas  que  una  simple 
vagancia,  se  le  pondrá  á  disposición  del  go- 
bernador de  la  provincia,  para  que  lo  destine 
á  los  talleres  que  el  gobierno  creará  al  efecto 
por  el  tiempo  de  nnq  á  tres  años,  debiendo 
los  gobernadores  formar  un  padrón  Je  todos 
los  comprendidos  en  el  número  de  vagos  sim- 
ples, para  que  tenga  cumplimiento  lo  manda- 
do en  esta  ley;  asi  como  los  alcaldes  deben 
cuidar  de  dar  aviso  al  gefe  del  destacamento 
déla  guardia  civil,  de  toda  persona  que  tengan 
por  sospechosa  en  este  concepto. 

En  cuanto  á  la  legislación  penal,  nos  pa- 
rece lo  mas  sencillo  para  darla 'á  conocer,  re- 
producirla leslualmenle,  atendida  su  concisión 
y  brevedad.  He  aqni  todos  los  artículos  del 
Código  que  se  ocupan  de  !a  vagancia: 

Art.  25S.  Son  vagos  los  que  no  poseen 
bienes  ó  rentas,  ni  ejercen  habitualmente  pro- 
fesión, arle  ú  oficio,  ni  tienen  empleo,  destino, 
iaduslria,  ocupación  lícita  ó  algún  otro  medio 
legitimo  y  conocido  de  subsistencia-,  aun  cuan 
do  sean  casados  y  con  domicilio  fijo. 

Art.  259.  EL  vago  será  castigado  con  las 
penas  de  arresto  mayor  á  prisión  correccional 
en  su  grado  mínimo,  y  de  sujeción  á  la  vigi- 
lancia por  el  tiempo  de  un  año,  y  con  la  de 
prisión  correccional  y  dos  años,  si  reinci- 
diere. 

Art.  260.  Los  vagos  que  varían  frecuente- 
mente de  residencia,  sin  autorización  compe- 
tente, y  los  que  frecuentan  las  casas  de  juego, 
serán  castigados  con  las  penas  de  prisión  cor- 
reccional y  dos  años  de  sujeción  ála  vigilancia 
de  la  autoridad. 

Art.  261.  El  vago  á  quien  se  aprehendie- 
se disfrazado  ó  en  (rage  que  no  le  fuere  ha- 
bitual ó  pertrechado  de  ganzúas  ú  otros  ins- 
trumentos ó  armas  que  infundan  conocida  sos- 
pecha, será  condenado  á  las  penas  de  prisión 
correccional  en  su  grado  máximo  y  tres  años 
ele  sujeción  á  la  vigilancia  de  la  autoridad. 
Iguales  penas  se  impondrán  al  vago  que  in- 
tentare penetrar  en  casa,  habitación  ó  lugar 
cerrado,  sin  motivo  que  lo  escuse. 

Art.  262.  En  cualquier  tiempo  que  el  va- 
go á  quien  se  hubieren  impuesto  las  penas  de 
arresto  y  sujeción  á  la  vigilancia  de  la  autori- 


dad diere  lianza  de  aplicación  y  buena  con- 
ducta,  será  relevado  del  cumplimiento  cié  ¡n 
condena,  La  lianza  consistirá  en  la  cantidad 
que  fijen  los  tribunales  en  la  sentencia,  m 
bajando  de  50  duros,  ni  escediendo  de  Jjn 
la  cual  se  depositará  en  un  banco  público,  E.¿ 
ta  fianza  durará  dos  años.  El  dador  tendrá  do- 
recho  á  pedir  en  cualquier  tiempo  su  cancela, 
cion  y  la  devolución  de  la  cantidad  depositad» 
con  tal  que  presente  a  la  autoridad  competen- 
te la  persona  del  vago  para  que  cumpla  ó  es- 
tinga su  condena. 

Hé  aqni  toda  nuestra  legislación  penal  re- 
lativa1 á  la  vagancia.  Hagamos  aliora  algunas 
observaciones  acerca  de  ella. 

La  primera  idea  que  ocurre  al  tratar  este 
asunto,  es  la  de  si  la  vagancia  puede  ser  con- 
siderada, como  delito  y  colocada  coma  tal  en 
un  código  criminal.  lie  aqni  como  se  ha  cs- 
presado  sobre  esla  interesante  cuestión  pie. 
liminar  uno  de  nuestros  mas  eminentes  escri- 
tores criminalistas,  el  señor  Pacheco,  en. sus 
comentarios  al  Código  penal. 

«La  vagancia,  dice,  es  ciertamente  mía 
condición  no  recomendable.  Quien  se  entrega 
á  ella,  obra  mal,  porque  ademas  de  no  cumplir 
con  los  deberes  que  tiene  todo  hombre  res-  , 
pecto  á  la  sociedad  y  respecto  á  si  mismo,  se 
pone  en  el  camino  que  lleva  á  la  perdición  y 
á  los  crímenes.  Pero  de  que  obren  mal  los  qué 
se  entreguen  á.ella,  no  se  infiere  que  la  ley 
tengael  derecho  de  señalarlos  como  criminales. 
Mal  obra  el  suicida,  y  la  ley  no  lo  impone  casti- 
go alguno.  Mal  obra  el  que  se  embriaga  y  no 
vemos  á  la  simple  embriaguez  en  la  lista  de  les 
delitos.  Por  regla  general  no  loson  nilos  vicios 
ni  los  pecados.  Es  indispensable  que  haya  algo 
mas  que  un  mal  moral  puro,  á  Do  do  quepa- 
da  y  deba  el  código  castigar  las  acciones  ta- 
mañas. 

uLa  verdad  es  que  no  consistiendo  esa  pa- 
labra vagancia  en  ninguna  acción  ni  en  uta' 
guna  omisión  particular,  no  siendo  un  acto, 
sino,  como  liemos  dicho,  una  condición  sola- 
mente, no  parece  que  puede  entrar  bajo  laida 
del  delito,  tal  como  la  delinió  el  art.  1."  del 
Código,  tal  como  la  concebimos  cuantos  exa- 
minamos un  poco  detenidamente  esta  materia, 
Pero  diremos  también  que  eñ  nueslra  opinión, 
si  la  vagancia  por  si  sola  no  es  una  acción 
punible  con  verdaderas  penas,  es  nneslado 
de  tentación,  de  predisposición,  de  presunción 
quizá,  para  temer  que  se  cometan  ó  que  se 
hayan  cometido  acciones  criminales.  De  aqni 
es  que  no  pueda  condenarse  á  un  código,  solo 
porque  se  ocupe  en  esla  materia.  Si  el  vago 
no  debe  caer  bajo  la  mano,  ai  debe  estar  bajo 
la  vista  de  la  justicia.  Si  creemos  que  por  la 
vagancia  pura  y  simple  no  pueden  tomarse  las 
disposiciones  penales  que  algunas  veces  se ¡litro 
tomado;  creemos  también  que  se  debe  sajelar 
á  una  vigilancia  efectiva  y  severa  á  los  que  se 
encuentren  en  esa  categoría  poco  eslimable. 
Son  con  harta  razón  sospechosos  para  que  sJ' 


vagancia. 


las  sospechas  no  deban  surtir  algún  efecto.» 

Estamos  en  lo  general  conformes  con  las 
jijeas  del  Sr.  Pacheco ,  y  porque  Incestamos, 
creemos  que  el  vago  simple  no  debiera  ser 
castigado  con  pena  alguna.  Ademas,  ta  ociosi- 
dad puede  ser  voluntaria  ,  puede  ser  forzosa, 
yestaesuna  desgracia  particular,  bija  de  la 
ignorancia,  de  la  imprevisión,  ó  de  -otras  cau- 
sas que  no  está  en  la  mano  del  hombre  el  con- 
Irareslrar.  Esta  clase  de  vagancia  no  puede, 
¿nuestro  juicio,  ser  castigada,  penada:  solo  si 
k  administración  debe  ejercer  sobre  cita  una 
gran  vigilancia  por  medio  de  la  policía,  para 
Impedirlos  males  que  puede  causar.  Y  á  este 
fin  110  basta,  en  nuestro  concepto,  vigilar  á 
los  vagos:  es  preciso  procurar  los  medios  de 
remediar  eí  mismo  mal  de  que  ellos  están 
siendo  victimas;  ya  en  la  parte  moral,  imbu- 
yendo en  los  pueblos  el  amor  al  trabajo ,  ya 
en  la  parle  material,  proporcionando  á  los  va- 
gos la  ocupación  de  que  carecen,  tal  vez  con- 
tra su  voluntad. 

Entrando  ahora  en  el  examen  de  las  dispo- 
siciones de  nuestro  Código  penal  contra  la  va- 
gancia, diremos  que  en  el  primero  de  los  ar- 
tículos insertos,  ó  sea  en  el  258,  parece  en- 
contrarse una  contradicción  muy  notable  ,  á 
saber;  el  de  suponer  que  puede  uno  ser  vago 
ylencr  domicilio  fijo,  porque  los  nombres  va- 
gancia y  vago  vienen  precisamente  de  va- 
guear)' vagar,  que  significan  andar  errante 
ile  una  parle  á  otra  sin  residencia  tija.  El  se- 
ñor Pacheco  ha  combatido  duramente  este  ar- 
ticulo, creyendo  muy  preferible  el  equivalen- 
te del  código  francés,  que  dice:  «Art.  270.  Son 
vagos  los  que  no  tienen  domicilio  fijo  ni  me- 
dios de  subsistencia,  ni  ejercen  habitualmente 
alguna  profesión  ú  oficio.»  Cree  et"Sr.  Pacheco 
que  el  signo  estertor  ú  ostensible  de  la  vagan- 
cia, el  único  por  el  que  la  autoridad  puede  pro- 
ceder contra  el  vago,  es  el  no  tener  domicilio 
fijo,  porque  So  demás  es  entrar  en  arbitrarias 
y  odiosas  investigaciones;  perú  nosotros  no 
eslamos-en  esta  parle  de  acuerdo  con  su  opi- 
nión; y  asi  como  no  creemos  que  la  simple 
vagancia  merece  ser  castigada,  sino  única- 
mc-nle  vigilada,  asi  creemos  también  que  para 
(,l  efecto  de  está  vigüancia  no  obsta  que  el 
vago  tenga  domicilio  (¡jo,  porque  puede  haber 
persona  sin  bienes,  rentas,  oficio  ni  ocupación, 
que  tenga  domicilio  fijo:  y  que  e!  tenerlo  ó  no 
lenerlo  puede  solo  inferir  modificación  ó  agrá- 
vacian  en  la  clase  de  vagancia;  pero  no  cons- 
tituir la  existencia  ó  no  existencia  de  ella, 
?ue  d  nuestro  modo  de  ver,  es  compatible  con 
el  domicilio  fijo. 

En  cuanto  á  los  artículos  259  y  260,  nada 
leñemos  que  decir  respecto  á  su  parte  dispo- 
sitiva, porque  la  hemos  juzgado  en  nuestras 
flexiones  anteriores.  Soto  diremos  que  ellos 
tan  sustituido  al  3."  y  siguientes  de  la  ley 
"e  a  l!e  mayo  de  1845,  alterando  las  penas 
que  esta  ley  establecía  contra  los  vagos.  Ad- 
vertiremos de  paso ,  que  de  dicha  ley  queda 


subsistente  todo  cuanto  el  código  nos  ba  de- 
rogado. 

Por  lo  que  toca  á  las  disposiciones  de  los 
artículos  2G1  y  262,  estamos  muy  de  acuerdo 
con  la  manera  como  los  juzga  el  Sr.  Pacheco 
en  su  obra  antes  citada.  Hablando  del  primero 
de  estos  artículos,  ú  sea  del  261,  dice:  «Ya  es 
algo  mas  que  mera  y  simple  vagancia  de  lo 
que  se  trata  en  este  artículo.  A  aquella  presun- 
ción que  se  deriva  del  no  hacer,  se  reúnen 
aquí  hechos,  que  si  no  son  de  todo  punto  cri- 
minales, al  menos  la  corroboran  y  robustecen. 
EÍ  disfraz  y  la  posesión  de  instrumentos  que 
no  pueden  servir  para  nada  legítimo,  son  ar- 
gumentos muy  poderosos  contra  personas  que 
ya  por  su  condición  común  no  estima  la  ley 
inculpables.  Si,  pues,  por  esa  condición  co- 
mún eran  objeto  desús  disposiciones,  con 
mas  severidad  deben  serlo  cuando  concurren 
estas  otras  circunstancias.  Lo  mismo  decimo3 
respecto  á  los  casos  del  párrafo  segunejo.»  Y 
sobre  el  262  se  espresa  de  este  modo:  «El 
principio  en  que  se  funda  este  articulo  merece 
plenamcnte'nuestra  aprobación;  pero,  téngase 
bien  entendido,  nada  justifica  mas  las  criticas 
que  hemos  hecho  de  los  252  y  253.  Que  se 
eviten,  que  se  supriman  las  medidas  de  pre- 
caución, como  lo  es  verdaderamente  la  de  su- 
jeción á  vigilancia,  por  prestar  una  caución 
proporcionalmente  cuantiosa  de  buena  con- 
ducta, es  cosa  que  no  ofrece  ninguna  dificul- 
tad; pero  que  esa  misma  caución  (caución  de- 
cimos y  no  mulla)  sustituya  á  penas  persona- 
les como  el  arresto,  es  lo  que  de  ningún  mo- 
do alcanzamos  ni  comprendemos. » 

Espuestas  estas  ideas  sobre  la  parte  dispo- 
sitiva de  nuestra  legislación  en  asunto  de  va- 
gancia, réstanos  manifestar  cuan  de  desear  es 
que  la  administración  se  ocupe  de  este  asunto 
de  una  manera  detenida,  y  procurando  asi  es-- 
tirpar  el  gérmen  de  ese  vicio  funesto,  como 
dar  al  vago,  reconocido  ya  por  tal,  un  destino 
adaptado  á  ia  índole  y  naturaleza  de  este  mis- 
mo vicio.  Dos  personas  muy  celosas  y  que  se 
han  dedicado  á  estudiar  la  vagancia  en  la  cór-- 
te,  donde  tiene  su  principal  asiento,  han  es- 
puesto  sobre  este  punto  algunas  reflexiones 
dignas  de  ser  conocidas,  en  una  Memoria  es- 
crita recientemente  sobre  la  necesidad  de 
crear  un  establecimiento  exclusivamente  des- 
tinado á  la  corrección  de  la  vagancia.  La  Me- 
moria en  cuestión  es  muy  eslensa,  asi  cu  su 
parte  preliminar,  histórica  y  espositiva,  como 
en  la  que  detalla  las  condiciones  que  debiera 
lener  el  establecimiento  en  cuestión.  Nosotros 
nos  limitaremos  á  reproducir  algunos  párrafos 
de  la  primera,  con  cuyas  ideas  y  doctrinas  es- 
tamos de  acuerdo.  Hela  aquí: 

«Diferentes  disposiciones  y  leyes,  dice,  se 
han  dictado  en  toda  clase  de  gobiernos,  para 
concluir  con  el  perjudicial  y  lamenlable  vicio 
de  la  vagancia, 'que  tantos  crímenes  y  calami- 
dades atrae  á  un  país,  fia  habido  en  esta  corte 
magistrados,  que  con  la  denominación  de  jue* 


749 


VAGANCIA 


720 


ees  di  vagos,  se  han  dedicado  esclusivaraenle 
á  suestincion:  lian  existido  tambieu  juntas  for- 
madas al  efecto:  los  antiguos  alcaldes  de  Casa  y 
dórte  y  los  corregidores, 'y  últimamente  los  ge- 
fes  polititos,  gobernadores  y  alcaldes,  han  pro- 
curado, de  un  modo  que  les  honra,  la  eslirpa- 
cion'de  semejante  mal;  pero  por -mas  celo  cjue 
iiau  desplegado ,  ninguno  lo  ha. conseguido  de 
una  manera  positiva  y  establo:  el  beneficio  que 
hau  alcanzado  ha  sido  del  momento,  la  mejora 
no  ha  pasado  de  los  limites  de  transitoria:  ni 
bastaron  las  antiguas  levas,  ni  bastan  ni  serán 
suficientes  ahora  oirás  disposiciones  guberna- 
mentales, que  en  este  estremo  se  adopten:  la 
vagancia  crece  coal  cu  un  campo  crecen  las 
yerbas  nocivas;  en  vano  es  segarlas:  si  se  de- 
jan las  raices,  estas  producirán,  con  el  tiem- 
po, nuevos  y  perjudiciales  fallos. . 

«La  raiz  de  este  mal  en  la  corte  y  en  to- 
.  das  las  grandes  poblaciones,  existe  en  la  in- 
fancia abandonada,  en  la  infancia  prostituida, 
por  las  causas  distintas  quemas  adelante  es- 
plicaremos:  esta  infancia  llega  á  la  juveutud, 
y  esta  juventud  va  sustituyendo  á  la  vagancia 
adulta,  contra  la  que  ya  se  han  tomado  provi- 
dencias, pero  que  una  sucesión  regular  ha  he- 
cho infructuosas;  de  manera,  que  por  este  he- 
cho no  se  ha  atacado  hasta  ahora  el  vicio  en 
su  origen,  y  se  ha  dejado  fructiOcar  Ja  seraí- 
)ía  que  da,  .á  muy  poco  tiempo,  frutos  de  mal- 
dición. En  efecto,  de  estos  niños  abandonados 
nacen  los  estafadores  de  oficio:  de  algunos  que 
han  conseguido,  por  su  Índole  natural  ó  por 
haber  frecuentado  en  su  niñez  las  escuelas, 
aprender  las  primeras  letras,  perfeccionándo- 
se "en  caligrafía,  se  forman  los  falsificadores 
de  firmas:  quien  de  ellos  practica  el  contraban- 
do; otros  se  dedican  al  juego  de  azar  con 
trampa  y  ventaja  ;  quienes  á  monederos  fal- 
sos, y  por  último,  algunos  á  ladrones  en  ma- 
yor ó  menor  escala.  Entonces  es  cuando  los 
tribunales  y  las  autoridades  los  persiguen 
y  los  castigan;  en  la  edad  adulta  es  cuando  se 
echan  de  ver  y  se  conpcen¡  los  efectos  de  ¡a 
vagancia;  pero  hasta  ahora  no  se  ha  examina- 
do su  origen,  que  no  csolromas  que  el  plan- 
tel do  futuros  criminales,  de  que  queda  hecha 
relación,  y  que,  asi  como  en  la  corle,  existen 
co  todas  las  grandes  poblaciones:  si  se  hubie- 
se procurado  su  corrección,  se  hubieran  evi- 
tado infinitos  y  lamentables  crímenes,  y  mu- 
chos de  aquellos  hombres ,  ahora  culpables, 
serian  útiles  ciudadanos  y  laboriosos  artistas. 

«Inspecciónese  la  estadística  de  los  crimi- 
nales que  ingresan  en  las  cárceles  de  Madrid 
y  de  los  pueblos  de  importancia,  y  se  obser- 
vará que  un  65  por  100  traen  su  origen  de  la 
clase  de  niños  qu,e  queda  cilada:  hay  mas,  es- 
tos niños  corrompen  y  vician  á  oíros,  que  me- 
jor dirigidos  por  sus  padres  o  parientes  ,  han 
tratado  de  dedicarlos  á  una  útil  ocupación:  en 
los  dias  festivos  y  ralos  de  ocio,  como  es  pro- 
pio en  su  edad,  buscan  distracciones  y  juegos;  '1 
.se  juntan  estos  con  aquellos',  y  semejante 


amalgama  produce  los  mas  funestos  resolta- 
dos,  y  hace  que  á  muchos  de  aquellos,  ya  de- 
dicados á  un  oficio,  los  seduzca  la  vida  va% 
bnuda  y  libre  que  observan  en  sjjs •  accldcnfa- 
les  compañeros  de  juego,  y  traten  de  frailar- 
las, sin  prever  los  resultados,  porque  su  edjj 
todavía  no  es  la  de  la  previsión. 

«Hasta ahora,  como  ya  se  hu  ins¡nuado,seha 
cuidado  por  desgracia,  harto  poco  de  la  cor- 
rección decisiva  y  eficaz  de  estos  niños ,  pri- 
maria escuela, de  grandes  criminales,  r.iiando 
algún  jú ven  de  estos  es  sorprendido  infragan- 
li,  ya  robando  un  pañr"Io,  ya  sustrayendo  al- 
gún otro  efecto  de  los  '  Bolsillos  de  los  tran- 
seúntes ó  de  las  tiendas  y  pueslos  públicos  y 
aun  de  los  templos,  se  le  conduce  ;i  l¡i  circe!, 
y  cuando  mas  se  le  destina,  tres,  cuatro,  seis 
meses  ó  un  año  de  corrección:  cumple  su  con- 
dena, y  al  salir  libre,  ¿qué  garantías  ofrece á 
la  sociedad  de  que  no  volverá  á  sus  malas  prác- 
ticas ,  y  quizá  con  mayor  intensidad  en  el  cri- 
men? La  legislación  en  esta  parte  no  lia  sido 
del  todo  previsora:  podrán  enmendarse  los 
hombres  ya  formados  que  hubiesen  comalido 
im  delito  y  que  contando  con  un  oficio  ó  mo- 
do de  vivir  conocidu,  se  dediquen  :i  él  des- 
pués de  espiado  su  crimen  por  medio  de  la  pe- 
na que  se  les  impuso;  pero,  ¿qué  hace  un  jó- 
ven  de  nueve  á  quince  años  puesto  en  la  calle 
salido  de  ia  prisión,  sin  oficio  alguno,  sin  pa- 
rientes, sin  amigos  y.,  sin  alimento,  quizá  ea 
el  mismodia  que  adquiera  suljberiad?  volverá 
robar,  aunque  no  sea  mas  que  para  comer. los 
jóveues  que  do  pasen  de  quince  añas,  perpe- 
tradores de  faltas  propias  de  la  vagancia,  de- 
ben ser  destinados  gubernati  vamente  ¡i  un  es- 
tablecimiento donde  no  puedan  salir  basta  que 
posean  un  oficio  ó  modo  de  vivir  conocido, con 
el  que  lleguen  á  ser  útiles  á  si  mismos  y  á  li 
sociedad:  el  tiempo  determinado  de  corrección 
no  es  bastante;  durante  este  periodo  adquieren, 
si  es  posible,  peores  hábitos,  y  si  vagos  eatra- 
roúen  la  cárcel,  vagos  salen  de  ella  y  espíes- 
tos  á  nuevas  faltas  y  aun  crímenes  caracteri- 
zados.» 

A  estas  consideraciones  añaden  los  autores 
de  las  Memorias  á  que  nos  referimos,  algunas 
otras  noticias  de  interés  sobre  la  cárcel  cor- 
reccional creada  en  Madrid  para  recogerá  los 
vagos,  declarados  tales  por  la  justicia,  y  el  po- 
co ó  ningún  fruto  que  dio  este  estábiecimies- 
to  por  io  mal  montado  que  se  hallaba,  propo- 
niendo en  seguida  lo  que  creen  mus  convenip- 
te  para  que  se  llene  el  objeto  de  una  ius.tihi- 
cion  tan  importante.  Sin  entrar  nosotros  ea 
estos  detalles  que  no  caben  dentro  délas  rein- 
cidas dimensiones  del  presente  articulo,  dire- 
mos, no  obstante,  que  creemos  muy  necesario 
el  que  esto  se  realice,  porque  entretanto « 
carece  entre  nosotros  de  los  medios  de  repri- 
mir la  vagancia  mejorando  al  mismo  tiempo 
la  condición  del  vago  y  quitándole  lus  hitólos  1 
de  holganza  por  medio  del  cultivo  de  un  tra- 
bajo que  sea  agradable  y  productivo ,  tjuefl 


VAG  ÁNCIA— VAL  A  QUIA 


722 


el  fin  á  que  debe  encaminarse  la  legislación  en 
esla  paite.  Y  esto  conviene  no  perderlo  de 
vista,  porque  de  poco  serviré  que  se  declame 
en  el  terreno  moral  y  filosófico  contra  la  va- 
gancia, de  poco  el  qne  la  policía  la  vigile  y  se 
apodere  de  las  personas  de  los  vagos;  de  po- 
co en  Un,  que  el  juez  les  imponga  el  condigno 
cjstigo,  si  el  Estado  no  tiene  remedio  que  dar 
para  la  curación  de  ese  mal;  si  no  sabe  hacer 
mas  pe  reducir  á  encierro  por  algún  tiempo 
ahajo,  para  que  añada  en  ¿1,  al  hábito  de  la 
vagancia  el  funesto  aprendizaje  de  la  crimina- 
lidad que  tan  fácilmente  puede  adquirirse  en 
aquella  escuela  de  corrupción.  Nuestro  gobier- 
no llene  ofrecida  diez  años  ha  (en  la  ley  de 
1845  antes  citada)  la  construcción  de  irnos  ta- 
lleres con  este  objeto,  para  cuya  creación  no 
sabemos  se  haya  dado  un  solo  paso.  Estapar- 
te denuesiro  sistema  penitenciario  reclama  una 
pronta  y  radical  reforma. 

VAINA.  {Historia  natural.  )  Especie  de  mo- 
luscos gasterópodos  deia  familia  de  los  en- 
cerrados y  del  género  solón.  Es  el  solen  va- 
jiíiomuy  común  en  nuestros  mares  y  que  es 
el  lipodel  género  vagina  establecido  por  Me- 
gcrié  para  las  especies  de  solones  derechas. 

VAINILLA.  [Botánica.)  Este  nombre  se  da  al 
árbol  y  al  [ruto.  (Epídendrum  vainilla  de  Lin., 
vainilla  aromática  de  Swarlz,  familia  de  las  or- 
quídeas.) 

La  vainilla  crece  generalmente  en  la  Amé- 
rica Equinoccial,  y  sobre  todo  en  Méjico,  Nue- 
va Granada  y  el  Perú.  También  se  cultiva  en 
las  Antillas,  en  el  Brasil,  y  en  otras  comarcas 
do  clima  cálido.  Es  árbol  cuyas  ramas ,  .sar- 
menlosas  y  flexibles,  se  estjendén  á  gran  dis- 
tancia, se  enroscan  al  tronco  de  los  árboles, 
v  adhiriéndose  á  su  corteza  absorben  la  hu- 
medad qne  sustenta  los  liqúenes  y  los  musgos; 
la  vainilla,  sin  embargo,  no  es  vérdaderanien- 
le  ua  vogetal  parásito  como  el  muérdago,  mas 
bien  se  asemeja  á  la  yedra.  Las  hojas  de  la 
vainilla  son  persistentes,  recias,  carnosas,  al- 
go correosas,  ligeramente  ondeadas  por  los 
bordes;  las  llores  son  grandes,  purpurinas, 
olorosos  y  esfán  dispuestas  en  vainílleles.  El 
froto  es  casi  cilindrico,  nniloeulario  é  interior- 
mente pulposo.  La  recolección  del  fruto  de  la 
vainilla  se  efectúa  anles  de  su  completa  madu- 
rez, haciéndola  secar  á  la  sombra,  después  se 
le  baña  esteriormente  con  una  ligera  capa  de 
pétale,  á  fin  de  darle  cierta  flexibilidad -y  de 
impedir  que  se  escapen  sus  principios  voláti- 
les, y  por  último  se  la  coloca  en  pequeños  ma- 
nojos de  cincuenta  á  ciento,  que  se  dan  á  la 
venia,  después  de  haberlas  envuelto  en  hojas 
de  plomo,  ó  encerrado  en  pequeñas  cajas  me- 
tálicas bien  cerradas. 

La  vainilla  tal  cual  nosolros  la  recibimos 
por  la  vía  del  comercio  es  un  fruto  capsular  de 
furnia  de  silicua  ó  vaina,  y  del  grueso  de  una 
pluma  fuerte,  derecha,  cilindrica,  algo  com- 
primida, tronchada  en  la  punta,  delgada  en  sus 
"°,s  ystremos,  rizada  y  surcada  longitudinal- 
es   UIULIOTKCA  POPULA». 


mente,  flexible',  de  un  colov  moreno  rojizo,  y 
de  un  largo  que  yaria  entre  4  y  9  pulgadas  de 
largo.  En  su  interior  presenta  un  parenquima 
negro,  pulposo,  córneo,  grasicnto,  en,  el  cual 
se  encuentran  unas  pequeñas  simientes  sim- 
ples y  brillantes.  Su  olor  es  suave,  balsámico, 
su  sabor  cálido  y  ligeramente  azucarado.  Estas 
propiedades  dependen  del  aceite  volátil  y  clel 
ácido  benzoico  que  en  ella  se  encuentran  con 
abundancia.  También  es  frecuente  que  esta  úl-  . 
tima  sustancia  forme  en  la  superficie  del  fru- 
to florescencias  cristalinas.  La  parle  pulposa 
es  la  única  que  contiene  principios  aromáti- 
cos; el  pericarpio  despide  muy  poco  olor. 

E41  el  Jardín  de  Plantas  de  París,  hay  un  ár- 
bol de  vainilla  que  en  1S37  echó  flores  y  dió 
fruto.  Esta  planta  sarmentosa,  indígena  como 
ya  hemos  dicho,  de  Méjico  y  de  Nueva  Grana- 
da, es  muy  fácil  de  cultivar  y  de  beneficiar,  no 
exige  ni  labores,  ni  poda,  ni  rodrigones.  Plan- 
tada en  los  bosques  ó  en  las  ramblas  donde 
baga  mocho  calor,  crece  con  vigor  sobre  el 
guazuma  ulmifolia  y  en  general  sobre  todos 
los  árboles  de  corteza  blanda  y  esponjosa.  En 
Europa,  salvo  acaso  en  alguna  que  otra  locali- 
dad muy  particular ,  ik>  prospera  ni  aun  nace 
la  vainilla  no  siendo  en  estufa,  en  tierra  fran- 
ca, ligera  y  suslanciosa,  con  frecuentes  rie- 
gos en  verano  y  pocos  en  invierno.  Se  multi- 
plica de  estaca.  La  vainilla  plani folia  Ait  y 
la  viridi  folia  de  Blumson,  según  parece  sim- 
ple y  únicamente  variedades  de  la  vainilla 
aromática. 

VA'LAQUIA.  (Geografía  é  historia.)  Vala- 
ckia  ó  Tzara  Ronmanesca,  en  turco  Ac-lflak. 
La  Valaqula,  uno  de  los  tres  principados  del 
Danubio,  confina  al  B,  con  la  Moldavia  y  Tran- 
silvania,  al  0.  con  Hungría  y  Servia,  al  S.  y  al 
E.  con  la  Bulgaria.  Su  superficie  es  de  unos 
71,500  kilómetros  cuadrados,  y  su  población 
es  dennos  2.400,000  á  2.700,000  habitantes,  - 
casi  todos  de  raza  rumana 

la  Yalaquia  está  separada  de  la  Transilva- 
nia  por  la  alta  cadena  de  los  Karpalos  meri- 
dionales ó  montes  Bucegi,  que  cubren  todo  el 
Norte  del  principado  con  sus  contrafuertes:  la 
Yalaquia  Meridional  es  por  el  contrario  ,  nn 
pais  de  llanuras  bajas.  El  Danubio  que  separa 
la  Yalaquia  de  la  Bulgaria,  es  el  principal  rio 
do  aquella  comarca,  los  demás  rios  son  el 
Schioul,  el  Ahila,  el  Ardsisch  y  el  Talomnit- 
za,  afluentes  del  Danubio. 

la  Yalaquia  no  tiene  realmente  mas  que 
dos  estaciones  como  en  Moldavia,  porser.muy 
cortos  la  primavera  y  el  otoño;  el  invierno  du- 
ra cinco  meses,  de  noviembre  á  abril;  el  verano 
siete,  de  l.°  de  abril  á  fin  de  octubre;  duran- 
te la  primera  de  estas  estaciones,  el  suelo  so 
halla  siempre  cubierto  de  nieve;  el  termóme- 
tro desciende  á  26°  bajo  cero;  en  el  verano, 
los  calores  son  muy  intensos,  y  el  termóme- 
tro sube  á  35  y  W>. 

El  terreno  de-  la  Yalaquia  es  generalmente 
muy  fértil;  el  trigo  es  de  escolente  calidad;  los 

T.    TtXXIH.  46 


723 


VALAQUIA 


ganados  son  numerosos;  según  Yaillant,  la  Ya- 
laquia  poseo  632,782  cabezas  vacunos,  204,2  52 
caballos,  2.046, 59 1  carneros,  220,416  cabras 
y  358,085  ceñios. 

El  gobierno  de  la  Valaquia  en  tiempos  nor- 
males se  baila  en  manos  de  un  hospodar,  que 
}ft  Turquía  debe  elegir,  de  acuerdo  con  la  Ru- 
sia en  1856,  ambas  potencias  deben  permitir 
que  la  elección  intervenga  en  la  designación 
del  hospedar,  el  cual  antes  de  la  revolución 
de  1848,  era  nombrado  por  los  nobles,  Laguer- 
'ia  actual  modificará  probablemente  estos  con- 
venios. 

La  religión  de  los  valaeos  es  la  griega;  las 
rentas  del  principado  antes  de  IS48  eran  de 
unos  64.000,000  de  reales;  el  ejército  contaba 
de  4,665  hombres.  , 

La  capital  de  la  Yalacpiia  es  Bucharest  (Du- 
curesci);  tas  ciudades  principales-  son'  Braila, 
puerto  de  comercio  muy  importante  en  el  Da- 
nubio; Giurgewo,  Fokchani  y  Craiova. 

En  los  artículos  nuMANiA  y  moloavia  se 
ta  dado  un  resumen  histérico  de  la  raza  vala- 
ca; nos  ceñiremos,  poes,  aqui  á  la  historia  es- 
peeial  de  la  Yaíaquia. 

1241.  Badu  Negru.  El  origen  del  ducado 
de  Valaquia  dala  del  año  eilado;  lladu  Hegru, 
duque  de  Vacaras  en  Ardialia  ó  Transilvania, 
quisó  á  los  mongoles  la  Valaquia,  y  quedó  due- 
ño de  aquel  país,  á  pesar  del  rey  de  Hungría; 
los  príncipes  de  Valaquia  se  vieron  como  los 
de  Moldavia  constantemente  obligados  á  de- 
fender su  independencia  contra  los  reyes  de 
'Hungria.i 

1265.  Miguel  I,  ban  de  Craiova,  vasallo 
de  Badu,  fué  elegido  á  la  muerte  de  éste;  con 
esto  quedaron  reunidas  ambas  Valaquias. 

1284.    Dan  I,  hijo  de  líadu,  muerto  com- 
batiendo al  rey  de  Hungría.  fiarlos-Roberto  de 
Anjou  que  quitó  á  1*  Hungría  el  banato  de 
•  Severin. 

1300.    Alejandro  I-,  hermano  de  Dan,  re- 
conquistó el  banato  de  Severin. 
1312.   Esteban,  I. 

1324.  Juan  1,  combate  y  derrota  á  los 
húngaros. 

1343.  Alejandro  //hace  la  guerra  á  los 
húngaros  asi  como  á  sus  tres  sucesores. 

1353.    Nicolás  I. 

1366.    Badu  II, 

1376.  Dan  II.  , 
■  1382,  Marcea  I,  hermano  del  anterior. 
Ataca  el  imperio  valaco-búlgaro,  y  ayuda  a 
los  turcos  á  destruirlo,  después  de  lo  cual,  es- 
tos mismos  destruyen  el  imperio  servio  en 
Cassovo,  y  Marcea  se  ve  obligado  por  el  trata- 
do de  Nicópolis  (1493)  á  reconocerse  vasallo 
deBayaceto,  sultán  de  los  turcas,  pero  la  guer- 
ra estalla  pronto  entre  Marcea  y  Bayaeeto;  la 
Valaquia  es  invadida  por  los  torcos;  Sigismun- 
do, rey  de  Hungría,  acude  al  socorro  de  los 
Marcea  y  desaloja  á  los  turcos. 
,  Sigismundo  y  Marcea  llaman  entonces  los 
principes  de  Europa  en  su  socorro;  el  mariscal 


¡le  lloncicanlt,  el  conde  de  Tíevers  y  Juan  s¡n 
Miedo  acuden  al  llamamiento;  pero  los  crisiia- 
nos  bou  vencidos  por  los  turcos  en  la  batalla  de 
Nicópolis,  en  139$.  Durante  la  batalla,  Marcea 
viendo  á  los  suyos  vencidos,  se  babia  pasado  lii 
enemigo,  y  prometió  pagar  un  tributó  i  fe 
turcos;  asi  logró  conservar  su  ducado. 

Mas  larde  formó  alianza  con  Ladislao  k 
Xápoles  contra  Sigismundo,  derribó  á  este  del 
trono  de  Hungría,  batió  á  los  lurcos  en  1 393 
y  se  emancipó  de  la  Turquía  y  de  la  Hungria' 

1418.  Marcea  II,  su  hijo.  Comienza  «m 
horrible  anarquía;  la  guerra  contra  los  turcos; 
sus  devastaciones,  las  disensiones  intestinas 
mas  violentas  é  insensatas  traen  ;i  la  |apj 
la  -sumisión  definitiva  de  la  Valaquia  í  la 
Turquía.- 

1419.  Vladll derriba á  su  hermano-Marcea, 
1422.    Vlad  III,  Dan  III  le  disputa  el  poder 

'  1424.    Dan  III. 

1445.  Badu  111. 

1446.  Dan  IV.  Forma  alianza  con  Juan 
Corvino  de  Hungría  contra  los  turcos,  vence, 
dores  en  Cassovo  en  1448.  Dan  IV  tiene  que 
pagar  tributo  ¡i  los  _ turcos;  es  asesinado  por 

1352.    Vlad  IV.  La  anarquía  se  reprouiM 
en  tiempo  de  esle  principe,  derribado  por 
1  1455.    Badu  111,  destituido  á  su  vez  por 

1456.  Vlad  V.  En  1460  Vlad  Vse  recono- 
ce, por  el  tratado  .de  Andrinópolis,  tributaria 
de  Mahoma  II,  Este  tratado  y  el  de  1303  se 
conocen  con  el  nombre  de  capitulaciones;  ellas 
son  las  que  enlazan  la -Valaquia  con  el  imperio 
otomano  y  fijan  los  privilegios  de  la  pro- 
vincia. 

Vlad  V  es  uno  ele  los  tiranos  mas  crueles 
de  que  habla  la  historia.  En  1462  declárala 
guerra  ¡i  los  turcos,  invade  la  Holgara,  y  so- 
mete al  suplicio  del  palo  á  25,000  prisioneros. 
Mahoma  invade  la  Valaquia,  desaloja  ñ  Vlad  y 
nombra  á 

1462.  Badu  III,  bajado  Valaquia.  Este- 
ban, duque  de  Moldavia  lo  reemplaza  por 

1473.  Vlad  VI,  y  después  destituye  elijo- 
bierno  á 

1476.  Vlad  V,  que  repite  sus  crueldades. 
1479.    Vlad  Vil. 

1493.  Badu  IV,  hijo  de  Vlad  V,  estable- 
cido por  los  turcos.  Todos  sus  sucesores  obtie- 
nen la  investidura  de  los  sultanes;  durante  la 
anarquía  que  devasta  aquel  hermoso  pais,  los 
turcos  lo  van  sometiendo  cada  vez  mas. 

1508.  Miguel!!. 

1510.    Vlad  VIH. 

15'3.    Naqu  /.  . 

1518.    Badu  V. 

1 522.  Badu  VI.  Este  principe  forma  alian- 
za con  la  Moldavia,  la  Polonia  y  la  Hnngria 
contra  los  turcos,  los  coaligados  pierden  la 
batalla  de  Moliacz  (1520).  Después  de  esta  ten- 
tativajjtra  sacudir  el  yugo  de  los  turcos,  se 
rep«AuiarqiHa. 

N^^r Moisés. 

15a0.    Vlad  IX. 


725 

1531.  Ventila  l, 

15,15.  Pedro  l,  llamado  lambien  Haría  VII, 

establece  el  órden  por  algunos  años. 

|-,4Í.  Radu  Vil. 

1545.  Marcea  III. 

1546.  Radu  VII!. 

\M\   Rad"  lx- 
1554.   Pedro  II. 
1558.   Marcea  III. 
[  563.   Pedro  III. 
1568.  Alejandro!!!. 
1577.   Miguel  III. 
1583.    Pedro  /y. 

1591.  Esteban  II. 

1592.  A/íffueí  77  traía  de  regenerar  su 
desgraciada  patria,  sometida  á  los  turcos  y 
perturbada  por  la  anarquía;  ataca  y  bate  á  los 
torcos,  pero  en  1505  tiene  que  reconocerse 
vasillo  del  principe  de  Transilvauia,  Sigismun- 
do Batliorv.  la  guerra  prosigue;  Miguel  es  ven- 
cido y  la Valaquia  conquistada ;  pero  al  fin, 
desaloja  ¡í  los  turcos  y  se  apodera  de  la  Tran- 
silvauia  (1501)1,  se  apoya  en  los  rumanos  de 
este  país  contra  los  niagyares  y  sajones,  con- 
quista la  Moldavia  (16001,  y  funda  de  osla  «ja- 
ñera  la  unidad  de  la  raza  rumana;  las  Ires  par- 
tes de  la  antigua  Hacia  estallan  reunidas  bajo 
un  mismo  cetro.  La  obra  de  Miguel  duró  poco; 
una  guerra  desgraciada  con  la  Polonia,  las  in- 
trigas del  Austria  y  de  los  turcos  trastornaron 
de  nuevo  la  Valaquia.  Miguel  fué  vencido  y 
asesinado  en  1601;  los  Ices  palies  rumanos  se 
separaron  f  la  muerte  de  Miguel  IV  fué  la  se- 
ñal de  la  calda  de  la  Romanía. 

1601.  La  Puerta  priva  a  los  boyardos  del 
derecho  de  nombrar  ellos  mismos  á  su  hospe- 
dar y  concede  este  titulo  á  Simeón  Movila, 
quien  al  punió  es  destituido  por  los  boyardos  y 
reemplazado  por 

1601.  Radu  XI  ó  Serban  L  Este  principe 
gobierna  bastante  bien  y  se  sostiene  contra  los 
turcos. 

1610.  La  Valaquia  y  la  Moldavia  pierden  el 
derecho  de  escoger  á  sus  principes;  la  Puerta 
nombra  &  Radu  XII,  y  tanto  este  como  sus  su- 
cesores no  son  mas  que  bajaes  sometidos  á  la 
Tuerta, 

En  el  artículo  moidavia  puede  verse  la 
historia  de  ambas  provincias,' que  es  absoluta- 
meóle  semejante,  !a  dominación  de  los  fana- 
riolas  precede;  la  devastación  y  ruina  de  los 
principados  moldo-válacos,  y  luego  la  inter- 
vención rusa: 

En  ¡812  la  Turquía  devolvió  á  la  Valaquia 
el  derecho  de  nombrar  á  sus  principes.  El  pri- 
mer liospodar  elegido  fué: 

1851— 28.    Gregorio  Ghioa. 

1SM-42.    Alejandro-Ghiea  i/i 

1842-48.    Jorge  Bibesco  I. 

Durante  el  reinado  de  estos  tres  principes, 
el  espíritu  nacional  se  despierta;  al  odio  hacia 
los  tarcos,  antiguos  opresores  del  pais,  babia 
sucedido  el  aborrecimiento  do  los  rusos,  ver- 
daderos dominadores  de  los  principados. 


726 

El  23  de  junio  de  1848,  los  valacos  se  su- 
blevaron contra  el  principe  Bibesco,  partida- 
rio de  la  Rusia  y  hostil  al  espíritu -de  naciona- 
lidad. Bibesco  aceptó  la  constitución  que  le 
fué  presentada  por  la  insurrección  victoriosa, 
pero  abdicó  en  24  de  junio.  Se  nombró  un  go- 
bierno provisional,  pero  los  rusos  invadieron 
la  Valaquia;  la  Puerta  envió  un  cuerpo  de  ejér- 
cito; la  revolución  quedó,  comprimida  y  se  abo-' 
lió  la  antigua  constitución,  el  pais  fué  militar- 
mente ocupado  y  estalló  una  lncba  entre  las 
dos  éórtes  de  San  Pelersburgo  y  Constautino- 
pla,  queriendo  la  primera  avasallar  los  prin- 
cipados, y  la  segunda  mantener  su  indepen- 
dencia tan  necesaria  A  su  seguridad.  Por  últi- 
mo, el  acta  del  I.»  de  mayó  de  1849  arregló 
ta  cuestión. 

Se  decidió  que  el  estatuto  orgánico  ó  re- 
glamento, obra  de  la  Rusia  y  cuya  iniquidad 
babia  producido  la  revolución  de  1848,  se  re- 
visaría; que  los  hospodares  serian  nombrados 
por  la  Puerta  de  acuerdo  con  la  Rusia ,  pero 
que  al  cabo  de  siete  años,  la  elección  de  aque- 
llos seria  restituida  á  los  principados  y  á  sus 
asambleas  representativas,  y  que  mientras  es- 
tuviese vigente  el  tratarlo  (siete  añosl  las  pro- 
vincias eslarian  ocupadas  por  10,000  hombres 
de  caria  nación. 

1849.  Barba-Stirbeg  fué  nombrado  bospo- 
dar  en  virtud  del  tratado  anterior. 

Después,  la  Rusia,  convirtiendo  una  cues- 
tión religiosa  en  política,  ha  provocado  una 
guerra  con  la  Turquía  que  se  ha  hecho  euro- 
pea, y  de  la  cual  nacerán  complicaciones  que 
necesariamente  habrán  de  influir  sobre  la  suer- 
te de  la  Valaquia,  pais  codiciado  por  los  rnsos 
y  hoy  invadido,  cuando  no  por  unos,  por  otros 
ejércitos  esírangeros. 

VALAQUIA.  [Lingüistica.)  Los  habitantes 
actuales  de  la  antigua  Dacia,  especialmente  los 
do  los  principados  de  Valaquia  y  de  Moldavia, 
se  jactan  de  ser  descendientes  de  los  roma- 
nos, titulo  que  los  geógrafos  estrangeros  tras- 
criben en  sus  tratados  por  rominá,  románu, 
roitmouni,  roumanj  y  roumanos.  Los  etnó- 
logos califican  esta  población  de  romano-es- 
lava, y  los  lingüistas  dan  á  su  idioma  el  nom- 
bre de  daeo-romano.  Los  dacios  y  los  getas, 
cuyo  territorio  ocupa  hoy,  hablaban  probable- 
mente, según  Malte-Brun,  un  dialecto  del  es- 
lavo; pero  los  colonos  romanos  que  á  princi- 
pios del  siglo  II  de  nuestra  era  envió  Trajano 
para  republar  el  pais,  que  acababa  de  ser  de- 
vastado por  la  guerra,  introdujeron  en  él  su 
lengua.  Esta  se  descompuso  después  con  su 
alianza  con  el  lenguaje  de  los  indígenas,  y  ha 
llegado  á  ser  una  rama  de  las  lenguas  neo- 
latinas ó  romanas. 

En  el  idioma  vulgar  de  aquellas  comarcas 
domina  todavía  nn  latín  corrompido,  que  al  la- 
do de  las  raices  latinas  nos  présenla  multitud 
de  raices  eslavas,  asi  como  una  proporción 
(bastante  desigual  según  las  localidades!  de 
raiees  góticas,  griegas  y  turcas.  Entra  los  íér* ' 


VALAQIM 


727  VALAQUU- 


VALDENSES 


minos  de  origen  latino  se  observan  gran  nú- 
mero de  ellos  que  no  se  encuentran  ya  en 
ninguna  otra  lengua  romana;  tales  son  las  pa- 
labras: alb  (blanco),  digit  (dedo),  vuorbe  (pa- 
labra), masa  (mesa),  ruoga  (orar),  formadas 
de  las  latinas:  albus,  digitits,  verbum,  men- 
sa y  royare.  Enmuchos  sustantivos  masculinos, 
los  moldos-valacos  lian  abandonado  simple- 
mente la  consonante  final,  y  conservado  la 
■vocal  u  de  la  terminación,  en  vez  de  cambiarla 
en  o  corno  lo  han  hecho  los  italianos  y  tos  es- 
pañoles; asi,  de  los  primitivos  latinos  Deus, 
domus,  fruelus,  ventus.mnum,  templum,  se 
lia  formado  Dttu  (Dios),  domu  (casa),  fruotu 
fruto), -ventu  (viento),  vinu  (vino)  y  templu 
(templo).  En  valaco  (i  rouman  el  plural  de  los 
nombres  difiere  frecuentemente  en  un  punto 
notable  del  singular.  Esta  lengua  ha  adoplado 
el  articulo  delinido,  pero  lo  emplea  principal- 
mente bajo  la  forma  de  sufijo.  Abundan  los 
superlativos  y  diminutivos;  pero  los  grados  de 
comparación  no  se  forman  sino  por  medio  de 
partículas.  La  conjugación  es  complicada  y 
presenta  mas  analogia  con  la  de  las  lenguas 
eslavas  que  con  la  délas  lenguas  romanas.  Es 
muy  frecuente  et  empleo  do  íos  auxiliares,  no 
solamente  para  la  formación  del  prctérilo,  sino 
también  para  la  del  futuro.  Los  verbos  haber  y 
querer  sirven  para  formar  cualquiera  de  estos 
tiempos,  como  por  lo  demás  se  verifican  en  las 
lenguas  germánicas,  del  mismo  modo  que  en. 
griego  moderno.  En  la  pronunciación  del  va- 
laco se  nota  la  presencia  de  las  vocales  nasa- 
les an,  in,  on.  Aunque  por  espacio  de  muchos 
años,  las  clases  superiores  de  Moldavia  y  Va- 
laquia  abandonaron  casi  totalmenie  el  uso  de 
su  lengua  materna,  hará  cosa  de  medio  siglo 
que  se  ha  efectuado  en  aquel  pais  «na  revolu- 
ción sobre  este  particular,  y  el  idioma  nacio- 
nal ha  tomado  el  carácter  literario,  escribién- 
dose unas  veces  con  ¡as  letras  latinas,  y  otras 
con  un  alfabeto  de  veinte  y  ocho  letras,  cuyas 
formas  están  tomadas  de  las  del  alfabeto  /csla- 
vo-ilirio. 

Según  Mr.  Vaillant,.  las  diferencias  que  se 
advierten  entre  el  moldavo  y  el  valaco  no  son 
tantas,  ni  de  tal  enlidad;  que  formen  de  ellos 
dialectos  particulares.  Sin  embargo,  segtiu 
otros  autores,  se  cuentan  por  lo  menos  en  Ya- 
laquia  cuatro  dialectos  principales,  á  saber:  él 
munleni,  ó  valaco  propiamente  dicho;  elmoí- 
doveni,  usado  en  Moldavia  y  Bessarabia;  el 
ardialiano,  que  tiene  curso  en  una  parle  de  la 
Transilvania  y  de  la  Hungría,  y  en  fin  el  sin- 
sar,  ó  macedo-valaco.  Este  úitimo,  el  mas 
mezclado  de  todos,  es  el  que,  según  indica  su 
nombre.,  habla  una  gran  parte  de  la  población 
actual  de  la  antigua  Maccdonia,  y  puede  divi- 
dirse en  varios  süb-dialectos,  según  la  natura- 
leza do  las  raices  eslrangeras  que  dominan  en 
él  con  el  latin.  Algunos  autores  reúnen  bajo 
el  titulo  de  lengua  daco-iatina  los  tres  prime- 
ros dialectos  del  rouman  ó  valaco ,  y  dan  in- 
distintamente al-  cuarto  los  nombres  de  valaco- 


macedonio  y  de  traco-valaco.  Thiinmain  en 
su  Historia  de  los  pueblos  de  la  üunm 
oriental,  dice  que  en  este  último  dialecto  so 
puede  calcular  la  proporción  de  las  raices  U- 
tinas  en  la  mitad  del  vocabulario  déla  lengua 
En  el  resto  se  encuentran  tres  octavas  rw¿ 
de  raices  griegas,  dos  octavas  partes  de  raices 
góticas,  eslavas  y  turcas  y  tres  últimas  ocla- 
vas  partes  de  los  restos  de  una  lengua  muerta 
que  parece  tuvo  mucha  analogia  con  el  alba' 
nes  ó  skipelar. 

Klein  y  Seliinkay.-  Elementa  ümjKffl  daco-nm- 
jios  sea  walaekiciB,  Vicna,  178ÍI,  in  tí." 

Jo.  Moblar:  tfat^chiiche  ipraMekre.Tvm  IJSS 
in  8.°  '  ' 

3.  Alexis:  Grammatica  rimo-i-omrinit,  Tieoi.lsjt 
in  e." 

J,  A.  Vaillant;  Grammaire  roumdne,  Uouclia- 
resí.  1810,  in  8.° 

Puycnar,  Aaron  y  Hill: .  Dictionwire  ftppn't. 
vaíaque,  Iloucbaresl,  ISV),  i  vol.  in  8.i> 

VALDENSES.  [Historia  religiosa.)  Asi  se  de- 
nomina á  una  secia  dehereges  que alcanzó gran 
celebridad  en  Francia  en  los  siglos  Xll  y  XIII. 
Acaso  no  hay  otra  sobre  cuyo  origen  haya  liaLV- 
do  nías  controversias,  ni  que  haya  dado  tugar  á 
versiones  mas  encontradas.  Pero  el  eminente 
Dossuet,  en  su  Historia  de  las  variaciones  di 
los  protestantes,  nos  hace  conocerá  los  valdot- 
ses,  no  solo  por  lo  que  han  dicho  de  ellos  las 
autores  contemporáneos,  sino  por  el  tesluuoino 
de  los  que  mas  trabajaron  en  convertirlos.  El 
nos,  dice  que  el  origen  y  cabeza  de  estos  secli- 
-rios  llamados  también  pobres  de  León,  ¡conista 
é  insabalados,  porque  llevaban  sabalas  ó  san- 
dalias, fué  Valdo,  comerciante  de  León  ra  el 
año  de  l  I  GO.  Proclamó  como  base  de  su  dóplri- 
na  que  la  pobreza  evangélica  era  absoluli- 
mente  necesaria  pura  la  salvación,  y  él  mis- 
mo dió  el  ejemplo,  distribuyendo  lodos  sus 
bienes  á  los  pobres,  y  añadiendo  que,  puesta 
que  los  sacerdotes  y  los  minintros  de  Jesu- 
cristo no  teniair,  según  su  doctrina,  el  poder 
do  remitir  los  pecados,  de  consagrar  el  cuerpo 
de  Jesucrjsto,  ni  administrar  verdaderos  sa- 
cramentos, que  todo  lego  que  practicase  la 
pobreza  voluntaria,  tenia  un  poder  mas  icul 
y  legitimo  para  ejercer  eslas  funciones  y  pre- 
dicar el  Evangelio  que  los  sacerdotes.  Soslc- 
nian,  por  último,  que  conforme  al  Evangelio 
no  es  licito  jurar  en  justicia,  ni  exigir  la  re- 
paración de.  un  daño,  ni  hacer  la  guerra,  ni 
castigar  con  la  muerte  á  los  malhechores. 

lie' aquí  los  errores  de  los  primitivas  Val- 
denses,  y  por  los  cuales  los  condenó  desde 
luego  el  papa  Lucio  H  bácia,el  año  1185.  los 
autores  contemporáneos  no  les  atribuyen  otros, 
y  aun  convienen  en  la  inocencia  y  pureza  do 
costumbres  de  estos  primeros  valdcnses,  lo 
cual  les  atrajo  un  gran  número  de  prosélitos. 
Esta  secta  debió,  no  obstante',  adelantar  en  el 
camino  del  error  de  un  modo  considerable, 
puesto  que  Rainerio  que- había  sido  ministro 
de  tos  albigenses  y  abjurando  sus  errores,  w 


YALDENS  ES— VALE  NCI A 


7U0 


tjó  en  los  (lumínicos  el  año  tí  50,  escribió 
contra  las  valdenses,  acusándoles  que  adornas 
de  los  errores  queles.  liemos  atribuido,  ae- 
raban el  purgatorio  y  rechazaban  las  oracio- 
nes por  los  difuntos,  las  indulgencias,  las 
fiestas,  la  invocación  de  los  santos,  el'  culto 
déla  cruz,  de  las  imágenes  y  de  las  reliquia.;, 
las  ceremonias  de  la  Iglesia,  el  bautismo  de 
losamos,  la  confirmación,  la  estremauncion  y 
el  matrimonio.  Asimismo  afirmaban  ,  según 
parece,  que  en  la  Eucaristía  no  se  hacia  la 
transustaci ación  en  manos  del  que  consagra- 
la  indignamente,  sino  en  boca  del  que  reci- 
lia  con  las  disposiciones  necesarias,,  en  cuyo 
caso  admitían  la  presencia  rea!  y  la  trausustan- 
ciacion.  Pedro  PyHcdorfs,  que  escribió  tam- 
bién contra  los  'valdenses  hácia  el  año  de 
1250,  habla  como  Reinier  de  su  origen  y  de 
su  creencia.  Añade  que  desechaban  la  misa 
como  institución  humana  y  las  ceremonias  de 
la  Iglesia,  esceptuando  tan  solo  los  sacramen- 
tos; que  después  de  algim  tiempo,  aunque  le- 
gos, se  entrometieron  á  oír  confesiones  y  dal- 
ia absolución.  Asi  el  fanatismo  délos  valden- 
ses como  el  de  todas  las  demás  sectas  se  au- 
mentó con  el  tiempo  y  los  llevó  de  error  en 
error. 

Uno  de  los  filósofos  de  la  moderna  escue- 
la ha  formado  de  esta  secta  un  cuadro  de  ima- 
ginacion  sacado  de  los  escritos  calvinistas  que 
se  encuentra  en  la  antigua  Enciclopedia  en  la 
palabra,  valdenses.  Atribuye  su  origen  al  er- 
ror que  inspiraron  los  crímenes  cometidos  en 
las- cruzadas,  á  las  disensiones  de  los  papas 
y  emperadores;  á  las  riquezas  de  los  monas- 
terios'y  al  abuso  qu a  hacían  los  obispos  de  su 
poder  temporal.  Sin  embargo,  estos  sectarios 
no  han  alegado  nunca  ninguno  de  estos  mo- 
tivos para  justificarse.  Por  otra  parte,  es  de 
presumir  que  los  tegeroasas  ignorantes  de 
i|tie  se  componía  la  secta  de  las  valdenses,  no 
tuviesen  gran  conociiriíento  de  los  crímenes 
cometidos  en  las  cruzadas,  ni  les  afectasen  las 
disputas  de  los  pontífices  y  emperadores.  Tam- 
poco eran  ellos  los  que  tenian  el  mayor  inte- 
rés enque.se  corrigiesen  los  abusos  que  po- 
dían cometer  los  obispos  en  el  uso  de  su  po- 
testad temporal. 

Los  valdenses  al  nacimiento  de  la  preten- 
dida reforma  supieron  confusamente  que  en 
Suiza  y  en  Alemania  babia  hombres  que  de- 
clamaban como  ellos  contra:  los  obispos  cató- 
licos: y  aunque  las  creencias  de  los  valdenses 
'listaban  mucho  por  entonces  de  tas  de  los 
calvinistas,  en  1536,  Pitrel,  ministro  de  Gine- 
bra, consiguió  hacerles  abrazar  el  calvinismo. 
La  confesión  de  fé  que  presentaron  al  rey  ha- 
cía el  año  de  1540,  era  obra  de  los  ministros 
Hugonotes  que  hablan  admitido  entre  ellos, 
oro  estas  no  eran  ya  las  opiniones  desús 
padres.  • 

Como  era  de  temer  con  esta  nueva  doctri- 
na adoptaron  el  espíritu  sedicioso  y  violento 
ue  los  calvinistas.  Ya  en  el  año  de  ¡530,  des- 


pués de  sus  conferencias  con  los  protestantes, 
tomaron  las  armas  y  se  defendieron  contra  las 
persecuciones  de  los  obispos  y  del  parlamento 
de  Ais.  En  1535  Francisco  I  les  concedió  una 
amnistía  con  condición  de  que  abjurasen  sus 
errores.  En  1542  lomaron  las  armas,  destru- 
yeron los  altares,  saquearon  las  iglesias  y  co- 
metieron otros  escesas,  A  causa  de-  ellos  el 
parlamento  de  Ais,  dictó  una  sentencia  contra 
ellos,  mandando  esterminarlos;  las  poblacio- 
nes deMerindol  y  de  Cabrieres  fueron  redimi- 
das á  cenizas  y  muertas  cerca  de  cuatro  mil 
personas. 

Todos  nuestros  escritores  modernos  han 
declamado  á  porfia  contra  la  crueldad  de  esta 
ejecución;  y  no  cesan  de  citarla  como  un  ejem- 
plo de  los  efectos  que  puede  producir  el.  celo 
de  religión  mal  dirigida.  Pero  es  preciso  te- 
ner en  cuenla  que  no  fueron  motivos  religio- 
sos los  que  llevaron  esta  lucha  á  tal  estremo; 
sino  el  resentimiento  escilado  por  la  conducta 
sediciosa  de  los  valdenses.  Cuando  se  fulmi- 
nan estos  ataques,  se  les  dirige  siempre  con- 
tra la  religión,  contra  el'ceío  religioso,  sin 
tener  en  cuenta  que  estos  suelen"  estar  ya  muy 
lejos  y  completamente  olvidados,  cuando  las 
pasiones  y  los  intereses  mundanos  traen  las 
cuestiones  á  ése  terreno  desagradable  en  que 
ya  se  emplea  la  fuerza  de  las  armas  y  se  co- 
mete todo  género  de  horrores  y  de  escesos. 

VALENCIA.  '[Geografía  é  historia.)  Provin- 
cia marítima  de  España  y  una  de  las  tres  en 
que  se  halla  dividido  el  antiguo  reino  de  su 
nombre.  Está  situada  en  la  costadel  Mediterrá- 
neo entre  los  40°  9'  30",  38°  52' 30"  lati- 
tud y  los  2o  19'  35"  y  3o  33'  20"  'longitud 
E.  del  meridiano  de  Madrid,  .con  clima  suave 
y  templado  enlos  países  meridionales,  y  duro 
y  bastante  frió  en  la  parte  septentrional  y  so- 
bre todo  en  el  llano  de  los  Barracos.  Tal  co- 
mo hoy  esiste  esta  provincia  cuenta  sóbre289 
leguas  cuadradas  de  superficie,  3  ciudades, 
82  villas,  190  lugares-,  17  baronías  y  varias- 
pequeñas  aldeas  ó.  caseríos ,  estando  todas  es- 
tas poblaciones  distribuidas  en  281  ayunta- 
mientos y  18  partidos  judiciales,  á  saber:  Al- 
baida,  Alberique,  Alcira,  Ayora,  Carlet,  Cbelva, 
Chiva,  Enguera,  Gandía,  Játiva,  Liria,  Moneada, 
kurviédro,  Onteniente,  Sueca,  Torrente,  Va- 
lencia y  Villar  del  Arzobispo  con  104,357  ve- 
cinos y'430, 085  almas.  Confina  al  N.  con  las 
de  Castellón  y  Teruel,  al  E.  con  el  Mediterrá- 
neo, al  S.  con  las  de  Alicante  y  Cuenca.  En  ía 
parte  militar  depende  de  la  capitanía  general 
de  Valencia,  en  la  eclesiástica  del  arzobispado 
de  su  nombre,  en  la  judicial  de  la  audiencia  del 
territorio,  sita  en  la  capital,  en  lo  marítimo  del 
departamento  de  Cartagena,  y  en  lo  civil  y  ad- 
ministrativo es  de  primera  clase. 

Montañas.  Por  todos  los  confines  de  la 
provincia  se  bailan  montañas  que  dificultan  el 
paso,  sin  mas  escepcion  notable  que  las  lla- 
nuras por  donde  se  pasa  á  las  ciudades  de 
Murcia,  y  Villena.  En  todas  ellas  hay  cantería 


731 


VALENCIA 


de  preciosos  mármoles  de  diferentes  coloros, 
distinguiéndose  sobre  todo  los  del  monte  Tra- 
mas, entre  los  cuales  se  ven  algunos  de  fon- 
do amarillento,  jaspeado  y  color  dé  rosa  con 
manchas  encarnadas  enforma  de  nubes.  Crirm- 
se  también  en  estas  montañas  algunos  algarro- 
bos y  muy  pocos  pinos,  conteniendo  ademas 
buenos  pastos  y  bastantes  yerbas  medicinales, 
la  sierra  de  Agull.en.te,  continuación  de  la  do 
Agües,  es  una  de  las  que  ofrecen  mas  hermo- 
so panorama,  no  solo  porque  en  su  descenso 
hácia  el  N.  tiene  su  nacimiento  una  de  las  fuen- 
tes mas.  abundantes  que  riegan  este  delicioso 
pais,  llamada  la  Font  deltiu,  sino  por  las  mag- 
níficas vistas  que  se  descubren  de  sus  altos 
cerros  en  cuyas  faldas  existen  varias  cantoras 
de  mármol  morado  con  mezcla  de  rojizo  y 
blanco,  estando  asimismo  poblados  de  olivos  y 
de  multitud  do  plantas  aromátirasy  medid  na- 
les, En  el  monte  de  Veninadel  hay  canteras  de 
mármol  melado  con  veías  apáticas  y  algunas 
minas  de  yeso.  Es  notable  el  titulado  Cerro  Ne- 
gro, por  estar  compuesto  en  sti  totalidad  de 
rocas  de  este  mismo  color,  siéndolo  igualmen- 
te el  que  hay  de  yeso  en  sus  inmediaciones, 
en  el  cual  existo  una  cueva  cuyas  paredes  es- 
tán cubiertas  de  una  sustancia  vitrióHca,  infla- 
mable por  medio  de  la  acción  del  fuego.  En 
el  partido  judicial  de  Onteniente  descueíla  en 
el  monte  de  la  Ermita,  el  del  Santísimo  Cris- 
to, el  Capunnclio  y  el  escabrosísimo  de  Agu- 
llcnte,  que  sirve  'le  muro  meridional  al  fron- 
doso valle  de  Albaida,  todos  los  cuales  eslán 
poblados  de  pinos,  enebros,  sabinas,  romeros, 
madroños  y  otros  muchos  arbustos;  encon- 
trándose también  en  ellos  canteras  de  piedra 
caliza  y  mármoles  de  esquisito  gusto  puntua- 
dos, de  gris,  rojo  y  encarnado. 

Jftos.  Son  muchos  los  que  surcan  y  ferti- 
lizan la  provincia  do  Valencia,  siendo  los  mas 
notables  el  Turia  ó  Guadalaviar,  procedente  de 
la  de  Teruel;  el  Júcar,  el  Albaida,  el  Al.coy, 
procedente  t!e  la  provincia  de  Alicante,  el  STe» 
llent,  gl  [lañólas,  que  nace  en  el  partido  judi- 
cial de  (Intérnente,  el  Juanes  que  tiene  su  ori- 
gen en  el.  partido  judicial  de  Chiva,  el  Escalo- 
na, el  Chelva.y  el  Clariano. 

Caminos.  Ademas  de  la  carralera  general 
de  Madrid  á  Valencia  por  Albacete  y  la  llama- 
da de  las  Cabrillas  que  atraviesa  la  de  Cuenca, 
cuenlo  con  las  siguientes:  la  de  Valencia  á 
Barcelona;  la  mista  que  conduce  á  Alicante  por 
Aleoy,  la  cual  arranca  do  la  general  de  Madrid 
á  Valencia  por  Albacete  en  las  inmediaciones 
do  la  baronía  de  lleniparrell,  cuyo  camino  es 
solo  hoy  transitable  para  carruages  desde  Va- 
lenciahasla  Jáliva,  p>¡escl  resto  es  de  herradu- 
ra y  muy  incómodo  por  lo  quebrado  del  ter- 
reno; tiene  ademas  la  carretera  mista  qne  di- 
rige á  Zaragoza  ,  arrancando  de  lá  general  de 
Valencia  á  Barcelona,  junto  al  lugar  de  Jtafel- 
buñol  del  partido  judicial  de  Murvicdro  y  por 
último  la  provincial  que  por  el  litoral  condue 
A  Alicante  ,  existiendo  también  gran  número 


de  caminos  vecinales,  muchos  de  ellos  carre- 
teros,- pero  en  general  estrechos,  tortuosas  é 
incómodos  para  e!  tránsilo. 

Praduaciorins .  '  Son  muy  abundantes  y  va- 
riadas las  de  esta  provincia,  pudiendo  clasilí- 
carse  su  terreno  en  marjal,  en  regadío,  cu 
tierras  cultivadas  llamadas  de  secano  yenlciv 
reno  erial  poblado  de  pínulas,  leñas  bajas  y 
árboles  de  monle.  La  mayor  parte  de  ios  ter- 
renos marjales  y  pantanosos  están  destinados 
al  cultivo  del  arroz,  que  es  la  producción  que 
(¡gura  en  primera  linea  y  el  cual  ha  hecho 
tantos  progresos  en  esta  provincia,  que  ella  so- 
la basta  para  proveer  de  este  articulo  atadas 
las  demás  del  reino.  Se  cuUjva  ademas  tiesas 
hermosas  huertas  el  trigo  de  diferentes  clases; 
el  cáñamo,  las  judias,  el  maíz,  melones  esqui- 
sitos,  sandias,  chufas,  el  cacagnet  americano, 
naranjas,  granadas,  palmeras  y  müUiliid'dj 
sabrosas  frutas,.  Contribuye  ademas  poderosa- 
mente á  la  riqueza  pública  de  esta  provincia  la 
propagación  y  cultivo  de  la  grana  cochinilla 
cuya  plantación  es  únicamente  variada  en  las 
inmediaciones  de  la  capital,  pues  figuraren 
ella  diferentes  castas  de  chopos  ,  varios  ála- 
mos blancos,  los  plátanos  oriental  y  occiden- 
tal, lo  terhintos  ó  falsa  pimienta,  los  tilos,  las 
acacias,  los  nogales,  los  cinamomos ,  la  natal- 
pa,  los  fresnos,  los  sauces  llorones,  el  acer- 
plátano,  el  airlanto  ó  barnis  del  Japón,  la  hi- 
guera de  llcngala,  los  almendros,  la  esterculia, 
el  árbol  de  coral  y  lu  bambnsa  ú  caña  brava, 
Oíanse  también  olivos,  algarrobos,  viñas,  al- 
mendros y  encinas,  linios  valles  y  cañadas  se 
siembra  trigo,  cebada,  maiz  y  toda  clase  de 
legumbres,  como  habas,  guisantes,  lentejas, 
garbanzos  y  altramuses..  Los  terrenos  eriales 
producen  leñas  bajas,  tomillos,  aliagas,  rome- 
ros, encinas,  lentiscos;  espinos,  enebros,  ta- 
mariscos, estepas.,  sabinas,  esparlo  y  otros 
muchos  arbustos  y  plantas  aromáticas. 

Industria.  Ademas  de  la  gran  porción  de 
habitantes  que  se  dedican  en  esta  población  ¡í 
ía  agricultura,  se  ocupan  oíros  muchos  en  las 
numerosas  rábrlcas  de  hilados  y  tejidos  dése- 
da,  de  lienzos,  de  paños  bastos;  de  tejidos 
o  dinarios  de  cáñamo,  estambrey  lana,  de  in- 
dianas, de  galones  y  de  sombreros,  de  aguar- 
diente, jabón,  cera,  velas  do  sebo,  de  cordele- 
ría, de  cáñamo  y  esparto,  do  curtidos,  de  fun- 
dición de  hierro  colado,  de  vidrio,  de  vistosos 
azulejos  y  de  alfarería  con  otras  Varias,  existen 
muchos  molinos  harineros  y  de  aceite,  y  laniic- 
vaé  importante  Industria  de  la  grana  cochi- 
nilla. 

Comercio,  ha  situación  de  esta  provincia 
en  la  costa  del  Mediterráneo  y  la  abundancia 
de  sus  sabrosos  frutos  ,  dan  suma  actividad  al 
comercio,  siendo  los  principal.es  artículos  de 
importación,  bacalao,  aguardinte  de  caéiSiW- 
car,  cacao,  cueros  al  pelo,  madera  tintórea; 
quincalla,  géneros  de  algodón  y  paños  líaos- 
los de  esporlacion  consisten  ,  en  arroz,  melo- 
nes, naranjas,  pasas, 'fruías  verdes  y  secas,  ^ 


J33; 

díganos  caldos;  estrayóndose  ademas  gran  por- 
ción de  seda  en  rara  a  y  tejidos  de  ea!u  misma 
materia  con  otra  multitud  de  productos  de  laa 
diferentes  fabricas  de  que  hemos  hecho  men- 
ción. Facilitan  ta  venta  de  estos  artículos  et 
gran  número  de  ferias  que  se  celebran  al  año 
en  estaprovincia,  siendo  las  mas  notables  las 
siguientes:  las  dé  Polilla,  Gnadamar  y  Forlale- 
jjy  en  el  mes  de  enero,  Ju  de  Álberiqne  en  ju- 
nio, las  de  Alcira  y  Albaida  en  julio,  las  de 
Suráacarcer,  Carcagente  y  Játiva  en  agosto,  las 
de  Cañáis,  Ayora, y  Liria  en  setiembre,  las  de 
Gandía  y  Ollería  en  octubre,  las  de  Murviedro 
y  Onlemenle  en  noviembre  y  las  de  Sueca, 
VlUanH'eva  de  CasteJtái  Játiva  y  Alcira  en  di- 
ciembre. ! 

Beneficencia  pública.  Cuenta  la  provincia 
con  los  siguientes  establecimientos:  varias 
obras  pias  en  los  pueblos  de  Ademuz  ,  Albalat 
de  la  Ribera,  Albalat  deis  Sorells,  Alberiqne, 
Aboroya,  Alcira,  Anna,  Ayacor,  Ayora,  Ueiia- 
guacil,  Eeütjamio,  Buñol,  Campanar,  Ganáis, 
Carcagenle,  Ohelva,  Chiva,  Gandía,  Masama- 
grell,  Mogente,  Murviedro,  Ollería,  Ontenien- 
te,  Puebla  del  Duque,  Puig,  Sempere,  Sorra, 
Tilagliasy  Villar;  hospitales  en  los  pueblos  de 
Alcira,  Ayora,  Buñol,  Carcagenle,  Chclva,  Eu- 
pera,  Játiva,  Murviedro,  Ollería,  Onteniente, 
fucMa-larga,  Pusol  y  Vallada,  ademas  hay  en 
la  provincia  varios  establecimientos  dedicados- 
ala  beneficencia  pública,  como  son:  una  casa 
liospilal  en  Alcubtas,  casa  de  beneficencia  en 
Jáliray  «na  cofradía  para  enterrar  difuntos  en 
Pliso!,  La  capital  cuenta  con  los  siguientes  es- 
tablecimientos:  un  hospital  general,  uno  de 
Eueonilt,  uno  en  Bou,  uno  de  pobres  estudian- 
tes, casa  de  beneficencia,  casa  de  misericordia, 
colegio  de  San  Vicente  Ferrer,  Asociación  de 
las  cárceles  de  San  Narciso  y  Serranos,  her- 
mandad del  Santo  Celo  y  veinte  y  una  obras 
pias. 

Instrucción  pública.  En  esta  provincia  es 
tetante  lisonjero  el  estado  de  la  instrucción 
pública,  pues  apenas  hay  un  pueblo  de  algu- 
na consideración,  en  el  que  no  existan  por  lo 
menos  una  escuela  pública  para  cada  sexo, 
concurridas  por  un  escaso  número  de  discí- 
pulos, y  dotadas,  sino  con  la  cantidad  sufi- 
ciente para  que  sus  maestros  se  dedicaran  es- 
cliisivamenle  á  la  enseñanza  de  la  juven- 
tud, si,  con  las  que  permiten  las  actuales  cir- 
cunstancias del  atraso  en  que  se  hallan  los 
Pueblos.  La  lengua  que  se  usa  generalmente 
?a  esta  provincia  es  la  leinosina,  que  introdu- 
jo su  conquistador  Jaime  I.  Los  valencianos 
.son  generalmente  muy  vivos,  ingeniosos  y 
muy  apasionados  a  toda  clase  de  diversiones. 
E  defecto  que  comunmente  se  les  atribuye  es 
e  de  k  volubilidad.  Son  ademas  afables  y 
alemos  con  los  forasteros  y  modestos  en  el 
vestir,  consistiendo  únicamente  lodo  su  trage, 
en  camisa,  calzoncillos  anchos,  llamados  zara- 
güelles, faja  en  la  cintura  y  no.  pañuelo  ro- 
deado en  la  cabeza.  Las  mugeres  gozan  jus- 


734 

tamento  del  titulo  de  hermosas  y  amables  en 
su  trato,  y  su  vestido  es  tan  elegante  como 
sencillo. 

VALENCIA,  ciudad  de  España,  capital  de  la 
provincia,  diócesis,  audiencia  territorial,  par- 
tido judicial,  capitanía  general,  departamento 
de  artillería  y  antiguo  reino  de  su  nombre: 
tercio  naval  dependiente  del  departamento  de 
Cartagena,  y  plaza  de  comercio  de  primera 
clase,  situada  en  una  llanura  á  orillas  del  rio 
Turia  ó  Guadalaviar,  á  media  legua  del  Medi- 
terráneo, con  clima  benigno,  á  pesar  de  los 
vientos  solanos  que  reinan  y  de  las  humeda- 
des que  se  perciben.  Su  población  asciende 
á  45,000  vecinos  y  G6,000  habitantes.  Et  cas- 
co de  esta  población  es  prolongndo  sin  mas' 
cerca  que  una  tapia  con  ocho  entradas  ;  las 
cualro  se  denominan  propiamente  puertas  y 
las  otras  cuatro  portillos ;  las  primeras  son: 
las  de  San  Vicenta,  salida  para  Madrid,  re- 
edificada en  IS35,  con  un  arco  principal  y  dos 
laterales;  la  del  Mar,  que  conduce  al  puerto, 
reedificada  en  los  afios  1764  y  1S42,  la  de 
Serranos ,  salida  para  Aragón  y  Cataluña; 
quedó  concluida  con  sus  magnificas  torres 
que  la  flanquean  en  ambos  costados  en  1381 
y  la  de  Caarte  que  conduce  á  Madrid  por  ¡as 
Cabrillas,  abierta  en  1444,  y  tiene  también  dos 
altísimas  torres  que  suelen  ser  el  depósito  de 
prisioneros,  asi  como  las  do  Serranos  sirven  de 
cárcel  principal.  Las  clasificadas  como  porti- 
llos son :  ¡a  del  Jíeaí,  construida  el  año  de  t  SO  1 
y  la  cual  conduce  á  la  alameda  y  á  los  jardi- 
nes del  real  patrimonio;  la  de  la  Trinidad,  re- 
edificada en  Í792;  la  de  San  José  ó  Nueva 
abierta  en  1419,  y  iade  Rusafa,  en  1786-  En- 
tre las  puertas  del  Real  y 'del  Mar  se  halia  la 
ciudadela,  que  en  lo  antiguo,  era  una  gran, 
casa  6  depósito  de  armas,  tomando  el  nombre 
que  hoy  tiene  en  1707  en  que  pasó  á  ser  pro- 
piedad del  Estado.  Generalmente  las  casas  de 
Valencia  ofrecen  un  aspecto  poco  agradable. 
Suelen  constar  de  dos  cuerpos  y  tienen  algu- 
nos zaguanes  espaciasos  que  denotan  su  cons- 
trucción veraniega.  Sin  embargo,  muchas  de-, 
ellas,  sobre  todo  las  que  nuevamente  se  cons- 
truyen, presentan  regularidad  y  gusto  en  las 
fachadas;  pero  resiéntase  todavía  el  casco  de  la 
población  de  cierto  carácter  arabesco  ó  labe- 
ríntico. El  número  de  casas  dentro  del  recinto 
de  sus  murallas  es  de  6,345,  repartidas  en  4 17 
manzanas,  43 1  calles  y  132  plazas  y  plazuelas, 
de  las  que  las  mas  notables,  son:  la  de  la  Cons- 
titución, la  de  San  Francisco,  la  de  Santo  Do- 
mingo, la  de  la  Aduana  y  la  del  Mercado.  Bay 
muy  pocas  calles  empedradas  en  Valencia  á 
causa  de  la  preocupación  que  existe  de  que  el 
polvo  de  ellas  es  un  esceiente  abono  paralas 
tierras;  el  alumbrado  es  de  dos  clases,  de  gas 
y  de  aceite:  hay  diez  reloges  de  torre  y  cua- 
renta y  cuatro  serenos  intramuros  y  uno  en  ca- 
da uno  de  los  barrios  estramuros.  Las  aguas 
potables  que  tiene  esta  ciudad  son  malísimas^ 
desabor  ingrato  y  á  veces  nauseabundo  que- 


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735 


VALENCIA 


136 


hace  difíciles  las  digestiones.  Rodean  á  Valen- 
cia cinco  arrabales  sumamente  poblados,  y 
que  le  sirven  como  itsmo  para  comunicar  con 
los  que  ocupan  la  orilla  opuesta  del  Turia.  La 
carretera  que  conduce  al  mar  está  sombreada 
de  árboles  que  á  trechos  entrelazan  sus  ra- 
mas. Lo  mismo  sucede  en  las  que  se  dirigen 
&  otros  puntos,  qne  no  cabe  duda  en  que  ad- 
mira en  sus  alrededores  el  grato  efecto  de  una 
arquitectura  ingeniosa  y  una  vegetación  ro- 
busta, aromática  y  florida.  No  es  mucho  que 
los  poetas  árabes  recordasen  con  tanta  ternu- 
ra los  deliciosos  campos  do  Valencia. 

Entre  sus  edificios  públicos  destinados- al 
culto,  cuenta  esta  ciudad  la  cátedra!,  sita  en 
la  plaza  .del  Mignelete,  edificada  en  el  sitio 
donde  tuvieron  su  mezquita  los  moros;  era 
gótica  en  su  primitiva  construcción,  pero  su 
obra  moderna  pertenece  en  to .interior  al  or- 
den compuesto,  con  profusión  de  mármoles  y 
jaspes  muy  vistosos.  La  torre  mayor  llamada 
el  Mignelete  del  nombre  de  su  campana  ma- 
yrtr,  bautizada  el  dia  de  San  Miguel  de  1521, 
es  de  planta  octógona  con  26  palmos  por  cada 
frenle  y  207  de  elevación,  siendo  de  25  el 
espesor  de  sus  muros  hasta  la  altura  de  las 
campanas,  y  algo' menos  desde  estas  al  rema- 
te, pero  sin  notable  diferencia:  corona  la  obra 
un  antepecho  calado  y  adornado  de  imágenes, 
que  cierra  la  esplanada  á  manera  de  terrado, 
con  qne  termina  la  parte  superior,  y  en  el 
centro  de  esta  se  colocó  por  la  ciudad  en  nn 
arco  de  fábrica  la  campana  del  reloj.  El  tem- 
plo tiene  tres  puertas  principales  de  entrada; 
¡a  mas  notable  es  la  llamada  del  Miguelete  por 
hallarse  al  lado  de  la  torre  y  da  frente  á  la 
calle  de  Zaragoza;  es  pequeña,  de  un  solo  ar- 
co redondo  y  precedida  de  un  reducido  atrio, 
cerrado  con  verja  de  hierro  sobre  zócalo  de 
piedra  blanca.  Las  otras  dos  puertas,  qne  cor- 
responden al  crucero,  una  frente  á  otra,  se 
denominan  de  los  Apóstoles  y  del  Palau.  El 
interior  de  la  catedral  consta  de  tres  naves 
formadas  por  25  bóvedas  que  descansan  sohre 
Ai  machones  cuadrados,  los  cuales  presentan 
á  cada  frente  dos  pilastras  con  capiteles  corin- 
tios; el  friso  ó  zócalo  de.los  pilares  y  deto'das 
•  las  paredes  del  templo  es  de  jaspes  de  colores: 
las  paredes,  pilastras  y  bóvedas  de  escayola, 
y  los  capiteles  y  molduras  de  los  arcos,  dora- 
dos. En  el  centro  del  crucero  se  halla  el  cim- 
borio, el  cual  es  de  figura  octógona  con  cielo 
raso  y  sin  linterna,  pero  con  grandes  venta- 
nas caladas  en.  hielos  sus  lados;  la  total  longi- 
tud de  la  Iglesia  es  de  350  pies;  su  latitud  en 
la  estension  del  crucero  216  y  la  que  tienen 
cada  una  de' las  naves  laterales  30;  las  venta- 
nas en  vez  de  vidrieras  tienen  piedras  espe- 
culares, casi  .tan  iraspareates  como  el  cristal, 
sacadas  de  las  canteras  del  reino.  El  pavimen- 
to es  de  pequeñas  vaklosas  de  jaspe  negruzco: 
á  los  pies  de  la  Iglesia  hay  á  cada  lado  una  ca- 
pilla; otras  cuatro  á  cada  uno  de  los  coslados  en 
el  hueco  de  los  -urces y  ocho  mas  éríel  semicír- 


culo, detrás  de  la  mayor,  labrada  á  ospensas 
del  arzobispo  don  Luis  Alfonso  de  los  Came- 
ros ou  el  año  de  1'682.  El  coro  ocupa  la  se- 
gunda  y  torcera  bóveda  de  la  nave  central  si 
sillería  es  loda  de  nogal,  divididos  los  asien- 1 
tos  por  90  columnas  corirüias  de  7  palmos 
de  altura.  En  las  capillas  se  admiran  escelen- 
tes  pinturas  de  los  mejores  artistas  valencia, 
nos,  y  encima  de  la  pila  bautismal  se  ve  k 
cuadro  colosal  de  Juan  de  Juanes  l.asalaca- 
pilular  construida  por  el  arquitecto  Pedro  Comp. 
te,  es  magnifica,  viéndose  en  ella  las  retraías 
de  todos  los  obispos  y  arzobispos  de  la  dióce- 
sis. Posee  esta  santa  Iglesia  innumerables  t 
preciosas  reliquias,  ricos  ornamentos  y  códi- 
ces curiosos  en  su  archivo.  En  la  capilla  nu- 
yor,  en  la  parte  del  Evangelio,  se  conservan 
las  espuelas  del  rey  don  Jaime  y  la  brida  de 
su  caballo,  entregado  todo  el  dia  de  su  entra- 
da  en  Valencia,  á  su  caballerizo  mayor  don 
Juan  de  Pertusa,  fuero  de  Cataluña. 

Ademas  de  la  iglesia  metropolinans  que 
acabamos  de  describir,  liene'Yalencia  14  par- 
roquias, á  saber:  San  Martin  (calle  de  San  Vi- 
cente), San  Andrés  (plaza  de  su  nombre),  San- 
ta Calina  (plaza  de  su  nombre),  Sanios  Jua- 
nes" (plaza  del  Mercado),  San  Esteban  (calle  de 
su  nombre'),  San  Nicolás  (plaza  de  su  nombre], 
Santo  Tomás  (plaza  de  la  Congregación!,  Sai 
Salvador  (calle  de  Trinitarios),  .Saa  Lorenzo 
(calle  de  su  nombre),  San  Bartolomé  (plaza de 
su  nombre),  Santa  Cruz,  San  Miguel  y  San  Dio- 
nisio (plaza  de  San  Miguel),  San  Juan  del  llos- 
pitil  (calle  del  Trinquete)  y  Nuestra  Soüora  de 
los  .Desamparados  (hospital  general.)  Hay,  ade- 
mas, 13  conventos  de  monjas,  á  sabor:  Sania 
Tecla,  Santa  Ursula,  la  Encarnación,  el  fie  ¡Je 
la  Cruz,  Santa  Clara,  San  Cristóbal,  Saala  Ca- 
talina de  Sena,  Santa  Ana,  San  José,  h  Pre- 
sentación, San  Gregorio,  la  Puridad  y SanlaMa- 
ria  Magdalena.  Hubo  14  de  frailes,  destinado! 
en  el  dia  la  mayor  parte  de  ellos  á  estableci- 
mientos públicos,  escuelas  y  talleres.  La  igle- 
sia de  los  caballeros  de  Montesa,  ú  por  olro 
nombre  el  Templo,  es  uno  de  los  mejores  edi- 
ficios de  Valencia.  El  templo  ó  capilla  de  la 
Virgen  de  los  Desamparados,  aunque  nc-  es  de 
gran  capacidad,  merece  mucha  atención  pot 
su  figura  elíptica,  en  lo  interior,  con  su  media 
naranja  y  sus  buenas  pinturas  al  fresco  por 
Palomino,  y  el  precioso  camarín  de  mármoles 
y  jaspes  donde  está  colocada  la  imágen  origi- 
nal que  con  el  Ululo  de  Inocentes  y  Desam- 
parados, venera  por  su  patrona  la  capital  y  su 
provincia.  Cuenta,  finalmente,  la  ciudad  de 
Valencia  con  gran  número  de  capillas  y  ora- 
torios públicos  cuya  enumeración  seria  solm- 
damenle  prolija  y  en  cierto  punto  agena  i  la 
índole  de  esta  obra. 

,  Entre  los  edificios  destinados  al  servicio 
público  debemos  citar  los  siguiente:  palacio 
déla  Audiencia,  sito  en  la  calle  de  Caballeros, 
cuya  decoración  es  de  órden  dórico;  el  pala- 
cio arzobispal,  en  cuya  hermosa  capilla  se  con- 


737 


VALENCIA. 


738 


servan  escelentes  pinturas,  y  en  el  centro  del 
r¡éa  la  estatua  de  Santo  Tomás  de  Villanueva,, 
obra  del  célebre  escultor,  valenciano  don  José 
Estebe:  la  aduana,  situada  á  un  estremo  de  la 
ciudad  junto  á  la  pueria  del  Mar,  cuya  súlida 
construcción  y  sus  bellas  proporciones  la  po- 
nen al  aivol  de  los  edificios  de  primer  órden; 
su  plano  y, construcción  fué  dirigida  por  el 
arnnilecío'cliilavert,  dándose  principio  á  la 
obra  en  17  de  abril  de  1758  y  habiéndose  con- 
cluido en  1760  con  destino  á  casa  aduana, 
pero  habiéndose  astá  trasladado  al  Grao  se  co- 
locó aí li  la  fábrica  de  cigarros:  casa  de  la  Ciu- 
dad, donde  celebra  sus  reuniones  el  ayunta- 
miento y  están  todas  sus  oficinas;  son  notables 
¡ni  gran  salón  de  córte,  obra  prolija,  admira- 
ble y  Ueaa  de  caprichosas  figuras  y  preciosos 
adornos,  su  capilla  y  el  magnifico  techo  del 
salón  (¡ue  sirve  de  antesala:  en  esta  casa  se 
conservan  la  espada  del  rey  don  Jaime,  las 
llaves  de  ia  ciudad  que  ios  moros  entregaron 
al  mismo  rej';  el  pendón  de  la  misma  y  la 
bandera  que  ondearon  los  moros  el  dia  de 
la  rendición:  casa  del  Vestuario,  destinada  en 
el  dia  para  los  juzgados  de  paz;  su  arquitectu- 
ra es  de  buen  guslo  y  la  bóveda  del  salón  prin- 
cipal está  pintada  por  don  Vicente  López:  Lon- 
ja de'  la  seda  ó  Casa  de  contratación,  obra  de 
ledro  Comptc,  de  arquitectura  gótica,  y  cuyos 
departamentos  todos  ofrecen  gusto  y  delicade- 
za ea  sos  adornos  y  ricos  artesonados;  pero 
lomas  notable  es  el  gran  salón  principal  que 
forma  upa  parte  independiente  del  resto  del 
edilicio:  en  este  salón  se  dan  los  bailes  de 
máscaras:  Lonja  del  aceite,  quenada  ofrece  de 
particular:  Almodin  ó  alhóudiga  de  trigo,  con 
buenos  departamentos  para  la  colocación  de 
los  granos,  á  cuyo  comercio  se  destina,  y  el 
repeso  que  en  lo  antiguo  se  llamó  lonja  dei 
Mustazafú  casa  del  Almotacén. 

Beneficencia.  Entre  los  muchos  establecí- 
mientes1  con  que  cuenta  esta  ciudad,  ocupa 
el  primer  lugar  el  hospital  general,  sito  en 
la  calle  de  su  nombre,  que  comprende  tres  de- 
partamentos, de  enfermos,  de  espósitos  y  de 
dementes.  El  edificio  es  suntuoso  y  regio,  y 
tan  espacioso,  que  casi  podia  considerarse  co- 
mo una  pequeña  población.  Los  enfermos,  ios 
espósitos  y  los  enagenados  habitan  en  él  con 
entera  independencia.  La  parte  destinada  para 
eafermerta  se  compone  de  diez  y  ocho  salo- 
nes Lien  distribuidos,  ventilados  y  limpios,  en 
los  que  pueden  colocarse  á  la  vez  cómoda- 
mente hasta  1,100  enfermos,  distribuidos  se- 
gún su  sexo,  y  !a  clase  de  enfermedad  que  pa- 
decen. La  destinada  -á  los  espósitos  es  igual- 
mente cómoda,  con  su  correspondiente  estufa 
para  preservarlos  de  la  intemperie:  en  el  de- 
parlamento de  locos  se  han  introducido  méto- 
dos adecuados  para  su  curación,  desterrando 
completamente  esos  medios  bárbaros  de  que 
se  ha  hecho  tan  incómodo  uso  en  vilipendio 
de  la  humanidad..  Hay  ademas  en  el  mismo  es- 
tablecimiento -una  casa  de  baños  con  diez  y 

5Í218    UlllLIOTECA  POPULA». 


seis  hermosas  pilas  de  piedra:  las  seis  destina- 
das exclusivamente  á  los  enfermos  pobres  del 
establecimiento  y  los  que  gratuitamente  se  re- 
ciben de  fuera,  previa  certificación  del  facul- 
tativo y  párroco:  ademas  de  todos  estos  de- 
partamentos, hay  los  que  ocupan  las  herma- 
nas de  la  Caridad  y  algunos  empleados,  las 
auiasde  clínica  y  anatomía,  botica,  carnicería, 
tiorno  y  por  último,  la  iglesia,  que.  es  parro- 
quia para  todas  las  atenciones  religiosas.  Ade- 
mas de  este  hospital  existen  en  Valencia  el  de 
Eu-Bou  (calle  de  Rusafa),  fundado  por  don  Pe- 
dro Bou  en  1399  para  que  fuesen  admitidas 
personas  necesitadas)  y  especialmente  pesca- 
dores pobres  matriculados;  el  de  Eu-Conill 
(calle  de  Carnieers),  fundado  por  Francisco 
Coiiill  en  1397  para  socorro  de  sus  parientes 
y  peregrinos  que  se  presentasen;  el  de  pobres 
estudiantes  (calle  de  su  nombre),  establecido 
el  año  de  1540  con  el  título  de  cofradía  para 
asistencia  de  ios  estudiantes  pobres  eufermos- 
que  cursaban  en  la  universidad:  estos  tres 
hospitales  se  han  incorporado  al  general;  el 
de  pobres  sacerdotes  (calle  del  Trinquete  de 
Caballeros),  en  el  que  el  trato  que  se  da  á  los 
sacerdotes  enfermos  es  mas  bien  el  de  una 
casa  particular  que  el  de  un  hospicio;  tiene 
una  iglesia  con  varias  capillas  de  muy  buen 
gusto  y  adornadas  con  lienzos  de  Gaspar  de  la 
Huerta,  Luis  Richar,  Camarón  y  Espinosa.  Hay 
ademas  una  casa  hospicio  con  el  titulo  de  Nues- 
tra Señora  de  la  Misericordia,  con  talleres  de 
lienzos,  buyetas,  cintas  y  oirás  manufacturas. 
En  la  plaza  de  la  Corona  está  la  casa  de  bene- 
ficencia establecida  en  1826,  y  tiene1  una  es- 
cuela de  instrucción  primaria,  varias  fábricas 
de  paños,  bayefas  y  tejidos,  particularmente 
de  alfombras  del  mejor  gusto  y  talleres  de 
carpintería,  sillas,  zapatería  y  otros;  la  her- 
mandad de  Nuestra  Señora  del  Santo  Celo  fué 
fundada  en  1755  coa  objeto  de  recoger  limos- 
na y  celebrar  misas  por  la  conversión  de  los 
que  están  en  pecado  mortal,  la  asociación  de 
Caridad  establecida  por  real  cédula  de  19  de 
agosto  de  !S05  para  el  alivio  espiritual  y  tem- 
poral de  los  pobres  presos  de  las  cárceles  de 
San  Narciso,  se  ha  hecho  estensiva  á  las  de 
Torres  de  Serranos;  finalmente,  la  Sociedad 
patriótica  de  amigos  del  pais  instaló  en  17  de 
julio  de  18ÍÍ  una  caja-banco  que.  abona  un 
interés  anual  de  4  por  100  sobre  las  cantida- 
des impuestas  y  presta  sus  fondos  empeñando 
alhajas,  efectos,  frutos  y  géneros  con  el  inte-, 
rés  también  anual  del  G  por  100. 

Instrucción  pública.  Ademas  de  la  univer- 
sidad, sita  en  ia  calle  de  la  Nave,  donde  hay 
cátedras  de  jurisprudencia,  medicina  y  filoso- 
fía, cuenta  Valencia  el  seminario  conciliar, 
fundado  por  el  señor  don  francisco  Fabián  y 
Fuero,  arzobispo  de  la  diócesis,  año  de  17Ü0, 
en  la  casa  profesa  de  los  jesuítas,  en  el  cual 
se  enseñan  cánones  y  teología,  el  colegio  del 
Corpus  Cristi,  vulgo  del  Patriarca,  fundadu  por 
el  señor  don  Juan  de  Rivera,  patriarca  de  An- 
T,   xxxi.li.  ¿7 


733 


VALENCIA. 


tioquia  y.  arzobispo  de  esla  ciudad  para  formar 
dignos  ministros  do- la  Iglesia:  e'l  colegio  de 
la  presentación  de  Nuestra  Señora",  fundado 
con  el  carácter  de  colegio  mayor  por  Sanio 
Tomás  de  Villanueva,  arzobispo  de  Valencia 
en  1550  para  mantener  ó  instruir  jóvenes  po- 
bres que  se  dediquen  á  la  carrera  del  sacer- 
docio: un  instituto  de  segunda  enseñanza, 
creado  por  ei  plan  de  estudios  de  ¡845;  el  co- 
legio real  de  San  Pablo,  donde  ademas  de  la 
instrucción  primaria  y  completa,  y  filosofía, 
se  enseña  delincación,  música-elementa],  bai- 
le y  esgrima:  el  colegio  Andresiano,  fundado 
por  el  señor  don  Andrés  Mayoral,  arzobispo 
dé  esta  iglesia  en  1763.,  íi  caigo  de  los  padres 
escolapios:  las'escuelas  pías  instaladas  en  ¡738 
conforme  á  los  reglamentos  de  los  religiosos 
de  San  José  de  Calasauz:  el  colegio  imperial 
de  San  Vicente  Ferrer,  donde  son  educados 
Jos  niños  huérfanos  pebres  desde  la  edad  de 
siele  á  catorce  años:  la  escuela  normal  insta- 
lada en  1.°  de  abril  de  1S45.  Hay,  ílrialmenle, 
escuelas  de  adultos,  escuelas  privadas,  espe- 
ciales, academia  de  las  nobles  y  bollas  arles 
de  San  Cárlos,  escuela  de  Comercio,  Conser- 
vatorio de  artes,  Cátedra  de  escribanos,  id.  de 
Agricultura,  id.  del  Liceo,  id.  del  Museo,  co- 
legio del  Refugio,  de  señoritas  huérfanas  de 
militares;  colegio  de  educandas  de  la  real  ca- 
sa enseñanza,  colegio  Valentino  y  colegio  Ede- 
lano;  muchas  sociedades  y  corporaciones  cien- 
tíficas; bibliotecas  públicas  en  la  universidad 
y  palacio  Arzobispal.  Para  su  recreo  y  diver- 
sión cuentan  los  habitantes  con  un  hermoso 
teatro,  un  casino,  un  circulo  de  comercio,  un 
hipódromo,  varios  jardines  y  paseos,  siendo 
-  bellísimo  el  de  la  Glorieta. 

Los  establecimientos  de  corrección,  ade- 
mas de  las  cárceles  de  San  Narciso, .  Torres  de 
Serranos  y  Torres  del  Portal  de  Coarte,  con  un 
presidio,  el  cual  llama  justamente  la  atención 
por  lo  bien  montado,  asi  en  la  parte  económi- 
ca como  en  la  moral,  y  la  "casa-gatera,  que 
puede  citarse  como  modelo  de  limpieza  y  buen 
orden. 

No  es  posible  hablar  de  Valencia  sin  citar 
'  su  famoso  tribunal  de  las  Aguas  administrado 
por  los  labradores  de  la  Huerta,  que  entiende 
en  las  diferencias  que  ocurren  sobre  derecho 
de  regadío.  Por  medio  de  este  tribunal  gozan 
los  labradores  ¿e  una  justicia  "pronta  que  los 
liberta  de  los  perjuicios  que  les  acarrearía  un 
dilatado  litigio  sobre  dudas  tan  repelidas  y  ur- 
gentes como  las  que  tienen < por  objeto  el  pe- 
riódico liego  de -las  tierras. 

Industria.  No  es  fácil  enumerar  las  que 
se  ejercen  en, esta  cindad;  la  principal  dé  to- 
das es  la  sedera,  de  la  que  se  cuentan  once 
íllatnras,  noventa  y  seis  tornos  y  cíenlo  se- 
tenta y  cuatro  fabricantes,  calculándose  en 
¿IG9,S43  libras  las  que  se'venden  cada  año; 
hay  ademas  tres  fábricas  de  tejidos  ordinarios 
de  cáñamo,  veinte  y  tres  de  cordelería  de  cá- 
ñamo y  tejidos  de  lo  mismo,  seis  de  sombre- 


ros, dos  de  sombreros  de  seda,  uno  de  som 
hreros.de  paja  de  Italia,  cosechada  en  elmis" 
tres  de  guantes,  veinte  y  siete  de  ajanlcos' 
dos  de  fundición  'de  hierro  colado  y  bronce 
una  de  clavos  llamados  punías  de  París,  des  dé 
vidrios,  ocho  de  azulejos,  seis  de  jabón  duro 
y  blando,  doce  de  velas  de  sebo,  veinte  y  iiK 
de  peines  y  peinetas  de  asta,  Irece  de  curtí- 
dos,  ocho  de  yeso  con  todos  los  demás  pílelos 
y  artes  mecánicas  necesarias  para  la  vida. 

En  la  fábrica  nacional  de  tabacos,  eslable- 
cida  en  la  Casa-Aduana,  se  ocupan  en  la  cía- 
horacion  de  cigarros  mas  de  3,200  imperes 
y  en  al  taller  de  tabacos  picados  eaceden  ,¿ 
otras  200  y  de  40  ¡i  5Ü  hombres.  Se  cálcala 
que  se  elaboran  al  mes  sobre  75  á  80,000  li- 
bras, y  en  los  talleres  de  picados  á  la liolam'i- 
sa  y  á  la  española  se  da  un  producto  de  50,üüo 
libras  mensuales. 

Comercio.  Los  artículos  principales  de  im- 
portación de  esta  ciudad  son  frutos  coloniales, 
especería,  lencería,  lanería,  quincalla,  merca- 
ría, droguería,  ferrelería  en  barra  y  labrara, 
bacalao,  tablazón  y  alguna  sedería,  y  los  de 
esportacion,  cereales,  arroz,  azafrán,  seda,  na- 
ranjas, sandias,  melones,  anís,  cánamo,  tai- 
na, higos,  y  pasas,  loza  ordinaria,  papel,  al- 
pargatas, alquitrán,  badanas  y  pieles.  • 

Caminos.  Cruzan  por  el  término  nainici- 
pal  de  Valencia  los  caminos  general  NueToy 
Viejo  de  Madrid,  y  el  de  Barcelona;  ninguno 
do  los  demás  puede  calificarse  de  provincial; 
entre  los  municipales  solo  el  del  Grao  lo  es 
de  primer  orden  por  conducir  al  puerto,  y 
por  su  tránsito  aclívo  y  frecuente:  Itoysepue- 
de  haéer  en  momentos  la  travesía  de  Valencia 
al  Grao  por  el  camino  de  hierro  recieDleraeulc 
construido.  Todos  los  otros  son  de  segundo 
órdeu,  y  son  los  de  Liria,  .Eurjasot,  Godells, 
Moneada,  Alborayu,  Chirivella,  Alacuas,  Tór- 
renlo, Pícascut  ó  del  Cementerio,  Cabañal,  Al- 
gerós  Hondo  y  Viejo  del  Grao,  Beniroaclet,  Tea, 
el  de  las  Fuentes  y  el  de  Rusafa.  También  cru- 
zan el  término  y  no  están  declarados  vecinales 
los"  de  Itondia,  Cosme,  Olmos,  Trigola,  Pastor, 
Ferrer  y  el  de  las  Tres  Cruces.  Todos  los  de 
primero  y  segundo  orden  son  de  carruagos,  y 
solo  para  herradura -los  demás;  sé  bailan  en 
regular  estado  de  conservación,  si  se  esc;]i- 
túa  el  del  Grao,  que  se  encuentra  en  el»» 
perfecto,  como  si  fuera  un  paseo,  y  á  cuyarj- 
paraclon  atiende  esclusivamenle  la  capital. 

VALENCIA.  (Historia.)  La  primitiva  poliii- 
ciqn  que  hubo  en  el  sitio  en  que  está  Vale» 
se  dice  fundada  por  los  griegos  con  el  gMhc 
de  Epídópolis;  pero  los  romanos,  y  catre  dlts 
los  Scipiones,  la  amplificaron ,  la  ciñeron  Je 
muros,  erigieron  temp'lo  á  Diana  y  la  diera' 
el  titulo.de  Valenüa  de  los-  Contéstanos.  Tam- 
bién tuvo  el  nombre  de  Julia  cuando  Julio  Cli- 
sar la  hizo  colonia.  Padeció  bastante  cuan*' 
'las  guerras  de  Pompeyo;  pero  después  iV 
restaurada  por  Sertorio,  Al  apoderarse  de  ¿* 
los  árabes  la  dieron  el  nombre  de  JleüB 


VALENCIA 


742 


Tiasflfli  6  ciudad  de  Aires,  y  los  cristianos  al  s 
¡Mar  la  ciudad  se  llevaron  el  cuerpo  de  San  -  I 
Vicente,  martirizado  en  el  año  304,  y  le  guar-  1 
daron  en  el  AÍgarbe  en  et  promontorio  Sacro,  i 
hoy  llamado  cabo  de  San  Vicenle.  Valencia  Ctié  i 
la  capital  del  reino  árabe  de  esto  nombre  dos-  i 
de  el  tiempo.de  Abdalá  en  78S;  poro  en  792  i 
va  pe  apoderó  del1  reino  otro  gefe  venido  de 
(líí'Sbiia  y  empezaron  las  disensiones  entre 
Ins  árabes.  El  Cid  Campeador  se  la  quitó  á 
Abénjafá  por  los  años -de  1087,  puso  obispos,, 
recibió  los  embajadores  de  Persia,  casó  á  sus 
hijas  con  los  infantes  de  Carrion,  y  estableció 
buen  gobierno;  pero  acomelido  por  su  última 
enfermedad,  y  conociendo  que  muerto  él  no 
poilla  sostenerse,  mandó  que  todos  saliesen  en 
buen  órden  llevándose  su  cadáver,  que  aun 
asi  atemorizó  á  sus  enemigos.  Vuelta  la  ciudad 
á  poder  de  los  moros,  emprendió  su  conquis- 
ta don  Jaime  1  de  Aragón  con  la  llor  de  la  no- 
bleza de  su  reino  y  otros  caballeros  estrange- 
ros¿  apoderándose  de  ella  en  28  de  setiembre 
de  I23S,  con  lo  que  Valencia  se  engrande- 
ció y  forlilicó  de  nuevo.  l,a  universidad  se 
promovió  por  San  Vicente  Fcrrer  en  141  I;  pe- 
ro no  se  perfeccionó  é  instauró  hasta  t49lJ,  en 
tiempo  del  pontifico  Alejandro  VI,  y  después 
don  Femando  el  Católico  la  concedió  varios 
privilegios.  La  antigua  real  audiencia  se  fundó 
en  I3G!.  1.a  iglesia  de  Valencia  fué  erigida  en 
metropolitana  por  el  papa  Inocencio  VIII  en 
UM  á  instancia  de  los  reyes  Católicos,  siendo 
el  primer  arzobispo  don' Rodrigo  de  Borja,  que 
después  fué  el  pontífice  Alejandro  VI.  En  la 
enerva  de  sucesión,  Valencia  aclamó  al  archi- 
ilnqifé  Garlas  en  i  6  do  diciembre  de  1 7i)5;  pero 
en  IS  do  mayo  do  1707,  ya  se  avino  á  reci- 
bir á  don  Felipe- V,  entregándolas  lipes  al 
tiuque  de  Orleans;  y  por  último ,  el  rey,  la 
reina  y  el  príncipe  don  Luis ,  entraron  en 
triunfo  en  Í7ÍU.  Valencia  se  alzó  contra  los 
franceses  el  20  de  mayo  de  1808,  siendo  una 
délas  primeras  diligencias  de  los  patriotas  el 
abordar  á  los  buques  ingleses  qflfi  babia  en  el 
puerto  para  formar  intima  alianza  contra  Na- 
poleón. Después  de  la  rendición  del  castillo  de 
Sagiínto;  todo  el  ejército  francés  que  manda- 
ba Suebet  vino  sobre  Valencia.  Defendíala  Ma- 
cice con  lo, 000  españoles;  pero  después  de 
tres  días  de  bombardeo  la  rindió,  quedando 
prisionera  de  guerra  toda  la  guarnición.  Al 
volver  de  Francia  Fernando  VII  en  1S 14,  se 
dirigió  háeia  Valencia,  saliendo  á  su  encuentro 
el  capitán  general  BUo,  ofreciéndosele  con  las 
tropas  de  su  mando  para  abolir  el  régimen 
constitucional  en  un  campo  inmediato  á  la 
ciiíMeta.  En  23  de  mayo  de  1823  concedie- 
ron las  cortes  una  medalla  .de  distinción  d  to- 
das las  autoridades  civiles  y  militares  de  esta 
cinda'd,  y  álos  que  con  tas  armas  en  la  manó 
la  defendieron  en  el  sitio  que  la  pusieron  Sos 
enemigos  de  la  Constitución  en  aquel  año,  cu- 
ya distinción  sev  estableció  en  10  de  noviem- 
bre de  1836.  Eslu medalla,  que  puede  llamar- 


se cruz,  se  compone  de  cuatro  brazos  curvi- 
líneos esmaltados  de  blanco,  por  el  centro  de 
los  cuales  y  alrededor  de  la  cruz,  pasa  una 
corona  do  laurel  esmaltada  de  verde,  y  en  los 
entrebrazos  se  ven  los  puños  de  unas  espadas 
de  oro  que  figuran  unirse  por  sus  puntas.  En 
el  centro,  sobre  un  escudo  blanco,  y  en  letras 
negras,  la  siguiente  inscripción:  «Con  nuestra 
sangre  sellamos  nuestra  juramento» ;  y  en  los 
brazos,  con  letras  del  mismo  color:  «Isabel  II 
y  las  córtes  á-  los  valientes."  El  reverso  es 
igual,  y  en  su  centro  circulan  en  blanco  dos 
L  L  coronadas  de  oro  y  debajo  unas  llamas  ro- 
jas, en  representación,  de  las  armas  de  la  ciu- 
dad, y  en  la  orla  azul  el  lema:  «de  Valencia 
año  de  1823.il  Robre  el  brazo  superior  corona 
mural  con  un  casco  de  frente  y  un  murciélago 
sobrepuesto.  Cinta  amarilla  con  tres  listas  ¡gua- 
les de  color  rojo.  A  consecuencia  del  pronun- 
ciamiento de  1.".  de  setiembre  de  IS40  en 
Madrid,  abdicó  la  reina  Cristina  en  Valencia 
su  titulo  de  regente,  embarcándose  en  el  Grao 
el  16  de  octubre;  pero  en  la  reacción  de  1843, 
y  proclamada  en  Valencia  la  mayoría  de  la 
reina,  alli  volvió  Cristina  el  19  de  marzo  do 
1S44  cuando  venia  de  Francia  para  unirse  con 
sus  bijas. 

Es  patria  de  gran  número  de  varones  in- 
signes, entre  los  cuales  figuran  en  primera  li- 
nea San  Vicente  Fefrer,  San  Pedro  Pascual, 
San  Luis  Francisco  de  liorja,  San  Beltran,  San 
Gaspar  de  Bono,  etc.,  los  teólogos  y  canonis- 
tas Pablo  Aviniano  Hojas,  Benito  Oliver,-  Balta- 
sar Sorio,  Andrés  Capilla,  Juan  Bautista  Car- 
dona y  Honorato  Juan:  de  Sos  juristas,  Pedro 
Belluga,  Francisco  Gerónimo  León  ,  Cristóbal 
Grespide  Valdaura,  Lorenzo  Matea  y  don  Anto- 
nio Juan  de  Centellas,  primer  marqués  de  este 
título:  délos  matemáticos,  Pedro  Pintor,  Jai- 
me Juan  Falcó,  Gerónimo  Cortés  y  Bartolomé 
Autic:  de  los  médicos,  Gaspar  Trislan  y  Melchor 
Viltena:  del  botánico  doji  Antonio  Cabauilles; 
de  los  filósofos  y  bumanistas  Juan  Luis  Vives, 
Antonio  Jiraeno  ,  Francisco  Pérez  Bayer ,  Juan 
Andrés  Strany  y  Gaspar  Gueran;  de  los  poetas 
Ansias  Marcii,  Bernardo.  Fenollard,  Jaime  Itoig, 
G'aspárde  Aguilar,  Guillen  de  Castro  ,  Gaspar 
Gil  Polo,  Mícer  Andrés  Bey  do  Astieda,  Antonio 
¡  Folcii  y  Cardona  ,  marqués  de  Castelnovo;  de 

■  los  historiadores  Balité?,  Escolano,  y  Miñano; 
1  de  los  militares  Hugo  de  Moneada,  Juan  de 
i  Agulló,  Remen  de  Godiüát  y  Francisco  de  Mon- 
i  cada;  de  los  pintores  Nicolás  Falcó,  Tomás  Car- 
i  bonel,  Juan  de  Ríbalta,  Antonio  Briqucr,  Fran- 
i  cisco  Cristóbal  y  Juan  Zariñena  padre  é  hijo, 
i  Gregorio  Castañeda  y  Vicente  Guerra.  El  es- 

■  cudo  cíe  armas  de  esta  ciudad  ostenta  las  cua- 

-  tro  barras  catalanas  en  campo  de  oro  con  el 
i  raton-pescado  ó  murciélago  y  edrona  por  tim-, 
>  bre,  y  á  los  lados  dos  L  L  coronadas. 
5       VALENCIA.  (AnzoBÍSFADo  de!  Son  sufraga- 

-  neos  suyos  Sos  obispados  de  Segorbe,  Oriliue- 

-  la,  Mallorca  y  Menorca,  y  confina  al  N.  con  las 

-  diócesis  de  Segorbe,  Teruel,  Zaragoza  y  Tor- 


743 

tosa;  al  E.  con  el  Mediterráneo;  al  S.  con  las 
de  Orihuela  y  Cartagena  y  al  0.  con  (Mímela  y 
Cuenca.  La  distancia  mayor  de  la  capital  con 
los  estreñios  S  y  0.  que  están  á  15  leguas,  y 
la  menor  media  legua  hasta  el  mar.  Tiene  un 
territorio  discontinuo  á  la  parte  del  N.  encla- 
vado entre  las  diócesis  de  Segorbe,  Teruel, 
Zaragoza  y  Tortosa,  que  comprende  unas  20 
poblaciones;  mas  dentro  de  su  perímetro  no 
liay  pertenencia  agena.  De  los  388  pueblos, 
que  comprende  213  pertenecen  á  la  provin- 
cia civil  de  Valencia ,  i  58  á  la  de  Alicante  y 
17  á  la  de.  Castellón  de  la  Plana.  No  bay  divi- 
siones ni  areiprestazgos  para  el  gobierno  ecle- 
siástico; solo  se  clasifican  las  parroquias  por 
las  gobernaciones  civiles,  ó  en  32  veredas  pa- 
ra la  mejor  dirección  de  las  órdenes, 'y  se 
cuentan  en  todo  3 1 5  iglesias  parroquiales.  La 
catedral,  restaurada  por  don  Jaime  I  en  123S, 
tiene  seis  dignidades,  34  canónigos  (10  con 
el  título  de  pavordes),  y  80  beneü'eiados.  Hay 
ademas  %  colegiatas  con  parroquias  en  Játiva 
y  Gandía,  que  tienen  de  servicio  7,2  canónigos 
y  capellanes;  la  primera  se  fundó  en  1414  y 
la  seguiidafiié  erigida  en  1499. 

VALENCIA,  (audiencia  territorial  de) 
Comprende  la  provincia  de  su  nombre  y  las 
de  Alicante  y  Castellón  de  la  Plana  y  una  es- 
tension  de  651  leguas  cuadradas,  divididas  en 
25  juzgados  de  entrada,  13  de  ascenso  y  7  de 
término,  pertenecientes  á  las  tres  espresadas 
provincias,  y  un  total  de  956,940  almas.  Con- 
fina por  el  HE.  con  la  audiencia  de  Barcelona 
y  su  provincia  de  Tarragona;  por  el  N.  con  la 
de  Zaragoza  y  su  provinciade  Teruel;  por  el  E. 
en  toda  su  estension  con  el  Mediterráneo;  por 
el  S.  con  la  audiencia  de  Albacete  y  su  pro- 
vincia de  Murcia  en  un  corto  trecho,  y  por 
elO.  con  la  misma  audiencia  y  sus  provincias 
'  de  Murcia,  Albacete  y  Cuenca,  y  otra  vez  con 
la  de  Zaragoza  y  su  provincia  de  Teruel.  La 
audiencia  de  Valencia  ha  sufrido  en  el  siglo 
actual  las  mismas  vicisitudes  que  las  restantes 
á  causa  de  los  sucesos  políticos  de  tos  años  12, 
14,  20  y  23,  y  de  lo  que  acerca  de  ellas  han 
dispuesto  los  decretos  publicados  desde  e! 
año  de  1833  bastad  dia.  Su  personal-yelde 
los  juzgados  de  primera  instancia  que  de  la 
misma  dependen  es  como  sigue:  un  regente, 
3  presidentes  de  sala,  9  ministros,  un  fiscal, 
-3  abogados  fiscales,  7  jueces  de  término,  13 
de  ascenso,  25  de  entrada,  7  promotores  fis- 
cales de  término,  1 3  idem  de  ascenso,  2  5  de 
entrada,  6  relatoras,  un  secretario  archivero, 
6  escribanos  de  cámara,  6  alguaciles  en  la 
audiencia,  2  idem  en  los  juzgados  de  término, 
2  en  los  de  ascenso;  2  en  los  de  entrada  y  un 
ejecutor  de  justicia. 

VALENCIA,  (partido  judicial  be)  Son  cua- 
tro de  término  y  se  hallan  sin  dividir,  repar- 
tiéndose los  negocios  por  turno  entre  los  jue- 
ces y  los  escribanos,  y  comprenden  los  17 
pueblos  de  Alboraya,  Almacera,  Keuetuser, 
Benicalaf,  Benifem,  Benimaclet,  Burjasot,  ca- 


tó! 

banal,  Cañamelar,  El  Grao.  Orriqls,  Patraix 
Piaporta  y  Casas  nuevas  de  Torrente,  Rusafa' 
Tabernes-blanques,  Valencia  y  Vistabella,  con 
una  población  de  20,907  vecinos  y  95,2¡¡8 
almas.  Los  cuatro  juzgados  de  la  capital  se  de- 
nominan: juzgado  del  cuartel  del  Mercado- 
comprende  el  centro  de  la  capital  iiácia  las 
dos  terceras  partes  mas  próximas  a!  0,,  cor- 
respondiéndole  ademas  el  pueblo  de  HusaCa 
con  su  término  municipal,  cuyo  territorio  ru- 
ral, que  se  llama  cuartel  de  Rusafa,  es  de  fi- 
gura irregular  y  su  estension  por  el  de  S,  al- 
canza mas  de  tres  leguas,  comprendiendo  el 
gran  lago  de  la  Albufera  y  su  frontera,  y  de 
latitud  tiene  mas  de  una  legua.  Juzgada  del 
cuartel  del  Mar,  que  comprende  los  siele 
barrios  intramuros  de  la  ciudad  que  forman 
este  cuartel,  el  octavo  extramuros,  los  parti- 
dos de  Santo  Tomas  y  San  Esteban,  pertene- 
cientes al  término  municipal  de  Valencia  y 
los  pueblos  de  Alboraya,  Iluuimaclet,  pueblo 
Nuevo  del  Mar  y  Villanueva  del  (¡rao,  cuyos 
pueblos  con  los  partidos  extramuros  tienen1 
también  la  denominación  rural  del  cuartel  de 
Benimaclet:  este  juzgado  se  estiende  una  le- 
gua de  N,  á  S.,  media  de  E.  á  0.  y  confina  al 
N.  con  el  de  Moneada;  al  E.  con  el  Mediterrá- 
neo, y  al  S.  y  0.  con  el  cuartel  del  Mercado. 
Juzgado  del  cuartel  de  Serranos:  compren- 
de los  cinco  barrios  intramuros,  los  tres  ex- 
tramuros y  el  partido  do  la  calle  de  tturviedro, 
término  municipal  de  Valencia,  con  los  pue- 
blos de  Almasera,  Benilerri,  Burjasot,  Campa- 
nar,  Orriols  y  Tabernes-blanques,  siendo-su 
estension,  de  una  legua  de  N.  á  S.',  media  de 
E.  á  0,  y  tiene  al  N.  el  juzgado  de  Moneada, 
al  E.  el  del  Mar,  al  S.  el  del  Mercado  y  al  0. 
el  de  San  Vicenlc.  Juzgado  dclouarteldeSan 
Tícente:  comprende,  los  seis  barrios  intramu- 
ros, los  dos  extramuros,  los  partidos  de  la 
calle  de  Cuarte  y  .de  San  Vicente  extramuros, 
pertenecientes  al  término  municipal  de  Valen- 
cia, con  los  pueblos  de  Benalisur,  Mislata,  l'a- 
Iraix,  Paiporta  y  Vistabella,  siendo  su  deno- 
minación rural  la  del  cuartel  de  Patraix  y  si 
estension  deN.  á  S,  media  legua  y  de  E.  áO. 
una,  y  confina  al  N.  con  Moneada,  al  E.  con  el 
juzgado  del  Mar,  al  S,  con  este  mismo  y  el 
delMoreado  y  al  O.  con  el  de  Torrente. 

VALENCIA.  {Tercio  naval.)  Corresponde  al 
departamento  marítimo  de  Cartagena  de  que 
dista  42  leguas  y  comprende  las  dos  provin- 
cias marítimas  de  Valencia  y  Tortosa:  el tei-cic 
está  mandado  por  un  brigadier  ó  capitán  de 
navio  de  la  armada  nacional,  con  un  segundo 
gefe,  capitán  de  fragata  de  la  misma.  Tiene 
juzgado  privativo  compuesto,  del  comandante 
del  tercio,  asesor,  fiscal,  escribano  y  tros  al- 
guaciles. La  provincia  marítima  de  Valencia 
se  subdivide  en  tres  distritos,  el  de  la  Capital, 
el  de  Castellón  y  él  de  Cullera,  y  la  do  Tor- 
tosa, en  los  de  Tortosa  y  Vinaróz:  al  primer 
distrito  de  la  provincia  corresponden  los  pun- 
tos del  Grao  y  Cabañal;  al  de  Castellón,  los  de 


VALENCIA. 


745 


VALENCIA.— VALERIANA. 


7J6 


Humano,  Moncofar  y  Oropcsa;al  de  Cnllcra 
jos  de  Gandía,  Oliva  y  Miramar;  el  distrito  y 
puerto  de  Valencia  esh'rmandado  por  un  capi- 
Im  del  puerto,  de  la  oíase  de  capitanes  ríe  tea- 
áta,  cuyo  destino  solo  dura  tres  años;  los 
oíros  dos  distritos  están  igualmente  mandadas 
por'sus  respectivos  capitanes;  y  hay  ademas 
ppa  contaduría  de  marina  al  cargo  de  un  oii- 
(¡¡¡il  primero  deL  cuerpo  administrativo  de  la 
anuida, 'con  un  subalterno  y  un  portero  á  las 
ordenes  del  comandante  de  la  provincia. 

YALENG1EKNES.  Villa  do  Francia,  cabeza  de 
partido  en  la  orilla  del  Escalda,  á  8  '/>  leguas 
S.li,  deLila,  con  19,48»  habitantes.  Tiene  tri- 
inuialde  primera  instancia  y  de  comercio,  co- 
legio comunal,  fortiíicaciones  considerables, 
.casa  de  ayuntamiento  muy  notable,  academia 
de  pinturas,  sociedad  filarmónica,  museo  y  gá- 
fele de  historia  natural.  Su  industria  con- 
siste en  batistas,  linón,  gasas,  merinos,  per- 
tales,  euoages,  gorros,  fábricas  para  estampa- 
do de  telas,  tejidos  metálicos,  aceite,  alnji- 
dun,  aüúcac  de  remolacha  y  herrerías,  de  cu- 
yos arlicuios  hace  un  gran  comercio.  En  sus 
iomediaciones  están  las  minas  de  Auzin.  Su 
fundación  se  remonta  al  año  399  antes  de  Je- 
sucristo. Los  reyes  francos  tenían  en  ella  un 
pilado;  perteneció  en' seguida  á-Lotario  (842), 
y  por  consiguiente  al  imperio  de  Alemania. 
En  IG77  se  apoderó  de  ella  Luis  XIV,  y  el  tra- 
tado de  Nimega  (IG78)  confirmó  su  posesión 
álaírancia,  Los  austríacos  lalomaron  en  1793, 
y  las  franceses  la  recobraron  en  1794.  Es  pa- 
triado Froisart.  Elparlido  se  compone  de  sie- 
te canlon es  (Uauchain,  Coudé,  Saínt-Amaad, 
pe  se  cuenta  por  dos,  y  Valenciennes  que 
comprende  tres),  80  pueblos  y  30,001  habi- 
tantes. 

■VAIEXT1  NIAZOS.  [Historia  religiosa.)  Este 
es  el  nombre  de  una  antigua  secta  de  gnósti- 
cos uuc  nació  á  principios  del  siglo  segundo 
Jila  Iglesia,  poco  tiempo  después  de  la  muer- 
te del  último  de  los  apóstoles.  Valentín,  gefe 
de  esla  lieregia,  era  originario  de  Egipto;  co- 
munmente se  cree  que  empezó  a  dogmatizar 
on  su  panda,  pero  habiendo  querido  esparcir 
sos  errores  en  Roma,  fué  espulsndo  do  aquella 
iglesia  y  se  retiró  á  la  isla  do  Chipre,  donde 
estableció  los  primeros  fundamentos  do  su  sec- 
[«,  que  desde  allí  se  entendió  á  una  parte  de 
«iropa,  Asia  y  Africa.  í 

las  opiniones  de  esla  secta  nos  son  cono- 
Mas  por  los  antiguos  padres  de  la  Iglesia, 
'[ub  las  refutaron ,  y  por  algunos  fragmentos 
desns  obras  ó  de  las  de  sus  discípulos  'que 
sellan  consenado.  Creían  en  una  mansión 
eierua  de  hiz,  plenitud  en  la  que  habitaba  la 
^unidad,  y  colocaban  en  ella  á  una  multitud 
uceónos  ri  inteligencias  inmortales,  unos  va- 
lones y  otros  hembras,  que  distribuían  en  tres 
«ranies,  y  suponían  nacidas  unas  de  otras, 
mimo  es  nombres  y  formando  una  especie  de 
£ |t   *  E1  Prirae,"°  ei'a  Bythos,  la  profun- 


ü  Propaior,  el  primer  padre;  le  dabau 


por  esposa  á  Ennoia  la  inteligencia  ,  también 
llamada  Sitié,  el  silencio;  de  su  unión  habían 
uncido  el  espíritu  y  la  verdad:  éstos  también 
tenían  hijos;  Jesucristo  y  el  Espíritu  Santo  eran 
los  últimos  de  estos  eonos  y  no  habían  tenido 
posteridad.  Seria  inútil  dar  mas  pormenores 
sobre  estos  dislates ,  que  no  podían  ser  sino 
el  fruto  de  una  imaginación  estraviada.  'Con- 
viene, no  obstante,  manifestar  que  según  al- 
gunos sabios  ,  Valentín  no  ha  sido  el  primer 
autor  de  esto  monstruoso  sistema,  pues  algu- 
nos gefes  de  los  gnósticos  lo  habían  enseñado 
antes  que  él,  quien  no  babia  hecho  masque 
ordenarlo  á  su  manera. 

San  Ireneo,  que  vivió  poco  tiempo  después 
de  Valentín,  y  que  había  discutido  con  nipchos 
de  sus  discípulos,  refutó  esta  doctrina  en  su 
obra  contra  las  heregias,  poniendo  de  mani- 
fiesto sus'  absurdos  y  groseros  errores.  Aun- 
que ellos  son  bastante  notorios,  preciso  es  de- 
cir que  ha  habido  en  nuestro  siglo  criti^os 
bastante  apasionados  para  querer  rehabilitar 
la  memoria  de  Valentín  y  sus  sectarios,  y  que 
se  han  esforzado  en  encontrar  razón  y  buen 
sentido  en  este  caos  de  delirios.  Imposible  pa- 
rece que  los  valentinianos  y  demás  gnósticos 
pudieran  hacer  prosélitos  enseñando  errores 
tan  absurdos;  pero  San  Ireneo  y  Tertuliano  nos 
esplican  este  hecho:  piulaban  á  los  pastores  de 
la  Iglesia  como  ignorantes  y  'almas  débiles, 
incapaces  de  comprender  la  verdadera  doctri- 
na; ensalzábanlas  superiores  luces  de  los  maes- 
tros que  los  habían  instruido;  afectaban  un 
aire  misterioso  para  escitar  ta  curiosidad;  pro- 
metían esplícarse  después  mas  claramente; 
aseguraban  á  sus  sectarios  que  bien  pronto 
sabrían  mas  que  todos  los  doctores,  y  les  re- 
comendaban un  secreto  inviolable  y  citaban  á 
la  ventura  algunos  pasages  de  la  Escritura,  cu- 
yo sentido  interpretaban  A  su  arbitrio.  Tal  ha 
sido  también  el  sistema  de  la  mayor  parte  de 
loshereges.  Nada  hay  mas  incomprensible  que 
los  comentarios  de  los  valentinianos  sobre  los 
Evangelios;  pero  cuanto  mas  oscuros  oran, 
tanto  mas  los  admiraban  los  espíritus  superfi- 
ciales. Nos  admiraríamos  menos  considerando 
basta  que  punto  la  filosofía  pagana  había  ofus- 
cado los  espíritus  en  aquella  época. 

VALERIANA,  Lin.  (De  valere,  estar  sano). 
Este  género  es  el  tipo  de  las  valerianeas;  su 
cáliz  simple  adhiere  al  ovario;  su  corola  es  tu- 
bulada irregular,  con  cinco  lóbulos  desiguales; 
tiene  de  uno'á  cinco  estambres,  su  estilo  se 
termina  con  dos  ó  tres  estigmas;  su  cápsula  es 
indeliiseente  y  con  dos  ó  tres  celdas  monos, 
pecinas.  La  valeriana  oficinal  [valeriana  offi- 
cinalis,  'Lin.)  es  planta  muy  hermosa  y  muy 
común  en  los  bosques  y  en  ios  parages  un  po- 
co húmedos-.  Su  tallo  fistuloso,  casi  simple, 
de  uno  ó  dos  metros  de  altura,  remata  en  un 
ramo  de  flores  blancas  ó  rojizas  y  ligeramen- 
te olorosas.  Sus  hojas  son  acorazonadas  y  con 
dientes  desiguales.  Esta  planta  florece  en  ve- 
rano y  puede  prosperar  asi  en  los  países  tem- 


757 


VALERIANA.— VALES  REALES 


748 


piados  como  en  los  del  Norte.  Su  raiz  ofrece 
un  olor  fuerte,  penetrante,  como  alcanforado, 
que  gusta  mucho  álos 'gatos;  un  sabor  amargo, 
un  ñoco  acre  y  de  bastante  ,  pronto  y  buen 
efecto,  sobre  todo  cuando  cogida  antes  de  ¡a 
1'rucLiücacion,  se  la  conserva  en  vasos  muy  ta- 
pados, al  abrigo  de  la  humedad.  Es  muy  nom- 
brada, particularmente  por  los  buenos  efectos 
sobre  el  sistema  nervioso  en  la  epilepsia,  y 
como  a'ntíspasmódica.  Provoca  ei sudor,  la  ori- 
na y  la  menstruación.  En  alta  dosis,  ocasio- 
na los  vómitos,  purga  y  determina  la  espul- 
sion .de  las  lombrices  intestinales.  De  esta  plan- 
ta son  muy  ávidos  los  ganados,  á  los  cuales 
sirve,  según  se  dice,  de  purgante. 

Be  los  parterres  y  los  jardines  es  escóten- 
te adorno  la  valeriana  roja  {valeriana  rubra, 
Un.),  la  cual  produce  grupos  de  flores  de  co- 
lor rojo  vivo,  con  tin  solo  estambre,  y  cuya 
corola  está  provista  de  una  espuela  tubulada. 
Toda  la  planta  es  lisa,  fle  color  verde  blancuz- 
co, con  hojas  anchas,  acorazonadas,  enteras  ó 
poco  dentadas  y  muy  estrechas  en  algunas 
variedades.  Crece  sobre  las  rocas,  en  los  si- 
tios pedregosos  y  en  las  grietas  de  las  paredes. 
Huye  del  ¡forte  y  se  estiende  con  preferencia 
bácia  tos  climas  meridionales;  se  le  dá  los 
nombres  Aabehen  rojo,  barba  da  Júpiler,  co- 
maccia;  sus  flores  saleii  por  prirhavera  y  las 
buscan  mucho  los  ganados.  En  algunas  tierras 
so  comen  los  retoños  tiernos,  ya  crudos  en  en- 
salada, ya  cocidos  y  aderezados.  Boscli  creo 
que  seria,  ventajoso  cultivarla  en  grande  esca- 
la, porque,  creciendo  con  rapidez  hasta  en  los 
terrenos  mas  áridos,,  y  conservándose  fresca 
todo  el  año,  esta  planta  podría  conslituir  un 
buen  alimento  para  los  ganados. 

La  valeriana  fú  {valeriana  phu,  Lin.,  cen- 
Iranikus  ruber,  D.  C.)  llamada  vulgarmente 
valeriana  grande,  no  crece  mas  que  en  los 
países  muy  cálidos  y  en  paragos  montuosos. 
Esla  especie  es  el  phu  de  ¡os  antiguos.  Se  le 
atribuye  'las  mismas  cualidades,  si  bien  en 
grado  algo  inferior/  que  á  la  valeriana  ofici- 
nal. Su  raíz  es  recia,  y  olorosa;  su  tallo  alto, 
casi  simple;  sus  hojas  lisas  y  distantes;  las  in- 
feriores enteras  ó  de  tres  divisiones;  las  su^ 
periores  sésiles,  casi  aladas,  y  sus  (lores  blancas 
ó  rojizas,  dispuestas  en  panícula  poco  abierta. 

Daban  particularmente  los  antiguos  el  nom- 
bre de  nard  á  una  planta  muy  olorosa  de  la 
ludia,  con  la  cual  perfumaban  los  aceites  y  los 
ungüentos.  El  mismo  nombre  dieron  á  otras 
varias  plantas,  con  especialidad  á  algunas  va 
lerianas,  á  causa  del  olor  de  su  raiz,  y  de  ahí 
proviene"' el  nardus  céltica,  valeriana  nard- 
úllica  {valeriana  úllica,  Lin.)  que  crece  y  se 
ve  sobre  las  rocas  de  los  Utos-Alpes,  en  el 
Valais.el  Piamoote,  el  Hollinado,  etc.,  su  raiz 
es  rastrera,  y  muy  olorosa;,  stis  liojas  son  ra- 
dicales, oblongas,  agudas,  enteras,  las  de  los 
tallos  lineares,  y  mas  estrechas.  Las  flores  son 
verticilares  y  están  dispuestas  á  manera  de 
racimos  prolongados,  ■ 


La  valeriana  tuberosa,  Lin.,  era  otro 
dus  {nardus  montana,  radiceoliwri,  (j,  ^  j 
La*raiz  de  esla  especio  os  dura,  recia,  nJ 
olorosa,  redondeada  en  tubérculo  ó  prntan-a- 
da.  Tiene  las  hojas  radicales  acorazonadas' y 
enteras;  las  llores,  blancas  o  rojizas,  alspu¿. 
tas  en  corimbo  6  en  panícula  terminal,  Ote 
en  los  Alpes,  en  los  Pirineos,  etc. 

En  todos  los  prados  húmedos,  liasía  en  el 
Norte,  se  encuentra  una  bonita  y  pepena  es. 
pecie,  la  valeriana  dioica,  etc.,  cuya  raíz  ós 
olorosa,  con  tallos  casi  simples  y  delgados' 
hojas  un  poco  aladas.  Las  hojas  que  salea  dt 
los  retoños  de  las  raices  son  simples,  pecciola- 
das,  óvalo-oblongas.  Las  llores  de  esla  espe- 
cie son  purpúreas  ó  blanquizcas,  están  dis- 
puestas en  panícula  un  poco  apretada,  y  sede- 
jan  ver  en  primavera. 

Para  la  valeriana  locusta,  Lin. ,  ó  ualerii. 
ndla  olitoria,  Jfconch.,  son  buenos  todos  lu; 
climas.  So  la  encuentra  en  el  Korte  y  en  el 
Sur  de  Europa,  y  es  muy  común  en  Berbería. 
Como  ensalada.de  invierno,  constituye  mi  oli- 
joto  do  bastante  gran  consumo,  porque  duran- 
te aquella  estación,  tiene  la  facultad  dccoii- 
servar  verdes  sus  hojas  y  de  vegetar,  por  pD- 
co  templado  que  esté  el  tiempo.  Naturalmente 
y  sin  dificultad  crece  con  abundancia  por  los 
campos,  las  viñas  y  todos  los  terrenos  cultiva, 
dos.  También  se  cultiva  en  Sos  jardines,  don- 
de se  vuelve  mas  alia,  mas  tierna  y  mas  sc- 
ve.  Es  refrescante,  pectoral,  atemperante  y 
muy  buena,  por  consiguiente,  para  corre;» 
la  acritud  de  los  humores;  sus  liojas  se  añade» 
á  los  caldos  y  á  las  infusiones.  Para  todos  lis 
ganados  y  con  especialidad  para  los  corderos, 
es  la  valeriana  un  alimento  escclente.  Sus  la- 
tios son  débiles  y  se  dividen  en  bifurcaciones 
divergentes;  sus  hojas  son  oblongas,  lineares, 
enteras  ó  dentadas,  y  sus  llores,  pequeñas, 
blancas  ó  rojizas,  están  recogidas  en  peque- 
ños ramos  terminales. 

De  esla  planta  se  conocen  muchas  varieda- 
des que  so  han  convertido  en  especies,  reu- 
nidas en  un  género,  al  cual  se  lia  dado  el  nom- 
bre de  valerianella,  en  razón  de  su  fruto, que 
tiene  tres  celdas,  dos  do  las  cuales  abortante 
mas  de  las  veces. 

VALES  REALES.  Con  esle  nombre  se  coro- 
ció  una  clase  de  papel  moneda  creada  cu  el 
reinado  de  don  Carlos  III  para  el  socorro  de  li 
tesorería  general. 

La  idea  del  papel  moneda  no  fué  desco- 
nocida de  los  antiguos  economistas  espnuolcí, 
puesto  que  el  conde  deTeudillaen  ¡483,  es- 
lando  sitiado  por  los  moros  en  Albania,  y  m> 
teniendo  recursos  para  pagar  á  las  tropas  que 
defendían  la  plaza,  mandó  fabricar  unos» 
tonos  en  los  cuales  por  un  lado  puso  sn  Orí» 
y  por  el  olro  el  valor  de  aquel  cartón,  Vh 
metiendo  trocar  estos,  cuando  se  viera  Hure 
la  plaza  por  dinero  metálico  efectivo.  En  a 
siglo  X.V11  otro  economista  español  patal- 
ear de  apuros  al  erario  presentó  un  pvoye™ 


en  virtud  del  que  las  escrituras  de  juros  se 
labian  de  convertir  en  unos  documentos  que 
Ipvieran  circulación  como  la  .moneda.  Final- 
mente, al  principio  del  reinado  de  don  Feli- 
pe y  se  le  propuso  la  emisión  de  cédulas  en 
papel  fjuo  tuvieran  en  las  transacciones  comu- 
nes elmismo  valor  que  el  dinero  metálico. 

En  el  reinado  de  don  Carlos  111  el  erario 
llegó  i  estar  exhausto  á  consecuencia  (lelas 
funestas  guerras  que  eon  poco  feliz  éxito  y 
con  menos  previsión  sostuvo  este  monarca,  y 
pr  no  acudir  al  gravamen  de  nuevas  eonlri- 
toiones  que  vejaran  inmediatamente  al  pue- 
blo se  ideó  el  medio  de  un  empréstito  «Je 
118.500,000  reales  al  interés  de  4  por  100 
.¡anal;  debiendo  estinguirso  e!  capital  enveló- 
le años.  Este  empréstito  se  hizo  por  varias 
eiisas  de  comercio  del  reino,  y  se  les  entregó 
lititada-sirmá  en  cares,  ó  pagarés  ó  billetes, 
¿nombre  de  S.  11.  con  facultad  de  circularlos 
en  toda  !a  nación  y  con  el  deber  de  admitir- 
los como  si  fuera  metálico  eu  todaslas  teso- 
rerías y  cajas  reales  en  pago  de  toda. clase  de 
contribuciones  ó  tributos.  En  30  de  agosto 
de  1780  se  lüzo  por  medio  de  un  realNleere- 
lo  la  primera  emisión  de  papel  moneda  en 
10,500  vales  de  9,000  reales  cada  uno  por  un 
capital  de  148.500,000  reales;  siendo  el  im- 
porte anual  de  los  intereses  de  5.940,000  rea- 
les vellón. 

Los  gastos  de  la  guerra  continuaron  en  lo- 
do este  año,  no  mostrándose  propicia  la  for- 
tuna á  las  armas  españolas,  por  cuya  razón  en 
14  de  febrero  de  1781  se  hizo  segunda  emi- 
sión de  15,067  vales  de  a  300  pesos  cada  fino, 
porun  capital  de  5.300, 100  pesos,  ó  79.50  te&OO 
reales  vellón,  ascendiendo  el  importe  anual  de 
)o3  intereses  á  .'¡.180,060  reales  vellón. 

Los  apuros  del  tesoro  lejos  de  disminuir 
fueron  aumentando,  y  el  gobierno  volvió  á 
crear  por  real  decreto  de  22  de  mayo  de  I78tí 
otros  Í9,,|  1 2  vales  de  á  300  pesos  cada  uno,  por 
un  capital  de  14.793,000  pesos,  ó  22 !. 904,000 
reales  vellón.  El  importe  annal  de  los  réditos 
llegó  á  8.876rLG0  reales  veilon.  ' 

En  7  de  julio  de,  1785  y  en  30  de  diciem- 
bre de  178S  se  crearon  11,000  valen  deá  600 
pesos  cada  uno  por  un  eapiial  de  99.000,000 
de  reales,  cuyos 'réditos  anuales  importan 
3.SfiO,000  reales  vellón. 

Oe  lo  diebo  resulta  que  en  el  reinado  de 
don  Carlos  III,  y  en  solo  ocho  años,  se  crearon 
04,479  vales  reales,  representantes  de  un 
eapiial  de  548.905,500  reales  vellón,  euvos 
intereses  anuales  ascienden  a  2 1,.:9  5(i,  220  véa- 
los vellón;  habiendo  desaparecido  todo  él  di- 
nero tomado  en  equivalente  de  esta  enorme 
cantidad  sin  producir  beneficio  alsimo  d  la 
nación. 

J'or  esta  causa  á muy  poco  tiempo  de  crea- 
do este  papel v  comenzó  á  decaer  su  valor,  y 
cpn  el  objeto  de  mantener  su  estimación  se 
vio  precisado  el  gobierno  á  disponer  que 
»  Baneo  Racional  de  San  Carlos,  recién  fun- 


750 

'dado  con  un  capital  de  300.000,000  de  rea- 
les, redujera  ámelálico,  á  la  vista,  los  va- 
fes que  los  tenedores  le  presentaran;  que  se 
pagaran  ^religiosamente  los  intereses  estipu- 
lados, y  que  se  estinguiera  con  dinero  efec- 
tivo devuelto  á  ios  dueños  el  número  de  3,334 
vales  á  300, pesos  cada  uno;  quedando  asi 
reducida  la  masa  circulante  á  91,145  vales, 
representantes  de  un  capital  de  533.902,500 
reales  vellón,  cuyos  intereses  anuales  impor- 
taban 21. '350. 100  reales.  Esta  medida  sostuvo 
el  precio  do  los  vales  en  toda  su  integridad 
hasta  el  año  de  1703. 

En  1794  volvióse  á  ver  el  erario  público 
agobiado  de  obligaciones  perentorias  que  no 
podía  satisfacer,  y  con  el  objeto  de  hacer 
frente  á  las  atenciones  del  momento  se  emi- 
tieron por  real'decrefo  de  12  de-enero  54,000 
vales  de  300  pesos  cada  uno,  por  un  capital 
de  10.200,000  pesos,  ó  lo  que  es  igual  de 
243.000,000,  de  reales,  cuyo  rédito  anual  im- 
portaba 9:720,000  reales;  y  como  esta  emi- 
sión no  baslara  á  sacar  de  ahogos  al  tesoro 
en  29  de  agosio  de!  mismo  año  se  crearon  y 
pusieron  en  circulación  por  otro  real  decre- 
to 89,999.  vales  de  á  600  y  á  150  pesos  cada 
uno,  por  un  capital  de  18.000,000  de  pesos,  ó 
sean  270,000,000  de  reales,  ascendiendo  los 
réditos  á  10.800,000  reales. 

Por  real  decreto  de  25  de  febrero  de  1795 
se  crearon  otros  54,999  vales,  divididos  en 
dos 'clases,  deá  600  y  150  pesos  cada  una, 
por  un  capital  de  30,000,000  de  pesos,  á 
450,000,000  de  reales  vellón,  cuyos  intereses 
importaban  al  año  la  cantidad  de  1S. 000, 000 
de  reales. 

Aparece  de  lo  referido  que  en  el  reina- 
do de  don  Carlos  IV  se,  crearon  243,255  va- 
les reales,  representantes  de  un  capilal  dé 
1,759.039,500  reales  vellón,  llegando  los  in- 
tereses-a la  suma  de  70.385,580  reales. 

Pero  si  bien  es  cierto  que  en  este  reinado 
se  hicieron  varias  creaciones  de  vales,  no  lo 
es  menos  que  también  se  amortizó  una  parte 
no  pequeña  de  los  antiguos,  estinguiéndose 
un  capitad  de  403.504,470  reales  vellón;  de 
modo  que  al  tiempo  de  la  abdicación  de  don 
Carlos  IV  la  deuda  pública  de  España  repne- 
sentada  en  vales  reales  ascendía  á  la  suma 
de  1,889.06.7,152  reales  vellón;  que  grava- 
ban al  erario  con  los  intereses  anuales  de 
75,34 í, 000  reales. 

De  esta  cantidad  se  amortizaron  durante 
la  dominación  francesa  desde  1S08  á  1814 
40. 000,00o  de  reales;  y  Juego  desde  1815  á 
1810  se  cancelaron  111.292,059  leales  ve- 
llón; quedando  en  12  de  mayo  del  mismo  año 
reducida  la  deuda  consistente  en  vales  reales 
á  la  suma  de.  1,738.647,993  reales  vellón. 

Desde  esta  época  puede  decirse  que  ya  no 
hubo  una  verdadera  amortización  de«a!es  rea- 
les  ejecutada  en  los  términos  que  se  había  ofre- 
cido á  los  tenedores  del  papel;  y  por  el  contra- 
rio estos  han  tenido  que  sufrir  las  multiplica- 


VALES  REALES 


731 


VALES  REALES— VALLADOLID 


das  y  fatales,  consecuencias  délas  diferentes 
leyés  que  se  han  publicado  para  el  arreglo  de 
Ja  deuda  pública.  Durante  muchos  años  no  se 
pagaron  los  intereses  de  los  vales;  por  espa- 
cio de  otros  varios  la  amortización  fué  insig- 
nificante y  se  hizo  con  desigualdad;  y  por  fin, 
eft  el  mercado  llegaron  á  venderse  los  vales 
con  una  depreciación  considerabilísima. 

Posteriormente  se  decretó  una  consolida- 
ción ó  reconocimiento;  dividiéndose  los  vales 
en  consolidados  y  no  consolidados  ,  y  siendo 
aquellos  dé  mejor  condición  que  estos.  Mas 
tarde  se  redujo  la  deuda  de  vaUs  á  deuda  del 
4  por  100;  y  por  último,  de  esta  una  se  ba 
convertido  en  renta  perpétua  y  otra  en  renta 
diferida,  perteneciendo  á  la  amortizable  de 
primera  y  de  segunda  clase. 

El  resultado  ba  sido  que  el  capilal  de  un 
vale  de  600  pesos  se  ha  rebajado  basta  no  va- 
ler en  la  plaza  sino  30,  y  esto  habiendo  gran- 
de dificultad  para  hacerle  electivo. 

La  deuda  pública  cada  dia  va  en  aumento, 
y  como  esto  produce  disminución  en  el  capi- 
tal y  temores  respecto  al  cobro  de  los  inte- 
reses, llegará  quizá  ocasión  en  que  nada  pro- 
duzcan ni  en  venta  ni  en  renta  los  antiguos 
vales  reales. 

VALIZA.  [Marina.)  El  palo,  boya  ó  cual- 
quiera otra  señal  que  se  pone  de  marca  para 
indicar  los  parages  peligrosos  de  un  canal,  do 
la  enlrada  de  vm  puerto,  bajos,  etc.  También 
se  da  . este  nombre  á  ta  señal  ó  punto  notable 
de  la  (ierra  ó  costa  que  sirve  para  situarse, 
marcarse,  esto  es,  croaii.sar.se. 

Dice.  Marit.  E¡p. 

-  VALLADOLID.  {Geografía  é  historia.)  Pro- 
vincia interior  de  España,  de  segunda  clase, 
en  el  territorio  de-  Castilla  la  Vieja,  audiencia 
territorial  y  capitanía  general  de  su  nombre, 
cuya  capital  es  la  ciudad  de  Valladolid:  está 
situada  á  los  0U  41'  longitud  oriental  del  me- 
ridiano de  Madrid,  y  4Í°  42'  latitud  K.  deidem. 
Conllna  al  K.  eon  las  provincias  de  León  y  Fa- 
lencia; al  E.  y  SE.  con  las  de  Burgos  y  Sego- 
via;  al  S.  coa  esta  última,  las  de  Avila  y  Sala- 
manca, y  al  0.  con  la  de  Zamora.  Su  clima  en 
lo  general  es  muy  templado  en  el  verano  y 
frió  en  el  invierno,  aunque  bastante  sano.  Com- 
prende su  territorio  una  estension  do  23a  le- 
guas cuadradas,  divididas  en  los  nueve  parti- 
dos de  Medina  del  Campo,  Medina  dé  llioseco, 
Mota  del  Marqués,  Nava  del  Rey,  Olmedo,  Pe- 
ñaue!,  Valoría  la  Buenas  Valladolid  y  Víllalon, 
en  todos  los  cuales  hay  una  población  total  de 
37,921  vecinos  y  1 52,250  almas.  El  terreno 
de  esta  provincia  es  llano  casi  en  su  totalidad 
y  fértilísimo1  para  cereales:  la  única  cordille- 
ra que  merece  este  nombre  es  la  de  los  Alco- 
res, que  ocupando  la  parte  N  y  E.  del  partido 
de  la  Mota  del  Marqués,  penetra  en  el  de  Me- 
dina de  Rioseco  por  el  S  y  0.,  formando  el 
monte  de  Torosos,  poblado  de ,  robles  y  onci 


ñas  é  inüniead  de  yerbas  medicinales  (Wn 
base  al  valle  de  Torrelobaton.  En  los  demr 
pai  tidos  hay  cabezos  y  tesos  sueltos  Wineffi 
dé  los  mismds  Alcores;  pero  algunos  déelta 
apenas  pueden  considerarse  como  ligero  de- 
nivel  del  terreno,  suficiente  pura  formar  de" 
liciosas  cañadas.  -Abundan  las  arboledas  de 
álamos,  chopos  y  sauces,  y  escalentes  past03  ■ 
para  toda  clase  de  ganados,  bastantes  yeguas 
de  vientre  y  muchas  muletas  que  se  traen  de 
León  para  recriar,  Hay  canteras  de  yeso  litan- 
co  y  negro,  de  piedra  caliza  y  otra  mas  fuerte 
para  sillares.  No  se  conocen  minas  de  ninnina 
clase  de  metales. 

Ríos.  Los  principales  que  bañan  lapi-Dvin- 
cia  son  el  Duero,  que  penetra  por  el  partido  ju- 
dicial de  Peñatiel,  y  atravesando  pordietiopar- 
tido  y  los  de  Valoría,  Valladolid,  Malina  del 
Campo,  Mota  del  Marqués  y  Nava  del  Rey,  en- 
tra  en  la  provincia  de  Zamora,  siendo  sos 
afluentes  el  Duraion,  el  Jaramiel,  olVulcoibaí 
el  Cega,  el  Aduja,  el  Plsuerga,  origen  del  Ca- 
nal de  Castilla,  el  Zapardiel  y  otros:  los  demás 
rios  son  Eresma,  procedente  de  la  provincia 
de  Segovia;  el  Esgueva,  que  viene  de  la  de 
Burgos  y  desagua  en  el  Plsuerga;  el  Cea,  nae 
nace  en  la  provincia  de  León,  el  Valdera- 
duey,  de  igual  procedencia,' el  arroyo  Bajos' 
y  el  Hornija,  que  baña  los  partidos  de  Valla- 
dolid, Mola  del  Marqués  y  Nava  del  Rey. 

Caminos.  Tres  son  las  carreteras  naciona- 
les que  cruzan  el  territorio  de  esta  provincia; 
la  dé  Santander,  que  viniendo  de  la  curte  en- 
tra en  la  provincia  al  frente  de  Puras  y  pasan- 
do ptor  Valladolid  termina  en  la  venta  ¡leTri- 
guéPís,  limite  con  la  provincia  de  Palsncia;la 
de  León,  que  arrancando  de  Valladolid  se  di- 
rige á  aquella  capital,  terminando  cu  el  puen- 
te- de  Mayorga,  y  la  de  laCoruña,  que  empie- 
za entre  Arévalo'y  Ataquines,  y  siguiendo  por 
Tordesillas  entra  por  el  puente  de  Villar  en  I¡i 
provincia  de  Zamora.  De  las  carreteras  Hun- 
das mistas  ó  de  gran  comunicación  trasversal, 
solamente  hay  dos  en  esta  provincia:  la  Je 
Calatayud  y  la  de  Salamanca.  No  lieno  carre- 
teras provinciales,  y  vecinales  existen  dos, 
aunque  sin  obras  de  arte,  que  son  la  de  Mr? 
dina  y  la  de  Valdesllllos:  El  primero  atraviesa 
el  Dnero  por  Puente  Duero  á  2  leguas  de  la 
capital,  et  Adaja  en  Valdeslillas  y  sigue  a  Me- 
dina, dislanle  4  leguas,  continuando  después 
á  Fresno,  siendo  hoy  el  camino  carretero  que 
conduce  á  Salamanca.  El  de  Valdeslillas  con- 
duce hasta  Olmedo,  y  era  hasía  hace  pocos 
años  «na  parle  de  la  carretera  de  Madrid.  En 
Puente  Duero  nace  otro  camino  natural,  C|»e 
atraviesa  el  Adaja  cercá  de  su  confluencia  con 
el  Duero  é  inmediato  al  pueblo  de  Villaimeva, 
dirigiéndose  aRoeda,  donde  q-uza  ála  carrete- 
ra de  la  Coruña  y  sigue  i  la  Nava  del  BSj  í 
Alaejos. 

Otro  de  los  medios  de  trasporte  de  est.i 
provincia  es  el  canal  de  Castilla,  el  cual  repor- 
ta grandes  beneficios,  que  serán  mucho  mi^- 


753 


VALLADOLID 


75S 


res,  cuando  se  ejecute  el  camino  de  hierro  (1g 
Alar  del  Bey  á  Santander. 

Producciones.  Las  generales  de  la  pro- 
vincia consisten  en  su  abundante  cosecha  de 
cereales  que  eseede  en  mucho  al  consumo  y 
se  hace  grande  estraceiou  por  Santander  para 
el  estrangero  y  posesiones  de  Ultramar;  asi  es 
que  con  razón  se  llama  á  esta  provincia  la 
Mancha  de  Castilla  y  uno  de  ios  graneros  de 
h  Península,  También  se  crian  esqnisitas  le- 
gumbres, entre  las  que  sobresale  el  garbanzo, 
frutas  y  verduras,  lino,  cáñamo,  piñón,  rubia, 
zumaque,  abunda  el  vino  blanco  y  tinto,  hay 
madera  de  construcción,  leñas  de  combustible 
y  carboneo,  y  muchos  y  buenos  pastos  con  los 
que  se  mantiene  ganado  lanar,  mular,  yeguar 
y  vacuno.  Es  abundante  la  caza  de  liebres,  co- 
iiejos,  perdices  y  otras  aves,  y  en  los  rios  se 
cogen  buenas  truchas,  anguilas,  barbos  y  can- 
grejos. 

Industria,  Consiste  principalmente  en  la 
agrícola  y  cria  de  ganados,  y' ademas  en  la  ela- 
boración de  harinas  y  el  molido  de  rubia,  mon- 
da y  limpia  del  piñón,  corte  y  aserrado  de 
anderas,  panadería  y  arriería,  fábricas  de  cho- 
colate, curtidos,  papel,  cartones,  loza  ordina- 
ria, tintes,  relojerías,  guanterías,'  fundición  de 
liferrp,  velas  de  cera  y  sebo,  lideos  y  demás 
liastas,  sombrererías,  estameñas,  bayetas,  man- 
tas, botones,  cristal,  calderería,  telares  de 
lienzos,  ciólas,  paños  ordinarios,  pasamane- 
rías, alcohol,  cristal,  escetente  queso  en  el 
partido  de  Villalon,  y  navajas  en  el  de  ríava 
dclltey. 

Comercio,   El  de  lana,  tan  floreciente  én 
otro  tiempo  que  no  solo  abastecía  á  muchos 
pontos  de  la  península,  sino  á  las  principales 
plazas  del  estrangero,  se  halla  en  una  total  de- 
cadencia. En  el  día  los  artículos  que  constitu- 
yen el  comercio  importante  de  esta  provincia 
son:  la  esportacion  de  trigos,  centenos  y  ha- 
rinas,-ya  por  el  canal  de  Castilla  y  ya  por  el 
puerto  de  Santander  y  otros  de  la  costa  caniá- 
luica;  legumbres  y  vinos  sobrantes.  La  im- 
portación consiste  en  géneros  ultramarinos  y 
■  coloniales  desde  los  indicados  puertos,  aceite  y 
Jiinon  del  interior,  principalmente  de  la  pro- 
vincia de  Zaragoza ,  carnes  en  vivo,  cecinas, 
«chías,  y  ganado  mular  de  Asturias  y  Gali- 
C|o,  bayeías  y  paños  ordinarios  de  la  provincia 
«e  Guadalajara  y  Segovia;  géneros  de  algodón 
I'  scda,  de  las  de  Cataluña .  y  Valencia;  pesca- 
i s  r''Mcos  y  salados,  paños  finos,  quincalla  y 
0|ros  artículos  de  lujo,  asi  del  estrangero,  eo- 
™  de  lo  interior.  Celebra  ferias  en  Valladolid, 
ni  alón,  Medina  de  Rioseco  y  Peñafiel,  y  mer- 
uaos  en  los  mismos  puutos  y  en  Medina  del 
^topo,  Mota  del  Marqués  y  Tordesillas,  siendo 
°s  principales  artículos  del  tráfico  los  cérea- 
K  toda  clase  de  ganados,  carnes  y  caldos, 
«ene/iesneia.    Aunque  esta  provincia  epen- 
*  Hasta  129  establecimientos,  puede  decirse 
"e, d  Acepción  de  los  de  la  capital,  algunos 
«i-  ws  cabezas  de  partido  y  otros  en  los  pue- 

il"    BIBLIOTECA  VOI-IJLAU, 


blos  mas  importantes,  los  demás  no  llenan  los 
Unes  de  su  fundación. 

Instrucción.  No  deja  de  ser  satisfactorio 
el  estado  de  la  instrucción  pública  en  esta  pro- 
vincia, si  comparamos  el  número  de  las  pobla- 
ciones y  concurrentes  con  el  de  las  escuelas. 
Las  superiores  ascienden  á  tres,  siendo  tres- 
cientos cuarenta  y  cuatro  los  concurrentes; 
hay  ciento  trece  escuelas  públicas  elementales 
completas  para  niños ,  y  quince  para  niñas;' 
veinte  y  ,tres  privadas  de  los  primeros  y  quin- 
ce de  las  segundas;  cuarenta  y  ocho  públicas 
elementales  incompletas  para  niños  y  cuatro 
para  niñas;  y  una  privada  para  estas  últimas. 

VALLADOLID. .  Ciudad  de  España,  capital  de 
la  provincia,  audiencia  territorial,  partido  ju- 
dicial y  diócesi  de  su  nombre,  residencia  del 
gobernador  civil,  del  Capitán  general  de  Cas- 
tilla la'Vleja,  comandante  general,  administra- 
dor principal  de- correos  y  de  las  corporacio- 
nes y  oficinas  provinciales.  Se  halla  situada 
en  una  estensa  y  deliciosa  llanura  en  los  41", 
39',  14"  de  lat.  N.  y  1",  1'  y  45"  al  0.  de 
Madrid,  á  la  márgen  izquierda  del  rio  Pisuer-: 
ga  sobre  el  que  tiene  un  buen  puente,  casi 
tocando  al  canal  de  Castilla  titulado  del  Sur 
y  atravesada  por  el  rio  Esgueva,  con  clima 
sano,  bastante  frió  y  húmedo  en  el  invierno  y 
la  primavera,  caloroso  en  el  verano  y  apacible 
en  el  otoño.  Rodea  á  la  ciudad  una  tapia  que 
sir-ve  de  muro  siendo  su  perímetro  de  34,488 
pies,  y  su  diámetro,  lomado  sobre  una  recta 
desde  la  puerta  de  Santa  Clara  á  la  de  Carmen 
es  de  9,510  pies,  y  desde  la  de  Tudela  á  la  del 
Puente  Mayor  de  7,9S0.  Tiene  cuatro  puertas 
principales,  tituladas  del  Carmen  ó  de  Ma- 
drid, del  Puente  Mayor,  de  Tudela  y  de  Santa 
Clara,  y  oíros  tantos  portillos  llamados  del 
Prado,  de  la  Merced,  de  Renedo  y  de  fialboa. 
La  mas  notable  de  todas  es  la  primera,  hecha 
de  piedra  de  sillería  con  tres  grandes  arcos, 
por  encima  de  los  cuales  corre  una  balaustrada 
de  piedra:  sobre  el  del  centro  descuellan  la  es- 
tatua de  Carlos  111  y  un  trofeo  militar. 

La  población  está  dividida  en  tres  distritos- 
la  Plaza,  Palacio  y  la  Catedral;  las  plazas  prin- 
cipales son  la  Mayor,  rodeada  de  hermosos  y 
sólidos  ediücios,  la  Red,  que  tiene  muy  buen 
caserío,  el  Ochavo,  donde  están  los  portales 
de  la  cebaderia,  especería  y  panadería  con 
buenos  edificios  y  la  de  las  Angustias,  donde 
se  halla  el  sólido  palacio  de  los  almirantes  de 
Castilla:  las  plazuelas  mas  notables  son  las  de 
San  Miguel,  Santa  Ana,  Santa  María,  la  del  co- 
legio de  Santa  Cruz  y  la  del  Teatro,  y  las  ca- 
lles que  mas  llaman  la  atención  son  las  de  las 
Platerías,  Cantarranas,  Corredera  de  San  Pablo, 
Cadenas  de  San  Gregorio,  Santiago,  Nueva, 
Fuente  Corada  y  Orates.  Hay  cinco  fuentes  pú- 
blicas, cuatro  en  lo  interior  de  la  ciudad  y  una 
en  las  afueras;  cnatro  lavaderos  públicos*,  Ires 
de  ellos  con  agua  de  manantial  y  el  otro  sobre 
la  corriente  del  Esgueva;  un  matadero,  edificio 
capaí  y  espacioso,  con  abundancia  de  aguas, 

T.    XXXIH.  48 


758 


Valla,  dolid 


756 


laves  bien  ventiladas  y  limpias  y  el  mayor 
aseo  en  todas  sus  oficinas  y  departamentos; 
cinco  relojes  de  torre,  en  la  de  la  Antigua,  en 
la  de  San  Miguel,  universidad,  audiencia  lurrí- 
torial  y  ayuntamiento.»  El  alumbrado  es  de  acei- 
te- con  faroles  de  reverbero  en  las  calles 
principales;  el  empedrado  es  bastante  bueno 
:en  las  calles  del  centro,  babietulo  adoptado  la 
municipalidad  nace  poco  tiempo  el  sistema  de 
pavimentos  á  la  Mac-Adam  en  bis  lineas  prin- 
cipales de  puerta  ü  puerta  para  el  tránsito  do 
pabolleriuB  y  carrijages  pues  para  el  de  las 
personas  hay  aceras  mas  elevadas  empedradas 
de  morrillo  menudo  y  limitadas  por  'cintas  de 
adoquines. 

1  Hay  muchos. edificios  destinados  al  culto, 
que  vamos  á  reseñar  brevemente,  la  catedral, 
sita  en  la  calle  del  I.eon  de  la  Catedral,. es  un 
edificio  sólido  y  do  buenas  proporciones;'  for- 
mas, trazado  y  principiado  por  c!  famoso  Her- 
rera-y  concluido  desgraciadamente  por  don  Al- 
berto Churngiiera.  Consta  su  fachada  de  dos 
cuerpos  de  orden  dórico,  (fue  terminan  en  un 
frontis  de  veinte  pies  de  elevación  ,  coronado 
de  una  especie  de  jarrones'perpcndiculares  á 
las  cuatro  pilastras  resalladas  de  que  conslacl 
segundo  cuerpo,  elevándose  en  el  pedestal  del 
centro  una  cruz  de  hierro:  la  altura  de  la  fa- 
ciiadaes  de  170  pies;  forman  el  primer  cuer- 
po cuatro  columnas  pareadas  de  fiO  pies  de  al- 
Cura:  en  los  intercolumnios  se  ven  las  estatuas 
de  San  Pedro  y  San  Pablo.  ES  hueco  de  la  puer- 
ta es  de  24  pies  de  ancho  y  doble  de  alto,  y 
encima  de  ella  se  ostenta  en  un  nicho  el  mis- 
terio de  la  Asunción  de  Nuestra  Señora,  titu- 
lar de  Ja  iglesia,  esculpida  de  piedra  blanca. 
En  el  segundo  cuerpo  eslán  sobre  una  balaus- 
trada y  pedestales  las  estatuas  de  los  cuatro 
doctores  de  la  Iglesia,  deformas  casi  colosales; 
en  el  centro  del  segundo  cuerpo  hay  una  ras- 
gada lumbrera  de  2G  pies  de  altura  por  14  de 
latitud  que  ilumina  interiormente  toda  la  nave 
mayor.  Solo  tenia  una  torre  de  270  pies  de 
elevación,  á  la  derecha  de  la  fachada  principal, 
la  que  desgraciadamente  se  linndió  el  31  de 
mayo  de  184 1 .  Toda  la  obra  en  su  conjunto  es 
digna  del  gusto  que  distinguía  al  autor  de  la 
octava  maravilla  del  mundo.  Loque  mas  llama 
la  atención  en  su  interior  es  la  magnifica  si- 
llería del  coro  que  perteneció  al  suprimido  con- 
vento de  San  Pablo,  para  e!  que  fué  hecha  por 
el  referido  Juan  de  Herrera:  es  muy  semejan- 
te á  la  que  el  mismo  hizo  para  el  Escorial  y 
aseguran  costó  de  25  á  30,000  ducados, paga- 
dos por  el  cardenal  duque  deLernia,  empleán- 
dose para- su  construcción  el  boj,  ébano,  cedro, 
nogal,  etc.  Otra  de  las  alhajas  de  inestimable 
valor  que  se  conservan  en  esta  santa  iglesia  es 
la  custodia  de  piala,  llamada  el  arco  triunfal, 
que  se  saca  en  la  procesión  del  Corpus,  traba- 
jada por  Juan  de  Arfe  Villafañe  cu  e!  año  de 
1590.  Su  primoroso  trabajo  hermana  notable- 
mente con  la  arquitectura  del  templo;  tiene 
dos  varas  de  alto,  pesa  282  marcos  de  plata, 


141  libras  comunes  y  1  ochavas.  En  una  capir 
lia  que  hay  en  la  nave  del  Evangelio  se  conser- 
va  el  sepulcro  del  conde  don  Pedro  Ansian 
señor  de  Vallailulid.  En  los  aliares  délas  cani- 
llas buy  pinturas  de  mucho  mérito,  especial- 
mente en  el  mayor,  donde  su  admira  un  cua- 
dro do  Zacarías  Yeluzqucz,  representando  la 
Asunción  de  Nuestra  Señora. 

La  parroquia  de  Santa  María  Magdalena,  si- 
ta en  el  prado  del  mismo  nombre,  es  un  eálll- 
ero  gótico  de  una  sola  nave,  el  altar  mayores 
obra  del  célebre  Jordán,  asi  como  el  sepul- 
cro de  don  Pedro  de  la  Gasea,  obispo  que  fui' 
de  Palencin,  que  se  conserva  en  dicha  iglesia. 
La  parroquia  de  la  Antigua,  en  la  plazuela  de 
su  nombre,  es  también  un  edificio  gótico  cu 
tres  naves,  siendo  notable  su  albir  mayor,  obra 
de  Juan  de  juni,  asi  como  un  magnifico  cruci- 
fijo que  hay  en  la  capilludo  los  condes  de  Can- 
celada. 1.a  parroquia  de  San  Martin  es  un  edi- 
ficio sólido  de  urden  tosoauo;  lo  único  que 
tiene  de  notable  en  su  interior  es  la  capilla  y 
retablo  de  San  Juan  de  Sahagun.  La  parroquia 
de  San  Miguel  se  halla  establecida  en  el  cole- 
gio de  S:in  Ignacio,  que  fué  de  los jcsnilas,  es 
un  edificio  sólido  de  piedra  y  de  una  sola  na.- 
ve,  con  m¡¡y  buena  portada  cun  dos  columnas 
de  orden  .dórico;  en  lo  interior  llama  la  alea- 
ción su  buen  retablo  mayor  de  tros  cuerpos, 
jónico  el  primero,  corintio  el  segunde  y  com- 
puesto el  tercero,  con  bajos  relieves  de  Gaspar 
Uecerra  que  representan  el  Sacimientü  y  la 
Circuncisión  del  Señor,  Resurrección  y  Venilla 
del  Espíritu  Santo,  la  Crucifixión  y  las  efetóí 
de  San  Juan  y  la  Magdalena:  la  imagen  del  ti- 
tular que  ocupa  el  silio  de  preeminencia  es 
obra  de  Pompeyo  Lconi.  En  la  sacrislla,  qut 
es  muy  hermosa,  se  ven  preciosas  pinturas  y 
esculturas  de  Jordán,  Felipe  Gil  y  otros  ñáme- 
nos afamados  artistas.  Puede  decirse' pe  osla 
iglesia  es  una  de  las  mejores  dn  la  ciudad,  la 
de  San  Pedro  es  solo  notable  por  su  antigüe- 
dad, pueslo  que  ya  existía  en  1321,  la  de  San 
Juan,  sita  en  la  plazuela  de  Belén,  es  do  pie- 
dra sillería  de  una  sola  nave,  espaciosa  y  Je 
buena  construcción;  en  la  de  San  Esleían  lla- 
ma la  atención  sir  retablo  mayor,  doídí  «! 
conservan  dos  buenas  copias  de  Rulad  d_e  la- 
biuo,  las  cuales  represeutan  á  Nuestra  Señora. 
San  Juan  y  el  Miño;  la  de  Sun  Andrés  es  me- 
morable por  haber  sido  enlerrado  alli  don Al- 
varo  do  Luna,  a  causa  de  ser  esla  ermita  cu 
lo  antiguo  el  sitio  destinado  para  cnterrandeu- 
to  de  los  ajusticiados.  En  el  dia  yacen  los 
restos  de  don  Alvaro  en  la  inetropoliiw  ™ 
Toledo.  Las  demás  parroquias  que  son  San  Sí- 
colas,  San  Lorenzo,  Snnliugo,  el  Salvador  f 
San  Ildefonso,  ofrecen  poco  mérito  artístico™ 
su  construcción,  si  bien  en  casi  todas  m 
hay  escelentes  pinturas  y  esculturas  del» 
mejores  urlistas  de  la  época.  '  . 

Ademas  de  estas  iglesias  hay  en  Valladoiw 
paia  ci  culto  los.siguientes  conventos  de  pin- 
jas: Santa  Clara,  Bernardas  de  Sun  Qmnn, 


7S7 


VALLADOLID 


758 


Franciscanas  de  la  Concepción,  Dominicas  de 
PortaciBU,  Brígidas  del  Salvador,  monjas  de  la 
laura,  Recolólas  de  Santa  Ana,  Franciscanas 
¡ü  Sania  Isabel,  Dominicas  de  Santa  Catalina, 
Comendadoras  de  Sama  Cruz,  monjas  Remién- 
dales do  San  tféllpe,  Franciscanas  de  Sáneti 
SpííitÉ;  Desea!»»  líenles,  Dominicas  do  Cor- 
pus Cristi,  Agustinas  Recoletas,  Carmelitas:  de 
simia  Teresa  y  las  Üttelgas;  donde  se  conser- 
va ¿I  sepulcro  de  sn  fundadora  doña  María  de 
Mina;  existen  también  cinco  ayudas  de  par- 
roquia, qiie  son  las  Agustinas,  la  Cruz,  Jesús 
tareno,  la  Pasión  y  la  Piedad;  un  oratorio 
litüí'áílo  de  Nuestra  Señora  del  Rosario  y  una  er- 
mita. llaboTCinte  conventos  de  [railes,  délos 
que  parte  lian  sido  deraolidósy  otros  destinados 
i  establecimientos  públicos,  mereciendo  par- 
ticular mención  e!  de  San  BenitD,  monasterio 
de  ia  urden  del  Clister,  que  es  una  de  ias  obras 
mas  colosales  de  esta  ciudad:  su  vasta  osten- 
sión y  sus  fuertes  paredes  son  lomas  'i  propó- 
sito para  el  destino  t|uc  oí)  el  dia  tiene,  con- 
tado con  él  ahora  Vatladolid  una  fortaleza 
considerable,  con  sus  grandes  fosos,  bien  de- 
finirlas murallas  y  puentes  levadizos.  Se  alri- 
ve  ¡i  Herrera  ¡a  construcción  de  suS  claus- 
tros, asi  como  al  tu  unge  Juan  Ascoitdo  la  es- 
calera píififiipaV,  [pie  os  de  mármol. 

Entre  las  nolabilidades  de  esta  población 
poilcnios  contar  los  colegios  á  donde  acuden 
los  escoceses  é  irlandeses  á  aprender  la'reli- 
gioti  cristiana  para  seguir  la  tím-reríi  del  sa- 
cerdocio, el  convento  donde  seednpati  los  mi- 
sionefss  para  .Filipinas,  y  últimamente  el  ban- 
derín de  América,  donde  se  alisianlos  que  vo- 
luntariamente quieren  ir  á  ella.  A  cscepciuu 
del  colegio  mayor  de  Santa  Cruz,  poco  podre- 
mos decir  de  particular  de  los  demás  edillcios, 
auriíjue  no  dejan  deser  dignos  de  la  'curiosi- 
dad del  viagero,  como  el  Real  Palacio,  construi- 
do Por  mandato  de  Felipe  111,  y  en  el  que  cons- 
tantemente han  residido  los  reyes  de  España 
siempre  que  han  estado  en  Yalladoli'J,  la  casa 
consistorial ,  notable  por  su  graciosa  for- 
ma, ele.  El  suntuoso  colegio  de  g.tnta  Cru». 
'inalado  hacia  el  año  de  15 92  por  eí  cardenal 
din  Podro  González  de  Mendoza,  esenel  dia  el 
edificio  d'éslinaij'o  para  museo  y  biblioteca,  con-- 
tenieitlo  esta  1 4,000  volúmenes,  y  entro  sus 
«íriosiitades  una  copia  del  libro  Becerro  de 
Báe!rias,.mu  letras  de  adorno,  sacada  por  el 
penalista  Torio  déla,  «iva,  año  de  1780,  y  un 
Mediano  monetario.  El -museo  encierra  un  ri- 
rfuisinip  tesoro  en  ¡unturas  y  esculturas  ,  he- 
riría por  los  mas  célebres  artistas.  Sobresalen 
entre  todos  los  cuadros  ,  los  admirables  de 
luensiddaila,  pintados  por  Pablo  Rubens. 

Enumeradas  ya  las  antiguas  grandezas  de 
esla  ciudad  que  e!  tiempo  ha  respetado,  recor- 
ramos ahora  las  obras  de  su  naciente  civiliza- 
wou  F,l  canal  que  ha  costado  la  vida  á  tantos 
inlehces  presidiarios  presenta  acabado  un  tro  - 

á 


tilla,  que  sin  esto  manantial  de  bienes  se  ve- 
ría tal  vez  en  la  mayor  miseria  por  no  poder 
dar  salitla  á  -sus  abundantes  cosechas.  Cercan 
el  embarcadero  varios  almacenes  del'  mejor 
gusto,  siendo  lo  mas  notable  las  fábricas  d& 
fundición  y  el  molino  harinero;  á  cuyas  má- 
quinas da  impulso  el  agua.  El  primero  de  es- 
tos establecimientos  es  de  unos  eslrangeros 
que  trabajan  admirablemente  en  toda  clase  de 
obras  de  hierro  y  de  acero.  En  el  molino  se 
goza  en  ver  cuanto  puede  laluditstria  del  hom- 
bre. Sin  necesidad  de  un  brazo  y  sin  interrup- 
ción ninguna  se  muele  el  trigo,  se  cierne,  se- 
parándose el  salvado  y  las  clases  de  harina:  se 
enfarda  esta  y  por  último  quedan  tan  llenos  y 
oprimidos  los  costales  que  sin  mas  que  coser- 
los se  trasladan  al  almacén  óal  barco.  Es  gran- 
diosa ta  nueva  fábrica  de  papel  continuo  por 
el  slsíeina  de  Jappetl,  del  señor  Lardizabal.  Su 
ediiicio  es  un  todo  igual  á  la  de  Tolosa  en  Gui- 
púzcoa del  mismo  género.  En  das  ó  tres  horas 
se  ve  el  trapo  convertido  en  papel:  hacen  so- 
bre unas  cien  resmas  al  dia. 

Hay  en  Yaliadolid  seis  cuarteles,  el  del 
fuerte  do  San  Benito,  el  de  infantería  de  San 
Ignacio,  el  da  caballería  de  Cazatla,  el  de  in- 
fantería de  San  Ambrosio,  el  do  la  dirección, 
subiuspu-jciop  de  ingenieros  de  Castilla  la Vle- 
jayel  cuartel  provisional  de  la  Merced.  Los  es- 
tablecimientos de  recreo  son  el  teatro,  de  bas- 
tante capacidad,  el  Liceo  artístico  y  liiefario 
fundado  en  IS42,  circo  de  literatura  y  artes 
establecido  en  18Í4,  casino,  dos  juegos  de 
pelóla  y  plaza  de  toros,  situada  en  la  plazuela 
de  Jaídonelt,  y  capaz  de  conienerde  C  á7,000 
personas. 

Instrucción  pública.  Hay  escuelas  de  pri- 
mera educaeion  pagada?  por.  el  ayuntamiento, 
escuelas  de  párvulos,  instituto  de  segunda  en- 
señanza, escuela  normal  ó  seminario  de  maes- 
tros, universidad  literaria,  seminario  conciliar 
fundado  por  el  ilustrtsimo  señor  don  Bartolo- 
mé Plaza  en  él  año  de  1598,  Colegio  de  niñas 
huérfanas,  el  colegio  "de  escoceses,  colegio  de 
ingleses,  academia  de  matemáticas  y  nobles 
¿irles  de. la  Purísima  Concepción,  colegio  de 
abogados  y  academia  de  medicina  y  cirugía. 
Beneficencia.  Son  varios  los  estableci- 
mientos de  esta  clase  (fue  tiene  Yaliadolid;  los 
principales,  son:  hospital  general  de  la  resur- 
rección, situado  en  el  fianapo  grande  en  un 
ediüeio  á  propósito  y  desahogado  con  siete 
magnificas  salas  que  pueden  contener  cómoda- 
monte  basta  300  enfermos;  hospital  militaT, 
establecido  en  el  convento  que  fué  de  carmeli- 
tas calzados;  hospital  de  Esgueva,  fundado  en 
el  reinado  de  don  Alonso  Yi  por  el  conde  don 
Pedro  de  Ansurez,  es  el  mas  cómodo  de  todos 
y  tiene  dos  magniticassaías,  una  para  hombres 
y  otra  para  mugeres;  hospital  de  dementes, 
fundado  en  1489  por  el  doctor  doQ  Santos.  Ye- 
lazquez  de  Cuellar,  oidor  que  fué  de  la  elian- 


M  de  trace  leguas,  contribuyendo  ya  á  la  ri-  I  etlleria  de  la  misma  ciudad,  easa  de  mtseri- 
(¡"(¡sa  y  prosperidad  de  uqa  gran  parte  de  Cas- )  oordia  y  nifioss  espó&ltuB,  asilo  de  mendicidad, 


759 

conocido  generalmente  con  el  nombre  de  Ca- 
sa de  Beneficencia,  establecido  el  año  de  1818 
por  el  capitán  general  de  Castilla  la  Vieja  ion 
Carlos  O'Doncll,  y  caja  de  ahorros  y  monte  de 
piedad,  establecida  en  el  mes  de  setiembre 
de  1841. 

Establecimientos  correcrÁonahs  y  pena- 
les. Hay' dos  cárceles,  llamada  la  una  de  la 
Ciudad,  situada  á  las  inmediaciones  del  Pisuer- 
ga,  en  la  calle  de  San  Lorenzo,  y  la  otra  de 
la  Audiencia,  contigua  á  este  tribunal  y  á  la 
capitanía  general.  El  presidio  modelo,  cuya 
obra  empezó  él  año  1847,  es  un  perfecto  po- 
lígono de  ochó  lados,  constando  cada  uno  de 
159  pies  de  línea  por  30  de  altura,  con  dos 
pisos,  bajo  y  principal;  tiene  esle  edificio  ha- 
bitaciones para  los  gefes  y  ocho  pabellones 
para  capataces,  enfermerías,. recetario,  cocina 
con  su  fogón  económico,  despensas,  almace- 
nes de  efectos  de  las  enfermerías,  capilla,  al- 
macenes de  menestra,  calabozos,  escuela,  al- 
pargatería, sastrería  y  almacén  de  ropas.  Hay 
ademas  una  casa-galera,  observándose  el  ma- 
yor órden  y  disciplina,  y  las  reclusas  se  ocu- 
pan en  las  labores  propias  de  su  seso  y  en  el 
hilado  y  tejido  de  guantes  para  las  tiendas  de 
la  ciudad. 

industria.  Ademas  de  las  fábricas  de  míe 
ya  hemos  hecho  mención  al  hablar  del  canal, 
debémos  citar  la  de  papel  continuo,  estableci- 
da en  el  prado  de  la  Magdalena  en  el  año 
de  1742  por  don  José  Ga'raizabal;  la  de  tejidos, 
de  don  José  León  y  compañía,  establecida  en 
el  estinguido  convento  de  la  Trinidad  calzada; 
la  de  lienzos  de  los  señores  Ruiz;  la  de  harinas 
del  señor  Alegre,  sita  en  el  Campillo  sobre  las 
aguas  del  Esgueva;  la  Ululada  la  Perla,  tam- 
bién de  harinas  de  los  señores  Semprum  y  her- 
manos; la  do  productos  químicos,  y  por  últi- 
mo, la  gran  fábrica  castellana  y  bazar  euro- 
peo, donde  se  elabora  todo  cuanto  pertenece  a 
los  ramos  de  calderería  mecánica,  fundición  de 
metales,  herrería  y  eerrageria.  Hay  también 
imprentas  y  litografías,  fábricas  de  cerveza, 
varias  de  curtidos,  de  botones  de  pasta,  de 
cola,  de  chocolate,  de  loza  lina,  de  telas  metá- 
licas, de  pasamanería,  de  .cintas,  de  alfarería 
ordinaria,  tintorerías,  herrerías,  panaderías, 
multitud  de  molinos  y  aceñas,  asi  como  do 
talleres  de  diferentes  arios  y  oficios. 

Comercio.  Todos  los  artículos  que  deja- 
mos mencionados,  como  productos  de  la  in- 
dustria de  esta  ciudad,  constituyen  el  princi- 
pal comercio  de  casi  toda  la  provincia,  los  cua- 
les se  esportan  por  el  canal,  pudíendo  consi- 
derarse la  capital  como  el  depósito  general  de 
todos  ellos.  Celebra  esta  ciudad  un  mercado 
semanal  y  una  feria  el  20  de  setiembre,  siendo 
su  principal  tráfico  los  ganados  mayores  y  me- 
nores y  los  cereales. 

VALLADOLID.  [Historia.)  la  remota  anti- 
güedad de  esta  población  ha  dado  origen  á  los 
muchos  y  distintos  pareceres  en  que  abundan 
todas  las  crónicas  é  historiadores  al  tratar  de 


760 

su  fundación ,  si  bien  la  opinión  mas  admitid, 
es  que  esta  ciudad  fué  construida  por  los  vas- 
eos  ó  voseos,  7 14  años  antes  de  Jesucristo  con 
el  nombre  de  Pintia,  de  la  que  hace  mención 
Tolomeo  en  su  tabla  segunda  de  la  Europa.  Ka 
falta  quien  comprueba  esta  verdad  asegurando 
haberse  descubierto  en  varias  ocasiones  nio- 
sáicos  y  otros  fragmentos  romanos  que  acre- 
ditan la  existencia  de  la  población  referida.  Los 
que  la  dan  mas  nuevo  origen  aseguran  que  na 
moro  llamado  Hlit,  según  unos,  y  según  otros 
Olit,  encantado  de  este  valle ,  sentó  en  él  su 
inorada,  construyendo  esta  población  con  el 
nombre  de  Vallc-de-ülit  ó  Valle  de  Olit.  Ota 
muchos  opinan  que  por  hallarse  esta  ciudnd 
en  medio  de  los  antiguos  pueblos  arevaeos 
enrpentanos,  eclevinos,  arluros  y  aslurcs,  ser- 
via de  campo  para  dirimir  en  él  cuanlos'plci- 
tos  y  contiendas  tenian,  por  cuyo  motivo  le 
apellidaron  Campo-de-lid  ó  Valle-de-llaj  y  i. 
limamente,  por  no  dejar  en  silencio  cuaoiu 
sobre  tan  incierto  origen  se  ha  hablado,  [Ufe- 
mos que  se  halla  escrito  en  letras  de  molde 
«que  el  verdadero  nombre  proviene  de  Valle 
de  Olivos  (Valle-Solevetti),  por  haber  tenido 
muchos  árboles  cuyo  terreno  no  los  niega.» 
Desde  remotos  tiempos  fué  Valladoiid  ana  po- 
blación de  importancia,  y  la  historia  y  crónicas 
particulares  hacen  mención  de  ella  áenda  paso. 
Ella  nos  dice  que  el  rey  don  Ordoño  lldeleon 
conquistó  á  los  árabes  esta  villa  en  320,  des- 
pués de  una  encarnizada  defensa.  Don  Alfon- 
so VI  la  tomó  en  una  reñida  pelea  en  lOSí.y 
esle  mismo  rey  la  dió  por  juro. do  heredad  al 
poderoso  conde  don  Podro  Ansurea,  quien  la 
■•engrandeció  y  continuó  la  obra  y  reedificación 
que  por  órden  del  monarca  empezó  el  conde 
don  Rodrigo  González  Girón,  datando  desde 
esta  fecha  el  blasón  de  armas  que  tiene,  con- 
sistente en  tres  girones  pajizos  en  campe  de 
gules,  y  su  timbre  una  corona  con  ocho  cas- 
tillos ademas.  Esta  es  la  opinión  mas  admiti- 
da sobre  las  armas  de  esta  ciudad,  porloipic 
pasaremos  por  alto  algunas  otras,  qne  sino  in- 
ciertas, al  menos  han  hecho  poco  casa  k 
ellas  los  historiadores.  El  conde  Pedro  Anstna 
poseyó  á  Valladoiid  tranquilamente,  y  la  en- 
grandeció construyendo  infinidad  de  suntuosos 
edificios.  A  su  muerte  pasó  á  su  nieto  Armen- 
gol,  volviendo  á  la  defunción  de-éste  á  la  co- 
rona de  Castilla.  Aquí  empezó  el  poderío  y  es- 
plendor de  Valladoiid.  La,  feracidad  que  dan  al 
terreno  los  tres  rios  que  le  atraviesan,  elcau- 
daloso  Pisuerga  y.lasdos  Esguevas,  lahiciew 
sin  duda  preferible  á  todas  las  poblaciones  de 
Castilla,  asi  es  que  no  cesaban  de  prodigarla 
mercedes  y  privilegios  hasta  que  ya  asentaron 
en  ella  su  córte  los  monarcas.  Entonces,  coma 
es  natural,  todo  era  poco  para  la  villa  mima- 
da, el  rey  don  Juan  II  la  concedió  el  Util!» 
noble  en  1422,  y  en  1442  en  córíes  Mier- 
das en  esta  población  se  instituyó  el  real  tri- 
bunal de  cnancillería.  En  la  plaua  publica  de 
Valladoiid  fué  degollado  don  Alvaro  de  Luna. 


VALIA  DOLID 


761 


VALLADOLID 


762 


célebre  privado  de  don  Juan  II.  Don  Felipe  II, 
no  queriendo  que  su  patria  continuase  siendo 
villa,  la  dio  el  título  de  ciudad  en  9  de  enero 
de'l59G,  y  ¿  petición  suya  el  papa  Clemen- 
te VIH  la  erigió  el  año  anterior  en  cabeza  de 
obispado  y  su  colegiata  en  catedral.  Si  añadí- 
nos  á  toda  esta  grandeza  la  multitud  de  fá- 
bricas y  manufacturas  que  se  establecieron,  y 
consecuencia  de  esto  su  abundante  comercio, 
veremos  con  cuanta  razón  decían:  Villa  por 
villa  Valladolid  en  Castilla.  Al  par  de  las  artes 
florecían  en  esta  ciudad  las  bellas  letras,  co- 
mo lo  acredita  su  célebre  universidad  declara- 
da en  virtud  de  una  bula  espedida  por  Cle- 
mente VI.  En  ella  se  enseñaban  á  fondo  y  se 
hallaban  en  primera  linea  las  ciencias  de  teo- 
logía, jurisprudencia  y  medicina.  Tarito  atracti- 
vo no  podia  menos  de  escitar,  como  lo  hizo,  la 
curiosidad  de  los  estrangeros  y  hombres  céle- 
bres, asi  es  que  por  do  quiera  se  hallaban  de  los 
primeros  yno menos sucediaconlos  segundos, 
pues  Pablo  Rúbeas,  Alonso  Berruguete  y  otros 
pintores  y  escultores  que  florecieron  en  esta 
ciudad,  como  Velazqucz,  Blascos,  Morales,  Pe- 
reda, Gil,  Diaz,  Frutos.  Tordesillas,  Herrera, 
Hernández  y  Juan  de  Juni,  cuyas  obras  exis- 
tentes aun,  bastan  para  inmortalizarles.  Hasta 
aqui  la  grandeza  y  poderío  de  Valladolid.  Uno 
de  esos  acasos  que  tanto  deciden  de  la  suerte 
do  los  hombres,  como  de  la  de  los  pueblos, 
fué  sin  duda  el  que  decidió  de  la  de  esta  po- 
blación, sugiriendo  á  Felipe  II  la  idea  de  esta- 
blecer la  corte  en  Madrid,  aüo  de  1561,  aban- 
donando la  ciudad  que  le  dio  el  ser;  mas  Feli- 
pe HJ,  fuese  por  la  mayor  fertilidad  de  este 
terreno,  ó  por  compadecerse  de  la  decadencia 
é  inevitable  ruina  en  que  se  sumia  la  pobla- 
ción, digna  por  mil  títulos  de  mejor  suerte, 
trasladó  á  ella  la  córte  en  enero  de  1601;  con 
lo  que  volvió  á  llenarla  de  animación  y  vida, 
si  bien  fué  corla  esta  dicha,  pues  en  abril  de 
1C06,  regresó  el  monarca  á  Madrid,  para  ya 
no  abandonar  un  punto  que  por  su  céntrica 
posición  en  la  península,  es  el  mas  6  propósi- 
to para  la  real  morada.  Con  agigantados  pasos 
caminaba  la  ya  '  ex-corte  á  su  ruina:  todo  iba 
poco  á  poco,  pereciendo,  sin  que  una  mano 
benéfica  se  interesara  de  su  suerte,  á  no  ser 
enel  reinado  del  gran  Carlos  III,  que  no  dejó 
sillo  que  no  esparciese  los  adelantos  del  si- 
£lo,  y  con  ellos  las  riquezas  consiguientes; 
poro  esta  época  se  acabó  con  el  monarca,  vol- 
viendo otra  vez  á  su  letargo  la  industria  por 
ralla  de  protector.  En  la  guerra  de  la  indepen- 
dencia los  franceses  entraron  en  Valladolid  en 
12  de  junio  de  1808,  no  sin  haber  superado  la 
valiente  y  hasta  temeraria  defensa  que  hicie- 
ron los  paisanos. 

Es  patria  de  muchos  varones  ilustres ,  en- 
tre los  que  debemos  citar  los  siguientes:  Agus- 
tín Aatolinez,  Alfonsos,  Caldo,  Chinchilla,  Man- 
zanedo,  López,  Rodríguez,  Maldonado,  Andrés 
oe Villa,  Castañeda,  Escobar  y  Mendoza  /Gon- 
zález de  Reunde,  Daza,  Ponce  de  Santa  Cruz, 


Sánchez  de  Huerta ,  Bernardinos,  Baltasar  Na- 
varrete,  Cristoforos ,  Avendaño,  -Suarez  de  Fi- 
gueroa,  Benavente  y  Benavides,  Cosme  Daza 
de  la  Cueva,  García  de  Trasmiera,  de  Jesús  ó 
Salablanca,  de  Tovar  y  Valderrama,  Domingo 
Baner,  La  Bastida,  Becerra,  Kuñez  de  Guzman, 
Balboa  y  Paz,  Vázquez  Menchaca,  Vega,  (Miz, 
Raíz,  Zumel,.  Alvarez  deVelasco,  Fulgencio  de 
Oviedo,  Ilenao,  Corral,  Córdova,  Tomás  Canto- 
ral, Torres,  Ignacio  délos  Valles,-  Antonio  Cre- 
ma, Juana  Bautista,  Martínez  de  Prado,  Otala- 
ray  Arce,  Matinoso,  La  Puente,  Mereatus,  Mi- 
randa, Miguel  de  Herrera,  Nicolás  Bravo,  Diaz 
de  Agüero,  López  Enriquez  de  Calalayud,  Sán- 
chez de  Viana,  Uñate,  Tomás  de  Villacastin, 
Prudencio  Sandoval  y  otros. 

VALLADOLID.  (obispado  be)  Es  sufragáneo 
de  la  metrópoli  de  Toledo.  Confína  al  H.  0.  y 
S¿  con  la  diócesis  de -Patencia,  al  E.  con  las  de 
Segoviay  Avila,  y  alS.  y  S.  0.  con  las  de  Za- 
mora y  Salamanca,  formando  su  perímetro  ca- 
si un  circulo,  cuyo  diámetro  es  de  solas  7  le- 
guas, escepto  por  el  S.  0.  que  se  estiende  un 
ángulo  hasta  la  villa  de  Tarazona  de  Peñaranda 
á  14  leguas  de  la  capital,  mientras  que  por  el 
E.,  quees  la  menor  distancia,  está  el  estremo  de 
Santovenia  tres  cuartos  de  legua  de  Valladolid. 
Fuera  de  su  demarcación  no  tiene  dependencia 
alguna;  pero  dentro  de  ella  hay  estos,  enclava- 
dos: 1 la  abadía  de  Medina  del  Campo,  com- 
prensiva de  22  pueblos;  pues  aunque  el  abad 
es  nombrado  por  el  diocesano,  es  inamovible 
y  ejerce  jurisdicción  por  sí,  escepto  en  las 
causas  matrimoniales  y  de  sacrilegio:  2."  ocho 
pueblos  que  en  los  años  pares  corresponden  á 
dicha  abadía,  y  en  los  impares  al  obispo  de 
Avila:  3.°  los  pueblos  de  Arroyo,  Adalia,  Bam- 
ba y  Castrodeza,  y  los  de  Torrecilla  y  Fresno 
et  Viejo,  pertenecientes  á  la  órden  de  San 
Juan.  Todos  los  pueblos  del  obispado  (menos 
Tarazona  que  es  de  Salamanca)  corresponden 
en  lo  civil  á  la  provincia  de  Valladolid.  Divíde- 
se en  las  siete  vicarias  de  Portillo,  Tordesillas, 
Oigales,  Tudela  de  Duero,  Matápozuelos,  Si- 
mancas y  Medina  del  Campo,  en  las  que  hay 
95  iglesias  parroquiales,  y  hasta  142  pilas  en 
toda  la  diócesi.  Fué  erigida  la  iglesia  en  cate- 
dral por  Felipe  II  en  1595,  y  tiene  7  dignida- 
des, 19  canónigos,  5  racioneros,  6  medios-  y 
9  capellanes.  Hay  ademas  en  Medina  del  ham- 
po una  colegiata  erigida  en  1480  con  5  digni- 
dades y  6  canónigos.  El  gobierno  de  la  dióce- 
si se  halla  á  cargo  del  prelado  y  un  tribunal, 
compuesto  del  provisor ,  fiscal,  dos  notarios 
mayores,  tres  menores  y  los  demás  depen- 
dientes como  procuradores,  alguaciles,  porte- 
ros y  demandaderos.  Hay  también  una  subde- 
legacion  de  la  obra  Pia  de  Jerusalen  compues- 
ta del  arcediano  de  la  catedral,  provisor  y  te- 
niente vicario  general  castrense,  y  últimamen- 
te el  juzgado  de  espolips  y  vacantes,  del  que 
puede  decirse  que  no  existe  mas  que  un  juez 
en  el  nombre,  que  es  un  prebendado  de  la  ca- 
tedral. 


763 


YALLADOLID— VAMPIRO 


YALLADOLID.  -{capitanía  general.)  Octavo 
distrilo  militar  crue  abraza  las  comandancias  ge- 
nerales y  provincias  de  Yalladolid,  Avila,  Ba- 
laniauca,  Zamora,  leen,  Oviedo  y  Paienóia. 
Cuiilina  al  H.  con  ct  mar  Cantábrico,  al  í.  con 
el  distrito- 1  Ia  (Burgos)  ye!  1"  (Castilla  la  Xnc- 
va'i,  al  S.  con  ol  9o  (Eslremadnra)  y  al  0.  con 
Portugal  y  5o  distrito  (Galicia)  resultando  que 
tiene  Licias  50  leguas  cíe  costa  y  45 -de  frontera. 
Compréndelos  cinco  gobiernos  (le  Yalladolid, 
Zamora,  Ciudad  Rodrigo,  Gijon  y  Puebla  dcSa- 
nabria.  El  capitán  general  reside  en  Vallado- 
lid.  En  este  distrito  tiene  el  cuerpo  de  artille- 
ría la  fábrica  de  fusiles  do  (hyedo  y  su  aneja 
do  Trpbia,  y  las  comandancias  de  las  plazas  de 
Yalladolid,  "Ciudad  Rodrigo,  Zamora  y  Gijon. 

YALLADOLID.  (audiencia  de)  Comprende 
las  cinco  provincias  de  LeOn,  Patencia,  Sala- 
manca, Yalladolid  y  Zamora,  con  1,735  leguas 
cuadradas,  3/19'.!  pueblos,  233,790  vecinos  y 
970, 2G7  almas.  Consta  de  un  regente,  3  pre- 
sidentes de  sala,  9  ministros,  úh  llscal,  3  abo- 
gados fiscales,  5  jueces  de  término,  S  de  as- 
censo y  28  de  entrada,  5  promotores  fiscales  do 
término,  8  de  ascenso  y  28  do  entrada,  G  rela- 
tores, tm  secretario  archivero,  6  escribanos 
de  cámara,  un  canciller  registrador,  un  tiscat 
del  archivo,  nn  tasador  y  repartidor,  1S  procu- 
curadores,  un  portero  mayor,  C  menores,  G  al- 
guaciles en  la  audiencia,  2  en  los  juzgados 
de  término,  2  en  los  de  ascenso  y  2  en  los  de 
entradas,  y  un  ejecutor  de  justicia.  Confina  ai 
N.  con  la  de  Oviedo,  al  0.  con  la  de  la  Coru- 
ña,  al  S.  E.  con  las  de  Ciceros  y  Madrid  y  al 
E1.  con  la  de  Burgos. 

YALLADOLID.  (PAiÍTÍbb  judicial  de'i  Es  de 
término  en  la  provincia,  audiencia  territorial, 
capitanía  general  y  diócesi  de  su  nombre.  Es- 
tá situado  á  la  parte  N.  de  la  provincia,  y  con- 
fina en  esta  dirección  con  el  de  Valdría  (a  Bue- 
na, al  E.  con  el  de  Peñaliel;  ai  S.  con  el  de 
Olmedo  y  al  0.  -con  el  de  la  Mota  del  Marqués; 
esliénd^se  unas  ,4  '/s  leguas  de  (T,  á  S.  y  5  de 
E.  á  0.,  y  comprende  los  21  pueblos  siguien- 
tes: Arroyo,  Cestérniga,  Cigoñuela.  Enensalda- 
ña,  Fuentes  de  Duero,  Coria,  Herrera,  Laguna, 
Oberuela ,  Peíialva  de  Duero,  Pueule  Duero, 
Renedo,  Itobladillo,  Sautovenia ,  Simancas, 
Traspinedo,  Tudela  de  Duero,  Valiadolid,  Villa- 
bañez,  Yillanubla  y  Zaralan.  Su  población  as- 
ciende á  G.195  vecinos  y  20,844  almas. 

VALRUS.  [Historia  natural.)  Homlire  con 
que  suelen  designar  los  ingleses  á  la  bestia 
del  gran  diente  [tricheckus  rosmarus  de  Lin.) 
Yéase  ih'ousa. 

VALYEA.  [Historia  natural.)  Género  de 
gasterópodos  peclinibranqnios,  de  la  familia 
de  los  paludlnidos.  Dicbos  gasterópodos  se  pa- 
recen muebo  alas  paludinas,  solo  que  Su  boca 
no  está  modificada  en  la  penúltima  vuelta  y  no 
es  angulosa  en  el  lado  posterior, 

La  concba  de  Jas  valveas ,  como  la  de  las 
platiorvis,  está  arrollada  casi  en  el  mismo  pla- 
go; pero  m  abertura  es  redonda  y  provista  tle 


i  un  opérculo,  y  e!  animal  tiene  dos  tentáculos 
!  delgados,  con  los  ojos  en  su  base  anterior  y 
■■  respira  por  branquias.  El  pie  es  aliorqijj||(iaJ 
por  delante! 

Entre  las  especies  vivas  citaremos  la  do¡- 
veapovta  plumero  cálvala  crhtqia  A<¡  Mnlh 
que  se  encuentra  en  casi  toda  Europa  en  los 
riachuelos  cenagosos  y  en  las  aguas  estan- 
cadas. 

Entre  las  especies  fósiles,  hvaluata  muí 
tiformis  de  Desli. ,  que  se  encuentra  cu  ks 
cercanías  de  Radon. 

VAMPIRO.  (Creencias  popularas,)  Según, 
una  creencia  muy  vulgar  en  Europa  hace  naos 
dos  siglos  ,  los  vampiros  son  unos  diftihlos 
cjue  salen  por  la  noche  de  los  cémentérios 
para  ebupar  la  sangre  de  los  vivos,  sea  en  el 
cuello,  sea  en  el  vientre,  y  vuelven  désjjuéi 
á  su  sepultura.  Ltfs  vivos  asi  tratados  duranlc 
el  sueño,  polidccian,  caian  en  consunción,  j 
los  vampiros  cobraban  .bellos  colores,  por  los 
cnales  eran  reconocidos  cuando  se  abrían  los 
sepulcros  para  buscarlos. 

La  creencia  en  los  vampiros  no  es  muy  an- 
tigua, porqué  fué  desconocida  entre  los  grie- 
gos, los  romanos  y  en  la  edad  inedia.  Dimanó, 
ál  parecer,  de  las  [itíblacicines  de  raza  stava. 
Se  encuentra  efectivamente  entre  los  esclavo- 
nes y  slovacos,  y  ha  oslado  muy  generalizada 
en  Polonia,  Silesia  y  Moravia,  Existe  Inmbicn 
bace  mucho  tiempo  en  el  Epiro  y  en  la  (¡recia 
moderna;  pero  fué  introducida  indurJablemenii! 
por  los  dáliuatas  y  inóntenegfinos,  y  lo  prue- 
ba el  nombre  de  brueolacor,  qué  estos  dan  á 
los  vampiros,  nombre  quo  es  una  uHeracian 
de!  slavo  vukodak  ,  corrupción  osleá  su  vez 
de  oupire,  sanguijuela  en  esclavón. 

Para  los  morlacos,  los  vukozlaks  sonm(& 
difuntos  guétan  vivido  culpableuieiilu,  y  que 
á  consecuencia  cielos  instintos  malos  á  que 
están  sometidos  después  de  su  muerte,  so  ent- 
pleau  en  atormentar  á  los  vivos.  Cuando  li- 
gón morlaco  atribuye  el  éfá U iafí uéctirí lento  de 
su  blju  ó  de  una  persona  querida  á  las  visitas 
de  un  vampiro,  so  dirige  á  un  sacerdolo,  y 
osle  va  al  sepulcro  del  sospechoso  de  vampi- 
rismo  ;  abroe!  cadáver,,  le  traspasa  el  corazón 
con  ahileres,  espinas  ó  una  estaca,  con  lo  cual 
se  imposibilita  al  vampiro  para  repetir  sjs 
correrías  nocturnas. 

En  Crecía  los  vampiros  son  unos  difuntos 
cuyo  cuerpo  no  se  pudre,  por  haber  sido  es- 
comulgado,  y  esta  creencia. procede  del  paga- 
nismo slavo,  aunque  algunos  la  quieren  enla- 
zar con  el  cristianismo. 

Propagóse  esta  superstición  por  Enrona 
con  esfraordinaria  rapidez  al  principio  del  si- 
glo XVIII.  Penetró  en  Austria,  en  Alemania  y 
en  Lorcna.  So  se  hablaba  mas  que  de  vniaph 
ros;  se  buscaron,  se  Ies  traspasó  el  corazón 
y  fueron  quemados,  Digamos  de  paso  r¡ue  es 
muy  curioso  ver  en  ciertas  épocas  algunas  su- 
pcrsLicioues  moy  circunscritas  y  al  parecer 
locales,  tonjar  rnuclig  vitelo. y  subyugar  todo;; 


I 


76S  VAMPIRO- 

Jos  ánimos duranic  algún  tiempo.  Son  unas  ver- 
díiiíeras  epidéinjiás  supersticiosas  cuya  Lntcosl-? 
ÍJadso.lo  se  disminuye  con  el  tiempo.  Ésto  su- 
cedió en  el  siglo  XVI  con  la  magia  y  uslrolo- 
gjit"  y  en  el  XIX  con  el  magnetismo  animal. 
Eslé  fenómeno  intelectual  es  análogo  al  que  se 
nota  cu  la  fundación  do  algunas  religiones. 

DomCalmet,  tan  crédulo  como  erudito, 
ful  también  juguete  de  tales  creencias,  y  se- 
pia la  .esprosion  de  Vnltaire,  se  hizo  el  his- 
toriógrafo de  los  vampiros.  Sobre  este  asunto 
publicó  una  obra  titulada:  Tratado  sobre  las 
(¡pariciones  de  los  espíritus  y  sobre  ios  vam- 
piros ú  duendes;  París,  Í75J,,  V  tom.en  12.' 

Yaliaire  lia  comparado  las  afirmaciones  tan 
positivas  dadas  en  favor  do  taies  consejas,  con 
las  que  también  se  habían  dado  en  pro  de  le- 
yendas sag-radasmuy  acreditadas,  deduciendo  de 
ello,  que  los  pretendidos  testimonios  contem- 
poráneos tienen  poco  valor  en  materia  de  cri^ 
lia,  cnando  el  error  que  se  trata  de  aclarar 
lia  sido  adoprado  ápriori  por  dichos  testigos, 
y  cuando  los  hábitos  de  critica  y  de  duda  son 
alisolutamenle  estraños  á  la  época  o  al  medio 
cd  qnc  viven.  Dejemos  hablar  al  filosofo 'de 
,1'emcy: 

«Es  una  cosa  iiiuy  curiosa  ver  los  espe- 
dientes jurídicos  relativos  á  los  difuntos  que 
liabian  salido  de  su  sepultura  para  ir  ¡i  chupar 
los  muchachos  y  muchachas  de  la  vecindad. 
Dom  Calmet  rellére  que  en  Hungría,  dos  ofi- 
ciales delegados  por  el  emperador  Carlos  VI, 
auxiliados  por  el  bailio  del  lugar  y  el  verdugo, 
formaron  una  sumaria  sobre  un  varqpiro  muer- 
to seis  semanas  antes,  que  se  entretenía  en 
chupar  á  toda  la  vecindad.  Fué  hallado  en  su 
ataúd  rollizo,  fresco,  con  los  ojos  abiertos  y 
pidiendo  de  comer;  el  bailio  dictó  la  sonten- 
tía.  £1  verdugo  arrancó  el  corazón  del  vampi- 
ro y  lo  quemó;  desde  entonces  ya  no  tuvo  el 
difunto  ganas  de  comer.  Dúdese  ,  después  de 
esto  do  los  muertos  resucitados  que  abundan 
en  nuestras  antiguas  leyendas  y  de  todos  los 
milagros  referidos  por  Dolando  y  por  el  sin- 
cero y  reverendo  Dom  Rmriart.» 

La  creencia  en  el  vampírismo  ha  desapare- 
cido casi  completan]  en  le  de  Alemania;  pero  to- 
davía dura  en  la  Eslavonia,  la  Morlaquia  y  la 
Grecia. 

Esos  vampiros  parecen1  tener  cierto  paren- 
tesco por  una  parle  con  los  ghones  del  Oriente, 
y  por  otra  con  los  lémures  do  los  antiguos  y 
ios  (omisas,  El  ghons  es  una  especie  de  djinn 
ó  de  genio  malo  que  se  come  á  los  hombres  y 
a  los  cadáveres  y  por  eso  se  encucnlra  muchas 
veces  cerca  de  los  cementerios.  Con  frecuen- 
cia toma  Ui  ügura  de  muger.  Desgraciado  del 
viagero  quo  cede  á  la3  provocaciones  amoro- 
sas que  le  dirige  aquel;  no  tarda  en  serpaslo 
de  su  voracidad. 

Los  lémures  eran  las  almas  de  los  malva- 
das ó  de  los  que  no  liabian  recibido  sepultura, 
y  atormentaban  á  los  vivos:  los  lamias  oran 
unos  espectros  femeniles  que  perseguían  á  los 


•VANDALOS  706 

niños;  Debían  su  sangro  y  devoraban  sus 
carnes. 

Pero  eslas  analogías  no  son  una  razón  pa- 
ra atribuir  un  origen  común  á  todas  las  refe- 
ridas creencias.  La  imaginación  crédula  de  las 
poblaciones  primitivas  puede  ,  crear  iguales 
creencias  sin  inteligencia  mutua,  porque  el 
campo  do  la  superstición  es  muy  limitado. 

YAWIKO.  [Historia  natural.)  Este  nombre 
en  los  autores  es  el  epíteto  especilico  de  un 
bermejizo  {vespertilio  vampirus),  y  también 
es  el  nombro  de  un  género  de  murciélagos  in- 
sectívoros de  la  tribu  de  los  íilostomios,  fami- 
lia délos  yampirideos.  Este  género  está  ciasi- 
Ocado  principalmente  por  su  falta  de  cola  y. 
lo  prolongado  del  hocico.  J,á  especie  designa- 
nada  con  el  nombre  de  vampiro  [vespertilio 
ipectrum  de  Lin.),  es  propia  de  la  América  del 
Sur;  ia  hoja  que  lleva  sobre  la  nariz  es 'ovala- 
ba y  aliierbi  en  forma  de  embudo;  su  color  es 
pardo  rojizo  y  su  tamaño  el  de  una  picaza.  Se 
ha  dicho  que  mataba  á  los  hombres  y  á  otros 
animales  chupándoles  la  sangre,  pero  esto  no 
es  probable;  .las  heridas  que  causa  son  muy 
pequeñas  y  no  deben  ser  muy  peligrosas  á 
menos  (pie  no  se  envenenen  por  el  clima. 
■;  VÁNDALOS.  (Historia.)  Los  ^ándalos  eran, 
según  Plinto,  una  de  las  cinco  grandes  razas 
de  los  germanos,  opinión  conlirmada  por  Pro- 
copio,  que  vivió  en  el  siglo  VI.  «Los  ostrogo- 
dos ó  godos,  los  vándalos,  visigodos  y  gépi- 
dos,  dice  este  autor,  aunque  llevan  nombres 
diferentes,  se  asemejan  en  todo:  tienen  la  tez 
blanca  y  los  cabellos  rubios;  todos  son  altos 
y  de  buena  presencia;  se  rigen  por  bis  mis- 
mas leyes,  profesan  la  misma  religión 'y  si- 
guen la  doctrina  de  Arrio. -Todos  hablan  tam- 
bién la  misma  lengua,  la  cual  se  llama  gótica. 
Me  figuro  que  al  principio  todos  formaron  par- 
te de  la  misma  nación;  pero  que  después  to- 
maron de  sus  gefes  los  nombres  conque  ahora 
se  distinguen."» 

Por  los  años  4S  de  la  era  cristiana,  época 
en  que  por  primera  vez  habla  de  los  vándalos 
la  historia,  ocupaban  las  regiones  que  se 
cslendian  entre  ei  Oder  y  el  Vístula  sobre  las 
orillas  del  mar  Dáílico  (Tácito,  Germ.)  Ilácia 
la  primera  mitad  del  siglo  II  bajaron  al  Sur, 
y  después  en  170  invadieron  ia  Panonia  en  el 
momento  mismo  en  que  ei  imperio  era  ala- 
cado  por  todas  partes  por  lastribus  germánicas. 

Balidos  por  Aureliano  y  en  seguida  por 
Probo  (270 — i!77)  so  establecieron,  sin  embar- 
go, los  vándalos  en  la  Dacia,  donde  perma- 
ndeieron  hasta  la  muerte  de  Constantino  (337). 
Derrotados  en  osla  época  por  los  godos,  se 
refugiaron  en  el  territorio  romano,  donde  fue- 
ron bien  acogidos,  recibieron  tierras  en  Pano- 
nia, las  cultivaron  y  vivieron  en  paz  con  el 
imperio,  y  aun  algunos  de  ellos  llegaron  á 
obtener  grandes  destiñesen  el  gobierno  impe- 
rial, citaremos  entre  otros  á  S  til  icón,  que  go- 
bernó el  imperio  de  Occidente  en  tiempo  de 
Honorio, 


767 


VANDALOS 


168 


Durante  su  permanencia  en  Panonia  fué 
cuando  los  vándalos  se  convirtieron  al  cristia- 
nismo; pero  muy  pronto  abrazaron,  como  los 
demás  bárbaros,  los  errores  de  Arrio. 

•  Cuando  á  !a  llegada  de  los  hunos  á  Europa 
cayó  el  imperio  de  los  godos,  las  poblaciones 
germánicas,  empujadas  por  los  nuevos  bárba- 
ros, ""se  precipitaron  sobre  las  provincias  mas 
occidentales  del  imperio;  siguieron  los  vánda- 
los este  movimiento  (406);  atravesaron  el  tibia, 
y  las  Galias  fueron  invadidas  por  numerosas 
bordas  de  alanos,  suevos,  borgoñones,  sárma- 
tas,  gépidos,  herulos,  sajones  y  vándalos. 

Estos  últimos  ai  dejar  la  Panonia  babian 
pasado  el  Danubio  por  Passau,  y  de  acuerdo 
con  los  alanos  llegaron  sobre  el  Klün  entre 
Maguncia  y  Colonia. 

Apenas  pisaron  las  Galias,  se  apoderaron 
de  todo  á  sangre  y  fuego,  y  sus  estragos  fue- 
ron tales  que  mas  de  un  siglo  después  se  cef 
lebraba  todavia  en  las  iglesias  el  oficio  divi- 
no por  los  que  babian  perecido  en  aquellos 
años  de  devastación. 

La  España,  como  las  demás  provincias  del 
imperio,  estaba  entregada  á  la  anarquía;  lan- 
záronse sobre  ella  los  vándalos,  alanos  y  sue- 
vos (409)  y  se  repartieron  su  conquista.  Los 
primeros  obtuvieron  la  Bélica,  que  recibió  su 
nombre  (Vandalucia);  abandonando  desde  en- 
tonces la  vida  errante,  se  dedicaron  á  cultivar 
las  tierras,  y  su  dominación,  dice  Salviano, 
historiador  de  aquella  época,  llegó  á  ser  por 
su  moderación  preferible  para  los  españoles 
á  la  de  los  romanos. 

Los  vándalos  vivian  en  paz  en  su  nuevo  es- 
tablecimiento, cuando  fueron  atacados  por  los 
visigodos,  enviados  contra  ellos  por  Honorio; 
fueron  vencidos  (416 — 418),  pero  no  arroja- 
dos de  la  provincia  que  ocupaban.  Menos  afor- 
tunados que  los  godos  un  ejército  romano  fué 
completamente  destrozado  (422). 

Dos  hombres  sostenían  en  aquella,  época  el 
imperio  que  se  desplomaba:  eran  estos  Aecio 
y  Bonifacio,  apellidados  los  últimos  romanos. 
La  derrota  de  Alila  lia  'inmortalizado  al  pri- 
mero y  la  defensa  de  Marsella  contra  Ataúlfo  y 
la  conquista. del  Africa  contra  los  partidarios 
del  usurpador  Juan  son  los  títulos  de  gloria  del 
segundo,  que  se  bizo  mas  famoso  por  haber 
entregado  á  los  bárbaros  esa  misma  Africa  que 
había  reconquistado. 

Aecio,  aunque  hombre  de  corazón  y  de 
cabeza,  tenia  la  debilidad  de  no  poder  sufrir 
competidores.  Envidioso  de  la  importancia  de 
Bonifacio,  todos  los  medios  le  parecían  buenos 
para  perderle,  y  al  efecto  intriga  y  consigue 
que  la  emperatriz  Placidia,  madre  y  tutora  de 
Valentiniano  III  exhoneredel  gobierno  de  Afri- 
ca á  su  rival  de  gloria,  de  quien,  decia,  era 
preciso  desconfiar,  y  anuncia  al  mismo  tiempo 
á  este  último  que  Placidia  le  llama  para  dar- 
le muerte.  Bonifacio  se  arma  para  defender 
su  vida  que  cree  injustamente  amenazada,  y 


belion  que  ha  previsto.  Exasperado  Bonifacio 
recurre  á  los  vándalos  establecidos  cu  is 
Bélica. 

,  Acababa  de  morir  su  rey  Gonderico,  y  le 
había  reemplazado  su  hermano  bastardo'  Gen- 
serico.  Llamado  por  Bonifacio,  el  bárbaro  se 
da  á  la  vela  con  su  ejército  y  desembarca  en 
Aírica(429).  «Tres  siglos  después  el  resenti- 
miento y  la  traición  de  otro  capitán  debianlh- 
mar  de  Africa  á  España  á  los  vengadores  do 
otra  querella  doméstica:  los  moros  se  embaí-- 
carón  donde  los  vándalos  habían  desembarca- 
do; atravesaron  en  opuesto  sentido  aqoel  es- 
trecho, cuya  doble  costa  no  pudieron  defender 
las  tempestades  contra  las  pasiones  de  los  hom- 
bres.» (Chateaubriand). 

Los  disturbios  que  producía  en  Africa  el 
cismade  los  donalistas  facilitan  la  conquista 
de  Genserico.  Este  príncipe  era  amano;  lodos 
los  que  se  hallaban  en  hostilidad  con  la  igle- 
sia ortodoxa  miran  al  estraugei'o  como  aliado, 
y  los  vándalos  se  ven  pronto  dueños  de  las 
tres  Mauritunias,  Tingitana,  Cesárea  y  Silita, 
Entretanto  Placidia  y  Bonifacio  babian  con- 
cluido  por  entenderse;  la  perfidia  de  Aecio  lia- 
bia  sido  reconocida.  Arrepentido  Bonifacio  in- 
tenta rechazar  al  enemigo;  mas  vencido  en 
dos  combates  el  general  romano  se  refugia  en 
Hipona  (430)  donde  sostiene  su  sitio  de  caloren 
meses  y  es  al  fin  obligado  i  hacer  una  paz  que 
asegura  á  Genserico  los  frutos  de  su  compi- 
ta, es  decir,  lodo  el  pais  desde  las  columnas 
de  Hércules  basta  los  muros  de  Hipona  (Roma) 
y  de  Cirta  (GonStantinai  (43  o). 

Genseiico  se  aprovechó  de  la  paz  ¡íara  apati- 
zar su  dominación  en  el  pais  de  que  era  due- 
ño; quiso  reconciliarse  con  los  moros;  favo- 
reció á  los  donatislas,  perseguidos  baria  ran- 
cho tiempo.,  y  procuró  reunir  las  innumera- 
bles sectas  que  se  habían  levantado  en  Africa, 
en  el  seno  del  arrianismo,  que  él  profesaba)' 
el  cual  al  parecer  resumía  todas.  En  fin,  cuan- 
do se  consideró  bástanle  fuerte  aprovechó  el 
momento  en  que  la  invasión  de  Alila  abruma- 
ba el  imperio  de  Occidente  para  apoderarse  Je 
Cartago.  A  esta  fácil  conquista  sucedió  inme- 
diatamente la  ocupación  de  toda  el  Africa  pe- 
ninsular y  de  Bizancena, 

Cuando  de  este  modo  hubo  reunido  Gense- 
rico bajo  su  dominación  todo  lo  que  eslabir 
sometido  á  Roma  en  aquellas  comarcas,  pensó 
en  organizar  su  conquista  y  asentar  sobre  fun- 
damentos regulares  y  permanentes  el  estado 
de  los  vándalos  en  Africa.  Estableció  pues  su 
poder  sobre  una  doble  base.  Después  de  linter 
repartido  las  tierras  conquistadas  entre  us 
guerreros  que  babian  peleado  con  él,  se  de- 
dicó á  crear  sobre  el  Mediterráneo  una  maní» 
poderosa.  Sus  estados  ocupaban  vastísima  os- 
tensión dé  cdslas  sobre  aquel  mar;  mandaba 
á  poblaciones  hábiles  en  el  arte  de  la  navega- 
ción, y  supo  completar  estos  primeros  ele- 
mentos de  triunfo.  La  isla  de  Córcega,  con- 


Aecio  presenta  este  armamento  como  una  re- '  quistada,  le  suministró  maderas  de  constme- 


769 


VANDALOS 


770 


cion  y  las  costas  de  Africa  le  dieron  marine 
ros,  se  lanzó  desde  Gartago  sobre  Sicilia,  Cer- 
deíía  y  las  Baleares,  y  devastando  desde  alli 
las  costas  de  la  Italia  y  de  la  Grecia,  hizo  ti  i- 
ímtarios  a  los  dos  imperios,  y  pudo  de  este 
modo  JiísliO  car  hasta  cierto  punto  el  titulo  que 
sedaba  algunas  veces  de  rey  de  la  tierra  y  del 
mar.  La  presa  mejor  de  los  vándalos  fué  sin 
dudala  que  les  ofreció  Roma  d  u  ranl  e  los  catorce 
dias  de  saqueo  que  la  hicieron  sufrir  (desde 
el  [5  al  29  de  junio  de  455).,  La  ruina  de  Car- 
lago  y  los  agravios  que  el  Africa  Labia  recibi- 
do de  sus  antiguos  conquistadores  quedaron  en- 
tonces bien  vengados  y  los  descendientes  de 
los  fenicios  pudieron  consolarse  enviando  á 
Gcnseríco  á  Cartago  con  los  despojos  de  los 
que  se  habían  mostrado  con  sus  padres  impla- 
cables vencedores. 

Para  vengar  el  nombre  romano  de  tantos 
ultrajes  y  quitar  á  ios  barbaros  la  soberanía  de 
los  mares  y  recobrar  las  provincias  conquista- 
das intentó  el  emperador  Leoncio  un  esfuerzo 
poderoso:  reuniéronse  100,000  hombres  bajo 
las-órdenes  de  Basilisco;  pero  la  Ilota  que  los 
llevaba  fué  incendiada  por  el  enemigo,  y  Basi- 
lisco despees  de  haber  visto  á  su  ejército  ca- 
si anonadado,  huyó  á  Constantinopla.  Después 
de  esla  victoria,  Genserico,  que  se  Labia  hecho 
mas  poderoso,  que  nunca,  obligó  á  la  orgu- 
liosa  corte  de  Bizaneio  á  humillarse  ante  el 
terror  del  nombre  vándalo,  y  en  un  tratado  que 
sancionaba  definitivamente  las  conquistas  del 
rey  bárbaro,  fué  reconocido  dueño  de  todo  el 
pais  comprendido  entre  las  freideras  de  Ja  Ci- 
i'etíáica  y  el  Océano,  y  le  dejo  ademas  la  Cor- 
dería, Córcega,  las  Baleares  y  Sicilia.  En  cuan- 
to á  la  Cirenáica  continuó  formando  parte  del 
imperio,  y  fué  agregada  á  la  provincia  de 
Egipto  (476). 

Ceuserico  murió  poco  tiempo  después  de 
este  tratado,  que  era  como  la  consagración  de 
su  obra  (477)i  pero  al  legar  su  vasto  imperio 
á'sus  sucesores  no  les  legó  el  genio  que  ha- 
bía sabido  fundarlo.  En  lo  interior  había  com- 
primido  y  ami  convertido  en  provecho  suyo 
las  paciones  religiosas,  los  odiús  nacionales  y 
bástalos  conjuraciones  urdidas  contra  él.  Los 
moros  siempre  dispuestos  á  desbordarse  del 
desierto  sobre-  las  ciudades  habían  servido  á 

grandeza  en  sus  ejércitos  y  abordo  de  sus 
Ilotas;  y  los  rebeldes  guardaban  para  él  las  is- 
las del  Mediterráneo.  Las  costumbres  corrom- 
pidas de  ias  ciudades  romanas  habían  sido  re-, 
jirímidas  violentamente;  se  habían  cerrado  los 
lugares  de  prostitución,  que  la  licencia  de  Jos 
griegos  del  Bajo  Imperio  liabian  multiplicado 
yliab'mncesadolosdesórdenesdel  Circo.  «Dios, 
según  Salviano,  se  servia  de  los  bárbaros,  no 
■  solamente  para  castigar  d  los  romanos  por  su 
perversidad,  sino  también  para  devolver  algu- 
na moralidad  al  género  humano.» 

^  Desgraciadamente  las  creaciones  y  las  re- 
larmas  de  Genserico  no  se  prolongaron  mas 

«o,  su  exi3teneia.  Esos  mismos  vándalos 

«18   BIUMOTUCA  POPUUll, 


que  habían  venido  i  castigar  los  vicios  y  los 
crímenes  de  Jos  romanos  de  Africa,  no  tarda- 
ron en  imitarlos  y  acaso  también  en  aventajar- 
los. Todas  sus  virtudes  guerreras  se  borraron, 
y  desaparecieron  en  el  lujo  y  la  molicie;  á  su. 
fanatismo  ignorante  se  sustituyó  la  afición  á 
las  sutilezas  teológicas  y  á  las  querellas  reli- 
giosas. La  fuerza  del  imperio  vándalo  fué  de- 
creciendo de  dia  en  día  bajo  los  cuatro  prime- 
ros sucesores  de  su  fundadorlíumerico,  Guntha- 
mundo,  Trasimundo  6  Hilderico;  las  tribus  nó- 
madas que  ya  en  los  últimos  tiempos  de  la 
dominación  romana  habían  ganado  terreno  en 
el  pais  conquistado  á  la  civilización,  se  hicie- 
ron inas  emprendedoras  á  medida  que  se  de- 
bilitaron los  medios  de  resistencia;  asi,  pues, 
la  dominación  vandálica  presentaba  signos  evi- 
dentes de  decadencia,  cuando  la  caída  de 
Hilderico,  vino  á  ofrecer  al  emperador  Justi- 
niano un  pretesto  para  enviar  á  Bélísario  á  la 
conquista  del  Africa. 

Educado  Hilderico  en  la  eórte  de  Constan- 
tinopla se  había  hecho  amigo  de  Justiniano; 
pero  esta  misma  amistad  y  el  cristianismo 
ortodoxo  cuyos  principios  había  bebido  en 
Oriente  vinieron  á  ser'  la  causa  de  su  ruina 
atrayéndole  el  odio  de  sus  subditos.  Gilimer,  á 
quien  algunos  triunfos  recientes  sobre  los  mo- 
ros habían  ilustrado  á  los  ojos  de  los  vándalos, 
aprovechó  su  descontento  para  derribar  á  Hil- 
derico y  ponerse  en  su  logar.  Esta  usurpación 
proporcionó  á  Justiniano  la  ocasión  que  tal  vez 
esperaba  hacia  largo  tiempo,  aunque  muchos 
de  sus  consejeros  acontándose  todavía  de  la 
fatal  espedicion  de  Basilisco  temiesen  para  él 
imperio  otra  guerra  contra  el  misino  .pueblo. 

Bélísario,  encargado  de  la  dirección  de  la 
guerra  desembarca  en  Caput-Vada,  en  los  con- 
fines de  la  Bizaneena  y  de.  la  Tripolilana,  á  fin 
de  proporcionarse  en  caso  de  necesidad  una 
retirada  por  la  Cirenaiea  y  el  Egipto.  No  l!e- 
vaha  consigo  mas  que  unos  30,000  Jiombres, 
si  bien  aguerridos  y  llenos-de  confianza  en  su 
general;  avanza  y  no  encuentra  resistencia. 
Se  presenta  delante  de  Cartagó  y  le'  abré  sus 
puertas  sin  combatir. 

Entretanto  Gilimer  que  no  ha  sabido  defen- 
der su  capital  hace  el  último  esfuerzo;  sale  al 
encuentro  de  los  romanos  en  Tricameron;.  es 
vencido,  abandona  su  campo  á  los  vencedores 
que  lo  encuentran  lleno  de  Jos  despojos  del 
Occidente  y  huye  a  las  montañas  en  busca  de 
un  refugio  que  el  hambre  le  obliga  pronto  á. 
abandonar,  y  se  dirige  al  fin  á  Bélísario,  el 
cual  lo  conduce  á  Constantinopla.  Apenas  ha- 
bían, trascurrido  tres  meses  cuando  ya  esta- 
ba consumada  la  ruina  completa  de  la  monar- 
quía vandálica. 

Desaparece  la  nación:  irnos  perecen;  otros 
hechos  prisioneros,  son  incorporados  en  las 
tropas  imperiales,  y  apenas  se  presentan  al- 
gunos centenares  en  las  rebeliones  que  siguen 
a  la  conquista.  En  tin,  desde  544,  no  hace  ya 
la  historia  mención  de  ellos;  no  queda  mas 
T.   XXXIII,  49 


771- 


VANDALOS-VAPOR 


7?ü 


que  su  npijibre,  y  es  un  hecho  dlgiip  de  ob- 
servarse que  i!c  tarifas  papiones  bárbaras  como 
desolaron  el  imperio  durante  la  gran  iayasiprí 
del  si  «lo  Y,  los'  vándalos  fueron  los  únicos 
cuya  memoria  conservó  la  tradición  popular. 
Bsfa  trisle  preferencia  fué  debida  á  la  enormi- 
dad ele  sus  devastaciones:  todo  pueblo  cruel 
y  dado  al  robo,  fué  un  pueblo  vándalo:  du- 
rante ja  edad  media  árabes,  eslavos  norman- 
dos y  húngaros  fueron  confundidos  con  los 
vándalos,  y  en  nuestros  djas  para  censurar  los 
escesos  de  1193  rio  pudo  liálfat'se  espresiou 
ibas  pnérgica  que  la  de  vandalismo  revolu- 
cionario. 

La  eaida  de  la  dominación  vandálica  da 
logar  á  una  observación  que  ya  liemos  tenido 
lugar  de  hacer,  y  es  que  de  lodaslas  naciones 
bárbaras  que  abrazaron  el  arrianismn,  ningu- 
na pudo  Tormar  suciedad  doladera,  y  jiopjipe- 
ce  sino  que  desde  que  esta  doctrina  se  íutro- 
dúcia  en  un  pueblo  le  empujaba  inevitable- 
mente á  su  ruina.  Tal  fué,  en  efecto,  la  suer- 
te de  todas  las  poblaciones  germánicas  que  la 
adoptaron',  alanos,'  godos,  vándalos;  berilios, 
bqrgoñones,  suevos  y  lombardos,  todos  su- 
cumbieron; una  sola  sobrevivió,  la  de  los 
francos,  que  eran  católicos. 

VANESA,  [Historia  natural.)  Géucro  de  le- 
pidópteros diurnos  de  la  tribu  de  los  linfáii- 
dos.'y  cuyps  paraderos  son:  'antenas  tan  lar- 
gas como  el  cuerpo,  rígidas  y  terminadas  par 
una  maza  prolongada,  ovoidea  y  nunca  apla- 
cada ni  ahuecada  por  debajo  en  forma  de  cu- 
chara; palpos  de  doble  longitud  que  la  cabe- 
za, convergentes  y  vellosos  hasta  la  punta,  ca- 
beza mas  angosta  que  el  corselete,  ojos  pu- 
bescentes; corselete  muy  robusto;  abdomen 
mas  corto  que  las  alas  inferiores  y  oculto  en- 
teramente por  Ja  reunión  de  los  dos  bordes 
internos  que  forman  canal  eii  el  estado  de  re- 
posp.  Las  orugas  tienen  la  cabeza  escotada  an- 
teriormente en  forma  de  corazón,  y  el  cuerpo 
guarnecido  de'  espinas  vellosas  ó  ramosas  dé 
igual  longitud,  escepto  en  el  primero  y  en  el 
último  anillo  que  carecen  de  ellas.  Crisálidas 
angulosas,  con  la  parto  superior  de  la  cabeza 
redondeada  algunas  veces,  poro  mas  comun- 
mente terminada  en  dos  puntas;  el  dorso  ar- 
mado de  dos  tilas  de  tubérculos  mas  ó  menos 
agudos;  la  mayor  parte  de  dichas  crisálidas 
están  adornadas  de  manchas  de  oro  ó  piala,  y 
ó  veces  todas  doradas.  Cada  especio  de  este 
género  tiene  sus  hábitos  particulares,  sin  em- 
bargo, viven  con  preferencia  cerca 'de  las  ha- 
bitaciones, jardines,  paseos  y.  campiñas  dos- 
cubiertas,  y  no  se  encuentran  sino  acciden- 
talmente en  los  grandes  bosques  y  parages 
incultos,  escepto  la  vanessa  prarsa,  que  no 
liabita  si i¡ o  eu  las  selvas  frías  y  húmedas. 

Las  especies  de  este  género  se  encuentran 
eu  todas  las  partes  del  mundo,  y  muchas  de 
ellas  ostentan  los  mas  hermosos  colores.  Eu 
Europa  se  cuentan  doce  especies,  de  las  que 
¿o  citaremos  sino  las  tres  principales: 


La  ip  ó  pavo  real  de  día  [vanessa  ¡o  de 
,),  cuya  larva  vive  en  las  ortigas  ¿  rs  nm. 


. .  lr  es  muy 
ios  alrcddlore 


Lia. 

cumun  durante  el  verano  en 
(Je  l'aris. 

La  bulla  dama  [V.  cardui,  de  Lin.),  jn¿ 
aparece  casi  sin  interrupción  desde  el  níhfci- 
pio  de  la  primavera  hasta  él  lin  del  verano,  v 
se  halla  en  todos  los  paises. 

El  vukano  ó  atalanta  ¡V.  atalanta  de  |j. 
neo),  cuya  larva  come  principalmente  la  sé- 
milla  de  la  ortiga;  es  rali  y  común  ea  Francia 
y  se  encuentra  también  lauihien  en  la  ludia, 
en  Africa  y  América. 

Entre  las  vanesas  de  Asia  la  mas  nolalilc 
es  la  vanessa  almona;  originaria  de  ía  Clima. 

VANÜA.  [Historia  natural.)  Género,  dé 
aves  del  orden  de  los  paseros,  sección  de  los 
denlirostres,  familia  de  las  lanideas,  canicie- 
rizado  especialmente  por  sil  pifio  robusto, 
comprimido,  encorvado,  muy  ganchoso  y  fuer- 
temente dentado  cu  su  punta,  con  la  niaridiliu- 
la  inferior  remangada  y  aguda  eu  su  [ínula, 
y  las  comisuras  guarnecidas  de  algunas  sedas 
rígidas. 

Estas  aves  se  parecen  mucho  en  sus  cos- 
tumbres á  las  pega-rebordas;  son  turbulenta 
y  pendencieras,  embisten  á  las  otras  aves  con 
ferocidad  aliinenlámlusede  presas  vivas,  habi- 
tan comunmente  sobre  los  contornos  ile  las 
grandes'  selvas,  rara  ven  en  su  hilerlov,  y 
nunca  eu  las  llanuras  y  campos  cultivados. 

Pueden  citarse  como  especies  de  este  gé- 
niTu  la  vanga  de  cabeza  blanca,  ivanfíalm- 
couepjiqla,  de  Less.)  de  Madagascar;  la  vmvja 
destructora  (vanga  destructor,  de  jernin.l,  de 
Nueva  Holanda,  y  latíanla  cabeza  jjrísiM. 
gá  ohirrocephalus,  de  Less.),  de  Nueva  Gui- 
nea en  las  cercanías  de  Doley  y  á  que  los  pa- 
pos llaman  pitui, 

VAPOR.  (HISTORIA  Dli  LA  MAUUIN'ADE)  ¿(¡pién 

es  el  inventor  de  ía  máquina  de  vapor!  lili 
cuestión  es  do  las  que  lodos  los  días  sientati 
los  que  la  piensan  resolver  pon  una  solapa' 
labra.  jj*n  ciudadano  de  Inglaterra  paria  fácil- 
monte  una  respuesta  categórica.  oLa/ináflUina 
de  vapor,  tliria,  es  una  invención  enleruiiiciile 
inglesa',  concebida,  puesta  eu  ejecución  y  per- 
feccionada por  un  corto  número  de  ingleses,* 
l.'na  enciclopedia  Inglesa  tampoco  dejarla  ile 
alegar  la  ostensión  de  los  desarrollus  pura- 
mente históricos  que  consagrarla  á  la  rai# 
na  de  vapor,  alegando  la  necesidad  de  espo- 
uer  minuciosamente  al  público  británico  una 
relación  cuyos  gastos  han  suministrado,  diría, 
los  nacionales.  No  abrigamos  nosotros  )l  mis- 
ma opinión.  La  invención  de  la  njáquiM  lie 
vapor  nos  parece  cosa  muy  complicada  para 
que  sea'  posible  atribuirla  á  uno  solo,  ni  aun 
á  un  corlo  número  de  individuos,  y  en.eiiantu 
á  la  parte  que  puede  reivindicar  la  nación  in- 
glesa, probaremos  que  no  es  tan  grande  f]i* 
no  puedan  ligurar  otros  nombres  en  primera 
linea,  entre  los  que  mas  contribuyeron  adP- 
lar  Ja  civilización  con  tan  maravillosa  máqiuw. 


773 


VAPOR 


774 


«Es  justo  reconocerlo...  ha  sido  mi  error 
considerar  la  máquina  de  vapor  ebriió  im  ób- 
lelo sencillo,  cuyo  inventor  se  necesitaba  ab- 
S,dii)íaméntó  encontrar...  En  la  máquina-dé 
réé  existen  muchas  ideas  capitales  cpie  pue- 
Jeúíio  ífi'  ¡tóítá  fle  un  mismo  cerebro.  Clasi- 
tólas  por  órden  de  importancia,  dar  á  cada 
¡uveulor  Ifi  'l"e  ,R  pertenece,  -vel'ei  ir  exaela- 
meiik:  las  fechas  de  bis  diverjas  publicaciones, 
li¡  fle.be  ser  el  objeto  del  Ustáriadiár.»  Eslás 
palabras  de  Arago  (11  reasumen  perfeciamentc 
nuestra  opinión  é  indican  el  objeto  que  nos 
probbtí'étatís,  imitando  a  la  mayor  parte  de  los 
rplélian  li'alado  la  misma  materia,  liemos  adop- 
tado cu  nuestra  relación  el  orden  cronológico, 
romo  el  mas  sencillo,  natural  y  propio  para 
hacer  resallar  la  generación  sucesiva  de  las- 
ideas. 

Nos  proponemos,  en  lo  que  sig¡ne,  repro- 
ducir con  la  mas  escrupulosa  exactitud  los  Ins- 
ito originales  para  que  cada  uno  pueda  recur- 
rirá los  manantiales  y  examinar  nuestras  apre- 
ciaciones. 

Primeras  huellas  del  otínoci^ífinto  de  la 
fuerza  matriz  del  vapor.  Heron  de  Alejan- 
dría ■primer  siglo  antea  de  la  era  cristiana). 
En  el  apáralo  culinario  mas;  sencillo  y  útil 
lio  nuestros  días  debe  buscarse  el  origen  pri- 
mitivo de  esos  preciosos  mecanismos,  de  esas 
poderosas  máquinas  que  producen  tan  pro- 
digiosos efectos  en  la  tierra  y  en  el  agua. 
Si,  el  caldera ,  la  olla ,  cuyo  empleo  alcan- 
za i  tan  remota  antigüedad  ,  han  suminis- 
trado las  primeras  observaciones  sobre-  ta 
tuerza  motriz  del  vapor,  ¿bo  dudáis?  Invoca- 
mos en  apoyo  de  esta  opinión  la  autoridad 
de  llcron  de  Alejandría.  Diestro  geómetra  y 
mecánico,  nació  cerca  do  120  arios,  antes  de 
Jesucristo,  es  el  autor  mas  antiguo  que  nos 
lia  dejado  algunos  pormenores  sobre  las  dife- 
rentes maneras  con  que  en  su  liempo  se  sa- 
bia producir  una  fu'e'rzá  motriz  por  medio  del 
calor. 

En  un  U-atado  conocida  generalmente  con 
el  nombre  de  Spiriíatia  (traducción  literal  de 
la  palabra  griega  Pneumática),  y  atribuido  á 
dicho  autor,  se  bailan  descritos  bna  serie  de 
aparatos  c|iie,  aunque  parecen  verdaderos  ju- 
guetes, no  por  eso  deben  fijar  menos  la  aten- 
ción por  la  manera  sencilla  é  ingeniosa  con 
que  se  ebiplean  en  ellos  las  corrientes  de  ya- 
par ó  de  aire  cálido.  Eslractamos  de  este  libro 
los  testos  relativos  á  apáralos  ldü  este  género. 
Nuestras  cli;s  sé  refieren  á-la  preciosa  edición 
de  los  Títeres  Matkematioi,  en  1093  en  la 
Imprenta  Heal  francesa,  en  folio.  Presentamos 
la  traducción  tan  perfectamente  como  es  po 
■  sililei  ' 

I5eron;describe  en  estos  térriiinos  defecto 
de  tin  surtidor  de  vapor  vertical  sobre  un  cuer- 
po leve  que  so  sumerge  en  él  (Y.  fig.  1.a,  lá 
mina  LXH de  las  a'ktiís  mecánicas). 

ID  Anuario  de  Us  loiigiiuues,  J83'J,  p,  íib. 


«Loa  globos  bailan  en  esla  forma:  una  olla 
llena  de  agua  y  con  una  apertura  se  somete  á 
la  acción  del  fuego;  de  la  apertura  sale  un  tubo 
que  termina  en  si]  estremidad  superior  por  un. 
hemisferio  cóncavo.  Si  arrojamos  una  Bolita 
ligera  en  este  hemisferio,  el  vapor  que  áajqía 
por  el  tubo  levantará  lá  bolita  que  parécérá 
bailar  (1).  i 

tí  nombre  mismo,  cuino  laminen  la  forma 
del  raso  figurado  eu  la  obra  de  Heron,  indica 
el  origen  de  la  observación  que  debió  señalar 
por  primera  vez  la  fuerza  impulsiva  del  vapor. 
Este  vaso  es  una  simple  olla  (en  el  testo  grie- 
go ^s6[j.í),  Herméticamente  cerrada  por  íma  co- 
bertera de  suerte  que  no  deje  escapar  el  vapor 
producido  por  un  orificio  muy  pequeño.  E]  uso 
diario  de  la  olla,  de  ese  aparato  tan  vulgar, 
lid  bastado  por  lo  taulo  para  dar,  desde  la  mas 
remola  antigüedad,  una  idea  de  la  fuerza  elás- 
tica del  vapor  de  agua.  El  diá  en  que  un  ob- 
servador inteligente  se  enconlró  por  acaso 
sentado  en  el  ¡incoa  de  un  fogón  ante  el  cual 
se  caienlnba  fuertemente  una  olla  provista  de 
una  cobertera  que  apenas  dejaba  escapar  el 
vapor,  debió  ocurrido  la  idea  de  la  fuerza  mo- 
triz de  esle.  Las  leyendas  de.  creación  moder- 
na que  atribuyen  esta  idea,  ó  alguna  cosa  equi- 
valente, á  Worcester,  en.  1003,  .y  también  á 
Watt,  en  1750,  muy  lejos  de  debilitar  este  orí- 
gen,  no  hacen  otra  cusa  que  evidenciarlo  mas 
y  mas ,  en  presencia  del  testo  de  iieron  de 
lUejand  ría . 

El  apúralo  quincuagésimo  descrito  por  lie- 
ron,  presenta  otra  aplicación  ingeniosa,  aun- 
que estéril  aun,  de  ja  fuerza  motril  del  va- 
por (fíg.  2.a  ibid.)  Dejemos  hablar  al  autor 
griego'. 

«Hacer  mover  una  pequeña  esfera  sobre 
ejes  por  medio  de  una  olla  caliente. 

«¡sea  AD  una  olla  que  contenga  agua  y  so- 
metida á  la  acción  del  calor.  Se  cierra  por  me- 
dio do  una  cobertera  CD;  que  atraviesa  él  tubo 
encorvado  EFG,  cuya  eslremidad  C  penetra  en 
la  pequeña  esfera  cóncava  M,  según  su  diá- 
metro. Kn  la  otra  estremidad  del  diámetro  se 
coloca  el  eje  que  so  fija  sobre  la  cobertera  CD 
por  medió  de  la  espiga  LUI.  De  la  esfera  salen 
dos  túttbs  colocados  según  su  diámetro  (en  án- 
gulo recto  sobre  el  primero),  y  encorbatós  en 
ángulos  recios  en  sentido  inverso  ünü  de  otro. 
Cuando  llegue  á  calentarse  la  olla,  pasará  el 
vapor  por  el  tubo  EtTr  á  la  esfera,  y  saliendo 
por  los  tóbos  doblados |(cn  ángulos  rectos), 
hará  girar  la  esfera  de  la  misma  manera  que 
los  personages  que  bailan  en  rueda. (2). - 

Se  necesitan  algunas  aclaraciones  para  la 
inteligencia  completa  de  esta  descripción. 

Nótese  desde  luego  que  si  el  vapor  saliese 
de  la  esfera  por  agujeros  abiertos  en  ti  pro- 
longación de  los  radios,  no  se  produciría  mo- 
vimiento alguno;  p»ro  cuando  los  tubos  diri- 

I    (t)   YeLMar.,  fe  ' 
I    (S)  Vet.  Mal.,  p.  2M. 


775 


VAPOR 


776 


gidos  "desde  luego  según  estos  radios  están 
doblados  en  ángulos  rectos,  no  podiendo  ve- 
rificarse la  salida  del  vapor  sin  que  se  haga 
sentir  cierta  reacción  contra  la  pared  del  tubo, 
en  una  dirección  opuesta  á  la  corriente  de  va- 
por, esta  reacción  es  la  causa  determinante  de 
un  movimiento  de  1'Olacion  tanto  mus  rápido 
cuanto  mas  intenso  es  el  surtidor  del  vapor. 
Por  otra  parte  se  necesita ,  para  producir  el 
mayor  efecto  posible,  que  los  orificios  de  sa- 
lida se  bailen  en  direcciones  opuestas  entre  sí 
y  perpendiculares  al  mismo  diámetro. 

La  salida  de  un  liquido  sometido  á  una 
presión  suficiente  daría  lugar  á  un  fenómeno 
análogo.  Lo  mismo  sucedería  con  la  corriente 
de  un  gas;  y  el  aparato  71  de  lleron,  que 
es  el  movido  por  el  aire  caliente,  es  el 
mismo  á  que  alude  el  autor  al  hablar  de  los 
bailes  en  rueda  (Ij.  , 

Los  dos  aparatos  que  acaban  de  describirse 
son  los  únicos  en  que  el  autor  Isa  puesto  en 
juego  la  fuerza  motriz  del  vapor  de  agua.  Pero 
bay  otros  en  que  el  agua  caliente  se  emplea 
como  motor;  y  entro  estos  debemos  citar  al- 
gunos por  razón  del  partido  que  podia  sacarse 
de  ellos,  casi  sin  cambiar  nada,  para  poner  en 
juego  la  acción  del  vapor. 

«Sobre  ciertos  aliaros,'  dice  (véase  la  figu- 
ra 3.a,  lbid),  cuando  se  enciende  el  fuego, 
los  personages  asistentes  hacen  libaciones;  la 
construcción  se  ejecuta  de  la  manera  siguien- 
te. Sea  una  Lase  ABCD  sobre  la  cual  se  colocan 
personages  y  un  altar  cerrado  por  todas  par- 
tes. La  base  se  cierra  por  si  misma,  y  tiene 
una  comunicación  con  el  altar  por  el  agujero 
G;  se  ftalla  también  atravesada  por  el  tubo 
HKX,  poco  distante  del  fondo  de  la  base  Lacia 
L,  y  terminando  en  una  copa  que  el  persona- 
ge  tiene  en  la  mano.  Se  derrama  agua  en  la 
base  por  una  abertura  M,  que  se  cierra  des- 
pués. Si  se  enciende,  pues,  fuego  en  enaltar 
EFG,  dilatándqse  el  aire  interior  se  esparcirá 
hacia  la  base  y  comprimirá  el  liquido,  que  no 
teniendo  otra  salida  mas  que  el  tubo  BÉJ¿  su- 
le  á  la  copa.  T  asi  el  personage  ofrece  liba- 
ciones; y  esto  tiene  lugar  mientras  dure  el 
fuego,  cesando  la  libación  apagado  este  y  re- 
novándose él  fenómeno  cuando  se  enciende  el 
fuego.  Se  necesita  ademas  que  el  tubo  por  el 
cual  debe  introducirse  el  calor  sea  mas  ancho 
en  medio;  porque  es  necesario  que  el  calor  ó 
mas  bien  el  vapor  que  produce,  cuando  llega 
á  un  lugar  mas  espacioso,  se  escape  en  ma- 
yor abundancia  y  pueda  producir  también  mas 
efecto  [2),'» 

Este  esperimento  es  el  undécimo  en  la  co- 
lección de  Heron.  Ofrece  algo  de  satírico  como 
muestra  de  ciertas  charlatanerías  practicadas 
en  los  aliares  del  paganismo.  Indicaremos 
ahora  la  modificación  muy  sencilla  que  débe- 


te Véase  para  la  figura  y  descripción  de  este  úl- 
timo mecanismo,  VH.  Mal,  p.2íM. 
,(2)    Vet.  Mal.  p.  t66. 


ría  aplicarse  á  sustituir  la  acción  del  vapor  de 
agua  á  la  del  aire  caliente. 

En  el  esperimento  cuadragésimo  sétimo  el 
aire  sometido  á  variaciones  de  teppWara 
obra  de  suerte  qué  hace  subir  el  agua  [fiim. 
ra  A.n,  lbid.)  «Sea  una  base  cerrada  ACHI) 
por  medio  de  la  cual  pasa  un  embudo  cuyi'i 
canon  se  halle  .muy  poco  distante  del  fondo 
ele  esta  base;  sea  (ademas)  un  globo  EF  del 
que  baja  un  tubo  á  la  base  hasta  una  corla  dis- 
tancia del  fondo  del  aparato.  Un  tubo  encorva- 
do G  se  halla  ajustado  de  manera  que  penetre 
en  el  agua  del  globo.  Cuando  el  sol  llegue  á 
herir  este  globo,  calentándose  el  aire  que  con- 
tiene comprime  al  liquido;  este  se  escapa  ñor 
el  sifón  y  baja  á  la  base  por  el  embudo.  Pero 
cuando  el  aparato  se  halla  á  la  sombra,  el  aire, 
(monos  dilatado),  cederá  lugar  en  el  glotw,  y 
volverá  el  tubo  á  recobrar  el  liquido.  Este  fe- 
nómeno tendrá  lugar  siempre  que  el  sol  hiera 
al  (globo)  { I).»  Las  palabras  entre  paréntesis  se 
añaden  al  texto  parumayor  claridad;  la  traduc- 
ción se  debe  áLetronne,  que  la  hizo  á  instan- 
cias de  Arago.         .  - 

Esta  invención  es  sumamente  notable,  y 
podia  conducir  á  aplicaciones  realmente  afi- 
les. Si,  en  lugar  del  débil  calor  debido  á  los 
rayos  solares,  se  hubiese  empleado  el  de  un 
fogón;  si  este  calor  se  hubiere  aplicado  á  la 
mitad  inferior  de  la  campana  EF  en  la  parte  rlc 
la  pared  mojada  de  agua  y  no  en  la  mitad  su- 
perior en  la  que  no  hay  mas  que  aire;  Anal- 
mente si  en  vez  de  dejar  el  agua  que  sube  al 
tubo  G  caer  en  el  recipiente  inferior,  se  la  hu- 
biese recogido  mas  arriba  de  su  curso  ascen- 
dente; ¿quién  no  hubiera  visto  en  ello  una 
verdadera  máquina  de  vapor,  susceptible  de 
emplearse  para  la  elevación  del  agria,  paralas 
achicamientos,  etc.?  Porque  el  vapor  formado 
por  el  calor  del  agua,  comprimiendo  la  super- 
ficie del  líquido  en  £F  haría  subir  este  liquido 
á  G;  y  cuando  se  alejase  el  fuego,  enfriándose 
las  paredes  de  la  campana,  se  condensarás  el 
vapor  sobre  el  liquido,  y  para  llenar  el  vado 
formado  se  necesilaria  que  el  liquido  subwse 
del  recipiente  inferior  á  la  campana  por  el  lu- 
bo  vertical  que  la  atraviesa  por  medio.  Del 
mismo  modo  la  acción  del  vapor  seria  snsti- 
tuida  á  la  del  aire  cálido,  en  el  aparato  de  la 
fiij.  J.\  si  en  lugar  de  encender  el  fuego  so- 
bre el  altar  se  le  colocase  debajo  de  la  caja 
AJllll)  llena  de  agua. 

Es  por  lo  tanto  cierto  que  el  vapor  podría, 
en  los  aparatos  que  representan  nuestras  figu- 
ras 3. 4  y  4.a,  ejercer  el  mismo  papel  (pie  el 
aire  enrarech'1);  pero  lleron  no  hablé  asi,  yes- 
la  omisión,  que  veremos  reproducirse  milse- 
lecientós  años  después,  es  un  hecho  notable 
como  muy  propio  para  pintar  la  manera  coa 
que  procede  habitualmeñte  el  espíritu  huma- 
no. Del  desarrollo  de  nuestras  ideas  puede  de- 
cirse especialmente:  Nihii  per  soítus,  nada  se 

ti)    YeLlUal.  p..  200. 


777 


VAPÜR 


778 


lace  por  saltos  bruscos.  La  historia  del  vapor, 
considerada  como  fuerza  motriz,  suministra 
basta  cu  los  mas  minuciosos  pormenores ,  una 
continua  confirmación  c!c  este  adagio. 

Los  cuatro  ejemplos  que  liemos  tomado  de 
¡leron  de  Alejandría  pueden  dar  idea  del  gé- 
nero de  cuestiones  sobre  que-versan  las  Pneu- 
máticas y  lie  la  manera  con  que  se  han  tra- 
tado en  este  libro.  «Son,  como  dice  con  mucha 
oportunidad  Montucla  ingeniosas  recreaciones 
mecánicas  ( IJ.»  ¿Pero  este  libro  es  también,  co- 
mo lo  añade  el  erudito  historiador  de  las  ma- 
temáticas, un  monumento  muy  apreciable  del 
genio  de  Heron?  Tenemos  algunas  razones  pa- 
ra dudarlo-.  No  nos  parece  cierto  que  se  posea 
realmente  en  este  punto  el  texto'  de  una  obra 
escrita  por  un  sabio  geómetra,  citado  con  fre- 
cuencia por  I'roclo  como  autor  de  nuevas  de- 
mostraciones para  diversas  proposiciones  de 
los  Elementos  deEuclides.  Ni  aun  la  forma  de 
las  demostraciones  empleadas  en  las  Pneumá- 
ticas tiene  el  rigor  ui' elegancia  que  brillan  en 
las  oirás  de  Euclides  y  de  Arquirnedes,  ante- 
riores cerca  de  dos  siglos,  sino  que  aun  el  or- 
den, mismo  de  las  diversas  cuestiones  deja 
mucho  que  desear.  Es  difícil  reconocer  en  ellas 
una  relación,  en  las  ideas,  y  para  clasificar  me- 
lódicamente las  materias,  seria  necesario  des- 
fruir enteramente  su  orden.  Es  posible,  por 
olra  parte,  que  interpolaciones  sucesivas  ha- 
yan alterado,  en  algunos  paragcsla  serie  pri- 
mitiva de  las  ideas  del  autor.  Asi  las  figuras 
3e  la  mas  antigua  edición,  dada  por  Comman- 
din,  en  1575  en  lirbino,  figuras  .reproducidas 
casi  sin  alteración  en  todas  las  ediciones  suce- 
sivas, sufrieron  evidentemente  la  influencia 
de  la  época  en  que  se  copio  el  manuscrito  que 
la  suministro.  Tenemos  también  otros  motivos 
para  creer  que  se  reunieron  bajo  el  nombre  de 
Heron  esperimenlos  y  procedimientos  imagi- 
nados en  diferentes  épocas,  y  pensamos,  por 
ejemplo,  que  el  representado  en  la/íp. de- 
le alcanzar  la  mas  remota  antigüedad.  Esta* 
iúos  pues  muy  lejos  de  atribuir  al  mismo  He- 
ron la  invención  de  los  dos  aparatos  de  vapor 
esplicados  en  las  Pneumáticas.  Se  hallan  des- 
critos en  una-coleecion  que  lleva  su  nombre,  y 
esto  nos  basta  para  pensar  que  son  anteriores 
al  primer  siglo  antes  de  la  era  cristiana. 

Origen  del  nombre  eolípila. — Vitrubio. 
Es  oportuno  notar  que  las  figs.  l'.*  y  2.a  re- 
presentan, propiamente  hablando,  variedades 
¡fe]  instrumento  conocido  en  los  gabinetes  de 
física  con  el  nombre  de  eolípila. 

Se  sabe  que  este  pequeño  instrumento 
consiste  en  un  vaso  metálico,  cóncavo  y  con 
un  solo  orificio,  que  se  halla  comunmente  en 
la  cstremidad  de  una  especie  de  cuello  ó  de 
Parte  prolongada.  Cuando  se  introduce  agua  en 
e  vaso  y  se  coloca  sobre  carbones  ardiendo, 
el  agua  no  tarda  en  vaporizarse,  y  el  orificio 
deja  un  estrecho  paso  á  un  surtidor  de  vapor 

H  >  Bisl.  de  lae  Malemat.  1. 1,  p.  308. 


hasta  que  de  este  modo  se  baya  desalojado  to- 
da el  agua  por  el  calor. 

La  introducción  del  agua  exige  un  artificio, 
particular,  en  un  lodo  semejante  al  que  se  em- 
plea para  llenar  de  mercurio  los  termómetros 
ordinarios.  Se  calienta  desde  luego  la  eolípila 
vacía,  y  se  sumerge  el  cuello  en  el  agua  in- 
vírfiendo  el  vaso.  ül  aire  enrarecido  primero 
por  el  calor  llega  á  disminuir  de  volumen,  y 
el  agua  sube  por  el  cuello  al  cuerpo  de  la ' 
eolípila.  Se  invierte,  se  calienta  segunda  vez, 
se  sumerge  de  nuevo  en  el  agua,  y  se  repite 
la  operación  basta  que  el  líquido  se  halle  in- 
troducido en  cantidad  suficiente. 

Resulta  de  los  testos  antes  citados  que  He- 
ron atribuía  con  razón  al  vapor  de  agua  los 
fenómenos  qne  presentan  las  eolipilas  coloca- 
das sobre  el  fuego.  El  título  y  esplicacion  del 
aparato  quincuagésimo  octavo  de  su  libro  dan  á 
entender  que  conocia  también  la  manera  de 
llenar  una  eolípila;  porque  se  trata  «de  una 
olla  pequeña  que  atrae  sin laayuda  del  fuego», 
olla  en  la  que  la  rarefacción  del  aire  se  verifi- 
ca por  succión  y  no  por  calor,  y  que,  sea  di- 
cho de  paso,  es  uno  de  los  orígenes  de  la  má- 
quina neumática  moderna.-  Posteriormente  el 
nombre  de  Eolipila  (AlóAo?)  Eolo  dios  de  los 
vientos;  húXt),  puerta,  nombre  que  por  lo  de- 
mas  no  usa  Heron,  se  halla  empleado  por  au- 
tores que  tienen  ideas  muy  falsas  sobre  la  na- 
turaleza de  este  aparato. 

Asi  Vitrubio,  el  célebre  arquitecto  romano, 
contemporáneo  de  Augusto,  habla  de  las  cotí- 
pilas  en  términos  que  demuestran  que  conocia 
bien  su  juego,  pero  que  se  engañaba  estrana-  ' 
mente  sobre  la  causa  de  sus  efectos.  «Las  eoli- 
pilas, dice,  son  unas  bolas  de  bronce,  .cónca- 
vas y  que  no  tienen,  mas  que  un  agujero  muy., 
pequeño  por  el  cual  se  les  llena  de  agua.  Es- 
tas bolas  no  espelen  aire  alguno  antes  de  ca- 
lentarse, pero  aproximadas  al  fuego  tan  luego 
como  sienten  el  calor  envían  un  viento  impe- 
tuoso hácia  el  fuego,  y  asi  enseñan,  con  este 
pequeño  esperimenlo ,  verdades  importan- 
tes sobro  la  naturaleza  del  aire  y  de  los, 
vientos  (1).» 

En  concepto  de  Vitrubio  el  agua  se  conver- 
tía, pues,  en  aire  con  ayuda  del  fuego.  Es 
cierto  que  les  antiguos  autores  empleaban  con 
frecuencia  la  palabra  aire  en  el  mismo  senti- 
do eme  nosotros  la  palabra  gas  ó  aun  también 
vapor.  Pero  no  puede  alegarse  aquí  esta  inter- 
pretación. El  sentido  del  texto  no  es  dudoso;  es 
una  esplicacion  del  viento  lo  que  Vitrubio  quie- 
re dar,  y  la  encuentra  en  el  viento  impetuoso, 
en  el  aire  arrojado  por  la  eolípila.  El  mismo 
Claudio  l'errault  lucarna  en  este  'éstraño  error 
cerca  de  mil  setecientos  años  mas  tarde  (2). 

Segundo  siglo  después  de  la  era  cristiana. 
— Séneca.    No  debemos  hacer  mención  en  es- 


(I)  Lib.  I,  cap.  Vt,  traducción  de  Pcrrault,  p.  a3, 
edición  de  IG84. 

(2)  Ibii.  lib.  IV,  uola  do  Sa  pág.  3. 


779 


te  lugar  de  ninguna  aplicación  análoga  á  otras 
cuya  descripción  nos  lian  trasmitido  los  mecá- 
nicos de  la  escuela  ele  Alejandría,  sirio  única- 
mente de  un  texto  conocido  en  que  Sétééa  ■tra- 
ta la  cuestión  de  los  terreraolos  con  aquella 
pureza  de  miras  y  aquella  profundidad  de  jui- 
cio que  brillan  hasta  un  punto  tan  alto  en  sus 
escritos. 

Al  discutir  las  diversas  teorías  que  se  ha- 
bían propuesto  pura  esplicar  este  fenómeno, 
cita  desde  luego  la  qiiealribnye  á  vientos  sub- 
terráneos el  temblor  instantáneo  déla  super- 
ficie del  globo.  • 

«An'axágoras,  dice,  es  particularmente  de 
esta  Opinión,  y  cree  que  la  cansa  de  las  bor- 
rascas es  también  la  de  los  terremotos,  es  decir, 
que  un  viento  encerrado  debajo  de  tierra  lle- 
ga á  romper  el  aire  espeso  y  condensado  en 
nube,  tan  violentamente  que  se  rompen  tás nu- 
bes del  cielo,,  y  de  esta  colisión  de  nubes,  de 
este  choque  del  aire  contra  sí  mismo  se  esca- 
pan fuegos  repentinos,  que  impeliendo  todo  lo 
que  se  ofrece  á  ellos  buscan  una  salida,  re- 
mueven todo  obstáculo  basta  que  estrechados 
en  un  tránsito  angosto  encuentran  un  camino 
para  escaparse  al  aire  libre  donde  se  abren  uno 
con  la  violencia  y  destrucción  (t)Vi¡ 

Pero  hay  otra  opinión  que  atribuye  al  va- 
pórele agua  el  papel  que  Anáxúguras  hacia  ju- 
gar á!  airé.  Séneca  la  cita  con  aclaraciones 
que  demuestran  bien  que  la  consideraba  pre- 
ferible, 

«Ciertos  filósofos,  dice,  explicando  ¡os  ter- 
remotos por  el  fuego  ,  le  señalan  otro  modo 
dé  obrar.  Esle  fuego,,  que  hierve  en  muchos 
lugares,  exhala  necesariamente  túrrenles  de 
vapor  que  no  tienen  salida  y  que  dilatan  fuer- 
temente el  aire;  cuando  obran  con  mas  ener- 
gía destruyen  los  obstáculos;  cuando  son  me- 
nos vehementes  no 'pueden  mas  que  conmover 
el  suelo.  Yernos  hervir  el  agita  con  el  fuego. 
Lo  que  producen  nuestros  bogares  sobre  un 
poco  de  liquido  en  una  caldera  estrecha,  no 
dudamos  que  lo  produzca  con  mas  fuerza  so- 
bre grandes  masas  de  aguas  el  vasto  y  ardien- 
te subterráneo.  Entonces  el  vapor  de  estas 
aguas  hirviendo,  sacude  vivamente"  todo  lo 
que  encuentra 

Nada  de  lo  espuésío  indica  que  en  tiempo 
de  Séneca  se  tuviese  el  pensamiento  de  aplicar 
esta  fuerza  prodigiosa  que  «sacude  vivamente 
todo  lo  que  encuentra.»  Se  necesitan  cuatro 
siglos  mas  para  queso  produzca  una  nueva 
idea  á  consecuencia  de  la  espiieaeion  teórica 
de  los  terremotos,  pero  al  menos  se  ve  en  lo 
que  precede  una  distinción  claramente  esta- 
blecida entré  el  vapor  de  agua  y  el  aire  dila- 
tado, distinción  que  algunos  autores  moder- 
nos, de  un  mérito  incontestable,  no  han,  subí- 


(1)  Sénuon:  CurMioncs  naturales,  p,  J88  de  la  co- 
lección Niii  nl-DÚDael. 

(2)  Séneca:  C aceitones  naturales  (W)  p,  .S89  de 
la  colección  Nisatd-Dáhóchct- 


780 

do  hacer,  como  acabamos  de  decirlo  al  hablir 
de  Claudio  Perrault. 

Epoca  indeterminada,  lo  mas  tarde  en  ¡os 
primaros  siglos  después  de  la  era  cristiana 
los  antiguos  germanos.  Las  fuerzas  bita' 
les  ó  artificiales,  antes  de  ser  verdaderamente 
útiles  álos  hombres,  casi  siempre  se  lian  ex- 
plotado en  provecho  de  litsiipérsSici'órí.  El  va- 
por de  agua  no  será  una  escepcloiule  la  re- 
gla general. 

c-Las  crónicas  nos  habían  enseñado  que  fe'fl 
las  márgenes  del  Wcsser,  el  dios  de  los  anti- 
guos teutones  les  demostraba  alguna  ve?  su 
descontento  con  una  especie  de  trueno,  al  ¡jfy 
sucedía  inmediatamente  una  nube  que  llenaba 
él  recinto  sagrado.  La  imagen  del  dios flnjle- 
rich  ,  encontrada,  según  se  dice,  en  unas  cs- 
eavaciones,  demuestra  claramente  la  manera 
conque  se  obraba  el  supuesto  milagro. 

«El  dios  erado  meial;  la  cabeza  cóncava 
contenia,  un  oánlaro  de  agua.  Algunos  tapones 
de  madera  cerraban  la  boca  y  otro  orificio  si- 
tuado sobre  la  frente.  Se  colocaban  condes- 
treza  algunos  carbones  en  una  cavidad  del  crá- 
neo y  calentaban  gradualmente  el  líipiido.  ley 
luego  el  vapor  producido  hacia  saltar  los  ta- 
pemos con  esii'uendoL  entonces  se  éaeipsbi 
violentamente  en  dos  surtidores  y  formaba 
una  espesa  nube  entre  el  dios  y  sus  eslupe- 
Páctds  adoradores.  Carece  que  en  la  edad  me- 
dia algunos  mongos  creyeron  la  invección  es- 
piotable  y  que  la  cabeza  de  Bustericlrno  lia 
funcionado  solamente  dhle  asambleas  teutó- 
nicas (l).» 

No  conocemos  las  crónicas  que  menciona 
el  ilustre  secretario  perpetuo  de  ta  Academia' 
de  las  Ciencias;  pero  encontramos  el  diostlus- 
terich  citado  en  estos  términos  en  laiaiioiic- 
dad  esplicada  de  ÍIÓTitfaucoh:  «En  el  mis- 
mo libro  (i)  he  representado  otro  dios  de  ios 
antiguos  germanos,  llamado  Dusleriehus,  cuyo 
idolo  se  ve  aun  hoy  en  el  bosque  de  los  con- 
des de  Schwartzeiuburgo,  llamadorinmlershusa: 
sehallaba  en  otro  tiempo  en  la  fortaleza  de  f> 
lemburgo  en  un  monte.  Es  de  unn  es[iecie  de 
metal  que  no  se  conoce,  y  tiene  ¡amano  de- 
recha sobre  la  cabeza  y  rota  la  izquierda,  que 
eii  otro  tiempo  tenia,  sobre  la  pierna:  esta  figu- 
ra desnuda  apoya  una  rodilla  en  tierra.  Todo  le 
ipie  pudiera  decirse  ademas  no  suministrara 
ninguna  luz  al  lector.  Quizás  habrá  algunos 
qbe  dudarán  que  esta  figura  haya  representa- 
do algún  dios,  y  que.  sea  antiguo  el  nombre  >f 
se  le  da.  De  cualquier  modo,  tal  es  como  lo 
liemos  encontrado  (3).»  .  , 

Sesto  siglo.  Áulemio  de  Traites  3 
530, j    Agalhas,  bisloriador  bizantino,  (¡iiccs- 

críbia  hacia  fines  del  siglo  XVI.  va  á  darnos 

(I)  Ara¿o,  Eloqio  histórico  de  James  Wíilí,  [l 
.1».  dejas  tbngil. ,  de  1839,  pig.  230.  . 

fi)   Obterimeioneii  de  Enrique  Cristm 
sobre  ¡as  Varias  \\c  Tallhts.  t 

!»)  MoTiifaiiGan,  AnUgikda'l  eenlkam,  UliP* 
le  3.a,  pág.  *I01 


781 


VAPOR 


,,na  indicación  muy  vaga  y  aun  informe;  pero 
sin  embargo,  incontestable,*  de  la  aplicación  de 
j8  fuerza  motriz  del  vapor. 

Después  de  haber  descrito  ira  terremoto 
Míe  destruyó  un  gran  número  de  edilicios  é 
hizo  perecer' muchos  habitantes  en  Consianti- 
nppla  en  el  otoño  del  año  5Í.ÍÍ  añade  (cap,  IV, 

pá'g,  ri3í)l(D-     •     "   .      ,     .  . 
«Entonces  se  reprodujeron  las  discusiones 

sóbrelas  exhalaciones,  y  en  las  conversaciones 
se  hacia  con  frecuencia  mención  del  Slagirico 
jyislóleles),  ya  como  habiendo  espuesfo  con 
mucha  exactitud  la  naturaleza  y  descubierto 
las  causas  de  estos  fenómenos,  ya  como  ha- 
biendo puesto  en  edaro  la  verdad.  En  apoyo, 
pues,  de  la  opinión  emitida  por  oslé  filósofo, 
i  saber:  que  un  soplo  (un  Huido  aeriforme) 
denso  y  vaporoso,  encerrado  en  todas  partos 
délas  cavidades  de  la  tierra,  produce  estos  sa- 
cudimientos, algunas  personas  citaban  la  es- 
perieueia  hecha  antes  por  Autemio  (2). 

idjjjte  Autemio  era  de  Trallea,  y  su  arle  con- 
sistía en  las  invenciones  i!e  los  mecánicos, 
que  aplicando  sobre  la  materia  las  teorías  geo- 
métricas, producen'  imitaciones,  y  en  cierta 
manera  imágenes,  de  los  fenómenos  de'  la  na- 
turaleza. Tenia  la  mayor  habilidad  en  aste  arte, 
y  había  progresado  tanto  como  era  posible  en 
él  conocimiento  de  las  ciencias  matemáticas 
come  su  hermano  Metrodoro  en  el  de  las  gra- 
maticales. 11 

Después  de  largos  pormenores  sobre  la  fa- 
milia de  Autemio,  Agatinas  describe  asi  la  es- 
periencia  de  que  habla: 

«Había  en  líizunno  nñ  hombre  llamado 
Zenon,  inscrito  en  la  lisia  de  los  ahogados, 
distiuguido  ademas  y  muy  bien  quisto  con  el 
emperador.  Era  vecino  de  Auíeuiio,  tanto,  que 
sus  dos  casas  parecían  no  formar  mas  que 
una  y  tenor  los  mismos  llniiles.  Al  cabo  de  ál- 
gnn  tiempo  estalló  entre  ambos  una  cuestión, 
sea  por  una  ventana  abierta  contra  el  uso, 
sea  por  una  pared  cuya  altura  escesiva  inter- 
ceptaba la  luz,  sea,  en  íin,  por  una  de  aqtte- 


(1)  Lib.  V,  cap.  UI,  IV  y  Y,  ñtf.  ^81  y  signen- 
Ies  üc  la  «Ik-ínn  do  Bonn.  León  R  en  irrr~  secreta  rio 
tesorero  déla  biblioteca  de  lo  Universidad  y  direc- 
tor de  usía  Enciclopedia. 

(Sí)  Probablemente  este  leslo  ele  Agatinas  lio  he- 
cho creer  á  cierto  número  de  escrito! es  tftie  Aristó- 
teles había,  atribuid»,  antes  de  Séneca,  los-  terre- 
motos al  vofjor  acuoso.  Sin  embargo,  después  de 
lina  lectura  detenida  del  cap.  Vil  del  lib.  II  de  la 
JtfelEoroKj-io  de  Aristóteles,  b'apUúlÓ  coñsásVadó  ti 
los -.orremolos,  creemos  que  este  filósofo  no  quiso 
decir  (al  cosa.  £>  verdad  que  se  baila  en  este  en  pí- 
lalo la  frase  siguiente;  «Como  la  tierra  por  si  misma 
esseca,  y  per  las  lluvias  se  llena  iolenoi-menle  de 
humedad,  Sucede  entonces  que  cuando  se  calienta 
por  los  rajos  solares  y  ñor  su  propio  calor,  se  for- 
man vientos  violentos  que  se  escapan  ten  mirle)  ÍUe- 
ta  y .qutdsn  (en  porte)  en  sus  entrañas.»  Pero  Lodo 
jo  (¡uc  Si»ue  prueha  superabunda  lilemente  que  Arls- 
oteles  hablaba  de  vientos  verdaderos,  de  enmen- 
ias de  aire,  y  íle  ningún  modo  del  vapórele  átjiia. 
«o  liabia  hecho  la  distinción  que  Séneca  establece 
«m  Unta  claridad  enire  el  aire  dilatado  v  el  vapor 
de  agua,  -  1 


lias  ntimerosas  causas  que  nunca  dejan  de 
acarrear  disensiones  cutre  los  vecinos. 

«Condenado  Autemio  anle  los  tribunales, 
como  debía  esperarlo  teniendo  por  adversario 
un  abogado,  y  no  siendo  capaz  de  luchar  en 
elocuencia  con  él,  imaginó  para  vengarse  el 
siguiente  ardid  ,  que  le  suministré  el  arte  que 
cultivaba. 

«Zenon  poseía  una  habitación  muy  eleva- 
da, espaciosa,  muy  preciosa  y  adornada,  don- 
de acostumbraba  á  recibir  á  sus  amigos  y  tra- 
tar tilos  que  mas  quería.  El  cuarto  bajo  de  es- 
ta pieza  pertenecía  á  Autemio,  de  suerte  que 
el  suelo  intermedio  servia  de  (echo  á  uno  y  de 
snelo  áotro.  Aufemío  hizo  colocar  en  su  cuar- 
to unas  grandes  calderas  llenas  de  agua  que 
rodeó  esterionnente  de  cañones  de  cuero  bas- 
tante anchos  en  su  base  para  abrazar  entera- 
menie  el  borde  de  las  calderas,  pero  disminu- 
yendo después  de  diámetro  como  una  trompe- 
ta, y  terminando  cu  proporciones  convenien- 
tes. Fijó  los  estreñios  de  estos  'cañones  á  las 
vigas  y  tablas  del  techo,  y  los  sujetó  con  cui- 
dado; de  suerte,  que  el  aire  que  se  había  in- 
troducido en  ellos,  tenia  el  paso  libre  para 
elevarse  al  interior  vacio  de  los  caños  é  ir  á 
herir  el  techo  sin  obstáculo  en  el  tugar  á  que 
le  era  permitido  llegar  y  que  estaba  circuido 
por  el  cuero,  pero  sin  poder  correr  ni  esca- 
parse fuera.  Habiendo  hecho  secretamente  es- 
tos preparativos,  Autemio  encendió  un  gran 
fuego  debajo  de  las  calderas  y  produjo  una 
gran  llama,  y  calentándose  el  agua  muy  luego 
y  entrando  en  ebullición,  se  elevó  mucho  va- 
por denso  y  opaco,  que  no  pudiendo  escaparse, 
subió  á  los  cañones  y  se  lanzó  con  lanta  mas 
violencia  cuanto  que  estaba  encerrado  en  un 
lugar  mas  estrecho,  é  hiriendo  continuamente 
el  lecho,  lo  trastornó  enteramente  hasta-el 
punto  de  hacer  temblar  ligeramente  y  crugir- 
las  maderas,  Zenon,  pues,  y  sus  amigos ,  se 
turbaron,  atemorizaron  y  se  lanzaron  á  la  ca- 
lle gritando  y  exhalando  esciamaciones;  y  pre- 
sentándose Zenon  en  el  palacio  del  emperador 
preguntaba  á  sos  conocidos  lo  que  sabían  so- 
bre el  lerremolo  y  ,£¡i  fes  habia  causado  algún 
perjuicio,  etc.» 

Esta  descripción  es  en  esiremo  oscura,  en 
el  sentido  de  que  ¡a  esperiencia  hecha  como 
lo  indica  Agalltias,  no  hubiera  producido  cosa 
alguna  semejante  á  los  efectos  que  anuncia. 
Del  mismo  modo  uno  de  los  escritores  mas 
eruditos  y  concienzudos .  que  han  tratado  la 
historia  de  la  máquina  de  vapor,  Mongery,  no 
admite  que  el  mecanismo  descrito  por  Aga- 
tinas sea  exactamente  el  mismo  que  el  que 
empleó  Autemio.  «ha  estremidad  dilatada  'de 
los  caños,  dice,  debió  colocarse  debajo  de  las 
vigas  y  no  mas  allá;  debia  abrirse  repentina- 
mente por  medio  de  mía  válvula  ó  tina  llave. 
Solamente  entonces  hubiera  producido  un  vivo 
sacudimiento.» 

Es  necesario  confesar  que  esta  esplicaeion 
de  Mongery  no  es  satisfactoria;  pareció  á  Ara- 


783  VAJ 

¡jo  novelesca  y  contraria  á  lo  que  sabemos 
hoy  sobre  el  modo.de  acción  del  vapor  (1).» 
Adhiriéndonos  completamente  á  esta  opinión 
del  secretario  perpetuo  déla  Academia  Fran- 
cesa de  las  Ciencias,  no  podemos  participar  de 
su  dictamen,  cuando  parece  atribuir  poca  im- 
portancia lá  esos  ligeros  lineamientos  de  la 
ciencia  antigua  (2).»  Insistimos,  at  contrario, 
en  que  esos  lincamientos  enlazan  por  una  ca- 
dena casi  continua  los  mas  antiguos;  los  mas 
vulgares  aparatos,  en  los  que  se  produce  el 
vapor  de  agua  con  las  máquinas  mas  perfectas, 
que  funcionan  boy  en  nuestros  caminos  de 
hierro,  y  que  surcan  el  Atlántico.  Lo  que  si- 
gue va  á  suministrarnos  nuevas  confirmacio- 
nes sobre  este  punto. 

Siglo  décimo  quinto  y  décimo  sesto — Des- 
cripción de  un  cañón  de  vapor,  por  Leonar- 
do de  Vinci.  La  biblioteca  del  Instituto  fran- 
cés posee,  cierto  número  de  manuscritos  do 
Leonardo  de  VInci,  quien  nacido  en  1452, 
murió  en  15t9.  Estos  manuscritos  habían. ya 
sido  examinados  y  estudiados  por  un  gran  nú- 
mero de  sabios,  entre  otros  por  Ventura,  pro- 
fesor de  física  en  Módena,  quien  loyó  en  el 
instituto  el  6  de  florea!,  año  V,  un  Ensa- 
yo muy  interesante,  publicado  poco  tiempo 
después,  So&re  las  obras  físico-matemáti- 
cas de  Leonardo  de  Vinci,  por  Libri,  que 
habla  de  él  con  mucha  estension  en  su  histo- 
ria de  las  ciencias  matemáticas  en  Italia,  to- 
mo III,  París,  1840,  cuando  Dcleclnse  anun- 
ció quebabia  descubierto  en  ellas,  al  hojear- 
las, ía  descripción  y  el  croquis  de  un  verdade- 
ro cañón  de  vapor. 

El  trabajo  muy  notable,  inserto  por  Dele- 
cluse  en  el  periódico  El  Artista,  en  1841,  en- 
cierra un  facsímile  exacto  de  la  pág.  33  del  ma- 
nuscrito E  de  Leonardo  de  Yinci,,  tcxlo  relativo 
al  empleo  del  vapor  para  lanzar  proyectiles. 
Por  sorprendente  que  sea  esto  no  es  menos 
crerto:  el  cañón  de  vapor  se  halla  deserto  y 
dibujado  .por  el  pintor  inmortal  de  la  Ceña, 
con  una  precisión  qne  no  permite  la  menor 
duda. 

De  la  publicación  de  Delecluse,  tomamos, 
reduciéndola,  una  parte  de  los  dibujos  de  Leo- 
nardo de  Yinci,  á  saber,  nuestras  fig.  6.a; 
7.a  y  8.a  (¡dm.  LXII),  suprimimos  una  Ugura 
que  no  es  mas  que  un  primer  ensayo  del  cro- 
quis dela/Sg.  5.a,  y  diez  lineas  de  escritura 
colocadas,  una  parte  (tres  lineas),  encima  de 
la  fig,  5.a,  otra  parte  (siete  liueas),  debajo  de 
esla  misma  figura.  Tampoco  hemos  conserva- 
do la  posición  respectiva  de  las  figuras  como 
la  da  el  facsímile;  solamente  hemos  reproduci- 
do las  inscripciones  colocadas  sobre  dos  de 
ellas  {fig.  5.a  y  8.a),  y  que  las  caracterizan,  ¡al 
mismo  tiempo  que  darán  á  nuestros  lectores 
nna  muéstrale  ia  lelra  de  Leonardo  de  Vinci. 
'Esta  letra  ofrece  uua  particularidad  curiosa; 
se  halla  constantemente  trazada  de  derecha  á 

ti)  Anuario  de  1830p,,  <¡T9. 
la;  Ibid. 


un  »  1U 

izquierda,  en  la  forma  oriental,  con  las  leí™ 
al  revés.  Para  leerla  cómodamente  se  podrí 
invertir  la  página  y  aplicar  él  borde  inferior 
de  un  espejo  contra  las  palabras  que  se  lian 
de  descifrar,  que  parecerán  entonces  rectas  v 
en  el  órden  conveniente. 

Sobre  el  tubo  que  contiene  la  esfera  se  ha- 
lla escrita  la  palabra  arekitronito  (arca ¡trueno 
debajo  con  algunas  abreviaturas  se  halla  el  ti' 
tulo:  Invencione  d'Árchimede  (invención  d¡ 
Arquimedes). 

Las  siete  lincas  colocadas  sobre  el  titulo 
de  la  fig.  5.a  tienen  la  siguiente  signiílcacion. 
«El  architrueno  es  una  máquina  de  cobre  finó 
que  lanza  balas  de  hierro  con  gran  estruendo 
y  muclia  violencia.  Se  usa  de  esta  manera;  la 
tercera  parte  de  este  instrumento  consiste  cu 
una  gran  cantidad  de  fuego  y  carbón.  Cuando 
el  agua  se  halla  bien  caliento,  es  preciso  apre- 
tar el  tornillo  sobre  el  vaso  abe,  (loado  se  lia- 
lia  el  agua,  y  en  el  momento  en  que  se  opri- 
ma el  tornillo  por  arriba,  toda  el  agua  se  esca- 
pará por  abajo,  descenderá-  á  la  parte  cálida 
del  instrumento  y  se  convertirá  muy  luego  ea 
vapor,  tan  abundante  y  fuerte;  que  parecerá 
maravilloso  ver  el  furor  de  este  humo  y  oír  el 
estruendo  que  producirá.  Esta  máquina  ano- 
jaba  una  bala  del  peso  de  un  tálenlo  y  6  (frac- 
ción de  talento.» 

La  fig.  5.c  corresponde  pérfidamente  á 
esta  descripción.  En  ella  se  ve  en  el  corle  lon- 
gitudinal del  cañón,  el  globo  colocado  un  po- 
co delante  de  un  hornillo  rodeado  de  un  enre- 
jado de  hierro.  A  la  derecha  del  horno  se  halla 
una  pequeña  caja  que  se  llena  de  agua  y  que 
se  cierra  cuando  se  quiere  por  medio  de  una 
tabla  sólida  que  se  comprime  fuertemente  cea 
auxilio  de  un  tornillo  de  presión,  represen- 
lado  separadariiente  en  la  ftg.  C.a 

Cerca  déla  caja  pequeña  se  lee  una  ins- 
cripción de  tres  lineas,  que  hemos  suprimido 
y  cuya  literal  traducción  es:  «Haz  que  el  hier- 
ro C  N  se  plante  en  medio  de  la  labia  que  está 
unida  por  debajo  para  que  pueda  el  agua  caer 
á  la  vez  alrededor  en  el  eje.» 

La  fig.  7.a  représenla  separadamente  la 
hornilla  con  las  muescas  dispuestas  para  reci- 
bir el  tubo  á  donde  va  él  agua  á  convertirse 
en  vapor. 

Finalmente,  la  fig.  8."  representa  el  archi- 
trueno montado  en  ruedas,  con  un  pequeño 
almacén  para  carbón,  indicado  por  la  palabra 
carboni  y  otro  para  el  agua,  marcado  con  Li 
abreviatura  acq.  Del  dibujo  se  lee:  Come  si 
porto  in  campo  ¡'  arekitronito  (como  se  tras- 
porta el  architrueno  a!  campo  de  batalla),. 

Él  tcxlo  de  Leonardo  no  hace  mención  del 
tronco  colocado  á  la  derecha  y  bácia  el  medio 
de  la  fig.  5.a,  sobre  la  cual  so  lee  la  palabra 
mina,  listo  tronco  parece  estar  desliando  a 
mover  una  llave  dando  súbitamente  paso  al 
vapor  producido,  de  suerte  que  determina  la 
espulsion  del  'globo,  y  por  decirlo  asi  la  usp' 
íion  de  la  mina. 


785 


VAPOR 


786 


(So  notará,  dice,  Deleeluce,  que  lejos  de 
«sentar  cotíio  nueva  la  invención  de  esta- 
máquina  Leonardo  ai  contrario  la  atribuye  á 
irniilmedes.  Pero  lo  que  en  nuestro  sentir, 
merece  particular  atención  es  el  empleo  que 
Leonardo  hace  de  la  palabra  lahnto,  palabra 
griega,  al  paso  que  ordinariamente  y  en  el  cur- 
sos de  sus  estudios  escritos,  indica  siempre  los 
pesos  y  medidas  según  el  uso-  moderno  de 
llalia. 

«Arquimedes,  de  quien  poseemos  algunos 
(rifados  sobre  las  matemáticas,  compuso  un  li- 
bra de  los  fuegos  que  no  ha  llegado  basta  nos- 
otros. ¿I'odrá  suponerse  que  Leonardo  tuvo  co- 
nocimiento de  esta  obra  por  medio  de  alguna 
traducción  árabe,  y  que  en  efecto  se  encuen- 
Ira  descrito  en  ella  e¡  arebitronito?  Algún  doc- 
to orientalista  podría  espiiearnos  esto.» 

Esla  observación  del  critico  bábil  á  quien 
debemos  el  conocimiento  de  estos  preciosos 
documentos  es  muy  impórtente.  Tenemos  en 
cíecto..  razones  plausibles  para  creer  que  los 
mecánicos  griegos  pudieron  imaginar  algo 
análogo  al  coñon  de  vapor. 

Volvamos  un  instante  á  nuestra  fig  1.a  y 
i  la  csnlicocion  que  da  de  e!la  tieron  de  Ale- 
jandría. ¿El  uso  de  este  juguete  no  pudo  con- 
ducir muy  naturalmente  á  la  idea  de  emplear 
el  vapor  para  lanzar  un  proyectil?  ¿No  basta 
que,  por  una  circunstancia  fortuita,  la  bola  pe- 
queña se  bailase  algún  dia  introducida  en  el 
orificio  del  tubo,  de  suerte  que  quitase  el  pa- 
so al  vapor,  para  que  este  habiendo  adquirido 
una  tensión  considerable,  arrojase  la  bola  á 
una  grande  altura,  con  una  fuerza  comparable 
álade  una  pequeña  catapulta?  Una  circunstan- 
cia, pues,  de  este  género,  no  solamente  pu- 
do, sino  aun  debió  producirse  en  el  juego  del 
aparato,  por  pocas  pruebas  que  se  hayan  he- 
cho alguna  vez,  con  bolas  de  diferentes' diáme- 
tros, en  un  hornillo  ardiendo,  derramando  en 
el  alguna  cantidad  de  agua  suficiente.  Hay  pol- 
lo tanto  estrecha  relación  entre  la  idea  del 
aparato  45  de  Heron  de  Alejandría  y  el  del  ca- 
ta de' vapor  que  Leonardo  de  Vinei  atribuye 
á  Arquimedes.  El  nombre  de  Arqnimedes  no 
indica  probablemente  aquí  mas  que  una  perso- 
nificación de  la  época  griega,  asi  como  el 
nombre  de  César  en  Francia  recuerda  simple- 
mente uu  origen  romano. 

Se  objetará  quizás  que  no  siendo  ios  apára- 
los de  Heron  mas  qtie  instrumentos  de  física 
espcrimental  y  recreativa,  hay  una  enorme 
distancia  entre  la  idea  del  juguete,  y  la  de  la 
máquina  práctica.  Bastará  para  responder  á  es- 
ta objeccion  recordar  que  Ctesibio,  el  maestro 
de  Heron  de  Alejandría habia  propuesto  utilizar 
la  elasticidad  del  aire  en  una  catapulta  de  una- 
especie  particular;  que  la  descripción  dada  por 
mlon  de,  üiaancio  del  aerutorw  de  Ctési- 
1)10  (t)  no  puede  dejar  duda  alguna  sobre  este 
mulo;  y  que  éru  tan  natural  fundar  el  cañón 

(i)  ra.Mat,v.n. 

^19    BIBLIOTECA  POPULAn- 


de  vapor  en  el  conocimiento  de  la  fuerza  es- 
pansiva  del  agua  vaporizada,  como  imaginar 
el  fusil  de  viento,  sabiendo ■  eme  el  aire  es  elás- 
tico (1). 

Para  reasumir  en  pocas  palabras  la  relación 
de  las  ideas  que  han  conducido  á  la  invención 
del  architrueno  diremos  que  una  olla  cerrada, 
casi  herméticamente  La  debido  dará  conocer 
desde  la  época  mas  remota  la  propiedad  es- 
pansiva  del  vapor  que  se  escapaba  por  estre- 
chas hendiduras,  y  'que  la  fuerza  de  este  va- 
por, empleada  desde  luego  en  un  simple  ju- 
guete,, en  hacer  bailar  bolas  ligeras,  debió  na- 
turalmente proponerse  para  lanzar  balas  en  un 
fusil  y  en  un  cañón  de  vapor. 

1521.  Cisarino.  Según  Libri  (2)  resultaría 
de  un  testo  de  Cisarino,  traductor  y  comenta- 
dor de  Vilrubio,  que  antes  de- 152*1  se  hacia 
o  se  había  hecho  uso  de  las  eolipilas  en  la 
guerra.  Esto  nada  tiene  de  verosímil  en  si, 
después  de  lo  que  se  sabe  boy  de  Leonardo  de 
Vinci;  pero  el  testo,  muy  oscuro  por  otra  par- 
te de  Cisarino  de  ningún  modo  nos  parece  te- 
ner este  sentido;  indica  solamente  que  ciertas 
eolipilas  recibieron  la  formado  bolas  cóncavas 
(granadas,  bombas)  que  se  emplean  en  la  guer- 
ra, véase  una  traducción  tan  exacta -como  po- 
sible del  italiano,  verdaderamente  bárbaro,  de 
Oisarino. 

«Se  llaman  eolipilas;  llevan,  pues,  un  nom- 
bre semejante  a  las  balas  sólidas  ó  ventosas 
qne  sirven  unas  para  jugar,  otras  para  estraer 
la  sangre  y  humores  snpértluos,  otras,  eníin, 
para  lanzar  fuegos  contra  un  ejército  y  ciudad 
sitiados  cuyos  almacenes  se  quieren  incendiar. 
Se  halla  antes  del  último  capitulo  ¿el  libro  se- 
gundo de  Vítrubio  el  medio  de  preservarse  de 
los  destrozos  de  proyectiles  de  este  género. 

a  Se  usan  eslas  bolas  que  tienen  nna 

abertura  muy  estrecha,  en  la  estreciidad  de  un 
cuello.  Cuando  después  de  haber  calentado  su 
fondo  se  invierten  sumergiendo  el  cuello  ya 
en  agua  ordinaria  ó  en  otra  perfumada  como 
de  rosa  por  ejemplo,  se  llenan  casi  entera- 
mente por  el  calor  qne  reciben.  Si  se  colocan 
después 'sobre  cenizas  calientes,  ó  sobre  un 
brasero,  y  las  bolas  son  de  vidrio,  de  tierra  ó 
de  metal,  desarrollan  una  fuerza  muy  conside- 
rable contra  un  obstáculo  opuesto  á  la  abertu- 
ra, por  ejemplo  contra  madera  ó  cualquiera 
otra  materia,  basta  el  punto  de  hacer  saltar  es- 
te obstáculo  con  un  gran  sacudimiento.  Mien- 
tras que  el  fuego  hace  hervir  el  agua,  veréis 
que  una  eolipila  con  una  cobertera  terminada 
por  un  caño  de  bronce  encorvado,  del  diáme- 


(1)  El  aerolono  de  Ctcsibio  se  hallaba  completa- 
mente, olvidado  cuando  un  artesano  de  Lisieux,  lla- 
maáo  Marín  Bourveois  lo  inventó  do  nuevo,  á  princi- 
pio* del  siiilu  XVII!.  Se  baila  la  descripción  del  fu- 
sil (le  viento  (le  Marín  Bourgeois  en  la  2.a  edición, 
de  los  Elcm^nlos  de  artillería  de  Florencio  llivaull, 
publicada  en  París  en  15Ü3.  Tendremos  que  volver 
ma5  adolsnte  al  lesto  nolable.de  Philoa  de  Bizancio. 

(2)  Bisloria  de  las  Ciencias  Matemáticas  en  Ita- 
lia, l.  IV,  p.  330. 

T.   xxx  m.  50 


787  VAP 

tro  fle  una  plumj,  soplará  el  fuego  mien- 
tras que  no  se  halle  completamente  vacio  de 
agua.» 

También  se  -Ve  que,  según  el  autor,  las 
eolipilas  son  semejantes  á  ios  proyectiles  cón- 
cavos empleados  en  la  guerra  desde  el  si- 
glo XV  y  á  las  bolas  cóncavas  usadas  como 
ventosas  desde  la  roas  remota  antigüedad,  pues 
eran  conocidas  de  lleron  de  Alejandría.  Se  ve 
también  que  el  autor  tenia  una  idea  de  la  fuer- 
za desarrollada  por  la  espansion  del  vapor  de 
agua;  pero  no  dice  ni  una  palabra  de  la  apli- 
cación de  esta  fuerza  al  arte  militar.  La  dis- 
tinción establecida  en  el  texto  subsiste  entre 
los  grabados  en  madera  que  se  bailan  en  él 
intercalados.  Al  lado  de  las  granadas  y  bom- 
bas que  se  conocen  perfectamente  por  su  sur- 
tidor de  llamas  se  representan  diversas  formas 
tle  eolipilas,  y  las  mas  elegantes  de  estas  for- 
mas no  son  otra  cosa  que  soperas,  y  ollas 
herméticamente  cerradas  con  un  tubo  que  sa- 
le de  la  cobertera.  El  renacimiento-  imprimió 
el  sello  de  una  obra  de  arte  á  estos  vasos 
vulgares,  pero  si  la  forma  cambió,  el  destino 
se  baila  aun  revelado  por  esta  misma  forma, 
do  suerte  que  no  deja  duda  alguna  sobre  la 
naturaleza  del  origen  primero  de  los  tiparatos 
de  vapor  (I). 

1343.  Blasco  de  Garaij.  Navarreto  publicó 
en  182(5,  en  la  correspondencia  astronómica 
del  barón  de  Zacb,  !a  nota  siguiente  que  le 
comunicó  Tomás  Gonzales,  director  de  los  ar- 
chivos reales  de  Simancas: 

«Blasco  de  Garay,  capitán  de  mar,  propuso 
en  el  año  de  1543  al  emperador  y  rey  Car- 
los V  un  ingenio  para  bacer  andar  las  naos  y 
embarcaciones  mayores,  aun  en  tiempo  de 
calma,  sin  necesidad  de  remos  ni  velámen. 

ui  pesar  de  los  obstáculos  y  contradiccio- 
nes que  esperimentó  este  proyecto,  el  empe- 
rador convino  en  qno  se  ensayara,  como  en 
efecto  se  verificó  en  el  puerto  de  Barcelona  el 
dia  17  de  junio  del  espresado  año  de  1543. 

«Nunca  quiso  Garay  manifestar  el  ingenio 
descubiertamente,  pero  se  vió  al  tiempo  del 
ensayo  que  consistía  en  "una  gran  caldera  de 
agua  hirviendo,  y  en  unas  ruedas  do  movi- 
miento complicadas  á  una  y  olra  banda  de  la 
embarcación. 

«Laespcricncia  se  bizo  en  una  nao  de  200 
Joneles,  venida  de  Colibre  á  descargar  trigo  en 
Barcelona,  llamada  la  Trinidad ,  su  capitán 
i'edro  de  Scarza. 

«Por  comisión  de  Cárlós  Y  y  del  principe 

(1)  Ellilirode  Cisarino  parece  muy  raro; su  ti- 
tuló es:  Di  fitcio  Piíriíéw  Potlione  De  Arekiíédtwa 
libri  deeen,  tradudl  de,  latino  in  vulgvrz,  etc.  Se 
imitó  en  muc.bos  lugares  por  et  alcnian  GuaHero 
Enrique  Rivir, en  la  obra  Ululada:  Bankurst  oder 
Architerlur  alta-  fumemstir  hotltwendigslcn  tm- 
gstiorigen  mulliemtiíischen  uüd  meckaniacken  lums- 
íen  (Basilea,  15S2.)  En  la  página  27  do  esta  obra  se 
encuentra  la  reproducción  de  las  figuran  publicadas 
por  Cisarino  en  cuanto  á  las  eolipilas  y  proyectiles 
íúncavos. 


UR  788 

Felipe  11,  su  hijo,  intervinieron  en  este  ne- 
gocio don  Enrique  de  Toledo,  el  gobernador' 
don  Pedro  de  Cardona,  el  tesorero  Ráva"o  el 
vicecanciller;  el  maestre  racional  de  Catalana 
don  Francisco  Gralla,  y  otros  muchos  símelos 
de  categoría,  castellanos  y  catátanos,  entre 
ellos  varios  capitanes  de  mar  que  presencia- 
ron  la  operación  unos  dentro  de  la  nao  y  otros 
desde  la  marina. 

«En  los  partes  que  dieron  al  rey  y  al  prin- 
cipe, todos  generalmente  aplaudieron  el  luje, 
nio,  en  especial  la  prontitud  con  que  se  dalia 
vuelta  á  la  nao.  El  tesorero  llávago,  cnemifo 
del.proyeclo,  dice  que  andaría  dos  leguas  cada 
tres  boras:  que  era  muy  complicado  y  íosiu- 
so,  y  que  babia  mucha  esposieion  de  que  es- 
tallase con  frecuencia  la  caldera,  ios  dejnas 
comisionados  aseguran  que  la  nao  hizo  cia- 
boga dos  tantos  mas  presto  que  una  galera 
servida  por  el  método  regular,  y  que  andaba 
álegua  por  hora  cuando  menos. 

«Concluido  el  ensayo,  recogió  todo  el  in- 
genio que  habla  armado  en  la  nao,  y  habién- 
dose depositado  las  maderas  en  las  atarazanas 
de  Barcelona,  guardó  para  sí  lo  demás. 

«A  pesar  de  las  dificultades  y  contrailleein- 
nes  propuestas  por  Rávago,  fué  apreciado  el 
pensamiento  de  Garay,  y  si  la  espedicion  « 
que  entonces  estaba  empeñado  Carlos  V  no  lo 
estorbara  sin  duda  lo  hubiera  alentado  y  ta- 
varecido.  Con  lodo  eso  promovió  al  autora 
un  grado  mas,  le  d¡ó  una  ayuda  de  cosía  de 
200,000  maravedises  por  una  vez,  mandó  pa- 
garle por  tesorería  general  todos  los  gasto!; 
y  Je  hizo  otras  mercedes. 

«Así  resulta  de  los  espedientes  y  registras 
originales  que  se  custodian  en  el  Heal  Archivo 
de  Simancas,  entre  los  papeles  del  lisiado  del 
negociado  de  Cataluña  y  los  de  la  secretaria  de 
Guerra,  parle  de  mar  y  tierra,  en  el  referido 
año  de  1543.  / 

«Simancas,  27  de  agosto  de  /Í825.  Tomás 
González.» 

«Según  líavarrete,  resulta  de  ta  ñola  que 
ocaba  de  leerse  qué,  los  barcos  de  vapor  sm 
una  invención  española,  y  que  no  se  ha  Jice/ii) 
otra  cosa  que  resucitarla  ennueslrosdias.  be 
aquí  se  deduciría  la  consecuencia  de  qne  Mas- 
co de  Garay  debe  considerarse  como  el  verda- 
dero inventor  de  las  máquinas  de  fuego  (Ik 

Arago  se  propone  refutar  la  opinión  de 
ííavarrete ,  que  considera  como  inadmisible. 

«Estás  pretensiones,  dice,  me  parecen  am- 
bas refutables.  En  tesis  general  la  historia  de 
las  ciencias  debe  fundarse  exclusivamente  en 
documentos  impresos:  los  manuscritos  ao 
pueden  tener  valor  alguno  para  el  público; 
porque  con  la  mayor  frecuencia  se  halla  des- 
provisto de  lodo  üiedio  de  comprobar  Inexac- 
titud do  la  focha  que  se  les  atribuye.  Los  cs- 
Iractos  de  manuscritos  son  monos  admisibles 
aun:  el  autor  de  una  análisis  no  ha  compren- 

U)   Anal,  de  1837,  p.  3-52. 


789 


VAPOR 


7S0 


(¡ido  bien  alguna  vez  la  obra  que  quiere  citar, 
sustituye,  aun  sin  intención,  las  ideas  de  sir> 
tiempo",  sus  propias  ideas  á  las  del  escritor 
que  compendia.  Concederé,  sin  embargo,  que 
ninguna  de  estas  dificultades  es  aplicable  a! 
presente  caso:  que  el  documento  citado  por 
Savarrete  es  también  de  15-13,  y  que  el  es- 
tricto de  González  es  del;  ¿pero  qué  resultará 
de  anjui?  Que  se  intentó  en  1543  hacer  cami- 
nar barcos  con  cierto  mecanismo,  y  nada  mas. 
],a  máquina,  se  dice, 'encerraba  una  caldera, 
luego  era  una  máquina  de  vapor,  Este  racio- 
cinio no  es  concluyeme.  Existen,  en  efecto, 
diversas  obras  do  proyectos  de  máquinas  en 
las  que  se  ve  fuego  debajo  de  una  caldera  Ile- 
sa de  agua,  sin  que  el  vapor  .juegue  en  ellas 
¡lingun  papel:  tal  es,  por  ejemplo,  la  máquina 
de  Amontous.  Finalmente,  aun  ciando  se  ad- 
mitiese que  el  vapor  engendraba  el  movimien- 
to rio  la  máquina  de  Garay,  no  se  seguirá  de 
eslü  necesariamente  que  esta  máquina  fuese 
nueva  y  que  Invicto  analogía  con  la  do  hoy; 
porque  llorón,  corno  ya  hemos  visto,  descri- 
bía mil  seiscientos  años  ardes  el  medio  de 
producir  un  movimiento  de  rotación  por  Ja  ac- 
ción del  vapor.  Añadiré  también  que  si  ia  es- 
pericncia  de  Garay  tuvo  lugar,  y  si  su  máqui- 
na era  de  vapor,  todo  debe  inducir  á  creer 
qne  empleaba  la  eolipila  de  llorón.  Esle, apá- 
ralo, en  efecto,  no  es  de  una  ejecución  muy 
difícil,  al  paso  que  (lo  podemos  asegurar  con 
certeza)  la  mas  sencilla  máquina  ¿le  vapor  de 
hoy  exige  en  su  construcción  una  precisión 
de  maniobras  muy  superior  á  todo  lo  que  hu- 
biese podido  obtenerse  en  el  siglo  XVI.  Ade- 
mas, ao  habiendo  querido  Garay  enseñar  su 
máquina  á  nadie  ni  aun  á  los  comisionados 
nao  el  emperador  babia  nombrado,  no  produ- 
cirán] resultado  alguno  cierto  todas  las  tenta- 
tivas que.  pudieran  hacerse  al  cabo  de  tres  si- 
glos para  restablecer  en  qué  consistía. 

8Ku  resumen,  no  debemos  hacer  caso  del 
nuevo  documento  desenterrado  por  Navarrete: 
I  ."  porque  no  se  imprimió  en  1543,  ni  poste- 
riormente: 2."  porque  no  prueba  que  el  mo- 
tor de  la  nave  de  Barcelona  era  una  verdadera 
máquina  de  vapor:  3."  finalmente  ,  porque  si 
¡ilguDa  vez  existió  una  máquina  de  vapor  de 
Garay,  ora,  según  toda  apariencia,  la  eolipila 
de  reacción,  ya  descrita  en  las  obras  de  He- 
ron  de  Alejandría.» 

Humos  tranertto  testualmente  estas  obser- 
vaciones para  no  quitar  nada  de  su  fuerza;  pe- 
ro no  podemos  disimular  que  el  juicio  dc.Ara- 
go  nos  parece  exagerado.  Si  es  cierto  que  la 
msloria  de  las  ciencias  debe  fundarse,  en  ge- 
neral, sobre  documentos  impresos,  no  loes 
menos  que  ciertos  manuscritos  pueden  tener 
tal  carácter  de  autenticidad  que  su  autoridad 
histórica  sea  igual  á  la  de  un  libro  impreso, 
«a  esto,  ¿qué  seria  la  historia  de  las  ciencias 
en  cuanto  á  los  siglos  anteriores  al  descubri- 
miento de  la  imprenta?  Por  otra  parte ,  admi- 
tiendo que  se  demostrasen  la  exactitud  de  la 


cita  de  Navarrete  y  la  autenticidad  de  los  do- 
cumentos que  reasume,  cosa  que  desde  inego 
puedo  asegurarse ,  sería  muy  probable  que 
lllasco  (le  Garay  tuvo  también  realmente  la  idea 
de  aplicar  la  fuerza  motriz  del  vapor  á  la  na- 
vegación; y  cualquiera  que  fuese  ei  género  do 
aparato  que  hubiese  empleado  ,  aunque  fuese 
la  eolipila  de  reacción,  lo  que  es  verosímil, 
aquel  mecánico  debería  ocupar  nu  puesto  ele- 
vado entre  los  inventores  cuyos  nombres  figu- 
ran en  una  historia  de  las  máquinas  de  vapor. 
Poco  importa  que  mil  seiscientos  años  antes 
Heronde  Alejandría  hubiese  descrito  el  medio 
de  producir  uu~ movimiento  de  rotación  por  la 
acción  del  vapor;  el  hombre  que  primeramen- 
te hubiera  propuesto  adaptar  este  movimiento 
de  rotación  á  remos  giratorios,  y  que  hubiese 
ejecutado  el  mecanismo  asi  proyectado,  sería 
autor  de  un  progreso  incontestable  y  de  una 
alta  importancia. 

1557.  Gerónimo  Cardan.  En  una  noticia 
inserta  en  el  Boletín  dn  la  Sociedad  de  Emu- 
lación (número  de  noviembre  do  1847)  Rouget 
de  Liste  indicó  un  testo  de  Gerónimo  Cardan, 
en  el  que  se  ve  una  eolipila.  con  dos  abertu- 
ras, una  para  la  emisión  del  vapora  otra  pura 
la  introducción  del  agua.  «Las  vasos  ventosos 
que  Vitrubio  enseña  i  construir,  dice  Cardan, 
y  cuya  representación  veis  aquí ,  tieuen  casi 
ia  forma  de  una  cabeza  humana  cerrada  por 
todas  partes  menos  en  un  tubo,  por  donde  ar- 
rojan viento  cuando  se  esponen  al  fuego  des- 
pués de  haberlos- llenado  de  agua....  Adaptan- 
do otro  tubo  en  una  dirección  opuesta,  loma- 
rá al  agua  por  la  parte  sumergida ,  no  sola- 
mente á  causa  del  descenso  natural  del  agua, 
sino  también  por  razón  del  calor;  porque  este 
atrae,  cómase  dijo  en  otra  parle,  etc.  ti)» 
Aqui  tenemos  un  eslabón  mas  en  esta  serie  de 
invenciones  en  que  el  entendimiento  humano 
ha  caminado  paso  á  paso  con  tan  notable  len- 
titud. 

Nuestra  fig.  U.a  es  la  exacta  reproducción 
de  la  de  (lardan. 

1562.  Matesio.  La  Historia  descriptiva 
de  la  máquina  de  vapor,  traducida  del  íuglés 
Stuart  (2),  encierra  el  texto  siguiente  (pág.  27), 
á  continuación  de  la  descripción  de  la  máqui- 
na de  reacción  de  Heron. 

«No  se  encuentra  indicio  alguno  del  vapor 
empleado  como  motor  en  las  obras  do  los  au- 
tores antiguos  ni  aun  en  las  de  los  escritores 
modernos,  hasta  el  año  de  1563.  En  esta  épo- 
ca, un  tal  Mátesio ,  en  un  tomo  de  sermones 
titulado  Sarepta,  habla  de  la  posibilidad  de 
construir  un  aparato  cuya  acción  y  propiedades 
parecen  semejantes  i  las  de  la  máquina  de  va- 
por moderna.» 

Es,  necesario  confesar  que  esta  cita  es  muy 
lacónica  para  una  materia  tan  importante;  p«- 

/         '  ... 

(1)  De  Reruu  Varielate,  |b.  Xlll,  cap.  LX11I; 
Basilca,  (537,pá¡i.  810. 

(2)  París,  1827. 


794 


VAPOR 


732 


ro  podemos  ampliarla,  gracias  á  .un  ingeniero 
de  minas  que  poseia  el  testo  de  Matesio  é  in- 
dicaciones exactas  sobre  la  colección  de. este 
autor.  Copiamos  cié  él  todo  lo  siguiente: 

«Matesio  era  maestro  de  escuela  en  Joa- 
chimslal,  ciudad  de  la  Jiohemia,  célebre  en 
otro  tiempo  por  sus  minas  de  plata,  de  cobre 
y  estaño.  Su  colección,  impresa  por  primera 
vez  en  Nuremberg  eu  1 562,  no  es  una  obra 
técnica;  es  simplemente  una  otea  de  piedad, 
hoy  muy  rara,  aun  en  Alemania.»  El  nombre 
de  Serepta  es  el  de  aquella  ciudad  edilicada 
al  pie  del  Carmelo,  cuyo  nombre  es  célebre 
en  la  Biblia  por  los  milagros  de  Elias.  El  se- 
gundo título  de  la  obra,  Dergpostüla,  es  mu- 
cho mas  esplícito;  es  el  Sermonario  di;  las 
minas.  Ta  veis,  continúa  este  ingeniero,  qüe 
es  rara  casualidad  la  ocurrencia  de  hojear  ese 
viejo  libro  perdido:  sin  embargo,  encierra  un 
documento  histórico  deL  mayor  valor;  nos  en- 
seña la  primera  aplicación  del  vapor  al  servi-' 
ció  de  la  industria,  y  aunque  seguramente  sea 
muy  incompleto  este  testimonio,  que  se  pre- 
senta en  el  libro  de  una  manera  incidental,  no 
puede,  sin  embargo,  dejar  duda  alguna  sobre 
la  realidad  delhecho,  Desde  el  siglo  XVI  un  in- 
geniero de  minas,  aprovechando  verosímilmen- 
te las  luces  de  la  mecánica  de  los  griegos,  y 
trasportándolas  del  dominio  del  espíritu  al  de 
la  materia,  habia  tenido  la  idea  de  emplear 
las  fuerzas  que  resultan  de  la  combinación  del 
agua  y  del  fuego  para  el  aclücamiento  de  las 
aguas  y  aun  para  la  extracción  de  los  minera- 
les, ¿De  qué  naturaleza  era  esta  máquina  de 
vapor?  Matesio,  que  se  dirigía  á  obreros  que 
la  veian  funcionar,  no  necesitaba  decirlo;  pero 
la  manera  con  que  habla  de  ella  es  la  mejor 
prueba  de  su  existencia.  La  cuestión  es  de  un 
interés  histórico  tan  capital,  que  me  permiti- 
réis citar  los  mismos  textos:  ha  esperieacia 
que  habéis  hecho  de  su  rareza,  os  demuestra 
por  otra  parte  que  la  cita  es  de  valor;  véase 
la  que  se  lee  en  la  pág.  182  de  la  edición  del 
año  de  1558. 

xLesset  duroh  wasser,  mind  unnd.  feuer 
wasser  unnd  berg  aus  den  tiefstenmü  srÁCB- 
nen  kúnsten  hebim  unnd  treiben,  damit  die 
unkest  yeringer,  un  die,  verborgenen  schwtsz 
dest  ehe  konnenersunlcenunndvffenbarwer- 

den  Ir  bergtent  soltt  auch  in  euren  ber- 

greyen  rühmen  dengutcn  man,  der  jetztberg 
unnd  wasser  mit  dem  wind  aut  der  Platten 
anrichtet  zu  Iieben,  ivie  man  ictzt  auch  dooh 
am  tag  wasser  mit  feuer  heben  solí.» 

«Por  medio  del  agua,  del  viento  y  del  fue- 
go, y  mediante  ingeniosos  mecanismos,  el 
agua  y  el  mineral  se  elevan  y  ponen  en  mo- 
vimiento desde  las  mas  inmensas  profundida- 
des, para  que  se  disminuya  el  gasto  y  esos 
tesoros  ocultos  puedan  ser  sondeados  y  es- 
tólidas con  presteza  

«Vosotros,  mineros,  glorificad  en  los  eánti- 
tlcos  de  las  minas  al  nombre  cscelente  que 
hace  subir  hoy  el  mineral  y  el  agua  sobre  el 


Platten  por  medio  del  viento,  y  como  ahon 
se  eleva  el  agua  hasta  la  superficie  de  la  nei._ 
ra  con  el  fuego.  , 

«No  obstante  el  laconismo  de  este  docu- 
mento ¿no  es  bastante  concluyeme?  ¿?ío  es  na- 
tural que  la  aplicación  del  vapor  se  hiciese  en 
un  principio  en  el  trabajo  de  las  minas?  u 
aplicación  del  vapor  á  la  navegación  es  anj 
idea  tan  compleja  que  existe  alguna  verosi- 
militud de  que  no  sea  mas  que  una  deriva- 
ción, Pero  en  las  minas  el  problema  de  la 
elevación  de  las  aguas ,  que  constituye  una 
cuestión  de  vida  ó  muerte,  es  mucho  mas  di- 
recto, y  supuesto  que  habia  una  solución  teó- 
rica en  lieron,  era  muy  sencillo  trasladarla  á 
la  práctica,  Si  Matesio  no  nos  enseñase  que  la 
máquina  ó  máquinas  de  que  se  servia  Joa- 
chimsthal  servían,  no  solamente  para  elachi- 
eainietilo,  sino  también  para  la  eslraccion  del 
mineral,  podría  creerse  que  se  referían  al  pri- 
mer tipo  de  líeron,  la  presión  del  vapor  sobre 
una  superficie  liquida;  pero  lo  que  el  aulor 
nos  dice  sobre  la  eslraccion  del  mineral  in- 
dica ciertamente  una  máquina  rotativa,  y  su- 
puesto que.Heroo  suministra  igualmente  elli- 
po  de  la  eolipila,  no  sabemos  porque  este  apa- 
rato tan  sencillo,  y  al  cual  se  habrá  de  recur- 
rir al  fin  en  ciertos  casos,  no  habia  de  hatería 
puesto  en  uso.  El  segundo  testimonio  que  ha- 
béis alegado  prueba  que  en  el  siglo  XVI  se 
hacia  uso  de  él  para  los  asadores.  Auméntese 
el  tamaño  del  asador  y  tendremos  un  torno  ó 
un  cabrestante  automático,  Podría,  por  lo  tan- 
to, creerse  que  lal  hubiera  sido  la  primera 
maquina  de  vapor.  En  todo  caso  es  muy  ve- 
rosímil que  debía  ser  uno  de  los  dos  sistemas 
consignados  en  llorón. 

«Sin  negar  la  realidad  de  los  ensayos  atri- 
buidos á Blasco  de  Garay  para  la  maniobra  de 
las  galeras,  rae  inclinarla  voluntariamente  i 
pensar'  que  aunque  anteriores  á  la  impresión 
de  los  Sermones  de  Matesio,  no  lo  eran,  sin 
embargo,  á  la  maniobra  puesta  en  juego  de  las 
calderas  de  agotamiento  de  Joncbimstha!.  Ape- 
nas es  necesario  recordar  que  en  aquella  épo- 
ca la  Bohemia  y  Es  p'aña  estaban  muy  lejos  de 
carecer  de  relaciones  no  siendo  mas  que  pro- 
vincias de  un  mismo  imperto.  Concluyo,  cu, 
(lo,  haciendo  observar  que  nada  impide  que  la 
palabra  wind  empleada  por  Matesio  se  Lome  en 
la  acepción  ^de  vapor;  no  habiendo  aun  la  tí- 
sica distinguido  en  aquella  época  Sos  gases  de 
ios  vapores,  el  autor  uo  teuía  ásu  disposición 
ninguna  espresion  mas  fuerte  que  este  térmi- 
no general  equivalente  á  nuestro  soplo  i  ?l 
spirüus  de  los  latinos.» 

Respetaremos  et  anónimo  guardado  por  el 
hombre,  eminente  á  quien  se  deben  estas  lí- 
neas; pero  no  obstante,  la  autoridad  de  su  pa- 
labra no  admitir.erqos  conclusiones  tan  esp- 
citas  como  él.  Séanos  lícito  presentar  algunas 
reflexiones  sobre  tan  importante  documento. 

Examinemos  desde  lueg'o,el  primer  párra- 
fo. 1  H  agua,  el  viento  y  el  fuego,  dice  Male- 


793 


VAPOR 


794 


sio,  se  emplean  en  elevar  el  agua  y  el  mine- 
ral desde  las  mayores  profundidades.  Pero  es- 
tos tres  ajenies  ¿obraban  simultánea  ó  aisla- 
damente? ¿Su  acción  se  ejercía  á  la  vez  sobre  el 
a^uay  el  mineral;  o  mas  bien,  el  agua  sola  se 
efevaba  por  la  acción  del  fuego?  Tales  son  las 
cuestiones  que  es  natural  sentar,  que  el  texto 
Je  esto  primer  párrafo  no  puedo,  nos  parece, 
suministrar  respuesta  alguna  cierta. 

En  su  célebre  tratado  de  esplolacion  de 
minas  titulado  De  Re  Metálica1  (l),  Agrícola 
presenta  la  descripción  de  muchos  mecanis- 
mos en  que  se  emplea  la  fuerza  motriz  del 
agua  ó  del  viento  para  eslraer  del  seno  de  la 
tierra  el  agua  que  inundarla  los  trabajos  y  los 
escombros.  El  agua  y  el  viento  servían,  pues, 
eu  tiempo  de  Matesio,  contemporáneo  de  Agrí- 
cola, como  fuerzas  motrices  para  la  estraccion 
de  las  aguas  y  minerales.  Pero  Agrícola  no 
hace  mención  alguna  del  empleo  del  fuego  pa- 
ra la  elevación  del  agua  y  del  mineral,  de  ma- 
nera que  en  cuanto  á  este  agente,  que  mas 
nos  interesa  en  el  caso  actual,  no  sabemos  mas 
de  lo  que  el  mismo  Matesio  nos  enseña.  En  el 
segundo  párrafo  del  texto  citado,  vemos  una 
distinción  real  entre  la  elevación  de  un  mine- 
ral y  del  agua  por  medio  del  viento,  y  la  ele- 
vación del  agua  con  el  fuego.  Resulla,  pues,  de 
aquí  muy  claramente  que  el  fuego  servia  para 
el  achicamiento  de- las  aguas;  pero  no  parece 
(¡ue  de  a¡[ui  no  puede  inferirse  que  también 
servia  para  la  estraccion  del  mineral,  y  mas 
nos  inclinamos  todavía  á  adoptar  una  eonclu- 
sioa  diainelralmenle  opuesta. 

Ahora,  pues,  ¿cuál  era  aquel  ingenioso 
mecanismo  por  cuyo  medio  un  hombre  escá- 
lenle, glorificado  por  los  cantos  de  los  mine- 
ros, bahía  logrado  elevar  el  agua  con  auxilio 
M  fuego?  Desde  (¡ue  se  reconoce  que  aquel 
mecanismo  no  servia  para  la  estraccion  del 
minera],  es  natural  .suponer  que  era  del  gé- 
nero mas  sencillo,  y  admitir  (¡ue  ofrecía  la  rea- 
lización práctica  de  uno  de  ios  aparatos  de 
aire  dilatado  imaginados  por  el  ingenio  snlil 
de  los  griegos.  Xo  puede  tampoco  asegurarse 
con  certeza  que  el  vapor  propiamente  dicho 
hiciese  ulgun  papel  en  los  mecanismos  cele- 
bmrj.os  por  Matesio,  supuesto  que  el  único 
liecuo  incontestable  que  resulta  del  Sare¡da, 
es  que  se  elevaba  el  aijua  á  la  superficie  ct,n 
d  fuego.  Indudablemente- nada  hay  de  impo- 
sible en  que  el  fuego  obre  por  medio  del  va- 
por, en  cualquier  aparato  análogo  á  aquellos 
en  que  Salomón  de  Caus  no  empleaba  aun, 
cincuenta  años  después,  mas  que  aire  dilatado; 
pero  hasta  la  presentación  de  nuevos  docu- 
mentos creemos  deben  atenemos  á  la  siguien- 
te conclusión. 

Eu  1 562,  época,  de  la  publicación  del  es- 
crito de  Matesio,  un  minero  alemán  había  con- 
seguido elevar  agua  empleando  el  poder  me- 
cánico del  fuego;  nada  prueba,  por  otra  parte, 

'*>  Basiles,  836,. e/i  fot. 


que  el  fuego  obre  formando  vapor  de  agua 
mas  bien  que  enrareciendo  el  aire.  jj 
1567.  Filiberlo  Deforme.    Se  trata  aqni  de 
una  aplicación  muy  indirecta  de  la  fuerza  mo- 
triz del  vapor;  pero  como  esta  aplicación  se 
ba  renovado  en  nuestros  dias  y  se  emplea  en 
la  actualidad  produciendo  resultados  de  una 
grande  importancia  para  activar  la  combustión 
en  los  boruillos  que  rodean  las  calderas  y  pa- 
ra acelerar  asi  el  movimiento  de  las  fuerzas 
locomotoras,  no  podemos  dispensarnos  de  men- 
ción arla. 

Filiberto  Delorme  en  el  capitulo  Yin  del 
libro  IX  de  su  Arquitectura,  entre  diversos 
medios  de  impedir  que  las  chimeneas  den  hu- 
mo, propone  el  siguiente: 

«Otro  remedio  é  invención  contra  los 
humos. 

«Por  otra  invención  seria  muy  útil  tomar 
uno  ó  dos  globos  dé  cobre  de  5  ó  6  pulgadas 
de  diámetro  6  mas  si  se  quiere,  y  haciendo  un 
pepeno  agujero  por  encima,  llenarlas  de  agua 
y  colocarlas  en  la  chimenea  á  la  altura  de 
cerca  de  4  ó  5  pies  (según  el  fuego  que  se 
quiera  encender)  para  que  puedan  calentarse 
cuando  llegue  á  ellos  el  calor,  y  por  la  eva- 
poración causará  tal  viento  que  por  grande  que 
sea  el  humo  será  arrojado  por  arriba.  Y  este 
remedio  ayudará  también  para  que  la  madera 
puesta  en  el  fuego  forme  llama  y  sé  encienda, 
como  lo  demuestra  Yitrúbio  en  el  capítulo  YI 
de  su  primer  libro..  (I).» 

Aqni  Filiberto  Delorme  repite  casi  textual- 
mente como  él  mismo  lo  anuncia,  el  texto  de 
Yitrúbio  citado  antes,  y  abrigando  la  opinión 
errónea  de  su  antecesor  anuncia  que  el  aire 
suministrado  por  la  eolipila  suple  á  la  corrien- 
te que  no  existe  en  el  aposento.  Pero  sabido 
es  que  no  es  esto  lo  que  sucede.  El  aire  de  la 
chimenea  arrastrado  por  la  corriente  del  vapor 
hace  tiro  en  el  aposento,  y  el  humo  no  es  ar- 
rojado fuera  sino  con  la  condición  de  que  el 
aire  esterior  pueda  penetrar  dentro  del  cuarto, 
ya  por  medio  de  ventosas,  ya  por  las  juntu- 
ras de  las  puertas  y  ventanas. 

El  auter  continúa  en  estos  términos: 

«Algunos  podrán  decir  que  las  eolipilas  no 
podrán  producir  aire  por  mucho  tiempo,'  á  lo 
cual  respondo,  que  cuanto  mayores  sean  dura- 
rá mas  el  viento,  como  también  dándolas  un 
calor  templado  por  debajo.  Y  cuanto  mayor 
fuego  baya  para  calcnlarlas  soplarán  con  ma- 
yor vehemencia  y  fuerza,  pero  el  agua  también 
se  evaporizará  mas  pronto;  por  lo  que  será 
útil  tener  dos  ó  tres  ó  mas  si  se  quiere,  para 
que  cuando  no  sople  una,  se  ponga  en  su  lu- 
gar otra.  Y  mientras  que  cada  cual  tenga  el 
medio  ó  la  paciencia  de  poner  poco  á  poco 
agua  en  las  espresadas  eolipilas  ó  globos,  le 
será  fácil  hacerlo,  calentándolas  y  poniéndo- 
las después  en  uña  cuba  de  agua  porque  esta 

(I)  P.  270  vis.  ile  la  edición  de  I5B7.  Véase  nues- 
tra jlg.  9.a  , 


705 


VAPOR 


796 


entrará  en  ellas  acto  continuo.  Y  para  que  eo  -siglo  antes  de  Wocester  por  Matesio  ea  nnáeW 
nozcuis  mejor  como  deben  aplicarse  á  las  chb  lecciortdc  sermones  titulada  Sarcia y  dcsmJ, 
meneas,  presento  mas  adelante  una  figura  tan- 
to para  delante  de  una  chimenea  corno  para  den- 
tro, para  que  nos  sea  fácil  comprender  como 
deben  colocarse  y  calentarse,  y  también,  como 
arrojan  el  humo.» 

1  Sigue  la  figura  que  liemos  reproducido  con 
el  número  Ifl  en  tres  décimos  do  magnitud 
del  original. 

1 569.  Santiago  liesson.  Segun  Arago,  en 
una  de  las  obras  de  Santiago  Bcsson  impresa 
~en  1569  se  baila  un  ensayo  de  determinación 
de  los  volúmenes  relativos  del  agua  y  del  va- 
por (1).  Aunque  alli  se  trata  de  una  esperien- 
cia  de  física  mas  bien  que  de  una  aplicación 
mecánica,  esta  esperiencia  seria  un  aconteci- 
miento notable  en  la  historia  de  la  ciencia; 
Santiago  liesson,  mecánico  y  matemático,  es 
uno  délos  autores  mas  notables  del  siglo  XVI, 
Su  Teatro  de  instrumentos  y  de  máquinas  es 
la  primera  publicación  que  se  hizo  en  este  gé- 
nero, y  se  imitó  o  aun  se  reprodujo  ruuehas 
veces.  Las  láminas  se  grabaron  en  cobre  antes 
que  hubiese  aparecido  este  metal,  y  el  privi- 
legio, cuya  fecha  es  de  1560,  es  algunos  años 
anterior  á  la  impresión  del  texto.  Si  las  unas 
ni  el  otro  encierran  nada  relativo  al  ensayo 
mencionado  antes.  Nuestras  investigaciones 
para  hallar  el  texto  á  que  alude  Arago,  ya  en 
el  Arte  de  encontrar  las  aguas  subterráneas, 
publicado  en  1569,  ya  en  el  Arte  de  estraer 
aceites  y  aguas  de  los  medicamentos  sim- 
ples, publicado  luego  en  latili  en  15G9,  no 
fueron  mas  felices.  El  Cosmólogo  publicado 
en  1567  es  enteramente  estranoá  esta  materia. 
Y  probablemente  sucedo  lo  mismo  con  el 
compás  euclidiano  del  mismo  autor;  pero  ja- 
más hemos  tenido  en  nuestras  manos  ejemplar 
alguno  de  esta  última  obra. 

1597.  Eolípüa  aplicada  al  asador.  Laffis- 
toria  descriptiva  de  Stuart,  ya  citada,  encier- 
ra (p.  32)  el  texto  siguente.  (Véase  la  fig.  1 1). 

«Treinta  años  después  (llatcsio)  en  un  libro 
impreso  en  Leipzip  en  1597,  se  halla  la  des- 
cripción de  lo  que  sollama  eolípila  que  puede 
utilizarse,  segun  se  dice,  adaptándole  un  asa- 
dor. Se  introduce  en  el  globo  x  corta  cantidad 
de  agua  que  se  resuelve  en  vapor  por  efecto 
de!  fuego  colocado  debajo.  El  vapor  sale  por 
los  picos  ai  y  b,  y  produce  con  ,  su  reacción 
un  movimiento  continuo  de  rotación.» 

Esta  cita  sin  litulo  ni  nombre  de  autor  cor- 
re parejas  con  la  de'  Sarepta  do  llatcsio;  á 
falla  de  una  indicación  exacta,  nos' vemos,  por 
lo  tanto,  obligados  á  obrar'  por  medio  de  con- 
jeturas. ¿Querría  hacer  alusión  el  autor  de  es- 
te libro  el  doctor  TU,  Young,  cuando  al  trazar 
bajo  su  punto  de  vista  inglés  y  parcial,  un 
bosquejo  del  origen  de  la  máquina  de  vapor, 
llega  á  decir:  «La  idea  primitiva  de  la  posi- 
iliáXid  de,  semejante  maquinase  había  dado  un 


i  Sarcpta  y  después 
por  Bruñan  (1].»  ¿Otóles  este  nombro  ale 
man  de  BiHinatl?  /.Seria  el  del  autor  del  lito 
citado  por  Sliiarl? 

ES  preciso  reconocer  que  adaptar  la  eolí- 
pila al  asador,  era  hacer  una  aplicación  muy 
sencilla  de  la  fuerza  espansiva  del  vapor  y 
que  esla  idea  debió  presentarse  muy  natural, 
mente  al  entendimiento.  Cardan  describe  en 
su  obra  De  Rcrum  varietate,  publicada  en 
1557,  un  asador  movido  por  el  humo,  como, 
una  máquina  usada  en  Milán  en  su  tiempo 
(líb.  IX,  cap.  LVI1.)  Los  manuscritos  do  Leo- 
nardo de  Vinel  contienen  el  croquis  é  indica- 
ción de  esta  misma  máquina  (2).  Es  miiy  ve- 
rosímil que  se  pasase  de  una  idea  á  otra,  y 
que  la  fuerza  motriz  del  vapor  habrá  sido  sus- 
tituida á  la  del  humo. 

I G0 1  — 1608.  Juan  Bautista  Porta  y  Juan 
Escribano,  i,  1¡.  Porta,  Tísico  dlsUngúiÜo; 
nacido  en  ÍJápoles  háeiu  1540,  nmertociilOlj' 
publicó  en  Ñapóles  en  160!,  oon'el  titolo  dé 
Pncumaticorum  iibri  tres,  una  obra  del  gé- 
nero de  la  de  Ileron  de  Alejandría  citada  an- 
!es.  Dn  tal  Juan  Escribano,  español,  publicó 
siete  años  después  en  1008,  una  traducción 
italiana  del  libro  de  J.  B.  Porta  (3).  En  m 
dedicatoria  dirigida  al  autor,  Escribano  anun- 
cia que  añadió  á  su  traducción  algunos  texlos 
que  oyó  al  mismo  Porta,  Entre  los  textos  que 
no  figuran  eu  la  edición  latina,  y  que  se  ven 
en  la  italiana, -ss  encuentra  el  siguiente,  cuya 
¡dea  puede  atribuirse  al  mismo  l'orla,  segun  la 
declaración  de  Escribano-, 

«Formad  una  caja  BC  de  vidrio  ó  eslai'w 
[fig.  12},  cuyo  fondo  tenga  un  agujero  pur 
donde  pasará  el  cifello  de  una  botella  de  des- 
tilación que  cóntenga  una  ú  dos  onzas  de 
agua.  El  cuello  se  soldará  en  el  fondo  déla 
caja,  de  suerte  que  nada  pueda  escaparse  por 
alli;  de  este  mismo  fondo  saldrá  un  canal  cuya 
abertura  apenas  le  toque,  de}ando  el  intervalo 
necesario  para  que  pueda  correr  el  agua.  Eslo 
canal  pasará  por  una  abertura  de  la  cobertera 
de  la  caja  y  se  estenderá  hacia  afuera  á  una 
corta  distancia  de  su  superficie  (posse  per  ¡o 
coverchio  fuori  poco  lonlano  dalla  suü  su- 
perfteia.)  La  caja  se  llenará  de  agua  por  un 
embudo  A  que  se  tapará  bien  después,  para 
que  no  pueda  escaparse  el  aire  (che  »¡o?»possii 
respirare);  Analmente,  la  botella  se  colocará 
sobro  el  fuego  y  se  calentará  lentamente;  ra- 
tóneos el  agua  Irasformada  en  vapor,  compré 
mirá  el  agua  cu  la  caja,  la  violentará  y  la  liara 
salir  por  el  canal  G  y  correr  ol  interior.  Se 
continuará  siempre  asi  calentando  el  Km 
hasta  que  no  quede  ya  mas;  y  mientras  que 
el  agua  exhale  humo  ispumeará),  el  aire  com- 


(I)   An.  délas  Longil.  en  cuanto  á  1839,  p.  287. 


(II 
turas  de 


And.  a*,  a  siibsequen Jicriod  byErunau 
le  ¡ílusofia  natural,  t. 1,  p.  3B6  de  la  ed.  «M-  ■ 

(2)  Ensaii o  sobre  la  v ida  yobrat  de  Leonardo  í« 
Vinci,  por  Veniiiri.  ,  „ 

(3)  ¥  (re  libri  de  Spirüttali,  Népolea  en  i- 


797 


VAPOR 


798 


primirá  el  agua  en  la  caja,  y  el  agua  saldrá  al 
estertor.  Concluida  la -evaporación  se  medirá 
cuanto  agua  salió  de  la  caja  y  quedará  tanta 
agua  cuanta  haya  salido  (de  la  botella),  y  de 
^cantidad de  agua  que  hubiese  salido  inferi- 
réis en  cuunla  caulidad  de  aire  se  trasformó. 
Puede  también  medirse  fácilmente  cuantas  par- 
les lie  un  aire  mas  sutil  puede  producir  una 
onza  de  aire  en  su  consistencia  ordinaria.» 

Torta  sabia,  pues,  que  el  vapor  de  agua 
[Hiede  comprimir  á,  un  liquido  como  si  fuese 
aire  y  hacerlo  subir  sobre  su  nivel.  Nada  prue- 
ba, es  verdad,  que  tuviese  idea  alguna  de  la 
enorme  fuerza  que  este  vapor  es  susceptible 
de  adquirir,  y  de  la  posibilidad  de  emplearlo 
como  motor  eficaz;  dice  también  en  términos 
efjiresos  que  el  cañón  de  salida  pasa  á  una 
corla  distancia  de  la  cobertera  de  la  caja. 

«Su  único  objeto  era  determinar  práctica- 
mente y  por  un  meilio  cuyos  defectos  es  inú- 
til señalar  aqni,  los  volúmenes  relativos  i.o 
iwncantidad  dada  de  agua  y  del  vapor  eu  que 
la  trasforma  el  calor  (I).»  No  es  menos  cierto 
que  liabia,  bajo  el  punto  de  vista  mecánico,  en 
este  aparato  de  Porta,  el  gérniem  de  una  idea 
útil;  y  que  si  se  hubiese  aplicado  simplemente 
esta  ideado  ejercer  unapresion  con  el  vapor 
de  agita  nñ';*jl  aparato  que  presenta  nuestra 
j>ij.  •i.-1,  en  vez-de  emplear  el  aire  enrarecido, 
se  hubiese  obtenido  una  verdadera  máquina  de 
vapor,  propia  para  boeer  subir  el  agua  á  gran- 
des alturas. 

!G05.  Florencio  Ribault.  David  Eibault, 
ieñorde  Flurance,  profesor  de  matemáticas 
de  luis  Xlll  publicó  por  primera  vez  en  IfiOS 
los  Elementos  de  Artillería,  que  se  reimpri- 
mieron e'n  160S  eft  París  y  se  aumentaron  con 
>!.a  invención,  descripción  y  demoslracion  de 
una  nueva  artillería,  que  no  se  carga  mas  que 
coa  aire  y  agua  pura,  y  tiene,  sin  embargo, 
una  fuerza  increíble,  de  una  especie "  mas  de 
pólvora  de  cañón,  etc.» 

Vemos  en  esta  obra  que  las  colipilas  re- 
vientan con  estruendo  cuando  se  impide  la  sa- 
lida del  vapor;  y  .  el  autor  añade:  "El  efecto  de 
la  rarefacción  del  agua  es  capaz  de  atemorizar 
á  los  hombres  mas  valientes  en  el  accidente 
de  los  terremotos.  El  agua  que  corre  en  las 
envernas 'de  la  tierra,  en  la  primavera  y  prin- 
cipalmente en  oloño,  se  calienta  ya  por  los 
fuegos  que  encuentra  con  frecuencia,  ya  pol- 
las exhalaciones  cálidas  que  salen  de  las  aber- 
turas terrestres:  de  tal  modo,  que  enrarecida 
y  convertida  en  aire,  el  lugar  que  la  contenía 
antes  no  es  ya  capaz  de  abrazar  lan  largas  y 
anchas  dimensiones;  asi  es  que  obligada  á  es- 
letiderse  y  violentada  por  este  huésped  pode-, 
l0Eo.  se  entreabre  la  tierra  para  darle  salida, 
cansando  espantosas  ruinas.  Hay  un  millón  de 
«Iros  efectos  de  esta  rarefacción  de  humedad 
que  nos  podrían  servir  de  pauta  para  obtener 
l|ua  gran  fuerza;  pero  debemos  considerar  que 

U)  An.detoj/  do  1837,  p.  32U, 


no  se  consiguen  semejantes  efectos  de  repente, 
pero  sí  con  el  tiempo,  y  que  la-materia  húme- 
da no  se  exhala  á  la  vez,  sino  poco  á  poco. 
Buscamos,  empero  la  prontitud  y  un  efecto 
momentáneo,  principalmente  en  cuanto  á  la 
acción  del  cañón  (l)...» 

Al  apreciar  asi  con  exactitud  el  inconve- 
niente de  la  no  instantaneidad  de  la  acción  del 
vapor  de  agua  Florencio  Rivault  no  consagra 
menos  el  cuarto  libro  de  la  segunda  edición 
l  de  sus  Elementos  al  exámen  teórico  de  una 
¡nueva  artillería,  que  como  lo  indica  el  titulo 
i  emplea  el  cañón  de  viento  y  el  de  vapor.  «Con 
!  agua  pura  se  puede  hacer  disparar  un  cañón. » 
Tal  es  el  enunciado  del  teorema  XV'de  este 
cuarto  libro;  la  demoslracion,  fundada  en  las 
ideas  dogmáticas  que  la  mala  física  de  la  épo- 
ca adoptaba  como  verdades  incontestables,  va 
acompañada  de  la  siguiente  observación.  «Esto 
no  carece  de  prueba  que  se  hizo  muchas  ve- 
ces,, de  suerte  que  se  puede  también  emplear 
el  agua  eu  la  artillería....  Si  se  quisiese  usar, 
la  práctica  la  baria  fácil  y  la  industria  có- 
moda.» 

Omitimos  la  demostración  y  la  figura  pu- 
blicadas en  los  Elementos  de  artillería,  poi- 
que no  pueden  tener  mucho  interés  después 
de  los  testos  anles  citados  de  Leonardo  de  Vin- 
c¡.  Basta  advertir  que  Ribault  no  nos  suminis- 
tra luz  alguna  sobre  el  origen  de  las  armas  de 
vapor;  se  limita  á  decirnos  que  su  prueba  se 
hizo  machas  veces,  al  paso  que  entra  en  los 
mas  minuciosos  pormenores  sobre  la  invención 
del  arcabuz  de  aire  i.fusil  de  viento),  que  atri- 
buye al  Marín  Eourgeois,  artista  de  mérito  po- 
co común  establecido  en  Lisíeos  enNormandía. 

1615.  Saloman  de  Caus.  « Las  razones  de 
las  fuerzas  motoras,  con  diversas  máquinas 
tan  útiles  como  recreativas,  á  las  que  se  agre- 
gan muchos  dibujos  de  grutas  y  fuentes,  por 
Salomón  de  Caus,  ingeniero  y  arquitecto  de  su 
alteza  Palatina  electoral,  en  Francfort,  en  la  li- 
brería de  ¿nán  Sorthon,  1615,»  Tales  el  títiiTo 
exacto  de  la  primera  edición  de  una  obra  que 
adquirió  celebridad  clesde  que  Arago  reivindi- 
có para  Salomón  de  Caus  el  honor  de  haber  in- 
vernado «una  verdadera  máquina  de  vapor  pro- 
pia para  obtener  achicamientos.» 

Examinemos  los  títulos  en  que  puede  apo- 
yarse esta  opinión. 

En  un  corlo  preámbulo  (fót.  t)  el  aulor  si- 
guiendo las  divisiones  erróneas  de  la  física  de 
su  llcmpo,  anuncia  que  quiere  dar  la  defini- 
ción do  cada  uno  de  los  cuatro  elementos,  por- 
que todos  los  efectos  do  las  máquinas  son  cau- 
sados por  medio  de  aquellos;  y  en  su  defini- 
ción primera  (ibid.),  termina  con  estas  pa- 
labras: «Eu  cuanto  al  fuego  elemental,  hay 
algunas  máquinas  en  este  libro,  que  se  mue- 
ven por  medio  de  esio,  como  la  elevación  de 
aguas  eslancaiias,  y  otros  mecanismos  no  de- 
mostrados anteriormente.» 

(Jl  Pág.  t28  de  la  primera  edición,  y  tfl  de  la  se- 
gunda, 


799 


VAPOR 


800 


Inmediatamente  después  de  haber  desen- 
vuelto las  definiciones  de  los  cuatro  elemen- 
tos, sigue  una  sene  de  teoremas,  El  primero 
(fól.  2,  vuelto)  está  concebido  en  los  términos 
siguientes:  «Las  partes  de  los  elementos  se 
mezclan  por  algún  tiempo,  después  cada  una 
vuelve  d  su  lugar  respectivo;"  y  encierra  los 
puntos  siguientes: 

«Supongamos  que  A  (fig.  13)  es  una  vasija 
circular,  de  cobre,  bien  cerrada  y  soldada  todo 
alrededor;  BC  es  un  lubo,  uno  de  cuyos  estre- 
ñios B  se  aproxima  al  fondo  cnanto  es  posible 
para  dejar  pasar  el  agua,  y  el  otro  C  sale  fuera 
de  la  vasija:  en  el  tubo  liay  una  espita  D  para  - 
abrir  y  cerrar  cuando  es  necesario ;  también 
hay  en  la  parte  superior  un  respiradero  E,  In- 
trodúzcase agua  en  la  vasija  por  dicho  respi- 
radero ó  abertura,  en  cantidad  suticiente  alie- 
nar el  tercio  de  su  capacidad.  Colórpiese  el  va- 
so en  el  fuego  por  espacio  de  tres  ó  cuatro 
minutos,  dejando  abierto  el  respiradero:  retí- 
rese después,  y  sacando  el  agua  que  habia  en- 
cerrada, se  encontrará  qne  parte  de  ella  luise 
evaporado  por  el  calor  del  fuego.  Vuélvase  el 
agua  á  la  vasija  y  añádase  la  necesaria  para 
completarla  cantidad  que  antes  habia:  ciérren- 
se la  espita  y  el  respiradero:  coloqúese  nue- 
vamente la  vasija  en  el  fuego  por  igual  número 
de  minutos  que  la  primera  vez:  se  la  retirará 
en  seguida  y  se  la  dejará  enfriar  por  si  misma 
sin  abrir  el  respiradero.  Cnanto  esto  se  haya  f 
conseguido,  se  sacará  el  agua  y  se  encontrará 
entonces  la  misma  cantidad  justamente  que  se  ' 
habia  introducido  en  la  vasija,  de  tal  modo  que  ! 
el  líquido  evaporado  la  primera  vez,  conviér-  | 
tese  en  agua  la  segunda,  por  haberse  hallado 
encerrado  el  vapor  dentro  de  la  vasija  y  ha- 
berse enfriado  por  si  mismo.  Otra  demostra- 
ción puede  hacerse  también  de  esto.  Después 
que  se  haya  introducido  en  la  vasija  la  medida 
de  agua,  se  debe  cerrar  el  respiradero  y  abrir 
la  espita  D,  poniendo  enseguida  la  vasija,  al 
fuego  y  un  vaso  cualquiera  ó  recipiente  cerca 
de  dicha  espita:  entonces  el  agua  de  la  vasija 
se  elevará  por  el  calor  del  fuego  y  saldrá  por 
la  espita  D;  pero  deja  de  verilicarlo  cerca  de 
la  sesta  ú  octava  parte  de  dicha  agua,  á  causa 
que  la  violenciadel  vapor  que  ocasiona  el  agua 
al  subir,  proviene  de  la  referida  agua,  cuyo 
vapor  saldrá  después  que  el  agua  haya  salido 
con  gran  violencia  por  la  espita.» 

Otro  pasage  de  las  Raisons  des  /brees  trtáu- 
vantes  prueba  que  su  autor  conocia,  asi  como 
los  que  le  babian  precedido,  los  prodigiosos 
efectos  de  la  espansion  del  vapor....  «la  vio- 
lencia será  grande,»  dice,  «cuando  el  agua  se 
disipé  en  el  aire  por  medio  del  fuego,  y  dicho 
aire  este  encerrado;  como  por  ejemplo,  su- 
pongamos una  esfera  de  cobre,  de  1  ó  2  pies 
de  diámetro,  y  de  una  pulgada  de  espesor,  se 
llenará  de  agua  por  un  pqqueño  agujero ,  el 
cual  se  cerrará  bien  fuerte  con  un  clavo,  de 
manera  que  no  puedan  salir  ni  el  aire  ni  el 
agua:  es  evidente  que  si  dicha  esfera  de  cobre 


se  coloca  sobre  un  gran  fuego,  de  suerte  que 
llegue  á  esperimentar  un  fuerte  calor,  será  lan 
violenta  la  compresión  que  saltará  la  esfera 
rota  en  mil  pedazos,  con  un  ruido  Bemejaate 
al  de  un  petardo  (fól.  t,  vuelto).» 

Asi,  pues,  Salomón  de  Caus  sabia  que  e| 
vapor  de  aguacondensado  da  un  volumen  de 
agua  enieramente  igual  al  que  ha  producido 
este  vapor;  y  sabia  ademas  que  la  presión  del 
vapor  formado  es  bastante  fuerte  para,  hacer 
salir  con  ímpetu  de  la  vasija  por  el  orificio  ED 
el  agua  no  vaporizada  todavía.  Annque  los  de- 
talles de  estos  esperimentos  scau  efectivamen- 
te preciosos,  nada  hay  en  ellos  que  deba  sor- 
prendernos después  del  aparato  de  Porta  des- 
crito por  Juan  Escribano.  Pero  el  teorema  V 
[fól.  4)  es  muy  digno  de  alenciou  porque  con- 
tiene una  aplicación-,  teórica  al  raeuos,  de  la 
fuerza  espansiva  del  vapor.  Esto  teorema  esla 
asi  concebido: 

"líl  agua  ascenderá  con  ayuda  del  fuego  á 
mayor  altura  de  su  nivel. 

ii El  tercer  medio  de  hacer  subir  es  con 
ayuda  del-fuego,  para  lo  cual  pueden  cons- 
truirse diversas  máquinas.  Representaré  arjui 
la  descripción  de  una  de  ellas:  consiste  en  una 
esfera  de  cobre  A  (fig.  14),  bien  soldada  lodo 
alrededor,  que  tiene  un  respiradero  ó  abertura 
D,  por  donde  se  introduce  el  agua,  y  un  tubo 
BC,  soldado  á  la  parte  superior  de  la  esfera  y 
cuyo  estremo  C  baja  hasta  el  fondo  pero  sin  lo- 
carlo. Llena  de  agua  ¡a  esfera,  se  cima  la 
abertura  y  se  coloca  al  fuego:  entonces  el  ca- 
lor hace  subir  el  agua  por  el  tubo  BC.» 

El  aparato  cuya  descripción  acabamos  de 
trascribir,  eleva  tan  solo  el  agua  á  espensas 
de  la  ovaporizacion  de  una  cautidad  considera- 
ble de  ella.  Es  necesario  por  otra  parte  que 
esa  agua  haya  sido  antes  introducida  en  la  es- 
fera A,  y  el  autor  indica  que  debe  efectuarse 
por  la  abertura  I>.  De  ningún  modo  se  opera 
el  relleno  por  aspiración,  aunque  sea  posible 
y  hasta  fácil.  Asi  es  que  no  podemos  adrailir, 
con  Mr.  Arago,  que  este  aparato  «es  una  ver- 
dadera máquina  de  vapor  propia  para  llevar  i 
cabo  los  achicamientos.»  Para  que  esto  fuera 
cierio  necesitaríase  que  Salomón  de  Cans  bu- 
hiera  indicado  un  medio  práctico  de  inlrodueir 
el  agua  en  la  esfera  A,  de  donde  fuera  espnl- 
sada  por  la  presión  del  vapor  acuoso.  Carita 
habiadado  en  15571a  primera  idea  de  este  pro- 
cedimiento, adaptando  á  la  eolípila  un  lubo  de 
aspiración  distinto  del  tubo  de  descarga.  Salo- 
món de  Caus  no  lo  indica,  y  sin  embargo  po- 
see el  principio  con  detalles  de  construcción 
muy  adecuados  para  hacerlo  pasar  al  dominio 
déla  práctica.  El  lector  va  á  juzgar  por  si 
mismo.  ' ' 

El  problema  ,1111  del  lib.  1  (fól.  19  vuelto', 
se  titula: Maquinamwj  iníjuniosaparaekvtt 
las  aguas  muertas.  Al  frente  dé  la  esplicatioa 
se  encuentra  una  (¡gura,  qne  reproducá* 
aqui,  reducida  á  la  tercera  parte  del  tan* 
que  tiene  el¡original  (véase  lám,  LX¡Yat¡&- 


Vapor 


802 


IEs  iiecanicas,  fig.  15).  A.,  B,  G,  D,  son  caa- 
iro  vasijas  de  cobre  muy  bien  soldadas;  la  par- 
te superior  década  una  de  ella  está  atravesada 
por  un  tubo  vertical  E,  que  partiendo  casi  del 
fondo,  pero  sin  tacarlo,  terminan  en  otro  tubo 
boriib'fttíd  superior  GEE,  en  cuyo  centro  existe 
una  pequeña  válvula  G  que.  se  abre  de  abajo  á 
arriba.  Otro  tubo  horizontal  común  I'PP  reiine 
la  parle  inferior  de  los  vasos  A,  B,  C,  D,  te- 
niendo también  en  su  centro  una  válvula  S, 
!¡ae,  como  la  señalada  con  la  letra. C,  se  abre 
Je  abajo  á  arriba.  Sé  llenan  de  agua  los  cuatro 
tases  hasta  el  tercié  de  su  altura:  el  aire  sale 
porlasaberluriUas  ótubitos  3,  4,  5,  Q,  los  cua- 
les después  so  cierran  herraéfieamente  por 
medio  t)e  sus  correspondientes  llaves.  Asi  dis- 
puestas las  cosas,  cuando  el  aparato  se  capo- 
ne álsc-I,  la  i  i  lalación  del  aire  que  lia  queda- 
do en  los  vasos,  oprime  a!  liquido,  lo  hace  su- 
birjlOT  las  tubos  verticales  É  al  tubo  horizon- 
tal EliE,  le  hace  levantar  la  válvula  G,  y  el 
agua  salta  al  receptáculo  ?f,  dirigiéndose  I  tie- 
so por  (I  á  la  cisterna  l¡  Durante  ta  noche,  por 
el  contrario,  se  enrarece,  el  aire  dilatado,  y 
dlsminiiy'éhdo  la  presión  cu  el  interior  de  los 
vasos,  levántase  la  válvula  II,  el  líquido  es  as- 
pirado y  pasa  por  el  tubo  horizontal  I'PP  des- 
líela cisterna  al  interior  de  los  vasos,  de  tal 
manera  que  este  movimiouto  continuará  mien- 
tras baya  agua  en  la  cisterna  y  el  sol  perma- 
naes por  cima  de  dichas  vasijas...» 

Esta  máquina  es  una  aplicación  curiosa  de 
los  erectos  de  la  dilatación  del  aire,  como  los  que 
dejamos  rcpresenlailos  en  nuestras  f¡<¡$.  3.a  y 
i\  fúndase,  como  dice  el  autor,  en  la  idea  de 
una  máquina  que  describe  mas  adelante,  y  que 
ofrece  grande  analogía  con  el  aparato  de  la 
ft.  4.*  Pero  présenla  con  respecto  á  los  af- 
ilíelos de  Heron  una  superioridad  incontesta- 
ble, lil  juego  alternativo  de  las  válvulas  hu- 
biera dado  á  esla  máquina  el  carácter  de  nn 
verdadera  aparato  de  achicamiento,  si  en  vez 
ilel  calor  solar,  obrando  por  cima  de  los  va- 
sos, Salomón  de  Caus  hubiera  concebido  la 
idea  natural  y  sencilla  de  emplear  el  calor  de 
mi  foco  artificial  obrando  por  debajo  y  deter- 
minando cierta  fatuidad  de  vapor  que  hubiera 
comprimido  la  superficie  del  agua  no  evapori- 
zada, lis  verdad  que  entonces  la  fuerza  motriz 
deberiase  al  vapor  del  agua  y  no  al  a|re  dilata- 
do, pero  esla  idea  nada  tenia  de  peregrina  pa- 
ra Salomón  de  Caus,  como  lo  prueban  el  apá- 
ralo de  la  fig.  14  y  la  esplieacion  que  hace  de 
sti  modo  de  obrar. 

Es  muy  digno'  de  notar  que,  conociendo 
perfectamente  la  insuficiencia  de  la  fuerza  mo- 
triz debida  al  calor  solar,  propone  aumentar  su 
efecto  concentrando  sus  rayos  por  medio  de 
eules  sobre  los  vasos  que  deben  calentarse, 
«i  fig.  i 6  es  la  reducción  á  la  cuarta  parle  de 
sil  tninaño  del  modelo  de  la  lám.  XXII  de  las 
Jtaisonj  des  forcea  rnouvantes.  Consiste 'en 
un  bastidor  que  sostiene  diez  y  seis  vidrios 
lenticulares  cuyos  focos  se  dirigen  á  la  parte 

2»-20    BIBLIOTECA.  tOI'IJLAIl. 


superior  de  los  vasos  que  deben  calentarse.  El 
agua,  obligada  por  la  presión  del  aire  en  el  ta- 
to vertical  G,  cae  en  seguida  hacia  D,  y  vie- 
ne por  un  medio  parecido  al  de  los  sifones  á 
alimentar  una  fuente,  de  tal  manera  separada 
del  aparato,  que  se  Oculta  la  causa  de  la  as- 
censión del  líquido. 

Asi,  pues,  Salomón  de  Caus  conocía  la 
fuerza  motriz  del  vapor  del  agua;  conocía  apa- 
ratos mecánicos  muy  ingeniosos,  por  medio  de 
los  cuales  su  eolípila  para  arrojar  agua,  calien- 
te hubiera  podido  ser  trasformada  en  una  má- 
quina de  desagüe,  funcionando  de  una  manera 
Util-,  Este  aparato  se  construirá  subre  la  misma 
base  que  la  ingeniosa  máquina  de  la  fiy.  15, 
pero  Salomón  de  Caus  dejará  para  otro  el  ho- 
nor de  aplicar  ciertos  principios  cuya  impor- 
tancia y  fecundidad  parece  -tan  solo  haber  pre- 
visto. , 

Será  necesario,  después  de  lo  dicho,  pre- 
venir al  lector  contra  una  mistificación  que  ha 
hechoalgtmas  victimas.  Publicóse  curdro  ó  cin- 
co años  después  de  la  primera  noticia  de 
Mr.  Arago,  una  supuesta  caria  dirigida  á  Ginq- 
Márs  por  Marión  Delorme,  diciendo  haber  visto 
entre  los  dementes  de  íücelre  un  hombre  al 
cual  cierto  invento  habla  hecho  perder  la  ra- 
üon.  El  invento  era  precisamente  la  máquina 
de  vapor  tal  como  la  conocemos  poco  mas  d 
menos,  puesto  que  el  autor  queríala  aplicar, 
entre  otros  usos,  á  mover  las  máquinas,  á  ha- 
cer andar  los  carruages.  ¡El  pobre  loco  era  Sa- 
lomón de  Caus!  Para  que  semejante  relato  fue- 
ra al  menos  verosímil,  era  preciso  que  Salo- 
món de  Caus  hubiera  pensado  empleare!  vapor 
como  fuerza  motriz  industrial,  lo  eme  nunca 
biso.  Era  necesario  ademas  que  el  relato  de 
Marión  Delorme  llevase  al  menos  el  sello  déla' 
época,  pero  nada  hay  de  eso.  Por  otra  parte, . 
ignórase  completarnente.de  donde  se  ha  saca- 
do esa  correspondencia  postuma,  que  nadie  ha 
tomado  por  lo  serio,  y  para  ello  existen  muchas 
razones.  Desde  luego,  la  carta  tiene  la  fecha 
de  3  de  febrero  de  1C41,  es  decir,  que  es  pos- 
terior en  diez  años  á  la  muerte  de  Salomón  de 
Caus.  Ademas  en  1641,  Bieeire  no  era  hospi-' 
tal  de  locos,  era  tan  solo  una  dependencia  de 
San  Luisi  en  donde  se  daba  asilo  á  los  milita- 
res ancianos.  Estas  reflexiones  bastarán  sin  du- 
da para  dar  una  idea  de  Ia;  autenticidad  de  la 
carta.  Tranquilícense,  pues,  aquellos  de  nues- 
tros lectores  que  hayan  sido  engañados,  sino' 
por  la  carta  de  Marión  Delorme,  al  menos  por 
algunas  obras  de  arte  ó  de  imaginación,  gra- 
bados, cuadros,  obras  dramáticas,  etc.,  que  di- 
cha correspondencia  apócrifa  baya  podido  en- 
gendrar. Salomón  de  Caus;  nacido  en  Norman- 
din  hácia  fines  déí  siglo  XVI,  murió  tranquila- 
mente jior  los  años,  de  ltí30,  después  de  haber 
servido  coiño  arquitecto  é  ingeniero  en  Fran- 
cia, Inglaterra  y  el  Palatinado,  y  de  haberse 
hecho  apreciar  de  los  soberanos  de  estos  tres 
reinos,  á  los  cuales  dedicó  sus  obras,  porque- 
sin  haber  inventado  la  máquina  de  vapor  se- 

T,    XXXUI.  SI 


803 

puede  ser  un  hábil  ingeniero,- y  Salomón  de 
Caus  pasaba  coa  razón  por  tal  (1). 

1 024.  El  padre  Leurechon.  Bajo  el  título 
de  Récréation  mathématique,  y  con  el  pseu- 
dónimo de  Van  Etten,  publicó  en  162G  et  padre 
Laurechon,  jesuíta  de  la  LOrena,  nn  volumen 
en  8."  menor,  impreso  en  Pent-á4Iousson,  del 
que  se  lian  hecho  luego  muchas  ediciones.  Ha- 
bía aparecido  ya  la  primera  en  dicha  villa,-  en 
idioma  latino,  elaiiode  ! 624,  con  el  título  si- 
guiente: fíilaria'mathemalica  ex  váriis geo- 
metría, mechanicce,  cosmographioj ,  ópticos 
et  aliarum  hujus  modi  artium  problemaiis 
conte?ita  tMussiponli,  1624)  (2). 

El  libro  del  padre  Leurechon  merece  bajo 
mochos  conceptos,  asila  critica, acerba  quede 
él  hizo.  Hydorge,  hábil  geómetra  de  aque- 
lla época,  como  el. severo  juicio  que  Moutucla 
estampó  en  el  prefacio  de  sus  nuevas  Récréa- 
lions  mathémaliques:  Sin  embargo,  contiene 
dicho  libro  ciertos  pasages  que  nu  deben  des- 
deñarse para  la  historia  de  la  riencia.  Entre 
otras  cosas  curiosas,  encuéntrase  en  él  la  pri- 
mera idea  del  telégrafo  eléctrico,  muy  .  vaga, 
muy  incompleta  en  cuanto  á  los  medios  de 
ejecución,  pero  muy  clara  en  cuanto  al  objeto, 
á  que  se  relicre.  El  pasage  relativo  al  vapor 
ofrece  bastante  interés  y  merece  ser  re- 
producido por  entero  y  discutido  cuidadosa- 
mente. 

«Problema  75.  De  las  eolipilas  ó  lolas  pa- 
ra soplar  el  fuego. 

«I.  Estos  vasos  son  de  arena  ó  de  otra  ma- 
teria semejante  que  pueda  endurecerse  al  fue- 
go: tienen  un  pequeño  agujero  muy  estrecho, 
por  el  cual  se  les  llena  de  agua,  colocándolos 
después  delante  del  fuego:  ningún  efecto  se 
observa  mientras  que  no  se  han  calculado, 
pero  tan  pronto  como  el  calor  los  penetra, 
rarificada  el  agua  sale  con  un  silbido  impetuo- 
so y  de  ama  fuerza  prodigiosa.  Es  digno  de  ver 
cómo  ese  soplo  enciende  los  carbones  y  con- 
sume los  ti'oncos  con  un  gran  roído. 

«II.  Yitruvio,  en  el  primer  libro  de  su 
Arquitectura,  capitulo.  VIH,  prueba  con  esos 
instrumentos  que  el  viento  rio  es  otra  cosa 
mas  que  cierta  Cantidad  de  vapores  y  exala- 
ciíiaes  agitadas  con  el  aire  por  rarefacción  y 
condensación.  Nosotros  podemos  todavia  sa 
car  otra  consecuencia  para  manifestar  que  un 
poco  de  agua  puede  engendrar  gran  cantidad 
de  vapor  ^  de  aire,  porque  un  vaso  de  agua 
tediado  en  esas  eolipilas  soplará  durante  casi 

(t)  Sentimos  no  disponer  del  espacio  suficiente 
puní  reproducir *qui  la  carta.de  que  hemos  hablado, 
«■iluda  por  gran  número  de  personas  que  tienen  se- 
üiiranieiile  mas  candor  que  erudición  y  critica.  En 
J83Sla  publicó  el  Slusée  des  Familias,  t.  U,  p.  57,  a 
continuación  de  un  grabadoque  representaba  á  Sa- 
lomón de  Caus  encerrado  en  la  casa  de  locos,  con  eí- 
la  leyenda:  lean  de  Caus  <l  ifíctop, 

(9)  Debemos  el  conocimiento  deeslelibro  y  délos 
pirraros  que  siguen  á  Mr.  Rouget  de  Lisie  ,  p'ero  es- 
tamos muy  distantes  de  adoptar  las  ideas  du  este 
erudito.  f Vía se  el  Baulletin  de  la  Soeiite  d' Encentra- 
ganen!,  m'tm.  de  noviembre  de  1847,  p.  .* 


m 

una  bora,  despidiendo  vapores  que  ocuparán 
un  espacio  mil  veces  mayor  que  su  volumen' 

«III.  En  cuanto  á  la  forma  de  esos  vasos' 
no  todos  siguen  un  mismo  sistema;  algunos 
los  hacen  en  forma  dé  bolas,  otros  en  forma' 
de  cabeza,  á  la  manera  que.se  acostumbra1  a 
pintar  á  los  vientos:  unos  en  figura  de  peta 
como  si  se  las  pusiera  á  cocer  ül  fuego  cuan- 
do se  las  aplica  para  soplar,  y  entonces  el 
mango  de  ella  se  ahueca  en  forma  de  tubo, 
haciendo  al  cstremo  un  agujero  lan  poqucúá 1 
como  la  cabeza  de  un  alfiler. 

«IV.  Algunos  hacen  pouer  en  estos  fuelles 
nú  tubo  eneorbado  formando  varios  pliegues 
y  repliegues,  con  objeto  de  que  el  viento,  que 
rueda  con  impetuosidad  por  dentro,  imite  el 
ruido  del  trueno. 

«V.  Otros  se  contenían  con  uniubo  senci- 
llo de.  plomo,  un  poco  ensanchado  por  la  par- 
te superior,  en  donde  colocan  una  pequeña 
bolita  que  va  saltando  a.  medida  que  los  vapo- 
res encuentran  saitda. 

«VI.  Finalmente,  hay  quienes  aplican  cer- 
ca del  agujero  molinetes  ó  cosas  semejantes, 
qué  dan  vueitas  por  el  impulso  de  los  vapo- 
res, ú  bien,  con  auxilio  de  dos  d  lees  tulas 
recurves  en  la  parle  superior,  hacen  girar  mu 
bolita. 

«VII.  Pero  os  necesario  ser  (ilósufo  pina 
encontrar  unmodo  delicado  para  llenar  de.jigp¡i 
las  eolipilas  por  un  agujero  tan  pequeño.  Se 
calientan  las  eolipilas  vacias  y  el  aire  que 
contienen  llega  á  ser  cstremadamenteraro:  lie- 
dlo esto-,  se  las  sumerge  en  el  agua:  cunden- 
sado  el  aire  y  ocupando  mucho  menos  espacio, 
entra  el  agua  con  rapidez  por  el  agujero  para 
llenar  el  vacio:  he  aqui  la  práctica  ¡r  la  espe- 
culativa de  laseolipilas.i'  \\'.  75  de  la  edición 
de  1G2C). 

Hemos  numerado  los  párrafos  para  daf  píos 
claridad  á  nuestras  observaciones. 

Los  dos  primeros  párrafos  de  este  pasase, 
en  donde  la  opinión  de  Yitruvio  se  cncncnira 
reproducida  con  algún  desarrollo  que  lata 
menos  inexacta,  nos  enseñan  alguna  cosa  de 
•nuevo:  á  saber,  que  álos  ojos  del  autor  el  va- 
por ocupa  una  estensiou  mil  veces  mas  consi- 
derable que  el  volumen  dpi  agua  que  lo  lw 
producido.  Esta  determinación  es  sin  duda  iW 
inexacta,  pues  á  la  simple  presión  dcla  alinus-. 
fera,  el  agua  en  estado  de  vapor  ocupa  un 
volumen  mil  setecientas-veces  mas  considera- 
ble  que  su- volumen  primitivo.  Pero,  en  íll),  « 
el  primer  ensayo  en  que  liemos  encontrado  la 
señal  para  espresar  la  relación  que  l'orin  se 
propuso  determinar,  y  que  merece  ser  anotada, 

El  párrafo  5."  indica  claramente  Ja  forma 
de  la  eolípila  representada  en  la  fíg.  I  úi 
nuestro  primer  articulo.  Esto  es,  como  «OS? 
dicho,  el  verdadero  origen  de  los  cañones  de 
vapor.   1  . 

EL  párrafo  VI  menciona  dos  importan  e> 
aparatos.  Aquel  cu  que  dice  que  dos  ó  tres  tu- 
bos recurvos  en  la  parte  superior  hacen  » 


VAPOR 


806 


vestes  A  una  bo'a>  es  UIla  de  tantas  reproduc- 
ciones del  mecanismo  de  Heron  de  Alejandría, 
representado  en  nuestra  fig.  2.a.  En  puanto  a 
¡al  molinetes  ó  cosas  semejantes  que  dan 
«(¡íiítts  por  el  impulso  de  los  vapores,  debe- 
mos decir  que  es  la  primera  indicación  cono- 
cida del  uso  del  vapor  para  dar  impulso  tlircc- 
lo  ó  un  mecanismo  de  rotación  continua.  Ya 
veremos  mas  adelante  que  en  la  máquina  cita- 
da por  jos  italianos  para  probar  sus  derechos 
cb  la  invención  de  los  aparatos  de  vapor,  él 
movimiento  se  produce  por  un  molinete  ó  rue- 
da que  gira  á  espensas  del  soplo  de  una  cotí- 
pila.  Sin  embargo,  á  nuestros  ojos,  el  padre 
Lauvechou  nunca  será  un  inventor.  De  ningún 
modo  puede  tenérsele  por  tal,  por  solo  haber 
descrito  un  apáralo  qneno  se  encuentra  men- 
cionado en  escritores  mas  antiguos.  No  se  pue- 
do aceptar,  sin  preceder  un  examen  profundo, 
el  testimonio  de  un  autor  que  se  atribuye  nn 
descubrimiento  cualquiera.  Guando  no  se  oli- 
da ile  reivindicar  la  parte  que  lo  pertenece,  y 
áescrifie  una  invención  sin  presentarla  como 
suyo,  existe  una  certidumbre  casi  completa  de 
que  do  lia  inventado  la  que  anuncia,  no  cabe 
dudado  esto,  hablándose  del  padre  Leurechon, 
puesto  i|ue  no  solamente  guarda  silencio  so- 
bre el  autor  de  la  invención,  sino  que  discur- 
re subre  ella  como  de  una  cosa  conocida  y 
poesía  en  práctica  en  su  época. 

Las  figs.  17,  lií  y  10  son  los  fac-similes 
«acias  de  las  diferentes  formas  ríe  eolípilas 
que  presenta  la  Récréalion  mathématique  (edi- 
ción de  1626).  ReGérense  respectivamente  á 
las  formas  de  cabeza  y  de  pera  y  al  tipo  con 
Inlio  ensanchado  por  la  parte  superior,  indi- 
cados en  el  texto.  La  úllima  de  dichas  figuras 
debe -llamar  nuestra  atención  de  una  manera 
especial.  En  efecto,  es  sorprendente  la  seme- 
janza que  guarda  con  la  eolipila  para'arrojar 
agua  de  Salomón  de  Gans  {fig. 14).  Pero,  aun- 
que la  obra  del  padre  Laarecb o n  saliera  á  luz 
algunos  años  después  de  la  primera  edición  de 
las  ñaisons  des  Forces  motivantes,  parece 
probable  que  no  es  de  ese  libro  de  donde  el 
padre  Laurcchon  ha  sacado  la  fig.   19.  Esa 
forma  de  eolipila  es  bastante  sencilla  para  que 
se  crea  que  existia  antes  de  Salomón  de  Caus, 
'pie  de  ningún  modo  se  atribuye  su  invención 
1-a  espila  de  que  hace  uso  110  constituye  su 
carácler  esencial:  es  mas  bien  el  tubo  que  des- 
pende al  interior  y  que  llega  casi  hasta  el 
fondo  del  vaso,  tubo,  por  el  cual,  una  parte 
•leí  agua  asciende  y  salla  fuera  cuando  el  va- 
por ha  adquirido  una  tensión  suficiente.  Esto 
supuesto,  ¿no  es  mas  natural  pensar  que  la  ca 
sualidad  por  si  sola  ha  conducido  á  la  inven 
c-ton  del  aparato  de  Salomón  de  Caos?  ¿5o  es 
mas  sencillo  suponer  que  habiéndose  colocado 
mía  canilla  en  el  Orificio  de  una  esfera  metáli- 
ca lineen,  co»  objeto  de  dar  dirección  al  vapo 
diciia canilla  se  ha  hundido  en  el  interior  de 
1al  manera  que  mío  do  sus  estremos  hallábase 
sumergido  en  el  agua  casi  hasta  el  fondo,  y 


que  entonces,  con  gran  sorpresa  del  on.erador, 
saliese  el  agua  antes  que  el  vapor  hubiera  po- 
dido abrirse  paso?  Salomón  de  Caus  tiene  el 
mérito  incontestable  de  haber  señalado  este 
hecho  y  de  haberlo  consignado  en  su  tratado 
do  las  Balsona  det  Forces  motivantes  hacien- 
do una  apreciación  muy  exacta  de  fas  causas 
que  lo  producen:  también  perfeccionó,  según 
todas  las  probabilidades,  el  aparato  en  cues- 
tión añadiéndole  las  espitas  de  que  carecían 
mies  las  eolípilas,  pero  parécenos  muy  vero- 
símil que  jamás  tuvo  la  idea,  como  el  padre 
Lénrechon,  de  emplear  en  favor  de  la  indus- 
tria, en  el  verdadero  sentido  de  esía  palabra, 
un  eje  motor,  cuyo  poder,  no  obstante,  cono- 
cía perfectamente. 

El  problema  86  de  la  Récréalion  mathé- 
matique (p.  108  de  la  edic.de  H526I  contieno,, 
entre  otras  la  siguiente  cuestión:  «Cómo  se 
puede  cargar  un  cañón  sin  pólvora  »  La  solu- 
ción que  da  el  autor  consiste  en  llenar  el  al- 
ma del  cañón  con  agua  y  aire  comprimidos,  y 
emplear,  en  vez  de  taco,  nn  tarugo  que  ajusta 
perfectamente,  delante  del  cual  se  coloca  la 
bala.  Teniendo  bien  cerrado  el  oído  se  hace 
fuego,  y  para  mantener  la  carga  se  introduce 
en  él  una  pértiea  hasta  el  momento  que  quie- 
re disparar.  «Entonces,  buscando  el  aire  y  el 
agua  mayor  espacio,  y  teniendo  medio  de  ocu- 
parlo en  efecto,  empujan  con  gran  fuerza  el 
taco  y  la  bala,  produciendo  casi  el  mismo  efec- 
to que  si  la  carga  fuera  de  pólvora.»  listo  es, 
como  se  ve,'un  descubrimiento  desgraciado  de 
la  proposición  de  Flurance  Rivault:  de  ahi  es 
que  Claudio  Mydorge  decia  perfectamente  al 
criticar  en  los  términos  siguientes  el  procedi- 
miento del  padre  Letirechon,  procedimiento 
impracticable  sí  se  quería  obtener  una  tensión 
considerable,  y  sin  virtud  alguna  en  el  caso 
contrario. 

«Nos  propone  aqui,  dice  Mydorge,  un  buen 
medio  para  ahorrarnos  la  pólvora  y  un  huen 
auxilio  para  sustituirla.  Se'  dice  que  el  agua  y 
el  aire  encerrados  en  el  cañón,  y  calenlados, 
producen  el  mismo  efecto  que  la  pólvora  pues- 
ta en  contacto  con  el  fuego.  Pero  el  que  de- 
see comparar  la  violencia  de  uno  y  olro  me- 
dio, y  conocer  su  diferancía,  puede  tomar  dos 
eolípilas  semejantes  a  las  que  dejamos  des- 
critas, llenar  una  de  agua  y  otra  de  pólvora, 
calentarlas  hasta  que  produzcan  su  efecto,  y 
llegará  áconocer  su  resultado.» 

Asi,  pues ,  en  definitiva  ningún  derecho 
tiene  el  padre  Leurechon  para  figurar  como 
inventor  en  la  historia  de  las  máquinas  de  va- 
por. El  cañón  que  describe,  había  sido  pre- 
sentado por  Flurance  Hivautt  diez  y  seis  años 
antes,  y  el  procedimiento  que  indica  para  po- 
ner enjuego  dicho  cañón,  es  muy  iuferior-.ai 
mecanismo  diseñado  por  Leonardo  de  Vinci 
antes  de  1519.  Debérnosle  tan  solo  una  indica- 
ción histórica  preciosa,  la  del  germen  de  la 
máqnina  de  que  vamos  á  hablar  en  seguida. 

1629.  Giovanni  Branca.   Branca,  dudada- 


807 


VAPOR 


no  romano,  ingeniero  y  arquitecto  distinguido, 
publicó  en  Roma,  el  año  1629,  un  peque  fio 
volumen  en  4.°,  titulado:  Le  machine  del 
sig.  G.  Brama.  Esta  se  divida  en  tres  parles; 
contiene  la  primera  cuarenta,  máquinas  diver- 
sas: comprende  la  segunda  catorce  ruáquiuas 
destinadas  á  elevar  el  agua:  abraza  la  tercera 
veinte  y  tres  máquinas  en  las  cuales  el  aire 
juega  el  primer  papel,  ya  sea  por  presión, 
ya  par  rarefacción.  La  ¡ig,  25  de  la  primera 
parte  es  la  misma  que  nosotros  reproducimos 
en  nuestra  pg  20,  reducida  á  la,  mitad  de  las 
dimensiones  lineales  del  original.  El  testo  co- 
locado al  frente  de  las  figuras  está  escrito  en 
latín  é  italiano.  He  aquí  la  traducción  literal 
del  que  se  refiere  á  la  figura  que  dejamos 
.  citada- 

«Principios fecundos  y  consecuencias  muy 
importantes,  con  aplicaciones  útiles  y  prove- 
chosas, pueden  deducirse  de  esta  figura.'  Re- 
presenta un  aparato  para  pulverizar  ciertas  ma- 
terias, con  el  auxilio  de  un  motor  maravilloso, 
cual  lo  es  la  cabeza  de  metal  A,  con  una  aber- 
tura R  por  donde  se  introduce  el  agua.  Se  la 
coloca  sobre  carbones  encendidos  eo  el  foco  C. 
■  Como  solo  existe  en  elía  una  salida,  por  la  bo- 
ca D,  se  escapará  por  diclio  punto  una  corrien- 
te de  vapor  tan  violento  que  hará  girar  la  rue- 
da E  y  supiüou  F:  estos  pondrán  en  movimien- 
to la  rueda  dentada  G  y  su  piñón  II;  de  aquí 
pasa  el  movimiento  á  la  rueda  I;  después,  y 
con  auxilio  del  piñón  K,  se  trasmite  á  la  rue- 
da L  y  ál  árbol  cilindrico  que  sostiene  y  levan- 
ta alternativamente  los  dos  mazos  ó  manos. 
Mantenidos  sobre  los  morteros '  M,  por  medio 
de  las  guias  P,Q,  reducirán  á  polvo  cualquiera 
materia.,  como  pólvora,  etc.»  (Fol .  2-i.  verso). 

i\o  hay  que  engañarse:  ese  motor  mara- 
villoso por  primera  vez  sirve  á  un  uso  verda- 
deramente industrial.  Sin  esceptuar'los  mis- 
mos cañones  de  vapor,  hasta  ahora  las  máqui- 
nas de  vapor  hablan  sido  tan  solo  juguetes  de 
niños,  ú  d  lo  mas  aparatos  de  física  recreati- 
va. Branca  ha  dibujado  una  máquina  para  pul- 
verizar cualquiera  susiaucia.  Este  es  un  ade- 
lanto que  debe  consignarse  en  la  historia  de 
la  ciencia;  pero  no  debe  olvidarse  que  tam- 
poco pertenece  á  Branca  la  idea  de  mover  una 
rueda  por  medio  del  vapor,  el  cual  tampoco 
reclamó  el  honor  de  la  invención. '  La  idea  es- 
taba indicada  tres  años  antes  de  que  se  publi- 
cara el  libro  La  machine ,  en  la  Iiécréalion,. 
mathématique ,  y  dos  años  antes  todavía,  en 
la  edición  latina  de  la  obra  del  padre  Leure- 
chon.  Las  razones  que  hemos  presentado  para 
negar  á  este  el  título  de  inventor,  nos  pare- 
ce prueban  lo  mismo  en  lo  que  concierne  á 
Branca, 

1 64 1.  El  padre  Kircher,  La  erudición  y  la 
fecundidad  de.  imaginación  del  padre  Kircher 
son  generalmente  conocidas.  Debía  esperarse 
con  fundamento,  que  algo  se  encontraría  relali- 
voaluso  del  vapor  en  esas  vastas  compilaciones 
en  que  registraba  los  esperimentos  c  inven- 


ciones mas  recientes  con  qne  se  iba  enriqrm 
riendo  la  ciencia.  En  efecto,  cu  su  obra  ttiu- 
lada:  Magnes,  sive  demagneticá  arte,  en  i  i 
Roma,  1641,  p.  595,  se  encuentra  el '  nári-ifn 
siguiente.  (V.  pg.  21.) 

«Sea  A  un  vaso  de  brouce,  cobre  ó  de  otra 
materia  cualquiera  que  resista  al  fuego,  cayo 
cuello  se  halla  atravesado  por  un  tubo  jui.  La 
estremidad  de  este,  b,  atraviesa  el  rondo  de 
otro  vaso,  EDM,  cenado  herméticamente,  (jiro 
tubo  abierto  en  E  atraviesa  la  parte  superior 
del  vaso..  Después  de  haber  llenado  de  líquido 
dicho  vaso  por  el  orificio  M,  se  cierra  este  muy 
cuidadosamente  para  que  no  se  pueda  escapar 
ni  una  gota.  Preparado  asi  el  aparato,  si  se 
desea  que  el  liquido  se  laace  á  una  altura  con- 
siderable ,  coloqúese  el  vaso  A  en  el  fuego 
después  de  haberle  llenado  de  agua.  El  airo 
del  vaso  A,  comprimido  por  la  rarefacción  y 
no  hallando  mas  salida  que  la  del  tubo  AC,  pa- 
sará por  61  con,  violencia,  y  procurará  esca- 
parse hacia  el  vaso  EDM.  Tero  corno  olio  li- 
quido llena  este  vaso,  y  no  puede  salvar  de 
modo  alguno  el  espacio  en  que  está  encerra- 
do, emprende  una  ludia  terrible  con  el  agua: 
es  necesario,  pues,  ó  que  se  rompa  el  vaso, 
ó  que  ceda  el  agua.  ¥  como  esto  es  mas  fatal, 
cediendo,  en  fin,  e!  agua  al  violento  esfuerzo 
del  aire  enrarecido,  se  lanzará  á  lo  alto  con 
gran  impetuosidad  por  el  tubo  li,  ofreciendo 
á  los  espectadores  un  punto  de  vista  muy 
agradable.» 

Resulta  de  las  palabras  de  osla  descripción 
que  el  padre  Kircher  solo  veía  la  inüneiicia 
del  aire  enrarecido  en  u  n  fenómeno  en  que  el 
vapor  jugaba  esclus'ivamente  el  principal  pa- 
pel. No  teuia,  pues,  la  instrucción  de  Porta,  y 
mucho  menos  Ja  de  Salomón  de  Cáus,  en  lo 
relalivo  á  conocer  la  causa  verdadera  tic  Isas- 
censipn  desagua.  Sin  embargo,  su  aparato  me- 
rece ser  citado  en  una  historia  de  las  máqui- 
nas de  vapor,  puesto  que  Un  él  se  encuentra 
el  vapor  empleadu  á  la  vez  como  fuerza  mo- 
triz y  como  producto  de  un  vaso  dííerijqledc 
aquel  que  contiene  el  liquido  que  se  quiere 
elevar.  Es  verdad  que  el  aparato  de  l'orla  ofre- 
ce también  dos  vasos  distintos,  pero  allí  el 
vapor  no  se  considera  como  fuerza  motriz  El 
aparato  de  Salomón  do  Caus,  por  el  contrario, 
tiene  por  objeto  determinar  la  ascensión  del 
agua  sobre  su  nivel,  pero  el  vapor  se  engen- 
dra por  una  parte  de  la  misma  agua  qne  se 
quiere  elevar. 

£1  padre  Kircher,  ademas,  no  se  présenla 
á  sí  mismo  como  inventor  del  apáralo  que 
describe.  Xos  parece  probable  qne  lia  lobado 
su  idea  de  Salomón  de  Caus. 

1657.  El  padre  Scholt.  El  padre  Dobr- 
zenski.  Solo  para  citarlo  liablaremus  de  un 
discípulo  del  padre  Kircher,  el  pudre  Scholt, 
que,  en  una  curiosa  obra  titulada  MechumM 
Jiij'lraulieopnetímalica  (1057,  pág.  220},  « 
limita  á  reproducir  íntegramente  la  descrip- 
ción dada  por  su  maestro,,  presentando  al  pro- 


809 


VAPOR 


810 


p¡o  tiempo  la  misma  figura  con  algunas  modi- 
ficaciones insignificantes. 

También  debemos  conSenturnos  con  cilav 
al  padre  Dobrzensln  ,  jesuíta  bohemio,  que 
publicó  en  Ferrara,  en  dicbu  año  !(¡67,  un  1¡- 
brp  puco  conocido,  titulado:  Redivivi  Heronis 
nona  ct  ammnior  de  Fontibus  philosophia. 
El  ¿paralo  que  describe  en  la  página  fia,  re- 
producido con  exactitud  en  nuestra  /?</,  22, 
auuque  cu  menores  dimensiones,  difiere  del 
aparato  del  padre  Kirclier  en  la  forma  y  en  las 
cepitas.  ES  fondo  continua  siendo  absolutamen- 
te el  mismo.  El  texLo  atribuye  siempre  al  en- 
rarecimiento del  aire  gran  parte  de  este  fenó- 
meno, y  recomienda  al  propio  tiempo  que  se 
llene  el  vaso  inferior  basta  la  mitad  únicamen- 
te, Sin  embargo,  también  admite  un  efecto  de- 
bido al  vapor.  Todo  esto  se  baila  á  gran  dis- 
tancia de  la  clara  idea  emitida  por  Salomón  de 
Caes  eo  su  teorema  V;  muy  inferior  sobre  to- 
do á  las  bellísimas  fuentes  y^urlidores  de  es- 
te hábil ingeniero  iftgs.  la  y  1G),  fuentes  que 
lan  fácilmente  podían  ser  trasfonnadas  on  má- 
quinas de  vapor  para  elevar  el  agua,  calentan- 
do por  debajv  por  medio  de  carbones  encen- 
didos, los  vasos  A,  B,  C,  D,  en  vez  de  calcu- 
larlos po?'  encima,  por  medio  de  ios  rayos  so- 
lares. 

1CG3.  El  marqués  de  Worcester.  Háeia 
el  Jin  del  reinado  de  Carlos  II ,  en  166.3,  apa- 
reció en  Londres  una  obra  titulada:  A  Cenlury 
ofintentiuns,  por  el  niarr|ués  de  Worccsler. 
£ste  pequeño  libro  escrito  en  un  estilo  muy 
oscuro,  es,  según  el  autor,  «un  catálogo  des- 
criptivo de  los  nombres  de  todas  las  inven- 
ciones que  be  podido  acordarme  ahora  de  ha- 
ber hecho  ó  perfeccionado,  habiendo  perdido 
mis  primeras  notas. » 

ijti  aquí  la  traducción  del  articulo  que  se 
refiere  á  Ja  invención  6.8.a,  articulo  conside- 
rado por  algunos  autores  ingleses  como  un  ti- 
tulo que  asegura  los  derechos  de  Worcesíer  á 
ser  tenido  por  inventor  de  la  primera  máquina 
de  fuego. 

«u'u  medio  admirable  y  muy  poderoso  para 
batee  subir  el  agua  con  auxilio  del  fuego, "no 
para  elevarla  por  aspiración,  porque  eslo  debe 
enerarse,  como  dice  el  filósofo,  ínira  sphes- 
rani  uclivüaiis,  y  solo  tiene  lugar  basla  cier- 
ta distancia;  pero  este  medio  no  reconoce  li- 
mites si  son  muy  fuertes  los  vasos.  Tomo  un 
canon  entero  (I),  lo  lleno  de  agua  basta  las 
bes  cuartas  partes,  cierro  á  torno  la  boca  y 
el  oiilo,  y  lo  espongo  á  un  fuego  constante:  al 
cabo  de  veinte  y  cuatro  horas  estalla  la  pieza 
con  gran  ruido.  Habiendo  encontrado  el  medio 
de  hacer  mis  vasos  de  tal  suerte  que  se  con- 

())  Cañón  entero  fallóla  camión)  significaba  en-- 
ranuis  on  aíUlleíií  el  ¿áflon  cuyo  calibre  se  loma- 
L-  r,  ,P,0,  Lns  I"6  *«*  do  mayor  calibre  llamá- 
™«! nobles caitoiios,  basiliscos,  bombardas,  etc.: 
r.,Ji*  n',CI"H'  '-dibre  llamábanse  medios  cañones, 
uijrios  íc  canon,  sacres,  raleones,  'aleóneles,  ele. 
ESy,"*"8^'  Vlndmlr.  /bine,  ct  íttihig.; 


soliden  por  la  fuerza  que  existe  en  su  interior, 
y  hallándose  dispuestos  de  manera  que  pue- 
dan llenarse  uno  después  de  otro,  he  visto 
sallar  el  agua,  como  una  fuente  continua,  á  la 
altura  de  cuarenta  pies.  Una  medida  de  agua 
enrarecida  por  ei  calor,  hace  subir  á  cuarenta 
de  agua  fria.  ba  persona  que  cuida  de  esta  má- 
quina solo  tiene  que  mover  do9  llaves,  do  ma- 
nera, que  estando  vacio  uno  de  los  ybsob,  co- 
mience el  otro  á  llenarse  de  agua,  y  asi  suce- 
sivamente. El  fuego  debe  entretenerse  en  un 
grado  constante  de  actividad. Este  cuidado  pue- 
de correrá  cargo  de  la  misma  persona,  en  los 
momentos  que  no  deba  mover  las  llaves  refe- 
rid as.  a 

.Esta  descripción  tan  vaga,  y  al  propio  tiem- 
po tan  oscura,  sin  figura  que  la  acompañe, 
no  es^  sin  embargo,  lo  único  queAVorcesterha 
escrito  sobre  la  máquina  de  vapor.  Bajo  el  tí- 
tulo de  An  exact  and  true  defintlion,  etc.,  ó 
lo  que  es  lo  mismo,  "verdadera  y  exacta  de- 
finición de  ia  máquina  hidráulica  mas  sorpren- 
dente,, inventada  por  el  muy  honorable  Edward 
Somerset,  lord  marqués  de  Worcester,  etc.», 
publicó  un  pequeño  volumen  en  4."  de  22  pá- 
ginas, dedicado  á  Cárlos  II.  Pero,  dice  un  au- 
tor inglés,  mas  imparcial  en  este  punto  que  la 
"mayor  parte  de  sus  -compatriotas,  este  folleto 
en  vez  de  no  deflnlr  cosa  alguna,  contiene 
una  enumeración  de  los  servicios  maravillo- 
sos que  puede  bacer  el  aparato,  escrita  de  una 
manera  tan  vaga  é  ininteligible  como  el  Cen- 
lury óf  lnventions.  El  resto  del  folleto  se 
consagra  á  referir  una  acta  del  parlamento  que 
concede  al  marqués  el  monopolio  de  esta  má- 
quina,, reservando  al  rey  la  décima  parte  de 
sus  beneficios.  Cuatro  miserables  versos  de 
su  cosecha,  elogiando  la  invención;  después  el 
Exegi  monumentum  de  Horacio;  el  Barbara 
pijramidum  nileat ,  de  Marcial;  y  por  último, 
algunos  versos  latinos  ó  ing'eses  en  alabanza 
del  noble  inventor;  escrito  por  James  Uollock, 
viejo  admirador  de  su  señoría,  terminan  el 
volumen. 

«Si  es  cierto  que  el  marques  nunca  hizo 
esperimentos  sobre  la  elasticidad  del  vapor 
(pues  debe  ponerse  en  duda  la  esplicacion  del 
cañou'i,  ó  si  ha  puesto  realmente  por  obra  la 
ejecución  de  su  proyecto,  debemos  confesar 
sin 'rodeos  que  ningún  rastro  queda  ni  de  sus 
esperimentos  ni  de  su  apáralo.  Debemos»  por 
tanto,  poner  en  duda  los  trabajos  de  que  se 
gloría,  ba  cláusula  del  acia  del  parlamento,  en 
cuya  virtud  se  le  concede  el  privilegio  del  mo- 
nopolio, fortifica  singularmente  nuestras  con- 
jeturas, dándoles  (;asi  un  carácter  de  certidum- 
bre, porque  espresanientc  se  dice,  (y  esta  cláu- 
sula prueba  lo  reciente  del  descubrimiento) 
que  se  espide  al  marqués  el  privilegio  por  la 
simple  afirmación  que  ha  hecho  de  ser  su  au- 
tor. .\o  es  verosímil  que  hubiese  motivado,  asi 
dicho  documento  .  si  existiera  entonces  una 
máquina  que  eoscüar  o  un  esperinsenlo  que 
referir. 


SÍ! 


VAPOR 


812 


«La  tradición  no  lia  conservado  á  este  pro- 
pósito mas  que  una  anédocta.  Por  ella  se  di- 
ce tjuo  estando  preso  e!  marqués  en  la  Torre 
de  Londres,  concibió  la  primera  idea  de  la 
fuerza  pasmosa  del  vapor  al  observar  un  dia 
que  !a  cobertera  de  un  cacbarro  de  cocina  se 
elevaba  por  efecto  de  la  .ebullición.  Seria  abri- 
gar una  opiniou  poco  exacta  del  saber  y  de  los 
conocimientos  mecánicos  que  han  contribuido 
¡i  la  celebridad  del  marqués  á  la  par  que  su 
genio,  suponer  que  no  babia  oido  hablar  de  la 
obra  deBraucani,  de  las  invenciones  de  Salo- 
món de  Caus,  publicadas  precisamente'  en  su 
misma  época,  en  c!  país  que  habitó  muchos 
años,  y  cuando  el  volumen  que  las  contenia 
Imbia  llegado  á  ser  el  wde-mecum  del  físico 
y  del  nlecánico,  y  siguió  siéndolo  por  mucho 
tiempo  aun  después  de  haber  publicado  el  li- 
bro Cnnlury  of  Invantions.» 

Estos  párrafos  de  Mr.  Stíjárd  aprecian  en 
su  justo  valor  los  derechos  que  Worcester  pu- 
diera alegar  para  ser  reconocido  como  inven- 
tor en  una  historia  de  las  máquinas  de  vapor. 
Pero  hay  mas:  cuando  se  trató  de  formar  el 
aparato  indicado  por  el  Cenlury  oflnventions, 
no_  pudieron  ponerse  de  acuerdo  ni  dos  si- 
quiera de  los  sabios  ingleses1  que  se  manifesta- 
ban mas  ardientes  partidarios  de  Worcester: 
y  eslo  «por  la  razón  muy  sencilla  de  que  la 
descripción  de  la  68.*  invención  del  lord  in- 
glés carece  absolutamente  de  claridad.  Nadie 
sé  .Vería  hoy  embarazado  si  tratase  de  cons- 
truir una  máquina  cuyo  objeto  fuese  elevar  el 
agua  por  la  acción  del  vapor;  pero  cuando  se 
trata  de  reproducir  la  del  marqués  de  Worces- 
ter, débese  ceñir  á  lo  que  dice  el  autor  y  á 
nada  mas  (1|.» 

Mr.  Stuart,  en  su  HisLoire  descriptivo,  an- 
tes citada,  presenta  dos  soluciones  á  dicha 
cuestión.  Una  de  ellas,  tomada  de  Mr.  Milling- 
ton  (2l,  salvo  Vigoras  modificaciones,  se  re- 
produce en  nuestra  fig.  %i.  De  dos  vasos  es- 
féricos ayo  parten  dos  tubos  <2,  f,  que  van  á 
dar  á  una  caldera  gg.  Cada- uno  de  estqs  con 
dncto.s  están  provistos  de  una  llave  z,  w,  que 
establecen  ó  interceptan  la  comunicación  en 
trela  caldera  y  los  vasos.  En  la  parte  díame 
tralmente  opuesta  de  cada  vaso,  existe  otro 
tubo  cerrado  por  una  doble  válvula  s  y  ce,  que 
se  abre  tan  pronto  á  la  derecha  como  á  la  ii 
quiérela:  Esta  doblo  válvula  está  encerrada  en 
una  pequeña  cámara  e,  en  donde  sus  movi- 
mientos son  limitados.  Cada  uno  de  los  vasos 
esféricos  a,  o,  está  provisto  de  un  conducto 
muy  corlo  con  una  válvula  v,  n,  que  se  abre 
hacia  adentro.  La  cámara  e  comunica  -con  un 
tubo  vertical  que  se  dirige  desde  la  cámara  , 
al  receptáculo  u:  b  es  la  rejilla  del  fogón  so 
bre  la  cual  descausa  la  caldera  g;  t  la  puerta 
del  fogón;  l  la  parle  de  fábrica;  c-el  cenicero; 
h  la  cisterna  en  que  se  colocan  los  vasos  o,  a, 


(1)  Ann.  des  Long.  puur  1837,  páu.  2i2. 
12)  Epitome  oT.  nat,  Plii!.,  1. 1, 1823, 


y  en  la  cual^existc  el  agua  que  se  quiere  ele- 
var  al  receptáculo  «. 

Supongamos  ahora  que  el  agua  de  lii  m 
dera  gg,  calentada  al  efecto,  haya  producido 
una  cantidad  sullciente  de  vapor,  y  que  se  abra 
la  llaves  para  establecer  lalibre  comunicación 
entre  la  caldera  y  uno  de  los  vasos  colocados 
en  el  depósito  inferior:  entonces  el  vapor  des- 
cenderá al  vaso  a  por  el  tubo  d,  y  hará  salir  el 
agua  ó  el  airé  que  puedo  contener,  por  la  vál- 
vula s,  el  tubo  e,  que  la  conducirá  al  depósito 
superior  u.  Cerremos  ahora  la  llave  a  y  abra- 
mos al  mismo  tiempo  la  otra  llave  w.  lia  esle 
caso  no  ejerciéndose  ya  la  presión  del  vapor  de 
g  á  d  a,  sino  de  y  a  f  o,  empujará  de  derecha 
á  izquierda  á  ladüble  Válvula  s  x,  cerrándose á 
"aderecha  y  abriéndose  á  la  izquierda.  Al  pro- 
pio tiempo  se  abrirá  interiormente  la  válvulas 
y  el  vaso  a  se  llenará  de  agua  de  moflo  queei 
vacio  existente  en  ese  vaso  desaparecerá  muy 
pronto.  Por  otra  jarte,  el  vapor  producirá  en 
el  lado  derecho  el  efecto  que  produce  en  el 
izquierdo,  y  el  agua  contenida  en- el  vaso  o,  . 
se  dirigirá  por  el  tubo  e  u  hácia  el  depósito  su- 
perior u.  Cuando  el  vaso  o  esté  vacio,  se  cer- 
rará de  nuevo  la  llave  w,  abriéndose  al  propio 
tiempo  la  llave  z,  y  asi  sucesivamente. 

Según  vemos,  este  aparato  satisface  en  al- 
gunos puntos,  á  la  descripción  del  marqués  de 
Worcester:  pero  dista  de  ser  perfecta  su  con- 
formidad. ¿So  es  honrar  demasiado  á  este  in- 
ventor suponerle  capas  de  una  concepción  tan 
elegante  como  la  de  Mr.  Millington?  Eslo  ha 
creido,  sin  embargo,  Mr.  Sluart,  ypantespli- 
car  satisfactoriamente  la  oscura  descripción 
de  su  compatriola,  ha  reunido  dos  aparatos  de 
Salomón  de  Caus,  los  cuales  producen  por  su 
juego  alternativo,  una  corriente  continua.  Sin 
embargo,  dice  osle  autor,  «los  derechos  de 
Worcester  como  inventor,  solo  descansan  en 
la  relación  que  él  mismo  Ira  hecho  de  ta  nuli- 
dad y  maravillosas  propiedades  de  sus  inven- 
ciones, debiendo  nosotros  graduar  la  confian- 
za que  merece  su  propio  aserto  por  la  rcpula- 
cion  de  hombre  leal  y  sincera  de  que  gócele 
marqués.  Pero  esta  reputación,  si  el  retrato 
quede  él  ha  hecho  un  contemporáneo  se  pare- 
ce al  original,  no  debemos  creer  una  sola  ¿c 
las  palabras,  de  las  falaces  esplicaciones  con- 
signadas en  el  libro  A  Century  of  invenlion.' 

Si  nuestros  lectores  no  han  formado  ya  su 
opinión  acerca  del  valor  que  pueden  tener  los 
derechos  presentados  por  Worcester  para  ser 
considerado  como  inventor  de  las  máquinas 
de  vapor,  les  pondremos  todavía  de  manilleslo 
el  siguiente- párrafo.  «Era,  á  lo  que  parece,  un 
hombre  sabio,  profundo  é  iugenioso:  pero  sus 
descripciones  ó  relatos  de  sus  inventos,  mas 
bien  parecen  hechos  para  sorprender  quejara 
ilustrar  al  público,  rayando  en  estravaganlcs 
los  elogios  que  hace  de  su  utilidad  é  impor- 
tancia. No  se  puede  disimular  que  parecía  un 
artífice  de  proyectos  (!)..> 
I    0)  Robinson,  Encgcl.  Brit.,M.  fííui» 


VAPOR 


8» 


Mr.  Millington,  uno  de  los  apologistas  de 
Worcester,  traía  de  esplicar  el  olvido  en  que 
cayeron  inmediatamente. los  proyectos  del  lord 
¡agios.  Reconoce,  no  obstante,  que  á  muflios 
de  ellos  acompaña  él  sello  de  laestravaganeia, 
y  que  de  tul  modo  se  hallan  fuera  de  la  inte- 
ligencia humana,  que  buen  número  de  perso- 
nas üudan  de  su  existencia  (t). 

En  resumen,  cuarenta  y  ocho  años  después 
Je  la  primera  edición  de  las  Raisons  des  for- 
tes motivantes,  veinte  y  uno  después  de  ha-'' 
bcr  publicado  su  libro  el  padre  Ivircher,  diez 
también  mas  tarde  que  imprimieran  los  suyos 
los  padres  Scbolt  y  Dobrzcnski,  poca  gracia 
tiene  el  presentarse  como  inventor,  cuando 
por  lodo  titulo  se  trae  una  patente  acompaña- 
da de  una  descripción  ininteligible. 

¡GSI.  Caldera  y  válvula  di;  seguridad  de 
bionisio  Papin.  Hemos  dicho  lo  bastante 
liara  que  se  comprenda  que  el  marqués  de 
Worcester  ningún  litulo  formal  tiene  para  ser 
considerado  en-cl  número  de  los  inventores 
ilc  las  máquinas  de  vapor.  Tal  es  ta  opinión  de 
Mr.  Stuai't,  el  mas  imparcial  é  instruido  de 
cuantos  escritores  han  tratado  de  la  historia 
de  estas  máquinas,  de  uno  ú  otro  partido.  Pa- 
pfjt  abre  la  marcha  al  frente  de  una  nueva 
era:  de  él  veremos-  salir  sucesivamente  la  idea 
dolos  órganos  mas  importantes  de  las  máqui- 
nas moderna! 


tubo  00,  de  menor  diámetro  todavía  que  elIIF, 
colocado  de  manera  que  su  estremo  interior 
toca  en  el  agua  de  la  marmita.  Dando  á  la  vál- 
vula un  diámetro  de  unos  17  milímetros,  el 
astil  LM  una  longitud  igual  á  siele  reces  la 
distancia  del  punto  Jijo  L  á  la  válvula,  un  peso 
igual  á  medio  kilómetro  basta  para  formar 
equilibrio  con  una  presión  interior  de  cerca 
de  tres  atmósferas. 

La  parle  del  aparato  indicada  con  las  le- 
tras CC,  DD,  EE,  es  un  marco  deslinado  áman- 
tener  sólidamente  la  cobertera  sobre  el  cuerpo 
de  la  marmiía  por  medio  de  los  tornillos  de 
presión  F,  E, 

La  válvula  de  seguridad  difiere 'hoy  muy 
poco  de  la  inventada  por  Papin.  Es  una"  de  las 
mas  útiles  é 'ingeniosas  concepciones  suyas, 
de  ese  hombre  de  genio  tan  largo  tiempo  ol- 
vidado, y  á  quien  hemos  encontrado,  sin  em-, 
bargo,  bien  pronto  -en  nuestra  historia. 

1 683.  jEí  caballero  Mariana".  Sir  Samuel 
llorland  publicó  en  París  el  año  1683,  un  vo- 
lúmen  en  4."  titulado:  Elévation  des  eaux 
par  toulea  sories  de  machines  réduites  á  la 
mesure,  au  poids  el  á  la  balance,  etc.,  ésto 
es:  Elevación  de  las  aguas  por  toda  clase  de 
máquinas,  con  sujeción  d  medida,  peso  y 
equilibrio,  etc.  Inmediatamente  después  de 
una  carta  dedicatoria  dirigida  á  Luis  XIV,  apa- 
rece un  prefacio  al  lector,  en  el  cual  se  en- 


Dionisio  Papin,  protestante  francés,  que  -cuentra  el  párrafo  siguiente: 


«Déspues  de  haber  examinado  con  madu- 
dnranto  mas  de  treinta  años  seguidos, 


anlcs  de  la  revocación  del  edicto  de  Santos, 
iiabia  visitado  diversos  paisos  estrangeros,  ;  rez, 

publicó  en  Londres  el  año  16SI,  una  obra  en  (asíehlapráctica  como  en  el  modelo  y  perspec- 
4."  titulada:  A  neiu  digester  or  engine,  etc.  ;  tiva),  la  mala  construcción,  la  supérüua  multi- 
lína  traducción  francesa  de  ella  apareció  en  :  plicacion  de  partes  inútiles,  el  grandísimo  ro- 
Paris  en  ICS2,  bajo  el  nombre  de  La  manié- ;  Sarniento  y  otros  defectos  groseros  que  se  ob- 
re d'amollir  les  os,  etc.;  un  pequeño  volú-  ,  servan  en  la  mayor  parte  de  las  máquinas  que 
niciien  16."  En  uno  y  otro  libro  encuéntrase  1  se  usan  enloda  Europa,  he  tenido  al  (in  la  di- 
la  descripción  de  un  mecanismo  conocido  ac-  i  cha  de  encontrar  una  especie  de  émbolo  y  de 
loalnienle  con  el  nombre  de  válvula  de  segu-  cuerpo  de  bomba  enteramente  nuevos  y  muy 
ridad,  y  que  tan  importante  papel  desempeña  .sencillos,  con  nnmovimienlo  particular  cyclo- 
cn  todas  las  máquinas  de  vapor,  sin  escepcion  elíptico,  por  cuyo  medio  se  puede  someter 
alguna,  !  muy  fácilmente  ¡a  elevación  de  las  aguas  ¿ 

Se  trata  de  medir  la  presión  del  vapor  en  j  medida,  peso  y  equilibrio,  y  obligarlas  de  una 
una  marmita  cilindrica  bien  cerrada,  de  ma-  '  vez  y  sin  descanso  de  ninguna  especie  á  subir 
neraqueno  pueda  ir  esta  presión  mus  allá  del  .hasta  la  cima  de  la  montaña  mas  elevada,  á 
pimío  necesario  á  la  cocción  do  las  sustancias  ¡  razón  de  tantos  moyos  (1)  por  hora  y  pulgada,  . 
son;ct¡das  á  la  acción  del  vapor.  Para  eso  ima-  i  según  la  fuerza  motriz  dada  (sea  de  rio  ó  de 

viento,  sea  de  caballos  ó  de  hombres,  sea  en 
fin,  da  fuego  ordinario  ó  de  pólvora),  en  un 
tubo  sencillo  de  plomo,  colocado  sobre  la  sn- 


gvnó'Papin  soldar  un  pequeño  tubo  IlH(/fy.  24] 
ín  la  cobertera  It  de  la  marmita.  En  la  parte 
superior  del  (ubo  hay  una  válvula  P,  muy  exac- 
tamente ajustada  y  forrada  con  papel,  que  se 
cierra  por  la  presión  de  la  palanca  L  11.  Esla 
palanca,  uno  de  cuyos  estreñios  se  tialla  ase- 
gurado  en  LO,  tiene  en  el  otro  un  peso  N,  y 
la  presión  que  esla  especie  de  romana  ejerce 
sobre  la  pequeña  válvula  P  para  mantenerla 
cerrada,  depende  de  ¡a  posición  que  el  punto 
de  suspensión  M  ocupa  sobre  el  brazo  de  ella. 
Para  que  la  válvula  esté  siempre  en  un  estado 
conveniente  de  humedad.,  se  adapta  á  ella  un 


perticie  de  la  tierra,  cuyas  desigualdades  y  si- 
j  nuosidades  vaya  siguiendo," 

El  uso  del  fuego  como  fuerza  motriz  se  in- 
'  dica  en  este  párrafo  de  un  modo  muy  suscin- 
lo;  pero  existe,  al  parecer,  en  el  Briiish  Jl/u- 
seum  un  manuscrito  muy  notable  cuyo  titulo, 
í  es  el  mismo  que  el  de  la  obra  impresa,  el  cual 
j  contiene  las  siguientes  palabras: 

«Evaporada  el  agua  por  la  fuerza  del  fue- 
go, necesilan-desde  luego  sus  vapores  un  es-. 


(II  Epitomo  of.nal.Phil.,  1.  1,  1823. 


(I)  Medida  do  133  azumbres. 


ra 


VAPOR 


816 


pació  mayor  (cei'ca  de  dos  mil  veces)  del  que 
ante  rio  miente  ocupaba  el  liquido,  y  mas  bien 
que  permanecer  siempre  aprisionados,  harían 
saltar  en  pedazos  un  cañón  de  artillería.  Pero 
bien  dirigidos  esos  ■vapores  según  las  leyes  de 
la  estática,  y  reducidos  por  la  ciencia  a  medi- 
da, peso  y  equilibrio,  conducen  ia  carga  con 
la  misma  facilidad  que  pudieran  baccrlo  unos 
buenos  caballos.  Esta  innovación  es  de  gran 
importancia  para  el  género  humano,  particu- 
larmente en  lo  relativo  á  la  elevación  de  las 
aguas:  para  eso  se  ha  formado  la  tabla  adjun- 
te, que  manifiesta  el  número  de  libras  que  pue- 
den ser  elevadas  mil  ochocientas  veces  por  ho- 
ra, á  una  altura  de  6  pulgadas,  con  cilindros 
llenos  de  agua  hasta  la  mitad,  cuyos  diversos 
diámetros  y  diversas  profundidades  también  se 
marcan  en  la  misma  tabla.» 

La  de  que  aqui  se  habla  está  formada  con 
medidas  francesas.  El  párrafo  concerniente  al 
vapor  ocupa  cerca  de  cuatro  páginas  en  el  ma- 
nuscrito, el  cual  lleva  por  titulo  particular: 
Les  principes  de  la,  nouveüe  forcé  da  feu, 
inveniée par  le  chevalier  Morland,  l'an  1 GS 2 , 
eí  prasentée  á  S.  SI.  T.  C.  IGS3. 

La^  Biblioteca  imperial  de  Francia  posee 
una  copia  del  tratado  de  L'liéválion  des  Eaux, 
que  parece  ser  la  que  Morland  presentó  á 
Luis  XIV,  á  juzgar  por  el  cuidado  con  que  ha 
sido  escrita  y  adornada  con  las  armas  reales: 
sin  embargo,  dicha  copia  solo  contiene  los 
dos  primeros  capítulos  de  la  obra  impresa,  fal- 
tando en  ella  completamente  el  suplemento 
relativo  al  uso  del  vapor  (1). 

Morland  parece,haber  sido  un  ingeniero 
muy  distinguido,  al  menos  por  la  fecundidad 
de  su  imaginación,  y  el  método  con  que  es- 
pone los  resultados  de  sus  investigaciones. 
Los  números  de  que  usa  para  espresar  los  vo- 
lúmenes relativos  del  agurt  y  de  un  peso  igual 
de  vapor,  se  apartan  muy  poco  de  la  verdad, 
y  es  notable  esta  circunstancia  teniendo  en 
cuenta  el  estado  de  las  ciencias  en  lGé>7.  Allo- 
mas, aunque  los  resaltados  que  presenta  huyan 
sido  publicados  sesenta  y  ocho  años  después 
de  la  impresión  Des  raisonis  des  forces  mou- 
vantes,  y  veinte  mas  tarde  que  !a  fecna  del 
privilegio  de  Worcester,  deben  no  obstante 
asegurar  al  nombre  de  Morland  un  lugar  en  la 
historia  del  vapor  considerado  co^no  fuerza 
motriz. 

1690 — IG95.  Primera  máquina  vapor  de 
pistón  y  cilindro,  de  Diotdsio  Papin.  Las  Ac- 
tas de  Leipzig,  de  1680,  contienen  una  me- 
moria Satina,  cuyo  titulo,  traducido  al  francés 
algunos  años  mas  tarde  por  el  mismo  aidor, 
Dionisio  Papin,  es  el  siguiente:  Nouveüe  ma- 
niere de  produire  á  pea  de  frais  des  forces 
motivantes  eslrémement  yrandes,  ó  en  es- 
pañol: Nuevo  modo  de  producir  con  pequeño 
gaslo  de  fuerzas  unos  movimknlos  suma- 
mente- considerables.  El  aparato  que  nosotros 

U)   Deppiiig,  arl.  MoklASD,  i:n  la  Biogr.  tíitiu. 


reproducimos  reducido  ála  tercera  parle  do  m 
tamaño  en  la  fig.  'U,  se  describe  cu  los  tfc. 
minos  siguientes:  «A  A  es  un  tubo  igual  de  m 
¿  otro  cstremo,  si  bien  cerrado  por  la  ¡¿te 
posterior.— 111!  es  un  émbolo  perfectamente 
njusladó  á  ese  tubo.-—  fJD  el  mango  del  émbo- 
lo.—-EE  una  barra  de  hierro  que  puede  mo- 
verse alrededor  de  otra  barra  (punta  lijoj  que 
éstí  en  !■'.— í!  un  resorte  que  oprime  lu.  barra 
de  hierro  EE  con  el  objeto  de  que  se  tnfi'odtiz'. 
ca  en  la  escotadura  íl  mientras  que  el  émbolo 
sé  eleva  a  la  altura  solídente  para  que  gjjgg 
escotadura  aparezca  por  encima  de  la  cubierta 
11. — L  es  un  pequeño  agujero  que  tiene  el  ém- 
bolo, por  el  cual  pueda  salir  el. aire  del  rondo 
del  tubo  AA,  cuando  se  buja  el  émbolo  por 
primera  vez. 

«Para  hacer  uso  de  oslo  instrumento ,  se 
vierte  un  poco  de  agua  en  el  tnbti  AA,  basta 
unas  3  ó  4  lineas  (8  o  !)  milímetros!;  se  ¡nirodu- 
ce  ensoguilla  el  émbolo  hasta  abajo,  de  suerte 
que  el  agua  que  haya  en  el  fondo  del  tubo  sal- 
ga por  el  agujero  L.  Entonces  se  cierra  diebo 
agujero  con  ia  bari  a  MM,  y  se  coloca  la  cubier- 
ta II,  que  üene  los  agujeros  necesarios  non 
entrar  sin  obstáculo.  Encendiendo  luego  un 
fuego  regular  sobre  el  tubo  AA,  se  cállenla 
nluy  pronto,  porque  solo  es  de  una  bioja  muy 
delgada  de  mülal,  y  el  agua  que  hay  denlro 
trasformándose  en  vapor  verifica  una  presión 
lan  fuerte  que  sobrepuja  -al  peso  do  la  atmós- 
fera, y  hace  subir  el  émbolo  BB  hasta  que  por 
encima  de  la  cubierta  I  aparece  la  escotadura 
II  y  la  barra  de  hierro  EE  se  halla  oprimida  por 
el  resorte  G,  todo  lo  cual  no  se  verifica  sin  bas- 
tante ruido.  Entonces  se  aparta  en  seguida  el 
fuego,  y  condensándose  en  el  momento  los 
vapores  encerrados  en  el  tubo  se  convierten 
por  la  frialdad  en  agua,  dejándolo  completa- 
mente vacío  do  aire.  Al  suceder  esto,  se  hace 
girar  la  barra  E,  lo  suficiente  para  que  salga 
de  la  escotadura  11,  dejando  al  émbolo  en  com- 
pleta libertad  para  que  descienda:  sut:edc  en- 
tonces que  este  es  empujado  inmediatamente 
por  o!  peso  de  la  atmósfera  y  produce  el  mo- 
vimiento qüe  se  desea  con  tanta  mas  fuerza 
cuanto  mayor  es  el  diámetro  del  tubo.  Es  evi- 
dente que  el  aire  no  obra  sobre  los  tubos  con 
loda  la  fuerza  de  que  su  peso  es  capaz;  por- 
que be  visto  prácticamente  que  habiéndose  ele- 
vado el  émbolo,  por  efecto  del  calor,  Hástit  la 
parle  superior  de!  tuboAA,  desciende  en  segui- 
da hasta  el  fondo,  y  esto  muchas  veces  con- 
secutivas; de  manera  que  no  puede  suponerse 
existiera,  cantidad  alguna  do  aire  que  se  opu- 
siera por  la  parte  inferior  y  resistiera  su  ¿leí- 
censo....»    '  i''"' 

lie  aqui  la  descripción  mas  clara  y  metíiol- 
ca  de  la  maquina  llamada  mas  adelante  atmos- 
férica, por  que  pone  enjuego  la  presión  de  la 
aliui'isfera.  Un  los  aparatos  de  lfer.on  do  Ale- 
jandría, do  Salomón  de  Oaus,  dé  Branca,  ¡pJ 
cia  el  vapor  su  acción  de  un  modo  muy  ili le- 
vente; aqui  obra  en  un  cuerpo'  do  bomba  coa- 


¡17  >  VAl 

,1ra  un  émbolo  movible,  qno  se  mueve  con  muy 
poco  rozamiento,  alternativamente  de  abajo 
arriba  y  de  arriba  abajo.  Este  es  el  principio 
de  la  máquina  de  vapoi1,  tul  corad  hoy  se  usa 
todavía. 

papirt  conocía  perfectamente  la  cansa  físi- 
ca de  la  fuerza  de  su  apárala.  '¡Como  el  agua; 
dice,  tiene  la  propiedad,  traeformada '  por  el 
fuego  en  vapor,  detener,  como  el  aire,  fuerza 
elástica,  y  de  condensarse  de  repente  por  ct 
frío,  siu  que  le  quede  rastro  alguno  de  esa 
fuerza,  he  creído  que  no  seria  difícil  construir 
máquinas  en  las  cuales,  por  medio  de  ttc  calor 
y  un  frío  moderados,  liiciera  el  agua  un  vacío 
perfecto,...» 

No  cori  menos  claridad-  había  comprendido 
la  fuerza  que  era  dado  prometerse  de  ese  nue- 
vo motor  y  las  aplicaciones  qué  de  él  podían 
hacerse:  «Se  ve,  dice,  hasta  que  punto  esta 
máquina,  tan  sencilla,  podía  suministrar  ftter- 
aas  prodigiosas,  y  con  facilidad..,.»  Y  mas 
adelante:  «Seria  largo  de  referir  aquí  de  que 
manera  podría  esta  invención  aplicarse  á  sacar 
ú  agua  efe  las  miñas,  arrojar  bombas,  na- 
vegar contra  los  vientos,  y  otros  muchos  usos 
parecidos;  pero  conviene  que  cada  uno ,  se- 
gnn  sus  necesidades,  imagine  las  conslruccio- 
nes  mas  adecuadas  á  sus  deseos.  No  puedo  siu 
embargo,  dejar  de  manifestar  aqui,  si  bien  de 
paso,  que  esta  fuerza  seria  en  estremo  prefe- 
rible á  los  galeotes  para  caminar  velozmente 
por  el  mar....»  Para  producir  estos  diferentes 
efectos,  proponía  Papin  el  uso  simultáneo  de 
muclios  cuerpos  de  bomba,  de  tal  manera  que 
la  presión  del  vapor  obrase  en  el  uno,  mien- 
tras el  vacio  se  operaba  en  el  otro.  «Como  esos 
tubos  no  podrían  cómodamente  hacer  jugar  los 
ranos  ordinarios,  seria  necesario  emplear  re- 
mos giratorios  como  los  he  visto  hace  tiempo 
en.  una  máquina  que  mando  construir  en  Lón- 
(h'esS.  k.  S,  monseñor  el  príncipe  Palatino  Ro- 
berto, á  la  que  algunos  caballos  hacían  andar 
por  medio  de  remos  unidos  á  un  eje;  cuya 
prueba  salió  con  tan  feliz  éxito,  que  el  barco 
itel  rey,  no  obstante  llevar  diez  y  seis  reme- 
ros, quedó  muy  alrás  de  esla  máquina.. .,» 

Asi,  pues,  buscando  sobre  todo  el  medio  de 
sacarde  su  máquina  atmosférica  un  nuevo  mo- 
do do  elevar  el  agua,  había  conocido  perfecta- 
mente Papin  (¡iie  el  movimiento  alternativo 
del  6miiolo  en'el  cuerpo  de  bomba  podía  reci- 
bir otras  aplicaciones  y  llegar  á  ser  un  motor 
universal.  Había  propuesto  con  especialidad  el 
«so  del  vapor  para  la  navegación. 

Este  magnitlco  conjunto  de  ideas  fundadas 
sobre  esperimeiitos  positivos  se,  encuentra 
consignado,  como  dejamos  dicho  en  las  Acta 
Eruditorum,  publicadas  en  Leipzig  en  agosto 
™  1690.  Solo  ocupan  el  espacio  comprendido 
éntrela  página  4! O  y  la  414.  Cinco  años'mas 
tarde,  en  rC95,  fué  cuando  aparecieron,  con 
alguna  mayor  estensíon  en  un  pequeño  volu- 
men publicado  en  Cossel,  en  lengua  francesa, 
"fijo  el  titulo  siguiente:  Recueü  de  diverses 

2221    BIBLIOTECA  POPULAR. 


'OH  818 

piéces  touchant  quelques  nouveües  •machi- 
nes; y  en  Marbourg,  en  latin,  bajo  el  de:  Fas- 
ciculus  dissertationum  de  novis  quibusdwm 
machines,  etc. 

Entre  las  varias  materias  que  e!  autor  des- 
envuelve, dos  hay  que  merecen  una  atención 
especiat:  refiérese  una  de  ellas  al  medio  de  ob- 
tener una  combustión  mas  activa  y  perfecta 
que  la  de  los  hornillos  ordinarios:  es  relativa 
la  otra  al  modo  de  trasformar  el  movimiento 
de  va-y-ven  del  émbolo  en  movimiento  circu- 
lar coutinuo  con  auxilio  de  remos  giratorios. 

ha  fig.  26  representa  un  hornillo  ATO, 
cuya  parte  AB,  EC  contiene  el  fuego.  El  aire  se 
introduce  en  A  por  un  ventilador  al  cual  Papin 
da  el  nombre  de  bomba  de  Hesse.  El  cilindro 
para  calentar  se  coloca  en  el  receptáculo  DE. 
Papin  anuncia  que  este  aparato  era  funeivoro, 
y  que  bastaba  un  cuarto  de  minuto  para  levau- 
lar  el  émbolo  en  un  tubo  qneesriuesto  á  tm  ca- 
lor ordinario  necesitada  un  minuto  completo. 

Las  fias.  27  y  28  [lám.  LXVl  de  las  An- 
tes  mecánicas)  manifiestan  cómo  Papin  quería 
trasformar  el  movimiento  de  va-y-ven  del  ém- 
bolo en  un  movimiento  circular  continuo,  con 
objeto  de  aplicar  la  fuerza  motriz  del  vapor  á, la 
rotación  de  un  eje  horizontal,  y  sobre  todo  á 
la  de  algunas  ruedas  de  paletas  con  qué  pen- 
saba proveer  á  su  embarcación.  Quería  em- 
plear para  un  mismo  eje  tres  ó  cuatro  cilindros 
cada  uno  de  ellos  con  su  émholo  correspon- 
diente, los  cuales  debían  calentarse  sucesiva- 
mente, de  manera  que'  uno  comenzase  á  obrar 
cuando  el  otro  acabara  de  hacerlo.  Represen- 
ta la  fig.  27  uno  de  estos  cilindros  en  el  mo- 
menlo  en  que,  por  la  condensación  del  vapor, 
el  émbolo  cae  y  comienza  á  obrar  por  Ja  pre- 
sión atmosférica,  sobre. la  rueda  dentada  que 
rodea  el  eje  giratorio.  En  la  fig.  28,  al  contra- 
rio, vemos  el  émbolo  en  la  parte  inferior,  des- 
pués de  recorrer  toda  la  ostensión  del  cilindro. 
Tanto  en  una  comoen  otra  figura,  está  dispues- 
to el  cilindro  de  modo  que  por  causa  del  ém- 
bolo no  se  impida  en  manera  alguna  la  rota- 
ción del  eje  horizontal,  en  tanto  que  el  ém- 
bolo no  obre  por  su  peso.  Papin  decía  que  es- 
tos cilindros  dehian  ser  movible^,  que  debía 
aproximárseles  sucesivamente  á  un  fogón  lijo 
y  que  debía  colocárseles  en  seguida  cerca  dé- 
la rueda  dentada  del  eje  horizontal,  asi  que 
pudieran  obrar  por  la  condensación  del  vapor. 

Esle  media  era  sumamente  imperfecto,  pe- 
ro en  fin,  el  problema  déla  aplicación  del  va- 
por á  la  navegación  había  sido  propuesto  y  re- 
suelto teóricamenle. 

Esa  primera  idea  del  uso  de  la  fuerza  mo- 
triz désarrollada  con  el  muvimiento  alterna- 
tivo del  émbolo  en  el  cilindro,  es  tan  fecundan 
é  ingeniosa,  que  bieu  merece; dediquemos  al- 
gunas lineas  en  busca  de  sus  primeras  apli- 
caciones. 

'  La  bomba .  impelenle  y  aspirante  de  dos- 
cuerpos  con.  un  émbolo  cada  uno  de  ellos ,  se 
encuentra  descrila  y  dibujada  en  las  Pneumá- 
l.  xxxrn.  52 


819 


Vapor 


ítcasde  Heron  de  Alejandría.  Está -Indicado  es- 
pecialmente su  uso  para  los  incendios.  Vitrti- 
"vio,  que  escribió  cien  años  mas  tarde  que  He- 
ron, atribuye  ai  maestro  de  este,  Clcsibio,  la 
invención  de  ese  ingenioso  aparato. 

Por  oíra  parte,  toda  máquina  tiene  su  in- 
versa, en  la  cual  se  convierte  en  potencia  la 
que  antes  era  resistencia,  y  viee-versa.  Era, 
pues,  natural  que  se  buscase  nn  mecanismo  en 
donde  la  fuerza  mótriz  obrara  encima  y  deba- 
jo de  un  émbolo  dotado  del  movimiento  de  va- 
y-ven  en  un  cilindro. 

El  primero  que  abordó  la  resolución  del 
problema  fué  ei  celebre  Huygcns,  que,  por  los 
años  de  ItlSO,  ideó  emplear  para  este  uso  la 
pólvora.  Colocaba  una  pequeña  cantidad  de 
ella  en  la  parte  inferior  de  un  cuerpo  de  bom- 
ba vertical.  Poníale  fuego:  la  esplosion  levan- 
taba á  la  parte  superior  del  cuerpo  de  bomba 
un  émbolo  equilibrado  por  uu  contra  peso, 
obligando  al  propio  tiempo  al  airo  y  á  los  ga- 
ses á  pasar  por  dos  tubos  laterales  de  cuero 
flexible  que  hacían  el  ollcio  de  válvulas.  Boa 
vez  hecbo  el  vacío  en  el  csierior  descendía  el 
émbolo-obligado  por  el  peso  de  la  atmósfera  le- 
vantando cierta  carga  adicional  del  contra- 
peso. 

Peró  la  idea  de  usar  la  pólvora  como  fuer- 
za motriz  no  era  de  Huygeus:  había  sido  anun. 
ciada  el  año  ,1(i7S  en  un  opúsculo'  titulado: 
Pendule  per¡iétuélle,  aveo  la  maniere  d'ele- 
ver  Vean  par  le  mayen  de  la  poitdrc  á  caoon, 
por  el  sacerdote  Joan  de  líautefeuille.  Este  au- 
tor, nacido  en  Orleañs  el  año  1047,  y  muerto 
en  el  de  1724,  es  uno  de  los  inventores  mas 
ingeniosos  y  fecundos  de  su  época.  En  la  obra 
que  acabamos  de  citar,  únicamente  usaba  el 
vacio  producido  por  la  combustión  de  la  pól- 
vora para  aspirar  el  agua  en  un  tubo  provislo 
de  chapaletas  ó  pequeñas  válvulas.  Cuando  su- 
po que  Hoygens  habia  hecho  esperimentos  en 
los  cuales  empleábase  el  vacio  para  elevar 
cuerpos  sólidos,  consignó  de  nuevo  sus  ideas 
sobre  esta  materia  en  sus  Reflexiones  sur 
quelques  machines  á  élevar  tes  caux  (París 
\  682).  La  descripción  sumaria  del  apáralo  y 
de  ios  esperimentos  de  Hoygens;  no  se  publicó 
hasta  1693  ,  en  la  bella,  colección  titulada: 
KDivers  auvrages  de  mathématique  et  dephy- 
sique,  pqr  M.  M.  de  l'Academie  royale  des 
Sciences.,  París,  iu  folio. 

Al  parecer  no  tuvo  Papio  conocimiento  del 
opúsculo  de  líautefeuille  ,  pero  siguió  los  es- 
perimentos dellny.gens,  y  hasta  le  ayudó,  co- 
mo lo  dice  él  mismo  en  las  Acta  Eruditorum 
de  1688  fpag.  501).  Atrajo  nuevamente  la  aten- 
ción de  los  sabios  bárdaoslo  objeloen  el  núme- 
ro correspondiente  al  mes  de  mayo  de  ¡6S7  de 
las  Nouvelles  Batanes,  y  en  los  párrafos  an- 
tes citados  de  las  Actes  de  Leipzig  ( 1 B8S],  En 
el  mes  de  diciembre  de  este  último  año  publi- 
có el  mismo  periódicú  la  descripción  de  lamá- 
quina  representada  en  nuestra  fig.  29,  des- 
crípcion'y  figura  que  so  reprodujeron  en  el 


Hecue.il  de  diverses  piéces  impreso  en  Cassel 
en  IGílü.  He  aquí  la  esplicacion  de  dicha  (i- 
gura: 

00  es  una  rueda  hidráulica  puesta  en  ¿0. 
virulento  por  un  golpe  de  agua. 

PP-B  es  un  eje  doblemente  encorvado  ¿pe 
alraviesa  el  centro  deesa  rueda  y  quese mue- 
ve con  ella. 

00,  00  son  cuerpos  do  bomba  con  ératelos 
V,  V,  los  cuales'  Üeuen  las  válvulas  T,  'f,  que 
se  abren  de  abajo  á  arriba. 

'  lili ,  RR,  RR  son  los  tres  limaos  de  un  tubo 
de  comunicación  entre  las  bombas  aspírenles 
00,  00  y  la  llave  SS. 

'Sa.es  una  llave  que  licuó  varios  objetos, 
según  los  casos,  establece  ó  interrumpe  lam'. 
municacion  entre  el  tubo  ltltltll  y  el  tulioí, 
interceptando  la  que  tienen  con  el  tubo  M:  de 
manera  que  si  el  vacio  tiende  á  formarse  de- 
bajo del  émbolo.  Il  en  el  cilindró  il,  el  aire  cs- 
ierior comunicará  libremente  con  la  parlo  in- 
ferior del  émbolo  O  en  el  otro  cuerpo  de  bom- 
ba LL,  y  entonces  ninguna  resistencia  ofrece- 
rá ú  movimiento  dicho  émbolo  G. 

EíiE,  l'TF  son  cuerdas  rolladas  en  sentido 
contrario  alrededor  del  eje  no,  de  suerte  que 
una  se  arrolla  cuando  lií.  oirá  se  desarrolla,  y 
el  émbolo  fl  sube  cuando*  el  émbolo  II  baja,  y 
asi  sucesivamente. 

AA  es  una  gran  rueda  fija  sobre  el  eje  1)D. 

lifiHB,  cuerda  rollada  sobre  esta  metía,  que 
hace  subir  y  bajar  uno  tras  otro  dos  cubos,  nuo 
de  los  cuales  está  señalado  con  la  letra  G.:  el 
lleno  sube  mientras  .el  vaciu  baja. 

Esla  máquina  era  considerada  por  Pap 
como  «un  medio  de  trasportar  muy  lejos  la 
fíierza  de  los  rios.»  ha  presentó  oa  ifiST  á  la 
Sociedad  Real  de  Londres  y  la  propuso  mas 
tarde  al  conde  Guillermo  Mauricio  de  Soláis, 
cuyo  personage  le  había  eonsullailo  sobre  el 
mejor  medio  de  cstraer  el  agua  do  una  mina, 
á  poca  distancia  de  la  cual  corría  un  rio  cuya 
fuerza  motriz  podía  utilizarse.  Las  objeciones 
hechas  por  la  Sociedad  Real  y  los  inconvenien- 
tes puestos  en  evidencia  por  el  uso  de  la  pól- 
vora, obligaron  á  Papin  á  ensayar  otro  medio 
de  producir  el  vacio  debajo  del  émbolo.  Va  se 
conoce  cuan  felizmente  resuelve  ese  problema 
la  condensación  del  vapor  por  el  frío.  Asi, 
pues,  de  transición  en  transición  se  finitas- 
.formado  la  bomba  de  Clesibio  en  una  máquina 
inversa  en  la  queexisten  reunidas  condiciones 
que  á  primera  vista  parece  imposible  reunir. 

Resumamos  en  pocas  pal  abras  este  largo 
parle  de  nuestro  ensayo  histórico. 

Papin  ha  hiendo  la  primera  máquina  (le  To- 
par con  émbolo  y  cilindro. 

Ha  observado  antes  que  nadie,  que  la  ac- 
ción de  la  fuerza  elástica  del  vapor  puede  com- 
binarse en  una  máquina.de  esla  clase,  con  a 
propiedad  de  que  goza  ese  vapor,  consigwa 
por  él,  de  «volverse  á  condensar  por  el  tn» 
de.  modo  que  nó  conserve  señal  ninguna  de  su 
elasticidad.» 


m 

¡la  comprendido  desde  luego  la  importan- 
te y  generalidad  del  motor  universal  que  in- 
trodíicin.  y  lia  indicado  explícitamente  la  na- 
vesrncion  al  vapor. 

jOgg  1702.    Primara  maquinada  vapor 

ejecutada  en  gran  escalapor  Savery.  El  25 
dejiiltóde  \i¡9%  es  decir,  ochenta  y  tres  años 
¿espito?  de  lú  publicación  del  libro  titulado, 
fcisbñsdéS  [orces  motivantes  por  Salomón  de 
Caiü,  y  ocio  también  después  do  haberse  in- 
sulano en  las  Áctes  da  Leipzig  la  maquina  de 
rapin,  el  capitán  Tomás  Savery  obtuvo  tina 
patente  para  esplotar  cierta  máquina,  qite, 
I  l  íi  i-cionada  y  colocada  en  estado  de  fnne-io-  • 
iiar  de  una  manera  Útil,  está  representada'  cu 
nuestra  fig.  30.  El  vapor  Se  produce  en  la  cal- 
dera li,  ¡sdlockfla sobre  un  hornillo:  tiene  aque- 
lla ana  válvula  de  seguridad  V.  Estando  abier- 
ta la  llave  G,  pasa.cl  vapor  de  la  caldera  al  va- 
so S:  oprime  al  agua  encerrada  en  esc  vaso, 
yon  el  tubo  A  se  levanla  necesariamente  la 
válvula  a  y  se  cierra  la  válvula  b.  El  agua  sa- 
le con  violencia  por  la  parte  superior  del  tu- 
co A,  Ruando  el  vaso  S  queda  vacio,  se  cierra 
la  llave  G,  interceptando  la  comunicación  en- 
tre la  caldera  y  el  recipiente  S,  y  se  dirige 
por  medio  de  la  llave  E  una  corriente  de  agua 
fria  á  ese  recipiente  con  objeto  de  condensar 
alli  el  vapor  que  se  lia  introducido.  El  vacio 
so  produce  por  la  condensación  del  vapor;  en- 
tonces se  levanla  la  válvula  6,  y  el  agua  del 
receptáculo  inferior  que  se  traía  de  apurar, 
snbe  ál  recipiente  S  por  el  tubo  I).  Se' abre  la 
llave  G  y  va  siguiendo  asi  la  operación. 

Un  modelo  de  la  máquina  de  Savery  pre- 
sentado por  vez  primo  ra  el  1 4  de  junio  de  IG90 
á  la  Sociedad  Real  de  Londres,  funcionando  en 
presencia  suya  para  obtener  la  aprobación.  Las 
Transacciones  filosófica?  de  ose  aüo  (núme- 
ro- 253,  p.  228)  mencionaron  sucinlameule 
diclia  aprobación,  dando  al  propio  tiempo  dos; 
lljíiiras  que  representaban,  la.máquina,  acom- 
pañadas ambas  de  una  simple  leyenda.  Las  Ac- 
tas de  Leipzig  de  1 ."  de  enero  de  1 700  [pág.  29 
lám.  !}  reproducen  el  párrafo  y  la  figura  de 
las  Transacciones.  Nosotros  damos  una  re- 
dacción muy  exacta  de  las  figurasen  los  nú- 
meros 31  y  32.  El  primero  representa  la  má 
pina  de  frente,  el  segundo  en  perspectiva. 

A  es  el  fogón,  B  la  caldera.  G,  Gv  son.  dos 
llaves  que,  abriéndolas  sucesivamente,  pef- 
milen  el  paso  del  vapor  á  los  vasos  D,  I).  K-¡- 
tos  dos  vasos  reciben  de  un  depósito  inferior, 
1,^1  agua  que  trátase  de  elevar.  E,  B,  E,  E, 
válvulas  que  se  abren  de  ahajo  á  arriba,  F,  F, 
llaves  que  retienen  el  agua  del  depósito  supe- 
rior. G,  tubo  de  propulsión.  II,  tubo  aspirador. 
I.  depósito  inferior. 

Comparemos  ahora  la  porción  déla  fig.  SO 
pe  hay  á  ja  derecha  de  la  llave  G  con  la  'bella 
fílenle  propuesta  en  I  (3 1  5  por  Salomón  de  Cans 
(véase  ta  fig.  (5,  lám.  lXW\.  para  elevar  el 
agua  por  el  calor  solar.  ¿Qué  resulta  de  esta 
comparación?  En.  una  y  en  otra,  el  agua  del 


822 

depósito  inferior  se  aspira  a  consecuencia  del 
vacio  producido  en  ttn  recipiente  colocado  en 
la  parte  superior.  Eu  una  y  en  otra,  a  presión 
ejercida  cu  el  iuterior  del  recipienle  obliga  al 
agúa  á  subir  por  iin  tubo  al  recipiente  supe- 
rior. Las  válvulas  eslán  dispuestas  del  mismo 
modo.  Difieren,  sin  embaago,  en  lo  siguiente. 
En  el  aparato  de  Salomón  do  Caus,  la  presión 
so  ejerce  por  el  aire  calentado  por  los  rayos 
solares,  el  vacio  (muy  imperfecto  por  otra  par- 
te) se  produce  por  la  ausencia  de  esos  rayos. 
En  la  máquina  do  Savery,  por  el  contrario,  el 
vapor  ejerce  la  presión  necesaria  para  que  as- 
cienda el  agua,  y  el  enfriamiento  de  dicho  va- 
por, obtenido  por  una  inyección  estertor  de 
agua  fria,  ocasiona  el  vacio.  Pero  Salomón  de 
Cans  había  ya  "indicado  esle  uso  de  la  presión 
del  vapor  ochenta  y  tres  años  antes;  y  la  má- 
quina de  l'apiu,  anterior. en  ocho  años  á  la  de 
Savery,  estaba  esencialmente  fundada  sobre  la 
formación  del  vacio  por  la  precipitación  del 
vapor.  Si  se  pretende  atribuir  á  Savery  la  idea 
de  haber  separado  la  caldera  del  recipiente  en 
que  ejerce  sil  presión  el  vapor,  nosotros  de- 
bemos hacer  notar  que  k'ircher  habla  publica- 
do ya  esta  idea  en  1 64 1  (véase  la  fig.  21,  lá- 
mina LXIV),  idea  por  otra  parle  consignada 
en  muchas  obras.  «¿Qué  le  queda,  pues,  á 
Savery?  El  honor  de  haber  construido  antes 
que  nadie  una  máquina  de  vapor  en  grande 
escala,  y,  si  se  quiere,  él  de  baber  operado 
Ja  condensación  de!  vapor  por  el  enfriamien- 
to que  las  aspersiones  de  agua  fria  ocasiona- 
ban en  las  paredes  estertores  del  vaso  metá- 
lico que  ía  contenia.  Describiendo  por  vez 
primera  este  ingenioso  medio  de  producir  el 
vacio,  no.  so  había  espücado  Papin  efectiva- 
mente sobre  las  diferentes  construcciones  fá- 
ciles de  imaginar  (estas  sun  sus  palabras)  que 
pueden  emplearse  pava  conseguir  ese  objeto, 
liuranle  sus  esperi mentes  con  un  pequeño  ci- 
lindro," contentábase,  como- se  ha  visto,  con 
disminuir  la  acción  del  fuego  (1).» 

170o— 1712.  Primera  aplicación-engran- 
de de  la  máquina  atmosférica,  por  New- 
eomen,  Cawtey  y  Savery.  La  comparación  de 
nuestra  fig.  30  con  tas  figs.  31  y  32,  que  re- 
presentan él  primer  modelo  de  Savery,  mani- 
liesta  que  nada  iiabia  imaginado  ese  inventor 
en  un  principio  para  renovar  el  agua  en  la 
caldera,  ni  tampoco  para  acelerar  el  enfria- 
miento del  vaporen  los  recipientes.  Hasta  1702 
no  publicó  en  una  obrita  titulado  el  Amigo  det 
Minero  [The  Miner's  Triend),  Ja  descripción 
de  la  máquina  perfeccionada,  cuya  vista  pre- 
sentamos nosotros  en  nuestra  fig.  30. 

<¡Lós  mineros  mostráronse  poca  agradeci- 
dos. Uno  solo  pidióle  máquinas.  Estas  se  em- 
plearon únicamente  en  distribuir  el  agna  en 
los  palacios,  casas  da  recreo,  parques  y  jardi- 
nes: no  podían  salvar  otras  diferencias  de  ni- 
vel que  las  de  12  á  15  metros.  Es  necesario 

[I)  Aragn,  Ánn,  des  £opg.  t329,  p,  183'. 


VAPUR 


823 


VAPOR 


reconocer,  por  lo  demás,  que  los  peligros  de 
las  esplosiones  hubieran  sido  formidables  si  se 
hubiera  dado  á  los  aparatos  la  inmensa  poten- 
cia á  que  e!  inventor  Creía  podían  alcan- 
zar {]).« 

Entre  los  hombres  cuya  atención  se  lijó  en 
la  máquina  de  Savery,  figuran  Tomás  Newco- 
men,  herrero,  y  Juan  Cawlcy,  vidriero,  ambos 
Tjaturalesde  Darmouth,  en  el  Devonshirc.  New- 
comen  tenia  alguna  instrucción.  Estaba  en  cor- 
respondencia con  el  célebre  R.  líooke,  sil 
compatriota,  uno  de  los  genios  de  mayor  in- 
ventiva de  esa  época  tan  fecunda  en  invento- 
res. Entre  los  varios  proyectos  que  juntos  ha- 
bían discutido,  no  olvidaron  la  idea  de  Papin, 
,  la  del  cuerpo  dé  bomba  con  émbolo.  Se  ha 
erieoEtrado  entre  los  papeles  de  Hooke  el 
borrador  de  una  caria  en  que  procuraba  este 
sabio  disuadir  á  Kewcomen  para  que  no  cons- 
truyese una  máquina  según  este  principio.  La 
caria  encierra  esta  noble  frase:  «Si  Papin  pu- 
diera operar  súbitamente  debajo  del  émbolo, 
vuestro  negocio  estaba  hecho  (2).» 

La  aspersión  del  agua  fi'ia  sobre  las  pare- 
des del  cilindro  daba  el  medio,  sino  de  llegar 
á  este  resultado,  al  menos  el  de  aproximarse 
mucho:  y  el  producirse  el  vapor  en  una  cal- 
dera separada  del  cilindro,  presentaba  la  cues- 
tión como  muy  hacedera.  Tales  fueron  las  ideas 
que  Newcomen  y  fiawley  quisieron  poner  en 
ejecución,  asegurándose  ardes  con  uu  privi- 
legio de  invención.  Pero  Savery  había  ya  con- 
seguido una  para  la  máquina  cu  que  el  vacio 
se  producía  por  la  condensación  del  vapor. 
En  consecuencia  de  eslo,  celebróse  un  arreglo 
entre  Newcomen,  Cawley  y  Savery.  Los  tres 
disfrutaron  el  privilegio  de  la  patente  que  ob- 
tuvieron en- 1705.  Tal  es  el  origen  de  la  má- 
quina conocida  entre  Los  artistas  bajo  el  nom- 
bre de  máquina  de  Newcomen  ó  de  máqui- 
na atmosférica. 

Esla  máquina  so  compone  esencialmente 
de  un  cuerpo  de  bomba  con  un  émbolo,  de- 
bajo del  cual  llega  el  vapor  como  en  la  má- 
quina de  Papin;  gofamente  que  el  vapor  se 
produce  en  una  caldera  separada  y  se  conden- 
sa, no  por  disminuir  la  acción  del  fuego,  sino 
por  una  aspersión  de  agua  tria  contra  las  pa- 
redes del  cilindro. 

«A  principios  del  siglo  XVIII,  él  arle  de 
construir  grandes  cuerpos  de  bomba  perfec- 
tamente cilindricos,  el  arle  de  colocar  eu  su 
interior  émbolos  movibles  que  los  cerrasen 
herméticamente,  estaba  muy  adelantado.  Eu  la 
máquina  üe  1705,.  para  impedir  que  el  vapor 
se  escapara  por  los  intersticios  comprendidos 
entre  la  superficie  del  cilindro  y  la  parte  es- 
terior  del  émbolo,  hallábase  'la  superficie  su- 
perior de  este  constantemente  cubierta  con 
una  capa  de  agua  que  penetraba  todos  los  hue- 
cos y  los  llenaba.  Cierto  dia  que  una  de  estas 


Arago,  Elogcde  'Watt. 
RobinffOn,  .1  Syilem.,  t.  II,  p.  58, 


máquinas  funcionaba  en  presencia  de  sus  cons 
Iructores,  observaron  estos,  con  gran sornin 
qne.  et  émbolo  descendía  muchas  veces  Uní' 
das  con  mayor  rapidez  que  la  acostíimbradn 
Parecióles  tanto  mas  eslraña  esa  velocidad 
cuanto  que  el  enfriamiento  producido  por  mu 
corriente  de  agua  fria  que  bajaba  esieriormen' 
le  á  lo  largo  de  la  superficie  del  cuerna  de" 
bomba,  no  habia  traído  consigo  hasta  culón 
ees  sino  con  mucha  lentitud  ía  condensación 
del  vapor  interior,  Después  de  examinado  aten 
lamente,  quedó  averiguado  que  el  fenómeno 
se  veri li caba  ese  dia  de  otra  manera.  Encon- 
trándose el  émbolo  accidentalmente  agujera- 
do, el  agua  fria  que  lo  estaba  cubriendo,  caía 
á  golas  en  lo  interior  del  cilindro,  atravesan- 
do el  vapor  y  enfilándolo,  siendo  esto  cansa 
de  su  rápida  condensación. 

«Desde  esla  época  tienen  las  máquinas  at- 
mosféricas una  abertura  en  forma  de  remato 
de  regadera:  por  ella,  á  manera  de  lluvia,  cae 
el  agua  fria  en  el  interior  del  cilindro,  'con- 
densándose el  vapor  en  el  instante  en  que  el 
émbplo  debe  descender,  be  esle  modo  evitase 
el  enfriamicnlo  estertor,  siendo  mas  rápido  el 
movimiento  de  va-y-ven.  Esla  importante  me- 
jora, como  otras  muchas  que  pudiéramos  citar, 
fué  el  resultado  de  una  feliz  casualidad  (l|.i 

A  mediados  ó  finpsdelaño  de  l7l2ínlrodii- 
josc  por  primera  vez  la  condensación  por  in- 
yección, en  cierta  máquina  atmosférica  esta- 
blecida por  cuenta  de  uu  tal  Mr.  Back  de  H'ol- 
verliampion,  con  quien  los  tres  asociados  ha- 
bía .contratado  la  elevación  de  unas  ngaas. 
Necesitaron,  pues,  cuando  menos  siete  años 
para  plantear  y  aplicar  por  primera  vez  un 
principio  que  conocían. 

La  fiy.  33  representa  la  máquina  con  esla 
modificación. 

El  vapor  engendrado  en  la  caldera  B  pasa, 
por  la  abertura  P,  al  cilindro  C,  y  destruye  el 
erecto  de  la  presión  atmosférica  que  se  ejerce 
sobre  la  superficie  superior  del  émbolo  T.  El 
contrapeso  hace  subir  el  émbolo,  Habiendo 
llegado  esle  á  la  parle  de  arriba,  se  cierra  la 
llave  P  por  medio  del  mango  íí,  abriéndose  lue- 
go la  llave  0,  lo  cual  permite  á  una  corriente 
de  agua  fría  que  descienda  al  depósito  L  por 
el  tubo  ir,  que  salte  al  cilindro  por  la  abertura 
X  y  que  allí  se  condense  el  vapor-  La  presión 
atmosférica  hace  entonces  descender  el  émbo- 
lo, levantando  el  contrapeso  T  y  los  brazos  tic 
bomba  unidos  al  brazo  izquierdo  GE  del  volan- 
te EGD.  El  aire  y  el  resto  del  vapor  no  con- 
deusados  contenidos  en  el  cilindro  G  salen  du- 
rante el  descenso  riel  émbolo  por  una  válvula 
lateral.  El  agua  de  condensación  escápase  por 
el  tubo  0,  en  cuyo  remate  inferior  bay  igual- 
mente una  pequeña  válvula  ó  chapaleta  U.  El 
listón  R  hace  mover  una  pequeña  bomba  im- 
pelente  qne.  eleva  al  punto  L  el  agua  destina- 
da á  la  condensación.  G  es  el  eje  de  rotación 

(i)  Arago,  Ami.  des  Long,  1823. 


823 


VAPOR 


del  balancín,  el  cual  eslá  dolado  de  un  moví-  bolo.  El  brazo  derecho  H  baja,  el  brazo  iz 
miento  de  rotación  alrededor  de  su  eje.  Las  qnierdo  h  vuelve  á  subir.  Entonces  el  émbolo ' 


cadenas  que  levantan  alternativamente  poruña  ( 
parle  el  émbolo  y  por  otra  el  contrapeso  y  j 
las  brazos  de  las  bombas,  se  arrollan  en  unos 
áreos  de  círculo  adaptados  al  balancín:  por 
medio  de  esas'  cadenas  semanlienen  constante- 
mente en  la  misma  posición  vertical. 

En  las  primeras  máquinas  de  Newcomen, 
ins  llaves  a,  0,  se  movían  con  un  manubrio, 
i  La  Iradicion  atribuye  ;i  un  niño  llamado  llum- 
plirj'  l'otler,  la  invención  del  mecanismo,  con 
cuyo  auxilió  la  misma  máquina  hace  girar  las 
llaves  en  el  momento  preciso.  Cuéntase  que 
Poller,  fastidiado  un  dia  por  no  poder  jugar 
coa  sus  amigos,  discurrid  el  medio  de  alarlas 
puntas  de  dos  bramantes  á  las  manecillas  de 
las  llaves  que  debia  abrir  y  cerrar.  Atadas  las 
oirás  puntas  al  balancín,  el  movimiento  de  nsle 


llega  á  la  parte  mas  elevada,  se  cierra  el  re- 
gulador, y  se  abre ,  por  medió  de  nn  listón 
señalado  con  los  números  1,2,  tina  llave  sobre 
la  cual  obra  ese  listón.  Abierta  la  llave ,  el 
agua  contenida  en  la  parte  superior  pasa  por 
el  tubo  lINri  al  cilindro  G,  en  donde  se  produ- 
ce la  condensación,  bajo  la  influencia  del  va- 
cío formado  en  el  cilindro,  desciende  el  ém- 
bolo, obligado  por  el  peso  de  la  atmósfera: 
desciende  también  el  estremo  izquierdo  h  del 
balancín,  elevándose  el  estremo  11:  las  bom- 
bas k,  i  suben  el  agua.  Z  es  un  tubo  por  el 
cual  se  dirige  el  agua  á  la  superficie  del  ém- 
bolo para  tener  siempre  humedecido  el  cuero 
de  que  está  rodeado.  El  tubo  Wl  sirve  para  ali- 
mentaria caldera,  por  medio  del  agua,  fria  ya, 
(pie  ha  quedado  encima  del  émbolo.  El  agua 


al  subir  y  bajar,  hacia  las  veces  del  mucha- 1  de  inyección  tiene  salida  por  el  lubo  X,  cuya 
clio  (11.»  El  mecanismo  de  Ilumphry  Potter  fué  j  cstremidad  inferior  es  curva,  y  hay  en  ella 
llamado  por  él  mismo  scoggon,  de  una  pala- 
bra popular  del  condado  de  York,  que  significa 


perezoso.  Aceleróse  el  movimiento  de  la  má- 
quina, dando  quince  ó  diez  y  seis  golpes  por 
minutó. 

Él  mecanismo  para  abrir  y  cerrar  las  lla- 
ves permanecía  aun  muy  complicado  con  gra- 
pones  y  resortes,  euando  el  ingeniero  Beigh- 
ton,  entregado  exclusivamente  á  la  construc- 
ción de  máquinas  para  las.  minas,  hizo  en  ?íew- 
caslleelaño  1718,  una  máquina  do- vapor,  en 
¡a  cual  estableció  un  solo  brazo  suspendido  al 


una  válvula.  El  tubo  W  es  un. espacin  para  el 
agua  que  cubre  el  émbolo.  Se  vé  en  X  olro 
lubito,  con  su  válvula  llamada  válvula  silban- 
te, por  la  cual  se  escapa,  cuando  el  émbolo 
llega  á  la  parte  inferior,  el  aire  producido  por 
el  vapor  ,  y  el  agua  de  condensación,  ha  pe- 
queña cantidad  de  agua  que  sale  por  esa  vál- 
vula se  vierte  en  el  tubo  V.  La  bomba  cuya 
varilla  es  i  sirve  para  el  achicamiento;  la  que 
corresponde  á  la  varilla  k  conduce  el  agua  al 
conducto,  y  la  lleva  basta  el  depósito,  de  don- 
de parte  el  tubo  M.  La  varilla  vertical  QQ  es  el 


balancín,  é  introdujo  un  mecanismo  inventado  '  plug-frumé.  Sube  y  baja  con  el  balancín,  sos- 
por  61  mismo  [han  gear),  mecauismo  del  que,  i  tenida  por  las  muescas  practicadas  en  el  stte- 
con  algunas  pequeñas  variaciones,  se  hace  lo. y  en  una  pieza  trasversa  colocada  á  algu- 
uso  todavia  en  las  máquinas  modernas. .  nos  metros  del  mismo.  Como  se  ve,  tiene  una 

La  fig.  34,  [lám.  LXVl),  representa  en  muesca  y  varias  clavijas,  por  cuyo  medio  obra 
perspectiva,  tomada  del  Caurs  de  Phisiqtte  \  sobre  las  palancas  que  dirigen  el  regulador  y 


espérimentale  de  Désaguliers,  una  máquina 
de  Newcomen  perfeccionada  con  todos  los 
adelantos  entonces  conocidos ,  según  el  tipo 
mas  acabado  que  de  ellas  se  tenia  á  mitad  del 
siglo  Xvll!.  A  pesar  de  su  aparenté  complica- 
ción, se  comprenderá  fácilmente  esa  figura 
por  cualquiera  lector  que  se  haya  tomado  la 
molestia  de  seguir  nuestra  historia  desde  los 
primeros  ensayos  de  Papiu  en  1690. 

Debajo  del  fogón,  y  en  el  interior  de  una 
capa  de  fábrica,  se  encuentra  la  caldera,  cu- 
yos contornos  marcamos  con  las  letras  O,  O, 
0.  En  el  eje  vertical  de  la  caldera  está  colo- 
cado el  cilindro  (JO,  que  comunica  con  la  cal- 
dera por  medio  del  tubo  d.  El  vapor  solo  pe- 
netra en  el  cilindro  cuando  se  abre  el  regula- 
dor ó  disco  que  cubre  "ó  descubre  al  volante 
a  parle  inferior  del  tubo  i.  Cuando  está  abier- 
to ese  regulador,  empuja  el  vapor  al  émbolo 
Lacia  arriba,  ó  mas  bien  le  permite  vencer  la 
presión  atmosférica.  Entonces  las  partes  i,  k 
de  las  bombas  unidas  al  brazo  derecho  del  ba- 
lancín hü,  levantan  sin  esfuerzo  alguno  elém- 

l<)  Arsgo,  Ani\,  cler  l.nng.,  ÍE20. 


a  llave  de  inyección.. Es  inútil  entrar  en  mas 
detalles  para  hacer  comprender  su  objeto.  Las 
varillas  L,  QQ,  k,  i,  permanecen  constante- 
mente en  djreccion  vertical;  gracias  á  los  ar- 
cos de  circulo  en  que  se  arrollan  y  desarro- 
llan las  cadenas  según  los  movimientos  osci- 
latorios del  balancín.  F  indica  una  válvula  de 
seguridad,  que  obra  por  un  medio  muy  im- 
perfecto y  muy  distante  del  inlro'ducido  por 
I'apin.  En  la  parle  G  hay  colocadas  dos  llaves 
de  prueba,  que  corresponden  á  los  tubos  cu- 
yas eslremidades  inferiores  tocan  el  agua  ó  el 
vapor,  cuando  el  nivel  del  agua  en  la  caldera 
ha  llegado  á  una  altura  conveniente.  Para  que 
se  llene  esta  condición,  es  necesario  que  'el 
tubo  de  la  izquierda  produzca  una  corriente 
de  agua  y  el  de  la  derecha  una  de  vapor. 

Sentado  junto  al  macizo  del  centro,  apare- 
ce el  mecánico  que  dirige  el  aparato.  Alli 
está,  en  perfecta  calma,  no  teniendo  que  des- 
empeñar trabajos  penosos,  observando  con 
ojos  inteligentes  la  marcha  de  su  máquina, 
añadiendo  ó  quilando  combustible,  según  sea 
necesario,  y  cuidando  que  todas  las  partes  del 
mecanismo  funcionen  con  regularidad.  El  va- 


por  se  encarga  de  lo  demás:  el  hombre  solo 
interviene  para  dirigir  los  movimientos  de  un 
motor  gigantesco,  que  .  hace  aquéllo,  paralo 
cual  la  antigüedad,  pagana  hubiera  necesitado 
miles  de  esclavos. 

La  inmortal  concepción  de  Papin  pasó  por 
último  al  dominio  déla  práctica  industrial. 
Ese  genio  superior  habla  presentido  también 
los  perfeccionamientos  ulteriores  que  permi- 
tirían á  la  máquina  marchar  por  si  misma.  En 
la  aplicación  de  su  primera  máquina  de  doble 
efecto,  representada  en  la  fig.  59.  «se  podría, 
dice,  encontrar  cierto  medio  para  (pie  la  mis- 
ma  máquina  diera  vueltas  á  la  llave,  cuando 

fuese  necesario  » ¿Porqué  estraña  fatalidad 

se  lia  olvidado  casi  siempre  en  la  historia  de 
la1  maravillosa  máquina  que  tanto  honor  hace 
á.  la  inteligencia  humana,  el  nombre  do  esc 
talento  eminente,  á  quien  solo  copiaron  New- 
comen,  Cawiey  y  Savery,  siéndole  deudores 
del  cilindro  de  vapor,  con  émbolo  Je  movi- 
miento alternativo,  del  vacio  por  la  condensa- 
'cion  del  vapor,  y  de  la  válvula  de  seguridad? 
Para  contestar  á  esta  pregunta,  es  preciso  re- 
montarse hasta  la  época  en  que  recibió  el  va- 
por sus  primeras  aplicaciones  con  respecto 
i  la  industria.  Esto  es  lo  que  liaremos  muy 
presto. 

1705.  Dalesme.  En  la  Histoire  de  I'Aca- 
démie,  de  1705,  pág.  137,  se  hace  la  mención 
siguiente. 

*Mk  Dalesme  ha  propuesto  algunos  pensa- 
mientos cuya  realización  se  ha  creído  úlil,  y 
que  mercciati  se  hicieran  algunos  esperimen- 
tos  en  grande. 

illa  imaginado  que  podría  emplearse  como 
fuerza  motora  ta  elasticidad  del  vapor  que  se 
desprende,  deí  agua  caliente  y  lia  presentado 
nna  máquina  en  que  esa  elasticidad  hace  sal- 
tar el  agua  á  gran  altura,  según  su  potencia.» 

Ninguna  otra  noticia  se  da  sobre  esta  má- 
quina. Mr.  de  Prony,  asegurando  el  pesar  que 
tenia  por  no  haber  conocido  los  detalles  del 
método  de  Dalesme,  dice,  en  su  Nouvelle  Ar- 
ehitecture  hydrauliquc,  ¡t.  II,  pág.  52¡  que  tai 
vezisu'modelo  se  encuentre  en  la  colección 
de  máquinas  de  la  Academia,  pero  que  no  pue- 
de allrmarse  mientras  que  dicha  colección  nd 
so  ponga' en  orden. 

lf¡9S— 1707.  Continuación  de  los  traba- 
jos de  Papin.  Todavía  trabajaba  Papin  el.  año 
1698,  á  espensas  del  elector  de  líesse,  hacien- 
da esperi.mentos  sobre  el  vapor  de  agua  en 
una  nueva  máquina  que  atribuye  al  mismo 
elector.  Cuando  abandonó  sus  investigaciones 
comunicó  los  resultados  que  habla  obtenido  á 
.muchos  sabios  con  quienes  estaba  en  corres- 
pondencia, entre  otros,  á  Leibnit»..  'Contestó 
este  'á  Papin  que  buliia  tenido  él  también  la 
-idea  de  emplear  la  fuerza  espausiva  de!  vapor. 

"Lo  que  manifiesto  aqui,  dlcel'apíii,  no  es 
para  que  se  crea  que  Mr.  Savery,  que  ha  pu- 
blicado después  esta  invención  en  Londres,  no 
es  efectivamente  su  inventor:  no  dudo  que  ha- 


m 

ya  tenido  este  pensamiento,  como  á  oíros  ha 
sucedido,  sin  haberlo  tomado  de  nadie;  pero 
lo  que  digo  están  solo  para  hacer  ver  que  el 
huí Igrnve  fué  el  primero  que  ha  formado  na 
designio  tan  úíil.i> 

Leibnitz,  en  un  viage  que  hizo  á  Inglater- 
ra en  1705,  habiendo  tenido  ocasión  de  ver  al- 
gunas máquinas  construidas  por  Savery,  remi- 
tió, á  Papin  el  dibujo  y  la  descripción  de  una 
de  ellas,  puliéndole  su  parecer  sobre  al  méri- 
to del  invento.  «Aunque  su  construcción  es  ¡il- 
gun  tanto  diferente  de  la  nuestra,  dice  l'apin 
y  aunque  no  longo  el  texto  tille  debía  esplicar 
ia  figura,  conozco,  sin  embargo,  que  la  máqui- 
na  inglesa  fundase  en  el  mismo  principio  que 
la  de  Cassel,  y  he  tenido  el  honor  de  hacérse- 
lo observar  al  señor  landgravc.  Esto  hizo  lo- 
mar  á  S.  A.  S!  el  designio  de  mejorar  esa  in- 
vención, que  sin  duda  es  úlil,  pero  que  sis 
embargo,  es  mus  flefécfüósa'  de  lo  que  so  pien- 
sa, como  probaré  mas,  adelante.  Puedo  asegu- 
rar desdeluego  que  lia  costado  mucho  tiempo, 
mucho  trabajo  y  muchos  gastos  el  llegar  á  la 
perfección  que  hoy  tienen  estas  máquinas:  se- 
ria muy  largo  particularizar  las  dificultades 
imprevistas  que  se  lian  cruzado  y  los  esperi- 
meutos  que  han  ofrecido  rín  resultado  com- 
pletamente dislinlo  del  (pie  háblá  derecho  i 
esperar.  Asi,  pues,  me  limitaré  á  manifestar 
cñln  preferible  es  lo  que  tenemos  h'rjyálopí 
habíamos  hecho  antes  y  á  lo  que  destines  lia 
llevado  á  cabo  Mr.  Savery.  Con  eslo  el  público 
ne  podrá  engañarse  en  la  elección  de  esas  di- 
ferentes máquinas  y  se  aprovechará  sin  difi- 
cultad de  lo  que  tupio  ha  costado.  También  asi 
probar;!.-.'.1  que  la  obligación  hacia  S.  A,  S.  no 
es  simplemente  por  haber  tenido  la  primera 
idea,  sino  por  haber  superado  los  obstáculos 
qué  al  principio  se  presentaron,  Y  haber  con- 
ducido la  malcría  al  grado  de  perfección  que 
tiene  al  presente  (l)t» 

He  aquí  la  descripción  de  la  máquina  do 
Papin  [fig.  35,  lám.  LXXll  de  las  Artos  fflí- 
cánicasi. 

AA  gran  recipiente  ó  caldera,  llamada  por 
Papin  relorla,  siguiendo  á  los  anímicos  de  ;u 
época.  Esta  caldera  se  halla  colocada  en  un 
¡lomillo. 

Allü  tubo  encorvado,  con  una  llave,  E,  fa- 
cilita ó  intercepta,  según  sea  necesario  el  pa- 
so del  vapor  engendrado  en  la  caldera, 

CC  tubo  que  sirve  para  llenar  íá  caldera. 

Dt)  cuerpo  de  bomba  deslinado  á  recibir  el 
vapor  engendrado'  en  la  caldera:  su  óiómel» 
20  pulgadas  francesas  (0™, 541. 

FF  émbolo  movible  en  el  cuerpo  de  bóto»; 
que  recorre  una  distancia  de  10  pulgadas  frao- 
cé'áas  (Om,  í:ii:  es  un  cilindro  hueco  fieme» 
que  finta  sobre  el  agua. 

(t)  Soüttíít  ma¡uúrepourle"er  l'eaii  ¡wja  í«'- 
re  du  fe u,  mine  m  lumifrr  par  JHF.  »■  .''"/"!'„! ,'„, 
tnur  un  medecine,  profemieur  enuuüh.u  JmrwgM 
óonuiller  rfe  S.  A.  S.  ele  Baae  et  mrmbrede  f»wu«¡ 
té  /¡o.i/ftie  de  Lóndrrs:  en  Cusscl,  1707, 6.°  menor,  M 
páginas  can  una  h'imina. 


VAPOR 


829 


Vapor 


830 


BG  tubo  que  sirve  para  llenar  de  agua  el 
cuerpo  de  bomba  DD. 

Illl  encorvado,  cuyo  mayor  diámetro  cor- 
responde á  la  parle  inferior  del  cuerpo  de 
bomba  DD:  comunica  coií  el  tubo  GG. 

II  mbo  abierlo  por  arriba  y  cerrado  por 
abajo,  que  pasa  por  el  centro  de  émbolo,  ai 
cual  se  baila  unido.  Se  introducen  en  este  tubo 
por  la  abertura  L  unos  pedazos  de  hierro,  que 
permanecen  suspendidos  en  la  parte  superiur, 
hierro  destinado  á  aumentar  la  tensión  del  va- 
por que  pasa  déla  caldera  al  cuerpo  do  bomba. 

oh,  ab,  válvulas  de  seguridad  de  palanca, 
adaptadas  en  los  tubos  GC  y  L.  w 

JIM  lubo  recio  soldado,  á  la  esiremidad  del 
tuba  encorvado  IIII,  que>  atraviesa  el  fondo  del 
tubo  cilindrico  M. 

S  válvula  que  se  abre  de  arriba  abajo  y  se 
cierra  de  abajo  arriba. 

T  válvula  cuyo  movimiento  es  inverso  al 
de  la  válvula  S. 

Funciona  el  aparato  del  modo  siguiente.  El 
lubo  sifón  DDIIMJI  se  llena  de  agua  basla  la  al- 
tura de!  nivel  G  de  la  corriente  que  alimenta  á 
la  máquina.  Se  abre  la  llave  Ej  el  vapor  pasa 
desde  la  caldera  AA  al  cuerpo  de  bumba  DI) 
por  el  tubo  BB:  empuja  al  émbolo  Dolante  IT, 
el  cual  obra  sobre  el  agua  que  se  dirige  ai  re- 
ceptáculo KÑ,  cerrándose  la  válvula  S  y  abrién- 
dose la  válvula  T.  Introducida  de  este  modo  el 
agtia  en  diclio  receptáculo  y  comprimida  por 
el  aire  tpie  alli  encuentra,  se  escapa  por  el  tu- 
bo X  con  velocidad.  Esta  es  entonces  un  motor 
aplicable  á  una  rueda  hidráulica* 

Cuando  el  émbolo  FF  ha  llegado  á,  la  parle 
inferior,  se  cierra  la  llave  E  interceptando  la 
comunicación  de  la  caldera  y  del  cuerpo  de 
bomba:  se  abre  la  llave  n  y  el  vapor  se  des- 
vanece en  el  aire.  Al  mismo  tiempo,  abriéndo- 
se de  arriba  á  abajo  la  válvula  S,  y  conducida 
el  agua  por  un  conduelo  G,  se  introduce  en  el 
sifón  HIHI  y  levanta  el  émbolo  FF  basla  ¡apar- 
te mas  elevada  del  cuerpo  de  bomba.  Se  cier- 
ra entonces  la  válvula  n  y  se  abre  la  válvula 
í;  empuja  de  nuevo  el  vapor  al  émbolo,  y  asi 
conlinua  el  movimiento  de  la  máquina. 

«Todavía falla  indicar  el  modo  de  introducir 
el  agua  en  la  retorta  AA  ai  mismo  que  funcio- 
na y  que  la  presión  de  los  vapores  en  ella 
contenidos,  seria  capaz  de  sostener  el  agua  á 
unaallura,  quizás  de  muchos  centenares  de 
pies....  Eslo  se  puede  hacer  fácilmente  por 
medio  de  la  llave  R,  á  la  cual  se  puede  ajnstar 
una  bumba  para  obligar  al  agua  á  entrar  por 
tuerza  en  la  retorla,  cuando  la  resistencia  de 
'a  presión  interior  seria  capaz  de  soslener  el 
usua  á  la  altura  demás  de  mil  pies.  Hace  al- 
gún tiempo,  hice  esto  en  casa  de  Mr.  Huygens, 
Aullando  una  altura  de  1,500  pies;  y  hubié- 
ramos podido  conseguir  mayores  ventajas,  sí 
no  temiéramos  que  los  vasos  en  que  se  verili- 
caba  la  presión  no  pudieran  resistirla  por  mas 
tiempo,  fio  hay  duda,  pues,  que  la  rclorla  AA- 
Puede  llenarse  de  nueva  agua,  sin  interrumpir 


i  su  operación  en  el  mismo  tiempo  en  que  la 
máquina  impelerá  el  agua  á  las  mayores  altu- 
ras que  sean  necesarias,  porque  bastará  hacer 
jugar  de  vez  en  cuando  la  bomba  ajustada  á  la 
espila  H;  y  mediante  varios  artificios  que  pue- 
den usarse  para  escitar  el  calor  del  fuego,  po- 
_ea  agua  basta  para  obtener  efectos  increíbles, 
"podiendo  la  dilatación  del  liquido  superar  en 
mucho  á  la  de  la  pólvora;  no  será,  pues,  gran 
aumento  de  trabajo  el  reparar  el,consumo  del 
agua  en  la  retorta. 

Todo  cnanto  I'apin  dice  acerca  del  modo 
de  llenar  ja  caldera  está  perfectamente  funda- 
do. Lo  único  que  se  le  puede  lacbar  es  el  no 
haber  lomado  de  la  máquina  misma  la  fuerza 
necesaria  para  mover  la  bomba  alimenticia,  asi 
como  el  no  haber  realizado  la  idea  de  la  posi- 
bilidad de  movimientos  automáticos  para  la  ro- 
¡acion  de  las  espilas,  l'ero  estos  defectos  son 
secundarios  comparados  con  otras  objeciones 
que  hacerse  pueden  al  nuevo  pensamiento  de 
I'apin: 

■l."  Como  el  flotador  deja  siempre  algún 
espacio  enlre  él  y  las  paredes  del  tubo  en  qne 
se  mueve,  cierta  porción  de  vapor  á-alla  pre- 
sión se  condensa  al  contacto  del  agua  conteni- 
da en  ese  mismo  tubo."  2."  El  vapor,  en  lugar 
de  obrar  directamente,  solo  obra  por  inlerme- 
dío  de  un  resorte  de  aire  y  de  una  caída  de 
agua.  Ahora  bien,  en  el  juego  del  resorte,  y 
sobre  todo,  en  el  empleo  del  molor  hidráulico, 
hay  pérdidas  considerables  de  fuerza.  3.°  £1 
vapor  se  vierte  á  alta  presión  en  la  atmosfera, 
anles  de  haber  sido  distendida  como  mas  tarde 
lo  veremos  en  las  máquinas  modernas  de  alia 
presión. 

El  lector  posee  ahora  los  elementos  nece- 
sarios para  responder  ála  cuestión  que  hemos 
sentado.  Papin ,  cpie  habia  publicado  desde 
1690  la  descripción  completa  de  una  máquina 
atmosférica  de  pistón  y  cilindro;  que  había 
ademas  construido  un  modelo  de  la  misma; 
que  habla  previsto  la  fecundidad  de  sus  apli- 
caciones ála  industria,  y  que  entre  otros,  ha- 
bia.indicado  claramente  la  posibilidad  délos 
barcos  de  vapor,,  Papin,  decimos,  sabe  en  1705 
que  el  capitán  Savery  ha  hecho  construir  en 
Inglaterra  máquinas  sin  pislon  ,  que  prestan 
algún  servicio  para  la  elevación  de  aguas.  Quin- 
ce años  habían  trascurrido  desde  la  publica- 
ción que  había  hecho  de  sus  primeras  ideas  en 
las  Acta  Eruditorum;  hacia  diez  años  que 
había  desenvuelto  esas  mismas  ideas  en  ¡a 
obra  publicada  en  íi-apcés  en  cassel ,  con  el 
titulo  de  Recueil  de  diverses  piéces  concer- 
nant  quelques  nouvélles  machines.  Nadie  has- 
la  entonces  habia  respondido  á  estos  llama- 
mientos, escepto  Savery,  que  habia  aplicado 
el  principio  de  la  formación  del  vacio  por  el 
enfriamiento  del  vapor  en  un  espacio  que  está 
lleno  de  él.  Pero  eslaudo  la  idea,  por  decirlo 
asi  perdida,  en  medio  del  mecanismo  cuyo 
pensamiento  se  habia  tomado  de  otros,  Papin 
abandonó  definitivamente  la  única  via  qne  po- 


n\  vap 

día  conducirle  al  buen  éxito,  pava  detenerse 
en  nn  atolladero. 

Aunque  no  publicó  su  nueva  combinación 
basta  1707,  dos  años  después  que  Neiveomen, 
Cawley  y  Savery  habían  tomado  un  privilegio 
para  la  máquina  de  pistón  y  cilindro,  no  co- 
nocía este  mecanismo,  porque  de  lo  contrarío, 
no  bubicra  abandonado  su  primer  sistema  que 
acababa  de  recibir  una  aplicación  positiva, 
aunque  con  algunos  perfeccionamientos  se- 
cundarios. Por  otra  parte,  sabido  es  que  la  pri- 
mera máquina  atmosférica,  por  cuenta  de  Back 
deWolverhampton  no  funcionó  hasta  17  tí,  po- 
co tiempo  antes  de  la  muerte  de  Papin.  Al  ver 
el  éxito  conseguido  por  Savery,  aunque  in- 
completo, qpiso  hacer  una  cosa  mejor  que  la 
de  este,  y  erró  el  camino'.  Es  de  notar  que  en 
su  escrito  de  1707  solo  bace  mención  acci- 
dental de  su  primera  máquina  de  pistón  y  ci- 
lindro, sin  detenerse,  al  parecer,  mas  que  en 
demostrar  la  superioridad  de  su  nuevo  aparato 
sobre  el  de  Savery.  Abusando  extrañamente  de 
esla  flaqueza  de  Papin,  la  mayor  parle  de  los 
autores  ingleses  han  afectado  no  conocer  mas 
que  el  opúsculo  de  l'apin  de  1707,  negándole 
la  invención  de  la  máquina  atmosférica  de  pis- 
tón y  cilindro,  no  concediéndole  mas  que  la 
del  flotador,  que  propiamente  hablando,  no  es 
un  pistón ,  é  insistiendo  en  que  eran  anterio- 
res los  trabajos  de  Worcester,  Savery,  Jiew- 
comen  y  Cawley.  Tal  es  el  sentido  en  que  ha 
escrito  el  doctor  Robison,  de  cuya  opinión  han 
participado  Rees,  Millinglon,  Lardncr,  Nichot- 
soa  y  Tredgold.  Este  último  se  contradice, 
porque  en  su  obra  de  1 827  asegura  que  l'apin 
no  hizo  otra  cosa  mas  que  repetir  los  esperi- 
inenlos  de  Worcester,  y  en  la  página  siguiente 
leemos  esto:  "La  novedad  de  esta  construc- 
ción tlasdeiN'ewcomenen  1705)  consiste  única- 
mente en  la  condension  del  vapor  por  debajo 
de  un  pistón  ajustado,  moviéndose  en  un  vaso 
eilindi'ico  abierlo  por  arriba.  Es  probable  que 
esta  idea  fuese  lomada  del  proyecto  do  Papin, 
que  tiene  la  fecha  de  1690,  tanto  mas,  cuanto 
que  Newcomen  con  este  motivo  mantuvo  cor- 
respondencia con  el  doctor  Ilock,  á  quien  era 
bien  conocido  el  proyecto  de  Papin. 

El  verdadero  antagonista  de  l'apin  es  el 
doclor  Itobison ,  amigo  y  contemporáneo  de 
Walt,  autor  apreciado  de  un  tratado  de  física 
mecánica  en  cuatro  tomos  en  8.",  impreso  eu 
Edimburgo  en  1822,  El  lomo  segundo  de  esla 
obra  contiene  un  articulo  de  184  páginas  so- 
bre el  vapor  y  sobre  las  máquinas  de  vapor 
{steam  engine),  seguido  de  un  apéndice  por 
Walt;  y  en  la  página  40  de  este  tralado  se  lee 
este  juicio  demasiado  severo:  «Papin  no  era 
físico  ni  mecánico.» 

Otro  autor  inglés,  Mr.  Jarrey,  se  espresa- 
ba del  modo  siguiente  en  1817  en  el  articulo 
Steam  engine  de  la  Enciclopedia  de  Rc.es: 
«Hemos  copiado  en  llelidor  la  figura  de  Iamá- 
qnina  de  Papin,  para  que  nuestros  lectores 
puedan  compararla  con  la  del  capitán  Savery 


un  m 

Y  apreciar  la  autoridad  según  la  cual  Bossut  la 
dicho  que  á  Papin  era  indudablemente  debida 
la  primera  idea  de  la  máquina  de  vapor,  por 
haber  inventado  el  digestor  y  publicado'  ade- 
mas en  1695  una  memoria  descriptiva  de 
una  máquina  para  elevar  el  agua,  enlaciad 
el  vapor  del  agua  hirviendo  alternativamen- 
te condensado  y  dilatado  Inicia  obrar  los  pis- 
toues.  La  verdad  es  que  la  publicación  ea 
que  Papin  reconoce  que  la  invención  es  de- 
bida á  Savery,  se  verificó  en  1707.  Bien  es 
cierto  que  había  publicado  antes  en  el  perió- 
dico Acia  eruditorum,  varias  invenciones  eii 
las  cuales  hacia  uso  de  cilindros  y  pistones: 
pero  la  pólvora  y  el  aire  eran  los  que  debían 
engendrar  el  movimiento ,  y  no  el  vapor.» 
Esle  pasnge,  que  contiene  tantas  inexaclitndes 
como  palabras,  da  tina  idea  del  modo  con  que 
escriben  los  ingleses,. 

Sin  embargo,  no  han  fallado  escritores  im- 
parciales  y  esclarecidos.  La  Historia  descríp. 
Uva  de  la  máquina  de  vapor  <ie  Haberlo  Sluarl 
contiene  apreciaciones  muyjuiciosas  y  una  enu- 
meración casi  completa  de  los  desarrollos  su- 
cesivos de  la  máquina  de  vapor,  entre  oirás  la 
siguiente:  «En  toda  la  discusión  á  ¡jue  se  lia 
'  dedicado  el  doctor  Robison  sobre  el  ¡uveuto  de 
l'apin,  su  franqueza  y  su  generosidad  acos- 
tumbradas parecen  haberle  almidonado,»  En 
otro  lugar,  hablando  de  una  máquina  recono- 
cida por  el  mismo  inventor  como  impractica- 
ble, condena  sin  reflexión  una  construcción 
perfeccionada  de  la  misma  máquina,  que  por 
su  sencillez  é  importancia  puede  figurar  aliado 
de  la  misma  máquina  de  vapor.  Es  verdad  que 
en. tiempo  del  profesor  citado,  el  procedi- 
miento de  l'apin  para  comunicar  potencia  y 
movimiento  á  grandes  distancias  no  se  liabia 
aplicado  aun  á  cosas  útiles;  pero  habiendo  si- 
do introducido  en  un  mecanismo  destinado  a 
un  servicio  nacional  importantísimo,  produjo 
efectos  admirables.  Unade  esas  invenciones  es, 
sin-  embargo,  la  que  el  doclor  Robison  calm- 
ea de  absurdas,  malas,  impracticables...^ 

Por  lo  demás  ,  aunque  muy  inferior  á  su 
primera  idea  ,  el  nuevo  mecanismo  de  Pápin 
no  carecia  de  mérito.  Siempre  cuidadoso  de 
estudiar  las  cuestiones  bajo  todos  sus  aspec- 
tos, había  observado  que  la  compresión  del 
aire  en  el  depósito  N  (J  ofrecía  un  nuevo  me- 
dio de  construir  máquinas  soplantes  de  gran 
fuerza,  y  que  ese  depósito  mismo  sería  inútil 
si  tan  solo  se  tratase  de  elevar  el  agua  en  el 
tubo  recto  Til  prolongado.  Había  tenido  cuida- 
do de  adaptar  á  su  máquina  la  válvula  de  se- 
guridad de  que  era  inventor,  innovación  acei- 
tada de  la  cual  Savery  se  apresuró  á  sacar 
partido. 

1716  —  1728.  S'Gravetande  y  Dcm»; 
liers.  Este  Mimo  reitere  en  su  Curso  de  fí- 
sica esperimental,  que  S'Gravesande  haw 
ido  á  Inglaterra  en  1715,  y  que  estudiau» 
con  él,  examinaron  juntos  la  máquina'  de  Sa- 
very, tal  cual  eslá  descrita  en  el  ¿caiico»  tecfr- 


833 


VAPOR 


834 


itióum,  del  doctor  Harris,  y  se  propusieron 
introducir  en  ella  modificaciones,  que  mejo- 
rando su  juego,  diesen  una  economía  notable 
en  el  gasto  de  establecimiento  y  de  combusti- 
ble, Desaguliers,  que  parece  haber  sido  ene-' 
migo  personal,  ó  al  menos  detractor  de  Save- 
iyny  que  Constantemente  lo  presenta  como 
plagiario  de  Worcester,  insinúa  que  aquel  lia- 
bia"usado  dos  recipientes  á  causa  de  los  dos 
vasos  citados  en  el-  Cenlury  of  inventions,  y 
añade  (¡ae  mando  establecer  mi  modelo  propio 
para  funcionar  con  uno  ó  con  dos  recipientes. 
(Éso  modelo,  añade,  no  hizo  comprender  al 
punto  que  un  solo  recipiente  puede  vaciarse 
lies  veces  en  el  tiempo  mismo  en  que  dos  so- 
lo pueden  vaciarse  una  vez  cada  uno.  De  suer- 
te que  una  maquina  por  este  medio  seria  muy 
sencilla,  obraría. mas  fácilmente,  costaría  casi 
la  mitad  meuos  y  elevaría  un  tercio  mas  de 
aguas  En  su  consecuencia  hice  construir  una 
máquina  como  se  ve  en  la  lám.  XL  (véase 
nuestra  fig.  36),  y  cuya  descripción  compara- 
da con  la  del  Lexicón  de  Harris,  liará  ver  las 
adiciones  que  he  introducido  en  ella. » 

He  aqui  la  esplicacion  de  la  fig.  36,  que 
es  la  reducción  ó  la  mitad  de  la  de  Desaguliers. 

A  es  un  depósito  de  cobre  que  comunica 
por  el  fondo  entre  F  y  G  con  el  tubo  de  aspi- 
ración ZXII,  y  en  lo  alto  por  un  lado  con  la 
caldera  por  Ü,  y  por  otro  con  el  tubo  de  in- 
yección por  I. 

11  es  una  caldera  también  de  cobre,  cuya 
capacidades  lo  menos  cinco  veces  la  del  reci- 
piente. Está  colocada  en  un  foco  tal,  que  el 
fuego  y  la  llama  la  envuelven  con  sus  replie- 
gues TTTT.  De  la  cobertera  salen  el  tubo  de 
vapor  Cl),  y  dos  espitas  de  aforo  N,  O,  corres- 
pondientes á  los  tubos  Nn  (Jo,  entre  las  estre- 
ínldades  inferiores  n  y  o  de  las  cuales  debe 
mantenerse  el  nivel  S  del  agua,  debiendo  la 
primera  de  dichas  espitas  dar  siempre  agua  y 
la  segunda  vapor.  Hay  ademas  una  válvula  de 
seguridad  de  palanca  l'Q  sobre  el  tope  de  la 
caldera.  V  es  la  puerta  de  la  hornilla  y  W  la 
reja  del  cenicero. 

D1KL  conjunto  del  mecanismo  de  una  es- 
pila^  de  varios  juegos,  que  al  estar  la  palan- 
ca E  vuelta  hacia  k  deja  paso  al  vapor  proce- 
dente de  la  caldera  por  el  tubo  CD,  y  que  al 
volver  dicha  palanca  á  K,  cierra  por  el  contra- 
rio el  paso  al  vapor  y  da  entrada  á  una  inyec- 
ción de  agua  fria  procedente  del  tubo  supe- 
rior EE2,  por  la  espita  II,  que  está  abierta,  ha 
inyección  se  hace  por  una  platina  llena  de 
agujeros,  especie  de  regadera. 

Hay  una  especie  de  criba  destinada  á  im- 
pedir que  las  impurezas  que  están  en  suspen- 
sión en  el  agua  del  pozo  subau  por  el  tubo  de 
aspiración  Xz. 

ta  es  la  superficie  del  agua,  que  oprimida 
por  el  vapor  en  el  recipiente,  hace  bajar  la 
va  vula  G,  levanta  la  F  y  sube  por  el  tubo  re- 
pelente I¡E2.  ■  ' 

■>L?S  un  UlD0  destinado  á  llenar  en  caso  ne- 

'  *2«    lilBUOTKCA  ÍOPÜLA1U 


cesario  el  otro  con  agua  procedente  de  la  bal- 
sa superior  11. 

Desaguliers  anuncia  que  ha  hecho  construir 
siete  máquinas  de  fuego  sobre  ese  modelo, 
desdo  1717  ó  1718,  y  que  la  primera  se  hizo 
para  el  czar  Pedro  I,  que  la  colocó  en  su  jar- 
din  de  San  Petersburgo.  Añade  que  para  pe- 
queñas dimensiones  y  bastante  débiles  esfuer- 
zos, esa  máquina  es  mas  económica,  "que  la 
de  Newcomen.  «Hice  una  prueba  esperimental 
ea  Westminster,  en  172S  ó  1729,  cuando  Jo- 
nes hizo  un  modelo  de  la  maquina  de  balan^ 
cin  en  mi  jardín,  con  ánimo  de  presentarla  al 
rey  de  España.  Tenia  yo  una  mía  que  elevaba 
diez  toneladas  de  agua  por  hora  á  unos  38  pies 
de  altura.  Hizo  su  caldera  exactamente  como 
la  mía,  y  su  cilindro  tenia  6  pulgadas  de  ca- 
libre y  unos  2  pies  de  longitud.  Cuando  su  mo- 
delo quedó  terminado,  no  levantó  mas  queTcua- 
tro  toneladas  por  hora  en  el  mismo  depósito 
que  la  raia.  Le  costó  300  libras,  y  la  mia  cu- 
yos tubos  eran  todos  de  cobre,  solo  me  había 
costado  SO  librase 

Mr.  Sluart 'aprecia  en  estos  términos  seve- 
ros la  máquina  propuesta  por  Desaguliers; 

«Debemos  hacer  á  Savery  la  justicia  de  re- 
cordar que  la  máquina  propuesta  por  su  mayor 
enemigo,  á  titulo  de  perfeccionamiento,,  no  es 
mas  que  la  copia  de  una  de  las  que  el  ca- 
pitán había  construido  quince  ó  diez  y  seis 
años  antes.  Su  origen  está  disfrazado  con  un 
apodo. ii  . 

1724  —  1725.  Santiago  Leupold  y  Pa- 
pin.  «Por  aquel  tiempo  muchos  escritores  se 
ocuparon  de  dar  á  conocer  en  sus  escritos  las 
diferentes  máquinas  que  habían  sido  cons- 
truidas; pero  no  mencionaremos  los  que  nada 
añadieron  de  nuevo  á  lo  ya  conocido. -No  en- 
tra en  este  número  el  ingenioso  alemán 
Leupold,  autor  de  una  colección  de  inven- 
ciones mecánicas  y  á  quien  debemos  los 
primeros  bosquejos  de  una  máquina  de  alta 
presión  yde'piston,  notable  por  su  espita  de 
cuatro  aberturas,  para  la  entrada  y  la  salida 
del  vapor.»  Lo  que  acabamos  de  transcribir 
está  tomado  de  un  Tratado  de  máquinas  de 
vapor  de  Mr.  Tredgold.  Pero  añadiremos  que 
la  primera  idea  de  esa  máquina  y  sus  órganos 
principales  son  debidos  á  Papin,  lo  cualjle- 
mostraremos  mas  adelante. 

Los  testos  importantes  en  que  Leupold  des- 
cribe máquinas  nuevas  son  las  siguientes:  ; 

«Aunque  esta  máquina  presenta  algunos 
inconvenientes  como  hemos  dicho  mas  arriba, 
podría,  sin  embargo,  en  ciertos  casús  prestar 
buenos  servicios,  cuando  solo  se  trata  de  ele- 
var la  cantidad  de  agua  necesaria  para  la  ro- 
tación de  una  rueda. 

«A  es  una  caldera  colocada  en  una  hornilla. 

«B  es  una  espita  cuyo  cuerpo  tiene  un  diá- 
metro de  tres  pulgadas,  con  aberturas  dobles, 
como  puede  verse  eu  mayor  escala  (en  la 
fig,  39),  en  R  y  en  S,  á  íjn  de  que  el  vapor 
pueda  entrar  una  vez  en  el  tubo  C  y  pira  vez 

T.    3LXX1U.  53 


835 

en  el  tubo  D,  y  q;ue  el  aire,  asi  como  el  va- 
por puedan  escaparse  "por  la  abertura  X 
Ifig-  38.'' 

«E  y!  son  los  dos  cilindros  para  el  agua; 
GH  es' un  tubo  de  elevación  por  el  cual  el  agua 
sube  del  depósito  inferioi'E  atravesando  los  tu- 
bos HI  en  el  depósito  superior  Z. 

«KLH  es  otro  tubo  ele  elevación  para  el 
depósito  F. 

«Cada  uno  de  ellos  lleva  eu  G  y  E  una 
chapaleta  ó  válvula,  para  que  el  agua  no  pueda 
volverá  bajar.  SO  y  (IT  son  dos  tubos  por  los 
cuales  el  agua  corre  de  la  tina  FP  á  los'  cilin- 
dros E  y  F,  y  las  válvulas  o  y  ¡>  no  la  dejan 
volver.  Esta  agua,  asi  ascendida  por  !a  máqui- 
na al  depósito  Z  sale  por  una  canalija  que 
puede  estrecharle  ó  ensancharse  á  voluntad 
háeia  la  rueda  Y,  y  de  aqui  cae  en  la  caja  PP, 
de  suerte  que  con  una  cantidad  de  agua  rela- 
tivamente pequeña,  la  máquina  puede  mante- 
nerse en  movimiento.» 

Esta  máquina  es  realmente  muy  hermosa, 
y  la  idea  primera  de  Papin  está  mejorada  has- 
ta el  punto  de  poder  haber  prestado  servicios 
reales  á  la  industria,  si  enaquellaépoca  se  hu- 
biese-atendido  á  1a  idea  de  emplear  !a  fuerza 
motriz  del  vapor  para  oíros  usos  distintos  de 
la  elevación  de  aguas.  No  se  tuvo  presente  la 
alimentación  de  la  caldera,  pero  era  muy  fácil 
remediarlo.  Elinconvenieníe  mas  grave  de  es- 
ta máquina  es  que  el  vapor  funcionaba  á  cier- 
ta presión  siempre  mas  fuerte  que  la  de  la  at- 
mósfera, sale  de  la  caldera  en  un  estado  de 
tensión  considerable  ,  y  que  hay  por  consir 
guíente  mucha  fuerza  motriz  perdida.  Hasta 
medio  siglo  mas  tarde  no  se  imaginó  reparar 
semejante  inconveniente,  utilizando  la  disten- 
sión del  vapor. 

He  aqui  la  manera  con  que  el  mismo  Leu- 
pold apreciaba  su  proyecto:  esta  máquina  pue- 
de utilizarse  en  las  minas ,  donde  la  caida  de 
agua  disponible  se  agota  en  verano  y  se  hiela  en 
invierno.  Respecto  de  este  asunto,  estoy  com- 
pletamente de-  acuerdo  con  el  doctor  Bechern, 
á  saber,  que  ninguna  máquina  está  dotada  de 
un  movimiento  mas  regular  que  el  proporcio- 
nado por  el  agua'.  Si  me  encargasen,  pues,  que 
hiciera  construir  máquinas  de  fuego,  quisiera 
baccrlas  establecer  de  esa  manera,  porque  es 
mas  fácil  elevar  100  quintales  do  agua  á  50 
pies  que  50  quintales  á  tfJO  pies.  El  cálculo  no 
da  diferencia  en  los  resultados,  pero  sabido  es 
cuanto  mas  fuerte  ha  de  ser  la  máquina  para 
una  elevación  de  100  pies,  como  lo  demostra- 
ré mas  adelante.» ' 

Leupold  pasa  después  en  estos  términos  á 
la  descripción  de  la  máquina  siguiente: 

«Una  máquina  de  fuego  con  dos  cuerpos 
de  bomba  y  dos  pistones  produce  una  fuerza 
por  espánsion  (véase  el  corte  vérlícal  repre- 
sentado por  nuestra  fig.  3S.) 

«A  es  una  caldera  enteramente  semejante  á 
la  de  la  máquina  anterior;  lo  mismo  sucede 
ion  Ja  espita  B,  por  medio  de  la  cual  se  pue- 


836 

de  hacer  pasar  el  vapor  de  A  al  cilindro  C  y  el 
aire  deD  por  la  abertura  EF,  y  del  mismo  mo- 
do, cuando  la  abertura  está  vuelta  de  A  hacia 
E.  Cada  pistón  tiene  sn  barra  fijada  á  rmbalan. 
cin  G-  y  H,  cuya  otra  estremidad  ¡leva  la  barra 
del  pistón  de  una  bomba  repelente.  El  agía  sc 
eleva  por  el  tubo  1K.  Los  pistones  deben  estar 
dispuestos  del  modo  anteriormente  indicado. 

«Esta  máquina  puede  emplearse  en  los  mis- 
mos casos  que  la  anterior,  pero  yo  no  quisiera 
emprenderla  para  elevar  una  gran  cantidad  de 
agua  á  una  altura  considerable.  Sin  embargo 
seria  úlil  para  elevar  á  20  ó  30  anas.ej 
agua  de  un  manantial  ó  de  un  rio,  ó  para  de- 
terminar una  caida  de  agua  encima  de  ana 
rueda.  Todo  puede  disponerse  también  "f Ac i  1- 
mente  de  tal  suerte  que  las  espitas  se  abraít y 
se  cierren  por  sf  mismas,  lo  cual  omito  com- 
pletamente  con  todo  intento,  asi  como  tam- 
bién el -modo  de  reemplazar  el  agua  en  la  cal- 
dera, porque  solo  se  trata  aqui  de  un  bosque- 
jo, siendo  necesario  un  estudio  mas  profundo 
y  esperimentos.  Me  he  propuesto  hacer  undia 
un  esperhnento  en  grande  y  un  ensayo,  á  sa- 
ber: si  seria  posibleestablecer  ventajosamente 
de  ese  modo  una  máquina  de  serrar  maderaea 
un  bosque  donde  baya  aguas  durmientes.  Pe- 
ro como  me  faltan  tiempo  y  ocasión  para  eje- 
cutar en  seguida  esa  máquina,  asi  como  otras 
investigaciones  curiosas,  espero  que  algunos 
aficionados  aprovecharán  la  ocasión  que  les 
ofrezco  para  baceralgunos  esperimentos.» 

Tal  es  indudablemente  la  primera  máquina 
de  alta  presión  propuesta  con  doble  cuerpo  de 
bomba  f  balancín.  Leupold  no  indica  el  ori- 
gen en  su  descripción,  pero  revindiea  su  in- 
vención por  la  inscripción- siguiente  colocada 
al  frente -de  la  figura:  «Perfil  de  una  máquina 
de  fuego  del  autor  para  elevar  e!  agua  por 
espánsion.» 

leupold  se  mostró  de  muy  buena  fé  en  sus 
citas  para  que  pueda  dudarse  de  sn  sencillez; 
sin  embargo,  es  incontestable  que  los  órganos 
principales  de  su  máquina  se  debe  á  Papin,  y 
que  él  no  hizo  mas  que  ponerlos  en  juego, 
¿No  fué  Papin  el  primero  que  (en  IG00)  propu- 
so levantar -un  pistón,  en  un  cilindro,  produ- 
ciendo el  vapor  en  la  parle  inferior'.' ¿No  fué  el 
primero  que  empleó  (en  IfiOS)  una  llave  con 
cuatro  juegos  en  su  máquina  para  hacer  el  va- 
cio y  trasportar  asi  muy  lejos  la  fuerza  délos" 
ríos?  Es  verdad  que  por  una  especie  de  falaü- 
rlad,  lamáquina  nías  reciente  é  imperfecta,  la 
de  1707,  había  hecho  olvidar  los  antiguos  tra- 
bajos de  aquel  hombre  de  genio,  especialmen- 
te su  máquina  de  pistón  y  de  cilindro.  Tero 
el  mismo  Leupold  describe  un  poco  después 
la  máquina  para  producir  el  vado  en  la  que  se 
encuéntrala  llavede  cuatro  juegos  reconocien- 
do asi  implícitamente  la  anterioridad  deEapin. 
Nos  servimos  deliberadamente  de  esta  palabra, 
porque  no  es  exacto,  como  se  ha  dicho  alguna 
vez,  que  Leupold  haya  nombrado  á  Papin  a 
propósito  de  la  llavede  cuatro  salidas rjueem- 


VAPUR 


VAPOR 


838 


plea  Leupold  en  las  máquinas  que  representan 
nuestras  /f^s-  37  y  38  (1). 

ítala  llave  es  seguramente  uno  de  los  ór- 
ganos mas  ingeniosos  que  se  lian  imaginado 
jamás,  y  como  según  nosotros ,  los  aparatos 
modernos  parala  distribución  del  vapor,  y  es- 
peeial  mente  el  tirador,  no  son  mas  que  modi- 
tocimies  en  las  que  el  movimiento  de  votación 
alrededor  de  un  eje  es  reemplazado  por  un 
movimiento  rectilíneo  alternativo,  es  impor- 
tante buscar  su  origen. 

Se  llalla  en  la  mayor-parte  de  jas  coleccio- 
nes de  recreaciones  físicas  y  matemáticas  la 
siguiente  cuestión: 

Echar  en  uuacuba  tres  licores,  como  agua, 
vino  y  cerveza,  por  una.  misma  abertura,  sin 
que  estos  licores  se  mezclen',  y  sacar  después 
uno  de  los  tres  por  una  llave  única;  tal  es  el 
problema  que  resuelve  el  aparato  que  se  ve 
representado  en  corteen  nuestra  fn¡.  40. 

Es  una  cuna  dividida  en  tres  partes  A,ü,  C. 
Tres  tubos  horizontales  establecen  comunica- 
ción entre  cada  una  de  estas  tres  elevaciones  y 
una  hoca  central  cónica  eu  lo  estertor  y  ci- 
lindrica en  lo  interior.  Los  (res  tubos  horizon- 
tales se  hallan  en  un  mismo  plano  vertical.  La 
llave  vertical  ü,  que  la  figura  representa  me- 
dio salida  de  la  boca  y  que  está  agujereada  en 
el  sentido  de  su  longitud,  pero  cuya  estremi- 
ilad  inferior  está  tapada,  tiene  tres  agujeros 
horizontales  dispuestos  de  tal  suerte  que  se 
puede,  volviéndolo  convenientemente,  ajustar 
sucesivamente  uno  de  estos  tres  agujeros  de- 
lante de  uno  de  los  tubos,  y  cuando  se  esta 
Mece  asi  la  comunicación  por  medio  del  agu- 
jero vertical  de  la  boca  y  uno  de  los  tres  ho 
móntales  de  la  llave  no  correspondiendo  los 
otros  dos  agujeros  á  los  otros  dos  tubos,  se 
iiallan  tapados  y  no  pueden  dar  paso  al  liqui- 
do. Una  sola  división  á  la  vez  se  hallará,  pues 
llena  por  el  liquido  que  se  derramará  en  la  bo 
ca  por  medio  del  embudo  E. 

Bien  comprendido  esle  dispositivo,  se  ve 
que  puede  aplicarse  á  vaciar  como  á  llenar-la 
cuba,  y  lo  demuestra  la  figura  claramente.  Los 
lies  tubos  que  establecen  comunicación  entre 
cada  una  de  las  tres  divisiones  A,  B,  C.  y  la 
llave  horizontal  que  representa  la  flgura  F  en- 
teramente salida  de  la  boca  horizontal  G,  se 
hallan  en  un  mismo  plano  vertical  pasando 
por  el  eje  de  la  llave.  Solamente  los  tres  agu- 
jeros abiertos  perpendicularmente  al  eje  de  la 
llave  no  se  bailan  en  la  misma  alineación,  pa- 
ra no  dejar  salida  mas  que  á  uno  de  los  líqui- 
dos encerrados  en.  la  cuba. 

También  se  comprende  que  en  lugar  de 
dos  bocas  podia  tenerse  una  sola;  suprimien- 
do la  de  lo  alto  de  la  flgura,  y  sirviéndose  de 
w  boca  para  llenar  la  cuba,  procurando  colo- 
carle de  pie  sóbrela  base  opuesta.  Esta  es,  en 
dicho  aparato,  una  Singularidad  mus  que  no 


obele  ^ii^Pa  de     máquina*  de  vapor  por  Ha- 


deja  de-  indicar  sn  ingenioso  autor,  Santiago 
Besson  (l)¡ 

No  debe  olvidarse  por  otra  parte  que  cada 
división  debe  tener  un  pequeño  agujero  que 
permita  al  aire  salir  cuando  se  llena,  y  entrar 
cuando  se  vacia  esta  parte  de  la  cuba, 

Pero  |o  mas  curioso  es  que  la  idea  de  la 
llave  con  muchas  salidas  se  halla  ya  en  las 
Pneumáticas  de  lloran  de  Alejandría,  de  las 
que  hemos  hablado  ya  mas  de  una  vez V Omi- 
timos diversos  medios  muy  ingeniosos  que 
emplea  Heron  para  hacer  salir  de  un  mismo 
vaso  diferentes  licores,  no  deteniéndonos  mas 
qiie  en  el  aparato  que^  Santiago  Besson  imitó, 
y  vistió,  digámoslo  asi,  con  las  formas  del  re- 
nacimiento. 

La  fig.  4 1  (lám.  LXVIII),  representa  ese 
aparato,  del  cual  Heron  presenta  la  siguiente 
descripción:  A.  B.  fl,  D.  es  un  vaso  que  es- 
taría cerrado  por  todas  partes,  si  el  dia- 
fragma EF,  colocado  sobre  el  cuello,  no  es- 
tuviese atravesado  por  una  multitud  de  pe- 
queños agujeros.  Se  divide  el  interior  de  este 
vaso  por  unos  tabiques  M,  N,  en  otros  tantos 
compartimientos  como  especies  de  vino  dife- 
rentes se  quieren  tener,  en  tres  por  ejemplo. 
A  cada  división  corresponde  un  tubo  S,  T,  V, 
que  atraviesa  el  diafragma  del  cuello  y  sale  al 
estertor.  Para  hacer  entrar  un  licor  en  cual- 
quiera de  los  comparlimienlos  bastará  tapar 
los  tubos  T,  V,  que  corresponden  álas  demás 
divisiones,  y  dejar  abierto  el  tubo  S.  Siendo 
el  receptáculo  de  la  derecha  el  único  de  que 
pueda  salir  el  aire  por  la  abertura  S,  será  tam- 
bién el  único  en  que  pueda  penetrar  el  liqui- 
do por  la  criba;  ni  una  gota  caerá  en  las  otras 
divisiones,  cuyo  aire  sostendrá  el  liquido  so- 
bre los  mismos  agujeros  de  la  criba.  Se  lle- 
narán asi  sucesivamente  los  tres  receptáculos 
de  líquidos  diferentes.  Tres  tubos  verticales 
X;  Y,  Z,  que  salen  del  fondo  de  cada  uno  de 
los  receptáculos  se  hallan  en  un  mismo  plano 
vertical  y  pueden  corresponder  sucesiva  pero 
no  simultáneamente,  á  otros  tantos  agujeros 
practicados  en  la  canilla  horizontal  A'  B\ 

Se  comprende  sin  otros  permenores  ,  el 
mecanismo  por  cuyo  medio  se  produce  la  sa- 
lida del  licor,  según  se  quiera,  de  cualquiera 
de  los  tres  receptáculos,  como  en  el  vaso  de 
Santiago  Besson.  Solamente  el  aparato  de  He- 
ron ofrece  ademas  un  mecanismo  ingenioso, 
con  cuyo  auxilio  el  geómetra  griego  pretende 
hacer  girar  la  canilla  en  una  cantidad  coñve- 


(!)  Véase  el  Ululo  de  la  pl.  XIX  de  su  Teatro  de 
los  instrumentos  matemáticos  y  mecánicos,  cuyas 
láminas  se  grabaron  anlcs  de  !569,  pero  que  se  pu- 
blicó por  primera  ves  eu  1578  eon  un  texto  impreso. 

En  cuanto  á  ta  declaración  6  esplicacion  áe  Fran- 
cisco Itarnalt,  relaiivamenlc  á  osla  lámina  XIX  co- 
mo á  otras  muchas,  es  completamente  inexacta-  Esle 
comendador  deningnn  modo  comprendió  el  dispositi- 
vo tan  sencillo  de  la  llave  con  muchos  juegos  cuan- 
do suponeque  os  preciso  poner  en  cada  uno  dolos 
tres  agujeros  tina  clavija  que  so  retira  sucesivamen- 
te según  se  quiere  obtener  uno,  dos  A  tres  licores  4 
la  vez. 


839 


VAPOR 


fllO 


niente.  Carga  sucesivamente  el  pequeño  vaso  Y 
colocado  fuera  del  plano  vertical  pasando  por 
el  eje  de  la  canilla  coa  tres  pesos  preparados 
de  antemano  ad  hoc,  y  que,  equilibrando  el 
peso  constante  K  á  diversas  grados  de  incli- 
nación, traen  cada  vez  nno  .de  los  agujeros  de 
la  canilla  horizontal  debajo  del  tubo  por  don- 
de se  quiere  haecr  correr  el  liquido. 

¿Cómo  se  condujo  Papin  para  imitar  á  su 
vez  este  ingenioso  mecanismo  de  los  griegos? 
Nada  sanemos  sobre  este  punto.  Haehette  con- 
jetura que  la  llave  de  cuatro  juegos  habia  sido 
imaginada  para  la.  máquina  neumática  que  Pa- 
pin  babia  perfeccionado.  Sabemos,  en  efecto, 
por  el  testimonio  de  Cotes  (I),  que  Papin  es 
el  inventor  de  la  máquina  neumática  de  doble 
efecto,  es  decir,  de  doble  cuerpo  de  bomba; 
pero  creemos  al  mismo  tiempo  que  babia  sus- 
tituido válvulas  á  la  llave  que  antes  tenia  que 
abrirse  y  cerrarse  á  cada  golpe  de  pistón.  Co- 
mo quiera  que  sea,  el  empleo  de  la  llave  de 
cuatro  juegos  en  las  máquinas  es  una  feliz 
innovación  que  honra  á  Papin. 

Muy  al  contrario  del  charlatanismo  de  tantos 
inventores  que  prometen  mas  de  lo  que  pue- 
den obtener,  este  sabio  ilustre  no  se  babia 
cuidado  de  consignar  sus  invenciones  per  es- 
crito; yá  no  ser  por  Leupold,  Cottes  y  Boyle, 
no  hubiéramos  sabido  todo  lo  que  á  él  le  de- 
bemos. Como  no  tendremos  ya  que  hablar  de 
él  sino  para  recordar  sus  derechos,  respecto 
de  pretendidas  invenciones'  modernas,  este  es 
el  lugar  oportuno  de  decir  algunas  palabras  de 
su  vida  y  obras. 

Dionisio  Papin  nació  en  Blois,  de  iras  fa- 
milia protestante.  Se  ignora,  dice  Hacbette  (2), 
el  año  dé  su  nacimiento...  Siete  personas  del 
nombre  de  Papin  nacieron  en  Blois,  parroquia 
de  San  Solé mmes  desde  1690  á  1772;  pero 
desde  1640  á  1C52,  eu  cuyo  periodo  nació  Dio- 
nisio Papin,,  hay  algunos  claros  en  los  regis- 
tros del  Estado  civil  de  aquella  parroquia,  y 
no  se  encontró  su  nombre.  Según  un  pros- 
pecto en  dos  páginas  que  se  imprimió  hace 
ccrcadetres  años,  con  el  titulo  .de:  Vida  y 
escritos  de  Dionisio  Papin,  de  Blois,  por  San 
Bannister  ex-procurador  general  de  la  Nue~ 
va  Gales  delSud,  Papin  debió  nacer  en  1647. 
Siguió  la  carrera  médica  y  tomó  el  grado  de 
doctor  en  medicina.  Su  primera  obra  se  publi- 
có en  París  én  1074,  con  el  tííulo  de-  Nuevos 
esperimentos  del  vacio,  con  la  descripción  de 
las  máquinas  que  sirven  pjra  hacerlo,  en 
12."  menor.  Se  halla  la  análisis  de  este  libro 
en  las  Transaciones  filosóficas,  enero  de  1076, 
número  121,  página  491;  y  Boile  lo  cita  en  el 
tomo  II  de  sus  obras  impresas  en  latín  euGine- 
braen  I6S2.  Este  volumen  contiene  ellibro  titu- 
lado: Esperimentorum,  pliisicomalhematico- 
rum  continnatiti  secunda  (130,  p.  en  4."  y  7 

(t)   Lecciones  de  física  t¡spcrimenlal,V&ns,  1742, 
en  8.o,  p.  242. 
(2)  Historia  de  las  máquinas  de  vapor. 


láminas).  Boyle  dice  en  este  libro  queel mismo 
Papin  le  remitió  su  obra;  que  sé  vende  en  un 
tomo  pequeño  en  París  en  la  librería  de  inw 
Cusson,  calle  de  Santiago.  Las  citas  dejoylc  y 
el  análisis  inserto  en  las  Transacciones  filosé- 
fieas  indican  que  este  pequeño  volumen  con- 
tiene ospericneins  sobre  las  sustancias  vegeta- 
Ies  alimenticias,  practicadas  la  mayor  parte  en 
común  por  Buygens  y  Papin. 

Poco  tiempo  después  de  la  publicación  de 
esta  obra  Papin  pasó  á  Inglaterra  donde  fué  aco- 
gido por  Boyle.  Este  sabio  que  entonces  tenia 
de  cincuenta  á  cincuenta  y  dos  años,  pero  que 
padecía  mucho  de  la  piedra,  le  propuso  auxi- 
liarle en  sus  investigaciones  y  le  admilió  en 
su  laboratorio,  has  esporiencias  hechas  en  co- 
mún comenzaron  el  11  de  julio  de  1G76,  y 
continuaron  hasta  el  17  de  febrero  de  1C73, 
Papin  redactaba  las  actas  en  francés,  las  tra- 
aiicia  al  lalin,  y  . del  latín  se  vertieron  al  ingles 
para  las  obras  cnmplelas  de  Boyle,  impresas 
en  Londres  cu  1744,  5  volúmenes  en  folio.  Is 
traducción  latina  forma  parte  del  libro  ya  ci- 
tado, contenido  en  el  tomo  I!  de  las  okas  de 
Boyle  impresas  en  Ginebra  en  1082.  La  Hislo- 
ria  de  la  Sociedad  Real  de  Londres,  por  To- 
más Birch,  secretario'  de  esta  sociedad  (4  volú- 
menes en  4.°,  Lóndres,  17571,  contiene  mu- 
chos hechos  auténticos  relativos  á  Papin. 

El  26  de  enero  de  1681  presentó  á  la  So- 
ciedad Beal  Francesa  la  primera  edición  del  li- 
bro donde  describe  su  olla  y  la  válvula  de 
seguridad,  publicado  en  inglés  con  el  títu- 
lo: New  Digister,  un  volumen  en  4.°;  Lon- 
dres, 1681.  Poco  tiempo  antes  (16  de  diciem- ■ 
brede  1680),  babia  sido  admitido  como  miem- 
bro de  la  sociedad  (1),  yol  8  de  marzo  de  1681 
'fué  inscripto  en  el  número  do  los  miembros 
honorarios.  En  L"  de  marzo  de  ltíSl  abando- 
nó la  Inglaterra,  y  escribió  en  aquel  día  des- 
de Amberes' al  doctor  Cronne,  suplicándole en- 
tregase  á  la  sociedad  la  máquina  de  reblande- 
cer los  huesos,  que  habia  dejado  en  Londres, 
y.  ofreciendo  sus  servicios  á  la  sociedad  donde 
quiera  que  se  hallase  (véase  lapág.  72  del  lo- 
mo IV  de  Virch)  (2). i 

Se  lee  al  (Inal  de  la  primera  edición  de  la 
Manera  de  reblandecer  los  huesos,  que  es  la 
traducción  francesa  del  New  Digestir,  un 
Consejo  de  Comiers,  preboste  de  Fernant, 
profesor  de  matemáticas  en  París,  en  el  que 
se  ve  que  Papin,  en  1682,  iba  á  pasar  por  Pa- 
rís para  ir  á  Venccia,  á  donde  habia  sido  lla- 
mado por  «la  Academia  nuevamente  estable- 
cida' para  perfeccionar  las  artes  y  las  cien- 
cias^,; Papin  es  calificado  por  lu  Academia  de 
«Docto  médico,  francés  de  nacimiento  y  prác- 
tico filósofo-cosmopolita.» 

Volvió  á  Inglaterra  á  principios  de  1:684 
y  á  costa  de  la  Sociedad  Real  Francesa  hizo  di- 

(t)  Historia  rfe  la  Sociedad  Beal,  por  Tomás 
Thompson,  en  4.°,  Lóndres,  18)2. 

{2)  Hac  helio,  Historia  de  las  miquimt  (le.  m- 
por,  p.  41. 


m 


TA  POR 


Tersas  esperiencias  de,  las  que  daba  cuenta  en 
fada  sesión.  En  1687  escribió  en  inglés  un 
suplemento  al  New  Digester,  con  el  titulo  de 
Conlinuaciondel  Dígesler,  un  volumen  en 
loadles;  la  traducción  de  este  suplemento  vio 
la  luz  pública  en  ,1  (588,  en  la  nueva  edición 
francesa  de  la  Manera  de  reblandecer  los 
hitaos.  A  principios  de  esle  mismo  año,  1688, 
se  hallaba  en  Marburgo  (principado  de  Hesse), 
¿onde  desempeñaba  uña  -cátedra  de  materna- 
tos. 

En  4  de  marzo  de  1699  fué  nombrado  cor- 
responsal de  la  Academia  de  Ciencias  de  París; 
el  abate  Gallois  fué  el  miembro  con  quien  de- 
bía tener  la  correspondencia  directamente,  se- 
gim  la  costumbre  de  entonces.  La  época  de 
en  muerte  no  es  exactamente  conocida.  Debió 
ser  en  1708,  según  flaehelte,  que  se  apoya  en 
la  autoridad  de  Thomas  Tbonson  (Historia  de 
la  Sociedad  Real).  Según  Bannisier,  Papiu  vi- 
via  aun  en  17  14.  Lo  cierto  os  que  nada  publicó 
después  de  t707,  y  que  sus  últimos  años  tras- 
currieron cu  el  olvido  y  en  un  estado  próximo 
á  ia  miseria. 

Hemos  indicado  ya  la  fatalidad  que  hizo 
rechazar  desde  el  principio  lo  mas  perfecto 
que  proponía  l'upin,  lo  cual  le  hizo  entraren 
un  camino  fulso  en  el  momento  en  que  imi- 
tadores felices  se  apoderaron  de  sus  ideas,  y 
condenó  atan  largo  olvido  los  litólos  reales  de 
este  hombre  de  genio.  En  este  conjunto  de 
circunstancias  hay  algo  de  verdaderamente 
singular,  ligado  á  causas  complexas.  Ademas 
de  las  que  hemos -indicado  debemos  añadir 
otra.  El  arte  de  calibrar  los  grandes  cilindros, 
estaba,  según  se  dice,  en  la  infancia  á  fines 
del  siglo  XVII;  la  falta  de  buenos  cuerpos  de 
bomba  bastó  para  impedir  que  el  primer  pro- 
yecto de  Piipin,  el  de  la  máquina  atmosférica, 
publicado  en  1690,  se  ensayase  por  prácticos 
y  entrase  desde  entonces  en  el  dominio  de  la 
rotarla.  Papiu,  al  parecer,  también  bahia  pre- 
visto esta  dilicullad,  cuando  dice,  en  ta  nueva 
descripción  de  esta  máquinapublioadaen  tQ9o: 
«La  mayor  dificultad  no  consiste,  pues,  mas 
1"?  en  erigir  una  manufactura  para  hacer  con 
facilidad  caños  ligeros,  gruesos  é  iguales  de 
na  oslremo  á  otro,  como  lo  hemos  dicho  antes 
en  las  Actas  de  Leipzig  en  16S8  en  el  mes  de 
setiembre.  Y  esta  nueva  máquina  debe  tam- 
bién animar  á  emprender  tal  manufactura,  pues 
ella  hace  ver,  mas  manifiestamente  que  nunca, 
'(pie  estas  especies  de  .tubos  gruesos  podían 
emplearse  muy  cómodamente  para  muchos  usos 
de  grande  importancia.»  Esté  texto  es  la  tra- 
ducción literal  del  fia  de  la  primera  nota  in- 
serta en  Jas  Acias  de  Leipzig  en  1 G9Ú. 

No  se  cumplió  el  deseo  de  i'apin;  y  debe 
causar  tanto  mas  asombro  cuanto  que  el  arte 
de  calibrar  los  cilindros  alcanza  á  una  re- 
mola  antigüedad.  Ya  hemos  hablado  del  Cero- 
Mnaft  canon  de  viento  inventado  pór  Clesibio. 
ti  texto  en  que  Pilón  de  Bizancio  presenta  su 
descripción,  ofrece  mucho  interés,  en  la  ma- 


teria que  nos.  ocupa,  para  que  no  esponjamos 
su  traducción  exacta  (l). 

«Este  instrumento,  dice  Filón,  se  inventó 
por  Clesibio,  y  se  halla  dispuesto  de  uní  ma- 
nera muy  ingeniosa  y  natural.  Clesibio  había 
comprendido,  según  los  principios  de  La  neu- 
mática, que  espondremos  mas  adelante,  que  el 
aire  está  dolado  de  una  fuerza  maravillosa  de 
movilidad  y -elasticidad,  que  se  le  puede  con- 
densar en  un  vaso  suiieienteraente  resistente, 
y  que  entonces  es  susceptible  de  enrarecerse 
prontamente  volviendo  á  su  volumen  primi- 
tivo; Otesibio,  que  era  un  diestro  mecánico, 
pensó  con  razón  que  este  movimiento  podia 
prestar  á  las  catapultas  una  gran  fuerza  y  un 
choque  muy  rápido.  Con  este  objeto  preparó 
vasos  de  forma  semejante  á  la  de  las  cajas  de 
los  médicos  (rae  no  tienen  opérculo;  las  hizo 
de  bronce  estirado  para  que  tuviesen  mas  fuer- 
za y  solidez.  El  interior  de  estos  vasos  era  tor- 
neado y  su  esterior  tirado  á regla;  se  introdu- 
cía en  ellos  un  pistón  que  podia  moverse  ro- 
zando la  superficie  interior,  de  suerte  que  nin- 
gún licor  pudiese  filtrar  por  medio,  cualquiera 
que  fuese  la  fuerza  del  choque.  No  debe  cau- 
sar asombro  ni  dudarse  de  que  puede  obtener- 
se este  resultado ;  porque  en  el  tubo  de  mano 
que  se  llama  hidrauh,  el  fuelle  que  trasmite 
el  aire  al  horno  es  de  bronce  y  trabajado  de  la 
misma  manera  qne  los  vasos  de  que  acallamos 
de  hablar,  Ctesibio  nos  demostraba  entonces 
de  que  fuerza  y  rapidez  de,  movimiento  estaba 
dotado  el  aire.  Colocada  una  cobertera  soldada 
sobre  la  abertura  de  estos  vasos,  empujaba  al 
pistón  á  fuertes  martillazos  y  con  una  cuña. 
El  pistón  cedia  un  poco  basta  el  momento  en 
que  el  zire  encerrado  en  lo  interior  estaba  muy 
comprimido  para  que  ios  mayores  golpes  no 
pudiesen  hacer  entrar  mas  la  cuña.  Cuando  se 
iba  a  estraer  la  cuña,  saltaba  el  pistón  fuera 
del  vaso  con  una  gran  fuerza.  Y  sucedía  con 
frecuencia  que  se  veia  brotar  fuego  producido 
por  la  rapidez  del  choque  del  aire  contra  el 
vaso...." 

Este  texto  es  precioso  por  mas  de  un  titu- 
lo. Ademas  de  la  ¡dea  primera  del  fusil  de  vien- 
to, vemos  en  él  claramente  indicado  el  uso  de 
un  pistón  y  de  un  cuerpo  dey bomba  metálico, 
como  máquina  sopladora,  y  el  arte  de  calibrar 
semejante  cuerpo  de  bomba.  Se  necesitaba, 
por  lo  tanto,  6  que  el  arte  hubiese  hecho  muy 
pocos  progresos  desde  el  segundo  siglo  antes 
de  la  era  cristiana,  ó  que  las  ideas  de  I'apin 
se  hayan  considerado  como  irrealizables  hasta 
e!  momento  en  que  Neweomen,  Cawley  y  Sa- 
very,  con  la  construcción  de  su  máquina,  lle- 
garon á  demostrar  todo  su  alcance.  Tero  en 
1712,  época  en  que  esta  máquina  funcionó  por 
primera  vez  de  uua  manera  verdaderamente 
útil,  como  lo  hemos  dicho,  Papin  habia  muer- 
to, ó  al  menos  padecía  mucho  y  estaba  cas  ' 
completamente  abandonado,  sin  haber  tenido 

(1)   Vcíer  Materna  OperJ,  pig.  7Í. 


843 

jamás  conocimiento  de  los  primeros  ensayos, 
que  eran  la  sanción  gloriosa  de  sus  escritos 
de  1690  y  de  1695.  Parecía-,  por  su  desgracia- 
da publicación  de  1707,  haber  renunciado  al 
camino  que  ól  mismo  habia  abierto  á  los  de- 
mas,  y  se  olvidó  que  era  el  creador  de  las  fe- 
cundas ideas  cuyos  resultados  se  veian,  por- 
que no  reivindicaba  su  honor.  Es  probable 
que  no  hubiese  sucedido  esto  si  Papln  hubiese 
manifestado  mas  adhesión  a  su  país,  del  cual 
le  habían  desviado  las  persecuciones  que  su- 
frieron los  protestantes. 

I73G.  Jonalhan  HuUs.  En  21  de  diciem- 
bre de  1736,  un  sugeto  llamado  Jonalhan  llulls, 
inglés,  obtuvo  un  privilegio  de  catorce  años 
para  una  especie  de  barco  de  vapor.  Las  paten- 
tes relativas  al  privilegio  y  á  la  descripción  de 
este  barco,  con  una  lámina  grabada,  se  publi- 
caron por  llulls  en  Londres,  en  1737,  con  el 
titulo:  «Descripción  y  figura  de  una  nueva  má- 
quina para  hacer  salir  los  barbos  y  navios  en 
las  radas,  puertos  y  costas,  ó  para  hacerlos  sa- 
lir contra  vieuto  y  marea  como  en  tiempo  de 
calma.» 

La  fig,  4Í  es  la  reproducción  exacta  de  la 
que  presenta  la  obra  inglesa  de  John  Scott 
Itussel  con  arreglo  al  original  de  Jonathan 
Hulls;  y  el  texto  siguiente  es  la  traducción  li- 
teral de  una  parte  del  mismo  testo  del  inven- 
tor: «A ,  os  la  chimenea  que  da  salida  á  los 
gases  producidos  por  el  fagon. 

«li  cuerda  amarrada  á  la  embarcación  que 
se  ha  de  remolcar. 

«Ct;  piezas  de  madera  reunidas  para  arras- 
trar la  máquina.  Da,  D  y  Di  son  tres  ruedas 
montadas  sobre  el  mismo  eje,  para  recibir  tas 
cuerdas  M,  Fay  F6, 

sM  es  la  misma  cuerda  que  va  á  lo  inte- 
rior del  cilindro. 

«Ha  y  Ufe  son  dos  ruedas  montadas  sobre 
el  mismo  eje  que  la  rueda  de  palas  lililí  y  mo- 
viéndose alternativamente  de  suerte  que  cuando 
las  ruedas  Da,  y  D  D6  caminan  hacia  adelanté 
ó¡hácia  atrás,  mantienen  en  la  rueda  de  palas 
lililí  un  movimiento  directo. 

«F6  es  una  cuerda  desde  116  A  D6,  cuerda 
que  cuando  las  ruedas  Do,  D  y  Du,  caminan 
hácia  adelante,  hace  mover  también  bácia  ade- 
lante á  la  rueda  116  que  arrastra  consigo  á 
la  rueda  de  palas. 

«la  es  una  cuerda  desde  la  rueda  lia  á  la 
Da,  de  suerte  que  caminando"  hácia  adelante 
las  ruedas  Da,  D  D&,la  rueda  lia  lira  á  ¡acuer- 
da F  y  levanta  el  peso  &  al  mismo  tiempo  que 
la  rueda  H&  hace  mover  hácia  adelante  á  la 
rueda  de  palas. 

licuando  se  halla  levantado  asi  el  peso  fi, 
porque  se  mueven  para  atrás  las  ruadas  Da  y 
D6,  cede  la  cuerda  Fa,  y  el  peso  G  hace  girar 
á  la  rueda  Ha  hácia  adelante  como  también  a 
la  de  palas,  de  suerte  que  esta  continúa  siem- 
pre caminando  hácia  adelante,  aunque  las  rue- 
das Da,  Dy  D&  tengan  un  movimiento  alterna- 
tivo Mcia  adelante  y  hacia  atrás,  según  que 


m 

el  pistón  se  baja  ó  se  eleva  en  el  cilín 
dro. 

«L  L  son  los  dientes  de  enchufe  que  deben 
lijarse  en  el  eje,  en  dos  direcciones  opes. 
tas,  de  suerte  que  mantengan  siempre  M<¡¡a 
adelante  las  rolaciones  de  la  rueda  de  palas' 
mientras  que  la  ¡la,  bajo  la  inlhienciu  del  pe- 
so G,  desempeña  su  oficia,  y  la  otra  rueda  t!h 
camina  hácia  atrás  para  recibir  un  setíndo 
empuje; 

«EL  peso  G  no  debe  ser  mas  que  la  mitad 
del  peso  de  la  columua  de  aire  que  comprime 
al  pistón,  porque  el  peso  G  es  levantado  al 
mismo  tiempo  que  la  rueda  116  desempeña  su 
oficio,  de  tal  suerte,  que  en  realidad  hay  ||0S 
máquinas  funcionando  alternativamente  por  el 
peso  de'una  columna  de  aire  de  un  diámetro 
igual  al  del  cilindro. 

«Si  se  dijese  que  esto  no  es  una  inven- 
ción nueva,  porque  yo  hago  uso,  para  mover 
una  máquina  del  mismo  motor  que  otros  han 
empleado  para  otros  deslinos,  responderé  que 
la  aplicación  de  este  motor  no  se  diferencia 
de  la  aplicación  á  una  invención  nueva,  de  to- 
do órgano  conocido  y  empleado  en  mecánica.» 
(P.  43  del  original). 

Esta  descripción,,  es  preciso  confesarlo,  es 
un  poco  oscura,  pero  se  completará  con  la  ins- 
pección del  mecanismo  representado  en  pers- 
pectiva y  mas  en  grande  en  la  'fiij.  43.  Las 
ruedas  Da  y  D6  se  fijan  invariablemente  sobre 
su  eje,  mientras  las  ruedas  Ha  y  II&  no  lucen 
mas  que  rozar  sobre  el  suyoL  L,  guarnecido 
de  enchufes  que  no  permiten  á  este  eje  y  ala 
rueda  de  palas  caminar  mas  que  en  el  sentido 
indicado  por  la  flecha.  Cuando  baja  el  pistan  II, 
la  rueda  116  puede  arrastrar  á  su  eje,  y  el  peso 
0  es  elevado  por  el  arrollamiento  de  la  cuer- 
da F  a  sobre  la  rueda  Da.  Llegando  el  pista 
álo  bajo  de  su  carrera  es  impelido  por  el  va- 
por, y  la  cuerda  D  se  aflojaría  si  el  peso  11, 
volviendo  á  bajar,  no  hiciese  mover  dcsdelnc- 
go  la  rueda  lia,  que  arrastra  al  eje  LL  y  i  las 
paletas  IIII,  después  á  la  rueda  Da  t[ue  impri- 
me á  su  aje  un  movimiento  inverso  de  el  del 
eje  LL.  Usté  eje,  gracias  álos  enchufes  que  do 
representa  nuestra  fig.  43,  gracias  al  aumento 
que  sufre  la  cuerda  Fa,  F  cuando  pasa  de  la 
rueda  Da  sobre  la  Ha,  gracias  á  la  liber- 
tad de  las  ruedas  llalli),  sobre  el  eje  LL  en 
el  sentido  opuesto  á  los  enchufes,  se  mueve 
siempre  en  el  mismo  sentido. 

En  cuanto  al  mismo  motor,  Jonathan  llulls 
se  espresaba  en  estos  términos:  «En  un  llgpr 
conveniente  del  barco  remolcador,  se  colocara 
una  caldera  llena  de  agua  cerca  de  dos  torce- 
ras partes,  y  cerrada  herméticamente  pOr-.li 
parte  superior.  El  agua  sometida  á  la  ebulli- 
ción produce  vapor,  que  conducido  por  un  gran 
tubo  hasta  nu  cuerpo  de  bomba  cilindrico  y 
condensado  en  él,  produce  un  vacio  P» 
libre  juego  á  la  presión  atmosférica,  » I1"' 
hace  descender  un  pistón  ajustado  en  esle 
cuerpo  de  bomba  cilindrica,  de  la  misma  na- 


VAPOR 


8Í5 


VAPOR 


8i6 


neraqiie  en  la  maquina  por  cuyo  medio  New- 
comen  eleva  el  agua  por  el  fuego.» 

Tal  es  el  título  mas  antiguo  que  los  ingle- 
ses lian  podido  presentar  en  apoyo  de  sus  pre- 
tensiones á  la  invención  de  los  barcos  de  va- 
por. Examinemos  su  valor. 

Jonalhan  Hulls  propuso  en  1730  emplear  el 
vapor  como  fuerza  motriz  para  la  locomoción 
sobre  el  agua.  Pero  I'apin  le  babia  precedido 
en  este  camino  desde  1690,  cuarenta  y  seis 
añas  antes.  Iluils^concibíó  un  mecanismo  in- 
genioso para  trasformur  el  movimiento  recti- 
líneo alternativo  del  pistón  en  movimiento  cir- 
cular continuo.  Pero  esie  mecanismo,  que  vo- 
luntariamente reconocemos  preferible  al  em- 
pleo Je  muebos  cilindros  de  llaves  indicado 
por  I'apin,  no  es  otra  cosa  que  la  reproducción 
de  los  que  este  mismo  autor  indica  en  estos 
términos  como  perfectamente  conocidos  por 
Jos  relojeros  de  su  tiempo:  «Es  una  cosa  muy 
común  en  los  relojeros  afirmar  las  ruedas  den- 
tadas en  árboles  ó  ejes,  de  suerte  eme  empu- 
jadas liácia  un  cosiado  bacen  necesariamente 
mover  el  eje  consigo;  pero  en  el  costado  opues- 
to pueden  funcionar  libremente  sin  dar  movi- 
miento alguno  al  eje,  que  puede  asi  tener  un 
movimiento  enteramente  opuesto  al  de  las  es- 
presadas ruedas.»  Ilnlls  propuso  una  rueda  de 
paias  ó  remos  movibles.  Pero  I'apin  anunciaba 
que  se  necesitaría  recurrir  á  este  medio,  que 
había  visto  emplear  en  otro  tiempo  en  una 
máquina  construida  por  órden  del  principe 
palatino  Roberto,  máquina  m  la  que  los  car 
ballos  suministraban  la  fuerza  motriz. 

Jonallian  Hulls  no  hizo,  pues,  mas  que  re- 
producir, mejorando  la  trasmisión  del  movi- 
miento, las  ideas  que  Papin  habia  emitido  y 
publicado  claramente  cuarenta  años  antes 
¡IG90)  en  las  irías  de  Leipsig,  y  que  babia 
desarrollado  nuevamente  en  1625  en  su  obra 
publicada  en  francés  con  el  titulo  de  Colección 
de  las  diversas  piezas,  y  en  latín  con  el  de 
Fflícicuius  disertationum . 

DI  empleo  de  los  remus  movibles  pareció 
¡i  algunos  doctores  ingleses  cosa  mu  y  importan- 
te para  reclamarse  en  favor  de  su  nación.  Asi 
los  doctores  Ilorris  (1)  y  Recs  (2);  para  bacer 
mejor  apreciar  el  genio  inventivo  del  capitan- 
Savery,  redoren  que  obtuvo  en  1608  un  pri- 
vilegio para  reemplazar  los  remos  ordinarios 
por  ruedas  de  palas  que  bucen  mover  los  liora-  ¡ 
bres  por  medio  de  un  cabrestante.  Pero  ni  Sa- 
very  ni  el  principe  Roberto  ni  el  mismo  Papin 
poeden  invocar  prioridad  alguna  sobre  este 
punto.  El  empleo  de  los  remos  movibles  al-  ¡ 
mhm  ¿una remata  antigüedad.  Sin  bablarmas 
'pie  de  documentos  impresos,  se  ven' los  re-! 
nos  figurados  en  el  tratado  de  Roberto  Valtu- 
"0,  titulado  (De  re  militari,  lib.  U,  cap.  III, 
)'  publicado  por  primera  vez  en  Verona  en  1 472 . 
Según  Joim  Scott  Russel,  ya  citado,  los  anii- 

ía!  ^'j"™  í*«»«m",  en  la  palabra  Envine. 
'  '  fífW  Lycfapwdia,  en  la  palabra  Sleam  Énginr. 


guos  egipcios  empleaban  malacates  alrededor 
de  los  cabrestantes  en  lo  interior  del  barco,  de 
suerte  que  pudiesen  mover  ruedas  de  palas 
como  las  de  los  barcos  de  vapor  modernos,  y 
daban  impulso  á  los  navios  asi  construidos 
por  medio  dedos  ó  tres  pares  de  bueyes.  Mont- 
gery  (!)  cita  un  manuscrito  de  fecba  incierta 
según  el  cual  las  almadias  que  trasportaron  los 
romanos  á  Sicilia,  bajo  el  mando  de  Claudio 
Caudex  debían  moverse  por  ruedas  de  palas 
movidas  asi- por  bueyes.  Finalmente,  en  el  li- 
bro de  un  autor  desconocido  sobre  el  arte  mi- 
litar, libro  escrito  por  el  emperador  Teodosio 

sus  hijos  Arcadio  y  Honorio,  y  publicado  en' 
Rasilea  en  1552,  á  continuación  de  la  Noticia 
sobre  los  dos  imperios  de  Oriente  y  Occidente,  . 
se  halla  la  figura  y  descripción  de  una  libur- 
na,  especie  de  barco  mayor  de  guerra,  que 
emplearon  los  romanos,  con  tres  pares  de  rue- 
das de  palas  y  tres  malacates  movidos  portan- 
tos  pares  de  bueyes.  Parece  que  en  los  cora- 
bates  estos  enormes  ban-os  echaban  á  pique 
á  todos  aquellos  con  que  chocaban. 

1744  á  1762.  Modificaciones  y  perfeccio- 
nes aplicadas  por  diversos  autores  á  la  má- 
quina de  Saveryy  á  la  de  Newcomen.  Hasta 
la  época  de  Watt  no  tendremos  quehacer  men- 
ción de  ninguna  de  estas  modificaciones  radi- 
cales que  cambian  el  estado  de  una  industria, 
el  valor  de  un  mecanismo.  Citaremos,  por  lo 
tanto,  en  compendio  al  francés  Gensanne,  que 
añadió  un  regulador  á  la  máquina  deSavery, 
y  al  caballero  portugués  Jloura,  quien  con  el 
mismo  objeto  concibió  una  ingeniosa  disposi- 
ción de  balancines  cuyo  plan  sometió  á  la  So- 
ciedad real  Francesa;  á  Fitz-Gerald,  quien  pu- 
blicó en  1758  en  las  Transacciones  filosóficas, 
el  medio  de  convertir  el  movimiento  alternati- 
vo de  la  máquina  atmosférica  en  un  movimien- 
to de  rotación.  «Empleaba  para  esto,  decía,  un 
sislemade  grandes  ruedas  con  dientes  y  unas 
pequeñas  con  roquetes  que  engranaban  con 
los  dientes  practicados  sobre  el  arco  ó  sector 
del  balancín.  Se  comunicaba  el  movimiento  á 
un  volante  destinado  á  acumular  la  cantidad  de 
movimiento  y  á  un  manubrio  que  servia  para 
diferentes  usos.  El  volante  que  babia  acumu- 
lado la  cantidad  de  movimiento  de  la  máquina 
mientras  recibía  la  acción  del  primer  motor,  se 
hallaba  en  estado  de  conservar  su  juego  en  los 
intervalos  en  que  este  cesaba  de  obrar. » 

Los  esfuerzos  que  hicieron  Payneen  1741, 
Smealon  un  poco  después  y  Brindley  en  1759 
para  disminuir  el  enorme  consumo  de  com- 
bustible que  tenia  lugar  en  las  máquinas  mejor 
confeccionadas,  no  fueron  coronadas  de  éxito. 

.  En  1706,  Luis  Guillermo  de  Cambray,  se- 
ñor de  Digny,  publicó  en'  Parma,  en  francés, 
la  descripción  de  una  máquina  de  fuego- 
que  babia  becbo  construir  para  las  salinas  de 
Castiglioue.  El  aulor  espone  que  por  el  tratado 

U)  Analei  de  la  industria  nación  il  y  estraTiQera'  ' 
t.  Vlll,p.294. 


847 


VAPOR 


de  Arquitectura  hidráulica  de  Belidor,  tuvo 
noticia  de  la  idea  emitida  por  Papin,  en  1707 
como  de  la  máquina  atmosférica  de  balancín 
(que  equivocadamente  designa  con  el  nombre 
de  máquina  de  Saveryl;  que  le  pareció  prefe- 
rible en  ciertos  casos  la  idea  de  Papin  al  sis- 
tema generalmente  adoptado,  y  que  procuró 
sacar  de  ella  el  mejor  partido  posible  perfec- 
cionándola. Para  esto  construyo  una  máquina 
enteramente  análoga  ya  á  la  primera  de  Save- 
ry  (de  1702),  ya  á  la  modificación  introducida 
en  17Í7  por  S'Gravesande  y  Desaguliers,  ya 
maí  bien,  en  fin,  á  la  primera  de  las  clos  má- 
quinas de  alta  presión  propuesta  por  Leupold 
(fig.  37),  y  cuya  idea  primera  parece  atribuir 
éste  á  Papin.  Solamente  la  alimentación  de  la 
c.-ildera  se  bace  lo  mismo  que  en  la  máquina 
de  Newcomcn,  y  la  máquina  tiene  un  sistema 
automático  de  partes  móviles,  abriéndose  y 
cerrándose  por  si  mismas  las  Haves  en  los 
momentos  oportunos.  El  agua  suministrada 
directamente  por  la  máquina  volvía  á  caer  so- 
bre una  rueda  hidráulica  que  ponia  en  movi- 
miento bembas  destinadas  á  la  elevación  del 
agua  salada  que  se  necesitaba. 

1759. — 1801.  Robison;  Walt;  Muray. 
Había  en.  Glasgow  báeia  ¡756  un  jóven  artista 
á  quien  launiversidad  liabia  concedido  un  local 
en  sus  propios  edificios,  permitiéndole  esta- 
blecer un  laller,  y  á  quien  habia  honrado  con 
el  título  de  su  ingeniero' Este  artista  era  Ja- 
mes Watt  que  llegó  después  é  adquirir  celebri- 
dad. Muy  luego  se  estableció  una  estrecha 
amistad  entre  él  y  un  estudiante  casi  de  la 
misma  edad,  cuyo  nombre  debia  también  to- 
mar mas  adelante  un  lugar  distinguido  en  la 
ciencia,  el  doctor  Robison.  «El  fué,  escribió 
Watt,  mucho  tiempo'  después,  el  primero  que 
llamó  mi  atención  sobre  las  máquinas  de  va- 
por. Emitió  la  idea  de  hacer  de  ellas  dis-ersas 
aplicaciones,  y  entre  otras  emplearlas  en  ha- 
cer mover  las  ruedas  de  los  carruagcs,  poro  no 
continuó  este  proyecto,  y  un  yiage  que  em- 
prendió al  estrangero  le  obligó  muy  luego  á 
abandonarlo  completamente  {l).i 

Watt  nos  dice  que  hacia  1761  ó  Í7G2  hi- 
zo, con  auxilio  de  la  olla  de  Papin,  diversos 
ensayos  sobre  la  fuerza  del  vapor,  y  consi- 
guió construir  una  especie  de  máquina  adap- 
tando á  la  cobertera  del  digestor  una  manga 
con  im  pistón  sólido  de  dos  llaves  para  dar, 
cuando  se  quisiese,  paso  aL  vapor,  por  encima 
ó  por  debajo  del  pistón. 

El  tiempo  y  los  cuidados  de  su  profesión  le 
obligaron  muy  luego  á  abandonar  sus  prime- 
ras investigaciones.  Pero  en  el  invierno  de' 
1763  habiéndose  encargado  de  la  reparación 
de  un  modelo  de  la  máquina  de  Newcomen, 
que  figuraba  en  la  colección  de  la  universidad, 
sin  haber  podido  jamás  funcionar  conveniente- 
mente, reprodujo  naluralménle  sus  ideas  so- 
bre este  objeto.  «Sus  investigaciones  versaron 

H)  Hclaeion  de  sus  invenciones,  en  la  Mecánica 
jllosójiw  de  Rouison,  l.  II,  art.  Stoan  Engine-. 


sucesivamente  sobre  todos  los  puntos  aue  m 
recian  p'tídpr  esclarecerla  teoría  de  la'mánui 
na.  Determinó  la  cantidad  de  agua  qle  se  en" 
rarece  cuandb  pasa  del  estado  liquido  al  de 
vapor;  .la  que  "puede  evaporizar  un  peso  dado 
de  carbón;  la  cantidad  de  vapor  en  peso  mK 
á  cada  oscilación,  gasta  una  máquina  defcv' 
comen  de  dimensiones  conocidas;  la  de  ¡nui" 
fria  que  debe  introducirse  en  el  cilindro  para 
dar  cierta  fuerza  á  la  oscilación  descendente 
del  pistón;  analmente  la  elasticidad  del  ™M 

á  diferentes  temperaturas  

«Si  las  propiedades  del  vapor  de  a^ua  es- 
tán presentes  aun  en  vuestra  memoria,  m 
una  simple  ojeada  percibiréis  que  el  juego  eco- 
nómico de  la  máquina  de  Newcomen  parece  exi- 
gir  dos  condiciones  inconciliables,  Cuando  el 
pistón  baja  el  cilindro  debe  estar  frió,  sin  lo 
cual  encuentra  vapor  aun  muy  elástico  que  re- 
tarda mucho  su  marcha  y  disminuye  el  efecto 
de  la  atmósfera  estertor.  Cuando  después  el 
vapora  I00"  cae  en  este  mismo  cilindro,  si 
las  paredes  están  irlas,  este  vapor  las  vuelve 
á  calentar  liquidándose  parcialmente,  y  hasta 
el  momento  en  que  su  temperatura  se  halla 
también  á  100°i  su  elasticidad  se  halla  nota- 
blemente atenuada;  de  aqui  proviene  la  lenti- 
tud en  los  movimientos,  porque  el  contrapeso 
no  levanta  el  pistón  antes  que  exista  en  el  ci- 
lindro un  resorte  capaz  de  equilibrar  la  acción 
de  la  atmósfera,  de  aqui  procede  también  el 
aumento  de  gasto  porque  el  vapor  tiene  un 
precio  muy  elevado.....  El  gasto  del  vapor,  ó 
lo  que  es  lo  mismo  el  gasto  de  combustible,  ú 
si  se  quiere  mejor  aun  el  gasto  pecuniario  in- 
dispensable para  conservar  el  movimiento  de 
la  máquina  seria  mucho  menor  si  se  consi- 
guiese hacer  desaparecer  los  caldeamientos  y 
enfriamientos  cuyos  inconvenientes  acabo  de 
indicar. 

«Watt  resolvió  este  problema,  en  aparien- 
cia irresoluble,  por  el  método  mas  sencillo, 
Le  bastó  añadir  á  la  antigua  disposición  de  la 
máquina  un  vaso  enteramente  distinto  del  ci- 
lindro y  ijd  comunicando  con  él  sino  ponne- 
dio  de  un  tubo  estrecho  con  una  llave.  Isis 
vaso,  que  hoy  se  llama  condensador  es  la  in- 
vención principal  de  Watt 

■  La  esperieiicla  confirmó  pues  enteramente 
la  idea  que  ,le  habia  ocurrido  al  principio  de 
1705,  á  saberque  si  abría  una  wmumes- 
cíoji  entre  el  cilindro  que  contenía  el  vapor 
y  otro  vaso  vacio  de  aire  y  de  cualquier 
otro  ¡,'uido,  el  vapor,  en  razón  de  su  espan- 
sibilidad,  se  precipitarla  en  este  último  vtiw 
hasta  que  se  estableciese  el  equilibrio,  y  qw 
si  por  imjecoion  ú  de  otro  modo  se  conserva- 
ba este  vaso  constantemente  frió,  él  vapor, 
condensándose  á  medida  que  entrase,  conti- 
nuaría esparciéndose  hasta  perfeela  conden- 
sación de  todo  el  que  estaba  en  si  cilin- 
dro (2). 

H)  Arago:  Elogio  de  Volt. 

12)  Stuart:  Hitloria  dttcript;  pú¡£.  i'¿9. 


849 


VAPOR 


850 


«El  condensador  llama  enteramente  hácia 
si  el  vapor  del  cilindro ,  por  una  parte  por. 
razón  de  que  contiene  agua  fría,  por  otra 
porque  el  resto  de  capacidad  no  encierra  flui- 
do' elástico.  Pero  desde  que  se  produjo  la 
primera  condensación  del  vapor  ,  desapare- 
cieron estas  dos  condiciones  tle  buen  éxito:  et 
a"-ua  condensante  se  calienta  absorbiendo  eí 
calórico  latente  del  vapor;  se  forma  una  can-, 
tidad  notable  de  vapor  á  costa  de  esta  agua 
cálida;  el  agua  fría  contenia  ademas  aire  at- 
mosférico, que  debió  desprenderse  mientras 
se  calentó.  Si  después  de  cada  operación  no 
sequilase  aquella' agua  caliente,  este  vapor, 
esle  aire  que  encierra  el  condensador,  con- 
cluiría por  no  producir  ya  efecto.  Watt  ej  .-■cu- 
lo esta  triple  evacuación  por  medio  de  una 
bomba  ordinaria  que  se  llama  bomba  de  aire, 
y  cuyo  pistón  tiene  un  tronco  conveniente- 
mente adaptado  á  la  prensa  que  la  máquina 
pone  en  juego.  La  fuerza  destinada  á  mante- 
ner la  bomba  de  aire  en  movimiento  disminu- 
ye tanto  como  la  potencia  de  la  máquina;  pe- 
ro en  el  antiguo  método  ocasionaba  una  pe- 
queña parte  de  la  pérdida.  la  condensación  del 
vapor  sobre  las  paredes  enfriadas  del  cuerpo 
de  bomba  (1).« 

«No  se  podia  emplear  entonces  el  agua  so- 
bre el  pistón  para  impedir  la  introducción  del 
aire  en  el  cilindro:  en  efecto,  el  agua  que  hu- 
biera illtrado  en  uo  cilindro  en  parte  vacio  y 
aira  caliente  entraña  muy  luego  en  ebullición 
y  produciría  un  vapor  cuyo  efecto  no  hubiese 
sido  solamente  impedir  el  vacio,  sino  también 
enfriar  el  cilindro  con  su  evaporación  durante 
la  caida  del  pistón.  Watt  propuso  entonces 
cubrir  con  cera  ó  sebo  el  eje  del  pistón  para 
hacer  mas  fácil  su  juego  ó  impedir  que  de- 
jase paso  al  aire. 

«lleconoeió  muy  luego  que,  quedando 
abierto  el  orificio  del  cilindro,  el  aire  que  lle- 
naba la  parte  superior  al  bajar  el  pistón  sobre 
el  cual  obraba  debía  necesariamente  quitar  á 
ls  cubierta  una  parte  de  su  calor;  que  por 
consiguiente,  cuando  el  cilindro  se  llenaba 
nuevamente  de  vapor,  fera  preciso  que  se  con- 
densase cierta  cantidad  para  elevar  la  cubier- 
ta al  nivel  de  la  temperatura  interior.  Entonces 
imaginó  adaptar  al  cilindro  una  cobertera 
quelo  cerraba  herméticamente,  aunque  aira- 
VBsada  de  una  abertura  á  la  que  se  ajustaba 
una  caja  de  estopa  y  en  la  que  se  introducía 
la  barra  del  pistón,  y  hacer  llegar  sobre  es- 
te último  et  vapor,  cuya  elasticidad,  deter- 
minaría su  descenso,  causado  hasta  enton- 
ces por  la  presión  de  la  atmósfera. 

«Tal  fué  su  segundo  paso  Inicia  la  perfec- 
ción completa  de  la  máquina;  y  sin  haber  dis- 
.  mínuido  de  ningún  modo  su  potencia,  el  gasto 
del  combustible  y  la  pérdida  del  vapor  se  ha- 
llaron reducidos  á  la  tercera  parte  de  lo  que 
eran  anteriormente,  y  la  máquina,  propta< 

lt)  Arago,  «lid. 

BIBUOTECA  rOI'TJUfl, 


mente  hablando,  llegó  á  ser  una  máquina  de 
vapor,  no  teniendo  otra  fuerza  motriz  que  este 
fluido,  al  paso  que  hasta  entonces  habia  tenido 
siempre  por  causa  de  su  movimiento  la  grave- 
dad del  aire. 

«El  aire  atmosférico,  enfriando  la  parte  es- 
terior  del  cilindro  ,  producía  interiormente  la 
condensación  de  cierta  cantidad  de  vapor:  Watt 
pensó  remediar  este  inconveniente  rodean- 
do el  cilindro  con  una  cubierta  de  madera 
ó  de  cualquier  airo  cuerpo  que  fuese  mal  con- 
ductor del  calor. 

«Una  vez  concebida  la  idea^  dice  este  in- 
comparable mecánico,  de  producir  la  conden- 
sación fuera  del  cilindro,  todas  las  demás  me- 
joras se  efectuaron  con  una  increíble  rapidez; 
de  tal  modo,  que  es  el  espacio  de  uno  ó  dos 
días  se  ordenó  mi  plan  perfectamente  en  mi 
cabeza,  y  para  hacer  su  ensayo,  lo  puse  in- 
mediatamente en  ejecución.»  Para  asegurarse 
de  las  ventajas  que  se  habia  prometido  de  es- 
ta nueva  disposición,  Watt  la  hizo  ejecutar  en 
grande  con  un  cilindro  revestido  de  una  cu- 
bierta de  madera,  cuyo  efecto  sobrepujó  á  sns 
mas  vivas  esperanzas  (1). 

Sin  embargo,  trascurrió  mucho  tiempo  an- 
tes que  se  aplícase  índustrialmente  este  adm  i- 
rabie  conjunto.  En  1769,  durante  la  construc- 
ción de  una  máquina  colocada  en  la  boca  de 
nn  pozo  de  mina ,  en  las  tierras  del  duque 
Ilamilton  en  Kinnel,  cerca  de  una  milla  de  Bo- 
zowstenes,  Watt  se  ocupó  en  obtener  un  pri- 
vilegio. Los  gastos  necesarios,  para  la  instala- 
ción de  la  máquina,  se  hicieron  por|el.  doc- 
tor ItODbuck,  rico  inglés,  dotado  deun  espíritu 
emprendedor,  quien  desgraciadamente  se  ar- 
ruinó en  las  especulaciones  qne  habia  em- 
prendido. Se  entablaron  negociaciones  con 
Mateo  Baltou,  quien  en  Birminghani  ya  habia 
adquirido  reputación  de  uno  de  los  mas  diestros 
manufactureros  del  Reino  Unido.  En  1773  es- 
tas negociaciones  terminaron  en  una  transac- 
ción, por  la  que  Hoebuck  cedió  sus  derecbos 
á  Bullum 

Retirado  muy  luego  Watt  á  Birmingham, 
consagró  sus  primeros  cuidados  á  la  construc- 
ción de  una  máqniua  que  estableció  en  Saho, 
como  un  modelo  destinado  á  ser  examinado 
por  los  propietarios  de  minas.  Pero  eltérminc- 
de  su  privilegio  se  acercaba,  y  si  hubiese  de- 
bido sufrir  la  regla  común,  tan  poco  favora- 
ble á  la  ir.as  sagrada  de  todas  las  propiedades, 
á  la  que  resulta  del  genio  de  invención,  no  hu- 
biera- podido  aun  reembolsar  los  gastos  que 
debia  producir  el  establecimiento  de  su  fábri- 
ca. A  fines  de  1774  se  dirigió  al  gobierno  pi- 
ra obtener  una  prolongación  de  plazo.  Mr.  Bal- 
ton  le  auxilió  en  su  crédito  y  sus  consejos,  el 
doctor  Roebuck  con  su  celo  y  sus  gestiones;, 
algunos  amigos  conocidos  en  las  ciencias  con- 
firmaron por  su  opinión  terminantemente  es- 
presada,  la  idea  que  se  tenia  del  mérito  de  sus 


(t)  Stuart,  ibid. 


T,   XXXUI,  54 


I 


85 1 

invenciones,  y  apoyaron  su  petición.  Jll  par- 
lamento, en  1775  le  concedió  el  privilegio  es- 
clusivo  de  construir  sus  máquinas  perfeccio- 
nadas durante  veinte  y  cinco  años,  desde  el 
día  de  la  petición. 

Mr.  Bolton  se  asoció  entonces  con  él  en  la 
fabricación  de  las  máquinas,  y  una  parle  de  su 
establecimiento  de  Sobo  se  convirtió  en  talle- 
res destinados  áese  uso.  Regularizó  la  fabrica- 
ción de  las  diferentes  piezas  do  que  se  compo- 
nía el  conjunto,  y  el  sistema  que  introdujo  en 
su  ejecución,  puso  á  Watt  en  estado  dé  termi- 
nar varias  máquinas  de  gran  dimensión,  que 
se  establecieron  en  el  StalTordshire,  Stropsliire 
y  Warwicksire;  una  pequefsa  máquina  ruó  en  - 
viada  basta  Stralford  cerca  de  Lóndres. 

Se  formará  concepto  de  la  importancia  co- 
mercial que  desde  entonces  tuvieron  los  per- 
feccionamientos introducidos  en  la  construc- 
ción de  las  máquinas  por  el  resultado  siguien- 
te. Para  conceder  el  permiso  de  sustitnir.sus 
máquinas  á  las  de  Newcotnen,  Watt  y  Bolton, 
exigían  el  valor  de  la  tercera  parte  do  la  can- 
tidad de  carbón  cuya  economía  resultaba  del 
nuevo  procedimiento.  Ahora  bien,  en  la  mina 
de  Chacewater,  en  Cornouailles,  donde  funcio- 
naban 1res  máquinas,  los  propietarios  rescata- 
ron el  derecho  de  los  inventores  por  una  su- 
ma anual  dé  unos  240, Oúu  reales. 

Durante  sus  esperimentos ,  y  antes  de  ha- 
ber obtenido  su  primer  privilegio,  Watt  había 
observado  el  fenómeno  conocido  hoy  con  el 
nombre  de  distensión  del  vapor,  y  en  una  car- 
ta que  escribía  entonces  al  doctor  Small,  de 
Birmingham,  fechada  en  Glascow  en  mayo  de 
1769,  le  hablaba  de  la  intención  en  que  esta- 
ba de  hacer  servir  ese  procedimiento  para  sus 
proyectos,  como  medio,  deeia,  de  aumentar  el 
efecto  del  vapor  y  disminuir  su. gasto.  Había 
comprendido  muy  bien  que  la  potencia  proco- 
dente  de  la  distensión  debía  obrar  desigual- 
mente; «pero,  decia,  será  fácil  remediar  ese 
inconveniente  con  el  empleo  de_un  volante  ó 
de  algún  otro  medio.» 

Sin  embargo,  cuando  el  vapor  se  introdu- 
cíadurante  el  tiempo  dcljuogo  del  pistón,  ha-, 
cia  el  oficio  de  una  fuerza  aceleralriz  constan- 
te, j  daba  á  éste  una  velocidad  creciente,  que 
producía  un  choque  al  iin  del  curso.  Por  eso 
la  desigualdad  misma  de  ia  acción  producida 
por  la  espansíon  del  vapor,  se  aprovechó,  pri- 
mero para  regularizar  la  acción  del  pistón,  y 
mas  tarde,  desde  177G,  para  economizar  el  va- 
por, y  el  procedimiento  fué  descrito  detenida- 
mente en  un  nuevo  privilegio,  tomado  en  1782. 
nMuy  buenos  jueces  hay,  que  colocan  la  dis- 
tensión, en  ouanto  á  la  importunen)  económica, 
en  la  linea  del  condensador.  Parece  cierto  que 
desde  su  adopción,  las  máquinas  de  Cornouai- 
lles dan  resultados  inesperados,  y  que  con  un 
bushel  de  carbón,  realizan  la  obra  de  veinle 
hombres  trabajando  diez  horas.  Recordemos 
que  en  los  distritos  carboníferos  de  Inglaterra, 
ese  carbón  cuesta  nine  pence  (linos  3  7,  frjfri 


m 

y  quedará  demostrado  que  Watt  ha  reducido 
para  la  mayor  parle  de  Inglaterra,  el  precio 
de  un  jornal  de  hombre,  á  unos  3  maravedises 
de  nuestra  moneda. 

»l,a  máquina  atmosférica,  sea  verificándose 
la  inyección  de  agua  fria  en  medio  del  cuer- 
po de  bomba,  sea  en  un  condensador  separado 
no  tiene  fuerza  real  sino  durante  el  movimien- 
to descendente  del  pistón.  Entonces,  y  solo 
entonces,  es  cuando  el  peso  de  la  atmósfera 
produce  todo  su  efecto.  Durante  la  oscilación 
ascendente,  este  peso  está  compensado  por  ¡a 
presión  del  vapor  que  impele  el  pistón  de  aba- 
jo arriba.  El  movimiento  es  entonces  determi- 
nado únicamente  por  un  contrapeso  que  sobre- 
puja apenas  el  peso  del  pistón  en  el  valor  del 
roce  que  este  esperimenta  -sobre  las  paredes 
del  cuerpo  de  bomba.  Esto  no  es  un  inconve- 
niente cuando  la  máquina  de  fuego  se  emplea 
para  estraer  el  agua  que  inunda  las  minas..., 
Asi,  como  medio  de  desagüe,  la  máquina  at- 
mosférica es  perfecta,  sus  intermitencias  de 
acción  no  son  entonces  un  derecto.  No  sucede 
lo  mismo  cuando  la  máquina  se  emplea  como 
motor.  Los  apáralos,  las  herramientas  que  con- 
duce, tienen  movimientos  rapidísimos  duranle 
el  curso  descendente  del  pistón;  pero  durante 
el  movimiento  ascendente,  se  paralizan  ó  no 
continúan  obrando  mas  que  en  virtud  de  la 
velocidad  adquirida.  Una  maquinado  fuego  que 
tuviera  potencia  mientras  se  ejecutan  las  dos 
cscursiones  opuestas  del  pislon  ,  presentaría 
por  consiguiente  ventajas  reales.  Tal  es  el  ob- 
jeto de  la  máquina  inventada  por  Watt,  y  qne 
se  llama  máquina  de  doble  efecto. 

«En  esta  máquina,  la  atmosfera  no  ejerce 
acción;  el  cuerpo  de  bomba  está  costado  por 
arriba  con  una  cubierta  metálica .  perfórala  en 
su  centro  de  uu  orificio  guarnecido  de  estopa 
crasa  y  bien  apretada,  por  entre  la  cual  se 
mueve  libremente  la  barra  cilindrica  del  pis- 
tón, sin  dar  paso  al  aire  ó  al  vapor.  El  pistón 
divide  asi  el  cuerpo  de  bomba  en  dos  capaci- 
dades cerradas  y  distintas.  Cuando  debe  bajar, 
el  vapor  de  la  "caldera  llega  libremente  a  la 
capacidad  superior  por  un  tubo  oportunamen- 
te dispuesto  á  este  efecto  y  empuja  el  pistón 
de  arriba  abajo  como  la  atmósfera  en  la  má- 
quina atmosférica.  Estemovimienlo  no  encuen- 
tra obstáculos,  puesto  que  mientras  se  verifica, 
la  parte  inferior  sola  del  cuerpo  de  bomba  está 
en  comunicación  con  el  condensador.  Luego 
que  al  pistón  ha  bajado  del  todo,  sucedí;  lo 
inverso  con  el  simple  movimiento  do  dos  lla- 
ves. Entonces  el  vapor  suministrado  por  I» 
caldera  solo  puede  ir  debajo  del  pistón  que  ha 
de  ser  levantado,  y  el  vapor  superior  que  mo- 
mentos antes  producía  el  molimiento  descen- 
dente, va  á  liquidarse  al  condensador,  con  el 
cual  se  pone  en  libre  comunicación.  El  mo- 
miento  contrario  de  las  mismas  llaves  coloca 
todas  las  piezas  en  el  estado  primitivo,  luego 
que  el  pistón  está '  en  lo  alto  de  su  curso.  U 
máquina  marcha  asi  .indefinidamente,  con  una 


VAPOR 


853  VAI 

.potencia  casi  igual,  ora  suba  el  pistón ,  ora 

)*(!).»  '  ,  ,  . 
.  ¿as  figuras  batas  comprender  fácilmente 
las  disposiciones  esenciales  adoptadas  sucesi- 
vamente por  Walt  en  la  introducción  def  va- 
por, y  la  diferencia  que  existe  bajo  ese  pun- 
tod'e 'vista,  entre  la  máquina  de  simple  efecto 
ipiela  primera  representa  y  !ade  doble  efecto 
(|iie  representa  la  segunda. 

J,a disposición  general  de  las  primeras  má- 
quinas de  Vatt  de  simple  efecto,  es  la  misma 
i|iie  la  de  las  máquinas  de  Newcomen,  y  por 
c;o  liemos  podido  suprimir  sin  inconveniente 
cu  lü  ligura  todo  lo  que  no  difiere  esencial- 
¡nenie  de  tu  máquina  de  Newcomen.  En  la  de 
Vatt  \¡hj.  -ííl  imaginando  las  barras  II  y  r  co- 
mo lijadas  al  brazo  izquierdo  del  balancín,  á 
cuyo  brazo  derecho  estuviesen  adaptadas  las 
bárrasele  las  bombas  de  desagüe  y  ei  contra- 
peso, el  lector  puede  completar  por  si  mismo 
la  (¡gura.  Llegando  el  vapor  por  el  tubo  S  opri- 
me el  pistón  por  su  cara  superior,  al  paso  que 
hiparle  inferior  del  coerpo  de  bomba  está  en 
comunicación  con  el  espacio  B,  en  el  cual  se 
efectúa  la  condensación.  Cuando  el  pistón  ha 
llegado  á  lo  bajo  de  su  curso,  la  barra  Oü  des- 
ciende, el  obturador  a  intercepta  toda  comuni- 
tac-ion  entro  la  parle  inferior  del  cuerpo  de 
bomba  C  y  e!  condensador  aislado  B;  y  como 
el  obturador  b  ha  bajado  con  la  barra,  se  esta- 
blece una  libre  comunicación  por  el  tubo  E  en- 
tre las  dos  parles  del  cilindro  separadas  pov  el 
pistón.  Este  hallándose  igualmente  oprimido 
por  ambas  caras,  sube  á  causa  dei  contrapeso 
colocado  en  el  otro  brazo  del  balancín.-  Todo 
se  reduce  á  regular  el  movimiento  de  la  bur- 
ra OD.  Ahora  bien,  esto  es  fácil  obtenerlo,  es- 
tableciendo entre  ella  y  el  balancín  una  co- 
municación conveniente  que  la  ínantrené  le-, 
vanlada  mientras  baja  el  balancia  y  la  deja 
caer  cuando  sube.  Aquí  todas  las  llaves  se  su- 
primen y  los  diferentes  movimientos  secunda- 
rios son  transmitidos  por  la  máquina  misma. 
La  barrar  hace  marchar  una  bomba  que  eva- 
día el  agua  de  condensación  y  el  aire  que  se 
desprende.  El. juego  de  las  chapaletas  G,  P,  Q; 
es  láeil  de  comprender.  Hemos  visto  que  esta 
máquina  ofrece  el  inconveniente  de  no  obrar 
de  un  modo  continuo  y  de  no  servir  apenas 
mas  que  para  achicamientos. 

Máquinade  IValtádoble  efecto.  Lafig  45 
■  maiiiliesta  la  disposición  adoptada  por  Walt  en 
sus  máquinas  de  doble  efecto.  Hemos  conser-" 
Tiitlo  las  mismas  letras  para  las  parles  que  tie- 
nen el  mismo  destino  que  en  la  figura,  y  he- 
mos suprimido  loda  la  parte  inferior  que  no 
recibe  modificación  alguna,  la  -barra  verlical 
OD,  en  vez  de  llevar  tres  discos  correspon- 
dientes á  otras  lanías  aberturas,-  solo  está  ar- 
mada de  una  pieza,  fácil  de  conocer  por  los  do- 
bles trazos  con  que  está  marcada  en  la  Qguia, 
y  que  recibe  el  nombre  de  tirador  ó  cajón. 

|r)  Arago,  Ñutida  sobre  las  máquinas  de  vapor. 


GR  854 

En  la  posición  en  que  la  figura  lo  representa, 
el  tirador  deja  entrar  sobre  el  pistón  P  el  va- 
por que  sale  por  el  tubo  trasversal  S,  al  paso 
que  la  comunicación  se  establece  entre  ¡apar- 
te inferior  C  del  cuerpo  de  bomba  y-  el  conden- 
sador. El  pistón  bajará,  pues,  como  en  Ja  má- 
quina de  simple  efecto.  Cuando  llega  á  lo  bajo 
de  su  curso,  Ja  barra  OD  desciende,  mueve  el 
tirador,  y  la  parle  superior  de  este  bajando 
debajo  de  la  abertura  F,  la  inferior  también 
llega  hasla  debajo  de  V.  Entonces  ¡a  parle  su- 
perior del  cilindro  es  la. que  comunica  con  el 
condensador,  mientras  que  el  vapor  saliendo 
del  tubo  S  oprime  la  cara  Inferior  del  pistón. 

Este  ingenioso  mecanismo  que  se  suele 
adaptar  á  las  máquinas  cuya  fuerza  no.es  esce- 
cesiva,  y  que  están  destinadas  á  hacer  girar 
nu  eje,  es  debido  á  H¡  Murray  de  Leeds ,  que 
lo  ideó  en  1 80 1 .  Es  un  perfeccionamiento  de 
la  varilla  de  válvulas  representada  en  nuestra 
íig.  44,  y  no  es  mas  que  una  especie  particu- 
lar de  la  llave  de  varios  juegos.  Solo  que  en 
lugar  de  girar  al  rededor  de  un  eje,  tienen 
uu  movimiento  de  vaivén. 

Como  quiera  que  sea,  este  mecanismo  ó 
todo  oleo  equivalente  no  bastaría  para  impri- 
mir al  balancín  nn  movimiento  alternativo  cons- 
tante, á  la  subida  y  á  la  bajada,  si  la  barra  del 
pistón  no  estuviese  enlazada  con  dicho  balan- 
cín de  uu  modo  invariable.  Ahora  bieny  toI- 
viendo  á  las  ¡tg.  33  y  34,  se  ve  que  la  cuestión 
uo  es  tan  sencilla  como  lo  parece  á  primera 
vista,  porque  la  barra  del  pistón  debe  estar  cons- 
tantemente en  la  misma  vertical,  lo  cual  pare- 
ce exigir  que  se  halle  terminada  por  una  ca- 
dena flexible,  susceptible  de  arrollarse  sobre 
un  arco  ele  circulo,  y  por  otra  parle,  la  rigi- 
dez de  esa  barra  es  una  condición  necesaria 
para  la  comunicación  del  movimiento  de  as- 
censión del  pistón  al  baiancin.  El  órgano  me- 
cánico conocido  con  el  nombre  de  paraleló' 
gramo  articulado  \fig.  46),  ofrece  una  ele- 
fante solución  de  la  dificultad.  Ei  remate  su- 
perior de  la  barra  R  del  pistón  está  fijado  en 
uno  de  los  vértices  C  de  un  paralelógtamo, 
tres  de  cuyos-  lados  BC,  CD  y  DE,  son  unas  va- 
rillas reunidas  por  simples  articulaciones  en- 
tre ellas1  y  el  balancín  AB.  El  vértice  D  está  ar- 
ticulado con  la  varilla  lü,'  movible  alrededor 
del  centro  1.  De  esta  disposición  resulta  que  la 
estrernidad  C  de  la  barra  del  pistón  tenderá  á 
describir  una  curva  que  tendria  la  forma  de 
una  especie  de  S,  si  el  paralelógramo  pudiera 
girar  por  entero  alrededor  de  sus  articulacio- 
nes, pero  que  en  los  límites  del  movimiento 
del  baiancin,  se  desviará  tan  poco  de  la  verti- 
cal que  no  resultará  ningún  desvio  sensible 
para  el  vértice  de  la  barra  del  pistón. 

Heaqui  en  qué  términos  da  cuenta  Wall  del 
ensayo  del  paralelógramo  articulado: 

«Yo  mismo  he  quedado  sorprendido  de -la 
regularidad  de  su  acción.  Cuando  lo- he  vialo 
marchar  por  la  vez  primera,  he  tenido  verda- 
deramente todo  el  placer  de  la  novedad,  como 


855 


VAPOR 


806 


si  yo  hubiese  examinado  la  invención  do  olra 
persona.»  Este  órgano  importante  fué  sustitui- 
do al  sector  dentado  que  guarnecía  primero  el 
bahincin  y  engranaba  en  una  cremallera*  fijada 
en  la  estremidad  superior  de  la  barra  de!  pis- 
tón. Esta  disposición,  completamente  análoga 
á  la  que  Papin  babia  propuesto  para  la  aplica- 
ción del  vapor  á  iá  navegación,  no  maniobraba 
sino  con  macho  ruido,  y  se  descomponía  con 
facilidad,  sobre  todo ,  cuando  se  quería  dar 
otra  dirección  al  movimiento'. 

Después  de  liaberuniforroKdo  el  movimien- 
to del  pistón  deteniendo  algo  mas  pronto  ó 
algo  mas  tarde  la  introducción  del  vapor  en  el 
cilindro,  se  reconoció  una  nueva  causa' de 
irregularidad:  resultaba  de  la  producción  mas 
ó  menos  rápida  del  vapor,  s'egun  la  actividad 
del  fuego  entretenido  debajo  de  la  caldera,  y 
por  consiguiente  déla  cantidad  variable  de  va- 
por que  llegaba  al  cilindro  por  una  misma 
abertura  en  igual  espacio  de  tiempo.  Para  que 
el  empleo  del  vapor  fuese  regular,  era  menes- 
ter evidentemente  que  la  máquina  pudiera  au- 
mentar ó  disminuir  á  voluntad  la  cantidad  to- 
mada de  la  caldera  en  un  instante,  dado,  se- 
gún que  el  movimiento  se  hace  demasiado 
lento  ó  rápido.  Ahora  bien,  hay  un  medio  muy 
sencillo  de  reconocer  por  un  cambio  de  for- 
ma, en  una  máquina,  las  diferentes  velocida- 
des, según  las  cuales  se  mueve.  Supongamos, 
en  efecto,  que  su  movimiento  sea  comunicado 
á  un  árbol  vertical  giratorio,  que  sostiene  uiv 
peso  cualquiera  adherido  por  un  hilo .  á  su 
parte  superior.  Et  peso  girará  con  el  árbol  sin 
estar  aplicado  á  él  y  se  apartará  tanto  mas 
cuanto  mayor  sea  la  velocidad  de  rotación.  Pero 
cuanto  mas  se  aleja  el  peso  del  árbol,  tanto 
mas  se  aparta  do  la  posición  vejiieal  de  equi- 
librio el  hilo  tendido  por  dicho  peso.  He  ahí, 
pues,  una  parte  de  la  máquina  cuya  forma  va 
ria  según  la  velocidad  del  movimiento.  Sustitu- 
yase ahora  el  hilo  flexible  de  que  hablábamos 
con  una  barra  rígida,  ó  mas  bien  con  un  par 
de  barritan  iguales,  cargadas  en  sus  estremi- 
dades  y  lijadas  al  eje  del  árbol  vertical  girato- 
rio, de  modo  que  dé -vueltas  can  él  y  tendre- 
mos en  la  separación  mutua  de  las  varillas, 
variaciones  que  se  trasmitirán  por  medio  de 
palancas  dobladas  al  eje  alrededor  del  cual  gira 
el  disco  que  regula  el  paso  de!  vapor  en  el  iu- 
rerior  del  tubo  alimenticio.  Será  fácil,  por  con- 
siguiente, disponer  el  aparato  de  modo  que  el 
disco  esté  completamente  cerrado  -  desde  que 
la  máquina  alcanza  la.velocídad  fijada  para 
máximum,  y  permanezca  del  todo  abierto  mien- 
tras esa  velocidad  no  pase  del  término  medio 
adoptado. 

,  Este  regulador  de  fuerza  centrifuga,  ú 
péndulo  cónico,  puede  usarse  para  regular  no 
tan  solo  la  entrada  del  vapor  en  el  pistón,  sino 
también  el  movimiento  del  fnego  de  varias  má- 
quinas diferentes,  sea  por  medio  de  un  regís- 
tro  que  haga  variar  el  tiro  de  la  chimenea,  saa 
obrando  sobre  un  distribuidor  mecánico,  para 


disminuir  o  aumentar  la  cantidad  de  carbón 
suministrada  á  cada  instante.  Este  órgano  no- 
table era  conocido  hace  mucho  tiempo  y  usado 
por  los  molineros  para  aproximar  á  apartar  l,is 
muelas  según  su  velocidad;  pero  Watt  ¡tizodo 
él  una  aplicación  muy  acertada  á  la  máquina  de 
vapor. 

Iiospues  de  haber  dado  asi  al  movimiento 
de  vaivén  de  sus  máquinas,  la  mas  perfecta 
regularidad,  Walt  se  ocupó  en  transformarla  en 
un  movimiento  de  rotación  continua.  Hemos 
visto  ya  las  soluciones  propuestas  con  este 
motivo  por  Papin  y  por  JonathanHutls  «Be  los 
numerosos  proyectos  que  me  pasaron  por  la 
imaginación,  dice  Watt,  ninguno  me  pareció 
tan  propio  para  conducirme  al  fin  propuesto, 
como  la  aplicación  de  una  simple  manija  parc- 
oída  á  la  que  usan  los  afiladores,  invención  de 
gran  mérito  cuya  fecha  no  es  conocida ,  asi 
como  tampoco  su  modesto  inventor.  Pero  d 
movimiento  en  la  muela  del  afilador  no  es  mas 
que  el  resultado  del  descenso  del  pie  obrando 
sobro  el  manubrio;  y  se  continúa  mientras  pe 
el  pie  se  levanta,  á  consecuencia  de  la  velo- 
cidad adquirida  por  la  muela,  que  en  esta  cir- 
cunstancia ejerce  las  funciones  de  volante. 
Ahora  bien,  nó  era  mi  intención  cargar  mi 
máquina  con  un  volante  cuyo  poso  hiera  capaz 
de  entretener  el  movimiento  durante  la  ascen- 
sión del  pistón.  Propuse  emplear  dos  máqui- 
nas que  obrasen  sobre  dos  manubrios  fijados 
en  el  mismo  eje  y  formando  entre  ellos  ni 
ángulo  de  IÍO  grados,  y  colocar  un  peso  so- 
bre la  circunferencia  del  volante  formando  el 
mismo  ángulo  respecto  de  cada  una  de  las  ma- 
nijas:  por  ette  medio,  el  movimiento  se  balla- 
ba  igualado,  y  solo  exigía  un  volante  muy  li- 
gero para  continuar  siéndolo. » 

Hasta  1778  y  1779  ño  intentó  Watt  ejecu- 
tar los  proyectos  que  había  concebirlo  contu- 
samente hacia  mucho  tiempo.  El  resultado  de 
los  esperimentos  que  intentó  sobrepujó  sus  es- 
peranzas, pero  habiendo  tenido'  la  inadverten- 
cia de  no  solicitar  privilegio,  fué  burlado  por 
un  operario  encargado  de  ejecutar  el  modelo, 
y  pnco  tiempo  después  se  obtuvo  un  privilegio 
á  nombre  de  Sleel  para  la  aplicación  del  ma- 
nubrio á  las  máquinas  de  vapor. 

Walt,  frustrados  sus  intentos,  tuvo  que  ape- 
lar al  complicado  sistema  de  las  ruedas  llama- 
das planetarias,  pero  lo  abandonó  tan  pronto 
como  caducó  el  privilegio  de  Steel. 

El  proyecto  de  igu.dar  el  movimiento  del 
pistón  con  el  empleo  de  un  volante,  proyecto, 
formado  por  Fitz-Gerald,  y  que  Walt  mención», 
fué  al  parecer  ejecutado,  primero  por M.  fl'as- 
brongh,  quien  se  había  aprovechado  de)  pri- 
vilegio tomado  en  nombre  do  Steel  para  el  ma- 
nubrio. Este  fabricante,  después  de  haber  com- 
binado el  volante  con  el  manubrio,  lo  aplicó  « 
sus  máquinas  de  líristol,  á  la  de  Mr.  Taylor  ra 
Sntampton,  y  á  algunos  molinos  harineros 

A  Watt  son  debidos ,-  pues,  cusí  todos  los 
adelantos  introducidos  enla  máquina  devnpor; 


857 


VAPOR 


858 


sugirió  la  idea  de  los  pistones  perfectamente 
ajustados  aunque  metálicos,  osó  los  manóme- 
tros de  mercurio,  conoció  la  alimentación  por 
medio  de  un  flotador,  etc.  etc. 

1769 —  1 829.  Orinen  y  desarrollos  sucesi- 
vos de  los  carruages  de  vapor  hasta  el  cohe- 
ktli,  locomotiva  de  R,  StepKenson.  No  he- 
mos' querido  interrumpirla  esposicion  déla 
larga  serie  de  los  trabajos  de  Watt;  añora  de- 
bemos retroceder  para  hablar  de  las  dos  apli- 
caciones mas  importantes  del  vapor,  á  saber  la 
locomoción  por  tierra  y  agua. 

Se  pretende,  como  liemos  dicho  antes,  que 
Robison  tuvo  en.  1759  la  idea  de  un  carruage 
de  vapor;  pero  admitiendo  como  fundada  esta 
pretensión  qne  carece  de  toda  prueba-positiva, 
había  mucha  distancia  dé  la  idea  y  del  deseo 
de  tener  una  máquina  de  este  género  á  la  rea- 
lización del  proyecto. 

Los  franceses  pretenden  haber  sido  los  pri- 
meros en  usar  las  locomotivas,  por  lo  que  va- 
mos á  citar: 

Se  lee  en.  las  Memorias  secretas  para  ser- 
vir i  la  historia  de  la  república  de  las  letras 
Hior  Bachaumont),   1777,  el  testo  siguiente: 

«23  de  octubre  de  1769.  Se  ha  hecho  en 
estos  últimos  dias  la  prueba  de  una  máquina 
singular,  que  adaptada  á  un  coche  debía  ha- 
cerle correr  dos^  leguas  en  una  hora,  sin  ca- 
ballos; pero  el  éxito  no  correspondió  á  lo  que 
se  esperaba:  no  corrió  mas  que  un  cnarto  de 
legnacn  sesenta  minutos.  Esta  esperiencia  se 
hizo  en  presencia  de  Gribeauval ,  teniente  ge- 
neral, en  el  arsenal  (t).» 

Después  este  otro: 
■  «1."  de  dicienibrede  1769.  La  máquina  para 
baeer  andar  un  coche  sin  caballos  es  de  Gri- 
beauval; 'se  ha  reiterado  últimamente  la  espe- 
rieocia  con  mejor  éxito,  pero  no  con  todo  el 
que  se  esperaba:  se  trata  de  perfeccionar  esta, 
máquina  que  es  de  fuego  (2).»  . 

Y  un  poco  mas  adelante: 

«20  de  noviembre  de  1770.  Hace  algún 
tiempo  que  se  habló  de  una  máquina  de  fuego' 
para  trasportar  trenes,  y  sobro  todo  de  artille- 
ría, de  laque  Gribeauval,  oficial  de  esta  arma, 
había  dispuesto  hacer  esperiencias,  que  se  per- 
feccionaron después,  basta  el  punto  que  el  mar- 
tes último  la  misma  máquina  arrastró  al  arse- 
nal una  masa  de  cinco  millones  sirviendo  de 
aúcalo  á  un  cañón  de  cuarenta  y  ocho  de  cerca 
del  mismo  peso,  y  recorrió  en  una  hora  cinco 
cuartos  de  legua.  La  misma  máquina  debe  su- 
bir á  las  alturas  mas  escarpadas  y  vencer  los 
obstáculos  que  presenten  los  terrenos  des  - 
iguales  por  altos,  ó  bajos. 

"Estas  felices  esperiencias  renuevan  los 
sentimientos  de  ¡os  que  quisieran  qne  se  usa- 
se también  la  bomba  de  fuego  para  la  elevación 
de  las  aguas,  como  se  ejecuta  en  Lóndres  (3).» 

Bachaumont  atribuye,  como  se  ve,  al  mis. 

W  Memoria*  secretas,  t.  1Y,  p,  363. 
(*J  Jbid,  t.  V,  p.  2t9. 


mo  célebre  Gribeauval  la  invención  del  primer 
carruage  de  vapor;  parece  haberse  engañado 
en  esto.  Esta  invención  la  atribuyen  oíros  á 
Ciignol,  ingeniero  francés. 

Partington  se  espresa  así  en  su  Relación 
histórica  y  descriptiva  de  la  máquina  de 
vapor .  i 

«El  empleo  de  un  mecanismo  interior  para 
hacer  mover  los  wagones  sobre  un  camino 
llano  es  de  fecha  muy  antigua;  pero  la  prime- 
ra aplicación  de  la  máquina  de  vapor  para  este 
objeto  tuvo  lugar  seguncreemos,  en  el  arsenal 
real  de  París,  entre  los  esperimentos  que  se 
hicieron  durante  el  último  siglo. 
'    ii Parece  que  hasta  1802  se  hicieron  pocos  ' 
progresos'en  el  uso  de  esta  especie  de  vehí- 
culo con  ruedas;  pero  desde  esta  última  época 
Trevilhick  comenzó  una  serie  de  esperimentos 
sobre  la  aplicación  de  la  máquina  de  alta  pre- 
sión para  este  objeto,  y  sus  resultados  después 
de  haberla  perfeccionado  se  adoptaron  des- 
pués....» 

En  uu  ejemplar  de  la  obra'  de  Partiuglon 
se  halla  una  nota  marginal  escrita  por  el  di- 
funto Gengembre,  ingeniero  constructor  de  má- 
quinas y  firmada  por  él; -esta  nota,  aue  se  re- 
fiere á  la  máquina  "francesa  á  que  alude  Par- 
tington, se  halla  concebida  asi: 

«Esta  maquinase  ve  aun  en  el  Conservato- 
rio de  artes  y  oficios;  el  autor  es  Cugnot,  mi 
primer  maestro  de  matemáticas ;  tenia  trece 
años  cuando  me  hizo  subir  en  su  carruage,  » 

Esta  interesante  comunicación  hecha  á  la 
Sociedad  de  Emulación  el  10  de  mayo  de  184S 
por  Benoit,  antiguo  oficial  de  estado  mayor,  se 
halla  consignada  en  el  Boletín  de  la  sociedad, 
en  la  misma  página  297.  La  Biografía  univer- 
sal da  sobre  Cugnot  y  su  máquina  los  siguien- 
tes pormenores: 

«Nicolás  José  Cugnot,  nacido  en  Voit,  en 
Lorena,  el  25  de  febrero  de  1725,  muerto  en 
París  el  2  de  octubre  de  1804,  habia  servido 
desde  su  juventud  en  Alemania  en  calidad  de 
ingeniero;  y  después  de  haber  pasado  al  ser- 
vicio del  príncipe  Garlos,  á  los  Países  Bajos,, 
fué  á  París  en  1763.  En  Bruselas  ejecutó  un 
carro  que  no  era  movido  mas  que  por  el  fuego 
y  el  vapor  de  agua.  El  duque  de  Clioiseul.  mi- 
nistro de  la  Guerra  le  encargó  hiciese  construir 
un  gran  carruage  sobre  ios  mismos  principios; 
se  ejecutó  en.  el  arsenal  y  se  puso  á  prueba. 
Este  carruage  existe  aun  en  el  Depósito  dé  las 
máquinas  en  París.  La  gran  violencia  de  sus 
movimientos  no  permitía  dirigirla,  y  en  la  pri- 
mera prueba  destruyó  el  lienzo  de  una  pared 
que  se  halló  en  su  dirección  lo  que  impidió 
hacer  uso  de  ella.» 

Ya  en  1847  Rouget  de  tlsle  Jiabia  hecho  á 
la  Sociedad  de  Fomento  una  .comunicación  en 
que  se  halla  el  testo  siguiente: 

«En  el  registro  de  las  actas  del  Instituto 
(año  VI  ó  171)8)  se  lee  una  nota  relativa  á  un 
carruage  movido  por  vapor,  cuyo  autor  es  el 
ciudadano  Cugnot. 


VAPOB 


»Los  ciudadanos  Coulomb,  Perrier,  liona- 
parte  y  Prony  estaban  encargados  de  presentar 
un  informe  sobre  esta  máquina,  que  ofrece  al 
mismo  tiempo,  dice  !a  ñola  consignada  en  el 
acta  de  ta  sesión  de  la  Academia,  consideracio- 
nes sobre  el  mejor  medio  de  aplicar  la  acción 
del  vapor  á  los  trasporte?  de  fardos  (1),» 

El  carro  de  vapor  de  Cugnot  existe  aun 
hoy  y  pueden  verlo  todos  en  las  colecciones 
del-Conservatorio  de  Arles  de  París  y  oüciuas. 
La  Ilustración  en  sn  número  4(12  (viernes  8 
de  noviembre  de  1 850)  dio  uña  figura  que  re- 
producimos con  el  núm.  47  (lám.  LXIX  de  las 
Arles  mecánicas.) 

-  «Desde  el  año  1772  en  l'iladelü'a.  Oliverio 
Evans  se  ocupaba  de  sustituir  \procedimienlos 
mecánicos  á  los  caballospara  los  trasportes  so- 
bre ruedas  ordinarias,  y  en  1786  solicitaba  cié. 
los  Estados  de  Pensilvania  un  privilegio  para 
la  aplicación  del  vapor  á  los  molinos  y  vehí- 
culos; en  1804  construyó  el  primer  carruage 
de  vapor  que  vieron  los  Estados  Unidos,  y  io 
hizo  funcionar  en  las  calles  de  FiladelBa. 

«En  1784  Watt  tomaba"  ira  privilegio  en 
Inglaterra  para  la  aplicación  de  ¡a  máquina' de 
vapor  á  los  carrnages  ordinarios. 

«En  180í¿  Trevithick  y  Vivían,  en  Inglaterra, 
emitieron  la  misma  idea;  y  dos  años  mas  tarde 
en  1 804  la  aplicación  á  la  construcción  de  tina 
máquina,  que  hicieron  circular  por  el  camino 
de  hierro  de  Merthy-Tydvil,  disgustados"  por 
las  dificultades  de  indo  género  que  ofrecía  su 
empleo  en  los  caminos  ordinarios. 

«La  máquina  de  Trevitbiclc  y  Vivían  no  te- 
nia mas  "que  un  solo  cilindro,  colocado  hori- 
zontalmente ;  el  émbolo  trasmitia  su  movi- 
miento á  las  ruedas,  por  medio  de  una  biella 
ó  brazo,  y  de  dos  engranages.  Esta  máquina 
tenia  un  gran  defecto,  del  que  no  se  eximieron 
las  posteriores,  porque  se  lardó  mucho  cu  ha- 
llar el  medio  de  evitarlo.  El  defecto  consistía 
en  una  caldera  que  no  producía  suficiente  va- 
por para  el  servicio  de  la  máquina.  De  aquí  re- 
sultaba que  la  máquina  después  de  haber  ca- 
minado algún  tiempo  se  detenta  por  si  misma, 
y  no  podia  continuar  funcionando  hasta  que  se 
hubiese  introducido  en  ella  cierta  cantidad  do 

vapor  La  opinión  dominante  entonces  era 

de  que  se  encontrarían  diNcilHades  insupera- 
bles en  la  falta  de  adherencia  de.  las  ruedas' 
sobre  la  superlicie  llana,  y  esta  opinión  fué  el 
principal  obstáculo  á  toda  aplicación  ulterior 

de  esta  máquina  ,  Estos  primeros  ensayos 

no  dieron  lugar  á  una  aplicación  continua  del 
vapor  al  trasportesobre  los  caminos  de  hierro, 
que  comenzaban  á  construirse  en  Inglaterra 
para  el  servicio  de  las  minas  de  carbón  de 
piedra. 

«En  1811  Blenkisop  construyó,  para  el  ca- 
mino de  hierro  de  Middleton  en  Leeds,  má- 
quinas locomotoras  en  que  las  ruedas  no  teuian 
otro  destino  que  el  de  sostener  el  aparato. 

(I)  Boletín  de  la Soc.  de  fomentó-,  1847,  p.  657. 


Uno  de  los  carriles  llevaba  lateralmente  una 
serio  de  dientes  en  que  entraban  los  de  una 
rueda  puesta  'en  movimiento  por  dos  piño, 
nes- armados  cada  uno  de  un  manubrio  v 
puestos  en  movimicnlo  por  una  biella  ádlfe'rí 
da  al  émbolo  de  un  cilindro  vertical  colocado 
sobre  la  caldera.  Los  dos  manubrios  estaban 
colocados  en  ángulo  recto  para  facilitar  el  pa- 
so de  los  émbolos-  en  el  punto  muerto  Es- 
tas máquinas  sirvieron  durante  doce  años  pa- 
ra él  trasporte  de  carbón  de  piedra.» 

La  fig.  2í,lám.  LXÍ  P"  representa  este  apa- 
rato, BU  es  el  carril  con  la  cremallera  de  dien- 
tes h,  h,  h,  do  0D,0í.  ó  ü'",07.  En  cuanto 
á  la  máquina,  ofrece  la  siguiente  disposición: 
la  caldera  cilindrica  se  calienta  por  un  tubo" 
que  la  atraviesa  en  toda-su  estertslon.  Los  ci- 
lindros a,  a,  se  colocan  en  lo  .interior;  el  va- 
por, después  do  haber  obrado  sobre  los  émbo- 
los salé  á  la  atmósfera  por  el  (ubo  s.  Las  Me- 
llas b,  h,  fijadas  en  las  barras  do  los  émbolos 
hacen  mover  los  manubrios  c,  c,  y  por  con- 
siguiente los  piñones  d,d,  que  engranan  con 
la  rueda  dentada  e.  El  eje  de  esta  rueda  es  mas 
largo  que  el  tren  del  carruage  y  lleva  en  su 
eslreniidad  una  gran  rueda  dentada  f,  que  en- 
grana con  la  cremallera. 

«En  IS'12  Willan  y  Eduardo  Oluipmnn,  en 
1S13  Brunton  hicieron  ensayos  fundados  en 
la  idea  de  la  insuficiencia  de  la  adherencia,  que 
querían  aumentar  con  engranages ,  horqui- 
llas, etc.  Estas  tentativas  ño  tuvieron  éxito. 
La  máquina  de  Urunton  se  representa  en  la  fi- 
gura 25,  Wwí.  LXIV. 

«En  la  misma  época  Dlakett,  después  de 
numerosos  ensayos  ejecutados  en  el  camino 
de  hierro  de  Wylaux,  demostró  que  la  frota- 
ción ó  adherencia  de  las  ruedas  sobre  los  car- 
riles, suministraba  un  punto  de  apoyo  sufi- 
ciente: y  combinado  este  principio  con  el  em- 
pleo de  los  dos  cilindros  de  Blenkisop  llegó  á 
ser  la  base  del  sistema  de  locomoción  que  lia 
tomado  en  estos  últimos  años  un  desarrollo  tan 
considerable.  Cugnot  habia  empleado  también 
dos  cilindros  en  su  galera  de  vapor;  pero  ara- 
bos eran  de  simple  efecto,  y  siendo  necesa- 
riamente alternativo  el  juego  de  los  dos  ém- 
bolos, se  hallarán  á  la  vez  en  uno  de  los  dos 
estreñios  de  su  curso;  al  paso  que  en  la  má- 
quina de  Blenkisop  estando  adheridos  a  un 
mismo  eje  los  dos  manubrios  el  eje  del  émbo- 
lo se  hallaba  en  medio  de  su  curso  cuando  el 
otro  e>taba  en  el  estremo.  Esta  disposición 
aseguraba  la  marcha  y  continuidad  del  movi- 
miento en  las  pequeñas  velocidades.  Añada- 
mos, sin  embargo,  que  el  principio  mecánico 
de  los  manubrios  cruzados  era  ,ya  muy  cono- 
cido en  aquella  época. 

«Jorge  Stephenson  construyó  para  la  mina 
de  carbón  de  k'illing-Worth,  durante  el  año  de 
1 8 1 4 ,  una  máquina  con  cuatro  ruedas,  acoplados 
por  medio  de  una  cadena  sin  fln  arrollada  sobre 
dos  ruedas  dentadas  colocadas  en  medio  de 
cada  eje;  se  hallaba  colocado  un  cilindro  ver- 


ticalmente  sobre  la  caldera,  en  k  parte  supe- 
rior dg  cada  eje  y  le  comunicaba  el  movirnien- 
lopor  medio  dedos  biellas  verticales  aplicadas 
á  los  asiremos  de  un  travesano  como  en  la 
aáqitina  de  Trevilhiek  y  Vivían;  el  juego  de 
los  dos  émbolos  era  cruzado.  Esía  máquina  re- 
molco en  una  pendiente  de  Old,002  por  metro 
mi  peso  de  30  toneladas,  con  una  velocidad 
je  (;  kilómetros  y  '/,  Por  |lora-  ^  caldera  era 
cilindrica,  tenia  2™, 44  de  longitud  y  l^SG  de 
diámetro:  estaba  atravesada  por  un  tubo  inte- 
rior de  O"1, 51  de  diámetro,  que  contenia  la 
lioruiila;  los  cilindros  tenían  0m,20  de  diáme- 
Iro  y  0m,6 1  de  juego, 

«En  1815  construyó  una  máquina,  dis- 
pnesla  sobre  el  mismo  principio  poro  tenien- 
do entre  los  dos  ejes  gobernados  directamente 
por  los  cilindros,,  un  tercer  eje  ligado  á  los 
oíros  dos  por  una  cadena  sin  fin.» 

la  máquina  eb  bailaba  suspendida  sobre 
los  ejes  por  medio  de  cilindros  de  los  que  ca- 
da uno  contenía  un  émbolo  solidario  con  la 
caja  de  engrasar  y  oprimido  sobre  la  super- 
ficie superior  por  el  agua  de  la  caldera;  esta 
disposición  tenia  por  efeclo  debilitar  los  cho- 
ques y  bacer  obrar  al  vapor  como  un  resorte 
Hasta  1830  estas  máquinas  conservaron  una 
marcada  superioridad  sobre  todas  las  que  se 
construyeron  durante  el  mismo  periodo  de 
tiempo,  gracias  á  las  mejoras  que  introdujo 
en  ellas  su  autor.  Se  suprimió  el  eje  interme- 
dio; la  cadena  sin  fin  fué  reemplazada  por  una 
biella  de  acoplamiento  esterior;  se  aplicaron 
resortes  de  acero  para  suspender  la  caldera  y 
el  mecanismo  sóbrelos  ejes.  Se  dispuso  una 
comba  de  presión  sujeta  á  uno  de  los  trave- 
sanos que  gobernaban  las  Mellas  motoras,  pa- 
ra renovar  ei.  agua  de  la  caldera,  tomándola 
de  una  caja  colocada  en  un  carruage  de  pro- 
visión. Las  ruedas  con  cubos  y  rayos  de  hier- 
ro colado  estaban  cercadas  de  hierro ;  ¡os  ti- 
radores eran  gobernados  por  escéntricos.  Es- 
las  máquinas,  asi  perfeccionadas,  pesaban  cer- 
ca tle  10  toneladas  con  su  provisión,  y  remol- 
caban un  tren  de  30  toneladas,  incluso  el  pe- 
so de  los  wagones  con  una  velocidad  de  10 
kilómetros  por  hora.  La  tendencia  do  los 
constructores  debió  consistir, naturalmente  en 
aumentar  la  disminución  de  las  calderas;  pero 
niny  pronto  se  llegó  al  limite  del  peso  com- 
patible con  la  débil  dimensión  de  los  carri- 
les entonces  empleados  (l;, 

Las  fiys.  26  y  27  dám.  LXIVy  LXV¡)  pre- 
senten en  alzada  lateral  y  de  frente  la  máqui- 
na de  Stepbenson,  con  las  perfecciones  queuna 
práctica  muy  larga  introdujo  en  ella  sucesi- 
mente. 

Los  cilindros  A  A  colocados  vertic-aímeute, 
penetraban  en- parle  de  la  caldera.  Las  barras 
de  los  émbolos  ligadas  á  las  piezas  trasver- 
sales BB,  CC,  eran  guiadas  en  su  curso  por  las 

"  U  |  Guia  de l  Mecánica  constructor  y  andador  de 
máquinas  locomotoras,  por  Chalelier,  Flactial,  Pe- 
tiQt  y  Poloncoau. 


directrices  s,  s,  [ijadas  por  una  parte  en  ce, 
en  lo  alio  del  cilindro,  y  mantenidas  en  la 
otra  por  piezas  horizontales  d,  d.  Las  biellas 
B¡),  CO, adheridas  á  la  eslremídad  de  los  tra- 
vesanos BB,  CC,  estaban  ligadas  por  medio  de 
los  muñones  D,  D  con  uno  de  los  rayos  de  las 
ruedas  de  la  máquina.  Los  rayos  que  de  esta 
suerte  formaban  manubrio ,  eran  reforzados 
por  una  pieza  de  hierro  circular  que  los  reunía 
A  los  rayos  próximos. 

Hemos  dicho  que  los  dos  manubrios  debían 
estar  siempre  en  ángulo  recto.  Este  resultado 
se  obtenía  por  la  siguiente  disposición.  El  mu- 
ñón D,  en  que  estaba  fija  la  biella  BD,  llevaba 
una  pieza  de  hierro  circular  D/,  que  compren- 
día un  ángulo  de  00°.  El  punto  /  obedecía  asi 
al  mismo  movimiento  que  el  muñón  D  de  la 
biella  CD,  y  estos  dos  puntos  podian  reunirse 
por  una  barra  fgD,  que  estableciendo  una  co- 
municación constante  entre  las  dos  partes  del 
sisteoia,  mantenía  los  émbolos  en  su  posición 
relativa. 

El  movimiento  alternativo  de  los  émbolos 
era  producido  por  un  oajon  ó  tirador  que  ponia 
sucesivamente  en  comunicación  las  partes  in- 
feriores y  superiores  de  los  cilindros  con  la 
caldera  y  el  tubo  de  descarga  rr.  Este  último 
penetraba  en  la  chimenea  y  producía  asi  una 
salida  de  vapor  que  aceleraba  la  corriente  de 
aire  cálido  y  aumentaba  !a  marcha.  El  eajou  se 
ponia  en  movimiento  por  un  eseéntrlco  monta- 
do sobre  el  eje. 

La  bomba  impelente  P  se  ponia  en  movi- 
miento por  una  barra  {,  fijada  en  el  balancín 
trasversal  de  la  máquina..  Estij  bomba  tomaba 
agua  por  medio  de  un  cario  flexible  en  la  bal- 
sa del  tender  ó  furgón.  La  caldera  estaba  ro- 
deada de  una  camisa  de  tablas  delgadas,  para 
disminuir  la  pérdida  del  calórico  debida  al 
contacto  con  el  aire  esterior. 

«En  1825,-Haclcworlh  introdujo  una  mejora 
importante  en  el  mecanismo,  disponiendo  los 
cilindros  lateralmente  á  la  caldera,  y  haciendo 
funcionar  á  ambos  sobre  el  mismo  eje  y  con- 
servando las  biellas  de  acoplamiento  estertores 
para  comunicar  el  movimiento  al  otro  eje  y  ha- 
cer concurrir  la  adherencia  de  sus  ruedas  á  la 
producción  del  movimiento. 

«La  máquina  locomotiva  había  llegado  en 
1825  á  un  estado  de  progreso  muy  satisfacto- 
rio comparativamente  con  el  punto  de  partida; 
pero  la  potencia  se  hallaba  limitada  por  la  di- 
mensión de  las  calderas,,  que  no  podian  produ- 
cir mas  que  una  débil  cantidad  de  vapor,  faltan- 
do por  lo  tanto  que  dar  un  paso-  considerable. 
Un  ingeniero  francés,  Scguin  mayor,  director 
del  camino  de  hierro  de  Lion  á  San  Estébán 
hizo  venir  en  aquella  época,  de  luglaterráj 
una  máquina  locomotiva;  después  de  nume- 
rosas observaciones  y  esperiencias  consecu- ' 
tiras  sobre  los  medios  propios  pura  aumen- 
tar la  potencia  de  evaporizados  de  estas  má- 
quinas ,  y  por  consecuencia  su  velocidad, 
imaginó  introducir  en  la  caldera  un  número 


863 


VAPOR 


86Í 


considerable  de  tubos  de  pequeño  diámetro  y 
poco  grueso,  y  aumentó  de  este  modo,  en  una 
proporción  considerable,  la  superficie  de  con- 
tacto de  los  gases  cálidos  producidos  por  la 
combustión  cori  el  agua  que  debía  reducirse  á 
vapor.  No  bastaba  aumentar  la  superficie  de 
caldeamiento,  se  necesitaba  también  aumentar 
'  la  actividad  déla  combustión,  que  el  tiro  natu- 
ral de  una  chimenea  de  dimensiones  muy  re- 
ducidas dejaba  insuficiente;  Scguin  mayor  se 
sirvió  de  un  ventilador  puesto  en  movimiento 
por  el  juego  de  la  misma  maquina,  y  que  co- 
locó primero  debajo"  de  la  hornilla,  y  des- 
pués en  la  chimenea;  tomó  un  privilegio  en 
Francia  el  20  de  diciembre  de  1827  para  la 
realización  de  estas  dos  idea¿'cuya  aplicación 
hizo  el  mismo.  Dos  años  después  en  el  con- 
curso abierto  sobre  el  camino  de  hierro  de  Lt- 
;  verpool  á  Manchester,  II.  Stephenson,  hijo  de 
Jorge,  hizo  en  Inglaterra  la  aplicación  del 
principio  de  los  tubos  de  humo  que  Booth, 
tesorero  de  este  camino,  había  imaginado  y 
propuesto  por  su  parte. 

«El  ventilador  de  Seguin  mayor  era  poco 
cómodo  y  ofrecía  diversos  inconvenientes,  no 
vaciló,  á  imitación  de  los  constructores  ingle- 
ses en-sustituirle  el  cañón  soplador  que  lanza 
á  la  chimenea  el  vapor,  después  de  funcionar 
este  en  los  cilindros.  'Este  método  ingenioso 
contribuyó  tanto  quizas  como  el  empleo  de 
los  tubos  á  elevar  la  máquina  locomotora  al 
grado  de  potencia  y  velocidad  en  que  se  en- 
cuenlra  ahora  (1).» 

Hemos  dichoya  que  el  empleo  de  un  chor- 
ro de  vapor  en  un  cañón  de  chimenea  para  ac- 
tivar la  combustión  de  la  hornilla  se  indicó  por 
Fílíberto  de  Lorme. 

La  primera  aplicación  industrial  de  esía 
idease  ensayó  al  parecer  por  Mannoury-Dectot, 
quien  en  14  y  21  de  agosto  de  1818  tomó  pri- 
vilegios de  invención  y  perfección  para  diver- 
sos motores,  á  los  cuales  aplicaba-  las  propie- 
dades de  arrastre  que  habia  reconocido  en  un 
chorro  rápido  de  cualquiera  fluido,  agua,  aire 
ó  vapor.  Proponía,  entre  otros,  para  reempla- 
zar los  fuelles  mecánicos  de  los  altos  hornos, 
unos  tubos  en  que  un  chorro  de  vapor  delgado 
determinaba  la  producción  de  una  corriente  de 
aire  Tapido.  Esta  disposición  es  exactamente 
la  que  se  emplea  aun  para  quemar,  en  corrien^ 
le  de  aire  forzado,  ciertos  combustibles  del- 
gados y  muy  menudos  sobre  las  rejillas  de  las 
máquinas  lijas. 

A  Jorge  Stephenson  debemos  la  primera 
aplicación  del  chorro  de  vapor  á  las  locomoto» 
ras.  Ho  conocemos  la  fecha  exacta  de  esta  in- 
novación; solamente  sabemos  qué  existia  en 
muchas  de  las  máquinas  que  se  presentaron, 
el  C  de  octubre  de  1821),  en  el  concurso  deF 
camino  de  hierro  de  Liverpool  á  Manchester,  y 
que  ya  entonces  era  del  dominio  público,  pues- 
Ip  que  se  empleaba  por  constructores  diferen- 

• ,  (l)  Guia  <feí  mecánitso,  «te, 


tes;  sin  embargo,  era  muy  reciente,  porque 
no  se  hallaba  en  otras  máquinas  presentadas 
igualmente  del  CQnciirso. 

Alguna  vez  se  ha  atribuido  á  Pelletaa  la 
primera  aplicación  del  chorro  de  vapor  al  tiro 
de  las  chimeneas;  pero  es  un  error,  porque  el 
privilegio  de  este  físico  es  de  30  de  junio  de 
1830,  y  solamente  !en  la  misma  época  hizo 
realizar  esta  aplicación  en  diversas  máquinas 
y  especialmente  en  el  barco  de  vapor  la  Ciudad 
de  Sens,  que  hacia  el  servicio  del  Alto  Sena. 

£q  el  concurso  de  1829,  de  que  acabamos 
de  hablar,  el  cohete  que  R.  Stephenson  liabia 
hecho  entrar  en  compelencia,  y  que  consiguió 
el  triunfo,  comprendía  la  mayor  parte  de  las 
disposiciones  del  mecanismo  que  se  encuentra 
aun  en  las  máquinas  actuales,  y  que  no  lian 
recibido  mas  que  perfeccionamientos  en  las 
que  el  mismo  II.  Stephenson  lomó  una  gran 
parte.  La  historia  de  Ips  adelantos  sucesivos, 
que  contando  desde  el  concurso  de  1829  han 
elevado  la  máquina  locomotora  al  grado  depo- 
tencia  y  perfección  que  posee  en  la  actualidad, 
supone  un  conocimiento  profundo  de  los  por- 
menores de  construcción,  y  por  consiguiere 
no  es  de  esle  lugar. 

1773 — 1807.  Primeros  ensayos  auténti- 
cos denavegacion  de  vapor,  y  establecimiento 
definitivo  de  esta  navegación.  Ya  hemos  men- 
cionado, en  su  órden  cronológico,  la  idea  pri- 
mitiva que  Papin  había  emitido  cu  1690  y  des- 
arrollado en  1695  de  la  aplicación  del  vapor  á 
la  navegación.  Hemos  visto  que  posterior- 
mente, en  1730  Jonalhan  Hulls  liabia  propues- 
to un  mecanismo  que  jamás  se  puso  aprueba, 
y  que  niuy  luego  se  olvidó  Muy  poca  tenden- 
cia á  ello  debían  tener  las  ideas,  á  mediados 
dol  siglo  XVIII,  puesto  que  la  Academia  de 
Ciencias  de  Parts,  habia  sacado  á  concurso 
en  1753,  la  investigación  del  medio  de  suplir 
la  acción  de  viento  para  las  grandes  embarca- 
ciones, y  Daniel  Beniouílli,  á  quien  se  conce- 
dió el  premio,  mencionaba  apenas  la  acción  del 
vapor,  y  concluía  que  se  debía  «perder  toda 
.esperanza  de  poder  sustituir  en  las  embarca- 
ciones mayores,  con  algún  éxito  notable,  las 
fuerzas  motrices  de  las  cosas  naturales  á  ios 
trabajos  de  los  hombres,  á  no  ser  en  casos 
particulares  que  no  exigiesen  semejantes  fuer- 
zas, sino  para  poco  tiempo  (!).»  No  obstante, 
Gaulier  so  habia  pronunciado  por  las  máquinas 
de  vapor.  Indicaba  dos  medios  de  frasforniar 
el  movimiento  de  vaivén  en  circular  continuo, 
y  proponía,  entre  otras  precauciones,  pfni 
evitar  los  accidentes,  aplicar  sobre  las  calde- 
ras un  enrejado  de  hierro.  Los  remos  movibles 
ensayadas  por  Du  Quet,  en  1  593,  le  parecían 
preferibles  á  las  demás  máquinas  que  pueden 
reemplazar  á  los  remos  ordinarios  \i\ 
Asimismo,  en  las  Memorias  secretas  de 

(1)  Colección  de  las  piaat  mte  ha»  ««jMujJ 
loi  premiat  de  la  Academia,  t.  TU,  premio  de 
pápiina  98.  .  ... 

(2)  Memorial  de  la,  Sociedad  fleaf  de  Ifm*,  h  Wi 


gfiS 


VAPOR 


80G 


jachaumont  encontramos  el  vestigio  mas  anti- 
guo de  los  ensayos  realmente  hechos  para  la 
aplicación  de  li  fuerza,  motriz  del  vapor,  Ee 
aqui  la  preciosa  indicación  que  se-  halla  en 
ellas. 

«'27  de  mayo  de  177  íi.  Puede  recordarse 
que  hace  cercado  tres  años  se  Había  ad  apiado 
a  un  carruaje  una  máquina  de  fuego,  por  cu- 
yo medio  se  podía  trasportar  artillería  con  mu- 
cha celeridad;  que  los  esperimunUis  so.  hicie- 
ron en  el  arsenal,  algún  tiempo  antes  del  des- 
tierro del  duque  de  Choiseul,  bajo  la  inspec- 
ción de  Gribeuuval,  teniente  general.  Algunos 
¡ulcligentes  acaban  de  ada  piar  esla  máquina  á 
ua  barco,  que  sin  el  auxilio  de  caballos  podrá 
recorrer  el  rio  á  poca  costa 

Otro  ducuraeulo  impreso  viene  á  completar 
estos  primeras  indicaciones.  Se  lee,  en  efecto, 
en  los  Ensayos  sobre  las  máquinas  hidráuli- 
cas, publicados  cu  París  en  1777  por  el  mar- 
qués Diicrest,  el  texto  siguiente; 

«Se  ve,  por  lo  que  aqui  decirnos,  á  cuan- 
tos usos  diferentes  en  todas  las  manufacturas 
podría  aplicarse  la  máquina  de  fuego  que  han- 
la  hoy  no  ha  servido  mas  que  para  elevar  las 
aguas;  deseo  que  esta  obra  abra  los  ojos  sobre 
la  inlinita  utilidad  que  puede  sacarse  de  aque- 
lla. Un  artista  célebre  pur  sus  conocimientos  y 
labilidad  cu  la  mecánica  iia  trabajado  mucho 
sobre  esla  materia  'consiguiendo  elevar  las 
bombas  de  fuego  al  mayor  grado  de  perfec- 
ción quizás  á  que  pueden  llegar.  Aunque  su 
trabajo  haya  tenido  principalmente  por  objeto 
la  elevación  de  las  aguas,  sin  embargo,  com- 
prendió que  siendo  la  fuerza  del  vapor  el  mo- 
tor mas  poderoso  y  á  la  vez  mas  sencillo  que 
puede  emplearse,  comprendió,  repito,  que  pue- 
de servir  para  imprimir  ei  movimiento  á  toda 
especie  de  cualquiera  máquina;  m  su  conse- 
cuencia concibió  la  idea  de  hacer  caminar  los 
barcos  por  ima  máquina  da  fuego,  é  hizo  la 
experiencia  en  el  Sana,  de  lo  que  fui  testigo. 
Uuclio  falló  para  que  este  esperinieuto  tuviese 
lodo  el  éxito  que  podía  esperarse:  muchas 
causas,  que  seria  muy  difuso  mencionar  aqui 
detalladamente,  contribuyeron  á  su  mal  éxito: 
una  lie  las  principales  fué  el  poco  grueso  del 
cilindro  (¿f.o  Mas  adelante  se  hallan  los  teelos 
siguientes. 

«...  Una  máquina  de  fuego  como  la  de  Mon- 
Irclaís  es  suficiente  para  hacer  caminar  los. 
barcos  contra  la  corriente,  empleando  direc- 
tamente el  efecto  del  embolo,  como  lo  ejecutó 
terrier  para  la  máquina,  á  cuyo  esperiniento 
i|iiibo  tener  la  honra  de.  invitarme.... 

«Mi  opinión,  es  por  lo  tanto,  que  es  muy 
posible  el  hacer  caminar  los  barcos  contra 
la  corriente  por  medio  de  las  máquinas  de 
fuego. 

'    «?¡o  entro,  por  lodanto,  en  ningún  porme- 

p.  231  y  sfguiertí;  El  Año  lUárario,  por  Fierou, 
'•  H  p.  93. 

W  Memorias  Sc-crctat,  t.  VI,  p.  360. 

(5)  «Mayos,  etc.,  p.  124.  j 

uiulioteca  i'oraun. 


no'r  sobre  la  ejecución  desemejante  máquina 
Mi  objeto  aqui  no  es  mas  que  probar  su  posi- 
bilidad general.  Por  lo  demás,  nunca  serian 
demasiados  los  elogios  que  yo  podría  prodigar 
al  mecanismo  ingenioso  de  Mr.  Perrier,  cuyos 
talentos  para  la  mecánica  son  tan  ventajosa- 
mente conocidos  del  publico;  tampqcp  "dudo 
que  tendrá  buen  éxito.  aumentando  mucho  el 
diámetro  del  cilindro.....  (I).»' 

De  estos  diversos  documentos  resulta  que 
el  proyecto  de  construir  un  barco  de  vapor  eso. 
París  se  concibió  cu  la  primavera  de  1773;  y 
que  un  ensayo  de  este  género  se  había  ejecu- 
tado por  Perrier,  autesde  l."  deenero  de  1777 
fecha  de  ia  aprobación  concedida  por  el  cen- 
sor real  Mimluela  al  manuscrito  Jal .  marqués 
Ducresl;  Sin  embargo,  parece  que  la  cita  de 
Bachaumoii  se  retiere  á  una  esperiencia  ante- 
rior á  ¡a  de  Perrier,  según  el  testimonio  con- 
signado por  Mdntgery  en  una  noticia  publica- 
da sobreFultonenel  mes  dé  diciembre- de  1 82  2. 
«El  primer  barco  de  vapor,  dice,  p.ii  cee  haber- 
se ejecutado  en  1774,  en  París,  rreule  al  Cam- 
po de  Marte.  El  conde  de  Anxiron  dtrigió  su 
construcción.  La  máquina  de  vapu¡  .:o  tenia  la 
fuerza  conveniente:  el  barco  cauri. :¡i;)a  mal,  y 
la  compañía  que  sufragaba  los  gastos  del  espe- 
rimento juzgó  que  la  navegación  por  el  vapor 
no  reemplazaría  económicamente  ctp  el  Sena 
á  la  marcha  ordinaria  de  los  barcfis ,  f  abando- 
nó esta  empresa*.  Estos  hechos  se  lúe  lian  ve- 
i'iíicado  por  dos  testigos  oculares:  .  mas,  que 
es  aun  empleado  en  la  bomba  de  i  haillot,  y 
el  difunto  Perrier  mayor,  fundador  de  este  es- 
tablecimiento. , 

«El  mismo  i'errier  repitió  en  el  siguiente 
año,  1775,  el  especimenlo  del  conde  de  Au- 
xiron.  Se  sirvió  de  un  barco  pequeño  que  al- 
quiló, y  de  una  pequeña  máquina  di;  vapor  que 
se  hallaba  abandonada  en  sus  talleres.  Una  es- 
peculación sobre  este  nuevo  género  de  tras- 
porte no  le  pareció  muy  ventajosa  para  pre- 
ferirla á  las  empresas  en  que  había  ya  com- 
prometido sil  tiempo  y  su  fortuna.  Sin  embar- 
go, en  sus  momentos  de  ocio  se  ocupó  aun 
coa  frecuencia  de  la  navegación  por  ej  va- 
por (2).» 

Se  lee  en  el  Diccionario  de  la  Industria 
t.  1,  pág,  36-1:  «Cullon  de  la  Ploaibiere,  en 
agoslo  de  1776  Labia  anunciado^  que  se  pro- 
ponía encontrar  el  medio  de  hacer  caminar  los 
barcos  coutra  le  corriente  por  una  máquina  de 
fuego.  Las  esperiencias  que  hizo  <  e  esta  po- 
tencia y  de  sus  efectos  aplicados  a  la  marina 
le  convencieron  de  que  esta  máquina  era  ca- 
pa» en  las  mas  violentas  corrientes  de  arras- 
trar desde  Rúan  á  i'aris  en  mencrl  de  cinco  días 
cuatro  grandes  barcos  cargados,  y  que  el  gas- 
to no  escederia  de  3QÜ  francos.». 

Según  una  carta  publicada  por  Uerard  en 

(I)  Ibid,  p.  129  y  siguiente; 
2)  Anules  de  la.  industria  franres¡\  y  otr'mgtra* 
t,  VIII,  P-  297,  diciembre  de  1832. 

1'.    XXXIIIí  ¿5 


fi67 


VAPOB 


el  Diario  de  los  Debates  [ib  inessídor  tifia  IX, 
pág,  4),  eí  ábate  de  Ama!,  canónigo  deAlaix, 
regaló  al  gobierno  y  á  la  Academia  de  Ciencias 
de  París  en  1781  el  modelo  de  un  barco  de 
vapor  pava  "remolcar  los  navios.  «Hecha  la 
esperiencia  en  pequeño;!'  dice  Bcrard,  «tuvo 
feliz  éxito.»  El  hecho  se  baila  consignado  en 
el  acia  de  la  Academia  de  las  Ciencias,  sesión 
do  9  de  mayo  de  1781. 

El  marqués  de  Jouffroy  es  ciertamente  el 
primero  que  construyó  un  barco  de  vapor,  de 
grandes  dimensiones.  Hizo  establecer  en  Lion, 
en  I7S2,  un  barco  que  tenia  42>",40  de  longi- 
tud sobro  4 mj 54  de- amplitud,  movido  por  una 
máquina  de  vapor  de  un  solo  cilindro  de  cer- 
ca de  65  centímetros  de  diámetro.  El  barco  y 
la  máquina  pesaban  juntos  G4  toneladas;  lleva- 
ba 0m,975  de  agua  y  movia  un  peso  de  18S 
toneladas.  Su  mayor  amplitud  era  igual  á  cer- 
ca de  tres  quintas  parios  de  su  longitud  total 
bacía  la  proa,  y  estaba  atravesado  en  este  lu- 
gar por  un  árbol  movible  sobre  dos  cilindros 
de  fricción  colocados  cerca  de  los  bordes;  y 
en  el  árbol  babia  dos  ruedas  con  palas.  La  co- 
municación del  movimiento  muy  sencilla  y 
conforme  á  Ja  vez  oon  la  quePapin  babia  in- 
dicado en  1690,  se  debia  á  la  acción  de  una 
doble  cremallera  do  roquetes  que  obraba  cons- 
tanlcmeníe  sobre  una  parte  acanalada  del  ár- 
,boi  giratorio,  de  suerte  que  determinaba  un 
movimiento  de  rotación  continua,  cediendo  los 
roquetes  superiores  cuando  empujaban  los  in- 
feriores, y  reciprocamente.  Resulta  de  un  acta 
de  notoriedad  rcdacleda  en  Lion,  el  19  de 
agosto  de  1783,  que  el  15  de  julio  anterior 
Jouffroy  consiguió  que  el  barco  caminarse  por 
espacio  de  un  cuarto  de  borá, contra  la  corrien- 
te del  Saona,  que  se  bailaba  entonces  sobre 
aguas  medias.  Esta  acta,  cuya  minuta  se  baila- 
ba aun  en  1810  en  el  estudio  del  notario  11a- 
rond,  se  remitió  á  Calonne,  de  quien  se  soli- 
citaba un  privilegio  eselusivo  duranio.  quince 
años.  íParece,  respondió  este  ministro,  que  la 
prueba  beclia  en  Lion  no  llenaba  suficiente- 
mentólas  condiciones  requeridas;  mas  si  por 
medio  de  la  bomba  de  fuego  consiguieseis  que 
rin  barco  cargado  de  trescientos  miliares  re- 
corriese sobre  el  Sena  el  espacio  de  algunas 
leguas,  y  que  el  éxito  de  esta  prueba  se  com- 
pruebe en  París  de  una  manera  auténtica,  que 
no  deje  duda  alguna  sobre  la  ventaja  de  vues- 
tros procedimientos,  podejs  confiar  en  que  se 
os  concederá  un  privilegio  limitado  á  quince 
años,'  como  anteriormente  os  lo  manifestó  Joly 
de  Kl cari. » 

Las  figs.  48,  49,  50  represen) an  respecti- 
vamente el  Corte  horizontal,  el  verlica!  á  lo 
largo  y  al  través  del  barco  de  Jouil'roy;  y  la 
disposición  general  del  mecanismo;  la  fiy.  5o 
repetida  indica  en  una  escala  mayor  el  porme- 
nor del  engranage  de  enchufe  de  la  barra  del 
émbolo  con  ia  rueda  de  palas  montada  sobre 
.el  árbol  giratorio: 

jEii  el  caso  en  que  un  puente,  ó  cualquie- 


ra otra  obra,  ó  aun  «na  cansa  natural,  a¡m 
Jouffroy,  hubiese  aumentarlo  la  velocidaíl  ile  la 
corriente  hasta  el  panto  de  que  el  bureo  no 
hubiese  podido  sobrepujarla  por  medio  de  j, 
rueda  de  palas,  yo  babia  destinado  uh  áncora 
que  se  llevaría  á  proa,  y  cuyo  cable  arrollan, 
dose  sobre  el  árbol,  daría  á  la  maquinado  va- 
por el  medio  de  vencer  de  una  manera  seglira 
los  pasos  mas  rápidos.»  Las  figs.  48y4fl,pre- 
■  sentan  esla  disposición. 

La  memoria  en  que  Jouffroy  esplicaha  sus 
ensayos  de  la  navegación  de  vapor  se  presentó 
á-la  Academia  de  Ciencias  de  París  e!  ¿2  (¡c 
noviembre  de  1783  y  fueron  nombrados eoml- 
sionados.íiorda,  el  ábate  Bossut,  Couain  y  fo> 
ricr.  Los  registros  de  la  academia  contienen  la 
siguiente  indicación  de  fecha  de  20  de  diciem- 
bre de  1783: 

«Borda  y  Terrier  han  dado  cuenta  deln.iná- 
qtiina  del  difunto  conde  de  Jouffroy.  Aguár- 
dense nuevos  esperimentos.il 

Jouffroy  emigró  en  1790,  y  volvió  á  Fran- 
cia en  1796.  Pero  las  turbulencias  precursoras 
de  la  revolución  antes  de  su  marcha  y  su  es- 
fado  de  fortuna  después  de-  su  regreso  le  im- 
pidieron seguir  sus  antiguos  proyectos  con  la 
perseverancia  que  podia  conducirle  al  Irinnfo. 
Solamente  recordó  sus  esperiencias  y  reivin- 
dicó sus  derechos  al  principio  de  1802,  cuan- 
do un  relojero  de  Trevous,  Deblanc,  hizo  so- 
bre el  Sena  nuevos  ensayos  sin  fruto;  y  des- 
pués un  poco  mas  ■  tarde,  cuando  los  primeras 
tentativas  de  Fulton  sobre  el  Sena. 

Poco  tiempo  después  de  Jouffroy,  se  hi- 
cieron diversos  ensayos  en  América,"  á  sata: 
En  1786  1787  por  Bamsny,  sobre  el  Polonia-, 
y  en  1778  por  Pisch  sobre  el  Delaware. 

liácia  la  misma  época,  en  1787,  Mlller,  io 
Dahvinslon,  cerca  de  Edimburgo,  publicó  una 
descripción  de  lo  que  él.  llamaba  triple  barro, 
descripción  cuyos  ejemplares  presentó  admí- 
renles soberanos  do  Europa.  El  barco  que  se 
proponía  hacer  caminar  por  medio  del  tapar 
era  un  doble  barco  con  una  sola  rueda  de  pa- 
las en  medio.  Se  ensayó  muchas  voces  sobre  el 
Forfli  y  laClyde,  después  de  la  publicación 
del  libro  de  Sliiler;  pero  no  parece  que  estos 
esperiencias. que  se  verificaron  en  1791  liayaii 
tenido  un  gran  éxito. 

Otras  dos  tentativas  se  hicieron  en  Ingla- 
terra, á  saber  en  1795  en  Grcenlard-dück,  por 
lord  Stonhope,  y  en  179G,  sobre  el  coral  Sur- 
key,  por  Ualdwir. 

En  1801  Simington,  que  babia  sido  empica- 
do en  el  barco  de  Müler,  procuró  perfeccionar 
eí  mecanismo' do  este.  Pero  la  esperiencia  lic- 
cha  en  el  canal  de  Fortli  y  Clydc  demosírá  que 
el  barco  no  caminaba  con  mas  de  cuatro  kiló- 
metros (dos  millas  y  media)  en  una  hora,-  y  no 
pasó  de  allí. 

En  1798  Levingslon,  americano,  babia  en- 
sayado en  el  lludson  al  gimas  tentativas  de  na- 
vegación de  vapor,  obtuvo  del  oslado  de  pe- 
va  York  un  privilegio  por  veinte  años,  con  lu 


VAPOR 


870 


condición  de  que  presentarla  un  barco  movido 
ñor  el  vapor  (jue  eatninaria  6  kilómetros  (4  mi- 
¡Sqs)  en  una  hora.  No  pudo  cumplir  esta  condi- 
ción, y  muy  luego  debió  renunciar  la  conti- 
nuación de  sus  investigaciones,  pues  se  diri- 
,¡¡¡  i  Francia  como  ministro  plenipotenciario 
dolos  Estados  Unidos. 

Sin  embargo,  en  aquella  época  había,  en 
París  ue  hombre  de  una  imaginación  fogosa, 
quien  no  tardó  cu  encontrar  en  el  represen- 
tante de  su  nación,  Levingston,  el  apoyo  que 
necesitaba.  Roberto  Fulton,  que  asi  se  llama- 
bu  babia  ya  presentado  numerosas  instancias 
ni  gobierno  francés  para  la  adopción  de  diver- 
sas proyectos  de  barcos  submarinos,  de  pe- 
lardos,  ele,  por  cuyo  medro  se  proponía  com- 
batir y  riesirutr  detalladamente  las  fuerzas  ma- 
rítimas ele  ia  inglaíerra.  Ayudado  por  Lovings- 
lon  se  ocupó  en  construir  un  barco  de  vapor 
en  el  Sena,  pero  muy  débil  para  soportar  su 
máquina  se  fué  á  pique  después  de  romperse 
por  la  mitad.  Fulton  confesaba  que  por  prime- 
ra vea  de  su  vida  esperimentó  un  movimiento 
de  desesperación.  Sin  embargo,.  Levingslon 
consintió  en  suministrar  las  cantidades  nece- 
sarias para  construir  otro  barco,  que  se  probó 
aliñes  ilc  1803,  en  presencia  de  muchos  miem- 
bros del  Instituto  y  de  otras  muchas  personas. 
U  esperiénctá  satisfizo  enteramente  á  Fulton 
y  Levingslon,  quienes  desde  entonces  conci- 
bieron el  [trayecto,  que  realizaron  después,  de 
establecer  barcos  de  vapor  en  los  riosde  Amé- 
rica. Mandaron  también  construir  una  gran 
máqiilllh  de  vapor  á  Boultou  y  Watt.  Fulton 
(lió  el  plano  sin  decir  áqué  la  destinaba. 

Orgulloso  Fulton  por  este  primer  éxifo  hi- 
zo nuevas  ofertas  al  gobierno  francés,  ocupa- 
do entonces  de  su  ataque  á  Inglaterra.  Se  tra- 
taba de  emplear  barcos  de  vapor  para  atrave- 
sar la  Mancha  contra  viento  y  marea.  Napoleón 
sintió  una  viva  impresión  por  las  proposicio- 
nes de  Fulton,  como  resulta  de  la  carta  si- 
guiente citada  por  la  Prensa  del  27  de  julio 
de  IS40: 

«Señor  Champagny,  acabo  de  leer  el  pro- 
yecto del  ciudadano  Fulton,  ingeniero  queme 
habéis  dirigido  demasiado  tarde,  en  cuanto 
puede  cambiar  la  faz  del  mundo.  De  cual- 
quier modo,  deseó  que  inmediatamente  cali- 
lléis su  examen  á  una  comisión  compuestade 
miembros  elegidos  por  vos  en  las  diferentes 
ciases  del  Instituto,  ¡i  donde  iría  la  Europa  sa- 
bia á  buscar  jueces  para  resolver  la  cuestión 
de  que  se  trata.  Una  grande  verdad,  una 
verdad  física,  palpable,  se  halla  ante  mis 
"¡os.  A  esos  señores  incumbe  verla  y  cómpren- 
tela. Una  vez  redactado  el  informe  se  os  tras- 
mitirá y  me  )o  enviareis.  Procurad  que  todo 
esto  se  ejecute  en  ocho  dias,  porque  estoy 
impaciente.  Y  sobre  esto,  señor  de  Champag- 
ny, pido  i  Dios  os  guarde  muchos  años. 

«En  mí  campamento  de  Bolonia  21  dejúlfo 
de  1804.» 

Napoleón.  ■ 


Algunos  aseguran  que  el  Instituto  francés 
calificó  la  idea  de  Fulton  de  absurda  y  loca, 
otros  lo  desmienten.  Lo  cierto  es  qne  los  sa- 
bios académicos  no  comprendieron  la  verdad 
que  estaba  al  alcance  xle  cualquiera.  Fulton, 
rechazado  por  el  gobierno  francés,  fué  á  los 
Estados  Unidos  y  consiguió  realizar  sos  pla- 
nes, comunicando  ¿  la  Francia  el  sentimiento 
qne  le  causaba  no  haber  visto  sus  proyectos 
aceptados. 

En  Inglaterra,  el  primer  vapor  construido 
es  de  LSI  2  y  navegaban  en  el  Clyde.  El  segun- 
do es  de  1813  y  hacia  la  travesía  de  Yarmulb 
á  Nonvicb. 

'  VAPOR,  MÁQUINA  DE  VAPOR  LOCOMOTIVA  ó 
simplemente  LOCOMOTIVA.  Vamos  á  describir 
las  locomotivas  modernas,  desde  el  concursó 
de  IS20  do  que  ya  hemos  hablado  ou  el  artí- 
culo anterior.  .      '  ., 

A  principios  de  dicho  año,  el  ferro-carril  de 
Liverpool  á  Manchester  iba  á  terminarse.,  cuan- 
[Ju  ocurrió  á  los  directores  (¡jar  el  género  de 
motor  que  debía  emplearse  eu  dicha  linead 
Encargaron  á  varios  ingenieros  que  examina- 
sen los  diferentes  sistemus  ya  usados,  y  des- 
píies  de  algunas  investigaciones,  no  creyéndo- 
se aun  Bastante,  bien  informadosT  creyeron  que 
el  mejor  medio  de  conseguir  el  iln  que  se  pro- 
ponían era  abril- un  concurso  público  y  ofre- 
cieron un  premio  de  500  libras  esterlinas  aL 
autor  de  la  locomotiva  que  mejor  cumpliese 
con  las  condiciones  estipuladas.  Este  concurso 
notable  dió  lugar  á los  perfeccionamientos  mas 
importantes  é  inició  en  cierto  modo  una  era 
nueva.no  tan  solo  en  la  historia  de  las  má- 
quinas locomotivas  sino  también  en  la  de  los 
ferro-carriles.  Las  condiciones  que  debían  cum- 
plirse eran  las  siguientes: 

1.  "'  La  máquina  debe  consumir  su  humo 
con  arreglo  á  las  disposiciones  del  acta  de 
concesión  del  ferro-carril. 

2.  "  La  máquina,  sipésa  6  toneladas  (6,000 
quilogramos), -debe  ser  capaz  de  arrastrar  so- 
bre nu  ferro-carril  bien  construido  y  horizon- 
tal, un  convoy  de  carras  del  peso  de  20  .tone- 
ladas (20,000  quilógramosl,  inclusa  el  agua  de 
abastecimiento;  su  veloeidnd  será  de  10  mi- 
llas poivbora,  y  la  presión  de  la  caldera,  no 
escederá  de  50  libras  por  pulgada  cuadrada,  es 
decir,  3  atmósferas  y  media. 

3.  "  La catdera estará  provista  de  dos  válvu- 
las de  seguridad,  una  de  las  cuales  se  hallará 
fuera  del  alcance  del  maquinista;  ni  uña  ni 
otra  podi'án  estar  cerradas  cuando  la  máquina 
funcione. 

4.  "  La  máquina  y  la  caldera  estarán  mon- 
tadas sobre  muelles  y  en  seis  ruedas;  la  altura 
total  de  la  chimenea  no  deberá  pasar  de  1 5  pies . 

5.  "  Elpesode  la  máquina,  inclusa  el  agua 
déla  caldera,  no  deberá  esceder  de  6  tonela- 
das, y  una  máquina  mas  ligera  será  preferida 
si  arrastra,  prnporcionalmente  igual  carga.  En 
el  caso  en-que  la  máquina  no  pesase  mas  que 
5  toneladas, .el  total  <te  la  carga  no  pasará  do 


871  VA 

15  toneladas.  Para  máquinas  mas  ligeras,  la 
carga  disminuirá  en  !a  misma  relación.  La  má- 
quina s^rá  sostenida  por  seis  ruedas,  mientras 
su  peso  no  se  reduzca  á  4  toneladas  y  media. 
Desde  este 'límite,  el  aparato  podrá  ser  llevado 
.  sobre  cuatro  mudas.  La  compañía  podrá  some- 
ter la  caldera,  la  hornilla,  los  cilindros, etc.,  á 
un  esfuerzo  de  la  prensa  hidráulica  equivalen- 
te á  un  peso  de  150  lihras  por  pulgada  cua- 
drada ó  10  atmósferas  y  media;  no  responde- 
rá de  los  desperfectos  que  de  la  prueba  pu- 
dieren resultar, 

6."  tk  máquina  llevará  un  manómetro  de 
mercurio  con  una  vara  graduada  indicando  la 
presión  del  vapor  sobre  45  libras  por  pulgada 
cuadrada. 

El  concurso  se  abrió  en  (j  de  octubre  en 
la  parte  del  ferro-carril  situada  hácia  Liver- 
pool,- en  una  ostensión  de  camino  perfecta- 
mente horizontal  de  2  millas  de  longitud.  Se 
presentaron  5  máquinas,  y  después  de  cierto 
número  de  pruebas,  el  premio  fué  concedido 
al  cohete  de  Roberto  Stepheiison,  á  quien  se 
confió  la  construcción  de  todas  las  locomotivas 
necesarias  al  servicio  del  camino. 

Varaos  á  describi^una  máquina  locomotriz 
de  dicho  mecánico;  es  notable  por  la  disposi- 
ción déla  caldera,  disposición  siempre  adop- 
tada déspucsj  porque  remedia  perfectamente 
ei  defecto  rae  teníanlas  antiguas  calderas  de 
no  producir  bastante,  vapor.  Por  lo  demás, 
haremos  notar  que  la  disposición  de  la  calde- 
ra en  la  locomotiva  de  R.  Slephenson  es  debi- 
da a  Seguin  que  ya  la  habia  usado  en  Francia. 

Las  figs.  28  y  29  (artes  mecánicas,  lámi- 
na LXVl)  presentan  la  primera  el  corte,  Ja  se- 
gunda la  elevación  longitudinal  de  la  má- 
-  quina. 

El  calor  se  desarrolla  en  el  espacio  rectan- 
gular A,  enteramente  rodeado  de  agua,  eseep- 
to  en  el  sitio  do  la  puerta  d,-  por  Ja  cual  se 
echa  el  combustible  oii  la  rejilla  a;  el  aire  ne- 
cesario á  la  combustión  llega  por  una  abertura 
o,  dispuesta  de  modo  que  el  movimiento  mis- 
mo de  ta  máquina  favorezca  la  rameóte.  Kl 
humo,  a  su.  inmediata  salida  del  fogón,  se 
divide  en  un  centenar  fie  tubos  de  cobre  b,  b, 
de  5  centímetros  de  diámetro,  que  van  á  pa- 
rar al  estremo  de  la  caldera.  Después  de  atra- 
vesar el  agua  y  cederle  parte  de  su  calor,  el 
mismo  humo  va  á  Ja  chimenea  T,  por  donde 
se  esparce  en  la  atmósfera  produciendo  un  tiro 
artificial  muy  enérgico. 

El  vapor  que  se  forma  alrededor  de  la  hor- 
nilla y  del  tubo,  sube  á  la  parte  superior  de 
la  caldera,  sobre"  cuya  parte  anterior  se  eleva 
la  cúpula  1'  que  encierra  un  tubo  A',  que  pa- 
sando por  la  caldera  debajo  del  nivel  de  agua 
lleva  el  vapor  sin  enfriamiento  á  la  máquina 
propiamente  dielia ,  colocada  detrás  de  la  lo- 
comotiva. 

La  máquina  se  compone  de  dos  cilindros 
paralelos  6  iguales  entre  sí,  de  los  cuales  uno 
solo,  C,  puede  verseen  el  corttS  .  En  cada  uno 


PÜH  872 

de  ellos  se  mueve  un  pistón  que  da  movimien- 
to á  una  biella  adherida  directamente  álaes- 
tremidad  de  su  barra.'  El  eje  de  las  ruedas  de 
en  medio,  dos  veces  formando  codo,  présenla 
á  Ja  acción  délas  Mellas  dos  manubrios  M  en 
ángulo  redo,  de  suerleque  cuando  uno  deles 
embolas  eslá  al  tii.i  de  su  curso,  el  otro  se  en- 
cuentra en  medio,  con  lo  cual  los  esfuerzos 
son  continuos.  Las  ruedas  ¡t  forman  cuerpo 
con  el  eje  y  son  arrastradas  en  su  movimien- 
to de  rotación.  Su  adherencia  sobre  los  carri- 
les determina  la  marcha  progresiva  de  la  má- 
quina. 

Dos  escéntricos  Y,  por  medio  de  bus  bar- 
ras  o  y  de  las  palancas  formando  codo  y  co- 
munican-el  movimiento  á  los  tiradores  II  que 
distribuyen  el  vapor  de  Jos  cilindros.  Después 
de  obrar  sobre  los  émbolos  va  el  vapor  á  salir 
por  el  tubo  S,  á  la  chimenea ,  para  aumentar 
la  fuerza  de  tiró,  á  cuyo  efecto  se  estrecha  la, 
estremidad  del  tubo,  á  Un  de  que  salga  con 
mas  velocidad. 

El  fogonero  está  colocado  en  una  espedo 
de  balcón  B,  entre  el  tender  y  la  máquina.  Ei 
manubrio,  ?i  le  sirve  para  determiuar,  por  me- 
dio de. una  llave,  Ja  cantidad  de  vapor  que  lia 
de  entrar  en  el  tubo  A'  para  ü  á  los  cilindros. 
Tirando  de  la  varilla  e,  interrumpe  Ja  acción  de 
los  escéntricos  sobre  Jas  palancas  y,  lo  cual 
le  permite  maniobrar  él  mismo  los  tiradores, 
obrando  sobre  la  palanca  x  que  comunica  con 
ellos  por  la  varilla  x,  y  por  consiguiente  pa- 
rar, avanzar  ó  retroceder  á  voluntad. 

El  nivel  del  agua  en  la  caldera  es  indicada 
por  un  tubo  de  vidrio  ,  poco  diferente  de  los 
que  se  emplean  en  Jas  calderas  ordinarias. 

La  presión  al  máximum  es  de  cuatro  at- 
mósferas y  media.  Cumulóle  eleva  mas,  una 
válvula  f,  oprimida  por  muelles  en  tugar  de 
peso,  se  levaula  y  deja  salir  el  vapor  que  se 
esparce  en  el  aire  por  el  lubo-F;  esa  válvula  es 
la  única  de  seguridad  que  tienda  caldera.  Hay 
otra  F'en  la  parte  delantera;  pero  como  se  deja 
al  fogonero  el  cuidado  de  determinarla  tensión 
del  muelle  que  Ja  oprime,  no  es  en  realidad 
mas  que  una  válvula  ordinaria  que  sirve  pan 
!a  evacuación  del  vapor,  cuando  la  máquina 
se  para,  porque  no  huy  llaves  destinadas  i 
ello.  Este  sistema  de  caldera  no  ofrece  por  lo 
demás  temor  alguno  de  esplosion  peligrosa. 
En  el  caso  en  que  la  presión  fuese  muy  fuer- 
te, una  de  las  paredes  planas  se  rompería  d 
mas  bien  se  deformaría  sin  vjolencia. 

B  es  el  orificio  que  sirve-para  limpiarla  cal- 
dera. Lamáquinade  Rtephenson  era  una  verda- 
dera obra  maestra,  de  lal  modo,  (|ue  hasta  aliara 
solo  ha  recibido  algunas  modificaciones  secun- 
darias. La  mayor  ventaja  que  tenia  sóbrelas 
empleadas  antes-era  la  gran  estension  do  sn 
superficie  de  caldeamiento,  lo  cual  era  debido 
al  sistema  tubular.  Debemos  decir,  sin  embar- 
go, que  el  cohete  solo  tenia  25  tubos  que  coa 
la  caja  de  fuego  Adaban  12  metros  cuadrados 
de  superficie  de  caldeamiento.  Desde  entonces 


873 


VAPOR 


874 


se  lia  itlp  aumentando  su  número  hasta  50, 
75,  100  y  un  1 2 5 ,  que  es  ahora  lo  mas  usado; 
y  como  la  longitud  de  Jas  máquinas,  lia  ido 
creciendo,  resulta  que  ahora  las  calderas  de 
Iüs  locomotivas  tienen  de  QQ  á  SO  metros  cua- 
drados de  superficie  de  caldeamiento.  Este 
aumento  en  los  medios  de  producción  del  va- 
por les  da  una  potencia  enorme  en  compara- 
ción con  la  primera  máquina  de  Stcphenson: 

A  superficie  igual,  las  paredes  del  fogón 
i|uceslán  inmediatamente  en  contacto  con  el 
combustible  producen  mucho  mus  vapor  que 
los  tubos,  los  cuales  son  lamidos  por  el  humo 
y  la  llama.  Se  calcula  generalmente  que  un 
roelro  cuadrado  de  superficie  de  la  hornilla 
«¡lávale  i  tres  metros  cuadrados  de  super- 
ficie de  tubos. 

Para  las  locomotivas  se  empica  el  cok,  por- 
que es  indispensable  obtener- un  gran  calor,  lo 
cual  se  consigne  con  dicho  combustible  me- 
jor que  con  ningún  oiro.  El  uso> del  carbón  de 
piedra  tendría  el  inconveniente  de  ensuciar  y 
obstruir  los  tubos. 

Según  los  esperimenlos  de  Pambour,  he 
aqni  los  resultados  obtenidos  para  determinar 
las  condiciones  de  trabajo  de  las  calderas  de 
las  locomotivas: 

1.  "  La  producción  del  vapor  disminuye 
ligeramente  cuando  la  presión  crece  en  la 
caldera. 

2.  "  La  producción  del  vapor  crece  rápida- 
mente con  la  velocidad  déla  locomotiva,*  por- 
que la  velocidad  del  chorro  de  vapor  en  la 
chimenea  aumenta  el  tiro.  Cuando  la  máquina 
se  para,  produce  cinco  veces  menos  vapor 
que  ruando  marcha  con  su  velocidad  normal, 

3.  "  Cuando  ei  tiro  producido  por  el  chor- 
ra de  vapor  que  entra  eri  la  chimenea  es  tal 
(pie  la  llama  llegue  precisamente  á  la  estre- 
iniiíad  de  los  tubos,  entonces  es  cuando  mas 
vapor  se  produce. 

4.  "  Cuando  la  máquina  está  parada  ó  tiene 
poca  velocidad,  la  producción  del  vapor  piu- 
la unidad  de  superficie  directamente  esptiesta 
á  la  acción  de  la  hornilla  ts  mucho  mayor  que 
para  la  unidad  de  la  superficie  del  iubo;  pero 
cuando  la  máquina  está  en  pleno  trabajo,  la 
producción  es  igual  para  las  dos  superlicies, 
porque  entonces  la  llama,  prolongándose  has- 
ta la  estremidad  de  los  tubos,  hace  que  lodo 
sea  superficie  directamente  espuesla  á  la  ra- 
diación, y  en  este  caso  la  superticie  total  de 
los  tubos  debe  tomarse  para  base  del  cálculo 
de  las  locomotivas. 

á."  La  producción  media  de  vapor  por  me- 
Iro  cuadrado  de  superficie  total  y  por  ahora  es 
do  62  kilogramos,  4. 

G."  Hay  siempre  cierta  cantidad  de  agua 
llevada  por  el  vapor  á  los  cilindros..  Varia  se- 
gún la  distancia  entre  el  nivel  del  agua  y  ¡a 
toma  de  vapor,  según  la  capacidad  del  depó- 
sito de  vapor  y  la  rapidez  de  vaporización,  de 
|0  á  36.  por  100  de  la  cantidad  total  que  sale 
de  la  caldera. 


7.  "  Con  cok  de  las  fábricas  de  gas  se  que- 
ma 12  por  100  mas  que  con  el  cok  procedente 
de  fundiciones  de  primera  calidad.  Con  este 
último,  la  vaporización  media  es  de  6  kilógra- 
raos,  25  por  cada  kilogramo  de  cok,  inclusa 
el  agua  arrastrada  en  estado  liquido,  lo  cual 
reduce  lo  cantidad  realmente  vaporizada  á 
unos  Sf'&JS.Oj  Por  último,  el, cok  da  un  .  efec- 
to útil  mayor  en  vapor  cuando  la  máquina  es- 
tá parada  6  anda  con  lentitud,  de  donde  re- 
sulta que  la  cantidad  de  combustible  quemado 
es  menor;  esto  es,  debido  á  la  circunstancia 
de  serla  superficie  de  caldeamiento  mayor  con 
relación  á  la  cantidad  quemada. 

8.  "  En  cuanto  á  la  relación  entre  la  su- 
perficie de  la  hornilla  y  la  de  los  tubos,  ají- 
mentando  la  de  estos  se  acrecienta  el  efecto 
útil  del  combustible,  quedándola  hornilla  mas 
reducida;  pero  aumentando  la  superficie  de 
esla  y  su  magnitud,  se  acrecienta  la  velocidad 
do  producción,  lo  cual  es  muy  importante, 
aun  á  espensas  del  efecto  útil  del  combus- 
tible. 

Espliquemos  ahora  las  diferentes  mejoras 
que  se  lian  introducido  en  la  máquina  de  Ste- 
phenson.  El  mecanismo  de  la  distribución  era 
muy  complicado  y  su  manipulación  ofrecía 
poca  comodidad,  pues  siempre  era  bastante 
difícil  para  el  maquinista,  el  poner  la  máquina 
en  movimiento  ó  mudar  su  marcha.  En  efecto, 
para  ejecutar  esta  última  maniobra,  era  me- 
nester interrumpir  con  una  mano  por  medio  de 
la  barra  e  la  acción  de  los  escéntricos sobre  los 
tiradores  ó  cursores,  y  con  la  otra  hacer  mo- 
ver estos  últimos  en  el  sentido  conveniente, 
obrando  sobre  la  palanca  z.  Se  han  evitado  am- 
bos inconvenientes  disponiendo  el  mecanismo 
del  modo  que  lo  está  en  la  máquina  mas  mo- 
derna, -representada  en  la  fig.  I.1  [lám.  XIV), 
donde  se  observará  que  todas  las  piezas  que 
se  refieren  ála  distribución  se  encuentran  en- 
tre el  cilindro  y  el  eje  motor,  y  consisten  úni- 
camente para  cada  cilindro:  1."  en  vina  palan- 
ca obrando  directamente  sobre  las  barras  de 
los  cursores  -T:  i.'3  en  dos  barras  ó  biellas  de 
cscéatricoB,  B';  y  para  ambas  á  un  tiempo:  1." 
en  cuya  palanca  de  cuatro  brazos  movidos  por 
un  manubrio  en  la  estremidad  de  cuyos  bra- 
zos están  suspendidas  las  barras  del  escéntri- 
co,  y  que  está  dispuesta  de  modo  que  cuando 
levanta  dos  (una  para  cada  cilindro),  hace  ba- 
jar al  mismo  tiempo  las  otras  dos:  2,°  en  una 
varilla  que  va  desde  la  biella  de  dicha  palanca 
hasta  el  balcón  de  la  máquina:  3."  en  una  pa- 
lanca manija  al  alcance  del  maquinista,  y  que 
se  saca  ó  mete  para  cambiar  la  marcha,  se- 
gún se  trate  de  retroceder  ó  avanzar,  fácil- 
mente se  comprenderá  como  es  posible  con 
este  mecanismo,  cambiar  el  sentido  de  la  mar- 
cha de  la  máquina,  sise  quiere  reparar  de  qué 
modo  están  terminadas  las  barras  de  esecntri- 
eo.  En  efecto,  estas  últimas  llevan  en  su  es- 
tremidad una  especie  de  V  formada  por  .dos 
planos  inclinados,  que  obrando. uno  ú  otro,  so- 


875 


VAPOR 


876 


bre  un  botón  Ajado  cu  la  parte  inferior  de  la 
palanca  del  cursor  ó  cajon,  los  hacen  girar,  j 
Ahora  bien,  rlicha  palanca,  al  girar,  cambíala  ■ 
posición  del  cursor,  y,  por  consiguiente,  el 
sentido  de  la  entrada  del  vaporen  el  cilindro. 
Esta  disposición  del  mecanismo  de  dislribu- 
eiou,  aunque  muclio  mas  sencilla  y  cómoda 
que  la  déla  máquina  deStcphcnson,  está  reem- 
plazada ahora  por  otra  mas  sencilla  aun,  como 
es  fácil  verlo  estudiando  la  ftg.  2.a  (igual  lá- 
mina) qtie  representa  una  máquina  en  que 
la  V  de  las .  barras  de  escéntrico  no  existen . 

•En  esta  máquina,  la  marcha  liácia  adelan- 
te y  hacia  atrás  se  regulan  pbr  medio  de  im 
bastidor  AA',  en  cuyas  eslremidades  están  en- 
sambladas á  charnela  las  barras  de  escéulrico. 
Este  bastidor  puede  circular  vcrtlcalnicnle  so- 
bre una  guia  fijada  á  la  barra  del  tirador  6  cur- 
sor. Cuando  una  de  las  eslremidades  A'  del  ba- 
tidor se  encuentra  delante  de  la  guia  de  la  bar- 
ra, uno  de  los  escóntricos  B'  comunica  su  mo- 
vimiento al  cursor ,  mientras  que  el  otro 
trabaja  en  vagó.  Cuando,  por  última,  el  medio 
del  bastidor  se  encuentra  delante  de  la  guia  de 
la  barra,  los  dos  escéntricos  trabajan  en  vago, 
y  el  tirador  se  coloca  en  medio  de  su  curso. 
Por  otra  parte,  se  comprendo  emin  fácil  es  ha- 
cer subir  o  bajar  el  bastidor,  por  medio  de  la 
palanca  EF,  figurada  con  puntos  en  el  dibujo, 
de  la  varilla  FU,  y  de  la  palanca  1Q,  colocada  al 
alcance  del  maquinista.  Esta  última  disposi- 
ción se  emplea  casi  umversalmente  ahora,  á 
causado  su  estraordinaria  sencillez.  Es  también 
invención  de  Roberto  Stephcnson. 

la  máquina  de  Síephenson  funcionaba  á 
todo  vapor  durante  el  juego  de  los  pistones. 
Se  ha  procurado  aprovechar  cu  las  locomotivas 
las  ventajas  de  la  distensión,  para  cuyo  efecto 
se  han  ideado  varias  disposiciones  mas  ó  me- 
nos ingeniosas.  Al  principio  la  mayor  parte  de 
Jas  distensiones  se  fjmdaban  en  dos  cursores 
sobrepuestos ,  movidos  por  un  mecanismo 
combinado  de  modo  que  el  juego  del  primero 
pudiera  aumentarse  ó  disminuirse  durante  la 
marcha,  á  íln  de  poder  variar  la  distensión  á 
voluntad;  pero  esta  disposición  era  muy  com- 
plicada paralas  máquinas  locomotivas,  que  de- 
ben simplificarse  todo  lo  posible,  á  causa  de 
la  naturaleza  de  su  servicio.  Se  ha  renunciado 
á  ella  y  ahora  se  distiende  con  el  cajón  de  dis- 
tribución, que  se  queda  cubriendo  los  orificios 
por  mas  ó  menos  'tiempo,  según  se  desea  la 
distensión,  siendo  fácil  variar  el  curso  del  ti- 
rador por  medio  del  bastidor  que  hemos  cita- 
do arriba. 

Otro  perfeccionamiento  consiste  en  el  ade- 
lanto del  cursor  ó  tirador.  Es  una  disposición 
de  los  escéntricos  con  la  cual ,  sin  cambiar 
nada  en  sus  dimensiones,  con  relación  á  la  mag- 
nitud de  las  luces,  se  obtiene  por  resultado  el 
producir  uua  pequeña  distensión  y  mayor  aber- 
tura de  las  luces  de  introducción  y  de  salida 
del  vapor  en  la  parte  mas  ventajosa  del  curso 
del  émbolo,  que  es  al  mismo  tiempo  aquella 


en  que  el  vapor  debo  llegar  mas  fácilmente  v 
salir  con  mas  libertad.  El  adelanto  del  cursor 
se  produce  separando  los  escéntricos  alpinos 
grados  dé  su  posición  sobre  el  eje  molor.  So 
comprende  que  á  consecuencia  de  esla  dispo- 
sición la  admisión  del  vapor  y  su  evacuación 
en  lugar  de  comenzar  precisamente  en  el  mo- 
mento en  que  el  émbolo  llega  al  punió  muer- 
to, preceden  un  tanto  á  este  instante:  osle 
adelanto,  continuando'  en  toda  la  estension  de 
la  revolución,  produce  los  efectos  que  liemos 
indicado  mas  arriba.  Sin  embargo,  como  el  va- 
por entra  en  el  cilindro  antes  de  terminar  su 
curso  el  pistón,  este  último  se  encuentra  por 
un  momenlo  sometido  á  una  presión  eonlram 
alsenlido  del  movimiento;  pero  esto  no  es 
mas  que  un  pequeño  inconveniente,  poique 
esla  presión  producida  muy  cerca  del  punto 
mucrlo  del  manubrio,  es  de  un  efeetbeasi  nulo. 

Los  cilindros  de  la  máquina  de  Slcphouson 
eslaban  colocados  éntrelas  ruedas,  lo  cual  per- 
mitía introducirlos  en  la  caja  de  humos,  que 
era  para  ellos  una  especie  de  cubierta  pe  im- 
pedía su  enfriamiento  y  por  consiguiente  la 
condensación  del  vapor.  Bajo  este  punió  de 
vista,  tenia  dicha  disposición  cierta  ventaja, 
aunque  por  otra  parte,  ofrecía  el  gravísimo 
inconveniente  de  necesitar  el  empleo  para  el 
eje  motor  de  un  árbol  doblado  á  modo  de  co- 
do, pieza  de  difícil  ejecución,  muy  costosa,  y 
poco  solida,  por  mas  precauciones  que  se  lo- 
men.'Se  ha  renunciado  á  ella,  y  todas  las  má- 
quinas modernas  llevan  los  cilindros  fuera  de 
las  ruedas.  Este  perfeccionamiento,  asi  como 
lodos  los  introducidos  en  las  locomotivas,  co- 
menzaron en  Inglaterra,  desde  donde  se  pro- 
pagaron á  otros  países,  ha  fig.  2.a  representa 
una  locomotiva  asi  dispuesta:  A  (fig.  4.a)  es 
uno  de  sus  cilindros;  F  la  rueda  i'e  delante 
fuera  de  la  cual  está  colocado;  B,  una  sección 
horizontal  dei  cursor;  C,.la  barra  de  este  ftiti- 
mo;  1),  una  de  las  guias  que  conducen  la  cabe- 
za déla  barra  del  pistón  en  su  movimieulo  do 
vaivén  rectilíneo. 

El  modelo  que  representa  la  fig,  i*  es  el 
que  generalmente  se  adopta  en  la  tracción  de 
convoyes  de  gran  velocidad  ó  de  viagerus.  Es 
conocido  con  el  nombre  de  tipo  Stcnlienson, 
porque  délos  talleres1  de  este  constructor  lia 
salido  casi  lo  mismo  que  lo  représenla  la  fi- 
gura. Difiere  en  tres  puntos  principales  del 
modelo,  menos  recienle,  dela  /ij  1.a;  en  pri- 
mer lugar,  los  cilindros  están  fuera  de  Jas 
ruedas,  después  el  mecanismo  de  la  distribu- 
ción está  provisto  del  bastidor  que  hemos  con- 
siderado como  el  órgano  mas  simple;  por  úlli- 
mo,  sus  ruedas  de  detrás  están  situadas  delan- 
te de  la  caja  de  fuego,  de  lo  cual  resulta  que 
sus  tres  ejes  se  hallan  debajo  del  cuerpo  cilin- 
drico de  la  caldera.  Esla  última  disposición 
que  consiste  en  colocar  la  plalaforán  del  ma- 
quinista y  la  caja  de  luego  en  vago,  présenla 
bastante  venlaja,  porque  permite  prolongar  la 
1  caldera  y  por  consiguiente  aumentar  notable- 


877 


VAPOR 


878 


monte  la  superficie  de  caldeamiento  sin  sepa- 
rar demasiado  los  dos  ejes  estremos,  para  fa- 
cilitar la  marcha  en  las  corvas  de  poco  radio. 
Ofrece  sin  embargo,  un  inconveniente  com- 
pensado por  otra  parte  con  -ventajas  ;  consiste 
en  acrecentar  la  oscilación  horizontal  quejan- 
lo  perjudica  al  material  de  los  ferro-carriles  y 
lauto  incomoda  á  los  viageros.  Se  comprende, 
en  efecto,  que  diclio  movimiento,  producido 
según  un  eje  situado  debajo  del-eje  motor,  ser 
menor  con  el  modelo  de  la  fig.  1.a,  en  que  la 
posición  de  los  dos  ejes  estremos  en  las  eslre- 
midades  de  lodo  el  sistema  es  muy  ventajosa 
para  impedirlo.  La  oscilación  es  por  otra  parte 
siempre  mayor  en  las  máquinas  que  llevan  los 
cilindros  fuera  de  las  ruedas,  desventaja  sin 
importancia  sin  embargo,  porque  puede  des- 
aparecer, como  lo  Úa  demostrado  Le  Cbatelier, 
colocando  sobre  las  ruedas  motrices  en  oposi- 
ción á  los  manubrios,  unos  contrapesos  conve- 
nienlementc  calculados  con  relación  al  peso 
de  los  pistones,  de  sus  Larras  y  de  los  ma- 
nubrios. 

i.a  máquina  rtprcsenlada  en  la  fig.  1 ."  con- 
lienu  una  nueva  disposición  que  también  es 
un  porfeccionamienlo  imporlanle.  Es  una  to- 
bera de  abertura  variable  colocada  en  el  estre- 
no del  tubo  bifurcado  N,  y  que  sirve  para  con- 
ducir á  !a  chimenea  el  vapor  que  -sale  de  los 
dns  cilindros  después  que  ha  producido  su  ac- 
ción en  los  pistones.  Esla  pieza,  que  permite 
hacer  variar  ¿voluntad  el  tiro  aclivado  por  el 
vapor  que  sale  del  tubo  a,  ha  sido  imaginada 
con  objeto  de  dar  al  maquinista  el  medio  de 
disminuir,  cuando  la  marcha  de  la  máquina,  no 
debe  ser  contrariada  por  ello,  la  contra-pre- 
sión que  el  vapor  escapado  de  los  cilindros 
ejerce  en  los  pistones:  esta  contra-presión  es 
en  efecto  siempre  muy  considerable,  á  conse- 
cuencia de  la  necesidad  de  hacer  salir  el  va- 
por  de  escape  por  un  orificio'  bastante  peque- 
ño para  que  pueda  tomar  una  velocidad  ~capaz 
ile  producir  él  tiro  conveniente.  La  nueva  to- 
bera se  compone,  como  es  fácil  verlo  en  la 
ligara,  de  dos  partes  que  pueden  aproximarse 
y  separarse  oprimiendo  ó  sacando  la  eslrémi- 
(lad  de  una  varilla  al  alcance  de  la  mano  del 
maquinista.  Este  puede  asi  voluntariamente,' 
disminuir  el  tiro  y  la  contrapresión,  lo  cual 
permite  economizar  el  combustible  en  varios 
easos. 

Las  ruedas  mismas  se  han  mejorado  nota- 
blemente 6n  sus  formas,  en  el  ensamblado  de 
las  diferentes  partes  que  las  constituyen  y  so- 
bre todo  en  sus  dimensiones:  asi  es  que  las 
ruedas  motrices  apenas  tenían  un  metro  "de 
diámetro  en  las  primeras  máquinas,  y  en  el 
dia  llegan  á  dos.  Las  ruedas  grandes  ofrecen 
la  ventaja  de  que,  á  velocidad  igual,  el  pistón 
pe  siempre  huye  demasiado  aprisa  ante  la 
acción  del  vapor,  no  se  mueve  con  tanta  ra- 
pidez, 

tales  son  los  perfeccionamientos  mas  im- 
portantes" introducidos  en  la  locomotiva,  des- 


de la  aparición  del  cohete  de  Stephenson.  En 
cuanto  á  las  formas,  de  las  diferentes  partes, 
varian  necesariamente  según  las  ideas  mas  o 
menos  acertadas  de  loa  ingenieros  que  las  es- 
tudian, y  son,  por  consiguiente  muy  numero- 
sas. Hay,  sin  embargo,  dos  formas  generales 
peculiares  para  dos  usos  diferentes:  laque  con- 
viene á  los  convoyes  de  gran  velocidad  para 
viageros,  y  la  que  solo  ofrece  ventajas  para  el 
arrastre  de  convoyes  de  mercancías  pesadas. 
Hemos  dicho  antes  que  la  fig.  2  representa  el 
tipo  generalmente  adoptado  ahora  para  má- 
quinas de  convoyes  de  viageros.  Las  de  los 
trenes  de  mercancias  son  siempre  de  mayor 
potencia  y  mas  pesadas,  y  su  carácter  princi- 
pal es  tener  dos  de  los  ejes  y  á  veces  los  tres, 
acoplados  con  biellas  que  los  convierten  en 
otros  tantos  ejes  motores.  Se  comprende  fá- 
cilmente que  esta  disposición  aumenta  la  ad- 
herencia, pneslo  que  por  ella  todo  el  peso  de 
la  máquina  se  utiliza.  Es  ventajosa  por  consi- 
guiente. Sin  embargo,  á  causa  de  la  rigidez 
que  da  á  las  máquinas  y  del  gasto  por-  roce 
que  ocasionaría  si  se  aplicase  á  locomotivas 
destinadas  á  marchar  con  gran  velocidad,  solo 
puede  emplearse  para  las  destinadas  al  remol- 
que de  los  ¡renes  de  mercancías  que  no  mar- 
chan sino  con  velocidad  media.  Estas  últimas 
máquinas  se  construyen  también  con  cilindros  , 
por  dentro  de  las  ruedas,  porque  esla  disposi- 
ción permite  darles  calderas  de  mayor  diá- 
metro, y  por  consiguiente  de  mayor  potencia, 
lo  cual  es  una  ventaja  muy  grande  porque  se 
les  puede  hacer  remolcar  una  carga  mas  con- 
siderable. 

Las  fig.  1.a,  2.a,  5.s,  6.a  y  7.a,  nos  servi- 
rán para  hacer  comprender  cuántas  variedades 
hay  en  las  diferentes  partes  de  la  locomotiva, 
y  llamaremos  en  primer  lugar  la  atención  so- 
bre el  regulador  ó  aparato  de  introducción  del 
vapor  en  los  cilindros  de  la  fig.  1.*  se  com- 
pone de  una  palanca  de  puño  11,  al  alcance  del 
mecánico;  de  una  barra  F,  que  atraviesa  la 
caldera  en  toda  su  longitud,  de  un  cursor  J, 
situado  en  la  caja  de  humos,  en  la  bifurca- 
ción del  tubo  h'j  y  que  la  barra  F  hace  mo- 
ver trasversalmente;  en  fin,  del  tubo  L,  que 
'por  una  parte  comunica  con  el  recipiente,  de 
toma  de  vapor  colocado  en  medio  del  cuerpo 
cilindrico  de  la  caldera,  y  por  otra  con  la  caja 
del  cursor  J.  En  la  máquina  que  representa  la 
fig.  2.a  el  mismo  aparato  aunque  establecido 
en  igual. principio,  es  de  formas  muy  dife- 
rentes. So  es  ya  la  barra  horizontal  sobre  que 
está  fijada  la  palanca  la  que  va  de  un  lado  á 
otro  de  la  caldera,  sino  un  tubo  en  comuni- 
cación inmediata  con  las  cajas  de  vapor  de,  los 
cilindros:  el  recipiente' de  toma  de  vapor,  en 
lugar  de  hallarse  en  medio  del  cuerpo  cilindri- 
co.de  la  caldera,  está  colocado  sobre  la  hor- 
nilla, á  la  cual  cubre  enteramente;  el  cursor  t 
que  se  mueve  veri  ¡cálmente,  en  lugar  de  ha- 
cerlo horizontalmenle,  es  impelido  y  sacado 
por  medio  de  la  palanca  Q,  de  una  barra  ho- 


yapük 


rizontal  muy  corta,  cíe  una  segunda  palanca 
colocada  en  ángulo  recto  con  la  primera,  y 
por  un  tirante  vertical  cuyo  corte  longitudi- 
nal se  ve  en  la  figura.  Las  fig.  5.a,  6.a  y  1 
representan  tres  sistemas  muy  diferentes  En 
la  fig.  5.a,  B  es  una  espita  que  el  maquinista 
abre  ó  cierra  por  medio  de  la  palanca  A,  y  que 
cuando  esta  abierta  deja  llegar  al  tubo  D,  en 
comunicación  con  las  cajas  de  vapor  de  ios 
cilindros,  al  vapor  que  ocupa  el  tubo  C,  el 
cual  se  eleva  vcrtie-almenle  hasta  la  parte  su- 
perior del  receptáculo  ó  bóveda.  En  la  fig.  6.a, 
B  es  una  válvula  que  se  aparta  ó  acerca  de 
su  sitio  para  permitir  ó  impedir  el  paso  del  va- 
por del  tubo  C  al  D,  cuando  el  maquinista  im- 
pele ó  saca  la  palanca  A  ;  estos  movimientos 
de  la  válvula  de  adelante  atrás  y  de  atrás  ade- 
lante son  producidos  por  una  ranura  helicoi- 
deal  practicada  en  la  parte  de  detrás  de  la  vál- 
vula ,  en  la  cual  encaja  un  tope  fijado  en  la 
pared  del  tubo  que  envuelve  á  esta  úhiina.  La 
fig.  7.a  maniliesta  una  disposición  análoga,  á 
no  ser  que  la  ranura  de. la  válvula  esté  reem- 
plazada por  un  paso  de  rosca  practicado  en  la 
barra  G,  que  une  ta  palanca  A  con  ta  válvula  B. 
En  algunas  máquinas  la  palanca  estertor  (J 
[fig.  2.a)  está  colocada  al  lado  de  la  caja  de 
luego;  en  otras  la  palanca  A  [fig.  6.a  y  7.a  es- 
tá reemplazada  por  un  volante. 

Las  bombas  alimenticias  ofrecen  también 
dos  disposiciones  muy  distintas.  Asi  es  que  cu 
la  fig.  1.a,  donde  están  indicadas  por  la  le- 
tra 0,  sus  pistones  son  impelidos  y  sacados  al- 
ternativamente por  las  cabezas  de  los  pistones 
á  las  cuales  están  lijados  á  charnela ,  y  que 
les  comunican  un  movimiento  de  vaivén  cuya 
amplitud  es  exactamente  igual  á  la  de  elios. 
En  la  fig.  2.a,  S,  sus  pistones  se  ponen  en 
movimiento  por  dos  escéntricos  de  distribu- 
ción. 

La  fig.  3.a  sirve  para  dar  idea  Ce  la  má- 
quina de  Crampton,  de  que  tanto  se  ha  habla- 
do. Se  distingue  especialmente  de  las  otras, 
en  que  el  eje  motor  C,  en  lugar  de  estar  de- 
bajo del  cuerpo  de  la  caldera,  se  halla  detrás 
de  la  caja  de  fuegos,  debajo  de  la  plataforma" 
donde  está  el  maquinista.  Esta  disposición  per- 
mite bajar  el  centro  de  gravedad  de  la  máqui- 
na y  aumentar  el  diámetro  de  las  ruedas  mo- 
toras, condiciones  muy  ventajosas  para  las  lo- 
comotivas destinadas  á  una  marcha  muy  rápi- 
da. A,  indícalos  cilindros;  bien  se  ve  que  es- 
tán situados  en  la  mitad  de  la  longitud  del 
cuerpo  de  !a  caldera.  Su  posición,  que  depen- 
de de  la  del  eje  motor  es  ventajosa,  porque 
permite  colocar  el  primer  eje  tan  cerca  cuanto 
se  quiera  de  la  estremidad  anterior  de  la  cal- 
dera, y  por  consiguiente,  dar  mucha  mas  esta- 
bilidad á  la  máquina.  Los  cilindros' en  este  sis- 
tema deben  necesariamente  hallarse  fuera  de 
lasf  rnedas,  lo  mismo  sucede  con  todos  los  ór- 
ganos de  la  distribución,  que  son  los  mis- 
mos que  tos  de  la  máquina  representada  en  la 
fig.  2.a;  pero  se  hallan -situados  fuera  de  tas 


ruedas  en  vez  de  estar  debajo  de  la  caldera 
donde  uo  hay  absolutamente  nada,  lo  cual  Oa 
mas  facilidad  á  las  reparaciones. 

A  pesar  de  estas  ventajas,  el  sistema  de 
Crampton  ha  hecho  pucu  fortuna,  sin  duda  á 
causa  de  la  pusiciou  chocante  de  sus  ruedas 
motrices  ,  ó  por  otros  motivos. 

J,o  mismo  ha  sucedido  con  otras  ideas,  aun- 
que con  mas  justicia,  pues  no  ha  falladu 'quien 
haya  querido  llevarla  complicación  y  las  uxa- 
geraciones  hasla  el  punto  de  pensaren  estable- 
cer una  sola  rueda  motriz  eu  medio  con  na 
carril  supletorio. 

VAl'OI!.  (BUQUE  de)  (Marina.)  Embarcación' 
mas  ó  menos  grande  que  se  mueve  sin  el  au- 
xilio de  las  velas  ni  de  los  remos  por  medio 
de  la  fuerza  que  produce  el  vapor  oprimido  o 
cundensado. 

ula  forma  estertor  en  esta  clase  de  embar- 
caciones  (dice  Mr,  Charles  Renier,  á  quien 
seguimos  en  esla  descripción),  ejerce  la  mas 
grande  íhtTuéncTa  sobre  tu  rapidez  de  su  mar- 
cha, por  lo  cual,  debe  sobre  todo  procurarse 
que  ofrezca  la  menor  resistencia  posible.  To- 
davía no  ha  sido  determinada  por  la  teoria  la 
forma  del  sólido  á  que  los  líquidos  oponen  la 
menor  resistencia,  no  existiendo,  por  lo  tantit, 
otra  guia  que  losresulludos  y  abservacíouesque 
presenta  la  práctica:  de  estos  últimos  han  la- 
grado,  sin  embargo,  los  constructores  deducir 
algunos  principios  fundamentales  que  te  sir- 
ven de  regla  y  que  vamos  á  espliear  breve- 
mente. 

«La  resistencia  que  esporiuieula  un  buque 
para  moverse  es  sensiblemente  proporcional 
á  la  cuaderna  maestra  tía  mayor  sección  ver- 
tical en  la  parte  de  la  manga  sumergida),  y 
al  cuadrado  de  la  velocidad  del  mismo.  La  en- 
tidad de  esla  resistencia  varia  poco  con  la  lon- 
gitud; pero  depende,  sobre  todo,  de  las  formas 
mas  ó  menos  curvas  ó  prolongadas,  de  suses- 
tremidades.  En  los  barcos  bien  construidos 
esta  resistencia  no  escede  de  a  á  i  de  la  que 
espcrimenlaria  un  plano  de  la  misma  super- 
ficie que  la  cuaderna  maestra,  moviéndose  con 
la  misma  velocidad  que  el  buque. 

altesulta  de  tales  principios  que  es  ventajo- 
so alargar  este  mucho,  puesto  que  para  una 
misma  carga,  el  calado,  y,  poi  consecuencia, 
la  cuaderna  maestra,  es  meuór,  si  bien  liar 
cierto  limite  que  no  conviene  propasar,  Así 
en  los  barcos  de  esta  especie  destinados  á  Js 
navegación  marítima,  uu  largo  escesivo  po- 
dría espoiicrlos  á  quebrantarse  por  su  cciilro 
por  efecto  de  los  movimientos  en  el  sentido 
longitudinal  ó.  sean  cabezadas;  circunstancia 
que  ba  obligado  á  adoptar,  por  lo  general,  una 
longitud  igual  á  cinco  veces  su  ancho  ó  man- 
ga. En  Ids  deslinados  á  la  navegación  lluvial 
esta  razón  es  mucho  mas  considerable,  y  en 
cierto,  modo  no  se  reconoce  ótro.lirailR  para 
aquella  que  la  que  permite  á  la  embarcación 
giraren  todas  direcciones,  en  cualquier  paraje 


881 


VAPOR 


889 


del  rio  en  que  navegue.  Uno  de  los  medios 
mas  eficaces  para  disminuir  la  cuaderna  macs- 
Ira,  es  e!  construir  el  casco  tan  ligero  como 
5ea  posible,  y  se  lia  logrado,  desde  hace  al- 
amos años,  esle  resultado,  sustituyendo  á  la 
mmlera  la  plancha  de  hierro,  que  si  bien  cues- 
to un  poco  mascara,  reúne,  sin  embargo,  en 
el  mas  alto  grado  la  ligereza  y  la  Solidez. 

•iDc  las  dos  extremidades  del  buque  la  proa 
es  indudablemente  la  rúas  importante,  porque 
sobre  ella  es  donde  'se  ejercen  la;  resisten- 
cias directas,  y,  por  lauto,  debe  ser  de  una 
forma  aguzada  para  que  el  prisma  de  agua 
desplazado,  no  lo  sea  mas  que  lateralmente  y 
con  la  menor  velocidad  posible,  !o  que  obliga 
í  ajustaría  (irraemente  á  los  costados  por  me- 
dio de  curvas  muy  prolongadas.  Se  le  da,  por 
lo  común,  la  inclinación  de  ib"  sobre  el  pla- 
no horizontal  y  termina  por  una  pieza  de  poco 
grueso  llamada  tajamar,  á  la  cual  vienen  á 
ajustarse  las  curvas-antedichas.  Los  costados 
Jela  embarcación  no  deben  tener  parles  sa- 
lientes ni  asperezas,  presentando  una  super- 
ítele tan  lisa  como  sea  dable.  La  popa  debe  ser 
tan  lina  y  aguda  como  la  proa.  La  causa  de 
esta  configuración,-  es  análoga  á  la  que  pre- 
side para  la  que  se  da  á  la  proa.  Supongamos 
la  popa  enteramente 'plana  y  se  comprenderá 
fácilmente  que  lia  de  resultar  un  vacio  por 
(.'íectü  do  la  inercia  del  liquido  que  impediría 
¡i  ésle  venir  á  ocupar  instantáneamente  el  lu- 
gar que  acaba  de  dejar  la  embarcación,  y  que 
osle  vacio,  haciendo  bajar  el  nivel  detrás  de 
ella,  aumentaría  en  una  cantidad  igual  la  pre- 
sión y  cievacion  de  la  proa.  El  mismo  efecto 
resalla,  sin  duda,  con  una  popa  aguzada  como 
la  proa,  aun  con  esta  forma;  y,  sin  embargo, 
este  cfecloes  menos  sensible,  cuando  aquella 
so  construye  fortificándola  con  curvas  poco 
prolongadas  y  bien  ajustadas]sobrclosco*stadosn 
Las  máquinas  de  los  barcos  de  vapor  tie- 
nen formas  especiales  que  las  constituye  en 
un  género  distinto  de  las  demás.  Estas  formas 
dependen  de  las  condiciones  siguientes  que  es 
necesario  atender.  Sor  colocadas  en  uu  peque- 
ño espacio,  darles  mucha  soliden  y  hacerlas 
lonjas  ligeras  posible.  Como  á  causa  de  la 
Instabilidad  de  los  punios  de  apoyo  es  difí- 
cil colocar  en  ellas  un  volante,  ha  sido  neee- 
sma,  para  dar  regularidad  al  movimiento  del 
eje  de  rotación,  el  concurso  de  dos  máquinas 
ile  vapor  que  accionan  sobre  dos  cigüeñales 
ip¡ü  lleva  este  eje  en  sus  eslremos,  cuyos  pía-, 
mis  furirnm  un  ángulo  recio  entre  Si.  De  este 
mudo,  cuando  una  de  las  dos  máquinas,  se  en- 
cuentra en  el  punto  mas  activo  de  su  acción  ó 
movimiento,  la  otra  se  baila  en  el  de  la  cstin- 
ciortyúe  su  fuerza,  resultando  que  la  acción 
tlet  sistema  es  siempre  la  misma,  y  el  movi- 
miento, del  eje  regular  con  corla  diferencia. 
En  América,  sin  embargo,  se  colocan,  por  lo 
cobuih,  en  las  embarcaciones  máquinas  de  la 
misma  forma  que  las  que  se  emplean  en  las 
manufacturas. 

2225    BIIILJOTECA  I'ÜI'tILAIl. 


No  existe  todavía  nn  perfecto  acuerdo  so- 
bre el  sistema  de  máquinas  que  mas  conviene 
para  la  navegación. 

En  Inglaterra  y  Holanda,  solo  está  en  uso 
el  de  condensación  sin  fiador  bajo  una  pre- 
sión de  una  atmósfera  y  un  cuarto-.  En  una 
parte  de  los  Estados  Unidos  de  America  casi 
todas  las  máquinas  destinadas  á  los  buques  son 
sin  condensación  y  de,  fiador,  y  funcionan  bajo 
la  enorme  presión  de  nueve  á  diez  atmósferas. 
En  Francia  no  se  ba  adoptado  escluslvarnente 
algún  sistema;  se  emplea,  y  es  él  mas  conve- 
niente, el  de  máquinas  de  baja  presión,  ó  de 
presión  de  dos  atmósferas.,  de  dador  y  conden- 
sación, porque  estas  son,  aplicadas  á  la  nave- 
gación, las  que  mas-  economizan  el  combus- 
tible; y  se  emplean  las  máquinas  de  alta  pre- 
sión, por  serlas  mas  ligeras,  para  la  navega- 
ción fluvial,  donde  esta  cualidad  forma  la  prin- 
cipal condición. 

La  fig.  31  (lám.  X\  representa  una  máqui- 
na de  la  forma  que  mas  generalmente  se  usa 
en  Inglaterra  y  en  Francia  para  las  embarca- 
ciones de  esta  éspecie.  El  vapor  sale  de  la 
caldera  por  el  tubo  A.  El  cajón  T  lo  distribu- 
ye alternativamente  en  los  dos  compartimien- 
tos del  cilindro  C.  Después  de  haber  acciona- 
do sobre  el  émbolo  pasa  al  condensador  D, 
de  donde  la  bomba  de  aire  Q,  estrae  sin  cesar 
el  agua  destinada  áia  condensación  para  esps- 
lerla  enlaparte  It  que  la  supera. 

La  estremidad  inferior  de  la  barra  del  ém-  ? 
bolo  comunica  el  movimiento  á  los  dos  balan- 
cines U'II,  W  Hf,  simétricamente  dispuestos  á 
cada  lado.  La  pieza  principal  I  se  bifurca  en 
su  parte  inferior  de  modo  que  pueda  recibir 
al  mismo  tiempo  el  impulso  de  los  dos  balan- 
cines y  trasmitirlo  á  uno  de  los  dos  cigüeña- 
les que  forma  el  eje  de  las  ruedas  de  pa- 
letas. 

Esta  disposición  permite  hacer  reposar  una 
máquina  entera,  cualquiera  que  sea  su  poder, 
sobro  una  sola  pieza  ó  solera  de  fundición; 
condición  que  debe  procurarse  llenar  con  el 
objeto  de  que  ninguna  deformidad  del  casco 
pueda  cansar  impedimento  á  este  arreglo. 

F  P  es  una  rusia  de  paletas  que  no  se 
muestra  entera- por  no  permitirlo  la  esleusion 
de  la  lámina. 

Este  sistema  lia  sufrido  una  modificación 
importante.  Muchos  constructores  colocan  la 
pieza  I  cerca  del  cilindro,  al  cual  ligan  ó  re- 
lacionan la  armazón  que  soporta  el  eje  de  los 
cigüeñales.  Entonces  el  centro  de  oscilación 
del  balancin  no  se  halla  en  eL  centro  sino  en 
su  estremidad;  y  este  cambio  da  un  poco  mas 
de  solidez  á  la  máquina  disminuyendo  su  lon- 
gitud. La  forma  que  acabamos  de  describir  con- 
viene particularmente  á  una  máquina  de  cou- 
densacion.  Respecto  de  las  que  no  lo  son  se 
emplean  diferentes  disposiciones' que^  por  lo 
común,  difieren  poco  de  las  que  se  osan  ó  adop- 
tan para  las  máquinas  destinadas  á  la  industria 
fabril.  Mr.  Brunel  ha  inventado  una  que  se 

T.     XXXIII.  56 


883 


VAPOH 


88,1 


aplica  igualmente  á  las  de  condensación  y  ú 
las  que  110  lo  son.  Consiste  en  reunir  b  rela- 
cionar las  dos  máquinas  de  un  buque  formando 
nna  sola,  con  dos  cilindros  colocados  uno  en 
frente  de  otro  sobre  una  misma  base  f  te- 
niendo sus  ejes  inclinados  bajo  un  Angulo  de 
45°.  En  la  estremidad  de  la  burra  ó  basta  de 
cade  émbolo  liay  una  biela,  que  mueve  directa- 
mente un  cigüeñal  sostenido  por  nrieje  cuyo 
centro  está  situado  en  el  vértice  del  ángulo 
recto  del  triángulo  formado  por  la  placa  que 
soporta  este  basamento  y  por  el  encuentro  de 

,  los'ejes  de  ios  cilindros,  que  tienen  la  con- 
figuración mas  conveniente  para  servirá  la  vez 
á  los  dos  bielas.  Cuando  este  cigüeñal  forma 
Tin  ángulo  recto  con  una  Je  ollas,  se  encuen- 
tra en  la  dirección  de  la  otra,  fie  tal  manera, 
que  el  movimiento  resulla  tan  continuo  como 
si  trabajasen 'dos  máquinas  completas.  Solo 
se  emplean  una  bomba  de  aire  y  otra  do  ali- 
mentación, para  los  dos  cilindros:  estas  bbm- 
bas,  asi  como  e!  condensador,  que  es  también 
común  á  ambas,  están  colocadas  en  el  espació 
comprendido  entre  ellas  debajo  del  cigüeñal. 
Mr.  C'ivé  ha  modificado  con  muy  feliz  éxito 
esta  disposición,  reemplazando  los  cilindros  fi- 
jos por  dos  de  sus  cilindros  oscilantes,  cuya 
aplicación  permite  la  supresión  de  las  molas, 
los  ejes  de  los  cilindros  imprimen  iambien, 
sin  pieza  alguna  intermedia,  el  movimiento  al 
cigüeñal  copión. 

Las  calderas  délas  máquinas  de  baja  pre- 
sión, son  unas  vastas  capacidades  prismáticas 
que  ocupan  por  lo  común  todo  el  ancho  del 
buque  y  tienen  los  fogones  en  lo  interior.  Se 
hallan  divididas  por  medio  de  tabiques  ó  dia- 
fragmas que  forman  cierto  número  do  com- 
partimientos, cuyo  objeto  es  impedir  que  el 
agua  pase  enteramente  de  un  lado  á  otro  de 
la  caldera,  cuando  el  buque  se  inclina  á  una  de 
las  dos 'bandas.  Entre  estos  compartimientos 
circulan  cuatro,  seis  li  ocho  fluses  ó  conduc- 
tores  del  calórico ,  que  parlen  de  otros  tan- 

*  tos  fogones ,  y  todos  concurren  reuniéndo- 
se en  la  chimenea,  colocada  sobre  el  centro 
ó  medio  de  la  caldera.  El  vapor  de  las  má- 
quinas de  alta  presión ,  es  producido  ptír  cal- 
deras de  tubos  semejantes  á  las  de. las  má- 
quinas fijas,  con  la  sola  diferencia  de  darles 
menos  longitud,  y  para  compensar  esta  des- 
ventaja, un  número  de  aquellos  doble  o  tri- 
ple. Ei  fogón  y  los  Ilusos  se  construyen  con 
ladrillos  refractarios  como  los  de  las  má- 
quinas tijas,  pero  baciéndolos  lo  mas  lige- 
ros posible.  Por  otra  parte  los  fogones  de 
unas1  y  de  otras,  nunca  son  tan  ventajosos  ó 
favorables  para  una  buena  combustión  como 
el  de;  estos  últimos,  lo  que  proviene  de  la 
falta  de  acción  atractiva  (pie  siempre  se  advier- 
te en  ellos,  lo  cual  resalla  de  lapoea  aliara  que 
es  forzoso  dar  á  la  cbimenea,  cuyo  efecto  se 
halla  todavía  disminuido  por  la  necesidad  que 
bay  do  construirla  de  plancha  de  hierro.  Al- 
gunas veces  se' lia1  recurrido  á  emplear  un 


ventilador  para  aumentar  la  atracción  dolos  fa 
gones  de  las  calderas;  y  aunque  esle  medio 
no,  baya  logrado  prevalecer  todavía,  es  posible 
que  concluya  por  ser  adoptado  para  tos  cal- 
deras de  las  máquinas  do  baja  presión,  en  las 
que  una  combustión  mas  perfecta,  compensa- 
ría con  asceso  la  pérdida  de  fuerza  motriz  iniC 
necesitaría  la  atracción  artificial  asi  obtenida 
Con  el  sistema  de  alta  presión  es  fácil  obtener 
una  eslraccion,  artificial  poderosa,  haciendo  salir 
el  vapor  del  cilindro  ála  cbimenéa.  La  alimen- 
tación de  las  calderas  en  las  embarcaciones 
su  üjeeuta  siempre  como  en  las  de  máquinas 
tijas,  y  por  lo  común,  en  mas,  por  medio  de 
nna-  máquina  pequeña  que  sirve  parUúlilar- 
menie  para  alimentar  las  calderas  en  los  mo- 
mentos de  suspensión  ó  parada.  En  los  barcos 
de  grandes  dimensiones  destinados  á  la  na- 
vegación marítima ,  sirve  algunas  veces  esla 
pequeña  máquina  para  poner  la  grande  en 
movimiento  y  para  ciar  ó  cambiar  sus  estre- 
ñios, y  también,  en  ocasiones,  para  hacer  mo- 
ver nna  bomba  llamada  de  salmuera,  que  se 
aplica  á  la  parle  inferior  de  la  caldera,  donde 
el  agua  está,  siempre  mas  cargada  de  depósi- 
tos salinos,  y  cuyo  objeto  es  retardar  su  for- 
macion  sobre  las  paredes  del  generador.  Eslos 
depósitos,  que  son  en  estremo  abundantes  cu 
las  calderas  alimentadas  con  el  ngna  del  mar, 
causan  una  de  las  mayores  dificultades  para 
la  marcha  de  los  barcos  de  vapor  en  la  mar. 
Las  tomas  de  agua  que  se  hacen,  según  aca- 
bamos de  ver,  en  la  parte  inferior  do  la  cal- 
dera, son  conducidas  fuera  del  buque  por  un 
tubo  colocado  en  el  centro  de  otra  por  el  cual 
se  introduce  agua  de  alimentación ,  con  el 
objeto  de  utilizar  una  parte  de  su  calor. 

La  fuerza  de  las  máquinas  es  por  lo  coman 
de  un  caballo  por  dos  toneladas  en  los  barcos 
de  rio,  y  de  uno  por  cuatro  de  estas  en  los 
destinados  á  lá  mar.  Estas  proporciones  son 
por  necesidad  mas  fuertes  para  los  remolca- 
dores, con  tanta  mas  razón,  cuanto  que  se 
destinan  al  trasporte  de  cargas  de  mucha  con- 
sideración. 

Se  han  propuesto  basta  el  dia  diversas  cla- 
ses de  propulsores  para  utilizar  la  potencia  de 
las  máquinas.  Para  auxiliar  los  esfuerzos  (le 
Jas  ruedas  de  paletas  ó  de  la  hélice,  se  lia 
ensayado  muchas  voces  un  sistema  conocido 
bajo  el  nombre  de  sistema  Bernouilli,  de\ 
nombre  del  sabio  que  lo  propuso  primero ,  j 
que  consistía  en  elevar  masas  de  agua  sobre 
el  buque  y  dejarlas  caer  ó  saür  por  la.  popa, 
lo  que  daria  lugar  al  movimiento  por  ei'celo 
do  la  reacción  que  resultaría  por  aquel  des- 
agüe, lientos  dicho  algo  del  sistema  de  pie- 
zas palmiformes  articuladas  del  marqués  de 
Jouffroy.  También  se  ha  esperimentado  un 
aparato  de  la  invención  de  Mr.  Pelletan,  cuyo 
efecto  es  impeler  por  la  popa,' por  medio  de 
bombas,  el  agua  aspirada  por  la  proa'.  Se  lia 
intentado  emplear  una  especie  de  cadenasia 
fin  armada  de  paletas,  sostenida  por  dos  tam- 


885 


VAPOR 


8S6 


l¡ores  colocados  en  las  estíénjidádes  de  la 
embarcación,  uno  de  los  cuales,  montado  so- " 
hre  el  eje  de  la  máquina ,  les  Gomumcária" 
el  movimiento  de  la  proa  á  la  popa  por  la  par- 
te sumergida  y  tic  la  popa  á  la  proa,  por  fue- 
ra del  ogúfl;  Un  inventor  lia  imaginado  en  es-  i 
los  últimos  años  liaecr  mover  un  barco  con 
ruedas  horizontales  esteriormento  sumergidas 
y  colocadas,  milad  dentro  del  costado  y  mitad, 
hiera.  En  Un,  Mr,  Selligne  ha  propuesto  re- , 
[ifMilcnieiitc  determinar  la  marcha  de  los  bu-  j 
[(iiiis  por  medio  de  la  esplosion  de  cierta  can-  ¡ 
lidaii  de  gas  hidrógeno  y  de  aire  contenidos! 
en  un  tubo  dispuesto  en  la  popa  y  sumergí- 
tío.  Pero  todos  estos  sistemas  son  mas  ó  me- 
mos defectuosos,  y  solo  la  rueda  común  de 
paletas  y  la  hélice  han  dado  buenos  resulta- 
dos; y  aun  esla  es  inferior  á  las  ruedas  en 
las  circunstancias  ordinarias,  y  no  conviene 
sa  empico  mas  (pie  en  La  mar  eu  los  buques 
de  guerra  4  que  se  quiere  aplicar  una  máquina 
como  auxiliar  de  las  velas.  Por  tanto,  solo  las 
ruedas  y  la  hélice  merecen  fijar  la  atención 
del  lector.' 

Las  ruedas  se  colocan,  por  lo  común,  un 
poco  hácia  proa  del  centro  de  gravedad  del 
baque.  Son  siempre  en  número  de  dos,  una  á 
cada,  banda  ó  costado.  Algunas  veces,  sin  em- 
bargo, se  lian  reemplazado  por  una  sola  rue- 
da situada  yaápopa,  ya  en  medio  del  buque, 
dividido  para  este  caso  en  dos  mitades  adhe- 
ridas entre  si;  pero  estas  disposiciones,  que 
solo  pueden  ofrecer  ventajas  cu  el  caso  en  que 
la  via  navegable  presente  poca  amplitud,  co- 
mo acontece,  por  ejemplo,  en  los  canales,  no 
pueden  ser  consideradas  sino  con  raras  es- 
cepcinnes. 

las  ruedas  llevan  en  su  circunferencia  pa- 
letas sólidamente  unidas  por  medio  de  grapas 
de  hierro  á  los  rayos' que  salen  do  los  cubos  de 
fundición  lijados  sobre  el  eje  ó  árbol  que  tras- 
mite á  todo  el  sistema  el  movimiento  de  ro- 
tación impreso  por  la  máquina.  El  número  do 
púlelas,  que  varia  según  el  diámetro  de  las  rue- 
das, se  determina  de  modo  que  haya  siempre 
tres  sumergidas,  resultando,  que  una  obra  siem- 
pre do  lleno,  en  el  sentido  mas  favorable  al 
movimiento  del  buque.  La  altura  debe  ser  tul, 
que  su  ancho  no  resulte  muy  considerable,  y 
<|uc  cuando  se  encuentre  en  sentido  vertical, 
su  bordo  6  canto  superior  se  encuentre  do  S  ó 
10  centímetros  (unas  cuatro  pulgadas)  debajo 
'Magua.  La  superficie  se  calcula  como  las  de 
'áspatelas  délas  ruedas  hidráulicas  veriléales 
movidas  por  el  choque  del  agua,  y  debe  ser 
lantq^menos  grande,  cuando  el  barco  esté  dcs- 
tiiiartoáuna  marcha  mas  rápida. Es  de  absoluta 
necesidad  que  la  velocidad  de  las  ruedas  en 
su  circunferencia  aumente  como  la  del  buque, 
puesto  que  ellas  t¡o  lo  hacen  mover  sino  por 
el  esceso  de  la  velocidad  de  sus  paletas  sobre 
la  suya.  La  esperiencia  ha  demostrado  que  la 
velocidad  mas  conveniente  en  el  centro  de  las 
paletas  es  la  que  oscede  en  un  o  uarto  la  del  barco. 


Las  mejores  ruedas  de  un  barco  de  vapor 
solo  aprovechan  á  lo  mas  los  dos  tercios  del 
efecto  útil  de  la  máquina.  La  pérdida  quesees- 
perimenta  proviene.de  que  las  paletas  solo  ac- 
túan con  toda  ventaja  paía  hacerlo  caminar, 
en  el  punto  mas  bajo  de  su  revolución , 
puesto  que  á  su  entrada  en  el  agua,  no  hacen 
en  cierto  modo  otra  cosa  que  oprimirla,  y  ele- 
varla á  su  salida.  Esla  pérdida  es  proporcio- 
nalmente  menor  en  las  grandes  ruedas  que  en 
las  pequeñas,  porque  sus  paletas  obran  mucho 
menos  oblicuamente  y  hay,  por  lo  tanla,  ven-' 
taja  en  aumentar  ef  diámetro  de  las  ruedas. 

Para  corregir  en  las  de  paletas  el  defecto 
de  entrar  en  el  agua  y  salir  bajo  inclinaciones 
desventajosas  ó  perjudiciales,  se  han  imagi- 
nado muchos  sistemas  que  todos  vienen  á  con- 
sistir en  hacer  las  paletas  movibles  en  torno 
de  su  eje  horizontal,  en  términos  de  obligarlas 
a  tomar  una  posición  vertical  á  su  entrada  y  á 
su  salida  del  agua  por  la  acción  de  una  varilla 
que  dirige  su  inclinación.  Entre  estos  sistemas 
los  que  ofrecen  mejores  resultados  son  debi- 
dos, uno  á  Mr.  Cavé  y  otro  á  Mr.  Morgan.  El 
primero  se  lia,  empleado  en  muchos  buques  de 
la  marina  militar  y  en  algunos  barcos  remol- 
cadores de  nuestros  puertos  mercantes;  el  se- 
gundo ha  sido  adoptado  en  algunos  barcos, 
particularmente  en  Inglaterra.  En  el  sistema 
Cavé  el  eje  horizontal  do  cada  paleta  lleva  un 
cigüeñal  á  la  parle  del  costado  'de  la  embarca- 
ción. Estos  cigüeñales  se  bailan  relacionados  ó 
en  conexión  con  unos  brazos  que  van  á  reu- 
nirse á  uno  escéntrieo  montado  sobre  el  eje, 
de  manera  que  siendo  ios  brazos  sucesivamen- 
te mas  cortos  6  mas  largos  á  su  entrada  en  el 
agua  y  á  su  salida,  que  en  la  posición  mas  ba- 
ja, las  paletas  entran  y  salen  en  una  posición 
vertical.  En  el  sistema  Morgan,  el  eje  que  se 
interrumpe  cerca  del  costado  del  buque  ,  no 
sostiene  mas  (pie  el  cubo  interior  de  las  rue- 
das; los  cigüeñales  de  las  paletas  los  toman  en 
medio  de  su  longitud,  y  los  brazos  están  arti- 
culados con  un  disco  giratorio  sobre  las  estre- 
midades  de  un  codillo  sólidamente  lijado,  en 
el  soporto  csterior  de  las  ruedas,  en  el  mis- 
mo sitio  en  que  la  prolongación  del  eje  lle- 
garía á  tocar  si  existiese.  Este  codillo  lleva  una 
virola  en  rededor  de  la  cual  gira  el  cubo  cs- 
terior de  la  rueda.  El  interior,  lijado  cu  el  eje¡ 
comunica  solo  á  ludas  las  parles  del  mecanis- 
mo de  la  rueda,  el  movimiento  de  rotación  im- 
preso por  ta  máquina.  Este  último  sistema  es 
un  poco  mas  complicado  que  el  primero,  pero 
los  rozamientos  son  en  él  menores.  En  fin,  una 
de  las  ventajas  que  son  comunes  á  entrambos, 
es  la  de  permitir  dar  mucha  mayor  altura  alas 
paletas  y,  por  consiguiente,  la  de  disminuir  su 
ancho,  y  por  lo  tanto  el  del  buque.  Sin  embar- 
go, su  complicación,  que  da  lugar  ,í  composi- 
ciones difíciles,  será  causa  de  que  no  se  adop- 
ten generalmente  el  uno  niebotro. 

Mr.  Aubert,  de  Tolón  ,  agregado  á  los  ta- 
lleres de  la  marina  militar,  ha  discurriclo  otra 


1 


disposición  qué  tiene  por  objeto  evitarlas  per- 
didas tic  fuerza  que  resultan  cíe  la  mayor  su- 
mersión do  las  paletas,  cuando  los  barcos  es- 
tán cargados,  inmersión  que,  como  liemos  vis- 
to, debe  de  ser  do  diez  centímetros  (unas  cua- 
tro pulgadas)  Esíc  perfeccionamiento  de  Mon- 
sieur  Áuberl,  de  un  sistema  de  enlace  de 
aquellas  con  la  rueda,  linee  posible  desmontar 
conrapidez  la  parle  inferiorde  iapaleta  (que  se 
compone  de  tres-piezas)  para  armarla  ó  remon- 
tarla sobro  la  parle  superior  cuando  el  calado 
del  buque  aumenta,  y  al  contrario  cuando  dis- 
minuyo. 

Se  nota  algunas  veces  en  los  barcos  que 
navegan  en  los  ríos  olra  disposición  que  con- 
siste en  cierta  oblicuidad  de  las  paletas  res- 
pecto al  eje  de  las  ruedas.  Esta  disposición  es 
ventajosa,  teniendo,  sobro  todo,  porobjelo  se- 
parar del  casco  ó  carena  el  agua  que  aqucllas- 
rechazan  6  espolón;  poro  no  puede  llenar  bien 
este  fin  sino  en  las  aguas  tranquilas  de  los  rios, 
siendo  inútil  para  la  mar,  y  por  esta  razón  no 
se  «sa  en  los  buques  que  á  olla  se  destinan. 

Los  fiys.  K°  y  2.-*  {lám.  IV  deSavegacion) 
presentan  la  elevación  de  una  rueda  vertical  en 
toda  la  longitud  de  un  barco  de  vapor  del  por- 
te de  100  toneladas,  l&ftg,  3."  es  el  plan  del 
mismo  y  un  corte  horizontal  practicado  cerca 
y  debajo  de  la  cubierta. 

AA.    Calderas  prismáticas  de  baja  presión. 

B.  Tubo  de  chimenea  construido  con  plan- 
cha  de  hierro  para  dar  salida  al  humo  del 
fogón, 

Esle  tubo,  que  es  doble  en  su  parte  infe- 
rior, se  reúne  formando  uno  solo  sobre  dos 
codillos  de  visagra  que  permilen  bajarlo  á  vo- 
luntad en  los  pasos  de  las  cubiertas',  ó  cuando 
convenga  para  cualquier  otro  uso  del  servicio. 

C,  Conducto  de!  vapor,  - 

Sale- en  dos  brazos  desde  la  parte  superior 
de  la  caldera,  reuniéndose  en  uno  solo  púr  me- 
dio de  un  codillo  en  ángulo  recto;  después  se 
separa,  de  nrtevo  á  derecha  6  izquierda  en  dos 
lubos  que  respectivamente  comunican  á  las 
dos  cajas  de  vapor  I,  I,  por  encima  y  por  de- 
bajo de  los  émbolos  que  trabajan  en  los  cilin- 
dros D,  D.  Las  barras  ó  bastas  de  los  émbolos, 
van  á  ligarse  por  ]a  parle  superior  á  una  tra- 
viesade  hierro,  uniéndose  por  cada  eslremo  á 
dos  brazos  vortícaíes  que  descienden  csicrior 
y  perpeudicularmente  á  lo  largo  de  los  costa- 
dos, listas  dos  bielas  van  también  á  uuirse  á 
uno  celos  dos  estreñios  del  gran  balancín  í, 
,quo  se  mueve  sobre  su  cenlro  y  de  abajo  arri-' 
ba.  El  olro  estremo  de  este  balancín  se  adapta 
á  otros  dos  arbolillos  que  van  á  unirse  á  los 
cigüeñales  CG  del  eje  de  las  ruedas  de  paletas 
NN,  lomando  su  punto  de  apoyo -en  el  líquido 
fuera  de  la  embarcación.  Estando*  ligadas  entre 
si  todas  las  piezas  de  la  máquina,  el  menor 
movimiento  que  se  imprima  á  una  de  ellas  ar- 
rastra á  todas  las  demás.  Asi  cuando  se  quiera 
dar  arranque  al  mecanismo,  el  maquinista  por 
medio  de  la  I lave  de  introducción  6  de  vapor, 


888 

determina  un  primer  juega  de  émbolo,  quear. 
rastra  inmediatamente  consigo  el  movimittio 
de  todas  las  demás  piezas:  otra  ¡lave  le  pernj¡. 
te  moderar  á  discreción  el  desprendimiento 
del  vapor  según  el  gradodopoleucia  qüéquie- 
raobiener. 

II.  Arbol  de  La  cseénlrlca,  adaptado  sobro 
ci  eje  de  las  ruedas,  por  cuyo  medio  las  vál- 
vulas de  distribución  del  vapor  en  el  cilindro, 
reciben  uu  movimiento  regular  y  en  armóaiá 
con  la  marcha  dei  mecanismo. 

K,  basamento  de  fundición  para  SQporlái'y 
mantcner  las  piezas  del  aparato. 

L.  Lugar  en  que  se  colocan  los  fogoneros, 
al  cual  descienden  por  una  escotilla  en rcjaslá 
que  deja  llegar  el  aire  necesario  para  el  bogar. 

II.  I'aüol  para  depósito  del  carbón. 
La  representación  que  aquí  ofrecemos,  es 
lado  un  barco  destinado  al  trasporte  do  cor- 
repondencía  y  pasageros  haciendo  el  servido 
de  correo:  be  aquí  las  disposiciones  interiores 
de  este  buque. 

0.    Salón  de  sociedad  á  popa. 

P.  Cámara  primera  decorada, iluminadacoá 
ventanas  laterales  y  un  cubiebete  de¡ cristales, 
en  forma  angular  para  dar  caída  á  las  aguas. 

II.  Cocina. 

S.    Sala  de  comer. 

T.  I.    Sala  do  refrescar  para  el  uso  ¡le  los 
pasageros  de  proa. 
V.  Timón. 

X.  X.    Almacén  del  combustible  de  reserva. 

Y.  Y.  Camas  de  los  marineros. 
Entre  las  varias  modificaciones  y  mejoras 
que  la  fuerza  molriz  del  vapor  ha  sufridora 
su  aplicación  á  la  navegación,  se  distingue ]iur 
lo  simple  é  ingenioso  de  su  mecanísnro,  rl 
aparato  llamado  hélice  _ú  rosca  de  Arquíme- 
des.  La  supresión  de  Tas  ruedas  esleriorcs  de 
paletas,  la  constituye  por  si  sola  una  precio- 
sa innovación,  sobretodo,  para  los  buque?  Je 
guerra,  siendo  de  creer  que  esle  uuevo  sisle- 
ma,  cuya  adopción  se  va  haciendo  general  al 
todas  las  armadas,  lia  de  influir  poderosamen- 
te en  las  ulteriores  operaciones  de  la  guerra 
marítima  y  en  los  movimientos  de  las 'grandes 
escuadras,  modificando  los  principios  y  las  re- 
glas de  la  táctica  naval,  y,  puf  tanto,  lascondi- 
ciones  de-  superioridad  respectiva  hasta  aquí 
reconocidas.  Vamos,  pues,  á  dar  a  conocer  es- 
le invento,  siguiendo  igualmente  al  autoi'fran- 
cés  de  quien  hemos  tomado  las  anteriores  no- 
ticias y  descripciones. 

«La aplicación  del1  vapor  á-la  navegación, 
dice  Mr.  Charles  llenier,  ha  dado  lugar  á  ta 
invención  de  gran  número  de'  propulsores  sub- 
marinos. Después  de  haber  discurrido  el  ha»' 
mover  una  especie  do  remos  análogos  ú  los 
usados  comunmente  para  la  navegación  marí- 
tima, se  ensayaron  también  unas  como  pier- 
nas articuladas,  que  apoyándose  en  el  fondo, 
servían  para  la  navegación  lluvial.  Las  inven- 
ciones del  marqués  de  Jouffroysuu  aplicacio- 
nes de  estas  ideas;  admisibles  solo,  porte- 


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889 


VAPOR 


890 


pacía,  en  teoría,  por  -exigir  uua  muy  grande 
complicación  de  piezas,  puesto  que  en  la  prác- 
tica, soló  las  máquinas  mas  simples  producen 
suceso  y  buen  resultado.  Estos  aparatos  te- , 
niuii,  por  otra  parte;  un  movimiento  de  yay  vie- 
ne, que  utilizaba  mal  la  fuerza  motriz;  asi  lin- 
io tic  renunciarse  á  ellos  y  recurrir  á  las  rue- 
das de  paletas,  cuyo  movimiento  continuo  ó 
subsistente  utiliza  mejor  la  potencia,  y  es  al 
mismo  tiempo  iuas  durable.  Sin  embargo,  es- 
tas ruedas  tienen  también  sus  inconvenientes; 
sus  paletas,  entrando  en  el  agua,  producen, 
como  hemos  visto,  choques  ó  resistencias  que 
llevan  consigo  una  pérdida  de  fuerza  corres- 
pondiente, ademas  de  la  que.  causan,  cuando 
entran  en  el  agua  y  salen,  oprimiéndola  en 
un  sentido  distinto  del  que  tiene  el 'buque  en 
su  movimiento:  y,  por  último,  las  ruedas  ofre- 
cen demasiado  objeto  á  las  balas  cnlos  buques 
de  guerra,  por  la  mucha  superficie  que  pre- 
sentan los  tambores  que  Jas  cubren;  y  en  la 
mayor  parle  de  los  casos  forman  un  obstáculo 
para1  poder  servirse  al  mismo  tiempo  de  las 
velas  y  del  vapor,  porque  es  indispensable  que 
las  embarcaciones  que  lo  usan,  se  conserven 
en  la  vertical,  cosa  imposible  haciendo  uso  de 
las  volas,  esceptuando  cuando  se  navega  vien- 
to en  popa.  Estos  diversos  inconvenientes  han 
dado  lugar  á  la  invención  de  propulsores 
submarinos. 

«hablaremos  desde  luego  del  sistema  Pelle- 
ío»,_eii  el  cual  se  repele  mecánicamente  por 
medio  de  bombas  colocadas  en  la  popa,  el  agua 
que  entra  por  la  proa  en  un  tubo  que  atraviesa 
el  buque.  Las  esperieneias  han  condenado  es- 
te sistema  de  una  sencillez  ■  aparento,  en  el 
cual  las  causas  de  pérdida  de  .trabajo  y  de  re- 
sistencias perjudiciales,  son  numerosas.  La 
idea  primera  es  debida  á  Daniel  BernouiUy, 
que  había  pensado, que  elevando  masas  de  agua 
sobre  el  barco,  para  dejarla  salir  por  la  popa, 
podria-liacerleavanzar  por  efecto  déla  reacción. 

«EL  otro  sistema  (de  que  ya  se  ha  hecho  in- 
dicación), consiste  en  colocar  en  la  bodega 
del  barco. dos  ruedas  de  paletas  horizontales, 
situadas  mitad  dentro  y  mitad  fuera,  operan- 
do como  las  ruedas  verticales.  Este  sistema, 
sobre  el  cual  no  se  han  becbo  esperimentos 
cu  grande,  no  ha  tenido  mas  suceso  que  el 
anterior. 

"También  mención  eremos  el  sislemanueva- 
m ente propu esto  por  Mr.  Selligu e,  aunqu e  toda- 
vía no  se  haya  sometido  ála  prueba.  Este  inven*- 
tor  ha  propuesto  bacer  mover  una  embarcación 
por  la  esplósion  de  una  cierta  cantidad  de  gas 
hidrógeno  y  de  aire,  mezclados  y  contenidos 
fin  un  tubo  colocado  eu  la  popa  del  barco  y 
sumergiendo  su  estremidad  en  et  agua.  Para 
producir  el  gas  que  habia  de  emplearse  al  efec- 
to, se  usaría  de  aparatos  muy  sencillos  ima- 
ginados por  el  inventor,  y  por  medio  de  la 
descomposición  del  agua  por  el  carbón,  Obra- 
ña  directamente  sobre  la  del  mar  sin  ningún 
mecanismo.  Este  sistema,  no  na  sido  esperi- 


mentado,  porque  se  ha  creido  con  razón  que 
el  choque  producido  en  cada  esplósion  no  se- 
ria de  grande  efecto,  h  causa  de  la  inercia  del 
buque  y  del  liquido  que  le  rodea,  y  porque  es- 
perieneias recientes  han  demostrado  que  la  in- 
fluencia del  gas  no.se  verifica  bajo  una  presión 
algo  considerable,  en  cuyo  caso  se  halla  pre- 
cisamente el  sistema  de  Mr.  Selligue,  el  cual, 
para  obteneruna  resistencia  suficiente  del  agua, 
se  ve  obligado  á  destapar  los  tubos  de  espló- 
sion lo  mas  bajo  posible  de  la  linea  de  fio-  • 
tacion.  '  ' 

«El  sistema  que  ha  sufrido  mas  ensayos  y 
obtenido  mayor  suceso,  puesto  que  puede  ri- 
valizar con  mas  ventaja,  en  ciertas  circunstan- 
cias, con  la  rueda  do  paletas,  es;  sin  contra- 
dicción, la  hélice  o  rosca  de  Arquímcdcs.  Is- 
la aparato  se  compone  de  filos  ú  listones  es- 
pirales fijados  sobre  un  eje  paralelo  á  la  quilla, 
de  modo  que  baciéndole  girar,  se  abre  un  ca- 
mino en  el  agua'como  las  roseas  ó  lomillos 
ordinarios  en  la  madera,  é  impele  de  este  mo- 
do la  embarcación  á  que  está  unido. 

«La  primera  idea  do  la  aplicación  delahé- 
lice  como  propulsor  no  es  uueva,  aunque  no 
se  huya  efectuado  en  grande  hasta  en  los  úl- 
timos años;  pues  so  baila  muy  claramente  in- 
dicada emunaobra  publicada  en  I'arisen  17GS 
por  Paucton  sobre  la  teoría  de-  la  rosca  de 
Arquímedes,  en  la  cual  el  autor  propone  reem- 
plazar los  remos,  cuyo  movimiento  alternati- 
vo le  parecía  desventajoso,  por  medio  de  una 
hélice  animada  por  un  movimiento  circular 
uniforme  y  continuo.  En  1802  fué  ensayada 
por  un  individuo  llamado  Jhon  Shortcr  sobre 
un  buque  déla  marina,  real  inglesa,  y  dio  bas- 
tantes buenos  resultados,  aunque  solo  fue- 
se movida  por  brazos  de  hombres.  En  fin, 
Mr.  Mareslier,  en  una  obra  publicada  en 
1824  (l)  por  orden  de!  gobierno  francés,  ha- 
biendo visitado  la  América,  para  evacuar  un 
informe  sobre  el  estado  de  la  navegación  por , 
medio  del  vapor  en  aquella  región,  describe  di- 
versos mecanismos  de  propulsión. sobre  el  sis- 
tema de  la  rosca  que  habían  sido  propuestos 
antes  de  esta  época.  Sin  embargo,  como  hasta 
entonces  se  creía  generalmente,  que  la  apli- 
cación de  la  rosca  de  Arquímedes  era  bastante 
menos  ventajosa  que  la  de  las  ruedas,  so  atri- 
buye con  razón  la  primera  aplicación  de  este 
invento  al  capitán  de  ingenieros  DtUsle,.  (co- 
nocido también  por  una  ingeniosa  invención 
relativa  dios  puentes  levadizos!,  quien  propuso 
en  1S23  al  ministro  de  Marina,  armar  nuestros 
buques  de  vapor  con  hélices,  cuyo  plano  acom- 
pañó, proposición  que  no  fué  admitida.  Sin 
embargo,  en  1S27,  el  ingeniero  inglés  Treí- 
gold,  en  la  segunda  edición  de  su  Tratado  de 
máquinas  dé  vapor,  recomendaba  el  uso  de 
la  rosca.  Hacia  la  misma  época,  otro  de  nues- 

(I)  Memoire  surtes  bateanx  á  vajiaur,  de  Etals- 
Unis  de  t'Ameriquc,  uwt  nn  appendicc  sur  diverses 
machines  relativa  ti  la  marine,  Ha.,  Paris,  Impn- 
Eirrie  Royale,  I82Í-. 


894 


VAPOR 


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tros  compatriotas,  Mr,  Sauvage,  so  dedicaba 
¿  perfeccionar  la  invención  de  Delisle,  y  pro- 
ponía una  nueva  forma;  pero  á  pesar  de  gran- 
des esfuerzos,  nnnca'consiguió  hacer  ensayos 
en  suficiente  escala  para  probar  la  eseclencia 
del  sistema  (¡uc  tos  ingleses  debían,  comoacon- 
tece  con  casi  todas  nuestras  invenciones  ¡1), 
poner  en  ejecución.  En  efecto,  de  1 8 3 G  á  183S 
aparecieron  eu  Inglaterra  ct  sistema  Ericson, 
idénticamente  semejante  al  de  Delisle,  que  fué 
sucesivamente  aplicado  á  dos  embarcaciones, 
,  y  et  sistema  Smíth,  el  mismo  inventado  por 
Mr.  Sauvage,  que  después  de  afortunados  en- 
sayos, se  estableció  sobre  la  llamada  elArqui- 
medes,  con  la  cual  se  ejecutare»  las  espericn- 
cias  que  proporcionaron  la  comparación  de 
las  ventajas  de  las  ruedas  y  de  la  hélice. 

Son  ya  bastante  numerosos  los  proyectos 
y  formas  de  hélice  presentados  basta  el  dia. 
Aqni  solo  describiremos  los  que  lian  ofrecido 
mejores  resultados  y  son  los  que  representan 
la  lám.  XII  y  XIII  del  Atlas,  correspondien- 
tes á  Navegación. 

Las  figs,  1.*  y  2.*  [lám.  XIII)  representan 
el  sistema  Delisle  y  Ericson:  sobre  un  eje  6 
que  penetra  en  el  buque,  están  lijados  en  án- 
gulos iguales  tres  brazos  F,  F,  F,  de  plancha 
de  hierro  muy  gruesa,  como  lo  seria  esta  par- 
te de  la  rosca  si  fuese  completa  ó  continúa  en 
lugar  de  estar  cortada!  Un  circulo  Ali  CD,  em- 
pernado sobre  estos"  brazos,  recibe  seis  seg- 
mentos belizoidales  E,  E...  que  forman  reuni- 
dos casi  una  vuelta  entera  de  la  rosca.  El  án- 
gulo medio  es  de  45".  ¡Se  llama  ángulo  medio 
el  comprendido  entre  el  eje  geométrico  de  la 
hélice  y  la  línea  dirigida  por  uno  de  los  pun- 
tos de  ta  circunferencia  media  de  Sos  segmen- 
tos belizoidales  E,  E...)  Delisle  proponía  adop- 
tar, ya  dos  roscas,  que  se  colocarían  bajo  la 
popa,  ó  babor  y  estribor,  ó  ya  cuatro  para  los 
navios.,  de  las  cuales  dos  estarían  ¡i popa  y  dos 
á  proa.  Ericson  emplea  dos  roscas  situadas 
á  los  dos  lacios  del  codaste,  las  figs.  2.a  y  3.a 
[lám.  XII)  son  cortes  trasversales  y  longitu- 
dinales de  la  popa  de  un  navio  de  setenta  y 
cuatro  cañones,  provisto  del  sistema  Delisle, 
II' N'  es  el  propulsor;  Vk,  fig.  2.a  un  cerco 
exagonal  que  permite  hacerlo  á  discreción  de- 
pendiente ó'  independiente  del  motor;  AB,  AB 
Ifirj.  3.a)  sirve  para  izar  la  rosca  sobre  la  cu- 
bierta con  el  fin  de  hacer  en  ella  las  repara-, 
clones  que  necesite  y  también  en  el  caso  en 
que  solo  se  quiera  hacer  uso  de  las  velas;  G,  C, 
son  piñones  que  engranan  y  laborean  so'^'c 
los  endentados;  1),  D  ruedas  dentadas;  E,  , 
roscas  sin  fio  de  pasos  encontrados,  que  ac- 
túan sobre  las  ruedas  dentadas.  Debiendo  te- 
ner mas'  delgados  las  formas  de  la  popa  de  los 
navios/le  hélice,  que  las  de  las  embarcacio- 
nes provisías  de-ruedas  de  paletas,  se  indican 
en  la  ftg.  2.a  por  medio  de  lineas  curvas  11c- 

(i)  También  los  espafloies  pueden  producir  que- 
jas muy  fujld.ajl.aB  en  este  sentjdo. 


ñas  ó  de  puntos:  A.  1!  G  l)  E  Y  es  un  corte  tras- 
versal practicado  próximamente  por  la  parte 
de  proa  de  la  rosca,  y  A'  1!'  C'  D'  V.  I«"  es  otro 
corte  igualmente  próximo  á  la  rosca  por  la  par- 
te de  popa. 

La  fig.  t.a  demuestra,  en  A',  B',  la  hélice 
del  sistema  Sauvage  ó  Smith,  tal  como  lia  si- 
do dispuesto  en  el  Arquimedes.  Este  sistema 
se  compone  de  segmentos  belizoidales  que  re- 
posan sobre  el  eje  mismo,  formando  Un  Angu- 
lo medio  de  cerca  lie  Ü&*-¡  La  misma  ligara  da 
una  idea  general  del  mecanismo  tal  como  se 
ha  establecido  en  el  Arquimedes  y  tul  como 
se  establece  por  lo  común.  En  ella  se  advierte 
que  las  máquinas  se  sitúan,  no  al  través  del 
buque,  sino  en  el  sentido  de  su  longitud.  Su 
eje  tiene  un  gran  endentado  que  hace  girar 
una  rueda  pequeña  que  lleva  el  de  la  hélice 
prolongado:  esla  combinación  es  necesaria  por 
la  gran  velocidad  que  hay  que  comunicar  á  la 
rosca.  Las  dos  ruedas  dentadas,  dispuestas  á 
los  dos  lados  de  la  que  engarganta  con  el  eje 
y  los  dos  de  piñones  suplementarios,  son  pie- 
zas de  respeto  que  sirven  para  hacer  variar  la 
velocidad  de  la  rosca  según  ta  marcha  ó  sali- 
da que  quiera  imprimirse  al  buque. 

En  la  misma  figura  se  ve  en  A  B  una  rosca 
del  sistema  Delisle  que  permite  comparar  en- 
tre si  ambos  sistemas,  cuyas  disposiciones  in- 
teriores son  en  lo  demás  exactamente  iguales. 
Se  advertirá  que  para  el  mismo  buque  el  diá- 
metro de  la  rosca  Delisle  es  mas  considerable 
que  el  de  rosca  Sauvage,  lo  que  proviene  del 
vaciado  do  la  primera  háeia  el  eje;  porque  la 
superficie  de  los  segmentas  tielteoidales  es 
igual  con  corla  diferencia  pata  ambos:  esta 
superficie  está,  con  la  sección  sumergida  de 
la  cuaderna  maestra,  en' la  razón  de  t '  ■! , 45 . 
M,  N,  indica  la  posición  que. debería  ocupar  la 
bélico  Sauvage  en  la  finí  1.a,  si  en  ella  se 
sustituyese  á  la  de  Delisle.  Las  letras  M"  N", 
IV"  N"'  indican  los  que  las  dos  hélices  ocu- 
parían si  estuviesen  izadas  en  el  buque. 

La  fig.  3.a  [lám.  XIII)  representa  en  plano 
y  elevación  el  sistema  de  David  Napier.  Com- 
peliese de  dos  ruedas  de  igual  diámetro  rolo- 
cadas  á  popa  en  un  espacio  á  cuya  parto  es- 
trema se  halla  colocado  el  timón,  jbte  sistema, 
que  ha  dado  buenos  resultados,  se  distingue 
de  tos  precedentes  en  que  las  planchas  ó  lá- 
minas belizoidales  de  las  ruedas,  se  sumergen 
solo  en  parte,  lo  que  tiene  esencialmente  por 
objeto  evitar  la  resistencia  producida  por  las 
partes  del  medio,  resistencia  que  siempre  es 
considerable  en  los  aparatos  enteramente  ana- 
gados. 

La  fig.  4.a  rep rescata  el  sistema  ffi*9í¡ 
formado  de  cuatro  paletas  lijadas  en  la  cabe- 
za de!  eje  y  torcidas  de  mantera,  que  forman 
secciones  de  hélice.  Esta  hélice  ha  siilu  ari- 
cada, en  Inglaterra  cu  un  buque  cu  que  se  ha- 
llaba dispuesta  para  poder  servir  de  liinon;  y 
para  este  cíceto  estaba  colocada  de  modo  que 
podia  darse  á  su  eje  una  dirección  oblicua  i 


Vapor 


894 


la' derecha  ó  a  la  izquierda,  (movimiento  que 
se  operaba  de  mi  modo  análogo  al  que  se  em- 
plea para  las  alas  de  los  molinos,  de  viento), 
sin  ejercer  influencia  sobre  el  movimiento  de 
las  ruedas  que  le  trasmitían  la  acción  de  la 
máquina. 

El  sistema  de  la  fig.  5.a,  que  es  cono- 
cida bajo  el  nombre  de  sistema  Blaxland,  se 
compone  de  láminas  6  planchas  d,  e,  /",...  fija- 
das sobre  los  brazos  ce.  y  dispuestas  de  mo- 
do que  forman  ángulos  que  cruzan  desde  la 
circunferencia  interior  á  la  esterior  de  las  dos 
superficies  helicoidales  que  ellas  componen. 
Este  sistema  es  uno  de  los  menos  ventajosos  á 
cansa  de  la  resistencia  que  los  brazos  oponen 
al  agua. 

fas  /»7S.,5.a  y  6.a  demuestran  de  perfil  y 
de  frente  dos  formas  de  propulsores  propues- 
tas por  Mr.  Ronnie,  á  quien  se  debe  el  haber 
comprendido  el  primero  las  ventajas  de  los 
propulsores  do  hélice,  atreviéndose  á  empren- 
der laconslruccion  del  Arquimedes  para  apli- 
carle el  sistema  de  Mr.  Smith,  que  esle  inven- 
tor no  ¡rabia  esperimeníado..  todavía,  sino  en 
un  pequeño  modelo.  El  carácter  esencial  del 
propulsor  Sennie  es  el  presentar  la  forma  de 
una  rosca  espiral  formada  por  el  enrolla- 
miento de  un  piano  inclinado  alrededor  de  un 
cono,  de  manera,  que  el  ángulo  de  inclinación 
de  los  dos  pasos  de  rosca,  aumenta  gradual- 
mente de  la  parte  interior  á  lapostérior  de  ella. 
El  objeto  de  esta  disposición  es  que  el  agua, 
cuando  ha  adquirido  toda  la  velocidad  que  la 
paríe  anterior  haya  podido  comunicarle,  pueda 
recibir  ademas  mi  nuevo  impulso  de  las  par- 
les que  se  presentan  en  seguida,  las  cuales 
producen  de  este  modo  casi  tanto  efecto  como 
las  primeras.  Esta  idea  es  debida  ála  observa- 
ción que  ha  hecho  el  inventor  de  las  formas, 
de  la  cola  de  los  pescados  que  nadan  con  mas 
velocidad,  aunque  ellos  no  se  sirven  sino  de 
aquella  parte  de  su  cuerpo  á  la  cual  imprimen 
uu  movimiento  de  rotación.  • 

«En  el  caso  normal  la  comparación  del  efec- 
to útil  de  los  propulsores  do  hélice  y  el  de  las 
ruedas  dé  paletas  da  la  ventaja  á  estas  últimas, 
aunque  se  haya  dicho  precedentemente  que  las 
paletas  consumen  en  pura  perdida  cierta  canti- 
dad de  fuerza  á  su  entrada  en  el  agua  y  á  su' 
salida;  pero  la  pérdida  causada  por  el  modo 
de  obrar  de  la  hélice,  es  mas  considerable.  En 
efecto,  ejerciendo  su  acción  sobre  el  agua  en 
nna  dirección  perpendicular  á  su  superficie,  y 
distinta  del  sentido  del  movimiento  del  buque, 
salo  hay  una  parte  de  la  reacción  del  liquido 
que  sirve  á  hacerlo  avanzar.  Cierto  es  que  la 
parle  efectiva  es  proporcional  al  ángulo  que 
los  pasos  de  la  hélice  forman  con  el  eje,  de 
modo  que  el  paso  de  la  rosca  puede  aumen- 
tarse o  disminuirse,  bastando  darle  mas  ve- 
locidad. Mas  por  desgracia  paráoste  aumento 
de  velocidad  se  esperimenta  otro  género  de 
pérdida  debida  al  muy  considerable  rozamien- 
to que  sufren  las  superficies  en  su  trayecto  al 


través  del  agua.  Esto  obliga  á  no  salir  de  una 
inclinación  media  para  el  paso  de  la  rosca  (la 
de  45°)  ó  según  !a  teoría,  la  razón  de  la  po- 
tencia al  efecto  útil  se  espresa  por  los  núme- 
ros 71,900  :  41,820;  mientras  que  el  relativo 
á  las  ruedas  de  paletas  no  es  mas  que  de 
13,900  :  10,820. 

«Los  propulsores  de  hélice  tienen  también 
el  inconveniente  de  exigir  una  gran  complica- 
ción de  mecanismo.  Asi,  á-causa.  de  la  gran 
velocidad  de  rotación  deque  deben  estar  ani- 
mados, que  debe  ser  tal  que  su  velocidad,  de 
penetración  en  el  agua  sea  mayor  que  aquella 
con  que  debe  marchar  el  buque,  hay  precisión 
de  emplear  engargantes,  queproducen  un  rui- 
do muy  desagradable  y  también  necesidad  de 
reemplazar  con  bastante  frecuencia  á  causa  del 
rápido  desgaste  de  los  dientes,  lo  cual  es  una 
consecuencia  de  la  instabilidad  de  sus  pun- 
tos de  apoyo.  Se  ha  propuesto  reemplazarlos 
por  medio  de  poleas  abrazadas  y  movidas  por 
medio  de  correas;  pero  oslas  úllimas  tienen  el 
inconveniente  de  alargarse  con  el  uso;  y  ¿có- 
mo ha  de  poderse  trasmitir  una  fuerza  de  dos- 
cientos caballos,  de  cuatrocientos  y  algunas 
veces  mas?  La  necesidad  de  sacar  de  su  sitio 
la  rosca  para  izarla  sobre  la  cubierta  presen- 
ta también  sus  dificultades,  porque  si  es  fácil 
desarmar,  no  lo  es  siempre  volver  á.  colocar 
con  la  misma  exactitud,  y  situar  el  pro  pulso  r, 
una  vez  levantado,  p'recisamenlo  en  el  eje  del 
árbol  que  le  trasmite  el  movimiento  de  la  má- 
quina, lo  cual  es  de  condición  rigorosa  para 
evitar  graves  averias.  Se  ha  visto  sobre  la  /?- 
guraS*  [lám.  XIII)  el  mecanismo  que  por  lo 
común  se  emplea  para  estraerlo  del  agua  y 
volverlo  á  calar.  La  fig.  1.a  [lám.  XIII)  de- 
muestra el  método  empleado  para  esta  faena  á 
bordo  del  Arquimedes. 

«AA  es  una  vista  dje  frente  de  la  rosca,  en  la 
posición  en  que  funciona,  inmediatamente  so- 
bre la  rosca  hay  una  caja  rectangular  que  lle- 
ga bástala  cubierta,  y  de  suficiente  capacidad- 
para  que  un  hombre  pueda  llegar  libremente 
hasta  la  misma  rosca.  Para  suspenderla  es  ne- 
cesario pasar  por  esta  abertura  una  cuerda  del- 
gada é  cuyo  estremo  se  ha  unido  ó  pende  una 
pequeña  boya.  Cuando  esta  ha  pasado  los  bor- 
des inferiores;  de  la  abertura  y  sobrenada  en 
el  agua  llevando  consigo  la  sondaleza,  se  co- 
ge esta  y  se  la  ayusta  ó  amarra  á  otro  cabo  mas 
fuerte.  En  seguida  se  iza  la  sondaleza  por  la 
abertura  c,  cobrando  al  mismo  tiempo  la  cuer- 
da hasta  que  el  chicote  o  estremo  se  pre- 
senta á  la" abertura  superior  y  entonces  se  le 
echa  mano.  En  seguida  se  engancha  en  un 
agujero  practicado  para  este  fin  en  la  rosca. 
Dos  cuerdas  semejantes,  amarradas  de  ante- 
mano sobre  la  cubierta,  se  amarran  también  al 
eje  de  la  rosca,  á  popa  y  a  proa  del  propulsor. 
Se  suspenden  los  sombreros  de  las  mesetas  de 
apoyo  por  medio  de  largas  varas  que  van  á  ellos 
desde  la  cubierta  y  quedan  descubiertas.  Tiran- 
do entoncesde  las  cuerdas  que  están  amarradas 


895 


VAPOR 


89S 


al  eje  cíe  la  rosca,  oslase  desprende  de  sus  pi- 
lares de  apoyo  y  queda  suspendida  de  manera, 
que  cobrando  por  las  cnerdas  6  so  la  hace  sa- 
lir de  la  posición  "vertical;  se  continua  tiran- 
do de  las  cuerdas  b  y  largando  ó  amoyundo  de 
las  otras,  y  la  rosca  llega  hasta  el  arbotante  a 
de  donde  se  trasporta  fácilmente  á  bordo.  Es- 
ta maniobra  es  mueho  mas  larga  y  difícil  que 
la  que  espresa  la  fig.  3.a,  cuya  disposición 
presentara  grandes  ventajas  sin  los  trastor- 
nos áque  su  mecanismo  está  sujeto,  los  cuales 
pueden  algunas  veces  impedir  su  juego.  La 
que  es  necesario  practicar  para  volver 'la  ros- 
ea á  su  sitio  es  todavía  mas  difícil.  ílastará 
solo  que  digamos  que  la  cuerda  b  se  (lía  ó  ar- 
ria á  una  distancia  conocida  y  (ijada  á  este 
punto  de  manera,  quetirando  igualmente  de 
las  cnerdas  dd  se  lleva  el  eje  á  su  natura!  po- 
sición. Solo  resta  colocar  los  sombreros  de  los 
pilares  por  medio  de  pernos  largos  para  suje- 
tarlos como  estabanen  sus  cojinetes. 

«fío  podemos  dar  una  idea  mejor  del  valor 
de  la  liélice  que  presentando  el  resultado  de 
las  esperie'noias  practicadas  para  comparar  la 
velocidad  del  Arquimcdcs  con  la  del  Wid- 
geon,  uno  de  los  mejores  barcos  de  paletas  ele 
los  ingleses,  -  en  la  travesía  de  Douvres  á  Ca- 
lais. 

Primera  esperienaia.    «Mar  en  calma.  Bri- 
sa Ugera  de  popa.  El  Widgeon  gana  seis  mi- 
nutos sobre  el  Arquímedes. 
,  Segunda  esperiencia.   «Viento  liojn  contra- 

.  rio.  Et  Widgeon  gana  diez  minutos  sobre  el 
Arquímedes. 

Tercera  experiencia.     «'Catara  completa, 

.mar  llana  como  un  espejo.  El  Widgeon  gana 
tres  rninnlos  cinco  segundos  sobre  el  Arqui- 
medcs. 

Cuarta  esperiencia.  «Brisa  fresca  del  Este. 
Los  dos  barcos  navegan  á  lávela,  llevando  el 
Arquimedes  mas  aparejo  mareado  que  el 
Widgeon.  El  Arquímedes  gana  nueve  minu- 
tos sobre- el  Widgeon, 

Quinta  esperiencia.  «Regreso:  viento  fres- 
co de  travesía.  El  Arquimades  gana  cinco  mi- 
nutos y  anda,  por  término  medio,  en  esta  es- 
periencia, de  nueve  á  nueve  y  media  millas 
por  hora, 

«Estas  esperiencias  prueban  que  los  barcos 
de  ruedas  dan  ima  velocidad  mayor  en  tiempo 
de  calma  que  los  que  se  mueven  con  la  héli- 
ce [se  calcula  que  la  pérdida  de  estos  últimos 
es  de  cerca  de  0, 12);  pero  que  estos  llevan  la 
ventaja  cuando  se  navega  con  viento  de  Ira- 
vés  y  la  mar  está  agitada,  á  causa  de  que  la 
bélico  permanece  siempre  enteramente  su- 
mergida, mientras  que  en  este  caso,  como  an- 
tes dijimos,  las  ruedas  ya  se  sumergen  ente- 
ramente de  un  lado,  ya  de  otro.  Debemos-,  no 
obstajile,  observar  que  el  Arquímedes  no  es 
el  barco  do  hélice  que  haya  c(ado  mejores  re- 
sultados; porque  el  Napoleón,  construido  por 
Mr.  Normand  del  Havre,  ha  recorrido  con  la 
máquina  sola,  die^  millas  por  hora,  y  basla 


trece  y  medía  con  el  auxilio  de  las  velas.  Es- 
te buque  se  distingue  de  los  otros  del  mismo 
sistema,  en  que  su  máquina  no  tiene  engar- 
gantes ni  correas,  operando  las  bielas  direc- 
tamente sobre  el  eje  prolongado  de  la  rosca, 
que  hace  codillo  para  este  erecto:  esta  dispo- 
sición exige  que  los  cilindros  de  vapor  estén 
trastornados  ó  en  scnlido  inverso  para  obrar 
de  alto  abajo,  y  que  sean  muy  cortos  para  que 
la  velocidad  del  émbolo  no  sea  esceslva.  Sin 
embargo,  la  segunda  condición  da  lugar  ú  oca- 
siona una  gran  pérdida  de  vapor,  á  cunsa  del 
vacio  inútil  que  se  halla  eu  cada  una  do  las 
cstreinidades  de  los  cilindros,'  vacío  por  don- 
de se  escapa-  un  volumen  de  vapor,  tanto  mas 
considerable,  cuanto  que  el  número  de  los 
golpes  de  émbolo  es  mayor  en  un  tiempo  Ja- 
do; y  por  tanto,  á  esta  pérdida  de  vapor  cor- 
responde necesariamente  un  aumento  de  gas- 
to en  combustible. 

«En  suma:  utilizando  menos  bien  la  liélice 
la  potencia  del  motor  que  las  ruedas  en  uua 
agua  tranquila,,  no  conviene  para  la  navega- 
ción lluvial,  -en  donde,  por  olra  paite,  do  se 
encontraría  casi  nunca  el  fondo  que  le  es  ne- 
cesario. 

«Sus  ventajas  en  la  mar  son: 

t.u    «Estar  al  abrigo  de  las  balas. 

2."  «Pcnnilir  el  fuego  de  las  baterías  en  to- 
da la  longitud  del  buque. 

3  o  «La  reducción  de  la  amplitud  del  buque 
en  O/i  de  la  que  es  necesaria  con,  las  ruedas. 

-i."  «\'o  necesitar  máquinas  (analtas  y  per- 
mitir, por  consiguiente  bajar,  el  centro  de  gra- 
vedad. 

5."  «Producir  siempre  el  mismo  créelo, 
cualesquiera  que  fueren  las variacionesdel car- 
gamento y  el  calado  de  los  buques. 

C.°  «Estar  siempre  completamente  sumer- 
gido sean  los  que  fuesen  los  movimientos  de 
balance  y  cabezada,  y  presentar  en  estas  cir- 
cunstancias una  potencia  por  lo  común  supe- 
rior á  la  de  las  ruedas. 

«A  pesar  de  todo,  y  á  causa  sin  duda  déla 
velocidad  que  ocasiona  en  circunstancias  nor- 
males, y  de  la  mayor  complicación  que  esigc 
eu  las  coniuuicaciones  del  movimiento,  se  cree 
hoy  unánimemente  que  la  liélice  solo  puede 
emplearse  con  ventaja  en  los  navios  de  guer- 
ra de  superior  porte  como  auxiliar  de  las 
velas. 

«Las  hélices  se  construyen  siempre  de  co- 
bre para  evitar  que  sean  corroídas  por  el  agua 
del  mar.  Las  dimensiones  que  deben  calcular- 
se con  mas  cuidado,  á  causa  de  su  mayor  im- 
portancia, son  el  paso  y  la  superficie  proyec- 
lada sobre  un  plano  perpendicular  al  eje  deles 
segmentos  helozoidales,  El  paso  se  obtiene  di- 
vidiendo el  espacio  que  el  buque  está  destina- 
do á  recorrer  por  segundo,,  ó  su  velocidad  au- 
mcnlada  por  el  escape  ó  es'curridurade  la  ros- 
ca en  el  agua,  estimada  por  lo  común  en  un 
quinto  del  espacio  recorrido,  por  el  número  de 
vueltas  que  la  rosca  debe  hacer  en  un  seguu- 


897 


VAPOR 


898 


do.  La  superficie  proyectada  se  determina,  se- 
gnn  el  dato  de  que  las  superficies  belezoidales 
no  sufren,  por  parte  del  agua,  mas  que  los 
cinco  sétimos  de  la  resistencia  de  las  superfi- 
cies planas  perpendiculares  al  sentido  del  mo- 
vimiento, como  las  de  las  paletas,  por  ejem- 
plo, cuya  superficie  (Ja  de  una  de  estas,  sea  á 
la  dereclia  sea  á  la  izquierda  del  buque)  debe 
ser  á  la  de  la  cuaderna  maestra  sumergida,  co- 
mo uno  es  á  diez,  ú  calculada  en  términos  de 
tener  ira  decímetro  cuadrado  por  fuerza  de  ca- 
lado de  la  máquina." 

Habiendo  manifestado  en  las  espiracio- 
nes que  preceden,  (ornadas,  de  los  articulo; 
publicados  en  la  Enciclopedia  francesa  por 
Mr.  Charles  lienier,  lo  que  basta  para  dará 
conocer;  bajo  su  aspecto  técnico  ó  industrial, 
el  oslado  actual  de  la  navegación  por  medio 
del  vapor,  según  Sos  dos  sistema?  generalmen- 
te admitidos  para  la  aplicación  de  osle  agente, 
vamos  á  añadir  por  nuestra  propia  cuenta  al- 
gunas observaciones  con  relación  á  la  bistoria 
do  esta  grande  invención  y  á  la  parte  de  honra 
(pie  en  ella  podemos  legítimamente  reclamar 
para  nueslra  patria. 

En  el  estenso  y  eseelenleartíeulo  que  pre- 
cede á  este  de  Marina,  se  refiere  de  un  modo 
luminoso  la  bistoria  del  vapor,  ba  materia, 
asunto  de  crilica  y  controversia  entre  las  na- 
ciones qud  pretenden  ó  se  dispulan  la  priori- 
dad en  la  aplicación  de  este  agente  á  la  nave- 
gación, está  tratada  con  imparcialidad  y  cir- 
cunspección por  Mr.  León  Lalonne  que  exa- 
minando los  diversos  juicios  y  pretensiones,  ¡ 
se  eleva  á  la  altura  que  conviene,  haciendo  el  l 
sacrificio  de  susnaturales  tendencias  y  aieecio- j 
nes.  Paréennos,  por  lo  tanto,  oportuno  consig- 
liar  aquí  la  opinión  deeste  escritor,  que,  nos 
complacemos  en  decirlo,  hasubidohaeerjusticia 
al  derecho  que  asiste  á  los  españoles  para  re- ! 
clamar  una  modesta  parlo  de  la  gloria  acordada 
á  los  primeros  inventores  y  perfeccionadores. 
Hemilimos,  pues,  al  lector  á  los  juicios  y  razo- 
namientos que  espoue  examinando,  según  el 
orden  cronológico,  el  origen  y  progresos,  des- 
de los  tiempos  remolos  ,  de  esta  admirable 
fuerza  motriz. 

Desde  Ileron,  acérrimo  creyente  y  sostene- 
dor de  la  doctrina  aristotélica  del  horror  al  va- 
cio, y  el  primero  de  quien  sabemos  que  hubiese 
hecho,  sino  útiles,  ingeniosas  aplicaciones  de 
aquel  motor  admirable,  basta  Stevens  y  Ful- 
ton,  y  luego  otros  pei'feceiouadores,  ¿cuántas 
aplicaciones  y  modificaciones  no  se  han  visto 
de  inmensa  utilidad,  de  aquella  fuerza  que  tu- 
vieron á  su  disposición  sin  conocerla  las  anti- 
guas generaciones,  en  favor  de  las  artes  fabri- 
les ó  industriales,  sobre  todo,  de  la  locomoción? 
iGuánto  no  se  hubiera  admirado  el  sabio  me- 
cánico de  Alejandría,' si  quince  siglos  después 
hubiese  podido  contemplar  la  nave  de  Blas- 
cadeíSaray,  surcando  ei  liquido  espacio  ,  no 
con  el  auxilio  de  la  vela  ni  de  los  remos,  sino 
de  aquella  misma  causa,  de  aquel  impulso  sua- 

'¿22  G     UIUMOTUCA  POTOLAll. 


ve  que  daba  animación  á  sus  graciosos  autó- 
matas; cuánto  no  se  hubiera  sorprendido  vien- 
do una  de  esas  moles  gigantescas,  esas  naves 
de  nuestros  días,  en  que  el  vapor,  no  ya  como 
una  corriente  mas  o  menos  activa  ,  sino  con- 
vertido en  una  fuerza  espantable,  -y,  no  obs- 
tante, comprimida  y  sujeta  a  la  voluntad  del 
hombre,  las  conduce  al  través  del  grande  Océa- 
no, burlando  los  vientos  contrarios,  las  cal- 
mas tenaces  y  las  corrientes,  acortando  con  su 
velocidad  las  distancias,  y  estrechando  los  la- 
zos sociales  de  la  gran  familia  humana! 

Al  contemplar  tales  prodigios,  tan  pas- 
mosos adelantos  en  la  aplicación  de  esta  nue- 
va fuerza  motriz  á  la  navegación;  el  rápido  ade- 
lanto de  las  naciones  modernas  en  esta  senda 
abierta  á  la  industria  y  la  civilización,  nos  lie- 
mos preguntado  con  sentimiento,  ¿por  qué  la 
nación  española  que  precedió  á  las  naciones 
modernas  en  casi  todos  los  ramos  del  saber 
humano,  permanece  inmóvil  é  indiferente  á 
ese  movimiento  de  progreso,  á  ese  grands  y 
maravilloso  espectáculo?  Pero  al  hacernos  es- 
ta pregunta  estábamos  muy  distantes  de  acu- 
sar á  nuestra  noble  nación  por  ese  involunta- 
rio atraso;  sabíamos  que  era  grande  el  núme- 
ro de  los  españoles  que  seguían  paso  á  paso 
ai |tie líos  progresos,  que  cultivaban  las  ciencias 
que  ios  produceny  sostienen,  y  que  gimiendo 
en  silencio  por  ver  á  su  pais  privado  de  aque- 
llos bienes  y  adelantos,  esperaban  ansiosos  la 
época  en  que  la  nación  española,  ásperamente 
aquejada  por  la  contraria  fortuna ,  pudiese 
también  entrar  en  la  senda  de  los  adelantos 
del  siglo.  Porque  hubiera  sido  el  colmo  de  la 
injusticia  no  considerar  que  en  tanto  que  la 
Europa  ha  gozado  sin  obstáculo  de  esa  paz  que 
debió  en  gran  parte  á  los  heroicos  esfuerzos' 
de  los  españoles,  durante  la  cual  ba  podido 
dedicarse  sin  estorbo  á  la  adquisición  de  aque- 
llos bienes,  sufrían  estos  los  efectos  y  conse- 
cuencias de  guerras  intestinas,  de  dos  invasio- 
nes estrangeras  no  provocadas,  de  persecu- 
ciones y  desastres  políticos,  y,  por  último,  la 
guerra  civil,  cáncer  que  por  si  solo  bastaría  á 
sofocar  el  amor  al  saber  y  basta  la  natural  in- 
clinación á  la  vida  social. 

■Pero  al  pagar  eljusto  y  debido  tributo  de 
admiración  y  gratitud  á  los  grandes  ingenios 
que  han  llevado  á  la  perfección  esa  máquina 
portentosa,  al  admirar  ese  medio  de  acción 
que  asi  ■aumenta  y  multiplica  las  facultades 
del  hombre,  hecho  que  la  antigüedad  hubiera 
recompensado  con  estatuas  ó  deificando  á  sus 
autores;  ¿por  qué  no  ha  de  hacerse  justicia  al 
que  tuvo  el  primer  pensamiento?  'Sin  defrau- 
dar á  aquellos  de  una  gloria  que  tan  de  dere- 
cho les  pertenece;  cuando  vemos  que  en  otras 
naciones  se  suscitan  pretensiones  y  disputas 
sobre  la  prioridad  del  pensamiento,  cuando  la 
Francia  y  la  Inglaterra  pretenden  para  sí  esta 
gloria,  desentendiéndose  desdeñosamente  de 
nuestro  derecho,  ¿habremos  de  guardar  si- 
lencio? 


899 


VAPOR 


900 


No  tratamos  de  reproducir  aqui  todas  las 
razones,  todo3  los  testimonios  que  aseguran  á 
nuestra  patria  el  honor  de  la  prioridad  en  la 
aplicación  del  vapor  á  la  navegación,  cuyo  co- 
nocimiento y  publicidad  fueron  debidos  al 
ilustrado  celo  por  las  glorias  nacionales  y  la- 
boriosas investigaciones  del  eininente  escritor 
don  Marlin  Fernandez  de  Navarrete.  Pero 
la  autoridad,  y  buena  fé  de  este  escritor  tan 
conocido  y  respetable  dentro  y  fuera  de  Es- 
paña, han  sido  puestas  én  duda:  se  ha  consi- 
derado como  supuesto  su  testimonio,  y  no  es 
posible  guardar  silencio  ante  la  ligereza  de 
los  juicios  de  algunos  autores  de  gran  coneep- 
,  to  en  la  nación  vecina,  entre  los  cuales,  que- 
riendo alguno  asegurarla  á  todo  trance,  para 
su  compatriota  Denis  Papin,  no  repara  en  re- 
currir á  las  mas  fútiles  suposiciones  y  ar- 
gumentos contra  la  invención  de  Blasco  de 
Garay. 

Entre  los  que  pretenden  disputar  esta  honra 
á  nuestra uaciony  niegan  ex-cátedra,  la  certeza 
del  hecho,  contamos  á  M.  A.  Babault,  que  en 
un  articulo  quedióá  luz  en  una  obra  periódica 
de  marina  (1),  emplea  para  esie  fin  !as  mas 
débiles  razones,  y  á  Mr.  Árago  que  á  la  des- 
deñosa incredulidad  del  primero,  reúne  algu- 
nas objeciones  científicas,  si  bien  de  poca 
fuerza,  presentadas  con  la  maestría  é  inteli- 
gencia propias  do  este  célebre  físico.  Pero  an- 
tes de  hacernos  caTgo  de  las  razones  de  uno 
y  otro  opositor,  forzoso  nts  será  presentar  su- 
cintamente el  hecho,  cuya  certeza  se  atreven 
á  negar  con  tanta  ligereza  y  resolución. 

Según  consta  de  los  registros  originales 
conservados  en  el  archivo  de  Simancas,  entre 
los  papeles'  correspondientes  á  Cataluña  y  á 
la  secretaria  de  !a  Guerra  de  1543,  el  español 
Blasco  de  Garay,  oficial  de  la  marina  del  em- 
perador Garlos  Y,  hizo  en  Barcelona,  en  pre- 
sencia de  este,  el  día  17  de  junio  del  mismo 
año,  la  esperiencia  de  un  bagel  que  andaba 
por  niedio.de  un  aparato,  cuya  parte  mas  ini- 
portante  era  una  gran  caldera  de  agua  hir- 
viendo. El  buque  en' que  se  ejecutó  media 
200  toneladas;  se  llamaba  Ja  Trinidad,  y  su: 
capitán  Pedro  de  Scarza,  y  acababa  de  hacer 
un  viiige  de  1rigo.  ¡Fueron  nombrados  para 
presenciarla  Enrique  de  Toledo,  el  goberna- 
dor Pedro  de  Cardona,  el  vioc-canciller  Fran- 
cisco de  Groila  y  otros  muchos  persbnages 
catalanes  y  castellanos,  con  gran  concurso  de 
marinos  y  curiosos.  Consta  que  el  proyecto 
tuvo  émulos  desde  luego, y  opositores,  y 
que  sin  la  voluntad  terminante  del  emperador, 
es  probable  no  hubiese  tenido  efecto  la  es- 
periencia; y.  aunque  aquel  quedó  sin  aplica- 
ción, su  mérito  y  csceleneia  debieron  ser  tan 
Manifiesto?,  á  pesar  de  los  manejos  de  sus 
contrarios,  ,que  el  emperador  cítífó  deber 
conceder  á  Garay  un  ascenso  en  su  carrera 
con  otras  particulares  recompensas.  No  pu- 
lí) La  Frunce  Maritime.  Premier  vol.,  p.  206. 


diendo  dudarse  de  este  hecho,  que  presen- 
ciaron tantos  testigos  y  se  halla  consignado 
de  un  modo  tan  auténtico  y  preciso  en  los  re- 
gistros-públicos nacionales,  resulla  proba- 
do, de  conformidad  con  todas  las  reglas  de 
critica  histórica,  que  Blasco  de  Garay  fué  sin 
disputa ,  el  primer  inventor  de  los  barcos  de 
vapor,  aunque  causas  y  razones,  liasla  iioy 
desconocidas,  le  impidieron  continuar  sus  en- 
sayos, privándole  de  ver  coronada  con  un  éxi- 
to completo  su  obra,  y  de  alcanzar  asi  su  ma- 
yor y  mas  lisongera  recompensa. 

A  lo  sólido,  valedero  é  irrecusable  de  este 
testimonie  se  atreve  á  oponer  Mr.  Rabmdi 
las  siguientes  razones: 

«Como  en  las  ciencias,  dice,  no  se  pue- 
den admitirlos  hechos  sino  cuando  están hm- 
dados  en  documentos  auténticos,  nos  será  per- 
mitido no  asentir  con  entera  fé  á  lo  que  relíete 
Fernandez  de  Navarrete.  El  documento  ilc 
qué  habla  no  ha  sido  impreso  ni  el  año  1 543 
ni  mas  tarde ; '  por  consiguiente,  se  puede 
poner  en  duda  y  comparar  lo  que  se  refiere 
de  las  invenciones  de  Papin,  de  Garay  y  de 
otros  muchos'á  las  fábulas  que  preceden  siem- 
pre á  la  historia  de  una  nación  y  constituyen 
su  parte  mas  poética,  y  por  lo  común  la  mas 
interesante.». 

He  aqui  por  tierra  con  la  conlundentc  ló- 
gica y  raro  criterio  de  Mr.  Éabaull  unlieclio 
público  y  notorio,  y  colocado  en  la  mistan  ca- 
tegoría que  los  trabajos  de  Hércules,  y  la  es- 
pedición  de  los  argonautas. 

Según  el  sentir  de  este  critico  para  gra- 
duar la  certeza  histórica  de  los  hechos,  para 
que  un  documento,  por  auténtico  y  oficial  que 
sea,  no  pueda  calificarse  de  falso,  ha  de  estar 
de  letra  de  molde.  No  participamos  de  esto 
especie  de  fé,  en  que  muy  pocos  ei)  este  si- 
glo acompañarán  á  jtfn  Bubault,  y  sin  dete- 
nernos en  hacer  ver  lo_  fútil  del  argumento, 
nos  ceñiremos  á  observar  que  esa  misma  oscu- 
ridad, y  ann  olvido  si  se  quiere,  en  que  se 
hallaba  como  perdido  este  hecho ,  enlre  las 
memorias  y  documentos  de  aquella  época  con- 
cernientes á  otros  asuntos;  que  la  sencillez 
y  numerosos  incidentes  que  presenta  su  nar- 
ración, y  hasta  lo  inverosímil  de  la  mise- 
rable superchería  qúo  seria  indispensable  su- 
poner para  esplicarlaaparicion  de  aquel  testi- 
monio; y,  porúllimo,  que  la  noloria  escrupulo- 
sidad critica  del  señor  Navarrete,  tan  acredi- 
tada en  el  mundo  literario,  deponen  con  so- 
brada fuerza  en  favor  de  su  veracidad. 

Pero  he  aqui  otro  comprobante  de  qnc  no 
podemos  desentendernos,  y  del  cual  creemos 
no  tuvo  noticia  este  erudito  escritor  marino, 
que  lomamos,  no  de  nuestros  archivos,  sino  de 
un  periódico  francés  de  concepto  que  se  pu- 
blicaba en  Taris  por  el  año.'do4'84?,  titulado 
Le  Commerce.  Ocupándose  este  periódico  co 
su  número  297  del  hecho,  viene  á  confirmar 
y  reconocer  la  prioridad  que  reclamamos  á 
favor  de  España,  y  que  niega  Mr.  Rabault, 


90! 


VAPOR 


902 


El  pasage  é  que  aludimos,  y  que.  entresacamos 
del  citado  periódico,  dice  lo  siguiente: 

«Ya  era  cosa  sabida  que  liace  300  años  so 
liabía  liecho  en  Barcelona  un  ensayo  de  nave- 
gación por  medio  del  vapor,  y  este  mismo  lie- 
dlo es  el  que  lia  dado  asunto  -pava- Los  recursos 
deQuinola  (1).  üna  carta  de  Madrid  habla  del 
hallazgo  de  documentos  auténticos  que  exis- 
ten en  los  archivos  reales  de  Salamanca  (aqui 
se  ñola  una  visible  equivocación;  el  archivo  á 
que  so  refiere  es  el  de  Simancas).  He  aqui,  di; 
es  esta  carta,  lo  que  acerca  de  este  asunto  con- 
tiene un  registro  llevado  c-n  el  ministerio  de 
la  Guerra. ..» 

Rl  Cammerco  trascribe  la  noticia  en  tér- 
minos casi  idénticos  á  los  nuestros,  añadiendo 
<|iie  a  la  experiencia  asistieron  con  el  empera- 
dor, su  hijo  Felipe  II  y  el  gran  tesorero  Ha- 
vago,  A  quien  se  atribuye  el  haber  disuadido 
á  aquel  de  la  adopción  del  invento  y  su  api  i  - 
ración  á  la  marjna  del  Estado',  protestando  que. 
In  máquina  era  muy  complicada  y  costosa,  y 
c|i io  nilemas  de  estos  inconvenientes  se  cor- 
ría el  riesgo  de  la  esphsvm  de  la  caldera. 

■Que  la  comisión  especial ,  prosigue,  enr 
cargada  de  estender  el  informe  sobre  la  espe- 
riencia,  se  limitó  á  hacer  constar  que  el  buque 
movido  por  el  vapor,  había  hecho  desde  lue- 
go Ires  leguas  en  dos  horas,  luego  una  legua 
por  hora,  y  que  se  le  podía  dar  una  velocidad 
doblu  de  ía  de  una  gatera  ordinaria.  Que  el 
emperador  no  volvió  á  ocuparse  del  invento 
ile  ilon  Itlasco  de  Caray;  pero  que  le  hizo  rein- 
tegrar dé  lodos  los  gastos  y  darle  ademas  una 
gratificación  de  200,000  maravedís,  con  oferta 
de  adelantarlo  sucesivamente  basta  los  mayo- 
res grados  en  la  armada  española.  Por  último, 
dice  el  Commerce,  que  Mr.  deRenouard,  de 
la  Academia  francesa,  ka  consignado  en  sus 


i\)  Les  ressources  de  Quinóla,  comedie  en  cinq 
seles,  en  prosse,  preceden,  d'un  prologue,  par  Mr.  de 
Ititlzac,  renresenlec  sur  le  second  theatre  francois 
«Jilean)  lo  19  mars  1812. 

Respondiendo  el-aulor  de  esla  comedia,  cuyo 
.mutilo  está  tomado  del  mismo  csperúmtnto  hecho  por 
"lasco  de  Garay  en  Barcelona,  á  los  crilioos  france- 
ses que  la  combatieron  fuertemente  á  su  aparición, 
presenta  en  el  prólogo  las  siguientes  razones  que 
creemos  oportuno  trascribir,  porque  ellas,  corrigien- 
do la  petulante  incredulidad  de  sus  compatriotas, 
vienen  á  prestar  también  por  su  parlo  apoyo  á  la  cau- 
sa que  defendemos. 

«Entre  cincuenta  forjadores  (le  folletines,  ni  une, 
solo  ha  dejado  de  tratar  como  una  [Aluila  inventada 
por  el  autor  el  Aecho  liislórito  sobre  que  reposa  esta 
pieza  de  los  Recursos  de  Quinóla. 

■  jHueliu  tiempo  antes  que  Mr.  Arago  mencionase 
f»le  lirciin  en  sil  historia  del  vapor,  publicada  en  el 
-innmire  du  Burean  des  Longitudes,  el  autor,  á 
'íiiten  el  hecho  era  conocido,  habla  presentido  la 
grande  comedia  que  debió  preceder  al  acto  de  deses- 
peración á  queso  vló  impulsado  el  desconocido  in- 
ventor que  en  presencia  del  si^lo  XVI  [eupteinXVI 
«tecle),  hizo  andar  un  buque  por  medio  del  vapor  en 
el  puerto  de  Barcelona ,  y  lo  echó  él  mismo  á  pique 
•leíanle  de  200,000  espectadores. 

"Esta  observación  responde  á  las  burlas  y  clian- 
Míias  que  ha  suscitado  la  pretendida  suposición 
™  la  invención  del  vapor  anlos  del  marques  de  Wor- 
cetter,  Salomón  de  Caus  y  de  Papin.v 


obras  una  balada  ó  romance  en  honor  de  Ga- 
ray, 'que  se  cantaba  en  1 543  por  las  calles 
de  Barcelona.» 

A  escepc.iün  de  esta  úllima  noticia,  que  vie- 
ne á  ser  un  verdadero  comprobante  del  hecho 
que  se  niega,  se  echa  de  ver  que  la  relación 
tiene  el  mismo  origen  ,  ó  procede  de  la  mis- 
ma fuente  que  la  publicada  por  el  Sr,  Navar- 
rete.  No  concluiremos  esta  importante  cita  sin 
¡amentarnos  deque  la- ignorancia  y  ligereza 
de  los  comisionados  para  inspeccionar  el  es- 
perimento  de  Garay ,  y  la  mezquindad,  sobro 
todo,  del  tesorero  ñávago,  hubiesen  privado 
i  España  de  la  gloria  de  ofrecer  al  mundo 
civilizado  el  gran  presente  del  vapor  como 
potencia  aplicable  á  la  navegación. 

I'ern  no  insistiendo  mas  sóbrela  oposición 
de  Mr.  Rabault ,  á  quien  creemos  haber  con- 
testado lo  suficiente,  vamos"  á  hacernos  cargo 
de  los  argumentos  de  Otro  género  con  que 
Mr.  Arago,  después  de  participar  de  ta  in- 
credulidad de  aquel,  respecto  del  hecho  y  de 
la  autoridad  y  certeza  de  los  documentos  qne 
lo  acreditan,  quiere  darlo  verdaderamente  por 
cierto,  para  nacer  ver  que ,  aun  admitiéndolo 
cual  se  refiere,  no  fué  la  fuerza  comprimida 
y  elástica  del  vapor  la  causa  impulsiva  de  la 
máquina  de  Garay,  reclamando  el  honor  de 
la  invención  en  la  aplicación  de  esla  fuerza 
para  su  compatriota  Denis  Papin. 

Increíble  parece  que  el  espíritu  de  nacio- 
nalidad y  paisanage  haya  ofuscado  al  célebre 
físico,  al  ilustre  secretario  de  la  Academia  de 
las  Ciencias,  hasta  el  punto  de  recurrir  alas 
mas  fútiles  suposiciones  y  argumentos  para 
disputar  á  Garay  la  prioridad  que  á  todas  lu- 
ces le  perteuece.  Para  no  debilitar  su  fuerza, 
vamos  á  trascribirlos  literalmente. 

«Según  Mr.  Jiavarrete  resulta  que  las  em- 
barcaciones de  vapor  son  una  invención  espa- 
ñola, y  que  tan  solo  se  ha  hecho  revivir  en 
nuestros  días.  De  aqui  se  deduciría  también  la 
consecuencia  de  que  Blasco  de  Garay  debe 
ser  considerado  como  el  primer  inventor  de 
las  máquinas  movidas  por  el  fuego  (a  feu).... 

«Estas  pretensiones,  dice,  deben  ser  una 
y  otra  desechadas  por  su  naturaleza.  En  tesis 
general  la  historia  de  las  ciencias  debe  for- 
marse ó  escribirse  esclusivaraente  sobre  docu- 
mentos impresos:  los  manuscritos  no  podrían 
tener  valor  para  el  público,  porque  por  lo  co- 
mún se  hallan  desprovistos  do  todo  medio  pa- 
ra comprobar  la  exactitud  de  la  fecha  que  se 
les  astgua.  Los  estrados  de  los  manuscritos 
son  menos  admisibles  aun.  El  autor  do  un  aná- 
lisis no  ha  comprendido  bien  la  obra  de  qne 
quiere  dar  cuenta;  sustituye  en  ocasiones  sin 
querer  las  ideas  de  su  tiempo,  sus  propia'' 
ideas,  á  las  ideas  del  escritor  que  comper 
di  a.  ii 

Hasta  aqui  es  poco  feliz,  como  se  echa  di. 
ver,  el  sábio  impugnador  del  señor  Amarre- 
te y  solo  vemos  reproducida  en  su  alegato  el 
'  pobre  argumento  de  Mf.  Babault,  y  ademas 


903 


VAPOR 


904 


falsea  por  su  base  el  raciocinio,  puesto  que 
esle  se  contrae,  ó  es  solo  en  rigor  aplicable  á 
un  estracto  que  se  hubiese  hecho  de  una  obra 
científica  en  que  se  quisiesen  establecer  prin- 
cipios desconocidos,  ó  persuadir  la  creencia 
de  hechos  improbables;  pero  el  documento  cu- 
yo valor  y  autoridad  se  niega,  se  contrae  sim- 
plemente á  un  acontecimiento  y  no  diserta 
sobre  las  causas  físicas  que  lo  produjeron. 
Prosigue  Mr,  Arago. 

«Concédese,  no  obstante,  el  que  ninguna 
de  estas  dificultades  sea  aplicable  en  el  caso 
que  actualmente  nos  ocupa;  que  el  documento 
citado  por  Mr.  Navarrete  sea  ciertamente  de 
1543,  y  que  el  estracto  hecho  por  Mr.  Gonzá- 
lez (el  director  entonces  del  archivo  de  Siman- 
cas), sea  fiel;  pero,  ¿qué  resultará  de  aquií  Que 
se  ensayó  en  1 543  el  hacer  andar  los  barcos 
con  cierto  mecanismo,  y  nada  mas.  La  máqui- 
na dice,  encerraba  una  caldera;  luego  era  una 
máquina  de  vapor.  Este  raciocinio  no  es  con- 
cluyante. Existen,  en  efecto,  en  diversas  obras 
proyectos  de  máquinas  en  que  se  ve  fuego 
debajo  de  una  caldera  llena  de  agua,  sin  que 
el  vapor  intervenga  ni  juegue  alli  para  nada; 
tal  es  por  ejemplo,  la  máquina  de  Mr..  Amou- 
tons.  Por  último,  aun  cuando  se  admitiese 
que  el  vapor' engendraba  el  movimiento  en  la 
máquina  de  Garay,  no  se  seguiría  inmediata- 
mente que  esta  fuese  nueva,  ni  que  tuviese  al- 
guna semejanza  con  la  de  hoy,  porque  Heron 
describía  1500  años  antes  el  medio  de  produ- 
cir "un  movimiento  de  rotación  por  la  acción 
del  vapor.» 

No  pensamos  que  Mr.  Arago  baya  nunca 
seriamente  creído  que  una  corriente  de  vapor 
no  comprimida  ni  acumulada  por  los  medios 
que  se  emplean  con  las  máquinas  actuales  ú 
oíros  análogos,  y  obrando  como  en  las  de  He- 
ron, podría  ser  capaz  de  vencer»,  no  digamos 
la  resistencia  del  Huido,  pero  ni  aun  la  simple 
inercia  y  rozamientos  de  una  máquina  cual- 
quiera, aplicada  al  movimiento  de  una  embar- 
cación sobre  las  aguas  como  la  de  Garay.  ¿y 
asi  se  desentiende  de  que  aquella  máquina 
era  muy  complicada  y  costosa  y  que  la  calde- 
ra presentaba  el  riesgo  da  una  esplosionl 
¿Puede  jamás  ocurrir  este  peligro  sin  someter 
el  vapor  del  agua  hirviendo  á  una  fuerte  com- 
presión? ¿Producía  aquel  terrible  efecto,  el  me- 
dio empleado  en  sus  máquinas  por  el  mecáni- 
co de  Alejandría? 

«Este  aparato,  concluye  Mr.  Avago,  no 
es,  en  efecto,  de  una  ejecución  "muy  diffeil; 
mientras  que,  podemos  asegurarlo  con  reso- 
lución, la  mas  simple  de  las  máquinas  de  va- 
por del  dia  exije  en  su  construcción  una  pre- 
cisión en  ía  mano  de  obra  muy  superior  á  to- 
do cuanto  pudiera  obtenerse  en  el  siglo  XVI. 
Por  lo  demás,  no  habiendo  querido  Garay 
mostrar  á  nadie  su  máquina,  ni  á  los  mismos 
comisionados  nombrados  por  el  emperador, 
cuantas  tentativas  quisiesen  hacerse  después 
de  tres  siglos  parajj_establecer  ú  esplicar  en 


que  consistía,  no  conducirían' evidentemente  i 
ningún  resultado  cierto. 

«En  conclusión,  el  nuevo  documento  ex- 
humado por  Mr.  Navarrete,  debe  ser  dese- 
chado: 1."  porque  no  ha  sido  impreso  en  1 543 
.ni  mas  tarde:  2  °  porque  no  prueba  que  el  au- 
tor de  la  barca  de  Barcelona  lo  fuese  de  una 
máquina  de  vapor:  3.°  porque  si,  últimamen- 
te, ha  existido  una  máquina  de  vapor  inverna- 
da por  Garay,  era  según  todas  las  apariencias, 
la  eolípila  de  reacción,  ya  descrila  en  las 
obras  de  Heron  de  Alejandría  (I).» 

Estrañas,  en  verdad,  nos  parecen  estas  con- 
clusiones, deducidas  de  tan  frágiles  premisas, 
en  la  pluma  de-  Mr.  Arago,  y  creemos  que  el 
empeño  de  apropiar  á  su  pais  la  gloria  del  in- 
vento, y  no  su  convicción  intima,  lia  dictada 
sus  argumentos  en  apoyo  de  un  juicio,  califi- 
cado de  severo ,  hasta  por  autores  respe- 
tables de  su  misma  nación ,  que  haciéndo- 
le cargo  de  tales  rasiones ,  lian  dicho  que 
admitiéndolo  como  fundado,  Blasco  de  Ga- 
ray debería  ocupar  un  lugar  elevado  mire 
los  inventores  cuyos  nombres  figuran  en  una 
historia  de  las  máquinas  de  vapor  (2). 

Pero  lo  que  acaba  de  asegurar  la  modesta 
parte  de  gloria  que  reclamamos  para  nuestra 
nación,  en  la  persona  del  poco  apreciado  Blas- 
co de  Garay,  es  la  respetable  opinión  de 
Mr.  León  Lalonne,-  autor  dsl  escelentc  articu- 
lo que  precede  consagrado  á  la  historia  de  la 
máquina  de  vapor.  Gou  una,  imparcialidad, 
que  le  honra  sobremanera ,  lejos  de  eludir 
ó  esquivar  la  cuestión  de  la  prioridad  en  la 
invención,  la  entabla  con  decisión  y  de  fren- 
te, preguntándose  «¡.Quien  es  el  inventor  ie 
la  máquina  de  vapor't  Esta  cuestión,  dice,  es 
de  aquellas  que  se  oyen  proponer  todos  lus 
dias  por  personas  que  piensan  que  pueden  re- 
solverse con  una  sola  palabra,  y  un  ciudadano 
del  Ueino-Unido  no  titubearía  en  dar  tina  res- 
puesta categórica,  La  máquina  de  vapor,  diría, 
es  una  invención  indudablemente  inglesa,  con- 
cebida, puesta  en  ejecución  y  perfeccionada 
por  un  pequeño  número  de  individuos  todos 
ingleses.  Una-enciclopedia  inglesa lampocode- 
jaria  de  escusar  lu  larga  duración  de  ios  desar- 
rollos puramente  históricos  que  consagrarla  ¡i 
la  máquina  de  vapor,  presentando  una  relación 
en  detall  al  público  británico,  para  la  que  sus 
compatriotas  habrían  heabo  todo  el  gaslo.  Nos- 
otros no  participamos  de  este  modo  de  consi- 
derar la  cuestión  por  los  críticos  del  otro  ja- 
do del  estrecho.  La  invención  do  la  máquina 
de  vapor  nos  parece  una  cosa  demasiado  com- 
pleja para  que  sea  posible  atribuirla  á  uno  so- 
lo ni  tampoco  a  un  corto  número  de  indivi- 
duos; y  en  cuanto  á  la  parte  que  la  nación  in- 
glesa pueda  en  ella  alegar  ó  pretender,  proc- 
reólos que  po  es  tan  grande  que  no  puedan 

f -ti  Mr.  Ara¡;o."  Annuaire  des  lanpl  tules,  (lis  *MJ 
á  1639. 

(2)   Essai  sur  l'iirijiine  des  machines  á  mpeur- 


90S 


VAPOR 


900 


afganos  nombreí  franceses  figurar  en  el  pri- 
mer rango  entre  los  de  aquellos  que  mas  han 
contribuido  á  dotar  la  civilización  de  un  me- 
dia de  acción  tan  poderoso.» 

Aunque  desgraciadamente,  no  podamos  con- 
currir á  esta  competencia,  rio  exenta  de  al- 
guna exageración  y  espíritu  de  nacionalidad 
por  una  y  otra  parte;  imparciales  apreciadores 
de  los  esTuerzos  con  que  respectivamente  lian 
concurrido  á  la  perfección  del  precioso  inven- 
to, solo  pedimos  que  unos  y  otros  reconozcan 
<1g  an  modo  leal  aquello  que  de  justicia  nos 
pertenece. 

El  autor,  siguiendo  su  propósito,  invoca 
estas  palabras  del  mismo  Mr.  Arago.  «En  las 
máquinas  de  vapor  existen  muchas  ideas  capi- 
tales que  pueden  no  haber  salido  de  la  misma 
cabeza,  Clasificarlas  por  su  úrden  de  importan- 
cia; dará  cada  inventar  lo  que  le  pertenece; 
referir  exactamente  las  fechas  de  las  diversas 
publicaciones,  tal  debe  ser  el  objeto  del  his- 
toriador, » 

Ya  hemos  visto  que  el  ilustre  autor  del 
Anuario  de  las  Longitudes,  de  quien  son  es- 
tas palabras  citadas  por  Mr.  Lalanne,  llevado 
de  un  espíritu  exagerado  de  nacionalismo,  ha 
olvidado  esta  máxima  de  equidad,  al  ocuparse, 
en  sus  reflexiones  históricas  sobro  el  vapor, 
délo  que  concierne  á  España.  Pero  nuestra 
conducta,  al  vindicar  su  derecho,  se  halla 
ademas  justificada,  en  las  reflexiones  que  este 
mismo  añade.  «Cuando  se  trata,  dice,  de  reivin- 
dicar en  favor  de  nuestros  compatriotas  títulos 
de  gloria  largo  tiempo  desconocidos,  una  En- 
ciclopedia francesa  no  debe  retroceder  ante  las 
csplicaciones  que  la  sola  importancia  del  asun- 
to justifica  plenamente, » 

Esto  es  precisamente  lo  que  nosotros  hemos 
procurado  hacer,  empleando  pruebas  que  reci- 
ben una  parte  de  su  fuerza  y  autoridad  de  testi- 
monios estraños,  y  lo  que  vamos  á  completar 
con  la  opinión  del  antor  mismo  del  articulo  pre- 
cedente ya  citado,  en  el  que  haciéndase  supe- 
rior ¡i  una  vana  emulación,  viene  A  convenir 
con  nosotros  en  la  verdadera  calificación  y  va- 
lor que  tiene  en  la  cuestión  histórica  que  nos 
ocupa,  !a  invención  y  ensayo  de  nuestro  com- 
patriota Blasco  de  Garay. 

«J/r,  Arago  (dice  el  autor  enciclopedista, 
después  de  trascribir  integramente  el  juicio 
de  este  célebre  académico,  que  ya  hemos  in- 
serlado  y  contestado,  sobre  la  invención  de 
Caray],  se  empeña  en  refutar  la  opinión  de 
Mr,  Navarrete,  que  considera  como  'inadmi- 
sible... Hornos  querido  trascribir  teslualmen- 
le  estas  observaciones  para  no  debilitar  su 
luerza;  pero  no  podemos  disimular  que  el  jui- 
cio do  Mr.  Arayo  nos  parece  un  pouo  severo. 
Si  es  verdad  que  la  historia  do  las  ciencias  de- 
be formarse  ó  escribirse,  en  general,  sobre 
documentos  impresos,  no  lo  es  menos  que 
ciertos  manuscritos  pueden  tener  mi  caráota- 
de  autenticidad,  hasta  el  punto  de  que  3U  au- 
toridad histórica  sea  igual  á  la  de  un  libro  im- 


preso. Sin  esto,  ¿qué  seria  la  historia  de  las 
ciencias  respecto  de  los  siglos  anteriores  al 
descubrimiento  de  la  imprenta?  Por  otra  parte, 
admitiendo  que  la  exactitud  de  la  cita  de  Mr.  Na- 
varreley  la  dolos  documentos  que  reasume 
fuese  demostrada,  cosa  de  que  no  seria  muy 
difícil  asegurarse  en  el  estado  actual  de  nnes- 
tras  relaciones  con  España,  se  presentaría  co- 
mo mas  probable  que  Blasco  de  Garay  tuvo 
realmente  la  idea  de  aplicar  la  fuerza  motriz 
del  vapor  á  la  navegación,  cualquiera  que  fue- 
se la  especie  de  aparato  que  emplease,  aun  la 
eolípila  de  reacción,  lo  cual  es  verosímil  (i), 
esle  mecánico  debería  ocupar  un  lugar  elevado 
entre  los  inventores  cuyos  nombres  figuran  en 
una  historia  délas  máquinas  de  vapor.  Poco  im- 
porta que  1600  años  antes  hubiese  Heron  des- 
crito el  medio  de  producir  un  movimiento  de 
rotación  por  la  acción  del  vapor;  el  hombre  que 
primero  hubiese  propuesto  adoptar  este  mo- 
vimiento de  rotación  á  los  remos  giratorios  y 
ejecutado  el  mecanismo  asi  proyectado,  seria 
el  autor  de  un  progreso  incontestable  y  de  una 
alta  importancia. « 

El  deseo  de  dejar  en  buen  lugar  el  dispu- 
tado derecho  del  marino  español  Blasco  Ga- 
ray como  primer  inventor  en  la  aplicación 
del  vapor,  considerado  como  fuerza  elástica,  k 
ia  navegación,  nos  haohligadoá  dar  alguna  es- 
tension  á  este  articulo.  Pero  los  tenaces  ému- 
los de  nuestras  glorias  nacionales,  juzgándo- 
nos en  su  orgullo,  ignorantes  y  sin  defensa, 
fallan,  de  un  modo  absoluto,  sobre  todo  cuan- 
to nos  concierne;  sus  escritos,  traducidos,  por 
lo  común,  sin  algún  género  de  correctivo,  se 
difunden  impunemente  por  nuestro  suelo,  y 
este  silencio  es  para  ellos  una  tácita  aceplacion 
ile  sus  apasionados,  juicios  y  diatrivas.  La 
cuestión  pertenece  al  dominio  de  las  ciencias, 
no  menos  que  al  de  la  critica  histórica;  preci- 
so era  esforzarnos  á  dejar  nuestro*  derecho 
bien  establecido  en  ambos  terrenos.  Mucho 
sentimos  ver  á  escritores  que  respetamos,  aso- 
ciarse al  vulgo  de  nuestros  censores  del  otro 
lado  de  los.  Pirineos;  reconocemos  en  aquellos 
la  superioridad  de  sus  luces  y  su  alta  compe- 
tencia en  tales  materias;  pero  defendiendo  los 
timbres  de  nuestro  país  en  esta  cuestión, 
militan  de  nuestra  parte  la  razón  y  el  buen 
derecho 

Podrán,  si,  reprocharnos  nuestros  adver- 
sarios que  no  supimos  utilizarnos  de  aquel  in- 
vento, como  ba  sucedido  respecto  de  otros 
en  que  llevaron  la  primacía  los  españoles;  y 
que  por  lo  común  hemos  tenido  el  bien  en 
nuestras  manos  y  lo  hemos  siempre  dejado 
escapar  por  confianza  ó  negligencia;  y  tam- 
bién podrán,  desgraciadamente,  generalizar 


(i;  Ya  hemos  manifestado  la  razón  por  yué  cree- 
mos infundado  este  supuesto;  pues  seria  atribuir  una 
fuerza  de  acción  á  la  eolipila,  de  (|ud  no  es  capaz, 
sin  complicar  extraordinariamente  el  mecanismo  pa- 
ra su  aplicación,  sobre  todo,  á  Ja  navegación.. 


907 

esta  observación  á  cuanto  de  mas  antiguo  nos 
concierne. 

Es  cierto,  demasiado  cierto,  que  en  las  ar- 
mas y  en  los  letras,  en  la  tierra  y  en,  la  mar 
nos  sonrió  propicia  la  fortuna,  y  que  llegamos 
á  adquirir  aquella  prepotencia  que  hizo  ros- 
petar  á  España  de  las  demás  naciones;  que  este 
poder  le  suscitó  envidias,  guerras  injustas, 
paces  insidiosas  y  costosas  alianzas;  pero  la 
adversidad  y  la  ingratitud  son  grandes  maes- 
tros; y  la  nación  española  que  conserva  aun 
su  dignidad  y  tiene  ó- su  disposición  los  mis- 
mos medios  que  ta  elevaron  á  aquel  grado  de 
poder  y  grandeza,  conoce  hoy  sus  verdaderos 
intereses,  y  camina  resuelta  á  ocupar  el  lugar 
que  le  pertenece,  entre  las  que  apenas  se  dig- 
nan considerarla  como  potencia  de  segundo 
órden.  (Véase  táctica  naval.) 

Con  relación  al  vapor  aplicado  á  la  navega- 
ción pueden  consultarse 

Estado  general  de  la  Armada.  Año  de  483Í-.  Apén- 
dice. De  los  barcos  de  vapor. 

Descripción  de  las  máquinas  de  vapor  y  de  sus 
mas  importantes  aplicaciones,  redactada  con  presen- 
cia de  las  mejores  obras,  y  de  los  in  formes  de  los  pri- 
meros artistas  de  los  Estados-Unidos  de  América, 
por  don  Juan  José  Marlinez  y  Tacón,  secretario  de 
8.  M.  y  déla  se  ce  i  un  de  marina  del  Consejo  Roal, 
Impreso  de  real  Arden.  Madriá,  483S. 

Des  propulstars  sous— marine;  por  H.  Labro'js- 
áe,  París,  4843. 

Brete  idea  dulas  máquinas  de  vapor  y  de  sus 
aplicaciones  á  la  navegación,  redactada  por  don 
Francisco  Chacón  y  Oria,  teniente  de  navio  de  la 
Armada.  Madrid.  4850. 

Estado  general  de  la  Armada.  Años  de  4SÍÍ0  y 
4854.  Áp¿ndiee.  Ensayo  de  táctica  naval  para  los 
buques  de  vapor,  por  eieapitan  de  corbeta,  vizcon- 
de León  Du-port,  y  según  diferentes  obras  in- 
glesas. 

Maquinas  de  vapor,  eu  historia  y  aplicación  ú  la 
marina,  traducidas  para  el  Faro  ¡Marítimo,  por  J.  F. 
deH.  (Don  José  Fernandez  de  Haro.)  Ferrol,  4851. 

Manejo  de  las  máquinas  de  vapor  de  á  bordo,  ini- 
preto  de  Arden' de  S.  M.  para  uso  de  loi  alumnos 
ael  colegio  nasal  militar,  San  Fernando,  1832. 

VAPOR.  [Física.}  Cuando  se  calienta  agua 
al  aire  libre,  y  en  vasija  abierta,  hasta  el  gra- 
do necesario  para  que  pueda  entrar  en  ebu- 
llición; se  desprende  de  su  superíicie  una  es- 
pecie de  vaho  blanco  que  oscila  en  la  atmós- 
fera, y  que  al  fin  desaparece  á  mayor  ó  me- 
nor distancia  del  foco  de  desprendimiento.  El 
mismo  fenómeno  se  advierte,  poro  sin  necesi- 
dad de  elevar  la  temperatura,  cuando  se  espo- 
ne al  aire  el  ácido  nítrico  fumante  ó  el  ácido 
Uuobórico  liquido.  Se  da  vulgarmente  el  nom- 
bre de  vapor  á  esa  especie  de  humo,  cuyo  as- 
pecto es  debido  al  enfriamiento  parcial  de  al- 
gunas de  sus  moléculas  y  a  su  * acumulación. 

Los  físicos  lian  tomado  la  voz  vapor  en 
otra  acepción.  En  su  lenguaje,  un  vapor  es 
un  íluidD  eléctrico  ó  espansible,  formado  por 
la  influencia  del  calor  sobre  un  cuerpo  sólido 
ó  líquido,  que  no  conserva  perfectamente  su 
espansibílidad  sino  cuando  la  temperatura  no 
baja,  ó  cuando  el  espacio  que  lo  encierra  no 
disminuye,  v 


908 

Es  fácil  distinguir '  un  vapor  de  un  gas 
Dábase  antes  esté  último  nombre  á  los  fluidos 
aeriformes  que  conservan  su  elasticidad  á  lu- 
das presiones  y  temperaturas,  y  el  primero  i 
los  que  pierden  su  esponsión  con  la  disminu- 
ción de  volumen  ó  de  calórico.  Pero  ya  no  po- 
demos admitir  esto,  desdo  que  por  medio  Jo 
una  fuerte  presión  se. na  logrado  liquidar  i 
la  temperatura  media,  varios  gases  considera- 
dos antes  como  permanentes,  por  ejemplo,  el 
cloro,  el  cianógeno  ,  el  hidrógeno  sulfurado 
el  ácido  carbónico,  etc.;  lo  cual  permito  creer 
que  todos  están  en  igual  .caso,  con  mas  o  me- 
nos presión.  La  única  distinción  que  hoy  exis- 
te es  que  cuando  se  disminuye  el  espacio  quo 
encierra  á  un  gas,  su  fuerza  elástica  aumenta, 
es  decir ,  que  cada  vez  resiste  mas ,  y  su  teu- 
sion  es  inversamente  proporcional  al  espacio 
que  ocupa;  al  paso  que  cuando  et  espacio  don- 
de se  encuentra  un  vapor  contiene  toda  la  can- 
tidad que  naturalmente  se  produce  á  la  leinpo- 
ralttra  en  que  se  obra ,  á  medida  que  el  espa- 
cio se  reduce,  cierta  porción  de  vapor  pierde 
su  elasticidad  y  vuelve  al  oslado  liquido.  Asi- 
mismo, si  en  un  espacio  dado  se  aumenta  la 
cantidad  de  un  gas  ó  de  una  materia  suscep- 
tible de  desarrollarlo  ,  se  aumenia  al  mismo 
tiempo  su  fuerza  elástica,  al  p'aso  que  aumen- 
tando en  un  espacio  dado  la  cantidad  de  líqui- 
do no  vaporizado  ,  no  crece  la  tensión  del  va- 
por. Asi,  pues,  un  gas  es  un  cuerpo  espansi- 
ble cuya  elasticidad  y  densidad  están  en  ra- 
¡son  compuesta  de  la  temperatura  y  de  la  pre- 
sión eslerior ,  mientras  que  un  vapor  es  un 
cuerpo  espansible,  cuya  densidad  y  elasticidad 
no  son  mas  que  una  función  de  la  tempe  - 
ratea, 

La  ebullición  no  es  condición  rigurosa  pa- 
ra que  un  liquido  pase  al  estado  de  vapor. 
Todos  tienen  efectivamente  tendencia  á  tomar 
esa  forma,  á  toda  temperatura;  por  eso  cual- 
quier liquido  produce  instantáneamente  cierta 
cantidad  de  vapor  cuando  está  en  un  espacio 
vacío  ú  ocupado  por  otro  cuerpo  gaseoso,  que 
no  ejerce  acción  química  sobre  aquel. 

Admitiendo  la  primera  hipótesis  de  un  esp 
pació  vacio,  se  verá  que  la  cantidad  de  vapo- 
formado  depende  de  la  naturaleza  del  lítjuicto 
y  de  la  temperatura  del  espacio.  Varia,  prime- 
ro, en  razón  de  los  líquidos,  pues  se  ha  ob- 
servado que  los. que  hierven  mas  pronto,  snn 
generalmente  los  que  á  cualquiera  temperatura 
dan  el  vapor  mas  denso.  La  cantidad  de  vapor 
crece  con  la  temperatura,  pero  en  mayor  pro- 
porción que  esta,  de  manera  que  se  vaporiza 
mas  liquido  de  0  áUOH  que  de  0  á  10  y  menos 
de  0  á  10,  que  de  10  á  20.  Es,  por  último, 
proporcional  al  espacio,  de  suerte  que  un  es- 
pacio doble  da  doble  vapor,  y  si  esle  se  com- 
prime hasta  ocupar  la  cuarta  parte  de  su  volu- 
men, se  liquidarán,  tres  cuartas  partes. 

Los  fenómenos  son  absolutamente  iguales 
Cuando  el  espacio  en  que  se  estiende  el  vapor 
está  ocupado  por  aire  ó  por  un  gas  cualquiera, 


VAPOR 


909 


VAPOR 


310 


solo  que  entonces  la  vaporización  es  .mas  ten- 
ía, Tero  en  esla  última  circunstancia,  asi  co- 
mo en  la  precedente,  la  tensión  ó  fuerza  clás- 
tica del  vapor  formado,  es  igual,  es  decir,  que 
ejerce  la  misma  presión  sobre  las  paredes  de 
los  vasos  que  lo  contienen,  fenómeno  que  so- 
lo jiaede  esplicarse  admitiendo  igual  cantidad 
Je  liquido  vaporizad  o  por  una  y  otra  parte. 

l'or  lo  demás,  cntodos'los  casos,  el  vapor 
solo  se  forma  por  medio  de  cierta  porción  de 
calórico  perteneciente  al  liquido  dedonde  ema- 
na, de  manera  que  este  se  enfria. 

Como  los  líquidos  se  vaporizan  lo  mismo 
en  un  espacio  lleno  de  gas  ó  en  uno  vacío,  es 
necesario  reconocer  que  los  gases  no  ejercen 
presión  sobre  los  vapores  que  contienen,  por- 
qne  de  otro  modo,  un  vapor  que  se  liquida  á 
la  menor  presión,  no  podria  existir  en  un  gas 
cuya  presión  es  muy  considerable.  Asi,  por 
ejemplo,  el  vapor  acuoso  que  el  aire  puede 
contener,  á  18",  no  sostiene  mas  que  una  co- 
hminade  mercurio  de  15,35miu'metros,  y  bas- 
taría un  poco  mas  de  elevación  que  esla  para 
reducirla  al  estado  liquido;  y  sin  embargo,  el 
aire  que  la  contiene  es  capaz  de  equilibrar  una 
columna  mercurial  de  70  centímetros. 

El  trabajo  de  JIr.  Regnault  que  hemos  ci- 
lailo  en  el  articulo  gas,  contiene  determinacio- 
nes numéricas  importantes  relativas  á  la  teo- 
ría de  los  vapores.  Estractaremos  la  tabla  si- 
Uiiienle  que  da  lus  fuerzas  elásticas  del  vapor 
de  agua,  desde  32  basta  230°. 

Tabla  de  las  fuerzas  elásticas  del  vapor  de 
agua. 


Fuerzas 
elásticas  en 
miiims. 


Tempe- 

Fuerzas 

Tempe- 

mitin. 

elásticas  en 
winims. 

ratura, 

•'ir  .  . 

0,320 

8.  .  . 

31.  .  . 

0,352 

7.  .  . 

■10.  .  . 

0,386 

G.  .  . 

29. 

0.424 

5.  .  . 

Í8.  .  . 

0,464 

4.  .  . 

27.  .  . 

O, SOS 

3.  .  '.. 

26.  .  . 

0,555 

2. 

25.  .  . 

0.603 

1.  .'  .' 

n.  .  . 

0,660 

0.  .  . 

23.  ,  . 

0,719 

1.  , 

22.  • 

0,783 

2. 

21.  '.  '. 

0,853 

3.  .  . 

20.  .  . 

0,927 

4;   .  . 

«.  . 

1,008 

.  B.  ."  ' 

18.  . 

■1,095 

G.  .  . 

*7i  .  . 

1,189 

7i  .  . 

16.  .  . 

1,290 

8.  .  . 

13.  .  . 

1,400 

9.  .  . 

H.  . 

.1,518 

10.  .  . 

13.  . 

1,6iG 

-I-I.  .  . 

12. 

■1,783 

12.  .  . 

11.  .'  i 

1,933 

10.  .  . 

2,093 

14.  .  , 

9.  .  . 

2,267 

15.  .  . 

2,45b 
2,658 
2,876 
3,113 
3,368 
3,644 
3,941 
4,263 
4,600 
4,940 
5,302 
5,687 
6,097 
6,534 
6,998 
7,492 
8,017 
8,574. 
9,165 
9,792 
10,457 
11,162 
11,908 
12,699 


Tempe- 
ratura. 

Fuerzas 
elásticas  en 
mi  1  ¡  nía . 

Tumpe- 
Tatura. 

Fuerzas 
elásticas  en 
nhilíms. 

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131.  .  . 

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72.  .  . 

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132.".  . 

4  . 

4  aisiíii 

133.  .  . 

.  22^9,60 

74,  .  . 

,  276,624 

134.  .  . 

:  2285,92 

75.  .  * 

,  ^8S75'I7 

13o.  ,  , 

,  2353,73 

m 


VAPOR 


Tempfl- 
rain  ra. 

Fu  cuas 
clásicas  en 
miliras. 

Tempe-1 
rotura. 

Fuerzas 
elásticas  on 
milimsl 

43a.  .  . 

2423,4  6 

484.  . 

.  -8265,40 

ñf.  .  . 

•2494,35 

4  85.  .  . 

.  8453,23 

'138,  ,  i 

-2867,00 

isa.  .  . 

.  8644,35 

139.  .  , 

2644,44 

187.  .  . 

.  8838,82 

440.  .  ¡ 

271 7,63 

488.  .  . 

.  9036,68 

444.  .  , 

2795,67 

489.  .  . 

.  9237,95 

442.  .  < 

2878,30 

4  90,  .  . 

..  9442,70 

U3.  .  . 

2956,86 

194.  .  . 

.  9650,93 

444.  .  .  . 

3040,26 

4  93,  ,  . 

.  9862,74 

148.  .  . 

3128,55 

493.  ,  . 

,  40078,04 

US.  .  .  . 

324  2,74 

494.  .  . 

.  10297,04 

14?.  .  .  . 

3304,87 

498.  i  . 

.  10319,63 

448.  .  .  . 

3392,98 

106.  .  . 

.  40745,98 

im,  i . . 

3486,09 

497.  .  . 

>.  4  0975,00 

450.  .  .  . 

3584,33 

498.  .  . 

.  41209,82 

iíl,  .  .  . 

3678,43 

4  99.  .  . 

.  11447,46 

4  82.  ..  . 

3777,74 

200.  ,  . 

.  4  4  688,96 

483.  ¿  .  . 

3879,18 

204.  .  . 

.  44  934,37 

154.  , 

3982,77 

202.  i  . 

.  42183,69 

155.  :  .  . 

4088,66 

203.  .  , 

.  4  2437,00 

436.  ,  .  . 

4496,69 

204,  .  . 

.  12694,30 

467.  r  .  . 

4306,88 

205.  .  . 

.  12055,66 

4  58.  l  .  . 

4419,48 

206.  i  . 

.  43221,13 

4  89.  ..  . 

4534, 36 

207.  .  . 

.  4  3490,76 

480.  i  .'  . 

4651,62 

208.  .  . 

.  13764,53 

4  64  .  .  .  . 

4771,28 

209.  ,  . 

.  4  4042.52 

4  62.  .  .  . 

4893,36 

240.  ,  . 

.  14324,  su 

4  63-.  t  ,  ', 

5017,91 

244.  ,  . 

.  44641,32 

4  64.  .  .  . 

5144,97 

242.  .  . 

.  14902,22 

468.  .  .  . 

8274,84 

24  3,  .  . 

.  15197,48 

466.  <  .  . 

5406,69 

24  4.  ,  . 

.  15497,17 

4  67.  ..  . 

5541,43 

24  8.  ,  . 

.  4  5801,33 

4  68.  .  .  . 

6678,82 

24  6.  .  . 

.  16109,94 

469.  .  i  . 

3848,90 

217,  ,  , 

.  46423;16 

170.  .  . 

5961,66 

318.  ,  - 

.  16740,90 

<Wi  .  .  . 

6107,4  9 

219.  .  . 

.  4  7063,29 

4  72.  . 

6283,48 

220.  .  . 

.  17390,36 

4  73.  ..  , 

6406,60 

,224.  ,  . 

.  47722,43 

4  74;  .  . 

6560,65 

222. 

.  4  8058,64 

4  75.  ,  . 

6717,43 

223,  .  . 

.  4  8399,94 

476.  ,  . 

6877.22 

224.  .  . 

.  18746,07 

177.  .  . 

7039,97 

235.  .  . 

.  19097,04 

178.  .  .  . 

7205,72 

226.  .  , 

.  4  9452,92 

4  79.  .  . 

7374,82 

227.  .  . 

,  4  984  3,70 

4  80."  , 

7546,39 

228.  .  . 

.  20179,61 

484.  .  . 

7724,37 

229.  .  ; 

.  20550,48 

482.  ¿  . 

7899,62 

330.  .  . 

.  20920,40 

4  83.  .  . 

8080,84 

En  Cuanto  á  la  presión  que  el  vapor  ejerce 
sobre  un  centímetro  cuadrado  en  kiióganBosj 
he  aquí  una  tabla  estractadu,  desde  una  atmós- 
fera hasta  100: 


Atmósferas. 


Temperatura 
correspondiente. 


100. 
442,2 


Presión  sobre  un 
centim.  cuadrado 
en  quilas. 


4,033 
4,549 


Atmósferas. 

Témpcralura 

t'fl,","!.»!  liftntl  h*n  \  n 

1  L.|ÍIJIl'[Ll  JILl  l 

■.  it-niiiill    Slfl)[l"  Uji 

cenLím.  cuadrado 
en  <[<iíl6gt. 

í 

121,4 

2,000 

4  28,8 

2,582 

3 

135,1 
140,6 

3,099 

3,615 

4 

445,4 

4,132 

*'A 

149,00 

4,648 

5 

4  53,08 

3,1 66 

5'/, 

156,8 

5,681 

6 

100,2 

6,198 

<¡7, 

4  63,48 

0,714 

7 

1  66,5 

7,231 

169,37 

7,747 

8 

172,1 

8,264 

9 

177,1 

9,297 

10 

481,0 

4  0,33 

41 

186,3 

11,363 

12 

190,0 

42,390 

43 

4  93.7 

13.429 

■14 

197,4  9 

4  4,462 

18 

200,48 

Í5.495 

10 

203,60 

16,528 

17 

200,57 

17,561 

18 

209,4 

48,594 

49 

2I2.I 

49,627 

20 

214,7 

-2U.060 

24 

24  7,2 

21,093 

22 

219,6 

22,726 

23 

224,9 

23,759 

24 

224,2 

24,792 

25 

226^3 

25,825 

30 

230,2 

30,990 

35 

244,88 

36,483 

40 

252,55 

41,320 

43 

259,82 

46,48!) 

lili 

265,89 

51,650 

too 

314,38 

103,3 

200 

363,56 

206,60 

300 

397,6", 

309,00 

400 

423,57 

44  3,20 

500 

444,70 

816,30 

600 

402,71 

649,8 

700 

ATS  LK 

t  -  ó  j  1 

800 

492,47 

826,4 

900 

505,16 

929,7 

4  000 

516,76 

4  033,0 

Para  temperaturas  menores  de  100"  ias 
presiones  sobre  cada  eentimetro  cuadrado  no 
llegan  á  un  kilogramo.  A  50".  por  ejemplo, 
la  presión  es  0, 1206;  á  60°'  Ó, 1965;  á  70', 
0,3112;  i  80°,  0,4784;  á  90",  0,71364.  De 
50°  abajo,  las  presiones  disminuyen  rápida- 
mente de  modo  que  á  0'',  ya  no  ejerce  el  va- 
por mas  que  7  gramos  de  presión  sobre  cada 
eentimetro  cuadrado. 

ün  cenlímetrocúbico  ríe  agua  cuando  se  va- 
poriza á  100"  y  bajo  la  presión  de  una  atmósfera, 
ocupa  un  volumen  cercado  1700  veces  mayor. 

Se  Ua  observado  que  á  medida  que  el  ca- 
lor crece  la  densidad  del  vapor  aumenta  en 


943 


VAPOR 


una  proporción  que  á  cierto  grado  debe  casi 
ser  igual  á  la  del  líquido  mismo.  Por  ejemplo, 
á  la  temperatura  de  fusión  del  Cinc,  el  agua 
vaporizada  solo  ocupa  ya  un  volumen  cuatro 
Yecos  mayor  que  en  estado  liquido. 

Desde — 20á  100",  la  densidad  crece  con  rela- 
ción á  la  del  agua  deO,00()00  1 54  ¿0,00058955, 
y  el  volumen  disminuye  de  G5058S  á  1090.  Es 
decir,  que  el  vapor  á— 20"  bajo  cero  ocupa  un 
volumen  650588  veces  mayor  que  el  agua.  He 
api  los  resallados  observados"  ó  estudiados 
desde  la  fuerza  elástica  de  una  atmósfera  has- 
ta la  de  1000. 


"Yuena 

e|ÍLsl¡ca  l 
en  atnió^f. 

Ti:  tu  ¡jo  ra- 
il ras  cor- 
respondí. 

Densidad. 

Volumen. 

1 

100 

0,0005895 

1696 

<  V, 

4  42,2 

0,0008563 

14  67,8 

2 

■121,4 

0,004  1 1 47 

897,09 

2  7. 

128,8 

0,00(3673 

731,39 

3 

■135,-1 

0,00164  50 

64  9,4  9 

3'/. 

140,6 

0,0018589 

537,96 

4 

145,4 

0,0020997 

476,26 

4  7. 

449.4 

0,0023410 

427,4  8 

5 

453,1 

0,0025763 

388,46 

mil 

5  7, 

4  56,8 

0,0028091 

353,99 

6 

460,2 

0,0030402 

328,93 

6  7. 

403,5 

•0,0032683 

305,98 

7 

166,5 

0,0034911  ' 

286,42 

VI, 

4  69,4 

0,0037217 

268,82 

8 

4  72,4 

0,0039434 

253,59 

9 

4  77,4 

0,0043805 

227,98 

10 

181,0 

0,0048226 

207,36 

11 

■186,0 

0,0052557 

4  90,27 

42 

190,0 

0,0056834 

175,96 

•13 

193,7 

0,006107 

163,74 

14 

197,2 

0,006527 

4  53,4  0 

!  5 

200,5 

0,006944 

444,00 

46 

203,0 

0,007359 

4  35',  90 

■17 

206,6 

0,007769 

428,71 

18 

209,4 

0,008178 

422  28 

19 

212,1 

0,008583 

ne'bi 

20 

214,7 

0,008986 

.  441,28 

24 

217,2 

0,0093S7 

1  ()6,53 

'22 

21 9  6 

v  |  U  v     i  o  O 

i  n0  j  0 

■i  u  íji  y 

23 

22IÍ9 

0,010182 

os,  2  i 

24 

224,2 

0,010575 

94,56 

25 

226,3 

0.010068 

91.17 

.'10 

230,2 

0,042903 

77,50 

35 

244,8 

0,014663 

68,20 

40 

252,5 

0,01 6644 

60,08 

45 

259,5 

0,01 8497 

54,06 

50 

265,9 

0,020306 

46,31 

too 

311,26 

■0,037417 

26,72 

200 

363,58 

0,068635 

14,570 

300 

397,65 

0,097671 

■  '  .40,238 

400 

423,57 

0;  12534 

7,978 

500 

444  70 

0,15202 

6,578 

600  ' 

462,71 

0,47791 

5,624 

700 

478.45 

0,20318 

4,921 

SOO 

492,47 

0,2279 

4,381 

SKI0 

505,10 

0,2522 

3,965 

1000 

546,76. 

•  0,276  • 

1  3,622 

mi 

BIBLIOTECA  COPULAD» 

El  alcohol,  álos  259"  se  vaporiza  ocupando 
solo  un  volumen  tres  veces  mayor;  el  vapor  de 
éter,  á  los  200°  ocupa  doble  espacio  qne  el 
liquido,  y  fel  sulfato  de  carbono  ofrece  idéntico 
resultado  á  275°. 

Hay  entre  la  vaporización  y  la  evapomvwn 
una  diferencia.  La  primera  se  efectúa  por  ebu- 
llición y  entonces  los  vapores  se  forman  en 
la  masa  misma  del  liquido;  la  segunda  se  ve- 
rifica tan  solo  en  la  superficie  y  al  aire  libre. 
.  El  agiia,  al  nivel  del  mar  y  á  la  presión  or- 
dinaria de"  760  milímetros  hierve  á  100°;  en 
la  cumbre  del  Monte-Blanco,  cuya  altura  es  de 
4775  metros,  el  agua  hierve  á  84°;  en  el  va- 
cio, la  ebullición  se  establece  á  muy  baja  tem- 
peratura En  Madrid,  donde  la  presión  baro- 
métrica es  por  término  medio  704  milímetros, 
el  agua  hierve  á  cerca  de  9S°. 

La-presión,  pues,  ejercida  sobre  el  agua 
altera  el  punto  de  ebullición,  y  a  medida  que 
aquella  crece,  es  necesario  apelar  á  una  tcm- 
peralura  mas  elevada  para  conseguir  qne  un 
1  íquido  hierva,  D e  esto  sacó  partido  Papln  idean- 
do la  marmita  que  lleva  su  nombre,  y  en  la 
cual  se  conserva  el  agua  á  temperaturas  muy 
altas  sin  que  se  vaporice;  de  esta  suerte  se 
consigue  cocer  sustancias  sobre  las  cuales 
no  ejerce  - acción  alguna  el  agua  en  vasijas 
abiertas. 

Sí  el  agua  no  está  herméticamente  cerrada 
en  una  caldera  ó  vasija  y  encuentra  alguna  sa- 
lida, el  punto  de  ebullición  depende  de  !a  mag- 
nitud del  orificio,  comparada  con  la  superficie 
del  agua  que  recibe  la  acción  del  fuego. 

También  se  altera  el  punto  de  ebullieron 
del  agua ,  cuando  se  encuentran  disueltas  en 
ella  algunas  sales..  Por  ejemplo,  la  disolución 
saturada  de  clorato  de  potasa  inerve  á  104°,  y 
lado  nitrato  de  amoniaco  á.  180",  como  cons- 
ta de  la  tabla  siguiente  formada  sobre  obser- 
vaciones de  Mr.  Legrand. 


Disoluciones. 


Puntos  ile 
ebullición. 


Clorato  de  potasa.  .  .  104»,2 
Cloruro  de  bario  .  .  .  -  104,  4 
Carbonato  de  sosa  .  .  104,  6 
Fosfato  de  sosa.  .  .  .  100,  5 
Cloruro  de  potasio.  .  108,  3 
Cloruro  de  sodio.  .  .  IOS,  4 
ílídroclorato  de  amo- 
niaco.  1 14,  2 

Tártaro  neutro  de  po- 
tasa  114,  67 

Nitrato  de  potasa.  . 
Cloruro  de  estroncio 
Nitrato  de  sosa.  .  . 
Acetato  de  sosa.  .  . 
Carbonato  de  potasa 
Nitrato  de  cal.  .  .  . 


i  Cloruro  de  calcio.  . 
1  Nitrato  de  amoniaco 
T. 


115,  9 
117,  9 
.  121,0 
.  124,  37 
1  135,0 
.  1  .i  1 ,  0 
.  1 69,  0, ' 
.  179,  5 
.  180,  0 
XXXII!.  5$ 


Cantidades  de 
salquésaluran 
{00  de  agua. 

61,5 
60,1 
48,5 
113,2 
59,4 
41,2 

83,9 

296,2 
335,1 
117,5 
224.S 
209,0 
205,0 
362,2 
798,2 
325,0 
infinito. 


w 

Cuando  el  calor  qrte  obra  sobre  un  liqni- 1 
do  es  muy  considerable,  en  lugar  de  vapori- 
zarse, este  se  mantiene  en  reposo  y  conserva 
su  volumen,  como  si  la  temperatura  no  fuera 
bastante  para  la  ebullición.  Si  se  provecían 
algunas  gotas  de  agua  en  una  eucbara  canden- 
te, el  liquido  se  redondea  So,  mismo  que  el, 
mercurio  sobre  el  vidrio,  sin  vaporizarse,  pero 
si  en  semejante  estado  se  deja  enfriar  la  cu- 
chara, liega  un  momento  en  que  el  agua  se 
convierte  toda  instantáneamente  en  vapor.  Una 
ella  de  J'apin  calentada  basta  el  rojo,  puede 
ser  destapada  sin  dar  origen  á  un  charro  de 
vapor  considerable.  En  algunos  generadores 
de  vapor  se  lia  presentado  este  fenómeno  que 
ha  sido  causa  de  muchas  esplosiones. 

La  evaporación  es  la  formación  del  vapor 
déla  superficie  libre  de  los  líquidos.  El  agua 
se  evapora  en  los  ríos,  en  los  lagos,  en  los 
mares,  en  la  tierra  y  en  las  plañías,  y  es  tanto 
mayor  cuanto  mas  agitada  se  encuentra  ta  at- 
mósfera y  menos  cargada  de  vapores. 

En  un  aire  sereno  y  tranquilo,  cada  metro 
de  superiicie  de  agua  da  en  vapor, 

ala  temperatura  de  20°   0,32  quilógs. 

30*  ....  0,57 

40   1,00 

50   1,70 

60.  .  .  :  .  2,71 

70.  .  -  .,  .  4,32 

80   6,64 

90.  .  .  .>'.  10,06 

La  evaporación  del  agua  al  aire  libre  tía 
lugar  en  la  atmósfera  á  lodos  esos  fenómenos 
que  denominamos  niebla,  nubes,  lluvia,  nie- 
ve, granizo,  etc.,  etc.,  y  de  las  cuales  hemos 
hablado  ya  en  otros  artículos. 

VARADERO .  \  (Marina.— Construcción  na- 
val.) Sitio  á  propósito,  bien  sea  natural  ó  ar- 
tificial, para  varar,  esto  es,  sacar  ála  playa  ó 
■poner  en  seco,  las  embarcaciones  menores,  y 
limpiarlas  ó  carenarlas:  en  este  sentido  tiene 
relación  esta  palabra  con  surtida,  carenero, 
encalladero,  despalmador.  etc. 

Dice.  Marit.  Etp. 

YARAS.  (Historia  natural.)  Genero  de  rep- 
tiles del  órden  de  los  saurios,  comprendido  por 
Cuvier  entre  los  monitores,  y  cuyos  caracte- 
res son  los  siguientes-,  escamas  encajadas  unas 
junio  á  otras  en  la  piel  y  rodeadas  de  una  se- 
rié de  tubérculos  pequeñitos.  El  dorso  de  la 
cola  mas  ó  menos  corlante.  Un  pliegue  debajo 
del  cuello  y  delante  del  pecho.  La  cabeza  de 
los  varanes  está  cubierta  de  placas  poligonales, 
muy  rara  vez  abombadas,_  y  habiendo  una  casi 
siempre  en  medio  del  cráneo  circular  y  algo 
mas  dilatada.  Las  especies  que  van  con  fre- 
cuencia al  agua  están  provistas  de  una  especie 
de  bolsa  ó  -tubo  que  sirve  de  entrada  á  las  fo- 
sas nasales  y  cuya  posición  depende  de  la  de 


m 

|  tas  mismas  abertura:;  nasales.  Las  especies  .],. 
este  trímero  son  generalmente  robustas,  y  des- 
pués de  los  cocodrilos  son  lós  saurios  de  ma- 
yor tamaño.  Su  cabeza  üenc  la  .forma  de  mía 
pirámide  triangular,  el  cuello  es  largo  y  re- 
dondeado,  la  cola  muy  desarrollada  y  de  II- 
gnra  mas  ó  menos  triangular.  Sus  dientes  va- 
rían de  forma  y  son  de  20  á  2  4  abajo  y  de  lis 
á  30  arriba.  Ninguno  tiene  poros  crurales. 

Se  conocen  12  especies:  4  de  Asia,  3  de 
Africa  y  i  de  Oceania;.  se  ignora  !a  patria  de 
ta  duodécima  Puede  citarse  como  tipo  el  va- 
ran de  dos  bandas  (varanus  bivittatus,  do 
Dura.)  acuático  y  que  se  halla  en  nuestra?  Fi- 
lipinas, en  Ja\'a  y  las  Slolucas.  La  parle  snne- 
rióf  de  su  cuerpo  es  parda  ó  negra  y  á  cada 
lado  del  cuello  liene  una  lisia  de  un  hermoso 
color  amarillo  qns  se  prolonga  hasta  ei  ojo. 

VARIACION.  (MarÍna.--Pilota(ie.)  Eldesviu 
de  la  dirección  de  la  aguja  magnética  del  ver- 
dedero  punto  del  Norte,  ó  el  ángulo  que  for- 
ma con  la  linea  Norte-Sur  del  mundo.  Llámase 
Oriental  ó  Nordeste,  y  Occidental  ó  Noroes- 
te, según  que  dicho  ángulo  se  forma  en  el 
primero  ó  en  el  cuarto  cuadrante  del  inunda, 
ó  bien  sea  á  la  derecha  ó  á  la.  Izquierda  del 
poto  mirando  hacia  él,  y  se  dice  lambien  de- 
clinación. Esle  fenqmeno  fué  observado  la 
primera  vez  por  Cristóbal  Colon  en  su  primer 
viage  de  dcseubrimjenlos  el  13  de  seliemlim 
de  1492. 

Dice.  Marit.  Esp. 

_  VARIACION.  {Análisis.)  liemos  ¿spuesto  eti 
el  artículo  uifimiescui.  los  principios  del  cál- 
culo usado  para  obtener  los  cambios  que  espe- 
rimpllláil  las  funciones  cuando  se  hacen  variM 
las  cantidades  que  entran  en  ellas.  Sabemoslia- 
llar  los  valores  que  deben  lomar  esas  canti- 
dades variables,  para  que  las  funciones  sean 
máximas  ó  mínimas,  pero  hay  un  asunto  de 
investigaciones  mucho  mas  delicado,  que  con- 
sisle  en  hallar  esas  funciones  mismas  por  las 
condiciones,  dadas  de  máximum  ó  mínimum  á 
que  han  de  satisfacer.  Un  ejemplo  demostrará 
el  procedimiento  del  cálculo  y  el  objeto  pro- 
puesto. 

¡íl  travecto  mas  corlo  para  ir  desde  el  pau- 
lo C  al  punió  í¡  (¡ir¡.  S8  de  latóm,  VIII  deCno- 
melria)  es  la  recia  C  R:  pero  esta  linea  no  es 
la  que  debe  seguir  un  cuerpo  pesado  para  lle- 
gíÜ  lo  mas  pronto  posible  de  C  áR;  requiérese 
para  ello  una  linea  curva  llamada  braouistocro- 
na',  línea  de  mas  pronto  descenso  (Bpajfúu-oí, 
muy  corto;  XP°VOi;>  tiempo):  probemos  que  es 
una  cicídíáe." 

Si  tomamos  un  arco  M  m  m'  de  esa  carva, 
será  lambien  el  de  mas  pronto  descenso  desde 
M  á  m';  porque  si  el  arco  de  mas  pronto  des- 
censo fuese  Mnm',  es  evidente  que  el  camino 
mas  pronto  de  C  á  R  seria  GMnm'R,  y  no 
C  il  mm'  R,  como  se  supone.  Esto  es  cicrlo 
también  cuando  el  arco  M  m  m'  es  inflnitamen- 


VAPOR— VARIA,  CION 


917- 


VARIACION 


9(8 


te  pequeño,  asi  como  lo. tomamos  aqui,  divi- 
diéndolo en  dos  partes  iguales  en  m.  Tomare- 
H103  nuestras  coordenadas  verticales  y  horizou- 
lales,  á  saber,  CP  =  x,  I'M  =  y,  011=5, 
jl¡n=íd-s,  I'.p  =  dx,  I'ni  =  y-t-dy,  La  veT 
Ipoídad  del  móvil  que  lia  bajado  de  C  a  31  es, 

—  d  i 

uomo  sabemos,  1/(2  g  x)  =      asi,  el  tiempo 

d  t 


empleado  cu  describir  Mm  esdt  = 

Mamando  x'  y'  s'  los  valores  de  las 
ds' 


en  m,  leñemos  asimismo  ■ 


para  j;l 

lA2gx 

liempo  necesario  al  descenso  nj  ni'.  La  suma 
de  estas  dos  fracciones  debe  ser  un  mínimum, 
la  diferencial  de  la  suma  ha  de  ser  nula,  á 
saber: 


••( 


ds 


d  s 


—  )  =  Oj  6 

S  *)/ 


bieu 


S.  d  s 
"Í7T 


o.  ds 


Sacamos  del  signo  3  de  la  diferenciación 
las  constantes  2  g,  ¡d  y  x' ,  Observemos,  que 
aqui  empleamos  3,  en  lugar  de  d,  para  indicar 
la  diferencial,  porque  hay  dos  especies  de  va- 
riaciones que  es  menester  distinguir  una  de 
olra:  la  primera  designada  por  d,  se  refiere 
al  paso  de  un  punto  M  al  siguienle  ru'  ó  m, 
sobre  la  curva  CM  R.  La  segunda  es  relativa 
al  cambio  do  la,  curva,  es  decir,  al  paso  del 
arco  M  m  m'  al  arco  Mu  ta/,  que  es  precisa- 
mente lo  que  aqui  sé  tiene  en  cuenia.  Esta  va- 
riación se  espresa  con  la  característica  3.  Y 
por  eso  mismo,  x,x',  que  son  variables  cuan- 
do se  trata  de  la  operación  practicada  con' la 
letra  d,  y  constantes  con  relación  á  S,  pues- 
to que  ora  se  tenga  en  cuenta  el  punto  m, 
ora  el  n,  ¿,  x'  son  siempre  las  mismas.  Te- 
nemus,  pues,  lambien  S.  dx=(i,  y  tomo  ds 
V  (d  x'  +  dj'l,  hallaremos: 


3,  ds. 


V 


dy.ody  jy; 

d  .0  -h  t  d  v:=  51; '   y' 0  d  b  = 


d  y'  i',  , 
,  o  d  y'; 
d  s' 


de  (¡mide, 

d  y  3.  d  y  d  ff  3.;,d:y' 
í'iif^  +  d  s'  WT, 


-  0. 


vierte  igualmente  en  p'  mf,  de  suerte  qué 
dy.H-  dy'  esconslante;  por  ]otanto,3.dy'^4 
3.  d  y,  y  la  ecuación  se  convierte  en: 


Ucrá,  ora  se  trate  del  arco  Imiii',  ó  del 
arco  Mu  mr,  la  ordenada  cu  m  ó  n.  se  con- 


dy' 


dy' 

o  const.  A, 


pueslo  que  se  reconoce  que  esta,  fracción  no 
cambia  cuando  se  cambian  las  variables-  Saca- 
mos de  ella: 


dy 
"ds" 


-k.  V\ 


Vara  determinar  la  constante  A,  observe- 
mos que  si  damos  á  jt  el  valor  d  de  la  abscisa 
del  punto  en  que  la  tangente  es  horizontal 

dy 

— ■  que  espresa  el  coseno  del  ángulo  que 

esa  tangente,  íornm  con  el  eje  de  las  x,  debe 
ser  =  1 :  asi  j=-Al/~  Eliminando  A,  tenemos 

blenieute  á  ¡a  cidóide, 


ecuación  que  pertenece  visi- 


siendo  a  el  diámetro 
de  su  círculo  generador.  Luego  la  curva  de 
mas  pronto  descenso  es  una  cicloide.  He  aquí 
como  ?o  EQBStrüye  esa  linea., 

C  (lám.  VIH,  fig.  83)  es  e!  punto  de  par- 
tida y  K  el  de  llegada.  En  la  horizontal  F,  trá- 
cese una  cicloide  cualquiera  KL;  tírense  las 
recias  CR,  KL,  después  RF  paralela  á  esta  úl- 
tima: OF  será  la  circunferencia  del  circulo  ge- 
neradory=-z;  a  es  eouocido,  y  es  fácii des- 
cribir la  cicloide  CRF.  Esta  construcción  se" 
funda  en  que  la  ecuación  de  la  cicloide  no  en- 
cierra mas  que  un  parámetro  y  por  consi- 
guiente todas  las  especies  de  cicloides  son  se* 
alejantes,  y  se  ve  que  aqui  solo  una  de  esas 
curvas  puede  satisfacer  las  condiciones  de  la 
cuestión. 

Los  problemas  análogos  al  que  acabamos 
de  resolver  son  numerosos  en  análisis,  enrue- 
came?., geometría,  etc.  He  aqui,  por  ejemplo, 
algunos. 

¿Cuál  es  ía  curva  que  pasa  por  dos  puntos 
dados  cuyo  arco  de  unión  entre  ambos  es  de 
longilnd  conocida  é  Intercepta  la  área  mayor 
entre  fas  ordenadas  de  esos  puntos,  el  eje  de 
las  x  y  la  eurva?  Eslé  problema  se  conoce  con 
el  nombre  de  isoperimetro. 

Dada  la  área 'precedente,  ¿cuál  es  la  curva 
cuyo  arco  limitador  es  el  mas  corto? 

Se  da  el  área  comprendida  entredós  radios 
vectores  y  se  pregunta  cual  es  la  curva  tal  cu- 
yo arco"  terminal  sea  el  mas  corlo. 

Un  arco  de  curva  plana  y.  las  dos  ordena- 
das .que  lo  terminan  giran  alrededor  del  eje  de. 
las  x;  se  pregunta- cuál  es  ia  curva  que.  engen- 
dra el  mayor  volumen  ,  siendo  la  área  la 
misma. 

1     De  todas  las  curvas  planas  de  igual  Icngi- 


919 


VJUUACI0NV7AR1CES 


OSO 


tud  entre  dos  puntos  dados,  ¿cuál  es  la  que  en 
su  revolución  alrededor  del  eje  de  las  x,  en- 
gendra un  volumen  ó  una  área  máxima?.  Esta 
curva  es  la  elástica  en  el  primer  caso,  la  cate- 
naria en  el  segundo. 

Hace  un  siglo  que  estos  problemas  y  oíros 
muchos  eran  completamente  insoluoles.  Los 
Beruouilli,  líuleio,  etc.,  habian  conseguido  re- 
solver algunos ,  pero  sus  procedimientos  no 
Ofrecían  recurso  alguno  para  tratar  otros,  por- 
que eran  aislados  y  especialmente  propios  ca- 
da uno  al  objeto  que  se  proponían.  Al  ilustre 
Lagránge  -  debemos  un  -método  general  para 
resolver  todas  las  cuestiones  de  este  género, 
sometiéndolas  á  un  procedimiento  uniforme.  A 
este  método  se  lia  dado  el  nombre  de  cálculo 
de  las  variaciones.  Véanse  para  los  pormeno- 
res los  tratados  especiales,  porque  aquí  no  te- 
nemos bastante  espacio  para  darle  cabida. 

Lagrange  hizo  mas  todavía;  demostró  que 
su  procedimiento  no  se  limitaba  á  las  únicas 
cuestiones  de  que  hemos  hecho  mérito  sino 
que  se  aplicaba  á  todas  las  de  mecánica  y  as- 
tronomía. En  su  Mecánica  analítica  debemos 
"ver  como  dos  principios,  el  de  las  velocidades 
"virtuales,  y  el  de  Álembert,  uno  para  la  está- 
tica, otro  para  la  dinámica,  bastan  con  el  auxi- 
lio del  Cálculo  de  las  variaciones  para  abrazar 
.todas las  cuestiones  del  movimiento,  por  cum- 
plidas que  sean;  de  suerte  que  la  insuficiencia 
de  los  recursos  del  cálculo  analítico  será  en 
adelante  el  único  obstáculo  para  la  resolución 
de  los  problemas  de  mecánica  y  astronomía. 
Tan  admirable  trabajo  es  sin  disputa  el  des- 
cubrimiento mas  bello  del  siglo  XVITI^  en 
ciencias. 

VA1UCES.  {Cirugía.)  Los  cirujanos  dan  el 
jiombre  de  varices  á  una  dilatación  permauen- 
te  de  las  venas  producida  por  la  acumulación 
de  sangre  cuya  circulación  se  retarda  mecá- 
nicamente en  los  vasos  afectados.  Cuando  las 
"venas  son  varicosas,  no  están  simplemente  di- 
latadas, sino  también  maniíleslamente  prolon- 
gadas,, y  ademas  de  las  irregularidades  y  de 
las  mucosidades  que  presentan  su  trayecto,  es 
este  muy  tortuoso,  formando  tumores  en  el 
mismo  punto  la  reunión  de  sus  circunvolucio- 
nes. Cuando  son  muy  numerosos  y  están  re- 
cogidos en  el  mismo  sitio  del  cuerpo ,  los  ra- 
mos de  una  vena  asi  dilatada  y  prolongada, 
constituyen  un  tumor  muy  distinto,  y.  silos 
vasos  se  ballah  situados  debajo  de  los  tegu- 
mentos, el  cirujano  puede  seguir  con  la  mano 
ó  hasta  ver  las  sinuosidades,  conforme  se  ob- 
serva sobre  todo  en  la  vena  safena  interna, 
que  suele  ser  con  mas  frecuencia  el  asiento  de 
esta  afección,  l'ueden  apreciarse  muchos  tu- 
mores, y  hasta  seguir  entre  ellos  el  trayecto 
sinuoso  del  mismo  vaso. 

Las  varices  se  observan  las  mas  de  las  ve- 
ces en  las^eslremidades-inferiores ,  subiendo 
,á  veces  hasta  el  abdomen.  Se  han  descrito,  sin 
embargo,  algunas  en  las  estrernidades  superio- 
-res,  y  es  de  presumir  que  tpdq  e)  sistema  ve- 


noso se  halle  esnuesto  á  esta  afección.  Ua  ait 
tor  instruido  hace  observar  que  los  grandes 
troncos  venosos  se  vuelven  á  veces  varicosos 
y  asi  os  que  cuando  la  enfermedad  tiene  sil 
asientd  en  el  corazón  ,  ofrece  pulsaciones  que 
puedan  hacerla  confundir  con  un  aneurisma, 
Morgagni  observó  que  las  venas  yugulares  es- 
tán á  veces  muy  dilatadas  y  que  hasta  presen- 
tan  una  pulsación.  Rcíicre  un  caso  en  que  la 
vena  azigos  se  hallaba  tan  dilatada  en  la  es- 
teusion  de  un  palmo,  que  se  la  hubiera  podido 
comparar  con  la  vena  cava.  El  enfermo  nimio 
de  repente  por  efecto  de  la  rotura  de  aquella 
variz  en  el  lado  derecho  del  lorax.  Léese  un 
ejemplo  análogo  en  Ja  obra  de  Portal,  pues  la 
vena  subclavia  se  hallaba  tan  eacesivnmente  di- 
latada, que  se  rotnpió  en  el  pecho.  Mr.  Gltne 
referia  en  sus  cursos  la  historia  de  una  mu- 
ger  que  tenia  un  gran  tumor  pulsativo  en  el 
cuello,  y  habiéndose  abierto  uu  dia  causó  una 
hemorragia  mortal.  La  vena  yugular  interna, 
formaba  un  saco  con  un  surco  en  su  parte  in- 
terior para  alojar  la  arteria  carótida.  Las  ve- 
nas de  las  estrernidades  superiores  ratísimas 
veces  se  vuelven  varicosas,  salvo  en  los  casos 
de  varices  aueurismales.  Asi  es  que  hastaahu- 
ra,  que  nosotros  sepamos,  no  se  coiiocc  mas 
que  un  solo  ejemplo  de  variz  situada  en  lado- 
blez  del  brazo,  descrito  por  Petit,  La  gordura 
del  enfermo  era  tal  que  no  so  podia  encentra" 
ninguna  vena  para  sangrarle.  Petit  se  determi- 
nó á  abrir  dicha  variz,  y  repitió  diferentes  ve- 
ces del  mismo  modo  esla  operación.  Las  ve- 
nas epigástricas  superficiales  pueden  volverse 
en  ciertos  casos  varicosas;  pero  ios  vasos  que 
con  mas  frecuencia  suelen  adolecer  de  esla 
afección,  son  las  venas  safenas,  las  espermá- 
ticas  y  las  hemorroidales.  Las  venas  profun- 
das de  los  miembros,  casi  nunca  ofrecen  va- 
rices. Esla  enfermedad  raras  veces  sobrevistió 
antes  de  la  edad  adulta,  y  ademas  se  desarro- 
lla con  muellísima  lentitud.  Obsérvasela  fre- 
cuentemente en  las  mugeres  en  cinta  que  han 
llegado  á  cierta  edad,  pero  es  muy  rara  en  las 
jóvenes,  aun  después  de  muchas  preñeces. 

Los  cirujanos  no  han  emprendido  hasta 
ahora  investigaciones  sobre  el  géucro  de  cons- 
titución que  predispone  A  las  varices  ,  ni  está 
tampoco  bien  demostrado  que  dependa  esla 
enfermedad  las  mas  veces  de  tumores  forma- 
dos por  las  visceras  abdominales  que  se  opo- 
nen mecánicamente  á  la  circulación  venosa. 
Di  látanse  primero  algún  tanto  .una  ó  muchas 
venas  del  miembro,  sin  causar  dolor  ni  inco- 
modidad Este  estado  va  cambiando  con  muchí- 
sima lentitud,  á  no  ser  en  los  casos  de  preñez 
porque  entonces  en  pocos  meses  se  ven  una  li 
las  dos  estrernidades  cubicrlas  de  venas  dila- 
tadas, ó  bien  de  tumores  formados  por  la  reu- 
nión de  estas  varices.  Las  venas  se  distienden 
insensiblemente,  se  alargan,  y  su  marcha  si- 
nuosa se  pone  cada  vez  mas  en  relieve.  Enton- 
ces es  cuando  el  enfermo  principia  á  esperi- 
mentar  pesadez,  entorpecimiento,  y  á  veces 


VARICES 


un  dolor  vago  y  muy  vivo  ea  la  totalidad  del  | 
miembro  afectado;  mas  adelante,  y  á  medid» 
que  aumentan  las  varices,  y  sobre  todo  cuando 
jas  venas  dilatadas  se  reiincn  en  tumor,  el 
miembro  se  hincha  y  se  pone  mas  o  menos 
edematoso,  según  la  estension  de  la  enferme- 
dad y  el  tiempo  de  su  duración. 

Delpech  cree,  sin  embargo,  que  el  edema 
que  en  este  caso  sobreviene  no  es  tal  que  pue- 
da creerse  que  el  crecimiento  del  calibre  de 
Jas  venas  y  la  manera  como  distienden  los  te- 
gumentos, impiden,, por  una  razón  mecánica, 
las  funciones  del  sistema  absorbente.  Porque, 
dice,  se  ven  en  ciertos,  á  decir  verdad  muy 
raros,  varices  enormes  sin  la  menor  hinchazón 
del  tejido  celular;  y  al  contrario  se  observa  á 
menudo  un  considerable  edema  que  sobrevie- 
ne en  ocasiones  en  que  apenas  son  visibles  las 
varices.  Guando  líate  ya  tiempo  que  existen 
estas,  y  lian  adquirido  cierto  volumen,  no  es 
raro 'que  las  paredes  de  las  venas  gruesas  se 
encuentren  entumecidas  y  duras,  formando 
una  especie  de  seniicunal  ó  de  tubo  sólido;  y, 
conforme  hace  observarlo  Mr.  llogdson,  suce- 
de también  en  determinados  casos  que  la  san- 
gre deposita  capas  de  coágulos  en  las  venas 
varicosas.  Cuando  esto  sucede,  no  se  puede  va- 
ciar el  vaso  por  la  presión;  es  duro  al  tacto; 
el  depósito  no  llena  en  general  la  vena,  pe- 
ro, diminuyendo  su  calibre,  retarda  la  pro- 
gresión de  la  sangre  y  aumenta  la  dilata- 
ción de  la  porción  inferior  del  vaso  y  de  las 
ramas  que  se  abren  en  su  interior.  Aquel  mé- 
dico vio  cuatro  veces  el  coágulo  acumulado  en 
tal  estension  que  los  vasos  dilatados  se  halla- 
ban obliterados ,  resultando  de  ahi  una  cura- 
ción espontánea.  La  escesiva  distensión  délas 
membranas  de  las  venas  superficiales  produce 
una  irritación  inflamatoria,  primero  en  el  te- 
jido celular  que  las  rodea,  y  luego  en  los  te- 
gumentos que  las  recubren. 

Estas  partes  se  reuuen  entre  si  por  medio 
de  una  inflamación  adhesiva,  pero  si  la  disten- 
sión va  siempre  creciendo,  pueden  á  la  larga 
ulcerarse,  romperse  y  causar  una  hemorragia. 
In  estas  circunstancias  es  á  veces  considera- 
ble la  pérdida  de  la  sangre;  mas  según  bel- 
peeh,  no  se  sabe  de  ningún  ejemplo  de  resul- 
tado funesto.  El  sincope  que  le  sucede  ó  la 
mas  leve  compresión  bastan  para  contenerla, 
tina  circunstancia  mas  común  que  la  hemorra- 
gia es  la  coagulación  de  la  sangre  en  las  ve- 
nas varicosas.  Estos  vasos  se  vuelven  duros  é 
incompresibles,  y  pierden  esa  gran  elasticidad 
que  les  permitiareducirse  á  la  menor  presión. 

Cuando  las  parles  se  iullonian,  Delpecb 
cree  que  el  cuajo  obra  en  la  vena  afectada  á  la 
manera  de  un  cuerpo  estraño  que  determina 
una  ulceración,  á  consecuencia  de  la  cual  que- 
da á  descubierto.  Es  sumamente  raro  que  so- 
brevenga entonces  una  hemorragia,  porque 
en  general  se  halla  obliterado  el  vaso  por  la 
inflamación  que  precedió.  La  misma  úlcera  es 
-muy  difícil  de  curar  y  puede  mantenerse  por 


mucho  tiempo  merced  á  la  inflamación  edema- 
tosa del  miembro,  Las  varices  ó  mejor  el  ede- 
ma que  es  su  consecuencia  producen  el  mismo 
efecto  en  todas  las  demás  especies  de  úlceras, 
y  basta  en  la  mas  minima  ó  sencilla  solución 
de  coiílinuidad.  No  su  espere  cicatrización 
mientras  no  se  pueda  desvanecer  la  hinchazón 
del  brazo,  mientras  eslén  separados  los  bor- 
des de  la  solución  de  continuidad  por  el  esla- 
do  de  tensión  de  la  piel,  y  mientras  Jas  partes 
divididas  se  bailen  irritadas  por  esa  tensión 
dolorosa.  Véase  por  que  las  heridas  mas  sim- 
ples que  han  supurado  y  las,  úlceras  que  hu- 
bieran curado  muy  pronto,  no  !o  verifican  si-  ' 
no  al  cabo  de  muchos  años,  sin  mas  que  ha- 
llarse afectados  los  miembros  en  que  residen  de 
una  hinchazón  edematosa  efecto  délas  varices. 
Tal  es  con  efecto  lo  que  sucede  en  los  cn^ns 
de  úlceras  impropiamente  llamadas  varicosa". 

-En  la  investigación  de  las  causas  de  bis  va- 
rices se  acostumbra  á  insistir  mucho  en  la* 
razones  mecánicas  que  pueden  impedirla  cir- 
culación de  la  sangré  en  las  venas;  y  hasta  so 
han  ereido  autorizados  los  cirujanos  para  no 
admitir  mas  que  este  género  de  causa,  por- 
que una  moderada  compresión  circular  retar- 
da incontestablemente  el  curso  de  la  sangre 
en  estos  vasos  produciendo  en  ellos  una  dis- 
tensión momentánea.  Esta  opinión  se  halla  al 
parecer  confirmada  también  por  las  nudosidades 
que  se  observan  sobre  las  varices,  cuya  cir- 
cunstanciaba hecho  ¡suponer  que  la  distensión 
era  mas  considerable  en  el  sitio  de  las  vál- 
vulas. 

Por  Un,  confirma  igualmente  esta  opinión 
el  hecho  bien  conocido  de  la  frecuencia  de  las 
varices  en  el  estado  de  preñez.  Mas  no  se  pier- 
da de  vista  que,  por  ejemplo,  el  uso  de  las  li- 
gas es  sumamente  común,  y  sin  embargo,  son 
infinitamente  menos  frecuentes  las  varices  de 
las  piernas.  Las  mayores  se  observan  en  per- 
sonas que  jamás  ban  hecho  uso  de  ligaduras  á 
las  cuales  pudiéramos  atribuir  su  origeu  ;  y 
cuando  se  estienden  á  los  muslos  ó  á  las  pa- 
redes del  abdomen  no  es  posible  suponer  nin- 
guna de  dichas  causas.  Obsérvanse  venas  vari- 
cosas alrededor  de  muchos  tumores  y  notable- 
mente alrededor  de  los  cirros,  donde  no  hay 
razón  alguna  plausible  para  que  sospechemos 
obstáculos  á  la  circulación  de  la  sangre.  Las 
varices  sobrevienen  á  veces  al  principio  de  la 
preñez ,  y  mucho  antes  de  que  el  desarrollo 
del  útero  pueda  impedir  el  libre  retorno  de  la 
sangre  al  través  de  las  venas  iliacas.  Nada  es 
mas  raro  que  su  aparición  en  las  estremidailcs 
inferiores  á  consecuencia  de  la  ingurgitación 
de  las  visceras  abdominales;  y  por  fin  se  lia 
echado  en  olvido  que  las  nudosidades  qué  pre- 
sentan las  venas  varicosas  son  harto  numero- 
sas para  atribuirlas  á  la  resistencia  de  las  val-, 
vulas.  Es  innegable  que  una  presión  ejercida 
en  el  trayecto  de  los  vasos  provoca  la  dilata- 
ción, pero  no  debemos  considerarla  como  la 
única  ni  aun,  como  la  causa  principal  de  la  di- 


m  ■  va 

lalación  varicosa.  Las  anteriores  observacio- 
nes; que  debemos  á  Mr.  Delpeeh,  inducen  d 
presumir  que  alguna  causa  general  todavía 
desconocida  determínala  formación  de  tas  va- 
rices, formación  que  puede  aumentar  merced 
á  los  obstáculos  que  ofrezcan  al  retorno  de  la 
sangre  ciertas  actitudes  y  determiuudos  ves- 
tidos, i 

Mr.  llogdson  mira  como  probable  la  rotura 
de  las  válvulas  medíanle  un  ejercicio  muscu- 
lar muy  vivo  ó  una  violencia  esterna,  y  que 
,  en  tales  circunstancias  la  presión  de  la  columna 
do  sangre  es  la  causa  primera  de  la  dilatación 
de  las  venas.  A  veces  también  .proviene  al  pa- 
recería enfermedad  de  una  debilidad  no  natu- 
ral de  las  paredes  de  lar.  venas:  tales  so»  los 
casos  en  que  sin  ninguna  causa  evidente  exis-~ 
le  en  diversas  partes,  del  mismo  individuo. 

La  esperiencia  prueba,  dice  Mr.  Deipech, 
que  no  se  conoce  método  seguro  para  curar 
las  varices  propiamente  diebas;  y  á  su  modo 
de  ver  no  debe  sorprendernos  esa  triste  verdad 
porque  nos  son  completamente  desconocidas 
su  naturaleza  y  sus  causas.  La  esperiencia  de- 
muestra, no  obstante,  que  una  compresión  me- 
tódica y  permanente  puede  muy  bien  retardar 
los  progresos  de  Iadiiatacion  de  fas  venas  va- 
ricosas y  de  la  hinchazón  edematosa.  Cuando 
la  totalidad  del  miembro  afectado  de  varices  se 
baila  sometido  á  este  tratamiento,  se  borran  las 
venas  dilatadas,  restablécese  la  circulación  y 
desaparecen  asi- el  edema  corno  el  dolor.  No 
bay  medio  mejor,  añade  Mr.  Delnoch,  para  cu- 
rar las  soluciones  de  continuidad  de  las  parles 
iuferjores  producidas  ó  sostenidas  por  el  esta- 
do varicoso  del  miembro  y  sus  efectos;  pero  á 
veces,  luego  que  cesa  la  compresión,  reapa- 
recen las  varices,  vuelve  el  dolor,  se  repro- 
duce el  edema,  y  se  abre  de  'nuevo  ]a  úlcera 
que  estaba  curada. 

La  inflamación  de  los  tegumentos  que  re- 
cubren la  variz,  ú  el  tumor,  varicoso,  no  se 
puede  prevenir  siempre  por  ia  compresión,  ni 
tampoco  surte  constantemente  buenos  resuda- 
dos para  nacer  desaparecer  el  insoportable 
dolor  que  acompaña  a  veces  á  las  aglomera- 
ciones de  las  venas  varicosas:  En  el  primer 
caso  el  reposo  y  tos  tópicos  relajantes  surten 
ii  veces  buen  efecto,  y  en  el  segundo  se  em- 
plean con  ventaja  los  sedantes.  Se  ba  propues- 
to abrir  y  Vaciar  las  varices;  pero  si  esta,  de- 
plecion  momentánea  y  esa  relajación  de  los 
vasos  hacen  cesar  el  dolor  por  algún  tiempo, 
i  los  pocos  días  vuelven  las  cosas  á  su'  primer 
estado.  Si  se  adoptase  este  procedimiento,  se- 
ria necesario  practicar  una  abertura  bastantc_ 
grande  en  la  vena  y  eslracr  de  ella  el' coágulo' 
ó  cuajo  que  contiene.  Y  no  se  debería  lucer 
ligadura  alguna  cndmu  ni  debajo  de  la  heri- 
da, porque  la  mas  leve  presión,  baslaría  para 
contener  la  hemorragia  y  se  obliteraría  el  ¡va- 
so por  la  inllamaciou  consecutiva. 

.  Celsio  refiero  que  los  antiguos  acostum- 
braban quitar  tas  varices  por  la  escisión,  o 


11CES  924 

destruirlas  con  un  hierro  candente.  Si  la  vena 
presentaba  muchas  circunvoluciones  se  prefe. 
ría  la  estirpaeion;  pero  si  su  trayecto  era  ret- 
ío se  la  descubría  incindiendo  la  piel  y  se  la 
cauterizaba,  l'eüt,  Uoyer  y  muchos  cirujanos 
ingleses  han  escindido  muchas  veces  tumores 
varicosos. 

ilv.  Dctpech  hace  observar  que  ia  cslirpu- 
cion  de  los  tumores  varicosos  iia  sido  practi- 
cada con  objeto  de  que  cesara  el  dolor,  ó  por 
oíros  inconvenientes  Esta  operación  se  lia 
practicado  con  feliz-  éxito;  pero  según  parece 
no  siempre  puede  prevenir  la  formación  de 
nuevas  varices,  y  á  veces  ha  sido  su  ejecución 
desagradable,  diricit  y  muy  dolorosa.  ton 
efecto,  muy  incierto  es  el  juicio  que  podemos 
formarnos  de  la  eslension  de  los  tumores  vari- 
cosos, cuando  solo  se  atiende  ni  aspecto  que 
ofrecen  debajo  de  la  piel.  Xu  siempre  se  ha- 
llan limifadas  las  varices  á  las  venas  superfi- 
ciales, y  asi  es  que  si  se  eslieuden  á  gran  pro- 
fundidad es  iuúlil  la  operación.  Delpedi  cien 
que  no  se  debería  emprenderla  sino  en  los 
casos  en  que  acompañan  á  la  enfermedad  sín- 
tomas peligrosos,  ó  que  el  enfermo  se  ludio 
privado  del  uso  de  sus  piernas. 

Se  ha  creído  que  se  podia  estender  venta- 
josamente al  tratamiento  de  las  varices  uno  de 
los  principios  del  aneurisma.  Ligando  el  tron- 
co venoso  principal  en  el  punto  en  que  prin- 
cipia la  afección  varicosa,  se  pensó  que  que- 
daría totalmente  impedido  el  curso  de  la  san- 
gre en  los  vasos  afectados,  que  se  coagularía 
el  resto  de  la  columna  (luida  y  que  daría  por 
resultado  la  misma  obliteración  de  los  vasos. 

Ú  práctica  de  ligar  las  venas  para  curar 
las  varices  data  de  la  época  de  l'ai'é  y  de  Dio- 
nis,  los  cuales  deticribierou  con  cuidado  la  ope- 
ración de  la  ligadura  y  de  la  división  de  la 
.vena  entre  dos  de  estas.  Sir  Everurdo  Home 
refiere  muchas  observaciones  de  venas  vari- 
cosas de  la  pierna,  acompañadas  muchas  de 
ellas  de  úlceras  rebeldes.  En  estos  casos,  la  li- 
gadura de  la  grande  vena  safena,  en  el  pondo 
en  que  pasa  por  el  bulo  interno  de  la  rodi- 
lla, disminuye  no  solo  la  dilatación  de  las  ve- 
nas de  la  pierna,  sino  que  tambieu  cura  muy 
pronto  las  úlceras.  Este  procedimiento  suctLú 
efecto  muchas  veces,  pero  también  ha  dejado 
de  producirle  en  mas  de  una  ocasión, 

Entre  otros  accidentes,  se  ha  observado  que 
la  inhumación  de  la  veua  ligada  se  cstLendc  a 
gran  distancia  en  este  vaso,  acompañada  de 
síntomas  generales  muy  intensos,  análogos  a 
los  de  una  liebre  litoidea,  dando  por  resultado 
la  muerte.  En  algunos  de  estos  casos  ,  se  for- 
maron abscesos  á  lo  largo  del  vaso,  encima  y 
debajo  de  la  ligadura;  pero  en  otros  uo  se  vio 
asomo  de  pus.  Por  fin,  los  peligros  déla  iu- 
llamacion  de  ia  membrana  inlerua  de  las  ve- 
nas, son  hoy  dia  generalmente  muy  comunes, 
y  es  preciso  cuidar  de  evitarlos.  Pruébalos  su- 
deienleinente  un  hecho  que  pasó  eu  lMllicn 
leí  hospital  de  Cuy.  La  vena  femoral  fué  abierta 


en  una  operación  de  aneurisma;  aplicóse  una 
ligadura  alrededor  dé  la  berida,  se  infiamú  la 
membrana  inferna  de  esta  vena,  estendióse  esia 
inflamación  á  la  vena  cava,  y  el  enfermo  su- 
cumbió verosímilmente  al  influjo  de  este  acci- 
dente, lie  aqui  una  de  las  mas  fuertes  obje- 
cioaesá  la  práctica  de  la  ligadura  de  los  tron- 
cos de  las  venas  varicosas,  y  be  aqui  también 
un  ejemplo  de  los  efectos  que  determina  en 
el  miembro. 

Pero,  seguir  liace  observarlo  Mr.  Erodie, 
se  llalla  establecido  actualmente,  al  parecer, 
por  la  esperieneia  de  los  einijanos  modernos, 
que  una  lesión  mecánica  del  tronco  de  una  de 
las  venas  mayores,  puedo  ir  seguida  de  la  in- 
flamación de  su  túnica  interna,  y  dar  margen 
ánua  liebre  do  un  carácter  muy  grave;  por 
eso  la  aparición  de  estos  síntomas,  después  de 
la  ligadura,  y  aun  después  de  una  simple  sec- 
ción de  la  vena  safena,  lia  vuelto  á  los  ciruja- 
nos menos  confiados  que  en  otro  tiempo  acer- 
ca Jé]  resultado  de  semejante  operación  en 
los  casos  de  varices  de  este  vaso  en  su  trayec- 
to por  la  pierna.  Ciertas  reflexiones  inducen, 
sin  embargo,  á  Mr.  Brodie  á  creer  que  lal  vez 
no  sobrevendrían  eslos  accidentes  si  se  practí- 
casela operación  en  las  ramas  del  vaso.  Cuan- 
do todas  las  venas  de  la  pierna  son  varicosas, 
y  ningún  punto  en  particular  sufre  mas  que 
olro,  no  es  razonable  aguardar  alivio  alguuo, 
á  no  ser  de  la  compresión  uniforme  de  un 
vendaje  bien  aplicado;  pero  bastante  amenucSo 
existe  una  úlcera  dolorosa  y  de  difícil,  cura- 
ción, á  causa  de  sus  relaciones  con  los  vasos 
varicosos,  ó  también  sin  necesidad  de  que  ba- 
ya úlcera.  Puede  encontrarse  en  una  parte  de 
la  pierna  una  variz  dolorosa,  sujeta  acaso  á  he- 
morragia, mientras  que  otras  venas  se  hallan 
casi  en  estado-natural,  ó  por  lo  menos  no  cau- 
san ningún  malestar  particular.  En  alguno  de 
estos  casos  se  ha  aplicado  la  potasa  cáustica 
hasla  que  perfore  la  piel  y  la  vena  situada  de- 
tajo;  pero  las  ventajas  que  el  enfermo  repor- 
ta de  la  curación  de  su  variz  no  son  mas  que 
una  imperfecta  compensación  del  dolor  que  el 
cáustico  le  causó,  y  el  inconveniente  de  la 
lenta- curación  de  una  úlcera  que  le  quedó 
después  de  la  separación  de  la  escara. 

En  otros  casos  se  ha  hecho  una  incisión 
con  el  escalpelo  al  través  de  las  varices  y 
de  la  piel  que  las  protegía.  Destruyese  asi  la 
variz  tan  completamente  como  por  medio  del 
cáustico,  y  con  efecto,  es' preferible  esia  úl- 
tima operación,  porque  es  menos  dolorosa,  y 
como  no  hay  pérdida  de  sustancia,  la  berida 
se  cicatriza  en  muchísimo  menos  tiempo, 

Es  evidente,  dice  Mr.  Brodie,  que  una  gran 
incisión  de  la  piel  qué  recubre  la  variz  no  pue- 
de ser  ventajosa,  pues  al  contrario,  ha  de  te- 
ner el  inconveniente  de  exigir  cierto  tiempo 
para  cicatrizarse.  Posteriormente  se  ha  perfec- 
cionado el  procedimiento  que  consiste  ahora 
en, dividir  por  completo  los  vasos  varicosos, 
conservando  intacta  la  piel  que  los  cubre,  sal- 


vo  la  simple  abertura  que  requiérela  introduc- 
ción del  instrumento  con  qoe  so  practica  la 
sección  de  la  vena.  La  berida  interior  se  en- 
cuentra asi  en  -  las  mejores  condiciones  posi- 
bles para  curar,  y  queda  dispensado  el  enfer- 
mo del  fastidio  de  la  cicatrización  de  una  he- 
rida de  la  piel. 

Sirve  habituaímente  para  esta  operación 
un  bisturí  estrecha,  puntiagudo ,  encorvado  en 
su  filo.  Bien  cerciorado  el  cirujano  de  la  exac- 
ta posición  de  la  vena  ó  del  ramo  venoso,  qne 
es  al  parecer  asiento  del  dolor,  introduce  la 
punta  del  bisturí  á  través  de  la  piel  en  uno  de 
los  lados  del  vaso  varicoso  y  la  dirige  de  pla- 
no eulrc  la  piel  y  el  vaso  hasta  que  haya  lle- 
gado al  lado  opuesto  ;  vuélvese  cnlonees  el 
corte  del  instrumento  báeia  atrás,  y  sacándole 
se  efectúa  la  seeeion.  El  enfermo  esperimenla 
aveces  un  dolor  bastante  vivo,  pero  que  des- 
aparece muy  sencillo.  Sobreviene  entonces 
una  hemorragia  que  podría  llegar  á  ser  muy 
abundante,  sino  se  acudiese  desde  luego  acor- 
tarla, lo  cual  se  consigue  fácilmente  con  una 
moderada  presión  por  medio  de  ün  vendaje 
conveniente. 

Mr.  Brodie  recomienda  en  particular  que 
se  deje  el  enfermo  en  ta  cama  durante  cuatro 
ó  cinco "dias,  en  perfecto  reposo,  quitándole 
luego  ei  vendaje  con  muchísimo  tiento  y  con 
grandes  precauciones.  Aconseja  también  al  ci  - 
rujano que  no  practique  una  incisión  demasia- 
do profunda.  La  inflamación  de  las  membra- 
nas del  vaso  no  se  verificó  en  ninguno  de  los 
casos  en  que  practicó  Mr.  Brodie  esta  opera- 
ción, que  según  el  mismo  práctico  ,  no  debe 
emplearse  siempre  é  indistintamente,  sido  des- 
pués de  unmaduro  examen  de  las  circunstan- 
cias individuales.  «Los  casos  en  que  le  he  em- 
pleado, dice,  no  eran  aquellos  en  que  todas 
las  venas  de  la  pierna  estaban  varicosas,  y  en 
que4  poco  ó  nada  sufrían  los  enfermos,  sino, 
siempre  que  habia  un  intenso  dolor  en  un  pun- 
to particular,  en  que  era  inminente  «nahemor- 
ragia  por  los  vasos  dilatados,  y  en  que  estos 
habían  originado  una  úlcera  dolorosa  y  re- 
belde.» 

Puede  decirse,  relativamente  al  procedi- 
miento de  la  sección  trasversa  de  las  venas 
afectadas  de  varices ,  que  á  veces  siguen  sín- 
tomas graves  y  á  menudo  funestos.  Lóense  en 
en  lá  preciosa  obra  de  Ilodgson,  que  está  en 
manos  de  todos  los  cirujanos,  varias  observa- - 
ciones  que  prueban  nuestro  aserto.  GonlodD, 
justo  es  confesar  qne  el  procedimiento  de 
Mr.  Brodie  no  se  puso  en  práctica  en  tales  ca- 
sos ,  que  ha  merecido  la  aprobación  general , 
y  que  Mr.  Carmichael  refiere  en  su  apoyo  mu- 
chas observaciones. 

Raras  veces  se  han  visto  varices  espontá- 
neas en  las  venas  del  brazo.  Cuando  éstos  va- 
sos se  vuelven  varicosos,  debemos  buscar  casi 
siempre  la  causa  en  el  resultado  de  una  co- 
municación que  so  establece  entre  la  arteria 
braquial  y  una  de  las  venas  del  pliegue  del 


I 


927 


VARICES— VASOS 


ͻ2S 


brazo  en  la  operación  de  la  sangría.  Las  venas 
superficiales  de  esla  región  se  dilatan  mas  ó 
menos  á  consecuencia  del  chorro  de  sangre 
arterial  que  por  alli  se  precipita.  Media  una 
gran  diferencia  entre  estas  varices  accidenta- 
les y  las  que  nacen  espontáneamente  ó  de  cau- 
sas poco  conocidas.  Las  primera  jamás  adquie- 
ren el  volúuaen  que  a  menudo  llegan  á  ad- 
quirir las  segundas;  ni  nunca  esceden  de  cier- 
to grosor,  empleándose  6  no  la  presión  para 
impedir  su  crecimiento.  No  presentan  tumores 
compuestos  de  venas  varicosas,  jamás  se  lle- 
nan de  cuajos  de  sangre;  .las  paredes  de  ios 
vasos  no  se  engruesan  nunca  ni  forman  tam- 
poco el  semi-caual  sólido  que  se  ve  en  las  de- 
mas  especies  de  varices;  lá  piel  que  las  recu- 
bre no  se  baila  sujeta  á  inflamarse  ni  ú  ulce- 
rarse; tampoco  están  espuestas  á  hemorragias 
ni  el  miembro  en  que  residen  se  ve  afectado 
por  ingurgitaciones  edematosas.  Estas  diver- 
sas'.circunstancias  indican  claramente  que  se- 
ria inútil  toda  intervención  del  arte. 

VARSOVIA.  [Geografía  é  historia.)  Ciudad 


Varsovia  fué  tomada  en  1703  por  Cárlos  XI! 
y  en  1794  por  Souvarow,  que  incendió  á  Pra- 
ga'y  mandó  saquear  la  ciudad.  En  la  partición 
de  la  Polonia,  que  siguió  poco  después,  cupo 
Yarsovia  en  suerte  á  la  Prusia.  Los  franceses 
mandados  por  Murat,  ocuparon  esta  ciudad  el 
20  de  enero  de  1S07.  Desde  este  año  uasta  el 
de  1810,  Varsovia  fué  la  capital  del  gran  du- 
cado de  su  mismo  nombre,  en  cuya  época  fué 
cedida  á  la  Rusia.  En  noviembre  de  1830,  es- 
talló alli  una  insurrección  terrible,  que  libró 
por  algún  tiempo  á  la  Polonia  del  yugo  de  los 
rusos;  mas  á  pesar  de  la  gloriosa  campaña  de 
los  polacos  contra  Diebioh,  Varsovia  se  rindió 
á  Paskewitch  el  8  de  setiembre  de  1831,  cuyo 
acontecimiento  puso  término  á  la  guerra.  ■ 

VARSOVIA.  (Gran  ducado.)  Este  estado  fué 
creado  en  1307  por  Napoleón  en  favor  del  rey 
de  Sajoüia,  Federico  Augusto,  nieto  del  rey 
de  Polonia  Augusto  lí;  se  componía  de  la  ma- 
yor parte  del  autiguo  reino  de  Polonia,  quita- 
da á  la  Prusia  y  á  te  Rusia,  y  tenia  por  limites, 
al  NB.  el  Niemen,  y  al  E.  el  Bug,  que  le  sepa- 


de  la  Rusia  europea,  capital  de  la  Polonia  rusa,  raban  de  la  Rusia;  al  S.  el  Vístula,  que  le  se- 
antlguamente  de  toda  la  Polonia,  y  capital  tara-  paraba  de  la  Gallitzia;  al  SU.  y  al  0.  la  Silesia; 
bien  de  la  volvodia  de  Jlazovia,  -en  la  orilla !  y  al  SO.  y  N.  la  Prusia.  La  capital  era  Vatao- 
izquierda  del  Vístula,  á  270  leguas  NE.  dePa- ,  via,  y  las  poblaciones  mas  importantes  Thorn, 
rís  ,  y  á  200  SO,  de  San  Petersburgo ,  con  \  Posen,  Cracovia,  Lublin,  üancoscti,  etc.  Este 
125,000  habitantes,  muchos  de  ellos  judíos,  estado  dejó  de  existir  en  1815,  y  le  dividie- 
Praga,  en  la  derecha  del  Vístula,  está  unida  t  ron  entre  sí  la  Prnsia  y  la  Rusia, 
á  ella,  y  forma  uno  de  sus,  arrabales,  Varsovia 
es  la  residencia  del  gobernador  ruso  de  la  Po- 
lonia y  del  arzobispo  primado.  Tiene  muy  buen 
aspecto:  cindadela  bastante  fuerte  (construida 
en  1G32),  catedral  de  San  Juan  ,  iglesias  de 


VASOS.  {Antiniiedades.)  Los  antiguos  nos 
lian  dejado  modelos  en  todos  géneros.  El  gasto 
innato  entre  los  griegos  ejercía  su  inllacncia 
hasta  sobre  los  objetos  destinados  á  los  usos 
mas  comunes,  y  entre  los  vasos,  aun  aquellos 


Santa  Cruz,  San  Andrés,  etc.,  palacio  realce  que  podían  desdeñarse  por  su  materia  y  su 
Sajorna,  del  gobernador  (en  otro  tiempo  pala-  |  número.,  se  recomendaban  álos  artistas  y  á  los 
cío  Kramiski} ,  palacios  Bruhl,  Radwill ,  Za-  j  sabios  por  la  elegancia  de  su  forma  y  la  r¡- 
inoysk,  Poniatowski,  llamado  ahora  déla  Acá- ¡  queza  de  documentos  literarios  que  siiralius- 
demia'i.  plaza  Masíe-Ville  (imitación  ,del  Palacio  traban  los  asuntos  en  ellos  representados. 
Real  de; París,  que  contiene  la  bolsa,  la  adua-  Ademas  de  los  vasos  destinados  á  los  usos 
na,  3QfT  tiendas,  etc.);  nuevo  teatro  nacional,  j  de  familia,  al  adorno  de  las  mesas,  y  los  que  por 
teatro  f  rancés,  un  puente  de  piedra  en  que  se  su  materia  podian  entrar  en  les  tesoros  de  los 
ve  la  estatua  de  Juan  Sobieski;  universidad 


fundada  en  1S1C  y  suprimida  en  1832;  semi- 
nario central,  liceo,  academia  militar  do  arti- 
llería é  ingenieros,  gimnasio  planista,  colegio 
de  nobles,  escuela  de  artes  y  de  bosques,  con- 
servatorio, sociedad  real  de  amigos  de  la  cien- 
cia (con  una  rica  biblioteca,  gabinete  de  his- 
toria natural  y  colección  du  grabados),  socie- 
dades de  agricullura,rmcdicina  y  física,  y  ban- 
co. Su  induslria  consiste  en  fábricas  de  som- 
breros, gorros,  guantes ,  tapices,  tegidos  de 
algodón,  colores,  licores,  instrumentos  de  mú- 
sica y  carruages;  hace  algún  comercio.  Var- 
sovia es  muy  antiguo,  pero  careció  largo  tiem- 
po de  importancia.  Capital  en  un  principíodel 
ducado  de  Marzovia,  llegó  á  serlo  de  toda  la 
Polonia  en  tiempo  de  Segismundo  II  (¡50.0)1 
Cádos  X,  rey  de  Suecia ,  y  Federico  fi-tiiller- 
mo,  elector  de  Brandeburgo,  derrotaron  en 
ella  completamente  á  los  polacos  en  1656  (es- 
ta batalla,  llamada  de  Varsoyia,  duró  tres  días). 


conquistadores,  los  había  para  premio  de  los 
vencedores  en  los  juegos  y  lidias.  Aquiles,  en  los 
juegos  que  hizo  celebrar  alrededor  de  la  tumi» 
de  Patroclo,  propuso  trípodes  y  vasos.  Otros  se 
destinaban  á  los  templos  y  sacrificios,  y  otros, 
por  último,  servían  para  adornar  las  tumbas, 
y  son  muchos  los  que  se  encuentran  en  mo- 
numentos fúnebres. 

Los  metales  ricos,  las  piedras  preciosas, 
entraban  en  la  fabricación  de  vasos;  pero  los 
que  se  encuentran  en  mayor  cantidad,  á  pesar 
de  la  fragilidad  de  la  materia,  son  los  de  bar- 
ro adornados  con  pinturas. 

Los  vasos  pintados  fueron  conocidos  por 
la  vez  primera  en  el  siglo  XV.II. 

Cuando  estos  monumentos  aparecieron  ante 
la  Vista  do  los  anticuarlos,  fueron  atribuidos 
por  un  error  que  duró  mucho  tiempo,  alarte 
de  los  etruscos,  y  se  atestiguó  que  solo  se  ba- 
ilaban en  la  antigua  Etruria,  hoy  Toscana. 
La  Cbausse  publicó  algunos  en  su  Musew» 


929 


VASOS 


930 


Romanum,  1690.  Berger  y  Montfaucon  siguie- 
ron su  ejemplo;  Ilempsler  habló  después  de 
ellos  con  algún  detenimiento;  Gori,  BYionarotl 
v'Caylus  añadieron  algunas,  nociones  genera- 
íes  a  las  de  Dempsfer;  Winkelmann  las  modi- 
flcó  en  su  Historia  del  Arte,  por  lo  acertado 
de  sus  consideraciones,  y  quiso  restituir  di- 
dios  vasos  á  ln  Grecia;  últimamente,  la  her- 
mosa colección  de  Ramillón  publioaslapor  llan- 
carvílle  en  1766,  puso  la  discusión  á  la  vista 
del  público.  Passeri  sostuvo  la  opinión  relati- 
va al  origen  elrnscd  de  los  vasos,  Tisclibein, 
Boetliger  y  ílilliu  se  declararon  en  favor  de 
Winkelmann.  Mas  recientemente,  con  motivo 
do  un  magnifico  descubrimiento  hecho  en  Ita- 
lia, el  principe  de  Canino  reprodujo  la  opinión 
de  Passeri,  y  procuré  probar  que  debía  de- 
volverse á  la  antigua  Toseana  (Etruria),  la  hon- 
ra de  tales  monumentos  que  recuerdan  su 
lengua  y  sus  tradiciones  religiosas  é  histó- 
ricas. 

Mas  de  dos  mil  vasos  pintados  de  todas 
dimensiones  y  de  todas  (orinas  están  publica- 
dos y  descritos  en  ese  catálogo.  La  colección 
triplicará  al  menos  el  número  de  artistas  cono- 
cidos hasta  ahora,  y  engrandece  mas  de  lo 
que  se  esperaba  el  ciclo  heróico,  con  la  re- 
presentación de  asuntos  desconocidos  hasta  el 
dia  en  los  monumentos  ó  con  las  circunstan- 
cias nuevas  que  aparecen. 

naoui-Iíochette  ha  demostrado  en  una  me- 
moria escritacon  cuerdaimparcialidad  {Journal 
des  Savamt,  febrero  y  marzo  de  1830),  que 
la  Grecia  sola  era  la  que  tenia  el  derecho  de 
reclamar  esos  productos  de  su  arte.  Combate 
ventajosamente  la  opinión  del  principe  de  Ca- 
nino sobre  el  origen  etrusco  de  los  referidos 
vasos. 

Jin  la  Alta  il  recia  y  en  la  Sicilia  se  encuen- 
tran muchos  monumentos  de  esa  clase,  cuyos 
asuntos  son  la  reproducción  de  toda  la  mitolo- 
gía é  historia  de  aquellas  comarcas,  acompa- 
sadas de  inscripciones  en  caraotéres  griegos. 

l'or  esos  vasos  es  fácil  conocer  verdadera- 
ntosnte  el  estado  del  arte  entre  ios  griegos,  asi 
como  sojuzga  del  talento  de  nuestros  grandes 
maestrea  por  sus  menores  dibujos.  En  efecto,  si 
las  pinturas  de  vasos  no  eran  de  artistas  distin- 
guidos, podían  ser  al  menos  copias  de  cuadros 
célebres,  reproducidas'  por  manos  diestras. 
¡Vsi  han  podido  conservarse  fábulas  desconoci- 
das, escenas  misteriosas,  de  las  cuales  no  ha 
aecho  mención  autor  alguno.  Sirven  también 
pava  el  esclarecimiento  de  los  textos  oscuros 
de  algunos  escritores,  y  para  esplicar  sucesos 
<]ue  solo  se  conocían  imperfectamente.  Todo 
concurre,  pues,  á  hacer  atribuir  el  origen  do 
dichos  monumentos  á  la  Grecia.  Se  parecen 
mucho  por  sus  formas  á  los  vasos  que  se  ven 
en  las  ¡medallas  y  otros,  monumentos  de  la 
Grecia.  El  estilo  dé  las  figuras  que  los  ador- 
nan es  absolutamente  conforme  con  el  de 
las/  figuras  que  se  ven  en  el  antiguo  esti- 
la griego,  l'or  último,  las  fábulas  represen- 

«28     W((¡,IOT]-XA  fOl'UfcMS, 


tadas,  las  inscripciones  en  caracteres  grie- 
gos que  acompañan  á  las  figuras,  bastan  para 
establecer  esa  opinión.  Pero  es  preciso  con- 
fesar que  ias  fábulas  griegas  so  espresaban 
siempre  con  circunstancias  especiales,  lo  cual 
probablemente  procede  de  las  alteraciones  que 
las  tradiciones  griegas  habiau  esperimenlado 
en  la  antigua  Italia. 

En  Nápoles  principalmente,  en  Cápua,  en 
Jíola  en  la  Campania,  eu  Pesio  en  la  Lucania, 
y  en  toda  la  Sicilia,  se  descubren  á  cada  paso 
vasos  de  esa  especie.  Las  tumbas  en  que  están 
encerrados  se  hallan  (aera  de  las  poblaciones, 
pero  cerca  de  las  murallas,  á  corta  profundi- 
dad, esceptuando  los  de  Ñola,  donde  las  erup- 
ciones del  Vesubio  han  realzado  el  suelo  de 
tal  manera,  que  algunos  vasos  se  encuentran 
á  roas  do  veinte  pies  debajo  de  tierra. 

Los  sepulcros  ordinarios  son  de  iadrillo  ú 
de  piedra  tosca,  y  de  una  dimensión  bastante 
para  contener. un  cadáver  y  cinco  ó  seis  vasos. 

El  numero  y  belleza  de  los  vasos  varían 
probablemente  según  la  colocación  y  la  fortu- 
na de  aquel  á  quien  pertenece  la  sepultura. 

Algunas  veces  las  paredes  están  cubiertas 
de  estuco  por  dentro  y  adornadas  con  pintu- 
ras. Aquellas  tumbas  tienen  la  apariencia  de 
un  pequeño  aposento.  El  cadáver  está  en  me- 
dio; los  dientes  del  esqueleto  se  encuentran 
algunas  veces  atados  con  un  hilo  de  oro,  y  las 
ánforas  se  hallan  alrededor  de  él;  algunos 
otros  suelen  estar  colgados  en  clavos  de  bronce 
clavados  en  la  pared. 

Se  ha  creido  que  los  rasos  con  inscripcio- 
nes de  que  habla  Ateneo  eran  pintados;  pero 
es  mas  probable  que  fuesen  de  metales  pre- 
ciosos y  mas  dignos  de  llamar  ta  atención  que 
los  de  barro  sobre  los  cuales  podia  escribir 
cualquiera  lo  que  lé  acomodase.  Ateneo  se  re- 
feria sin  duda  á  vasos  como  el  que  estaba  con- 
sagrado á  Diana  en  el  templo  de  Cápua,  y  so- 
bre el  cual  se  habían  inscrito  varios  versos 
de  Homero  en  oro  incrustado  en  plata, 

Ninguno  de  los  escritores  de  la,  antigüedad, 
sin  esceptuar  el  mismo  Plinio,  citó  un  pintor 
de  vasos;  pero  se  han  hallado  muchos  nom- 
bres en'  los  monumentos  de  que  se  trata.  Los 
unos  pertenecen  á  personajes  representados, 
los  otros  á  los  artistas  y  fabricantes  que  los 
ejecutaban.  Todavía  es  menos  verosímil  la  opi- 
nión de  que  allí  se  encuentran  también  los 
nombres  de  los  propietarios.  Las  personas  que 
quieran  profundizar  esta  discusión  pueden  ver 
las  obras  de  Paaoflca,  Roshelte  y  Glarác, 

Entre  los  nombres  de  los  artistas  o  fabri- 
cantes de  vasos,  se  observan  los  de  Esquilo, 
Andocides,  Eufronias,  Eutimiades,  .Chucilion, 
Hieran,  Epictetos,  Pkiutias,  Zeuxilheos,  y  otros 
muchos  cuya  nomenclatura  seria  muy  larga. 
Algunos  de  dichos  nombres  estáu  repetidos  en 
muchos  vasos;  el  de  Kicostenes  lo  está  cinco 
veces  y  el  de  Epictetos  cuatro.  A  estos  nombres 
se  halla  unido  el  de  ETPAOSEN  ó  la  palabra 
EÜOIESEN,  frecuentemente  con  una  5  .de 
T.    xxxtii.  59 


931  VA 

esta  forma  antigua  S.  El  uno  designa  el  dibu- 
jante del  vaso,  el  otro  el  pintor  y  el  tercero 
el  que  lo  ha  fabricado.  lisio  es  tanto  mas  pro- 
bable .cuanto  que  se  ban  bailado  vasos  despro- 
vistos de  asuntos  pintados  en  que  se  lee  la  pa- 
labra EIIOIESEN. 

Los  vasos  pintados  eran  unos  regalos  que 
se  hacían  i  aquellos  á  quienes  se  amaba',  á  los 
jóvenes  eldia  que  vestían  el  irage  viril,  álos 
jóvenes  esposos  el  dia  de  su  casamiento  1i  de 
su  iniciación. 

Los  que  son  muy  pequeños  parecen  haber 
servido  para  contener  perfumes  ó  para  jugue- 
tes de  niño. 

La  palabra  KAAOS,  bella,  que  se  encuen- 
tra con  frecuencia  en  los  vasos,  precede  co- 
munmente a  iin  apellido  que  se  supone  ser  el 
de  la  persona  á  quien  e'ra  dedicado  el  vaso.  Es 
una  aclamación  que  se  encuentra  á  veces  so- 
la, y  á  la  cual  era  fácil  nacer  añadir  el  nom- 
bre que  se  quería. 

Esta  fórmula  dimanaba  de  una  . antigua  cos- 
tumbre griega,  la  de  escribir  en  todas  partes 
el  nombre  de  un  amigo,  y  adjudicarle  asi  pu- 
blicamente el  premio  de  la  belleza. 

Una  cosa  tienen  de  notable  dichos  monu- 
mentos, y  es  que  constituyen  una  especie  de 
mitología  y  una  historia  heróica  particular.  Se 
encuentran  en  ellos  personages  desconocidos 
en  otras  partes,  escenas  que  no  lo  son  menos, 
porque  ninguna  tradición  escrita,  ningún  ca^ 
rácter  determinado,  sirven  para  interpretarlas; 
pero  también  se  hallan  muchos  cuadros  va- 
riados basta  el  inllnito,  con  la  representación 
de  los  trabajos  de  Hércules  y  Teseo,  las  des- 
gracias de  Ilion,  las  de  los  reyes  que  las  can- 
saron, la  historia  particular  de  algunos  dioses, 
y,  sobretodo,  la  de  Baco  y  sus  misterios;  his- 
toria que  nos  revela  una  parte  de  las  ceremo- 
nias practicadas  en  las  iniciaciones,  los  dog- 
mas que  se  enseñaban  y  el  objeto  de  estas  ins- 
tituciones tan  respetada^  en  la  antigüedad. 

Bajo  ese  concepto,  los  vasos  pintados  pue- 
den proporcionar  al  erudito  y  al  filósofo  los 
auxilios  necesarios  para  penetrar  el  secreto  de 
'  aquellas  antiguas  y  venerables  prácticas  en  las 
cuales  muchos  modernos  solo  han  querido  ver 
mezquinos  y  toscos-  juegos  de  juglares.  Tal 
vez  un  dia,  la  ciencia  modesta  y  perseverante, 
descubrirá  alli  la  obra  de  una  alta  y  previsora 
sabiduría  que  no  atreviéndose  á  conliar  á  la 
debilidad  humana  las  leyes  eternas  del  orden 
moral,  levantaba  por  grados  el  velo  alegórico 
que  las  ocultaba  al  vulgo,  y  solo  á  los  adeplos 
mostraba  en  la  reunión  de  cada  misterio,  el 
conjunto  imponente  de  aquellas  leyes  en 'su 
niagestuosa  y  divina  armonía. 

Las  urnas  funerarias  que  encerraban  las 
cenizas  de  los  difuntos  eran  algunas  veces  de 
mármol  y  otras  de  tierra  y  vidrio. 

En  la  Campaniase  lian  encontrado  ánforas 
ó  jarrones  de  arcilla  redondos,  terminados  en 
pirámide  y  con.  una  pequeña  abertura.  Eran 
unas  verdaderas  urnas  funerarias. 


30S 

Hay  una  especie  de  vasos  que  se  ennien- 
tran  en  todas  las  localidades  de  la  antigua  Gu- 
ija, y  que  no  debemos  confundir  con  los  va- 
sos griegos  ó  etruscos.  Son  unos  jarrones  de 
tierra  roja  ó  negra,  adornados  de  bajus  relio- 
ves,  mascaras,  cuellos  de  cisne,  festones  ó 
guirnaldas  de  vid  y  de  yedra.  Algunas  figuras 
de  estas  pueden  verse  en  la  Archceologia  Bri- 
tánica, tomo  VIH;  en  la  Descripción  de  las  an- 
tigüedades que  han  sido  encontradas  en  /as 
escavaciones  del jardindel  senada,  por  Mr.  Gri- 
vaud;  en  los  vasos  pintados  de  Dubois  )la¡- 
sonneuve descritos  por  Millin,  lámina  LXVW, 
m'unero  8, 

Un  vaso  de  plata,  hecho  en  forma  de  mor- 
tero y  bailado  en  Herculano,  representa  el 
apoteosis  de  Homero. 

Según  Yitruvio,  se  colocaban  en  diferentes 
puntos  de  los  teatros,  vasos  de  bronce  ó  de  lo- 
za para  repercutir  la  voz. 

Los  vasos  de  mármol  que  servían  para  el 
ornato  de  palacios  y  jardines  pertenecen  á  la 
escultura.  En  los  museos  los  hay  muy  bellos, 
debidos  al  cincel  de  los  griegos.  Sus  formas 
y  aun  sus  asuntos  han  sido  copiados  por  los 
modernos  para  el  ornato  de  edificios  y  casas 
regias. 

Entre  los  bellos  vasos  de  mármol  cuya  ele- 
gante forma  está  realzada  por  un  asunto  es- 
culpido, debemos  citar  el  de  Médicis  que  re- 
presenta el  sacrificio  de  Iflgenia,  y  del  cual 
existe  una  hermosa  copia  en  el  parque  de 
Versalles.  La  Villa-Albani  posee  un  vaso  gi- 
gantesco cuyos  relieves  representan  los  traba- 
jos de  Hércules. 

Panofka  ha  publicado  una  obra  titulada: 
Investigaciones  sobre  los  verdaderos  nom 
bres  de  los  vasos  y  sus  diferentes  usos,  etc.. 
Taris,  1830.  Esta  obra  contiene  trabajos  muy 
eruditos,  ideas  y  consideraciones  ingeniosas; 
pero  el  autor  ha  estendido  demasiado  la  no- 
menclatura de  los  vasos  antiguos,  cuyos  nom- 
bres cree  haber  hallado  en  Ateneo,  Hesiquio. 
Suidas.  Difícil  es  señalar  en  medio  de  las  for- 
mas tan  variadas  de  esos  vasos,  las  del  crate- 
ros,  tericleo,  del  holkeion,  del'caíaíos,  del 
¡tolmos,  del  pelachnon  y  de  la  lepaste;  pero 
hay  otras  formas  tan  características  y  tan  fre- 
cuentemente reproducidas  enlos  monumento;, 
que  no  es  posible  equivocarlas. 

El  rhyton  tiene  la  formado  un  cuera». 
'Suele  estar  terminado  por  una  cabeza  de  ani- 
mal y  perforado  en  la  punta,  de  modo  que  no 
se  perdía  una  sola  gota.de  líquido.  Se  ve  en 
los  bajos  relieves  y  en  las  pinturas  de  algu- 
nos vasos. 

.El  cántaro  era  una  gran  vasija  de  uso  vul- 
gar. Tenia  á  veces  por  asas  unos  anillos  mo- 
vedizos. Era  una  especie  de  cubeta  ancha  y 
poco  profunda,  sostenida  en  un  pie.  En  la  her- 
mosa copa  de  oro  del  gabinete  francés  de  an- 
tigüedades se  ye  el  rhytoa  en  las  manos  de 
Baco  y  el  cántaro  en  las  de  Hércules. 

El  canopo  es  una  divinidad  egipcia  repre- 


933 


VASOS 


9U 


sentada  en  forma  de  vaso  con  una  cabezaliu- 
raana.  Estos  vasos  eran  los  que  llenos  de  ori- 
ficios imperceptibles  servían  para  purificar  el 
agua  del  Nilo. 

la  cráUra  era  una  cüpa  grande  en  la  cual 
se  mezclaba  en  la  mesa  el  vino  con  el  agua,  y 
de  donde  se  tomaba  después  para  llenar  las 
nopas  de  los  convidados.  Ilerodoto  liabla  de 
una  crátera  de  bronce  de  la  capacidad  de  tres- 
cientas ánforas.  Probablemente  en  una  crátera 
de  estas  fué  donde  se  embarcó  Hérc.u  les  des- 
pués de  haberla  vaciado. 

La  patera  es  «a  vaso  que  servia  para  re- 
cibir la  sangre  de  las  víctimas  ó  derramar 
sobro  losattaréá  la  sangre  ó  los  perfumes.  Las 
hay  de  diferentes  formas  con  mangos  ó  sin 
ellos. 

Los  monumentos  enteramente  planos,  lla- 
mados pateras  han  recibido  este  nombre  sin 
razón.  Eran  sin  duda  espejos,  como  lo  lia  pro-" 
hadolnghirauii,  en  sus  Monumenli  estruschi 
ined,  etc. 

El  simpulo  servia  para  los  mismos  usos  que 
la  putera  y  ademas  para  tomar  licor  do  oíros 
vasos  mayores.  Por  eso  tiene  la  forma  de  ca- 
cillo colgado  de  mi  mango  largo. 

El  prefericula  es  un  vaso  de  plata  ó  de 
bronce  de  forma  prolongada,  con  una  sola  asa. 
LpS  hay  en  varios  gabinetes  y  se  ven  repre- 
seniadus  en  algunas  mcda'las. 

La  acurra  es  un  vaso  á  modo  de  cofreoilo 
ú  cajita.en  el  cual  ponían  los  romanos  el  in- 
cienso destinado  á  los  sacrificios. 

Kl  dinta  ó  vaso  de  dos  asas  se  encuentra 
especialmente  en  las  medallas  déla  Beoda,  en 
las  cuales  ofrece  una  forma  elegante  y  abun- 
dante en  adornos;  también  se  ve  en  las  me- 
dallas de  Corcira,  Lamia,  Miriua,  Teos,  Me- 
limno,  etc. 

La  ánfora  se  ve  principalmente  en  las  me- 
dallas de  Atenas  y  de  Chios.  Es  un  vaso  muy 
largo  y  angosto,  con  dos  asas,  y  que  carecien- 
do de  base,  no  puede  tenerse  de  pie  sino  hun- 
dido en  tierra. 

Se  ignora  cual  era  la  materia  de  los  nasos 
mirrinos  de  que  habla  Plinio.  Algunos  han 
«reido  que  era  el  sardónice  tallado  trasversal-, 
mente. 

Los  vasos  de  piedras  tinas,  de  ágata  y  de 
ónice1  son  tan  raros,  como  preciosas  sus  ma- 
lcrías, y  lo  son  mucho  mas  cuando  están  em- 
bellecidos por  el  arle. 

La  copa  del  rey  de  Ñápales  es  una  pieza 
de  las  mas  célebres.  Jlay  diferentes  opiniones 
sobre  el  asunto  que  representa,  y  ta  esplica- 
cion  mas  verosímil  es  , la  de  Yisconti,  que  ve 
en  dicho  vaso  á  Isis,  lloro,  al  ííilo  y  á  las  nin- 
fas sus  hijas. 

También  es  digno  de  mención  el  vaso  de 
Brunswick  llamado  asi  porque  pertenecía  á  los 
duques  de  este  nombre.  íué  tomado  en  el  sa- 
queo <3q  Mantua  de  1629,  y  vendido  por  un 
soldado  en  la  cantidad  de  100  ducados,  En  ^1  in- 


ventario de  la  princesa  Sofía  figura  por  150,000 
imperiales. 

La  colección  del  .Musco  francés  encierra 
mas  de  ocliocientos  rasos  de  piedras  preciosas 
ó  de  cristal  de  roca,  todos  montados  en  oro  ó 
esmaltados.  / 

'En  los  sepulcros  se  encuentran  á  veces  ur- 
nas de  vidrio  que  encierran  cenizas;-  pero  son 
muy  raros  los  que  están  adornados  con  relie- 
ves. El  de  Barberini  o  Porlland,  fué  hallado 
en  el  sarcófago  de  Alejandro  Severo,  deposi- 
tado en  el  Capitolio.  Se  compone  de  un  vidrio 
de  dos  colores:  la  primera  capa  es ,  de  color 
amatista,  y  la  superior  blanca:  en  esta  se  halla 
labrado  el  bajo-relieve. 

Un  fragmento  precioso  de  este  género  se 
encuentra  en  el  gabinete  de  medallas  de  la 
biblioteca  del  rey  en  París  Es  una  linda  figura 
do  relieve  aplicada  sobre  fondo  azul  y  repre- 
sentando á  Perseo  en  el  acto  de  libertar,  á  An- 
drómeda. 

Uno  de  los  vasos  de  mas  reputación  es  el 
Sacro  catino,  que  durante  mucho  tiempo  fué 
considerado  como  compuesto  de  una  sola  es- 
meralda. Es  hexágono,  tiene  mas  de  un  pie  de 
diámetro  y  cuatro  ó  cinco  pulgadas  de  profun- 
didad. Decíase  que  era  el  vaso  en  que  Jesucris- 
to habia  celebrado  la  Pascua  con  sus  apósto- 
les.. Nicodemus  lo  llevó  á  Cesárea,  -donde  se 
refugiaron  estos  durante,  la  persecución.  Los 
genoveses  quese  distinguieron  en  la  toma  de 
Cesárea  eu  la  primera  cruzada,  pidieron  por 
su  parte  debotin  el  Sacro  catino.  Fué  después 
cuidadosamente  conservado  en  la  iglesia  de 
San  Lorenzo  de  Genova,  para  lo  cual  se  prac- 
ticó espresamente  un  armario  en  el  grueso  de 
una  pared.  Las  llaves  de  tan  preciosa  reliquia 
estaba  en  poder  de  los  hombres  mas  ilustres 
de  la  república  y  habia  leyes  severas  que  pro- 
hibían confiarlas  á  nadie.  El  Sacro  catino  se 
esponía  á  la  veneración  de  los  fieles,  una  vez 
al  aüo  en  gran  ceremonia,  y  era  prohibido 
tocarlo. 

El  reverendo  fray  Gaetano  de  Santa  Tere- 
sa, agustino  descalzo  en  Genova,  publicó  una 
obra  en  la  cual  pretendía  que  el  precioso  vaso 
habia  sido  dado  a  Salomón  por  la  reina  de  Sa- 
lía, y  pasado  de  los  reyes  de  Judá  á  los  de  su 
raza,  y  por  último,  á  Nicodemus,  en  cuya  casa 
celebró  la  Pascua  Jesucristo. 

Tan  célebre' monumento  fué  llevado  á  París 
por  Napoleón  I,  y  restituido  en  1.S15  á  la  Cer- 
deña;  pero  en  el  trayecto  se  rompió  en  va- 
rios trozos,  de  los  cuales  desapareció  uno-Des- 
vanecióse la  creencia  de  que  era  una  esme- 
ralda, solo  tenia  el  mérito  de  ser  'un  monu- 
mento bastante  precioso  del  arte  de  la  vidrie- 
ría en  Oriente,  en  el  Bajo-Imperio. 

Se  han  publicado  varias  colecciones  de 
vasos  pintados,  y  entre  ellos  son  notables  las 
de  Lamberg,  Hamilton  y  Millin. 

Son  los  vasos  tal  vez  los  monumentos  mas 
curiosos  é  instructivos  de  la  antigüedad;  ellos 
han  servido  de  modelo  á  los  que  »  ppn?tru- 


VASOS-VATICANO 


936 


yen  hoy,  y  han  proporcionado  no  pocos  da- 
tos para  aclarar  varios  puntos  oscuros  de1  la 
historia. 

VASOS  SAGRADOS.  Asi  se  llaman  los  des- 
tinados á  la  celehraciou  de  los  santos  miste- 
rios déla  religión  católica,  como  el  cáliz,  la 
patena,  el  copon.y  otros. 

El  uso  de  los  vasos  sagrados  Tiene  desdé 
el  tiempo  de  Nuestro  Señor  Jesucristo;  porque 
él  se  sirvió  de  un  cáliz  en  Ja  noche  de  lacena, 
el  cual,  según  opiniou  de  escritores  recomen- 
dables, era  de  oro  y  tenia  dos  asas,  Poslerior- 
mente  se  han  empleado  sin  interrupción  vasos 
sagrados  para  la  celebración  de  los  misterios 
de  ia  Iglesia. 

Los  apóstoles  y  sus  primeros  sucesores 
usaron  vasos  de  madera,  hasta  que.  en  el  si- 
glo III  et  papa,- San  Ceferino,  conociendo  los 
inconvenientesque  aquellos  ofrecían,  ordenó 
que  fuesen  de  vidrio;  reconociéndose  muy 
pronto  que  estos  por  la  fragilidad  de.  su  ma- 
teria eran  todavía  peores.  El  concilio  de  Reims 
celebrado  en  el  año  de  813  acordó  que  en  lo 
sucesivo  los  vasos  sagrados,  fuesen  de  oro  ó 
de  plata,  y  en  caso  de  suma  pobreza  de  es- 
taño, prohibiendo  terminante  y  severamente 
el  uso.  del  cobre,  del  latón  y  de  cualquiera 
otro  metal  espuesto  á  criar  moho  ú  orin.  El 
papa  Urbano  II  en  1090,  ordeuó  que  todos  los 
vasos  sagrados  fuesen  de  plata  ó  de  oro,  y  las 
disposiciones  sinodales  de  casi  todas  las  dió- 
cesis católicas  previenen  que  los  vasos  sagra- 
dos sean  de  aquellos  dos  metales  esclusiva- 
mente. 

Los  vasos  sagrados,  y  en  especial  el  cáliz 
y  la  patena,  deben  estar  consagrados  por  un 
obispo,  quien  debe  ungirlos  con  el  crisma  ha- 
ciendo una  cruz  en  el  fondo  do  cada  uno  de 
ellos.  Los  copones  hasta  que  estén  benditos  por 
un  sacerdote  autorizado  por  el  obispo,  en  el 
caso  de  que  este  no  haya  podido  consagrarlos. 

Los  vasos  sagrados  no  pueden  ser  ena- 
genadosni  empleados  en  usos  profanos,  sino 
después  de  haberlos  fundido  y  hecho  variar  de 
forma,  y  las  enajenaciones  aun  en  esto  caso- 
deben  estar  autorizadas  por  el  prelado.,  quien 
nanea  concederá  el  permiso  sino  mediando 
causas  gravísimas  como  la  pobreza  de  la  igle- 
sia, la  miseria  irremediable  de  los  feligreses, 
las  calamidades  horribles  públicas. 

Xas  iglesias  deben  estar  provistas  de  un 
número  suficiente  de' vasos  sagrados  y  los" 
encargados  de  hacer  la  visita  deben  cuidar  de 
que  esta  prescripción  canónica  se  cnmpla. 

Antiguamente  solo  los  ministros  de  la  re- 
ligión, esto  es,  los  obispos,  los  presbíteros  y 
los  diáconos,  podían  Locar  los  vasos  sagrados; 
estando  severamente  prohibido  por  varios  con- 
cilios que  los  legos  y  las  rnugeres  llegasen  á 
ellos.  Hoy  pueden  tocarlos  los  subdiáconos  y 
acólitos  y  los  fieles' 'empleados  en  el  servicio 
de  las  iglesias. 

VATICANO.  Con  este  nombre  son  conoci- 
dos el  suntuoso  templo  de  San  Pedro  en  Roma 


'  y  el  palacio  pontiücio  contiguo  á  él,  que  cau- 
san la  admiración  de  los  viajeros  que  visitaa 
la  capital  del  orbe  católico. 

En  el  siglo  III,  pocos  años  después  de  la 
conversión  de  Constantino  el  Grande  al  cris- 
tianismo, edificó  este  emperador  una  basílica 
en  el  sitio  en  donde  se  halló  la  cárcel  que  re- 
tuvo en  prisión  á  San  Pedro,  y  que  por  estar 
situada  junto  al  cementerio  denominado  Vsí¡- 
offino,  fué  desde  la  fundación  conocida  con  el 
nombre  de  Basílica  de  San  Pedro  en  el  Vati- 
cano. Este  primitivo  templo  de  regulares  pro- 
porciones y  de  un  gusto  mediano,  pareció  ¿los 
papas  de  los  siglos  medios  mezquino  para  re- 
presentar las  grandezas  del  catolicismo  y  para 
servir  de  punto  de  devoción  al  principe  de  los 
apóstoles;  y  desde  el  pontificado  de  Nicolás  V 
se  pensó  en  levantar  un  monumento  digna  del 
gran  objeto  á  que  se  destinaba.  Diversas  cir- 
cunstancias retardaron  la  realización  del  pea- 
samiento,  hasta  que  elevado  á  la  santa  silla  el 
papa  Julio  II,  mandó  al  arquitecto  Bramante 
que  formara  los  planos,  teniendo  á  la  vista 
otros  diversos  que  ya  habían  preseníado  dife- 
rentes artistas.  Todos  los  cardenales  del  sacro 
colegio  se  opusieron  á  la  obra  intentada  por 
el  papa,  manifestando  que  la  Basílica  Conslan- 
liniana,  á  la  cual  León  el  Grande  llamaba  asien- 
to glorioso  del  principado  de¡Soii  Pedro,  y  Gre- 
gorio IX  astro  de  la  iglesia  católica,  debía 
conservarse  intacta  por  bailarse  santilicada  eou 
los  restos  de  muchos  bienaventurados  y  vene- 
rada por  toda  la  cristiandad,  y  por  haberse  rea- 
lizado en  ella  tantos  sucesos  católicos.  Julio  II, 
á  pesar  de  esta  oposición,  persistió  en  su  pro- 
pósito, y  ordenó  á  Bramante  que  procurara 
conservar  una  parte,/  la  mas  notable,  de  la 
vieja  iglesia,  que  debia  quedar  dentro  de  la 
nueva.  El  arquitecto  formó  sus  planos,  prepa- 
ró todo  lo  necesario,  hizo  derribar  una  parte 
de  ¡a  basílica  antigua,  y  después  de  tres  años 
de  trabajos  de  arreglo  y'  de  órden  llegó  el  Afa 
de  la  colocación  de  laprimera  piedra  del  templó 
moderno.  Para  dar  solemnidad  al  acto  se  ce- 
lebró una  misa  á  la  que  asistieron  el  pontífice 
y  treinta  cardenales;  y  después  de  terminada, 
Julio  II,  revestido  con  hábitos  pontificales, 
bendijo  un  trozo' de  mármol  sobre  el  cual  es- 
taba grabada  esta  inscripción;' 


üdem  principis  apostolorum 
In  Vaticano  vetustate  é  silu 
Squalentem  á  fundamentis 
Restitttit  Julius  Ligur, 
Pont.  Max.  An.  MDVI. 

Esla  piedra  fué  colocada  en  los  cimientos 
de  uno  de  los  pilares  que  hibian  de  sostener 
la  cúpula  del  gran  templo.  La  obra  desde  esle 
momento  se  prosiguió  pon  ardor  y  con  entu- 
siasmo, visitando  muchas  veces  los  trabajas 
el  papa,  que.  fué  quien  suminislró  la  idea  da 


937 


VATICANO 


<J38 


la  construcción,  quieu  dio  las  proporciones 
gigantescas  que  tiene  y  quien  pensó  basta  en 
los  Jotalles  de  su  decoración.  Bramante  murió 
aWuu  tiempo  después  de  comenzada  la  fábrica, 
y  Julio  11  encargo  su  continuación  á  Rafael  de 
libiuo,  al  gran  arquitecto  y  'pintor  divino, 
acompañado  de  Julián  de  San  Gallo  y  de  otro 
hermano  suyo.  151  primitivo  arquitecto  habia 
concluido  los  cuatro  grandes  pilares  de  la  cú- 
pula y  habia  puesto  los  andamios  para  las  ar- 
cadas que  habían  de  sostenerla;  y  ademas  ha- 
bia levantado  casi  toda  la  planta  baja  del  edi- 
ficio, Rafael  continuó  la  obra  modificando  bas- 
tante el  proyecto  de  so  antecesor,  y  bajo  su 
dirección  se  acercó  el  templo  nuevo  á  su  con- 
clusión. Julio  11  vio  muy  adelantada  la  colosal 
empresa  debida  á  su  gran  genio;  pero  no  le 
fué  dado  verla  terminada,  por  baberle  cortado 
la  parca  sus  dias.  Sucedió  á  Julio  II,  LeonX, 
)  el  pontífice  artista,  y  este  hizo. que  los  trabajos 
de  la  iglesia  de  San  Pedro  llegaran  á  su  un, 
pues  si  bien  todavía  después  de  su  muerte  se 
ejecutaron  varias  obras  de  ornamentación,  la 
parte  principal  se  encontraba  ya  realizada.  Re- 
sellada brevemente  la  historia  de  la  edificación 
del  gran  templo  de  San  Pedro  de  Roma  rese- 
ñemos también  con  brevedad  sus  bellezas,  co- 
menzado por  describir  la  parte  que  se  con- 
serva de  la  antigua  Basílica  de  Constantino. 

Bramante,  cumpliendo  las  órdenes  de  Ju- 
lio H,  dejó  intacta  una  porción  del  pavimento 
de  la  vieja  iglesia,  precisamente  la  que  estaba 
mas  próxima  al  antiguo  cementerio  Vatica?io, 
encerrando  esta  parte  dentro  del  plano  trazado 
para  el  templo  moderno,  el  cual  se  elevó  so- 
bre él.  La  porción  de  pavimento  autigno  se  de- 
coró con  los  restos  de  la  basílica  y  tjüedú  for- 
mando una  cripta  con  arcos  y  pilares,  que  boy 
lleva  el  nombre  de  sagrada  gruta  de  San  Pe- 
dro, Sacre  Grolte  Ai  S.  Pietro.  Esta  gruta  tie- 
ne tres  naves  sostenidas  por  diez  y  seis  ar- 
cos, ocho  por  cada  parte;  su  longitud  es  de  80 
pannos,  su  latitud  de  20Q  y  su  altura  de  16. 
En  las  naves  se  hallan  cuatro  grandes  ca- 
pillas y  once,  aliares;  aquellas  dedicadas  á  ¡a 
Santa  Verónica,  á.  San  Andrés,  á  San  longi- 
no  y  á  Santa  Elena;  y  estos  á  varios  santos  y 
á  distintas  advocaciones.  Las  'capillas  se  cons- 
U'uyeron  por  el  caballero  Bernini  en  el  ponti- 
ficado de  Urbano  VIII,  que  decoró  también  la 
tachada  principal.  Tiene  asimismo  la  gruta  un 
corredor  de  0  palmos  de  largo,  30  de  an- 
cho, y  trece  y  medio  de  alto.  El  pavimento 
es  el  antiguo  y  las  diez  y  seis  columnas  mas 
notables  son  también  restos  del  templo  aoli- 
S'uo.  En  la  primera  nave  se  encuentran  los  se- 
pulcros de  Carlota,  reina  de  Jerusalen,  Chipre 
,í  Armenia;  de  JacdbolH,  Carlos  III  y  Enri- 
que IX  de  Inglaterra,  ó  sea  de  los  Esluardos 
Proscriptos;  de  Gregorio  V,  y-cle  Othon  II.  En 
la  nave  del  medio  se  ven  los  enterramientos  de 
ft'ocolo,  noble  romano  coetáneo  de  Teodoaio; 
('e  Cristina  Alejandra  de  Suecia,  y  de  Pió  VI. 
£n  la  tercera  nave  se  hallan  les  restos  morta- 


les de  Adriano  IV,  de  Pió  Ll  y  de  Pió.  III;  de 
Bonifacio  VIH ;  de  Raimundo  Zacost ,  gran 
maestre  de  la  órden  de  Sao1  Juan;  de  Paulo  II, 
y  de  Juan  de  Villiers.  Se  admiran  en  los  alta- 
res y  en  los  sepulcros  lienzos  y  esculturas  do 
un  mérito  indisputable.  En  la  parte  de  la  crip- 
ta, que  llaman  gruta  nueva,  están  los  sepul- 
cros de  Calisto  III  y  de  otros  personages.  Los 
altares,  los  arcos,  las  columnas,  las  urnas  ci- 
nerarias y  los  septdcros  de  esta  santa  gruta 
son  del  mejor  gusto.  Esla  parte  del  templo  vie- 
jo es  tenida  en  gran  veneración. 

El  templo  nuevo  es  un  monumento  colosal 
que  no  puede  describirse,  y  del  cual  no  es  po- 
sible formarse  una  idea .  ni  aun  remota  sino 
viéndole.  Las  ciento  cuarenta  y  cuatro  colum- 
nas del  interior  de  la  basílica,  las  veinte  y  seis 
del  pórtico,  y  las  treinta  y  ocho  de  la  sacris- 
lia  forman  una  vista  grandiosa.  Los  treinta  .al- 
tares del  templo  con  lienzos  de  Rafael,  con  es- 
tatuas de  los  mas  grandes  artistas,  con  ador- 
nos de  los  mas  esquisitos  decoradores,  arre- 
batan el  alma  del  cristiano  y  sorprenden  la 
imaginación  del  viagero.  La  gran  cúpula  que 
corona  el  edificio,  la  barandilla  del  rededor,  la 
forma  de  la  basílica,  su  elevación,  su  estructu- 
ra y  sus  detalles  llenan  de  admiración  á  todo 
espíritu  religioso.  En  vano  pretenderíamos  re- 
ferir las  bellezas  de  arquitectura,  de  pintura, 
de  estatuaria,  contenidas' en  esta  inmensa  fá- 
brica, y  por  lo  mismo  nos  limitamos  á  decir 
que  tiene  la  iglesia  tres  grandes  naves  con  sus 
cúpulas,  la  del  centro  inmensa,  y  menores  las 
otras  dos.  Esias  tres  naves  están  sostenidas  por 
columnas  de  mármoles,  preciosos,  esbeltas, 
graciosas,  ligeras  y  atrevidas.  Él  pavimento  es 
igualmente  de  mármoles  ,  y  todos  los  altares 
tienen  columnatas  de  la  misma  piedra,.  Las  co- 
lumnas del  templo  reunidas  ascienden  á  sete- 
cientas cuarenta  y  ocho,  tas  estatuas  á  tres- 
cientos ochenta  y  siete  ,  las  pinturas  á  un 
número  no  contado;  las  lámparas  á  ciento 
veinte  y  una'.  La  arquitectura  del  templo  es  ta 
greco-romana-restaurada;  y  asi  es  que  las  pi- 
lastras y  las  columnas  son  <¿el  orden  compuesr 
lo  con  capiteles  corintios.  La  fachada  del  tem- 
plo es  magnifica,  porque  tiene  un  pórtico  sun- 
tuoso, y  está  dividida  cu  diferentes  nichos  y 
compartimentos,  teniendo  un  balconage  sobre 
la  primera  "cornisa.  Pará  ver  bien  la  iglesia 
conviene  subir  á  la  parte  superior  de  ella.  La 
escalera  por  la  cual  se  asciende  basta  la  me- 
seta ó  descanso  que  remata  la  basilica  tiene 
ciento  cuarenta  y  dos  escaleras  ó  peldaños^ 
y  desde  esta  meseta  se  comprende  el  atrevi- 
miento del  que  ideó  la  gran  cúpula,  cuya  al- 
tura-parece que  toca  en  las  nubes.  Desde  la 
meseta  á  la  cima  de  la  cúpula  hay  todavía  la 
distancia  de  420  palmos;  y  desde  aquella  .al 
remate  de  las  dos  cúpulas  laterales  se  cuenta 
'.!00  palmos.  Alrededor  de  la  cúpula  por  dentro 
y  por  fuera  hay  corredores  por  donde  se  da 
vuelta  completa;  y  desde  ellos  parten  esca- 
leras que  eoadueen  hasta  h,  cima  y  hasta  Ii> 


039 


VATICANO 


gran  cruz  de  bronce  qne  corona  esta  parte  I 
del  edificio.  La  iglesia  del  Vaticano,  depó-  [ 
sito  de  todas  las  obras  potables  de  los  grao- 
des  genios  de  la  pintura  y  de  la  escultura  del 
siglo  XVI,  es  el  gran  monumento  de  los  siglos 
modernos,  es  la  obra  modelo  de  la  escuela 
del  renacimiento,  es  la  muestra  del  genio  de 
Rafael,  de  Julio.  II  y  de  León  X.  Nos  vemos 
precisados  á  trazar  á  grandes  rasgos  la  des- 
cripción de  esta  basílica,  porque  no  nos  senti- 
mos con  fuerzas  bastantes  para  detenernos  en 
sus  pormenores. 

Al  lado  de  este  templo  se  encuentra  el  pa- 
lacio del  Vaticano,  residencia  del  sumo  pon- 
ttflce  en  la  mayor  parte  del  año.  Creen  varios 
autores  'que  al  edificar  Constantino  el  Grande 
el  primitivo  templo,  construyó  también  un  pa- 
lacio que  sirviera  de  sitio  de  descanso  á  ios  , 
papas  en  los  días  en  que  iban  á  la  basílica  á 
celebrar  ios  oficios  divinos,  pero  si  bien  este 
heclio  no  está  probado  consta  de  una  manera 
indudable  que  en  el  siglo  VIH  existia  et  pala- 
cio del  Vaticano,  porque  en  él  estuvo  hospe- 
dado Garlo  Magno  cuando  fué  á  ser  coronado 
por  San  León  III  de  este  nombre,  lo  cual  con- 
vence de  que  ya  en  aquella  época  debia  ser 
aquel  punto  una  morada  bastante  cómoda.  Ha- 
llándose este  palacio  en  estado  de  completa 
ruina,  lo  reedificó  en  el  siglo  XII  Celestino  III, 
y  después  lo  engrandeció  Nicolás  III  Al  tras- 
ladarse la  silla  pontificia  de  Avignon  á  Roma, 
habitó  este  palacio  Gregorio  XI,  y  en  él  se  tu- 
vo el  primer  cónclave  de  cardenales  en  1378. 
Este  palacio  recibió  notables  mejoras  en  tiem- 
po de  Julio  II,  c]  ne  hizo  pintar  ¿Rafael  las  cua- 
tro salas  que  llevan  su  nombre  y  construir  á 
Bramante  la  obra  conocida  con  la  denominación 
de  Belvedere.  León  X  hizo  construir  la  parte 
que  se  llama  de  San  Dámaso  con  su  pórtico,  y 
con  arquitectura  de  Rafael,  quien  le  adornó, 
decoró  y  pintó.  Paulo  III,  Pío  IV  y  Grego- 
rio XIII  dieron  'ensanche  al  mismo  edificio. 
Sisto  V  hizo  levantar  el  cuerpo  principal  de  la 
biblioteca.  Clemenle  VIH  y  Paulo  V- embelle- 
cieron la  obra.  Otros  papas,  sucesores  de  los 
referidos,  han  mejorado  el  interior  y  el  esle- 
rior  del  palacio.  Este  inmenso  edificio,,  que 
puede  llamarse  un  conjunto  de  diversos  pala- 
cios, tienp  809,000  palmos  de  circunferen- 
cia, y  aunque  su  arquitectura  no  es  simé- 
trica ni  regular,  como  que  se  ha  fabricado 
á  retazos  y  en  épocas  distantes  entre  si,  es 
muy  bella,  porque  reúne  obras  de  artistas  tan 
distinguidos  como  Bramante,  Rafael,  San  Gallo, 
Ligorio,  Fontana,  Maderno,  Bernini  y  Stern. 
Este  palacio  tiene  muchos  patios,  infinitos  de- 
partamentos, multitud  de  grandes  salas,  gran- 
diosas galerías  ,  capillas  magníficas,  larguísi- 
mos corredores,  biblioteca  riquísima,  ^museo 
inapreqlable  y  bellezas  de  primer  órden.  De  lo 
mas  notable  son  la  escalera  regia,  situada  al 
lado  de  la  estátua  ecuestre  de  Constantino  y 
cerca  del  pórtico  de  la  basílica,  y  por  ella  se 
sube  á  la  Sala  real  constrnjda  en  tiempo  de 


Paulo  111  por  Antonio  San  Gallo  y  adornad* en 
el  pontificado  de  Gregorio  XIII  por  l'ierino  del 
Vaga  y  por  Daniel  da  Volterra .  En  esta  salí 
hay  preciosos  cuadros,  en  que  se  representan 
los  actos  de  escomulgar  Gregorio  IX  i  ^e 
rico  II,  de  la  'batalla  naval  de  Corinto,  de  |j 
donación  de  Luitp raudo  á  la  iglesia  de  Ármee- 
to,  de  la  absolución  dada  por  Gregorio  Vil  á£n. 
rique  IV,  y  de  la  Gloria  y  de  la  Victoria,  ne- 
ne también  esta  sala  magníficos  frescos.  Den- 
tro del  palacio  está  la  capilla  Sislim  , "hedía 
construir  en  1473  por  Sisto  IV  y  concluida  por 
Buonarroti.  Aqui  existen  frescos  de  Miguel  An- 
gel, dePerugino  y  de  otros,  y  cuadros  admi- 
rables de  distintos  pintores,  entre  los  cuales 
descuellan  varios  de  Boticelli,  de  Roselli  y  je 
Signorellí.  En  elrcciuto  del  palacio  está  la  m- 
pilla  Paulina  construida  por  Sau  Gallo  de  árdea 
de  Paulo  III  y  adornada  con  frescos  y  lienzos 
de  Buonarroti,  de  Zuccari  y  de  varios.  Na  lu. 
jos  se  halla  la  sala  Ducal,  reformada  por  Ber- 
nini en  el  pontificado  de  Alejandro  Vil,  (pie  tie- 
ne arabescos  de  Bologna,  de  Reggio,  del  l'k- 
montés  y  de  otros.  Ademas  son  .notables  el 
corredor  de  las  Lápidas,  en  el  cual  se  hallan 
inscripciones  antiguas  de  gran  mérito,  esculpi- 
das ó  grabadas  ó  pintadas  en  tiempo  de  Pió  Vil; 
la  biblioteca  es  una  de  las  mas  completas  y 
numerosas  de!  mundo:  el  aposento  Sargia, 
construido  por  .Alejandro  VI;  el  museo  Chian- 
monti,  el  cortinon  de  Belvedere,  el  musco 
Pió  Clementino,  el  museo  Etrusco -Gregoria- 
no, la  galería-de  los  Candelabros,  la  galería 
de  la  Carta  Geográfica,  ta  galería  de  los 
Cuadros,  las  preciosas  cámaras  ó  salas  do 
Bafael,  la  sala  de  Constantino,  la  Logyiade 
Rafael,  el  estudio  de  mosaico  y  el  gran  vis- 
tíbulo.  ¿Cómo  referir  las  particulares  bellezas 
de  todos  estos  aposentos?  Solo  recordaremos 
que  al  intentar  un  ilustre  viagero  contarlas  se 
vió  detenido  al  principio  de  su  trabajo  y  sulo 
pudo  escribir  lo  que  para  dar  fin  á  este  arti- 
culo copiamos  á  continuación.  Este  escritor 
era  nada  menos  "que  el  gran  Chateaubriand. 
Trascribamos,  pues,  y  no  pretendamos empreu- 
der  una  tarea  que  este  sabio  y  poeta  no  se 
atrevió  á  acometer- 

«A  la  una  de  la  tarde  ,  dice,  he  visitado  el 
Vaticano  con  un  hermoso  dia,  sol  brillante  y 
temperatura  benigna. 

«Soledad  compuesta  de  grandes  escalones 
á  tramos  que  se  pueden  trepar  á  caballo;  sole- 
dad decorada  con  obras  maestras  del  genio, en 
la  que  los  papas  de  otro  tiempo  pasaban  con 
todas  sus  pompas;  soledad  de  salas,  estudiadas 
por  tantos  célebres  artistas,  admiradas  por  lau- 
tos hombres  ilustres  y  por -reyes  y  reinas,  tm 
el  esplendor  de  la  mageslad  ó  en  el  abatimien- 
to de  su  caída,  y  por  una  muchedumbre  de 
peregrinos  de  todas  las  partes  del  mundo. 

u  Dios  desenvolviendo  el  caos. 

«He  considerado  el  ángel  á  quien  siguen 
Lot  y  su  esposa. 

((Hermosa  vjsta  dp  Frascati,  ademasdeKO- 


VATICANO-VÁIJCLUSE 


942 


m  en  un  ángulo  ó  estremidad  de  la  galería. 
' '«Entrada  en  las  Salas.  Batalla  de  Constan- 
tino, el  tirano  y  su  caballo  ahogándose. 

«San  León  deteniendo  á  Alüa.  ¿Por  qué  Ra- 
fael duna. un  aspeólo  mas  fiero  que  religioso 
al  grupo  cristiano?  Para  espresar  el  sentimien- 
to de  )u  protección  divina. 

«El  Santísimo  Sacramento,  obra  primera  de 
Rafael:  fría,  ninguna  espresion  de  piedad  en 
ella,  pero  disposición  y  figuras  admirables. 

'«Apolo,  las  Musas  y  los  Poetas.  Carácter 
Je  los  poetas  Lien  espresado.  Mezcla  singular. , 

«Heliodoro  arrojado  del  templo.  Un  ángel 
nolabíe,  ana  figura  de  muger  celestial,  imita- 
da par  Girardin  en  su  Ossian.  ', 

«El  incendio  de  la  Villa.  La  muger  que  lle- 
va un  vaso,  copiada  sin  intermisión. 

«Contraste  del  hombre  suspendido  ydel  que 
quiere  alcanzar  á  un  niño:  el  arte  so  deja  co- 
nocer demasiado.  La  muger  y  el  niño  repeti- 
dos muchas  veces  por  Rafael  y  siempre  pri- 
morosamente. 

«La  Escuela  de  Atenas.  ¡Me  gusta  tanto  el 
boceto! 

aLü  Libertad  de  San  Pedro.  Efecto  de  las 
tres  tuces,  citado  generalmente, 

«Biblioteca.  Puerta  de  hierro  erkaJa  de 
puntas;  propiamente  la  puerta  de  las  ciencias. 
Armas  de  un  papa:  tres  abejas,  símbolo  feliz. 

«Vaso  magnifico:  libros  admirables.  Si  se 
comunicasen  pudiera  refundirse  alli  toda  la 
historia, 

«Museo  crisliatio.  Instrumentos  de  martirio, 
preciosas  antigüedades  cristianas.  [Cómo  se 
suíria  en  otro  tiempo!  En  punto  á  dolores,  la 
especie  humana  se  halla  estacionada. 

"Lámparas  halladas  en  las  catacumbas;  cá- 
lices antiguos,  cruces  antiguas  y  antiguas  cu- 
charas para  administrar  la  Comunión.  Cuadros 
traídos  de  Grecia  para  salvarlos  de  los  icono- 
clasias. 

«Antiguo  retrato  de  Jesucristo ,  reproduci- 
do después  por  los  pintores,  pero  que  no  pue- 
de subir  mas  allá  del  octavo  siglo. 

«Donación  á  la  Iglesia  escrita  en  papiro:  el 
mundo  se  renueva  en  esta  época. 

«Cabellera  de  una  muger  romana  bailada 
en  un  sepulcro  viejo. 

«Hermosa  columna  torneada  de  alabastro. 

«Sudario  de  amianto  sacado  de  un  sar- 
cófago. 

«Voso  ctrusco. 

«Millones  de  objetos  preciosos  de  todas  las 
artes. 

«Reunión  de  las  maravillas  de  la  arquitec- 
tura, de  la  pintura,  de  la  escultura,  de  la  im- 
prenta, del  grabado, 

«Hasta.  íío  es  posible  describir.  Rediizco- 
me  á  contemplar.  Contemplo. » 

VAUCLUSE.  (departamento de}  {Topografía 
y  estadística.}  Topografía.  El  departamento 
de  Vaucluse,  uno  de  los  de  la  región  SE,  de 
la  nación  francesa,  está  formado  de  una  por- 
ción de  la  antigua  Provenza,  del  condado  Te- 


nesmo y  del  principado  de  (frange.  Tiene  por 
límites,  al  U.  el  departamento  del  Drome,  al 
E.  el  de  los  Alpes  Bajos,  al  S.  el  de  las  Bocas 
del  Ródano,  de  que  está  separado  por  el  Du- 
rance,  y  al  Ü.  el  del  Gard,  de  el  que  le  se- 
para el  Ródano.  Su  superficie  es  de  347,  377 
hectáreas,  repartidas  de  este  modo: 

Espacio  sujeto  á  contribución. 


Tierras  de  labor.   157,73c  hects. 

Laudas,  dehesas,  ele   67,761 

Bosqbes    62,411 

Prados  ;   28,595 

Viüedo   6,201 

Jardines  y  viveros. ,  ....  5,546  , 
Saucedales  y  olmedales.  .  .  2,717 
Propiedades  edificadas. .  ...  1,048 
Estanques,  abrevaderos,  pan- 
tanos y  canales  de  riego.  163 
Diversos  culíivos   11 

Espacio  exento  de  contribución. 

Rios,  lagos  y  arroyos.  .  .  .  8,170 

Caminos,  plazas  públicas,  ca- 
lles, etc  ,  6,546- 

Flo restas,  dominios  impro- 
ductivos  419 

Cementerios,  iglesias,  edifi- 
cios públicos.  ......  50 

Total   347,377  hects. 


Afines  de  1837  el  número  de  las  propie- 
dades edificadas  era  de  52,236,  de  lasque 
31,594  estaban  destinadas  á  casas  ,  304  moli- 
nos, 2  fraguas  y  336  fábricas. 

Atraviesan  el  departamento  diversas  rami- 
ficaciones estremas  de  los  Alpes,  que  domi- 
nan algunas  cumbres  notables;  la  mas  impor- 
tante es  el  monte  Ventoso.  Los  rios  principales 
del  departamento  son  el  L'ez,  el  Aignes,  el  Ou- 
véze,  el  Auzon,  el  Nesque,  el  Sorgues  y  el  Gau- 
lon.  El  Sorgues,  afluente  del  Ouveza  se  forma 
de  las  aguas  sobrantes  de  la  fuente  de  Vau- 
cluse {Vallis  clama),  que  mereció  por  la  do- 
ble celebridad  que  debe  ¿  los  cantos  de  Pe  - 
trarca  y  al  interés  nacional  qne  presenta  ,  dar 
su  nombre  al  deparlamento.  El  Durance  y  el 
Ródano  son,  como  he  dicho,  limítrofes  del  de- 
partamento. El  segundo  es  navegable.  El  de- 
partamento tiene  gran  número  de  canales  de 
riego;  pero  no  de  navegación.  Las  grandes  co- 
municaciones estertores  é  interiores  se  hallan 
establecidas  por  medio  de  cuatro  caminos  na- 
cionales y  trece  departamentales.  La  ostensión 
de  los  primeros  es  de  80,850  metros,  y  la  de 
los  segundos  de  475,495  metros. 

Producciones.— Historia  natural.  Las  ra- 
zas de  animales  domésticos  son  generalmente 
medianas.  Entre  los  animales  salvages  se  ven 
algunos  lobos,  zorras  y  jabalíes;  pero  abundan 
lasliebresy  los  conejos.  También  se  crian  mu- 
chas aves  y  esquisita  pesca  en  los  rios. 


943 


VAÜCLUSE— YAUDEVILLE 


La  constitución  del  departamento  es  (al, 
que  presenta  sobra  la  cumbre  de  sus  altas 
montañas  las  plantas  alpinas  y  los  árboles  de 
los  países  fríos,  en  tanto  que  al  pie  dé  ellas  y 
en  sus  pendientes  vegetan  las  plantas  de  las 
regiones  mas  cálidas  de  Europa.  Se  exportan 
muchas  trufas  del  departamento.  Los  bosques 
cubren  cerca  de  la  quinta  parte  do  la  superfi- 
cie del  suelo;  los  árboles  que  dominan  en  ellos 
son  la  encina,  el  haya  y  el  pino. 

Hay  pocas  riquezas  metálicas,  á  pesar  de 
ser  muy  abundantes  las  producciones  del  rei- 
no mineral.  Hay  una  mina  de  hierro,  varias  de 
carbón  de  piedra,  canteras  de  yesos  piedras  de 
talla,  greda  y  tierra  escelente  para  la  alfarería. 

División  administrativa.  ,E1  departamen- 
to se  divide  en  cuatro  distritos  ó  suprefecturas; 
Avíñon,  Ápt,  Carpenlras  y  Orange.  Contiene 
22  cantones  y  148  comunas. 

Pertenece  á  la  8.a  división  militar  (Maree- 
lla)  y  depende  del  tribunal  real  y  de  la  acade- 
mia de  Nimes;  Aviñon  es  sede  de  un  arzobis- 
pado que  tiene  por  sufragáneos  los  obispados 
de  Simes,  Yatence,'  Yiviers  y  JIoutpeller, 

Población.  Según  el  úitimo  censo  oficial, 
es  de  259, 1 54  individuos,  á  saber: 

Distrito  de  Aviñon   7G.483 

—  de  Orange   71,537 

—  de  Apt   55,420 

—  de  Carpenlras.  .  .  .  55,714 

Total.  . 


259,154 


Industria  agrícola,  La  agricultura  hace 
progresos  de  diáeri  día.  La  plantación  de  las 
moreras  y  la  cria  de  los  gusanos  de  seda  y  de 
las  avejas,  son  uno  de  los  ramos  importantes 
de  la  industria  agrícola.  Las  vinas  del  departa- 
mento producen  vinos  espirituosos  y  de  muy 
buen  color.  Ademas  de  los  cereales  se  cultiva 
el  azafraQj  la  rabia  etc.  Desgraciadamente  es- 
casean los  prados  artificiales;  pero  en  cambio 
se  han  generalizado  las  plantaciones  de  I03  ár- 
boles frutales.  Se  coge  gran  cantidad  de  almen- 
dras, que  con  la  esencia  de  lavanda  constitu- 
yen uno  de  los  artículos  de  mas  esportaciou 
en  el  departamento. 

Se  calcula  que  el  departamento  contiene 
20,000  ckbalfos  y  muías  de  labor,  18,000  ca- 
bezas de  ganado  vacuno  y  228,000  carneros. 
El  producto  del  sueio  puede  calcularse  un  año 
con  otro: 

En  cereales  .  .      729,145  liects. 

Avena..   84,000 

Patatas.  i,i   307,320 

Vinos   660,000 

Seda  (capullos)   h7  40,000 

La  renta  territorial  se  calcula  en  1 3.000,000 
francos.  A  fines  de  1836,  el  número  de  los  pro- 
pietarios territoriales  era  de  87,579,  lo  que 
da  Tior  término. medio  para  cada  uno  de  ellos 


una  renta  demás  de  155  francos.  En  Ja  misma 
época,  el  número  de  las  divisiones  de  la  m 
piedad  era  de  170,364,  ó  demás  de  7  '/,  V" 
mino  medio,  por  propietario. 

Industria  manufaciwera  y  comeruial 
Los  habitantes  del  departamento  son  mas  ííien 
agricultores  y  cosecheros  que  manufactureros 
Sin  embargo,  Avíñon  y  Orange  tienen  Fábricas 
de  seda  muy  afamadas.  Cavallon  posee  un  mer- 
cado importante  para  las  sedas  crudas.  Hozan 
también  de  merecida  fama  los  destilatorios  del 
departamento  ,  hallándose  ademas  tenerlas 
tintorerías,  fábricas  de  toza ,  paplT  téjas  oé 
lana  y  paños,  fábricas  de  lelas  y  de  productos 
químicos,  alfarerías,  hornos, de  vidrio,  lavade- 
ros de  cera¡,  etc.  El  lirado  del  cobre  y  del  plo- 
mo, y  el  vaciado  del  hierro,  ocupan  muchas 
máquinas.  Avíñon  y  Carpentras  tienen  tnanu- 
facluras  de  rubia  en  polvo  No  dejan  de  tener 
también  importancia  la  imprenta  y  librería  de 
Aviñon. 

Ferias.  El  número  total  de  las  del  depar- 
lamenfo  es  de  192,  constituyendo  principal- 
mente: los  artículos  de  comercio  los  diversos 
productos  del  suelo. 

Impuestos  directos.  En  1839  pagó  el  de- 
partamento al  Estado: 

Por  contribución  territorial-  ■  '     S9G,0Q;l  IV. 
Por  contribuciones  personal  y 
de  bienes  muebles.  .....  254,348 

Por  las  de  puertas  y  ventanas.  .  203,413 

Total  de  impuestos  directos.  .  i.351¿684  fr, 

Biografía.  Son  muchos  los  hombres  dis- 
tinguidos con  que  se  honra  el  departamento. 
Citaremos  á  (Irillon,  l'lcehier,  Máüry  (el  carde- 
nal), los  literatos  y  sabios  Saurín,  Soulavie,  el 
abate  Armaml,  Sainle-Croix,  Fortia  de  tkya'n; 
la  célebre  actriz  madama  Favart;  Sos  pintores 
Parrocel  y  Yernet ;  el  astrónomo  Pézénus,  el 
caballero  de  Fotord ,  el  conde  de  Tournon, 
F.  V.  Uaspail,  ole. 

Achard:  Dictitmnaire  de  Provena:  el  ilu  comía! 
Venáis tim,  4785,  i  vol.  en  1.° 

Pcuchel  et  diaiiiam'.-  Stalistique  dw  dqxirln- 
mení  ¡le  Fátícteíe,  I8IÍ6,  cu  A." 

Barj ave  I:  fíicti onnaire  hiUoriq ttt,  biagrnpk ><¡ «*  ti 
bibliegraptiíque  du  departament  de  YnuchiK,  )8l2, 
2  vol.  en  8." 

VAUDEY1LLE.  {Literatura.)  ¡Sombre  francés 
de  uoa  especie  de  piezas  dramáticas  etique  el 
diálogo  alterna  con  trozos  cantados,  pero  cu- 
ya música,  pocas  veces  original,  se  toma  del 
repertorio  de  aires  nacionales  y  populares.  El 
vaudeville  viene  á  ser  nuestra  zarzuela,  y  pri- 
mitivamente se  pareció  mucho  á  nuestras  to- 
nadillas., 

Los  juglares  al  recorrer  las  poblaciones 
cantando  y  representando  farsas,  dieron  orí- 
gen  al  vaudeville;  pero  este  nombre  no  apa- 
reció en  Francia  basla  los  años  1460,  en  que 
un  batanero  de  Vire,  en  Norraandla,  se  hizo 


915  VAÜDEVILLE 

célebre  por  sus  canciones,  que  recibieron  el 
nombre  devánasele  Vire.  Llamábase  Ülivler  de 
Basseliu  y  fué  muerto  en  la  batalla  de  For- 
inigny  en  abril  de  1450. 

Juan  le  Houx,  poeta  y  abogado  de  Vive, 
recogió  las  canciones  de  Basselin  y  las  tradu- 
jo en  lengua  vulgar  de  su  época,  luciéronse 
varias  ediciones  desde  entonces  acá,  publicán- 
dose la  última  en  1821. 

El  nombre  de  vaux  de  Vire  se  desfiguró  y 
Chardavoinc  mandó  imprimir  los  voixde  Vi- 
tle;  por  último,  Caitlere  ideó  la  palabra  vau- 
dmtte,  que  haprevaleeido,  pero  no  siempre 
con  1 »  significación  de  hoy  dia, 

Dióse  este  nombre  á  la  canción  satírica  y 
política,  y  también  á  ciertas  piezas  dramáticas 
en  las  cuales"  no  se  cantaba.  Las  comedias  de 
Dancen  rt,  que  eran  de  circunstancias,  se  lla- 
maban vaudevilles;  pero  las  piezas  que  hby 
se  conocen  con  ese  nombre  nacieron  en  las 
ferias  de  San  Germán  y  San  Lorenzo,  en  1700, 
siendo  sus  primeros  autores  Lesage,  Fuselier 
y  Dorneval.  Este  nuevo  género  de  compo- 
siciones sufrió  al  principio  sendas  persecu- 
ciones: todos  los  privilegios  se  sublevaron 
contra -él,  se  prohibió  á  los  actores  eL  canto  y 
aun  la  palabra.  Los  farsantes  de  la  legua  acu- 
dieron al  subterfugio  de  bacer  cantar  las  co- 
plas á  cantores  de  oficio  situados  fuera  del  es- 
cenario, mientras  ellos  no  ejecutaban  sobre  las 
tablas  mas  que  el  accionado.  Por  ultimo,  los 
empresarios  tuvieron  que  hacer  contratos  con  el 
teatro  privilegiado  de  la  Opera  para  obtener  el 
permiso  de  cantar.  Entonces  nació  la  ópera  có- 
mica, y  este  espectáculo  tuvo  muchos  aficio- 
nados. El  vaudeville  corrió  muchas  vicisitudes 
hasta  la  época  de  la  revolución  en  que  desapa- 
recieron lus  privilegios  por  decreto  de  la  Asam- 
blea constituyente  en  1791.  Entonces  se  fun- 
dó en  París  el  famoso  teatro  del  Vaudeville  y 
so  abriú  el  12  de  enero  de  1792. 

Desde  aquella  época,  el  vaudeville  que  ha 
explotado  todas  las  circunstancias  y  halagado 
todos  los  partidos,  porque  lia  invadido  la  poli- 
tica  y  la  literatura  en  todos  sus  géneros,  el 
vaudeville,  decimos,  ha  cundido  mucho  en 
Francia,  y  son  muchos  los  teatros  donde  se 
representa. 

Desde  el  año  1792  se  calcula  que  se  han 
escrito  cinco  mil  cuatrocientos  vaudevilles  en 
Francia.  * 

VECISDAD.  (Jurisprudencia.)  Llámase  ve- 
cindad la  razón. ó  calidad  de  ser  vecino  de  un 
pueblo  por  habitar  en  él  ó  tener  el  domicilio  el 
tienqio  determinado  en  las  leyes.  En  algunos 
liuntos  se  conoce  lo  que  se  llama  media  vecin- 
dad, que  no  es  otra  cosa  sino  el  derecho  de 
aprovechar  con  los  ganados  los  pastos  de  un 
pueblo  en  que  no  se  reside  pagando  la  mitad 
de  las  contribuciones  que  los  vecinos. 

Tiénese  por  vecino  al  que  establece  su  do- 
micilio en  un  pueblo  con  ánimo  de  permane- 
cer en  61,  circunstancia  que  se  considera  pro- 
bada por  el  trascurso  de  diez  años  ó  por  algu- 

¡£229    UtUUOTKCIA  POPULA!., 


—VEGETALES  946 

nos  otros  hechos,  como  el  vender,  por  ejem- 
plo uua  persona,  los  bienes  que  posee  en  un 
pueblo  y  comprar  otros  en  aquel  á  donde  tras- 
lada su  habitación. 

Cualquier  vecino  de  un  -  pueblo  puede  pa- 
sarse á  otro  y  avecindarse  en  él,  sin  que  na- 
die tenga  derecho  a  impedirlo,  bien  que  no  se 
reputará  adquirida  la  vecindad  sin  los  requisi- 
tos que  las  leyes  exigen. 

El  que  siendo  vecino  de  un  pueblo,  tuvie- 
re en  otro  bienes  qve  le  pertenezcan  por  com- 
pra, herencia,  donación,  ó  por  cualquier  otro 
titulo,  deberá  pagar  los  pechos  y  contribucio- 
nes que  por  tales  bienes  le  correspondan  en 
el  lugar  donde  estos  radiquen  y  no  en  el  de 
la  vecindad,  no  obstante  cualquier  uso  ó  cos- 
tumbre que  haya  en  contrario. 

Los  vecinos  de  cada  pueblo  están  sujetos 
á  las  cargas  y  tributos  que  se  llaman  vecina^ 
les  porque  no  pesan  sobre  ellos  sino  por  razón 
de  su  vecindad;  pero  en  cambio  disfrutan  de 
los  pastos,  de  los  aprovechamientos  y  de  otras 
ventajas,  de  que  están  escluidos  los  forasteros 
y  transeúntes,  siendo  también  de  la  compe- 
tencia esclusiva  de  ellos  el  ejercer  los  cargos 
municipales,  con  tal  que  sean  españoles. 

Los  estrangeros  no  están  privados  de  tener 
vecindad  en  España.  Los  que  obtenían  carta 
de  naturaleza  eran  considerados  como  vedi- 
nos  desde  la  fecha  de  su  naturalización.  El 
convertirse  en  España  á  la  fé  católica  y  esta- 
blecer su  domicilio  en  algún  pueblo,  se  ha  con- 
siderado como  causa  productora  de  la  vecin- 
dad. También  se  lia  tenido  por  titulo  bastante 
para  adquirirla  el  casarse  con  muger  natural 
de  estos  reinos  y  Ajar  su  habitación  en  algún 
pueblo  de  ellos,  el  establecerse  en  algún  punto, 
adquiriendo  bienes  raices  ó  ejerciendo  oficios 
mecánicos  ó  dedicándose  al  comercio  al  por- 
menor ó  algún  otro  ramo  de  industria. 

La  vecindad  es  requisito  esencial  para  la 
validez  dé  algunos  actos  civiles,  como,  por 
ejemplo,  para  ser  testigo  del  otorgamiento  de 
un  testamento  en  algunos  casos. 

En  cuanto  á  los  requisitos  necesarios  para 
adquirir  la  vecindad  y  los  derechos  vecinales, 
son  varias  las  disposiciones  de  nuestras  leyes, 
y  algunas  de  ellas  adolecen  de  oscuridad.  Pue- 
den verse  las  leyes  2.a,  tit.  XXIV,  Part.  4.a; 
6,  tit.  IV,  lib.  Vil;  2.*  tit.  V,  lib.  VII;  1",  ti- 
tulo XI,  lib.  VI;  1.a,  2.a  y  3.a,  tit.  XIV,  libro 
de  laMov.  Recop. 

VEDA-  (Véase  caza  y  pesca). 

VEGETACION.  (Véase  savia  y  "Vegetales)* 

VEGETALES.  {Botánica.)  En  varios  artícu- 
los de  esta  obra  se  han  considerado  los  vege- 
tales bajo  diferentes  aspectos.  En  este  articulo 
nos  ocuparemos:  I."  en  dar  á  conocer  sus  re- 
laciones con  los  demás  seres  déla  naturaleza, 
y  especialmente  con  los  animales,  y  Z.°  en 
dar  nna  idea  de  sus  partes  estertores. 

I ."  Relación  de  los  vegetales  con  los  de- 
más seres.  Es  muy  antigua  é  inalterable,  si 
'  nos  dejamos  llevar  de  nuestras  primeras  irhpre- 
T,   xxxm.  60 


SA7 


VEGETALES 


siones,  nos  parecerá,  1a  división  de  todos  los  se- 
res en  los  tres  reinos  de  minera!,  vegetal  y  ani- 
mal. Privados  de  la  vida,  los  minerales  aumen- 
tan «n  volúmen  por  la  superposición  de  nue- 
vas moléculas.  Los  vegetales  viven,  crecen,  ?e 
propagan  y  mueren,  y  á  estas  propiedades  de 
los  vegetales  agregan  los  animales  el  senti- 
miento de  su  existencia.  Algo  de  sencillo  y  de 
imponente  á  la  vez  ofrece  sin  duda  esíc  modo 
de  considerar  las  propiedades  de  los  vegetales; 
pero  si  reflexionamos  con  alencion,  no  farda- 
remos en  observar  que  de  él  no  podemos  hacer 
mía  rigorosa  aplicación  por  ignorar  donde  ce- 
sa la  sensibilidad  en  la  inníensa  serie  de  los' 
seres  organizados. 

Desechando  la  división  en  tres  reinos,  los 
modernos  admiten  dos  grandes. clases:  la  de 
los  seres  organizados  y  la  de  los  seres  inorga- 
nizados. En  esta  última  clase  ya  comprendida 
toda  la  naturaleza  bruta:  los  (luidos,  los  gases  y' 
los  minerales,  y  las  moléculas  qne  los  compo- 
nen se  hallan,  sin  escepcion,  sometidas  á  las 
leyes  de  la  química,  de  la  física  y  de  la  me- 
cánica. La  olra  clase  comprende  los  vegetales 
y  los  .animales,  cuyas  moléculas  constituyen- 
tes se  hallan  en'  estado'  perpétuo  de  movili- 
dad, y  cuyas  parles  organizadas  que  forman 
eslas  moléculas  son  irritables,  es  decir,  sus- 
ceptibles de  contraerse  al  conlacto  de  ciertos 
estimulantes,  propiedad  admirable  de  la  cual 
notamos  los  efectos  mas  aparentes,  por  mas 
que  nos  sea  desconocida  la  causa  primera  que 
designamos  con  la  palabra  vaga  de  fuerza  vi- 
tal. Gracias  á  esta  propiedad  el  cuerpo  organi- 
zado se  resiste  á  las  causas  esíerlores  que 
tienden  á  su  destrucción,  deséchalas  sustancias 
inútiles  ó  nocivas,  escogiendo  las  que  mejor 
convienen  á  su  naturaleza,  asociándolas  y  dis- 
poniéndolas según  Sasleyes  de  su  organización, 
y  comunicándolas  el  movimiento  que  anima  sus 
moléculas,  aumenta  su  volumen,  se  desarrolla 
y  reproduce  por  fin  seres  semejantes  á  si  mis- 
ino; porque,  todo  bien  considerado,  de  este 
mismo  fenómeno  son  dos  modos,  la  nutri- 
ción y  la  generación.  La  irritabilidad  es,  por 
consiguiente,  lo  que  ¿  nuestros  ojos  distingue 
los  animales  y  los  vegetales  de  la  maleria 
bruta.  Desapareciendo  la  irritabilidad,  se  bor- 
ra y  desaparece  toda  linea  de  demarcación. 

Los  cuerpos  brutos  se  forman  por  la  fuer- 
za atractiva  de  los  elementos;  los  cuerpos  or- 
ganizados deben  la  vida  á  otros  seres  de  fu 
especie.  Los  primeros  dejan  de  existir  cuando 
sobrq  sus  moléculas  obra  y  las  desune  alguna 
fuerza  superior  á  la  que  las  mantenía  unidas; 
y  los  segundos  mueren  cuando  pierden  'Su  in- 
mutabilidad los  órganos  necesarios  á  la  vida. 

Un  rápido  cotejo  de  los  vegetales  con  los 
animales  basla  para  indicar  en  qué  se  aseme- 
jan, ú  diíieren  una  de  otra  estas  dos  grandes 
divisiones  de  los  seres  vivientes. 

De  las  sustancias  vegetales,  forman  la  ba- 
se el  carbono,  el  hidrógeno  el  oxígeno  y  á 
veces  el  ázoe.  En  ellos  se  encuentran  también 


algunas  veces,  ciertos  óxidos  metálicos  y  al 
¿unas  sales  alcalinas  y  terrosas,  ),a  misma  com- 
posición  ofrecen  las  malcrías  animales,  y  j¿ 
féréñeia  notable  que  hay  entre  las  dos  clases 
consísle  en  que  en  las  plantas  domina  el  car- 
bono y  en  los  animales  el  ázoe. 

El  vegetal  constituye  en  su  loíaliilad  una 
sustancia  homogénea,  trasparente,  flexible 
sin  color,  que  forma  aveces  una  masa  en  1¿ 
cual  no  llega  la  vista  humana,  ni  aun  con  el 
auxilio  de  los  crisíales  mas  fuertes,  á  distin- 
guir organización  ninguna,  pero  que  casi  siem- 
pre se  estiende  en  membranas,  ó  présenla  el 
aspecto  de  tubos  y  cavidades,  No  ofrecen  una' 
organización  mas  complicada  los  animales  de 
órden  inferior,  como  son  los  pólipos;  pero  si 
se  observa  mas  arriba  en  la  cadena  de  los 
seres  se  descubren  animales  cuya  estructura 
es  menos  simple,  y  , en  la  composición  de  los 
cuales  entran  tres  elementas:  el  (ejido  celu- 
lar, reunión  de  celdas  membranosas  y  conti- 
nuas, cuyas  cavidades  comunican  entre  sí  pol- 
los huecos  que  quedan  en  sus  paredes;  las  fi- 
bras irritables,  hilillos  ó  filamentos  proionga- 
dos,  evidenlemenle  susceptibles  de  contraer- 
se, los  cuales  reunidos  constituyen  los  mús- 
culos y  guarnecen  los  tubos  arteriales  y  el 
canal  intestina!;  la  sustancia  .medular,  pipa 
homogénea  que  ofrece ,  visla  con  microscb-. 
¡  pió,  una  innumerable  caniidad  de  glóbulos. 
De  esta  sustancia  se  hallan  principalmente  for- 
mado el  cerebro,  la  médula  espinal  y  los  ner- 
vios. Nada  parecido  se  lia  observado  en  ve- 
getal alguno. 

Por  lo  general  los  animales  están  provistos 
de  un  canal  intestinal  abierto  por  sus  dos  es- 
treñios. Una  de  las  aberturas  recibe  los  ali- 
mentos, mientras  la  otra  expele  las  materias 
inútiles  para  la  nutrición.  En  parle  de  su  lon- 
gitud, posee  el  canal  intestinal  unos  poros 
destinados  á  absorber  las  moléculas  nutritivas 
para  hacerlas  pasar. al  torrente  de  la  circula- 
ción. Las  plañías  no  poseen  canal  intestinal  y 
sus  poros  absorbentes  existen  en  toda  su  su- 
perficie, por  cuyo  motivo  los  llaman  Aristóte- 
les y  Boorhaave  animales  vueltos.  Muy  débil 
es  para  distinguir  las  dos,  grandes  divisiones 
de  los  seres  organizados  este  carácter  de  la 
presencia  ó  de  la  carencia  del  intestinal,  único 
eselusivo  en  apariencia.  En  efecto,  los  pólipos 
y  la  mayor  parte  de  los  radiarlos  no  tienen 
mas  intestinos  que  un  saco  simple  con  una 
sola  abertura  que  sirve  á  la  vez  de  boca  y  Ce 
ano;  y  si  se  vuelve  el  pequeño  saco  qne  cons- 
tituye todo  el  pólipo  conocido  por  los  natura» 
lisias  con  el  nombre  de  hydro,  la  superficie 
estertor,  convertida  en  superficie  interior,  lle- 
na perfeclamente  las  funciones  de  canal  in- 
testinal; lo  cual  prueba  bástala  evidencia  que 
las  dos  superficies  se  hallan  provistas  de  pa- 
ros absorbentes  propios  todos  para  aspirar  las 
sustancias  nutritivas.  Si  se  considera  la  degra- 
dación sucesiva  de  las  formas  orgánicas,  y  tic 
lo  desconocido  se  juzga  por  lo  conocido,  es 


natural  suponer  que  acaba  por  desaparecer  en 
los  animales  infusorios  lodo  veslig-io  de  canal 
jnleslinal.  .  ~ 

Las  plantas  so  alimenlan  con  sustancias 
inorganizadas,  absorbiendo  con  el  agua  las 
materias  minerales,  vegetales  y  animales  que 
se  ludían  dis'iiéltás  en  este  liquido.  Sometidas 
al  contado  de  k  luz  las  partes  verdes  des- 
componen el  agua  y  el  ácido  carbónico,  des- 
echan casi  lodo  el  oxigeno  de  este  ácido  f 
conservan  el  carbono  y  los  principios  del 
agua,  con  un  poco  de  ázoe  que  los  gases  y  el 
liquido  absorbido  lian  hecho  penetrar  en  el 
lejido;  y  asimilándose  estas  sustancias,  les  dan 
por  algún  tiempo  los  caracteres  de  la  orga- 
nización. 

Los  animales  se  alimentan  con  vegetales  ti 
ron  animales  que  se  ban  nutrido  con  vegeta- 
les, de  donde  resulta  que  el  tejido  animal  se 
compone  de  los  mismos  elementos  que  el  te- 
jido vegetal;  pero  las  proporciones  no  son  las 
mismas  porque  los  elementos  expelidos  ó  lija- 
dos dítieren  de  cualidad  en  las  dos  clases;  y 
jara  citar  por  ejemplo  el  hecho  mas  notable, 
que  es  iaaspiracion,  diremos  que  esta  especie 
Je  combustión  qúe  se  efectúa  en  todas  las 
parles  donde  Ids  vasos  sanguíneos  están  en 
contado  con  el  aire  atmosférico,,  quita  siem- 
pre al  lejido  animal  un  poco  de  gas  ácido  car- 
bónico, en  tanto  que  el  tejido  vegeta!,  absor- 
biendo esla  sustancia,  se  asimila  el  carbono, 
fio  aqui  porque  en  último  análisis  abunda  el 
carbono  en  los  vegetales  y  el.  ázoe  en  los  ani- 
males. Los  zumos  nutritivos  penetran  todas 
las  partes  del  cuerpo  organizado  y  siguen  ca- 
minos que  variah  según  las  especies.  Eu  los 
cuadrúpedos  yéiilo's  volátiles,  ios  Huidos,  sa- 
cados de  los  alimentos  por  los  vasos  lácteos 
que  los  llevan  al  corazón  pasan  de  allí  á  los 
pulmones,  para  volver  de  nuevo  al  corazón,  el 
cual  los  echa  olra  vez  eu  el  trunco  arterial, 
desde  donde  van  distribuyéndose  en  todos  los 
órganos  por  medio  de  un  grai  número  de  va- 
sos de  segundo  orden,  venas,  etc.  Parto  de  es- 
tos (luidos  sirve  pura  lu  nutrición,  y  io 'domas 
vuelve  á  ser  absbbidó  por  !os  vasos  íinfSlicús, 
aiimculala  masa  de  la  sangre  venosa  y  recor- 
re de  nuevo  el  corazón,  el  pulmón  y  las  ar- 
terias; esla  circulación  cesa  únicamente  cuan- 
do se  acaba  la  vida.  En  los  pescados  la  san- 
gré Va  directamente  elesde  los  bronquios  á  las 
arterias,  sin  volver  á  pasar  por  el  corazón. 
Eu  ios  reptiles,  una  gran  parle  de  la  sangre 
pasa  de  las  venas  á  las  arterias,  sin  entrar  si- 
quiera en  los  pulmones.  Asi  va  simplilicándo- 
se,  hasta  desaparecer,  el  sistema  de  la  circu- 
lación En  lus  insectos  no  hay  vestigio  de  él, 
y  estos  animales  ño  llenen*  ni  venas,  ni  cora- 
zón ni  arterias.  I.os  Jiuidus.alimcnlieios  atra- 
viesan los  poros  del  canal  iuteífituil;  llenan  el 
tejido  orgánico  y  se  elaboran  con  el  contacto 
del  aire  eme  se  introduce  eu  el  interior  del 
cuerpo  por  Jas  traqueas,  especies  de  vasos 
pulmonares  que  bc  abren  á  la  superllcie>  De 


VEGETALES  950 

este  didere  poco  el  modo  de  alimeutacioii.de 
!  las  plañías  peí-teclas.  Herida,  en  los  largos  tu- 
,  bos  que  recorren  el  vegetal,  la  savia  se  der- 
rama por  todas  parles,  llega  á  su  superficie, 


particularmente  en  lasjiojas,  donde  ponién- 
dose en  contacto  con  el  aire  y  la  luz,  esperi- 
menta  varias  descomposiciones  y  composi- 
ciones y.  adquiere  las  cualidades  necesarias 
para  alimentar  al  individuo. 

En  ¡os  insectos  existen  órganos  pulmona- 
res, pero  nada  semejante  se  observa  en  los 
animales  inferiores,  en  los  pólipos,  por  ejem- 
plo. Blanda,  homogénea,  sin  forma  determina- 
da muchas  veces,  la  sustanchi  que  los  compo- 
ne recibe  las  materias  nutritivas  por  simple 
imbibición.  En  las  tremelas  y  otras  plantas 
gelatinosas,  Ja  nutrición,  al  parecer,  se  efec- 
túa de  Ja  misma  manera. 

E!  cerebro  y  los  nervios  son  los  órganos  de 
la  sensibilidad.  Es  creencia  general  que  1M 
alianza  de  los  ülameutos  nerviosos  con  la  fibra 
muscular  la  nace  irritable.  Se  sospecha  que  los 
nervios  despiden  aigtm  Huido  sutil  tfue  ocasio- 
na la  contracción  de  los  músculos  y  que  la 
emisión  de  este  Huido  se  produce  únicamenle 
cuando  sobre  los  nervios  obra  algún  estimu- 
lanle.  Poro,  aunque  de  todas  las  causas  de  es- 
citación,  sea  la  sensibilidad  la  mas  poderosa  y 
la  mas  notable,  no  hay  que  bt'tíer  que  la  irrita- 
bilidad depende  de  la  sensibilidad,  porque  de 
ninguna,  percepción  van  acompañados  muchos 
de  los  movimientos  indispensables  -á  la  vida 
animal.  Observemos  también  que  en  los  ani- 
males se  conservan  ciertos  órganos  muy  irrita- 
bles, como  por  ejemplo,  la  matriz,  en  los  cua- 
les no  se  descubren  libras,  pt>r  lo  cual  han  di- 
cho algunos  fisiólogos  que  en  aquellos  órga- 
nos existen  unidas  las  sustancias  nerviosa  y 
muscíiiar.  Tomando  por  punto  de  partida  es- 
ta hipótesis,  babriaigualmentc  que  admitir  que 
las  dos  sustancias  se  liallau  confundidas  en  los 
animales  infusorios;  y  en  los  pólipos,  cuyo 
cuerpo  gelatinoso ,  y  sin  embargo,  conlraeti- 
blc,  no  ofrece  indicio  alguno  de  libras  ni  de 
nervios.  Pero  si  desechando  lodahipólesis  aven- 
turada, nos  limitásemos  al  exánion  puro  y  sim- 
ple de  los  fenómenos,  ¿qué  sacaremos  en  con- 
clusión? Que  no  es  indispensable  para  la  irri- 
tabilidad la  presencia  de  Jas  sustancias  nervio- 
sa y  muscular.  Dljtfi  mas:  todas  las  sustancias 
susceptibles  de  desarrollo  son  por  este  solo 
hecho  irritables,  aunque  .no  sea  siempre  ina- 
uiíiesta  su  contractibilidad,  porque  la  nutrición 
ó  sea  la  propiedad  que  poseen  los  cuerpos  vi-  , 
vos  de  incorporarse  nuevas  moléculas  y  suje- 
tas á  las  leyes  de  la  organización,  supone  ne- 
cesariamente uua  fuerza  de  absorción  que 
atrae  los  jugos  nutlilivos:  pues,  ¿cómo  osplt- 
car  la  absorción  sino  por  la  contracción  y  la 
dilatación  aliermdivas  de  Ins  vasos  absorben- 
tes? El  fenómeno  de  la  nutrición  es  por  consi- 
guiente una  prueba  de  la  irritabilidad,  y  pues- 
to que  las  plantas  crecen,  claro  es,  que  se  ali- 
mentan, y  qué  son  ¡rritábiesi  Varias  especies; 


i 


03! 


VEGETALES 


osa 


ademas,  ejecutan  movimientos  muy  visibles 
que  inútilmente  se  ha  intentado  esplicar  por 
las  leyes  ordinarias/de  la  fisioa  y  que,  según 
toda  apariencia,  resultan  de  una  contractibili- 
dad análoga  ála  de  la  fibra  muscular. 

Si  solo  en  los  vegetales  se  encontrase  la 
estrenada  sencillez  de  estructura  ,  fácil  seria 
asignarles  un  carácter  distintivo;  pero,  como 
acabamos'de  indicarlo,  los  órganos  do  la  sensi- 
bilidad y  del  movimiento  voluntarios  pasan 
poruña  serie  de  degradaciones  y  desaparecen 
por  fin  en  las  especies  colocadas  en  los  últi- 
mos grados  do  .la  escala  de  los  animales. 

Los  mamíferos,  los  volátiles,  los  reptiles, 
están  provistos  dedos  sistemas  nerviosos  que, ; 
si  bien  se  comunican  por  medio  de  ramifica-  j 
ciones,  obran,  sin  embargo,  cada  uno  de  por 
sí.  El  uno  tiene  por  tronco  principa!  la  médu- 1 
*  ]a  espinal  aontenidá  en  el  canal  de  las  verte-  ■ 
bfas,  el  otro  es  una  red  guarnecida  de  unos 
cuerpos,  á  manera  de  pequeños  cerebros,  que 
están  situados  con  las  visceras  en  las  grandes 
cavidades  del  cuerpo.  El  sistema  de  la  médu-  ¡ 
la  espinal.se  lialia  particularmente  afectado  á' 
.  las  funciones  de  la  sensibilidad  y  á  los  movi-' 
mieutos  voluntarios;  el  sistema  cerebral  pre-j 
side  á  las  funciones  vilales  interiores,  como 
son  Ja  circulación,  la  respiración  y  otras  que 
dependen  de  la  vida  animal  y  se  ejecutan  sin 
intervención  de  la  voluntad. 

ios  gusanos,  los  insectos,  los  crustáceos, 
los  mariscos  y  los  moluscos,  carecen  de  médu- 
la espinal,  y  en  ellos  existe  únicamente  el  sis- 
tema cerebral ,  por  eso  parece  la  sensibilidad 
de  estos  animales  mucho  mas  reducida  que  la 
de  los  primeros.  En  ellos  no  hay  centro  común 
de  sensaciones,  y  de  muchos  puede,  sin  poner 
su  vida  en  peligro,  suprimirse  alguna  parle 
cuya  amputación  seria  mortal  para  los  anima- 
les de  Orden  mas  elevado. 

Cuando  se  corla  la  cabeza  á  un  rereis  ó  á 
un  gordius,  vuelve  á  -salir  otra  en  et  tronco, 
del  mismo  modo  se  regenera  la  parte  posterior 
del  ¡ombnc.  Cada  articulación  de  la  tenia  ó  so- 
litaria, goza  de  una  vitalidad  que  le  es  propia, 
y  en  esto  se  acerca  ya  el  animal  á  la  planta. 

Vienen  luego,  los  zoófilas,  formados  con 
una  sustancia  blanda  y  gelatinosa ,  sin  la  me- 
nor apariencia  de  músculos  ni  de  nervios.  En 
esta  clase 'se  coloca  el  pólipo,  del  cual  basta 
el  menor  fragmento  para  reproducir  un  nuevo 
individuo. 

¿De  dónde  deducimos  que  tienen  percepcio- 
nes esos  seres  que  ningún  vestigio  ofrecen  del 
órgano  de  la  sensibilidad?  Vemos  que  se  mue- 
ven ,  que  dan  caza  á  los  pequeños  insectos, 
que  parecen  escoger  su  alimento,  pero,  .si  á 
las  apariencias  nos  atenemos,  veremos  que  lo 
mismo  sncede  á  algunas'  plantas..  ¿Hay  razón 
para  negar  que  se  hallen  privados  de  sensibili- 
dad la  dionea  y  la  sensitiva,  y  de  afirmar  que 
á  losjzoofitós  pertenece  esta  noble  facultad*? 
Ninguna,  fuera  de  la  que  ofrece  la  analogía. 
Si  por  una  parte  consideramos  que  ios  zoófitos 


ejecutan  movimientos  enteramente  iguales  á 
los  que  resultan  de  la  sensibilidad  en  los  aní- 
males  visiblemente  provistos  de  nervios*  y  de 
músculos,  sacamos  en  consecuencia  que  estos 
movimientos  tienen  el  mismo  origen;  y  si,  nor 
otra  observamos  queel  corto  núineru  de  plan- 
tas que  se  mueven  como  seres  sensibles  i¡c. 
nen,  sin  embargo,  las  mayores  relaciones  de 
formas,  de'  organización  y  de  desarrollo  con 
las  otras  plantas,  las  cuales,  según  el  Orden  de 
nuestras  ideas  ,  no  deben  tener  BensMldad 
sacaremos  en  consecuencia  que  los  movi'. 
míenlos  de  las  primeras  tienen  por  cansa  una 
contractibilidad  orgánica,  independíenle  de  la 
voluntad  y  de  la  sensibilidad.  Es  todo  cuanln 
puede  hacer  la  inteligencia  humana  pava  acla- 
rar cuestiones  tan  delicadas, 

Los  varios  modos  de  la  generación  unen 
estrechamente  las  plantas  á  los  animales.  Capas 
mas  ó  menos  duras  y  en- mayor  ó  menor  mi- 
mero,  un  embrión  oculto  en  estas  capas,  una 
pequeña  provisión  de  sustancia  nutritiva  para 
las  primeras  necesidades,  todo  esto  nscomun 
á  la  semilla  y  el  huevo.  Si  tienen  semillas  casi 
todas  las  plantas,  huevos  tienen  casi  lodos  los 
auimales;  porque  puede  admitirse  que  los  vi- 
víparos los  producen  lo  mismo  que  los  oví- 
paros, sino  que  en  los  primeros  se  abren  euel 
interior  de  la  matrizr  Plantas  hay  también  cu- 
ya semilla  germina  en  el  fruto  colgada  del  ár- 
bol todavía. 

Muchos  vegetales  hay  que  tío  nacen  dése- 
millas,  y  muchos  animales  que  no  proceden 
de  huevos.  Unos  y  otros Tse  multiplican  por  os- 
tensión y  reparación  natural  de  su  propia  sus- 
tancia. Sobre  la  superficie  interna  ó  esterna 
de  algunas  especies  de  pólipos  nacen  peque- 
ños tubérculos  que  crecen,  se  desprenden  y 
forman  á  veces  cerca  y  otras  lejos  del  tronco 
principal,  otros  pólipos,  los  cuales  no  tardan 
en  multiplicarse  por  los  mismos  medios. 

Nada  hay  mas  curioso  que  el  modo  como 
se  propagan  esos  pequeños  gusanos  que  los 
naturalistas  llaman  rereis.  El  cuerpo  del  ani- 
mal, que  es  prolongado,  se  divide  en  ciertas 
épocas  eo  el  sentido  de'  su  longitud  en  es- 
trangulaciones ó  nudos ,  en  cada  uno  de  los 
cuates  se  notan  dos  pnntitos  negros  que  no  son 
olra  cosa  que  dos  ojitos  que  empiezan  á  salir. 
Los  nudos  se  marcan  mas  y  mas,  y  el  cuerpo 
del  animal  concluye  por  separarse  en  varios 
trozos  que  constituyen  otros  tantos  nuevos 
nereis. 

Es  cosa  sabida  que  un  pólipo,  cortado  en 
varios  pedazos  da  otros  tanto.s  pólipos,  asi  co- 
mo una  rama  ó  una  hoja  sola  tal  vez  pueden 
producir  nn  árbol  eulero,. 

Do  la  comparación  que  acabamos  de  hacer 
entre  los  animales  y  los  vegetales  aparece  que 
estos  seres  están  estrechamente  unidos  entre 
sí  por  los  caracteres  esenciales  de  la  organi- 
zación,  que  es  punto  menos  que  imposible 
'distinguirlos  por  ningún  rasgo  característico 
bien  pronunciado  que  sea  esclusivó  y  pecu- 


953 

liar  á  los  unos  y  á  los  otros,  que  el  punto  de 
enlace  de  estas  dos  clases  se  muestra  princi- 
palmente en  las  especies  menos  perfectas,  y 
míe  en  general  son  mas  numerosas  y  mas 
marcadas  á  medida-  que  mas  se  alejan  de  este 
punto  de  partida;  de  tal  manera  que  los  ani- 
males y  los  vegetales  forman  dos  series  gra- 
duadas, ó  si  se  quiere  dos  cadenas  ascenden- 
tes que,  partiendo  de  un  punto  común,  se  ale- 
jan una  de  otra  á  medida  que  se  elevan. 

i."  Partes  estertores  de  los  vegetales.  En 
los  vegetales,  lo  propio  que  en  los  animales, 
existen  dos  órdenes  de  órganos,  unos  necesa- 
rios á  la  conservación  del  individuo,  como  son 
las  raices,  el  tallo  f  las  hojas,  otros  necesarios 
á  la  propagación  de  la  especie,  como  la  flor  y 
el  fruto. 

La  parte  que  fija  los  vegetales1  en  la  tierra, 
y  que  de  ella  absorbe  los  jugos  necesarios  á  la 
vegetación  es  la  raiz,  De  este  órgano  casi  nun- 
ca carecen  las  plantas. 

El  tallo,  que  sale  déla  raiz  unas  veces 
rastrea  por  el  suelo,  y  bastase  queda  oculto 
en  su  seno;  otras,  y 'es  lo  mas  frecuente,  se 
eleva  bacia  el  cielo ,  ya  sea  por  sus  propias 
fuerzas,  ya  apoyándose  en  un  cuerpo  estraño. 
Las  divisiones  del  tallo  son  ramas,,  y  á  las  di- 
visiones de  las  ramas  se  da  el  nombre  de 
ramos. 

Cuando  el  vegetal  carece  de  tallo,' las  ho- 
jas, las  flores  y  los  frutos  nacen  del  cuello  de 
jarais;  pero  cuando  existe  tallo,  este  ó  sus 
ramificaciones  son  los  que  llevan  las  bojas,  las 
flnres  ó  los  frutos. 

Las  yerbas  tienen  por  lo  regular  tallos 
blandos,  acuosos  y  de  corta  duración,  que  so- 
la florecen  una  vez,  y  mueren  luego. 

Los  árboles  y  los  arbustos  tienen  tallos  só- 
lidos, leñosos,  que  florecen  varias  veces,  y  no 
mueren  hasta  el  cabo  de  cierto  número  de 
años. 

En  los  tallos,  las  ramas  y  los  ramos  de  los 
arbustos  y  de  los  árboles  se  dejan  ver,  princi- 
palmente en  los  países  de  clima  frió  y  templa- 
do, unos  cuerpecitos  pequeños  y  cónicos,  for- 
mados por  lo  común  de  hojuelas  ó  escamas  del- 
gaditas  y  sobrepuestas,  los  cuales  encierran  los 
gérmenes  de  las  producciones  de  los  años  si- 
guientes y  los  ponen  á  cubierto  de  la  iritem- 
neriedelas  estaciones.  Estos  gérmenes  y  las 
escamas  que  los  cubren  constituyen  las  yemas: 

Las  yemas  de  los  árboles  y  arbustos  de  las 
regiones  equinocciales  están  casi  siempre  des- 
provistas de  escamas;  pero  es  raro  que  estén 
completamente  desnudas. 

Las  raices  que  sobreviven  á  lacaida  anual 
de  los  tallos  herbáceos  y  los  de  un  gran  nú- 
mero de  vegetales  lie  tallo  leñoso,  y  por  lo 
tanto  vivaces,  producen  también  unas  yemas 
que  se  llaman,  Uniones,  de  las  cuales  se  'dife- 
rencia poco  el  bulbo  ó  cebolla  del  lirio,  del 
ajo  y  de  las  escilas. 

La  yema,  en  cuanto  ■  empieza  á  desarro- 
llarse, se  convierte  en  botón,  y  este  prolon- 


954 

gándose  se  trasforma  en  rama  ó  enramo. 

Las  hojas  son  por  lo  común  unas  láminas 
verdes,  delgadas,  blandas,  de  poca  duración, 
que  á  la  vez  deban  considerarse  como  raices 
aereas  y  como  pulmones  propios  de  la  planta, 
puesto  que,  mas  bien  que  ninguna  otra  parte 
de/ella,  tienen  la  propiedad  de  absorber  y' de 
descomponer  el  agua  y  el  ácido  carbónico  de 
•la  atmósfera,  y  de  espirar  gas  oxigeno  al 
contacto  de  los  rayos  de  luz.  Muy  frecuente- 
mente están,  las  hojas  recogidas  por  su  base 
en  una  especie  de  rabo  que  se  llama  peciolo,  y 
alguna  vez  acompañad  as  de  estipulas,  que  son 
unos  apéndices  parecidos  á  unas  hojas  pe- 
queñas. 

■Los  vegetales,  semejantes  en  esto  á  ledos 
los  seres  organizados ,  dan  origen  y  vida  á 
oíros  seres  semejantes  á  ellos,  perpetuando  de 
esta'  manera  la  obra  de  la  creación.  A  este  im- 
portante fenómeno  concurren  dos  órganos,  el 
estambre  y  el  pistilo,  que  no  sin  razón,  aseme- 
jan machos  autores  á  las  partes  masculinas  y 
femeninas  de  la  generación  de  los  animales. 

Las  especies  en  que~estos  órganos  existen 
de  una  manera  evidente  ,se  llaman  faneróga- 
mas; á  aquellas  en  que  mas  bien  se  sospecha 
que  se  demuestra  la  existencia  de  estos  órga- 
nos se  da  el  nombre  de  criptógamas;  y  aga- 
mas  es  el  que  se  da  á  las  reconocidamente 
desprovistas  de  ellos. 

Para  constituir  la  Ilor-basla  la  presencia  de 
uta  estambre  ó  de  un  pistilo;  pero  esta  flor  no 
es  completa  sino  cuando  los  dos  órganos  reu- 
nidos se  bailan  rodeados  de  un  doble  perian- 
to. Los  personas  estrañas  á  los  conocimientos., 
botánicos  dan  esclusivameute  el  nombre  de 
flor  á  estas  especies  de  fundas,  notables  mu- 
chas veces  por  la  viveza  de  sus  colores,  la  ele- 
gancia de  sus  formas  y  la  suavidad  de  sus 
perfumes. 

El  órgano  macho  ó  estambre  comprende 
tres  partes ,  que  son;  el  polen,  polvillo  com- 
puesto ordinariamente  de  una  inumerable  can- 
tidad de  vejiguillas  llenas  de  un  licor  fecun- 
dante; la  antera,  saco  membranoso  que  contie- 
ne el  polen,  y  lo  esparce  en  el  momento  de  la 
fecundación,  y  la  aódrófora,  que  spsticue  la 
¡miera. 

La  antera  y  el  polen  se  encuentran,  aun- 
que bajo  formas  muy  variadas,  en  todas  las 
llores  bermafroditas  ó  machos.  La  andrúfora 
no  existe  siempre. 

El  órgano  hembra  ó  pistilo  comprende  cua- 
tro partes,  que  son;  los  óvulos,  principios  del 
embrión  y  de  sus  tegumentos;  el  ovarlo,  ca- 
vidad del  pistilo  én  que  estén  encerrados  los 
óvulos;  el  estilo,  especie  delrompaóde  hilillo 
que  sale  del  ovario;  el  estigma,  que  es  el  es- 
Iromo  superior  del  estiló,  por  la  cual  se  sos- 
pecha que  es  absorbido  el  licor  del  polen. 

Hay  muchas  especies  de  plantas  que  care- 
cen de  estilo,  al  paso  que  los  óvulos,  el  ova- 
rio y  el  estigma  son  partes  esenciales  que 
nunca  faltan  á  las  plantas  provistas  de  llores. 


VEGKTALKS 


VEGETALES 


956 


El  perianto  es  una  funda  o  cubierta  colo- 
cada inmediatamente  debajo  de  los  óiganos 
sexuales,  y  que  está  pegada  al  .soporte  de 
la  flor. 

En  muchos  vegetales  el  perianto  os  simple; 
en  el  mayor  numero  de  ellos  es  doble.  En  eslc 
caso  su  parte  esterna  os  el  cáliz  y  su  parte  in- 
terna la  corola. 

El  cáliz,  casi  siempre  verde,  y  herbáceo, 
se  seca  nías  bien  i|iie  se  marchita. 

La  corola  se  matiza  de  lodos  los  colores  á 
■escepcion  del  verde.  Es  blanda,  acuosa  y 
fugaz. 

El  perianto  simple  se  compone  de  una 
sustancia  que  ora  se  asemeja  á  la  del  cáliz, 
ora  á  la  de  ta  corola,  y  ora  es  mista,  es  decir 
que  participa  de  una  y  de  otra  por  su  consis- 
tencia y  sa  color. 

El  perianto  simple  es  sinadelfo  ó  idiadelfo, 
segim  es  de  una  ó  varias  piezas  ó  pétalos. 

£l  perianto  simple,  lo  mismo  que  el  cáliz 
y  ta  corola  queformau  el  perianlo  doble,  pre- 
sentan, cuando  son  de  una  sola  pieza,  el  tubo, 
que  es  la  parle  inferior;  la  garganta,  que  es  el 
orificio  del  tubo,  y  el  limbo,  que  es  la  espan- 
siou  comprendida  entre  el  orificio  y  el  borde- 
superior. 

El  sitio  doudá  están  sujetas  los  órganos 
florales  se  llama  receptáculo. 

Las  flores  tienen  algunas  veces  sus  cubier- 
tas accesorias.  Estas  se  llaman  brácteas,  y  son 
unas  hojas  pequeñas  que  se  diferencian  de  las 
domas  ya  por  su  consistencia  ya  por  su' color. 

También  deben  considerarse  como  brácteas 
las  espalas,  que  san  unas  Cubiertas  membra- 
nosas y  hasta  leñosas  que  envuelven  y  ocul- 
tan una  ó  muchas  flores,  sin  dejarlas  ver  has- 
ta que  ellas  mismas  se  abren  ó  se  rompen. 

Ni  otra  cosa  que  brácteas  son  íarapoco  las 
-escarnidas  que  acompañan  los  órganos  sexua- 
les del  trigo,  la  avena  y  oirás  plantas  déla 
numerosa  familia  de  las  gramíneas,  y  que  to- 
man el  nombre  de  ¡odíenlas,  espálelas  y  es- 
palelulas,  según  su  .mayor  ó  menor  proximi- 
dad á  las  partes  genitales. 

El  soporte  de  una  flor  solilaria  y  el  sopor- 
te principal  ife  varias  llores  es  un  pezón,  si 
procede  del  tallo  ó  de  las  rampas  y  una  ham- 
pa si  de  las  raices.  Las  pedieelas  son  las  úl- 
timas ramificaciones  de  un  pezón  común  ¿va- 
rias flores,  son,  si  se  quiere,  las  pe, mes  par- 
ticulares de  cada  llor. 

Después  de  la  fecundación,  los  estilos,  los 
estigmas  y  los  estambres  se  marchitan  ó  se  se- 
can; pero  el  ovario  sigue  desarrollándose  y 
toma  el  nombre  de  fruto.    '  \ 

En  el  fruto  se  distingue  el  pericarpio  y  la 
grana  ó  semilla. 

El  pericarpio  es  la  pared  del  ovario,  la 
cual  madurando  ha  variado  de  volumen,  de 
consistencia,  y  atm  hasta  de  forma,  Contiene 
siempre  las  semillas 


túnicas  seminales  encierra  el  embrión  gér 
men  precioso  cuya  existencia  asegura  ia  re- 
producción de  la  especie. 

F.l  pericarpio  es  duro  ó  blando;  seco  ó  su- 
culento, simple  ó  compuesta.  A  veces  es  de 
tina  sola  pieza  y  permanece  cerrado;  otras  sé 
compone  de  varias  piezas  ó  válvulas,  las  cua- 
les quedan  unidas  hasta  su  perfecta  madurez 
época  de  su  separación. 

La  cavidad  interna  del  pericarpio  se  baila 
muchas  veces  dividida  en  varias  celdas  por 
medio  de  tabiques. 

La  parte  de  la  caja  del  pericarpio  á  r¡uo  es- 
tá sujeta  la  semilla  es  el  placenta. 

La  reunión  de  los  placentas  constituye  el 
placentario. 

El  placentario  se  desarrolla  á  veces  en  eje, 
en  columna,  en  cono,  en  globo,  etc.,  en  el  cen- 
tro del  pericarpio,  otras  veces  se  esliendo  eu 
hojas  ó  se  alarga  sobre  la  pared  ó  sobre  el  mar- 
gen do  las  válvulas  y  de  los  tabiques. 

Muchas  veces  sucede  que  cada  semilla  está 
unida  al  placenta  por  medio  de  un  funículo, 
ligamento  que  tiene  alguna  analogía  con  el 
cordón  umbilical  de  los  animales.  Muchas  se- 
millas cuentan  mu,  dos  y  íiasta  Ircs  túnicas. 

Una  pequeña  elevación,  de  color  alguna 
vez,  producida  á  la  superficie  de  las  túnicas  se- 
minales por  la  prolongación  interior  de  los 
vasos  del  funículo,  os  el  prostipo  unfeuigrio, 
En  fin,  la  mayor  parte  de  las  semillas  tie- 
nen un  penispermo,  pequeña  masa  carnosa, 
harinosa  ocúrnea  que  acompaña  ai  embrión  y 
le  sil-vede  alimento  eo  el  momento  de  la  ger- 
minación. 

El  embrión  es,  digámoslo  asi,  un  boceto 
de  la  plañía  que  ha  de  desarrollarse  un  día.  En 
él  se  distinguen  el  blaslemu  y  el  cuerpo  e'oti- 
ledonario. 

El  blaslerao  comprende  la  radícula,  peque- 
ño pico  saliente,  que  ha  de  alargarse  y  ser 
raíz;  la  plúmula,  capullo  de  hojas' apenas  for- 
madas y  muchas  veces  recogidas  sobre  sí  mis- 
mas; el  cuello,  parte  intermedia  eníre  la  radí- 
enla y  la  plúmula. 

El  cuerpo  culiledonario  se  halla  formado 
do  uno,  dos,  tres,  cuatro,  y  hasta  doce  apén- 
dices, mas  ó  menos  carnosos,  que  nacen  del 
cuello  do  la  raíz,  y  han  recibido  él  nombre  de 
coliledones  ú  hojas  seminales.  Estos  apéndi- 
ces bfrocen  relaciones  notables  con  las  hojas 
La  ausencia,  la  presencia  y  el  pfnfiér'o  de 
cotiledones  ha  servido  para  establecer  la  base 
de  tres  grandes  divisiones  en  el  reino  vegetal, 
á  saber:  los  aC3t'úedúnw& ,  vegetales  que  ca- 
recen de  coliledones;  los  munocotiledóneos. 
vegetales  provistos  de  un  coliledou;  los  rfico- 
lüediíneos,  vegetales  provistos  de  dos  ó  mas 
coliledones  al  embriun.  En  general,  cuando 
son  delgadas  las  hojas  seminales,  acompaña  un 
gran  perisperma,  pero  cuando  esas  mismaslio- 
jas  son  espesas,  el  perisperma  es  muy  delgado 
La  semilla  es  el  huevo  vegetal  luego  que  y  á  veces  desaparece  del  todo,  siendo  susliíai" 
ha  llegado  a  su  perfección.  Bajo  una  6  varius  do  por  la  sustancia  del  coliSedohi 


067 


VEJIGA 


VEHEME.  (Historia.)  El  tribunal  de  los  fran- 
cos-jueces de  Ves'falia  recibió  la.  denomina- ! 
cíou  de  ÉehmgiritM,  derivada  de  Fehm,  jus- 
ticia  criminal.  Compuesto  dé  un  franco-conde 
presidente  y  de  un  considerable  número  de 
francos  asesores  del  franco-conde,  el  tribunal 
de  Vesfulia  juzgaba  Jos  crímenes  contra  la  re- 
ligión, los.  diez  mandamientos,  la  paz  pública 
y  el  honor  de  las  familias.  Todos,  esccpluan- 
di)  los  eclesiásticos,  judíos,  mugeres  y  niños, 
estala))  sujetos  á  su  jurisdicción,  .que  solo 
se  ejercía  entre-  las  sombras  del  misterio.  Los 
uombres  de  los  jueces,  el  sitio  de  su  reunión, 
la  acusación,  el  acusador,  los  testigos,  el  pro- 
ceso, la  sentencia,  todo  permanecía  sepultado 
en  el  secreto  y  también  el  momento  de  la  eje- 
cución de  la  pona  capital,  que  se  confiaba  al 
celo  de  todos  los  asesores.  Asi  es-qüe  el  reo-, 
cuando  menos  lo  esperaba,  era  estrangulado 
de  repente,  colgándosele  después  en  un  árbol: 
si  se  resistía,  se  le  daba  de  puñaladas  dejando 
junto  á  éi  el  arma  mortífera  para  confesar  en 
cierto  m oxl o  esie  asesinato  jurídico.  El  proce- 
dimiento consistía  en  no  recibir  acusaciones 
sino  de  un  asesor  y  en  citar  algunas  veces  al 
acusado  ante  el  tribunal  secreto.  En  caso  de 
flagrante  delito,  bastaban  tres  asesores  presen- 
tes para  fallar  y  ejecutarla  scuícuciaeneiacto. 

Tan  monstruosa  jurisdicción  no  hubiera 
podido  nacer  jamás  sino  en  un  estado  de  so- 
ciedad mas  monstruoso  todavía.  El  desorden 
del  feudalismo  hacia  callar  las  leyes,  y  para 
vencerlo  era  preciso  estar  conspirando  perma- 
nentemente contra  él,  era  menester  asesinar 
al  culpable  á  quien  era  imposible  llevar  os- 
tensiblemente ante  los  tribunales  dejusticía. 

La  institución  del  tribunal  vebémico  de 
Vcsfalia  contaba  de  fecha  desde  la  paz  pública 
establecida  en  137!,  por  Carlos  IV,  á  conse- 
cuencia de  la  cual  se  formo  una  confederación 
de  todos  los  principes  y  señores  entre  el  Rhin 
y  el  Veser.  Todos  los  tribunales  de  la  confe- 
deración adoptaron  sucesivamente  las  formas 
de  procedimiento  del  de  Yesfalia,  que  llegó  á 
ser  una  poderosa  sociedad  secreta,  porque  to- 
dos estaban  interesados  en  asociarse  á  ella, 
unos  para  estar  á  cubierto  de  violencias,  otros 
para  cometerlas  impunemente.  Es  imposible, 
en  efecto,  que  semejante  institución  sea  im- 
parcial.  íje  pretende  que  el  número  de  aseso- 
res ó  iniciados,  wissande,  como  se  llamaron, 
creció  muy  luego  hasta  cien  .  mil,  y  que  la 
seda  estendió  sus  ramificaciones  por  toda  la 
Alemania,  el  mismo  emperador,  sus  ministros, 
y  los  ministros  de  los  estados  pequeños  soli- 
citaban la  ventaja  de  pertenecer  al  Yehenie, 
que  por  su  derecho  de  asesinato  irresponsa- 
We,  debía  ser  el  terror  de  aquella  parte  de 
Alemania,  Después  de  los  esfuerzos  inútiles  de 
Sigismundo,  de  Alberto  y  de  Federico  III,  el 
Yeueme  que  había  dado  lugar  á  infinito  nú- 
mero de  reclamaciones,  fué  suprimido  en  la 
reforma  general  del  órden  judicial  en  Alema- 
nia en  el  siglo  XYI. 


VEJIGA..  (enfermedades  de  1a)  La  vejiga 
es  una  bolsa  músculo-membranosa,  que  situa- 
da orí  ía  excavación  de  la  pelvis,  delante  del 
recto  ó  del  úlero,  detrás  del  pubis,  sirve  de 
reservorio  ú  la  orina.  Por  lo  demás  es  muy 
varia  su  situación;  según  la  edad,  en  las  cria- 
turas, es  mas  alto  este  órgano  que  el  pubis; 
según  el  sexo,  en  la  muger,  el  útero  la  sepa- 
ra del  recto;  y  según  esté  mas- ó  menos  llena 
ó  vacia.  Su  forma  es  ovoidea  y  cónica.  Su  vo- 
lúmen  varia-.segun  laedad,  los  individuos,  las 
costumbres,  pero  es  tal  siempre,  que  en  la 
edad  adulta  puede  contenerla  vejiga  de  seis  á 
ocho  onzas  de  orina.  Por  delante  corresponde 
la  vejiga  á  la  sínGsis  del  pubis,  á  Ja  cual  se 
ata  mediante' dos  hacecillos  fibrosos  llamados 
ligamentos  anteriores  de  la  vejiga.  Por  detrás 
sé  halla  recubjerta  por  el  peritoneo,  y  es  con- 
tigua ó  al  recto  ó  al  útero,,  según  el  seso.  En 
su  parte  superior  corresponde,  por  su  llama- 
do vértice,  á  los  intestinos  delgados  y  da  in- 
serción al  ligamento  superior  de  la  vejiga. 
Esle  se  compone: 

1.  ?  Del  iliaco,  cordón  fibroso,  blanqueci- 
no, que  se  esliende  desde  el  vértice  de  la  ve- 
jiga al  ombligo,  donde  se  confunde  con  las 
aponcurosis  de  los  músculos  trasversos:  es  el 
resto  de  un  canal  que  en  el  feto  va  desde  la 
vejiga  á  una  bolsa  membranosa  particular, 
llamada  celantóides. 

2.  "  De  restos  de  las  arterias  ombilicaies, 
que  también  se  han  obliterado. 

3.  "  De  pequeñas  hoces  de!  peritoneo,  ó 
sean  repliegues  de  esta  membrana  serosa  que 
envuelven  al  uraco  y  las  arterias  ombilicales. 

Por  los  lados  está  tocando  la  vejiga,  con 
un  tejido  celular  abundante,  y  se  halla  costea- 
da por  las  arterias  utnbilicales  y  los  conductos 
deferentes.  Por  fin,  Mcia  abajo  se  divide  en 
dos  partes,  una  anterior  mas  alta,  estrecha,  en 
forma  de  golleteó  cuello,  que  tal  es  el  nombre 
que  se  ie  da,  y  que  abrazado  por  la  próstata 
corresponde  a  la  parte  posterior  é  inferior  del 
pubis,  y  otra  posterior  llamada  fondo,  que 
abrazada  por  los  músculos  erectores  del  ano, 
se  aplica  á  Sas  vesículas  seminales,  á  los  con- 
ductos deferentes  y  ai  recio.  En  el  interior 
ofrece  la  vejiga  una  superficie  granosa  cubier- 
ta de  mucosidades  y  ademas  presenta: 

1.  "  Las  arrugas  que  resultan  de  la  mem- 
brana mucosa  que  tapiza  su  interior. 

2.  °  .  A  veces  los  relieves  que  dependen  de 
las  eminencias  que  forman  los  haces  de  su  tú- 
nica musculosa,  y  quese  denominan  columnas 
carnosas. 

3.  "  En  ciertos  casos  también  de  las  cel- 
dillas que  resultan  de  los  intervalos  de  estas 
columnas. 

4'.°  Por  arriba,  el  orificio  imperceptible 
del  uraco. 

j.J  Por  abajo,  de  delante  atrás,  el  cuello 
del  órgano,  el  trígono  vejígal,  la,  inserción  de 
los  uréteres  y  el  fondo,  de  la  vejiga. 

El  cuello  es  bastante  ancho,  de  contorno 


959 


VEJIGA 


grueso  y  redondeado,  y  que  muy  pronto  se 
angosta  un  poca,para  dar  origen*!  la  uretra; 
en  el  adulto  es  un  poco  mas  alto  que  el  fondo; 
í  de  su  parte  inferior  sube  un  tubérculo  carno- 
so, llamado  campanilla  ó  carúncula  vejigal, 
que  es  el  término  del  ángulo  anterior  del  trí- 
gono vejiga,!.  Este  consiste  en  un  espacio  trian- 
gular, circunscrito  por  las  dos  aberturas  de 
los  uréteres-por  arriba  y  por  el  de  la  uretra 
por  abajo.  Estas  aberturas  distan  entre  si  pul- 
gada y  media.  Esta  parte  déla  vejiga  es  rae- 
nos  rugosa  que  el  resto  riel  órgano,  de  distin- 
to color,  y  al  parecer  también  de  diversa  or- 
ganización, álo  menos  si  se  ba  de  juzgar  por 
su  espesor,  su  color  y  la  adherencia-  de  la 
membrana  interna.  Conserva  su  tamaño  ordi- 
nario, aun  cuando  se  contraiga  la  vejiga,  tal 
vez  porque  á  ella  adhieren  las  vesículas 
seminales,  la.  próstata  y  el  recto.  Los  orifi- 
cios de  los  uréteres  se  hallan  situados  en  los 
ángulos  posteriores  de  este  trigono  vejigal; 
son  estrechos  y  á  veces  se  hallan  protegi- 
dos por  un  pequeño  repliegue  de  la  mem- 
brana interna  del  órgano.  Por  ün,  el  fondo  de 
la  vejiga  es  la'parte  mas  declive  del  órgano, 
y  corresponde  al  recto  en  el  hombre,  y  á  la 
vajina  en  la  muger.  Dos  son'  las  membranas 
propias  de  la  vejiga,  una  mucosa  y  otra  mus- 
culosa.. 

t.°  La  mucosa  tapiza  su  región  interna;  es 
continua  con  la  de  los  uréteres  y  de  la  uretra, 
y  presenta  generalmente  arrugas,  por  ser  mas 
ancha  que  la  túnica  musculosaquele  está  sub- 
yacente, lleva  muchísimos  folículos  que  vier- 
ten en  su  superficie  un  humor  de  lubrefaceion; 
y  por  fin,,  es  delgada  y  blanca  hacia  el  cuello 
del  órgano,  y-uí  contrario,  .rojiza  en  el  resto 
del  reservo  rio. 

2."  La  musculosa,  que  para  los  antiguos 
era  un  músculo  particular  que  denominaban 
mnsculusdetnisorurinse,  se  compone  de  libras 
pálidas,  dispuestas  en  haces  dirigidos  en  to- 
dos sentidos.  Al  través  de  las  mallas  que  for- 
man estos  haces  se  encuentran  comprendidas 
las  celdas  de  que  liemos  hablado  mas  arriba. 
De  estas  libras,  unas  ó  las  mas  estertores,  son 
longitudinales  y  siguen  la  dirección  del  cuello 
de  la  vejiga  á  su  vértice,  y  otras,  ó  las  situa- 
das á  mayor  profundidad,  son  oblicuas;  varias 
por  ün,,  son  trasversas  ó  circulares.  En  cier- 
tos casos  forman  relieves  salientes,  á  los  cua- 
les se  ha  dado  el  nombre  de  columnas  car- 
nosas. 

Los  anatómicos  han  admitido  muchas  ve- 
ces otras  tres  .túnicas  en  la  vejiga,  á  saber: 

1.  a  Una  túnica  nerviosa,  es  decir,  el  tejido 
laminoso  que  une  la  túnica  mucosa  con  la  mus- 
cular. 

2.  a  Una  celulosa  que  consistía  en  el  te- 
jido celular  esterior  á  la  ¡única  musculosa. 

3.  a  Y  por  Bu,  una  peritoneal,  que  éra  la 
purcioii  do  peritoneo  que  reviste  la  vejiga. 

Pero  es  evidente  que-las  túnicas  nerviosa  y 
pclulosa  no  son  admisibles,  y  por  lo  que  hace 


al  peritoneo,  no  cubre  mas  que  el  vértice  de 
la  vejiga,  y  su  cara  posterior  formando  los  di- 
ferentes repliegues  que  lijan  este  órgano  y 
sirviendo  tal  vez  también  para  facilitar  sa  am- 
pliación. En  todo  el  resto  de  la  viscera  no  se 
ve  mas  que  tejido  celular  que  so  condensa  en 
su  superlicie  de  modo  que  sirva  de  refuerzo  6 
contra-fuerte.  Muchísimas'  arterias  llevan  ¿  la 
vejiga  la  sangre  que  es  útil  para  su  vida,  co- 
mo, por  ejemplo,  la  hemorroidal  media,  U 
pudenda  interna,  la  ¡squiática,  la  obturatriz',  la 
hipogásírica,  la  epigástrica  etc.  Varios  nervios 
que  provienen,  unos  del  plexosac.ro,  y  otros  del 
triesplácnieo,  animan  también  esta  viscera.  El 
cuello  no  lleva,  conforme  han  pretendido  al- 
gunos, ün  esfinter  activo,  sino  una  sustancia 
blanquecina,  espesa,  gruesa,  resistente,  con- 
tinua, con  la  membrana  musculosa,  y  que 
opone  una  resistencia  mecánica  á  la  salida  de 
la  orina. 

Tal  es  la  descripción  de  la  vejiga.  Vamos 
ahora  á  estudiar  sus  enfermedades. 

Una  de  las  dolencias  que  pueden  aquejar 
á  la  vejiga  es  la  hernia,  para  cuyo  estudio  re- 
mitimos á  nuestros  lectores  á  lo  que  dijimos 
en  el  articulo  hernia  de  esta  Enciclopedia  mo- 
derna. 

Se  citan  muellísimos  casos  de  gusanos  es- 
pulsados  de  la  vejiga;  mas  para  sus  curiosos  y 
estensos  pormenores  remitimos  á  los  trabajos 
de  los  señores  Voigtel  /Lawrence. 

También  se  citan  muchos  casos  de  rotura 
de  la  vejiga  á  consecuencia  de  golpes  ó  de 
caídas,  que  fueron  mortales  por  la  estravasa- 
cion  de  la  orina  al  abdomen. 

Los  autores  consignan  también  una  infini- 
dad de  ejemplos  de  vicios  de  conformación 
del  órgano  que  estamos  estudiando.  Las  obras 
que  contienen  mas  pormenores  sobre  esto  pun- 
to, sou  á  nuestro  modo  de  ver,  una  discre- 
ción inaugural  sostenida  en  Gotinga  intitulada: 
«De  vesical  urinarias  prolapsu  .nativo»,  por  el 
doctor  hose,  profesor  en  Brunswick,  y  una 
memoria  de  Duncan  con  detalladas  circunstan- 
cias sobre  todos  los  casos  mas  conocidos, 
observados  en  individuos  de  ambos  sexos. 

Mr.  Warner  publicó  la  observación  de  na 
tumor  que  crecía  en  los  lados  de  la  vejiga  de 
una  muger  jóveo,  y  que  fué  estirpado  con  fe- 
liz éxito  el  24  de  junio  de  1747.  Dicha  muger, 
habiendo  querido  levantar  un  fardo  muy  pesa- 
do, sintió  un  vivo  dolor  en  el  reborde  de  las 
costillas,  viéndose  al  instante  afectada  poruña 
completa  retención  de  orina.  Consultó  á  mon- 
sieur  Warner,  diciéndole  que  nunca  habia  po- 
dido espulsar,  desde  el  momento  del  accidente, 
una  sola  gota  de  orina  sin  el  auxilio  -  de  una 
sonda,  que  estaba  sufriendo  de  continuo,  y 
que  posteriormente  habia  estado  muy  mala  de 
resultas  de  los  esfuerzos  hechos  para  introdu- 
cir el  instrumento  en  la  vejiga.  . 

Examinando  Mr.  Warner  las  partes  con  el 
dedo  indico,  que  á  duras  penas  podía  introdu- 
cirlo en  el  meato  urinario,  descubrió  un  gian 


tumor  que  parecía  carnoso  y  que  principiaba 
<¡n  la  parte  inferior  de  la  vejiga;-  cerca  del 
cuello  de  esle  órgano.  Cuando  la  enferma  ha- 
cia esfuerzos  para  espeler  su  orina,  y  se  ha- 
llaba distendida  la  vejiga,  caía  hacia  delante 
el  tumor,  á  corla  distancia  del  meato  urinario, 
pero  luego  que  cesaban  los  esfuerzos,  volvía 
á  su  sitio  el  tumor. 

Itecelóle  uu  purgantela  visper,u  de  la  ope- 
ración, y  limpiado  el  recto  por  medio  de  una 
lavativa  emoliente,  indicó  Mr.  Warner  ¡i  la  en- 
ferma que  hiciera  esfuerzos  para  aproximar  el 
tumor.  Entonces  le  ligó  para  que  se  volviera  ¡i 
su  sitio,  procurando  hacerle  salir.  Esta  ope- 
ración parecía  impractible  atendido  el  volu- 
men deí  tumor,  pero  Mr.  Warner  dilató  el  mea- 
to urinario  del  lado  derecho,  incídiéndole  por 
arriba  en  la  mitad  de  sujongitud  hacia  el  cue- 
llo déla  vejiga,  y  tirando  entonces  el  rumor 
hácia  delante,  pudo  comprender  su  base,- que 
era  muy  ancha,  en  una  ligadura. 

Tres  dias  después  de  la  operación  sobre- 
vino mucho  dolor  en  el  abdomen,  y  al  sesto 
día  se  desprendió  el  tumor.  Desde  el  primer 
dia  salía  ya  espontáneamenle  la  orina,  y  al  Un 
la  enferma  quedo  completamente  restablecida. 
El  tumor  se  parecía,  por  su  forma  y  su  volu- 
men, á  un  huevo  de  pavo. 

Tal  vez,. en  dicho  caso,  fué  preferible  la 
ligadura  del  tumor  á  su  escisión,  a  pesar  de 
hi  gran  anchura  de  la  base,  porque  si  se  hu- 
biese hecho  uso  del  bisturí,  hubiera  habido 
gran  riesgo  de  que  se  llenará  de  sangre  la  ve- 
jiga. •  ■ 

I  ncuéntranse  también  algunos  otros  ejem- 
plos de  tumores  en  la  vejiga  en  una  obra  de 
J.  Ilawsh i p Ululada:  «Á  practical  treatise  on  Ihe 
most  importan!  couiplaints  affecting  Ihe  se- 
erelion  and  excretion  of  uriñe.»  (Londres,  un 
lomo  en  octavo  publicado  en  IS13). 

Llegamos  por  último  á  lapuntura  de  la  ve- 
jiga. Consiste  cu  una  operación  ú  la  cual  nos 
vemos -obligados  á  recurrir,  cuando  se  han 
Mticslo  ya  en  práctica  inútilmente  todos  los 
demás,  medios  de  prevenir  las  consecuencias 
temibles  y  á  veces  funestas  de  la  retención  de 
la  orina  y  de  la  distensión  de  la  vejiga  por  es- 
te liquido.  Diversos  accidentes  y  muchas  en- 
fermedades agudas  pueden  conducir  á  este 
funesto  estado.  1 

La  vejiga,  que  como  hemos  dicho,  puede 
contener  muy  cómodamente  de  seis  á  ocho  on- 
zas de  ovina,  no  es  susceptible  de  dilatarse  pa- 
ra que  contenga  doble  cantidad  sin  que  espe- 
rimente  el  enfermo  una  insólita  sensación.  La 
necesidad  de  orinar  se  hace  cada  vez  mas  exi- 
gente, y  sino  se  la  satisface,  y  continúa,  dila- 
tándose la  vejiga  mas  allá  de  su  medida  natu- 
ral, pierde  su  fuerza  de  contractilidad  y.  se  pa- 
raliza; la  necesidad  continua  sin  embargo, 
siempre ,  renovándose  los  esfuerzos  asi  como 
también  los  dolores;  pero  la  contractilidad 
queda  abolida  y  el  órgano  se  distiende  cada 
vez  rúas  y  mas.  Cuando  llegó  ya  al  mayor  gra- 

2?  30    UIULIOTBOA  POPULAU. 


962 

do  de  distensión  y  no  le  permiten  crecer  mas 
su  estructura  y  el  espacio  del  abdómen,  de- 
bería desgarrarse  á  no  ser  por  la  presión  uni- 
forme que  ejercen  sobre  él  las  partes  inmedia- 
tas las  cuates  se  oponen  á  tal  resultado ,  si 
bien  no  pueden  impedir  que  se  dilate  su  ori- 
ficio dando  paso  á  la  orina.  Al  octavo  dia  de  la 
retención  principia  esta  á- fluir,  y  la  que  baja 
de  los  ríñones  es  evacuada  en  corta  cantidad 
de  cuando  en  cuando.  En.  dicha  época  se  halla 
distendida  la  vejigaeu  el  mayor  grado  posible. 

Este  derrame  de  la  orina  continúa  hasta  el 
décimo  día  ó  hasta  que  se  rómpela  vejiga,  que 
es  lo  que  los  franceses  llaman  orínár  por  re- 
gorgemenl.  Este  fenómeao  engaña  muy  fácil- 
mente al  cirujano  que  no  sea  muy  ducho  en 
esta  clase  de  dolencias.  Los  amigos  del  enfer- 
mo se  felicitan  de  que  principie  á  fluir  la  ori- 
na, el  médico  lo  cree,  atesüguanlo  las  sába- 
nas y  los  orinales,  mas  no  --por  eso  mejora  el 
enfermo,  pues,  muy  al  contrario,  continuando 
ia  dilatación  de  la  vejiga  da  lugar  á  una  infla- 
mación general  del  abdómen.  la  insensibili- 
dad y  el  delirio  de  la  gangrena  incipiente  pa- 
san por  la  esperada  mejoría  del  derrame  de  la 
orina,  y  esto  hasta  que  sobreviene  el  hipo  j 
muere  el  enfermo  de  fiebre  y  de  inflamación, 
ó  se  derrama  la  orina  en  el  abdómen  por  una 
abertura  formada  por  la  gangrena.  Ko  se  fie, 
pues,  el  cirujano  de  los  enfermeros  ni  de  los 
amigos;  esplore  con  la  mano  la  región  hipo- 
gástrica,  y  con  el  dedo  procure  reconocer  la 
fluctuación  de  la  orina  si  se  halla  distendida  la 
vejiga:  pero  no  pudiendo  distenderse  ya  mas 
la  orina  al  cabo  de  tres  días,  ¿cómo  se  rompe? 
No  puede  verilicarse  esto  desgarrándose  por- 
que se  halla  uniformemente  oprimida  por  las 
visceras  que  ia  rodean;  ni  cediendo  de  repen- 
te pon]  ue  se  halla  al  tercer  dia  distendida  en 
su  mayor  grado  posible,  y  sin  embargo,  raras 
veces  cede  antes  del  décimo.  Tampoco  será  la 
causa  el  adelgazamiento  porque  las  paredes  se 
han  engruesado.  Jamás  pudo  aplicarse  peor  la 
palabra  disl'aceraeion,  porque  cuando  se  hace 
una  abertura  en  la  vejiga,  se  encuentra  por  la 
dirección  que  es  un  agujerito  Tedondo  y  lan 
pequeño  que  se  le  puede  tapar  con  la  punta 
del  dedo  meñique.  El  resto  del  órgano  y  los 
intcstínós  adyacentes  se-  presentan  rojos  6  in- , 
llamados,  al  paso  que  dicho  punto  es  negro  j 
está  gangrenado.  La  menor  dilación  es  mas  pe- 
ligrosa, que  el  peor  modo  de  practicar  la  pun- 
tura de  la  vejiga,  en  términos  de  que  mientras 
queda  la  mas  leve  huella  de  vida,  puede  este 
medio  conservar  al  enfermo  algunas  probabi- 
lidades de  salud.  Es  un  hecho  incontestable 
que  muchos  enfermos  han  muerto  después  de 
la  paracentesis  de  la  vejiga,  cuyo  motivo  es 
el  que  ha  prevenido  á  muchos  prácticos  con- 
tra esla  operación.  Parécenos,  sin  embargo, 
que  debiera  mas  bien  atribuirse  la  muerte  á. 
los  efectos  de  la  enfermedad  que  á  los  de  la. 
operación;  y  es  bien  seguro  que  sino  se  aguar- 
dara tanto  tiempo,  como  suelo  hacerse,  para. 

T,    XXXIII.     G I 


VEJIGA. 


963  VEJIGA 


practicarla,  nrachó  mas  contunés  serian  sus 
felices  resultados. 

Es  Innegable  que  el  cirujano  <¡ue  maneja 
bien  la  tienta  y  sabe  emplear  metódicamente 
lbs  demás  medios  de  oponerse  á  la  rcleucion 
déla  urina,  raras  veces  tiene  que  acudir  á  la 
puntura  de  la  vejiga.  Sirva  de  prueba  el  hecho 
de  que  el  célebre  Ücsault,  en  el  curso  de  diez 
años,  solo  la  practicó  una  vez  en  el  Ilótcl-liieu, 
donde  tan  numerosas  son  siempre  las  enfer- 
medades de  la  uretra, 

Cuando  no  posee  el  cirujano  la'  preciosa  fa- 
cultad de  servirse  con  destreza  de  la  lienta,  es 
preciso  que  acuda  ú  hacer  la  operación  con  la 
mayor  prontitud  posible.  Hoy  es  menos  fre- 
enenfe  que  antes  la  necesidad  de  esta  opera- 
ción, lo  cual  depende  de  que  se  conocen  me- 
jorías enfermedades  de  la  uretra,  y  de  la  per- 
fección con  que  se  fabrican  las  sondas  de  go- 
ma eláslica,  que  sou  instrumentos  de  que  tan- 
ta utilidad  podemos  reportar. 

El  angostar/siento  de  la  uretra  y  la  hincha- 
zón de  la  glándula  próstata,  son  dos  causas 
frecuentes  de  retención  de  orina.  En  ambos 
casos  oree  i.  Coopér  que  ta  puntura  de  la  ve- 
jiga es  completamente  inútil,  y  la  esperieucia 
ha  demostrado  la  verdad  de  esta  opinión. 
Ciiando  se  halla  entumecida  la  próstata  es  pre- 
ferible tratar  de  introducir  una  sonda  de  cali- 
bre y  longitud  proporcionadas,  y  si  se  pre- 
senta un  angbstamiento  vale  mas  practicar  una 
pequeña  incisión  cnlre  este  angostamiénto  y 
el  cuello  do  la  vejiga  que  suele  estar  de  ordi- 
nario muy  dilatado. 

Varios  á  estudiar  ahora  los  tres  procedi- 
mientos operatorios. 

1."  Puntura  por  el  perineo.  El  primer 
cirujano  que  practicó  esta  operación  fué  un 
tal  Tolet,  natural  del  vecino  imperio,  y  autor 
de  una  buena  obra  titulada:  «Tratado  de  la'li- 
tolomia  ó  de  la  estraccion  de  la  piedra  fuera 
de  la  vejiga.»  Según  Sabatier  estaba  en  uso 
desde  el  tiempo  de  Dionis  practicar  ¡a  puntura 
con  un  escalpelo  puntiagudo,  estrecho,  demias 
k  ó  ó  pulgadas  poco  masó  menos  de  longitud, 
trae  se  introducía  en  la  vejiga  por  el  punto 
en  donde  termina  la  incisión.  El  derrame  de  la 
orina  por  la  herida  indica  al  cirujano  que  pe- 
netró en  la  vejiga.  Conduce  entonces  una  son- 
da alo  largo  de  este  bisturí,  y  á  lo  largo  de 
la  sonda  una  cánula  en  el  interior  de  la  veji- 
ga, dónde  debe  permanecer  mientras  sea  alli 
necesaria  su  presencia.  Sé  procura  lijarla  bien 
por  medio  de  cintas  pasudas  al  través  de  los 
anillos  situados  en  lu  estreihidád  ancha  del 
instrumento.  Luego  se  cierra  lá  abertura  Con 
un  lechino  de  tela. 

Sabatier  indica  que  Dionis  fué  el  primero 
qué  ideó  abrir  Ja  Vejiga  en  un  lado  del  perineo 
eii  el, punto  en  que  fray  Jacobo  acostumbraba 
ejecutar  lit  operación  dé  la  talla.  Dionis  beta 
que  éste  procedimiento  era  menos  doloroso 
para  él  enfermo,  porque  no  sé  interesaban1  ni 
lá  uretra  ni  el  cuello  de  la  vejiga;  pérb  al 


m 

propio  liempo  recomendaba  un  procedimiento 
semejante  al  que  se  pone  en  práctica  en  W 
puntura  en  medio  del  perineo,  es  decir,  intro- 
ducir primero  un  escalpelo  cstréclio  qúoahrü 
paso  para  la  sonda  á  lo  largo  de  k  cual  resba- 
la una  cánula  basta  ¡a  vejiga.  La  idea  de  susli- 
tuir  á  estos  instrumentos  poco  convenientes 
un  trocar  de  suficiente  longitud,  era  muy  sen- 
cilla, y  data  esta  mejora  de  1721  debida  á 
Jimckcr.  Pero  esta  anterioridad  no  le  pertene- 
cería si  fnese  exacto  el  siguiente  pasage:  «En 
1717  ó  17  tS  Lapeyroriíe  enseñó  en  el  Jardín 
del  rey  un  largo  trocar  que  le  habla  servido 
muchas  veces  para  lá  puntará  de  lá  vejiga,, 
[Désáült,  Diario  de  cirugía  de  ['¡iris,  tomo  ir 
página  2(57). 

El  enfermo  se  coloca  como  para  la  litoto- 
mia;  y  nn  practicante  oprime  con  la  mano  iz- 
quierda la  región  hipogáslriea  de  modo  que 
empuje  la  vejiga  tan  lejos  como  le  sea  posible 
en  la  pequeña  pelvis,  mientras  que  con  la  de- 
recha levanta  las  bolsas.  El  cirujano  introduce 
entonces  el  trocar  en  medio  de  una  linca  li- 
rada desde  la  tuberosidad  del  isquion  al  rafe 
del  perineo  dos  líneas  delante  del  margen  del 
ano.  Mueve  primero  el  instrumento  en  tina  di- 
rección paralela,  pero  en  seguida  vuelve  su 
punía  un  poco  hacia  dentro .  En  este  punió 
crecEichat  que  no  conviene  introducirla  cá- 
nula lan  lejos  én  la  vejiga  como  suele  hacerse 
la  puntura  encima  del  pubis.  Como  la  por- 
ción perforada  del  órgano  no  puede  imidar  de 
sitio  con  relación  á  las  demás  parles  del  peri- 
neo, basta  que  se  introduzca  la  cánula  i  una 
profundidad  de  algunas  lineas  en  la  cavidad 
de  la  vejiga,  pura  que  estemos  ya  seguros  de 
que  no  se  saldrá  de  ella.  Es  pues  inútil  hacer- 
la penetrar  mas  adentro,  porque  puede  llegar 
á  ser  peligrosa  la  presión  de  su  punta  corto 
la  pared  posterior  de  la  vejiga.  Por  último  se 
lija  la  cánula  en  el  sitio  que  debe  ocupar  por 
medio  de  un  vendaje  en  forma  de  T. 

Una  sonda  de  plata  puede,  permanecieudo 
mucho  tiempo  en  la  vejiga,  cubrirse  ile  in- 
crustaciones, por  lo  que  no  es  luego  fácil  sa- 
carla sin  dificultad  y  sin  dolor.  Para  obviares- 
te  inconveniente  es  preciso  sacarla  y  renovar- 
la á  menudo.  Estando  Mr.  Ehrlich  en  Londres, 
hizo  Mr.  Cbandlcr  la  puntura  de  la  vejiga  :éü 
el  perineo,  introduciendo  una  sonda  y  deján- 
dola alli  por  espacio  de  tres  semanas,  pero  al 
cabo  dé  este  tiempo  se  había  cubierto  de  lal 
manera  de  incrustaciones,  que  no  se  la  pudo 
estraer  sin  desgarrar  las  partes,  lo  cual  ocasio- 
nó mas  adelante  una  fístula  urinaria. 

Algunos  autores  aconsejan  que  se  intro- 
duzca el  dedo  Indice  de  ta  mano  izquierda  on 
el  recto,  á  lin  de  poner  este  intestino  fuera  de 
la  dirección  del  instrumento ;  pero  Sabatier 
cree  que  es  preferible  que  el  mismo  dedo  opri- 
ma él  punto  dél  perineo  por  donde  sé  va  á.  ha- 
cer la  puntura  á  lin  de  tener  tensa  la  piel  y 
de  guiar  el  trocar. 

Las  partes  divididas  en  esta  operación  son 


9G5 


V£J¡GA 


í!6íi 


la  piel,  una  capa  gruesa  del  tejido  celular  adi- 
poso, el  músculo  ereeton  del  ano  y  la  porción 
lié  la  vejiga  eú  uuo  de  los  lados  de  su  cuello. 

He  aqui  el  juicio  que  Bienal  lia  formado  de 
este  método. 

iNo  hay  en  este  trayecto  parle  alguna  cuyo 
deterioro  deba  causar  necesariamente  acciden- 
tes: L'q  cirujano  -medianamente  ejercitado  en 
la  práctica  de  esta  operación  está  casi  siempre 
seguro  de  penetrar  en  la  vejiga.  Se  ubre  osla 
viscera  en  el  sitio  mas  declive,  en  un  pimío 
qjie  conserva  siempre  la  misma  relación  con 
el  perineo;  pero  la  posición  en  que  se  coloca 
el  eufermo  es  mucho  mas  fatigosa  qué  para 
la  puntara  por  encima  del  pubis.  Se  necesitan 
muchos  practicanles  para  Ajarla,  y  otro  para 
comprimir  la  región  hipogáslriea.  Se  pueden 
abrir  los  vasos  del  perineo  y  pinchar  los  ner- 
vios que  les  acompañan;  la  punta  del  trocar  di- 
rigida al  esíerior  puede  deslizarse  por  el  lado 
estenio  de  la  vejiga;  impelida  por  delante  de 
ella  puede  pasar  por  entre  esta  viscera  y  el 
pubis,  y  si  va  demasiado  inclinada  hacia  den- 
no  puede  atravesar  la  próstata;  dirigida  hacia 
atrás  es  posible  que  lucra  los  conductos  de- 
ferentes, el  recto,  el  fin  de  los  uréteres,  y  las 
vesículas  seminales;  y  mientras  que  la  cánida 
permanece  en  su  sitio  uo  puede  andar  ni  es- 
tar sentado  el  enfermo,  si  no  que  se  ve  obli- 
gado;! guardar  cama.  Añadamos  que  á  menu- 
do la  puntura  por  el  perineo  se  halla  contra- 
indicada por  tumores  ó  por  otras  afecciones 
muy  frecuentes  ei!  dicho  sitio  á  consecuencia 
dé  retenciones  de  orina. 

l,a  puntura  de  la  vejiga  por  el  perineo  está 
actualmente  abandonada  por,  los  cirujanos  in- 
gleses. ¡'Podemos  considerar  como  una  felici- 
dad, dice  Desanlt,  que  el  trocar  penetre  direc- 
tamente en  la  vejiga,  después  de  haber  atra- 
vesado la  adiposidad  y  los  músculos  situados 
entre  la  tuberosidad  del  istrion  y  el  ano;  y 
sonio  la  forma  dé  esta  viscera  se  halla  sujeta 
á  una  inDnidad  de  cavidades, '  el  cirujano  se 
engañará  muy  á  menudo,  á  no  ser  que  .posea 
nociones  muy  exactas  sobre  su  situación  y  su 
figura.  Este  error  no  deja  deteucr  sus  ejem- 
plos, y  debe  sér  una  razón  suficiente  para 
abandonar  esta  operación,  independientemen- 
te de!  peligro  de  herir  con  el  trocar  los  vasos 
deferentes,'  las  vesículas  seminales,  los  uré- 
teres, etc.» 

Pero  hay  prácticos  que  no  renuncian  com- 
pletamente este  método,  y  creemos  que  la 
precaución  siguiente  indicada  por  Sabatier  pue- 
de  serles  de  alguna  utilidad.  Tal  vez  la  opera- 
ción seria  mas  segura  si  el  cirujano  principia- 
se por  hacer  una  incisión  profunda  en  el.pe- 
rineo  como  se  hace  en  el  método  general  de 
la  talla  y  si  aguardase  para  introducir  el  tro- 
car eu  la  vejiga  á  éstas  seguro  de  la  situación 
de  este  órgano  y  de  la  lUictuaciou  de  la  orina, 
(¡arengeot  daba  este  consejo  á  Foubeft con  mo- 
tivo del  procedimiento  operatorio  que  este  úl- 
timo había  ideado  para  la  latía,  pero  que  al  pa- 


recer es  también  aplicable  para  este  caso. 

Sir  A.  Cooper,  al  indicar  este  método,  acon- 
seja que  se  baga  en  ei  perineo  una  incisión 
como  en  la  operación  de  la  talla.  Es  necesario' 
rechazar  hacia  la  derecha  ei  bulbo  de  la  ure- 
tra, dirigir  el  bisluri  á  lo  largo  de  la  rama  del 
isquion,  hasta  que  llegue  á  la  próstata  que  se 
debe  echar  también  a  la  derecha,  haciendo 
penetrar  luego  oblicuamente  el  instrumento 
en  la  vejiga,  manteniendo  siempre  el  opera- 
dor aplicado  su  dedo  sobre  la  próstata.  Pero, 
como  en  los  acostamientos  inveterados  la  por- 
ción de  la  uretra  situada  entre  la  vejiga  y  la 
obstrucción  es  siempre  muy  ancha,  creernos 
con  Mr.  Carlos  Bell,  que  es  preferible  á  veces 
en  esta  porción  ensanchar  la  uretra  nías  bien 
que  perforar  la  vejiga.  Sir  A.  Cooper  aconsejó 
[ambien  que  se  hiciera  una  incisión  detrás  del 
angostainietito  mejor  que  practicar  la  puntura 
de  la  vejiga. 

2.°  Puntura  por  encima  del  pubis.  La 
idea  de  llegar  a  la  vejiga  por  encima  del  pu- 
bis á  lio  de  veriücar  su  puntura  fué  sugerida 
por  la  posibilidad  de  estraer  cálculos  de  este 
órgano,  no  por  el  procedimiento  conocido  con 
el  nombre  de  alto  aparato.  Los  primeros  que 
operaron  la  puntura  de  la  vejiga  por  encima 
del  pubis  se  valieron  al  parecer  de  un  trocar 
recto,  semejante  al  que.  se  usa  para  la  opera- 
ción de  la  paracentesis  del  abdomen,  llesutta- 
ba,de  ahi  que,  cuando  el  trqcar  era  demasiado 
largo,  su  cánula  debia  oprimir  las  paredes 
opuestas  de  la  vejiga,  basta  determinar  en  elía 
una  inflamación  y  una  escara,  la  cual,  al  se- 
pararse, dejaba  que  la  orina  se  infiltrase  en 
el  abdomen  ó.  en  el  recto,  conforme  sucedió 
en  un  caso  que  refiere  Sharp.  La  orina  no  pa- 
saba ya  por  la  cánula  y  el  enfermo  murió  de 
una  especie  dé  diarrea.  Cuando  el  trocar  es 
Corto,  al  vaciarse  y  contraerse  la  vejiga  aban- 
dona poco  á  poco  la  cánula,  que  es  entonces 
inútil,  midiendo  muy  bien  requerirse  una  se- 
gunda puntura.  Por  grande  que  sea  el  cuidado 
que  se  ponga  para  dirigir  el  trocar  oblicua- 
mente hacia  ahajo  y  hácia  atrás,  á  lia  de  que 
la  cánula  sea  lo  mas. posible  paralela  al  eje  de 
la  vejiga,  no  es  de  esperar  siempre  que  se 
pueda  prevenir  uno  ú  otro  Je  dichos  acci- 
dentes. 

Pero  no  sucede  otro  tanto  cuando  en  vez 
de  servirse  de  un  trocar  recto,  se  emplea  uno 
curvo,  el  cual  toma  naturalmente  una  direc- 
ción conveniente.  Fray  Cosme,  el  inventor  de 
la  litotomia  oculta,  fué  quien  ideó  también  uu 
trocar  curvo  para  la  paracentesis  de  la  vejiga 
muy  superior  al  que  servia  antes,  invento, 
que"  tanto  ha  contribuido  á  la' perfección  de  la 
operación. 

[  .  Sharp  no  admite  mas  que  este  procedi- 
;  miento  operatorio.  Mr.  Aheruelliy  le  ha  reco- 
I- mondado  recientemente  en  determinadas  cii- 
!  constancias.  El.  primero  de  es  los  celebres  ci- 
rujanos hizo  observar  que  es  una  operación 
fácil  para  el  cirujano  y  poco  dolorosa  para  el 


967 

enfermo,  porque  la  abertura  de  la  vejiga  se 
praclioa  lejos  de  las  partes  afectadas.  .Es  igual- 
mente practicable  cuando  la  afección  reside 
en  la  uretra  ó  en  la  próstata,  y  ají  el  caso  de 
que. baya  angostamienlos  en  el  canal  se  pue- 
de continuar  el"  uso  (le  las  bugfns  mientras 
permanezca  la  cánula  en  la  vejiga. 

Algunos  autores  recomiendan  que  se  prac- 
tique una  incisión  á  lo  largo,  de  unas  dos  pul- 
gadas, en  la  linea  blanca,  un  poco  encima  del 
pubis  introduciendo  entonces  el  trocar  en  la 
vejiga.  Otros  creen  que  es  enteramente  inútil 
esta  incisión  preLiminar,  y  aseguran  que  pue- 
de ejecutarse  la  operación  con  tantas  garan- 
tías y  causando  mucho  menos  dolor  al  enfer 
mo,  atravesando  de  un  solo  golpe  la  linea 
blanca  y  la  vejiga.  Toda  vez  Introducido  el 
trocar,  se  saca  su  estilete  y  se  tija  la  cánula 
en  posición  por  medio  de  una  cinta  que  se 
pasa  al  través  de  dos  agujeros  que  debe  ha- 
ber en  su  punta,  arrollándola  alrededor  del 
cuerpo.  Se  pone  un  taponcito  ó  pequeña  cla- 
vija que  impida  sálgala  orina  gota  á  gota  in- 
voluntariamente y  se  pueda  darle  salida  luego 
que  sea  necesario. 

Se  debe  introducir  oblicuamente  el  trocar 
hácia  abajo  y  atrás,  en  el  sentido  del  eje  de 
la  vejiga,  pues  de  esta  suerte  se  halla  menos 
espuesto  el  instrumento  á  perforar  la  pared 
opuesta  del  órgano. 

Casi  todos  los  autores  convienen  en  reco- 
mendar se  baga  esta  puntara  de  pulgada  á  pul- 
gada y  media  encima  del -pubis,  porque  la  ve- 
jiga deja  en  dicho  punto  entre  ella  y  los  mús- 
culos abdominales  un  espacio,  ó  para  hablar 
con  mas  exactitud,  bay  allí  cierto  espesor  de 
tejido  celular;  de  tal  suerte,  que  si  el  trocar 
se  desvia  un  poco  de  su  camino  puede  ra'uy 
bien  penetrar  en  la  vejiga.  Si  penetra  dema- 
siado adelante,  es  posible  que  pase  al  través 
de  la  vejiga  basta  el  recto,  si  no  en  él  momen- 
to de  la  operación,  por  lo  menos  algunos  dias 
después.  Guando  desfallece  el  pnfermo  á  con- 
secuencia de  los  accidentes,  los  músculos  ab- 
dominales, al  contraerse  y  al  deprimirse,  obli- 
gan á  la  punta  de  la  cánula  que  oprima  la 
parte  inferior  de  la  vejiga,  y  al  poco  tiempo, 
que  se  abra  paso  por  el  recio.  Aunque  las 
contra-indicaciones  que  acabamos  de  esponcr 
sean,  ú  primera  vista,  tan  terribles  como  nu- 
merosas, ¿el  peligro  de  herir  el  peritoneo  no 
impedirá  que  so  introduzca  el  trocar  á  cierta 
distancia  del  pubis?  Cierto  es  que  este  proce- 
dimiento es  mas  á  propósito  para  desarrollar 
una  peritonitis  qué  el  primero  que  indicamos 
de  introducir  el  trocar  inmediatamente  enci- 
ma del  pubis.  Rieherand  le  desecha  de  un  mo- 
do decisivo,  porque  la  vejiga  tiende  tanlo  mus 
á  abandonar  la  cánula,  por  la  cual  fluye  la 
orina,  cuanto  en  silio  mas  alto  se  ha  verifica- 
do la  puntura. 

Bichat  recomienda  también,  en  las  obras 
de  Desault,  que  se  haga  la  puntura  inmediata- 
mente encima  del  pubis.  Evítase  lo  que  tanto 


998 

temia  Sharp,  tomándose-  el  trabajo  de  dlr&jr 
y  de  mantener  el  trocar  en  la  vejiga,  slgulcn. 
do  el  eje  de  este  órgano,  y  empleando  un  ins- 
trumento ligeramente  curvo,  como  lo  aconse- 
jan llunter,  fray  Cosme,  Sabaticr,  etc.  Sharp 
confirma  el  peligro  que  se  corre  sirviéndose 
de  una  cánula  demasiado  larga,  por  una  obser- 
vación que  tuvo  ocasión  de  hacer  en  su  pro- 
pia práctica.  Aunque  introdujo  el  instrumen- 
to amas  de  pulgada  y  media  encima  del  pn- 
bis  y  metió'  el  instrumento  á  una  profundi- 
dad de  unas  dos  pulgadas  y  media,  su  punta; 
á  los  seis  ó  siete  dias  ,  penetró  eu  el  redó' 
El  instrumento,  dice  un  escclente  escritor' 
debe  ser  mas  ó  menos  largo,  según  la  goN 
dura  del  enfermo,  etc.  La  longitud  que  de  or- 
dinario suele  adoptrse  es  de  unas  cuatro  pul- 
gadas y  media;  la  curvatura  ha  de  ser  unifor- 
me y  formará  un  segmento  de  circulo  de 
uuas  ocho  pulgadas  de  diámetro. 

Una  líenla  que  permanezca  mas  de  ú\n 
dias  en  la  vejiga  se  halla  espuesta  á  cubrirse 
de  una  incrustación  urinosa  tal  que  su  estríe- 
cion  sea  muy  dolo-rosa  ó  bien  enteramente  im- 
practicable. Los  cirujanos  no  deben  jamás,  por 
consiguiente,  dejarla  quince  dias  cu  la  vejiga, 
y  si  fuere  necesario  que  permaneciese  en  esla 
por  tanto  tiempo  aconseja  Sharp  que  se  intro- 
duzca o!ra  con  una  punta  como  la  de  la  lienta. 

Mursinna  refiere,  sin  embargo,  un  caso  en 
que  la  liedla  permaneció  por  mucho  tiempo  en 
la  vejiga  sin  inconveniente  alguno. 

llr.  Abernethy  hacia  una  incisión  entre  los 
músculos  piramidales,  pasaba  sus  dedos  á  lo 
largo  de  la  parte  superior  de  la  sinlisis  y  del 
pubis,  de  modo  que  tocaran  ta  vejiga  distendi- 
da, é  introducta  un  trocar  ordinario  de  rega- 
lar longitud.  Dirigiéndole  oblicuamente  hacia 
abajo,  y  sacando  el  estilete,  pasaba  una  son- 
da elástica  tubulosa,  dé  regular  grosor,  al  ira- 
vés  de  la  cánula  á  la  vejiga.  Sacaba  luego  la 
cánula,  dejando  la""sonda  hasta  que  salía  la 
orina  por  la  uretra. 

Trascurrida  una  semana,  y  cuando  el  mn- 
cus  principia  á  interceptar  el  instrumento,  l¡i 
sacaba  introduciendo  otra  nueva.  Puedo  obje- 
tarle á  este  uso  de  una  candelilla  hueca  que 
como  es  de  diámetro  menor  que  la  herida, 
pueden  los.  orines  Huir  por  entre  ella  y  las 
partes  que  este  instrumento  atraviesa,  tan  bien 
cornil  al  través  del  canal  de  este  mismo  Instru- 
mento .  Este  hecho  tuvo  ocasión  de  observarlo 
una  vez,  y  si  bien  en  tales  circunstancias  no 
se  derramó,  orina  por  el  tejido  celular,  puede, 
sin  embargo,  suceder  en  ciertos  casos,  por- 
que solo  después  de  constituida  la  inflamación 
se  llenan  de  linfa  coagulable  las  cavidades  del 
lejido  celular.  Pasado  cierto  tiempo  se  puedo 
sacar,  sin  embargo,  la-  cánula,  sustituyendo 
una  candelilla  hueca,  si  se  eree  esta  preferi- 
ble, aunque  parezca  difícil  enconlrar  la  raaon 
de  esla  preferencia. 

Las  siguientes  reflexiones  las  tomamos  de 
Everardo  Home;  «Cuando  la  puntura  se  ejecuta 


VEJIGA 


969 


VEJIGA 


970 


encima  del  pubis,  debe  dejarse  en  su  sitio  la 
cánula  que  contiene  el  trocar  hasta  que  haya 
cundido  la  inflamación  por  las  partes  inmedia- 
tas  y  prevenga  tas  induraciones  de  orina  por 
las  mismas,  porque  donde  quiera  que  se  derra- 
ma la  orina  sobreviene  la  gangrena.  Como  sea, 
lavenlajaque  presenta  na  instrumento  mas 
flexible  que  permanece  en  la  vejiga  se  baila 
fflas  que  contrabalanceado  por  el  inconve- 
niente de  no  tapar  por  completo  la  abertura 
de  las  membranas  dé  la  vejiga,*  permitiendo  á 
la  orina  que  se  infiltre  por  el  tejido  'ce- 
lular. 

«El  pasage  siguiente  contiene  observaciones 
muy  acertadas.  Puede  haber  inflamación  del 
abdomen;  las  incisiones  preliminares  que  pre- 
paran la  introducción  del  trocar'  atraviesan 
á  veces  muchas  pulgadas  de  adiposidad  y  de 
tejido  celular;  la  anchura  de  estas  incisiones 
lia  de  ser  proporcionada  á  su  profundidad. 
Apenas  se  introduce  la  cánula,  se  desvia  al 
instante  por  la  contracción  de  la  vejiga,  ¡a  cual, 
al  vaciarse,  se  oculta  debajo  del  pubis.  La 
cánula  se  halla  colocada  tan  oblicuamente  que 
jamás  fluye  con  facilidad  la  orina;  pero  inflama 
la  herida'luego  que  se  derrama  por  esta  y  se 
infiltra  por  el  tejido  celular.  La  herida,  vista 
la  proximidad  del  peritoneo  inflamado,  se  gan- 
grena muy  pronto,  y  á  pesar  del  alivio  mo- 
mentáneo que  lia  producido  la  evacuación  de 
la  vejiga,  no  por  eso  deja  de  morir  el  enfermo 
al  tercer  ó  cuarto  dia. » 

Es  incontestable  que  este  procedimiento  es 
infinitamente  preferible  á  la  puntura  por  el  pe- 
rineo, y  aun  actualmente  hay  cirujanos  que  le 
prefieren  A  la  puntura  por  el  recto.  Desault  en 
sus  obras  quirúrgicas  le  da  también  la  prefe- 
rencia. He  aquí  el  elogio  que  hace  de  este  pro- 
cedimiento en  uno  de  sus  trabajos. 

«Esta  operación  es  fácil,  pronla  y  no  muy 
dolorosa  por  el  poco  espesor  de  las  partes  que 
se  ha  de  atravesar;  el  enfermo  no  se  asusta 
ni  se  fatiga  por  la  postura  que  se  le  manda 
tomar,  es  casi  imposible  equivocar  la  vejiga,  á 
no  ser  que  estuviese  endurecida  y  reducida  a 
su  minima  espresion.  Tampoco  es  de  temer 
pe  se  penetre  en  la  cavidad  del  bajo-vieníre, 
pues  la  anatomía  nos  dice  que  en  dicho  punto 
se  aplica  la  vejiga  inmediatamente  sobre  Ios- 
músculos  recios,  y  que  cuando  la  viscera  se 
halla  distendida  por  la  orina,  rechaza  hácia 
arriba  y  atrás  ei  peritoneo;-  debajo  del  cual 
se  desarrolla  y  que-  aleja  asi  mas  y  mas  la  pun- 
ía del  trocar  de  la  cavidad  del  abdomen.  El 
enfermo,  puede,  fácilmente,  inclinándose  de 
lado  ó  sobre  el  vientre,  dar  salida  á  todos  los 
orines  contenidos  en  la  vejiga.  Xo  hay  en  este 
punió  ni  nervios  ni  vasos  cuya  lesión  sea  pe- 
ligrosa. Tampoco  se  nota  dificultad  alguna  en 
fijarlas  cánulas,  y  su  presencia  no  impide  que 
el  enfermo  se  levante  ó  se  siente,  ni  siquiera 
so  opone  á  que  ande  por  el  aposento.  Intro- 
ducidas las  cánulas  hasta  el  fondo  de  la  vejiga, 
no  pueden  salir  de  esta  viscera,  seacual  fuere 


su  contracción  ó  su  depresión.' La  abertura  que 
dejan  Iras  si  se  cierra  y  se  cicatriza  con  mas 
prontitud  de  lo  que  ¡o  haría  en  cualquiera 
otro  punto  en  que  hubiese  sido  perforada  la 
vejiga.» 

Hemos  espuesto  ya  las  Tazones  que  nos  ha- 
cen desechar  el  consejo  de  introducir  tan  le- 
jos la  cánula  en  la  vejiga,  creemos  que  el  au- 
tor que  acabamos  de  citar  es  demasiado  par- 
cial, pues  nos  habla  del  poco  espesor  de  las 
partes  heridas,  y,  sin  embargo,  algunas  lineas 
antes  dice:  »Que  es  raro  que  en  dicha  porción 
se  atraviese  directamente  la  linea  blanca,  co- 
mo que  se  pasa  casi  siempre  por  uno  de  sus 
lados,  dividiéndose  la  piel,  la  aponeurosis  de 
los  músculos  anchos  del  bajovientre,  les  mus-  '« 
culos  rectos,  á  veces  uno  de  los  piramidales  y 
la  pared  anterior  de  la  vejiga.» 

Esta  operación,  según  sir  A.  Cooper,  es  de 
muy  fácil  ejecución,  y  ademas  no  puede  dar 
márgen  á  las  objeciones  que  se  le  oponen.  En 
las  mugeres  es  la  única  que  conviene  practi- 
car cuando  la  retención  de  orina  depende  de 
la  retroversion  del  útero  ó  de  la  oclusión  del 
meato  urinario,  comprimido  por  un  tumor  can- 
ceroso. Porque,  añade  dicho  cirujano,  la  pun- 
tura de  la  vejiga  por  la  vagina  es  una  opera- 
ción muy  desagradable,  y  la  orina  al  salir  por 
este  conducto  determina  en  él  una  considera- 
ble irritación.  Conviene,  pues,  evitar  siempre 
lodo  lo  posible  esta  operación. 

"1  nuestro  modo  de  ver,  el  procedimiento 
que  vamos  á  espliear  es  el  mejor,  y  el  que  de- 
be preferirse  siempre  que  las  circunstancias 
permitan  una  elección.  Creemos  que  seria  uu 
beneDcio  para  los  enfermos  el  no  tener  que 
recurrir  jamás  á  la  puntura  por  encima,  del  pu- 
bis á  no  ser  en  los  casos  en  que  enormes  tu- 
mores de  la  glándula  próstata  y  una  enferme- 
dad del  recto  impidan  totalmente.practicar  sin 
peligro  la  puntura  por  este  intestino. 

Puntura  por  el  recto.  Este  método  se  apli- 
ca mas  generalmente  que  los  otros  dos  que 
acabamos  de  examinar.  No  se  le  puede  objetar, 
coruo  á  la  puntura  por  el  perineo,  que  la  herida 
se  practica  al  través  de  partes  enfermas  óiníla- 
madas,  que  luego  se  gangrenan,  y  como  á  la 
puntura  por  encima  del  pubis,  que  espone  al  do- 
liente á  una  infiltración  de  orina  por  eljejido  ce- 
lular. Presenta  también  la  venlujade  vaciarla  ve- 
jiga por  completo.  La  puntura  se  verifica  bas- 
tante lejos  delcuello  de  la  vejiga  para  que  sea 
de  temerque  una  inflamación  que  reinase  en 
dicha  parte,  adquiriese  nueva  intensidad.  Y  es- 
ta operación  es  verdaderamente  poco  dolorosa, 
porque  no  hay  que  atravesar  ni  piel  ni  múscu- 
los, sino  simplemente  las  membranas  del  rec- 
to y  de  la  vejiga,  en  el  punto  en  que  se  ballau 
en  contacto  entre  si.  La  tumefacción  de  la 
próstata,  ó  bien  una  enfermedad  del  recto,  se- 
rán las  únicas  razones  que  deberán  inducir  al 
operador  á  recurrir  á  olro  medio,  y  aun  en  el 
primer  caso  raras  veces  sucede  que  sea  preci- 
so practicar  la  puntura  de  la  vejiga,  sobre  ta- 


97! 


VEJIGA 


072 


do,  cuando  el  cirujano  puede  reconocer  la  ver- 
dadera naturaleza  ele  la  enfermedad. 

En  las  Transacciones~lilosóíicas  de  I77ij  se 
lee  una  observación  de  retención  completa  de 
-orina,  por  angostamiento,  y  que  dio  margen  á 
que  se  atravesara  muchas  veces  la  vejiga  por 
el  recto.  Hamilton,  que  fué  quien  hizo  la  ope- 
ración, la  ideó  sinlicndo  la  gran  proeminencia 
de  la  vejiga  distendida  en  el  recto,  después  de 
haber  introducido  su  dedo  en  el  ano. 

til  enfermo  se  colocó  como  para  la  liloto- 
mia.  Introdújose  á  to  largo  del  dedo  un  trocar 
en  el  ano'hasta  la  parte  mas  baja  y  mas  salien- 
te, en  la  dirección  de!  eje  de  la  vejiga;  me- 
tióse inmediatamente  una  sonda  recta  al  tra- 
vés de  la  cánula,  á  fin  de  que  al  contraerse  la 
vejiga  no  abandonase  esta  última,  que  se  sacó 
luego  de  evacuada  toda  la  orina.  También  se 
quitó  la  sonda.  A  pesar  de  la  abertura,  la  veji- 
ga retuvo  la  orina,  según  costumbre,  hasta  que 
reaparecieron  las  ganas  de  orinar.  La  herida 
hecha  con  el  instrumento  se  agrandaba  enton- 
ces al  parecer,  y  los  orines  fluían  por  el  ano 
en  forma  de  cborrito.  Asi  se  continuó  por  es- 
pacio de  dos  días,  pasados  los  cuales  volvió  á 
seguir  su  curso  natural,  por  medió  de  una  can- 
delilla que  se  había  pasado  por  la  uretra  á  la 
vejiga  y  que  se  mantuvo  asi  basta  que  quedó 
completamente  curada  la  enfermedad. 

Según  parece  este  procedimiento  fué  pro- 
puesto por  primera  vez  en  175Ü  por  Fleurant, 
cirujano  del  hospital  de  la  Caridad  en  Lion;  y 
Ponteau,  en  4760,  publicó  de  él  una  descrip- 
ción con  tres  observaciones  de  Fleurant.  La 
eminencia  de  la  vejiga  se  conoció  también  por 
medio  del  dedo  introducido  en  el  ano,  obli- 
gando á  aquel  cirujano  á  practicar  la  puntura 
por  aquel  sitio.  La  orina  salió  inmediatamente, 
fijando  luego  la  cánula  por  medio  de  un  ven- 
daje en  T,  hasta  que  qúedó  libre  la  via  natural. 
Pero  haciéndose  incómoda  la  cánula  siempre 
que  tenia  que  evacuar,  incómodo  tanto  ma- 
yor cuanto  que  se'aumentaba  singularmente  por 
el  derrame  continuo  de  la  orina  por  la  esíre- 
midad  del  instrumento.  Hamilton  evitó  estos 
inconvenientes  retirando  desde,  luego  la  cánu- 
la. Sin  embargo,  en  otra  circunstancia,  dejó 
Fleurant  la  cánula  en  el  ano  y  ¡a  vejiga  duran- 
te treinta  y  nueve  dias  sin  el  menor  inconve- 
niente. 

A  fin  de  impedir  el  desagrado  que  causa  la 
presencia  de  la  cánula,  pensó  Fleurant  que  se- 
ria mejor  servirse  de  un  tubo  hecho  con  una 
sustancia  flexible,  idea  que  merece  alguna 
atención,  sí  bien  nos  parece  que  no  se  presen- 
tan nunca  graves  inconvenientes  para  sacar  la 
cánula,  pues  se  citan  varias  observaciones  y 
casos  en  4ue  uo  ha  habido  que  deplorar  acci- 
dente alguno. 

Un  trocar  curvo,  de  suficiente  longitud,  es 
el  mejor  para  la  operación  y  el  que  Aconsej  a 
Pontean.  Como  los  trocares  de  punta  de  lanceta 
pueden  cortar  los  vasos  sanguíneos  que  san- 
grarían abundantemente,  muchos  autores  pre- 


fieren y  aconsejan  el  uso  de  un  trocar  de  pun- 
ta triangular.  Se  le  introduce  por  en  medio  de 
la  eminencia  que  ¡'urina  la  vejiga  distendida 
-un  poco  mas  allá  de  la  próstata,  perú  no  dema- 
siado arriba,  porque  de  lo  contrario,  se  corre- 
ría el  peligro  de  herir  el  peritoneo,  liastauíe 
debela  ciencia  ¿Mr.  Carpue,  por  muchas  ob- 
servaciones útiles  que  ha  hecho  acerca  de  es- 
te punto,  y  particularmente  por  haberse  lijado 
en  ia  parte  inferior;  por  la  cual  la  porción,  re- 
flejada del  peritoneo  baja  sobre  el  recto. 

Se  debe  dirigir  el  trocar  siguiendo  la  di- 
rección de  !a  vejiga,  el  eje  ó  una  linea  ideal 
que  va  desde  el  punto  en  que  so  debo  predi- 
car la  operación  basta  la  parte  media  del  es- 
pacio comprendido  entre  el  ombligo  y  la  sín- 
tisis  pul>ioa. 

Colócase  el  enfermo  en  la  cusma  postura 
que  para  la  operación  déla  lilotonüa;  pero  bas- 
tará, sin  necesidad  de  atar  juntos  sus  pies  y 
sus  manos,  que  un  practicante  se  encargue  de 
sostener  sus  rodillas.  El  operador  introducid 
el  índice  de  la.  mano  izquierda  cubierto  o  mo- 
jado con  aceite  en  el  recto,  eu  donde  sentitá 
detrás  de  la  próstata  y  entre  los  canales  defe- 
rentes, la  eminencia  de  la  vejiga  disíeudiúa.. 
Las  vesículas  seminales,  que  se  encuentran  al 
esterior  de  los  canales  deferentes,  se  ballau 
menos  espuestas  áser  lastimadas.  Detrás  de  la 
glándula  próstata  se  observa,  conforme  lo  in- 
dica sir  A.  Cooper,  un  espacio  triangular  que 
puede  atacar  el  instrumento,  y  en  la  parte  an- 
terior de  este  espacio  está  el  ángulo  de  reu- 
nión de  los  conductos  deferentes.  Los  lados 
de  este  triángulo  se  bailan  constituidos  por 
los  canales  deferentes  y  la  base  por  el  replie- 
gue que  forma  el  peritoneo  al  reflejarse  desde 
la  parte  posterior  de  la  vejiga  sobre  el  ruólo. 
Es  preciso  aprovechar  éste  punto  cu  que  la 
vejiga  no  se  baila  revestida  por  el  peritoneo  y 
meter  el  instrumento  á  unas  nueve  lineas  de- 
trás de  la  próstata  porque  asi  se  cviluque  que- 
den lastimados  los  conductos  deferentes.  El 
cirujano  debe  mantener  el  dedo  aplicado  sobre 
este  espacio  basta  que,  con  la  mano  derecha, 
baya  introducido  un  bisturí  curvo,  cuya  con- 
cavidad mire  hacia  delante.  No  es  preciso  ni 
conveniente  que  el  punzón  sea  mas  largo  que 
la  cánula  antes  de  que  se  halle  bien  seguro 
de  si  el  instrumento  se  aplicó  bien  en  el  de- 
bido punió. 

Es  inútil  retener  la  cánula  en  la  abertura 
después  que  la  inflamación  ha  entumecido  los 
labios  de  la  herida  pues  ya  no.es  do  temer  que 
se  cierre  hasta  que  la  orina  baya  encontrado 
otro  paso.  SirEverardo  lióme  creo  que  en  ge- 
neral se  puedo  sacar  la  cánula  al  cabo  de  trein- 
ta y  siete  horas.  Con  efecto,  no  recordamos 
caso  alguno  en  que  se  hayan  originado  acci- 
dentes de  la  extracción  de  esta  cánula,  porque 
la  orina  pasa  al  través  de  uua  simple  abertu- 
ra, del  mismo  modo  que  en  la  operación  por 
encima  del  pubis.  La  seguridad  y  la  sencillez 
de  la  puntura  de  la  vejiga  por  el  recio,  reno- 


VEJIGA-VEJIGÁTOBIOS 


9Í* 


miendafl  siempre  este  método  á  los  inéditos 
impareiales.  la  herida  se  verifica  acierta  §is= 
láncia  del  peritoneo;  las  partes  que  atraviesa 
no  son  gruesas,  y  es  imposible  que  la  orina  sé 
esiravase  por  el  tejido  celular.  Este  método  es 
aplicable  cuando  la  vejiga  está  enferma,  ebn- 
traida,  ton  las  paredes  engruesadas  ó  con  él 
cuello  inflamado.  Solo  el  crecimiento  de  la 
próstata  y  una  enfermedad  del  recto,  son  las 
únicas  circunstanciasen  que  se  debe  preferir  la 
puntura  por  encima  del  pubis. 

tíos  felícitamtls  de  poder  contar  entre  los 
partidarios  de  esté  método  al  ilustrado  y  fa- 
moso médico  Mr.  Hey,  y  como  su  juicio  en 
semejante  materia  lia  de  ser  de  gran  peso,  va- 
mos á  trascribir  el  siguiente  pasage  de  su 
apreeiáble  obra,  sobre  todo,  porque  las  obser- 
vaciones que  contiene  confirman  otras  muchas 
ideas  enunciadas  en  el  curso  de  este  articulo. 
«Es  muchas  veces  imposible,  por  diferentes 
causas,  hacer  pasar  una  sonda  al  través  de  la 
uretra,  y  si  persiste  la  retención  de  la  Orina, 
es  necesario  entonces  recurrir  á  la  puntura 
de  la  vejiga,  Se  puede  ejecutar  esta  operación 
ya  encima  del  pubis,  ya  al  través  del  recto.  La 
he  visto  practicar  de  ambos  modos,  pero  pre- 
tiero el  último,  pues  es  mas  fácil  para  el  ciru- 
jano y  menos  doloroso  para  el  enfermo.  El 
trocar  curvo  de  Poutoau  es  un  instrumento  muy 
útil,  y  del  que  podemos  servirnos  sin  cuidado 
para,ábrir  la  vejiga  al  través  del  recto.  El  ope- 
rador debe  evitar  cuidadosamente  que  se  las- 
time ninguna  arteria  que  pueda  encontrar  al 
dirigirse  hácia  el  ano,  en  el  punto  en  que  es 
mas  saliente  la  vejiga.  El  dedo  que  se  introdu- 
ce en  el  recto  para  guiar  el  trocar,  debe  pro- 
fundizar por  uno  11  otro  lado  de  este  vaso,  no 
siendo  siempre  Tíecesario  dejar  la  cánula  en 
aquel  punto,  porque  la  orina  principia  á  veces 
á  fluir  por  el  pene  pocas  horas  después  de  va- 
ciada la  vejiga.  Acaso  se  reproduzca  mas  í  me- 
nudo este  fenómeno  siempre  que  un  angosta- 
rnienfo  de  la  uretra  sea  el  que  haya  impedido 
la  introducción  de  la  tienta.  Si  se  cierra  lahe- 
ridaantes  que, salga  la  orina  por  la  via  natural, 
hay  que  recurrir  por  segunda  vez  á  la  opera- 
ción, lo  cualno  fatiga  én manera  alguna  al  en- 
fermo; tampoco  es  muy  incómoda  3a  perma- 
nencia déla  cánula  en  la  vejiga  durante  dos  6 
tres  dias,  como  que  al  contrario  ,  :á  veces  es 
necesaria  y  casi  nunca  inconveniente. 

Las  objeciones  que  se  oponen  á  la  puntu- 
ra de  !a  vejiga  por  el  recto  son  en  número  de' 
tres,  á  saber: 

H*  La  presencia  de  la  cánula  détermin  a 
tin  lenesma  continuo. 

2 . 1  El  derrame  de  la  orina  determina  la  ir- 
ritación y  la  ulceración  del  recto. 

3.a  Se  puede  establecer  una  fístula  entre  el 
recto  y  la  vejiga. 

Según  parece,  sir  A.  Gooper  observó  casos 
en  que  se  dejaron  sentir  accidentes  de  esta  es- 
pecie, habiendo  llegado  hasta  á  morir  un  en- 
fermo á  consecuencia  de  la  desorganización 


del  recio.  De  suerte,  que  )a  puntará  de  la  ve- 
jiga por  esíe  intestino  no  es,  según  él,  una 
operación  que  pueda  preconizarse  en  todos  los 
casos. 

Hemos  íiablado,  aunque  someramente,  mas 
arriba  de  la  idea  de  incindir  la  uretra  más  allá 
del  obstáculo.  En  vez  de  practicar  la  puntura 
de  la  "vejiga,  aconsejó  Mr.  Grainger  de  Birmin- 
gham,  hace  algunos  años,  que  se  iucindiese 
la  uretra  inmediatamente  delante  de  la  prós- 
tata y  se  evacuase  la  vejiga  por  medio  de  una  ■ 
sonda  pasada  al  través  del  glande,  ó  dado  ca- 
so que  no  se  pudiese  conseguir  esto,  que  se 
le  dividiese  cori  «n  bisturí. 

Raras  veces  se  hallan  espuestas  las  muge- 
res  á  esa  enfermedad  que  Obliga  á  hacer  la 
puntura  de  la  vejiga.  Sin  embargo,  la  reírover- 
sion  de  la  matriz  puede  obliterar  el  meato  uri- 
nario y  oponerse  á  la  introducción  de  la  son- 
da, en  cuyo  caso  no  habrá  roas  remedio  que 
recurrir  á  la  puntura.  La  puntura  por  encima 
del  pubis  es  la  única  qne  debe  practicarse, 
salvo  en  aquellas  circunstancias  que  se  pueda 
introducir  el  trocar  por  la  vagina,  cuyo  pro- 
cedimiento condena  sir  A.  Coopér,  porque  da 
lugar  casi  siempre  á  una  fístula  urinaria  incu- 
rable ,  y  porqué  !a  orina  determina  en  todos 
los  casos  una  considerable  irritación  en  las 
partes  con- que  se  halla  en  contacto. 

Nada  diremos  de  la  parte  bibliográüea,  por- 
que supuesto  que  hemos  mencionado  diferen- 
tes autores  en  el  curso  de  este  artículo,  es  lo 
natural  que  acudan  nuestros  lectores  á  los  im- 
portantes trabajos  que  dejaron  consignados  en 
los  anales  de  la  ciencia. 

VEJIGATORIOS,  (Cirugía.)  Son  medicamen- 
tos tópicos  que ,  cuando  se  aplican  sobre  la 
piel,  levantan  el  epidermis  bajo  la  forma  de 
ampollas  llenas  de  serosidad.  Diferentes  sus- 
tancias poseen  la  propiedad  de  producir  este 
efecto  en  el  tejido  cutáneo;  pero  el  polvo  de 
cantáridas  es  el  qne  opera  con  mas  Seguridad 
y  prontitud ,  y  por  eso  es  hoy  dia  tan  general 
su  uso.  He  aqui  la  fórmula  del  emplasto  veji- 
gatorio: 

-  ^f- Cantáridas   H>j 

Emplasto  de  cera.  ...    &j  B 
Manteca  de  cerdo.  ...  H>j 

Fundidas  la  cera  y  la  manteca  de  cerdo,  se 
añadé,  criando  está  ya  fria  la  mezcla,  el  polvo 
de  cantáridas. 

Cuando  no  se  trata  de  conservar  por  algún 
tiempo  .el  derrame  de  un  vejigatorio,  basta  ha- 
cer una  simple  abertura  en  el  epidermis  para 
qué  salga  el  liquido  en  cuestión;  pero  si  con- 
viene sostenerla  supuración,  el  cirujano  debe 
cortar  con  unas  tijeras  toda  la  película  y  curar 
convenientemente  la  parte  escoriada.  Los  prác- 
ticos antiguos  acostumbraban  niezclar  con  un 
ungüento  el  polvo  de  cantáridas  y  curar  el 
vejigatorio  con  esta  composición;  pero  seme- 
jantes curas  ocasionaron  á  menudo  afecciones 


973 


VEJIGATORIOS 


376 


dolorosas  de  la  vejiga,  una  sensación  de  calor 
al  orinar  y  estrangurias  muy  graves.  Consi- 
gúese que  se  disipen  estos  síntomas  quitando 
toda  !a  parte  de  cantáridas  que  pUeda  haber 
en  la  superficie  de  la  herida  que  se  fomentará,, 
y  dando  á  beber  con  abundancia  al  enfermo 
tisanas  mucilaginosas.  Créese  hoy  que  en  tales 
casos  es  el  alcanfor  mas  bien  ¿lañoso  que  útil. 

Tales  objeciones,  relativamente  al  uso  de 
los  ungüentos  en  los  cuales  entran  cantáridas 
para  la  curación  de  los  vejigatorios,  indujeron 
á  hacer  uso  del  meoerco,  de  la  euforbia  ó  de 
algunas  otras  sustancias  irritantes  que  cuando 
están  bien  incorporadas  con  el  ungüento,  for- 
man escelentes  preparaciones  para  hacer  su- 
purar los  vejigatorios,  ademas  de  que  no  pre- 
sentan, como  las  cantáridas,  el  inconveniente 
de  irritar  la  vejiga. 

Bi  remedio  en  boga  para  sostener  los  veji- 
gatorios, es  el  polvo  de  sabina,  sobre  el  cual 
fué  el  primero  en  llamar  la  atención  Mr.  Crow- 
Itter  eu  la  primera  edición  de  su  obra  sobre 
los  tumores  blancos,  bicho  práctico  hizo  ob- 
servar, en  su  última  edición,  que  lo  que  le  de- 
terminaba á  hacer  el  ensayo  de  diversas  sus- 
tancias escarólicas  bajo  la  forma  de  ungüento, 
era  la  minuciosa  atención  que  exige  el  estable- 
cimiento de  los  exutorios  por  los  cáusticos;  y 
entre  estas  diversas  sustancias  ocurrióle  la 
idea  de  ensayar  el  polvo  de  sahína,  cuyos  bue- 
nos efectos  hahia  observado  para  hacer  des- 
aparecer los  puerros  ó  berrugas.  Mezcló  pri- 
mero una  corla  cantidad  de  este  polvo  con 
cerato  ordinario,  sirviéndose  de  él  para  curar 
la  parle  en  que  se  hahia  aplicado  un  vejigato- 
rio; pero  habiéndose  derramado  el  ungüento 
quedó  en  la  herida  el  polvo  seco,  sin  producir 
efecto  alguno.  Mr.  Crowther,  por  medio  de 
unco-cimiento  muy  denso  de  sabina;  obtuvo 
un  extracto  que  mezcló  con  ungüento,  dándo- 
le muchos  mayores  resultados,  porque  deter- 
minó una  supuración  abundante  y  duradera. 
Por  Ai],  después  de  diversos  ensayos,  creyó 
aquel  médico  que  debia  preferir  para  esta  es- 
pecie de  curaciones  una  preparación  análoga  al 
ungüenlum  sambuci  de  la  farmacopea  deLón- 
dres,  y  hoy  .dá  ia  siguieute  fórmula,  propia 
para  todas  las  indicaciones, 

?í.  Sabinpe  reeentis  contusa;  .....    ib  ij. 

Cerse  flavas  B>j. 

Adipis  suillíc  Hi  iv. 

adipas  et  cera  liquefacía ,  incoque  sabinam 
et  cola". 

Esla  fórmula  solo  difiere  de- la  publicada 
por  Mr.  Crowther  en  1797  en  que  se  emplea 
doble  cantidad  de  hojas  de  sabina.  El  cera- 
to  de  esta  planta  de  la  farmacopea  central 
de  l.óndres  está,  según  dicho  práctico,  perfec- 
tamente bien  hecho.  Tritúrase  con  la  mitad  de 
la  manteca  de  cerdo  la  mitad  de  la  sabina,  so- 
metiendo la  mezcla  á  la  fuerte  presión  de  una 
prensa  de  bierro.  Añádese  todo  al  resto  de  la 


manteqa,  y  se  hace  hervir  hasta  que  principia 
la  satina  á  ponerse  córnea.  Se  pasa  en  seguida 
el  ungüento  y  se  lo  agrega  Ja  cantidad  citada 
de  cera,  cuidando  antes  de  hacerla  fundir.  Ob- 
sérvese bien,  relativamente  al  uso  del  ungüen- 
to de  .sabina  inmediatamente  empleado  "des- 
pués de  cortada  la  película  del  vejigatorio,  di- 
ce  Mr.  Crowther,  que  la  eSperienciaha  proba- 
do las  ventajas  del  uso  de  ese  remedio  tópLcr> 
siempre  que  se  ha  disminuido  su  acción  me- 
diante la  adición  do  una  mitad  ó  de  un  tercio 
de  cerato.  Siguiendo  estos  consejos,  se  obten- 
dr  á  una  supuración  mas  abundante  que  si  se 
emplease  no  mas  que  el  ungüento  de  sabina. 
Mr.  Crowther  añade  que  ha  observado  que  los 
fomentos  hechos  en  la  parte  con  franela  em- 
papada en  agua  caliente  era  un  medio  mucho 
mas  fácil  y  mucho  mas  conveniente  para  lim- 
piar la  herida  del  vejigatorio ,  y  sumamente 
mas  apropiada  para  la  acción  que  se  pretende 
determinar  pormedio  del  ungüento,  que  el  uso 
de  rascar  la  parte  conforme  aconsejan  algu- 
nos prácticos.  Mr.  Crowther  ha  observado 
igualmente  que  una  preparación  hecha  de 
cuando  en  cuando  con  el  preparado  conocido 
con  el  nombre  de  ungüentum  retina;  flaveera 
muy  convenienle  ó  muy  á  propósito  para  im- 
pedir que  la  herida  presente  el  aspecto  de  una 
escara  ó  que  se  cubra  con  una  costra  gruesa, 
cuyo  tejido  es  á  veces  tan  resistente,  qnees  ., 
preciso  separarle  con  un  estilete,  tan  pronto 
como  se  desprende  el  epidermis  al  levantar  el 
vejigatorio.  A  medida  que  disminuye  la  supu- 
ración, se  debe  aumentar  proporcionalmente 
la  fuerza  del  ungüento  de  sabina.  El  ceralo  de 
esla  planta  debe  emplearse  en  un  grado  mayor 
ó  menor  de  energía,  según  la  escitacion  ijne 
produzca  en  la  piel  det  enfermo.  Amenudo  os 
necesario  escitar  con  mayor  energía  á  ciertas 
personas  que  á  otras  para  favorecerla  supura- 
ción, pero  esto  solo  debe  veriDcarse  en  visía 
de  las  sensaciones  que  deiermine  la  irritación 
del  cerato. 

Mr.  Crowther .  empleó  ungüentos  en  los 
cuales  entraban  las  flores  de  la  clematis  erec- 
ta, del  capsicum  y  las  hojas  de  la  digital  pur- 
púrea. Los  dos  primeros  preparados  no  produ- 
jeron efecto  alguno,  pero  el  último  fué  muy  es- 
timulante. También  hizo  uso  de  la  potasa 
cáustica  mezclada  con  el  cerato  de  blanco  de 
ballena,  en  laproporcion  de  un  gramo  poruña 
onza.  Este  nuevo  preparado  le  pareció  muy  ac- 
tivo, pero  no  determinó  supuración.  Ensayó  un 
adarme  de  sublimado  corrosivo  diluido  encua- 
íro  onzas  del  cerato  que  últimamente  acaba- 
mos de  mencionar;  pero  tan  dolorosa  fué  su 
aplicación,  que  hubo  que  quitarlo  á.  las  dos 
horas,  resultando  ademas  un  eptialismo  mny 
abundante. 

Por  punto  general  es  mas  razonable,  en 
vez  de  soslener  la  supuración  do  un  vejigato- 
rio, reapliear  de  nuevo  el  emplasto  de  cantá- 
ridas,' después  de  seco  el  primero,  y  continuar 
asi  aplicando  otros  nuevos  á  intervalos  muy 


977 


VEJIGATORIOS 


978 


cortos uiientrasasL lo  exíjanlas  circunstancias. 
Cuando  es  muy  irritable  la  piel,  sobre  todo  en 
las  criaturas,  enlas  cuales  el  emplasto  de  can- 
táridas obra  aveces  con  tal  violencia  que  pro- 
duce escaras,  6  en  lodos  los  casos  en  que  las 
cantáridas  bajo  esta  forma  determinan  la  es- 
tranguria  y  la  irritación  de  los  órganos  urina- 
rios, se  pueden  evitar  estos  inconvenientes, 
interponiendo  un  pliego  de  papel  entre  el  em- 
plastó y  los  tegumentos.  Mr.  Thomson  reco- 
mienda, con  el  mismo  objeto,  que  se  aplique 
con  suavidad  é  inmediatamente  encima  del 
emplasto  un  pedazo  de  gasa  una  empapada  en 
vinagre.  A  veces  se  ha  agregado  de  cantáridas, 
para  las  criaturas,  una  corta  cantidad  de  opio 
para  que  su  acción  fuese  menos  enérgica.  Si  no 
nos  engañamos,  Mr.  Cbevalicr  fué  quien  pro- 
puso dicha  adición. 

Vamos  ahora á  entrar  en  algunas  conside- 
raciones sobre  los  remedios  siguientes: 

1.  °  Los  epispásticos. 

2.  "  los  cáusticos. 

3.  "  Los  cateréticos. 
i,n   Los  escaróticos. 

Epispásticos.  I.lámanse  epispásticos  los  re- 
medios que  inílamm  la  piel  hasta  el  punto  de 
exulcerarla,  determinandonoa abundante  exha- 
lación serosa  ó  una  verdadera  supuración.  Los 
antiguos,  guiados  por  la  senda  del  husnorisnio 
confiaban  mucho  en  estos  remedios,  como  ca- 
paces de  atraer  los  humores  nocivos  y  de  es- 
petados fuera  del  cuerpo.  Nosotros  que  sin  de- 
lerminar  absolutamente  tamañas  ideas,  aprecia- 
mos mas  el  estimulo  que  la  excreción,  echa- 
mos mano  de  los  epispásticos  para  establecer 
una  irritación  derivativa  permanente,  y  algnüa 
que  otra  vez  buscamos  también  las  evacuacio- 
nes supletorias.  Sea  como  fuere,  estos  medi- 
camentos no  difieren  esencialmente  de  los  que 
acabamos  de  describir,  y  solo  constituyen  una 
nueva  gradación,  en  que  la  misma  sustancia 
mas  concentrada  ó  aplicada  por  mas  tiempo, 
anadéala  rubefacción  el  efecto  vesicante.  Asi 
la  mostaza,  que  en  un  principio  solo  irrita,  al 
cabo  de  algunas  horas  vesica;  y  otro  tanto  hacen 
laderttalaria,  los  ajos,  el  pelitre  y  la.cebadilla. 
Asi,  pues,  irritando  con  fuerza  la  red  deMalpi- 
gio,  determinan  un  aumento  de  secreción  se- 
roja, que  levanta  la  epidermis,  la  desprende 
de  las  túnicas  subyacentes  formando  ampo- 
llas y  deja  en  la  parte  un  estado  de  exulcera- 
ron mas  ó  menos  intensa;  otras  veces  profun- 
diza mas  su  virtud  y  levanta  granos  ó  pústulas 
que  supuran,  y  que  últimamente  se  convierten 
en  úlceras  ó  en  costras.  Cuando  levantan  veji- 
gas ó  ampollas  toman  el  nombre  de  vejigato- 
f  ríos,  y  algunos  les  denominan  vulgarmente 
cáusticos. 

Entre  los  epispásticos  se  incluyen  los  si- 
guientes: 

!■*  bjia  gran  temperatura. 
-■     El  amoniaco  liquido.  ■ 

3.  "   Los  sinapismos. 

4.  "  Las  cantáridas. 

'■¡231    MBLIOTEGA  POWJLAn. 


5.  "   El  tonino  ó  palo  santo. 

6.  "   La  clematida  ó  yerba,  de  los  pobres. 
%*   Las  euforbias. 
8.*   El  tártaro  emético. 

El  calúrico  en  grado  elevado  es  el  mas  sen- 
cillo de  todos  los  epispásticos.  Todo  el  mundo 
sabe  que  el  agua  hirviendo  quema,  qne  el  acei- 
te y  demás  líquidos  en  igual  estado  hacen  otro 
tanto,  y  qne  en  todas  estas  quemaduras  se  le- 
vantan ampollas;  desgraciadamente  son  pocos 
los  que  no  han  tenido  ocasión  de  esperimen- 
tarín  alguna  vez  en  si  mismos.  Este  es  el  re- 
sultado inmediato  de  la  impresión  rápida  y  mo- 
mentánea de  los  líquidos  en  hervor;  si  su  ac- 
ción se  prolonga  produce  ya  otros  efectos, 
desorganizan  completamente  la  parte  y  forman 
escaras.  Basta,  pues,  que  apliquemos  paños 
-empapados  en  agua  hirviendo  para  producir 
inmediatamente  la  vesicación,  y  si  esta  no  tu- 
vo efecto,  reiterárnosla  aplicación  cuantas  ve- 
ces nos  parezca  oportuno,  en  el  concepto  de 
que  á  los  pocos  minutos  perdió  ya  el  remedio 
toda  su  virtud. 

El  mas  común  délos  epispásticos  es  el  em- 
plasto oficinal  de  cantáridas.  Estos  son  unos 
insectos  de  figura  de  mosca  ó  de  escarabajo, 
largos  de  seis  á  diez  líneas ,  de  color  verde 
dorado  y  reluciente,  con  antends  negras  ,  que 
en  el  solsticio  de  verano  se  desarrollan  en  va- 
rios puntos  de  España,  Italia  y  ¥  rancia,  y  reu- 
nidos en  bandadas  van  á  pacer  y  devorar  las 
hojas  del  chopo,  fresno,  lila  y  alheño.  Asi  reu- 
nidas en  gran  número  exhalan  un  olor  fuerte  y 
viroso  que  se  siente  á  lo  lejos  y  anuncia  la 
proximidad  de  sus  enjambres  á  los  que  van  en 
su  busca  para  recogerlas.  Con  este  fin  los  me- 
ses de  junio  y  de  julio  al  despuntar  el  dia, , 
cuando  dichos  insectos  están  aun  adormecidos 
y  pasmados 'por  ia  .frescura  y  humedad  de  la 
noche,  se  estiende  un  lienzo  al  pie  del  árbol, 
se  sacuden  sus  ramas  y  se  cogen  dichas  mos- 
cas, luego  se  matan,  con  el  vapor  del  vinagre 
ó  sumergiéndolas  en  una  cubeta  de  oxicrato 
caliente  y  se  ponen  á  secar  al  sol  ó  en  una 
estufa. 

El  principio  activo  de  las  cantáridas  reside 
al  parecer  principalmente  en  una  sustancia 
acre  llamada  cantaridiua,  bien  que  contribuyen, 
á  aumentar  su  energía  el  aceite  volátil,  y  otros 
principios  constitutivos  de  dichos  insectos.  De 
todos  modos  las  cantáridas  irritan  fuertemente 
todos  los  órganos  con  que  se  ponen  en  contac- 
to, y  su  virtud  trasciende  cou  ta  mayor  facili- 
dad á  los  órganos  génito-uriuarios,  ocasionan- 
do fuertes  priapismos  y  ematnrias,  y  supri- 
miendo ó  disminuyendo  el  [Urjo  de  la  orina. 
¡  liara  vez  se  aplican  los  polvos  linos  en  úlceras 
atónicas,  mas  comunmente  nos  valemos  de  sus 
■  polvos  groseros  para  confeccionar  emplastos, 
pomadas  y  tinturas  ejrispáslicas.  . 

"De  cualquierniodo  queso  apliquen  las  can- 
táridas su  absorción  tiende,  como  queda  dicho, 
á  irritar  las  vías  uropoyéclicas.  Puede  esto  pre- 
venirse en  parte,  abriendo  las  vejigas  sin  qni- 

T.    XXXIII.  62 


979 


VEJIGATORIOS 


tar  el  epidermis,  porque  es  claro  que  las  mo- 
léculas de  aquellos  insectos,  que  quedan  sobre 
la  cutícula  desprendida  ya  del  dermis,-no  po- 
drán ser  fácilmente  absorbidas.  Sin  embargo, 
si  por  cualquier  estilo  se  irritan  las  espresadas 
vías,  cebaremos  mano  del  alcanfor ,  curando 
con  alguna  pomada  alcanforada  las  úlceras  re- 
sultantes de  los  vejigatorios,  y  aplicando  lini- 
mentos .de  la  misma  especie  en  las  inmediacio- 
nes de  los  órganos  renales.  Y  no  deja  de  haber 
prácticos  que  nunca  usan  las  cantáridas  sin  in- 
corporarlas con  emplastos  ó  ungüentos  que 
conteogatíatcanfor. 

Por  regla  general  no  se  emplea  otro  epis- 
pástico  que  las  cantáridas,  pero  suplen  per- 
fectamente por  ellas  el  agua  hirviendo  y  todos 
os  'Vegetales  que  hemos  mencionado.  Asi 
cuando  haya  recelo  do  que  se  irriten  las  vías 
urinarias,  podemos  echar  mano  de  las  indica- 
das sustancias,  pues  ninguna  de  ellas  ofrécela! 
inconveniente. 

El  reino  mineral  da  también  sus  epispásti- 
cos,  pero  comunmente  nos  limitamos  al  uso 

1 Del  tártaro  emético 
i  2."    De  la  sal  amoniaco. 

El  tártaro  emético  ó  tártaro  estibiado  es 
un  preparado  antimonial  de  macho  uso  en  la 
medicina  interna  para  pronioverel  vómito. 
Aplicado  al  esterior  levanta  una  erupción  pus- 
tulosa de  carácter  particular,  con  granos  acha- 
tados, redondos,  rojos  al  principio  y  después 
de  color  plateado,  muy  parecidos  á  los  de  ta 
vacuna.  En  esos  focos  de  irritación,  en  vez  de 
agua  ó  suero  albuminoso;  se  trabaja  pus,  y 
por  consiguiente  en  lugar  de  vejigas  vemos 
establecido  un  foco  supuratorio,  cuyos  mate- 
riales se  concretan- á  veces  formando  costras, 
y  en  otros  casos  dan  origen  ó  margen  á  la  for- 
mación de  úlceras  que  gauan  el  grosor  del 
dermis  y  tardan  mucho  en  cicatrizarse.  A  este 
lin  se  carga  un  parche  con  el  emplasto  de  pez 
de  Boi'goña  ó  con  el  de  diaquilon  gomado,  y 
se  espolvorea  con  unadracma  ó  dracmay  me- 
dia de  tártaro  emético,  aplicándolo  en  seguida 
bien  caliente,  apretándole  sobre  la  parte,  y 
dejándole  én  ella  por  espacio  de  veinte  y  cua- 
tro treinta  ó  mas  horas.  Triturando  dicha  sus- 
tancia con  la  grasa  en1-  la  proporción,  de  una 
dracma  por  onza  forma  la  porcada  es'tibiada, 
y  si  por  cada  parte  dé  dicho  tártaro  se  !e  jun- 
tan tres  de  manteca,  toma  el  nombre  de  Auten- 
i'ielh.  Ambas  pomadas  se  aplican  en  fricción 
empleando  cada  vez  la  cantidad  de  mediasdrac.- 
ma,  si  la  superficie  es  limitada,  y  se  reitera  la 
aplicación  dos  veces  al  dia,  hasta  que  estén 
formadas  las  pústulas  y'se  presenten  con  buen 
grado  de  irritación. 

La  sal  amoniaco  incorporada  con  la  grasa 
levanta  también  granos  en  la  piel-,  que  luego 
se  convieiteii  en  costras.  Mas  como  su  eficacia 
dista  mucho  de  ser  comparable  con  la  del  tár- 
taro emético,  preferimos  comunmente  esta  sus- 
tancia, y  reservamos  la  sal  amoniaco  para  los 
pasos  en  que  la  propensión  de  los  enfermos 


al  vómito  nos  hiciera  temer  algún  nial  resul- 
tado déla  absorción  del  tártaro  estibiado.  ' 

Cáusticos.  Son  los  medicamentos  que 
deshacen  la  textura  de  nuestros  sólidos  Ins 
descomponen  y  destruyen.  Asi  como  los  éiiis- 
pásticos  hemos  visto  que  obraban  sobre  la  vi- 
talidad, y  que  lodos  los  desórdenes  que  ellos 
inducen  son  producto  de  la  inflamación,  en  el 
uso  de  los  cáusticos  propiamente  tules,  vemos 
jugar  las  afinidades  químicas,  ocasionando 
primero  la  desorganización,  yiras  de  ella  una 
inflamación  eliminadora  para  desprender  las 
partes  muertas  que  se  han  convertido  ya  cu 
un  cuerpo  estraño  al  organismo. 

'  Hay  dos  especies  generales  de  cáusticos,  á 
saber:  •> 

l.4  Actuales. 

!¿.a  Potenciales, 

Los  cáusticos  actuales  consisten  en  la  apli- 
cacion  del  fuego,  y  pertenecen  á  esta  clase 
etlñerro  y  demás  metales  enrojecidos  ó  he- 
chos ascuas,  el  carbón  muy  encendido  y  todas 
las  sustancias  inflamadas,  como  la  moxa,  el 
algodón,  el  cáñamo,  etc. 

Los  cáusticos  potenciales  se  componen  de 
sales,  ácidos  y  álcalis  concentrados,  y  de  cual- 
quier otro  cuerpo  que  desorganice  sin  hallarse 
en  estado  de  ignición. 

Según  el  grado  de  fuerza  con  que  obran 
estos  cáusticos  se  dividen  también  del  modo 
siguiente: 

I ."  En  catoréricos.' 
2..11    En  escaróticos. 

Los  caleréticos  obran  con  suavidad  y  con 
lentitud; 

.  Los  escaróricos,  al  contrario,  actúan  can 
extraordinaria  rapidez  y  energía. 

Caterérieos.  Son  los  medicamentos  que 
roen  con  lentitud,  destruyen  las  fungosidades 
y  cambian  el  juego  orgánico  de  los  tejidos  so- 
bre que  se  aplican,  dejando  en  ellos  un  esti- 
mulo nuevo  que  varia  á  menudo  el  carácter  ha- 
bitual de  la  enfermedad.  Por  esta  razón  las 
aplicamos  con  frecuencia  en  úlceras  que  ve- 
getan mucho,  ó  que  están  sostenidas  por  al* 
guna  irritación  especial,  gue  no  las  deje  ua- 
minar  hácia  la  cicatrización.  En  ambos  casos 
destruimos  con  los  eateréricos  la  superlicie  de 
la.  úlcera,  y  damos  'margen  á  que  ¿í  .trabajo 
orgánico  se  acerque  mas  al  estado  normal. 

Se  cuentan  éntrelos  caterérieos  lassustan- 
cias  siguientes: 

1.  "   El  precipitado  blanco. 

2.  a  El  precipitado  rojo. 

3.  "  El  alumbre  crudo. 

4.  a  El  alumbre  quemado. 

5.  a  Ei  cardenillo  ó  verdete. 
6>  La  cal. 

7.a  La  pomada  oxigenada. 

Todas  estas  sustancias  gozan  de  distintas 
virtudes;  de  suerte  que  son  astringentes  si  se 
hallan  muy  diluidas  en  agua  y  son  capaces  de 
pervertir  el  estímulo  herpético  cuando  se  las 


984 


VEJIGATORIOS- VELACION 


982 


incorpora  con  la  manteca  de  cerdo  ó  con 
cualquiera  otra  grasa  análoga. 

Por  fin,  lienen  uso  como  cateréricos  algu- 
nos zumos  vegetales,  como  el  de  los  higos 
verdes,  el  de  la  celidonia,  el  del  limón,  los 
polvos  de  sabina,  de  ouforbia,  de  gengibre,  ele, 
que  los  aplicamos  para  matar  verrugas  ú  otras 
excrecencias,  para  fundir  callosidades  de  los 
bordos  de  las  úlceras,  para  destruir  las  fungo- 
sidades que  presentan  estas  en  su  superít- 
ele, etc.;  mas  la  acción  de  semejantes  reme- 
dios es  sumamente  limitada. 

Escarótico s.  Llámanso  escaróticos  aque- 
llos medicamentos  que  roen  con  prontitud 
nuestros  (ejidos,  los  desorganizan  y  destruyen, 
eonvii'tiéndolos  en  escara.  Entendemos  pores- 
cara  una  concluí  ó  pelieula  iuorgánica  adheri- 
da á  las  partes  vivas,  resaltante  de  la  destruc- 
ción de  los  vasos  y  demás  parles  sólidas  que 
itau  formado  cuerpo  contiuuu  con  los  líquidas, 
lis  tan  rápida  la  destrucción  que  producen  es- 
tos medicamentos,  que  cu  el  mismo  momento 
de  su  aplicación  sustraen  del  imperio  de  la 
vitalidad  á  las  partes  con  que  se  ponen  en 
contado,  y  todas  las  moléculas  mortificadas  ya 
np  son  mas  que  un  cuerpo  eslraño,  cuya  se- 
paración incita  su  misma  presencia,  junta- 
mente con  el  estimulo  que  lia  dejado  en  las 
parles  contiguas  la  acción  del  cáustico.  Y  al 
paso  que  los  cateréricos  no  producen  comun- 
mente desorganización  sensible  sobre  la  piel 
sana,  no  asi  los  escaróticos  que  destruyen  y 
¡norlificau  indistintamente  cualquiera  parle 
con  la  que  permanezcan  en  contacto. 

Los  escaróticos  á  que  ordinariamente  se 
recurre  son  los  siguientes: 

l I.a  piedra  infernal. 

2.  "   ha  potasa  sólida  ó  piedra  cáustica. 

3.  ''   La  potasa  diluida. 

'i.0  La  manteca  de  antimonio,  ó  sea  el 
muriato  de  antimonio. 

5.  "  El  arsénico  blanco,  óxido  de  arsénico 
ó  ácido  arsenioso. 

6.  "   El  sulfuro,  de  arsénico. 

7.  "   El  sublimado  corrosivo. 

8.  "   151  nitrato  ácido  de  mercurio. 

Por  lin,  los  ácidos  minerales,  como  el  sul- 
fúrico ó  aceite  de  vitriolo,  el  nitrico  ó  agua 
fuerte,  el  rnuriátieo,  etc  ,  son  todos  cáusti- 
cos poderosos,  y  se  aplican  como  la  manteca 
de  antimonio  con  una  paja,  bisopo,  planchue- 
la ó  lechino  empapados  en  tales  líquidos.  Si 
por  casualidad  produjeran  un  efecto  demasia- 
du  vivo,  no  hay  mas  que  echar  agua  en  ahun- 
dancia  sobre  la  parte  que  disolviendo  mas  y 
mas  el  cáustico,  aniquila  su  fuerza. 

VELA,  (Marina.)  Conjunto  ó  reunión  por 
costura  de  varios  pedazos  de  lona,  loneta,  co- 
lonia ó  vitre,  que  unido  á  su  respectiva  verga 
palo  ó  estai,  y  desplegada  al  viento,  da  im- 
pulso á  la  embarcación  para  navegar.  Las  ve- 
las son,  ó  cuadriláteras  ó  triangulares:  las  pri- 
meras se  gubdividen  en  cuadrilongas,  trape- 
cías  simétricas  y  trapezoides.  Las  cuadrilongas 


y  trapecias  se  llaman  cuadras  ó  redondas; 
las  trapezoides  cangrejas,  y  las  triangulares 
latinas,  que  son  las  tres  denominaciones  téc- 
nicas bajo  que  todas  se  conocen.  También  se 
dicen  ueias  de  cruz  las  cuadras  ó  redondas,  y 
velas  de  cuchillo  ó  cuchilla  las  cangrejas  y 
latinas;  debiendo  entenderse  que  los  califica- 
tivos de  cuadra  y  redonda  que  convienen  á 
las  primeras,  aunque  parecen  repugnantes  ó 
contradictorios,  son-relativos  diciéndose  la  vela 
cuadra,  por  su  ligara,  y  redonda  porque  se 
marea  y  bracea  por  redondo.  ' 

Ademas  de  estas  clasificaciones  genéricas 
toman  algunas  otra  denominación  particular  ó 
peculiar  según  el  modo  con  que,  síül  salir  de 
su  respectiva  especie,  se  aparejan  ó  preparan 
al  viento,  como  Ja  tarqnina,  la  guaira  ó  de 
guaira,  la  mística,  la  eje  abanico,  la  llamada 
vela  al  tercio,  etc. 

También  se  cuentan  entre  las  velas  de  cu- 
chillo, las  llamadas  en  general  velas  de  eslai 
y  los'/or¡rues;  aquellas  son  asimismo  de  la  es- 
pecie de  las  trapezoides  y  adquiere  cada  una 
el  titulo  de  su  respectivo  palo  ó  mastelero,  á 
escepcion  de  la  denominada  volante. 

Tomando  la  parte  por  el  todo  se  entiende 
por  vela  la  nave  misma. 

Dar,  hacer,  marear,  largar  vela,  es  au- 
mentar el  número  de  las  que  se  llevan  largas, 
y  dar  la  vela,  hacerse  á  la  vela  es  levar- 
se de  cualquier  fondeadero  y  ponerse  á  nave- 
gar, en  cuyo  caso  se  dice  igualmente  ponerse 
á  la  vela,  y  aun  significa  lo  mismo  á  veces 
el  hacer  vela,  como  Jo  denota  la  frase  usual 
da  hacer  vela  para  tal  parte. 

Cantar  vela:' anunciar  la  vista  de  alguna 
embarcación  el  vigía  de  topes  ó  el  que  la  des- 
cubre primero  gritando  \vela] 

Navegará  toda  vela:  llevar  largas  cuantas 
tiene  el  buque  ó  permite  la  posición  en  que 
navega  con  vientos  manejables. 

Dice.  Mar'ü.  Esp. 

Las  velas  en  su  origen  se  han  hecho  de 
diversas  formas  con  diferentes  especies  de  te- 
jidos y  aun  de  materias,  y  en  la  antigüedad  se 
usaban  igualmente  redondas,  cuadradas,  lar- 
gas y  triangulares.  Los  egipcios  las  hacían  de 
papirus,  los  bretones  del  tiempo  de  César 
de  cuero  y  se  han  hecho  de  telas  de  seda, 
de  algodón,  de  cáñamo,  de  juncos  entrelaza- 
dos, etc.  También  solian  usarse  velas  de  di- 
ferentes colores;  las  de  los  piratas,  por  ejem- 
plo, eran  de  color  del  agua  del  mar. 

VELACHERO.  (Marina.]  Barco  pequeño  de 
cabotage,  con  dos  palos,  el  uno  á  proa  con 
aparejo  de  polacra,  y  el  otro  en  el  centro  con 
vela  latina,  y  en  la  popa  lleva  un  oaiícuio,  que 
es  una  especie  de  mesaua  chica  ó  cangreja 
que  usan  los  faluchos  y  otras  embarcaciones 
latinas 

VEJACION.  (Derecho  canónico.)  Viene  esta 
palabra  de  la  latina  velare,  (cubrir  con  un  ve- 


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VELACION— VELLON 


lo),  y  significa  la  bendición  nupcial  que  deben 
recibir  ios  desposados,  según  las  leyes  de  la 
Iglesia.  Entre  las  ceremonias  que  prescribe  el 
ritual  eclesiástico  para  la  bendición  nupcial, 
"es  una  él  cubrir  la  cabeza  de  la  esposa  y  los 
hombros  del  esposo  con  una  bquda  ó  cinla 
como  señal  ó  símbolo  de  la  unión  ó  vinculo  del 
matrimonio.  So  se  confiere  en  todos  los  tiem- 
pos del  año  la  bendición  nupcial,  pues  se  sus-, 
penden  las  velaciones  desde  el  principio Mel 
Adviento  hasta  la  Epifanía,  y  desde  el  dia  de 
Ceniza  hasta  la  octava  de  Pascua  inclusive, 
porque  estas  épocas  están  destinadas  por  la 
Iglesia  parala  penitencia  y  la  oración. 

La  velación  no.es  esencial  en  el  matrimo- 
nio, el  cual  puede  contraerse  en  las  épocas  en 
que  están  cerradas  las  velaciones,  y  hacerse 
estas  después.  En  lo  antiguo  no  se  entregaba 
la  novia  al  marido  sino  después  de  haberse 
velado. 

VÉ  LITES.  Los  vélites  eran  en  la  milicia  ro- 
mana en  tiempo  de  la  república  y  antes  de  la 
dictadura  de  Mario,  tropas  ligeras,  irregulares 
al  principio,  y  luego  regulares,  cuando  loma- 
ron rango  en  la\organizaeion  de  las  legiones. 
Tito  bivio  (L  XXXYlll,  cap.  2 1)  nos  los  pre  - 
senta  marchando  á  pocos  pasos  delante  de  las 
enseñas,  ante  signa  módico  intervallo  vélites 
eunl.  «Llevan,  nos  dice,  en  la  mano  izquierda 
un  escudo  de  tres  pies,  en  la  derecha  dardos 
que  lanzan  desde  lejos  y  en  la  cintura  una  es- 
pada, y  si  necesitan  pelear  cuerpo  á  cuerpo, 
pasan  sus  dardos  á  la  mano  izquierda  y  cogen 
la  espida.»  Su  nombre  no  proviene,  como 
han  querido  los.etimologistas,  de  volites  [a  vo- 
lando), que  se  traducirla  por  volantes,  sino 
que  se  les  dió,  porque  peleaban  bajo  los'esr 
tandartcs,  ante  signa,  sub  velis  ó  wxilis,  no 
bajo  las  águilas  de  las  legiones.  Enefecto,  aun 
cuando  fueron  incorporados  en  las  legiones, 
se  separaban  de  ellas  pai;a  combatir  sobre  su 
frente  ó  sobre  sus  alas,  como  los  tiradores, 
pero  coa  sus  enseñas,  signa  ani  vela.  Ellos 
eran  los  que  empeñaban  los  combates  en  las 
vanguardias  por  medio  de  escaramuzas  que 
los  romiinos  llamaban  velilatio.  Durante  la  ac 
clon  no  tenían  puesto  lijo,  unas  veces"  á  van- 
guardia, otras  a  retaguardia,  y  otras  también 
en  las  tilas  y  en  linea.  « Una  parto  de  los  véli- 
tes se  unió  á  los  soldados  de  las  primeras  fi- 
las, y  el  resto  se  mantuvo- detrás,»  nos  dice 
su  historiador  Tito  bivio,  el  cual  nos  maui  - 
fiesta  en  el  lib.  XXVI,  cap.  IV,  en  qué  ocasión 
pelearon  por  primera  vez  coa  la  caballería 
montados  d  la  grupa  y  se  incorporaron  á  las 
legiones,  cuya  ocasión  fué  el  siüp  de  Cápua, 
defendida  por  el  ejército  de  Aníbal.  «Se  eligie- 
ron los  vélites  mas  vigorosos  y  ligeros.  Cada 
soldado  de  caballería  recibió  a  la  grupa  á  un 
vélite  y  !c  acostumbraron  á  sostenerse  bien  y 
echarse  á  tierra  á  la  primera  señal.  Cuando 
llegan  á  tiro  y  a  una  orden  dada,  los  vélites 
ceban  pie  á  tierra,  y  convertidos  repentina- 
mente en  infantes  de  ginetes  que  eran,  caen 


sobre  los  escuadrones  enemigos  y  lanzan  uno 
tras  otro. sus  dardos  con  vigor.  La  novedad  de 
esía  táctica  y  la  sorpresa  fueron  la  causa  prin- 
cipal del  terror  del  enemigo.  La  caballería ro- 
mana  se  precipitó  sobre  los  capuenses  y  car- 
tagineses, llenos  de  espanto,  é  higo  en  ellos 
horrible  carnicería.»  Desde  entonces  el  poder 
romano  tuvo  también  la  superioridad  por  su 
caballería,  y  los  vélites  quedaron  incoruora- 
dos  á  las  legiones;  pero  dejaron  de  formar 
parte  de  ellas  en  la  época  en  que  el  dictador 
Mario  hizo  algunas  reformas  en  la  constitu- 
ción del  ejército,  y  aun  parece  que  fueron  su- 
primidos, y  que  su  servicio,  el  de  vanguar- 
dia y  de  tiradores,  se  encomendó  á  soldados 
mercenarios,  isleños  de  las  Baleares,  creten- 
ses ó" tractos.  LO  cierto  es  que  el  nombre  de 
vélites  desaparece  de  la  historia  y  no  vuelve 
á  figurar  en  ella,  aunque  con  nuevo  brillo, 
hasta  la  formación  de  la  guardia  imperial  en 
Francia,  después  del  advenimiento  de  Sano- 
león.  Por  decreto  de  29  do  julio  de  ¡803  se 
agregó  un  batallón  de  vélites  á  cada  uno  de 
los  dos  regimientos  de'  granaderos  y  cazado- 
res. En  18U5  se  crearon  nuevos  cuerpos,  cu- 
tre otros,  los  vélites  á  caballo,  y  dos  nuevos 
batallones  de  vélites  de  á  pie,  que  a!  año  si- 
guiente formaron  un  regimiento.  En  1807  se 
organizó  un  batallón  de  vélites  de  Florencia 
y  otro.  de  vélites  de  Turki,  que  se  incorporó 
en  la  nueva  guardia;  si  bien  los  primeros  vé- 
lites  quedaron  en  la  antigua.  Por  lo  demás, 
todos  contribuyeron  eficazmente  ú  la  celebri- 
dad de  aquella  guardia  imperial,  de  inmortal 
memoria  en  los  fastos  del  ejórcijo. 

VELLON.  (Numismática.]  Diósc  el  nombre 
de  moneda  de  vellou  por  ¡a  vez  primera  á  la 
de  cobre  que  en  tiempo  de  los  reyes  Católicos 
se  mandó  labrar,  después  de  abolidas  todas 
las  monedas  antiguas,  que  habían  introducido 
suma  confusión  por  su  variedad. 

En  efecto,  desde  la  época  en  que  las  mo- 
nedas-españolas recibieron  el  nombre  demo- 
•mptanos,  morábanos,  morabelinos,  ntortó, 
maravedís',,  según  algunos  por  haberlos  in- 
troducido los  Almorávides  y  según  otros  por 
ser  el  dinero  cogido  á  los  moros  en  las  bala1 
Has,  (de  moro  y  botín),  desde  aquella  época, 
decimos,  fueron  tantas  y  tan  distintas  las  pie- 
zas acuñadas  cu  España  basta  los  reyes  Cató- 
licos, que  toda'via  no  puede  -asegurarse  si  es- 
tán bien  deslindados  y  reconocidos  sus  va- 
lores. - 

Los  godos  habían  adoptado  la  moneda  ro- 
mana, á  ta  cual  sustituyeron  después  de  la 
conquista  de  Toledo  el  talento,  las  libras  y  on- 
zas de  oro,  los  sueldos,  los  treraesis  y  dineros. 
El  talento  equivalía  ¿'62  libras,  la  libra  lenia 
12  onzas  de  oro  y  el  sueldo  era  la  sesla  parle 
de  la  onza.  Llamábase  sextula,,  solidum,  nu- 
misma, áureo;  siendo  buenos  los  sueldos  so 
denominaban  pesantes,  bonos,  directos  y  he* 
churerus.  Cada  sueldo  de  oro  equivalía  i  V\ 
de  plata, 


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VELLON 


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Habia  también  pesantes  de  plata,  de  los 
cuales  por  los  años  de  731  se  obligó  el  rey 
moro  de  Murcia  á  pagar  2,000  til  de  Bauza 
en  tributo.  Según  Abulcain  los  2,000  valían 
60  maravedís,  debiendo  tenerse  presente  que 
el  maravedí  era  entonces  lo  mismo  que  suel- 
do.- La  mitad  del  sueldo  de  oro  se  llamaba  se- 
íiiissis;  la  tercera  parte  del  sueldo  se  llamaba 
tremnús,  moneda  de  la.  cual  se  conservan  al- 
gunos ejemplares  del  peso  de  31  granos  y 
juedio,  a  la  ley  de  53  quilates  y  3  tres  granos. 

El  sueldo  de  piala  tenia  24  siliquas.  Cono- 
cíase el  denario,  moneda  efectiva  de  18  sili- 
quas, que  valia  10  mimoso  dineros  de  cobre. 

También  vemos  dado  al  tremes!  el  nombre 
de  mtaya  de  oro. 

Hubo  el  maravedí  de  oro  alfonsi,  que  equi- 
valía á  4  onzas  de  plata  y  duró  hasta  los  tiem- 
pos de  los  reyes  Católicos. 

En  1157,  don  Fernando  !í  mandó  labrar 
las  sueldos  leoneses,  inflad  de  los  de  plata. 

En  1222,  San  Fernando  labró  los  sueldos 
pepioues,  15  de  los  cuales  valían  un  maravedí 
de  oro.  En  la  misma  época  el  sueldo  de  ovo 
alfonsi.  se  dividía  en  10  mügalcs  ó  metalen. 

Don  Alonso  el  Sabio  en  1252  introdujo  el 
sueldo  burgalés,  del  cual  entraban  00  en  ma- 
ravedí de  oro.  En  125S  comenzaron  ios  suel- 
dos llamados  comunes,  de  los  cuales  entraban 
75  en  maravedí  de  oro.  Entiéndase  que  el  ma- 
ravedí de  oro  equivale  á  sueldo  de/oro. 

Hubo  maravedís  novenes,  60  de  los  cuales 
componían  un  maravedí  ó  sueldo  de  oro.  Tam- 
bién se  conocían  maravedises  prietas,  de  los, 
cuales  entraban  !S  en  el  sueldo  de  oro.  Cada 
15  sueldos  burgaleses  equivalían  ú  un  mara- 
vedí blanco  borgalés. 

Los  novenes  en  128 1  se  dividían  en  10  di- 
neros, y  cada  10'  novenos  valían  un  maravedí 
burgalés;  cada  -1  equivalían  al  maravedf  prie- 
to; cada  00  al  de  oro.  Llamáronse  después 
moneda  blanca  de  10  dineros  y  en  1387  reci- 
bían ia  denominación  de  moneda  corriente 
imsla  que  comenzando  á  decaer  su  uso  se  lla- 
maban ya  viejos  en  1390. 
■■  los  reyes  posteriores  á  don  Alonso  el  Sa- 
Mo  alteraron  mucho  la  moneda,  labrando  pie- 
zas de  talla  y  ley  inferiores  qtie.se  llamaron 
cornados  y  blancas.  Don. Sancho  IV,  en  1280, 
labró  los  coronados  de  cobre  con  uu  castillo 
y  un  leou;  valia  un  dinero  auligno.  En  tiempo 
de  don  Fernando  IV  se  acuñaron  novenes  y 
cornados,  de  los  cuales  8  equivalían  á  uu  ma- 
ravedí noven.  También  los  labró  don  Alon- 
so Xt  en  1333. 

_  En  1368,  don  Enrique  11  estableció  una  fá- 
brica de  moneda  y  labró  sesenes' iguales  a  6 
diuero§;  introdujo  el  real  de  piala  a  la  ley  de 
I  I  dineros,  y  dictó  disposiciones  para  moneda 
de  baja  ley  que  fué  de  tres  clases,  á  saber: 
l.°  A  cada  marco  de  plata  se  ligaron  3  de  co- 
bre y  se  sacaron  70  piezas  que  valían  3  ma- 
ravedises.- 2."  A  cada  mareo  de  plata  se  liga- 
FWj  7  3|  «obre  y  se  labraron.  120  piesas  lla- 


madas cruzados.  3."  A  cada  marco  de  piala 
se  mezclaron  ¡  5  de  cobre  y  se  sacar  on  4e  ca- 
da mareo  250  piezas  Uaniaáascoronas,  Esta  di- 
versidad de  monedas  conocidas  y  confundida  s 
por  el, vulgo  con  el  nombre  de  maravedís  fué 
causa  de  estraordiuaria  confusión,  aumentada 
por  los  reyes  posteriores, 

Don  Juan  I  labró  lasoiancas  ó  blancos,  que 
después  se  llamaron  Mancas  viejas,  equiva- 
lentes á  ¡0  dineros,  pero  eran.de  lan  baja  ley, 
que  las  corles  de  Burgos  y  Bribiesca  .tuvieron 
q ue  fijar  su  valor  en  0  dineros,  y  solo  corrie- 
ron como  de  5. 

El  mismo  rey  labró  los  agnus  Dei,  moneda 
que  llevaba  el  cordero  de  San  Juaneo  el  anver- 
so y  la  cifra  I  en  el  reverso.  Valia  un  noven,  y 
por  edicto  de  1391  se  mandó  recibir  por  un 
cornado  de  los  viejos. 

Enrique  III  quiso  reformar  la  moneda  y 
'dispuso  la  acuñación  ele  blancas  y  reales  de 
plata  de  buena  ley,  con  3  maravedís  de  valor 
estos  últimos  y  5-dineros  con  medio  maravedí 
las  primeras.  Se  dividió  el  marco  de  plata  á  la 
ley  de  11  dineros  y  4  granos  en  2250  mara- 
vedises llamados  de  plata,  y  se  hicieron  cuar- 
tillos de  8  maravedises  y  '/s  óe  plata. 

Era  la  vez  primera  que  aparecía  esa  frac- 
ción de  S  i/,,  tipo  que  despnes  ha  sido  de 
la  moneda  española  durante  varios  siglos. 
Los  cuartillos  de  don  Enrique  III  eran  de  co- 
bre y  parle  de  plata,  en  la  siguiente  propor- 
ción: G  onzas,  3  ochavas,  3  tomines  y  2  gra- 
nos de  cobre  con  una  onza,  4  ochavas,  2  to- 
mines y  10  granos  de  plata  fina  por  cada 
marco. 

Don  Juan  II  hizo  labrar  blancas  y  Enrique  IV 
florines.  Conocióse  también  entonces  el  mara- 
vedí caliqueño  que  no  era  otra  cosa  que  el 
cuartillo  de  8  maravedises  y '/.de plata. 

Fu  las  cortes  de  Madrigal,  porlosaños  147S 
los  reyes  Católicos  mandaron  acuñar  moneda 
de  oro,  con  el  nombre  de  águilas,  coronas, 
castellanos  y  se  lijó  el  valor  del  maravedí.- 

En  13  de  junio  de  1497  se  diú  la  pragmá- 
tica de  Medina  del  Campo  suprimiendo  toda  la 
moneda  antigua  y  so  mandó  labrar  moneda  de 
vellón, 

Para  el  arreglo  se.  debía  mezclar  con  cada 
marco  de  cobre  7  granos  de  plata,  á  la  ley  de 
1 1  dineros  y  4  granos,  sacando  de  él  192  pie- 
zas que  se  llamaron  blancas  de  medio  mara- 
vedí. Cada  68  de  estas  piezas  o  sean  34  ma- 
ravedises compusieron  el  real  de  plata. 

El  marco  de  plata  se  lijó  en  2210  marave- 
dises, de  modo  que  constaba  de  65  reales  de 
plata. 

El  número  34  o  sean  8  '/,  Pa|'a  unidad 
de  moneda  introducido  para  el  cuartillo  por 
don  Enrique  III,  fué  definitivamente  adoptado 
por  los  reyes  Católicos  y  desde  entonces  hasta 
la  última  reforma  del  sistema  monetario  ha 
prevalecido,  dividiéndose  mas  tarde  el  real  lla- 
mado de  vellón  en  .34  maravedises,  que  venían 
á  ser  con,  cgyla,  diferencia  de  igual  valor  que 


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VELLON—VENAS 


las  Mancas  de  los  reyes  Católicos  llamadas 
desde  un  principio  moneda  de  vellón,  y  de 
las  cuales  corren,  aun  algunas  hoy  dia  entre  la 
calderilla. 

VELO.  (Historia  eclesiástica.)  Pieza  de  ga- 
za ó  de  otra  tela  ligera  con  que  se  cubre  la 
cabeza  y  una  parte  de  !a  cara  en  ciertas  cere- 
monias religiosas.  Fué  costumbre  muy  gene- 
ral entre  los  pueblos  antiguos  la  de  cubrirse 
los  sacrifleadores  la  cabeza  con  la  falda  do  su 
vestidura,  mientras  ejercían  sus  funciones,  lo 
cual  tenia  por  objeto  evitar  que  sus  miradas 
pudieran  dirigirse  á  un  lado  ó  á  otro.  CorneÜo 
Alapide  y  otros  escritores  observaron  que  los 
sacerdotes  judíos  no  oraban  ni  sacrificaban  con 
la  cabeza  descubierta  ni  en  el  tabernáculo, <n¡ 
en  el  templo,  sino  que  se  la  cubrían  con  una 
tiara  que  al  mismo  tiempo  era  un  ornamento. 

En  los  tiempos  modernos;  el  patriarca  de 
los  nestorianos  y  el  de  Alejandría  ofician  con 
la  cabeza  cubierta,  asi  como  los  monges  de 
San  Antonio,  los  coitos,  los  abisinios  y  los  si- 
rios maronitas.  En  el  Oriente,  donde  no  es 
costumbre  descubrírsela  cabeza,  no  es  de  es- 
trañar  que  lo  mismo  se  observe  en  !as  cere- 
monias religiosas;  pero  en  el  Occidente,  donde 
el  descubrirse  delante  de  una  persona  se  tiene 
y  lia  tenido  por  señal  de  respeto,  no  podia  ad- 
mitirse parecer  bien  que  los-  sacerdotes  ejer- 
ciesen sus  funciones,  cubierta  la  cabeza. 

En  cuanto  á  lo  general  de  los  fieles  pres- 
cribió San  Pablo  que  los  nombres  orasen  con 
la  cara  descubierta  y  que  las  mugeres  por  el 
contrario  se  cubriesen  con  un  velo,  mientras 
estuviesen  en  el  templo.  En  Africa,  en  tiempo 
de  Tertuliano,  las  mugeres  no  iban  á  la  iglesia 
sino  tapadas,  escepto  las  doncellas,  privilegio 
cou  que  se  pretendía  honrar  ta  virginidad;  po- 
ro á  el  cual  se  opusieron  Tertuliano  y  Clemen- 
te de  Alejandría.  En  Francia  hay  provincias 
donde  ha  sido  costumbre  de  tas  mugeres  ca- 
sadas ir  á  la  iglesia  con  un  velo  negro  y  de 
las  doncellas  llevar  un  velo  blanco. 

El  velo.es  una  señal  distintiva  del  estado 
monástico  en  las  mugeres,  y  la  costumbre  de 
darlo  en  seña!  de  su  consagración  se  remonta 
hasta  el  siglo  IV.  Y  aun  hay  quien  sostenga 
que  la  recepción  del  velo  fué  siempre  una  ce- 
remonia fle  la  profesión  religión  y  que  ningu- 
na virgen  era  revestida  de  él  sino  en  el  mo- 
mento de  pronunciar  sua  votos. 

En  cuanto  á  ía  edad  que  se  exigía  para  que 
las  jóvenes  pudiesen  tomar  él  velo,  hubo  no 
poca  variedad,  según  los  siglos. -A  principios 
del  XII  exhortaba  SanPiego,  abad  de  Cluni,  á 
sus  sucesores,  á  que  no  admitiesen  en  la  aba- 
día de  Marcigny  rnuger  alguna  que  no  tuviese 
veinte  años.  En  el  reinado  de  Felipe  el  Largo 
es  de  creer  que  se  diera  el  velo  á  las  jóvenes 
d  la  edad  de  diez  y  ocho  años,  si  se  atiende  á 
una  carta  que  se  conserva  del  año  1317;  péro 
nó  quedaban  sujetas  irrevocablemente  á  la  vi- 
da monástica,  mientras  no  recibían  la  bendi- 
ción solemne,  lo  cual  se  hacia  después. 


Eq  el  templo  de  Jerasalen  había  un  velo 
do  una  tela  preciosa,  colgado  dedos  colom- 
ñas,  que  separaba  el  santuario  ó  el  Santo  de 
los  Santos,  donde  estaba  el  Arca  de  la  Alian- 
za, de  lo  demás  del  pavimento  llamado  mera- 
mente el  Santo.  También  servia  para  separar 
el  arca  y  el  altar  en  que  se  quemaban  los 
perfumes.  Este  velo  fué  el  que  se  rasgó  de  ar- 
riba abajo,  cuando  láilrió  'Jesucristo,  circuns- 
tancia que  pareció  muy  notable  á.  los  padres 
de  la  Iglesia,  y  cou  lo  cual  dijeron  que  mani- 
festaba Dios  no  querer  habitar  en  aquel  san- 
tuario, debiendo  ser  destruido  no  mucho  des- 
pués el  edificio  y  reemplazando  al  culto  que 
había  recibido  en  él  otro  mas  puro. 

VENADO.  {Historia  natural.)  Nombre  con 
que  se  designa  vulgarmente  el  ciervo  común 
[cervus  elaphus,  de  Lin.) 

VENAS,  (Anatomía.)  I,as  venas  ra  andan  al 
corazón  la  sangre  que  reciben  de  las  éslremj- 
dades  arteriales,  y  en  los  animales  vertebra- 
dos que  tienen  un  sistema  linfático,  el  lmmor 
que  los  numerosos  vasos  de  este  sistema  van 
á  tomar  de  todos  los  puntos  del  organismo. 
En  los  seres  que  carecen  de  este  sistema  las 
venas  reciben  inmediatamente  de  los  intestinos 
el  quilo  que  cuellos  se  forma,  y  se  apoderan 
en  todas  las  demás  partes  del  cuerpo  do  los 
residuos  _de  la  nutrición. 

has  venas  son  canales  análogos  á  ks  arte- 
rias, de  las  cuales  difieren,  sin  embargo,  bajo 
muchos  conceptos. 

Sus  paredes,  generalmente  delgadas  y  sc- 
mitrasparentes,  mas  gruesas,  sin  embargo,  á 
proporción  en  las  pequeñas  venas  (pie  en  las 
grandes,  sejjeprlmen  cuando  se  las  corla  al 
través;  son  mucho  mas  ostensibles  que  las  de 
las  arterias  y  su  densidad  es  mucho  mas  con- 
siderable. No  se  hallan  rodeadas  como  osles 
últimas  de  plexos  nérveos,  compuestos  de  mu- 
chísimos y  apretados  hieles;  pero  el  corto  nú- 
mero de  nervios,  que  al  parecer  le  pertene- 
cen, siguen,  en  su  mayor  parte,  su  propia 
dirección.  Sus  vasos  sanguíneos  son  también 
menos  evidentes,  si  bien  la  inflamación  que 
aveces  les  afecta,  demuestra  patentemente  sn 
existencia. 

Ademas  la  vaina  celulosa  que  las  envuelve 
en  la  mayor  parte  de  los  órganos  ó  do  las  re- 
giones, consta  apenas  mas  que  de  dos  mem- 
branas distintas,  una  esterna  y  otra  interna. 

Su  túnica  esterna  tiene  sus  libras  entrela- 
zadas irregularmentc,  muy  finas,  siu  aspecto 
tendinoso  y  forma  un  tejido  muy  compacto 
como  el  de  la  membrana  interna.  Tirando  con 
fuerza  de  estas  túnicas,  se  ve  que  se  desarro- 
lla este  tejido  en  ambas  como  un  fieltro  com- 
puesto de  largos  filamentos  sedosos.  Mejor  que 
en  el  hombre  puede  hacerse  esta  observación 
con  las  paredes  de  la  vena  axilar  del  elefante, 
La  membrana  interna  de  las  venas  adhiere  in- 
timamente á  la  esterna. 

Apenas  mas  que  en  los  troncos  mayores 
venosos,  en  las  venas  cavas  délos  grandes  ma- 


VENAS 


900 


miferos,  y  en  general  en  todos  los  vasos  pró- 
ximos al  corazón,  se  Ven  fibras  de  aspecto 
musculoso,  estensibles,  resistentes ,  únicos 
vestigios  do  una  túnica  media  que  sea  fácil 
descubrir,  en  las  paredes  délas  venas. 

So  con  igual  facilidad  se  distinguen  estas 
Abras  en  las  paredes  de  las  venas  cavas  de 
las  aves,  pues  solo  puede  observárselas  en  las 
mes  de  colosales  dimensiones.  Con  efecto,  en 
el  avestruz  se  pueden  distinguir  muchísimas 
en  luda  la  estension  de  la  vena  cava  posterior 
desapareciendo  bruscamente  delante  de  los 
ríñones.  , 

La  túnica  inlernaes  muy  delgada,  inuyes- 
ícnsible  como  la  externa,  lisa  en  su  cara  libre, 
que  forma  la  pared  interna  de  las  venas.  En 
su  textura  se  notan  muchísimas  relaciones 
cou  la  de  las1  membranas  serosas.  Es  la  mas 
interesante  de  las  túnicas,  puesto  que  los  cana- 
les venosos  de  los  huesos,  los  senos  venosos 
del  cerebro,  ele.,  la  presentan  como  todas  las 
venas,  al  paso  que  la  túnica  esterna  se  halla 
reemplazada  cu  los  primeros  por  la  dura  ma- 
dre; y  en  los  huesos  por  el  tejido  propio  de 
estas  partes  neuro-esquelólicas. 

La  túnica  interna  forma  en  muchísimas  ve- 
nas varios  repliegues  semi-lnnares  (¡jos  á  las 
paredes  de  estos  por  su  borde  convexo,  te- 
niendo vuelto  hacia  el  corazón  su  borde  libre. 
Estos  repliegues  sirven  de  válvulas  aplicándo- 
se á  Jas  paredes  de  las  venas  para  dejar  paso 
á  la  sangre  que  va  al  corazón,  y  levantándose 
para  obstruir,  en  parteó  en  totalidad,  su  canal, 
euandodieho  fluido  loma  una  dirección  opues- 
ta. Las  válvulas  acaban  por  distinguir  de  las 
arterias  la  mayor  parte  de  las  venas.  Todas  las 
f I m c  se  hallan  sometidas  á  la  presión  de  los 
músculos,  presentan  estos  repliegues,  como 
asi  debía  ser,  pues  de  lo  contrario,  comprimi- 
da por  estos  últimos  la  sangre,  no  tendría  una 
dirección  mas  determinada  en  un  sentido  que 
en  olro,*y  la  acción  de  ios  miembros,  en  vez 
de  acelerar  la  circulación,  la  contendrían,  ó 
por  lo  menos  la  turbarían.  Las  válvulas  faltan 
por  el  contrarío  en  las  venas  de  Ja  mayor  par- 
te de  las  visceras;  en  todo  el  sistema  de  la 
vena  porta;  en  las  venas  cavas,  'en  las  de  la 
vejiga  urinaria,  del  útero,  de  los  ríñones,  de 
las  cápsulas  supra-renalés;  en  los  senos  ver- 
tebrales, en  los  del  cerebro  y  en  sus  venas.  A 
veces  tampoco  se  tas  observa  en  la  ázigos, 
pero  en  general  tísne  muy  pocas  lo  mismo  que 
las  venas  del  cuello  y  de  la  cabeza.  Se  hallan 
mas  aproximadas  en  las  venas  de  las  estremi- 
dades  inferiores,  yíen  los  vasos  pequeños; 
mas  espaciadas  en  las  grandes,  por  pares  en 
estos,  6  lo  que  es  mas  raro,  de  tres  en  tres,  y 
son  únicas  en  las  primeras,  llegando  á  des- 
aparecer enteramente  en  sus  menores  ramifi- 
caciones. 

Estas  no  difieren  sensiblemente  de  las  do 
las  arterias,  con  las  cuales  se  comunican,  en 
términos  de  que  parecen  continuación  suya. 
Tal  es  el  único  origen  de  las  venas,  que  se  ve- 


rifica en  todas  las  parles  del  cuerpo  donde 
reciben  la  sangre  de  las  arterias.  De  ahí  los 
numerosos  ramúculos  venosos  que  se  reuucn 
en  ramos  mayores,  y  asi  sucesivamente  hasta 
que  forman  ramas,  y  luego  los  principales  tron- 
cos cuyo  número  varia  en  las  diferentes  ciases 
de  animales,  como  el  de  los  troncos  artería- 
Ies,  pero  que  van  siempre  i  terminar  al  cora- 
zón. Son  mayores  y  mas  numerosas  que  las 
arterias,  se  anasiomosan  con  mas  frecuencia, 
forman  hasta  asas  á  la  manera  de  los  vasos 
linfáticos,  y  donde  quiera  redes  ú  plexos  bas- 
tante considerables;  su  distribución  es  mucho 
menos  regular  que  la  de  los  vasos  preceden- 
tes, y  menos  comparable  á  das  ramificaciones 
de  un  árbol,  fío  aumentan  con  tanta  regulari- 
dad como  disminuyen  las  arterias,  y  asi  no  es 
raro  encontrar  ramos  de  diámetro  mayor  que 
el  do  dos  ramas  reunidas.  Las  venas  de  las  vis- 
ceras siguen  su  curso  al  lado  de  las  arterias; 
las  de  los  miembros  se  dividen  en  superficia- 
les y  profundas,  encontrándose  situadas  las 
primeras  debajo  de  la  piel,  al  paso  que  las 
venas  profundas  se  encuentran  metidas  á  ma- 
yor profundidad  al  lado  de  las  arterias  princi- 
pales cuya  dirección  siguen  en  la  mayor  parte 
de  los  casos. 

Los  senos  cerebrales,  los  ázigos  y  la  vena 
oftálmica  se  ven  separadas  de  las  arterias  y 
constituyen  por  lo  tanto  una  escepcion  como 
las  venas  superficiales  de  los  miembros,  á  es- 
ta asociación  de  las  arterias  y  de  las  venas 
principales. 

Esta  descripción  muy  general  de  las  venas 
se  refiere  mas  particularmente  á  la  de  los  ani- 
males vertebrados,  si  bien  con  algunas  res- 
tricciones. Asi  es  que  muchos  mamíferos  y  es- 
pecialmente el  caballo,  tienen  válvulas  en  el 
origen  de  los  ramos  de  las  venas  mesentérica 
y  hemorroida!,  y  ademas  presentan  también 
algunas  oirás  en  las  venas  del  bazo.  Téselas, 
igualmente  en  los  pulmones  del  perro  y  de  la 
oveja.  Tales  son  por  lo  menos  los  resultados 
de  fas  investigaciones  de  Ilaller.  Mr.  Mayor 
encontró  unas  valvulítas  muy  pequeñas  en  las 
venas  pulmonares  del  liombre  y  del  buey,  y 
Mr.  Lauth  en  las  del  caballo. 

La  distribución  general  de  las  ramas  y  de 
los  ramos  -venosos  es  muy  análoga  á  la  de  las 
arterias,  con  la  diferencia  de  que  el  número 
de  las  primeras,  en  las  estremidades,  y  el  de 
las  últimas  en  todos  los  órganos,  os  mucho 
mas  considerable.  En  cuanto  á  ,sus  troncos 
principales  ya  no  admiten  la  misma  compara- 
ción con  los  de  las  arterías. 

De  las  venas  de  los  mamíferos,  y  particu- 
larmente de  las  venas  del  cuerpo.  Esta  pri- 
mera división  comprende-las  venas  que  van  al 
seno  derecho,  ó  á  la  aurícula  también  del  mis- 
mo lado  del  corazón. 

Principiemos  por  el  hombre.  En  él  se  ob- 
servan los  siguientes  vasos: 

1."  Las  venas  del  corazón,  délas  cuales  Ja 
principal,  ó  la  grande  vena  coronaria,  después 


i» 

de  haber  pasado  por  la  caía  superior  del  cora-  j 
zoii  se  abre  en  la  parte  superior  y  posterior  de 
la  aurícula  derecha;  recibe  la  tifcyoí  parte  de 
las  demás  venas  del  coraron,  hasta  la  vena  me- 
dia que  se  halla  alojada  en  el  surco  de  la  cara 
inferior  de  esta  viscera..  Esta  última  tiene  á  ve- 
ces una  embocadura  distinta  en  la  misma  au- 
rícula. Otros  ramos  mas  pequeños  y  en  núme- 
ro indeterminado,  tienen  también  orificios  muy 
diminutos  en  esta  cavidad, 

2."  y  3.°  Otros  dos  troncos  mucho  mas 
considerables  ,  las  venas  cavas  superior  ó  in- 
férior,  van  ála  misma  aurícula.  La  primera  ve- 
na conduce  la  sangre  de  la  cabeza  y  del  cue- 
llo, de  las  estremidades  superiores,  de  las  pa- 
redes del  pecho  y  el  nutricio  de  los  pulmones, 
y  la  segunda  recibe  la  de  las  visceras  del  ab- 
domen, de  las  paredes  de  esta  cavidad  y  de 
las  estreñí idades  inferiores,  es  decir,  de  todas 
las  partes  situadas  debajo  del  diafragma. 

La  vena  cava  superior  principia  al  nivel 
deí  cartílago  de  la  primera  costilla,  por  la 
reunión  de  las  dos  subclavias,  y  termina  en  la. 
parte  superior  de  la  aurícula  derecha. 

Las  venas  que  á  ellas  abocan  ya  mediata, 
ya  inmediatamente,  son  las  siguientes: 

a.  La  ázigos. 

b.  Las  subclavias. 

c.  La  yugular  interna. 

d.  La  yugular  esterna. 

e.  Las  axilares, 

La  ázigos,  que  principia  en  el  bajo  vientre 
merced  á  algunos  ramos  de  la  vena  cava  infe- 
rior, de  la  emulgente  derecha  y  de  las  lumba- 
res, pasa  al  pecho  con  la  aorta  y  el  canal  to- 
rácico y  recibe  sucesivamente  las  intercosta- 
les del  lado  derecho,  la  bronquial  derecha  y  a 
veces  la  intercostal  superior.  La  semi-ázigos, 
cuyo  origen  es  el  mismo ,  reime  parte  de  las 
mismas  venas  del  lado  izquierdo,  reuniéndose 
mas  6  menos  pronto  con  la  anterior.  Formado 
por  todas  estas  raices,  sé  junta  el  tronco  déla 
ázigos  con  la  vena  cava  superior  ,  inmediata 
.  mente  delante  de  su  entrada  en  el  peri- 
cardio. 

Las  subclavias  principian  á  la  altura  de  la 
primera  costilla  y  se  reúnen  para  formar  la  ve- 
na Cava'en  el  sitio  mas  arriba  indicado.  Estas 
dos  venas  no  reciben  absolutamente  las  mis- 
mas ramas.  Asi  es  que  la  asilar  izquierda,  la 
mamaria  interna  de  este  lado,  la  vertebral,  la 
tiroidea  inferior  y  las  yugulares  esternas  é  in- 
ternas van  todas  á  abocar  á  la  subclavia  iz- 
quierda, al  paso  que  la  mamaria  'interna  dere- 
cha,' á  vences  la  intercostal  superior,  y  basta  la 
tiroidea  inferior  van  inmediatamente  á  des- 
aguar á  la  vena  cava  superior  ú  ála  ázigos. 

La  yugular  interna  baja  del  agujero  rasga- 
do posterior,  del  que  recibe  la  sangre  de  los 
senos  cerebrales,  por  los  lados  del  cuello,  y 
renne  sucesivamente  una  considerable  rama  de 
la  yugular  esterna,  la  labial,  la  farlngica  y  la 
lingual,  que  abocan  á  ella  por  un  ramo  común, 
y  la  tiroidea  superior,  análogas  todas,  á  es- 


002 

cepcion  de  la  primera,  á  las  arterias  del  mis- 
mo nombre. 

La  yugular  estoma  se  halla  formada  porlas 
venas  correspondientes  álas  arterias  que  dala 
carótida  esterna,  á  escopcion  de  la  meníngea 
media,  que  no  tiene  venas  análogas,  y  porlas 
venas  precedentes  que  van  á  la  yugular  inter- 
na. La  primera  se  cstiendedesde  él  interior  de 
la  glándula  parótida  á  la  vena  subclavia  donde 
termina  mas  al  esterior  que  la  yugular  inter- 
na. Añadamos  que  también  recibo  venas  que 
corresponden  á  las  arterias  cervicales. 

Las  axilares  qtie  acompañan  á  las  arterias 
del  mismo  nombre  y  de  las  cuales  son  propia- 
mente la  continuación  las  subclavias,  vierten 
en  estas  la  sangre  de  las  estremidades  supe- 
riores y  una  porción  de  la  qne  vuelve  de  los 
tegumentos  y  de  los  músculos  del  pecho  por 
las  venas  torácicas,  escápulas*  común,  circun- 
flejas, etc.,  semejantes  á  las  arterias  del  mis- 
mo nombre,  y  por  las  venas  brat[uiales.  Estas, 
en  número  de  dos  para  cada  miembro,  situa- 
das cu  los  lados  do  la  arteria  correspondiente, 
que  la  abrazati  por  ramos  que  se  envían  mu- 
tuamente, tienen  divisiones  absolutamente  sc- 
mejantes  á  las  de  esta  arteria  á  la  cual  acompa- 
ñan en  toda  su  ostensión.  Las  dos  braquialesse 
reúnen  frente  por  frente  del  tendón  del  gran 
pectoral  en  un  solo  tronco  que  es  el  origen  de 
la  axilar.  Por  fin ,  esta  última  vena  recibe  la 
sangre  de  las  estremidades  superiores  por  dos 
vasos  venosos  que  no  tienen  arterias  análogas 
ila  basílica  y  la' Cefálica) ,  cuya  distribución, 
bastante'  variable,  se  verifica  •  principalmente 
en  la  superficie  del  antebrazo  y  dt  la  mano, 
terminando  en  la  axilar  cerca  de  su  origen. 

La  vena  cava  inferior  formada  por  la  reu- 
nión de  las  elos  iliacas  primitivas,  frente  por 
frente  de  la  extremidad  de  la  aorta,  sube  á  la 
derecha  do  esta,  atraviesa  el  borde  posterior 
del  hígado,  luego  la  porción  tendinosa  del  dia- 
fragma, llega  al  pecho,  penetra  casi  acto  con- 
tinuo en  el  pericardio  y  vaá  terminar  alabar- 
te inferior  déla  aurícula  derecha.  Su  diámetro 
es  mas  considerable  que  el  du  la  vena  cava 
superior,  y  en  el  trayecto  que  acabamos  do 
indicar  recibe  sucesivamente  los  vasos  si- 
guientes: 

I  .*;  La  sacra  media. 

2.  °    Las  lumbares. 

3.  °  Las  espermáticas,  si  bieu  la  izquierda 
suelo  terminar  con  mas  frecuencia  en  la  renal. 

í."  Las  renales  ó  emulgenles  que  abocan 
también  á  veces  á  las  renales,  particularmen- 
te la  izquierda. 

5.  "    Las' venas  bepátic'as, 

6.  °   Las  diafragtmüicas  inferiores. 
Todas  estas  venas  tienen  una  distribución 

análoga  á  la  de  las  arterias  ,  salvo  las  esper- 
máticas, que  á  su  tiempo  daremos  á  conocer, 
y  las  hepáticas,  cuyas  raices  corresponden  mas 
bien  á  las  ramificaciones  de  la  vena  porta  que 
á  las  délas  arterias  hepáticas. 

Las  iliacas  primitivas,  cuya  reunión  forma 


VENAS 


VENA.S 


la  vena  cava  inferior,  nacen  dedos  ramas  prin- 
C3ip;tles  c[iie  se  unen  enfrente  de  la  sinflsis  sa- 
cro-iliaca. Talca  son  las  venas  iliacas  esternas 
g  ¡iilernas,  formadas  por  venas  que  correspon- 
den ú  las  arterias  del  mismo  nombre,  y  ade- 
mas las  dos  venas  sal'cnas  que  van  á  la  prime- 
ra, y  son  para  las  estreraidades  inferinres  [o 
que  la  basílica  y  la  cefálica  para  ¡os  miembros 
superiores. 

Después  de  hecho  el  estudio  en  el  hombre 
vamos  á  hacerlo  aliara  en  los  demás  mamífe- 
ros, para  conlinnarlo  luego  en  Jas  otras  tres 
clases  de  animales  vertebrados,  es  decir,  las' 
aves,  los  reptiles  y  los  peces. 

¡)a  los  [roncos  venosos  -principales  en  ge- 
neral en  los  mamíferos-  Las  venas  del  cuer- 
po llenen  la  mayor  semejanza  en  su  distribu- 
ción principal  con  las  del  hombre.  Bien  pudié- 
ramos llegar  á  decir  que  varían  menos  que  las 
arlcrias.  Asi  es  que  mientras  que  la  aorta  ab- 
dominal, en  vez  de  dividirse  en  ilíacas  primi- 
tivas, solo  da  las  ilíacas  esternas  bifurcándo- 
se, al  paso  que  las  iliacas  internas  nacen  de  un 
tronco  común  situado  en  el  centro  de  la  bifur- 
cación de  los  dos  primeros,  no  presenlan  las 
venas  una  distribución  análoga,  sino  que  se 
reúnen  como  de  ordinario. 

En  voz  de  una  sola  vena  cava  anterior,  al- 
gunos animales  tienen  dos,  una  á  cada  lado, 
ofreciendo  el  derecho  la  situación  y  la  inser- 
ción ordinarias,  mientras  que  el  izquierdo  pa- 
ga el  surco  que  separa  labasedeleorazon  de  la 
aurícula  izquierda  ,  y  le  corre  hasla  la  aurícu- 
la derecha  cuya  parle  superior  é  izquierda  atra- 
viesa, de  modo  que  se  ve  su  orificio  en  esta  au- 
rícula1, muy  cerca  de  la  embocadura  de  ¡esta  en 
el  ventrículo.  Tal  es  lo  que  se  observa,  entre 
otros,  en  el  vespertilio  marino,  en  el  puerco 
espin,  en  la  mayor  parte  de  los  roedores,  en 
el  elefante  y  en  el  ornitorinco. 

Una  particularidad  muy  notable  de  una  de, 
las  venus  afluentes  de  la  vena  cava  anterior,  es 
la  (pie  presenta,  en  muchos1  mamíferos,  la  yu- 
gular esterna.  Recibe  buena  parle  de  la  sangre 
del  cerebi'o  por  el  canal  temporal ,  al  que  se 
dirige  el'  ramo  anterior  del  seno  trasverso,  y 
solo  una  mínima  parte  de  la  sangre  del  cere- 
bro flnyepor  el  agujero  yugular,  pues  también 
admite  una  cantidad  bastante  considerable  la 
vena  vertebral  que  se  une  igualmente  á  la  yu- 
gular esterna. 

Esta  disposición  de  las  venas  vertebrales 
se  nota  en  todos  los  animales  invernantes,  pe- 
ro apresurémonos  á  añadir  que  otros  muchos 
niainifcros  roedores,  desdentados,  rumiantes, 
paquidermos  y  carniceros,  animales  todos  que 
no  se  aletargan,  la  ofrecen  igualmente,.  Al  pa- 
recer depende  mas  esencialmente  de  la  situa- 
ción y  de  la  dirección  de  la  cabeza.  Tenemos, 
pues,  una  diferencia  entre  el  hombre  y  los  ma- 
míferos, enlazada  mas  bien  con  la  estación 
cuadrúpeda,  propia  de  estos  últimos,  que  con 
la  causa  fute  obliga  á  ciertos  mamíferos  ,á  ale- 
targarse por  el  frió  del  invierno. 

¿2'12     lílllUOTüOA  !>0IM¡MU> 


Vamos  á  ver  ahora  las  particularidades  que 
ofrece  la  vena  cava  posterior  en  los  mamíferos 
que  se  zambullen  en  el  agua. 

La  vena  cava  posterior  presenta  en  la  foca 
una  estructura  tanto  mas  notable  cuanto  que 
parece  que  depende  de  la  facultad  que  poseo 
este  animal  en  alto  grado  de  sumergirse  en  el 
agua.  Esta  vena  mide  un  volumen  regular  an- 
tes de  pasar  detrás  del  líquido;  pero  luego  que 
llega  á  este  punto,  forma  un  seno  voluminoso 
en  el  cual  descargan  cinco  gruesas  venas  he- 
páticas, estendiéndose  hasta  el  diafragma,  ilfas 
allá  de  este  tabique,  es  decir,  en  el  peciio, 
la  misma  vena  no  lieue  un  desarrollo  estraor- 
dinario  que  llarne  la  atención. 

El  gran  seno  hepático  de  la  vena  cava  se 
observa  eu  todos  los  mamíferos  que  van  fre- 
cuentemente al  agua,  pero  en  ninguno  se  no- 
la  la  capacidad  proporcional  qué  acabamos  de 
indicar.  Principia  en  la  luirá,  cuando  la  vena 
cava  inferior  atraviesa  ellpbalo  derecho,  lue- 
go el  lóbulo  derecho  del  hígado  y  termina  en 
el  momento  mismo  en  que  pasa  esta  vena  al 
Ira vés  del  diafragma. 

lina  dilatación  análoga  se  ve  en  la  vena  ca- 
va hepática  del  desmán  délos  Pirineos,  y  tam- 
bién en  el  desmán  de  Rusia,  según  ef  decir  de 
Pallas.  Preséntase  igualmente  en  la  rata  de 
agua,  en  el  castor  y  hasta  en  el  ornitorinco. 

La  intervención  de  la  ázigos  y  la  existencia 
de  una  vena  de  este  nombre  en  el  lado  iz- 
quierdo, son  bastante  variables,  pero  sabido 
es  también  que  las  mismas  circunstancias  va- 
rían en  el  hombre.  Be  consiguiente  no  mere- 
ce esto  la  pena  de  que  nos  entretengamos  en 
su  descripción. 

En  los  cetáceos  el  sistema  venoso  presenta 
generalmente  un  desarrollo  proporcional,  toda- 
vía mayor  que  el  sistema  arterial,'  notándose 
esa  distribución  en  forma  de  red,  pero  de  una 
manera  aun  mas  marcada  que  la  que  hemos  ya 
indicado. 

Las  venas  del  dclün  y  del  marsuíno,  á  es- 
cepcion  de  ¡os  troncos  principales,  muestran 
donde  quiera,  en  vez  de  simples  rarain'cacio- 
nes,  frecuentes  anastomosis  entre  sus  ramas, 
sus  ramos  y  sus  ramúsculos,  formando  asi  nu- 
merosas redes.  - 

Carecen  al  parecer  de  válvulas  y  sus  pare- 
des son  mas  gruesas  que  de  ordinario,  al  con- 
trario de  lo  que  se  ve  en  las  arterias,  que  son 
mas  delgadas. 

Las  redes  venosas  no  corresponden  sieni- 
pre-á  redes  arteriales  análogas;  como  que  las 
nías  considerables  no  tienen  entre  estas  úl- 
timas ninguna  que  le  sea  correspondiente. 

Las  frecuentes  anastomosis  queheruos  men- 
cionado ya,  dan  margen  á  que  las  principales 
partes  del  sistema  venoso,  la  vena  cava  ante- 
rior, la  vena  cava  posterior,  la  vena  pulmonar 
y  la  vena  porta,  tengan  entre  si  mas  repeti- 
das comunicaciones  que  de  ordinario.  Las  que 
se  observan  entre  las  venas  cavas  anterior  y 
posterior,  están  establecidas  principalmente 
T.    XXXIíl.  63 


9Sá 

por  medio  de  los  senos  vertebrales.  Consisten 
estos  en  dos  largas  cavidades  situadas  debajo 
de  la  médula  espinal,  en  el  cnnal  vertebral,  y 
abiertas  detrás  en  la  vena  cava  posterior.  Por 
delante  se  reúnen  en  uno  solo,  cuyo  diámetro 
es  doble  que  el  de  la  médula,  formando  en 
gran  parte  el  tronco  sumamente  grueso  de  una 
ázigosmuy  corta.  Este  tronco  se  compone  tam- 
bién, aunque  en  su  mínima  parte,  de  los  pie- 
sos  venosos  intercostales  de  cada  lado. 

Otro  carácter  del  sistema  venoso  de  los  ce- 
táceos es  el  corto  desarrollo,  el  pequeño  diá- 
metro proporcional  de  las  arterias  y  de  las  ve- 
nas que  van  á  la  capa  de  grasa  subcutánea  y  á 
la  piel.  Esla  capa  gruesa  de  adiposidad  y  lá 
naturaleza  misma  de  la  piel,  hacen  inepto  é 
impropio  este  tegumento  para  la  especie  de 
respiración  y  para  las  funcionesde  absorción  y 
de  exhalación  de  que  es  susceptible  en  los  ma- 
míferos, en  los  .cuales  esta  rnas  desarrollado, 
su  sistema  sanguíneo.  He  ahi  laesplicacion  de 
la  pequeña  proporción  del  sistema  sanguíneo 
cutáneo  en  los  cetáceos.  ' 

Las  venas  de  la  cabeza  componen  general- 
mente plexos  muy  complicados,  que  se  reúnen 
luego  en  ramas  principales  para  afluir  á  las 
dos  yugulares.  Los  plexos  mas  notables  que  se 
hallan  en  este  caso,  son  el  que  rodea  el  oido 
y  el  que  corresponde  á  la  mandíbula  in- 
ferior. 

Las  venas  de  la  cola  forman  una  red  que  se 
ve,  con  la  de  la  arteria  caudal,  en  el  canal  que 
forman  las  apófisis  espinosas  inferiores.  Es  el 
plexo  venoso  caudal  que  aboca  en  gran  parlo 
á  la  rama  derecha  de  la  vena  cava  posterior. 
Esla  vena  recibe  también  el  plexo  del  recto, 
notable  porque  pone  en  comunicación  la  vena 
cava  con  la  vena  porta.  La  región  lumbar  se 
halla  ocupada  por  otros  tres  plexos  considera- 
bles á  cada  lado,  el  uno  superficial,  compren- 
didos en  el  peritoneo  de  esta  parte;  el  otro 
medio  estendido  encima  del  psoas,  y  el  terce- 
ro recubierío  por  este  músculo,  se  halla  situa- 
do debajo  de  las  apófisis  trasversas  de  las  vér- 
tebras lumbares. 

Estos  numerosos  plexos  sirven,  no  solo  pa- 
ra contener  la  gran  cantidad  de  sangre  que 
poseen  los  cetáceos,  sino  también  para  facili- 
tar su  movimiento  por  una  parte,  cuando  se 
viese  interrumpido  por  otra.  ¡Tal  debe  ser  el 
efnclo  de  las  numerosas  comunicaciones  que 
establecen  entre  todas  las  partes  del  sistema 
vascular! 

De  las  venas  pulmonares,  ó  de  las  venas 
<jue  van  al  seno  de  este  nombre  lo  mismo  en 
fl  hombre  que  en  los  mamíferos.  Estas  ve- 
nas llegan,  después  de  su  salida  de  los  pulmo- 
nes, al  número  de  cuatro,  dos  á  cada  lado,  una 
superior  que  baja  hacia  la  aurícula  izquierda 
por  delante  de  la  correspondiente  rama  arte- 
rial, y  otra  inferior  que  sube  al  encuentro  de 
la  misma  aurícula.  Las  del  lado  derecho  tienen 
que  recorrer  un  camino  mas  largo  qne  las  del 
lado  Izquierdo  para  llegar  al  mismo  punto.  To- 


898 

das  cuatro  se  reúnen  en  la  parte  superior  de 
esla  cavidad.  Su  diámetro  no  esuede  del  de  las 
arterias  pulmonares.  En  cuanto  á  los  mamlfe. 
ros  no  se  observa  que  varien  por  el  número  do 
raices  que  fes  forman,  número  que  se  halla  en 
relación  con  el  de  los  lóbulos  de  cada 
pulmoh. 

De  las  venas  de  las  aves.  Poco  tenemos 
qne  decir  acerca  de  las  venas  del  cuerpo.  Las 
femorales  no  entran  en  la  pelvis  por  la  esco- 
tadura iaquiática,  ni  acompañan,  por  consi- 
guiente, á  las  arterias  de  esle  nombre.  Siguen 
el  mismo  trayecto  que  en  los  naainiferos,  míe 
es  el  del  arco  crural.  Luego  que  llegan'  á  la 
pelvis,  se  reúnen  con  las  emutgentes,  liis'ciia- 
les  á  su  vez  se  absorbieron  en  sí  las  venas  del 
cóccix  y  del  interior  de  esta  cavidad. 

Los  dos  troncos  que  de  abi  se  originan  ara- 
da lado  se  confunden  en  uno  solo,  cu  frente 
de  la  porción  mas  anterior  de  los  riñónos. 
Aqui  es  donde  principia  la  vena  cava  posterior 
recibiendo  inmediatamente  las  venas  genitales 
ó  espermnlicas  en  el  macho  y  las  del  ovario 
en  la  hembra.  Desde  alli  atraviesa  esla  vena 
el  lóbulo  derecho  del  hígado,  recibe  las  venas 
hepáticas  que  corresponden  á  esle  lóbulo,  y 
encuentra,  luego  que  le  pasó,  el  tronco  comnn 
de  las  mismas  venas  hepáticas  del  lóbulo  iz- 
quierdo, terminando  en  el  seno  común  de  las 
venas  del  cuerpo.  Tal  es  por  lo  menos  lo  que 
de  ordinario  se  observa.  Pero  en  el  avestruz 
lodas  las  hepáticas  van  á  la  vena  cava  cuando 
aun  se  halla  envuelta  por  la  sustancia  del  hí- 
gado. En  los  somormujos  se  verifica  á  la  sali- 
da de  esta  viscera  recibiendo  entonces  las  dos 
principales  venas'bcpáticas,  una  para  cada  ló- 
bulo, si  bien  otras  muchas  menos  considera- 
bles abocan  á  la  misma  mientras  la  rodea  aun 
el  higado. 

Esta  vena  tiene  por  otra  parle,  en  las  aves 
que  últimamente  hemos  cilado,  un  diámetro 
muy  considerable  en  toda  la  porción  correspon- 
diente al  higado,  y  forma  una  especie  do  re- 
servarlo análogo  al  que  hemos  descrito  cu  la 
foca. 

Aunque  la  descripción  anterior  comprende 
las  principales  circunstancias  concernienlesal 
origen  de  la  vena  cava  inferior,  y  la  designa- 
ción de  tos  ramos  y  de  las  ramas  que  á  ella 
alluyen,  procuráremos  completar  la  idea  que 
debemos  formarnos  de  este  árbol  venoso,  des- 
cribiéndole muy  sucintamente  cu  el  gallo. 

La  vena  cava  inferior  tiene  por  lo  visto  su 
primer  origen  en  el  tronco  por  dos  venas  cau- 
dales que  suben,  acercándose  la  una  áln  otra, 
desdo  la  estremidad  del  cóccix  en  la  pelvis. 
Cada  una  de  estas  dos  venas  se  uno  con  una 
bipogáslrica  del  mismo  lado,  la  cual  retine  los 
vasos  venosos  de  la  cloaca,  de  las  paredes  de 
Ja  pelvis  y.  de- los  canales  deferentes.  Los  dos 
troncos  que  resultan  de  la,  reunión  de  las  coc- 
cígeas con  las  hipogástricas,  comunican  por 
una  corta  rama  transversal.  Continúan  en  se- 
guida avanzando  hacia  cada  riñon,  recibiendo 


VENAS 


997 


VENAS 


99S 


á  cada 'instante  ramos  que  salen  de  ios  tron- 
óos ínter-vertebrales,  y  abocando  por  Un  al  pa- 
recer ¡i  tas  dos  ramas  de  la  inesentcrica poste- 
rior. Esta,  recibe  la  sangre  del  recto  por  un  ar- 
ijo posterior,  pero  nace  también,  de  otro  arco 
anterior  que  enlaza  sus  ramos  con  los  de  la 
mesentérica  anterior,  que  pertenecen  á  la  vena 
'porta.  El  tronco,  compuesto  de  estas  ramifica- 
ciones, se  bifurca  al  aproximarse  á  la  estremí- 
dad  posterior  de  los  ríñones,  y  recibe,  confor- 
me acabamos  de  decirlo,  las  venas  de  ta  pel- 
vis. Ciiíla  una  de  las  ramas  de  esta  bifurcación 
avanza  por  encima  del  riñon  mas  cerca  de  su 
borde  interno  que  del  estenio,  agregándosele 
muchísimos  ramos  vertebrales,  l'or  su  parlo 
penetra  osla  vena  en  la  sustancia  del  riñon,  va 
recibiendo  á'su  paso  las  pequeñas  renales,  la 
jgqúífiUca,  reuniéndose  por  ñiliino  con  la  cru- 
ral, I.a  vena  que  resulla  de  ahí  definilivamen 
le,  á  t\da  lado,  recibe  una  rama  formada  por 
las  renales  anteriores  y  muebas  vertebrales, 
listos  dos  troncos  se  confunden  en  la  linca  me- 
dia para  coniponor  la  vena  cava  inferior,  can- 
forme  liemos  ospueslo  en  nuestra  descripción 
general. 

En  esta  descripción,  y  en  la  mas  particular 
rpie  acabamos  de  bacer,  no  liemos  designado 
como  venas  aferentes  para  el  riñon,  los  ramos 
que  afluyen  á  la  rama  venosa  que  penetra  en 
la  sustancia  de  este  órgano,  l'or  nuestra  parte 
participamos  de  la  opinión  de  los  señores  Cu- 
vicr  y  Meckel,  quienes  no  admiten,  como 
Mr.  Jacobson,  vena  porta  para  los  ríñones  de 
las  aves. 

Hay  dos  venas  cavas  superiores  que  reco- 
gen cada  una  las  venas  de  su  lado;  la  izquier- 
da se  abre  en  el  seno,  muy  cerca  de  su  era 
tocadura  en  el  ventrículo;  al  paso  que  la  dore 
día  liene  su  orificio  situado  como  el  de  la  ve- 
na cava  superior  de  los  mamíferos. 

Las  venas  pulmonares  no  ofrecen  particu- 
laridad alguna.  Su  diámetro  es  casi  igual  al  de 
las  arterias. 

Meckel  vio  en  las  venas  pulmonares  de  la 
avéstrsi  y  del  canario,  en  los  puntos  de  unión 
ilo  los  ramos,  varios  repliegues  valvulares  sen- 
cillos muy  pronunciados. 

Da  los  venas  de  los  reptiles.  Sus  paredes 
son  sumamente  dejgadas,  y  solo  descubren  fi- 
bras en  los  gruesos  troncos  de  los  reptiles  de 
mayor  tamaño. 

Las  de  los  quelonios  y  de  los  cocodrílidos 
ofrecen  algunas  válvulas;  pero. basta  ahora  no 
ha  sido  posible  comprobar  su  existencia  en 
las  venas  de  los  ofidios,  y  por  eso  se  observa 
que  se  las  puede  inyectar  fácilmente  en  todos 
scnl'ulos.  Lo  mismo  que  en  las  demasclases  de 
vertebrados,  las  venas  de  los  reptiles  son  mas 
numerosas  que  las  arterias;  sus  anastomosis 
pon  mas  frecuentes,  y  el  conjunto  del  sistema 
que  forman  representa  mas  bien  una  red.  que 
un  árbol.  Como  la  circulación  de  los  reptiles 
no  se  baila  circunscrita  á  una  sola  dirección 
bien  determinada,  al  través  de  los  pulmones, 


como  en  los  mamíferos  y  en  las  aves;  jamás 
so  encuentra  recargado  de  sangre  el  sistema 
venoso  conforme  so  verifica  en  estas  dos  últi- 
mas clases,  cuando  se  suspende  la  respiración. 
Por  eso  sin  duda  parecen  en  general  menores 
las  venas,  relativamente  á  las  arterias,  que  en 
las  dos  clases  de  vertebrados  de  circulación 
doble.  Tampoco  ofrecen  esos  reservónos  que 
hemos  descrito  en  los  troncos  venosos  de  los 
mamíferos  qne  pueden  permanecer  mas  ó  me- 
nos tiempo  dentro  del  agua,  reservónos  de 
que  encontraremos  ejemplo  en  los  peces,  cu- 
ya circulación  se  veriüca  por  una  sola  vía  al 
través  dé  las  branquias 

Como  el  sistema  venoso  presenta  diferen- 
tes modificaciones  según  se  le  estudie  en  uno 
ú  otro  orden  de  la  clase  de  los  reptiles,  va- 
mos á  proceder  á  su  estudio  en  el  siguiente 
orden: 

1.  "  Quelonios. 

2.  "    Saurios  en  general. 

3.  "    Cocodrilos  en  particular. 
4  "  Ofidios. 
5."  Batracios. 

Principiaremos  por  las  veuas  del  cuerpo, 
para  pasar  luego  á  los  veuas  pulmonares. 

De  las  venas  det  cuerpo  en  los  quelo- 
nios. Los  quelonios  tienen  dos  venas  cavas  • 
posteriores  que  atraviesan  ¿  cada  lado  el  hí- 
gado recibiendo  á  su  paso  una  multitud  do  pe- 
queñás  veuas  hepáticas.  Inmediatamente  de 
salidas  del  hígado,  se  juntan  con  la  vena  cava 
anterior  del  mismo  lado,  ó  con  el, tronco  co- 
mún de  la  yugular  y  déla  subclavia,  abriéndo- 
se todas  en  una  especie  de  reservorio  que  co- 
munica con  la  aurícula  derecha  por  una  embo- 
cadura en  forma  de  hendidura  orillada  por  dos 
válvulas. 

Sin  embargo-,  esta  descripción  es  suma- 
mente" sucinta  de  Cuvier,  á  la  cual  hemos  creí- 
do que  debíamos  atenernos  y  limitarnos,  exi- 
ge sin  embargo,  algunas  rectificaciones  y  va- 
rios desenvolvimientos.. 

Las  dos  venas  determinadas  corno  cavas 
posteriores  son  las  venas  umbilicales  de  Boja- 
nus,  las  análogas  de  la  abdominal  única  ó  me- 
dia de  los  batracios,  y  confluyen  replegándose 
al  encuentro  la. una  de  la  otra  y  tomando  una 
dirección  trasversal,  en  el  istmo  medio  que 
reúne  los  lóbulos  laterales  del  hígado.  A  esto 
tronco  único  y  trasverso  abocan  las  dos  venas 
abdominales  que  ven  rigor  no  son  mas  que  ra- 
mas suyas  que  admiten  de  todas  partes  las  ve- 
nas de  los  órganos  de  quiliticaciou  que  com- 
ponen esencialmente  la  vena  porta  en  los  ma- 
míferos. A  su  tiempo  volveremos  á  tratar  de 
esto  cuando  describamos  la  vena  porta. 

Las  venas  abdominales  comunican,  por  un 
ramo  pectoral,  con  uuu  intercostal,  y  por  ella 
con  un  ramo  cervical  de  la  yugular. 

Cada  vena  abdominal  tiene  ademas  una 
anastomosis  posterior  con  la  intercostal  co- 
mún inferior;  por  otra  parte  es  continuación 
de  la  ilíaca,  que  recibo  la  sangre  de  la  femó- 


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VENAS 


1000 


ral,  de  la  ilíaca  circunflexa,  de  la  isquíática,  ,  venoso  de  los  cocodrílidos  se  separa,  bajo  mu- 
de  la  caudal,  de  la  hipogástrica,  de  las  rena- '  chos  conceptos,  de  esta  descripción  general" 

Las  dos  venas  cavas  anteriores  no  son  pro- 
piamente mas  que  la  continuación  de  las  yu- 
gulares, con  las  cuales  se  unen  primero  la  axi- 
lar ó  mas  bien  su  prolongación,  la  subclavia 
y  trascurrido  un  corto  intervalo,  laázigosdeí 
mismo  lado. 


les,  por  la  estremidad  descendente  del  tronco 
de  la  ázigos.  Esta,  después  de  haberse  anas- 
tomosudo  delante  del  pecho  .con  un  ramo  cer- 
vical de  la  yugular,  conduce  al  parecer  ¡a 
sangre  de  delante  atrás,  á  juzgar  por  el  aumen- 
to sucesivo  de  su  calibre,  a  medida  que  recibe 
las  venas  intercostales,  las  musculares  del 
dorso,  y  de  los  ramos  de  las  vertebrales.  Su 
tronco,  al  bajar  hácia  el  riñon,  se  anastomosa 
con  una  véua  genital,  y  se  junta  con  la  hipo- 
gástrica  para  constituir  la  iliaca.  He  aquí,  pues, 
una  ordenación,  una  distribución  del  sistema 
venoso,  y  principalmente  del  de  la  cola,  de  las 
estretnidades  posteriores  y  del  tronco,  que 
determina  la  dirección  de  la  sangre  hácia  el 
hígado,  y  que  da  márgeu  á  que  esta  vena  ab- 
dominal y  su  gran  sistema,  sean  relativamen- 
te al  hígado,  lo  que  la  arteria  pulmonar  es  pa- 
ra los  pulmones. 

üna  vena  genital  que  hemos  dicho  se  anas- 
tomosaba  con  el  tronco  al  bajar  de  la  ázigos, 
se  dirige  hácia  el  hígado;  pero  atraviesa  su  ló- 
bulo derecho,  á  la  manera  de  una  vena  cava, 
recibe  en  su  trayecto  muchas  pequeñas  venas 
hepáticas  y  termina  inmediatamente,  al  salir 
del  hígado ,  en  el  seno  común  de  las  venas 
del  cuerpo.  A  este  seno  abocan  directamente 
los  principales  ramos  hepáticos  del  istmo  del 
hígado  y  de  su  lóbulo  izquierdo. 

De  las  venas  del  cuerpo  en  los  saurios  en 
(¡emral.  En  los  saurios  y  en  los  olidios,  no 
hay  mas  que  una  vena  cava  posterior  y  dos  an- 
teriores, de  las  cuales  las  del  lado  izquierdo 
pasan  por  encima  del  corazón,  de  izquierda  á 
derecha,  dirigiéndose  al  reservorió  común  al 
lado  de  la  vena  cava  posterior.  Este  reservorió 
análogo  al  que  se  ha  observado  en  los  quélo- 
nios,  tiene  también  su  entrada  en  la  aurícula 
derecha,  en  forma  de  hendidura  y  orillada 
por  dos  válvulas. 

La  vena  cava  posterior  principia,  en  los 
dos  órdenes  citados,  mas  allá  de  los  ríñones 
por  la  reunión  de  las  dos  veñas  renales  inter- 
nas, es  decir  las  renales  aferentes  de  Ja- 
cobson. 

A  su  tiempo  veremos,  cuando  describamos 
la  vena  porta  de  estos  animales,  que  parle  de 
Ja  sangre  de  las  estremidades  posteriores,  de 
la  cola  y  de  las  paredes  .  abdominales,  en  los 
saurios,  ó  de  la  cola  y  de  las  paredes  abdomi- 
nales en  los  ofidios,  se  puede  desviar  en  esta 
vena  por  la  secreción  de  la  bilis. 

la  de  la  cola  en  los  ofidios,  del  tiipogás- 
trico  y  de  una  rama  de  la  femoral  en  los  sau- 
rios, no  llega  á  la  vena  cava,  según  Mr.  Jacob- 
son,  sino  después  de  haber  recorrido  de  detrás 
adelante  las  renales  esternas  que  se  compor- 
tan con  respecto  á  los  ríñones  como  una  ve- 
na porta ,  ramificándose  en  ellos  á  la  manera 
de  las  arterias. 

Del  sistema  venoso  del  cuerpo  en  los  coco- 
drílidos.  A  nuestro  modo  de  ver  el  sistema 


Las  yugulares  principian  á  encontrarse  en 
los  lados  del  cuello,  inmediatamente  detrás  de 
las  mandíbulas.  Toman  su  origen  en  un  plexo 
occipital  al  cual  se  reúne  un  plexo  espinal. 

La  vena  cava  posterior  se  halla  formada 
por  la  continuación  media  do  la  vena  caudal. 
Es  ya  bastante  considerable  ála  altura  de  la' 
parte  posterior  de  los  ríñones,  y  recibe  suce- 
sivamente de  estos  órganos  tres  venas  renales 
antes  de  llegará  los  testículos. 

Otra  vena  renal  que  sale  de  la  estremidad 
posterior  de  los  ríñones  se'dirige  directamente 
hácia  atrás  al  encuentro  de  una  continuación 
lateral  de  la  caudal,  que  se  vuelve  ahdominal 
y  podria  pasar  por  la  análoga  de  la  abdominal 
de  los  batracios. 

La  vena  cava  posterior  pasa  mas  allá  de  los 
testículos,  llega  al  lóbulo  derecho  del  hígado, 
recibe  las  venas,  hepáticas  de  este  lóbulo,  lue- 
go un  tronco  que  retine  las  hepáticas  del  ló- 
bulo izquierdo  y  del  islmo  del  higado  y  pene- 
tra inmediatamente  en  el  pericardio  y  en  la  au- 
rícula derecha  donde  termina. 

Sistema  venoso  en  la  generalidad  de  los 
saurios.  Las  venas  de  las  partes  anteriores 
no  se  reúnen  siempre  en  dos  troncos  distintos 
que  podríamos  considerar  como  dos  venas  ca- 
vas. En  el  lagarto  verde  la  yugular  interna 
termina  inmediatamente  en,  la  aurícula  dere- 
cha, entre  otros  dos  troncos  muy  cortos  for- 
mados por  la  reunión  de  la  yugular  interna  y 
de  la  axilar  de  cada  lado. 

La  vena  cava  posterior  se  compone  parti- 
cularmente al  parecer  de  la  reunión  de  las  re- 
nales anteriores  y  de  las  venas  genitale?.  Una 
vena  abdominal  de  cada  lado  que  va  al  hígado 
y  finaliza  en  el  tronco- de  la  vena  porta,  reci- 
be de  las  Venas  de  las  estremidades  posterio- 
res y  de  la  caudal,  de  lás  vesicales,  de  las  re- 
nales posteriores,  parte  de  su  sangre,  como 
en  el  caso  precedente. 

Venas  del  cuerpo  en  los  ofidios.  Las  ve- 
nas cavas  anteriores  de  los  ofidios  no  son  pro- 
piamente mas  que  yugulares.  Tienen  ademas 
de  esto  dos  ázigos,  una  que  se  junta  can  las 
intercostalcs-delante  del  corazón  y  otra  detrás. 
Estas  dos  venas  afluyan  á  la  aurícula  derecha 
al  lado  de  la  yugular  del  mismo  nombre.  Pa- 
rece que  es  necesaria  su  presencia  por  la  si- 
tuación de  las  venas  cavas,  bastante  lejos  tic 
la  columna  vertebral  y  un  poco  inferiormeule. 

La  vena  cava  posterior  se  halla  formada 
esencialmente  por  las  renales  internas  vías  ra- 
nales eferentes  de  .lacobsonl.  Con  efecto,  veso 
que  nace  en  la  estremidad  posterior  de  cada  ri- 
ñon, en  el  lado  interno,  un  ramo  venoso  pric- 


VENAS 


1002 


cipal,  que  engruesa  á  medida  que  avanza  di'- 
rin-iéndose  hacia  la  eslremidad  opuesta  de  es!e 
órgano,  siguiendo  su  borde  interno."  Recibe 
sucesivamente  los  ramos 'que  salen  de  la  sus- 
Innciude  cada  lóbulo  del  riñon,  donde  se  pue- 
den fácilmente  seguir  los  numerosos  ramús- 
cidos  que  absorben.  Inmediatamente  mas  allá 
del  riñon  mas  alto,  que  es  el  derecho,  la  re- 
nal interna  de  este  lado  se  reúne  con  la  inter- 
na izquierda,  recibiendo  delante,  antes  de  su 
unión  con  su  simétrica  varias  intercostales 
considerahies. 

A(|ui  corresponde  la  descripción  de  otras 
dos  venas  venales  (las  renales  esternas)  que  se 
distribuyen  en  los  ríñones  á  la  oianera  de  las 
arterias,  según  Mr.  Jaeobson,  en  vez  de  nacer 
en  ellos  como  las  anteriores.  En  esto  supuesto 
son  una  continuación  de  las  caudales  y  se  ra- 
mifican en  cada  riñon  costeando  la  cara  esterna 
lie  dichos  órganos. 

Con  efecto,  las  caudales  traen  la  sangre  de 
ia  cola  y  de  los  órganos  de  copulación  en  los 
machos,  salvan  el  ano,  penetran  en  la  cavidad 
abdominal,  reciben  ia  sangre  de  las  vertebra- 
les correspondientes ,  y  avanzan  Inicia  los  li- 
nones para  eouFundirsc  con  las  renales  ester- 
nas. Pero  se  puede  describirlas,  si  se  quiere, 
cuino  venas  renales  eferentes,  en  las  cuales 
tuviere  la  sangre  su  dirección  de  delante 
atrás. 

Eneste^segundo  supnesto,  nacerían  de  un 
débil  ramílo  £i\  la  esfrem'ulad  anterior  de  ca- 
da riñon;  este  rumo  va  engruesando  dirigién- 
dose hacia  atrás  á  lo  largo  de  la  cara  esterna 
y  superior  de  estos  órganos,  y  recibiendo  los 
ramos  de  los  lóbulos  sucesivos  de  que  se  com- 
ponen y  (¡iie  cada  renal  atravesaría  en  su  mar- 
cha retrógrada. 

Si  ol  tronco  de  las  renales  esternas  se 
confunde  al  parecer,  por  un  lado,  con  las  cau- 
dales, por  otra  se  continúa  á  todas  luces  con 
dos  ramas  que  se  reúnen  muy  pronto  en  un 
SOid  tronco.  Esto  último  sigúela  dirección  del 
intestino  grueso  y  forma  el  origen  de  la  vena 
mesentérica,  que  propiamente  es  aquí  la  vena 
porta. 

Bajo  este  pimío  de  vista,  pues,  se  dfri  Je  la 
sangre  de  los  ríñones  en  dos  direcciones  con- 
trarias al  salir  de  estos  órganos  y  al  circular 
de  detrás  adelante  por  bis  renales  internas, 
para  ir  directamente  al  corazón  al  través  de 
las  venas  cavas  posteriores.  Al  moverse  por 
el  contrario  de  delante  atrás,  por  las  renales 
esternas,  se  dirige,  con  la  de  la  eola.  y  de  los 
órganos  estemos  de  la  generación  al  sistema 
de  la  vena  porla  hepática. 

Si  consideramos  las  renales  esternas  como 
aferentes  y  como  formando  una  vena  porta  re- 
nal, deberemos  suponer  siempre  que  la  san- 
gre [Hiede  tener  un  Unjo  ó  un  reflujo,  litóla 
uno  ñ  otro  sistema  porta,  Inicia  los  'ríñones  ó 
hacia  el  hígado,  por  las  dos  venas  comunican- 
tes orígenes  de  la  mesentérica  posterior  ó  de 
la  vena  porta. 


has  inyecciones  con  el  'mercurio  penetran 
fácilmente  desde  una  de  las  renales  á  las  otras 
tres,  verdad  es  que  llenando  todo  él  sistema 
venoso  abdominal,  comprendiendo  en  él  tam- 
bién el  de  la  vena  porta.  Pero  no  se  ve  comu- 
nicación alguna  directa  entre  los  ramúseulos 
de  una  renal  esterna  y  los  de  la  interna  del 
mismo  lado  y  reciprocamente.  ¿Está  aparente 
separación  será  un  argumento  en  favor  de  la 
opinión  de  los  que  sostienen  que  una  ,de  las 
dos  es  aferente  y  otra  eferente?  Claro  está  que 
este  ponto  tan  interesante  requiere  nuevos  es- 
perinicntos  sobre  los  animales  vivos. para  su 
completo  esclarecimiento. 

En  los  batracios.  En  los  batracios  tienen 
las  venas  una  distribución  muy  comparable 
con  la  de  las  arterias,  lo  cual  depende  de  que 
t  odas  van  i  una  sola  aurícula,  asi  como  las  úl- 
timas nacen  todas  de  un  solo  ventrículo.  Hay 
dos  venas  cavas  anteriores  que  reciben  la  san- 
gre de  la  cabeza,  del  corazón,  do  las  éstremi- 
dades  anteriores  y  de  las  venas  auálogas  á  las 
mamarias  esternas,  que  son-  muy  considerables 
y  se  estienden  debajo  de  la  piel  hasta  las  in- 
gles; y  una  vena  cava  posterior  que  recoge  las 
venas  de  las  demás  partes. 
,  Muchas  particularidades  hay  que  notar  en 
la  circunscripción  y  distribución  del  sistema 
do  la  vena  cava  posterior  y  en  las  relaciones 
con  el  déla  vena  porta..  La  cava  posterior  nace, 
como  en  los  ofidios,  etc.,  de  las  dos  venas  re- 
nales internas  ó  anteriores  (las  renales  eferen- 
tes de  Jaeobson). 

Principian  en  la  estremidad  interna  de  cada 
riñon  por  un  ramo  principal  que  avanza  "en 
esta  posición,  aumentando  poco  apoco  de  diá- 
metro, á  medida  que  recibe  los  ramúscnlos  que 
salen  de  la  sustancia  de  los  ríñones.  Las  dos 
renales  internas  se  envían,  en  su  trayecto, 
venus  unaslomósieas  y  se  confunden  delante 
délos  ríñones  para  formar  un  tronco  único 
que  es  el  principio  de  la  cava  posterior. 

Hay  también  dos  renales  esternas  (las  afe- 
rentes de  Jaeobson)  que  nacen  de  la  estremi- 
dad anterior  de  los  riñónos  del  lado  estenio, 
•asi  como  las  internas  salen  detrás  del  lado 
opuesto.  Se  dirigen  en  sentido  inverso,  es 
decir,  de  delante  atrás,  reciben  igualmen- 
te varios ramñscu los  del  interior  dolos  ríñones, 
encuentran  posteriormente  las  caudales  y  aflu- 
yen juntas  á  una  vena  que  aboca  á  la  crural, 
en  el  ponto  en  que  se  continúa  para  formar 
una  de  las  dos  raices  de  !a  abdominal. 

Esta  es  una  vena  impar  muy  notable  (pie 
naco  de  cada  crural,  las  cuales  se  dirigen  há- 
cia abajo  y  la  linea  media  abdominal,  reunién- 
dose aquí  en  un  solo  tronco,  qúe  avanza  en- 
tre el  peritoneo  y  los  músculos  abdominales 
hasta  dar  coa  el  liigado  á  cuyos  dos  lóbulos 
da  una  rama  al  bifurcarse  antes  de  penetrar 
en  el.  Estas  ramas  déla  vena  abdominal  se 
anastomosan  con  las  de  la  vena  porta  y  se  di- 
viden con  ellas  en  los  lóbulos  del  hígado  á 
la  manera  de  las  arterias. 


4003 


VENAS 


1004 


Esta  descripción  supone  que  la  sangre  de 
una  parte  de  los  ríñones  se  vierte  inmediata- 
mente en  la  vena  cava,  por  las  renales  inter- 
nas ó  eferentes;  que  la  del  resto  (renales  es- 
ternas eferentes  dejacobson)  mezclada  con  la 
sangre  (pie  vuelve  de  la  pelvis,  de  las  peque- 
ñas venas  caudales  y  de  las  estremidades  pos- 
teriores, iluye  á  la  vena  porta  hepática  por  la 
vena  abdominal  media. 

Otro  punto  de  vista  de  ia  marcha  de  la  san- 
gre en  los  riñones,  consiste  en  considerar  ¡as 
renales  esternas  como  una.  continuación  de  las 
caudal  é  hipogáslricaj  recibiendo  también  par- 
te de  la  sangre  de  las  estremidades  posterio- 
res ponina  rama  de  la  crural  y  distribuyéndo- 
la á  los  riñónos  como  una  vena  porta;  al  paso 
que  la  renal  interna  es  la  única  vena  eferente 
de  estos  órganos.  Requicrense  ulteriores  'es- 
perimcnlos  sobre  la  marcha  de  la  sangre  en 
estos  vasos  para  confirmar  ó  invalidar  el  mo- 
do muy  ingenioso  como  consideró  Mr.  Jacob- 
son  esta  distribución  de  las  venas  renales  y 
abdominales,  Igual  reflexión  liemos  hecho  ya 
después  de  haber  descrito  el  mismo  sistema 
venoso  en  los  ofidios;  y  si  bien  aun  no  hemos 
podido  ver  que  las  venas  eferentes  se  vacien 
entro  los  ríñones  y  la  ligadura  y  que  palidez- 
can los  rainúscnlos  de  estas  cu  varias  nanas 
que  hemos  sometido  á  los  esperimentos,  sin 
embargo,  no  lian  sido  estos  tan  repetidos  que 
nos  decidan  absolutamente  en  favor  de  esta 
opinión. 

M.  G.  Maycf  en  la  descripción  de  las  ve- 
nas de  los  batracios  conocidos  con  el  nombre 
de  pipas,  adopta  enteramente  el  modo  de  ver 
de  Mr.  Jacobson,  y  cree  que  nó  solo  la  sangre 
venosa  de  este  animal,  que  vuelve  de  las  es- 
tremidades posteriores,  sino  también  parte  de 
la  de  las  venas  esplénica  y  mesentérica,  se 
puede  dirigir  hacia  los  ríñones  ó  ci  hígado, 
por  el  intermedio  de  la  veuamedia  abdominal, 
sirviendo  alternativamente  para  ia  secreción 
de  la  orina  ó  de  la  bilis.  La  descripción  de  las 
venas  de  la  pipa  que  daM.  G.  Mayer,  uo  men- 
ciona que  su  distribución  sea  esencialmente 
diferente  de  la  qúe  se  observa  en  las  ranas  y 
en  Ios-sapos  de  Imestro  país.  Será  posible  cer- 
ciorarnos, por  medio  de  los  esperimentos,  de 
si  estas  esplicaciones  sóbrela  vida  de  secreción 
de  estos  animales  son  fundadas;  si  con  efecto 
hay  una  relación  tan  notable  éntrela  secreción 
de  la  bilis  y  la  de  la  orina;  y  si,  en  una  pala- 
bra, pueden  las  dos  secreciones,  hasLa  cierto 
punto,  suplirse  la  una  á  la  otra. 

La  vena  cava  posterior  de  la  pipa,  formada 
por  las  renales  eferentes  internas  y  las  venas 
genitales,  reúne  una  pequeña  vena  hepática 
del  lóbulo  medio,  Ja  hepática  derecha,  la  vena 
cava  superior  del  mismo  lado,  y  termina  en  la 
aurícula.  A  ella  aboca  también  otro  tronco  prin- 
cipal menos  considerable,  en  el  cual  conflu- 
yen la  vena  cava  superior  izquierda,  y  la  vena 
hepática  igualmente  izquierda. 

£1  tronco  de  las  venas  pulmonares  pene- 


tra en  la  misma  aurícula  por  entre  las  dos  em- 
bocaduras precedentes. 
De  las  venas  pulmonares  en  los  reptiles 
En  su  estudio  vamos  á  seguir  el  mismo  or- 
den que  para  las  venas  del  cuerpo  en  los  mia- 
mos vertebrados,  á  saber: 

1.  "   Los  quelonios. 

2.  "    Los  saurios.  • 

3.  "    Los  ofidios. 

4.  °   Las  ranas. 

En  los  quelonios  las  venas  pulmonares 
reunidas  en  un  solo  tronco,  van  á  un  reservo- 
rio  análogo,  queseabre  en  la  aurícula  izquier- 
da, y  cuya  embocadura  en  esta  cavidad  se  ha- 
lia  limifada  por  una  válvula  carnosa  en  forma 
de  media  luna. 

En  los  saurios,  las  venas  pulmonares  sou 
semejantes  á  las  de  los  quelonios. 

En  los  ofidios,  no  hay  mas  que  una  ipw  va 
igualmente  á  la  aurícula  izquierda,  Su  volii- 
men  cscede  al  de  la  arteria,  circunstancia  (pie 
nos  parece  no  se  observa  en  los  demás  rep- 
tiles. 

En  los  batracios  ó  ranas,  en  el  estadu  per- 
fecto,- las  venas  pulmonares  se  dirigen  por  se- 
parado de  las  del  cuerpo  á  la  aurícula  ia. pier- 
da, pero  del  estudio  de  su  cuerpo  se  deduce  que 
la  mezcla  de  la  sangre  se  verifica  inmediata- 
mente en  el  ventrículo  único  de  estos  rep- 
tiles. 

De  ¡as  venas  de  los  penas.  No  merecen  es- 
te nombre  en  los  peces  mas  que  los  vasos  que 
vuelven  la  sangre  al  corazón  de  todas  las  par- 
tes del  cuerpo;  y  asi  es  que  impropiamente  so 
ha  impuesto  tal  denominación  á  los  vasos  ar- 
teriales que  conducen  la  sangre  de  las  lirau- 
quiasá  la  aorta.  Estos  vasos  presentan  propur- 
cionalmente  paredes  mas  gruesas  que  las  de 
esta  última  arteria. 

Todas  las  venas  propiamente  dichas  tienen 
paredes  sumamente  delgadas  y  delicadas,  y 
difieren  mucho  bajo  este  concepto,  del  grueso 
vaso  dorsal  ó  de  la  aorta,  que  las  presenta  mas 
gruesas,  pero  menos,  á  decir  verdad,  que  la 
mayor  parte  de  las  arterias  del  mismo  calibre 
en  los  demás  animales  vertebrados.  Cinco  ve- 
nas principales  acarrean  al  corazón  la  sangre 
de  todas  las  regiones  del  cuerpo,  á  saber: 

1.  'J  La  vena  cava  posterior  situada  al  hule 
de  la  aorta  en  la  mayor  parle  de  su  ostensión. 

2.  '   El  tronco  de  las  venas  hepáticas. 

3.  "   La  vena  cava  anterior  derecha. 

4.  "    La  misma  izquierda. 
Estas  dos  cavas  penetran  eu  el  pecho  a 

derecha  é  izquierda,  se  reúnen  con  las  dos 
precedentes,  formando  con  ellas  y  con  la  ipie 
sigue  el  seno  común  de  las  venas. 

5.  "  por  fin,  un  tronco  que  vuelve  la  san- 
gre de  las  branquias  y  de  las  partes  inmedia- 
tas, penetrando  en  el  pecho  por  entre  las  dos 
venas  cavas  anteriores. 

El  gran  seno  venoso  uo  se  encuentra  en  el 
pericardio,  sina  éntrela  pared  posterior  déos- 
la cavidad  y  la  membrana  que  hace  veces  de 


UTOS 


VENAS 


1006 


diafragma,  pero  que  no  es  mas  que  la  paríe  an- 
terior del  peritoneo  reforzado  por  fibras  apo- 
neurólicas.  Este  seno  se  halla  estendido  tras- 
versalmenle  detrás  de  la  aurícula  del  co- 
razón. 

Hay  que  añadir  a  los  troneos  venosos  mas 
arriba  indinados  el  siguiente: 
'  6."  Las  venas  de  los  órganos  de  la  gene- 
ración que  reciben  también  parte  de  la  san- 
gre de  la  vejiga  natatoria,  cuando  existe. 

Las  venas  cavas  anteriores  reciben  la  san- 
gre de  la  cabeza,  que  pasa  en  parle  por  un  se- 
no de  la  región  posterior  del  cráneo;  la  de  la 
garganta,  de  las  aletas  y  basta  la  de  las  bran- 
quias, la  cual  en  lal  caso,  no  llegaría  por  se- 
parado al  gran  seno. 

El  tronco  de  las  venas  hepáticas  puedo  ser 
floble  ó  (ripie,  segnn  las  divisiones  del  bigado; 
pero  eslá  circunstancia  es  poco  interesante, 
porque  varia  en  las  especies  de  un  mismo  gé- 
nero. Asi  es  que  hay  dos  troncos  en  el  gaste- 
rosleus'spinachia,  al  paso  que  no  hay  mas  que 
uno  en  el  gasterosteos  aculealus  y  en  el  gas- 
terosleus  pangitins.  I,a  diferencia  mas  impér- 
tanle es  la  de  que  las  venas  hepáticas  de  los 
peces  van  di  reclámenle  al  corazón  y  no  á  la 
vena  cava. 

La  vena  cava  posterior  es  el  tronco  venoso 
del  cuerpo  que  mas  impórtenles  diferencias 
présenla;  puede  ser  sencillo  ó  doble,  puede 
presentar  dilataciones,  ó  comunicar  con  reser- 
vónos que  forman  parle  de  su  sistema;  su 
origen,  sus  anastomosis  con  la  vena 'porta  es-' 
tienden  ó  restringen  su  circunscripción. 

Los  peces  óseos  no  tienen  en  general  mas 
que  una  vena  cava  posterior;  al  paso  que  hay 
dos  en  los  cartilaginosos,  si  bien  no  forrrtan 
mas  que  un  solo  (ronco,  poco  antes  de  sn  ter- 
minación en  el  gr^in  seno.  Monro  observó  ya 
que  su  diámetro  en  el  abdomen  es  mas  que 
doble  del  que  presenlan  cerca  de  su  termi- 
nación en  el  gran  seno.  Ademas  forman  un 
considerable  reservorio  en  el  punto  de  su 
reunión. 

Las  venas  hepáticas,  en  el  momento  en 
que  salen  del  bigado,  entre  esta  viscera  y 
el  diafragma,  tienen  diez  veces  el  diámetro 
que  ofrecen  á  su  embocadura  en  la  vena  cava. 

No  nos  es  posible  prescindir  de  hacer  ob- 
servar la  relación  de  esta  organización  con  la 
que  hemos  descrito  en  los  mamíferos  y  en  las 
aves  ipic  pueden  permanecer  algún  tiempo 
dentro  del  agua  zambullidas. 

Soto  las  lampreas  ofrecen  una  organiza- 
ción análoga  que  es  todavía  mucho  mas  no 
lable. 

La  familia  de  los  chupadores,  como  los  de- 
más peces  cartilaginosos,  tiene  dos  venas  ca- 
vas posteriores.  Consisten  estas  en  dos  gran- 
des vasos  adberente  por  su  pared  superior 
la  de  la  cavidad  abdominal  y  estendidas  por 
toda  la  longitud  de  esta  cavidad,  á  cada  lado 
de  la  aorta.  Las"  venas  nacen  detrás  de  una 
Xcna  caudal  que  reina'  á  lo  largo  de  la  cola 


debajo  de  la  artería  del  mismo  nombre,  prin- 
cipiando delante  del  ano  por  una  bifurcación 
de  esta  vena  caudal.  Van  á  terminar  anterior- 
mente en  el  gran  seno  de  las  venas  del  cuerpo. 

En  la  gran  lamprea  y  en  la  lamprea  de  rio 
se  hallan  atravesadas  por  las  arterias  intercos- 
tales y  tienen  relaciones  con  las  venas  emnl- 
genles  ó  los  senos  renales,  la  gran  vena,  ó 
mejor  el  seno  genital  y  con  la  vena  porta,  cu- 
yas rotaciones  vamos  ahora  á  indicar. 

a.  Senos  renales  de  las  lampreas,  los 
ríñones  de  estos  peces,  en  el  estado  fresco, 
vistos  por  la  cara  inferior,  presentan  tres  fa- 
jas longitudinales  diferentemente  coloradas. 
La  esterna  corresponde  al  uréter  que  ofrece 
la  misma  anchura  qne  el  riñon.  La  faja  media 
es  este  órgano,  y  la  interna  de  un  negro  azu- 
laao,  es  un  seno  venoso,-  que  hace  veces  de 
vena  renal.  Su  cavidad  es  toda  cavernosa  por 
el  gran  número  de  láminas  ó  de  filetes  que  ¡a 
atraviesan  en  todos  sentidos  y  que  se  insertan 
en  £us  paredes.  Estas  se  hallan  notablemente 
coloradas  de  negro.  De  trecho  en  trecho  se 
ven  pequeños  orificios,  que  comunican  con  la 
vena  cava  correspondiente.  Los  dos  senos  se 
reúnen  en  su  cara  posterior.  -  ^  , 

b.  Seno  genital.  -Principia  detrás,  con  el 
ovario  ó  el  testículo,  en  medio  del  ligamento 
suspensor  de  estos  órganos,  ó  del  repliegue 
longitudinal  del  peritoneo  que  los  sostiene  de- 
bajo de  la  aorta  entre  las  venas  cavas.  Este 
seno,  en  un  principio  muy  estrecho,  aumenta 
en  diámetro  al  avanzar  y  proporcionalnreme 
al  desarrollo  del  órgano  genital.  Presenta  en 
su  interior,  la-  misma  estructura  que  los  se- 
nos eranlgentes,  es  decir,  que  se  halla  dividi- 
do interiormente  por  láminas  y  filamentos  ten- 
dinosos, que  forman  numerosas  mallas  y  se 
adhieren  á  sus  paredes.  Esta  organización  tie- 
ne por  objeto  prevenir  una  dilatación  dema- 
siado considerable  del  seno  por  la  saugre  que 
en  él  podría  acumularse,  y  tal  vez  comprimen 
la  cavidad. 

El  seno  genital  separa  tas  dos  venas  cavas 
posteriores,  y  debajo  de  eslas  los  senos  re- 
nales. Abrese  entre  estas  dos  venas  cavas  por 
anchas  embocaduras  abiertas  á  cada  lado  de 
su  pared  superior. 

El  seno  genital  es,  pues,  una  vena  gcnilal, 
análoga  á  la  que  se  ve  en  los  peces  óseos,  y 
en  las  tortugas,  entre  los  reptiles,  vertiendo 
en  las  venas  cavas  la  sangre  de  estos  órganos. 

Su  diámetro  mayor,  que  no  es  en  manera 
alguna  proporcionado  al  desarrollo  del  ovario 
ó  de  la  freza,  y  sn  estructura  singular,  anun- 
cian que  debe  servir  de  reservorio  á  la  sangre 
de  las  venas  cavas.  Mr.  Italhke  no  encontró 
seno  genital  en  la  pequeña  lamprea  fluviátil, 
ni  en  el  ammocetes.  ¿Dependería  eslo,  acaso, 
de  las  épocas  en  que  los  observó  y  de  que  no 
íenia  una  idea  de  la  determinación  de  este  se- 
no, como  seno  genital? 

En  los  peces  óseos,  la  vena  cava  poslerior 
nreace  la  continuación  directa  de  la  venasub- 


1007 


VENAS 


1008 


caudal  que  recibe,  de  las  ramas  trasversas  des- 
cendentes y  que  rodean  á  las  vértebras  de 
esía  regían,  la  sangre  recogida  por  una  con- 
siderable vena  vertebral  que  reina  encima 
de  la  médula  espinal  en  toda  la  eslension  de! 
canal  vertebral, 

Al  pasar  la  vena  cava  por  entre  los  ríño- 
nes reúne  en  su  trayecto,  mas  allá  de  su  co- 
misura posterior,  muchos  ramos  que  llevan 
recogida  la  sangre  de  dichos  órganos. 

En  cnanto  á  la  circunscripción  de  la  vena 
cava,  relativamente  á  la  vena  porta  y  u  las  ve- 
nas renales,  están  divididos  los  aiiotoraicos,  lo 
mismo  que  para  las  otras  dos  clases  de  verte- 
brados ovíparos.  Unos  creen  que  los  ríñones 


los  ramos  al  tronco.  Estp  mismo  tronco  en 
sn  otra  mitad  hace  el  olido  de  arteria,  iiiv¡ 
cliéndoso  en  el  hígado  á  la  manera  de  mi  vaío 
centrifugo,  en  el  cual  la  sangre, va  del  tronco 
á  las  ramas  y  los- ramos. 

La  vena  perla  reúne  la  sangre  venosa  de 
todo  el  canal  intestinal,  del  buzo,  íe'lpán- 
creas  y  del  estómago:  sus  dos  principales  ra- 
mas son  la  vena  meseutérica  superior  y  ]¡i  Te. 
na  Rsplónica.  En  rigor  la  reunión  de  estas  dos 
venas  constituye  la  vena  porla.  Apenas  queda 
asi  formada  cuando  recibe  ya  la  coronaria  es- 
tomáquica;  la  vena  inesenlériea  inferior  ó  pos- 
terior entra  también  en  la  circunscripción  vas- 
cular de  la  vena  porla,  y  como  esla  se  disfri- 


intercepfan  una  buena  cantidad  de  la  sangre  i  buyo  también  por  el  plexo  hemorroida!  supe- 
venosa  del  tronco  y  de  la  cola  para  el  uso  de  '  vior,  y  como  las  ramillcacioHCs  do  este  plexo 
la  secreción  de  que  se  hallan  encargados;  y  ;  comunican  con  los  plexos  hemorroidales  me- 
otros  suponen  que  toda  la  sangre  venosa  de  !  dio  o  inferior  que  pertenecen  á  la  vena  hipó- 
los músculos  del  tronco  y  de  la  cola,  llega  á  j  gástrica,  resulla  de  ahi  que  la  cava  y  la  noria 
la  vena  cava  sin  filtrarse  al  través  de  los  ri- ,  pueden  enviarse  reciprocamente,  por  esla  vía, 
ñones.  Cnviery  Meckel  abrazaron  esla  última  1  parte  de  la  sangre  que  contienen. 


opinión. 


Bueno  es  observar  ahora  esta  coraimica- 


lle  ahi  las  palabras  textuales  que  emplea  ;  cion  que  luego  encontraremos  mucho  mas 


Cuvier  al  tratar  este  asunto; 

«Hay que  hacer  aquilina  observación esen- 


BO- 


lable  en  los  vertebrados  ovíparos. 

J.a  vena  porta  de  los  "mamíferos  no  ]ire- 


cial  y  que  corresponde  á  lo  que  Mr.  Jacobson  i  sema  nada  absolutamente  en  su  origen  y  en  su 
notó  en  las  aves;  nos  referimos  á  una  especie  ¡  marcha  hasta  el  hígado  que  la  distinga  de  la 
de  vena  porla  renal,  porque  se  halla  sujeta  á  j  del  hombre,  lluenbeiu  dice  que  su  marcha  es, 
la  misma  objeción.  La  sangre  de  gran  parte  de  j  sin  embargo,  mas  directa, 
los  músculos  del  tronco  va  á  una  vena  mayor  ¡ 
que  reina  en  , el  canal  vertebral  encima  de  la  ¡ 
médula  raquídea;  y  como  esta  vena  no  afluye 
enteramente  al  gran  seno,  sino  que  ofrece 
muchas  ramas  laterales  que  penetran  en  el  ri- 
ñon (que  os  la  renal  aferente  de  Mr.  Jacobson), 
podríase  creer  que  no  lleva  al  corazón  la  san- 
gre que  recibe,  sino  que  la  distribuye  por  el 
riñon,  como  la  vena  porta  derrama  la  suya  por 
el  hígado;  sin  embargo,  como  la  perdón  de 
esta  vena  situada  delrásdel  abdomen  comuni- 
ca por  medio  de  varias  ramas  laterales  con  la 
vena'cava,  que  corre  por  debajo  de  la  espina, 
es  muy  de  suponer  que  también  entra  en  la 
clase  de  las  venas  ordinarias.  » 

Pasemos  aliora  al  estudio  de  la  vena  porla 
ú  de  la  pequeña  circulación  hepática.  En  su 
análisis  seguiremos  el  orden  que  ya  conocen 
nuestros  lectores,  es  decir: 


1.° 

a." 

3.  ° 

4.  ° 

5.  ° 


En  el  hombre. 
En  los  mamíferos. 
En  las  aves.  > 
En  los  peces. 
En  los  reptiles. 
De  la  vena  porta  en  el  hombre  y  en  los 
mamíferos,    ha  vena  porla,  en  e!  hombre  y 
en  los  mamíferos ,  es  un  tronco  vascular  de 
dobles  ramificaciones,  absolutamente  como  un 
árbol,  de  las  cuales  unas  nacen  en  todas  las 
visceras  abdominales  propias  de  la  digestiou, 
corresponden  á  las  raices-,  y  otras  divididas  en 
la  sustancia  del  hígado,  son  las  ramas  y  ios 
ramos.  La  sangre  se  mueve  en  las  primeras, 
como  en  todas  las  demás  vena;,  es  decir,  de 


El  sistema  de  hi  vena  porla  no  ofrece  cu 
los  mamíferos,  mas  diferencias  que  merezcan 
especial  mención;  á  no  ser  que  en  el  deltln  el 
tronco  de  esla  vena  tiene  una  dilatación  muy 
considerable  cerca  del  higado. 

De  la  circulación  hepática  en  las  aves.  La 
vena  porla  se  compone,  como  en  ios  mamí- 
feros, de  las  venas  de  los  diferentes  mésente- 
nos, del  páncreas,  del  buzo  y  del  estómago. 
Tero  al  parecer  se  desprendo  del  sistema  una 
considerable  vena  intestinal  que  es  la  inesan- 
terica  posterior.  Esla  vena,  una  vez  formada, 
se  bifurca,  se  anastomosn  con  el  tronco  co- 
mún de  la  vena  caudal  y  de  la  hipogáslrica  de 
cada  lado,  y  pendra  en  los  riñones  para  irá 
formar  mas  allá,  después  de  haberse  reunido 
con  la  caudal  y  de  haber  recibido  las  renales 
anteriores  (ó  las  renales  eferentes  de  Jacolisom 
tina  de  las  dos  ramas  de  origen  de  la  vena  ca- 
va posterior. 

Resulla  de  esta  descripción,  que  la  vía  de 
comunicación  que  hemos  hecho  entrever  en 
los  mamíferos,  entre  los  ramos  de  la  mesenté- 
rica  posterior  y  los  de  una  de  las  venas  depen- 
dientes de  la  vena  cava,  es  en  las  aves  una 
via  muy  ancha  que  permite  á  la  sangre  délas 
ostremidades  posteriores  y  de  la  cola,  dirigir- 
se, en  parte,  hacia  los  ríñones  y  la  cava,  y  ea 
parle  hacia  la  porla,  admitiendo  igualmente 
el  (lujo  ó  el  reflujo  de  una  cantidad  variable 
de  este  liquido  por  una  ñ  otra  de  estas  vías  de 
desagüe. 

De  la  circulación  hepática  en  los  repu- 
les.   La  vena  porta  toma  gran  eslension  en 


40O9 


VENAS 


esta  clase,  y  debe  dirigir  al  parecer  al  hígado 
gran  parle  de  la  sangre  de  la  pelvis,  de' las 
eslremidades  y  de  la  cola. 
Varaos  á  estudiarla: 
\.a   En  los  quelooios. 

2.  *   Eu  los  cocodrílidos. 

3,  "   En  los  saurios  ordinarios.  - 
i."    En  los  ofidios. 
5,"   Eu  los  batracios. 

demos  visto  en  el  articulo  anterior  que  la 
vena  porta  recibe  la  sangre  del  tronco,  de  la  co- 
la, délas  eslremidades  posteriores,  de  la  pelvis 
y  hasta  délos  ríñones.  Solóla  de  los  ovarios  ó  de 
ios  testículos  se  vierte  directamonleen  la  vena 
cava.  Baja  no  observa,  con  este  motivo,  que  el 
desarrollo  de  la  vena  porta  y  la  cantidad  de 
sangre  que  acarrea  al  hígado,  son  tanto  ma- 
yores cuanto  mas  débil  es  en  los  quelonios  Ja 
respiración  pulmonar.  Deduce  de  ahí  que  el 
hígado  no  solo  sirve  para  segregar  la  bilis  co- 
mo humor  digestivo,  sino  que  también  contri- 
buye á  la  depuración  de  la  sangre. 

En  los  coc-jdr'üidos.  La  vena  porta  tiene 
un  doble  origen,  á  saber:  el  de  las  visceras  de 
alimentación  cuyas  venas  forman  el  tronco  ve- 
noso ordinario,  y  el  de  los  ríñones,  de  la  co- 
la y  de  las  estremidades  posteriores  y  de  las 
paredes  abdominales  cuya  sangre  llega  al  hí- 
gado por  dos  venas  que  pertenecen  á  las  pare- 
des del  vientre. 

I,a  vena  epigástrica  ó  abdominal  qne  aca- 
tamos de  indicar,  es  la  continuación  de  la 
iliaca  formada  á  su  vez  por  la  femoral  y  la  hU 
pogáslriea,  y  mas  atrás  por  dos  ramas  de  la 
caudal  que  reciben  una  renal  posterior.  Esta 
vena  recorre  las  paredes  abdominales  de  de- 
trás adelante,  llega  al  lóbulo  del  hígado  de  su 
lado,  y  se  ramifica  en  él  con  la  vena  porta  or- 
dinaria. Esta  dirige  al  hígado  la  sangre  del  es- 
tómago, del  mesenterio  y  del  bazo. 

I,a  mesentérica  posterior  afluye  al  parecer 
inmediatamente  á  la  vena  ea.va.  ■ 

En  los  saurios  ordinarios.  .  S'u  vena  por- 
ta iiodiüere  al  parecer  de  la  de  los  cocodrí- 
lidos. 

En  los  nfídios.  Un  considerable  tronco  ve- 
iiuso  líenc  su  origen  un  poco  delante  del  ano, 
por  dos  raices  que  son  á  la  vez. la  continuación 
de  las  renales  posteriores  y  de  las  caudales. 
Este  tronco  avanza  á  lo  largo  de  la  cara  supe- 
rior del  intestino,  y  retine  en  sí  sucesivamen- 
te sus  venas  formando  esencialmente  la  vena 
porla.  Esta  puede  recibir,  pues,  medíanle  esta 
doble  vía,  la  sangre  de  la  cola  y  la  de  los  rí- 
ñones. Varias  intercostales  terminan  en.  ella 
hacia  la  parte  media  de  su  trayecto.  Sin  em- 
bargo, las  esperniáticas  rematan  en  la  vena 
cava. 

En  ¡os  batracios.  Nada  tenemos  que  aña- 
dir á  lo  qne  llevamos  dicho  en  la  descripción 
de  la  cava  posterior,  á  no  ser  qne  las  venas 
del  bazo,  del  mesenterio  y  del  estómago,  que 
forman  el  sislema  mas  general  de  la  porta,  con- 
fluyen en  el  hígado,  conforme  lo  indicamos 

¿233    BIIÍUOTRQA  I'OCIJIAI!. 


en  las  dos  ramas  de  la  vena  abdominal  carga- 
da de  parte  de  la  sangre  de  las  eslremidades 
posteriores,  de  la  pelvis  y  délos  ríñones. 

De  la  vena  porta  en  ios  peces.  Examina- 
remos: 

1.  "  Los  órganos  que  le  envían  su  sangre 
venosa. 

2.  "  Si  sus  venas  se  reúnen  en  uno  ó  mu- 
chos troncos  antes  de  penetrar  en  el  hígado. 

3.  "  Las  comunicaciones  que  este  sistema, 
mas  ó  menos  estenso,  presenta  en  sos  raice? 
con  el  dé  la  vena  cava. 

Organos  que  envían  su  sangrevenosa  d  la 
vena  porla.  f.a  sangre  de  los  ovarios  y  de 
los  teslículos  va  al  hígado  por  muchos  ramos 
en  los  ciprinos,  y  las  venas  genitales  se  unen 
con  la  mesentérica  en  las  blennias.  En  Ja  per- 
ca las  genitales  se  reúnen  con  la  mesentérica 
ó  con  las  venas  del  estómago.  En  el  esperin- 
que  las  venas  genitales  izquierdas  van  en  par- 
te á  la  vena  mesentéricay  en  parte  á  la  renal. 
En  el  rodaballo  las  venas  genitales  se  dirigen 
como  de  ordinario  á  la  cava.  Las  venas  del 
recto  rematan  en  ella  directamente  sin  üi  al 
hígado,  en  muchos  peces.  Elornbro  y  el  espe- 
rinque  se  encuentran  en  este  caso.  En  este  úl- 
timo varias  venas  genitales  derechas  se  riñen 
con  las  del  recto  para  tomar  esta  dirección. 
La  vejiga  natatoria  envia  en  algunos  casos  sus, 
venas  al  hígado  por  el  intermedio  de  la  mesen- 
térica (espinoso,  gobio). 

iVwmero  de  los  troncos  de  la  vena  por- 
ta.  Este  número  varía  al  parecer  con  la  for- 
ma y  las  divisiones  profundas,  y  sin  duda  - 
también  con  la  presencia  ó  la  falta  de  útt 
mesenterio. 

Hay  ifno  solo  en  los  gobioides,  en  la  angui- 
la y  la  lamprea. 

Ademas  del  tronco  principal  se  ve  que  lle- 
gan al  hígado  algunos  ramos  separados  en  la 
perca,  alosa,  siluro,  Iota  y  ammodites. 

Otras  veces  hay  dos  /troncos  principales 
que  reúnen  todas  las  venas  de  este  sistema, 
ó  que  dejan  que  algunos  Tamos  aislados  pene- 
tren separadamente  en  el  hígado. 

Las  blenias  entre  los  gabioideos  se  hallan 
en  el  primer  caso. 

El  arenque  y  varios  pequeños  pleuronectos 
se  encuentran  en  el  segundo. 

El  codos  scorpins  tiene  la  vena  porta  iHvi 
didij  en  tres  troncos. 

Por  último,  en  la  mayor  parte  de  los  cipri- 
nos, cuyo  hígado,  muy  dividido,  se  eutrelaza 
con  los  repliegues  del  intestino,  los  vasos  de 
este  canal  qué  no  lleva  mesenterio,  penetran 
por  pequeñas  ramas  ó  por  ramitos  en  las  par- 
tes mas  próximas  al  hígado. 

Algo  análogo  se  observa  en  el  rodaballo, 
aunque  su  hígado  esté  poco  dividido.  En  él  se 
nota  la  falta  de  mesenterio,  que  coincido  con 
la  de  concentración  del  sistema. 

De  las  comunicaciones  del  sistema  de  ta 
vena  porta  con  el  de  la  cava  posterior.  Es- 
tas comunicaciones  se  verifican  en,  los  peces, 
t«  xxxin.  H 


Mí 

en  los  cuales  parte  lan  solo  de  las  venas  ge- 
nitales, se  dirige  á  la  veua  porta.  Bsliiblécoiisi' 
también  por  las  venas  del  recto  que  constitu- 
yen una  parte  del  árbol  mesentérieo  y  se  diri- 
gen á  la  vena  cava.  Estas  anastomosis  entre  el 
sistema  de  la  veua  cava  y  el  de  !u  vena  porta 
facilitan  el  retorno  de  la'  sangre  por  una  ii  otra 
via.  Resolta  de  alii  que  el  tluido  nutricio,  en 
ciertas  circunstancias,  debe  poder  dirigirse 
por  una  especie  de  reflujo,  mas  bien  á  un  lado 
que  á  otro  según  las  necesidades  del  orga- 
nismo. 

la  vena  porta  de  muchos  solacios  presenta 
*úaa  disposición  y  una  estructura  muy  ealraña 
por  lo  menos  eu  parte  de  su  trayecto. 

Una  especie  de  escualo  análogo  al  glaucos 
de  Linea,  pero  que  presenta  ciclos,  y  las  es- 
pecies del  género  martillo  (zig;ena  de  Ruvien, 
tienen  una  gran  válvula  de  forma  semicircular, 
arrollada  sobre  si  misma  y  cuyo  borde  libre 
contiene  el  principal  tronco  de  la  vena  porta 
intestinal.  Este  tronco,  al  dirigirse  de  delante 
atrás  y  a!  recibir  las  venas  del  intestino,  au- 
menta poco  á  poco  su  diámetro,  merced  al  su- 
cesivo crecimiento  de  su  calibre  y  al  espesor 
de  sus  paredes,  que  son  muy  musculosas.  Sn 
efeeto  se  reduce  á  nuestro  modo  de  ver  á  ana 
especie  de  corazón  para  el  sistema  de  la  vena 
porta.  Luego  que  esta  veua  sale  del  intestino, 
sus  paredes  no  ofrecen  mas  que  el  espesor  y 
la  .composición  ordinaria.  Llega  por  fin  &  la 
base  del  hígado,  después  de  haber  atravesado 
un  camino  bastante  largo,  y  se  bifurca  en  dos 
ramas,  una  para  cada  nuo  de  los  lóbulos  de  este 
órgano. 

En  los  chupadores  la  vena  porta,  que  no 
es  mas  que  una  veua  meseatérica  interior,  se 
halla  contenida  en  el  espesor  del  borde  libre 
de  la  válvula  espiral  que  reina  en  toda,  la  os- 
tensión del  canal  intestinal.  Kecihe  sucesiva- 
mente las  numerosas  ramificaciones  de  las  ve- 
nas intestinales  cuyos  ramos  principales  se 
dividen  oblicuamente  al  través;  ó  bien  están 
un  poco  vuellosen  espiral.  Esla  venase  intro- 
duce en  et  hígado,  precisamente  en  el  punto 
en  donde  principia  el  repliegue  valvular  me- 
sentérico. Acarrea  una  sangre  notablemente 
negra. 

Tres  ó  cuatro  troneos  venosos  que  se  ven 
en  la  estremidad  posterior. del. abdomen,  se  di- 
rigen desde  la  linea  media  dorsal  y  del  seno 
medio  hacia  el  fin  del  intestino,  y  obligan  á 
que  vuelva  á  la  vena  mescnlérica  parte  de  la 
sangre  que  se  dirige  á  las  cavas  por  otras 
vias.  Aunque  se  las  inyecta  fácilmente  la  una 
por  medio-de  la  otra,  y  merced  á  ellas,  la  ve- 
na porta,  el  segundo  es  sobre  lodo  el  que  co- 
munica mas  directamente  con  esta  vena  cuya 
continuación  parece.  Le  compáramos  á  las  dos 
ramas  que  en  las  serpientes,  nacen  de  las  re- 
nales esternas  y  ée  las  caudales,  formando 
igualmente  la  vena  porta  intestinal. 

Como,  en  todos  los  oví  paros,  estas  grandes  1 
comunicaciones  entre  la  vena  porta  y  la  vena 


10)2 

cava  posterior,  se  hallan  destinadas  al  parecer 
á  permitir  un  (lujo  y  reflujo  de  la  sangre  fau 
una  á  la  otra,  según  las  necesidades  de  l¡i  T¡'. 
da  de  nutrición. 

De  las  enfermedades  de  las  venas,  ta- 
mos á  añadir  ahora  algunos  apuntes  á  las  ob- 
servaciones y  á  las  diferentes  citaciones  mío 
hicimos  en  el  articulo  yahices  de  osla  Enci- 
clopedia moderna,  al  cual  remi limos  á  nues- 
tros lectores.  Vendrá  á  ser,  pues,  como  el 
complemento  de  lo  que  llevamos  digno  acer- 
ca de  esle  asunto  en  diversos  puntos  de  es- 
ta obra. 

"Las  venas,  dice  con  razón  llr.  IIod<*son 
se  hallan  sujetas  á  todas  las  afecciones  mor- 
bosas que  afectan  á  las  partes  blandas  en  Di- 
neral; pero  la  Iónica  membranosa  de  estos 
vasos  es  particularmente  susceptible  de  infla- 
mación. Cuando  tina  vena  está  herida,  la  ¡n- 
llamacion  que  de  ahi  resulta  se  csfieiide  á  ve- 
ces á  lo  largo  de  la  membrana  interna  del 
vaso,  á  los  principales  (roncos  venosos,  y 
hasta  en  algunas  circunstancias,  á  la  raeiniwi- 
na  que  tapiza  las  cavidades  del  corazón.  Esla 
inflamación  produce  á  veces  un  derrame  de 
linfa  coagulable  que  reúno  las  paredes  opues- 
tas de  la  vena,  en  términos  de  obstruir  su  ca- 
vidad, resultando  de  ahí  que  gran  parlo  del 
vaso  se  encuentra  convertido  en  ciertas  oca- 
siones en  un  cordón  sólido.  En  algunos  casos, 
la  secreción  del  pus  en  la  cavidad  del  vaso,  es 
ha  consecuencia  de  te  inflamación  de  la  túnica 
interna  de  las  venas.  En  tales  circunstancias, 
6  está  mezclada  la  materia  purulenta  con  !¡> 
sangre  en  circulación,  ó  bien  habiendo  deter- 
minado la  inflamación  la  adherencia  de  las  pa- 
redes del  vaso  en  ciertos  intervalos,  la  colec- 
ción purulenta  se  encuentra  interceptarla  pol- 
linas especies  de  barreras,  formando  de  esta 
suerte  una.  especie  de  absceso  en  el  trayecto 
de  ta  vena. 

«Coando  no  es  muy  estensa  ia  inflamación 
de  las  venas,  los  síntomas  son  los  mismos  que 
los  de  la  inflamación  local  en  general;  pero  si 
progresa  hasta  los  principales  troncos  venosos 
y  se  segrega  pus  en  el  vaso,  va  acompañada 
de  una  irritación  general  mu  y  grande  y  de  sin- 
tonías perfectamente  semejantes  á  lus  de  la 
liebre  tifoidea.» 

Independientemente  del  ejemplo  de  inlln- 
macion  de  la  vena  femoral  y  de  oirás  arterias 
grnesas,  determinada  por  una  ligadura  circu- 
lar ó  por  una  pequeña  abertura  hecha  'acciden- 
talmente en  la  vena  femoral,  en  la  operación 
del  aneurisma  de  la  arteria  poplitea,  que  ya 
mencionamos  en  el  articulo  varices  (véase 
mas  atrás  esle  artículo]  ¡  refiere  Mr.  Travers 
otra  observación  ,  en  la  cual  una  fimesla  in- 
flamación de  las  venas  femoral  é  iliaca  ester- 
na, con  vestigios  de  flegmasía  que  se  eslemban 
hasta  kaurículaderecha,  habiasido  determinada 
al  parecer  por  ^aplicación  de  una  ligadura 'en 
el  orificio  de  la  vena  femoral.  El  mismo  funes- 
to resoltado  ocasiona  a  veces,  al  parecer,  la 


VBNAS 


VENAS— VKNDEE 


KM  i 


inflamación  de  ks  venas  después  de  la  ampu- 
tación, aun  en  eí  caso  de  que  no  se  haya  li- 
gado la  vena  femoral?  . 

Por  fin,  las  observaciones  de  Mr.  Travers, 
lo  mismo  que  las  de  los  señores  Hodgson  y 
Carmicbael ,  tienen  por  objeto  probar  que  la 
inflamación  de  la  Iónica  interna  do  «na  vena 
es  unas  veces  el  resudado  de  una  punzada,  y 
oirás  el  de  una  sección,  de  mía  ligadura  pues- 
ta alrededor  del  tubo  de  la  veua  ,  ó  bien  no 
mas  queden  parte  de  su  circuito,  y  que  puede 
provenir  espontáneamente  de  una  superficie 
inflamada,  de  la  cual  forme  parte  la  vena. 
Mr  Cannicbael  cila  un  caso  en  e!  cual  la  autop- 
sia cadavérica  dio  á  conocer  aparentemente 
ipie  el  enfermo  murió  á  consecuencia  de  la 
operación  del  aneurisma  de  la  arteria  femoral, 
de  la  inflamación  y  de  k  supuración  en  la  ve- 
na femoral,  que  se  estendia  por  debajo  de  la 
safen»  y  por  encima  de  la  iliaca  común.  Duran- 
te ¡a  operación  se  pinchó  la  vena  femoral  sin 
lomarse  luego  el  trabajo  de  ligarla. 

•  A  fin  de  evitar  las  heridas  de  la  arteria  fe- 
moral, encima  del  borde  anterior  del  músculo 
sartorio,  recomienda  Mr.  Cannicbael  «que  se 
introduzca  ta  aguja  por  el  lado  púbico  de  Ja 
arteria,»  consejo  que  dimos  ya  en  el  articulo 
aneurisma  i  véase  en  nuestra  Enciclopedia  esta 
palabra). 

La  inflamación  produce  con  frecuencia  un 
engruesamiento  de  las  membranas  de  las  ve- 
nas, y  ademas  la  adherencia  de  sus  paredes  y 
la  obliteración  de  su  cavidad.  Con  efecto,  en 
algunas  circunstancias  se  ha  observado  que 
eslos  vasos  se  parecen  á  las  arterias  por  el  es- 
pesor  de  su  membrana  interna,  como  que  con- 
servaban la  forma  circular  después  de  haber- 
los cortado  al  través. 

La  ulceración  se  estiende  á  veces  á  ¡a  tú- 
nica de  las  venas  y  dá  origen  á  hemorragias, 
por  poner  á  descubierto  sus  cavidades.  En  al- 
gunos casos  principia  la  ulceración  en  la  mem- 
brana interna  y  destruye  las  demás  láminas 
membranosas.  Sin  embargo,  en  general,  la  in- 
flamación adhesiva  precede  á  Ja  ulceración,  y. 
como" oblitera  la  cavidad  del  vaso  previene  la 
hemorragia.  Cuando  el  esfacelo  tiene  lugar  en 
las  inmediaciones  de  las  venas,  sus  cavidades 
como  las  de  las  arterias,  en  circunstancias  ta- 
les, se  llenan  de  grandes  cuajos,  que  impiden 
se  verifique  la  hemorragia  cuando  por  último 
se  separa  la  parle  cangrenada. 

Obsérvase  á  veces  rotura  de  venas,  sin  que 
exista  ninguna  previa  alteración  morbosa  en  la 
estructura  de  estos,  vasos.  Esta  rotara  puede 
oslar  determinada  por  un  ejercicio  muscular 
demasiado  considerable,  por  alguna  violencia 
estenor .  por  los  súbitos  efectos  del  baño 
fi'io,  etc. 

Aunque  se  forma  casi  siempre  en  las  arte- 
rias de  las  personas  de  edad  avanzada  un  de- 
pósito de  materia  caliza,  es  sumamente  raro 
que  también  se  le  observe  en  las  paredes  de 
las  venas. 


Se  Han  encontrado  cálenlos  libres  en  las 
cavidades  de  las  venas,  y  á  veces  se  ñola  que 
nacen  tumores  en  su  membrana  interna.  En 
un  caso  de  escirro  del  piloro,  pncontró  mon- 
sieur  liodgson  un  tumor  mas  grueso  que  una 
nuececilla,  que  se  había  desarrollado  en  la 
membrana  interna  de  la  vena  esplénica,  y  que 
se  parecía  por  su  consistencia  y  por  su  aspec- 
to á  ta  enfermedad  que  afectaba  al  piloro. 

El  sistema  venoso,  lo  mismo  que  el  arte- 
ría! ,  es  susceptible  al  parecer  de  una  circula- 
ción colateral  cuando  una  de  las  partes  se  ba- 
ila obliterada.  Aun  después  de  la  obliteración 
de  k  vena  cava  inferior,  se  ha  visto  que.  la 
sangre  alluia  con  facilidad  al  corazón  por  las 
lotubares  y  la  ázigos.  Es  nolabie  en  el  ejemplo 
citado  por  el  doctor  Baillie,  el  que  la  vena  cava 
inferior  se  encontrase  obliterada  en  el  punto 
en  que  se  abren  las  venas  cavas  hepáticas,  de 
modp,  que  no  solo  la  sangre  de  las  estremída- 
des  inferiores,  sino  también  la  procedente  del 
hígado,  habia  de  dirigirse  al" corazón  por  los 
canales  colaterales. 

Habiéndonos  estendido  ya  demasiado  en 
este  articulo,  y  no  siéndonos  permitido  tras- 
pasar ciertos  limites,  nos  limitaremos  ahora 
á  mencionar  las  siguientes  obras  que  pueden 
consultar  nuestros  lectores  si  desean  conocer 
mas  á  fondo  las  dolencias  y  enfermedades, 
muchas  de  ellas  muy  graves,,  que  pueden 
afectar  ;i  una  de  ks  parles  mas  interesantes 
de  nuestro  complicado  y  maravilloso  organis- 
mo ,  cuales  son  las  venas. 

í.°  J.  llunter  en  sus  Trans.  for  the  im- 
provement  of  med.  and  chir.  knowleage, 
toma  I. 

2.  "    Abernethy:  Sus  obras 

3.  "  I.  Hodgson:  Ore  the  discases  of  arte- 
rias and  veins: 

A."  Longuet:  Disertación  sobre  las  infla- 
maciones de  las  venas,  Paris,  1815. 

5.  "  E.  Travers,  en  los  Surginal  essays, 
parte  primera,  en  8.",  Londres,  1818. 

6.  "  F.  A.  B..  Pnchelt :  Das  verwnsysUm 
in  seinen  krankhaften  verhaltnissen,  en  8.", 
en  Leipsic,  publicado  en  1818. 

7.  °  Ií.  Carmicbact,  en  las  Trans.  of.  the 
associütion  offellows,  etc.  of  the  king'a  and 
queen's  college  of  physicians  in  Ireland ,  en 
a.",  en  el  tomo  11,  Dublin,  ISIS; 

Ademas  se  han  publicado  modernamente  en 
l'raucia  varias  memorias,  disertaciones  y  tra- 
bajos que  pueden  consultar  con  fruto  nuestros 
lectores. 

VENCEJO.  \Hisloria  natural.)  Género  de 
páseres  de  la  familia  do  las  lisirostres  diur- 
nas. Tienen  las  alas  mas  largas  y  las  patas 
mas  cortas  que  las  golondrinas,  la  cola  está 
compuesta  de  diez  peonas  y,  sus  cuatro  dedos 
están  dirigidos  todos  liácia  adelante.  Es  muy 
común  en  nuestro  pais  el  vencejo  de  pared 
[hirundo  metba  de  Lin.) ,  como  también  el 
h  apus. 

VEKDÉE.  <BEPAMAHBN.ro  be  t,a)  Topoyra- 


4013 


VKNDEE 


fia  y  estadística.)  Topografía,  El  departa- 
mento de  la  Vendéc,  situado  en  ]a  región  Oeste 
déla  Francia,  corresponde  al  Majo  Poitou.  Con- 
fina al  !í.  con  el  departamento  del  Loira  Infe- 
rior, al  H,  H.  con  el  de  Maine  y  Loira.  A!  E.  con 
el  de  los  Dos  Sevres,  al  S.  con  el  Sevre  Nior-  ¡ 
tés,  que  le  separa  del  Cbarenle  Inferior,  y  con  ' 
el  Pertuis  bretón,  y  al  Oeste  eon.  el'Océano,  1 
Debe  su  nombre  á  un  rio  que  lo  atraviesa.  Su 
estensiqn  en  superficie  es  de  681,700  hectá- 
reas repartidas  de  este  modo  entre  las  distin- 
tas naturalezas  de  suelo  y  de  propiedades: 

Espacio  sujeto  á  contribución. 

Tierras  de  labor   408,565  hects. 

Prados. .  '                       .  109.8% 

Landos,  pastos,  arbustos,  ele,  05,826 

Bosques   29,660  , 

Viñas..'   17,700 

Jardines  y  planteles   8,232 

Propiedades  edificadas.  .  .  .  3,234 
Estanques,  abrevaderos,  pan- 
tanos, y  canales  de  riego.  3,103 
Mimbreras,  saucedales  y  ol- 
medales                   .  .  126 

Espacio  exento  de  co7üribucion. 

Caminos,  plazas  públicas,  ca- 
lles, etc   23,061 

Bosques,  dominios  improduc- 
tivos  ...  7,558 

Ríos,  lagos  y  arroyos.  .  .  .  4,513 

Cementerios,  iglesias,  edifi- 
cios públicos   229 

Total   681,700 


El  número  de  las  propiedades  edificadas  era 
á  fines  de  1837  de  71,699,  de  las  que  09,723 
estaban  destinadas  á  habitación,  1,852  molinos 
y  124  fábricas. 

El  deparlamento  de  la  Veüdée  se  divide  en 
tres  partes  distintas:  el  Pantano,  la  Selva  y  el 
Llano,  nombres  característicos  tomados  de  la 
natu  raleza  del  pais.  El  Pantano  se  estiende  prin- 
cipalmente á  lo  largo  de  las  cosías;  la  Selva 
ocupa  el  centro  y  el  pais  alto,  alejándose  del 
mar  y  del  Loira;  el  Llano  limita  en  gran  parle 
el  curso  inferior  de  dicho  rio.  El  Mano  es  una 
comarca  descubierta  y  bástanle  fértil,  cuyo 
fondo  es  un  banco  alto  de  piedra  calcárea 
mezclada  de  concbas.  La  capa  vegetal,-  com- 
puesta de  tierra  arcillosa,  mezclada  de  un 
poco  de  arena,  de  1  ierra  calcárea  y  de  óxido 
de  Berro,  reposa  sobre  una  greda  muy  po- 
rosa. El  rio  principal  que  lo  riega  es  clVendée. 
La  Selva  ó  Bocage,  asi  llamado  por  los  bos- 
ques que  contiene,  forma  casi  las  cinco  nove- 
nas partes  del  departamento.  En  general,  la 
tierra  de  que  se  compone,  es  fuerte  y  com- 
pacta; pero  el  suelo  es  variado:  en  ciertas  par- 
tes es  arcilloso  y  en  otras  gredoso'o  arenoso 


El  fondo  es  de  granito.  La  Selva  está  llena  de 
pucblecitos,  chozas  y  alguno  que  otro  custiHo 
en  sus  gargantas  y  valles.  Tiene  pocos  caminos. 
Las  habitaciones  y  propiedades,  cerradas  por 
vallados  de  matas  y  espinos  muy  espesos,  se 
comunican  unas  con  otras  por  medios  de  eállc- 
jones  estrechos  y  fangosos.  En  el  centro  de  la 
Selva,  los  caminos  vecinales,  abiertos  sucesiva- 
raenlc  en  la  roca  por  las  ruedas  de  los  carrua- 
jes, y  encajonados  entre  altos  vallados,  sirven 
de  lecho  á  los  arroyos,  asi  es  que  en  ciertos 
puntos  están  siempre  inundados,  y  raras  ve- 
ces se  encuentra  espacio  suficiente  para  que 
puedan  cruzarse  dos  carros.  En  las  comarcas 
del  Llano  los  caminos  tienen  mas  anchura;  pe- 
ro establecidos  sobre  greda  movediza  en  que 
se  estancan  las  aguas  pluviales,  eslán  entera- 
mente intransitables  las  dos  terceras  parles  del 
año.  Los  campesinos  que  viajan  á  pie  trepan  ' 
por  los  declives  y  siguen  los  senderos  que  liay 
detrás  de  los  valles,  escalando  á  cada  instante 
las  barreras  que  separan  los  campos  y  atrave- 
sando corno  jabalíes  por  las  parles  menos  espe- 
sas de  tos  matorrales  que  forman  los  cercados. 
La  comarca,  conocida  con  el  nombre  de  l'anla- 
nu  contiene  cuatro  clases  de  estos:  los  panta- 
nos salados,  los  que  se  licúan  de  agua  duran- 
te una  parte  del  año,  los  estauques  y  los 
desecados." 

Las  costas  del  deparlameuto  son  lianas  y 
les  sirven  de  dique  una  linca  de  médanos  pa- 
co elevados.  Hay  dos  puertos:  las  Arenas  de 
Oloune  y  Saint-tilles. 

Entre  la  multitud  de  rios  y  arroyos  que 
surcan  el  deparlamento  seis  solamente  son  na- 
vegables: el  Antin,  el  Vendée,  el  Lay,  elVic, 
el  Sevre  Niortés  y  el  Sevre  Mantés.  Se  calcula 
en  74,000  metros  la  longitud  total  de  su  linea 
navegable.  El  departamento  posee  un  canal  de 
navegación  desde  Luzon  al  golfo  de  Aiguillon, 
y  un  gran  canal  de  deseccion,  llamado  de  los 
ílolandeses,  que  forma  ia  faja  de  uua  vusía  os- 
tensión de  pantanos. 

•El -departamento  tiene  5  caminos  naciona- 
les y  5  departamentales.  La  estension  de  los 
primeros  es  de  351,942  metros  y  la  de  los  se- 
gundos de  232,780. 

Dependen  del  departamento  dos  islas  uo- 
lables,  la  de  Yeu  ó  ile-Dicu,  y  la  de  Noirmon- 
tiers. 

Producciones.— Historia  natural.  Las  ra- 
zas de  animales  domésticos  son  las  comunes  í 
todos  los  paiscsjigrtcolas.  Hay  en -el  departa- 
mento lobos,  zorras,  gatos  monteses,  ardillas, 
tejones,  etc.  En  las  orillas  de  los  estanques 
se  encuentran  martas  y  nutrias.  Hay  algunos 
jabalíes  y  muchas  liebres,  abundando,  sobre 
todo,  ¡a  volatería.  En  las  costas  y  rios  se  cria 
mucha  pesca.  La  llora  del  departamento  es  po- 
co conocida,  pues  no  se  ha  estudiado  mas  que 
los  arboles  y  arbustos  de  los  bosques  y  las 
plantas  cultivadas.  Es,  sin  embargo,  cierto,  que 
los  numerosos  valles  de  la  Selva  y  las  laudas 
cubiertas  de  retamas  grandísimas  ofrecerían 


Í0Í7 


VENDEE— VENDIMÍATUO 


1018 


ancho  campo  al  botánico  Las  minas  de  plo- 
mo, de  hierro,  granito,  mármol,  piedra  caliza 
y  arcilla  de  alfarería,  completan  con  las  de  an- 
timonio y  de  carbón  de  piedra,  que  se  benefi- 
cian de  algún  tiempo  á  esta  parte,  la  liste  de 
ks  riquezas  minerales.  Hay  en  el  país  gran 
número  de  fuentes  minerales,  entre  las  que 
debemos  citar  la  fuente  ferruginosa  acidula  de 
Foutenetles. 

División  administrativa.  La  capital  de  la 
prefectura  esNapoleon-Vendée-  El  deparlamen- 
to se  divide  en  tres  siib-preíectnras  ó  distritos 
comunales:  Napoleon-Vendée,  Fonlenay'  y  las 
Arenas  de  Olonne.  El  número  do  los  cantones 
es  de  30,  y  e!  délos  comunes  de  294. 

El  departamento  forma  parle  de  la  12.*  di- 
visión militar-,  de  que  es  cabeza  Nantes;  de- 
pende del  tribunal  do  apelación  de  Poitiers, 
Luzon  es  sede  de  un  obispado,  sufragáneo  de 
liurdeos. 

Población.  Según  el  último  censo  es  de 
370,184  individuos,  repartidos  de  este  modo 
entre  los  tres  distritos. 

Fontcnay  .  132,633 

Napoleon-Vendée   135,554 

Las  Arenas  de  Olonne.  .  107,997 

Total   376,184 

Industria  agrícola.  El  deparlanienío  con- 
tiene cerca  de  30, 000  caballos  y  muías;  190,000 
cabezas  de  ganado  vacuno,  y  377,000  carne- 
ros. El  producto  del  suelo  fué  en  1837  de 
2.785,730  hectolitros  en  cereales,  73,500  de 
avena  y  525,000  de  vino. 

El  agricultor  vendeano  es  laborioso;  sus 
métodos  de  cultivo,  aunque  antiguos,  son  muy 
adecuados  á  la  naturaleza  del  país,  ofrecién- 
dole una  industria  muy  productiva  la  cria  de 
muías  y  los  bueyes  cebados;  el  lino  y  el  cáña- 
mo que  se  cosecha  cu  el  pais  son  de  escelen- 
te  calidad. 

La  renta  territorial  se  calcula  en  15.000,000 
de  francos. 

Á  Unes  de  1837  ascendía  el  número  de 
propietarios  territoriales  a  123,540,  lo  que  da 
pura  cada  uno  de  ellos,  por  término  medio, 
una  renta  de  mas  de  126  francos.  En  la  mis- 
ma época  el  número  de  las  divisiones  de  la 
propiedad  era  de  1.572,584,  6  algo  menos 
de  13,  término  medio,  por  propietario. 

Industriamanufaclureray comercial.  Las 
revueltas  civiles  han  perjudicado  con  frecuen- 
cia á  la  prosperidad  comercial  é  industrial  de 
este  departamento,  donde  por  estas  causas 
puede  decirse  que  la  industria  se  halla  todavía 
en  la  infancia.  Hay  algunas  fábricas  de  papel 
y  de  azúcar  de  remolacha;  tenerías,  cordele- 
vías,  fábricas  de  sombreros  y  de  lienzos  co- 
munes para  el  uso  de  los  habitantes  del  cam- 
po. Los  de  las  Arenas  de  Olonne  y  Saint  Gi- 
líes se  ocupan  en  la  pesca  de  la  sardina.  Tam- 
bién se  hacen  en  las  Arenas  algunos  armamen- 


tos para  la  pesca  del  bacalao  en  el  banco  de 
Terra  Nova.  El  comercio  de  esportacion  se  ha- 
lla esclusivamcnte  sostenido  por  las  sales,  los 
gaDados,  las  muías  y  los  granos. 
-  Aduanas.  El  departamento  tiene  Iros  ofi- 
cinas que  dependen  de  la  dirección  de  la  Ho- 
cbelle:  Luzon,  las  Arenas  de  Olonne  y  Saint 
Gilíes. 

Ferias.  El  número  tolal  de  las  ferias  del 
departamento  es  de  578,  y  en  ellas  se  venden 
caballos,  muías,  ganado  vacuno  y  lanar,  gra- 
nos, telas  de  lana  y  algodón,  resina,  etc¡ 

Impuestos  directos.  El  deparlamenlo  paga 
al  Estado  un  año  con  otro; 


Contribución  territorial.  .  .  . 
Id.  personal  y  de  bienes  mue- 
bles .  .  .  ,  ■ 

Id.  de  puertas  y  ventanas.  .  , 

Total  de  losimpneslosdirectos. 


1.567,736  fr. 

263,000 
114,072 

1.934,808  fr. 


Biografía.  Han  nacido  en  este  departa- 
mento el  célebre  geómetra  Viéte,  Nic.  Rapiu, 
Brisson, 'naturalista,  Sapinaud  de  la  Ven ¡e  y 
Ifarigny,  gefes  vendeanos;  los  convencionales 
Goupilleau  (de  Montaigul  y  Goupilleau  (de  Fon- 
tenay);  el  director  La  Reveillióre  Lepaux;  el 
ministro  Alquier,  los  generales  Bonamy,  Be- 
lliard,  etc. 

Cavoleau:  Statistique  du  deparlament  de  ta  ren- 
tó, OM,  en  8." 

Crétineau-Joly:  HUtmre  du  la  Vendéd  mimni- 
re,  1813,  cota.* 

VEND1M1AR10.  (Historia  moderna.)  Nom- 
bre del  primer  mes  del  año  republicano  ffaá- 
cés.  Comenzaba  sobre  el  20  de  setiembre  del 
año  comim.  Es  célebre  por  el  acontecimiento 
que  hizo  aparecer  por  la  vez  primera  el  nom- 
bre de  Bonaparte  en  los  asuntos  políticos  del 
pais  vecino,  inaugurando  la  forluua  de  tan 
grande. hombre. 

.  La  Convención  iba  i  retirarse  después  de 
tres  años  de  dictadura.  Llamada  para  hacer 
una  constitución,  tal  vez  fué  lo  único  en  que 
no  pensó,  porque  redactada  y  volada  en  dos 
días  para  satisfacer  las  pasiones  del  momento, 
fué  suspendida  al  día  siguiente,  de  su  pro- 
mulgación. 

La  opinión,  por  otra  parte,  habia  cambiado 
y  podía  espresarse  con  libertad.  La  caída  de 
Robespierre  y  de  sus  adictos  liabja  dado  fuer- 
za al  partido  contrario,  al  que  entonces  perte- 
necía casi  toda  la  Francia.  Todos  los  que  ha- 
bían tenido  mas  ó  menos  parle  en  los  eseesos 
de  la  época  del  terror  temblaban  y  ludan.  Eran 
denunciados  y  perseguidos  con  una  irritación 
igual  á  los  males  que  habían  lieeho  padecer. 

La  Convención  obedeció  á  este  movimien- 
ío.  Habla  llamado  á  su  seno  los  dípulados  gi- 
rondinos proscritos  ,  tristes  restos  escapados 
de  la  persecución  del  31  de  mayo.  Volvieron 
estos  hombres  con  toda  la  amargura  de  sus 


loto 


VENDIMIA  RIO 


1020 


resentimientos,  y  con  sus  antiguos  colegas  riel 
partido  moderado,  formaron  la  mayoría.  El  par- 
tido de  la  montaña,  disperso  desde  el  9  do  ter- 
midor  ya  no  estaba  representado  en  la  Con- 
vención mas  (pie  por  algunos  individuos  esca- 
sos en  número  y  muy  débiles  para  oponerse  ¡i 
la  nueva  mayoría;  ademas  estaban  llenos  de 
inquietud  y  esperando  diariamente  Una  acu- 
sación. 

Algunos  habian  sido  deportados;  otros  iíinn 
áser  sentenciados,  y  muchos  habían  perecido 
en  el  cadalso.  Hasta  Se  lemiaqne.la  gran  fama 
de  Carnotnole  librase  de  la  suerte  de  sus  com- 
pañeros. 

El  ardor  de  esle  odio  indicaba  que  la  Fran- 
cia quería  borrar  hasta  los  vestiglos  de  una 
época  funesta.  Era  necesaria  otra  constitución 
que  estuviera  en  armonía  con  el  estado  de  los 
ánimos.  En  este  trabajo  empleó  la  Convención 
los  dos  uíttmos  meses  ríe  su  existencia. 

La  constitución,  una  vez  discutida  y  votada, 
fué  sometida  á  Ja  sanción  del  pueblo.  Erabas- 
tanto  moderada  y  correspondía  á  las  circuns- 
tancias; la  nación  francesa  quería  nn  gobier- 
no estable  y  regular  para  vivir  tranquila  y  feliz. 

Los  que  reduclaron  la  constitución  del 
año  III  dividieron  la  magistratura  suprema  en- 
tre cinco  di  rectores  porque  temian  que  el  poder 
confiado  á  uno  solo  so  convirtiera  en  mo- 
nárquico. 

La  asamblea  era  republicana  y  no  podía  ser 
otra  cosa.  Todos  aquellos  termidorianos  que 
ocupaban  los  asientos  de  la  Convención  ,  no 
eran  en  realidad  más  que  unosanliguos  térro, 
risliis  que  por  la  necesidad  de  salvar  su  cabe- 
za se  habido  armado  contra  él  comité  de  sal- 
vación púbiiea.  La  fuerza  fie  las  circunstan- 
cias y  la  influencia  de  la  opinión  los  arrojaron 
al  partirlo  moderado. 

En  cuanto  á  los  girondinos,  demasiado  sa- 
bido es  .que  por  cobardía  habían  entregarlo  la 
monarquía  á  los  que  la  sacrilicaron. 

Todos  debían  naturalmente  desear  la  con- 
servación de  la  república  ,  y  todos  estaban  in- 
teresados en  levanlarla  sobre  sólidas  bases.  To- 
dos estaban  comprometidas  en  favor  de  osla 
forma  de  gobierno. 

Había  cundido  mucho  la  opinión  de  que 
la  Asamblea  constituyente  al  retirarse  cometió 
una  grave  falta  decidiendo  que  ninguno  de'sus 
miembros  pudiera  formar  parte  de  las  asam- 
bleas futuras. 

Este  decreto  hubo  de  contrariar  la  volun- 
tad de  los  electores,  porque- es  bien  seguro 
que  muchos  individuos  de  la  antigua  Asamblea 
constituyente  hubiesen  formado  parte  'de.  la 
Convención,  y  entonces  no  se  hubiese  visto 
la  Francia  entregarla  á  las  terribles  escenas  del 
terrorismo. 

La  Convención  uq  creyó  conveniente  se- 
guir el  ejemplo  de  da  Asamblea  constituyente. 
La  república  era  obra  suya  yqueria  conservar- 
la ¿todo  trance. 

Al  presentar  la  constitución  al  pueblo,  aña- 


dió dos  artículos  adicionales  estableciendo, -me 
las  dos  terceras  partes  de  diputados  llamados 
A  formar  la  nueva  legislatura  hablan  de  ser 
precisamente  tomados  de  la  Convención.  Solo 
se  dejaba,  pues,  á  los  electores  la  tercera  par- 
te de  los  nombramientos.  El  decreto  advertía 
que  solo  por  aquella  vez  seria  observado  lo 
dicho,  atendidos  los  peligros  que  resultan  de 
una  elección  por  completo. 

Semejante  decreto  causó  en  París  mucha 
fermentación.  Se  levantaron  gritos  contra  la 
Convención,  porque  se  creyó  que  deseaba  per- 
peinarse  con  otro  nombre.  Ante  bis  imagina- 
ciones volvía  á  aparecer  el  año  93,  sin  re- 
flexionar que  ni  las  circunstancias,  ni  los  inte- 
reses misinos.de  los  convencionales  podían  ya 
conspirar  á  reproducir  el  terror. 

Sin  embargo,  los  recelos  crecieron  y  fue- 
ron fomentados  por  esos  agentes  tenebrosos 
que  en  toda  época  de  desórden  político  traba- 
jan porsacar  provecho  de  las  turbulencias,  ¡se- 
mejantes intrigantes  nunca  tienen  otra  aspira- 
ción que  la  satisfacción  de  sus  ambiciones, 
Esparcíanse  por  los  cafés  y  parages  públicos, 
alarmaban  los  ánimos,  halagaban  todas  tas  es- 
peranzas y  con  frecuencia  se  engañaban  i  si 
mismos  engañando  á  los  demás,.-  ■ 

Xo  hablaban  de  olra  cosa  mas  que  de  ejér- 
citos de  cien  mil  hombres  que  acudían  contra 
la  Francia,  de  principes  que  aguardaban  ehno- 
mento  de  presentarse  en  París,  de  provincias 
enteras  dispuestas  á  sublevarse  contra  la  Con- 
vención, l'or  otra  parle,  el  lenguajedel  partido 
jacobino  aumentaba  la  exasperaeiou.  Se  oían 
siempre  las  mismas  amenazas  y  los  mismos 
furores. 

Sabido  es  que  l'aris  estaba  dividido  en  cua- 
renta y  ocho  secciones.  Eran  otros  tantos  clubs 
polpieos  con  su  tribuna,  su  presidente  y  sus 
secretarios  cada  uno,  con  la  única  diferencia 
do  que  allí  no  dominaban  ya  losjacobinos.  Es- 
tos habían  sido  arrojados  de  lodas  partes  des- 
de el  9  termidor. 

Los  decretos  habían  sido  volados  el  21  de 
enero  de  1795  con  la  constitución,  poro  no  se 
sometieron  al  sufragio  popular  hasta  el  ti  du 
setiembre.  Los  votos  eran  favorables,  ora  por- 
que las  provincias  mas  tímidas  que  la  capital 
obedeciesen  el  impulso  del  gobierno,  ora  por- 
que comprendiesen  que  no  era  tiempo  aun  de 
luchar  con  éste,  ora  porque  la  votación  queda- 
se abandonada  únicamente  á  los  funcionarías 
públicos.  La  Convención  rlió  á  conocer  el  re- 
sultado cu  23  de' setiembre, 

Este  era  el  momento  decisivo  para  los  eme 
no-quei'ian  someterse.  Apenas  fue  conocida  la 
votación,  cumulo  las  secciones  se  reunieron  cu 
tumulto  y  se  aprobaron  las  mociones  mas  atre- 
vidas, Las  juntas  se  declararon  en  permanen- 
cia, se  nombraron  presidentes  y  secretarios 
realistas,' como  Suard,  ¡toreUe!,  Laorelelle,  Qur 
pont  de  Xemnms,  l.malremÍM'o  de  (Juincy,  etc. 
Se  levantaba  contra  el  gobierno  la  bandera  de 
la  rebelión.  ' 


VENDIMIARIO 


Í032 


Se  empezó,  como  de-  costumbre,  con  pa- 
seos y  gritos  por  las  caites.  Loa  barrius  eran 
recorridos  por  bandadas  de  jóvenes  que,grila- 
ban:  \abajo  los  dos  leTcios'.  Estos  jóvenes  per^ 
teneeian  á  las  clases  acomodadas  y  se  distin- 
guían por  sus  modales  linos.  Eran  casi  iodos 
lujos  de  familia,  de  esas  familias  que  habían 
sufrido  las  consecuencias  del  terror  cuando 
existía  y  querían  combatirlo  ahora  que  no 
existia. 

El  pueblo,  desarmado  desde  termidor,  se 
mantenía  indiferente,  como  acontece  siempre 
que  una  derrota  le  priva  del  sentimiento  de 
su  fuerzo.  No  se  mezcló  en  la  lucha  un  solo 
instante.  Conocía  ademas  que  la  victoria,  para 
quien  quiera  que  fuese,  no  iiabia  de  ser  en 
provecho  suyo  .  La  sección  de  los  Qu  inze-vingls, 
en  el  barrio  de  San  Antonio  era  la  única  que 
hubiese  aceptado  la  constitución  y  los  artícu- 
los adicionales. 

f,a  clase  media  tenia  40,000  guardias  na- 
cionales sobre  las  armas,  los  cuates,  sin  espe- 
rar órden  alguna,  se  hablan  reunido  á  la  voz 
de  las  secciones. 

Era  el  1 1  vendimiarlo.  El  peligro  crecia  á 
cada  paso  y  la  Convención  no  habia  tomado 
aun  medidas  formales.  Solo  habia  hecho  venir 
de  fuera  cierto  número  de  tropas  á  las  órde- 
nes del  gerieralMenon  en  la  llanura  de  Sablons, 
donde  se  habia  formado  un  campamento  poco 
considerable,  para  evitar  las  declamaciones  de 
los  partidos.  En  París  no  habia  guarnición 
porque  la  constitución  no  permitía  grandes 
reuniones  de  soldados  dentro  de  cierto  limite 
alrededor  de  la  capital.  En  aquel  campamento 
estaban  los  cañones  que  pertenecían  á  las  sec- 
ciones antes  del  9  termidor. 

El  centro  del  movimiento  insurreccional 
estaba  en  la  sección  de  Sanio  Tomás,  en  cuyo 
convento  se  hallaba  reunida.  De  allí  partían 
todas  las  órdenes.  Las  secciones  estaban  en 
comunicación  y  las  que  mas  se  hacían  notar 
eran  las  de  ta  liuttc-des-Moulins,  del  Contrato 
social,  del  Teatro  francés  (Odeon),  del  Luxeni- 
bnrgo,  de  la  calle  Poissonniérc,  de  Bruto  y  del 
Temple.  El  1 1  por  la  mañana  habían  hecho  ya 
tocar  generala  y  todo  anunciaba  que  dentro  de 
pocas  horas  la  Convención  dejaría  de  existir. 

Esta  no  podia  vacilar.  Decidióse  á  resistir,  y 
si  podia,  á  derrotar  á  sus  adversarios.  Nombró 
una  comisión  de  defensa  encargada  de  atender 
á  su  salvación.  Componíase  de  cuarenta  indivi- 
duos y  se  reunió  al  ponto  para'  mandar  al  ge- 
neral Menou  que  entrase  en  París  con  sus  tro- 
pas y  la  artillería.  Sin  embargo,  le  agregaron 
unos  representantes,  de  quienes  habia  de  re- 
cibir órdenes. 

tos  insurgentes  habían  convenido  en  que 
la  sección  del  Odeon  comenzase  el  ataque,  y  á 
ella  enviaron  delegados  tenias  las  demás.  Asi 
se  instaló  una  especie  de  comisión  militar  de 
la  insurrección.  También  se  habían  reunido 
alli  todos  las  hombres  que  creían  aptos  por  su 
energía  para  ponerse  al  frente  del  movimiento 


La  comisión  estaba  reunida  en  el  teatro  citado- 
bajo  la  protección  de  algunos  batallones  de, 
guardia  nacional.  Se  pasó  todo  el  dia  en  deli- 
berar sobre  el  plan  de  ataque.  Los  comisiona- 
dos de  la_Convencion,  por  su  parte,  tampoco 
habían  hecho  nada  masque  pronunciar  discur- 
sos inútiles. 

Sin  embargo,  era  preciso  obrar;  pero  se 
quiso  evitar  el  empleo  de  ¡a  fuerza.  Se  decretó 
la  disolución- di  las  secciones,  y  como  se  que- 
rían conservar  las  formas  de  la  moderación  se 
enviaron  á  la  sección  del  Odeon  algunos  em- 
pleados de  policía  para  notificar  el  decreto  <Je 
ta  asamblea  y  ordenar  la  dispersión  de  ¡os  in- 
surgentes. Dichos  empleados,  acompañados  de 
una  escoila  de  dragones,  fueron  acometidos 
por  los  .del  Odeon  y  desarmados,  teniendo  que 
huir  precipitadamente.  Como  si  este  sócese  in- 
significante hubiese  decidido  de  todo,  los  insur- 
gentes prorumpierün  en  aclamaciones  y  jura- 
ron destruir  la  Convención.' 

Era  menester  reparar  aquella  derrota;  pero 
se  comprendió  que  el  único  medio  de  conse- 
guirlo consistía  en  herir  la  insurreccionen  su 
cabeza.  El  general  Menou  recibió  la  órden  de 
marchar  sobre  la  sección  de  Santo  Tomás,  foco 
principal  de  la  rebelión,  cercarla  y  ametra- 
llarla. 

Comenzó  su  movimiento  á  las  doce  "de  la 
noche  al  frente  de  5,000  hombres.  Desgracia- 
damente para  la  Convención,  no  era  Menou  e! 
hombre  que  en  aquellas  circunstancias  conve- 
nia. Todos  los  contemporáneos  lo  representan 
como  un  oflcial  instruido,  buen  administrador 
y  soldado  intrépido.  Pero  era  de  carácter  débil, 
por  un  contraste  mas  común  de  lo  que  se.  oree 
en  los  militares,  siempre  inciertos  ademas  y 
vacilantes  cuando  tienen  que  intervenir  en  dis- 
cordias civiles.  Perturbaban  también  sus  fun- 
ciones los  representantes  comisionados  junto 
á  él.  Asi  es  que  lomó  muy  malas  disposicio- 
nes. En  vez  de  distribuir  sus  tropas  ele  modo 
que  pudieran  maniobrar  libremente,  Jas  habia 
colocado  en  calles  angostas  y  sinuosas  donde 
era  imposible  desplegar  una  compañía.  La  ma- 
yor parte  estaba  en  la. calle  de  Vivienne,  mas 
ancha,  pero  obstruida  á  consecuencia  de  malas 
combinaciones,  pues  en  ella  se  encontraba 
amontonada  en  masa  confusa  la  caballería,  in- 
fantería y  artillería.  Nadie  podia  moverse  sin 
esponerse  al  fuego  de  los  insurgentes,  quienes 
por  su  parte  cometieron  también  la  torñeza  de 
no  hacer  otra  cosa  más  que  gritar.  Habia  por 
-ambas  partes  temor  de  empeñar  el  combate, 
aunque  la  sección  conocía  las  ventajas,  del 
puesto  que  ocupaba.  Al  fin  se  envalentonó  con 
la  irresolución  de  sus  contrarios.  El  presidente 
Lalot  salió  para  arengar  á  las  tropas,  y  tratar 
de  ganarlas.  Menou  nada  podia  hacer  con  sus 
5,000  hombres,  y  lejos  de  cercarte!  convento 
resultó  él  mismo  sitiado,  pites  los  de  las  sec- 
ciones habían  tomado  las  bocas-calles,  forman- 
do un  cordón  alrededor  de  las  tropas.  Sin  em- 
bargo, la  artillería  avanzó  y  el  general  entró 


10S3 


VENDIM1AR10 


1031 


en  persona  para  intimar  la  rendición.  Le  res- 
pondieron los  insurgentes  que  no  se  marcha- 
rían sin  que  la  Convención  hubiese  revocado 
los  decretos.  Los  diputados  comisionados  no 
se  atrevieron  á  atacar  y  prefirieron  entrar  en 
negociaciones.  Se  pasó  todo  el  día  en  confe- 
rencias, y  al  fin  se  convino  en  que  et  general 
se  retirase  con  sus  tropas,  prometiendo  la  sec- 
ción disolverse  después,. dando  nada  masque 
su  palabra  como  garantía.  El  general  hubo  de 
sufrir  esta  humillación;  dió  la  órden  de  retira- 
da con  gusto,  porque  sacaba  á  las  tropas  de 
aquellas  horcas  caudinas,  aunque  dejando  allí 
perdidos  el  honor  y  la  fuerza  del  gobierno. 

La  Convención  al  recibir  estas  noticias  se 
indignó.  Mil  voces  surgieron  contra  el  desgra- 
ciado genera!,  acusado  do  traición,  y  cuyo 
arresto  fué  al  punto  decretado.  Los  diputados 
comisionados,  autores  del  daño  en  gran  parle, 
no  se  avergonzaron  de  achacarle  :'i  él  toda  !a 
culpa.  Se  trataba  de  juzgarle  sobre  la  marcha-, 
peroesto  no  daba  la  victoria  á  la  Convención. 

La  confusión  era  estreñía.  Se  sabia  que  la 
sección  Lepelletier,  lejos  de  cumplir  sii  pro- 
mesa, se  halda  reunido  de  nuevo  y  se  dispo- 
nía, á  sitiar  la  Convención.  Todos  proponían 
medios  para  conjurar  el  peligro.  Louvet  pidió 
que  se  volviera  á  armar  el  barrio  de  San  An- 
tonio; pero  no  hubo  valor  para  acudir  Atan  pe- 
ligroso auxiliar.  Entretanto  las  secciones  avan- 
zaban. El  comité  de  defensa  no  adoptaba  me- 
dida alguna;  no  había  mas  que  desorden  en 
todas  parles;  se  discutía;  las  proposiciones  se 
cruzaban,  pero  nada  se  decidía,  cuando,  por 
último,  pronunció  un  diputado  -el  nombre  de 
Bonaparte  para  el  mundo  de  las  tropas. 

Ese  nombre ,  desconocido  atm  entre  la 
multitud,  era  únicamente  recordado  por  unos 
pocos  que  tenían  presente  los  servicios  que  el 
jóveu  Bonaparte  había  prestado  en  el  sitio  cíe 
Tolón  y  en  las  lineas  de  Saorgio.  Este  último 
hecho  de  armas  le  había  valido  el  grado  de 
general  de  brigada;  pero  sospechoso  y  denun- 
ciado á  la  Convención  como  moderado,  había 
quedado  oscurecido,  y  hasta  hubo  de  valerse 
de  llobespierre  el  jóven.con  quien  tenía  rela- 
ciones para  poderse  librar  de  un  juicio.  Mas 
larde,  lo  habían  destituido  por  considerarlo  ja- 
cobino, y  á  pesar  de  sus  gestiones,  no  le  ha- 
bía sido  posible  colocarse.  Se  le  había  pro- 
puesto enviarlo  á  la  Vendée,  pero  se  negó 
porque  no  veia  ocasiones  de  distinguirse  en 
una  guerra  oscura  de  solos  y  barrancos.  Ha- 
llábase eu  París  olvidado  y  dedicado  á  estudios 
solitarios,  y  su  posición  era  tal  que  mas  de 
una  vez  tuvo  que  vivir  con  los  auxilios  de  sus 
amigos.  Entonces  fué  cuando  escribió  á  Taima 
una  caria  pidiéndole  prestados  algunos  escu- 
dos que  le  prometía  devolver  sobre  el  primer 
reino  que  conquistase  con  su  espada.  Hacía 
i  algunos  meses  que  lo  habían  presentado  á  ma- 
dama Tallien,  que  lo  protegía.  Esta  lo  habia  re- 
comendado á  Barras,  por  mediación  del  cual 
habia  eiflrado  de  redactor  de  despachos  en  la 


oficina  del  movimiento  de  tropas  del  ministe- 
rio de  la  Guerra.  En  esta  situación  se  hallaba 
el  trece  doendimiario. 

Habitaba  entonces  en  un  cuarto  de  hués- 
pedes de  la  calle  del  Mail.  Para  saber  lo  que 
pasaba  habia  salido  muy  temprano ,  fué  dete- 
nido en  la  plaza  délas  Victorias  por  unos  gru- 
pos que  le  obligaron  á  gritar:  Vivrn  ¡as  seccio- 
nes; abaj'i  la  Convención.  Por  la  tarde  estaba 
en  el  teatro  Ffeydeau  cerca  de  Santo  Tomás 
cuando  Mcnou,  después  de  capitular,  retroce- 
día con  las  tropas. 

Fué  á  la  Convención  para  ver  el  efectu  que 
habia  de  producir  la  retirada  de  las  tropas.  Al- 
gunos diputado;  lo  vieron  en  la  tribuna  y  [<i 
indicaron  que  bajase.  Se  le  ofreció  el  mando. 
Estuvo  media  hora  pensando  lo  que  debía  ha- 
cer y  por  último  aceptó,  pero  declarando  que 
no  quería  tener  á  su  lado  comisionado  alguno. 

El  comilé  vacilaba,  pero  ocurrió  un  medio 
conciliatorio.  Barras  era  miembro  de  la  Con- 
vención; ya  en  otra  circunstancia  habia  sido 
nombrado  general  del  ejército  del  interior;  su 
cualidad  de  representante  le  dispensaba  de  te- 
ner adjuntos  y  se  le  confió  el  mando;  Bonapar- 
te fué  nombrado  general  bajo  las  órdenes  de 
Barras;  pero  encargándole  la  dirección  csclu- 
siva  de  las  operaciones  militares.  Eran  cerca 
de  las  dos  de  la  mañana. 

Al  punto  comenzó  Bonaparte  ádar  órdenes. 
Las  tropas  se  reunieron  alrededor  de  la  Con- 
vención ;  una  parle  de  ellas  se  hallaba  en  el 
jardín  de  las  Tnllerias,  otra  en  la  plaza  del 
Carrousel.  Lo  primero  que  hizo  ■el  general  fué 
enviar  el  entonces  comandante  Murat  con  300 
caballos  á  la  llanura  de  Sablous  para  traérsela, 
artillería.  Media  hora  después  hubiera  sido  lar- 
de, porque  las  secciones  que  habian  concebi- 
do el  mismo  pensamiento  eníiaron  algunas 
fuerzas  que  fueron  fácilmente  dispersadas  por 
la  caballería.  Habia  40  piezas,  y  todas  ellas  se 
colocaron  en  la  plaza  de  ta  Concordia,  dando 
frente  á  las  calles  por  donde  pudieran  avanzar 
los  insurgentes. 

Solo  quedaban  libres  los  pretiles  y  la  calle 
de  San  Honorato.  Las  tropas  de  la  Convención 
ocupaban  el  lado  del  pretil  que  sigue  la  gale- 
ría del  Louvre.  Bonaparte  hizo  colocar  á  lo  lar- 
go del  parapeto  cierto  número  de  piezas  para 
batir  de  frente  las  casas  del  pretil  de  Vollaire, 
Al  mismo  tiempo,  hizo  avanzar  hasta  la  entra- 
da del  Puente  Real,  esquina  de  la  calle  del  l!;¡c 
otras  piezas,  que  enfilaban  el  pretil  Vollaire 
en  toda  su  longitud  hasta  el  Instituto.  Dos 
piezas  se  hallaban  en  la  calle  del  Dellln  frente 
á  San  Roque,  y  este  era  el  único  punto  por 
donde  pudiera  penetrarse  del  lado  de  la  calle 
de  San  Honorato.  El  general  estaba  allí  con  su 
estado  mayor. 

En  aquel  momento  critico  se  habian  acep- 
tado los  servicios  de  mil  quinientos  indivi- 
duos, antiguos  jacobinos,  los"  cuales  á  pesar 
.  de  sus  resentimientos  contra  la  Convención  se 
habian  puesto  á  sus  órdenes  por  odio  al  partí» 


1025 


VENDIMIARLO 


do  moderado.  Habían  pedido  ellos  mismos  las  | 
armas;  debían  batirse  bajo  el  mando  del  ge- 
neral Berruyer.  Formaban  -una  tropa  aparto, 
colocada  cerca  fle  la  calle  del  Dolfln,  al  lado 
opuesto  de  la  iglesia.  El  emperador  en  sus  Me- 
morias dice  que  se  batieron  con  gran  valor  y 
contribuyeron  mucho  al  éxito  de  la  jornada  La 
sección  de  los  Quinze-víugts  dió  también  250 
hombres.  , 

El  general  dispuso. también  que  se  arma- 
sen los  representantes,  de  quienes  en  caso  ne- 
cesario, pensaba  echar  mano  como  cuerpo  de 
reserva.  Hizo  establecer  nn  hospital  de  sangre 
debajo  de  las  galerías  del  palacio,  por  la  par- 
te del  jardín.  Entonces  comprendieron  todos 
la  estensíon  del  peligro. 

Eran  las  seis  de  la  mañana.  Con  las  fuer- 
zas y  la  actividad  mencionadas,  se  esperaba  á 
los  insurgentes.  Esto",  por  su  parte,  no  ha- 
bían '  estado  inactivos.  Habían  establecido  un 
gobierno  cuyo  primer  decreto  declaraba  á  la 
Convención  fuera  de  la  ley.  Se  Rabia  nombrado 
también  nn  tribunal  para  juzgar  á  los  que- no 
se  sometiesen  inmediatamente.  Por  todas  par- 
tes se  habían  hecho  lomar  armas;  el  plan  es- 
taba trazado  y  dadas  las  órdenes  necesarias 
para  la  ejecución. 

Todas  las  secciones  de  la  izquierda  del  Se- 
na debían  desembocar  por  el  pretil  Se  Vol- 
tajre:  su  cuartel  general  estaba  en  el  Qdeon. 
Mandábalas,  el  conde  de  Maulevrier,  de  üna  fa- 
milia noble  bien  conocida,  que  se  había  bati- 
do en  la  Vcndée  contra'  las  tropas  republica- 
nas; contaban"  ademas  con  otrogefe,  el  joven 
Lafond,  muy,  intrépido  que  rué  hecho  prisio- 
nero durante  el  combate  y.  á  quien  se-  quiso 
librar  del  cadalso,  por  el  interés  que  había  ins- 
pirado; pero  éí  rehusó  la. gracia  que  se. le 
of recia. 

lias!  secciones  de  la  orilla  derecha  debían 
avanzar  por  la  calle  de  San  Honorato  á  las  ór- 
denes .de  Dadican  que  habla  servido  en  la 
Vendéeen  las  filas. republicanas.  Era  general. 
Por  su  carácter  díscolo  y  descontentadizo,  el 
gobierno  le  había  destituido  ,  y  si  ahora  se 
ponía  al  frente  de  los  moderados  lo  hacia  im- 
pulsado por 'un  sentimiento  de  venganza.  El 
ejército  de  las 'secciones  reunido  constaba  de 
40,000  hombres.  '  . 

Lafond  partió  á  la  diez  de  la  mañana  al 
Trente  de  una-tropa  numerosa  para  apoderarse 
del  Puente  Nuevo,  cuya  defensa  estaba  confia- 
da al  general  Carteaux,  con  unos.  400  hom- 
bres. Este  punto  era  de  mucha  importada  para 
los  insurgentes,  porque '  establecía  comunica- 
ción entre  las  columnas  de  la  orilla  izquierda 
y  las  de  la  derecha.  Se  presentaron  allí  con 
mucha  resolución.  Carteaux,  tan  .débil  como 
llenou,  se  replegó  sin  haber  tratado  de  defen- 
derse.. Las  columnas,  dueñas  con  esto  de  am- 
bas orillas,  formaban  como  uu  semicírculo  que 
estrechándose  iba  reduciendo  el  espacio  alre- 
dedor de  la  Convención,  k  las  tres  los  insur- 
gentes habían  desembocado  por  todas  partes. 

2Í34    UIULIOTKCA  POPULAH. 


La'  calle  de  San  Honorato  hasta  la  plaza  de! 
Palacio  Itca!,  la  calle  de  Roban ,  la  plaza  del 
Carrousel  hasta  el.  palacio  de  ííoaiiles,  en  el 
eje  de  la  calle  de  Richelieu,  estaban  llenas 
de  guardias  nacionales.  Los  centinelas  de  am- 
bos partidos  se  hallaban  á  tan  corta  distancia 
unos  de  otros,  que  podian  hablarse.  Una  co- 
lumna, avanzando  por  el  baluarte  y  por  la  ca- 
lle nueva  de  San  Roque  había  ocupado-  las 
gradas  de  esta  iglesia.  Por  ningún  punto  Ra- 
bia habido  oposición  al  movimiento,  no  que- 
riendo el  gobierno  queso  le  culpase  de  inicia- 
tiva en  el  combate.  Se  esperaba  y  se  vacilaba. 

Las  cosas  no  podían,  sin  embargo,  estar 
mucho  tiempo  así.  Dadican,  que  mandaba  en 
la  calle  de  San  Honorato,  envió- un  parlamen- 
tario para  indicar  por  última  vez  á  la  Conven- 
ción la  voluntad  de  las  secciones.  £1  parla- 
mentario fué  introducido  con  los  ojos  venda- 
dos y  presentado  á  la  Convención;  estase 
mostraba  muy  inclinada  á  entrar  en  negocia- 
ciones, pero  como  trascurría  mucho  tiempo  y 
el  parlamentario  no  volvía,  Dadican  creyó  que 
¡o  habían  detenido  y  mandó  hacer  fuego. 

Bonaparte  estaba  dispuesto.  Mandó  avanzar 
la  artillería  y  cubrió  -  de  metralla  el  atrio  de 
San  Roque.  El  cuerpo  del  general  Berruyer  y 
los 'granaderos  se  arrojaron  á  las  gradas  don- 
do  se  empeñó  uii  combate  terrible,  basta  que 
los  insurgentes  huyeron,  dejando  un  centenar 
de  cadáveres  en  el  sitio.  Bonaparte,  desem- 
barazado por  esa  parte,  hace  volver  los  caño- 
nes á  derecha  é  izquierda  de  la  callé  de  San 
Honorato  y  la  barre  en  toda  su-  longitud.  Todo 
había  durado  menos' de  un  cuarto  de  hora, 
fío  quedando  nada,  que  .hacer  alli  marcha  á 
todo  galope,  sobre  el  Puente  Real.  Una  parte 
de  lof  fugitivos  se  había  unido  con  Lafond  que 
avanzaba  hacia  el  mismo  punto  qué  Bonapar- 
te.La  columna  de  las  secciones  contaba  8,000 
hombres;  pero  ya  no  se  veia  en  ella  m,as  qne 
algunos  nacionales.  Era  cuanto 'quedaba  de 
los  40,000  hombres. 

.  -Bonaparte,  situado  en  el  Puente  Real,  es- 
peraba, dejando  avanzar  la  columna'.  Apenas 
desemboca  esta  por  la  calle  Beaune,  la  baten 
de  frente  y  costado  las  baterías  de  la  calle  del 
Rae  y  las  de  !a  otra  orilla  y  en  nn  momento 
queda  destrozada.  Lafond  intenta  en  vano  reu- 
nir los  dispersos.  Desesperado,  se  dirige  ha- 
cia- las  piezas  'para  hacerse  matar ,  pero  cae 
prisionero.. 

Entretanto,  una  columna  republicana,  ba-  ' 
jando  por  la  calle  de  San  Honorato,  se  había 
apoderado  del  Puente  Nuevo,  Bonaparte  se  en- 
tretuvo después  durante  dos  horas  en  disparar 
salvas  para  asustar  á  las  secciones. 

Tal  fué  el  primer  hecho  de  armas  impor- 
tante de  Bonaparte;  el  combate  del  13  vendi- 
miario  fué  el  bautismo  de  la  constitución  del 
año  tercero  y  termino  los  motines  de  la  revo- 
lución. Era  la  vez  primera  que  el  gobierno  se 
defendía,  y  la  única  en  que  no  sucumbía.  La 
asamblea,  victoriosa  y  soberana,  esperó  que 

T«     2.XXIII.  65 


Í027  VENDIMIAR] 

estuviesen  terminadas  las  elecciones  para  re- 
signar sus  poderes.  Se  verificaron  á  los  quin- 
ce dias. 

El  combate  liabia  durado  unas  dos  horas  y 
costado  la  vida  á  400  hombres  entre  soldados 
y  ciudadanos,  llubierapodido  ser  terrible  sin  la 
energía  y  rapidez  de  acción  de  Bonaparte.  La 
victoria  ganada  por  éste  dio"  algún  soplo  de 
vida  á  la  constitución  que  tres  años  después 
estaba  destinada  ¡i  perecer  por  la  mano  misma 
que  la  defendió  en  su  promulgación. 

VEMECIA.  [Geografía  é  historia.)  En  el 
fondo  del  golfo  Adriático,  en  la  estremidad 
nordeste  de  la  Italia,  se  estieude  entre  el  Pó, 
el Tagliamento  y  los  Alpes,  un  territorio  for- 
mado á  espensasdc  las  aguas  del  golfo  por  el 
limo  que  han  depositado  aili  sucesivamente  los 
rios  mas  caudalosos  de  la  península.  La  con- 
formación particular  de  esta  ribera  que  no  es 
ya  el  mar,  ni  tampoco  tierra  firme,  donde  el 
Lrvenza,  el  Piave,  elBrenta,  el  Adige  y  las 
diferentes  bocas  del  Pó  han  abierto  canales 
profundos  cubierlos  apenas  de  dos  pies  de 
agua,  cuya  superficie  solo  pueden  surcar  bar- 
cos ligeros,  esta  conformación  escepcional, 
decimos,  ha  asegurado  por  largo  tiempo  la  in- 
dependencia de  ios  Estados  Venecianos.  Cuan- 
do á  Unes  del  siglo  último  se  hizo  el  Austria 
dueña  de  Venecia  por  el  tratado  de  Campo- 
Forxnio,  podia  esta  reina  del  mar  gloriarse  de 
una  existencia  mas  larga  que  ninguno  de  los 
demás  estados  importantes  de  Europa:  había 
visto  caer  el  imperio  de  Occidente;  había  asis- 
tido sin  someterse  á  la  conquista  de  ta  Italia 
por  los  bárbaros,  habia  visto  formarse  todas 
aquellas  repúblicas  que  debían  morir  antes  que 
ella;  y  gracias  á  su  posición  inespugnable  y  á 
la  estabilidad  de  sus  instituciones,  cada  revo- 
lución que  se  verificaba  en  torno  suyo  habia 
aumentado  su  inlluencia  ó  su  territorio.  Al- 
ternativamente aliada  ó  enemiga  de  los  empe- 
radores .de  Constantinopla,  habia  vengado  la 
caida  de  su  trono  haciendo  guerra  incesante  á 
los  turcos,  merced  á  la  cual  habia  añadido  á 
sus  títulos  el  de  dueña  de  una  cuaría  parte  y 
media  del  imperio  romano;  y  lo  que  no  habia 
dominado  por  sus  armas,  lo  habia  conquista- 
do por  su  comercio.  Alli  donde  no  podían  pe- 
netrar sus  soldados,  enviaba  mercaderes,  y  los 
jicos  productos  de  Oriente  trasportados  á  lo 
interior  de  sus  muros  alimentaban  la -fuente 
dolos  tesoros,  de  donde  sacaba  la  digna,  re- 
compensa de  los  artistas  que  edificaban  sus 
palacios  ó  los  decoraban  con  esos  cuadros  que 
forman  todavía  su  gloria.  En  fin,  después  de 
haberse  anticipado  setecientos  años  á  la  inde- 
pendencia de  las  ciudades  lombardas  en  el  si- 
glo XIF,  después  de  haber  sobrevivido  tres- 
cientos años  á  la  destrucción  de  la  república 
florentina  por  Carlos  V,  perdió  su  libertad;  pe- 
ro quedó  siendo  en  su  duelo  una  de  las  ma- 
ravillas de  esa  hermosa  Italia  adonde  los  pin- 
tores van  á  buscar  modelos  y  los  poetas  ins- 
piración. 


)-VENECIA  1028 

El  nombre  de  Venecia  proviene  de  sus  pn. 
meros  habitantes  los  henetos  ó  vénetos,  sobre 
cuyo  origen  ni  aun  los  antiguos  eslá'n'iñuy' 
acordes.  La  opinión  mas  popular  y  la  tradi- 
ción poética  los  identificaba  con  esos  hcnelos 
de  Pallagonia  mencionados  por  Homero  anui- 
do hace  la  enumeración  de  los  aliados  que 
acudieron  al  socorro  de  Troya  (1):  «es  un  he- 
cho constante,  dice  Tito  Livio,  que  después  de, 
la  toma  de  Troya,  puesto  Antenor  á  la  raheza 
de  una  tropa  numerosa  de  henetos,  que  «pul- 
sados de  la  Pallagonia  por  una  sedición  y  pri- 
vados de  su  rey  Pílemenos,  muerto  bajo  loa 
muros  de  la  ciudad  de  I'riamo,  buscaban  ¡ni 
gefe  y  una  retirada,  penetró  hasta  el  rondo  del 
golfo  Adriático,  y  que  echando  delante  de  ello* 
á  los  euganéos  establecidos  entre  el  mar  y  los 
Alpes,  ios  henetos,  reunidos  á  los  (royanos, 
tomaron  posesión  de  su  territorio.  El  lugar 
adonde  arribaron  primeramente  conservó  el 
nombre  de  Troya,  asi  como  el  cantón  pe  de- 
pende de  él,  y  toda  la  nación  formada  por 
ellos  lleva  el  nombre  de  vénetos  (2).»  Pliriin, 
Justino,  Scimo  de  Qtiio,  Virgilio,  Ovidio  y  Ks- 
trabon,  refieren  la  misma  tradición,  aunque 
Estrabon  se  inclina  á  considerar  los  habitantes 
de  la  Transpadana  como  celtas,  y  á  darles  una 
fuente  comun  con  la  tribu  de  los  vénetos  que 
habitaban  la  Armórica;  sea  de  esto  lo  que  quie- 
ra, el  conde  Fagliari,  que  lia  compuesto  una 
obra  erudita  sobre  los  orígenes  de  Venecia, 
ha  demostrado  con  argumentos  muy  plausi- 
bles que  aquellos  vénetos,  cuya  mansión  en 
el  fondo  del  golfo  Adriático  nos  fija  la  histo- 
ria desde  los  tiempos  mas  remotos,  habitaban 
no  solamente  esta  provincia  que  se  llamó  des- 
pués los  Estados  Venecianos  de  tierra  firme, 
sino  también  las  islas  que  bordan  la  costa,  de 
donde  procedía  que  se  dividía  Venecia  en  Vi- 
netia  prima  y  Venetia  secunda,  aplicandu 
el  primer  nombre  é  la  parte  del  continente 
habitada  por  los  vénetos  y  el  segundo  á  sus 
posesiones  insulares.- Determinando  la  natura- 
leza, del  suelo  en  cada  una  de  estas  dos  co- 
marcas la  vocación  de  los  habitantes,  los  unos 
cultivaban  las  ricas  llanuras  que  la  suerle  les 
habia  deparado,  y  los  otros  se  habían  delica- 
do á  ja  navegación  y  al  comercio.  Por  lo  de- 
mas,  su  historia  no  ofrece  nada  de  notable,  si 
ya  no  és  que  fueron  los  únicos  habitantes  de 
ía  Italia  que  no  intentaron  resistir  á  los  roma: 
nos,  á  quienes  por  el  contrario,  scgim  Poll- 
bio,  hicieron  un  señalado  servicio,  cuando  los 
galos  que  habían  tomado  á  Roma  tuvieron  que 
acudir  de  pronto  á  la  defensa  de  sus  hogares 
á  causa  de  la  brusca  irrupción  que  los  veno- 
tos  hicieron  cu  sií  territorio  (3).  A  esta  diver- 
sión acertada  y  feliz  siguió,  según  el  mismo 
autor,  un  tratado  de  alianza  entro  los  roma- 
nos y  vénetos;  hecho  que  encontramos  can- 
to Iliada.lib.  II,  v.  352. 
,  <a)  Libro  1,  gl. 
$t  Polio.  II,  18. 


VENECIA 


1030 


firmado  en  Estrabon  (1),  A  favor  deesfa  alian- 
za poderosa ,  vieron  los  habitantes  de  Vénc- 
ela desarrollarse  en  paz  entre  ellos  la  agri- 
ciillara  y  las  artes  á  f|iie  aquella  da  vida.  Sti  ; 
suelo  formado  de  aluviones,  tenia  una  ferti- 
lidad que  todavía  conserva,  .y  en  sus  pingües 
dehesas  se  criaba  una  raza  de  caballos  que  mas 
de  una  vez  ganó  el  premio  de  los  juegos  de 
la  Grecia.  «Entre  los  henetos  fué,  dice  Estra- 
trubon,  donde  Dionisio ,  tirano  de  Siracusa, 
estableció  su  yeguacería  para  los  caballos  que 
destinaba  á  dispular  el  premio  de  los  juegos 
olímpicos;  de  suerle,  que  Ja  raza  de  los  po- 
tros henetos  fué  largo  tiempo  célebre  entre 
los  griegos  (2).»  Acostumbrados  asi  á  las  dul- 
zuras de  la  paz,  los  vénetos,  de  aliados  que 
eran  al  principio,  se  hicieron  subditos  de  los 
romanos  sin  tratar  do  defender  su  independen- 
cia, é  incorporados  mas  adelante  á  la  Galia 
cisalpina,  que  se  habia  convertido  en  provin- 
cia romana  ,  gozaron ,  después  de  la  guerra 
social,  del  derecho  de  ciudadanía  que  les  con- 
cedió Julio  César. 

Empero  si  la  suerle  de  Venecia  fué  ventu- 
rosa y  tranquila  por  mucho  tiempo,  debia  pa- 
gar mas  tarde  los  dias  de  pnx  que  le  habian 
sido  concedidos.  Ya  mas  de  una  vez,  en  tiem- 
po de  los  Césares,  los  pretendientes  al  impe- 
rio habian  elegido  sus  llanos  como  campos  de 
batalla,  y  cuando  hacia  la  decadencia  del  po- 
der romano,  atravesaron  los  barbaros  la  bar- 
rera del  Danubio  y  bajaron  de  los  Alpes  Julia- 
nos ú  Italia,  Venecia  fué  la  primera  que  se 
ofreció  á  sus  golpes.  Sin  embargo,  la  suerte 
de  las  dos  divisiones  de  aquel  territorio  estu- 
¡¡0  muy  íejos  de  ser  la  misma,  pues  en  tanto 
que  las  islas  habitadas  por  una  población  que 
se  ocupaba  escSusivamente  en  la  pesca,  en  el 
cabolage  ó  en  la  producción  de  la  sal,  esca- 
paban de  los  vencedores  por  su  pobreza  y  por 
las  dificultades  de  su  posición,  las  ricas  ciu- 
dades del  continente,  Pádua,  Verona  y  Aqui- 
lea erau  asoladas  y  diezmadas  por  el  hierro  ó 
el  fuego.  Tal  fué  la  causa  de  la  fundación  de 
Venecia.  Cuando  en  el  año  de  452  corrió  Atila 
á  vengarle  del  desprecio  que  Valentiniano  ha- 
cia de.su  alianza  (3),  llevando  elfuego  á  Aqui- 
lea, Altino,  Concordia  y  Pádua,  los  habitantes 
aterrados  se  refugiaron  en  los  islotes  que  se  le- 
vantaban en  el  seno  de  las  lagunas:  uno  de 
estos  islotes  conleuia  la  aldea' de  Rivo-alto'ó 
lüalto.  rpic  llegó  á  ser  el  centro';  á  cuyo  al- 
rededor se  instalaron  las  nuevas  habitaciones 
que  exigia  aquel  aumento  de  población,  y 
muy  en  breve  muchos  islotes  reumidos  eulrc 
^i  por  medio  de  puentes  no  formaron  mas  que 
una  sola  ciudad.  Sin  embargo,  cuando  Atila  se 
retiró  á  la  I'anonia,  no  todos  los  nuevos  habi- 
tantes de  las  islas  abandonaron  el  asilo  que 
acababa  de  librarles  de  los  desastres  de  la  in- 

H)  Lib.  v.  216. 
12)   Lib.  V,  213. 

(3)  Acababa  tde  negarlu  la  mano-  de  su  bvimana 


vasion:  algunos  de  ellos,  sobre  todq,  los  agri- 
cultores, volvieron  á  cultivarlas  fértiles  llanu- 
ras del  continente,  pero  las  familias  patricias, 
satisfechas  de  haber  hallado  un  abrigo  contra 
la  tempestad  que  rugia  entonces  en  todas  par- 
tes, se  establecieron  en  medio  de  las  lagunas 
dando  con  sns  riquezas  nuevo  impulso  al  co- 
mercio y  á  la  navegación,  de  los  que  hasta 
entonces  habian  sacado  los  primeros  habitan- 
tes sus  principales  recursos.  De  aqui  proce- 
dieron las  dos  clases  que  han  formado  la  na- 
ción veneciana;  de  una  parte  la  nobleza  mas 
antigua  de  Europa  que  hacia  remontar  su  ori- 
gen hasta  las  familias  mas  ilustres  del  patri- 
ciado  romano,  y  de  la  otra  esa  raza  de  mari- 
neros atrevidos  descendientes  de  los  primeros 
habitantes  de  la  Venecia  insular. 

la  historia  de  Venecia  durante  la  primera 
mitad  de  la  edad  medía,  participa  de  la  se- 
quedad y  oscuridad  de  las  crónicas  de  la  época. 
Sabemos  que  durante  el  reinado  de  Justino  el 
Anciano  (desde  5 1 8  á  527),  se  habian  apode- 
rado de  la  Dalmacia  los  esclavones,  y  que 
adoptando  las  costumbres  de  los  antiguos  ili- 
ríos  se  entregaban,  á  una  piratería  continua. 
Tri  pillando  frágiles  barcas  atravesaban  el  Adriá- 
tico para  ir  á  ejercer  sus  estragos  en  la  costa 
italiana;  pero  esos  mismos  vénetos  que  habian 
huido  ante  los  soldados  de  Atila,  envalentona- 
dos por  la  costumbre  de  la  mar  y  de  sus  pe- 
ligros, resistieron  victoriosamente  á  los  ata- 
ques de  tos  piratas  esclavones,  y  atacándolos 
A  su  vez,  no  cesáron  de  perseguirlos  hasta  qne 
toda  la  Dalmacia  hubo  reconocido  la  superio- 
ridad de  sus  armas.  Cuando  los  lombardos  vi- 
nieron en'  5C8  á  vengar  sobre  la  desgraciada 
Italia  la  supremacía  que  Roma  habia  ejercido 
por  tanto  ;  tiempo  sobre  eí  antiguo  mundo,  la 
invasión  de  las  provincias  traspadanas,  tuvo 
para  Yenecia  un  resultado  doblemente,  venta- 
joso, aumentando  por  una  parte  la  población 
de  las  islas  venecianas  por  medio  de  una  emi- 
gración nueva  y  proporcionándoles  un  clero 
independiente,  pues  el  patriarca  de  Aquilea, 
el  obispo  de  Concordia  y  el  de  Pádua,  huyendo 
del  arriauismo  que  llevaban  consigo  los  con- 
quistadores, fijaron  sus  sillas  en  las  islas  que 
habian  permanecido  constantes  en  la  fé.  Algu- 
nos años  mas  adelante  (697),  vino  la  constitu- 
ción civil  á  acabar  la  obra  que  ya  habia  co- 
menzado la  constitución  religiosa.  Iodos  los 
principales  habitantes  de  la  Venecia  insular, 
clero,  ciudadanos  y  patricios,  se  reunieron  en 
lleraclea,  resueltos  aponer  por  encima  de  los 
tribunos,  que  hasta  entonces  habian  goberna- 
do aisladamente  cada  islote,  y  cuyas  preten- 
siones ocasionaban  incesantes  disturbios,  un 
gefcá  quien  contMéronel  titulo  de  Duco  ó  Du- 
que, y  el  cual  mismo  tiempo  que  respetase  las 
decisiones  de  ías  asambleas  nacionales  debia 
reunir  todos  los  derechos  de -Tin  poder  ejecuti- 
vo fuertemente  constituido.  Disponiendo  de 
,  los  empleos  y  arbitro  de  hacer  la  paz  ó  de- 
clarar la  guerra,  dirigia  las  fuerzas  comunes 


4031 


YENECIA. 


de  la  nación  contra  los  enemigos  de  fuera  6 
contra  las  facciones-  interiores,  y  esta  magis- 
tratura suprema  que  el  pueblo  confiaba  ¿  vida, 
se  confirió  por  primera  vez  á  Paduecio  y  Ana- 
fecto  de  Heraclea,  que  se  sirvió  de  ella  para 
calmar  los  áuimos  escitados  por  las  preteusio- 
nes  envidiosas  de  los  tribunos,  rechazar  á  los 
esclavones  como  á  los  lombardos,  y  asegurar 
contra.toda  agresión  nueva  los  límites  det ter- 
ritorio veneciano.  . 

fiuando  los  Carlovingios  derribaron  la  do- 
minación de  los  lombardos,  no  tardaron  estos 
nuevos  conquistadores  en  querer  engrandecer- 
se á  espensas  de  los  estados  venecianos,  que 
seguían  reconociendo,  á  lo  menos  nominativa- 
mente, la  soberanía  de  los  emperadores  de 
Constantinopla.  En  su  consecuencia  el-  bijo 
de  Carlo-Magno,  Pepiuo,  rey  ya  de  Italia, 
no  habiendo  podido  obtener  de  los  habi- 
tantes de  Yenecia  el  pleito  boraenage  que  exi- 
gía de- -ellos,  se  apoderó  de  Cbioggia,  de  Pa- 
leslriná,  y  después  penetró  basta  la  isla  de 
Albiola,  de  donde  solo  un  canal  ■estrecho  le 
separaba  de  Malamocco,  residencia  del  gobier- 
no. En  este  momento  supremo  en  que  la  in- 
dependencia veneciana  iba  á  perecer  en  su  cu- 
na, uno  de  los  principales  habitantes,  Angelo 
Parlecipazio, logró  determinará  sus  conciuda- 
danos á  seguirle  á  la  isla  cié  Kialto,  rodéada  de 
bancos  de  arena  á  donde  no  podrían. seguirlos 
las  embarcaciones  que^  Pepino  babia  armado 
enRávena.  En  efecto,  el  rey  franco  que  cono- 
cía poco  aquellos  peligrosos  escollos  penetró 
en  las  lagunas,  y  sus  bagelcs  encallados  en 
las  arenas  cuando  bajaba  la  marea,  fueron  in- 
cendiados sin  poder  oponer  resistencia.  Obli- 
gado Pepino  á  retirarse  vergonzosamente,  se 
vengó  de  su  derrota  quemando  á  su  vez  las 
poblaciones  de  que  se  había  apoderado;-  pero 
estas  crueles  represalias  no  le,  dispensaron  de 
tener  que  sufrir  una  paz  gloriosa  para  los  ve- 
necianos, quienes  habieudo  debido  dos  veces 
su  salvación  é  la  posición  de  Pinito,  la  hicieron 
en  adelante  la  capital  de  su  república,  reunie- 
ron por  medio  de  puentes  los  sesenta  islotes 
que  la  rodean,  edificaron  el  palacio  ducal  en 
el  mismo  sitio  donde  boy  se  ve  y  comenzaron 
esa  larga  serie  de  embellecimientos,  que  han 
hecho  de  Yenecia,  asi  llamada  del  nombre  de 
la  provincia.,  de  la  que  venia  á  ser  capilal,  la 
digna  y  espléndida  residencia  de  los  descen- 
dientes del  pueblo-rey.  Pocos  años  después 
trajeron  los  venecianos  de  Alejandría  el  cuer- 
po de  San  Marcos,,  que  desde  entonces  fué  pa- 
trono de  la  república.  Se  ie  consagró  im  tem- 
plo augusto;  monedas,  pabellones  y  estandar- 
tes llevaron  su  efigie  ó  la  del  león  que  le  sir- 
ve de  emblema,  y  el  nombre  de  San  Marcos 
fué  tan  querido  á  los  venecianos  como  _el  .de 


En  el  siglo  X  un  aiaque  pérfido  de  los  pi- 
ratas de  la  Isfria,  aírajo  soty'e  este  pais  la  ven- 
ganza de  los  venecianos.  Era  costumbre  en 


entre  los  principales;  habitantes  habían  de  ce 
lebrarse  en  un  mismo  día  con  la' mayor  pom- 
pa, en  la  que  lomaban  parte  todos  los  cuerpos 
constituidos  de  la  república.  La  víspera  do  la 
Candelaria,  góndolas  elegantemenle  adornadas 
y  tripuladas  por  los  novios  que  iban  á  unirse 
se  dírjgian  hacia  la  isla  de  San  Piutra  di  Cas- 
Ultoj  donde  residía  el  patriarca:  de  todos  los 
cuarteles  de  la  ciudad,  los  parientes  y  amibos 
de  los  desposados  salían  á  acompañarlos,  y  |a 
multitud  agolpándose  en  el  muelle  de  los  Es- 
clavónos  acogía  con  sus  gritos  de  júbilo  á  ca- 
da embarcación  que  llegaba.  Enterados  de  este 
uso  los  piratas  de  la  Islria,  tuvieron  el  atrevi- 
miento de  venir  á  ocultarse  durante  la  noche 
enmedio  de  tos  islotes  sobre  los  cuales  está 
construido  el  arsenal,  que  entonces  no  existia 
todaviá,  y  en  el  momento  de  entrar  los  novios 
en  la  iglesia,  atraviesan  apresuradamente  el 
cana!  que  los  separaba  de  la  isla  de  San  Pedro, 
se  lanzan  sobre  aquellas  doncellas  que  sus 
amigos  no  pueden  defender,  se  las  llevan  á 
sus  barcas  y  fuerzan  velas  para  ir  á  poner  en 
seguridad  su-  precioso  bolin.  El  dux  Canda- 
no  íll  fué  testigo  de  este  ultrage:  indignado 
se  pone  á  la  cabeza  de  los  alügidos  esposos  y 
recorre  la  ciudad  llamando  á  los  venecianos  á 
la  venganza.  Todos  le  responden  cogiendo  sus 
armas  y  correir  en  persecución  de  los  rapto- 
res, á  quienes  alcanzan  en  las  lagunas  de  Caor- 
lo.  En  muy  pocos  instantes  fueron  .rescatadas 
las  bellas  cautivas  y  destrozados  los  piratas, 
llevándose  después  la  venganza  mas  adelante, 
puesto  que  se  obligó  á  la  Islria  á  pagar  tributo 
á  la  república,  y  al  concluir  el  siglo  X,  no 
solamente  Capo  de  Istria  y  Narcnta,  las  dos 
guaridps  de  los  piratas,  estaban  destruidas,  sino 
toda  la  costa  de  Iliria,  Zara,  Sulona,  Sebenigo, 
Spalatro,  Trau,  Belgrado,  Almissay  Ragusa  ha- 
bían reconocido  la  supremacía  de  Yenecia. 

Desde  que  los  venecianos  se  vieron  dueños 
del  Adriático  llevaron  á  lo  lejos  su  pabellón  y 
estendieron  su  comercio  basta  las  cosías  mas 
orientales  del  Mediterráneo;  allí  sin  embargo, 
hallaron  en  los  musulmanes  rivales  ó  mas  bien 
enemigos  que  amenazaban  no  dejarles  libre 
ninguno  de  los  mercados  del  Oriente.  De  esta 
suerte  favorecieron  las  cruzadas  con  un  celo 
que  sin  duda  nacía  de  un  sentimiento  religioso; 
pero  al  cual  no  perjudicaba  su  propio  interés. 
Kp  contentos  con  llevar  á  los  cruzados  en  sus 
bageles,  se  encargaronde  abastecer  de  provisio- 
nes á  su  ejércit&,  y  mas  de  una  voz  juntaron 
victoriosamente  sus -armas  con  las  de  los  caba- 
lleros que  acudían  de  todos  los  puntos  de  Euro- 
pa á  la  conquista  del  santo  sepulcro.  Desdóla 
primera  cruzada  doscientas  naves  venecianas, 
mandadas  por  el  hijo  del  dux  Vital  Michieli.so 
apoderaron  de  Esmirna  y  concurrieron  activa- 
mente á  la  loma  de  Jah'a.  No  quedaron  sin  re- 
compensa estos  servicios,  pues  por  un  diploma 
especial  (l  130),  el  rey  de.  Jevusále»  Baldui- 
no  11  les'  concedió  el  privilegio  de  teper  cu 


Yenecia  que  todos  los  matrimonios  contratadoscada  ciudad  del  nuevo  reino  fúnbvlo  par 


4033 

latinos  un  cuartel  que  les  pertenecía  esclusi- 
vamente  y  en  el  cual  ejercían  el  derecho  de 
edificar  una  iglesia,  un  molino,  un  baño  y  un 
torno.  Los  emuleadtís  del  (¡seo  no  podian  pe- 
netraren ese  cuarlel,  y  los. venecianos  nom- 
brando ellos  mismos  sus  magistrados  forma- 
ban de  este  modo,  pequeñas  colonias  indepen- 
dientes, donde  protegían  de  la  manera  mas  efi- 
caz los  intereses  de  su  comercio.  Por  lo  de- 
más, esta  alianza  estrechaenlre  los  venecianos 
y  los  cruzados. produjo  pronto,  como  debia  su- 
ceder, una  gran  disidencia  entre  Venecía  y 
(lonslantinopla,  disidencia  que  por  primera  vez 
venia  ú  interrumpir  las  buenas  relaciones  que 
los  dos  estados  sostenían  liacia  largo  tiempo. 
Arrastrados  por  el  ejemplo  de  los  cruzados, 
que  trataban  generalmente  como  enemigos  á 
los  griegos  del  mismo  modo  que  á  los  sarra- 
cenos, los  venecianos  renunciaran  al  respeto 
tradicional  que  habían  conservado  á  la  corte 
de  Bízancio ,  y  se  apoderaron  de  Rodas ,  de 
Scio,  de  Sanios,  de  Mililene  y  de  Andros,  con- 
quistas poco  gloriosas;  porque  los  griegos, 
ocupados  en  defenderse  contra  los  turcos  so- 
bre el  .continente,  habían  retirado  las  guarní-' 
ciónos  que  protegían  sus  posiciones  insulares. 
Sin  embargo,  esta  primera  guerra  de  Venecia 
conlra  él  imperio  del  Oriente  no  fué  de  larga 
duración.  El  dux  Michielí  que  la  habia  dirigido 
volvió  al  Adriático  ,  quitando  á  los  húngaros 
que  se  habían  apoderado  de  él  las  ciudades  de 
Trau  y  de  Spalatro;  y  tal  era  entonces  la  debi- 
lidad de  los  sucesores  de  Constantino,  que  le- 
jos de  intentar  vengarse,  volvieron  á  implorar 
el  socorro  de  Venecia  cuando  pocos  años  mas 
adelante  fueron  atacados  por  los  príncipes  nor- 
mandos de  Sicilia;  pero  otra  guerra  con  el  em- 
perador Manuel,  en  la  que  el  dux  Vital  Mi- 
chieli  II  vid  destruida  por  la  peste  lá  ilota  mas 
brillante  que  jamás  había  armado  Venecia, 
produjo  tan  viólenla  sedición  que  el  gefe  im- 
prudente pereció  á  manos  del  pueblo  irritado, 
y  en  un  interregno  de  seis  meses  que  prece- 
dió á  la  elección  del  nuevo'  dnx,  se  prepara- 
ron las  instituciones  qne  restringieron  en  ade- 
lante los  poderes  del  gefe  del  Estado  y  consli- 
,  luyeron  la  oligarquía  veneciana. 

llíiala  la  época  á  que  hemos  llegado  1 17J), 
el  dux,  inamovible,  juez  supremo,  due'ño  de 
las  fuerzas  de  tierra  y  mar,  obteniendo  fre- 
cuenienienle  la  autorización  de  traínutír  su 
poder  á  sus  hijos,  venia  á  ejercer  por  sus  pri- 
vilegios una  verdadera  autoridad  monárquica, 
cuyo  único  contrapeso  eran  las  asambleas-ge- 
nerales, que  por  consecuencia  del  aumento  de 
población  espresaban-cada  día  con  mas  confu- 
sión y  dilicultad  los  deseos  de  ta  mayoría;  pe- 
ro cuando  los  desastres  que  atrajo  sobre  Vene- 
cia Vílal  MichieÜ  hicieron  reflexionara)  pueblo 
sobre  la  necesidad  de  no  dejar  á  sus  duques 
una  parle  tan  grande  en  la  dirección  del  Esta- 
do, ie  tomó  la  resolución  de  crear  un  gran 
consejo  anual,  compuesto  de 480  individuos, 
y  el  cual  debia  partir  con  e[  dux  el  pode)*  so- 


berano.  Doce  electores,  sacados  de  los  seíd 
cuarteles 'de  la  ciudad,  elegían,  cada  uno  en 
su  'cuartel -cuarenta  ciudadanos  para  formar 
el  consejo;  pero  si  en  un  principio  nombró  el 
pueblo  á  estos  doce  electores,  propto  le  arre- 
bataron este  privilegio,  y  el  gran  consejo,  que 
ya  confería  lodos  los  cargos  del  Estado,  se 
apropió. también  el  nombramiento  délos  elec- 
tores que  habían  de  renovarlo.  Dueños  asi  de 
su  reelección  los  consejeros  tenían  el  mayor 
interés  en  legar  su  cargo  á  su  familia,  siendo 
indudable  que  la  medida  que  en  el  siglo  XIII 
hizo  hereditaria  la  plaza  de  consejero  venia 
preparada  "por  la  larga  costumbre  de  ver  per- 
petuarse los_  mismos  nombres  en  aquellos 
puestos  importantes.  Tal  es  el  origen  de  la  po- 
derosa aristocracia  veneciana,  que  supo  con- 
servar intactos  sus  derechos  por  espacio  do 
tantos  siglos,  pues  raras  veces  abusaba  de 
ellos  y  aplicaba  todos  sus  esfuerzos  al  engran- 
decimiento de  la  nación,  en  lo  estertor,  y  den- 
tro á  la  igualdad  de  los  nobles  entre  si,  á  la 
represión  de  las  facciones  ó  de,  las  querellas 
de  familia  y  en  fin  á  la  prosperidad  de  todos. 
Entre  las  atribuciones  del  gran  consejo,  que  se 
había  apoderado  desde  luego  del  conocimien- 
to de  las  causas,  criminales  con  el  estableci- 
miento de  un  tribunal  compuesto  de,  cuarenta 
individuos  elegidos  de  su  seno,  debemos  con- 
tar como  el  privilegio  mas  importante  el  de 
nombrar  el  dux;  asi  es  que  acompañaron  este 
privilegio  de  precauciones  que  algunos  histo- 
riadores han  admirado  como  una  obra  maestra 
de  habilidad  política,  al  paso  que  otros  no  ven 
en  él  mas  que  la  imposibilidad  que  habia  de 
prever  de  antemano  el  resultado  de  elección 
tan  complicada.  Treinta  individuos  elegidos  por 
la  suerte  en  el  gran  consejo  eran  reducidos  á 
nueve  por.  una  eliminación  sucesiva  confiada 
igualmente  á  la  suerte.  Estos  nueve  iudivid nos 
elegían  cuarenta,  que  por  una  eliminación 
igual  se  reducían  á  doce.  Estos  nombraban  á 
veinte  y  cinco ,  reducidos  después  á  nueve, 
los  cuales  elegían  cuarenta  y  cinco,  que  la 
suerte  reducía  también  á  once,  y  en  fin  estos 
últimos  nombran  los  cuarenta  y  un  electores, 
que  por  la  mayoría  de  veinte  y  cinco  sufra- 
gios debían  -elegir  definitivamente  el.géfe  del 
Estado.  Se  comprende  que  .una  serie  de  com- 
binaciones que  de  hecbo  entregaban  la  elec- 
ción á  todas  las  probabilidades  déla  suerte,  no 
podia  convenir  sino  para  la  elección  de  un  ge- 
fe cuyos  poderes  restringidos  se  limitaban  á 
representar  y  no  á  obrar.  Si.  se  hubiera  que- 
rido un  valiente  general  ó  un  hábil  administra- 
dor, es  probable  que  se  hubiera  procedido  de 
otro  modo. 

-Durante  el  gobierno  de  Sebastiano  Zani, 
primer  dux  nombrado  desde  la  creación  del 
gran  consejo,  fué  cuando  Venecia,  que  no  ha- 
bía tomado  basta  entonces  ninguna  parte  en 
las  querellas  de  Jos  soberanos  pontífices  y  de 
lus  emperadores,  recibió  dentro  de  sus  muros 
al  papa  4'ejandro  %  que  vino,  como  á  m 


VENECIA 


1035 


VENEGU 


1036 


terreno  neutral,  á  tratar  de  la  paz  con  Federi- 
co Barbaroja.  El  24  de  junio  de  1177  se  en- 
contraron los  dos  soberanos  en  la  plaza  de  San 
Márcos,  á  donde  habían  sido  conducidos  en 
pompa  por  el  dux,  el  patriarca,  el  clero  y  to- 
da 1.a  nobleza.  En  cuanto  Federico  percibió  al 
soberano  pontiflee  que  iba  á  entrar  en  la  igle- 
sia, se  desembozó  la  capa  y  se  prosternó  á 
sus  pies.  Alejandro',  enternecido  al  ver  la  efu- 
sión con  que  parecía  reconocer  sus  culpas,  le 
levantó  y  abrazó,  cñ  tanto  que  todos  los  cir- 
cunstantes entonaban  el  Te-Deum.  Una  losa 
de  pórfido  rojo  marca  todavía  en  el  vestíbulo 
de  San  Márcos,  á  la  derecha  de  la  puerta  de 
entrada,  el  sitio  donde  esta  reconciliación  de- 
volvió la  paz  ¡i  la  Italia.  Esta  paz,  tan  preciosa 
para  la  generalidad  de  la  península,  afectaba 
poco  por  lo  demás  á  los  Estados  venecianos, 
pues  casi  cst ranos  á  lo  que  pasaba  entre  sus. 
vecinos  de  tierra  [irme,  solo  estaban  ocupados 
en  sus  rivalidades  con  las  demás  repúblicas 
marítimas,  Pisa  ó  Genova,  y  subretodo  en  sus 
querellas  con  el  imperio  de  Gonstantinopla. 
Cuanto  Inocencio  II i  mandó  a  Fulques  de  fíe- 
uilly  predicar  la  cruzada  en  MUS  y  Sos  baro- 
nes mas  esforzados  de  Francia,  Tibaldo  conde 
de  Champaña,  Litis  conde  de  fflois,  Balduiuo 
conde  de  Flandes,  Simón  conde  de  Monfort  y 
Godofredo,  conde  del  Perche,  se  resolvieron  ú 
reconquistar  el~Saríto  Sepulcro ,  pidieron  á  los 
venecianos  qne  los  condujeran  en  sus  bíigeles, 
y  habiendo  convocado  el  dux  Enrique  Dándolo 
para  esta  importante  deliberación  una  asamblea 
general,  Godofredo  de  Viüeiiardouin,  mariscal 
de  Champaña,  tomó,  la  palabra  en  nombre  de 
los  cruzados,  según  nos  lo  dice  él  mismo,  y  se 
espresó  de  esle  modo  na  su  lenguaje  natural 
y  sencillo:  '.'Señores,  los  mas  altos  barones  de 
Francia  nos  han  enviado  á  vosotros,  y  os  pi- 
den gracia  y  que  os  compadezcáis  de  Jerusa- 
len,  que  está  en  servidumbre  de  los  turcos; 
que  por  Dios  tengáis  4  bien  acompañarlos  y 
vengar  la  afrenta  de  Jesucristo.  Os  lian  elegi- 
do porque  saben  que  ninguna  gente  de  las 
que  andan  por  el  mar,  tiene  tan  gran  poder 
como  vosotros  y  vuestro  pueblo;  nos  lian  man- 
dado que  nos  echemos  ¡i  vuestros  pies  y  no 
ños  levantemos  hasta  que  no  nos  otorguéis  que 
mirareis  con  piedad  la  Tierra  Santa  de  Ultra- 
mar.» Entonces  Sos  mensugerosse  arrodillaron 
á  sus  pies,  llorando  mucho,  y  el  duque  y  to- 
dos los  demás  esclamaron  á  uua  voz,  tendie- 
ron sus  -manos  y  dijeron  :  Lo  otorgamos  ,  lo 
otorgamos  (!).» 

De  este  modo  parecía  resuella  la  gran  cues- 
tión del  trasporte  de  los  cruzados;  mas  el  en- 
lusiasmo  de  los  venecianos  no  ¡labia  sido  tanto 
que  no  estipulasen  por  premio  de  sus  servi- 
cios una  suma  de  85,000  marcos  de  piala,  que 
los' barones  franceses,  reunidos  en  Venecia  en 
la  siguiente  primavera,  se  hallaron  en.  ¡a  im- 

(1)  Villehardoiiín:  De  la  conmiétodn  Captlantino- 
ple,  apua  Scripl.  Byzanl. ,  t,  XX,  c.  X  Vil. 


posibilidad  de  pagar.  Entonces  les  propuso  el 
dux:  que  concedieran  á  ¡os  venecianos,  como 
complemento  de  la  suma  por  laque 'se  ha- 
bían comprometido,  el  auxilio  de  sus  brazos 
a  fin  de  reconquistar  la  ciudad  de  Zara  en  hul- 
macia,  de  que  se  había  apoderado  el  rey  de 
Hungriahacia  muchos  años.  A  este  precio  Dán- 
dolo, á  pesar  de  su  mucha  edad,  « pues  era  vie- 
jo, dice  Villehardouin,  y  auuque  tenia  heruiu- 
sos  ojos  en  la  cara,  no  veía  nada,  porque  ha- 
bía perdido  la  vista  á causa  de  una  herida  que 
recibiera  en  la  cabeza,»  á  este  precio,  deci- 
mos, tomó  Dándolo  la  cruz  y  se  resolvió  a, 
acompañar  la  espedicion.  Aunque  Zara  fuese 
una  de  las  ciudades  mejor  fornicadas  de  ape- 
lla época,  no  pudo  resistir  mucho  tiempo  a! 
•  valiente  ejército  de  los  latinos  y  de  los  cruza- 
dos reunidos;  á  los  pocos  dias  de  sitio  se  rin- 
dió á  discreción;  pero  la  estación  estaba  ya 
demasiado  avanzada  para  que  la  ilota  pudiera 
salir  al  mar  y  dirigirse  á  Palestina,  de  suerte 
que  todo  el  ejército  tomó  en  Zara  sus  cuarte- 
les de  invierno.  En  esta  ciudad  se  presentó  ú 
los  cruzados  el  jóven  principe  Alejo  Angel,  cu- 
yo padre  Isaac,  había  sido  lanzado  por  su  her- 
mano del  trono  de  Conslanlinopía  y  sepultado 
eu  el  fondo  de  un  calabozo,  y  les  pidió  su  ayu- 
da para  rescatar  la  corona,-  prometiéndoles,  en 
cambio,  someter  el  imperio  griego  á  la  obe- 
diencia de  Roma,  repartir  entre  todos  los  cru- 
zados 200,000  marcos  de  plata  y  acompañar- 
los en  seguida  á  la  conquista  del  Santo  Sepul- 
cro á  la  cabeza  de  10,000  soldados.  Seducidos 
por  estas  brillantes  ofertas,  latinos  y  venecia- 
nos tomaron  en  la  primavera  el  camino  de 
Constantiuopla,  á  donde  llegaron  la  víspera  de 
San  Juan.  Los  venecianos  querían  atacar  y 
aproximarse  á  las  murallas  á  bordo  de  sus  na- 
ves, desde  donde  pensaban  arrojar  puente; 
levadizos,  clavándolos  eu  las  murallas;-  poro 
los  franceses.,  habían  respondido;  "que  no  su- 
hrian  valerse  y  defenderse  menos  en  la  mar, 
que  lo  habían  hecho  en  tierra,  cuando  tenían 
sus  caballos  y  sus^  armas  (I).»  Eu  su  conse- 
cuencia se  resolvió  dividir  el  ataque,  peleando 
cada  una  de  las  dos  naciones  sobre  el  elemen- 
to que  creía  deber  serle  mas  favorable.  Dán- 
dolo presentó  su  Ilota  en  una  sola  linea  y  su 
condujo  con  tal  vigor  eu  el  ataque  dado  á  las 
murallas,  donde  llovían  las  (lechas  de  sus  ba- 
llesteros, que  plantó  cu  ellas  la  cruz  de  Sun 
Míreos,  se  apoderó  de  veinte  y  cinco  turres  y 
habría  tomado  lá' ciudad  entera  sino  le  hubiera 
distraído  de  su  victoria  el  peligro  que  porfían 
sus  aliados.  En  efecto,  los  franceses  que  m> 
tenían  mas  que  seis  batallones,  detenidos  en 
su  marcha,  por  un  anchísimo  círculo  de-tropas, 
se  vieron  atacados  por  sesenta  batallones,  cu- 
da  uno  de  los  cuales  era  mas  numeroso  que 
ninguno  délos  suyos,  A  pesar  de  su  valor  ha- 
hrian  sucumbido  al  número  de  los  enemigos, 
si  el  anciano  dux  no  hubiera  saltado  á  tierra 

(t)  VMebardouin,  ti  LXXXIV. 


4037 


VEN  EGA 


4  038 


con  todos  los  venecianos  que  no  eran  necesa- 
rios para  la  maniobra  de  los  buques.  Al  verle 
llegar  el  emperador  mandó  tocar  retirada,  y  á 
la  noche  siguiente  salió  de  !a  ciudad  abando- 
nando el  imperio  á  su  competidor.  Restableci- 
do en  su  trono  Isaac  Angel,  nu  pudo,  sin  vejar 
á  su  pueblo,  cumplir  las  promésas  que  su  ¡li- 
jo habiu  hecho  ¡i  los  cruzados.  Por  otro  lado, 
habiendo  escitado  los  latinos  con  su  rapacidad 
y  su  intolerancia  el  odio  de  toda  la  población 
griega,  estalló  otra  sublevación  que  destronó 
á  Isaac  y  su  hijo  y  puso  .en  su  lugar  á  Alejo 
Dueas,  y  el  ejército  latino  tuvo  que  empezar 
de  nuevo  el  sitio  de  Constantinopla.  No  atre- 
viéndose esta  vez  los  cruzados  como  la  pri- 
mera á  confiar  solamente  en  sus  fuerzas,  mon- 
taron  en  los  bageles  de  los  venecianos,  y  ma- 
logrado el  primer  ataque,  porque  la  corriente 
de  Bosforo  separaba  á  unos  buques  de  otros, 
lus  ataron  de  dos  en  Sos,  á  On  de  que  cada 
una  de  las  torres  que  defendían  las  murallas 
tuviese  por  lo  menos  dos  contrarios  que  com- 
batir. J,os  navios  que  llevaban  á  los  obispos 
de  Soissons  y  de  Troyes  fueron  los  primeros  que 
se  acercaron  á  la  muralla;-  un  francés  y  un 
veneciano  los  que  se  lanzaron  á  ella,  seguidos 
muy  en  breve  de  multitud  de  combatientes. 
Fué  tomada  la  ciudad,  y  conquistado  de  este 
modo  por  nu  puñado  de  soldados  £l  imperio  de 
Oriente,  ocupóse  en  el  acto  de  elegirle  sobe- 
rano. Seis  varones  franceses  y  seis  nobles  ve- 
necianos recibieron  el  encargo  de  proceder  á 
la  elección  del  nuevo  emperador:  los  vene- 
cianos eran:  Yital  Dándolo,  OttonGuerini,  Ber- 
tucio  Coníarini',  Pantaleon  Barbo  y  Giovanni 
Bassaggio.  Dicese  que  uno  de  los  barones  fran- 
ceses indicó  como  el  mas  digno  del  imperio 
al  viejo  dux  Enrique  Dándolo;  pero  que  es- 
clamando entonces  Pantaleon  Barbo  que  el  ti- 
tulo de  dux  de  una  república  como  Veaecía 
era  superior  á lodos  los  demás  títulos,  dió  su 
voto  áBaldnino,  conde  de  Flandes,  y  arrastró 
tras  si  todos  los  sufragios.  Desde  entonces  los 
aliados  no  pensaron  mas  que  en  repartirse  sus 
conquistas,  y  Gallipoli,  Mgos  Potamos,  Hodos- 
lu,  Engia,  Lacedemonia,  Janto,Cefalonia  y  Dir- 
ranníq  tocaron  á  los  venecianos.  Bonifacio, 
marqués  de  Montferrat  y  rey  de  Tésaíóntea, 
liabla  obtenido  en  la  partición  la  isla  de  Can- 
día; pero  la  cambió  con  los  venecianos  por 
(ierras  en  el  continente,  y  aquella  isla  tan  fér- 
til y  tan  perfectamente  situada  entre  el  Egipto, 
la  Grecia  y  la  Siria,  llegó  á  ser  una  de  las  po- 
sesiones mas  importantes  de  la  república.  Tal 
fué  él  resultado  de  aquella  brillante  espedicion 
que  parecía  elevar  á  su  apogeo  la  gloria  de  los 
lisiados  venecianos  y  que  de  hecho  le  fué  aca- 
fo  mas  perjudicial  que  útil,  despertando  cu  la 
nación  el  gusto  por  las  espediciones  aventu- 
reras, que  reemplazaron  pronto  á  la  suerte 
menos  brillante,  pero  mas  segura,  del  comer- 
cio marítimo;  entonces  se  vio  ¡i  simples  par- 
ticulares armar  buques  á  porfía  para  ir  ¡i  con- 
quistarlos condados  y  las  baronías.  Cierto  que 


muebos  de  ellos  lograron  quitar  al  imperio 
griego  algunos  girones  de  aquella  púrpura  que 
ya  no  le  defendía  contra  los  ultrajes:  ¿larco 
Sañudo  se  hizo  dueño  deSaxos,  Marin  Dándolo 
de  la  isla  de-Andros,  Andrés- y  Gerónimo  Gbisi 
de  Míconia  y  de  Scira,  Pietro  Giusliniani  de 
Ceos  y  fíavagieri  de  hemnos;  empero  estas  es- 
pediciones  absorbían  los  capitales  del  Estado 
y  se  llevaban  sus  mejores  mariuos,  sin  contar 
que  la  gradual  postración  del  Oriente  prepara- 
ba el  advenimirfnto  de  los  turcos,  que  mas 
adelante  debían  despojar  á  Yenecia,  no  obs- 
tante su  larga  defensa,  de  todas  las  conquis- 
tas que  le  habían  dado  las  victorias  de  Enrique 
Dándolo. 

Pedro  Ziani  sucedió  á  Dándolo,  que  murió 
en  1205  en  Constantinopla,  y  la  república  no, 
queriendo  que  en  lo  sucesivo  pudiera  el  gefe 
del  Estado  abandonar  á  Yenecia  para  ir  á  vcr 
larporlas  posesiones  nltramarinas,  decretó  que 
un  magistrado,  á  quien  se  daba  el  nombre  de 
bayle,  gobernaría  la  parle  de  aquella  ciudad, 
que -pertenecía  á  los  venecianos.  Por  lo  demás 
ocupaba  hasta  tal  punto  i  la  nación  el  sosteni- 
miento do  su  poder  en  Oriente,  que  no  tomó 
parte  alguna  en  aquellas  luchas  sangrientas  de 
güelfos  y  gibelinos  que  trastornaron  en  el  si- 
glo Xlll  á  toda  la  Italia.  Sostener  álos  latinos 
contra  las  rebeliones  de  los  griegos  que  habian 
despertado  de  su  letargo  y  que  trataban  de 
reconquistar  la  capital  de  su  imperio,  tal  era 
la  principal  ocupación  de  Yenecia,  y  aun  hay 
cronistas  que  aseguran  que  en  .  1225  se  agitó 
en  el  gran  consejo  la  cuestión  de  si  seria  con- 
veniente trasladar  a  Constantinopla,  que  tan 
mal  se  defendía  de  lejos,  la  residencia  del  go- 
bierno; y  que  esta  eslrafia  proposición  solo 
había  sido  desechada  por  la  mayoría  de  dos 
votos.  A  la  muerte  de  Pedro  Ziani  empleó  el 
gran  consejo  un  interregno  de  seis  meses  en 
restringir  mucho  mas  el  poder,  ya  tan  reduci- 
do, de  los  gefes  del  Estado,  lo  que  verificó 
quitándoles  el  privilegio  de  formar  por  sí  mis- 
mos el  consejo  ds  los  Pregadi,  consejeros  que 
ellos  designaban  según  su  voluntad  ó  sus  pre- 
ferencias, para  consultarles  en  caso  de  necesi- 
dad sobre  los  asuntos  de  la  república:  en  ade- 
lante se  compuso  este  consejo  de  60  individuos 
nombrados  anualmente  por  el  gran  consejo,  y 
sus  atribuciones  eran  preparar  los  negocios, 
especialmente  los  relativos  al  comercio  y  á 
las  relaciones  esteriores,  qué  debían  someter- 
se en  seguida  á  la  decisión  del  senado;  mas 
otras  dos  instituciones  croadas  en  la  misma 
época  obraron  mucho  mas  directamente  sobre 
aquella  autoridad  ducal,  cuyas  usurpaciones 
se  temían  constantemente.  Fué  la  una  el  esta- 
blecimiento de  cinco  correltori  della  promi- 
sión ducale,  ó  correctores  del  juramento  que 
dchia  pi'onuuciar  el  dux  al  tomar  posesión  de 
su  cargo;  y  la  olra  era  la  creación  de  tres  in- 
quisidores de  la  conducta  del  dnx  difunto,  in- 
quisitori  deldoge  defunto.  Su  misión  era  exa- 
minar la  conducta  del  gefedel  Estado  tan  pron- 


VENECIA 


1040 


to  cúrao  dejava  de  existir;  recibir  las  quejas 
délos  ciudadanos,  si  algunas  se  producían  con- 
tra su  conducta,  y  condenar  su  memoria  al 
olvido,  asi  como  á  sus  herederos  á  la  indem- 
nización, si  estas  quejas  eran  fundadas.  En 
cuanto  á  los  corretori  dalla  promisión  duca- 
le,  estaban  encargados  de  añadir  al  juramento 
del  dux,  bajo  la  influencia  del  gran  consejo, 
lodo  lo  que  creyeran  masa  propósito  para  con- 
tener la  ambición  de!  nuevo  elegido.  Asi  fué 
como  en  el  discurso  del  siglo  XIII  los  que  eran 
investidos  de  la  dignidad  de  dux  llegaron  á 
obligarse  á  n,o  mantener  bajo  pretesto  alguno 
correspondencia  con  los  gobiernos  cslrange- 
ros,.  á  no  recibir  sus  embajadores  ni  aun  á 
abrir  sus  cartas,  sino  en  presencia  del  cqu- 
sejo;  observar  eslo  mismo  aun  con  las  cartas 
que  le  dirigían  los  subditos  del  Estado;  á  no 
poseer  nada  fuera  de  los  Estados  venecianos; 
í  no  tomar  parte  en  juicio  alguno  de  derecho 
ni  de  hecho,  y,  en  Bu,  á  no  permitir  á  ningu- 
na persona  que  estuviese  unida  á  ellos  por  los 
vínculos  de  la  sangre.,  e!  ejercicio  de  ningún 
empleo  público,  eclesiástico,  civil  y  militar. 

•  Venecia,  sin  embargo  ,  no  habla  sometido 
gran  parte  del  Oriente,  ni  llevado  sus'colonias 
á  las  isias  mas  ricas  del  Mediterráneo,  sin  es- 
citar  la  envidia  de  los  genoveses  dedicados  co- 
mo tos  venecianos  á  la  marina  y  al  comercio. 
Las  dos  naciones  eran  rivales ,  y  por  conse- 
cuencia se  hallaban  muy  próximas  á  conver- 
tirse en  enemigas:  una  chispa  produjo  el  in- 
cendio. Los  genoveses  quitaron  á  viva  fuerza  á 
los  venecianos  la  iglesia  de  San  Sabas  cu  San 
Juan  de  Acre,  Iglesia  cuya  posesión  hacia  al- 
gún tiempo  disputaban  ambas  partes :  fortifi- 
cándose después  en  ella,  quemaron  en  una  sa- 
lida los  almacenes  de  los  venecianos,  y  en  Ti- 
ro, donde  taínbien  se  hallaron  los  dos  ejérci- 
tos el  uno  frente  al  otro,  los  echaron  do  la 
ciudad,  lo  que  dio  margen  á  una  serie  de  re- 
presalias con  las  que  recíprocamente  agotaban 
sus  recursos  de  hombres  y  diñero  sin  llegar  á 
un  resultado  definitivo;  pero  el  efecto  impor- 
tante de  aquella  guerra  fué  el  cambio  que  píoT 
dujo'en  la  política  veneciana.  Hasta  entonces 
Yeneeia  se  había  mantenido  las  mas  de  3as 
veces  indiferente,- como  hemos. dicho,  á  las 
contiendas  de  losgtlelfos  y  gibelinos,  y  si  en- 
alguna  ocasión  había  tomado  .parte,  como  en 
la  cruzada  contra  el  tirano  de  Padua,  Éeceiliñb, 
habia  sido  en  favor  del  papa  contra  el  empe- 
rador. Elodio  contra  los  genoveses,  unidos  en- 
tonces al  soberano  pontífice,  obligó  á  los  vene- 
cianos á  abrazar  la  causa'  de  los.  gibelinos, 
uniéndose  á  Manfredo  tle  Sicilia,  resolución 
que  precipitó  la  caida  del  imperio  de  ios  lati- 
nos. En  efecto ,  la  liga  de  los  venecianos  con 
los  enemigos  de  la  tiara  animó  á  los  genove- 
ses a  formar  otra  que  produjo  mayor  escánda- 
lo, pues  se  aliaron  á  Miguel  Paleólogo,  que 
ocupaba  en  ffieéa,  capital  ya  délos  griegos,  el, 
trono  de  los  sucesores  de,  Constantino  ,  y  se 
comprometieron  á  ayudarle  con  su  Ilota  á  lo- 


mar nuevamente  á  Conslanfinopla,  siempre  que 
él  prometiera  cerrar  sus  puertos  á  los  vene- 
cianos y  concederles  á  ellos  la  eütraüá  exenta 
de  toda  clase  de  derechos.  Daldtiino  II ,  prjn- 
eipe  inepto  y  sin  energía,  ocupaba  entonces 
el  trono  de  Constuntifiopia,  que  no  sin  gran 
trabajo ,  podia  defender  contra  el  emperador 
de  Hicca.  Sin  embargo ,  acababa  de  -concluir 
una  tregua  de  un  año  con  Miguel  Paleólogo, 
cuando  el  nuevo  baylc  de  Venecia,  Marco  úv¿ 
dénigo,  queriendo  señalar  con  alguna  empré- 
sa  su  llegada  á  Oriente  ,  indujo  á  Ualdtiino  i 
romper  la  tregua  é  ir  á  poner  sitio  á  Dafüu'siá 
en  la  entrada  del  Ponto  Éüxiijo.  Irritado  con 
aquella  violación  de  los  tratados,  y  aprovechan- 
do el  abandono  en  que  se  encontraba  Constati- 
tinopla,  cuyas  mejores  tropas  habían  partido 
para  el  sitio,  Miguel  Paleólogo  ,  que  se  habia 
proporcionado  inteligencias  cu  la  .ciudad,  en- 
tró en  ella  "por  sorpresa  entre  las  aclamaciones 
de  la  población  griega;  de  suerte,  que. preci- 
sado á  huir  Balduino ,  tuvo  que  considerarse 
dichoso  con  encontrar  la  Ilota  veneciana  que 
volvia  de  Ilafnnsia,  y  en  la  cual  halló  un  re- 
fugio; aSi  como  el  patriarca  latino,  todos  los 
franceses,  y  la  mayor  parte  de  los  venecianos 
.que habitaban  la  ciudad.  Era  entonces  el  mes 
de  julio  de  12GI,  y  el  imperio  latino  habia 
durado  57  años.  En  lanto  que  los  refugiados 
se  retiraban  á  Negroponlo ,  colonia  veneciana, 
Miguel  Paleólogo,  siguiendo  la  carrera  de  sus 
triunfos,  se  apoderó  de  otras  muchas  de'  sus 
posesiones,  tales  como  Quio,  Rodas  y  Lemnos, 
y  sin  embargo,  era  tal  el  ascendiente  del  co- 
mercio veneciano,' que  á  pesar  de  las  prome- 
sas hechas  á  Génova,  cuyo  socorro  habia  ob- 
tenido, á  pesar  déla  malquerencia  de  los  vene- 
cianos, que  babian  sido  los  mas  firmes  apoyos 
del  imperio  latino  en  Conslnntinoplu,  no  pudo 
resolverse  á  privarse  de  hombres  industriosos 
que  podían,  asi  por  sus  recursos  como  por  sn 
actividad  tan  conocida,  cicatrizar  las  heridas 
ocasionadas  por  largas  guerras  y  traer  la  vida 
á  Bizancio.  Asi  es  que  no  solo  permitió  ú  Jos 
venecianos ,  que  no  hablan  huido,  continuar 
residiendo  en  su  capital,  sino  que  los  conce- 
dió los  mismos  privilegios  que  álüs  genove- 
ses, señalándoles  un  cuarto!  separado  donde 
vivían  bajo  la  sola  autoridad  de  subaylo. 

Hacia  fines  del  siglo  XIII,  en  ¡29,3,  volvió 
á  encenderse  la  guerra  enlre  Génova  y  Venecia. 
Cuatro  galeazas  venecianas  fueron  atacadas  en 
los  mares  de  Chipre  y  tomadas  por  siete  bu- 
ques genoveses,  Pedro  Gradónlgo  era  enton- 
ces dux  de  Venecia:  mandó  armar  la  Ilota  para 
vengar  este  ultrage;  pero  en  la  altura  de  Ajac- 
cio  fué  derrotada  por  el  almirante  genovés 
Spinola.  Inmediatamente  se  equipó  en  Venecia 
oirá  flota  de  sesenta  gateras,  cuyo  mando  ftié 
condado  i  Sicolás  Gueriní  con  órde'n  de  ir " 
buscar  al  enemigo,  en  los  mares  de  Grecia, 
misión  qüe  no  pudo  desempeñar,  porque  los 
genoveses  que  hablan  logrado  evadirse  de  este 
encuentro  fueron  á  incendiar  la  Canea,  uno  de 


VENECLV 


Í042 


los  establecimientos  venecianos  mas  florecien- 
tes de  la  isla  de  Creta.  Sin  embargo,  no  se  üi- 
20  esperar  la  venganza  de  Venecia:  sesenta  y 
cinco  galeras  venecianas  mandadas  por  Ruggie- 
vo  Morosini,  vinieron  á  alacar  á  Calata,  cuartel 
habitado  por  los  genoveses  en  Constantinopla, 
y  como  estos,  á  causa  de  no  tener  las  fuerzas 
necesarias  para  defenderse,  se  habían  retirado 
;'i  la  dudad  de  los  griegos,  al  otro  lado  del  Cuer- 
no deOro,  los  venecianos. en  represalias  entre- 
garon á  las  llamas  sus  habitaciones  y  sus  alma- 
cenes. El  último  acto  de  este  drama  se  ejecuto 
al  año  siguiente.  El'almirante  geuovés  Lamba 
Doria,  vino  liasta  el  Adriático,  cerca-de  la  isla 
ele  Cozorla,  á  presentar  el  combate  á  Andrés 
Dándolo,  que  ala  cabeza  de  95  galeras,  no  po- 
día esquivar  una  acción  donde  tenia  á  la  vez 
\a  ventaja  del  número  y  la  de  combatir  en  una 
cosía  perfectamente  conocida  de  los  venecia- 
nos. Sin  embargo,  habiendo  venido  i  alacar 
por  el  flanco  á  la  escuadra  de  Dándolo  quince 
naves  separadas  de  la  flota  genovesa,,  y  cre- 
yendo aquella  tener  á  la  vista  á  todos  sus  ene- 
migos, fué  corlada  la  linea  de  los  venecianos, 
y  la  derrota  se  hizo  tan  completa ,  que  solo 
volvieron  á  Venecia  doce  galeras  para  llevar  la 
noticia  del  desastre.  Los  genoveses  quemaron 
setenta  y  condujeron  diez  y  ocho  á  Génova, 
donde  entraron  también  7,000  prisioneros,  en 
cuyo  número  estaba  también  el  almirante  An- 
drés Dándolo.  Después  de  este  grande  desca- 
labro, Venecia  no  pensó  ya  en  prolongar  la 
guerra,  y  los  genoveses,  casi  tan  debilitados 
por  la  victoria  como  sus  enemigos  por  la  der- 
rota, consintieron  en  la  paz,  que  fué  firmada 
en  1299: 

Mientras  los  venecianos  veian  amenazado 
de  este  modo  su  poder  estertor  por  una  guer- 
ra peligrosa,  disturbios  interiores  ocasionaban 
on  la  ciudad  colisiones  sangrientas  y  modifi- 
caban profundamente  la  constitución  del  Esta- 
do. Pedro  Gradénigo,  cuya  elección  habia  si- 
do aceptada  por  el  pueblo  con  dificultad,  con- 
servaba contra  laclase  media  profundo  resen- 
timiento, que  manifestó  privando  áloshombres 
nuevos  por  medio  de  una  medida  arbitraria  déla 
esperanza  de  llegar  jamás  á  formar  parte  del  gran 
cunsejo.  Ya  hemos  dicho  que  este  consejo  se 
había  reclutado  desde  su  origen  las  mas  de 
las  veces  de  unas  mismas  familias,  y  que  des- 
pués de  haber  sido  nombrado  por  el  puebto 
durante  los  primeros  aüos  que  siguieron  á  su 
instalación,  habia  gozado  del  singular  privile- 
gio de  nombrar  por  si  mismo  á  los  electores 
encargados  de  su  renovación;  pero  esto  no  era 
bastante  para  redro  Gradénigo:  no  atreviéndo- 
se todavía  á  decretar  que  fuese  hereditario 'el 
título  de  consejero ,  propuso  que  á  lo  menos 
no  fueran  reelegidos  los  mismos  miembros, 
como  venia  haciéndose  de  mucho  tiempo  atrás, 
y  que  se  examinase  solamente _si  alguno  de 
ellos  habia  merecido  ser  escluido  por  cualquier 
delito,  de  tal  suerte,  que  en  el  caso  contrario 
quedaba  de  derecho  investido  de  sus  funcio- 

2235     BIBLIOTECA  I'OI'ULAB. 


nes.  Esta  proposición  pasó  en  1297,  y  desde 
el  año  siguiente  se  díó'un  decreto  prescri- 
biendo á  los  electores  que,  en  caso  de  vacan- 
te, no  pudiera  ser  presentado  quien  no  hubiera 
ya  tomado  asiento  en  el  gran  consejo,  ó  cuyos 
antepasados  por  linea  paterna  no  hubieran  ya 
pertenecido  al  mismo.  De  esto  a  la  formación 
de  un  libro  de'oro  no  habia  mas  que  oh  paso. 
En  efecto ,  pronto  se  espidió  otro  decreto  qne 
venia  á  completar  el  sistema  aristocrático: 
exámen,  investigación,  renovación  periódica, 
todo  quedó  suprimido  ,  y  el  que  pertenecía  á 
las  familias  patricias,  donde  hasta  entonces  se 
había  reclutado  el  consejo,  tuvo  el  derecho  de 
entrar  en  él  á  los  25  años  cumplidos,  de  don- 
de vino  la  fórmula  usada  en  Venecia  para  las 
pruebas  de  nobleza:  Per  suos  et  per  viginte 
quinqué  annos. 

Por  graduales  que  hubiesen  sido  estas  re- 
formas, que  no  se  realizaron  en  un  dia,  como 
muchos  historiadores  parecen  dispuestos  á 
creer,  sino  en  muchos  años,  el  pueblo  no  se 
dejó  despojar  sin  resistencia  de  toda  participa- 
ción posible  en  los  asuntos  del  Estado.  Desde 
el  año  de  1299,  poco  después  del  tratado  de 
paz  que  habia  puesto  fin  á  la  guerra  entre  Gé- 
nova y  Venecia,  tres  plebeyos,  Marín  Bocconio, 
Giovanni  Baldo  vino  y  Miguel  Giuda,  tramaron 
una  conspiración  que  tenia  por  objeto  disolver 
el  gran  consejo  y  reformarlo  por  medio  de  las 
asambleas  generales:  sin  embargo,  la  vigilan- 
cia del  dux  frustró  sus  proyectos,  que  pagaron 
con  sus  cabezas.  Pocos  años  después  estalló 
otra  conspiración  mucho  mas  amenazadora. 
Algunos  patricios  que  no  formaban  parte  del 
gran  consejo,  al  verificarse  la  reforma  de  1297, 
se  hallaron  asi  escluidos  de  esa  parte  del  po- 
der á  que  creian  tener  derecho  por  su  naci- 
miento. Uniendo,  pues,  su  resentimiento  al 
del  pueblo,  que  quisieron  dirigir,  formaron  el 
proyecto  de  apoderarse  del  palacio  ducal,  ma- 
lar á  Pedro  Gradénigo  y  dar  otra  constitución 
al  Estado.  Hasta  la  víspera  del  dia  lijado  para 
la  ejecución,  no  supo  el  dux  los  nombres  ni 
los  designios  de  los  conjurados.  Reuníase  ta 
muchedumbre  en  los  palacios  de  Boemundo 
Tiépolo  y  de  Guerini ,  principales  gefes  de  la 
conspiración:  precaverla  no  era  ya  posible  ,  y 
el  dux  tuvo  que  contentarse  con  avisar  a  todos 
aquellos  con  quienes  creia  poder  contar,  y  for- 
tilicar  las  salidas  que  daban  á  la  plaza  de  San 
Marcos.  Desde  la  mañana  del  dia  siguiente,  los 
hechos  vinieron  á  probar  cuan  necesarias  eran 
todas  aquellas  precauciones,  pues  los  conjura- 
dos, que  habían  reclutado  gran  número  de  sol- 
dados estrangeros,  avanzaron  hácia  la  plaza. 
Reñida  fué  la  refriega:  las  tropas  del  dux,  fuer- 
temente atrincheradas  ,  rechazaban  todos  los 
ataques,  y  los  conjurados,  embarazados  por  su 
mismo  número  en  las  calles  estrechas  que  des- 
embocan á  la  plaza  de  San  Marcos,  sufrían  ta- 
les pérdidas,  que  tuvieron  al  fin  que  retirarse 
hácia  el  puente  de  Rialto,  donde  á  su  vez  se 
atrincheraron.  Contentó  con  su  victoria,  eldnx 
T.    xxxiii.  66 


1043 

no  quiso  perseguirlos;  pero  aprovechando  el 
desaliento  en  que  habían  caído  por  su  don-ota, 
los  obligó  fácilmente  á  salir  de  la  ciudad  1  con 
la  condición  cieno  volver  mas  á  ella  y  marchar 
al  logar  del  destierro  que  les  fuese  designado. 

.Apenas  el  partido  aristocrático  se  VIS  libre 
del  peligro  quo  había  áména*ído  «u  o'xlsten- 
cia,  tuvo  que  adoptar  medidas  que  modificaron 
profundamente  la  constitución  política  de  Ve- 
necía  en  ocasión  en  que  acabíib'a  ya  de  sufrir 
tan  graves  alteraciones.  El  peligro  se  habia  ale- 
jado, pero  no  desaparecido,  puesto  que  cierto 
número  de  conjurados  se  hablan  quedado  ar- 
mados en  Trevlsa  ó  en  las  inmediaciones  déla 
ciudad,  y  en  presencia  dé  esta  actitud  ame- 
nazadora, queriendo  el  gran  consejo  reconcen- 
trar el  poder  en  pocas  manos  enérgicas,  ins- 
tituyó un  consejo  superior  compuesto  de  diez 
individuos,  al  cual  dejó  ana  autoridad  sobera- 
na, encargándole  que  indagase,  reprimiese  y 
castigase  los  crímenes  de  felouia  ó  alfa  trai- 
ción, dándole  al  mismo  tiempo  facultad  dodis- 
ponercou  este  objeto,  asi  de  las  fuerzas  como 
de  los  tesoros  del  Estado,  y  on  una  .palabra, 
decidir  sobre  todas  las  cosas  de  una  pianera 
absoluta,  como  hubiese  podido  hacer  el  mis- 
mo gran  consejo.  Elegido  al  principio  por  dos 
meses  el  consejo  de  los  Diez,  duró  cerca  do 
quinientos  años,  concentrando  todos  los  po- 
deres y  dando  ála  autoridad  una  fuerza  de  di- 
rección que  no  había  tenido  basta  entonces. 
Vigilante,  estable  en  su  política,  formando  sus 
proyectos  con  prudente  madurez  y  planteándo- 
los con  una  constancia  iuallerable,  supo  en- 
grandecer la  república  en  lo  esterior  y  man- 
tener dentro  la  mayor  tranquilidad;  empero  los 
patricios  de  Venecia  tuvieron  que  pagar  estos 
beneficios  de  la  unidad  y  de  la  energía  del 
poder  con  su  libertad  política  y  aun  con  su  in- 
dependencia personal.  Vigilábalos  sin  cesar 
una  policía  inquisitorial  y  recelosa,  todos  los 
procedimientos  eran  secretos;  'no  solé  no  eran 
careados  los  testigos  con  el  acusado,  pero  ni 
aun  le  decian  sus  nombres  y  se  descartaba 
cuidadosamente  de  sus  declaraciones  cuanto 
hubiera  podido  servir  para  darles  á  conocer, 
estimulando  de  este  modo  la  delación,  que  lle- 
gó á  ser  una  de  las  Hagas  siempre  abiertas 
del  gobierno  veneciano.  Difícilmente  se  com- 
prendería que  una  nobleza  fuertemente  cons- 
tituida y  habituada  largo  tiempo  hacia  á  ejer- 
cer el  poder  soberano  hubiese  soportado  tan- 
tos años  semejante  despotismo,  si  no  seespli- 
oase  esa  sumisión  y  longanimidad  por  el  viví- 
simo deseo-  que  tenia  cada  familia  patricia  de 
ver  á  cualquiera  de  sus  individuos  formar  á  su 
vez  parte  de  aquel  /terrible  consejo,  que  tan 
temido  fué  mientras  existió,  y  que  decidía  á 
se  antojo  de  la  suerte  del  Estado.  El  eonsejode 
los  Diez  era. elegido  por  el  gran  consejo,  que 
se  habia  impuesto  como  regla  obligatoria  de 
no  llevar  nunca  á  él  al  mismo  tiempo  dos  in- 
dividuos pertenecientes  á  la  misma  familia. 
Ademaste  los  diez  consejeros  que  daban  su 


1044 

nombre  á  este  cuerpo,  llamados  los  oonsejeroa 
negros  por  el  color  de  su  trage ,  cuyo  car^ 
duraba  un  año,  habia  los  seis  consejeros  rojos 
que  formaban  el  consejo  particular  del  dux  v 
los  cuales  eran  nombrados  solamente  por  ocho 
meses,  y  en  (ln,  el  dux  que  presidia  el  conseja, 
lie  esta  suerte  venia  ii  componerse  en  realidad 
de  diez  y  siete  individuos  que  se  renovaban  en 
diferentes  épocas:  el  dux,  presidente  ¡I  vida, 
los  diez  consejeros  negros,  elegidos  cada  uno 
por  un  año,  aunque  renovados  por  emulas  par- 
tes en  cuatro  asambleas,  que  habían  do  reunir- 
se en  los  meses  de  agosto  y  de  setiembre,  y 
por  úitimo  los  seis  consejeros  rujos,  que  se 
renovaban  de  tres  en  tres  cada  cuatro  meses, 
cuya  movilidad,  despertando  constantemente 
la  ambición  de  los  patricios,  los  distraía  del 
proyecto  de  abólir  un  poder  de  que  constante- 
mente se  creían  con  derecho  y  en  aptitud  dp 
participar. 

Ocupada  asi  Venccía  en  las  modificaciones 
que  introducía  en  la  forma  de  su  gobierno,, 
parecía  indiferente  á  las  revoluciones  dé  la 
Italia,  y  sus  lagunas,  que  la  defendían  contra 
todo  ataque  que  viniera  del  continente,  le  per- 
mitían fijar  (ota  su  atención  en  su  organiza- 
ción interior,  sin  dejarse  distraer  por  el  cui- 
dado de  su  seguridad;  apenas  habia  tenido  al- 
gún pensamiento  de  engrandecimiento  territo- 
rial cuando  losdisturbios  suscitados  en  Ferrara 
por  la  muerte  de  Azzo  de  liste,  octavo  de  su 
nombre,  le  obligaron  á  enviar  alii  un  ejercito 
para  rechazar  las  pretensiones  del  papa,  que 
quería  reunir  á  Ferrara  al  dominio  de  la  Igle- 
sia; menps  afortunada  en  tierra  quo  en  mar, 
su  intervención  no  le  proporcionó  sino  derro- 
tas y  una  excomunión  fulminada  contra  ella 
por  el  cardenal  Arnaldo  de  Pellagrue,  legada 
del  papa  Clemente  V  para  la  guerra  de  Ferra- 
ra. Tal  era  entonces  la  importancia  de  aque- 
llas armas  espirituales,  que  se  necesitaron 
quince  años  para  que  ta  república,  á  fuerza  de 
ruegos  é  instancias,  obtuviese  en  1323  que  le 
alzaran  aquel  anatema,  y  aun  para  eso  tuvo 
(pie  pagaf  100,000  florines  de  oro  que  llevó  á 
Aviñon  un  Dándolo,  que  se  presentó  al  sobe- 
rano pontífice  con  un  collar  al  pescuezo,  co- 
mo un  perro,  y  conducido  con  una  cuerda  por 
los  penitenciarios  que  de  esta  suerte  lo  lleva- 
ron hasta  los  pies  del  papa  í  quien  pidió  per- 
don.  Poco  estimulada  Venecia  por  el  triste  re- 
sultado de  aquella  guerra  continental,  trasladó 
toda  su  energía  al  Oriente,  que  hacia  tantos 
años  lo  daba 'gloria' y  riquezas.  Reprimir  las 
rebeliones  de  sus  colonias  y  rechazar  á  los 
turcos  que  amenazaban  con  su  barbarie  las 
provincias  mas  hermosas  del  Levante,  tal  era 
el  cuidado  incesante  de  los  venecianos,  que 
habrian  sido  harto  felices  si  no  se  hubieran  de- 
jado distraer  de  intereses  tan  positivos  por 
esas  querellas  de  rivalidad  con  la  república  di- 
Génova  quo  venían  periódicamente  á  ensangren- 
tar los  mares  de  Grecia  en  provecho  solo  de  los 
sultanes  de  Iconio.  Dueños  de  Caffaen  Crimea, 


VENECIA 


M5- 


VENECIA 


1046 


los  genoveses,  sobradamente  avaros  del  rico 
comercio  que  hacían  en  las  cosías  del  mar  fíes 
gro,  emprendieron  cerrar  su  entrada  á  los  ye? 
nccianós,  y  en  sti  consecuencia  apresaron  mu- 
chos buques  que  navegaban porel  Ponto  Euxi- 
iio  cun  el  pabellón  de  San  Marcos  ycoiiüscarou 
sus  mercancías  Inmediatamente  la  república 
armó  Ireinia  y  tres  galeras,  cuyo  mando  dio  á 
Marco  itiiziiini  con  intimación  de  pedir ú  obte- 
ner a  la  fuerza  una  reparación  completa.  Este 
almirante  encontró  al  E.  de  laEubea  once  ga- 
leras genovesas  que  se  dirigían  á  Caffa;  tas 
atacó,  apresó  nueve  y  las  envió  á  Candía;  mas 
el  almirante  genovés  Felipe  Doria  vino  á  blo- 
queav  aquel  puerto  de  improviso ,  penetró  en 
61  á  viva  fuerza,  quemó  lodo  un  barrio,  soltó  á 
lodos  sus  prisioneros  y  volvió  á  tomar  el  ca- 
mino deGalata,  cuartel  fortificado  de  los  geno- 
veses en  el  puerto  de  Couslantinopla.  Los  ve- 
necianos enviaron  entonces  una  embajada  al 
emperador  Canbieuzeno,  proponiéndole  una 
alianza  ofensiva  contra  Venecia,  afianza  con 
cuyo  auxilio  podría  deshacerse  al  (¡ti  de  los  te- 
mibles vecinos  que  habían  levantado  hasta  en- 
tonces en  su  capilal  fortificaciones  detrás  de  las 
cuales  desafiaban  cada  dia  su  autoridad.  Cual- 
quiera que  fuese  el  resentimiento  que  abriga- 
se Cautacuzcno  contra  Genova,  se  negó  á  to- 
mar abiertamente  partido  contra  ella.  Hallába- 
se entonces  aquel  Estado  en  el  apogeo  de  su 
poder;  los  partidos  que  lo  desgarraban. tan  fre- 
cuentemente se  encontraban  reconciliados,  y 
el  senado  bahía  aprovechado  esta  concordia 
para  hacer  grandes  reclutamientos  entre  los 
valientes  marineros  que  pueblan  ¡áseoslas  de 
la  Liguria.  Una  Ilota  de  sesenta  y  cuatro  gale- 
ras mandadas  por  l'aganino  Doria  vino  á  desa- 
fiar el  poder  veneciano  basta  en  el  Adriático, 
donde  destruyó  muchos  de  los  establecimien- 
tos de  la  república,  y  desde  allí  se  dirigió  al 
Archipiélago  esperando  anonadar  con  la  supe- 
rioridad de  sus  fuerzas  al  almirante  veneciano 
Picólo  Pisani,  que  se  encontraba  alli  con  vein- 
fe  galeras.  Entretanto  el  senado  de  Venecia, 
que  no  había  podido'  determinar  al  emperador 
de  Constantinopla  que  se  pusiera  de  acuerdo 
con  él,  había  propuesto,  su  alianza  al  rey  de 
Aragón  Pedro  IV,  que  por  algunas  disensiones 
ocurridas  con  motivo  de  la  Cerdeña  se  hallaba 
fuertemente  irritado  contra  (¡énova,  Et  tratado 
fué  lirmado  en  el  mes  de  agosto  de  1351  ,  y 
habiendo  llegado  pronto  &  Oriente  la  noticia, 
Ganiacuzimono  encontraba  ya  motivo  para  no 
abrazar  abiertamente  mi  partido  que  conside- 
raba como  el  mas  fuerte.'  Asi,  pues,  los  grie- 
gos llamaron  á  Nicolu  Pisani,  cuya  flota  era  en- 
tonces de  treinta  y  tres  galeras,  ^juntándose 
á  él  le  indujeron  á  comenzar  et  silio  de  Gala- 
taj  pero  muy  en  breve  dejando  el  almirante  ve- 
neciano á  los  griegos  proseguir  solos  los  tra- 
bajos del  sitio,  vino  á  esperar  en  Cálcis'  la  es- 
cuadra catalana  (¡uc  le  enviaba1  el  rey  de  Ara- 
gón, lina  vez  verificada  la  reunión,  volví-')  á 
emprender  la  ruta  del  Bosforo  á  la  cabeza  de 


setenta  y  cinco  naves  ,  inclusas  ocho  galeras^ 
bizantinas,  y  en  los  primeros  días  del  mes  de 
febrero  de  1352,  dió  á  los  genoveses  un  com- 
bate encarnizado  á  muy  pocas  millas  de  Cons- 
lantinopla.  Pagauitio  Doria  babia  anclado  con 
sesenta  y  cuatro  galeras  en  la  costa  de  Asia, 
á  la  entrada  del  mar  de  Mármara.  Pisani,  pro- 
cedenle  de  la  isla  délos  Príncipes.,  arribó  á 
aquella  misma  costa  y  vinoá  caer  sobre  Paga- 
nino  Doria  empujado  por  el  viento  del  Medio- 
día y  por  una  mar  gruesísima  que  hacia  las 
maniobras  muy  difíciles;  asi  es  que  la  acción 
fue  mas  bien  una  refriega  que  uu  combate  re- 
gular, y  á  pesar  de  la  tempestad  duró  desde  la 
aurora  hasta  la  noche,  sin  que  ninguna  de  las 
dos  partes  pudiera  adjudicarse  la  victoria.  En, 
flu,  Sicolo  Pisani,  que  se  senfia  mas  débil  se 
retiró  al  puerto  de  Terapia:  babia  perdido  ca- 
torce gateras  venecianas,  diez  catalanas  y  dos 
bizantinas;  los  genoveses  habían  perdido  tre- 
ce solamente.  En  cuanto  á  las  tripulaciones, 
cada  una  de  las  partes  babia  sufrido  una  baja 
de  2, DUO  hombres  entre  muertos  y  heridos. 
Los  venecianos  contaban  en  el  número  de  sus 
muertos  á  Conlarini  y  Pancracio  Guistiniani pro- 
curadores de  San  Mareos,  á  Giovani  Steno  y  Ee- 
nalino  Jiunbo,  vice-almirantes 

La  escuadra  genovesa  fué  la  primera  que 
se  bailó  en  estado  de  darse  a  ,1a  vela,  y  en 
tanto  que  Pisanij  que  contaba  veinte  y  ocho 
buques  menos  ibj  á  refrescar  víveres  á  Gandía, 
Doria  ponía  sitio  á  Constantinopla  y  obligaba  á 
Cantacuzenoá  concluir  Un  tratado  de  paz  porel 
que  se  comprometía  acerrar  todos  sus  puertos 
á  los  venecianos.  Estos,  sin  embargo,  no  se  ha- 
bían desanimado  por  los  resultados  de  un  com- 
bate que  podia  pasar  por  una  derrota.  El  rey- 
de  Aragón  les  babia  enviudo  nuevos  refuerzos 
y  las'  dos  escuadras  habían  venido  á  cruzar  en 
conserva  los  mares  de  Cerdeña,  encontrando  á 
los  genoveses  en  la  Loiera,  al  Norte  de  esta 
isla.  Grimaldi,  que  mandaba  la  escuadra  de  es- 
to últimos,  conociendo  que  los  venecianos  eran 
superiores  en  fuerza,  mandó  alar  sus  galeras 
de  dos  en  dos  por  medio  de  largas  cadenas  de 
hierro  á  lin  de  que  no  pudiera  ser  rota  su  lí- 
nea; pero  el  viento,  que  apenas  se  había  dejado 
sentir  al  principio  de  la  acción,  arreció  en  ta- 
les términos  que  dió  fuerte  impulso  á  tres 
enormes  galeotas  catalanas  que  se  habían  que- 
dado atrás  porque  no  llevaban  remos,  y  vinie- 
ron á  chocar  con  todo  su  peso  contra  el  ala 
derecha  de  la  flota  genovesa  y  la  separaron  del 
cuerpo  de  batalla,  que  viéndose  envuelto  por 
todas  las  fuerzas  venecianas  tuvo  que  rendir- 
se. Treinta  galeras  y  3, ¿00  prisioneros,  entre 
los  cuales,  había  gran  número  pertenecientes 
á  Jas  primeras  familias  de  Genova,  fueron  para 
Venecia  .el  fruto  de  aquella  victoria,  á  la  que 
respondieron  los  genoveses  con  nuevos  arma- 
mentos". Nombrado  por  ellos  almirante  el  ven- 
cedor del  Bosforo,  Pagauino  Doria  aprovechó  el 
momento  en  que  los  venecianos  apoyaban  el 
desembarque  de  un.ejéreito  catalán  en-Cerdeña, 


1047 

para  penetrar  en  el  Adriático:  alli  taló  toda  la 
costa  de  lalstria,  quemó  la  ciudad  de  Purenzo  y 
obligó  á  los  venecianos  á  llamar  inmediatamen- 
te á  Nicolo  Pisani  para  libertarlos  del  temor 
que  tenían  de  verse  atacados  hasta  en  medio 
de  sus  lagunas.  Doria  entretanto,  en  vez  de 
aguardar  la  vuelta  de  los  venecianos  al  Adriá- 
tico, se  había  dirigido  á  los  mares  de  (¡recia, 
á  donde  le  persiguieron  ¡í  su  vez  los  venecia- 
nos. Después  de  haber  Imitado  por  algún  tiem- 
po á  los  genoveses  sin  dar  con  ellos,"  Picólo 
Pisani  ancló  en  la  bahia  de  Navarino  para  re- 
parar sus  bageles,  estropeados  por  una  nave- 
gación borrascosa.  Habíase  situado  á  la  entrada 
de  la  balita  con  algunos  de  sus  mejores  hoques 
para  vigilar  la  aproximación  del  enemigo, 
mientras  que  el  resto  de  la  ilota,  medio  de- 
sarmada y  apoyada  la  proa  en  tierra,  refresca- 
ba viveres  en  el  fondo  de  la  rada.  En  esta  po- 
sición los  encontró  Paganino  Doria  el  3  de  no- 
viembre de  1354.  Este  almirante,  segregando 
de  su  flota  una  división  á  las  órdenes  de  su  so- 
brino, .luán  Doria,  la  bizo  pasar  por  entre  ia 
costa  y  las  embarcaciones  de  Pisani,  que  cre- 
yendo cogerlos  entre  sus  dos  escuadras,  les 
dejó  forzar  la  entrada  de  la  bahía;  pero  Juan 
Doria  cayendo  instantáneamente  sobre  los  bu- 
ques amarrados  á  la  playa  los  atacó  con  tal  vi- 
gor que  aterradas  sus  tripulaciones  no  aprove- 
charon su  posición  sino  para  saltar  en  tierra, 
lío  se  trataba,  pues,  ya  sino  de  marinar  los  bu- 
ques apresados,  y  el  joven  Doria,  volviendo 
otra  vez  á  atacar  por  retaguardia  la  linea  del 
almirante  veneciano,  en  tanto  que  su  tio  lu 
abordaba  de  frente,  contribuyó  poderosamente 
á  la  victoria.  Fué  completísima:  4,000  marine- 
ros ó  soldados  venecianos  habían  perecido  en 
las  dos  acciones;  5,800  prisioneros,  entre  los 
que  se  hallaba  Nicolo  Pisani,  habían  caído  en  las 
manos  de  los  genoveses,  y  Yenecia  fué  obli- 
gada^ comprar  la  paz  al  precio  de  200,000 
florines  pagados  en  Genova  para  los  gastos- de 
la  guerra. 

En  tanto  que  la  república  de  San  Marcos  es- 
piaba tan  cruelmente  los  triunfos  de  la  campa- 
ña anterior,  corría  su  constitución  nuevos  pe- 
ligros, y  una  conspiración  mas  temible  que  to- 
das las  demás  le  hacia  olvidar  la  derrota  de 
sus  armas.  Acababa  de  morir  el  dos  Andrés 
Dándolo,  el  historiador  mas  antiguo  de  Vene- 
cía,  y  se  le  había  nombrado  por  sucesor  á  Ma- 
lino Falieri,  viejo  de  selenta  y  seis  años,  á 
quién  la  antigüedad  de  -sn  casa,  asi  como  sus 
grandes  riquezas,  colocaban  en  el  primer  ran- 
go del  patriciado  veneciano.  A  pesar  de  so 
mucha  edad,  Falieri  se  había  casado  con  una 
muger  muy  joven  y  hermosa,  por  la  que  sen- 
tía lodos  los  tormentos  de  los  celos,  harto  jus- 
ti/icadospor  sus  cabellos  blancos.  Recaían  prin- 
cipalmente sus  sospechas  sobre  Miguel  Steno, 
uno  de  los  fres  gefes  del  tribunal  de  los  Cua- 
renta, jóven  patricio,  á  quien  no  la  esposa  del 
dux,  sino,  uña  de  las  mugeres  de,  su  servidum- 
bre atraía  . con  frecuencia  al  palacio  ducal.  Cíe- 


go  por  su  pasión,  Falieri  usó  de  su  autoridad 
para  echará  Steno  de  una  asamblea  pública  un 
día  de  fiesta  en  que  creyó  sorprender  entre  su 
muger  y  él  signos  de  inteligencia,  y  el  gefe  lie 
los  Cuarenta  se  vengó  escribiendo  en  el  Irono 
ducal  dos  líneas  insultantes  para  el  honor  del 
dux,  injuria  que  exasperó  cu  el  mas  alio  erado 
su  odio  contra  su  supuesto  rival.  Denuncióle, 
pues,  a!  gran  consejo  reclamando  un  castigó 
ejemplar;  pero  el  consejo,  sea  que  admitiese 
como  escusa  el  insulto  hecho  á  un  noble  ve- 
neciano con  una  exclusión  pública,  sea  que 
quisiera  favorecer  á  uno  de  los  gefes  del  mas 
temido  tribunal,  declaró  que  la  licencia  que 
autorizaban  las  llestas  de  carnaval  atenuaba  la 
falta  cometida,  y  no  condenó  á  Steno  sino  á 
una  pena  ligera.  Desde  entonces  el  viejo  itiix 
envolvió  en  un  mismo  deseo  de  venganza  al 
que  habia'comelido  la  ofensa  y  á  ios  que  nu 
habían  querido  castigarle,  y  procurando  reani- 
mar el  odio  secreto  que  el  pueblo  profesaba 
todavía  á  la  aristocracia,  que  le  había  despoja- 
do de  sus  derechos,  se  unió  con  los  principa- 
les descontentos,  los  escitó,  recordó  la  inso- 
lencia de  algunos  jóvenes  nobles  que  abusaban 
de  sus  privilegios,  y  muy  pronto  el  palacin 
ducal  llegó  á  ser  por  las  noeles  el  punto  de 
reunión  de  todos  los  que  querían  en  Venena 
el  triunfo  de  la  democracia-.  Quince  gefes 
principales  habían  reclutado  cada  uno  cuaren- 
ta conjurados,  y  todos,  al  primer  toque  de  lis 
campanaide  San  Marcos,  que  no  sonaba  jamás 
sin  urden  del  dux,  debiau  marchar  armados  á 
la  plaza,  ocupar  todas  sus  avenidas  y  dar  muer- 
te á  los  individuos  del  gran  consejo  á  medida 
que  acudieran  al  palacio  á  informarse  de  la 
causa  de  la  señal  de  alarma,  que  no  debía  te- 
sar un  momento.  La  noche  del  1 5  de  diciembre 
de  135a  fué  la  designada  para  la  ejecución, 
pero  la  víspera,  uno  do  los  conjurados,  sea  por 
arrepentimiento  ó  por  ignorancia  del  verdade- 
ro objeto  de  la  conspiración,  reveló  algunos 
pormenores  á  N'icolo  Lioni,  uno  de  losindividiios 
del  consejo  de  los  Diez,  quien  iumodiatanieidc 
se  dirigió  al  palacio  del  dux  sin  creer  todavía 
que  él  fuera  el  gefe  do  una  trama  tan  bien  urdi- 
da. Aloirleseturvó  Falieri,  y  sus  respuestas  y  su 
vacilación  en  mandar  prender  álos  culpables, 
escitaron  víolenlassospecbas,  por  lo  que  el  con- 
sejo mandó  prender  inmediatamente  á  varias 
personas  cuyos  nombres  lenian  en  su  poder,  y 
el  tormento  les  arrancó  ia  confesión  completa 
desu  crimen  asi  como  lalista de  sus  cómplices. 
Desde  aquel  momento  fué  vigilado  el  dux  en  su 
propio  palacio,  y  el  consejo  de  los  Diez,  llamar 
do  a  fallar  sobre  su  suerle,  nombró  por  adjun- 
tos ea  aquella  grave  ocasión  veinte  patricios 
de  las  familias  mas  antiguas,  formando  uu  tri- 
bunal que  tomó  el  nombre  de  yiunta,  y  todos 
estuvieron  acordes  en  dictar  una  sentencia  de 
muerte.  Marino  Falieri  fué  decapitado  en  el 
mismo  lugar  donde  se  coronaban  los  duques, 
y  hoy  todavía  en  la  sala  del  gran  consejo,  el 
silio  que  deberla  ocupar  su  retrato,  está  cu- 


VENECIA. 


VENECIA. 


1050 


Merlo  con  un  velo  negro  donde  se  leen  estas 
palabras:  Hir,  esllocus  Marini  Falieri,  deca- 
pitan pro  criminibus. 

Por  esla  época  vemos  aparecer  en  la  histo- 
ria de  las  guerras  venecianas  el  nombre  de 
otro  enemigo;  Luis,  rey  de  Hungría,  secreia 
con  derechos  á  las  plazas  marítimas  de  la  Dal- 
macia,  que  habían  sido  en  otro  tiempo  una  de- 
pendencia de  su  corona.  Las  reclamó,  pues,  á 
los  venecianos,  y  obtenido  una  negativa  mar- 
chó contra  ellos  á  la  cabeza  de  50,000  solda- 
dos húngaros  de  caballería.  Trevisa  era  enton- 
ces la  Unica  ciudad  que  la  república  poseía  en 
el  continente  italiano.  Embistióla  Luis  y  em- 
prendió minar  sus  altas  fortificaciones;  pero 
halló  un  obstáculo  invencible  en  la  naturaleza 
del  terreno  tan  pantanoso,  que  el  agua  brotaba 
en  cuanto  se  cavaba  la  tierra,  de  suerte  que  no 
vio  otro  medio  de  reducir  á  la  plaza  que  por 
el  hambre  y  el  bloqueo.  Entretanto  Juan  Gra- 
dénigo,  que  había  sido  elegido  dux  al  ocurrir 
la  trágica  muerte  de  Marino  Palies!,  murió 
también,  y  el  gran  consejo  le  nombró  por  su- 
cesor á  Juan  Delfino,  proveedor  á  la  sazón  de 
Trevisa,  donde  se  hallaba  encerrado.  Si  hemos 
de  creer  lo  que  dice  Andrés  Gataro,  historiador 
dePadua  (I),  el  señorío  mandó  á  pedir  al  rey 
de  Hungría  que  permitiese  al  nuevo  dux  atra- 
vesar libremente  sus  lineas  para  que  fuera  á 
ocuparen  Venecia  el  puesto  que  debía  á  la  con- 
fianza de  sus  conciudadanos,  y  fué  lal  la  gene- 
rosidad del  monarca  que  les  concedió  desde 
luego  lo  que  pedían;  pero  otros  cronistas  pre- 
tenden que  á  la  negativa  del  rey,  salió  Juan 
Dellino  de  la  ciudad  a  la  cabeza  de  600  caba- 
llos y  se  abrió  paso  por  entre  el  ejército  hún- 
garo. Sea  de  esto  lo  que  quiera,  asustado  Luis 
con  la  dificultad  que  esperimenlaba  en  propor- 
cionarse víveres  para  sus  numerosos  soldados, 
tomó  el  partido  de  retirarse,  dejando  solamen- 
te un  cuerpo  de  5,000  hombres,  .encargados 
de  mantener  el  bloqueo  de  la  ciudad,  y  envió 
al  ban  de  Bosnia  á  poner  sitio  á  Zara,  Esla  ca- 
pital de  la  Dalmacia,  perfectamente  defendida, 
por  su  posición  y  sus  murallas,  habría  desa- 
liado probablemente  todos  los  esfuerzos  de  la 
caballería  húngara;  ya  el  ban  había  pasado  mas 
de  un  año  delante  de  sus  muros,  cuando  la 
traición  hizo  lo  que  no  había  podido  la  fuerza. 
El  convento  de  San  Crisóstomo  estaba  enclava- 
do en  las  murallas.  El  prior,  que  era  alemán, 
se  puso  de  acuerdo  con  algunos  oficiales  del 
ejército  húngaro,  -compatriotas  suyos,  y  por 
medio  de  escalas  los  introdujo  en  la  plaza. 
Atacada  asi  por  sorpresa  la  guarnición  vene- 
ciana tuvo  que  retirarse  al  castillo,  que  fué  lo- 
mado á  los  tres  meses.  Durante  este  tiempo 
Spalalro  y  Trau  abrían  sus  puertas  al  rey  Luis; 
Trevisa  era  cada  dia  mas  estrechada  y  ios  ve- 
necianos, viendo  la  imposibilidad  de  resistir  á 
un  enemigo  á  quien  no  podían  atacar  en  su 
elemento  favonio,  concluyeron  al  fin  una  paz 

'  !*)  Slorla  padovana,  pág.  S6. 


onerosa  para  la  república,  pues  cedía  al  rey 
Luis  la  Isiria,  la  Croacia  y  toda-Ia  Dalmacia,  de 
sueiie,  que  el  dux,  que  desde  la  conquista  de 
CoiisUmüuopla  llevaba  el  titulo  fastuoso  de  se- 
ñor de  una  cuarta  parte  y  media  del  imperio 
romano,  tuvo  que  contentarse  hasta  época  mas 
afortunada  con  el  modesto  titulo  de  dux  de  Ve- 
necia. 

Lorenzo  Celso  habia  sucedido  como  dux  á 
Juan  Delfino  (1361)  y  Marco  Cornaro  á  Lorenzo 
Celso  (1365),  sin  que  su  magistratura  se  hu- 
biese señalado  con  otros  acontecimientos  qué 
la  represión  de  algunas  sediciones  en  la  isla 
de  Candía,  cuando  Andrés  Contarini  fué  llama- 
do en  1367  á  la' primera  dignidad  de  la  repú- 
blica en  momentos  en  que  esta  república  iba  á 
verse  espuesta  á  pruebas  mas  rudas  que  cuau- 
tas  hasta  entonces  habia  sufrido.  El  primer 
acto  del  largo  drama,  llamado  en  los  anales 
venecianos,  la  guerra  de  Chioggia,  fué  ori- 
ginado por  el  resentimiento  que  habían  con- 
cebido los  venecianos  contra  Francisco  Car- 
rara,  señor  de  Pádua,  que  durante  la  espedi- 
cion  dirigida  contra  ellos  por  Luis  dé  Hungría, 
había  proporcionado  constantemente  víveres 
al  ejército  de  aquel  principe.  Atacaron,  pues, 
á  sus  estados  en  el  mes  de  octubre  de  1372,  y 
en  menos  de  un  año,  á  pesar  de  los  socorros 
del  vaivode  de  Transilvania,  le  redujeron  á  en- 
viar su  hijo  para  pedir  de  rodillas  al  senado  de 
Venecia  que  se  dignara  conceder  la  paz  ¿  su 
padre.  Semejantes  humillaciones  no  se  olvidan 
nunca;  asi  es  que  Carrara  aprovechó  la  primera 
ocasión  de  ligarse  con  los  eternos  enemigos  de 
los  venecianos,  los  genoveses,  que  les  dispu- 
taban la  posesión  de  la  isla  de  Tenedos;  mas 
no  se  contentó  con  entrar  personalmente  en 
la  alianza  geuovesa,  sino  que  envió  ;l  todas 
partes  emisarios  para  escitar  contra  la  domina- 
dora de  los  mares  la  envidia  de  las  demás  na- 
ciones, y  muy  en  breve  el  rey  de  Hungría,  el 
patriarca  de  Aquilea,  señor  del  Muí,  los  Sea- 
ligeros,  principes  de  Yerona,  el  duque  de  Aus- 
tria y  la  reina  de  Ñapóles  formaron  una  liga 
formidable,  que  parecía  deber  abrumar  á  Ve- 
necia  bajo  el  número  de  sus  adversarios.  Juan 
Obizzi,  general  de  Francisco  Carrara,  entró  el 
primero,  como  el  mas  vecino,  eu  el  Estado 
veneciano,  en  tanto  que  el  vaivode  de  Transil- 
vania asolaba  el  territorio  de  Trevisa.  Durante 
este  tiempo,  Génova,  á  la  que  el  almirante 
Vettor  Písani  habia  causado  muchas  vergonzo- 
sas derrotas  á  la  cabeza  de  la  escuadra  vene- 
ciaua,  en  los  añares  de  Levante,  acababa  de 
enviar  al  Adriático  una  escuadra  poderosa, 
que  á  las  órdenes  de  Luciano  Doria  amenazaba 
á  Venecia,  y  habia  obligado  al  senado  á  llamar 
á  Písani  de  las  aguas  de  Chipre,  que  recorría 
entonces  como  vencedor,  para  venir  á  defender 
la  entrada  de  las  lagunas.  Las  dos  escuadras 
se  encontraron  en  la  costa  de  Isiria  el  29  de 
mayo  de  1379;  pero  Pisani  habia  ya  perdido  ta 
mitad- de  sus  tripulaciones  á  causado  la  peste 
que  se  habia  declarado  á  bordo  de  sus  buques: 


1031 


VENECIA 


en  \-ano  quiso  suplir  con  su  valor  y  con  la  im- 
petuosidad de.su  ataque  la  debilidad  numérica 
de  sus  marineros;  en  vano  el  almirante  Lucia-, 
no  Doria  pereció  en  la  refriega,  y  el  buque 
que  montaba  fué  cogido  al  abordage;  los  geno- 
veses,  mandados  por  Ambrosio  Doria,  hermano 
de  su  almirante,  cobraron  ánimo  al  ver  la  difi- 
cultad que  esperimentabaiilos  buques  venecia- 
nos en  maniobrar,  y  en  ícenos  de  dos  horas 
les  perteneció  la  victoria,  quedando  en- su  po- 
der 15  galeras  y  1,900  prisioneros,  entre 
ellos  24  individuos  deljgra»  consejo.  En  cnan- 
to á  Pisani,  que  se  había  refugiado  en  Venecia 
con  siete  navios,  fué,  encerrado  ea  un  calabo- 
zo sin  consideración  á  su  gloria  pasada,  y  sin 
que  quisieran  reconocer  sus  enemigos  que 
habia  sido  vencido  mas  bien  por  la  enferme- 
dad que  por  ellos.  Por  lo  demás,  esta  injusticia 
recibió  pronto  su  casí-igo.  'Envanecido  con  su 
triunfóla  Ilota  genovesa,  atacó  á  Chioggia  por 
mar,  en  tanto  que  Francisco  Rafeara  !o  hacia 
por  las  lagunas,  y  bien  pronto  aquel"  baluarte 
40  Venecia  fió  flotar  sobre  sus  torres  ol  estan- 
darte del  señor  de  Padua.  Rota  asi  la  línea  de 
defensa  que  forman  las  islas  largas  y  estre- 
chas que  separan  á  Venecia  de  la  alta  mar,  se 
apoderó  de  toda  la  ciudad  el  terror,  y  el  sena- 
do sufriendo  la  influencia  de  una  muchedum- 
bre' que  sé  reunía  todos,  los  dias  al'  rededor 
del  palacio  de  San  Marcos  para  pedir  la  paz  á 
grandes  voces,  envió  tres  embajadores  ánhing-. 
gia,  los  que  introducidos  en  el  consejo  que 
presidian  Carrara'y  Doria,  pusieron  en  manos 
cíe  estos  una  hoja  de  pergamino  diciendo: 
«Nuestro  dux  nos  ha  dado  esta  hoja  en  blanco 
á  íln  de  que  vosotros  mismos  dictéis  las  con- 
diciones que  tengáis  á  bien  imponernos  De 
antemano  las  acepta,  de  antemano  consiente 
en  todos  los  snorilieios;  con  tal  que  Venecia 
conserve  su  libertad,  sufrirá  la  ley  del  vence- 
dor, por  rigorosa  que  sea.»  Cariara,  sumamente 
complacido  de  ver  humillado  de  aquel  modo 
el  orgullo  del  senado,  y  temiendo  que  la  deses- 
peración diese  á  los  venecianos  nuevos  recur- 
sos, quiso  concluir  un  tratado  sobre  bases  que 
le  parecían  tan  ventajosas;  pero  el  antiguo  odio 
de  los  genoveses  no  estaba  aun  satisfecho;  «Tío 
obtendréis  la  paz,  respondió  Doria  á  los  emba- 
jadores, sino  cuando  hayamos  embridado  con 
nuestras  manos  los  caballos  de  -bronce  que 
hay  en  vuestra  plaza  de  San  Mitróos,  pues  solo 
poniéndoles  un  freno  nosotros  mismos,  es  co- 
mo estaremos  seguros  de  su  docilidad 

Rechazados  asi  los  venecianos  no  pensaron 
ya  sino  en  defenderse  y  creyeron  que  solo  un 
hombre  podría  salvarlos.  Vetlor  Pisani  salió  de 
la  prisión  para  ponerse  á  la  cabezudo  las  fuer- 
zas de  la  república.  Madera,  metales,  cablea, 
todo  fue  empleado  en  construir  ó  armas  ó  ga- 
leras; los  canales  que  conducen  á  Venecia  fue- 
ron cerrados  con  estacas  ó  cadenas;  barcos 
redondos  cargados  de  artillería,  cuyo  uso  em- 

(t)  Daniele  Cliinazjo,  Guerra  di  Chigua,  p.  727 


pezaba  á  generalizarse,  fueron  colocados  álas 
entradas  de  dichos  canales;  todos  los  ciudada- 
nos se  hicieron  soldados  bajo  la  dirección  de 
un  gefe  que  creían  invencible,  y  el  viejo  dui 
Contaiüui,  llevando  el  estandarte  de  San  Mar- 
cos, declaró  que  ;i  pesar  de  sus  setenta  y  dos 
años  se  embarcarla  en  la  galera  del  general. 
Tanto  entusiasmo  y  perseverancia  fueron  al 
fin  recompensados;  el  sitio  de  Chioggia  duró 
seis  meses,  y  los  genoveses  tuvieron  que  de- 
fenderse á  su  vez,  y  fuerza  es  confesar,  que 
lo  hicieron  con  valor,  destruyendo  en  mus  de 
una  ocasión  en  sus  vigorosas  salidas  lus  1ra- 
bajosque  los  venecianos  dirigían  contra  Chiog- 
gia,. pero  Carlo'Zeno  había  llegado  de  Candía 
al  socorro  de  San  Marcos.  Sus  calurcu  galeras 
iban  licúas  de  provisiones  de  toda  especie,  y 
los  genoveses,  cuyas  comunicaciones  con  til 
conlinente  habían  sido  corladas,  tuvieron  al  tin 
que  rendirse,  habiendo  perdido  veinte  y  nue- 
ve galeras  y  la  mitad  de  su  ejército.  Sin  em- 
bargo, esta  importante  indemnización  de  los 
venecianos  no  ponia  término  á  la  guerra.  Ve- 
necia  no  estaba  ya  amenazada  de  estermiuio; 
pero  quedaban  todavía  armados  contra  ella 
enemigo*  formidables.  El  tesoro  de  San  Mín- 
eos eslnba  exhausto;  todas  las  ciudades  sajelas 
á  ¡a  república  fueron  desguarnecidas  pura  foni- 
licar  la  capital:  habían  sido  tomadas  Trieste, 
Capo  de  Istriay  Arbo.  ios  húngaros  habían  re- 
ducido al  último  estremo  á  Xrevisa,  y  lo  que 
era  mas  desagradable  que  la  pérdida  de  uua 
ciudad  ó  de  una  batalla,  Vetlor  Pisani  habia 
muerto  en  Mauírednnia,  á  donde  había  ido  en 
busca  de  víveres.  Nombraron  por  sucesor  á 
Cario  Zeno,  quien  perdida  la  esperanza  de  sal- 
var á  Trevisa,  que  Cari-ara  sitiaba  con  los  hún- 
garos, indujo  á  los  venecianos  a  cederla  á  Leo- 
poldo, duque  de  Austria,  que  á  este  precio  con- 
sentía en  separarse  de  sus  aliados;  después, 
no  teniendo  ya  territorio  que  defender  en  el 
continente,  reconcenlró  todos  sus  esfuerzos 
en  el  armamento  de  una  nueva  ilota,  que  pa- 
reció á  los  genoveses  bastante  respetable  para 
acceder  al  Un  á  la  paz,  de  que  fué  mediador 
el  conde  Amadeo  de  Sabova.  El  trat.ido  fué 
firmado  en  Turin  el  C  de  agosto  de  I3SI,  yon 
su  virtud  los  venecianos  debían  abandonar  á 
Tcnedos,  causa  primera  do  aquella  lucha  san- 
grienta, ,  devolver  a  Currara  la  integridad  de 
su  territorio  y  reconocer  nuevamente  al  rey 
de  llimsrla  por  único  dueño  de  toda  la  Dahua- 
eia;  Asi  .concluyó  la  guerra  de  Chioggia,  que 
dejó  estenuados  en  recursos  de  hombres  y  di- 
nero á  las  dos  grandes  potencias  marítimas  de 
la  hallas  sin  proporcionarles  ventajaalguna  en 
medio  de  tantos  sacrificios. 

Con  todo,  era  tal  la  poderosa  organización 
de  la  república  de  Venecia,  tal  la  energía  de 
sus  ciudadanos  y  los  recursos  de  su  marina, 
que  pocos  años  después  déla  paz  de  Turin  ha- 
bía reconquistado  en  Europa  su  rango  y  su 
"inüuencia.  En  el  año  de  1386,  la  isla  0  CQt- 
fú,  escapándose  del  yugo  de  los  napolitanos, 


VENECli 


se  entregó  voluntariamente  á  Venecia,  que  por 
la  misma  época  se  apoderaba  de  Durazzo,  Ar- 
gos vSapoli  de  Romanía;  ademas,  su  profun- 
do resentimiento  contra  el  señor  de  Pádua, 
Francisco  Carrara,  se  despertó  á  los  primeros 
síntomas  de  prosperidad,  y  para  vengarse  de 
la  liga  que  él  había  armado  contra  ella,  escit6 
á  su  vez  la  ambición  de  los  señores  de"  Vrro- 
na  y  se  comprometía  á  pagarles  subsidios 
mientras  Carrara  tío  fuera  espumado  de  Pádua. 
De  esta  época  data  la  verdadera  intervención 
de  los  venecianos  en  los  contiendas  de  la  pe- 
nínsula. Ocupados  en  su  poder  marítimo,  no 
prestaban  al  parecer  hasta  entonces  ínteres  al- 
guno ¿aquellas  ricas  provincias  que  percibían 
sobro  el  continente  desde  lo  alto  del  campa- 
nario de  San  Marcos;  pero  cuando  Mastino 
della  Scala,  cumpliendo  la  larea  que  Se  habia 
impuesto,  derribó  á  Francisco  Carrara.para  po- 
nerse en  su  lugar,  y  onsanebú  sus  fronteras 
hasta  las  lagunas,  comprendió  Venecia  que 
podía  perderlo  lodo  con  tan  poderosa  vecindad, 
y  que  valia  nías  traer  á  Pádua  al  hijo  de  Car-> 
rara,  que  ver  ondear  á  pocas  millas  de  distan- 
cíala bandera  deuno  de  los  principes  mas  te- 
mibles de  la  Italia  superior,  UestabSecido  Fran- 
cisco Carrara  por  los  venecianos,  les  sirvió 
fielmente  reprimiendo  alternativamente  la  am- 
bicien de  los  señores  de  Verona  y  !a  de  los 
Yisconli:  sin  embargo,  el  espirita  de  conquista 
que  impelía  al  dux  Miguel  Steno  á  ilustrar  su 
reinado  con  alguna  brillante  empresa,  le  mo- 
vió á  probar  de  nuevo  la  suerte  de  la  guerra.1 
Páduafué atacada  so  preleslo  de  socorrerá  los 
vicentinos,  que  para  escapar  de  la  dominación 
de  Carrara,  se  habían  entregado  á  los  vene- 
cianos. El  sitio  fué  largo,  y  sin  la  traición  de 
los  centinelas  encargados  de  vigilar  la  puerta 
áe.Santa  Croce,  hubiera  durado  mucho  mas: 
viendo  Francisco  en  la  plaza  al  enemigo,  or- 
ganizó rápidamente  la  defensa  de  las  calles 
con  numerosas  barricadas,  y  después  pidió 
un  armisticio  y  un  salvo-conducto  para  diri- 
girse al  campo  de  los  venecianos,  Alli  espaso 
sn  resoluciun  de  defenderse  hasta  el  último 
estremo  sino  le  concedían  condiciones  honro- 
sas, y  como  los  tres  proveedores  de  San  Mar- 
cos, encargados  de  cuidar  de  la  dirección  de  la 
guerra,  le  respondiesen  que  no  tenían  poder 
bastante  para  tratar  con  él,  y  que  por  lo  tan- 
to debía  ir  á  ver  al  dux  ó  rendirse  sin  condi- 
ciones, Carrara,  pretiriendo  á  la  palabra  do  es- 
tos la  de  nn  bravo  militar,  se  dirigió  al  gene- 
ral de  la  república,  Galeas  de  Mantua,  y  le  di- 
jo: «General,  pongo  en  vuestras  manos  mi 
fortuna  y  la  de  Pádua:  quedad  dueño  de  la 
ciudad,  y  si  no  pnedo  obtener  de  Venecia  que 
ratifique  las  condiciones  que  me  es  posible 
aceptar,  prometedme  que  me  devolvereis,  en 
el  estado  en  que  os  lo  dejo,  el  depósito  que 
confio  á  vuestra  lealtad:*  La  manera  con  que 
tlduxy  el  señorío  correspondieron  á  esta 
confianza  será  siempre  una  mancha  pava  el 
gobierno  de  la  república:. Pádua  vió  desple- 


garse sobre  sus  murallas  '  el  pabellón  de  San 
Mareos,  á  cuya  sombra  debían  vivir  en  lo  su- 
cesivo sus  habitantes,  y  Carrara,  sepultado  en 
una  prisión  con  sus' hijos,  fué  ahorcado  como 
ellos  por  orden  del  senado.  Si  semejantes 
crueldades  pudieran  disculparse  con  el  triunfo, 
Venecia  tendria  una  disculpa.  Sn  terrible  poli- 
"líca  la  proporcionó  todas  las  provincias  que 
todavía  forman  hoy  ei  Estado  veneciano.  Fel- 
tro,  Beliune,  l'adua,  Yicencia  y  Verona  no  fue- 
ron ya  gobernadas  sino  por  podestás enviados 
por  Venecia,  cuya  preponderancia  en  Italia 
aceptaron  desde  entonces  todas  las  demás 
potencias. 

Miguel  Steno  habia  rntierlo  en  1413,  sien- 
do su  sucesor  Tomás  Mocéñigo,  cuya  hábil 
conducta  supo  agregar  á  Jas  posesiones  de  la 
república  la  provincia  del  Friul.  Luis,  patriar- 
ca de  Aquilea,  que  la  poseía,  se  atrajo  aquella 
agresión  temible  aliándose  con  el  emperador 
Sigismundo,  en  el  momento  en  que  se  esfor- 
zaba por  rescatar  de  los  venecianos  las  ciuda- 
des principales  de  la  Dalmaeia,  que  habían 
quitado  al  rey  Ladislao.  Atacada  Udino  por  Fe- 
lipe Arcelli,  general  de  la  república,  se  rindió 
el  7  de  junio  de  14*20,  y  toda  la  provincia  fué 
sometida  en  la  misma  campaña.  El  conde  de 
Goritz  dió  ademas  en  homenage  al  dux  las  tier- 
ras que  ocupaba  como  feudatario  de  la  Iglesia, 
de  suerte  que  todo  el  Friul  vino  á  formar  par- 
te integrante  de  los  Estados-venecianos.  Tres 
años  después  (1423)  sncedia  á  Mocénigo  Fran- 
cisco Foscari,  y  su  ardor  militar  arrostraba  á 
Venecia  á  nuevas  espediciones:  aliada  la  repú- 
blica con  Florencia  declaróla  guerra  ai  duque 
de  Müan,  y  las  tropas  venecianas,  mandadas 
por  el  hábil  general  Carmagnoia,  ganaron  mu- 
chas victorias  que  tuvieron  por  resultado  la 
sumisión  á  San  Máreos  del  Bergamasco,  del 
territorio  de  Cremona  y  de  el  de  Brescia. 
En  1428,  por  mediación  del  papa  Martin  V, 
obtuvo  la  paz  el  duqae  de  Milán,  que  por  otra 
parte  cedia  a  los  venecianos  sus  cunqnistas, 
pero  encendida  de  nuevo  la  guerra  en  1431, 
Carmagnoia  fué  derrotado  cerca  de  Soncino  por 
Francisco  Sforza,  en  tanto  que  la  flota  vene- 
ciana !o  era  completamente  en  el  Pó  por  las 
galeras  milanesas.  Acosado  de  traición  Carma- 
gnoia, cuya  derrota  se  esplicaba  por  una  epi- 
zootia que  habia  desmontado  á  la  mitad  de  sn 
caballería,  fué  llamado  áVenecia  bajo  prelesio 
de  redactar  las  condiciones  de  un  tratado  de 
paz  que  los  venecianos  deseaban  concluir.  In- 
troducido en  el  senado,  le  retuvieron  alli 
con  fingidas  deliberaciones  hasta  media  noche 
en  que  fué  arrestado,  y  el  dia  siguiente  le  apli- 
caron el  rudo  tormento  de  la  estrapada  ó  trato 
de  la  cuerda,  que  hacia  mucho  mas  cruel  y 
doloroso  una  herida  recibida  en  el  servicio 
de  aquella  república  que  lo  entregaba  á  los 
verdugos.  ¿Es  cierto  que  confesó  en  medio  de 
los  tormentos-  la  traición  de  que  se  le  acusaba? 
Esto  es  lo  que  no  prneba  niuguñ  documento 
auténtico:  sin  embargo,  fué  condenado  a  muer- 


1055 

te  y  ejecutado  entre  las  dos  columnas  que  se 
levantan  á  orillas  del  gran  canal  en  lapiazzetta 
de  San  Marcos.  Después  de  esta  triste  vengan- 
za fué  concluida  la  paz  que  dnró  hasta  el  año 
de  1438,  época  en  que  el  señorío  y  el  duque 
de  Milán  vino  á  poner  otra  vez  en  campaña  las 
fuerzas  venecianas.  Las  hermosas  llanuras  que 
riegan  el  Adda,  el  Pó,  el  Tesino  y  elAdige  lle- 
garon á  ser  nuevamente  teatro  de  cúmbates 
donde  la  fortuna  de  las  armas  abandonó  y  si- 
guió alternativamente  la  bandera  de  San  Mar- 
cos, según  el  talento  del  gefe  &  quien  la  con- 
fiaba ta  república.  Francisco  Sforza,  á  la  ca- 
beza de  los  railaneses  hizo,  sufrir  desde  luego 
á  los  venecianos  derrotas  sobre  derrotas.  Pla- 
sencia,  la  mas  fuerte  de  sus  plazas  en  las  ori- 
llas del  Pó,  habia  sido  tomada  por'  asalto;  su 
ilota  babia  sido  quemada  y  su  ejército  hecho 
prisionero;  pero  Sforza,  dejó  la  bandera  de, 
Milán  por  la  de  Venecia,  y  la  victoria  le  siguió 
al  campo  veneciano.  Rescató  á  Plusencia,  se 
apoderó  de  Abbialo  Grasso,  sometió  todo  el 
país  que  bañan  los  hermosos  lagos  Mayor,  de 
Como  y  de  lugano;  Itomagnano,  Tortona  y 
Alejandría  le  abrieron  sus  puertas,  y  Crema  y 
Lodi  fueron  sometidas  pocos  años  después  por 
Miguel  Cotignoia,  otro  general  de  los  venecia- 
nos, de  suerte  que  los  railaneses  se  vieron 
obligados  á  aceptar  en  Brescia  el  27  de  setiem- 
bre de  1449  Uiia  paz  Onerosa  por  la  que  se 
aseguraba  Sforza  á  sus  espensas  un  estado  in- 
dependiente compuesto  de  Novara,  Tortona, 
Alejandría,  Pavía,  Piasencia,  Parma,  Crémona 
y  las  ricas  provincias  que  las  rodean;  posesio- 
nes á  las  cuales  agregó  pronto  la  del  Milane- 
sado, ya  impotente  para  defenderse.  ¿Hasta  qué 
punto  babia  servido  á  los  intereses  de  su  pa- 
tria el  dux  Francisco  Foscari  escitando  entre 
los  venecianos  el  espíritu  de  conquista  y  obli- 
gándoles de  este  modo  á  atacará  Milán  sin  pro- 
vocación alguna?  Cuestión  era  esta  que  el  por- 
venir debia  decidir  y  que  en  efecto  decidió 
contra  él.  ha  caida  de  los  Visconti  llamando  i 
los  Sforza  al  trono  de  Milán,  fué  la  causa  pri- 
mera de  las  guerras  en  que  pronto  ibau  á  ver- 
se empeñados  franceses  y  alemanes  por  la 
posesión  de  su  mismo  Milanesado,  guerras  en 
que  Venecia  fué.comprometida  mas  de  una  vez 
y  que  la  pusieron  á  dos  dedos  de  su  pérdida; 
pero  entretanto  la  segunda  milad  del  siglo  XV, 
es  decir,  la  época  aquella  á  que  hemos  llega- 
do, es  sin  conlradiccion  el  período  mas  bri- 
llante de  los  fastos  de  Venecia. 

Las  armas  le  habían  dado  la  gloria  y  Vas- 
tas provincias  en  tierra  (irme.  Su  bandera  on- 
deaba desde  el  pie  de  los  Alpes  basta  Ilávena, 
que  acababa  de  quitar  á  los  Polonia,  Cervia  y 
liímini;  desde  la  Islria  hasta  Dérgamo  y  flres- 
eiu,  toda  la  costa  de  la  Dalmaciu  reconocía  su 
autoridad;  habia  quitado  la  ciudad, de  Veglia  ú 
los  Frangipani,  y  Lepauío,  Pairas,  Modon,  Co- 
ron,  Argos  y  Nápoli  de  Romanía  se  habían  en- 
tregado á  ella;  poseia  á  Chipre  y  á  Candia,  y, 
sin  embargo,  debia  su  poder  mucho  mas  á  su 


(ose 

comercio  que  á  sus  conquistas.  Desde  las  pla- 
yas de!  mar  Caspio  hasta  la  Cirenáica,  sobre  las 
orillas  del  mar  Negro,  en  la  de  Azof  y  sobre 
las  márgenes  del  Ponto  Enxino,  en  los' barda- 
nelos,  en  el  Archipiélago,  en  las  cosías  de  Si- 
ria y  en  las  del  Africa  lenian  los  venecianos 
almacenes  donde  cambiaban  los  productos  dp 
tantas  regiones  diversas,  que  su  poder  maríti- 
mo trasportaba  hasta  los  conllncs  del  anuido 
conocido.  Todos  los  años  salían  numerosas 
flotas  de  las  lagunas  para  ir  á  buscar  hasta  eii 
los  puertos  de  Caña,  en  la  embocadura  del  Ta- 
ñáis, los  producios  del  Asia  Central,  ó  en  el 
Egipto  los  del  mar,  Hojo  y  de  la  India,  ó  para 
salir  del  estrecho  de  Gibrallar  y  llevar  á  Por- 
tugal, España,  Francia,  Países  Bajos  é  Ingla- 
terra los  preciosos  géuuros  de  Oriente,  fres 
mil  trescientos  buques  tripulados  por  -40,000 
marineros  apenas  bastaban  á  tan  activa  nave- 
gación, y  16,000  obraros  habia  empleados  ca 
las  arsenales  de  Valencia  para  construir  ó  re- 
parar el  inmenso  material  de  la  marina  vene- 
ciana, A  pesar  del  buen  éxito  de  las  guerras 
emprendidas  por  instigación  de  Francisco  Fos- 
ear!, este  dux  habría  estado  mas  acertado  di- 
rigiendo  tos  esfuerzos  de  su  pais  sobre  el  des- 
arrollo de  sus  fuerzas  marítimas,  fuentes  prin- 
cipales de  su  riqueza,  que  armando  hasta  1B,0Ü0 
caballos  y  doble  fuerza  de  infantería  para  ad- 
quirir algunas  provincias  continentales  codi- 
ciadas,por  todos  los  príncipes  vecinos.  Por  lo 
demás  Foscari  esperimentó  duramente  la  ingra- 
titud de  esa  república  á  la  que  babia  querido 
servir.  El1  hijo  único  que  tenia  fué  poruña 
mera  sospecha  preso,  atormentado  y  desterra- 
do, y  el  desgraciado  padre  obligado  á  abdicar 
á  los  treinta  y  cuatro  años  de  reinado  (1457], 
salió  del  palacio  ducal  á  los  ochenta  y  cuatro 
de  edad  para  morir  de  dolor  oyendo  la  campa- 
na de  San  Márcos  anunciar  la  elección  de  su 
sucesor. 

SI  fin  del  siglo  XV  no  trajo  otro  engrande- 
cimiento al  poder  veneciano,  que  la  posesión 
completa  del  reino  de  Chipre,  donde  largo 
tiempo  hacia  que  Venecia  ejercía  grande  in- 
fluencia, y  que  le  tocó  por  sucesión  á  la  muer- 
te de  Jacobo  de  Lusiñan,  esposo  de  Catalina, 
Coruuro,  bija  adoptiva  de  San  Marcos;  pero  es- 
la  nueva  adquisición  fué  mas  que  compensada 
por  las  pérdidas  inmensas  que  tuvo  que  sufrir 
e!  comercio  veneciano  cuando  el  descubri- 
miento de  la  América  y  el  del  paso  á  las  lu- 
dias por  el  Cabo" de  buena  Esperanza  colocaron 
á  la  España  y  á  Portugal  en  el  primer  rango 
de  las  potencias  comerciales  y  marítimas,  Por 
olra  parle  Constantinopla  habia  caído  en  ma- 
nos de  los  turcos;  el  imperio  griego  no  existía 
ya  ni  aun  de  nombre,  y  la  necesidad  de  resis- 
tir á  las  armas  otomanas  habia  ocupado  de  lal 
modo  á  los  venecianos,  que  'por  decirlo  asi 
habían  permanecido  estraños  ú  la  conquista  del 
Milanesado  por  los  franceses,  asi  como  á -la 
del  reino  deNápoles  por  los  españoles,  aconte- 
cimientos ambos  que  modificaron  profunda- 


VPIECIA 


mi 


VENECÜ 


mente  el  estado  político  de  la  Italia.  Verdad  ea  ni,  conde  de  Peligüano  y  Bartolomé  de  Alvia 
que  Veneeia  habia  contraído  una  alianza  nomi- 
nal con  Luis  XII ,  cuando  se  presentó  como 
heredero  de  los  Yisconti  para  quitar  el  ilita- 
ne'sado  á  los  Sforcsa,  y  aunque  ella  no  hubiese 
tomado  una  parte  activa  en  la  guerra  ,  habia 

obtenido  por  recompensa  de  su  cooperación  las  márgenes  del  Adda  el  14  de  mayo  de  ¡509, 


no  eran  los  dos  gefes  de  aquel  ejército. 
Luis  XII  por  su  parte  habia  pasado  los  Alpes  á 
la  cabeza  de  un  ejército  de  30,000  hombres, 
20,000  infantes  y  10,000  caballos.  El  comba- 
te entre  las  dos  potencias  rivales  se  verifico  en 


moral  Crémona  y  la  Ghiara  de  Adda.  Sin  era 
bargo,  cuando  &  principios  del  siglo  XVI  se 
vio  el  rey  de  Francia  en  pacífica  posesión  de  la 
herencia  de  Valentina  de  Milán,  se  dio  no  so- 
lamente á  deplorar  las  provincias  que  miraba 
como  inalienables,  sino  á  revindicar  á  Brescia 
y  Bergamo,  que  formaban  parte  del  ducado  de 
Milán  cuando  este  pertenecía  á  los  Yisconti. 
-  Por  su  parte,  el  emperador  del  deciden  le  Ma- 
ximiliano veía  una  usurpación  al  imperio  en  la 
posesión  de  Trevisa,  Padua,  Yerona  y  Yicen- 
cia  por  los  venecianos,-  y  el  papa  Julio  II  con- 
sideraba como  enemigos  de  la  Santa  Sede  á  los 
detentores  de  Rávena,  Cervia  y  Itlraini.  Tales 
fueron  los  pretestos  y  el  origen  de  la  liga  de 
Cambrai,  formada  por  toda  Europa  contra  Ve- 
necia  sola.  El  año  de  1508  fué  cuando  las  po- 
tencias contratantes  Armaron  en  Cambrai  este 
tratado,  donde  se  decia  que  habiéndose  aliado 
el  emperador  y  el  rey  de  Francia  á  instancias 
de  Julio  11  para  hacer  !a  guerra  á  los  turcos, 


quedando  en  el  campo  de  batalla  6,000  vene- 
cianos, y  herido  y  hecho  prisionero  Bartolomé 
de  Alviano.  Quince  dias  después  de  esta  com- 
pleta victoria  Luis  Xll  habia  conquistado  ya 
toda  la  parte  del  territorio  veneciano  que  le  se- 
ñalaba el  tratado  de  Cambras :  Caravaggio, 
Bérgamo,  Brescia,  Crema,  Crémona,  hasta  Pes- 
cara, á  donde  se  habia  retirado  primeramen- 
te el  resto  del  ejército  veneciano  habían  abier- 
to las  puertas  d  los  franceses  y  esta  rápida  su- 
misión fué  para  todos  los  enemigos  de  Vene- 
eia la  señal  de  invadir  sus  fronteras.  El  duque 
de  Urhino,  á  la  cabeza  de  las  fuerzas  pontifi- 
cias, se  apoderó  de  Bímini,  Cervia,  Faenza  y 
Ráveua;  en  tanto  que  Alfonso  de  Este  ocupaba 
Ja  Polesina  de  Rovigo,  antiguo  patrimonio  de 
su  familia;  y  el  marqués  de  Mantua  se -apode- 
raba de  Asóla  y  de  Lunato ,  y  el  duque  de 
Brunswic!:  tomaba  á  Feltre  y  "Bellune  en  el 
Friul,  pues  que  las  ciudades  "de  la  Istria  y  de 
la  Dalmacia  levantaban  unas  la  bandera  de  la 


era  indispensable  antes  «poner  término  i i  las  !  casa  de  Austria  y  las  otras  la  del  rey  de 


pérdidas  y  daños  causados  por  los  venecianos, 
no  solamente  ála  Sania  Sede  apóstotica,  sino 
al  sanio  imperio  romano,  á  la  casa  de  Austria, 
á  los  duques  de  MiUn,  á  los  reyes  de  Ñapóles 
y  á  otros  muchos  principes,  ocupando  y  usur- 
pando sus  posesiones,  tierras,  villas  ó  casti- 
llos; de  suerte  que  los  venecianos  tenían  que 
devolver  al  papa  las  ciudades  de  Hávena,  Cer 


Hungría. 

En  este  desastre  general  no  se  abandonó  la 
república  al  desaliento,  y  halló  su  salvación  en 
el  número  mismo  de 'sus  enemigos,  que  no 
tardaron  en  dividirse  entre  si.  El  papa  Julio  ií 
no  amaba  á  los  franceses  ni  á  los  alemanes; 
habia  aceplado  y  deseado  sus  socorros  sola- 
mente para  obligar  á  Veneeia  á  renunciar  aque- 


Tia,  Faenza  y  Rímini;  al  imperio  romano  las '  Has  de  sus  posesiones  que  dependían  de  la 
de  Padua,  Vicenciay  Yerona;  ála  casa  de  Aus- '  Iglesia;  pero  una  vez  conseguido  este  objeto, 
tria  las  de  Roveredo,  Trevisa  y  el  Friul;  al  rey  j  su  mayor  deseo  era  forzar  á  ios  ultramontanos 
de  Francia  las  de  Bergamo,  Brescia,  Crema,  i  á  repasar  los  Alpes.  Seis  embajadores  vene- 
Cremona  y  todas  las  dependencias  del  ducado  ¡  cianos  fueron  á  Roma  á  hacer  una  pública  re- 
de Milán;  al  rey  de  Nápoles,  las  de  Trani,  Brin-  j  traclacion,  y  el  54  de  febrero  de  1510  levan- 
dis,  Olranto,  Gallipoli,  Mola  y  Polignano;  al  tó  Julio  al  Estado  de  San  Marcos  las  censuras 
rey  de  Hungría ,  la  Dalmacia;  al  duque  de  Sa- !  eclesiásticas  con  que  le  habia  castigado'  el  año 
boya  la  isla  de  Chipre,  y  á  las  casas  de  Este  y !  anterior.  Retirándose  luego  do  la  liga  de  Cam- 
de  Gonzaga  las  posesiones  conquistadas  á  las '  brai,  concluyó  con  los  venecianos  una  alianza 
mismas: »  de  suerte  que  no  debia  quedar  á  en  la  que  quiso  hacer  entrar  al  rey  de  Ingla- 
aquelta  potencia,  que  contaba  entonces  mas  de  térra  y  á  los  suizos.  El  primero  se  negó,  y  los 
tres  millones  de  súbditos  mas  que  la  ciudad  de  segundos,  mas  dóciles,  invadieron  el  Milane- 
Venecia  y  sus  lagunas.  I  sado,  y  con  esta  diversión  obligaron  a  los  fran- 

Aunque  sin  aliados  en  presencia  de  tantos  ceses  á  replegarse  sobre  Milán,  abandonando 
enemigos  los  venecianos  no  desesperaron  de  la  Veneeia.  El  emperador  Maximiliano  por  su 
la  fortuna  dé  San  Marcos:  con  el  auxilio  desús  parte  habia  perdido  á  Padua,  recobrada  por  el 
riquezas  enganchaban  buen  número  Je  esos  conde  de  Petigliano ,  y  los  venecianos,  apro- 
condotlieri  que  vendían  sus  soldados  al  que  vechando  los  nuevos  favores  de  la  suerte  llá- 
maseles ofrecía  y  que  por  espacio  de  mas  de  bian  dividido  su  ejército  en  dos  cuerpos,  de 
un  siglo  decidieron  de  la  snerle  de  las  armas  los  cuales  uuo  cubría  ¡i  Bassano,  Feltre ,  Civi- 
en  Italia.  Asi  lograron  reunir  sobre  las  márge-  dale  y  casi  todo, el  Friul,  en  tanto  que  e'i  otro 
nes  del  üglio  2,000  lanzas,  lo  que  supone  cer-  euarbolaba>de  nuevo  el  pabellón  de  San  Marcos 
ca  de  10,000  caballos;  1,500  caballos  ligeros  sobre  Monselice,  Montagnana,  Rovigo  y  lodo 
italianos;  2,000  estradiotas;  18,000  hombres  sa  territorio.  Entretanto ,  habiendo  sabido  Ju- 
do infantería  á  sueldo  de  la  república  y  12,000  lio  11  que  el  emperador  de  Alemania  y  el  rey 
hombres  de  milicias  venecianas.  Nicolás  Orsi-  de  Francia,  que  acababan  de  verse  tan  comple- 
'■!23í¡    «ihuoteca  poimilah,  t.    jtüxiri,  67 


VBNECIA  ' 


Mo- 


tamente-abandonados  poi-  él,  ^abajaban  paiii 
reunir  un  'concilio  m  B¡§a  para  destituirlo, 
cjn.pleó  toda  lá  energía  dfc  su  volunta!  y  ludo 
ol  ardor  (lis  su  carácter  en  ligar  contra  la  Fran- 
cia las  poleuciasdoiairopa,  como  las  había  li- 
aadii  contra  Venccia,  Durante  esta  liga,  ilama- 
ihi  la  liga. sania,  rué  cuando-  {¡aslnn  da  Fui:; 
ganó  en  el  discurso  del  año  de  I512  la  victo- 
ria ile  Jiávena  [piB  le  costó  la  vida,  l'nr  ío  de- 

e-  la  fué  la  última  ventaja  que  nbliivieinii 
bis  franceses  en  acftótíá  guerra;  Julio  halló  me-, 
ilid-de  separar  del  partido  déoslos  a!  empera- 
díir  de  Alemania,  con  (|uieii  obligó  á  los  ve- 
necianos .á  concltúr  una  tregua  do  diez  nu-íc-, 
tregua  onerosa  para  el  Estado  de  San  Aláreos. 
Asi  es  que  a  la  muerte  del  papa  seimieron  bis 
venecianos  á  los  franceses  para  atacar  á  los 
idemanes  y  españoles.  En  los  tres  años  suce- 
sivos (desde  lf;!3  hlista  IfiUi)  continuó  la  guar- 
ní bajo  este  nuevo  aspecto  con  varia  snei;[e  | 
hasta  que  (¡irlos  V  y  Francisco  l  concluyeron 
aj  íin  la  paz,  á  cuyo  favor  recobraron  ios  ve- 
necianos/lodos sus  Estados  de  tierra  liníie. 

A  contar  desde  esla  época,  en  que  había 
tetado  Yeuecia  á  punto  de  pagar  tan  eara  su 
'tutci-\ciic¡üii  en  los  asuntos  del  'continente,  I 
«vitó  todas  Jus  ocasiones  de  lomar  una  parle'; 
demasiado  activa  cu  las  guerras  de  Italia,  y: 
puede  decirse  que  fui  papel  se  aminoró  en  Bus  ; 
ropa,  ¡labia  resistido  á  la  liga  nías  formidable  i 
que  se  hubo-  visto  en  el  espaeiu  de  muchos  si-  j 
glos;  pero  lo  habla  hecho  á  espeusas  de  [os 
tesoros  amontonados  en  sus  áreas  por  mi  iu- : 
ínenso. comercio  que  disminuía  cada  dia  por  la 
competencia  de  naciones  rivales  que  aprove- 
chaban, las  nuevas  vias  abiertas,  á  la  uavr-ira- ' 
ciot.i.  Per  otro  lado»  los  turros  se  hacían  mas' 
terribles  (pie  étnica  en  el  Mediterráneo.  Se- 1 
Uu  I  se  habla  apoderado  del  Egipto,  cuyo  co-' 
mercio  habían  monopolizado  hasta  entonces 
¡u>  venecianos,  y  en  I51U  tuvieron  que  ceder 
á.tioliman  casi, todas  las  islas  del  Archipiélago 
así.  como  las  plazas  mas  importantes  de  la  Alo- 
rea.  Treinta  años  mas  adelante  (I.V7ÍL,  en  los 
«gómenlos-  en  que  l.uis  Moccnign  acababa  de 
ejercer  las  funciones  de  (lux,  rompiendo  la 
paz  Keli'ii  II  se  presentaba  en  actitud  .hostil 
delante  .de  Chipre.  A  este  ataque  respondieron 
los  venecianos  con  un  llamamiento  á  todas  las 
naciones  cristianas,  á  fin  de  delenJor  contra 
ios  musulmanes  ese -último  baluarte  de  la  fé 
cnb'ilicu  eo  Oriente.  Pío  V  riló  el  ejemplo  en- 
vu'uulnles  12  galeras  á  las  órdenes  de  Mareo 
Antonio  Colorína,  y  la  España  envió  a?  man- 
dadas por  Andrés  Doria.  Veuecia  por  sn  lado 
lialiia  reunido  lí>()  velas  á  las  órdenes  del  al- 
mirante Zeuo.  Todas  estas  fuerzas  se.  juntaron 
en  Candía;  pero  la  discordia  que  estalló  entre 
eliís  las  hizo  iludes,  y  los  turcos,  habiendo 
podido  desembarcar  sin  oposición,  lomaron 
(Uir  asalio  á  Kicosia,  y  las  domas  plaV.as,  ater- 
radas con  aquel  desenlace  tan  terrible,  se  apre- 
suraron ¡i  abrirles  las  puertas;  ¡i  eseepeum  de 
í'aniügu.-ta.  inlonio  Bragadin ,  que  mandaba 


la  guarnición,  süsluyd  el  iiiio  diiranlc  un  ano 
y  no  se  rindió  sino  cuando  le. fallaron  las  mu- 
niciones. La  balalia  de  Lepanlo,  en  la¡  rjtvo.lcis 
venecianos  tomaron  la  mayor  parte,  vino  á 
vengar  su  derrota;  pero  no  por  eso  hablan  de- 
jado  de  perder  la  isla  de  tlhipre,  que  no  reco- 
braron ni  con  la  paz  concluida  con  el  sallan 
en  el  mes  do' marzo  do  1.773. 

El  siglo  XVII  comenzó  ¡jara  Veneci  i  con 
una  nueva  querella  con  la  .Santa  Sede.  Tres 
cansas  la  babiau .producidu:  !."  la  prÍEÍOfl  de 
un  canónigo  de  Vicenzia  y  del  abate  i¡e  Ner- 
vosa por  urden  del  consejo  do  los  Diez:  <!.'lel 
restablecimiento  de  un  decreto  i|iie  prohibía 
á  los  eclesiásticos  adquirir  bienes  raices:  :¡.:l 
la  prollibiOtO.fi  publicada  en  1  G!)3  -fio r  el  se- 
nado de  edificar  nuevas  iglesias  sin  espresu 
permiso.  Pablo  Y,  soberano  ponlilice  á  la  sa- 
zou,  vio  en  estas  decisiones  oirás  lanías  me- 
didas atentatorias;!  las  inmuuitlades  eciesiás- 
lie.as,  y  en  su  consecuencia  fulminó  el  17  do 
abril  en  pleno  consislorio  una  sentencia  niu- 
nilorial  por  la  (pie  declaraba  al  dux  y  á  lodo 
el  senado  escomulgados,  y  en  entredicho  i  la 
señoría  de  la  república,  si  á  ios  veinte  y  raa- 
tro  dias  siguientes  ú  la  sentencia-  no  ostahia 
derogadas  las  dos  leyes  y  puestos  ¡i  disposi- 
ción del  nuncio  los  dos  presos.  Habituada  Ve- 
necia  largo  tiempo  hacia  á  resistir  las  prnloa- 
■  sionesMe  la  Iglesia  y  que  prot'i^aba  la  inue- 
!  pendeucia  de  sus  opiniones  religiosas  hasla 
'  ¿c\  ponto  de  decir  publicamente  «que  sus  r-in- 
I  datluiius  eran  venecianos  anlcs  de  ser  católi- 
eos,»  no  hizo  caso  de  los  rayos  del  Vaticano  y 
.  prohibió  á  lodos  los  prelados  publicar,  y  á  los 
¡  magistrados  dejar  lijar  cualquier  breve,  bala 
ó  escrito  procedente  de  liorna,  buego  quges- 
|  piró  el  plazo,  mandó  el  senado  .que  conliuaara 
•  celebrándose  el  servicio  divino  como  sieíHpK) 
1  en  todas  las  ciudades  del  Estado,  fictefjesjiilusi 
leatinos  y  capuchinos  ,  fueron  los  únicos  de 
.  todas  las  corporaciones  religiosas  qne  obede- 
cieron en  aquella  ocasión  el  entredicho  pro- 
nunciado por  el  papas  Los  demás  oclesiAslieiM 
siguieron  en  el  ejercicio  de  su  ministerio;  ou 
tanto  que  quisieron  observar  fielmente  la  de- 
'Cisiou  del  papa  reciñan  orden  rio  dejar  las 
tierras  de  ta  república.  Asi  se  vió  el  !)  de  ma- 
yo de  1606  salir  losjesuilas  procesionaluionlii 
de  Véncela  á  las 'nueve  do  la  noche,  llcvaiulu 
'cada  uno  colgado  al  cuello  una  caja  que  ron- 
tenia  la  Santa  Eucaristía. 

Desde  entonces  comenzó  una  larga  polé- 
mica en  la  que  los  cardenales  llelaruiiuu  y  Bar 
ronio  defendían  los  derechos  del  papado,  en 
(anlo  que  la  causa  de  Voneeia  era  soslenida 
por  el  servita  Pablo  Sarpi,  mas  conocido  con  el 
nombre  de  Fra-PatAo.  Dossuel  isa  dicho  'IOS 
debajo  de  su  hábito  ocultaba  -Saypi  nn  corazón 
calvinista,  que  ti-abajaba  sordaiuenle  en  des- 
acredilar  la  misa,  que  decía  lodos  los  dias,  y 
que  si  no  hubiera  dependido  mas  que  de  él, 
hahria  arrastrado  á  la  república  i  una  separa- 
ción completa,  no  seto  cío  la  corlo,  sino  de  lu 


1061 


VENECIA. 


1062 


tetela  de  Roma  (1).  El  hecho  es  que  el  sabio 
Boíl,  capellán  de  la  embajada  inglesa,  escribió 
enlonces  a  Piodati:  Eecksiw  Venetmreforma- 
lionem  hrevi  sperapius,  y  que  le  exorlaba  á 
venir  á  Su  lado,  pu'esle  aguardaban  con  im- 
paclBnclÜ  su" embajador  y  Fra-Paolo.  Diodati 
parlicipó  osla  correspondencia  á  Duplessis- 
Mornay,  ge7e  de  los  calvinistas  en  Franoia,  y 
partió  para  Yenecia ,  donde  el  buen  sentido 
publico,  y  probablemente  lambien  los  senti- 
mientos finimos  de  Fra-Paolo,  menos  avanza- 
do de  lo  qne  se  habla  creído  en  la  via  de  la 
reforma,  frustraron  sus  esperanzas.  Al  año  si- 
guiente (1607)  el  cardenal  Joyense,  enviado 
I  Veoccia  por  Enrique  IV,  tuvo  muebas  con- 
:ferencias  con  el  senado  y  pasó  áRoma,  donde 
supo  decidir  á  Pablo  V  á  un  acomodamiento 
va  necesario  en  el  interés  de  la  religión.  En 
'¿0  consecuencia  el  2.1  de  abril  fueron  pues- 
tos en  manos  del  embajador  de  Francia  los  dos 
presos  eclesiásticos,  en.  tanto  que  el  cardenal 
éiítfcinÜo  en  el  consejo,  donde  el  senado  estaba 
reunido,  levantó  el  entredicho  y  las  censuras, 
aunque  la  república  no  quiso  consentir  el  res- 
tablecimiento délos  jesuítas, 

Pocos  años  después  tuvieron  los  venecia- 
nos que  defenderse  contra  los  uscoques,  pi- 
mías ¡lirios,  sostenidos  secretamente  por  el 
íSátriá,  y  acaso  contra  una  conjuración  trama- 
da por  el  marqués  de  Bedmar,  embajador  ríe 
España  en  Yenecia.  Seria  el  año  1618,  cuando 
seg'Sii  Saint-Real,  aquel  impríulente.  dlplomá- 
■  tico,,  después  de  haberse  entendido  con  dón 
Pedro  de  Toledo,  gobernador  do  Milán,  y  vi 
duque  de  Osuna,  virey  de  Xápoles,  emprendió 
,  derribar  la  república,  cerca  ¡lo  la  cual  ejtaba 
acredUadoJiar  su  curte.  Fomentar  las  divisio- 
yWs*  introducir  en  las  tropas  do  la  iefioria 
.  ivombres '-vendidos  á  España,  ganar.  |iur  medio 
de  presentes  ó  promesas  á  algunos  "ge/es  fn- 
lluycutes,  la'es  habían  sido  los  preliminares 
do  su  proyectos.  Después  deberían  marchar 
bis  tropas  del  Milanesado  contra  la  Yenecia,  y- 
ciibyí'r  las  lagunas  de  barcos  cargados  de  sol- 
dados, en  tanto  que  los  conjurados,  pegando 
fuego  al  arsenal,  se  apoderaban  do  los  puntos 
importantes,  degollaban  al  senado  y  procla- 
maban al  rey  de  España  soberano  de  Yenecia. 
La  vigilancia  de  la  policía  secreta  supo  descu- 
brir á  tiempo  la  conspiración,  y  muí  litad  de 
aventureros,  cómplices  deBediruS',  fóeroncon- 
demidos  a.  muerte  y 'ejecutados,  y  el  mismo 
marqués  tuvo  que  huir  á  Milán.  Se  han  susci- 
tado dudas  sobre  la  autenticidad  (te  esta  con- 
juración, mucho  mas  conocida  en  efecto  pol- 
la obra  do  Saint-Real  que  por  los  documentos 
históricos.  Mr.  Daru,  después  de  largas  inves- 
tigaciones, cree  haber  hallado  el  hiló  dé  aque- 
lla vasta- intriga  en  el  designio  formado  por  el 
duque  de  Osuna  de  apoderarse  del  reino  de 
Súpoles  en  provecho  suyo.  Según  este  autor, 
para  ocultar  el  duque  al  de  Bedmar  su  e.onni- 

Ml    Hisl.'ckís  Y'avIaliÍBS.  1.  YII. 


vencía  con  Yenecia,  que  por  odio  á  España, '  le 
apoyaba  en  sus  ambiciosos  "proyectos,  asala- 
riaba en  Yenecia  á  agentes  á  quienes  engañaba 
también,  pues  creían  que  trabajaban  en  una 
trama  qne  tenia  por  objeto  la  conquista  de  W 
república  por  los  españolea.  Sea  de  esto  Ib 
que  quiera,  los  turcos  fueron  para  los  veñe- 
ciauos  durante  todo  el  resto  del  siglo  XVII  lo's 
enemigos  mas  temibles.  El  año  de  1669,  á  pe- 
sar do  los  refuerzos  que  llevaron  de  Francia, 
á  flaudiu  los  duques  de  Beaufort  y  de  ?favaiL 
He,  tuvo  qne  ceder  aquella  isla  á  un  sitio  dé 
veinte  y  nueve  meses;  el  mas  mortífero  dé 
cuantos  habla  habido  en  el  espacio  de  mu- 
chos siglos,  puesto  qúe  perecieron  en  él 
30,000  cristianos  y  108,000  inlieles.  En  vano 
vengó  Morosini  esta  derrota  con  algunas  con- 
quistas en  Marea:  esta  cayó  en  poder  de'  ló's 
tilicos  á  principios  del  siglo  XVIII,'  y  deStfe 
entonces  Yeneeia,  enclavada  en  los  vastos  oS- 
íados  fiel  imperio  de  Austria,  perdidas  sus  po- 
sesiones en  Oriente  y  decaídos  su  comercio  y 
su  industria,  no  vivió  ya  sino  por  la  toleran- 
cia de  sus  poderosas  vecinos.  Asi  es  que  cuan- 
do con  motivo  de  las  guerras  de  la  revolución 
pasó  un  ejército  francés  á  la  alta  Italia,  el  Se- 
nado fué  impotente  para  hacer  Tospefar  la  in- 
tegridad del  territorio  veneciano.  Al  principio 
vió  con  -alegría  humillada  el  Austria,  y  des- 
pués se  armó  en  sn  favor,  menos  por  afección 
que  por  lemor,  y  sobre  todo.-  por  odio  dios 
principios  revolucionario?.  Esta  indecisión, 
esta  variación  política  no  hizo  otra  cosa  q'ifls 
comprometer  mas  y  mas  la-  existencia  de  úh 
estado,  cuyos,  resortes  estaban  gastados  y  eif- 
ya  energía  se 'habia  estíngnido  en  la 'forzada 
ociosidad  de  mía  larga  paz.  El  IG  de  mayo  de 
1797  entraron  3,000  franceses  en  Yenecia,  ál 
pasó  que  el' senado  - se  apresuraba  á>  pronun- 
ciar la  abdicación  de  si!  poder,  devolviendo  al 
pueblo  la  '.soberanía  que-  residía  eft  sus  máüds 
hacia  lautos  siglos ;  pero  ya  era  demasiado 
tarde,  la  república  de  San  Marcos  habia  cesa- 
do de  existir,  y  el  tratado  de  paz.  de  Campo- 
Formio  dió  al  Austria  Yenecia  y  lodo  su  ter- 
ritorio hasta  el  Adige.  Desde  entonces  Vene- 
cía  perdió  su  autonomía.  Unida  al  imperio  aus- 
tríaco hasta  1805,  fué  incorporada  en  dicho 
año  por  el  tratado  de  Presburgo  al  nuevo  reino 
fie  Italia,  y  así  continuó  hasta  1815  en  (¡no 
volvió"  á  poderdel  Austria.  Las  conmociones  de 
1848  le  dieron  por  un  momento  la  libertad, 
y  todos  los  partidos  le  hacen  esta  justicia,  que. 
no  manchó  su  causa  con  los  escesos  que  aUi- 
gian  entonces  ^  tantas  otras  provincias. 

Yenecia,  hoy  una  de  las  dus  capitales  del 
reino  Lombardo -Y eneto,  se  levanta  del  seno  de 
las  lagunas,  á  unas  dos  leguas  de  tierra  (irme, 
sobre  un  grupo  de  sesenta  islotes,  unidos  unos 
á  otros  por  trescientos  seis  puentes  de  un  solo 
arco.  Su  forma  irregular  sn  aproxima  á  la  de 
un  triángulo,  y  está  dividida  en  dos  partes  por 
un  canal  llamado  Canal  grande,  cuya  longi- 
tud es  de  3,750  metros,  y  su  mayor  latitud  de 


40tí:í 

unos  70'melFOs.  Pocas  ciudades  han  sido  mas 
descritas  que  Yenecia  ó  -representadas  por  el 
pincel  l)iijo  mas  aspectos;  ysin  embargo,  cuando 
elviagero  se  aproximad  aquellas  cúpulas,  pala- 
cios y  torrecillas  que  salen  del  seco  délas  aguas, 
cuando  se  desliza  en  uña  negra  góndola  á  lo 
largo  de  aquellos  canales  silenciosos  que  cor- 
lian  por  debajo  de  los  balcones,  elegantes  de 
los  bellos  edificios  de  los  patricios,  debidos 
al  genio  de  ios  Palladlo  o  de  los  Sansoviuos; 
cuando  el  ojo  penetra  por  debajo  de  aquellos 
pórticos  de  mármol  ó  de  aquellas  fachadas  oji- 
vales, cuyo  carácter  oriental  se  revela  á  cada 
paso,  es  imposible  no  esperiraeular  una  dulce 
sorpresa  viendo  de  aquel  modo  realizarse  los 
caprichos  mas  graciosos  de  la  imaginación.  El 
islote  mas  considerable  está  ocupado  por  la 
plaza  de  San  Múreos  .y  los  monumentos  que  la 
rodean.  Alli  se  encuentran  reunidos  todos  los 
recuerdos  históricos  de  esa  república  que  ha' 
vivido  gloriosamente  catorce  siglos.  Alli  des- 
cuella en  primer  lugar  la  basílica  de  San  Mar- 
cos, cuyas  columnas  de  Grecia,  mosaicos  de 
Bizancio  y  pinturas  venecianas,  forman  uno  de 
los  templos  mas  ricos  erigidos  á  la  verdadera 
fé.  Contiguo  é  la  catedral  se  levanta  el  palacio 
ducal,  cuyo  estilo  árabe  nos  recuerda  el  Cairo, 
Damasco  6  Córdoba:  visitarlo  es  hacer  un  viage 
al  través  de  los  anales  venecianos  que  viven 
en  aquellos  lienzos,  donde  los  Ticianos,  los 
Tintoretos,  Pablo  Veronés,  Palma  Vcechio, 
Leandro  Rassano  y  Carlos  Cagliari,  han  trazado 
páginas  inmortales,  inspiradas  por  las  conquis- 
las  ó  los  herrticos  hechos  de  la  república.  Ver- 
dad es  que  alli  se  ve  también  la  boca  del  león 
donde  venían  ácaer  las  delaciones  dirigidas  k 
los  inquisidores,  los  calabozos,  los  plomos 
bajo  los  cuales  encerraba  una  implacable  polí- 
tica á  los  que  intentaban  enlorpecer  su  marcha 
ó  conocer  sus  designios;  pero  en  cambio  alli 
están,  igualmente  aquellas  salas, gloriosas  don- 


|  de  el  gran  consejo  decidía  de/  la  suerte  de  tañ- 
ías provincias  é  inscribía  en  eí  libro  de  Oro  en 

!  el  número  de  los  nobles  venecianos,  á  los  mo- 
narcas mas  ilustres  que  solicitaban  este  titulo 
como  un  favor.  Describir  las  iglesias  ó  los  pa- 
lacios que  merecen  en  Veuecia  la  atención  del 
observador  por  el  monumento  en  si  mismo,  o 
por  los  objetos  artísticos  que  contiene,  seria 
escribir  un  libro  y  no  un-  artículo.  En  el  día 
la  ciudad  de  San  Marcos  ha  perdido  su  impor- 
tancia política;  pero  le  han  quedado  sus  rique- 
zas artísticas.  So  cuenta  mas  que  con  la  milad 
de  los  200,000  habitantes  que  la  poblaban  cu 
el  siglo  X.Y1U;  sus  canales  están  desiertos  y 
sus  palacios  abandonados;  Trieste  le  ha  qui- 
tado su  comercio,  y  la  Francia  y  el  Austria  su 
independencia.  Aun  cuando  han  querido  favo- 
recerla, se  ha  visto  que  la  quüaban  basta  su  tí- 
tulo de  reina  del  Adriático,  atándola  al  conti- 
nente por  medio  de  un  camino  de  hierro  arro- 
jado sobre  aquellas  lagunas,  y  sin  embargo, 
lo  que  se  ha  hecho  contra  ella  o  por  ella  no  \\¿ 
podido  romper  sobre  su  frente  esa  poética  co- 
rona de  obras  maestras  que  prueban  sus  dere- 
chos á  la  monarquía. 

Fis¡l:issi;  Memoria  de  Veneíiprimi  é  seemidi,  Vunt- 
cia,  I7BU. 

Andrn  Danduli:  Clironicon  apad  Sfttrat,  Bentm 
Hat  scrip.  U  XII. 

Marín  Sánalo:  Ittniríii  di  duchi  di  Fenecía,  ají.  Rf- 
ram.  Hat.  scrip-,  t.  XXII. 

IVdr"  Biünho:  Ri'rum  vetwlanim  kütoriee ,  li- 
bro XII,  Veneria,  1551. 

Andrea  Tíavlü  pro:  Sloria  veneciana,  ap.  Renw 
Ital.  scrip.  l.XXIH. 

YellorSamli;  Síoria  civile  neneta. 

Lámíjer'  llistoire  de  V  nise. 

Temori:  Saqqin  sulla  sloria  di  Venezia,  Vénoda, 
(783-90.  42  vo'Lin  1-2." 

Daru:  Hktnire  de  larepábtique  de  Vtnise,  París, 
1823.  8  vol.  ¡ifS." 

Tienoio:  Discorsi  svila  síoria  del  tiqnar  Dum, 
Udine,  1828,  3  vol.  in  16.a 


VENE CU 


FIN  DEL  TOMO  TREINTA  Y  TRES. 


INDICE 


DE  LOS  ARTICULOS  CONTENIDOS  EN  ESTE  TOMO  TREINTA.  ¥  TRES. 


PAGS. 


Templarios.  (Caballeros)  

Templo. ..../.,..,  

Temporal.  

Tenáculo.  (Ctruoíol  

Tencas.  Iffisloria  natural)  

Tenebrion.  i  Historia  natural)  

Tenedero  [Marina)  ; '.  .  . 

Tenia  ó  Solitaria.  (Historia  natural).  .  . 

Tenioides,  {Historia  natural)  

Tenreco.  (Historia  natural)  

Tensión  

Tentación,  (R<  Ugiorí)   . 

TentreJ.o.  (Historio  natural)  

Tenuirostros.  (Historia  natural)  

Teocracia.  

Teología  

Terapeutas.  (Historia  natural)  

Terapéutica.  (Medicina)  

Tercería.  (Jurisprudencia). 

Terceto.  (Literatura)  ,.  .  . 

Terebela.  (Historia  natural). 
Terebiatáceas.  (Familia  dé  las)  (Botánica). 

Terebintina,  

Terebrantes.-  (Animales)  (Historia  no- 

fwrai).  

Terebrábala.  

Teraiites.  (Historio  naturoí).  

Termómetros.  (Físico)  

Terodáctilas.  (Historio  jiotwrat),  .  .  . 

Terodáclilo.  (Historia  natural)  

Terrjpodos.  (Historio  natura!)  

Teropos.  (Historia  natural). .  .  .  .  .  . 

Terra-nova,  (Geografía)  

Terrenos.  (Geología)  

Terrenos.  (Geología)  

Terrestres.  (Historia  natural)  

Terrícolas.  (Historia  natural]  


PAG?. 


9  Teruel.  ({Geografía)  

14  Teruel,  (ffisloriot  

15  Teruel.  (Obispada  de)  

16  Teruel.  (Partido  de).  ......... 

Id.  Tesalia.  ({Geografía  i  historia).  .  .  . 

Id.  Tesoro.  (Jurisprudencia)  

Id.  Testáceos.  (Historia  natural)  

17  Testamento,  (¿ejisiacion)  

19  Testamento  antiguo  y  nuevo.  (Religión). 

Id.  Testigo,  testimonio,  prueba  testimonial. 

Id.  (Legislación)  

24  Testimoniales  - 

25  Testimonio.  (Jurisprudencia)  

Id.  Tétanos.  (Medicina)  

Id.  Tetabranquios.  (Historia  natural).  .  . 

26  Tetragonuro  (Historia  natural).  .... 

48  Tetrámetros-  (Historia  natural).  .... 

49  Tetras.  (Historia  natura!)  - 

57  Tetrodonttís.Jffistoria  natura!)  

Ct  Teutios.  (Historia  natural).  ....... 

Id.  Teutónica.  (Orden)  

(52  Tiara  ,  

66  Tiburón.  (Historia  natural)  

Tiempo.  (Marina)  

Id.  Tiermas.  (Baños  de)  

70  Tierra.  (Jtforina)  

Id.  Tierra  ,  

Id.  Tierras.  (Mineralogía)  

75  Tifón.  (Marina)  

Id.  Tifus  ó  Tifo.  (Medicina)  

Id.  Tigre,  (Historio  naturoí)  

Id.  |  Tijeretas,  (ffistorio  naturoí)  

Id. :  Tilo.  (Botánica  y  setoicuííura)  

77  Timbal.  

80  Timbre  '.   .  - 

139  Timón.  (Marina).  

Id.  Tímpano.  (Anatomía  y  cirugía).  .  .  , 


139 
143 
145 
Id. 
Id. 
146 
148 
Id. 
158 

163 
169 
170 
171 
176 
177 

Id. 

Id. 

Id. 

Id. 

Id. 
180 
181 

Id. 

Id. 
185 
18C¡ 
216 
218 

Id. 
228 
229 

id. 
232 
233 

Id. 
236 


•101)7 


LNDIClí 


PAGS. 


Tinte.  (Tecnología)  

Tilia.  (Medicina)  

Tioilriclilos.  {Historia  natural)..  .  '.  .  . 

Tipografía  

Típula.  {Historia  natural)  

Tirano.  [Historia  natural)  

Tisanuro.  {Historia  natural)  

Tisis  {Medicina)  ¿] 

Titanes  : 

Titanio.  {Mineralogía],   .  .  . 

Titis.  (Historia  natural).,  

Tili-tigre.  {Historia  natural)  

Tocad*.'.».*  M  \¡t? r  

Toisón  dé  oro   .  . 

Mejilla,  (Marina)  ,. 

Tolcrlo.  {Geografía  é  historia)  

Tolcdo.Jífisiúria)  

Tolerancia  religiosa  ,  

Tolón.  {Hisloriay  geografía]  

Tolosa.  (Historia  y  geografía)  

Tómale.  [Botánica  y  horticultura).  .  . 

Tomillo.  (Botánica)  

Tsjne!.  (Historia  natural)  

Tonelada.  {Marina.— Navegación  'y  co- 
mercio) .■...'  

Tónicos.  (Medicina)..  

Tono.  \Música).  .  

Tonsur; 


240 
248 
253 

Id. 
265 

Id. 
266 

IT. 

277 
280 
Id. 

jd, 
Id. 

2S4 


Topacio.  ( ¡1/í neralogia)  

Topacio,  [Eistofia  natural)  

Tripo.  (Historia  natural).  .  .  ,  

Topo  marino.  (Historia  natural).  .  .  . 

Topografía..  

Toraco»o'arios.  [Historia  natural).  .  .  . 
Torcedora  o  Torlrix.  {Historia  natural). 

Tonto.  {Historia  natural)  

Tormentila,  Tormcníilla.  {Botánica).  .  . 

Tormento.  (Legislación).  

Tornasol.  (Tcbnoloyia)  

Torneo  

Tornero.  (Tecnología)..  .  ;  

Torniquete.  (Historia  natural).  ...... 

Torozón.  (Medicina  veterinaria).  .  ,  . 

Torso  "  

Tórtola.  (Historia  natural)  

Toscana.  (Grao  ducado  de) ^{Geografía). 

T©tipá!niasi  (Historia  naíurul)  

Tonrs.  (Geografiai  historia)  

Trabajo.  (Economía,  -política)  

Tradición.  .• .-,  •  

Tradiciones  universales,  (Religión).  .  . 

Trage  clerical  

í  i'Sgcdiit  (Literatura)  

Tragos  nacionales.  ......  


Traquelípodos.  (Historia  natural).  .  .  . 

Traslación  

Trasmigración  de  las  almas  

Tratados  de  comercio.  (Economía  polí- 
tica)  

Trébol  1  

Tremadotos  .  i  

Trementina  

Tremielga,  Trimielga,  Tembladora  ó  Tor- 
pedo. (Historia  natural)  

Tremolita.  (Mineralogía).  .  

Trepadoras.. [Historia-natural).  .■ 
Trepadores  de  pared.  [U tutoría  nalu- 
.  ral)  


m 
tí. 

458 

m 

M. 


Transacción ;  (Jurisprudencia).. 
Translivania.  (Geografía).  .  .  . 
Trapa,.  (Orden  religiosa  de  la). 

Trápani.   ......  .  .  .  .  . 

Tráquea.  (Anatomía)  

Traquéanos.  (Historia  uatural<. 
Xrari'uélidos,  [Historia  natural'. 


286 
Id. 
290 
324 
331 
332 
Id. 
334 
Id: 

Id. 

33 
'338 
344 
345 
Id. 
Id 
Id 

Id. 
3-49 

Id. 
3 

Id. 
351 
354 
353 
393 
394 
395 
402 
403 
404 
405 

Id. 
40C 
4tl 

Id. 
415 
4 !  6 
427 
431 
434 

1(1. 
436 
í'i-t 
.  h'-A 
4 »:; 

id. 


Trépano.  (Cirugía)  

Triaca.  -(Medicina)  

Triángulo.  {Geometría)  

Tribunal.  [Jurisprudencia)  

Tribunal  supremo  de  Justicia  

Tribunal  supremo  de  Outírra  y  Marina.  . 

Tribunal  de  Cuentas  

Tribunal  contencioso  administrativo.  .  , 

TMifunal  de  Comercio  

■Tribunal  de  aguas  de  Valencia  ..... 

■Tribuno.  (Historia)  ' 

Tribus  de  Israel  .'  . 

Tribuios  .......... 

iricoeéfaló  del  hombre.  {Historia  na- 
,hl  tnral)  ................. 

Trideutino  

Trieste.  {Geografía)  .  .  .  

frigio!  les.  (Historia  natural)  

■Trigo     .  .  .-  

Trigonocéfalú.  (Historia  natural)  ¿  .  . 
Trigonometría  (Geometría)  ....... 

TrigoiKinu.'liia  esférica.  (Geometría)  .  . 
Trímeros.  (Historia  natural)  ..... 

Trimielgas.  [Historia  natural)  ..... 

Trincado  (Marina)  ■  

Trincadura.  (Marina),  ........  . 

Trinidad.  ¡Santifeitoiil  ■•.  . 

Trinquete.  (Marinai  .  ,  

Triodonte.  (Historia  natural].  .  .  .  .  . 

Tripa.  (Anatomía)  .■  

Tripas  de  mar.  Historia  natural).  .  .  . 
Trípoli  (Regencia  de)  (Geografía  é  his- 
toria) ,  

Trisas.  (Historia  natural)  ....... 

Tritón.  (Historia  natural)  ....... 

Tritones.  (Historia  natural)  ...... 

Tritoüia.  (Historia  natural)  

Triunviros  

Tricoidea.  (Historia  natural)  

Trocos.  (Historia  nat-ural)  

Troglodita.  {Historia  natural).  

Tromba  marina   . 

Trompetero.  (Historia  natural). 
Trompo.  (Historia  natural)  .  ,  ¡  .  .  . 

Tropias.  (Historia  natural)   . 

Trópico.  .  .......  .  ..    .  .  . 

Tropos  '  ........ 

Trovador.  (Lile  ral  uro)  


403 
Id. 

464 


40!) 
471 
472 
481 
483 
488 
496 
Id. 
504 
5úi; 

508 
5!"l 


518 
Id. 

5Í5 
M. 

ra. 

5fil 
562 
5011 
570 

m. 

El. 
.  Id 

57  i 

575 
3?G 


■ 

10. 
577 
'  Id. 

Id. 
578 

El. 

Id. 

(d 
.  id. 
580 
■lü. 

Id. 

Id. 

ia. 
effi 
id. 


4-070 


fíSycs.  [Geografía  é  hisloria)  .  .  . 
Tvu'clia.  ['Historia  natural)  ..... 
'i'nicliiii'hi.  {Hisloria  natural)  .  .  . 

Trilla.  .  .  -.  '  •  •  ■ 

Tilintólas.  1  Historia,  natural).  .  .  . 
mulífa'niiiqiiios  ¡Hisloria nalwal). 

'í'iii'iui.  {Historia  nalural)  •  ■ 

Tuorcwuctlu.  [flülp'ña  nalural)  .... 

Tul.  (recnóWí/iaj  .  

'tUjlipau.  [Botánica)  

Tiíncl  

T&ness  [Regencia  de)  [Geografía  é  his- 
toria) 


•Ada. 

PAGS< 

582 

Utilidad  



.  ,  .  esa 

5&3 

Ulopia  \  ....... 

i  .  .  1  id; 

1.1 

Uirecli.  (Union  .¡o)  .  ._  

...  09! 

\ú. 

el..  $az  de)  .  .  ~  

.  «yit  692 

r.stí 

nrceli.  (Geografía  é  historia) .  , 

.  .  ..  COJ 

tí. 

.  .  .  ¡(1. 

Id. 

59,0 


i9G 


Tungsteno.  [Mineralogía]  .  .  .  .  i  .  -  597 

Tunicados..  [Historia  natural)   W. 

.lunlcajaoR.  (Historia  nalural)  ......  Id. 

Tureca.  ¡Historia  nalural)   Id. 

Turba.  (Gcologia)  -.  59S 

Turbina  t   |p 

'i'uriu.  ¡Historia  y  Geografía)  ,  .  . 

Turkeslaii.  [Geografía]  .  . 

Turmalina.  [Mneraíojio)  

Turquesa.  [Mineralogía)  

Turquía.  (Geografía*.  

Turquía.  [Etnografía  y  lingüistica). 

Tusílago  '.  • 

Tíllela.  (Legislación  civil)  .......  617 


G05 
!d. 

606 
Id! 
Id. 

«12 

616 


li. 


li.  (Gramática).  .  •   027 

'lilar-Sawii.  [Historia  natural;   G2 S 

Ulcera.  [Medicina) .*  .  ../  -  Id. 

l'lenia.  .   9SH3 

Uslroinontauo.  (Derecho  canónico.  .  .  .  (Í3.I- 

Umbría.  [Geografía  antigua)   Id. 

Unción   u;;2 

Unciones.  [Medicina).  .  .  .   634 

Ungüento.  [Materia  médica)   C43 

tínidad  religiosa  •.   647 

Utiigcniiiis  1   051 

i  n'w,  {Historia  natural)  

Union  '.  .  .  . 

i  nipcHiido?.  [Historia  natural)  .  . 

Universidades  


6  53 

;  id. 

.  054 

.  Id. 

Uno.  [Historia natural).  .  .   063 

Urania.  (Historio  natural)   Id. 

Urano.  [Química]  ;  064 

líranoseopo.  (Histaria  nalural) ....  665 

Urna.  [Arqueología]   Id. 

Uro  ó  Auroc.  [Hisloria  nalwal)   'Id. 

lirodelos.  (Historia  natural) .  Id. 

Urogallo.  ¡Historia  na£ura¿|   Id. 

Urson.  (Historia  nalural]   Id. 

Ursulinas.  'Historia  eclesiástica).  ...  !d. 

Urtieeas.  (Botánica)  -  .  .  .  666 

Urubú.  {Historia  natural)   671 

Uso.  (Literatura)  .  .  .   Id. 

Usucapión;  (Legislación)   672  j  Vasos  sagrados 

Usufrnelo.  (Legislación).   673  !  Valicano  . 

Usura   677  ' 

Ulero.  (Ámtóttiia)   082 


v. 


V.  [Gramática)  .  ....  ^  .......  . 

Vaca.  [Agricultura)  

Vaca  marina.  (Historia  natural).  .  .  . 

Vacante)  

Vacas  de  San  Anión  (Historia  natural). 

Vaccinias  

Vacuna.  [Medicina)  '.  . 

Vadígo.  {Historia  natural)  

Vagancia.  (Legislación  y  administra- 
ción^   

Vaina.  (Historia  nalural)  

Vainilla.  (Botánica)  

Valaqoia;  (Geografía  é  historia)  .  .  .  . 
Valdeuses.  (Historia  religiosa)  .  .  .  . 
Valencia.  (Geografía  é  hisloria).  .  .  . 

Valencia.  (Historia)  

Valencia.  (Arzobispado  del  ......  . 

Valencia.  (Audiencia  territorial  de)  .  .  . 
Valencia.  [Tercio  naval).  ...... 

Yalcucicnnes  -.  .  .  . 

X*\\mlm\ario$.  (Historia  religiosa)  .  .  . 

Valeriana  . 

Vales  reales..  

Valiza.  (Marina)  '  

Valladolid.  (Geografía  é  historia)  .  .  . 

Valladolid  

Valludolid.  [Historia)  

Valladolid.  (Obispado  de).  '  ,  . 

Valladolid.  (Capitanía  general  de).  .  . 
Valladolid.  (Audiencia  ie)  ■  .  .  ■ 
Valladolid.  (Partido  judicial  de)  .  .'  .  .  . 

Valtus.  (Hisloria  natural)  

Vaivén.  [Historia  natural)  

Vampiro.  (Cree'ncias  populares) .  .  . 

Vampiro  [Historia  natural)  

Vándalos.  [Historia]  

Vanesa.  [Historia  natural)  

Yanga.  (Historio  natural)  

Vapor.  (Iüsloria  de  la  máquina  de)  .  . 
Vapor,  máquina  de  vapor  locomotiva.  . 

Vapor.  (Buque  de)  (Marina)  

Vapor.  (Física)  ¿ 

Varadero.  (Marina).  .  .  .  ,  '  

Varan.  (Historia  natural)  ...... 

Variación.  (Análisis1   .  •  ■ 

Varices.  (Cirugía) 

Varsovia.  (Geografía  é  hisloria)  .  .  . 

Varsovia.  (Gran  ducado)   . 

Vasos.  (Antigüedades) . .  


695 
«D6 
69S 
Id. 
790 
'  Id. 
701 
714 

Id. 
lli 

tí. 
722 
728 
730 
740 
742 
743 
744 
745 

Id. 
740 
74S 
751 

Id. 
754 


Vaucluse.  (Departamento  de)  (Topogra- 
fía y  estadística)   .  .  . 


75!) 
762 
7G3 

Id. 

Id. 

Id. 

Id. 
704" 
700 

Ul. 
771 
772 

Id. 
S70 
S80 
907 
915 

Id. 
916 
919 
927 
928 

bl. 
935 

Id. 

941 


(071 


INDICE 


4072 


PAG3. 


VaudeviUe.  ¡Literatura)   944 

Vecindad.  (Jurisprudencia   945 

Vnda   046 

•Vegetación,  .........   Id. 

.Vegetales.  (Botánica)  ..........  Id. 

Yeliemc.  (Historia)   957 

Vejiga.  (Enfermedades  de  la). .  ....  958 

Vejigatorios.  Cirugía)  9*74 

Vela  [Marina]   981 

Velachero.  (Marina)   982 


l'A«S. 

Velación.  (Derecho  canónico)   j<j_ 

Vélites.  - .  983 

Vellón.  {Numismálica\   984 

Velo.  (Historia  eclesiástica)  987 

Venado.  (Historia  natural)   988 

Venas.  (Anatomía)   Id. 

Veucejo.  [Historia  natural)  mil 

Vendee.  (Departamento  de  la)  (Topogra- 
fía y  estadística)  1015 

Venecia.  (Geografía  í  historia).  ....  1027